sociología de los sentimientos

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  • 7/22/2019 Sociologa de los sentimientos

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    La sociologa de la emocin y la emocinen la sociologa

    Ed u a rdo Bericat Alastuey Universidad de Mlaga. De p artamento de Soc i o l o g a Campus El Ejido, s/n. 29071 Mlaga. Sp aine be r i c at @ uc m .e s

    Res ume n

    En este artculo se presenta una sntesis de las aportaciones tericas de tres pionerolasociologa de la emociones : Thomas J. Scheff, Arlie R. Hochschild y Theodore D. Ke m-per. El profesor Scheff ha desarrollado un prolongado, amplio y riguroso programainvestigacin emprica y terica sobre la vergenza y el orgullo, a las que consideemociones sociales por antonomasia. La profesora Hochschild, frente a lo que consye prctica habitual de la sociologa, incorpora las emociones como una va de accesve para el conocimiento de cualquier fenmeno o situacin social. El profesor Ke ma la inversa, muestra la val i d ez y necesidad de la perspectiva sociolgica para compre nder las emociones, cuyo origen y fundamento deriva, en la mayor parte de los casoun determinado tipo de relacin social.

    Teoras sociolgicas de la emocin, explcitamente concebidas como tales, no pueencontrarse en la tradicin sociolgica antes de la dcada de los ochenta del presente La sociologa, hasta ahora inmersa en la principal corriente cultural de la modernidcaracterizada por un racionalismo, un cognitivismo y un positivismo a ultranza, tan haba incorporado tratamientos residuales o circunstanciales de la emocin. Ahora bresulta inconcebible un actor social cuyo universo simblico est exc l usi vamente com-

    puesto de ideas o cogniciones. En este universo podemos encontrar tambin valo res. Y en este universo tambin encontramos, sin duda, emociones. Emociones que son ref le- jo, condicin y substrato ltimo de toda reflexividad humana y social. Tanto la desccin como la explicacin y comprensin sociolgica de la realidad ser incompletatanto falsa, si no se incorpora alactor sentiente en los juegos humanos de interactividade interc o m unicac in.Palabras clave:sociologa, teora sociolgica, emociones, sentimientos.

    Abstract. The sociology of emotion and the emotion of sociology

    This article presents a synthesis of the theoretical contributions of three pioneers infield of Sociology of Emotions: Thomas J. Scheff, Arlie R. Hochschild and TheodorKe mper. Professor Scheff has developed a lengthy, extensive and rigorous empirical th eoretical investigation programme on the emotions of shame and pride, which he cosiders to be social emotions par exce llen ce . Professor Hochschild, contrary to the habitualpractice in sociology, incorporates emotions as a key means of access to compre h e nnof any phenomenon or social situation. Professor Ke m p e r, on the other hand, demotrates the validity and necessity of the sociological perspective in order to underst

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    emotions, in most cases originating in and fundamentally derived from a certain typsocial re lati o n s h i p.

    Be f ore the 1980's, sociological theories on emotions, explicitly conceived as suwe re not present in sociological tradition. Immersed in the main cultural current mod ernity, characterised by a fervent rationalism, cognitivism and positivism, until nSociology had only incorporated residual or incidental treatment of emotions. However,a social actor whose symbolic universe is exc lus i vely made up of ideas or perceptions isin c o n c e i vable. The universe also includes value, and, without a doubt, this univeincludes emotions. These emotions are a reflection, a condition and the final substratof all human and social refl exivity. The description, explanation and sociological unders-tanding of reality will be incomplete, and theref o re false, if the sentient actor in thehuman play of interaction and intercommunication is not incorporated.Key words:so cio log y, sociologycal theory, emotions, feelings.

    1. In t rodu ccinLa sociologa del conocimiento, aplicada esta vez a la propia disciplina solgica, deber enfrentarse muy pronto con la tarea de explicar un enigmco e imperdonable olvido. Slo ahora, slo desde nuestro horizonte posmderno, ahora que el velo de la modernidad empieza a rasgarse y el sistemuestra ya algunas de sus ms queridas y sagradas coherencias, podempreguntarnos cmo y por qu la sociologa, ciencia del estudio de las lgide accin social y de las estructuras sociales, ha prescindido durante casi cientos aos de una dimensin humana tan ntimamente vinculada a lsociabilidad como la constituida por los afectos, las pasiones, los sentimitos o las emociones. La construccin social de la realidad, aplicada en anos casos repetida, tpica y tpicamente a los fenmenos ms pereg ri n os ,insustanciales e irrele vantes, ha prestado escasa consideracin a la re a l i da d

    emocional de los seres sociales concretos y a la realidad emocional desociedades. La postulada imaginacin sociolgica tampoco ha osado tpasar el umbral afectivo, ni siquiera cuando la participacin de las emocnes en la accin y en la estructura social resulta evidente por s misma. Ricarisma, legitimidad, creencias, valo res, relaciones interpersonales, concien-cia de clase, violencia, sentimientos nacionales, religin, re volucin, descin social, privacin rela t i va, propaganda, comunicacin, etc., etc., parec e ndifciles de entender y explicar sin una consideracin sociolgica de las e

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    1. In t rod uc c i n2. Theodore D. Kemper:

    poder y estatus en las relaciones sociales

    3. Arlie R. Hochschild:normas sociales y estructura social4. Thomas J. Scheff:vnculos sociales seguros e inseguro s5. Bi b lio grafa

    Sum ario

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    ciones. Pero ya sabemos que las evidencias son engaosas. Sabemos desde htiempo que toda conciencia, incluso la sociolgica, est constreida port a b .

    Gran parte de los maestros de la sociologa, A. Comte, V. Pa reto, Du rkheim o M. Weber, ubicados intelectualmente en el paso de la sociedadtradicional a la sociedad moderna, hubieron de tratar los fenmenos afecvos, por lo que las emociones no estn totalmente ausentes en sus trabajSin embargo, como corresponda a la nueva poca, estas emociones ocuban un lugar marginal y, lo que es ms sintomtico, residual en el conjunde su obra. Podra decirse que lucharon contra las emociones sin todava capaces de eliminarlas. Sin embargo, cuando la modernidad se impuso todos los rdenes de la vida, la impronta positivista barri del pensamiensociolgico cualquier re f erencia emocional. En los casos ms ambiciosos deteora social, como en Talcott Parsons, se hubo de recurrir a trminos extos, como el de catexis, para que la re ferencia emocional adoptara la cate-gora de un concepto cientfico. Incluso en estos casos, el tratamiento deemocin en la sociologa ha sido siempre residual, genrico e irrelevan te.

    Los socilogos clsicos, como decimos, no dejaron de tener en cuentaemociones en sus teoras, pero, dado el estatuto marginal que les otorgarsu trabajo no sirvi al desarrollo de una explcita sociologa de las emo

    nes. Ms bien ocurri todo lo contrario. Max Weber puede considerarse ubuen caso ilustrativo del tratamiento residual de las emociones, por un laas como del uso de emociones en la propia estructura de sus teoras y cceptos ms fundamentales. El carcter residual es patente en la escasa acin que prest en su obra a la accin afectiva, as como en su prope ns i na identificar este tipo de accin con la conducta pasional, separando de emodo razn y sentimiento (Webe r, 1979). Por otro lado, algunas de sus tesisno se sostienen sin tener en cuenta el eslabn emocional. El argumento cve de latica protestante y el espritu del capitalismo se estructura en un juegocausal que comienza en el anlisis ideolgico de una religin, sigue conefectos emocionales que esta ideologa provoca en sus adeptos, bsicamcruel humillacin, y termina con la modificacin de pautas conductualclaves para el desarrollo del capitalismo, con el conocido efecto paradjicoadorar a Dios en el verbo, mientras se adora al becerro de oro en la prctSu tesis incluye con explicitud y claridad el componente emocional en el alisis sociolgico (Weber, 1998), si bien este hecho ha tenido escaso eco en lasociologa posterior.

    E. Durkheim tambin tiene en cuenta el componente afectivo en su estudio del suicidio, en las respuestas colectivas a fenmenos de desviacin soo en las prcticas rituales. Una sociologa del ritual y de la sacralidad que puede entenderse cabalmente atendiendo a los vnculos afectivos que coti tu yen la esencia de lo social. En Du rkheim conviven las ideas acerca dn a tu r a leza fundamentalmente afectiva del orden social (objeto), con las idas que prevale ci e ron en la sociologa posterior acerca de la necesidad de trtar los fenmenos sociales en tanto cosas (mtodo). La riqueza de los an

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    sis sociolgicos de G. Simmel tampoco podan excluir totalmente la dimsin emocional del ser humano, como as mismo sucede en la obra de Comte, V. Pa reto, Ch. H. Cooley, T. Parsons, G. C. Homans, R. Collins, N

    Luhmann, E. Goffman y otros muchos. Sin embargo, no existe en ningunde ellos ni un reconocimiento explcito de las emociones, ni unos concepemocionales que constituyan elementos clave de sus modelos. En estos sologos, por regla general, como seala acertadamente el profesor Scheff,existen otros conceptos de emocin que los tomados en prstamo del lengucomn, por tanto meros trminos del lenguaje, pero en ningn caso conceptos que adquieren su sentido cientfico en el marco de una teora.

    Existen tambin obras sociolgicas que incorporan en mayor medida o ttan directamente, incluso a veces sin nombrarlo, el mundo social de los stimientos. Una re f erencia clave, en este sentido, es la obra de No rbert El iasEl proceso de la civilizacin , donde nos narra procesos psico y sociogenticosasociados al autocontrol de los impulsos emocionales y a modificacionela estructura emotiva de las sociedades en la modernidad. Gran parte de anlisis de Goffman, como se comenta ms adelante, muestran las condutas externas de los encuentros sociales desde la perspectiva del re c o nmiento o negacin del estatus de los participantes en la interaccin social, pceso directamente asociado a los sentimientos de deferencia o respeto

    unos casos, y de turbacin o vergenza en otros. Richard Sennett y JonathanCobb, enThe Hidden Injuries of Class , retratan el contenido emocional de lostraba jadores de cuello azul de Boston, mostrando las heridas ocultas de la dnidad de hombres que ocupan posiciones sociales inferiores en una sociedmeritocrtica que proclama la identidad entre capacidad y posicin sociTamotsu Shibutani, en su teora sociolgica del ru mo r, publicada bajo elttuloIm p rovised Ne w s , no deja de sealar, en la variada y rica coleccin decasos que aporta, el contexto oclima emocional del que suelen surgir y nutrir-se los rum o res. Wi l l a rd Gaylin, enThe Rage Within. Anger in Mo de rn Li fe ,estudia la naturaleza, las funciones y los contextos sociales en los que emge la rabia, una rabia contenida, comn, no explosiva, en las sociedades ctemporneas. Frank Fu redi, enCu l t u re of Fe a r , se pregunta acerca de lasr a zones sociales del miedo, de la sensacin de riesgo e incerti d um b re res p e c-to del mundo y de la sensacin de desconfianza frente a los otros que cunen la posmodernidad. La lista de estudios e investigaciones citadas podra fmente ampliarse (Hirschman, 1999; Du p uy, 1999; Gin er, 1998), pero estosejemplos bastan para dejar constancia de la existencia y el avance de una so

    loga de las emociones.Teoras sociolgicas de la emocin, explcitamente concebidas en tantales, no pueden encontrarse en la tradicin sociolgica antes de la dcadalos ochenta del presente siglo. En concreto, considerando las primeras pubcaciones re l e vantes como punto de re f e rencia, el nacimiento de la sociolde la emocin se remonta al ao 1975, con la aparicin en la sociologa nteamericana de algunas obras pioneras. En 1975 Arlie Russell Hoc h sc h i l dpublica, en un captulo de libro,The Sociology of Feelings and Emo tions ; Tho-

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    mas J. Scheff organiza en San Francisco la primera sesin sobre sociologlas emociones durante el Congreso de la American Sociological Associaty Randall Collins reflexiona sobre las relaciones entre ritual, poder y ene

    emocional enConflict Sociology . Theodore D. Kemper publica A Social In t e - raccional Theory of Emotions en 1978; Thomas J. Scheff,Catharsis in Healin g,Ritual and Drama en 1979, y David R. Heise,Understanding events. Affect and the construction of social action en ese mismo ao. Tambin aparecen enton-ces los primeros artculos sobre sociologa de la emocin en las revistas solgicas de mayor prestigio (Ke m p e r, 1990: 3-4).

    Pese a sus veinticinco aos de existencia, la sociologa de la emocin ssiendo una subdisciplina desconocida en muchos mbitos acadmicoscomunidades cientficas. Si bien ya cuenta en su haber con algunos imptantes logros, su mrito principal estriba en que abre un importante horizontede estudio social, necesario tambin, en mi opinin, para el desarrollo metateoras sociolgicas que subsanen el sesgo racionalista que afecta atodas ellas. En este artculo no se pretende hacer un resumen de los logobtenidos, un estado de la cuestin o una consideracin crtica de los mmos. Tan slo se quiere presentar la obra de tres importantes pioneros en ecampo: Thomas J. Scheff, Theodore K. Kemper y Arlie R. Ho chs chi l d .

    En el contenido del artculo no se encontrarn apenas re f e rencias a l

    intensos e interesantes debates metatericos presentes en esta subdisciplSe ha optado, al contrario, por exponer las tres teoras siguiendo lo ms cca posible el espritu y la letra de cada autor, sintetizando en un modelo fmal de conceptos su ncleo terico. Es obligado sealar, desde ahora, quesntesis aqu realizadas no reflejan en absoluto la riqueza de matices preen-te en la obra de estos autores, algo que considero una traicin al sentido ttndose del sutil mundo de los afectos. Aqullos interesados por otras rei-siones de la sociologa de la emocin, ya publicadas, que incluyen los debmetatericos aqu omitidos, pueden recurrir entre otros a los siguientes ar-culos: Shott (1979), Go rdon (1981), Kemper (1981), To r re grosa (1982),Sheff (1983), Go rdon (1985), Kemper (1987), Thoits (1989) y Ke m p e(1990a). Por estrictas razones de espacio, tampoco se han podido incluotras teoras sociolgicas de la emocin, entre las que cabe destacar la deminada Affect Control Theory, desarrollada inicialmente por otro pionero la sociologa de la emocin, David R. He i s e1.

    Los tres autores seleccionados sirven al tiempo para poner de relieve lo quea mi entender constituyen las tres lneas de trabajo que la sociologa tiene a

    s, al considerar como uno de sus objetos de estudio la realidad emocionallos seres y las estructuras sociales. Estos tres campos son: la sociologala emocin, la sociologa con emociones, y la emocin en la sociol

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    1. Esta teora constituye un esfuerzo sistemtico por incluir el componente afectivo enmodelos sociolgicos del interaccionismo simblico, modelos que desde su origen, enH. Mead, prescindieron de las emociones. Ver: Heise (1979), Smith-Lovin y Heise (1988)y MacKinnon (1994).

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    En sentido estricto, la sociologa de la emocin tiene como fin el esdio de las emociones haciendo uso del aparato conceptual y terico desociologa. Se trata de una sociologa aplicada a la amplsima variedad de a

    tos, emociones, sentimientos o pasiones presentes en la realidad social. La damentacin capital para este campo de estudio se encuentra en el hechsealado adecuadamente por la teora interrelacional de Ke m p e r, de quemayor parte de las emociones humanas se nutren y tienen sentido en el maco de nuestras relaciones sociales. Esto es, la naturaleza de las emocionescondicionada por la naturaleza de la situacin social en la que los hombsienten. Son expresin, en el cuerpo de los individuos, del riqusimo abaco de formas de relacin social. Soledad, envidia, odio, miedo, ve rg e nz a ,orgullo, resentimiento, venganza, nostalgia, tristeza, satisfaccin, alegrabia, frustracin y otro sinfn de emociones corresponden a situacionsociales especficas. ste es el objeto propio de la sociologa de la emocestudiar las relaciones entre la dimensin social y la dimensin emocionalser humano. Y sta es precisamente la gran aportacin de Kem p e r, ms all de sus errores o de sus imprecisiones. El autor, en concreto, relaciona dos coceptos clave de la sociologa, el estatus y el poder, con cuatro emocionegat ivas (depresin, vergenza, culpa y miedo), dando lugar as a una expcacin sociolgica de las mismas. Sin atender a la perspectiva relacional,

    ve de la perspectiva sociolgica, no pueden entenderse la mayor parte deemociones humanas. De este modo, la sociologa abre y legitima un horizontede estudio.

    Pe ro la sociologa no slo ha de preocuparse de desentraar la sociabdad de las distintas emociones y sentimientos humanos, sino que debe incllas emociones como un elemento ms a tener en cuenta en los estudico r respondientes a todas y cada una de sus disciplinas. La sociologa, sehemos dicho, ha estado realizando sus estudios sin considerar en absolutoslo marginalmente, el contenido emocional de los fenmenos sociales qi n vestigaba. En este sentido, la sociologa con emociones re p resentvoluntad de incorporar el componente emotivo a nuestros estudios, del mmo modo que We b e r, por ejemplo, lo incluy a la hora de elaborar la teanteriormente comentada. Sin un matizado anlisis emocional apenas puden entenderse fenmenos como el patriotismo, el nacionalismo o, en genral, la identidad colectiva. Habitualmente se estudian con precisin las idologas nacionalistas, pero basta con una pregunta de un cuestionario encuesta para determinar el sentimiento nacional. Arlie R. Hochschild

    este sentido, nos muestra una va de cmo la incorporacin de las emocnes en el estudio sociolgico puede contribuir decididamente al descubmiento de nuevos fenmenos sociales, as como a la precisa definicin denat ura l eza. Sennet estudi la viviencia emocional de miembros ubicados determinadas posiciones de la estructura de clases y con ello contribuy tabin al entendimiento de esa misma estructura de clases. Collins ha estuddo el uso de las emociones en la dinmica de poder, y con ello contribuyeentendimiento del poder. En el peor de los casos, dado que en todo fenme

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    social estn implicados individual o colectivamente sujetos sentientes, el edio de sus emociones prop orcionar al socilogo datos aadidos. En el mejorde los casos, esta inclusin le puede abrir la puerta a nuevas perspectivas,

    vas visiones de la realidad social que hubieran pasado desapercibidas deatender a la estructura y a los procesos emocionales implicados en un deminado fenmeno. Hochschild tambin nos muestra, fundamentalmente, qulas emociones no son un absoluto biolgico, sino que estn condicionadas plas normas sociales, y que participan de la reflexividad caracterstica de tfenmeno social.

    En ltimo trmino, a la sociologa le queda la tarea de incorporar la emcin a su ncleo metaterico2 fundamental. Seguir prescindiendo de las emo-ciones no constituye slo un lamentable olvido, constituye un verdadero sui-cidio, una renuncia deliberada a la legtima aspiracin por lograr explicaciocompletas de la realidad y de los procesos sociales. Thomas J. Scheff esduda el autor que ms profunda y rigurosamente aborda el estudio de las emciones desde una perspectiva metaterica esencial a la sociologa. Se trateste caso de un esfuerzo por incoporar la emocin en la sociologa, esfzo que se sustenta sobre la comprensin social de los sentimientos de vgenza y orgullo. Para Scheff estos sentimientos son expresin directa del culo social y definen la naturaleza de este vnculo. Ms all de los vncu

    i ns t rumentales que puedan unirnos a las personas, nuestros vnculos pro pmente sociales se definen y alimentan por los procesos emotivos de la vr-genza y el orgullo. Una interaccin social no susceptible de provocarnos r-genza u orgullo no constituye un vnculo social en sentido estricto. De aque el estudio de estos sentimientos sean esenciales, tanto en el estudio o rden como del conflicto. La sociologa de las emociones, as comsociologa con emociones, contribuyen al desarrollo de esta lnea de tr jo capital iniciada por Thomas Scheff, trabajo que pone de nuevo sobremesa la pregunta acerca de qu es un vnculo social, pregunta clave pard e sar rollo de una nueva sociologa clara y distintamente diferenciada, tande los paradigmas econmicos como de los psicolgicos.

    2. Theodore D. Kemper: poder y estatus en las relaciones socialesLa teora sociolgica de las emociones de Theodore D. Kemper se sustes obre dos presupuestos bsicos. El primero pone de reli e ve el hecho de quela inmensa mayora de los tipos de emociones humanas derivan de los resul-

    tados reales, anticipados, imaginados o recordados producto de la interaccinrelacional (Ke mper, 78: 32). El segundo, un corolario del primero, sostie-ne que para entender los tipos de emociones, as como su gnesis, ser ne

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    2. Para una precisin de los conceptos de metateora, teora y empiria, tal y como son ulizados en el texto, ver: El estatuto del mtodo en la investigacin social, en Bericat, 1p. 91-102.

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    sario contar previamente con un modelo que sistematice el juego, la eseny las posibles consecuencias derivadas de las relaciones sociales. Pese a qautor afirma sin ningn gnero de duda la naturaleza biolgica de las em

    ciones, remite a la situacin social en la que se inscribe el sujeto para excar su desencadenamiento interior. Esto es, existe un vnculo necesario ensubjetividad afectiva y situacin social objetiva , lo que en ltimo trmino jus-tifica el proyecto de aplicar la perspectiva sociolgica al estudio de las ec i ones3. Si la mayora de las emociones humanas se nutren en el contexto las relaciones sociales y si, como muchos autores afirman, el objeto propila sociologa es el estudio de estas relaciones, es obvio que el conocimieacumulado por esta disciplina puede iluminar aspectos esenciales del mudo afectivo.

    El modelo de la teora sociorrelacional de las emociones, expuesta pKemper en su obra A Social Int e raccional Theory of Em ot i o ns 4, no considera el complejo entramado de lasactividades tcnicas que realizan los seres huma-nos, actividades vinculadas a la divisin social del trabajo y orientadas a laa-lizacin de la tarea, sino tan slo susactividades re l a ci on ale s , esto es, aqullasen las que el cumplimento de los objetivos o la satisfaccin de los deseodemandas de un individuo slo pueden lograrse por la necesariam ed i ac i n de otro. Es en este mbito donde emergen, para Ke mper, las dos dimen-

    siones bsicas de la sociabilidad, el p o de r y el est a tus . En qu posibles modoslas mediaciones del individuo A pueden ajustarse a los objetivos o a demandas y necesidades del individuo B? O, dicho de otra forma, Por qhace A aquello que B quiere que haga? Como respuesta, el autor propone explicaciones analticamente independientes: bien A hace lo que quierpo rque est real o potencialmente coaccionado por B a hacer eso, o bienhace lo que B quiere porque A quiere hacerlo para otorgar un beneficio a(Kemper, 1978b: 28). Esto es, o bien Aest obligado por B a hacer lo que hace(dimensin relacional de poder), o bien A hace lo que hacevo l unt a r i a m e n te (dimensin relacional de estatus).Este modelo relacional se sustenta sobre una concreta metateora, concida comoteora del intercambio, y desarrollada por G.C. Homans y P.M. Blaue nt re otros, en la que los individuos, esencialmente separados entre s, cotituyen fuentes recprocas de refuerzos positivos o negativos, de premios o cas-tigos, de recompensas o privaciones. Un juego relacional de interc a m bbasado en el dar y en el rec i b ir, en el que se postula el deseo de gratificacio-

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    3 . Kemper est prximo al enfoque durkeimiano, por cuanto orienta su teora al descubmiento de cules son, y cmo operan, los factores sociales externos al individuo que ecan, condicionan o determinan sus emociones. Es una teora de las emociones en la qla situacin social se concibe como estmulo externo, y de ah su carcter positivista. Arespecto, ver el apartado The Stimulus Problem, Kemper (1978b: 11-20).

    4 . He traducido los trminosSocial Inte ra cc io nal como Soci o r relacional para distinguir elenfoque del autor de aqullos otros basados en el paradigma del interaccionismo simlico.

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    nes y la aversin a las privaciones, as como la mediacin del otro en tacondicin instrumental del balance de gratificaciones5. En este contextometaterico, Kemper entiende el concepto de estructura social como dist

    bucin desigualitaria de posiciones en los dos ejes de poder y estatus, estoconsidera ambas dimensiones en el sentido escalar, por lo que los individcuentan siempre con cantidades relativas de mayor o menor poder y estatus6.Kemper entiende por p od er acciones que son coercit i vas, basadas en la fuer-za, amenanzantes, que utilizan el castigo, etc., y que por lo tanto pro du cenuna relacin de dominacin y control de un actor sobre el otro. Esta defincin de poder sigue ms o menos la tradicin de Weber, que entenda el podercomo la capacidad para lograr los propios fines, incluso contra la res i s tenc i a del otro. La estructura social consiste, en parte, en las posiciones re l at ivas deunos y otros en la dimensin de poder. Ele s t a t us , por otra parte, es una dimensin escalar que refleja la cantidad de voluntaria y no coactiva aqucencia, aprobacin, deferencia, recompensas, aprecio, apoyo emocionafi n a nc i e ro, incluso amor, que los actores se otorgan unos a otros. Como eel caso del poder, algunos actores reciben ms estatus o menos (Ke mper,1981: 337). Estatus, por tanto, queda definido como un modo de re l a c i nsocial en el que existe comportamiento voluntario orientado a la satisfaccde los deseos, demandas, carencias y necesidades de los otro s 7 ( Kem p e r,

    1978b: 378).Cada actor, como resultado de una determinada interaccin, puede re ci-bir recompensas por obra de las coacciones que ejerce sobre el otro o purecibir recompensas ofrecidas voluntariamente por el otro. Al mismo tiepo, ese actor participar en interacciones de las que resulte una menor catidad de recompensas, bien porque no puede ejercer coaccin sobre el o

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    5. Kemper sigue el postulado expresado por G. C. Homans en Social Behavior: Its E

    me n ta ry Forms, Nue va Yo rk: Ha rcourt, Brace and World (1961), segn el cual las emo-ciones derivan de los resultados de la interaccin social, esto es, del interc amb io. AllHomans relaciona la ira y la culpa con la violacin del principio de justicia distributvinculado a su teora del interc am bio. Recibir menos de lo que uno cree que merece pro-duce rabia; cuando uno extrae del intercambio ms de lo que merece (siempre en coparacin con otras personas), se genera el sentimiento de culpa. Con todo, el desdobmiento dimensional de Kemper en trminos de poder y estatus, y sobre todo la incluside ste ltimo, no slo enriquece su teora, sino que tambin aleja al autor del paradma del intercambio social.

    6. Kemper acepta que esta visin de la estructura social no es muy comn entre los so

    logos, y ha sido criticado por ello, y por su concepcin de estatus, por Franks (Fr ank s,1989), Hoschchild (Hochschild, 1981) y Fine (Fine, 1981). Personalmente sostengo qno habla de estructura, en el sentido estructural-funcionalista, sino de dos orientacionprctico-intencionales de estratificacin operantes en el juego de relaciones socialesa -v i s .

    7 . Una distincin ms matizada del concepto de estatus lo identifica con la estima y el co (siempre voluntarios), mientras que puede equipararse a prestigio o autoridad slo cudo las recompensas asociadas se confieran voluntariamente, es decir, que el actor realmentec rea que el otro las mere c e.

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    (tiene menos poder que l), bien porque el otro est menos dispuesto a ofcrselas voluntariamente (ha decrecido su nivel de estatus). El juego intecional entre los actores en trminos de poder y estatus es el que, segn la t

    ra de Ke m p e r, determina las emociones que evocarn internamente lsujetos. En este juego destacan cuatro posibles casos que correspondec u a t ro emociones negativas vinculadas a la interaccin. Un actor puetener la sensacin de que tiene, o ha usado, unexceso de poder en sus re l a-ciones con el otro, o que ha adquirido o reclamado une xc e s o de estatus. Unactor tambin puede tener la sensacin de que tienei n s u f i cie n t e poder o deque recibei nsu ficiente estatus del otro. Esto hace un conjunto de cuatro posi-bilidades relacionales desde la perspectiva de un actor dado (Kemper, 1978a:33). El origen de estas sensaciones puede ser diver s o. Por ejemplo, puedenp rovenir de normas sociales internalizadas por el sujeto, de sentimiensocializados en el curso de su vida o de francas malinterpretaciones desituacin, pero a cada una de esas sensaciones, esto es lo que sostiene la ra sociorrelacional de Kem p e r, le corresponder un tipo de emocin8.

    Para completar el modelo, sin embargo, es necesario introducir el concepde a g e n cia , pues las emociones evocadas en el sujeto dependern de la pecepcin que tenga acerca de quin es el sujeto responsable del exceso o inficiencia de poder y/o estatus. Si el actor se considera as mismo res p o n s able,

    la emocin ser introyectada e intro p u n i t i va, mientras que si el actor condera responsable alo tro , la emocin ser extroyectada y extropunit iva. Comopuede ya imaginarse, estos resultados de exceso o insuficiencia de poderestatus se consideran producto de situaciones alejadas del punto de equiliby, por tanto, dan lugar a emociones negativas o dolorosas: culpa, ve r g e na,miedo-ansiedad y depresin. Las situaciones de interaccin en las quesujeto se siente con un adecuado nivel de poder y/o de estatus, dan lugaemociones positivas, res p e ct ivamente, emociones de seguridad y/o de satis-f ac ci n9. Este conjunto de emociones pueden darse como resultado de undeterminada interaccin, o ser conjuntos sentimentales ms estables vinclados a posiciones de poder y estatus en una relacin social que perdurael tiempo. stas son lasemociones estructurales , que comentamos brevem e n-te a continuacin.

    El sentimiento dec ul p a emerge, de acuerdo con esta teora sociolgica delas emociones10, de situaciones en las que el actor tiene la sensacin de dis

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    8. Este es quizs el punto clave que distingue el p osi t i v is m o de la teora de Kemper deli n t e - raccionismo simblico de otros socilogos de la emocin, como A. R. Hoschhild. Pa r aKe m p e r, una vez definida la situacin social por el sujeto, han de evocarse unas detenadas emociones, y no otras.

    9 . Este modelo de conexiones entre situacin social, definicin de la situacin, resultadola interaccin y emocin, ms all de su posible formalismo, tiene la virtud de mostuna nueva va de acceso a la realidad social por medio del estudio de las emociones dsujetos implicados en una determinada estructura o fenmeno social.

    1 0. Al objeto de evitar confusiones innecesarias, hay que advertir que tanto la etiqueta comoel contenido semntico de los conceptos emocionales utilizados, en este caso por Kem-

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    poner o de haber aplicado sobre el otro un poder exc e si vo. En el asesinato,el robo, la mentira o la violacin un actor ha aplicado sus recursos de pocontra el otro, al objeto de obtener beneficios para s, ms all de lo perm

    tido por los estndares y normas que regulan y limitan el uso del poder yla coaccin en las relaciones sociales. La culpa se deriva, por tanto, de t r a n sg resin de estos estndares morales, e implica una dolorosa autoevalu a-cin negativa del s mismo. Se ha causado dao al otro, bien infringindestmulos negativos, bien privndole de algunas gratificaciones a las que td e recho, que son las dos formas posibles de ejercer el poder. El sentimiede la culpa suele estar acompaado de remordimientos, aunque aqu es nece-sario adve rtir que es el propio punto de vista del actor sobre su poder el p roduce el sentimiento de culpa. Un observador objetivo puede estar completo desacuerdo. La sociedad entera puede sancionar una conducta con-creta, por ejemplo, matar en perodo de guerra, y pese a todo un individupuede tener sentimiento de culpa (Ke mper, 1978b: 51)11. Adems, el abu-so de poder evoca, rec p rocamente, el abuso de poder por parte del otro (delo t ro particular; o del otro generalizado, como en las imgenes todopodesas y punitivas de algunos dioses), lo que explica la ansiedad asociada a lapa y la huida como conducta tpica. As mismo, como emocin operante la dimensin del poder, la expiacin de la culpa y la reduccin de la tensi

    asociada a ella slo pueden lograrse mediante el castigo, que opera cocontrapoder capaz de saldar la deuda (ojo por ojo, diente por diente, enTalin; cortar la mano al que roba, en el Corn; o controlar su movilidadsu capacidad de accin mediante la crcel, en la sociedad moderna). En suma diferencia de la vergenza, no puede haber perdn sin castigo. Sin embgo, el abuso de poder, y la culpa, puede ser tambin extroyectado, de moque recaiga sobre la vctima la responsabilidad de la accin. En estos casogeneran sentimientos de ira y hostilidad (superpuestos al sentimiento de cpa), que justifican el abuso en el marco de una especie de megalomana (surioridad del s mismo que justifica cualquier accin de poder ejercida sobrotro), del modo que aconteci tpicamente en el rgimen nacionalsocialista12.

    La sociologa de la emocin y la emocin en la sociologa Papers 62, 20001 55

    pe r, slo tienen sentido en el marco de su teora (como, por otra parte, sucede con todlos conceptos cientficos o que pretenden serlo), y no corresponden necesariamente al vernculo de los mismos. Esta observacin es an ms importante a la hora de entenla teora de la vergenza y del orgullo de Thomas J. Scheff.

    1 1. Este punto es importante porque seala a las emociones como el mejor indicador de

    posicin del sujeto ante un determinado hecho. En trminos de Hochschild, las emocionsealan el punto de vista del sujeto.1 2. A este respecto, ver el interesantsmo artculo de Sykes y Matza (1957) acerca de las

    nicas de neutralizacin de la culpa utilizadas por los desviados que ejercen violencia,nicas que pueden encontrarse punto por punto en las ideologas que asisten a los momientos terroristas, y que hacen ininteligible para muchos la ausencia de re mo rd i mi en tosy de sentimientos de culpa. Tambin la desigualdad econmica en una sociedad condce a un sentimiento larvado de culpa que tiende a neutralizarse generando ideologassu premaca moral de los ricos sobre los pobres, ver Sennett (1972).

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    En la relacin inversa, esto es, cuando el actor se encuentra en una pocin estructural en la que dispone de insuficiente poder frente al otro, e x p e c t a t i va de que el otro pueda hacer uso de su poder a voluntad hace

    se perciba a s mismo como un ser vulnerable, evocndose en este casoemocin dem i e d o - a n s i e d a d . El rol del poder en el desarrollo de la ansiedadfue reconocido por Freud, que haca depender su aparicin de dive r sf a c t o res y de la sensacin de poder del individuo frente al mundo extern o. El reconocimiento de la propia insuficiencia seala Kemper pyecta la probabilidad de la derrota sobre las ocasiones futuras de confrtacin. Esto hace el futuro incierto y carente de atractivo, idneo para condiciones que llevan al miedo-ansiedad (Ke m p e r, 1978b: 56). Si la ta de poder es atribuida a las incapacidades y deficiencias propias, el mdo-ansiedad es introyectado en lo cognitivo como la amenaza de un desno inminente, como la expectativa de algo terrible que ha de acontecer el futuro, acompaado de la sensacin de impotencia del actor para impeestos hechos1 3. En su otra versin, esto es, cuando el otro es consideradcomo el agente causal de la propia insuficiencia estructural de poder, la emcin sigue siendo de miedo-ansiedad, pero con un diferente re s u l t a dConsiderar al otro como responsable equivale a atribuirle la intencinla voluntad de doblegarnos con el objeto de beneficiarse. Y esto condu

    segn la hiptesis de Kemper a extroyectar el miedo-ansiedad en fma de ira y hostilidad contra el otro, en un esfuerzo por destru i r, bien poder del otro, bien las bases de ese poder (Kem p e r, 1978b: 57). En el m-bito poltico, la forma introyectada del miedo-ansiedad lleva a la suby ucin, mientras que la forma extroyectada conduce a la rebelin. La ira,enfado, as como la expresin de sentimientos hostiles, sealan al otnuestra disposicin a usar el poder contra l, cumpliendo una import a nfuncin disuasoria (la cobarda ha sido siempre la mejor invitacin al abso de poder).

    La de presin , en el marco terico esbozado por Kem p e r, resulta de undficit de estatus, esto es, de una insuficiencia de recompensas y gratificaciotorgadas voluntariamente por los otros (Kemper, 1978: 35). Sin duda, algu-nos de los ms importantes bienes que anhelan los seres humanos, por decir los ms deseados, pertenecen a ese grupo especial de cosas que ni pmos comprar, ni podemos arrebatar por la fuerza a los dems. El uso del popara conseguir estas cosas destru yeipso facto la magia de su atractivo, porqu etodas ellas tienen como inexcusable condicin que sean otorgadas volu n t a-

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    1 3 . La existencia de un sndrome de ansiedad, entendida como preocupacin colectiva s-pecto de inciertos, ambigos e improbables peligros que nos acechan, caracterstica de s tructura emocional de la denominadasociedad del riesgo , y originada ante todo por la p rdida de atractivo del tiempo futuro, por la ausencia de metas y de ilusiones (optimmo propio de la modernidad), constituye la tesis central de mi investigacin acerca contenido emocional de los artculos de prensa en las sociedades post- (en el sentido lral del prefijo) modernas (Bericat, 1999).

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    riamente. Esto es en esencia el estatus. Tal y como es concebido desde eteora, lo determinante no es el contenido de lo que los otros nos dan, sinla intencin con la que nos lo dan, que ha de ser libre y sin coacciones. P

    ejemplo, el reconocimiento y el respeto exigido por el poderoso lleva a cductas rituales y a simulacros de la deferencia que pueden considerase psonalmente un bien muy deseado, al tiempo que un medio impre sc i n di b l eal mantenimiento del orden. Sin embargo, no pueden considerarse estatuEl autntico reconocimiento y respeto que provoca una autoridad, como del discpulo por su maestro, el cario y la estima que se profesan las penas en la amistad, los cuidados y las preocupaciones de los pro ge ni to res para con los hijos, o el amor de la pareja son los bienes cuya carencia nos llela depresin. Aqu, como en los casos anteriores, la depresin no ha de entderse en su sentido patolgico, sino como un tipo-ideal de sentimiento tiede a surgir all donde aparecen carencias de estatus. El caso de la prdidaun ser querido, como pueda ser la pareja de un anciano o anciana, constitye un ejemplo claro e ilustrativo, pero extremo, de depresin. La edad cl l e va una reduccin de los vnculos sociales, hasta el punto de que el mopolio de las recompensas de estatus es ostentado por la pareja, por lo quedesaparicin implica, de raz, una traumtica, permanente y casi absoluta pdida de estatus estru ct u ral.

    El cuarto sentimiento derivado del modelo, el dever g en z a , es la emo-cin experimentada cuando un actor cree que ha reclamado y/o re c i bi d oms estatus del que merece (Kem p e r, 1978: 34). Esto explica, por ejemplo,la turbacin que sentimos al cometer un fallo ante los dems, pues si el etus nos es normalmente otorgado por el reconocimiento de nuestros logrsen la divisin del trabajo o por nuestra capacidad relacional, un fallo a la ta de los dems, sobre todo de aquellos seres que nos ofrecen estatus, indica que no somos tan competentes, o que no somos tan buenos. En escaso tememos que red uzcan el estatus que habitualmente nos otorgan. Ensuma, la vergenza o la turbacin se evocan en la exposicin pblica, reimaginada, de nuestra incompetencia 1 4.

    El modelo descrito15, de posiciones relat i vas de poder y estatus entre losact o res, no slo es utilizado por Kemper en el anlisis de las emociones dorosas que emergen de los desequilibrios, sino que tambin lo ha aplicadotras emociones, como ela m o r , al que dedica los captulos undcimo y duo-dcimo de su obra. En coherencia con su modelo, trata la emocin del am

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    14 . No extendemos aqu el anlisis de la vergenza de Kemper porque Scheff ha desarra-do toda su sociologa de la emocin en torno a una teora social de la vergenza, teoque se expone en el cuarto epgrafe.

    15 . La descripcin del modelo ha sido la ms simple entre las posibles, aunque Kemper an-za en su obra hasta formalizar un sistema muy amplio, si bien exc e s i vamente formalemociones derivadas de resultados de la interaccin social. Esta complejidad y amplno puede ser aqu siquiera referida, por lo que una comprensin cabal re q u i ere la lectu-ra de su obra, repleta de argumentaciones y matices metatericos.

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    en tanto relacin social de intercambio, definindola en trminos de estatotorgado: una relacin de amor es aqulla en la que al menos uno de los acres otorga (o est dispuesto a otorgar) un sumamente alto estatus al otr

    (Ke mper, 1978 b: 285). El otorgamiento de estatus tambin puede ser rec -proco, pero no podra hablarse de amor si al menos uno no estuviera dispuea darse al otro. En el amor, como en toda relacin social, tambin est psente la dimensin de poder, y esto le permite a Kemper construir una intresante tipologa de relaciones de amor segn las posiciones relat i vas (altas obajas) de poder y estatus de los sujetos16. Al margen de la presencia del poderen el amor, la condicin mnima es que al menos uno de los sujetos est dpuesto voluntariamente a dar, a recompensar en alto grado al otro, hecho s mismo que reclama una explicacin. Para Ke m p e r, el fundamento dam or, el principal re fu e rzo en la esfera del amor deriva de la armona entrelos atributos del otro y nuestros propios estndares de valor (Kemper, 1978b:328), por lo que, desde el punto de vista del actor que confiere estatus,deseo de hacer eso constituye una respuesta no voluntaria (Kem p e r, 1978b:296). El enamorado/a no se da al otro y le da al otro gratificaciones por udecisin racional, sino que lo hace por un impulso interior que procede la armona entre algunos de sus va l o res y algunas de las representaciones quel mismo hace del objeto. Segn Ke m p e r, en la mayor parte de los caso

    posible decidir por voluntad propia si nosc o m portamoshacia el otro en tr-minos de conferirle estatus, pero no est en nuestra mano, al menos no nuestra conciencia ni en nuestra voluntad racional, decidir sis e nt i m os am o rhacia el otro (Kem p e r, 1978b: 296).

    Para terminar esta bre ve ref e rencia, nos gustara mostrar cmo el mode-lo relacional aplicado a las emociones puede distinguir entre querer o tar (li k e ), por un lado, y amar (l ove ), por otro, dos sentimientos diferen-tes que mantienen intencional y funcionalmente un significado ambiguo el uso corriente. En ambos casos existe concesin de estatus, pero lo que vra es la direccin relacional del flujo. Qu e remos a una persona, o nos guscuando ella nos otorga estatus, es decir, cuando nos ofrece beneficios y recom-pensas de aqullas que ni se pueden comprar ni se pueden forzar. Pe ro sloamamos a una persona cuando estamos dispuestos a conferirle estatus, cudo se produce esa armona entre sus atributos, tal cual nos los represent amos,y nuestros va l o res (Kem p e r, 1989). Esta sencilla diferencia, que slo un an-lisis sociolgico, esto es, relacional, puede desve l a r, tiene capacidad pexplicar algunos fenmenos difciles de entender. Por ejemplo, puede ayu

    a explicar la distribucin en la estructura social de las tasas de divorcio. O tam-bin, algo de lo que siempre se sorprenden los terapeutas familiares, el hede que mujeres que reciben intensos y reiterados maltratos por parte de p a reja, sostengan pese a todo que ellas los siguen amando. Amas cuanco n fi eres estatus; cuando te confieren estatus, quiere s .

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    16. Los tipos son: amor romntico, amor fraternal, amor carismtico, amor infiel, encapricmiento amoroso, amor de fans y amor paterno-materno filial (Kemper, 1978b: 285-294).

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    3. Arlie R. Hochschild: normas sociales y estructura socialLa sociologa de la emocin, en la profesora Hochschild, parte de la evidcia emprica con que se manifiestanlos sentimientos en la vida cotidiana de la gente, esto es, los sentimientos normales y comunes, no slo aqullas e xcepcionales de emocin, como el pnico en la bolsa o en las multituamotinadas (Hochschild, 1975: 285). Tambin parte de un concepto dactor alejado tanto del supuesto agente calculador y racional, carente emociones, como de aqul agente dominado por impulsos emocionales it i nt i vos. Un actor social que es al mismo tiempo consciente y sentiente. Prello, su universo de estudio son lossentimientos conscientes que participan enel juego de la vida social. Para Hochschild, practicar la sociologa de la e

    cin es, en sus propias palabras, teorizar sobre todo aquello que se hace dente cuando hacemos la simple asuncin de que lo que sentimos es ti mpo rtante como lo que pensamos o lo que hacemos para el resultado deinteraccin social (Hochschild, 1990: 117).

    Sus ref erencias de contraste son E. Goffmann, quien estudia tan slo lconducta externa de los individuos, orientada racional y calculadamenteob jet i vo dramatrgico de la autopresentacin en la vida cotidiana, olvidado por sistema los autnticos sentimientos de las personas, y S. Freud, qt uvo en cuenta las emociones, pero tan slo como subproductos o epifenmenos de unos impulsos o instintos, no considerando la capacidad vo l un ta-ria y consciente del ser humano para operar sobre ellos. En ambas perspt i vas, el vnculo entre emociones y estructura social deja de lado essentimientos, impidiendo as la aplicacin de un verdadero anlisis sociol-gic o. Rechaza el modelo organicista, que define principalmente las emciones como un proceso biolgico, al estilo de S. Freud, Ch. Da rwin W. James, y se acoge a un modelo interaccional, siguiendo ideas de J. Dewy,H. Ge rth y C. W. Mills, G. H. Mead y E. Goffman. El modelo interaccio

    nal presupone la biologa, pero aade ms elementos de influencia social:factores sociales no entran slo antes o despus, sino interactivamenteduran - te la experiencia de una emocin (Hochschild, 1983: 211). Su modelo pude catalogarse sociolgicamente bajo el amparo de dos metateoras, la del iraccionismo simblico y la del intercambio social1 7. En virtud de su primera orientacin, se distingue de los positivistas en su inters, no por conocer f a c t o res sociales que provocan una emocin, sino por conocer de qu moopera activamente el ser humano en el universo emocional. En virtud desegunda, est interesada por la relacin entre este universo y las condiciode intercambio en el seno de una estructura social dada 18.

    La sociologa de la emocin y la emocin en la sociologa Papers 62, 20001 59

    17 . Existe tambin una teora socioconstructivista de las emociones, ms radical que el iraccionismo simblico a la hora de desvincular los sentimientos de su substrato biolc o. Ver: Gordon (1981), as como su definicin de sentimiento.

    1 8. Para un anlisis de los modelos organicista e interaccional de las emociones, ver dice A, p. 201-222, en Hochschild (1983).

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    En la medida que los sentimientos se consideran parte de la conciencno meros impulsos biolgicos, queda abierto el problema de su significaaspecto clave desde la perspectiva interaccional. Para Hochschild, las em

    ciones estn orientadas a la accin, como en Da rwin, que las considerap rotoacciones, pero tambin estn orientadas hacia la cognicin. En primtrmino, estn radicalmente condicionadas por nuestras expectativas prev ias.En segundo trmino, cumplen una funcin de seal , son algo as como unsexto sentido queindica la autorre l e vancia para el propio actor de una situa - cin dada . Las emociones reflejan la perspectiva vital del actor en sus cotextos, marcando de esta manera una va de acceso diferente para el ansis de las definiciones de la situacin y, por ende, para el anlisis socia1 9.Hochschild relaciona en su sociologa de las emociones: experiencia emcional; gestin emocional; normas emocionales; estructura social, e ideoga (Hochschild, 1979).

    Las emociones estn cargadas de significados, de sentidos ancladosunos especficos contextos sociohistricos, contextos entre cuyas dimennes merece la pena sealar la dimensinn o rm a t i va , la dimensine x pre s i va y la dimensin pol tica (Hochschild, 1975: 288). La primera se fundamenta enel hecho de que las normas sociales no slo se aplican a la conducta y al psamiento, sino tambin a las emociones. Podemos hablar, entonces, de la ex

    tencia de normas emocionales ( feeling rul e s ). Las situaciones sociales indu-cen un conjunto de emociones en los actores, pero tambin incorporac o nt roles que afectan a sus sentimientos. Las normas emocionales constiyen un modo de control social que definen lo que debemos sentir en diver-sas circunstancias, indicando cul es el sentimiento apropiado y deseablecada caso. Estas normas resultan apenas perceptibles cuando sentimos lo debemos sentir, pero se manifiestan en forma ded ison a n cia cuando nuestrossentimientos se desvan de lo indicado por la norma. Debemos estar alegsen las fiestas y tristes en los funerales. Las normas indican lain te n s i d a d , la dire c c i n y laduracin del sentimiento. Un legtimo enfado, por ejemplo, sepuede prolongar ms all de lo que determina la norma; puede ser inaprpiado por su exc es iva o escasa intensidad; o incluso no estar justificado enabsoluto en esas circunstancias, a las que correspondera normativa m en t eotra emocin. La legitimidad de un sentimiento puede ser de tres clases,cl - nica , moral ysociosituaciona l . En la primera el sentimiento se desva de lo quepuede ser el rango de emociones de un actor normal o sano; en la segunel juicio afecta a la legitimidad moral de sentir o no sentir algo; en la tere-

    ra se atiende al lugar y situacin concreta en que el actor est sintiendomanifestando una emocin. La cultura, pese al escaso inters mostrado h

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    19 Los sentimientos nos dicen qu hay all afuera desde donde estamos (Ho c hs c h il d,1990: 119), comunican informacin al sujeto sobre el mundo exterior, sea natural, soco personal, desde su propia perspectiva. En este sentido podemos considerar que las emciones constituyen un dato absoluto, del que no puede prescindir el anlisis social, ni mini macro s o c i o l g i co. Siento, luego existo.

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    ta ahora por los socilogos, est plagada de normas emocionales que reg ulanqu, cuando, cmo y cuanto debemos sentir.

    Pensando en el carcter pro to a c t i vo de las emociones, no ha de extraar-

    nos que el control emocional constituya una clave relevante del control social,un modo de participar en la constitucin del orden social. De ah que cuado el actor sienta una emocin distinta a la establecida por la norma, tambin sentir el efecto de la disonancia o desviacin emocional. Los dems len dejar claras muestras de tal disonancia cuando te sealan, por ejempque no tenas derecho a enfadarte as, que no debes sentirte tan culpabque deberas estar ms contento o que tus celos son absurdos. El pinchde la disonancia espolea gestiones emocionales por parte de los actoresd e c ir, no slo sentimos algo sino que tambin tratamos de sentir alghacemos esfuerzos por modificar nuestros estados emocionales. El concede gestin emocional (emotion management o emotion work ) refiere las accio-nes por las que intentamos modificar el grado o la cualidad de una emocio sentimiento (Hochschild, 1979: 561). Esta gestin no es, sin embargcomo en otras teoras, merasu presin o represin de sentimientos indeseables,sino tambin en muchos casose vo cac in o estimulacin de determinadossentimientos deseables pero inicialmente ausentes. En un estudio empren el que se peda a los sujetos re c ordar y comentar algn episodio emocio-

    nal de sus vidas, se puso de manifiesto tanto la disonancia normativa que ataba a la mayor parte de episodios narrados, como los esfuerzos y las tcas utilizadas por los sujetos para modificar sus estados emocionales.

    Al igual que existen normas emocionales, tambin existen normas e x p resin emocional (e x pression ru le s ) que sealan al actor qu emociones,hasta qu grado y en qu circunstancias pueden ser expresadas. El actor ase somete a una mera constriccin externa de la conducta que deja intacsus autnticos sentimientos. En la vida cotidiana, muchos de los comentarque recibimos de los otros, re f ieren exclu s i vamente la conveniencia o no, la justificacin moral o no, de mostrar una determinada emocin en un espcfico contexto social y a unas personas concretas. Las emociones, que departe sealan la autntica perspectiva vital del sujeto, entran tambin en juego de la vida social como emociones comunicadas, abriendo as la puta de la inautenticidad20. El control opera en muchas ocasiones sobre la ms-cara emocional, dejando libertad al individuo para sentir en sus adentrosque buenamente quiera.

    En el caso anterior estamos slo ante un cambio exterior de la conduc

    20 . No puede infraestimarse la distincin entre experiencia emocional y expresin emocioas como sus conceptos afines. Por ejemplo, la neutralidad afectiva que parece carrizar algunos mbitos sociales, es producto de la aplicacin de frreas normas de conencia expre s i va, antes que sntoma de una absoluta ausencia de emociones. Me todol -gicamente implica que es preciso tener en cuenta las sutiles formas en que la emocicomunicada. En culturas expresivas la emocin es obvia, pero ello no significa que no estp resente en culturas menos expresi va s .

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    e xpres iva. Sin embargo, cuando Hochschild habla de gestin emocional sref i e re a un cambio real en los sentimientos, modificacin que puede obnerse por dos diferentes mtodos. El primero se denomina actuacin sup

    ficial (s u rface acting ), en la que el sujeto utiliza un cambio de expre s i ncomo medio para modificar sus sentimientos reales. El segundo, o actuacprofunda (deep acting ), se basa en modificar directamente el sentimiento pormedio de cambios en nuestro foco perc eptivo sobre la situacin, o por accio-nes fisiolgicas, como puede ser respirar profundamente para calmarsesegundo tipo de gestin puede asimilarse a los consejos que Constantin Snislavski daba a sus alumnos para generar un sentimiento autoinducido, pual actor no le bastaba con expresar las emociones, sino que, en su opinideba experimentarlas realmente (Hochschild, 1983: 35-55). En suma, actor no slo cuenta con sus experiencias emocionales, y con la comunicin de sus sentimientos como modo de intercambio social, tambin puedy habitualmente lo hace, operar sobre sus emociones, por cualquiera de dos mtodos disponibles.

    En su dimensin poltica, las emociones estn vinculadas a sancionsociales, as como al entramado de la estructura social. Por ejemplo, en el cde la envidia, se da la circunstancia de que su contencin normativa se apca a todos por igual, mientras que las condiciones sociales de su evo c ac i n

    estn desigualmente distribuidas. En el caso de la rabia, la ira o el enfado tabin operan normas emocionales, pero en la prctica estos sentimientos slen tener como destino u objetivo gentes con un menor nivel de poder soci A diferencia de la envidia, la rabia circula por canales de menor res is t en c ia,va de arriba a abajo, y no de abajo a arriba. As mismo, se puede detectar j e r a rqua del humor y de las bromas, utilizadas ms frecuentemente paqullos que ocupan posiciones sociales ms altas. Los poderosos disponeadecuadas barreras y frenos contra la expresin de hostilidad por parte deo t ros, los poderosos no slo obtienen una cantidad despropo rcionada derecursos como dinero o prestigio, sino que tambin disfrutan de ms re co m-pensas afectivas; En consecuencia, los poderosos y quienes carecen de pv i ven diferentes mundos, no slo fsicos y sociales, sino tambin emocioles (Hochschild, 1975: 297).

    Un ejemplo de esta relacin entre emociones y estructura social es el ftstico estudio publicado bajo el ttuloThe Managed He a rt. Commerc i a l i z a - tion of Human Fee l i n g s , en el que se avanza desde la lgica del orden emo-cional en el mbito del mundo privado, hasta su institucionalizacin en

    mbito socioeconmico del trabajo. Se trata de un estudio sobre los re qu e-rimientos profesionales, de carcter emocional, de las azafatas o asistentevuelo que trabajan para las compaas areas. Aqu se evidencia que el b a j a d o r, sobre todo en determinadas ocupaciones del sector servicios, vende esencialmente fuerza fsica, como en los orgenes de la industrializacni vende conocimiento o capacidad racional, como en una fase posterior, sique vende tambin sus emociones. Existe por ello riesgo de alienacinextraamiento, como bien seal C. Wright Mills al sostener que cuand

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    vendemos nuestra personalidad al vender bienes o servicios nos implicaen un grave proceso de autoextraamiento, proceso cada vez ms come n tre los trabajadores de los sistemas capitalistas avanzados (Ho chs chi l d ,

    1 9 8 3 ).El sistema emocional que opera en el trabajo no es ya el mismo conjun-to de normas emocionales, modos de gestin emocional e intercambio socque aplicamos en nuestra vida privada. El sistema sufre en sus tres elemtos unat ra n s m u t a c i n condicionada por los imperativos de la lgica econ-m i c o - p ro d u c t i va, en este caso. En primer lugar, la gestin de las emones deja de ser un acto privado y pasa a ser un acto pblico, comprado un lado y vendido en el otro. Ya no es un intento espontneo de modifcacin (emotion work ), sino un plan predeterminado y coactivo (e m o t i o n labor ); deja de ser una gestin emocional privada, y pasa a serun trabajo emo - cional pblico. En segundo lugar, las normas emocionales ya no cuentan cola discrecionalidad propia de la negociacin con los otros en un mbito pvado, sino que estn formalmente publicadas en manuales de la compaen guas profesionales, en programas de entrenamiento, as como en la mma publicidad. Una seorita guapa, amable y sonriente es el modelo relacin emocional que se transmite como estereotipo y como norma de tb a j o. En tercer lugar, el sistema se caracteriza por un intercambio social

    c i rcula por canales estrechos; puede haber lugares escondidos a lo largopasillo, pero hay mucho menor margen para la navegacin individual plas aguas emocionales (Hochschild, 1983: 118-119). El trabajo emociopblico predomina sobre el privado, que circula ahora por una corriente suterrnea. El trabajador debe controlar sus emociones, pero las compaapiden, adems, no slo una actuacin superficial, sino una profunda, no sque sonran, sino que sientan la amabilidad que ofrecen y que disfruten cla sonrisa.

    Las/os asistentes de vuelo tienen que aprender a comportarse personmente en relaciones de por s impersonales; tienen a veces que soportarenfados o las bromas de los clientes; tienen que reprimir en todo caso sus ppios enfados, y tienen que sonrer y ser amables. La sonrisa, que en el mto privado y en el marco de la autenticidad es una seal de placer, alegrdivertimento, amistad, etc., es separada de su funcin habitual de expresar sentimiento personal y vincularnos al otro, y pasa a ser la expresin del stimiento de la empresa (Hochschild, 1983: 127). El trabajador se enfrentadilema de la falsa sonrisa, oponindose tambin a los planes de la com

    a en una especie de gu erra de la sonrisa . En todo caso, parece evidente queel trabajo emocional es un componente bsico de los requerimientos laboles de muchos puestos de trabajo en las sociedades de servicios, un esfuy un trabajo donde, a diferencia de la vida privada, impera la norma de inautenticidad, configurando personalidades alienadas que entran en confliconsigo mismas.

    El caso de las/os asistentes de vuelo no es el nico y, como punto de cotraste, puede mostrarse el sistema emocional de otras ocupaciones, com

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    por ejemplo los cobradores de morosos. El proyecto de las asistentesvuelo es realzar el estatus del cliente, elevar su importancia; el pasajero de algunas veces no tener razn, pero nunca se equivoca. Cada acto de

    vicio es un anuncio publicitario. Al contrario, las escenas finales del cobromorosos acaban generalmente reduciendo el estatus del consumidor, conforel cobrador de morosos trabaja desgastando la presumible resistencia del csumidor a pagar (Hochschild, 1983: 139). El cobrador puede llegar a humllar al consumidor, sobre todo cuando est ante una persona que no rec o no-ce su vergenza, lo que suele acompaarse con las respuestas de ira que taveces tienen que soportar estos trabajadores de la cara de perro (para reu-cir en lo posible estas expresiones de ira y hostilidad), y de la proyeccin vergenza (para cobrar cuanto antes sin llegar a las etapas finales, emonalmente ms duras)21. En cualquier caso,trabajo emocional regulado y com-prado al que se ven sometidos, con mayor o menor intensidad, de una u otmanera, un 38,1 % de todos los empleos de Estados Unidos en el ao 197siendo este porcentaje del 55,2 % para las mujeres, y del 27,7% para los hobres. Ocupaciones como mdicos, ve nd ed o res, dependientes, camare ro s22,abogados, clrigos, relaciones pblicas, profesionales de los medios de conicacin, pro fes ores, secretarias, etc., etc., se parecen en la necesidad de re lizar trabajo emocional. En conjunto, un 61,6 % de todos los empleos ex

    tentes en ocupaciones del sector servicios, siendo un 81,3 % para las mujes,y un 37,6 % para los hombres (Hochschild, 1983: 234-242).El estudio de las emociones tambin puede orientarse hacia el anlisis

    sistema emocional que portan las ideologas, ancladas en distintas posicnes de una estructura social y, por tanto, asociadas a distintos modelospat rones de intercambio. Una determinadacul tura emocional contiene, ade-ms de las normas emocionales, creencias acerca de las emociones (comamor dura siempre o una persona puede morir de pena), y nocionac e rca de cmo debemos atender, codificar, apre ciar, gestionar o expresar lossentimientos. La cultura emocional queda reflejada en libros de consejpelculas, tratados religiosos, teoras psiquitricas o leyes (por ejemplo, c o n s t i t u ye un crimen pasional) (Hochschild, 1990: 124). Y se refleja idlgicamente de acuerdo con modelos vinculados al orden de las castas olas clases sociales, al de los grupos tnicos o a los del gnero. A este lmbito de estudio, es decir, al anlisis de la estructura emocional de la ex

    2 1 . Es obvio que sistemas aplicados por las empresas de morosos, como El cobrador del se basan en la proyeccin de vergenza sobre la red de relaciones sociales del moros o. Tra-tan de cobrar sin el recurso a la fuerza fsica, utilizando en cambio el recurso de la za emocional.

    22 . En el caso de camareros y, en general, de los trabajadores de la hostelera, cuyas condicionde trabajo y vida estoy investigando a travs de grupos de discusin, es claro el tre mdo coste de trabajo emocional que conlleva. Dado que su nivel de estatus comparado cel del cliente suele ser bastante inferior, la interrelacin emocional en estos casos es ms dolorosa, a veces humillante, como as es expresado en los mencionados gru pos.

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    tencia cotidiana de los gneros en el seno de la institucin familiar, Ho cchild ha dedicado dos investigaciones publicadas bajo los ttulosThe Se c o n d Sh i f t y The Time Bi n d .

    En la primera analiza las tensiones emocionales y las ideologas de gro en parejas en la que ambos miembros trabajan, parejas en las que se acienta la necesidad de negociar quin, y en qu pro p o rcin, har el segdo turno, esto es, el trabajo de la casa. Analiza los roles maritales, a loslos miembros traen ideologas de gnero similares o conflictivas, as conociones de lo que un marido y una mujer debe a y merecen de unoo t ro. Analiza el coste emocional de las estrategias de gnero segn el cde tres posibles ideologas, unat ra d i c i o n a l , otrai g u a l i t a r i a y otrade tra n s i - c i n ( Hochschild, 1990: 125). La combinacin de las ideologas de gnro de los actores, y el resultado real de la interaccin de la estrategia cada miembro parecen determinar sus sentimientos acerca de la divisidel trabajo en casa. Por ejemplo, frustracin, con lmites normativos pla expresin de la ira, en suma, resentimiento, en las mujeres con ideales iglitarios de gnero cuyos maridos rechazan compartir el trabajo del hog(Hochschild, 1990: 132). Laeconoma de la grat i t ud o intercambio de donesen los que se basa la pareja tambin queda afectada, y con ella los senmientos. Una flor, que trae el esposo, o un pastel de manzana que cocina

    esposa, pueden producir emociones diferentes a las esperadas tras un rel o. Las tareas de la casa, as como el trabajo externo, salen de la econode la gratitud o del intercambio de dones, y pasan a ser exigidos como deres u obligaciones, alterando de esta forma la evocacin emocional (Ho cchild, 1989a y 1989b).

    Un anlisis similar de la estructura emocional de la familia, enT h e Time Bi n d , tena ahora por objeto analizar la atencin que los padres qutrabajan prestan a sus hijos y el tiempo disponible para estar con elloEste tercer turno, el de atencin a los nios, como lo denomina Ho c hchild, se impone agotando casi en su totalidad el tiempo de familia,d e c i r, transmuta este tiempo en un tiempo de estrs, de trabajo emocionde planificacin de tareas, asemejndose cada vez ms al tiempo de tra jo pro d u c t i vo. Si la imagen emocional tpica del hogar es dulce y re l a jte, el antiguo descanso del guerre ro, en estas familias al menos casa y bajo invierten su sentido emocional. Ahora es en la empresa donde personas obtienen reconocimiento, donde se estimula y se re c o m p e ndonde se mantienen las relaciones sociales ms ricas y enriquecedoras. Y

    explica, en parte, por qu los trabajadores apenas hacen uso de las polcas de flexibilizacin y reduccin del tiempo de trabajo que tienen a su dposicin en la empresa. El tiempo de familia, y su lugar social corre s pdiente, la casa, estn dejando de ser un mundo emocional atractiv( Hochschild, 1997).

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    4. Thomas J. Scheff: vnculos sociales seguros e inseguro s2 3

    En opinin del profesor Scheff, todas las teoras sociales contienen eni nterior, ms o menos explicitados, unos presupuestos metatericos acercala naturaleza humana y de sus fuentes de motivacin.La teora sociolgica de la ver genza de Scheff tambin parte de un supuesto motivacional que la inspira. Este supuesto nos propone que el mantenimiento de los lazos o vculos sociales es el ms crucial de los motivos humanos (Scheff, 1990Como su principal corolario surge una imagen de las relaciones socialesla que los seres humanos, en todos y cada uno de sus encuentros, se enfrtan a una situacin en la que su vnculo social con el otro es construido, mtenido, reparado o daado (Scheff, 1994: 1). Cada contacto abre estos cu

    tro, y slo estos cuatro, posibles resultados de la interaccin social en trmidel ms bsico de los motivos humanos.El establecimiento, mantenimiento, mejora o daado de nuestros vncu

    los sociales hace ref e rencia a una clase especial que Scheff denomina vnculos seguros (s e c u re social bond ). Son aqullos en los que el individuo man-tiene respecto del otro una adecuadadistancia social , ni demasiado estre c h a ni demasiado holgada. Esa distancia ptima de interaccin donde el indiduo ni es anulado o engullido por la relacin o el grupo, ni tampoco sencuentra totalmente aislado. Constituye en esencia un balance entre la infdiferenciacin y la supradiferenciacin del individuo respecto del gupo. Ua ptima diferenciacin implica cercana porque re q uiere cierto conocimien-to del punto de vista del otro. Pero tambin implica distancia, la aceptacindel otro como un ser independiente de m. Un vnculo social intacto nimplica necesariamente acuerdo, pero s conocimiento y aceptacin de acudos y desacuerdos, implica ser capaz de mantener lazos con otros queson t mismo, e implica mutuo entendimiento que sea no slo mental sitambin emocional2 4 ( S c h e f f, 1990: 4-5). En losvnculos inseguro s , a la

    i n versa, el individuo est en uno de estos dos casos posibles, o bien a demsiada distancia social del otro, o bien a demasiada poca, es decir, bien en usituacin de a i s l a m i en to de (i so lat i on ), o bien en una de ab s o rc i n p o r (e n gu l fm e nt ) la relacin o el grupo2 5. En el primer caso el individuo se cons-t i t uye como un yo autnomo, diferenciado y potente, pero adolece de ad

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    2 3 . He ordenado lgicamente la estructura de la teora sociolgica de la vergenza para litar tanto la comprensin como una exposicin sucinta. En realidad, la gnesis y el de

    r rollo de la teora nada tiene que ver con esta ordenacin, es desde luego ms laboriy, hasta cierto punto, inversa al curso de exposicin que aqu se ha adoptado.2 4. El vnculo social seguro est relacionado con un estado dea t t u ne m en t , un estado de sin-

    tona o armona que no implica necesariamente consenso, pero s comprensin y reco-nocimiento de los diferentes puntos de vista y posiciones de los sujetos. Ver captulo4 y 5 en Scheff (1997).

    25 . La idea de aislamiento (i sola t io n ) y absorcin (en g u l f m en t ) procede de M. Bowen (1978),Family Thera py in Clinical Practice . Nueva York, Jason Aronson. Bowen es uno de los fun-d adores de la teora de los sistemas de familia.

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    cuadas ligaduras con el otro, est aislado26. En el segundo caso, la distancia social casi queda anulada, y el individuo es engullido por el grupo, no dejdole constituir una entidad diferenciada. El individuo desaparece sumid

    inmerso o absorbido por la relacin o el gru p o. Pa rtes esenciales de su invidualidad, como pensamientos, creencias o va l ores, son sacrificados en arasdel gru p o. En suma, los vnculos seguros establecen la nica forma des o l i - darid ad que lleva a la cooperacin, son la fuerza que mantiene una sociedunida (Scheff, 1990: 4). Los vnculos inseguros, al contrario, sealan dos mas dea l i enac i n , aislamiento y absorcin, que pueden llevar a la desintegracin y al conflicto.

    Esta tipologa de vnculos encuentra su origen y reflejo en la propia tera del suicidio de E. Du rk h ei m27. El suicidio egosta emerge en contextosculturales y societarios donde predomina el individualismo y la falta de acuados lazos sociales. El suicidio altruista, al contrario, aparece all dondexige al individuo una lealtad total, donde el yo est tan ntimamente unial grupo que no es sino un adminculo suyo. Para Scheff, como para el mmo Du rkheim, estos dos estados del vnculo social son patolgicos, y slo conducen a una ms alta tasa de suicidios, sino que tambin ponen riesgo la supervivencia de la propia sociedad. Una sociedad absorbente no dejlugar a la crtica ni a la manifestacin de puntos de vista alternativos, lo q

    dificulta los procesos de adaptacin que toda sociedad en cambio re q u i eUna sociedad atomizada en individuos aislados pone en riesgo el entenmiento cognitivo y la sintona afectiva necesarias para la colaboracin m ovilizacin comunitaria.

    Por qu es la vergenza, en opinin de Scheff, la emocin social por annomasia?, de dnde deriva su importancia a la hora de explicar el orde nsocial, sea pacfico o conflictivo? Scheff sostiene, siguiendo la estela tede Ch. H. Cooley, que laver genza y elor gullo son las emociones sociales bsi-cas porque ambas sealan al individuo elestado del vnculo social . Se n t i mo so r g u l l o28 cuando nuestra relacin con el otro es segura, no corre el riesgo dp e rderse o fallar, el lazo es firme, y hace que nos sintamos tranquilos y cfiados. Podemos sentir vergenza en dos casos. Cuando nuestro vnculo eamenazado o es inseguro, cuando nos sentimos rechazados, esto es, distciados de los dems, o cuando decrece nuestra valoracin en la autoimag

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    26 . El concepto deli gadura s es tomado y utilizado aqu en el sentido expuesto por R. Dah-rendorf en su obraOpo rtunidades vitales.stas integran a su vez una adecuada combina-

    cin deopcionesy li g adura s.27. El conjunto de la obra de Scheff no es sino un dilogo permanente con la obra de E. Durk-heim, a quien complementa mediante la inclusin de las emociones en un esquema meterico similar.

    28 . Hay dos diferentes apreciaciones morales del orgullo. Una est asociada al orgullo esivo, al injustificado o a la soberbia. Pero este orgullo no constituye sino una forma de ais-lamiento y distanciacin. El orgullo legtimo, por el contrario, es el que sentimos enarmona de apreciaciones mutuas entre dos personas, sean amigos, pareja, discpulo o aln o. Ese orgullo es el que marca el estado seguro del vnculo.

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    que nos formamos desde la perspectiva del otro. Por ejemplo, cuando uespera la llamada de sus amigos para salir el sbado y el telfono no suTambin sentimos vergenza, en segundo lugar, cuando estamos fundidos

    sumidos en la relacin, cuando no existe espacio para la autonoma y pard i ferencia. Por ejemplo, cuando el adolescente sale a comprar ropa con madre y le impone su gusto frente a lo valorado y aceptado en el grupo amigos. Ambos casos pueden interpretarse como una doble manera de faal respeto debido hacia el otro, de no mostrarle el adecuado nivel de dere n c i a .

    As pues, la vergenza es la emocin que regula el estado de nuestl a zos sociales. Y surge tambin en un contexto social, en el dominio dedimensin intercomu n i ca ti va del ser humano. Charles Horton Cooley fue elpr im e ro en formular una mecnica de sociabilidad que inclua en el modlo un componente afectivo. Cooley, condensando su concepcin del yo social o yo- es p e j o , en una cita ya clsica, seal: Una autoidea de este tipo (el ysocial) tiene tres elementos principales: la imaginacin de cmo apare cem osante la otra persona; la imaginacin del juicio de sta sobre tal aparienciuna especie de autosentimiento, como orgullo o mortificacin (Coole1902: 152). Es decir, hay un juego de percepcin cognitiva, un juego de valo-raciones, y finalmente su transmutacin en un juego de emociones. Cu a no

    el otro nos ve bien, nos halaga, o pensamos que nos ve bien o nos halas i e m p re en trminos re l a t i vos a unos determinados va l o res, nos sentimbien, legtimamente ogullosos de la persona que somos, por eso contentPe ro cuando imaginamos que el juicio del otro es negativo, o somos somtidos a la vejacin del ridculo o del insulto, entonces sentimos vergenza,sentimiento que nos mortifica, un sentimiento que duele. Esto es, la ver-genza es la emocin social por antonomasia en tanto surge de la supervisinde nuestras propias acciones mediante la percepcin del yo, de la persona, de el punto de vista de los otros (Scheff, 1990b: 281).

    La fuerza de esta emocin en los encuentros sociales cara a cara se mutra una y otra vez en los mil episodios de interaccin que describi otro gsocilogo, Ervin Goffman. En 1956 publica un artculo enThe Am eric a n

    Jou rnal of Sociology , titulado Embarrasment and Social Organization, don-de seala un sentimiento de la familia de la vergenza, concretamenteturbacin, el estar en una situacin embarazosa, como una amenaza pre s te en todo contacto social: parece no existir encuentro social que no puellegar a ser embarazoso para uno o ms de los participantes (Goffman, 19

    265). Los actores, mirados desde esa perspectiva, andan siempre ocupadola tarea de salvar la cara, de evitar la turbacin y lograr el adecuado nived e ferencia (Goffman, 1970). Cuando un nio ya mayor se suelta de la abrzadera mientras monta los caballitos infantiles, est sintiendo ve r g e nCuando un estudiante que trabaja en una pizzera es visto por sus compaeses posible que sienta vergenza. Cuando en un establecimiento pblico entmos en el servicio incorrecto, es posible que sintamos vergenza o que pvoquemos la risa 2 9.

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    El problema de la vergenza, sin embargo, es que nos avergonzamosestar avergonzados, y as sucesivamente en unaes p iral afectiva . sta es una delas razones por las que, pese a lo que cabra esperar de las ideas de Cool

    de los anlisis de Goffman, la vergenza es una emocin debaja visibilidad .En primer lugar, el uso y significado vernculo del trminove r g e n z a e smucho ms res t ri c t i vo del que se deriva de esta teora sociolgica. Incluso un trmino que parece slo aplicable a fenmenos de la niez, pues slo anios se les permite estar avergonzados. Sin embargo, todo lleva a pensar la vergenza est tan presente en los nios como en los mayo res, si bnegada en mayor medida y reprimida con ms fuerza en los adultos. sociedad moderna, en opinin de Scheff, reprime sistemticamente esta emcin. Basada desde el origen en la ruptura de ligaduras sociales, cimentso b re el mito del individualismo, esta sociedad ha negado y reprimidovergenza por cuanto en s misma pone de manifiesto y re cu e rda la falsedaddel mito, es decir, la imagen de una sociedad compuesta por individuos pfectamente autnomos que no suspiran por un vnculo social seguro (Sche1990: 12)30. Un cuarto rasgo que condiciona la baja visibilidad de esta emocin es que constituye en realidad, no una nica emocin, sino una fam ilia emocional , en la que se incluyen el pudor, la timidez, el ridculo, la turbacila humillacin y otras muchas va ri a n tes .

    De las razones aportadas se deriva el hecho de que la vergenza, aestando presente, no pueda ser fcilmente reconocida ni por el propio suto, ni por un observador externo. De ah la necesidad de una fenomenolga de esta emocin. En todo caso, lo importante es tener presente que la vr-genza evoca sentimientos dolorosos, autoinfringidos, procedentes de uaut o - e valuacin negativa realizada por el sujeto desde la perspectiva del o,ot ro presente o ausente, concreto o generalizado. El gesto prototpico devergenza es bajar la vista o cubrirse la cara con las palmas de la mano. Tbin en el discurso oral o escrito pueden encontrarse indicaciones direc tas ,como los trminos humillado o avergonzado, pero no es esto lo mscuente. A veces se expresa en smbolos de abandono, separacin o aimiento, marcando as el contexto social de su evocacin. A veces refi erensituaciones de ridculo, aqullas donde el sujeto es rebajado drsticamentela valoracin social por incompetencia manifiesta, la de un tonto, la de payaso o la de una persona absurda. Tambin en las que el sujeto se mutra incapaz ante los otros, inepto, impotente, inferior, inseguro, sin mrit

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    29 . Goffman nunca trat directamente las experiencias emocionales de los actores, aunque ban siempre implcitas en sus anlisis. Tan slo describi e interpret las conductas exnas de los actores, como las que se activan en los ritos de paso que acompaan a la enda en una institucin social (humillacin), o como las conductas, expre s i vas, de personas que se encuentran con otras que muestran un estigma fsico diferente (horror) .

    30 . El mito del individualismo tambin tiene efectos epistemolgicos en las ciencias sociy conduce a visiones simplistas de la realidad humana, ajenas a la compleja sociabilinscrita en ella desde el origen (Scheff, 1990: 12).

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    etc. Otras sealan la ansiedad genrica asociada a la vergenza, a la que pden referirse diciendo haber pasado un mal rato o qu desasosiego.ltimo, tambin se encuentran signos de vergenza en los olvidos mome

    tneos, en el hecho de quedarse con la mente en blanco o en la experiende la pura confusin31.La emocin de la vergenza, as entendida, en el marco de una perspec

    va sociolgica, constituye un componente necesario a una teora del contsocial factible. Segn Durkheim, los hechos sociales deban ser consideracomo cosas, y sostena esta afirmacin sealando dos rasgos bsicos; unoexterioridad (la sociedad trasciende al individuo), y dos, su carcter coact(la sociedad se impone al individuo). Sin embargo, Durkheim nunca explipor medio de qu misterioso mecanismo la sociedad consegua imponersindividuo. El hecho es que el individuo se ajusta a las normas sociales, avalores, a las creencias, a los mitos y a los ritos, pero decir eso no basta pdemostrar la eficacia compulsiva de lo social. Un tratamiento puramente coductual o cognitivo de la cultura no puede resolver el problema. Para Schnuestros pensamientos y percepciones de las expectativas sociales slo ilan el escenario del control social. Experimentamos el sistema tan compuvo debido a las emociones el placer del orgullo y de la camaradera, de parte, y el castigo de la turbacin, de la vergenza o de la humillacin, de ot

    (Scheff, 1988: 396). La deferencia, el respeto asociado al orgullo legtimla vergenza forman un sutil, pero eficaz y permanentemente activo sistede control social, que explica por qu los individuos se someten. A una passlo puede oponrsele otra pasin. Mantener la dignidad y el respecto y etar el dolor de la vergenza, es lo que hace operativo, en el individuo, el tema de control como sistema motivacional o de fuerza. El salto de pasarfuera a adentro queda ahora explicado por el efecto que tienen los otros, imaginaciones de sus juicios, en el contenido emocional del sujeto.

    Pero la teora sociolgica de la vergenza, en principio conectada a uteora del control32, ampla su alcance cuando sirve tambin de sustento a unateora del conflicto social3 3. De este modo, como era de esperar, la ms bsi-

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    3 1 . Esta clasificacin de indicios lingisticos, orales y escritos, de la vergenza pertenSuzanne M. Re tz i ng e r. Ver: Retzinger (1995: 1108).

    3 2 . La teora sociolgica de la vergenza, conectada a la teora del control social, se enctra sintetizada enShame and Conformity: The De f eren ce - Emotion System,(S c h ef f, 1998) y (Sche ff, 1990: 71-95), y constituye el grueso de las primeras obras de Scheff, entre las q

    se incluyen la teora socioemocional de la enfermedad mental, ver Scheff (1966) y Th(1985), y teora socioemocional del ritual, comprendido en tanto funcin catrquica tetralizada de una situacin que evoca angustia, y en la que los individuos participan dde una adecuadadistancia emocional , una distancia en la que el espectador ni se deja absorber por las emociones ni permanece emocionalmente ajeno al drama, es decir, udistancia esttica que le permite oscilar entre las posiciones de participante involucrado de observador externo (Scheff, 1977 y 1979).

    3 3 . El grueso de la ltima parte del trabajo terico de Scheff, realizado en colaboracinSuzanne M. Re t z i n g e r, se ha orientado a la teora del conflicto social y a los modo

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    ca de las emociones sociales est presente tanto en el orden social paccomo en el conflictivo. Tanto el trabajo de Scheff como el de Retzinger seorientado al anlisis de una especficacadena emocional , dever genza-ira o de

    vergenza-enfado (s h a m e-an g er ) detectada en los conflictos sociales. En esta a p roximacin terica se invierte la direccin causal habitualmente manteda, es decir, se sostiene que el conflicto no es el que produce la ruptura los vnculos sociales, sino que, tal y como afirm Simmel, es la ruptura vnculo social la que provoca el conflicto (Scheff, 1994). Helen B. Lewisquien detect en primer lugar que la vergenza sola ir asociada a secuenemocionales, detentando al mismo tiempo que en muchas ocasiones a vergenza evocada segua casi sin solucin de continuidad accesos de ienfados (Lewis, 1971). En el marco de la teora de los sistemas familia,Scheff y Retzinger reali z a ron microanlisis de grabaciones videogrficas dc on versaciones entre miembros de parejas con historial conflictivo. En esgrabaciones localizaron episodios hostiles, y analizaron dcima a dcimsegundo las intercomunicaciones precedentes, tanto lingsticas como gtuales, para encontrar el origen del episodio. En todos ellos, sta fue la cclusin, encontraron como antecedente prximo una situacin evo cad o r a de vergenza, una ruptura o una amenaza del vnculo social, una falta de derencia o respeto, unas maneras desprec i a ti vas, una falta de consideracin o

    estima, o un franco aunque a veces larvado insulto. Lewis haba denomido a estas formas de agresinhumiliated fury , es decir, enfados que no deri-van de una voluntad de hacer dao al otro por el propio inters, sino quparadjicamente, proceden del sufrimiento causado por el deterioro de nut ro vnculo social con el otro. La mayor parte de nuestros enfados, en onin de Scheff, corresponden a este tipo, como bien puede comprobarse puna atenta introspeccin personal. Nos enojamos, por ejemplo, si transcurdemasiado tiempo sin que el otro se dirija a nosotros cuando conversa cun reducido nmero de personas, entre las que nos encontramos. Nos enfdamos ante el insulto, no con la voluntad primaria de hacer dao al otro, sims bien con el objeto de ocultar el rechazo, de evitar el dolor de la vergenza.Si esta emocin seala una amenaza o un dao al vnculo, una separacila agresin subsiguiente es un smbolo de la aceptacin de esa ruptura, dedistancia. Si t te alejas, yo me alejo, proceso que contiene en s una muy pbable re tro a l i m en tac i n.

    Ahora bien, no toda vergenza lleva al conflicto (Retzinger, 1991: 57). La vergenza reconocida explcitamente por el sujeto implica un reconocimiento

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    alienacin que llevan al conflicto. Los estudios, realizados mediante la aplicacinanlisis microscpicos, segundo a segundo, tanto de discursos orales y escritos comgrabaciones videogrficas, se ha aplicado tanto al mbito microsociolgico (Re t z i n1991; Scheff y Re t z i n g e r, 1991), como al macrosociolgico (Scheff, 1994), estudioslizados siempre desde una orientacin metodolgica, el p a rt/Whole analysis , que pre t e n-de vincular las partes ms pequeas de la interaccin social con los todos ms gran( S c h e f f, 1997).

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    del otro, una muestra de deferencia y respeto hacia el otro, por lo que el stema puede reequilibrarse mediante una adecuadare paracin del vnculo,por ejemplo una autntica disculpa o una solicitud de perdn, no slo expr

    sada sino tambi