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Una de las más sintomáticas y recurrentes líneas narrativas de la última novela española se ha construido desde –y para– la recuperación de la denominada, tanto desde la crítica académi- ca como su apologética paralela en lo referente al despliegue publicitario de los grandes grupos editoriales, «memoria histó- rica» caracterizada por el obsesivo despliegue de discursos pre- ñados de problemáticas y contradicciones centrados en perso- najes trazados desde el más radical individualismo narrativo (psicologismo y monólogo interior), traumas larvados, catarsis justificativas de anteriores comportamientos y un edulcorado sentimentalismo que suele enmarcarse y tamizarse a través de una matriz argumental sostenida por figuras y acontecimientos emblemáticos. Sin embargo, bajo ese supuesto barniz de intelectualismo comprometido y de reflexión acerca de nuestra «verdad históri- ca» contemporánea, lo cierto es que se ha conformado, desde esas historias, un oscurecimiento, cuando no una premeditada (re)utilización, de las auténticas circunstancias histórico-ideoló- gicas (guerra civil y transición), que terminaron desembocando en el pactismo de la izquierda, el abandono consiguiente de los postulados marxistas, la desaparición de la lucha obrera y de la explotación cotidianas cuyo corolario ha sido el dejarse devorar y asimilar, utilizando siempre el manido recurso de la «moderni- dad», por el despiadado neoliberalismo ya, definitivamente, ins- talado y dominante en todos los niveles del Estado. Así lo esquematiza y desenmascara el profesor Juan Carlos Rodríguez 1 : Pero según las imágenes establecidas, los EEUU eran la libertad y la democracia y los rusos eran el estalinismo totalitario. De modo que el asunto no tenía color. Aunque no solo se trató del technicolor frente al gris: había, repito, verdadero miedo capitalista a que los trabajadores y los intelectuales europeos se inclinaran hacia un modelo socialista, solo que democratizado. Y por ahí empezó el exacerbamiento politicista, el antimarxismo vis- ceral en cualquier sentido. […] Y de hecho ahí surgió todo el problema: libertad, sí, pero nada de anticapitalis- mo. Y ese era el desafío para los partidos comunistas del sur europeo: cómo seguir luchando contra el capitalis- mo, evitando a la vez que los identificaran con la URSS. Y eso era lo difícil para el PCE/PSUC en España: por ello, sus dirigentes –para conseguir que “las masas” los consideraran demócratas– se lo concedieron todo a los liberales burgueses o cuasi franquistas todavía. 1 Rodríguez Gómez, Juan Carlos, De qué hablamos cuando hablamos de marxismo, Madrid, Akal, 2013, pp. 30-32. ISBN: 1885-477X YOUKALI, 17 página 113 ANÁLISIS / RESEÑAS RESEÑA El tiempo cifrado, alumbramiento y transición, una novela de Matías Escalera Cordero (Amargord, 2014) por Francisco Álamo Felices (Universidad de Almería)

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Una de las más sintomáticas y recurrentes líneas narrativas dela última novela española se ha construido desde –y para– larecuperación de la denominada, tanto desde la crítica académi-ca como su apologética paralela en lo referente al desplieguepublicitario de los grandes grupos editoriales, «memoria histó-rica» caracterizada por el obsesivo despliegue de discursos pre-ñados de problemáticas y contradicciones centrados en perso-najes trazados desde el más radical individualismo narrativo(psicologismo y monólogo interior), traumas larvados, catarsisjustificativas de anteriores comportamientos y un edulcoradosentimentalismo que suele enmarcarse y tamizarse a través deuna matriz argumental sostenida por figuras y acontecimientosemblemáticos.

Sin embargo, bajo ese supuesto barniz de intelectualismocomprometido y de reflexión acerca de nuestra «verdad históri-ca» contemporánea, lo cierto es que se ha conformado, desdeesas historias, un oscurecimiento, cuando no una premeditada(re)utilización, de las auténticas circunstancias histórico-ideoló-gicas (guerra civil y transición), que terminaron desembocandoen el pactismo de la izquierda, el abandono consiguiente de lospostulados marxistas, la desaparición de la lucha obrera y de laexplotación cotidianas cuyo corolario ha sido el dejarse devorary asimilar, utilizando siempre el manido recurso de la «moderni-dad», por el despiadado neoliberalismo ya, definitivamente, ins-talado y dominante en todos los niveles del Estado.

Así lo esquematiza y desenmascara el profesor Juan Carlos Rodríguez1:

Pero según las imágenes establecidas, los EEUU eran la libertad y la democracia y los rusos eran el estalinismototalitario. De modo que el asunto no tenía color. Aunque no solo se trató del technicolor frente al gris: había,repito, verdadero miedo capitalista a que los trabajadores y los intelectuales europeos se inclinaran hacia unmodelo socialista, solo que democratizado. Y por ahí empezó el exacerbamiento politicista, el antimarxismo vis-ceral en cualquier sentido. […] Y de hecho ahí surgió todo el problema: libertad, sí, pero nada de anticapitalis-mo. Y ese era el desafío para los partidos comunistas del sur europeo: cómo seguir luchando contra el capitalis-mo, evitando a la vez que los identificaran con la URSS. Y eso era lo difícil para el PCE/PSUC en España: porello, sus dirigentes –para conseguir que “las masas” los consideraran demócratas– se lo concedieron todo a losliberales burgueses o cuasi franquistas todavía.

1 Rodríguez Gómez, Juan Carlos, De qué hablamos cuando hablamos de marxismo, Madrid, Akal, 2013, pp. 30-32. ISBN

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SRESEÑA El tiempo cifrado, alumbramiento y transición, una novela de Matías EscaleraCordero (Amargord, 2014)

por Francisco Álamo Felices (Universidad de Almería)

Esto es, la desaparición de la novela social y comprometida ha desarrollado en la narrativa contemporánea,como antítesis del realismo, un patológico tratamiento del yo y de sus procesos internos de introspección. Lascontradicciones ideológicas y la explotación, cada vez más feroz, han dejado de estar presentes como temanovelesco. El olvido de las fuerzas sociales, muy consciente y estructurado, ha sido aceptado casi por unani-midad. Frente a esto, la ficción nostálgica se ha impuesto, un modelo narrativo que no sólo cumple “con unafunción propagandística que fomenta la ideología dominante, sino que ésta contribuye al sustento de unengaño colectivo construido a base de un consumo compulsivo de ficción2.

Frente a este discurso homogéneo y consolidado, aparece el contrapunto artístico-literario alternativo yde compromiso con la dialéctica materialista de Matías Escalera.

La novela El tiempo cifrado (inédita, desde el final de su proceso de reescritura definitiva, a principios deeste siglo, hasta ahora) es otra herida abierta, como el resto de la producción literaria de nuestro autor, den-tro del corpus novelístico anteriormente referido y del corporativismo elitista de sus representantes más sig-nificativos en el mercado del libro.

Con un más relajado tratamiento de su habitual y desbordante uso de los procedimientos paratextuales3

–frente a, por ejemplo, Un mar invisible (2009) –, Escalera Cordero despliega, en estas páginas, una desconso-ladora –en tanto que anti-triunfalista– historia de pérdidas y traiciones personales y políticas que descubre,de manera directa, sin culpas ni expiaciones consoladoras, el verdadero rostro de todos aquellos perdedoresy derrotados que dejó el mitificado tiempo de la denominada, y ya sacralizada, «Transición». El autor recu-rre en su texto, y alternando en la narración la omnisciencia editorial junto a los diálogos, las analepsis tem-porales y el monólogo interior, al encuentro «generacional» entre el profesor de Universidad FernandoAróstegui (detenido por asesinato) y su hijo Javier (otro perdedor en la vida), a una disección del tiempo felizde la utopía de la España de la modernidad postfranquista y de su alienación social y juvenil, encuadradoentre el final de la Dictadura (de 1973 a 1976) y la descomposición posterior de las esperanzas y proyectossociales populares junto a la degradación del orgullo de la militancia política de los compañeros de viaje deFernando (entre 1986, año emblemático, y 1987).

Matías Escalera conforma una estructura argumental que, alternando una historia sentimental, íntima-mente ligada al compromiso político del protagonista, desemboca en el fracaso vital de éste y de su violentatragedia final. Ahora bien, tomándole la palabra a José Aranda, toda esta trama se instala, en oposición, portanto, a cualquier concesión melodramática y sensiblera evanescente y vacua:

[…] en la realidad de la sociedad presente, como único lugar útil y válido para materia novelable; y que ahí ydesde ahí, más nos inquieta y desazona, más abre y hace saltar la paz y tranquilidad nuestras, de nuestros hábi-tos y costumbres más fundados y normales, más domésticos y familiares, de nuestras más terribles noches delalma4.

Así se plasma la relación amorosa –seca, directa, sin contemplaciones pseudo-románticas– entre Fernando ysu amante extranjera Anja. El abandono (huida), sin apenas explicaciones, que éste realiza de su mujer Elena,absorbido por su fidelidad al Partido y, sobre todo, por su falta de ubicación y hastío ante la realidad del país.De esta manera se confiesa a su hijo Javier: «Tu recuerdo (ni el de tu madre) no debía entorpecer ni estorbar un des-tino tan afanosamente construido, precisamente, para olvidar [...]» (p.46)5. La sórdida vida de Carmen (pareja deJavier), asesinada mientras se prostituía con un degenerado e influyente político6: «Este hijo. Esta mujer (por-que él lo sabía perfectamente –¿cómo no lo iba a saber?– que Carmen era una puta de lujo y que su hijo era un camello,que no servía ni para chulo de aquella mujer)» (p. 185). O el retrato de Ricardo (antiguo camarada de Fernando),otro fracasado y desorientado personaje, abandonado, en su caso, por su mujer Paula.

2Álvarez-Blanco, Palmar y Dorca, Toni (coords.), Contornos de la narrativa española actual (2000-2010), Iberoamericana-Vervuert, 2011, p. 28.

3 Destacan, no obstante, la utilización del epígrafe alógrafo, el cual, después del propio título, funciona como el elemento paratextual que más inci-dencia e información puede ofrecer sobre el contenido o sentido de la obra (cfr. los epígrafes que, abriendo cada capítulo de la novela, sitúaEscalera referidos a letras y estribillos de los más conocidos grupos de música pop nacional, en perfecta simbiosis extradiegética con la historianarrada).

4 Aranda Aznar, José, El que habita el olvido, (Contraportada José Antonio Fortes), Barcelona, Anthropos, 1987.

5 Las referencias tomadas de la primera edición: Madrid, Amargord, 2014.

6 A cuyo intermediario mata Fernando en una catarsis extrema, de contornos purificadores pero sin salvación posible, que sirve de epílogo al proce-so de concienciación que éste realiza tras el descubrimiento doloroso de que su entrega personal y política han sido un fraude.IS

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Toda una galería de actores, cuyos desustanciados trayectos y proyectos personales, dinamitan, desde lamédula, el placentero psiquismo pequeño-burgués y las cínicas reconversiones ideológicas de las otras nebu-losas propuestas literarias de mercado «regeneradoras» y escamoteadoras de ese tiempo histórico.

De todo lo anterior emana el hecho de que la configuración diegética de la narración y el trazado de esospersonajes sólo adquiere luz y sentido bajo las circunstancias político-sociales que, por entonces, se vivieronjunto, claro está, a los débitos que se pagaron y los sacrificios que quedaron en la cuneta del olvido y del opro-bio. Sirvan estos ejemplos:

a) El mercadeo político y la traición a la lucha obrera.Capítulo XIX: «DEMÓCRATA UNO: Ha llegado el tiempo del beneficio, ya era hora de que nos incorpo-ráramos a la fiesta, ¿no os parece? (risas)» (p. 129).

b) La disolución del ideario y de la praxis marxistas y el entreguismo a la burguesía capitalista:Fernando a Paco (miembro del PCE): «¿Qué coño significa eso de pensar “en marxista”?» (p.145).Ricardo (sindicalista) a Fernando: «Me parece que así estamos todos; necesitamos que nos convenzan otravez, que nos digan que vale la pena, que ha valido la pena todo cuanto hemos hecho, lo que hemos dejado atrás,toda la puta vida que hemos tenido [...]» (p. 160).Fernando a Ricardo: «[…] pero vosotros -la clase obrera, por dios-, vosotros ya no interesáis a nadie […]»(p. 161).

c) El patético mundillo cultural universitario, parodiado de modo agrio e inmisericorde en el capítu-lo XXX.

Destaca, por otro lado, en El tiempo cifrado, otra de la constantes presencias arquitectónicas del universo lite-rario de Matías Escalera Cordero, nos referimos a su denuncia de la consideración de la literatura como uninane –lingüístico/formalista/espiritual– discurso al servicio y consolidación de la ideología dominante: «Lapoesía no ha sido otra cosa que la épica de la Nada» (p. 17), a lo que se le une, como programática de otra enseñan-za-explicación de los textos literarios, un vasto despliegue teórico-histórico por dos de las obras más sintomá-ticas de la literatura española de crisis entre épocas, productos, en suma, de las etapas de transición entre ide-ologías en lucha. Se trata, en este caso, del Libro de Buen Amor (que es utilizado, además, en una conferenciaque sobre el Arcipreste realiza Fernando, como modelo axial de las contradicciones ideológicas que puedesupurar un texto y envolver, a la vez, a las del propio personaje), y del Infante Don Juan Manuel, así como–en época ya contemporánea–, Señas de identidad, de Juan Goytisolo, y La verdad sobre el caso Savolta, deEduardo Mendoza.

El resto de aspectos/denuncias que Escalera Cordero expone recorren desde las sospechas sobre la técni-ca cuando funciona al servicio de los intereses económicos de las grandes multinacionales, el submundoescondido tras los neones de las grandes urbes y sus lacras, especialmente la prostitución, como metáforapoderosa y como una de las más vergonzosas consecuencias de la explotación más miserable, hasta la alerta–siempre presente en las preocupaciones de Matías Escalera– frente al poder alienante que están imponien-do las palabras y los discursos falsos con la pérdida de sus referentes colectivos y sociales como otra de lasestrategias del neoliberalismo dominante.

Con la novela El tiempo cifrado, Matías Escalera, junto a su hábil y magistral dominio de las técnicas yrecursos literarios, nos expone –de manera desnuda y desmitificadora, desde la más radical opción de la rea-lidad como materia novelable– la demolición, la crisis, el abandono y la derrota de las fuerzas de la izquier-da entre los años 70 y 80, cuando acudieron prestas al seductor cuerno de la abundancia del capitalismo queya embriagaba a los que se empezaban a postular como césares de la modernidad en este país.Un texto, pues, para la reflexión desde la otra cara de las historias noveladas complacientes y terapéuticas aluso. Un libro que nos devuelve a la verdad de unos hechos que explican las consecuencias actuales.

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