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RELACIONES SINO-JAPONESAS Y SU INFLUENCIA EN EL CONFLICTO POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU SAMARYT VILLARREAL PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES MAESTRÍA EN RELACIONES INTERNACIONALES BOGOTÁ D.C 2015

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RELACIONES SINO-JAPONESAS Y SU INFLUENCIA EN EL CONFLICTO POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU

SAMARYT VILLARREAL

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES

MAESTRÍA EN RELACIONES INTERNACIONALES BOGOTÁ D.C

2015

RELACIONES SINO-JAPONESAS Y SU INFLUENCIA EN EL CONFLICTO POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU

SAMARYT VILLARREAL.

TRABAJO PRESENTADO PARA OBTENER EL TITULO DE MAESTRIA EN RELACIONES INTERNACIONALES.

ASESOR DE TESIS: BENJAMIN HERRERA CHAVES

PONTIFICIA UNIVERSIDAD JAVERIANA FACULTAD DE CIENCIAS POLÍTICAS Y RELACIONES INTERNACIONALES

MAESTRÍA EN RELACIONES INTERNACIONALES BOGOTÁ D.C

2015

TABLA DE CONTENIDO

1 INTRODUCCION .............................................................................................. 6 1.1 ANTECEDENTES ....................................................................................... 6 1.2 OBJETIVOS ................................................................................................ 9

1.2.1 OBJETIVO GENERAL ......................................................................... 9 1.2.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS ................................................................ 9

1.3 METODOLOGÍA ......................................................................................... 9 1.4 HIPOTESIS ............................................................................................... 10 1.5 MARCO TEORICO ................................................................................... 10 1.6 MARCO CONCEPTUAL ........................................................................... 13

1.6.1 IDENTIDAD ........................................................................................ 13 1.6.2 CONFLICTO ...................................................................................... 15 1.6.3 DERECHO DEL MAR ........................................................................ 16 1.6.4 SOBERANÍA ...................................................................................... 16 1.6.5 GEOPOLÍTICA ................................................................................... 17 1.6.6 INTERDEPENDENCIA ECONÓMICA ................................................ 17 1.6.7 EQUILIBRIO DE PODER ................................................................... 18

1.7 CONCLUSIÓN .......................................................................................... 18 2 ANTECEDENTES HISTORICOS ................................................................... 19

2.1 LAS GUERRAS DEL OPIO: 1839-1860: EL PRIMER GOLPE A LA AUTO-CONFIANZA DE CHINA..................................................................................... 20 2.2 LAS GUERRAS ENTRE CHINA Y JAPÓN: 1894-1945: LA HORA MÁS OSCURA EN LA HISTORIA DE LAS RELACIONES SINO-JAPONESAS. ........ 21 2.3 DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. ..................................... 24

3 SITUACIÓN LEGAL DEL CONFLICTO .......................................................... 32 3.1 POSICIÓN OFICIAL DE JAPÓN. ............................................................. 32 3.2 POSICIÓN OFICIAL DE CHINA. .............................................................. 33 3.3 POSICIÓN OFICIAL DE ESTADOS UNIDOS. ......................................... 35

4 FACTORES POLÍTICOS INVOLUCRADOS EN LA DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. ................................................................................... 40

4.1 MIRADA DESDE JAPÓN – EE.UU. .......................................................... 42 4.2 LA REDEFINICIÓN DE LA ALIANZA MILITAR ENTRE ESTADOS UNIDOS Y JAPON. ........................................................................................... 45

3

4.3 ASEAN ...................................................................................................... 47 4.4 PRESERVAR RELACIONES COMERCIALES ......................................... 48 4.5 ¿QUÉ POSIBILIDADES HAY DE UN CONFLICTO MILITAR? ................ 50

5 FACTORES ECONÓMICOS INVOLUCRADOS EN LA DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. ................................................................................... 50

5.1 EL VALOR DE LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. ...................................... 50 5.1.1 VALOR ECONÓMICO ........................................................................ 51 5.1.2 VALOR ESTRATÉGICO .................................................................... 52

6 CONCLUSIONES ......................................................................................... 555 6.1 RECONCILIACIÓN ................................................................................... 56

BIBLIOGRAFÍA ...................................................................................................... 59

4

AGRADECIMIENTOS

Quiero agradecer sinceramente a aquellas personas que compartieron sus

conocimientos conmigo para hacer posible la conclusión de esta tesis. Primero

que todo quiero dedicarle este avance en mi vida profesional a Dios Todopoderoso

por darme las virtudes y la fortaleza necesaria para salir siempre adelante pese a

las dificultades, por colocarme en el mejor camino, iluminando cada paso de mi

vida. Por darnos vida y salud a todos los seres que amo. Por eso te pido que me

bendigas como profesional.

A mi Papá: Jesús Alberto, aunque estés en el cielo sé que siempre me

acompañas y que estás feliz porque tu niña cumplió una meta más, eres mi

angelito, te extraño y siempre te amaré. A mi Mamá: María Auxiliadora por ser mi

fortaleza y por darme todo ese amor y cariño desde la distancia, te amo. Son

ustedes quienes verdaderamente son los dueños de este título, sin su apoyo no lo

habría logrado, mil gracias por ser para mí un ejemplo de trabajo, esfuerzo y

dedicación.

A mi esposo: Juan, te agradezco fielmente por todas las atenciones, detalles y

palabras de aliento cuando más las necesitaba, gracias por acompañarme y ser mi

apoyo en todo momento, por ayudarme, porque tú también eres parte de este

logro. Eres mi presente y mi futuro. Gracias mi amor, Te amo.

A mi Asesor de Tesis: Benjamín Herrera, gracias por ser mí mentor, mí guía, por

brindarme de una forma formidable todos sus conocimientos, por siempre estar

dispuesto a ayudarme y sobre todo por tener paciencia en todo momento. Gracias

infinitas mi mayor admiración a usted, le estaré eternamente agradecida.

5

INTRODUCCION 1.1 ANTECEDENTES

Imagen 1. Mapa de la región en disputa. Adaptada de: The Atlantic Council of Canada, OTAN.

(http://natocouncil.ca/the-senkaku-islands-tension-remains-high-between-japan-and-china/)

6

China se halla en una época de constante expansión económica, política y militar.

Territorialmente, China está expandiéndose en dos frentes: hacia la denominada

"primera cadena de islas" en el Pacífico occidental, y hacia el Mar del Sur de

China, región abundante en recursos petrolíferos y pesqueros y una de las más

importantes rutas obligadas del transporte marítimo mundial.

China y Japón, que son la segunda y tercera economías más grandes del planeta,

se han visto inmersos en relaciones diplomáticas cada vez más tensas. Japón,

una potencia pacífica desde el fin de la segunda guerra mundial, se ha visto

involucrada en un ambiente creciente hostil, propiciado por las tácticas

expansionistas de China, que busca afianzar su hegemonía regional, para afianzar

su influencia global.

La renuencia japonesa de reconocer las atrocidades cometidas en territorio chino

durante la segunda guerra mundial, sumado a tensiones territoriales recientes han

exacerbado los ánimos nacionalistas en ambos países. Adicionalmente, Japón,

con una vasta industria de alta tecnología, se ha visto afectado por las

restricciones que China ha impuesto sobre la exportación de “tierras raras”, un

grupo de elementos químicos fundamentales para la fabricación de componentes

electrónicos, hecho que Japón ha calificado de embargo económico. Para

completar el escenario, Japón, que ha sido la potencia de la región durante varias

décadas, ha sido relegado ante el crecimiento de China.

La disputa Islas Diaoyu/Senkaku, abordada por el presente trabajo, se refiere a

una disputa marítima y territorial sobre un grupo de islas deshabitadas conocidas

como las Islas Senkaku en Japón y Diaoyu en la República Popular de China.

Aparte de un período de 1945 a 1972 durante la administración de los Estados

Unidos como parte de las islas Ryukyu, el archipiélago ha sido controlado por

Japón desde 1895. La República Popular de China, comenzó a cuestionar la

soberanía japonesa sobre las islas en la segunda mitad del 1970, cuando se

7

hicieron públicas pruebas relativas a la existencia de reservas de petróleo.

Adicionalmente, el territorio está cerca de importantes rutas de navegación y ricas

zonas de pesca.

Japón argumenta que registró las islas en el siglo 19 y sobre la base que eran

terra nullius (tierras de nadie); Posteriormente, China reconoció la soberanía

japonesa sobre las islas hasta la década de 1970. La República Popular China

sostiene que las pruebas documentales previas a la primera guerra sino-japonesa

indican la posesión de las islas por parte de China y que el territorio, tomado

irregularmente por Japón, debe ser devuelto así como el resto de las conquistas

territoriales del Imperio de Japón fueron devueltas en 1945.

Aunque Estados Unidos no tiene una posición oficial sobre los méritos de las

reclamaciones de soberanía de las partes, las islas están incluidas en el Tratado

de Cooperación Mutua y Seguridad entre Estados Unidos y Japón, firmado entre

ambos países tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, que implicaría que una

defensa de las islas del Japón requeriría la participación militar de Estados Unidos.

En septiembre de 2012, el gobierno japonés compró tres de las islas en disputa de

un propietario privado, lo que provocó protestas a gran escala en China. A

principios de febrero de 2013, la situación ha sido considerada como la más grave

en la historia reciente de las relaciones entre China y Japón, en términos del

riesgo de conflicto militar que conlleva.

El 23 de noviembre de 2013, la República Popular China estableció una zona de

identificación aérea que incluye las islas Senkaku, y anunció que toda aeronave

que penetre en la zona estaría obligada a presentar un plan de vuelo previo y a

identificarse ante las autoridades chinas.

8

1.2 OBJETIVOS

1.2.1 OBJETIVO GENERAL

Explicar cómo la identidad nacional, de la mano con los antecedentes históricos de

China y Japón, determinan la naturaleza de su conflicto sobre las islas

Senkaku/Diaoyu, y con qué alternativas cuentan estos países para resolver sus

conflictos.

1.2.2 OBJETIVOS ESPECÍFICOS

• Identificar las condiciones en que China y Japón pueden desarrollar una

voluntad política para solucionar los conflictos marítimos del sudeste

asiático.

• Explorar cómo China y Japón se mueven entre la confrontación y la

cooperación y la forma en que sus tensiones territoriales influyen en las

demás facetas de su mutua interacción.

1.3 METODOLOGÍA

En el desarrollo de este trabajo se partirá de la revisión bibliográfica y de los datos

empíricos para luego ser descritos, analizados y contrastados con los supuestos

hipotéticos del trabajo. Se analiza esta información relativa a los aspectos

geoestratégicos a través de la teoría política internacional realista. Con el fin de

indagar, observar, procesar y exponer datos reales, en otras palabras, se aplica el

método empírico-analítico con el objeto de alcanzar conclusiones que nos

aproximen al significado del fenómeno de estudio. Para ello se utilizarán fichas de

lectura, resumen, referencias y documentos de protocolo. Para el desarrollo del

estudio del caso planteado se realizará una revisión sobre distintos estudios,

publicaciones e investigaciones previas que constituyen fuentes de información de

gran importancia para la búsqueda de antecedentes, la contextualización del caso

9

y la restructuración del marco conceptual, permitiendo así la interpretación de los

resultados y legitimación de los argumentos.

1.4 HIPOTESIS

La actual disputa entre China y Japón obedece a una dinámica histórica que ha

configurado la identidad nacional de ambos países, que a pesar de estar

estrechamente vinculados histórica, cultural y económicamente, se han convertido

en rivales regionales, y ha convertido la disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu en

un punto de fricción en la que confluyen no sólo una necesidad china de

reivindicación histórica, así como un entramado de intereses económicos y

geopolíticos.

1.5 MARCO TEORICO

El presente trabajo se basa en el debate sobre el concepto de identidad y su

importancia para el estudio de las relaciones internacionales y la política exterior.

Igualmente, se explicará cómo diferentes teorías de las relaciones internacionales

se utilizan en el análisis de las relaciones entre China y Japón y su disputa por las

islas Senkaku/Diaoyu. Finalmente, se abordarán otros conceptos que, a pesar de

ser de menor peso teórico, resultan de gran importancia para este estudio.

El enfoque Neorrealista ofrece una perspectiva de las relaciones internacionales

que hace hincapié en el impacto que la estructura del sistema internacional tiene

sobre los intereses y el comportamiento de los Estados (Waltz, 1979). Los

realistas argumentan que en el anárquico sistema internacional y carente de

autoridad central los Estados deben garantizar su supervivencia lo cual los hace

sensibles a la distribución global del poder. La naturaleza del sistema internacional

conduce a cada Estado a desconfiar y temer a los otros, siempre buscando

maximizar su propio poder a expensas de otros Estados. La política exterior es un

juego de suma cero donde el conflicto es un elemento central y donde la

10

cooperación es un reto debido la permanente preocupación de conceder

demasiados beneficios a las otras partes, a expensas del poder relativo del propio

Estado.

En oposición al Realismo, el enfoque Liberal proporciona una visión más optimista

de la política internacional y argumenta que son posibles las relaciones pacíficas

entre los Estados. Aunque comparte muchas de las preocupaciones de los

realistas, los liberales, sin embargo, sostienen que incluso en las condiciones de

anarquía los Estados prefieren buscar la cooperación económica en lugar de la

competencia. El comercio internacional mitiga el conflicto interestatal, de la misma

forma en que la interdependencia económica desalienta a los Estados a hacer la

guerra unos contra otros. En segundo lugar, las instituciones internacionales

pueden influir en el comportamiento de los Estados y promover la cooperación

mediante la reducción de los costos transaccionales (Burchill 2005: 56). La mejora

de las condiciones económicas de China terminará por alentar a aquellas fuerzas

al interior del gobierno que propenden por integrar al país al sistema internacional,

así como promover relaciones pacíficas con los países vecinos.

El problema de la identidad ha sido reducido dentro del neorrealismo y el

neoliberalismo a una variable dependiente que carece de valor analítico a la hora

de analizar el comportamiento de un Estado, y la tendencia racionalista de estos

enfoques le cierra la puerta a una comprensión más rica de la política internacional

(Hall, 1999: 27). Como consecuencia de ello, numerosas cuestiones sociales y

económicas distintas del conflicto interestatal o la cooperación económica son

simplemente ignoradas en los estudios de las Relaciones Internacionales.

Mientras que el neorrealismo y neoliberalismo se centran principalmente en las

fuerzas materiales, tales como el poder militar o el comercio, el enfoque

constructivista hace énfasis en el impacto de las ideas en la política internacional,

11

particularmente en cómo los actores, a través de sus acciones, le dan forma al

mundo en que viven (Onuf 1989, Wendt 1999).

Existen tres enunciados clave del constructivismo que lo hacen una alternativa

teórica válida: en primer lugar, la política mundial es guiada por ideas

intersubjetivas; en segundo lugar, los intereses e identidades estatales no son

constantes sino susceptibles al cambio; y, por último, las estructuras y los agentes

se constituyen y determinan mutuamente (Copeland 2000). El constructivismo de

la década de 1990 ganó prominencia principalmente a través de la crítica a las

relaciones internacionales ortodoxas, de la mano con las nociones realistas de

interés y seguridad. El ejemplo más conocido de dichas críticas lo brinda

Alexander Wendt, quien afirma que la anarquía es lo que los Estados hacen de

ella (Wendt, 1992). Los constructivistas adelantaron un programa de investigación

original que dio lugar a avances significativos en la compresión de la naturaleza y

el significado de la anarquía, las identidades y los intereses de los Estados, así

como la naturaleza del cambio en la política mundial (Hopf, 1998). Estudiosos

constructivistas acogieron variables culturales anteriormente marginadas en la

disciplina, tales como ideas, comunidades epistémicas, cultura estratégica, y

estructuras normativas (Klotz y Lynch 2007).

Por otro lado, los constructivistas señalan que existen procesos de aprendizaje

social entre los distintos Estados que pueden desembocar en un entendimiento

compartido de la realidad, un hecho que podría fomentar y propiciar la creación de

identidades compartidas que aminoren los problemas de seguridad. De este

modo, los intereses de los Estados están sujetos a normas y reglas que son

eminentemente cognitivas. Y a partir de estos procesos cognitivos aparece el

contexto idóneo para el establecimiento de instituciones cooperativas. Así, las

instituciones no surgen de la anarquía, sino de la interacción entre los Estados. En

definitiva, el sistema se caracteriza por ser cooperativo y conflictivo, al mismo

tiempo que cambiante (López i Vidal 2010a:35).

12

1.6 MARCO CONCEPTUAL

1.6.1 IDENTIDAD Si el giro constructivista en las Relaciones Internacionales dio lugar a una nueva

agenda de investigación, entonces la identidad es, sin duda, su expresión más

exitosa. Si bien éste concepto fue desarrollado originalmente en la psicología y la

sociología, fue recogido por los estudiosos de las relaciones internacionales que

buscaban alternativas al vocabulario racionalista-realista (Berenskoetter, 2010).

Mientras que muchos de los fenómenos que ahora se asocian con la identidad

fueron discutidos por la primera generación de estudiosos de las relaciones

internacionales, como Carr, Deutsch, y Morgenthau, la identidad se desvaneció en

la oscuridad durante la Guerra Fría y fue marginada de la disciplina entonces

dominada por las teorías de Waltz sobre la Política Internacional. Sin embargo, las

explicaciones de corte constructivista de la política internacional recuperaron su

valor tras el fin de la Guerra Fría, y en particular tras la aparición de nuevos

conflictos, como el de Yugoslavia, que dejó en claro que la acción del Estado no

siempre podía reducirse a la acción racional o la maximización del poder. La

perspectiva de la identidad se aplicó para dar cuenta de la intervención de Suecia

en la Guerra de los Treinta Años (Ringmar, 1996), la reacción de Estados Unidos

en la crisis de los mísiles cubanos (Weldes, 1996), o la elección de Japón para

enviar tropas a Irak tras la invasión estadounidense en 2003 (Catalinac, 2007).

Vista así, la identidad resulta particularmente prometedora para comprender la

naturaleza de las relaciones entre China y Japón y su disputa sobre la islas

Senkaku/Diaoyu. El odio, los ataques mutuos, la sed de retribución y las mutuas

percepciones negativas a menudo se invocan para explicar el actual nivel de

desconfianza y hostilidad entre China y Japón. Sin embargo, ya que estas

variables no se han teorizado suficientemente en la disciplina de Relaciones

Internacionales, terminan por mencionarse sólo tangencialmente y de forma

13

anecdótica a la hora de analizar las relaciones entre China y Japón. El

constructivismo con su énfasis en la constitución mutua de los agentes, puede dar

cuenta de la compleja relación entre la identidad nacional profundamente

arraigada en la memoria histórica, la definición de los intereses del Estado y la

acción del Estado. Por otra parte, a través del concepto de identidad podemos

superar las dificultades que encuentran otras teorías basadas exclusivamente en

la experiencia occidental para el estudio de Asia (Kang, 2003). Al hacer hincapié

en este tipo de contingencias, el constructivismo en contraposición con otros

enfoques racionalistas puede ilustrar el futuro de China con mayor efectividad que

realismo y otros modelos liberales (Legro, 2007). Por lo tanto, la identidad parece

poder dar cuenta de la forma histórica en que las representaciones y percepciones

de las relaciones sino-japonesas influyen en cómo China define y ejecuta su

política hacia Japón y las islas Senkaku/Diaoyu.

Una vez que el concepto de identidad se hizo más prominente en el estudio de las

Relaciones Internacionales, se usó por estudiosos que operaban en diferentes

niveles de análisis. A pesar de un crecimiento constante del cuerpo de

conocimiento alrededor de la identidad desde finales del siglo XX, no ha habido un

consenso sobre la manera de entender el concepto analítico; la identidad se utiliza

libremente y ha permanecido como un concepto eminentemente vago y poco

estudiado. Incluso entre sus simpatizantes se lamentó la falta de una rigurosa

atención analítica hacia el concepto en sí mismo (Berenskoetter 2010: 3595). La

ambigüedad conceptual de la identidad invitó a que los escépticos cuestionaran su

utilidad analítica (Brubaker y Cooper 2000: 1) y la falta de claridad en su

construcción teórica.

Por ello es importante definir ¿Qué es la identidad? ¿Es una ideología, un

movimiento social o simplemente un entendimiento compartido? ¿Se puede tratar

de definir la identidad como una postura analítica o se debe más bien pensar en

ella como un conjunto de descripciones? Dittmer y Kim han ofrecido una

14

descripción metafórica de la identidad, como un proceso en constante

transformación o como una relación en lugar de ser una mera descripción estática

(Dittmer y Kim 1993). Jepperson, por su parte, la definió como uno de varios

factores culturales al interior de un Estado que determinan el carácter del mismo

como actor. Sin ser una característica que emana de la estructura del Estado, la

identidad es la base de los intereses del Estado y sólo se manifiesta través de la

interacción del actor Estatal con otros actores (Jepperson et al 1996: 56).

En política exterior una identidad toma la forma de un conjunto predominante de

ideas e imágenes acerca de lo qué es un Estado, cómo son otros Estados y cómo

deberían ser, y sobre cómo conducir relaciones con otros Estados. En el interior

del Estado, la identidad se refiere a la lengua, la etnia y la religión junto con las

tradiciones y la memoria colectiva, que permiten que una nación se mantenga

relativamente estable en el tiempo, y se entiende a veces como la identidad

nacional. La identidad estatal puede verse como un conjunto de representaciones

ampliamente aceptadas de las creencias culturales y sociales de un país sobre su

propia orientación en el área de política internacional, que se manifiesta por la

retórica de la política oficial, la academia y la cultura popular (Morris 2012: 137).

Como una medida de la fuerza de ésta identidad, las personas acuden a la

defensa de la identidad colectiva que ven como como un elemento fundamental y

constitutivo de su ser, cuando sienten que dicha identidad se ve amenazada. En el

ámbito internacional, un Estado actuaría de una manera que sea consistente con

su identidad.

1.6.2 CONFLICTO

Es la situación que se da cuando diversos actores tienen un choque de intereses,

los cuales se pueden traducir en un conflicto armado dentro del ámbito de las

Relaciones Internacionales. En el caso que nos atañe, se podría llegar a tal

15

desenlace si no se consigue alcanzar un consenso entre ambas partes, algo difícil

dada la tensión y malestar alimentados por el creciente nacionalismo, tanto chino

como japonés, que pone en peligro el entendimiento al impedir la cooperación,

que sería el antónimo del conflicto dentro del campo de la teoría en las Relaciones

Internacionales (Barbe 2008).

1.6.3 DERECHO DEL MAR

Este se encuentra regido por la Convención de las Naciones Unidas para el

Derecho del Mar (firmada en 1982). En ella se establece la legislación sobre el

espacio oceánico y su empleo en todas sus dimensiones: “navegación,

sobrevuelo, exploración y explotación de recursos, conservación y contaminación,

pesca y tráfico marítimo” (Treves, 2008). Según la Ley del Derecho del Mar, se

establece una legislación particular para los Estados archipelágicos como es el

caso de Japón. En estos, la Zona Económica Exclusiva es de 100 millas náuticas

en vez de las 200 tradicionales, si tenemos en cuenta que la línea de base (tal y

como se recoge en el art. 47 de la Convencion), se mide de distinta manera para

los Estados archipelágicos, esto trae más controversia al conflicto a analizar.

1.6.4 SOBERANÍA

Ambos países pugnan por la soberanía de las islas que les concedería un control

absoluto sobre dicho territorio y, por añadidura, de las Zonas Económicas

Exclusivas que son: “Una franja marítima de 200 millas marinas sobre la cual los

Estados tienen derechos especiales de explotación y de uso de recursos

marítimos, eso es, gas, petróleo y pesca” (López i Vidal, 2012). A esto último se

debe sumar que la Ley del Mar Territorial (1992) elaborada por el gobierno chino,

legitima el uso de la fuerza a la hora de reivindicar sus reclamaciones territoriales,

fue pensada para las islas Senkaku/Diaoyu (López i Vidal 2010a), dada su

rivalidad histórica con Japón.

16

1.6.5 GEOPOLÍTICA

Según la definición del estadounidense Alfred Mahan: “la Geopolítica es la relación

que existe entre el poder y su distribución dentro de una determinada área de

influencia” (Mahan, 1918). Otra alternativa sería ver la Geopolítica como una

expresión de las relaciones conflictivas entre grandes potencias y las que aspiran

a serlo a través del control del territorio, los recursos y las posiciones geográficas

importantes tales como puertos, canales, sistemas fluviales, y otras fuentes de

riqueza e influencia (Pastor 2005:19). En definitiva, si asumimos que la Geopolítica

abarca todo lo relacionado con la rivalidad entre Estados por el control fáctico o

influencia sobre determinadas áreas y espacios, la zona en disputa posee un

enorme valor geopolítico, puesto que esta en juego controlar los enormes

yacimientos de gas y petróleo que hay en sus inmediaciones. Además, las islas se

encuentran en una zona de vital importancia para el comercio mundial. Todo ello

hace que el conflicto también tome un matiz geoestratégico (Valencia, 2010:79),

puesto a que puede afectar la seguridad de Japón, ya sea damnificándola o

fortaleciéndola dependiendo de si dichos enclaves acaban en manos chinas o no.

1.6.6 INTERDEPENDENCIA ECONÓMICA Japón y China, están fuertemente interrelacionados en el ámbito económico (Xing

2008:2). El comercio entre ambas naciones se ha triplicado en los últimos diez

años, llegando a 340 mil millones de dólares en 2012. China, que le ofrece a

Japón una capacidad manufacturera extensa, también cuenta con un vasto

mercado para las exportaciones japonesas. China se beneficia de la inversión

japonesa y de los puestos de trabajo que genera la incursión de intereses

industriales japoneses. Es tal la fuerza de estos vínculos económicos, que según

el FMI, cada punto porcentual en que aumentan las exportaciones chinas al resto

del mundo, las importaciones de bienes japoneses por parte de China aumentan

en un 1.2% (McCurry, 2014).

17

1.6.7 EQUILIBRIO DE PODER

La teoría del equilibrio de poder es la idea de que la seguridad nacional es mayor

cuando las capacidades militares están distribuidas de modo que ningún Estado

es lo suficientemente fuerte para dominar a todos los demás. Si un Estado se hace

comparativamente más fuerte a otros, la teoría predice que va a aprovechar su

fuerza y atacará a sus vecinos más débiles proporcionando así un incentivo para

que las partes amenazadas se unan en una coalición defensiva. No obstante, en

el caso estudiado es deseable llegar al equilibrio de poder, ya que un sistema de

equilibrio de poder facilitaría la estabilidad en la región, dado que la agresión se

vuelve poco atractiva en un entorno en el cual el equilibrio de poder predomina

entre dos coaliciones rivales. (Calduch 1987:138-139).

1.7 CONCLUSIÓN

La diversidad conceptual presentada ilustra la riqueza de las teorías de las

Relaciones Internacionales y allanó el camino para la introducción del concepto de

Identidad así como otros conceptos de las Relaciones Internacionales, que son el

foco de este trabajo. Por otra parte, los conceptos enunciados presentan el

panorama de conflicto del que las islas Senkaku/Diaoyu hacen parte central y son

el objeto de conflicto por su soberanía, dadas las ventajas geopolíticas que

concederían tanto a unos como a otros a partir de la creación de Zonas

Económicas Exclusivas legitimadas por el Derecho del Mar. No obstante, la

interdependencia económica podría llevar a ambos Estados a cooperar por medio

de un compromiso, para intentar solventar el conflicto a través de una política de

convenio pacifico sustentada en el diálogo y el consenso mutuo.

18

2 ANTECEDENTES HISTORICOS

Desde el fin de la Guerra Fría, la era moderna de la historia China ha estado

presente en la agenda cotidiana del país, sobre todo en el ámbito de la educación

y en la cultura popular (Callahan 2004, 2009, Wang 2012). La narrativa histórica

gira en torno a cómo China superó una era de humillación y derrota, restaurando

su dignidad y poder ancestrales (Kaufman 2010).

El Siglo de la Humillación se refiere a los 100 años posteriores a la Primera Guerra

del Opio en 1839, cuando China perdió su posición de poder predominante en

Asia hasta su establecimiento como la República Popular de China (RPC) en

1949. Los eventos clave durante este largo período fueron las dos guerras del opio

cuando China fue derrotada y obligada a otorgar concesiones a las potencias

imperialistas occidentales y dos guerras sino-japonesas cuando partes de China

fueron invadidas y sometidas a una brutal ocupación. El Siglo de la Humillación

sirve como una piedra de toque histórico para las aspiraciones de China y sigue

afectando hoy las relaciones exteriores de este país (Kaufmann, 2010: 26).

El objetivo de este capítulo es revisar los acontecimientos históricos más

importantes de los siglos XIX y XX que han motivado al desarrollo de las

relaciones exteriores de China con Japón. Estos eventos son importantes porque

configuraron la identidad china y su posición en el sistema internacional del siglo

XIX y permiten entender las relaciones sino-japonesas contemporáneas, así como

la posición de China frente a la disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu. En este

capítulo se procede, en primer lugar, a examinar las dos Guerras del Opio y las

dos Guerras Sino-Japonesas, haciendo énfasis en los eventos y los hechos más

importantes; posteriormente, se analizará su impacto psicológico en la conciencia

de China.

19

2.1 LAS GUERRAS DEL OPIO: 1839-1860: EL PRIMER GOLPE A LA AUTO-CONFIANZA DE CHINA.

El término “Guerras del Opio” se refiere a las guerras de 1839-1842 y 1856-1860,

que fueron consecuencia de una disputa comercial y diplomática entre China y el

Reino Unido. La Primera Guerra del Opio fue un desastre para China. Las fuerzas

británicas derrotaron al ejército imperial chino en una serie de batallas terrestres y

navales y dio lugar a una serie de concesiones a Gran Bretaña, también conocidas

como “los tratados desiguales", tales como la reanudación del comercio de opio, la

apertura de nuevos tratados sobre puertos y la cesión de la isla de Hong Kong

(Lowell, 2011).

La Segunda Guerra del Opio en 1856-1860 se estableció cuando la dinastía Qing

rechazó las demandas de las potencias imperialistas occidentales. En 1857 las

fuerzas anglo-francesas tomaron Guangzhou y después de una batalla naval

decisiva, los británicos capturaron ciudades estratégicas de la costa incluyendo

Shanghai. En 1860, Beijing fue ocupada durante un mes y los ejércitos

occidentales destruyeron el palacio de Yuanmingyuan, que era la sede del

gobierno imperial chino y uno de sus más importantes repositorios culturales. Su

destrucción fue sinónimo de la humillación que esa nación enfrentó tras caer ante

Occidente (Ringmar, 2011). La Segunda Guerra del Opio concluyó con la

Convención de Pekín, donde China se vio obligada a pagar indemnizaciones,

legalizar el comercio del opio y ceder Kowloon a Gran Bretaña. En ambas guerras,

China fue derrotada debido a su capacidad militar inferior. La infantería y la marina

occidentales eran tecnológicamente más avanzadas y derrotaron al

numéricamente superior ejército chino.

Las Guerras del Opio trajeron cambios importantes que culminaron en la

desaparición de la dinastía Qing y el establecimiento de la República de China.

Desde hace un siglo los chinos piensan acerca de su historia en términos de antes

y después de la Guerra del Opio (Harris 1959). Antes de la confrontación con

20

Occidente China era el país más poderoso e influyente de la región, estatus que

perdió tras la Guerra del Opio y que redujo al país a un territorio semicolonial,

dividido en esferas de influencia extranjera.

Tras las Guerras del Opio y el colapso de su autoimagen, China enfrentó una

crisis que la condujo a reexaminar su identidad. Los chinos experimentaron una

transición gradual hacia un sistema de gobierno moderno, las relaciones sociales

previamente aceptadas comenzaron a erosionarse y fueron suplantadas por

nuevas ideas. China emprendió iniciativas de modernización económica y militar,

asumiendo de paso una nueva identidad. El encuentro con el Occidente obligó a

los chinos a aceptar nociones occidentales, como identidad, estado, soberanía,

ciudadanía y nación. Por lo tanto, la búsqueda de una nueva identidad nacional

fue impulsada por el deseo de hacer de China un Estado fuerte y poderoso.

2.2 LAS GUERRAS ENTRE CHINA Y JAPÓN: 1894-1945: LA HORA MÁS OSCURA EN LA HISTORIA DE LAS RELACIONES SINO-JAPONESAS.

A pesar de las derrotas ante los países occidentales que impactaron

definitivamente a China y sacudieron la confianza en sí misma, el mayor

sometimiento y humillación fue causado por Japón (Chan y Puentes 2006: 131).

Tanto China como Japón se vieron afectados inicialmente por el imperialismo

occidental en el siglo XIX, en forma de Guerras del Opio para China y la llegada

de buques negros del Comodoro Perry para Japón, que también tuvo que aceptar

los términos de una sociedad internacional que eran muy diferentes de los suyos

(Legro 2009, Suzuki 2009). Japón, con su mercado abierto a cañonazos, se vio

obligado a hacer concesiones a las potencias extranjeras y se dio cuenta de su

propio atraso tecnológico y la necesidad ejecutar reformas profundas en su

sociedad.

21

Al comenzar el siglo XIX, Japón no tenía ningún tipo de relaciones con Occidente

y su poder económico y político no estaba centralizado bajo la figura del

emperador, quien era un figura decorativa en un entorno político en el que señores

feudales acaparaban el control territorial de un país dividido y sin la capacidad de

coordinar iniciativas nacionales con efectividad alguna.

A fines de la década de 1850 y principios de 1860 parecía que Japón estaba en

camino de seguir los pasos de China, dividida por esferas de influencia de las

agresivas potencias occidentales. Sin embargo una serie de rápidas

transformaciones en Japón produjeron un resultado muy diferente.

Antes de 1868, el shogun, poderoso jefe militar que ejercía hereditariamente el

mando y asistido por guerreros de la nobleza conocidos como samuráis, ostentaba

el poder ejecutivo y controlaba la administración del país. Las funciones del

emperador, en cambio, eran principalmente religiosas.

Después de las concesiones del shogun a las naciones occidentales, el

sentimiento xenófobo dio origen a una revuelta de los samuráis en 1867 y a la

restauración del emperador como cabeza legítima del gobierno. El nuevo

Emperador, quien dio el nombre de Meiji (Gobierno Iluminado) a su dinastía,

condujo a Japón a un proceso de transformación nacional que se conoció a partir

de entonces como la Restauración Meiji (Strickberger, 2014).

En un corto tiempo, la Restauración Meiji logró reformar al país, lo que llevó a

enormes cambios en la estructura política y social, como el poder centralizado

bajo el emperador y la abolición de la clase samurái. A diferencia de China, Japón

tuvo éxito modernizando su economía y su ejército, lo que permitió su surgimiento

como una gran potencia en menos de cincuenta años, con el consiguiente impacto

en las relaciones sino-japonesas (Kitaoka, 2011).

22

El éxito de Japón, se hizo particularmente notable durante la Primera Guerra Sino-

Japonesa (1894-1895). Este conflicto surgió de una disputa por la influencia en la

península coreana. Tradicionalmente, Corea era parte del sistema tributario de

China reducida a un estado semi-colonial. Sin embargo, el expansionismo japonés

tenía por objetivo dominar Corea. Japón comenzó activamente a inmiscuirse en

los asuntos de Corea durante el siglo XIX. La competencia entre China y Japón

por el dominio sobre Corea culminó en la Primera Guerra Sino-Japonesa. Tras un

breve período de lucha, Japón expulsó a las fuerzas chinas de Corea. La primera

guerra sino-japonesa concluyó con el Tratado de Shimonoseki, el cual obligó a

China a reconocer la independencia de Corea, ceder Taiwán y abrir los puertos a

Japón. En nombre de China, el tratado fue firmado por Li Hongzhang, un

prominente estadista del Imperio Qing; su nombre entró en la historia como

símbolo de debilidad y ha sido descrito como traidor en la moderna historiografía

oficial china.

Después de la Primera Guerra Sino-Japonesa, Japón creó un imperio colonial y se

unió a las filas de las potencias occidentales explotadoras de China forzando

tratados desiguales. En 1931, los soldados japoneses conspiraron para hacer

explotar un ferrocarril y utilizarlo como pretexto para una invasión de Manchuria,

que se conoció como el incidente de Mukden. Sin embargo, La Segunda Guerra

Sino-Japonesa de 1937-1945, se convirtió en la experiencia más traumática

durante el Siglo de la Humillación y la hora más oscura de las relaciones sino-

japonesas. Esta guerra, que empezó en 1937 como una escaramuza entre los

ejércitos fronterizos de ambos países, se convirtió en una guerra a gran escala

que terminó sólo después de la capitulación de Japón en 1945. Las atrocidades

cometidas por el ejército imperial japonés en China dejaron un legado profundo de

humillación y resentimiento. Las tropas japonesas fueron responsables de

asesinatos en masa, de experimentación humana, de guerra biológica y química,

así como de utilizar a las mujeres para esclavitud sexual (Kitaoka, 2011).

23

Durante la ocupación de Nankíng (entonces capital de la República de China), el

ejército japonés cometió numerosas atrocidades, como la violación, el saqueo, el

incendio y la ejecución de prisioneros de guerra y civiles. Aunque las ejecuciones

comenzaron con el pretexto de eliminar los soldados chinos disfrazados de civiles,

se afirma que un gran número de hombres inocentes fueron intencionalmente

identificados como combatientes enemigos y ejecutados. Un gran número de

mujeres y niños también fueron violados y asesinados. La masacre que fue

perpetrada por el ejército japonés llevo a la muerte a más de 250.000 civiles tras la

captura de Nanking en Septiembre de 1937 (Rose, 1998: 15). En general, la

guerra dejó profundas secuelas físicas y psicológicas en China, el país sufrió una

gran devastación y, posiblemente, alrededor de 20 millones de víctimas, que lo

hace uno de los conflictos más devastadores de la historia (Anderson, 2011).

La Guerra del Opio y las Guerras Sino-Japonesas tuvieron un impacto decisivo en

la evolución de la China moderna y su identidad. La derrota en la Guerra del Opio

inició procesos transformadores monumentales que finalmente condujeron a la

abolición del imperio chino y al establecimiento de la República de China. China

abrazó las nociones occidentales de Nación y Estado y comenzó su

transformación a un sistema de gobierno moderno. La importancia de las Guerras

Sino-Japonesas definió fundamentalmente las relaciones de China con Japón.

Como resultado de las atrocidades cometidas en China, Japón se convirtió en el

motivo por el cual China comenzó a definir su identidad y conducta modernas.

Incluso después de casi 70 años, perdura una intensa sensación de amargura del

pueblo chino hacia Japón.

2.3 DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU.

La disputa sobre las islas empezó en 1971 después de que Estados Unidos y

Japón emitieran una Declaración Conjunta, estableciendo el Acuerdo de

Reversión de Okinawa, que incluía a las islas Senkaku/Diaoyu como parte del

24

territorio de Okinawa a ser devuelto al dominio japonés. La Declaración Conjunta

desató una protesta por miles de estudiantes chinos (taiwaneses) en los Estados

Unidos durante varios meses, sus principales preocupaciones fueron expresadas

en una carta abierta al Presidente de Estados Unidos y al Congreso (The New

York Times, 1971:E7). Simultáneamente, la Declaración Conjunta Estados Unidos

- Japón planteó desafíos para los chinos y las autoridades de Taiwán. En julio de

1970, el gobierno japonés en base a la Declaración Conjunta entre Estados

Unidos y Japón, notificó a Taiwán, que la explotación de petróleo frente a las islas

Diaoyu/Senkaku no era válida. Dos meses más tarde, Taiwán colocó la bandera

de la República de China en las islas. En diciembre de 1970, la República Popular

de China intervinó en el conflicto y declaró formalmente que las islas Diaoyu y

Taiwán eran parte de su territorio y que no sería tolerada la explotación de la zona

por países extranjeros (Tao Cheng, 1948: 248-60).

A pesar de la controversia, en abril de 1971, el Departamento de Estado de

Estados Unidos emitió un comunicado en el que el Presidente Nixon y el Primer

Ministro japonés Sato Eisaku, habían llegado a un acuerdo por el cual Estados

Unidos accedería a devolver a Japón las islas de Okinawa y Ryukyu, situadas

desde 1945 bajo administración norteamericana. En junio de 1971, se firmó el

acuerdo entre Japón y los Estados Unidos de América en materia de las islas

Ryukyu y las Islas Daito, con las islas Senkaku/Diaoyu. Al principio, el gobierno de

Estados Unidos apoyó la demanda japonesa, sin embargo, debido a que el

gobierno de EE.UU. quería mejorar las relaciones con la República Popular China,

luego tomó una postura neutral sobre la disputa (Jean-Marc Blanchard, 2000: 95-

123).

El año de 1972 se convirtió en un punto de inflexión para la disputa, pues EE.UU.

terminó su tutela sobre las islas y entregó el área a la jurisdicción de Japón, que

dejó de reconocer a Taiwán y optó por forjar una relación diplomática formal con la

República Popular China. Por tanto, la disputa pasó de ser entre la República de

25

China y Japón a ser entre la República Popular China y Japón. Si bien no se

encontró ninguna solución, se evitó con éxito que la crisis se convirtiera en un

conflicto debido a una pasiva política estadounidense y al acercamiento entre

China y Japón.

Desde la reversión de Okinawa a la soberanía japonesa en 1972, el gobierno de

Japón ha enviado sus fuerzas navales, llamadas Fuerzas de Seguridad Marítima,

para expulsar los pescadores chinos de esta zona. La disputa se convirtió en otra

crisis en 1978 cuando China y Japón negociaron un tratado formal (Tretiak, 1978:

1235-49).

La disputa de las islas Senkaku/Diaoyu se convirtió en un tema preocupante en el

contexto de las negociaciones. Un grupo de políticos del Partido Liberal

Democrático (PLD) en Japón promovió el conflicto en la Dieta Nacional (asamblea)

en un intento de poner fin a las negociaciones, exigieron que el tema sobre el

control de las islas debía ser resuelto primero. El derechista grupo político japonés

Nihon Seinensha (Federación de Jóvenes Japoneses) erigió un faro en la Isla

Diaoyu en un intento de legitimar la demanda territorial de Japón sobre las islas.

Este suceso fomentó fuertes protestas de las comunidades chinas de todo el

mundo. Como respuesta, los chinos enviaron una flotilla de barcos de pesca para

rodear las islas. Después de una semana, los barcos chinos se retiraron y se

reanudaron las negociaciones. En octubre de 1978, cuando se firmó el Tratado de

Paz y Amistad entre China y Japón en Pekín, Deng Xiaoping, entonces viceprimer

ministro de China, declaró que ambos gobiernos habían acordado solucionar sus

disputas por medios pacíficos y se abstendrían de emplear la fuerza o la amenaza.

“Es cierto que las dos partes mantienen diferentes puntos de vista sobre

esta cuestión… No importa si esta pregunta se dejó de lado por un tiempo,

digamos, diez años. Nuestra generación no es lo suficientemente sabia

como para encontrar un lenguaje común sobre esta cuestión. Nuestra

26

próxima generación será sin duda más sabia. Ellos van a encontrar una

solución aceptable para todos”. (Deng Xiaoping, 1989: 171-72).

La crisis resurgió en 1990 cuando el gobierno japonés decidió permitir a Nihon

Seinensha (日本青年社, Federación de Jovénes Japoneses) reinstalar un faro en

las islas en 1978. Los taiwaneses enviaron dos barcos de pesca llenos de atletas

destinados a plantar una antorcha olímpica en las islas. Se les impidió el

desembarco por los guardacostas japoneses y las Fuerzas Marítimas de

Autodefensa (MSDF). Este incidente provocó manifestaciones antijaponesas en

Taiwán y Hong Kong con la destrucción de banderas y productos japoneses. La

República Popular China entró en la disputa indicando que las islas eran territorio

chino y que los japoneses no deberían interferir. Tras la injerencia de la República

Popular China, la parte japonesa pidió dejar de lado el incidente (Dows and

Saunders, 1999).

No obstante, la situación no mejoró sustancialmente. Las tensiones resurgieron de

forma intermitente a lo largo de la década de 1990. En 1992, China afirmó su

reclamación aprobando la Ley sobre el Mar y la Zona Territorial Contigua, que

especifica explícitamente que las islas Diaoyu son territorio de China. El Ministerio

de Asuntos Exteriores de Japón hizo una fuerte protesta:

“No hay duda de que Senkaku Shoto son territorio únicamente japonés,

tanto histórico como desde el punto de vista del derecho internacional, y

nuestro país realmente controla estas islas con eficacia. La presente ley

china es muy lamentable y exigimos su corrección” (Linus Hagstrom, 2005).

En junio de 1996, Japón declaró una Zona Económica Exclusiva alrededor de las

islas Senkaku/Diaoyu, y en julio, el grupo de derecha de Nihon Seinensha hizo su

tercer desembarco en las islas Senkaku /Diaoyu, colocando un nuevo faro en el

27

islote del norte y solicitando que el gobierno lo reconociera. Aunque este faro fue

destruido por un huracán, el grupo pronto construyó otro faro el 9 septiembre de

1996 (Schofield, 1996). Una vez más, las comunidades chinas, especialmente las

de Hong Kong y Taiwán, hicieron protestas aún mayores contra los japoneses. A

nivel nacional se llamó a "Defender el Movimiento Diaoyu" (Baodiao Yundong) en

todo el país. Los chinos de Taiwán y Hong Kong se dirigieron a las islas para

contrarrestar las acciones de los jóvenes japoneses. Un activista de Hong Kong

murió cerca de las islas el 26 de septiembre, cuando trató de nadar desde los

barcos de protesta a un islote. El 07 de octubre de 1996 manifestantes llegaron a

la Isla Diaoyu/Uotsuri y levantaron las banderas de la República Popular China y la

República de China, que fueron retiradas más tarde por los japoneses

(Washington Post, 1996).

Desde entonces, se han reportado varias instancias de agresión entre grupos

derechistas japoneses y manifestantes chinos respecto a la soberanía de las islas.

En 1997, un legislador japonés llegó a una de las islas y el gobierno de la

República Popular China denunció que esto representaba un acto ilegal y una

"grave violación de la soberanía del territorio de China" (Wei Su, 2005). Japón, a

cambio, reiteró su "posición fundamental", en la cual declaró que el gobierno no

estaba detrás de este tipo de actividades. En septiembre de 1998, los

manifestantes chinos desembarcaron en la Isla Diaoyu después de enfrentarse

con la Guardia Costera de Japón y el buque "Baodiao Hao" (Defensa Diaoyu) fue

hundido.

A partir de 1999, el gobierno chino parece haber elevado el nivel de su presencia

en la zona en disputa, pasando de reclamaciones principalmente verbales a una

presencia física con el envío de buques de investigación científica y de guerra a

las islas. En el año 2000, un grupo de derecha japonesa construyó un santuario en

la isla Diaoyu. Beijing declaró que "la isla Diaoyu y sus islotes adyacentes han sido

una parte integral de los chinos", y, "exigió firmemente que Japón restringiera los

28

activistas de derecha, y evitara que incidentes similares volvieran a ocurrir" (Smith,

2004). Japón respondió con el argumento de que las islas son parte de su

territorio. En junio de 2003, otro intento de desembarco por manifestantes chinos

con un pequeño barco pesquero fue bloqueado por los guardacostas japoneses.

En enero de 2004, dos barcos de pesca chinos en aguas cercanas a las islas en

disputa Senkaku/Diaoyu fueron atacados por lanchas patrulleras japonesas de las

Fuerzas Marítimas de Autodefensa (MSDF). En marzo de 2004, siete activistas de

China continental desembarcaron en las islas. Cerca de 10 horas después del

desembarco, los manifestantes chinos fueron sacados de las islas y detenidos por

los guardacostas japoneses. Mientras que el desembarco llevó a Japón a

presentar una protesta oficial ante China, Beijing expresó preocupación y críticas

sobre los arrestos. El 23 de abril de 2004, un miembro de un grupo derechista

japonés embistió un autobús en el Consulado chino en Osaka, en el oeste de

Japón, para protestar por las alegaciones de China. Esto estimuló una fuerte

protesta por parte del gobierno y el pueblo chino (China daily, 2005).

El 9 de febrero de 2005, El gobierno de Japón anunció el levantamiento de un faro

en la más grande de las islas Senkaku. La acción realizada por Tokio llevó al

Ministerio de Relaciones Exteriores chino a llamar al movimiento de Japón como

"una grave provocación y violación de la soberanía territorial de China”.

Además, en julio de 2004, Japón comenzó a explotar el gas natural en la Zona

Económica Exclusiva en el Mar Oriental de China como un paso para la

construcción de un complejo de gas natural. China se opuso a los derechos de

Japón para explorar la zona este de la línea media entre los dos países, en la que

Japón ha propuesto como la línea de demarcación de su Zona Económica

Exclusiva. Un grupo de chinos protestaron frente a la embajada japonesa en Pekín

contra las actividades de explotación de petróleo presuntamente ilegales de

Japón, en una zona en disputa del Mar Oriental de China (China Daily, 2005).

29

A mediados de enero de 2005, Japan Petroleum Exploration Co. y Teikoku Oil Co.

comenzaron conversaciones con el gobierno japonés sobre planes de explotar el

gas natural en el Mar de China Oriental, cerca de áreas reclamadas por Japón y

China. El 13 de abril de 2005, Japón anunció su decisión de operar un proyecto

para la perforación de pozos de petróleo y gas natural en las aguas del Mar

Oriental de China. La acción de Japón constituye una provocación grave a los

intereses de China. China ha presentado una protesta a la parte japonesa y se

reserva el derecho para una reacción adicional (Qin Gang, 2005).

Desde entonces, se han producido múltiples incidentes que han generado una

gran inestabilidad en la zona. Estos, a medida que ha transcurrido el tiempo, han

sido cada vez más tensos como lo reflejan los acontecimientos acaecidos en

colisaibarco y 2012. El más notorio de ellos se dio cuando varias de las islas, que

eran propiedad privada de empresarios japoneses, fueron nacionalizadas por el

Gobierno de Japón para impedir que las adquiriera Shintaro Ishihara

exgobernador de Tokio y reconocido ultranacionalista, acción que posiblemente

habría agravado aún más la situación (Lopez y Vidal 2006:195). Tal compra

supuso un gran malestar para el régimen de Pekín, y, además, provoco una gran

ola de manifestaciones populares motivadas por el creciente sentimiento anti-

japones.

En noviembre de 2013, China declaro unilateralmente una Zona de Identificación

de Defensa Aérea (ADIZ) que incluye a las Senkaku/Diaoyu. Dicha declaración,

aunque no conlleva la soberanía sobre esa zona, ha supuesto una escalada de

tensión en las relaciones bilaterales, así como en la seguridad y estabilidad en la

región.

Por último, a finales de Abril del 2015, EEUU y Japón acordaron que las islas

Senkaku/Diaoyu estarán incluidas en el tratado de defensa firmado por ambos

30

países, y se opondrán a cualquier acción que busque arrebatar las islas a Tokio,

según un comunicado conjunto. "Los ministros reafirmaron que las islas Senkaku

son territorios bajo la administración de Japón y por lo tanto están cubiertos por los

compromisos bajo el Artículo 5 del Tratado de Cooperación y Seguridad Mutuos

de EEUU y Japón". Los ministros de Defensa de Japón y EEUU se reunieron en

Washington y anunciaron una serie de cambios en la doctrina de defensa

japonesa, sumados a la reafirmación de EEUU de su compromiso hacia la defensa

de Japón (Sputnik News, 2015).

Estos son los primeros cambios a las reglas que rigen la cooperación en defensa

entre EEUU y Japón en 18 años y deberán ser aprobadas próximamente en el

Parlamento japonés. Entre los otros cambios está un rol mucho mayor de Japón

en la defensa antimísiles, detección de minas e inspección de navíos, ante lo que

ambos Gobiernos calificaron de una actitud china más agresiva. Otro cambio

importante es que Japón podrá desplegar sus fuerzas en regiones lejanas para

brindar apoyo logístico a las operaciones estadounidenses alrededor del globo.

Esto contrasta con el rol actual de las fuerzas de defensa japonesas que se limitan

a proteger el territorio nacional. La constitución nipona prohíbe ataques

preventivos y todas las acciones ofensivas quedarán a cargo de EEUU.

Japón y China no pueden acordar la delimitación de las zonas exclusivas

económicas en la región de las islas Diaoyu (Senkaku). Japón insiste en la

aprobación de la línea divisoria en medio de la zona de aguas mientras que China

sugiere que la línea quede más cerca de la costa japonesa.

Japón aduce que las islas es territorio suyo desde 1895. Pekín recalca a su vez

que en los mapas japoneses de 1783 y 1785, Diaoyu es identificado como

territorio chino. Después de la II Guerra Mundial las islas estaban bajo el control

de EEUU que las transfirió a Japón en 1972.

31

Según Tokio, las pretensiones de China, así como de Taiwán, sobre el

archipiélago, de seis kilómetros de superficie, se deben sobre todo a que en los

años 1970 se descubrieron allí vastas reservas de hidrocarburos (Sputnik News,

2015).

3 SITUACIÓN LEGAL DEL CONFLICTO

La disputa ganó la atención internacional en 1968 tras un informe de la ONU que

indicó la existencia de recursos de petróleo y gas bajo las islas (UN report, 1968).

3.1 POSICIÓN OFICIAL DE JAPÓN.

De acuerdo a la posición oficial del gobierno japonés, las islas fueron incorporadas

por primera vez a Japón durante la Primera Guerra Sino-Japonesa en 1895.

Después de los estudios realizados desde la década de 1880, Japón llegó a la

conclusión de que las islas no habían sido habitadas y no mostraron ningún signo

de control chino. Por lo tanto, Japón afirma que estas islas eran "terra nullius"

(tierra de nadie). A raíz de una decisión del Gabinete el 14 de enero de 1895,

Japón construyó un faro para incorporar formalmente las islas Senkaku al territorio

de Japón de conformidad con el derecho internacional (Embajada de Japón -

comunicado de prensa, 2013). Tras la victoria de Japón en el conflicto, las islas

permanecieron bajo control indiscutible de Japón hasta la década de 1940 cuando

Japón firmó su derrota al final de la Segunda Guerra Mundial y EE.UU. se hizo

cargo de todos los derechos administrativos de las islas.

Japón sostiene que las islas eran parte del Archipiélago de Japón, por lo cual

EE.UU. recibió derechos administrativos después de la guerra. Estos derechos,

sin embargo fueron revertidos en junio de 1971 en virtud del Acuerdo de

Reversión de Okinawa entre Japón y EE.UU (Embajada Japonesa - comunicado

de prensa, 2013).

32

Desde entonces, las islas están de nuevo bajo la administración japonesa y, por lo

que el gobierno japonés concluye, no existe ninguna disputa territorial que deba

ser resuelta. Japón alega el hecho de que China (y Taiwán), sólo comenzaron

reclamando el derecho de propiedad sobre las islas Senkaku/Diaoyu después de

que se informó sobre las reservas de petróleo y gas que se encontraban en las

islas en 1968 lo cual no da credibilidad a sus reclamos (Embajada de Japón –

comunicado de prensa, 2013). Declaraciones diplomáticas en la reunión de la

Cumbre Japón - China entre el primer ministro japonés Kakuei Tanaka y el primer

ministro chino Zhou Enlai el 27 de septiembre de 1972 muestran lo que el primer

ministro Tanaka preguntó, "¿Cuál es su punto de vista sobre las islas Senkaku?"

el primer ministro Zhou respondió: "Esto se convirtió en un problema debido a la

existencia de recursos como el petróleo y gas. Si no existieran estos recursos, ni

Taiwán ni los Estados Unidos harían de esto un problema" (Lee, 2002).

A pesar de ceder las islas después de la Segunda Guerra Mundial a los EE.UU.,

fueron devueltas en 1971 a Japón en virtud del Acuerdo de Reversión de Okinawa

y se han mantenido, desde entonces, bajo la autoridad de Japón. Por lo tanto,

Japón no reconoce oficialmente la existencia de una disputa territorial.

3.2 POSICIÓN OFICIAL DE CHINA. China afirma que las islas le pertenecían desde muchos siglos atrás, a pesar de

estar deshabitadas (Documento técnico del gobierno de China, 2012). Para apoyar

su afirmación, el gobierno proporciona evidencias con viejos mapas dibujados a

mano y documentos antiguos, donde las islas fueron indicadas como parte de

China. Por ejemplo, los registros sobre las islas fueron publicados en un libro

durante el gobierno del emperador Ming Yong Le (1403-1424), más de 400 años

antes de que Japón señalara su jurisdicción sobre las islas Diaoyu en 1884 (China

Daily, 2012). Por lo tanto, de acuerdo con el gobierno chino, las islas pertenecían

a China y durante la Guerra Sino-Japonesa fueron anexadas por Japón. Después

33

de perder la guerra, China tuvo que firmar el Tratado de Shimonoseki en 1895

cediendo "la isla de Formosa” (Taiwán), que podría decirse que incluía las islas

Senkaku (Tratado de Shimonoseki , 1985).

La posición china señala que después de la Segunda Guerra Mundial, el Tratado

de Shimonoseki fue reemplazado por el tratado de San Francisco en 1951

(Tratado de Paz con Japón), en virtud del cual Japón devolvería Taiwan/Formosa

y todas las islas que pertenecen a la misma (Tratado de San Francisco, 1951). De

este modo, las islas debían haber sido devueltas legalmente a China.

EE.UU. se hizo cargo de los derechos administrativos en 1951 y China no se

manifestó en contra hasta 1970, cuando EE.UU. abandonó su papel

administrativo. El gobierno chino atribuye su incapacidad para reclamar

oficialmente las islas en 1945 tras la derrota de Japón como producto de compleja

guerra civil china en la que el partido nacionalista chino (KMT) se trasladó a

Taiwán en 1949 (Shaw, 2012). A pesar de no reclamar las islas durante las

décadas de 1950 y 1960, las reclamaciones formales fueron anunciadas en 1971,

cuando EE.UU. se preparaba para poner fin a su administración (Chiu, 1999).

En conclusión, la descripción de las reclamaciones de Japón y China muestra que

la situación legal es poco clara. Como las islas Senkaku/Diaoyu no están

directamente mencionadas en los tratados posteriores a la guerra y no se define

qué islas caen bajo el término "todas las islas pertenecientes a Formosa (Taiwán)”

en el Tratado de Shimonoseki de 1895, es difícil juzgar si pertenecían a China o

Japón. Además, la cuestión de hasta qué punto en la historia un Estado puede

reclamar un territorio que le perteneció en algún momento anterior, sigue siendo

discutible, con la guerra sino-japonesa que ocurrió hace más de un siglo.

Mientras que Japón data su reclamo hace más de 110 años en 1895, China va

aún más atrás para respaldar su posición. Como guerras, invasiones y conquistas

se dieron numerosas veces en el pasado, siempre habrá lugar a reclamos

34

territoriales por parte de los Estados. Sin embargo, lo que limita el tiempo de cuán

atrás se admitirán reclamaciones es problemático, e inevitablemente favorecería a

un lado u otro. Por lo tanto, la situación legal es un punto muerto en el que

ninguna de las partes quiere moverse de su posición inicial, con un Japón que no

reconoce oficialmente la existencia de una disputa. Después de esto, se hace

evidente que es poco probable que exista una solución basada en el derecho

internacional. Además, las soluciones diplomáticas o acercamientos de

colaboración parecen ser muy difíciles, dado que Japón niega la existencia de la

disputa territorial.

Dada la situación, se podría decir que el conflicto está estancado, ya que no hay

solución a la vista. Sin embargo, este no es el caso, ya que el conflicto ha llegado

al clímax varias veces en las últimas cuatro décadas. Describiendo la historia y

reivindicaciones legales en la disputa sobre las Islas Senkaku/Diaoyu y las

dificultades que vienen junto con ellas, es necesario echar un vistazo más de

cerca a la política exterior de las partes con el fin de obtener una comprensión de

cómo puede ser útil para explicar la naturaleza prolongada de este conflicto

aparentemente estancado.

3.3 POSICIÓN OFICIAL DE ESTADOS UNIDOS.

La participación de Washington en este conflicto se remonta a varias décadas y

sólo hasta hace poco Estados Unidos había mantenido un bajo perfil, mostrando

una clara neutralidad. La primera participación fue en 1951 durante el Tratado de

Paz de San Francisco. Después del tratado de paz, la Administración de los

Estados Unidos designó los límites geográficos de las islas de Okinawa (Moteki,

2010). En 1960, el Tratado de Seguridad entre Estados Unidos y Japón fue

revisado, en el cual en su artículo 5 se establece que los Estados Unidos están

obligados a proteger a "los territorios bajo la administración de Japón" (MOFA).

35

Posteriormente, el Tratado de Reversión de Okinawa entre los Estados Unidos y

Japón el 17 de junio de 1971 incluyó una disposición para la devolución a Japón

de "todas y cada una de las facultades de administración, legislación y

jurisdicción" sobre las islas Ryukyu y Daito. El artículo I del Tratado de Reversión

de Okinawa define el término "las islas Ryukyu y las islas Daito" como "todos los

territorios con sus aguas territoriales con respecto a los cuales el derecho a ejercer

cualquier facultad de administración, legislación y jurisdicción fue acordado por los

Estados Unidos de América en virtud del artículo 3 del Tratado de Paz con

Japón..." (Mayin, 2013) Procurando que las islas Senkaku/Diaoyu fueran incluidas

en el Artículo 3, en 1971 los Estados Unidos resolvieron finalmente la cuestión de

la administración japonesa sobre las islas, reconocida en el Tratado de Reversión

de Okinawa, la cual tuvo que ser ratificada por el senado de los EE.UU.

La posición oficial de Estados Unidos ha descansado en tres pilares: "(1)

neutralidad estricta; (2) un fuerte apoyo a la solución pacífica; y (3) una disposición

limitada para verse pública o activamente involucrado en las disputas o en su

resolución (Don keyser, 2013). Sin embargo, Washington ha evaluado algunos de

estos principios, en primer lugar porque la implicación general de Estados Unidos

en la región Asia-Pacífico es ahora más abierta y visible como parte de la política

de la administración Obama. En segundo lugar, los cambios sutiles se han

producido en parte como una reacción de un aliado de Japón en vista de una

presencia china más contundente en la zona. Finalmente, el gobierno de Estados

Unidos parece haber llegado a la conclusión de que la inacción envía el mensaje

equivocado a China, generando una conducta agresiva por parte de esta Nación.

El 27 de octubre 2010 la Secretaria de Estado, Hillary Clinton dejó claro que las

islas son parte del Tratado de Cooperación Mutua y Seguridad entre Estados

Unidos y Japón firmado en 1960, afirmación confirmada en 2012 por el gobierno

Obama (Mayin, 2013). En enero 2013 Clinton señaló que "aunque Estados Unidos

no toma una posición definitiva sobre la soberanía de las islas, reconocen que

36

están bajo la administración de Japón y se oponen a cualquier acción unilateral

que trate de debilitar la administración japonesa..." (Mayin, 2013) Adicionalmente y

con el fin de buscar reducir las tensiones, el gobierno estadounidense ha reiterado

que el diálogo es la mejor forma de conducir las relaciones entre China y Japón en

torno al tema de las islas.

China, por su parte, ha reconocido que la relación bilateral con los Estados Unidos

es la más importante en la región, por lo tanto, los esfuerzos para mantener

diálogos de alto nivel sobre varias cuestiones, entre ellas las discusiones

territoriales entre China y sus vecinos, es de suma importancia. En cuanto a

Japón, sin embargo, la respuesta de China ha sido particularmente fuerte. Pekín

promulgó las directrices para la administración del mar territorial de las islas el 10

de septiembre de 2012 y posteriormente publicó una lista de coordenadas

geográficas (Drifte, 2012). Pekín ha comenzado desde el otoño de 2012 a

implementar actividades de vigilancia marítima y la implementación de la Ley de

pesca en la cual patrullas chinas deben circular en proximidad de las islas.

Aunque Estados Unidos posee grandes vínculos e intereses económicos con

China, por ahora mantiene un incondicional apoyo a Japon ante este conflicto. No

en vano, lo incluye dentro del Tratado de Seguridad de 1960 firmado por ambos

países. Sin embargo, esta postura se puede ver mermada por el increíble ascenso

chino, así como por una nueva lectura de las relaciones entre Japón y Estados

Unidos, dadas las transformaciones de la política exterior y de seguridad

japonesas. Actualmente EEUU ha demostrado con hechos y palabras su apoyo a

Japon. Estados Unidos se ha declarado públicamente como un país neutral en la

disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu, al no adoptar una posición sobre su

soberanía (Long 2013), y abogando a que ambos países lleguen a un acuerdo

bilateral para solventar el conflicto de una manera pacífica. No obstante, dicha

“neutralidad” es incompatible con el Tratado de Seguridad que posee con Japón,

37

pues el artículo 5 obliga a EEUU a defender a Japón ante cualquier ataque

exterior:

"Cada Estado reconoce que un ataque armado contra una de las partes en

los territorios bajo la administración de Japón podría ser peligroso para su

propia paz y seguridad y declara que actuaría para cumplir con el riesgo

común, de conformidad con sus disposiciones y procesos constitucionales"

(MOFA).

No obstante su postura de apoyo a Japón, Washington no está impedido de invitar

a que Tokio no ejecute acciones que supongan una escalada en las tensiones con

China. Washington desea mantener una relación estrecha y fluida con Pekín. No

en vano, todavía persiste con la idea de “orientar” a China hacia la plena

aceptación en el actual orden internacional. Aun tratando de mantener una

posición equidistante en el conflicto, EEUU mantiene su advertencia a China de

que defenderá a Japón ante un hipotético conflicto armado. De este modo, EEUU

se erige como el garante de la paz en Asia oriental, por lo que justifica su

presencia en la zona.

Hay que destacar que a medida que pasa el tiempo crecen las dudas sobre la

voluntad y capacidad de Washington de seguir manteniendo su rol de “policía del

mundo” (Rachman, 2013). En este sentido, se prevé una postura china cada vez

más dura frente al conflicto si Tokio no logra reconducir sus relaciones con Pekín.

Sin embargo, por ahora Washington es un aliado incondicional de Japón y el

máximo garante de su seguridad a corto y medio plazo, por lo que si se produce

una hipotética decadencia estadounidense, aun habrá tiempo para que Japón se

ponga al día en materia de seguridad. Aunque, como veremos, ciertamente ya lo

está haciendo.

38

El Ministro de Relaciones Exteriores Kishida dejó claro que la "reinterpretación" de

la Constitución de Japón anunciada en 2014 por el gabinete del Primer Ministro

Shinzo Abe, le permitiría a Japón aliarse a EEUU en una guerra en contra de

China (u otros). Pero Abe prefirió no presentar el tema ante la Dieta (parlamento)

sino hasta el próximo año, por no tener la certeza de que se aprobara (incluso

muchos de su propio partido no quieren deshacerse de la Constitución pacifista de

Japón posterior a la guerra). La reinterpretación requiere de cambios legislativos

que están muy lejos de ser aprobados (RT News, 2015). El secretario de Estado

John Kerry reconoció este potencial desarrollo al afirmar que "Hoy presenciamos

el establecimiento de la capacidad de Japón de defender no solo su propio

territorio sino también el de Estados Unidos y de otros aliados si fuera necesario"

(RT News, 2015). Pareciera que la aprobación por parte de EEUU es más

importante que los propios procedimientos constitucionales de Japón.

En noviembre de 2013, el Departamento de la Defensa de Estados Unidos

reafirmó su reconocimiento de que las Islas Senkaku son territorio japonés y caen

bajo el Tratado de Cooperación y Seguridad Mutua de EEUU y Japón (U.S.

Department of Defense, 2013). Esto contradice totalmente la posición oficial de

EEUU de que no tomaría partido en las disputas territoriales. En 2014 el

Presidente Obama afirmó que él consideraba que las islas en disputa caían bajo el

paraguas nuclear de Estados Unidos, pero alegó que se debía a que las islas en

disputa eran gobernadas por Japón, no porque él tomara partido en el tema de la

soberanía. Sin embargo, y pese a otras afirmaciones del Secretario de Estado, la

postura oficial revelada por el Departamento de Defensa se ha constituido en una

flagrante provocación para China.

Por su parte Estados Unidos anunció la expansión de su sistema antimisiles en

Japón, informando que se van a ubicar en Japón otros dos destructores de

defensa balística y que seguirán adelante con la construcción del ya anunciado

segundo radar de Banda X, un elemento central en la detección de armamento

39

estratégico. Estos sucesos constituyen una amenaza militar directa para China en

el contexto de una posible reformulación de la doctrina de defensa estadounidense

en Asia, combinada con la nueva aproximación estratégica formulada por el

Pentágono en los últimos años (LaRouchePAC, 2015).

4 FACTORES POLÍTICOS INVOLUCRADOS EN LA DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU.

La disputa entre China y Japón se ha visto reflejada en la política interna de

ambos países, donde el público se ha inclinado a favor de una política exterior

asertiva y tendiente a defender los intereses territoriales de sus respectivos

Estados. Esta es una alternativa peligrosa para ambos países (Hughes, 2008:

266).

En enero de 2012, una encuesta que el Global Times condujo en China, señalaba

que un 83% de los encuestados estaba de acuerdo con una alternativa militar al

disenso por las islas Diaoyu. En este contexto, si la situación interna de China se

agrava, la alternativa nacionalista puede resultar irresistible y no se puede

minimizar su alcance. En China la ciudadanía está fuertemente a favor de optar

por una solución rápida y drástica al conflicto, que refleje con asertividad el nuevo

poder de China, lo que para el gobierno se ha convertido en una una tentación

permanente, no sólo para resolver el conflicto con Japón sino para distraer la

atención pública de otros problemas acuciantes al interior de la sociedad china,

como la creciente desigualdad, la falta de oportunidades para enormes sectores

de la población, los escándalos de corrupción y el ambiente generalizado de

represión. (Ríos 2013, 149-155). Los dirigentes chinos están interesados en

promover un nacionalismo que garantice la estabilidad política del Partido, que

facilite la integridad territorial, y que sea lo suficientemente moderado para evitar

tensiones a nivel regional y con Occidente. En el mismo seno del Partido se

espera que esta estrategia logre darle un nuevo aire a de legitimidad a su discurso

40

frente a las nuevas circunstancias y sin mayores quiebras ni rupturas (Rios 2013,

162).

Adicionalmente, en la disputa entran en juego factores históricos y hegemónicos.

En la disputa entre China y Japón por las islas Senkaku no se puede hablar

solamente de unas rocas, pues el conflicto tiene sus raíces históricas en las

repetidas agresiones Japonesas que China sufrió entre 1895 y 1945.

Adicionalmente, en la disputa se está jugando la futura configuración del poder en

la región Asia - Pacífico, con dos países compitiendo por el liderazgo.

Las tensiones de China con Japón también han revivido el nacionalismo en

Taiwán y alrededor de estas reivindicaciones se observa una tímida oposición

independentista al Kuomintang (KMT), nucleada alrededor del llamado

"Movimiento en Defensa de las Diaoyu". Igualmente, la última escalada del

conflicto derivada de la compra por parte de Japón de las islas, ha generado

expresiones de acercamiento entre ciudadanos de Taiwán y de China, que se han

manifestado con sus respectivas banderas en diferentes ciudades de Estados

Unidos, Asia y Europa en torno a reivindicaciones de un carácter nacionalista

capaz de superar las viejas diferencias políticas. Los medios de comunicación

demócratas en Hong Kong se sumaron a las reivindicaciones de los medios

oficialistas que demandaban medidas enérgicas. El tema se ha convertido en un

asunto de política interna. Por parte de Japón, se utiliza para favorecer

determinadas dinámicas electorales, y en China, para opacar otras tensiones

(Ríos 2013, 142).

Por otra parte, China cree que la administración Obama está trabajando

estrechamente con las naciones del Sudeste Asiático para hacerle frente y ve la

intervención de ese país en el mar de China Meridional como parte de un plan

más amplio para reafirmar su presencia en el Sudeste Asiático, que incluye la

expansión de los acuerdos comerciales y de seguridad con los países de la

41

ASEAN y el establecimiento de una amplia presencia militar en la región. China ha

interpretado estas acciones como medidas para contener sus aspiraciones, y en

respuesta ha acelerado el fortalecimiento de su aparato militar y asumiendo una

posición más agresiva frente a sus vecinos, conformando así un escenario

regional de rivalidad y tensión (Valencia 2010: 79-82).

El profesor de la Universidad Renmin de China, Shi Yinhong, advierte la estrategia

de Japón de acercarse a los países del sudeste asiático y conquistarlos como

aliados en contra de China, considerado su adversario regional, y de paso frenar

su expansión económica. “Ahora es completamente obvio que Japón está

utilizando la disputa de soberanía para obstruir el dinamismo del proceso de

desarrollo de China". Asimismo, subraya que las relaciones de China con EE.UU.

no serán buenas hasta que las de China y Japón sigan en crisis (Russia Times,

2014).

Si bien las naciones del sudeste asiático no quieren verse forzadas a elegir entre

China y Estados Unidos, en la práctica se impone esta realidad. “En efecto, la

creciente competición militar entre Estados Unidos y China es un fenómeno

concomitante con una lucha política por ganarse los “corazones y las mentes” de

los asiáticos”. En esta competencia político militar entre las dos potencias, China

ha logrado dividir a los países de la zona y ganar el apoyo de miembros de la

ASEAN como Camboya, Laos y Myanmar, mientras Vietnam se inclina hacia los

Estados Unidos (Valencia, 2010).

4.1 MIRADA DESDE JAPÓN – EE.UU. Respecto a la estrategia y las jugadas políticas que alistan las dos potencias,

Richard Bush (director del Centro para el Estudio de las Políticas del Noreste de

Asia en el Instituto Brookings) señala que Japón, a pesar de los fuertes discursos

y de su intención de no comprometer su soberanía, no quiere que crezcan las

42

tensiones pese a no tener la seguridad de que China coopere en el

desescalamiento del conflicto, considerando sus recientes actividades alrededor

de las islas (McDevitt, 2014 100-110).

Para algunos especialistas, la República Popular China persigue una estrategia

denominada “anti-acceso”, a través de la cual buscaría extender su soberanía no

sólo a través de la presencia territorial, sino desplegando sistemas de armamento

capaces de disuadir a terceros de aproximarse a las islas o a sus inmediaciones.

Según dichos especialistas, este es el motivo por el que China continental reclama

gran parte del espacio marino en el Mar de China Oriental, en el Mar de China

Meridional y en el Mar Amarillo. Sus intenciones son llevar a cabo la vigilancia en

dichos mares bloqueando, a su vez, cualquier actividad por parte de otros

Estados.

El Gobierno Japonés busca acercarse a sus vecinos del Sudeste Asiático y

fortalecer la alianza defensiva con los Estados Unidos. De hecho, el primer viaje

oficial del premier japonés, Shinzo Abe, luego de asumir sus funciones en

diciembre de 2012, consistió en una gira hacia el Sudeste Asiático con el fin de

estrechar lazos comerciales con sus aliados regionales para contener el ascenso

chino. En su segundo viaje oficial, en febrero de 2013, Abe visitó los EE.UU. para

ratificar la alianza defensiva entre ambos Estados.

Estados Unidos por su parte, como actor externo íntimamente relacionado en el

conflicto China – Japón, se encuentra en una verdadera encrucijada entre sus

intereses geopolíticos y económicos en la región.

Richard Bush señala que Estados Unidos está en riesgo de verse involucrado en

un conflicto entre dos con los cuales tiene estrechos vínculos comerciales. En su

concepto, a EE.UU. no le interesan los choques en ningún nivel porque lo obligan

a escoger entre países con los que busca tener buenas relaciones. Washington

43

continuará aconsejando moderación entre los contendientes (McDevitt, 2014 100-

110).

Estados Unidos tiene la necesidad y la oportunidad de facilitar una reducción en la

probabilidad de una confrontación directa entre las partes y cualquier tensión

relacionada, y la meta debería ser estimular a los países en cuestión para que

regulen las operaciones de sus agencias marítimas a través de la adopción de

mecanismos para evitar conflictos y medidas institucionalizadas para reducir los

riesgos.

La política exterior dirigida al este de Asia conducida desde la primera

administración del presidente Obama refleja un cambio de las orientaciones

económicas y estratégicas de EE.UU. El Pacífico entró a suplantar al Atlántico y

esta redefinición de los intereses norteamericanos responde a la lógica de la

economía global: Tras varios años en crisis, Europa no resulta tan atractiva como

Asia, que está experimentando un contundente ascenso económico, con cientos

de millones de personas entrando a la clase media, situación que aporta un

atractivo incuestionable.

Washington ha intentado apaciguar insistentemente todas las partes que pudieran

entrar en altercados. La razón es que Estados Unidos se enfrenta a un dilema que

le obliga a caminar sobre una fina línea entre la disuasión y la diplomacia. Por una

parte, Washington tiene que mostrar su credibilidad cumpliendo sus promesas de

defender tanto a Japón como a Filipinas. Por otra parte, es consciente de que

cualquier defensa de Tokio o Manila tendrá efecto sobre sus lazos con Beijing, por

mucho, su socio comercial más importante en este momento en la región

(Domínguez, 2014).

44

4.2 LA REDEFINICIÓN DE LA ALIANZA MILITAR ENTRE ESTADOS UNIDOS Y JAPON.

Desde la desintegración de la URSS en 1991, Japón y Estados Unidos han

estrechado aún más los lazos de defensa que les unían (Domenach, 2005:201). A

pesar de que el Tratado de Seguridad de 1960 iba encaminado a la contención del

comunismo y a la defensa del Archipiélago ante la influencia soviética. EE.UU.

continua siendo el país más importante para la diplomacia japonesa, si se toma en

cuenta la cierta remilitarización de Asia oriental, debido a la posible amenaza

china y al largo problema norcoreano (López y Vidal 2007:16). Además, desde el

fin de la Segunda Guerra Mundial, Estados Unidos ha sido consciente de la

necesidad de mantener dicha alianza para salvaguardar su presencia y, por tanto,

sus intereses en la zona. La propia administración Obama considera a Japón

como la piedra angular de su política de seguridad de Asia oriental (Hughes,

2009:144).

Para Japón, Estados Unidos juega un papel crucial al proporcionarle un manto

defensivo que le ha permitido mantener su soberanía y su seguridad (López y

Vidal 2010a:118-119). Al mismo tiempo, Estados Unidos prefiere establecer una

estrecha relación bilateral con Japón (Cossa, 2006). De este modo, Estados

Unidos aboga por la continuidad del vínculo estrecho que mantiene con Japón, así

como su coexistencia con otras relaciones especiales como la que posee con

Corea del Sur, e incluso con un hipotético nexo futuro que pudiera entablar con

China (López y Vidal 2010c:94).

En esta línea y dada la aparición de nuevas amenazas, en 1995, se instauro el

informe East Asian Strategic Review estadounidense, conocido en gran medida

por Nye Report (en referencia a su máximo valedor, Joseph Nye) que ocupaba el

cargo de Secretario, asistente de Estado. Dicho informe confirmaba la plena

vigencia del Tratado de Seguridad con Japón, así como también aseguraba la

permanencia estadounidense en Asia oriental de al menos 100 mil soldados

45

estadounidenses durante 20 anos más. Ademas, situaba nuevamente a Japon

como la pieza clave de la diplomacia estadounidense en la region. En este

sentido, Japon modifico su National Defense Program Outlook (NDPO) que databa

de 1975, para adaptarlo al nuevo contexto tras el fin de la Guerra Frıa (Lopez y

Vidal 2010a:119-120). Este informe hizo hincapié en que que Japon debıa dotarse

de unas fuerzas armadas convencionales (Hughes, 2009:35-36); y como novedad,

establecía una nueva cláusula en la que si se originaba una problemática cercana

al territorio de Japón que pusiera en peligro su seguridad nacional, Japón debería

tratarla de acuerdo a las reglamentaciones de la ONU y en relación a su Tratado

de Seguridad con EEUU. Estas medidas deberían ser suficientes para que Japón

contara con los recursos necesarios para afrontar una eventual amenaza china.

De esta manera, se han redefinido las líneas de la alianza militar entre Japón y

EE.UU. (Lopez y Vidal 2010a:120-121). Todo esto, acorde con la Declaración

Conjunta de 1996 efectuada por el entonces Presidente estadounidense Bill

Clinton y el Primer Ministro japonés Hashimoto Ryutaro, sobre la alianza de

seguridad entre ambos países para el siglo XXI, donde se reafirmaba la

importancia de dicho acuerdo para la región (Lopez y Vidal 2010c:95). Y en todo

ello, observamos una mayor diplomacia proactiva por parte de Japón en los

asuntos de seguridad de la zona. Al mismo tiempo, esta cooperación más

profunda en en los asuntos militares supuso, tras un acuerdo firmado con Estados

Unidos en agosto de 1999, la creación de un escudo antimísiles que le permitiría a

Japón defenderse de posibles ataques norcoreanos y de una eventual amenaza

china a mediano y largo plazo (Lopez y Vidal 2006:199, O’Donogue, 2000).

No en vano, la evolución y definición de las relaciones entre EE.UU. y Japón es

vital para el futuro geopolítico chino (Brzezinski 1998:177). Desde el punto de vista

chino, no hay mayor amenaza a su seguridad que la alianza entre Japón y

Estados Unidos, sensación evidenciada con la reacción china ante el

fortalecimiento del Tratado de Seguridad entre EE.UU y Japón en 1996 (Sakurada,

1997:9), así como con los episodios acaecidos en 1996 en el estrecho de Taiwán

46

o con la creación de la Zona de Identificación de Defensa Aérea declarada por

China en las inmediaciones de las islas Senkaku/Diaoyu en 2013, que obliga a

todas las aeronaves que entren en éste espacio aéreo a identificarse con las

autoridades chinas.

Finalmente, como anteriormente se ha comentado, existen varias corrientes dentro

de la diplomacia nipona, siendo la predominante aquélla referida a los

multilateralistas, que si bien pretenden mantener una relación especial con

EE.UU., también desean una cierta independencia. Y es que el hecho de poseer

una relación tan estrecha en el ámbito de la seguridad regional, no quiere decir

que ambas potencias coincidan siempre en los mismos intereses. Por esta razón,

Japón ha optado por una estrategia “doble” que consiste en poseer una autonomía

de cara a la relación con sus vecinos asiáticos ejemplificada en su participación en

las negociaciones con Corea del Norte, en que presenta una posición individual y

no alineada con el criterio de Washington, otra de las partes negociadoras; y al

mismo tiempo reconoce la importantísima alianza militar que ostenta con EE.UU.

(López y Vidal 2007:17).

4.3 ASEAN

Los países que conforman la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático

(ASEAN) siguen de cerca la respuesta de China en el conflicto con Japón, en clara

alerta a las repercusiones económicas que se han derivado de este proceso.

La ASEAN fue testigo de cómo China adoptó varias medidas en respuesta a la

compra por parte del gobierno japonés de algunas de las islas Senkaku/Diaoyu y

de cómo la forma en que se ha desarrollado la disputa tiene implicaciones para las

relaciones de la ASEAN con China. Además de los continuos incidentes

protagonizados por ambos países, China restringió la comercialización de diversas

materias primas hacia Japón, que se tradujo en problemas para su industria. El

47

miedo de los países que conforman la ASEAN es que Pekín haga uso de la

creciente dependencia económica de Tokio para forzarlo a ceder en temas que

Pekín considera de interés nacional (Zheng et al, 2012). China perdería mucha

credibilidad en la ASEAN si persiste con su enfoque de mano dura y, por el

contrario, a esta organización le gustaría que los chinos buscaran un acuerdo

basado en el beneficio y respeto mutuo, términos usuales en el lenguaje

diplomático chino (BBC, 2013).

Desde la óptica de los miembros de la ASEAN, se reconoce que sin la anuencia

de China, toda solución a los litigios marítimos estará condenada al fracaso. Sin

embargo, las ambiciones chinas dificultan el logro de un acuerdo que satisfaga

equilibradamente los intereses de todas las partes involucradas. China y la forma

en que influye en sus vecinos, la convierten en el principal factor de recomposición

del equilibrio estratégico en la región. Los vecinos de China reconocen su

expansión e influencia regional así como su crucial presencia en las mesas de

negociación de todo foro en la región. Sin embargo, muchos miembros de la

ASEAN creen que China contraviene el espíritu de los tratados constitutivos de la

Organización, que estipula que ningún país debería recurrir al uso de la fuerza o la

intimidación en disputas sobre el Mar de la China Meridional.

También acusan de que China no respeta los principios de la Convención de las

Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (CDM), por los que cada país tiene

derecho sobre 12 millas náuticas de aguas territoriales y 200 millas náuticas de

zona de exclusividad económica. Por ejemplo, esa es la base de la disputa entre

China y Vietnam. (Dominguez, 2014).

4.4 PRESERVAR RELACIONES COMERCIALES

Aún pese a la constante tensión y desconfianza mutuas, China sigue siendo el

mayor socio comercial de Japón. Un 40% de las exportaciones de Japón son

48

hacia China, y el 24% de sus importaciones provienen de China. Para fines de

comparación, sólo el 15% de las exportaciones de Japón van a Estados Unidos y

sólo el 9% de sus importaciones provienen de los Estados Unidos. Esto ilustra la

fuerte interdependencia entre los dos países. Sin embargo, el creciente

antagonismo entre China y Japón se está extendiendo al comercio, y está

teniendo un efecto negativo para diferentes empresas japonesas que operan o

tienen instalaciones de producción en China, se dedican a proveer suministros a la

industria manufacturera china o a su creciente sector consumidor.

Los consumidores chinos están boicoteando cada vez más los productos

japoneses. Las ventas de automóviles japoneses en China han caído del 23% en

2011 al 15% en 2014 como fruto de la disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu.

Otra de las piezas del ajedrez político en la zona es la propuesta Alianza Trans-

Pacífico (TPP), un vasto acuerdo comercial multilateral del que China no hace

parte y donde los Estados Unidos y Japón están liderando las negociaciones. El

TPP, una vez firmado, podría afectar a las empresas que fabrican y exportan

bienes desde China. Sobre la base de otros tratados de libre comercio firmados

por los Estados Unidos, se puede suponer que el TPP tendría requisitos estrictos

para determinar el país de origen de un bien importado y si califica para las tarifas

de importación reducidas en el marco del TPP. El TPP podría afectar así a un

amplio sector de la industria manufacturera china, que está detrás de la

fabricación de piezas y componentes de muchos artículos. Los fabricantes y

exportadores en China podrían perder clientes o sus actuales niveles de demanda,

porque las empresas bajo el TPP querrían asegurarse de que sus productos

reúnen los requisitos para recibir beneficios arancelarios del TPP. Las empresas

de los países que negocian el TPP estarían evaluando cuidadosamente los países

de origen de sus materias primas y componentes, y el impacto que dichas fuentes

tendrían sobre sus bienes (Leguizamón, 2013).

49

4.5 ¿QUÉ POSIBILIDADES HAY DE UN CONFLICTO MILITAR?

Estados Unidos, China y Japón no tienen nada por ganar y sí todo por perder en

un conflicto armado de gran escala y el mundo en general sufriría consecuencias

desastrosas. Según el analista Víctor Gao, director de la Asociación Nacional de

China para los Estudios Internacionales, vinculada al Ministerio de Relaciones

Exteriores de China “Ambas naciones tienen que manejarse con cuidado y

prudencia para evitar errores de cálculo o consecuencias no deseadas. China y

Japón sólo pueden resolver esta disputa a través de negociaciones pacíficas”

(Swaine, 2014). Hay señales alentadoras sobre la posibilidad de que se llegue a

un entendimiento en común que retrase o evite un conflicto abierto. Lo más

importante es que China y Estados Unidos han retomado los diálogos en materia

militar. En 2011, el secretario de Defensa de Estados Unidos Robert Gates visitó

China en un gesto correspondido por el primer ministro chino, Hu Jintao, que

realizó una visita de Estado a EE.UU. Además, China y Japón están considerando

la celebración de un reuniones de viceministros para discutir cómo prevenir

conflictos en el mar de China meridional (Valencia, 2010).

5 FACTORES ECONÓMICOS INVOLUCRADOS EN LA DISPUTA POR LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU.

5.1 EL VALOR DE LAS ISLAS SENKAKU/DIAOYU. China y Japón buscan multiplicar sus recursos naturales para apalancar su

estabilidad económica a mediano y largo plazo y en particular, Japón necesita de

los recursos energéticos para el crecimiento de su industria altamente tecnificada.

China vende algunos de los recursos naturales necesarios para la

industria japonesa, pero se han ido incrementando las restricciones debido a la

fricción de de ambos países. Varios argumentos se han presentado acerca del por

qué las islas en disputa son tan importantes para China y Japón; y por qué el

conflicto sigue siendo un obstáculo en las relaciones entre ambos países.

50

5.1.1 VALOR ECONÓMICO

El potencial económico de las islas Diaoyu/Senkaku ha impulsado la rivalidad

entre China y Japón sobre las islas. Mientras que las islas en sí mismas no

contienen valiosos recursos naturales, sus aguas circundantes contienen ricos

yacimientos de hidrocarburos. Un estudio de las Naciones Unidas en 1968 sostuvo

que los recursos de hidrocarburos en el Mar Oriental de China son comparables a

los de Arabia Saudita. Un analista chino hizo hincapié en la importancia de la

proximidad de las islas a las ciudades costeras de China, que son una importante

base de producción pero que no tienen recursos energéticos (Guo 2010: 9). Por lo

tanto, dichos recursos no tendrían que ser transportados desde diferentes partes

de China, estarían más cerca y serian más baratos de procesar (Drifte 2008). El

gráfico 1 ilustra la creciente demanda energética de China, frente a la demanda

decreciente de Japón, que explica las acuciantes necesidades del primero, más

aún cuando su población es más de 10 veces mayor a la japonesa.

Gráfico 1, Consumo energético de China y Japón, en kilos de equivalente a petróleo per cápita. Fuente: Banco Mundial

0

500

1000

1500

2000

2500

3000

3500

4000

4500

Consumo Energético Per Capita

China Japón

51

Según documentos oficiales de China, las reservas del conjunto del Mar de China

meridional, con una extensión cercana a la del Mediterráneo, representan el 30%

de sus actuales reservas de petróleo y las cuartas reservas mundiales conocidas

por orden de importancia. China espera extraer de esta zona 50 millones de

toneladas de crudo cada año hasta 2020 (Bustelo, 2014).

El Mar de China meridional dispone además de importantes reservas de gas cuya

dimensión no se conoce con claridad. Un estudio del US Geological Survey las

estima en 24.000 millones de metros cúbicos (50% de las reservas chinas). La

competición por estos recursos se intensifica con el aumento de sus precios (Rios,

2014).

El Instituto del Petróleo de China considera que Beijing debe implicarse

activamente en el desarrollo de estas fuentes. La CNOOC (Corporación Nacional

de Petróleo Submarino de China) ha adquirido la capacidad para explorar hasta

una profundidad de 2.000 metros, indicando con ello que las exploraciones chinas

no se limitarán a las aguas poco profundas próximas a sus costas, sino que

intentará ir más allá, manifestando una capacidad tecnológica y ambición que

despierta preocupación entre los países competidores. (Ríos, 2014)

5.1.2 VALOR ESTRATÉGICO Gran parte de la franja marítima de la China continental y sus cercanías

constituyen una de las zonas potencialmente más explosivas del continente

asiático y del mundo (Bustelo, 2014), al punto que una evolución de estas

pequeñas crisis puede poner en entredicho e incluso destruir las expectativas

favorables de desarrollo y crecimiento de esta parte del globo. La tercera parte del

comercio mundial circula por los mares aledaños a China. El dominio de los

abundantes islotes y archipiélagos en la zona puede permitir un mejor control de

las rutas marítimas y aéreas. Japón, la tercera potencia económica del mundo, no

52

puede ignorar que por esa vía recibe gran parte de sus importaciones y el

suministro energético que hace funcionar su industria. China por su parte no olvida

que esa franja marítima es el flanco más endeble de su defensa.

La posición estratégica de las islas las hace especiales para las defensas

nacionales de China y de Japón. Además que China o Japón, al asegurar

legalmente la soberanía sobre las islas, contarían con una ventaja de seguridad y

poder militar con una frontera amplia, prolongada y continua, poniendo al otro en

una posición de desventaja (Pan 2007: 71). El valor estratégico de las islas ha

aumentado de manera exponencial, en la medida que las mismas sirven a China

para fortalecer su influencia regional y su seguridad energética. Incluso si no era

importante estratégicamente a finales del período de la Guerra Fría, sobre todo

después de la ruptura sino-soviética y el acercamiento sino-americano, su valor

estratégico ha aumentado especialmente en los últimos años.

Sin embargo, dada la pequeña área de las islas, es incierto si sería posible

establecer una base militar en ellas. Si China estableciera una base de este tipo

¿Le daría una ventaja estratégica? Del mismo modo, en el caso de un ataque

militar, ¿La posesión de las islas podría mejorar la capacidad de China para

defenderse de Japón o de Estados Unidos? Gabe Maasaki, un profesor de la

Universidad de Ryukyu en Okinawa, estima el valor estratégico de las islas como

"insignificante". Citó el pequeño terreno de las islas, por lo que cualquier base

sería pequeña y por lo tanto militarmente insignificante (O'Shea 2012: 172). Por

otra parte, siguiendo la línea agresiva en las islas Senkaku/Diaoyu, China ha

conseguido deteriorar sus relaciones con otros actores de la región, encabezados

por Japón, y comprometiendo de paso su propia seguridad en el futuro inmediato.

La posición inflexible de China ha llevado a una serie de incidentes diplomáticos,

que sin duda socavan la imagen de China como un participante responsable en la

53

comunidad internacional y también contradice la visión del mundo armonioso que

China tiene promueve constantemente.

Por otra parte, La política de China sólo promueve el sentimiento anti-chino en

Japón, lo que ayuda a grupos de derecha en Japón a promover la “amenaza

china” como plataforma política, que sólo empeoraría la percepción de amenaza y

fortalecería el dilema de seguridad entre China y Japón. Además, al darle tanta

importancia a las islas Senkaku/Diaoyu, el gobierno de China se hace vulnerable a

agitar del sentimiento popular, que es abrumadoramente anti-japonés. Por lo tanto,

la autonomía de su política exterior hacia Japón se ha erosionado profundamente

(Suzuki 2007).

La política de China hacia las islas Senkaku/Diaoyu no puede explicarse sólo en

términos de sus necesidades de seguridad energética y de la consolidación de su

influencia regional. La posición actual le da muy poco espacio a China para

explotar los recursos reclamados o para obtener el apoyo de otros Estados en la

región, que podrían ayudar a encontrar una salida sostenible a la crisis actual.

China no sólo ha puesto en entredicho una parte importante de su seguridad

energética a futuro, sino también ha minado las avenidas de cooperación y

desarrollo económico disponibles en su futuro inmediato.

54

6 CONCLUSIONES

A diferencia de los intereses materiales, tales como el poder militar o el comercio,

la identidad se centra en la subjetividad de un Estado. Los Estados son

fundamentalmente actores sociales cuyo comportamiento no se puede reducir a la

mera persecución de intereses materiales. Por otra parte, la realidad se le

presenta a los Estados tras un filtro de experiencias históricas y sociales

concretas. Por lo tanto, una política exterior no es el mero resultado de un cálculo

racional de intereses, sino que coincide con una concepción particular de la

identidad estatal. A lo largo de esta tesis se ha presentado la postura china frente

a las islas Senkaku/Diaoyu como una donde ésta se muestra como víctima

histórica de Japón. Desde 1989, Japón se ha convertido en un elemento clave en

en la construcción de la identidad de China, definiendo su identidad como opuesta

a Japón, haciendo hincapié en las diferencias entre las dos naciones. Los

recuerdos dolorosos del Siglo de la Humillación le han proporcionado a la

sociedad china los fundamentos para la construcción de su identidad tras el fin de

la Guerra Fría.

Las motivaciones de la política exterior de China hacia Japón y las islas Senkaku/

Diaoyu van más allá de la búsqueda del interés material. Japón y sus acciones en

las islas Senkaku/Diaoyu fueron asimiladas por China a través no sólo desde la

perspectiva de sus propios intereses geopolíticos, sino bajo la óptica de las

humillaciones sufridas a manos de Japón. Por lo tanto, la política de China hacia

las islas es impulsada en parte por una necesidad de reparar las injusticias

perpetuadas por los japoneses en el pasado. El impacto en identidad china como

víctima se ha hecho evidente en la proyección que China ha hecho de su escudo

defensivo, por medio de zonas de identificación aérea y otras medidas que

sugieren no sólo una necesidad de consolidar su presencia e influencia regionales,

sino la necesidad de proteger su territorio y a su pueblo frente a la continuación

del ciclo de agresión y humillación, que como narrativa hace parte del discurso

55

oficial del gobierno y se ha convertido en un elemento constitutivo del

nacionalismo chino en las últimas décadas. Por último, mientras que las relaciones

sino-japonesas se han deteriorado, todavía existen alternativas para que China y

Japón reparen sus relaciones.

6.1 RECONCILIACIÓN

Dada la gravedad de la disputa territorial y el agravamiento de las relaciones entre

China y Japón, existen dos planteamientos para la reconciliación entre China y

Japón, lo que podría dar lugar a una eventual resolución de la disputa territorial. Si

bien no se busca esbozar una hoja de ruta de reconciliación, o sugerir una serie

de pasos específicos que deben llevarse a cabo, se sugiere un cambio en la

identidad nacional como una vía de reconciliación. Esta perspectiva ofrece una

alternativa para la resolución de conflictos que va más allá de una solución basada

en intereses, como la cooperación económica, que ha hecho muy poco para

mejorar las relaciones entre China y Japón. De acuerdo con este punto de vista,

una parte central en el mencionado cambio de identidad que conduciría a la

reconciliación, sería dejar de definir la identidad nacional como una en oposición a

un tercero. Por lo tanto, dicha reconciliación requeriría que tanto China como

Japón dejen de definir su identidad en términos de oposición al otro, y en particular

su percepción del otro como un enemigo histórico, construyendo una nueva

identidad conjunta como socios que coexisten entre sí. Esta alternativa se

fortalece al observar que los espacios en que China y Japón dependen el uno del

otro son más numerosos y relevantes para sus respectivos pueblos, como en el

caso de la interacción comercial y la cooperación industrial y tecnológica. Por lo

tanto, la diferencia que plantea la otra parte para cada Estado puede ser

reconocida sin necesidad de interpretarla como una amenaza. China y Japón

tienen una rica historia de interacciones y sus culturas confluyen en muchos

puntos. Por lo tanto, mientras que las identidades nacionales se definen en torno a

56

características inherentes a cada nación, no necesariamente tienen que ser

excluyentes frente al otro.

Si bien la tarea de identificar y promulgar la noción de una identidad común es

muy difícil, hay abundantes fundamentos de una identidad colectiva: China y

Japón comparten muchos aspectos de su cultura y la historia y tienen, por tanto,

mucho que aprovechar para forjar una identidad colectiva común. En segundo

lugar, Japón tendría que cesar sus acciones agresivas o aquellas que pudieran ser

interpretadas como agresivas por parte de China. La reconciliación es un proceso

de dos, que requiere tanto el apoyo de China como el de Japón. Si Japón

reconoce los discursos de identidad de China, esta no tendría que verse forzada a

consolidar su propia identidad a través de acciones forzosas y unilaterales.

Reconocer las identidades ajenas y ajustar las propias son acciones

fundamentales para lograr una ruptura del círculo vicioso en aquellos conflictos

donde la identidad es la fuente del mismo.

El reconocimiento del otro hace más segura la identidad propia y disminuye el

impulso de las partes de asegurar su identidad señalando al "otro" como una

fuente de peligro. Tras un ajuste de identidad por parte de China, Japón no sería

demonizado con la facilidad con que los funcionarios chinos lo hacen ahora para

justificar sus políticas expansivas en la región; del mismo modo, reconocer al otro

aseguraría que cualquier diferencia no conduzca a optar por el camino

políticamente fácil de antagonizar con la otra parte. El objetivo no es llegar a un

consenso sobre una identidad común o una historia común, sino una aceptación

hacia la identidad del otro y de la historia del otro. La ventaja del reconocimiento

es que no significa acuerdo; China y Japón podrían mantener diferentes

interpretaciones de la historia o reclamaciones divergentes, incluso podrían

permanecer en competencia sobre las islas Senkaku/Diaoyu. Sin embargo, estas

diferencias no serían percibidas como una amenaza para China y no requerirían

de una respuesta fuerte y agresiva.

57

Desde las guerras sino-japonesas del siglo 19 Japón se convirtió en el otro en la

formación de la identidad china. Posteriormente, la nueva identidad de China

forjada tras la revolución comunista se convirtió en una basada en la diferencia y

la resistencia activa contra Japón, que sólo reforzó su papel como un Otro opresor

y peligroso. Sin embargo, la construcción de la identidad es un proceso dinámico y

la "otredad" de Japón se puede revertir. Este proceso no será fácil pero

proporciona un bosquejo para una eventual reconciliación sino-japonesa. Esta

reconciliación no se basa en el equilibrio de poder militar, ni en la independencia

económica, sino que sería el resultado de una identidad colectiva entre China y

Japón. Tal reconciliación tendría un impacto decididamente estabilizador no sólo

para las relaciones entre China y Japón sino también para toda la región de Asia

oriental y para el mundo en general.

La actual generación de líderes chinos no tiene la experiencia personal de estar en

guerra con Japón y por lo tanto no han sufrido directamente las atrocidades

japonesas que sufrieron sus padres y abuelos. Bajo esta óptica, las experiencias

personales de Jiang Zemin sobre la guerra con Japón afectaron su

comportamiento, plasmado en su insistencia de que Japón se disculpara durante

su visita al país en 1998, que empañó el ambiente de reconciliación que se estaba

formando en ese entonces. La nueva generación de líderes no debería estar

afligida por estos recuerdos negativos, y estos, por tanto, no deberían afectar

negativamente las relaciones entre China y Japón. Por otra parte, los actuales

dirigentes probablemente han sido socializados en los recuerdos y creencias del

victimismo chino, ya sea en sus familias o en la sociedad. Sin embargo, como el

Presidente Xi Jinping consolidó su poder en 2013, es muy pronto para determinar

en qué grado están afectados los actuales líderes chinos por la identidad de

víctima. Hay maneras que China podría aumentar su autoconfianza sin dañar o

aislar a otros países.

58

Eventos como los Juegos Olímpicos de 2008 en Beijing tuvieron el potencial de

darle a China y a su pueblo la confianza sobre el lugar prominente de China en el

mundo y de demostrar la obsolescencia de un posible complejo de inferioridad.

Dichos Juegos Olímpicos le permitieron a China, según Digo y Scott, liberarse de

la carga de la historia previa y deberían haber disipado cualquier amargura

persistente que hubiera surgido de las humillantes derrotas de China sufrió a

manos de sus agresores imperialistas en el siglo pasado (Dingo y Scott, 2012).

Además, la confianza recién adquirida de sí misma puede ser aprovechada por

China para orientar sus relaciones con el resto del mundo. Por desgracia, la

disputa sobre las islas Senkaku/Diaoyu es un ejemplo crítico de las inseguridades

nacionales de China que se manifiestan en sus relaciones exteriores. Hasta que

tanto China como Japón decidan volver a examinar sus identidades y hacerlas

más inclusivas, la reconciliación entre China y Japón y la solución de sus

controversias sobre las islas Senkaku/Diaoyu seguirá siendo poco probable.

59

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