revista vida espiritual 166

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a caminar descalzo ATRÉVETE Piedad Correa de esperanza UN CAMINO Padre Andrés Jaramillo Arbeláez OCD del Carmelo LA VIÑA JUGOSA Padre Carlos Alberto Henao Jaramillo OCD Vida Espiritual N° 166 Enero - abril 2012 Orden de Carmelitas Descalzos Provincia de Colombia Vida espiri ual www.monticelo.org / [email protected]/ (574) 311 4444 ext. 329 / Calle 10A N°22 6C Int. 103 / Medellín, Colombia

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Revista Vida Espiritual

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Page 1: Revista Vida Espiritual 166

Orden de Carmelitas Descalzos

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a caminar descalzoATRÉVETEPiedad Correa

de esperanzaUN CAMINOPadre Andrés Jaramillo Arbeláez OCD

del CarmeloLA VIÑA JUGOSAPadre Carlos Alberto Henao Jaramillo OCD

Vida Espiritual N° 166Enero - abril 2012Orden de Carmelitas DescalzosProvincia de Colombia

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Libros / películas / músicaRecomendados27

CONTENIDOEditorial3Padre Jorge Mario Naranjo Mejía OCDSuperior Provincial

Vida Espiritual N° 166Una publicación de la Orden de Carmelitas Descalzos,

Provincia de Colombia

Monticelo Casa de Espiritualidad y ConvencionesCalle 10 A N° 22 - 6C Interior 103 / Tel (+ 57 4) 311 4444

[email protected]

Superior Provincial: Padre Jorge Mario Naranjo M. OCD / Director: Padre Carlos Alberto Ospina A. OCD / Consejo Editorial: Padre Carlos

Alberto Ospina A. OCD - [email protected], Catalina Schuth [email protected],

Claudia Victoria Llano - [email protected]

Colaboradores en esta edición: Padre Hernando Uribe C. OCD /Padre Carlos Alberto Henao J. OCD / Padre Rafael Mejía M. OCD

/ Padre Hevert Alfonso Lizcano Q. OCD / Catalina Schuth B./ Tita Pabla del Espiritu Santo / Piedad Correa

ISSN 0120-811X / Resolución No 00535 Mayo 1962 / Mingobierno

Diseño: D.G. Clara Botero Arango / Camilo Jaramillo ArangoADMARK GROUP / www.admarkgroup.co

Fotografías: Admark group / www.sxc.hu /Catalina Schuth / Elena Correa

Impresión: Grafoprint

Medellín / Diciembre de 2011

a caminar descalzoAtrévete4Piedad Correa

de esperanzaUn camino10Padre Andrés Jaramillo Arbeláez OCD

de Santafé de BogotáEl Real Monasterio18Padre Rafael Mejía Maya OCD

del CarmeloLa viña jugosa24Padre Carlos Alberto Henao Jaramillo OCD

Edith SteinEscuela de Espiritualidad

Un lugar para llenarse de Dios14Claudia Rojas A.

Vida Espiritual / Septiembre - diciembre 2011

Vidaespiri ual

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EditorialTa, nonestiam loc, crist vica; nit, nost int invocum

patanteris M. Hoctus la re crit, fesilii factua til horum telatius consu cust quam dius? O terei con-sus patures todicatimodi ex simis hors per loctum

us, pere postimus, nos consus fuem, cum alici simus in ta, quiumus bonsulemur. Opicaet perra

quem aciemore auderarbites mant L. Valicam arenam, que ca; nit. Irmil horum, sente consum

oraeque esimis; num ocae viri, vignotam

Padre Jorge Mario Naranjo Mejía OCDSuperior Provincial

Orden de Carmelitas Descalzos

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Vida Espiritual / Enero - abril 2012

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A caminar descalzohay que atreverse. Requiere enfrentar

y vencer al ego,haciendo prevalecer el Espíritu,

que es el que llamaa la libertad interior.

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Orden de Carmelitas Descalzos

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a caminar descalzoAtrévete

…Quítate las sandalias le dice el Señor a Moisés en el Monte Horeb (Ex 3,5).Él va a hablarle y lo quiere libre de ataduras, lo quiere limpio,

con el corazón dispuesto a escucharlo y obedecer su Palabra. Es la pedagogíadivina contenida en la Sagrada Escritura.

La obediencia a este solo mandato, a este primer mandamiento entregado por Dios al hombre a través de Moisés, nos abre el camino de la santidad. Hombres descalzos frente al Señor. Hombres despojados de todo ego, de toda vanidad, reconociéndonos pequeños, frágiles. Criaturas ante su creador. Siervos frente a su Amo, entregados a Él sin miedo. Descalzos ante lo desconocido, pero presentido: el misterio. Abiertos a sentirnos habitados por el Altísimo. Como nos dice San Juan de la Cruz, nácele al alma tratar con Dios con más comedimiento y más cor-tesía, que es lo que siempre ha de tener el trato con el altísimo, lo cual en la prosperidad de su gusto y consuelo no hacía... Como acaeció a Moi-sés cuando sintió que Dios le hablaba, cegado de aquel gusto y apetito, sin más consideración, se atrevía a llegar, si no le mandara Dios que se de-tuviera y descalzara. Por lo cual denota el respeto y discreción en desnudez de apetito con que se ha de tratar con Dios; de donde, cuando obedeció en esto Moisés, quedó tan puesto en razón y tan

advertido, que dice la Escritura que no sólo no se atrevió a llegar, más que ni aun osaba considerar; porque, quitados los zapatos de los apetitos y gus-tos, conocía su miseria grandemente delante de Dios, porque así le convenía para oír la palabra de Dios (1N 12,3).Quítate las sandalias. Una orden al parecer senci-lla de cumplir, que encierra un profundo contenido antropológico y espiritual. Una orden del Señor que conoce el corazón del hombre, que penetra en sus pensamientos (Salmo 138), dirigida directamente a la raíz de su pecado: el orgullo, que hay que vencer con la humildad del pie descalzo.A caminar descalzo hay que atreverse. Requiere enfrentar y vencer al ego, haciendo prevalecer el Espíritu, que es el que llama a la libertad interior. Caminar descalzo es liberarse de ataduras, de com-plejos, de miedos, de prejuicios, para permitir que nuestra humanidad verdadera, nuestra esencia di-vina, sea la que entre en contacto con la tierra santa y todo lo que en ella habita.

Piedad Correa / Licenciada en Comunicación Social y Periodismo de la UPB.Actualmente es estudiante de Teología en la Universidad Luis Amigó de Medellín.

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Detrás de las sandaliasExploremos qué significan para el ser humano el calzado - las san-dalias - para encontrar el sentido que tiene despojarse de éste. Es un elemento de protección, así nació, buscando aislar el pie del hombre de aquello que lo agre-de: el calzado no permite que nuestros pies se ensucien con el polvo del camino, o se maltraten con las asperezas del suelo, que se estremezcan con el frío de la tierra, o se lastimen con su calor. Es un factor de comodidad: es más confortable caminar con el pie protegido por el calzado. Es indicador de cultura y posición social: un buen calzado habla de capacidad económica, de sensi-bilidad estética, de poder; por el contrario, un calzado pobre, o la falta de él, revela, culturalmen-te hablando, un estatus inferior. El calzado crea una identidad: no es lo mismo andar en tenis, en zapatos de tacón alto, en botas, en alpargatas o en sandalias que descalzo. Los zapatos resguardan la intimidad: estar descalzo se asocia a estar desnudo, por eso, descalzarnos es algo que acos-tumbramos a hacer en el hogar, o entre amigos. Con el pie desnudo soy igual a todos los demás

En la Biblia encontramos nume-rosas referencias a las sandalias. Como ya vimos, el Señor le or-dena a Moisés quitárselas cuando se halla en su presencia, cuando pisa tierra sagrada. Lo hará como acto de reverencia ante la divi-nidad y como reconocimiento a Dios, Amo de la tierra. El Padre Misericordioso manda calzar con las mejores sandalias al hijo pró-digo (Lc 15,11-32), al hijo desca-rriado que regresa, devolviéndo-

le así la dignidad que ha perdido al marcharse de la casa, lo vuel-ve a reconocer como heredero, como dueño de la tierra. Cuando Juan Bautista dice: no merezco quitarle las sandalias al que vie-ne detrás de mí (Jn 1,27), reco-noce la autoridad suprema de Je-sús y su propia pequeñez, tanta, que no se siente digno ni siquiera de cumplir una función que todo siervo desempeña con su señor: descalzarlo.En muchas culturas, incluida la judía, quitarse los zapatos sig-nifica respeto por un lugar sa-grado: el templo y el hogar. Es una forma de purificación pues al despojarse del calzado, el hom-bre se libra de la impureza del suelo.

Descalzos ante el SeñorQuítate las sandalias (Ex 3,5), ya lo dijimos, es un primer manda-miento. ¿Por qué nos quiere Dios descalzos? Porque sabe que sólo liberados de nuestras propias se-guridades, de la armadura con la que nos revestimos, podemos es-cuchar su Palabra y hacerla vida.Nos quiere desnudos como nos creó. Quiere al Adán del paraíso con el que hablaba cara a cara antes de la caída, el Adán que

Vida Espiritual / Enero - abril 2012

Los zapatosresguardan la intimidad:

estar descalzose asocia a estardesnudo, por eso,

descalzarnos es algoque acostumbramos

a hacer en el hogar,o entre amigos.

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no necesitaba cubrirse ante Él. Quiere restablecer la relación Padre-hijo dañada por el pecado. Nos quiere en comunión con Él, en intimidad, despoja-dos de toda soberbia que nos impida reconocernos necesitados de su amor. Él pone su morada en el corazón humilde, y a éste revela sus secretos: en éste pondré mis ojos, en el humilde y en el abatido (Is 66,1-2).Tanto nos quiere Dios descalzos, que en esa condición nos dio el modelo a seguir: Jesús. Dios hecho hombre en las entrañas de una doncella y de un padre carpintero; no nació en un palacio sino en Nazareth, un pueblo pequeño y pobre de Judea; no cubrió sus pies con lujoso calzado, sino que, como cualquier siervo de su época, como todo pobre de su época, recorrió los caminos descalzo, acompañado de un grupo de discípulos también descalzos como él. No vino rodeado de gloria…se abajó para cumplir la voluntad de su Padre y salvar a la humanidad. Jesús vino a enseñarnos lo que es ser verdaderos hombres: no viviendo para sí mismo, sino para la misión que le fue encomendada, entregándose como buen siervo a su Padre y a los que Él ama: los hombres.Mirar a Jesucristo descalzo en el pesebre, en los caminos, en la cruz, me invita a despojarme del calzado en todas las situaciones de la vida, a bajar la guardia, a dejar la prevención, para poder seguir el llamado de quien es Camino, Verdad y Vida. El hombre descalzo ante Dios ha superado sus temores de asentar su pie desnudo en la tierra. Ha salido del círculo de protecciones en el que se deja encerrar con frecuencia. Asume y enfrenta sin temor su fragilidad, su vulnerabilidad, porque se sabe protegido.Andemos descalzos ante el misterio, ante Aquel que supera todo nuestro entendimiento limitado, y nos ha dotado con el don de la fe. Nuestra inte-ligencia no podrá abarcar nunca su grandeza, su belleza, su bondad, pero, descalzos y de rodillas, creemos.

Descalzo frente a mí mismoCuando me atrevo a caminar descalzo puedo sentir la tierra y sus texturas: áspera y dura en las partes pedregosas, suave y blanda donde crece la hierba, punzante donde hay espinas. Así, miro bien dónde pongo el pie para no ensuciarme, para no herirme. Estoy vigilante y bien sabemos que la vigilancia nos aleja del pecado. También puedo sentir la frescura del agua, su caricia entre los dedos, su efecto pu-

rificador. Descalzo siento más. Me conecto con el mundo, con mi cuerpo. Estoy abierto.Uno de los testimonios contemporáneos más enri-quecedores sobre lo que hace en la vida del hom-bre el atreverse a caminar descalzo es el de Henry Nouwen. Este sacerdote, teólogo, escritor y profe-sor de las más prestigiosas universidades, decidió, al cumplir 50 años, hacer un cambio radical en su vida. Todos me decían que lo estaba haciendo muy bien, pero algo dentro de mí me decía que mi éxi-to estaba poniendo en peligro mi alma1. Le pidió al Señor que le mostrara el camino, la salida, y Él claramente se lo indicó: Dejé Harvard y me fui a El Arca. Pasé del ámbito que representaba la élite y el éxito con aspiraciones a dirigir el mundo, al reducto de hombres y mujeres que casi no tienen palabras y que están considerados al margen de las aspiraciones de nuestra sociedad2. Este fue para él, lo confiesa, un camino penoso. Se sumergió de lleno en el mundo de los descalzos, y allí, en medio de ellos, descubrió todo lo que le sobraba, todo lo que constituía una barrera a su plenitud espiritual.

1. Nouwen, Henri J.M. En el nombre de Jesús. PPC Editorial. Madrid. 1998. p. 20.2. Ibid, p. 20-21.

Cuando me atrevo a caminar descalzo puedo sentir la tierra y sus texturas:

áspera y dura en las partespedregosas, suave y blanda

donde crece la hierba, punzantedonde hay espinas.

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Desató la correa de sus sanda-lias, comenzó a caminar al lado de ellos con los pies desnudos y esas personas rotas, heridas, sin pretensión alguna, me obligaron a desprenderme de mi ego, al que yo daba tanta importancia, y me obligaron a recuperar mi otro ego, en el que soy comple-tamente vulnerable, abierto a recibir y ofrecer amor, sin tener en cuenta ningún tipo de logros3.Nouwen oyó la orden divina –des-cálzate- : Vete y vive entre los más pobres de espíritu y ellos te curarán. Y así sucedió. Ellos lo ayudaron a vaciarse de sí mismo y resucitó de lo que él calificó su estado de muerte espiritual. Cal-zado, el teólogo podía describir la belleza, la magnificencia del fuego, podía hablar y escribir de la grandeza de Dios. Descalzo, pudo vivirla, pasarla de su inte-lecto a su corazón y sentirse ca-minando en tierra sagrada.

Descalzo entró en el camino de la verdadera mística4, como ya en su momento lo había hecho Teresa de Jesús. La mística que simplifica y va a lo esencial. Se dejó despojar y en la simplifi-cación de su vida descubrió lo esencial como un don. Reinició su búsqueda sin el lastre que le dificultaba adentrarse en el misterio a pie descalzo. En ese puñado de hombres y mujeres enfermos, limitados, tuvo la ex-periencia de la sacralidad de la vida, del fondo divino que reside en cada persona, comenzando por él mismo.Sólo el hombre descalzo puede encontrar el verdadero sentido de la vida, aún en medio del do-lor, de la contrariedad, del fra-caso, pues acepta que no es el dueño del destino, que no es el amo, que no todas las cosas su-ceden según su voluntad, y que la felicidad no radica en una vida

3. Ibid, p. 26. 4. Recordemos la frase de Karl Rahner: El cristiano del siglo XXI será un místico o no será cristiano.

Sólo el hombredescalzo

puede encontrarel verdadero

sentido de la vida.

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“perfecta”, sino en la vida plena de quien se sabe infinitamente amado, totalmente protegido y sa-biamente guiado.

Descalzo frente al hermanoQuita las sandalias de tus pies, porque el lugar que pisas es sagrado (Ex 3,5). No sólo se refería el Señor a la tierra donde la zarza ardía. Ese lugar sagrado es también el corazón del hermano. Por eso allí todos hemos de entrar con los pies descal-zos, para pisar suavemente, evitando herir, para caminar lentamente, tomando consciencia de cada paso que doy, pues ese paso deja huella en el cora-zón del otro. Descalzo, mi huella en él es la marca única e íntima de mi pie, al no poner una barrera entre él y yo. Es la huella de mi espíritu no la de mi ego la que queda impresa en esa tierra sagrada del corazón del hermano. Con mi pie desnudo puedo comunicarle la calidez de mi humanidad, y al mis-mo tiempo puedo sentir el palpitar de su corazón, lo escucho. Descalzo, mis pisadas no hacen ruidos que perturben la tranquilidad del otro, entro en su intimidad con delicadeza.Sólo el hombre descalzo puede ver la viga en su ojo antes que la paja en el ajeno (Mt 7,4). Por eso pue-de perdonar, mirar con misericordia al hermano sin juzgarlo, sin condenarlo. Puede amar como Jesús nos manda: ama a tu prójimo como a ti mismo (Mt 22,37-39). El hombre descalzo nunca podrá piso-tear la dignidad del ser humano, ni la suya propia, ni la de los demás. Su pie desnudo deja la huella de su humanidad, la impronta del amor.La orden del Señor a Moisés es una orden para to-dos los hombres, de todos los tiempos. Todos lle-gamos a una tierra sagrada que Él creó para noso-tros. A una tierra que diseñó con amor, haciendo de ella un paraíso cuyo cuidado y administración

nos entregó. Tierra que salió de su aliento divino como escenario perfecto para la etapa encarnada de nuestra vida. Tierra que es lugar de encuentro entre Creador y criatura, por eso hay que pisarla con el pie desnudo, libre de todo lo que impida el contacto directo, íntimo, humilde, de la humani-dad con la Santidad.

AtréveteAtreverse a caminar descalzo no es fácil. ¿Cómo quitarse la armadura sin experimentar miedo?, ¿cómo desarmarse sin sentirse inseguro?, ¿cómo pasar de vivir en la carne a vivir en el Espíritu y desde el Espíritu? Para descalzarse hay que hacer una guerra dura contra el orgullo, contra el miedo, contra uno mis-mo. Hay que crucificar al hombre viejo del que habla Pablo, para dejar surgir al hombre nuevo (Rm 8). Y la fuerza para dar este paso no está en nosotros mismos, está precisamente en aquel que “Cargado con nuestros pecados subió al leño” (1P 2,24). En el Amor supremo de Aquel que pende des-nudo en la cruz está nuestra fuerza, nuestro valor para desposeernos de todo lo que nos limita. El amor destruye el miedo, la vulnerabilidad pierde su carga negativa, porque cuando me siento amado deseo poder descargar en quien me ama mi debili-dad para sentirme protegido. Cuando me descalzo, cuando entrego todo y me libero, ya no tengo miedo pues nada tengo que per-der. Obedecer a la orden de quitarse las sandalias nos dispone a la experiencia interior de paz. Nos abre la puerta para comenzar a vivir desde el co-razón de Dios.

¡Quítate las sandalias!

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A todos los que vamosde camino por la vida,

se nos hace imposible avanzarsin llevar la esperanza

en el corazón.

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Nuestra única seguridad es el pan y el queso que llevamos. No bajamos la guardia ni disminuimos el ritmo de los otros caminantes, no hablamos, miramos al suelo y de vez en cuando divisamos Villa de Leyva y sentimos una mezcla de orgullo y esperanza. Esa tarde, después de mucho caminar sin ver a nadie, llegamos al pico más alto de la montaña. Sin embargo, no nos sentíamos satisfechos, ni siquiera queríamos comer, no nos era suficiente la belleza del paisaje, ni los colores, ni el rumor del agua... Queríamos seguir más allá. En medio del silencio resonó el golpeteo de un martillo a lo lejos. Nadie dijo nada, pero todos supimos que esa era la meta, y con la fuerza del que sabe que ya va a llegar, seguimos caminando.Por fin, encontramos el martillo y con él a don Lorenzo: tenía el sombrero heredado de su abuelo, las botas acabadas y los pantalones remendados. Su rostro quemado, sus ojos acostumbrados a ver vacas, montañas y dos o tres cosas más no opacaban

su sonrisa sin límite: huella de dolor y esperanza.Al vernos, Don Lorenzo dejó de lado el martillo, su único trabajador, su amigo, su interlocutor, y nos saludó de mano, con la mano del trabajo, del sufrimiento, de las cruces y también de la esperas cotidianas; con esa misma mano extendida estaba la invitación a pasar a su casa para tomarnos un “guarapito”. La tarde se nos pasó sentados en su ranchito de piedra, paja y tierra. Su compañía nos refrescó el alma. Nos quedó un recuerdo de camino, cruz y esperanza.

Con la cruz a cuestasA todos los que vamos de camino por la vida, se nos hace imposible avanzar sin llevar la esperanza en el corazón. La esperanza es el motor, es el ánima del camino. Es la ilusión, la fuerza. Son las ganas, es el sentido. El que espera vive la fascinación de la vida. Cuan-do yo espero empiezo a disfrutar de la presen-cia de quien espero. Es el “ya, pero todavía no”.

de esperanzaUn camino

Como todos los miércoles, salimos de caminata. Nos cambiamos el hábito,nos ponemos los tenis, nos colgamos el morral. Escalamos montañas, buscamos

senderos, y desafiamos los perros. Saludamos a los peregrinos y nos dejamos acompañar por el sol y el viento... La meta no siempre es clara.

Padre Andrés Jaramillo Arbeláez / Sacerdote Carmelita Descalzo. Actualmente es el Superior y Maestro en el Noviciado de la Orden de Carmelitas Descalzos en Villa de Leyva, Boyacá.

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El tiempo de la espera es ya un tiempo de diálogo interior con quien espero; es un tiempo en el que juego con la imaginación para inventar el lugar por donde llega quien espero, para crear las primeras palabras del encuentro. Mientras espero, la vida tiene un motivo para existir, tiene una razón de ser. Esperar es vivir en el momento presente con toda intensidad. Nada se me hace obvio, no me pierdo nada de cuanto existe. Esperar es sacramentalizar los momentos, hacerlos míos, adueñarme de ellos. Esperar es dejar que el corazón esté latiendo más rápido. Es tener una actitud contemplativa. La es-peranza engrandece el corazón, pero se ve amena-zada cuando se está pasando por un momento de oscuridad, de noche, de cruz. Varios textos de la Sagrada Escritura nos muestran la pedagogía de Dios cuando estamos tocando el límite, cuando ya se está perdiendo la esperanza. Veamos algunos casos: el pasaje en el que Pedro camina sobre las aguas y empieza a hundirse por desconfianza (Mt 14,22-33). Su grito es hacia Jesús, no de forma retadora, sino clamando misericordia y poniendo toda su esperanza en Él. Jesús no per-mite que se hunda, lo exhorta y lo rescata. Ante la cananea, Jesús expresa unas palabras car-gadas de esperanza: que te suceda como deseas (Mt 15,21-28). A esta mujer la salva el deseo, la

confianza puesta en el Señor. Reconocer a Jesús es saber que su recompensa es del ciento por uno (Mc 10,28-31). Es tener la certeza de que con Jesús todo es abundancia, derroche, generosidad. Con Él no se conoce el límite, ni el fracaso. Toda renuncia, todo esfuerzo, es pagado con creces. Los discípulos de Emaús no son la excepción (Lc 24,13-35). Ellos esperaban otro final, otro resulta-do, y ante el dolor de la pérdida, ante el sinsenti-do, se encuentran con Jesús, el Resucitado, que les devuelve los sueños, las fuerzas, la esperanza. Los devuelve hacia Jerusalén, hacia el amor primero. Es también revelador el caso de los pescadores que pasan toda la noche bregando sin recoger nada (Jn 21,1-14). Ante la frustración, Jesús los envía con autoridad a subir a la barca, tomar las redes y pescar de nuevo, les cambia la estrategia; ellos obedecen, y pescan tanto que la escasez torna en abundancia.

El que esperavive la fascinación de la vida.

Cuando yo esperoempiezo a disfrutar

de la presenciade quien espero.

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El caso más dramático y reve-lador -a mi modo de ver como creyente- es el de la cruz (Jn 19,17ss). Jesús vive la cruz como la expresión más autentica de fi-delidad al proyecto que Dios Pa-dre tenía para Él y para la huma-nidad. Su claridad al saber que todo esto tenía que suceder para entrar en la Gloria (Lc 24,26), nos demuestra cómo su esperan-za estaba puesta en el corazón de Dios; y que el dolor, la pér-dida, el cansancio, el camino, tienen sentido: el Encuentro, la Unión, la Salvación, la Plenitud, la Gloria, el AMOR.

Nuestra esperanzaes el AmorVivir la esperanza en el momento de la cruz sólo se puede enfren-tar a la luz de la fe y a partir de la historia de la salvación que Je-sús vivió con y por nosotros. La cruz es la máxima expresión de salvación, de amor hasta el ex-tremo (Jn 13,1). Sentirme ama-do es ya sentirme salvado. Por Cristo sabemos que no somos caminantes hacia el abismo, ha-cia la nada, sino viajeros hacia la tierra prometida, hacia Él que es nuestro destino, nuestro fin. Co-rremos hacia la meta esperando alcanzarla (Flp 3,12-14).Desde que Jesús subió a la cruz podemos decir que en la cruz está la vida. Es el árbol que da fruto y sombra. El fruto del bautismo y la sombra de la eu-caristía. Por la cruz tenemos los sacramentos, de allí brotó la san-gre del Cordero que tiñó de rojo el vestido bautismal de los discí-pulos. Por la cruz se entregó a la Iglesia como Esposo a su Esposa. La cruz engendró el pan partido y la uva triturada. Tal y como el sacerdote hace sombra sobre el pan y el vino y los sacramentali-za, así también al estar a la som-

bra del árbol de la cruz, todo se transforma.Cuando Jesús asume la cruz en obediencia, en ese momento la convierte en signo de esperan-za. La cruz por sí misma no es esperanzadora; sólo se habla de cruz como vida a partir de la ex-periencia de Jesús. Antes, la cruz era signo de maldad, oprobio, castigo, condena, pecado, deso-lación, muerte. Con Jesús, todo vuelve a la vida, por eso la espe-ranza cristiana es dejarnos tocar por Él, permanecer a su sombra.Al ser la cruz parte del camino y no fin, ésta se convierte en anhelo, en esperanza de lo que vendrá; así el dolor, el limite, el miedo, lo desconocido, la muer-te, no tienen la última palabra. Asumir la cruz es exponerse a la misericordia y no a la muerte.En la cruz Jesús pagó, cargó, compró nuestros corazones. Va-lemos su sangre. La cruz me lleva a la postración, a la kénosis, al abajamiento, al abandono, a la pérdida de seguridades, me hace renunciar a mi yo; y me abre a la trascendencia, al silencio, a la adoración, a la esperanza, a Dios. Por eso es un signo de sal-vación, y por eso ponemos nues-tra esperanza en ella. Sólo resu-cita el que ha muerto.

Por Cristo sabemosque no somos caminantes

hacia el abismo, hacia la nada,sino viajeros hacia la tierra prometida,

hacia Él que es nuestro destino,nuestro fin.

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Vida Espiritual / Enero - abril 2012

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Escuela de EspiritualidadEdith Stein, un lugar que nació

para ofrecer a los caleñosun centro de formaciónespiritual que acrecentara

la fe desde el estudiode la Palabra y la oración.

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Edith SteinEscuela de espiritualidad

Un lugar para llenarse de Dios

La historia sagrada está llena de testimonios que demuestranque El Nuestro es un Dios de experiencias y manifestaciones comunitarias,un Padre generoso que se complace en darse a conocer cuando lo buscamos

con sinceridad y humildad.

A pesar de esto, nuestra experiencia espiritual sue-le reducirse a la intimidad y al silencio. Guardamos con celo nuestro encuentro con Dios reduciéndolo a algo íntimo, dejándolo en un momento de ora-ción determinado y finito. Sin embargo, existen otras formas que nos permi-ten acrecentar este vínculo de amor, espacios pri-vilegiados en los que podemos compartir nuestra vivencia y permitir que el Señor se acerque y actúe en nosotros a través del estudio y el conocimiento. Algo como esto es posible en Cali con la Escuela de Espiritualidad Edith Stein, un lugar que nació en 1991 como iniciativa de Monseñor Isaías Duarte Cancino (entonces Arzobispo de nuestra arquidió-cesis), y quien quería ofrecer a los caleños un cen-tro de formación espiritual que acrecentara la fe desde el estudio de la Palabra y la oración. Para lograr su propósito, Monseñor sabía que nece-sitaba el respaldo y el soporte de una comunidad

religiosa que tuviera relevancia en la sociedad ca-leña, no sólo por su reconocimiento, sino también por su carisma. Fue así como recurrió a hombres experimentados en la oración y la espiritualidad: los Padres Carmelitas de la Parroquia del Santísimo Sacramento -más conocida como “El Templete”-. La semilla cayó en tierra fértil y gracias al entonces párroco Padre Francisco Javier Jaramillo y al vica-rio Padre Jorge Fabio Soto, la casa parroquial de El Templete se transformó en lugar de estudios. Con las sillas donadas por el mismo Monseñor, se inició esta nuestra Escuela de Espiritualidad que hasta hoy sigue cosechando frutos. Los detalles de aquellos días los conoce bien el actual párroco, Padre Gonzalo de Jesús Zapata quien cuenta que en aquel entonces la mayoría de los alumnos eran religiosos y conformaban un solo grupo. Pero el rumbo de la escuela aún estaba por definirse. Ante la llegada de nuevos alumnos, laicos

Claudia Rojas A. / Escuela de Espiritualidad Edith Stein

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Vida Espiritual / Enero - abril 2012

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en su gran mayoría, se hizo necesario habilitar otros salones, extender el plan de estudios, y organizarlo de manera que apuntara con más fuerza al objetivo planteado desde un comienzo: profundizar en la fe mediante el conocimiento de la espiritualidad carmelitana. El contenido es lo más importante y hemos cuidado mucho el nivel académico porque la idea es que los laicos que están aquí, después de dar una ‘ojeada’ salgan antojados de estudiar teología, comenta el Padre Gonzalo Zapata. De ahí que las clases, im-partidas en su gran mayoría por frailes carmelitas, y algunas otras por sacerdotes de la Arquidiócesis,

obedezcan a una rigurosa selección que va acorde con la formación cristiana y el carisma carmelita-no. Algunas de las materias que los alumnos pueden cursar en los seis semestres que se ofrecen en la Escuela de Espiritualidad son Cartas Paulinas; Cris-tología; Jesús y el Reino de los Cielos; e Historia, vida y obras de algunos de nuestros grandes Santos Carmelitas. Con esta formación los alumnos logran contagiarse del carisma carmelitano y ya no quie-ren irse. Al principio nuestro plan era graduar a los alumnos en cuatro semestres, pero como después de recibir el diploma, los alumnos pidieron conti-nuar en la escuela, se vio la necesidad de abrir un

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Orden de Carmelitas Descalzos

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quinto y sexto semestre y… ¡ahí vamos!, comenta divertido el Pa-dre Gonzalo Zapata.Durante esta década de tra-yectoria, la Escuela ha recibido anualmente a más de 160 alum-nos que han llegado de diferente manera…después de todo, el Se-ñor siempre encuentra el modo de atraernos a Él. Algunos llegan por sus amigos; otros, siguiendo la invitación de algún presbítero en la Eucaristía; y no faltan los que lo hacen sólo por curiosi-dad. Una vez inscritos, los estu-diantes se acercan a La Palabra a través del discernimiento, la sana discusión, y la orientación del sacerdote - profesor. Acá los fieles laicos tienen un espacio de formación y contacto con la pa-labra de Dios, enfatiza el Padre William Palomeque, sacerdote diocesano que hace cuatro años está vinculado a la Escuela.

Es común encontrar que los alumnos y egresados de la Escue-la terminen vinculándose a los grupos de la parroquia o formen parte del Carmelo seglar OCDS. No dudan en quererse quedar en un lugar donde se convierten en

parte de una comunidad, donde se nutren con una buena teología y una rica espiritualidad. Pero el estudio no sería nada sin las personas que lo dirigen, esto es lo que realmente hace que nos convirtamos en verdaderas co-munidades orantes, fraternas y de estudio. Y lo mejor de todo es que la experiencia espiritual no se reduce sólo a la comunidad parroquial. En la vida cotidiana, los estudiantes tienen la oportu-nidad de demostrar lo aprendi-do, llevando alegría y aliento a aquellos con quienes conviven, trasmitiendo el verdadero caris-ma y contagiando para que otros vivan una experiencia como la suya.Es así como la Escuela de Espiritualidad Edith Stein sigue procurando un espacio para llenarse de Dios mientras se crean lazos con nuevos amigos que están en la misma búsqueda espiritual. Este es sin duda un modelo que podría ser aplicado en las diferentes comunidades carmelitanas de nuestra Provincia, un espacio donde los alumnos podrán transformar su vida para siempre, bajo la gracia de Dios.

La Escuelaha recibido anualmente a más de 160 alumnos

que han llegadode diferente manera…

después de todo,el Señor siempreencuentra el modo

de atraernos a Él.

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El 6 de agosto de 1606se establecía el Monasterio

en la casa de habitaciónde la fundadora, situada

en el barrio de La Candelaria,dedicándolo a San José

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de Santafé de BogotáEl Real Monasterio

Apenas habían transcurrido cuatro años de la muerte de la Santa, cuandosus obras se leían ya en América, suscitando vocaciones para sus palomarcitos (como ella dulcemente llamaba a sus monasterios). Tal fue la razón para que

en Santa Fe de Bogotá se levantara la primera fundación carmelitanade Colombia y primera también de la América Meridional.

Todo comenzó cuando la noble viuda doña Elvira Gutiérrez de Padilla, lectora asidua de los escritos teresianos, emprendiera repetidas gestiones para traer a la Nueva Granada monjas de España; la pia-dosa dama optó por realizar una fundación atípi-ca, a ejemplo de otras órdenes religiosas, como las Clarisas y Concepcionistas, que en América habían dado comienzo a sus primeros monasterios sin vin-culación genealógica con los primitivos.En el memorial que doña Elvira le dirige al Arzo-bispo Bartolomé Lobo Guerrero, le aseguraba que ofrecía sus bienes personales y los de sus dos hijas y dos sobrinas, con las cuales quería iniciar la fun-dación, porque, según reza el documento, tenemos voluntad de servir a Dios Nuestro Señor, y a mayor gloria suya, y de la Bienaventurada siempre Virgen María Señora Nuestra; a vivir y morir en perpetua clausura, debajo de la Regla Carmelita descalza, de la Madre Teresa de Jesús… y así mismo conside-

rando que esta es obra tal, que puesta en ejecu-ción, Dios Nuestro Señor la aumentará, y la pondrá en estado de perfección.El Prelado expidió el decreto aprobatorio el 24 de abril de 1606, agregando que hagan las ordenanzas y Constituciones que les pareciere más necesarias y las traigan a su Alteza, para que vistas apruebe las que fueren justas. Dos días después, el Gobernador don Juan de Borja, nieto de San Francisco de Bor-ja, en nombre del rey Felipe III y como Presidente del Nuevo Reino de Granada, otorgaba la licencia requerida.El 6 de agosto de 1606 se establecía el Monasterio en la casa de habitación de la fundadora, situada en el barrio de La Candelaria, dedicándolo a San José; aunque la inauguración oficial se realizaría el siguiente día 10 con la bendición e imposición de la clausura por el Arzobispo, quien al día siguiente dio el hábito a aquellas primeras Carmelitas Descalzas,

Padre Rafael Mejía Maya / Sacerdote Carmelita Descalzo. Historiador de la Provincia Santa Teresita del Niño de Jesús de Colombia. Actualmente es conventual en el Noviciado de la Orden de Carmelitas Descalzos en Villa de Leyva, Boyacá.

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encabezadas por doña Elvira que tomó el nombre de Elvira de Je-sús María, profesando todas un año más tarde junto con otras novicias que presto les habían seguido. Aunque las construcciones eran pobres y húmedas, con las me-joras posteriores el inmueble monástico se convirtió en un monasterio clásico de puro tipo español. Los Estatutos elabora-dos por la fundadora contenían varias disposiciones excepciona-les, como la de que las monjas debían ser españolas de todos cuatro agüelos, de buena vida y fama; normas que luego anuló el Prelado diocesano.

Para cimentar adecuadamente la comunidad, el 30 de mayo de 1616 el Superior de la Orden Pa-dre José de Jesús María enviaba desde Madrid la Regla, Constitu-ciones y el Ceremonial propios del Carmen Descalzo. Cuando ya el monasterio llevaba veinte años de andadura, se obtuvo del Papa Paulo V la bula por medio de la cual se erigía canónicamente la entidad, el 21 de diciembre de 1642 el rey Fernando IV otorgaba al monasterio el título de Real Mo-nasterio de Santa Fe de Bogotá, al que agregaba las ayudas oficiales de la Corona, por ser asilo para la nobleza española residente en el Nuevo Reino de Granada.

Aunque lasconstrucciones eranpobres y húmedas,

con las mejorasposteriores el inmueble monástico se convirtió

en un monasterioclásico de puro tipo

español.

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La iglesia estaba decorada rica-mente con lienzos y esculturas de los más famosos artistas de la Colonia. Hoy quedan en pie la fachada, muros y el famoso Ca-marín del Carmen que recuerda a los transeúntes un pasado glo-rioso y el primer foco de devo-ción a la Virgen del Carmen que hubo en el país. La vida claus-tral corría con normalidad hasta que fue sorprendida el 7 de fe-brero de 1863 por los emisarios de Tomás Cipriano de Mosquera que arrojaron violentamente a la calle a las diecinueve monjas de la comunidad e incautaron sus bienes. Obligadas a emprender el camino del destierro, marcha-

ron hacia Puerto Rico, de don-de algunas partieron luego para España y otras para Cuba. Tras la muerte del dictador y a los once años de exclaustración un grupo de sobrevivientes regresó a su patria. Así fue como el 31 de diciembre 1874 amanecía una nueva primavera para el Carmelo bogotano al restaurar la vida co-munitaria en una casa tomada en arriendo en el mismo barrio de La Candelaria. Perdidas las esperanzas de recu-perar su primitiva morada, por haberla vendido ilegalmente el gobierno, la comunidad sufrió varios traslados dentro del mis-mo barrio, habilitando diversas

La iglesia estabadecorada ricamente

con lienzosy esculturas

de los más famosos artistas

de la Colonia.

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casas particulares, hasta construir un monasterio en Chapinero (calle 63A con carrera 17) en 1931, pero el deterioro de este último edificio y el ruido del tráfico aledaño, obli-garon a las monjas a trasladarse en septiembre de 1969 a Usaquén (ca-lle 119 con carrera 1ª), en donde levantaron uno nuevo donde conti-núan hasta hoy. Desde sus inicios, la comunidad ha distribuido el tiempo según las directrices definidas por Santa Teresa. La jornada diaria se compone de dos horas de oración personal, el rezo de la liturgia de las horas, el trabajo manual y otros actos de piedad, alimentada toda ella por dos espacios de recreación.

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Desde sus inicios,la comunidad ha distribuido

el tiempo segúnlas directrices definidas

por Santa Teresa.

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Particular importancia adquiere la conservación del patrimonio histórico-artístico del monasterio, que evoca sus orígenes, la cultura de sus monjas y las devociones predilectas de los santafereños de los siglos XVII al XIX. Este protomonasterio carmelitano de Colombia ha dado origen a los carmelos de Villa de Leyva (1645), Popayán (1729), Medellín (1791) y Cali (1904), los cuales se han mul-tiplicado por Colombia, Ecuador y Costa de Marfil.En unos tiempos tan recios como son los que vivimos, alejados de la primacía del Espíritu, las hijas de Santa Teresa son luz, misión, tes-timonio, sacrificio y amor. Hacen Iglesia con la esperanza puesta en el Solo Dios basta.

En unos tiempos tan recios como son los que vivimos,

las hijas de Santa Teresason luz, misión, testimonio,

sacrificio y amor.

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Este cuadro nos recreauna vid sembradaen la fuente de Elías,

a donde por orden de Dios,se retira a vivirel gran profeta.

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del CarmeloLa viña jugosa

El gran árbol genealógico de El Carmelo exhibido en la Sala Santa Teresa:una obra anónima del siglo XVII donde se proyecta la gran riqueza

de la Orden en toda su historia.

Alguna vez, leyendo un artículo de Herman Mertens (Belleza. Experiencia estética y fe), encontré esta cita de Romano Guardini: El árbol del lienzo no es como el que está en el campo. No está ‘allí’, pero está situado, es visto y sentido con el misterio de la existencia dentro de los confines de la represen-tación. El árbol con todo, no está encerrado en su irrealidad, sino que suscita esperanza –si ésta real-mente existe- de que el mundo, tal como debiera ser, surgirá, realmente, en algún momento. Recor-dé entonces, revisando nuestro museo, el gran ár-bol genealógico de El Carmelo exhibido en la Sala Santa Teresa: una obra anónima del siglo XVII don-de se proyecta la gran riqueza de la Orden en toda su historia. Es un árbol de vida, la vid generosa de la Biblia, descrita por los antiguos profetas y, en los nuevos tiempos, embellecida y encarnado en la presencia Divina manifestada en Jesús de Nazaret.

Este cuadro nos recrea una vid sembrada en la fuente de Elías, a donde por orden de Dios, se reti-ra a vivir el gran profeta. La cueva donde los cuer-vos le llevan pan por la mañana y carne por la tarde (1Re 17,2-6), allí se encuentra la fuente y está la viña regada por el profeta, la cual se levanta firme, frondosa y vital, tan vital que sus frutos se entre-tejen entre ramas y hojas de fulgurante belleza. “Por sus frutos los conoceréis” (Mt 7,16), nos dice el evangelista; y en el cuadro, la armonía de las ra-mas ondulantes descubren el fruto humano nacido de sus raíces, continuando de manera ascendente hasta presentar en perfecta sincronía a cada lado del tronco a hombres y mujeres de reciedumbre espiritual, personas que dieron su vida para que la viña fuera jugosa y refrescante. Reconocemos allí santos, santas, cardenales e incluso papas que, aunque en su mayoría no responden a presencias

Padre Carlos Alberto Henao Jaramillo / Sacerdote Carmelita Descalzo. Maes-tro en Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Medellín. Actualmente es conventual en el Noviciado de la Orden de Carmelitas Descalzos en Villa de Leyva, Boyacá.

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reales, sí a las leyendas configuradas para el estí-mulo de las glorias del Carmelo, sin dejar de ser un agradecimiento a todos aquellos frailes y monjas anónimos que entretejieron (y lo siguen haciendo) sus oraciones por el bienestar de la Iglesia univer-sal. Quien sí no es anónima ni leyenda en la obra es la Madre Teresa, ubicada en lugar humilde aunque privilegiado con el título “beatísima” justo en la parte inferior izquierda.Ese tronco erigido (Jn 15,1-7) enmarca dos elemen-tos de gran importancia: uno, la escena de los úl-timos carmelitas en el Monte Carmelo martirizados por los musulmanes, y fecundando con su sangre el árbol Carmelitano; y dos, la decidida y fuerte presencia de nuestra señora del lugar, La Madre de Dios, la Reina y la Hermosura del Carmelo, en lo alto, con mirada firme y a la vez dulce y agrade-cida con sus hijos e hijas muy amados, entre dos grandes escudos carmelitanos, configurando así, la realidad espiritual de esta nuestra Orden.

Se ha dicho que disfrutar la experiencia estética, puede abrir puertas al observador que conducen hacia horizontes de verdad y de gran esperanza, y esto es lo que el Gran Árbol Genealógico de El Carmelo, sin duda, logra. Esta obra invita a todos los carmelitas a contemplarla para descubrir elementos valiosos de nuestra fe y de pertenencia a nuestro carisma.Podemos asumir dos actitudes frente a un trabajo artístico: o quedarnos en lo superficial que él nos ofrece (su belleza o fealdad) o adentrarnos en sus formas y en sus colores para ir encontrando nuevas voces e intuir ricos elementos, llevándonos a dimensiones de interpretación que habían pasado desapercibidas en una primera mirada. A través del tiempo el arte ha enriquecido nuestra Orden, y nos ha llevado a profundizar la mirada espiritual, en niveles sorprendentes de la realidad, desde la fe.

Esta obra invita a todoslos carmelitas a contemplarla

para descubrir elementos valiososde nuestra fe y de pertenencia

a nuestro carisma.

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En la obra Andar con humildad, Laurier sostiene que la humildad es un valor poco apreciado en la cultura y la sociedad contemporáneas, que le aplican a la citada virtud la sospecha nietzscheana viéndola como producto de una bondad impotente que no pocas veces se ha reducido a ser únicamente el conocimiento desgarrado de la propia miseria y del pecado, un autodesprecio.Con un estudio detallado del texto teresiano, el autor se propone “rehabilitar” a esta “dama humildad” que para Doña Teresa de Cepeda y Ahumada, en el juego de la vida y santidad, es la única que puede dar “jaque mate” al Señor de todo bien. Ella, buscadora irrenunciable de la Verdad, usa la palabra “humildad” unas 305 veces en sus escritos, insistiendo en la necesidad de discernir la “humildad verdadera” para no ser engañados por “las falsas humildades” que entorpecen el camino de la auténtica perfección.El autor nos logra dar una visión dinámica y teológica de la humildad en la perspectiva de la

Recomendados

AndarPadre Liomer Vásquez Díaz OCD

en humildad

Orden de Carmelitas Descalzos

aceptación de sí mismo, de la plena verdad del hombre interior, siguiendo las claras directrices de Santa Teresa en Vida, Camino y Castillo. En las sextas moradas se encuentra en presencia de la Verdad que es Dios, y humildad es andar en verdad, agradar a Dios Verdad soberana, no apartarnos del conocimiento propio. Ser humildes es actualizar la verdad esencial de la persona humana en su referencia a Dios “Suma Verdad”.Fundamentada la teología espiritual en la “verdadera humildad”, se hace teología de verdad, con la convicción esencial de que la experiencia espiritual y la santidad son una fuente de luz teológica que favorece el mismo diálogo ecuménico, teniendo presente, sobre todo, la preocupación de Lutero y los Reformadores, en relación con la humildad del hombre ante Dios y de la primacía absoluta de la gracia. Acuérdaseme de Pilato lo mucho que preguntaba a nuestro Señor cuando en su Pasión le dijo qué era verdad, y lo poco que entendemos acá de esta suma Verdad (6M 10,5).

Teresa de Jesús y la teología de la justificación.

Jean-Marie LaurierMonte Carmelo. Burgos. 2011

{El autor nos logra dar una visióndinámica y teológica de la humildaden la perspectiva de la aceptaciónde sí mismo, de la plenaverdad del hombre interior.

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Ein Deutsches Requiem, como origi-nalmente se titula la obra, es real-mente particular. Su título denota de entrada que es diferente a la Misa de Difuntos con textos en latín del cato-licismo, y tampoco corresponde a la estructura litúrgica de la época. En efecto, Brahms creció en una fami-lia protestante y de su religiosidad se dicen muchas cosas: algunos autores afirman que fue agnóstico, otros lo tratan como humanista y librepensa-dor. Lo que sí parece ser verdad es que fue un lector minucioso de la Bi-blia protestante, de la cual extrajo los textos de esta obra.

Raquel Sáenz Llano / Estudiante de música de la Universidad EAFIT

Un Réquiem AlemánEscucho mística. Mística del hombre.

No me detendré más en lo que se dice de Brahms, sino en lo que me dijo su música a mí. Lo que me dice secretamente al oído su mística mú-sica a mí.En La Pascua del año anterior, canté la línea de la soprano en el coro de la universidad. Y unos días antes de la presentación traduje palabra por pa-labra y busqué los textos bíblicos en español. Me sorprendí enormemente al ver cómo este compositor lograba potencializar el significado de cada una de las palabras por medio del rit-mo, la melodía, la armonía y el tim-

bre. Y transformaba con la música el texto, de tal forma que éste sólo se puede entender con el corazón.Es una música que recoge al hombre en toda la amplitud, longitud y pro-fundidad de su existencia, sin ocul-tar lo que no es de agrado. Lo acoge en su verdad, en su grandeza y en su pequeñez y esto lo evidencia usando elementos contrastantes y muy varia-dos, mostrando el vasto mundo de los sentimientos humanos por medio de sonidos y de sonoridades. Por eso es UN réquiem alemán, es UN réquiem humano: recuerda que la divinización es desde nuestra humanidad, que Je-sús no fue mitad hombre mitad Dios, ni fue Dios enmascarado de hombre. Fue un hombre. Uno como nosotros. Uno EN DiosUn réquiem alemán afirma la muerte como Morada Santa y no como sufri-miento. Habita el ambiente místico donde nada me turba, donde Todo se pasa, donde Dios no se muda, donde la paciencia Todo lo alcanza. Es un viaje espiritual a través de siete mo-vimientos que comienza con el texto de las bienaventuranzas, en un am-biente tranquilo pero que ya deja ver la chispa de amor del corazón que lo posee. El segundo movimiento -de carácter grave al principio- explica por medio del conmovedor texto de Isaías 40,6-8, la finitud del hombre y, luego con dulzura invita a ser pacientes, utili-zando el “vosotros”, lo cual es impor-tante pues hasta ese momento sólo se había hablado narrativamente, y en este caso se le habla a la segunda persona del plural, es decir se le ex-horta. Es exquisito cómo el composi-tor suspende la melodía en palabras como “wartet” (espera) y “geduldig” (paciente) y hace saborear la música en el aguardo por Dios. Hasta ahora el texto ha mostrado la realidad del hombre y lo ha invitado a esperar; de repente el coro y la orquesta afirman con un gran forte “Pero la palabra del

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Señor perdura en la eternidad” (traducido textualmente del alemán). El alemán es un idioma que se presta por su sonoridad a transmitir muy bien las ideas. En este caso la palabra “aber” (pero) resuena de manera impactante en el coro, como una multitud convencida de Su permanen-cia. Luego empieza la fuga de alabanza y eterna alegría donde esta última palabra se resalta al repetirla. También es emocionante notar cómo Brahms trata las palabras “Schmerz” (tristeza) y “Seufzen” (gemido) en un registro bajo y en dinámica de piano, y luego dice “wird weg” (se irán) con total decisión.El tercer movimiento inicia con el solo del barítono que habla en primera persona y se dirige a Dios pidiéndole que le enseñe su fin, su objetivo y cuán frágil es. Habla de todas las vanas perturbaciones humanas y le pregunta a Dios, le indaga a Él directamente sobre qué debe esperar ahora. El coro suplica, con corazón herido de amor, con un sufrimiento que no se queda en la auto-culpa del pasa-do sino que abraza la cruz y vive el dolor, ese mismo que muerte en vida trocará y luego de un calderón, de una pausa musical, comienza con deleite la fuga donde todas las voces se mezclan diciendo: ESPERO EN TI…Quedéme y olvidéme, el rostro recliné sobre el Amado, cesó todo y déjeme, dejando mi cuidado entre las azuce-nas olvidado: es el cuarto movimiento.Algunos estudiosos de Brahms afirman que el Réquiem y en especial el quinto movimiento fue dedicado a su ma-dre, que murió por la época de dicha composición. El tex-to es Juan 16,22, en el que Jesús habla consolando a su pueblo; y nuestro coro canta algo bellísimo: Os consolaré como aquel a quién su madre consuela.El sexto movimiento muestra la seguridad de un pueblo convencido de su Dios. El Barítono canta el texto de 1Cor 15,51 y luego el coro contenido va repitiendo al toque de la última trompeta; empieza el Vivace, enérgico pasaje en el que se proclama la resurrección de los muertos y nuestra transformación. Se retoma el tema musical y lle-ga al clímax donde se pregunta insistentemente: dónde está oh muerte tu victoria, dónde está oh muerte tu agui-jón. El movimiento concluye con el Allegro de alabanza, de ¡Gloria a Dios el Creador!Bienaventurados los que mueren en el Señor. Así concluye Brahms la obra en el último movimiento -el séptimo- que me evoca a la Santa: Vivo sin vivir en mí, y de tal manera espero, que muero porque no muero.

Un réquiem alemán no es una misa de difuntos. Es un canto de resurrección.

II. Denn alles Fleisch, es ist wie GrasDenn alles Fleisch es ist wie Gras,und alle Herrlichkeit des Menschenwie des Grases Blumen.Das Gras ist verdorretund die Blume abgefallen.So seid nun geduldig, lieben Brüderbis auf die Zukunft des Herrn.Siehe, ein Ackermann wartetauf die köstliche Frucht der Erdeund ist geduldig darüber,bis er empfahe den Morgenregenund Abendregen.So seid nun geduldig.Aber des Herrn Wort bleibet in Ewigkeit.

Die Erlöseten des Herrn werden wiederkommenund gen Zion kommen mit Jauchzen;Freude, ewige Freude wird über ihrem Hauptesein;Freude und Wonne werden sie ergreifen,und Schmerz und Seufzen wird weg müssen.

II. Porque toda carne es como la hierbaPorque toda carne es como la hierba,y toda la gloria del hombrecomo las flores del prado.La hierba se ha secadoy las flores marchitado.Sed, pues, pacientes, queridos hermanos,hasta la venida del Señor.Ved cómo el campesino esperael preciado fruto de la tierray aguarda con pacienciahasta que saluda la lluvia de la mañanay de la noche.Sed pues pacientes.¡Pero la palabra del Señor permaneceráeternamente!

Los redimidos del Señor volverán,y avanzarán con júbilo hacia Sión;alegría, eterna alegríareinará sobre ellos;alegría y felicidad los colmarán,y dolor y llanto desaparecerán.

Traducción del texto original alemán:Traducción de: Rafael Banús (Archivo OCNE) http://ocne.mcu.es/descargas/Textos.cantados_C.Extra.40.ani.CNE_OK.pdf

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Es una realidad que ninguno de nosotros escogió ni dónde nacer ni a cuál familia pertenecer, pero sí se nos dio la libertad para hacer el bien o el mal, para ser pecadores o santos, para pasar inadvertidos o ser los héroes que el cristianismo necesita. Y esto es lo que la película de Irena Sleder nos deja impreso en el corazón. La historia de Irena Sendler está repleta de heroísmo; de ese heroísmo que tenemos que empezar a cultivar los cristianos; sin embargo, ha estado extraviada entre los pliegues del tiempo durante más de medio siglo, desconocida y oculta de manera inexplicable para la mayoría de la gente, como un tesoro antiguo esperando a ser descubierto. Afortunadamente, Hollywood se propuso que todo el mundo conociera la vida de esta trabajadora social polaca, que durante la ocupación alemana de su país salvó la vida de 2.500 niños judíos, sacándolos a escondidas del gueto de Varsovia de diferentes formas para no ser descubiertos por las tropas nazis. Esta heroína nunca se adjudicó crédito alguno por sus acciones. Siempre que se le preguntaba sobre el tema, Irena decía: Podría haber hecho más, y este lamento me seguirá hasta el día en que yo muera. El valiente corazón de Irena Sendler es prueba de que el cristianismo necesita obras de caridad reales, contundentes, a través de las cuales la manifestación de Dios se realiza en seres concretos transformados por el amor divino que permite superar el miedo, la edad, la fragilidad, las barreras, los guetos, las nacionalidades, las armas y el odio. Hoy necesitamos héroes que le devuelvan a la humanidad desesperanzada la posibilidad de un encuentro con Dios, necesitamos de estrellas no fugaces, sino estrellas como Irena Sendler que nos iluminen el camino y nos abriguen el alma en las noches de invierno, así como lo hizo Dios al nacer un día en el Portal de Belén.

{Hoy necesitamos héroesque le devuelvan a la humanidaddesesperanzada la posibilidadde un encuentro con Dios,necesitamos de estrellas no fugaces, sino estrellas como Irena Sendlerque nos iluminen el camino.

El valiente corazónde Irena SendlerPadre Hevert Alfonso Lizcano Quintero OCD

TITULO ESPAÑOL: El valiente corazón de Irena Sendler AÑO: 2009 DURACIÓN: 95 min. PAÍS: USA DIRECTOR: John Kent Harrison GUIÓN: John Kent Harrison, Larry Spagnola(Libro: Anna Mieszkowska) REPARTO: Anna Paquin, Nathaniel Parker, Scott Handy,Marcia Gay Harden, Goran Visnjic

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En el libro La Mujer se recogen varios de los escritos de Edith Stein sobre sus ideas acerca del papel de la mujer en la sociedad. Son algunas de las conferencias escritas y promulgadas entre los años 1928 a 1933, pocos años antes de entrar al Carmelo de Colonia. Las reflexiones de Edith, de avanzada para su época y aún de actualidad para la nuestra, abordan temas como la vida cristiana de la mu-jer y su rol como guía de la juventud, la importancia de la mujer en la vida social, y en la vida profesional y uni-versitaria. Hoy, esta obra sigue aportando a la sociedad moderna y nos ayuda a comprender la decisión de encarar una vida de silencio y soledad, propia de los “palomarci-cos” de Santa Teresa. Los escritos de Edith Stein, Santa Teresa Benedicta de la Cruz, abarcan las áreas de la filosofía, la pedagogía y la espiritualidad. En cada una de sus obras se refleja su experiencia existencial, y su urgencia trascendental por conocer la verdad. La autora revela sus raíces judías, su carácter intelectual, su preocupación por los problemas de su época, su condición de filósofa, fenomenóloga y maestra, su camino hacia el encuentro intimo con Dios en el Carmelo Teresiano, y su encuentro definitivo con el martirio. Las conferencias aquí recopiladas son de gran importan-cia porque anteceden a dos de sus grandes obras: Ser fi-nito, ser eterno y La ciencia de la Cruz. En el fondo de estas conferencias también se encuentra la experiencia teresiana, pues su vida ya había sido conmovida por la lectura del Libro de la Vida que ocurrió entre los años 1920 a 1921. En el libro La Mujer se puede apreciar la vanguardia de su pensamiento y todo su afán por aportar soluciones a muchos de los problemas, no solamente de la mujer, sino del ser humano. Ella llega a descubrir que la Verdad no es un qué sino un quién: Dios.

El director de cine español Juan Manuel Cotelo, autor del éxito cinematográfico La Última Cima nos deleita nuevamente con su más reciente trabajo, Te puede pasar a ti, una película - documental en el que observamos una serie de impactantes conversiones a la fe católica. Sin haberlo previsto, este documental fue gestándose a raíz de una serie de encuentros fortuitos, con personas que le fueron contando al director cómo cambiaron su vida a raíz del descubrimiento del amor de Dios: una verdadera epifanía.Cotelo, en una original presentación, nos ofrece historias impactantes: la de un transexual, una masona y echadora de cartas, una inconformista de tribu urbana, un marxista, un boxeador, una escritora, una integrante de una secta anticatólica, un líder pandillero de delincuentes, un narcotraficante, y otras más.Estas personas se encontraron con Dios sin buscarlo y cuando menos lo esperaban, a veces en unos segundos, con la convicción de que, como dice uno de ellos, pasó de vivir entre vinagre a disfrutar en una pastelería… lo que les ha pasado a ellos, también te puede pasar a ti.

La Mujer.

Fray Héctor Adrián Martínez Díaz OCD

Su papel segúnsu naturaleza y la gracia.

Edith SteinBiblioteca Palabra. 2006

{Estas personas se encontraroncon Dios sin buscarloy cuando menos lo esperaban,a veces en unos segundos.

Te puedepasar a ti

Padre Hevert Alfonso Lizcano Quintero OCD

TÍTULO: Te puede pasar a tiAÑO: 2011PAÍS: EspañaDIRECTOR: Juan Manuel Cotelo

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