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Disponível em: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=26702703 Red de Revistas Científicas de América Latina, el Caribe, España y Portugal Sistema de Información Científica Ma. Fernanda Somuano Ventura Movimientos sociales y partidos políticos en América Latina: una relación cambiante y compleja Política y Cultura, núm. 27, primavera, 2007, pp. 31-53, Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco México Como citar este artigo Fascículo completo Mais informações do artigo Site da revista Política y Cultura, ISSN (Versão impressa): 0188-7742 [email protected] Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Xochimilco México www.redalyc.org Projeto acadêmico não lucrativo, desenvolvido pela iniciativa Acesso Aberto

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Movimientos sociales y partidos políticos en América Latina

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  • Disponvel em: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=26702703

    Red de Revistas Cientficas de Amrica Latina, el Caribe, Espaa y PortugalSistema de Informacin Cientfica

    Ma. Fernanda Somuano VenturaMovimientos sociales y partidos polticos en Amrica Latina: una relacin cambiante y compleja

    Poltica y Cultura, nm. 27, primavera, 2007, pp. 31-53,Universidad Autnoma Metropolitana Unidad Xochimilco

    Mxico

    Como citar este artigo Fascculo completo Mais informaes do artigo Site da revista

    Poltica y Cultura,ISSN (Verso impressa): [email protected] Autnoma Metropolitana UnidadXochimilcoMxico

    www.redalyc.orgProjeto acadmico no lucrativo, desenvolvido pela iniciativa Acesso Aberto

  • Resumen

    Durante las ltimas dcadas los movimientos sociales en Amrica Latina se han convertido en actores polticos muy importantes. Buscan el cambio lejos de los actores polticos tradicionales, manteniendo su autonoma y priorizando como estrategia de accin colectiva la de la movilizacin masiva; o bien deciden acercarse a algunos actores polticos (tales como los partidos), participando dentro del sistema poltico por la va institucional/electoral. El objetivo de este trabajo es precisamente hacer una reexin sobre la relacin entre los movimientos sociales y los partidos polticos en Amrica Latina. Para tal efecto hacemos una revisin terica y posteriormente tomamos varios ejemplos para ejemplicar los tipos de estrategias y relaciones que pueden darse entre stos y los partidos polticos.

    Palabras clave: movimientos sociales, partidos polticos, accin colectiva, movilizacin social.

    Abstract

    During the last decades the social movements in Latin America have become very important political actors. They look for the change far from the traditional political actors, maintaining his autonomy and prioritizing the strategy of collective action by massive mobilization; or they decide to approach some actors (such as the political parties), participating within the political system by the institucional/electoral route. The objective of this work is indeed to make a reection on the relation between the social movements and the political parties in Latin America. For such effect we make rst a theorical revision and later we took several examples of social movements in order to ejemplify the types of strategies and relations that can occur between these and the political parties.

    Keywords: social movements, political parties, colective action, social mobilization

    Recepcin del original: 31-08-06Recepcin del artculo corregido: 23-05-07

    Movimientos sociales y partidos polticos en Amrica Latina: una relacin cambiante y compleja

    * Profesora-Investigadora del Centro de Estudios Internacionales de El Colegio de Mxi-co. Direccin electrnica: [email protected]

    Ma. Fernanda Somuano Ventura*

  • Ma. Fernanda Somuano Ventura32

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    INTRODUCCIN

    Durante las ltimas dcadas Amrica Latina ha experimentado lo que algunos llaman crisis de gobernabilidad, resultado de la multiplicacin de protestas sociales con-tra el modelo de desarrollo que segua los lineamientos del denominado Consenso de Washington, la propagacin de fenmenos globales en la regin tales como: narcotrco, terrorismo y corrupcin, y la propia incapa-cidad de los sistemas polticos tradicionales partidos, gobiernos y congre-sos para manejar estar situaciones de ruptura. Los movimientos sociales se han expresado dentro de estos escenarios de forma muy diversa. Algunos, convertidos en movimientos polticos, han conseguido llegar directamente al poder e institucionalizar sus proyectos de accin poltica. Otros en cam-bio, en abierta rebelda contra las fuerzas polticas tradicionales han desaa-do abiertamente la institucionalidad democrtica. Por ltimo, algunos ms han pactado con estas mismas fuerzas los trminos de alianzas de gobierno que han resultado efmeras e inecaces.

    Es claro que ante el descrdito y la desconanza que generan los par-tidos polticos, los movimientos sociales y sus organizaciones se han con-vertido en medios de expresin y canalizacin de demandas de ciertos grupos o sectores de la sociedad. Aunque los movimientos sociales slo representan una parte de la sociedad civil, no se puede desconocer que s-tos pueden ser generadores de nuevas identidades que den lugar a nuevas formas de representacin poltica. Por su naturaleza, los modos de partici-pacin poltica no convencional o de protesta utilizados generalmente por los movimientos sociales son disruptivos del status quo y van en contra del modelo tradicional de intermediacin de intereses de las democracias contemporneas. En medio de la crisis de representacin que caracteriza las democracias latinoamericanas y el desencanto de una opinin pblica decepcionada por los actores polticos (principalmente los partidos), las ex-presiones desinstitucionalizadas de hacer poltica, que en ocasiones llegan a convertirse en propuestas antipolticas, se vuelven muy atractivas para los ciudadanos.

    La cuestin clave consiste en saber si la presencia cada da mayor de los movimientos como actores polticos se debe considerar y tratar como un desafo a la vieja democracia representativa, o como una verdadera oportu-nidad para ventilar y consolidar los avances democrticos ya conseguidos a travs de una nueva ola de democratizacin alternativa. El objetivo de este trabajo es precisamente hacer una reexin sobre la relacin entre los mo-vimientos sociales y los partidos polticos en Amrica Latina. En la primera

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  • Movimientos sociales y partidos polticos en Amrica Latina 33

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    parte del artculo expondr una revisin sobre la literatura que explica el surgimiento de los movimientos sociales en general, haciendo referencia en la parte nal al caso latinoamericano. En la segunda parte expongo una visin terica de la compleja relacin entre partidos polticos y movimientos sociales. Sin pretender dar una explicacin exhaustiva de los movimientos sociales que presento, s los utilizo para mostrar cmo puede variar su rela-cin con los partidos segn su inters y oportunidades de inuir de manera directa en el sistema poltico a travs de la accin independiente, o bien inuirlo de manera indirecta a travs de los partidos.

    POR QU SURGEN LOS MOVIMIENTOS SOCIALES?

    Durante la segunda parte de los aos noventa Amrica Latina aparece atravesada por diferentes movimientos sociales de signicacin nacional. A manera de ejemplo podemos mencionar, entre otras experiencias, el levantamiento zapatista en la selva Lacandona en 1994 que hizo visibles las demandas de indgenas y campesinos cuando en Mxico entraban en vigor los acuerdos de libre comercio con Estados Unidos; la Guerra del Agua cochabambina y las luchas del movimiento cocalero en el Chapare boliviano que les permiti alcanzar nuevos liderazgos, una signicativa presencia en el parlamento y nalmente la eleccin de su lder como presidente de ese pas; los levantamientos indgenas impulsados por la CONAIE en Ecuador en 1996 y en 2000 que culminan en ambos casos con la cada del gobierno; la emergencia y extensin del movimiento de tra-bajadores desocupados en Argentina y las movilizaciones y protestas que desencadenaron la renuncia del gobierno a nales de 2001; las iniciativas de ocupaciones de tierras masivas de carcter nacional acometidas por el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra (MST) en Brasil; las movilizaciones campesinas en Paraguay que jugaron un rol importante en la cada del presidente Cubas Grau; las intensas protestas sociales en Per (particular-mente la experiencia de los Frentes Cvicos regionales) que marcaron el n del rgimen de Fujimori.

    Un factor que coincide con la vigorizacin de la sociedad civil y que ha favorecido la emergencia de nuevos movimientos sociales es sin duda la prdida de legitimidad de algunas de las instituciones democrticas tales como los partidos polticos. Desde mediados de los ochenta, tras haberse consolidado la democracia en casi todos los pases del subcontinente la-tinoamericano, se inici una etapa de profundizacin de la aplicacin de polticas de corte neoliberal con distintos grados de xito en el manejo de los indicadores macroeconmicos. Muchas de ellas tuvieron un impacto

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    negativo en importantes grupos de las poblaciones involucradas. Al mismo tiempo, los sistemas polticos tendieron a la inestabilidad y creciente fragi-lidad, reejada en indicadores de insatisfaccin con la democracia, prdida de conanza en los partidos polticos y descrdito de instituciones como el congreso.1 De manera paralela surgi un renovado protagonismo de ac-tores y movimientos sociales y, sobre todo en algunos pases con rasgos tpicamente asociados a la desinstitucionalizacin, la aparicin de nuevos movimientos con anclaje socioterritorial.2

    Ahora bien, qu factores han inuido en la aparicin de estos mo-vimientos? Existen diversos enfoques tericos que pretenden explicar las razones por las que el descontento social se convierte en movilizacin y accin colectiva:3

    Explicaciones globales. Las explicaciones globales ven a los movimien-tos sociales y a las asociaciones civiles derivadas o ligadas a ellos como el resultado de profundos cambios en la sociedad en la que se generan y se desarrollan. En este sentido su explicacin depende de diversas teoras de cambio social. Un representante de estas ideas es Jrgen Habermas, quien ve en los movimientos sociales una reaccin a la creciente racionalizacin de la vida moderna. Claramente la industrializacin y la urbanizacin supu-sieron un gran cambio en las formas de vida y en los esquemas mentales de mucha gente. Las instituciones tradicionales bsicas como la familia, la comunidad, la religin, entre otras, se vieron fuertemente alteradas por lo que progresivamente se adoptaron nuevas formas de interrelacin social con nuevos signicados que, sin sustituir totalmente a las anteriores, se adecuaban mejor a las nuevas formas de organizacin generadas por la produccin capitalista y la dominacin legal burocrtica.4 Los movimientos sociales hacen frente al rompimiento que sufren los vnculos tradicionales del individuo con su entorno social inmediato (de clase, familia y religin) y

    1 Encuestas como el Latinobarmetro muestran la tremenda cada que han sufrido los niveles de conanza institucional en los pases latinoamericanos, particularmente en los partidos polticos, en donde el porcentaje de ciudadanos que confa en ellos ha cado en promedio 17 puntos en el periodo de 1997 al 2003. (Los casos ms exagerados son Nicara-gua, que tuvo una baja de 34 puntos porcentuales; Honduras con una baja de 28 puntos; y Uruguay con una baja de 27 puntos).

    2 Christian Adel Mirza, Movimientos sociales y sistemas polticos en Amrica Latina: la construccin de nuevas democracias: Buenos Aires, CLACSO, 2006, p. 258.

    3 Para una revisin de diversos enfoques tericos sobre el estudio de los movimientos sociales ver Ana Rubio Garca, Perspectivas tericas en el estudio de los movimientos socia-les, en Circunstancia: nm. 3, 2004.

    4 Jrgen Habermas, The Philosophical Discourse of Modernity: Cambridge, MA: MIT Press, 1987, p.455.

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  • Movimientos sociales y partidos polticos en Amrica Latina 35

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    que dan lugar al alto grado de individualismo que, sin embrago, no conlleva la emancipacin de todo tipo de control.5

    As, estas explicaciones sugieren que los movimientos sociales a los que le adjudican el adjetivo de nuevos, representan el cambio cultural producido en las sociedades industriales avanzadas, caracterizado entre otros aspectos, por el paso de valores materialistas a valores de carcter postmaterialista; es decir, el cambio de la preocupacin por la seguridad fsica o los recursos de primera necesidad al nfasis en la autoexpresin, el sentimiento de pertenencia a la comunidad y la calidad de vida.6 Inte-resantemente, si los movimientos tienen una base social denida, sta se encuentra en la clase media educada que tiene el tiempo y los recursos para organizarse y protestar. Sin embrago, el asunto central para muchas comu-nidades en Amrica Latina sigue siendo la supervivencia diaria, por lo que las demandas materiales siguen siendo la bandera de buena parte de los movimientos sociales. Son principalmente las clases bajas y populares que se movilizan por razones de desempleo, salarios, servicios y vivienda.

    Enfoque del proceso poltico o la estructura de oportunidades polticas. Este enfoque centra su atencin en el entorno institucional y poltico en el que se produce la accin colectiva, especialmente en el anlisis de la inuen-cia del contexto poltico en la formacin y supervivencia de los movimientos sociales. La mayora del los trabajos acadmicos que empezaron a proponer este enfoque en los setentas, entre los que se encuentran los de Gamson, Ti-lly, Piven y Cloward, McAdam,7 buscaban explicar cmo cambios especcos en aspectos del sistema poltico crean nuevas oportunidades para la accin colectiva de un actor o un grupo de actores que lo desafan.

    El trabajo de Tilly por ejemplo,8 vincula la accin colectiva con el Estado mediante dos dimensiones principalmente: la oportunidad/amenaza para los grupos movilizados y la facilitacin/represin por parte de las autorida-des.9 As, lo que explica la existencia, alcance o ausencia de movilizacin es

    5 Haspeter Kriesi, The Interdependence of Structure and Action: Some Reections on the State of the Art en Klandermas, B. Briesi H. Y Tarrow S. (eds.), From Structure to Action, Greeneich: JAI Press, 1988. p. 356.

    6 Ronald Inglehart, Culture Shift in Advanced Industrial Society: Princeton, NJ, Princeton University Press, 1990.

    7 P. K. Eisinger, The Conditions of Protest Behavior in American Cities en American Political Sciene Review: 67, 1973; W. A. Gamson, The Strategy of Social Protest: Homewwod, Il., Dorsey, 1975; F. Piven y R. Cloward, Poor Peoples Movements: Nueva York, Pantheon, 1977.

    8 Charles Tilly, From Mobilization to Revolution: Reading, MA, Addison Wesley Publish-ing Co., 1978.

    9 Ibid. pp. 98-142.

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    el costo de la accin colectiva, que aumenta por la represin o disminuye por la facilitacin.10

    Posteriormente, en los ochentas, Sydney Tarrow11 propone algunas va-riables especcas del entorno de los movimientos sociales que potencial-mente pueden tener un impacto sobre ellos: grado de apertura o cierre para acceder al sistema poltico formal, grado de estabilidad o inestabilidad de las alianzas polticas y la disponibilidad y postura estratgica de los aliados potenciales. Ms tarde, el mismo Tarrow aade una nueva dimensin: las divisiones en la lite o su tolerancia/intolerancia hacia la protesta.

    Doug McAdam, otro representante importante de este enfoque, seala otros factores macropolticos que inciden en la formacin y desarrollo de los movimientos sociales: la estructura de oportunidades polticas, las crisis polticas y situaciones de enfrentamiento en la arena poltica, la ausencia de represin, la imposicin de agravios repentinos a la poblacin, as como la expansin del estado bienestar y la politizacin de la vida privada.12

    Como puede verse, los adeptos al enfoque del proceso poltico o de las oportunidades polticas tienen la conviccin de que los movimientos so-ciales y sus componentes organizacionales son moldeados por el conjunto de oportunidades y obstculos que surgen en el sistema poltico y que son especcos de cada contexto en el que surgen y evolucionan. Estas oportu-nidades o lmites pueden ser caractersticas de la estructura del sistema (la estructura institucional del estado) o elementos menos estables que inuyen en el grado de apertura o cierre de las estructuras ms formales. Mientras que los primeros afectan a la estrategia y expectativas de los movimientos sociales a largo plazo, los segundos les afectan en las estrategias y actividad ms inmediatas.

    Teora de la privacin relativa. Partiendo de anlisis centrados en la violencia poltica, James Davies (1962) y Ted Gurr (1970), entre otros, pro-ponen un enfoque que considera a los movimientos sociales como la mani-festacin de sentimientos de privacin experimentados por los actores ante expectativas frustradas. Segn este modelo la privacin relativa experimen-tada por los individuos no es una realidad objetiva, sino que est basada en la percepcin que cada uno tiene de dicha realidad, es decir, considerando lo que se tiene y lo que se cree merecer. Estas expectativas creadas no se

    10 Ibid, p. 100.11 Sidney Tarrow, Struggle, Politics and Reform: Collective Action, Social Movements,

    and Cycles of Protest, en Western Societies Papers: 21,Thaca, NY, Cornell University Press, 1989.

    12 Doug McAdam, Micromobilization Contexts and Recruitment to Activism en B. Klan-dermas, H. Kriesi y S. Tarrow (eds.) From Structure to Action: Greenwich, JAI Press, 1988. pp. 125-154.

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  • Movimientos sociales y partidos polticos en Amrica Latina 37

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    reeren slo a bienes materiales, sino tambin a la participacin poltica o a posibilidades de desarrollo personal. La frustracin generada por el sentimiento de privacin se traduce en descontento, que es el que lleva a los individuos a participar en movimientos de protesta.13 En esta perspec-tiva, el cambio social rpido es un agente desestabilizador que puede estar acompaado de movimientos y organizaciones de protesta precisamente mediante justicaciones de privacin.

    Al igual que otras teoras que enfatizan los aspectos psicolgicos de la accin colectiva, como la irracionalidad en la motivacin de los actores o la visin de la movilizacin como un mero agregado de experiencias individuales, esta teora mostr rpidamente sus lmites explicativos. Sin embargo, en la actualidad, cuestiones como la elaboracin de expectativas o el sentimiento de agravio de los actores son factores que le reconocen como una teora de alcance medio susceptible de ser aplicada en algunos anlisis de la accin y el conicto social.14

    Teora de la movilizacin de recursos. Esta teora busca romper con explicaciones de corte psicolgico de la accin social y enfocarse a plantea-mientos dirigidos por la racionalidad instrumental de la movilizacin. Esta perspectiva parte de la premisa de que el descontento social es universal, mientras que la accin colectiva no lo es. Es inherentemente complicado organizar un movimiento u organizacin social, y el problema principal es la movilizacin de sucientes recursos para mantenerlos y acrecentarlos. La protesta no tiene una relacin directa con el empobrecimiento o con el cambio social, sino que el descontento permanente tiene probabilidades de tomar un cariz poltico cuando: 1) las luchas por el poder proveen una oportunidad para los grupos afectados; 2) los costos de la accin son perci-bidos como bajos; 3) existe divisin y fragilidad en la autoridad poltica.15

    Por ende, en su versin ms simple, la movilizacin de recursos se basa en la idea de que las organizaciones y movimientos exitosos requieren de la adquisicin de recursos y la creacin de relaciones ventajosas de intercam-bio con otros grupos conforme van logrando sus objetivos.16

    Es difcil atribuir la explicacin del surgimiento de los movimientos so-ciales latinoamericanos a una sola teora ya que son producto de una com-

    13 Ted Gurr, Why Men Rebel?: Princeton, NJ, Princeton University Press, 1970.14 Donatella Della Porta y Mario Diani, Social Movements: An Introduction: Oxford,

    Blackwell Publishers, 1999, 256.15 C. Tilly, op. cit.16 Anne Costain y Steven Majstorovic, Congress, Social Movements and Public Opinion:

    Multiple Origins of Womens Rights Legislation. en Political Research Quarterly: 47, 1992, pp.111-135.

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    binacin de elementos culturales, estructurales e individuales. De alguna manera cada teora explica una parte de este fenmeno regional. Estos nue-vos movimientos17 nacieron en medio de profundos cambios en el sistema capitalista mundial y en los socialismos del este europeo. Los cambios tuvie-ron un fuerte impacto en Amrica Latina al cerrar el ciclo de las dictaduras del cono sur y abrir paso a los ajustes y transformaciones que le impuso el denominado Consenso de Washington en los noventa.

    Algunos de los movimientos latinoamericanos surgieron como respuesta al deterioro de las condiciones de vida de amplios sectores de la poblacin en los ltimos treinta aos. Los cambios en las estructuras de poder en diversos pases permitieron que estos movimientos adquirieran fuerza y acrecentaran su poder de convocatoria y movilizacin. Igualmente, la pr-dida de legitimidad y conanza de algunas de las instituciones democrticas (particularmente los partidos polticos) contribuy de manera importante a la vigorizacin de la sociedad civil y la formacin de movimientos sociales. As, tanto teoras como la de la privacin relativa o como la de la estructura de oportunidades polticas pueden explicar parte del nacimiento y evolu-cin de dichos movimientos.

    Movimientos como el ecologista o el de derechos humanos en cambio, pueden ser producto de un cambio de valores como el que seala Inglehart. Por otro lado, los movimientos indgenas pareceran ms el resultado de una reivindicacin y exigencia de diversos pueblos a construir un Estado plurinacional, es decir, un estado en donde los indgenas ya no slo recla-man demandas de integracin y respeto a sus etnias, sino a la participacin en la redenicin y reestructuracin de todo el estado, de todas las formas de hacer poltica, incluso de la manera en al que se aplique un modelo econmico que les devuelva su parte de los benecios que por dcadas se les ha negado.18

    Por ltimo, como seala la teora de la movilizacin de recursos, es posible argumentar que todos los movimientos sociales, incluidos los lati-noamericanos, han surgido en momentos en los que las luchas por el poder

    17 Mucho se ha discutido si los movimientos sociales latinoamericanos que aparecen a partir de los ochentas son realmente nuevos o no. Yo comparto con otros autores la idea de que estos actores polticos rompen con ciertas tradiciones: no se trata ni de los antiguos movimientos de origen estructural (el viejo movimiento obrero), ni tampoco de partidos de masa (aprismo o peronismo) o del brazo poltico de una vanguardia. Estamos ms bien frente a un conjunto diverso de sujetos colectivos, tanto en su origen, composicin, as como con relacin a sus objetivos, formas de organizacin y repertorios de accin.

    18 Pablo Dvalos, Plurinacionalidad y poder poltico en el movimiento indgena ecua-toriano, en OSAL: nm. 9, Buenos Aires, 2003, pp. 43-50.

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  • Movimientos sociales y partidos polticos en Amrica Latina 39

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    han abierto una ventana de oportunidad para los grupos desfavorecidos; stos perciben que existe divisin y fragilidad en las lites y por ende que los costos de la movilizacin son bajos.19

    A manera de ejemplo el movimiento zapatista en Mxico puede ex-plicarse por diversas razones y varias de las teoras arriba mencionadas pueden aportar algo a su explicacin. Por un lado, podemos decir que este movimiento social estuvo encabezado por aquellos que trataron de moder-nizar la comercializacin del caf en la Sierra Lacandona, pero que no lo lograron debido a la apertura econmica indiscriminada y a la deciente regulacin del gobierno mexicano.20 En este sentido el movimiento consti-tuy una protesta contra un proceso global, el de apertura econmica mun-dial de los mercados. Por otro lado, este movimiento tambin fue producto de la frustracin que result de la represin sistemtica de las asociaciones campesinas independientes por parte del gobierno estatal de Chiapas y de la cooptacin de la organizacin regional ms importante: la Unin de Uniones de Chiapas. Esta situacin bloque constantemente todos los ca-nales legales de representacin de estos grupos campesinos e implic la destruccin de los esfuerzos de organizacin legal e institucional por parte de la poblacin de la regin.

    El movimiento tiene un importante componente indgena y aunque su discurso ha cambiado a lo largo del tiempo, ha tenido una constante que gira alrededor de las reivindicaciones de estos grupos tnicos agraviados y sometidos durante aos por la poblacin mestiza. De ser un proyecto mili-tar, el movimiento zapatista se convirti en un proyecto de luchas polticas y de resistencia de los propios grupos indgenas a defender y construir un proyecto que se centrara en los derechos de los pueblos indios, con respeto a su autonoma y dignidad, a sus tierras y territorios, a su cultura y a sus costumbres y a su participacin y representacin en el estado nacional.21 Las simpatas que gener en el extranjero y los recursos que logr recaudar para su causa sin duda fueron elementos cruciales para la movilizacin, duracin e impacto que tuvo el movimiento.

    Sin restar importancia a la revuelta zapatista, es importante mencionar que su origen violento y su connamiento a la zona de los Altos de Chiapas por el asedio del ejrcito mexicano limitaron su capacidad de extenderse a

    19 Tilly, op. cit.20 Iln Bizberg Transition or Restructuring of Society? en Joseph S. Tulchin y Andrew D.

    Selee (eds.), Mexicos Politics and Society in Transition: Boulder, Lynne Rienner, 2003, 163.21 Pablo Gonzlez Casanova, Los zapatistas del siglo XXI en OSAL: nm. 4, junio 2001,

    Buenos Aires, pp. 5-8.

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  • Ma. Fernanda Somuano Ventura40

    Poltica y Cultura, primavera 2007, nm 27, pp. 31-53

    la sociedad civil e impidieron que llegara a ser un movimiento social y po-ltico ms amplio. Sin embargo, algunos consideran que fue un catalizador de la reforma electoral de 1994.22

    MOVIMIENTOS SOCIALES Y PARTIDOS POLTICOS

    Charles Tilly dene un movimiento social como el desafo sostenido de un grupo social a quienes detentan el poder mediante repetidas manifestaciones pblicas de su nmero de simpatizantes, su nivel de compromiso, unidad y valor.23 Siguiendo a Dieter Rutch,24 en estricto sentido un movimiento social est constituido por dos tipos de componentes: 1) redes de grupos y organi-zaciones preparados para la movilizacin y actos de protesta para promover o (resistir) el cambio social (que es el objetivo ltimo de los movimientos socia-les); y 2) individuos que asisten a actos de protesta o contribuyen con recursos sin ser necesariamente parte de un grupo u organizacin del movimiento.

    La relacin, tanto conceptual como prctica, entre los movimientos so-ciales y los partidos polticos suele ser compleja. De hecho las organizacio-nes sociales derivadas de los movimientos y que constituyen sus bloques o estructuras pueden llegar a parecerse a los partidos polticos o a los grupos de inters, por lo que es muy importante establecer sus diferencias. Aunque todos persiguen nes polticos, los dos ltimos no dependen de la partici-pacin directa de sus miembros para la consecucin de sus objetivos. Tanto los partidos como los grupos de inters estn especializados en las tareas de representacin. Tienen sucientes recursos particularmente cierto nivel de institucionalizacin, autoridad y profesionalizacin lo que signica que normalmente no tienen que recurrir a la movilizacin de sus agremiados. Y aun cuando pueden llegar a movilizar a sus simpatizantes o miembros, esta actividad no forma parte esencial de sus actividades cotidianas, hecho que s sucede con los movimientos sociales y sus organizaciones.25

    22 Bizberg, op. cit.; y Reynaldo Yunuen Ortega (ed.), Caminos a la democracia: Mxico, D.F., El Colegio de Mxico, 2001.

    23 Charles Tilly, Social Movements as Historically Specic Clusters of Political Perform-ances, en Berkeley Journal of Sociology: 38, p. 7.

    24 Dieter Rucht, The Impact of Nacional Contexts on Social Movement Structures: A Cross-Movement and Cross-National Comparison, en D. McAdam, J. McArthy y M. Zald, (eds.), Comparative Perspectives on Social Movements: Opportunities, Mobilizing Structures and Cultural Framings: Cambridge, Cambridge University Press, 1996, pp. 185-204.

    25 Hanspeter Kriesi, The Organizational Structure of New Social Movements in a Po-litical Context, en D. McAdam, J. McCarthy y M. Zald (eds.), Comparative Perspectives on Social Movements: Opportunities, Mobilizing Structures and Cultural Framings: Nueva York, Cambridge University Press, 1996, p. 153.

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    Ahora bien, independientemente de las causas que acojan, los movi-mientos sociales tienen una innegable importancia como actores sociales por dos razones fundamentales: la primera es que fungen como el canalizador o representante de las demandas de grupos sociales que optan por expresar as su descontento con el status quo. La segunda es su funcin como pro-ponentes y catalizadores del cambio social. Pero, para lograr ese cambio, generalmente necesitan de otros actores sociales. Uno de esos actores son los partidos polticos. Es comn que los movimientos sociales enfrenten la disyuntiva de quedarse como fuerzas de oposicin luchando por vas extra-institucionales manteniendo su autonoma, o competir por el poder va los canales institucionales, sea en alianza o como parte de un partido poltico.

    De acuerdo con Hangan existen cinco tipos de relaciones prcticas por las que pueden optar los movimientos sociales y los partidos polticos: articulacin, permeabilidad, alianza, independencia y transformacin. Las primeras dos limitan seriamente la autonoma del movimiento; las ltimas dos son menos restrictivas.26

    Articulacin. Esta relacin consiste en que las organizaciones de los movi-mientos sociales se agrupan alrededor del programa de un partido poltico y promueven las posiciones partidistas entre los seguidores potenciales a los que los partidos esperaran movilizar en busca de apoyo y de nue-vos miembros. Aun cuando los partidos polticos controlan directamente a estas organizaciones, generalmente stas ejercen alguna inuencia inde-pendiente sobre el partido. Su xito en la movilizacin de masas obliga al partido a hacer ms fuerte el compromiso hacia una causa particular. A cambio del acceso a ciertos cotos de poder en el partido y del apoyo insti-tucional a su causa, se esperar que los activistas del movimiento sigan las lneas e instrucciones del partido.

    Un claro ejemplo de este tipo de estrategia es la que ha llevado a cabo el Movimiento Antorchista en Mxico. La pieza principal de este movimiento es Antorcha Campesina, una organizacin poltica fundada en 1974 con el objetivo principal de organizar a los sectores ms marginados y pobres de la sociedad para lograr mejorar el estado de sus comunidades, luchar por una mejor distribucin del ingreso y eliminar las profundas diferencias so-ciales.27 Con el tiempo Antorcha Campesina se transform en Movimiento

    26 Michael Hangan, Social Movements. Incorporation, Disengagement and Opportuni-ties. A Long View, en Marco Giugni, Doug McAdam y Charles Tilly (eds.), From Contention to Democracy: Lanham, MA, Rowman and Littleeld Publishers, 1998.

    27 La direccin de la pgina electrnica del movimiento es: www.antorchacampesina.org.mx.

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    Antorchista, pues en los primeros aos de la dcada de los ochenta, los miembros de la organizacin empezaron a realizar diversas labores en colo-nias populares, y en varias universidades y fbricas, lo que trajo como con-secuencia la formacin de otras organizaciones similares: Antorcha Popular, Antorcha Estudiantil y Antorcha Obrera, que junto con Antorcha Campesina integraron lo que ahora se conoce como Movimiento Antorchista.

    Antorcha Campesina est dirigida por una Direccin Nacional compues-ta por 75 personas que se eligen cada dos aos en un Congreso Nacional que se realiza en el mes de julio. Segn lo establecido en la pgina electr-nica de la organizacin, estos directivos dedican tiempo completo a diversas actividades dentro de la organizacin tales como: organizacin, capacita-cin y gestin de los problemas de los estratos marginados de la sociedad. Los recursos econmicos del movimiento provienen de cuotas de sus miem-bros, de la colecta pblica, as como tambin de pequeos negocios como tiendas de abarrotes y pequeos restaurantes que la organizacin ha venido creando durante un cuarto de siglo de existencia. De acuerdo con cifras del propio movimiento, ste cuenta con alrededor de 500 mil asociados o miembros a lo largo del territorio mexicano, pero las entidades en las que tiene una presencia ms importante son Puebla, Michoacn, Veracruz, San Luis Potos, Estado de Mxico, Distrito Federal, Oaxaca, Guerrero, Hidalgo Y Sinaloa.28

    Como seala el movimiento en su pgina electrnica, la adhesin de Antorcha a las las del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se dio en octubre de 1988, cuando el movimiento percibi la necesidad de buscar el respaldo de una organizacin legal y plenamente reconocida que le sirviera de apoyo e hiciera ms ecaz la consecucin de las demandas de sus gru-pos organizados.

    Despus de un detenido anlisis, Antorcha encontr que sus propsitos y principios se identicaban con los propsitos reivindicatorios, sociales y polticos de la Revolucin Mexicana: en ese sentido encontramos que los documentos bsicos del PRI eran los que mejor reejaban los intereses del pueblo pobre de Mxico y, desde luego, los intereses de Antorcha Campe-sina. Por eso cremos que, al coincidir en lo esencial con los documentos bsicos del PRI, dentro de sus las podramos dar, con mejores posibilidades de xito, la lucha que nos habamos propuesto. Y as lo venimos haciendo desde entonces.29

    En este caso, hay una clara relacin de articulacin entre movimiento social y partido poltico, en la que el movimiento reconoce la necesidad de

    28 Ibid.29 Ibid.

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    un aliado que le pueda brindar respaldo institucional a cambio del apoyo electoral de sus agremiados a un partido. Especcamente en este caso, el PRI ha permitido que miembros del movimiento compitan por puestos de eleccin popular como candidatos propios a cambio del apoyo de moviliza-ciones en favor de otros candidatos pristas. Tal fue el caso reciente del go-bernador del Estado de Mxico y del excandidato a la presidencia Roberto Madrazo, quienes recibieron el apoyo explcito del movimiento. De hecho, en la pgina electrnica de Antorcha Campesina existen mltiples discursos de los integrantes de su Direccin Nacional que explcitamente solicitan el voto y la asistencia a mtines a favor de los candidatos pristas. A cambio ofrecen promesas de permisos de legalizacin de terrenos o electricidad y servicios bsicos en reas remotas, lo que muestra claramente la relacin clientelar que mantienen con sus agremiados o simpatizantes.

    Permeabilidad. En este caso, las organizaciones del movimiento social in-ltran a los partidos para intentar orientarlos hacia su causa. Para tener posibilidades de xito, esta estrategia presume que existe un apoyo consi-derable a las causas del movimiento dentro del partido poltico. Aunque la permeabilidad implica que el partido no estar tan comprometido con un objetivo particular como los activistas del movimiento querran, debe exis-tir, a juicio de stos, un amplio rango de objetivos comunes con el partido poltico al que pretenden inuir. Leales al partido, los activistas del movi-miento esperan recibir atencin a su causa y, mediante canales tradiciona-les, ejercer presin con el n de llegar a tener una inuencia importante en el partido, y en el mejor de los casos, aduearse de l.

    Alianza. En este caso las organizaciones de los movimientos sociales pue-den negociar alianzas ad hoc con partidos o facciones de partidos que involucren la colaboracin cercana en asuntos especcos, pero en las que tanto el partido como la organizacin retienen su propia estructura separada y libertad general de accin. Las coaliciones o alianzas implican que cada parte espera obtener benecios especcos y concretos; stas se disuelven si estas expectativas no se cumplen.

    La permeabilidad y la alianza son estrategias muy cercanas que en mu-chas ocasiones van juntas. De hecho, generalmente la primera constituye el primer paso de lo que despus puede convertirse en alianza. Un ejemplo ilustrativo de ambas estrategias es el caso del triunfo electoral en 2002 y posterior derrocamiento del Coronel Lucio Gutirrez en Ecuador. El militar ecuatoriano logr conformar un frente de fuerzas de izquierda y centro-izquierda y movimientos sociales que le aportaron contenido y votos a su campaa. Entre estos destacan la Confederacin de Organizaciones Indge-

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    nas del Ecuador (CONAIE), el Movimiento de Unidad Pachakutik-Nuevo Pas y la Coordinadora de Movimientos Sociales (CMS). Pero tambin se incluye-ron el Movimiento Popular Democrtico (MPD), la Confederacin Nacional de Aliados al Seguro Campesino (COFEUNASC), la Federacin Nacional de Organizaciones Campesinas, Indgena y Negras (FENOCIN), la Coordinadora de Movimientos Sociales (CMS), el Movimiento Campesino Solidaridad de la Costa, el Movimiento Mdico de los Mandiles Blancos.

    El caso de la CONAIE, Pachakutik y la CMS es interesante pues la impor-tancia que adquirieron en trminos de capacidad organizativa y de movili-zacin fue, en cierto sentido, el motivo de su posterior divisin y declive. Fueron justamente sus cualidades como agentes movilizadotes de masas (de grupos indgenas sobre todo) las que los volvieron atractivos para los partidos polticos, especcamente para el Partido Sociedad Patritica 21 de enero (PSP), quien ofrecera varios ministerios y diversos puestos polticos a los activistas de los movimientos a cambio de su apoyo electoral en las elecciones de 2002.

    Originalmente la CONAIE nace como una organizacin cuyos objetivos fundamentales eran la cuestin de la tierra, la lucha de clases de los cam-pesinos contra los latifundistas y la defensa y derecho de los indgenas para construir su identidad en una sociedad heterognea.30 Esta constelacin de organizaciones emprendi un fuerte proceso organizativo y por ende una gran politizacin en la sierra, lo que no sucedi en la Amazonia y la Costa, donde su desarrollo fue ms limitado. Este nuevo actor pas progresivamen-te a ocupar el vaco que dej el movimiento obrero en el escenario poltico del Ecuador. Cada una de las organizaciones que constituyeron la CONAIE participaron activamente en el proceso de consolidacin del nuevo espacio poltico con una propuesta para aliarse con otros sectores del movimiento popular y buscaron vencer los problemas de desunin, particularmente con relacin a la cuestin del Amazonas.31

    1995 fue un ao decisivo para el movimiento popular encabezado por la CONAIE, pero organizado por la Coordinadora de Movimientos Sociales (CMS), una coalicin poco estructurada de 34 sindicatos y organizaciones sociales e indgenas que incluan, adems de la CONAIE, a la FENOCIN, una agrupacin de comunidades indgenas y campesinas de izquierda y de ne-

    30 Manuel Chiriboga, Movimiento campesino e indgena y participacin poltica en Ecuador: la construccin de identidades en una sociedad heterognea, en Ecuador Debate: 13 de mayo, Quito, CAAP, pp. 87-121.

    31 ECUARUNARI, Historia de la nacionalidad y los pueblos quichuas del Ecuador: Quito, Ecuador Runacupac Riccharimui, 1998, p. 257.

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    gros de la Costa que dirigi la lucha indgena en los setentas. Los objetivos del movimiento quitaron el nfasis en los asuntos de la tierra, para ponerlo en los derechos indgenas, la reforma del estado y problemas nacionales tales como la oposicin a las polticas neoliberales o la proteccin de los recursos naturales del pas.

    En 1999, cuando la crisis poltica y econmica alcanz su peor momen-to, el movimiento indgena dirigido por la CONAIE visualiz su proyecto pol-tico dual: una alianza estratgica con el sector urbano de las organizaciones sociales y la formacin del Movimiento de Unidad Pachakutik-Nuevo Pas [MUPP-NP], un movimiento poltico diseado para permitir que las comuni-dades indgenas participaran directamente en el sistema poltico electoral. Ya en los aos ochenta el movimiento indgena haba participado en este sistema, pero a falta de un instrumento poltico tuvo que trabajar bajo la estructura partidista de la izquierda ecuatoriana. El movimiento perciba que necesitara de un acercamiento a algn partido parea poder acceder al poder.

    El 21 de enero de 2000 fue un momento crtico para la CONAIE del mo-vimiento popular en Ecuador. La insurgencia social que derroc al gobierno de Abdala Bucaram, el descontento de las fuerzas armadas y la divisin en la lite gobernante hicieron posible el acercamiento entre el Coronel Gutirrez y Antonio Vargas, presidente de la CONAIE. Ambos tenan un objetivo comn que era oponerse a los candidatos que consideraban como continuadores de las polticas neoliberales. El discurso de Gutirrez a favor de la lucha social y de la cuestin indgena encajaba bien con los objetivos de la CONAIE y de Pachakutik. Es en este momento cuando la primera decide acercarse a la Sociedad Patritica (PSP), partido recin formado por Gutirrez para sub-sanar su precaria base poltica. Una vez que la CONAIE se da cuenta de que una alianza electoral con SP podra darle el acceso al poder del gobierno en caso de un triunfo de Gutirrez, decide rmar una alianza programtica electoral con dicho partido. Para el PSP y su candidato presidencial la alianza con estas fuerzas sociales representaba un apoyo invaluable en trminos de movilizacin y votos potenciales.

    El apoyo de la CONAIE como movimiento social, de Pachakutik como aparato electoral y del MTD (Movimiento de Trabajadores desocupados) y la CMS, aunado a la capacidad de Gutirrez para presentarse ante el electorado como el representante de un amplio espectro de fuerzas sociales opuestas a las polticas neoliberales, hicieron posible su triunfo. Sin embargo, tan slo seis meses despus las dirigencias de Pachakutik y la CONAIE se dieron cuenta de que haban sido utilizados y que Gutirrez haba traicionado al movimiento. As, uno de los ejes del actual debate de la CONAIE ha sido evaluar el papel que debe jugar Pachakutik. A partir de la convencin de

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    diciembre de 2004 hubo cierto consenso en torno a considerar como un error su participacin en el gobierno de Lucio Gutirrez, ya que provoc la mayor crisis poltica pero tambin de identidad en la historia del movi-miento social.

    Independencia. En esta estrategia las organizaciones del movimiento ac-tan autnomamente de los partidos polticos, presionndolos a hacer concesiones que, de no hacerse, pueden representar la prdida de votos potenciales de quienes apoyan el movimiento. Generalmente optar por dicha estrategia implica que existe suciente apoyo para el movimiento dentro de un partido poltico, de manera tal que un intento fallido por lo-grar alguna demanda llevar a defecciones dentro del partido y por ende tendr consecuencias electorales serias. El hecho de poder inigir prdidas electorales importantes en aqullos en los que quiere inuir, pone al movi-miento en una fuerte posicin de negociacin; pero si lo hace, se arriesga a disminuir sus propios prospectos de lograr cualquier reforma al tiempo que pierde apoyo dentro del partido.

    La relacin de los movimientos sociales (particularmente el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra, MST) y el Partido de los Trabajadores (PT) en Brasil nos permite ver el uso de diversas estrategias por parte de am-bos actores, primero la de permeabilidad y posteriormente la de indepen-dencia. En el momento de su fundacin el PT era un partido con un fuerte componente de miembros y activistas de movimientos sociales-trabajadores sin tierra, favelados urbanos (habitantes de barrios bajos), ecologistas, fe-ministas, grupos culturales y artsticos, activistas progresistas religiosos y de derechos humanos y los principales nuevos sindicatos de trabajadores me-talrgicos, as como profesores, trabajadores de la banca y funcionarios. EL PT aument rpidamente el nmero de aliados y la inuencia de su partici-pacin directa en las luchas sociales. Al principio, las campaas electorales fueron en gran parte un complemento de las luchas extraparlamentarias.

    El MST, uno de los movimientos sociales ms fuertes, no slo de Amrica Latina sino del mundo, es una articulacin de campesinos que luchan por la tierra y por la reforma agraria en Brasil. El movimiento se autodene como un movimiento de masas autnomo, al interior del movimiento sindical, sin vinculaciones poltico-partidarias o religiosas. Los intentos de acercamien-to con el PT ocurrieron desde antes de que Luis Ignacio (Lula) da Silva se convirtiera en lder del movimiento obrero. Ms tarde, como presidente del PT, Lula siempre se mostr a favor de la Reforma Agraria, la principal ban-dera del MST. Esta coincidencia ideolgica hizo que en las cuatro ocasiones en que Lula se present a las elecciones presidenciales, el MST siempre le apoyara. Ms an, para su campaa presidencial del 2002, Lula logr una

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    concesin sin precedente por parte del MST: el alto de toda accin directa masiva ninguna ocupacin de tierras argumentando que estas acciones ahuyentaran el voto de las clases medias y le costaran al PT la prdida de las elecciones. La apuesta del MST era que las expectativas de cambio de los decenas de millones de pobres que votaran por Lula lo forzaran a respon-derles positivamente. Con el paso del tiempo el MST intentara permear e inuir en el PT con el n de lograr avanzar su agenda de reforma agraria.

    La posicin del MST cuando pensaba que su acercamiento con el PT traera cambios encaminados a lograr sus objetivos centrales se resume en la siguiente frase: Ahora los dirigentes de los Sin Tierra sostienen que un triunfo de Lula provocar un cambio importante en las luchas sociales del pas, abriendo un periodo nuevo, no slo por la profundizacin de la refor-ma agraria sino porque la vieja oligarqua terrateniente sufrir una derrota poltica y econmica.32

    Sin embargo, hasta ahora los resultados o avances de la reforma agra-ria han sido muy precarios. Lula haba prometido que para nes del 2003 instalara a 60,000 familias en terrenos expropiados y termin el ao con una cifra de 10,000 familias. El MST haba demandado el asentamiento de 120,000 familias; Da Silva logr completar slo el 12 por ciento de la meta del MST. Asimismo y segn activistas de derechos humanos y observadores de Naciones Unidas la violencia de los latifundistas creci y las ejecuciones extra-judiciales, los arrestos arbitrarios y la criminalizacin de los movimien-tos sociales tambin aumentaron.33

    El MST enfrenta entonces una situacin complicada: tras muchos aos de construir un movimiento socio-poltico masivo independiente y exitoso, que logr instalar a 350,000 familias sin tierra en terrenos improductivos mediante la accin directa (ocupacin de predios), sustituy sus medios de accin tradicionales por el trabajo electoral en favor de Lula con la esperan-za de lograr una legislacin que apoyara la reforma agraria. Para algunos de los activistas la decepcin ha sido grande. El xito pasado del MST estuvo basado en su capacidad para priorizar la accin masiva directa, aun cuando apoy electoralmente a algunos candidatos del PT. El hecho de haber con-ado en la eleccin de Lula como el medio idneo para realizar la reforma agraria ahora tiene al movimiento enfrentado con un gobierno que ya no respalda sus mtodos y que hace poco por sus cumplir sus objetivos.

    32 Ral Zibechi, Los Sin Tierra ante las elecciones, 28 septiembre del 2002, URL: http://www.lainsignia.org/2002/septiembre/ibe_134.htm.

    33 James Petras y Henry Veltmeyer, Social Movements and State Power: Argentina, Brazil, Bolivia, Ecuador: Londres, Pluto Press, 2005, p. 93.

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    Como puede verse en las lneas arriba escritas, la relacin entre el MST y el PT ha estado marcada por la independencia y la permeabilidad. En cier-tos momentos, particularmente los electorales, el PT ha buscado el apoyo electoral del MST. El MST ha aceptado el acercamiento teniendo en cuenta cierta proximidad programtica entre l mismo y el partido, sobre todo en lo que respecta a la reforma agraria. Sin embargo, al no ver cubiertas sus ex-pectativas y al considerar que el gobierno de Lula no ha cumplido con sus promesas, el MST ha marcado nuevamente claramente su distancia del PT. El nuevo discurso del PT se reeja en la siguiente cita: nuestra relacin es una relacin basada en la independencia; nuestro movimiento no depende de ninguno de ellos [miembros del PT]. Si hacemos una toma de tierras, si hacemos un corte de ruta, o cualquier tipo de manifestacin pblica, no precisamos consultar, al PT o a la CUT; eso lo decide la direccin del movi-miento, la direccin de los Sin Tierra (MST).34 Ms an, el MST, al declararse un movimiento social independiente de cualquier, intenta justicar los me-dios no institucionales para llevar a cabo su lucha.

    El MST apoy a Lula para llegar a la presidencia. Ahora los medios ha-blan de una crisis entre el PT y el MST, pero siempre fueron movimientos separados. En otro momento, al revs, los medios quisieron vincularnos al PT para asustar a los empresarios o las personas que iban a votarlo. Y ahora inventan una divisin interna para desestabilizar el gobierno. Siempre hubo autonoma. Apoyamos a Lula, pero siempre fuimos claros diciendo que bamos a presionar, porque era nuestra forma de contribuir a la reforma agraria. Tomar tierras, ahora, es una forma de apoyar el gobierno de Lula, no de enfrentarlo.35

    Transformacin. En este caso los movimientos sociales se convierten en partidos polticos. El movimiento obrero en muchos pases europeos cons-tituye un claro ejemplo de este tipo de estrategia. Tpicamente las or-ganizaciones de los movimientos sociales empezaron como partidos de protesta con el propsito de articular las demandas de los movimientos sociales vigentes. A lo largo del tiempo, si estos partidos crecen se les pre-senta la posibilidad de llegar a ser partidos gobernantes o en el poder, con la posibilidad real de inuir las polticas gubernamentales y pblicas

    34 Entrevista con un dirigente del Movimiento de los Trabajadores Sin Tierra del Brasil: S.S. de Jujuy, Provincia de Jujuy, Argentina, diciembre de 1997. 35 Mariano Blejman Tomar tierras es apoyar a Lula, entrevista a Jovana Cestille, del

    rea de comunicacin del MST brasileo, 26 de junio de 2003, URL: http://www.lafogata.org/003latino/latino6/br_tomar.htm

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  • Movimientos sociales y partidos polticos en Amrica Latina 49

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    mediante su propio poder electoral. Importantes debates dentro de las organizaciones de los movimientos sociales y los partidos formados por stos han surgido con relacin a la posibilidad real de combinar los me-canismos electorales con los de los movimientos sociales; esto debido a que los movimientos se sienten ms cmodos como partidos de protesta, pero obtienen ms benecios como partidos en el poder.

    El Movimiento al Socialismo de Bolivia es un ejemplo de uno o varios movimientos sociales que se transformaron en partido poltico. Hacia nes de los aos ochenta un grupo de dirigentes sindicales se plante en Bolivia la necesidad de crear una organizacin poltica. En esos aos, el congre-so interno de la Confederacin de Campesinos de Bolivia decide crear el Instrumento Poltico por la Soberana de los Pueblos, formado sobre la base de organizaciones sindicales unidas. Este instrumento poltico intent participar en las elecciones, pero no pudo cumplir con las obligaciones que impona el cdigo electoral. Entonces tuvo que acudir a un partido pequeo que tena sus siglas legalizadas ante la Corte Electoral para las elecciones de 1997. En esas elecciones la organizacin poltica particip con el nombre de Movimiento al Socialismo (MAS) y logr la eleccin de cuatro diputados, uno de ellos Evo Morales. En este proceso el MAS fue apoyado por las seis confederaciones del trpico cochabambino, organizaciones representativas de los productores de coca, quienes decidieron trabajar con mayor profun-didad en la organizacin.

    En las elecciones de 2000 el MAS, una amalgama de diversas fuerzas de oposicin que inclua a los cocaleros de Morales, se registr como partido poltico para participar en las elecciones de ese ao. Morales qued slo un punto porcentual detrs de Snchez De Lozado, quien un ao ms tar-de sera derrocado por el movimiento popular. Estas elecciones dejaron al descubierto varios hechos. Por primera vez en la historia de Bolivia, un movimiento social de indgenas y campesinos estuvo a punto de obtener el control del poder poltico del pas. Adems, estas elecciones representaron un cambio en la estrategia de la izquierda en su bsqueda por el poder, al cambiar la movilizacin masiva por la poltica electoral dentro del marco institucional del sistema democrtico liberal existente.

    Ms an, las elecciones tambin produjeron importantes realineamien-tos de poder, especialmente en el Congreso. Con respecto al MAS, aun cuan-do por s solo no hubiera podido derrocar a los gobiernos de De Lozado y al de Mesa posteriormente, ninguno de los dos presidentes hubiera podido gobernar sin la oposicin funcional del movimiento.

    El apoyo que poco a poco fue dando el MAS y Morales al gobierno de transicin de Mesa fue ms all de una tctica coyuntural. Ms tarde resulta-ra que varios polticos que fueron invitados a formar parte del gobierno de

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    Mesa, o bien eran representantes del MAS, o por lo menos contaban con su apoyo. Ms an, poda especularse que el MAS tena conexin con varias or-ganizaciones sociales representadas en el gobierno a nivel de prefecturas.36

    La estrategia por la que opt Morales al favorecer la va de la presin parlamentaria en lugar de la movilizacin fue una manera de inuir en la poltica desde dentro. Claramente esta lnea de accin era muy distinta a la lnea revolucionaria de movilizacin masiva que Morales y el MAS haban ejercido algunos meses antes. De esta manera Morales decidi optar por la bsqueda del poder por la va de la poltica institucional electoral y abando-nar la lucha de clases en los trminos en los que la haba planteado como lder de los cocaleros. Como sucede con muchos movimientos sociales, su participacin por la va institucional tiende a que el sistema intente cooptar-lo y desmovilizarlo. En opinin de algunos autores, la decisin del MAS de participar en el sistema poltico mediante un instrumento como el partido poltico representa el n para el movimiento social. La imposibilidad de un partido de lograr un cambio signicativo o radical hace muy difcil que la agenda del movimiento se cumpliera.37

    Como pudo apreciarse en la seccin anterior, los movimientos sociales difcilmente cuentan con toda la gama de opciones expuestas arriba. Esta est determinada y limitada por el contexto poltico prevaleciente, que a su vez es el producto de luchas polticas pasadas. Para entender cmo los mo-vimientos sociales y sus organizaciones evalan sus alternativas de accin es importante considerar que el cambio de estrategia conlleva a la forma-cin de nuevas identidades y que de esta manera se ven afectados los cri-terios adoptados para decidirse por una u otra tctica. Es decir, la decisin de un movimiento de trabajar con o en un partido poltico involucra una identicacin importante con los otros objetivos del partido. Con el tiempo, los miembros pueden llegar a estar dispuestos a sacricar las prioridades del movimiento por las del partido. Por el contrario, la independencia de los movimientos y sus organizaciones centra la atencin de sus miembros en las demandas especcas de ste, recalcando su importancia. Las justi-caciones de la independencia del movimiento se hacen mayores si grandes sectores del contexto poltico en el que se mueve giran alrededor de esos temas que aqul ha establecido como centrales.38

    36 J. Petras y H. Veltmeyer, op. cit., pp. 191-192.37 Ibid.38 M. Hangan, op. cit., p. 7.

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    CONCLUSIONES

    La importante expansin de elecciones libres y gobiernos democrticos en Amrica Latina durante las ltimas tres dcadas hicieron pensar a mu-chos que era la oportunidad para que buena parte de los ciudadanos se interesaran y participaran en los asuntos pblicos. Sin embargo, en mu-chos estados de la regin el establecimiento de elecciones libres y justas no ha estado acompaado de una slida institucionalizacin democrtica mediante una competencia efectiva de partidos, libertad de expresin y asociacin, respeto y observancia de la ley, garantas de derechos huma-nos, rendicin de cuentas y transparencia gubernamental. Por ejemplo, algunas democracias como las de la regin andina han desarrollado la arquitectura de instituciones electorales competitivas pero en cambio han fracasado en la creacin de las bases de una sociedad civil dinmica. Au-nado a lo anterior, las constantes crisis econmicas y los grandes sectores de la poblacin que han sido excluidos de los benecios del desarrollo econmico, los movimientos de reivindicacin indgena en pases como Bolivia y Per y la desconanza poltica e institucional que parece un mal endmico de la regin, mantienen latente el peligro de regresar al autoritarismo.

    Como mencion al principio, en Amrica Latina es muy clara la cri-sis del sistema partidista. El punto ms extremo de estas crisis ha sido el derrumbamiento del sistema, como ocurri en Venezuela. En las dcadas pasadas, la tensin partidista fue, por un lado, la dicultad para vincularse a los movimientos sociales y a las corporaciones porque reducan su pre-tendida universalidad. Por otro, en la bsqueda de un discurso comprehen-sivo, los partidos perdieron su capacidad de convocatoria. Ahora la tensin es otra. La sociedad civil tambin ha cambiado. Por un lado, los movi-mientos sociales tradicionales han desaparecido y han sido reemplazados por unos nuevos movimientos sociales ligados a formas ms difusas de intereses tales como el medio ambiente, la transparencia, los componentes tnicos. Por el otro, la sociedad se ha alejado de los partidos por su ine-ciencia (en la representacin de intereses sociales) o por su asociacin a la corrupcin.

    Bajo estas premisas coincido con Garretn en que una cuestin que ten-dra que ser revisada por los partidos para asegurar sus tareas de interme-diacin entre los actores sociales y el Estado se reere a la representacin de los nuevos tipos de divisiones y conictos de la sociedad. Para que los sistemas partidarios sean efectivamente una expresin re-elaborada de la demanda social y su diversidad, hay que innovar en la constitucin de espa-

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    cios institucionales donde se encuentren con otras manifestaciones sociales como sin los movimientos sociales o las organizaciones civiles.39

    Los partidos enfrentan un desafo desde arriba por el debilitamiento del Estado como referente de la accin social; lo enfrentan tambin desde el medio por los propios problemas de reorganizacin del sistema partidista; y puede decirse que lo enfrentan tambin desde abajo, por las nuevas or-ganizaciones y movimientos que parecen debilitar su papel en la sociedad. Tanto los movimientos sociales como las organizaciones derivadas de ellos dan apoyo material y espacio organizacional a sectores pobres o dbiles cuando stos no pueden actuar en poltica de manera directa; contribuyen a enlazar estos sectores con las instituciones nacionales e internacionales en diversas materias al proveer un espacio de participacin ms amplio que los partidos; al menos algunos de ellos son espacios de conocimiento de lo que ocurre en la sociedad y de elaboracin de ideas y proyectos sociales y polticos de transformacin.

    Ahora bien, es importante no caer en la ingenuidad u optimismo con respecto a las funciones y relaciones de los movimientos sociales y sus or-ganizaciones, quienes en ocasiones intentan sustituir a ciertos actores polti-cos promoviendo sus propios intereses particulares, o a radicalizar la accin social y poltica reclamando una democracia directa que haga tambalear el entramando institucional. A su vez, los partidos polticos no siempre son capaces de evitar convertirse en rehenes de los movimientos y tienden a desechar acciones que no lleven a ganancias polticas inmediatas.

    Coincido con los autores que sealan que los movimientos sociales muestran un dinamismo mayor que los partidos de izquierda en la regin. Va emergiendo una clara conciencia de los lmites de los partidos y, en paralelo, la idea de que los movimientos son algo ms que sociales.40 Tambin creo que los movimientos tienen su propia agenda y ya no ac-tan de forma reactiva ante estados y partidos. Desde sus prcticas sociales han descubierto y cultivado nuevas formas de articulacin de intereses y aspiraciones que pueden ser experiencias importantes de aprendizaje para los partidos polticos. Por su parte, los partidos deben asumir la responsa-bilidad de renovarse con el n de mantener su irremplazable carcter de mediadores de intereses diversos, asumiendo la existencia de otros meca-nismos y mediadores provistos por los primeros.

    39 Manuel Antonio Garretn, Cambios sociales, actores y accin colectiva en Amrica Latina: Santiago de Chile, CEPAL, ECLAC, 2001, pp. 36-37.

    40 Ral Zibechi, Los movimientos sociales de Amrica Latina. Preparando nuevas ofen-sivas, 9 de febrero de 2005, http:// www.ircamericas.org./esp/762

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  • Movimientos sociales y partidos polticos en Amrica Latina 53

    Poltica y Cultura, primavera 2007, nm 27, pp. 31-53

    La recuperacin de la conanza de los ciudadanos en las diversas insti-tuciones democrticas (partidos, congreso, ejecutivo) ser posible siempre que se abran canales de comunicacin, control y participacin ciudadana en el proceso de la toma de decisiones de los asuntos pblicos. Los mo-vimientos sociales en sus diversos contextos tienen amplias posibilidades de contribuir a esto mediante la propuesta de formas institucionales ms adecuadas para canalizar esa participacin social.