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REVISTA EUROPEA. DE MARZO DE 1 8 7 4 . AÑO RUBENS DIPLOMÁTICO ESPAÑOL. SUS VIAJSS Á ESPAÑA, STJS GESTIONES COMO AGENTE DIPLOMÁTICO SECRETO OBRAS DE SU MANO QUE AUN SE CONSERVAN ES MADRID. 1 CAPÍTULO II.* 16O3- Primer viaje de Rubens á España. Las artes en la corte de Valladolid. El poderoso impulso que dio D. Felipe II al desarrollo y prosperidad en Castilla de las bellas artes, á causa de la obra del monasterio del Escorial, no era posible que su hijo D. Felipe III lo prosiguiese con ia;ua] viaor. Falto del erande obieto v de la tenacidad y perseverancia de carácter con ue su padre llegó á realizar ei propósito e enriquecer su querido monasterio con cuantas obras maestras del arte pudiera ad- quirir en Europa, y con el trabajo de los mejores artistas que en su tiempo habia fuera y dentro de España, murieron, puede decirse con Felipe II, los mejores pinto- res de su tiempo. Faltaban Navarrete el Mudo, gloria de los españoles que en San Lorenzo el Real pintaron; Alonso Sánchez Coello, el severo retratista de aquella corte; Juan Gómez, Miguel Barroso, y otros. Que- daron sólo en Madrid Bartolomé Carducho y Patricio Caxes, habilísimos en su arte, ya que no los mejores de la colonia italiana del Escorial. Pero así como la corte del segundo Fe- lipe se distinguió por su misteriosa grave- dad, no menos que por la exageración de su fanatismo religioso, que la indujo en sus últimos tiempos á esquivar los más inocen- tes placeres, la de su hijo D. Felipe III. religiosa también, pero más jovial y más franca, abrió sus puertas á honestas distrac- Véanse ios numeres 1 y 2, pflginas fí y 40. TOMO I. ciones, trocó el sombrío aspecto de los tra- jes por claras y alegres galas, menudeó las fiestas reales, viajó con regia esplendidez y aparato, y llegó á cobijar en su palacio de Valladolid las representaciones dramáticas de carácter profano. El duque de Lerma, verdadero sucesor de Felipe II, por ser dueño de la voluntad de Felipe III, como grande aficionado que era al lujo, á los pla~ ceres, á las letras y á las artes, prodigaba funciones, viajes y iiestas á la corte, con una esplendidez inusitada en el anterior reinado, que pagaban las arcas reales, no sin que al mismo tiempo la corte particular del valido, para mayor ostentación, adquiriese á su vez, en son de albricias, títulos, hábitos, dona- ciones, privilegios y regalos sin cuento. Estas preeminencias, tan á poca costa ad- quiridas, así como el deseo de la corte de desquitarse del largo silencio y de la pro- longada reclusión en que durante el anterior reinado había estado sumida, cambiaron por completo su carácter. Divertíase y rezaba el rey, aseguraba el favorito su poder, y dando bastante menos importancia á la po- lítica exterior y á la gobernación interior del reino dc?la que el difunto rey le daba, logró Lerma, merced á la docilidad del nuevomo- narca, imbuirle todas sus aficiones. Ador- nábanse con pinturas al fresco las mansiones reales; al temple los coliseos y arcos triun- fales de las fiestas, y al óleo se pintaban muchas obras que engalanaron los palacios ó decoraron los templos y claustros de funda- ciones religiosas. Inmensas sumas empleó Felipe III en los repetidos viajes que por el reino hizo, visitando casi todas las provin- cias, pero en ninguna parte tantas como en Valladolid, cuando allí se trasladó en 1601. Más de ciento treinta millones de marave- dises (1) costó al rey el palacio que el du- (1) Según escritura otorgada en 29 de Diciem- bre del año 1601 en Valladolid anee Juan Santilla- na, recibió el duque de Lerma de mano de Gar- cilaso de la Vega 64.897.317 maravedís por im-

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REVISTA EUROPEA.DE MARZO DE 1 8 7 4 . AÑO

RUBENSDIPLOMÁTICO ESPAÑOL.

SUS VIAJSS Á ESPAÑA,

STJS GESTIONES COMO AGENTE DIPLOMÁTICO SECRETO

OBRAS DE SU MANO QUE AUN SE CONSERVAN ES MADRID.

1

CAPÍTULO II.*

16O3-

Primer viaje de Rubens á España. — Las artes enla corte de Valladolid.

El poderoso impulso que dio D. Felipe IIal desarrollo y prosperidad en Castilla delas bellas artes, á causa de la obra delmonasterio del Escorial, no era posible quesu hijo D. Felipe III lo prosiguiese conia;ua] viaor. Falto del erande obieto v de latenacidad y perseverancia de carácter con

ue su padre llegó á realizar ei propósitoe enriquecer su querido monasterio con

cuantas obras maestras del arte pudiera ad-quirir en Europa, y con el trabajo de losmejores artistas que en su tiempo habiafuera y dentro de España, murieron, puededecirse con Felipe II, los mejores pinto-res de su tiempo. Faltaban Navarrete elMudo, gloria de los españoles que en SanLorenzo el Real pintaron; Alonso SánchezCoello, el severo retratista de aquella corte;Juan Gómez, Miguel Barroso, y otros. Que-daron sólo en Madrid Bartolomé Carduchoy Patricio Caxes, habilísimos en su arte, yaque no los mejores de la colonia italiana delEscorial.

Pero así como la corte del segundo Fe-lipe se distinguió por su misteriosa grave-dad, no menos que por la exageración desu fanatismo religioso, que la indujo en susúltimos tiempos á esquivar los más inocen-tes placeres, la de su hijo D. Felipe III.religiosa también, pero más jovial y másfranca, abrió sus puertas á honestas distrac-

Véanse ios numeres 1 y 2 , pflginas fí y 40.

TOMO I.

ciones, trocó el sombrío aspecto de los tra-jes por claras y alegres galas, menudeó lasfiestas reales, viajó con regia esplendidez yaparato, y llegó á cobijar en su palacio deValladolid las representaciones dramáticasde carácter profano. El duque de Lerma,verdadero sucesor de Felipe II, por serdueño de la voluntad de Felipe III, comogrande aficionado que era al lujo, á los pla~ceres, á las letras y á las artes, prodigabafunciones, viajes y iiestas á la corte, con unaesplendidez inusitada en el anterior reinado,que pagaban las arcas reales, no sin que almismo tiempo la corte particular del valido,para mayor ostentación, adquiriese á su vez,en son de albricias, títulos, hábitos, dona-ciones, privilegios y regalos sin cuento.Estas preeminencias, tan á poca costa ad-quiridas, así como el deseo de la corte dedesquitarse del largo silencio y de la pro-longada reclusión en que durante el anteriorreinado había estado sumida, cambiaron porcompleto su carácter. Divertíase y rezabael rey, aseguraba el favorito su poder, ydando bastante menos importancia á la po-lítica exterior y á la gobernación interior delreino dc?la que el difunto rey le daba, logróLerma, merced á la docilidad del nuevo mo-narca, imbuirle todas sus aficiones. Ador-nábanse con pinturas al fresco las mansionesreales; al temple los coliseos y arcos triun-fales de las fiestas, y al óleo se pintabanmuchas obras que engalanaron los palacios ódecoraron los templos y claustros de funda-ciones religiosas. Inmensas sumas empleóFelipe III en los repetidos viajes que por elreino hizo, visitando casi todas las provin-cias, pero en ninguna parte tantas como enValladolid, cuando allí se trasladó en 1601.Más de ciento treinta millones de marave-dises (1) costó al rey el palacio que el du-

(1) Según escritura otorgada en 29 de Diciem-bre del año 1601 en Valladolid anee Juan Santilla-na, recibió el duque de Lerma de mano de Gar-cilaso de la Vega 64.897.317 maravedís por im-

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98 REVISTA EUROPEA. 2 2 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N." 4

que de Lerma poseía y le vendió en Valla-dolid, además del derecho que se reservópara sí y los suyos de la alcaidía perpetuade él, dotada con mil doscientos ducadosanuales. Tal adquisición obligaba á Feli-pe III á decorar el nuevo palacio con lasuntuosidad propia del rey de España deaquel entonces. Llevó la corte consigo áValladolid á Bartolomé Carducho, á su her-mano Vicente y á Bartolomé de Cárdenas,pintor este último, á quien unos quierenhacer de origen portugués y otros napolita-no, discípulo de Alonso Sánchez Coello,que trabajó bastante en Valladolid en elconvento de San Pablo, por mandato delduque, descollando sobre todas sus obrasel gran cuadro que ocupaba todo el testerodel claustro, en el que representó á la Vir-gen con el manto extendido cobijando áSanto Domingo, varios religiosos de su or-den, y al mismo duque en hábito cardena-licio, arrodillados en torno de la madre delSalvador. Volvió á Madrid Bartolomé des-pués de pasar por la amargura de que mu-riese su mujer Francisca de Avila, presa enlas cárceles de Valladolid en 19 de Setiem-bre de 1613, y pintó con Juan de Chirinosen 1619 varios cuadros del convento deAtocha, hoy perdidos. Desconocidas susobras, ni aun podemos juzgarle por las desus discípulos Manuel de Molina y Juan deCárdenas, su hijo, porque pintando luegomás tarde ambos en Madrid, ajustaron suestilo al general de la escuela. Pero si cree-mos á D. Lázaro Diaz del Valle y de laPuerta, diremos, como él dice en su ma-nuscrito original, que Bartolomé de Cárde-nas ganó opinión y fama eterna de habersido excelente pintor.

Con motivo de las fiestas reales en cele-bridad del nacimiento de Felipe IV en Va-lladolid, se construyó contiguo al palacio uncoliseo que dirigió Francisco de Mira, yconsistía en un inmenso salón de doscientospies de largo por setenta y cuatro de ancho.

porte del coste principal del palacio, y 37.807.413maravedís por valor de las mejoras hechas en élpor el duque. Posteriormente, en 1607, adquirió elrey del mismo duque, en 30.265.466 maravedís,con la misma reserva de la alcaidía, la llamadacasa de los jardines, ante el escribano GabrielISojas, en 27 de Agosto,

Bartolomé Carducho contribuyó, como pin-tor, á decorar este teatro, y en él hizo susprimeras armas, pintando perspectivas ódecoraciones, como ahora decimos, su her-mano Vicente. Y quizá también el secretariodel Rey Gracian Dantisco, pintor aficio-nado y autor del gran carro triunfal queconstruyó el Ayuntamiento de Valladolidpara solemnizar aquellas mismas fiestas, pu-siese mano en la ropa del teatro.

Pintores, escultores, plateros y hastagrabadores, contaba la corte en los seisaños que en Valladolid residió. Fundía e s -tatuas Pompeyo Leoni, restauraba el palacioDiego de Praves, el viejo Juan de Arfemodelaba, fundía y cincelaba para Felipe IIIuna preciosa fuente con aguamanil de platadorada y esmaltada; magnífica obra de arte,que le valió 4.050 ducados, y Hernando deSolís, grababa adornos y retratos con ex-quisito gusto.

Gozaba el duque de Lerma dentro y fuerade España fama de aficionado á la pintura;reunia una colección muy recomendable decuadros, y daba trabajo á los pintores de lacorte. Pero por muy hábiles, por muyamaestrados y famosos que la corte y losescritores de aquel tiempo tuvieran á estospintores, hay que confesar, hoy día quevemos sus obras á la luz de la crítica sana éimparcial, que si bien para España, dondeno habia aún escuela propia de pintura,podían ser tenidos en algo, eran todos ellosartistas de segunda y tercera fila, compa-rados con los que fuera de España pintabanentonces, y con los que algunos años des-pués fundaron tan brillantemente la escuelaoriginal española.

Tal era el estado de la pintura en la cortedel tercer Felipe cuando apareció en ella elpintor Pedro Pablo Rubens.

Era duque de Mantua al principio delsiglo decimoséptimo Vicente I de Gonzaga,nacido en 1563, hijo de Guillermo el joro-bado (gobbo) y de Eleonora de Austria. Noheredó de su padre ni las malas formas desu cuerpo, ni las buenas condiciones econó-micas de su alma; pues hombre de arrogan-te figura y en demasía espléndido, gozócuanto pudo con su persona y derrochó másaún de lo que halló atesorado, tanto con su

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vida galante y licenciosa, como en protegersabios artistas y poetas, y formar un riquí-simo museo de objetos de artes. Galileo, elTasso y Rubens fueron del número de aque-llos, y los museos de Londres y Madridguardan aún muchos de éstos. Las come—diantas y las mujeres hermosas de todasclases y condiciones hicieron de su vida unacompleta serie de aventuras tan escandalosascomo verdaderamente interesantes, pues másparecen cuentos y novelas que verosímilesacontecimientos. Con razón puede decirseque no hubo príncipe alguno de su tiempoque mejor supiese vivir, y realmente vi-viera con mas esplendidez ni más suntuosamajestad, siendo en toda clase de lujos ydeleites exagerado hasta lo increíble.

El hombre de confianza de este príncipe,que ejercia las funciones de su secretario, sellamaba Annibal Chieppio; era habilísimo di-plomático, infatigable en el trabajo, grande-mente leal á su señor, agradecido, y consobrado talento para servirle á pedir deboca. El duque conocía muy bien estasbuenas cualidades de su hombre de confianza,y tanto, que ni la envidia ni la calumnialograron apartarle de su lado.

En esta pequeña pero fastuosísima corteera el predilecto pintor desde el año 4 602Pedro Pablo Rubens, muy considerado delduque, y más aún del secretario Chieppio.

Las relaciones de Mantua en España porestos años de 1603 eran aún tan cordialescomo debían serlo entre un príncipe de re-ducidos estados, cuyos abuelos debieron eltítulo de duques de Mantua y de marquesesde Monferrato á la munificencia del Empe-rador Carlos V, que largamente les pagó deeste modo la adhesión á su causa durantelas guerras de Italia del siglo anterior, y elpoderoso rey sucesor de aquel gran César.La situación de Mantua exigía estar bien conla casa de Austria; y por aquel entoncesel verdadero jefe de esta poderosa casa éraloel Rey de las Españas. El duque Vicente,por su carácter y por su conocimiento de lascortes de Europa, sabia muy bien que paraorillar cualquier enojoso negocio, ó para al-canzar algún provecho, son los dones pode-roso registro, y aun quizá supiera tambiénel proverbio español que dice: dádivas que-

brantanpeñas. Maniroto y pródigo en todo,poco debiera importarle reunir regalos conque atraerse la voluntad de la corte deEspaña, y principalmente del duque deLerma.

Cierta debió de ser la afición que cuentantenia el de Lerma á la pintura, cuando llegóá noticia del de Mantua, y éste decidió quela principal parte de los regalos que paraEspaña preparaba, hubiera de consistir encuadros para el favorito de Felipe 111. Por elmes de Junio del año 1602 proyectóse elenvío de los regalos, y el duque de Mantuaordenó á su embajador en Roma Lelio Ar-rigoni que encargase al más hábil de todoslos copiantes que allí hubiere la reproduc-ción de doce obras maestras. Pedro Facchetifue el pintor escogido para este encargo, quecomenzó en el mes de Agosto y terminó conel año, habiendo oido durante su trabajo áD. Jerónimo de Silva, guarda—joyas délaarchiduquesa Isabel, grandes elogios de ella,y el pronóstico de lo mucho que habían deagradar en España.—Llegadas á Mantua laspinturas, y reunidos ya los demás objetos quehabian de completar los regalos, pensóse en lapersona que debería llevar acabo esta misión,y fue el elegido Pedro Pablo Rubens.—La co-misión consistía sencillamente en conducir áEspaña y poner á disposición del embajadordel duque en esta corte, todos los objetos quecomponían el presente; pero al mismo tiem-po deseaba el duque de Mantua enriquecerla célebre colección de retratos que en supalacio reunia de mujeres hermosas de todoel mundo, con algunos de los de las beldadesmás famosas de la corte de España. Nadiemás á propósito que Rubens para presentarseen palacio acompañando pinturas y objetosde arte, tanto por ser el artista que era,cuanto por ser también un completo caba-llero, elegante, de rostro agraciado, afabley grandemente simpático. Acondicionadostodos los efectos, y provisto de un pasapor-te, salió de Mantua para Madrid el día 5 deMarzo, conduciendo lo siguiente:

Para S. 31. la carroza y los caballos.Once arcabuces, de ellos seis de ballena yseis rayados. Un vaso de cristal de rocalleno de perfumes.

Para el duque de Lerma todas las pin-

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turas. Un vaso de plata-de grandes dimen-siones, con colores. Dos vasos de oro.

Para la condesa de Lemus una cruz ydos candelabros de cristal de roca.

Para el secretario Pedro Franqueza dosvasos de cristal de roca y un juego enterode colgaduras de damasco con los frontalesde tisú de oro Acompañaban á estas cosaslas cartas para quienes iban dirigidas; yotra al Sr. Ibarti, representante de Mantuacerca del Rey Católico, que decia así.

Y con la presente va Pedro Pablo, fla-menco, nuestro pintor, á cuyo celo hemosresuelto encomendar todos los objetos... Ylos arcabuces que se han hecho según el usode estepais, con todo esmero, de acero fino,y con el artificio magnifico, cuyo secretosabrá explicar Pedro Pablo... Las pinturasson para el duque de Lerma, y por lo quehace á su calidad y origen, Pedro Pablodirá lo que conviene decir, como hombre in-teligente que es, y no entramos en más por-menores.

Estos presentes deberán ser ofrecidos porvos personalmente, con asistencia, por su-puesto, de Pedro Pablo, que tendríamosgusto en que lo presentarais como expresa-mente enviado con ellos.

Y como este mismo Pedro Pablo pinta yretrata admirablemente, queremos que sihay aún más damas de importancia, ademásde aquellas cuyos retratos nos ha enviadoel conde Vicencio, os aprovechéis de supresencia en esa.

Si Pedro Pablo tiene necesidad para suvuelta de algún dinero, entregádselo yavisadme la suma para enviárosla por Ge-nova.—En Mantua á 5 de Marzo de 1603.

Dejando á un lado las peripecias del viajede Rubens hasta llegar á Alicante (porque elcurioso lector puedo verlas en el concienzu-^do estudio hecho por Mr. Armand-Bachetsobre estos viajes, publicado en el T. 6 de«El Arte en España»), donde desembarcóhacia el día 23 de Abril, conviene seguirpor sus propias cartas la curiosa relación desu viaje por España.

Hallábase la corte por estos dias, segúncuenta Luis Cabrera, desde el 20 de Abrilhasta el 13 de Mayo, en Aranjuez y enmarcha para Yalladolid, adonde llegó preci-

samente el mismo en que Rubens; puesdice con fecha 17 de Mayo en carta al secre-tario del Duque:

«... Después de veinte dias de camino,fastidioso por las continuas lluvias y gran-des vientos, llegamos el 13 de Mayo áValladolid, donde el Sr. Annibal no faltóá recibirnos con suma cortesía, aunque medijo que aún no habian llegado á sus ma-nos las órdenes del Soberano su señor. Aesta noticia, que de cierto modo me dejóestupefacto, le respondí que yo sabia conseguridad cuál era la intención de S. A.,y que decirle más seria supérfiuo, despuésde tantos ejemplos como se podian aduciren prueba de que yo no era el primero quehabia venido dirigido á él de este mismomodo. Quizá Iberti tuviese sus razonespara hablarme de aquella manera. Conti-nuamente está siendo muy bueno y cari-ñoso conmigo, y me ha rogado que escribatodo esto á V. S.»

Son curiosos estos comentarios de Mr. Bas-chet:

Como siempre, Rubens sigue hablando dedinero. Los gastos han sido grandes: tres-cientos escudos por un lado, doscientos du-cados por otro: llegó casi sin nada, y obligadoá hacer gastos, sobre todo para vestirse. Seharía trajes modestos, pero era preciso hon-rar á su Soberano. Dirigióse para ello á Iberti,quien le ayudó en todo y para todo, y po-niéndose bajo su férula, siguió sus instruc-ciones. Gracias, pues, á Iberti, pudo tomarprestados trescientos ducados. Había gastadodoscientos de su dinero en el viaje, y por lotanto sólo se declaró deudor de ciento;suma que le era fácil pagar de sus futurossueldos.

Este mismo dia 17 de Mayo, Rubens es-cribió al duque, dando aviso de su llegaday de la de los caballos ipieni é belli comesi serai dalla stalla di vostra Altezza Se-reníssima.» Todos los criados gozaban debuena salud, excepto el ayuda de cámara.Los vasos de cristal de roca los tenia consi-go. Lo demás venia poco á poco. Franca ygalantemente se anticipa á satisfacer las ad-vertencias que pudiera hacerle S. A.

«... Y si en la apariencia, alguna acciónmia, con motivo de los excesivos gastos, ó

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de cualquiera otra cosa hubiera llegado ádesagradar á V. A., yo ruego y suplicoá V. A. que demore la reprensión hasta elmomento en que me sea permitido demos-trar su inevitable necesidad. Entre tanto,buscaré un consuelo en la grandeza de sudiscreción, proporcionada á la de su he-roico corazón, ante cuyo serenísimo brillome inclino con respeto besando su noblemano.

»De Valladolid elaño 1603, á \ 7 Mayo.—De V. A. S. su humilde servidor, PedroPablo Rubens.»

Las cartas del 24 de Mayo, del diplomá-tico y de Rubens, inauguran la serie de de-talles sobre las pinturas, y bajo este puntode vista no hay en ellas más que lamenta-ciones del uno y del otro.

«La injusta suerte»—escribe el pintor—«celosa de mi gran satisfacción no cesa, se-gún costumbre, de aguar mi gozo con algunadesgracia. ¿No ha hallado esta vez el mediode perjudicarme donde toda precaución hu-mana no puede, no tan sólo obviar el peli-gro, sino ni aun sospecharle? Las pinturasembaladas bajo mi dirección y vigilancia contodos los cuidados imaginables, en presenciadel mismo duque, abiertas en Alicante pororden de los aduaneros, y encontradas enperfecto estado de conservación, y desem-paquetadas hoy en casa del Sr. Iberti, hanaparecido literalmente perdidas, hasta talpunto que desespero de poder arreglarlas.Las telas mismas, aunque provistas de guar-das de metal y de doble forro encerado, me-tidas todas en cajas de madera, se han po-drido por efecto de las lluvias continuas du-rante veinticinco dias; cosa increíble en Es-paña: los colores se han descascarado y porla demasiada humedad se han hinchado ycrecido, cosa en muchos sitios irremediable,á menos que no se arranqué aquella con elcuchillo y se les barnice de nuevo. Tal esen puridad el mal, que no lo exagero parano dar lugar á que se crea que de antemanohago valer la restauración, que haré de to-dos los modos posibles; cumpliendo asícon S. A. que me ha dado el encargo decuidar y conducir obras de otro pintor—sinque se halle en ellas una sola pincelada á mimanera.—Hablo así, no por resentimiento,

sino á propósito del deseo del Sr. Iberti quequiere que en un momento pintemos mu-chos cuadros con ayuda de pintores españo-les. Secundaré su deseo, pero no lo apruebo,considerando el poco tiempo de que pode-mos disponer, unido á la increíble insufi-ciencia y negligencia de estos pintores, y desu manera (á la que Dios me libre de pare-cerme en nada), absolutamente distinta de lamia. En suma perjimus pugnantia secumcornibus adversis componere. Además, el he-cho no podría ocultarse, por efecto de losmismos pintores, que desdeñando mi cola-boración y mis órdenes, levantarían acta deser una usurpación y proclamarian que todoera obra de ellos. Tanto lo creo así cuantoque sabiendo que las pinturas son para elduque de Lerma, no había duda que loscuadros eran para una galería pública. Estonada me importaría porque yo les cederíadesde luego esta fama; pero saco en consen-cia, que necesariamente de remediarse asíesto se conoceria, hasta por la frescura delos colores, y esta superchería no seria de-cente. Además, yo me he propuesto no con-fundirme jamás con otro, aunque sea ungrande hombre, y el trabajo de este modohecho, es tanto de uno como de otro, y meencontraría por mi parte desflorado fsver-ginatoj, cosa inconveniente en una obra detan poca importancia é indigna de mi nom-bre, que no es aquí desconocido. Y si porultimó se me hubieran dado las órdenesque yo quería, habría podido ahora, con máshonra para él y para mí, dar distinta satis-facción al duque de Lerma, que no es deltodo ignorante de las cosas buenas, por cuyarazón se deleita en la costumbre que tienede ver todos los dias cuadros admirables enPalacio y en el Escorial, ya de Tiziano, ya deRafael, ya de otros. Estoy sorprendido de lacalidad y de la cantidad de estos cuadros;pero modernos no hay nada que valga. De-claro ingenuamente que no tengo más ob-jeto en esta corte que el continuo serviciode V. A. S., á la cual me he sometido desdeel primer día que le conocí. Que mande,pues, y que disponga de mí en todo y portodo, en la seguridad de que cumpliré exac-tamente sus órdenes. El Sr. Iberti tiene so-bre mí un poder semejante, aunque en mu-

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cha menor escala. Estoy seguro de que sino está conforme con mi manera de ver,tiene de ello perfecto sentimiento. Será obe-decido. Y escribo de este modo no por mur-murar de él, sino para desmostrar cuan difí-cil me es darme á conocer en obras pocodignas de mí y de mi serenísimo amo,quien, estoy seguro, por las buenas noticiasde V. S., que no interpretará sino favora-blemente mis palabras.—De Valladolid, 24Mayo, 1603.—De V. S. S. muy humildeservidor, Pedro Pablo Rubens.—Al muyilustre señor mi muy respetable dueño elSr. AnnibalChieppio, secretario de S. A. S.—Mantua.»

Esta carta es sin duda alguna de las másnotables de toda la correspondencia. Elestilo es difuso, y el modo de expresarse esmuy embarazoso; los paréntesis abundan,pero ¡cómo se revela Rubens, aunque tanjoven todavía! Su fiereza, que no es orgullo;el sentimiento profundo de su propio valor,cuya manifestación sólo los necios tienen lacostumbre de vituperar; su poderosa volun-tad de no emplear su talento más que en lasmás elevadas regiones del arte y del pensa-miento, muestras son distintivas de su per-sonalidad. Es muy digna de ser notada lalibertad y valor con que habla el jovenpintor cortesano á su protector, quien, siciertamente lo era, no por eso dejaba deser también un ministro y un consejero delPríncipe. Si Rubens no hubiese sido másque un pintor cortesano, siendo pintor dela corte, ¡con qué precipitación (dioses in-mortales) hubiese hallado todo fácil y posi-ble! Pero era Pedro Pablo Rubens, conocíasu fuerza, y sin dejar de ser admirable-mente digno en el servicio de su comisión,le repugnaba pensar que no se le estimaseen lo que valian sus hechos personales y sutalento de artista.

Al mismo tiempo que el pintor escribiade la manera que hemos visto al consejero,el diplomático daba parte del desastre á suAlteza, y decía la maneraque deberia, se-gún él, remediarse. Su carta nos enseñabalo que no sabíamos todavía, es decir, quede los cuadros, dos se habían salvado: UnSan Jerónimo de Quintín Metsys, y el re-trato del señor duque de Mantua. Avisa que

el flamenco retocaría los cuadros estropea-dos, pero que, según decia, necesitaría unmes para acabarlos, y que algunos cuadrospequeños dudaba poderlos salvar. Para su-plirlos, se le había ocurrido la idea, quemientras se esperaba la vuelta de su Majes-tad, anunciada ya para fin del mes siguien-te, el dicho Fiamengo hiciese media docenade cuadros de cosas de cacería—cose bosca-reccie—género muy buscado en España y ápropósito para galería; pero cree que eltiempo no dará de sí para ello, como no seencuentre algún joven pintor capaz de ayu-darle. Que escribirá al duque de Lermapara saber si debe enviar la carroza á Bur-gos, á fin de que S. M. pueda servirse deella para su viaje á Valladolid, y le confe-sará el caso ocurrido á las pinturas, dicién-dole el remedio que empleó el individuoenviado con ellas por S. A., é indicando lomucho que dudaba de que hubiese podidoocurrir un accidente de tal naturaleza. Enfin, que la indispensable restauración de loscuadros retardará otro tanto tiempo al pin-tor para empezar la obra de los retratos delas señoras que habia ordenado S. A.; yque por lo tanto duda que Rubens puedavolver antes de la época en que el mismoha de marchar para ceder su puesto al su-cesor que S. A. le ha destinado cerca de lacorte del Rey Católico. Con fecha 7 de Ju-nio da nuevas noticias de las pinturas; elflamenco trabaja y el mal no era tan grandecomo se habia creido: los repintes del pin-tor son excelentes. El 5 de Junio se ha sa-bido la muerte de la duquesa de Lerma,suceso de gran importancia en la corte, ypor el cual su audiencia experimentará algúnretraso. La duquesa murió el dia 2 en Bui-trago, á veinte leguas de Valladolid, á con-secuencia de una fiebre maligna. El duquemanifiesta cierto sentimiento, á pesar de laescasa simpatía que por la duquesa sintióen vida, con motivo de su mal carácter ysoberbia.

G. CRUZADA VILLAAMIL.

(La continuación en el número próximo.)

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N. 4

LAS NAVESCUADRO

_.

ARNAO.—

DE CORTÉS.LÍRICO (1).

.<

PERSONAJES.

HERMÁN CORTÉS.

DOÑA MARINA, noble ind

E L CAPITÁN ESCUDERO.

Soldados, marineros, ind

ia, su aliada.

ias.

-LAS NAVES DE CORTÉS. 1 Oí

Del agua al vaivén;Y bordadas con perlas de espuma

Las olas se ven.Y en plácido arrullo,Y en blando rumor,

"Vaga en torno suave murmullo,Cual eco de amor.

(Aparece torvo y sombrío el capitán Escudero, á cuya indicación se retí

ran las indias.)

KSOTCNA TT.

La escena es en América, en el puerto de Vera-Cruz.

ACTO ÚNICO.

Hermosa playa.—A un lado se ven ancladas las carabelas de la arma-da española. Por el otro se descubre un paisaje inmenso, alumbrarlo poria luna.—Es una apacible noche de primavera.

ESCENA PRIMERA.SOLDADOS.—INDIAS.

(Los soldados aparecen ocupados en faenas marítimas y de guerra,mientras las indias discurren por entre ellos, como ayudándoles unas, y

otras danzando á estilo del país.)

INDIAS.

Las airosas carabelasSe mecen en la bahía.

SOLDADOS.

El viento riza las velasY entre la jarcia silba al pasar.

INDIAS.

Y en tanto acuáticas avesQue baña la luna fria,

Rápidas cruzan, junto á las naves,Con fácil vuelo rasando el mar.

SOLDADOS é INDIAS.

Y mojan su pluma

(1) Con objeto de proveer una plaza de pensionado en la Sección deMúsica de la Academia Española de Bellas Artes, en Uoma, acaban decelebrarse los ejercicios de oposición prescritos por el Reglamento querige en la materia. Entre dichos ejercicios figura la composición de uncuadro lírico formado de diversas piezas musicales. Para la creación lite-raria de esta obra, base necesaria del trabajo de los compositores, asicomo para las demás análogas que habían de ponerse en música en elexpresado concurso, fue encargado por el Jurado de profesares el poetaD. Antonio Arnao, conocido en este género de trabajos; habiendo salidoen suerte, entre los que escribió al efecto, LAS NAVES DE CURTES, quepublicamos.

Con este motivo debemos consignar que los trabajos musicales hechospor los jóvenes opositores en su clausura de veinte y tantos dias, hanmerecido la aprobación del Jurado y el aplauso del público; particular-mente ei premiado (que lo ha sido por unanimidad), obra del joven com-positor D. Ruperto Chapi, quien ha demostrado lener imaginación, sen-timiento, originalidad, así como posesión de la parte técnica de su difícily bella profesión. Afortunadamente el público podrá apreciar pronto elmérito de esta producción, pues dentro de pocos dias debe estrenarse enel Teatro Nacional de la Ópera.

N. déla R.

SOLDADOS.—EL CAPITÁN.

CAPITÁN.

¿Osáis cantar, soldados!¿Y nuestra patria?

SOLDADOS.

Eterna es su memoria.CAPITÁN.

Pues bien: romped airadosLa cadena que os ata en este sueloDonde hay muerte sin gloria,Donde en extraño cieloUn sol de fuego brillaQue no es el sol amado de Castilla.

(Tratando de convencerlos para rebelarlos.)

Aquí buscamos ávidosOro, poder, ventura,Y sólo hallamos míserosDesdicha y muerte oscura.El indio, rudo y pérfido,Cercano al triunfo está;El aire lleva un tósigo,La tierra fieras da.

Pues tornemos ¡oh amigos! á España:No al tirano besemos los pies:Sí soberbio se opone con saña,Bajo el hierro sucumba Cortés.

SOLDADOS.

(Ya seducidos por el capitán.)

¡Oh noble caudillo!Dijiste muy bien:Al punto veamosAl fiero Cortés.Si ciego resiste,Partamos sin él:Si fuerza es que muera,Que muera también.

(Aléjanse todos como para buscar á Cortés.—>A1 propio tiempo sale porotro lado Doña Marina, que ha oído sus últimas palabras.)

ESCENA III.MARINA.—Luego CORTÉS.

MARINA.

Cobardes, ó traidores,Id, corred á tramar vuestra conjura,Que por Hernán vigilan mis amores.

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1 0 4 REVISTA EUROPEA

Mas él llega ¡oh ventura! (Sale Cortés.)¡Señor!

CORTÉS.

¡Noble Marina!Aquí me trajo el cieloQue me enseñaste á ver, para pagarteTus nobles beneficios, y salvarte.

CORTÉS.(Con indiferencia.)

¿Que riesgo se avecina"Nunca supe temer.

MARINA.

Tu pecho es fuerte:Nadie en valor te gana,Mas la traición villanaAl corazón más bravo da la muerte.

(Con interés.)

Cansados tus guerrerosDe lides y fatiga,Tu muerte anhelan ñeros

Si luego á España no han de tomar.Propicia suerte amiga

Su inicua trama me hizo escuchar.CORTÉS.

Soñó tu noble mente,Oh amiga verdadera,Pues nunca el que es valiente

Á las traiciones abrigo dio.Mas ¡ay! ¡si no es quimera!

¡Ay del rebelde do aliento yo!MARINA.

¡Guárdete el cielo!CORTÉS.

¡Guarde á los dos!MARINA.

Yo por ti velo.CORTÉS.

¡Pagúete Dios!(JL. DVO.)

MABINA.(Con expresión de gratitud y ternura.)

De tu labio recibíLos tesoros de la fe:Sierva fiel tuviste en mí;Fiel amante moriré.Desde el día que te vio,Ciega el alma ardiendo está:Cual amarte supe yoNunca nadie te amará.

CORTÉS.

Siempre á Dios propicio viPorque pugno por su fe:Si al idólatra vencí,Del rebelde triunfaré.Y este pecho que sintióGratitud que es fuego ya,

.—22 DE MARZO DE \ 874. N.° 4

Cual un tiempo lo juró,Firme siempre te amará.

(Sepáranse, y se v&n por distintos Jados.—Cortés parte como asaltado pouna idea repentina, y después de haber tomado mudamente una resolu-

ción. A poco empiezan ¿entraren agitado desurden losamotinados.)

ESCENA IV.EL CAPITÁN.—SOLDADOS.

SOLDADOS.(Señalando hacia el sitio por donde se fue Cortés, y hablando alternati-

vamente. )

—Vedle: se aleja.—Tras él marchemos.—La suerte echada está.

—Libres á España tornar podremos,Ó ante nosotros muerto será.—Llenen los aires la suelta lona

Del rápido bajel:No más hollemos la estéril zonaDonde nos odia pueblo cruel.—Que fuera mengua seguir lidiando

Rendidos al rigorDel que á torpe codicia de mandoEsclaviza su espada y su honor.

(En la mayor agitación de los soldados aparece Cortés de nuevo.)

ESCENA V.DICHOS.—CORTÉS.

COIITÉS.(Con dignidad y energía.)

¿Quién osa en son de guerraSu acento levantar?

SOLDADOS.

Queremos á la patriaVolver.

CORTÉS.

Jamás, jamás,Mientras resista el indioDel rey la autoridad.

SOLDADOS.

Aquí muerte hallaremos.CORTES.

Y deshonor allá.CAPITÁN.

(Con rudeza.)

Oye...CORTÉS.

Yo sólo escuchoLa voz de la lealtad.

SOLDADOS.(Adelantándose amenazadores.)

Entonces...CORTES.

(Empuñando la espada.)

¡Miserables!¿Qué hacéis! Atrás, atrás:El que se mueva osado,Sepulcro aquí tendrá.

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N . ° 4 ABNAO.—

ESCENA VI.

DICHOS.—MARINA.

CORTÉS.(Con acerbo desden.)

¿Sois vosotros los ínclitos varonesQue aquí vinieron á lidiar cual yo?Aquella sed de bélicas acciones

Miedo vil apagó.Tornad á la molicie de Castilla,

Que yo clavar sabréDe Méjico en las torres, sin mancilla,La enseña de la patria y de la fe.

SOLDADOS.( Subyugados.)

Su pecho de aceroNo es dado rendir.

MARINA.

Al noble guerreroNo importa morir.

Corles se aparta á un lado y hace imperiosas señas haci t fueralando órdenes. Inmediatamente aparecen por el fondo varios maque penetran en el mar con teas encendidas, y acercándose á las

les pegan fnego. Los'soldados quedan estupefactos.)

¡Sus! Id, servidores.SOLDADOS.

¿Qué intentas!CORTÉS.

CerrarÁ viles traidoresLa senda del mar.

(£1 incendio de las naves va empezando.)

(jí. TRES.)

CORTÉS.

(Con entereza.)

Fijo está nuestro destino:Esas naves hago arder:Sólo resta ya el caminoDel honor y del deber.Si el denuedo nos abona,Conquistemos con ardor,Ó del mártir la corona,Ó el laurel del vencedor.

CAPITÁN.(Rindiéndose á Cortés.)

Gran Cortés, á tí me inclino,Y te acato sin querer:Si lidiar es mi destino,En la lid lo habrás de ver.Cual rebelde á tu persona,Soy esclavo del honor;Pues quien noble ser pregona,Triunfa ó muere con valor.

LAS NAVES DE CORTÉS. 4 0 5

, comoríñelosnaves.

M A R I N A .

(En ademan de suplica.)

Oye, pues, cielo divino,Á una mísera mujer;Y al que á darte reinos vinoHazle el don de tu poder.Su denuedo galardonaCon el lauro vividor;Y á mí dame por coronaLa corona del amor.

(Momentos antes de acabar este pasaje, lian ido saliendo indias por variospuntos, dando señales de admiración y temor.)

ESCENA ÚLTIMA.

DICHOS.—INDIAS.

INDIAS.

¡Heroica hazaña!¡Bravo Cortés!

SOLDADOS.

León de España,Venos postrados ante tus pies.í Hincan por breves momentos una rodilla en tierra )

CORTÉS.(Con acento de sincera generosidad.)

¡Todos perdonados sean!Alzad. ¿Qué ansiáis?

CAPITÁN y SOLDAMOS.(Levantándose.)

La victoria.MARINA.

(Señalando las naves completamente incendiadas.)

Esas naves que flameanSon el faro de la gloria.

^ INDIAS.

Eterno ya el nombreSerá de los dos:Cortés no es un hombre,Cortés es un Dios.

(Cortés, rodeado délos soldados, se adelanta blandiendo en alio y cenentusiasmo la espada.)

CORTÉS y SOLDADOS.

¡Viva España que amántenos miraCon idólatra pueblo lidiar,Y en su voto ferviente suspiraPorque el cielo nos haga triunfar!¡Viva España! ¡Bendito su nombre!De su gloria volemos en pos:¡Por la Cruz redentora del hombre!¡Por el rey, por la patria, por Dios!

(Mézclase á esle himno el recuerdo del primer coro.—Las naves se

sumergen.)

ANTOMIO ARNAO.

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106 HEVISTA EUROPEA. 2 2 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 4

EL COMBUSTIBLE.

Desde la infancia todos sabemos lo que es el com-bustible, y sin embargo muy pocos lo conocen bien,aun entre los que mayor interés tienen en su apli-cación.

El combustible se presta á consideraciones intere-santísimas bajo los puntos de vista científico y esen-cialmente práctico, y al efecto dividiré este estudio encinco puntos principales: 1.° ¿Qué es el combustible?2." ¿De dónde proviene el combustible? 3.° ¿Cómodebe emplearse el combustible? 4.° Estado actual dela cuestión hullera. 5." ¿En qué consiste el combusti-ble del sol?

I. ¿QUÉ ES EL COMBUSTIBLE? Un inglés contesta in-mediatamente: combustible es el carbón de piedra sa-cado de los depósitos subterráneos en que se encuen-tra, y que tanto abundan en nuestro país. Las defini-ciones científicas son inútiles desde el momento queni pueden disminuir el precio del carbón, ni hacerledurar más tiempo.

Conviene sin embargo fijarse bien en las definicio-nes, porque sin ponerse de acuerdo acerca de la esen-cia del combustible, es difícil estarlo después respectoá su origen y á su aplicación, y esto es ya verdadera-mente práctico.

El combustible, en la acepción ordinaria de la pa-labra, es una sustancia carbonada que puede encon-trarse en estado sólido, en estado líquido ó en estadogaseoso, y que, al combinarse con el oxígeno, desar-rolla calor. Ordinariamente al desarrollo del caloracompaña la llama, porque el producto de la combus-tión es una sustancia gaseosa. Cuando, por ejemplo, sequema carbón de piedra en una chimenea, el oxígenode la atmósfera se combina con el carbono sólido con-tenido en el cock, y produce el ácido carbónico, gasque se esparce en la atmósfera formando una de suspartes esenciales, porque sin él no podrían crecer losárboles y las plantas. Pero ni la producción de la lla-ma ni aun el desarrollo de un calor intenso, son re-sultados indispensables de la combustión. El mag-nesio arde produciendo una luz y un calor intensos,pero sin llama, porque el producto de la combustiónno es un cuerpo gaseoso, sino un cuerpo sólido,el óxido de magnesio; el hierro metálico en estadode polvo impalpable se inflama al contacto de la at-mósfera, produciendo luz y calor, pero no llama,porque el producto de la combustión es óxido de hier-ro; es decir, el robin. Pero el mismo hierro en es-tado sólido, al contacto de la atmósfera, y sobre todode la atmósfera húmeda, no se inflama, y sin embargose convierte gradualmente en óxido metálico ó robin,lo mismo que en el precedente caso. En éste se veri-fica una combinación sin que produzca calor ó luz

aparentemente, pero observándola con cuidado se ad-vierte que hay producción de calor en cantidad igualá la que se obtiene con más rapidez exponiendo elhierro esponjoso á la acción del oxígeno, sólo que enel primer caso el calor se desarrolla lentamente y sedispersa á medida que se produce; y en el segundo,por el contrario, la rapidez de la producción excede ála de la dispersión, y por tanto el calor se acu-mula hasta el punto de enrojecer toda la masa. Es-tos ejemplos nos demuestran que el combustible debedefinirse toda sustancia, cualquiera que sea, capazde combinarse con otra, y que al hacerlo produzcael fenómeno del calor.

Parece á primera vista que admitida esta definiciónde la palabra combustible, deberíamos encontrar ennuestro globo gran cantidad y variedad de sustanciasque pudieran calificarse de combustibles; pero no su-cede así, y muy al contrario, la cantidad de combusti-ble que se encuentra á nuestra disposición es limita-dísima.

Examinando la capa sólida del globo, vemos que secompone en gran parte de rocas silíceas, calcáreas ymagnesianas. La sílice forma las primeras, y la sílicees el producto de la combinación del metal siliciocon el oxígeno; no es, pues, un combustible, sino unasustancia quemada que abandonó desde hace siglos sucalor de combustión.

Las rocas calcáreas se componen de carbonato decal ó de dos sustancias, óxido de calcio y ácidocarbónico, y ambas son producto de combustión;aquella del metal calcio y ésta del carbono. Las ro-cas magnesianas las forma la magnesia, que es pro-ducto de la combustión del magnesio, y que, com-binado con la cal, constituye las rocas dolomíticas deque están casi exclusivamente formados los Alpes. Enla naturaleza encontramos casi todos los metales co-munes, como el hierro, el zinc, el estaño, el aluminio,el sodio, etc., en estado de óxidos ó de cuerpos quehan sufrido una combustión.

La3 únicas sustancias metálicas que han resistido ála acción oxidante intensa que debió dominar en al-gún período de la existencia de la tierra, son las lla-madas metales preciosos; el oro, el platino, el iri-dio, y en cierto modo también la plata y el cobre.Exceptuadas estas sustancias, sólo la hulla se presentacomo carbono é hidrógeno no oxidados.

¿\ el Océano, citado algunas veces como vasto de-pósito de fuerza productiva de calor á nuestra dispo-sion para cuando se acabe el carbón de piedra? ¿Nohan publicado acaso nuestros principales periódicoshace algunos meses, con motivo de la formación deuna compañía que quería hacer gas por medio de ladescomposición del agua, largos artículos sobre esteasunto? ¡Grande error! Cuando arde el hidrógeno haysin duda desarrollo de intenso calor, pero el agua noes ya resultado de esta combustión (ocurrida en el

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N.° 4 C. W . SIEMENS. EL COMBUSTIBLE. 107globo antes de la formación del Océano). Ahora bien,la separación de ambas sustancias exigiría el empleode una cantidad de calor precisamente igual á la queha producido la primitiva combustión. Así, pues, losconstituyentes fluidos ó sólidos déla tierra, excep-tuando la hulla, la nafta (sencilla modificación de lahulla) y los metales preciosos, son productos de com-bustión, y por tanto lo contrario que el combustible.Puede considerarse, en resumen, nuestro globo unabola de cenizas que rueda incesantemente en el es-pacio; pero, por fortuna, en compañía de otro cuerpoceleste, el sol, cuyos gloriosos rayos son la causa fí-sica de cuanto se mueve, de cuanto vive, de cuantolleva en sí el poder de dar vida, calor ó movimiento.Esta influencia fortiflcadora la perciben nuestros sen-tidos en la forma de calor.

¿Qué es el calor, provenga del sol, se acumule ennuestros depósitos de combustibles y en el interior óen la superficie del globo?

Hace treinta años hubiera sido difícil contestar áesta pregunta. Las obras de física decían que el calores un fluido sutil, imponderable, que en una ú otraforma se deposita en el interior del combustible, yque al quemarse éste el fluido desaparece para alo-jarse en otra parte; pero era imposible relacionar lasdo3 ideas de combustión y de desarrollo del calor porun principio inteligible de la naturaleza, explicando dealgún modo la derivación del calor del sol y su petri-ficación, ó, como entonces se decia, su introducciónen estado latente en el combustible.

Los trabajos de Mayer, de Joule y de otros físicosmodernos han demostrado la verdadera significacióndel calor.

El calor, según la teoría dinámica, no es más quemovimiento de las partículas de la sustancia calentada,movimiento que, una vez producido, puede ser mo-dificado en su dirección y en su naturaleza, y conver-tirse en efecto mecánico, apreciable en kilográmetrosó fuerzas de caballos. Si se intensifica este movimientode las partículas, es perceptible á nuestro órgano vi-sual en forma de emanación de luz, la cual á su vezno es ni más ni menos que un movimiento vibratoriocomunicado por la sustancia en combustión al ele-mento que de ella nos separa. Según esta teoría, queconstituye uno de los progresos más importantes dela ciencia en este siglo, el calor, la luz, la electrici-dad y la acción química son manifestaciones diversasde la energía de la materia, pudiendo convenirsemutuamente una en otra, pero tan indestructiblescomo la misma materia.

La energía existe en dos formas: la energía diná-mica ó fuerza que se manifiesta á nuestros sentidoscomo un peso en movimiento, como calor sensible ócomente eléctrica activa, y la energía potencial ófuerza en estado de reposo.

Como ejemplo de ambas fuerzas, suspendamos una

libra á un pié de altura. Para levantar este peso espreciso ejercer una energía dinámica muscular á finde vencer la fuerza de atracción de la tierra. El pesode una libra suspendida al nivel á que se la ha ele-vado, representa la energía potencial equivalente áuna unidad, ó sea una libra elevada á un pié de al-tura. Esta energía potencial puede utilizarse para co-municar movimiento á un mecanismo durante su des-censo, y por medio de este movimiento se realiza unaunidad de trabajo. Una libra de carbono elevada enel espacio á un pió de altura sobre la tierra representapor tanto, mecánicamente hablando, una cantidad deenergía equivalente á una unidad; pero esta mismalibra de carbono, cuando es separada del oxígeno, há-eia el cual tiene grande afinidad, es capaz de desar-rollar once millones de unidades de energía, como laanterior, cuando el obstáculo que se opone á su com-binación con el oxigeno, es decir, la depresión exce-siva déla temperatura, desaparace; en otros términos:la energía mecánica desarrollada por la combustión deuna libra de carbono puro es igual á la que se nece-sitaría para elevar once millones de libras á la alturade un pió, ó la que sería necesaria para mantener du-rante cinco horas y treinta y tres minutos el trabajo delo que llamamos un caballo de vapor. Al examinar eltrabajo que podemos realizar por la combustión de unalibra de materia carbonada, veremos lo que disten dela perfección nuestras máquinas de vapor.

L03 siguientes ejemplos prueban la convertibilidadde las diferentes formas de energía. Al batir rápida-mente á martillazos un pedazo de hierro, se calienta;si durante un minuto y con un buen martillo se batevigorosa y hábilmente un clavo, llega éste al calorrojo. En tal caso, la fuerza mecánica desarrollada enel brazo por el trabajo de las fibras musculares, seconvierte en calor. Comprimiendo rápidamente el aireen un receptáculo, se puede inflamar un pedazo deyesca. Si se hace pasar una corriente eléctrica al tra-vés de un hilo de platino, la corriente se convierte encalor, manifestado por la combustión del hilo, mien-tras que la pila termo-eléctrica prueba la conversióndel calor en electricidad.

El calor de combustión es resultado de la combi-nación química de dos sustancias; pero ¿de esto sededuce que el oxígeno es tan combustible como lasustancia carbonada que ha recibido dioho nombre?Ciertamente; y si nuestra atmósfera se compusiera degas carburado, tendríamos que dirigir el oxígeno portubos y boquillas para procurarnos luz y calor. La ex-periencia se hace fácilmente quemando un chorro deaire atmosférico en un globo trasparente lleno del gasque se emplea en el alumbrado ordinario. Verdad es,que cambiadas de este modo las condiciones atmos-féricas, no podríamos existir, por lo cual hay que bor-rar el oxígeno y los gases análogos, como el cloro, dela lista de los combustibles.

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II. ¿DE DÓNDE PROCEDE EL COMBUSTIBLE? LOS rayosdel sol representan la energía en forma de calor y deluz, comunicada á nuestra tierra á través del mediotrasparente que, por necesidad, debe ocupar el espacioentre nuestro globo y el gran foco de luz. Cuando losrayos solares caen sobre una planta que brota, nues-tros sentidos no pueden apreciar directamente el efec-to que producen, porque la hoja no se calienta comosi fuera de hierro ó de madera muerta, pero se veri-fica una acción química cuyos resultados pueden apre-ciarse; es decir, que el gas ácido carbónico que lashojas han absorbido se separa en sus elementos decarbono y de oxígeno; el oxígeno vuelve á la atmós-fera, y el carbono resta para formar la sustancia sólidadel árbol ó de la planta. Compréndese bien que el soldebe comunicar al árbol once millones de libras óunidades de energía para que el árbol adquiera unalibra ó unidad de carbono en forma de fibra leñosa:estos once millones de unidades de energía reapare-cen el dia en que el árbol se quema, ó cuando el car-bono se combina de nuevo con el oxígeno para formarel ácido carbónico. El combustible proviene por con-siguiente de la energía solar, obrando sobre la su-perficie de la tierra.

Pero, ¿qué son esas acumulaciones de combustiblemineral, esas grandes masas de carbón de piedra queencontramos en su seno? ¿Cómo han escapado á lacombustión general que, según hemos visto, ha que-mado las demás sustancias elementales? La contesta-ción es sencilla. Los depósitos de combustible mine-ral provienen de bosques primitivos que se han for-mado como los de hoy por la acción dé los rayos so-lares, y han sido cubiertos por las materias terrosasdurante las inundaciones y convulsiones que siguieronsin duda á la antigua solidificación de la capa delglobo. Así, pues, los depósitos de carbón de piedrapueden considerarse acumulación de energía poten-cial sacada directamente del sol durante las primerasedades de la tierra. Por ello Jorge Stephenson, conuna sagacidad muy superior al estado de la cienciaen su época, decia que los rayos solares almacenadoshacían marchar á su locomotora.

Resulta de estas consideraciones que la cantidad deenergía potencial puesta á nuestra disposición se li-mita á I03 depósitos de carbón de piedra. Estos depó-sitos son aún considerables, según resulta de una mi-nuciosa información hecha recientemente, pero noinagotables, sobre todo teniendo en cuenta que lasnecesidades crecen, y que la extracción de carbón serácada año más difícil á medida que haya que buscarloen mayor profundidad.

Deben añadirse á los depósitos de combustibles losde lignito y de turba, que aun cuando no sean hu-lla, son también productos de la energía solar, atri-buyéndose á un'período más reciente que el de la for-jnacion de las capas hulleras, y que, tratados conve-

nientemente, pueden ser combustible tan útil comola hulla.

Con frecuencia he discutido acerca do la necesidadde emplear con economía nuestras reservas de com-bustible, y casi siempre me han contestado quo nodebia preocuparnos la idea de dejar combustible ánuestros sucesores, porque el genio humano inventa-rá de seguro otra fuente de potencia motriz cuando elcarbón falte, siendo probablemente este motor laelectricidad. Hace pocas semanas oia esta misma ideaen la sesión del jurado internacional de la exposiciónde Viena; pero debo llamar la atención sobre el hechode que la electricidad es otra forma de energía queel hombre no puede crear, como no puede crear elcalor, y que el desarrollo de esta fuerza supone ungasto en nuestras reservas de combustible.

Si las minas de carbón de piedra disminuyeran con-siderablemente, recurriríamos sin duda á la fuerzaque de continuo irradia del sol. Conviene, pues, saberla intensidad de esta fuerza, y los medios que te-nemos para recogerla y aplicarla. En primer lugarcontamos con la acumulación de la energía solar enla superficie de la tierra por la descomposición delácido carbónico en las plantas, fuente que, según sa-bemos por experiencia, sirve para las necesidades delhombre en los territorios medianamente poblados, ydonde la industria no tiene gran desarrollo; pero don-de la población está acumulada, la madera de los ár-boles convertida en leña no basta ni aun para las ne-cesidades domésticas, siendo preciso acarrear degrandes distancias el combustible mineral.

Los rayos solares producen, además de la vegeta-ción, otros efectos. Entre ellos la evaporación es elmás importante como origen del poder motor. El solcomunica á la tierra una cantidad de calor tal, quebastaría para evaporar anualmente una capa de aguade catorce pies de espesor. Una porción considerablede este calor causa la evaporación del agua del mar,que, convertida en vapor, y condensándose en la at-mósfera, cae en forma de lluvia sobre la superficie dela tierra y del mar. La lluvia sobre las tierras elevadasvuelve al mar en forma de ríos, y ae puede utilizar elpeso de esta agua corriente para movimiento de má-quinas. El motor hidráulico e3 por tanto también unproducto de la energía solar, y bajo este punto de vis-ta, un lago en una elevación puede considerarse comocombustible en el sentido de que es un peso situadosobre el nivel del mar por la anterior expansión delvapor en éste.

Mucho se ha empleado dicha fuerza motriz, y mu-cho podría aún emplearse en los países montañosos;pero les grandes centros industriales se encuentranen las llanuras donde los medios de comunicación sonfáciles, y la cantidad total de potencia motriz hidráu-lica en estos parajes es extraordinariamente limitada.

Los vientos, utilizados también como motores, son

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N.° 4 C. W. SIEMENS. EL COMBUSTIBLE. 109

otro producto de la energía solar. Esta fuente de po-tencia motriz es muy considerable, pero su aplicaciónofrece también grandes inconvenientes. La inconstan-cia del aire es proverbial, y donde sólo se cuenta conmolinos de viento para la producción de la harina,sucede con frecuencia que falta esta sustancia nece-saria para el hombre. Los buques de vela experimen-tan también calmas que detienen su marcha durantesemanas enteras, y esta es una de las razones por quécada dia aumenta el número de barcos de vapor.

En los últimos años se ha intentado utilizar el calordel sol acumulando sus rayos en un punto por mediode gigantescos lentes, y estableciendo calderas en elpunto de acumulación: así se emplearía directamenteel calor solar; pero este sistema conviene poco á In-glaterra, donde apenas se vé el sol, y es dudoso queaun en España produjera resultados prácticos y útiles.

Queda otra fuente natural de potencia motriz, masque solar, cósmica; la marea. Indudablemente podriautilizarse en grande escala en todos los territoriosque baña el Océano; pero este empleo, en proporcio-nes considerables, llevaría consigo también grandesdificultades prácticas ó inmensos gastos., por la su-perficie enorme que habría que dar á los estanques ópantanos en que entraran las aguas durante la mareaalta.

La rápida enumeración de las diferentes fuentes depotencia motriz que hemos hecho, y que estarán ánuestra disposición cuando hayamos consumido el ca-pital de energía potencial que hoy existe en los de-pósitos subterráneos de carbón de piedra, demuestraque ninguno de estos motores reemplazará con ven-taja á la máquina de vapor, nuestra esclava hoy, dis-puesta á servirnos á todas horas. Tampoco podrá em-plearse ninguno de ellos en la locomoción; poro esprobable que se inventen medios de almacenar y tras-portar la energía potencial en otras formas.

Adviértase que no necesitamos solamente fuerzasino también calor para fundir el hierro y otros meta-les, para realizar las operaciones químicas y para mul-titud de usos domésticos. Poseyendo mucha fuerzamecánica, podríamos indudablemente fabricar el ca-lor necesario para fundir los metales, cocer los ali-mentos y calentar las habitaciones sin necesidad deninguna sustancia combustible; pero esta conversiónde la fuerza mecánica en calor lleva consigo dificul-tades y gastos de tanta importancia, que 1.0 se con-cibe la prosperidad humana en condiciones tan labo-riosas y artificiales.

111. ¿CÓMO SE DEBE EMPLEAR EL COMBUSTIBLE? C o n -

testaró á esta pregunta examinando tres ejemplosque pueden considerarse como los tres grandes ramosdel consumo: 1.° La producción del vapor como po-tencia motriz. 2.° El hogar doméstico. 3." El hornometalúrgico.

1." Producción del vapor. Comparemos dos ci-lindros de máquinas de vapor que tengan iguales di-mensiones, uno perteneciente á lo que se llama má-quina de alta presión, provisto de su aparato distribu-tor ordinario para admitir el vapor y para expulsarlo ála atmósfera, y otro dispuesto de modo que pueda tra-bajar por expansión; es decir, provistos de los aparatosde expansión variable de Corliss y acompañado de uncondensador. Admitiendo en ambos casos la mismapresión inicial de vapor de sesenta libras por pulgadacuadrada, ó sean poco más de dos kilogramos por cen-tímetro cuadrado sobre la presión atmosférica y lamisma carga en ambas máquinas, la que esté provistadel aparato Corliss puede realizar, llenando de vaporla tercera parte de lo largo de su cilindro, el mismotrabajo que la máquina de alta presión llenándolo todo.Hé aquí un medio fácil de economizar las dos terce-ras partes del combustible necesario para una máqui-na ordinaria de alta presión; y sin embargo es proba-ble que el mayor número de máquinas en la activi-dad pertenezca al tipo que exige también mayor gasto.En este caso la práctica no desmiente la teoría, por-que la teoría bien interpretada jamás es desmentida.Una máquina ordinaria sin condensación consume portérmino medio diez ó doce libras (cada libra 483gramos) de carbón por hora y por caballo de fuerza,mientras que uua buena máquina de expansión ycondensación, para realizar el mismo trabajo, sóloconsume dos libras de carbón por hora y por caballo.Esta considerable economía proviene también de queel cilindro de la buena máquina está rodeado de un en-volvente de vapor para impedir la condensación en elinterior del cilindro donde se mueve el émbolo, y enque se construye con más cuidado la caldera y todaslas piezas <Je la máquina, para que pueda producir elmáximum de su efecto.

El hecho ocurrido en el Instituto de ingenieros me-cánicos que tengo el honor de presidir, demuestra loque puede llegar á hacerse en corto espacio de tiem-po. En el congreso anual de este Instituto, celebradoen Liverpool en 1863, decidióse hacer una informa-ción minuciosa sobre el consumo de las mejores má-quinas de los vapores trasatlánticos. Esta informaciónprobó que en ningún caso el consumo era menor decuatro libras y media por hora y por caballo. En elpasado año nos reuníamos de nuevo en Liverpool conigual objeto, y Mr. Branwell nos presentó un cuadroprobando que el consumo medio de die|s y siete bue-nas máquinas de expasion no excedía de dos librasy cuarto de carbón por hora y por caballo. Mr. E. A.Cowper ha probado que una máquina construidaconforme á sus planos, y provista de una cámaraintermedia para rocalcntar el vapor, no consu-me más que libra y media por hora y por caballo.Debemos esperar mayores resultados de esta perfec-ción comparativa, pues la teórica se alcanzará prácli-

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mente cuando se produzca el caballo de vapor con1 [8,8 libras de carbono puro, ó sea un cuarto de librade carbón ordinario.

Hay, pues, dos datos que deben servirnos de normapara llegar á este resultado; uno es el límite de con-sumo de do3 libras de carbón por hora y por fuerza docaballo, conseguido en algunos casos prácticamente,y que puede alcanzarse en todos, otro el límite teóricode l¡4de libra por hora y por fuerza de caballo, límiteá que nunca se podrá llegar en absoluto, pero al cualel genio de los inventores podrá aproximar el consumo.

2." Consumo doméstico. El derroche de carbónque se hace en las cocinas y en las chimeneas es indis-cutible. No se utiliza en el)as más que el calor queirradia del fuego mismo, y la combustión es ordinaria-mente muy imperfecta, porque el fondo metálico de lachimenea y la abundancia excesiva de corrientes deaire frió la detienen á medió hacerse. Sabemos que sepuede calentar una habitación con una estufa muchomás económicamente que con una chimenea; pero sedice, con razón, que la estufa es un aparato de tristeapariencia porque no se ve en ella el fuego, y no acti-vando bastante la ventilación hace la atmósfera muypesada. Estos inconvenientes son realmente graves, éimporta poco la economía cuando no puede realizarsesino á costa de la salud y de la comodidad. Pero hayuna chimenea mucho más cómoda que las usadas hoy,con la cual se consigue una economía notable. Estachimenea barata, aunque todavía poco usada, es la delcapitán Galton; se parece á las ordinarias, exceptuan-do el tabique de ladrillos del fondo, que es algo másalto y perforado á mitad de su altura para admitir en elfuego aire caliente, y quemar mayor porción del humoque ordinariamente sube por la chimenea sin serquemado, para envenenar la atmósfera que respiramos.

El elemento nuevo y el mérito principal de la chi-menea del capitán Galton, consiste en una cavidaddispuesta detrás del hogar, donde penetra* directa-mente el aire exterior, adquiere la temperatura mode-rada de unos 29 grados centígrados, y pasa despuéspor un tubo que le conduce al techo de la habitación,donde hay una abertura por donde pasa; de estasuerte existe una presión dentro de la estancia queimpide se establezcan corrientes de aire frió por laspuertas y ventanas; el aire, pues, se renueva cons-tantemente como de ordinario por el tiro de la chi-menea. El capitán Galton ha combinado así con sen-cillez, habilidad y eficacia, la alegría que produce elfuego descubierto, la comodidad de una habitacióndonde el aire se renueva sin cesar en una tempera-tura templada, y grande economía de combustible.Esta chimenea, sin embargo, se emplea muy poco ápe3ar de haberla descrito minuciosamente el capitánGalton en sus Memorias, y de los elogios que hizo deella en un informe completísimo al general Morin, di-rector del Conservatorio de artes y oficios de Paris.

La lentitud con que se ha aplicado este progresoevidente, depende en mi concepto de dos circunstan-eias; es la primera que el capitán Galton no pidió pri-vilegio de invención, por lo que nadie se apresura áaprovechar su descubrimiento; y la segunda, que lascasas se construyen ordinariamente para venderlas yno para habitarlas. El constructor sólo piensa en ha-cer una buena especulación enajenando el edificio, sies posible antes de que esté terminado, y el compra-dor en alquilar las habitaciones inmediatamente, cui-dándose muy poco uno y otro de la comodidad de losinquilinos. ¿.Por qué no adoptan las chimeneas del ca-pitán Galton, que no cuestan más que las ordinarias, yque siendo más cómodas para el inquilino le econo-mizan una cantidad considerable de carbón? Porque elinquilino no puede exigírselo cuando se construye eledificio, y porque lo mismo vende sus casas el cons-tructor siguiendo el procedimiento rutinario. Mientrasno piensen éstos algo menos en su provecho y algomás en el de los inquilinos, no se evitarán inconve-nientes que, en cierto modo, pueden corregir las so-ciedades cooperativas de edificación, respecto á lascuales queda aún mucho por hacer.

3." Consumo para las operaciones de fundición.Examinemos el tercer ramo de consumo, es decir, lasoperaciones de fundición que emplean unos cuarentamillones de toneladas de combustible de los 120 queanualmente se explotan. En este ramo también pue-den realizarse grades progresos. En efecto, el com-bustible empleado para fundir una tonelada de hierroó de acero excede la cantidad teórica más que el em-pleado en la producción del vapor. Tomando el calorespecífico del hierro á 0,114, y el calor del hierrofundido á 1,600 grados centígrados, se necesita-rán 1,600X0,114=182 calorías para calentar unalibra de hierro. Una libra de carbono puro desarrolla8.000 calorías, y una libra de hulla común 6.600,por consiguiente, con una tonelada de carbón sedeberían fundir 36 toneladas de hierro; pero en unhorno ordinario la tonelada de carbón sólo fundauna y tres cuartos de tonelada de hierro, no pro-duciendo, por tanto, más que la 21a parte del efectomáximo en teoría. Se consumen dos y media tonela-das de cck para fundir una tonelada de acero en cii-soles; pues bien, fijando en 2.000 grados centígradosel punto de fusión del acero, y en 0,119 el calor es-pecífico, se necesitaría 0,119X2.000=238 caloríaspara fundir una tonelada de acero; y admitiendoque el cok ordinario produce 6.600 calorías por to-nelada, con una de cok deberían fundirse 28 deacero. El horno de fusión de Sheffield sólo utilizala 70a parte del calor desarrollado en la combus-tión. Cabe, pues, aquí un gran progreso, y en losmuchos años que me estoy ocupando de esta cues-tión he conseguido algunos útiles resultados. Des-de 1846, es decir, poco tiempo después del descubrí-

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N.° 4 C. W . SIEMENS. EL COMBUSTIBLE. 111

miento de la teoria dinámica, he procurado obteneralgunas ventajas económicas, cuya posibilidad indi-caba esta teoría. Escogí al regenerador como instru-mento, qus sin ser capaz de producir calor cuando éstese emplea realmente, es muy útil para guardar por al-gún tiempo el calor que inmediatamente no se utiliza,bien para comunicarlo al fluido ó sustancia que se ca-lienta, bien para engendrar fuerza.

El horno que empleo en la actualidad para fundirel acero está construido sobre un suelo compuestode materias muy refractarias, como arena silícea puray ladrillos de sílice ó de Dinas; bajo este suelo haycuatro regeneradores ó cavidades llenas de ladrillos,colocados en forma de tablero de damas; estos rege-neradores están dispuestos de modo que, mientrasoor uno de ellos pasa una corriente de gas combusti-ble, por el inmediato pasa una corriente de aire, á finde que juntas se quemen al entrar en el horno. Envez de ir los productos de la combustión directa-mente á la chimenea como en los hornos ordinarios,vuelven á bajar y pasan por los otros dos regenera-dores, dirigiéndose después á la chimenea, pero de-jando en los ladrillos, y sobre todo en las capas su-periores la mayor parte de su calor, de modo que losproductos gaseosos llegan á la chimenea comparativa-mente fríos, es decir, á unos 180 grados centígrados.

Cuando han circulado en este sentido durante me-dia hora, se cambian las corrientes por medio deválbulas dispuestas al efecto, y el aire frió y el gascombustible entran al horno después de cargarse decalor al atravesar los regeneradores, y casi á la mis-ma temperatura en que lo abandonan los productos dela combustión. La consecuencia de este procedimientoes una grande acumulación de calores del horno, ycomo los regeneradores se calientan más cada vez quelos productos de la combustión pasan por ellos, secomprende que pueden acumularse en el horno un calorcasi ilimitado con el mínimun de tiro en la chimenea.

Prácticamente se llega al límite cuando tos sustan-cias que hay en el horno empiezan á fundirse. Tam-bién hay un límite teórico, porque la combustión cesaen un punto que Mr. Sainte Claire Deville ha fijadoen 2.900 grados centígrados, y que llama punto dedisociación. Al llegar á él podrían mezclarse el hidró-geno y el oxígeno sin que ambos gases se combinen,lo cual prueba que la combustión sólo se verifica en-tre los límites de temperatura de 300 á 2.800 gradoscentígrados próximamente.

Volviendo al horno de gas con regeneradores, esevidente que se realiza economía cuando, dentro de loslímites ordinarios, se puede obtener algún aumentode calor, mientras que los productos de la combus-tión no tienen más que 180 grados centígrados cuandoentran en la chimenea. Prácticamente se funde unatonelada de acero en este horno con 600 kilogramosde carbón de piedra menudo, consumido en el pro-

ductor del gas. Este, colocado á alguna distancia delhorno, consiste en una cámara de ladrillo conte-niendo muchas toneladas de combustible que ardenlentamente. En las grandes fundiciones se reúnen pormedio de tubos á cierto número de hornos un nú-mero considerable de productores de gas. Dicho siste-ma, muy usado hoyen nuestro país y en algunos otros,ofrece la ventaja de que ni produce humo, ni hay quellenar la fábrica de combustible sólido y de cenizas.

Uno de mis proyectos favoritos, en el cual he me-ditado largo tiempo, sin que hasta ahora haya podidorealizarlo prácticamente, consiste en establecer estosproductores de gas en el interior de las minas decarbón de piedra. Seria preciso colocar tubos paraconducir el gas á la superficie, se evitaría la extrac-ción del carbón, y al ascender el gas adquiriría talpresión, que podría conducirse á fábricas colocadas ámuchas millas de distancia. Este proyecto, lejos deser peligroso para las minas, aseguraría su ventilacióny permitiría aprovechar los montones de escombros decarbón que representan un 20 por 100 del producto,y que ahora se dejan perder en el fondo de la mina.

También he deseado proporcionar á las poblacionesgas para emplearlo como combustible en los usos do-mésticos y en las manufacturas. En 1863 se formócon el concurso del ayuntamiento de Birmingham unacompañía para proveer de dicho gas á esta ciudad, árazón de 60 céntimos por cada 1.000 pies cúbicos (33metros cúbicos); pero la Cámara de los Lores no apro-bó el proyecto de ley, porque, en su concepto, si el planera bueno, ya lo realizarían las compañías de alum-brado por gas. Inútil es decir que, organizadas éstascon otro objeto, no han pensado en tal cosa. La ideasólo se ha puesto en práctica parcialmente en Berlin.

IV. LA CUESTIÓN HULLERA. Examinando el infor-me de la comisión encargada de estudiar las causasde la carestía actual del carbón, vemos que en 1872,á pesar de los elevados precios y de las huelgas de losmineros, se extraían 123.000.000 de toneladas de lasminas de Inglaterra y del país de Gales. En 1862, laextracción llegaba tan sólo á 83.800.000 toneladas, loque indica un aumento de consumo anual por términomedio de 4.000.000 de toneladas.

Si este aumento progresivo continúa, nuestro con-sumo llegará dentro de treinta años á la enorme cifrade 280.000.000 de toneladas por año, lo que proba-blemente producirá una elevación de precio muchomás considerable que cuantas hemos visto hasta eldía. Si se estima en 10 francos por tonelada el au-mento de precio durante el último año, aumento quees probable quede permanente, y deducidos los13.000.000 de toneladas que hemos exportado, resul-tará que el consumidor inglés ha tenido que pagarmil cien millones de pesetas más que los años pre-cedentes por el carbón; suma bastante grande para

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114 REVISTA EUROPEA.- DE MARZO DE 4874. N.° 4.

Y8

M D.P.—0»,013 +0",09+0,015 —0,03+0,016 + 0 , 0 24-0,019 4-0,06

e +0,017 4-0,06? +0,020 + 0 , 0 4i) -0,033 + 0 , 0 3

En virtud de estos movimientos propios, lasdistancias relativas de dichos astros cambian conel tiempo. Pero como el cambio no es más que dealgunos segundos por siglo, se necesitan muchossiglos para que la diferencia llegue á ser sensibleá la simple vista. Nuestras generaciones huma-nas, nuestras dinastías, nuestras mismas na-ciones no viven bastante para esta medida.

Se trata de cantidades astronómicas, y paraapreciarlas es preciso escoger los términos que lescorresponden. En la tierra no hay más que unamedida de tiempo que puede ser empleada, elgran año del planeta, la precesión ó mutación delos equinoccios, lenta revolución del globo queemplea más de venticinco mil años en realizarse.Un período como ese puede servir de base engeología y en astronomía sideral. Tomando, pues,cuatro de esos períodos para que sea númeroredondo, cien mil años, se debe llegar á una di-ferencia sensible en el aspecto del cielo; y ha-ciendo el cálculo, encuentro, en efecto, que en esteintervalo, que sin embargo no es enorme en lahistoria de los astros, pues la tierra que habita-mos tiene varios millones de años, encuentro,digo, que dentro de esos cien mil años todas lasconstelaciones estarán variadas.

Obsérvese en la figura 2." el resultado geométricode mi cálculo sobre el movimiento propio de lasestrellas de la Osa mayor, y se tendrá una idea dela forma de esta constelación dentro de cien milaños. Se ve que para entonces habrá perdido porcompleto su aspecto actual, y será en vano que sebusque el diseño de un carro en esta nueva figura.

Fig. 2.a—La Osa mayor dentro de cien mil años.

Alpha habrá bajado a colocarse á la derecha deBeta, y estas dos estrellas formarán una alineacióncon Gamma y hasta con Héta, que se habrá

puesto casi en la misma dirección. Delta, Epsilony Zeta se encontrarán por su parte alineadas en se-gunda fila. Si en época tan lejana de nuestra efí-mera vida las lenguas de la humanidad terrestredieran todavía el nombre de carro á esta conste-lación, no se comprenderá el origen de esta deno-minación popular. ¿Qué nombre podría darseentonces? Bien supérfluo seria proponerlo ahoraá nuestros descendientes del siglo mil de la eracristiana.

Al ver la profunda trasformacion que habrá su-frido esta constelación en los siglos venideros, sele ocurre á cualquiera preguntar cuánto tiempohace que tiene la forma en que la conocemos,y qué aspecto ofrecía en los siglos pasados. Sitomamos también cien mil años atrás, se com-prende que probablemente no habría todavíahombres en la tierra, y por lo tanto sólo losmonstruos antidiluvianos (que debían preocu-parse muy poco de astronomía trascendental)han podido dirigir sus miradas á la bóveda estre-llada.

Sin embargo, en Marte, Júpiter, Saturno, Uranoy Neptuno habia ya en aquella época habitantesinteligentes; y como el cielo es el mismo vistodesde esos planetas ó desde la tierra, ellos han co-nocido la Osa mayor tal como existia entonces. Paraencontrarla posición de cada una de esas siete es-trellas hace cien mil años, basta hacer á la inversala misma operación del ejemplo precedente; y estecálculo da otra figura que no se parece en nada ála primera ni á la segunda. Es una especie de

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Fig. 5.'—La Osa mayor hace cien mil afios.

cruz informe, en la cual Delta forma el cruce delos brazos; Alpha el lado izquierdo; Gamma ellado derecho; Beta la cabeza, y Epsilon, Zeta yHéta el pié. Héta era hace cien mil años, comohoy, la más lejana, y no habia llegado todavía á laasamblea de las otras seis. Por lo demás, anali-zándola marcha de estas estrellas se llega al con-vencimiento de que las cinco compañeras, Beta,Gamma, Delta, Epsilon y Zeta, están asociadas

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N/4 PUSHMAN.—RICARDO WAGNER. 115en su destino por un lazo común, formando unmismo grupo de amigas que marchan de comúnacuerdo, y guardan, como se puede ver, la mismaposición relativa entre sí; mientras que Alphapor un lado y Héta por otro son dos... intrusas,que actualmente forman parte de la asociación,pero en realidad extrañas á ella. Obsérvese lafigura 2.a: Alpha, que marcha siempre hacia laderecha, va á abandonar definitivamente el gru-po. En la figura 3.a se ve á Héta que llega por laizquierda, y que hasta la época á que se refierela figura, habia sido completamente extraña á lafamilia de las cinco hermanas.

Las conclusiones que acabamos de sacar rela-tivamente a la trasformacion secular de la Osamayor, pueden ser aplicables á todas las demásconstelaciones. Hemos tomado esta por ejemploporque es la más conocida y una de las mejor ca-racterizadas. En resumen, vemos que el conoci-miento de la marcha propia de las estrellastrasforma absolutamente nuestras ideas habi-tuales sobre la fijeza de los cielos. Las estrellasson llevadas en todos sentidos á través de las re-giones sin fin de la inmensidad; y, como la natu-raleza celeste, la constitución del universo cambiade siglo en siglo, sufriendo perpetuas metamor-fosis.

CAMILO FLAMMARION.

(Reme scieutiftque.)

RICARDO WAGNER.ESTUDIO FISIOLÓGICO.

Frase conocida y aun trivial es aquella que aseguraque «el genio y la locura son hermanos», fundándoseen la frecuencia con que hallamos en los célebres yconocidos artistas y sabios actos que pudieran creersepropios del loco más rematado.

No falta quien crea que los cerebros de unos y otrosson muy semejantes, y que sólo de la constitución fí-sica del individuo, de su educación y de las circunstan-cias particulares de su existencia, depende que con-cluya siendo admirado como genio extraordinario óencerrado como insensato.

La íntima relación del genio y la locura es tan evi-dente, que un conocido fisiólogo francés, Moreau deTours, se extravía hasta el punto de afirmar que am-bos no son sino diferentes estados de la misma enfer-medad nerviosa. Presentada en esta forma absoluta laafirmación es evidentemente falsa. Un cerebro enfer-mo no puede crear nada verdaderamente bello, puesle falta la calma necesaria para pesar la justa propor-ción y armonía de la obra; del mismo modo que nin-gún otro órgano esencial de un cuerpo puede desem-

peñar en estado de enfermedad, no ya funciones ex-traordinarias, pero ni siquiera las normales.

Los límites entre el genie y la locura se pueden es-ablecer con claridad y precisión teóricamente, tratán-

dose de un hecho concreto, aun cuando á veces esniposible señalarlos; porque hay individuos en quienes

se ocultan los síntomas característicos de la locura.Ambos huyen de la rutina, abriéndose nuevos caminos;rompen abiertamente con las ideas de su tiempo y sonoriginales en todas sus ideas, sentimientos y actos.

El genio luchará contra las imperfecciones de sutiempo, porque conociéndolas con claridad, y profun-damente convencido de su misión, siente en sí mismola fuerza y la capacidad necesarias para adelantar unpaso en la marcha de los conocimientos humanos.

Dominado el loco por el error, cuando traspasa ellímite de las condiciones ordinarias de la vida y entraen lucha con las ideas dominantes en su tiempo, nocamina hacia fin determinado, no se propone reformaalguna, ni conoce los errore3 de sus contemporáneos,ni se propone remediarlos.

El genio sigue otro camino que la generalidad delos hombres; porque lleva dentro de sí la íntima con-vicción de que su influencia lucha en favor del enno-blecimiento moral é intelectual del género humano, encuyo provecho trabaja, esperando que un dia obtendrála gratitud de sua semejantes.

Sus actos demuestran la calma, la seguridad de lainmortalidad, y denotan una individualidad poderosa;creyendo dar á su patria un mundo de nuevas ideas elhombre de genio, respeta al principio las pasadas y semuestra tímido antes de destruirlas, porque tiene laconciencia de la debilidad del individuo ante la huma-nidad.

El verdadero genio no conoce las ambiciones pe-queñas quov impulsan á la generalidad de los hombres.Fija la vista en lo sublime, espera y sabe que en losvenideros tiempos su nombre sobrevivirá con susobras, siendo el sello característico de una época deadelanto.

La actividad del loco es puramente individual; sólovive para su propio interés y las encontradas pasio-nes, así como los sufrimientos físicos, todos involun-tarios, combaten dentro de él, conduciéndolo poco ápoco al abismo que lo devora. Sin plan alguno, y enabierta contradicción con todas las leyes que formanla base de la sociedad y do la familia, en todos susactos se muestra inconsciente y violento. Como unilustre médico alienista ha dicho, los motivos que im-pulsan el genio y la locura, son tan diversos como elapetito del hombre sano y el del histórico que deseacomer lodo.

Solamente quien no penetre en el interior del cora-zón humano, analizando las causas de la conducta delos hombres, puede confundir un loco con un hombresensato. Como dice Goethe, «el genio sólo está unido

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á su siglo por sus faltas». Estas excentricidades, estascaprichosas fantasías son como la escoria que el genioarroja después de depurado el pensamiento por eltrabajo.

Triste cosa es que los hombres de genio, y particu-larmente los poetas y artistas, concluyan su vida com-pletamente locos. Podríamos citar los nombres de T.Tasso, W. Cowper, Nicolás Leñan, Roberto Schuman,B. Davison, y otros. Ya Aristóteles dijo que la melan-colía es la herencia del genio. El combate incesantedel hombre con las dificultades de la vida, e! conoci-miento de su propia debilidad en relación á la rudafuerza física de la mayoría humana, el sentimiento delvalor intrínseco de las propias ideas que inútilmenteluchan por difundir nueva luz, desterrando las preocu-paciones vulgares, todo esto contribuye frecuente-mente á cortar el vuelo del genio debilitando susfuerzas.

Entre las causas que más fácilmente irritan y desor-denan el cerebro de esta clase de hombres, puedencontarse los sucesos extraordinarios ó inesperados, losgolpes de la suerte, las enfermedades y otros milaccidentes. Cuanto más pronto y fácilmente estas cau-sas debilitan la constitución del individuo, ya por ex-ceso de trabajo, por pobreza ó por desordenada licen-cia ó pasión, tanto más fácilmente la disposición en-fermiza podrá hacerse hereditaria, sobre todo si laeducación no contribuye á despertar y afirmar el sen-timiento de la verdad y de la armonía, sino que por elcontrario aumenta la confusión y desorden innatos.

Los antiguos conocían el furor poético y, en efecto,es un hecbo indudable que las más sublimes ideas deartistas y filósofos, sólo por la inspiración nacen y sedesarrollan, y no á voluntad de sus autores, bien queéstos comprendan su importancia ó significación his-tórica cuando la idea vive en sus inteligencias comofruto maduro destinado á dar grandes resultados. Nila investigación de la propia conciencia, ni la argu-mentación más lógica, dan por resultado proporcio-nar al artista pensamientos dignos de realizarse. Es-tos, cuando son dignos de tal nombre, nacen repenti-namente, y, como dice Ed. Hartman, traspasan lapuerta de la conciencia.

La ciencia no puede analizar lo que pasa en el inte-rior del hombre en tales momentos, ni cuánto tiempoduermen en su alma los elementos que la experienciaconvierte en tesoros por cierta especie de lenta cris-talización.

Hemos creído necesario hacer estas ligeras observa-ciones sobre las diferencias características entre el ge-nio y la locura, porque así el lector, por la compara-ción y deducción, podrá mejor formar idea exacta delestado intelectual del hombre que es objeto de esteestudio.

El objeto de este artículo no es inclinar la balanza,ni del lado de los amigos de Wagner, ni del de sus

enemigos. Jamás hemos tenido con él relaciones polí-ticas ó artísticas, y para nosotros no es más que unsujeto curioso y digno de análisis científico. Así, pues,hablaremos más del hombre que del artista, evitandode este modo el dar á nuestro tarbajo carácter depolémica.

No fallará quien critique nuestro propósito do exa-minar claramente la delicada cuestión, de si un hom-bre contemporáneo nuestro esta loco ó nó, sobre todotratándose de sujeto cuyas obras numerosas permane-cen por decirlo así intactas. Debemos decir algunas pa-labras en justificación de nuestra idea.

El Sr. Wagner ha llegado á adquirir importanciahistórica por su genio y por circunstancias y vicisitu-des de la suerte verdaderamente extraordinarias; y sunombre es tal vez el que más resuena y ha ganadomás terreno entre los de los varios que han queridoformar escuela. No es por tanto nuestra intención ata-car la persona de Wagner; pero aun cuando la manerafranca que hemos de emplear al hablar de su carácterpersonal pudiera herir su amor propio, todavía nosconsolaríamos con la idea d(-, que nuestras observacio-nes podrían serle útiles, apartándole del camino erra-do que sigue; porque el médico no debe vacilar enamputar un miembro gangrenado cuando éste ame-naza comunicar el mal á todo el organismo. Presen-tándole el espejo de la verdad creemos hacerle ungran servicio; que la enfermedad es desgracia yno culpa, y es meritorio procurar la salud del en-fermo.

Ricardo Wagner nació en Leipzig en 22 de Mayode 1813.

Su padre, empleado de policía, murió seis mesesdespués de su nacimiento, quedando él bajo la tutelade su padre político L. Geyer, pintor y actor, cuyaprematura muerte lo dejó sin más protección que lade su madre; sin que en la transición de la niñez á lajuventud diera Wagner muestras de la carrera quedeseaba seguir.

En la escuela no obtuvo aquel éxito que hubierapodido esperarse de su vivo y penetrante ingenio.Faltábale la tranquilidad y perseverancia en el trabajo,y en vez de traducir á Cornelio Nepote, prefería escri-bir tremendas tragedias, entregándose más de gradoá su vagabunda fantasía, que al estudio del piano yde la música. Necesitaba, en fin, encontrar el caminopor donde realizar pudiera sus aspiraciones á lo ex-traordinario.

Luchando con las dificultades materiales de la vida,su alma al mismo tiempo se formaba con los noblesgoces que le proporcionaba el estudio de las obras delos grandes maestros de su arte. En las diversas posi-ciones que ocupó hasta 1839, aprendió la parte téc-nica del arte, tan necesaria para consagrar una re-putación CQmo la ideal. Después de h?ber vivido enParis, donde bosquejó su «Fliegende Hollander, y

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N . ° 4 PUSHMAN. RICARDO WAGNER. 117

Rienzi, preparando algunos trabajos literarios, vol-vió á Alemania en el verano de 1842.

Rienzi, ejecutado en Trieste, obtuvo la aprobaciónunánime, y proporcionó al joven compositor la posi-ción de maestro de capilla.

Wagner se vio honrado y admirado de todos, y ha-bia ya subido el primer escalón que debia conducirloá su reputación posterior. Pero el primer éxito notrajo tras sí el segundo. Rienzi no halló en todaspartes la entusiasta acogida que en Dresde.

La envidia, el orgullo y los celos, buscaban el me-dio de destruir su talento y su tranquilidad. Tampocoel Fliegende Hollander tuvo el éxito que su autoresperaba, y ante su obra maestra Tanhausser el pú-blico permaneció frió, si bien disculpando al composi-tor en atención á la mala ejecución de la obra.

Todas las aspiraciones del artista parecían perdidas,ó inútiles sus esfuerzos para llamar la atención y elaprecio público sobre sus obras. Los desengaños semultiplicaban oscureciendo el limpio cielo de su espe-ranza, viendo todas las noches cuan otro se mostrabael público de lo que él habia esperado. En ningunaparte hallaba consuelo ó auxilio á las muchas amar-guras que diariamente le angustiaban.

Aumentada su triste situación por los desengañosde un matrimonio infeliz, cada vez crecía también suodio contra las dificultades de la vida, tan otras deaquellas ideales que vivían en su corazón. Entoncesvolvió los ojos en derredor de sí con espanto, contem-plando las penas que de abismo en abismo lo habianconducido á tan miserable estado. No se halló, pordecirlo así, en sí mismo, sino dominado por la misan-tropía y por las ideas sociales y políticas del momento.

Llegado el tormentoso año de 1848, lanzóse Wag-ner en la corriente revolucionaria, cuyas olas pasaronsobrfi su cabeza. Esperaba sin duda que un cambiosocial completo habia de cambiar todas las circuns-tancias que lo habian traido á la desesperación.

Como tantos idealistas que entonces combatieronen las barricadas por la libertad, Wagner olvidó queaquel movimiento revolucionario no podía dar resul-tado práctico y útil si los excesos de la soñada libertadhacían necesaria la reacción. Llegada ésta, tuvo quesalir Wagner de su patria, porque se habia compro-metido demasiado en la política, siendo imposible quevolviese á su casa en el estado en que estaban losasuntos de Alemania.

Fugitivo y proscrito corrió Wagner primeramenteá buscar en Weimar á su amigo Liszt, quien le faci-litó los medios necesarios, tanto en dinero como enrecomendaciones, para que pudiera ir á Paris.

A él entregó Wagner su testamento artístico, y á élse debe que la reacción política no hubiera entonceshecho olvidar las obras del artista.

En tanto que vivia en el destierro postrado por lamelancolía y perdidas todas sus esperanzas, Liszt

ganó amigos y simpatías para las obras del proscrito.Interpretadas éstas magistralmente por un hombre

cuya imaginación tenia cierta analogía con la deWagner mismo, empezaron á cobrar crédito y parti-darios en Alemania. A Liszt se debe la popularidad deTanh/iusser,y las simpatías excitadas por él han sidoel origen de la reputación del compositor.

No estaba lejos el momento en que cesaran los gol-pes de la suerte que habian arruinado sus ilusiones yesperanzas, y sabiendo que el Tanhausser empezabaá cobrar crédito en Alemania, decidióse á crear algonuevo, y empezó el boceto de Lohengrin, con el cualcreia entonces llegar al cénit de su reputación ymérito.

Paris le habia de nuevo olvidado, y entonces se di-rigió á Zurich donde halló la más hospitalaria acogidaen casa do un amigo rico, y que le era muy adicto.

Allí vivió muchos años, fecundos en trabajos artís-ticos, hasta quo el advenimiento al trono del reyLuis II de Baviera le trajo nuevas esperanzas.

El joven rey que subia al trono á la edad de 18años, después de la temprana muerte de su padreMaximiliano, mostraba gran entusiasmo por todo logrande, noble ó bello, y las más sinceras aspiracionespara realizar el ideal sublime que ardia en su mente.Dotado de gran belleza corporal, poseía además lapureza de alma y la castidad, joyas inapreciables enaquel que ocupa uu trono. Su educación, bien dife-rente de la que se da al mayor número de los prínci-pes, estaba basada sobre el propio perfeccionamiento;y más que en ejercicios corporales, pasaba el tiempoen el estudio de las obras maestras de los tiempospasados. Lleno de ilusiones esperaba hacer la felici-dad de su pueblo, estableciendo la amistad y fraterni-dad más eálreeha. Las ciencias y artes eran sus másgrandes preocupaciones, y con tal motivo conocíatodos los hombres más notables de auestro tiempo.

Amaba sobre todo la música, cuyo encanto abria ásu fantástica imaginación un nuevo mundo ideal desentimiento. Conocía las óperas de Wagner; así es,que cuando tuvo relaciones directas con él y le oyóhablar sobre sus obras, no le pareció que hacia rela-ción con un desconocido, sino que volvía á ver á unamigo ya querido.

Wagner trató al joven monarca con aquella impo-nente seguridad, cuyo efecto conocía muy bien, tra-tándose de una naturaleza débil y sensible como la deljoven rey.

Un nuevo astro aparecía en el cielo de aquellacorte, y su creciente brillo amenazaba eclipsar hastael del mismo sol de quien recibía vida y luz.

Wagner llegó á tener muy pronto grande influjosobre el ánimo del rey, convirtiéndose en un verda-dero favorito.

Pero hombre tan admirado, no podía contentarsecon un poder prestado por el destino favorable, para

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ayudar á sus semejantes, para practicar el bien ypara crear bellas obras. De otro modo no justificabala protección de su favorecedor, ni realizaba las espe-ranzas que sobre ella se habían fundado. En los dora-dos salones del palacio hallaba reposo y brillaba enlas ceremonias cortesanas; poro nada hacia digno delgran maestro creador de Lohcngrin. Dedicóseenlóncesá rebuscar los residuos de sus fantásticas ideas juve-niles, trabajando penosamente para salvar la aparien-cia de genio creador, con el cual ya no podia contar.

Las últimas obras llevan el sello de la medianíapretenciosa, y se distinguen sobre todo por la falta decohesión. Meistersinger, Tristón und Isolde, Bhein-gold, no corresponden á la? primeras, y el asunto,las ideas, las palabras y la música son desatinadas éinconexas.

El público en su buen instinto lo ha juzgado asítambién, y mientras Tanh¿tusser y Lohengrin han ha-llado acogida en muchos países, sus nuevas obraspuede decirse que han muerto apenas recibieron vida.Cuando Wagner llama á Rienzi un pecado de su ju-ventud, quisiéramos saber qué juicio forma de susnuevas obras. Diríase que el artista ha muerto en él yque sólo queda un altivo y ambicioso cortesano.

La gloria artística parecía ya pequeña á su desme-surado orgullo, y aspiraba ya á laureles recogidos enesfera donde no comprendía nada. D'ióse á la filosofíay á la política, creando teorías que parecen emanadasde una casa de locos, y que los hombres sensatos nopueden menos de acoger con sonrisa de lástima. ¿Tancerca del trono y no habia de intentar el mando? Lafortuna, la amistad de un rey y de tantos príncipes ynobles no los creia bastante.

Le pareció que era llegado el tiempo de presen-tarse como reformador de los pueblos, resucitandolas teorías de su juventud. Su real protector le hizogran número de partidarios en la corte, y pronto sevio jefe de un gran partido, cuyo influjo trataba dealcanzar, no sólo á las artes, sino á la política. Tur-bulento, y no sabiendo dominarse, rechazó cuanto seoponia á su marcha. Personajes de importancia tuvie-ron que cederle el paso, y cada dia era mayor supartido. Con desatinada locura arrastró y pisoteó losmás delicados y santos sentimientos, hablando iróni-camente de la Moral y de la Ley. Cuanto mayor era elbrillo de su nombre, tanto más disminuía el respeto ásu persona, dando paso al odio del pueblo, cuyos sen-timientos ofendía groseramente. ¿Era aquel un grandeartista? ¿Era nuestro querido y admirado gran maes-tro, el que habia tantas veces interpretado nuestraspenas, esperanzas y alegrías? ¡A»! no. No era ya elmismo. Aquel Wagner habia muerto con el canto decisne de Lohengrin, y el que tenemos delante es undesgraciado y extraviado viejo, del cual nos reimoscon lástima viéndole escarbar y rebuscar penosa-mente los recuerdos de su juventud.

Cuanto más comparamos el Wagner actual con elanterior, más nos confirmamos en la idea de que sólouna gran diferencia física puede dar lugar á semejantetrasformacion. Creemos hacer un gran servicio alhombre y al artista, tratando delibrarle del despreciode sus contemporáneos, dulcificando la opinión for-mada contra él.

Poco á poco hemos llegado á la convicción de queRicardo Wagner uo se encuentra ya en su cabal jui-cio, y. procuraremos demostrarlo con hechos.

El amor propio, ó por mejor decir, la soberbia deWagner, de tal modo excede todo término y mesura,que tiene ya carácter de monomanía ó enfermedad,puesto que le impide ver el mérito ajeno hasta elpunto de considerar el propio como ideal encarnadode la más alta ciencia y sabiduría. Los célebres músi-cos Mozart, Gluck, etc., sólo tienen, según él, impor-tancia en la historia del arte por haberle servido depredecesores, y el mismo Bcethoven puedo única-mente colocarse á su lado en el más alto grado delcuadro de «grandes maestros en todas épocas.» Des-pués de Wagner, no es posible progreso alguno, por-que él representa el mayor grado de la perfecciónabsoluta. Semejante arrogancia y tan extravagantemanía, expresada hasta la saciedad en todos sus es-critos, sólo es propia de un pobre demente.

El hombre verdaderamente grande aguarda tran-quilo la consagración del tiempo, convencido de supropio mérito, y sin esa impaciencia febril por adelantarel juicio de la posteridad, pretendiendo como Wagnertener el honor de precipitar los efectos del trascursode los años, de la muerte y de la variedad de la opi-nión pública. Wagner ha querido conseguir lo queningún artista ha pretendido antes de él.

Pero aun esto no bastaba á su orgullo; el mundodebiera postrarse á sus pies para reverenciarlo y ado-rarlo como Dios. Por escrito y de palabra ha dichocien veces que nadie conocía su mérito; que sólo sele preparaban humillaciones y sufrimientos inmereci-dos, y que sistemáticamente se le hacia la guerra. Entodo el mundo trompetea su propia gloria, afirmandoá voz en grito que él es el grande hombre, el geniocolosal del siglo.

Trata á los demás compositores de un modo brutalporque le devora la pasión de la envidia, y no quieresometerse á las leyes del decoro y cortesía.

La prensa de baja estofa ha divulgado ya sus escri-tos contra los judíos, y sus maldiciones y anatemas nosólo contra ellos, sino contra todo aquel que no creaen la infalibilidad del pontífice de la música.

El que lea el prólogo á la edición completa de susobras literarias (Leipzig, 1871), no podrá menos deasombrarse de la desmesurada desfachatez con queWagner se glorifica á sí propio. «Yo no puedo (diceél) como Qtros grandes hombres encontrar un biógra-fo que se encargue de escribir mi vida y hechos por

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4 PUSHMAN. RICARDO WAGNER . 119

compasión, y por tanto habré de ser yo mismo mibiógrafo. Comprendo la crítica que me ha de atraertal decisión; pero esto no puede intimidarme.»

«Hay demasiado en mis obras literarias para que yopueda temer el olvido, y nunca podrán otros decir éinterpretar mis propias inspiraciones como yo mis-mo. Necesitaba además poner en claro si los conoci-mientos que he adquirido con mis sublimes creacionesartísticas, tienen más importancia de la que se puededar á una profunda y problemática personalidad (1).»Más adelante, cuando comenta y explica sus obras,pretende «haber creado un arte completamente nuevo,del cual no es más que una sombra el arte que mu-rió,» y en seguida pretende dar á sus lectores «unaidea sobre las posibilidades reservadas al espíritu ger-mánico.» ¡Qué claridad de estilo!

«Justamente, dice en otro luí?ar, yo soy de todoslos músicos conocidos el que más conocimiento prác-tico tiene en el terreno de la dramaturgia musical, yel que ha visto más discutida, sin embargo, su capa-cidad sobre esta materia.» En el manifiesto que parael primer proyecto del Tristan dedicó á sus amigos,dice: «Lo primero que hay que examinar es si el pú-blico está bastante maduro para comprender todo logrande y noble de mis creaciones.» En la recopilaciónde sus escritos se entretiene en contar y analizar milpequeneces y puerilidades «porque todo lo que per-tenece á esos fantaseadores artistas llamados genioses importante, aunque ellos estén destinados á servirá la ceguedad.»

El que quiera tomarse el trabajo de recorrer susobras, hallará á cada paso ejemplos de vanidad loca yenfermiza como los ya citados. Y tal cual se muestraen sus escritos, tal es en la vida ordinaria, tratandocon desdeñosa indiferencia, si no con grosera brutali-dad, á cuantos con él tienen relación. ¿Quién no re-cuerda las escenas del palco real en Munich, cuandohallándose en la compañía culta y amable de augus-tos é ilustrados príncipes, atraia sobre sí la indigna-ción pública por su grosería y falta de decoro?

En todas partes se levanta altares donde sus admi-radores han de venir á rendirle culto. ¡Ayde aquellosque no le pertenecen en cuerpo y alma, ó que com-parten su admiración con otros hombres ilustres deconsagrada fama! Ni tampoco tolera que se haga enél la distinción del hombre y del artista. «Yo no puedocontar como amigos mios aquellos que pretendenamarme como artista, negándome sus simpatías comohombre, porque ambos son como cuerpo y alma.»Compadecemos al artista condenado al suplicio deque sus amigos le sigan por todas partes como susombra.

Pero no solóla música, sino la pintura, la arquitec-tura y todas las demás artes han de sufrir la omni-

<l) ¡Qué claridad de Meas! - N , del T,

potente sabiduría reformadora de Wagner, que lasdestina á lo que él llama arte del porvenir. Él es elreformador, el Martin Lutero, el Bismark del arte(son sus palabras), que ha de crear y propagar el arteverdadero tal como no ha existido desde los tiemposhelénicos, si es que entonces puede decirse que exis-tió verdaderamente.

Aun esta misión le parece pequefia para su genio.La filosofía, la política, la religión, la sociedad, todoentra en sus planes de reformas; nada de cuanto haproducido el espíritu humano puede escapar á su in-tervención , juzgándose sin duda un Titán que debedar nuevas leyes al mundo, un Mesías que ha de ini-ciar á la humanidad en nuevo camino.

«El arte del porvenir ha de resolver con facilidadtodas las cuestiones que los grandes pensadores nohan resuelto en tantos siglos. El Estado y la Iglesiadesaparecerán, y el arte del porvenir será la únicaley, la única religión de la sociedad, y entonces ten-dremos una sola religión y Bingun gobierno.» (Ges.W. T. IV, pág. 91). «La decadencia de los estados(dice más lejos; pág. 94) es sólo efecto del egoísmohumano y de la vanidad que antepone á todo los ne-gocios personales. El verdadero arte es revoluciona-rio, y no puede renacer sino con la revolución. Esterenacimiento sólo es posible cuando el hombre des-deña la miserable civilización material, el Dios de laindustria que el humo del vapor esparce por toda latierra, y sólo rinde culto á las artes libres. El movi-miento de los trabajadores es la impulsión á estafe.»

El señor Julio Frobel ha supuesto maliciosamenteque Wagner era el fundador de una secta, cuyo ver-dadero objeto era la fundación de un teatro, del cualdesea él ser administrador. Wagner lo ha desmenti-do, diciendo que no entendía su sistema; y esto sí quelo creerifos, puesto que él mismo no lo entendiójamás.

Quien quisiera emprender esta obra de redención yfelicidad universal, pasaría desde luego por el másextravagante y rematado loco de que jamás se hizomemoria. Cuando Wagner asegura muy formalmente«que allí donde el arte decae nacen las ciencias polí-ticas y la filosofía, y cuando éstas tocan á su términovuelve á renacer el arte,» nadie nos parece puede sertan mentecato que desee el advenimiento de la socie-dad wagneriana y la práctica de sus teorías.

La conducta é ideas de Wagner recuerdan en mu-chas cosas las del conocido autor de El honor de lacasa, quien en sus propias obras se llama' el tres ve-ces coronado, el poeta del mundo y el príncipe de losingenios. Aunque monos favorecido por la suerte queWagner, existen entre ambos muchos puntos de se-mejanza .

Esta exaltación de amor propio es uno de los sín-tomas característicos que preceden á mayores altera-ciones del organismo. El enfermo experimenta una

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118 REVISTA EUROPEA.- DE MARZO DE 1874. N . ° 4ayudar á sus semejantes, para practicar el bien ypara crear bellas obras. De otro modo no justificabala protección de su favorecedor, ni realizaba las espe- ;ranzas que sobre ella se habian fundado. En los dora-dos salones del palacio hallaba reposo y brillaba enlas ceremonias cortesanas; pero nada hacia digno delgran maestro creador de Lohengrin. Dedieóseentóncesá rebuscar los residuos de sus fantásticas ideas juve-niles, trabajando penosamente para salvar la aparien-cia de genio creador, con el cual ya no podia contar.

Las últimas obras llevan el sello de la medianíapretenciosa, y se distinguen sobre todo por la falta decohesión. Meistersinger, Tristan und kolde, Ithein-gold, no corresponden á la? primeras, y el asunto,las ideas, las palabras y la música son desatinadas óinconexas.

El público en su buen instinto lo ha juzgado asítambién, y mientras Tanh&usser y Lohengrin han ha-llado acogida en muchos países, sus nuevas obraspuede decirse que han muerto apenas recibieron vida.Cuando Wagner llama á Rienzi un pecado de su ju-ventud, quisiéramos saber qué juicio forma de susnuevas obras. Diríase que el artista ha muerto en él yque sólo queda un altivo y ambicioso cortesano.

La gloria artística parecía ya pequeña á su desme-surado orgullo, y aspiraba ya á laureles recogidos enesfera donde no comprendía nada. Dióse á la filosofíay á la política, creando teorías que parecen emanadasde una casa de locos, y que los hombres sensatos nopueden menos de acoger con sonrisa de lástima. ¿Tancerca del trono y no habia de intentar el mando? Lafortuna, la amistad de un rey y de tantos príncipes ynobles no los creia bastante.

Le pareció que era llegado el tiempo de presen-tarse como reformador de los pueblos, resucitandolas teorías de su juventud. Su real protector le hizogran número de partidarios en la corte, y pronto sevio jefe de un gran partido, cuyo influjo trataba dealcanzar, no sólo á las artes, sino á la política. Tur-bulento, y no sabiendo dominarse, rechazó cuanto seoponía á su marcha. Personajes de importancia tuvie-ron que cederle el paso, y cada dia era mayor supartido. Con desatinada locura arrastró y pisoteó losmás delicados y santos sentimientos, hablando iróni-camente de la Moral y de la Ley. Cuanto mayor era elbrillo de su nombre, tanto más disminuía el respeto ásu persona, dando paso al odio del pueblo, cuyos sen-timientos ofendia groseramente. ¿Era aquel un grnndeartista? ¿Era nuestro querido y admirado gran maes-tro, el que habia tantas veces interpretado nuestraspenas, esperanzas y alegrías? ¡A.h! no. No era ya elmismo. Aquel Wagner habia muerto con el canto decisne de Lohengrin, y el que tenemos delante es undesgraciado y extraviado viejo, del cual nos reimoscon lástima viéndole escarbar y rebuscar penosa-mente los recuerdos de su juventud.

Cuanto más comparamos el "Wagner actual con elanterior, más nos confirmamos en la idea de que sólouna gran diferencia física puede dar lugar á semejantetrasformacion. Creemos hacer un gran servicio alhombre y al artista, tratando de librarle del despreciode sus contemporáneos, dulcificando la opinión for-mada contra él.

Poco á poco hemos llegado á la convicción de queRicardo "Wagner no se encuentra ya en su cabal jui-cio, y. procuraremos demostrarlo con hechos.

El amor propio, ó por mejor decir, la soberbia de"Wagner, de tal modo excede todo término y mesura,que tiene ya carácter de monomanía ó enfermedad,puesto que le impide ver el mérito ajeno hasta elpunto de considerar el propio como ideal encarnadode la más alta ciencia y sabiduría. Los célebres músi-cos Mozart, Gluck, etc., sólo tienen, según él, impor-tancia en la historia del arte por haberle servido dopredecesores, y el mismo Bcethoven puede única-mente colocarse á su lado en el más alto grado delcuadro de «grandes maestros en todas épocas.» Des-pués de "Wagner, no es posible progreso alguno, por-que él representa el mayor grado de la perfecciónabsoluta. Semejante arrogancia y tan extravagantemanía, expresada hasta la saciedad en todos sus es-critos, sólo es propia de un pobre demente.

El hombre verdaderamente grande aguarda tran-quilo la consagración del tiempo, convencido de supropio mérito, y sin esa impaciencia febril por adelantarel juicio de la posteridad, pretendiendo como Wagnertener el honor de precipitar los efectos del trascursode los años, de la muerte y de la variedad de la opi-nión pública. Wagner ha querido conseguir lo queningún artista ha pretendido antes de él.

Pero aun esto no bastaba á su orgullo; el mundodebiera postrarse á sus pies para reverenciarlo y ado-rarlo como Dios. Por escrito y de palabra ha dichocien veces que nadie conocía su mérito; que sólo sele preparaban humillaciones y sufrimientos inmereci-dos, y que sistemáticamente se le hacia la guerra. Entodo el mundo trompetea su propia gloria, afirmandoá voz en grito que él es el grande hombre, el geniocolosal del siglo.

Trata á los demás compositores da un modo brutalporque le devora la pasión de la envidia, y no quieresometerse á las leyes del decoro y cortesía.

La prensa de baja estofa ha divulgado ya sus escri-tos contra los judíos, y sus maldiciones y anatemas nosólo contra ellos, sino contra todo aquel que no creaen la infalibilidad del pontífice de la música.

El que lea el prólogo á la edición completa de susobras literarias (Leipzig, 1871), no podrá menos deasombrarse de la desmesurada desfachatez con queWagner se glorifica á sí propio. «Yo no puedo (diceél) como otros grandes hombres encontrar un biógra-fo que se encargue de escribir mi vida y hechos por

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N.°4 PUSHMAN.—RICARDO WAGNER. 119compasión, y por tanto habré de ser yo mismo mibiógrafo. Comprendo la crítica que me ha de atraertal decisión; pero esto no puede intimidarme.»

«Hay demasiado en mis obras literarias para que yopueda temer el olvido, y nunca podrán otros decir éinterpretar mis propias inspiraciones como yo mis-mo. Necesitaba además poner en claro si los conoci-mientos que he adquirido con mis sublimes crsacionesartísticas, tienen más importancia de la que se puededar á una profunda y problemática personalidad (ll.»Más adelante, cuando comenta y explica sus obras,pretende «haber creado un arte completamente nuevo,del cual no es más que una sombra el arte que mu-rió,» y en seguida pretende dar á sus lectores «unaidea sobre las posibilidades reservadas al espíritu ger-mánico.» ¡Qué claridad de estilo!

«Justamente, dice en otro lutjar, yo soy de todoslos músicos conocidos el que más conocimiento prác-tico tiene en el terreno de la dramaturgia musical, yel que ha visto más discutida, sin embargo, su capa-cidad sobre esta materia.» En el manifiesto que parael primer proyecto del Tristón dedicó á sus amigos,dice: «Lo primero que hay que examinar es si el pú-blico está bastante maduro para comprender todo logrande y noble de mis creaciones.» En la recopilaciónde sus escritos se entretiene en contar y analizar milpequeneces y puerilidades «porque todo lo que per-tenece á esos fantaseadores artistas llamados genioses importante, aunque ellos estén destinados á servirá la ceguedad.»

El que quiera tomarse el trabajo de recorrer susobras, hallará á cada paso ejemplos de vanidad loca yenfermiza como los ya citados. \' tal cual se muestraen sus escritos, tal es en la vida ordinaria, tratandocon desdeñosa indiferencia, si no con grosera brutali-dad, á cuantos con él tienen relación. ¿Quién no re-cuerda las escenas del palco real en Munich, cuandohallándose en la compañía culta y amable de augus-tos ó ilustrados príncipes, atraia sobre sí la indigna-ción pública por su grosería y falta de decoro?

En todas partes se levanta altares donde sus admi-radores han de venir á rendirle culto. ¡Ay de aquellosque no le pertenecen en cuerpo y alma, ó que com-parten su admiración con otros hombres ilustres deconsagrada fama! Ni tampoco tolera que se haga enél la distinción del hombre y del artista. «Yo no puedocontar como amigos míos aquellos que pretendenamarme como artista, negándome sus simpatías comohombre, porque ambos son como cuerpo y alma.»Compadecemos al artista condenado al suplicio deque sus amigos le sigan por todas partos como susombra.

Pero no solóla música, sino la pintura, la arquitec-tura y todas las demás artes han de sufrir la omni-

¡,1) ¡Qué claridad deideas! —N, del T.

potente sabiduría reformadora de Wagner, que lasdestina á lo que él llama arte del porvenir. Él es elreformador, el Martin Lutero, el Bismark del arte(son sus palabras), que ha de crear y propagar el arteverdadero tal como no ha existido desde los tiemposhelénicos, si es que entonces puede decirse que exis-tió verdaderamente.

Aun esta misión le parece pequeña para su genio.La filosofía, la política, la religión, la sociedad, todoentra en sus planes de reformas; nada de cuanto haproducido el espíritu humano puede escapar á su in-tervención, juzgándose sin duda un Titán que debedar nuevas leyes al mundo, un Mesías que ha de ini-ciar á la humanidad en nuevo camino.

«El arte del porvenir ha de resolver con facilidadtodas las cuestiones que los grandes pensadores nohan resuelto en tantos siglos. El Estado y la Iglesiadesaparecerán, y el arte del porvenir será la únicaley, la única religión de la sociedad, y entonces ten-dremos una sola religión y ningún gobierno.» (Ges.W. T. IV, pág. 91). «La decadencia de los estados(dice más lejos; pág. 94) es sólo efecto del egoísmohumano y de la vanidad que antepone á todo los ne-gocios personales. El verdadero arte es revoluciona-rio, y no puede renacer sino con la revolución. Esterenacimiento sólo es posible cuando el hombre des-deña la miserable civilización material, el Dios de laindustria que el humo del vapor esparce por toda latierra, y sólo rinde culto á las artes libres. El movi-miento de los trabajadores es la impulsión á estafe.»

El señor Julio Frobel ha supuesto maliciosamenteque Wagner era el fundador de una secta, cuyo ver-dadero objeto era la fundación de un teatro, del cualdesea él ser administrador. Wagner lo ha desmenti-do, diciendo que no entendía su sistema; y esto sí quelo creefiíbs, puesto que él mismo no lo entendiójamás.

Quien quisiera emprender esta obra de redención yfelicidad universal, pasaría desde luego por el másextravagante y rematado loco de que jamás se hizomemoria. Cuando Wagner asegura muy formalmente«que allí donde el arte decae nacen las ciencias polí-ticas y la filosofía, y cuando éstas tocan á su términovuelve á renacer el arte,» nadie nos parece puede sertan mentecato que desee el advenimiento de la socie-dad wagneriana y la práctica de sus teorías.

La conducta ó ideas de Wagner recuerdan en mu-chas cosas las del conocido autor de El honor de lacasa, quien en sus propias obras se llama el tres ve-ces coronado, el poeta del mundo y el príncipe de losingenios. Aunque monos favorecido por la suerte queWagner, existen entre ambos muchos puntos de se-mejanza.

Esta exaltación de amor propio es uno de los sín-tomas característicos que preceden á mayores altera-ciones del organismo. El enfermo experimenta una

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120 REVISTA EUROPEA. 2 2 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 4

expansiva exaltación y veneración por sí mismo, quele hace creer que es un personaje ilustre y de la ma-yor importancia, un príncipe, un reformador, etc. Delsentimiento de la omnipotencia intelectual y física ála idea permanente de la posibilidad de esta omnipo-tencia , y por consiguiente á la locura, no hay más queun paso, que muy pronto se da sin advertirlo.

Este exagerado orgullo y amor propio se manifiestaacompañado de levantadas y sublimes aspiraciones ysentimientos, de fantásticos ensueños que imprimenun sello particular á la conducta del enfermo, y hastaá su persona y actitud (Griesinger). El enfermo secomplace en la creación de planes insensatos, que leparecen fáciles de realizar, sin que por esto puedadecirse que ha perdido completamente la razón, sibien la continuación de este estado va debilitando susfacultades intelectuales y físicas, y anulando la razóny la coherencia de las ideas. A medida que el vaciose agranda, por decirlo así, en su cerebro, más dis-paratados se hacen sus fantásticos proyectos, y au-menta el orgullo. Sucede frecuentemente, dice Grie-singer, que esta especie de locos cabalgan sobre elcorcel de la ostentación, ó se encaraman en los zan-cos de afectada vanidad para encubrir de este modolos terribles estragos que la enfermedad hace en sucerebro. Esta clase de locura orgullosa ataca frecuen-temente á los individuos de las clases inteligentes yacomodadas, donde la vanidad y la ambición son lascausas más propicias para su desarrollo. También sevé en aquellos individuos á quienes la misantropía óel egoísmo han cerrado las puertas á toda tranquili-dad y goce social. No queda á estos desdichados sinolas sombras con que alimentan su espíritu y sus dis-paratados proyectos, que contrastan de un modo sin-gular con sus decrecientes facultades intelectuales yfísicas.

Ya hemos dicho qué pobreza de ideas y qué com-pleta nulidad intelectual ha manifestado Wagner enestos últimos años. Todo lo grande ó bello que haproducido ha sido concebido y realizado antes de loscincuenta años. Desde esa edad, su ingenio quedó es-terilizado é improductivo, y en vez del genio creador,sólo muestra el inmenso vacío de sus facultades inte-lectuales.

Sus alas quedaron paralizadas, y aquel espíritu am-bicioso que quiso escalar el cielo cayó de su lumino-sa altura, y hoy, como un pájaro viejo y estropeado,picotea el bajo suelo, vagando sin orden y buscandolos granos de trigo propios y ajenos que en otrotiempo desperdició.

Dice «que sólo en la tranquilidad de la vejez se al-canza el más alto punto de las facultades poéticas» (IV,98), y si esto fuese verdad, hay que confesar que susúltimos trabajos son una verdadera anomalía, y noprueban la certeza de su proposición.

Acosado por sus amigos y admiradores que le su-

plicaban disse nuevas obras que llenaran á todos deadmiración, se ha visto el infeliz en los mayores apu-ros para ocultar la esterilidad de su imaginación, yacudiendo á veces para este objeto á los más extrañosmedios.

Todas las ideas de su juventud, aun aquellas queun artista de medianas dotes, una vez escritas, arrojacon los papeles inútiles cuando no le son necesarias,le han parecido dignas del público, destigurándolasbajo pretexto de originalidad con una armonía extra-vagante y llena de disonancias, aumentadas por lainstrumentncion estrepitosa, de tal modo, que, comodice un conocido compositor, parece que el oyentetiene aplicado al oido un caracol de mar.

Contrasta con esto el lujo de las decoraciones y delos trajes, probando bien claramente que á toda costaquiere Wagner admirar á sus espectadores, y paraello no perdona medio, ya que no puede emplear elmás sencillo y poderoso de todos, que es el de tenerverdadero genio y demostrarlo en todas sus produc-ciones. Según uno de nuestros más célebres compo-sitores, Ricardo Wagner sólo es hoy un contrapun-tista extravagante.

Su ópera Die Meistersinger entrará muy pronto enlos cuarenta años de existencia, y fue consideradacomo ópera cómica.

El asunto y la grotesca escena de la niña á palos,han sido siempre antipáticos á un público culto. Eldrama lírico no puede arrastrarse ni interesar en me-dio de los prosaicos episodios de la vida común. EnTristan und Isolde, hallamos tales reminiscencias dela Bella Elena de Offenbach, que cualquiera diria quelos dos autores se asemejaban en sus condiciones deimaginación. Si al fin llegaiá término el famoso Ring-der Nibelungen que, según Wagner, debe ser su obramaestra, debemos creer, á juzgar por la primera over-tura, que en ella toca el punto culminante de la in-sensatez, como él mismo dice.

No debemos indignarnos de tales contrastes y deeste afán de lo maravilloso y extraordinario, dice A.Bagersdorfer en el periódico Die Alte Presse, porquese mezclan en todas las pasiones y debilidades huma-nas. «La moderna instrumentación ruidosa y llena deexagerados contrastes, casi siempre groseros, sientatan bien para expresar las bellezas del mundo de laleyenda y tradición alemanas, como el puño cerradode un rústico labrador ante la delicada pupila azuldel ojo de una ninfa.» lista comparación algo extra-vagante de un moderno critico, pinta bien, sin em-bargo, el contraste entre lo que es y lo que hubieraquerido ser la música do Wagner.

Sobre sus poemas y escritos literarios hablaremosmás adelante, sin considerarlos, como él desea, obrasmaestras que no admiten la crítica.

Aun en todo lo que ha compuesto y escrito en sujuventud hay'un tono tan ampuloso, exagerado y lie-

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no de palabras retumbantes, que claramente se dejaver el empeño de aparecer original á toda costa.

Lo que más saca de tino á Wagner es la indiferen-cia con que son mirados sus escritos en Berlin y Viena,donde la prensa de algún valor huye constantementede publicarlos, con tal unanimidad y conjunto de ac-ción, que el desairado autor se llena de ira y despe-cho, y como los franceses en la última guerra sólohablaban de traición y arrojaban á la faz de sus ad-versarios los más groseros insultos, en vez de pensaren remediar sus propias faltas y en socorrer á Paríssitiado por los alemanes, así Wagner prorumpe enfuriosos denuestos contra la prensa, suponiendo queel mal éxito ó la indiferencia con que son acogidassus obras, es resultado de las inicuas tramas de susenemigos, y no de la sana y razonable crítica, que co-noce su nulidad tan bien como él mismo, y que hartoprudente es callando, cuando hace ya mucho tiempoque sabe que todo el mundo se rie de sus pretensio-nes á pasar por el genio del siglo y el reformador delo porvenir, no engañando más que á sus inocentescortesanos.

Suoédeie ya como á los locos, que creyéndosegrandes personajes, y viéndose contrariados en susideas, se entregan á las más ridiculas extravaganciasen relación con su manía.

La risa ó la compasión del público exacerba su en-fermedad, y les sirve al mismo tiempo de explicaciónpara justificar el contraste entre sus aspiraciones yla creciente debilidad de sus facultades mentales yfísicas.

El catálogo de las monomanías es muy grande, yvaría con arreglo al tiempo, lugar y situación en quese encuentra el enfermo. Así, mientras que el furiosoAyax de la edad helénica se cree vencido por los dio-ses, en la mística y sombría Edad Media, todo se ex-plica por la intervención del diablo ó de las brujas, yen nuestro tiempo por la electricidad, el magnetismo,los judíos ó la prensa.

Entre las solicitudes verdaderamente singulares quese presentan en Berlin todos los años al ministro depolicía, figura una de un pequeño pueblo de la Silesia,cuyos habitantes se quejan de que los judíos por me-dio de la electricidad les sacan los pensamientos de lacabeza.

¡Cuan semejante no es esta manía á la del des-graciado Wagner, cuando dice: «Toda la prensa deAlemania, Inglaterra y Francia se conjura contra mí.Existe en Europa >,na sociedad secreta numerosísima,cuyos individuos han jurado odio eterno á Wagner yá sus obras.» (Los judíos y la música, pág. 42.)

Todo aquel que no admira extasiado sus obras ysus escritos, que él considera todas sin excepcióncomo obras maestras, es un traidor comprado condinero por sus enemigos. En cuanto á los críticos ;queanalizan sus obras, son para él unos «mal llamados

escritores, que animados de envidia se atreven á ha-blar y á calumniar ideas y obras que no han compren-dido ni tal vez examinado.» (Prólogo á sus obras).¡Desdichada la empresa teatral que en vez de aguar-dar humilde sus ordenes se atreve á elegir entre susobras y desecha los hijos predilectos del autor, lasúltimas óperas de la musa wagneriana!

Pero su manía predilecta y dominante es la perse-cución de los judíos. Todo el pueblo de Israel, solida-riamente unido, se ha propuesto aniquilarle, y con élsus obras. Su enfsrma imaginación no lo deja com-prender que no hay quien no se ria ante la idea delos judíos gastando su dinero para perseguir á uncompositor de música. Sin embargo, él está firme-mente persuadido de que es así, de que el plan estáorganizado, y por todas partes se cree perseguido porellos.

«El plan y las intrigas de los judíos contra mí, diceWagner en su folleto sobre la influencia del judaismoen la música, consiste en impedir que tengan éxitomis trabajos sobre la música dramática. ¿Digo algoahora? En mi concepto mucho, y creo que no me cie-ga el amor propio. Si yo doy gran importancia á mistrabajos, claro es que los que me han obligado á escri-bir en defensa de ellos han de tratar que estos es-critos no tengan publicidad.» Ya aquí se anuncia lamanía, y el estilo es curioso; pero más adelante ve-remos el complemento.

Los judíos dominan completamente la prensa, y poresta razón Wagner detesta todas las críticas que sehacen sobre sus obras, por dignas ó inteligentes queparezcan.

Ellos son los que han impedido que sus últimasobras tengan buena acogida en los grandes teatrosde Alemania. «Cuando mis primeras óperas en todaspartes han sido representadas con éxito, las últimasencuentran acogida hostil, desde que se ha desatadola persecución judaica contra mí.» Ya hemos dichocuáles son las verdaderas causas de que los grandesteatros hayan desechado sus últimas obras. El des-graciado enfermo busca en todas partes las causasposibles é imposibles de su mala ventura, sin com-prender la debilidad de su imaginación, que es la úni-ca verdadera; verdad es que si la comprendiese, ce-saria la enfermedad.

Al fin Wagner se dirigió directamente á los inten-dentes de los teatros de Berlin y Viena (que no sonjudíos), los cuales, como él mismo dice, tuvieronmiedo al saber que se trataba de una nueva obrasuya. Pero creia que el público todo unánime debiarebelarse contra ellos y obligarles á que representa-sen sus óperas. Si semejante pretensión hubiera sa-lido del cerebro de un hombre sano, bastaría por sísola para ponerlo en ridículo.

Los judíos, según un moderno historiador de la li-teratura alemana, han dejado en ella cierto olorcillo

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122 REVISTA EUROPEA. 2 2 1>E MARZO DE 1 8 7 4 . N.° 4

de ajo traído por los escritos de algunos hombres deletras contemporáneos y pertenecientes á aquella re-ligión. Wagner, que se ha hecho el campeón de to-das las extravagancias que han podido existir en laEdad Media, ha empuñado su pluma y ha jurado com-batirles hasta darles muerte con sus escritos.

«El judío, dice en su folleto, es incapaz de produ-cir trabajos literarios, y ha permanecido en Europasin ser europeo, hablando nuestro idioma como unextranjero, sin llegar jamás á producir algo original.Únicamente E. Heine ha llegado á ser poeta.»—«Nues-tra civilización europea y nuestras artes son cosasdesconocidas y extrañas á los judíos, y se muestranfrios ú hostiles á ellas.»—«Nada más desagradablepara un oido civilizado que la silbadora charla de unjudío, ó sus gritos ó gruñidos.»—«El judío no conoceninguna verdadera pasión.»—«No puede producir niser original.»—«Cuando algún judío ha aparecido enla escena como actor ó como cantor, si no ha que-dado en ridículo, ha pasado como una de tantas me-dianías, porque no son aptos para lo uno ni para lo iotro.»

«El judío es incapaz, sobre todo, para la composi-ción. Los musicantes judíos no podrán jamás ser ori-ginales, porque la inclinación al arte no es en ellosmás que un capricho de lujo, y no produce sino tri-vialidades tan insulsas como la chachara de un papa-gayo.»—«Por su grotesca apariencia, los judíos sonimpropios para ser objeto de estudio ó reproducciónpor las artes del diseño.»—«El judaismo sólo consiguevivir de las raíces que arranca á nuestro estado socialá fuerza de bajezas y de miseria.»—«Ningún judíopodrá ser un hombre verdadero mientras no deje deser judío.»

Hemos dado estas muestras del florido y sentenciosoestilo de Wagner, porque en ellas ha dejado correrla pluma, y son características á lo sumo.

Al parecer, la circunstancia casual de que sus com-petidores, cuya gloria envidiaba, fuesen muchos deellos judíos, ha sido la causa de la extraña manía quele persigue, creyéndose siempre perseguido por loshijos de Israel. Los injustos ataques y censuras quecontinuamente dirige contra Halevy, Mendelssohn,Meyerbeer y Berlioz (1), autorizan esta suposición.Todo cuanto él dice contra estos hombres célebrespuede aplicarse á sus obras; pero la popularidad ygloria de aquellos desató la envidia y cólera de Wa-gner, haciéndole maldecir del judaismo. El folletoque con tal objeto escribió, deja ver bien clarameMeel lastimoso estado de su inteligencia.

Wagner, además, ha aprovechado la política paradar importancia á sus obras. Nadie puede negar á unartista el derecho de tener sus propias creencias y demanifestarlas; pero servirse de los folletos políticos y

(1) Berlioz no (ira judio.—N. drl

de las manifestaciones para dar popularidad á sus pro-pias obras, es una charlatanería indigna de la santidaddel arte, y el que tal hace arrastra por el fango ellaurel inmortal de la gloria, condenándose al despre-cio de la posteridad como hombre y como artista.

La confusión de sus ideas políticas en el momentoen que se lanzó á tomar parte en la revoluciónde 1848, es tan singular como se echa de ver por susmismas palabras. «Mi liberalismo (dice en el folletocita.'o) era únicamente una gran exaltación y claridadde la inteligencia que me lanzaba á combatir por elpueblo sin conocerlo, y experimentando, sin embargo,cierta repugnancia de estar en contacto con él.» Com-batió en las barricadas, como tantos otros, por unalibertad que no conocía ni deseaba, y solamente em-pujado por la desesperación y el tempestuoso estadode su espíritu en armonía con aquellas circunstancias.

Pero la política es como el fuego, y el niño que nosabe manejarlo se quema. Arrastrado por el carro dela revolución no vio que salia de su natural camino, yse convirtió en escritor político. Sus escritos son sin-gulares y retratan !a tendencia de su manía. «La ver-dadera poesía romántica, dice, es el periodismo. Lapoesía no vive ya más que de la política, y nadie puedeser verdadero poeta si no habla de ella.

»La palabra pueblo abraza todos aquellos que expe-rimentan las mismas necesidades.—El hombre nopuede considerarse como tal cuando su existencia noes más que la obediencia mecánica á la fuerza bruta,y no la satisfacción de sus aspiraciones interiores pormedio déla inteligencia y de la voluntad.—El períodohistórico entre la dominación griega hasta nuestrosdias es 1? expresión y la historia del egoismo absolu-to, y el fin de esta época será el establecimiento delcomunismo.»

Pero no solamente en sus escritos en prosa, tam-bién en sus poesías y composiciones dramáticas de-muestra tendencias políticas. En su Wieland el her-rero, donde éste abandona á la diosa Sehwanhilda bajola bárbara esclavitud del dios Envidia, que la obligabaá ejercer los más viles oficios, ha querido, como élmismo dice, hacer alusión al pueblo alemán. Tambiénen El anillo de los Nibelungen hay tendencias políti-cas que él mismo confiesa no le parecen muy claras.

Cada opinión política tiene sus amigos, peco tam-bién sus adversarios, dispuestos á juzgar severamentetodo cuanto sea en contra de sus convicciones; de aquíel gran peligro para el artista que entra en terrenovedado.

No bastaba nada á su espíritu inquieto, y necesitabamanifestar su iniciativa en todos los ramos del saberhumano. Wagner ha recordado mucho; pero ha medi-tado poco ó nada. De la política pasó á la historia, yde ésta á ia filosofía. Sus juicios en estas materias soncuriosos, porque dejan ver claramente su individuali-dad artística oculta bajo el trajo de historiador.

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N.° 4 PÜSHMAN. RICARDO WAGNER. 423En euanto á la filosofía, la confusión de ideas, de

términos científicos y de disparates de que han llenadosu cabeza los libros que ha leido sin meditar, para-ciéndole siempre los más oscuros los mejores, no pa-rece posible en un hombre de su reputación. A! que-rer convertirse en filósofo de la música ha adoptadola tecnología que, como dice un joven amigo de Scho-penhauer, deja al lector completamente en ayunas,porque el autor se ha contentado con acumular pala-bras, con la esperanza de que si no eran resultado deuna idea, tal vez podrían hacer brotar alguna en laimaginación del lector.

Como muestra de este precioso estilo he aquí algu-nos pensamientos de Wagner: «El principio y funda-mento de todo lo existente y posible es la existenciareal y sensible.» Observación tan nueva como inge-niosa. De lo porvenir no habla con tanta seguridadcuando dice que «cuantas veces quiera el entendi-miento humano formar idea de lo venidero separán-dose de lo presente, se engañará; porque solamentecuando se examina sin premeditación y con simpatíacuanto nos rodea se pueden determinarlas consecuen-cias probables.»—«La música verdadera, nuestra mú-sica filosófica, es elarte de nuestro sigio y ile lo porve-nir.»—«Como el Cristianismo surgió de las ruinas dela civilización romana, asila música filosófica sobrevi-virá saliendo del caos denuestra moderna civilización.»

Nadie ha puesto en ridículo la fraseología retum-bante y la risible exageración de los mal llamadosfilósofos como el gran Arturo Schopenhauer. «Nadamás fácil, dice, que escribir de manera que nadie loentienda, y nada más difícil que expresar pensamien-tos importantes de manera que sean entendidos portodo el mundo.» Wagner en sus últimas obras, asícomo en las poesías de su juventud, demuestra un talempeño en acumular las frases nebulosas y oscuras,que pronto se deja ver la situación enfermiza de suimaginación.

A nadie se le puede imponer su estilo; pero es biencierto que los más grandes escritores han sido siempreclaros y comprensibles. El estilo de un hombre es elespejo donde se retrata el estado de su espíritu.

En los trabajos literarios escritos en París, y en losprimeros dramas líricos escritos por él, Rienzi,Tanhausser, Lohengrin, hay menos oscuridad y ciertatendencia á la dicción poética.

En una carta dirigida á una sociedad alemana deamigos de Wagner, dice éste hablando de la difi-cultad de poner en escena El anillo de los Nibe-lungen: «No será posible dar á conocer esta obra sinla intervención de un príncipe generoso que no temagastar el dinero necesario para la representación. ¿Seencontrará ese príncipe? En el principio está el hecho.»

En efecto; el príncipe se encontró, y entonces es-cribe Wagner: «No hay palabras para elogiar la her-mosa conducta de aquel príncipe poderoso, que,

sacándome del caos gritó: Ven aquí y cumple tumisión; yo lo quiero »

Wagner manifiesta particular predilección á retra-tarse con sus propias palabras y á hacer él mismo lacrítica de sus obras. Su indignación contra los redac-tores del Augsburger Allgemeinen fue verdadera-mente cómica. Estos se atrevieron á decir que suobra maestra, según él, El anillo de los Nibelungen,era una obra extravagante, y no un prodigio de lapoesía dramática, según afirma su autor, añadiendo:«To*'os mis amigos franceses y todos los críticos y ad-miradores mios alemanes lo han reconocido así, ase-gurando que es y será siempre una obra maestra.»Seria prolijidad copiar todas las insensateces en quele hace prorumpir su exagerado amor propio. El quequiera tomarse el trabajo de leer sus obras hallarácontinuamente párrafos semejantes á los ya citados.Hé aquí el principio de este famoso drama:

¡Weia, Waga!¡Wogedu Welle!¡Walle zur Wiege!¡Wagala weia!¡Wallala Weiala weia!¡Heiala weia!

Estas palabras, que no pertenecen á ningún idioma,ni tienen traducción posible, representan para la en-fermiza imaginación de Wagner el paroxismo delentusiasmo lírico, y sus personajes aullan como sal-vajes ó como perros. En la tercera parte de la Wal-kiire el Hotojokoh y el Heiajahei pueden hacer creeral público que se encuentra entre los habitantes deHonolulú; y esta salvaje gritería dura, de seguro,media hora.

Otra extravagancia de su enfermedad es la maníade rodearse de todo lo perteneciente á la Edad Media,llevando hasta un extremo ridículo.

No puede componer ni escribir si la gorra, la bata,las zapatillas, la alfombra del cuarto y todos sus mue-bles no pertenecen al gusto do los siglos medios.

No quisiéramos atacar demasiado al hombre paraevitar parecer parciales; pero es indispensable mani-festar el extravío de su criterio moral y de sus pasio-nes, para comprender hasta qué punto está falto dejuicio. La envidia y la soberbia le hacen juzgar delmodo que vamos á ver á sus contemporáneos.

Dice de Berlioz: «Sólo tiene una cuadrilla de ado-radores que con detestable criterio le juzgan creadorde un supuesto nuevo género de música, y llenan lacabeza de viento con sus elogios; pero sus obras sonlas de un insensato.»

De Meyerbeer, el hombre á quien tanto debe, y qnetanto le protegió en 1839 cuando estuvo en París,dice: «Meyerbeer es un banquero que se empeñó enser compositor, el enterrador del drama lírico, el pu-dridero de la música, el cantor de todos los briboneslíricos, en cuya música hay tal vaciedad, que su valor

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124 REVISTA EUROPEA. 2 2 DE MARZO DE 4 8 7 4 . N.° 4

puede apreciarse á cero. En sus óperas se ve clara-mente la prostitución del arte y el panegírico de lafalta de sentido común, y pueden considerarse comolas obras de un loco.»

Es verdaderamente singular que este desgraciadodemente vea la loflflra en todas partes menos en sípropio. Al hablar de tal modo de Meyerbeer, pareceque el dedo de Némesis vengadora le señala á la aten-ción pública. «La ópera moderna, dice, es el depósitode todos los errores y la casa de locos de todo elmundo. Sin ideal y sin creencias, la música dramáticase ha convertidoen una especulación, cuyo resultadoesel fastidio de la medianía ó la admiración de la insen-satez. Entre los dos extremos prefiero el segundo.»

Nada diramos de su inconsecuencia en ideas reli-giosas y políticas, ni de la soberbia é ingratitud conque ha tratado á sus amigos y favorecedores, comba-tiendo en 1849 en las barricadas contra su amado reyFederico Augusto, viviendo públicamente con la mu-jer de su mejor amigo Hans de Bulow, y asegurando,por último, en sus escritos, que el Cristianismo es lacausa de todos los males de nuestro siglo, sin perjui-cio de declararse posteriormente el más fiel hijo de laIglesia, ó el panegirista de la Edad Media y el enemigoy víctima de los judíos, para obtener de este modo lassimpatías de la aristocracia.

La obscenidad de sus últimas obras dramáticas yescritos las hace peligrosas para la juventud. Dice(IV, 3íJ6): «El límite verdadero del amor y de la mo-ral está marcado solamente por las mismas facultadesfísicas. Por medio del amor se llega al conocimientodo la libertad, y por ésta al de la posibilidad.»

Es, pues, evidente que Wagner no se encuentra ensu cabal juicio. Tal es la disposición hereditaria, laprimera educación descuidada, la lectura de libros quelo ocasionaban visiones durante el día, y los excesosde su juventud, que él mismo confiesa, han sido causasbastantes para producir su extraña monomanía. Lasdesgracias y privaciones; la exasperación de su heridoamor propio; la enfermedad que tuvo antes de ir :íSuiza, y el repentino éxito de sus obras después, hanconcluido de desarrollar su dolencia, que me pareceuno de los casos más curiosos y dignos de estudio.

¡Quiera Dios que este escrito, si es que llega á leer-lo, dé un poco de laza su inteligencia pera detenerloen el abismo donde se precipita, y con él á sus amigosy admiradores que siguen á este pobre insensato, ima-ginándose que realmente es la antorcha del arte veni-dero. Así lo desearíamos; pero tal vez es demasiadotarde para que consienta en el único remedio quepuede salvar al enfermo y á sus víctimas, y que no esotro que rigorosísima dieta intelectual.

T . PüSHMAti., , Médico alienista d« Munich.

(Traducido en Viena por Gr. M.)

BOLETÍN DE LAS ASOCIACIONES CIENTÍFICAS.

Sociedad histológica española.11 DE MARZO.

Bl presidente Dr. Maestre de San Juan, des-pués de la lectura del acta y de dar cuenta de lasobras recibidas, expuso en un breve discurso eltema que inaugura los trabajos de esta nuevaAcademia: Eli el estado actual déla ciencia, icuáles la teoría preferible acerca de la inflamación*!

El Sr. Fernandez Carril empezó la discusiónsosteniendo las ideas de Virchow.

Acordóse que las sesiones se celebrarían to-dos los miércoles, y se destinada la mitad de cadasesión para comunicaciones orales ó escritas so-bre casos clínicos ótrabajos de laboratorio que denun carácter de actualidad y de aprovechamientopráctico á las tareas de la Academia.

El Sr. Saez prsentó varias preparaciones mi-croscópicas de productos procedentes de un ojocanceroso enucleado por el profesor de patologíageneral de la facultad "Dr. Busto, y de otro ope-rado en el Instituto oftálmico por el Dr. DelgadoJugo.

Instituto antropológico de la Gran Bretañaé Irlanda.—7 DE ENERO.

El director da lectura de una Memoria deJ. W. Jackson sobre los Atlantes, cuyo origen nopuede fijarse terminantemente en el estado ac-tual de la ciencia.

—El Dr. Jhon Shortt, de Madras, envía unacomunicación sobre los Kojahs ó eunucos de laIndia meridional, listos Kojahs están puestos porlos nobles al frente de sus harenes, y se dividen endos clases; los Kojahs, propiamente dichos, y losHigrás. Los primeros son negros, castrados y sedistinguen en la falta de barbas, en la expresiónafeminada de su fisonomía y en su tendencia á laobesidad. A pesar de la operación á que los su-jetan, generalmente á una edad avanzada, suvoz no se altera de un modo sensible. Los Higrasson hombres impotentes que pertenecen en sumayor parte á la religión musulmana; tienen bi-gotes y barbas, pero se peinan como las mujeres,y se ponen en los dedos, en las orejas y en la na-riz joyas de todas clases; durante el día recorrenlos bazares cantando y tocando diferentes instru-mentos y pidiendo limosna, y por la noche seretiran á inmundos garitos, donde se enervan conel opio y se entregan al más innoble desenfreno.

—El Dr. Cárter Blake da lectura de una comu-nicación del capitán Burton, cónsul en Trieste,en la que da cuenta de una Memoria de M. Hen-riquez Gerber sobre la provincia de Minas Geracsy los habitantes primitivos del Brasil. El homoamericanus no se deriva de la raza mongola; l¡testrechez y aplanamiento del cráneo y del ángulofacial, la prominencia de los huesos zygomáticosy la forma de las mandíbulas y las órbitas le co-locan en un grado inferior en la escala de las ra-zas. El descubrimiento de osamentas humanasde ambos sexos, en parte petrificadas y mezcla-das con restos de animales gigantescos pertene-cientes á especies extinguidas, prueba la granantigüedad del hombre en esta parte de América.Los cráneos dtv estos hombres fósiles presentantodos los caracteres de la raza roja moderna. Las

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N.° 4 BOLETÍN DE LAS ASOCIACIONES CIENTÍFICAS. 125hachas de piedra encontradas en el Brasil ofre-cen una semejanza completa á las descubiertasen Europa. De estos hechos deduce el Dr. Lundque América estaba poblada antes de los tiemposhistóricos.

Sociedad de biología de París.1 DE MARZO.

M. Grehaut describe el modo de obtener á vo-luntad la producción de la voz en el perro. Despuésde haber descubierto la tráquia en cierta exten-sión, se la divide al través; la punta inferior,provista de una cánula, sirve para la respiración;si se sopla con un tubo por la parte superior ó la-ríngea, no se produce ningún sonido, cualquieraque sea la intensidad de la corriente de aire. Perosi se excitanlos dos nervios recurrentes, formandouna comente bastante débil para que la glotis nose cierre, se puede conseguir, por insuflación dela laringe del animal, que se produzcan diferen-tes sonidos continuos. Así también se podrán de-terminar las condiciones de la voz, y quizá, comodice. M. Bert, obtener de la laringe del perro so-nidos bastante puros para imitar, con ayuda deresonadores particulares, el timbre de las vocalesde la voz humana.

—M. Hamy presenta una carta de M. de Lubac,en la que se asegura la existencia en las cercaníasde Valence de dos curiosos ejemplares productosdel cruzamiento de un toro y una pollina, acercade los cuales espera suministrar en breve detallesauténticos.

M. Goubaux, tomando acta de esta comunica-ción, promete tratar á fondo este asunto en lasesión próxima; y entre tanto asegura que nuncase ha podido comprobar de una manera exactala existencia de los onatauros (jurnarts), que asíse llaman los animales nacidos de un cruzamientotan extraño. En la Escuela de Alfort se conservauna cabeza rotulada con ese nombre; pero unexamen ligero da la convicción de que es una ca-beza disforme de un mulo híbrido, producto decaballo y pol ina. Esta es también la opinión deBuffon, que reconoció detenidamente algunos delos llamados onatauros del Delflnado.

Sociedad de ingenieros civiles de París.EKERO DE 1874.

M. Henry Lartigne expone nuevas aplicacionesde la electricidad á la explotación de los ferro-car-riles. Describe un silbato de vapor que ha inven-tado y que suena cuando la locomotora pasa ádistancia determinada de un disco de parada, yun aparato destinado á marcar las llegadas y sa-lidas de los trenes. En ambos aparatos se sirveel inventor de un electro-imán del sistemaHugues.

—M. Jourdain lee un trabajo que ha hecho sobrecalefacción en las habitaciones de Rusia. Describeun aparato llamado en ruso vioitchka y destinadoá interceptar la comunicación entre la chimeneay el hornillo cuando el fuego está extinguido.Habla de la calefacción de los teatros, y dice queen Rusia no se calienta sólo el salón, sino laescena, los pasillos y las dependencias, de talmanera qué al abrirse las puertas no se recibencorrientes de aire frió; al contrario, entra en lasala mayor cantidad de aire caliente.

—M. Dallot lee una nota sobre la navegación

del bajo Sena y la formación de un canal marí-timo de Paris al mar. Dice que seria muy fácil ymuy útil; pero que le preocupan dos cuestiones,las dimensiones de las esclusas y la alimentacióngeneral que es preciso prever para dos tnilloneade toneladas que pasarían anualmente, ó sean6.000 toneladas al dia.

Academia de Ciencias de Paris.9 DE MAttZO.

M. H. Draper da cuenta de haber determinadola longitud de las ondas y los caracteres de losrayos violados y ultra-violados", sirviéndose depruebas fotográficas que pone á disposición de laAcademia. Ha descubierto un gran número derayos en las partes violadas y ultra-violadas delespectro solar; los resultados que ha obtenido sonla confirmación y amplificación de las investiga-ciones hechas en la misma dirección por MM. Mas-cart y Cornu. Las rayas que ha determinado coin-ciden con las descritas por los citados observa-dores; pero donde éstos han visto una sola raya,M. Draper ha reconocido dos ó tres. De este tra-bajo se deduce una conclusión bastante intere-sante, que puede ser el origen de descubrimientosmuy curiosos: que la mayor parte de las rayas en-contradas en los extremos del espectro solar nocorresponden á los rayos de los metales conoci-dos. ¿Cuáles son, pues, los nuevos cuerpos que elanálisis espectral permitirá determinar?

—El P. Secchi remite á la Academia cuadros-resúmenes de las observaciones de las protube-rancias solares durante el último trimestre de1873; y al mismo tiempo indica los resultados queha producido el empleo de redecillas de interfe-rencia, en vez de prismas, en la observación es-pectroscópica de las protuberancias: los detallesde las protuberancias son muy limpios; los fila-mentos muy desligados y perfectamente cortados.

—M. Philips lee en una nota referente á unnuevo espiral para los relojes. Observaciones muydetenidas hechas en Suiza han demostrado quecon el empleo de espirales planas, provistasde curvas terminales teóricas interiores y exte-riores,\.%i variación diaria de los cronómetros po-dría reducirse por término medio á cinco ó seisdécimos de segundo.

—M. Camilo Flammarion, sirviéndose de datosrecogidos en el observatorio de Pulkawa, ha pro-cedido á una nueva determinación de la órbitaaparente de la estrella n de la constelación llama*da Corona.

Sociedad astronómica de Londres.MAYO DE 1873 .

M. John Williams, que se ha ocupado diferen-tes veces de astronomía china, presenta una copiaexacta que ha conseguido obtener de la célebreenciclopedia de Ma-Twan-Lin, titulada Wan-Heen- Tung-Kao, y publicada en 1322. Esta obra,que comprende cien volúmenes chinos, encierra,entre artículos muy curiosos sobre religión, legis-lación, economía política, gobierno, agricultura,historia natural, etc., algunos capítulos consa-grados á la astronomía. Encuéntrase en ellos unalarga lista de los eclipses de sol observados enChina desde 2158 años antes de Jesucristo has-ta 1223 de la misma era; una descripción del cieloy de los doce signos del Zodiaco, y una serie de

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126 REVISTA EUROPEA. 2 2 DE MARZO DE 1 8 7 4 . N.°4observaciones de las manchas solares hechasentre el año 301 y el 1205 de la era cristiana, ob-servaciones hechas á la simple vista, y que serefieren á cuarenta y cinco manchas, que por susformas Son comparadas á multitud de objetos yanimales. Aunque imperfectas estas observacio-nes, prueban que los astrónomos chinos nos ha-bian precedido gran número de años en el estudiode las manchas solares, pues sabido es que lacreencia más autorizada es la de que Galileo ob-servó por la primera voz esas manchas en 1610.

Sociedad industrial de Paris.M. Balard da cuenta de los estudios compara-

tivos que se han hecho sobre el empleo de la pól-vora de guerra y el de la dinamita, obteniéndoseventaja en favor de este último producto, no sóloen la rapidez de los desmontes y barrenos mine-ros que se aumentan en la proporción de 140á 100, sino en la economía que se obtiene, que esdel 16 por 100.

—M. Debray presenta á nombre de M. Redie unbarómetro metálico, en el cual la aguja indicadorase mueve por la impulsión de un doble mecanis-mo de relojería. Este aparato puede ser trasfor-mado fácilmente en barometrógrafo.

—M. Darlincourt describe dos nuevos aparatosde su invención, muy útiles para las grandes es-taciones telegráficas; el primero tiene por objetoproducir las interrupciones y los restablecimien-tos con una rapidez prodigiosa; y el segundo esun mecanismo para la autografía, sistema electro-químico.

—M. Pasteur da cuenta de la investigacionesque ha hecho acerca de la fabricación de la cerve-za y de los nuevos procedimientos que ha inventa-do para hacerla inalterable. Describe y enseña unaparato con el cual se puede fabricar en grandeescala, y hasta la temperatura de 20 á 25 grados,cerveza pura é inalterable; y hace constar que sumétodo se explica por principios sencillos, y pue-den tener en cualquiera fábrica una aplicaciónexacta, inmediata, y sobre todo económica.

BOLETÍN DE CIENCIAS Y ARTES.

El escultor D. Juan San Martin ha regresado áEspaña procedente de Roma, donde deja termi-nada la estatua del ilustre marino Méndez Nuñez,que ha hecho por encargo del ayuntamiento deSantiago, en cuya plaza de la Constitución ha deser colocada en honor y memoria del héroe delCallao. La estatua es de proporciones colosales,y representa á Msndez Nuñez en traje modernode marino, en el acto en que pronunció aquellasvalientes palabras: «Antes perderé toda mi es-cuadra que renunciar á mi honor ó manchar elde mi patria.»

* *La sétima reunión del Congreso internacio-

nal de arqueología y antropologia prehistóricas,se verificará en la capital de Suecia, empezandoel 7 de Agosto próximo, y terminando el 16 delmismo mes. Se han fijado estas fechas, porquepasado el mes de Agosto el clima de Stokolmono permite una gran reunión; los dias son muy

cortos y las noches muy fiias. El gobierno suecoha pedido á la Dieta una. suma de 20.000 francospara los gastos del Congreso. La nobleza haofrecido su gran palacio para la celebración de lassesiones, y habrá dos grandes fiestas, uaa dadapor el rey y otra por la ciudad de Stokolmo. Losmiembros del Congreso podrán viajar por los fer-ro-carriles á mitad de precio.

* *En un artículo que acaba de publicar el doctor

González de Velasco, declara terminantemente elcélebre anatómico que no es extraño sea un mis-terio la naturaleza del cáncer, de la tisis y deotras dolencias matadoras. La ciencia del diag-nóstico, dice, alcanza hoy felizmente en general áuna gran altura, pero el tratamiento está tanfalto de medios, y son tan inseguros y tan débileslos que existen, que aflige el espíritu al contem-plar la impotencia del arte y de la ciencia enmultitud de enfermedades. Respecto á esta serie deanuncios con pomposas ofertas para la curaciónrápida y radical de determinadas enfermedades,dice que sólo hay cierta una cosa: la explotacióny engaño de la pobre y afligida humanidad, víc-tima de los sufrimientos ocasionados por malesante los que, en resultado final, no queda másque bajar la cabeza, y confesar paladinamente laimpotencia de la ciencia y del poder humanovencido por fuerza mayor. El doctor Velasco con-cluye su trabajo ofreciendo demostrar con hechospalpitantes do hoy, que es completamente falsala curación del cáncer.

* #En Londres se ha dado á la fotografía una

nueva aplicación; la de reproducir encajes anti-guos; trabajo de gran utilidad para los fabrican-tes. Las pruebas se hacen sobre lino, y no sola-mente enseñan el dibujo, sino también el proce-dimiento de confección.

** *

El Anfiteatro anatómico español publica el re-trato y biografía del eminente doctor Hoyos-Li-mon, una de las glorias más legítimas de la me-dicina española, que nació en Sevilla el 15 de Ju-nio de 1813, y falleció en la misma ciudad el 2 deNoviembre de 1861, después de una vida consa-grada por completo al estudio, al alivio de lahumanidad y al socorro de los necesitados. Erael renovador del espíritu hipocrático en España,y ha dejado, al par que el recuerdo de sus gran-des virtudes y talentos, varias obras científicasde inestimable valor.

En Cádiz se va á establecer una escuela librede Derecho, para cuyo sostenimiento ha votadoel municipio una subvención anual.

En Agosto de este año se verificará en Viena elcuarto Congreso internacional de farmacéuticos,en el cual habrán de discutirse los temas si-guientes:

1.° Hasta dónde llega la responsabilidad delos farmacéuticos en el cumplimiento de sus de-beres.

2.° De qué modo debe formarse la comisiónde revisión de farmacéuticos para ser más pro-vechosa.

3.' Si es "posible que el profesorado de farma-

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N.°4 BOLETÍN DR CIENCIAS Y ARTES.

cía esté á cargo de los farmacéuticos única-mente.

4.° Si ha llegado la ocasión de formarse unafarmacopea internacional.

La clase farmacéutica española estará repre-sentada en este Congreso.

-** *En uno de los picos más elevados de las Monta-

ñas Pedregosas, en los Estados-Unidos, se va áconstruir un observatorio astronómico y á colo-car en él un gran telescopio. Como estudio preli-minar se han hecho cuidadosas observacionessobre las propiedades ópticas de la atmósfera enaquellas regiones del Oeste. Las más interesantesson las del profesor Davidson, empleado en elservicio geodésico de las costas. En su informe ála Academia de Ciencias de California hace verque las tablas meteorológicas de la Estación de lacima, en Sierra-Nevada á 2.135 metros sobre elnivel del mar, atestiguan que de trescientos cin-cuenta y ocho dias y noches, sólo en ochenta y ochoestuvo la atmósfera cubierta de nubes, y esto enlos meses de invierno, durante los cuales la nievehabia caido en cantidad de 45 pies, próximamen-te (13 metros 17 centímetros).

En el verano los flancos de la montaña estáncubiertos de verdura, no habiendo ai nieves nipolvo. El profesor Davidson opina que, vista laestabilidad de la atmósfera, las observacionesque se hagan en aquel elevado punto durante unaó dos noches valdrán más que los resultados deseis meses de observaciones en los puntos bajos.En las inmediaciones de la Estación de la cimahay aún puntos mejores y más elevados.

El informe del doctor Davidson ha contribuidomucho á que un millonario de San Francisco deCalifornia, M. J. Lick, en carta escrita á la Aca-demia de California, y en otra dirigida al profesorJosé Henry, manifieste deseo de fundar un obser-vatorio en el sitio más conveniente, proveyéndolede los mayores y mejores instrumentos astronó-micos, para lo cual se propone dotar al estableci-miento con una pensión anual de un millón deduros. De esta suerte fundará un monumento yalcanzará una fama que está al alcance de pocosen este mundo.

** • *

Anunciase una nueva carne para el alimentodel hombre, que rivalizará con la de vaca; lacarne de bisonte. En Inglaterra están ya cum-plidos los requisitos administrativos, y muypronto aparecerá en las carnecerías. El bisontees de la misma especie que el buey salvaje y elbuey doméstico, y ha sufrido trasformacionessegún los climas, alimentos y tratamientos áque se ha sometido. Se distingue especialmentede los demás rumiantes por una giba que tiene enel lomo, sobre los brazuelos, formada completa-mente de carne, y que, según se asegura, es lomás suculento del animal. Las partes meridio-nales de Asia y África están pobladas de bi-sontes, entre los que hay grandes variedades porel tamaño, color, figura y cuernos. En Malabar,Abisinia«y Madagascar, donde los prados natura-les son abundantes y espaciosos, hay bisontes degran tamaño. En Arabia, donde el terreno esseco, los bisontes son pequeños. En la AméricaSeptentrional hay muchos; en la Meridional no seencuentran. Su carne se come en Madagascar y

en las islas próximas á África, donde la prefierená la del buey llevado de Europa. El bisonte noexiste en Europa; pero ha vivido en los bosquesde Germania, en Escocia, y en algunos otros pun-tos del Norte.

En todo el imperio alemán se publican actual-mente 3.398 periódicos, de los cuales son diarios526. En Berlín se publican 261 entre diarios, se-manales, bisemanales, etc.

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En Lisboa acaba de fundarse una sociedad parael progreso de los estudios orientales, nombrandopresidente á D. Augusto, hermano del Rey, y vi-cepresidente al Sr. Avila Bolama, presidente de laCámara de los Pares. El Rey ha puesto á disposi-ción de la nueva sociedad un palacio para sussesiones, biblioteca en vías de formación, y ar-chivos.

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La industria se ha enriquecido recientementecon un nuevo metal, obtenido por medio de sus-tancias que contienen fósforo, por lo cual se le hadado el nombre de bronce fosfórico. Es una mezclamás dúctil que el cobre, nervioso como el hierrofundido, y tan resistente como el acero. Se prestaá muchos empleos, y tiene la ventaja de que alfundirse de nuevo no experimenta pérdida de ma-teria ni alteración en su calidad.

* #Se ha formado en Lieja una sociedad geológica,

cuyo principal objeto será estudiar la riquísimacuenca mineralógica de que es centro la ciudadfabril por excelencia de Bélgica.

* *En el próximo año se verificará en el punto que

designe el gobierno austriaco la segunda reunióndel congreso internacional agrícola y forestal.Asistirán delegados oficiales y representantes delas grandes asociaciones, y su objeto principalserá el examen de las medidas legislativas quedebenjomarse para facilitar los cambios interna-cionales de productos. También se discutirán lascuestiones científicas más á propósito para estimu-lar el progreso de la doble industria agrícola yforestal.

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Del 14 de Agosto al 3 de Setiembre próximosse celebrará en Kiew un congreso de arqueologiaslava.

Se ha formado en Madrid una sociedad de repu-tados autores para dar lecturas públicas de obrasinéditas, á imitación de las que se verifican encasi todas las capitales de Europa y América.

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*La Sociedad anatómica española ha fijado parala Memoria que ha de premiar este añoel tema si-guiente: ¿En qué casos los vicios generales con-tradicen las operaciones? Los trabajos se presen-tarán hasta 1." de Setiembre.

* *En el año próximo se celebrará en Paris un

Congreso geográfico internacional, al cual han deconcurrir representantes de todas las asociaciones

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de esta clase en el extranjero. Los preparativos deorganización se están haciendo con gran activi-dad. La presidencia de honor corresponde al jefedel Estado; pero la presidencia activa es la delpresidente de la Sociedad de geografía de París,vicealmirante barón de La Ronciere le Noury.Ya están nombradas las comisiones que han depreparar los programas y demás asuntos prelimi-nares.

• *Ha fallecido en Francia el célebre naturalista

Luis Agassiz. La autopsia de su cadáver ha de-mostrado que su cerebro tenia un peso extraordi-nario, 1.495 gramos, mientras el peso medio esde 1.250.

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La Academia de Medicina de Barcelona ha pu-blicado el programa de premios para este añosobre los temas siguientes: 1." Observación pun-tual y exacta de una epidemia en algún punto deEspaña. 2." Estudio topográfico-médico de cual-quier punto de España, exceptuando Vich, Alcán-tara, Tarragona, Portugalete y Sierra de Ayllon.3.° ¿Qué debe entenderse por libertad de enseñan-za? Ventajas ó inconvenientes de su aplicación álos estudios médicos.

BOLETÍN BIBLIOGRÁFICO.

OBRAS BE ARISTÓTELES, puestas en lengua caste-llana por D. Patricio de Azcárate. Tomo V.OPÚSCÜIOS PSICOLÓGICOS. £7» tomo en 4.° españolie 300 páginas, edición de lujo. Medina y Na-varro, editores. Madrid, 1874. (Véase la cuartaplana de la cubierta de este número.)

Después de la publicación de las obras dePlatón en once tomos, la casa editorial de Medinay Navarro emprendió la de las obras de Aristóte-les, y ya van dados á luz cinco volúmenes deesta colección. La Biblioteca filosófica, de la cualforman parte lasobras de los dos filósofos griegos,se compone ya, por lo tanto, de 16 volúmenes, sibien la mayor parte de los de Platón están ago-tados. Las ediciones de estas obras se han hechoúnicamente de 500 ejemplares, y parece que que-dan muy pocos disponibles, porque la publicaciónse hace por suscricion.

Tanto las obras de Platón como las de Aristó-teles están puestas en lengua castellana por elSr. D. Patricio de Azcárate, autor de varias obrasde filosofía, y una de las personas más competen-tes de España para dar á conocer en nuestro paislas admirables obras de los primeros sabios de laGrecia antigua. Del acierto con que el Sr. Azcá-rate ha llevado á cabo su trabajo, nada debemosdecir, y nos remitimos en este punto á los elogiosque le han tributado las asociaciones científicasy los críticos más notables.

El tomo 5.* de las obras de Aristóteles á que serefieren estos apuntes, contiene un prefacio deM. Bartheleíny Saint-Hilaire, el gran comentadorde Aristóteles, el Tratado de la Sensación y delas Cosas sensibles, el Tratado de la Memoria y dela Reminiscencia, el Tratado sobre el Sueño y laVigilia, el Tratado de los Ensueños, el Tratado dela Adivinación durante el sueño, el Tratado so-

bre el Principio general del movimiento en losanimales, el Tratado de la Longevidad y de laBrevedad de la vida, él Tratado de la Juventud yde la Vejez, de la Vida y de la Muerte, y el Tra-tado de la ¿espiración.

*REVISTA DE ANTROPOLOGÍA, órgano oficial de la Socie-

dad antropológica española. Cuadernos primero ysegundo, Madrid, 1874.

Hemos tenido el gusto de recibir los dos nú-meros primeros de esta Revista, que contienen losnotables trabajos siguientes: De la unidad nativadel género humano, por el Sr. Hysern; Diferen-cias específicas de las razas humanas, por el se-ñor Ariza; Observaciones para el estudio delhombre, por el Sr. González de Velasco; Antropo-logía, por el Sr. Tubino; Origen, antigüedad ynaturaleza del hombre, por el Sr. Vilanova; Lospueblos fronterizos de Abisinia, por el Sr. Medi-na; La población indígena de las islas Filipinas,por el Dr. Jagor.

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REVISTA DE ESPAÑA.. Año sétimo, tomo XXXVII.Número 145. Albareda y León y Castillo, direc-tores propietarios. Madrid, 1874.

Esta importante publicación, acerca de lacual nada tenemos que decir á nuestros lectores,porque es bien conocida y apreciada en toda Es-paña, acaba de entrar en el año sétimo de su exis-tencia con el número 145, que contiene: La res-tauración de los Borbones en Francia, por donFermín Lasala; Estudios sobre la propiedad, porD. Manuel Alonso Martínez; La guerra civil, porD. Antonio Pirala; Los concelleres de Barcelona,por D. E. Rodríguez Solís; Carácter geológico-agronómico de la isla de Cuba, por D. M. Rodrí-guez Ferrer; Pena sin culpa, drama por D. LuisVidart; Revistas políticas del interior y del exte-rior, y un artículo bibliográfico del Sr. Benotacerca de la novela Rosas y Perros, de D. RamónRodríguez Correa.

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EL ANFITEATRO ANATÓMICO ESPAÑOL. Revista quince-nal, fundada por el Dr. González de Velasco.Año II. Número 28.

Hemos reeibido el número del 15 del actual deesta importante publicación, que contiene un ar-tículo sobre los tumores heterólogos, por el doctorVelasco; otro sobre el tratamiento de las enferme-dades crónicas, por D. J. Santos Fernandez; otrosobre la extirpación de un histerotha, por el doc-tor Aparicio; un proyecto de informe sobre el es-tablecimiento de un manicomio-modelo, por elDr. Méndez Alvaro, y otros muchos trabajos cien-tíficos notables.

CARTAS ABiEaTAS, por D. Luis A. Mestre Hernán-dez. PRIMER PAQUETE. Un pequeño folleto de32 páginas.

Contiene cinco cartas en verso, con^un pró-logo de D. Carlos Frontaura. El producto de estaobrita se destina al socorro de los heridos encampaña.

Imprenta de la B iblioteca de Instrucción y Recreo, Rubio, iSS.