soñé con ella - rocio zoya

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Page 1: Soñé Con Ella - Rocio Zoya

Soñé con ella anoche

Yo estaba en la cocina-living de esta casa, a oscuras por completo y escuchaba a Lud hablar sobre ella. Curioso es que no veía a Lud, que hablaba a mis espaldas. No sé si no era como una grabación que sonaba y no Lud en sí. Aunque ahora que lo pienso, la sentía respirar pero me decía, exactamente, cosas que ya me había dicho antes y que siempre vuelve a decirme cuando sale el tema por un motivo u otro.

Ella no me llamaba, creo que tampoco me veía desde afuera. Estaba parada al lado del rosal. Tengo que decir qué cosas difieren de la realidad: la ventana de esta casa que por papeles es mía, tiene barrotes. En el sueño no. Y nuestro patio tiene árboles bordeando la parte del camino de cemento y piedras en el que estaciona mi madre, cubierto por un techo en medianera y otro de la glicina. Si ella hubiera estado en el medio del patio, difícilmente la hubiera visto. Menos su rostro, sus ojos con los que intercambié mirada. Ella, en esa parte del sueño, debo mencionar que tenía la edad de ahora y usaba un vestido blanco. Tenía el pelo suelto y largo, además.

Y a la altura donde ella estaba parada, no se encuentra mi rosal. El rosal con el que ella jugaba está en la puerta de mi casa. Lo sé porque es el más grande. Es más alto que yo, aunque no soy ninguna giganta tampoco. Era más alto que ella también y con una sola rosa en la punta, como si fuera la estrella de un árbol de Navidad. Ella tenía unos largos pañuelos de gasa negra que intentaba atar al rosal. Los llevaba anudados en la cintura y cuando se le acabaron (eran dos o tres, no recuerdo. Ahora que lo pienso, parecen versiones más largas de unos que yo solía usar cuando adolescente), sacó uno parecido al azul que todavía uso a veces.

Cada vez que ella terminaba de anudar un pañuelo en el tallo, me miraba con los ojos tristes y un poco resentidos que tiene. También parecía burlarse. Ni bien la vi, me dieron unas ganas terribles de acercarme y por eso llegué hasta el linde de la puerta que en la realidad, termina en la galería (mi biblioteca) pero que en el sueño, daba al patio donde ella estaba. Como antes de la remodelación, del mismo modo en que la ventana interior sin barrotes es como la de la casa de mi abuela.

Yo me paraba ahí, con las manos en el marco de la puerta. El cielo era blanco, como ahora pero como no estaba la glicina y podía verlo abierto sobre nosotras. Pensé, entonces, antes de salir: Este es el "Jardín de los suicidas" y si salgo a verla, me moriré afuera. Y eso me suena ahora a algo de Dolina. El término no era ese, sin embargo. No era "El Jardín de los suicidas", sino otra cosa que significaba lo mismo y yo decía para mis adentros:...siendo lo que es, esto tendría que llamarse "Jardín de los suicidas" y no de la otra manera. ¿Jardín de los epícúreos, quizá? No, no era eso. Pero era algo parecido a eso, que seguramente me habré inventado en el sueño o que habrá venido de alguna clase a la que mi subconsciente prestó más atención.

Supongo que era un lugar en el que morías, aunque esto en sí, no te hiciera cambiar. No como un tiro en el pecho o que te cortes las venas, digo. Era como estar adentro o afuera de un círculo de tiza pero de alguna manera, yo sabía que si estaba afuera, no iba a poder volver adentro. Esa era la lógica del sueño. Eso era morir.

Y bueno, ahora que pienso lo que pasaba, alguien me podría decir: Pero vos la veías a ella sola, que se estaba lastimando a propósito con las espinas y querías evitar que lo hiciera, ¿no?

Y sí, cualquiera podría pensarlo. Pero la verdad es que yo no tenía nada claro. Solamente la vi haciendo eso y quise acercarme, sin saber bien qué quería hacer con ella. Necesitaba ir hasta allá, aunque fuese muy problemático. Por eso ignoré la voz de Lud, que se desvaneció o no la tuve más en cuenta. Creo que lo primero porque es algo que se repite en el sueño.

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También uno puede pensar: Esta pendeja te robó los pañuelos, está rompiéndolos, te está matando tu rosal más bonito y de paso se está jodiendo a sí misma delante tuyo, en tu casa. Querías salir a cagarla a palos, ¿no?

En la realidad sería más que factible. Y dicho sea de paso, su personaje está bastante In Character. Creo que ella no se daba cuenta de que se lastimaba o no le importaba demasiado o creía que eran heridas menores. Y no pensaba que el rosal podía morir o lo hacía en venganza, como lo de mis pañuelos. Un poco de todo. Ella se puede creer muy mala pero la verdad es que solamente sabe hacer daño cuando no es su intención y puede más su estúpida negligencia que cualquier malicia que pueda albergar. Es muy inmadura.

Al final no me importaba morir y salía. No me sentía diferente pero afuera estaba más fresco que adentro. Lud había desaparecido pero tampoco estaban el rosal, ni ella. El que se encontraba leyendo en un banco junto a la ventana, era Martin. Y no sé si Martin tenía un papel previsto en el sueño, o si mi inconsciente decidió meterlo tras mi deliberación de si era ese El Jardín de los epicúreos o no, porque él frecuentemente dice cosas como "que me echen" de dicho Jardín por pensar de x manera. Martin llevaba un chaquetón de traje con camiseta (es uno de los pocos chicos en Humanísticas que se pasea así por mi Facultad, por cierto) y estaba leyendo a Zamiatin (Nosotros). Me comentaba un poco sobre la novela cuando nos sentábamos y yo de alguna manera veía lo que él decía. Las escenas. Quedaba en leerla (igual que en la realidad) y nos quedamos un rato en el banco, que es de esos de madera con el respaldo curvo. Entonces yo me levantaba y me iba hasta la parte del patio donde antes estaba ella, llevando a Martin del brazo. Si bien no había ningún rosal.

Miré hacia el interior de la ventana de mi casa y la vi ahí, a oscuras. Su silueta y sus ojos todavía más tristes. Estaba distinta. Parecía mayor. Podría afirmar que tenía unos diez años sumados a los que tiene en la realidad pero más bien me inclinaría a decir que era solamente dos años mayor. Que habían pasado dos años terribles, tanto que ella asemejaba a esas chicas que a los veintipico parecen de cuarenta. Me desconcertaba verla así. También me daba miedo.

Ella se subió al alfeizar de la ventana, que ahora era más grande que su cuerpo. En la realidad no podría haberse puesto de pie, haciendo equilibrio como lo hizo y pisando el respaldo del banco. No pude más y le pedí que no saliera, aunque había menos de un metro hasta el suelo y no iba a lastimarse tanto ni aunque tropezara. En teoría. Hay que entender que si salía, era la muerte y me desesperó eso. Debo haber soltado a Martin porque en seguida me encontré corriendo hacia la ventana para atraparla a ella cuando caía del banco.

Mencionaré ahora que además de ser mayor en esa parte del sueño, ella vestía con un atuendo que me hizo acordar a unos retratos de Virginia Woolf, el pelo atado en un rodete similar. Así se cayó encima mío y se puede decir que en las reglas del sueño, murió. Nos sacudimos la tierra de la ropa y fuimos del brazo hasta donde nos esperaba Martin, que era como si la conociera.

Y ahí termina el sueño aunque creo que no hubiera estado de más que nos pusiéramos a representar "Los poseídos entre las lilas", con ese ambiente. Si vamos al caso, los tres somos suicidas pero Martin es más...deportivo en ese aspecto. Otra curiosidad es que ella no habló en ningún momento. Si lo hicimos entre nosotras fue con miradas y ella estaba tan vacía, tan triste que hasta diría que poco percibía de mí, excepto en el final, donde creo que por lo menos éramos amigas otra vez. O algo así.

A causa de este sueño, me desperté muy alterada y voy por la tercera caja de Marlboros que me estoy fumando. Tengo asma, no fumaba más que ocasionalmente (un cigarrillo al mes, convidado casi siempre) desde hace como cinco años.