Sentirse solo estando acompañado

19 de diciembre, 1998.

Muchas veces sentada en la mesa del bar Rodrigo, donde cada mañana voy a tomar un café, me pregunto qué será de mi vida y observo mi alrededor con curiosidad. Hoy, he vuelto a hacerlo. Todo el mundo va a su bola, siguiendo la rutina que marca nuestras vidas, que nos aborrece hasta el punto en que todo nos da asco y nos preguntamos el porqué de nuestra existencia, el porqué debemos continuar viviendo esta repugnante vida.

Sí, conozco a mucha gente, pero ¿de qué sirve si me siento solo igualmente? En medio de la multitud me siento solo, no tengo nada interesante para contar y tampoco me siento escuchado si hablo. Además, me pregunto también quién me pudiera querer o simplemente entender y no hallo respuesta alguna. ¿Qué puedo hacer?

No hay nada como la soledad cuando uno la busca pero, si esta es forzada o simplemente es un sentimiento que se repite diariamente aun estando acompañado, es lo peor que te puede pasar. Cuando me siento así, raro, no sé si soy yo el que está cabeza abajo o es el mundo el que está al revés. Entonces, intento encontrar una solución a mi problema, si se le puede llamar de tal manera, creyendo que algo nuevo me va a pasar o que, simplemente como se suele decir, mañana será otro día. Pero, al día siguiente todo sigue igual.

Debo buscar en mi interior los porqués de esta situación, sus causas. Debo reflexionar para poder llegar al fin de esta crisis y llegar al comienzo de una nueva etapa porque estoy vivo, vivo y esto lo esencial.