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1 Revista Literaria - Edición 0 - 2020 Sentir Pensares ISSN 2744-9386

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Revista - Edición 0 - 2020

Revista Literaria - Edición 0 - 2020

Sentir Pensares

ISSN 2744-9386

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SentirPensares

Revista Literaria SentirPensaresISSN 2744-9386Revista Literaria de difusión trimestral

Dirección: Dirección: Colectivo [email protected]://sentirpensares.wordpress.com/revista/

Consejo Editorial: Consejo Editorial: Jasson Valero Díaz, Nina Díaz OspinaCorrección de Estilo:Corrección de Estilo: Jasson Valero Díaz

Imágenes:Imágenes: Portada: Original - Leidy Olaya Digitalizado por: Nina Díaz Ospina

Contraportada: Original - Leidy Olaya Digitalizado por: Nina Díaz Ospina

Entre página: Fotografía Nina Alejandra Díaz Ospina / Instagram @ninaospina

Diseño y Diagramación:Diseño y Diagramación: Nina Alejandra Díaz [email protected]

Todos los textos e imágenes publicados en este número Todos los textos e imágenes publicados en este número son propiedad de sus respectivos autores. Queda, por son propiedad de sus respectivos autores. Queda, por tanto, prohibida la reproducción total o parcial de los tanto, prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos de esta publicación en cualquier medio sin contenidos de esta publicación en cualquier medio sin el consentimiento expreso de los mismos. Por otro lado, el consentimiento expreso de los mismos. Por otro lado, esta publicación no se responsabiliza de las opiniones esta publicación no se responsabiliza de las opiniones o comentarios expresados por los autores en sus obras.o comentarios expresados por los autores en sus obras.

Puede ponerse en contacto con nosotros en la siguiente dirección de correo electrónico:

[email protected]

Bogotá D.C - Colombia

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Esta iniciativa pertenece al Colectivo Sentirpensares, espacio que se ha construido como una idea para la promoción y animación a la lectura y escritura que, de la mano de otros procesos y sus participantes, se logra construir esta revista.

Agradecemos a cada una de las personas que confió y confía en este proceso, a quienes sin duda colocaron aquí su texto, su creación, ideas,

pensamientos y sentires.

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Editorial

Almas en Cuarentena

Aun me parece leerlos y escucharlos, a ellos, a todos, a nosotros mismos, hablando de los propósitos para el 2020, sin pronosticar siquiera una pan-demia.

Sin duda, estas almas en cuarentena, todas, y cada una de nuestras almas se sintieron en la obligación de redibujar y reescribir desde los propósi-tos, los modos de trabajo y hasta las formas en las que se siente eso que estuvimos en la obligación de entender: vivir en el encierro, primero pre-ventivo, luego obligatorio y por último intuitivo.

Dentro de ese encierro la literatura sería, como siempre, la escapatoria a mundos y realidades posibles, sería la fuente de nuevas experiencias y la forma en la que pondríamos esas experiencias y nuestros sentires a disposición de todos… todos los que nos rodean, nos leen o perciben. Sin duda era el momento de intentar.

Dentro de estos sucesos y momentos, nosotros como colectivo empren-dimos varias formas de leernos y, dentro de ellas, ésta iniciativa: “Relatos de Cuarentena” que invitó a diferentes almas a pensarse, pensar y re-flexionar la cuarentena desde las dinámicas emocionales y barriales, des-de la imaginación y lo real. De allí esta revista, que para su edición inicial, recopila textos de “escritores no escritores” que acudieron al llamado de retratar la cuarentena.

Esta edición naciente está construida desde los sentires y los pensares de todos los que participamos en ella. Así que, estimado lector, esperamos sea para ustedes un goce leerla.

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Contenido...

LUGAR DE TU ENCUENTRO ........................8HIERRO Y VIDRIO..............................11REALIDADES DIFERENCIADAS.....................12SOLEDAD......................................15CUENTO.......................................17RELATOS EN CUARENTENA........................19RELATOS DE CUARENTENA........................20MADE IN CHINA................................23CUENTA REGRESIVA.............................24AMOR A CUATRO ESQUINAS.......................2759 LATIDOS POR MINUTO........................31ESENCIA PERENNE DE TU RECUERDO...............33CONFESIÓN ..................................34LA CALLE DICE...............................37

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Leidy Olaya

RelatosCuarentena

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LENTO VIAJE HASTA EL LUGAR DE TU ENCUENTRO

A carolina Garzón

Iba embestida por millones de olas que acariciaban violentamente cada huella de mi piel. Llegaba de algún lugar desde el momento en que mis ojos claudicaron y me encontré sumergida aquí, en una profundidad remota del cielo: en el misterio del mar. Ya mi cuerpo había sucumbido a los veredictos de la magia, pero me gustaba que mis brazos fueran hojas y mi centro un tallo. Inciertamente esta-ba nadando, sin ninguna fuerza, siguiendo de instante a instante el curso de los naufragios. Pero yo sentía que vagaba, que flotaba por debajo de las aguas por un mandato preciso de la transición. A mi vista llegaban todos los animales acuáticos jamás imaginados y jamás reales. Se deslizaban por mi lado con su olor a aceite y su instinto de grandeza. Algunos querían devorarme por ser para ellos un alimento, otros me miraban con sus ojos inescrutables, y un pez espada me hizo una larga venía desde allá, en donde se sumergió al instante. De repente te vi caminando al lado del muelle, rumbo a la barca que te esperó anclada cuando llegaste de caminar del río. Llevabas aquellos tenis coloreados con las mejillas de tu juventud y que había fijado en la imaginación la última vez que te vi, cuando conservaba mi corporeidad exacta. Ahora que vago en este cuerpo vegetal, pienso que habría pasado si en vez de todo hubiera sido una libélula o un animalito parecido. Te llamaría al oído sin que me sintieras posada en tu oreja, te advertiría acerca de las fronteras y te indicaría en un susurro de aire los caminos para el regreso. Pero continuaba la travesía a través del cauce de las aguas, agitando de aquí y allá mi cola de raíces inmensas y siguiendo el otro paso que diste cuando te volví a mirar a través del sueño. Empujaste la barca y rápidamente subiste a ella, pero ni siquiera era asombro lo que

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ocultabas cuando ya estabas navegando en la superficie del por-tentoso mar. Era como si te costara creer en tu mismo impulso de ventura, como si tu misma estuvieras todavía anclada a la orilla y no esperarás otra cosa que un impedimento para quedarte. “No. Ten-go que irme”.- Dijiste. –“Buscaré el ocaso del otro lado”. Aquello lo afirmaste cuando te mirabas en el reflejo del agua. Todo fue fugaz. Una gota inmensa me golpeó el cabello enredado de frutos, y sin la intención de esperar tomaste los remos y comenzaste a partir sin prisa. La adversidad de las profundidades me detuvo un momento en la prosecución de tu dirección, tuve que confundirme por las cavernas marítimas para espantar agresivos tiburones, permanecer estática ante la aparición de una imponente ballena mas grande y mas pesada que cualquier animal terrenal. Tras el escape, y al no encontrarte en donde paso la barca antes, me fui hacia el horizonte y el implacable disco de sol le quitaba cualquier vestigio de presen-cia a la superficie por donde te buscaba: todo alrededor estaba pre-so en una densa capa de luz irradiante. Una gaviota lejana se dejó caer en el pico de una isla, y muchas, todavía en el aire, batían las alas. Entre el alarido que escuchaba de cada una creí escuchar tu propia voz llamando. Luego, ante la insistencia del verso, supe que eras tu, quien ya, a lo lejos, persistía en el cantar. Entonces con-tinúe con más beligerancia aquel tránsito de los naufragios, con la pronta suerte de alcanzar la barca cuando dejaba atrás la isla de las gaviotas. Pero mi destino parecía condenado a tu lejanía, y en esa carencia fije nuevas esperanzas. Una de ellas era continuar hasta el horizonte, y la otra llegar del otro lado del sol. Tu barca no dobla-ba el rumbo, pero no sabía a que distancia estabas: solo un punto diminuto, impreciso, lograba visualizar mis parpados cubiertos de musgo. Entonces, intente seguir, aunque todavía inmersa entre el peligro de esos dientes como cuchillos que me habían mirado con una acentuación malévola. Fui sin pretenderlo soberana de las aguas profundas en mi inefable evolución y al sentir que llegaba el momento de despertar por la nueva jornada que empezaba a re-unirse del otro lado de la casa, decidí quedarme, porque creí en la realidad de ese mar, en la barca, y en tu aparición mas allá de aquel

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lento viaje. Continuaba en el sueño, y hecha planta con flores no parecía la indicada para llegar hasta la ruta de la barca, pero seria la primera, que sin haberlo creído nadie, nadaba en tu búsqueda mientras a la vez te veía partir- ¿Ves esa flama inmensa tirando su mansedumbre al mar? ¡Es el sol!, dijiste. Y me señalabas aquel astro que habías captado en tu obturador segundos antes de que se hundiera hasta mañana en la lejanía. A esa lejanía iba hacia ti, con la memoria insistente del último ahogado que se murió no de hambre sino de nostalgia ante la majestad del azul confundido con el cielo, desbaratando a trancazos de espuma la frontera que te de-limitaba del resto de la humanidad. – ¡Carolina, ahí esta el sol, te puedo ver!, dije. Vi tu cara a través en el reflejo del agua, y en ese lugar del espejo en que ambas nos veíamos acudió la certeza de una verdad latente en el sueño. - Ahora no puedo volver. Tomaré la foto del sol que jamás nadie, sentado ante él, haya tomado. Te escuché. Luego oí tu promesa: “en otros despertares que llegarán a de tu lento viaje hasta mi encuentro, regresare”. Recuerdo que descendiste de aquella marea y te quedaste sentada en la piedra cuando hicimos el pacto, y yo estaba a tu lado, diciéndote que ese sol no parecía lejano porque se había robado nuestra cercanía, y recuerdo que me volvías a decir que irías, porque la foto estaba del otro lado del ocaso. Luego te paraste de esa piedra y caminaste. Ahora espero que ya estés de vuelta, para que le enseñes al mundo aquella foto que tomaste mientras llegaba a tu barca y regresaba al despertar.

Por:

Andrés Rúa García

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HIERRO Y VIDRIO

El deseo parece ser lo único que anhelamos,las horas con las que contábamos nunca fueron suficientes,

el tiempo se volvió agónico para aquel queve la vida a través de una ventana,

la ciudad se siente vacía, con un aire de corte tensionante. La distancia abismal de nuestros corazones solo es aminorada por

un coqueteo con fuego.Lo dije en el momento en el que fuimos uno,

tú eres lo único que quiero.El silencio ensordecedor fue testigo de nuestra infinidad. Ahora,

este infame momento me detiene en las noches y al cerrar los ojos lo único que pienso es <<te puedo ver a través de esta perfecta

oscuridad>>.

Por:

Camilo Pardo Rodríguez

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REALIDADES DIFERENCIADAS

El ronroneo de los automóviles circundantes por las calles se ha atenuado, la gritería de los niños con sus juegos y la alegría saliente ha resaltado más por su ausencia en estos días de quietud. El aire se siente más ligero cuando salgo a mi balcón. Ver las calles deso-ladas, con poquísimas personas caminando por el asfalto caliente, equipadas con vestiduras que cualquiera que las viera, diría que se trata de una invasión alienígena. Sus ropas cubiertas de una capa plateada, junto a una cubierta de vidrio polarizado por la que se puede ver, y un pequeño filtro mediante el que inhalan y exhalan todo el aire que necesitan. Si, son trajes de protección contra eso que hay allí afuera. Los gobiernos nos han obligado a salir así ridícu-lamente vestidos, con esos trajes pesados e incómodos para hacer las compras del día a día. Muchas de las personas apresuran el paso por las calles más que todo cuando se acerca la hora 0.

Con la llegada de esta hora, se siente un cambio en el ambiente. Pasa de ser el tranquilo susurro del viento a una estampida de gri-tos y pisadas a lo largo de toda la ciudad. Desde lo más profundo de los sótanos, o en lo más alto de las torres de comunicación, se da la advertencia de que es peligroso salir a la calle, de que se aconseja mantener resguardo en casa, con las ventanas cerradas, con toda vía de contacto con el exterior sellada como una bolsa hermética.

— ¿Por qué todas esas personas están corriendo papi? — Comenta con curiosidad mi hija Mariana

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— No lo sé mi pequeña. Es realmente complicado interpretar los pensamientos que pasan por la mente de aquellas personas, pre-tendiendo huir de algo que, inevitablemente, en algún momento de su vida los va a apresar y van a sentir que por más pasos de ven-taja que le hayan sacado a su vecino, todos compartieron el mismo destino. — Le contesté a mi hija, mientras la tomaba de la mano. — Quizá algún día cuando acabe todo esto, podremos saberlo. Por ahora, dirígete a tu cuarto y conciliar el sueño.

— Descansa papi.— Descansa hija.

Cuando me aseguré de que mi hija se dirigió hacia su cuarto, tomé una larga bocanada de aire, pensando en lo que tendría que ser de mí esta noche, como tantas otras que ha habido a lo largo de este pesado tiempo.

Como servidor de la fuerza pública, ahora en este periodo de aisla-miento, es mi deber salvaguardar el orden en las noches (donde fui designado injustamente) de todos esos seres vestidos con prendas rasgadas, con brazos amoratados, con caras deshechas y con mira-das inyectadas en odio. Con un solo instinto, un solo motivo, una sola razón para actuar. Hambre.

Son personas dejadas de la sociedad que, cuando la luz de la luna va asomándose por el horizonte, cubriendo de su luz menguante las calles de la ciudad, es el momento donde más peligro existe para las personas buenas como nosotros.

El gobierno ha decidido implementar una hora 0 a nivel nacional para mitigar los altos índices de hurto, de acoso y de homicidio en sus ciudades de ensueño. Consideran que la peor pandemia que pueden experimentar (claro, todo esto desde la seguridad de su casa, en su sillón de piel de visón y su coñac helado como su empa-

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tía) es la pobreza, ¡Y qué mejor manera que mitigarla con amena-zas y garrotazos! Amedrentar a aquellas personas que luchan por un trozo de pan, aunque sea mohoso, es pasar de ser injusto a ser inhumano. Lo desgraciado de todo, es tener que hacerlo no por convicción propia sino por orden de los altos mandos. Al salir a la calle, noté como uno de esos seres estaba corriendo hacia mí con un garrote.

Sentí el suelo ipso facto después de un golpe seco en mi cráneo.

— ¿Cómo sigue el paciente N-5290? — Mencionó un médico de cabecera

— Ha estado hablando acerca de una tempestad de personas, de una niña diciendo ser su hija, de la injusticia del gobierno y cosas que poco sentido tienen ahora. — Describió un enfermero al cuida-do del paciente.

— Realmente, según el psiquiatra a cargo de N-5290, son efectos secundarios de las recaídas constantes a lo largo de estos 5 años de consumo de literatura distópica. Es realmente complicado interpre-tar los pensamientos que pasan por la mente de este tipo.

Por:

Julián David Morales Arenas

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SOLEDAD

Llegaste y nos llevaste a un encierro tristeTriste como la frígida soledad

Soledad que hace sentir desérticas callesCalles habitadas de sombras que se ven pasar

Pasar de los milimétricos segundos que se ha llevado la libertadLibertad que nos hacía tan felices sin saberlo

Saberlo cuántas estaciones pasaránPasarán arduas situaciones y crisis

Crisis que nos unirá para hacernos fuertesFuertes una unión que nos salvará

Salvará al mundoMundo epizoótico

Epizoótico sin pronta enmendaciónEnmendación que pronto llegará

Llegará para darnos un toril muy triste

Por:

Angie Natalia Pachón Guerrero

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Fotografía: @NinaOspina

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CUENTO...Porque cuando aquel hombre murió por amor subió al cielo y al estar en el cielo se encontró con Jesús y sus 12 apóstoles reunidos. Estando allí aquel hombre pregunta a Jesús:

—Jesús, ¿Quién ha sufrido más, usted o yo?

Él respondió —Obviamente yo, a mí me pusieron clavos en las ma-nos y en los pies.

—No, no, no Jesús, cuando ella me dijo que no, puso mil clavos en mi corazón.

Jesús —¿Quién ha sufrido más usted o yo?

Él respondió —Obviamente yo, a mí me pusieron clavos en las ma-nos y en los pies y una corona de espinas.

—No, no, no Jesús, cuando ella me dijo que no, puso mil clavos en mi corazón, una corona de espinas en él, me escupió y se fue riendo con sus amigas.

En ese momento los doce apóstoles dicen ¡Uy no! Jesús a mí que me escupa un pollo que me lama un sapo…

—Jesús, ¿Quién ha sufrido más, usted o yo?

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Él respondió —obviamente yo, no ve que yo morí por todos los mortales.

—Si Jesús, usted tiene razón, usted murió por todos los mortales, pero resucitó…

—En cambio, es la hora que yo he muerto por amor y no he resu-citado…

Por:

Manuel Rincón Vallejo

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RELATOS EN CUARENTENAPodando pensamientos Alimentando esperanzas

Regando sentimientos Cocinando emociones

Párpados cerrados que dejan ver Barriendo cenizas de lo que no fue

Desnudando el alma Ecos que aparecen

Y sombras que permanecen Recortando recuerdos Coleccionando nuevos Coloreando la realidad

Detallando sus partículas Desempañando cristales

Y arrugando verdades Una foto en movimiento

Ti-em-po La voz del silencio

Llenando Llenando

Descifrando tu intención En cuarenta días o más

Por:

Eliana Lisandra Rodríguez Ruiz

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RELATOS DE CUARENTENA

31 DE DICIEMBRE DE 2019 WUHAN-CHINA, último periodo del año, miles de personas despertaban con la satisfacción de tener un día más de vida, sin saber que al salir encontrarían un papel insípido y poco valorado por ser un medio de comunicación añejo. Siendo actualmente los medios tecnológicos una herramienta “útil y eficaz” de comunicación. Sin alejarnos del tema de interés en esta narración, el periódico de esa mañana anunciaba a las personas de esta población una catástrofe local, se trataba de un nuevo virus identificado científicamente como SARS-COV-2 esta información género comentarios diversos, algunos habitantes consideraban que era un texto sin valor alguno, tal vez para generar pánico en la po-blación, mientras que otros temían por la salud de sus familiares y de sí mismos; aun así, el día siguió el rumbo con “normalidad” a la final solo era una noticia cualquiera como la que está el mundo acostumbrada a escuchar con amarillismo y sobre actuación. Este día el globo terráqueo culmina una vuelta al sol algunos de manera gozosa y otros con melancolía por motivos indescriptibles ya que no es un misterio las diferencias sociales, económicas y culturales que existen.

***

1 DE ENERO DE 2020 EL GLOBO TERRÁQUEO amanecía, un nuevo día, un nuevo año que las personas esperan con grandes ex-pectativas futuras, la noticia en los periódicos, los noticieros y las redes sociales, como una primera plana, una noticia de última hora y un motivo de gracia, era el SARS-COV-2 dándose a conocer ante el mundo como Covid-19 interrumpiendo la estabilidad de la humani-dad, aunque la noticia fue explícita en expresar que ya se conocían un sin número de contagiados y otros con posible contagio, la hu-manidad no le dio la importancia que ameritaba, una imagen que

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distinguí hace un par de días, decía: “Mientras los muertos no sean tus muertos, nunca entenderás LA GRAVEDAD de lo que estamos VIVIENDO” su autor se da a conocer como: Una Noche Sin Café, es la palabra más sensata que he escuchado desde que inició esta pan-demia, puesto que las personas ignoramos lo que pasa a nuestro alrededor hasta que llega a tocar nuestros seres amados o a noso-tros mismos, es un acto de egoísmos hacia nuestra misma especie, considero que por eso nosotros somos los causantes de nuestra destrucción. Siguiendo el lineal del tema para finales de eneros ya se conocían 3 países contagiados: China, Estados Unidos y Canadá.

***

FEBRERO DE 2020. Tres países más contagiados, ya algunos paí-ses tomaban medidas drásticas tales como cuarentena, eliminación de pago en los servicios públicos, entre otras. ¿Sabían que el vier-nes 13 en las culturas occidentales es considerado de mala suerte? eso debe tener algo de veracidad, para el 13 de febrero se cono-cieron los primeros contagiados en 12 países; dejó al lector el libre albedrío de juzgar mi opinión.

***

MARZO DE 2020. Este mes ante el mundo debería ser considera-do desastroso, para este mes se contagiaron 49 países, entre estos Colombia, el 6 de este mes se conoció la primera mujer con sínto-mas del Covid-19 había sido contagiada en un viaje a Milán (Italia), donde estaba estudiando, al saber esto la población colombiana se volcó al estado, juzgándolo, por no realizar los controles pertinen-tes, el Estado temiendo por lo peor decide empezar a implementar controles y a las dos semanas, es decir, el 20 de marzo inició la cua-rentena nacional, desde ese momento se han conocido inconve-nientes, la población en su gran mayoría no tienen los recursos para alimentarse, pagar recibos o pagar las deudas que tienen en los bancos. En el gremio de la salud no existen los recursos necesarios

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para combatir la pandemia a la cual se está enfrentando el mundo. Las empresas sin importar su tamaño deben seguir pagando a sus empleados, no pueden despedirlos, aunque no estén laborando.

***

ABRIL 2020. El mundo se ha acostumbrado a hacer de lo malo, burla, pero ante esta pandemia las personas, no en su mayoría quie-ro aclarar, han empezado a tomar algo más de conciencia, porque estamos viviendo en carne propia cómo cae la economía, y aunque no queramos aceptarlo algunas veces diciendo “No todo es dinero” la verdad es que el mundo no evoluciona si no es por la economía, no con esto quiero decir que no debemos primar en este momento la salud, pero sí debemos pensar que el mundo se tendrá que de-tener un poco por este suceso tan inesperado. Quiero finalizar con una invitación a la conciencia, y al valor de la solidaridad, si tienes la capacidad física y económica para ayudar a las personas hazlo, muchas personas quisiéramos poder hacerlo, pero no tenemos los recursos, este apoyo puede ser primordial mientras que esa sus-tancia destinada a generar inmunidad, más conocida como vacuna, puede ser desarrollada y comprobada por la ciencia.

Por:

Marleny Alejandra Bernal Parra

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MADE IN CHINACalzado

CelularesMi nevera…

Las medias de color azulQue llevo puestas

Y el reloj de pulsera que me regalaste…

La gran murallaLos pandasEl origami

Y las películas de kung fúQue nos sabíamos de memoria…

FósforosPólvoraPapel

Y hasta la tinta con que escribisteAquellos poemas

Dedicados a nuestro amor…

SíTodo esto

Es de origen chinoIncluso ese asesino microscópico

Que llego hasta tiY nos separó para siempre…

Descansa en pazDónde quiera que estés.

Por:

Alexandra Ardila

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CUENTA REGRESIVA

Me quedé mirando a Juan mientras dormía, conocía esa expresión en su rostro de angustia. Mientras lo observaba el miedo de per-derlo hacía que mi voz se entrecortara, las piernas se desplomaran como mantequilla y la mente se agotara; es que no logro entender qué tan grande puede ser el miedo de abandonarle en esta fosa.

Antes de seguir he de contar mi historia frenética, Juan y yo éramos pareja, compartimos pequeños momentos juntos, los que guardo con agrado a pesar de los tropiezos que puedan tener las relacio-nes emocionales, ¡Pero vamos! supongo que la vida siempre es así, nunca se logra lo que queremos, es una balanza. Aquella mañana antes de que sucediera todo, peleamos un poco pues llevábamos más de quince días sin vernos, porque en el mundo se desplegó un virus que un avance progresivo te llevaba hasta la muerte.

Entramos en un estado de emergencia para evitar una muerte de la cual no siempre somos conscientes. La economía entró en deca-dencia, los supermercados y farmacias se convirtieron en espacios privilegiados para unos pocos, una guerra por sobrevivir porque: “solo sobreviven los más aptos”. Sin embargo, mundo ya estaba mal, un puñetero caos de contaminación ambiental, miles de ani-males muertos, ríos en sequía, venganzas, hambre, suicidios, en fin… un manicomio entero.

Se impuso un mandato en el que no se podía salir de las casas, aquel día hablamos con Juan para vernos, toda una locura para es-tar juntos, quizás una pésima idea pues las calles estaban pobladas por el ejército, sin embargo, lo hice ¿Por qué? no lo sé, necesitaba verlo. Ese día me escapé de casa, mientras en el camino pensaba

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que solo lo estaba haciendo porque lo amaba, nos encontramos en su carro y nuestras ropas se deshicieron en segundos en una salvaje melodía, volando sobre un solo tiempo.

Terminado el deseo Juan y yo nos acercamos a casa, en la esquina vi a mi madre peleando contra un policía que la estaba multando por estar comprando unos alimentos sin tapabocas, para ella era ilógico que se le pidiera tener un tapabocas, absurdamente este objeto valía más que una libra de arroz así que no había de otra se comía o se cumplía con el deber. Corrimos hacia ella y entre vaivenes em-pezamos a insultar a los agentes, en poco tiempo llegaron más de ellos. Juan y yo terminamos en una patrulla en donde supongo que no pasaron más de quince minutos hasta llegar a la estación donde había muchas personas en pésimas condiciones y el contagio era lo más seguro, pero qué le vamos a hacer, así es la ley para los po-bres. Pasadas doce horas salimos de allí, no teníamos cómo llegar de nuevo hasta nuestras casas, sin zapatos y sin ninguna ayuda ca-minamos durante horas, en las cuales Juan empezó a sentirse mal, empeorando a cada segundo, al llegar a un hospital se desmayó, lo tuvieron dentro cerca de ocho horas, otro positivo para aumentar las cifras mundiales que dejaba este virus, lo peor del caso es que sufría de los pulmones y no resistió a la estocada de la muerte.

Hoy me encuentro frente a ti Dios, arrodillada contándole esta his-toria, tal vez fue una estupidez tratar de tener a esa persona que amas o el apoyar a mi madre, pero confió en el destino y la mare-jada, en que algún día pueda verte de nuevo conmigo y dar cuenta regresiva a ese pasado donde fuimos felices.

Por:

Laura Camila Arias León

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Fotografía: @NinaOspina

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AMOR A CUATRO ESQUINAS

Cuando todo el mundo se refugiaba Eras la que en medio de la nada renacía

Siempre estabas allí.

Pero luego de un gran día Llegaba la nocheVestida de negro

Con sus temperaturas frías Y silencio fúnebre.

Allí, es donde entras con más fuerzaEn donde teniéndote tan cerca

Estabas tan lejos.

Pero sé que no estarásQue no estarás en presencia.

Te encontraré en una blusaTal vez en un color o en una frase

En un número telefónico En una fotografía en mi mesa

Pero no estarás.

Es aquí En donde quisiera tenerte en mis manos

En donde entrelazadas con las tuyasIntentan decirse frases románticas.

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Parafraseando Para la ausencia de un adiós.

Es aquíEn medio de estas cuatro paredes que te imagino

Donde nos quedamos los dosTú, sola conmigo

Al filo de un abismo llamado nocheDonde una misma almohada

Se acomoda para nuestro descansoSintiendo tu olor que predomina en el ambiente

Reconociendo tu rostro cuando la mañana se asomaJuntos, riendo despeinados

Pero sé que no estarás Porque con la imagen de mi sombra

Ilusionado, intento identificar tu figuraEsperando por una respuesta.

Entonces me hago en la ventanaEn donde quisiera que la ciudad me recibiera

Con los deberes cotidianos En donde quisiera recorrer las avenidas contigo

Como de costumbrePero sé muy bien que no estarás.

No estarás en los librosNo estarás en las series de moda

No estarás para que mis sentimientos se pongan en marchaComo cuando llegas dominante

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Estos sentidos que quisieran ventear tu perfume Ver tus gestos

Sentir tu cuerpo alrededor de mis brazosEscuchar tu risa y saborear tus labios.

Pero no estarás Y es entonces

Donde la cercanía que proporciona la tecnologíaEs lo único que me queda

Porque cuando llega la noche nuevamenteCon su luz tenue que favorece al amor y a la delincuencia

Ninguna toma terreno Ni siquiera los vagabundos deambulan por la calle.

Está calle desolada Que me invita a recorrerla

Hasta donde estésPero sé que no estarás.

Esto ha de ser lo que tanto se temeEn donde un abrazo

Un beso o una miradaVale más que cualquier regalo.

Es aquíEn donde se valora la plenitud de una compañía

Es aquíCuando noto que no te dejare a la deriva

Que te llevaré conmigo.

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Pero por ahora no estarásEn este amor de llamadas y mensajes

Amor del siglo XXIAmor del verdadero Aún a la distancia.

Sin esperar nada a cambioLa soledad me acompaña

En este amor de tanta jerarquía Pero que se mantiene encerrado

Esperando por una salida de las mismasCuatro esquinas.

Por:

Juan Leal Forero

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59 LATIDOS POR MINUTOAnhelo dejar de contar los días, pero cuando algo tan pequeño hace un impacto tan grande, es imposible no hacer fractura del antes y después. Porque abruptamente algo está cambiando el método de coexistir o peor aún de sobrevivir. No sé cómo la pasan otros con los cuales no he tenido contacto, pero personalmente he vivido en ru-tina, aislamiento, encierro, podría expresar un Google de palabras equivalentes a reclusión sin reportar mi objetivo. Porque… ¿Cuánto tiempo he pasado de encierro? ¿Dos semanas? ¿Unas horas? ¿Tre-ce años? ¿Media vida? ¿El tiempo de Planck? Quizá este último sea el más acertado, pues no me refiero a subsistir, porque es más que eso, es solo un poco anodino, estrecho angosto, claustrofóbico, efímeramente visceral. Este suceso marcara la historia mundial, también mi esencia porque más que una cuarentena ha sido un depurativo. Método para escavar mis entrañas, régimen para reco-nocer pasos, desandar mi tiempo o simplemente estancarme exe-crablemente. El ser nefelibata, sufrir a voluntad, despreciar la sole-dad, pero apartar a quienes quieren llenar ese vacío, porque antes de salir tratas de engañarte tomando una máscara para sobrevivir a ese inefable infierno donde el alba ocasiona invierno, que quizá solo será desmoronada con una mirada a la puerta del alma la cual, estoy segura, estará en colosal desazón. Porque... ¿Cómo van a en-tenderlo? si ni siquiera puedes hacerlo. Persiste, el nudo en la gar-ganta, coacción en el pecho, transpiración en los ojos, diaforesis en las manos, latidos arrítmicos, pues cada día hasta el simple hecho de meditar es como luchar lanzándose abismalmente a un atenta-do suicida, como un mal cortometraje inconmensurable en cámara lenta en el que despiertas y ni siquiera puedes moverte. Observas la ventana, afuera el mundo derruido que todavía consume el silencio de la madrugada, pero quieres que termine la jornada solo para

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volver a dormir, percibirte más banal de lo que ya eres porque es la singular manera de olvidar. Para que las horas pasen aprisa, sin saber para que se necesita de ello, posiblemente porque se espera que esos lapsos lo curen todo o es lo que parece delatándote lo contrario. Por ahora, y solo de vez en cuando me gusta seducir a la observación de lo que ocurre en el mundo, desde esa perspectiva que da tiempo, espacio, anhelo, y hoy tal vez solo hoy me apetece hacerlo escribiendo ¿A qué o a quién? Aún no lo sé, porque para ser sincera me abruma la interrogante de saber si un día, alguien le gustaría leer mis escritos. Así, en bajito, en silencio, en emoción…

Por:

Erika Vannesa Rueda Muñoz

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ESENCIA PERENNE DE TU RECUERDO

En las noches taciturnas observola conjunción de tu alma y el cielo, fijamente, acompañadas de la

inmensidad profunda y del vacío etéreo del universo.

Los puntos brillantes me indican el camino,para seguir los espejismos que devienen

en imágenes borrosas de saber el lugar en el que te encuentras.Busco… Busco... y en la inmensidad sólo encuentro fragmentos de

películasdesgastadas por la cinta del tiempo.

Los recuerdos sempiternos, son la única manerade soslayar galácticos mundos que imagino si tu presencia no

fueseproducto de la memoria, aquella que quedó con tu partida.

La esperanza se refugia en el brillo de las estrellas, pues no te dejarán de dar

vida.

Por:

Leidi Emilia Ariza Moncada

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CONFESIÓNPudiendo haberle dicho alguna otra cosa, Ester ahora estaba en-frentando ya sin fuerza la única batalla de su vida.

Definitivamente es inaudito, Franco. Ya te lo he dicho. Te he puesto, con mi más terco esfuerzo, toda aquella densidad de colores, imá-genes no tan claras y sonidos sin fluir con soltura ni siquiera en mi propia mente; al menos así lo considero yo. Franco era un hombre extrovertido, fugaz, vanidoso y tal vez un poco inescrupuloso; Ester era una mujer apasionada, ordenada, cuidaba cada palabra, las ex-primía con brío evidenciándose con gestos de esfuerzo al hablar el tiempo necesario (no importaba si tardaba su razonamiento), era una mujer estrictamente meticulosa. Esa era tu casa, continuó Es-ter, estaba pensando en tu rostro, esa era mi escapatoria, la huida, única salida, más tengo otra historia para contar.

Ester, dos horas antes de la llegada inoportuna de Franco, había puesto sobre la mesa una enorme cena. La elaboró ella misma como siempre ha preferido. Puso de sobremesa la falta de apetito y comenzó.

Íbamos los dos en el carro de mi padre. Tal vez a lo largo de cual-quier recorrido subieron otras personas; no sé muy bien cuántas. Déjame explicártelo: son personas en su mayoría desconocidas, pero en tal sueño éramos íntimos. Entramos por una abertura de ese embarcadero, con todo y la contingencia, era la única que per-manecía abierta. El tono de la imagen era cálido. Algunos de los que íbamos en esto permanecíamos con ropas claras, algunas blancas, pero ninguna oscura. Se experimentaba un clima tranquilo y brisa. Después de ingresar volvimos sobre el carro, pero ahora estábamos dentro del barco. Ya no sabía si era un barco o no. Él estaba vién-dome aún acompañado de ella; me insinuó su mirada y dejó que

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me prolongara sobre él. Cómo más iba a saber; de qué iba a estar segura, cuál era el espacio, la imagen a la cual iba a tener que llegar, como si fuese ese mi destino impredecible. Qué iba a mencionar, la manera, el tono, la claridad, qué más tenía que decir si era todo lo que mi voz podía decir. Santo cielo quisiera poder decir algo más. Quisiera poderte implantar la imagen que tengo sobre su espectro; comprendieras mi falta tanto como crees dimensionarla. Ya te he puesto al tanto sobre ese y otros tantos indescriptibles e inconfesa-bles. Sobre todos ellos. Qué quieres decir con que me has puesto a mí sobre todos ellos y sé sincera, Ester. Qué han dicho todos estos sobre mí. Qué es eso que dicen acerca de mí.

Ester tomó su sobremesa. Contrajo una tripa que todavía no sabe-mos el lugar en el que se encuentra exactamente; resistió la glán-dula que a marras iba a expeler un llanto; lo convirtió en sudor el cual ya reverberaba por sus palmas; mantuvo intacta la postura solo hasta un segundo antes de tomar con determinación el cenicero que permanecía sobre el borde de la cocina donde se dejan aleato-riamente los objetos como las llaves y los teléfonos; vio con deteni-miento las figuras que, con particular molde, le adornan su diseño. Sabía que este hombre no podía decir palabra alguna más. Quieres uno. Ester encendía ya su último cigarrillo.

No es nada, siguió Ester, solo me preguntaba si quieres que orga-nice la cena de mañana también. ¡Por supuesto! No entiendo por qué siempre terminas diciendo esa cantidad bochornosa de cosas, Ester; pareces no encontrarse acorde. Y con un gesto (el cual de memoria sabía Ester) Franco le envió un beso desde el otro lado de la mesa; dame un beso, le ordenaba Franco. Esta permaneció impávida, en silencio, incrédula; permaneció muerta; justo después de que Franco hablará por fortuna estaba muerta.

Por:

Fabian Rios

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Fotografía: @NinaOspina

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LA CALLE DICE...

Le pedimos a los participantes de nuestros talleres que reconstruyeran a Bogotá desde los dialectos que

usamos o escuchamos y… este fue el resultado

¿Usted cuáles conoce?

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