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Laura rico Gutiérrez de Piñeres

ciudadiNFor-

MaL:la historia de un barrio ilegal

COLECCIÓN ESTUDIOS CIJUS

Primera edición: julio de 2009© Laura Rico Gutiérrez de Piñeres © Universidad de los Andes Facultad de Derecho

Centro de Investigaciones Sociojurídicas - CIJUSDirección: Carrera 1ª Nº 18A– 10. Edificio RGCTeléfonos: 339 4949 – 339 4999. Ext: 3370Bogotá D.C., Colombia [email protected]

Ediciones UniandesCarrera 1ª Nº 19-27. Edificio AU 6Bogotá D.C., ColombiaTeléfono: 339 4949- 339 4999. Ext: 2133. Fax: Ext. 2158http//:[email protected]

ISBN: 978-958-695-449-5

Coordinación: Catalina GóngoraMaqueta: Daniel HincapiéDiagramación y producción: Marta RojasRevisión de textos: Emma ArizaCubierta: Alejandro OspinaImpresión: Nomos Impresores Cra. 39B Nº 17 - 85, Bogotá D.C.

Impreso en Colombia – Printed in Colombia

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o trasmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, fotoquímico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

Sobre una ciudad de contrastes entre loma y loma, cuadra y cuadra. PenSando en Jerusalén, Ciudad Bolívar. InSPIrada en el grafiti y el color de las calles de Bogotá una ciudad informal.

Rico Gutiérrez de Piñeres, Laura

Ciudad informal: la historia de un barrio ilegal / Laura Rico Gutiérrez de Piñeres. -- Bogotá: Universidad de los Andes, Facultad de Derecho, CIJUS, Ediciones Uniandes, 2009.

164 p.; 11 x 18,5 cm.- (Colección Estudios CIJUS)

ISBN 978-958-695-449-5

1. Pluralismo político -- Jerusalén (Barrio, Bogotá, Colombia) 2. Derecho de propiedad -- Jerusalén (Barrio, Bogotá, Colombia) I. Universidad de los Andes (Colombia). Facultad de Derecho II. Universidad de los Andes (Colombia). Centro de Investigaciones Sociojurídicas II. Tít.

CDD. 340.115 SBUA

coNteNido

6 IntroduccIón 1. Para empezar y para terminar 2. Historia ilegal: la historia de una ciudad informal

28 PerSonajeS

40 La HIStorIa de una cIudad InformaL 1. La llegada al barrio 2. Sin servicios 3. el loteo 4. La organización de la comunidad y los líderes del barrio 5. La legalización del barrio 6. La titulación 7. el proceso de titulación: el balance 8. retos para el futuro de jerusalén

136 La HIStorIa que quería contar

142 referencIaS bIbLIográfIcaS

146 aneXo fallo 776 de 2005 del tribunal administrativo de cundinamarca

Para eMPezar y Para terMiNarEn nuestra memoria y cuadernos guardamos imá-genes y palabras de cada ciudad que conocemos. Algunas de estas fotos las rescatamos a través del Internet, mientras que muchas de las frases perma-necen en paredes que quizás no volvamos a ver. La necesidad de hablar de algunas de estas imágenes y sus historias me impulsan a compartir este libro. Quienes queremos hablar de Bogotá somos muchos.

Este texto es una historia que quiero compartir especialmente con Nicolás Figueroa y con Francisco Quiroz, por las horas que caminamos en Jerusalén, por las entrevistas que hicimos y las conversaciones que disfrutamos juntos en 2005.

Gracias a Lucy Estela, a Francisco Evelio, a Rubén Darío, a Carmen y a las demás personas que entre-visté en Jerusalén, Ciudad Bolívar, por compartir conmigo su tiempo, sus historias y sus memorias de forma tan generosa.

1. iNtroduccióN

Quiero darles las gracias a Daniel Bonilla y a Eve-raldo Lamprea Montealegre, directores del proyecto sobre pluralismo jurídico y propiedad extralegal de la Universidad de los Andes, del cual fui asistente de investigación y de cuyo trabajo de campo nace este libro. Gracias a la experiencia de trabajar con ellos en ese proyecto comencé a enamorarme de la ciudad como espacio de interacción, de lucha, de supervi-vencia, de creación y destrucción.

Finalmente, les debo un agradecimiento especial a mis colegas del CIJUS por leer, una y otra vez, di-ferentes versiones de este texto. En especial a César Rodríguez Garavito, Julieta Lemaitre y Tatiana Al-fonso, quienes a través de sus críticas y comentarios me ayudaron a pasar esta historia de mi cabeza al papel y del papel a la calle.

Gracias a Ramón Bermúdez, a Robert Max Steen-kist, y a Tuca Vieira por compartir conmigo algunas de sus fotos para la publicación de este libro.

Y esta historia, su comienzo y su fin, es para mi viejo, quien con todo el cariño me ha contado, leído y compartido muchas historias desde que yo era niña. Y para mi mamá, esté lejos o cerca, por ser un motor de energía divina.

ciudad iNForMaL: La historia iLeGaL

Las ciudades del futuro en vez de estar hechas de acero y vidrio, como vislumbraron los urbanistas de generaciones anteriores, están principalmente construidas a partir de ladrillo crudo, paja, plástico reciclado, bloques de cemento y desechos de madera. Mike Davis 2006. TraDucción libre

Esta es una historia de la ilegalidad. De sus ecos, sus rumores y sus enseñanzas. Es la historia de cómo crece una ciudad entre casas inacabadas en un barrio de origen ilegal. También es la historia de esas fami-lias que ocupan las casas y lotes que se venden, de forma clandestina, en el sur de la ciudad. Hablo de unas fábulas que resuenan entre fotos y cuadernos viejos en Jerusalén, uno de los barrios de Ciudad Bo-

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ParaISóPoLIS, tuca Vieira, Sao Paulo, brasil, enero de 2005.

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lívar con la vista más privilegiada de Bogotá. Desde su morro de arena amarilla y escaleritas de cemento y piedras cortadas se ven las luces y se siente el mur-mullo del resto de Bogotá.

He podido contar la historia de una invasión, de una favela, de un morro, de una comuna en Mede-llín, en Buenos Aires, en Río de Janeiro, en São Paulo o en Ciudad de México.1 Y así contaría que estos barrios de origen ilegal, también llamados invasiones o urbanizaciones piratas,2 se destacan entre los más poblados, los más violentos y los más pobres de las grandes ciudades de América Latina y otros países del Tercer Mundo (Davis 2006).

Contaría que en cualquiera de estas ciudades, los ricos viven en barrios arborizados y sin basura, mientras que “los ilegales” o “piratas” construyen sus propios hogares, a la intemperie, sin infraestruc-tura y sin protección estatal. Diría que en sus calles se evidencia el encuentro entre la ciudad legal y la ciudad ilegal, que resulta del desarrollo de los barrios de origen clandestino (Freitag 2007). Enfatizaría que

[1] Veamos un ejemplo del caso brasilero. Según el Instituto Brasilero de Geografía y Estadística (IBGE), en Brasil hay tres millones de domicilios, o cerca de 12 millones de habitantes que viven sin agua. Hay también alrededor de 24 millones de domicilios o 93 millones de personas que no tienen servicio de alcantarillado. Esto, tan sólo por citar dos tipos de servicios públicos. En particular, en Río de Janeiro existen 602 favelas, con aproximadamente 980 mil habitantes, que viven en condiciones precarias con equipamientos urbanos y servicios públicos deficitarios. Véase más en http://www.ibge.gov.br/home/.

[2] Recomiendo la página de fotos de Carlos Torres, ‘Ciudad, hábitat y vivienda informal en la Colombia de los años 1990’ para tener un primer vistazo sobre la problemática de que trata este libro. Véase más en: http://www.bogotalab.com/albums/carlos_torres/index.htm.

la “autosegregación socioespacial” refugia a los más adinerados en barrios y condominios de lujo, mien-tras que los más pobres enfrentan una “segregación socioespacial forzosa”, ocupando las periferias urba-nas (Ramos 2003).

Si yo estuviera relatando esta historia, diría que la urbanización ilegal se caracteriza porque no reúne las condiciones de habitabilidad, ni goza de zonas de espacio público, ni sus casas tienen título predial.3 En estas ocupaciones se da la máxima explotación del terreno mediante loteo ilegal, con una tenencia irregular, sin servicios públicos y con problemas de acceso y conexión con otras partes de la ciudad.

En mi historia explicaría que la mayoría de estas ciudades empezaron a crecer desde la década de los setenta, al punto de tomarse las zonas rurales conti-guas, desdibujando los límites entre el casco urbano, la periferia y el campo (Sieverts 2003). Junto con este crecimiento ha predominado una ‘urbanización sin desarrollo’ y el crecimiento de una clase urbana pobre, desempleada o empleada informalmente, y sin acceso a una vivienda digna o propiedad formal (Davis 2006). Diría también que como consecuencia de este proceso de expansión urbana, uno de los mó-viles de lucha de miles de habitantes de los espacios urbanos en el Tercer Mundo trata precisamente del

[3] Estas son las características básicas que la Caja de la Vivienda Popular ha señalado como elementos centrales y comunes a los barrios con orígenes ilegales y tenencia irregular. La Caja de la Vivienda Popular es la entidad del Distrito encargada de liderar los procesos de titulación de bienes inmuebles en Bogotá. Si se quiere tener mayor información sobre los programas de titulación dirigidos por la Caja de Vivienda, véase http://www.cvp.gov.co/index.asp.

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acceso –a veces violento y clandestino– a una vivien-da, a equipamientos urbanos y a servicios colectivos (Rauta Ramos y Souza Barbosa 2003).

Sin embargo, de todas las historias posibles de narrar he querido contar, desde el punto de vista de sus habitantes, cómo nace, crece, se desarrolla y se legaliza un barrio de origen ilegal en Bogotá. He querido basarme en las reflexiones individuales y colectivas de los pobladores de Jerusalén para cons-truir un relato dialógico, complejo y vivencial de lo que significa construir una vivienda y desarrollar un barrio a las espaldas del apoyo estatal. Con esta his-toria quiero traducir en reflexiones, anécdotas, re-cuerdos y testimonios los datos que algunos conocen sobre la propiedad ilegal.

Según cálculos realizados en el Plan de Ordena-miento Territorial de 2000,4 que toman como prome-dio los últimos 11 años, el 44,06% del crecimiento total de Bogotá tiene un origen ilegal (Tarchópulos Sierra y Ceballos 2003). Los estudios muestran que entre diciembre de 1986 y enero de 1991 los lotes ilegales ocuparon 2.218,07 hectáreas, el 41,69% del total de la expansión territorial de la ciudad (Jiménez 1993). Según la empresa distrital Metrovivienda, la población de Bogotá con mayores problemas de vivienda son las familias con ingresos entre 1 y 4

[4] El Plan de Ordenamiento Territorial (POT) de Bogotá fue esta-blecido por el Decreto 619 del 28 de julio de 2000, por el alcalde mayor Enrique Peñalosa Londoño. Posteriormente, el POT fue revisado y modificado mediante el Decreto 190 del 22 de junio de 2004. Véase más información en la página Web de la Secretaría Distrital de Planeación de Bogotá: http://www.sdp.gov.co/www/section-2022.jsp.

smlmv,5 es decir, el 80% de los hogares de la ciudad (1.218.827 familias).6 Sin embargo, no es esta la histo-ria que quiero detallar.

De todos los barrios de invasión que existen en Bogotá, elegí la historia del barrio Jerusalén, en Ciu-dad Bolívar, una localidad representativa y emble-mática de lo que oficialmente se conoce como parte del estrato 1 y 2 del sur de Bogotá.7 Ciudad Bolívar es una de las tres localidades8 más grandes y más diversas de las 20 que integran la ciudad (Secreta-ría de Gobierno de Bogotá 2009). Su extensión total

[5] Salario mínimo legal mensual vigente en Colombia.

[6] Véase más en la página Web de Metrovivienda, la empresa distrital encargada de garantizar una oferta legal de viviendas para estratos 1 y 2, dotada con todos los requerimientos necesarios para una vida digna e incluyente. Esta oferta está constituida por la vivienda de interés social (VIS) www.metrovivienda.gov.co/flash/proyectos.htm.

[7] Ciudad Bolívar es la tercera localidad más extensa de Bogotá, después de las localidades de Sumapaz y Usme. Ciudad Bolívar tiene ocho (8) UPZ: Mochuelo, Monte Blanco, Arborizadora, San Francisco, Lucero, El Tesoro, Ismael Perdomo y Jerusalén, de las cuales cinco (5) son de tipo residencial de urbanización incompleta, una es de tipo residencial consolidado, una de tipo predominantemente dotacional y una es de desarrollo. Para el año 2001, Ciudad Bolívar figuraba con un total de 252 barrios. Véase http://www.veeduriadistrital.gov.co/es/download.php?uid=0&grupo=253&leng=es&det=10387.

[8] Bogotá cuenta con una clasificación geográfica interna en la que se destacan 20 localidades, las cuales hacen parten de una división política, administrativa y territorial. Así mismo se distinguen por tener competencias claras y criterios de financiación de recursos creados por el Concejo Municipal, a iniciativa del alcalde respecti-vo. Por medio del Acuerdo 02 de 1992 se dividió la ciudad en 20 localidades: 1. Usaquén, 2. Chapinero, 3. Santa Fe, 4. San Cristóbal, 5. Usme, 6. Tunjuelito, 7. Bosa, 8. Kennedy, 9. Fontibón, 10. Enga-tivá, 11. Suba, 12. Barrios Unidos, 13. Teusaquillo, 14. Mártires, 15. Antonio Nariño, 16. Puente Aranda, 17. Candelaria, 18. Rafael Uri-be, 19. Ciudad Bolívar y 20. Sumapaz. Véase más en http://www.bogota.gov.co/portel/libreria/php/decide.php?patron=01.010907.

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es de 12.998,46 hectáreas, de las cuales 3.237,87 se clasifican como suelo urbano, 204,65 como suelo de expansión y 9.555,94 como suelo rural, que equivale al 73,51% del total de la superficie de la localidad (Secretaría de Gobierno de Bogotá 2009). Para 2001, esta localidad tenía 252 barrios.

Ciudad Bolívar comenzó a poblarse de forma clandestina en los años cuarenta, cuando algunas de las grandes haciendas ubicadas al sur de la ciudad comenzaron a ser parceladas y ocupadas por per-sonas que venían de los departamentos de Tolima, Cundinamarca y Boyacá. Luego, en los años cincuen-ta, se formaron los primeros barrios: Meissen, San Francisco, Buenos Aires, Lucero Bajo y la María, si-tuados en la parte baja de Ciudad Bolívar. Esta etapa inicial de urbanización siguió hasta los años sesenta, cuando la población no superaba los 50 mil habitan-tes (Alcaldía Mayor de Bogotá 2009).

Durante los años ochenta comenzó el segundo boom urbanístico y la población aumentó en más o menos 250 mil personas. Para esta época se inició la ocupación de las partes más altas de la localidad, lo que implicó enormes dificultades en la instalación de los servicios públicos y adecuación del territorio (Secretaría de Gobierno de Bogotá 2009).

Con el paso de los años, y luego del crecimiento de la ocupación en estas lomas del sur, Ciudad Bo-lívar fue creada formalmente como localidad de Bo-gotá mediante los Acuerdos 13 y 14 del Concejo de Bogotá en 1983. Es durante este tiempo cuando co-mienza el desarrollo de Jerusalén,9 uno de los barrios

[9] Con el Acuerdo 14 del 7 de septiembre de 1983 se creó la

dentro de Ciudad Bolívar legalizado por primera vez en 2002.10

Alcaldía Menor de Ciudad Bolívar, a la vez que se definieron sus límites. Mediante los Acuerdos 2 y 6 de 1992 se constituyó la localidad de Ciudad Bolívar, conservando sus límites y nomenclatu-ra, administrada por el alcalde local y la junta administradora local, con un total de once ediles. Véase más en http://www.bogota.gov.co/histo.php?idh=1630&patron=1&pos=.

[10] A través de la Resolución número 394 del 1º de octubre de 2002, el Departamento Administrativo de Planeación Distrital legalizó el desarrollo Jerusalén perteneciente a la Localidad No. 19 de Ciudad Bolívar. El 15 de noviembre de 2002, Consuelo Gaviria Londoño y María Victoria Gaviria Londoño, en su condición de propietarias de parte de los terrenos donde se ubica Jerusalén, interpusieron un recurso de reposición y, en subsidio, el de apelación con el ob-jeto de declarar la nulidad de esa resolución. Ante este recurso, la Directora del Departamento Administrativo de Planeación Distrital confirmó la citada Resolución número 394 y resolvió de forma ne-gativa el recurso interpuesto en la Resolución 036 del 31 de enero de 2003. Esta decisión fue apelada por las demandantes el 22 de agosto de 2003 y, a través de la Resolución número 97 del 7 de abril de 2003, el Alcalde Mayor del Distrito Capital nuevamente confirmó la Resolución número 394. Las demandantes llevaron el caso hasta la última instancia, instaurando una acción de nulidad y restablecimiento del derecho ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, con el objeto de declarar la nulidad de las tres resoluciones que habían confirmado la legalización del territorio de Jerusalén. En su demanda ante el Tribunal, las señoras Gaviria Londoño solicitaron se ordenara que el Distrito Capital de Bogotá, por medio del Departamento Administrativo de Planeación Distrital o de la entidad distrital que correspondiera, procediera a la adquisición de los predios de propiedad de las demandantes a través de una negociación directa o, en su defecto, decretara la expropiación de los predios. Por medio del Fallo 776 de 2005, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca declaró la nulidad de las resoluciones números 394 del 1º de octubre de 2002 y 36, del 31 de enero de 2003, expedidas por el Departamento Administrativo de Planeación Distrital, y la Resolución número 97 del 7 de abril de 2003, proferida por el Alcalde Mayor de la ciudad de Bogotá D.C. A título de restablecimiento del derecho vulnerado a las demandantes, el Tribunal ordenó al Departamento Administrativo de Planeación Distrital rehacer el trámite de legalización del barrio, para lo cual debe realizar los procedimientos de compra directa o expropiación a que haya lugar.

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Sin embargo, la historia de Jerusalén que cuento en este libro no es la historia cronológica, ni el le-vantamiento arquitectónico, ni la historia jurídica, ni la historia oficial de cómo surgió y se desarrolló el barrio.11 En mi caso, tuve que pasar ocho meses rea-lizando entrevistas sobre el sistema de compraventa de bienes inmuebles en el barrio Jerusalén para en-tender cuál era la historia que me interesaba relatar.12 Las escenas que vi, las conversaciones que sostuve, las fotos que tomé y las veces que lloré me hicieron interesar por la vida de las miles de familias que se hallan en asentamientos sin atención estatal. Sólo oyendo a sus gentes comprendí que hacía falta pres-tarles mayor atención a los testimonios levantados para entender más allá de los datos, de las normas, sentencias o noticias que hablaban del crecimiento de Bogotá. Estas historias me hicieron recapacitar so-bre la necesidad de hablar del abandono, de la fragi-lidad y la pobreza, pero también sobre la resistencia y la lucha colectiva que se vive en el lado ilegal de una ciudad informal.

Aunque este libro da cuenta de la investigación sociojurídica realizada, el texto es poco usual dentro del estilo narrativo que ha caracterizado la tradición académica del Derecho en Colombia. El texto se pa-

[11] Véase el Anexo de este libro, Fallo 776 de 2005 del Tribunal Ad-ministrativo de Cundinamarca, donde se sintetiza la historia oficial, estatal, sobre la legalización del barrio Jerusalén.

[12] La información sobre cómo se creó el barrio Jerusalén y qué tipo de prácticas de compraventa se usan en su interior fue obtenida durante una investigación sociojurídica en la que participé junto con Nicolás Figueroa y Francisco Quiroz, bajo la dirección de los profesores Daniel Bonilla y Everaldo Lamprea de la Facultad de Derecho, Universidad de los Andes, durante 2005.

rece más a una novela literaria, por su inspiración, estructura, tono, vocabulario y emotividad. La in-formación recogida no se cita ni se analiza desde un punto de vista externo, sino que se divulga y analiza a partir de las visiones de tres narradores principales que cuentan, a lo largo de ocho secciones, la historia de su barrio que es también la historia de una ciudad informal.13

He privilegiado de forma radical el punto de vista interno de los entrevistados, sacrificando mi labor in-terpretativa y expositiva, con el propósito de destacar la experiencia, la reflexión y la construcción dialógica del discurso de los habitantes de este barrio.14 Elegí minimizar mi rol como narradora de una historia de la cual no he sido partícipe, pues para la historia del crecimiento de un barrio de origen ilegal no hay mejor narrador que quien ha construido su vivienda y la de sus vecinos, o quien ha ayudado a instalar los contadores de luz, o provisto del servicio del agua a su comunidad. Nadie mejor que un poblador de Jerusalén para dar cuenta, de primera mano, de un fenómeno que tradicionalmente se aborda desde puntos de vista que suelen omitir la parte más cruda, más vivencial de la experiencia; aquella callada entre los recuerdos y los muros de latón de miles de casas.

[13] Al principio de cada uno de los ocho capítulos centrales del libro se presenta un breve resumen comentado sobre las principales temáticas de cada sección.

[14] Las entrevistas realizadas fueron del tipo semiestructurado, ya que éste deja un margen suficientemente amplio de respuesta, en el que cada entrevistado menciona los datos o anécdotas que es-pontáneamente quiera contar. Al final de la entrevista se obtienen respuestas cargadas de detalles o ideas afines a las originalmente enunciadas, dado el amplio marco en el que las preguntas son formuladas y el espacio flexible en el cual pueden ser respondidas.

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Puesto que los relatos de los entrevistados están cargados de detalles, experiencias, eventos y temas que merecen ser contados, los narradores, al descri-bir cómo vivenciaron ciertos hechos, recurren a com-paraciones, anécdotas, reflexiones o críticas de even-tos anteriores, posteriores o paralelos que no pueden ser recogidos ni transcritos como si la información sucediera de manera ordenada y secuencial. Estas consideraciones han hecho que el texto que congrega estas historias se asemeje a lo que en teoría literaria se denomina ‘novela polifónica’ (Bajtín 1993b). El texto que se presenta entonces es:

dialógic[o], no se estructura como la totalidad de una conciencia que objetivamente abarque las otras, sino como la total interacción de varias, sin que entre ellas una llegue a ser el objeto de la otra; esta interacción no ofrece al observador un apoyo para la objetiva-ción de todo el acontecimiento de acuerdo con el tipo monológico normal (…) y hace participante, por lo tanto, también al observador. (Bajtín 1993a)

Esta narrativa polifónica –de muchas voces– se ha hecho a partir de la información contenida en las di-ferentes entrevistas realizadas con tres líderes comu-nitarios de Jerusalén: la líder del sector de Bellavista la Ye, el líder del sector de Paraíso y el líder del sector de Nueva Argentina.15 Concentré mi atención en las biografías y en los testimonios de Lucy Estela, Fran-cisco Evelio y Rubén Darío, sacrificando cerca de 40 entrevistas adicionales que realicé en 2005 como par-te de esta investigación.

[15] Jerusalén está dividido en siete sectores: Nueva Argentina, Santa Rosita de las Vegas, Bella Vista la Y, Paraíso, Pradera la Esperanza, Tanque Laguna y Potosí. Cada sector es dirigido por los presiden-tes de la respectiva junta de acción comunal.

Opté por omitir las entrevistas con los demás líderes y habitantes del barrio, al igual que las en-trevistas con los funcionarios del Distrito de Bogotá, porque la unión y el diálogo de las experiencias de estos líderes bastan para mostrar de qué trata el surgimiento y desarrollo de un barrio ilegal desde un punto de vista interno. Además, porque a través del testimonio de estos líderes se describe también su relación con los funcionarios del Distrito, con los representantes de su localidad, con los ediles y abogados que en diferentes momentos han entrado a participar en la historia de Jerusalén.

Las vidas de estos tres líderes han estado marcadas por un trabajo comunitario de lucha para obtener servi-cios públicos, educación escolar, hospitales, seguridad, y también un título legal sobre su lote y casa. Estas luchas han ido cambiando a lo largo del tiempo y estos tres líde-res siguen siendo protagonistas y relatores de la historia por sus derechos. Por lo tanto, se trata de tres narradores sabedores de sus procesos y experiencias colectivas.16 Ellos son depositarios de la historia de Jerusalén que pocos conocen, al igual que de las memorias institu-cionales de las juntas de acción comunal (JAC)17 que ellos han dirigido en los diferentes sectores del barrio.

[16] Véase más sobre la labor de liderazgo de estas personas en las páginas Web http://www.voltairenet.org/article121148.html y http://www.desdeabajo.info/index.php/ediciones/109-edicion-86/1-jerusalen-mandato-comunitario-ante-la-emergencia-social.html.

[17] Las juntas de acción comunal son organizaciones civiles que propenden por la participación ciudadana en el manejo de sus comunidades. Sirven como medio de interlocución con los gobier-nos nacional, departamental y municipal, y buscan la creación de espacios de participación que ayuden al desarrollo en barrios, co-rregimientos y veredas. Con ellas, los alcaldes también pueden fijar el plan de desarrollo, concertar proyectos y vigilar su ejecución.

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También elegí trabajar a partir de las entrevistas conducidas con estos tres líderes porque sus respues-tas englobaban de forma más completa, detallada y organizada aquella historia que se iba repitiendo en mi cabeza con el eco de las demás personas entrevis-tadas. Además, pasé muchas más horas a la semana hablando con estos líderes que con otras personas porque decidí aprovechar su entusiasmo y trayecto-ria como fuente de primera mano sobre la historia de constitución y desarrollo del barrio.

Las entrevistas utilizadas se han organizado de manera tal que se entienda la cronología histórica del barrio, al igual que las problemáticas vividas, sin editar más que lo mínimo para hacerlas com-prensibles. A lo largo de las ocho secciones del libro se identifica el nombre de cada uno de estos líderes comunitarios antes de cada intervención para no confundir la voz de cada narrador, ni su historia de vida, a través del texto.

Con la unión de estas tres voces he querido con-tar la historia de una ciudad informal que ha crecido de forma desmesurada, generando límites difusos entre la ciudad legal e ilegal. Sus calles y laberintos inacabados reproducen una ciudad segregada, un espacio inconsistente e irregular que necesariamente divide la vida en la ciudad entre quienes están de uno y otro lado.

Leer este texto como una novela de tres voces implica aproximarse a un panorama complejo, dia-lógico y vivencial sobre el origen y las características del barrio Jerusalén. Sin embargo, a medida que se van conociendo las historias de vida de cada uno de sus narradores, el texto va respondiendo preguntas

centrales sobre lo que constituye la ilegalidad. Entre estas, ¿cómo se compran y venden bienes inmuebles en un barrio de origen ilegal?, ¿bajo qué reglas y prácticas sociales se hacen estas transacciones? y ¿en qué se asemejan y diferencian estas normas y prácti-cas frente a las reglas y valores del derecho estatal?

Las primeras historias hablan de las condiciones físicas y sociales que dificultan la vida familiar y comunitaria en un barrio ilegal. Me refiero a la falta de servicios públicos, vías públicas y asistencia esta-tal. Las historias que se narran a continuación hablan de cómo se organizan las comunidades para obtener servicios colectivos y para proteger su propiedad ante terceros (sean otros invasores u oficiales del Distrito Capital). Luego, conocemos las complica-ciones, ventajas y desventajas de la legalización del barrio, incluyendo la lucha por legitimar una situa-ción de hecho, a pesar de la regulación existente y las demandas de la familia Gaviria, propietaria original del territorio donde se desarrolló Jerusalén.18 Una vez obtenida la legalización, siguen las historias so-bre el debate que ha habido en torno a la legalización individual de cada casa, de cada lote: la titulación

[18] Juan Gaviria Restrepo, Carlos Alberto Gaviria Restrepo, Isabel Gaviria de Reid, Mercedes Gaviria de Hollman y Elvira Gaviria de Kroes adquirieron en el año 1958 derechos en común y proindi-viso sobre los terrenos que constituían la Hacienda Casablanca. Posteriormente, por medio de la escritura pública No. 1518 del 12 de mayo de 1959 de la Notaría Tercera de Bogotá, se puso fin a la indivisión y se procedió a la partición material y adjudicación de los respectivos lotes. El debate legal sobre la legalización del barrio Jerusalén es largo, como casi todo proceso judicial. Para conocer el pleito que esta familia instauró contra Bogotá, véase, entre otros, el Fallo 776 de 2005 del Tribunal Administrativo de Cundinamar-ca, anexo a este libro.

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predial. Los líderes reconocen la importante gestión de la Caja de la Vivienda Popular en los procesos de titulación, como también hablan sobre las dificulta-des económicas y culturales que conlleva aceptar que los derechos sobres sus lotes están en jaque cuando no cuentan con un título legal. Finalmente, la historia de Jerusalén termina con unas reflexiones generales sobre la necesidad de recibir mayor atención estatal en el barrio.

Expresiones como carta de compraventa, promesa de venta, título legal, escritura pública, libro de predios, Caja de la Vivienda Popular (CVP) y confianza se encontra-rán a lo largo del texto. A veces definidas de forma confusa, contradictoria o desconocida, estos términos también hablan del proceso de construcción del ba-rrio pues alrededor de ellos se han tejido diferentes significados sobre lo que según sus habitantes es legal o ilegal en Bogotá.

Como se sugiere, esta historia también da pistas importantes sobre la relación que se desata entre los habitantes de un barrio de origen ilegal y las auto-ridades del Distrito de Bogotá en los diferentes mo-mentos históricos de la configuración del lugar: en su fase de construcción, desarrollo y legalización. Parte de esta relación está permeada por los mecanismos y las estrategias que se usan por las partes para definir qué es lo legal y cómo se defienden los derechos in-dividuales y colectivos desde cada perspectiva.

Al pasar las páginas y conocer más sobre estas ocho historias será más evidente cómo legalidad e ilegalidad, en diferentes planos, conviven, chocan y coexisten en una ciudad informal. Así mismo es una historia hecha de relatos que se mueven en diferen-

tes direcciones, hablando alrededor de un mismo tema. Podrá suceder que algunos lectores se intere-sen más por ciertos temas que por otros. Sin embar-go, hay unas ideas importantes que surgen del traba-jo de campo realizado y que vale la pena destacar.

Del total de las entrevistas practicadas en 2005 para desarrollar esta investigación se encontró como patrón general de respuesta que, según los poblado-res de Jerusalén: (1) no hay dudas de que el barrio es de origen ilegal y que los propietarios originales del territorio son la familia Gaviria; (2) cuando un barrio es clandestino no recibe apoyo estatal mientras no se legalice; (3) la legalización y titulación predial son deseables para normalizar y mejorar las condiciones del barrio; (3) obtener un título legal eleva el estatus de una vivienda, dado que genera derechos ciertos sobre el bien; (4) que aun reconociendo el valor de obtener un título legal, en Jerusalén se han desarro-llado estrategias y acuerdos consensuales y eficientes sobre cómo regular y proteger la propiedad que hoy en día siguen operando al margen de la regulación estatal; y (5) que aun necesitando apoyo estatal en todos los temas que conciernen al desarrollo urbano y la vida digna en la ciudad, los habitantes de Jerusa-lén han sabido autoconstruir sus casas, su barrio y su espacio en la ciudad, al igual que el resto de los vecin-darios que crecen sin legalidad y atención estatal.19

Los puntos cuarto y quinto sintetizan el abismo que existe entre el derecho y la realidad: aunque uno está inmerso en el otro, a veces cada mundo rige en

[19] Véase más sobre estas conclusiones en la parte final de este libro: La historia que quería contar.

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un territorio sobrepuesto, pero diferente. A veces, el derecho está presente y esa es la ciudad legal. Cuando ni el Estado ni el derecho están presentes, surge la ciudad ilegal. En ciudades como Bogotá, la una coexiste en la otra y por eso se le llama ciudad informal.

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Como todos los observadores, yo tengo mi subjetividad (…). Creo que para mí lo más importante es intentar ayudar al lector a reconocer los lentes a través de los cuales se refracta la realidad. MiTchell Duneier 2001. TraDucción De la auTora

2.PersoNajes

La conStruccIón y el desarrollo de Jerusalén, contados a partir de los recuerdos indi-viduales y colectivos de sus habitantes, es el testimo-nio vivo de cómo surge, se desarrolla y se legaliza un barrio de origen ilegal. Esta historia también habla de la forma exponencial y desordenada en la que ha crecido Bogotá y de los tipos de pugnas que se dan a propósito de la apropiación, uso y acceso a la vivien-da y a servicios públicos en el espacio urbano. Sin embargo, la historia de Jerusalén, Ciudad Bolívar, no es única.

Esta historia le habla también a la historia de barrios parecidos a Jerusalén, más viejos o más nue-vos, en otras partes de Bogotá, en otras ciudades de Colombia, en Brasil, México o Argentina, entre otros. Existen muchos países del mundo donde las ciuda-des han explotado demográficamente, desequilibran-do el poder de mando de las autoridades estatales y generando situaciones de segregación socioespacial, donde el acceso a la ciudad y a sus servicios públicos

depende, en gran medida, del lado del río en que se viva o de la cuna en que se nazca. Con la presen-tación de los personajes-narradores de este libro se busca resaltar que los líderes de la comunidad de Jerusalén no son simples narradores aleatorios del texto, ni tampoco personajes de ficción; son la voz detrás de sus recuerdos y las experiencias familiares que subyacen a su propia historia.

Lucy esteLa1

Lucy Estela es una mujer conversadora y luchadora. Por las mañanas trabaja en el Comité de Desmargi-nalización o se dedica a buscar recursos para llevar programas sociales para los jóvenes y las personas de la tercera edad de Jerusalén. Por las tardes, Lucy Estela atiende su papelería ubicada en uno de los sectores más comerciales de Jerusalén. A veces se queja porque no le puede dedicar el tiempo que qui-siera a su familia porque el trabajo con la comunidad demanda mucho cuidado y atención. Su vinculación a la Junta de Acción Comunal (JAC) de Bellavista la Ye, un sector de Jerusalén, es reciente; ella misma reconoce que tiene vecinos y amigos con mucha más experiencia en el trabajo comunitario.

Para Lucy Estela, ser líder es querer ayudar a la gente y saber enfrentar los problemas con prontas soluciones. Alega que el Estado muchas veces no tiene los recursos para gestionar los programas que

[1] Líder de la Junta de Acción Comunal del sector Bellavista la Ye, Jerusalén, Ciudad Bolívar, 2005.

SIn títuLo. Laura rico gutiérrez de Piñeres, medellín, 2008.

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su comunidad se merece o que se concentra en tec-nicismos que no deben ser lo primordial en Ciudad Bolívar. Sin embargo, ella sigue con rigor los regla-mentos y estatutos de la JAC porque eso hace parte de la “forma de operar del Estado” y porque Jeru-salén, para Lucy Estela, no puede quedarse atrás en relación con el desarrollo general de la ciudad.

Lucy Estela llegó al barrio con sus tres hermanos cuando era una niña, en los años ochenta, cuando apenas comenzaba el asentamiento de Jerusalén. Ella y su familia se instalaron en una casa arrendada, pues su padre, quien venía de Guaduas, había sido trasladado a Bogotá. Ella recuerda lo difícil que fue acomodarse en esa casa: toda la familia debía dormir en una sola habitación. Por esa razón, desde muy pequeña tuvo claro que, al terminar sus estudios, su prioridad era tener una casa propia para evitarse tantas incomodidades. Así, compró un lote, de la misma manera en que su padre adquirió la segunda casa donde vivieron, tal y según ha comprado todo el mundo en Jerusalén: pagando en efectivo y fir-mando una promesa de venta (o carta de compraven-ta). Hoy en día, 30 años después, su familia aún vive en Jerusalén.

Lucy Estela ha seguido de cerca el proceso de titulación que ha gestionado la Caja de la Vivienda Popular (CVP) en Jerusalén, pero entendió el valor de tener un título legal sólo hasta cuando inició su trabajo en la comunidad, momento en el que comen-zó a empaparse de la jerga legal, sus tecnologías y burocracia. Ella nunca ha dudado que el lote que compró es de su propiedad, y que las casas que están a su mano derecha y a su mano izquierda son de tal

o cual vecino (así los terrenos tengan un origen infor-mal); para eso existen y se usan las cartas de compraven-ta, diría ella: para identificar quién es dueño de qué en su barrio. Para ella, como para muchos habitantes del barrio, los títulos de propiedad nunca hubieran sido una preocupación, a no ser por el trabajo de difusión hecho por las JAC y la CVP.

Para Lucy Estela, el problema grueso de Jerusalén no es que existan o no títulos de propiedad, pues eso se sabe con las cartas de compraventa. Su preocupación real es que la mentalidad de sus vecinos no les per-mite entender que como barrio, como parte integral de Ciudad Bolívar, deben tener visión de ciudad para hacerse parte de Bogotá y ser partícipes de los proce-sos de modernización de la misma.

FraNcisco eveLio2

Francisco Evelio, a diferencia de Lucy Estela, se pre-ocupó por la legalidad de su lote y por la seguridad de su vivienda desde el momento en que llegó al barrio y se ubicó en el sector de Nueva Argentina, en Jerusalén. Apenas empezó a escuchar que los propie-tarios originales de los terrenos habían demandado al Estado por la invasión,3 indagó en la Alcaldía Ma-yor y en la Presidencia de la República en busca de la manera de proteger su tenencia. Él sabía que el título legal no sólo lo protegía como propietario, sino que

[2] Líder de la Junta de Acción Comunal del sector Nueva Argentina, Jerusalén, Ciudad Bolívar, 2005.

[3] Véase el Anexo al final del libro para conocer la versión estatal sobre este problema: Fallo 776 de 2005 del Tribunal Administrati-vo de Cundinamarca.

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también le iba a permitir incorporarse en un progra-ma de mejoramiento de vivienda, aplicar para un subsidio, o acceder a un crédito ante entidades como la CVP. Pero en ese momento inicial, Francisco Evelio no obtuvo una respuesta favorable de las entidades públicas y decidió que lo más inteligente era iniciar un proceso judicial con uno de los abogados que llevaba los procesos de titulación predial en Ciudad Bolívar: Octaviano González.

Hoy en día, Francisco Evelio es un hombre que sigue de cerca a los abogados que trabajan en su comunidad; también apoya la gestión de la CVP por-que considera que la comunidad tiene mayores ga-rantías trabajando con una entidad del Distrito (que está vigilada) que con los abogados particulares, que en muchos casos han estafado a sus clientes, robán-doles el dinero que habían invertido para el proceso judicial a través del cual obtendrían el título legal sobre su vivienda.

El hermano de Francisco Evelio compró un lote en Jerusalén desde 1982, y él, quien es originario del Valle del Cauca y que vivió en Bogotá en el barrio Venecia, se pasó a Jerusalén en 1994. Antes de mu-darse estuvo averiguando en otros barrios similares, pero la razón principal que motivó su compra en este sector de Ciudad Bolívar fue la vista panorámica de Bogotá que le ofrecía el sector de Nueva Argentina en Jerusalén: uno de los puntos más altos y con me-jor vista de esa parte del sur de Bogotá.

En el momento de perfeccionar el negocio, le co-braron $165.000 (sin ningún gravamen o impuesto) por el lote, que a su vez ya había tenido varios pro-pietarios. Su primera casa la construyó solo, gracias

al apoyo económico prestado por una profesora de Bellas Artes de la Universidad Nacional y según los planos que le diseñó un arquitecto llamado Rafael por la suma de $20.000. A medida que fue aumentan-do su patrimonio, dejó su trabajo de celador, abrió una marquetería en el norte de Bogotá y compró un segundo lote en Jerusalén.

Francisco Evelio se ha dado a conocer en la comu-nidad por su trabajo enfocado en legalizar el alum-brado público e implementar los contadores de luz en Jerusalén, al igual que por su gestión encaminada a desarrollar el programa de pavimentos. Hoy en día sabe y reconoce que las dinámicas comunitarias han cambiado; las peleas más fuertes se dieron mientras el barrio se constituía, pues él y sus vecinos carecían de servicios públicos y tenían que luchar constante-mente contra los policías que querían desalojarlos. También recuerda que en esos primeros años entre los vecinos podía haber confusiones sobre quién era el propietario original de un lote, pues un día cualquiera podía formarse un asentamiento de una familia en un lote que ya había sido comprado ante-riormente por otras personas. Francisco Evelio señala que esos problemas se solucionaban utilizando “ban-deras” que identificaban los territorios y contrastan-do las promesas de venta de cada cual.

En los últimos años, como líder comunitario, Francisco Evelio ha manejado recursos del Distrito para remodelar la cancha de fútbol y el parque de su sector. Una de sus preocupaciones como líder es que la comunidad a veces no entiende cómo operan las JAC y critica sin conocer los proyectos de líderes como él. Peor aún, diría él, la gente piensa que el

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Gobierno va a ir al barrio a resolverles los problemas o simplemente son escépticos frente a los procesos, como el de la titulación predial, hasta tanto no vean las sentencias judiciales. Tratándose de la titulación, dirá él, lo más importante es que cada cual se meta en el proceso legal que le brinde mayores garantías a precios cómodos.

rubéN darío4

Rubén Darío es un hombre de izquierda que se ha preocupado porque su comunidad reciba la atención y el respeto del Estado. Ha trabajado en construcción, en política y ha sido el líder del sector Paraíso en Jerusalén. Se considera un hombre familiar, es padre de cinco hijos y abuelo. Por su lote pagó $60.000 en dos cuotas, suma que aún considera alta para el mo-mento en que compró (1981), pues los demás lotes valían entre $5.000 y $35.000. Pero el afán y las ganas de perfeccionar el negocio fueron determinantes a la hora de comprar. Poco a poco, con la colaboración de sus vecinos, fue construyendo su ranchito y manifiesta con orgullo que el trabajo conjunto le ha dejado estre-chos lazos de amistad. Apenas terminó su casa, ayu-dó a gestionar un proyecto de autoconstrucción de 16 viviendas para otros vecinos, lo que rápidamente lo consolidó en el barrio como líder de la comunidad.

Rubén Darío, luego, se enfocó en construir la pri-mera escuela de Jerusalén y participó en la Asocia-ción de Padres de Familia y en la organización de las siguientes nueve escuelas del sector. Ha tenido que enfrentarse con la policía, ahuyentar a los políticos

[4] Líder de la Junta de Acción Comunal del sector Paraíso, Jerusalén, Ciudad Bolívar, 2005.

y negociar con altos funcionarios del Distrito para la legalización de Jerusalén, la adecuación de los servicios públicos y para iniciar los procesos de titu-lación. Esto ha implicado luchar contra los prejuicios que otros habitantes de Bogotá tienen sobre Ciudad Bolívar. Sin embargo, él señala que la comunidad siempre lo ha apoyado.

Rubén Darío cuenta sobre los distintos momentos de desarrollo que ha enfrentado el barrio, y cómo sus habitantes fueron capaces de organizarse para luchar por las mismas causas: el agua, la luz, el gas, etc. Después de vincularse con la JAC de Paraíso, dirigió y vigiló los procesos de titulación que las demás JAC estaban llevando con el abogado Octaviano Gonzá-lez y se ha encargado de organizar a la comunidad para que trabaje con la CVP.

Rubén Darío no duda que las promesas de venta son útiles para identificar quién es propietario de qué lote, pero cree que el derecho de propiedad sobre los terrenos en los que habitan él y sus vecinos no se mide únicamente por eso. Asegura él que las prome-sas de venta son recibos informales, un simple papel que puede perderse y ensuciarse. Para él, las prome-sas de venta no los acreditan de manera exclusiva o preferente como propietarios, pues las dinámicas del barrio han generado otras formas de validar las relaciones de las personas con los inmuebles. Por eso valora las estrechas redes de amistad existentes dentro de la comunidad. Cada quien puede atesti-guar cuánto tiempo lleva su vecino en cada casa y ninguna ley ni ningún Gaviria5 puede cobrarles lo que

[5] La familia propietaria original de los terrenos donde se erigió la

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ya han pagado. Él considera que el hecho de que les hubiera tocado “conectarse” los servicios públicos por sí mismos, al igual que luchar por la legalización del barrio, es un gesto suficientemente ilustrativo de vivienda y construcción de la propiedad como para que sus derechos como propietarios pendan de un papel. La confianza entre las personas, dirá Rubén Darío, es más importante que el título legal. No obs-tante, cree en las instituciones públicas, apoya los procesos de titulación de la CVP y denuncia la poca participación que han tenido los políticos que re-presentan a Ciudad Bolívar frente a las instituciones públicas en Bogotá.

invasión de Jerusalén. Véase nota al pie 16, pág. 21.

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En la medida en que el barrio fue creciendo se abrieron unas trochas que con el paso de los carros se fueron volviendo camino. Hubo una sequía y cuando se llegaba a Pradera ya no había pastico, ni había maguey, ni había nada.

3.La historia de uNa ciudad iNForMaL

terraZaS de PatIo bonIto. ramón bermúdez, bogotá, enero de 2008.

Entonces usted subía negro y llegaba mono por la arena amarilla que se levantaba del piso todo el tiempo. Entonces se parecía mucho a la ciudad de Jerusalén y se le colocó Jerusalén. carMen FernánDez 2005

La ciudad, en todo caso, es un texto que hay que aprender a leer, un texto que da pie a múltiples lecturas… alberTo barrera 2005

PriMera historia La LLeGada aL barrioEsta historia cuenta cómo llegan los primeros habitan-tes de Jerusalén a un territorio extenso e inclinado que luego dio nombre al barrio. Motivados por el interés de tener una casa propia y dejar de pagar arriendo, hicieron transacciones rápidas y económicas para asegurar los primeros pilares de sus viviendas. Las pri-meras casas se construyeron con materiales frágiles, cuando el terreno era agreste y sin condiciones para construir, pero la vista de Bogotá y la posibilidad de tener algo propio motivaron a muchas familias a unir-se y poblar una montaña que se decía era de una fa-milia de apellido Gaviria. Algunos compraron lotes y otros compraron casas que ya habían tenido dueños, meses o años atrás. Todos tenían la misma ilusión de tener una vivienda propia que no habían podido com-prar en otras zonas más costosas de Bogotá.

Lucy eSteLa LóPeZ ¿Y es necesario decir la edad? A una mujer no se le debe preguntar la edad ni a un hombre el peso. Eso que quede claro. Mi nombre es Lucy Estela López. Soy una persona común y corriente, ahorita presi-dente de la Junta de Acción Comunal. Trabajo independiente e igual trabajo con el Comité de Desmarginalización, siendo la presidente de los demás presidentes de las juntas de acción comunal. Tengo dos hijos y esposo. Siempre dicen que quienes son de las juntas de acción comunal –las señoras–, los esposos terminan separados porque ellas le dedican mucho a la comunidad. Eso es verdad, yo creo, no porque vaya a terminar separada, pero porque uno sí tiene que dedicarle muchísimo a la comuni-dad, tanto que en las mañanas nunca estoy en mi papelería. Lo bueno de barrios como Jerusalén es que se han hecho a la par con las mismas personas.

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Yo me acuerdo cuando yo llegué al barrio, hace 18 años... A mi papá lo trasladaron de otra ciudad a trabajar acá y trabajaba como guarda de seguridad con la Fundación Social. Ellos tenían unos terrenos en la parte de arriba de Jerusalén, que es al lado del Palo del Ahor-cado. Él era guarda de ahí y entonces pues donde va el jefe del hogar va su familia al pie, ¿no? Entonces fue un traslado, vivíamos en Guaduas, Guaduas al lado de Villeta, y nos vinimos hasta Bogotá… Siempre la expectati-va de todo el mundo es llegar a Bogotá, ¿no? Ver qué pasa en Bogotá.

francISco eVeLIo marín Yo llegué a conocer estas tierras en el 82 cuando comenzó la inva-sión. Yo estaba de recién llegado, yo vengo del Valle, norte del Valle, y yo estaba recién llega-do y yo no tenía plata y vine a buscar trabajo. El que compró fue mi hermano y él me llevó a conocer el lote. Mi hermano fue el que pri-mero se enteró. En ese entonces le costó 3.000 pesos, en el 82. En ese momento ya llevaba como un año la invasión de todos estos terre-nos y en ese entonces había muchas chocitas, demasiadas. Nosotros vivíamos en Venecia y mi hermano tenía su lote, pero lamentablemente la familia de él no lo quiso seguir a Jerusalén, entonces lo vendió. Vendió el lote y yo dije: algún día tendré yo con qué comprarme un lote. Y a los dos años exactamente ya tenía un ahorro y empecé a buscar dónde comprarme un lote. Entonces yo del 82 al 94 ahorré una plata y

con esa plata ya comencé a buscar. Por eso le digo yo que llevo más de 11 años acá, porque del 94 al 2004 y ahoritica al 2005, once años más del 82 al 94.Yo estuve buscando en programas allá en Mon-te Blanco, en Usme, estuve en Bosa y ninguno de esos sectores me gustaba porque desde allá yo no veía Bogotá. Un tío vivía allá en Jerusa-lén y me dijo: “Y por qué no compra allá en seguida que están vendiendo un lote enseguida de mi casa”. Y yo: “Pues hay que hablar con el dueño, cuánto pide y cómo son las facilidades que me da para pagarlo”. Y así fue, él me puso en contacto con el señor y llegué a hacer nego-cio con él y allá me sentí mejor porque yo desde allá veía Bogotá. Yo me acuerdo que me cobra-ron 165.000 pesos por ese lote y di 80.000 pesos de cuota inicial y pagué cuotas mensuales de 10.000 pesos, exactamente así lo pagué.

rubén darío SILVa Yo llegué en el año 81 y me pasé en el día del amor y la amistad, pero compré el lote como dos mesecitos antes. Du-rante esos dos meses lo que hice fue mi –lo que llamábamos aquí– mi ranchito. Venía los domingos a trabajar con mi familia, mis her-manos, mis hijos; pues no tenía sino dos hijos en ese tiempo, pero estaban bebés y porque yo, mientras formé mi hogar, no pagué arrien-do sino durante dos años no más. Entonces con mis hermanos venía a hacer mi ranchito. Fueron como cinco o seis domingos no más que trabajamos y me pasé el día del amor y la amistad.

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Yo vivía en el barrio la Chucua, al lado de la Sevillana, y trabajaba por ahí mismo. Me vine a Jerusalén básicamente por no pagar arrien-do, básicamente por eso, pero no más eso es toda una anécdota.

A mi mujer no le gusta deber un peso, enton-ces cuando se vencía el día del arriendo, por ahí un miércoles –a mí me pagaban todos los sábados–, pasaba el miércoles, el jueves, el viernes y el mismo sábado, y ella no salía del apartamento. Se encerraba y eso para mí era catastrófico. Yo luego descubrí esa situación, porque yo duré un poco de tiempo sin saberlo, hasta que la dueña de la casa me dijo: “Mire, don Rubén, no le puedo arrendar más el apar-tamento porque su señora me está dañando las paredes porque está cocinando allá aden-tro, cuando nosotros tenemos una cocina, un espacio para eso”. Cuando la dueña le pregun-tó a mi mujer que por qué no salía, ella dijo que como se había vencido el arriendo, le daba pena salir pues no teníamos plata para pagar-lo. Ella no me dejaba atrasar en un mes para nada, por eso, porque me hacía la cantaleta que me consiguiera la plata para el miércoles o si no que el jueves o si no que el viernes, pero yo llegaba con la plata era el sábado por la noche y pagaba el arriendo hasta el domingo. Entonces eso me aburrió y me hizo hacer un esfuerzo, y cuando le dije a ella lo de aquí de Jerusalén, ella dijo que no le importaba y aquí vinimos a meternos. En esos dos meses me la montó: eso quería que lo comprara y al otro

día que nos pasáramos –¡eh, no, qué carajo!–.- Eso también me hizo comprar el lote bien caro.

Lucy eSteLa Como llegamos en la época en que apenas estaban haciendo el asentamiento... Hace más o menos 18 años, más o menos en el 87, en ese entonces apenas se estaba formando el barrio, que verídicamente es por invasión.

PanorámIca. ramón bermúdez, ciudadela el Porvenir, bosa, bogotá, septiembre de 2007.

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Eso sí, se supone que esos terrenos tienen unos dueños, supuestamente de los Gaviria; ellos son los dueños de todo el terreno de Jerusalén. Pero si cada quien empieza a apro-piarse y a ser poseedor ahí ya va perdiendo la propiedad el que estaba primero de dueño. Y había muy pocas casas, entonces vendían lo-tes, ¿sí? Recuerdo que cuando yo llegué había muy pocas casas. El barrio más marginado era Potosí con casitas de paroi. Yo llegué con mi papá y mamá, que tenían cuatro hijos, a pagar arriendo... Después de pasarnos era el tema de los servicios públicos, ¿no? Empezar a eso: era como pasa ahorita en Soacha, salir a las tres, tres y media de la mañana a las canecas en las que se recogía el agua porque llegaba el carro tanque de esa época. ¡O sea que con todos estos cálculos yo estoy viejísima! No sé si los lotes eran muy caros o muy bara-tos para esa época, pero parece que era ase-quible al bolsillo de los que tuviesen trabajo porque se pobló rápido, ¿ves? Jerusalén se pobló rápido. Eso, así, y entonces nos vinimos a vivir a la casa, luego arreglarla, y eso. Ya después creo que en mi caso lo principal era estudiar y trabajar por la comunidad porque yo también quería tener una casa propia como la de mi papá.

rubén darío Un compañero de trabajo de ese tiempo tenía un lote, yo se lo compré fue a él. Un compañero de trabajo y me pilló en la necesidad, entonces me lo vendió bien caro.

Empezaron a venderse lotes de 5.000 pesos hace 23-24 años. Ya estaban en 35.000 cuando yo llegué a averiguarlos y a mí me lo empuja-ron en 60.000 pesos, casi el doble por el afán, por la gana de comprar. Me pillaron la gana y dijeron: “Este es marrano”, y yo tenía la plata y pues la pagué. Hoy en día no me arrepiento, pero en ese primer añito me dolió mucho.

francISco eVeLIo El lote me lo vendió una señora María, no me acuerdo María qué, ahí tengo el documento, pero yo ya ni lo miro. Sí, incluso ella lo compró como por negocio por-que ella al parecer no lo necesitaba. Incluso ese lote se lo había dado a una hermana para que se lo fuera pagando y la hermana nunca lo terminó de pagar; entonces, ella lo desocu-pó para que la señora María me lo vendiera. Y así adquirí yo ese lote, de la señora que ya lo había comprado a un socio y que después me lo vendió a mí. Eso sí, yo me acuerdo de esa historia e incluso aquí abajo, al pie de la universidad, estaba la choza que era donde las personas que cuidaban todos esos terrenos vendían los lotes. A esa persona le dieron or-den para que comenzara a vender lotecitos y así comenzó a vender lotecitos esa señora. Sí, esa historia sí la escuché, pero no, la señora a la que yo le compré fue ya una tercera, una cuarta compradora. Desde ese entonces yo construí el primer pilar de mi casa. Mi primer base y realmente he pensado en venderla y me ha dado pesar. Y ya pues con el tiempo pude comprarme otro

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lote y construir otra casa. Otra casa que es donde actualmente vivo. Pero la primera casa la tengo todavía. Es más, fue tanta la emoción y tantas las ganas que tenía de construirla que conseguí un arquitecto y me hizo planos y todo para esa primer casa.

rubén darío A mi compañero de trabajo le ha-bía vendido un familiar de los que cogió aquí como 60-70 lotes. Un “socio”. Entonces, él no me puso allá con el familiar porque sabía que me lo vendería por ahí en 15.000 o 20.000 o 30.000 pesos sino que me vendió el que él tenía. Él tenía dos lotes. Me dejó uno solo, yo vine y miré ambos lotes y escogí el mejorcito de los dos. Entonces, después fue que supe todo el rollo, ya cuando me pasé aquí: quién era el fulano y por qué había llegado también aquí; porque era familiar de uno de los que había cogido hartos lotes aquí, un socio. Era como primo o algo así, o sobrino era la vaina.Yo ya había averiguado en otros lados: allá mismo por la Ochucua habían lotes vacíos en ese tiempo por allá y en ese tiempo eran de $500.000, $700.000, ¿sí? Ya casa completa por ahí de un millón, millón doscientos en ese tiem-po y a mí no alcanzaba para eso. Entonces miré uno de los dos lotes y el compañero me dijo que valía 60.000 pesos. Eso me ganaba yo en 15 días en el trabajo que tenía en ese tiempo, en 20 días, máximo en un mes me ganaba yo esa pla-ta y entonces le dije que si me daba el chance yo se la pagaba en dos quincenas. Él aceptó. Él me mostró el documento y eso era todo

lo que se necesitaba para comprar el lote. Se suponía que él era muy honesto... Lo único es que me hizo fue la jugada: no me presentó ante el tipo que los vendía más baratos sino que me vendió el de él y se ganó una platica él. No fue más. Él no me tumbó a mí, no. No me siento tumbado por él, simplemente que él supo hacer un negocio, eso fue. Pero fue más mi afán porque como yo le contaba las cosas, que yo estaba comprando lote, que estaba buscando, que estaba tal la vaina, entonces fue cuando él me dijo: “Camine miramos el mío”. Vinimos un miércoles y al sábado le di la plata. Le pagué el lote en dos tandas; en dos quincenas.

francISco eVeLIo Yo era celador y trabajaba de noche. Cuando me tocaba libre de día me ponía yo mismo a hacer las zanjas para levan-tar cimientos y donde yo trabajaba había una profesora de Bellas Artes de la Universidad Nacional y ella me aconsejaba mucho. Enton-ces fue cuando ella me dijo: “Mira, yo te voy a ayudar, ¿compraste el lote?”. Y yo, “sí”. “Y bueno, te voy a ayudar, qué necesitas”. Yo le dije: “No pues para separar bases”. Me dijo: “Te voy a contactar con un amigo mío que es arquitecto para que vaya y que te cobre ba-rato”. En ese entonces me cobró 20.000 pesos por los planos y me lo hizo en tres etapas para que pudiera construir fácilmente. El arquitecto se llamaba Rafael, pero no me acuerdo el apellido. En todo caso, el hombre no conocía más allá de la 3ª con 30, no conocía

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más al sur de Bogotá. Cuando yo lo llevé al lote, en ese tiempo no subían carritos, lo subí a pie y me dijo: “Oiga, esto es otro mundo”; él se quedó asustado. Me dijo: “Realmente, mire, mire qué riqueza la que hay acá tan tenaz”. Y yo: “Sí, pues acá es..., aquí se está explotando, se está explotando y se empieza a explotar una riqueza grandísima que hay acá, pero cada cual mira la riqueza desde el punto de vista propio. Por ejemplo, usted como arqui-tecto, la riqueza suya es cómo hacer los dise-ños de unas casas bien bonitas acá, ¿cierto?”. Y me dijo: “Sí”. Y yo: “Exactamente, en cam-bio la riqueza de nosotros es mirar cómo lo-gramos hacer un ranchito para meternos y no mojarnos…”. Y sí, él llegó hasta el terreno y me dijo que era una pendiente, pero que igual me diseñaba los planos. Cuando me los dio, comencé a construir con base a esos planos.

A mí me tocó conseguir maestro, obvio, por-que realmente solo no podía construir. Escasa-mente me alcanzaba el tiempo para escampar por ahí a ratos, no más. Pero la labor más her-mosa fue el apoyo que me dio esta profesora porque ella me dijo: “Mire, Evelio, este cuadro ya lo terminé de pintar, si lo vendo en este mes, yo le presto la plata para que compre sus bases”. Y a los 15 días vendió el cuadro y ahí mismo me llamó y me dijo: “Mire, Evelio, sa-gradamente, toma, te presto la plata para que compres tus bases”. Y la emoción mía fue tan grande que inmediatamente fui y me compré, –me acuerdo– 30 viajes de piedra y cada viaje

de piedra eran 150 piedras y lo más triste era que me tocaba cargarlas como media cuadra al hombro; duré como tres días en esas.Esa primera casa yo la tengo arrendada. La tengo arrendada, pero le he abierto venta con nostalgia y con pesar pues no me dan lo que es por ella. El otro lote está ahí a media cuadra y es más plano y entonces mi visión siempre era que el día de mañana yo iba a tener un carro e iba a meter el carro al garaje. En el primer lote no podía porque con la construcción quedó en escaleras. Entonces yo veía el otro lote más plano, lo veía como más fácil de construirlo y con el acceso más fácil. O sea, son metas, son metas que yo tengo y las metas pues hay que cumplirlas. Mi meta era esa, me gusta ese lote y lo voy a negociar y lo adquirí, y ahí pues le metí más plata que a la otra casa inicial.

Lucy eSteLa En esta casa en la que estamos ahora le podría decir que, a ver, se la compré a una señora. La historia es como igual a la de mi papá: la señora a la que yo le compré, le com-pró a otro señor, y el señor que le vendió a ella le había comprado a otro, ¿ves? O sea que aquí el terreno ha pasado como por cuatro o cinco manos. Yo incluso tengo las compra-ventas porque a la señora que le compré me dijo: “Es que yo le compré a don señor y don señor le compró a Pepito y Pepito le compró a Pablo”. Pero decir dónde empezó el núcleo, no sé, no sé, pero sí ha pasado más o menos por cinco manos. Y cuando yo compré era sólo un lote de siete por catorce metros y una casita

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prefabricada de dos alcobas y una cocina y ya. Era un lote en bajadita, pues Jerusalén por lo regular es una zona de inclinación y el lote aquí era con algo de inclinación. Una de mis ideas siempre era que yo también quería casa para cuando tuviera mis hijos. ¿Por qué yo siempre decía que tener casa? Porque cuando nosotros llegamos a Bogotá con mi papá y mi mamá, y te digo que somos cuatro hermanos, en ninguna parte casi que nos querían arrendar por ser seis personas. “¡No, ustedes tienen cuatro hijos! ¡Mucha gente! ¡Gastan mucho agua!”. Eso a mí siem-pre me quedó marcado. Entonces yo creo lo mismo que mi papá, él decía: “Lo primero que hay que hacer es comprar un lote y construir”. Lo primero que mi papá construyó fue sólo una alcobita y una cocina pequeña y en la alcoba dormíamos todos seis.

rubén darío En el transcurso que levanté mi ranchito, la gente misma me cuidaba las he-rramientas, los vecinos me cuidaron las herra-mientas sin conocerme. Dejé los 500 bloques que compré inicialmente encima del lote. Los dejé una semana ahí tirados (hoy en día no se puede hacer esa gracia, pero en ese tiempo sí se podía, la gente era muy honesta) y no se me perdió ni un bloque. No se me perdió ni una palada de arena cuando en ese tiempo era que se necesitaban los bloques y las arenas. Por eso digo que a mí me pareció muy honesta la gente por aquí. Los mismos vecinos me ayudaron y yo después también tuve que portarme de la mis-

ma manera: “Venga, vecino, le ayudo a parar esto, es que esto se hace así, que tal, que esto se hace asá y tun tun, tun tun”. Yo había trabaja-do en el ramo de la construcción en ese tiempo, pero en la ornamentación y no la mampostería, entonces ellos me ayudaron. Y claro, entonces yo tuve que echarle más papas al asado, tuve que traer más carne, tuve que traer más ajicito, todo eso que traía yo para darle a mis her-manos pues me tocaba rendirlo (ahí sí como dicen: “echarle más agüita a la sopa”).

En ese tiempo no había tanta necesidad de trabajar los dos, con un salario alcanzaba, hoy en día no. El hombre era el que aportaba a la casa y la mujer hacía el cuidado a los niños y el oficio doméstico, más el oficio de conseguir el agua; y el mercado porque no había las tien-das aquí, tocaba ir hasta San Francisco a hacer un mandado para lo del desayuno. O nosotros los hombres traíamos desde por allá el paque-tico de los plátanos, de las cebollas, del pan y la leche todos los días. Entonces casi todos nos subíamos en el carrito con un paquetico o con un maletín o con una bolsa o lo que fuera, pero todos nos subíamos con algo, y así se acostumbra uno.

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seGuNda historia Los ProbLeMas deL aseNtaMieNtoEl desarrollo de Jerusalén ha sido lento y lleno de di-ficultades. Por un lado, no había vías de acceso, ni agua, ni luz y, por otro lado, la policía recurrió a di-ferentes estrategias violentas para detener la invasión. Gracias a las asociaciones entre vecinos y a la ayuda mutua, la comunidad logró defender su propiedad y organizarse para obtener los servicios mínimos que tradicionalmente ofrece el Estado. Sin embargo, las circunstancias en las cuales se obtuvieron esos ser-vicios demuestran el abismo que hay entre la ciudad legal y la ciudad ilegal, donde se está en riesgo cons-tante de violar la dignidad, la salud y la vida ante el abandono estatal.

Lucy eSteLa Un barrio que no esté legalizado, sea o no de invasión, no le llega ni agua ni luz.

rubén darío Las primeras organizaciones se empezaron a crear para conseguir el agua, para conseguir los servicios públicos, para arreglar las vías, para ayudar a la gente nueva que iba llegando a parar esas latas, es decir, y no era “organización”, era voluntario: aquí no había que organizar a nadie. Uno veía un tras-teo llegar y todos íbamos a ayudarle. Como había la iniciativa, no teníamos que hacer el combo; llamar para que vinieran y para que le ayudáramos a otro, NO. Como no habían ca-rreteras diseñadas, eran caminitos de trocha, entonces inclusive hasta para guiarnos en la entrada nos ayudábamos: ver por dónde en-traba el camión, por dónde entraba el carro.

francISco eVeLIo En ese entonces éramos un grupo que estábamos peleando por el bene-

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ficio del agua, por el beneficio de luz, por el beneficio de gas, por el beneficio telefónico, por todo eso se peleaba y en ese momento no estábamos pensando en pavimento ni en nada de esas cuestiones.

Lucy eSteLa Todo lo ha hecho la misma comu-nidad… Entonces es eso…, es irse formando uno como persona con el mismo esfuerzo. No es igual que uno llegue a una urbanización a vivir y ya están todos los servicios, ya está la casa diseñada, ya está todo listo...

francISco eVeLIo Los carabineros que están allá abajo no querían que nosotros invadiéra-mos esos terrenos, o sea, los terrenos ya estaban invadidos, pero ellos querían apropiarse de todos esos terrenos para ellos, para montar su escuela de caballería, ¿sí? A ellos les dieron ese predio y entonces comenzaron a montar su estación ahí y no dejaban subir los carros con los materiales para construcción para que no construyéramos porque ellos nos pensaban ha-cer desalojo. Entonces, en vista de eso, nosotros fuimos más inteligentes: por la noche hablamos con los depósitos de materiales y ellos nos ven-dían el material por la noche; luego, se subía el material y se trabajaba toda la noche en la cons-trucción. Al otro día amanecían dos o tres casas construidas, cuatro casas, y así sucesivamente hasta que, por fin, pudimos superpoblar Jerusa-lén y ya no pudieron sacarnos.

rubén darío La policía venía a hacer desalojos porque es que resulta que esto siempre era

invasión. Los vendedores de los lotes nunca se enfrentaron a la policía: ellos eran los prime-ros en salir corriendo porque ellos no tenían trasteo, ellos nunca vivieron aquí, nunca se pasaron, ellos cogieron fue el negocio de la venta de los lotes y se largaron. Entonces venían eran los carabineros que tenían la base asentada aquí abajo. Venían a caballo, entonces, lo que hacían era amarrarle un lazo a la silla del caballo y los cuatro palitos ama-rraban uno sólo y tumbaban el rancho; y si era para tumbar un muro, que se supone que el muro estaba fresco, ponían al caballo a que le diera una o dos patadas al muro. Y a la gente que estaba trabajando ahí hasta el caballo le echaban por encima. Entonces le tocaba a uno volverse a asentar por la noche, empezar a tra-bajar, y ellos, luego, volvían con una linterna y nosotros con antorchas porque en ese tiempo no había luz; con tarritos y antorchas para poder mirar y volver a parar el ranchito que los caballos habían tumbado durante el día. O muchas veces los tumbaban entre semana y uno venía el domingo y lo encontraba todo tumbado; a mí no me pasó eso, pero a algunos sí les pasó.

En ese tiempo, en una semana fácilmente podían entrar 100 familias. Claro, porque es que fue la época en que esto se pobló: es que esto se pobló en dos años. Claro, unos de aquí otros de allí –es que este es el barrio más gran-de de Bogotá ahora–, entonces podían ser 100 familias y para los carabineros era imposible

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de controlar. Ellos venían a tumbar ranchos todos los días y no daban abasto. Hasta que fi-nalmente se cansaron, duraron como dos años jodiéndole a eso y se cansaron; ya no podían más. Ya algunas casas tenían columnas y pare-des completas, bien hechecitas, porque en ese tiempo y en estos barrios el común de la gente eran trabajadores de la construcción, ¿sí? La mayoría de las personas eran eso: trabajadores de la construcción. Entonces, muchos hacían sus casitas bien desde el principio, otros no. Entonces, los que no sabían de construcción hacían su rancho de paroi, que ese sí cualquie-ra lo hace.

Había cosas que sí se partían: los palos, so-bre todo; las tejas, no. Las tejas se volvían a recoger y entonces volvíamos a parar el ran-cho. Se demoraban una hora los policías, de pronto más (en la discusión y toda la vaina), y cuando se iban pues nosotros en tres, cuatro o cinco horas de trabajo de noche parábamos lo medio bueno que había quedado y lo aco-modábamos como fuera. Y al día siguiente, tocaba ir a la inspección de policía a reclamar a su familiar o al marido (y lo llevaban allí a la base de carabineros que era a la intemperie; lo dejaban amarrado a unas varillas con unas esposas y ahí amanecían). Y, entonces, las mu-jeres le tenían que ir a llevar el desayuno allá o el almuerzo o la comida; si lo dejaban las 24 horas le llevaba los tres golpes. Pero sabían que no tenía ningún cargo. Lo tenían era más por bulloso, por haber sido grosero con la policía.

francISco eVeLIo Al pie de la Casona de los carabineros sale un recibidero de los tanques de agua de reserva que surten a Bogotá. De ahí salía gran cantidad de agua y nosotros teníamos dos lavaderos allá abajo. La gente de arriba de Jerusalén iba a lavar ropa allá y de ahí tocaba cargar el agua hacia arriba otra vez. Cuando yo llegue acá, allá solamente estaba el tanque que está al pie de los Carabineros, que es el tanque de reserva de agua para Kennedy. El de la mitad, de Sierra Morena, es el que surte aquí al centro y a una parte del norte de Bogotá, y el que está más arriba surte lo que es el norte de Bogotá. Entonces hay un escape de agua cuando se rebosan los conductos y constantemente hay un ruido de agua. Enton-ces, allá se bajaba a lavar la ropa y también aprovechaba uno para bañarse y para cargar el agua.

rubén darío Los vecinos me ayudaron a cargar el agua porque por mi lote no pasaba el agua. Entonces me tocaba traer el agua desde la parroquia –donde es hoy en día la parroquia y antes era la laguna– y con agua de esa mojar la arena; mojar la arena para mezclar. Enton-ces a todo eso me ayudaron ellos y después a llevar el agua ya cuando nos pasamos aquí. Yo, luego, dije, cómo hacemos para comprar el agua y me dijeron que había que hacer el con-trato con un fulano que pasa con unos burros y había que pararlo para decirle que trajera el agua aquí también. Así era como se hacía en otros barrios, el recorrido del lechero. Era

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exactamente lo mismo, el recorrido del agua era como el de la leche: pase por aquí también y déjeme la mía ahí, así yo no esté, déjemela ahí que yo se la pago. Pero entonces había que pagár-sela por adelantado. Entonces, yo llegaba y le dejaba la plata –en ese tiempo como que era a 50 pesos, 50 pesos la caneca grande de 55 galones–, entonces, él tenía que hacer como unos cuatro viajes para llenar una sola caneca. Después ya tenía dos burros en vez de uno y hacía menos viajes, pero también tenía más contratas... Eso fue un dolor de cabeza.

Luego, nosotros luchamos para poner unas pilas y las mangueras. Trajeron la manguera gruesa de Quiba –una manguera de 4 pulga-das–, desde Quiba hasta aquí. Eso son unos 20 kilómetros o algo así. Entonces, llegamos a lo que es hoy en día el sector del tanque. Ahí había un tanque, o sea, el escaparate de un carro-tanque y ahí se almacenaba el agua. Se le conectaron hartos registros, hartas mangue-ras, más de 300, un nudo, un nudo completo de mangueras. Había muchos agarrones por-que las mangueras se confundían o el agua se desviaba. Entonces, uno tenía que ir corriendo a la casa y cuando llegaba veía que allá no había chorro. Entonces, ahí tocaba que toda la familia ayudara. Yo tenía los hijos pequeñitos y la mujer y les daba instrucciones: “Bueno, yo le doy la señal desde aquí y allá el otro me devuelve la señal”, pero eran tres, cuatro se-ñales hasta mirar si ya había llegado el agua. Y si no había llegado, uno entonces tenía que ir

a conectar cuatro, seis, ocho mangueras, a ver si la punta de alguna de esas manguera era la de la casa de uno.

Con esas historias siempre había peleones: las peleas eran entre mujeres y no eran entre hombres porque ellas eran las que más esta-ban allá al pie del tanque cuidando el agüita; los hombres, que no son caseros, pues no esta-ban allá.

francISco eVeLIo La red de alcantarillado que no existía, también la peleamos. En ese entonces fue algo que estábamos necesitando porque no teníamos ni red de alcantarillado ni tampoco de aguas lluvias. Era una labor muy importante porque más adelante íba-mos a poder pedir lo que hoy en día se está haciendo que es la pavimentación. Y la otra cuestión que gestionamos fueron los trabajos, los contratos de obras con saldos pedagógicos. Gracias a eso y a través del Departamento de Acción Comunal, se aprobaron las juntas de acción comunal para que pudieran contratar. Entonces nosotros nos inscribimos, participa-mos en una pedagogía con ellos, unas ense-ñanzas, unos requisitos y debido a eso cada junta presentaba un proyecto.

Lucy eSteLa A medida que Jerusalén se iba poblando más, se veía más la necesidad de los servicios. Inclusive, cuando llegó el gas natural, o sea cuando lo iban a implementar; pasó por el lado de Jerusalén, ¿sí? O sea, “en Jerusalén, no hay gas” ¿Por qué? Porque para

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ellos sigue siendo un terreno de invasión. Si había luz, no había gas, pero lo que más marcaba era lo del agua porque uno sin agua, pues tenaz. E igual había unas bombas, que se llamaban así, las bombas del agua, donde ha-bía mangueras desde ese núcleo que era como la bomba del agua para cada casa. Uno iba y pagaba por los 20 minutos de agua. Eso es lo que me acuerdo. Para obtener los servicios públicos nos tocaba organizarnos. Es decir, convocar asambleas o reuniones amplias. Desde los sectores se pasaban las propuestas a las entidades que prestan el servicio. El problema era que Jeru-salén tenía la marquita de que, primero, está en Ciudad Bolívar, y segundo, es una zona de invasión, entonces no tenía acceso a los servi-cios públicos. Siempre se ha dicho que en los barrios que sean de invasión no hay acceso a los servicios públicos porque el hecho que lleguen servicios públicos ya es como si se le estuviera dando cierta legalidad al barrio. Entonces para empezar a tener los servicios teníamos que hacer reuniones muy amplias para recoger firmas, solicitudes y pasar solici-tudes a las entidades, convocar a las entidades y uno reunirse con ellas para que empezara a llegar cada servicio.

rubén darío Si nadie nos conectaba los servi-cios, nosotros nos los conectábamos; ya pasa-ba la tubería por ahí y si no venía nadie a ha-cerlo, pues nosotros éramos capaces de hacer-lo porque nosotros también trabajábamos en

construcción. Entonces se hacía la excavación, se hacía el acople y aquí había personajes que eran expertos en conectar la luz y se les paga-ba lo que quisieran aparte de unas cervezas con tal de que nos conectaran la luz. Si ya es-taba el poste ahí sólo faltaba conseguir cable y poner a alguien ahí a que lo conectara. Pero no dejábamos sino que lo hicieran unos expertos para que no se subiera todo el mundo a hacer unas conexiones mal hechas. No, era bien aga-rradito, se le pagaba a una persona lo de una cerveza, pero que lo hiciera bien hecho.

Ahora, ya como organización de Junta de Acción Comunal, empezamos fue a luchar por la legalización de los servicios públicos y, por otro lado, estábamos luchando por la escuela. Entonces organizamos un comité para trabajar los domingos en el lote de la escuela y empezamos a hacer las chambas sin saber si las íbamos a llenar de piedra o qué carajos íbamos a hacer. Pero los señalizamos para que no lo vendieran porque esos cinco lotes de ahí para arriba eran para la escuela. Y claro, los que vendieron los lotes, pues vendieron uno de este lado y otro del otro lado (entonces nos quitaron dos); si no, la escuela sería más grande. A esos vendedores de lotes también les dijimos: “Déjenos unos para el salón, otros para el parque, déjenos para la iglesia y déje-nos para la escuela”. Logramos arrebatar esos tres lotecitos para la escuela, casi que a las malas, pero trabajamos y marcamos ahí: LA ESCUELA; “Predio de la Escuela”.

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tercera historia eL LoteoEsta historia habla, en detalle, de cómo se compran y venden los lotes y las casas en Jerusalén. A pesar de que el barrio ya fue legalizado y de que algunos de sus habitantes tienen un título legal e inclusive una escritura pública para defender su propiedad, esta no es la regla general en Jerusalén. Lucy, Rubén Da-río y Francisco Evelio cuentan que en Jerusalén fue necesario confiar en la palabra del otro y hacer uso efectivo de las “cartas de compraventa” o “promesas de venta” para defender la propiedad ante la policía y otros invasores. Esos documentos y esos valores si-guen siendo respetados y valorados en el interior del barrio, pues han servido para organizar a la comuni-dad y fomentar los lazos de respeto y amistad entre sus pobladores.

rubén darío Desde el principio se sabía quién era el dueño de cada lote. Si en ese lote veía-mos a otra persona metiéndole mano, enton-ces teníamos que interrogarle sobre la docu-mentación que trajera y ahí le avisábamos al que primero hubiera hablado. Es que eso era cuestión de confianza: si usted dijo este lote es mío, pero... ¿y este documento? (todos te-níamos promesa de venta). Entonces ese lote ya se lo dábamos por fe de que era cierto; de confianza (“sí, venga, este lote es suyo”). Pero si ya venía otra persona a decir ese también es mío, los enfrentábamos a los dos…

francISco eVeLIo Yo compré en el 94 y a mí me entregan una promesa de venta y lo único que yo hice fue ir a una notaría y legalizar-la, no más. Es como un pagaré que firmas. Es como si yo te muestro un pagaré y sale a nombre de tal persona. Ahí dice que le salgo a deber tanta plata con unos intereses pactados

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a tanto tiempo, y listo. Una promesa de venta era igual: es un título. Es un título en el cual la persona está certificando que el terreno que en este momento le estoy cediendo al señor es mío y se lo cedo al señor por un precio de tanto y a partir de la fecha tal; firma con su número de cédula y todo. ¿Sí me entiende? Eso es. Con decirle que esa señora que me vendió ni siquiera me hizo otro título. Sino que en el mismo título, y por el respaldo de la hoja, quedaba un espacio en blanco. Ahí le hacían a uno el anexo, ¿sí? “Yo, Marina, yo no sé quién –no me acuerdo el apellido– procedo

a hacer traspaso de este título de pertenen-cia del predio ubicado –en ese entonces se marcaba como manzana: era manzana 29 del lote número tal”, ¿sí? Y ya. Luego, la firma, la cédula, entonces yo también firmaba; vende-dor y comprador, ta ta ta, testigos, ta, listo. Lo llevaba a la notaría y la notaría inmediatamen-te autenticaba las firmas y listo, “eso es suyo”. Así era que se hacía la transacción.

Lucy eSteLa Hasta donde yo me acuerdo, mi papá le compró a otro señor, el señor era el que decía: “Yo voy a vender todos estos te-rrenos de acá”, y el otro señor vendía todos los de allá. ¿Cómo lo hicieron? No sé, sólo sé que están las cartas. Las cartas de compra-venta iban y se autenticaban ante una notaría, donde el que le está vendiendo a mi papá, por decir algo, íbamos a una notaría con dos testigos donde se decía que uno le estaba ven-diendo a otro. Ahí era como un negocio, pues hubo cinco personas que se hicieron dueños y el negocio de ellos era vender lotes. Lotes de siete por catorce metros (la mayoría de lotes en Jerusalén son de siete por catorce). Aquí todavía se vende con cartas de compra-venta así: si yo quiero vender mi casa, pongo un aviso o alguien viene y me plantea –como habla uno ahora en su vocabulario– un buen negocio ¿Cómo le vendo? Una carta de com-praventa y vamos a la notaría y la hacemos o en un computador la hacemos. Y entonces yo le vendo con una carta de compraventa en donde dice: “Entre los suscritos, a saber, Lucy,

tecHo. Laura rico gutiérrez de Piñeres, jerusalén, ciudad bolívar, bogotá, 2005.

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con número de cédula tal, y la señora con cédula tal (dueña y no poseedora), dueña del predio ubicado en tal dirección, se lo vende a la señora ta, ta, ta”. Así, con linderos tal. Aquí primero era por manzanas: era la manzana tal del lote tal de eso; ahora ya sí cada uno tiene su nomenclatura. Esa es la forma de vender y comprar terrenos. Con una carta de compra-venta, algo que los dos interesados redactan, llevan a una notaría, se autentica y sale.Aquí en Jerusalén todavía no hay otra forma de vender. Aquí, cuando empiecen los prime-ros títulos, ya va a subir el lote de estatus: de titulación a escrituración. ¿Por qué? Porque ahora, yo Lucy, sí tengo mi título de propie-dad y si quiero vender, por decir algo, en-tonces ya tengo que vender con una escritura porque ahora el vendedor sí le está compran-do al dueño y poseedor de este terreno, ¿ves? Entonces, ahí ya va a subírsele el estatus y van a empezar a haber escrituras en Jerusalén. ¿Por qué? Porque ahora sí se le estamos com-prando al dueño, el comprador ahora sí le está comprando a la dueña que soy yo, y ahora sí vamos a hacer una escritura sin enredos.

francISco eVeLIo A veces, una persona llega-ba e invadía un terreno que no era de él. Uno muchas veces le recomendaba el lote al veci-no, pues uno se iba a trabajar y dejaba su casa sola y entonces se le recomendaba al vecino. Entonces, uno le recomendaba al vecino y, de pronto, usted sabe que en la noche uno está durmiendo, pero uno a veces se despertaba

y cuando veía uno había un lote ocupado. Entonces se preguntaba uno, “¿cómo así?”, en esa casa hay una bandera y hay gente ahí. En-tonces, inmediatamente uno, como vecino, iba y le preguntaba: “Oiga y usted qué”, “No, yo me metí aquí porque esto está desocupado”. Y ahí uno le aclaraba: “No, no, no, eso tiene dueño”, que no sé qué, “Que no, que no sea sapo”. Entonces inmediatamente se llamaba al dueño, al propietario: “Venga que invadieron su lote, traiga el documento y demuestre”. Entonces, la persona venía y decía: “Yo soy la dueña, no he abandonado mi lote”. “No, pero esto es mío y yo me había apropiado de esto”, y no, no, no. Entonces se traía a la policía y cada quien decía: “Mire, este es mi documen-to, yo habito aquí. Esta es mi propiedad”.

rubén darío Los vendedores de lotes eran los que habían provocado la desavenencia: los vendían dos y tres y cuatro veces. El problema era que cuando al vendedor se le estaban aca-bando los lotes, pues revendía, y cuando veía que alguien le había dado sólo la cuota inicial del lote vendido y que no había venido a cum-plirle con el resto de pagos, vendía el lote otra vez para recuperar su plata. Entonces entre los dos que compraron, entre los dos que dieron plata, el que se los había vendido tenía que resolverles el problema: en-tonces, le dejaba un lote a uno de los compra-dores, y al otro lo ubicaba en otro lado para que no se fueran a matar. Si no, imagínese. Sea como sea, en ese tiempo, o en este, conseguir

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lo de un lote es cosa seria, cosa seria, es desan-grar la familia para poder hacer esa inversión.

Ahí, la Prejunta y la Junta empezaban como a mediar. Si a un lote le aparecían dos dueños, entonces se llamaban a ambos. Que fueran a donde la Junta a una cita, tal día y ahí les so-lucionábamos eso. Se les decía: “Aquí alguno de los dos tiene que quedarse con ese lote, y al otro, si dio plata (porque todos traían recibo, todo el mundo tenía recibo), entonces... (aun-que eso eran unos recibos bien malucos: hasta en hojas de cuaderno, pero afortunadamente yo sí hice que me hicieran un recibo bien, un recibo preelaborado, en cambio había gente que tenía recibos con una firma en un cuader-no, en una hoja de cuaderno rasgada, bueno... Todo eso era válido porque aquí se confiaba mucho en la palabra de la persona).

Entonces mediábamos, buscábamos las tres partes: el que vendió y los dos que decían que eran los dueños (o tres inclusive, de pronto hasta tres o más). Pero el que había vendido tenía que poner la cara y ahí se le pregunta-ba quién le había comprado primero, quién le había dado más plata o cuál de los dos ya le había terminado de pagar. Entonces eran asuntos así. Pasaba que uno había dado la cuota inicial y se había desaparecido; y ahí el otro sí había venido y pagado, y había pagado completo. Entonces, la pregunta era cuál de los dos tenía más derecho. Eso se mediaba así, pero entonces el que había dado algo de plata no la perdía: nosotros le decíamos al vende-

dor: “Adjudíquele otro lote y póngale una nueva cuota o póngale nuevo precio”. Pero el vendedor, entonces, decía que como le habían incumplido inicialmente, tener otro lote ya le valdría más y no sé qué. Entonces proponía hacer otro acuerdo y le valía lo que le hubiera pagado de la cuota inicial, pero se quitaba el problema para que no hubiera problemas mayores o difuntos. Esos problemas siempre se mediaban; los de la Prejunta y la Junta or-ganizaban eso.

Entonces se hizo el libro, el libro de afiliados junto con el libro de predios: se inscribieron todos los predios, se organizaron las man-zanas y se numeró cada lote. Entonces todos íbamos a inscribir nuestro lote ahí, lo señala-ban con un marcador y se sabía que el dueño era fulano de tal, ahí en un listadito.

Nosotros, organizados con el libro, ya decía-mos: “Bueno, si el lote es de fulano, pero si va a vender me hace el favor y me trae aquí al comprador, si va a vender me trae al com-prador”. Y a los primeros que empezaron a lotear esto se les dijo: “Bueno, cuáles lotes ha vendido”, y empezaron a organizarse así en reuniones enteras aquí donde decían cuál era la mejor forma de distribuir estos lotes. Eso se organizó, pero la idea era que el que vendie-ra tenía que traer al comprador, así hubiera segunda y tercera venta, tenían que traer al comprador. ¿Para qué? Para que se posesio-nara del lote al menos en ese libro, así no se posesionara en físico. Entonces se evitaban

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tantos problemas porque macheteras hubo hartas. Peleas entre los dos que decían que eran los dueños, que ellos habían dado plata y que “a mí nadie me va a robar y que entonces no sé qué”. Entonces iba y sacaba un machete grande o sacaba hasta una pica para amenazar al otro, y el otro, por no dejarse, entonces tam-bién sacaba aunque fuera un palo.

El libro aquí no lo llevamos más, desde que empezamos el proceso de titulación, ya no lo llevamos... Además, ya lotes vacíos poco y nada.

cuarta historia La orGaNizacióN de La coMuNidad y Los Líderes deL barrioEsta historia habla de las diferentes organizaciones y programas que han creado los líderes y pobladores de Jerusalén para defender sus derechos y promover el desarrollo del barrio. Las asociaciones entre veci-nos y amigos han consolidado proyectos de vivienda, escuelas y conexión de los servicios públicos. Se des-taca en esta historia cómo los diferentes sectores de Jerusalén se han unido para luchar por las mismas causas. Igualmente vemos cómo entidades como la Prejunta y la Junta de Acción Comunal han tenido un rol de liderazgo en la orientación de la comunidad, y en la lucha política que han desempeñado sus líderes ante las autoridades del Distrito Capital y el Estado.

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rubén darío Participé en el proceso del grupo de vivienda. Fueron 16 viviendas hechas por autoconstrucción donde teníamos que conseguir unos recursos externos y ahorrar otros propios. En ese tiempo ahorrar 150.000 pesos era mucha plata, hace 16 años, entonces conseguir 200.000 pesos, 150 –hay gente que consiguió menos–. Con esos recursos se compraron sólo materiales y la mano de obra la colocamos nosotros mis-mos, los integrantes de cada familia: hicimos cuatro grupos de cuatro familias y hasta los niños trabajaban ahí. Había adolescentes como también había niños de cuatro y cinco añitos cargando un ladrillo, cargando un bloque que eso les quedaba pesado; cargando arenita en una bolsa o en un baldecito entre dos o entre tres niños; pero lo básico era que teníamos que estar la pareja de cónyuges, así no trajera los niños; tampoco era obligación de que tenían que traer los niños a trabajar, pero los niños querían

estar ahí porque se les dio mucho protagonis-mo a ellos: muchas fotos, mucha entrevista con grabadoras, muchas videos, entonces ellos por estar ahí tenían que haber trabajado.Trabajábamos de siete de la noche a diez de la noche todos los días; los sábados de tres o cuatro de la tarde a siete, ocho. También le jalábamos hasta las diez de la noche y los do-mingos sí desde las nueve de la mañana hasta por ahí las cuatro, cinco de la tarde. Entonces había muy poco tiempo para hacer los oficios de la casa, poco y nada porque ese era el tiem-po que había. Y en cada vivienda trabajábamos 45 jornadas y luego nos pasábamos a otra; algunas viviendas se gastaron algo así como 60 jornadas, no porque la vivienda fuese más grande sino por cosas técnicas: que unas cosas demoran más que otras. A todas no había que hacerles exactamente lo mismo. No era un mo-delo estándar, decir, bueno, ya esto es así y asá y sale, todos cuantificables a 45 días, no; cada vivienda tenía su propio modelo.Al final del proceso de autoconstrucción que-damos 16 familias amigas: si yo los llego a necesitar para alguna reunión aquí especial en el salón comunal, no me fallan. Quedamos con una amistad muy penetrada. No hay disgusto que valga para perder esa amistad porque hacerle la vivienda a alguien, ayudarle a hacer la vivienda a alguien, es un asunto del que queda uno de amigo para toda la vida.A mí básicamente me ha gustado el trabajo comunitario más que el trabajo político. Llevo

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en este asunto más o menos unos 20 años y tengo experiencia porque mi primera función fue en la Asociación de Padres de Familia aquí en la escuelita. Aunque primero levantamos la escuela para ponerla a funcionar y luego ya nos tocó organizarnos para poder traer maestros y organizarnos para luchar para que nos legalizaran la escuela. Ya como líder, fui el presidente de la Asociación de Padres de Familia; fui el primero ahí.

Yo no pretendía ser de la junta, pero sí estaba pretendiendo ser de la rama de la educa-ción: yo era proescuelas. Quería un comité proescuela, que ya después se fue a llamar la Asociación de Padres de Familia. Yo ayudé a organizar casi todas las nueve escuelitas. No podía ser integrante de allá, pero sí ayudé a organizarlas. Y como ya nos dieron estatutos y nos dieron leyes, nos dieron un poco de cosas, nos hicimos amigos de un poco de profesores y ellos nos ayudaron (sobre todo sindicalistas, en ese tiempo). Entonces nos asesoraron y nos di-jeron: “Mire, esto es así chino, hágale, ta ta ta”.

Inclusive trabajamos con el M-19 porque ima-gínese que ellos nos mandaban materiales para la escuela y cómo no se los iba yo a recibir. A todas las escuelas nos mandaron materiales, nos mandaron muchas bolsas de leche para niños desnutridos... Es decir, yo hacía lo mis-mo que hago con las demás instituciones, sigo la misma estrategia. Es decir, si usted tiene recursos es para darlo a la comunidad. Con el M-19 fue exactamente lo mismo: si ellos nos

mandaban cosas era porque era voluntad de ellos mandarnos cosas. Yo a ellos nunca les pedí y nunca les presenté proyectos ni nada, simplemente ellos llegaron ahí, como también nos esculcaron a nosotros el trabajo, nuestros ingresos, la familia, mis hábitos de responsa-bilidad. Es decir, desde cuántas mujeres había tenido yo en adelante; cuántos hijos, si tenía hijos por fuera o no, todo eso me lo averigua-ron también.

Lucy eSteLa Cuando era más joven empecé a trabajar con la comunidad y trabajamos con la Fundación Social. Ellos trajeron programas muy buenos y yo pensaba: “Si volviera la Fundación Social sería excelente” porque uno cuando empieza de líder es como cuando va a la universidad de primíparo, ¿cierto? No sabe mucho. Pero cuando ya lleva más tiempo le gustaría volver atrás para poder trabajar con la experiencia que ha ganado y así poder hacer cosas en el pasado. Entonces yo diría que hoy en día sería bueno que viniera algu-na institución pública, sea la Caja,1 no sé, la Alcaldía, los ediles, alguno, la universidad, bueno, no sé, alguno y que trajera programas para la comunidad. Eso me parecería excelen-te. Por ejemplo: si yo tuviera un sitio, un salón múltiple, yo haría muchos talleres y mu-chos programas. Le traería a los abuelos por ejemplo un programa, ¿me entiendes? Que entretengan aquí a los abuelos y les enseñen

[1] La Caja de la Vivienda Popular (CVP).

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(a los abuelos les gusta hacer muchas cosas). Yo haría eso; a los jóvenes los invitaría, haría deportes...Empezar a trabajar con la comunidad me ha gustado mucho. Estar en todo el proceso e igual seguir en el mismo barrio y encontrarse con los compañeros de estudio, los que estu-diamos en un colegio que se formó acá. Las personas lo empiezan a buscar a uno para que lo asesore, que le diga que hacer, y aunque uno no lo crea, la comunidad tiene muchísi-mos inconvenientes. Pero se trata es de buscar estrategias de solución ¿me entiendes? Que no saben cómo hacerlo. Eso me gusta. Yo les ayu-do. Así mismo es en la comunidad. Uno se re-úne en la comunidad y dice: “El problema es pavimentos”. Entonces, la persona que tiene más información y que se puede dar a conocer más con la comunidad y se da a entender con la comunidad pasa a ser el líder.

francISco eVeLIo Mi labor aquí era más que todo representar a una comunidad, a un sec-tor, al punto de poder conseguir algunos ser-vicios que nos hacían falta, algunos beneficios para el barrio. Entonces, a mí me tocó la labor de entrar a legalizar el alumbrado público. Aquí no había contadores de energía, o sea, se tomaba una base y con base a ese prome-dio se le cobraba a todo el barrio. Entonces entramos a negociar la legalización del barrio y la luz para cada vivienda. Queríamos que colocaran un contador, un medidor, para que así el propietario de esa vivienda supiera qué

pagaba, cuál era su consumo (su consumo real). Hubo unas peleas buenísimas porque realmente se trabajó con todas las juntas y se peleó con las instituciones. Se paraban las obras porque que no les permitíamos que nos colocaran conta-dores sin antes haber negociado con nosotros cómo iba a ser el pago.

rubén darío Y bueno, con los grupos organi-zados empezamos a poner la primera piedra para una organización que llamamos Celodije: Centro Local de Desarrollo Integral de Jeru-salén. Y también allí fui el primer presidente. Hemos creado más líderes, fomentado el lide-razgo; entonces, ya uno pasa a ser más como asesor que protagonista –ya dejamos que otros

SIn títuLo. Laura rico gutiérrez de Piñeres, jerusalén, ciudad bolívar, bogotá, 2005.

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hagan el protagonismo–; yo ya tuve mi cuarti-co de hora, entonces que lo tengan otros y esa es la función de un líder. La organización establecida, en la que ya se mencionan unos integrantes fijos, digámoslo así, fue la Prejunta. En esa no participé yo (ni en la Prejunta ni en la primera Junta). La Prejunta eran unos integrantes que se elegían por el voto de algunos amigos, los amigos de cantina, los amigos de la tienda, para hacer los trámites de organizar la Junta de Acción Comunal. Eso duró aproximadamente un año. La Prejunta duró como dos años, ya después les dieron personería jurídica. Y con la perso-nería jurídica se tenía que establecer una junta con asamblea, con afiliación de socios. Entonces lo que se hizo aquí fue que, antes que afiliados a la Junta, se utilizó la estrategia de los propietarios. Se les decía que vinieran e inscribieran su lote en el libro de predios para que así mismo se lo pudieran cuidar porque había muchas personas que tenían el lote va-cío, que lo compraban, pero que no se habían pasado todavía. Venían y lo visitaban los do-mingos o venían y le ponían un ayudante, un maestro, algún trabajito le hacían el domingo, pero no volvían sino por allá hasta el otro mes.

Lucy eSteLa Mucho se ha logrado con la organi-zación. Digamos, al reunirnos todos los presi-dentes. Con eso hemos logrado mucho porque algo que nos diferencia de otros sectores es eso: como estamos unidas varias juntas de acción comunal, entre todos halamos para lo

mismo. Y no por ejemplo un barrio o un sector donde haya varios barrios y cada uno jale por su lado, ahí no se logra nada.

rubén darío Era tan grande el barrio que era difícil administrarlo: desde allá, al pie del río (porque en ese tiempo no había esa tal aveni-da sino que se miraba desde el río), hasta el Palo del Ahorcado. Había reuniones de todos, de posibles dirigentes y llegaban a ser 100. Entonces era más el despelote que otra cosa porque no había la experiencia que hay hoy para organizar una asamblea. Hoy día hay mucha experiencia en eso, se sabe ordenar la reunión y uno se sabe comportar... Antes todo el mundo quería ser el primero. Todo el mundo quería participar, como si se estuviera repartiendo plata para esos cargos. Entonces, lo que se dio es que si el de aquí no se ponía de acuerdo con el de allá, entonces se sacaba al disidente. Pero había otros que estaban centraditos. Este sector del Paraíso está en la mitad. Nosotros, los que estábamos aquí como en la mitad (los de Argentina, Santa Rosita, aquí Pradera), dijimos que no íbamos a dejar desintegrar esta vaina porque creíamos que cuando cogiéramos fuerza íbamos a ser un barrio importante.

Lucy eSteLa Como junta de acción comunal está el Departamento Administrativo de Acción Comunal. Se crea cada grupo para elecciones (por plancha, por elección directa, en asam-blea) y ya cada quien por voto popular elige su junta de acción comunal. Y ya la junta de

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acción comunal tiene personería jurídica, tiene NIT y puede hacer la representación de la co-munidad, ¿ves? Entonces nos reunimos todas las juntas de acción comunal, cada una con su personería jurídica, con su NIT y con sus pro-pios líderes. Ahí es donde se da la pelea com-pleta porque él es líder de su comunidad y yo soy de la mía, entonces está el debate de quién sabe más, ¿cierto? O por qué se pelea por esto y yo peleo por lo otro.

rubén darío Cuando ya se detectaron todas esas divisiones dijimos: “Sí se puede”. Sí puede haber juntas de acción comunal con diferentes personerías jurídicas, pero a la vez mantengá-monos unidos. “Bueno, ya usted tiene su cé-dula de ciudadanía, usted tiene la suya, usted tiene la suya, igual, pero unámonos para pedir siempre lo mismo”, y desde ese tiempo nos quedamos todos pidiendo lo mismo. En el año 84 es cuando salen las personerías jurídicas de las juntas, todas al tiempo, casi todas las per-sonerías son de diciembre del 84. Entonces, cuando decidimos pedir un servicio para uno, lo pedimos para todos. Cuando a uno se le ocurrió pedir lo de titulación, lo pedimos también para todos. Por eso es que estamos en un paquete todos para el proceso de titulación.

Lucy eSteLa Uno está regido por unos estatutos. La Junta de Acción Comunal no es así porque sí, si no porque tiene unos reglamentos, tiene unos estatutos, tiene toda una directiva, en-tonces de ahí sale. Igual, lo que te digo, ya por voto y reunidos todos decidimos... Nosotros,

por ejemplo, para nombrar a alguien en esta Junta de Acción Comunal le preguntamos qué le gustaría hacer en la Junta, ¿cierto? Ya vemos que todos queremos trabajar por la comuni-dad, que vivimos aquí en el barrio, porque para ser de la Junta se debe vivir en el barrio y tener propiedad en el barrio, alguna propie-dad (eso igual está ahí en los estatutos), ¿ve? Entonces, alguien decía: “A mí me gustaría ser tesorero”. “Pero, ¿sabe algo de contabilidad? Porque igual hay que llevar una contabilidad, un libro, se entregan informes cada tres me-ses”. “Sí”. Nosotros, entonces, decimos: “Bue-no, si él no sabe, yo le explico algo porque él quiere ser tesorero”. El otro: “Bueno, yo quie-ro ser fiscal”. Ah, oquei. Y así. Entonces eso hace que sea un trabajo muy rico, ¿sí? Porque uno va aprendiendo de los demás, ¿cierto? Y cuando uno es líder, entre sí mismo es más fácil hacer verle los errores a la otra persona, ¿cierto? Por ejemplo, yo les digo: “Es que yo hago mesa directiva cada mes y atiendo a la comunidad dos veces a la semana”. El otro dice: “Eso es bueno, es bue-no atender dos veces a la semana en el salón comunal, entonces yo voy a hacer lo mismo”, ¿sí? Entonces, cada uno va aprendiendo del otro.

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QuiNta historia La LeGaLizacióN deL barrioEn esta historia se esbozan las problemáticas que ha tenido el barrio Jerusalén en cuanto a su legalización y acceso a beneficios tales como el alumbrado pú-blico o la educación, servicios que se ofrecen en la ciudad legal. Cuando el barrio obtuvo su legaliza-ción, el Estado comenzó a hacer presencia a través de programas sociales y desarrollo de equipamientos co-lectivos. Sin embargo, el debate sobre la legalización también trajo pugnas y desencuentros con la familia Gaviria, los propietarios originales del terreno, quie-nes han demandado al Estado en todas las instancias por tolerar la invasión.2 Sucede entonces que cuando un barrio de estos pierde su legalidad, también pierde su estatus y la atención y presencia del Estado.

[2] Véase el anexo de este libro, Fallo 776 de 2005 del Tribunal Administrativo de Cundinamarca.

francISco eVeLIo Nosotros estábamos oficial-mente legalizados como barrio desde el año 85/86. Lo que pasaba era que los dueños de los terrenos estaban vivos y con la legalización del barrio ellos aparecieron inmediatamente. Ellos escuchan que hay procesos de titulación de más de mil predios, más los otros procesos que se están llevando en otros lados y ellos inmedia-tamente demandan al Estado. El Estado inme-diatamente pierde la demanda y a nosotros nos tumban la legalización del barrio. Entonces, nosotros quedamos deslegalizados. El Estado ya ha invertido una cantidad de millones en este barrio y habemos más de 8.000/9.000 pre-dios y habemos más de 25.000, más de 30.000 habitantes. Entonces, imagínese el problema. El Estado no sabe qué hacer. No nos puede echar a la calle, no puede perder la inversión que ha hecho en los hospitales, en las escuelas, en las vías, en el alumbrado público, en las redes de

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alcantarillado y en el acueducto, en el gas, en el teléfono. Entonces, claro, el Estado se pellizca y ahí es donde comienza la pelea y se comienzan a hacer unas mesas de trabajo en la Secretaría de Gobierno, donde se sientan todas las ins-tituciones a hablar y a mirar cómo es la pro-blemática con la Junta de Acción Comunal y a mirar cómo se ve ahí. A raíz de ahí ya nace la figura de la Caja de Vivienda Popular y entra a intervenir en el barrio. Nombran a la Caja de Vivienda como garante de los procesos y todo. Inmediatamente le dan la facultad para que inicie un proceso de titulación de los predios.

Lucy eSteLa La legalización del barrio se cayó en 1991 por la demanda interpuesta ante el Con-sejo de Estado. Después de eso, nosotros em-pezamos a ir al Consejo de Gobierno y cada uno demostraba que Jerusalén existía y que no podía estar deslegalizado. Después vuelve y se pone en firme la legalización por parte de la Alcaldía. Jerusalén vuelve a salir legalizado por la posesión, por los servicios públicos, por la inversión que ha hecho el Estado (todo lo de vías y redes y todo eso es inversión del Estado). Esa es precisamente la parte que los Gaviria dicen que le pelean al Gobierno: “Pá-gueme porque usted metió allá redes y eso y eso son terrenos míos”. Y ahora vienen y dicen: “Ustedes que viven acá páguenme por-que los terrenos son míos”, ¿ves?

francISco eVeLIo Yo no me sentía seguro al estar escuchando las versiones de que los due-

ños estaban vivos y de que los dueños iban a pedir los lotes e iban a desalojarnos. Eso gene-ra una inseguridad tenaz y muy preocupante para uno. Entonces qué hace uno para pro-teger su inversión y sus cosas, pues mirar a ver cómo se mete a un programa de vivienda. Ahora que me acuerdo, yo estuve averiguan-do con un programa de titulación, de legali-zación y titulación de predios de la Alcaldía Mayor y de la Presidencia de la República. Yo vine a una de las oficinas acá en la 72 con 15 –ahí estaba una oficina que era de la Alcaldía– y yo estuve hablando ahí y a mí me dijeron: “Sí, claro, hay un programa, pero resulta que el programa en estos momentos llega a San Francisco. De ahí para allá todavía no hemos empezado porque toca empezar a levantar un escrito topográfico, cartográfico”. Bueno, me pusieron una cantidad de cosas, me dijeron que tocaba esperar y entonces yo esperé.

Lucy eSteLa Cuando se cayó la legalización la última vez –es que se ha caído dos veces en Jerusalén–, lo que más afectó fue la inversión: cuando en un barrio se cae la legalización no hay inversión. Solamente había una inversión social. ¿Cómo social? Nos mandaban gestores o capacitadores, pero no más. No había plata para invertirla en las escuelas o colegios, no, no se podía porque en ese barrio se había caí-do la legalización, eso decían. Ni había plata ni para pavimentos que era lo que más se peleaba. Ni para salud. Si había rubros para mejorar el CAMI, los mandaban para otro

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lado porque al barrio se le había caído la lega-lización, ¿sí me entiende? Entonces, Jerusalén estaba quieto y no se le podía hacer nada porque estaba deslegalizado. Ahí se empieza a trabajar –lo que les decía– en los Consejos de Gobierno con todas las entidades y todos los que ayudaban. Entonces la Caja de Vivienda, que hacía ahí la interventoría, dice: “Jerusa-lén, para que no se le caiga la legalización así de fácil, debe hacer un proceso de titulación donde cada quien compruebe y verifique que lleva más de cinco años en ese barrio –ese barrio es un barrio viejo– y cómo lo pueden confirmar: con los títulos de cada quien”.

rubén darío La legalización final del barrio fue en el año 94, es decir, diez años después de que llegamos. Habiendo legalizado el barrio, entonces, nosotros ya le podíamos pedir al Distrito legalizar también los servicios. Aun-que para ese momento nosotros ya nos había-mos conectado los servicios.

sexta historia La tituLacióN de Los Predios

Esta historia evidencia el tránsito de la ilegalidad a la legalidad de algunas casas del barrio. Unos han optado por legalizar la tenencia de su casa participando en un proceso para obtener el título legal, otros han elegido negociar sus derechos con los dueños originales del territorio, la familia Gaviria. Algunos han trabajado de cerca con abogados particulares y otros han aceptado los términos propuestos por la Caja de la Vivienda Popular. Durante el camino hacia la legalidad de sus casas, estos ciudadanos han encontrado diferentes tipos de obstáculos. Algunos carecen de información, y muchos carecen de dinero y de confianza en los abogados y en los procesos judiciales. Sobre todas las cosas, estos ciudadanos se rehúsan a gastar más dinero o a “comprar” sus viviendas nuevamente, pues todos aseguran que sus derechos surgieron en el momento en que hicieron esa compra inicial.

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rubén darío Nosotros arrancamos aquí con un proceso de titulación en el barrio. De la ante-rior Junta, antecitos de yo meterme a la Junta, la Junta anterior empezó un proceso con el abogado (que hoy es el mismo) Octaviano González. Con ese abogado vinieron aquí y yo ya acostumbrado a mi rol como líder en otros asuntos, me puse a estudiar mucho la propuesta, a averiguar sobre el personaje, a ver qué tan honesto era o lo que fuera (porque sabemos que ningún abogado es honesto y el que sea honesto no es abogado). Entonces to-das esas creencias que traíamos nosotros en la cabeza teníamos que despejarlas: que otra vez nos van a quitar plata, que otra vez que ese proceso es costoso, otra vez que... Entonces, como que dejamos que otros se fueran a eso a ver cuáles salían tumbados y metimos un paquete de 100; o metieron en ese tiempo los de la Junta. Yo no entré con mis papeles, pero a mí los de la Junta me dijeron que metiera mis papeles que así me iba a salir barato.

Ese primer abogado lo había conseguido la Junta, aunque venía recomendado de la Junta anterior. Aquí ni siquiera se miraron cotiza-ciones ni nada de esa vaina, arrancaron con ese ahí. Y la gente que confía en la Junta se metió en el proceso con él. De esos siempre va a haber: hay quienes confían demasiado en la Junta y hay quienes no se asoman con la Junta para nada, eso siempre va a ser así. Se metieron esos 100, el proceso duró cuatro años y medio, pero cuando ya iba el proceso

en dos años fue cuando me tocó recibir a mí a la Junta. Entonces, cuando vinimos a hacer el empalme de lo de titulación, el abogado vino a hacer un informe, pero el informe me lo quería dar allí en la tienda; en ese tiempo no había este salón comunal. En ese entonces esto era parte de la escuela, una construcción pequeñita que había aquí y había uno o dos

SubeS a ParaíSo. Laura rico gutiérrez de Piñeres, jerusalén, ciudad bolívar, bogotá, 2005.

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salones de la escuela. Los domingos, nosotros lo abríamos y nos sentábamos en un salón de esos en los pupitres. Entonces ahí nos senta-mos y yo le dije al abogado que necesitaba un informe, pero por escrito. El abogado se marió y me dijo que si lo iba a empezar a pendejear y yo ahí le dije: “Un momentico, el proceso se empieza aquí, Patiño y Avendaño me lo están entregando es a mí y si le gusta bien y si no recojamos. Yo no le estoy diciendo que no continúe, yo le estoy diciendo es que vamos a trabajar diferente”. Y un abogado imposible que no sea capaz de entregar un informe por escrito. Yo no le estaba pidiendo nada más, ni lo estaba criticando ni saboteando ni nada. Yo simplemente le dije: “Déme un informe bien dado y no hay problemas, pero si yo le pillo dolencias al informe pues voy a pedirle cuen-tas, pero todavía ni siquiera le estoy pidiendo cuentas”. Lo apreté y marchó la vaina.

francISco eVeLIo Entonces nosotros, oyen-do ese runrún de los Gaviria, nos pusimos a averiguar con los abogados. Nos presentan a los abogados, los traemos al barrio y hacen la propuesta en la asamblea. Es más, fueron dos abogados: un abogado y una abogada, e hicieron la propuesta. Este abogado, Don Octaviano, acepta las condiciones que le pone la Junta de Acción Comunal, o sea, trabajar con la Junta de Acción Comunal este proceso y que la Junta sea la vigilante, la garante de ese proceso para que no nos estafen. La otra abogada dijo: “No, yo no trabajo amarrada de

la Junta de Acción Comunal, yo trabajo como independiente, entonces no me sirve”. Enton-ces ella quedó aparte y solamente trabajamos con éste, con Don Octaviano. Yo estoy metido en otro proceso de titulación que iniciamos –que yo también inicié– hace ocho años con el doctor Octaviano González. Sí, desde entonces iniciamos 135 personas que estamos ahí. Ese proceso todavía está vigente. Lamentablemente cuando existían las coopera-tivas de ahorro, en una de ellas estaba la plata de regalo para titulación y quebró y cerraron la oficina. Se perdió una plata, entonces fue un trastorno tenaz porque ahí se perdió una plata y entonces los abogados ya no quisieron traba-jar. Mas sin embargo, ahí estamos impulsando eso y están a punto de salir esos títulos.

rubén darío El primer abogado nos decía que aquí lo que valía era la posesión. Porque den-tro de esos primeros 100 procesos también se dio gente que fue a buscar en sus corotos y no encontró el documento de promesa de venta. A esos se les hizo un extra-juicio, se les hizo tal cosa, pero la Junta debía certificar que esa persona sí era el dueño y que no estaba inva-diendo o quitándole a otro pobre. Entonces, nosotros hicimos válidas las posesiones. La Caja de la Vivienda se resistió a eso, pero no tanto las funcionarias, que en ese tiempo era la doctora Luz Dary, sino el departamento jurídico. Nos decían que teníamos que tener algún documento. Nos repetían: tienen que tener algún documento y tienen que tener algún

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documento. Nosotros qué les dijimos, pues que NO. Que el documento se lo hacíamos y entonces empezamos con los extrajuicios. ¡Es que no se puede pensar que uno dejó de ser dueño porque perdió el documento! ¡No! ¡No! Alguna cosa tiene que haber para resolver eso.

Así, el primer proceso estaba abriendo trocha. Ni siquiera los jueces conocían bien la Ley Novena.3 No la habían usado, no la habían manoseado, no la habían tenido que aplicar. Entonces, al momento de aplicarla, a ellos les daba miedo desposeer a uno para poseer a otro. Era una fórmula, es una fórmula de ex-propiación: si no se le da uso a un predio, el Estado le iba a dar un uso social a ese predio. Eso dice la Ley Novena, pero los jueces no la estaban aplicando. Entrar a convencerlos so-bre esa serie de cosas, pues por eso el primer proceso duró más de cuatro años, cuatro años y medio, casi cinco, y este otro viene durando dos años y medio. Ya tenemos para reventar sentencias, están que revientan desde enero, ya vamos en marzo a ver si en la próxima asamblea entregamos ya esos títulos.

francISco eVeLIo Hay mucha gente que no piensa sino en el entorno de su casa, o sea, piensa solamente en pavimentos, piensa que le coloquen la luz, que le coloquen el teléfo-no, que le coloquen el gas. Sí, yo sé que son vainas de primera necesidad, pero no se han enfocado en la necesidad que deben tener un

[3] Véase Ley 9 de 1989 y Ley 388 de 1998.

título de pertenencia, ¿sí me entiende? Enton-ces no hay ese enfoque. Entonces, nosotros con los abogados que ya estaban con la nueva ley Samper (que más de cinco años ya usted tenía derecho a reclamar pertenencia) arrancamos con los que inmediatamente llegaron a proponer la titulación. Antes de eso hubo otro abogado que nos estafó. Entonces ya llegó este aboga-do, este abogado empieza con un grupo en Plan Canteras, con el que fue edil, Hernando Rojas, con él tuvo un proceso de más de 800 títulos, a él ya le han salido más de 400. Pero al final, la gente entiende la importancia del proceso de titulación, ya lo han hecho. Por ejemplo, en el caso de Paraíso donde está Rubén. Rubén no creía en el programa de ti-tulación, él estaba en contra de eso, él estaba rotundamente en contra porque él entonces no era presidente de la Junta, era Álvaro Pati-ño. Y Álvaro Patiño fue el que inició esa labor de titulación y Rubén estaba a favor de los que estaban en el Tanque y él alegaba y decía: “No, que eso es falso”; no, que “yo estaba en contra de eso, sí”. Pero cuando él ya vio que sa-lieron los primeros 100 títulos creyó y ahí sí se unió con el abogado y le dijo: “Bueno, vamos a iniciar pronto el proceso”. Fue cuando ya em-pezó la Caja de Vivienda y ahí sí le caminó.

rubén darío Sin embargo, nos demoramos otros dos años y medio, ya se me iba a acabar mi período cuando “todavía nada de titulación”. La gente empezó a decir que ese presidente tampoco había servido, que eso no sé qué, que

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sí sé más. Y claro, la gente que aporta plata critica más. Entonces puse a marchar al abo-gado y ya les dábamos resultados y que tal. Yo mismo iba a los juzgados, yo mismo iba a esta serie de cosas, conocí ya de lleno el proceso, listo. Mientras tanto, íbamos haciendo otros procesos por otro lado. Ahí fue cuando llegó la deslegalización del barrio. Con la deslega-lización fue cuando la Caja... estábamos en el proceso de relegalizar y sopesar a ver si ahí sí nos reuníamos con los Gaviria o no. Pero nosotros seguíamos en la misma posición de hace 10 y 12, 15 años atrás. O sea que yo le recibí a la Junta anterior los procesos que ellos ya habían iniciado con el abogado anterior y, por recomendación de los otros comunales, lo que hice fue ponerlo a trabajar firme porque era que no se le veía por aquí.

francISco eVeLIo Entonces, mire cómo cambia la cosa, ¿sí? Un líder en ese entonces, que no creyó y ahoritica ya siendo líder cree y está impulsando con el doctor Octaviano para que sigamos en el proceso de titulación. Es más, Rubén quería empezar a hacer un paquete aparte del de la Caja de Vivienda, con otras personas, pero eso sale muy costoso porque un abogado particular después de que ha sa-lido un primer proceso de un barrio no le va a cobrar a usted los 200 mil pesos que cobraba antes. Ahora le va a cobrar 400 mil o 500 mil pesos por un proceso. Entonces, dese cuenta, con ese precio es muy berraco. Entonces, más bien decidimos esperar a la Caja a ver si traía

un programa. Es como yo le decía a la gente: “Bueno, está bien, usted no cree en estos abo-gados, espere que más adelante va a venir un programa con una entidad del Distrito que es lo que ustedes quieren, que le da seguridad y le da garantía”. Y es así, ahoritica tenemos los resultados: más de mil procesos y ahoriti-ca hay gente que está diciendo: “Don Evelio, cuándo empieza el otro proceso”, y ya di la orden de empezar a recoger carpetas para iniciar otro proceso con la Caja.

Lucy eSteLa La Caja de Vivienda Popular iba a venir a hacer procesos de escrituración, sí, pero es que los Gaviria llevaban tratando de hacer procesos de escrituración desde hacía más o menos 10 años, ¿ves? Y ellos habían peleado con el Gobierno, con la parte gubernamental y con nosotros. Por eso se había caído el proceso de legalización del barrio, ¿sí ves? Porque ellos habían demandado al Estado tratando de sa-car plata. Y ellos quieren sacar plata por todos lados y también quieren sacarnos plata a noso-tros. O sea que quieren tener plata por lado y lado, y lo que pasa con el predio de los Gaviria es que es hereditario, ¿ves? Entonces ni siquie-ra ellos como familia Gaviria se han puesto de acuerdo sobre qué es de quién: que el abuelito le vendió a yo no sé quién y que el Gaviria papá no sé qué, pero que le heredó al otro y el otro, entonces entre ellos mismos como que se han agarrado por el mismo terreno.

rubén darío Entre los años 1992-1994 es que aparecieron los abogados de los Gaviria, los

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dueños de la hacienda Casablanca, a procurar una reunión por aquí con los líderes comu-nales, y los líderes comunales rechazaron esa reunión. Yo no era de la Junta en ese tiempo todavía, yo seguía trabajando con lo de las escuelas –asociaciones de padres de familia– y con lo de Celodije, pero a nosotros también nos trajeron el problema: “Compañeros de Celodije, vengan porque a ustedes les van a llegar, van a coger a todo cuanto se llame orga-nización y les van a traer una exposición”. Los Gaviria decían que teníamos que volver a com-prar los lotes para que nos dieran la escritura.

Nosotros hicimos dos cosas. Como yo ya tenía experiencia con lo del primer proceso de titu-lación, entonces lo único que hice fue, allá en la mesa de concertación de Secretaría de Go-bierno, llevarme mi paquetico de fotocopias de los 100 títulos que ya estaban (no estaba el mío ahí, pero yo defendí ese proceso porque yo le trabajé dos años y medio a eso). Enton-ces dije: “Esto es legal, esto es válido, esto no entra dentro del proceso que la Caja me quiere exigir ni en los que me quiere ayudar”. Entonces yo ya sabía que para ser dueño, para la validez del lote, lo que vale es la posesión. Aquí, así no tenga usted documento, si usted está poseyendo el lote, usted ya es dueño. Aquí los documentos son lo de menos. Aquí lo que vale es la posesión. Como yo llevo tan-tos años aquí, yo soy capaz de decir quién es el dueño de tal lado, y de tal y tal y tal otro porque nos conocemos y nos hemos tratado.

Entonces, así esa persona haya perdido la car-ta de compraventa... porque muchas personas perdieron sus documentos. O por el hecho que hay tantos pleitos porque, por poner otro ejemplo, aquí hay mucha gente separada con el segundo y tercer marido o con la segunda y tercera esposa, y la primera se le llevó el documento, pero él siguió con la posesión. Entonces, ahí como vecinos podemos hacer esas aclaraciones para que quede en firme la validez de la posesión.

Nosotros, cada 8 o 15 días, durante 14 meses duramos allá sentados, ni siquiera los traíamos aquí, en la Alcaldía Mayor, en el segundo piso de la Alcaldía, en la oficina del Alcalde (del Secretario de Gobierno). Y allá llegaban todas las entidades: 34 entidades llegamos a tener sentaditas ahí para nosotros no más. Alguien dijo: “Pero es que estos manes quiénes son, es-tos manes quiénes son…”; llega allá y se para a decir: “Pero es que esta reunión es inaudita, ni siquiera consejo de seguridad reúne tanta gen-te, ni el consejo de seguridad para Bogotá reúne tanta gente y estos quiénes son”, entonces pre-sentémonos. El que decía eso era un abogado prepotente por allá, él era de Planeación. Creo que era del departamento jurídico de Planea-ción porque es que el que fue demandado fue Planeación con la joda de la deslegalización porque los que legalizan los barrios son los de Planeación. No, pero qué tipo tan prepotente.

Entonces, de todos, el que más fallaba a las reuniones era aquí el alcalde de Ciudad Bolívar

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y el del Departamento de Acción Comunal y entonces nosotros les mandábamos un oficio... Se supone que el Departamento de Acción Co-munal es como el padrino de las juntas de ac-ción comunal, y no nos estaban respaldando; los ediles tampoco; el alcalde tampoco estaba ahí.

Lucy eSteLa Ahora que me acuerdo, sí había el runrún de los títulos de propiedad, pero no por parte de la Caja de Vivienda sino de unos aboga-dos, e incluso –como uno habla– ha habido tum-bis con la comunidad en cuanto a eso. Había una señora Ninfa que estaba haciendo unos títulos de propiedad en Santa Rosita y en Nueva Ar-gentina y ya los sacó, o sea que uno puede decir que ya hay títulos de propiedad en Jerusalén.

En Paraíso está el abogado que trabaja con la Caja de Vivienda. Eso quiere decir que sí deben salir unos títulos, pero otra cosa es que ellos, los que llevan cinco o seis años con esos abogados, están muy demorados y parece que va a salir primero el proceso de la Caja de Vi-vienda que el de ellos. Yo creo que las influen-cias de la Caja de Vivienda han servido mucho, pues ella trabaja con la vivienda de interés social y ha ayudado a que ellos hagan parte en el proceso y a que la parte jurídica vaya y hable con el juez, ¿sí? Que vaya a los juzgados y esté allá y diga: “Vea, ahí hay un proceso con Jeru-salén, cómo es ahí, cuánto se demora”, eso.

rubén darío Catorce meses nos duró la ne-gociación, a pesar de que apretamos a todo el mundo. Como ya teníamos el proceso de

pavimentación, eso era lo que la gente nos estaba señalando en la mesa de negociación. Entonces ahí fue cuando le dijimos a la Caja de Vivienda Popular que nos presentara la propuesta de la titulación. Entonces, en una pantalla gigante nos hicieron la propuesta. Para mí era lo mismo a lo que ya teníamos con el abogado particular, pero respaldado por una institución.

El asunto era que cuando yo hablé de eso con el abogado en esa semana le dije: “Bueno, cuál es su cotización para el siguiente paquete porque este de los primeros 100 ya está ne-gociado. Cuál es el precio para el siguiente paquete”. Y fue tan descarado que me dijo que valía 450.000 pesos por predio. Con la Caja nos dijeron que valía 250.000 pesos, entonces ni modos, el doctor abogado Octaviano dijo: “No, pues entonces yo entro en el concurso de esos otros abogados con la Caja de Vivienda Popular”. El abogado lo pensó y dijo: “Voy a ganar un poquito menos, pero hago más procesos”, y le sirvió, “entonces entremos a concursar”, listo, entramos a concursar. Y el hombre, ese abogado, ya se volvió muy comu-nitario porque él ya trabaja es con los barrios. Él no trabaja en su oficina, él trabaja con los barrios. Y entonces fue cuando nosotros mis-mos pusimos de ventaja toda la experiencia que tenemos en titulación y fue la experiencia mía al trabajar, antes con Octaviano, la que se puso al servicio de los otros compañeros para decirles cómo era el proceso.

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Lucy eSteLa Hay mucha incertidumbre por parte de la gente porque hay muchas versiones de lo de Jerusalén, ¿cierto? Que los Gaviria defi-nitivamente van a venir a las escrituras, listo, que viene la Caja de Vivienda Popular a hacer las escrituras... Hay muchas dudas alrededor

del proceso y entonces el uno enreda al otro con la duda y la cizaña y ese se sale del pro-ceso, y luego el otro, y así sucesivamente. Lo que pasa es que al final lo que lo afecta a uno para todo es el bolsillo, ¿cierto? Ver de dónde sale plata.

PaISaje deSde ParaíSo. Laura rico gutiérrez de Piñeres, jerusalén, ciudad bolívar, bogotá, 2005.

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Lo primero que se le debe explicar a la gente, y ese es el dilema que se ha tenido, es que con la Caja de Vivienda se obtienen títulos y no escrituras. Se empieza el proceso de titulación en cada sector de Jerusalén. Pero en Bellavista, por decir algo, casi el 10% ha seguido el proce-so porque los demás dicen que los van a robar, que eso es para tumbarlos. Pero no, la Caja de Vivienda no puede hacer escritura sobre un terreno que no es de ellos… “No, pero cuánto tiempo, cuánto hay que pagar, ahora nos van a robar la plata”. Esa es la incertidumbre de la comunidad. El vecino le dice al otro: “Ojo, que lo van a tumbar, cómo así que le van a hacer un título de propiedad. Usted lo que necesita es una escritura”. Sin embargo, la Caja de Vivienda apenas em-pieza a llegar al barrio hace más o menos unos cinco o seis años, no más. Ya la Caja de Vivien-da tiene aparte sus propias urbanizaciones, sus propios programas, sus propios lotes. Uno ve alrededor de Jerusalén y dice, Arborizadora Media, es de la Caja de Vivienda Popular; par-te de Sierra Morena también es de la Caja de Vivienda Popular. Pero en Jerusalén, nada que ver la Caja de Vivienda Popular, ¿ves? Es has-ta ahora que se está trabajando con ellos.

Cuando la Caja de Vivienda Popular llegó al barrio decía: “Hay dos formas de obtener escri-turas o títulos. Una es la negociación directa”. Es decir, teníamos que reconocer que los Gavi-ria eran los dueños de esto y debíamos negociar con ellos las escrituras a bajos precios. La otra

forma era hacer todo el proceso de titulación por intermedio de los juzgados, abogados y es-perando a que saliera la sentencia del poseedor para obtener la pertenencia del terreno.

Pero algunos acá, porque han pasado muchos años, por decir algo los 18 o 20 años que lleva el barrio (este barrio lleva 22 años, o sea, no soy de las fundadoras, yo ya llegué cuando había gente), no tienen la carta de compra-venta. Por decir algo, un señor que lleva 22 años y quiera entrar al proceso de titulación para tener su título de propiedad, mas no su escritura –eso sí debe quedar claro que no son escrituras–, uno le dice que necesita la carta de compraventa. “No, eso ya han pasado 22 años, a mí se me mojó, se me perdió o eso”, enton-ces, qué hacer. El abogado le dice a uno –el de la Caja de Vivienda–: “Bueno, él lo que puede hacer es un extrajuicio con dos testigos que lo conozcan y que aseguren que él vive ahí hace 22 años”. Listo, él va a la notaría, se lleva sus dos testigos y hace el extrajuicio. Eso ya es el documento soporte que él es el dueño de ese terreno y de esa casa.

Con la Caja de Vivienda se ha hecho un tra-bajo mancomunado muy bueno. Nos reuni-mos cada mes a hacer avance. Los abogados que tienen el proceso fueron escogidos por la misma comunidad, o sea, por los mismos presidentes de Junta con varias hojas de vida que se recibieron según el abogado tuviese experiencia en titulación. Es que no es el primer barrio donde se hace titulación de

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predios, ¿ves? Ya se ha hecho con otros, pero, al igual que con otros, también se ha hecho negociación directa. Es decir, cuando la Caja de Vivienda nos ha dado las dos alternativas porque ellos han trabajado las dos formas. Ya hay una experiencia con el barrio aquí al pie-cito, que es de Manuela Beltrán: ellos tienen escrituras. Y estamos en linderos con Manuela Beltrán –igual se supone que pertenece a Je-rusalén–, pero ellos ya tienen escrituras, ¿ves? Ellos negociaron con el que decía ser el dueño de esa parte que era un párroco, padre algo, y cada quien fue y le compró. Pasó igual que acá, pero hace por ahí unos 15 años.

Al parecer, los Gaviria ya estaban muy ente-rados del proceso con la Caja de Vivienda: ya sabían precios, ya sabían en qué juzgados, ¿sí me entiende? Uno sí se pregunta, ellos cómo se en-teraron. Nosotros nunca nos hemos comunicado con los Gaviria, pero ellos tienen un abogado. Como presidentes no hemos visto a ningún Ga-viria. No, no los distinguimos. Ni siquiera a su abogado. Cuando los Gaviria ven que hay casi mil procesos en Jerusalén y que empezaron a andar y que están regados en cada juzgado, ellos se quieren comunicar con nosotros, ¿sí? Mandan una propuesta muy buena, eso sí, mucho más barata que como salía por medio de titulación con la Caja de Vivienda Popular.

Entonces, ellos dicen: “Ustedes están pagan-do 166.000 pesos por medio de la Caja de Vivienda Popular, nosotros les dejamos igual en 166.000 pesos, pero nosotros les damos

escrituras. No se va a demorar dos o tres años como el proceso de titulación, si no más o menos de uno a tres meses. Menos tiempo por el mismo precio”, pero entonces ellos dicen: “Pero, nosotros solamente vamos hasta la par-te de que damos el documento y ustedes van y lo registran ante notaría y ante instrumentos públicos, lo elevan a escritura. Para elevarlo, vale más o menos 400.000 pesos...”.

rubén darío Si los Gaviria no hubieran vuelto con los abogados para intentar hacer las ven-tas de la escritura pública, nadie se hubiera interesado en tener el título legal porque todo el mundo estaba tan calmado, tan tranquilo con eso, que creían que su documento era ese. Porque resulta que ellos, o todos nosotros aquí –yo hablo de ellos como si fuéramos aparte, no–, estábamos tan tranquilos pensando que ese era el documento oficial: el que teníamos cada uno en la casa.Cuando vemos y estudiamos y analizamos las leyes resulta que no, que apenas somos poseedores no más. La gente peleó mucho por eso: “Pero es que yo pago impuestos, pero es que yo pago servicios, pero es que yo pago esto, y que qué tiene que ver un pinche papel de esos, y que no sé qué, y que a mí nadie me va a sacar”. Nosotros les decíamos que nadie los iba a sacar, pero que debían legalizar la posesión, la estadía aquí. Les explicábamos que así como estábamos, éramos invasores. Que así le hubieran comprado a otro habían invadido. Entonces nadie les estaba cobran-

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do el predio. Porque la ventaja que nosotros brindamos, o que brinda la Caja también o el proceso de pertenencia como tal, ya sea con el abogado privado con el que hicimos los pri-meros procesos de títulos o con la Caja, es que no tenemos que volver a comprar el predio. No tenemos que volver a comprar el predio, tenemos es que legalizarlo, sacarle la cédula de ciudadanía al predio.Creo que fueron más los que habían perdido el documento que los que sí lo tenían los que se metieron al proceso de titulación, luego de que vieron y entendieron esa situación. Enton-ces, ahoritica sí están haciendo fila para entrar con la Caja porque ya tienen la confianza de que el proceso sí salió y que salió en un tiem-po mucho más rápido. O que está saliendo más rápido que el proceso de los primeros abogados.

Lucy eSteLa Y hay algo más con los Gaviria: se-gún lo que nos decían los abogados, como los Gaviria todavía no han definido esa herencia, que son estos terrenos, uno de ellos supues-tamente está ya muy viejito y como que de pronto se muere o eso, entonces no han defini-do de quién es qué... Esto está dividido como por... cuando hablan de terrenos hablan por mojones, ¿sí? Que de tal mojón a tal mojón es de Elvira de Crosh, de tal otro a tal otro es de Juan Gaviria, de tal otro es de Felipe, ¿sí me entiende? Entonces, lo que los abogados dicen es que los Gaviria nos pueden presentar una propuesta de las escrituras del terreno, mas

no de las mejoras y eso entonces le va a salir mucho más caro a la comunidad. Cuando digo “comunidad” es obviamente yo incluida porque hago parte del proceso, ¿cierto? Sería mucho más caro hacer un proceso por el terre-no, que es la escritura que dan los Gaviria, y otro proceso por las mejoras, entonces, ¿a qué estamos jugando?

Entonces yo digo: yo no voy a hacer un proce-so, o sea, nosotros como Junta decimos: “No vamos a hacer un proceso por terrenos cuan-do nosotros ya pagamos el terreno”. Cuando yo compré, yo pagué $2.500.000, $1.800.000, $1.000.000, por qué voy a volver a comprar a otro que dice que es el dueño, si yo soy la dueña hace 15 años, ¿sí ves? Con la Caja de Vivienda lo que se está haciendo es un proce-so de titulación y pertenencia para pasar de poseedores a propietarios de mi terreno y de mis mejoras, de todas las viviendas que vayan hasta el tope de vivienda de interés social. Es decir, que no supere los 43 millones de pesos. Ahí es donde la Caja de Vivienda entra a ha-cer su interventoría; sólo como interventoría y como asesoría. Porque todo lo pagamos nosotros, la comunidad, con los 166.000 pesos. ¿Qué incluyen? Procesos notariales, gastos de honorarios de abogados, procesos en los juzgados, fotocopias, curadores. ¿Quién más viene? Vienen los peritos, ¿ves? Todo eso lo cubre cada quien con lo que paga.

De Jerusalén hay casi mil procesos que van a salir. Esos son los que llevamos con la Caja de

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Vivienda: procesos de titulación en Jerusalén por sectores. Entonces, Potosí tiene algo así como 400 procesos, Pradera tiene 40 y algo, Bella Vista tiene 190, ¿sí? O sea, de cada sector sumamos mil.

francISco eVeLIo En Plan Canteras, que es otro barrio, otro sector de Jerusalén, empeza-ron con un proceso de 700 predios. Entonces, nosotros empezamos con esos. Ya empezó Canteras, luego seguimos nosotros con 135. Ya llevábamos nosotros un año con ese proceso cuando entró Paraíso.

séPtiMa historia eL Proceso de tituLacióN: eL baLaNceEn esta historia se presentan las principales reflexiones sobre los beneficios que representa tener un título legal para proteger la propiedad de cada persona, de cada familia, que vive en Jerusalén. El balance que se tiene so-bre los procesos de titulación que ya se han iniciado está permeado por frustración e insatisfacción. Muchos po-bladores son escépticos acerca de los efectos reales que pueda generar el título legal. Ante el prolongado tiempo que duran estos procesos, los altos costos que conllevan y el miedo a ser estafados por un abogado fraudulento, muchos han optado por no entrar a legalizar su tenencia individual, o por esperar una nueva oportunidad brinda-da por la Caja de la Vivienda Popular y vigilada por la Junta de Acción Comunal (JAC).

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rubén darío Yo siempre he sido institucionalista. Yo siempre le he pedido al Estado, o sea, yo hago proyectos pero yo se los pido es al Estado, yo no le pido a nadie más. Entonces, si el Estado me va a ayudar con eso, yo pongo a que el Esta-do trabaje para nosotros. Por eso lo de la escuela. Cuando le dije lo de legalizar la escuela era con Secretaría de Educación y que vinieran para acá pues ellos son los que tienen que dar la educa-ción aquí. Es que a nosotros ni el Estado ni el Gobierno nos está haciendo un favor, están cum-pliendo con su deber. Ojo a eso: yo no los recibo como favor de ellos, lo recibo como que es un deber de ellos; entonces, por eso también tengo dolores de cabeza, tengo pleitos, tengo rencillas con ellos, pero al fin y al cabo son funcionarios públicos. Uno los aprieta pero con un poquito de diplomacia; eso se aprende poco a poco.

Lucy eSteLa La gente en general quiere titular porque el título da más seguridad sobre el

terreno, sobre la propiedad. Ahora que va a pasar la nueva avenida por Jerusalén, la con-tinuación de la avenida Jorge Eliécer Gaitán Cortés para que entre Transmilenio y para que haya alimentadores, la obra se va a llevar varias casas, ¿ves? Entonces, para que a mí el Gobierno me pague, debo tener título. No me pagan mi lote solamente con mi carta de compraventa, debo tener un título de propie-dad. ¿A ellos qué les están exigiendo? Título de propiedad, ¿cierto? Haber pagado el impuesto predial porque se está valorizando, que es lo que le da el autoavalúo y muchas personas no lo habían hecho, ¿ves? Entonces, eso también lo ayuda. Jerusalén, después de la ficha nor-mativa de cada UPZ –que ésta es la setenta– y de acuerdo al desarrollo que va teniendo la ciudad, va tomando más importancia.

Es que Jerusalén tiene más de ocho mil pre-dios y si sólo hay mil predios inscritos en el proceso de titulación, la proporción viene siendo que casi que sólo un 10% de la pobla-ción de Jerusalén está en proceso de titulación. Pero, igual, hay que contar los otros a los que le están saliendo títulos. Fueron varios factores los que no dejaron que se metieran más personas: puedo hablar del miedo de Bellavista y... bueno, la credibilidad, ¿cierto? Y el murmullo de que puede ser así. Hubo tam-bién personas que no alcanzaron a completar la cuota o completaron la cuota y no siguieron pagando y entonces no pueden seguir en el proceso porque impiden que los demás sigan

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adelante; hubo otros que no completaban la documentación. ¿Cuál era la exigencia de la documentación y la más básica? Demostrar que uno llevaba cinco años de posesión. ¿Cómo lo demuestro? Con mi carta de compraventa, con recibos de los servicios públicos; entonces, nosotros decíamos: “Como estamos empe-zando en el 2003, traiga recibos de cinco años atrás entonces, son los recibos del 97 y 98”, “No, pero yo todo eso ya lo boté, ya no tengo nada”, “Vayan a las empresas y pídanlo”.

Los recibos vienen a nombre de cada quien, pero hay unos de unas casas que vienen al nombre del anterior propietario. Entonces, si alguien no tenía todos los documentos, no po-día entrar al proceso. Si yo no tenía, por decir algo, si yo pagué mi cuota inicial que eran 33.200, pero no tengo ni agua ni luz que era la base de hace cinco años, quedé por fuera. También pasaba que yo tenía que haber paga-do mi cuota de pavimentos porque había que cumplir el convenio y si yo no había pagado mi cuota de pavimentos –porque muchos, des-de el 99, que fue cuando se hizo el convenio, no han pagado los 75.000 pesos–. Eso lo mismo de todo: la gente dice que hasta que no vean que están pavimentando el frente de sus casas no pagan y el problema era que debían traer su consignación de pavimentos. “No, no he paga-do”. Se queda por fuera. Y así, así se iba sacan-do a cada quien. Entonces, no todo el problema es por credibilidad o por las dudas que la gen-te tiene frente a las juntas. Si no que también es

por no cumplir con todas las exigencias de la documentación para poder iniciar el proceso.El año pasado, los procesos se movieron muy poquito porque los juzgados empezaron a implementar todo lo de la sistematización;

SIn títuLo. robert max Steenkist, bogotá, febrero de 2008.

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entonces, durante casi todo el año, por lo me-nos durante unos siete u ocho meses de los doce meses del año, estaban “sistematizando”. Todo eso ha hecho que se demore más el pro-ceso, pero va a salir primero que los otros. El primer paquete con la Caja de Vivienda Popu-lar, nosotros lo llamamos así, se supone que debe estar para este año, para el 2005, porque lo iniciamos desde el 2002.

francISco eVeLIo Más gente se hubiera me-tido al programa de titulación, si la Caja de Vivienda hubiera otorgado más cupos. Pero la Caja de Vivienda tenía un cupo limitado para empezar. Ahora, la gente reacia que no cree todavía dice: “No, esperemos que salgan los primeros títulos con la Caja de Vivienda”, y lo que pasa es que todavía no han salido los pri-meros. Son reacios todavía.

Hay otra gente que me dice: “Don Evelio, ¿será que sí va a haber otro segundo paquete con la Caja de Vivienda?”. Y yo les digo que toca esperar porque todavía estamos en este proceso y como ha habido enredos y choco-nes, toca mirar primero qué va a pasar. Y aho-ra ya la Caja de Vivienda me da a mí la parte jurídica, me dice: “Sí, don Evelio, comience a recoger carpetas porque ya abrimos un nuevo proceso de titulación con la Caja de Vivien-da”. Ahora, esa es una buena noticia para las personas que quieren meterse a hacerlo.

Lucy eSteLa La gente en su casa no sabe todo lo que está pasando en el barrio, entonces, uno

como líder los motivaba para que se metan al proceso de titulación: “Ojo, vengan a reunión, vengan a asamblea, les quiero informar que por el lado de su casa va a pasar una gran avenida y como usted no se ha puesto las pilas y tiene una casa de tres y cuatro pisos, se la va a llevar la avenida y, a usted, sabiendo cuánto le ha costado construirla, no le van a venir a pagar a lo que le costó hacerla”. Ahora, yo sí creo que la comunicación o la difusión hace la diferencia de cada cosa: mien-tras no hubo difusión ni comunicación alguna de que tenía que haber títulos, nadie se pre-ocupaba por los títulos. Pero cuando llega un nuevo programa (es que ese es otro factor: los programas que se van implementando poco a poco en cada barrio, ahora es la titulación para Jerusalén) y uno en cada asamblea le bota la pelota a las personas de lo que viene, del nuevo programa, entonces ahí sí empiezan a surgir las inquietudes y luego las personas dicen: “Por qué, por qué debo tener un título”.

rubén darío La dificultad es lo económico, la dificultad es el pago de esta situación porque hay mucho desempleo y mucha vaina. Aquí siempre va a haber problemas cuando se re-quiera dinero. Esa siempre va a ser la dificul-tad para resolverlos: hacer el aporte. Aunque todo el mundo dice que sí quiere entrar al pro-ceso, entonces, nosotros buscamos los costos y les decimos: “El costo unitario de esta vaina es un millón y medio, el abogado viene y nos lo hace por 450.000 o 500.000 pesos, la Caja nos lo

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hace por 200.000 pesos”. ¿Entonces por dónde le entramos? Por donde la comunidad diga.

francISco eVeLIo Hay gente a la que no le interesa el título y que está esperando que el Gobierno, que el presidente les dé la escritura. No es que sean ignorantes ni brutos sino que son personas que se limitan a ciertas cosas no más, a dejar que el tiempo pase y listo, y no miran a proyección, ¿ya? Y mucha gente que todavía no se ha despertado. Les traemos a la Caja de Vivienda para ofrecer un proceso de titulación y ni siquiera les importa: “Ah, eso después, esperemos a que salgan esos títulos a ver si es verdad, a ver si es verdad si sirven o no, y ahí sí me meto”. Todavía como que no se ha creado conciencia, ¿sí? Todavía no están firmes. O sea, en ese entonces, yo sí me sentía inseguro porque yo compré en el 94 –más o menos– y ya estaba el chisme que los dueños están vivos y que iban a reclamar, ¿sí?

Lucy eSteLa Hay personas a las que les da lo mis-mo tener el título que no tenerlo porque no sa-ben para qué les va a servir el título legal des-pués de que lo tengan. Pero ahí uno se sienta y les empieza a explicar: “A usted le puede servir porque después, cuando usted vaya a pedir un préstamo, a usted le van a pedir su certificado de libertad”. Y entonces cuando yo ya tengo título de propiedad me sale el certifi-cado de libertad y ahí ya va, me va subiendo el de estatus del terreno. Me voy a valorizar más como propietaria en mi terreno. El título me va a dar más seguridad en mi terreno.

Igual, yo no nunca me había preocupado por las escrituras o por el título de propiedad. Cuando uno entra en el rollo es que empieza a darse cuenta que es bueno. Que sí es impor-tante. Pero a mí el abogado antes me decía: “Qué otro documento se puede pedir”, y yo le decía: “Yo no sé, yo tengo ahí una escritura”. “¿Tiene una escritura, Lucy?”. “Sí, yo tengo una escritura porque yo recibí un subsidio de vivienda por parte de Compensar; bueno, no me acuerdo si por Compensar o por Colsub-sidio, y ellos me dieron una escritura por me-joramiento. En esa escritura dice que yo soy la dueña de ese terreno y que hice mejoramiento de tantos millones que me dieron como sub-sidio”. Cosas así, entonces, sí hay otros do-cumentos que sirven para probar que somos propietarios. Y entonces en esos documentos que pedíamos y pedíamos en cada salón co-munal, documentos que se necesiten, se decía: “O si usted tiene escritura por subsidios, trái-gala”; y muchas personas la tienen. Y ahora la titulación nos da seguridad en la medida que se está dando al barrio la visión de ciudad. Ya no sigo siendo ahí el barrio de Jerusalén, pues la circunvalar del sur va a pasar a cinco cua-dras de mi casa.

Con el título legal uno ya va subiendo de esta-tus y yo ya soy la dueña, propietaria y posee-dora de mi terreno. En cambio, antes sólo era poseedora y no era propietaria, ¿ves? Por eso era que yo le decía: “Ojo que con la titulación estoy comprobando que soy la dueña de este

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terreno y no que yo le voy a comprar a alguien porque nosotros ya compramos”. Si después me vienen a comprar a mí, ahora que yo soy la propietaria, entonces ya se eleva el título a escritura pública. Además, también se decía: para hacer el paso de título de propiedad a es-critura pública hay que llevarla a instrumen-tos públicos y eso tiene un valor; obviamente es mucho más caro. Puede tener un valor que puede oscilar entre 200.000 y 400.000 pesos; no sé de qué depende, eso lo saben más los abogados. Si yo tengo mi título, yo misma puedo ir a elevar la escritura porque el título que me da la Caja de Vivienda, bueno la Caja de Vivienda no (es un intermediario), el juez, solamente le faltan las tapas que digan “escri-turas” y de “tal notaría” y ya, ¿ven? Entonces eso es lo que uno le explica a la gente.

rubén darío Las ventajas del título legal son todas, es decir, reconocernos como propieta-rios, darnos la firmeza de que ya nadie más va a venir a discutir eso porque siempre hemos tenido durante 20 años la zozobra de que esto es de la familia Gaviria. Ahora no, ya apare-cemos. Nuestros nombres ya aparecen en un título oficial, en un documento oficial, enton-ces eso es una de las ventajas. La otra ventaja es acceder a las condiciones del mercado y a las condiciones bancarias para acceder a créditos. Otra de las ventajas es para acceder a los juicios de sucesión porque las personas que van dejando a su familia, no las dejan desprotegidas sino con patrimonio.

Eso es básicamente porque de los que llega-mos aquí, ya casi todos son de la tercera edad. Entonces van falleciendo y la sucesión de los cuatro o cinco hijos es problemática por sin título se van a tener que agarrar por el lote. Entonces va a ser más fácil hacer una sucesión con el título de pertenencia que con un pa-pel que era borroso, a veces mal elaborado y muchas veces sin registrar. O cuando algunos tenían documento, pero no lo tenía registrado; o lo tenían firmado por el que lo compró, pero el que lo vendió nunca fue a una notaría, en-tonces eso legalmente no vale.

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ÚLtiMa historia retos Para eL Futuro de jerusaLéNLa historia de Jerusalén no termina con estas páginas finales. Como bien cuentan sus pobladores, las nece-sidades del barrio han cambiado, pero aún hace falta mucha presencia estatal. Los jóvenes y los ancianos, por ejemplo, necesitan programas que les ofrezcan una mejor calidad de vida. Lucy Estela, Rubén Darío y Francisco Evelio son conscientes de que la localidad de Ciudad Bolívar tiene muchos barrios que merecen atención prioritaria y que los recursos son escasos y deben distribuirse. Su lucha y su discurso son mejorar la calidad de vida en Jerusalén y sentirse parte de una ciudad –extensa y diversa– cuyo ruido y edificios se divisan desde la loma de este barrio de origen ilegal.

Lucy eSteLa Y ahorita, con el proceso de pavi-mentos que hay en el barrio…, pues no sé, he sentido que hemos estado como estancados en el trabajo comunitario porque ahora el trabajo no es tan social como antes: ahora es como más de pavimentos, ¿sí me entiendes? O sea, más concreto que social. Los problemas han cambiado. A medida que se va superando el barrio, cada cosa se va mejorando; entonces, ya no hay inconvenientes por los servicios, ya están todos: agua, luz, teléfono, gas, ¿sí? En-tonces ya nadie tiene que luchar por los incon-venientes de los servicios públicos...

francISco eVeLIo Lo más principal fue que logramos conseguir ese programa de pavi-mentos. Realmente se inició en mi vía, donde yo habito, en la carrera 47a, que nos reunimos dos, tres cuadras y fuimos a pelear por un objetivo ¿Cuál objetivo? El objetivo era hacer pavimentar nuestra cuadra y con tan buena

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suerte que constituimos un comité. Hicimos rifas, trabajamos y lo presentamos ante el IDU y el IDU nos avaló la construcción de esa vía. Entonces, sí se puede y sí hay la posibilidad. Ahí es donde nace el Comité de Desmarginali-zación, donde nace lo que es ya el contrato con el IDU de intervención en mejoramiento de barrios. Ahí empieza lo que es ya lo grande, lo que tiene la junta ahoritica en continuación. Ya existe una continuidad de un proyecto grande que se deja atrás, que dejó marcado, que está en pauta ahí y que ha repercutido en más de 32 entidades del Distrito que tienen que ver

con ese proyecto y que han intervenido y así sucesivamente.

Lucy eSteLa El Comité de Desmarginalización está compuesto más que personas, por las juntas mismas. Ya dentro de cada junta, los directivos y los siete sectores de Jerusalén: Nueva Argentina, Santa Rosita de las Vegas, Bella Vista la Y, Paraíso, Pradera la Esperanza, Tanque Laguna, Potosí, ¿sí? Y de cada uno de los sectores, los presidentes las juntas de acción comunal. Ese Comité se creó en 1999, cuando vino la propuesta de pavimentar las vías del barrio, ¿sí? Para poderlas pavimentar había que crear, entrar al programa de Moc-kus “Todos Ponen” y luego a un programa que se llamaba “Gestión Compartida”. La Gestión Compartida era que nosotros como comunidad debíamos aportar por cada frente de la casa 75.000 pesos (las casas esquineras debían aportar 150.000 pesos) y el resto para pavimentos lo daba el IDU, ¿sí? Entonces, firmamos ese convenio. Ya con el convenio firmado debía crearse, o sea, para que pudiese firmarse debía crearse un comité y así se creo el Comité de Desmarginalización. Así mismo se llamaba el programa: Desmarginalización en Bogotá, que existía a nivel Bogotá. En Ciudad Bolívar alguien habla del Comité de Desmarginalización y lo identifican; “¿Que ustedes son del Comité de Desmarginaliza-ción?, ¿que ustedes lograron que se cayera la legalización del barrio y que ahora otra vez lo legalizaran?, ¿que a ustedes ya no les vendie-

SIn títuLo. Laura rico gutiérrez de Piñeres, jerusalén, ciudad bolívar, bogotá, 2005.

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ron adoquín como a todos los barrios...?”. ¿Sí me entiende? O sea, son varias cosas las que uno va haciendo: “Que ahora están en titula-ción, que ahora van empezar a trabajar...”.

francISco eVeLIo Ahorita todos se enfocan en la lucha por el pavimento y no miran que tenemos un problema con legalizar nuestros predios y con tener nuestro título de perte-nencia. Ya con ese título de pertenencia puede uno recurrir a un certificado de libertad y puede acceder usted a un programa de me-joramiento de vivienda, a un subsidio de vi-vienda. Pero la gente está preocupada en otras cosas. Ahí los líderes deben decirle a la gente: “Mire, pensemos en esto más bien qué es lo que hay más necesidad, qué es lo que nos va a sacar de pronto de apuros o nos va a sacar al mejoramiento de nuestra vivienda o vamos a obtener un subsidio del Gobierno”.

Lucy eSteLa La gente no es que desconfíe del Estado, es que no sé por qué ahora no hay esa inversión acá. Por eso les decía ahorita que el Estado no ha vuelto a traer los programas de los que se hacían antes. El SENA quería traer un programa para capacitar a jóvenes, ¿sí? Curtidores de cuero, otro en ebanistería, y de-cirle a la comunidad que viene el SENA tiene más seriedad, ¿cierto? Entonces se convocó a la comunidad: “Vean, por favor, hay unos cursos, aprovechen vengan y se inscriben”. La gente hacía cola para inscribirse en los cursos y el SENA nunca salió con nada: así se pierde la credibilidad del líder y cuando uno después

quiera implementar algo, ahí la gente duda: “Será que sí, será que no”. Lo que pasa es que en el barrio faltan muchas cosas: yo no trabajaría sólo por titulación. Yo he pasado cartas a la Alcaldía local cuestionando porque no vienen a hacer mejoramiento de los parques, ¿ves? Uno trabaja y trabaja ahí y pero no se ve el trabajo que uno hace; yo a veces decía que me siento como estancada y como que no he hecho nada pudiendo hacer más cosas, más por la comunidad. Lo de titulación a la larga no es tan problemático; es más, cada quien irá buscando algo legal para su terreno. Hay otras cosas mucho más importantes…

francISco eVeLIo Que sí faltaron muchas cosas por hacer y muchas cosas por realizar, y realmente pues todavía sigo acompañando a estos grupos, apoyándolos y mirando a ver para no cometer muchos errores. Usted sabe que cuando ya están las instituciones pues es muy difícil porque cada uno respeta sus insti-tuciones y ellos como sea no van a aflojar todo para un solo barrio. Ciudad Bolívar es muy grande, son más de 235 barrios y las institu-ciones del Estado tienen que cobijar a todos los barrios, no a un solo barrio. Eso es una pelea muy grande, grandísima.

Lucy eSteLa Si no hubiera juntas de acción co-munal hay muchas cosas que no se podrían hacer, ¿ves? Tanto que nosotros lo decíamos: en Bellavista deberían haber afiliados al libro como socios de la Junta de Acción Comunal como 1.100 personas, ¿sí?, como 1.100. Ahora

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se hace depuración del libro. ¿Por qué se hace depuración? Porque las personas no van a la asamblea, porque uno nunca los ve, porque sólo fueron y se inscribieron. Había 500 per-sonas de 1.100, o sea, sólo la mitad y quedan 250, ¿ves? Incluso yo lo decía en una reunión con la Caja de Vivienda: “Debe ser que de pronto la Junta de Acción Comunal no tiene mucha credibilidad, busquémonos otra es-trategia, creemos unos comités”. Yo les decía crearan un comité de titulación, ¿sí? “Creemos un comité de titulación que nada tenga que ver con la Junta de Acción Comunal”. Ahora, para que a ese comité de titulación lo reconoz-can ante la parte distrital Bogotá debe ser una comisión de la Junta de Acción Comunal. O sea, es que ninguna otra organización tiene as-pecto jurídico ni NIT –vuelvo y les digo–, solo las juntas de acción comunal; o a no ser que sea una ONG, pero ya para ser una ONG hay que tener platica, sacar estatutos, tener revisor fiscal, todas esas cosas.

Entonces, la comunidad empieza con la duda por eso, porque algunos dicen, algunos seño-res ya de edad, unos viejitos se acercan a mí y me dicen: “Muy chévere que se haga lo de la titulación, pero, sabe qué señora, yo ya he vi-vido aquí 20 años y nunca he necesitado título para nada. Yo ya no lo hago. Yo me muero de aquí a un mes o dos meses y para qué me voy a poner a pagar ciento y pico e mil pesos. Eso para qué, ya no lo hago”. Entonces, ahí ya hay un grupito que no lo hace. Otros dicen: “No,

yo la verdad es que me quiero ir ya de este ba-rrio, ya viví una época y ya no quiero que mis hijos estén acá, yo no voy a invertir plata así en un título, cuando yo puedo vender como yo compré: una carta de compraventa”. ¿Ves? Son varias cosas.

Ahora se hablaba mucho de la ficha normativa y yo les explicaba a todos: “Ojo, tengamos vi-sión de ciudad, Jerusalén no sigue siendo ese barrio donde empezamos hace tantos años, vías sin pavimentar, sin servicios, mi casu-chita y noooo, ojo”, tengamos visión de ciudad porque ahorita con la ficha normativa y con el decreto de la ficha normativa... Ya salió un de-creto y como dice: “Notifíquese y cúmplase”, ¿sí? Ya empiezan entonces los demás servi-cios, la valorización –me sube la valorización–; se puede correr el riesgo de subir de estrato 1 a estrato 6, ¿sí me entiendes? Pero ya cuando uno habla que se va a subir la estratificación y la gente ve que eso lo perjudica porque la luz que llegaba por 20 ahora va a llegar por 40, el agua que llegaba por 40 ahora llega por 80… Entonces, ahí sí algunos dicen que todo eso nos va a empezar a afectar. Pero ese contra está ayudando porque el barrio se está valori-zando, ¿ves? Y también se está valorizando mi propiedad. Entonces, yo les decía: “Si van a ver los pro y los contra pero algunos me van a beneficiar a mí como dueño de este terreno”.

Falta mucha inversión aquí. Falta presencia del Estado. Uno todavía vive en el otro lado, aunque uno no lo crea. Por ejemplo, como

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ustedes que viven ya en otra parte, ustedes no creen que aquí puede haber muchas proble-máticas… Uno dice, sería bueno tener, bueno, qué sé yo, un psicólogo, un abogado. El otro día llegó dizque un abogado diciendo que las personas que quisieran consultar al abogado debían pagar 1.000 pesos, por decir algo, y mucha gente iba, y uno no puede creer todos los problemas que tiene cada quien. No pue-de creer todo lo que le pasa a cada persona. Entonces, falta como mucha presencia del Estado y eso que le digo, traer programas, buenos programas que sean creíbles. Las se-

ñoras dicen: “Vea, yo quiero hacer algo por la tarde…”.

Si uno va y mira la cancha deportiva, el suelo, se le quitó un pedazo porque está muy roño-sa. Y yo ahí pienso que ojalá yo pudiera hacer algo. Entonces hay sitios donde hacen ciertos programas y toda la gente se va para allá. O sea que la misma Junta no tiene cómo convo-car o cómo poder saciar todas esas ganas de hacer cosas. Entonces, ahí uno no tiene nada para decir si, por ejemplo, está la Corporación Minuto de Dios, dictando cursos de esos y la gente le dice a uno que va para el Minuto de Dios porque le están enseñado corsetería to-dos los días. Otros dirán: “No voy al Minuto de Dios porque soy Joven en Acción”, ¿ves? O sea, se captan desde allá todas esas cosas y uno desde acá no puede hacer nada. Yo siento que uno está así: como que uno no puede ha-cer nada.

francISco eVeLIo El proyecto del sector de Nueva Argentina fue la remodelación de la cancha de microfútbol y lo que era el parque. Fue la primera vez en mi vida en que hice una contratación con el Estado siendo yo el con-tratista. Eso sí es dispendioso porque manejar recursos del Estado donde hay interventoría encima, donde uno tiene que saber mover cada peso porque si no se le viene a uno una investigación encima. Entonces es una labor bonita, donde hay una participación de la co-munidad, ¿sí? Se enseña a la comunidad que hay unos recursos, pero que hay que cumplir

SIn títuLo. Laura rico gutiérrez de Piñeres, jerusalén, ciudad bolívar, bogotá, 2005.

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con unas horas de trabajo, un domingo o un festivo; entonces, todos estábamos involucra-dos en un beneficio que era general.

Lucy eSteLa Nosotros no le jalamos a la política, eso sí ha sido algo que ha estado claro. Más que no halarle a la política es a la politiquería. Ahí como que me voy a contradecir un poquito y es esto: a la política sí porque incluso del mis-mo grupo alguien estuvo postulado para edil, Rubén Darío, pero ahí sucede lo que se ve entre todas las comunidades: el egoísmo, la hipocre-sía, como que hay gente que lo apoyaba y que después decían: “Él no es lo que yo pensaba”, porque no sé, las personas cambian mucho. Uno mismo está dado a cambiar, ¿cierto? Pero a veces uno se pregunta por pequeñeces y uno dice: ¿Pero por qué lo hizo? Ahora hay dos ediles que podemos decir que son amigos nues-tros, ¿sí? En el momento en que necesitaban todo el apoyo para hacerse ediles. Nos reunía-mos y hablábamos con ellos. Ahora que son ediles nunca están por aquí. Entonces, eso es todo lo malo que se ha dado en Jerusalén: como que somos usados y luego “chao”. Esos ediles no están involucrados ni en el proceso de titu-lación ni en el proceso de nada. En serio, no los volvimos a ver, nosotros incluso les escribíamos y les decíamos que por qué no venían y nos informaban en qué podíamos trabajar o qué beneficios hay y qué programas podían ellos traer para acá para el barrio. Pero nada. Ni idea. Antes había más unión, las personas eran más participativas. Por ejemplo, antes se traía un

curso de confecciones y las señoras se inscri-bían y aprendían confección, ¿ves? Que curso de muñequería..., o sea, todo eso se ha visto en el barrio: y que estilistas, que peluquería, y las personas iban. Ahora van muy pocas, ahora sí han cambiado los cursos, ahora no se dice: “Vamos a hacer un curso para las señoras en porcelana y cron”. No. Ya la Alcaldía no man-da eso. Ahora, la Alcaldía manda a dar cursos de elaboración y formulación de proyectos; la Ley 80, ¿sí ve? Todo ha cambiado. Uno tiene que irse acoplando y la comunidad pierde un poco de interés en eso.

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4.La historia Que Quería coNtar

SI yo HubIera contado esta historia ya narrada por Rubén Darío, por Lucy Estela y por Francisco Evelio, hubiera, como ellos, hablado desde mi propia experiencia.

No es fácil sentirse ciudadano en Bogotá. Tampo-co es fácil estudiar derecho y ser una abogada en esta ciudad. El abismo entre las normas, las sentencias y las demás tecnologías del Derecho constantemente nos recuerdan qué tan lejos están nuestros derechos (o los derechos de los demás) de la realidad. Durante el trabajo de campo en Jerusalén fui aprendiendo una vez más, pero esta vez en color, en detalle y casi de manera anecdótica, cómo es que existen normas que no se cumplen y derechos que se no conceden en muchos barrios de la ciudad.

Las pugnas y luchas que hay por la apropiación del suelo urbano en Bogotá también sugieren cómo legalidad e ilegalidad, en diferentes planos, convi-ven, chocan y coexisten en un mismo tiempo y espa-

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cio. Entre un barrio y otro se puede dar un evidente cumplimiento de los derechos de propiedad y uso del espacio público de la ciudad. Mientras tanto, en el barrio contiguo o lejano, en todo caso más poblado, más pobre y autorregulado, comunidades de fami-lias y vecinos encuentran sus propias normas y estra-tegias de supervivencia y desarrollo en la ciudad.

Esta pluralidad de legalidades no sólo constata que el Estado y las autoridades del Distrito pierden su poder de mando en muchas zonas de la capital, sino que la subsistencia en aquellas comunidades de origen ilegal es una experiencia de vida o muerte para miles de familias de escasos recursos que no tienen cómo acceder a una vivienda urbana de forma legal.

Con esta historia que he propuesto leer como una novela, aun cuando su trama, personajes, principio, desarrollo y desenlace son un extracto de la realidad, he querido sensibilizar a cualquier habitante urbano sobre el privilegio de vivir una historia legal dentro de una ciudad informal. La cruda realidad es que son más las personas que enfrentan, de alguna u otra manera, las duras vivencias tras la ilegalidad que cuentan los líderes de Jerusalén.

Esta ciudad, espacio de todos y tierra de nadie, necesita, al menos, empezar a pensarse de forma in-clusiva, a pesar de nuestras diferencias, costumbres, hábitos, estilos de vida y estrato social. Reconocer que convivimos en una ciudad informal hace parte de ese cambio y de esta propuesta basada en nuestra realidad social.

SIn títuLo. Laura rico gutiérrez de Piñeres, medellín 2008.

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Anexo: Fallo 776 de 2005

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aNexo:Fallo 776 de 2005 del tribunal administrativo de cundinamarca

tribuNaL adMiNistrativo de cuNdiNaMarca

SECCIÓN PRIMERA

SUB SECCIÓN BBogotá D.C., mayo doce (12) de dos mil cinco (2.005)

Expediente No. 200300776

Demandante: María Victoria Gaviria Londoño y otra

restabLeciMieNto deL derecho

Magistrado ponente CARLOS ENRIQUE MORENO RUBIO

Por intermedio de apoderado judicial y en ejercicio de la ac-ción de nulidad y restablecimiento del derecho prevista en el artículo 85 del Código Contencioso Administrativo, las ciudadanas María Victoria Gaviria Londoño y Consuelo Ga-viria Londoño, presentaron demanda ante esta Corporación el 22 de agosto de 2.003 para que, previo el trámite del pro-cedimiento ordinario, se hicieran las siguientes

decLaracIoneS

Que se declare la nulidad de la resolución número 394 de octubre 1 de 2.002 por medio de la cual el Departamento Administrativo de Planeación Distrital, legalizó el desarro-llo Jerusalén, perteneciente a la Localidad No. 19 de Ciudad Bolívar.

rePubLica de coLoMbia

Nota: A continuación se incluye el texto del Fallo 776 de 2005 del Tribunal Administrativo de Cundinamarca. Para mantener la fidelidad al texto original, se reproduce aquí sin correcciones ni ajustes de estilo.

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Que se declare la nulidad de la resolución número 36 de enero 31 de 2.003, por medio de la cual el Departamento Ad-ministrativo de Planeación Distrital, al resolver el recurso de reposición, confirma la resolución número 394 citada en el punto anterior.

Que se declare nula la resolución número 97 de abril 7 de 2.003, por medio de la cual el Alcalde Mayor del Distrito Capital, al resolver el recurso de apelación, confirma la reso-lución número 394.

Que como consecuencia de lo anterior y a título de res-tablecimiento del derecho, se ordene al Distrito Capital de Bogotá, que por medio del Departamento Administrativo de Planeación Distrital o de la entidad Distrital que correspon-da, se proceda a la adquisición de los predios de propiedad de mis poderdantes a través de una negociación directa o en su defecto, se decrete la expropiación de los mismos, de acuerdo con la ley.

HecHoS

Los miembros de la familia Gaviria, señores Juan Gaviria Restrepo, Carlos Alberto Gaviria Restrepo, Isabel Gaviria de Reid, Mercedes Gaviria de Hollman y Elvira Gaviria de Kroes adquirieron en el año de 1.958 por adjudicación en la suce-sión de su padre, el señor Juan Gaviria Echeverri, derechos en común y proindiviso sobre los terrenos que constituían la Hacienda Casablanca. Posteriormente, por medio de la es-critura pública No. 1518 de mayo 12 de 1.959 de la notaría tercera de Bogotá, se puso fin a la indivisión y se procedió a la partición material y adjudicación de los respectivos lotes.

En el año de 1.982, fueron invadidos en forma violenta los terrenos de la Hacienda Casablanca donde se constituyó el asentamiento urbano reconocido como “Jerusalén”. En su momento los propietarios iniciaron las acciones legales y de policía pertinentes para oponerse a dicha invasión y se inter-puso demanda por ocupación de hecho ante la Corregiduría

Distrital de Policía del Ismael Perdomo, contra quienes ile-galmente ocuparon los predios denominados “CANTERAS” en jurisdicción de ese corregimiento de Bogotá. La Corregi-duría decretó el lanzamiento por ocupación de hecho de los ocupantes y ordenó llevar a cabo la respectiva diligencia el 26 de abril de 1982, pero aquella nunca se llevó a cabo por impotencia de las autoridades de policía.

Señaló que el día 10 de noviembre de 1.989 el Departa-mento Administrativo de Planeación Distrital expidió la re-solución número 489, por medio de la cual se reglamenta “el desarrollo incompleto denominado Jerusalén.”

Dicha resolución fue objeto de recurso de reposición que fue resuelto por el Departamento Administrativo de Planeación Distrital mediante resolución 067 de 1.993, que confirmó el acto recurrido, con lo que quedó agotada la vía gubernativa.

Tales actos administrativos fueron demandados ante la jurisdicción administrativa, que luego del proceso tanto en primera como en segunda instancia declararon la nulidad de las resoluciones citadas y se ordenó rehacer el trámite de le-galización del desarrollo incompleto Jerusalén.

Adujó que el derecho en común y proindiviso, de pro-piedad del señor Carlos Alberto Gaviria, correspondiente a una tercera parte sobre del lote de terreno denominado “can-teras”, luego de su fallecimiento le fue adjudicado en la par-tición de la sucesión a sus únicos herederos, María Victoria Gaviria Londoño de Restrepo, Consuelo Gaviria Londoño y Guillermo Gaviria Londoño, en común y proindiviso por terceras partes.

En cumplimiento de lo ordenado por el Tribunal Admi-nistrativo de Cundinamarca y el Consejo de Estado, el De-partamento Administrativo de Planeación Distrital median-te auto de agosto 30 de 2.001, ordenó rehacer el trámite de legalización del desarrollo incompleto Jerusalén, comunicar de tal hecho a los miembros de la familia Gaviria y citar a los

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terceros que pudieran estar interesados para que se hicieran parte en dicho proceso, e hicieran valer sus derechos.

Por medio de la resolución número 0394 de octubre 1 de 2.002, el Departamento Administrativo de Planeación Distri-tal, legalizó el desarrollo Jerusalén, perteneciente a la locali-dad No. 19 de Ciudad Bolívar.

Contra la resolución número 0394 de octubre 1 de 2.002, se instauró recurso de reposición, el cual fue resuelto por medio de la resolución número 0036 de enero 31 de 2.003, que confirmó la decisión impugnada y concedió el recurso de apelación interpuesto, ante el alcalde Mayor de esta cuidad.

El Alcalde Mayor de Bogotá, resolvió el recurso de apela-ción por medio de resolución número 097 de abril 7 de 2.003, que confirmó la resolución 394 de octubre 1 de 2.002 y decla-ró agotada la vía gubernativa.

normaS VIoLadaS y concePto de La VIoLacIón

Las demandantes estimaron que con la expedición de los ac-tos acusados se vulneraron los artículos 29 y 58 de la Consti-tución; 669 del Código Civil; 35 y 174 del Código Contencio-so Administrativo; y 10 de la Ley 9 de 1.989, modificado por el artículo 58 de la Ley 388 de 1.997.

Sostuvo que se violó el artículo 174 del Código Conten-cioso Administrativo por cuanto se desacató la sentencia del H. Consejo de Estado que ordenó realizar nuevamente el trámite de legalización, al incurrir en las mismas causales que provocaron la declaratoria de nulidad del primer acto de legalización.

Indicó que se violaron los artículos 29 de la Constitución y 35 del Código Contencioso Administrativo pues a pesar de haber sido vinculados al proceso de legalización, no se les tuvo en cuenta como terceros afectados para ser indemnizados.

Estimó que se desconoció el derecho a la propiedad pri-vada contenido en el artículo 58 de la Constitución y en el

669 del Código Civil, porque en la legalización no se deter-minaron los asuntos relacionados con la propiedad.

Finalmente, adujo que se inaplicó el artículo 10 de la Ley 9 de 1.989, modificado por el artículo 58 de la Ley 388 de 1.997, por cuanto el Distrito no adquirió los inmuebles para efectos de la legalización, como debió hacerlo.

conteStacIón de La demanda

Mediante apoderado judicial, el Departamento de Planea-ción Distrital contestó la demanda y se opuso a las preten-siones de la misma.

Describió cómo se realizó el proceso de legalización, en cumplimiento del fallo proferido por el H. Consejo de Esta-do referente a la anterior legalización que se había hecho del desarrollo Jerusalén a través de la resolución 489 de 1.989, que fue declarada nula.

Adujo que para el nuevo trámite de legalización, se tuvo en cuenta la cartografía oficial preparada por el departamen-to Administrativo de Catastro Distrital y además, se citó a todas las personas interesadas en las resultas del referido proceso administrativo, incluyendo a los miembros de la fa-milia Gaviria.

Dijo que la legalización de un barrio se caracteriza espe-cialmente porque para que se dé, necesariamente tiene que existir un desarrollo urbano de origen clandestino y conso-lidado, esto es, que el mismo contenga estructuras urbanas desarrolladas y construidas, lo cual permite establecer el ca-rácter permanente del asentamiento humano.

Sostuvo que la legalización del desarrollo Jerusalén es producto del reconocimiento hecho por el acuerdo 1 de 1.986, por lo cual era necesario establecer un ordenamiento urbano dotado de servicios.

Indicó que no es posible negar la legalización de un ba-rrio so pretexto de que se deban solucionar previamente as-

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pectos relacionados con el derecho de propiedad, porque se desconocerían los derechos fundamentales a la vida y a la igualdad y se impediría que las comunidades asentadas en el sector tuvieran condiciones dignas de subsistencia que se obtienen fundamentalmente con la prestación de los servi-cios públicos esenciales.

Afirmó que el trámite de legalización no permite definir, aclarar o determinar asuntos relacionados con la propiedad de los inmuebles, pues ello es competencia de la jurisdicción civil ordinaria.

Expresó que las zonas públicas que se señalan en los pla-nos adoptados por la resolución 394 de 2.002, son el reflejo de la utilización que le ha dado la comunidad a dichas zonas y por tanto así debe consignarse en los mencionados planos, lo cual no implica declaratoria o constitución de dominio pú-blico, pues un acto administrativo como el demandado no es idóneo para configurar la propiedad pública.

Agregó que el daño aducido por las actoras no proviene de la legalización y que además, la aplicación de la ley no ocasiona perjuicios.

Por último, señaló que no se vulneró el artículo 10 de la Ley 9 de 1.989 porque el departamento demandado no tiene fun-ciones de desarrollo de proyectos de vivienda de interés social o de legalización de títulos. Tampoco programas de renova-ción urbana y provisión de espacios públicos urbanos o infra-estructura vial, por lo que no puede realizar expropiaciones.

actuacIón ProceSaL

Mediante auto de septiembre diecisiete (17) de dos mil tres (2.003) se admitió la demanda y se ordenaron las notificacio-nes personales al Alcalde mayor de Bogotá y al señor agente del Ministerio Público. (fl. 92 cdno ppal)

A través de apoderado judicial, el Departamento Admi-nistrativo de Planeación Distrital contestó la demanda y se opuso a sus pretensiones. (fls. 96 a 108 cdno ppal)

Por auto de febrero diez (10) de dos mil cuatro (2.004) fueron decretadas las pruebas solicitadas por las partes. (fl. 162 cdno ppal)

El veintidós (22) de junio de dos mil cuatro (2.004), pre-cluida la etapa probatoria, se corrió traslado a las partes para alegar de conclusión. (fl. 215 cdno ppal)

aLegatoS de concLuSIón

Parte actora: confirmó los fundamentos jurídicos presenta-dos en la demanda.

Parte demandada: reiteró los fundamentos jurídicos planteados en la contestación de la demanda.

concePto deL mInISterIo PÚbLIco

El Agente del Ministerio Público no rindió concepto.

Surtidos los trámites legales pertinentes, el proceso se adelantó con la observancia de las ritualidades previstas en la ley procesal y sin que obre causal de nulidad que afecte la actuación, procede la Sección Primera, Subsección B, a resol-ver previas las siguientes

conSIderacIoneS

Se controvierte por las partes, en este proceso, la legalidad de las resoluciones números 394 de octubre 1 de 2.002 y 36 de enero 31 de 2.003, expedidas por el Departamento Adminis-trativo de Planeación Distrital, y la resolución número 97 de abril 7 de 2.003, proferida por el Alcalde Mayor de la ciudad de Bogotá D.C.

A través de los referidos actos, la administración distrital resolvió legalizar el desarrollo Jerusalén en el Distrito Ca-pital, lo que implica reconocer urbanísticamente el sector y aprobar el plano urbanístico correspondiente al mismo.

Al abordar el análisis de fondo del conflicto, la Sala ad-vierte que las actoras plantean que varias normas de carácter constitucional y legal resultaron violadas con la expedición

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de los actos acusados. No obstante, se observa que las infrac-ciones citadas hacen referencia a la violación del artículo 58 de la Constitución y al incumplimiento de las sentencias pro-feridas por este Tribunal y el H. Consejo de Estado, mencio-nadas en los hechos, por lo que el estudio de la controversia se centrará en estos aspectos.

De acuerdo con lo afirmado por las partes y los documen-tos que obran en el expediente, se encuentra acreditado que previo a este proceso, cursó una demanda por los mismos hechos ante la jurisdicción contencioso administrativa, cuyo resultado fue la declaratoria de nulidad de las resoluciones números 489 de 1.989 y 067 de enero 15 de 1.993.

En la sentencia emitida en primera instancia por esta Corporación, se señaló que los actos acusados adolecían de vicios que los hacían nulos, que se manifestaron en la viola-ción del debido proceso y del derecho de defensa, por cuan-to no se hizo parte dentro del proceso de legalización a los miembros de la familia Gaviria y además, porque se vulne-raba el derecho de propiedad de aquellos.

Sobre este último aspecto, en su momento, la correspon-diente sala se pronunció así:

“Encuentra la Sala que tanto la Constitución anterior como la actual, frente al derecho de propiedad se ci-mentan en la función de carácter social que deben cumplir aquella, sólo que a partir de 1.991, se añadió su función ecológica.

(...) Es claro que deben compaginarse y armonizarse en

este caso el interés de un conglomerado, que según las pruebas, es de gran magnitud frente al interés particular pero absolutamente legal y legítimo de los propietarios de los terrenos de asentamiento, y es la administración en este caso el Distrito Capital, a través de la Alcaldía Mayor y el Departamento Ad-ministrativo de Planeación Distrital, quienes como autoridades cumplidoras, no sólo de las normas re-

glamentarias sino de los mandatos constitucionales con aplicación incluso del preámbulo debían encon-trar el justo medio entre los moradores del desarro-llo incompleto y los integrantes propietarios de la familia Gaviria.

(...) La Sala no desconoce que dada la magnitud del

asentamiento físicamente sería imposible desalo-jar a los moradores y tampoco es el sentido de esta decisión, pero la parte demandada ha tenido papel preponderante en la permisión y acrecentamiento de la situación que de años atrás venía sucediendo con dicho asentamiento.

De suerte que lo mínimo que pudo haber hecho es haber promovido y logrado un acuerdo entre las partes. Pero contrariamente, lo que se hace es simple-mente argumentar que la resolución de legalización no constituye un título, o no ampara derechos con re-percusiones sólo en el derecho público, entre otros.

(...) Pero también, es claro que los legitimados, en este

caso, las personas demandantes, como bien lo afir-man en la demanda, no pueden ni usar, ni disfrutar ni gozar la cosa, en este caso el inmueble regularizado con el acto demandado, porque físicamente está ocu-pado, obviamente conforme a la orden impuesta por los acuerdos del Concejo, para ese entonces regentes, mencionados en el numeral 1 de los considerandos de la resolución 489 de noviembre 10 de 1.989.

Sólo que la orden de legalización se limitó a benefi-ciar a una sola de las partes de este conflicto que se habría podido evitar estudiando peticiones como la que obra a folios 287 a 292 del cuaderno 2 del expe-diente o en términos generales concertando.

(...) No puede, entonces, pretender la administración

apabullar el derecho de los particulares basado en la aplicación absolutista y extrema del interés general o de la comunidad o del derecho público, pues tal aplicación es más propia del Estado Socialista o del

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Estado Absolutista de régimen dictatorial, pero no del “Estado Social de Derecho” ni dentro del “mar-co jurídico, democrático y participativo que garan-tice un orden político, económico y social justo, ...” (Preámbulo de la Carta Política)”1

Por su parte, el H. Consejo de Estado, en la sentencia que confirmó el fallo antes transcrito, consideró acerca del dere-cho de propiedad:

“Si bien es cierto que el proceso de regularización de asentamientos urbanos ilegales busca proveer de servicios domiciliarios mínimos a los ocupantes de hecho, que les permitan llevar una vida digna, ello no releva a la autoridad del deber de garantizar el derecho de propiedad privada, pues el principio constitucional consagrado en el artículo 58 así lo im-pone, así como también lo consagraba el artículo 30 de la Constitución Política de 1886.

Por esta razón no comparte la Sala el razonamien-to del apoderado del Distrito cuando afirma que el deber de la autoridad distrital, en casos como el sub judice, no es el de garantizar la propiedad sino el de resolver el problema social, mediante la pro-visión de los servicios a que se ha hecho mención, pues aquella garantía corresponde a la jurisdicción ordinaria.

En los considerandos del acto acusado se reconoce que JUAN GAVIRIA y NELLY MONTRESORI son propietarios del inmueble en donde se asienta el De-sarrollo Incompleto denominado JERUSALEN, que se hace necesario el reconocimiento oficial de dicho Desarrollo, de manera que se permita su consoli-dación a través de una etapa de regularización que garantice a la comunidad las condiciones normales de urbanización y de servicios, por lo cual reconoce

[1] Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Primera. Sen-tencia de mayo 7 de 1.998, expediente 3382. Demandante: Juan Gaviria Restrepo y otros. M.P. Beatriz Martínez Quintero.

oficialmente la existencia y ordena su incorporación a los Planos Oficiales del Distrito Especial de Bo-gotá. Además, el artículo 21 del acto acusado reza que “Se considera como parte integral del proceso de regularización la acción encaminada por el Es-tado a garantizar la tenencia de la tierra mediante escrituración individual, para lo cual la comunidad podrá dirigirse a la entidad competente o a la justi-cia ordinaria si el caso lo requiere”, y el artículo 28 ibídem dice que “El Departamento Administrativo de Acción Comunal a través de los Promotores se encargará de la promoción y difusión de la presente resolución entre los miembros de la comunidad del desarrollo”.

Los considerandos de la resolución acusada y sus artí-culos que acaban de citarse demuestran que la actitud de la autoridad distrital no fue la de garantizar la propiedad de JUAN GAVIRIA y NELLY MONTRESORI sino la de re-gularizar la invasión del predio a que se ha hecho mención, violándose de esa manera los principios constitucionales y legales en la materia.

(...)Estima el tribunal a quo que el restablecimiento del de-

recho en el caso de autos debe consistir en que la adminis-tración distrital rehaga el trámite administrativo relativo a la regularización del Desarrollo Incompleto JERUSALEN con el fin de darle oportunidad a los propietarios de ser escucha-dos. Además, deberá la Administración en esa oportunidad determinar si con su actitud ha ocasionado algún perjuicio que deba resarcir, pues la solución de problemas de carácter social, como el que se plantea en el asunto sub examine, no puede tener lugar a costas del derecho de un ciudadano o grupo de ciudadanos, pues ello sería contrario a los princi-pios de justicia y equidad.”2 (Subraya la Sala)

[2] Consejo de Estado, Sección Primera. Sentencia de noviembre 9 de 2.000, expediente 5070. Demandante Juan Gaviria Restrepo y

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Ahora bien, luego de haber sido proferidas las decisiones judiciales precitadas, el Departamento Administrativo de Planeación Distrital inició nuevamente el proceso de legali-zación del desarrollo incompleto Jerusalén, que culminó con la expedición de la resolución 394 de octubre 1 de 2.002.

En dicho acto administrativo se decidió legalizar el de-sarrollo Jerusalén, al reconocerlo oficialmente y aprobar sus planos, entre otras cosas, con fundamento en lo establecido en el acuerdo 1 de 1.986, el acuerdo 6 de 1.990, el Decreto 619 de 2.000 y el Decreto 366 de 2.001.

Debe resaltarse que de acuerdo con el Decreto 1379 de 2.002, que modificó el Decreto 1052 de 1.998, se definen así las legalizaciones:

“Artículo 3.- Legalizaciones. Sin perjuicio del cum-plimiento de las normas legales vigentes, correspon-de exclusivamente a las administraciones municipa-les o distritales legalizar, si a ello hubiere lugar, las urbanizaciones, asentamientos o barrios. La acción de legalizar es el procedimiento mediante el cual la entidad competente del municipio o distrito adopta las medidas administrativas tendientes a reconocer la existencia de una urbanización, asentamiento o barrio, a dar la aprobación de los planos corres-pondientes, a otorgarle la nomenclatura urbana, a expedir la reglamentación urbanística respectiva, tendientes a la aprobación y prestación de los servi-cios públicos. Todo de conformidad con las normas y procedimientos que para el efecto se adopten en el respectivo municipio o distrito.”

Ahora bien, según lo afirmado por la entidad demanda-da, en el nuevo proceso administrativo se siguieron las ins-trucciones dadas por esta jurisdicción, toda vez que se notifi-có a los integrantes de la familia Gaviria.

No obstante, sobre el cumplimiento de la sentencia la parte actora afirmó que aunque fue llamada al proceso ad-

otros. M.P. Manuel Santiago Urueta Ayola.

ministrativo de legalización, no se efectuaron los procesos de concertación que garantizaran el derecho de propiedad adquirido sobre el terreno donde se encuentra asentado el desarrollo legalizado.

De acuerdo con el concepto mismo de la legalización, como resultado de esta, el Distrito Capital reconoció como parte del desarrollo legalizado las zonas públicas compren-didas en los planos adoptados en el acto administrativo de legalización.

Para las actoras, esta determinación vulnera su derecho de propiedad toda vez que la entidad demandada debió pro-ceder a expropiar por motivos de utilidad pública los pre-dios donde se encontraba ubicado el desarrollo Jerusalén y que iba a ser legalizado.

Fijados los extremos del conflicto, la Sala estima que en efecto le asiste razón a la parte demandante dentro del pro-ceso, pues está visto que con la actuación administrativa que se controvierte fue violado nuevamente el derecho de pro-piedad de las actoras.

Estudiado el acto administrativo de legalización, se ad-vierte que la administración Distrital no promovió ningún mecanismo que propendiera por el acuerdo entre las partes en cuanto a lo que se refiere a la propiedad del terreno ocu-pado ilegalmente.

Aunque la Sala concuerda con lo afirmado por el ente territorial demandado, en lo que se refiere a los efectos de la declaración de legalización, lo cierto es que al ser esta profe-rida se ve afectado el derecho patrimonial de las actoras.

Es cierto que la legalización del desarrollo Jerusalén en manera alguna define aspectos relacionados con la propie-dad y que los conflictos de los propietarios con los poseedo-res deben ser resueltos por la jurisdiccdión [sic] ordinaria, que es la encargada de tal tarea.

Sin embargo, llama la atención de la Sala que la entidad demandada no haya realizado ninguna gestión para definir

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lo referente al derecho de propiedad de las zonas públicas que quedaron incluidas dentro del desarrollo legalizado.

Para tal fin, se tiene que el artículo 58 de la Ley 388 de 1.997 dispuso:

“Artículo 58.- Motivos de utilidad pública. El artícu-lo 10 de la Ley 9ª de 1.989, quedará así:

“Para efectos de decretar su expropiación y además de los motivos determinados en otras leyes vigen-tes se declara de utilidad pública o interés social la adquisición de inmuebles para destinarlos a los si-guientes fines:

a) Ejecución de proyectos de construcción de infraestruc-tura social en los sectores de la salud, educación, re-creación, centrales de abasto y seguridad ciudadana;

b) Desarrollo de proyectos de vivienda de interés so-cial, incluyendo los de legalización de títulos en urbanizaciones de hecho o ilegales diferentes a las contempladas en el artículo 53 de la Ley 9ª de 1989, la rehabilitación de inquilinatos y la reubicación de asentamientos humanos ubicados en sectores de alto riesgo;

c) Ejecución de programas y proyectos de renovación urbana y provisión de espacios públicos urbanos;

d) Ejecución de proyectos de producción, ampliación, abastecimiento y distribución de servicios públicos domiciliarios;

e) Ejecución de programas y proyectos de infraestruc-tura vial y de sistemas de transporte masivo;

f) Ejecución de proyectos de ornato, turismo y depor-tes;

g) Funcionamiento de las sedes administrativas de las entidades públicas, con excepción de las empresas industriales y comerciales del Estado y las de las so-ciedades de economía mixta, siempre y cuando su localización y la consideración de utilidad pública estén claramente determinados en los planes de or-denamiento o en los instrumentos que los desarro-llen;

h) Preservación del patrimonio cultural y natural de in-terés nacional, regional y local, incluidos el paisajís-tico, ambiental, histórico y arquitectónico;

i) Constitución de zonas de reserva para la expansión futura de las ciudades;

j) Constitución de zonas de reserva para la protección del medio ambiente y los recursos hídricos;

k) Ejecución de proyectos de urbanización y de cons-trucción prioritarios en los términos previstos en los planes de ordenamiento, de acuerdo con lo dispues-to en la presente ley;

l) Ejecución de proyectos de urbanización, redesarro-llo y renovación urbana a través de la modalidad de unidades de actuación, mediante los instrumentos de reajuste de tierras, integración inmobiliaria, coopera-ción o los demás sistemas previstos en esta ley;

m) El traslado de poblaciones por riesgos físicos inmi-nentes.”

Al respecto, debe aclararse que aunque se comparte lo expuesto por la parte demandada porque la legalización de un desarrollo urbanístico no constituye una declaratoria de bienes de uso público, es evidente que al decidir la legaliza-ción, unas porciones del terreno quedaron convertidas en zo-nas públicas, esto es, en vías, zonas comunes, etc., las cuales pasan a ser administradas por el respectivo ente territorial.

Así lo estableció la resolución acusada en su artículo 8 cuando establece que “Las zonas indicadas como de uso co-lectivo son las que aparecen en el plano aprobado por la pre-sente resolución. Copia de este plano se enviará a la Defenso-ría del espacio Público para que tome las medidas a que haya lugar de acuerdo con sus funciones” (fl. 33 cdno ppal)

Frente a este panorama, la Sala estima que le asiste razón a la parte actora, toda vez que si bien es cierto su derecho económico debe ceder ante el interés general, esa carga no debe ser soportada por los propietarios sin retribución al-guna.

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Dicho en otras palabras, el interés particular debe ceder ante el general, pero si el derecho del particular fue adquiri-do de manera legal, éste debe ser compensado por la admi-nistración.

Es por esto que se considera que las propietarias deman-dantes estaban en la obligación de ceder ante el bienestar de la comunidad asentada en los predios que son de su propie-dad aceptando la legalización, pero el Distrito debió proce-der a efectuar los procesos compra directa o de expropiación que fueren necesarios, de conformidad con lo hasta ahora explicado.

De otra parte, contrario a lo afirmado por la parte actora, se estima que no era obligación del Distrito Capital expro-piar todo el terreno donde se ubica el desarrollo Jerusalén.

Frente a este aspecto se considera, de acuerdo con lo sos-tenido por la demandada, que los propietarios del lote de terreno donde se asentó la comunidad tenían la oportunidad de hacer uso de las acciones reivindicatorias a que hubiere lugar para recobrar el uso y goce del mismo. Pero, se rei-tera, en lo que respecta a los fragmentos de terreno que se convirtieron en espacio público, la entidad accionada debió utilizar los medios legales para comprarlos directamente o expropiarlos, pues aquellos, luego de la orden de legaliza-ción, consecuencialmente pasan a ser administrados por el Distrito Capital, lo que haría nugatorio el derecho de propie-dad de quienes los adquirieron con ajuste a la ley.

Por lo tanto, la Sala estima que los actos administrativos demandados deben ser anulados, toda vez que al ser expe-didos vulneraron el derecho constitucional a la propiedad privada.

En consecuencia, como restablecimiento del derecho, se ordenará a la demandada rehacer el trámite de legalización, para lo cual deberá realizar los procedimientos de compra directa o expropiación a que haya lugar, que garanticen los derechos adquiridos por las actoras.

De otra parte, al no haberse presentado los presupuestos del artículo 171 del C.C.A. modificado por el 55 de la Ley 446 de 1.998, no se condenará en costas.

En mérito de lo expuesto, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, Sección Primera, Subsección B, administran-do justicia en nombre de la República de Colombia y por autoridad de la ley

f a L L a

Primero: Declárase la nulidad de las resoluciones números 394 de octubre 1 de 2.002 y 36 de enero 31 de 2.003, expedi-das por el Departamento Administrativo de Planeación Dis-trital, y la resolución número 97 de abril 7 de 2.003, proferida por el Alcalde Mayor de la ciudad de Bogotá D.C.

Segundo: A título de restablecimiento del derecho, se or-dena al Departamento Administrativo de Planeación Distri-tal rehacer el trámite de legalización, para lo cual deberá rea-lizar los procedimientos de compra directa o expropiación a que haya lugar, de conformidad con lo expuesto en la parte motiva de esta providencia.

Tercero: Sin costas en esta instancia.

Cuarto: En firme esta providencia, archívese el expediente.

NOTIFÍQUESE Y CÚMPLASE

Discutido y aprobado en sesión de la fecha, según acta No.

CARLOS ENRIQUE MORENO RUBIO

AYDA VIDES PABA

FREDY IBARRA MARTÍNEZ

Magistrados