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Debate sobre la coyuntura económica argentina desde la mirada de los movimientos populares MAREA Popular - Frente Popular Darío Santillán Corriente Nacional

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nadas detrás de Daniel Scioli, no tardarán en plegarse a esta estrategia. Por esta vía el modelo neodesarrollista, como lo lla-mamos nosotros, no estará en discusión. Eso sí, habrá “seguridad jurídica para los grandes empresarios”, nos “abriremos al mundo”, se “racionalizará el gasto públi-co”, etc., es decir que de cara al recambio presidencial de 2015 la discusión que proponen no será la de cues-tionar la estructura económica de nuestro país sino sola-mente posicionarse como nuevos gestores de recambio de este mismo esquema económico. Se proponen como una opción de “neodesarrollismo sin populismo”, lo que sin dudas de alcanzar el poder equivaldría a un re-troceso desde el punto de vista de los intereses de nues-tro pueblo porque se afirmará sobre lo más regresivo de esta década y atacará lo más progresivo. Pero al mismo tiempo la agudización de las tensiones económicas marca los problemas de quienes vienen sosteniendo que “todo estaba bien”, que el modelo de crecimiento con inclusión era la herramienta para al-canzar un capitalismo en serio y así poder garantizar un camino de independencia nacional y justicia social para nuestro pueblo. Según esta interpretación, todas las di-ficultades que ahora enfrentamos provienen de afuera, producto de la crisis económica mundial.Sin minimizar la situación de crisis del capitalismo glo-bal y su impacto sobre la región, de la que fuimos de los primeros en tomar nota, se trata de un punto de vista que tiende a negar la responsabilidad del gobierno en

La devaluación del peso acelerada de manera brusca por el gobierno a fines de enero, así como el crecimiento de la inflación por arriba de los tres puntos porcentuales mensuales según los propios datos oficiales en enero y febrero, marcan la agudización de las tensiones econó-micas que se vienen expresando al menos desde hace tres o cuatro años en nuestro país.Esta situación envalentonó los discursos que atribuyen los problemas al “populismo” del gobierno o a la pre-sunta incompetencia de funcionarios puntuales. Detrás de las críticas al “populismo” se encuentra oculto un programa de reducción del gasto público, es decir, un clásico programa de ajuste y enfriamiento de la econo-mía y un intento de cerrar por derecha la fase de tensio-nes con un sector del poder económico abierta en 2008 con la “crisis del campo”. Además, cuando se dice que el problema es la incapaci-dad o los errores de gestión de funcionarios puntuales, como Moreno o Kicillof, se trata de instalar la idea de que un nuevo plantel de técnicos de “mejores moda-les” o con un currículum más vasto podrían resolver los grandes problemas de nuestra economía. Se trata de una velada confesión de parte de estos sectores de la oposi-ción, tanto de centroizquierda como de derecha, de que las causas estructurales de la inflación, de la pobreza y la desigualdad social no serán amenazadas, sino que por el contrario con ellos los intereses de las grandes corpo-raciones estarán seguros. Dentro del propio Frente para la Victoria se alzan voces en este sentido que, encolum-

ALGUNASPALABRASPREVIAS

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mitir previamente bruscos aumentos de precios en bienes de primera necesidad, junto con la subida de las tasas de interés para enfriar la economía, demues-tran que la voracidad del poder económico no tiene límites. El gobierno cede ante sus presiones, les ofre-ce la mano y les pide patriotismo y buena voluntad. Pero no nos engañamos en esto: ningún ajuste podrá complacer la voluntad de la clase dominante. Ellos no quieren solamente que el kirchnerismo profundi-ce una política de ajuste que ya está recorriendo, que establezca un techo a las paritarias o que reduzca el gasto público, sino que van por mucho más.

Desde el primer momento Néstor y Cristina ape-laron al impulso de una burguesía nacional desde el Estado, como pilar fundamental de la construcción de un capitalismo productivo nacional, a pesar de que la realidad indica que después de una década el capitalis-mo argentino se caracteriza por su carácter extractivo, dependiente y transnacional.

Uno de los principales límites que vemos en el proyecto kirchnerista es que no se apoyó en la orga-nización, la movilización y la construcción de poder popular para construir las correlaciones de fuerzas necesarias frente al poder económico, elementos fun-damentales para todo cambio social profundo. Es por eso que nosotros convocamos a construir un proyecto superador. Rebeliones populares que se sucedieron en diferentes países como Venezuela, Ecuador y Bo-livia, similares a la de 2001 en Argentina, posibili-taron avanzar en procesos constituyentes, generando condiciones para procesos de cambio profundos. En Argentina sin embargo la rebelión fue reorientada y se incorporaron muchas de las demandas sociales que estaban en la agenda, pero sin avanzar en cambios es-tructurales profundos.

Sabemos que existen numerosos militantes y sim-patizantes al interior del kirchnerismo que no com-parten el actual rumbo del gobierno y ven con preo-cupación cómo la disputa al interior del Frente para la Victoria se encamina a llevar como candidatos para las elecciones presidenciales de 2015 a dirigentes más preocupados por terminar con la polarización políti-ca y social que por “profundizar el modelo” y enca-rar un camino de transformaciones estructurales de nuestra patria. A eso/as compañero/as convocamos a la construcción de una opción política superadora, unitaria y por el poder popular, que defienda las con-quistas alcanzadas en esta década pero que supere por izquierda sus grandes limitaciones hacia un proyecto de transformación social antiimperialista, feminista y que avance hacia el socialismo del siglo XXI.

A través de los distintos momentos que atravesó el kirchnerismo nunca fue nuestra vocación girar como una veleta siguiendo el viento que sopla para un lado o para el otro, lo cual sería caer presos del peor opor-tunismo, sino mantener una política coherente.

Se puede hacer una distinción en tres momentos de los once años de gobierno de Néstor y Cristina Kirchner, en función de explicar nuestra política ha-cia el kirchnerismo.

El primero, desde el 2003 hasta el 2008, fue el de la recomposición de las condiciones de la dominación capitalista en la Argentina. Por una parte la legitimi-dad del Estado y de la institucionalidad política, muy cuestionadas por la rebelión popular de 2001, en la que jugaron un importante papel la recuperación des-de el gobierno de aspectos de la agenda popular como la política de derechos humanos, las negociaciones paritarias anuales, el rechazo del ALCA y una nueva orientación de la política exterior hacia los países de Nuestra América. Por otra parte, el apuntalamiento de un nuevo ciclo de crecimiento de la economía, a partir del esquema instalado tras la convertibilidad basado en un alto tipo de cambio, retenciones a las exportaciones, los superávits gemelos y un estímulo a la reactivación de la capacidad ociosa de la indus-tria. Fueron los “años de oro”, en los que era posible conciliar un mejoramiento relativo de las condicio-nes de vida de las mayorías populares -expresadas en la disminución de los índices de desempleo y de pobreza- con altas tasas de ganancias de los grandes capitales locales y transnacionales. Se puede decir en-tonces que en esta etapa el kirchnerismo jugó un rol de restauración del orden capitalista en nuestro país, pero que lo hizo a partir de concesiones significativas al movimiento popular y un mejoramiento relativo de las condiciones de vida del conjunto del pueblo trabajador.

El segundo momento se inició con “el conflicto con el campo”, en 2008 y se puede decir que llega hasta abril del 2012, cuando el Estado recuperó el control sobre YPF. Se trató de una etapa que encon-tró al kirchnerismo en distintos conflictos con algu-nos sectores de la clase dominante, lo que generó una fuerte polarización en la política y en el conjunto de la sociedad, que marcó a fuego la escena política na-cional hasta el presente. Además esta etapa constituyó un desafío para el conjunto de las organizaciones po-pulares, que en muchos casos se realinearon a partir de la nueva situación: hubo quienes se alejaron del gobierno nacional, algunos que se acercaron, otros que se polarizaron en contra y finalmente quienes in-tentaron abstenerse de la polarización.

Para nosotros esta etapa también fue de reorga-nización y dio lugar al surgimiento de lo que en ese momento llamamos la “izquierda independiente”. Si

bien muchas de las organizaciones que la componen ya existían desde hace varios años atrás, identificadas sobre todo con la experiencia del 2001, la situación política planteó nuevos desafíos que resolvimos de manera original constituyendo así un nuevo espacio político. Durante esos años supimos valorar las polí-ticas públicas –en muchos casos precedidas por de-mandas en la agenda popular- que colaboraron en el mejoramiento de las condiciones de vida de nuestro pueblo, que paliaron los casos de mayores necesidades o que afectaron parcialmente los intereses de los po-derosos. En todos esos casos, léase nacionalización de las AFJP, Ley de Medios, Asignación Universal por Hijo, etc., hemos identificado cuestiones progresivas para los intereses de las mayorías populares.

Nuestro compromiso es con el pueblo y no con ningún gobierno de turno, por eso las apoyamos. Pero lo hicimos desde la independencia política, con el convencimiento pleno de que esas medidas no for-maban parte de un plan de transformación profunda de la Argentina en un sentido de transición hacia una nueva forma de sociedad superadora del capitalismo, algo que la vieja estructura del Partido Justicialista sobre la que construye el poder el kirchnerismo no se propone ni propondrá llevar adelante. Dar esa dis-puta a su interior fue siempre para nosotros una pelea perdida. Respetamos a las corrientes políticas y a los/as militantes que tácticamente apuestan a ello, pero naturalmente no compartimos ese camino.

Por otro lado, hemos sabido distanciarnos de aque-llos aspectos regresivos del neodesarrollismo, como los que reseñamos arriba, cuestionando a un gobierno que lejos de profundizar un cambio de la estructu-ra económica argentina solamente buscó gestionar-la de manera diferente. Esa crítica, tan dura como la realidad lo ameritó en cada momento, nos ha lleva-do en los últimos tiempos a considerar que a partir del 2010-2011 los aspectos “progresivos” del modelo neodesarrollista entraron en un periodo de creciente agotamiento. La nacionalización parcial de YPF en abril de 2012 fue quizás la última medida significativa que enfrentó al kirchnerismo con un sector del poder económico.

De ahí en más se inició el tercer momento del kir-chnerismo, donde priman los intentos de conciliación ya pensando en el recambio presidencial del 2015. El acuerdo con Chevron para explotar el yacimiento de Vaca Muerta en condiciones que lesionan la soberanía nacional, los arreglos en el CIADI para pagar a las empresas transnacionales, el acercamiento con el FMI que incluyó el sinceramiento del índice de inflación, el propio pago de la indemnización a Repsol y las negociaciones con el Club de París y con los fondos buitres, entre otras medidas.

La devaluación de enero de 2014, después de per-

los problemas que hoy enfrentamos y en alimentar una vez más expectativas en apostar a la reconstrucción de una burguesía nacional para conseguir un capitalismo serio. Sólo por nombrar algunos aspectos en el terre-no de las políticas económicas podemos mencionar: una política energética que devino en un enorme fac-tor de déficit comercial, un escaso nivel de sustitución de importaciones en la industria después de diez años de crecimiento, las tendencias a la concentración y la extranjerización de la economía que lejos de revertir-se se profundizaron, el crecimiento de una agricultura dominada por un puñado de grandes multinacionales que controlan el principal sector del comercio exterior en nuestro país, un sector financiero extremadamen-te concentrado y desregulado que acumula ganancias descomunales a costa del ahorro de nuestro pueblo, una política de subsidios a las empresas de servicios que nunca dio lugar a una mejora real de las prestaciones sino al enriquecimiento privado de algunos vivos y una estructura tributaria regresiva que no fue modificada y que en muchas provincias es aún más grave que a nivel nacional. A ello se suma una situación social donde el acceso a la tierra y la vivienda siguen estando negados para la mayoría del pueblo trabajador, los niveles de precarización laboral sobrepasan a la tercera parte de la clase trabajadora y la pobreza es un dato estructural de la realidad, con el agravante de que existen grandes di-ficultades para acceder a una educación y salud públicas de calidad.No nos engañemos, aún con sus aspectos progresivos, el problema no es ajeno al modelo neodesarrollista. La triste realidad para estos verdaderos apologetas del presente es que hoy por hoy en la Argentina no existe ninguna forma de capitalismo que conduzca a una vida digna para el conjunto de las mayorías populares.

Nuestra caracterización del kirchnerismo.

Estas consideraciones no implican aceptar la idea de que la década kirchnerista es una continuidad del neoliberalismo de los noventa. Aun cuando es correc-to afirmar que existen líneas de continuidad, visibles entre muchas otras cosas en la política ferroviaria, se trata de un fenómeno político esencialmente distinto. La política de la Izquierda Popular parte de la claridad de que al asumir el gobierno el proyecto kirchneris-ta –encabezando una fracción del Partido Justicialis-ta- tuvo que dar respuestas a un proceso de luchas previas, donde gran parte de los sectores populares, organizados y no organizados, resistieron y se ex-presaron durante años contra el modelo económico y social de los 90, presionando por un cambio de la situación económica y política en favor de los sectores populares.

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siempre a ser un país dependiente e injusto. Para esto, sin sectarismos, convocamos a todo/as aquello/as que coincidan en este objetivo, a unificar esfuerzos, inde-pendientemente de las tradiciones políticas de las que provengan.

Entrando en una etapa histórica en la que el kir-chnerismo atraviesa un proceso de desgaste, desde la izquierda popular creemos que se abren mayores con-diciones para plantear una propuesta alternativa y su-peradora de país, que al mismo tiempo que mantenga las conquistas de los últimos años, vaya por mucho más, en el camino de un proceso popular y consti-tuyente que avance en transformaciones radicales y estructurales.

Entendemos que la construcción de un proyecto de país pensado desde y para la amplia mayoría de nuestro pueblo, debe ser un proyecto de liberación y transformación social. Hablamos de un proceso vivo de diálogo con el conjunto de nuestro pueblo, de ejercicios y propuestas, de fomentar y potenciar espacios de autoactividad, de articulación y proyectos

comunes -en función de la construcción estratégica de la unidad entre organizaciones sociales y políticas de las distintas tradiciones- enraizado en la realidad nacional y continental. Estamos pensando en un pro-grama de transformaciones estructurales, apoyado en un pueblo organizado, participativo, protagónico y movilizado, dispuesto a torcerle el brazo al poder eco-nómico concentrado nacional e internacional, junto al conjunto de los pueblos de la patria grande.

Por esa razón, el 28 de Febrero convocamos a referentes de distintos sectores del campo popular a conformar un panel de debate en el Auditorio “Eva Perón” de ATE Nacional sobre la actual situación económica y las alternativas a las que podemos apos-tar.

Enrique Martínez, ingeniero, ex presidente del INTI y coordinador del Instituto para la Producción Popular del Movimiento Evita; Claudio Lozano, di-putado nacional por el bloque de Unidad Popular, economista y director del Instituto de Estudios y Formación (IEF-CTA) y José Castillo, economista y

dirigente de Izquierda Socialista en el Frente de Iz-quierda y los Trabajadores, acompañaron a Emiliano López, economista y referente del FPDS - Corriente Nacional y a Itai Hagman, economista, docente y di-rigente de MAREA Popular, en un panel coordinado por Juan Grabois, referente del Movimiento de Tra-bajadores Excluidos (MTE) y de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).

Los invitamos a leer cada una de las intervenciones y a que el material sirva para profundizar la compren-sión de cada una de los y las militantes, para discutir con conocidos, con compañeros de laburo o de es-tudio, para aprender en el barrio, en fin, para hacer un modestísimo aporte en el proceso de avance de la conciencia política de nuestro pueblo.

Frente Popular Darío Santillán – Corriente Nacional MAREA Popular

Abril del 2014

Hay otra salida: la propuesta de la Izquierda Popular.

Desde MAREA Popular y el Frente Popular Darío Santillán – Corriente Nacional estamos convencidos de que ante un cambio en la situación política y eco-nómica que preanuncia el fin de un ciclo político, es nuestro deber sostener y defender las conquistas de nuestro pueblo al mismo tiempo que proponer de manera urgente un proyecto de país distinto, que promueva a la participación de los sectores populares como actor fundamental para realizar los cambios que el país necesita.

Como parte de la Izquierda Popular, nos propone-mos la tarea de construir la fuerza social organizada necesaria para transformar radical y definitivamente determinados elementos del sistema económico, mu-chos de ellos originados por la dictadura de 1976 y profundizados en los años 90 (extranjerización, con-centración) que de no cambiarse, nos condenan para

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con mucha fuerza estas barreras.Un primer punto es la cuestión del tipo de cambio, detrás del cual hay actores concretos que piden mo-dificarlo de alguna manera. El tipo de cambio es el precio del dólar. En buena medida desde el año 2002 lo que intentó hacerse desde el gobierno es mantener una cierta competitividad de ciertos sectores que no lo son “naturalmente”, sobre todo sectores industria-les. Grandes sectores agropecuarios en cambio, son extremadamente rentables a nivel internacional, son altamente competitivos, es decir que no requieren un tipo de cambio especial para eso. Ya eran rentables a fines de los noventa y son hiper rentables a partir de la devaluación. ¿Qué pasa con el sector industrial en general? Históricamente en la Argentina nunca fue competitivo y la forma de hacerlo competitivo fueron las devaluaciones. Pero esas devaluaciones lo hacen competitivo sólo por un tiempo, que es lo que ocu-rrió entre 2002 y 2007. Hay que aclarar que cuando digo industrial hay que hacer un paréntesis y meter la competitividad del sector de alimentos en relación con otros sectores industriales, porque ese sector sí es muy rentable internacionalmente.

¿Y cómo se decidió la disputa política por el tipo de cambio? Todos sabemos lo que implica una deva-luación para el ingreso de los trabajadores y trabaja-doras, pero hoy yo quería hacer incapié en este punto de la competitividad industrial porque justamente la estrategia del gobierno fue generar competitividad

un proyecto político-económico que comenzó en el 2002 y que acarrea una serie de contradicciones que hoy se expresan con más fuerza. Entonces en primer lugar hay que hacer una breve caracterización de esta etapa, que comienza en el 2002 y que se monta en la reestructuración neoliberal del capitalismo argentino iniciada en la década del setenta pero sobre todo con-solidada en la década del noventa.

Un primer aspecto tiene que ver con una fuerte transnacionalización de la economía. Es una cuestión que nos ha dejado el neoliberalismo como un legado nefasto. Hoy la mayoría de las empresas, sobre todo las más grandes, son empresas transnacionales que contro-lan cerca del 80% de la producción y del 40% del valor agregado total que se produce en la Argentina. Es decir que esto marca una primera posición de poder impor-tante de estos actores, que se mantiene en esta etapa.

Un segundo elemento que también nos dejó el neoliberalismo y su crisis es una fuerte presencia de grandes exportadores agropecuarios que se reestruc-turaron fuertemente en los noventa, con las nuevas leyes de semillas del año 97, que le han permitido a las grandes semilleras cambiar el panorama agrícola en la Argentina, y a partir de ahí hay mega empresas que acopian y también producen, en el marco de que el agronegocio se hizo altamente competitivo. Y eso es un patrón que se ha mantenido en los últimos años.

Un elemento más es una elevada precarización la-boral, que está ligada a algunas de las otras cosas que

decía. Por ejemplo el capital transnacional impone nuevas reglas de juego en el mercado laboral de la Argentina. Eso en gran medida llevó a tercerización absoluta de casi todas las actividades que no son cen-trales para las empresas. Esas tercerizadas en general contratan precariamente el empleo.

Hay otras cuestiones que ha modificado el neoli-beralismo pero estos tres elementos son importantes para pensar sobre qué bases se planta el nuevo modelo, a partir de la devaluación del peso en 2002.

Cuatro períodos de este modelo

Podemos tomar cuatro períodos a partir de 2002. Un primer periodo en el cual hay un crecimiento económico bastante acelerado, y un proceso de crea-ción de empleo y de recomposición salarial ligado a la reaparición de las paritarias en el 2004. Recordemos que partíamos de un alto desempleo (arriba del 20% de la población) y de una alta pobreza (arriba del 50%). En este periodo una cantidad de grandes empresas en cada rama de la producción contaban con la posibili-dad de utilizar gran cantidad de capacidad instalada, es decir que durante la crisis del neoliberalismo, las empresas producían menos de lo que podían produ-cir. Entonces no tuvieron que invertir sino solamente contratar fuerza de trabajo, aprovechando la inversión ya hecha en los noventa o algún “regalo” que le había hecho el gobierno de aquella década. A partir de ahí vemos un periodo de crecimiento acelerado donde se establecen las bases de este modelo. Hasta el año 2007 dura este primer período.Un segundo período que va entre los años 2007 y el 2011, marcado por la emergencia de ciertas contradic-ciones que venían del proceso anterior. Una serie de contradicciones que comienzan a notarse cuando la capacidad instalada comienza a tener un límite, cuan-do se hace más difícil ganar dinero para las empresas a partir de esta idea de contratar más fuerza de trabajo y así producir más y vender más porque aumentó el consumo. A partir de ahí, la crisis económica interna-cional golpea bastante fuerte la economía argentina, pero hay un reimpulso desde lo político muy fuer-te. En ese momento hay una serie de políticas más progresivas sobre algunos aspectos, aunque sobre esta base de contradicciones previas que mencionaba.Y un tercer período que duraría más o menos desde el 2011 hasta el 2013, donde comienzan a emerger con más claridad dos cuestiones. Una es que las barreras económicas que se notaban previamente se acentúan y la otra que desde nuestro punto de vista se agota una lógica política que es la de confrontación, establecida por el propio gobierno entre los sectores de derecha y ciertas medidas progresivas. En este periodo se agota la capacidad progresiva de esas medidas y en buena medida empieza a emerger esta coyuntura que nos interesa discutir hoy. Las contradicciones se notaban antes, pero ya en esta etapa se hacen más evidentes.El cuarto período sería el actual, donde se presentan

Emiliano LópezEconomista y referente del Frente Popular Darío Santillán - Corriente Nacional

a presentación de Juan Grabois me recuerda a Scala-brini Ortiz, cuando decía que “los asuntos de eco-

nomía y finanzas son tan simples que están al al-cance de cualquier niño. Cuando usted no entiende una cosa, pregunte hasta que la entienda. Si no la entiende es que están tratando de robarlo. Cuando usted entienda eso, ya habrá aprendido a defender la patria en el orden inmaterial de los conceptos económicos y financieros”. Y es que la economía tiene que ver con ciertos sentidos populares, con ciertas luchas, y la propia macroecono-mía no está alejada de estas luchas. Este es el anclaje que voy a desarrollar: relacionar la macroeconomía con cuestiones concretas partiendo de esta premisa que nos incluye a todos en el panel, ser militantes populares más allá de ser economistas o ingenieros.

Lo que nos dejó el neoliberalismo¿Cómo llegamos a esta coyuntura? Vemos algunas tendencias que vienen expresándose hace un tiem-po y que son propias de un modelo económico y de

L

o cómo entender por qué las tensiones previas empezaron

a explotar en la actualidad

Una periodización

del modelo económico

Hoy la mayoría de las empresas, sobre todo las más grandes, son empresas transnacionales que controlan cerca del 80% de la producción y del 40% del valor agregado total que se produce en la Argentina.

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industrial a partir del tipo de cambio y la sustitución de importaciones. En definitiva hasta el 2007 ese proceso de competitividad industrial se pudo generar, pero empezó a mostrar limitaciones a partir de ahí, y jus-tamente desde entonces comienza a mostrar dos cuestiones clave para pensar la coyuntu-ra política de los últimos meses.

Una es un incremento muy fuerte de las importaciones de ese mismo sector in-dustrial que, si lograra ser competitivo, no requeriría seguir importando piezas, ma-quinaria, equipos en general, al menos tan fuertemente. Pero no pudo dar ese paso y sustituir importaciones el sector industrial argentino con este tipo de cambio y con una asignación de subsidios muy fuerte que fue parte de la política fiscal asociada a esta po-lítica cambiaria. Entonces esto comenzó a mostrar problemas de balanza de pagos, de incremento de las importaciones siempre más alto que el incremento de las exporta-ciones. O incremento de las importaciones más alto que el crecimiento del producto bruto interno. En Argentina siempre que crece el PBI, crecen más las importaciones industriales. Esto es una tensión perma-nente, históricamente está presente en los procesos de crecimiento en la Argentina. Entonces una primera cuestión es un pro-ceso de devaluación del tipo de cambio para generar competitividad industrial que no se hace posible y lleva al problema de balanza de pagos que decía.

Un segundo punto importante es que esa política cambiaria se ve socavada por la in-flación. El proceso inflacionario iniciado ya en el año 2004, pero sobre todo acentuado a partir de 2007-2008, lo que hace además de pegarle fuerte al ingreso de los trabajadores y trabajadoras, también es socavar esa políti-ca cambiaria. Es decir que para el empresa-rio exportador, dejando de lado el valor no-minal del tipo de cambio, lo más relevante termina siendo cuánto es en término reales, o sea, descontando la inflación. El resultado es que a partir de 2007, por la inflación, el tipo de cambio se aprecia, lo que quiere de-cir que baja su valor en término reales. Para el empresario eso lleva a perder ingresos de exportaciones, y por lo tanto a perder com-petitividad industrial. Es decir que el mis-mo modelo lleva a la propia limitación de la

competitividad que buscaba establecer.Profundizando sobre el tema de la infla-

ción, a partir de 2007 se dan dos procesos im-portantes. Uno tiene que ver con las empre-sas que, cuando ven que no pueden producir más sin invertir, en vez de invertir aumentan sus precios. Y un segundo punto, ¿por qué en Argentina hay inflación y en otros países no? Argentina es un país exportador de alimen-tos, lo que está centrado en grandes empresas exportadoras. Esos tipos son los que venden los alimentos al mismo precio acá que los que los venden afuera en dólares, pero además ganan en dólares y pagan sus costos en pesos acá. Es decir que no tienen ningún motivo por el cual hacer esa traslación de precios. Sin embargo fijan la mayoría de los precios de alimentos y materias primas, con lo cual eso condiciona los precios de la mayoría de los bienes industriales.

Esas dos cuestiones están muy relaciona-das al proceso inflacionario, y el tercer pun-to es qué pasa con la política fiscal. Sobre todo estuvo basada en un superávit fiscal importante hasta el 2007, que servía para redistribuir ingresos dentro de sectores in-dustriales, es decir hacia determinados sec-tores de la clase dominante y parcialmente también para redistribuir ingresos hacia los sectores populares, vía subsidios o progra-mas sociales.

Todos estos puntos son precisamente los que explotan en el año 2012-2013. Estas tensiones preexistentes se multiplican, se ven acentuadas, en un proceso que tiene que ver como decíamos con una gran privatiza-ción y transnacionalización de la economía y una concentración casi absoluta de los pro-ductores de casi todo en la Argentina. Estos tipos son los que deciden cuando sacan la plata del país, son los que decidieron la fuga de capitales, son los que deciden en buena medida que los precios aumentaran y son los que deciden cuándo necesitan presionar para lograr una medida favorable de parte del Estado. Entonces en definitiva lo intere-sante es rediscutir cuáles serían las medidas realmente populares que tiendan a socavar el poder que tienen estos tipos para fijar la agenda, la economía y la política general de nuestro país y de alguna manera fijar la agenda, la política y los ingresos desde los sectores populares.

La estrategia del gobierno fue generar competitividad industrial a partir del tipo de cambio y la sustitución de importaciones. En definitiva hasta el 2007 ese proceso de competitividad industrial se pudo generar, pero empezó a mostrar limitaciones a partir de ahí.

” Las tensiones preexistentes se multiplican, se ven acentuadas, en un proceso que tiene que ver como decíamos con una gran privatización y transnacio-nalización de la economía y una concentración casi absoluta de los productores de casi todo en la Argentina.

Una periodización

del modelo económico

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Enrique MartínezIngeniero, ex presidente del INTI y coordinador del Instituto para la Producción Popular del Movimiento Evita.

o voy a tratar de aportar una mirada que ayu-de a construir metodología. La participación

mía en un ámbito de esta naturaleza, teniendo en cuenta que me afilié a un partido político por primera vez -siempre el mismo partido- en el año ‘63, lo cual supera largamente la posibilidad de que la mayoría de ustedes haya nacido antes de esa fecha, me ayuda a aprender de los propios erro-res a lo largo del tiempo. Lo único que ha sido coherente es la búsqueda de que el esfuerzo de-sarrollado pudiera tener algún resultado positivo para el campo popular. De tanto paso del tiempo, tanto fracaso, se reflexiona y se van construyendo elementos metodológicos que puedan ayudar si es que se derrama a generaciones más jóvenes.

Discutiendo la estructuraQuisiera empezar señalando que es muy fre-

cuente en este tipo de reuniones de militantes del campo popular que se marque que tenemos un problema estructural muy serio, porque Argenti-na es un país muy transnacionalizado, y a conti-nuación nos dediquemos a discutir la coyuntura a morir sin cuestionar la estructura. Algo pasa… Entonces vamos a tratar de entender por qué razón las transnacionales tienen interés en la Argentina. Empecemos discutiendo por ahí para ver cómo sa-carles la mano de nuestra garganta.

Seguramente a las transnacionales les interesa que la Argentina sea uno de los países del mun-do con mejor dotación de recursos naturales. Las transnacionales se han dedicado al agro en términos casi extractivos en las últimas décadas, a lo extractivo más definido como el petróleo, luego apareció la minería cuando a la Argenti-na le sacaron el velo de ser reserva estratégica mundial, porque la reserva minera se conocía desde hace mucho tiempo. Se dilató la explota-ción hasta que Menem aprobó la ley de Minería más generosa en Latinoamérica, en un período en el que esas leyes se aprobaron también en África, como parte de un movimiento mundial para que la minería transnacional se difuminara por el mundo. O sea, los recursos naturales se-guramente les importan, pero además hay otras empresas que como a toda transnacional que opera en un país de consumo medio, les interesa atender la demanda interna, es decir, les interesa venderles a los que consumen en el país y están razonablemente a favor de que el consumo tenga alguna importancia. Y además hay un número de transnacionales interesadas en exportar, en cuyo caso hay una cooperación de factores.

A las transnacionales que extraen materias pri-mas les interesa que se devalúe permanentemente y se desentienden del mercado interno, a las que se dedican al mercado interno les interesa que tenga-mos un mango en el bolsillo para podernos vender y a las que exportan bienes industriales probable-mente les interesen ambas cosas, que consumamos y un dólar que les permita exportar, fijándole por ese sólo hecho un techo al salario real argentino, porque el salario real argentino medido en dóla-res siempre es comparado por una transnacional con otro lugar donde podría trabajar. Desde hace mucho tiempo las empresas que envasan detergen-te, cosa elemental que también está transnaciona-lizada, comparan el salario real argentino con el brasilero o el colombiano, donde tienen las tres grandes sedes en Latinoamérica y distribuyen el producto en función de donde cuesta menos en dólares. O sea, esta devaluación hace que fraccio-nemos más detergente en Argentina que lo que hacíamos hace seis meses y eso sucede hace cin-cuenta, sesenta años.

La experiencia kirchnerista

Esa estructura se fue consolidando acompañando la globalización mundial. En realidad el último mo-mento en que construimos estructura en términos propios fue durante el gobierno de Perón del 43 al 55. Desde entonces, muy poco hemos hecho para afectar la estructura productiva y más ha hecho el mundo por condicionarnos. Es decir, el desarrollismo en Argen-tina del ‘58 se acompañó en otros países de la misma manera y así sucesivamente. El predominio del poder financiero en la década del 90 sucedió en buena parte del mundo. Aparecieron períodos entre ingenuos e ignorantes desde el punto de vista de analizar la es-tructura productiva, como el período alfonsinista, o el período que yo no llamo de la Alianza sino del traspié ideológico del FREPASO, donde se asignó la mayor importancia a cuestiones menores como gestionar de manera honesta o no una estructura in-justa. ¿Cómo se puede gestionar honestamente una estructura injusta y beneficiar a la gente? Pero en lo concreto cuando el mundo se desarrolló al interior de cada país en la Guerra Fría de los 60, lo hicimos nosotros, cuando el mundo se globalizó lo hicimos nosotros, hasta que apareció una situación política prácticamente inédita en el 2003, donde gracias al default de Rodríguez Saá y una situación de rebote en el piso pudimos intentar un proyecto de mejora de las condiciones de vida de los sectores populares, explícitamente manifestado y con la vocación de ha-

cerlo, sin atacar las estructuras, y funcionó.Funcionó varios años, al punto tal que este ciclo

de recuperación del salario real que comenzó en 2003 alcanzó a superar el salario real del 2001 cosa que no había sucedido en ningún ciclo post deva-luatorio del 55 hasta acá, que se devaluó infinitas veces para beneficiar a los que les interesa capita-lizar sus exportaciones y cayó el consumo, lo cual hizo que hubiera que recuperar el consumo para que las transnacionales que se dedican al consumo interno pudieran vender pero nunca se recuperó el salario real anterior a la devaluación. Esta vez sí, en 2008, 2009. Y luego la capacidad de controlar al mercado de las corporaciones concentradas trans-nacionales llevan a que ese cachito que habíamos ganado del 2001 se lo vayan comiendo y ya este-mos en el salario real del 2001.

Es decir, no hay nada nuevo bajo el sol. Lo nue-vo puede ser la idea de que se podía administrar una estructura inequitativa, pero con limitaciones obje-tivas sobre la balanza de pagos, sobre la capacidad de generar subsidios para los excluidos y sobre el sala-rio real de los “incluidos” por usar un término que no me gusta pero que se entiende y está en la jerga habitual. Esas limitaciones no se podían superar, y se creyó que sí se podían superar desde un punto de partida totalmente pésimo para los sectores popula-res en 2003, y una capacidad de mejorar la situación de la economía en general y de los sectores popu-

lares en particular, porque debemos reconocer que la economía pudo haber crecido y se pudo haber distribuido peor, se hizo un esfuerzo por distribuir hasta el 2009, 2010, donde empezaron las señales amarillas y ahora tenemos señales bermellón.

Preguntas hacia adelante

El punto es, ¿qué hacemos? ¿Discutimos si la de-valuación tiene que ser del 20 o del 30%? ¿Quién se queda con la guita de la devaluación? ¿Si los precios cuidados funcionan o no? ¿Si tenemos que ir a Wal Mart y hacerle piquete en la puerta para que no au-mente los precios? Efectivamente todas esas cosas pueden suceder, nos habremos puesto el balde en la cabeza que nos impide ver el problema estructural y nos dedicamos a la coyuntura. Porque en definitiva vivimos hoy, y hay que comer mañana y conseguir un salario real que se mantenga o que caiga poco el día de mañana, y hay que pelear por la sindica-lización de los excluidos que es una necesidad ab-solutamente imperiosa. Y cada uno de los que está involucrado en un espacio social, sean comunidades originarias, sociedades de cartoneros o sea un traba-jador informal o formal, tiene algo para defender en la coyuntura. Eso es así. Ahora, ¿cuándo construi-mos algo distinto? ¿Cuándo salimos de la situación defensiva en la que llega el momento en que están por pisarnos el cuello y estamos a punto de dejar de respirar y conseguimos respirar?. Parece que respi-ramos un tiempo, hasta que vuelve a aparecer el pie cada vez más grande y más cerca de nuestro cuello.

Ahí la discusión es si basta con denunciar a las multinacionales, si basta con denunciar a los pode-res concentrados que nos joden, que nos perjudican, que nos vuelven locos. A mi entender, no, no basta. Porque la identificación del problema estructural francamente ya la tenemos hace medio siglo. ¿Cómo hacemos para que desde el espacio que sea, aún des-de el espacio sin poder significativo en el ámbito público, construir escenarios distintos? Y ahí apa-rece nuestra grosera debilidad. Yo creo que no los tenemos. En pedazos podemos tener propuestas para la agricultura familiar, propuestas para eliminar los talleres esclavos y tener un sector de indumentaria digno, propuestas para energía distribuida. Sí, pro-puestas que ponemos en dos papeles, en tres páginas, que discutimos en alguna radio que nos llaman… y ¿cómo se ejecutan? ¿Qué tanta fuerza ponemos en eso comparado con la fuerza para putear a Wal Mart? Claro que tenemos que putear y reemplazar a WalMart. ¿Cómo? ¿Nacionalizando WalMart, es nuestra única propuesta? ¿Cómo construimos la difusión de los productos de la economía popular? ¿Cómo tenemos productos de la economía popular? Porque si conseguimos la difusión, ¿qué vendemos? Dejo esto como pregunta, compañeros.

Hay que discutir los problemas

estructuralesEl último mo-mento en que construimos estructura en términos pro-pios fue duran-te el gobierno de Perón del 43 al 55. Desde entonces, muy poco hemos he-cho para afec-tar la estruc-tura producti-va y más ha he-cho el mundo por condicio-narnos.

Lo nuevo puede ser la idea de que se podía ad-ministrar una estructura in-equitativa, pero con limitaciones objetivas sobre la capacidad de generar subsi-dios para los ex-cluidos y sobre el salario real de los “incluidos”. Pero estas limi-taciones no se podían superar.

La identifica-ción del pro-blema es-tructural francamente ya la tenemos hace medio siglo. ¿Cómo hacemos para que desde el espacio que sea, aún desde el espacio sin poder significa-tivo en el ám-bito público, construir esce-narios distintos? Y ahí aparece nuestra grosera debilidad.

”Y

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salarial por debajo de la canasta familiar y con 75 por ciento de los jubilados cobrando una mínima total-mente por debajo de cualquier valor de subsistencia.

El análisis de la coyunturaEsto es lo estructural, con esto entramos al análisis

de coyuntura. Y tenemos que ir a un punto que es muy claro. Efectivamente hubo una muy fuerte devaluación hace un mes, la más fuerte detrás de la del año 2002. La cual inmediatamente desencadenó una carestía de precios y va a tener sus efectos, que ya están sucedien-do, sobre los salarios de los trabajadores, sobre los tra-bajadores informales, sobre los planes sociales, sobre los jubilados. Acá hay un punto que me parece que es im-portante discutir, a lo mejor están planteados algunos matices. ¿Por qué sucedió esto? Se trató, como por ahí algunas usinas desarrollaron, simplemente de una ma-niobra desestabilizadora y entonces al final el gobierno cedió, ¿o es algo más profundo? A mí me parece que es algo más profundo. Desde noviembre del año pa-sado, la gestión Capitanich-Kicillof abrió una hoja de

da. Esto es una tendencia que obviamente no empezó con el kirchnerismo, como se puede ver por ejemplo si uno toma el clásico dato de las 500 empresas más grandes de la Argentina, cuántas eran extranjeras. A principios de los 90 eran 146 sobre 500, en el 95 eran 214, en el 97 ya llegaban a 244 y en el 2000 eran 300. Hoy son 324. O sea que la deriva hacia la extranje-rización y la concentración no se ha detenido sino que continúa, con algunos sectores nue-vos bien propios de esta década como el mega-minero, que cuenta en un 100 por ciento con empresas transnacionales o la estrellita que te-nemos en el sector automotriz donde también todas las terminales son extranjeras. Y esto no ha sido siempre así en la historia argentina.

También en este elemento de si ganamos o perdemos independencia económica hay un segundo punto que ahora aparece con mucha fuerza. Se lo llamó durante esta década “el des-endeudamiento”. Muchos de nosotros discuti-mos a contracorriente que ese planteo era falso. Estamos ante un gobierno que asume con 140 mil millones de dólares de endeudamiento, hace dos canjes de deuda, paga en efectivo 75 mil millones de dólares y al final según sus propios números tiene 200 mil de endeuda-miento. Y digo sus propios números porque por diversos motivos hay un monto mayor de endeudamiento que no figura en esos 200 mil, léase cupón PBI, intereses del Club de París, el monto que se le debe a los hold out, y si a eso le sumamos el endeudamiento provincial vemos un endeudamiento que corre más hacia los 300 mil que hacia los 200 mil millones. En ese pa-quete del endeudamiento tampoco está lo que acaba de suceder con el pago a Repsol por YPF. Es evidente que ha quedado muy lejos el “no se va a pagar sin reconocer pasivos ambientales, sin reconocer deuda, etc, etc”, concretamente Repsol va a cobrar 5 mil millones de dólares, pero además los va a cobrar con una ingeniería de endeudamiento que hace que más allá de que Repsol se lleve 5 mil, van a haber fondos

y bonos que con sus intereses van a ser 12 mil millones dólares más de endeudamiento para las próximas déca-das y por lo tanto sumando hacia la bola de nieve que ya viene de largo en la economía argentina.

Así como el problema de la extranjerización es uno, otro es qué ha pasado con la famosa reindus-trialización que también se nos presentó, cuando hoy, además de poder poner el número frío de que el por-centaje del sector industrial sobre el PBI es similar al de la década del 90, usando los propias estadísticas oficiales, tenemos también lo que estamos viendo en los problemas de balanza de pagos, donde práctica-mente todos los sectores son deficitarios. Gran parte de las importaciones que entran a la Argentina son las autopartistas de las terminales o las importaciones de las electrónicas de Tierra del Fuego.

Y también creemos que hay que marcar como un elemento fuerte del doble discurso el remanido tema de la redistribución del ingreso. Al cabo de una dé-cada con un 35 por ciento de la fuerza de trabajo en negro, un tercio de la fuerza de trabajo tercerizada, más de la mitad de los trabajadores con un promedio

José CastilloEconomista y dirigente de Izquierda Socialista en el Frente de Izquierda y los Trabajadores

reo que lo que deberíamos tratar de reflexionar son tres cosas. Primero pre-guntarnos qué pasa con este modelo

kirchnerista que ya excede una década. Des-pués hacer una reflexión sobre la coyuntura, sobre todo porque la coyuntura abre un pe-riodo muy importante y distinto al anterior. Y tercero plantear algo que tenga que ver con cómo se sale, con una alternativa.

El derrumbe y desenmascaramiento del doble discurso del modelo kirchneristaA mí, a Izquierda Socialista y a nosotros como Frente de Izquierda, nos da la sensación de que estamos asistiendo al derrumbe y desen-mascaramiento del doble discurso del modelo kirchnerista. En primer lugar desenmascara-miento, porque hay elementos que empiezan a desnudarse, hubo cosas que se dijeron de una manera y efectivamente no lo eran, pero además hay elementos estructurales que lle-van a este segundo término, derrumbe. Re-pasemos algunas.

Se presentó en esta década el modelo kir-chnerista como un modelo que permitía lo-grar más independencia económica, grados de libertad frente a los poderes concentrados internacionales, y ahora al cabo de una década tenemos un balance sobre el que voy a tratar tres temas nada más. Uno lo mencionó Emi-liano López, efectivamente la economía argen-tina está más extranjerizada y más concentra-

grandes usinas internacionales

C

Desenmascara-miento, porque hay elementos que empiezan a desnudarse, hubo cosas que se dijeron de una manera y efectivamente no lo eran, pero además hay elementos estructurales que llevan a este segundo término, derrumbe.

Estamos ante un gobierno que asume con U$S 140 mil millones de endeu-damiento, hace dos canjes de deuda, paga en efectivo U$S 75 mil millones y al final según sus propios números tiene 200 mil de en-deudamiento.

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nadores que tenemos, se pueda sostener una estrategia de cambio en la Argentina.

La opción kirchnerista actualEntonces decíamos que estamos en “ese” momento, en el que los dólares no alcanzan. Un dato elemental: los vencimientos de deuda en dólares 2014-2015 ascien-den a 22 mil millones de dólares. Las reservas netas que tiene el Banco Central hoy están en el orden de los 17 mil millones de dólares y las cuentas externas de la Argentina, computando cómo se está moviendo esto, no dan dólares. Por lo tanto frente a esta situación es que aparece la opción oficial que es, primero ajuste. Ese ajuste implica devaluación, implica decir que voy a ha-cer un acuerdo de precios. Lo hago dos meses después de decirlo, con lo cual al avisar, estoy autorizando una suba de precios generalizada y que las empresas hagan su colchón para sentarse a discutir un acuerdo. Es de-cir, permito el adelantamiento de precios. Como tercer paso, llevo adelante una suba significativa de la tasa de interés, con lo cual complico los niveles de actividad económica. Y lo que viene, para decirlo con todas las letras, es ponerle un límite a la demanda social y sala-rial. Lo que se busca es que a través de una caída en el

Claudio LozanoDiputado nacional por el bloque de Unidad Popular, economista y director del Instituto de Estudios y Formación (IEF-CTA).

ntes que nada, este panel se llama “Hay Otra Salida” y yo quiero decir que no es posible suponer que por la vía del debate económico

encontramos una estrategia de salida. Digo esto por-que, con independencia de que uno puede plantear un enfoque teórico distinto que pueda dar estrategias diferentes, cuando uno discute para ver si hay otra salida, lo que está discutiendo es cuáles son las condi-ciones políticas que puedan hacerlas factibles. Y esto implica discutir cuál es el marco de alianzas, cuál es la articulación de actores sociales, y por decirlo en tér-minos gramscianos, cuál es el bloque histórico, la base social que le da anclaje a un Estado para que ponga en marcha determinadas políticas públicas.

Yo quiero ser claro. Descreo de que en el marco de una base articulada con la estructura del PJ, el con-junto de los intendentes del Conurbano y los gober-

ruta que expresa, cuando salimos del ruido del discurso del patio y las palmeras de la casa de gobierno o de uno que hace el jueguito de retar a un empresario porque subió los pre-cios, una muy fuerte coincidencia de agenda entre el gobierno y las usinas internacionales. ¿Cuál es esa agenda? Uno lo puede leer en todos los papers que aparecen planteados en Wall Street. Que la Argentina devalúe, y la Argentina devaluó. Es más, había empezado a devaluar ya acelerando el ritmo en diciem-bre. Que la Argentina acuerde con el Club de París. Y la Argentina está en el camino de acordar con el Club de París. Que la Ar-gentina retome la normalización de las rela-ciones con el FMI. Y la aparición del nuevo índice de precios del consumidor tiene que ver con ese camino. Que normalice los pagos del CIADI y la Argentina antes de noviem-bre ya empezó a normalizarlos. Que arregle la deuda con los hold outs, es decir los que quedaron afuera del canje de 2005 y 2010, y eso está sucediendo. Que se resolviera el tema de YPF y se le pagara a Repsol. Acaba de ser esta semana. ¿Qué sigue? Tenemos la lista de lo que sigue. Lo próximo es la recomposi-ción tarifaria. Y lo que sigue es la pregunta de quién paga esto, porque también es explícito y está en la discusión de las paritarias hacer que la clase trabajadora pague este ajuste.

Construir una salida desde la izquierda en sentido amplio

Entonces me parece que este es el punto en el que nosotros estamos parados, y que en esta puja exactamente aparece entonces el “qué tenemos que hacer”. Y sí, hay cues-tiones de coyuntura y cuestiones de estruc-tura. De coyuntura: estamos en medio de una feroz puja por la distribución del ingre-so, que es la puja salarial. Nosotros como Frente de izquierda ayer hemos presentado un proyecto de ley ómnibus para que nin-gún trabajador cobre menos que el costo de la canasta familiar, estamos hablando de 9 mil pesos. Que se efectivice el 82% móvil para los jubilados y que, en esta coyuntu-ra donde se está abriendo el comienzo de una recesión y donde aparecen los riesgos de suspensiones y despidos, se prohíban por 24 meses. Obviamente, al lado de esto, está la discusión urgente de cómo hacemos para parar la carestía. Ahí nosotros tenemos plan-

teos muy claros. Efectivamente no se va a parar la inflación con los precios cuidados ni con un piquete a Wal Mart. La realidad es que en la Argentina no hay precios máxi-mos a la canasta familiar, ni siquiera hay la aplicación de una ley vigente que es la Ley de Abastecimiento. Aparecen multas que todos sabemos que nunca se pagan. La ley de Abastecimiento del año 73, en cambio, genera instrumentos reales de control de precios máximos, si estos existieran.

Tenemos que discutir la perspectiva de la salida de fondo, porque el gobierno imple-menta como su salida estos planes de ajus-te y una política que en definitiva es una política de reendeudamiento. Del lado de la oposición, sea del peronismo de Massa o de la centroizquierda y el radicalismo, lo que aparecen son también propuestas similares, de exactamente el mismo tenor. Entonces dejo cuatro título, viejos pero que vuelven a tener claridad en la historia argentina.

Otra vez tenemos que discutir la ne-cesidad de la suspensión de los pagos de la deuda. Bien lo dijo Enrique, eso que pasó en aquella declaración parcial de pago de deuda en 2001. Segundo, los bancos en la Argentina acaban de tener ganancias del 50% superiores al año pasado. En la Argen-tina todavía está vigente la Ley de Entidades Financieras de la dictadura del año 77. Se puede hablar mucho de que los bancos se la llevan en pala pero, ¿cuál es la salida? Te-nemos que avanzar en la discusión de qué significa la nacionalización de la banca. Po-demos hablar y despotricar contra los mo-nopolios sojeros concentrados, contar todas las maniobras. Pero tenemos que discutir de verdad qué es la nacionalización del comer-cio exterior. tenemos que discutir de verdad cómo recuperamos YPF, cómo volvemos a tener una empresa gasífera y petrolera que termine con este saqueo que ahora se llama Chevron, más todas las otras que están, más las que van a venir. Y está planteado el tema de la reestatización de los servicios públicos, que vienen quedando ahí desde la´década del noventa. Entonces me parece que esta agenda es un común denominador para la izquierda, en un sentido amplio que clara-mente excede al Frente de Izquierda. Ahí es donde podemos empezar a construir un programa alternativo para la clase trabajado-ra y los sectores populares en la Argentina frente a la crisis y de reforma que vaya efec-tivamente más allá de ella.

La gestión Capitanich-Kicillofexpresa la agenda de las

grandes usinas internacionales

Esta agenda es un común denominador para la izquierda, en un sentido amplio que claramente excede al Frente de Izquierda. Ahí es donde podemos empezar a construir un programa alternativo para la clase trabajadora y los sectores populares en la Argentina frente a la crisis y de reforma que vaya efectivamente más allá de ella.

Una de las claves indispensables para

hacer política en la Argentina

Avanzar en el control

público sobre el

Comercio Exterior

A

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Page 10: Revista Hay otra salida

funcionamiento de la economía y de que exis-ten alternativas en cada caso. Si uno toma lo que pasó en la Argentina 2003-2013, lo que nosotros obtuvimos como recursos en el saldo comercial, es decir la venta de bienes y servicios y la com-pra, son 148 mil millones de dólares que entra-ron a la Argentina en esta década. Pagamos por deuda 63 mil cuatrocientos millones de dólares.

Si pagamos lo que pagamos, y la deuda sigue creciendo, y la solución que nos pro-ponen es asumir más deuda con el Club de París, hold outs, CIADI, Repsol… esto es el cuento de nunca acabar. Entonces el tema de la revisión e investigación de la deuda pública con suspensión de pagos para acotar el peso y la sangría que esto implica, es decir, una solu-ción política y no de mercado para la deuda, hoy es absolutamente imprescindible.

En este mismo período, en que entraron 148 mil millones de dólares y salieron por deuda 63 mil, la fuga de capitales fue de 88 mil doscientos millones de dólares. ¿Qué quiero decir con esto? La fuga de capitales es la salida de divisas que hace la cúpula empre-sarial más concentrada de la Argentina y por detrás de esta fuga está uno de los problemas claves para discutir la inflación.

En un país donde el 30% de la población es pobre, el problema de la inflación nunca es un problema de demanda, sino de insuficiencia de inversión y de mala inversión. En la Argentina la inversión, no sólo es poca, sino que el 50% de la misma es inversión especulativa y nos damos el lujo de que 88 mil millones de dólares salgan. Argentina no es un país que necesite que ingre-sen capitales, sino que necesita estar en capaci-dad de tener una regulación pública que permita orientar su esfuerzo a la construcción de condi-ciones de desarrollo como las que merecemos.

Por lo tanto digo, no es justo, no hay dere-cho a que después de que la amasaron y junta-ron en pala, descarguen otra vez los costos del ajuste sobre el conjunto de la sociedad. Alter-nativa hay y el desafío nuestro es la construc-ción de las condiciones políticas que hagan posible otra salida.

ros años, Argentina no es Bélgica. Más del 30% de la población está en situación de pobreza. Sobre el total de 17 millones de ocupados, el ingreso promedio está en el orden de los $4200. El 50% gana menos que eso. Tenemos 7 de cada 10 laburantes que ganan menos de 5 lucas y 2 de cada 5 que ganan menos de $3000.

La verdad es que es muy importante lo que decía Juan Grabois, el coordinador del panel al comienzo: el 51% de la fuerza social en la Ar-gentina, tiene distintas formas de precariedad. Está precarizado porque está desocupado, por-que forma parte del cuentapropismo informal, está en el sistema de no registro de ilegalidad laboral o está precarizado porque aún siendo un trabajador formal, gana menos que el salario mínimo. Hay que ser muy cuidadosos cuando hablamos de “cómo les fue a todos”, Porque a todos les fue de manera distinta de acuerdo a cómo están parados en el sistema laboral.

Cuatro ejes para un cambio estructural

Dicho esto, voy a la cuestión más propositi-va. La discusión sobre las divisas, es central. El valor del dólar es estratégico para la economía nacional porque determina en gran medida la distribución del ingreso, determina qué tipo de producciones oriento más o menos y con-secuentemente es un valor que no puede estar por fuera de la definición de la política pública.

En un país como el nuestro, en donde las di-visas son fundamentales para financiar nuestro desarrollo, nosotros no podemos transformar a los dólares que entran en una cuestión de orden privado. Por lo tanto si uno dice estas cosas y mira lo que pasa en nuestro comercio exterior, más allá de las maniobras especulativas de aque-llos que retienen granos o aquellos que adelan-tan importaciones, el problema que nosotros te-nemos sobre la cuenta externa de Argentina es:

1) Alto grado de concentración. 30 empresas concentran el 66% de las exportaciones. 50 em-presas tienen un saldo en divisas que equivale a 3 veces lo que tiene el país. Ellas acumulan 30

mil millones de dólares de saldo en divisas pro-pio. Son los que proveen divisas. Las divisas están privatizadas en una problemática de orden estra-tégico y que nosotros necesitamos manejar para poder garantizar nuestro desarrollo nacional. Por lo tanto es clara la necesidad de avanzar en me-canismos para que se imponga el interés público (y digo público, no sólo del Estado). Hay que en-contrar instrumentos que supongan la participa-ción de actores sociales. Para pensar que el Estado tenga que ver con lo público, hay que pensar me-canismos que institucionalicen la participación organizada de la comunidad en las decisiones. Avanzar en el control público sobre el Comercio Exterior es una de las claves indispensables para hacer política en la Argentina.

2) Tampoco se puede ir sobre esto si no dis-cutimos la estructura ferroviaria, si no discuti-mos el sistema de puertos, si no discutimos la in-dustria naval. Son mecanismos indispensables y asociados al control del comercio exterior. Ob-viamente un gobierno que no reconstruyó la red ferroviaria, que mantuvo privatizado el sistema de ferrocarriles por carga, que sigue sin darle desarrollo a la industria naval y que mantiene el sistema de privatización de puertos sin regula-ción pública, es un gobierno que no tiene como objetivo la regulación del comercio exterior.

3) Tercer tema que me parece importante. La discusión que plantea el gobierno en relación a las cadenas de valor, sería algo interesante si estuviéramos hablando de mesas de concerta-ción real, de las cadenas de valor vinculadas a los principales insumos de la economía argentina y a la canasta familiar. Este es un mecanismo posi-ble para discutir el tema de los precios. Como lo es también, la construcción de redes públicas de distribución. Pero otra vez hablamos de impli-car al Estado, a los pequeños y medianos actores, economía familiar, al campesinado, consumido-res, mercados de concentración, para poder esta-blecer mecanismos que actúen como testigos del hipermercadismo y que vayan ganando terreno en el abastecimiento del consumo popular.

4) Dicho esto, voy a terminar señalando otro elemento, para aclarar cómo vemos nosotros el

nivel de la actividad económica y la reducción del costo laboral en dólares, se pueda estabili-zar en algún punto el sistema de precios. Por lo tanto no es un accidente que caiga la actividad económica, es un objetivo.

Como segundo aspecto de la política ofi-cial está la consideración final de que “si hago todo esto, puedo acceder a alguna vía de fi-nanciamiento”. Por eso pongo en marcha una manipulación distinta. Antes tenía una mani-pulación para decir que no había pobres, para decir que no pagaba deuda, para decir que el producto subía más de lo que crecía. Ahora re-conocen en parte la inflación porque necesitan la luz verde del FMI. Lo dicen los mismos que hasta ayer decían 0,8 de inflación y hoy dicen 3,7. Lo mismo con el Club de París, como dijo José, la búsqueda es el reendeudamiento.

Tercer aspecto, una apuesta acrítica en la afirmación de un modelo extractivista, bus-cando en “la Meca” de Vaca Muerta, el ingre-so de divisas a como dé lugar. Para que quede claro qué es lo que están queriendo hacer: en un contexto en el que los dólares no alcanzan, buscan que la diferencia entre “lo que vendo” y “lo que compro”, sea mayor. Como el dólar no genera más exportaciones por las caracte-rísticas del perfil productivo de la Argentina, la búsqueda es que se caiga la actividad para que se importe menos y de hecho están pisando las importaciones hoy, como parte de la estrategia.

O sea el primer objetivo es que haya más dólares, porque aumenta el saldo en divisas por la caída de la actividad. Segundo objetivo, que entre alguna divisa por endeudamiento. Tercer objetivo que entre algún dólar por al-guna inversión tipo Chevrón, o alguna otra que se le parezca.

Argentina en situación de fragilidad social

Los efectos de esto están claros. Se dan sobre una Argentina en una situación de fragilidad social. Si bien es cierto que se ha dado una si-tuación de recomposición social en los prime-

Avanzar en el control

público sobre el

Comercio Exterior

Cuando uno discute para ver si hay otra salida, lo que está discutiendo es cuáles son las condiciones políticas que puedan hacerlas factibles. En términos gramscianos, cuál es el bloque histórico, la base social que le da anclaje a un Estado para que ponga en marcha determinadas políticas públicas.

Las divisas están privatizadas en una problemática de orden estratégico y que nosotros necesitamos manejar para poder garantizar nuestro desarrollo nacional. Por lo tanto es clara la necesidad de avanzar en mecanismos para que se imponga el interés público.

”En un país donde el 30% de la población es pobre, el problema de la inflación nunca es un problema de demanda, sino de insuficiencia de inversión y de mala inversión.

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salarios, recuperar la seguridad jurídica para las inversiones, dejar de ser tan amigo de Ve-nezuela y de los países del Alba y empezar a llevarnos mejor con los países de la Alianza del Pacífico. Esa hipótesis fuerte comparte la mayoría de la oposición.

La otra hipótesis es la idea del modelo de crecimiento con inclusión social, que afirma que en los últimos años la Argenti-na había logrado desentrañar la receta óp-tima del crecimiento en donde la economía podía crecer y al mismo tiempo mejorar la situación social hasta alcanzar el sueño de la justicia social, pero que básicamente todo se complica por la crisis mundial. Es decir, venía todo bien hasta que “el mundo se nos cayó encima” y eso explica los problemas que tenemos hoy. Obviamente de esa hipó-tesis se deduce que la estrategia es esperar que pase la tormenta y después retomar la senda del crecimiento anterior.

Contra esas dos hipótesis probablemente mayoritarias en la discusión política argen-tina, es que empezamos a plantear una lec-tura política diferente, una tercera posición. Que intente pensar en una mirada integral un proyecto de país alternativo, lo que im-plica obviamente decir que no es el “popu-lismo” el problema de la Argentina, pero que tampoco es que venía todo bárbaro hasta que “el mundo se nos cayó encima”. Y plantear por el contrario lo que se dijo acá, la necesidad de encarar transforma-ciones estructurales. Eso implica decir que hay que afectar los intereses de los sectores dominantes en la Argentina y que hay que apelar a la participación y a la movilización popular, para modificar la correlación de fuerzas actual.

La estrategia del kirchnerismo hacia 2015 y el final de la etapa progresiva del neodesarrollismo

Digo esto porque hoy en la coyuntura se está presentando una idea de que se puede salir de esta situación haciendo una suerte de ole. Que es esta idea de que podemos za-far de este momento básicamente sin joder a los ricos pero tampoco afectar a los pobres. ¿Cómo se lograría eso? Bueno, básicamente consiguiendo plata en el exterior.

Sin embargo, ya estamos viendo en los últimos meses los riesgos y las dificultades de esa estrategia, esa promesa de resolver los problemas que acá se mencionaron, sin afectar intereses de los sectores dominan-

tes. Creo que la devaluación de enero y la situación inflacionaria son muestras de eso. Hoy la Argentina enfrenta amenazas serias: la amenaza de la recesión que implica despi-dos y suspensiones y la amenaza de la caída del salario real, que implica una redistribu-ción regresiva de los ingresos. ¿Entonces es razonable esta propuesta? ¿Esta nueva orien-tación que nos dice que consiguiendo guita de afuera vamos a lograr fugar hacia adelan-te los problemas, patearlos para después de 2015? ¿Y es al menos viable?

Si el gobierno hubiera podido resistir las presiones devaluatorias y controlar los pre-cios, a lo mejor podríamos estar discutiendo si es viable. Pero no es lo que está pasando. Entonces en nuestra opinión lo que estamos viendo hoy son de manera cruda las manifes-taciones de tensiones estructurales que em-pezaron a emerger en la Argentina después de ese primer “período de oro”. Cuando se acabó ese periodo color de rosa donde todos ganaban, donde los empresarios la “juntaban en pala” y donde los trabajadores recom-pusieron sus salarios. Básicamente el poder económico en la Argentina se plantó y dijo “hasta acá llegamos”. Se bajó el nivel de des-empleo pero hasta ahí; se logró bajar el nivel de informalidad laboral al 35%, pero no más; se logró que los trabajadores avancen en su participación en el ingreso nacional hasta al-rededor del 40%, y de ahí no pasó; a partir de 2007-2008 los empresarios se plantaron y dijeron “esto es todo lo que podemos con-ceder en estas condiciones en la Argentina”. “¿Quieren seguir con las paritarias aumen-tando los salarios? Perfecto, háganlo, noso-tros vamos a subir los precios y de esa manera la rentabilidad nuestra no se toca”.

¿Y qué hacemos frente a ese planteo? ¿Vol-vemos una vez más a intentar vía la negocia-ción pedirles a los empresarios que acepten una tasa de ganancia razonable? ¿Volvemos a plantearle al poder económico que sea pa-triota, que sienta la camiseta y no fugue las ganancias? ¿Les pedimos que sean más sensi-bles y no aumenten los precios? Porque hace diez años que en la Argentina estamos bus-cando ese empresariado patriota, sensible y razonable y quizás sea hora de pensar que ese empresario no existe y que llegó el momento de reemplazarlo por otro sujeto social.

El otro día una compañera nos mandó una nota que hablaba de la fortuna de los principales empresarios de la Argentina. ¿Ustedes saben cuánta riqueza acumulan los 15 ricos más ricos de la Argentina? 15 in-dividuos: los Bulgheroni, Pérez Companc,

Itai Hagman Economista, docente y dirigente de MAREA Popular

stamos muy contentos y les que-remos agradecer a todos los com-pañeros que nos acompañaron en

este panel porque a pesar de las diferen-cias políticas que naturalmente existen, los que estamos acá no somos analistas o académicos sino fundamentalmen-te compañeros comprometidos con la construcción y la militancia popular. Entonces lejos de un debate económico meramente, esto es un intercambio de miradas desde distintas organizaciones que actúan en el campo popular en la Argentina. Y agradecerle también a Juan Grabois, por la moderación del panel.

Es indudable que estamos en una situación de encrucijada en Argentina. Podemos disentir o discutir matices en

el análisis, los hay más catastróficos, los hay más cautelosos, pero nadie puede sostener hoy en la Argentina que esta-mos en una situación donde el mode-lo económico imperante, el patrón de acumulación de la economía actual esté en una situación de viento en popa, sin obstáculos, sin limitaciones serias que están actuando sobre nuestra economía.

Construir una tercera posición ante los dos relatos mayoritarios

Lo primero que quiero hacer es tratar dos hipótesis que son las que hoy circu-lan en el debate del pueblo argentino de manera mayoritaria, y que están dispu-tándose la hegemonía de los relatos.

Una es la hipótesis de que los proble-mas actuales de la economía argentina tienen que ver con el “populismo”. Es la idea de que tras diez años de crecimiento, gracias al viento de cola de las condicio-

nes del contexto internacional, hoy es-tamos pagando las consecuencias de una política de derroche del gasto público y de una política demagógica, de “darle plata a los pobres”. Esta es una lectura importante, quizás mayoritaria.

Además de que es falsa desde el pun-to de vista de que está sustentada en una teoría neoliberal que ha demostrado su impotencia para explicar la realidad en la Argentina y en el mundo, es una hipótesis que tiene un objetivo político. Es instalar la idea de que todo se puede resolver en la Argentina si en el 2015 llega un gobier-no “no populista”. Hoy ese relato está en toda la oposición, en todas sus variantes, sea de tipo republicano como el UNEN o el Frente Progresista, de una especie de “peronismo centrista”, no populista como este pero tampoco noventista, que serían el Frente Renovador de Massa o Scioli y compañía, y de los que desempol-van el libreto más rancio del liberalismo, como puede ser el Pro. Con todas sus di-ferencias, todos están de acuerdo en que la salida es bajar el gasto público, bajar los

Un camino

de liberación y emancipación popular

Tenemos que

discutir un nuevo proyecto

de país

Plantear la necesidad de encarar transfor-maciones estructurales implica decir que hay que afectar los intereses de los sectores dominantes en la Argentina y que hay que apelar a la participación y a la movilización popular, para modificar la correlación de fuerzas actual.

”Hace diez años que en la Argentina estamos buscando ese empresariado patriota, sensible y razonable y quizás sea hora de pensar que ese empresario no existe y que llegó el momento de reemplazarlo por otro sujeto social.

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etc. Tienen 26.850 millones de dólares. Hoy en el Banco Central tenemos 27.645 millo-nes de dólares. Es decir que hay un país que tiene 39.999.985 personas que tienen en el Banco Central 27 mil millones de dólares y hay 15 tipos que tienen otros 27 mil mi-llones. Esto lo digo para ver que cuando ha-blamos de las cúpulas (y no digo con esto que sea fácil sacarles ese dinero porque ob-viamente no está en Argentina), hablamos de una desigualdad de este calibre, cuando hablamos de la capacidad para presionar y condicionar las políticas económicas, esta-mos hablando de concentración a niveles ridículamente altos.

Yo creo que el neodesarrollismo agotó su fase progresiva. Lo cual no significa plan-tear que no la tuvo porque nosotros somos de los que pensamos que esta década no fue igual que la década del noventa, y no sólo en Argentina. El neodesarrollismo es un pro-yecto que tuvo y tiene formas particulares en Brasil y otros países de América Latina. Tampoco significa decir que esté en crisis este proyecto. Porque no es el proyecto de un gobierno de turno sino un proyecto de la burguesía argentina y que esté agotada su fase progresiva, es decir la posibilidad de dar concesiones a los sectores populares, no sig-nifica que esté en crisis el proyecto. Es más, yo creo que en 2015, si la burguesía logra instalar un gobierno “no populista”, pero que continúe básicamente con el patrón de acumulación actual, probablemente empe-cemos a conocer el “neodesarrollismo en estado puro”. Y probablemente tenga más que ver con lo que estuvimos viendo en las últimas semanas, una situación sumamente más hostil para la militancia y la lucha popu-lar. Y en eso están anotados todos.

Construir un proyecto de liberación y de emancipación popular

Por lo tanto lo que nos queda es pensar cómo hacer un camino diferente. Es decir cómo pensar un proyecto de país que ponga en el centro de su política los intereses po-pulares pero que también trace claramente

quienes son sus enemigos y cuáles son los horizontes para avanzar. ¿Y quiénes son? Uno, el agronegocio. Es decir la subordina-ción de la agricultura a la lógica del capital financiero, que hoy domina a través de las multinacionales desde la semilla hasta la co-mercialización de los alimentos. No se pue-de pensar un proyecto alternativo de país sin recuperar el control y la soberanía sobre la producción agropecuaria en la Argentina.

Segundo, esta industria de exportación o de ensamble. No puede haber una proyecto alternativo en la Argentina sin desarrollar las industrias estratégicas que tengan como objetivo generar trabajo digno y no precari-zado como es hoy.

Y el tercer adversario importante son los bancos. No podemos concebir un proyecto de país alternativo sin tener control sobre el sistema financiero. Es decir orientar el ahorro de la Argentina a través del crédito a la producción, a las economías regionales, a la economía popular, etc. Estas son líneas gruesas que obviamente no se hacen de un día para el otro. En el medio seguramente va a haber muchas medidas que haya que tomar como por ejemplo reformas tributarias, de-rogar las leyes neoliberales que están vigen-tes en la Argentina, replantear la estrategia de la deuda externa, entre otras.

Pero hay una premisa de la que tenemos que partir, que probablemente sea la más importante de todas, en la que creo que todos vamos a estar de acuerdo, y que no está en el terreno de la discusión económi-ca. Es que no puede haber transformación social sin poder popular. Decir eso implica plantear que donde termina la ciencia eco-nómica tiene que arrancar la creatividad y la participación del pueblo porque, como se ha demostrado a la largo de la historia, ninguna revolución se hizo siguiendo los manuales de economía, ni siquiera los manuales de eco-nomía de izquierda o marxistas. Entonces la construcción de poder popular, es decir la apuesta a que en un proyecto de transforma-ción de la Argentina, independientemente de los aspectos programáticos que podemos discutir toda la noche, la clave es la concep-ción de poder popular. No hay transforma-ción social sin participación protagónica de

En la rica, inmensa, extensísima realidad de militancia popular en la Argentina, en todas sus dimensiones, características y sectores, tenemos que empezar a discutir un nuevo proyecto de país. Un proyecto que no sea el proyecto de la burguesía, ni neoliberal ni neodesa-rrollista. Un proyecto de liberación y de emancipación popular.

los sectores populares, de los laburantes, de los campesinos, de los estudiantes, de todos los que somos parte del pueblo argentino que somos la inmensa mayoría de la población.

Además toda revolución demostró que los hechos de conciencia muchas veces lo-gran producir procesos que desde las leyes económicas son muy difíciles de predecir. Por eso creo que hoy más que nunca la ta-rea fundamental tiene que ver con convocar a la construcción de poder popular y pensar un nuevo proyecto de país. Esa articulación de un proyecto de país pensado desde las or-ganizaciones y los movimientos populares es una tarea que incluye a todos los que estamos sentados acá, lógicamente no sólo a nosotros seis, sino también a todas las organizaciones que representamos y a muchísimas más que no están acá.

En la rica, inmensa, extensísima realidad de militancia popular en la Argentina, en todas sus dimensiones, características y sec-tores, tenemos que empezar a discutir un nuevo proyecto de país. Un proyecto que no sea el proyecto de la burguesía, ni neoliberal ni neodesarrollista. Un proyecto de libera-ción y de emancipación popular. Es sin dudas un proceso largo pero hoy nos parece que la realidad nos convoca a que todas las organi-zaciones populares actuemos con madurez y responsabilidad para llevar adelante todos los pasos necesarios para construir ese camino posible en la Argentina. No es solamente por un optimismo abstracto. Estamos convenci-dos de que es posible, no queremos abonar a miradas derrotistas que planteen que ya per-dimos y que entonces solamente nos queda esperar a que los de arriba arreglen sus cuentas hacia el 2015 y más allá. Estamos convencidos de que se puede construir otro espacio y se puede construir otro proyecto. Obviamente que implica esfuerzo, dedicación y voluntad política, implica amplitud en las miras y en las concepciones, implica flexibilidad pero sobre todo quizás implica escuchar más qué opinan, qué piensan y qué sienten los sectores popula-res en nuestro país. Tomar como guía lo que los de abajo en nuestros trabajos, en nuestra militancia y más allá, nos marcan como posi-bilidad para construir un nuevo proyecto. Por ahí pasan las tareas para nosotros.

Tenemos que

discutir un nuevo proyecto

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