rendimientos crecientes y progreso económico

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DESARROLLO ECONÓMICO Inicia la REVISTA DE ECONOMÍA POLÍTICA una nueva sección dedicada a los problemas relativos al desarrollo económico. Muchas y muy variadas razones po~ drian aducirse para justificar nuestra preocupación con- creta por esta parte de la política económica que resuh tarian evidentes para cualquiera que se interese por las cuestiones que, en la actualidad, aborda la ciencia eco- nómica. Sin embargo, nos parece pueden ser suficientes dos. En primer lugar, el enorme interés que los estudiosos de la economía conceden al desarrollo económico de los lla- mados países subdesarrolladós o económicamente atrasa- dos y la importancia de los trabajos fruto de ese cada vez más intenso interés—, cuyo examen resulta imprescin- dible a la hora de considerar una eficiente política eco- nómica. En segundo lugar, el convencimiento de la utili- dad que el estudio del desarrollo económico puede reportar a nuestro país. Si bien es cierto que España se enfrenta con muchos problemas de carácter económico, no sería muy aventurado afirmar que todos pueden englobarse bajo el problema más general de su desarrollo. Efectivamente, las características de nuestra estructura económica coin- ciden, más o menos, con las atribuidas a las áreas atra- sadas. Por otra parte, la explosión registrada en la literatura científica sobre el desarrrollo económico ha revestido en

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DESARROLLO ECONÓMICO

Inicia la REVISTA DE ECONOMÍA POLÍTICA unanueva sección dedicada a los problemas relativos aldesarrollo económico. Muchas y muy variadas razones po~drian aducirse para justificar nuestra preocupación con-creta por esta parte de la política económica que resuhtarian evidentes para cualquiera que se interese por lascuestiones que, en la actualidad, aborda la ciencia eco-nómica.

Sin embargo, nos parece pueden ser suficientes dos.En primer lugar, el enorme interés que los estudiosos dela economía conceden al desarrollo económico de los lla-mados países subdesarrolladós o económicamente atrasa-dos y la importancia de los trabajos —fruto de ese cadavez más intenso interés—, cuyo examen resulta imprescin-dible a la hora de considerar una eficiente política eco-nómica. En segundo lugar, el convencimiento de la utili-dad que el estudio del desarrollo económico puede reportara nuestro país. Si bien es cierto que España se enfrentacon muchos problemas de carácter económico, no seríamuy aventurado afirmar que todos pueden englobarse bajoel problema más general de su desarrollo. Efectivamente,las características de nuestra estructura económica coin-ciden, más o menos, con las atribuidas a las áreas atra-sadas.

Por otra parte, la explosión registrada en la literaturacientífica sobre el desarrrollo económico ha revestido en

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ios últimos años una intensidad y extensión tales que sos-pechamos es muy difícil, por no decir imposible, seguir lasdiferentes reacciones que esa explosión va adoptando encada campo concreto. Se impone, por consiguiente, un co-nocimiento de todas esas reacciones particulares y, lo quees más importante, la coordinación de todas ellas.

Es necesario, pues, si quieren seguirse los adelantosque van logrando los estudios sobre el desarrollo econó-

i mico, sistematizar y ordenar las manifestaciones de esamencionada explosión. El vacío español en este campo estambién muy amplio y profundo. La REVISTA DE ECO-NOMÍA POLÍTICA, uno de cuyos objeticos explícitos, en-tre otros, es poner al alcance de nuestros estudiosos lasaportaciones que en las diferentes ramas de la cienciaeconómica se registran en todo el mundo, no podía dejardesatendida esta importante cuestión. Por eso, pretendecolaborar a hacer menos amplio dicho vacío y, en prin-cipio, se propone publicar en cada uno de sus números

: dos trabajos que se estimen poseen suficiente interés.

• Los dos artículos seleccionados para este primer nú-mero están firmados por A. Young y H. Myint. El prime-ro, publicado en 1928, tiene el gran mérito de haber se-ñalado por primera vez en forma 'explícita la importanciaque para el crecimiento económico tiene la dimensión delmercado. Constituye hoy una referencia obligada al estu-diar los factores que determinan no sólo la oferta de ca-pital, sino, más específicamente, la demanda del mismo.

El de Myint, mucho más reciente, constituye un puntode partida de inestimable valor para el estudio del des-

: arrollo económico. Se trata de un planteamiento generaldel problema del atraso económico —distinguiendo éstetajantemente del referente al subdesarrollo— y de sus cau-sas determinantes con un análisis de aquellas que general-mente pueden figurar o figuran como relevantes. Ademásde interesantes aportaciones originales, se deslindan cam-

• • pos y aclaran ideas, lo cual indudablemente representa unai. ' ayuda importante dentro de esta avalancha, algunas veces

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confusa, de literatura sobre el tema. Finalmente, encontra-mos en este artículo dos cualidades rara vez coincidentes:su claridad expositiva y su carácter sugestivo, incitandocasi continuamente a la sistematización y colocación co-rrecta de todos los tópicos existentes dentro o alrededorde los trabajos sobre la política del desarrollo económico.

JAVIER IRASTORZA

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RENDIMIENTOS CRECIENTES Y PROGRESOECONÓMICO (*)

El tema que he elegido puede parecer alarmantemente formi-dable, pero no fue esa mi intención. Los términos "progreso eco-nómico", considerados en sí mismos, podrían sugerir la pretensiónde lograr alguna filosofía de la historia o de evaluar los resultadosdel pasado y los posibles cambios futuros en las formas de orga-nización económica y modos de las actividades económicas. Sinembargo, como yo los he utilizado, junto a la otra mitad de mitítulo, están encaminados simplemente a dispersar recelos sugi-riendo que no me propongo discutir ninguna de las cuestiones fas-cinantes anteriores, sino las altamente técnicas relativas a la formaprecisa en que se alcanza en el mercado alguna clase de equili-brio entre la oferta y la demanda de productos correspondientesa industrias que pueden aumentar su producción sin incrementarproporcionalmente* sus costes, o relativas a las posibles ventajas defomentar el desarrollo de dichas industrias, mientras se obstacu-lizan otras cuya producción se puede aumentar solamente a costade un incremento en los costes más que proporcional. Sospechoque el aparato que los economistas han construido para tratar efec-tivamente el conjunto de cuestiones a las que me acabo de referirpuede constituir un obstáculo que impida tener una visión clarade los aspectos más generales o elementales del fenómeno de losrendimientos crecientes, tal como deseo tratarlos en este articulo.

(*) Informe Presidencial ante la Sección P (Ciencia Económica y Estadís-tica) de la "Britiah Association for the Advancement oí Science". Glasgow,10 septiembre 1928. Artículo publicado en "The Economlc Journal", diciem-bre 1928. Traducción realizada por Javier Irastorza Revuelta.

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Consideremos, por ejemplo, la fecunda distinción de AlfredMarshall entre las economías productivas internas que una em-presa particular puede asegurar cuando el crecimiento del mercadole permite ampliar la escala de sus operaciones y las economíasexternas para la empresa individual, que se manifiestan solamente«n cambios en la organización de la industria como un total. Estadistinción ha sido útil en dos formas diferentes, por lo menos. Enprimer lugar constituye, o podría constituir, una defensa contra elerror corriente de suponer que donde quiera que operen los ren-dimientos crecientes hay necesariamente una tendencia efectivahacia el monopolio. En segundo (lugar, simplifica el análisis sobre laforma en que se determinan los precios de los bienes producidosbajo condiciones de rendimientos crecientes. Una empresa repre-sentativa dentro de la industria, manteniendo su propia identidady dedicándose a un conjunto dado de actividades, debe ser el ve-hículo o medio a través del cual las economías logradas por laindustria como un total se transmitan al mercado y repercutansobre el precio del producto.

' La consideración de la naturaleza de los procesos del progresoindustrial implícita en la distinción entre economías internas yexternas es necesariamente una consideración parcial. Ciertos as-pectos de aquellos procesos están perfectamente claros, mientrasque otros más importantes en relación con otros problemas, estánconfusos. Esto se aclarará, yo creo, si observamos que, aunque laseconomías internas de algunas empresas que producen, por ejem-plo, materiales o herramientas, puedan figurar como economíasexternas de otras empresas, no todas las economías que son propia-mente llamadas externas pueden considerarse como tales, sumandolas economías internas de todas las empresas separadas. Cuandoobservamos las economías internas de una empresa particular, con-sideramos una condición de estabilidad comparativa. Año tras año,la empresa, como sus competidores, está fabricando un productoparticular o grupo de productos, o se limita a realizar determina-das etapas concretas en el proceso de remitir los productos haciasu forma final. Sus operaciones cambian en el sentido de que sonprogresivamente adaptadas a una producción creciente, pero sonmantenidas dentro de límites definidamente fijados. Fuera de ella,en ese campo más oscuro del cual extrae sus economías externas,

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están ocurriendo cambios de otro orden. Aparecen nuevos produc-tos, hay empresas que emprenden nuevas actividades, y son crea-das nuevas industrias. En resumen, el cambio en este campo ex-terno es tanto cualitativo como cuantitativo. Ningún análisis de la?fuerzas que realizan el equilibrio económico, fuerzas que podría-mos decir son tangenciales en cualquier momento de tiempo, ser-virá para iluminar este campo, porque son características delmismo, movimientos que tienden a apartarse del equilibrio y des-viaciones de tendencias previas. No se ganará mucho explorándolecon el fin de averiguar cómo se manifiestan los rendimiento? cre-cientes en los costes de las empresas individuales y en los precio*a los que ellas ofrecen sus productos.

En vez de ello, debemos inclinarnos hacia una visión más sim-ple y más inclusiva, tal como algunos de los viejos economistashicieron cuando contrastaron los rendimienios crecientes que creíaneran característicos de la industria manufacturera, tomada en suconjunto, con los rendimientos decrecientes que creían eran domi-nantes en la agricultura, debido a una creciente proporción des-favorable entre trabajo y tierra. La mayoría de ellos fuerondesilusionadamente vagos con respecto a los orígenes y naturalezaprecisa de las "mejoras" que ellos oreían retardaban en algunaforma la acción de la tendencia hacia los rendimientos decrecien-tes en la agricultura y aseguraban un uso progresivamente másefectivo del trabajo en las manufacturas. Sus oponiones parece hanquedado en parte como una generalización empírica. Se habíanhecho mejoras y se hacían todavía, y podría suponerse que con-tinuarían haciéndose. Si hubieran vuelto su vista atrás, habríanvisto que hubo siglos durante los cuales se produjeron pocos cam-bios significativos, tanto en los métodos agrícolas como en Jos in-dustriales. Pero ellos vivían en una edad en que los hombreehabían vuelto sus rostros hacia una nueva dirección y en que elprogreso económico no era solamente conscientemente buscado,sino que parecía, en alguna manera, crecer de la naturaleza de laecosas. Las mejoras, por tanto, no eran algo que debía explicarse.Constituían fenómenos naturales, como la precisión de los equi-nocios.

Sin embargo, hubo algunas excepciones importantes a esta ac-titud poco curiosa hacia lo que, podría parecer, era uno de los

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problemas económicos más importantes. La doctrina positiva deSénior es bien conocida, y hubo otros que hicieron notar la cir-cunstancia de que, con el crecimiento de la población y de losmercados, aparecen nuevas oportunidades para la división del tra-bajo y nuevas ventajas. Dentro de esta visión, y solamente dentrode ella, se situaron las generalmente trivialidades que ellos decíansobre las "mejoras" relativas a algo que podría llamarse propia-mente una doctrina de rendimientos crecientes. No añadieron nadaal famoso teorema de Adam Smith, que afirma que la división deltrabajo depende de la extensión del mercado. Ese teorema, hecreído siempre, es uno de las más luminosas y fecundas 'generali-zaciones que pueden encontrarse en cualquier parte de toda la li-teratura 6obre la ciencia económica. En realidad, debo confesar,le estoy tomando como texto de este artículo, de la misma maneraque un autor de poca importancia pide un tema a uno de los maes-tros y añade ciertos desarrollos o variaciones de su propia cosecha.Hoy, por supuesto, entendemos por división de trabajo algo demucho más amplio alcance que esa partición de ocupaciones y di-visión de oficios especializados que Adam Smith tenía principal-mente en su mente. Nadie, en lo que conozco, ha tratado de enu-merar todos los diferentes aspectos de la división del trabajo, yyo no me propongo emprender esa tarea. Trataré solamente dosaspectos relacionados con el problema: el crecimiento de los mé-todos indirectos de producción y la división del trabajo entre lasindustrias.

Generalmente, se está de acuerdo en que Adam Smith, cuandosugirió que la división del trabajo conduce a invenciones, .porquelos trabajadores ocupados en rutinarias operaciones especializadasllegan a ver mejores procedimientos de lograr los mismos resulta-dos, olvidó el punto principal. Lo importante, por supuesto, es quecon la división del trabajo, un grupo de procesos complejos estransformado en una sucesión de procesos más simples, algunos delos cuales, al menos, se presta al uso de maquinaria. En el uso demaquinaria y en la adopción de procesos indirectos existe unamayor división del trabajo, cuyas economías se ven de nuevo li-mitadas .por la extensión del mercado. Sería ruinoso fabricar unmartillo para clavar una sola punta; sería mejor utilizar cualquierherramienta tosca unida convenientemente a la mano. Sería rui-

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noso montar una factoría con un equipo elaborado de conductores,manómetros, tornos, perforadoras, prensas y transportadores, todoello especialmente construido para fabricar 100 automóviles; seríamejor confiar en herramientas y máquinas de tipos normales, asícomo hacer un uso relativamente mayor de trabajo directamenteaplicado. Los métodos de Mr. Ford serían absurdamente' antieco-nómicos si su producción fuera muy pequeña, y no serían inclusorentables si su producción fuera lo que muchos otros productoresde automóviles llaman grande.

Por tanto, existen realmente economías que podrían llamarsede orden secundario. En qué grado compensa introducirlas al cons-truir factorías equipadas especialmente para 'hacer martillos o paraproducir maquinaria especializada utilizada para fabricar diferen-tes partes dé los automóviles, depende de nuevo de cuántas puntasdeben clavarse y cuántos automóviles pueden venderse. En algu-nos ejemplos, yo creo, estas economías secundarias, aunque reales,tienen solamente una importancia de segundo grado. Las deman-das derivadas para muchos tipos de equipos de producción espe-cializados son inelásticas dentro de un conjunto francamente am-plio. Si los beneficios y los costes de utilizar dichos equipos seextienden sobre un volumen relativamente grande de productos fi-nales, su efectividad técnica —al determinar si su uso es rentable—es un factor más importante que cualquier diferencia que, al fa-bricar los productos en escala grande o pequeña, pueda fácilmenteobservarse en los costes. En otros ejemplos la demanda de equiposproductivos es más elástica, y más allá de un cierto nivel de costesla demanda puede anularse completamente. En tales circunstan-cias, las economías secundarias pueden llegar a ser altamente im-portantes.

Indudablemente, mucho de lo que llevo dicho es familiar e in-cluso elemental. No obstante, me atreveré a resaltar dos puntosque pueden estar entre aquellos que suenan familiarmente, peroque algunas veces se corre peligro de olvidarlos (de otro modo, loseconomistas de fama no podrían haber sugerido que los rendi-mientos crecientes pueden ser completamente ilusorios, o habermantenido que donde éstos aparecen deben conducir al monopo-lio) . El primer punto es que las economías principales que se ma-nifiestan en los rendimientos crecientes son las economías de me-

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todos capitalistas o indirectos de producción. Estas economías, porotra parte, son en gran, parte idénticas a las economías de la divi-sión del trabajo en sus formas modernas más importantes. Enefecto, estas economías están ante nuestros ojos, pero podemospasarlas por alto si tratamos de hacer de .una producción en granescala (en el sentido de producción realizada por grandes empre-sas o grandes industrias), diferenciándola de. una gran producción,algo más que un incidente en el procesó general por el cual se ase-guran los rendimientos crecientes y si, consiguientemente, conside-ramos demasiado a la empresa individual, o incluso, como sugeri-remos en seguida, a la industria individual.

El segundo punto es que las economías de los métodos indi-rectos, aún más que las economías de otras formas de división deltrabajo, dependen de la dimensión del mercado, y esa és realmen-te la razón por la que las discutiimos bajo el título de rendimientoscrecientes. Apenas sería necesario resaltar este punto si no fueraporque las economías de operaciones en gran escala y de "produc-ción en masa" se refieren con frecuencia a cómo .podrían lograrseesas por medio de una reorganización "racional" de la industria.Esto supuesto, yo concedo que en cualquier momento dado, la ru-tina y la inercia juegan un papel muy importante en la organi-zación y conducta de las operaciones industriales. La direcciónreal no es más corriente en las tareas industriales que en otrasdiferentes. Nuevos "slogans", como producción en masa y raciona-lización, pueden operar como estímulos; pueden despertar a loshombres de la rutina y conducirlos a examinar de nuevo la orga-nización y procesos de la industria y tratar de descubrir formasparticulares que pueden mejorarlos. Por ejemplo, nadie puededudar que existen economías germinas que pueden lograrse me-diante la "simplificación y estandarización", o que el logro deestas economías requiere sean extirpados ciertos derroches compe-titivos profundamente arraigados. Esto último requiere un esfuerzodefinido y concertado —precisamente lo que los motivos competi-tivos ordinarios son con frecuencia incapaces de efectuar, pero quepodría llegar a ser más fácil como consecuencia de la propaga-ción de una nueva idea.

Hay peligro, sin embargo, que esperemos demasiado de estasreformas industriales "racionales". Llevadas más allá de un cierto

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punto vienen -a ser el reverso de lo racional. Yo me he interesadopor 'las opiniones británicas respecto a las razones de la productivi-dad relativamente alta (por trabajador o por hora de trabajo) delas industrias representativas americanas. El error de aquellos quesugieren que la explicación debe encontrarse en los salarios rela-tivamente altos que rigen en América no es que confundan causay efecto, sino que mantienen que lo que son realmente sólo dosaspectos de una sola situación, son uno la causa y otro el efecto.Los que sostienen que la industria americana está mejor dirigida,que sus directores estudian sus problemas más inteligentemente yplanean más decididamente y más sabiamente, no pueden citarhechos que afiancen su opinión, salvo las diferencias en los resul-tados logrados. Admitiendo la circunstancia que la industria bri-tánica, en su conjunto, ha mostrado estar.defectuosamente ajustadaa la nueva situación económica de la posguerra, no conozco he-chos que puedan, e incluso indiquen, que esta industria, teniendoen cuenta sus propios problemas y »us propias posibilidades, estáorganizada menos eficientemente o -dirigida menos hábilmente quela industria americana o la industria de cualquier otro ipaís.

Algunas veces, el hecho de que el trabajador medio americanotrabaje con la ayuda de una mayor oferta de maquinaria automá-tica que el trabajador de otros países, se cita como prueba de lasuperior inteligencia del empresario medio americano. Pero estono hará, como el economista sabe, que cuanto mayor es el gradoen que el trabajo es productivo o escaso —los términos tienen elmismo significado— mayor sea la economía relativa de utilizarloen formas indirectas que son técnicamente ventajosas, incluso aun-que dicho procedimiento requiera mayor cantidad de capital quelo necesario en métodos más simples.

Es alentador encontrar cómo un número francamente grandede autores que tratan del volumen del producto industrial ameri-cano y la escala de la organización industrial americana han lle-gado a suponer que la dimensión del mercado nacional americano,no obstruido por barreras arancelarias, puede tener que ver con elproblema. Esta opinión parece incluso estar definida por obser-vadores atentos al carácter general de los hechos, piensen éstos ono según la concepción que los economistas tienen de los rendi-mientos crecientes. En ciertas industrias, aunque no en todas, los

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métodos productivos que son en América económicos y rentables,DO lo serían en otros sitios. La importancia del carbón y el hierroy otros recursos naturales no necesita ningún comentario. Sin em-bargo, tomando como dados los recursos económicos de un país,el factor más importante desde el punto de vista de la determina-ción de la efectividad de su industria parece ser la dimensión delmercado. Pero, ¿qué es lo que constituye un mercado grande?No solamente el área o la población, 6ino el poder de compra, lacapacidad para absorber una gran producción anual de bienes.Esta trivial observación, sin embargo, sugiere al mismo tiempo otratrivialidad similar: que la capacidad para comprar depende de lacapacidad para producir. Desde un punto de vista general, consi-derando el mercado no como un desagüe* de los productos de unaindustria particular y, por tanto, externo a esa industria, sino comoel desagüe de bienes en general, la dimensión del mismo está de-terminada y definida por el volumen de producción. Si esta afir-mación necesita alguna cualificación, es que la concepción de unmercado en este sentido general —un agregado de actividades pro-ductivas unidas por el comercio— implica que debe haber algunaclase de equilibrio, que las diferentes actividades productivas de-ben estar proporcionadas entre sí.

Modificada, por tanto, de acuerdo con esta concepción másamplia de mercado, la idea de Adam Smith se convierte en elteorema cuyo enunciado es que la división del trabajo depende,en gran parte, de la división del trabajo. Esto es más que unasimple tautología. Significa, si leo rectamente su sentido, que lasfuerzas opuestas qué están continuamente anulando a las fuerzasque • colaboran al equilibrio económico son más penetrantes y es-tán más profundamente arraigadas en la constitución del sistemaeconómico moderno que lo que nosotros 'percibimos corrientemen-te. No solamente elementos nuevos o adventicios, que provienendel exterior, sino elementos que son características permanentesde las formas en que se producen los bienes, están continuamenteactuando para producir cambios. Cada adelanto importante en laorganización de la producción, aparte de si se basa en algo queen un sentido estricto o técnico se llamaría una nueva "invención"o implica una aplicación reciente de los frutos del progreso cien-tífico en la industria, altera las condiciones de la actividad indus-

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trial 7 provoca efectos en cualquier otra parte de la estructuraindustrial que, a su vez, tienen ran efecto posterior perturbador.De esta forma el cambio viene a ser progresivo 7 se propaga deuna forma acumulativa.

El aparato que loe economistas han construido para el análisisde la oferta 7 la demanda en su relación con los precios noparece ser particularmente provechoso para efectuar una investi-gación sobre estos aspectos más generales de los rendimientos cre-cientes. En efecto, como 7a he indicado, el basarse sobre ese apa-rato pude distraer la atención hacia aspectos incidentales oparciales de un proceso que podría ser considerado como un total.Si, no obstante, se insiste en averiguar hasta qué grado se puedeuno introducir en el problema, utilizando las fórmulas de laoferta 7 de la demanda, la forma más simple, 70 creo, es empezarinvestigando las operaciones de la demanda recíproca cuando losbienes intercambiados son producidos competitivamente bajo con-diciones de rendimientos crecientes 7 cuando la demanda paracada bien es elástica, en el sentido especial que un pequeño in-cremento en su oferta será acompañado de un incremento en lascantidades de otros bienes que pueden intercambiarse con él (1).Bajo tales condiciones, un incremento en la oferta de un bien esun incremento en la demanda de otros bienes, 7 debe suponerseque todo incremento en la demanda provocará un incremento enla oferta. El ritmo según el cual crece cualquier industria, estácondicionado por el ritmo según el cual crecen otras industrias;pero puesto que las elasticidades de la demanda 7 de la ofertadifieren para diferentes productos, algunas industrias crecerán másaprisa que otras. Incluso con nna población estacionaria 7 en au-sencia de nuevos descubrimientos (2) en la ciencia pura o aplica-

(1) Si se tiene en cuenta la circunstancia de qne el bien a se produce bajocondiciones de rendimientos crecientes como un factor en la elasticidad dela demanda de b en términos de a, la elasticidad de la demanda 7 la elastici-dad de la oferta pneden considerarse como formas diferentes de expresarnna «ola relación funcional.

(2) Contrastados con dichas formas de organizar la producción y dichasnuevas "invenciones" cuando son simplemente adaptaciones de formas cono-cidas de producir cosas hechas practicables y económicas por una escala ma-yor de producción.

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da, no existen limites para el proceso de expansión, excepto loslímites más allá de los cuales la demanda no es elástica y los ren-dimientos no aumentan.

Si, bajo estas condiciones hipotéticas, el progreso se realizarasin dificultad y sin fricciones, «i no fuera dependiente en partede un proceso de aproximaciones sucesivas, si la organización dela industria fuera siempre, en relación con la situación inmediata,la más económica, la realización de los rendimientos crecientespodría ser progresiva y continua, aunque, por razones técnicas, nopodría proceder siempre siguiendo un ritmo uniforme, sino queel proceso continuaría requiriendo tiempo. Un dictador industrial,con perspicacia y pericia, podría acelerar «1 ritmo en cierta me-dida, pero no podría lograr una transformación de la industria deun país similar a la realizada por Aladino, de forma que pudierarecoger los frutos de un progreso ordinario de medio siglo en unospocos años. Los obstáculos son de dos tipos. Primero, el materialhumano que ha de utilizarse es resistente al cambio. Han de apren-derse nuevas actividades y adquirirse nuevos hábitos. Ha de reali-zarse una nueva distribución geográfica de la población y han dedesunirse grupos comunales ya establecidos. Segundo, la acumula-ción del capital necesario requiere tiempo, incluso aunque el pro-ceso de acumulación consista principalmente en convertir parte deun producto creciente en formas que serán útiles para asegurar nnposterior incremento del producto. Una aceleración del tipo deacumulación se enfrenta con costes crecientes, en los cuales entranelementos técnicos y psicológicos. A quien le guste concebir todoslos procesos económicos en términos de tendencias hacia un equi-librio podría incluso mantener que los ¡rendimientos crecientes, entanto en cuanto dependen de las economías de los métodos indirec-tos de producción y de la dimensión del mercado, son equilibradosy contrarrestados por sus costes, y que bajo las condiciones simpli-ficadas que yo he considerado, la realización de los rendimientoscrecientes se extenderían en el tiempo en una forma que asegu-raría un equilibrio entre los costes y los beneficios. Esto llevaríaa decir que no puede realizarse progreso económico real algunocausado por la operación de las fuerzas engendradas dentro del sis-tema económico—conclusión que repugna al sentido común—. Tra-tar este punto exhaustivamente nos llevaría lejos del campo que

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estamos estudiando. Debo simplemente observar: primero, que laconcepción apropiada es la de un equilibrio movible, y segundo,que los coste» que (bajo rendimientos crecientes) crecen menos rá-pidamente que el producto, no son los "costes" que figuran enun "equilibrio de costes y beneficios".

Apartándonos de estae consideraciones abstractas y acercándo-nos a las complicaciones de la situación real, deben tenerse encuenta, primero, las diferentes clases de obstáculos. La demandade algunos productos es inelástica, o, con una oferta creciente, eeconvierte pronto en inelástica. Los productores de dichos bienes,sin embargo, participan con frecuencia de las ventajas implícitasen él incremento de la escala general de la producción de las in-dustrias relacionadas con las suyas, y en tanto en cuanto produzcanrecursos productivos que son dirigidos hacia otros usos. Por tanto,existen escaseces naturales, limitaciones o inelasticidades de laoferta que cierran el camino que lleva a asegurar cualquier eco-nomía importante en la producción de algunos bienes y perjudicanla efectividad de las economías «seguradas en la producción deotros bienes. En la mayoría de los campos, además, el progresono es y no puede ser continuo. El paso siguiente es, con frecuencia,inicialmente costoso y no puede considerarse hasta que se hayaacumulado un determinado conjunto de ventajas futuras.

Por otra parte, hay varios factores que refuerzan las influenciasque conducen a loa rendimientos crecientes. El descubrimiento denuevos recursos naturales y de nuevas utilizaciones de los mismosy el aumento del conocimiento científico son probablemente losmás potentes entre dichos factores. Las conexiones causales entreel crecimiento de la industria y el progreso de la ciencia correnen ambas direcciones, pero no puede decirse sobre cuál de ellasreside la influencia preponderante. De todos modos, aparte delmejor conocimiento de los materiales y fuerzas sobre los cualeslos hombres pueden poner sus manos, se dan nuevas formas deproducir bienes corrientes y nuevos productos, y estos últimostienen la pretensión de ser considerados como bienes que impli-can usos más económicos de los recursos productivos que losusos que ellos desplazan. Alguna importancia ha de atribuirse tam-bién a la forma en la que, con el adelanto del espíritu científico,está empezando a infiltrarse en la industria una nueva clase de

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interés—que podría describirse como un interés científico condi-cionado por un interés económico—. Se trata de un punto sujetoa controversia, pero yo me atrevo a mantener que, bajo la mayoríade las circunstancias, aunque no bajo todas, el crecimiento de lapoblación ha de* considerarse como un factor que contribuye aun mayor producto per capUa—si bien esta afirmación necesiteser interpretada y cualificada—. Sin embargo, así como puede dar-se un crecimiento de la población sin ningún incremento en elproducto medio per capita, así también, como he tratado de su-gerir, Jos mercados pueden crecer y los rendimientos crecientespueden asegurarse mientras la población permanece estacionaria.

Es peligroso atribuir a cualquier factor el papel rector en esacontinua revolución económica que ha situado al mundo modernomuy lejos del mundo de hace algunos cientos de años. ¿Peroexiste algún otro factor que tenga mayor derecho a ocupar esepapel que la búsqueda persistente de mercados? Ninguna otrahipótesis relaciona tan bien la historia económica y la teoría eco-nómica. La revolución industrial del siglo XVIII ha sido consi-derada generalmente, no como un cataclismo provocado por ciertasimportantes mejoras en la técnica industrial, sino como una seriede cambios relacionados, en una forma ordenada, con cambiosprevios en la organización industrial y con la ampliación de losmercados. Se dice a veces, sin embargo, que mientras en la EdadMedia y en los primeros tiempos de la Moderna, la industriafue el siervo del comercio, con el nacimiento del "capitalismoindustrial" esta relación ee ha invertido, es decir, ahora al co-mercio se le Considera simplemente como un agente de la indus-tria. Si esto significa que el descubrimiento de mercados es unade las tareas de la industria moderna, lo anterior es cierto. Si estosignifica que la industria impone su voluntad sobre el mercado,que, mientras que antes las cosas que se producían eran cosas quepodían venderse, ahora las cosas que tienen que venderse son lascosas que son producidas, lo anterior no es cierto.

El gran cambio, yo creo, está en la nueva importancia que elmercado potencial tiene en la planificación y dirección de las gran-des industrias. La diferencia entre el coste por unidad de productoen una industria o en una planta individual convenientementeadaptada a un volumen dado de (producción y en una industria o

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2 5 8 DESARROLLO ECONÓMICO [R. E. P., IX, 1

planta igualmente bien adaptada a una producción cinco veces supe-rior es con frecuencia mucho mayor de lo que podría inferirse con-siderando simplemente las economías que pueden resultar cuandoun establecimiento existente extiende gradualmente la escala de BUSoperaciones. Por tanto, ía demanda potencial en la planificación delas empresas industriales ha de estar equilibrada «on Üas economíaspotenciales, la elasticidad de la demanda con los costes decrecientes.La búsqueda de mercados no es una cuestión de disponer de un"producto excedente", en el sentido marxista, sino de encontrar unasalida para un producto potencial. Tampoco es en su totalidad unacuestión de multiplicar los beneficios mulltipQioando las ventas; es,en parte, una cuestión de aumentar los beneficios reduciendo loecostes.

Aunque el desplazamiento inicial puede ser considerable y Ia6repercusiones sobre industrias particulares desfavorables, la 'amplia-ción del mercado para cualquier bien, producido bajo condicionesde rendimientos crecientes, generalmente tiene el efecto neto, comohe tratado de mostrar, de ampliar el mercado para otros bienes.El énfasis mercantilista del hombre de negocios sobre los mercadospuede tener un fundamento más sano de lo que el economista quepiensa casi totalmente en términos de estática económica está dis-puesto a admitir. El grado en que los "gastos de ventas", ipor ejem-plo, deban considerarse como gasto económico puro depende de susefectos sobre el producto agregado de la industria, distinto de susefectos sobre lias fortunas de las empresas particulares.

Se habla con frecuencia de rendimientos crecientes como si éstosestuvieran siempre relacionados con el crecimiento *de Üas "indus-trias" y yo no he tratado de evitar esa forma de hablar sobre ellos,si bien creo que hacerlo así ipuede conducir a confusiones. El puntoal que yo me refiero ahora es algo más que una sutileza sobre ladefinición adecuada de una industria, porque ello implica una tesisparticular con respecto a la forma en que los rendimientos crecien-tes se reflejan en cambios en la organización de las actividades in-dustriales. Mucho se ha hablado sobre la integración industrial comoun resultado concomitante o natural de una producción industrialcreciente. Naturalmente esto es cierto bajo condiciones particulares,aunque yo no sé de ninguna manifestación satisfactoria de lo quesean aquellas condiciones particulares. Pero el proceso opuesto, la

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diferenciación industrial, ha sido y continúa siendo el tipo de cam-bio asociado de una forma característica al crecimiento de la pro-ducción. Si bien ha sido notahle el incremento en la complejidadde las formas de vida, como demuestra el incremento en la va-riedad de bienes ofrecidos en los mercados dé los consumidores,el aumento en la diversiíicación de 'los productos intermedios y delas industrias productoras de bienes especiales o grupos de bienesha sido aún mucho mayor.

Los sucesores de los primeros impresores, se ha dicho con fre-cuencia, son no sólo Jos impresores de hoy, con sus (propios esta-blecimientos especializados, sino también los productores de pulpade madera, de diferentes clases de papel, de tintas y de otros diferen-tes ingredientes, de metales de imprenta y de tipos, del grupo de in-dustrias relacionado con las rpartes técnicas de la producción deilustraciones, y de los fabricantes de herramientas especializadasy máquinas para imprimir y de todas estas diferentes industriasauxiliares. La lista podría extenderse, enumerando otras industriasque son directamente dependientes de las actuales tareas de im-presión y retrocediendo a las industrias que abastecen a las in-dustrias relacionadas con Jas etapas preliminares de la producciónde productos finales distintos a los libros y periódicos. No creoque la imprenta sea un ejemplo excepcional, pero no citaré otros,porque no quiero que este articulo ee parezca demasiado a un tra-bajo de economía descriptiva o a un índice de un censo de pro-ducción. De cualquier modo, es obvio que, en una gran parte dela industria en general, se ha insertado entre él productor de ma-terias primas y el consumidor del producto final un nexo cada vezmás intrincado de empresas especializadas.

Con üa extensión de la división del trabajo entre las industrias,la empresa representativa, como la industria de la cual es parte,pierde su identidad. Sus economías internas se disuelven en econo-mías internas y externas de las empresas más altamente especia-lizadas, que son sus sucesoras y son suplementadas por nuevas eco-nomías. En tanto en cuanto se trata de un ajuste a una nuevasituación creada por el crecimiento del mercado de productos fi-nales de la (industria, la división del trabajo entre las industriases un vehícuflo de rendimientos crecientes. Es más que un cambiode forma, incidental al logro total de las ventajas de los métodos

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capitalistas de producción—aunque sea principalmente eso—, por-que tiene algunas ventajas de su propiedad que son independien-tes de los cambios en la técnica productiva. Por ejemplo, permiteun mayor grado de especialización en la dirección, y las venta-jas de dicha especialización son indudablemente, con frecuencia,reales, aunque puedan fácilmente atribuírselas demasiada impor-tancia. Además, se presta a una mejor distribución geográfica delas operaciones industriales, y esta ventaja es indudablemente reale importante. La proximidad a la fuente de abastecimiento de unaparticular materia prima o la energía barata supone mucho enuna gran parte de una serie de procesos industriales; la proxi-midad a otras industrias o él transporte barato suponen mucho enotra gran parte, y la proximidad a un gran centro de población,mucho en otra. Puede lograrse por las empresas más especializa-das una mejor combinación de ventajas de localización con unmenor elemento de arbitrariedad. Pero la mayor ventaja asegu-rada por la división del trabajo entre las industrias es la másplena realización de las economías de los métodos capitalistas oindirectos de producción. Esto está suficientemente claro si su-ponemos, como debemos suponer, que en la mayoría de las indus-trias hay límites efectivos, aunque elásticos, para la dimensión eco-nómica de la empresa individual. La producción de la empresaindividual representa generalmente una proporción relativamentepequeña del producto agregado de una industria. El grado enque ésta puede asegurar economías realizando sus propias ope-iaciones más indirectas, es limitado. Pero indudablemente, ciertosmétodos indirectos pueden llegar a ser factibles y económicoscuando sus ventajas puedan extenderse a la producción de la to-talidad de la industria. Estas economías potenciales, entonces, sonsegregadas y logradas por las operaciones de las empresas espe-cializadas que, tomadas en su conjunto, constituyen una nuevaindustria. Podría mantenerse con razón que la escala, según la quepueden operar tas firmas en la nueva industria es el secreto desu capacidad para efectuar economías para la industria en suconjunto, al mismo tiempo que consiguen beneficios para ellasmismas. Esto es verdad en cierto modo, pero conduce a equívo-cos. La escala de sus operaciones (que es sólo incidentalmente obajo especiales condiciones una cuestión relacionada con la dimen-

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sión de la empresa individual) refleja sinuplemenle la magnituddel mercado .para productos finales de 'la industria o industriasde cuyas operaciones las suyas son - dependientes. La principalventaja de la producción en gran escala en esta etapa es que sedesarrollan métodos económicos, que serían antieconómicos si susbeneficios no pudieran difundirse en un gran producto final.

En la recapitulación de estas variaciones a un tema de AdamSinith deben destacarse tres puntos. Primero, el mecanismo de losrendimientos crecientes no se distingue adecuadamente observandolos efectos de las variaciones de la dimensión de una empresa in-dividual o de una industria particular, iporqoie la .progresiva di-visión y especialización de las industrias es una parte esencial delproceso mediante el cual se realizan los rendimientos crecientes.Lo que se requiere es que las operaciones industriales se considerencomo un total interrelacionado. Segundo, el logro de los rendi-mientos crecientes depende de la división progresiva del trabajoy las (principales economías de la división del trabajo en sus formasmodernas son las economías que se obtienen mediante la utilizacióndel trabajo en formas indirectas. Tercero, la división del trabajo de-pende de la magnitud del mercado, pero ésta depende también dela división del trabajo. En esta circunstancia se apoya la posibilidaddel progreso económico, aparte ded progreso que se produce comoresultado del nuevo conocimiento que dos hombres pueden adquiriral perseguir sus intereses económicos o no económicos.

ALLYN A. YOUNG.

N O T A

En la figura adjunta (que debe mucho a Pareto) 6e define unacurva colectiva de indiferencia, I, por la condición de que, en con-diciones de igualdad de coste, no haya ningún estímulo suficientepara que la comunidad altere una producción anual de x unidadesde un bien, e y unidades de otro bien, con el fin de lograr lacombinación alternativa de ios dos bienes indicados por cualquief

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otro punto de la curva (1). Cada bien .podría tomarse como re-presentativo de una clase especial de bienes producidos bajo con-diciones generalmente similares. O podría hacerse que un bien re-

d

presentara "otros bienes en general", considerando como constanteel gasto anual de medios productivos. Por otra parte, un bien po-dría representar "ocio" (como denominación colectiva para todos

(1) La indeferencia colectiva se considera como un artificio expositivo,no como un concepto riguroso. Los pesos relativos asignados a las curvasde indiferencia individual que componen ésta dependerán de cómo se dis-tribuya el producto agregado, que no será lo mismo para todas las posicio-nes de P.

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los usos no productivos del tiempo). El otro representaría entoncesel producto económico agregado.

Habrá equilibrio (sujeto a una clase de inestabilidad que sedescribirá en seguida )en un punto P, si en este punto una curvaisocoste, tal como d, es tangente a la curva de indiferencia. La cur-va isocoste define ilos términos según los cuales la comunidad puedecambiar un bien por otro simplemente produciendo menos de unoy más de otro (haciendo abstracción de cualquier coste incidentaldel cambio). La inclinación negativa, como en d, refleja una con-dición de rendimientos decrecientes, en el sentido de que puedetenerse más de cualquiera de los bienes, solamente sacrificandoprogresivamente mayores cantidades del otro. Aunque constituyauna condición suficiente, la presencia de rendimientos decrecientesno constituye una condición necesaria de equilibrio. Habría unapérdida al apartarse de P si la igualdad de costes fuera definidapor la línea recta c, que representa rendimientos constantes. In-cluso, los rendimientos crecientes 6on consistentes con el equili-brio, con tal que el grado de inclinación de 6U curva sea inenorque el de la curva de indiferencia. Por supuesto, podría sucederque los rendimientos decrecieran en una dirección y aumentaranen otra. La curva d, por ejemplo, podría tener un punto de inflexiónen P, o próximo a P.

Consideremos ahora las condiciones de desviación del equili-brio. La curva i se ha trazado de forma que represente rendimien-tos potenciales crecientes entre P y P15 que está situado en unacurva de indiferencia superior. Si estos rendimientos crecientes seobtuvieran simplemente, si i fuera, por ejemplo, una continuacióndel segmento superior de d ó c, P no constituiría un punto deequilibrio inestable. El recorrido de P a Px se efectuaría alternandolas proporciones de los dos bienes producidos anualmente. Paraaislar el problema de los rendimientos crecientes es necesario su-poner que P es un punto cierto de equilibrio, en el sentido queestá determinado por una curva isocoste, tal como d ó c. El pro-blema, ipor tanto, tiene que ver con la forma en que el segmentoinferior de d ó c puede transformarse o reemplazarse por una curvatal como Í. Esto requiere, por supuesto, que se incurra en costesadicionales, de una clase que no ha sido aún tomada en cuenta.Para disminuir la cantidad de un bien que debe sacrificarse por

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un incremento dado del otro, alguna parte del trabajo dedicadohasta aquí a su producción debe utilizarse indirectamente, de for-ma que el aumento ded producto anual de uno se retarde conrespecto a la reducción de producción del otro.

Este nuevo elemento de coste podría tomarse en cuenta utili-zando una tercera dimensión, pero es más simple considerarle comoactuando sobre A*, acompañando el incremento en x al movimien-to de P a Pj , de forma que se mueva la curva de indiferencia so-bre la que se encuentra Px hacia la izquierda. Constituiría unerror, sin embargo, creer que las combinaciones de * con y, yx -\- (Ax) con y — Ay (donde (Ax) es la forma abreviada de A*)son en sí mismas indiferentes, de forma que Px, es, en efecto, lle-vado a la curva de indiferencia original, I, y no se logra ningunaventaja. El recorrido de P a Px es una ruta preferida, no es sim-plemente un segmento de una curva de indiferencia. El coste demoverse a lo largo de esa ruta es una función del tipo ( en eltiempo) de movimiento. Un tipo de equilibrio (que no necesitaser constante) tal como el que mantendría el movimiento de P a P15

continuo y regular, estaría determinado por la condición, no deque (Ax) y — Ay se anulen mutuamente, sino de que bien unaaceleración o bien un retardo de dicho tipo sea costoso o desventa-joso. Que un escalador de montaña ajuste su paso a sus energíasfísicas y a las condiciones de ascensión, no significa que podríatambién haber permanecido en pie. O, alternativa, pero no contra-dictoriamente, el movimiento P a P , puede concebirse como cons-tituido por una serie de pequeños pasos, cada uno rindiendo apa-rentemente no más de una ventaja escasamente perceptible, perosólo porque la escala de referencia para los costes y los beneficiosdependen para cada paso de la posición que se haya alcanzadoentonces.

Varios conjuntos de circunstancias afectarán a la cantidad y di-rección del movimiento: (a), Incluso si i no tiene ningún punto deinflexión, tal como se ha indicado en Pj (simplemente para sim-plificar las primeras etapas de este análisis), llegaría a ser máspronto o más tarde (teniendo en cuenta la "contracción" de A*)tangente a una curva de indiferencia. En ausencia de cualquierotro factor que colabore al cambio, el progreso terminaría enton-ces, (b), Puede haber otra posible ruta alternativa de rendimientos

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crecientes que ee extienda ascendiendo desde P y apartándose de I.La ruta más ventajosa será entonces un término medio entre (o unaresultante de) las dos alternativas límites. En tales circunstancias,la única limitación efectiva, impuesta sobre la amplitud del movi-miento ipuede venir de la falta de elasticidad de la demanda porun lado o por otro, (c), No pueden suponerse simétricas sucesivascurvas de indiferencia en el sentido que dy / dx permanezca la mis-ma función de y / x. Si, por ejemplo, la inclinación de las sucesivascurvas de indiferencia en los puntos correspondientes a valoresdados de y/x decrece'(indicando que la demanda para el bienmedido en unidades de y es relativamente inelástica), se reduce lalibertad de movimiento en la dirección de Pj , mientras que vienea ser ventajoso moverse un poco en la dirección opuesta, a lo lar-go de, incluso, un camino como c ó d. Bajo condiciones inversas(con — dy I dx, creciendo relativamente a y / x para sucesivas cur-vas de indiferencia) el grado del posible movimiento en la direcciónde Pj aumenta. Esta conclusión conduce al teorema que el gradoen el cual los rendimientos decrecientes encontrados en ciertoscampos de la actividad económica opera como una traba sobre ellogro de los rendimientos crecientes en otros campos, depende delas elasticidades relativas de la demanda para las dos clases deproductos. Pero esta consideración, como las otras que ya se hanobservado, sirve para aclarar la naturaleza general de la relaciónrecíproca entre los rendimientos crecientes y la "extensión delmercado, (d), Los descubrimientos de nuevos recursos naturales ode nuevos métodos productivos pueden tener una o ambas clasesde los dos efectos siguientes: pueden inclinar las curvas isocostesy pueden modificar su curvatura favorablemente. En cualquier caso,un punto tal como P es trasladado a una curva de indiferencia su-perior, y los caminos a lo largo de los cuales pueden lograrse pro-gresos se alteran ventajosamente.