ritzer- durkheim (en teoria sociologica clasica )

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210 TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA pít ul o undéc i mo sobre Par sons) . Más concr et ament e, i ns pi r ándos e en la bi ol o- gía y si r vi éndose de la anal ogí a or gani ci st a, Dur khe i m consi der aba que la so- ci edad est aba constit ui da por «ór ganos » ( hechos soci al es) , o est r uct ur as soci a- les, que r eali zaban di ver s as f unc i one s par a la soci edad. Pero nos advi r ti ó que debí amos di sti ngui r las f unc i one s , o l os f i nes de l as di ver sas es t r uct ur as , de l os f act or es r es pons abl es caus al ment e de su exi st enci a. Dur khei m se i nt er esó por el es t udi o t ant o de l as caus as de las es t r uct ur as soci al es como de las f unc i one s que cumpan, aunque i nsi sa en que er a neces ar i o di sti ngui r est os dos campos de est udi o. Pode mos r ast r ear la l ógi ca de la t eor í a de Dur khei m en su análi si s del desa- rroll o del mundo mode r no. Est a se r evel a cl ar ament e en una de sus obr as más i mpor t ant es, La división del trabajo social ( Dur khei m, 1893/ 1964). LA DIVISI ON DEL TRABAJO EN LA SOCI EDAD Dur khei m bas ó su análi si s en La división del trabajo social en su concepci ón de dos ti pos i deal es de soci edad. El ti po más pr i miti vo, car act er i zado por la so- lidaridad mecánica, pr esent a una est r uct ur a soci al i ndi f er enci ada, con poca o ni nguna di vi si ón del t r a ba j o. El ti po má s moder no, car act er i zado por la so- lidaridad orgánica, pr es ent a una ma yor y más r e f i na da di vi si ón del t r abaj o. Para Dur khei m, la división del trabajo en la sociedad es un hecho social ma- terial que i ndi ca el gr ado en que las t ar eas o las r es pons abili dades se han es- peci ali zado. La gent e en l as s oci edades pr i miti vas ti ende a ocupar posi ci ones muy gener al es en l as que r eali za una ampli a var i edad de t areas y manti ene un gran núme r o de r es pons abili dades . Por ej empl o, ser madr e en l as soci edades pr i miti vas es ocupar una pos i ci ón muc ho menos especi ali zada que en la so- ci edad moder na. Los ser vi ci os de l avander í a, l os pañal es , l os servi ci os a do- mi cili o y los apar at os que ahorr an t r a ba j o en el hogar ( l avapl at os, hor nos mi- cr oondas, et c. ) r eali zan numer os as t ar eas que ant es eran r esponsabili dad de las ma dr e s - a ma s de casa. Los cambi os en la di vi si ón del t r a ba j o han t eni do enor mes i mpli caci ones par a la est r uct ur a de l a soci edad, y al guna de las más i mpor t ant es se r ef l ej an en las di f er enci as ent r e los dos ti pos de soli dar i dad: mecáni ca y or gáni ca. Su inte- r é s al abor dar la cuesti ón de la soli dar i dad er a des cubr i r lo que ma nt e ní a unida a la soci edad. Una soci edad car act er i zada por la soli dar i dad mecáni ca se man- ti ene uni f i ca da debi do a que la t ot ali dad de sus mi e mbr os ti enen aptit udes y conoci mi ent os si mil ares. La uni ón de l as per s onas se debe a que t odos están i mpli cados en la r eali zaci ón de acti vi dades par eci das y ti enen responsabili da- des s emej ant es . Por el cont r ar i o, una soci edad car act er i zada por la solidaridad or gáni ca se manti ene uni da debi do a l as di f er enci as ent r e las per s onas , debido al hecho de que ti enen di f er ent es t ar eas y r es pons abili dades . Toda vez que cada per s ona reali za en la soci edad mode r na una gama de t areas r el ati vament e pe- queña, necesit a a ot r as muc ha s par a poder vi vi r . La f amili a pr i miti va encabeza-

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Durkheim por Ritzer

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2 1 0 TEORIA SOCIOLOGICA CLASICA

pítulo undécimo sobre Parsons). Más concretamente, inspirándose en la biolo-gía y sirviéndose de la analogía organicista, Durkheim consideraba que la so-ciedad estaba constituida por «órganos» (hechos sociales), o estructuras socia-les, que realizaban diversas funciones para la sociedad. Pero nos advirtió que debíamos distinguir las funciones, o los fines de las diversas estructuras, de los factores responsables causalmente de su existencia. Durkheim se interesó por el estudio tanto de las causas de las estructuras sociales como de las funciones que cumplían, aunque insistía en que era necesario distinguir estos dos campos de estudio.

Podemos rastrear la lógica de la teoría de Durkheim en su análisis del desa-rrollo del mundo moderno. Esta se revela claramente en una de sus obras más importantes, La división del trabajo social (Durkheim, 1893/1964).

LA DIVISION DEL TRABAJO EN LA SOCIEDAD

Durkheim basó su análisis en La división del trabajo social en su concepción de dos tipos ideales de sociedad. El tipo más primitivo, caracterizado por la so-lidaridad mecánica, presenta una estructura social indiferenciada, con poca o ninguna división del trabajo. El tipo más moderno, caracterizado por la so-lidaridad orgánica, presenta una mayor y más refinada división del trabajo. Para Durkheim, la división del trabajo en la sociedad es un hecho social ma-terial que indica el grado en que las tareas o las responsabilidades se han es-pecializado. La gente en las sociedades primitivas tiende a ocupar posiciones muy generales en las que realiza una amplia variedad de tareas y mantiene un gran número de responsabilidades. Por ejemplo, ser madre en las sociedades primitivas es ocupar una posición mucho menos especializada que en la so-ciedad moderna. Los servicios de lavandería, los pañales, los servicios a do-micilio y los aparatos que ahorran trabajo en el hogar (lavaplatos, hornos mi-croondas, etc.) realizan numerosas tareas que antes eran responsabilidad de las madres-amas de casa.

Los cambios en la división del trabajo han tenido enormes implicaciones para la estructura de la sociedad, y alguna de las más importantes se reflejan en las diferencias entre los dos tipos de solidaridad: mecánica y orgánica. Su inte-rés al abordar la cuestión de la solidaridad era descubrir lo que mantenía unida a la sociedad. Una sociedad caracterizada por la solidaridad mecánica se man-tiene unificada debido a que la totalidad de sus miembros tienen aptitudes y conocimientos similares. La unión de las personas se debe a que todos están implicados en la realización de actividades parecidas y tienen responsabilida-des semejantes. Por el contrario, una sociedad caracterizada por la solidaridad orgánica se mantiene unida debido a las diferencias entre las personas, debido al hecho de que tienen diferentes tareas y responsabilidades. Toda vez que cada persona realiza en la sociedad moderna una gama de tareas relativamente pe-queña, necesita a otras muchas para poder vivir. La familia primitiva encabeza-

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Reseña biográfica

Emile Durkheim nació el quince de abril de 1858 en Epinal, Francia. Descendía de una larga estirpe de rabinos y él mismo comen-zó los estudios para convertirse en rabino, pero cuando llegó a la adolescencia recha-zó su herencia y abrazó el agnosticismo. Desde entonces, el interés que mantuvo de por vida por la religión fue más académico que teológico. Se sentía insatisfecho no sólo con su formación religiosa, sino también con la educación general que había recibido y su hincapié en la literatura y las materias

estéticas. Ansiaba aprender los métodos científicos y los principios morales que guiaban la vida social. Se negó a seguir una carrera aca-démica tradicional de filosofía y en su lugar se esforzó por adquirir los conocimientos científicos que se requerían para contribuir a la direc-ción moral de la sociedad. Aunque se interesó por la sociología cientí-fica, en su época no existía un campo específico para esta disciplina, por lo que entre 1882 y 1887 enseñó filosofía en varios institutos de la región de París.

Su anhelo de ciencia aumentó tras un viaje a Alemania, donde se encontró con la psicología científica, cuyo precursor era Wilhelm Wundt. Durante los años inmediatamente posteriores a su viaje a Alemania, Durkheim publicó una abundante serie de trabajos sobre sus expe-riencias en aquel país. Estas publicaciones le ayudaron a obtener en 1887 un empleo en el departamento de Filosofía de la Universidad de Burdeos. Así, Durkheim impartió el primer curso de ciencia social en una universidad francesa. Fue éste un logro particularmente asom-broso, ya que hacía sólo una década que la sola mención de Auguste Comte en una tesis habría provocado furor en la universidad france-sa. Sin embargo, la principal responsabilidad docente de Durkheim eran sus cursos pedagógicos a maestros. Su curso más importante versó sobre la educación moral. Su propósito era comunicar a los edu-cadores el sistema moral que esperaba que transmitieran a los jóve-nes, con el fin de detener la degeneración moral que percibía en la sociedad francesa.

Los siguientes años se caracterizaron por una serie de éxitos per-sonales. En 1893 publicó su tesis doctoral, escrita en francés, La divi-sión del trabajo social, y su tesis en latín sobre Montesquieu. Su prin-cipal trabajo metodológico, Las reglas del método sociológico, apareció en 1895 seguido (en 1897) por su aplicación empírica de esos méto-dos en el estudio de El suicidio. En 1896 ya era profesor de la Univer-

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sidad de Burdeos con plena dedicación. En 1902 se incorporó a La Sorbonne, la famosa universidad francesa. En 1906 se le nombró pro-fesor de ciencias de la educación, denominación que se modificaría en 1913 para pasar a llamarse profesor de ciencias de la educación y sociología. En 1912 se publicó otra de sus más famosas obras, Las formas elementales de la vida religiosa.

En la actualidad se suele considerar a Durkheim, desde el punto de vista político, como un conservador y, sin lugar a dudas, su influen-cia sobre la sociología ha sido de orientación conservadora. Pero en su época se le consideraba un liberal, como se hace evidente en el activo papel público que desempeñó en la defensa de Alfred Dreyfus, el judío capitán del ejército cuyo consejo de guerra por traición fue considerado por muchos como una manifestación de antisemitismo.

Durkheim se sintió profundamente ofendido por el caso Dreyfus, particularmente por el antisemitismo que entrañaba. Pero no atribuyó este antisemitismo al racismo de los franceses. De un modo caracte-rístico, lo consideraba un síntoma de la enfermedad que padecía la sociedad francesa en su conjunto. Señaló:

Cuando una sociedad sufre, siente la necesidad de encontrar a alguien a quien pueda hacer responsable de sus males, en quien poder vengar sus desgracias: y aquellos a los que la opinión pública discrimina ya están naturalmente designados para ese papel. Son los parias que sirven de chivo expiatorio. Lo que me confirma en esta idea es la forma en que fue acogido el resultado del juicio de Dreyfus en 1894. Hubo una explosión de alegría en los bulevares. La gente celebró como un triunfo lo que debió haber sido motivo de duelo nacional. Al fin sabían a quién culpar de las penurias económicas y la miseria moral que sufrían. Todo era culpa de los judíos. La acusación había sido oficialmente demostrada. Por este solo hecho las cosas parecían ya ir mejor y la gente se sentía consolada.

(Durkheim en Lukes, 1972: 345)

Así, el interés de Durkheim en el caso Dreyfus nacía de su profun-da y prolongada preocupación por la moralidad y por la crisis moral que experimentaba la sociedad moderna.

Para Durkheim, la respuesta al caso Dreyfus y a crisis semejantes consistía en remediar el desorden moral que reinaba en la sociedad. Como no se podía conseguir rápida y fácilmente, Durkheim sugirió que se realizaran acciones más específicas, tales como la represión dura de los que fomentaban el odio hacia otras personas. También instaba al gobierno a que hiciera público el mal comportamiento de la gente. Aconsejaba a las personas que «tuvieran el coraje de procla-mar en voz alta lo que pensaban, y que se unieran para triunfar en la lucha contra la locura pública» (Lukes, 1972: 347).

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El interés de Durkheim (1928/1962) por el socialismo también puede tomarse como otra evidencia contra la idea de que era un conserva-dor, pero su socialismo era harto diferente del que representaban Marx y sus seguidores. De hecho, Durkheim señaló que el marxismo era un conjunto de «hipótesis dudosas y anticuadas» (Lukes, 1972:323). Para Durkheim, el socialismo representaba un movimiento encaminado ha-cia la regeneración moral de la sociedad por medio de la moralidad científica, por lo que no sentía interés alguno por los métodos políti-cos o los aspectos económicos del socialismo. No contemplaba al pro-letariado como la salvación de la sociedad, y se oponía radicalmente a la agitación y la violencia. El socialismo de Durkheim difiere mucho de lo que entendemos actualmente por socialismo; para él consistía simplemente en un sistema que siguiera los principios morales descu-biertos por una sociología científica.

Como podrá comprobarse a lo largo de este libro, Durkheim ejer-ció una profunda influencia en el desarrollo de la sociología. Además, a través de la revista L'année sociologique, fundada por él en 1898, influyó también en otras muchas áreas y alrededor de la revista surgió un círculo intelectual cuyo centro era Durkheim. A través de ella, él y sus ideas dejaron una profunda huella en campos tales como la antro-pología, la historia, la lingüística y —lo que es curioso, teniendo en cuenta sus primeros ataques contra la disciplina— la psicología.

Durkheim murió el quince de noviembre de 1917, fecha rememo-rada en los círculos intelectuales franceses, pero no sería hasta vein-te años después de su muerte cuando su obra comenzara a influir en la sociología estadounidense a raíz de la publicación de La estructura de la acción social (1937) de Talcott Parsons.

da por un padre cazador y una madre que se ocupaba de la comida era virtual-mente autosufíciente, pero la familia moderna, para poder vivir, necesita desde un frutero y un verdulero, hasta un panadero, un mecánico de automóviles, un profesor, un agente de policía, etc.. A su vez, estas personas necesitan un tipo de servicios que les proporcionan otros. Por tanto, para Durkheim, la sociedad moderna se mantiene unida por obra de la especialización de las personas y de su necesidad de los servicios de otras muchas. Por lo demás, Durkheim se ocu-pó no sólo de la especialización de los individuos, sino también de la de los grupos, las estructuras y las instituciones. Hay que mencionar también una últi-ma diferencia entre la solidaridad orgánica y la mecánica. Como las personas que forman las sociedades caracterizadas por la solidaridad mecánica suelen parecerse en lo tocante a las tareas que realizan, hay mayores probabilidades de que compitan entre sí. Por el contrario, en las sociedades caracterizadas por la solidaridad orgánica la diferenciación facilita la cooperación entre las personas y permite que puedan apoyarse en una misma base de recursos.

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Densidad dinámica

Para Durkheim, la división del trabajo era un hecho social material puesto que constituía la principal pauta de interacción en el mundo social. Otro hecho so-cial material estrechamente relacionado con la división del trabajo era el factor causal más importante en la teoría durkheimiana de la transición de la solidari-dad mecánica a la solidaridad orgánica: la densidad dinámica. Este concepto hace referencia a la cantidad de personas de una sociedad y al grado de interac-ción que se produce entre ellas. Ni el aumento de la población, ni el de la inte-racción constituyen un factor relevante para el cambio societal si se producen por separado. Un aumento de la cantidad de personas más un aumento de su interacción (eso precisamente es la densidad dinámica) conduce a la transición de la solidaridad mecánica a la orgánica dado que, si se producen simultánea-mente, provocan un aumento de la competencia por los recursos escasos y una lucha más intensa por la supervivencia entre los diversos componentes parale-los y similares de la sociedad primitiva. Como los individuos, los grupos, las familias, las tribus etc., realizan funciones virtualmente idénticas, lo más pro-bable es que choquen a la hora de realizar sus funciones, especialmente si se da escasez de recursos. El nacimiento de la división del trabajo permite a las perso-nas y a las estructuras sociales creadas por ellas cooperar, en lugar de entrar en conflicto, lo que hace más probable a su vez la coexistencia pacífica. Además, el aumento de la división del trabajo produce una mayor eficacia, lo que produ-ce un aumento de recursos que hace que más y más gente pueda vivir en paz.

Aunque a Durkheim le interesaba explicar el modo en que la división del trabajo y la densidad dinámica producían tipos diferentes de solidaridad social, mostró especial preocupación por el efecto que tenían estos cambios materiales en los hechos inmateriales y su naturaleza, tanto en las sociedades unidas mecá-nicamente como orgánicamente. Sin embargo, dadas sus ideas sobre lo que de-bía ser el objeto de una ciencia de la sociología, Durkheim creía imposible el estudio directo de los hechos sociales inmateriales. El análisis directo de los hechos sociales inmateriales era, desde su perspectiva, más filosófico que so-ciológico. Para estudiar los hechos sociales inmateriales de una manera cientí-fica el sociólogo debe buscar y examinar los hechos sociales materiales que reflejan la naturaleza de los hechos inmateriales y sus cambios. Esa función la cumple el derecho, sus diferentes formas en distintas sociedades, en La división del trabajo social.

Derecho

Durkheim afirmaba que una sociedad que presenta solidaridad mecánica se ca-racteriza por su derecho represivo. Como las personas son muy similares en este tipo de sociedad, y como la totalidad de sus miembros suelen creer profun-damente en una moralidad común, cualquier ofensa contra su sistema de valo-res compartido suele ser de la mayor importancia para la mayoría de los indivi-

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dúos. Dado que la mayoría de las personas se siente ofendida y cree profunda-mente en su moralidad común, el trasgresor suele ser severamente castigado si comete una acción considerada como una ofensa contra el sistema moral colec-tivo. El robo de un cerdo puede implicar la mutilación de las manos del ladrón; la blasfemia contra Dios o los dioses puede merecer la amputación de la lengua del que blasfema. Puesto que las personas participan de lleno en el sistema moral, una ofensa contra él suele merecer un castigo severo e inmediato.

Por el contrario, una sociedad con solidaridad orgánica se caracteriza por su derecho restitutivo. En lugar de ser duramente castigados por la más mínima ofensa contra la moralidad colectiva, a los individuos se les suele pedir en este tipo de sociedad más moderno tan sólo que cumplan con la ley o que recompen-sen —restituyan— a los que han resultado perjudicados por sus acciones. Si bien siguen existiendo algunas leyes represivas (por ejemplo, la pena de muer-te), el derecho restitutivo es más característico de este tipo moderno de socieda-des. Apenas existe en ellas moralidad común o, caso de que la hubiere, tiene escasa influencia: en ellas la inmensa mayoría de la gente no reacciona emocio-nalmente ante el quebrantamiento de la ley. En una sociedad con solidaridad mecánica, la administración del derecho represivo está en poder de las masas, pero el mantenimiento del derecho restitutivo es responsabilidad única de enti-dades especializadas (por ejemplo, la policía y los tribunales). Esto concuerda con la creciente división del trabajo de las sociedades con solidaridad orgánica.

En el sistema teórico de Durkheim, los cambios que se producen en un hecho social material como el derecho son simplemente reflejos de aquellos otros que se producen en los elementos más importantes de su sociología: los hechos sociales inmateriales, tales como la moralidad, la conciencia colectiva, las representaciones colectivas, las corrientes sociales y la mente grupal, más discutible desde una perspectiva sociológica moderna. (Todos estos conceptos serán analizados más adelante.)

En el nivel más general e inclusivo, Durkheim fue un sociólogo de la mora-lidad. En efecto, Ernest Wallwork (1972:182) señaló que la sociología de Durkheim era simplemente un subproducto de su preocupación por las cuestiones mora-les. Es decir, el interés de Durkheim por los problemas morales de su época le llevó, como sociólogo, a dedicarse casi totalmente al estudio de los elementos morales de la vida social. En su nivel más básico, la gran preocupación de Durkheim era el debilitamiento de la moralidad común en el mundo moderno. Para él, las personas corrían el riesgo de padecer una pérdida «patológica» de los vínculos morales. Estos vínculos morales eran importantes para Durkheim, porque pensaba que, sin su existencia, el individuo llegaría a ser esclavo de pasiones cada vez más ambiciosas e insaciables. Los individuos se dejarían llevar por sus pasiones y se lanzarían a una enloquecida búsqueda del placer, pero cada pasión satisfecha aumentaría la necesidad de un nuevo placer. Durk-heim mantenía la opinión aparentemente paradójica de que el individuo necesi-taba de una moralidad y un control externo para ser libre. Aunque se trata de una curiosa definición de la libertad, Durkheim adoptó ciertamente esta postura.

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Anomía

Muchos de los problemas que Durkheim se planteó se derivaban de su preocu-pación por el debilitamiento de la moralidad común. El concepto de anomía revela claramente su preocupación por los problemas derivados del debilita-miento de la moralidad común (Hilbert, 1986). Los individuos se enfrentan a la anomía cuando la moral no les constriñe lo suficiente; es decir, cuando carecen de un concepto claro de lo que es una conducta apropiada y aceptable y de lo que no lo es.

Para nuestro pensador, la «patología» central de las sociedades modernas es la división anémica del trabajo. Al considerar la anomía como una patología, expresaba su creencia en que los problemas del mundo moderno podían «reme-diarse». Durkheim creía que la división estructural del trabajo en la sociedad moderna era una fuente de cohesión que compensaba el debilitamiento de la moralidad colectiva. Sin embargo, su argumento subrayaba que la división del trabajo no podía enderezar plenamente la relajación de la moralidad común, a resultas de lo cual la anomía constituía una patología asociada con el nacimien-to de la solidaridad orgánica. Los individuos también pueden sentirse aislados y abandonados en la realización de sus actividades altamente especializadas. Es fácil que dejen de percibir un vínculo común con los que trabajan y viven alre-dedor de ellos. Sin embargo, es importante recordar que Durkheim calificaba esta situación de anormal, porque sólo en circunstancias no normales la división moderna del trabajo relegaba a las personas a tareas y empleos aislados y caren-tes de sentido. El concepto de anomía no sólo se encuentra en La división del trabajo social, sino también en £7 suicidio (Durkheim, 1897/1951) como una de las principales causas de suicidio. El suicidio anómico se produce debido al debilitamiento de la moralidad colectiva y a una regulación externa del indivi-duo insuficiente para contener sus pasiones.

Conciencia colectiva

Durkheim analizó el problema de la moralidad común de diferentes maneras y mediante diversos conceptos. En sus primeros esfuerzos por analizar esta cues-tión desarrolló la idea de la conciencia colectiva, así descrita en La división del trabajo social:

El conjunto de creencias y sentimientos comunes al término medio de los miem-bros de una misma sociedad, forma un sistema determinado que tiene vida propia: podemos llamarlo conciencia colectiva o común... Es, pues, algo completamente distinto a las conciencias particulares aunque sólo se realice en los individuos.

(Durkheim, 1893/1964: 79-80)

Dado nuestro interés en la conciencia colectiva como ejemplo de hecho social inmaterial, encontramos en esta definición varios puntos que merecen ser analizados. Primero, es evidente que, cuando Durkheim hablaba del «conjunto»

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de creencias y sentimientos comunes, hacía referencia a la conciencia colectiva de una sociedad dada. Segundo, Durkheim concebía claramente la conciencia colectiva como un sistema cultural independiente. Y aunque sostenía esa pers-pectiva, también especificó que se «realizaba» en las conciencias particulares. (Advertiremos la importancia que tiene el hecho de que Durkheim no concibie-ra la conciencia colectiva como totalmente independiente de la conciencia indi-vidual cuando examinemos la acusación de que defendía la existencia de una mente grupal.)

El concepto de conciencia colectiva nos permite volver al análisis de Durk-heim, desarrollado en La división del trabajo social, de los hechos sociales materiales y de su relación con los cambios que se producen en la moralidad común. La lógica de su argumento es que el aumento de la división del trabajo (que se produce como consecuencia del aumento de la densidad dinámica) cau-sa una reducción de la conciencia colectiva. La conciencia colectiva es mucho menos importante en una sociedad con solidaridad orgánica que en otra con solidaridad mecánica. Es más probable que los miembros de la sociedad moder-na se mantengan unidos mediante la división del trabajo y la consiguiente nece-sidad de que otros realicen ciertas funciones, que mediante una poderosa con-ciencia colectiva común. Anthony Giddens (1972; véase también Pope y Johnson, 1983) realizó un esfuerzo valioso al señalar que la conciencia colectiva en los dos tipos de sociedad difiere en cuatro dimensiones: volumen, intensidad, rigi-dez y contenido. El volumen se refiere a la cantidad de gente que comparte una misma conciencia colectiva; la intensidad, al grado en que la sienten; la rigidez, a su nivel de definición; y el contenido, a la forma que adopta la conciencia colectiva en los dos tipos polares de sociedad. En una sociedad caracterizada por la solidaridad mecánica, virtualmente la totalidad de la sociedad y de sus miembros comparten la misma conciencia colectiva; ésta se percibe con mucha intensidad (lo que se refleja en el uso de sanciones represivas cuando se comen-te una ofensa contra ella); es extremadamente rígida; y su contenido es de índo-le religiosa. En una sociedad con solidaridad orgánica la conciencia colectiva es menor y la comparte una cantidad de gente inferior; se percibe con menor intensidad (lo que se refleja en la sustitución de las leyes penales por el derecho restitutivo); no es demasiado rígida y su contenido queda bien definido por la expresión «individualismo moral» o, lo que es lo mismo, por que la importancia del individuo se convierte en un precepto moral.

Representaciones colectivas

Aunque a Durkheim le resultó útil, la idea de la conciencia colectiva es sin duda vaga y amorfa. El descontento de Durkheim con la vaguedad del concepto de conciencia colectiva le indujo a abandonarlo progresivamente en sus últimas obras en favor de otro concepto mucho más específico: las representaciones colectivas. Las representaciones colectivas pueden considerarse estados espe-cíficos o substratos de la conciencia colectiva (Lukes, 1972). Desde una pers-

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pectiva contemporánea, las representaciones colectivas hacen referencia a las normas y valores de colectividades específicas como la familia, la ocupación, el estado, y las instituciones educativas y religiosas. El concepto de representacio-nes colectivas puede utilizarse de manera tanto general como particular, pero lo más importante es que permitió a Durkheim conceptual izar los hechos sociales ' inmateriales'de un manera nías específica que con ia1áíiusa nocíonJae concien-cia colectiva. Ahora bien, a pesar de su mayor especificidad, las representacio-nes colectivas no pueden reducirse al nivel de la conciencia individual. «Las representaciones colectivas resultan del substrato de los individuos asociados... pero poseen características sui generis» (Durkheim, citado en Lukes, 1972: 7). El término latino sui generis significa «único». Cuando Durkheim utilizó este término para referirse a la estructura de las representaciones colectivas, lo que en realidad quería decir era que su carácter único no podía reducirse a la con-ciencia individual. Esto las sitúa firmemente en el reino de los hechos sociales inmateriales. Trascienden al individuo debido a que su existencia no depende de ningún individuo particular. Son también independientes de los individuos en el sentido de que su duración en el tiempo es mayor que la duración de la vida del individuo. Las representaciones colectivas constituyen el elemento central del sistema de hechos sociales inmateriales de Durkheim.

SUICIDIO Y CORRIENTES SOCIALES

Durkheim propuso un concepto aún más específico (y más dinámico) y menos cristalizado que es también un hecho social inmaterial: las corrientes sociales. Durkheim las definió como hechos sociales inmateriales «que son igualmente objetivas e influyen en igual grado sobre el individuo» que los hechos sociales analizados más arriba, y que, sin embargo, «carecen de esa forma cristalizada» (1895/1964: 4). Puso como ejemplo «los grandes movimientos de las masas guiadas por el entusiasmo, la indignación o la piedad» (Durkheim, 1895/1964: 4). Aunque las corrientes sociales son menos concretas que otros hechos sociales, son, sin embargo, hechos sociales, como Durkheim explicó cuando señaló que «desde el exterior pueden influir en cualquiera de nosotros y nos pueden hacer perder el sentido o la calma sin que nosotros lo queramos» (1895/1964: 4).

Durkheim explicó la idea de las corrientes sociales en Las reglas del méto-do sociológico (1895/1964), pero la utilizó como variable explicativa en un estudio empírico que llegaría a convertirse en el modelo para el desarrollo de la investigación empírica en los Estado Unidos (Selvin, 1958). De hecho, la inves-tigación registrada en El suicido (1897/1951) puede ser considerada como un esfuerzo por aplicar las ideas desarrolladas en Las reglas al estudio empírico de un fenómeno social específico: el suicidio. En El suicidio, Durkheim demostró que los hechos sociales, y en particular las corrientes sociales, son externas y coercitivas para el individuo. Eligió el suicidio porque era un fenómeno relati-vamente concreto y específico; disponía de datos relativamente fiables sobre