santiso j (2000) la mirada de hirschman sobre el desarrollo

16
91 ABRIL 2000 La mirada de Hirschman sobre el desarrollo o el arte de los traspasos y las autosubversiones Javier Santiso Profesor de Economía Política en Fondation Nationale des Sciences Politiques, Centre d’Etudes et de Recherches Internationales, Paris. Professorial lecturer en Johns Hopkins University [email protected] En este artículo se analiza la obra de Albert Hirschman, a partir de dos conceptos básicos: traspasos y autosubversiones. Hirschman convirtió estos ejercicios en un arte, un alegato que combina curiosidad y humildad intelectual. En un mundo acostumbrado a pensar y pensarse mediante modelos totaliza- dores, en un continente donde se armaron y desarmaron tantos y tantos modelos ideológicos que pretendieron abrir (o mejor dicho forzar) la realidad concreta de los países, la obra y la actitud intelectual de Hirschman constituyen una saludable y benéfica invitación. Este no es, sin embargo, su único mérito. De Chile a Brasil, de México a Argentina, su pasión por lo posible se contagió a más de uno. Muchos ministros, académi- cos y operadores de organismos internacionales no dejaron, en los últimos años, de saludar sus contribuciones. Igualmente, muchos de los conceptos desarrollados por Hirschman —su tríptico “salida”, “voz” y “lealtad, la noción de “efecto tú- nel”— y, sobre todo, su propensión posibilista, sus intentos por traspasar y subvertir las teorías (las suyas incluidas), los paradigmas y los modelos, todos los cubismos y minimalis- mos mentales que no dejan de nacer y renacer, son saludables fuentes de inspiración e interpretación para repensar la nunca acabada búsqueda del desarrollo. Por último, nociones como las de participación comunitaria o las de capital social, que hoy se hallan en la agenda de las reflexiones, también se dejan apreciar, subvertir y autosubvertir a la luz de la obra de Hirschman. REVISTA DE LA CEPAL 70

Upload: angie-rangel

Post on 25-Nov-2015

11 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    91

    A B R I L 2 0 0 0

    La mirada de Hirschmansobre el desarrollo o el

    arte de los traspasos ylas autosubversiones

    Javier Santiso

    Profesor de EconomaPoltica en FondationNationale des SciencesPolitiques, Centre dEtudeset de RecherchesInternationales, Paris.Professorial lecturer enJohns Hopkins [email protected]

    En este artculo se analiza la obra de Albert Hirschman, apartir de dos conceptos bsicos: traspasos y autosubversiones.Hirschman convirti estos ejercicios en un arte, un alegato quecombina curiosidad y humildad intelectual. En un mundoacostumbrado a pensar y pensarse mediante modelos totaliza-dores, en un continente donde se armaron y desarmaron tantosy tantos modelos ideolgicos que pretendieron abrir (o mejordicho forzar) la realidad concreta de los pases, la obra y laactitud intelectual de Hirschman constituyen una saludable ybenfica invitacin. Este no es, sin embargo, su nico mrito.De Chile a Brasil, de Mxico a Argentina, su pasin por loposible se contagi a ms de uno. Muchos ministros, acadmi-cos y operadores de organismos internacionales no dejaron, enlos ltimos aos, de saludar sus contribuciones. Igualmente,muchos de los conceptos desarrollados por Hirschman sutrptico salida, voz y lealtad, la nocin de efecto t-nel y, sobre todo, su propensin posibilista, sus intentospor traspasar y subvertir las teoras (las suyas incluidas), losparadigmas y los modelos, todos los cubismos y minimalis-mos mentales que no dejan de nacer y renacer, son saludablesfuentes de inspiracin e interpretacin para repensar la nuncaacabada bsqueda del desarrollo. Por ltimo, nociones comolas de participacin comunitaria o las de capital social, quehoy se hallan en la agenda de las reflexiones, tambin se dejanapreciar, subvertir y autosubvertir a la luz de la obra deHirschman.

    R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    92

    Este trabajo fue preparado para el Foro Desarrollo y Cultura,Reunin Anual de la Asamblea de Gobernadores del Banco Inter-americano de Desarrollo (BID) realizada en Pars el 11 y 12 de marzode 1999. Por los comentarios y las discusiones compartidas, ascomo por los documentos transmitidos, quiero manifestar mi agra-decimiento a Andrs Bajuk, Jess del Ro, Lo Harari, Guy Hermet,Bernardo Kliskberg, Rafael La Porta, Norbert Lechner, FlorencioLpez de Silanes, Dani Rodrik, Romain Wacziarg y a todos losparticipantes en los foros preliminares del BID y de Sciences Poorganizados en Pars, Santiago de Chile y Madrid en 1998. Tam-bin quisiera brindar un especial agradecimiento a Enrique Iglesias,a Andrs Bajuk, a Lo Harari y al BID por la invitacin ofrecida atraspasar fronteras y por haberme permitido prolongar con AlbertHirschman una conversacin iniciada hace ms de cinco aos enBerln, y prolongada en Princeton en enero de 1999.

    IIntroduccin

    Trespassing se emplea, a menudo, con sentido negativo enEstados Unidos, por ejemplo, en los carteles pblicos

    en los que se ve escrito No Trespassing!, indicando una violacinde la propiedad privada; pero desde mi perspectiva se reviste

    de un valor positivo: quiere decir superar lasfronteras disciplinarias, pasar de una disciplina a otra sin rigidez.

    La ltima inversin de significado la hice con el trmino desubversin, que normalmente es utilizado en la acepcin negativa.

    La subversin? Una cosa terrible!.Albert Hirschman1

    En uno de sus ms famosos ensayos, Isaiah Berlinsugera dividir los pensadores en dos categoras: loserizos y los zorros (Berln, 1979). En esta original cla-sificacin el filsofo ingls pretenda ubicar a todos losintelectuales, inspirndose en un fragmento del poetagriego Arquloco para quien el zorro sabe muchascosas, el erizo una sola pero grande.

    Los erizos son aquellos que desarrollan una visindel mundo central, un sistema coherente mediante elcual analizan y piensan la totalidad de sus experien-cias y reflexiones. Los zorros, por oposicin, viven,piensan y actan sin pretender ubicar sus vidas, sus re-flexiones y sus acciones dentro de un sistema coherentey global, una visin del mundo totalizadora. Sin dudaalguna, dadas su obra y su vida, Albert Hirschman seubicara en la familia de los zorros, un zorro inmen-samente libre que no deja de correr, traspasando tantolas fronteras mentales como las reales, las intelectua-les como las fsicas, multiplicando las visiones delmundo, las subversiones y autosubversiones, intentan-do siempre navegar contra los vientos y las corrientespor muy fuertes que sean los temporales ideolgicos.

    En los aos treinta, huyendo de la Alemania nazi,multiplica los traspasos de fronteras reales, recorrien-do prticamente toda Europa, realizando sus estudiosen Francia (soando entonces con entrar en SciencesPo y finalmente ingresando en una escuela de nego-cios gala),2 en Inglaterra en la London School of Eco-nomics, antes de irse a Italia (Trieste) y luchar contralos fascistas, primero en el ejrcito francs y ms tar-de en el estadounidense. Cruza despus el Atlnticopara ubicarse en Estados Unidos, donde desarrollaruna brillante carrera universitaria en Columbia, Yale,Harvard y Princeton. Incansable peregrino, en los aoscincuenta y sesenta sigue traspasando fronteras; viveunos aos en Colombia, pas adonde regresar en va-rias ocasiones y que le inspirar su primer gran ensa-yo sobre economa del desarrollo, un trabajo magistralque sigue siendo hoy en da un clsico de la literatura.

    Sus experiencias latinoamericanas, en Chile, enBrasil, en Per, en Uruguay, en Ecuador, en todo elcontinente, no dejaron de multiplicarse, convirtiendoa Hirschman en el ms europeo de los latinoamerica-

    1 Albert Hirschman. Entrevista sobre su vida y obra, en IDES (1996,

    p. 658). Vase tambin el ltimo libro de Hirschman, CrossingBoundaries, cuyo ttulo es significativo de su defensa e ilustracinde su peculiar curvatura intelectual y propensin a traspasar yautosubvertir (Hirschman, 1998).2 Como confesar tiernamente y con sentido del humor el propio

    Hirschman al recibir el doctorado honoris causa de Sciences Po enabril de 1989, entendern ustedes ahora por qu esta ceremoniatiene para m un sabor tan dulce como puede serlo el de la vengan-za. Tras 56 aos y muchos desvos muy improbables, hoy final-mente se me han abierto las puertas de Sciences Po; un cuento dehadas hecho realidad. Agradezco de todo corazn este finalfeliz(Hirschman, 1995a, p. 115). [Los textos entre comillas sim-ples, como ste y otros ms adelante, corresponden a citas textualestraducidas del ingls por los servicios de la Revista].

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    93

    nistas estadounidenses. Con el tiempo, sus reflexionestambin fueron viajando rumbo a otras geografasmentales, traspasando su obra progresivamente lasfronteras disciplinarias, zarpando de las ciencias eco-nmicas a las ciencias morales y polticas. A partir delos aos setenta, despus de haber asentado uno de losmayores intentos de subversin de las teoras del de-sarrollo entonces vigentes y dedicado a uno de los mssorprendentes intentos de autosubversin de sus pro-pias teoras, Hirschman prolong la aventura haciaotras direcciones. Sus nuevas peregrinaciones le lleva-ron a formular ideas originales no slo sobre la eco-noma del desarrollo, sino tambin sobre la historia delas ideas, los vnculos entre economa, y poltica y, ensus ltimos ensayos, sobre el arte, la alegra y el sig-nificado (no slo econmico sino tambin poltico,moral y social) de compartir un banquete.

    Traspasos y autosubversiones, Hirschman convir-ti estos ejercicios en un arte, un alegato que combinacuriosidad y humildad intelectual. Cuando, por ejem-plo, desarrolla una crtica de la escuela de la depen-dencia, lo hace a partir de una autocrtica de sus pro-pias tesis defendidas anteriormente.3 Sus reiteradosintentos por escapar a toda clasificacin, por no ence-rrarse en un paradigma globalizador, llave maestra queabrira el entendimiento de toda la realidad poltica,econmica y social, son hoy en da saludados tanto porlos acadmicos como por los operadores del desarro-llo. Sin embargo, el zorro sigue corriendo, Hirschmansigue rechazando los intentos de canonizacin o dereduccin de su obra a una gran idea central , aun-

    que esa gran idea fuese la del rechazo de toda granidea.4 En un mundo acostumbrado a pensar y pensarsemediante modelos totalizadores, se llamen teora dela dependencia o consenso de Washington (mode-los para armar, como hubiese dicho Cortzar), en uncontinente donde se armaron y desarmaron tantos ytantos modelos ideolgicos que pretendieron abrir (o,mejor dicho, forzar) la realidad concreta de los pases,la obra y la actitud intelectual de Hirschman constitu-yen, no cabe duda, una saludable y benfica invitacin.

    Este no es, como veremos, el nico mrito de suhazaa. De Chile a Brasil, de Mxico a Argentina, supasin por lo posible se contagi a ms de uno. Mu-chos ministros, acadmicos y operadores de organis-mos internacionales no dejaron, en los ltimos aos,de saludar sus contribuciones. Igualmente, como ve-remos en este trabajo, muchos de los conceptos desa-rrollados por Hirschman, su trptico salida, voz ylealtad (exit, voice and loyalty), la nocin de efec-to tnel y, sobre todo, su propensin posibilista, susintentos por traspasar y autosubvertir las teoras (lassuyas incluidas), los paradigmas y los modelos, todoslos cubismos y minimalismos mentales que no dejande nacer y renacer, constituyen saludables fuentes deinspiracin e interpretacin para repensar la nuncaacabada bsqueda del desarrollo. Por ltimo, comoveremos tambin ms adelante, nociones como las departicipacin comunitaria o las de capital social, hoyen da en la agenda de las reflexiones, tambin se de-jan apreciar, subvertir y autosubvertir a la luz de la obrade Hirschman.

    3 Vase Hirschman (1986c y 1978), as como tambin Hirschman

    (1968) publicado nuevamente en Hirschman (1971a).

    4 Vanse al respecto el artculo de McPherson, The social scientist

    as constructive skeptic: On Hirschmans role, y la respuesta deHirschman, A propensity to self-subversion, ambos en Foxley,Mc Pherson y ODonnell (1986).

    IIRutas de la economa a la poltica y ms all

    La obra intelectual de Hirschman, desde el punto devista de la historia de las ideas y de la economa deldesarrollo, presenta una doble originalidad. Es a la vezuna obra central y marginal. Central, porque sus re-flexiones sobre la economa del desarrollo, desde lapublicacin de The strategy en 1958 hasta A bias forhope, en 1971, pasando por Journeys en 1963, sus re-flexiones sobre el crecimiento desequilibrado (unba-lanced growth), sus conceptos de eslabonamientos

    hacia atrs y hacia adelante (backward and forwardlinkages), se convirtieron en ejes ineludibles de las dis-cusiones sobre el desarrollo econmico (Hirschman,1958, 1963a y 1971a). Marginal, porque en la corrientede pensamiento mayoritaria de su disciplina de origen,la economa, Hirschman se convirti en una voz apre-ciada pero marginada, fuera de juego (es decir, fuerade la teora de los juegos). Se qued al margen de los

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    94

    senderos que se convirtieron con el tiempo en autovaspara los economistas, la econometra, la formalizaciny el paradigma del actor racional.5

    Sin embargo, y pese a que la derrota que sufrila economa del desarrollo, como seala Krugman,6 fueno tanto emprica o ideolgica, sino mas bien metodo-lgica (al haber quedado esa rama de la economadominada por un estilo discursivo no matematizado enun momento en que se aceleraba la formalizacin entodas las otras ramas), Hirschman asumi plenamentesu exilio intelectual. Su marginacin de la disciplinasimilar a la de algunos otros economistas del desa-rrollo como Myrdal, por ejemplo fue voluntaria:Hirschman sencillamente dimiti, dej de correr por laautova (por la que en su momento circul), se apartpara salir a pasear por otros senderos y seguir disfru-tando de paisajes, menos allanados, por cierto, que losde las formalizaciones matemticas, pero mucho msricos en colores, matizando lo econmico con lo pol-tico y lo moral y viceversa.

    Regresando a los orgenes de la economa polti-ca, al Adam Smith anterior a The Wealth of Nations,

    al de The Theory of Moral Sentiments,7 Hirschman nodeja de insistir en su obra en los cambios de preferen-cias de los individuos, auscultando sus pasiones y susintereses (Hirschman, 1991), sus propensiones a mo-vilizarse por causas comunes, a emprender accionescolectivas o, por el contrario, a retirarse a la esfera pri-vada (Hirschman, 1982). La topografa de las cienciaseconmicas, tal como la dibuja ao tras ao la asigna-cin del Premio Nobel, indica que este modelo delactor, que aparece en toda la obra de Hirschman, qui-zs est regresando a mejor fortuna (o menor olvido).Economistas como Ronald Coase y su teora de loscostos de transaccin, Douglass North y su institu-cionalismo econmico o Amartya Sen y su tica eco-nmica, esbozan un modelo del actor ms cercano aldefendido por Hirschman que al preferido por Becker.8De igual modo, en el rea de la economa poltica in-ternacional o de la economa del desarrollo, estn sur-giendo trabajos que combinan esprit de gomtrie yesprit de finesse que complican, dira Hirschman, eldiscurso de la economa. Como ejemplo cabe mencio-nar los de Rodrik, entre otros muchos ms.9

    5 Vase un anlisis epistemolgico de esta evolucin hacia una

    formalizacin creciente en McCloskey, 1994.6 Vase Krugman (1994 y 1992). Vanse asimismo los ensayos del

    propio Hirschman sobre la evolucin de la economa del desarrollo(en particular Hirschman, 1981b).

    7 Smith, 1976 (obra publicada inicialmente en 1759). Como seala

    Ronald Coase, en uno de sus ensayos, es errado creer que AdamSmith vea al hombre como una abstraccin, la de un hombre eco-nmico que buscaba su propio inters como nico propsito; AdamSmith no hubiese considerado sensato tratar a un hombre solamen-te como un maximizador de utilidades racional (Coase, 1976, pp.545-546). Curiosamente esta obra de Smith tuvo menos fortuna ydifusin que The Wealth of Nations. No existe, por ejemplo, ningu-na reedicin disponible de la traduccin de su ensayo desde 1860,poca en la cual se reedit la traduccin al francs realizada porSophie de Grouchy, Marquesa de Condorcet, en 1789.8 Amartya Sen, en particular, se explay a lo largo de su obra sobre

    su concepcin del actor econmico, criticando la visin neoclsicae utilitarista de los actores como tontos racionales (rational fools )en un artculo famoso (Sen, 1977); vase tambin Sen (1987). Unavisin ms clsica del actor econmico se encuentra, por ejemplo,en el discurso de recepcin del Premio Nobel de Gary Becker(Becker, 1996) y en Stigler y Becker (1977).9 Vanse, por ejemplo, los ltimos ensayos de Rodrik (1998a) o los

    trabajos reunidos en Sturzenegger y Tommasi (eds., 1998).10

    Sobre todo cuando esos intentos de totemizacin apuntaban a in-terpretaciones abusivas de sus tesis (Hirschman, 1984, pp. 104 y ss.).

    IIIDel buen revolucionario al buen liberal?

    Lo que s es seguro es que, durante la dcada perdi-da, el trabajo de Hirschman cobr, particularmente enAmrica Latina, y en general entre los acadmicos yoperadores del desarrollo, un carcter especial.

    A partir de los aos ochenta, abundan las reve-rencias a su obra y a su trabajo, reverencias que enningn caso son totemizaciones, como sealan Foxley,McPherson y ODonnell (1986) en la introduccin desu libro dedicado al pensamiento de Hirschman. Dehecho, cuando hubo totemizaciones el propio Hirschmanse esforz por rechazarlas, como lo hizo en su confe-rencia en el acto celebrado por el Banco Mundial, aprincipios de los ochenta, para homenajear a los pio-neros del desarrollo.10 En abril de 1984, en la Univer-

    sidad de Notre Dame se organiz un congreso entera-mente dedicado al ensayista. En noviembre de 1989,

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    95

    con el apoyo del BID, otro congreso internacional tuvolugar en Buenos Aires, en el Instituto Torcuato di Tella,en el que se invit a repensar la estrategia de desarro-llo a la luz del pensamiento de Hirschman.11 Otros msseguiran en la CEPAL, por ejemplo, o en el MIT, dondese celebr un importante encuentro de economistaspara reexaminar las experiencias del desarrollo partien-do de su obra.12

    Estos (re)encuentros son tambin, en ocasiones,testimonios de agradecimiento no slo por la obra deun pensador, sino tambin por el esfuerzo de un hom-bre que dedic tiempo y energa, en los momentos msdifciles de las dictaduras militares, a apoyar a losdemcratas latinoamericanos, intelectuales e institucio-nes de la regin. Con el regreso de la democracia aAmrica Latina, tambin regresaran muchos de estosintelectuales al mando poltico y econmico. Por esoeste redescubrimiento de Hirschman en los aosochenta no es slo una curiosidad importante desde elpunto de vista de la historia de las ideas, sino que loes tambin desde el punto de vista de la prctica de laeconoma poltica. Muchos de tales intelectuales, quetuvieron ocasiones de reiterar su agradecimiento haciaHirschman y su deuda con l, llegaron efectivamentea ser ministros e incluso presidentes de repblicas nue-vamente democrticas a fines de los ochenta y en losnoventa. Entre los que participaron en algunos de losencuentros sealados figuran, por ejemplo, el ex Mi-nistro de Hacienda y actual Senador chileno, Alejan-dro Foxley, o los brasileos Fernando Henrique Cardo-so (hoy Presidente), Pedro Malan (Ministro de Hacien-da) y Jos Serra (Ministro de Salud); este ltimo fueasistente de investigacion de Hirschman en el Institutefor Advanced Study, de Princeton, mientras termina-ba su doctorado en Cornell University.

    Durante la dcada perdida Amrica Latina ga-n algo muy valioso. El continente experiment unaconversin posibilista.13 A veces de manera volunta-ria y deliberada, otras veces sin saberlo o sin quererlo,al igual que Monsieur Jourdain en la obra de Molire,

    las polticas econmicas se volvieron eminentementepragmticas. Chile, quizs como ningn otro pas, ilus-tra de manera idnea esta gran transformacin latino-americana. Este pas experiment un diluvio deparadigmas, pasando de una revolucin en libertada una revolucin socialista y luego cambiando denuevo a una revolucion liberal. A partir de los aosochenta, sin embargo, las polticas econmicas se vol-vieron ms pragmticas: el pas fue acumulando lasheterodoxias. Chile, al igual que otros pases en laregin, no pas del paradigma del buen revoluciona-rio al del buen liberal: lo que entr en crisis en losaos ochenta fue precisamente la poltica de lo impo-sible, la idea misma de fomentar polticas econmicaspensadas y accionadas a partir de macroparadigmasintangibles.

    A principios de los aos ochenta, el pas de losChicago boys, presentado como el antro del neolibe-ralismo en la regin, nacionaliza sus bancos, ilustran-do de manera patente la idea de Hirschman de conse-cuencias no intencionales (unintended consequences)de la accin humana y del posibilismo en materia depoltica econmica. Como escribe Carlos Daz-Alejan-dro, refirindose a ese perodo, el ejemplo ms clarode esta paradoja es Chile, que, guiado por economis-tas capaces comprometidos con el laissez-faire, mos-traron al mundo un sendero ms hacia un sistema ban-cario socializado de facto. Argentina y Uruguay exhi-ben tendencias similares, que pueden detectarse nti-damente en otros pases en desarrollo (Daz-Alejan-dro, 1986). Aos ms tarde, cuando los Chicago boysdejan el poder con la cada del rgimen militar, los di-rigentes chilenos, en vez de repudiar la herencia eco-nmica la experiencia acumulada durante el rgimenmilitar en materia de ingeniera y reforma econmi-cas, siguieron combinando privatizaciones con regu-laciones, apertura a los flujos de comercio y de capi-tales con control de capitales (mediante el famoso sis-tema del encaje que fue eliminado en 1998, cuandotodos apuntaban hacia ese modelo en el cual habaque inspirarse para frenar el contagio de las crisis fi-nancieras),14 matizando as, de manera posibilista, elcrecimiento con equidad.

    11 Todas estas reuniones dieron lugar a ensayos que fueron recogi-

    dos en Foxley, McPherson y ODonnell (eds., 1986), y en Teitel(ed., 1992).12

    Este encuentro dio lugar a una publicacin sealada anteriormen-te (Rodwin y Schn, eds., 1994).13

    Vase una defensa e ilustracin de esta tesis en Santiso (1997).

    14 Sobre estas polticas econmicas en particular, se puede consul-

    tar en especial Edwards y Lederman (1998), y sobre los controlesde capitales en particular, vase Edwards (1998).

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    96

    Podramos multiplicar los ejemplos de este giroposibilista que se dio y se est dando en la regin.Como dice el propio Hirschman en su ltimo ensayo,dedicado a la evolucin de la economa del desarrolloen Amrica Latina (ilustrando su propsito con ejem-plos argentinos, brasileos y chilenos): en un artculoanterior habl de desplazamientos contrastantes desdeun conjunto de convicciones a otro. En este momentome preocupa un desplazamiento ms fundamental, sibien ms difcil de describir, desde la confianza abso-luta en la existencia de una solucin fundamental paralos problemas sociales y econmicos a una actitud mscuestionadora, ms pragmtica; desde la certidumbreideolgica a una indagacin ms abierta, eclctica,escptica (Hirschman, 1987).

    Si la obra de Hirschman cobra nuevamente rele-vancia es precisamente porque algo muy profundoocurri en Amrica Latina durante las ltimas dcadas.Con el desarme ideolgico, que culmin con el derrum-be del muro de Berln en 1989, tambin se puso en telade juicio un cierto estilo cognitivo patente en la re-flexin y accin en favor del desarrollo principalmen-te en Amrica Latina. Un estilo caracterizado porHirschman en sus ensayos (a partir de sus observacio-nes concretas en Brasil, Colombia y Chile a fines delos cincuenta y principios de los sesenta) como rup-turista, esencialmente centrado en vislumbrar la reali-dad a travs del prisma de los paradigmas; un estilode economa poltica no incremental, de reiteradosintentos fallidos que tejieron un complejo de fracasoy propensin pesimista, una fracasomana que seintentaba superar en ocasiones con escaladas ideol-gicas, mediante lo que Hirschman llam la rage devouloir conclure, intentos de acelerar el desarrollo apartir de respuestas seudocreativas, soluciones inte-gradas, definitivas y rpidas, que dejaban de lado lasposibles secuencias cumulativas, los aprendizajes deexperiencias anteriores.15

    La llave mgica que abre el paraso del desarro-llo no se encontr. Quiz porque durante muchos aosse pretendi descubrir una nica llave que abriese idn-ticamente todas las puertas. Se busc aplicar a todoslos pases latinoamericanos las mismas recetas de co-cina, saladas o azucaradas por igual, en funcin de lasmodas culinarias del momento, de lair du temps quese respiraba en algn lejano y norteo faro de occiden-te. Se pretendi servir a todos los pases del continen-te los mismos platos, fuertemente ideologizados e ini-cialmente calentados en alguna lejana universidad es-tadounidense o europea. Platos recalentados, cabe se-alarlo, en numerosas ocasiones, con xito y astuciapara los climas ms tropicales o andinos de AmricaLatina.

    No existen secuencias de desarrollo idneas; al-gunas son simplemente peores que otras, dependien-do de los contextos locales. No existen vnculos siste-mticos entre democracia poltica y desarrollo econ-mico,16 ni leyes de cambio globales, vlidas para to-dos. Quizs ms vale, aade Hirschman, prescindir delas supuestas secuencias ideales y optar por un refor-mismo no slo cumulativo, sino tambin adaptativo:la bsqueda de soluciones uniformes para los proble-mas del desarrollo nos lleva invariablemente por malcamino; esto es as para los imperativos, tanto de si-multaneidad como de secuencialidad, y es as tantopara la insistencia en la planificacin integrada comopara el requerimiento de posponer ciertas tareas por elafn de hacer una cosa a la vez. Con esta conclusinpuedo reclamar el mrito de al menos un elemento decontinuidad en mi pensamiento: mi negativa a definirun camino mejor(Hirschman, 1990).

    IVUna pasin por lo posible

    15 Vase su ensayo magistral Problem solving and policy-making:A Latin American style ?, (Hirschman, 1963b).

    16 Vanse sobre este punto las aclaraciones de Hirschman (1994).

    Para un anlisis a partir de datos ms cuantitativos, tambin sepueden consultar los ensayos de Rodrik (1998b); Przeworski yLimongi (1997) y Barro (1996), as como los importantes trabajosde Alesina (1997); de Tavares y Wacziarg (1996); y, por ltimo,los de Alesina y Perotti (1994).

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    97

    Uno de los leitmotiv de Hirschman, a partir de Strategy,es que los individuos y las instituciones se conviertenen actores del desarrollo si participan de manera acti-va, es decir, no slo reactiva sino tambin creativa.Para Hirschman lo esencial es aprender haciendo(learning by doing). Tanto los logros como los erro-res son valiosos senderos de aprendizaje; los obstcu-los que enfrenta el desarrollo pueden convertirse envectores del desarrollo, hay males que por bien vieneny hay consecuencias no intencionadas (blessings indisguise y unintended consequences) que derivan delo que se puede asemejar, en un primer anlisis, a unfracaso o a un obstculo.17 De la misma manera,Hirschman pudo argumentar que, en algunos casos, eldesarrollo se puede lograr sin objetivos predetermina-dos y sin un conocimiento exhaustivo de la manera delograrlos. La ausencia misma de conocimiento puedeser un mal que por bien viene: si las instituciones olos individuos involucrados en proyectos de desarro-llo estuvieran conscientes de todas las dificultades quedebern afrontar, probablemente decidiran abandonaro no emprender el esfuerzo. Este es el famoso princi-pio de la mano oculta (hiding hand) que propone enuno de sus ensayos, haciendo referencia a la manoinvisible de Smith (Hirschman, 1967).

    De ah su reiterado inters y preferencia por lospequeos cambios y las transformaciones graduales,que slo se vislumbran como tales, porque nos hemosacostumbrado a vivir en un tiempo mundial que favo-rece las comparaciones instantneas, reduce las distan-cias y comprime los tiempos. Estos mecanismosfomentan y amplifican de manera indita la fracaso-mana, un cierto complejo de impotencia ante el tra-bajo por realizar, el camino por recorrer (Hirschman,1981c). De ah tambin su reiterada insistencia en unamejor aceptacin y mayor consideracin de las reali-dades y experiencias concretas. En todos estos temas,escribe Hirschman, refirindose a la economa deldesarrollo, yo sugerira un poco ms de respeto porla vida, un poco menos de camisa de fuerza para el fu-turo, un poco ms de indulgencia con lo inesperado, y

    un poco menos de ilusiones tomadas por realidades(Hirschman, 1971c).

    Esto conlleva una ms amplia aceptacin de quie-nes son los actores del cambio (no son slo los de-sarrolladores, sino tambin los desarrollados) y unamayor y mejor participacin de sus principales desti-natarios. Los estudios derivados de experiencias con-cretas corroboran la mayor eficacia de los programasparticipativos. Segn un informe del Banco Mundialsobre 121 proyectos de dotacin de agua potable azonas rurales, los proyectos con alta participacin (21%del total) tuvieron hasta un 81% de eficacia y de logrode metas, mientras que los proyectos con baja partici-pacin (31% del total) slo tuvieron un 3% de efica-cia.18 La experiencia del presupuesto municipalparticipativo de Porto Alegre, que se convirti en unareferencia internacional, tambin confirma esta mayoreficacia de los proyectos participativos, incluso cuan-do abarcan grandes grupos humanos (1 300 000 per-sonas en este caso). La participacin comunitaria, tan-to en la expresin de los problemas como en la selec-cin de las prioridades y la evaluacin de los resulta-dos, permiti asignar los recursos con ms eficiencia.As, entre 1989 y 1995, la cobertura del suministro deagua subi de 80% a 98%, y la del sistema de alcan-tarillado de 46% a 74%.19

    En un proyecto rural participativo de prevencinen materia de salud, llevado a cabo en Cear (en elnordeste de Brasil) a partir de 1987, tambin se consi-guieron resultados importantes: se redujo en 36% lamortalidad infantil (de 102 por mil a 65 por mil) y latasa de cobertura de la vacunacin pas del 25 al 90%de la poblacin.20 Por ltimo, en el proyecto de VillaEl Salvador en el Per, gracias a un importante esfuer-zo comunitario se logr levantar gran parte de la in-fraestructura fsica en un vasto arenal ubicado en lasafueras de Lima, tarea que se prolong durante dosdcadas. En total se construyeron ms de 38 000 vi-viendas, 60 locales comunitarios, otros tantos centros

    VUn poco ms de respeto por la vida

    17 Estas ideas fueron desarrolladas en una introduccin al posibilismo

    (Hirschman, 1971d).

    18 Vanse los ejemplos sealados por Kliksberg (1998).

    19 Sobre esta experiencia de democracia participativa, vase la tesis

    doctoral de Marques (1997).20

    Al respecto vase Tendler y Freedheim (1986 y 1994) y sobretodo Tendler (1997).

    ambosHighlight

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    98

    educativos, y 41 unidades integradas de salud y edu-cacin pblica. Tambin se redujo drsticamente elanalfabetismo (a 3.5%), que se situ a un nivel muypor debajo del promedio nacional.21

    Otro aspecto importante sealado por Hirschmanes que no slo son los obstculos objetivos al cambiolos que impiden emprender senderos hacia el desarro-llo, sino que en muchas ocasiones son los obstculosen las percepciones del cambio los que lo impiden(Hirschman, 1971b). La obsesin por las reformasdesde arriba, por las macrorreformas que ms que unpaso hacia adelante permiten dar ms bien un saltomajestuoso, favorece las decepciones. En algunos ca-sos, porque las metas son difcilmente alcanzables; enotros, porque el deslumbrante brinco anunciado se con-vierte en una rotunda cada o porque el arranque ini-cial queda atrapado en la telaraa de impedimentos queno se vislumbraron. Dicha propensin impone un velocognitivo que enmascara, o mejor dicho contribuye aencubrir, las experiencias y las posibilidades no slode reformas desde abajo, sino de aprendizajes posi-bles a partir de las experiencias concretas. Por ello esimprescindible no slo conocer experiencias de desa-rrollo exitosas, sino tambin difundirlas, sealar posi-bilidades y quizs contribuir con ellas a autosubvertiralgunas de nuestras ms enraizadas certidumbres.

    Estas consideraciones tienen algunas consecuen-cias prcticas. Primero, involucrar de manera dinmi-ca a los destinatarios de los programas de desarrollosignifica no slo asegurar su participacin en el pro-ceso de implementacin, sino tambin ex ante, en elproceso del diseo, y ex post en el de control y eva-luacin de los programas. Al igual que la samba o eltango, el desarrollo no se aprende por corresponden-cia. Se necesita un proceso compartido de aprendizajepor la prctica, tanto activo como retroactivo. De lamisma manera el desarrollo es una danza que de nin-gn modo se baila solo. Se necesita una pareja, eldesarrollador y el desarrollado; ambos aprenden ha-ciendo; aprenden sobre s mismo, sobre el otro, sobrela accin delineada, llevada a cabo y evaluada en co-mn, y ambos aumentan as su capital de conocimien-to acumulado, de savoir faire y faire savoir. Por lti-mo, el baile del desarrollo participativo implica tam-bin respetar, en el proceso mismo de la participacin,sus tres tiempos: uno, la elaboracin de la agenda deprioridades; dos, la gestin de la puesta en prctica delas secuencias, y tres, la evaluacin de los logros, erro-res y omisiones. En cada uno de estos tres tiempos se

    requiere argumentacin y negociacin dentro de lapareja.

    Las dificultades y los costos de los procesos par-ticipativos no pueden ser minimizados en trminos detiempo, por ejemplo, ya que prolongan los plazos delas decisiones y acciones. Sin embargo, sus virtudesresultan ser superiores no slo desde el punto de vistade la eficiencia operativa, sino tambin en trminos detica econmica, ya que, como muestran los estudiosrecientes de Alesina (1997) y Boone (1994), el desper-dicio de la ayuda exterior no es leve cuando se multi-plican los eslabones intermedios (Alesina y Dollar,1998). Asegurar una mayor participacin de los desti-natarios finales es asegurar un desarrollo que realmentelos beneficie a ellos y no a los intermediarios. Por otraparte, involucrar a las poblaciones no slo desde elinicio del proyecto, sino desde su concepcin y elabo-racin permite aquilatar no slo su impacto econmi-co, sino tambin el poltico y social: cmo alterar laayuda externa el equilibrio poltico local? cmo afec-tar al capital social de los individuos? cmo conso-lidar o, por el contrario, perjudicar la cohesin so-cial de la comunidad?

    En segundo lugar, dar a conocer las experienciasexitosas permite desplegar el abanico de posibilidades.Permite introducir un sesgo esperanzador (bias forhope) y prestar mayor atencin a los efectos no espe-rados que podran haber quedado encubiertos, envuel-tos en el lienzo de las teoras y de los teoremas. Pero,sobre todo, dar a conocer las experiencias exitosaspermite retroalimentar el proceso de aprendizaje. Elconocimiento tambin es reconocimiento. No slo espertinente asegurar la publicidad externa, sino tambinla interna, tanto hacia afuera como hacia adentro, tan-to hacia la comunidad de desarrolladores como ha-cia las comunidades de desarrollados. En muchoscasos, se aprende haciendo, inventando e imitando. Dara conocer es abrir otras posibilidades de aprendizajemediante la emulacin: al conocer otras experienciasse puede intentar imitarlas o repetirlas, inventar otrasa partir de ellas, dar un paso ms, superar sus logros.

    Tanto el proyecto de Cear en el nordeste deBrasil como el de Villa El Salvador en el Per, ilus-tran las virtudes no slo de la participacin comunita-ria, sino tambin del conocimiento que es reconoci-miento. En ambos casos se puso en marcha un proce-so de aprendizaje participativo con componentes deincitacin (por parte de los desarrolladores) y deimitacin (por parte de los desarrollados). Pero, so-bre todo, estas experiencias presentan componentes deemulacin. Ambos proyectos recibieron distinciones21

    Sobre esta experiencia en particular, vase Franco (1993).

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    99

    mundiales: el de Villa El Salvador fue galardonado porUNESCO y obtuvo tambin el Premio Prncipe deAsturias, y el de Cear recibi el Premio Maurice Patde UNICEF. Estos premios dieron un espaldarazo al co-nocimiento y tambin al reconocimiento, y elevaron laautoestima individual y colectiva de todos los partici-pantes, reforzando su grado de implicacin y estimu-lando otras experiencias. Queda por hacer un impor-tante ejercicio de memoria viva para rescatar, docu-mentar, revisar y difundir estas experiencias exitosas

    y aumentar el acervo de conocimiento acumulado ycompartido. Esto podra lograrse mediante, por ejem-plo, un premio internacional. Como seala BernardoKliksberg, la existencia de un premio de esta ndoleen Canad motiv la postulacin de unas 68 experien-cias. Esta propuesta se podra autosubvertir, asegurandoigualmente una retroalimentacin desde experienciasno exitosas, en las cuales se premiara la relevancia delanlisis o de una posible solucin para el problema aspuesto en evidencia.

    VICapital social, concordia y discordia: lasvirtudes sociales del tiempo compartidoy del tiempo conflictivo

    Uno de los temas centrales de los ltimos ensayos deHirschman es el de las oscilaciones, en las accioneshumanas, entre el inters privado y la accin pblica.En un primer ensayo, la divisin entre ambas esferasquedaba rotundamente afirmada. El propsito deHirschman era entender cmo se pasaba (traspasaba)de una esfera a la otra y cules eran en definitiva lasmotivaciones de estos cambios de preferencias (Hirsch-man, 1982). Ms tarde, en ensayos ulteriores, fuematizando esta dicotoma para terminar autosubvirtien-do su tesis y mostrando cmo ambas esferas puedenfundirse y confundirse (en particular a partir del ejem-plo de los banquetes pblicos, como veremos msadelante). De estos ltimos ensayos se desprendenalgunas consideraciones singularmente estimulantespara nutrir los debates contemporneos sobre el capi-tal social.

    Hirschman no menciona directamente la nocinde capital social.22 Slo lo hace en una ocasin, yprecisamente en un ensayo dedicado no a las virtudesde la cooperacin, sino, por el contrario, a las virtudesdel conflicto social.23 En sus ensayos Putnam insiste

    en las virtudes del capital social como vnculos deconfianza que tejen entre s los individuos y como pro-pensiones a la cooperacin y conviviencia pacfica. Dela misma manera, los ensayos que corroboran la exis-tencia de correlaciones entre la densidad de la vidaasociativa, la confianza en s mismo y en los demsque tienen los individuos en las distintas sociedades,y el comportamiento econmico, se presentan en defi-nitiva como una versin elaborada de la vieja tesis deldoux commerce.24

    Hirschman nos invita a una saludable autosub-versin. Cierto, los vnculos de confianza, sean hori-zontales o verticales, entre individuos o entre stos ylas instituciones, son imprescindibles para consolidarla convivencia. De igual modo, como sealan Knacky Keefer, un alto nivel de confianza mutua permite alos individuos reducir el tiempo y el costo que impli-ca protegerse contra los riesgos que podran resultar delas transacciones comerciales o no comerciales reali-zadas con los dems individuos.25 Pero la discordia, aligual que la concordia, tambin pueden fomentar elcapital social. El conflicto y la discrepancia, sealaHirschman, quizs sean incluso ms creadores de ca-pital social que la propia cooperacin pacfica seala-

    22 De hecho es una nocin difcil de atrapar en la red conceptual.

    Vase Santiso (1998).23

    Vase Hirschman (1995b). En este trabajo se menciona a Putnam(1993). Esta idea de los conflictos como factores esenciales de lasocializacin fue desarrollada tambin por autores como el socilo-go de principios de siglo Georg Simmel, contemporneo de MaxWeber, o el filsofo francs Marcel Gauchet. Vase en particularSimmel (1995) ; y Gauchet (1980).

    24 Esta tesis fue ampliamente analizada por Hirschman (1997) en

    uno de sus ms interesantes ensayos.25

    Vase Knack y Keefer (1997); Alesina y Wacziarg (1998), yHelliwell y Putnam (1999).

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    100

    da por Putnam y sean adems, en definitiva, indica-dores ms relevantes de la vitalidad y de la cohesinde una sociedad. El secreto de la vitalidad escribeHirschman de una sociedad de mercado pluralista yde su capacidad de renovarse puede descansar en estaconjuncin (tanto en la negociacin como en la argu-mentacin) y en la erupcin sucesiva de problemas ycrisis; tal sociedad no puede pretender establecer unorden o armona permanente; slo puede aspirar a irsaliendo del paso a duras penas, de conflicto en con-flicto (Hirschman, 1995a).

    Para entender los mecanismos de creacin decapital social, es preciso entonces prestar atencin tam-bin a los conflictos. Habr que discriminar entre con-flictos creadores y conflictos destructores de dichocapital; combinar anlisis cuantitativo y cualitativo paramedir la relevancia de esa conflictualidad virtuosa, yevaluar no slo la cantidad, sino tambin la calidad delos conflictos. Si bien se necesita analizar desde elpunto de vista econmico, poltico y moral cmo lassociedades aseguran la convivialidad (compartiendotiempo, por ejemplo, en un concierto de msica o enun caf,26 disfrutando en comn una representacinteatral o tomando un mate en un lugar pblico), tam-bin se necesita entender mejor las instituciones y losmecanismos que regulan los conflictos sociales enAmrica Latina. A nivel nacional, las instancias deregulacin democrticas son un ejemplo en este senti-

    do. Otro ejemplo son las instancias jurdicas. Todasellas tienen que ver con la confianza vertical, entre losindividuos y las instituciones nacionales. Convendra,sin embargo, prestar atencin igualmente al nivel deconfianza horizontal entre los individuos sobretodo en Amrica Latina. En esta regin, como subra-yan los trabajos de Roberto da Matta, tienen importan-cia especfica no tanto los mecanismos de confianzavertical, sino los de confianza horizontal, es decir, lasrelaciones interpersonales e informales, por oposicina las relaciones institucionalizadas o formalizadas (DaMatta, 1983).

    De la misma manera, es preciso que estas gene-ralizaciones sean autosubvertidas a partir de anlisiscomparativos entre los diferentes pases latinoameri-canos. Los trabajos sobre los mecanismos de regula-cin de conflictos comerciales invitan a pensar queexisten diferencias entre pases como Argentina, don-de los empresarios, al igual que los espaoles o losfranceses, prefieren resolver sus discrepancias fuera delos tribunales, y Colombia, donde los empresarios pre-fieren la resolucin jurdica, al igual que en los pasesescandinavos o anglosajones.27 No slo a nivel nacio-nal, sino tambin a nivel local, es necesario compren-der mejor cmo quedan articuladas, asimiladas eimplementadas las diferentes normas de convivenciaque regulan discordias y concordias, y que contribu-yen a crear o destruir el famoso capital social.

    VIILas virtudes econmicas, sociales ypolticas de los banquetes

    26 Si bien abundan las sociologas de la conviviabilidad, y en par-

    ticular la sociologa de los cafs, los anlisis en trminos econmi-cos son ms escasos, a excepcin notable de los de algunos econo-mistas como, por ejemplo, Tibor Scitovsky. En un libro admirable,Scitovsky seala que en las llamadas economas desarrolladas sevislumbra cierta atrofia del capital social si lo medimos como ca-pital tiempo, es decir, actividades de tiempo compartido. Los an-lisis de presupuestos de tiempo (time budget) muestran que entre1934 y 1996 (datos sealados en su momento por el autor citado),en estos pases el tiempo dedicado a las comidas se redujo conside-rablemente, de 107 a 70 minutos diarios y que el tiempo dedicadoal paseo recreativo se redujo de 22 a 1; en sus anlisis Scitovskydestaca tambin la frecuencia y el tiempo dedicado por los france-ses a los cafs (vase Scitovsky, 1976, en particular pp. 161-163 y241-245). Estos trabajos son en definitiva invitaciones a ahondarlos estudios comparativos, en trminos presupuestos de tiempo, sobrelos comportamientos culturales en Amrica Latina y quizs corro-

    borar la idea de que el capital social, entendido como capitaltiempo, tal vez se distribuya mejor en sociedades ms tradiciona-les, en las cuales predominan las actividades holistas sobre lasactividades individualistas. Vase una introduccin al anlisiseconmico de las artes en Throsby (1994, pp. 1-29).27

    Sobre la relevancia de los sistemas jurdicos para la resolucinde los conflictos empresariales, existen unos primeros trabajos com-parativos llevados a cabo por La Porta y Lpez de Silanes (1998).

    Si bien los economistas admiten la importancia delcivismo, de la confianza o de la adhesin a nor-mas ticas compartidas para que la economa funcio-ne de manera eficiente, cuesta ms entender qu ocu-rre cuando esos insumos se activan. El modelo de

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    101

    aprender haciendo, propuesto por Hirschman e inspi-rado por Arrow (1962), permite reconsiderar esteaspecto e insistir en el proceso acumulativo que sedesencadena cuando se activa ese recurso o capacidadpeculiar denominado capital social.

    Al igual que el capital fsico, econmico y finan-ciero, y tambin que el capital humano, el capital so-cial se crea y se destruye, aumenta y disminuye. To-das la sociedades, tanto las pobres como las ricas, tantolas que carecen de mecanismos educativos eficientescomo las que disfrutan de ellos, poseen ese capitalpeculiar que, a diferencia de otras formas de capital,aumenta con su uso y disminuye si no es utilizado. Elamor, el civismo, la confianza o las normasticas no son recursos limitados, no decrecen con suuso; tampoco la competencia, que aumenta cuando seutiliza. El amor o el civismo, escribe Hirschman, noson recursos limitados o fijos como lo pueden ser otrosfactores de produccin, son recursos cuya disponibi-lidad, lejos de disminuir, aumenta con su empleo(Hirschman, 1986a).28

    Un ejemplo particularmente interesante de lo an-terior es el de los banquetes, cuyas virtudes no slo sonalimentarias, sino tambin polticas y sociales, somosubraya Hirschman en un inspirado artculo (Hirschman,1997). Los banquetes le permiten autosubvertir su ideade la clara y rotunda diferenciacin entre lo pblico ylo privado y, a la vez, subrayar la dinmica virtuosaque activan. Considerados tradicionalmente como ac-tos privados, los banquetes de hecho han desempea-do y desempean funciones eminentemente pblicas.Constituyen actos sociales destacados, en los cualesimporta a veces tanto saber lo que se come como sa-

    ber con quin se come. En ellos se crea y recrea capi-tal social, y se promueve la conviviabilidad entre losdiferentes participantes; sus virtudes no son slo ci-vilizadoras segn socilogos como Simmel y Eliasentre otros sino tambin eminentemente polticas. Laexperiencia de compartir comida es frecuente, reitera-da y de cierta duracin, y permite acostumbrarse a ver-se, hablarse y reunirse en torno a una mesa, un asado,fuera o dentro de un local.

    Dicha experiencia es sobre todo una accin detiempo compartido, una accin comunitaria por exce-lencia, cuyos beneficios externos justificaran por smismos subversiones (al igual que las justificadas porScitovsky, como recuerda Hirschman, en beneficio delas artes). De hecho en la Grecia antigua los banque-tes, por ser considerados como la mxima manifesta-cin del vnculo social, del vnculo pblico, eran sub-vencionados por las familias acomodadas; se conside-raba la comida en comn como una institucin quepona de manifiesto la permanencia del poder polticoen la democracia. De modo similar, en los inicios dela Repblica Francesa los banquetes tambin tuvieronfunciones polticas, como testimonios de una tica dela convivialidad que permita consolidar el sentimien-to de pertenencia, y eran ocasiones de aprendizaje delo poltico.29

    Si bien lo dicho no es una invitacin a subvencio-nar banquetes para crear y recrear capital social(como seala Hirschman, ha habido tambin banque-tes que no han sido nada virtuosos, entre otros loscelebrados por los fascistas alemanes), s lo es paraplantearse una ltima pregunta: cmo asegurar ma-yor participacin?

    VIIICapital social y participacin: Unareinterpretacin a partir del trpticohirschmaniano, salida, voz y lealtad

    Para terminar, se ofrece aqu un esquema interpretativoque parte del trptico elaborado por Hirschman a prin-cipios de los aos setenta, en su famoso Exit, Voice andLoyalty: Responses to Decline in Firms, Organizationsand States. En dicha obra Hirschman se propone en-

    28 Cita traducida del francs por el articulista.

    29 Sobre la Grecia antigua y el republicanismo francs, vase Schmitt

    Pantel (1992), e Ihl (1996 y 1998). Igualmente relevante es saber loque se come, con quin se come, pero tambin cmo se come; lasformas de cocinar caracterizan diferentes tipos de sociedades, comoseal el antroplogo Jack Goody en Cooking, cuisine and class. Astudy in comparative sociology (Goody, 1982).

    tender cmo los sistemas econmicos (las empresas)o los sistemas polticos (los Estados) afrontan la de-

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    102

    feccin de sus clientes o de sus ciudadanos. Buscahacerlo a partir de tres respuestas posibles por parte delos clientes o los ciudadanos descontentos: la salida (elcliente o el ciudadano se va, deja de comprar el pro-ducto o de participar en su comunidad nacional deorigen); la voz (el cliente protesta, manifiesta su des-contento; el ciudadano se manifiesta, provoca huelgas)o, a pesar de todo, el cliente o el ciudadano mantienesu lealtad (se queda con el producto, sigue teniendo unaexistencia cvica).

    Este modelo interpretativo fue ampliamente uti-lizado y reutilizado para explicar fenmenos no sloecnomicos, sino tambin polticos. Por ejemplo, essencillo deshacerse de acciones en bolsa (exit), sobretodo cuando los accionistas no tienen influencia sobreel manejo de la empresa (corporate governance), esdecir, no tienen la posibilidad de alzar la voz. El mis-mo modelo interpretativo permite aclarar los mecanis-mos de difusin de las crisis financieras internaciona-les, como hemos sugerido (Santiso, 1999). En un ma-trimonio, cuando existen facilidades para el divorcio,la propensin a hacerse or (voz) puede ser menor, yse harn menos esfuerzos de comunicacin y tentati-vas de reconciliacin. El propio Hirschman nos dio, apartir de este trptico, una interpretacin original de lacada del muro de Berln, fenmeno que desencadenuna salida (exit) masiva desde los sistemas comunis-tas (Hirschman, 1993).30 En este trabajo aprovechtambin la ocasin para autosubvertir su tesis inicial,mostrando en particular que en este caso la salida y lavoz no son fenmenos estrictamente contradictorios nirespuestas automticamente excluyentes entre s, sinorespuestas adaptativas o reactivas que pueden combi-narse e incluso reforzarse mutuamente.

    En el mbito del desarrollo, este esquema de an-lisis tambin se puede aplicar a muchos problemas quese vislumbran. El dilema es siempre el mismo: cmofomentar lealtad cuando, por ejemplo, se emprendenmodelos participativos. Uno de los aspectos centraleses el de favorecer la expresin (la voz) de los destina-tarios, tanto en la formulacin como en la gestin y laevaluacin de los programas participativos. De estamanera se limita la salida, es decir, las potencialida-des de fracaso y de dimisin. La clave est en crearun mecanismo que permita consolidar la lealtad y laconfianza y, por lo tanto, asegure mayor y mejor par-ticipacin. Como dice Hirschman, favorecer la voz noes cosa sencilla: sus costos son normalmente superio-

    res a los de la salida, en trminos de tiempo, esfuerzoy dinero. Slo en configuraciones donde aparecen fe-nmenos de lealtad elevada, la voz puede resultar mscostosa que la salida, cuando esta ltima implica des-prenderse de la esencia de su propia identidad. La vozes en todo caso preferible a la salida. Favorecer la vozen los programas participativos permite recaudar, a lolargo de los tres tiempos de la danza, una mayor in-formacin sobre las necesidades reales de los destina-tarios de tales programas y asegura una mejor ejecu-cin y evaluacin del programa al favorecer retroali-mentaciones inmediatas.

    Este esquema de anlisis cobra peculiar importan-cia para examinar ms un problema contemporneo alque nos enfrentamos cuando hablamos de desarrollo.En un mundo globalizado, interconectado, en el cuallas fronteras se diluyen, los desniveles de vida resal-tan an ms: en los poblados ms retirados de la re-serva maya de Sian Kaan, por ejemplo, se sabe a tra-vs de algn satlite que hay algo ms all. Las ante-nas parablicas apuntan hacia ese ms all de maneracontinua e instantnea. Si bien los fenmenos de sali-da (migraciones) siempre fueron importantes, hoy enda el reto de la fuga de cerebros es todava mayor. EnAmrica Latina, por ejemplo, se pas de una situacinde recepcin de inmigrantes a una de salida masiva deemigrantes, particularmente de individuos altamentecalificados. Es decir, salen las fuerzas vivas, un pre-cioso capital humano y social de los pases, fenmenoque es particularmente patente en Centroamrica.

    Un estudio reciente del Fondo Monetario Interna-cional muestra que los emigrantes de estos pases ha-cia los Estados Unidos tienden a ser ms calificadosque el promedio nacional de su pas de origen. Demanera general, para los pases de Amrica Latina yel Caribe las tasas de emigracin altamente calificadason subidas (por lo general superiores al 10% y enalgunos casos al 50%). El pas que acusa una mayorfuga de cerebros es Guyana, donde ms de 70% de losindividuos con educacin superior (terciaria) salieronhacia los Estados Unidos. Le siguen Trinidad y Tabago(60%), El Salvador (26%), Panam (19.5%), Nicara-gua (19%), Honduras (16%), Repblica Dominicana(14%) y Guatemala (13.5%). Tambin Mxico y Co-lombia exhiben tasas significativas: 10.5 y 6%, respec-tivamente, en comparacin con las de Argentina, Chi-le y Uruguay, que son de 2%, 3.5% y 4%, respectiva-mente (Carington y Detragiache, 1998).

    En materia de educacin, como seala el ltimoinforme del Banco Interamericano de Desarrollo, seplantean dificultades reinterpretables a partir de estalectura hirschmaniana en trminos de salida, voz y30

    Vanse asimismo otros ejemplos en Hirschman (1981a y 1986b).

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosHighlight

    ambosReplace

    ambosReplacemenos

    ambosHighlight

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    103

    lealtad.31 Las familias de altos ingresos, como mues-tran los estudios, evitan la educacin pblica. En es-tos grupos de mayores ingresos slo el 40% de losnios, y en algunos pases slo el 25%, asiste a lasescuelas pblicas. Hay casos de salidas forzosas, comolas provocadas por crisis financieras o perturbacionesmacroeconmicas, las que generan gran prdida decapital humano al obligar a los jvenes a incorporarseal mercado laboral antes de tiempo (salida anticipadade los estudiantes), o causar el despido de trabajado-res, privando a las empresas de un capital de conoci-miento acumulado (salida del mercado laboral) (vaseMrquez, 1998).

    Aqu, como en los ejemplos sealados anterior-mente, un aspecto central es el de dar prioridad a losmecanismos de voz sobre los de salida. En materia deeducacin, por ejemplo, se pueden asignar mayoresatribuciones a los beneficiarios, proporcionndolesoportunidades para alzar la voz y hacer conocer su des-contento y los motivos de su insatisfaccin con el sis-

    tema escolar. Los consejos escolares creados en El Sal-vador, Nicaragua, Brasil y Bolivia son un ejemplo derespuesta posible, pues aseguran la participacin de lospadres al drseles responsabilidades que van desde laeleccin de los directores al manejo de fondos, pasan-do por mecanismos de evaluacin de los maestros. Deigual manera, a nivel de la educacin superior puedencrearse sistemas participativos que involucren a los es-tudiantes, sobre todo en la evaluacin de los profeso-res y de los programas propuestos, tomando una seriede precauciones para que no haya una autosubversininvoluntaria del propsito de estos mecanismos evalua-tivos.

    El anlisis podra autosubvertirse, sealando queen muchos casos el problema no es reducir la salida,sino ms bien favorecer la entrada. Por ejemplo, pro-piciar la incorporacin de los microempresarios a losmercados de crdito (a travs de bancos de microcr-ditos entre otras iniciativas) o la de las mujeres a losmercados laborales estables.

    IXConclusin

    Al abordar los mltiples y complejos problemas del desarrollo,hemos aprendido que debemos dar forma a generalizaciones en

    toda clase de campos de accin y prestar odos sordos, comoUlises, al canto seductor del paradigma nico.

    Albert Hirschman32

    32 Hirschman (1995a, p. 116).

    31 Los ejemplos siguientes estn tomados del informe 1998-1999

    del Banco Interamericano de Desarrollo sobre el progreso eco-nmico y social en Amrica Latina (BID, 1998, pp. 57, 109, 142y ss).

    Como intentamos mostrar aqu, los trabajos de Hirsch-man incitan a releer, a la luz de las experiencias prc-ticas, el camino recorrido y por recorrer. La distribu-cin del ingreso y la riqueza es muy desigual enAmrica Latina, como seala el informe del BID queinvita a aprovechar las oportunidades demogrficas quese presentan hoy para acelerar el desarrollo.

    Sin embargo, los logros de la regin en materiade transformacin estructural contrastan con el desigualavance en la resolucin de estas disparidades distribu-tivas. Las reformas estructurales consiguieron sincro-nizar los relojes de los pases latinoamericanos con la

    hora mundial. Pero muchos latinoamericanos siguencareciendo de los instrumentos mnimos indispensablespara disfrutar de tal sincronizacin: en la educacin,la salud, los ingresos. Los aos noventa trajeron con-sigo sorprendentes logros estructurales, con reformasde gran amplitud; pero fueron tambin aos de crisisbrutales, de tasas de crecimiento que no beneficiaronen forma pareja a todos los sectores de las poblacio-nes latinoamericanas. Lo sorprendente ha sido la tole-rancia de aquellas poblaciones cuya situacin no fuemejorando .

    Quizs encontramos aqu una ilustracin ms delefecto tnel, con el cual queremos acabar. Mientras unopermanece en el tnel del subdesarrollo y mientrastiene motivos para esperar que ver el final del tnel,

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    104

    porque sabe que alguno de los viajeros pudo hacerlo,que pas de la clase econmica a la clase ejecutivaen otras palabras, mientras existan mecanismos deascenso social el efecto tnel funciona y la toleran-cia a las desigualdades puede ser grande. Pero puedesuceder que la capacidad de aguante se erosione, quenunca se llegue al final del tnel, que no se sepa msde traspasos de la clase ecnomica a la clase ejecuti-va. Mientras el efecto tnel dura todos sienten que lesva mejor escribe Hirschman, tanto los que se hanenriquecido como los que no. Pero esta tolerancia esun crdito que vence en determinada fecha. Se le ex-tiende en la expectativa de que con el tiempo las dispa-

    ridades se estrecharn otra vez. Si esto no sucede, se-guramente habr problemas y tal vez sobrevenga eldesastre (Hirschman y Rothschild, 1973).

    Puede que el efecto tnel se est agotando enAmrica Latina. Puede tambin que esto no conduzcaal desastre. Una vez ms habr que inventar e imagi-nar traspasos y autosubversiones, y seguir indagando,con curiosidad e humildad, a imagen de Ulises, olvi-dando el canto majestuoso de las sirenas. Para ello nobastar ponerse cera en los odos. Quizs se necesita-r un sesgo de esperanza en el corazn (a bias forhope) y algo ms de respeto por la vida en la mente (alittle more reverence for life).

    Bibliografa

    Alesina, A. (1997): The Political Economy of High and Low Growth,World Bank Annual Conference on Development Economics,Washington, D.C., Banco Mundial, abril.

    Alesina, A. y D. Dollar (1998): Who Gives Foreing Aid, to Whomand Why?, NBER working paper, N 6612, Cambridge,Massachusetts, National Bureau of Economic Research(NBER), enero.

    Alesina, A. y R. Perotti (1994): The political economy of growth:A critical survey of the recent litterature, The World BankEconomic Review, vol. 8, N 3, Washington, D.C., BancoMundial.

    Alesina, A. y R Wacziarg (1998): The economics of civic trust,Cambridge, Massachusetts, Harvard University, Departmentof Economics, septiembre, mimeo.

    Arrow, K. (1962): The economic implications of learning by doing,The Review of Economic Studies, vol. XXIX (3), N 80,Edimburgo, Society of Economic Analysis.

    Barro, R. (1996): Democracy and growth, Journal of EconomicGrowth, vol. 1, Boston Kluwer Academie.

    Becker, G. (1996): The economic way of looking at behavior. TheNobel lecture, Essays in Public Policy, N 69, Stanford,California, Hoover Institution on War, Revolution and Peace.

    Berlin, I. (1979): Russian thinkers, Londres, The Hogarth Press._______ (1984): Le hrisson et le renard, Les penseurs russes, Pars,

    Albin Michel.BID (Banco Interamericano de Desarrollo) (1998): Amrica Latina

    frente a la desigualdad, Progreso econmico y social enAmrica Latina. Informe 1998-1999, Washington, D.C.

    _______ (1999): Foro Desarrollo y cultura, Reunin Anual de laAsamblea de Gobernadores, Pars, 11 y 12 de marzo.

    Boone, P. (1994): Politics and the effectiveness of foreign aid,Londres, London School of Economics, mimeo.

    Carington, W. y E. Detragiache (1998): How Big is the Brain Drain?,IMF working paper, vol. 45, N 1, Washington, D.C., FondoMonetario Internacional (FMI), julio.

    Coase, R. (1976): Adam Smiths view of man, Journal of Law andEconomics, vol. 19, Chicago, Illinois, University of ChicagoPress, octubre.

    Da Matta, R. (1983): Carnaval, bandits et hros. Ambiguts de lasocit brsilienne, Pars, Editions du Seuil.

    Daz-Alejandro, C. (1986): Some unintended consequences offinancial laissez-faire, A. Foxley, M. McPherson y G.ODonnell (eds.), Development, Democracy, and the Art of

    Trespassing: Essays in Honour of Albert O. Hirschman, NotreDame, Indiana, University of Notre Dame Press.

    Edwards, S. (1998): Interest Rate Volatitlity, Capital Controls, andContagion, NBER working paper, N 6756, Cambridge,Massachusetts, National Bureau of Economic Research(NBER), octubre.

    Edwards, S. y D. Lederman (1998): The Political Economy ofUnilateral Trade Liberalization: The Case of Chile, NBERworking paper, N 6510, Cambridge, Massachusetts, NationalBureau of Economic Research (NBER), abril.

    Foxley, A., M. McPherson y G. ODonnell, eds. (1986):Development, Democracy and the Art of Trespassing. Essaysin Honour of Albert Hirschman, Notre Dame, Indiana, NotreDame University Press.

    Franco, C. (1993): La experiencia de Villa El Salvador: del arenala los logros fundamentales a travs de un modelo social deavanzada, B. Kliksberg (comp.), Pobreza: un tema imposter-gable. Nuevas respuestas a nivel mundial, Mxico, D.F.,Fondo de Cultura Econmica (FCE).

    Gauchet, M. (1980): Tocqueville, lAmrique et nous, Libre, N 7,Pars, Gallimard.

    Goody, J. (1982): Cooking, Cuisine and Class. A Study in compa-rative Sociology, Cambridge, Massachusetts, CambridgeUniversity Press.

    Helliwell, J. y R. Putnam (1999): Education and Social Capital,NBER working paper, N 7121, Cambridge, Massachusetts,National Bureau of Economic Research (NBER), mayo.

    Hirschman, A. (1958): The Strategy of Economic Development, NewHaven, Yale University.

    _______ (1963a): Journeys toward Progress: Studies in EconomicPolicy-Making in Latin America, Nueva York, TwentiethCentury Fund.

    _______ (1963b): Problem solving and policy-making: A LatinAmerican style?, Journeys toward Progress: Studies in Eco-nomic Policy-Making in Latin America, Nueva York,Twentieth Century Fund.

    _______ (1967): The principle of the hiding hand, Public Interest,vol. 2, Washington, D.C., National Affairs, invierno.

    _______ (1968): The political economy of import-substituting indus-trialization in Latin America, The Quarterly Journal ofEconomics, vol. 82, N 1, Cambridge, Massachusetts, HarvardUniversity, febrero.

    ambosHighlight

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    105

    _______ (1970): Exit, Voice, and Loyalty: Responses to Decline inFirms, Organizations and States, Cambridge, Massachusetts,Harvard University Press.

    _______ (1971a): A Bias for Hope: Essays on Development in LatinAmerica, New Haven, Yale University Press.

    _______ (1971b): Underdevelopment, obstacles to the perceptionof change, and leadership, A Bias for Hope: Essays onDevelopment in Latin America, New Haven, Yale UniversityPress.

    _______ (1971c): The search for paradigms as a hindrance to unders-tanding, A Bias for Hope: Essays on Development in LatinAmerica, New Haven, Yale University Press.

    _______ (1971d): Introduction: Political economics and possibilism,A Bias for Hope: Essays on Development in Latin America,New Haven, Yale University Press.

    _______ (1977): The Passions and the Interests: Political Argumentsfor Capitalism before its Triumph, Princeton, New Jersey,Princeton University Press.

    _______ (1978): Beyond asymmetry: critical notes on myself as ayoung man and some other old friends, International Organi-zation, vol. 32, N 1, Wisconsin, Northwestern University.

    _______ (1981a): Exit, voice, and loyalty: Further reflections anda survey of recent contributions, Essays in Trespassing:Economics to Politics and Beyond, Cambridge, Massachusetts,Cambridge University Press.

    _______ (1981b): The rise and decline of development economics,Essays in Trespassing: Economics to Politics and Beyond,Cambridge, Massachusetts, Cambridge University Press.

    _______ (1981c): Policy-making and policy analysis in LatinAmerica: A return journey, Essays in Trespassing: Economicsto Politics and Beyond, Cambridge, Massachusetts, CambridgeUniversity Press.

    _______ (1982): Shifting Involvements: Private Interest and PublicAction, Princeton, New Jersey, Princeton University Press.

    _______ (1984): A dissenters confession: The strategy of economicdevelopment revisited, en G. Meier y D. Seers (eds.), Pioneersin Development, Nueva York, Banco Mundial.

    _______ (1986a): Trois faons simples de compliquer le discoursde lconomie politique, Vers une conomie politique largie,Pars, Editions de Minuit.

    _______ (1986b): Exit and voice: an expanding sphere of influence,Rival Views of Market Society and other Recent Essays, NuevaYork, Viking.

    _______ (1986c): A dissenters confession: The strategy of economicdevelopment revisited, Rival Views of Market Society andOther Recent Essays, Nueva York, Viking.

    _______ (1987): The political economy of Latin American deve-lopment: seven exercises in retrospection, Latin AmericanResearch Review, vol. 22, N 3, Washington, D.C.

    _______ (1990): The case against one thing at a time, World Deve-lopment, vol. 18, N 8, Oxford, Reino Unido, Pergamon PressLtd., agosto.

    _______ (1991): The Rhetoric of Reaction: Perversity, Futility, Jeo-pardy, Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press.

    _______ (1993): Exit, voice, and the fate of the German DemocraticRepublic, World Politics, vol. 45, N 2, Princeton, New Jer-sey, Princeton University Press, enero.

    _______ (1994): The on-and-off connection between political andeconomic progress, The American Economic Review, vol. 84,N 2, Washington, D.C., American Economic Association,mayo.

    _______ (1995a): A Propensity to Self-Subversion, Cambridge,Massachusetts, Harvard University Press.

    _______ (1995b): Social conflicts as pillars of democratic societies,A Propensity to Self-Subversion, Cambridge, Massachusetts,Harvard University Press.

    _______ (1997): Mler les sphres publique et prive: prendre lacommensalit au srieux, La morale secrte de lconomiste,Pars, Les Belles Lettres.

    _______ (1998): Crossing Boundaries, Nueva York, Zone Books.Hirschman, A. y M. Rothschild (1973): The changing tolerance for

    income inequality developmet, The Quarterly Journal ofEconomics, vol. 87, N 4, Washington, D.C., AmericanEconomic Association, noviembre.

    IDES (Instituto de Desarrollo Econmico y Social) (1996): AlbertHirschman: Entrevista sobre su vida y obra (traducido de en-trevista en ingls efectuada por C. Tongello, M. Petruzowiczy C. Rusconi), Desarrollo econmico, vol. 35, N 140, Bue-nos Aires, IDES, enero-marzo.

    Ihl, O. (1996): La fte rpublicaine, Pars, Gallimard._______ (1998): De bouche oreille. Sur les pratiques de commen-

    salit dans la tradition rpublicaine du crmonial de table,Revue Franaise de Science Politique, vol. 48, N3-4, Pars,Presses de Sciences Po., agosto.

    Kliksberg, B. (1998): Seis tesis no convencionales sobre participa-cin, Pobreza urbana y desarrollo, ao 8, N 18, BuenosAires, Instituto Internacional para el Medio Ambiente y elDesarrollo (IIMAD).

    Knack, S. y P. Keefer (1997): Does social capital have an economicpayoff? A cross-country investigation, The Quarterly Journalof Economics, vol. CXII, N 4, Washington, D.C., AmericanEconomic Association, noviembre.

    Krugman, P. (1992): Towards a counter-counterrevolution indevelopment theory, Proceedings of the World Bank AnnualConference on Development Economics, Washington, D.C.,Banco Mundial.

    _______ (1994): The fall and rise of development economics, L.Rodwin y D. Schn (eds.), Rethinking the DevolopmentExperience. Essays Provoked by the Work of Albert O.Hirschman, Washington, D.C., The Brookings Institution/TheLincoln Institute of Land Policy.

    La Porta, R. y F. Lpez de Silanes (1998): Capital markets and legalinstitutions, Cambridge, Massachusetts, Harvard University,Department of Economics, agosto, mimeo.

    Marques, J. L. (1997): Dmocratie profane: lexprience du budgetparticipatif de Porto Alegre, Brsil, 1989-1996, Pars, SciencesPo, tesis de doctorado.

    Mrquez, G. (1998): The Impact of Volatility on the Labor Market:Mexico, 1994-1996, Washington, D.C., BID.

    Mc Closkey, D. (1994): Knowledge and Persuasion in Economics,Cambridge, Massachusetts, Cambridge University Press.

    McPherson, M. (1986): The social scientist as constructive skeptic:On Hirschmans role, en A. Foxley, M. McPherson y G.ODonnell (eds.), Development, Democracy, and the Art ofTrespassing: Essays in Honour of Albert O. Hirschman, NotreDame, Indiana, University of Notre Dame Press.

    Przeworski, A. y F. Limongi (1997): Modernization: Theories andfacts, World Politics, vol. 49, N 2, Princeton, New Jersey,Princeton University Press, enero.

    Putnam, R. (1993): Making Democracy Work: Civic Traditions inModern Italy, Princeton, New Jersey, Princeton UniversityPress.

    Rodrik, D. (1998a): The New Global Economy and DevelopingCountries, Baltimore, Pennsylvania, Johns Hopkins UniversityPress.

    _______ (1998b): Democracies and economic performance, Cam-bridge, Massachusetts, Harvard University, Department ofEconomics, mimeo.

    Rodwin, L. y Donald Schn, eds. (1994): Rethinking theDevelopment Experience. Essays Provoked by the Work ofAlbert O. Hirschman, Washington, D.C., The BrookingsInstitution/The Lincoln Institute of Land Policy.

    Santiso, J. (1997): De lutopisme au possibilisme: une analysetemporelle des trajectoires mexicaines et chiliennes, 1970-1996, Pars, Sciences Po, tesis de doctorado.

    _______ (1998): Le capital social comme capital temps: essai defranchissement, trabajo presentado al Foro Cultura y Desa-rrollo, Pars, BID, 9 y 10 de octubre.

  • R E V I S T A D E L A C E P A L 7 0 A B R I L 2 0 0 0

    LA MIRADA DE HIRSCHMAN SOBRE EL DESARROLLO O EL ARTE DE LOS TRASPASOS Y LAS AUTOSUBVERSIONES JAVIER SANTISO

    106

    _______ (1999): Financial crisis, political economy and the art oftrespassing, International Political Science Review, Londres,Sage Publications.

    Schmitt Pantel, P. (1992): La cit au banquet. Histoire des repaspublics dans les cits grecques, Roma, Ecole Franaise deRome.

    Scitovsky, T. (1976): The Joyless Economy. An Inquiry into HumanSatisfactions and Consumer Dissatisfaction, Oxford, ReinoUnido, Oxford University Press.

    Sen, A. (1977): Rational fools: A critique of the behavioral founda-tions of economic theory, Philosophy and Public Affairs, vol.6, N 4 Princeton, New Jersey, Princeton University Press,verano.

    _______ (1987): On Ethics and Economics, Oxford, Reino Unido,Basil Blackwell.

    Simmel, G. (1995): Conflict and the Web of Group-Affiliations,Glencoe, Illinois, Free Press.

    Smith, A. (1976): The Theory of Moral Sentiments, Oxford, ReinoUnido, Clarendon Press (publicado inicialmente en 1759).

    Stigler, G. y G. Becker (1977): De gustibus non est disputadum,The American Economic Review, vol. 67, N 2, Washington,D.C., American Economic Association, marzo.

    Sturzenegger, F. y M. Tommasi (eds.) (1998): The Political Economyof Economic Reforms, Cambridge, Massachusetts, MIT Press.

    Tavares, J. y R. Wacziarg (1996): How democracy fosters growth,Cambridge, Massachusetts, Harvard University, Departmentof Economics, mimeo.

    Teitel, S., ed. (1992): Towards a New Development Strategy for LatinAmerica: Pathways from Hirschmans Thought, Washington,D.C., BID.

    Tendler, J. (1997): Good Government in the Tropics, Baltimore,Pennsylvania, The Johns Hopkins University Press.

    Tendler, J. y S. Freedheim (1986): Bringing Hirschman back in: Acase of bad government turned good, A. Foxley, M. McPher-son y G. ODonnell (eds.), Development, Democracy and theArt of Trespassing. Essays in Honour of Albert Hirschman,Notre Dame, Indiana, Notre Dame University Press.

    _______ (1994): Trust in a rent-seeking world: Health and govern-ment transformed in northeast Brazil, World Development, vol.22, N 12, Oxford, Reino Unido, Pergamon Press Ltd.

    Throsby, D. (1994): The production and consumption of the arts: Aview of cultural economics, Journal of Economic Literature,vol. 32, N 1, Nashville, Tennessee, American EconomicAssociation.