qué es el arte de escribir

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Grandes escritores de todos los tiempos dan sus sabios consejos sobre cómo abordar el ejercicio de la escritura.

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  • 1

    Taller de Escritura

    Creativa-Valencia

    Seleccin y Recopilacin

  • 2

    Advertencias de un escritor

    Gabriel Garca Mrquez

    Una cosa es una historia larga, y otra, una historia alargada.

    El final de un reportaje hay que escribirlo cuando vas por la mitad.

    El autor recuerda ms cmo termina un artculo que cmo empieza.

    Es ms fcil atrapar un conejo que un lector.

    Hay que empezar con la voluntad de que aquello que escribimos va a ser lo mejor

    que se ha escrito nunca, porque luego siempre queda algo de esa voluntad. Cuando uno se aburre escribiendo el lector se aburre leyendo.

    No debemos obligar al lector a leer una frase de nuevo.

  • 3

    Consejos a un escritor

    Anton Chejov

    A Alexi M. Peshkov (Mximo Gorki). Yalta, 3 de diciembre de 1898

    Me pregunta cul es mi opinin sobre sus cuentos. Qu opinin tengo? Un

    talento indudable, y adems un verdadero y gran talento. Por ejemplo, en el

    cuento "En la estepa crece" con una fuerza inhabitual, e incluso me invade la

    envidia de no haberlo escrito yo. Usted es un artista, una persona sabia. Siente a

    la perfeccin. Es plstico, es decir, cuando representa algo, lo observa y lo palpa

    con las manos. Eso es arte autntico. Esa es mi opinin y estoy muy contento de

    poder expresrsela. Yo, repito, estoy muy contento, y si nos hubisemos conocido

    y hablado en otro momento, se hubiese convencido del alto aprecio que le tengo y

    de qu esperanzas albergo en su talento.

    Hablar ahora de los defectos? No es tan fcil. Hablar sobre los defectos del

    talento es como hablar sobre los defectos de un gran rbol que crece en un jardn.

  • 4

    El caso es que la imagen esencial no se obtiene del rbol en s, sino del gusto de

    quien lo mira. No es as?

    Comenzar dicindole que, en mi opinin, usted no tiene contencin. Es como un

    espectador en el teatro que expresa su entusiasmo de forma tan incontinente que

    le impide escuchar a los dems y a s mismo. Especialmente esta incontinencia se

    nota en las descripciones de la naturaleza con las que mantiene un dilogo;

    cuando se leen, se desea que fueran compactas, en dos o tres lneas. Las

    frecuentes menciones del placer, los susurros, el ambiente aterciopelado y dems,

    aaden a estas descripciones cierta retrica y monotona, y enfran, casi cansan.

    La falta de continencia se siente en la descripcin de las mujeres ("Malva", "En las

    balsas") y en las escenas de amor. Eso no es oscilacin y amplitud del pincel, sino

    exactamente falta de continencia verbal. Despus es frecuente la utilizacin de

    palabras inadecuadas en cuentos de su tipo. Acompaamiento, disco, armona:

    esas palabras molestan. [...] En las representaciones de gente instruida se nota

    cierta tensin, como si fuera precaucin; y esto no porque usted haya observado

    poco a la gente instruida, usted la conoce, pero no sabe exactamente desde qu

    lado acercarse a ella. Cuntos aos tiene usted? No lo conozco, no s de dnde

    es ni quin es, pero tengo la impresin de que an es joven. Debera dejar Nizhni

    [Nizhni-Novgorod] y durante dos o tres aos vivir, por as decirlo, alrededor de la

    literatura y los crculos literarios; esto no para que nuestra generacin le ensee

    algo, sino ms bien para que se acostumbre, y siente definitivamente la cabeza

    con la literatura y se encarie a ella. En las provincias se envejece pronto.

  • 5

    Korolenko, Potapenko, Mamin [Mamin-Sibiriak], Ertel, son personas excelentes; en

    un primer momento, quizs le resulte a usted aburrido estar con ellos, pero

    despus, tras dos aos, se acostumbrar y los valorar como merecen, y su

    compaa le servir para soportar la desagradable e incmoda vida de la capital.

    A Mijail P. Chjov, Taganrog, 6 y 8 de abril de 1879

    Haces bien en leer libros. Acostmbrate a leer. Con el tiempo, valorars esa

    costumbre. La seora Beecher Stow [novelista norteamericana, autora de La

    cabaa del to Tom] te ha arrancado unas lgrimas? La le hace tiempo y he vuelto

    a leerla hace unos seis meses con un fin cientfico, y despus de la lectura sent la

    sensacin desagradable que sienten los mortales que comen uvas pasas en

    exceso... Lee los siguientes libros: Don Quijote (completo, en siete u ocho partes).

    Es bueno. Las obras de Cervantes se encuentran a la altura de las de

    Shakespeare. Aconsejo a los hermanos que lean, si an no lo han hecho, Don

    Quijote y Hamlet, de Turguniev. T, hermano, no lo entenders. Si quieres leer

    un viaje que no sea aburrido, lee La fragata Palas, de Goncharov.

    A Dmitri V. Grigorvich, Mosc, 28 de marzo de 1886

  • 6

    Su carta, mi querido y buen bienhechor, me ha impactado como un rayo. Me

    conmovi y casi rompo a llorar. Ahora pienso que ha dejado una profunda huella

    en mi alma. [...]

    Todas las personas cercanas a m siempre han menospreciado mi actividad de

    escritor y no han cesado de aconsejarme amistosamente que no cambiara mi

    ocupacin actual por la de escritor. Tengo en Mosc cientos de conocidos, entre

    ellos dos decenas que escriben, y no puedo recordar ni a uno slo que haya visto

    en m a un artista. En Mosc existe el llamado crculo literario. Talentos y

    mediocridades de cualquier pelaje y edad se renen una vez por semana en el

    reservado de un restaurante y dan rienda suelta a sus lenguas. Si fuera all y les

    leyera una parte de su carta, se reiran de m. Tras cinco aos de deambular por

    los peridicos he logrado compenetrarme con esa opinin general de mi

    insignificancia literaria. En seguida me acostumbr a mirar mis trabajos con

    indulgencia y a escribir de manera trivial. Esa es la primera razn. La segunda es

    que soy mdico y siento una gran pasin por la medicina de modo que el

    proverbio sobre las dos liebres [El que sigue dos liebres, tal vez cace una, y

    muchas veces, ninguna] nunca quit tanto el sueo a nadie como a m. Le escribo

    todo esto slo para justificar un poco ante usted mi gran pecado. Hasta ahora he

    mantenido, respecto a mi labor literaria, una actitud superficial, negligente y

    gratuita. No recuerdo ni un solo cuento mo en el que haya trabajado ms de un

    da. "El cazador", que a usted le gusta, lo escrib en una casa de baos. He escrito

    mis cuentos como los reporteros que informan de un incendio: mecnicamente,

    medio inconsciente, sin preocuparme para nada del lector ni de m mismo... He

  • 7

    escrito intentando no desperdiciar en un cuento las imgenes y los cuadros que

    quiero y que, sabe Dios por qu, he guardado y escondido con mucho cuidado.

    [...]

    Disculpe la comparacin, pero ha actuado en m como la orden gubernamental de

    abandonar la ciudad en 24 horas, esto es, de pronto he sentido la imperiosa

    necesidad de darme prisa, de salir lo antes posible del lugar donde me hallo

    empantanado... Estoy de acuerdo en todo con usted. El cinismo que me seala, lo

    sent al ver publicado "La bruja". Si hubiera escrito ese cuento no en un da, sino

    en tres o cuatro, no lo tendra... Me librar de los trabajos urgentes, pero me

    llevar tiempo... No es posible abandonar el carril en el que me encuentro. No me

    importa pasar hambre, como ya pas antes, pero no se trata de m. Dedico a

    escribir mis horas de ocio, dos o tres por da y un poco de la noche, esto es, un

    tiempo apenas suficiente para pequeos trabajos. En verano, cuando tenga ms

    tiempo libre y menos obligaciones, me ocupar de asuntos serios.

    No puedo poner mi verdadero nombre en el libro, porque ya es tarde: la vieta ya

    est preparada y el libro, impreso. Mucha gente de Petersburgo me ha

    aconsejado, antes que usted, no echar a perder el libro con un pseudnimo, pero

    no les he hecho caso, probablemente por amor propio. No me gusta nada mi libro

    [Cuentos abigarrados se public bajo el pseudnimo de Antosha Chejont]. Es

    una vinagreta, un batiburrillo de trabajos estudiantiles, desplumados por la censura

    y por los editores de las publicaciones humorsticas. Creo que, despus de leerlo,

    muchos se sentirn decepcionados. Si hubiera sabido que usted me lee y sigue

    mis pasos, no lo habra publicado. La esperanza est en el futuro. Slo tengo 26

  • 8

    aos. Quizs me d tiempo a hacer algo, aunque el tiempo pasa deprisa. Le pido

    disculpas por esta carta tan larga. [...] Con profundo y sincero respeto y

    agradecimiento.

  • 9

    Consejos para escritores

    Anton Chejov

    Uno no termina con la nariz rota por escribir mal; al contrario, escribimos porque

    nos hemos roto la nariz y no tenemos ningn lugar al que ir.

    Cuando escribo no tengo la impresin de que mis historias sean tristes. En

    cualquier caso, cuando trabajo estoy siempre de buen humor. Cuanto ms alegre

    es mi vida, ms sombros son los relatos que escribo.

    Dios mo, no permitas que juzgue o hable de lo que no conozco y no comprendo.

    No pulir, no limar demasiado. Hay que ser desmaado y audaz. La brevedad es

    hermana del talento.

    Lo he visto todo. No obstante, ahora no se trata de lo que he visto sino de cmo lo

    he visto.

    Es extrao: ahora tengo la mana de la brevedad: nada de lo que leo, mo o ajeno,

    me parece lo bastante breve.

  • 10

    Cuando escribo, confo plenamente en que el lector aadir por su cuenta los

    elementos subjetivos que faltan al cuento.

    Es ms fcil escribir de Scrates que de una seorita o de una cocinera.

    Guarde el relato en un bal un ao entero y, despus de ese tiempo, vuelva a

    leerlo. Entonces lo ver todo ms claro. Escriba una novela. Escrbala durante un

    ao entero. Despus acrtela medio ao y despus publquela. Un escritor, ms

    que escribir, debe bordar sobre el papel; que el trabajo sea minucioso, elaborado.

    Te aconsejo: 1) ninguna monserga de carcter poltico, social, econmico; 2)

    objetividad absoluta; 3) veracidad en la pintura de los personajes y de las cosas;

    4) mxima concisin; 5) audacia y originalidad: rechaza todo lo convencional; 6)

    espontaneidad.

    Es difcil unir las ganas de vivir con las de escribir. No dejes correr tu pluma

    cuando tu cabeza est cansada.

    Nunca se debe mentir. El arte tiene esta grandeza particular: no tolera la mentira.

    Se puede mentir en el amor, en la poltica, en la medicina, se puede engaar a la

    gente e incluso a Dios, pero en el arte no se puede mentir.

    Nada es ms fcil que describir autoridades antipticas. Al lector le gusta, pero

    slo al ms insoportable, al ms mediocre de los lectores. Dios te guarde de los

    lugares comunes. Lo mejor de todo es no describir el estado de nimo de los

    personajes. Hay que tratar de que se desprenda de sus propias acciones. No

  • 11

    publiques hasta estar seguro de que tus personajes estn vivos y de que no pecas

    contra la realidad.

    Escribir para los crticos tiene tanto sentido como darle a oler flores a una persona

    resfriada.

    No seamos charlatanes y digamos con franqueza que en este mundo no se

    entiende nada. Slo los charlatanes y los imbciles creen comprenderlo todo.

    No es la escritura en s misma lo que me da nusea, sino el entorno literario, del

    que no es posible escapar y que te acompaa a todas partes, como a la tierra su

    atmsfera. No creo en nuestra intelligentsia, que es hipcrita, falsa, histrica,

    maleducada, ociosa; no le creo ni siquiera cuando sufre y se lamenta, ya que sus

    perseguidores proceden de sus propias entraas. Creo en los individuos, en unas

    pocas personas esparcidas por todos los rincones -sean intelectuales o

    campesinos-; en ellos est la fuerza, aunque sean pocos.

  • 12

    El punto de vista ruso

    Virginia Woolf

    Por dudosos que con frecuencia nos mostremos sobre si los franceses o los

    estadounidenses, que tanto en comn tienen con nosotros, pueden comprender la

    literatura inglesa, hemos de admitir dudas mayores sobre si, pese a todo su

    entusiasmo, los ingleses pueden comprender la literatura rusa. El debate sobre

    qu queremos decir por "comprender" podra alargarse indefinidamente. A todo el

    mundo se le ocurrirn ejemplos de escritores estadounidenses que, en lo

    particular, poseen el ms elevado discernimiento sobre nuestra literatura y sobre

    nosotros; que han vivido una vida entera entre nosotros y, finalmente, han dado

    pasos legales para volverse sbditos del rey Jorge. Con todo y eso nos han

    entendido, no han permanecido hasta el final de sus das siendo extranjeros?

    Podra creer alguna persona que las novelas de Henry James fueron escritas por

    un hombre criado en la sociedad que describe, que su crtica de los autores

    ingleses fue escrita por un hombre que ley a Shakespeare sin ninguna conciencia

    del ocano Atlntico y de los doscientos o trescientos aos que, en la orilla ms

    lejana del mismo, separa su civilizacin de la nuestra? El extranjero lograr a

    menudo una percepcin y un alejamiento especial, un ngulo de visin agudo,

    pero no esa liberacin de la conciencia de s mismo, esa comodidad y

  • 13

    camaradera y sentido de los valores comunes que permiten la intimidad, la

    cordura, el rpido toma y daca de los intercambios familiares.

    No slo ocurre que todo esto nos separa de la literatura rusa, sino una barrera

    mucho ms seria: la diferencia de idioma. De todos los que se regalaron con

    Tolsti, Dostoievsky y Chjov en los ltimos veinte aos, no ms de uno o quizs

    dos pudieron leerlos en ruso. Nuestras estimaciones de sus cualidades fueron

    formadas por crticos que nunca leyeron una palabra en ruso, nunca vieron Rusia,

    incluso nunca oyeron esa lengua hablada por nativos; hemos tenido que

    depender, ciega e implcitamente, del trabajo de los traductores.

    Lo que estamos diciendo se limita a lo siguiente, entonces: que hemos juzgado

    toda una literatura desnudada de su estilo. Cuando se ha cambiado toda palabra

    de una oracin del ruso al ingls, con eso se ha alterado un poco el sentido y del

    todo el sonido, el peso y al acento de las palabras en la relacin que guardan

    entre s; nada queda sino una versin tosca y burda del sentido. As tratados, los

    grandes escritores rusos son como hombres privados, por un terremoto o un

    accidente ferroviario, no slo de su ropa, sino de algo ms sutil e importante: sus

    costumbres, la idiosincrasia de su carcter. Lo que resta es, como lo han probado

    los ingleses mediante el fanatismo de su admiracin, algo muy poderoso y muy

    impresionante, pero es difcil estar seguros, dadas hasta dnde confiar en que no

    estamos hacindoles imputaciones, no los estamos distorsionando, no estamos

    leyendo en ellos un subrayado que es falso.

  • 14

    Han perdido su ropa, decimos, en alguna catstrofe terrible, pues cualquier figura

    de este tipo describe la sencillez, la humanidad liberada de cualquier esfuerzo por

    ocultar y disfrazar sus instintos, que la literatura rusa trae a nosotros, se deba a la

    traduccin o a alguna otra causa ms profunda. Encontramos que estas

    cualidades todo lo empapan, que son igual de obvias en los escritores menores

    que en los grandes. "Aprendan a ser los iguales de la gente. Incluso me gustara

    agregar: hganse indispensables a ella. Pero que esa simpata no sea de la mente

    -pues con la mente es fcil- sino con el corazn, con amor por ella." "Viene de los

    rusos" se dira al instante, si uno tropezara con esta cita. La sencillez, la ausencia

    de esfuerzos, la suposicin de que en un mundo rebosante de miseria el principal

    llamado que se nos hace es a comprender a nuestros compaeros de sufrimiento,

    y que "no sea de la mente -pues con la mente es fcil- sino con el corazn": tal es

    la nube que gravita sobre toda la literatura rusa, que nos aleja de nuestra brillantez

    parchada y de nuestros caminos agostados para que nos expandamos a su

    sombra... con resultados desastrosos, desde luego. Caemos en la torpeza y en la

    conciencia de nosotros mismos; negamos nuestras cualidades, escribirnos con

    una afectacin de bondad y sencillez que es nauseabunda al extremo. No

    sabemos decir "hermano" con sencilla conviccin. Hay una historia del seor

    Galsworthy en que uno de los personajes se dirige de esa manera a otro (ambos

    se encuentran en las honduras del infortunio). De inmediato todo se vuelve

    forzado y afectado. El equivalente ingls de "hermano" es "mate", una palabra

    muy diferente, que algo de sardnico tiene en s, una indefinible insinuacin de

  • 15

    buen humor. Aunque se hayan encontrado en las honduras del infortunio, esos

    dos ingleses que as se dirigen uno al otro hallarn, estamos seguros, un empleo,

    harn fortuna, dedicarn los ltimos aos de sus vidas al lujo y dejarn una suma

    de dinero para evitar que algunos pobres diablos se llamen entre s "hermano" en

    el Embankment. Pero es el sufrimiento comn el que produce esa sensacin de

    hermandad y no la felicidad, el esfuerzo o el deseo comn. Esa "tristeza profunda"

    que el Dr. Hagberg Wright piensa tpica del pueblo ruso es la que crea su

    literatura.

    Desde luego, una generalizacin de este tipo, incluso aunque verdadera en cierto

    grado cuando se la aplica al cuerpo de la literatura, cambia profundamente si un

    escritor de genio se pone a trabajar con ella. De inmediato surgen otras

    cuestiones. Se ve entonces que una "actitud" no es sencilla, sino compleja en

    grado sumo. Hombres robados de sus sacos y de sus modales, aturdidos por un

    accidente ferroviario, dicen cosas duras, cosas speras, cosas desagradables,

    cosas difciles, incluso aunque las digan con el abandono y la sencillez que en

    ellos producen las catstrofes. Ante Chjov, nuestras primeras impresiones no son

    de sencillez, sino de perplejidad. Qu quiere decir, por qu extrae un cuento de

    esto? preguntamos mientras leemos un cuento tras otro. Un hombre se enamora

    de una mujer casada, se separan y vuelven a encontrarse y, al final, se los deja

    hablando acerca de su posicin y de los medios por los cuales pueden liberarse

    de "esta esclavitud intolerable".

  • 16

    "-Cmo, cmo? -pregunta asindose la cabeza... se dira que en un momento iba

    a surgir la solucin y entonces comenzara una vida nueva y esplndida." All

    acaba. Un cartero conduce a un estudiante a la estacin y a lo largo del camino el

    estudiante procura que el cartero hable, pero ste permanece silencioso. De

    pronto el cartero dice, inesperadamente: "Es contra el reglamento llevar a una

    persona con el correo". Y camina de un lado a otro del andn con un gesto de

    enojo en la cara. "Con quin estaba enojado? Con la gente, con la pobreza, con

    las noches de otoo?". De nuevo, all acaba el cuento.

    Pero es ste el final? preguntamos. Ms bien quedamos con la sensacin de que

    no vimos las seales carreteras; o como si una meloda se hubiera interrumpido

    antes de tiempo, sin los acordes esperados al cierre. Son cuentos inconclusos,

    decimos, y procedemos a componer una crtica basada en la suposicin de que

    los cuentos han de concluir de un modo que podamos reconocer. Al hacer esto,

    planteamos la cuestin de nuestra aptitud como lectores. All donde la meloda es

    familiar y el final enftico -los amantes se renen, los villanos son derrotados, las

    intrigas quedan al descubierto-, como ocurre en gran parte de la narrativa

    victoriana, difcilmente nos extraviaremos; pero si la meloda no es familiar y el

    final una nota de interrogacin o la simple informacin de que los personajes

    siguieron hablando, como sucede en Chjov, necesitamos un sentido de la

    literatura muy atrevido y alerta para escuchar la meloda, y en especial esas notas

  • 17

    finales que completan la armona. Es probable que hayamos de leer muchsimos

    cuentos antes de sentir, y esa sensacin es esencial para nuestra satisfaccin,

    que mantenemos unidas las partes, y que Chjov no slo se limitaba a divagar

    desconectadamente, sino que tocaba primero esta nota y luego la otra con

    intencin, para completar el significado.

    Debemos explorar para descubrir dnde es correcto poner el subrayado en estos

    cuentos extraos. Las propias palabras de Chjov nos sirven de gua en la

    direccin correcta: "... una conversacin como sta que sostenemos", dice, "habra

    sido impensable para nuestros padres. Por la noche no hablaban, sino que

    dorman profundamente; nuestra generacin duerme mal, es inquieta, pero habla

    muchsimo y siempre est intentando decidir si estamos en lo correcto o no". La

    literatura de stira social y de sutilezas psicolgicas surge de ese sueo inquieto,

    de esa charla incesante; pero, despus de todo, hay una diferencia enorme entre

    Chjov y Henry James, entre Chjov y Bernard Shaw. Es obvio, pero de dnde

    procede? Tambin Chjov est consciente de los males y de las injusticias de la

    situacin social; la condicin de los campesinos lo asombra, pero no est en l el

    celo del reformador, no est all la seal de que nos detengamos. La mente le

    interesa enormemente; es un analista de las relaciones humanas de lo ms sutil y

    delicado. Pero, una vez ms, no, all no est el final. Ser qu primariamente no

    le interesan las relaciones del alma con otras almas, sino la relacin del alma con

    la salud, la relacin del alma con la bondad? Esos cuentos nos muestran siempre

    alguna afectacin, pose, falta de sinceridad. Algunas mujeres caen en una relacin

  • 18

    falsa, algunos hombres han sido pervertidos por la inhumanidad de su

    circunstancia. El alma est enferma, el alma se cura, el alma no se cura. He ah

    los puntos subrayados en esos cuentos.

    Una vez que el ojo se acostumbra a esos matices, la mitad de las "conclusiones"

    empleadas en la narrativa se desvanecen en el aire; se muestran como

    transparencias que tienen una luz por detrs: chillonas, deslumbrantes,

    superficiales. El aseo general del captulo ltimo -el matrimonio, la muerte, la

    expresin de valores tan sonoramente anunciados con trompetas, tan

    notoriamente subrayados- adquiere una naturaleza de lo ms rudimentaria, Nada

    se resuelve, sentimos; nada se sostiene unido correctamente. Por otra parte, ese

    mtodo que de principio pareca tan casual, tan inconcluso, tan ocupado con

    nimiedades, ahora se presenta como el resultado de un gusto exquisitamente

    original y quisquilloso, que elige con atrevimiento, que pone orden infaliblemente y

    que est controlado por una honestidad para la que no hallamos pareja, salvo

    entre los propios rusos. Tal vez no haya respuesta para esas preguntas, pero al

    mismo tiempo jams manipulemos las pruebas, a modo de producir algo

    adecuado, decoroso, agradable a nuestra vanidad. Acaso ste no sea el modo de

    captar el odo del pblico; despus de todo, se encuentra acostumbrado a una

    msica ms sonora, a medidas ms rotundas; pero ellos han escrito la meloda

    segn sonaba. En consecuencia, conforme leemos estos cuentos que de nada

    tratan, el horizonte se ampla; el alma gana una sensacin de libertad pasmosa.

  • 19

    Cuando leemos a Chjov, nos descubrimos repitiendo una y otra vez la palabra

    "alma". Asperja sus pginas. Los borrachos viejos la emplean con toda libertad: "...

    has subido mucho en el escalafn, nadie te alcanza, pero no tienes un alma real,

    mi querido muchacho... careces de fuerza". De hecho, el alma es el personaje

    central de la narrativa rusa. Delicada y sutil en Chjov, sujeta a un nmero infinito

    de humores y perturbaciones, es de mayor profundidad y volumen en Dostoievsky,

    capaz de enfermedades violentas y de fiebres violentas, pero con todo sigue

    siendo la preocupacin dominante. Quiz tal sea la causa de que al lector ingls le

    cueste un esfuerzo grande el leer por segunda vez Los hermanos Karamzov o

    Demonios. El "alma" le es ajena. Incluso antiptica. Tiene poco sentido del humor

    y ninguno de la comedia. Carece de forma. Mantiene una relacin ligera con el

    intelecto. Est confusa, es difusa, tumultuosa, incapaz al parecer de someterse al

    dominio de la lgica o a la disciplina de la poesa. Las novelas de Dostoievsky son

    remolinos bullentes, tormentas de arena giratorias, trombas que sisean, hierven y

    nos absorben. Se componen nica y totalmente del material del alma. A pesar de

    nuestra voluntad nos devoran, nos sacuden, ciegan, sofocan y, al mismo tiempo,

    nos llenan de un xtasis vertiginoso. Excepto Shakespeare, no hay lectura ms

    excitante. Abrimos la puerta y nos encontramos en una habitacin llena de

    generales rusos, de tutores de generales rusos, sus hijastras y primos y multitudes

    de gente miscelnea que hablan a plena voz de sus asuntos ms ntimos. Pero

    dnde estamos nosotros? De seguro corresponde al novelista informarnos si

    estamos en un hotel, en un piso o en alojamientos rentados. Pero a nadie se le

  • 20

    ocurre explicar. Somos almas, almas torturadas, infelices, cuyo negocio nico es

    hablar, revelar, confesar, desnudar ante cualquier desgarramiento de la carne y el

    nervio esos pecados agrios que se arrastran en la arena al fondo de nosotros.

    Pero, segn escuchamos, nuestra confusin se asienta lentamente. Nos lanzan

    una cuerda, pescamos un soliloquio, sujetos por la piel de nuestros dientes nos

    vemos impulsados a travs del agua; afiebrados, agitados, avanzamos presurosos

    ms y ms, si ahora sumergidos, despus en un momento de visin que nos

    permite comprender ms de lo que nunca habamos comprendido, recibiendo

    revelaciones tales que slo se obtienen de la prensa de la vida cuando en pleno

    funcionamiento. Segn volamos lo recogemos todo -el nombre de las personas,

    sus relaciones, que paran en un hotel en Roulettenburg, que Polina est enredada

    en una intriga con el marqus de Grieux-, pero qu asuntos tan poco importantes

    son stos comparados con el alma! Es el alma lo que cuenta, sus pasiones, sus

    tumultos, su asombrosa mezcla de hermosura y vileza. Y de pronto nuestras

    voces se levantan en estallidos de risa o si nos sacude el ms violento de los

    sollozos habr algo ms natural? Apenas merece comentario. El ritmo al cual

    vivimos es tan tremendo, que de nuestras ruedas brotan chispas segn huimos.

    Adems, cuando as aumenta la velocidad y se ven los elementos del alma,

    aunque no separados en escenas de humor y escenas de pasin, segn los

    conciben nuestras mentes inglesas ms lentas, sino veteados, revueltos,

    confundidos inextricablemente, revelndose as un panorama nuevo de la mente

    humana. Las viejas divisiones se funden entre s. Los hombres son a la vez

    villanos y santos, sus actos bellos y despreciables a la vez. Amamos y odiamos al

    mismo tiempo. Nada hay de esa divisin precisa entre bien y mal a la que estamos

  • 21

    acostumbrados. A menudo, aquellos por quienes sentimos mayor afecto son los

    criminales mayores y los pecadores ms abyectos nos llevan a la admiracin ms

    fuerte, as como al amor.

    Impulsado a la cresta de las olas, impelido contra y apaleado en las piedras del

    fondo, al lector ingls le resulta difcil sentirse cmodo. Le han invertido el proceso

    al que se acostumbr en su propia literatura. Si deseamos contar la historia de los

    amoros de un general (y en primer lugar nos resultara muy difcil no rernos de

    l), habremos de empezar por su casa; debemos hacer slido su entorno. Slo

    cuando todo est listo intentaremos atender al propio general. Adems, en

    Inglaterra gobierna la tetera y no el samovar; el tiempo est limitado; el espacio

    apeuscado; se hace sentir la influencia de otros puntos de vista, de otros libros,

    incluso de otras pocas. La sociedad est dividida en la clase baja, la media y la

    alta, cada una duea de su tradicin, de sus modales y, hasta cierto grado, de su

    propio lenguaje. Lo quiera o no, el novelista ingls sufre la presin constante de

    reconocer esas barreras y, en consecuencia, se le impone un orden y algn tipo

    de forma, se inclina por la stira ms que por la compasin, por el escrutinio de la

    sociedad ms que por el entendimiento de los individuos en s.

    Ninguna de esas restricciones se impusieron a Dostoievsky. Le es igual que usted

    sea noble o persona sencilla, un vagabundo o una gran dama. No importa quin

    sea, es la vasija de ese lquido perplejo, de esa materia nubosa, espumosa,

  • 22

    preciosa, llamada alma. El alma no est restringida por barreras. Se derrama,

    fluye, se mezcla al alma de otros. La sencilla historia de un oficinista de banco

    incapaz de pagar una botella de vino se desparrama, antes de que sepamos lo

    que est ocurriendo, hacia la vida del suegro y de sus cinco amantes, a las que

    trata abominablemente el suegro, y hacia la vida del cartero, y de la sirvienta, y de

    las princesas que se alojan en el mismo conjunto de pisos, pues nada es ajeno a

    la provincia de Dostoievsky, y cuando se siente cansado no para, sino que sigue

    adelante. No puede detenerse. El alma humana se derrumba sobre nosotros

    caliente, escaldadora, mezclada, maravillosa, terrible, opresiva.

    Queda el mayor de todos los novelistas, pues de qu otro modo llamar al autor

    de La guerra y la paz? Tambin Tolsti nos resultar ajeno, difcil, extranjero?

    Hay en su ngulo de visin alguna rareza que, al menos hasta habernos vuelto

    discpulos y por tanto haber perdido nuestra orientacin, nos mantenga a

    distancia, llenos de sospecha y perplejidad? En todo caso, desde sus primeras

    palabras estamos seguros de una cosa: He aqu un hombre que ve lo que vemos,

    que adems procede como estamos acostumbrados a proceder, no del interior al

    exterior sino del exterior al interior. Hay un mundo en el cual a las ocho de la

    maana se escucha el llamado del cartero y las personas se van a la cama entre

    las diez y las once. He aqu un hombre que, adems, no es un salvaje, no es un

    hijo de la naturaleza; est educado y ha tenido toda suerte de experiencias. Es

    uno de esos que naci aristcrata y aprovech sus privilegios a plenitud. Es

    metropolitano, no suburbano. Sus sentidos, su intelecto, son agudos, poderosos y

  • 23

    estn bien nutridos. Hay algo de orgulloso y soberbio en el ataque que una mente

    y un cuerpo as lanzan sobre la vida. Nada parece escaprsele. Nada escapa a su

    vista sin ser registrado. Por tanto, nadie puede transmitir como l la excitacin del

    deporte, la belleza de los caballos y toda el hambre fiera por el mundo de los

    sentidos que posee un joven fuerte. Toda ramita, toda pluma se pega a su imn.

    Nota el azul o el rojo del blusn de un nio, el modo en que un caballo mueve la

    cola, el sonido de una tos, las acciones de un hombre que intenta meter las manos

    en unos bolsillos que han sido cosidos. Y lo que informa su ojo infalible sobre una

    tos o los trucos de unas manos, su cerebro infalible lo une a algo oculto en el

    carcter de la gente, de modo que la conocemos no slo por el modo en el que

    ama y sus puntos de vista polticos y la inmortalidad del alma, sino tambin por el

    modo en que estornuda y se atraganta. Incluso tratndose de una traduccin,

    sentimos que nos han puesto en la cima de una montaa con un telescopio en las

    manos. Todo es asombrosamente claro y absolutamente ntido. Pero entonces, de

    pronto, justo cuando exultamos, respirando hondo, sintindonos a la vez

    fortalecidos y purificados, algn detalle -tal vez la cabeza de un hombre- nos llega,

    de modo alarmante, desde el cuadro, como si expulsado de all por la intensidad

    misma de la vida que tiene. "De pronto, me sucedi una cosa extraa: primero

    dej de ver lo que me rodeaba, luego su rostro pareci desvanecerse hasta slo

    quedar los ojos, a continuacin los ojos parecan estar en mi propia cabeza y

    luego todo se volvi confuso; nada poda captar y me vi forzado a cerrar los ojos,

    para librarme de esa sensacin de placer y miedo que su mirada produca en

    m..."

  • 24

    Una y otra vez compartimos los sentimientos de Masha en Felicidad conyugal.

    Cerramos los ojos para escapar a la sensacin de placer y miedo. A menudo es el

    placer el que est en primer plano. En esa misma historia hay dos descripciones,

    una la de una chica que de noche camina por un jardn con su amado, otra la de

    una pareja recin casada jugueteando por su sala, que de tal manera transmiten la

    sensacin de felicidad intensa que cerramos el libro para sentirnos mejor. Pero

    siempre se da un elemento de miedo que, as ocurre con Masha, nos hace desear

    huir de la mirada puesta por Tolsti en nosotros. Surgir de esa sensacin, que

    en la vida real pudiera acosarnos, de que tal felicidad, tal y como l la describe, es

    demasiado intensa para durar, que estamos al borde del desastre? O no ser

    que la intensidad misma de nuestro placer es un tanto cuestionable, forzndonos a

    preguntarnos, junto con Pozdnishev en La Sonata Kreutzer "para qu vivir?" La

    vida domina a Tolsti tal como el alma domina a Dostoievsky. En el centro de

    todos los ptalos brillantes y centelladores de la flor siempre se encuentra este

    escorpin: "Para qu vivir?" Siempre, en el centro del libro, hay algn Olenin o

    Pierre o Levin que rene en s toda la experiencia, le da vuelta al mundo en los

    dedos y nunca deja de preguntar, incluso cuando lo est gozando: cul es el

    significado de esto y cules debieran ser nuestras metas. No se trata del

    sacerdote que fragmenta de modo tan efectivo nuestros deseos; es el hombre que

    los ha conocido y los ha amado. Cuando se mofa de ellos, el mundo se vuelve

    polvo y cenizas bajo nuestros pies. De esta manera, el miedo se mezcla a nuestro

  • 25

    placer. De los tres grandes escritores rusos, es Tolsti el que ms nos sojuzga y

    ms nos repele.

    Pero la mente toma sus inclinaciones del lugar donde nace y, no hay duda,

    cuando tropieza con una literatura tan ajena como la rusa, huye por una tangente

    muy alejada de la verdad.

  • 26

    Sobre el cuento de hadas

    Teora literaria: J.R.R. Tolkien

    Mi propsito es hablar de los cuentos de hadas, aunque bien s que sta es una

    empresa arriesgada. Fantasa es una tierra peligrosa, con trampas para los

    incautos y mazmorras para los temerarios. Y de temerario se me puede tildar,

    porque, aunque he sido un aficionado a tales cuentos desde que aprend a leer y

    en ocasiones les he dedicado mis lucubraciones, no los he estudiado, en cambio,

    como profesional. Apenas si en esa tierra he sido algo ms que un explorador sin

    rumbo (o un intruso), lleno de asombro, pero no de preparacin. Ancho, alto y

    profundo es el reino de los cuentos de hadas y lleno todo l de cosas diversas:

    hay all toda suerte de bestias y pjaros; mares sin riberas e incontables estrellas;

    belleza que embelesa y un peligro siempre presente; la alegra, lo mismo que la

    tristeza, son afiladas como espadas. Tal vez un hombre pueda sentirse dichoso de

    haber vagado por ese reino, pero su misma plenitud y condicin arcana atan la

    lengua del viajero que desee describirlo. Y mientras est en l le resulta peligroso

    hacer demasiadas preguntas, no vaya a ser que las puertas se cierren y

    desaparezcan las llaves.

    Hay, con todo, algunos interrogantes que quien ha de hablar de cuentos de hadas

    espera por fuerza resolver, intenta hacerlo cuando menos, piensen lo que piensen

    de su impertinencia los habitantes de Fantasa. Por ejemplo: qu son los cuentos

  • 27

    de hadas?, cul es su origen?, para qu sirven? Tratar de dar contestacin a

    estas preguntas, u ofrecer al menos las pistas que yo he espigado...,

    fundamentalmente en los propios cuentos, los pocos que yo conozco de entre

    tantos como hay.

    Qu es un cuento de hadas? En vano acudirn en este caso al Oxford English

    Dictionary. No contiene alusin ninguna a la combinacin cuento-hada, y de nada

    sirve en el tema de las hadas en general. En el Suplemento, cuento de hadas

    presenta una primera cita del ao 1750, y se constata que su acepcin bsica es:

    a) un cuento sobre hadas o, de forma ms general, una leyenda fantstica; b) un

    relato irreal e increble, y c) una falsedad.

    Las dos ltimas acepciones, como es lgico, haran mi tema desesperadamente

    extenso. Pero la primera se queda demasiado corta. No demasiado corta para un

    ensayo, pues su amplitud ocupara varios libros, sino para cubrir el uso real de la

    palabra. Y lo es en particular si aceptamos la definicin de las hadas que da el

    lexicgrafo: Seres sobrenaturales de tamao diminuto, que la creencia popular

    supone poseedores de poderes mgicos y con gran influencia para el bien o para

    el mal sobre asuntos humanos.

  • 28

    "Sobrenatural" es una palabra peligrosa y ardua en cualquiera de sus sentidos, los

    ms amplios o los ms reducidos, y es difcil aplicarla a las hadas, a menos que

    "sobre" se tome meramente como prefijo superlativo. Porque es el hombre, en

    contraste, quien es sobrenatural (y a menudo de talla reducida), mientras que ellas

    son naturales, muchsimos ms naturales que l. Tal es su sino. El camino que

    lleva a la tierra de las hadas no es el del Cielo; ni siquiera, imagino, el del Infierno,

    a pesar de que algunos han sostenido que puede llevar indirectamente a l, como

    diezmo que se paga al Diablo.

    EL CUENTO DE HADAS Y FANTASA

    ...La mayor parte de los buenos cuentos de hadas trataban de las aventuras de los

    hombres en el Pas Peligroso o en sus oscuras fronteras. Y es natural que as sea;

    pues si los elfos son reales y de verdad existen con independencia de nuestros

    cuentos sobre ellos, entonces tambin resulta cierto que los elfos no se preocupan

    bsicamente de nosotros, ni nosotros de ellos. Nuestros destinos discurren por

    sendas distintas y rara vez se cruzan. Incluso en las fronteras mismas de Fantasa

    slo los encontraremos en alguna casual encrucijada de caminos.

    La definicin de un cuento de hadas -qu es o qu debiera ser- no depende, pues,

    de ninguna definicin ni de ningn relato histrico de elfos o de hadas, sino de la

  • 29

    naturaleza de Fantasa: el Reino Peligroso mismo y que sopla en ese pas. No

    intentar definir tal cosa, ni describirla por va directa. No hay forma de hacerlo.

    Fantasa no puede quedar atrapada en una red de palabras; porque una de sus

    cualidades es la de ser indescriptible, aunque no imperceptible. Consta de muchos

    elementos diferentes, pero el anlisis no lleva necesariamente a descubrir el

    secreto del conjunto. Confo, sin embargo, que lo que despus he de decir sobre

    los otros interrogantes suministrar algunos atisbos de la visin imperfecta que yo

    tengo de Fantasa. Por ahora, slo dir que un cuento de hadas es aquel que

    alude o hace uso de Fantasa, cualquiera que sea su finalidad primera: la stira, la

    aventura, la enseanza moral, la ilusin. La misma Fantasa puede tal vez

    traducirse, con mucho tino, por Magia, pero es una magia de talante y poder

    peculiares, en el polo opuesto a los vulgares recursos del mago laborioso y

    tcnico.

    Hay una salvedad: lo nico de lo que no hay que burlarse, si alguna burla hay en

    el cuento, es la misma magia. Se la ha de tomar en serio en el relato, y no se la ha

    de poner en solfa ni se la ha de justificar. El poema medieval Sir Gawain y el

    Caballero Verde es un ejemplo admirable de ello.

    LA MGICA INVENCIN DEL ADJETIVO

  • 30

    ...La mente humana, dotada de los poderes de generalizacin y abstraccin, no

    slo ve hierba verde, diferencindola de otras cosas (y hallndola agradable a la

    vista), sino que ve que es verde, adems de verla como hierba. Qu poderosa,

    qu estimulante para la misma facultad que lo produjo fue la invencin del

    adjetivo: no hay en fantasa hechizo ni encantamiento ms poderoso. Y no ha de

    sorprendernos: podra ciertamente decirse que tales hechizos slo son una

    perspectiva diferente del adjetivo, una parte de la oracin en una gramtica mtica.

    La mente que pens en ligero, pesado, gris, amarillo, inmvil y veloz tambin

    concibi la nocin de la magia que hara ligeras y aptas para el vuelo las cosas

    pesadas, que convertira el plomo gris en oro amarillo y la roca inmvil en veloz

    arroyo. Si pudo hacer una cosa, tambin la otra; e hizo las dos, inevitablemente. Si

    de la hierba podemos abstraer lo verde, del cielo lo azul y de la sangre lo rojo, es

    que disponemos ya del poder del encantador. A cierto nivel. Y nace el deseo de

    esgrimir ese poder en el mundo exterior a nuestras mentes. De aqu no se deduce

    que vayamos a usar bien de ese poder en un nivel determinado; podemos poner

    un Verde horrendo en el rostro de un hombre y obtener un monstruo; podemos

    hacer que brille una extraa y temible luna azul; o podemos hacer que los bosques

    se pueblen de hojas de plata y que los carneros se cubran de vellocinos de oro; y

    podemos poner ardiente fuego en el vientre del helado saurio. Y con tal "fantasa"

    que as se la denomina, se crean nuevas formas. Es el inicio de Fantasa. El

    Hombre se convierte en subcreador.

  • 31

    As, el poder esencial de Fantasa es hacer inmediatamente efectivas a voluntad

    las visiones "fantsticas". No todas son hermosas, ni incluso ejemplares; no al

    menos las fantasas del Hombre cado. Y con su propia mancha ha mancillado a

    los elfos, que s tienen ese poder real o imaginario. En mi opinin, se tiene muy

    poco en cuenta este aspecto de la "mitologa": subcreacin ms que

    representacin o que interpretacin simblica de las bellezas y los terrores del

    mundo.

    EN EL MUNDO SECUNDARIO

    ...Naturalmente que los nios son capaces de una fe literaria cuando el arte del

    escritor de cuentos es lo bastante bueno como para producirla. A esa condicin de

    la mente se la ha denominado "voluntaria suspensin de la incredulidad". Ms no

    parece que sa sea una buena definicin de lo que ocurre. Lo que en verdad

    sucede es que el inventor de cuentos demuestra ser un atinado "subcreador".

    Construye un Mundo Secundario en el que tu mente puede entrar. Dentro de l, lo

    que se relata es "verdad": est en consonancia con las leyes de ese mundo. Crees

    en l, pues, mientras ests, por as decirlo, dentro de l. Cuando surge la

    incredulidad, el hechizo se quiebra; ha fallado la magia, o ms bien el arte. Y

    vuelve a situarte en el Mundo Primario, contemplando desde fuera el pequeo

    Mundo Secundario que no cuaj. Si por benevolencia o por las circunstancias te

    ves obligado a seguir en l, entonces habrs de dejar suspensa la incredulidad (o

  • 32

    sofocarla); porque si no, ni tus ojos ni tus odos lo soportarn. Pero esta

    interrupcin de la incredulidad slo es un sucedneo de la actitud autntica, un

    subterfugio del que echamos mano cuando condescendemos con juegos e

    imaginaciones, o cuando (con mayor o menor buena gana) tratamos de hallar

    posibles valores en la manifestacin de un arte a nuestro juicio fallido.

    LA FANTASA Y LA SUBCREACIN

    ...La mente del hombre tiene capacidad para formar imgenes de cosas que no

    estn de hecho presentes. La facultad de concebir imgenes recibe o recibi el

    nombre lgico de Imaginacin. Pero en los ltimos tiempos y en el lenguaje

    especializado, no en el de todos los das, se ha venido considerando a la

    Imaginacin como algo superior a la mera formacin de imgenes, adscrito al

    campo operacional de lo Fantasioso, forma reducida y peyorativa del viejo trmino

    Fantasa; se est haciendo, pues, un intento para reducir, yo dira que de forma

    inadecuada, la Imaginacin al "poder de otorgar a las criaturas de ficcin la

    consistencia interna de la realidad".

    ...El logro de la expresin que proporciona (o al menos as lo parece) "la

    consistencia interna de la realidad" es ciertamente otra cosa, otro aspecto, que

    necesita un nombre distinto: el de Arte, el eslabn operacional entre la

  • 33

    Imaginacin y el resultado final, la Subcreacin. Para el fin que ahora me

    propongo preciso de un trmino que sea capaz de abarcar a la vez el mismsimo

    Arte Subcreativo y la cualidad de sorpresa y asombro expositivos que se derivan

    de la imagen: una cualidad esencial en los cuentos de hadas.

    Me propongo, pues, arrogarme los poderes de Humpty-Dumpty y usar de la

    Fantasa con ese propsito; es decir, con la intencin de combinar su uso ms

    tradicional y elevado (equivalente a Imaginacin) con las nociones derivadas de

    "irrealidad" (o sea, disimilitud con el Mundo Primario) y liberacin de la esclavitud

    del "hecho" observado; la nocin, en pocas palabras, de lo fantstico. Soy

    consciente, y con gozo, de los nexos etimolgicos y semnticos entre la fantasa y

    las imgenes de cosas que no slo "no estn realmente presentes", sino que con

    toda certeza no vamos a poder encontrar en nuestro mundo primario, o que en

    trminos generales creemos imposibles de encontrar. Pero, aun admitiendo esto,

    no puedo aceptar un tono peyorativo. Que sean imgenes de cosas que no

    pertenecen al mundo primario (si tal es posible) resulta una virtud, no un defecto.

    En este sentido, la fantasa no es, creo yo, una manifestacin menor sino ms

    elevada, del Arte, casi su forma ms pura, y por ello -cuando se alcanza- la ms

    poderosa.

    La fantasa, claro, arranca con una ventaja: la de domear lo inusitado. Pero esta

    ventaja se ha vuelto en su contra y ha contribuido a su descrdito. A mucha gente

  • 34

    le desagrada que la dominen. Les desagrada cualquier manipulacin del Mundo

    Primario o de los escasos reflejos del mismo que les resultan familiares.

    Confunde, por tanto, estpida y a veces malintencionadamente, la Fantasa con

    los Sueos, en los que el Arte no existe, con los desrdenes mentales, donde ni

    siquiera se da un control, y con las visiones y alucinaciones.

    ...Crear un Mundo Secundario en el que un sol verde resulte admisible,

    imponiendo una Creencia Secundaria, ha de requerir con toda certeza esfuerzo e

    intelecto, y ha de exigir una habilidad especial, algo as como la destreza lfica.

    Pocos se atreven con tareas tan arriesgadas. Pero cuando se intentan y alcanzan,

    nos encontramos ante un raro logro del Arte: autntico arte narrativo, fabulacin

    en su estadio primario y ms puro.

    FANTASA Y RENOVACIN

    ...La Renovacin, que incluye una mejora y el retorno de la salud, es un volver a

    ganar: volver a ganar la visin prstina. No digo "ver las cosas tal cual son" para no

    enzarzarme con los filsofos, si bien podra aventurarme a decir "ver las cosas

    como se supone o se supona que debamos hacerlo", como objetos ajenos a

    nosotros. En cualquier caso, necesitamos limpiar los cristales de nuestras

  • 35

    ventanas para que las cosas que alcanzamos a ver queden libres de la monotona

    del empaado cotidiano o familiar; y de nuestro afn de posesin.

    ...Los cuentos de hadas, naturalmente, no son el nico medio de renovacin o de

    profilaxis contra el extravo. Basta con la humildad. Y para ellos en especial, para

    los humildes, est Mooreeffoc, es decir la Fantasa de Chesterton. Mooreeffoc es

    una palabra imaginada, aunque se la pueda ver escrita en todas la ciudades de

    este pas. Se trata del rtulo "Coffee-room", pero visto en una puerta de cristal y

    desde el interior, como Dickens lo viera un oscuro da londinense. Chesterton lo

    us para destacar la originalidad de las cosas cotidianas cuando se nos ocurre

    contemplarlas desde un punto de vista diferente del habitual. La mayora estara

    de acuerdo en que este tipo de fantasa es ya suficiente; y en que siempre

    abundarn materiales que la nutran. Pero slo tiene, creo yo, un poder limitado,

    por cuanto su nica virtud es la de renovar la frescura de nuestra visin. La

    palabra Mooreeffoc puede hacernos comprender de repente que Inglaterra es un

    pas harto extrao, perdido en cualquier remota edad apenas contemplada por la

    historia o bien en un futuro oscuro que slo con la mquina del tiempo podemos

    alcanzar; puede hacernos ver la sorprendente rareza e inters de sus gentes, y

    sus costumbres y hbitos alimentarios. Pero no puede lograr ms que eso: actuar

    como un telescopio del tiempo enfocado sobre un solo punto. La fantasa creativa,

    por cuanto trata de forma fundamental de hacer algo ms -de recrear algo nuevo-,

    es capaz de abrir nuestras arcas y dejar volar como a pjaros enjaulados los

    objetos all encerrados. Las gemas todas se tornarn en flores o llamas, y ser un

  • 36

    aviso de que todo lo que posean (o conocan) era peligroso y fuerte, y que no

    estar en realidad verdaderamente encadenado, sino libre e indmito; slo de

    ustedes en cuanto que era ustedes mismos.

  • 37

    Mtodo de composicin

    Edgar Allan Poe

    En una nota que en estos momentos tengo a la vista, Charles Dickens dice lo

    siguiente, refirindose a un anlisis que efectu del mecanismo de Barnaby

    Rudge: "Saben, dicho sea de paso, que Godwin escribi su Caleb Williams al

    revs? Comenz enmaraando la materia del segundo libro y luego, para

    componer el primero, pens en los medios de justificar todo lo que haba hecho".

    Se me hace difcil creer que fuera se precisamente el modo de composicin de

    Godwin; por otra parte, lo que l mismo confiesa no est de acuerdo en manera

    alguna con la idea de Dickens. Pero el autor de Caleb Williams era un autor

    demasiado entendido para no percatarse de las ventajas que se pueden lograr con

    algn procedimiento semejante.

    Si algo hay evidente es que un plan cualquiera que sea digno de este nombre ha

    de haber sido trazado con vistas al desenlace antes que la pluma ataque el papel.

    Slo si se tiene continuamente presente la idea del desenlace podemos conferir a

    un plan su indispensable apariencia de lgica y de causalidad, procurando que

    todas las incidencias y en especial el tono general tienda a desarrollar la intencin

    establecida.

  • 38

    Creo que existe un radical error en el mtodo que se emplea por lo general para

    construir un cuento. Algunas veces, la historia nos proporciona una tesis; otras

    veces, el escritor se inspira en un caso contemporneo o bien, en el mejor de los

    casos, se las arregla para combinar los hechos sorprendentes que han de tratar

    simplemente la base de su narracin, proponindose introducir las descripciones,

    el dilogo o bien su comentario personal donde quiera que un resquicio en el tejido

    de la accin brinde la ocasin de hacerlo.

    A mi modo de ver, la primera de todas las consideraciones debe ser la de un

    efecto que se pretende causar. Teniendo siempre a la vista la originalidad (porque

    se traiciona a s mismo quien se atreve a prescindir de un medio de inters tan

    evidente), yo me digo, ante todo: entre los innumerables efectos o impresiones

    que es capaz de recibir el corazn, la inteligencia o, hablando en trminos ms

    generales, el alma, cul ser el nico que yo deba elegir en el caso presente?

    Habiendo ya elegido un tema novelesco y, a continuacin, un vigoroso efecto que

    producir, indago si vale ms evidenciarlo mediante los incidentes o bien el tono o

    bien por los incidentes vulgares y un tono particular o bien por una singularidad

    equivalente de tono y de incidentes; luego, busco a mi alrededor, o acaso mejor en

    m mismo, las combinaciones de acontecimientos o de tomos que pueden ser ms

    adecuados para crear el efecto en cuestin.

  • 39

    He pensado a menudo cun interesante sera un artculo escrito por un autor que

    quisiera y que pudiera describir, paso a paso, la marcha progresiva seguida en

    cualquiera de sus obras hasta llegar al trmino definitivo de su realizacin.

    Me sera imposible explicar por qu no se ha ofrecido nunca al pblico un trabajo

    semejante; pero quiz la vanidad de los autores haya sido la causa ms poderosa

    que justifique esa laguna literaria. Muchos escritores, especialmente los poetas,

    prefieren dejar creer a la gente que escriben gracias a una especie de sutil frenes

    o de intuicin exttica; experimentaran verdaderos escalofros si tuvieran que

    permitir al pblico echar una ojeada tras el teln, para contemplar los trabajosos y

    vacilantes embriones de pensamientos. La verdadera decisin se adopta en el

    ltimo momento, a tanta idea entrevista!, a veces slo como en un relmpago y

    que durante tanto tiempo se resiste a mostrarse a plena luz, el pensamiento

    plenamente maduro pero desechado por ser de ndole inabordable, la eleccin

    prudente y los arrepentimientos, las dolorosas raspaduras y las interpolacin. Es,

    en suma, los rodamientos y las cadenas, los artificios para los cambios de

    decoracin, las escaleras y los escotillones, las plumas de gallo, el colorete, los

    lunares y todos los aceites que en el noventa y nueve por ciento de los casos son

    lo peculiar del histrin literario.

  • 40

    Por lo dems, no se me escapa que no es frecuente el caso en que un autor se

    halle en buena disposicin para reemprender el camino por donde lleg a su

    desenlace.

    Generalmente, las ideas surgieron mezcladas; luego fueron seguidas y finalmente

    olvidadas de la misma manera.

    En cuanto a m, no comparto la repugnancia de que acabo de hablar, ni encuentro

    la menor dificultad en recordar la marcha progresiva de todas mis composiciones.

    Puesto que el inters de este anlisis o reconstruccin, que se ha considerado

    como un desidertum en literatura, es enteramente independiente de cualquier

    supuesto ideal en lo analizado, no se me podr censurar que salte a las

    conveniencias si revelo aqu el modus operandi con que logr construir una de mis

    obras. Escojo para ello El cuervo debido a que es la ms conocida de todas.

    Consiste mi propsito en demostrar que ningn punto de la composicin puede

    atribuirse a la intuicin ni al azar; y que aqulla avanz hacia su terminacin, paso

    a paso, con la misma exactitud y la lgica rigurosa propias de un problema

    matemtico.

  • 41

    Puesto que no responde directamente a la cuestin potica, prescindamos de la

    circunstancia, si lo prefieren, la necesidad, de que naci la intencin de escribir un

    poema tal que satisficiera al propio tiempo el gusto popular y el gusto crtico.

    Mi anlisis comienza, por tanto, a partir de esa intencin.

    La consideracin primordial fue sta: la dimensin. Si una obra literaria es

    demasiado extensa para ser leda en una sola sesin, debemos resignarnos a

    quedar privados del efecto, soberanamente decisivo, de la unidad de impresin;

    porque cuando son necesarias dos sesiones se interponen entre ellas los asuntos

    del mundo, y todo lo que denominamos el conjunto o la totalidad queda destruido

    automticamente. Pero, habida cuenta de que coeteris paribus, ningn poeta

    puede renunciar a todo lo que contribuye a servir su propsito, queda examinar si

    acaso hallaremos en la extensin alguna ventaja, cual fuere, que compense la

    prdida de unidad aludida. Por el momento, respondo negativamente. Lo que

    solemos considerar un poema extenso en realidad no es ms que una sucesin de

    poemas cortos, es decir, de efectos poticos breves. Es intil sostener que un

    poema no es tal sino en cuanto eleva el alma y te reporta una excitacin intensa:

    por una necesidad psquica, todas las excitaciones intensas son de corta duracin.

    Por eso, al menos la mitad del "Paraso perdido" no es ms que pura prosa: hay

    en l una serie de excitaciones poticas salpicadas inevitablemente de

    depresiones. En conjunto, la obra toda, a causa de su extensin excesiva, carece

  • 42

    de aquel elemento artstico tan decisivamente importante: totalidad o unidad de

    efecto.

    En lo que se refiere a las dimensiones hay, evidentemente, un lmite positivo para

    todas las obras literarias: el lmite de una sola sesin. Ciertamente, en ciertos

    gneros de prosa, como Robinson Crusoe, no se exige la unidad, por lo que aquel

    lmite puede ser traspasado: sin embargo, nunca ser conveniente traspasarlo en

    un poema. En el mismo lmite, la extensin de un poema debe hallarse en relacin

    matemtica con el mrito del mismo, esto es, con la elevacin o la excitacin que

    comporta; dicho de otro modo, con la cantidad de autntico efecto potico con que

    pueda impresionar las almas. Esta regla slo tiene una condicin restrictiva, a

    saber: que una relativa duracin es absolutamente indispensable para causar un

    efecto, cualquiera que fuere.

    Teniendo muy presentes en m nimo estas consideraciones, as como aquel

    grado de excitacin que nos situaba por encima del gusto popular y por debajo del

    gusto crtico, conceb ante todo una idea sobre la extensin idnea para el poema

    proyectado: unos cien versos aproximadamente. En realidad cuenta exactamente

    ciento ocho.

  • 43

    Mi pensamiento se fij seguidamente en la elevacin de una impresin o de un

    efecto que causar. Aqu creo que conviene observar que, a travs de este trabajo

    de construccin, tuve siempre presente la voluntad de lograr una obra

    universalmente apreciable.

    Me alejara demasiado de mi objeto inmediato presente si me entretuviese en

    demostrar un punto en que he insistido muchas veces: que lo bello es el nico

    mbito legtimo de la poesa. Con todo, dir unas palabras para presentar mi

    verdadero pensamiento, que algunos amigos mos se han apresurado demasiado

    a disimular. El placer a la vez ms intenso, ms elevado y ms puro no se

    encuentra -segn creo- ms que en la contemplacin de lo bello. Cuando los

    hombres hablan de belleza no entienden precisamente una cualidad, como se

    supone, sino una impresin: en suma, tienen presente la violenta y pura elevacin

    del alma -no del intelecto ni del corazn- que ya he descrito y que resulta de la

    contemplacin de lo bello. Ahora bien, yo considero la belleza como el mbito de

    la poesa, porque es una regla evidente del arte que los efectos deben brotar

    necesariamente de causas directas, que los objetos deben ser alcanzados con los

    medios ms apropiados para ello -ya que ningn hombre ha sido an bastante

    necio para negar que la elevacin singular de que estoy tratando se halle ms

    fcilmente al alcance de la poesa. En cambio, el objeto verdad, o satisfaccin del

    intelecto, y el objeto pasin, o excitacin del corazn, son mucho ms fciles de

    alcanzar por medio de la prosa aunque, en cierta medida, queden tambin al

    alcance de la poesa.

  • 44

    En resumen, la verdad requiere una precisin, y la pasin una familiaridad (los

    hombres verdaderamente apasionados me comprendern) radicalmente contrarias

    a aquella belleza, que no es sino la excitacin -debo repetirlo- o el embriagador

    arrobamiento del alma.

    De todo lo dicho hasta el presente no puede en modo alguno deducirse que la

    pasin ni la verdad no puedan ser introducidas en un poema, incluso con beneficio

    para ste; ya que pueden servir para aclarar o para potenciar el efecto global,

    como las disonancias por contraste. Pero el autntico artista se esforzar siempre

    en reducirlas a un papel propicio al objeto principal que se pretenda, y adems en

    rodearlas, tanto como pueda, de la nube de belleza que es atmsfera y esencia de

    la poesa. En consecuencia, considerando lo bello como mi terreno propio, me

    pregunt entonces: cul es el tono para su manifestacin ms alta? ste haba

    de ser el tema de mi siguiente meditacin. Ahora bien, toda la experiencia humana

    coincide en que ese tono es el de la tristeza. Cualquiera que sea su parentesco, la

    belleza, en su desarrollo supremo, induce a las lgrimas, inevitablemente, a las

    almas sensibles. As, pues, la melancola es el ms idneo de los tonos poticos.

    Una vez determinados as la dimensin, el terreno y el tono de mi trabajo, me

    dediqu a la busca de alguna curiosidad artstica e incitante, que pudiera actuar

    como clave en la construccin del poema: de algn eje sobre el que toda la

  • 45

    mquina hubiera de girar; empleando para ello el sistema de la introduccin

    ordinaria. Reflexionando detenidamente sobre todos los efectos de arte conocidos

    o, ms propiamente, sobre todo los medios de efecto -entendiendo este trmino

    en su sentido escnico-, no poda escaprseme que ninguno haba sido empleado

    con tanta frecuencia como el estribillo. La universalidad de ste bastaba para

    convencerme acerca de su intrnseco valor, evitndome la necesidad de someterlo

    a un anlisis. En cualquier caso, yo no lo consideraba sino en cuanto susceptible

    de perfeccionamiento; y pronto advert que se encontraba an en un estado

    primitivo. Tal como habitualmente se emplea, el estribillo no slo queda limitado a

    las composiciones lricas, sino que la fuerza de la impresin que debe causar

    depende del vigor de la monotona en el sonido y en la idea. Solamente se logra el

    placer mediante la sensacin de identidad o de repeticin. Entonces yo resolv

    variar el efecto, con el fin de acrecentarlo, permaneciendo en general fiel a la

    monotona del sonido, pero alterando continuamente el de la idea: es decir, me

    propuse causar una serie continua de efectos nuevos con una serie de variadas

    aplicaciones del estribillo, dejando que ste fuese casi siempre parecido.

    Habiendo ya fijado estos puntos, me preocup por la naturaleza de mi estribillo:

    puesto que su aplicacin tena que ser variada con frecuencia, era evidente que el

    estribillo en cuestin haba de ser breve, pues hubiera sido una dificultad

    insuperable variar frecuentemente las aplicaciones de una frase un poco extensa.

    Por supuesto, la facilidad de variacin estara proporcionada a la brevedad de una

    frase. Ello me condujo seguidamente a adoptar como estribillo ideal una nica

  • 46

    palabra. Entonces me absorbi la cuestin sobre el carcter de aquella palabra.

    Habiendo decidido que habra un estribillo, la divisin del poema en estancias

    resultaba un corolario necesario, pues el estribillo constituye la conclusin de cada

    estrofa. No admita duda para m que semejante conclusin o trmino, para poseer

    fuerza, deba ser necesariamente sonora y susceptible de un nfasis prolongado:

    aquellas consideraciones me condujeron inevitablemente a la o larga, que es la

    vocal ms sonora, asociada a la r, porque sta es la consonante ms vigorosa.

    Ya tena bien determinado el sonido del estribillo. A continuacin era preciso elegir

    una palabra que lo contuviese y, al propio tiempo, estuviese en el acuerdo ms

    armonioso posible con la melancola que yo haba adoptado como tono general

    del poema. En una bsqueda semejante, hubiera sido imposible no dar con la

    palabra nevermore (nunca ms). En realidad, fue la primera que se me ocurri.

    El siguiente fue ste: cual ser el pretexto til para emplear continuamente la

    palabra nevermore? Al advertir la dificultad que se me planteaba para hallar una

    razn vlida de esa repeticin continua, no dej de observar que surga tan slo

    de que dicha palabra, repetida tan cerca y montonamente, haba de ser proferida

    por un ser humano: en resumen, la dificultad consista en conciliar la monotona

    aludida con el ejercicio de la razn en la criatura llamada a repetir la palabra.

    Surgi entonces la posibilidad de una criatura no razonable y, sin embargo, dotada

    de palabra: como lgico, lo primero que pens fue un loro; sin embargo, ste fue

  • 47

    reemplazado al punto por un cuervo, que tambin est dotado de palabra y

    adems resulta infinitamente ms acorde con el tono deseado en el poema.

    As, pues, haba llegado por fin a la concepcin de un cuervo. El cuervo, ave de

    mal agero!, repitiendo obstinadamente la palabra nevermore al final de cada

    estancia en un poema de tono melanclico y una extensin de unos cien versos

    aproximadamente. Entonces, sin perder de vista el superlativo o la perfeccin en

    todos los puntos, me pregunt: entre todos los temas melanclicos, cul lo es

    ms, segn lo entiende universalmente la humanidad? Respuesta inevitable: la

    muerte! Y, cundo ese asunto, el ms triste de todos, resulta ser tambin el ms

    potico? Segn lo ya explicado con bastante amplitud, la respuesta puede

    colegirse fcilmente: cuando se ale ntimamente con la belleza. Luego la muerte

    de una mujer hermosa es, sin disputa de ninguna clase, el tema ms potico del

    mundo; y queda igualmente fuera de duda que la boca ms apta para desarrollar

    el tema es precisamente la del amante privado de su tesoro.

    Tena que combinar entonces aquellas dos ideas: un amante que llora a su amada

    perdida. Y un cuervo que repite continuamente la palabra nevermore. No slo

    tena que combinarlas, sino adems variar cada vez la aplicacin de la palabra

    que se repeta: pero el nico medio posible para semejante combinacin consista

    en imaginar un cuervo que aplicase la palabra para responder a las preguntas del

    amante. Entonces me percat de la facilidad que se me ofreca para el efecto de

  • 48

    que mi poema haba de depender: es decir, el efecto que deba producirse

    mediante la variedad en la aplicacin del estribillo.

    Comprend que poda hacer formular la primera pregunta por el amante, a la que

    respondera el cuervo: nevermore; que de esta primera pregunta poda hacer una

    especie de lugar comn, de la segunda algo menos comn, de la tercera algo

    menos comn todava, y as sucesivamente, hasta que por ltimo el amante,

    arrancado de su indolencia por la ndole melanclica de la palabra, su frecuente

    repeticin y la fama siniestra del pjaro, se encontrase presa de una agitacin

    supersticiosa y lanzase locamente preguntas del todo diversas, pero

    apasionadamente interesantes para su corazn: unas preguntas donde se diesen

    a medias la supersticin y la singular desesperacin que halla un placer en su

    propia tortura, no slo por creer el amante en la ndole proftica o diablica del ave

    (que, segn le demuestra la razn, no hace ms que repetir algo aprendido

    mecnicamente), sino por experimentar un placer inusitado al formularlas de aquel

    modo, recibiendo en el nevermore siempre esperado una herida reincidente, tanto

    ms deliciosa por insoportable.

    Viendo semejante facilidad que se me ofreca o, mejor dicho, que se me impona

    en el transcurso de mi trabajo, decid primero la pregunta final, la pregunta

    definitiva, para la que el nevermore sera la ltima respuesta, a su vez: la ms

    desesperada, llena de dolor y de horror que concebirse pueda.

  • 49

    Aqu puedo afirmar que mi poema haba encontrado su comienzo por el fin, como

    debieran comenzar todas las obras de arte: entonces, precisamente en este punto

    de mis meditaciones, tom por vez primera la pluma, para componer la siguiente

    estancia:

    Profeta! Aire, ente de mal agero! Ave o demonio, pero profeta siempre!

    Por ese cielo tendido sobre nuestras cabezas, por ese Dios que ambos adoramos,

    di a esta alma cargada de dolor si en el Paraso lejano

    podr besar a una joven santa que los ngeles llaman Leonor,

    besar a una preciosa y radiante joven que los ngeles llaman Leonor".

    El cuervo dijo: "Nunca ms!."

    Slo entonces escrib esta estancia: primero, para fijar el grado supremo y poder

    de este modo, ms fcilmente, variar y graduar, segn su gravedad y su

    importancia, las preguntas anteriores del amante; y en segundo trmino, para

    decidir definitivamente el ritmo, el metro, la extensin y la disposicin general de la

    estrofa, as como graduar las que debieran anteceder, de modo que ninguna

    aventajase a sta en su efecto rtmico. Si, en el trabajo de composicin que deba

    subseguir, yo hubiera sido tan imprudente como para escribir estancias ms

  • 50

    vigorosas, me hubiera dedicado a debilitarlas, conscientemente y sin ninguna

    vacilacin, de modo que no contrarrestasen el efecto de crescendo.

    Podra decir tambin aqu algo sobre la versificacin. Mi primer objeto era, como

    siempre, la originalidad. Una de las cosas que me resultan ms inexplicables del

    mundo es cmo ha sido descuidada la originalidad en la versificacin. Aun

    reconociendo que en el ritmo puro exista poca posibilidad de variacin, es

    evidente que las variedades en materia de metro y estancia son infinitas: sin

    embargo, durante siglos, ningn hombre hizo nunca en versificacin nada original,

    ni siquiera ha parecido desearlo.

    Lo cierto es que la originalidad -exceptuando los espritus de una fuerza inslita-

    no es en manera alguna, como suponen muchos, cuestin de instinto o de

    intuicin. Por lo general, para encontrarla hay que buscarla trabajosamente; y

    aunque sea un positivo mrito de la ms alta categora, el espritu de invencin no

    participa tanto como el de negacin para aportarnos los medios idneos de

    alcanzarla.

    Ni qu decir tiene que yo no pretendo haber sido original en el ritmo o en el metro

    de El cuervo. El primero es troqueo; el otro se compone de un verso octmetro

    acatalctico, alternando con un heptmetro catalctico que, al repetirse, se

  • 51

    convierte en estribillo en el quinto verso, y finaliza con un tetrmetro catalctico.

    Para expresarme sin pedantera, los pies empleados, que son troqueos, consisten

    en una slaba larga seguida de una breve; el primer verso de la estancia se

    compone de ocho pies de esa ndole; el segundo, de siete y medio; el tercero, de

    ocho; el cuarto, de siete y medio; el quinto, tambin de siete y medio; el sexto, de

    tres y medio. Ahora bien, si se consideran aisladamente cada uno de esos versos

    haban sido ya empleados, de manera que la originalidad de El cuervo consiste en

    haberlos combinado en la misma estancia: hasta el presente no se haba intentado

    nada que pudiera parecerse, ni siquiera de lejos, a semejante combinacin. El

    efecto de esa combinacin original se potencia mediante algunos otros efectos

    inusitados y absolutamente nuevos, obtenidos por una aplicacin ms amplia de la

    rima y de la aliteracin.

    El punto siguiente que considerar era el modo de establecer la comunicacin entre

    el amante y el cuervo: el primer grado de la cuestin consista, naturalmente, en el

    lugar. Pudiera parecer que debiese brotar espontneamente la idea de una selva o

    de una llanura; pero siempre he estimado que para el efecto de un suceso aislado

    es absolutamente necesario un espacio estrecho: le presta el vigor que un marco

    aade a la pintura. Adems, ofrece la ventaja moral indudable de concentrar la

    atencin en un pequeo mbito; ni que decir tiene que esta ventaja no debe

    confundirse con la que se obtenga de la mera unidad de lugar.

  • 52

    En consecuencia, decid situar al amante en su habitacin, en una habitacin que

    haba santificado con los recuerdos de la que haba vivido all. La habitacin se

    describira como ricamente amueblada: con objeto de satisfacer las ideas que ya

    expuse acerca de la belleza, en cuanto nica tesis verdadera de la poesa.

    Habiendo determinado as el lugar, era preciso introducir entonces el ave: la idea

    de que sta penetrase por la ventana resultaba inevitable. Que al amante

    supusiera, en el primer momento, que el aleteo del pjaro contra el postigo fuese

    una llamada a su puerta era una idea brotada de mi deseo de aumentar la

    curiosidad del lector, obligndole a aguardar; pero tambin del deseo de colocar el

    efecto incidental de la puerta abierta de par en par por el amante, que no halla

    ms que oscuridad, y que por ello puede adoptar en parte la ilusin de que el

    espritu de su amada ha venido a llamar... Hice que la noche fuera tempestuosa,

    primero para explicar que el cuervo buscase la hospitalidad; tambin para crear el

    contraste con la serenidad material reinante en el interior de la habitacin.

    As, tambin, hice posarse el ave sobre el busto de Palas para establecer el

    contraste entre su plumaje y el mrmol. Se comprende que la idea del busto ha

    sido suscitada nicamente por el ave; que fuese precisamente un busto de Palas

    se debi en primer lugar a la relacin ntima con la erudicin del amante y en

    segundo trmino a causa de la propia sonoridad del nombre de Palas.

    Hacia mediados del poema, explot igualmente la fuerza del contraste con el

    objeto de profundizar la que sera la impresin final. Por eso, confer a la entrada

  • 53

    del cuervo un matiz fantstico, casi lindante con lo cmico, al menos hasta donde

    mi asunto lo permita. El cuervo penetra con un tumultuoso aleteo.

    No hizo ni la menor reverencia, no se detuvo, no vacil ni un minuto;

    pero con el aire de un seor o de una dama, colgse sobre la puerta de mi

    habitacin.

    En las dos estancias siguientes, el propsito se manifiesta aun ms:

    Entonces aquel pjaro de bano, que por la gravedad de su postura y la severidad

    de su fisonoma induca a mi triste imaginacin a sonrer:

    "Aunque tu cabeza", le dije, "no lleve ni capote ni cimera,

    ciertamente no eres un cobarde, lgubre y antiguo cuervo partido de las riberas de

    la noche.

    Dime cul es tu nombre seorial en las riberas de la noche plutnica".

    El cuervo dijo: "Nunca ms!".

    Me maravill que aquel desgraciado voltil entendiera tan fcilmente la palabra,

    si bien su respuesta no tuvo mucho sentido y no me sirvi de mucho;

    porque hemos de convenir en que nunca ms fue dado a un hombre vivo

    el ver a un ave encima de la puerta de su habitacin,

  • 54

    a un ave o una bestia sobre un busto esculpido encima de la puerta de su

    habitacin,

    llamarse un nombre tal como "Nunca ms!".

    Preparado as el efecto del desenlace, me apresuro a abandonar el tono fingido y

    adoptar el serio, ms profundo: este cambio de tono se inicia en el primer verso de

    la estancia que sigue a la que acabo de citar:

    Mas el cuervo, posado solitariamente en el busto plcido, no profiri..., etc.

    A partir de este momento, el amante ya no bromea; ya no ve nada ficticio en el

    comportamiento del ave. Habla de ella en los trminos de una triste, desgraciada,

    siniestra, enjuta y augural ave de los tiempos antiguos y siente los ojos ardientes

    que le abrasan hasta el fondo del corazn. Esa transicin de su pensamiento y

    esa imaginacin del amante tienen como finalidad predisponer al lector a otras

    anlogas, conduciendo el espritu hacia una posicin propicia para el desenlace,

    que sobrevendr tan rpida y directamente como sea posible. Con el desenlace

    propiamente dicho, expresado en el jams del cuervo en respuesta a la ltima

    pregunta del amante -encontrar a su amada en el otro mundo?-, puede

    considerarse concluido el poema en su fase ms clara y natural, la de simple

    narracin. Hasta el presente, todo se ha mantenido en los lmites de lo explicable y

    lo real.

  • 55

    Un cuervo ha aprendido mecnicamente la nica palabra jams; habiendo huido

    de su propietario, la furia de la tempestad le obliga, a medianoche, a pedir refugio

    en una ventana donde an brilla una luz: la ventana de un estudiante que,

    divertido por el incidente, le pregunta en broma su nombre, sin esperar respuesta.

    Pero el cuervo, al ser interrogado, responde con su palabra habitual, nunca ms:

    palabra que inmediatamente suscita un eco melanclico en el corazn del

    estudiante; y ste, expresando en voz alta los pensamientos que aquella

    circunstancia le sugiere, se emociona ante la repeticin del jams. El estudiante se

    entrega a las suposiciones que el caso le inspira; mas el ardor del corazn

    humano no tarda en inclinarle a martirizarse, as mismo y tambin por una especie

    de supersticin a formularle preguntas que la respuesta inevitable, el intolerable

    "nunca ms", le proporcione la ms horrible secuela de sufrimiento, en cuanto

    amante solitario. La narracin en lo que he designado como su primera fase o fase

    natural, halla su conclusin precisamente en esa tendencia del corazn a la

    tortura, llevada hasta el ltimo extremo: hasta aqu, no se ha mostrado nada que

    pase los lmites de la realidad.

    Pero, en los temas manejados de esta manera, por mucha que sea la habilidad del

    artista y mucho el lujo de incidentes con que se adornen, siempre quedan cierta

    rudeza y cierta desnudez que daan la mirada de la persona sensible. Dos

    elementos se exigen eternamente: por una parte, cierta suma de complejidad,

    dicho con mayor propiedad, de combinacin; por otra cierta cantidad de espritu

    sugestivo, algo as como una vena subterrnea de pensamiento, invisible e

  • 56

    indefinido. Esta ltima cualidad es la que le confiere a la obra de arte el aire

    opulento que a menudo cometemos la estupidez de confundir con el ideal. Lo que

    transmuta en prosa -y prosa de la ms baja estofa-, la pretendida poesa de los

    que se denominan trascendentalistas, es justamente el exceso en la expresin del

    sentido que slo debe quedar insinuado, la mana de convertir la corriente

    subterrnea de una obra en la otra corriente, visible en la superficie.

    Convencido de ello, aad las dos estancias que concluyen el poema, porque su

    calidad sugestiva haba de penetrar en toda la narracin antecedente. La corriente

    subterrnea del pensamiento se muestra por primera vez en estos versos:

    Arranca tu pico de mi corazn y precipita tu espectro lejos de mi puerta.

    El cuervo dijo: "Nunca ms".

    Quiero subrayar que la expresin "de mi corazn" encierra la primera expresin

    potica. Estas palabras, con la correspondiente respuesta, jams, disponen el

    espritu a buscar un sentido moral en toda la narracin que se ha desarrollado

    anteriormente.

  • 57

    Entonces el lector comienza a considerar el cuervo como un ser emblemtico pero

    slo en el ltimo verso de la ltima estancia puede ver con nitidez la intencin de

    hacer del cuervo el smbolo del recuerdo fnebre y eterno.

    Y el cuervo, inmutable, sigue instalado, s

  • 58

    16 consejos

    Jorge Luis Borges

    En literatura es preciso evitar:

    1. Las interpretaciones demasiado inconformistas de obras o de personajes

    famosos. Por ejemplo, describir la misoginia de Don Juan, etc.

    2. Las parejas de personajes groseramente dismiles o contradictorios, como por

    ejemplo Don Quijote y Sancho Panza, Sherlock Holmes y Watson.

    3. La costumbre de caracterizar a los personajes por sus manas, como hace, por

    ejemplo, Dickens.

    4. En el desarrollo de la trama, el recurso a juegos extravagantes con el tiempo o

    con el espacio, como hacen Faulkner, Borges y Bioy Casares.

    5. En las poesas, situaciones o personajes con los que pueda identificarse el

    lector.

    6. Los personajes susceptibles de convertirse en mitos.

    7. Las frases, las escenas intencionadamente ligadas a determinado lugar o a

    determinada poca; o sea, el ambiente local.

  • 59

    8. La enumeracin catica.

    9. Las metforas en general, y en particular las metforas visuales. Ms

    concretamente an, las metforas agrcolas, navales o bancarias. Ejemplo

    absolutamente desaconsejable: Proust.

    10. El antropomorfismo.

    11. La confeccin de novelas cuya trama argumental recuerde la de otro libro. Por

    ejemplo, el Ulysses de Joyce y la Odisea de Homero.

    12. Escribir libros que parezcan mens, lbumes, itinerarios o conciertos.

    13. Todo aquello que pueda ser ilustrado. Todo lo que pueda sugerir la idea de ser

    convertido en una pelcula.

    14. En los ensayos crticos, toda referencia histrica o biogrfica. Evitar siempre

    las alusiones a la personalidad o a la vida privada de los autores estudiados.

    Sobre todo, evitar el psicoanlisis.

    15. Las escenas domsticas en las novelas policacas; las escenas dramticas en

    los dilogos filosficos. Y, en fin:

    16. Evitar la vanidad, la modestia, la pederastia, la ausencia de pederastia, el

    suicidio.

  • 60

    Declogo para cuentistas

    Julio Ramn Ribeyro

    1. El cuento debe contar una historia. No hay cuento sin historia. El cuento se ha

    hecho para que el lector pueda a su vez contarlo.

    La historia del cuento puede ser real o inventada. Si es real debe parecer

    inventada, y si es inventada, real.

    El cuento debe ser de preferencia breve, de modo que pueda leerse de un tirn.

    La historia contada por el cuento debe entretener, conmover, intrigar o sorprender,

    si todo ello junto, mejor. Si no logra ninguno de estos efectos, no sirve como

    cuento.

    El estilo del cuento debe ser directo, sencillo, sin aspavientos ni digresiones.

    Dejemos eso para la poesa o la novela.

    El cuento debe solo mostrar, no ensear. De otro modo sera una moraleja.

    El cuento admite todas las tcnicas: dilogo, monlogo, narracin pura y simple,

    epstola, collage de textos ajenos, etc., siempre y cuando la historia no se diluya y

    pueda el lector reducirla a su expresin oral.

  • 61

    El cuento debe partir de situaciones en las que el o los personajes viven un

    conflicto que los obliga a tomar una decisin que pone en juego su destino.

    En el cuento no debe haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es

    absolutamente imprescindible.

    El cuento debe conducir necesaria, inexorablemente a un solo desenlace, por

    sorpresivo que sea. Si el lector no acepta el desenlace es que el cuento ha fallado.

  • 62

    Notas sobre el arte de

    escribir cuentos fantsticos

    H.P. Lovecraft

    La razn por la cual escribo cuentos fantsticos es porque me producen una

    satisfaccin personal y me acercan a la vaga, escurridiza, fragmentaria sensacin

    de lo maravilloso, de lo bello y de las visiones que me llenan con ciertas

    perspectivas (escenas, arquitecturas, paisajes, atmsfera, etc.), ideas, ocurrencias

    e imgenes. Mi predileccin por los relatos sobrenaturales se debe a que encajan

    perfectamente con mis inclinaciones personales; uno de mis anhelos ms fuertes

    es el de lograr la suspensin o violacin momentnea de las irritantes limitaciones

    del tiempo, del espacio y de las leyes naturales que nos rigen y frustran nuestros

    deseos de indagar en las infinitas regiones del cosmos, que por ahora se hallan

    ms all de nuestro alcance, ms all de nuestro punto de vista. Estos cuentos

    tratan de incrementar la sensacin de miedo, ya que el miedo es nuestra ms

    fuerte y profunda emocin y una de las que mejor se presta a desafiar los cnones

    de las leyes naturales. El terror y lo desconocido estn siempre relacionados, tan

    ntimamente unidos que es difcil crear una imagen convincente de la destruccin

    de las leyes naturales, de la alienacin csmica y de las presencias exteriores sin

    hacer nfasis en el sentimiento de miedo y horror. La razn por la cual el factor

    tiempo juega un papel tan importante en muchos de mis cuentos es debida a que

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    es un elemento que vive en mi cerebro y al que considero como la cosa ms

    profunda, dramtica y terrible del universo. El conflicto con el tiempo es el tema

    ms poderoso y prolfico de toda expresin humana.

    Mi forma personal de escribir un cuento es evidentemente una manera particular

    de expresarme; quiz un poco limitada, pero tan antigua y permanente como la

    literatura en s misma. Siempre existir un nmero determinado de personas que

    tenga gran curiosidad por el desconocido espacio exterior, y un deseo ardiente por

    escapar de la morada-prisin de lo conocido y lo real, para deambular por las

    regiones encantadas llenas de aventuras y posibilidades infinitas a las que slo los

    sueos pueden acercarse: las profundidades de los bosques aosos, la maravilla

    de fantsticas torres y las llameantes y asombrosas puestas de sol. Entre esta

    clase de personas apasionadas por los cuentos fantsticos se encuentran los

    grandes maestros -Poe, Dunsany, Arthur Machen, M. R. James, Algernon

    Blackwood, Walter de la Mare; verdaderos clsicos- e insignificantes aficionados,

    como yo mismo.

    Slo hay una forma de escribir un relato tal y como yo lo hago. Cada uno de mis

    cuentos tiene una trama diferente. Una o dos veces he escrito un sueo

    literalmente, pero por lo general me inspiro en un paisaje, idea o imagen que

    deseo expresar, y busco en mi cerebro una va adecuada de crear una cadena de

    acontecimientos dramticos capaces de ser expresados en trminos concretos.

    Intento crear una lista mental de las situaciones mejor adaptadas al paisaje, idea,

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    o imagen, y luego comienzo a conjeturar con las situaciones lgicas que pueden

    ser motivadas por la forma, imagen o idea elegida.

    Mi actual proceso de composicin es tan variable como la eleccin del tema o el

    desarrollo de la historia; pero si la estructura de mis cuentos fuese analizada, es

    posible que pudiesen descubrirse ciertas reglas que a continuacin enumero:

    1) Preparar una sinopsis o escenario de acontecimientos en orden de su aparicin;

    no en el de la narracin. Describir con vigor los hechos como para hacer crebles

    los incidentes que van a tener lugar. Los detalles, comentarios y descripciones son

    de gran importancia en este boceto inicial.

    2) Preparar una segunda sinopsis o escenario de acontecimientos; esta vez en el

    orden de su narracin, con descripciones detalladas y amplias