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1 PUBLICACIONES DE LA COMISIÓN INTERNACIONAL DE HISTORIA MILITAR (CIHM) La CIHM publica los mejores trabajos presentados en los Congresos anuales de Historia Militar, bajo el nombre de Acta. Hasta la fecha el último Acta publicado es el correspondiente al XLI Congreso Internacional celebrado en Pekín (China) en el año 2015. Los Acta constituyen una fuente de primer orden académico de la Historia Militar. La CIHM también publica la Revista Internacional de Historia Militar y el Boletín Internacional de Bibliografía de Historia Militar. Además, este año se está procediendo a incluir las recensiones anuales de libros relacionados con la Historia Militar hechas por investigadores españoles colaboradores de la CEHISMI. Revista Internacional de Historia Militar Su objetivo es extender el conocimiento de los distintos aspectos de la historia militar de un país o de una región. Hasta la fecha se han publicado 94 volúmenes; el primero se publicó en París en 1939. España ha editado el 9 en 1950 y el 56 en 1984. Recientemente la CEHISMI inició una serie de trabajos anuales de investigación para estudiar la contribución de las distintas naciones a los ejércitos españoles a lo largo de la historia. Estos trabajos se publican como números de la Revista Internacional de Historia Militar. El primero de ellos, Presencia Irlandesa en la Milicia Española”, coordinado por el Vicepresidente de la CEHISMI, D. Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, comprende el número 92 y fue presentado en el CESEDEN en el mes de marzo de 2014. El segundo de los trabajos estudia la Presencia Germánica en la Milicia Española. Tiene como coordinador al investigador del CSIC y Vocal de la CEHISMI, D. Enrique García Hernán, y se corresponde con el número 93. El tercer y último volumen publicado con el número 94, trata sobre la Presencia Italiana en la Milicia Española”, coordinado por el CN. D. José Mª Blanco Núñez, Vocal de la CEHISMI y miembro de la CIHM. Ambos trabajos fueron presentados en 2015 y 2016 respectivamente. El cuarto trabajo de la serie, Presencia Militar Suiza en la Milicia Española, dirigido por el Profesor D. Guillermo Calleja Leal, Vocal de la CEHISMI, ha sido editado en abril del 2018 y será presentado en mayo del mismo año. El siguiente que será el quinto, bajo el título Presencia Militar de Flamencos y Walones en la Milicia Española, está dirigido por el Profesor D. Enrique Martínez Ruiz, Catedrático de Historia Moderna de la UCM, y coordinado por el Col. EA. D. Ignacio Matalobos González de la Vega, Secretario General de la CEHISMI. Este quinto trabajo pretende terminarse a finales del año 2017 o principios del 2018 para su posterior presentación en septiembre de dicho año.

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PUBLICACIONES DE LA COMISIÓN INTERNACIONAL DE HISTORIA MILITAR (CIHM)

La CIHM publica los mejores trabajos presentados en los Congresos anuales de Historia Militar, bajo el nombre de Acta. Hasta la fecha el último Acta publicado es el correspondiente al XLI Congreso Internacional celebrado en Pekín (China) en el año 2015. Los Acta constituyen una fuente de primer orden académico de la Historia Militar.

La CIHM también publica la Revista Internacional de Historia Militar y el

Boletín Internacional de Bibliografía de Historia Militar. Además, este año se está procediendo a incluir las recensiones anuales de libros relacionados con la Historia Militar hechas por investigadores españoles colaboradores de la CEHISMI.

Revista Internacional de Historia Militar

Su objetivo es extender el conocimiento de los distintos aspectos de la historia militar de un país o de una región. Hasta la fecha se han publicado 94 volúmenes; el primero se publicó en París en 1939. España ha editado el 9 en 1950 y el 56 en 1984.

Recientemente la CEHISMI inició una serie de trabajos anuales de investigación para estudiar la contribución de las distintas naciones a los ejércitos españoles a lo largo de la historia. Estos trabajos se publican como números de la Revista Internacional de Historia Militar. El primero de ellos, “Presencia Irlandesa en la Milicia Española”, coordinado por el Vicepresidente de la CEHISMI, D. Hugo O’Donnell y Duque de Estrada, comprende el número 92 y fue presentado en el CESEDEN en el mes de marzo de 2014.

El segundo de los trabajos estudia la “Presencia Germánica en la Milicia Española”. Tiene como coordinador al investigador del CSIC y Vocal de la CEHISMI, D. Enrique García Hernán, y se corresponde con el número 93. El tercer y último volumen publicado con el número 94, trata sobre la “Presencia Italiana en la Milicia Española”, coordinado por el CN. D. José Mª Blanco Núñez, Vocal de la CEHISMI y miembro de la CIHM. Ambos trabajos fueron presentados en 2015 y 2016 respectivamente.

El cuarto trabajo de la serie, “Presencia Militar Suiza en la Milicia Española”,

dirigido por el Profesor D. Guillermo Calleja Leal, Vocal de la CEHISMI, ha sido editado en abril del 2018 y será presentado en mayo del mismo año. El siguiente que será el quinto, bajo el título “Presencia Militar de Flamencos y Walones en la Milicia Española”, está dirigido por el Profesor D. Enrique Martínez Ruiz, Catedrático de Historia Moderna de la UCM, y coordinado por el Col. EA. D. Ignacio Matalobos González de la Vega, Secretario General de la CEHISMI. Este quinto trabajo pretende terminarse a finales del año 2017 o principios del 2018 para su posterior presentación en septiembre de dicho año.

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El sexto de la serie, se denominará “Presencia de Ingenieros Militares Extranjeros en la Milicia Española”. Estará dirigido por el Profesor D. Jesús Cantera Montenegro, UCM, y coordinado al igual que el anterior por el Col. EA. D. Ignacio Matalobos González de la Vega. Su presentación está prevista para el año 2019.

“Presencia Militar Polaca en la Milicia Española”, será el séptimo trabajo;

estará coordinado por D. Enrique García Hernán, investigador del CSIC y Vocal de la CEHISMI. Previsto para el año 2020. Boletín Internacional de Bibliografía de Historia Militar

Esta publicación periódica, que corre a cargo del Comité de Bibliografía de la Comisión Internacional de Historia Militar (CIHM), pretende difundir entre los historiadores militares y al público interesado las obras más importantes de tema histórico-militar recientemente publicadas en los países miembros. Desde que en 1978 comenzó esta multilingüe publicación, han aparecido 32 números bajo la responsabilidad final del Comité de Bibliografía.

El Boletín, que venía siendo publicado por la Comisión Suiza de Historia Militar, pasó en 2010 a ser editado por la editorial académica Brill (Boston/Leiden), que pretende convertirla en la revista científica de referencia internacional en el campo de la Historia Militar.

Recensiones

Hasta la fecha se han completado un total de 33 recensiones de libros relacionados con la Historia Militar realizadas por los investigadores: Dª. Beatriz Alonso Acero, D. Enrique García Hernán y D. Antonio J. Rodríguez Hernández.

Dichas recensiones se suben a la Web CESEDEN-CEHISMI en versión larga, corta, y versión corta traducida al inglés, esta última también se envía a la CIHM, para publicación a nivel internacional. A continuación se expone el índice de las mismas y su posterior desarrollo.

AUTOR TÍTULO PÁG.

Abulafia, David -La Guerra de los Doscientos Años. Aragón, Anjou y la lucha por el Mediterráneo.

4

Barba Lagomazzini, Juan -Hombres de armas de la República. Guerra Civil Española (1936-1939).

11

Camarero, Raquel -La Guerra de Recuperación de Cataluña (1640-1652).

17

Cañete, Hugo A. -Los Tercios en el Mediterráneo. Los sitios de Castelnuovo y Malta. -Los Tercios en América. La jornada de Brasil. Salvador de Bahía (1624-1625).

24

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3

Cerdà i Ballester, Josep -Los caballeros y religiosos de la Orden de Montesa en tiempo de los Austrias (1592-1700).

35

Cosialls Ubach, Andrés M. -Ifni. Del Tratado de Wad-Ras a su ocupación. 39 De Ayala Martínez, Carlos -Órdenes Militares. Monarquía y espiritualidad militar

en los Reinos de Castilla y León. 46

De Madariaga, Mª Rosa -En el Barranco del Lobo…Las Guerras de Marruecos.

49

Del Barrio Muñoz, José A. -Filipinas y la Guerra de Sucesión Española: Avatares y Sucesos en un Frente secundario (1701-1715).

54

Escribano Páez, José M. -El coste de la defensa. Administración y financiación militar en Navarra durante la primera mitad del siglo XVI.

60

Espino López, Antonio -Las Guerras de Cataluña. El Teatro de Marte (1652-1714).

64

García Álvarez-Coque, Arturo -Los militares de Estado Mayor en la Guerra Civil Española.

69

García Fernández, Javier -25 militares de la República. 73 González Cuerva, Rubén y de Bulnes Ibarra, Miguel A.

-Túnez 1535. Voces de una campaña europea. 82

González Sánchez, Santiago -Los recursos militares de la Monarquía castellana a comienzos del siglo XV. Las campañas del Infante D. Fernando: Setenil y Antequera (1407-1410).

89

León Sanz, Virginia -El Archiduque Carlos y los austracistas. Guerra de Sucesión y exilio.

95

Losada Malvárez, Juan C. -Historia de las guerras en España. De la conquista de Granada a la guerra de Irak.

99

Luengo Gutiérrez, Pedro -Manila, plaza fuerte (1726-1788). Ingenieros militares entre Asia, América y Europa.

102

Maffi, Davide -En Defensa del Imperio. Los Ejércitos de Felipe IV y la guerra por la hegemonía europea (1635-1659).

107

Martínez-Radio Garrido, Evaristo C.

-La alarma. Origen y evolución de un cuerpo defensivo asturiano en la Guerra de la Independencia.

111

Martínez Ruiz, Enrique -Policías y proscritos. Estado, militarismo y seguridad en la España borbónica (1700-1870).

116

Martínez Ruiz, Enrique, Pi Corrales, M. de P. y Pérez Gimena, E.

-Los presidios españoles norteafricanos en el siglo XVIII.

121

Naranjo García, Jerónimo F. -Los suboficiales del Ejército de Tierra. La memoria de los olvidados, 1931-1999.

128

Ortiz Sotelo, Jorge -La Real Armada en el Pacífico Sur. El Apostadero Naval del Callao (1746-1824).

132

Peinado Santaella, Rafael G. -Guerra Santa, cruzada y yihad en Andalucía y el reino de Granada (siglos XIII-XV).

136

Pretus, Gabriel -La ayuda humanitaria en la Guerra Civil española (1936-1939).

140

Rodríguez Hernández, Antonio José

-Breve historia de los Tercios de Flandes. 147

Ruiz Torres, Pedro -Volver a pensar el mundo de la Gran Guerra. 153 Saavedra, Mª del Carmen -La decadencia de la Monarquía hispánica en el siglo

XVII. Viejas imágenes y nuevas aportaciones. 155

4

Sánchez Saus, Rafael -Al Andalus y la cruz. La invasión musulmana. 158 Togores, Luis E. -Historia de la Legión española. La Infantería

legendaria. De África a Afganistán. 161

Torres Sánchez, Rafael -El precio de la Guerra. El Estado fiscal-militar de Carlos III (1779-1783).

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_________________________________

1.- David Abulafia: La guerra de los Doscientos Años. Aragón, Anjou y la lucha por el Mediterráneo.

Versión larga: La estratégica disposición de la península Itálica y de Sicilia en el centro del mar Mediterráneo ha propiciado que ambos territorios, de una manera bastante similar a lo ocurrido con la península Ibérica por su situación en el extremo occidental de dicho mar, haya sido a lo largo de los siglos escenario de atención e interés para las diferentes culturas y civilizaciones que se fueron desarrollando en las diversas orillas del Mare Nostrum, y que no dudaron en aproximarse a estas áreas atraídas tanto por la riqueza y variedad de los productos de sus tierras como por sus valiosas posibilidades como eje comercial y baluarte defensivo. Las tierras más meridionales de esta península Apenina, directamente conectadas a las rutas comerciales que cruzaban de un lado a otro este mar interior, formaron parte de un legado griego y romano que pervivió en cierta medida en los tiempos medievales a través de un Imperio bizantino que se enfrenta a los germanos ostrogodos y que, en el caso de Sicilia, será suplantado por llegada triunfal del islam norteafricano hasta que, en el siglo XI, sean los normandos de Roger I quienes se hagan fuertes en el gobierno de la isla. En la creación del reino de Sicilia por Roger II en 1130 arranca la narración de este sugerente y ambicioso libro que, desde su reciente aparición en el mercado español en febrero del presente año, aspira a convertirse en referencia para el conocimiento de los procesos políticos y económicos que marcan el devenir del Mediterráneo occidental durante la Baja Edad Media.

David Abulafia es un conocido historiador británico especializado en el estudio de Italia, España y el resto de potencias mediterráneas en el periodo medieval y primer Renacimiento. Descendiente de judíos sefardíes, es profesor de Historia del Mediterráneo en la Universidad de Cambridge y socio del Gonville and Caius College desde 1974, además de miembro de la British Academy y de la Academia Europæa. Desde sus primeras publicaciones, entre las que destacan The Two Italies. Economic relations between the Norman Kingdon of Sicily and the northern communes (1977), Frederick II. A medieval emperor (1988) o Commerce and Conquest in the Mediterranean, 1100-1500 (1993), a la más reciente de ellas y gran éxito de ventas, The Great Sea: a human history of the Mediterranean (2011; ed. española con el título El gran mar. Una historia humana del Mediterráneo, Crítica, 2013), Abulafia ha mostrado su interés por este mar como vertebrador de procesos políticos, sociales y económicos que influyen decisivamente en el devenir de los estados que se desarrollan en sus orillas. Sin embargo, el libro que ahora publica Pasado y Presente no es en absoluto una novedad editorial, por cuanto, como el mismo autor indica en su “Prólogo a la edición española”, vio la luz por vez primera allá por 1997 en la editorial británica Longman con el título de The Western Mediterranean Kingdoms, 1200-1500. The Struggle for Dominion. La reciente adquisición de esta editorial anglosajona por Routledge ha favorecido la reedición del libro en 2016 y su traducción por David León Gómez al español, si bien hace años ya se realizó también la traducción al italiano (I regni del Mediterraneo occidentale dal 1200 al 1500. La lotta per il dominio, Laterza, 1999). Sobre el trabajo realizado hace veinte años, Abulafia ha enmendado algunos errores, según él

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mismo indica, y ha escrito una nueva introducción a modo de “Prólogo a la edición española” (pp. 11-16), ampliando la bibliografía aparecida desde entonces en una breve “Nota sobre estudios recientes publicados fuera de España e Italia” (pp. 17-22). Y es precisamente en este prólogo y en esta nota bibliográfica donde quedan patentes algunos de los mayores aciertos y carencias del conjunto de la obra.

Interesado desde sus primeras investigaciones en la historia de la Italia meridional y de Sicilia, además de por la de la, como él llama, “corona catalanoaragonesa”, el profesor Abulafia señala que su objetivo primordial al elaborar este libro fue el de analizar este espacio geográfico “a través del prisma del conflicto entre la casa de Anjou y la de Aragón, recalcando de manera particular la aspiración de linajes en competencia a ampliar su influencia a través del Mediterráneo (...). Asimismo, dado mi interés en la historia económica de este período, y en particular en el devenir del comercio marítimo, era lógico que convirtiese el presente libro en un estudio de las conexiones no solo políticas, sino también económicas, si es que es posible separar ambas categorías” (p. 11). Política y economía son, por tanto, los ejes vertebradores de un estudio global que, con importantes aproximaciones a la historia social y cultural del período, transita por la historia del Mediterráneo occidental a lo largo de los siglos XIII al XV consiguiendo una síntesis muy completa de un largo proceso, lo que hace que esta obra presente algunas similitudes con la publicada ya hace casi siete décadas por Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, al coincidir en ambas el espacio elegido y la forma de aproximación a este marco espacial: la langue durée de la escuela francesa de los Annales. Se trata de una gran visión de un prolongado conflicto que, si bien enfrentó directamente a la casa de Anjou y a la de Aragón, en realidad lo que hizo fue rediseñar el sistema de fuerzas en la Europa bajomedieval, con relevantes consecuencias que afectaron a muchas potencias europeas, pues como el propio Abulafia reconoce en su “Prefacio a la edición original” (pp. 23-27), los acontecimientos ocurridos en Italia y España influyeron en mayor o menor medida en “regiones remotas como Francia, los Países Bajos, Grecia, el norte de África y, en ocasiones, también Alemania e Inglaterra” (p. 23). Es el marco temporal el que define la estructura del libro, estrictamente cronológica, en la que se ha optado por dividir el contenido en tres partes, correspondiente cada una de ellas a un siglo de los tres que en realidad se abordan, lo que facilita el uso de esta obra como manual universitario, algo que ha ocurrido en Estados Unidos y en la propia Italia. Además, la inclusión de una breve conclusión al final de cada uno de los once capítulos en los que se divide el libro favorece la fijación y afianzamiento de los contenidos fundamentales presentados en cada uno de ellos como telón de fondo de cada periodo, y contribuye a afianzar una metodología enfocada a un ámbito académico y pedagógico, muy accesible para un público mayoritario interesado en la temática que se plantea analizar el autor.

De acuerdo con esta estructura cronológica, la primera parte se centra en el siglo XIII (pp. 29-128), y en ella se abordan los orígenes del reino de Sicilia –que abarcaba los futuros reinos de Nápoles y de Sicilia– (capítulo 1), y el nacimiento de la corona catalanoaragonesa, con especial atención al gran auge del comercio catalán, puntal básico para que la corona consiga una rápida proyección en el Mediterráneo occidental del período (capítulo 2). Se avanza en el tiempo a través de las biografías de Carlos de Anjou, hermano menor del rey francés Luis IX y proclamado rey de Sicilia en 1266 para gran alivio del papa, hostil al dominio de los gibelinos en la isla a través de la dinastía Hohenstaufen (capítulo 3), y de Pedro III de Aragón (capítulo 4), pues como el autor defendía en su prefacio a la primera edición británica, la inclusión de esta obra en una colección de marcado interés por las semblanzas personales –dentro de la editorial Longman– le hizo adoptar un enfoque próximo al de las “vidas paralelas” de Plutarco, como fórmula ideal para establecer las imbricaciones entre los diferentes reinos de España e Italia. Será precisamente la llegada a la isla de Sicilia de la dinastía aragonesa encarnada en Pedro III, tras la revuelta conocida como las Vísperas Sicilianas que expulsa al anterior monarca francés en 1282, lo que da inicio a esta denominada “guerra

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de los Doscientos Años” que enfrenta al poder aragonés que gobierna en el territorio insular del reino, la isla de Sicilia, a la dinastía angevina que permanece al frente de los destinos de la parte peninsular del reino, Nápoles, hasta la llegada de Alfonso V en 1442. En este mismo capítulo 4 el profesor Abulafia se interesa por dilucidar cómo fue posible articular el gobierno de un rey cristiano sobre una mayoría de súbditos musulmanes y judíos, cuestión que el autor desentraña a través de la aproximación a dos figuras clave, máximos exponentes cada uno en su vertiente religiosa y creencial de los métodos y teorías que se aportan como solución para hacer posible este gobierno: Ramón Llull y Abraham Abulafia.

La segunda parte (pp. 129-211) se dedica al siglo XIV, época de profundos cambios para el autor de acuerdo con el título elegido, “La crisis del siglo XIV”, en la que otros cuatro capítulos desgranan, de nuevo alternando procesos históricos y biografías de monarcas, lo acaecido en un periodo decisivo de esta larga guerra de los Doscientos Años. El capítulo 5 ahonda en el escenario mediterráneo durante el reinado de Jaime II, periodo en el que el monarca aragonés renuncia a Sicilia en beneficio de Carlos II, aunque finalmente el Tratado de Caltabellota (1302) pondría en el trono siciliano a Federico, hermano menor del rey Jaime, quien procedería a conquistar Cerdeña, incorporada desde 1325 a la corona de Aragón. La figura de Roberto el Prudente, rey de Nápoles (1309-1343), es analizada a fondo en el capítulo 6 por el profesor Abulafia, quien lo reivindica como monarca que ha sufrido una injusta indiferencia historiográfica, y lo recupera como figura poliédrica que, además de realizar hasta seis expediciones contra Sicilia, fue un “rey sabio”, por cuanto su imbricación con el mundo de las artes y las letras fue una de sus bazas principales para vertebrar sus propaganda como candidato al trono siciliano. Los turbulentos Nápoles y Sicilia de mediados de siglo y el ascenso de la casa de Anjou-Durazzo tras el matrimonio de Juana I de Nápoles con el hermano del rey de Hungría son objetivo de análisis de un capítulo 7 que concluye con un final de centuria en el que “ambos reinos de Sicilia parecen sumidos en el caos” (p. 192). Los reinados de Pedro el Ceremonioso y Martín el Viejo, con la finalización de la casa de Barcelona a la muerte de este último y la entronización en la corona de Aragón de los Trastámara castellanos a través de Fernando I o Fernando de Antequera, proclamado en el Compromiso de Caspe (1412), forman el contenido principal del capítulo 8.

De menor extensión, la tercera parte del libro (pp. 213-272) incluye tres breves capítulos en los que, de forma quizás demasiado rápida en comparación con el detenimiento con el que se han analizado las épocas anteriores, se pasa revista a los acontecimientos que, a lo largo del siglo XV, tuvieron lugar en este espacio geográfico mediterráneo en disputa. En primer lugar (capítulo 9), se estudian los últimos tiempos del dominio angevino en Nápoles a través de las controvertidas figuras de Juana II y Renato de Anjou, y la posterior conquista del reino por Alfonso el Magnánimo en 1442, anexión que se establece como etapa fundamental de una cruzada que ha de llevar al monarca a Constantinopla y a Jerusalén con el fin de recuperar los Santos Lugares, ideal que revierte en un aumento de la presión fiscal para Cataluña y Aragón que tradicionalmente se ha estudiado como causa de decadencia pero que para el profesor Abulafia también tiene un claro sentido regenerador al potenciar las rutas comerciales entre Barcelona y Nápoles. El reinado de Ferrante en Nápoles (capítulo 10) se analiza desde todas las ópticas históricas en un estudio evolutivo y global bastante extenso, en el que se perfila un monarca que renuncia a cualquier aspiración al trono húngaro a cambio de potenciar su poder en Italia, mientras en España la recuperación aragonesa tiene un nombre propio: el de Fernando II, de cuyo matrimonio con Isabel I de Castilla y de las líneas principales de su reinado se hace un inteligente esbozo (pp. 250-258), en el que no quedan aparte temas relevantes como la expulsión de los judíos en 1492, la cuestión sucesoria, la anexión de Navarra, la conquista del reino nazarí de Granada –al que erróneamente denomina “último estado musulmán español” (p. 257)– o la proyección norteafricana de la corona de Castilla, apoyada por una corona de Aragón

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con una larga tradición comercial y consular en el continente vecino. La invasión francesa de Italia (1494-1495), con la toma de Nápoles por Carlos VIII (capítulo 11) es vista por el autor como puntal en la ambición del rey francés que ve en el sur de Italia el punto de partida de un camino que ha de llevarle a Oriente, donde desea coronarse como rey de Jerusalén. Sin embargo, la pronta entrada de los ejércitos de la Liga de Venecia, formada por Milán, Venecia, el Papado, el Sacro Imperio Romano y España, acabarán en unos años por sentenciar el dominio del sur de Italia –Nápoles y Sicilia– por parte de España, en un conflicto que se reabre a comienzos del siglo XVIII, tras el final de la guerra de Sucesión española en 1713, y no termina hasta la victoria de don Carlos, duque de Parma y futuro Carlos III, sobre los austriacos en 1734, lo que supone la recuperación de Nápoles y Sicilia para los Borbones españoles.

Diversos epígrafes conforman el cierre o colofón de este libro. En primer lugar, el autor ofrece su “Conclusión general” (pp. 273-276), en la que se traza una sugerente visión del Mediterráneo occidental como campo de batalla de dinastías rivales, terreno por el que compitieron mercaderes de diferentes naciones, y espacio en el que convergieron varias opciones religiosas monoteístas bajo el gobierno de un mismo monarca; un escenario cuya historia política durante la Baja Edad Media es la de una larga guerra de dos siglos por el dominio de Sicilia, una gran isla estratégicamente situada en medio del Mare Nostrum, con un fundamental excedente de grano, y punto básico intermedio en las comunicaciones de la Europa más occidental con el mundo más oriental, aunque finalmente, hacia 1400, se acabara convirtiendo en una “posesión de ultramar de los monarcas de España, que raras veces la visitaron con posterioridad” (p. 275). Sigue a esta conclusión el aparato crítico del libro, que se agrupa en el epígrafe “Notas” (pp. 277-308), bien equilibradas entre los diferentes capítulos y en ningún caso demasiado numerosas, de marcado contenido bibliográfico todas ellas pero sin cita expresa de los archivos consultados. Se recogen solamente títulos de obras anteriores a 1997, que es cuando se publicó por primera vez esta obra en lengua inglesa, siendo notable la escasez de bibliografía en español o catalán, a pesar de la línea historiográfica desarrollada por eminentes medievalistas en nuestro país al respecto de esta cuestión italiana, caso de Maria Teresa Ferrer i Mallol o David Igual Luis. El apartado de “Bibliografía” (pp. 309-324) no recoge los títulos en los que se apoya el ensayo de Abulafia, que ya han sido mencionados en el aparato crítico anterior, sino que tiene como objetivo ampliar los títulos publicados en relación con las cuestiones fundamentales que abarca su obra, siguiendo una estructura que va de los temas más generales a los más específicos, sin seguir orden alfabético ni cronológico, aunque sí se distingue entre fuentes primarias y secundarias. De nuevo son trabajos publicados mayoritariamente en las décadas finales del siglo XX los que nutren este apartado, con predominio de títulos en lengua inglesa, francesa e italiana y muy pocos en español o en catalán, carencia más notable en los apartados bibliográficos que dedica a temas como “La corona catalanoaragonesa en el siglo XIV” o “Los aragoneses en el siglo XV”. Esta parvedad en la bibliografía hispana es también patente en el referido apartado inicial que se dedica a ampliar los estudios aparecidos en las últimas dos décadas desde la primera edición del libro, que significativamente se ha titulado “Nota sobre estudios recientes publicados fuera de España e Italia”. Las únicas referencias a la investigación realizada en España sobre los temas que aborda en su libro se hace de forma somera en su “Prólogo a la edición española”, donde, aparte de citarse los principales grupos de investigación existentes en España sobre estas cuestiones, se mencionan algunos títulos recientes como la obra de A. Ortega Villoslada, El reino de Mallorca y el mundo atlántico, 1230-1349, o el volumen colectivo editado por L. Cifuentes, R. Salicrú y M. Villadrich, Els catalans a la Mediterrània medieval (Roma, 2015), pero, en cambio, no se cita la relevante contribución aparecida en homenaje a la recientemente fallecida profesora Ferrer i Mallol, La Corona catalano aragonesa, l’Islam i el món mediterrani, editada por J. Mutge Vives, Roser Salicrú y C. Vela (Barcelona, 2013).

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Muy reseñable resulta la inclusión de cuatro mapas: “Anjou y Aragón (h. 1380)”, “El sur de Italia (h. 1350)”, “Reinos españoles (h. 1320)”, e “Italia en 1494”, bastante útiles para seguir los procesos históricos que aborda el libro, y en los que se ha tenido en cuenta su reproducción final en blanco y negro para seguir unos determinados criterios de elaboración. De igual manera se incluyen cuatro valiosos árboles genealógicos, relativos a los reyes normandos de Sicilia y la casa de Hohenstaufen, casa de Barcelona, casa de Anjou y casa de Aragón-Nápoles, fundamentales para una mejor comprensión de las dinastías que transitan por las páginas de un libro en el que la explicación de los acontecimientos que tuvieron lugar en diferentes escenarios a lo largo de tres siglos se aborda en buena medida a través de las líneas biográficas de los monarcas de las estirpes en litigio. Un breve pero práctico Índice alfabético (pp. 337-346), de contenido onomástico y toponímico, cierra un libro escrito con la maestría de quien conoce sobradamente la materia que analiza y ha digerido, valorado y seleccionado de forma sagaz la vasta información de que dispone, de ahí que sea capaz de sintetizar en las breves conclusiones, de una o dos páginas, que cierran cada capítulo, todo el contenido que ha desarrollado previamente, condensando las claves de cada epígrafe. La erudición del profesor Abulafia, fruto de una dilatada trayectoria investigadora con una importante producción bibliográfica centrada en los procesos políticos y económicos que caracterizan al Mediterráneo occidental y central de la Baja Edad Media, se combina con su prosa ágil y de sencilla lectura, capaz de hacer amena al lector su incursión en un estudio evolutivo largo y complejo, en el que el enfrentamiento de dos siglos entre dinastía angevina y la corona de Aragón por el dominio de Sicilia queda enmarcado en una visión global de la política europea de la época, donde otros actores fundamentales como Castilla, Francia, Bizancio, el Sacro Imperio, el papado, y hasta el norte de África o el Imperio otomano, tienen un papel prioritario que no escapa al análisis del autor.

Versión corta: David Abulafia, historiador británico especializado en el estudio de Italia, España y el resto de potencias mediterráneas en el periodo medieval y primer Renacimiento, autor de obras como The Two Italies. Economic relations between the Norman Kingdon of Sicily and the northern communes (1977), Frederick II. A medieval emperor (1988), Commerce and Conquest in the Mediterranean, 1100-1500 (1993), o la más reciente, The Great Sea: a human history of the Mediterranean (2011; ed. española con el título El gran mar. Una historia humana del Mediterráneo, Crítica, 2013), ha mostrado su interés por este mar como vertebrador de procesos políticos, sociales y económicos que influyen decisivamente en el devenir de los estados que se desarrollan en sus orillas. El libro que ahora publica Pasado y Presente no es una novedad editorial, por cuanto, como el mismo autor indica en su “Prólogo a la edición española”, vio la luz por vez primera allá por 1997 en la editorial británica Longman con el título de The Western Mediterranean Kingdoms, 1200-1500. The Struggle for Dominion. La reciente adquisición de esta editorial anglosajona por Routledge ha propiciado la reedición del libro en 2016 y su traducción por David León Gómez al español. Sobre el trabajo realizado hace veinte años, Abulafia ha enmendado algunos errores, según él mismo indica, y ha escrito una nueva introducción a modo de “Prólogo a la edición española” (pp. 11-16), ampliando la bibliografía aparecida desde entonces en una breve “Nota sobre estudios recientes publicados fuera de España e Italia” (pp. 17-22).

Política y economía son los ejes vertebradores de un estudio global que, con importantes aproximaciones a la historia social y cultural del período, transita por la historia del Mediterráneo occidental a lo largo de los siglos XIII al XV, consiguiendo una síntesis muy completa de un largo proceso, lo que hace que esta obra presente algunas similitudes con la publicada ya hace casi siete décadas por Fernand Braudel, El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe II, al coincidir en ambas el espacio elegido y la forma de aproximación a este marco espacial: la langue duree de la escuela francesa de los Annales. Se trata de una gran visión de un prolongado conflicto que, si bien enfrentó directamente a la casa de Anjou y a la de Aragón, en

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realidad lo que hizo fue rediseñar el sistema de fuerzas en la Europa bajomedieval, con relevantes consecuencias que afectaron a muchas potencias europeas. Es el marco temporal el que define la estructura del libro, estrictamente cronológica. La primera parte se centra en el siglo XIII (pp. 29-128), y en ella se abordan los orígenes del reino de Sicilia y el nacimiento de la corona catalanoaragonesa. Se avanza en el tiempo a través de las biografías de Carlos de Anjou y de Pedro III de Aragón. Será la llegada a la isla de Sicilia de la dinastía aragonesa encarnada en Pedro III, tras la revuelta conocida como las Vísperas Sicilianas que expulsa al anterior monarca francés en 1282, lo que da inicio a esta denominada “guerra de los Doscientos Años” que enfrenta al poder aragonés que gobierna en el territorio insular del reino, la isla de Sicilia, a la dinastía angevina que permanece al frente de los destinos de la parte peninsular del reino, Nápoles, hasta la llegada de Alfonso V en 1442. La segunda parte (pp. 129-211) se dedica al siglo XIV, y otros cuatro capítulos desgranan, de nuevo alternando procesos históricos y biografías de monarcas, lo acaecido en un periodo decisivo de esta larga guerra: el escenario mediterráneo durante el reinado de Jaime II, la figura de Roberto el Prudente, rey de Nápoles (1309-1343), los turbulentos Nápoles y Sicilia de mediados de siglo y el ascenso de la casa de Anjou-Durazzo tras el matrimonio de Juana I de Nápoles con el hermano del rey de Hungría, y los reinados de Pedro el Ceremonioso y Martín el Viejo, con la finalización de la casa de Barcelona a la muerte de este último y la entronización en la corona de Aragón de los Trastámara castellanos. La tercera parte del libro (pp. 213-272) incluye tres breves capítulos en los que se pasa revista a los acontecimientos que, a lo largo del siglo XV, tuvieron lugar en este espacio geográfico mediterráneo en disputa: los últimos tiempos del dominio angevino en Nápoles a través de las controvertidas figuras de Juana II y Renato de Anjou, la posterior conquista del reino por Alfonso el Magnánimo en 1442, el reinado de Ferrante en Nápoles, la recuperación aragonesa y la invasión francesa de Italia (1494-1495), con la toma de Nápoles por Carlos VIII.

En la “Conclusión general” (pp. 273-276) se traza una sugerente visión del Mediterráneo occidental como campo de batalla de dinastías rivales, terreno por el que compitieron mercaderes de diferentes naciones, y espacio en el que convergieron varias opciones religiosas monoteístas bajo el gobierno de un mismo monarca. Sigue a esta conclusión el aparato crítico del libro, en el epígrafe “Notas” (pp. 277-308), bien equilibradas entre los diferentes capítulos y en ningún caso demasiado numerosas, de marcado contenido bibliográfico todas ellas pero sin cita expresa de los archivos consultados. Se recogen solamente títulos de obras anteriores a 1997, siendo notable la escasez de bibliografía en español o catalán. El apartado de “Bibliografía” (pp. 309-324) no incluye los títulos en los que se apoya el ensayo de Abulafia, ya mencionados en el aparato crítico anterior, sino que amplía los títulos publicados en relación con las cuestiones fundamentales que abarca su obra, siguiendo una estructura que va de los temas más generales a los más específicos, sin seguir orden alfabético ni cronológico y de nuevo con evidente parvedad en la bibliografía hispana, también patente en el referido apartado inicial que se dedica a ampliar los estudios aparecidos en las últimas dos décadas desde la primera edición del libro. Las únicas referencias a la investigación realizada en España sobre los temas que aborda en su libro se hace de forma somera en su “Prólogo a la edición española”, donde, aparte de citarse los principales grupos de investigación existentes en España sobre estas cuestiones, se mencionan algunos títulos recientes. Muy reseñable resulta la inclusión de cuatro mapas, útiles para seguir los procesos históricos que aborda el libro, y de cuatro árboles genealógicos, fundamentales para una mejor comprensión de las dinastías que transitan por las páginas de un libro en el que la explicación de los acontecimientos que tuvieron lugar en diferentes escenarios a lo largo de tres siglos se aborda a través de las líneas biográficas de los monarcas de las estirpes en litigio. Un breve pero práctico Índice alfabético (pp. 337-346) cierra un libro escrito con la maestría de quien conoce sobradamente la materia que analiza y ha digerido, valorado y seleccionado de forma

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sagaz la vasta información de que dispone, de ahí que sea capaz de sintetizar en las breves conclusiones, de una o dos páginas, que cierran cada capítulo, todo el contenido que ha desarrollado previamente. La erudición del profesor Abulafia, fruto de una dilatada trayectoria investigadora con una importante producción bibliográfica centrada en los procesos políticos y económicos que caracterizan al Mediterráneo occidental y central de la Baja Edad Media, se combina con su prosa ágil y de sencilla lectura, capaz de hacer amena al lector su incursión en un estudio evolutivo largo y complejo.

Versión traducida: The Two Hundred Years’ War: Aragon, Anjou and the Battle for the Mediterranean. David Abulafia, a British historian specialised in Mediterranean powers such as Italy and Spain in the medieval period and the Early Renaissance, has long shown his interest in the Mediterranean Sea as a fulcrum for the political, social, and economic processes that decisively influenced the destinies of the states along its shores. Abulafia is also the author of such works as Two Italies: Economic Relations between the Norman Kingdom of Sicily and the Northern Communes (1977); Frederick II: A Medieval Emperor (1988); Commerce and Conquest in the Mediterranean, 1100-1500 (1993); or most recently, The Great Sea: A Human History of the Mediterranean (2011). The Spanish-language edition of the book now published by Pasado y Presente is not new; as the author says in his “Prologue to the Spanish Edition”, it was first brought out in 1997 by the British publisher Longman, under the title The Western Mediterranean Kingdoms, 1200-1500: The Struggle for Dominion (1997). Longman’s recent acquisition by Routledge led to the book’s reedition in 2016, and its translation into Spanish by David León Gómez. Abulafia has amended some errors in his 20-year-old work, as he himself indicates, and has written a new introduction (pp. 11-16), as well as expanding the bibliography that has appeared since then in a brief “Note on recent studies published outside of Spain and Italy” (pp. 17-22).

Politics and economics are the cornerstones of a comprehensive study that, with important contributions to the social and cultural history of the period, goes through the history of the western Mediterranean from the 13th to the 15th centuries, achieving a very complete synthesis of a long process. This is similar to the approach taken nearly seven decades ago by Fernand Braudel in The Mediterranean and the Mediterranean World in the Age of Philip II, given that both the chosen space and the approach to this spatial framework coincide: the longue durée of the French Annales school of historiography. It is a grand vision of a prolonged conflict, on the surface pitching the house of Anjou against that of Aragon, but which in reality redesigned the system of forces in late medieval Europe, with a major impact on many European powers. The book follows a strictly chronological structure. The first part focuses on the 13th century (pp. 29-128), dealing with the origins of the Kingdom of Sicily and the emergence of the Crown of Aragon-Catalonia, then advances in time through the biographies of Charles of Anjou and Peter III of Aragon. The arrival on the island of Sicily of the Aragonese dynasty embodied in Peter III, after the revolt known as the Sicilian Vespers that expelled the previous French monarch in 1282, gave rise to what came to be called the Two Hundred Years’ War between the Kingdom of Aragon, which also governed the island territory of Sicily, and the Angevin dynasty, which remained in control of Naples, the peninsular part of the Kingdom of Sicily, until the arrival of Alfonso V in 1442. The second part of the book (pp. 129-211) focuses on the 14th century, and four other chapters examine—again, alternating historical processes and biographies of monarchs—what happened during a decisive period of this long war: the Mediterranean theatre during the reign of James II; the figure of Robert the Wise, King of Naples (1309-1343); the turbulent Naples and Sicily of the mid-14th century; the ascent of the house of Anjou-Durazzo after the marriage of Joanna I of Naples to the brother of the King of Hungary; and the reigns of Peter the Ceremonious and Martin the Elder, with the extinction of the house of Barcelona upon the death of the latter, leading to the Castilian house of Trastamara taking control of the Crown of Aragon. The third part of the book (pp. 213-272) includes

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three brief chapters in which the events that took place during the 15th century in this disputed Mediterranean geographical space are reviewed: the last days of the Angevin domination in Naples, through the controversial figures of Joanna II and René of Anjou; the subsequent conquest of that kingdom by Alfonso the Magnanimous in 1442; the reign of Ferrante in Naples; the Aragonese recovery; and the French invasion of Italy (1494-1495), with the capture of Naples by Charles VIII.

The “General Conclusion” (pp. 273-276) sketches out a fascinating vision of the western Mediterranean as a battlefield of rival dynasties, a land for which merchants from different nations competed, and a space in which various monotheistic religions converged under the rule of the same monarch. This conclusion is followed by the book’s footnotes (pp. 277-308), well balanced amongst the different chapters and in no case too numerous, all with a marked bibliographic content but without an express citation of the archives consulted. Only titles of works prior to 1997 are reflected, being notable the scarcity of references in Spanish or Catalan. The bibliography (pp. 309-324) does not include the titles on which Abulafia’s book is based, already mentioned in the footnotes, but it extends to the titles published in relation to the fundamental issues covered in his work, following a structure that goes from the most general topics to the most specific, following neither alphabetical nor chronological order—and again, with an obvious scarcity of bibliography in Spanish, also evident in the aforementioned section devoted to expanding on the studies that have appeared in the last two decades since the first edition of the book. Only very brief references to research carried out in Spain are made in the author’s "Prologue to the Spanish Edition", where, apart from citing the main research groups in Spain working on these issues, some recent titles are mentioned. Very notable is the inclusion of four maps, useful for tracking the historical processes addressed in the book, and four family trees, key to a better understanding of the dynasties parading through its pages, given that events taking place in different places over three centuries are largely addressed through the biographies of monarchs from these warring dynasties. A brief but practical alphabetical index (pp. 337-346) closes a book written with the mastery of someone with in-depth knowledge of the subject being analysed and who has wisely selected, from the vast information he has amassed, the concise conclusions of one or two pages that close each chapter, synthesising everything developed in more detail previously. Professor Abulafia’s erudition, the result of a long research career with many major publications focused on the political and economic processes that characterise the western and central Mediterranean of the Late Middle Ages, is enhanced by his agile and readable prose, giving the reader an enjoyable incursion into a long and complex evolutionary study.

2.- Juan Barba Lagomazzini: Hombres de armas de la República. Guerra Civil Española 1936-1939.

Versión larga: El autor de esta importante contribución es el Comandante Juan Barba Lagomazzini. El libro recoge 230 biografías de militares profesionales leales a la II República durante la Guerra Civil. Nos encontramos principalmente ante el gran problema de determinar quiénes fueron realmente leales por convicción a la República a lo largo de toda la contienda, como fue el comunista Luis Barceló Jover, ascendido a coronel por Negrín, y sobre todo si todos los realmente leales participaron activamente o fueron relegados. Acaso, de cara a hacer una lista, además de contar con la base de datos del Ministerio de los militares de la República, había que comenzar por la Asociación de Militares Profesionales Leales a la República, en México a partir de 1940, cuyos boletines resultarían útiles para una identificación. Era una lucha a la defensiva dirigida casi hasta el final por civiles (la República no declaró el estado de guerra hasta enero de 1939) contra militares profesionales, donde se pasó de la disolución del ejército a la formación de uno nuevo bajo mando del Ministro de Defensa casi al mismo tiempo

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que Franco era nombrado Generalísimo, por tanto, ambos con mando único casi al mismo tiempo, pero uno civil y otro militar.

Dado que es difícil por la misma naturaleza de la guerra determinar sobre las verdaderas motivaciones de lealtad, el autor ha seleccionado a mi juicio sin un criterio predeterminado a 230 protagonistas en distinto grado, que ciertamente podrían ser más o menos, según avancen las investigaciones como el autor reconoce. En los últimos años ha habido intentos de realizar estudios biográficos de militares republicanos, como el de Teresa Suero Roca con Julio Busquets (1981) y el coordinado por Javier García Fernández (2011), así como el diccionario de militares masones de Manuel de Paz Sánchez (2004), de modo que se van conociendo bien los estados mayores republicanos, pero, paradójicamente, no contamos con estudios serios y científicos de los estados mayores de los sublevados. Por otro lado, un estudio más o menos completo de la historia del ejército republicano la podemos encontrar en Ramón Salas (2006), Michael Alpert (2007) y Carlos Engel, (2008), donde en muchos casos aparecen en su contexto los biografiados aquí seleccionados. Por tanto, nos encontramos con una contribución importante que ayuda a poner en contexto a numerosos conocidos y a otros muchos innominados, quizá por eso el autor pasa por biografías de apenas 7 líneas a verdaderos pequeños artículos de 8 páginas.

Este libro no es un estudio biográfico de militares de la República durante la Guerra Civil, más bien es una contribución prosopográfica porque abarca la biografía entera del militar y no su acción concreta durante la guerra y sus consecuencias positivas o negativas, pero carece del estudio propio de la prosopografía, como, para un caso parecido, hizo Pedro Luis Pérez Frías para las elites militares de Alfonso XIII (2013), con un estudio de 1.202 generales de 1902 a 1931. Es decir, no es un trabajo de historia militar, sino de la historia de algunos de los militares, toda vez que el autor no hace un análisis de esas biografías, de lo que significaron en su conjunto, es decir, en el origen, desarrollo y final de la guerra civil, y los lazos comunes que les unían, familiares, geográficos, su presencia en el ejército y relación con la sociedad, etc. Esto no quiere decir que no tenga un gran valor científico, al contrario, es una gran aportación, pero más en el campo de ayuda a la investigación, tipo diccionario, como instrumento de trabajo, de ahí que el título confunda un poco al lector.

Es difícil hacer una selección de militares “republicanos” de cuerpo entero, porque las lealtades cambiaron en muchas ocasiones, dependiendo de las circunstancias, geográficas, personales, profesionales, religiosas, etc. Así, por ejemplo, Puell de la Villa estima (Julio, 1936, ¿un ejército dividido?, 2012), que tan solo un 24% permaneció leal a la República. Recientemente Angel Bahamonde (Madrid 1939) estima en un 15% los militares leales a la República, mientras que Arturo García Álvarez-Coque (tesis doctoral, 2017) dice que de los 504 oficiales de Estado Mayor en julio de 1936, permanecieron leales el 22% en el Ejército Popular Republicano. Por otro lado, nos encontramos con los que no juraron fidelidad en 1931, los que forzosamente cesaron y que algunos pasaron a los sublevados, más lo que según la ley Azaña pasaron a reserva voluntaria más luego los forzosos para completar el cupo previsto. Se estima que serían aproximadamente más de 5.000 oficiales, algunos de los cuales se presentaron voluntarios en la revolución de 1934 y durante la sublevación de 1936 y a lo largo de la guerra, algunos se incorporaron a la República, como el capitán de carabineros Mariano Bueno Ferrer. De hecho, generales sin mando fueron Sanjurjo y Kindelán, aunque no se conoce caso de generales sin mando que se unieran a la República como activos. También habría que considerar las diferentes asociaciones de militares, la Unión Militar Española (Barba Hernández, Valentín Galarza, Goded, etc), y sus contrarias, la Unión

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Militar Republicana (Queipo de Llano, López de Ochoa, Jiménez Orge, etc) y posterior Unión Militar Republicana Antifascista, aunque es difícil por falta de información y dado que algunos cambiaron de bando, a no ser que se acudiera a fondos paralelos, como el judicial del Archivo General e Histórico de la Defensa, y a los Tribunales Militares Republicanos en la Causa General. Para un estudio biográfico hay que acudir también a los archivos privados, como los realizados por Federico Martínez Roda (Varela: el general antifascista de Franco) y Antonio Atienza Peñarrocha (Africanistas y junteros: el ejército español en África y el Oficial José Enrique Varela Iglesias), o las obras biográficas clásicas de generales como Aguilera, Weyler, Herrera, Queipo de Llano, Mola, Dávila, Sanjurjo, Astray, Campins, Batet, etc.

Todo esto nos introduce en el campo de las idealizaciones y clarificaciones. En este sentido, por ejemplo, Fermín Galán Rodríguez y Angel García Hernández fueron los mártires militares de la República, así considerados oficialmente apenas proclamada esta. Y Queipo de Llano, uno de los directores de la Asociación Militar Republicana, fue ascendido de general de brigada a capitán general el 15 de abril de 1931 como premio a su inestimable ayuda, así como nombrado Jefe del Cuarto Militar del Presidente de la República (con quien tendrá parentesco); al igual que al ascendido a capitán general José Riquelme y a Ramón Franco, que fue nombrado ese mismo día, Director de Aeronáutica. Al mismo tiempo Azaña, entre la noche del 14 y el 15 de abril, cesó a todos los mandos sospechosos de fidelidad monárquica, como los capitanes generales Federico Berenguer, Jorge Fernández de Heredia, Eladio Pin Ruano, Ignacio Despujol y Sabater, y al teniente general Leopoldo Saro Marín. Y los sustituía en el mismo acto por Miguel Cabanellas Ferrer, Leopoldo Ruiz Trillo y Eduardo López de Ochoa. El autor no considera a estos últimos en su lista, ni tampoco evidentemente a Queipo de Llano ni a Ramón Franco, ni tampoco a Goded (por razones obvias, pese a que fue Jefe del Estado Mayor con Azaña), aunque sí a José Riquelme.

El tema de la selección, a cualquier historiador de ayer y de hoy que debiera hacerlo le resultaría complicado. Lo hizo el capitán de la UMRA Eleuterio Díaz-Tendero en el Gabinete de Información y Control, el 25 de noviembre de 1936, y prácticamente le resultó imposible conocer con certeza la situación, tema estudiado magníficamente por Alpert (2007). De hecho, Día-Tendero se equivocó muchas veces, quizá el error más famoso fue el del general José Aranguren, a quien Díaz-Tendero le puso una “F” de fascista. Pero esto pasaba incluso con familias. El propio Aranguren tuvo un hijo capitán en las tropas de Franco, como el hijo del general José Asensio, quizá todo un reflejo de lo que pasó en la sociedad, cuando los hijos de los Defensores de la República de 1931 (Ortega, Marañón y Ayala) acabaron en el ejército sublevado. Así, por ejemplo, de los cinco hijos militares del general Enrique Ruiz-Fornells, subsecretario de Azaña, uno murió antes de la guerra, pero dos lucharon en cada bando. Diría que a todos les repugnaba tener que luchar contra un compañero de armas, alguien que podía ser no solo familiar con lazos de sangre, sino que estaban dentro de la familia militar. Y se podría llegar al culmen entre Ramón Franco y Francisco Franco, porque realmente fue una guerra fratricida.

En este sentido, también la selección nos arroja luz sobre algunos mitos, como que los sublevados eran los africanistas, hay que tener en cuenta que la guerra había terminado en 1927 y aunque muchos oficiales habían pasado por Marruecos los mandos intermedios eran tenientes, capitanes y comandantes que no llegaron a pisar suelo africano. Y no todos los alzados habían estado en África, como Valentín Galarza, a quien Azaña tenía por el más peligroso. Los mandos superiores permanecieron en su mayoría leales 85 frente a 30, pero no así con los intermedios. En cuanto al generalato (3

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tenientes generales, 24 generales de división, 58 generales de brigada), elevados durante la República fueron 8 generales de división y 45 generales de brigada. El autor ha seleccionado solo 11 generales de brigada. Alzados con mando fueron en total 30, por lo que hubo muchas más fieles a la República o neutrales que merecen ser rescatados, como, por citar algunos, García Aldave, que pese a decirse fiel fue fusilado en octubre junto a otros oficiales. Es lo que Julio Merino calificó como tragedia de los generales de 1936 (1985). Algo parecido pasa con el Cuarto Militar del Presidente de la República, aunque está el general Batet falta su ayudante el general Rodríguez González, que fue uno de los alzados. Y respecto a los fusilados, aunque todavía sigue habiendo confusión y diversidad de criterios, se calcula que hubo 40 generales asesinados, 10 en zona nacional y 30 en zona republicana.

Se podían haber tenido en cuenta los diferentes gabinetes militares de Azaña, Miaja, Giral, Hernández Saravia, Largo Caballero, Negrín. Del famoso Gabinete Militar de Azaña, al que Mola llamaba Gabinete Negro, de los cinco componentes, entre los biografiados solo figuran dos: Juan Hernández Saravia y Guillermo Azcárate Gómez, y faltan Angel Riaño Herrero, Antonio Vidal Lóriga y José de Armas Guirlanda. Y respecto a los ministros de guerra de 1931 a 1936, sus respectivos gabinetes de militares profesionales (Carlos Masquelet, Molero Lobo, Miaja)

Mejor selección es que la se hace respecto a oficiales que participaron en la Junta de Defensa de febrero de 1939, presidida por Negrín, con los generales Miaja, Matallana, Casado, Menéndez, Escobar, Bernal, el almirante Buiza y los coroneles Moriones y Camochos. Todos ellos aparecen en la lista de nuestro autor, si bien, como es sabido, Casado dio el golpe de gracia a la República. Es oportuna a mi juicio la inclusión de solo los que fueron militares españoles profesionales, aunque los que se formaron y ascendieron ya una vez creado el Ejercito Popular Republicano se pueden considerar profesionales. Con razón dice el autor que fue casi un milagro “el hecho de que la República, sin un mando único, ni ejército cohesionado, además de dividido por rivalidades de consideración política, aguantase casi tres años” (p.24). A través de estas biografías se conocen multitud de pequeños detalles de la guerra, diversos comportamientos, y sobre todo hace referencia al exilio y el destino de muchos de estos militares en otros países. Así, me parece interesante la afirmación de que la actitud del radiotelegrafista Benjamín Balboa fue causa de la supremacía republicana en el mar durante un tiempo.

Acude fundamentalmente a documentación oficial (Anuario Militar, Colección Legislativa del Ejército y la Gaceta) pero también los diarios oficiales del Ministerio de la Guerra y del Ejército contienen también importante información biográfica. Hubiera venido bien una selección de los que han escrito sus memorias (inéditas o publicadas) o que han dejado documentación privada accesible en archivos públicos y privados. Dado que iniciada la guerra el ejército republicano no hizo hojas de servicios, resulta realmente complicado reconstruir sus biografías militares durante el período bélico, de ahí el mayor mérito del libro, que se hubiera enriquecido acudiendo al gran archivo privado de Vicente Rojo en el Archivo Histórico Nacional. El autor ha hecho un esfuerzo grande, no ya solo en la selección, sino en la reconstrucción biográfica, en la mayor parte de los casos incluye la fotografía. Adjunta cinco interesantes anexos, el informe del teniente coronel Francisco Buzón Llanes de noviembre de 1937, la carta del coronel Orozco sobre los soviets infiltrados en los cuarteles de enero de 1931, la carta de Burguete a Queipo de Llano, una entrevista del gobernador de Guipúzcoa, y el Bando de la República declarando el estado de guerra. Lleva, además, bibliografía y un índice onomástico muy útil.

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Versión corta: El autor de esta importante contribución es el Comandante Juan Barba Lagomazzini. El libro recoge 230 biografías de militares profesionales leales a la II República durante la Guerra Civil. Nos encontramos principalmente ante el gran problema de determinar quiénes fueron realmente leales por convicción a la República a lo largo de toda la contienda, como fue el comunista Luis Barceló Jover, ascendido a coronel por Negrín, y sobre todo si todos los realmente leales participaron activamente o fueron relegados. Acaso, de cara a hacer una lista, además de contar con la base de datos del Ministerio de los militares de la República, había que comenzar por la Asociación de Militares Profesionales Leales a la República, en México a partir de 1940, cuyos boletines resultarían útiles para una identificación. Era una lucha a la defensiva dirigida casi hasta el final por civiles (la República no declaró el estado de guerra hasta enero de 1939) contra militares profesionales, donde se pasó de la disolución del ejército a la formación de uno nuevo bajo mando del Ministro de Defensa casi al mismo tiempo que Franco era nombrado Generalísimo, por tanto, ambos con mando único casi al mismo tiempo, pero uno civil y otro militar.

Dado que es difícil por la misma naturaleza de la guerra determinar sobre las verdaderas motivaciones de lealtad, el autor ha seleccionado a mi juicio sin un criterio predeterminado a 230 protagonistas en distinto grado, que ciertamente podrían ser más o menos, según avancen las investigaciones como el autor reconoce. En los últimos años ha habido intentos de realizar estudios biográficos de militares republicanos, como el de Teresa Suero Roca con Julio Busquets (1981) y el coordinado por Javier García Fernández (2011), así como el diccionario de militares masones de Manuel de Paz Sánchez (2004), de modo que se van conociendo bien los estados mayores republicanos, pero, paradójicamente, no contamos con estudios serios y científicos de los estados mayores de los sublevados. Por otro lado, un estudio más o menos completo de la historia del ejército republicano la podemos encontrar en Ramón Salas (2006), Michael Alpert (2007) y Carlos Engel, (2008), donde en muchos casos aparecen en su contexto los biografiados aquí seleccionados. Por tanto, nos encontramos con una contribución importante que ayuda a poner en contexto a numerosos conocidos y a otros muchos innominados, quizá por eso el autor pasa por biografías de apenas 7 líneas a verdaderos pequeños artículos de 8 páginas.

Este libro no es un estudio biográfico de militares de la República durante la Guerra Civil, más bien es una contribución prosopográfica porque abarca la biografía entera del militar y no su acción concreta durante la guerra y sus consecuencias positivas o negativas, pero carece del estudio propio de la prosopografía, como, para un caso parecido, hizo Pedro Luis Pérez Frías para las elites militares de Alfonso XIII (2013), con un estudio de 1.202 generales de 1902 a 1931. Es decir, no es un trabajo de historia militar, sino de la historia de algunos de los militares, toda vez que el autor no hace un análisis de esas biografías, de lo que significaron en su conjunto, es decir, en el origen, desarrollo y final de la guerra civil, y los lazos comunes que les unían, familiares, geográficos, su presencia en el ejército y relación con la sociedad, etc. Esto no quiere decir que no tenga un gran valor científico, al contrario, es una gran aportación, pero más en el campo de ayuda a la investigación, tipo diccionario, como instrumento de trabajo, de ahí que el título confunda un poco al lector. A través de estas biografías se conocen multitud de pequeños detalles de la guerra, diversos comportamientos, y sobre todo hace referencia al exilio y el destino de muchos de estos militares en otros países. Así, me parece interesante la afirmación de que la actitud del radiotelegrafista Benjamín Balboa fue causa de la supremacía republicana en el mar durante un tiempo.

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Acude fundamentalmente a documentación oficial (Anuario Militar, Colección Legislativa del Ejército y la Gaceta) pero también los diarios oficiales del Ministerio de la Guerra y del Ejército contienen también importante información biográfica. Hubiera venido bien una selección de los que han escrito sus memorias (inéditas o publicadas) o que han dejado documentación privada accesible en archivos públicos y privados. Dado que iniciada la guerra el ejército republicano no hizo hojas de servicios, resulta realmente complicado reconstruir sus biografías militares durante el período bélico, de ahí el mayor mérito del libro, que se hubiera enriquecido acudiendo al gran archivo privado de Vicente Rojo en el Archivo Histórico Nacional. El autor ha hecho un esfuerzo grande, no ya solo en la selección, sino en la reconstrucción biográfica, en la mayor parte de los casos incluye la fotografía. Adjunta cinco interesantes anexos, el informe del teniente coronel Francisco Buzón Llanes de noviembre de 1937, la carta del coronel Orozco sobre los soviets infiltrados en los cuarteles de enero de 1931, la carta de Burguete a Queipo de Llano, una entrevista del gobernador de Guipúzcoa, y el Bando de la República declarando el estado de guerra. Lleva, además, bibliografía y un índice onomástico muy útil.

Versión traducida: Men at Arms of the Republic. The Spanish Civil War 1936-1939. Republican Soldier Biographies. The author of this important contribution is Major Juan Barba Lagomazzini. The work is composed of 230 biographies of military professionals loyal to the Second Republic during the Spanish Civil War. The main problem that we face is determining who was truly, unshakably loyal to the Republic throughout the war—such as the Communist Luis Barceló Jover, promoted to Colonel by Negrín—and especially whether those who were loyal actively participated or remained on the side-lines. In order to produce a list, in addition to using the Ministry database of soldiers of the Republic, it was perhaps necessary to begin with the Association of Military Professionals Loyal to the Republic, located in Mexico following 1940, whose bulletins would prove useful for identification. It was a defensive struggle overseen almost entirely by civilians (the Republic did not declare a state of war until January 1939), pitted against a professional military. The dissolution of the Army and the formation of a new one under the command of the Ministry of Defence occurred at almost exactly the same time that Franco was appointed “Generalísimo”; therefore both were under sole command at the same time, but one was a civilian command whilst the other was military.

Due to the nature of the war, it is difficult to determine the real reasons for loyalty. The author has therefore selected, to my mind with no specific criterion, 230 people who played roles of varying importance, although this could be more or less as research advances, as the author acknowledges. In recent years, there have been attempts to carry out biographical studies of Republican soldiers, such as that of Teresa Suero Roca with Julio Busquets (1981), and that carried out by Javier García Fernández (2011). In addition, there is the dictionary of military freemasons by Manuel de Paz Sánchez (2004). As a result, we are increasingly knowledgeable of the Republican command structure, but there are paradoxically no serious and scientific studies of the Nationalist command. Moreover, more or less complete studies of the history of the Republican Army can be seen in the works of Ramón Salas (2006), Michael Alpert (2007) and Carlos Engel (2008), in which many of the people whose lives are described in this book also appear. This is therefore an important contribution, which helps put many renowned or unknown figures into context, which is perhaps why the author includes biographies ranging from 7 lines to small articles stretching over 8 pages.

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This book is not a biographical study of the soldiers of the Republic during the Civil War, but rather a prosopographic contribution, given that it covers the entire life story of the each specific soldier, and not his specific actions during the war or any positive or negative consequences. However, it lacks true prosopographic study when compared to similar cases, such as the work of Pedro Luis Peréz on the military elite of Alfonso XIII (2013), a study of 1,202 generals from 1902 to 1931. In short, it is not a work of military history, but instead a history of selected soldiers, not least as the author does not analyse these biographies as a whole, that is in relation to the origin, progress and end of the Civil War, and the common links that united them, such as family, geography, presence in the Army, relationship with society etc. This is not to say that it does not have great scientific value; on the contrary, it is a great contribution, but more in the field of research support, as a dictionary or a working tool, and hence the title may confuse the reader somewhat. These biographies reveal many small details of the war and diverse deeds, and above all they touch on the exile and fate of many of these soldiers in other countries. In this regard, I find interesting the affirmation that the conduct of the radio operator Benjamin Balboa was the cause of Republican naval supremacy for a time.

The work fundamentally draws from official documentation (Military Yearbook, Legislative Collection of the Army and Gazette), but official Ministry of War and Army journals also contain important biographical information. It would have been useful to include a list of those who have written memoirs (published or unpublished), or those that have left private documentation that is available in public or private collections. Given that at the start of the war the Republican Army did not produce individual service sheets, reconstructing the biographies of its servicemen during the war is complicated, and therein lies indeed the greatest merit of the book. However, the work would be enhanced by referring to the large private collection of Vicente Rojo in the National Historic Archive. The author has made a great effort, not only in selection, but also in biographical reconstruction, mostly with photographs included. There are five interesting annexes attached: a report by Lieutenant Colonel Francisco Buzón Llanes dated November 1937, a letter from Colonel Orozco on Soviet infiltrators in the barracks dated January 1931, a letter from Burguete to Queipo de Llano, an interview with the Governor of Guipúzcoa and the Republican declaration of the state of war. There is also a bibliography, and a very useful index of names.

3.- Camarero, Raquel: La Guerra de Recuperación de Cataluña (1640-1652). Versión larga: En 1963 John H. Elliott publicaba en inglés el libro que se terminaría

editando en castellano en 1977 con el título de La rebelión de los catalanes. Un estudio sobre la decadencia de España (1598-1640); si bien la primera traducción al catalán llegó en 1966. Obra que recientemente ha sido –tras numerosas ediciones–, revisada y reeditada en el 2014 con un posfacio a cargo de Pablo Fernández Albaladejo y Julio Pardos. Durante varias décadas el libro ha sido una referencia para muchos historiadores modernistas españoles –y aún hoy en día lo sigue siendo–, si bien en sus páginas encontramos un excelente estudio del germen del conflicto denominado por muchos como la Guerra de los Segadores (1640-1652), pero no su desarrollo. Este libro de Raquel Camarero viene a cubrir esa carencia, ya que se trata de un trabajo minucioso sobre el desarrollo de las campañas militares de lo que en la época se denominó la Guerra de Cataluña, o la Guerra de recuperación de Cataluña, de ahí el título.

El libro, fundamentado en una tesis doctoral leída en el seno de la Universidad de Valladolid en el año 2008, se centra –gracias a un imprescindible trabajo sobre fuentes inéditas de archivo, que aporta un enorme peso y consistencia al conjunto– en el estudio y análisis del conflicto bélico, y sus campañas militares, teniendo muy presente el esfuerzo militar que llevó a cabo toda la Monarquía Hispánica para recuperar Cataluña

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entre 1640 y 1652. Una guerra que se había iniciado a raíz del proceso de secesión llevado a cabo por las instituciones políticas catalanas durante 1640, y que culminó con la incorporación del principado de Cataluña a la monarquía francesa en enero de 1641. Tras una larga contienda –que es analizada en profundidad en el libro–, en 1652 la ciudad de Barcelona finalmente cae en manos hispanas, tras un largo asedio dirigido por Juan José de Austria. Dicha victoria contribuirá a la rendición catalana, si bien la guerra con Francia continuará –especialmente en la frontera– hasta 1659.

El libro que reseñamos tiene una estructura muy bien definida. Tras una introducción breve, encontramos siete capítulos articulados en tres partes muy delimitadas; además de unas conclusiones, una bibliografía y un útil índice onomástico y toponímico. La introducción sorprende por su concisión y brevedad, la autora –en sólo 26 páginas– introduce brillantemente al lector en el tema en cuestión prescindiendo de hechos sobradamente conocidos, y de elementos superfluos que no aportarían nada al conjunto. Introducción que analiza los hitos transcendentales para entender la contienda. Hechos como el inicio de las hostilidades con Francia (1635), la necesidad de crear unos ejércitos en las fronteras peninsulares para luchar contra Francia, o la intención de la monarquía de que Cataluña aportara más, lo que conllevó la decisión de llevar las operaciones militares a su frontera, a una escala nunca antes conocida. Cuestiones que suscitarían el malestar catalán y que generarían problemas ante el alojamiento de miles de soldados, ya que para muchos los alojamientos de soldados fueron el elemento detonador de la revuelta y del Corpus de Sangre (junio de 1640). Finalmente se analiza, pormenorizadamente, la primera campaña militar lanzada por la monarquía para intentar aplacar la revuelta en sus momentos iniciales: la frustrada operación del marqués de los Vélez que culminó en la derrota de Montjuïc (enero de 1641). Cuestión, esta última, que nunca llegó a analizar Elliott.

El desarrollo del conflicto viene articulado en los tres grandes bloques, que ya hemos citado. El primero de ellos abarca –en dos capítulos–, los momentos iniciales de la contienda, en concreto los años 1641-42. Estos capítulos iniciales son los más exhaustivos de todo el conjunto, en base a la necesidad de perfilar debidamente las características del conflicto. Una contienda en la que la Monarquía Hispánica no sólo trataba de combatir a los franceses –dentro de la pugna que sostenían ambas naciones por la hegemonía europea–, sino que también se trataba de una guerra que pretendía recuperar la obediencia y el control sobre un territorio que Felipe IV había heredado. En esta primera parte del libro la autora habla pormenorizadamente de los nuevos problemas geoestratégicos de la guerra para la monarquía española, demasiado implicada en los frentes bélicos exteriores (Italia, Flandes o Alemania) para hacer frente al nuevo reto con garantías. Además, la guerra se acercó peligrosamente al centro neurálgico de la monarquía, y la cercanía de la nueva frontera creaba importantes lagunas defensivas ante la recuperación de una frontera geográfica en desuso, que carecía de defensas y que dejaba muy expuestos los reinos de Aragón y Valencia.

Los distintos frentes geográficos de la contienda estuvieron muy definidos desde el principio. Frentes que no fueron nada lineales, y que supusieron un verdadero reto para los ejércitos españoles, ante las necesidades de aprovisionamiento de fuerzas que casi nunca pudieron tener ningún tipo de conexión estratégica, y que en pocos casos lucharon coordinadas. De hecho la revuelta catalana dejó al margen al ejército del Rosellón, que controlaba dicho condado y la Cerdaña, y que custodiaba importantes plazas fuertes, la mayoría con fortificaciones modernas, como Perpiñán, Colliure y Salses, además de los escasos presidios que desde hacía años existían en Cataluña –a ambos lados de los Pirineos– y que disponían de una guarnición profesional pagada por el Rey, como Rosas. Plazas que quedarían virtualmente aisladas del resto de España, lo que provocaría que debieran ser aprovisionadas regularmente por mar, lo que a la postre debilitaría su resistencia, y daría una importancia capital al control de la costa mediterránea, siendo especialmente cruentos los combates navales que tuvieron

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lugar durante esos dos primeros años de la contienda. La debilidad de las conexiones marítimas, y el problema de aprovisionar a las tropas hispanas en el Rosellón, fue aprovechado hábilmente por las tropas francesas, que durante los primeros dos años de la contienda concentraron sus mayores esfuerzos en eliminar esa bolsa de resistencia hispana para posteriormente poder actuar con mayor decisión sobre los otros ámbitos fronterizos.

Otro frente que surgió desde el inicio del conflicto fue el denominado por Raquel Camarero como frente sur: Tarragona, Tortosa, y el puerto de Los Alfaques. Desde el principio –la campaña del marqués de Los Vélez– estos enclaves estratégicos estuvieron en manos españolas, lo que no sólo ayudaba a defender la frontera norte del reino de Valencia, sino también contribuía a amenazar Barcelona por mar y tierra. Por ello no es de extrañar que las primeras ofensivas franco-catalanas intentaran recuperar Tarragona, y que en sus costas se desarrollaran varios combates navales. La ciudad, debido a las facilidades de su puerto, se intentó mantener a toda costa en manos españolas, ya que a sus dársenas podían llegar cómodamente continuos refuerzos de Andalucía o Italia, y las necesarias provisiones, a un precio menor y con mayor rapidez. Incluso también desde ella se podían lanzar ofensivas, y de sus puertas salió el único intento de socorro terrestre del Rosellón, en 1642, si bien éste se saldó con un sonado fracaso.

El otro gran frente, que cobraría importancia desde finales de 1642, será la frontera catalano-aragonesa. Desde esa fecha y hasta 1647 la mayor parte de las operaciones bélicas más importantes tuvieron como objetivo Lérida, ciudad que fue sitiada en varias ocasiones por ambos bandos, y en torno a la cual se desarrollaron varias batallas campales. En 1642 el ataque español sobre Lérida, comandado por el marqués de Leganés, es detenido en seco por las tropas franco-catalanas de La Mothe-Houdancourt. En 1644 las fuerzas de la Monarquía Hispánica tuvieron más éxito; derrotaron al ejército francés, y tras asediar la plaza, ésta se rindió, lo que permitió a los españoles retener la ciudad hasta el final de la contienda. Durante los años siguientes ambos bandos concentraron todos sus esfuerzos en conquistar, o retener, Lérida. En 1646 el asedió francés se vio frustrado por el socorro comandando por el marqués de Leganés, retratado por Snayers. Al año siguiente las fuerzas francesas comandadas por Condé corrieron igual suerte ante la resistencia de la plaza, y tuvieron que retirarse. El dominio sobre Lérida significaba no sólo poner un pie sobre Cataluña –y aliviar la presión a la que se veía sometida la frontera aragonesa–, sino también abrir el camino directo que comunicaba Zaragoza con Barcelona. También a nivel estratégico el control sobre Lérida abría la posibilidad de conectar por tierra con las fuerzas españolas situadas en Tarragona, y dominar amplias zonas llanas de Cataluña dedicadas al cultivo de cereal, lo que podía permitir al ejército de Cataluña mejorar sus líneas de aprovisionamiento.

Otro elemento de este primer bloque que destaca en su conjunto, es el apartado que cierra el capítulo dos, bajo el título de “Tiempo para la reflexión”. En sus páginas la autora realiza un breve balance de las operaciones militares realizadas hasta finales de 1642 en Cataluña, las cuales tuvieron resultados francamente negativos ante los medios económicos empleados y la gran movilización de recursos llevada a cabo. No sólo los resultados bélicos habían sido malos, sino que en el plano estratégico, la pérdida de la “perla” del Rosellón –como cita la autora (p. 182)–, se producía en medio de una situación económica y financiera muy crítica. En este contexto en el seno del Consejo de Estado se estableció una profunda reflexión sobre cómo debía plantearse la guerra especialmente en los frentes peninsulares (Cataluña y Portugal), ante la constatación de que no se podía luchar al mismo tiempo en todos con la misma intensidad. Debate que desató una importante polémica, y desveló importantes entresijos políticos muy interesantes para cualquier lector. El establecimiento de una prioridad de frentes zanjó la polémica, algo que fue posible gracias a la salida del Conde Duque de Olivares del gobierno. Pero a la larga dicha priorización de Cataluña sobre Portugal daría alas al

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gobierno de los Braganza para fortalecerse y poder resistir el ataque español, que tardaría casi 20 años en llegar, una vez finalizada la guerra con Francia (1659).

La segunda parte de la obra está compuesta por 5 capítulos (del 3 al 7), y cronológicamente abarca de 1643 a 1648, siendo el bloque más extenso de toda la obra, al tener 218 páginas. Dicha etapa tiene unas características diferentes al periodo anterior, muy centrado en la precipitación y la excepcionalidad. Desde 1643 la política de movilización militar española empezó a ser algo más sensata, y poco a poco –entre algunos aciertos y muchos errores– fue consolidando medidas más acertadas dentro de la guerra de desgaste que ambos bandos empleaban, si bien hasta el final –ente 1650 y 1652– la monarquía española no llegó a imponerse de manera más o menos decisiva a las fuerzas franco-catalanas. Lérida fue la clave de toda la etapa, si bien en este bloque la autora también desarrolla pormenorizadamente –dedicando varios capítulos a ello–, la conquista francesa de Rosas (1645), y el frente tarraconense, especialmente durante la última –y exitosa– ofensiva francesa, que consiguió hacerse con la plaza de Tortosa (1648) a pesar de los intentos hispanos por evitarlo. Esta etapa central de la contienda se caracterizó por el estancamiento ante las limitadas fuerzas de ambos bandos, si bien en conjunto cabe destacar una ligera mejora de las posiciones españolas en el principado. La autora destaca en su análisis los progresos de la monarquía española a la hora de planificar y hacer frente a la guerra, creando estructuras logísticas estables en lugares donde antes no había, mejorando el abastecimiento del ejército e intentando optimizar la dirección estratégica de la guerra con unas premisas más acertadas.

El tercer bloque de este trabajo (capítulos 8 y 9) se centra –en apenas 61 páginas–, en los últimos años de la contienda 1649-1652. Ciertamente, en comparación, es el bloque menos desarrollado, a pesar de que se trató de un periodo decisivo dentro de la guerra, debido especialmente al largo sitio de Barcelona, que duró algo más de un año. Desde septiembre 1650 el avance hispano fue decidido, y exitoso a la hora de despejar el camino a Barcelona, ante la acertada deducción del alto mando español, y del Consejo de Estado, de que la captura de la plaza decidiría la contienda. Mortara pudo tomar Flix en ese mes, y durante octubre de ese año los españoles se hicieron con Miravet y recuperaron Tortosa. En el verano de 1651 las tropas de Juan José de Austria comenzaron el sitio de Barcelona, e intentaron consolidar el cerco a la ciudad tomando las zonas circundantes a la misma. Pero la ciudad resistió decididamente, y los franceses pudieron socorrer la plaza, dilatándose la rendición de Barcelona hasta octubre de 1652. La fase final de la contienda se caracterizó por el éxito final de las armas españolas, que a pesar de todos sus problemas hacendísticos, el hambre, la peste y los desastres de la larga contienda –dificultades que se habían ensañado con la población de toda la península–, pudieron aprovechar la debilidad interna francesa, ante el inicio de las revueltas de la Fronda, y el desencanto catalán hacia los franceses. Si bien los españoles tuvieron enormes problemas para movilizar los hombres necesarios para culminar con éxito la empresa de Barcelona, los franceses –acosados por demasiados frentes– no fueron capaces de movilizar el mismo número de hombres y recursos para retener el principado. La rendición de Barcelona conllevó que los catalanes volvieran a la obediencia, pero la contienda estaba lejos de acabar, y las hostilidades continuaron hasta 1659. En esos años los españoles debieron recuperar –palmo a palmo– todo el territorio catalán que todavía estaba en manos francesas, si bien la monarquía nunca consiguió recuperar los territorios catalanes situados al otro lado de los Pirineos.

Las conclusiones, muy precisas y extensas –lo que supone todo una acierto–, cierran el texto del libro. Si bien no es fácil resumir las conclusiones establecidas por la autora, en mi opinión merece la pena desvelar sólo una de ellas. Tras el gran estudio realizado, Raquel Camarero afirma que a pesar de todo la Monarquía Hispánica de Felipe IV fue capaz de sobreponerse al gran reto que supuso el conflicto de una forma más o menos satisfactoria. Pese a los grandes problemas financieros, sociales, políticos,

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demográficos y militares que marcaron una de las coyunturas más adversas por las que tuvo que pasar la monarquía, el reto pudo superarse. Incluso tras soportar el enorme desgaste generado por el imperialismo europeo hispano, la monarquía consiguió superar la prueba a la que se vio sometida, pero en un tiempo mayor al que podría esperarse, y con un coste humano y financiero enorme, que contribuyó a un sufrimiento desgarrador, tanto en Castilla –de donde todos los años debían salir miles de soldados–, como de todos los reinos de la Corona de Aragón, que por la cercanía al conflicto, sufrieron de primera mano todos los males de la guerra: muerte, destrucción, hambre, enfermedades,…

El gran hilo conductor de este libro lo encontramos en los hechos bélicos y el desarrollo de las campañas militares desde una perspectiva cronológica, pero el trabajo es mucho más que eso, ya que nos ofrece una amplia visión de conjunto de la contienda. Es cierto que siempre el punto de vista utilizado es el de la monarquía española, ya que las fuentes inéditas empleadas así lo requieren, si bien eso no deja de ser un acierto debido a que hasta la aparición de este libro no teníamos un enfoque tan completo. Una visión realista, crítica y que prescinde de cualquier toque nacionalista de un sentido u otro. El relato –gracias al importantísimo esfuerzo analítico de las fuentes inéditas de los Consejos de Guerra y de Estado, custodiados en el Archivo General de Simancas– no pierde detalle en hablar de los recursos empleados por la Monarquía Hispánica para hacer frente a la contienda, hablando pormenorizadamente de multitud de aspectos. En el plano político, se aborda tanto el significado y consecuencias de las acciones militares más relevantes; pero también especialmente las directrices político-militares emanadas de los órganos rectores de la monarquía, examinando tanto los planteamientos estratégicos como el resultado de los mismos. Raquel Camarero tampoco escatima esfuerzos en estudiar al detalle la organización y adaptación del dispositivo militar hispano que asumió el reto de recuperar Cataluña, desde el plano orgánico al logístico, visto éste en todo su conjunto. Incluso también tiene una importante presencia en el trabajo el elemento social, tanto en la vivencia del conflicto en la frontera, dentro de las poblaciones cercanas más implicadas en la contienda y que debieron soportar la pesada carga de los alojamientos; como en la experiencia de los soldados que combatieron en el bando hispano, y las privaciones que debieron soportar. Cuestiones que también afectaron a la planificación de la contienda, ya que la deserción se convirtió en el gran problema, al que difícilmente se podía encontrar una solución, lo que agravaba la organización de las fuerzas militares, y exigía importantes y masivas campañas de reclutamiento para reemplazar todos los años las bajas sufridas.

A la hora de abordar algunos aspectos del trabajo, como las campañas militares, se echan en falta mapas, planos de asedios o grabados y pinturas de batallas. Igualmente, a la hora de analizar la movilización militar en todos sus aspectos, creo también que la presencia de tablas y cuadros técnicos sobre las fuerzas desplegadas, o las muestras del ejército, hubieran ayudado mucho a la hora de poder valorar en conjunto la movilización militar de todos los recursos necesarios para la guerra: hombres, dinero, provisiones,… A pesar de la ausencia de esta clase de recursos, y de una mayor comparación con otros frentes bélicos como Flandes o Italia, es cierto que estas carencias no empequeñecen la labor realizada, ya que todo ello es compensado por el estilo narrativo, ameno y directo empleado por la autora. Una narración muy bien llevada que capta al lector desde el primer momento, al ser muy directa y concisa. Un texto que no pierde rigor, a pesar de que el aparato crítico de las notas se encuentre algo resumido al final del libro –seguramente por motivos editoriales–, gracias a que está escrito de manera tan directa y atractiva que consigue aproximarse a la alta divulgación histórica sin perder un ápice de su rigor académico. Todo un acierto para poder atraer al gran público, ya que sin duda se trata de un libro muy recomendable para todo aquel que sin conocimientos previos quiera conocer mejor la historia menos conocida del conflicto, desde una perspectiva global, crítica y aséptica.

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Versión corta: Este libro, fundamentado en una tesis doctoral leída en el seno de la Universidad de Valladolid en el año 2008, se centra –gracias a un imprescindible trabajo sobre fuentes inéditas de archivo, que aporta un enorme peso y consistencia al conjunto– en el estudio y análisis del conflicto bélico, y sus campañas militares, teniendo muy presente el esfuerzo militar que llevó a cabo toda la Monarquía Hispánica para recuperar Cataluña entre 1640 y 1652. Una guerra que se había iniciado a raíz del proceso de secesión llevado a cabo por las instituciones políticas catalanas durante 1640, y que culminó con la incorporación del principado de Cataluña a la monarquía francesa en enero de 1641. Tras una larga contienda –que es analizada en profundidad en el libro–, en 1652 la ciudad de Barcelona finalmente cae en manos hispanas, tras un largo asedio dirigido por Juan José de Austria. Dicha victoria contribuirá a la rendición catalana, si bien la guerra con Francia continuará –especialmente en la frontera– hasta 1659.

El gran hilo conductor de este libro lo encontramos en los hechos bélicos y el desarrollo de las campañas militares desde una perspectiva cronológica, pero el trabajo es mucho más que eso, ya que nos ofrece una amplia visión de conjunto de la contienda. Es cierto que siempre el punto de vista utilizado es el de la monarquía española, ya que las fuentes inéditas empleadas así lo requieren, si bien eso no deja de ser un acierto debido a que hasta la aparición de este libro no teníamos un enfoque tan completo. Una visión realista, crítica y que prescinde de cualquier toque nacionalista de un sentido u otro. El relato –gracias al importantísimo esfuerzo analítico de las fuentes inéditas de los Consejos de Guerra y de Estado, custodiados en el Archivo General de Simancas– no pierde detalle en hablar de los recursos empleados por la Monarquía Hispánica para hacer frente a la contienda, hablando pormenorizadamente de multitud de aspectos. En el plano político, se aborda tanto el significado y consecuencias de las acciones militares más relevantes; pero también especialmente las directrices político-militares emanadas de los órganos rectores de la monarquía, examinando tanto los planteamientos estratégicos como el resultado de los mismos. Raquel Camarero tampoco escatima esfuerzos en estudiar al detalle la organización y adaptación del dispositivo militar hispano que asumió el reto de recuperar Cataluña, desde el plano orgánico al logístico, visto éste en todo su conjunto. Incluso también tiene una importante presencia en el trabajo el elemento social, tanto en la vivencia del conflicto en la frontera, dentro de las poblaciones cercanas más implicadas en la contienda y que debieron soportar la pesada carga de los alojamientos; como en la experiencia de los soldados que combatieron en el bando hispano, y las privaciones que debieron soportar.

Si bien no es fácil resumir las conclusiones establecidas por la autora, en mi opinión merece la pena desvelar una de ellas. Tras el gran estudio realizado, Raquel Camarero afirma que a pesar de todo la Monarquía Hispánica de Felipe IV fue capaz de sobreponerse al gran reto que supuso el conflicto de una forma más o menos satisfactoria. Pese a los grandes problemas financieros, sociales, políticos, demográficos y militares que marcaron una de las coyunturas más adversas por las que tuvo que pasar la monarquía, el reto pudo superarse. Incluso tras soportar el enorme desgaste generado por el imperialismo europeo hispano, la monarquía consiguió superar la prueba a la que se vio sometida, pero en un tiempo mayor al que podría esperarse, y con un coste humano y financiero enorme.

A la hora de abordar algunos aspectos del trabajo, como las campañas militares, se echan en falta mapas, planos de asedios o grabados y pinturas de batallas. A pesar de la ausencia de esta clase de recursos, y de una mayor comparación con otros frentes bélicos como Flandes o Italia, es cierto que estas carencias no empequeñecen la labor realizada, ya que todo ello es compensado por el estilo narrativo, ameno y directo empleado por la autora. Una narración muy bien llevada que capta al lector desde el primer momento, al ser muy directa y concisa. Un texto que está escrito de manera tan directa y atractiva que consigue aproximarse a la alta divulgación histórica sin perder un

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ápice de su rigor académico. Todo un acierto para poder atraer al gran público, ya que sin duda se trata de un libro muy recomendable para todo aquel que quiera conocer mejor la historia menos conocida del conflicto, desde una perspectiva global, crítica y aséptica.

Versión traducida: The Wars in Catalonia: The Theatre of Mars, 1652-1714. After twenty years of writing on military history, in this new monograph Antonio Espino López presents us with an overview covering one of the most fraught war periods for Spain, and by extension for Catalonia, in its relentless struggle to maintain its territorial integrity against France, its great enemy in the second half of the 17th century. The timeframe chosen spans the period starting at the end of the War of the Reapers, following Barcelona’s surrender to the troops of John Joseph of Austria (1652), and finishing with the end of the War of the Spanish Succession and the city’s surrender to the Bourbon troops.

Even though this book is based on a thorough analysis of documents—mainly held at the Archive of the Crown of Aragon, the Historical Archive of the City of Barcelona, Spain’s National Library, the National Historical Archive of Madrid, and the General Archive of Simancas—it cannot be considered brand new of fully original research but, rather, a compilation, where a great many of the author’s previous works are comprehensively summarized, completed, expanded and updated. Nevertheless, there are important innovations, and the book’s greatest contribution is that it provides us with an extensive overview, without overlooking primary sources, forming a thorough re-examination of this issue.

This sizable book is comprehensive, extremely well written, and provides us with a great deal of information, especially about relations between the Habsburg monarchy and Catalonia, the wars in Catalonia, and the Catalans’ economic and military efforts. The research into primary sources constitutes valuable progress, but since the work has been influenced by the author’s clearly nationalistic sentiments and does not have comparative data to make it impartial, it constitutes a scarcely objective contribution full of contradictions for scholars who are versed in that period and in the monarchy’s army. The author’s main aim is to uphold the view that, after Catalonia regained its loyalty to Phillip IV (1652), the Court remained distrustful of Catalonia—despite its proven loyalty—and this fostered dissent. Madrid was always suspicious of Catalonia, which never contributed sufficient economic and military means for its defence, dodging any contribution it was asked for; in turn, Catalonia blamed the King for leaving it defenceless against France, and for the huge burden of billet. These views are difficult to maintain if the right questions are asked, and what happened in Catalonia is placed in the context of the Spanish Monarchy’s other possessions. The war in Catalonia cannot be understood without taking into account what was happening in Flanders and Italy, warfronts that were much more active in fighting for the survival of the Spanish Monarchy, and which, in many cases, acted as a shield that protected the Iberian Peninsula from French attacks.

Catalonia undoubtedly suffered first hand the plight of war during that period. In particular, during the second half of the 17th century, it contributed more resources and men than ever before for its defence. But its effort was not the only one made—it was shared by the Monarchy’s other provinces and kingdoms, which were even more actively committed to the overall defence of said Monarchy. In my view, the key to understanding and moving forward in the study of our shared history, leaving behind any sense of victimization, misgivings or distrust, is to make a greater effort to provide the appropriate context.

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4.- Cañete, Hugo. A, Los tercios en el Mediterráneo. Los sitios de Castelnuovo y Malta.

Versión larga: La gran confrontación entre Imperio otomano y Monarquía hispánica en el ámbito del Mediterráneo durante el siglo XVI sigue acaparando hoy en día el interés de historiadores, investigadores y aficionados a la historia en general, a pesar de que, como tema global, y más allá de los hechos militares acaecidos, continúa siendo una cuestión por abordar en todo su conjunto y extensión. A este interés viene a sumarse el trabajo de Hugo A. Cañete, centrado en dos de los asedios más relevantes acaecidos en el Mediterráneo central en esta centuria, el de Castelnuovo en una zona más oriental, en 1539, por tanto durante el reinado de Carlos V, y el de Malta, en la estratégica zona de los estrechos italianos, en 1565, en pleno reinado de Felipe II. Ambos asedios contaron con el protagonismo de los recién constituidos tercios de Italia, a pesar de ofrecer resultados muy dispares entre sí. El autor, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales, y en Derecho, es profesor de Estrategia y miembro fundador del Grupo de Estudios de Historia Militar (GEHM), colaborador habitual de las revistas Desperta Ferro y Breaking Far. Interesado en los tercios españoles, con anterioridad se ha acercado al estudio de los tercios de Flandes, temática dentro de la cual se insertan sus dos libros anteriores, dentro de la misma editorial, que llevan por título La Guerra de Frisia. Las campañas del coronel Verdugo en el norte de Flandes, 1579-1594 (2015), y Los tercios de Flandes en Alemania. La Guerra del Palatinado, 1620-1623 (2014). En el presente libro bucea en los orígenes de los tercios españoles, cuya configuración definitiva se establece en las Ordenanzas de Génova de 1536, texto en el que se da cuerpo a las tropas españolas destacadas en Italia, a las que se divide en tercios, unidades militares integradas por diez compañías de trescientos hombres cada una, al menos en teoría. Con un estilo ágil y ameno, en un tono marcadamente divulgativo, accesible para un gran público, se presentan dos de los asedios más importantes de la historia del Mediterráneo en el siglo XVI, en los que el análisis del autor se entremezcla con los textos de la época de forma comprensible y atractiva para el lector aficionado a la historia militar, con sugerentes pinceladas sobre la presencia y labor de los tercios españoles en Italia. En su prólogo, Cañete nos sitúa en los años centrales del siglo XVI, los de máximo esplendor del Imperio otomano, en el que el avance turco por el Mediterráneo se vio contrarrestado por los ímpetus inconstantes de Venecia, y los más estables de Nápoles, Sicilia y la isla de Malta, una vez que en 1530 fue entregada a los caballeros de la orden de San Juan de Jerusalén, desposeídos en 1522 por la Sublime Puerta de su anterior sede, la isla de Rodas. En lo que el autor denomina como “choque de culturas” (p. 14), interesa en especial la poco conocida labor de los tercios en la defensa de la antemuralla mediterránea, en medio de operaciones navales y anfibias contra plazas y enclaves costeros. Tras el breve prólogo, el libro se inicia con una impresionante selección de mapas, 28 en total, más la leyenda previa (pp. 17-45). Editados en color y con una buena calidad de reproducción, constituyen uno de los valores fundamentales de la obra que reseñamos, y de la colección de Ediciones Platea en que se integra, pues es presupuesto común en ella la inserción de un apéndice previo cartográfico que resalte la relevancia del hecho militar que aborda el libro en cuestión. Los cuatro primeros mapas atienden a la formación de la Santa Liga en 1538 (mapa A), y a la batalla de la Préveza (mapas B, C y D), mientras que todos los restantes se centran en el episodio de Malta. Tras un mapa dedicado a la llegada a Malta de la flota otomana (mapa 1), se intercalan mapas y croquis del asedio y del interior de la plaza muy interesantes en los que se ha intentado reflejar los hechos militares acaecidos en las distintas localizaciones dentro de la isla de una forma sencilla pero muy clara y a la vez completa. En el diseño de los croquis de las fortificaciones, Cañete ha contado con la colaboración del Dr. Stephen C. Spiteri (Universidad de Malta), gran conocedor del tema en cuestión por ser autor a su vez de una obra sobre el sitio de Malta, The Great Siege (2005), y otra sobre la arquitectura de las fortalezas de las órdenes militares hospitalarias, Fortress of the Cross: Hospitaller Military Architectura (1994). Tras esta

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selección de mapas, el libro se divide en dos grandes apartados, el sitio de Castelnuovo, 1539 (pp. 49-121), muy breve, en el que se atiende especialmente a los aspectos esenciales de este episodio histórico, y el sitio de Malta, 1565 (pp. 123-381), verdadero núcleo del libro.

Hacia 1530, el Mediterráneo ya era un escenario bélico donde la guerra se había convertido en hecho casi permanente. Las escuadras otomanas que salían de Estambul casi todas las primaveras, unidas o no a las corsarias que zarpaban de Argel y Túnez, llevaron al Mediterráneo a un nivel de enfrentamiento con las armadas de la cristiandad nunca antes conocido. La Sublime Puerta intentaba conquistar y dominar todo el escenario mediterráneo, algo propio de un imperio basado en la fuerza de las armas y en su imponente ejército y con una armada en tenaz desarrollo, que mantiene un continuo proceso de expansión hacia occidente, sobre todo a partir de que en 1534, un corsario de la experiencia marítima y el conocimiento del Mediterráneo como Hayreddin Barbarroja fuera elegido por Solimán el Magnífico como almirante de la flota otomana. Mientras, Carlos V había conseguido la valiosa alianza de Génova, de forma que las numerosas y bien pertrechadas naves de Andrea Doria pasaron a servir la causa del emperador tras abandonar la causa de Francisco I. Los escasos veinte bajeles con que contaba el emperador a comienzos de su reinado se convirtieron en un importante número de barcos con los que poder intentar asegurarse el dominio del Mediterráneo occidental y convertirse en la segunda potencia marítima del mundo cristiano, siempre por detrás de Venecia. El estudio que Hugo A. Cañete hace sobre el sitio de Castelnuovo, tras una breve introducción, se centra en la formación de la Santa Liga (pp. 49-65) firmada entre el papado, Venecia y el imperio carolino, el Tratado de Niza de 1538 (pp. 52-53) y la organización y reunión de la Santa Liga (pp. 53-67), en el que cobra relevancia la figura de Francisco Sarmiento de Mendoza y Manuel, en 1538 maestre de campo del Tercio de Florencia, con el que se embarcó junto a otras unidades para tomar parte en las operaciones de la Santa Liga. El análisis de estas operaciones, centrado en los episodios de la Préveza y Castelnuovo (pp. 67-100), y la defensa de Castelnuovo por el tercio de Sarmiento (pp. 101-121) ocupan el resto del análisis de esta primera parte del libro de Cañete. Tomando como base las crónicas contemporáneas de M. García Cereceda, Sandoval y Alonso de Santa Cruz, y con escasas referencias bibliográficas en el aparato crítico más allá de la obra ya clásica de Fernández Duro (Armada española desde la unión de los reinos de Castilla y Aragón), el autor traza un bosquejo de los hechos más relevantes y de las actuaciones de los tercios italianos en las diferentes campañas, incorporando numerosas citas de las obras que le sirven como fuente. Se analiza con detalle el desarrollo de la batalla de la Préveza, de acuerdo con una estructura cronológica en la que cobra relevancia la persecución de la escuadra española a la flota otomana y los diferentes pareceres entre los comandantes de la armada hispana que tanto dificultaron la operación naval. Tras el análisis de lo que Cañete define como como una “victoria táctica de Barbarroja”, el autor se centra en la toma de Castelnuovo por las tropas de la Santa Liga. Este enclave, que se hallaba defendido por una guarnición de algo más de trescientos jenízaros desde su toma en la época de Mehmed II, sucumbió ante el intenso bombardeo al que se vio sometido por tierra y mar, firmándose la capitulación el 28 de octubre de 1538. En contra de lo que se había acordado con anterioridad, la plaza no fue entregada a los venecianos, sino que el maestre de campo Francisco Sarmiento fue nombrado gobernador, quedando allí de guarnición catorce compañías de los tercios de Florencia, Málaga (Niza), Lombardía y Nápoles, con un total de unos tres mil soldados españoles e italianos. Cañete transcribe entero el documento del Archivo General de Simancas sobre las instrucciones a Francisco Sarmiento para el gobierno de Castelnuovo el 17 de noviembre de 1538 (pp. 83-98), que figura en la obra de F. de Laiglesia (Cómo se defendían los españoles en el siglo XVI, Madrid, 1906). La no cesión de la plaza anexionada a Venecia y su temor a verse cada vez más excluida del comercio con la Sublime Puerta provocaron la salida de esta república italiana de la alianza contra el

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Turco, con lo que la Santa Alianza quedó finiquitada en 1539, y Castelnuovo, defendida hasta el final por el tercio de Sarmiento, no pudo aguantar el terrible asedio al que fue sometido por las tropas de Barbarroja. Cañete estudia con detalle el proceso de esta defensa de la plaza, que se alargó durante un total de veintidós días en los que se dispararon más de nueve mil balas de cañón (p. 119). El botín humano de Barbarroja contó con unos ochocientos cristianos, parte de los cuales fueron destinados como galeotes a remar en galeras y el resto fue llevado cautivo a Constantinopla.

Sin hacerse una semblanza histórica de lo acaecido en la pugna entre Imperio otomano y Monarquía Hispánica en el Mediterráneo tras la pérdida de Castelnuovo, a lo largo de los años 40, 50 y principios de la década de los 60 del siglo XVI, fundamental para entender los hechos posteriores, el autor se centra en la segunda parte de su obra, el sitio de Malta de 1565. Éste se aborda a través de la transcripción de una fuente básica de la época, como es la crónica de Francisco Balbi de Correggio, soldado español de origen italiano que estuvo presente en dicho asedio, de la que Cañete hace una “edición revisada, comentada y aumentada” (p. 123). Hubiera sido interesante un estudio previo introductorio del asedio, con fijación de contextos históricos, así como del papel de la orden de Malta en la defensa del Mediterráneo. El “gran socorro” de Malta pudo llevarse a cabo como consecuencia de la intensa política de construcción naval que puso en marcha Felipe II tras el hundimiento de dos docenas de las galeras de España a cargo de Juan de Mendoza en 1562. Su plan consigue que en poco más de una década se haya triplicado el número de galeras, llegando a ser 146 navíos los que en 1574 surcan el Mediterráneo en defensa de la Monarquía filipina, de los cuales un centenar era propiedad directa del rey. La obra que se transcribe parte de la edición de Barcelona de 1568, que ha sido objeto de otras transcripciones más o menos recientes, como la publicada en 2007 en una notable edición de la Real Academia de la Historia, a cargo de A. García Simón, Q. Aldea Vaquero y L. Zolle. Cañete adapta los textos al español para facilitar su lectura, y los glosa para desarrollar los contextos y personajes históricos, o para aclarar aquellos términos que pudieran impedir la buena comprensión de la obra. La forma de glosar el texto sigue la establecida por Liddell Hart en Rommel Papers (1953), según anuncia el autor en su prólogo (p. 15), de forma que se intercala el texto original de Balbi y los comentarios de Cañete. En el cuerpo de texto, entre corchetes, figuran en cursiva aclaraciones de texto elidido original y se destacan en gris palabras que se glosan al final del párrafo correspondiente. De esta manera, se introducen valiosas aclaraciones y útiles comentarios sobre los protagonistas y los hechos militares, sobre las fortificaciones y sobre las razones de la tenaz resistencia de los caballeros malteses, con el apoyo de los tercios españoles, a un largo sitio que se mantuvo desde mayo hasta septiembre de 1565, fecha de la llegada del “gran socorro”.

Como corpus gráfico, el libro recoge en sus páginas finales (pp. 385-397) las reproducciones de imágenes y grabados alusivos a personajes y hechos históricos referenciados en la obra. A estas ilustraciones hay que unir varias fotografías de interesantes simulaciones gráficas del Dr. Stephen C. Spiteri sobre el sitio de Malta en los que se pueden comprobar ejemplos de encajados terraplenados y reproducciones de las partes fundamentales de las fortificaciones de los fuertes de San Telmo y San Miguel. Siguen a estas ilustraciones tres tablas de topónimos (pp. 398-400), en las que se recoge la correspondencia entre la forma actual y la que figura en las fuentes clásicas, además de las coordenadas geográficas en las que se sitúa cada uno de los enclaves recogidos. La última de las tablas está dedicada por completo a topónimos de Malta. Por último, se anexa una breve bibliografía en la que se mezclan fuentes y algunas obras recientes, así como las fuentes de Internet consultadas.

Versión corta: Hugo A. Cañete es profesor de Estrategia y miembro fundador del Grupo de Estudios de Historia Militar (GEHM). Interesado por el tema de los tercios españoles, ya ha estudiado su actuación en Flandes en sus dos libros anteriores, dentro

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de la misma editorial, La Guerra de Frisia. Las campañas del coronel Verdugo en el norte de Flandes, 1579-1594 (2015), y Los tercios de Flandes en Alemania. La Guerra del Palatinado, 1620-1623 (2014). En esta nueva obra se centra en dos de los asedios más relevantes acaecidos en el Mediterráneo central en el siglo XVI, el de Castelnuovo en 1539, y el de Malta, en la estratégica zona de los estrechos italianos, en 1565, ambos con participación de los recién constituidos tercios de Italia, a pesar de ofrecer resultados muy dispares entre sí. Con un estilo ágil y ameno, en un tono marcadamente divulgativo, accesible para un gran público, el análisis del autor se entremezcla con los textos de la época de forma comprensible y atractiva para el lector aficionado a la historia militar, con sugerentes pinceladas sobre la presencia y labor de los tercios españoles en Italia. El libro se inicia con una impresionante selección de mapas, en color y con una buena calidad de reproducción, que constituyen uno de los valores fundamentales de la obra. Tras este apéndice, el libro se divide en dos grandes apartados, el sitio de Castelnuovo, 1539 (pp. 49-121), muy breve, en el que se atiende especialmente a los aspectos esenciales de este episodio histórico, y el sitio de Malta, 1565 (pp. 123-381), verdadero núcleo del libro. En lo relativo al primero de los asedios analizados, se estudia la formación de la Santa Liga, firmada entre el papado, Venecia y el imperio carolino, el Tratado de Niza de 1538 y la organización y reunión de la Santa Liga, en el que cobra relevancia la figura de Francisco Sarmiento de Mendoza y Manuel, en 1538 maestre de campo del Tercio de Florencia, con el que se embarcó junto a otras unidades para tomar parte en las operaciones de la Santa Liga. El análisis de estas operaciones, centrado en los episodios de la Préveza y Castelnuovo y la defensa de Castelnuovo por el tercio de Sarmiento ocupan el resto del análisis de esta primera parte del libro. La segunda parte se centra en el sitio de Malta de 1565, el cual se aborda a través de la transcripción de una fuente básica de la época, como es la crónica de Francisco Balbi de Correggio, soldado español de origen italiano que estuvo presente en dicho asedio. Cañete adapta los textos al español para facilitar su lectura, y los glosa para desarrollar los contextos y personajes históricos, o para aclarar aquellos términos que pudieran impedir la buena comprensión de la obra. De esta manera, se introducen valiosas aclaraciones y útiles comentarios sobre los protagonistas y los hechos militares, sobre las fortificaciones y sobre las razones de la tenaz resistencia de los caballeros malteses, con el apoyo de los tercios españoles, a un largo sitio que se mantuvo desde mayo hasta septiembre de 1565, fecha de la llegada del “gran socorro”. Como corpus gráfico, el libro recoge en sus páginas finales (pp. 385-397) las reproducciones de imágenes y grabados alusivos a personajes y hechos históricos referenciados en la obra, a lo que hay que unir varias fotografías de interesantes simulaciones gráficas del Dr. Stephen C. Spiteri sobre el sitio de Malta en los que se pueden comprobar ejemplos de encajados terraplenados y reproducciones de las partes fundamentales de las fortificaciones de los fuertes de San Telmo y San Miguel. Siguen a estas ilustraciones tres tablas de topónimos (pp. 398-400), en las que se recoge la correspondencia entre la forma actual y la que figura en las fuentes clásicas, además de las coordenadas geográficas en las que se sitúa cada uno de los enclaves recogidos. Por último, se anexa una breve bibliografía en la que se mezclan fuentes y algunas obras recientes, así como las fuentes de Internet consultadas.

Versión traducida: The Tercios in the Mediterranean: The Sieges of Castelnuovo and Malta. Hugo A. Cañete is a lecturer on the subject of Strategy and a founding member of the Military History Studies Group (Grupo de Estudios de Historia Militar, GEHM). He has an interest in the subject of the Spanish tercios, having studied their actions in Flanders in his two previous books, from the same publishing house: La Guerra de Frisia. Las campañas del coronel Verdugo en el norte de Flandes, 1579-1594 [The War in Frisia: Colonel Verdugo’s Campaigns in Northern Flanders, 1579-1594] (2015), and Los tercios de Flandes en Alemania. La Guerra del Palatinado, 1620-1623 [The Flanders Tercios in Germany: The War in the Palatinate, 1620-1623] (2014). In this new work, Cañete focuses on two of the key sieges that took place in the central

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Mediterranean region in the 16th century, namely that of Castelnuovo in 1539 and that of Malta, in the strategic area of the Italian straits, in 1565. Both sieges involved the recently formed tercios of Italy, although their results were very different. With a fluid and readable style, and with a highly informative tone that is accessible to the general public, the author interweaves texts from the era with evocative narratives on the presence and work of the Spanish tercios in Italy, forming a comprehensive text that will appeal to enthusiasts in military history.

The book opens with an impressive selection of high quality colour prints of maps, which form one of the work’s main virtues. Following this, the book is divided into two major sections: one on the siege of Castelnuovo of 1539 (pp. 49-121), which is very short and focuses on the key aspects of this historical event, and another on the siege of Malta of 1565 (pp. 123-381), which forms the core of the book. In the case of the first of the two sieges examined, the author addresses the formation of the Holy League by the papacy, Venice and the Empire of Charles V, as well as studying the Truce of Nice of 1538 and the organization and meetings of the Holy League. In this context, the figure of Francisco Sarmiento de Mendoza y Manuel stands out; in 1538 he was a field marshal (maestre de campo) in the Florence tercios, and set sail with other troops to participate in the Holy League’s campaigns. The analysis of these operations, which focuses on the hostilities in Preveza and Castelnuovo and the defence of Castelnuovo by Sarmiento’s tercios, extends throughout the remainder of the first section of the book. The second section turns its attention to the siege of Malta of 1565, based on a transcription of a primary source from the period, namely the chronicle written by Francisco Balbi de Correggio, a Spanish soldier of Italian origin who participated in the siege. Cañete has adapted the texts to modern Spanish, to facilitate their reading, and has provided comments on context and historical figures and observations to clarify terms which might prevent the text from being properly understood. A number of valuable clarifications and useful comments are thus made on key figures and hostilities, on fortifications and on the reasons for the Maltese knights’ staunch resistance to a drawn-out siege—with support from the Spanish tercios—which ran from May to September 1565, when the “Great Relief” arrived. The body of visual resources in the book comprises, in its last few pages (pp. 385-397), prints of images and engravings relating to historical figures or events that are referred to in the work. A number of photographs are also included, of thought-provoking visual simulations of the Siege of Malta produced by Dr. Stephen C. Spiteri, which offer examples of the structure of the ramparts and prints of the key fortifications of the forts of San Telmo and San Miguel. These illustrations are followed by three tables of place names (pp. 398-400), linking current names to those that appear in historical sources, and providing the coordinates of each of their locations. Lastly, as an appendix, there is a short bibliography of sources and several recent works, as well as the online sources used.

5.- Hugo A. Cañete: Los Tercios en América. La jornada de Brasil. Salvador de Bahía 1624-1625.

Versión larga: Este reciente libro de Hugo A. Cañete, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales y en Derecho, profesor de Estrategia y miembro fundador del Grupo de Estudios de Historia Militar (gehm.es), se presenta como una nueva incursión del autor dentro de la historia de los tercios españoles en diferentes teatros de operaciones de la Monarquía Hispánica, cuestión que ya ha tratado en títulos anteriores dentro de la misma colección de la editorial Salamina (antes Platea). Si en 2014 veía la luz su obra Los Tercios de Flandes en Alemania. La Guerra del Palatinado 1620-1623, y en 2015 se publicaba Los Tercios en el Mediterráneo. Los sitios de Castelnuovo y Malta, en esta reciente monografía se abandona el escenario bélico europeo para trasladar el estudio de estas unidades militares españolas a la América de comienzos del siglo XVII, donde tuvo lugar en 1625 una de las operaciones anfibias más complejas y fecundas de toda la historia de la Monarquía. Territorio de conquista portuguesa,

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Salvador de Bahía de Todos los Santos, la por aquel entonces capital de Brasil, había sido tomada por las fuerzas holandesas en 1624, tras el reinicio de las hostilidades entre las Provincias Unidas y España al finalizar en 1621 la Tregua de los Doce Años. Pero el rápido éxito de Jacob Willekens y su flota de la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales sobre la guarnición lusa encabezada por su gobernador, Diego Mendoza Furtado, tendría los días contados ante la inminente decisión de Felipe IV de mandar aprestar una gran armada luso-española con el propósito de recuperar una urbe tan estratégicamente situada y con unas condiciones portuarias tan excepcionales.

Siguiendo el esquema establecido en las obras anteriores en las que ya se ha acercado al análisis de los tercios, el autor realiza su aproximación a este hecho histórico a través de una fuente de la época, a la que dedica el grueso de la obra, con un estudio previo a modo de prólogo. En este análisis introductorio que, a pesar de su extensión (pp. 13-49), se presenta sin ningún epígrafe que lo parcele en partes unificadas por el contenido y casi sin aparato crítico, se sigue un criterio cronológico para dar cabida a un elaborado y muy útil contexto histórico que enmarca las circunstancias que abocaron a la Monarquía Hispánica a poner en marcha la jornada de Brasil en 1625. El punto de partida elegido para explicar el largo proceso que finaliza con la recuperación de Salvador de Bahía por la armada combinada luso-española son los años 90 del siglo XVI, cuando Holanda muestra ya un grado de desarrollo tecnológico y de organización militar que la convierten en potencia marítima capaz de discutir la supremacía naval y comercial de la Monarquía. La exclusividad del comercio hispano sobre las Indias hará que los holandeses busquen modos alternativos de penetrar en las mismas rutas y beneficiarse de los intercambios potenciales de materias primas y productos elaborados anhelados en los mercados europeos, a través del contrabando o de negocios con terceros (pp. 17-21). Cuando en 1598, Felipe II decreta el embargo total al comercio de Holanda como consecuencia de su papel activo contra los intereses españoles en la guerra de Flandes, los neerlandeses se volcarán en el comercio ultramarino como vía de escape para intentar compensar las pérdidas económicas que les supone la prohibición de contratar en los mercados peninsulares productos como la sal, fundamental para la conservación de sus capturas pesqueras. El profesor Cañete analiza cuál fue el proceso de incursión holandesa en las Indias Orientales (pp. 24-25), y se centra en mostrar cómo los años de la tregua entre España y las Provincias Unidas (1609-1621) apenas implicaron un cese en los incidentes comerciales entre las dos potencias por cuanto el espacio geográfico ultramarino no quedó específicamente recogido dentro de las cláusulas del acuerdo (pp. 27-31), aunque el fin del periodo de cese de hostilidades sí que supuso una reactivación de las acciones holandesas en las Indias.

El repaso breve y conciso de la reanudación de la guerra entre España y las provincias rebeldes a partir de 1621 en el teatro de operaciones europeo, así como de la activa presencia neerlandesa en los mercados y posesiones asiáticas de la Monarquía, con episodios como el bloqueo de Manila, ocupan las siguientes páginas de un prólogo que transita hacia la crucial fundación de la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales (GWIC, Geoctroyeerde Westindische Compagnie) por Willem Usselincx, en ese mismo 1621 (pp. 35-38), definida por el autor como una empresa comercial que “más que perseguir un dividendo para sus accionistas a través de la práctica pacífica y legítima del comercio, encerraba en realidad una corporación armada casi independiente encaminada al ejercicio de la guerra” (p. 37). La combinación de materiales y fuerzas aportados por el gobierno holandés y sufragados por la propia Compañía favoreció una actuación decidida de Holanda en tierras americanas, prevaleciendo dentro de esta asociación la opinión de lo que Hugo Cañete considera el sector más belicoso de los consejeros (p. 39), partidario de interrumpir en la mayor medida posible la llegada de los productos de Ultramar a España. La inicial propuesta de Usselincx de tomar algún punto de Brasil, dadas las precarias condiciones defensivas de algunas de las urbes guarnecidas por las tropas lusas, fue perfilada por la necesidad

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de que el punto a conquistar estuviera al sur de Natal, por ser zona más propicia en vientos para la navegación de galeones y urcas, cuestión a la que el autor dedica varias páginas, citando con profusión la crónica de Tamayo de Vargas para explicar la causa de la elección final de Salvador de Bahía como objetivo final (pp. 40-44). Los preparativos militares holandeses iniciados en 1623, la toma de la plaza por la escuadra encabezada por Jacob Willekens en 1624, la rápida respuesta de la fuerza combinada de la Monarquía al recuperar el enclave tan solo un año después y la mención de otras expediciones holandesas enviadas contra las costas americanas son episodios fundamentales apenas esbozados por el autor en la parte final del prólogo (pp. 44-46), dando a entender que se van a tratar de forma explícita en la segunda parte de la obra.

El autor cierra su introducción con los rasgos formales de su edición de la crónica empleada como vector de aproximación a este episodio histórico: el Compendio Historial de la jornada del Brasil y sucesos della, publicada en 1626 por él, según Cañete, “soldado viejo” (p. 46) Juan de Valencia y Guzmán, natural de Salamanca, soldado particular en la empresa quizás a las órdenes de don Fernando de Porres y Toledo, comendador de ballesteros en la Orden de Calatrava y sargento mayor de la milicia de Madrid, a quien Valencia dedica su impreso. Este texto, dividido en veinte capítulos, recoge la historia cronológica de un episodio central de las armas de la Monarquía en tierras de Ultramar en el que, partiendo de la descripción de la tierra y los habitantes de Brasil, se dan detalles sobre la llegada de los portugueses a mediados del siglo XVI y posterior organización de la ciudad, se detalla la anexión holandesa en 1624 y sobre todo, se abunda en la reunión, periplo y estrategia de la magnífica flota hispano-lusa, con los cuadros detallados que el propio Valencia pudo incluir ya en su impreso de 1625, relativos a todas las armadas y escuadras que formaron parte de ella, así como de los entretenidos, hospital real, sacerdotes y religiosos, bastimentos, municiones, etc., a lo que une las instrucciones y órdenes de don Fadrique de Toledo antes de partir (siendo Valencia el único cronista que tuvo acceso a ellas y permiso para reproducirlas) y ya, en los últimos capítulos, la referencia al sitio impuesto a la guarnición holandesa y su posterior rendición, la entrada de los soldados de la Monarquía en la plaza y retirada holandesa, y el definitivo regreso de la armada a España.

Este texto, ya publicado en 1870 en el volumen LV de la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España (pp. 43-200), y objeto también de una más reciente edición facsimilar con transcripción paleográfica (Recife (Brasil), 1984) con prefacio en portugués de Maria Cristina Prates e introducción de Marco-Aurelio de Alcântara, es una de las fuentes principales para el conocimiento de lo acaecido en esta jornada del Brasil de 1625, empresa cuyo éxito favoreció la aparición de numerosos impresos coetáneos y posteriores al hecho que dieron buena cuenta del suceso. Además de este texto de Juan de Valencia, la reconquista de Salvador de Bahía fue recogida por Tomás Tamayo de Vargas en su crónica oficial de 1628, Restauración de la Ciudad del Salvador-Bahía de Todos Sanctos en la Provincia de Brasil; por Gonzalo de Céspedes y Meneses, en su Historia de Felipe IV; por Bartolomeu Guerreiro en la Iornada dos Vassalos da Coroa de Portugal (1625); por Francisco de Brito Freire, en su Nova Lusitânia: História da Guerra Brasilía; o por Manuel de Meneses, general de la armada portuguesa, en su Relação da Restauração da Bahia em o anno de 1625, que no vio la luz hasta 1859, por citar solo algunos ejemplos. Lo que nos propone Cañete en la segunda y principal parte de su libro (pp. 51-324), es la lectura glosada del texto de Juan de Valencia, testimonio en primera persona de un soldado que tomó parte en esta operación anfibia y posterior asedio y rendición de la ciudad.

Al igual que en sus libros anteriores en esta misma colección, el autor moderniza el texto a las normas ortográficas, sintácticas y semánticas del español actual para facilitar su lectura, y lo glosa para desarrollar los contextos, los personajes históricos, espacios geográficos, los vocablos náuticos, los términos propios de la administración de los Austrias o aquellos referidos a la historia militar de más compleja comprensión,

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como pueden ser los relativos a reglamentos, usos militares o armamento. En la forma de glosar el texto también se sigue, como en los volúmenes anteriores, lo fijado por Liddell Hart en Rommel Papers (1953), de forma que, en vez de procederse a una anotación al texto al uso del ensayo histórico, mediante notas a pie de página o al final del capítulo, se opta por intercalar el texto original de Juan de Valencia y los comentarios de Cañete, de una manera convenientemente definida. En el cuerpo de texto, entre corchetes y en cursiva, figuran términos originales de la crónica de Valencia que han sido actualizados, añadidos de términos elididos en el original o breves adicciones al mismo. También en el cuerpo de texto se destacan en negrita palabras que se glosan al final del párrafo correspondiente con una entrada al término que se explica también en negrita para facilitar la correspondencia visual. Pero además de todo esto, Cañete ha completado algunos pasajes incompletos o confusos del original de Juan de Valencia con extractos, a veces muy largos, de los textos de otros autores que, aunque no participaron directamente en la empresa, manejaron información relevante respecto a ella por el puesto que ocuparon, como fue el caso de Tamayo de Vargas, cronista real. En otras ocasiones no se citan de forma expresa los textos de estos autores, sino que, mediante la utilización de otra fuente tipográfica para que quede claro que es una disertación de Cañete, se comentan para contraponer su contenido al del original de Valencia, estableciendo las diferencias entre ambos, como ocurre en el capítulo 3, en el que se recurre a la interpretación del texto de Tamayo para ampliar los datos confusos que ofrece Valencia sobre la entrada holandesa en Bahía en mayo de 1624. El resultado final es un libro muy diferente a las monografías históricas al uso, en el que la aparente maraña del método empleado (original de Valencia, corchetes con palabras en cursiva, términos en negrita que se explican a final de párrafo, junto con oportunos comentarios y ampliaciones de Hugo Cañete sobre el texto original) redunda en una elaboración sugestiva y concluyente de los veinte capítulos de la crónica de Valencia. El empleo de un estilo ágil y ameno, y un tono marcadamente divulgativo tiene como objetivo principal hacer comprensible e interesante a un público mayoritario, versado o no en la historia militar de los tiempos de la Monarquía Hispánica, un capítulo reseñable de las armas españolas y portuguesas, con sugerentes pinceladas sobre la presencia, organización y actuación de los tercios españoles en América.

La inclusión de numerosos mapas e ilustraciones a lo largo de toda la obra debe ser colegida como otro de los grandes aciertos de este libro. Los mapas, hasta un total de once, han sido realizados ex profeso para ilustrar la crónica de Valencia. Son todos sencillos y muy comprensibles para el gran público, a modo de infografía histórica, fundamentales para seguir con más claridad los periplos, tácticas y estrategias de la armada holandesa en 1624 y de la escuadra combinada luso-española en 1625. Sin duda, hubiera sido oportuno hacer referencia a ellos en el índice para su mejor localización dentro de la obra. Las ilustraciones recogen tanto mapas históricos, completos o en detalle, como óleos con los retratos de algunos de los protagonistas de los hechos que se relatan, o grabados contemporáneos holandeses, portugueses o españoles relativos a los hechos acaecidos, algunos de ellos bien conocidos, ilustraciones que en general adolecen de citas incompletas a pie de foto. Entre estos grabados habría que destacar el perteneciente a la crónica de Bartomeu Guerreiro que, oportunamente coloreado sobre el original en blanco y negro, se ha reproducido, aparte de en dos detalles parciales, en forma de magnífico desplegable, con una leyenda ampliada sobre la original que recoge las referencias a los cuarteles y campamentos luso-españoles, tercios, armada y principales edificios militares, religiosos y civiles de la plaza de Salvador de Bahía. Coronando la estampa, la inscripción “Philippo Avgvsto Lvsitano Monarchae Africo Aethiopico Arabigo Persico Indico Brasilico Felicitas Et Gloria”, en alusión a Felipe IV, gran inspirador e impulsor de la recuperación de esta ciudad portuguesa, y al que se lauda como monarca universal.

La obra se cierra con un breve epílogo (pp. 325-328), en el que el profesor Cañete interpreta a modo de colofón las dificultades holandesas en la primera mitad de

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los años 20 del siglo XVII, y recurre a la tradicional denominación de 1625 como Annus Mirabilis –establecida por J. H. Elliott–, en el que fue posible que algunos de los mismos infantes y oficiales que tomaban parte en la restauración de Bahía para la Monarquía Hispánica estuvieran pocos meses después luchando también con éxito en Cádiz frente a la armada inglesa, circunstancia que no fue fruto de la casualidad sino que, como de forma acertada indica el autor “fue el reflejo del ejercicio de una hegemonía a escala global, sustentada necesariamente por la existencia de conceptos enormemente desarrollados en los entramados institucionales de la Monarquía Hispánica, como la planificación, la organización, la gestión de los recursos financieros, la capacidad de proyección de fuerzas y el mantenimiento de armadas y ejércitos con altos estándares en doctrina de combate y calidad del combatiente...” (p. 328). Un demasiado sucinto apartado bibliográfico en el que se entremezclan fuentes y bibliografía sin orden alfabético y con carencia de algunas obras fundamentales (pp. 329-332) da paso a una tabla de topónimos (p. 333), en la que se recoge la correspondencia entre la forma actual y la que figura en el impreso de Valencia, además de las coordenadas geográficas en las que se sitúa cada uno de los enclaves recogidos. Por último, y a modo de anexo que no recibe tal nombre, Cañete ha querido cerrar su libro con una de las imágenes más preclaras de la propagandística oficial en torno al gran triunfo de la armada combinada en las costas de Brasil, mediante la reproducción del óleo de Juan Bautista Maíno de 1634-1635, La recuperación de Bahía de Todos los Santos, acompañado de un extracto del comentario de A. Rodríguez G. de Ceballos relativo a este cuadro, que fue publicado en una monografía sobre este pintor editada por el Museo del Prado en 2009.

Versión corta: Este reciente libro de Hugo A. Cañete, profesor de Estrategia y miembro fundador del Grupo de Estudios de Historia Militar (gehm.es), es una nueva incursión del autor dentro de la historia de los tercios españoles, cuestión que ya ha tratado en títulos anteriores dentro de la misma colección de la editorial Salamina (antes Platea). Si en 2014 veía la luz su obra Los Tercios de Flandes en Alemania. La Guerra del Palatinado 1620-1623, y en 2015 se publicaba Los Tercios en el Mediterráneo. Los sitios de Castelnuovo y Malta, en esta reciente monografía se abandona el escenario bélico europeo para trasladar el estudio de estas unidades militares españolas a la América de comienzos del siglo XVII, donde tuvo lugar en 1625 una de las operaciones anfibias más complejas y fecundas de toda la historia de la Monarquía. Siguiendo el esquema establecido en estas obras anteriores, la aproximación al hecho histórico se realiza a través de una fuente de la época, a la que se dedica el grueso de la obra, con un estudio previo a modo de prólogo.

En el análisis introductorio (pp. 13-49) se sigue un criterio cronológico para dar cabida a un elaborado y muy útil contexto histórico que enmarca las circunstancias que abocaron a la Monarquía Hispánica a poner en marcha la jornada de Brasil en 1625, tomando como punto de partida los años 90 del siglo XVI, cuando Holanda muestra ya un grado de desarrollo tecnológico y de organización militar que la convierten en potencia marítima capaz de discutir la supremacía naval y comercial de la Monarquía. El profesor Cañete avanza en el tiempo y se detiene en hitos fundamentales como el embargo comercial decretado en 1598, el proceso de incursión holandesa en las Indias Orientales (pp. 24-25), y la escasa influencia de la Tregua de los Doce Años en relación con el cese de los incidentes comerciales entre las dos potencias. La reanudación de la guerra entre España y las provincias rebeldes a partir de 1621 y la activa presencia neerlandesa en los mercados y posesiones asiáticas de la Monarquía, con episodios como el bloqueo de Manila, ocupan las siguientes páginas de un prólogo que transita hacia la crucial fundación de la Compañía Neerlandesa de las Indias Occidentales por Willem Usselincx (pp. 35-38). La combinación de materiales y fuerzas aportados por el gobierno holandés y sufragados por la propia Compañía favoreció una actuación decidida de Holanda en tierras americanas, prevaleciendo dentro de esta asociación la opinión de lo que Hugo Cañete considera el sector más belicoso de los consejeros (p. 39), partidario de interrumpir en la mayor medida posible la llegada de los productos de

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Ultramar a España. Los preparativos militares holandeses iniciados en 1623, la toma de Salvador de Bahía por la escuadra encabezada por Jacob Willekens en 1624, la rápida respuesta de la fuerza combinada de la Monarquía y la mención de otras expediciones holandesas enviadas contra las costas americanas son episodios fundamentales apenas esbozados en la parte final del prólogo (pp. 44-46), dando a entender que se van a tratar de forma explícita en la segunda parte de la obra. La introducción se cierra con los rasgos formales de la edición del Compendio Historial de la jornada del Brasil y sucesos della, publicado en 1626 por Juan de Valencia y Guzmán, natural de Salamanca, soldado particular en la empresa quizás a las órdenes de don Fernando de Porres y Toledo, a quien Valencia dedica su impreso. Este texto, ya publicado en 1870 en el volumen LV de la Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España (pp. 43-200), y objeto también de una más reciente edición facsimilar con transcripción paleográfica (Recife (Brasil), 1984), es una de las fuentes principales para el conocimiento de esta empresa, cuyo éxito favoreció la aparición de otros textos relevantes, como el de Tomás Tamayo de Vargas, Restauración de la Ciudad del Salvador-Bahía de Todos Sanctos en la Provincia de Brasil (1628), o el de Bartolomeu Guerreiro, Iornada dos Vassalos da Coroa de Portugal (1625).

Lo que nos propone Cañete en la segunda y principal parte de su libro (pp. 51-324), es la lectura glosada del texto de Juan de Valencia, testimonio en primera persona de un soldado que tomó parte en esta operación anfibia y posterior asedio y rendición de la ciudad. El autor moderniza el texto a las normas del español actual para facilitar su lectura, y lo glosa para desarrollar los contextos, los personajes históricos, espacios geográficos, los vocablos náuticos, los términos propios de la administración de los Austrias o aquellos referidos a la historia militar de más compleja comprensión, como pueden ser los relativos a reglamentos, usos militares o armamento. El resultado final es un libro muy diferente a las monografías históricas al uso, en el que la aparente maraña del método empleado (original de Valencia, corchetes con palabras en cursiva, términos en negrita que se explican a final de párrafo, junto con oportunos comentarios y ampliaciones de Hugo Cañete sobre el texto original) redunda en una elaboración sugestiva y concluyente de los veinte capítulos de la crónica de Valencia. El empleo de un estilo ágil y ameno, y un tono marcadamente divulgativo tiene como objetivo principal hacer comprensible e interesante a un público mayoritario, versado o no en la historia militar de los tiempos de la Monarquía Hispánica, un capítulo reseñable de las armas españolas y portuguesas, con sugerentes pinceladas sobre la presencia, organización y actuación de los tercios españoles en América. La inclusión de numerosos mapas e ilustraciones a lo largo de toda la obra debe ser colegida como otro de los grandes aciertos de este libro. Los mapas, hasta un total de once, han sido realizados ex profeso para ilustrar la crónica de Valencia. Sencillos y muy comprensibles, a modo de infografía histórica, resultan fundamentales para seguir con más claridad los periplos, tácticas y estrategias de la armada holandesa en 1624 y de la escuadra combinada luso-española en 1625. Las ilustraciones recogen tanto mapas históricos, completos o en detalle, como óleos con los retratos de algunos de los protagonistas de los hechos que se relatan, o grabados contemporáneos holandeses, portugueses o españoles relativos a los hechos acaecidos. La obra concluye con un breve epílogo (pp. 325-328), en el que Cañete interpreta a modo de colofón las dificultades holandesas en la primera mitad de los años 20 del siglo XVII, y recuerda la denominación de 1625 como Annus Mirabilis –establecida por J. H. Elliott– en el que, no por casualidad, fue posible que algunos de los mismos infantes y oficiales que tomaban parte en la restauración de Bahía para la Monarquía Hispánica estuvieran pocos meses después luchando también con éxito en Cádiz frente a la armada inglesa. Un demasiado sucinto apartado bibliográfico en el que se entremezclan fuentes y bibliografía sin orden alfabético y con carencia de algunas obras fundamentales (pp. 329-332) da paso a una tabla de topónimos (p. 333). A modo de anexo que no recibe tal nombre, el profesor Cañete cierra su obra con una de las imágenes más preclaras de la propagandística oficial en torno al gran triunfo de la

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armada combinada en las costas de Brasil, mediante la reproducción del óleo de Juan Bautista Maíno, La recuperación de Bahía de Todos los Santos, acompañado de un extracto del comentario de A. Rodríguez G. de Ceballos relativo a este cuadro.

Versión traducida: The Tercios in the Americas: The Brazilian Expedition, Salvador de Bahía 1624-1625. This recent book by Hugo A. Cañete, Professor of Strategy and founding member of the Military History Studies Group (gehm.es), is the author’s latest incursion into the history of Spain’s Tercio military units, a matter that has already been dealt with in previous titles of the same collection of the Salamina publishers (formerly Platea). If in 2014 his work Los Tercios de Flandes en Alemania. La Guerra del Palatinado (The Tercios of Flanders in Germany: The War of the Palatinate) 1620-1623, came out; in 2015, Los Tercios en el Mediterráneo. Los sitios de Castelnuovo y Malta (The Tercios in the Mediterranean: The sieges of Castelnuovo and Malta). In this recent work, he leaves the European theatre to focus on the role of the Tercios in the Americas at the beginning of the 17th century, where in 1625 one of the most complex and momentous amphibious operations of the entire history of the Spanish Crown was carried out. Following the structure established in his earlier works, Cañete’s approach to the historical facts is based on a source of the time, to which the bulk of the work is dedicated, with a previous study as a prologue.

The introductory analysis (pp. 13-49) presents a detailed and very useful chronological account providing historical context for the Spanish Crown’s decision to launch the Brazilian expedition in 1625, starting in the 1590s, when Holland started showing a degree of technological development and military organisation that made it a maritime power capable of challenging Spain’s naval and trade supremacy. Prof. Cañete stops to consider such major milestones as the trade embargo decreed in 1598, the Dutch incursion into the East Indies (pp. 24-25), and the minor impact of the Twelve Years’ Truce on the cessation of trade incidents between the two powers. The resumption of the war between Spain and its rebellious provinces in the Low Countries after 1621, and the active Dutch presence in the Spanish Crown’s Asian markets and possessions, with episodes such as the blockade of Manila, occupy the following pages of a prologue that transits to the crucial foundation of the Dutch West India Company by Willem Usselincx (pp. 35-38). The combination of materials and forces contributed by the Dutch government and paid for by the Company favoured the Netherlands’ determined action in the Americas, prevailing within this association the opinion of what Cañete considers the most hawkish faction of the councillors (p. 39), who favoured interrupting as much as possible the arrival of overseas products to Spain. The Dutch military preparations begun in 1623, the capture of Salvador de Bahia by the squadron led by Jacob Willekens in 1624, the rapid response of the Spanish Crown’s combined forces, and other Dutch expeditions sent against the Americas are key episodes mentioned briefly in the final part of the prologue (pp. 44-46), then dealt with more extensively in the second part of the work. The introduction closes by sketching out the Compendio Historial de la jornada del Brasil y sucesos della (Compendium and Narration of the Brazilian Expeditions and Events Thereof), brought out in 1626 by Juan de Valencia y Guzmán, a native of Salamanca, a private soldier in the company perhaps under the orders of Don Fernando de Porres and Toledo (to whom Valencia dedicated his work). This text, an edition of which appeared in in 1870 in volume LV of the Colección de Documentos Inéditos para la Historia de España (Collection of Unpublished Documents for the History of Spain) (pp. 43-200), and which was also the subject of a more recent facsimile edition with palaeographic transcription (Recife (Brazil), 1984), is one of the main sources of information regarding this expedition. Its success at the time favoured the appearance of other important texts, such as that of Tomás Tamayo de Vargas, Restauración de la Ciudad del Salvador-Bahía de Todos Sanctos en la Provincia de Brasil (Recovery of the City of Salvador de Bahia in the Province of Brazil) (1628), or that of Bartolomeu Guerreiro, Iornada dos Vassalos da Coroa de Portugal (1625).

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What Cañete proposes in the second and main part of his book (pp. 51-324), is an annotated version of Juan de Valencia’s text, the first-hand testimony of a soldier who took part in this amphibious operation and the subsequent siege and surrender of the city. Cañete modernises the text to make it easier to read, providing annotations giving more detail on its context, historical characters, geographical locations, nautical jargon, and those terms used by the Habsburg administration or referring to military history that could be more difficult to understand, such as those related to regulations, weaponry, and the military. The final result is a very different book from the usual historical account, in which what initially looks like a tangle of text (original from Valencia, brackets with words in italics, terms in bold explained at the end of the paragraph, together with Cañete’s apt comments on and further explanations of the original) turns out to be a thought-provoking and conclusive elaboration on the twenty chapters of Valencia’s chronicle. The limber and entertaining style, with a markedly informative tone, has the main objective of making the work comprehensible and interesting to a much larger audience, versed or not in the Spanish Crown’s military history, with a remarkable chapter on Spanish and Portuguese weapons, sketching out in fascinating brushstrokes the presence, organisation and performance of Spanish Tercios in the Americas. The inclusion of numerous maps and illustrations throughout the work must be considered another of its great successes. A total of eleven maps have been expressly created to illustrate Valencia’s chronicle. Very easily understood, like historical infographics, they are essential for following more clearly the journeys, tactics and strategies of the Dutch Navy in 1624 and of the combined Portuguese-Spanish squadron in 1625. The illustrations include complete historical maps or details from them, as well as portraits of some of the protagonists and contemporary Dutch, Portuguese, and Spanish engravings related to the events that took place. The work concludes with a brief epilogue (pp. 325-328), in which Cañete provides a coda on the Dutch difficulties in the early 1620s, as well as evoking 1625—which J.H. Elliott dubbed Spain’s Annus Mirabilis—when, not coincidentally, it was possible that some of the same infantry and officers who took part in restoring Bahia to the Spanish Crown were, just a few months later, also successfully fighting the English Navy in Cadiz. A too-brief bibliographical section, in which sources and bibliography are intermingled and not arranged in alphabetical order, with some fundamental works left out (pp. 329-332), is followed by a table of place names (p. 333). Prof. Cañete closes his work with one of the most brilliant images of Spain’s official propaganda celebrating the great triumph of its navy on the Brazilian coast: Juan Bautista Maíno’s oil painting, La recuperación de Bahía de Todos los Santos (The Recapture of Bahía), accompanied by an excerpt from A. Rodríguez G. de Ceballos’s commentary on this painting.

6.- Cerdà i Ballester, Josep, Los caballeros y religiosos de la Orden de Montesa en tiempo de los Austrias (1592-1700).

Versión larga: Este libro, editado dentro de la colección Biblioteca de Historia del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, constituye la elaboración de la Tesis Doctoral presentada por su autor en la Universidad de Valencia en 2012. Según refiere Cerdà en las páginas preliminares, su objetivo principal no ha sido otro que profundizar en el conocimiento de la orden militar valenciana de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama durante un período especialmente relevante de su historia, aquél que se extiende desde 1592, cuando la orden se incorpora a la Corona, hasta 1700, fecha de la muerte del último de los Austrias. Desde este punto de vista, la obra se inserta en la corriente historiográfica centrada en el estudio de las órdenes militares españolas, de evidente relevancia y tradición en el mundo académico español desde hace varias décadas, dentro de la cual esta obra que reseñamos tiene la particularidad de pretender, y conseguir, dar un importante paso más mediante la identificación de los caballeros y religiosos que formaron parte de ella, además del estudio de la vertiente social y socio-profesional de los mismos, como fórmula para llegar de determinar las características fundamentales de la orden en el periodo elegido. Conforme se analiza la

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trayectoria de esta institución religiosa, se atisban los que pueden definirse como rasgos definitorios de la orden militar, entre los que no son menos importantes su adscripción al Consejo de Aragón, en vez de al de Órdenes Religiosas, y al reino de Valencia, aunque no por ello cabe hablar de valencianidad de la orden en sentido amplio.

La estructura de la obra, prologada por Fernando Andrés Robres (Universidad Autónoma de Madrid), junto al cual Cerdà editó en 2004 el manuscrito de frey Joan Borja, Breve resolución de todas las cosas generales y particulares de la Orden y Cavallería de Montesa (Valencia, Institució Alfons el Magànim), ayuda de forma evidente a la consecución de los objetivos previos que se plantean. Las algo más de quinientas páginas que conforman el libro se dividen en una breve introducción seguida de cuatro capítulos, eje principal de la obra, y un breve capítulo final que recoge las principales conclusiones obtenidas. El primer capítulo, a modo de contexto histórico, se centra en la síntesis cronológica de la orden militar de Montesa desde su fundación, por bula de Juan XXII en 1317, hasta la muerte de Felipe II, incluso una vez incorporada a la Corona en 1592. Aunque este relato cronológico que arranca de los tiempos medievales es en buena medida ya conocido, se trata de un estudio introductorio necesario para situar al lector en los hechos claves de la evolución de la orden desde su origen hasta el momento en el que Cerdà arranca su investigación propia. El autor acierta en el análisis particular del estado de la orden en dicha fecha clave de su historia, mediante el estudio de sus rentas y estado patrimonial en el momento de la incorporación, junto a la naturaleza, perfil social y socio-profesional de los 106 caballeros que formaban parte de la misma en dicha fecha y los rasgos principales de los 28 religiosos que la conformaban, añadiendo varias biografías de religiosos y caballeros especialmente notorios. Este estudio se completa con varias tablas, hasta un total de 11, que aportan mayor visibilidad y comprensión a los datos que se refieren en el cuerpo de texto, además de suponer una de las principales aportaciones de la obra y un magnífico ejemplo del esfuerzo compilador de Cerdà, al saber componer y estructurar los datos extraídos de numerosos documentos recopilados a lo largo de su trayectoria investigadora. El análisis de la forma de gobierno en los primeros tiempos de la Montesa incorporada, correspondientes a la recta final del reinado de Felipe II, sirve de transición al segundo capítulo de la obra, centrado en el procedimiento de acceso y ceremonial de la Orden de Montesa, en el que tiene cabida el estudio, completo y pormenorizado, de todo el proceso que conducía a la obtención de un hábito, con distinción entre lo acostumbrado antes y después de 1592, desde la tramitación inicial de los expedientes hasta el ceremonial de investidura y posterior profesión y nuevas obligaciones de los nuevos integrantes de la orden. De nuevo, la inclusión de tablas es continua y contribuye a clarificar y clasificar los datos extraídos de su concienzuda investigación.

Una vez situado el contexto cronológico y compendiado el protocolo de admisión para los nuevos integrantes de la regla de Montesa, Cerdà se centra en el objetivo central de su estudio: el análisis de los componentes de esta orden militar entre 1598 y 1700, tanto en lo relativo a caballeros (capítulo 3) como en lo referente a los religiosos (capítulo 4). En cuanto a los caballeros, su mayor cantidad justifica el mayor número de páginas que se le dedica en el conjunto de la obra, casi el doble que las centradas en el estudio de los religiosos. De los caballeros de Montesa interesa su edad, su procedencia geográfica y social, su evolución en cuanto a nuevas concesiones de mercedes a lo largo de los diferentes reinados en el siglo XVII. También se estudian las vicisitudes de la concesión del hábito y la evolución de las rentas en la orden a lo largo de dicha centuria hasta llegar a los albores de la guerra de Sucesión y la división en dos bandos, austracista y borbónico, de los caballeros de Montesa en los inicios del siglo XVIII. El perfil biográfico de algunos caballeros destacables (Pedro Franquesa, Miguel Pérez de Exea, José Folch de Cardona...) da paso al capítulo centrado en los religiosos de la orden en el mismo período, 1598-1700, en el que se sigue un esquema muy similar al empleado para el análisis de los caballeros. De nuevo edad, origen geográfico y procedencia social dan paso al estudio de aspectos más específicos como la provisión

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de rectorías de señorío, el cuestionamiento de la jurisdicción prioral y la consabida división entre religiosos austracistas y borbónicos en puertas de la guerra sucesoria. Este estudio se completa con los rasgos biográficos de algunos religiosos montesianos notables (Joaquín Climent, Hipólito de Samper, Eusebio de León...). De nuevo se insertan interesantes y completas tablas que estructuran los datos desgranados a lo largo del texto, tablas que suman hasta un total de 84 distribuidas a lo largo de todo el libro. Pero también se añaden gráficos, hasta un total de 11, y figuras a modo de destacadas ilustraciones (portadas de libros, manuscritos, grabados, firmas y hasta epitafios), que contribuyen a hacer más atractiva y documentada la obra, si bien se echa en falta un índice pormenorizado de todo ello para facilitar su localización a lo largo del texto. Unas breves conclusiones (capítulo 5), en las que sobre todo se resumen los puntos principales abordados en el libro cierran la obra de Cerdà en la p. 403.

Sin embargo, aún se incluyen otras cien páginas más entre una completa y bien estructurada bibliografía citada (pp. 405-427) y cuatro llamativos apéndices, muy útiles para el investigador interesado en el tema que aborda el libro: el primero es de tipo cartográfico (pp. 431-434), mientras que el segundo incluye varias ilustraciones relativas a las sedes de las principales instituciones de la orden en el reino de Valencia El tercero y cuarto apéndices, los más ilustrativos en relación con el contenido del libro, establecen un pormenorizado y exhaustivo catálogo de comendadores, priores y otros oficios destacables (apéndice 3) y de caballeros y religiosos de la Orden de Montesa (1592-1701) (apéndice 4), catálogos ambos que atenúan, en alguna medida, la carencia de un necesario índice antroponímico e incluso toponímico. A modo de colofón del libro, se ha insertado un cuadernillo a color con los retratos de algunos relevantes caballeros y religiosos de Montesa.

Con un estilo ágil y ameno, no reñido con la exhaustividad de su estudio, apoyado en un abrumador corpus archivístico y bibliográfico que se cita en un completo y complejo aparato de notas a pie de página, como corresponde a una investigación doctoral, Cerdà i Ballester consigue elaborar una verdadera obra de consulta, referencia inexcusable a partir de ahora tanto para la localización de datos precisos de miembros de una orden militar española de características particulares como para la recopilación de datos fundamentales en la trayectoria y evolución de la misma desde su incorporación a la Corona en 1592 hasta los albores del Setecientos.

Versión corta: Este libro constituye la elaboración de la Tesis Doctoral presentada por su autor en la Universidad de Valencia en 2012, cuyo objetivo principal ha sido profundizar en el conocimiento de la orden militar valenciana de Santa María de Montesa y San Jorge de Alfama entre 1592, cuando la orden se incorpora a la Corona, hasta 1700, fecha de la muerte del último de los Austrias, con la particularidad de pretender, y conseguir, dar un importante paso más mediante la identificación de los caballeros y religiosos que formaron parte de ella, además del estudio de la vertiente social y socio-profesional de los mismos, como fórmula para llegar de determinar las características fundamentales de la orden en el periodo elegido. Conforme se analiza la trayectoria de esta institución religiosa, se atisban los que pueden definirse como rasgos definitorios de la orden militar, entre los que no son menos importantes su adscripción al Consejo de Aragón, en vez de al de Órdenes Religiosas, y al reino de Valencia, aunque no por ello cabe hablar de valencianidad de la orden en sentido amplio.

Las algo más de quinientas páginas que conforman el libro se dividen en una breve introducción seguida de cuatro capítulos, eje principal de la obra, y un breve capítulo final que recoge las principales conclusiones obtenidas. El primer capítulo, a modo de contexto histórico, se centra en la síntesis cronológica de la orden militar de Montesa desde su fundación, por bula de Juan XXII en 1317, hasta la muerte de Felipe II, incluso una vez incorporada a la Corona en 1592, incluyendo el análisis del estado de la orden en dicha fecha clave de su historia, mediante el estudio de sus rentas y

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estado patrimonial en el momento de la incorporación, junto a la naturaleza, perfil social y socio-profesional de los 106 caballeros que formaban parte de la misma en dicha fecha y los rasgos principales de los 28 religiosos que la conformaban, añadiendo varias biografías de religiosos y caballeros especialmente notorios. El segundo capítulo de la obra atiende al procedimiento de acceso y ceremonial de la Orden de Montesa, en el que tiene cabida el estudio de todo el proceso que conducía a la obtención de un hábito, con distinción entre lo acostumbrado antes y después de 1592. Tras ello, Cerdà se centra en el análisis de los componentes de esta orden militar entre 1598 y 1700, tanto en lo relativo a caballeros (capítulo 3) como en lo referente a los religiosos (capítulo 4). De los caballeros de Montesa interesa su edad, su procedencia geográfica y social, su evolución en cuanto a nuevas concesiones de mercedes a lo largo de los diferentes reinados en el siglo XVII. También se estudian las vicisitudes de la concesión del hábito y la evolución de las rentas en la orden a lo largo de dicha centuria hasta llegar a los albores de la guerra de Sucesión y la división en dos bandos, austracista y borbónico, de los caballeros de Montesa en los inicios del siglo XVIII. El perfil biográfico de algunos caballeros destacables (Pedro Franquesa, Miguel Pérez de Exea, José Folch de Cardona...) da paso al análisis de los religiosos de la orden en el que, de nuevo, edad, origen geográfico y procedencia social dan paso al estudio de aspectos más específicos como la provisión de rectorías de señorío, el cuestionamiento de la jurisdicción prioral y la consabida división entre religiosos austracistas y borbónicos en puertas de la guerra sucesoria. Este estudio se completa con los rasgos biográficos de algunos religiosos montesianos notables (Joaquín Climent, Hipólito de Samper, Eusebio de León...). Se insertan interesantes y completas tablas que estructuran los datos desgranados a lo largo del texto, tablas que suman hasta un total de 84 distribuidas a lo largo de todo el libro. También se añaden gráficos, hasta un total de 11, y figuras a modo de destacadas ilustraciones (portadas de libros, manuscritos, grabados, firmas y hasta epitafios), que contribuyen a hacer más atractiva y documentada la obra. Tras las conclusiones, se incluyen otras cien páginas más entre una completa y bien estructurada bibliografía citada y varios apéndices, cartográfico y de ilustraciones, además del catálogo de comendadores, priores y otros oficios destacables y otro de caballeros y religiosos de la Orden de Montesa (1592-1701). A modo de colofón del libro, se ha insertado un cuadernillo a color con los retratos de algunos relevantes caballeros y religiosos de Montesa.

Versión traducida: The Knights and Religious of the Order of Montesa during the Habsburg Era (1592-1700). This book expands on the doctoral thesis submitted by the author at the University of Valencia in 2012, the main goal of which was to garner insight into the Valencian military order of Saint Mary of Montesa and Saint George of Alfama, from 1592, when the order joined the Crown, to 1700, when the last Habsburg ruler passed away. The distinguishing feature of this work is its aim of taking a significant step forwards—which it achieves—by identifying the order’s knights and religious, as well as studying their social and socio-professional characteristics, as a means of determining the key features of the order in the period in question. As the analysis of the development of the religious institution progresses, we see glimmers of what might be called the defining features of this military order, and no less importantly its attachment to the Council of Aragon, rather than the Council of Religious Orders, and to the Kingdom of Valencia. However, the order cannot be considered to be Valencian in the wider sense of the word.

The book, comprising slightly more than five hundred pages, is divided into a brief foreword and four chapters, which form the body of the work, followed by a concise closing chapter setting out the key conclusions. The first chapter, which provides historical context, summarizes the chronology of the military Order of Montesa from its founding in a bull issued by Pope John XXII in 1317, to the death of King Philip II, including its story after it was attached to the Crown in 1592. The chapter also provides analysis of the order’s standing on this key date in its history, by examining its income

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and assets at the time of its attachment, studying the characteristics and social and socio-professional profiles of the 106 knights in the order at that time and the key features of the 28 religious, including a number of biographies of particularly prominent knights and religious. The second chapter addresses the admission and ceremonial procedures of the Order of Montesa, with a study of the entire process of taking vows, differentiating between practices before and after 1592. Cerdà then turns his attention to an analysis of the structure of the military order between 1598 and 1700, in terms of both knights (chapter 3) and religious (chapter 4). With regard to the knights of Montesa, their ages, geographical origin and social standing are of particular interest, as are the favours conferred in the different kingdoms in the 17th century. The trends in the taking of vows and in the order’s income over the century are also examined, through to the outbreak of the War of the Spanish Succession and the division of the knights of Montesa into two factions—pro-Habsburg and pro-Bourbon—at the beginning of the 18th century. The biographical profile of certain noteworthy knights (Pedro Franquesa, Miguel Pérez de Exea, José Folch de Cardona, etc.) is followed by an analysis of the religious in the order, examining their age, geographical origin and social standing. This is all accompanied by a study of more specific matters, such as the provision of manor rectories, the questioning of prioral jurisdiction and the well-known division between pro-Habsburg religious and their pro-Bourbon counterparts on the eve of the War of Spanish Succession. The study is completed with the biographical characteristics of certain key religious from the Order of Montesa (Joaquín Climent, Hipólito de Samper, Eusebio de León, etc.). A total of 84 interesting and detailed tables are also included throughout, which structure the information explained in the text. Furthermore, there are 11 charts, not to mention figures such as key illustrations (book covers, manuscripts, engravings, signatures and even epitaphs), which add to the work’s appeal and thoroughness. After the conclusions, there are another hundred pages, containing a comprehensive and well-structured bibliography of the cited works and a number of appendices, maps and illustrations, in addition to a list of knight commanders, priors and other key officeholders and a separate list of knights and religious in the Order of Montesa (1592-1701). The book ends with a colour booklet of portraits of noteworthy knights and religious from the Order of Montesa.

7.- Andrés Miguel Cosialls Ubach: Ifni. Del Tratado de Wad-Ras a su Ocupación.

Versión larga: Andrés Miguel Cosialls Ubach, Doctor en Derecho por la Universitat de Lleida, y en la actualidad profesor en el Centro Universitario de la Defensa (Zaragoza), presenta en este libro el resultado de una vasta tarea investigadora en relación con una de las cuestiones más controvertidas de la proyección africana de España en la Edad Contemporánea, como es la relativa a la ocupación de Ifni. Aunque la trayectoria profesional del autor, de acuerdo con su formación universitaria, se ha centrado en el Derecho Civil, el hecho de ser hijo de un integrante del Batallón de Tiradores de Ifni lleva su atención a un tema relativamente reciente de la presencia española allende el Estrecho, sobre el que aún quedan muchos aspectos por clarificar. El resultado de sus pesquisas en numerosos archivos españoles, tanto históricos como militares y de instituciones culturales, así como en los fondos antiguos de diversas bibliotecas, se recoge en este libro publicado por el Ministerio de Defensa, en una edición bien cuidada y profusamente ilustrada, que hace transitar al lector por un largo proceso de más de setenta años, los que transcurren desde la cesión marroquí de un territorio en su costa atlántica de acuerdo con lo estipulado en el Tratado de Wad-Ras (1860) hasta la ocupación firme de dicha zona en 1934. El ámbito cronológico elegido, centrado en la gestación de la toma de este enclave costero norteafricano a lo largo de estas siete décadas, supone una de las principales aportaciones de este libro, pues aborda un tema que hasta el presente se ha estudiado de forma mayoritaria en los aspectos relacionados con la posterior guerra de Ifni-Sahara (1957-1958) y la definitiva retrocesión de Ifni en 1969.

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La obra, bien estructurada, se divide en tres capítulos principales, de extensión similar, ordenados según un criterio cronológico, a los que precede una breve introducción y unos antecedentes históricos (“Situación preliminar”), y a los que cierran unas escuetas conclusiones y varios apéndices. Las páginas preliminares explican este libro como resultado de una investigación alentada por el octogésimo aniversario, en 2014, de la ocupación de Ifni por el coronel Capaz, a cuyos protagonistas quiere el autor dedicar esta obra como homenaje. La ocupación se sitúa en relación con la antigua posesión española de Santa Cruz de Mar Pequeña, en tiempos de los Reyes Católicos, aunque apenas se desarrolla en los preliminares esta cuestión, que resulta básica para entender las diatribas de los tiempos contemporáneos con Marruecos, cuando tras la guerra de África (1859-1860) y de acuerdo con lo signado en el Tratado de Wad-Ras, España, como vencedora en la contienda, debía recibir un territorio en la costa atlántica. Cosialls Ubach se centra en estos preliminares en el problema que representó para los militares y geógrafos españoles el poder establecer con fidelidad la antigua ubicación de Santa Cruz de Mar Pequeña, en especial a tenor del interés de las islas Canarias en el control de las zonas pesqueras limítrofes con la costa marroquí, sobre todo en un momento en el que los intereses franceses en esta misma área geográfica eran bien patentes.

El primer capítulo (pp. 29-115) tiene como eje cronológico el periodo transcurrido desde 1860, con la firma del Tratado de Wad-Ras, o “Tratado de Paz y Amistad entre los muy Poderosos Príncipes S.M. Doña Isabel II, Reina de las Españas, y Sidi-Mohamed, Rey de Marruecos, Fez, Mequínez &c.”, hasta la coyuntura finisecular marcada por la guerra de Cuba. Sin más que una breve referencia a la guerra de África (1859-1860) a la que puso fin la firma de este acuerdo, se hace hincapié en el artículo 8 de dicho tratado, que establecía la cesión a perpetuidad a la reina católica “en la costa del Océano junto a Santa Cruz la pequeña [d]el territorio suficiente para la formación de un establecimiento de pesquería como el que España tuvo allí antiguamente”. Este artículo está en la base de toda la problemática de la larga historia de la ocupación de Ifni, dado que en su segundo apartado ya quedaba patente el desconocimiento español de la época respecto a la situación exacta de Santa Cruz de Mar Pequeña. Lo que se intentaba era recuperar el control español sobre una zona estratégicamente situada frente a las islas Canarias, que ya había formado parte de Castilla desde 1476, tras el apoyo de la reina Isabel a la expedición al Atlántico marroquí de Diego García de Herrera que dio como resultado la fundación de este enclave, cuyo papel como mediador del comercio canario y andaluz con las tierras del Senegal y Níger y su colaboración en el control de las pesquerías de la zona justificaron su mantenimiento hasta su abandono en 1524. El desconocimiento de la zona real en la que se había ubicado en el pasado esta factoría española, unido al creciente interés de potencias europeas, como Francia o Gran Bretaña, por instalarse en esta misma área geográfica a mediados del siglo XIX, complicó sobremanera la tarea de hacer efectivo dicho artículo del tratado, cuestión que acabaría por prolongarse durante varias décadas.

En este primer capítulo, Cosialls Ubach analiza con profusión, sirviéndose de fuentes archivísticas, bibliografía, prensa de la época y diarios de Cortes, el débil avance de las negociaciones para la entrega de este territorio en los años posteriores a la firma del citado tratado, dado que, según alegaron las autoridades marroquíes, se encontraba fuera de la jurisdicción real del sultán, por lo que no era posible garantizar la seguridad de los trabajos y reconocimientos previos que habrían de realizar los españoles. Al no avanzar esta cuestión, España mantuvo su presencia en Tetuán, ocupada durante la guerra contra Marruecos, aunque se intentó, sin éxito ante la negativa del monarca alauí, su permuta por Mogador, urbe cuyo mantenimiento se intuía menos oneroso que el de Tetuán. Nuevos proyectos en los años siguientes, como el de abandono del Peñón de Vélez de la Gomera, propuesto por el marqués de la Florida en 1872 y, aunque aprobado por el Congreso, nunca llevado a cabo por las vicisitudes políticas, terminaron por situar en segundo plano la cuestión de la ocupación del territorio elegido en la costa atlántica,

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sobre todo a consecuencia del final de la Primera República y del estallido de la Tercera Guerra Carlista. No será hasta 1882, ya restaurada la Monarquía borbónica, cuando se retome el interés en la ocupación de Ifni, procediéndose al envío de una nueva comisión científica española que pone en valor la necesidad de que este territorio se entregue en propiedad, al tiempo que el sultán se compromete a garantizar su pacífica posesión, de acuerdo con lo signado en 1860. Aunque Marruecos estimó que Santa Cruz de Mar Pequeña no coincidía con el territorio de Ifni, sino con Guidez Erredchila, transigió en la entrega del espacio elegido por los españoles, en aras de mantener las buenas relaciones entre países vecinos. La tarea prioritaria, entonces, fue la de delimitar la extensión y límites de Ifni, cuestión en la que España había de ser muy meticulosa, para no provocar la hostilidad marroquí ni francesa, ni tampoco la Alemania, nueva potencia europea que desde 1885 fija su atención en la costa occidental de Marruecos.

El segundo capítulo (pp. 117-201) aborda la historia de Ifni entre 1898 y 1933, una época marcada por el auge del colonialismo europeo en África. Cosialls Ubach analiza cómo España, tras la pérdida de los territorios ultramarinos, relanza sus intereses en Marruecos, a través de nuevas reclamaciones para la entrega de Ifni. El Tratado franco-español de 1900 reduce de forma considerable el Sahara español, sin afectar a Ifni, pero cuatro años después, un nuevo acuerdo entre los dos estados europeos conlleva un convenio secreto para regular las relaciones entre ambos con relación a Marruecos, convenio en el que Francia es quien fija los límites de Ifni, de acuerdo a sus propios intereses. Será en 1910 cuando se firme el Acuerdo Hispano-Marroquí, paso previo al intento de ocupación de Ifni dirigido por el coronel Ricardo Burguete en 1911, al frente de una columna de la guarnición de Canarias. Esta operación militar, estudiada con gran exhaustividad y con el aporte de un destacable acervo de datos y documentos por el autor, quien no deja de lado los problemas previos a su puesta en marcha ni los enfrentamientos que conllevó tanto con respecto a Marruecos como con la propia Francia, no significó la toma del enclave ante las presiones francesas, contrarias a su ocupación, por lo que se haría necesario el acuerdo previo hispano-francés de 1912, en el que ambos países europeos habrían de volver a negociar las fronteras de Ifni. Tras la toma de Tetuán por las tropas españolas en 1913, el conde de Romanones decide la inmediata entrada en Cabo Juby e Ifni, encargada al comandante Bens, gobernador político-militar de Río de Oro quien, aunque llega a hacer una breve entrada en Tarfaya, debe volver de inmediato a Río de Oro, pues el inicio de la Primera Guerra Mundial complica en buena medida el escenario político y militar europeo y su proyección en África. Acabada la contienda europea, será el desastre de Annual en 1921 el que impedirá la ocupación de Ifni tal y como había previsto el Ministerio de la Guerra en un plan secreto.

El tercer capítulo (pp. 203-277) se centra propiamente en la ocupación de Ifni en 1934. Tomando como punto de partida los años finales de la década de los 20, Cosialls Ubach analiza el fundamental cambio de postura del país vecino y sus inmediatas consecuencias sobre la anhelada y siempre aplazada ocupación española de Ifni: en los inicios de los años 30, Francia hace ver que la falta de un mando fuerte en Ifni aumenta el contrabando, la presencia de partidas rebeldes y hostiles al dominio francés que se refugian en estas tierras aún no ocupadas por España, y reduce las posibilidades galas en relación con su proyecto de ferrocarril transahariano. Cuando en 1934 se produce el acuerdo entre los rebeldes de Ifni y el Cuartel General francés que incluye la salida de estos rebeldes fugitivos de los territorios españoles, se abre la coyuntura más favorable para que España haga efectiva la ocupación de Ifni, lo que lleva finalmente a cabo el coronel Capaz. El 7 de abril de 1934 la bandera tricolor ya ondea en el fuerte de Ifni. Las siguientes páginas se centran en el análisis de la organización militar de la nueva plaza española en África, sin traspasar el límite cronológico de este año, pues el objeto del libro es estudiar el proceso de ocupación del enclave y no el período de treinta y cinco años (1934-1969) en que permaneció bajo dominio español, y que ha sido objeto de mayor atención por parte de los historiadores españoles en las últimas décadas. Ifni

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quedará bajo jurisdicción militar de las islas Canarias, y en apenas un mes ya se habían establecido los puestos militares en las posiciones más relevantes. Ante los problemas de nuevo suscitados entre España y Francia por los límites del territorio, una comisión científica de cada país habría de estudiar la cuestión, siendo la española encabezada por Gazapo y Noreña. Es en este contexto de organización militar del nuevo enclave cuando tiene lugar, el 9 de junio de 1934, la creación del Batallón de Tiradores de Ifni, unidad militar propia de este territorio que venía a unirse a la Guardia Civil indígena, ambas con objeto de evitar unidades expedicionarias accidentales. El 19 de julio se dan por finalizadas las operaciones militares para la ocupación de Ifni, y el coronel Capaz, que había encabezado todo el dispositivo de ocupación y puesta en marcha de la plaza, vuelve a su puesto anterior como delegado de Asuntos Indígenas de la Alta Comisaría de España en Marruecos. Se cierra este análisis con tres breves conclusiones en una sola página que vienen, más bien, a recapitular lo plasmado en los capítulos previos, al tiempo que el autor vierte su opinión personal y subjetiva respecto a la idoneidad de que las autoridades españolas hubieran ocupado antes Ifni, por tratarse de un territorio que pertenecía por derecho a España (p. 281).

El libro se cierra con unos “Anexos” (pp. 283-307), en los que se recogen documentos relevantes de cada una de las etapas históricas abordadas, transcritos por el autor, así como el mapa del proyecto del ferrocarril transahariano y la copia del despacho telegráfico del gobernador político-militar interino de Ifni al presidente de la Comisión Científica de Ifni en 1934. La relación bibliográfica y de prensa consultada, un índice de ilustraciones y un índice onomástico militar, en el que aparecen los principales militares citados en todo el libro de acuerdo con su rango, ocupan las últimas páginas de esta obra, cuya principal valía reside precisamente en la cantidad y variedad de fuentes de las que se nutre, dando lugar a un texto profusamente anotado en todos sus capítulos, con citas que a veces se prolongan incluso durante varias páginas. Cosialls Ubach ha preferido silenciar la elaboración histórica del tema, que aunque existe es menor, y dar voz a sus protagonistas, que transcurren por las páginas del libro mostrando las diferentes fases y facetas de una indecisa, discutida y postergada ocupación que a la postre tardaría más años en hacerse efectiva que en mantenerse una vez llevada a cabo. El estudio cronológico realizado en torno a Ifni desde 1860 hasta 1934, en relación con el cual hubiera sido acertada la inclusión de una breve cronología en los apéndices finales del libro, resulta exhaustivo y fidedigno, atento siempre a las fuentes empleadas, en las que, de acuerdo con la formación académica del autor, se priorizan los textos legislativos y sesiones de Cortes –sobre los que Cosialls incide guiando al lector en los parámetros que debe fijar su atención para entender las consecuencias que de ellos se derivaron–, aunque también se han manejado un elenco destacado de fuentes periodísticas y una bibliografía histórica adecuada. Diseminadas por las páginas del libro, situadas de forma muy oportuna donde mejor convienen, varias decenas de ilustraciones (grabados, fotografías, croquis, mapas, planos), en general reproducidas con buena calidad y con pies de foto correctos, contribuyen a la comprensión del texto, al tiempo que lo enriquecen y completan. Con una redacción cuidada y presentando los hechos de manera ordenada y sistemática, el texto consigue mantener la atención del lector, al que se le presentan de forma atractiva las diatribas que generó este controvertido tema, adecuadamente contextualizado en el entorno colonialista europeo que se fue pergeñando en relación con el continente africano en el último tercio del siglo XIX.

Versión corta: Doctor en Derecho por la Universitat de Lleida, y en la actualidad profesor en el Centro Universitario de la Defensa (Zaragoza), Cosialls Ubach, hijo de un miembro del Batallón de Tiradores de Ifni, centra su atención en el largo proceso que se extiende desde la firma del Tratado de Wad-Ras (1860) entre España y Marruecos, hasta la ocupación firme de Ifni en 1934. La obra, bien estructurada, se divide en tres capítulos principales de extensión similar, ordenados según un criterio cronológico, a los que precede una breve introducción y unos antecedentes históricos (“Situación

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preliminar”) en los que se explica este libro como resultado de una investigación en torno al octogésimo aniversario, en 2014, de la ocupación de Ifni por el coronel Capaz, a cuyos protagonistas quiere el autor dedicar esta obra como homenaje.

El primer capítulo (pp. 29-115) se centra en el periodo transcurrido desde 1860, con la firma del Tratado de Wad-Ras, hasta la coyuntura finisecular marcada por la guerra de Cuba, haciéndose hincapié en el artículo 8 de dicho tratado, que establecía la cesión a perpetuidad a la reina católica “en la costa del Océano junto a Santa Cruz la pequeña [d]el territorio suficiente para la formación de un establecimiento de pesquería como el que España tuvo allí antiguamente”. Este artículo está en la base de toda la problemática de la larga historia de la ocupación de Ifni, dado que en su segundo apartado ya quedaba patente el desconocimiento español respecto a la situación exacta de Santa Cruz de Mar Pequeña, lo que, unido al creciente interés de potencias europeas, como Francia o Gran Bretaña, por instalarse en esta misma área geográfica, complicó sobremanera la tarea de cumplir con lo acordado. Cosialls Ubach analiza el débil avance de las negociaciones para la entrega de este territorio en los años siguientes, dado que, según alegaron las autoridades marroquíes, se encontraba fuera de la jurisdicción real del sultán, por lo que no era posible garantizar la seguridad de los trabajos y reconocimientos previos que habrían de realizar hacer los españoles. No será hasta 1882, ya restaurada la Monarquía borbónica, cuando se retome el interés en la ocupación de Ifni, procediéndose al envío de una nueva comisión científica española que pone en valor la necesidad de que se entregue en propiedad, al tiempo que el sultán se compromete a garantizar su pacífica posesión, de acuerdo con lo signado en 1860. Aunque Marruecos estimó que Santa Cruz de Mar Pequeña no coincidía con el territorio de Ifni, sino con Guidez Erredchila, transigió en la entrega del espacio elegido por los españoles en aras de mantener las buenas relaciones entre países vecinos. La tarea prioritaria, entonces, fue la de delimitar la extensión y límites de Ifni, cuestión en la que España había de ser muy meticulosa para no provocar la hostilidad marroquí ni francesa, ni tampoco la de Alemania, nueva potencia europea que desde 1885 fija su atención en la costa occidental de Marruecos. El segundo capítulo (pp. 117-201) aborda la historia de Ifni entre 1898 y 1933, una época marcada por el auge del colonialismo europeo en África. Cosialls Ubach establece cómo España, tras la pérdida de los territorios ultramarinos, relanza sus intereses en Marruecos, a través de nuevas reclamaciones para la entrega de Ifni. Será en 1910 cuando se firme el Acuerdo Hispano-Marroquí, paso previo al intento de ocupación de Ifni dirigido por el coronel Ricardo Burguete en 1911, que no significó la toma del enclave ante las presiones francesas, contrarias a su ocupación, por lo que se haría necesario el acuerdo previo hispano-francés en 1912, en el que ambos países europeos habrían de volver a negociar las fronteras de Ifni. Tras la toma de Tetuán por las tropas españolas en 1913, el conde de Romanones decide la inmediata entrada en Cabo Juby e Ifni, encargada al comandante Bens, gobernador político-militar de Río de Oro quien, aunque llega a hacer una breve entrada en Tarfaya, debe volver de inmediato a Río de Oro, pues el inicio de la Primera Guerra Mundial complica el escenario político y militar europeo y su proyección en África. El tercer capítulo (pp. 203-277) se centra en la ocupación de Ifni en 1934, partiéndose de la propia preocupación francesa como causa fundamental para que se lleve a cabo la anexión española. Para Francia, la falta de un mando fuerte en Ifni aumentaba el contrabando, así como la presencia de partidas rebeldes y hostiles al dominio francés que se refugian en estas tierras aún no ocupadas por España, y reducía las posibilidades galas en relación con su proyectado ferrocarril transahariano. Cuando en 1934 se produce el acuerdo entre los rebeldes de Ifni y el Cuartel General francés que incluye su salida de los territorios españoles, el coronel Capaz puede al fin hacer efectiva la ocupación de Ifni, que quedará bajo jurisdicción militar de las islas Canarias. Es en este contexto de organización militar del nuevo enclave cuando tiene lugar, el 9 de junio de 1934, la creación del Batallón de Tiradores de Ifni, unidad militar propia de este lugar que venía a unirse a la Guardia Civil indígena, ambas para evitar unidades

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expedicionarias accidentales. El 19 de julio se dan por finalizadas las operaciones militares para la ocupación de Ifni.

El libro se cierra con unos “Anexos” (pp. 283-307), en los que se recogen documentos relevantes de cada una de las etapas históricas abordadas, transcritos por el autor. La relación bibliográfica y de prensa consultada, un índice de ilustraciones y un índice onomástico militar, en el que aparecen los principales militares citados en el libro de acuerdo con su rango, ocupan las últimas páginas de esta obra, cuya principal valía reside precisamente en la cantidad y variedad de fuentes en las que bebe el texto, profusamente anotado en todos sus capítulos. Cosialls Ubach ha preferido silenciar la elaboración histórica del tema, que aunque existe es menor, y dar voz a sus protagonistas, que transcurren por las páginas del libro mostrando las diferentes fases y facetas de una indecisa, discutida y postergada ocupación que a la postre tardaría más años en hacerse efectiva que en mantenerse una vez llevada a cabo. El estudio cronológico realizado en torno a Ifni resulta exhaustivo y fidedigno, atento siempre a las fuentes empleadas, en las que, de acuerdo con la formación académica del autor, se priorizan los textos legislativos y sesiones de Cortes, aunque también se han manejado un elenco destacado de fuentes periodísticas y una bibliografía histórica adecuada. Diseminadas por las páginas del libro, situadas de forma muy oportuna donde mejor convienen, varias decenas de ilustraciones (grabados, fotografías, croquis, mapas, planos) contribuyen a la comprensión del texto, al tiempo que lo enriquecen y completan. Con una redacción cuidada y presentando los hechos de manera ordenada y sistemática, el texto consigue mantener la atención del lector, al que se le presentan de forma atractiva las diatribas que generó este controvertido tema, adecuadamente contextualizado en el entorno colonialista europeo que se fue pergeñando en relación con el continente africano en el último tercio del siglo XIX.

Versión traducida: Ifni: From the Treaty of Wad-Ras to Occupation. Cosialls Ubach, the son of an Ifni Rifle Battalion member, who holds a PhD in Llaw from the University of Lleida and is currently on the academic staff of the Defence University Centre (Zaragoza), focuses his attention on the lengthy process that began with the signing of the Treaty of Wad-Ras (1860) between Spain and Morocco and ended with the complete occupation of Ifni in 1934. This well-structured work is divided into three main chapters of similar length, presented in chronological order, preceded by a short introduction and summary of the historical background which explain that this book is the result of research marking the 80th anniversary, in 2014, of Ifni’s occupation by Colonel Capaz, to the key players of which the author dedicates this work.

Chapter 1 (pp. 29-115) focuses on the period from 1860, when the Treaty of Wad-Ras was signed, up to the turn of the century, marked by the Cuban War, drawing particular attention to Article 8 of that Treaty, which provided for the permanent transfer to the “Catholic Queen” (Isabella II) of “the small territory on the ocean coast along Santa Cruz, sufficient for the formation of a fishery such as that which Spain previously had there”. This Article is at the root of all the problems marking the lengthy history of Ifni’s occupation, with section two of the Article clearly demonstrating Spanish ignorance regarding the exact location of Santa Cruz de Mar Pequeña, which, together with the growing interest of European powers, such as France and Great Britain, in settling in that same geographical area, greatly complicated the task of complying with what had been agreed. Cosialls Ubach analyses the poor progress of the negotiations to surrender this territory in the following years, given that, according to the Moroccan authorities, it was beyond the Sultan’s royal jurisdiction, and it was therefore not possible to guarantee the safety of the prior works and surveys that the Spaniards would have to carry out. It was not until 1882— and after the restoration of the House of Bourbon—that the occupation of Ifni once again drew interest, and a new Spanish scientific committee was dispatched. This committee stressed the need to surrender the land, while the Sultan undertook to guarantee its peaceful possession, pursuant to the terms agreed in 1860. Although

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Morocco did not consider Santa Cruz de Mar Pequeña to fall within the territory of Ifni, but rather that of Puerto Cansado (also known as Guidez Erredchila), it relented to the surrender of the area chosen by Spain for the sake of remaining on good terms with its neighbours. The main task, then, was to demarcate Ifni’s expanse and borders, an issue Spain had to manage very carefully, so as to provoke neither Moroccan nor French hostility, nor that of Germany, a new European power which since 1885 had set its sights on the west coast of Morocco. Chapter 2 (pp. 117-201) addresses the history of Ifni from 1898 to 1933, a period marked by the rise of European colonialism in Africa. Cosialls Ubach explains how Spain, following the loss of its overseas territories, rekindled its interests in Morocco, with new claims for Ifni’s surrender. It was in 1910 that the Spanish-Moroccan Agreement was signed, a prior step towards the attempted occupation of Ifni led by Colonel Ricardo Burguete in 1911, which in the face of French opposition to the occupation did not result in the enclave being taken, necessitating a prior Spanish-French Agreement, signed in 1912, in which both European countries had to renegotiate Ifni’s borders. Following the capture of Tetuán by Spanish troops in 1913, the Count of Romanones ordered Commander Bens, the political-military governor of Río de Oro, to head the immediate incursion into Cape Juby and Ifni. Despite a brief foray into Tarfaya, Bens was immediately forced to return to Río de Oro, since the beginning of World War I complicated the European political and military scenario and its impact on Africa. Chapter 3 (p. 203-277) focuses on the occupation of Ifni in 1934, beginning by identifying French concern itself as a fundamental cause of Spain’s annexation of the region. For France, the lack of a strong command in Ifni drove an increase in smuggling, as well as the presence of rebel parties hostile to French domination who took refuge in these territories—not yet occupied by Spain—and reduced France’s possibilities regarding its planned Trans-Sahara railroad. In 1934, when a treaty was signed between the Ifni rebels and the French military leaders determining France’s departure from Spanish territories, Colonel Capaz was finally able to enforce the occupation of Ifni, which would remain under the military jurisdiction of the Canary Islands. It was in the context of the new enclave’s military organisation that, on 9 June 1934, the Ifni Rifle Battalion was created. This regional military unit would later be merged with the indigenous Civil Guard, as both units sought to avoid the creation of provisional expeditionary units. On 19 July, the military operations for the occupation of Ifni came to an end.

The book concludes with a number of annexes (pp. 283-307), which contain important documents from each of the historical periods covered, transcribed by the author. The final pages of this work comprise a bibliography and a list of the press articles consulted, an index of illustrations and an index of names, in which the main military figures mentioned in the book are presented by rank. The principal value of these indices lies precisely in the number and variety of sources from which the text draws, with substantial annotations in each chapter. Cosialls Ubach has opted to omit the historical treatment of the subject, which is in any case minimal, and to give voice to its key players, who advance through the pages of the book revealing the different stages and facets of an indecisive, controversial and belated occupation which was ultimately maintained for fewer years than it took to enforce. The chronological study of Ifni is exhaustive and reliable, paying close heed to the sources used, in which, in keeping with the author’s academic background, priority is given to legislative texts and court transcripts, while a notable list of journalistic sources and a sufficient historical bibliography are also provided. The book includes several dozen illustrations (prints, photographs, sketches, maps, plans), which are perfectly placed to facilitate the reader’s understanding, while also enriching and complementing the text. Carefully written to present the facts in an orderly and systematic manner, the text succeeds in holding the reader’s attention, setting out, engagingly, the diatribes provoked by this controversial topic, which are properly contextualised in the European colonialist attitude that emerged in relation to the African continent in the last third of the 19th century.

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8.- Ayala Martínez, Carlos de: Órdenes Militares, monarquía y espiritualidad militar en los reinos de Castilla y León.

Versión larga: En 1113 se fundaba en Tierra Santa la Orden Militar de San Juan de Jerusalén, y en 1158 nacía la de Calatrava, la primera de las ibéricas, después vendría la de Santiago, en la que pudieron entrar los casados por primera vez, aunque se comprometían a vivir una rica espiritualidad alimentada con oraciones litúrgicas y obras de caridad, aunque siempre su objetivo militar fue "sarracenos pugnare" con la espada y la palabra. Este tema ha sido objeto de estudio durante décadas por profesores como Benito Ruano, Luis Suárez, Ladero Quesada, Linage Conde, César Olivera, y otros especialistas medievalistas. Carlos Ayala Martínez es Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y Catedrático de Historia Medieval en la Universidad Autónoma de Madrid y aborda en este libro este importante tema de nuestra historia nacional. El autor es un especialista en las Órdenes Militares de Castilla y León. Desde que en 1985 publicara su tesis doctoral bajo el magisterio de Luis Suárez sobre la Política Peninsular de Alfonso X: relaciones castellano-aragonesas entre 1252 y 1284 (Madrid 1986), su investigación se ha centrado principalmente en el reinado de Alonso X de Castilla, las Órdenes Militares Hispánicas, y la guerra santa peninsular y sus relaciones políticas e ideológicas. Carlos de Ayala ha publicado importantes libros relacionados con el tema, nos referimos a Las órdenes militares hispánicas en la Edad Media (siglos XII-XV) (Madrid, 2003), Sacerdocio y reino en la España altomedieval: Iglesia y poder político en el occidente peninsular, siglos VII-XII (Madrid 2008), y Las cruzadas (Madrid 2004). No solamente nos encontramos ante un gran investigador, sino que se podrían destacar dos facetas más: su labor como compilador documental, y su papel como director de tesis. En el primer campo hay que reseñar su Cartulaire général de l'ordre du Temple (1119?-1150), y el Libro de privilegios de la orden de San Juan de Jerusalén en Castilla y León (siglos XII-XV). En cuanto a su labor formativa, ha dirigido importantes tesis doctorales, como la de recientemente fallecido Enrique Rodríguez-Picavea Matilla sobre la Orden de Calatrava, y la de José Vicente Matellanes Merchán sobre la Orden de Santiago.

El libro que se recensiona aquí es una compilación de ocho artículos publicados principalmente en libros de diversos autores entre 2006 y 2014. Salvo el artículo de 2006 sobre Fronteras y órdenes militares en la Edad Media castellano-leonesa (siglos XII-XIII), el resto forman parte del resultado de la investigación de dos proyectos de investigación del Plan Nacional de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación del que fue investigador principal entre 2009 y 2015. Se publica el libro dentro de la Colección Historia de la Universidad de Granada, dirigida por el catedrático de Historia Medieval Rafael G. Peinado Santaella, dedicada principalmente a estudios medievales. En realidad se trata del primer volumen de la Segunda etapa de Biblioteca de humanidades Chronica Nova de Estudios Históricos.

El autor ha dado coherencia a sus ocho trabajos bajo el título general de Órdenes militares, monarquía y espiritualidad militar en los reinos de Castilla y León (siglos XII-XIII). Lo que trasluce sobre todo del libro no es tanto la cuestión espiritual y militar, cuanto la historia del poder territorial. Establece que hubo dos modos de entender en la península qué era una orden militar. Una sería la idea de las milicias cistercienses, que sería la Orden de Calatrava; y la otra de tipo laical sobre la lógica caballeresca que sería la Orden de Santiago. Centra la investigación de estos dos modelos en el reinado de Alfonso VIII (1155-1214), porque considera que es el escenario privilegiado para analizar la mediatización de la Monarquía.

Analiza la guerra santa en el marco pleno-medieval del occidente peninsular, estructurando el libro en dos bloques. El primero corresponde al análisis de los dos modelos ya citados, bajo el título Reconquista, cruzada y órdenes religiosas, con cinco trabajos en 154 páginas. La segunda, bajo el título Monarquía, episcopado y espiritualidad militar, son tres capítulos en 106 páginas, sería la guerra santa a través de la actuación de los obispos, centrándose en los reinados de Alfonso VII y Fernando.

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Establece que fueron los obispos los ideólogos que legitimaron con sus pronunciamientos o con sus silencios una actividad militar en la que de una forma u otra acabarían participando.

El autor no ha seguido el orden cronológico de producción, el de aparición de sus artículos, ni el propio cronológico temporal del contenido, sino que ha optado por darle una coherencia temática, quizá algo forzada, pues el último pienso hubiera tenido más sentido ser el primero como introducción historiográfica, especialmente como valoración de las lecturas posibles de las lucha contra el islam presentes en los cronistas como cauce del "pensamiento episcopal", y donde asienta que la espiritualidad militar no nació en conventos y monasterios, sino en el papado y episcopado, mediatizada por el poder político. Esta espiritualidad sería la "la interpretación literalista eclesial por la que abogó el llamado reformismo gregoriano". Evidentemente aquí se deja ver su trabajo sobre Sacerdocio y reino en la España altomedieval: Iglesia y poder político en el occidente peninsular, siglos VII-XII.

El capítulo primero De Toledo a Las Navas: la Reconquista que se convierte en cruzada, acentúa el nacimiento de las órdenes militares en vísperas de la batalla de las Navas de 1212. La reconquista, ya convertida en cruzada, fue un instrumento de acción política al servicio de unos reyes que deseaban un mayor control de sus reinos, de modo que el nacimiento de las órdenes militares hispánicas es una prueba de ello. El segundo es sobre Frontera y órdenes militares en la Edad Media castellano-leonesa (siglo XII-XIII), y afirma que las órdenes militares castellano-leonesas nacen con el objetivo de articular una frontera frente al islam, y como resultado no solo “colonizan” el espacio fronterizo, sino que crean un espacio político porque las órdenes militares fueron “justificación legitimadora de un proyecto político para por medio de la cruzada asentar su autoridad”. El tercer capítulo es sobre Las órdenes militares “internacionales” en el contexto del siglo XII: religión y milicia. El autor se centra sobre todo en la orden del Temple y se pregunta si realmente fue fruto de una espiritualidad monástica, llegando a la conclusión de que no tenía una espiritualidad propiamente monástica, se trata de espiritualidad laical y finaliza que gracias a Bernardo de Claraval triunfa una espiritualidad militar como miles Christi. El cuarto se refiere a Ideología, espiritualidad religiosidad de las órdenes militares en la época de Alfonso VIII. El modelo santiaguista, en el que se adentra en el análisis de la Regula Bullata de Alejandro III y cómo el rey castellanizó la orden y se sirvió de ella. El quinto es sobre Guerra Santa y órdenes militares en la época de Alfonso VIII. Se fija sobre todo en Calatrava, en un lugar concreto luchar contra los sarracenos, y Santiago, sin lugar a determinar, pero siempre bajo dependencia real. En la segunda parte del libro nos encontramos con el capítulo sexto sobre Alfonso VII y la cruzada. Participación de los obispos en la ofensiva reconquistadora. Se centra en diversas campañas militares con importante participación de obispos castellanos y leoneses, aunque no tuvieron mucho éxito, en el contexto de la “segunda cruzada”, aunque faltaría, como él reconoce, determinar la cuantía y la cualidad de tropas que aportaban los obispos. El capítulo séptimo es sobre Los obispos leoneses y las guerras santas de Fernando II. Fernando II (1157-1188) activa la guerra santa pero por diversas dificultades económicas no se pone en marcha hasta 1184, con la recuperación de Cáceres, y concluye que la guerra no fue tanto expresión de fortaleza del trono como vehículo de autoafirmación de un episcopado pujante. El capítulo octavo y último es sobre Obispos, guerra santa y cruzada en los reinos de León y Castilla (s. XII), creo que es más relacionado con el título del libro porque delimita claramente los conceptos entre guerra santa y cruzada, y paulatina implicación episcopal en la identificación de reconquista y cruzada, y establece cinco modos de participación: predicación, mediación diplomática, dinamización de instituciones bélicas, financiación, y finalmente participación en los escenarios bélicos.

Nos encontramos, pues, ante un importante libro sobre aspectos esenciales de la Reconquista como las Órdenes Militares y la Guerra Santa en los reinos de Castilla y León. Hubieran venido bien algunos mapas y sobre todo un índice analítico, así como una mayor vertebración de los capítulos quizá con otro orden y con una orientación

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bibliográfica o al menos bibliografía selecta. También algunas referencias a la Historia Militar de España, en concreto al volumen de 2010 que dirigió Miguel Angel Ladero, especialmente el capítulo de Baja Edad Media, pp.259-262, donde trata de las órdenes militares.

Versión corta: El libro que se recensiona aquí es una compilación de ocho

artículos publicados principalmente en libros de diversos autores entre 2006 y 2014. Salvo el artículo de 2006 sobre Fronteras y órdenes militares en la Edad Media castellano-leonesa (siglos XII-XIII), el resto forman parte del resultado de la investigación de dos proyectos de investigación del Plan Nacional de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación del que fue investigador principal entre 2009 y 2015. Se publica el libro dentro de la Colección Historia de la Universidad de Granada, dirigida por el catedrático de Historia Medieval Rafael G. Peinado Santaella, dedicada principalmente a estudios medievales. En realidad se trata del primer volumen de la Segunda etapa de Biblioteca de humanidades Chronica Nova de Estudios Históricos.

El autor ha dado coherencia a sus ocho trabajos bajo el título general de Órdenes militares, monarquía y espiritualidad militar en los reinos de Castilla y León (siglos XII-XIII). Lo que trasluce sobre todo del libro no es tanto la cuestión espiritual y militar, cuanto la historia del poder territorial. Establece que hubo dos modos de entender en la península qué era una orden militar. Una sería la idea de las milicias cistercienses, que sería la Orden de Calatrava; y la otra de tipo laical sobre la lógica caballeresca que sería la Orden de Santiago. Centra la investigación de estos dos modelos en el reinado de Alfonso VIII (1155-1214), porque considera que es el escenario privilegiado para analizar la mediatización de la Monarquía.

Analiza la guerra santa en el marco pleno-medieval del occidente peninsular, estructurando el libro en dos bloques. El primero corresponde al análisis de los dos modelos ya citados, bajo el título Reconquista, cruzada y órdenes religiosas, con cinco trabajos en 154 páginas. La segunda, bajo el título Monarquía, episcopado y espiritualidad militar, son tres capítulos en 106 páginas, sería la guerra santa a través de la actuación de los obispos, centrándose en los reinados de Alfonso VII y Fernando. Establece que fueron los obispos los ideólogos que legitimaron con sus pronunciamientos o con sus silencios una actividad militar en la que de una forma u otra acabarían participando.

Nos encontramos, pues, ante un importante libro sobre aspectos esenciales de la Reconquista como las Órdenes Militares y la Guerra Santa en los reinos de Castilla y León. Hubieran venido bien algunos mapas y sobre todo un índice analítico, así como una mayor vertebración de los capítulos quizá con otro orden y con una orientación bibliográfica o al menos bibliografía selecta. También algunas referencias a la Historia Militar de España, en concreto al volumen de 2010 que dirigió Miguel Angel Ladero, especialmente el capítulo de Baja Edad Media, pp.259-262, donde trata de las órdenes militares.

Versión traducida: Military Orders: Monarchy and Military Spirituality in the

Kingdoms of Castile and León. The book reviewed here is a compilation of eight articles published mainly in books by different authors from 2006 to 2014. With the exception of the article of 2006 entitled Fronteras y órdenes militares en la Edad Media castellano-leonesa (siglos XII-XIII) [Borders and Military Orders in Middle-Age Castile and León (12th and 13th centuries)], the others are part of the results of two research projects under the Spanish Ministry of Science and Innovation’s National Research Plan, by the main researcher between 2009 and 2015. The book is published in the University of Granada’s Historia Collection, directed by Rafael G. Peinado Santaella, Professor of Medieval History, and mainly focuses on medieval studies. In fact, it is the first volume of the second series of Biblioteca de humanidades Chronica Nova de Estudios Históricos.

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The author has combined his eight works under the general title of Órdenes Militares, monarquía y espiritualidad militar en los reinos de Castilla y León (siglos XII-XIII) [Military Orders: Monarchy and Military Spirituality in the Kingdoms of Castile and León (12th and 13th centuries)]. What the book reveals is not so much the spiritual and military issue, as the history of territorial power. It establishes that in the Iberian peninsula there were two ways of understanding what a military order was. One was the concept of cistercian militias, which was the Order of Calatrava; and the other was a secular type of chivalrous rationale, which was the Order of Santiago. He focuses his research of these two models on the reign of King Alfonso VIII (1155-1214), because he considers it a privileged scenario for analysing their influence on the monarchy.

He analyses the holy war in the western Iberian peninsula during the High Middle Ages, structuring the work in two blocks. The first one consists of the analysis of the two above-mentioned models; it is titled Reconquista, cruzada y órdenes religiosas [Reconquest, Crusade and Religious Orders], and contains five works in 154 pages. The second, entitled Monarquía, episcopado y espiritualidad militar [Monarchy, Bishopric and Military Spirituality], with three chapters in 106 pages, addresses the holy war through the activity of bishops, focusing on the reigns of Alfonso VII and Fernando. He sets forth that the bishops were the ideologists who legitimized—with their pronouncements or with their silence—a military activity in which they would, in one way or other, end up participating.

We are faced, thus, with an important book on essential aspects of the Reconquest, such as the Military Orders and the Holy War in the Kingdoms of Castile and León. A few maps—and, above all, an alphabetic index—would have been useful, as well as greater connection between the chapters, perhaps in a different order and with bibliographic references, or at least a selected bibliography. Also useful would have been references to Historia Militar de España [Military History of Spain], specifically the 2010 volume, directed by Miguel Ángel Ladero, especially the chapter on the Late Middle Ages, pp. 259-262, where the military orders are discussed. 9.- Madariaga, María Rosa de, En el Barranco del Lobo... Las guerras de Marruecos.

Versión larga: María Rosa de Madariaga es doctora en Historia por la Universidad de París I (Panthéon-Sorbonne), con una tesis sobre las relaciones entre España y Marruecos cuyo director fue Pierre Vilar. Ha ejercido una amplia labor docente en la Universidad de París IV y también ha trabajado durante años en la UNESCO, como traductora y como coordinadora de proyectos culturales. Especialista en la civilización árabe, es autora de numerosos y relevantes estudios publicados tanto en obras colectivas como en revistas españolas y extranjeras. Además, es autora de varios libros en los que profundiza sobre las relaciones entre España y Marruecos, desde la época del Protectorado hasta los inicios del periodo franquista, entre las que cabe destacar España y el Rif. Crónica de una historia casi olvidada (1999, 3.ª ed., 2008), Los moros que trajo Franco. La intervención de las tropas coloniales en la guerra (2002, 2.ª ed., 2006), Abd el-Krim el Jatabi. La lucha por la independencia (2009) y Marruecos, ese gran desconocido. Breve historia del Protectorado español (2013). La obra que reseñamos a continuación, En el Barranco del Lobo... Las guerras de Marruecos, fue publicada en 2005, tuvo una segunda edición en 2006 y en 2016 ha sido objeto de su tercera reimpresión.

La obra se estructura en nueve capítulos de extensión homogénea, precedidos por una breve introducción en la que la autora pone de manifiesto la relevancia de un tema muy lejano en la mente de la mayoría de los españoles en nuestros días, pero que, por el contrario, aún está cercano en el tiempo, pues son hechos acaecidos hace menos de una centuria y cuya memoria han guardado varias generaciones a lo largo del siglo XX. Tema menor en la historiografía tradicional de nuestro país, la política colonial

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española en África, que la autora bien sabe entroncar con un pasado de plazas fuertes y guarniciones españolas en diferentes enclaves de Marruecos, Argelia y Túnez durante los siglos modernos, fue, sin embargo, como Madariaga plasma con rotundidad, “un problema no ya de política exterior, sino de política interior, que absorbió durante años todas las actividades del país, consumió sus energías, condicionó la política de los gobiernos, provocó crisis gubernamentales, socavó los cimientos del régimen de la Restauración y condujo en 1923 a la dictadura del general Primo de Rivera” (p. 12). Se establece como objetivo principal de la obra el estudio de quienes fueron protagonistas de los hechos militares, más que las batallas en sí, objeto ya de numerosos y reiterados estudios, también en las últimas décadas. En este libro interesan los oficiales, los jefes y los mandos, pero también las tropas, las triunfantes y las cautivas, las que volvieron condecoradas y las que lo hicieron gravemente enfermas o nunca regresaron. Junto a ello, es prioritaria la reconstrucción de los ambientes políticos, sociales y, en cierta medida, económicos, en los que se gestaron los hechos acaecidos, por lo que en la obra tienen cabida desde los miembros de la Casa Real hasta los diferentes presidentes del Gobierno, ministros y autoridades políticas y castrenses relacionadas con ellos, de la misma forma que se atiende a la visión desde España de las diferentes clases sociales sobre la cuestión marroquí.

En el capítulo 1, Madariaga establece los antecedentes de los problemas generados en las relaciones entre España y Marruecos durante el primer cuarto del siglo XX, centrando su análisis en las guerras de Tetuán (1859-1860) y Melilla (1893-1894), sucesos que se recogen en sus principales puntos de forma clara y sintética y se completan con unas innovadoras aportaciones relativas al escándalo del tráfico de armas españolas a rifeños. Avanzando en desarrollo de los hechos, el enfoque cronológico prima también en los capítulos 2, 3 y 4, en los que se analiza la evolución del Rif entre 1909 y 1912, con atención especial a la explotación minera llevada a cabo por los españoles en la zona y la resistencia rifeña a la intervención militar (cap. 2), las características de la sociedad rifeña tribal, el tratado hispano-francés de 1912 y la dicotomía entre el establecimiento de un Protectorado o un sistema de administración directa (cap. 3), y se estudian los protagonistas, los contextos y las causas del desastre colonial de 1921, en el que, como un efecto dominó, en palabras de la autora, se perdieron en un mismo año las posiciones de Igueriben, Annual y Monte Arruit (cap. 4).

A partir de aquí, Madariaga se centra en un análisis de carácter más coyuntural en el que tiene cabida tanto la opinión pública en relación con la guerra de Marruecos (cap. 5), como el debate abierto en relación con el rescate de los prisioneros (cap. 6), y la formación del ejército de África (cap. 7). En lo relativo a la opinión pública, se atiende al debate entre intervencionistas y abandonistas, con la perspectiva completa de las posiciones y enfoques adoptados por los partidos dinásticos, republicanos y partidos obreros, y también de la percepción sobre el tema de los nacionalismos vasco y catalán, especialmente contrario a la intervención africana el primero de ellos, y el segundo, más alejado del debate por considerarlo la guerra de un país extranjero (España). En lo referente a los rescates de prisioneros, se establecen tanto los medios (canjes, gratificaciones) como las tipologías del cautiverio, centrándose el estudio en el rescate de los prisioneros tras Annual y las negociaciones llevadas a cabo con Abd-el-Krim. El ejército de África se analiza desde la perspectiva de las oportunidades para jefes y oficialidad que generó el envío a tierras marroquíes, ante la existencia de gratificaciones por destino, y la posibilidad de labrar una carrera militar frente al tradicional enemigo “moro”, en la que los ascensos serían parte de la recompensa, además de abrirse la tentadora opción de suculentos negocios con las cabilas colaboradoras. También se incide en las malas condiciones sanitarias e higiénicas en las que se movió la tropa, siempre carente de medios suficientes traducidos en precario alojamiento, escasa comida y armas deficientes, y de igual manera hay cabida en este capítulo para estudiar

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el relevante papel desempeñado en el conflicto por la policía indígena, los Regulares y los legionarios.

El capítulo 8, el más largo de toda la obra, vuelve al enfoque cronológico para explicar los sucesos acaecidos entre Annual (1921) y el desembarco de Alhucemas (1925) o, lo que es lo mismo, desde las secuelas militares y políticas del desastre a los progresivos cambios de enfoque de Miguel Primo de Rivera sobre la necesaria naturaleza de la presencia española en el norte de África, que gira en muy poco tiempo del abandono al semi-abandono y de éste a la guerra de conquista. Según Madariaga (pp. 165-166 y pp. 344-346), ésta, la guerra de conquista, era la única experiencia colonial que siempre había arraigado entre los españoles, tanto en América como en el norte de África desde los tiempos de Colón en América y de Estopiñán en Melilla (1497), aunque cabe recordar que la presencia española en el Magreb se jalona también de tratos comerciales desde tiempos medievales, en especial por parte de la Corona de Aragón, además de mediante la firma de numerosos pactos en los que se protegía a soberanos islámicos de los diferentes reinos norteafricanos a cambio de su vasallaje al rey cristiano, como ocurrió con los tratados con los zayaníes de Tremecén y los hafsíes tunecinos durante diferentes etapas a lo largo del siglo XVI. Muy esclarecedor resulta en este capítulo su análisis relativo al empleo de armas químicas por los militares españoles contra los combatientes rifeños (pp. 351-353). El capítulo 9, centrado en la evolución de las relaciones políticas, diplomáticas y militares entre las autoridades españolas y Abd-el-Krim desde sus inicios como colaborador de España hasta la su creación del Estado rifeño y posterior resistencia y entrega a Francia, cierra el cuerpo expositivo de este libro aparecido en 2005 y reeditado en 2016.

La obra, aunque en conjunto de carácter divulgativo, es fruto de una fecunda investigación archivística previa que ha llevado a la autora a revisar los fondos numerosas entidades nacionales y extranjeras, entre las que cabe destacar el Archivo de Asuntos Exteriores de Francia (AEF), Archivo de Vincennes (Servicio Histórico Militar del Ejército de Tierra), el Foreign Office londinense y Archivo General Militar de Madrid, a la vez que se hace un uso eficaz y recurrente en el aparato crítico, solo de carácter documental y bibliográfico, del Expediente Picasso (1931) y los informes generados por la llamada Comisión de Responsabilidades, en relación con el episodio de Annual. A esta relevante base documental hay que unir una consistente bibliografía, a la que habría que añadir las nuevas publicaciones que sobre este tema han ido apareciendo desde que este libro de Madariaga vio por primera vez la luz en 2005. Hasta un total de 29 fotos, cuyo listado puede consultarse al final de la obra (pp. 407-409), ilustran los diferentes capítulos, conformando un aparato gráfico que dota de mayor visibilidad al cuerpo de texto, cuya comprensión facilita de forma evidente, y otorga mayor énfasis a los temas abordados por la autora, quien aporta de su propio archivo particular buena parte de las imágenes que se reproducen. A ello hay que unir la imprescindible y acertada inclusión de un mapa tras la hoja de guarda en el que se establecen las zonas de los protectorados español y francés en Marruecos y la división territorial de las diferentes cabilas que la autora cita continuamente en el texto. Un índice onomástico muy útil y necesario en obras históricas de este calado (pp. 411-423) culmina la cuidada edición de un libro en el que Madariaga ha conseguido articular una visión sintética pero muy completa, armónica e integradora sobre la política colonial española en Marruecos en el primer tercio del siglo XX. En ella se trascienden los hechos políticos para centrarse en quienes los protagonizaron desde diferentes niveles sociales y de responsabilidad civil y militar, a través de un estilo ágil y ameno, en ocasiones irónico y hasta mordaz, en el que no se dejan a un lado los temas y enfoques más polémicos y controvertidos, con una sugerente y acertada estructuración que facilita su lectura tanto al gran público como al investigador especializado en estas cuestiones.

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Versión corta: María Rosa de Madariaga es doctora en Historia por la Universidad de París I (Panthéon-Sorbonne), con una tesis sobre las relaciones entre España y Marruecos cuyo director fue Pierre Vilar. Especialista en la civilización árabe, es autora de varios libros en los que profundiza sobre las relaciones entre España y Marruecos, desde la época del Protectorado hasta los inicios del periodo franquista, entre las que cabe destacar España y el Rif. Crónica de una historia casi olvidada (1999, 3.ª ed., 2008), Los moros que trajo Franco. La intervención de las tropas coloniales en la guerra (2002, 2.ª ed., 2006), Abd el-Krim el Jatabi. La lucha por la independencia (2009) y Marruecos, ese gran desconocido. Breve historia del Protectorado español (2013). La obra reseñada fue publicada en 2005, tuvo una segunda edición en 2006 y en 2016 ha sido objeto de su tercera reimpresión.

Se establece como objetivo principal de la obra el estudio de quienes fueron protagonistas de los hechos militares, más que las batallas en sí, objeto ya de numerosos y reiterados estudios, también en las últimas décadas. En este libro interesan los oficiales, los jefes y los mandos, pero también las tropas, las triunfantes y las cautivas, las que volvieron condecoradas y las que lo hicieron gravemente enfermas o nunca regresaron. Junto a ello, es prioritaria la reconstrucción de los ambientes políticos, sociales y, en cierta medida, económicos, en los que se gestaron los hechos acaecidos, por lo que en la obra tienen cabida desde los miembros de la Casa Real hasta los diferentes presidentes del Gobierno, ministros y autoridades políticas y castrenses relacionadas con ellos, de la misma forma que se atiende a la visión desde España de las diferentes clases sociales sobre la cuestión marroquí. En el capítulo 1, Madariaga establece los antecedentes de los problemas generados en las relaciones entre España y Marruecos durante el primer cuarto del siglo XX, centrando su análisis en las guerras de Tetuán (1859-1860) y Melilla (1893-1894). Avanzando en desarrollo de los hechos, el enfoque cronológico prima también en los capítulos 2, 3 y 4, en los que se analiza la evolución del Rif entre 1909 y 1912, con atención especial a la explotación minera llevada a cabo por los españoles en la zona y la resistencia rifeña a la intervención militar (cap. 2), las características de la sociedad rifeña tribal, el tratado hispano-francés de 1912 y la dicotomía entre el establecimiento de un Protectorado o un sistema de administración directa (cap. 3), y se estudian los protagonistas, los contextos y las causas del desastre colonial de 1921, en el que, como un efecto dominó, en palabras de la autora, se perdieron en un mismo año las posiciones de Igueriben, Annual y Monte Arruit (cap. 4). A partir de aquí, Madariaga se centra en un análisis de carácter más coyuntural en el que tiene cabida tanto la opinión pública en relación con la guerra de Marruecos (cap. 5), como el debate abierto en relación con el rescate de los prisioneros (cap. 6), y la formación del ejército de África (cap. 7), el cual se analiza desde la perspectiva de las oportunidades para jefes y oficialidad que generó el envío a tierras marroquíes, ante la existencia de gratificaciones por destino, y la posibilidad de labrar una carrera militar frente al tradicional enemigo “moro”, en la que los ascensos serían parte de la recompensa, además de abrirse la tentadora opción de suculentos negocios con las cabilas colaboradoras. También se incide en las malas condiciones sanitarias e higiénicas en las que se movió la tropa, siempre carente de medios suficientes traducidos en precario alojamiento, escasa comida y armas deficientes, y de igual manera hay cabida en este capítulo para estudiar el relevante papel desempeñado en el conflicto por la policía indígena, los Regulares y los legionarios. El capítulo 8, el más largo de toda la obra, vuelve al enfoque cronológico para explicar los sucesos acaecidos entre Annual (1921) y el desembarco de Alhucemas (1925) o, lo que es lo mismo, desde las secuelas militares y políticas del desastre a los progresivos cambios de enfoque de Miguel Primo de Rivera sobre la necesaria naturaleza de la presencia española en el norte de África, que gira en muy poco tiempo del abandono al semiabandono y de éste a la guerra de conquista. El capítulo 9, centrado en la evolución de las relaciones políticas, diplomáticas y militares entre las autoridades españolas y Abd-el-Krim desde sus inicios como colaborador de España hasta la su creación del

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Estado rifeño y posterior resistencia y entrega a Francia, cierra el cuerpo expositivo de este libro que, aunque en conjunto de carácter divulgativo, es fruto de una fecunda investigación archivística previa que ha llevado a la autora a revisar los fondos numerosas entidades nacionales y extranjeras, Hasta un total de 29 fotos, cuyo listado puede consultarse al final de la obra (pp. 407-409), ilustran los diferentes capítulos, conformando un aparato gráfico que dota de mayor visibilidad al cuerpo de texto, cuya comprensión facilita de forma evidente, y otorga mayor énfasis a los temas abordados por la autora, quien aporta de su propio archivo particular buena parte de las imágenes que se reproducen. A ello hay que unir la imprescindible y acertada inclusión de un mapa tras la hoja de guarda en el que se establecen las zonas de los protectorados español y francés en Marruecos y la división territorial de las diferentes cabilas que la autora cita continuamente en el texto. Un índice onomástico muy útil y necesario en obras históricas de este calado (pp. 411-423) culmina la cuidada edición de un libro en el que Madariaga ha conseguido articular una visión sintética pero muy completa, armónica e integradora sobre la política colonial española en Marruecos en el primer tercio del siglo XX.

Versión traducida: Barranco del Lobo and the Wars in Morocco. María Rosa de Madariaga is a Doctor in History. Her thesis at the University of Paris 1 (Panthéon-Sorbonne) was supervised by Pierre Vilar and dealt with relations between Spain and Morocco. She specializes in Arab civilization and has written a number of books addressing Spain-Morocco relations in detail, from the times of the Protectorate to the start of the Franco era. These works include España y el Rif. Crónica de una historia casi olvidada [Spain and the Rif: A Chronicle of Almost Forgotten History] (1999, 3rd ed., 2008), Los moros que trajo Franco. La intervención de las tropas coloniales en la guerra [The Moors that Franco Brought: Colonial Troops’ Involvement in the War] (2002, 2nd ed., 2006), Abd el-Krim el Jatabi. La lucha por la independencia [Abd al-Karim El-Khattabi: The Fight for Independence] (2009) and Marruecos, ese gran desconocido. Breve historia del Protectorado español [Morocco, the Great Unknown: A Brief History of the Spanish Protectorate] (2013). The reviewed work was first published in 2005, followed by a second edition in 2006 and this, the third edition, in 2016.

The main objective of the work is to examine the people who played key roles in the hostilities, rather than the battles themselves, which have already been the subject of numerous studies, including in recent decades. In this book, attention is paid to officers, including commanding and senior officers, but also to troops; those on the winning side, those who were captured, those who received medals, those who were seriously wounded and those who never came back. Another priority of the book is to reconstruct the political and social context, and to some degree the economic conditions, in which the conflict arose. The scope of the work therefore extends from members of Spain’s Royal household to the different presidents of the country’s government, its ministers and the related political and military authorities. The views of the different classes of Spanish society on the Moroccan question are also examined. In Chapter 1, Madariaga sets out the background of the problems that arose in relations between Spain and Morocco in the first quarter of the 20th century, focusing on the Tetuán War (1859-1860) and the Melilla War (1893-1894). Continuing to look at how events unfolded, a chronological approach is also employed in Chapters 2, 3 and 4, which analyse developments in the Rif from 1909 to 1912. Chapter 2 looks at Spanish mining operations in the region and local resistance to the military intervention. Chapter 3 then turns to the characteristics of tribal society in Rif, the Hispano-French treaty of 1912 and the dichotomy between the Protectorate or a system of direct administration. In Chapter 4, the author studies the key players, context and causes of the colonial disaster in 1921, which, in her own words, had a domino effect that led to the loss of positions in Igueriben, Annual and Monte Arruit. From this point, Madariaga focuses on analysing the context of public opinion on the Moroccan war (Chapter 5), the open debate on retrieving prisoners (Chapter 6) and the formation of the African army (Chapter 7), which is

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examined in terms of the opportunities that officers enjoyed as a result of being deployed to Moroccan territory, such as a regional bonus, the possibility of carving out a military career against the traditional “Moorish” enemy, the promotions offered as rewards and the tempting option of profitable business with friendly tribes. Time is spent on the unhealthy and unsanitary conditions the troops faced, with a constant lack of resources, resulting in inferior billet, limited food and inadequate weaponry. The chapter also addresses the key role played by the native police force, regular army and legionaries in the conflict. Chapter 8, which is the longest in the book, resumes the chronological approach to explain the events from Annual (1921) to the Alhucemas landing (1925), i.e. from the military and political repercussions of the disaster to Miguel Primo de Rivera’s gradual change of approach regarding the required nature of the Spanish presence in North Africa, which rapidly switched from abandonment, to semi-abandonment and then to a war of conquest. The main portion of the book ends with Chapter 9, which focuses on how political, diplomatic and military relations unfolded between the Spanish authorities and Abd el-Krim, from his beginning as a collaborator with Spain to the creation of the state of Rif, the subsequent resistance and the relinquishment to France. Although overall the body of the work is of an informative nature, it is the result of extensive archival research, during which the author examined the collections held by numerous Spanish and foreign institutions. A total of 29 photos illustrate the different chapters—a list of which is provided at the end of the publication (pp. 407-409)—forming a visual resource that enhances the body of the text, clearly facilitates comprehension and underscores the issues addressed by the author. In fact, a significant portion of the images are from the author’s own personal collection. Furthermore, an indispensable map has appropriately been included behind the flyleaf, showing the regions of the Spanish and French Protectorates in Morocco and the territorial division between the different Berber tribes that the author frequently refers to in the text. The book ends with a very useful index of names (pp. 411-423) of the kind that is crucial in historical works of this calibre. In this meticulous edition, Madariaga successfully offers a perspective on Spain’s colonial policies in Morocco in the first third of the 20th century that is both succinct and comprehensive, as well as harmonious and inclusive.

10.- Barrio Muñoz, José Ángel del: Filipinas y la Guerra de Sucesión Española: Avatares y Sucesos en un Frente secundario (1701-1715).

Versión larga: El libro que aquí reseñamos es la última obra de José Ángel del Barrio Muñoz, uno de los investigadores españoles que en los últimos años más se ha interesado en la historia de las islas Filipinas durante el siglo XVIII. Tras licenciarse en Historia por la Universidad Complutense de Madrid, se doctoró con honores por la UNED, en el 2010, dentro del itinerario de Historia Moderna. Su tesis –dirigida por el gran especialista de los mundos asiáticos y extra europeos en la Edad Moderna, Carlos Martínez Shaw–, versó sobre la figura de Fernando Valdés Tamón, Gobernador General de Filipinas entre 1729-1739. Investigación inédita, que tras su adaptación a libro, fue publicada en el 2012 por el CSIC, bajo el título de: Vientos de reforma ilustrada en Filipinas. El gobernador Fernando Valdés Tamón (1729-1739). Del Barrio también ha escrito varios textos científicos que han sido publicados en revistas y libros, centrándose la mayoría de ellos en el estudio de las Filipinas durante la época Moderna. Trabajos en los que analiza desde el despliegue de la construcción naval en el Cavite hasta las conflictos étnico-sociales que se producían en Filipinas –ante la gran variedad étnica, cultural y lingüística de las islas–, pasando incluso por el estudio de los desastres naturales en el pasado; en concreto la mayor y más destructiva erupción del volcán Taal, en 1754 .

En este nuevo libro el autor nos relata una crónica totalmente desconocida de la Guerra de Sucesión española, y de la historia de los mundos asiáticos durante la Edad Moderna, ya que analiza la contienda desde un frente tan alejado como el filipino, rescatando para ello significativas fuentes primarias, la mayoría de ellas del Archivo

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General de Indias. Ciertamente la Guerra de Sucesión ha sido un conflicto que durante las últimas dos décadas ha generado varios centenares de trabajos científicos, especialmente al hilo de la efeméride histórica. Muchos han profundizado en el conflicto de una manera militar, política, diplomática, regional o incluso ideológica, ante el claro significado de 1714 para Cataluña. Otros han ahondado en el significativo cambio dinástico, la llegada de los primeros Borbones a España, los cambios generados por la Nueva Planta o incluso el Austracismo. Pero los trabajos dedicados al conflicto fuera del marco español, o europeo, han sido mínimos, algo especialmente reseñable al tratarse de uno de los primeros conflictos globales de la historia –que se desarrolló en los campos de batalla de España, Flandes, Italia o Alemania, y sus costas–, pero también en el vasto territorio colonial de las potencias en liza. Desde el punto de vista asiático, poco sabíamos del desarrollo de este conflicto, ya que la historiografía nunca ha tenido interés en investigar las implicaciones de la Guerra de Sucesión en ese recóndito solar del imperio español. De ahí subyace la enorme pertinencia de este trabajo científico, que nos ayuda a entender mejor como se vivía y desarrollaba un conflicto a miles de kilómetros de su epicentro.

El libro comienza con una brevísima introducción en la que el autor, de una manera muy sobria, directa y sin artificios, dibuja el marco de estudio de la guerra y lo que hasta el momento se sabía de su desarrollo en las islas Filipinas: prácticamente nada. Tras ello, el libro se organiza en ocho capítulos estructurados en dos grandes bloques, además de unas conclusiones –a modo de reflexiones finales–, y unos interesantes apéndices documentales que engloban 28 páginas. El amplio anexo documental es sin duda sugerente, ya que nos ofrece textos relevantes para el estudio, los cuales nos ilustran –de mano de sus protagonistas–sobre numerosas cuestiones capitales para entender, y contextualizar, el estudio que aquí analizamos, ofreciéndonos una perspectiva mucho más directa.

El primer gran bloque del libro versa sobre las repercusiones del conflicto en orden interno, dentro de las islas y su sociedad. En cuatro capítulos el autor analiza la guerra y sus repercusiones internas, ideológicas y de poder, y las implicaciones que tuvo el cambio dinástico en las islas. Para ello, en el primer capítulo analiza a los dos gobernadores del archipiélago durante este periodo, y sus funciones. Desde el primer momento las islas claramente se posicionaron a favor del candidato borbónico, como también lo hizo el virreinato de Nueva España, del que dependían éstas, y su necesario nexo de unión con la metrópoli. La rápida alineación a la causa borbónica simplificó las cosas a sus gobernadores, pero ciertamente las dudas estuvieron en el ambiente ante la conjunción de la amplia presencia de extranjeros en las islas y de personas provenientes de la Corona de Aragón. Los dos gobernadores tuvieron un importante papel dentro de este entramado de sospechas, dudas y fidelidades que no parecían seguras. Se trató de dos personajes muy diferentes entre sí. Domingo Zabalburu llegaba al cargo con un escaso bagaje de servicio a la monarquía, y una mínima experiencia, al haber comprado el puesto en la gran coyuntura venal que se inició en la década final del siglo XVII, en la que la falta de medios económicos obligó a la corona a poner en venta multitud de honores y cargos. Pese a las críticas bien fundadas –y a los miedos que generó su nombramiento–, Zabalburu llegó a las islas en 1701 con la noticia de la muerte de Carlos II, y con la orden expresa de mantener la paz y tranquilidad, algo que a pesar de algunos momentos de crispación cumpliría. Incluso algunos historiadores de Filipinas del siglo XVIII vieron en él a uno de los mejores gobernadores de las islas. Su sucesor, en 1709, fue el navarro Martín de Ursúa, el cual llegaba a la gobernación por méritos propios, tras su buena labor al frente del gobierno del Yucatán y tras superar un juicio, pero defraudado por no ser el ascenso que el mismo esperaba. Ambos gobernadores apoyaron las guerras de la monarquía recaudando algunos donativos, pero su gran aportación fueron las medidas internas para afianzar el control borbónico de las islas y evitar la creación de una quinta columna interna, siendo esencial la vigilancia de los extranjeros.

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En el segundo capítulo se analiza, y se desmitifica, una cuestión básica: la falta de comunicación y el completo aislamiento de Filipinas durante este periodo. Para ello el autor analiza las llegadas y salidas de la Carrera del Galeón de Manila, el cual sufrió más pérdidas por naufragios que por cualquier otro motivo. De hecho, sólo en 1709 los británicos consiguieron capturar la Encarnación, un navío de poco porte y 20 cañones, siendo éste su único éxito. Por tanto, del Barrio consigue superar algunas apreciaciones previas poco contrastadas que hablaban de la total desconexión de Filipinas con la península durante este periodo, ya que a pesar de la contienda, el comercio, las personas, avisos y recursos entre Nueva España y Manila continuaron fluyendo sin excesivos contratiempos.

Los capítulos 3 y 4 están dedicados a los dos mayores problemas de orden interno a los que las autoridades filipinas tuvieron que enfrentarse. Ambos tenían una base ideológica austracista, pero –como bien se demuestra por el autor–, en realidad se trataba de una de lucha de poder entre los particulares intereses de las distintas facciones del clero que dominaban el archipiélago, las cuales deseaban acaparar privilegios, por lo que la acusación de austracismo a sus rivales podía allanar el camino a la consecución de sus objetivos. El obispo dominico de Nueva Segovia, Diego de Gorospe, fue acusado de rebelde, si bien al final –pese al revuelo causado– la denuncia fue desestimada por el Consejo de Indias. El hecho más importante fue el cisma surgido entre la orden de los Agustinos Recoletos, entre su partido castellano y aragonés, ya que reflejó una importante disputa con un claro trasfondo político. Se trató de una lucha de poder en toda regla, la cual se solucionó a cañonazos por el oidor José Torralba, que aprovechó hábilmente la coyuntura para encausar a otros personajes ajenos a dicho episodio, pero enemigos suyos. La jugada no le salió bien a Torralba, y finalmente fue investigado y acusado de desfalco por el Consejo de Indias.

El segundo bloque del libro, que abarca los últimos cuatro capítulos, se centra en cómo las islas Filipinas se prepararon para defenderse durante la Guerra de Sucesión, y de cómo intentaron solucionar y gestionar las amenazas externas de invasión, analizándose las relaciones con otras potencias europeas presentes en esas latitudes: especialmente los holandeses, ingleses –enemigos durante la contienda– y los franceses, aliados de España. En mi opinión el capítulo 5 es uno de los más interesantes de todo el libro ya que nos acerca a las medidas defensivas que se debieron tomar en las islas durante la contienda. Medidas complicadas ante la falta de medios, ya que los gobernadores intentaron siempre conseguir la autosuficiencia defensiva. Por ello implantaron medidas realistas para fabricar localmente armas de fuego portátiles, cañones y pólvora –artículo más complicado de producir en la región, ante la carencia de salitres–, intentando cubrir así las necesidades internas sin tener que acudir a la importación. Además se consiguió mejorar las instalaciones portuarias, y se construyeron varios barcos de guerra para defender las costas de la gobernación, y continuar con el tráfico del Galeón de Manila. En conjunto unas medidas que paliaban las necesidades defensivas más graves sin tener que acudir al exterior, ante la dificultad de encontrar medios durante un conflicto bélico, lo cual supone un notable éxito de los gobernadores de las islas, y de su sociedad, que aportó los medios necesarios.

Los capítulos 6 y 7 abordan las dos amenazas más serias que se ceñían sobre las islas Filipinas, mientras que en el capítulo 8 se analizan las relaciones con Francia. Esta última aprovechó la instauración de los Borbones en España para potenciar su comercio con China, utilizando las bases españolas en las Marianas como escalas obligadas, practicando un comercio no autorizado, y sin que a nivel militar sus barcos supusieran una ayuda contra los navíos de las naciones hostiles. El enemigo más fuerte y peligroso que tenían los españoles en la región eran los holandeses de la VOC (Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales), que disponían de un enorme potencial económico, militar y naval, ya que en 1704 la compañía disponía de al menos 81 embarcaciones en la región. Los neerlandeses planearon una invasión a gran escala

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sobre Filipinas, ante la enorme oportunidad que suponía el control estratégico del archipiélago para salvaguardar sus posesiones en el Extremo Oriente, siendo el primer objetivo la toma en primera instancia de Manila, como llave de las islas. Pero el plan se desestimó con rapidez ante la gran cantidad de recursos necesarios para su consecución, y las pocas posibilidades que supondría la retención de las islas en manos holandesas una vez acabado el conflicto, como bien se comprobó con el precedente de la toma de Pondicherry a los franceses, en la India, durante la Guerra de los Nueve Años (1688-1697). Noticias que muy pronto llegaron a oídos de los españoles, que consiguieron calmar la situación, ya que además la VOC parecía demasiado ocupada en participar en acciones bélicas en Java, apoyando a los reinos indígenas afines para aumentar su dominio. Pero una vez pasados los primeros años del conflicto las acciones bélicas quedaron descartadas, y realmente existió una verdadera permeabilidad comercial entre Batavia y Manila. Bajo una capa de disimulo parece que el comercio siguió fluyendo a pesar de la guerra y las prohibiciones. La guerra que se practicaba en lugares tan alejados, con medios tan escasos, en muchos casos parece que era descartada debido a que era opuesta al gran objetivo de la presencia europea en esos lares: el comercio y el lucro que reportaba a los grandes negociantes.

El enemigo más combativo durante la contienda fue sin duda Inglaterra. Nación que tenía intereses en la zona, orientados especialmente al comercio con China, llegando a aumentar a comienzos del siglo XVIII el tráfico naval. Los ingleses disponían del enclave de Pulicondor, en un archipiélago cercano a las costas de Vietnam, del que fueron desalojados en 1705, tras una insurrección protagonizada por mercenarios macasares, que habían estado a sueldo inglés, pero que disponían de un claro apoyo de los poderes regionales. Esto demostró que los intereses comerciales ingleses en el entorno cercano a Filipinas no estaban tan consolidados todavía, por lo que su peso comercial no era entonces tan importante y lucrativo como el practicado por la VOC. Eso abrió las puertas a prácticas más agresivas contra los españoles, como el corso, ya que el comercio inglés no podía ser perjudicado por las represalias hispanas. De esta manera los ingleses pondrían sus miras en la captura del Galeón de Manila. Lo intentarán sin éxito en 1704, y en 1710 lo conseguirán, al capturar uno de los dos navíos que realizaban su viaje a Acapulco, ante las órdenes de la marina inglesa de correr en corso las costa del Pacífico americano. Tres fragatas inglesas –todas con más porte y cañones– conseguirán capturar el patache Encarnación. Los navíos británicos intentarán hacer lo mismo con el navío Ntra. Sr. de Begoña, pero éste, dotado de 40 cañones y construido con excelente madera filipina, era una pieza que no estaba a su alcance, y tras 2 días de combate tuvieron que desistir. Un episodio diametralmente opuesto fue el ocurrido en 1710, cuando los mismos navíos corsarios ingleses se presentaron en el puerto de Umatac, en Guam, ondeando banderas blancas. Solicitaban ser reabastecidos o de lo contrario realizarían hostilidades contra las posiciones españolas en las Marianas. El gobernador Juan Antonio Pimentel accedió a sus demandas ante las pocas fuerzas de las que disponía, unos 130 hombres, negociando con los ingleses la liberación de casi todos los tripulantes de la Encarnación que tenían prisioneros. Pimentel sería investigado y depuesto por la decisión tomada, si bien el principal problema era las malas condiciones defensivas de las Marianas, el antemural defensivo de las Filipinas, algo que ahora conocemos especialmente gracias al aporte documental del libro, en especial gracias al anexo documental de las páginas 152-156.

Como elemento final del libro cabe destacar las conclusiones formuladas por José Ángel del Barrio, que no hacen otra cosa que reflejar la idea principal que se destacaba en la introducción: señalar que a pesar de ser un frente secundario, y alejado de la Guerra de Sucesión, no fue un territorio olvidado, y que en ningún caso estuvo ajeno a la guerra, a pesar de la distancia. A nivel interno hubo acusaciones de disidencia, pero éstas fueron menores, y la guerra interna estuvo lejos de estallar. Más importantes fueron los temores a una acción externa que desestabilizase la situación, algo que nunca ocurrió, por lo que el principal daño fueron los ataques corsarios ingleses hacia

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el Galeón de Manila, una fórmula de guerra de desgaste cuya intención era perjudicar a corto plazo la economía enemiga, pero que no suponía una verdadera amenaza al dominio territorial hispano en la región, si bien éste no disponía de las suficientes fuerzas militares como para enfrentarse con solvencia a una invasión enemiga decidida. Estas conclusiones son particularmente relevantes también por las diferentes preguntas que se realiza el autor, y que al mismo tiempo intenta contestar, algo que aporta nuevas perspectivas a la investigación. Además, también conviene destacar la precisa síntesis que estas conclusiones suponen, apoyadas también por el mapa de la página 137 que supone un excelente resumen visual de la dinámica de la Guerra de Sucesión en las Filipinas.

En conjunto se trata de un libro de investigación que nos acerca a una dimensión de la Guerra de Sucesión Española que desconocíamos. El autor aborda en este estudio algo totalmente inexplorado, lo que suponía al mismo tiempo un aliciente y una gran dificultad, especialmente ante la escasa bibliografía existente. Obstáculos que ha podido superar con gran acierto gracias a que la investigación realizada sobre fuentes primarias de archivo, que no son fáciles de localizar, y que por el tiempo y la distancia contienen muchas lagunas. Pero a pesar de esas dificultades estamos ante una investigación seria y muy bien acabada, que además está escrita con mucha claridad y acierto, y en un lenguaje muy ameno que hace disfrutar al lector de una historia poco conocida de la Guerra de Sucesión. Un estudio modélico para poder conocer mejor las guerras que se desarrollan en territorios alejados de los epicentros de los conflictos europeos, y que por tanto suponían un verdadero reto para los Estados, ante sus limitaciones geoestratégicas, militares y humanas; pero también un desafío para las limitadas comunidades europeas que habitaban la región y que se necesitaban entre sí para comerciar y obtener todo lo que necesitaban para sobrevivir.

Versión corta: José Ángel del Barrio Muñoz es uno de los investigadores españoles que en los últimos años más se ha interesado en la historia de las islas Filipinas. Su tesis –dirigida por el gran especialista de los mundos asiáticos y extra europeos en la Edad Moderna, Carlos Martínez Shaw–, fue publicada en el 2012 por el CSIC, bajo el título: Vientos de reforma ilustrada en Filipinas. El gobernador Fernando Valdés Tamón (1729-1739). Del Barrio también ha escrito varios textos científicos que han sido publicados en revistas y libros, centrándose la mayoría de ellos en el estudio de las Filipinas durante la época Moderna.

En este nuevo libro el autor nos relata una crónica totalmente desconocida de la Guerra de Sucesión española, y de la historia de los mundos asiáticos durante la Edad Moderna, ya que analiza la contienda desde un frente tan alejado como el filipino, rescatando para ello significativas fuentes primarias, la mayoría de ellas del Archivo General de Indias.

El libro se organiza en ocho capítulos estructurados en dos grandes bloques, además de unas conclusiones –a modo de reflexiones finales–, y unos interesantes apéndices documentales que engloban 28 páginas. El amplio anexo documental es sin duda sugerente, ya que nos ofrece textos relevantes para el estudio, los cuales nos ilustran –de mano de sus protagonistas–sobre numerosas cuestiones capitales para entender, y contextualizar, el estudio que aquí analizamos, ofreciéndonos una perspectiva mucho más directa.

El primer gran bloque del libro versa sobre las repercusiones del conflicto en orden interno, dentro de las islas y su sociedad. En cuatro capítulos el autor analiza la guerra y sus repercusiones internas, ideológicas y de poder, y las implicaciones que tuvo el cambio dinástico en las islas. Para ello se analiza a los dos gobernadores del archipiélago durante este periodo, sus funciones y su papel dentro del apoyo a las guerras de la monarquía recaudando donativos; si bien su gran aportación fueron las medidas internas para afianzar el control borbónico de las islas y evitar la creación de

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una quinta columna interna. Un especial interés tiene la desmitificación de una cuestión básica: la falta de comunicación y el completo aislamiento de Filipinas durante este periodo. Con su certero análisis del Barrio consigue superar dichas apreciaciones poco contrastadas, demostrando que a pesar de la contienda el comercio, las personas, avisos y recursos continuaron fluyendo entre Nueva España y Manila sin excesivos contratiempos.

El segundo bloque del libro, que abarca los últimos cuatro capítulos, se centra en cómo las islas Filipinas se prepararon para defenderse durante la Guerra de Sucesión, y de cómo intentaron solucionar y gestionar las amenazas externas de invasión, analizándose las relaciones con otras potencias europeas presentes en esas latitudes: especialmente los holandeses, ingleses –enemigos durante la contienda– y los franceses, aliados de España. En mi opinión el capítulo 5 es uno de los más interesantes de todo el libro ya que nos acerca a las medidas defensivas que se debieron tomar en las islas durante la contienda. Medidas complicadas ante la falta de medios, ya que los gobernadores intentaron siempre conseguir la autosuficiencia defensiva, construyendo fortificaciones, barcos y armas. En conjunto unas medidas que paliaban las necesidades defensivas más graves sin tener que acudir al exterior, ante la dificultad de encontrar medios durante un conflicto bélico, lo cual supone un notable éxito de los gobernadores de las islas, y de su sociedad, que aportó los medios necesarios.

Como elemento final del libro cabe destacar las conclusiones formuladas, que no hacen otra cosa que reflejar la idea principal que se destacaba en la introducción: señalar que a pesar de ser un frente secundario, y alejado de la Guerra de Sucesión, Filipinas no fue un territorio olvidado, y que en ningún caso estuvo ajeno a la guerra, a pesar de la distancia. Estamos ante una investigación seria y muy bien acabada, que además está escrita con mucha claridad y acierto, y en un lenguaje muy ameno que hace disfrutar al lector de una historia poco conocida de la Guerra de Sucesión. Un estudio modélico para poder conocer mejor las guerras que se desarrollan en territorios alejados de los epicentros de los conflictos europeos, y que por tanto suponían un verdadero reto para los Estados, ante sus limitaciones geoestratégicas, militares y humanas; pero también un desafío para las limitadas comunidades europeas que habitaban la región y que se necesitaban entre sí para comerciar y obtener todo lo que necesitaban para sobrevivir.

Versión traducida: Philippines and the War of the Spanish Succession: The Wax and Wane of the Second Front (1701-1715). José Ángel del Barrio Muñoz is one of the Spanish researchers who have shown the greatest interest in the history of the Philippines in recent years. His thesis, entitled Vientos de reforma ilustrada en Filipinas. El gobernador Fernando Valdés Tamón (1729-1739) [Winds of Enlightened Reform in the Philippines: Governor Fernando Valdés Tamón (1729-1739)]—which was supervised by the renowned specialist in Asian and Extra-European countries in the Modern Era, Carlos Martínez Shaw—was published by Spain’s National Research Council (CSIC) in 2012. Del Barrio Muñoz has also written a number of scientific texts, which have been published in journals and books, the majority of which concerned the study of the Philippines in the Modern Era.

In this new publication, the author relates a hitherto unknown saga from the War of the Spanish Succession and the history of Asia in the Modern Era, analysing the conflict from the far-flung Philippine front, retrieving important primary sources for this task, largely from Spain’s General Archive of the Indies.

The book is divided into eight chapters and comprises two main sections, as well as conclusions—in the form of final thoughts—and 28 interesting pages of documentary appendices. The substantial documentary appendix is unquestionably thought-provoking, as it contains texts that are relevant to this study, which illustrate—through

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the protagonists of events—numerous matters that are key to understanding this study and placing it in its proper context, offering a much more direct perspective.

The first major section of the book addresses the internal repercussions of the conflict for the islands and their people. Over the course of four chapters, the author analyses the war and its consequences in terms of domestic affairs, ideology and power, as well as the ramifications of the dynastic change for the islands. To do this, Del Barrio Muñoz analyses the two governors of the archipelago during this period, including their duties and roles in supporting the Spanish Monarchy’s wars by collecting tributes; nonetheless, their greatest contribution took the form of internal measures implemented to strengthen Bourbon control of the islands and prevent the rise of a fifth column. It is particularly interesting that this work demystifies a basic issue: the lack of communication and the Philippines’ sheer isolation during this period. With his well-judged analysis, Del Barrio Muñoz is able to debunk these unfounded perceptions, demonstrating that in spite of the conflict, trade, people, communication and resources continued to flow between New Spain and Manila without excessive delays.

The second section of the book, comprising the last four chapters, focuses on how the Philippines prepared its defences during the War of the Spanish Succession and how it attempted to counter and manage external threats of invasion; this portion also analyses the relationships with other European powers that were present in the region, essentially the Netherlands and England—Spain’s enemies—and France—Spain’s ally. In my view, chapter 5 is one of the most interesting in the book, as it provides insight into the defensive measures that the islands were forced take during the conflict. As a result of the lack of resources, it was difficult to implement these measures, since the governors always attempted to achieve self-sufficiency in terms of defence, by building fortifications, ships and weapons. In combination, these actions met crucial defensive needs without external assistance, when faced with the difficulty of gathering resources during hostilities; this constituted a resounding success for the islands’ governors and their people, who provided the necessary means.

The end portion of the book, comprising the conclusions reached, merely reflects the core idea set out in the foreword: although the Philippines were a secondary front and were far from the War of the Spanish Succession, it was not a forgotten territory and was not left untouched by the war, despite the distance. The research in this work is both thorough and fastidious, and is expressed in a very clear and well-suited style that enables readers to enjoy this largely unknown story from the War of the Spanish Succession. It is an exemplary study for those wishing to further their knowledge of wars that took place far from the epicentres of European conflicts, which were therefore a veritable challenge for states, due to geostrategic, military and human limitations. Such conflicts were also a challenge for the small European communities that inhabited the region, who needed each other for trade and for all of the basic materials they needed to survive. 11.- Escribano Páez, José Miguel: El coste de la defensa. Administración y financiación militar en Navarra durante la primera mitad del siglo XVI.

Versión larga: José Miguel Escribano Páez se licenció en Historia en la Universidad de Alcalá en el año 2008, y desde entonces se ha especializado en la historia militar del reino de Navarra en la primera mitad del siglo XVI a través de diversos proyectos de investigación y por su tesis doctoral en el European University Institute. El autor aborda un problema crucial que sobreviene tras la incorporación en 1512 de un nuevo reino como Navarra sin apenas defensas a cómo militarmente no solo hay que conservarlo sino convertirlo en un lugar defensivo de primera línea frente a Francia. En el caso de Granda fue difícil conquistarlo en 1492, al igual que Nápoles en 1504, pero no tanto su conservación, mientras que en el caso de Navarra fue fácil conquistarla pero inmensamente mucho más costoso conservarla, por lo que un río de dinero fue

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directamente al reino, conscientes las autoridades de que sería mucho más caro recuperarlo si lo llegasen a tomar los franceses. El autor avanza seguro en sus investigaciones gracias en gran parte a otros trabajos previos que se han acercado al objetivo del libro, aunque en general se quedaron más en el cuadro de la propia invasión y ocupación llevada a cabo por el duque de Alba, como el clásico Idoate y los más recientes, quizá como consecuencia de las muchas publicaciones que han conmemorado el quinto centenario de la ocupación y anexión de Navarra en el 2012, de Esarre Muniáin, Monteano Sorbet, Floristán Imízcoz, Galán Lorda, y sobre todo por la tesis inédita leída en 2006 de Fernando Chavarría, cuyo artículo “Más allá de la Provincia: la función defensiva de Fuenterrabía como fundamento de sus prerrogativas en el entramado guipuzcoano y fronterizo (siglos XVI-XVIII)”, me parece básico. Aunque, desde mi punto de vista, siguen siendo totalmente válidos los libros de Prosper Boissonnade (1893) y de Luis Suárez (1985) sobre la conquista militar. Es de agradecer el uso del Archivo de Aragón, algo que antes apenas se hizo, así como muy profundamente el General de Navarra, debido en parte al uso que hace del Inventario de la documentación Juan Rena (Pamplona 2013) de Mercedes Chocarro y Félix Segura. También se ha servido de documentos procedentes del Archivo General de Simancas, Archivo Histórico Nacional, Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Biblioteca Nacional, y Archivo Cada de los Duques de Alba.

El libro forma parte de la prestigiosa colección Serie Historia, de las Publicaciones del Gobierno de Navarra, donde encontramos publicaciones relacionas con esta investigación. El libro está estructurado en cuatro capítulos algo descompensado en extensión, cuenta con introducción, conclusiones y un índice onomástico. No es acertado poner en cada capítulo unas conclusiones y luego volver a poner un nuevo epígrafe otras conclusiones finales, y lo mismo podríamos decir de las diversas introducciones. Cuenta también con una breve prestación del profesor Alfredo Floristán Imízcoz. Quizá la introducción, siendo clara y precisa, debía haber explayado algo más en una explicación heurística y no tanto en la historiográfica, toda vez que utiliza sobre todo los papeles del pagador Juan Rena (1512-1540), cuya biografía hubiera ayudado mucho. En este sentido, me ha llamado mucho la atención la total ausencia en el libro de Ignacio de Loyola y su familia.

El capítulo primero es sobre Él nuevo entramado defensivo: la construcción de una frontera militar, y analiza tropas, fortificaciones y sistemas de información. El capítulo segundo sobre La administración militar, donde analiza la pagaduría con minucioso detalle y afirma que tuvo gran capacidad de adaptación y lo atribuye en parte a las buenas aptitudes del personal capaces de atraer capitales privados y consiguiente adhesión a la Monarquía. El tercer capítulo es sobre La Financiación militar tras la conquista, y se observa cómo Castilla aportaba los recursos a la vez que se beneficiaba de la defensa. Por último, el capítulo cuarto es sobre El impacto económico de la defensa de Navarra. Llega a una conclusión muy importante, que la conquista en vez de perjudicar al reino, fue beneficiosa y la aportación económica-militar ayudó a consolidar el necesario consenso y las élites regnícolas se fortalecieron.

Lo esencial del libro es que se adentra como pez en el agua en la financiación y administración militar. Esto era necesario abordarlo bien, porque todos los que nos acercamos la historia militar sabemos que el éxito está en la consecución y acertada distribución de los recursos financieros. Además el autor acierta plenamente al unir el hecho de los recursos con el proceso de incorporación política y social del nuevo reino al de Castilla. No cabe duda que convertirlo o transformarlo en una frontera militar supuso cambiar totalmente su historia, y por tanto de sus estructuras sociales y políticas. El autor describe cómo se llevó a cabo el plan defensivo y valora hasta qué punto fue rentable económicamente. Para la consecución del éxito no quedaba más remedio a la Monarquía que conducir este proceso por medio de una negociación política. Su conclusión, bien demostrada, es que la Monarquía hizo un esfuerzo inmenso para pagar bien a las tropas, cumpliendo casi siempre bien con sus compromisos salariales, aunque siempre las fuerzas políticas y militares navarras intentaron sacar más bien bajo

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negociación bien bajos engaños, quizá sabedora la Monarquía de los mismos aunque transigiendo. Creo que debería haber abordado el problema de la justicia militar, quizá las fuentes no le han dado para más. Con este libro, que podríamos encuéntralo entre los de la línea del “bussiness of war” o de los de “fiscal military state” se aprende la lección de que solo con diálogo entre todas partes, aun las que apenas cuentas, es posible llegar a un consenso estable y duradero.

Versión corta: José Miguel Escribano Páez se licenció en Historia en la

Universidad de Alcalá en el año 2008, y desde entonces se ha especializado en la historia militar del reino de Navarra en la primera mitad del siglo XVI a través de diversos proyectos de investigación y por su tesis doctoral en el European University Institute. El autor aborda un problema crucial que sobreviene tras la incorporación en 1512 de un nuevo reino como Navarra sin apenas defensas a cómo militarmente no solo hay que conservarlo sino convertirlo en un lugar defensivo de primera línea frente a Francia. En el caso de Granda fue difícil conquistarlo en 1492, al igual que Nápoles en 1504, pero no tanto su conservación, mientras que en el caso de Navarra fue fácil conquistarla pero inmensamente mucho más costoso conservarla, por lo que un río de dinero fue directamente al reino, conscientes las autoridades de que sería mucho más caro recuperarlo si lo llegasen a tomar los franceses. El autor avanza seguro en sus investigaciones gracias en gran parte a otros trabajos previos que se han acercado al objetivo del libro, aunque en general se quedaron más en el cuadro de la propia invasión y ocupación llevada a cabo por el duque de Alba, como el clásico Idoate y los más recientes, quizá como consecuencia de las muchas publicaciones que han conmemorado el quinto centenario de la ocupación y anexión de Navarra en el 2012, de Esarre Muniáin, Monteano Sorbet, Floristán Imízcoz, Galán Lorda, y sobre todo por la tesis inédita leída en 2006 de Fernando Chavarría, cuyo artículo “Más allá de la Provincia: la función defensiva de Fuenterrabía como fundamento de sus prerrogativas en el entramado guipuzcoano y fronterizo (siglos XVI-XVIII)”, me parece básico. Aunque, desde mi punto de vista, siguen siendo totalmente válidos los libros de Prosper Boissonnade (1893) y de Luis Suárez (1985) sobre la conquista militar. Es de agradecer el uso del Archivo de Aragón, algo que antes apenas se hizo, así como muy profundamente el General de Navarra, debido en parte al uso que hace del Inventario de la documentación Juan Rena (Pamplona 2013) de Mercedes Chocarro y Félix Segura. También se ha servido de documentos procedentes del Archivo General de Simancas, Archivo Histórico Nacional, Biblioteca de la Real Academia de la Historia, Biblioteca Nacional, y Archivo Cada de los Duques de Alba.

Lo esencial del libro es que se adentra como pez en el agua en la financiación y administración militar. Esto era necesario abordarlo bien, porque todos los que nos acercamos la historia militar sabemos que el éxito está en la consecución y acertada distribución de los recursos financieros. Además el autor acierta plenamente al unir el hecho de los recursos con el proceso de incorporación política y social del nuevo reino al de Castilla. No cabe duda que convertirlo o transformarlo en una frontera militar supuso cambiar totalmente su historia, y por tanto de sus estructuras sociales y políticas. El autor describe cómo se llevó a cabo el plan defensivo y valora hasta qué punto fue rentable económicamente. Para la consecución del éxito no quedaba más remedio a la Monarquía que conducir este proceso por medio de una negociación política. Su conclusión, bien demostrada, es que la Monarquía hizo un esfuerzo inmenso para pagar bien a las tropas, cumpliendo casi siempre bien con sus compromisos salariales, aunque siempre las fuerzas políticas y militares navarras intentaron sacar más bien bajo negociación bien bajos engaños, quizá sabedora la Monarquía de los mismos aunque transigiendo. Creo que debería haber abordado el problema de la justicia militar, quizá las fuentes no le han dado para más. Con este libro, que podríamos encuéntralo entre los de la línea del “bussiness of war” o de los de “fiscal military state” se aprende la lección de que solo con diálogo entre todas partes, aun las que apenas cuentas, es posible llegar a un consenso estable y duradero.

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Versión traducida: The Cost of Defence: Military Administration and Funding in Navarre during the First Half of the 16th Century. José Miguel Escribano Páez graduated in History at the University of Alcalá in 2008. Since then he has specialized in the military history of the kingdom of Navarre in the first half of the 16th century, undertaking a number of research projects and writing his doctoral thesis at the European University Institute. The author addresses the crucial problem that arose following the inclusion of another kingdom with almost no defences—Navarre—under the Spanish Crown in 1512: how, from a military viewpoint, the kingdom had to be retained and also converted into a front line of defence against the French. The conquest of Granada in 1492 was hard-won, as was the conquest of Naples in 1504. However, both cities were easily retained, while Navarre was easily won, but exceedingly more costly to retain. As a result, a torrent of money flowed into Navarre, as the authorities were aware that the price of recovery would be much greater if the French were to capture the kingdom. The author’s sure-footed progress with his research is, to a great extent, due to previous work on the same subject as the book. Nonetheless, the focus of this prior output was primarily on the invasion and occupation overseen by the Duke of Alba. Examples include the iconic work by Florencio Idoate, and, more recently—possibly owing to the numerous publications commemorating the fifth centenary, in 2012, of the occupation and annexation of Navarre—writings by Esarre Muniáin, Monteano Sorbet, Floristán Imízcoz and Galán Lorda, not to mention the unpublished thesis read in 2006 by Fernando Chavarría, whose article “Más allá de la Provincia: la función defensiva de Fuenterrabía como fundamento de sus prerrogativas en el entramado guipuzcoano y fronterizo (siglos XVI-XVIII)” [Beyond the Province: The Defensive Role of Fuenterrabía as the Basis of its Prerogatives in the Gipuzkoan and Border Regions (16th-18th Century)] I consider to be essential reading. However, in my view, the works on the military conquest by Prosper Boissonnade (1893) and Luis Suárez (1985) remain entirely valid. The author’s study of the previously little-used Archive of Aragon and his extensive study of the General Archive of Navarre is laudable, partially due to the use of the Juan Rena Documentation Inventory (Pamplona 2013) by Mercedes Chocarro and Félix Segura. He has also examined documents from the General Archive in Simancas, the National Historical Archive, the Royal Academy of History Library, the National Library and the House of Alba Archive.

The crucial feature of the book is its masterful exploration of military funding and administration. It was fundamental that this was addressed properly, as anyone who examines military history knows that success is achieved by obtaining financial resources and distributing them correctly. The author also fittingly links these resources with the process of incorporating the new kingdom into the Kingdom of Castile, both politically and socially. The transformation of the kingdom into a military front undoubtedly changed its history completely, by extension reshaping its social and political structure. The author describes how the defensive plan was put into practice and assesses its cost-effectiveness. To achieve success, the Monarchy was compelled to oversee this process through political negotiations. The outcome, which is well proven, is that the Monarchy made an immense effort to pay the troops well, almost always fulfilling its remunerative commitments. Despite this, the political and military forces of Navarre invariably attempted to obtain more, either by means of negotiations or trickery, even though the Monarchy was perhaps well aware of this, but also accommodating of it. In my opinion, the issue of military justice should have been addressed, although the sources may not have provided sufficient material. In this book, which sits in the category of “business of war” or “fiscal military state”, the lesson we learn is that only through dialogue between all the parties involved, including those that are often neglected, is it possible to reach a stable and lasting consensus.

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12.- Espino López, Antonio: Las Guerras de Cataluña. El Teatro de Marte, 1652-1714.

Versión larga: Las Guerras de Cataluña. El Teatro de Marte, 1652-1714 es uno de los últimos y más ambiciosos trabajos publicados por Antonio Espino López, uno de los más prolíficos y destacados modernistas españoles sobre la Historia de la Guerra. Antonio Espino López (Córdoba, 1966) es actualmente catedrático contratado de Historia Moderna en la Universidad Autónoma de Barcelona. Tras doctorarse en 1994 en la misma universidad, gracias a la tesis que se publicó en 1999 bajo el título Catalunya durante el reinado de Carlos II. Política y guerra en la frontera catalana (1679-1697), ha consagrado su dilatada carrera científica al estudio de la guerra, especialmente en Cataluña durante la segunda mitad del siglo XVII, indagando en todos sus aspectos militares y defensivos: (Catalunya abans de la Guerra de Succesió. Ambrosio Borsano i la creació d’una nova frontera militar, Barcelona, Afers, 2013). Intereses científicos que pronto extendió al estudio de las aportaciones militares del resto de los reinos de la Corona de Aragón (destacando su obra Guerra, Fisco y Fueros. La defensa de la Corona de Aragón en tiempos de Carlos II (1665-1700), Valencia, Universidad de Valencia, 2007), o su defensa, durante dicha época, centrando sus investigaciones especialmente en Mallorca: (Los gobernadores de Ibiza en el siglo XVII. Política y guerra en un enclave del Mediterráneo, Ibiza, 2006; y Guerra y defensa en la Mallorca de Carlos II (1665-1700), Madrid, Ministerio de Defensa/CSIC, 2011). Pero también ha realizado la mejor aportación al estudio de la tratadística militar española durante la época de los Austrias (Guerra y Cultura en la época Moderna. La tratadística militar hispánica de los siglos XVI y XVII, Madrid, Ministerio de Defensa, 2001). Un conjunto de importantes y numerosas monografías que aquí se han seleccionado, pero a las que habría que sumar casi un centenar de artículos y capítulos de libros, en los que además de esos temas ha trabajado la historiografía sobre la guerra y su vertiente en la América Hispánica, la movilización de recursos para la guerra, su financiación o las repercusiones sociales de la misma –especialmente en la época y el ámbito geográfico que previamente hemos trazado–, en el que es un especialista con mayúsculas.

Tras veinte años trabajando historia militar, en esta nueva monografía Espino López nos muestra una obra de conjunto que abarca uno de los periodos bélicos más duros por los que debió atravesar España, y por extensión Cataluña, en su lucha sin cuartel por mantener su integridad territorial frente a Francia, el gran enemigo a batir durante la segunda mitad del siglo XVII. La cronología elegida va desde el final de la Guerra de los Segadores, tras la rendición de Barcelona a las tropas de don Juan José de Austria (1652), hasta el final de la Guerra de Sucesión, y la rendición de la ciudad a las tropas borbónicas. Hechos a los que sin duda habría que añadir otro de los grandes sitios a los que se vio sometida la ciudad de Barcelona, el destructivo asedio francés de 1697 que conllevó la capitulación de la ciudad, el frustrado ataque aliado de 1704, y el más exitoso de 1705; si bien éstos dos últimos fueron menos negativos, tanto en términos de pérdida de vidas humanas como en bienes inmuebles. Dicha evolución de acontecimientos es por sí misma un gran ejemplo que demuestra el interés de este trabajo, y de la época de estudio, ante la omnipresencia de la guerra en todas sus manifestaciones.

Este libro, a pesar de que está basado en un concienzudo análisis de fondos documentales –provenientes fundamentalmente del Archivo de la Corona de Aragón, el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, la Biblioteca Nacional, el Archivo Histórico Nacional de Madrid o el Archivo General de Simancas–, no podemos considerarlo como una investigación completamente nueva u original, sino más bien de una puesta en conjunto, en la que se resumen, completan, amplían o ponen al día –desde una perspectiva global– gran número de trabajos previos del autor. Eso no quita que haya importantes novedades, y que la mayor contribución del libro sea la gran visión de conjunto que nos aporta –sin prescindir en el camino de las fuentes originales–, una

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verdadera puesta a punto del tema. Además, la idea de trabajar tanto la segunda mitad del siglo XVII, como la Guerra de Sucesión y la llegada de los primeros borbones, es un verdadero acierto para analizar en conjunto los cambios y continuidades entre un periodo y otro; algo que generalmente no se advierte en la historiografía que trabaja ambos periodos de manera separada, sin establecer las necesarias comparaciones, o intentar advertir la evolución.

La obra está estructurada en cinco capítulos en los que se analizan pormenorizadamente distintos aspectos. Apartados que en varias ocasiones son bastante extensos, ya que alguno tiene más de 100 páginas, en las que podemos advertir el gran trabajo de recopilación de fuentes que ya hemos advertido, y la acumulación abrumadora de hechos, datos y cifras. Previamente el libro comienza con una cronología breve, de 8 páginas, pero ilustrada a todo color. Un elemento visual para llamar la atención de los lectores, y presentarles a los principales monarcas y personajes del periodo. En la introducción, de manera directa y breve, se establecen los objetivos pretendidos de la obra, el estudio de fuentes en el que se basa, y se intentan introducir los conflictos por los que atravesó Cataluña dentro de la “Revolución Militar”, el desarrollo del Estado Moderno, la movilización de contingentes militares, las fortificaciones y el necesario factor de financiación que todas las guerras necesitaban.

El primer capítulo es el más extenso –y polémico– del conjunto (145 páginas), y lleva por título: Un problema de (des)confianza: las relaciones entre Cataluña y la Monarquía Hispánica y la creación de una nueva frontera. En este extensísimo apartado se analiza de una manera cronológica el periodo abarcado entre 1652 y 1700, examinándose fundamentalmente los hechos militares y las guerras que tuvieron lugar y afectaron a Cataluña, pero también el entramado militar y defensivo que defendía el principado. Otra de las grandes cuestiones, la más polémica, es la de extraer patrones y constantes comunes de la desconfianza de las autoridades madrileñas hacia Cataluña, gracias a la numerosa documentación administrativa. Una desconfianza que estuvo especialmente presente –como es lógico– en los primeros años, ante la reciente sublevación de 1640, ya que no debemos olvidar que ésta supuso una larga contienda, en la que Felipe IV se impuso al bando franco-catalán tras un largo esfuerzo bélico, y sólo tras la conquista de Barcelona. Desconfianza que parece que fue disminuyendo con el tiempo, pero que sin duda habría que matizar mejor, ya que se advierte una clara falta de neutralidad ante los hechos, además de la ausencia de crítica –especialmente cuando se estudia la actuación de Cataluña frente a lo que se hace y ordena desde Madrid–. Tampoco el autor es imparcial ante lo acaecido, y tomando la ideología del presente estudia elementos e intenta descubrir opiniones o alegatos que demuestren su teorización, algo que por sí mismo no tiene sentido, máxime cuando simplemente se plantean para intentar demostrar elementos con una importante carga ideológica.

La lectura pausada de este capítulo puede generar al lector una importante sensación de disonancia, ya que a pesar del magnífico aporte de datos originales sobre Cataluña, pocas veces éstos son contextualizados con lo que ocurría en otros lugares de la Monarquía Hispánica. Algo que también ocurre cuando el autor analiza los testimonios generados por los virreyes u oficiales del ejército a la hora de hablar de la falta de tropas, la calidad de éstas, la ausencia de medios económicos o provisiones, la desatención de las fortificaciones, etc…; cuestiones que son empleadas para remarcar la “desatención” que sufría el principado, y que las peticiones que se cursaban a la monarquía, para conseguir una mayor atención y una mejor defensa, en muchos casos eran desatendidas. Percepción que no se podría mantener si se hubiera introducido el elemento comparativo, y se hubieran contextualizado los hechos ocurridos en Cataluña con lo que sucedía especialmente en la frontera con Portugal, en Milán, Flandes o los presidios españoles del Norte de África. Este tipo de quejas eran alegatos comunes en todos los frentes bélicos, y capitalizaban buena parte de las misivas que se enviaban a la Corte, con la clara intención de conseguir algo de los pocos medios que había a

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disposición, con los cuales difícilmente se podían cubrir todas las necesidades globales. El resto de importantes teatros de operaciones militares de la monarquía en la época soportaron la misma problemática –y también se quejaron a Madrid en términos parecidos–, si bien muchos de estos territorios debieron contribuir a su propia defensa más que nunca, en unos términos económicos y humanos muy superiores a los que soportó Cataluña, como bien nos demuestran los estudios sobre Milán. Dicha falta de rigor comparativo se traduce en una imagen bastante distorsionada de la guerra y la defensa de Cataluña, que no hace otra cosa que alimentar el discurso victimista.

El segundo capítulo del libro se centra en el esfuerzo de Cataluña a la hora de movilizar tropas, tanto durante la segunda mitad del siglo XVII, como durante los primeros años del siglo XVIII, a pesar de la contradicción que esto último supone con el título general del capítulo. Se estudian tanto los servicios de tropas a la monarquía en tiempo de los Austrias: los tercios reclutados por la ciudad de Barcelona (Consell de Cent) y la Diputación (Generalitat) en tiempos de guerra; además de otros servicios realizados por las veguerías del principado a la hora de movilizar milicianos; la llamada del somatén general; y el reclutamiento de tropas auxiliares de gran calidad como los miquelets, los primeros fusileros de montaña del ejército español. Incluso también en este capítulo se analizan los modelos de movilización militar propios de la Guerra de Sucesión. Un estudio de conjunto muy ambicioso, en el que se reúnen muchas de las aportaciones previas del autor, y se analiza la movilización militar al milímetro, especialmente desde una perspectiva muy social, al profundizar en el reclutamiento de estas fuerzas, el coste, su paga, el desgaste, el origen de los soldados,… Pero es una pena que este esfuerzo investigador no se vea acompañado de elementos comparativos o críticos, y que se hable del esfuerzo militar catalán sin compararlo con el realizado con otros ámbitos de la Monarquía Hispánica. Nada se habla del enorme número de hombres que Castilla aportó durante este periodo para la defensa de Cataluña, de manera continua, tanto en tiempo de guerra como durante la paz; y eso que de Castilla también salían hombres para defender el resto de las posesiones españolas. Un importante impuesto de sangre que también padeció la sociedad castellana, y que supuso que muchos hombres tuvieran que salir de sus pueblos a la fuerza.

El tercer capítulo de esta obra aborda las conflictivas relaciones entre la sociedad civil y la militar, estudiando especialmente los alojamientos de tropas en el principado, y el descontento que éstos generaban. Tema de un enorme peso, ya que para muchos el detonante directo de la revuelta de 1640 fue el turbulento alojamiento de las tropas del frente catalán durante el año anterior. Una cuestión que contribuyó a crear un enorme ambiente de recelo entre soldados y civiles, y uno de los factores que provocó la revuelta de los Gorretes (1687-89). Ciertamente los alojamientos generaban una enorme conflictividad, algo generalizado no sólo en Cataluña sino también en otras partes, ya que cuando los soldados no cobraban sus pagas del rey, se comportaban rapazmente con la población. Algo que ocurría en Cataluña, pero también en Castilla y el resto de la monarquía; de ahí que de nuevo la falta de contextualización haga que el discurso del autor pierda solvencia, y que sea difícil compartir su visión de que los soldados se comportaran de manera diferente, y mucho más dura en Cataluña, ya que al fin y al cabo hubo conatos de violencia hacía los soldados también en otros muchos lugares de la península. Además, la monarquía siempre que pudo actuó regulando las prácticas, y aliviando y redistribuyendo el peso de los alojamientos. Así muchos inviernos se mandaba a la caballería del ejército de Cataluña a alojarse a Castilla, para evitar una mayor carga a la población local. De hecho en muchos casos la dificultad de alojar a un ejército mayor en Cataluña –y la imposibilidad de crear sistemas contributivos como los que aparecieron en Flandes, Francia o Milán–, actuó como elemento disuasorio para aumentar los efectivos del ejército, ya que éstos no se podrían mantener.

También este trabajo científico –a lo largo del capítulo 4– se dedica a estudiar la financiación de la guerra, los asientos encargados de proveer al ejército de lo necesario

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y especialmente los donativos cursados por los catalanes; pero también el enorme coste que supuso para ellos que Cataluña fuese un importante teatro de Marte. Sin duda la crisis económica pasó factura a la monarquía, y los mal pagados soldados del ejército –muchos de los cuales se vieron obligados a desertar, o pedir limosna simplemente para sobrevivir–, o las poblaciones fronterizas, sufrieron enormemente esta falta de recursos.

El último capítulo está dedicado al conflicto sucesorio desde el punto de vista catalán, y en él se repasan las principales acciones bélicas que tuvieron lugar, la movilización realizada por los catalanes a favor del Archiduque Carlos, y la resistencia a ultranza de los catalanes entre 1713-14. Las conclusiones aportan una recapitulación de toda la obra, y las páginas finales del libro están ocupadas por un abundante aparato crítico de notas, una selecta bibliografía y un índice onomástico. Además el libro está jalonado por numerosas ilustraciones y tablas que aportan colorido, pero sobre todo comentarios interesantes, y ayudan a seguir el relato, aunque se echan en falta mapas de las campañas militares, y gráficos que analicen las fuerzas del ejército de Cataluña.

Este extenso libro es una obra de conjunto, muy bien escrita, que nos aporta un gran número de datos, especialmente sobre las relaciones entre la monarquía de los Austrias y Cataluña, las guerras de Cataluña y el esfuerzo económico y militar de los catalanes. Una investigación sobre fuentes originales que supone un valioso avance, pero que al estar influenciada por el sentimiento claramente nacionalista del autor, no contar con puntos comparativos que aporten imparcialidad, se nos muestra como un aporte poco objetivo que presenta notables contradicciones para los estudiosos versados en la época y en el ejército de la monarquía. La principal intención del autor es mantener la tesis de que después de la reincorporación de Cataluña a la fidelidad a Felipe IV (1652), en la Corte persistió un fuerte recelo hacia Cataluña –a pesar de su demostrada fidelidad–, que fomentó la disensión. Madrid siempre sospechaba de Cataluña, que nunca aportaba los suficientes medios económicos y militares para su defensa, regateando cualquier aportación que se le pedía; mientras que Cataluña reprochaba al rey el desamparo defensivo en el que se encontraba frente a Francia, y el enorme peso contributivo de los alojamientos. Tesis que difícilmente se puede mantener si se realizan las preguntas adecuadas, y se contextualiza lo ocurrido en Cataluña con el resto de las posesiones de la Monarquía Hispánica, ya que no se puede comprender la guerra en Cataluña sin tener en cuenta lo que ocurría en Flandes o Italia, frentes bélicos que se mostrarían mucho más activos en la pugna por la supervivencia de la Monarquía Hispánica, y que en muchos casos eran un verdadero paraguas que preservaba la península de las acometidas francesas.

Sin duda Cataluña sufrió en sus carnes la dura vivencia de la guerra durante este periodo, y especialmente durante la segunda mitad del siglo XVII aportó más medios y hombres que nunca para su defensa. Pero su esfuerzo no fue único, ya que fue compartido por otras provincias y reinos de la monarquía, los cuales incluso llegaron a comprometerse más activamente en la defensa global de la monarquía. Desde mi punto de vista la clave para entender y avanzar en el estudio de la historia común, lejos del victimismo, los recelos y la desconfianza, es realizar un mayor esfuerzo de contextualización.

Versión corta: Tras veinte años trabajando historia militar, en esta nueva monografía Espino López nos muestra una obra de conjunto que abarca uno de los periodos bélicos más duros por los que debió atravesar España, y por extensión Cataluña, en su lucha sin cuartel por mantener su integridad territorial frente a Francia, el gran enemigo a batir durante la segunda mitad del siglo XVII. La cronología elegida va desde el final de la Guerra de los Segadores, tras la rendición de Barcelona a las tropas de don Juan José de Austria (1652), hasta el final de la Guerra de Sucesión, y la rendición de la ciudad a las tropas borbónicas.

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Este libro, a pesar de que está basado en un concienzudo análisis de fondos documentales –provenientes fundamentalmente del Archivo de la Corona de Aragón, el Archivo Histórico de la Ciudad de Barcelona, la Biblioteca Nacional, el Archivo Histórico Nacional de Madrid o el Archivo General de Simancas–, no podemos considerarlo como una investigación completamente nueva u original, sino más bien de una puesta en conjunto, en la que se resumen, completan, amplían o ponen al día –desde una perspectiva global– gran número de trabajos previos del autor. Eso no quita que haya importantes novedades, y que la mayor contribución del libro sea la gran visión de conjunto que nos aporta –sin prescindir en el camino de las fuentes originales–, una verdadera puesta a punto del tema.

Este extenso libro es una obra de conjunto, muy bien escrita, que nos aporta un gran número de datos, especialmente sobre las relaciones entre la monarquía de los Austrias y Cataluña, las guerras de Cataluña y el esfuerzo económico y militar de los catalanes. Una investigación sobre fuentes originales que supone un valioso avance, pero que al estar influenciada por el sentimiento claramente nacionalista del autor, no contar con puntos comparativos que aporten imparcialidad, se nos muestra como un aporte poco objetivo que presenta notables contradicciones para los estudiosos versados en la época y en el ejército de la monarquía. La principal intención del autor es mantener la tesis de que después de la reincorporación de Cataluña a la fidelidad a Felipe IV (1652), en la Corte persistió un fuerte recelo hacia Cataluña –a pesar de su demostrada fidelidad–, que fomentó la disensión. Madrid siempre sospechaba de Cataluña, que nunca aportaba los suficientes medios económicos y militares para su defensa, regateando cualquier aportación que se la pedía; mientras que Cataluña reprochaba al rey el desamparo defensivo en el que se encontraba frente a Francia, y el enorme peso contributivo de los alojamientos. Tesis que difícilmente se puede mantener si se realizan las preguntas adecuadas, y se contextualiza lo ocurrido en Cataluña con el resto de las posesiones de la Monarquía Hispánica, ya que no se puede comprender la guerra en Cataluña sin tener en cuenta lo que ocurría en Flandes o Italia, frentes bélicos que se mostrarían mucho más activos en la pugna por la supervivencia de la Monarquía Hispánica, y que en muchos casos eran un verdadero paraguas que preservaba la península de las acometidas francesas.

Sin duda Cataluña sufrió en sus carnes la dura vivencia de la guerra durante este periodo, y especialmente durante la segunda mitad del siglo XVII aportó más medios y hombres que nunca para su defensa. Pero su esfuerzo no fue único, ya que fue compartido por otras provincias y reinos de la monarquía, los cuales incluso llegaron a comprometerse más activamente en la defensa global de la monarquía. Desde mi punto de vista la clave para entender y avanzar en el estudio de la historia común, lejos del victimismo, los recelos y la desconfianza, es realizar un mayor esfuerzo de contextualización.

Versión traducida: The Wars in Catalonia: The Theatre of Mars, 1652-1714. After twenty years of writing on military history, in this new monograph Antonio Espino López presents us with an overview covering one of the most fraught war periods for Spain, and by extension for Catalonia, in its relentless struggle to maintain its territorial integrity against France, its great enemy in the second half of the 17th century. The timeframe chosen spans the period starting at the end of the War of the Reapers, following Barcelona’s surrender to the troops of John Joseph of Austria (1652), and finishing with the end of the War of the Spanish Succession and the city’s surrender to the Bourbon troops.

Even though this book is based on a thorough analysis of documents—mainly held at the Archive of the Crown of Aragon, the Historical Archive of the City of Barcelona, Spain’s National Library, the National Historical Archive of Madrid, and the General Archive of Simancas—it cannot be considered brand new of fully original research but, rather, a compilation, where a great many of the author’s previous works are

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comprehensively summarized, completed, expanded and updated. Nevertheless, there are important innovations, and the book’s greatest contribution is that it provides us with an extensive overview, without overlooking primary sources, forming a thorough re-examination of this issue.

This sizable book is comprehensive, extremely well written, and provides us with a great deal of information, especially about relations between the Habsburg monarchy and Catalonia, the wars in Catalonia, and the Catalans’ economic and military efforts. The research into primary sources constitutes valuable progress, but since the work has been influenced by the author’s clearly nationalistic sentiments and does not have comparative data to make it impartial, it constitutes a scarcely objective contribution full of contradictions for scholars who are versed in that period and in the monarchy’s army. The author’s main aim is to uphold the view that, after Catalonia regained its loyalty to Phillip IV (1652), the Court remained distrustful of Catalonia—despite its proven loyalty—and this fostered dissent. Madrid was always suspicious of Catalonia, which never contributed sufficient economic and military means for its defence, dodging any contribution it was asked for; in turn, Catalonia blamed the King for leaving it defenceless against France, and for the huge burden of billet. These views are difficult to maintain if the right questions are asked, and what happened in Catalonia is placed in the context of the Spanish Monarchy’s other possessions. The war in Catalonia cannot be understood without taking into account what was happening in Flanders and Italy, warfronts that were much more active in fighting for the survival of the Spanish Monarchy, and which, in many cases, acted as a shield that protected the Iberian Peninsula from French attacks.

Catalonia undoubtedly suffered first hand the plight of war during that period. In particular, during the second half of the 17th century, it contributed more resources and men than ever before for its defence. But its effort was not the only one made—it was shared by the Monarchy’s other provinces and kingdoms, which were even more actively committed to the overall defence of said Monarchy. In my view, the key to understanding and moving forward in the study of our shared history, leaving behind any sense of victimization, misgivings or distrust, is to make a greater effort to provide the appropriate context. 13.- Arturo García Álvarez-Coque: Los Militares de Estado Mayor en la Guerra Civil Española.

Versión larga: El doctorando Arturo García Álvarez-Coque presentó esta Tesis Doctoral en el año 2017 en la Universidad Complutense, Facultad de Geografía e Historia, bajo la dirección de los profesores Juan Pablo Fusi y Angel Bahamonde, especialistas del período y del tema propuesto. Actualmente la tesis es accesible en formato Word vía internet en el repositorio de tesis de la Universidad Complutense de Madrid. Ante todo hay que decir que nos encontramos ante una Tesis Doctoral magnífica, porque es un estudio concienzudo en el que se nota el cariño que el autor ha puesto para no dejar detalles sueltos, con notas a pie de página que diría son heroicas por ser escuetas y precisas.

El autor analiza a los militares de Estado Mayor durante la guerra civil, de 1936 a 1939, unos quinientos jefes y oficiales que tuvieron relevancia tanto en el Ejército Popular como en el Ejército Nacional, que van en apéndice y que resultan verdaderamente útiles con los que se podría hacer un diccionario biográfico. También estudia los factores que influyeron en la lealtad de los militares a la República, precisa el número de depurados, desafectos y de oficiales actuantes tanto en el Ejército Popular como en el Ejército Nacional. Asimismo cuantifican las defecciones del bando republicano al sublevado, el paso de desafectos hacia la zona rebelde y el consiguiente aumento del desequilibrio en recursos de Estado Mayor que fue clave en la superioridad

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militar del bando franquista. El trabajo está estructurado en cinco bloques o capítulos (373 páginas) y el resto son fuentes, bibliografía y anexos (373-457), consta asimismo de fotografías, 4 gráficos y 23 tablas. El autor acude a importantes fuentes inéditas, como causas judiciales (Archivos General e Histórico de Defensa y el Archivo Intermedio Militar del Noroeste), y a otros archivos militares (Guardia Civil, Ávila, Guadalajara, Madrid, Segovia, los Territoriales de Sevilla y Barcelona), y al Archivo Histórico Nacional, el Archivo Histórico de Barcelona, al Centro Documental de la Memoria Histórica y otros archivos privados. El trabajo se enriquece con testimonios orales de familiares de algunos oficiales que le han servido para algunas biografías.

Desde que en 1932 la Ley Azaña suprimiera el Cuerpo de Estado Mayor, sus oficiales estaban en una situación inquieta, algunos claramente se manifestaron antifrentepopulistas (Bartolomé Barba y Valentín Galarza), pero en general los demás permanecieron en el terreno de la profesionalidad, alejándose de posiciones políticas desleales, pese a afirmaciones relativamente recientes en sentido contrario (Cardona).

El capítulo primero trata del cuerpo y servicios de Estado Mayor hasta julio de 1936 (57-89), y se centra en las consecuencias de la Ley Azaña y los destinos que tenían en el mes del alzamiento, y es muy interesante que solo 11 de los retirados se reincorporaron para la República, mientras que para los sublevados lo hicieron 69, algunos decisivos (general Dávila, coronel Vigón, teniente coronel Emilio Esteban-Infantes). El capítulo segundo resulta más atrayente porque analiza la implicación de los militares de Estado Mayor en el 18 de julio (32 se sublevaron -5 eran generales-), así la conspiración, la sublevación, los opuestos a la misma (depurados por los sublevados y los defensores de la República), la represión contra los sublevados y los desafectos, y finaliza con el estudio de caso de lo que ocurre en la Escuela Superior de Guerra entre el 18 y 21 de julio. El tercer capítulo analiza la lealtad a la República (217-317). Nos encontramos con cien páginas muy densas y complejas, porque versan sobre los motivos de lealtad. Aquí se hubiera agradecido una mayor explicación del discurso de lealtad o deslealtad, aunque es ciertamente útil la distribución que presenta de la oficialidad en los dos bandos, pues las cifran reflejan una realidad, pero no las causas de la misma, de ahí que hubieran venido mejor más biografías, no solo las de Matallana, Rojo, Álvarez-Coque y otros fejes republicanos. Hay que referir el importante dato de que los muertos del bando republicano fueron 14 (9 fusilados 5 en combate), mientras que en el bando sublevado fueron 86 (66 fusilados, 7 durante la sublevación, 10 en combate, 3 en servicio). Los comunistas fusilaron a tres del Estado Mayor del coronel Casado. El cuarto capítulo es sobre los Estados Mayores en los dos ejércitos (317-353), tratando de sacar algunas conclusiones de resultas de una careo. Del análisis entre la Escuela Popular de Estado Mayor y la formación de oficiales de Estado Mayor se saca la conclusión de que la República tuvo que formar de la cabeza a los pies a nuevos oficiales (bastaba con tres meses en el frente bien de regulares bien de milicias) con una formación insuficiente de 198 oficiales, mientras que los nacionales solo necesitaban “auxiliares” por lo que contaron con civiles bien formados, con una academia de tenientes provisionales en Valladolid, de la que salieron 470 oficiales de técnicos mucho mejor preparados. El último capítulo es en realidad el Epílogo, que trata sobre la posguerra (353-362), con dos apretadísimos apartados: la represión y exilio del bando republicano (muy útil el análisis de los consejos de guerra) y lo que ha llamado la aristocracia del Estado Mayor de la posguerra con una pureza ideológica, algunos de los oficiales de Estado Mayor fueron ministros con Franco, con conclusiones importantes: de los oficiales que sobrevivieron el 58% fueron generales y el 17% tenientes generales, por tanto en mayor proporción que el resto de oficiales en la escala activa. Finaliza con las conclusiones que resumen muy bien la investigación realizada.

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El autor concluye que las jefaturas de Estado Mayor en las Divisiones Orgánicas no tuvieron una fuerte implicación en la conspiración, cuatro participaron en ella (ninguno en el Protectorado) y seis sublevaron. Según sus datos, el 23% de la oficialidad en activo el 18 de julio de 1936 servía en el Ejército Popular en septiembre de 1936 (114 oficiales), frente a un 36% en el bando sublevado, además de un 35% de desafectos en zona republicana que estaban encarcelados u ocultos. Solamente 60 oficiales sirvieron en el Ejército Popular hasta el final (12%). Desde mi punto de vista, la conclusión más interesante es que los oficiales de Estado Mayor ocuparon todos las jefaturas de Estado Mayor en el Ejército Nacional, mientras que en el Ejército Popular solo a niveles de ejércitos y en 1/3 de los cuerpos de ejércitos, y ausentes de las divisiones y brigadas mixtas. Es especialmente útil el anexo II con la relación y trayectoria durante la guerra de los generales, jefes, oficiales y oficiales-alumnos de Estado Mayor el 18 de julio de 1936. Creo que hubiera venido bien hacer una investigación sobre la formación intelectual (militar y política) de estos oficiales sobre todo entre 1923-1929/1930-1932 para ver los cómo los cambios políticos pudieron afectarles. También resultaría interesante la relación de estos oficiales con las embajadas, los que fueron agregados militares, y también su relación con los oficiales extranjeros (rusos, alemanes, italianos, ingleses, franceses, etc.), de ahí que unas pesquisas en el Archivo General de la Administración y sobre todo los informes diplomáticos extranjeros creo que hubieran resultad útiles. La bibliografía es completa. Es una investigación seria, profunda, importante, que pronto debería salir a la luz en el mercado editorial, con algunas pequeñas mejoras en el terreno prosopográfico y en el de la aportación del Estado Mayor a la cultura militar.

Versión corta: El doctorando Arturo García Álvarez-Coque presentó esta Tesis Doctoral en el año 2017 en la Universidad Complutense, Facultad de Geografía e Historia, bajo la dirección de los profesores Juan Pablo Fusi y Angel Bahamonde, especialistas del período y del tema propuesto. Actualmente la tesis es accesible en formato Word vía internet en el repositorio de tesis de la Universidad Complutense de Madrid. Ante todo hay que decir que nos encontramos ante una Tesis Doctoral magnífica, porque es un estudio concienzudo en el que se nota el cariño que el autor ha puesto para no dejar detalles sueltos, con notas a pie de página que diría son heroicas por ser escuetas y precisas.

El autor analiza a los militares de Estado Mayor durante la guerra civil, de 1936 a 1939, unos quinientos jefes y oficiales que tuvieron relevancia tanto en el Ejército Popular como en el Ejército Nacional, que van en apéndice y que resultan verdaderamente útiles con los que se podría hacer un diccionario biográfico. También estudia los factores que influyeron en la lealtad de los militares a la República, precisa el número de depurados, desafectos y de oficiales actuantes tanto en el Ejército Popular como en el Ejército Nacional. Asimismo cuantifican las defecciones del bando republicano al sublevado, el paso de desafectos hacia la zona rebelde y el consiguiente aumento del desequilibrio en recursos de Estado Mayor que fue clave en la superioridad militar del bando franquista. El trabajo está estructurado en cinco bloques o capítulos (373 páginas) y el resto son fuentes, bibliografía y anexos (373-457), consta asimismo de fotografías, 4 gráficos y 23 tablas. El autor acude a importantes fuentes inéditas, como causas judiciales (Archivos General e Histórico de Defensa y el Archivo Intermedio Militar del Noroeste), y a otros archivos militares (Guardia Civil, Ávila, Guadalajara, Madrid, Segovia, los Territoriales de Sevilla y Barcelona), y al Archivo Histórico Nacional, el Archivo Histórico de Barcelona, al Centro Documental de la Memoria Histórica y otros archivos privados. El trabajo se enriquece con testimonios orales de familiares de algunos oficiales que le han servido para algunas biografías.

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Desde que en 1932 la Ley Azaña suprimiera el Cuerpo de Estado Mayor, sus oficiales estaban en una situación inquieta, algunos claramente se manifestaron antifrentepopulistas (Bartolomé Barba y Valentín Galarza), pero en general los demás permanecieron en el terreno de la profesionalidad, alejándose de posiciones políticas desleales, pese a afirmaciones relativamente recientes en sentido contrario (Cardona).

El autor concluye que las jefaturas de Estado Mayor en las Divisiones Orgánicas no tuvieron una fuerte implicación en la conspiración, cuatro participaron en ella (ninguno en el Protectorado) y seis sublevaron. Según sus datos, el 23% de la oficialidad en activo el 18 de julio de 1936 servía en el Ejército Popular en septiembre de 1936 (114 oficiales), frente a un 36% en el bando sublevado, además de un 35% de desafectos en zona republicana que estaban encarcelados u ocultos. Solamente 60 oficiales sirvieron en el Ejército Popular hasta el final (12%). Desde mi punto de vista, la conclusión más interesante es que los oficiales de Estado Mayor ocuparon todos las jefaturas de Estado Mayor en el Ejército Nacional, mientras que en el Ejército Popular solo a niveles de ejércitos y en 1/3 de los cuerpos de ejércitos, y ausentes de las divisiones y brigadas mixtas. Es especialmente útil el anexo II con la relación y trayectoria durante la guerra de los generales, jefes, oficiales y oficiales-alumnos de Estado Mayor el 18 de julio de 1936. Creo que hubiera venido bien hacer una investigación sobre la formación intelectual (militar y política) de estos oficiales sobre todo entre 1923-1929/1930-1932 para ver los cómo los cambios políticos pudieron afectarles. También resultaría interesante la relación de estos oficiales con las embajadas, los que fueron agregados militares, y también su relación con los oficiales extranjeros (rusos, alemanes, italianos, ingleses, franceses, etc.), de ahí que unas pesquisas en el Archivo General de la Administración y sobre todo los informes diplomáticos extranjeros creo que hubieran resultad útiles. La bibliografía es completa. Es una investigación seria, profunda, importante, que pronto debería salir a la luz en el mercado editorial, con algunas pequeñas mejoras en el terreno prosopográfico y en el de la aportación del Estado Mayor a la cultura militar.

Versión traducida: The Military General Staff in the Spanish Civil War. PhD candidate Arturo García Álvarez-Coque presented this doctoral thesis in 2017 at the Complutense University, Faculty of Geography and History, under the supervision of Professors Juan Pablo Fusi and Angel Bahamonde, specialists in the period and subject in question. The thesis is currently accessible online in Word format, at the Complutense University thesis repository. First and foremost, it must be said that this is a magnificent doctoral thesis; it is a thorough study, in which the author has clearly taken care not to leave any loose ends, and it has admirably brief and precise footnotes.

The author analyses the Military General Staff in the Spanish Civil War from 1936 to 1939, approximately 500 commanders and officers with responsibilities either in the Republican Army or in the Nationalist Army, who are included in an appendix that could prove highly useful in producing a biographical dictionary. He also studies the factors that influenced the military’s loyalty to the Republic, specifying the number of those purged and disaffected, along with the officers who were members of the Republican Army and of the Nationalist Army. Moreover, the author quantifies defections from the Republican side to the rebel faction, disaffected individuals crossing over to the rebel zone, and the subsequent increase in General Staff resources which became key to the military superiority of the pro-Franco side. The text is divided into five sections or chapters (373 pages), and the remaining pages include sources, bibliography and appendices (373-457). It also contains photographs, four graphs and 23 tables. The author refers to important unpublished sources, such as court cases (Ministry of Defence

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General and Historical Archives, and Northeastern Intermediate Military Archives) and other military archives (Civil Guard, Ávila, Guadalajara, Madrid, Segovia, Territorial Archives of Seville and Barcelona), as well as to the National Historical Archive, the Barcelona Historical Archive, the Historical Memory Documentation Centre, and other, private archives. The work is enhanced with oral testimonies of officers’ family members, which have been used for some of the biographies.

Following the elimination of the General Staff Corps by the Azaña Act of 1932, its officers were left in an uneasy situation. Some clearly expressed anti-Republican Front sentiments (such as Bartolomé Barba and Valentín Galarza), but in general the others remained professional, distancing themselves from disloyal political positions, despite relatively recent affirmations to the contrary (Cardona).

The author concludes that the commanders of the General Staff Organic Units were not heavily involved in the conspiracy—four participated in it (none in the Protectorate), and six rebelled. According to his data, 23% of the officers active on 18 July 1936 were serving in the Republican Army in September 1936 (114 officers), whereas 36% were serving in the Nationalist faction, as well as 35% disaffected officers in the Republican zone who were imprisoned or in hiding. Only 60 officers served in the Republican Army to the end (12%). From my point of view, the most interesting conclusion is that the General Staff officers held all the General Staff positions of command in the Nationalist Army, whereas in the Republican Army they only served at army level, in one-third of the army bodies, and were not part of the joint brigades or divisions. Appendix II is especially useful, as it includes a list and wartime history of those who were General Staff generals, commanders, officers and officers in training on 18 July 1936. I believe it would have been useful to carry out research into the intellectual training (military and political) of these officers, particularly between 1923-1929 and 1930-1932, in order to see how the political changes might have affected them. It would also be interesting to study these officers’ relationships with embassies, in the case of military attachés, as well as their relationships with foreign officers, namely Russian, German, Italian, English, and French officers. Therefore, some research using the General Administration Archives and, especially, foreign diplomatic reports, would have been valuable. There is a full bibliography. The study is serious, in-depth, and relevant, and should soon be published on the commercial market with a few minor stylistic improvements, along with some additional content on the General Staff’s contribution to military culture.

14.- Javier García Fernández: 25 militares de la República.

Versión larga: El coordinador de este homenaje a los militares leales a la República es el profesor Javier García Fernández, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid, que ya se había acercado al tema propuesto en 1976 con su libro El régimen de Franco: un análisis político, aunque ha sido recientemente, a partir de 2007, cuando se ha preocupado más por el mito del ejército salvador de España que sirvió para dar legitimidad al golpe de Estado y para justificar la persistencia de la dictadura de Francisco Franco, porque ciertamente sólo una parte del Ejército se sublevó, y otra parte permaneció fiel a la República.

El coordinador, en su introducción titulada El Ejército Popular de la República y sus mandos profesionales: por qué recordar en 2011 a veinticinco Generales, Almirantes y Coroneles (7-24), justifica la publicación por tres razones: deshacer el mito de unas Fuerzas Armadas alzadas en bloque contra la República; desvanecer el mito de un ejército republicano formado por milicianos y mandos no profesionales; y homenajear a

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veinticinco militares en representación de todos sus compañeros. Los dos primeros objetivos han sido bien estudiados y plenamente alcanzados desde hace tiempo, no solo por los militares protagonistas en el exilio (Perez Salas en 1947, Vicente Rojo en sus numerosos escritos, y Francisco Ciutat en sus memorias, por citar algunos), sino de militares ya completamente ajenos con importantes tesis doctorales, como las de Salas Larrazábal (Historia del Ejército Popular de la República, Madrid 1973), Gabriel Cardona (El poder militar en la España contemporánea hasta la guerra civil, Madrid 1983), o Angel Viñas (1974), e hispanistas e investigadores como Hugh Thomas (1976), Bravo Morata (1978), Suero Roca (1981), Michael Alper (1989), Burnett Bollotin (1991), Carlos Engel (1999), Anthony Beevor (2005), Payne, Preston, Puell de la Villa, etc. No está de más insistir en desmitificar y abrir nuevas líneas de comprensión de la guerra civil, y por eso al año siguiente de este publicación surgió otra parecida, la de Jorge Martínez Reverte, Los militares españoles en la Segunda República, siempre que se acuda a fuentes inéditas de archivo privados y públicos, superando así la siempre subjetiva historia-memoria de los protagonistas,

Desde mi punto de vista el principal mérito de este libro es el de homenaje, porque nos presenta veinticinco magníficas biografías de altos mandos del ejército republicano. Son propiamente biografías independientes, porque no forman un estudio prosopográfico, es decir, son como islas que no llegan a conformar un archipiélago. En este sentido, un estudio sobre los motivos de fidelidad durante el período republicano en especial durante la guerra civil, origen geográfico, formación, exilio, puntos comunes, aspectos sociales y cronológicos, si estaban integrados en alguna élite militar y asociación, vinculación política, años de ascensos, aportación cultural y científica común, familia, herencia, modo de vida, publicaciones propias, etc, hubiera venido muy bien como eje vertebrados de cada una de las biografías propuestas. Es precisos superar el maniqueísmo de militares golpistas frente a militares republicanos, los unos todos fascistas, frente a los otros todos demócratas, y tratar de situarse en el campo de los militares profesionales moviéndose en la esfera también del historiador profesional ajeno a todo prejuicio. Es decir, se precisa dibujar una especie de mapa prosopográfico durante el periodo cronológico propuesto (1936-1939) con un profundo estudio de un grupo militar-social tan importante y característico que les hace ser, contra viento y marea, totalmente fieles “al defender el régimen político democrático del que se habían dotado libremente los españoles…”, como dice el coordinador.

La breve introducción trata sobre los dos mitos antedichos y de la justificación del homenaje, que es también, con toda razón, a las Fuerzas Armadas, dejando de lado el esfuerzo de coordinación, que tuvo que ser importante, y las razones de la elección de los biografiados (porque es demasiado amplio el criterio de haber sido en algún momento relevante) y de los autores, de los que no hay bosquejo. El punto en común es ciertamente su fidelidad (salvo en algún caso dudoso), demostrada porque siete fueron fusilados, quince quedaron en el exilio y tres de ellos volvieron a España tras largo exilio. Es interesante que ciertamente fueron perseguidos por sus propios compañeros, algunos incluso fusilados (Aranguren, Batet, Cascón, Escobar, Martínez Cabrera, Núñez de Prado), lo que nos replantea el tema de la “familia militar”, pero también es sorprendente que durante los nueve meses de Franco como Jefe del Estado Mayor Central fueron ascendidos tres de los aquí biografiados y otros tres, que también, fueron fieles a la República (Martínez-Monge, Castelló Pantoja y Romerales Quintero). Además, el cuadro seleccionado me parece incompleto porque de las ocho divisiones orgánicas más de la de caballería, de los 18 generales, coroneles y tenientes coroneles, 10 permanecieron leales, de los cuales no se biografían aquí nada más que uno, Batet; por tanto, es difícil hacer un cuadro de las motivaciones de fidelidad. En cuanto a las

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brigadas (infantería, caballería, artillería, montaña), de los 27 generales, 11 permanecieron leales, de los cuales se biografían aquí solo dos (Miaja y Gamir). No obstante, las biografías, aun siendo desiguales en razón de cada autor, representan una buena aportación, porque en general están bien trabajadas, con documentación archivística inédita, y abren nuevas líneas de investigación. Tan solo decir que el lector hubiera agradecido aportaciones biográficas de militares de los Guardias de Asalto (Sánchez Plaza) y del Cuerpo de Carabineros (Pastor Palacios)

La primera biografía es la de Jesús Aranguren Roldán, general de brigada de la Guardia Civil (25-66), realizada por Jesús Núñez Calvo. Realmente representa paradigmáticamente uno de los católicos republicanos (Daniel Arasa Fava) militares, aunque echo en falta bibliografía sobre los militares católicos leales a la república. El fracaso del golpe en Cataluña se debió a su actuación, fue fusilado el 21 de abril de 1939. Ciertamente merece una biografía científica ampliando esta buena aproximación biográfica, especialmente en lo concerniente a su actuación como militar profesional en Barcelona junto con los comandantes Vicente Guarner y Alfredo San Juan frente a los movimientos antimilitaristas de los milicianos. El siguiente trabajo es del gran especialista Fernando Puell de la Villa, con un estupendo estudio dedicado José Asensio Torrado, general de división (67-98), fallecido en Nueva York en 1961. Ya su lealtad había sido consolidada por él mismo, gracias a la CNT, con una publicación de 1938, y el autor construye una buena narrativa gracias a su hoja de servicios, si bien llega solo hasta marzo de 1936, porque la República no hizo, que sepa, hoja de servicios. Es una biografía que se apoya en la que realizó Brocos Fernández para el Diccionario Biográfico Español (2009). Me parece interesante su relación con algunos de sus compañeros leales de Estado Mayor, como Vicente Rojo, Segismundo Casado, Martínez Cabrera, Menéndez López, Campis, Vicente Guarner. También es interesante la relación con la masonería, de ahí la importancia del diccionario de militares masones de Manuel Paz Sánchez (2004), todavía no superado. La tercera biografía es la de Antonio Azarola Gresillón, contralmirante, confeccionada por García Bañales, Carro Lamas y López Herminda (101-127). La única biografía de un contralmirante de la República (junto a él fue ascendido a vicealmirante en 1935 junto a Márquez y Núñez), si no contamos la del almirante habilitado Buiza. Se trata de un especialista en radiotelegrafía que fue ministro de Marina en el gobierno de Manuel Portela Valladares (30 de diciembre de 1935 - 19 de febrero de 1936) y fusilado el 4 de agosto del 1936. Se trata de profundizar en la biografía trazada por Laruelo Roa (Muertes Paralelas 2004), sobre todo en lo concerniente a la masonería (le incluye Hermenegildo Franco Castañón), toda vez que no está recogido como un militar masón por el diccionario de militares masones de España de Manuel de Paz (2004), y los autores lo ponen en duda según su expediente de responsabilidades políticas. Interesante sería rastrear su labor como Ministro de Marina en apenas tres meses (1935-36) y sobre todo en la base de El Ferrol como Primer Jefe. Aun siendo, como dicen los autores, “un hombre de derechas moderado”, creyente, católico convencido, acabó fusilado por abandono de destino, y la principal aportación es el detalle de su causa en el Archivo de la Zona Marítima del Cantábrico. Al igual que otros muchos, su hijo estuvo en el bando sublevado y llegó a Almirante. Domingo Batet Mestres, general de división, está biografiado por el profesor Carlos Navajas Zubeldía (131-154), conocido por su libro Leales y rebeldes. La tragedia de los militares republicanos (2011). La impresión que se saca es de estar ante una excelente biografía que profundiza la ya esplendida del padre Hilari Raguer. Estamos aquí ante otro caso de militar acusado de masón, cuando en realidad nunca lo fue. El autor se sitúa dentro de la memoria democrática (no dictatorial ni republicana), reivindicado su figura para la historia contemporánea de España, especialmente de las Fuerzas

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Armadas. El catedrático de historia contemporánea de Murcia el profesor Pedro María Egea Bruno analiza la figura del almirante habilitado Miguel Buiza Fernández-Palacios (157-191), fallecido en exilio en 1963. Es un trabajo concienzudo, bien documentado, con buena bibliografía y documentación inédita. Me ha parecido especialmente bien trabado el capítulo de la capitulación de la escuadra, salvando el escollo que suponía Negrín (algo parecido a lo que hizo el coronel Casado), de modo que Buiza se debate entre la sublevación o fidelidad inquebrantable a sabiendas de la irremisible derrota, y sus tensiones con el Comisario Político de la flota Bruno Alonso. Al final, Buiza ni fue fiel a Negrín ni tampoco a Casado, simplemente abandonó Cartagena con la flota con destino a Bizerta. El comandante del Ejército del Aire, Juan Manuel Riesgo, analiza la figura del coronel Antonio Camacho Benítez (195-211), aviador fallecido en México en 1974, que es en realidad una aproximación a su figura, ciertamente interesante, pero sin apoyo documental. Camacho, buen amigo de Ramón Franco, pasó de Jefe de Escuadra de Getafe a Subsecretario del Aire y el que unió las tres aviaciones, militar, civil y naval. Camacho, al igual que otros, se unió a la vía pacífica de Casado en febrero de 1939. Camacho permitió el exilio de numerosos políticos y militares vía área, aunque él prefirió hacerlo por vía marítima desde Gandía marchando a Inglaterra con el coronel Casado. El historiador especialista de este periodo, Angel Viñas, hace una magnífica biografía crítica, una de las más largas del libro, del controvertido coronel Segismundo Casado López, autor del libro Así cayó Madrid (215-260). Es uno de los claramente militares masones desde 1927, aunque prefiere no abundar en este terreno y el autor se centra sobre todo en sus aspectos militares durante la guerra civil y exilio, quizá porque “las actividades descritas en su hoja oficial de servicios no fuesen demasiado relevantes”, aunque ciertamente Casado reconoció que solo fue masón unos meses. El autor, dado su conocimiento por su trabajo junto con Fernando Hernández Sánchez (El desplome de la República, 2009), precisa algunos datos erróneos de su biografía y sobre todo pretende acabar con los mito del propio Casado en su defensa (el supuesto mito de la sublevación comunista) y de los comunistas acusadores, en el marco del designio de una rendición honorable entre compañeros. El autor concluye que era una fantasía imposible de cumplirse, aunque es muy interesante la afirmación lógica de que una vez declarado el estado de guerra, los militares asumían el poder real y por tanto Casado actuó en consecuencia, aunque el autor lo retrotrae según documentación del Archivo General de la Administración. A mi juicio, quizá el autor se adentra en afirmaciones como “casado mintió siempre. En 1939 y después” que hacen pensar si realmente este el sitio de esta biografía o incluso si la merece. Casado quedó en Londres hasta 1947, interesante sería rescatar sus crónicas como periodista militar para la BBC a favor de los aliados y la opinión los embajadores allí sobre su actuación. Antonio Montero Roncero analiza la figura del coronel aviador Manuel Cascón Briega (263-293), que fue fusilado el 3 de agosto de 1939. Tiene el mérito de haber utilizado la hoja de servicio en el Archivo Militar del Aire y testimonios orales de compañeros. Acaso lo que más fue en su contra para su fusilamiento, pese a seguir a Casado, fue su decisiva actuación en Getafe en los primeros días y su viaje formativo a Rusia. El profesor Angel Viñas de nuevo nos presenta otra biografía, la del general de brigada Antonio Cordón García (297-321) oficial de artillería, destacado miembro del partido comunista, fallecido en Roma en 1970. Al igual que su anterior trabajo, corrige algunos errores biográficos gracias a la hoja de servicios del Archivo Militar de Segovia. Hace un interesante uso de sus memorias Trayectoria (recuerdos de un artillero), que han tenido tres ediciones, en cuya última tuvo importancia el autor de esta biografía al fijar el texto. Quizá podría haberse extendido más en los largos años del exilio y no tanto en sus años anteriores a la guerra civil, y sobre todo hacer un careo con las memorias de otros oficiales de Estado Mayor tanto republicanos (José Martín Blázquez) como sublevados (Carlos Martínez

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Campos). Jesús Núñez Calvo, Teniente Coronel de la Guardia Civil, ofrece la biografía muy bien documentada del general de brigada Antonio Escobar Huerta (325-253), mejorando algunos puntos de la biografía de Daniel Arasa Fava (Entre la Cruz y la República. Vida y muerte del General Escobar, 2008). Coronel de la Guardia Civil durante la sublevación, tuvo importantes misiones en Barcelona y Madrid, ascendido a general de brigada de la Guardia Nacional republicana en junio de 1937 y año siguiente Jefe del Ejército de Extremadura y se entregó al general Yagüe confiando en que su actitud solidaria con Casado en el Consejo de Defensa Nacional iría en su favor. Finalmente fue fusilado en 1940. Hernán Rodríguez Velasco presenta la biografía del coronel Manuel Estrada Manchón (357-391), que murió en el exilio en 1980. Se trata de un oficial de Estado Mayor afiliado al Partido Comunista, jefe del EMC con Largo Caballero y organizador de la sección de Información del Ejército. Es un personaje que merece una larga biografía y utilizar sus memorias inéditas. Francisco Vargas biografía con buena base documental al general de brigada Mariano Gámir Ulibarri (395-418), falleció en España en 1962. En 1938 fue Inspector General de Instrucción Militar, al año siguiente publica en París sus memorias y aporta numerosos documentos. Juan Manuel Riego ofrece la biografía del capitán de corbeta Luis González de Ubieta y González-Campillo (421-435), fallecido en 1950, a quien juzga el mejor marino de la República, acaso porque hundió el Baleares. Manuela Aroca Moheda hace una magnífica biografía de Juan Hernández Saravia (439-463), fallecido en 1962. Es interesante recordar que los militares exiliados que conformaron el Ministerio de Defensa de la República tenían cierta esperanza de combatir con los aliados una vez terminada la guerra para derribar a Franco toda vez que España no entraba en la ONU, en este sentido sería importante explorar a fondo el archivo de este Ministerio en la Fundación Universitaria Española, en el que Saravia tenía un importantísimo papel. Emilio Atienza Rivero escribe la biografía del general de brigada Emilio Herrera Linares, que es quizá, junto con Rojo, uno de los más científicos del ramillete de militares aquí biografiados. El autor ya había dedicado una importante biografía a este personaje en 1993. Uno de los aspectos más curiosos de este militar es su gran amistad con el general Alfredo Kindelán. Me identifico personalmente con la apreciación final del autor “la guerra civil que desató la más rudas pasiones obligó a mucho a optar por el silencio interior o el exilio. No tuvo otra opción quien tanto hizo por la tecnología aeronáutica, quien tanto amó la ciencia, la lógica, la verdad, y quien tanto respectó el derecho y afirmó la libertad”. Carlos Lázaro Ávila escribe la biografía del general de brigada de aviación Ignacio Hidalgo Cisneros (505-542), fallecido en 1966 en Bucarest, una de las más largas y muy buen documentada. Utiliza no solo su autobiografía (Cambio de rumbo), sino fuentes del archivo de la Fundación Indalecio Prieto, su correspondencia con Largo Caballero. Roberto Núñez Bolado se adentra en la vida del general de división Francisco Llano de la Encomienda (545-585), fallecido en México en 1963. A juicio del autor, fue un buen soldado, pero un mal general, por lo que fue sustituido como Jefe del Ejército del Norte. José Antonio del Barrio pergeña la vida del coronel Julio Mangada Rosenörn (589-610). Sobre este personaje, claramente masón, ya se había escrito (Guillermo Cabanella, Carlos Navajas Zubeldía). Aunque el autor dice que era uno de los militares más populares, Azaña le tenía por loco, y es que el autor no le tiene por tan loco, aunque sí un Quijote. Paz Cabello Carro y Javier García Hernández (el coordinador de la obra), dibujan la biografía del general Toribio Martínez Cabreda (613-674) que fue fusilado en junio de 1939. Es la más extensa de la biografías, en general bien documentada, los autores afirman que Martínez Cabreda tendía a un republicanismo de centro, gracias a él los sublevados no pudieron hacerse con toda la flota. Juan Carlos Losada Malvárez biografía al general de brigada Leopoldo Menéndez López (677-694), fallecido en el exilio en 1960, utilizando principalmente lo ya dicho por Carlos Navajas (Leales y rebeldes, 2011), fue un neutral

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atrapado por ambos bandos. Juan José Menéndez escribe la biografía de José Miaja Menant, teniente general, uno de los más conocidos militares republicanos (697-726), fallecido en México en 1953, y quizá por eso apenas aporta datos nuevos a lo ya conocido, por lo que es necesario acudir a nuevas fuentes documentales. Cecilio Yusta Viñas traza una sencilla biografía del general de división Miguel Núñez de Prado (729-752), fusilado el 24 de julio de 1936, masón, que contribuyó a que buena parte de la aviación permaneciera leal. Carlos Lázaro Ávila escribe la biografía del coronel Ángel Pastor Velasco (755-786), aviador que falleció en 1958 en París. El autor ya había publicado su biografía en el Diccionario Biográfico Español de la RAH. En París se encargó de buscar material militar para la República. El catedrático Ángel Bahamonde se encarga de la biografía del general de división Sebastián Pozas Perea (789-815), que murió en Méjico en 1946. Tuvo un importante papel en la defensa de Madrid en 1936, aunque podría clasificarse como comunista y masón, osciló en su pensamiento. El autor describe con fuentes su carrera militar y se centra en actuación durante la guerra, de Inspector General de la Guardia Civil a Jefe del Ejército del Este. Nada dice de su exilio. Javier Fernández López concluye el libro con la biografía de Vicente Rojo Lluch, teniente general (819-849), es el único artículo del libro que no cuenta con aparato crítico, básicamente aparece aquí lo ya dicho por el autor en su biografía de 2004 General Vicente Rojo: mi verdad. Posiblemente es la biografía más interesante de los militares republicanos como constructor del Ejército Popular, y por eso merecería un gran estudio partiendo del Fondo Vicente Rojo del AHN y siguiendo la estela de José Andrés Rojo, especialmente su relación con sus compañeros leales del Estado Mayor (en concreto con los no masones) como Leopoldo Menéndez López, Fernando Martínez Monge o Manuel Matallana Gómez, toda vez que se le podría considerar un militar intelectual católico convencido. Una de las consecuencias del mando único político de la República fue que no se hiciera caso al plan militar de Roja de cortar el frente sublevado por Extremadura y Andalucía. Sus libros Así fue la defensa de Madrid, Alerta los pueblos y España heroica son básicos para la historia de la guerra civil. Regresó a España en 1957 y falleció en 1966.

El libro concluye con una bibliografía básica elaborada por Paz Cabello Carro y con un índice onomástico. Estamos, pues, ante una obra muy útil para lo que quieran conocer más sobre algunos militares de la República, que ciertamente abren nuevas líneas de investigación para comprender su actividad profesional y el drama personal para perder en muchos caso la vida y otros su modo de vida profesional por lealtad.

Versión corta: El coordinador de este homenaje a los militares leales a la República es el profesor Javier García Fernández, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad Complutense de Madrid, que ya se había acercado al tema propuesto en 1976 con su libro El régimen de Franco: un análisis político, aunque ha sido recientemente, a partir de 2007, cuando se ha preocupado más por el mito del ejército salvador de España que sirvió para dar legitimidad al golpe de Estado y para justificar la persistencia de la dictadura de Francisco Franco, porque ciertamente sólo una parte del Ejército se sublevó, y otra parte permaneció fiel a la República.

El coordinador, en su introducción titulada El Ejército Popular de la República y sus mandos profesionales: por qué recordar en 2011 a veinticinco Generales, Almirantes y Coroneles (7-24), justifica la publicación por tres razones: deshacer el mito de unas Fuerzas Armadas alzadas en bloque contra la República; desvanecer el mito de un ejército republicano formado por milicianos y mandos no profesionales; y homenajear a veinticinco militares en representación de todos sus compañeros. Los dos primeros objetivos han sido bien estudiados y plenamente alcanzados desde hace tiempo, no

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solo por los militares protagonistas en el exilio (Perez Salas en 1947, Vicente Rojo en sus numerosos escritos, y Francisco Ciutat en sus memorias, por citar algunos), sino de militares ya completamente ajenos con importantes tesis doctorales, como las de Salas Larrazábal (Historia del Ejército Popular de la República, Madrid 1973), Gabriel Cardona (El poder militar en la España contemporánea hasta la guerra civil, Madrid 1983), o Angel Viñas (1974), e hispanistas e investigadores como Hugh Thomas (1976), Bravo Morata (1978), Suero Roca (1981), Michael Alper (1989), Burnett Bollotin (1991), Carlos Engel (1999), Anthony Beevor (2005), Payne, Preston, Puell de la Villa, etc. No está de más insistir en desmitificar y abrir nuevas líneas de comprensión de la guerra civil, y por eso al año siguiente de este publicación surgió otra parecida, la de Jorge Martínez Reverte, Los militares españoles en la Segunda República, siempre que se acuda a fuentes inéditas de archivo privados y públicos, superando así la siempre subjetiva historia-memoria de los protagonistas,

Desde mi punto de vista el principal mérito de este libro es el de homenaje, porque nos presenta veinticinco magníficas biografías de altos mandos del ejército republicano. Son propiamente biografías independientes, porque no forman un estudio prosopográfico, es decir, son como islas que no llegan a conformar un archipiélago. En este sentido, un estudio sobre los motivos de fidelidad durante el período republicano en especial durante la guerra civil, origen geográfico, formación, exilio, puntos comunes, aspectos sociales y cronológicos, si estaban integrados en alguna élite militar y asociación, vinculación política, años de ascensos, aportación cultural y científica común, familia, herencia, modo de vida, publicaciones propias, etc, hubiera venido muy bien como eje vertebrados de cada una de las biografías propuestas. Es precisos superar el maniqueísmo de militares golpistas frente a militares republicanos, los unos todos fascistas, frente a los otros todos demócratas, y tratar de situarse en el campo de los militares profesionales moviéndose en la esfera también del historiador profesional ajeno a todo prejuicio. Es decir, se precisa dibujar una especie de mapa prosopográfico durante el periodo cronológico propuesto (1936-1939) con un profundo estudio de un grupo militar-social tan importante y característico que les hace ser, contra viento y marea, totalmente fieles “al defender el régimen político democrático del que se habían dotado libremente los españoles…”, como dice el coordinador.

La breve introducción trata sobre los dos mitos antedichos y de la justificación del homenaje, que es también, con toda razón, a las Fuerzas Armadas, dejando de lado el esfuerzo de coordinación, que tuvo que ser importante, y las razones de la elección de los biografiados (porque es demasiado amplio el criterio de haber sido en algún momento relevante) y de los autores, de los que no hay bosquejo. El punto en común es ciertamente su fidelidad (salvo en algún caso dudoso), demostrada porque siete fueron fusilados, quince quedaron en el exilio y tres de ellos volvieron a España tras largo exilio. Es interesante que ciertamente fueron perseguidos por sus propios compañeros, algunos incluso fusilados (Aranguren, Batet, Cascón, Escobar, Martínez Cabrera, Núñez de Prado), lo que nos replantea el tema de la “familia militar”, pero también es sorprendente que durante los nueve meses de Franco como Jefe del Estado Mayor Central fueron ascendidos tres de los aquí biografiados y otros tres, que también, fueron fieles a la República (Martínez-Monge, Castelló Pantoja y Romerales Quintero). Además, el cuadro seleccionado me parece incompleto porque de las ocho divisiones orgánicas más de la de caballería, de los 18 generales, coroneles y tenientes coroneles, 10 permanecieron leales, de los cuales no se biografían aquí nada más que uno, Batet; por tanto, es difícil hacer un cuadro de las motivaciones de fidelidad. En cuanto a las brigadas (infantería, caballería, artillería, montaña), de los 27 generales, 11 permanecieron leales, de los cuales se biografían aquí solo dos (Miaja y Gamir). No

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obstante, las biografías, aun siendo desiguales en razón de cada autor, representan una buena aportación, porque en general están bien trabajadas, con documentación archivística inédita, y abren nuevas líneas de investigación. Tan solo decir que el lector hubiera agradecido aportaciones biográficas de militares de los Guardias de Asalto (Sánchez Plaza) y del Cuerpo de Carabineros (Pastor Palacios).

El libro concluye con una bibliografía básica elaborada por Paz Cabello Carro y con un índice onomástico. Estamos, pues, ante una obra muy útil para lo que quieran conocer más sobre 25 militares de la República, que ciertamente abren nuevas líneas de investigación para comprender su actividad profesional y el drama personal para perder en muchos caso la vida y otros su modo de vida profesional por lealtad.

Versión traducida: 25 military officers of the Republic. The coordinator of this tribute to members of the military who remained loyal to the Republic is Javier García Fernández, Professor of Constitutional Law at the Complutense University of Madrid, who had already touched on the subject in 1976, in his book El régimen de Franco: un análisis político [Franco’s Regime: a Political Analysis]. However, more recently, since 2007, he has been more closely concerned with the myth of Spain’s “saviour army”, which served to legitimise Francisco Franco’s coup and to justify the continuance of his dictatorship, because in fact it was only one part of the Army that rebelled, whilst the other remained loyal to the Republic.

The coordinator, in an introduction entitled El Ejército Popular de la República y sus mandos profesionales: por qué recordar en 2011 a veinticinco Generales, Almirantes y Coroneles [The Republican Army and its Leaders: why 25 Generals, Admirals and Colonels should still be remembered in 2011) (7-24), presents the following three reasons for publishing the work: to dispel the myth of the Armed Forces’ united opposition to the Republic, as well as that of a republican army formed by militia whose leaders were not military professionals, and to pay homage to 25 military leaders and—by extension—to all their comrades. The two primary objectives have been well studied— and fully achieved—for some time, not only by key military figures in exile (Perez Salas in 1947, Vicente Rojo in his various works, and Francisco Ciutat in his memoirs, to name but a few), but also by members of the military who had no involvement in the events portrayed. These works include important doctoral theses, such as those of Salas Larrazabal (Historia del Ejército Popular de la República [History of the Republican Army], Madrid 1973), Gabriel Cardona (El poder militar en la España contemporánea hasta la guerra civil) [Military Power in Contemporary Spain until the Civil War], Madrid 1983) and Angel Viñas (1974), and by Hispanists and researchers such as Hugh Thomas (1976), Bravo Morata (1978), Suero Roca (1981), Michael Alper (1989), Burnett Bollotin (1991), Carlos Engel (1999), Anthony Beevor (2005), Payne, Preston, Puell de la Villa, etc. There is still work to be done to demystify and explore new perspectives on the Civil War, which explains the appearance—just one year after this publication—of another similar work, Los militares españoles en la Segunda República [Spanish military in the Second Republic] by Jorge Martínez Reverte, but such work must be based on unpublished sources from private and public archives in order to transcend the ever-subjective recollections of those involved.

In my opinion, the book’s main value is as a tribute, presenting us with magnificent biographies of 25 senior commanding officers of the Republican Army. These biographies are completely independent; they are not part of a prosopographical study, but are instead like islands that fail to form an archipelago. In this regard, a study of the reasons for their loyalty during the Republican era—and especially during the Civil War—as well as of their geographical origins, training, exile, the common ground they shared,

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social and chronological factors, whether they formed part of a military elite or association, their political alignments, the years in which they were promoted, shared cultural or scientific contributions, family, inheritance, lifestyles, publications, etc. would have helped to provide greater cohesion to the aforementioned biographies. It is essential to go beyond a black-and-white vision contrasting the perpetrators of the coup with the members of the Republican military—the former comprised entirely of fascists, the latter entirely of democrats—but rather to try to understand the perspective of military personnel, while maintaining the unbiased stance of the professional historian. This is to say, it is necessary to sketch out a sort of prosopographical map of the chronological period selected (1936-1939), with an in-depth study of a military-social group so important and characteristic that, against all odds, it remained completely loyal, as García Fernández puts it, “to the defence of the democratic political regime that the Spanish people had freely adopted...”

The brief introduction addresses the two aforementioned myths and explains the reasons for this tribute, which, quite rightly, is also dedicated to the Armed Forces, while omitting any account of the coordination work, which must have been substantial, or of the reasons for selecting the subjects of the biographies (that each of them played an important role at one time or another is too broad a criterion) or the authors, on whom no biodata is provided. The common factor is certainly the subjects’ loyalty (except in a few cases in which there is some degree of doubt): seven of them were executed; 15 went into exile; and three returned to Spain after a lengthy exile. It is interesting to learn that they were unquestionably persecuted by their own comrades, and some of them even shot (Aranguren, Batet, Cascon, Escobar, Martinez Cabrera, Nunez de Prado), which calls into question the concept of the “military family”, but it is also surprising that during the nine months in which Franco served as Chief of the General Staff, promotions were given to three of the biography subjects included in this work, and to three others who also remained loyal to the Republic (Martínez-Monge, Castelló Pantoja and Romerales Quintero). In addition, the group of officers selected strikes me as incomplete, because out of the 18 generals, colonels and lieutenant colonels from the eight organic divisions in addition to the cavalry, ten remained loyal to the Republic, but only one, Bater, is biographed here, making it difficult to gain a full understanding of what motivated their loyalty. As for the brigades (infantry, cavalry, artillery, and mountain), 11 of the 27 generals remained loyal to the Republic, but only two are biographed here (Miaja and Gamir). The above notwithstanding, the biographies, while varying in quality from author to author, are valuable contributions, because they are, in general, well researched, drawing on unpublished documents, and open up new lines of research. It should nevertheless be said that the reader would have appreciated the inclusion of biographical contributions on members of the Assault Guards (Sánchez Plaza) and of the Carabineros (Pastor Palacios).

The book concludes with a basic bibliography, drawn up by Paz Cabello Carro, and with an index of names. What we have here, therefore, is a very useful work for those interested in knowing more about 25 military officers of the Republic; these biographies indisputably open up new lines of research, shedding light on the professional activity of their subjects, and on the personal dramas in which, in reward for their loyalty, many of them lost their lives and others their professional careers.

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15.- Rubén González Cuerva y Miguel Á. de Bunes Ibarra: Túnez 1535. Voces de una campaña europea.

Versión larga: La empresa de Túnez del verano de 1535 figura en los anales de la historia del Mediterráneo como el gran éxito militar de Carlos V en territorio magrebí, aunque en realidad se trata de una operación castrense más por el control de este mar interior de entre otras diversas que tienen lugar entre el Imperio carolino y el Imperio otomano a lo largo del siglo XVI, en busca de una fijación de posiciones que establezca la preeminencia de uno de los dos entes políticos en liza en este espacio marítimo. El nombramiento de Hayreddin Barbarroja como almirante de la flota otomana en 1534 precede a su saqueo de las costas de Calabria, Nápoles, Cerdeña y Sicilia, siendo el siguiente objetivo del corsario el enclave de Túnez. Con la toma de este puerto norteafricano, Barbarroja consigue establecer una nueva base para el poder otomano en Berbería, un enclave que, además de situarse frente a las costas de Sicilia, impide a la armada cristiana operar más allá de la cuenca occidental del Mediterráneo, razones que hacen al emperador priorizar un escenario geográfico de enfrentamiento con la Sublime Puerta, el norteafricano, al que apenas había prestado atención desde el inicio de su reinado. Una imponente armada de más de trescientas naves y unos treinta mil soldados provenientes de las más diversas naciones europeas parten en junio de 1535 hacia el golfo de Túnez con el emperador a la cabeza, en lo que se convertirá en bautismo de fuego de un monarca que hasta entonces no ha participado en persona en ninguna de las múltiples batallas en las que se ha visto inmerso desde su llegada al trono español en 1517. La propaganda áulica juega un papel prioritario en la empresa, motivo por el cual Carlos V se acompaña de cronistas, poetas y pintores que plasman las diversas facetas triunfales de quien pretende convertirse en gran héroe militar de la Cristiandad.

La abundante plasmación documental y pictórica de esta jornada de Túnez, desde el mismo momento de su realización pero también en años posteriores, ha propiciado el desarrollo de una línea historiográfica muy prolífica en torno a esta cuestión dentro del campo de los estudios de la historia del Mediterráneo durante la Edad Moderna, casi tanto como la centrada en los antecedentes, desarrollo y consecuencias de la batalla de Lepanto en 1571, otro de los grandes ejes de análisis para los historiadores de este mar a lo largo del Quinientos. De forma un tanto paradójica, la falta de consolidación de los objetivos militares que determinan la empresa de Túnez serán los que facilitarán el dominio del Mare Nostrum por los otomanos hasta su derrota casi cuatro décadas más tarde por la armada comandada por don Juan de Austria. A esta línea historiográfica viene a sumarse el estudio que acaban de presentar dos relevantes especialistas en la pugna entre el Imperio carolino y el otomano durante el siglo XVI, Rubén González Cuerva y Miguel Ángel de Bunes Ibarra, ambos investigadores en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas. El primero de ellos ha centrado su trayectoria científica en la política exterior de la Monarquía hispánica en Centroeuropa y el Mediterráneo en los siglos XVI y XVII, fruto de la cual es su tesis doctoral, leída en la Universidad Autónoma de Madrid, y publicada con el título de Baltasar de Zúñiga, una encrucijada de la Monarquía hispana, 1561-1622 (Madrid, 2012), Por su parte, Miguel Ángel de Bunes es uno de los referentes españoles en el estudio de las relaciones mediterráneas entre la Monarquía hispánica y el Imperio otomano, con una dilatada trayectoria investigadora sobre la cuestión, en la que se cuentan obras destacadas como La imagen de los musulmanes y del norte de África en la España de los siglos XVI Y XVII: los caracteres de una hostilidad (Madrid, 1989) o Los españoles y el norte de África, siglos XV-XVIII (Madrid, 1992), en colaboración con Mercedes García-Arenal.

González Cuerva y Bunes Ibarra presentan en su último libro una esmerada edición de dos fuentes bien distintas relativas a la jornada de Túnez de 1535, que ocupan el grueso del libro (pp. 57-134), precedida de sendos estudios introductorios, breves pero muy clarificadores (pp. 9-54). La idea de esta publicación surge a partir del

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hallazgo en el Archivo Histórico Nacional, en su sección de Órdenes Militares, de uno de los múltiples documentos “oficiales” generados durante la realización de la empresa de Túnez, inédito hasta el momento. Se trata de la traducción al castellano, más o menos literal, de la crónica escrita en francés por Antoine Perrenin, secretario borgoñón de Carlos V que acompañó al emperador en esta jornada, y que a su vez fue redactada a partir de los despachos parciales que la cancillería imperial fue enviando a lo largo de la campaña a las diferentes embajadas y cortes europeas. El texto original francés de Perrenin, depositado en el Archivo General de Simancas, encontró inmediata y anónima traducción en el referido manuscrito castellano que se cuenta entre los papeles de Francisco de los Cobos, secretario de Estado de Carlos V. Como complemento y contrapunto a la transcripción y edición anotada de este texto de carácter más oficialista, se incluye el relato de uno de los lansquenetes suizos que participaron en esta conquista, Niklaus Guldin, en forma de carta dirigida a su mentor, Joachim Vadian (Joachim von Watt), alcalde de St. Gallen. El libro es, por otra parte, uno de los frutos más recientes del Proyecto de Investigación “La idea de Europa en la conquista de La Goleta y Túnez por Carlos V” (HAR 2013-44508-P (2013-2017), financiado por el Ministerio de Economía y Competitividad. De acuerdo con su inclusión en este proyecto, la obra hace especial hincapié en la presencia en esta empresa conquistadora de un ejército multinacional compuesto por soldados de diferentes procedencias, culturas y religiones, mercenarios o no, que, bajo un solo mando, el del emperador, tomaron parte en una misma acción militar, posibilitando en alguna medida la creación de un concepto de unidad alrededor de un ideario político europeo común a todos ellos.

La introducción que firma Miguel Ángel de Bunes Ibarra, más escueta (pp. 9-28) y con un destacado aparato crítico en el que se reúnen buena parte de la bibliografía y cronística sobre este hecho histórico, se centra en la presentación de la conquista de Túnez como empresa anfibia que reúne por primera vez a los súbditos de Carlos V en una acción exterior (p. 9) que en absoluto es fruto de una guerra religiosa entre el Imperio carolino y otomano, como tantas veces se ha dejado entrever, sino consecuencia de la lucha entre ambos por dirimir el poder y la hegemonía en el Mediterráneo. Una empresa a caballo entre el mundo medieval y el moderno que, financiada por la plata americana y aún con evidentes ecos del ideal de cruzada contra el “infiel” como tema presente en la Universitas christiana, pretende la emulación del emperador con los célebres monarcas y emperadores de la Antigüedad que consiguieron algunos de sus más preciados laureles en los arenales africanos, como fueron Alejandro Magno, Julio César o Escipión, hasta el punto de que el papa Paulo III otorgará a Carlos V el título de “Africano” tras su conquista de Túnez. Bunes hace notar los frutos de la labor propagandística desarrollada por la corte imperial a lo largo de esta jornada, tanto en lo relativo a la imagen triunfal que se desea que se desprenda de ella, plasmada en los cartones realizados por Vermeyen –que el autor bien conoce por haber analizado en varios estudios–, como en la palabra, reflejada en las diferentes crónicas, siempre controladas por el poder, que se realizan a partir de los hechos acaecidos entre junio y julio de 1535 en el golfo de Túnez. En este contexto de transmisión oficial de los hechos acaecidos se sitúa el manuscrito hasta ahora inédito, y objetivo fundamental de este libro, en cuyo comentario se centra la introducción de Bunes Ibarra, quien resalta la especial intencionalidad del texto histórico en reivindicar la faceta militar de un emperador que se ponía por vez primera al frente de sus ejércitos precisamente en una de las fronteras más olvidadas de su imperio como era la norteafricana. El Carlos V que aparece en la traducción del texto original de Perrenin, cuyo destinatario no es otro que el propio Francisco de los Cobos es, ante todo un capitán general que organiza, decide y manda cada una de las acciones castrenses que tienen lugar durante una campaña que se prolonga durante más de mes y medio en muy penosas condiciones provocadas el calor del verano tunecino y la sed a la que se ven abocadas las tropas ante la escasez de agua y el envenenamiento de los pozos. La visión oficial y oficialista que se quiere transmitir es la del jefe político de un gran imperio que, cuando llega el momento

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oportuno, demuestra su valía como caudillo militar coordinando con destreza un numeroso ejército multinacional (españoles, portugueses, italianos, alemanes, albaneses...) que alcanza una destacada victoria frente al adversario otomano, además de presentarse como príncipe del Renacimiento “cuidadoso con sus gobernados, cortés con los nobles, magnánimo con sus aliados, justo con sus gobernados, cariñoso con sus deudos” (p. 28).

La introducción de Rubén González Cuerva (pp. 29-54), acompañada por un muy notable y erudito aparato crítico, centrado en especial en su magnífico conocimiento de la historiografía alemana, se estructura en tres epígrafes que tienen como eje central la explicación y análisis del segundo de los documentos que se transcribe y anota en este libro, la carta del lansquenete anabaptista suizo Niklaus Guldi sobre sus propias experiencias como soldado en la campaña de Túnez. A diferencia del texto de Perrenin, la misiva del militar es un escrito de carácter más privado –como carta particular cuya lectura está abierta a otros lectores potenciales–, alejado de cualquier tipo de control oficial y, en consecuencia, más espontáneo, directo, y en consonancia con la visión militar de un soldado mercenario de la época, que no conoce bien el mundo cortesano y que incluso se equivoca al identificar al infante don Luis, cuñado de Carlos V, con el rey de Portugal. En el primero de los epígrafes, “La aportación centroeuropea a una empresa mediterránea”, González hace notar la escasa colaboración dinástica de las dos ramas Habsburgo en la defensa de las diferentes fronteras del imperio, plasmada también en la organización de la empresa de Túnez, de la que Carlos V avisa tardíamente a su hermano Fernando y solo cuando se ha conseguido fijar la frontera con el Imperio otomano en los territorios húngaros (pp. 33-34). El estudio del término “lansquenete” como soldado mercenario del Sacro Imperio sirve al autor para introducirnos en el análisis de la crónica de Guldi, dentro de su segundo epígrafe, “Lansquenetes en el Mediterráneo”, que dibuja con precisión el proceso de reclutamiento de un militar de la época y toda la jornada de Túnez de acuerdo con las misiones y tareas en ella desempeñadas por estas tropas alemanas, que apenas conocían las claves de la guerra en Berbería contra turcos y moros, y fueron frecuentemente relegadas a misiones de transporte de artillería y vigilancia de posiciones establecidas (pp. 42-43). Como complemento a su estudio sobre la crónica, González revisa la participación de los lansquenetes en otras empresas mediterráneas del siglo XVI, entre las que tiene especial relevancia su presencia en la conquista del Peñón de Vélez de la Gomera en 1564. Un último epígrafe dedicado a “Túnez en Alemania: transmisión de una campaña exótica” se centra en la ingente labor de difusión de la victoria en la campaña africana llevada a cabo por la Monarquía en el Sacro Imperio, con Viena y Núremberg como grandes centros editoriales de unas relaciones de la conquista que en muchas ocasiones vieron la luz con el título de Newe Zeitung (Nuevas noticias), y que solían llevar en su portada iconografías católicas en aras de evidenciar el público al que se destinaban estas ediciones, como eslabón centroeuropeo de la imagen carolina de vencedor del Turco en el Mediterráneo.

La transcripción y edición del manuscrito del Archivo Histórico Nacional, Órdenes Militares, leg. 3509, n.º 29, bajo el título “Goleta de la ciudad de Túnez, 1535. Jornada de Túnez” (pp. 57-107), redactado a partir de la crónica de Perrenin de finales de agosto de 1535; y la edición de la carta del lansquenete Niklaus Guldi, fechada el 12 de enero de 1536 y titulada “Relato de la jornada del emperador Carlos V a Túnez” (pp. 109-134), traducida del alemán por Enrique Corredera Nilsson y Karin Czaja a partir de la edición de Emil Arbenz y Hermann Wartmann, en Die Vadianische Briefsammlung St. Gallen Band V., I: Hälfte 1531-1535, St. Gallen, 1903, pp. 277-297, forman el grueso del libro que reseñamos. Sobre ambos textos, González Cuerva y Bunes Ibarra han realizado una cuidadosa y esmerada transcripción, acentuando las palabras según criterios actuales, modernizando algunos términos para su mejor comprensión y añadiendo signos de puntuación inexistentes en los documentos originales para facilitar su lectura. Ambos textos coinciden en la relación de los hechos acaecidos durante la campaña,

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pero cada uno de ellos pone el acento sobre circunstancias bien distintas, además de presentar un nivel literario e intencionalidad final muy alejados entre sí. El de Perrenin, dado su carácter “oficial”, parte de la justificación de la conquista por la defensa geoestratégica del Mediterráneo central y occidental que debe realizar el emperador frente a las asechanzas de un corsario islámico al mando de la marina otomana, además de como empresa de restitución en el trono de un rey vasallo, Muley Hasán. Incide en la excelente coordinación entre armadas y ejércitos de naciones que en ella tomaron parte, siempre bajo el mando supremo de un Carlos V que ejerce como ejemplar caudillo militar en el campo de batalla, imponiendo las mejores tácticas castrenses en cada momento para conseguir tomar los castillos de La Goleta y Túnez, a pesar de la huida de Barbarroja y la no continuación de la empresa hacia Argel por lo avanzado del verano y el mal estado general de las tropas después de la prolongada campaña frente a las ruinas de la Cartago romana (p. 100). El de Guldi, por el contrario, se inicia con la campaña de reclutamiento llevada a cabo en el Sacro Imperio para esta jornada y el difícil camino de las tropas hacia Italia, y explica las graves deficiencias en el abastecimiento de los soldados (“se nos mató de hambre y sed pura”, p. 113). Se fija en establecer cuáles fueron las tareas desempeñadas por cada conjunto de compañías según su procedencia geográfica, con especial atención a las realizadas por los lansquenetes, por ejemplo, en la vigilancia de la tienda de campaña imperial, en el desembarco y transporte de la artillería y en la excavación de trincheras, sin dejar de lado sustanciosos detalles sobre el saqueo de Túnez tras la entrada de las tropas imperiales y las tropelías sobre la población musulmana de la ciudad, atrocidades de las que el autor exonera a las tropas suizas y alemanas.

Aun siendo crónicas que obedecen a presupuestos e intenciones claramente divergentes –la visión triunfalista de una campaña militar que pretende generalizar la corte frente a la experiencia cotidiana de un soldado en el campo de batalla–, ambas nos muestran un Mediterráneo que fue objeto y sujeto de algunas de las empresas castrenses más relevantes de los siglos modernos, y que aglutinaron a distintas naciones y confesiones de la Europa de los Habsburgo en la defensa de los espacios costeros de ambas riberas de este mar frente al empuje y avance de los ejércitos y armadas otomanas. La obra, objeto de una sencilla pero cuidada edición, apta y recomendable para un público mayoritario no necesariamente especializado en la historia militar de la Monarquía en el Mediterráneo, se remata con una quizás demasiado breve cronología de la campaña y un esencial índice onomástico y topográfico. A lo largo del libro se insertan, además, un total de nueve ilustraciones alusivas a la campaña de Túnez, sus protagonistas y la difusión literaria de la victoria, algunas de ellas inéditas o muy poco conocidas, que contribuyen a resaltar el acierto y relevancia del libro reseñado, que no es en absoluto uno más de entre la ya amplia bibliografía centrada en la campaña imperial de Túnez.

Versión corta: La abundante plasmación documental y pictórica de la jornada de Túnez de 1535 ha propiciado el desarrollo de una línea historiográfica muy prolífica en torno a esta cuestión dentro de los estudios de la historia del Mediterráneo durante la Edad Moderna, a la que viene a sumarse este libro de Rubén González Cuerva y Miguel Ángel de Bunes Ibarra, investigadores en el Consejo Superior de Investigaciones Científicas y reconocidos especialistas en las relaciones entre Monarquía hispánica y el Imperio otomano, tanto en Centroeuropa como en el Mediterráneo, durante los siglos XVI y XVII. La idea de esta publicación surge del hallazgo en el Archivo Histórico Nacional, en su sección de Órdenes Militares, de uno de los múltiples documentos “oficiales” generados durante la realización de la empresa de Túnez, inédito hasta el momento: la traducción al castellano, más o menos literal, de la crónica escrita en francés por Antoine Perrenin, secretario borgoñón de Carlos V que acompañó al emperador en esta jornada. El texto original francés de Perrenin, depositado en el Archivo General de Simancas, encontró inmediata y anónima traducción en el referido manuscrito castellano que se cuenta entre los papeles de Francisco de los Cobos, secretario de Estado de Carlos V.

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Como complemento y contrapunto a este texto de carácter más oficialista se incluye el relato de uno de los lansquenetes suizos que participaron en esta conquista, Niklaus Guldin, en forma de carta dirigida a su mentor, Joachim Vadian (Joachim von Watt), alcalde de St. Gallen. Sobre ambos textos, González Cuerva y Bunes Ibarra han realizado una cuidadosa y esmerada transcripción (pp. 57-134), acentuando las palabras según criterios actuales, modernizando algunos términos para su mejor comprensión y añadiendo signos de puntuación inexistentes en los documentos originales para facilitar su lectura. Ambas crónicas coinciden en la relación de los hechos acaecidos durante la campaña, pero cada una de ellas pone el acento sobre circunstancias bien distintas, además de presentar un nivel literario e intencionalidad final muy alejados entre sí. El de Perrenin, dado su carácter “oficial”, parte de la justificación de la conquista por la defensa geoestratégica del Mediterráneo central y occidental que debe realizar el emperador frente a las asechanzas de un corsario islámico al mando de la marina otomana, además de como empresa de restitución en el trono de un rey vasallo, Muley Hasán. Incide en la excelente coordinación entre armadas y ejércitos de naciones que en ella tomaron parte, siempre bajo el mando supremo de un Carlos V que ejerce como ejemplar caudillo militar en el campo de batalla. El de Guldi, por el contrario, se inicia con la campaña de reclutamiento llevada a cabo en el Sacro Imperio para esta jornada y el difícil camino de las tropas hacia Italia y explica las graves deficiencias en el abastecimiento de los soldados (“se nos mató de hambre y sed pura”, p. 113). Se fija en establecer cuáles fueron las tareas desempeñadas por cada conjunto de compañías según su procedencia geográfica, con especial atención a las realizadas por los lansquenetes, por ejemplo, en la vigilancia de la tienda de campaña imperial, en el desembarco y transporte de la artillería y en la excavación de trincheras, sin dejar de lado sustanciosos detalles sobre el saqueo de Túnez tras la entrada de las tropas imperiales.

Precediendo a ambas crónicas se sitúan sendos estudios introductorios (pp. 9-54). El firmado por Bunes Ibarra (pp. 9-28), con un destacado aparato crítico en el que se reúnen buena parte de la bibliografía y cronística sobre este hecho histórico, se centra en la presentación de la conquista de Túnez como empresa anfibia que reúne por primera vez a los súbditos de Carlos V en una acción exterior (p. 9) que no es fruto de una guerra religiosa entre el Imperio carolino y otomano sino consecuencia de la lucha entre ambos por dirimir el poder y la hegemonía en el Mediterráneo. Una empresa a caballo entre el mundo medieval y el moderno que, financiada por la plata americana y aún con evidentes ecos del ideal de cruzada contra el “infiel” como tema presente en la Universitas christiana, pretende la emulación del emperador con los célebres monarcas y emperadores de la Antigüedad que consiguieron algunos de sus más preciados laureles en los arenales africanos. El autor hace notar los frutos de la labor propagandística desarrollada por la corte imperial a lo largo de esta jornada y cómo el Carlos V que aparece en la traducción del texto original de Perrenin es, ante todo, un capitán general que organiza, decide y manda cada una de las acciones castrenses que tienen lugar durante la campaña. La visión oficial y oficialista que se quiere transmitir es la del jefe político de un gran imperio que, llegado el momento, demuestra su valía como caudillo militar coordinando con destreza un numerosos ejército multinacional (españoles, portugueses, italianos, alemanes, albaneses...) que consigue una destacada victoria frente al adversario otomano, además de presentarse como príncipe del Renacimiento “cuidadoso con sus gobernados, cortés con los nobles, magnánimo con sus aliados, justo con sus gobernados, cariñoso con sus deudos” (p. 28). La introducción de González Cuerva (pp. 29-54), acompañada por un muy notable y erudito aparato crítico, centrado en su magnífico conocimiento de la historiografía alemana, se estructura en tres epígrafes que tienen como eje central la explicación y análisis de la carta del lansquenete anabaptista suizo Niklaus Guldi sobre sus propias experiencias como soldado en la campaña de Túnez, texto, por tanto, más espontáneo, directo, y en consonancia con la visión militar de un soldado mercenario de la época. El primero de

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los epígrafes, “La aportación centroeuropea a una empresa mediterránea”, estudia la escasa colaboración dinástica de las dos ramas Habsburgo en la defensa de las diferentes fronteras del imperio, plasmada también en la organización de la empresa de Túnez (pp. 33-34). El estudio del término “lansquenete” como soldado mercenario del Sacro Imperio sirve al autor para introducirnos en el análisis de la crónica de Guldi, dentro de su segundo epígrafe, “Lansquenetes en el Mediterráneo”, que dibuja con precisión el proceso de reclutamiento de un militar de la época y toda la jornada de Túnez de acuerdo con las misiones y tareas en ella desempeñada por estas tropas alemanas, que apenas conocían las claves de la guerra en Berbería contra turcos y moros, y fueron frecuentemente relegados a misiones de transporte de artillería y vigilancia de posiciones establecidas (pp. 42-43). Un último epígrafe dedicado a “Túnez en Alemania: transmisión de una campaña exótica” se centra en la ingente labor de difusión de la victoria en la campaña africana llevada a cabo por la Monarquía en el Sacro Imperio, con Viena y Núremberg como grandes centros editoriales de las relaciones de la conquista.

La obra, objeto de una sencilla pero cuidada edición, se remata con una breve cronología de la campaña y un esencial índice onomástico y topográfico. A lo largo del libro se insertan, además, un total de nueve ilustraciones alusivas a la campaña de Túnez, sus protagonistas y la difusión literaria de la victoria, algunas de ellas inéditas o muy poco conocidas, que contribuyen a resaltar el acierto y relevancia del libro reseñado, que no es en absoluto uno más de entre la ya amplia bibliografía centrada en la campaña imperial de Túnez.

Versión traducida: Tunis 1535: Voices from a European Campaign. The abundance of documents and illustrations from the Tunis expedition of 1535 has led to a proliferation of works on this subject within the literature on Early Modern Mediterranean history, the latest being this book by Rubén González Cuerva and Miguel Ángel de Bunes Ibarra, researchers at the Spanish National Research Council, known as specialists in relations between the Spanish Crown and the Ottoman Empire, both in Central Europe and in the Mediterranean, during the 16th and 17th centuries. This publication originated from the discovery in the National Historical Archive, in its Military Orders section, of one of the many official accounts from the Tunis expedition, this one previously unpublished: the more or less literal translation into Spanish of a chronicle written in French by Antoine Perrenin, the Burgundian secretary who accompanied Emperor Charles V on the expedition. Perrenin’s original French text, deposited in the General Archive of Simancas, was immediately and anonymously translated into the aforesaid Spanish version, found among the papers of Francisco de los Cobos, Charles V’s Secretary of State. As a complement and counterpoint to this more “official” text, the book includes the account of one of the Swiss lansquenets who participated in this conquest, Niklaus Guldi, in the form of a letter addressed to his mentor, Joachim von Watt, mayor of Saint Gallen. The meticulous transcriptions of these texts by González Cuerva and Bunes Ibarra (pp. 57-134) modernise spelling and punctuation, as well as some archaic terms, to make them more accessible to today’s readers. Although both chronicles coincide in their depiction of the events that occurred during the campaign, each of them emphasises very different circumstances, in addition to presenting disparate literary levels and final intentions. Perrenin’s account, given its “official” character, aims to justify the conquest as part of the geostrategic defence of the central and western Mediterranean, which the Emperor was compelled to carry out to counter the attacks by Islamic corsairs commanded by the Ottoman Navy, as well as to restore on the throne a vassal king, Muley Hassan. Perrenin emphasises the excellent coordination between the armies and navies of the participating nations, always under the supreme command of a Charles V who is shown to act as an exemplary military leader on the battlefield. On the contrary, Guldi’s version begins with the recruitment campaign carried out in the Holy Roman Empire for this conquest, and the difficult path of the troops towards Italy, including serious deficiencies in supplying the soldiers ("we

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were dying of pure hunger and thirst”, p. 113). It sets out to establish what were the tasks performed by each group of companies according to their geographical origin, with special attention to those of the lansquenets—for example, guarding the imperial tent, landing and transporting artillery, and digging trenches—while also providing substantial details on the looting of Tunis after the entry of the imperial troops.

Preceding both chronicles are introductory studies (pp. 9-54). The first, signed by Bunes Ibarra (pp. 9-28), with an outstanding reference section bringing together much of the bibliography and chronicles on this historical event, focuses on presenting the conquest of Tunis as an amphibious enterprise uniting, for the first time, the subjects of Charles V in a foreign action (p. 9) that was not the fruit of a religious war between the Spanish and Ottoman empires, but rather stemmed from the two powers’ struggle for hegemony in the Mediterranean. An enterprise bridging the medieval world and the modern world—financed by silver from the Americas and still with strong echoes of the ideal of a crusade against the “infidel” as a theme present in the Universitas Christiana—which aimed to emulate the famous monarchs and emperors of antiquity, who won some of their most prized laurels in African lands. The author highlights the Imperial Court’s propaganda efforts throughout this period, and how the depiction of Charles V in the translation of Perrenin’s original text shows, above all, a commander-in-chief who organises and commands each of the campaign’s military actions. The official vision being conveyed is that of the political leader of a great empire who, when the time comes, proves his worth as a military leader by skilfully coordinating a large multinational army (Spanish, Portuguese, Italian, German, Albanian, etc.) that achieves an outstanding victory against the Ottoman adversary, in addition to presenting him as a model Renaissance prince who is “caring towards his subjects, courteous towards nobles, magnanimous towards his allies, just with his subjects, and affectionate with his relatives” (p. 28). The introduction by González Cuerva (pp. 29-54), accompanied by a remarkable and erudite reference section displaying his vast knowledge of German historiography, is structured into three sections revolving around the explanation and analysis of a letter by the Swiss Anabaptist lansquenet Niklaus Guldi about his own experiences as a soldier in the Tunis campaign: a text that is therefore more spontaneous, direct, and in keeping with the military vision of a mercenary from the period. The first of the section headings, “The Central European contribution to a Mediterranean enterprise”, examines the low degree of collaboration between the two Habsburg branches in the defence of Empire’s different borders, which can also be seen in the organisation of the Tunisian campaign (pp. 33-34). The study of the term lansquenet for a mercenary of the Holy Roman Empire is the author’s way of introducing us to his analysis of Guldi’s chronicle, titled “Lansquenets in the Mediterranean”, which accurately depicts the recruitment of soldiers at the time and the capture of Tunis from the viewpoint of the missions and tasks carried out by these Germanic troops, who were hardly aware the basic reasons behind Barbary war against Turks and Moors, and were frequently relegated to artillery transport missions and to monitoring established positions (pp. 42-43). A final section, “Tunis in Germany: publicising an exotic campaign” focuses on the Spanish Crown’s enormous effort to spread word of victory in the African campaign throughout the Holy Roman Empire, with Vienna and Nuremberg as major publishing centres of stories of the conquest.

This simple but meticulous edition ends with a brief chronology of the campaign, and an essential index of names and places. The book also features nine illustrations alluding to the Tunis campaign, its protagonists, and the literary works on the victory, some of them unpublished or very little known, further highlighting the relevance of this book—a valuable addition to the already large bibliography centred on the imperial campaign of Tunis.

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16.- Santiago González Sánchez: Los recursos militares de la monarquía castellana a comienzos del siglo XV. Las campañas del infante don Fernando: Setenil y Antequera (1407-1410).

Versión larga: Los albores del siglo XV sitúan en primer plano el interés de la monarquía castellana hacia la definitiva conquista del reino de Granada tras varias décadas de treguas. Una dinastía Trastámara en auge, cada vez más fortalecida por el apoyo exterior, se presenta como contrapunto a un reino nazarí que se debilita progresivamente por sus propias divisiones internas y también por la cada vez menos firme ayuda de los benimerines de Fez. El reinado de Enrique III (1390-1406) sienta las bases del regreso a la guerra en la frontera andaluza, pero será la regencia de su hermano, el infante don Fernando, durante la minoría de edad de Juan II, el periodo en el que se marquen unas líneas de acción con respecto a Granada que se mantendrán firmes durante todo este siglo. Don Fernando busca en la guerra contra el reino nazarí la baza de una autoafirmación política que le permita su continuidad al frente de los destinos de Castilla, al tiempo que empieza a proyectar su figura sobre Aragón, de donde llegará a ser rey en 1412, tras la muerte sin descendencia de Martín I. Por ello, su proyecto no es tanto realizar una guerra continua y rápida que le permita entrar en poco tiempo en Granada, sino más bien lograr el apoyo de la nobleza más hostil a su regencia y más partidaria a Catalina de Lancaster, viuda del rey Enrique y corregente, en un ideal común de lucha contra el enemigo nazarí, para realizar algunas campañas decisivas en la frontera que puedan resolver las actuaciones granadinas en el limes con Castilla, al tiempo que consigue un notable prestigio exterior, fundamental para asentar sus futuras opciones al trono aragonés. Una campaña muy corta, en 1407, que acaba con la toma de Zahara y Pruna pero falla en el decisivo intento de toma de Setenil, seguida de un periodo de tregua, y una nueva empresa en 1410 que logra la conquista de Antequera, urbe de gran valor estratégico, tras un duro asedio de cinco meses, son el bagaje militar en el enfrentamiento contra el reino nazarí de un monarca al que la historia posterior conocería con el sobrenombre de don Fernando de Antequera, aunque dos años después y hasta su muerte en 1416 uniera sus destinos a los de Aragón y dejara atrás para siempre su liderazgo en la guerra de Granada como titular de la monarquía castellana.

Es en este contexto en el que se enmarca la presente obra de Santiago González Sánchez, parte sustancial de su tesis doctoral, leída en la Universidad Complutense de Madrid en 2010, bajo la dirección de don Miguel Ángel Ladero Quesada. Con el título La Corona de Castilla: Vida política (1406-1420). Acontecimientos, tendencias y estructuras, el autor compendiaba en dos tomos y más de dos mil páginas el resultado de una dilatada labor investigadora realizada a la par que su tarea docente como profesor de Educación Secundaria en Andalucía. Este magno estudio ha ido viendo la luz en los últimos años en diversas monografías parciales. En 2012 se publicó su análisis de la figura y reinado de Fernando I, en Fernando I, regente de Castilla y rey de Aragón (1407-1416); en 2013 editaba el Itinerario de don Fernando, regente de Castilla y rey de Aragón (1407-1416), junto a otro libro básico para el conocimiento de la política europea de la Corona de Castilla en este período, Las relaciones exteriores de Castilla a comienzos del siglo XV. La minoría de edad de Juan II (1407-1420). La publicación en 2016 de la obra que reseñamos viene a sumarse a la difusión de los estudios realizados en relación con la obtención de su doctorado, que no se agotan en la relación de estos libros mencionados sino que estos se incorporan a sus numerosas ponencias en congresos nacionales e internacionales y artículos en revistas especializadas, lo que convierte a su autor en uno de los grandes especialistas en la política castellana del primer tercio del siglo XV.

La Castilla del infante don Fernando, erigida en una de las grandes monarquías de un Occidente europeo sacudido por el cisma religioso, consigue reunir los suficientes recursos demográficos, diplomáticos y financieros para retomar las campañas contra el

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reino de Granada, por lo que el objetivo que se propone el profesor González Sánchez es el de analizar las fuerzas y recursos militares reales con los que contaba la Corona castellana para lograr el éxito en estas operaciones castrenses. Para ello, se ha dividido el cuerpo del libro en cuatro partes, muy desiguales entre sí de extensión, que, en realidad, vienen a ser dos principales y otras dos muy breves. La primera de ellas, “El poder militar de la monarquía” (pp. 19-79), fragmentada en tres capítulos, se inicia con la exposición de la estructura militar con la que cuenta la Corona de Castilla en los inicios del nuevo siglo, atendiendo a su división administrativa, que sitúa la frontera granadina como un problemático limes en el que imperan sistemas de defensa muy vulnerables que posibilitaban las frecuentes incursiones enemigas. La ordenación militar imperante se analiza tanto desde la perspectiva de la defensa estática, es decir, las fortalezas y castillos que defienden la frontera y la dificultad de mantenerlos con cargo a la Hacienda real, como desde el punto de vista de la defensa dinámica, con el relato de la organización del ejército y de la armada, teniendo en cuenta tanto “la carencia de un ejército permanente en Castilla hasta bien avanzada la Edad Media conllevaba inexistencia de jerarquías militares estables y profesionalizadas” (p. 39), como la falta una armada de guerra castellana propiamente dicha en estos albores del nuevo siglo. El autor atiende, con brevedad pero logrando establecer las líneas principales de cada tema, tanto a los aspectos relativos a los problemas de reclutamiento, encuadramiento y distribución en cuerpos de caballería y hombres a pie, como a los mandos y tripulación de la flota, su abastecimiento y los principales tipos de barcos empleados en este periodo y su dotación armamentística. Más detalles se ofrecen a continuación en lo relativo a los recursos con los que cuenta el ejército del infante don Fernando: la dificultad para reunir a los combatientes necesarios que impiden cumplir las previsiones de la monarquía, la financiación de la tropa y las fuentes de las que procede su sueldo, el complejo avituallamiento de los combatientes en campaña, que obliga tanto a transportar parte de la carga como al robo continuo de ganado al enemigo, o el suministro de material bélico, con Granada y Sevilla como grandes centros proveedores de las armas de fuego, neurobalísticas y de ataque y defensa personal empleadas, y la necesidad de complementar el aporte propio de armas con las requisadas al adversario.

Este estudio más genérico de los recursos militares con que cuenta la monarquía castellana en este período se lleva al episodio concreto de las campañas del infante don Fernando en la segunda parte del libro, “Las campañas militares” (pp. 81-291), muy extensa, y que en tan solo capítulo abarca, en sucesivos epígrafes y subepígrafes, el grueso del análisis del enfrentamiento contra la Granada nazarí en esta época, de acuerdo con un esquema cronológico que no pretende un relato historicista del hecho bélico, suficientemente conocido. Tras una sucinta revisión de las relaciones políticas y militares entre Castilla y el reino de Granada previas al inicio de estas campañas, se profundiza en la denominada “etapa prebélica”, y se pasa revista a los ataques reiterados en ambos lados de la frontera, como uno de los casus belli del conflicto, circunstancia que obliga a incrementar la defensa estática en la zona y al despliegue de un mayor número de tropas. Ante la negativa nazarí a la devolución de Ayamonte, tomada en 1405, Enrique III decide el inicio de unas operaciones que, dada su muerte en 1406, llevará a cabo su hermano Fernando, en lo que pronto se convertirá en una magnífica oportunidad para que este modelo de caballero heroico se presente como monarca aglutinador de la nobleza castellana frente al reducto islámico granadino. El estudio de sus apoyos reales, referidos a la Iglesia, que considera estas operaciones como empresa justa, santa y digna; las Cortes, que votan y aprueban los subsidios para financiarla; importantes sectores nobiliarios, que muestran en estas campañas un evidente interés socio-económico; el reino de Aragón y algunas potencias de Europa Occidental, caso de Francia, se completa con una breve revisión de la inestabilidad dinástica en el trono granadino como factor que coadyuva a la oportunidad de la realización de estas campañas. El texto se centra a continuación en “Las campañas de 1407 y de 1410”, epígrafe principal de esta segunda parte y verdadero núcleo de su

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libro, que viene a recoger uno de los principales capítulos de su tesis doctoral. Se trata de casi doscientas páginas estructuradas en un total de dieciséis subepígrafes, en los que el relato cronológico de los hechos militares acaecidos en ambas empresas se supedita a otros aspectos fundamentales para su adecuada comprensión desde el punto de vista castrense. Se profundiza sobre la justificación ideológica de ambas empresas, con atención a sus aspectos religioso (concepto de infiel), político (estrategia) y moral (honra y honor); la elección de los objetivos, diferentes en cada campaña pero con fines idénticos referidos a la necesidad de abrir una brecha en el oeste del sistema defensivo nazarí y en controlar el estrecho de Gibraltar para evitar la llegada de más auxilios desde el norte de África; los componentes de los ejércitos castellano y granadino; la ayuda exterior recibida; el terreno de operaciones y las circunstancias climatológicas imperantes; el alojamiento de tropas, el armamento y las tácticas empleadas; la comunicación y el espionaje desarrollados; los cautivos, heridos y muertos que producen ambas campañas o su coste económico, además del acercamiento a la mentalidad y espiritualidad de infantes y caballeros a través de diferentes ejemplos concretos que se van desgranando. Es, por tanto, una investigación global y muy detallada de una realidad histórica compleja que se analiza desde múltiples perspectivas más allá de la simple exposición lineal de los hechos, en la que se busca enmarcar ambas empresas militares en el contexto general más amplio del gobierno de la monarquía castellana que lidera el infante don Fernando en estos años, con sus imbricaciones políticas, sociales y económicas.

Por el contrario, la tercera y cuarta partes de la obra se articulan como resumidos complementos, casi addendas, al eje central del libro, pues entre ambas apenas suman treinta páginas, que de alguna forma marcan el colofón científico del texto. En “La época de treguas” (pp. 293-316) se presenta un conciso estudio sobre la inestable situación de la frontera terrestre y marítima granadina tras ambas campañas militares, con el consecuente beneficio para la nobleza ante la casi continua movilización social y económica necesaria para su defensa hasta su definitiva caída a finales de siglo. También se repasa la progresiva debilidad en la que se instala un reino nazarí que, arrastrado por la propia decadencia del Marruecos meriní, deja de recibir el antaño esencial aporte de tropas norteafricanas, desenlace final de la ruptura entre magrebíes y nazaríes tras el abandono de la flota granadina en la batalla del Estrecho de 1407, un alejamiento entre antiguos aliados que también se mantendrá tras la decisiva entrada portuguesa en Ceuta en 1415. En “El reflejo literario de las campañas” (pp. 317-325), la cita de varios ejemplos representativos sirve para mostrar una sucinta descripción de la imagen de las campañas militares del infante Fernando en la literatura contemporánea, en especial la triunfal y muy romanceada toma de Antequera.

El trabajo se cierra con la conclusión del autor sobre la relevancia de los recursos militares de la monarquía castellana durante la minoría de edad de Juan II, acreditados por unas campañas que trascienden la mera historia militar de la Castilla de comienzos del siglo XV, pues “determinan en gran medida la política interior y exterior castellana, y fueron consecuencia directa de la división administrativa del reino, motivo de disputa, de cohesión interna y de afianzamiento político” (p. 328). Tras esta conclusión, se incluye un capítulo de anexos que engloba tanto la recopilación de fuentes (dividida en fuentes documentales inéditas, publicadas y narrativas) y bibliografía (pp. 333-377), así como un muy útil y necesario índice onomástico y toponímico (pp. 379-385). Ambos contribuyen a lograr una cuidadosa y esmerada edición de una obra entre cuyas principales aportaciones hay que ponderar el gran volumen de información, en buena medida inédita, que aglutina, como corresponde a una monografía fruto de una laboriosa tesis doctoral. El conocimiento que demuestra el autor de las fuentes archivísticas más variadas, de los repertorios documentales ya publicados y de las diversas crónicas castellanas de la época, se vuelca en un magnífico aparato crítico, con cientos de notas a pie de página y continuas referencias a ellas a lo largo del cuerpo de texto, que contribuyen a enriquecer y apuntalar de manera notoria un análisis ya suficientemente

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sugerente en cuanto a sus enfoques y contenidos. Esta ingente y minuciosa labor de anotación es la base fundamental en la que se apoya un texto que alterna los enfoques sincrónicos y diacrónicos sobre los hechos militares que explora, de la misma forma que combina algunas visiones más analíticas de ciertas cuestiones, como lo relativo al ejército castellano, examinado a fondo en sus aspectos cuantitativos y cualitativos, con otras perspectivas más sintéticas, en las que solo se pretende dar ciertas pinceladas a modo de contexto histórico. En uno y otro modelo, el profesor González Sánchez ha sido capaz de vertebrar toda la información recopilada desde los más diferentes enfoques para que resulte un estudio unitario e interrelacionado en los diversos aspectos castrenses en los que se centra, de forma que las campañas militares de Setenil y Antequera acaban siendo el laboratorio desde donde se traza una amplia visión de la política desarrollada por la monarquía castellana durante la regencia del futuro Fernando I de Aragón.

Versión corta: El reinado de Enrique III (1390-1406) sienta las bases del regreso a la guerra en la frontera andaluza, pero será la regencia de su hermano, el infante don Fernando, durante la minoría de edad de Juan II, el periodo en el que se marquen unas líneas de acción con respecto a Granada que se mantendrán firmes durante todo este siglo. Don Fernando busca en la guerra contra el reino nazarí la baza de una autoafirmación política que le permita su continuidad al frente de los destinos de Castilla, al tiempo que empieza a proyectar su figura sobre Aragón, de donde llegará a ser rey en 1412, tras la muerte sin descendencia de Martín I. Una campaña muy corta, en 1407, que acaba con la toma de Zahara y Pruna pero falla en el intento de toma de Setenil, seguida de un periodo de tregua, y una nueva empresa en 1410 que logra la conquista de Antequera tras un asedio de cinco meses, son el bagaje militar en el enfrentamiento contra el reino nazarí de un monarca al que la historia posterior conocería como don Fernando de Antequera. En este contexto se enmarca la presente obra de Santiago González Sánchez, parte sustancial de su tesis doctoral, La Corona de Castilla: Vida política (1406-1420). Acontecimientos, tendencias y estructuras, leída en la Universidad Complutense de Madrid en 2010, bajo la dirección de don Miguel Ángel Ladero Quesada.

La primera parte del libro, “El poder militar de la monarquía” (pp. 19-79), se inicia con la exposición de la estructura militar con la que cuenta la Corona de Castilla en los inicios del nuevo siglo, atendiendo a su división administrativa. La ordenación militar imperante se analiza tanto desde la perspectiva de la defensa estática, es decir, las fortalezas y castillos que defienden la frontera y la dificultad de mantenerlos con cargo a la Hacienda real, como desde el punto de vista de la defensa dinámica, con el relato de la organización del ejército y de la armada. Se atiende tanto a los aspectos relativos a los problemas de reclutamiento, encuadramiento y distribución en cuerpos de caballería y hombres a pie, como a los mandos y tripulación de la flota, su abastecimiento y los principales tipos de barcos empleados en este periodo y su dotación armamentística. A continuación se ahonda en los recursos reales con los que cuenta el ejército del infante don Fernando: la dificultad para reunir a los combatientes necesarios que impiden cumplir las previsiones de la monarquía, la financiación de la tropa y las fuentes de las que procede su sueldo, el complejo avituallamiento de los combatientes en campaña o el suministro de material bélico, con Granada y Sevilla como grandes centros proveedores de las armas de fuego, neurobalísticas y de ataque y defensa personal empleadas. Este estudio más genérico se lleva al episodio concreto de las campañas del infante don Fernando en la segunda parte, “Las campañas militares” (pp. 81-291). Tras una sucinta revisión de las relaciones políticas y militares entre Castilla y el reino de Granada previas al inicio de estas campañas, se analiza la denominada “etapa prebélica”, en la que se pasa revista a los ataques reiterados en ambos lados de la frontera, como uno de los casus belli del conflicto, circunstancia que obliga a incrementar la defensa estática en la zona y al despliegue de un mayor número de tropas. Ante la negativa nazarí a la devolución de Ayamonte,

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tomada en 1405, Enrique III decide el inicio de unas operaciones que, dada su muerte en 1406, llevará a cabo su hermano Fernando. El recuento de sus apoyos reales, referidos a la Iglesia, las Cortes, importantes sectores nobiliarios, el reino de Aragón y algunas potencias de Europa Occidental, caso de Francia, se completa con una breve revisión de la inestabilidad dinástica en el trono granadino como factor que coadyuva a la oportunidad de la realización de estas campañas. El texto se centra a continuación en “Las campañas de 1407 y de 1410”, eje argumental de su libro, en el que tienen cabida el estudio de la justificación ideológica de ambas empresas, la elección de los objetivos, los componentes de los ejércitos castellano y granadino, la ayuda exterior recibida, el terreno de operaciones y las circunstancias climatológicas imperantes, el alojamiento de tropas, el armamento y las tácticas empleadas, la comunicación y el espionaje desarrollados, los cautivos, heridos y muertos que producen ambas campañas o su coste económico, además del acercamiento a la mentalidad y espiritualidad de infantes y caballeros. Es, por tanto, una investigación global y muy detallada de una realidad histórica compleja que se analiza desde múltiples perspectivas más allá de la simple exposición lineal de los hechos, y en la que se busca enmarcar ambas empresas militares en el contexto general más amplio del gobierno de la monarquía castellana, con sus imbricaciones políticas, sociales y económicas. La tercera y cuarta partes de la obra se articulan como resumidos complementos, casi addendas, al eje central del libro. En “La época de treguas” (pp. 293-316) se presenta un conciso estudio sobre la inestable situación de la frontera terrestre y marítima granadina tras ambas campañas militares y se repasa la progresiva debilidad en la que se instala un reino nazarí que, arrastrado por la propia decadencia del Marruecos meriní, deja de recibir el antaño esencial aporte de tropas norteafricanas. En “El reflejo literario de las campañas” (pp. 317-325), la cita de varios ejemplos representativos sirve para mostrar una sucinta descripción de la imagen de las campañas militares del infante Fernando en la literatura contemporánea, en especial la triunfal y muy romanceada toma de Antequera.

El trabajo se cierra con la conclusión del autor sobre la relevancia de los recursos militares de la monarquía castellana durante la minoría de edad de Juan II, acreditados por unas campañas que trascienden la mera historia militar de la Castilla de comienzos del siglo XV. En los anexos se engloba la recopilación de fuentes (dividida en fuentes documentales inéditas, publicadas y narrativas) y bibliografía (pp. 333-377), y un muy útil y necesario índice onomástico y toponímico (pp. 379-385). Ambos contribuyen a lograr una cuidadosa y esmerada edición de una obra entre cuyas principales aportaciones hay que ponderar el gran volumen de información, en buena medida inédita, que aglutina, como corresponde a una monografía fruto de una laboriosa tesis doctoral, información que se vuelca en un magnífico aparato crítico, con cientos de notas a pie de página. Esta ingente y minuciosa labor de anotación es la base fundamental en la que se apoya un libro que alterna los enfoques sincrónicos y diacrónicos y se combinan visiones más analíticas de ciertas cuestiones, como lo relativo al ejército castellano, con otras perspectivas más sintéticas, en las que solo se pretende dar ciertas pinceladas a modo de contexto histórico. En uno y otro modelo, el profesor González Sánchez ha sido capaz de vertebrar toda la información recopilada desde los más diferentes enfoques para que resulte un estudio unitario e interrelacionado en los diversos aspectos castrenses en los que se centra, de forma que las campañas militares de Setenil y Antequera acaban siendo el laboratorio desde donde se traza una amplia visión de la política desarrollada por la monarquía castellana durante la regencia del futuro Fernando I de Aragón.

Versión traducida: The Military Resources of the Castilian Monarchy in the Early 15th Century. The Campaigns of the Infante Don Fernando: Setenil and Antequera (1407-1410). The reign of Henry III (1390-1406) set the stage for a return to war on Spain’s Andalusian border, but it was the regency of his brother, the Infante Don Fernando, during the minority of John II, when the lines of action were drawn regarding

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the Nasrid Kingdom of Granada that would remain firm throughout the 15th century. In the war against the Nasrids, Don Fernando sought a mechanism for apolitical self-affirmation that would enable him to continue holding the reins in Castile, whilst also expanding his influence into Aragon—of which he would become king in 1412, after the death without descendants of Martin I. A very short campaign, in 1407, which ended with the capture of Zahara and Pruna but failed in the attempt to take Setenil, followed by a period of truce, and then a new campaign in 1410 that achieved the conquest of Antequera after a five-month siege, are the military background to the confrontation with the Nasrid Kingdom of a monarch who would become known as Don Fernando de Antequera. This is the context of the latest work by Santiago González Sánchez, which draws largely from his doctoral thesis, La Corona de Castilla: Vida política (1406-1420). Acontecimientos, tendencias y estructuras (Political Life of the Crown of Castile (1406-1420): Events, Trends, and Structures), presented at the Complutense University of Madrid in 2010, under the direction of Miguel Ángel Ladero Quesada.

The first part of the book, “El poder militar de la monarquía” (The Political Power of the Crown) (pp. 19-79), begins by examining the military structure of the Crown of Castile in the early 15th century, taking into account its administrative structure. The prevailing military order is analysed both from the perspective of static defence—fortresses and castles defending the border and the difficulty of keeping them up, at the expense of the Royal Treasury—as well as from that of dynamic defence, laying out the organisation of the army and the navy. This section deals with aspects related to problems of recruitment, regimentation and distribution of troops into the cavalry corps and the infantry, as well as addressing the navy’s commanding officers, crew, supply methods, and the main types of vessels used in this period and their weaponry. The author then delves into the resources of the Infante Don Fernando’s army: the difficulty in gathering the necessary fighters, which made it impossible to meet the Crown’s previsions; the financing of the troops and the sources from which their salaries came; the complex supply chain for combatants in the field; and the supply of war materiel, with Granada and Seville as major centres supplying firearms, as well as ballistic, attack and defence weapons. This more general section then leads to the specific study of the Infante Don Fernando’s campaigns in the second part, “Las campañas militares” (The Military Campaigns) (pp. 81-291). After a brief review of the political and military relations between Castile and the Kingdom of Granada prior to the start of these campaigns, the pre-war stage is analysed, in which repeated attacks on both sides of the border are reviewed, as one of the casus belli of the conflict, a circumstance that forced the increase in the static defence in the area and to the deployment of a greater number of troops. In view of the Nasrid refusal to return Ayamonte, taken in 1405, Henry III decided to launch operations that, due to his death in 1406, were carried out by his brother Fernando. The account of the Crown’s support structure—including the Church, the Cortes, important sectors of the nobility, the Kingdom of Aragon and some powers of Western Europe, such as France—is followed by a brief look at the throne of Granada’s dynastic instability as a factor that contributed to the timing of these campaigns. The text then moves on to the central theme of the book, “Las campañas de 1407 y de 1410” (The Campaigns of 1407 and 1410), which encompasses the ideological justification of both enterprises, the choice of objectives, components of the armies of Castile and Granada, foreign aid received, the field of operations and prevailing weather conditions, troop accommodations, weapons and tactics, communication and espionage, captives, casualties caused by both campaigns, and their economic cost, in addition to an examination of the mentality and spirituality of princes and gentry. It is, therefore, a comprehensive and very detailed investigation of a complex historical reality, analysed from multiple perspectives beyond the simple linear exposition of the facts, and which seeks to place both military campaigns within the broader general context of the governance of the Crown of Castile, with its political, social and economic interconnections. The third and fourth parts of the work are organised as complementary

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summaries, almost addenda, to the central section of the book. “La época de treguas” (The Period of Truces) (pp. 293-316) presents a concise account of the unstable situation of the land and maritime border of Granada after both military campaigns, reviewing the steadily growing weakness of the Nasrid Kingdom, dragged down by the decline of Maranid Morocco, which was no longer able to send the essential contribution of North African troops. In “El reflejo literario de las campañas” (The Campaigns in Literature) (pp. 317-325), several representative examples are quoted to give a succinct idea of how the military campaigns of the Infante Don Fernando were reflected in contemporary literature, especially the triumphant taking of Antequera, which was the subject of many ballads.

The work closes with the author’s conclusions on the importance of the military resources of the Crown of Castile during the minority of John II, accredited by campaigns that transcend merely Castilian 15th-century military history. The annexes include sources (divided into unpublished documents, published sources, and narratives) and bibliography (pp. 333-377), as well as a very useful and necessary index of names and places (pp. 379-385). Both contribute to this meticulously crafted and detailed edition of a work whose main contribution includes a great deal of large unpublished information, all organised—as befits a work resulting from an ambitious doctoral thesis—into a magnificent body of references, including hundreds of footnotes. This enormous and painstaking annotation effort is the fundamental basis of the entire book, which alternates a synchronic and a diachronic approach, combining a more analytical tone for certain issues, such as the Castilian army, with summaries intended simply as historical background. Whatever the approach, Prof. González Sánchez has been able to structure all of the information gathered from different viewpoints to yield a solid, interrelated study of the various military aspects on which it focuses, so that the military campaigns of Setenil and Antequera end up being case studies for sketching out a broader vision of the policy developed by the Crown of Castile during the regency of the future Fernando I of Aragon.

17.- León Sanz, Virginia: El Archiduque Carlos y los austracistas. Guerra de Sucesión y exilio.

Versión larga: Desde hace más de dos décadas la producción historiográfica sobre la Guerra de Sucesión, el final de la monarquía de los Austrias o el cambio dinástico se ha multiplicado exponencialmente aprovechando la excelente coyuntura que suponían las efemérides. Una renovación excepcional en número, calidad e internacionalidad, que la ha consolidado como una de las temáticas académicas que ha suscitado más interés entre los historiadores modernistas españoles, y la que ha generado un mayor impacto científico tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Una coyuntura histórica realmente excepcional en la que se conjuga la nueva diplomacia que surge de los Tratados de Reparto y las Paces de Utrecht, Rastatt y Baden o Viena, con la guerra interna y la internacional que suscitó la Guerra de Sucesión española. Particularidad que también supone la enorme oportunidad de observar un estudio de caso prácticamente único, como es la llegada de una nueva dinastía a España, que importa usos y costumbres que generaran una profunda renovación en la administración, el ejército, la política, la Corte o incluso en los gustos culturales. Otra línea de investigación interesante es la que se abre con el estudio de la frustrada opción dinástica que no llega a triunfar tras la Guerra de Sucesión, el austracismo, como la otra realidad del conflicto dinástico. Tema que ha sido el particular objeto de análisis de Virginia León, con mucho acierto, desde hace ya casi 30 años, y en el que es la principal especialista a nivel mundial, ante el carácter internacional de sus investigaciones. Fruto de esta intensa labor tenemos la versión publicada de su tesis doctoral, La guerra de Sucesión española a través de los Consejos de Estado y Guerra del Archiduque Carlos de Austria, Madrid, Universidad Complutense, 1989; o Entre Austrias y Borbones. El Archiduque Carlos y la Monarquía de España (1700-1714), Madrid, 1993. Monografías a las que también habría

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que sumar medio centenar de artículos y capítulos de libro que centran su mirada analítica en estas cuestiones, y que son el producto de su dilatada y prolífica carrera como investigadora.

En este nuevo libro Virginia León nos ofrece una segunda edición, revisada, ampliada y especialmente puesta al día –ante toda la bibliografía surgida en los últimos años–, de la obra que publicó en el 2003 bajo el título de: Carlos VI. El emperador que no pudo ser rey de España, Santillana-Aguilar, 2003. La notable evolución de conocimientos sobre el periodo, ante la cantidad y calidad de las nuevas publicaciones surgidas, sin duda justifica esta nueva edición ampliada. Publicación que se basa en un profundo análisis de fuentes originales –recogidas fundamentalmente en los archivos españoles, franceses y especialmente en el Haus-, Hof und Staatsarchiv de Viena–, además de el abundante material cronístico de la época –entre los que destaca Castellví o Feliu de la Peña, o las fuentes austracistas de Juan Amor de Soria–, y la abundante bibliografía producida hasta el momento, en la que tiene un importante hueco la escrita en alemán. Dicho material sustenta científicamente el libro y lo articula, si bien el aparato crítico de esta edición ha sido reducido al máximo para dar fluidez a la narración, y facilitar la llegada de esta nueva monografía a todo tipo de lectores, a lo que ayuda la inclusión de numerosos grabados e imágenes en el cuerpo del texto, lo que imprime al conjunto una imagen más cercana a los acontecimientos del pasado y pone al lector en situación.

El resultado es un libro de difícil definición, al estar a caballo entre una biografía al uso y un libro de historia política que utiliza la figura del Archiduque Carlos como hilo conductor para desarrollar los más importantes acontecimientos por los que atravesó España, el Imperio y Europa, especialmente entre 1700-1725. Un recorrido cronológico –articulado en 15 capítulos– que permite a la autora desarrollar, desde el punto de vista austracista, la Guerra de Sucesión y otros muchos aspectos, entre los que destaca la doble faceta del archiduque como rey de España y emperador del Sacro Imperio Germánico. De hecho el marco cronológico es particularmente amplio, ya que se trabaja su figura desde su nacimiento hasta su muerte, ya como emperador Carlos VI; aunque el nudo narrativo se desarrolla en los años centrales, durante su etapa como aspirante al trono español, y sus primeros años como emperador, ante los cambios de todo tipo que realizó en la Corte de Viena y el importante papel que desarrollaron en ella los exiliados. Por eso mismo este libro transciende de nuevo la biografía para convertirse en una historia del austracismo.

En su pertinente análisis Virginia León parte del nacimiento en Viena del Archiduque Carlos para establecer la situación política en las cortes de las dos ramas de los Habsburgo en los años finales del siglo XVII, analizar el posicionamiento ante los testamentos de Carlos II y el escaso partido austriaco en la corte madrileña, si bien hubiera sido interesante evitar la miopía finalista y analizar el distanciamiento de ambas ramas al menos unas décadas antes. Pero en suma se tratan las más importantes cuestiones que sirven de prolegómeno para analizar el papel del Archiduque Carlos dentro de la nueva opción dinástica que surge, y su implicación dentro de la Guerra de Sucesión en el marco peninsular, sus viajes y cambios en la estructura del nuevo gobierno, además de los diversos avatares y problemas de las instituciones austracistas. Dentro del conjunto tiene un importante cabida en el relato el gobierno carolino en Barcelona, ante la importancia que tendría la ciudad condal en la vida del monarca, que conservó durante su periplo vital costumbres que allí adquirió.

Otro nudo capital en el libro es la síntesis que se realiza de Carlos VI como emperador, si bien en esa faceta se pone el acento en la dimensión española, y en la actividad e influencia de los exiliados en la corte de Viena, y en otros dominios imperiales, especialmente en los primeros años. También no se deja de lado la consolidación esencial de la pragmática sanción en la corte de Viena, el nuevo revisionismo de Utrecht que supone la Paz de Viena (1725) y el regreso de muchos exiliados a España. Todo ello sin olvidar la importante dimensión cultural promovida por

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Carlos VI como Emperador, que además de colaborar en el florecimiento de la magnificencia barroca, contribuyó a importar a la Corte de Viena una nueva etiqueta española 200 años después de que lo hubiera hecho Fernando I.

Esta reciente aportación, junto con la destacada trayectoria historiográfica de Virginia León, contribuyen a abrir una nueva perspectiva poco trabajada sobre un período esencial para comprender la historia de España y Europa, que en general se ha interesado más en otros aspectos y en estudiar el producto de la victoria, y no el posibilismo de la España que pudo ser, o en los vencidos. Aspecto de estudio al que recientemente se han sumado nuevas aportaciones que se nos muestran menos asépticas y contaminadas por el presente que la obra desarrollada con mucho rigor por Virginia León, que siempre se mantiene ajena a la confrontación ideológica y política que para muchos ha significado 1714.

Dentro de la presente obra destaca el buen trabajo realizado a la hora de estudiar el desarrollo político e institucional de la opción austracista en España, pero se echa en falta un mejor análisis de la Guerra de Sucesión desde el plano militar. No sólo porque en el relato de la guerra tenga poco cabida la dimensión europea o colonial de la contienda, sino porque el uso prioritario de las crónicas frente a la documentación administrativa y original produce un eco de narración positivista, demasiado descriptivo, poco analítico y comparativo, que sólo nos muestra lo sucedido desde el particular punto de vista de las fuerzas austracistas. Por eso mismo, desde el punto de vista de la historia militar –cuestión que particularizo especialmente ante el medio en el que se publica esta reseña– se hubiera agradecido una aproximación algo diferente, para que el relato hubiera ganado riqueza y una mayor transcendencia. Pero lo dicho no quita para que esta obra constituya una lectura forzosa para comprender y conocer mejor la Guerra de Sucesión española y la situación política durante las dos décadas posteriores, desde la especial perspectiva de los vencidos, los exiliados y el archiduque que no pudo ser rey de España.

Versión corta: En este nuevo libro Virginia León nos ofrece una segunda edición, revisada, ampliada y especialmente puesta al día –ante toda la bibliografía surgida en los últimos años–, de la obra que publicó en el 2003 bajo el título de: Carlos VI. El emperador que no pudo ser rey de España, Santillana-Aguilar, 2003. La notable evolución de conocimientos sobre el periodo, ante la cantidad y calidad de las nuevas publicaciones surgidas, sin duda justifica esta nueva edición ampliada. Publicación que se basa en un profundo análisis de fuentes originales –recogidas fundamentalmente en los archivos españoles, franceses y especialmente en el Haus-, Hof und Staatsarchiv de Viena–, además de el abundante material cronístico de la época –entre los que destaca Castellví o Feliu de la Peña, o las fuentes austracistas de Juan Amor de Soria–, y la abundante bibliografía producida hasta el momento, en la que tiene un importante hueco la escrita en alemán. Dicho material sustenta científicamente el libro y lo articula, si bien el aparato crítico de esta edición ha sido reducido al máximo para dar fluidez a la narración, y facilitar la llegada de esta nueva monografía a todo tipo de lectores, a lo que ayuda la inclusión de numerosos grabados e imágenes en el cuerpo del texto, lo que imprime al conjunto una imagen más cercana a los acontecimientos del pasado y pone al lector en situación.

El resultado es un libro de difícil definición, al estar a caballo entre una biografía al uso y un libro de historia política que utiliza la figura del Archiduque Carlos como hilo conductor para desarrollar los más importantes acontecimientos por los que atravesó España, el Imperio y Europa, especialmente entre 1700-1725. Un recorrido cronológico –articulado en 15 capítulos– que permite a la autora desarrollar, desde el punto de vista austracista, la Guerra de Sucesión y otros muchos aspectos, entre los que destaca la doble faceta del archiduque como rey de España y emperador del Sacro Imperio Germánico. De hecho el marco cronológico es particularmente amplio, ya que se trabaja su figura desde su nacimiento hasta su muerte, ya como emperador Carlos VI; aunque

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el nudo narrativo se desarrolla en los años centrales, durante su etapa como aspirante al trono español, y sus primeros años como emperador, ante los cambios de todo tipo que realizó en la Corte de Viena y el importante papel que desarrollaron en ella los exiliados. Por eso mismo este libro transciende de nuevo la biografía para convertirse en una historia del austracismo.

Dentro de la presente obra destaca el buen trabajo realizado a la hora de estudiar el desarrollo político e institucional de la opción austracista en España, pero se echa en falta un mejor análisis de la Guerra de Sucesión desde el plano militar. No sólo porque en el relato de la guerra tenga poco cabida la dimensión europea o colonial de la contienda, sino porque el uso prioritario de las crónicas frente a la documentación administrativa y original produce un eco de narración positivista, demasiado descriptivo y poco analítico y comparativo, que sólo nos muestra lo sucedido desde el particular punto de vista de las fuerzas austracistas. Por eso mismo, desde el punto de vista de la historia militar se hubiera agradecido una aproximación algo diferente, para que el relato hubiera ganado riqueza y una mayor transcendencia. Pero lo dicho no quita para que esta obra constituya una lectura forzosa para comprender y conocer mejor la Guerra de Sucesión española y la situación política durante las dos décadas posteriores, desde la especial perspectiva de los vencidos, los exiliados y el archiduque que no pudo ser rey de España.

Versión traducida: Archduke Charles and the pro-Austrians: War of the Spanish Succession and exile. In this new book, Virginia León Sanz offers us a second, revised, expanded and updated edition—particularly in view of all the bibliography that has appeared in recent years—of the work she published in 2003, entitled: Carlos VI. El emperador que no pudo ser rey de España [Charles VI: The Emperor who was not able to be King of Spain], Santillana-Aguilar, 2003. The remarkable evolution of knowledge of the period, with the quantity and quality of new publications on the matter, undoubtedly justifies this new expanded edition. This publication is based on an in-depth analysis of primary sources, many of which are held in Spanish and French archives, and, most especially, in the Haus-, Hof- und Staatsarchiv of Vienna; in addition to the period’s abundant chronicles, noteworthy among which are Castellví, Feliu de la Peña, and the pro-Austrian sources produced by Juan Amor de Soria; and the abundant bibliography published to date, a considerable amount of which is written in German. Said material constitutes the scholarly foundation and the backbone of the book, although the critical apparatus has been reduced to a minimum so as to increase its readability and make this new monograph appealing to all kinds of readers. This is further helped by the inclusion of a great many engravings and pictures in the body of the text, making past events come to life and engaging readers.

The book is difficult to define, as it is, on the one hand, a biography in the usual sense of the word, and on the other, a work of political history that uses the figure of Archduke Charles as the common thread to describe the major events that occurred in Spain, the Empire, and Europe, especially in the 1700-1725 period. The chronological description, divided into 15 chapters, enables the author to describe—from a pro-Austrian standpoint—the War of Spanish Succession and many other aspects, most notably the Archduke’s twofold role as King of Spain and Emperor of the Holy Roman Empire. In fact, the timeline is particularly wide-ranging, as this figure is studied from his birth to his death, as Emperor Charles VI. However, the core of the narration describes the central years, his period as pretender to the Spanish throne, and his first years as Emperor, with the many changes he made to the Court in Vienna, and the significant role played in that Court by the exiles. This is precisely why this book goes above and beyond a biography and is, rather, a history of Pro-Austrianism.

Noteworthy in this book is the author’s excellent study of the political and institutional development of the pro-Austrian option in Spain. However, it lacks a better analysis of the War of the Spanish Succession from a military point of view. This is so not only

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because the European or colonial dimension of the conflict is barely present in the narration of the War, but also because the use of chronicles rather than original administrative documents gives the narration a positivist air, making it too descriptive and scarcely analytical and comparative, and only showing us events from the particular viewpoint of the pro-Austrian forces. Therefore, from the standpoint of military history, a somewhat different approach would have been advisable, for the narration to become richer and more significant. Nevertheless, this work is essential reading in order to understand and learn more about the War of the Spanish Succession and the political situation in the two decades following it, from the particular vantage point of the defeated factions, the exiles, and the Archduke who was not able to be King of Spain. 18.- Losada Malvárez, Juan Carlos: Historia de las guerras en España. De la conquista de Granada a la guerra de Irak.

Versión larga: Juan Carlos Losada es doctor en Historia Contemporánea por la Universidad de Barcelona, y ha publicado más de un centenar de artículos principalmente sobre historia militar contemporánea en revistas de difusión, es conocido también por su obra De la honda a los drones. La guerra como motor histórico (2014). Hay que decir en primer lugar que nos encontramos ante una gran de difusión, orientada al gran público. Ciertamente, pese a un su gran extensión, es un libro de síntesis, muy ambicioso porque abarca todas las guerras de la Edad Moderna y de la Edad Contemporánea. Este tipo de libros son siempre necesarios, sobre todo si está bien escrito y bien fundamentado, como este caso. En cierto modo viene a ser un equilibrio de la multitud de libros y artículos de investigación que se vienen publicando sobre Historia Militar de los últimos treinta años. El libro tiene vocación de llegar al mayor número de lectores posibles y por eso, aunque se queda en muchos caso en la histoire bataille, ofrece una visión de conjunto indispensable para todo el que se quiere acercar la historia militar de España, si bien en general pesa más una Historia de España que en realidad una historia militar de España. Hay entre sus páginas muchas reflexiones propias, otras muchas de otros autores, que incitan a replantearse muchos mitos, siempre dentro de un marco de criterio y en general apoyado por especialistas, más bien de libros clásicos y no con las últimas aportaciones. El argumento central es que quiere llenar un supuesto vacío historiográfico, el de narrar la historia de España a través de su batallas, como si España fuera un sujeto histórico que se caracteriza por sus acciones militares. Pretende ser una biografía de España desde el perfil no propiamente militar, sino de acción bélica, de ahí que considera que su libro es “distinto”. Es verdad, como el autor afirma, que en las guerras de un estado se ven reflejados todos los rasgos políticos, económico y sociales de una nación… son el perfecto reflejo de una sociedad concreta. No obstante, en su obra no hay conexión directa entre las operaciones y su financiación y su posterior impacto sobre la nación.

El autor también parte de otro presupuesto, considera que España como Estado y por tanto sujeto posible de ser “biografiado” a través de las batallas empieza en 1492 con la conquista de Granada por los Reyes Católicos. Considera que empieza una nueva “España” a partir de ese momento, es decir, considera que a partir de entonces se configuró como estado nación. Divide su gran obra en dos grande bloques que obedecen a lo que considera dos características esenciales de España. Entre los siglos XV y XVIII España ha vivido guerras en el exterior, lo que él llama guerras imperialistas, esto sería la primera parte. La segunda sería la correspondiente a los siglo XIX, XX e inicios de este siglo, hasta la guerra de Irak, que está caracterizada por guerra internas, y afirma que España tiene el triste honor de ser el estado de Europa occidental con mayores conflictos internos en los últimos dos siglos.

El libro comienza con una breve introducción programática en la que sostiene que su objetivo es escribir una historia general de España a través de sus guerras. A continuación, en la primera parte, con 450 páginas en cinco capítulos, analiza las principales batallas. En el capítulo primero las Guerras de unificación de los Reyes

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Católicos (1482 a 1524); al siglo XVI le dedica dos capítulos bajo el título Uniformización interior y expansionismo, uno a Carlos V y otro a Felipe II; el capítulo cuarto está atravesado por los conflictos bélicos del siglo XVII titulado La defensa desesperada del Imperio, con batallas decisivas, como Breda, Nordlingen, Rocroi; el capítulo quinto es para el siglo XVIII bajo el título Las guerras de la España Ilustrada, va desde la Guerra de Sucesión hasta los ataques británicos contra Buenos Aires y Montevideo de 1806 y 1807. La segunda parte, titulada La costa gestación del estado libera, mucho más extensa (580 páginas) y con más capítulos (siete), comienza una brevísima introducción Guerras civiles y coloniales en la España Contemporánea. Una introducción parecida programática hubiera venido bien para la primera parte. En este campo se nota que el autor domina mejor la Edad Contemporánea. El capítulo sexto lo dedica a Fernando VII, con subtítulo La descomposición del Antiguo Régimen, y pasa por la Guerra de la Independencia, las guerras de independencia hispanoamericanas, la invasión de los Cien Mil Hija de San Luis, y concluye con la guerra de los Agraviados de 1827. El capítulo séptimo, dedicado a Isabel II, lo titula La sangrienta implantación del liberalismo (1833-186), y analiza las dos primeras guerras carlistas, la expediciones en Italia y Cochinchina, la guerra de África, la participación en México y Santo Domingo, la guerra del Pacífico y concluye con la batalla del puente de Alcolea de 1868. El capítulo octavo es sobre Alfonso XII; con la Guerra de los Diez Años (1868-1878), la tercera guerra Carlista, el asedio de Cartagena de 1873, la Guerra Chiquita de 1878-1890, y finaliza con la primera guerra del Rif (1893-1894). El siguiente capítulo, el noveno, que quizá se podría haber englobado en el anterior por cronología y brevedad, está dedicado al Desastre del 98, sobre las pérdidas de Cuba y Filipinas. El capítulo decimo es para Alfonso XIII y se centra en las guerras africanas, en Melilla (1909) y Marruecos (1912-1925), y especialmente interesante los voluntarios españoles de la I Guerra Mundial. El capítulo once es para la Guerra Civil (1936-1939), que contiene 100 páginas, el más extenso, sin ningún epígrafe. El último capítulo, el doce, es sobre Las guerras de Franco, comienza con la División Azul, y sigue con las guerras de Ifni y Sahara, y termina con la presencia de soldados españoles en guerra de Vietnam (1966-1971). Finaliza el libro con un epílogo breve, sobre la intervención en Yugolosvia, Afganistan e Irak.

El libro cuenta con uno atinado prólogo de Ricardo García Cárcel, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona. Cuenta con una breve bibliografía, más bien centrada en Edad Contemporánea. Cuenta con cincuenta mapas, en su mayoría históricos, aunque difícilmente comprensible para calidad de impresión. También dispone de tres cuadernillos interiores a color con sesenta y cinco ilustraciones que enriquecen el libro; y el índice de nombres es muy útil. Una introducción historiográfica e heurística hubiera aclarado mucho de la forma de plantear el autor su libro, sobre todo a la hora de explicar las fuentes documentales de cada batalla. Por otro lado, se podrían haber incorporado las nuevas líneas de investigación en historia militar, en especial la cuestión económica, sobre el “bussiness of war” y el “fiscal military state”, con las aportaciones de Agustín González Enciso, Rafael Sánchez Torres, o Juan Velarde. Asimismo, una radiografía del consejo de guerra y su desarrollo histórico en el ministerio me parece que aclararía mejor el propio desarrollo histórico que el autor se propone. Finalmente, en la introducción a y la largo de obra, referencias la Historia Militar de España dirigida por Hugo O´Donnell. En suma, un libro útil, de síntesis, bien escrito, que enriquece nuestro panorama bibliográfico sobre historia militar en el campo de la divulgación.

Versión corta: Juan Carlos Losada es doctor en Historia Contemporánea por la

Universidad de Barcelona, y ha publicado más de un centenar de artículos principalmente sobre historia militar contemporánea en revistas de difusión, es conocido también por su obra De la honda a los drones. La guerra como motor histórico (2014). Hay que decir en primer lugar que nos encontramos ante una gran de difusión, orientada al gran público. Ciertamente, pese a un su gran extensión, es un libro de síntesis, muy ambicioso porque abarca todas las guerras de la Edad Moderna y de la Edad

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Contemporánea. Este tipo de libros son siempre necesarios, sobre todo si está bien escrito y bien fundamentado, como este caso. En cierto modo viene a ser un equilibrio de la multitud de libros y artículos de investigación que se vienen publicando sobre Historia Militar de los últimos treinta años. El libro tiene vocación de llegar al mayor número de lectores posibles y por eso, aunque se queda en muchos caso en la histoire bataille, ofrece una visión de conjunto indispensable para todo el que se quiere acercar la historia militar de España, si bien en general pesa más una Historia de España que en realidad una historia militar de España. Hay entre sus páginas muchas reflexiones propias, otras muchas de otros autores, que incitan a replantearse muchos mitos, siempre dentro de un marco de criterio y en general apoyado por especialistas, más bien de libros clásicos y no con las últimas aportaciones. El argumento central es que quiere llenar un supuesto vacío historiográfico, el de narrar la historia de España a través de su batallas, como si España fuera un sujeto histórico que se caracteriza por sus acciones militares. Pretende ser una biografía de España desde el perfil no propiamente militar, sino de acción bélica, de ahí que considera que su libro es “distinto”. Es verdad, como el autor afirma, que en las guerras de un estado se ven reflejados todos los rasgos políticos, económico y sociales de una nación… son el perfecto reflejo de una sociedad concreta. No obstante, en su obra no hay conexión directa entre las operaciones y su financiación y su posterior impacto sobre la nación.

El libro cuenta con uno atinado prólogo de Ricardo García Cárcel, catedrático de la Universidad Autónoma de Barcelona. Cuenta con una breve bibliografía, más bien centrada en Edad Contemporánea. Cuenta con cincuenta mapas, en su mayoría históricos, aunque difícilmente comprensible para calidad de impresión. También dispone de tres cuadernillos interiores a color con sesenta y cinco ilustraciones que enriquecen el libro; y el índice de nombres es muy útil. Una introducción historiográfica e heurística hubiera aclarado mucho de la forma de plantear el autor su libro, sobre todo a la hora de explicar las fuentes documentales de cada batalla. Por otro lado, se podrían haber incorporado las nuevas líneas de investigación en historia militar, en especial la cuestión económica, sobre el “bussiness of war” y el “fiscal military state”, con las aportaciones de Agustín González Enciso, Rafael Sánchez Torres, o Juan Velarde. Asimismo, una radiografía del consejo de guerra y su desarrollo histórico en el ministerio me parece que aclararía mejor el propio desarrollo histórico que el autor se propone. Finalmente, en la introducción a y la largo de obra, referencias la Historia Militar de España dirigida por Hugo O´Donnell. En suma, un libro útil, de síntesis, bien escrito, que enriquece nuestro panorama bibliográfico sobre historia militar en el campo de la divulgación.

Versión traducida: The History of Spain’s Wars: The Conquest of Granada to

the Iraq War. Juan Carlos Losada Malvárez has a doctorate in Modern History from the University of Barcelona, and has published more than one hundred articles, primarily on modern military history in journals. He is also known for his book De la honda a los drones. La guerra como motor histórico [Slingshots to Drones: How War Drives History] (2014). It must first be said that this is a great informative work, aimed at the general public. In fact, although it is lengthy, this book is in fact condensed, and very ambitious, as it covers all of the wars in the early and late modern periods. Books of this type are always needed, especially when they are well written and well documented, as is the case of this work. To some extent, it takes stock of the multitude of books and research articles that have been published on military history in the past 30 years. The volume is aimed to appeal to the largest possible number of readers. Therefore, although it is often limited to the story of the battle, it offers an overview that is essential for anyone who wishes to learn more about the military history of Spain. Nonetheless, more weight is in fact given to the history of Spain than a bona fide military history of Spain. Its pages contain reflections from the author and from many other writers, encouraging us to reconsider numerous myths, while maintaining proper criteria and generally offering supporting arguments from specialists, primarily from classic works rather than recent

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publications. The core argument is the desire to fill a supposed historiographic gap: narrating the history of Spain through its battles, as if Spain were a historical figure characterized by its military action. This aims to be a biography of Spain in terms of armed action, rather than having a truly military profile. This is why the author considers his book to be “different”. Certainly, as the author says, all of the political, economic and social characteristics of a nation are reflected in its wars; wars are the mirror image of a specific society. However, in this volume there is no direct connection between operations, funding of operations and the subsequent impact on the country.

The book opens with a pertinent foreword by Ricardo García Cárcel, professor at the Autónoma University of Barcelona. It also includes a short bibliography, which focuses on the late modern period, and fifty maps, most of which are historical, but difficult to read due to the quality of the printing. In addition, the volume contains three colour booklets containing sixty-five illustrations that enhance the book; the index of names is also very useful. A historiographic and heuristic introduction would have clarified the author’s approach to the book considerably, above all in terms of explaining the documentary sources for each battle. Furthermore, the new lines of research in military history could have been included, and particularly financial matters concerning the “business of war” and the “fiscal military state”, with contributions from Agustín González Enciso, Rafael Sánchez Torres, or Juan Velarde. I believe an inside look at the council of war and its development within the ministry would have made the author’s proposed approach to expounding the history clearer. Finally, in the foreword and throughout the text, there are references to Historia Militar de España [Military History of Spain], overseen by Hugo O'Donnell. In short, this is a valuable, condensed and well-written work that enhances the body of informative works on military history.

19.- Luengo Gutiérrez, Pedro, Manila, plaza fuerte (1762-1788). Ingenieros militares entre Asia, América y Europa.

Versión larga: Pedro Luengo Gutiérrez, Doctor en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla y en la actualidad Profesor Ayudante Doctor en dicha universidad, especialista en la cuestión de los ingenieros militares en los diversos territorios de la Monarquía española, ofrece en esta obra un nuevo resultado de su trayectoria investigadora relativa a la arquitectura civil, religiosa y castrense en Filipinas, fruto de su Tesis Doctoral. Dirigida por el profesor Alfredo J. Morales y presentada en 2010, en ella abarcaba todo el arco cronológico comprendido entre 1739 y 1788, es decir, el periodo transcurrido entre el inicio de la guerra del Asiento entre España e Inglaterra y la muerte de Carlos III. Si en 2012 Luengo Gutiérrez ya presentó el primero de los frutos de su investigación en el libro Intramuros. Arquitectura en Manila (1739-1762), editado por la Fundación Universitaria Española (FUESP), en este que reseñamos ahora se abarca el segundo de los períodos cronológicos estudiados en su Tesis, el que transcurre desde la toma inglesa de Manila en 1762, como consecuencia de las precariedades castrenses de la plaza, y el fallecimiento de Carlos III. Aunque el tema de la arquitectura española en Filipinas a lo largo de la dilatada presencia española en el archipiélago ofrece un buen número de estudios en las últimas décadas, como el propio autor reconoce en la introducción al citar los trabajos de Lourdes Díaz-Trechuelo como principal y ya clásico referente, la cuestión particular de la labor de los ingenieros militares en Manila, tanto ingleses como españoles, no ha sido objeto de un análisis tan fructífero ni sistemático como sí lo han experimentado los temas relativos a la arquitectura religiosa y civil en Filipinas. La relevancia de la materia de investigación propuesta por el autor parte de la base de que, durante la segunda mitad del siglo XVIII, el ingeniero militar es ante todo un hombre ilustrado que traspasa la frontera de la estricta construcción para adentrarse en los más elevados círculos culturales, según puede constatarse para el caso de la ciudad de Manila en el trabajo de Luengo Gutiérrez, donde los ingenieros castrenses realizan una destacada labor arquitectónica y cultural más allá de lo relativo a murallas, fuertes, fortines y recintos fortificados.

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Como fruto de una investigación doctoral, el autor mantiene desde la misma introducción hasta las páginas finales una marcada tendencia al establecimiento y justificación de las metodologías, fuentes y estructura que se emplean y siguen a lo largo de las algo más de trescientas páginas de las que consta la obra. Dividida en tres partes, las dos primeras obedecen a un criterio estrictamente cronológico, y en ambas se atiende a la historia constructiva de Manila, en la primera de ellas entre 1762 y 1775, y en la segunda entre 1775 y 1788. Partiendo de la presencia británica en la isla, en la primera de las dos partes mencionadas (pp. 29-122) se establece la labor llevada a cabo por los ingenieros ingleses, los cuales apenas modificaron estructuralmente la ciudad pero sí sentaron las bases teóricas para la futura transformación arquitectónica de una urbe en crecimiento. Estas bases serían ampliadas por los ingenieros españoles tras la devolución de la plaza en el Tratado de París de 1763, hecha efectiva en junio de 1764, momento en que la corona envió a Manila a un amplio número de destacados profesionales de la arquitectura con objeto de hacer inexpugnable una plaza que acababa de estar en manos del enemigo. Los nombres y realizaciones de Miguel Antonio Gómez, Feliciano Márquez y, sobre todo, del irlandés Dionisio O’Kelly desfilan en un interesante epígrafe en el que también se resalta la labor de dirección y coordinación realizada desde la corte española por el director de Ingenieros, Juan Martín Cermeño. Las mejoras en la fortificación de la ciudad, como aspecto castrense de la estructura arquitectónica manileña, dan paso al estudio de los edificios religiosos también construidos o finalizados por los propios ingenieros militares, estudio en el que son piedra de toque las obras realizadas para la finalización de la catedral y las reformas en la iglesia de San Agustín, hoy en día Patrimonio Mundial de la Humanidad, como muestra de una arquitectura que va pasando a un segundo plano conforme avanza el siglo XVIII. En la segunda parte (pp. 125-229), la centrada en los años 1775-1788, se atiende a las nuevas características urbanísticas y defensivas de una ciudad en transformación, como es el caso de Manila, cuya arquitectura cambia al hilo de las propuestas del reformismo ilustrado y en un período de máximo auge de las expediciones científicas, en la que la antigua Intramuros va dando paso a la nueva Manila del siglo XIX. Los arrabales son demolidos y las fortificaciones se finalizan gracias a los proyectos y realizaciones como los encabezados por José Belestá y Tomás Sanz. El análisis de la teoría arquitectónica castrense también tiene cabida en esta parte del libro, en especial en lo relativo al proyecto de fortificación que bajo el título Análisis y Examen del Arte de Fortificación y defensa de las plazas fue compuesto originalmente por el jesuita Carlos Borgo de Vicenza y traducido y adaptado al caso de Manila por el también jesuita Pedro Javier Cáseda. En esta segunda parte también se atiende al análisis de construcciones concretas, caso el aljibe de San Francisco de las Lágrimas, la alcaicería de San José de Mabolo, la reforma del Real Palacio y el acondicionamiento del antiguo Colegio de la Compañía de Jesús, edificio de finales del siglo XVI y principios del XVII, tras la expulsión de los jesuitas de Manila.

La tercera parte del libro de Luengo Gutiérrez, más breve que las dos anteriores (pp. 233-280), nos adentra en una metodología menos descriptiva y más interpretativa en la que se intenta poner en relieve la figura del ingeniero de Manila como protagonista de una realidad global en la que los contactos reiterados entre Asia, Europa y América, o entre el Índico, el Atlántico y el Pacífico, y la propia movilidad del ingeniero, dan lugar a una verdadera internacionalización de los conocimientos arquitectónicos. Desde este punto de vista, como el autor afirma, “Manila y sus ingenieros forman parte de un proyecto de protección del imperio español ultramarino, con ecos en toda América y Asia” (p. 260), hasta el punto de que su capacidad multifacética les acaba por otorgar nuevos roles vitales, como son el de espías al servicio del adversario o de valiosos rehenes cuando caen en su poder, como ocurrió con el propio Dionisio O’Kelly, aprehendido por los ingleses en su viaje de regreso a España. En esta tercera parte, se atiende al estudio de la evolución arquitectónica de Manila desde la ciudad barroca a la urbe ilustrada, con particular atención a la ampliación de sus antiguas murallas y

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fronteras, y se culmina con acierto el propósito anunciado en la Introducción de realizar una “interpretación global de la realidad constructiva de Manila en la segunda mitad del siglo XVII” (p. 17).

El libro se cierra con un breve pero interesante e ilustrativo anexo documental (pp. 285-303), en el que se han seleccionado cinco de los centenares de colecciones revisadas por el autor en numerosos archivos extranjeros y nacionales, entre los que Luengo destaca el Archivo General de Indias y el de Simancas, además de los vinculados con el Ministerio de Defensa. A este anexo sigue una necesaria y adecuada relación de fuentes y bibliografía (pp. 307-328). Muy relevante resulta la inserción a lo largo de la obra de un total de 56 ilustraciones o figuras, cuyo índice, de forma especialmente destacable, puede consultarse al comienzo del libro, tras el índice general. Entre ellas se cuentan varios cuadros que recogen las relaciones de las obras llevadas a cabo por los principales ingenieros, con fecha y ubicación archivística (figuras 6-7, 10 y 34), pues aun sin ser novedosa su localización en la mayoría de los casos, su recopilación resulta muy útil para el lector. Además de estos cuadros, aparecen fotografías del estado actual de puertas de acceso a Manila analizadas con detalle en el cuerpo de texto (figuras 42-44). Más numerosas son las reproducciones en color de mapas, planos y trazos de las fortificaciones manileñas realizados por los ingenieros estudiados en la obra, de los que incluso se realizan sus posibles árboles genealógicos, aparato gráfico que, en buena medida procedente de la Cartoteca del Archivo General Militar de Madrid, debe contarse como una de las principales aportaciones de la obra. Por contra, la obra de Luengo Gutiérrez adolece de un análisis previo -siquiera a modo de memorándum para no repetir enfoques del libro anterior generado a partir de la Tesis Doctoral del autor-, sobre los rasgos poblacionales y demográficos de Manila, pues, aun definida desde el título como plaza fuerte, carece de un esbozo histórico de sus características como enclave defendido por una guarnición militar y las necesidades arquitectónicas, traducidas en clave de ingeniería militar, que ello generó. Versión corta: Pedro Luengo Gutiérrez, doctor en Historia del Arte por la Universidad de Sevilla, plasma en este libro un nuevo estudio sobre la arquitectura civil y castrense de Manila, en esta ocasión en el periodo transcurrido entre la toma inglesa de Manila en 1762 y el fallecimiento de Carlos III en 1788. Es, por tanto, esta obra, continuación de su libro anterior, titulado Intramuros. Arquitectura en Manila (1739-1762), publicado en 2012, fruto ambos textos de su Tesis Doctoral, presentada en 2010. Aunque el tema de la arquitectura española en Filipinas a lo largo de la dilatada presencia española en el archipiélago ofrece un buen número de estudios en las últimas décadas, la cuestión particular de la labor de los ingenieros militares en Manila, tanto ingleses como españoles, no ha sido objeto de un análisis tan fructífero ni sistemático como sí lo han experimentado los temas relativos a la arquitectura religiosa y civil en Filipinas. La relevancia de la materia de investigación propuesta por el autor parte de la base de que, durante la segunda mitad del siglo XVIII, el ingeniero militar es ante todo un hombre ilustrado que traspasa la frontera de la estricta construcción para adentrarse en los más elevados círculos culturales, según puede constatarse para el caso de la ciudad de Manila en el trabajo de Luengo Gutiérrez, donde los ingenieros castrenses realizan una destacada labor arquitectónica y cultural más allá de lo relativo a murallas, fuertes, fortines y recintos fortificados.

Dividida en tres partes, las dos primeras obedecen a un criterio estrictamente cronológico, y en ambas se atiende a la historia constructiva de Manila, en la primera de ellas entre 1762 y 1775, y en la segunda entre 1775 y 1788. En la primera de ellas se establece la labor llevada a cabo por los ingenieros ingleses, quienes apenas modificaron estructuralmente la ciudad pero sí sentaron las bases teóricas para la futura transformación arquitectónica de una urbe en crecimiento. Estas bases serían ampliadas por los ingenieros españoles tras la devolución de la plaza en el Tratado de París de 1763, hecha efectiva en junio de 1764, momento en que la corona envió a

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Manila a un amplio número de destacados profesionales de la arquitectura con objeto de hacer inexpugnable una plaza que acababa de estar en manos del enemigo. Los nombres y realizaciones de Miguel Antonio Gómez, Feliciano Márquez y, sobre todo, del irlandés Dionisio O’Kelly desfilan en un interesante epígrafe en el que también se resalta la labor de dirección y coordinación realizada desde la corte española por el director de Ingenieros, Juan Martín Cermeño. Las mejoras en la fortificación de la ciudad, como aspecto castrense de la estructura arquitectónica manileña, dan paso al estudio de los edificios religiosos también construidos o finalizados por los propios ingenieros militares. En la segunda parte se atiende a las nuevas características urbanísticas y defensivas de una ciudad en transformación, como es el caso de Manila, cuya arquitectura cambia al hilo de las propuestas del reformismo ilustrado y en un período de máximo auge de las expediciones científicas, en la que la antigua Intramuros va dando paso a la nueva Manila del siglo XIX. Los arrabales son demolidos y las fortificaciones se finalizan gracias a los proyectos y realizaciones como los encabezados por José Belestá y Tomás Sanz. El análisis de la teoría arquitectónica castrense también tiene cabida en esta parte del libro, en especial en lo relativo al proyecto de fortificación que bajo el título Análisis y Examen del Arte de Fortificación y defensa de las plazas fue compuesto originalmente por el jesuita Carlos Borgo de Vicenza y traducido y adaptado al caso de Manila por el también jesuita Pedro Javier Cáseda. La tercera parte del libro de Luengo Gutiérrez, menos descriptiva y más interpretativa, busca poner en relieve la figura del ingeniero militar de Manila como protagonista de una realidad global en la que los contactos reiterados entre Asia, Europa y América, o entre el Índico, el Atlántico y el Pacífico, y la propia movilidad del ingeniero, dan lugar a una verdadera internacionalización de los conocimientos arquitectónicos. El libro se cierra con un breve pero interesante e ilustrativo anexo documental, con cinco documentos destacados de entre los cientos que el autor ha consultado en archivos como el General de Indias y el de Simancas, además de los vinculados con el Ministerio de Defensa. Muy relevante resulta la inserción a lo largo de la obra de un total de 56 ilustraciones o figuras, cuyo índice, de forma especialmente destacable, puede consultarse al comienzo del libro, tras el índice general. Entre ellas se cuentan varios cuadros que recogen las relaciones de las obras llevadas a cabo por los principales ingenieros, con fecha y ubicación archivística (figuras 6-7, 10 y 34), pues aun sin ser novedosa su localización en la mayoría de los casos, su recopilación resulta muy útil para el lector. Además de estos cuadros, aparecen fotografías del estado actual de puertas de acceso a Manila analizadas con detalle en el cuerpo de texto (figuras 42-44). Más numerosas son las reproducciones en color de mapas, planos y trazos de las fortificaciones manileñas realizados por los ingenieros estudiados en la obra, de los que incluso se realizan sus posibles árboles genealógicos, aparato gráfico que, en buena medida procedente de la Cartoteca del Archivo General Militar de Madrid, debe contarse como una de las principales aportaciones de la obra.

Versión traducida: The Fortified City of Manila (1762-1788): Military Engineers between Asia, the Americas and Europe. In this book, Pedro Luengo Gutiérrez, Doctor in Art History from the University of Seville, formulates a new study of the civil and military architecture of Manila, in this case concerning the period from the English occupation of Manila in 1762 to the death of King Charles III of Spain in 1788. This work is therefore a continuation of his previous book, entitled Intramuros. Arquitectura en Manila (1739-1762) [Within the City Walls: Architecture in Manila (1739-1762)], published in 2012. Both texts are derived from his doctoral thesis, submitted in 2010. Although the subject of Spanish architecture in the Philippines during Spain’s long-lasting presence on the archipelago has been the subject of a good number of studies in recent decades, the specific question of the work of military engineers in Manila, from England and Spain, has not been addressed quite so successfully or systematically as matters relating to religious and civil architecture in the Philippines. The importance of the research material proposed by the author lies in the fact that, in the second half of

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the 18th century, military engineers were, above all, learned men whose work went beyond the boundaries of construction, and extended into the highest of cultural circles. In this book by Luengo Gutiérrez, this is illustrated by the case of the city of Manila, where military engineers undertook significant architectural and cultural work which surpassed matters relating to walls, fortresses, forts and fortified enclosures.

The publication is divided into three sections, the first two of which are strictly chronological and concern the history of construction in Manila, covering 1762 to 1775 in the first section, and 1775 to 1788 in the second. The first section examines the work carried out by English engineers, who made hardly any structural changes to the city, but who did establish the theoretical basis for the future architectural transformation of a growing metropolis. Spanish engineers expanded on this basis after the city was reacquired through the Treaty of Paris of 1763, enforced in June 1764, when the Spanish Crown sent a large number of eminent specialists in architecture to this city, which had recently been in the hands of the enemy, to make its fortifications impenetrable. The names and works of Miguel Antonio Gómez, Feliciano Márquez and above all the Irishman Dionisio O’Kelly appear in an interesting passage that also underscores the management and coordination efforts of the Chief Engineer of the Spanish Court, Juan Martín Cermeño. The improvements to the city’s fortifications, as a a military feature of Manila’s architectural structure, are then followed by a review of the religious buildings that were either built or completed by the military engineers. The second section addresses the new urban and defensive characteristics of the evolving city of Manila, whose architecture changed as a result of the proposals arisen from a reform policy of the Enlightenment, a period that marked the pinnacle in scientific expeditions. It was during this time that the former fortified city began to transform into the new 19th century city of Manila. The outlying areas were demolished and the fortifications were completed through projects and other undertakings overseen by José Belestá and Tomás Sanz. This portion of the book also analyses the theoretical aspects of military architecture, and especially the fortification project that, under the title of Análisis y Examen del Arte de Fortificación y defensa de las plazas [Analysis and Examination of the Art of Fortification and the Defence of Walled Cities], originally drafted by the Jesuit Carlos Borgo de Vicenza and translated and adapted to Manila by another Jesuit, Pedro Javier Cáseda. The third part of Luengo Gutiérrez’s book, which is less descriptive and more interpretative, aims to draw attention to the figure of the military engineer in Manila as a key part of a global situation in which frequent contact between Asia, Europe and the Americas or between the Indian, Atlantic and Pacific Oceans, together with the engineer’s own mobility, gave rise to a veritable internationalization of architectural know-how. The book ends with a brief but engaging and illustrative appendix, containing five key documents from the hundreds the author consulted in archives such as Spain’s General Archive of the Indies and General Archive in Simancas, in addition to those related to the Ministry of Defence. The inclusion throughout the work of a total of 56 illustrations and figures is particularly pertinent, and it is especially noteworthy that the corresponding index is found at the beginning of the book, after the general contents. The figures include a number of tables listing the work carried out by key engineers, with dates and the archival source (figures 6-7, 10 and 34). Even though the locations are a known value in most cases, the compilation is very useful for readers. In addition to these tables, there are photographs of the current state of the entry gates to Manila, which are analysed in detail in the body of the text (figures 42-44). The colour prints of maps, plans and sketches of Manila’s fortifications by the engineers who are examined in the work are greater in number. Potential family trees are even included. This body of visual resources, much of which is from the Map Collection of the General Military Archive in Madrid, is one of the work’s key contributions.

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20.- Maffi, Davide: En defensa del Imperio. Los ejércitos de Felipe IV y la guerra por la hegemonía europea (1635-1659).

Versión larga: El estudio que presenta a la comunidad científica el prolífico historiador Davide Maffi, doctor en Historia Moderna, profesor en la Universidad de Pavía y académico correspondiente en la Real Academia de la Historia, gran especialista en la historia militar de la España de los Austrias, se enmarca en la corriente historiográfica de renovación de los estudios de la historia castrense europea en la Edad Moderna, transformación que, con evidentes altibajos, se desarrolla desde hace ya algunas décadas tanto en el ámbito universitario, de forma más visible y plausible, como en el de las academias militares. Sin embargo, a diferencia de una amplia parte de la reciente producción editorial relativa a la historia militar de la Monarquía hispánica, centrada en mayor medida en el estudio del ejército de los Austrias en sus años de hegemonía y esplendor, la obra de Maffi tiene el denuedo de acercarse a un período más oscuro y complejo, aún bastante desconocido tanto para el investigador especializado en este periodo histórico como para el lector aficionado a la historia en general, en el que la acumulación de derrotas en batallas decisivas y las graves dificultades en el mantenimiento de las fuerzas armadas llevaron hace tiempo a acuñar y emplear el controvertido y hoy muy discutido término de «decadencia». Sobre este período histórico Maffi ya ha alumbrado dos obras de gran calado, convertidas desde poco después de su aparición en referentes para futuras investigaciones sobre los ejércitos de la Monarquía en el siglo XVII, como son Il baluardo della corona (Florencia, 2007), y La cittadella in armi. Esercito, società e finanza nella Lombardia di Carlo II 1660-1700 (Milán, 2010), centradas ambas en la Lombardía española del Seiscientos. En su Defensa del imperio, Maffi, con un innegable método científico en absoluto incompatible con su estilo ágil y ameno, apuesta desde el principio por dejar a un lado los tópicos relativos a los ejércitos de la Monarquía en la segunda mitad del Seiscientos, basados en su retraso técnico, táctico, estructural y armamentístico frente a las supuestas innovaciones de las tropas europeas contra las que hubo de enfrentarse en los diferentes teatros de operaciones relativos al periodo final de la guerra de los Treinta Años, con la prolongación del conflicto con Francia hasta la paz de los Pirineos de 1659.

A lo largo de casi seiscientas páginas, Maffi ofrece una completa y sugerente visión del aparato militar de los Austrias en una etapa clave del siglo XVII, que arranca en el inicio de la confrontación entre España y Francia en 1635 y se centra en los años finales de la lucha contra Francia y Holanda por la defensa de la supremacía continental, con particular atención a la época posterior a la paz de Münster (1648), periodo casi desconocido respecto a las fases iniciales de la guerra de los Treinta Años. Seis son los capítulos a través de los cuales se desbroza el análisis de las fuerzas armadas de la Monarquía en los años centrales del reinado de Felipe IV, que el autor concentra en cuanto a temática en cuatro grandes bloques. Aunque en el libro se sigue una estructuración por campos temáticos y en menor medida evolutivos, en el primer capítulo, y primer bloque, –bastante extenso (134 páginas)– se atiende al desarrollo cronológico de los acontecimientos militares en el campo de batalla, de acuerdo con la metodología más habitual para situar al lector en la reconstrucción de las campañas bélicas. Un segundo bloque agruparía el segundo y tercer capítulos, centrados en el análisis de la organización de los ejércitos. En el segundo capítulo se recogen aspectos múltiples de los reales ejércitos, entre los que tiene cabida una panorámica general del arte de la guerra en la Europa del Seiscientos, la formación y tácticas de los ejércitos de la Monarquía en tiempos de Felipe IV, con atención diferenciada a las armas de infantería, caballería y artillería, e incluso el análisis del aparato logístico y las circunstancias que condujeron a su progresivo desgaste. En el tercer capítulo se pasa revista al núcleo central del ejército de la Monarquía, esos millares de soldados que, aunque siempre al servicio de la Corona, podían hacerlo como tropas del rey (españoles, italianos, flamencos), mercenarios (alemanes, suizos...) o como cuerpos

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auxiliares (casos puntuales de los ejércitos del duque de Lorena, del Príncipe de Condé, del rey de Inglaterra o de las tropas imperiales).

El tercer bloque, que aglutina los capítulos cuarto y quinto, se centra en el papel de los oficiales que se situaron al frente del aparato militar entre 1635 y 1659. En el capítulo cuarto se atiende al análisis de la cúspide del escalafón castrense, con referencia a las características de la cadena de mando y el desarrollo la carrera de las armas para españoles, italianos y flamencos, y se dedica un interesante apartado al estudio de la problemática generada por las reformas militares del conde duque de Olivares en su deseo de crear un ejército comandado por la nobleza frente al sistema anterior del duque de Alba basado en una cúspide militar a la que se llega por méritos en el campo de batalla. En el capítulo quinto se abunda en los malos usos que se detectan en un ejército que ha de hacer frente a múltiples escenarios de guerra en un mismo tiempo y en las soluciones que la Monarquía articuló o consolidó en la defensa de sus posiciones en intereses estratégicos: rivalidades, reformas y reformaciones, así como mecanismos de control (veedores, contadores y pagadores) transitan por estas páginas a través de casos particulares extraídos del escenario flamenco, italiano y español que permiten consolidar una idea general de los usos y abusos del mundo militar en los años de la guerra franco-española. Por último, un cuarto bloque se condensa en el sexto capítulo, dedicado a los gastos de la guerra, la financiación de los costes militares y la distribución de las contribuciones hacendísticas entre los diferentes reinos de la Monarquía, en el que se arguye la sangría que supuso esta continuidad de campañas castrenses para las ya maltrechas arcas reales, un gasto sin precedentes al que la Corona intentó hacer frente consiguiendo lo necesario de donde pudo y como pudo.

Esta nueva obra de Maffi se apoya en la consulta pausada y prolongada de abundantísimas fuentes archivísticas que ha ido buscando, encontrando y recopilando a lo largo de los años en numerosas instituciones europeas, así como en el conocimiento y empleo eficaz de una completa y actualizada relación bibliográfica al respecto de esta cuestión. De esta forma, sus reflexiones son fruto de un estudio previo bien documentado y nunca gratuito, sobre un tema, el análisis de las estructuras militares de la Monarquía hispánica en el siglo XVII, que el autor conoce bien por haberle dedicado años de investigación que se han visto refrendados en numerosas publicaciones que se han convertido en obras de consulta y referencia obligada para los estudiosos de la historia militar española en los siglos modernos. Esta Defensa del imperio de Maffi incluye, además, varias exhaustivas tablas a lo largo de los diferentes capítulos, las cuales dan mayor transparencia y claridad a los datos aportados en el estudio, si bien hubiese sido muy útil la inserción de un índice pormenorizado al respecto para facilitar su localización a lo largo del texto. También introduce un valioso apéndice cronológico en el que se sitúan los principales hechos de armas acaecidos en el periodo analizado, atendiendo a los diferentes teatros de operaciones, así como un esmerado y esencial índice antroponímico y toponímico, además de la siempre necesaria y fundamental relación bibliográfica, que el autor ha reducido al mínimo indispensable para no abrumar al lector ante la casi inabarcable sucesión de publicaciones relativas a los diversos temas que abarca la obra y que han visto la luz en las últimas décadas.

Aun con todas estas significativas aportaciones, el principal valor de la obra que reseñamos reside en la adecuada interpretación de los múltiples datos recopilados para poder evidenciar con argumentos de peso, según concluye el propio Maffi, que la maquinaria militar de la Monarquía de los años centrales del reinado de Felipe IV demostró una innegable capacidad de adaptación que en nada fue inferior a la de los ejércitos adversarios, pues mantuvo una buena capacidad para el combate y conservó su aptitud en la defensa al menos hasta 1657, enfoque que contribuye a la desmitificación del concepto y consecuente imagen de ocaso de la Monarquía en tiempos de Felipe IV y de sus ejércitos en los diferentes teatros de operaciones

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españoles y europeos. Por ello, si el resultado final fue el de la derrota frente a Francia y la búsqueda de la paz, firmada finalmente en 1659, la causa no debe buscarse en el desfase, debilidad o declive de las tácticas ni de las técnicas castrenses, ni siquiera de la estructura y composición del ejército, tanto en lo relativo a oficialidad como a la propia tropa, sino más bien en la inexistencia de un objetivo militar fijo ante la gran dispersión territorial de frentes bélicos y la decisiva entrada de Inglaterra en la contienda, del lado francés, con el consecuente bloqueo de la ruta marítima hacia Flandes, todo ello unido a una constante de agotamiento de los recursos humanos y económicos que se fue agravando con el paso de los años. A pesar de todo ello, el aparato militar de los Austrias no salió desmembrado de este periodo crítico, sino que, por el contrario supo evolucionar en consecuencia a las nuevas circunstancias militares y fue capaz de afrontar, resistir y salir airoso en otras contiendas de la centuria, lo que contribuyó de forma decisiva al mantenimiento de la Monarquía como potencia europea hasta el final del siglo XVII.

Versión corta: Davide Maffi, doctor en Historia Moderna, profesor en la Universidad de Pavía y académico correspondiente en la Real Academia de la Historia, gran especialista en la historia militar de la España de los Austrias, presenta una nueva obra centrada en un período aún bastante desconocido tanto para el investigador especializado como para el lector aficionado a la historia en general, periodo en el que la acumulación de derrotas en batallas decisivas y las graves dificultades en el mantenimiento de las fuerzas armadas llevaron hace tiempo a acuñar y emplear el controvertido y hoy muy discutido término de «decadencia». Con un innegable método científico en absoluto incompatible con su estilo ágil y ameno, el autor tiene como objetivo desmontar, a través de los datos extraídos de los documentos archivísticos, los tópicos relativos a los ejércitos de la Monarquía en la segunda mitad del Seiscientos, basados en su retraso técnico, táctico, estructural y armamentístico frente a las supuestas innovaciones de las tropas europeas contra las que hubo de enfrentarse en los diferentes teatros de operaciones relativos al periodo final de la guerra de los Treinta Años, con la prolongación del conflicto con Francia hasta la paz de los Pirineos de 1659.

Aunque en el libro se sigue una estructuración por campos temáticos y en menor medida evolutivos, en el primer capítulo, y primer bloque, se atiende al desarrollo cronológico de los acontecimientos militares en el campo de batalla, de acuerdo con la metodología más habitual para situar al lector en la reconstrucción de las campañas bélicas. Un segundo bloque agruparía el segundo y tercer capítulos, centrados en el análisis de la organización de los ejércitos. En el segundo capítulo se recogen aspectos múltiples de los reales ejércitos, entre los que tiene cabida una panorámica general del arte de la guerra en la Europa del Seiscientos, la formación y tácticas de los ejércitos de la Monarquía en tiempos de Felipe IV, con atención diferenciada a las armas de infantería, caballería y artillería, e incluso el análisis del aparato logístico y las circunstancias que condujeron a su progresivo desgaste. En el tercer capítulo se pasa revista al núcleo central del ejército de la Monarquía, esos millares de soldados que, aunque siempre al servicio de la Corona, podían hacerlo como tropas del rey (españoles, italianos, flamencos), mercenarios (alemanes, suizos...) o como cuerpos auxiliares (casos puntuales de los ejércitos del duque de Lorena, del príncipe de Condé, del rey de Inglaterra o de las tropas imperiales). El tercer bloque, que aglutina los capítulos cuarto y quinto, se centra en el papel de los oficiales que se situaron al frente del aparato militar entre 1635 y 1659. En el capítulo cuarto se atiende al análisis de la cúspide del escalafón castrense, con referencia a las características de la cadena de mando y el desarrollo la carrera de las armas para españoles, italianos y flamencos, y se dedica un interesante apartado al estudio de la problemática generada por las reformas militares del conde duque de Olivares en su deseo de crear un ejército comandado por la nobleza frente al sistema anterior del duque de Alba basado en una cúspide militar a la que se llega por méritos en el campo de batalla. En el capítulo quinto se abunda en los malos usos que se detectan en un ejército que ha de hacer frente a

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múltiples escenarios de guerra en un mismo tiempo y en las soluciones que la Monarquía articuló o consolidó en la defensa de sus posiciones en intereses estratégicos. Por último, un cuarto bloque se condensa en el sexto capítulo, dedicado a los gastos de la guerra, la financiación de los costes militares y la distribución de las contribuciones hacendísticas entre los diferentes reinos de la Monarquía. La obra incluye, además, varias tablas que contribuyen a dar mayor transparencia y claridad a los datos aportados en el estudio. También introduce un valioso apéndice cronológico en el que se sitúan los principales hechos de armas acaecidos en el periodo analizado, atendiendo a los diferentes teatros de operaciones, así como un esmerado y esencial índice antroponímico y toponímico.

A la luz de los datos aportados, el autor puede evidenciar con argumentos de peso que la maquinaria militar de la Monarquía de los años centrales del reinado de Felipe IV demostró una innegable capacidad de adaptación que en nada fue inferior a la de los ejércitos adversarios, pues mantuvo un buen potencial para el combate y conservó su aptitud en la defensa al menos hasta 1657, enfoque que contribuye a la desmitificación del concepto y consecuente imagen de ocaso de la Monarquía en tiempos de Felipe IV y de sus ejércitos en los diferentes teatros de operaciones españoles y europeos. Por ello, si el resultado final fue el de la derrota frente a Francia y la búsqueda de la paz, la causa no debe buscarse en el desfase, debilidad o declive de las tácticas ni de las técnicas castrenses, ni siquiera de la estructura y composición del ejército, tanto en lo relativo a oficialidad como a la propia tropa, sino más bien en la inexistencia de un objetivo militar fijo ante la gran dispersión territorial de frentes bélicos y la decisiva entrada de Inglaterra en la contienda, del lado francés, con el consecuente bloqueo de la ruta marítima hacia Flandes, todo ello unido a una constante de agotamiento de los recursos humanos y económicos que se fue agravando con el paso de los años. A pesar de todo ello, el aparato militar de los Austrias no salió desmembrado de este periodo crítico, sino que, por el contrario, supo evolucionar en consecuencia a las nuevas circunstancias militares y fue capaz de afrontar, resistir y salir airoso en otras contiendas de la centuria, lo que contribuyó de forma decisiva al mantenimiento de la Monarquía como potencia europea hasta el final del siglo XVII.

Versión traducida: Defending the Empire: The Armies of Philip IV and the War for Hegemony in Europe (1635-1659). Davide Maffi, Doctor of Modern History, lecturer at the University of Pavía, member of the Royal Academy of History and renowned specialist in the military history of Spain under Habsburg rule, offers a new work focusing on a period that remains largely unfamiliar both to researchers in the field and readers who are interested in history in general. An accumulation of defeats in key battles and the considerable difficulties in maintaining the armed forces led, some time ago, to the now controversial term “decline” being used to refer to this period. The author employs an undeniably scientific method that is in no way incompatible with his fluid and readable style, and, using archival documents, aims to dismantle clichés regarding the Spanish Monarchy’s armies in the second half of the 1600s. These misconceptions concern Spain’s technical, tactical and structural shortcomings and deficient weaponry, as opposed to the supposed innovations of other European troops that the country faced in different theatres, covering the period towards the end of the Thirty Years’ War, when the conflict with France continued to rage, until the Treaty of the Pyrenees was signed in 1659.

Although the book is structured according to subject areas and to a lesser degree evolutionary matters, the first chapter and first section address the timeline of events on the battlefield, employing the most commonly used approach to orientate readers through a reconstruction of the military campaigns. The second section, comprising the second and third chapters, analyse how the armies were organized. The second chapter covers a number of aspects of the royal armed forces, including an overview of the art of war in 17th century Europe, training and tactics in the Spanish armed forces during the

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reign of Philip IV and a particular focus on the weapons used by the infantry, cavalry and artillery, as well as an analysis of the logistical framework and the events that led to the armies’ gradual attrition. The third chapter reviews the core of the Spanish Monarchy’s armed forces, comprising thousands of soldiers who, whilst always serving the Spanish Crown, were either royal troops (Spaniards, Italians or Flemings), mercenaries (Germans, Swiss, etc.) or auxiliary corps (isolated cases of forces from the Duke of Lorraine, the Prince of Condé, the King of England or imperial forces). The third section, comprising chapters four and five, focuses on the role of the officers who led the military between 1635 and 1659. The fourth chapter analyses the hierarchy of the armed forces, including the characteristics of the chain of command and how military careers progressed for Spanish, Italian and Flemish troops. There is also an interesting portion that studies the problems generated by the military reforms undertaken by the Count-Duke of Olivares with the aim of creating an army led by the nobility rather than the previous system established by the Duke of Alba, based on military leaders who had reached their positions based on their merits on the battlefield. The fifth chapter elaborates on the poor practices identified in the armed forces, which had to deal with multiple theatres of war in the same period, and looks at the solutions put forward or consolidated by the Spanish Monarchy in its defence of strategic positions. The fourth and final section comprises the sixth chapter, on the cost of the war, financing of the military and the distribution of tax revenue between the Spanish Monarchy’s different kingdoms. This work also includes a number of tables that enhance the transparency and clarity of the information provided, a practical chronological appendix setting out the key hostilities in the period in question and addressing the different theatres of war, as well as an invaluable and painstakingly prepared index of people and places.

Based on the information provided, the author is able to demonstrate, with convincing arguments, that the Spanish Monarchy’s military machine in the middle portion of Philip’s IV reign proved its undeniable adaptability, which was by no means inferior to that of the opposing forces. In fact, the Spanish military maintained good potential for combat and an aptitude for defence until at least 1657. This approach helps to debunk the concept and image of decline in the Spanish Monarchy during the times of Philip IV, and of an enfeeblement of the Spanish armies in the different theatres of war for Spain and Europe. Therefore, although the final result was a defeat at the hands of the French and negotiation of a peace accord, the cause is not to be found in outdated, weak or declining military tactics or techniques, or even in the structure or composition of the armed forces, either concerning officers or troops. The cause instead lies in the lack of a set military goal, due to the scattered geographical distribution of the fronts, as well as England decisively joining the conflict alongside the French, as a result of which the sea route to Flanders was blocked. All of this was also accompanied by a steady draining of human and financial resources, which became even more marked over the course of the years. Despite all of this, the Habsburg military machine was not decimated by the end of this key period. In fact, it was able to adapt to changes in military conditions and proved capable of facing, resisting and emerging largely unscathed from other conflicts in the century; this contributed decisively to the Spanish Monarchy retaining its position as a key power in Europe until the end of the 17th century.

21.- Martínez-Radío Garrido, Evaristo C.: La Alarma. Origen y evolución de un cuerpo defensivo asturiano en la Guerra de la Independencia.

Versión larga: La defensa del Estado por parte de sus ciudadanos ha generado muchos e intensos debates a lo largo de la Historia, desde el tiempo de las polis griegas hasta llegar a la popular “mili”, pasando por Roma, Maquiavelo, la Monarquía Hispánica o la Revolución Francesa,… Los habitantes de las ciudades griegas de la antigüedad eran también, por definición, soldados; en términos muy parecidos al de los soldados de la primera república romana. En ambos casos los ciudadanos tenían como principal obligación cívica la defensa del Estado y sus hogares, la que compaginaban con otros

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quehaceres necesarios para ganarse el sustento. Sistemas que terminaron evolucionando, ante los requisitos de las guerras –más largas y lejanas– hacia sistemas profesionales, como la falange macedónica creada por Filipo II, o la legión romana tras las trasformaciones de Cayo Mario. En el medievo el ejercicio de la guerra quedó en manos de la nobleza, pero la mayor parte de los contingentes eran no profesionales: milicianos. En el caso de la Reconquista la aportación de las milicias concejiles, llamadas a través del apellido y el fonsado, fue un apoyo fundamental dentro del avance cristiano. La irrupción en la historia del Estado Moderno conllevó la transformación de los ejércitos en estructuras profesionales y permanentes, en los que las milicias tendrán un papel secundario, pero fundamental al complementar la defensa del territorio en donde los profesionales no podían llegar. Particularmente en la España de la Edad Moderna (siglos XVI-XVIII), la falta de fondos suficientes para mantener un masivo sistema militar que pudiera cubrir la defensa estática de todo el territorio peninsular, ya fueran sus fronteras terrestres como marítimas –lo que significaría la existencia de varios miles de soldados–, hizo que muchas regiones realmente carecieran prácticamente de profesionales para la vigilancia y protección territorial, convirtiendo a las milicias en la pieza fundamental y su principal defensa. Algo que fue particularmente evidente en Asturias, especialmente desde la época de los Austrias.

Este nuevo libro de Evaristo C. Martínez-Radío Garrido (Oviedo, 1975) aborda esta particular cuestión en Asturias durante una coyuntura especialmente crítica, la Guerra de Independencia. El autor, formado en la Universidad de Oviedo, y doctor por la Universidad CEU San Pablo de Madrid, es un conocido referente en el estudio de este modelo de movilización militar, y un especialista en la Historia social militar de los siglos XVIII y XIX, y de las conflictos militares más importantes del periodo que va de la Guerra de Sucesión a la Guerra de Independencia, incluida esta última. En el 2007 fue galardonado con el premio “Padre Patac”, gracias a la monografía La Guerra de Sucesión y Asturias, la cual ya ha recibido dos ediciones (2007 y 2009). Trabajo al que habría que sumar sus estudios sobre la reorganización de las milicias a la llegada de los Borbones, y la aparición de los primeros regimientos provinciales (La organización de las milicias en Asturias bajo el reinado de Felipe V y el Regimiento Provincial de Oviedo, Madrid, Ministerio de Defensa, 2013), o su estudio sobre de la particular participación popular asturiana en la Guerra de Independencia a la hora de combatir al invasor francés (La Alarma asturiana ante la ocupación francesa de 1810, Madrid, Fundación Cultural de la Milicia Universitaria, 2009). Igualmente entre su producción científica destacan sus aportaciones sobre el estudio de los prisioneros de guerra, el reclutamiento en Asturias, las funciones militares de la Junta General del Principado de Asturias, o la nueva función de ciudadano-soldado que se desarrolla tras la constitución de Cádiz de 1812. También, sin duda, merece destacarse su participación, representando a España, en varios congresos internacionales de Historia Militar, como los de Postdam (2007) u Oporto (2009).

Dentro de las conocidas guerras napoleónicas se echaba en faltaba un estudio que profundizara en el factor del pueblo movilizado en una guerra total, pertrechado por lo aportado por los propios paisanos, pero con un fuerte espíritu de lucha. El trabajo que aquí reseñamos intenta paliar dichas carencias estudiando la Alarma asturiana desde su surgimiento, de una manera global. Obra que está fundamentada en una exhaustiva labor de reconstrucción, formulada gracias a un amplio uso de fuentes documentales originales –algo complejas y muy dispersas–, que profundizan y perfeccionan algunos trabajos previos del autor, menos completos y elaborados. Gracias a ello se rescata a este cuerpo militar ciudadano desconocido, y se analiza su papel dentro de la guerra, en una zona que en algunos periodos estuvo parcialmente ocupada, y tras las líneas enemigas. Pero dicho trabajo también centra su atención en el estudio de las acciones de la Junta del Principado dentro del proceso de resistencia a la invasión, además de la nueva concepción política y social que suponía el ciudadano en Armas.

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Tras el prólogo firmando por Francisco Carantoña Álvarez –Catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de León, y autor del libro La Guerra de la Independencia en Asturias–, las 300 páginas del libro se estructuran en cuatro grandes apartados. El primero está compuesto por los tres primeros capítulos, en los que el autor introduce el marco de estudio, y sus límites, además de establecer el estado de la cuestión preliminar, para posteriormente trazar las líneas generales del contexto de la Guerra de Independencia en Asturias. Para conseguirlo desarrolla las principales acciones bélicas de los años centrales (1809-10), aborda el papel institucional de las Juntas del Principado, y reconstruye la invasión francesa y la sublevación asturiana. Un marco más que necesario para comprender la aparición de este sistema de movilización militar, ante el necesario conocimiento de los hechos bélicos para ilustrar al lector de las campañas bélicas que acontecieron en el Principado de Asturias, algo a lo que ayuda enormemente el gran número de grabados, mapas y textos originales que se reproducen a lo largo de todo el texto.

La segunda parte del libro está fundamentada en el capítulo cuarto –el más extenso del libro–, en el que se habla de la creación y configuración de la Alarma, y sus continuas reglamentaciones y reestructuraciones orgánicas hasta convertirse en regimientos. Un sistema militar denominado Alarma, al provenir de la voz “¡al arma!”, que se solía utilizar para que las fuerzas militares tomaran las armas ante la llegada del enemigo, siendo acompañados dichos llamamientos con el sonido de las campanas que tocaban a rebato. El origen se fundamentaba en los sistemas de milicias del antiguo régimen, basados en los alardes, en los que las parroquias tenían un papel central. Un sistema claramente defensivo que pretendía movilizar a los vecinos hábiles, y en edad militar, que aún no se hubieran incorporado a filas. Un cuerpo defensivo propio del Principado de Asturias –y que parece que solo fue compartido por Galicia–, de carácter popular e irregular, creado en los inicios del levantamiento contra las fuerzas napoleónicas. Tras dar una adecuada definición, en el capítulo se ahonda en su propia organización interna, interesándose especialmente en el componente humano de las mismas, pero sin olvidar todos los aspectos posibles: mandos, combatientes, armamento, instrucción recibida, disciplina, cuidado de los heridos, hechos de armas y planes defensivos para hacer frente al invasor. Todo ello durante unos años capitales dentro de la Guerra de Independencia, en los que el sistema tuvo hasta seis reglamentaciones y reformas sucesivas.

El tercer gran apartado del texto está compuesto por los capítulos 5 al 8, en los que se particularizan distintas cuestiones de especial interés para comprender las Alarmas. Por un lado la ineludible consideración de ciudadano de los miembros de la Alarma –antes de la llegada de la Pepa–, con un claro vínculo jurídico y político que empezaba a desarrollarse, apareciendo además otros conceptos como los de soberanía y nación, que se comenzaban a advertir en la época, tanto fuera como dentro de España, y que terminaron calando en la Constitución de 1812. Otro gran elemento de análisis crítico es el introducido por el autor al hablar de las funciones de la Alarma y su actuación real, tanto en acciones de combate como en misiones secundarias e irregulares, ya que como bien se define realmente no había distinción entre guerrillero y alarmado, al existir una línea muy poco definida entre lo que diferenciaba al vecino que actuaba como miembro de una guerrilla, el hombre movilizado por la Alarma o de alguien que simplemente se dedicaba a hostigar –de manera espontánea– a las tropas francesas. Pero sin duda la Alarma jugó un papel importante tanto en los combates irregulares, como en la lucha por obtener información del enemigo o espiarlo, actuando en ocasiones también como policía. Incluso, para entender mejor su importancia y desempeño, se valoran sus relaciones con el ejército regular, las partidas guerrilleras, la clase política o la necesaria colaboración con los concejos. Un conjunto de hechos en los que hay cabida para el heroísmo e historias que demuestran la lucha sin cuartel contra el invasor, pero también colaboracionismo y conductas sospechosas. También se dedican diversas páginas a estudiar los problemas que este cuerpo debió afrontar, como la escasez de medios de

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los que dispuso, y su enorme dificultad por encontrar armas de fuego adecuadas, lo que sin duda lastró enormemente su efectividad, ya que muchos combatientes debieron utilizar chuzos y guadañas.

A falta de unas conclusiones recapituladoras –que habrían sido de gran interés y habría redondeado la importancia bélica de este cuerpo desconocido–, el bloque final del libro está dedicado a un grueso anexo documental y gráfico que abarca numerosas páginas, además de las fuentes y bibliografía utilizada. Un apéndice documental de gran valor histórico, al estar compuesto por diversas fuentes primarias, como cartas oficiales, memorias, reglamentos, proyectos, mapas y estados de fuerza relacionados con la Alarma y los hechos bélicos en los que participó. Extractos seleccionados que nos ofrecen la visión de los mismos hechos por los protagonistas de ese periodo, al ser testimonios directos de primera mano, los cuales también han sido profusamente empleados por el autor en todo el texto para ponernos en situación.

En conjunto se trata de un libro muy bien documentado y escrito, con un estilo periodístico y cómplice que hace a los lectores partícipes de lo ocurrido, y que nos rescata una faceta poco conocida de la Guerra de Independencia en Asturias. Unos cuerpos no profesionales, de origen tradicional e integrados por paisanos, que con cierta eficacia combatieron con los franceses –especialmente en Galicia y Asturias– al aprovechar la accidentada orografía y el desconocimiento del país por parte del invasor, en una región que los franceses tardaron en acometer y que sólo dominaron parcialmente, y durante breves periodos de tiempo. En el texto hay distintas referencias comparativas a Galicia, que suponen una aportación muy interesante, pero desde mi punto de vista faltaría una mayor comparación de la contribución de estos cuerpos ciudadanos con lo ocurrido en otras áreas geográficas españolas, y con la actuación de la guerrilla en ellas. De esta manera este trabajo ganaría trascendencia, si bien claramente el interés particular de esta edición era rescatar una página olvidada de la Guerra de Independencia en Asturias, algo que el autor consigue con creces.

Versión corta: Dentro de las guerras napoleónicas se echaba en faltaba un estudio que profundizara en el factor del pueblo movilizado en una guerra total, pertrechado por lo aportado por los propios paisanos, pero con un fuerte espíritu de lucha. El trabajo que aquí reseñamos intenta paliar dichas carencias estudiando la Alarma asturiana desde su surgimiento, de una manera global. Obra que está fundamentada en una exhaustiva labor de reconstrucción, formulada gracias a un amplio uso de fuentes documentales originales –algo complejas y muy dispersas–, que profundizan y perfeccionan algunos trabajos previos del autor. Gracias a ello se rescata a este cuerpo militar ciudadano desconocido, y se analiza su papel dentro de la guerra, en una zona que en algunos periodos estuvo parcialmente ocupada, y tras las líneas enemigas. Para conseguirlo el autor analiza y desarrolla las principales acciones bélicas de los años centrales de la Guerra de Independencia (1809-10), aborda el papel institucional de las Juntas del Principado, y reconstruye la invasión francesa y la sublevación asturiana, además de profundizar en la nueva concepción política y social que suponía el ciudadano en Armas. Un marco más que necesario para comprender la aparición de este sistema de movilización militar, ante el ineludible conocimiento de los hechos bélicos para ilustrar al lector las campañas bélicas que acontecieron en el principado de Asturias, algo a lo que ayuda enormemente el gran número de grabados, mapas y textos originales que se reproducen a lo largo de todo el texto.

La parte central del libro aborda de la creación y configuración de la Alarma, y sus continuas reglamentaciones y reestructuraciones orgánicas hasta convertirse en regimientos. Un sistema militar denominado Alarma, al provenir de la voz “¡al arma!”, que se solía utilizar para que las fuerzas militares tomaran las armas ante la llegada del enemigo, siendo acompañados dichos llamamientos con el sonido de las campanas que tocaban a rebato. El origen se fundamentaba en los sistemas de milicias del antiguo régimen, basados en los alardes, en los que las parroquias tenían un papel central. Un

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sistema claramente defensivo que pretendía movilizar a los vecinos hábiles, y en edad militar, que aún no se hubieran incorporado a filas. Un cuerpo defensivo propio del Principado de Asturias –y que solo fue compartido por Galicia–, de carácter popular e irregular, creado en los inicios del levantamiento contra las fuerzas napoleónicas. Tras dar una adecuada definición, se ahonda en su propia organización interna, interesándose especialmente en el componente humano de las mismas, pero sin olvidar todos los aspectos posibles: mandos, combatientes, armamento, instrucción recibida, disciplina, cuidado de los heridos, hechos de armas y planes defensivos para hacer frente al invasor. Todo ello durante unos años capitales dentro de la Guerra de Independencia, en los que el sistema tuvo hasta seis reglamentaciones y reformas sucesivas.

En conjunto se trata de un libro muy bien documentado y escrito, con un estilo periodístico y cómplice que hace a los lectores partícipes de lo ocurrido, y que nos rescata una faceta poco conocida de la Guerra de Independencia en Asturias. Unos cuerpos no profesionales, de origen tradicional e integrados por paisanos, que con cierta eficacia combatieron con los franceses –especialmente en Galicia y Asturias– al aprovechar la accidentada orografía y ante el desconocimiento del país por parte del invasor, en una región que los franceses tardaron en acometer y que sólo dominaron parcialmente, y durante breves periodos de tiempo. El interés particular de esta edición era rescatar una página olvidada de la Guerra de Independencia en Asturias, algo que el autor consigue con creces.

Versión traducida: La Alarma: The Origin and Evolution of an Asturian Defensive Force in the Spanish War of Independence. Study of the Napoleonic Wars needed an examination of the mobilized population factor in total war—a force equipped with material supplied by civilians themselves, but with a strong fighting spirit. The work reviewed here aims to fill these gaps by studying all aspects of the Asturian La Alarma from its very beginning. This text, based on thorough reconstructive work—made possible by extensive use of somewhat complex and disperse original documentary sources—adds to and enhances previous publications by the same author. The book revives the memory of this largely unknown militia and analyses its role in the war, in a region which was, on occasion, partially occupied and behind enemy lines. To do this, the author scrutinizes and expounds the key hostilities in the middlemost years of the Spanish War of Independence (1809-1810), addressing the institutional role of the Principality of Asturias’ Councils and reconstructing the French invasion and Asturian uprising, whilst also looking in detail at the figure of the armed civilian, a new political and social concept at the time. This context is crucial to understanding the emergence of this system of military mobilization, proving readers with the necessary insight into hostilities and a picture of the military campaigns that took place in the Principality of Asturias, superbly complemented by the many original engravings, maps and texts provided throughout.

The middle portion of the book focuses on the creation and structure of La Alarma and the successive organic regulation and restructuring that converted it into regiments. The military system was called La Alarma after the Spanish expression “¡al arma!” [to arms!], which was often used to call military forces to take up arms when the enemy was sighted, a cry which was accompanied by the ringing of bells to sound the alarm. The origin of this system lies in the militias of the Ancien Régime, which were roster-based and in which parishioners played a central role. This clearly defensive system aimed to mobilize able-bodied residents of military age who had not yet enlisted. This style of defensive corps, used only in the Principality of Asturias and in Galicia—an unregulated force formed by ordinary people—was created at the beginning of the uprising against the Napoleonic armies. After properly defining the concept, the work looks at the force’s internal organization, and particularly its human component, whilst keeping in mind all possible aspects: officers, fighters, weapons, training, discipline, care for the wounded,

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feats of arms and defensive plans to repel invaders. All of this relates to pivotal years in the Spanish War of Independence, during which the system was regulated and reformed up to six times in succession.

In sum, this work is very well documented and written, with a journalistic and familiar style that draws readers into events and sheds light on an often unexplored aspect of the Spanish War of Independence in Asturias. These non-professional forces, of traditional and civilian origin, were quite effective in their battles against the French—above all in Galicia and Asturias—as they took advantage of the uneven terrain and the invading armies’ lack of awareness of the country. In fact, France’s assault was drawn out and the region was only partially conquered, and even then only for short periods. The particular appeal of this publication is that its author masterfully revives a forgotten story from the Spanish War of Independence in Asturias. 22.- Martínez Ruiz, Enrique, Policías y proscritos. Estado, militarismo y seguridad en la España borbónica (1700-1870).

Versión larga: Con la publicación de este libro, Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia Moderna en la Universidad Complutense de Madrid, retoma una de las líneas fundamentales de investigación de su dilatada carrera. El análisis de los cuerpos de seguridad y orden público en los siglos modernos ha ocupado y preocupado al autor en numerosas publicaciones desde hace ya varias décadas, como demuestra la aparición en 1976 de su libro de referencia obligada, Creación de la Guardia Civil, al que habría que sumar numerosas ponencias en congresos nacionales e internacionales traducidas en la publicación de otros tantos artículos de revistas y obras especializadas. Aunque todavía se halla lejos de alcanzar notoriedad y raigambre dentro del panorama historiográfico español, este tema, que el autor bien conoce y sobre el que ha recopilado una abrumadora cantidad de documentos a lo largo de su dilatada trayectoria investigadora, es recapitulado y ampliado a través de un estudio cronológico y temático en el que se van desgranando las grandes cuestiones y los actores principales en un amplio periodo de tiempo que, no por casualidad, abarca de 1700 a 1870, es decir, desde los prolegómenos de la guerra de Sucesión española a los estertores del reinado de Isabel II e inicios del denominado Gobierno Provisional (1868-1871).

En el prólogo, Martínez Ruiz establece la pervivencia de un debate abierto desde las sesiones de las Cortes de Cádiz sobre la naturaleza de las instituciones de seguridad y orden público, debate que ha permanecido latente a lo largo del tiempo hasta nuestros días, en un desarrollo en el que han primado cuestiones de cariz político por encima de los criterios de profesionalidad y eficacia, como concluye y colige el autor en el epílogo. Las ochocientas páginas de su obra están centradas, en consecuencia, en el análisis de la aparición, rasgos definitorios y evolución de dichas instituciones a lo largo del periodo propuesto, una vez establecido el proceso por el cual las diferentes instituciones de seguridad y orden público de entidad local o regional evolucionaron hacia una sola institución a nivel nacional. Este proceso tuvo un doble escenario, rural y urbano, ámbitos que desde el final de la guerra de Sucesión se marcaron como contrapuestos, pues mientras que en el primero Felipe V hubo de recurrir al ejército para controlar los espacios sublevados, en el segundo se establecieron fuerzas policiales no militarizadas, lo que derivará en la aparición de un cuestionamiento político sobre la naturaleza de estas instituciones que subyace en la controversia entre militarismo y civilismo ya presente en la España del siglo XIX y todavía vigente en los inicios del siglo XXI. Este debate entre estos dos puntos de vista tan distantes y divergentes se presenta como hilo conductor de toda la obra, convirtiéndose en uno de sus principales resultados y aportaciones, por cuanto es una cuestión aún abierta y sin resolver en la sociedad actual, cuyos orígenes plantea y discrimina con solvencia el profesor Martínez Ruiz.

El libro sigue una estricta evolución cronológica y, aunque en su índice no se establecen partes diferenciadas sino un total de dieciséis capítulos, más la introducción

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y el epílogo, se podrían fijar varios apartados de carácter temático. El primero de ellos abarcaría los capítulos I-V, en los que se introducen los problemas de seguridad y orden público de la España del siglo XVIII y las respuestas que tanto desde el sector civil como desde el militar se plantearon en busca de la mejor solución. El capítulo I parte del propio concepto de “seguridad”, como objetivo al que tiende el Estado por ser parte de su propia estabilidad. En consecuencia, es el Estado el que recurre al ejército para combatir el delito o la subversión. De esta forma, el ejército se convierte en la institución de seguridad más poderosa de un país, aunque solo sea en situaciones excepcionales, lo que acaba por dar paso a la denominada “militarización del orden público” (p. 22-23), que genera un gran rechazo social. El autor se centra también en el análisis del papel de los militares en la implantación de un nuevo orden en las zonas austracistas tras los decretos de Nueva Planta, en un gran esfuerzo institucional que la propia Corona impulsó para atajar el auge del delito y la conflictividad social en los años posteriores a la llegada al trono de Felipe V. Este nuevo sistema de seguridad que se genera en estos inicios del siglo XVIII es de gran relevancia, pues se mantiene en buena medida a lo largo de la centuria siguiente y en sus rasgos fundamentales pervive hasta la aparición del Estado de las autonomías en el último tercio del siglo XX en España. El estudio del entorno urbano como generador de nuevos problemas de seguridad, ante los cuales se interpolan soluciones tradicionales como la reforma policial de 1768 o la «Ley de Asonadas» y otras más novedosas como la Superintendencia General de Policía y la Comisión Reservada, ocupan las páginas del capítulo II. En el siguiente se analizan algunos de los proyectos que autores diversos pero siempre de un cierto nivel cultural, dado que sabían leer y escribir, enviaron a la Corte en su intento de aportar una solución a los problemas de orden público, cuestión a la que Martínez Ruiz ya dedicó su atención en algunos trabajos anteriores, y donde se indagan planes como el del Cuerpo de Cadetes Nobles y el de una Maréchaussée española. A estas enmiendas civiles se contraponen en el capítulo IV las establecidas desde las instituciones militares a lo largo del Setecientos, muy relevantes y que tendrían su culminación en la Real Instrucción de 1784, en la que los capitanes generales fueron convertidos en autoridades policiales y pasaron a tener cometidos de orden público, dentro de un reinado, el de Carlos III, en el que fue evidente la potenciación de militares en tareas de seguridad nacional. El capítulo V establece los principales ejes de actuación de las fuerzas de seguridad y orden público en el siglo XVIII, entre los que figuran los gitanos por un lado, bandoleros, malhechores y ladrones por otro y, finalmente, los contrabandistas, analizándose en cada caso la problemática que generaron y las respuestas para solventarla que se dieron a lo largo de dicha centuria, en ambos casos a través de un estudio cronológico que plasma con nitidez el carácter evolutivo del proceso abordado,.

En una segunda parte, que abarcaría los capítulos VI-IX, se estudian los cuerpos de seguridad y orden público en el mismo siglo XVIII por áreas o regiones, tomando como punto de partida los Mozos de Escuadra catalanes, por ser modelo paradigmático para todos los demás (cap. VI). De ellos interesan tanto sus orígenes como la organización de las escuadras, con atención a sus mandos y mozos, métodos de financiación y el estudio cuantitativo de los efectivos que lo conformaron, así como cuáles fueron sus principales funciones y cometidos. El estudio de Martínez Ruiz transita en los capítulos siguientes por otros escenarios peninsulares, en concreto por la Corona de Aragón (cap. VII), Andalucía (cap. VIII) y centro peninsular (cap. IX). En estos tres capítulos se pasa revista en profundidad a las unidades policiales aparecidas en cada zona, atendiendo a sus orígenes, composición y funciones, en un estudio en el que tiene cabida desde la Compañía Fija de Rosas y los Fusileros del Reino de Valencia a la Compañía de Escopeteros de Getares o la Compañía de Fusileros Guardabosques Reales, entre otras varias, hasta completar casi dos decenas de instituciones que tienen cabida en su estudio. Como transición al siglo XIX, el capítulo X analiza el expediente

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de 1799 de Fernando Gilman, bien conocido por Martínez Ruiz, uno de los grandes proyectos de renovación de los cuerpos de seguridad en el cambio de siglo.

Finalmente, los capítulos XI-XVI se adentrarían en el ámbito cronológico del siglo XIX, en el que se parte de los planes establecidos por José I y Fernando VII (cap. XI), para pasar a centrarse en el reinado de Isabel II, verdadero eje de las trescientas últimas páginas del libro, del que, tras estudiarse su situación política, económica y social como generadora de nuevos y tradicionales problemas de seguridad (cap. XII), se aborda todo lo relativo a la creación de la Guardia Civil como cuerpo nacional de carácter militar que aglutina a todos los demás existentes (cap. XIII), a las señas de identidad del nuevo Cuerpo (uniforme, armamento, sueldos, casa cuartel, vida familiar) (cap. XIV), y a sus servicios y funciones, tanto contra los enemigos del orden político como contra los enemigos del orden público, además de los consabidos servicios de beneficencia y utilidad pública y en campaña. El capítulo XVI incluye un sucinto estudio sobre la delincuencia en la España isabelina y los principales ejes de actuación de las fuerzas de seguridad y orden público en estas décadas, de forma similar a lo establecido en el capítulo V para el siglo XVIII. Las casi treinta páginas dedicadas a fuentes y bibliografía especifican el ya muy acreditado trabajo realizado por el autor en los archivos de Simancas, Histórico Nacional y Palacio, entre documentos muy dispersos y heterogéneos, además de la ingente tarea de recopilación bibliográfica en la queda patente su propia trayectoria investigadora en relación con el tema abordado en este libro.

Toda la obra cuenta con el enriquecedor apoyo de un amplio aparato crítico de notas a pie de página, tanto bibliográficas como referencias archivísticas, con la inserción de numerosas citas textuales intercaladas en el relato del autor, y con la elaboración de numerosos cuadros cuantitativos en los que se sitúan de forma concisa y práctica los datos que se desean destacar. En conjunto, todo ello da como resultado un libro científico de gran calado, que no tardará en convertirse en obra de referencia por la recopilación temática que presenta relativa a los cuerpos de orden y seguridad pública en la España de finales de la Edad Moderna e inicios de la Contemporánea. Su lectura y consulta es apta tanto para el público más especializado como para el aficionado a la historia en general pues, bien estructurada y con un estilo sencillo y directo, acierta al aunar síntesis y análisis en sus planteamientos y tiene como logro fundamental el haber sabido componer un catálogo muy completo, y analizado con profundidad y rigor, de las instituciones y cuerpos de carácter policial que surgieron en la España del siglo XVIII y dos primeros tercios del XIX, culminando en la fundamental creación de la Guardia Civil en 1844 que, como institución que pervive hasta nuestros días, tiene un papel fundamental en el eje argumentativo del libro.

Versión corta: Con la publicación de este libro, Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia Moderna en la Universidad Complutense de Madrid, retoma una de las líneas fundamentales de investigación de su dilatada carrera: el análisis de los cuerpos de seguridad y orden público, tema que es recapitulado y ampliado a través de un estudio cronológico y temático en el que se van desgranando las grandes cuestiones y los actores principales en un amplio periodo de tiempo que, no por casualidad, abarca de 1700 a 1870, es decir, desde los prolegómenos de la guerra de Sucesión española a los estertores del reinado de Isabel II e inicios del denominado Gobierno Provisional (1868-1871). En el prólogo, Martínez Ruiz establece la pervivencia de un debate abierto desde las sesiones de las Cortes de Cádiz sobre la naturaleza de las instituciones de seguridad y orden público, debate que ha permanecido latente a lo largo del tiempo hasta nuestros días, en un desarrollo en el que han primado cuestiones de cariz político por encima de los criterios de profesionalidad y eficacia, como concluye y colige el autor en el epílogo. Las ochocientas páginas de su obra están centradas, en consecuencia, en el análisis de la aparición, rasgos definitorios y evolución de dichas instituciones a lo largo del periodo propuesto, una vez establecido el proceso por el cual las diferentes

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instituciones de seguridad y orden público de entidad local o regional evolucionaron hacia una sola institución a nivel nacional. Este proceso tuvo un doble escenario, rural y urbano, ámbitos que desde el final de la guerra de Sucesión se marcaron como contrapuestos, pues mientras que en el primero Felipe V hubo de recurrir al ejército para controlar los espacios sublevados, en el segundo se establecieron fuerzas policiales no militarizadas, lo que derivará en la aparición de un cuestionamiento político sobre la naturaleza de estas instituciones que subyace en la controversia entre militarismo y civilismo ya presente en la España del siglo XIX y todavía vigente en los inicios del siglo XXI.

El capítulo I se centra en el análisis del papel de los militares en la implantación de un nuevo orden en las zonas austracistas tras los decretos de Nueva Planta, en un gran esfuerzo institucional que la propia Corona impulsó para atajar el auge del delito y la conflictividad social en los años posteriores a la llegada al trono de Felipe V. El estudio del entorno urbano como generador de nuevos problemas de seguridad, ante los cuales se interpolan soluciones tradicionales como la reforma policial de 1768 o la «Ley de Asonadas» y otras más novedosas como la Superintendencia General de Policía y la Comisión Reservada, ocupan las páginas del capítulo II. En el siguiente se analizan algunos de los proyectos que autores diversos pero siempre de un cierto nivel cultural, dado que sabían leer y escribir, enviaron a la Corte en su intento de aportar una solución a los problemas de orden público, y donde se indagan planes como el del Cuerpo de Cadetes Nobles y el de una Maréchaussée española. A estas enmiendas civiles se contraponen en el capítulo IV las establecidas desde las instituciones militares a lo largo del Setecientos, muy relevantes y que tendrían su culminación en la Real Instrucción de 1784, en la que los capitanes generales fueron convertidos en autoridades policiales y pasaron a tener cometidos de orden público, dentro de un reinado, el de Carlos III, en el que fue evidente la potenciación de militares en tareas de seguridad nacional. El capítulo V establece los principales ejes de actuación de las fuerzas de seguridad y orden público en el siglo XVIII, entre los que figuran los gitanos por un lado, bandoleros, malhechores y ladrones por otro y, finalmente, los contrabandistas, analizándose en cada caso la problemática que generaron y las respuestas para solventarla que se dieron a lo largo de dicha centuria. Los capítulos VI-IX estudian los cuerpos de seguridad y orden público en el mismo siglo XVIII por áreas o regiones, tomando como punto de partida los Mozos de Escuadra catalanes, por ser modelo paradigmático para todos los demás (cap. VI), y siguiendo por la Corona de Aragón (cap. VII), Andalucía (cap. VIII) y centro peninsular (cap. IX).

En estos tres capítulos se pasa revista en profundidad a las unidades policiales aparecidas en cada zona, atendiendo a sus orígenes, composición y funciones, en un estudio en el que tiene cabida desde la Compañía Fija de Rosas y los Fusileros del Reino de Valencia a la Compañía de Escopeteros de Getares o la Compañía de Fusileros Guardabosques Reales, entre otras varias, hasta completar casi dos decenas de instituciones que tienen cabida en su estudio. Como transición al siglo XIX, el capítulo X analiza el expediente de 1799 de Fernando Gilman, bien conocido por Martínez Ruiz, uno de los grandes proyectos de renovación de los cuerpos de seguridad en el cambio de siglo. Finalmente, los capítulos XI-XVI se adentrarían en el ámbito cronológico del siglo XIX, en el que se parte de los planes establecidos por José I y Fernando VII (cap. XI), para pasar a centrarse en el reinado de Isabel II, verdadero eje de las trescientas últimas páginas del libro, del que, tras estudiarse su situación política, económica y social como generadora de nuevos y tradicionales problemas de seguridad (cap. XII), se aborda todo lo relativo a la creación de la Guardia Civil como cuerpo nacional de carácter militar que aglutina a todos los demás existentes (cap. XIII), a las señas de identidad del nuevo Cuerpo (uniforme, armamento, sueldos, casa cuartel, vida familiar) (cap. XIV), y a sus servicios y funciones, tanto contra los enemigos del orden político como contra los enemigos del orden público, además de los consabidos servicios de beneficencia y utilidad pública y en campaña. El capítulo XVI incluye un sucinto estudio

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sobre la delincuencia en la España isabelina y los principales ejes de actuación de las fuerzas de seguridad y orden público en estas décadas, de forma similar a lo establecido en el capítulo V para el siglo XVIII. Toda la obra cuenta con el enriquecedor apoyo de un amplio aparato crítico de notas a pie de página, tanto bibliográficas como referencias archivísticas, con la inserción de numerosas citas textuales intercaladas en el relato del autor, y con la elaboración de numerosos cuadros cuantitativos en los que se sitúan de forma concisa y práctica los datos que se desean destacar. El resultado es un libro científico de gran calado, que no tardará en convertirse en obra de referencia por la eficaz, sugerente y completa recopilación temática que presenta relativa a los cuerpos de orden y seguridad pública en la España de finales de la Edad Moderna e inicios de la Contemporánea.

Versión traducida: Policemen and Outlaws: The State, Militarism and Security in Bourbon Spain (1700-1870). By publishing this book, Enrique Martínez Ruiz, professor of Modern History at the Complutense University of Madrid, has resumed one of the fundamental research lines in his longstanding career: analysis of the security and public order corps, a topic that is summarized and expanded through a chronological and thematic study in which the author sifts through the major issues and principal players in a long timespan ranging—not coincidentally—from 1700 to 1870, i.e. from the early stages of the War of the Spanish Succession to the dying embers of the reign of Queen Isabella II and the beginnings of what was known as the Provisional Government (1868-1871). In the foreword, Enrique Martínez Ruiz establishes the continuity of a debate, originating at the sessions of the Cortes of Cádiz, on the nature of security and public order institutions. This debate has remained latent until the present, and throughout its existence political issues have prevailed over criteria of professionalism and effectiveness, as the author infers and concludes in the afterword. This eight-hundred-page tome focuses, accordingly, on analysing the origin, defining features and evolution of said institutions throughout the period of reference, after establishing the process whereby the different local and regional security and public order institutions evolved towards a single, nationwide institution. This process took place in two settings: rural and urban. After the end of the War of the Spanish Succession, the two became conflicting scenarios; in the former, King Philip V had to resort to the army to control the uprising areas, whereas in the latter, non-military police forces were established, which would give rise to political questioning of the nature of these institutions. This questioning underlies the controversy between militarism and civilianism in 19th century Spain, and which is still prevalent the early 21st century.

Chapter I focuses on analysing the role of the military in establishing a new order in the pro-Austrian areas following the Decrees of Nueva Planta, in a great institutional effort driven by the Crown itself to cut short the rise in crime and social unrest in the years following King Philip V’s accession to the throne. The study of the urban environment as a source of new security problems—addressed using traditional solutions such as the 1768 police reform or the “Riot Act”, and other more novel ones such as the General Police Superintendence and the Reserved Commission—constitutes the body of chapter II. The following chapters analyse some of the drafts sent by different authors—with a certain cultural level, as they could read and write—to the Court, seeking to provide a solution to public order problems, which propose plans such as the Noble Cadets Corps and a Spanish Maréchaussée. In chapter IV, these civilian amendments are compared with those set forth by military institutions throughout the 18th century. These were very important and would culminate in the 1784 Royal Instruction, which turned captains general into police officers and gave them public order duties, during the reign of Charles III, when the military were clearly favoured for national security tasks. Chapter V establishes the principal lines of action of the security and public order forces in the 18th century, which included gipsies on the one hand, bandits, criminals and thieves on the other, and, finally, smugglers. In each case, the author analyses the problems they generated and the responses provided to solve these

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problems throughout said century. Chapters VI to IX study the security and public order forces in the 18th century by areas or regions, taking the Catalan Mozos de Escuadra forces as a starting point, as they were the paradigm for all the others (chapter VI), and then moving on to the Crown of Aragon (chapter VII), Andalusia (chapter VIII) and the central area of the Iberian Peninsula (chapter IX). These four chapters provide an in-depth review of the police units that arose in each area, describing their origins, composition and duties, in a study including such diverse bodies as the Permanent Company of Rosas, the Fusiliers of the Kingdom of Valencia, the Riflemen of Getares and the Company of Royal Forester Fusiliers, among others, with a total of nearly twenty institutions studied. As a transition to the 19th century, chapter X analyses the 1799 dossier by Fernando Gilman, one of the major renovation projects for the security corps at the turn of the century, with which Enrique Martínez Ruiz is very familiar. Lastly, chapters XI to XVI address the 19th century, starting from the plans established by Joseph Bonaparte and by Ferdinand VII (chapter XI), then moving to the reign of Isabella II, the backbone of the book’s last 300 pages. After studying the political, economic and social situation of the period, as the generator of new and traditional security problems (chapter XII), the author describes in detail the creation of the Civil Guard as a nationwide corps that is military in nature and brought together all the other existing corps (chapter XIII), the distinguishing features of the new corps (uniform, weaponry, pay, quarters and family life) (chapter XIV), and its duties and functions, both against the enemies of political order and against the enemies of public order, in addition to their well known charitable, public interest and campaign efforts. Chapter XVI includes a succinct study of crime in Isabelline Spain and the principal lines of action of the security and public order forces in these decades, similarly to what was done in chapter V for the 18th century. The entire work is richly supplemented by a wide-ranging critical apparatus of footnotes (referring to bibliography and to archival documents), by the inclusion of a great many quotations in the author’s narrative, and by the creation of a considerable number of quantitative tables contextualizing the relevant information in a concise and practical manner. The result is a very significant scholarly work, which will soon become a work of reference given its effective, thought-provoking and thorough compilation of the issue of security and public order corps in the late Modern Era and the early Contemporary Era.

23.- E. Martínez Ruiz, M. de P. Pi Corrales y E. Pérez Gimena: Los presidios españoles norteafricanos en el siglo XVIII.

Versión larga: El análisis y la reflexión sobre el dilatado periodo de presencia española en algunos enclaves del norte de África a lo largo de los siglos de la Edad Moderna dista mucho de poder ser considerado uno de los temas prioritarios en la investigación histórica, constante que parece mantenerse con el paso del tiempo. Aunque las últimas décadas, superando y matizando el análisis braudeliano del espacio mediterráneo, han contribuido a la progresiva fijación de los contextos y relaciones entre los diversos actores políticos y religiosos que forman parte del escenario norteafricano, con importantes aportaciones desde universidades y centros de investigación tanto europeos como magrebíes e incluso americanos, lo cierto es que aún son casi incontables las cuestiones que quedan por estudiar o por ampliar y matizar, en especial en lo relativo a la dimensión interna de las plazas anexionadas, en cuanto a su gobierno, guarnición, estructuras económicas, relaciones con el gobierno de la Monarquía, además de las sociedades de frontera que en ellas se generan, con la inmensa variedad de individuos que viven a un lado y otro de ella, y los que la cruzan de forma continuada. Por si esto no fuera suficiente argumento para dar luz a este libro que reseñamos, lo cierto es que, tal y como afirma uno de sus autores, Enrique Martínez Ruiz, catedrático de Historia Moderna en la Universidad Complutense de Madrid, en unas palabras previas que incluye a modo de prólogo, la gran mayoría de los aún escasos estudios de los que disponemos sobre los presidios españoles en el norte de África se han centrado hasta el momento en los siglos XVI y XVII y, dando un salto en el tiempo, en las guerras

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de los siglos XIX y XX. En consecuencia, el siglo XVIII ha quedado solapado entre el período de las conquistas de los españoles y portugueses en el Magreb, que es también el del gran enfrentamiento entre Monarquía e Imperio otomano en el Mediterráneo, por un lado, y las etapas de guerras coloniales y las vicisitudes del Protectorado español en Marruecos, por otro. Aunque, como se afirma también, la bibliografía centrada en la acción hispana en Berbería durante el Setecientos no es menor, según se puede comprobar en el apéndice bibliográfico insertado al final del libro, la causa última que se presenta para la redacción de esta obra radica en la dispersión de dicha bibliografía y la falta de una obra de conjunto que sintetizara, reuniera y ampliara a la luz de nuevas investigaciones archivísticas los conocimientos que hasta ahora se manejaban en relación a la presencia española en el norte de África durante el siglo indicado.

Y ese precisamente ha sido el objetivo que ha marcado la obra de conjunto que presentan estos tres expertos de la historia militar española: el referido Enrique Martínez Ruiz, junto a Magdalena de Pazzis Pi Corrales, profesora titular de la Universidad Complutense de Madrid y autora de un relevante estudio previo sobre las estructuras militares en los presidios españoles durante el siglo XVIII (“Compañías fijas españolas en el norte de África (siglo XVIII)”, Revista de historia moderna. Anales de la Universidad de Alicante, n.º 28, 2010, pp. 69-89), y Enrique Pérez Gimena, autor, entre otros estudios centrados en la historia militar española del siglo XVIII, de una tesis inédita sobre La guerra del francés en la ciudad de Valencia (UCM, 2011). Una breve introducción de apenas cinco páginas es suficiente para exponer con claridad las claves del inicio de la acción en África durante el reinado de los Reyes Católicos, tras la confluencia del final de la guerra granadina y el inicio de la aventura americana, y el consustancial comienzo del dilema para los gobernantes españoles sobre la verdadera valía y utilidad de las plazas que se van anexionando. Esta introducción da paso a siete capítulos principales, de desigual extensión pero cuyos contenidos presentan una adecuada y lógica distribución de los aspectos fundamentales que el libro quiere abordar. Fuera del ámbito cronológico que pretende abarcar la obra, pero fundamental para entender las verdaderas razones de la presencia española en el norte de África, resulta el capítulo I, que recoge una presentación histórica del tema, arrancando desde el siglo XIII, cuando el avance peninsular frente al islam coloca a los diferentes reinos cristianos en la tesitura de ampliar sus conquistas al otro lado del estrecho de Gibraltar. El estudio de las causas del paso a África, los patrones de asentamiento que se eligen, basados en una ocupación costera que solo busca el establecimiento de cabezas de puente y taponar las posibles ofensivas locales, dan paso a una sucinta panorámica de la evolución de estos presidios a lo largo de los siglos XVI y XVII, que se detiene algo más en las épocas de Carlos V y Felipe II y muy brevemente en los reinados de Felipe III y Felipe IV. El panorama histórico que trazan los autores pasa entonces a centrarse en el Setecientos (cap. II), en el que se compendia un acertado bosquejo histórico que va desde lo más general a los espacios particulares, transitando desde las aguas del Mediterráneo central y occidental al norte de África y, dentro de este último, al norte de África español, cuya evolución histórica a lo largo de esta centuria se plasma atendiendo a aspectos principales como la regulación normativa de los presidios, la permanente disyuntiva entre conservación o abandono de estos presidios o las tensas relaciones que los monarcas españoles mantienen con los diferentes sultanes alauíes, proclives a la unificación territorial del reino enajenando las tierras que aún controlan españoles y portugueses, actitud que se combina en determinados momentos con el acercamiento diplomático y la firma de diversos tratados de paz y comercio entre España y Marruecos.

Estos dos capítulos, de carácter más introductorio y estructura diacrónica, se ven continuados por otros cuatro centrados en la estricta evolución cronológica de los presidios norteafricanos españoles durante la centuria propuesta. En primer lugar, se atiende al período intersecular (cap. III), condicionado por la guerra de Sucesión (1701-1715) y por las aspiraciones italianas de Isabel de Farnesio, esposa de Felipe V. Para esta etapa se opta por un estudio por plazas, en el que se analizan de manera

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exhaustiva los cercos de Muley Ismail a Ceuta y Melilla, en su intento de culminar el proceso de unificación territorial y política de Marruecos iniciado tres décadas atrás con la anexión de ambas plazas españolas. Más conciso, el estudio del doble presidio de Orán y Mazalquivir en el período de cambio de siglo atiende a los reiterados asedios argelinos sobre estas plazas (1675, 1678, 1687-1688, 1692), y al ataque del bey de Mazuna desde 1707, que significará tan solo un año después la pérdida de ambos enclaves, que permanecían bajo control español desde inicios del siglo XVI. Avanzando en el tiempo, el capítulo IV se centra en la evolución de estas plazas durante el interregno marroquí o interregno sangriento, que abarca el período abierto tras la muerte de Muley Ismail en 1727 hasta 1750. Tras analizar la crisis desatada en el reino alauí ante el resurgimiento de las fuerzas reprimidas por el fallecido sultán y las luchas fratricidas por el poder, se establecen con detalle los procesos históricos vividos por los presidios españoles durante estas décadas. A diferencia del capítulo anterior, en este sí se atiende a la intrahistoria del Peñón de Vélez de la Gomera durante estas décadas, y además de volverse a incidir sobre Ceuta y Melilla, se dedican casi veinte páginas a la segunda conquista de Orán (1732), en un detallado análisis que logra fijar sus causas, los preparativos de la empresa (incluyendo el bando de Felipe V y la orden de operaciones, titulada “Instrucciones, Órdenes y Señales tocante a la marcha y desembarco”), las claves de la conquista y la reacción tardía del bey Mustafá Al Masrati, componiendo una de las principales aportaciones de la obra que reseñamos.

Si dos capítulos se dedican a la historia de los presidios norteafricanos españoles en la primera mitad del siglo XVIII, otros dos se centran en los años que transcurren hasta el final de dicha centuria. Los sitios impuestos por Sidi Muhammad, sultán marroquí entre 1757 y 1790, sobre Ceuta en 1757 y sobre Melilla en 1774-1775, son piedra de toque fundamental en el capítulo V, aunque en él también tienen cabida el análisis de las plazas de Orán y Mazalquivir durante esta nueva etapa de control español y algunos aspectos destacados de la historia del Peñón de Vélez de la Gomera en este período, incorporándose al estudio general de plazas por primera vez el Peñón de Alhucemas, ocupado en 1673 por el príncipe de Montesarchio. Las últimas páginas de este capítulo se centran en el episodio del fracaso frente a Argel protagonizado por Alejandro O’Reilly en 1775, cuando, tras el desembarco de la infantería española, las tropas quedaron detenidas en la playa por los ataques de los argelinos desde las colinas cercanas, ordenándose la retirada inmediata. Los principales sucesos acaecidos en los presidios españoles del norte de África en los años finales de esta centuria conforman los contenidos básicos del capítulo VI, en el que los sitios de Ceuta desde 1790-1792 hasta final de siglo, y su posterior reconstrucción bajo el gobierno de D. José Vasallo, la situación de Melilla en este período intersecular, el envío a Argel de una nueva y fracasada expedición de conquista –en este caso comandada por Antonio Barceló–, junto con el definitivo abandono de Orán-Mazalquivir en 1792 tras los graves terremotos acaecidos a finales de 1791 ocupan algunas de sus páginas más destacadas.

Un último capítulo, el VII, bajo el título “Vivir y morir en los presidios”, sirve como colofón a esta obra, alejándose de los planteamientos cronológicos mantenidos en el resto del libro y ahondando en las estructuras políticas, administrativas y sociales que presentan estas plazas durante el siglo XVIII, en buena medida herederas de unas formas organizativas anteriores, pero bajo el prisma de la profunda renovación y adaptación que experimentan a tenor de las nuevas fórmulas de gobierno impuestas por la administración borbónica. La vida en los presidios queda desde el principio definida como una existencia marcada por la dureza y la dificultad permanentes, que convierten este destino en ingrato e indeseable para el soldado español. Los autores dividen la población del presidio en tres grupos fundamentales (soldados, desterrados y civiles), cuantificando en alguna medida los habitantes en las diferentes plazas de dominio español a lo largo de la centuria, y se centran especialmente en los presidiarios, colectivo sobre el que ofrecen abundante información a lo largo de todo el libro, como desterrados que cumplen sus sentencias en estas plazas y pueden llegar a incorporarse

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como soldados en sus compañías, intentando ser destinados a Ceuta o a Orán por sus mejores condiciones, dentro de las dificultades generalizadas, frente a otros presidios, como el Peñón de Vélez de la Gomera, considerado como el enclave con peores condiciones de vida, cifradas en sus deficitarias estructuras sanitarias e higiénicas. El estudio del abastecimiento a los presidios se centra en el problema de la falta de agua y en la casi total dependencia de los suministros desde la península, ante la imposibilidad de conseguir el autoabastecimiento de la tropa por el aislamiento al que quedan abocados y por el poco territorio que dominan desde su propia conquista siglos atrás. La vida cotidiana del soldado y las dimensiones religiosas del presidio también son atendidas en este capítulo, en el que se especifica cómo las escaramuzas, el enfrentamiento con los moros y, sobre todo, enfermedades contagiosas como la peste, verdadera epidemia entre las tropas españolas, fueron causa prioritaria de una elevada mortalidad a lo largo de este siglo en estos territorios magrebíes. Unas reflexiones finales a modo de epílogo en las que se concluyen los presidios como microcosmos, mundo singular y aparte poco apetecible para soldados y oficiales, pero cuya evolución y organización es necesario conocer y recordar como parte de la historia de España cierran este libro, no sin antes atender al necesario epígrafe de “Fuentes y bibliografía”, en el que se especifica cómo la documentación militar, recogida en archivos como el de Simancas, Histórico Nacional, General de Ceuta, Central Histórico de Melilla y Militar Intermedio de Melilla, entre otros, ha ido unida a otra al estudio de fuentes eclesiásticas, inquisitoriales y económicas, y se hace una específica relación de casi treinta páginas de todas las obras expresamente citadas a lo largo de todo el libro.

Esta tarea investigadora previa a la elaboración del libro constituye una de sus principales bazas, pues los autores han trascendido la simple recopilación de los datos ya conocidos pero dispersos hasta el momento a la que se refieren en las páginas preliminares, y han realizado un trabajo exhaustivo tanto en bibliotecas como en archivos, sacando a la luz documentación inédita, en especial en las secciones de Secretaría del Despacho de Guerra y Estado del Archivo General de Simancas y de las secciones de Estado y fondo Osuna del Archivo Histórico Nacional. En consecuencia, toda la obra cuenta con el enriquecedor apoyo de un amplio aparato crítico de notas a pie de página, tanto bibliográficas como referencias archivísticas, lo que se ha de contar como una de sus principales aportaciones, por cuanto logra reunir y presentar al lector una amplia y completa relación de las fuentes básicas para proseguir en la investigación de cada uno de los múltiples epígrafes que se presentan y desgranan en relación con el tema principal propuesto. La documentación archivística reunida se vierte en alguna medida en el libro mediante la inserción de numerosas citas textuales intercaladas en el relato de cada capítulo, enriqueciéndolo y haciendo más atractiva su lectura. Falto de algún índice analítico o incluso de una cronología que hubiera ayudado a situar hechos y personajes en tantos espacios como son los que se analizan a lo largo de bastante más de los cien años que propone su título, este libro presenta una revisión ágil y amena del tema que aborda, capaz de interesar a un público mayoritario que, incluso no versado en la proyección norteafricana de España durante los siglos modernos, puede comprender sin dificultad las claves de la presencia española en los presidios norteafricanos durante el siglo XVIII gracias a la adecuada estructura de la obra, a su carácter e intención eminentemente divulgativos, y al estilo sencillo y directo empleado por sus autores.

Versión corta: La gran mayoría de los aún escasos estudios sobre los presidios españoles en el norte de África se han centrado hasta el momento en los siglos XVI y XVII y, dando un salto en el tiempo, en las guerras de los siglos XIX y XX. En consecuencia, el siglo XVIII ha quedado solapado entre épocas con más bagaje historiográfico, a pesar de lo cual la bibliografía centrada en la acción hispana en Berbería durante el Setecientos no es menor. Sin embargo, su dispersión y la falta de una obra de conjunto que sintetizara, reuniera y ampliara a la luz de nuevas investigaciones archivísticas los conocimientos de los que se dispone justifican la

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elaboración de este libro, recientemente editado por el Ministerio de Defensa. Una breve introducción expone las claves del inicio de la acción en África durante el reinado de los Reyes Católicos y el consustancial comienzo del dilema para los gobernantes españoles sobre la verdadera valía y utilidad de las plazas que se van anexionando. Fuera del ámbito cronológico que pretende abarcar la obra, pero fundamental para entender las verdaderas razones de la presencia española en el norte de África, resulta el capítulo I, que recoge una presentación histórica del tema, arrancando desde el siglo XIII, cuando el avance peninsular frente al islam coloca a los diferentes reinos cristianos en la tesitura de ampliar sus conquistas al otro lado del estrecho de Gibraltar. El estudio de las causas del paso a África, los patrones de asentamiento que se eligen, basados en una ocupación costera que solo busca el establecimiento de cabezas de puente y taponar las posibles ofensivas locales, dan paso a una sucinta panorámica de la evolución de estos presidios a lo largo de los siglos XVI y XVII, que se detiene algo más en las épocas de Carlos V y Felipe II y muy brevemente en los de Felipe III y Felipe IV. El panorama histórico que trazan los autores pasa entonces a centrarse en el Setecientos (cap. II), en el que se compendia un acertado bosquejo histórico que transita desde las aguas del Mediterráneo central y occidental al norte de África y, dentro de este último, al norte de África español, cuya evolución histórica a lo largo de esta centuria se plasma atendiendo a aspectos principales como la regulación normativa de los presidios, la permanente disyuntiva entre conservación o abandono de estos presidios o las tensas relaciones que los monarcas españoles mantienen con los diferentes sultanes alauíes, actitud que se combina en determinados momentos con el acercamiento diplomático y la firma de diversos tratados de paz y comercio entre España y Marruecos.

Estos dos capítulos, de carácter más introductorio y estructura diacrónica, son continuados por otros cuatro centrados en la estricta evolución cronológica de los presidios norteafricanos españoles durante la centuria propuesta. En primer lugar, se atiende al período intersecular (cap. III), con un estudio por plazas, en el que se analizan de manera exhaustiva los cercos de Muley Ismail a Ceuta y Melilla. Más conciso, el estudio del doble presidio de Orán y Mazalquivir en el período de cambio de siglo atiende a los reiterados asedios argelinos sobre estas plazas (1675, 1678, 1687-1688, 1692), y al ataque del bey de Mazuna desde 1707, que significará tan solo un año después la pérdida de ambos enclaves. Avanzando en el tiempo, el capítulo IV se centra en la evolución de estas plazas durante el interregno marroquí o interregno sangriento, que abarca el período abierto tras la muerte de Muley Ismail en 1727 hasta 1750 y en el que se atiende a la intrahistoria del Peñón de Vélez de la Gomera durante estas décadas, y además de volverse a incidir sobre Ceuta y Melilla, se dedican casi veinte páginas a la segunda conquista de Orán (1732), en un detallado análisis que logra fijar sus causas, los preparativos de la empresa (incluyendo el bando de Felipe V y la orden de operaciones, titulada “Instrucciones, Órdenes y Señales tocante a la marcha y desembarco”), las claves de la conquista y la reacción tardía del bey Mustafá Al Masrati, componiendo una de las principales aportaciones de la obra que reseñamos. Los sitios impuestos por el sultán Sidi Muhammad sobre Ceuta en 1757 y sobre Melilla en 1774-1775 son piedra de toque fundamental en el capítulo V, aunque en él también tienen cabida el análisis de las plazas de Orán y Mazalquivir y el Peñón de Vélez de la Gomera en este período, incorporándose al estudio general de presidios por primera vez el Peñón de Alhucemas, ocupado en 1673 por el príncipe de Montesarchio, además de atenderse al fracaso frente a Argel de Alejandro O’Reilly en 1775. El tránsito hacia el siglo XIX conforma los contenidos básicos del capítulo VI, en el que los sitios de Ceuta desde 1790-1792 hasta final de siglo, y su posterior reconstrucción bajo el gobierno de D. José Vasallo, la situación de Melilla, el envío a Argel de una nueva y fracasada expedición de conquista –en este caso comandada por Antonio Barceló–, junto con el definitivo abandono de Orán-Mazalquivir en 1792 tras los graves terremotos acaecidos a finales de 1791 ocupan algunas de sus páginas más destacadas. El capítulo VII, bajo el título “Vivir y morir en los presidios”, sirve como colofón a esta obra, ahondando en

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las estructuras políticas, administrativas y sociales que presentan estas plazas durante el siglo XVIII, en buena medida herederas de unas formas organizativas anteriores, pero bajo el prisma de la profunda renovación y adaptación que experimentan a tenor de las nuevas fórmulas de gobierno impuestas por la administración borbónica. Unas reflexiones finales a modo de epílogo en las que se concluyen los presidios como microcosmos, mundo singular y aparte poco apetecible para soldados y oficiales, pero cuya evolución y organización es necesario conocer y recordar como parte de la historia de España cierran este libro, no sin antes atender al necesario epígrafe de “Fuentes y bibliografía”, en el que se especifica cómo la documentación militar, recogida en archivos como el de Simancas, Histórico Nacional, General de Ceuta, Central Histórico de Melilla y Militar Intermedio de Melilla, entre otros, ha ido unida a otra al estudio de fuentes eclesiásticas, inquisitoriales y económicas. Esta tarea investigadora previa a la elaboración del libro constituye una de sus principales bazas, de forma que toda la obra cuenta con el enriquecedor apoyo de un amplio aparato crítico de notas a pie de página, tanto bibliográficas como referencias archivísticas, lo que se ha de contar como una de sus principales aportaciones. La documentación archivística reunida se vierte en alguna medida en el libro mediante la inserción de numerosas citas textuales intercaladas en el relato de cada capítulo, enriqueciéndolo y haciendo más atractiva su lectura, capaz de interesar a un público mayoritario que, incluso no versado en la proyección norteafricana de España durante los siglos modernos, puede comprender sin dificultad las claves de la presencia española en los presidios norteafricanos durante el siglo XVIII gracias a la adecuada estructura de la obra, a su carácter e intención eminentemente divulgativos, y al estilo sencillo y directo empleado por sus autores.

Versión traducida: Spanish Garrisons in North Africa in the 18th Century. The great majority of what are still only a few studies on the Spanish garrisons in North Africa have so far focused on the 16th and 17th centuries, or skipped ahead to wars in the 19th and 20th centuries. Consequently, the 18th century has been flanked in the literature by periods with more historiographic baggage, although there is also considerable research centred on Spanish action in the Barbary during the 1700s. However, its fragmentation and the lack of a comprehensive volume synthesising, collating, and expanding—in light of new archival research—upon the knowledge available more than justifies this book, recently published by the Ministry of Defence. A brief introduction presents the key factors leading to action in Africa during the reign of the Catholic Monarchs, and the consubstantial onset of the dilemma for Spanish rulers regarding the true value and usefulness of the places to be annexed. Although Chapter 1 falls outside of the chronological scope tackled by the work, is it crucial for understanding the true reasoning behind Spain’s presence in North Africa, compiling a historical presentation of the topic beginning in the 13th century, when the peninsular advance against Islam placed the different Christian Kingdoms in a situation from which they could extend their conquests to the other side of the Straits of Gibraltar. The study of the causes of the passage to Africa, along with the patterns of settlement chosen, i.e. coastal occupation that sought to establish bridgeheads and prevent possible local offensives, gives way to a succinct overview of the evolution of these garrisons over the 16th and 17th centuries, which deals with the reigns of Charles V and Phillip II, as well as briefly with Phillip III and Phillip IV. The authors’ historical overview then turns to the 1700s (Chapter 2), with a cogent historical outline traversing the waters of the Central and Western Mediterranean to the north of Africa, including Spanish North Africa. We see the historical evolution over the course of the 18th century reflected in such principal aspects as the legal regulation of these garrisons, the constant dilemma of whether to keep or abandon these garrisons, and the tense relations that Spanish monarchs maintained with the different Alawite sultans—an attitude combined at certain times with a diplomatic approach and the signing of various peace and trade treaties between Spain and Morocco.

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These two chapters, of a more introductory and diachronic nature, are followed by four others that focus on a strictly chronological evolution of the North African Spanish garrisons during the century in question. Firstly, the period in the late 17th century is addressed (Chapter 3), including a geographical study, in which the sieges of Ceuta and Melilla by Moulay Ismail are analysed. More concisely, the study of the dual garrisons of Oran and Mers el-Kebir at the turn of the century addresses the repeated Algerian sieges of these locations (1675, 1678, 1687-1688, and 1692), and the attack of the Bey of Mazuna in 1707, which led a year later to the loss of both enclaves. Moving forward in time, Chapter 4 focuses on the evolution of these garrisons during the Moroccan interregnum, also known as the bloody interregnum, which covers the period from the death of Moulay Ismail in 1727 until 1750. This chapter includes a capsule history of Peñon de Vélez de la Gomera during these decades, and, as well as returning to Ceuta and Melilla, almost 20 pages are dedicated to the second conquest of Oran (1732). The detailed analysis of the event recounts its causes, preparations for the task (including the general order given by Phillip V and the order of operations, entitled “Instructions, Orders and Signals regarding the March and Disembarkation”), key factors in the conquest, and the late reaction of Bey Moustafa Al-Masrati, constituting one of the highlights of this book. The sieges imposed on Ceuta in 1757 by Sultan Sidi Muhammad, as well as on Melilla in 1774-1775, are the main subject of Chapter 5. It also includes an analysis of the strongholds at Oran, Mers el-Kebir and Peñón de Vélez de la Gomera in this period, also incorporating—for the first time into this general study of the garrisons—that of Peñón de Alhucemas, occupied by the Prince of Montesarchio in 1673, as well as analysing the failure of Alejandro O’Reilly at Algiers in 1775. The turn of the 19th century mainly takes up Chapter 6, in which the sieges of Ceuta from 1790-92 until the end of the century are covered, and its later reconstruction under the governance of José Vasallo. The chapter deals with the siege of Melilla, the dispatch of a new and unsuccessful expedition of conquerors—in this case, commanded by Antonio Barceló—along with the definitive abandonment of Oran and Mers el-Kebir in 1792, following severe earthquakes that occurred towards the end of 1791. Chapter 7, entitled “Life and Death in the Garrisons”, serves as the culmination of the work, delving into the political, administrative and social structures of these garrisons in the 18th century. These social structures were, to a large extent, the heirs of previous structures, but revamped and adapted according to the new forms of government laid down by the Bourbon administration.

As an epilogue, we see some final reflections concluding that the garrisons were microcosms: Singular and separate worlds, unappealing for soldiers and officials, but whose evolution and organisation must be known and remembered as part of the history of Spain. The authors also includes the necessary “Sources and Bibliography” section, detailing how military documentation—compiled from archives such as those of Simancas, Spain’s National Historical Archives, the General Archives of Ceuta, the Melilla Historical Centre and the Intermediate Military Archives of Melilla, among others—have been combined with the study of ecclesiastical, inquisitorial, and economic sources. This extensive research prior to the actual writing of the book constitutes one of its greatest strengths, ensuring that the entire work is enriched by a wide-ranging critical apparatus of footnotes, both bibliographical and archival references, which is one of its major contributions. The collected archival documentation is also to some extent present in the book via the insertion of numerous textual citations into the body of each chapter. This serves to enrich the text of the work and to make it more readable—helping it to appeal to a wider audience, even one not well-versed in the Spanish expansion into North Africa during recent centuries, enabling them to easily understand the key factors in the Spanish presence at the North African garrisons during the 18th century, thanks to the work’s structure, its eminently educational character and intent, and to the simple, direct style employed by its authors.

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24.- Jerónimo F. Naranjo García: Los suboficiales del Ejército de Tierra. La memoria de los olvidados, 1931-1999.

Versión larga: Nos encontramos ante los resultados ampliados de una investigación para una tesis de doctorado presentada en el año 2014 en la UNED, dentro del Instituto General Gutiérrez Mellado, y titulada La Escala Básica de suboficiales. Un nuevo modelo para el ejército de Tierra (1974-1989), bajo la dirección de Fernando Puell de la Villa. El tema de los suboficiales como objeto de estudio en la historia del ejército español no es algo nuevo, ahí están los trabajos sobre los sargentos en los siglos XVI y XVII, si bien es verdad que para la etapa contemporánea no se ha producido en un estudio tan a fondo del tema, salvo los realizados por Emilio Fernández Maldonado, como su Antología de ensayos sobre los suboficiales del Ejército de Tierra (1980-2000), publicada por el Ministerio de Defensa en el año 2000 y otros trabajos que ha recogido el autor del libro que reseñamos. Hay también otros estudios más específicos sobre los sargentos durante la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, como el de Domingo Álvarez Aristu de 1968 sobre el sargento provisional y el de José Antonio de la Iglesia Hernández, Suboficiales españoles en Rusia : brigadas y sargentos en la División Azul, de 2015. El autor de este libro ha subtitulado con acierto La memoria de los olvidados, y ciertamente su labor en la edad contemporánea ha quedado oculta a pesar de su importancia como componentes del escalón de mando intermedio entre oficiales y tropa, con importantes cometidos, acaso porque no es una historia lineal, sino con muchas curvas. Ha habido intentos parecidos al del autor en otros especialistas que, como suboficiales, han querido dejar memoria de su paso en el ejército; ahí está el libro de Pedro Yedra Hernández, titulado Los valores ocultos del Ejército. El suboficial, de 1983. Este militar, en algo más de cien páginas, nos ofrece una visión de su experiencia y la de otros compañeros.

El autor se centra en el período de 1931 hasta 1999 y como fuente principal y que vertebra su libro es la legislación sobre el particular, esto es: Colección Legislativa del Ejército, Boletín Oficial del Estado, Boletín Oficial del Ministerio de la Guerra, Boletín Oficial del Ministerio de la Defensa Nacional, Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional, Diario Oficial del Ejército y el Boletín Oficial del Ministerio de Defensa.

Abarca, por tanto, el período que va desde su creación como Cuerpo durante la Segunda República hasta la ley de 1999 sobre todo el personal de las Fuerzas Armadas, es decir, cuatro momentos culminantes: República, Guerra Civil, Dictadura y Democracia. Efectivamente, en 1931 la Segunda República creó el Cuerpo de Suboficiales, como herederos de la segunda clase de tropa. Una vez finalizada la Guerra Civil, la Dictadura franquista respetó su statu quo y creó, nuevos Cuerpos de Suboficiales, con diferentes misiones, por cuanto los incorporados, con mejor formación dentro del servicio militar obligatorio, podían afrontar nuevos retos. En 1974 se creó la Escala Básica de Suboficiales con el fin de simplificar todos los Cuerpos en una sola Escala, y así ganar en efectividad. Los aspirantes provenían de la sociedad civil, aunque no se suprimió la tradicional promoción interna desde la tropa. Se alargó y perfeccionó la preparación por medio de un centro de enseñanza propio: la Academia General Básica de Suboficiales. De este modo el suboficial tenía una verdadera carrera con los diversos los empleos, con posibilidad de promocionar a oficial a través de una escala ad hoc. Así se mejoró la percepción que se tenía del suboficial como verdadero profesional.

El libro está estructurado en diez capítulos, cuenta con bibliografía, a mi parecer escasa no solo por lo específico del tema, sino porque no se aproxima a los libros recientes sobre violencia y seguridad, y la relación con la Policía y la Guardia Civil. Tiene también importantes y oportunos anexos con tablas y fotografías que hacen más fácil

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seguir el discurso del autor. No cuenta con índice analítico, las siglas se utilizan con tanta frecuencia que resulta muy útil el desglose de las mismas en los apéndices, así como un resumen del proceso histórico en las infografías Paradigma de los suboficiales y Línea del tiempo de los suboficiales.

Los capítulos no tienen título, sino que van en orden numérico según se avanza cronológicamente en el tiempo. El autor no deja nada por tratar en lo referente a las leyes y su aplicación y el libro resulta muy útil para lo que quieran conocer al detalle el proceso histórico de los suboficiales de este período. En general el autor abre líneas de investigación y da pistas para futuras investigaciones. En realidad, a mi modo de ver, el libro cuanto con dos bloques principales, los primeros seis capítulos, que recorren de 1931 a 1939; y el resto de capítulos hasta el décimo, que llega hasta 1999, especialmente el capítulo séptimo, el más largo por cuanto temático (sanidad, farmacia, oficinas, topografía etc.), en el que hace retrocesos para tratar cuerpos cronológicamente, como el de música (1932-1989), y el de los guardias de escolta de los Jefes de Estado (1931-1989).

Con la creación del Cuerpo de Suboficiales (Ley de 4 de diciembre de 1931) y posterior ingreso en él de los sargentos (Ley de 5 de julio de 1934) los reenganches quedaban reducidos a las clases de tropa, que en la última disposición se limitaban al cabo y al soldado. Esto es lo que da pie al autor para desarrollar por extenso la historia legislativa del Cuerpo. Me han llamado la atención algunos aspectos del libro que quisiera resaltar. Como la segunda clase de tropa carecía de corporativismo (sin academia y sin profesión propia) organizaron sus reclamaciones al amparo de la Juntas Militares de 1917 creando sus propias Juntas de Suboficiales, algo que realmente me parece digno de mayor estudio por cuanto gracias a esto lograron mayor reconocimiento con Primo de Rivera y en la República. Creo que el vehículo reivindicador, una vez suprimidas las Juntas de Suboficiales, fueron los Casinos (antiguas Casas del Soldado) creados en 1924 por Bermúdez de Castro y amparados económicamente por Primo de Rivera, cuyo fin era ante todo formativo por medio de conferencias para ganar “cultura general y profesional”, así como para hacer deporte. Entre los conferenciantes estuvieron Primero de Rivera, Ramiro de Maeztu, Conde de Vallellano, José Llanguas, con respaldo incluso de Benlliure. Estos Casinos de Clases fueron alcanzando un gran nivel social importante, con 1.300 socios, hasta que en 1934 se convirtieron en Casinos de Suboficiales. El órgano visible de estos casinos era la revista Vida Militar, que abarca de 1931 a 1936, con 138 números, con el significativo subtitulo de revista técnica profesional para suboficiales, sargentos y asimilados. Es por tanto esta revista una fuente clave de estudio que habría que analizar, toda vez que por fin los suboficiales lograrían para las elecciones de febrero de 1936 el derecho al voto que les estaba vedado. Otro aspecto que me ha llamado la atención es que en 1934 se prohibió la pertenencia de suboficiales a grupos político, que se reiteró en 1935 y 1936, sin embargo podían presentarse a diputados según la Orden del 8 de noviembre de 1933. Nos preguntamos, pues, si es que realmente hubo suboficiales que llegaron a ser diputados y de qué partido eran. En este sentido cabría preguntarse por el papel de los suboficiales tanto en la Unión Militar Español como en la Unión Militar Republicana Antifascista, especialmente su escuela de Valencia. El autor afirma que ambos bandos durante la Guerra Civil tuvieron concepciones militares diferentes, con trágicas consecuencias para la República al suprimir en febrero de 1937 el escalón intermedio de los suboficiales, de modo que los sargentos pasaron a clase de tropa junto con los cabos y soldados; mientras que el Ejército Nacional integró a los suboficiales que desde 1931 con las Leyes de Azaña se veían postergados. El autor afirma que estas decisiones limitaron el Ejército Popular y al final le pasaron factura; mientras que el

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Ejército Nacional creó una base sólida de oficiales con esos suboficiales que mandarían unidades de vanguardia, aunque estos provisionales terminaron siendo una problema una vez acaba la guerra. La pregunta resulta forzosa, ¿qué pasó con los suboficiales del Ejército Popular tras la derrota? El autor dice que no volvieron al ejército (exiliados, fusilados, represaliados, encarcelados), y que incluso entre los vencedores hubo una depuración realizada por Varela.

El autor no ha querido abordar el campo prosopográfico de los suboficiales y su aportación a la sociedad civil y militar. Es verdad que ya en 1976 el coronel Carlos Pérez Lucas publicó en el Servicio Histórico Militar la Galería Militar de la Medalla Militar para suboficiales en período de 1934 a 1958, pero no trata los suboficiales de la República y se centra en los hechos de guerra. Por su parte, Miguel Parrilla Nieto ha tratado de llenar en algo esta laguna con 25 biografías de suboficiales de 1936 a 1943, usando las hojas de servicio, expedientes de juicio contradictorio de la Orden de San Fernando y las propuestas de Medalla Militar Individual. Con este libro podemos alcanzar un mejor conocimiento de la historia del suboficial, pero dado que no aparecen por extenso su aportación cultural y biográfica, le falta rellenar esta historia con la vida global y encarnada en la sociedad en la que vivían para comprender mejor sus afanes, fracasos y logros. En todo caso, es un libro necesario, muy bien trabajado, útil, que será referencia obligada de futuras investigaciones sobre este personal. El siguiente paso es seleccionar un ramillete de suboficiales de estos 70 años que brillaron por su aportación no solo militar, sino cultural, política y social.

Versión corta: Nos encontramos ante los resultados ampliados de una investigación para una tesis de doctorado presentada en el año 2014 en la UNED, dentro del Instituto General Gutiérrez Mellado, y titulada La Escala Básica de suboficiales. Un nuevo modelo para el ejército de Tierra (1974-1989), bajo la dirección de Fernando Puell de la Villa. El tema de los suboficiales como objeto de estudio en la historia del ejército español no es algo nuevo, ahí están los trabajos sobre los sargentos en los siglos XVI y XVII, si bien es verdad que para la etapa contemporánea no se ha producido en un estudio tan a fondo del tema, salvo los realizados por Emilio Fernández Maldonado, como su Antología de ensayos sobre los suboficiales del Ejército de Tierra (1980-2000), publicada por el Ministerio de Defensa en el año 2000 y otros trabajos que ha recogido el autor del libro que reseñamos. Hay también otros estudios más específicos sobre los sargentos durante la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial, como el de Domingo Álvarez Aristu de 1968 sobre el sargento provisional y el de José Antonio de la Iglesia Hernández, Suboficiales españoles en Rusia : brigadas y sargentos en la División Azul, de 2015. El autor de este libro ha subtitulado con acierto La memoria de los olvidados, y ciertamente su labor en la edad contemporánea ha quedado oculta a pesar de su importancia como componentes del escalón de mando intermedio entre oficiales y tropa, con importantes cometidos, acaso porque no es una historia lineal, sino con muchas curvas. Ha habido intentos parecidos al del autor en otros especialistas que, como suboficiales, han querido dejar memoria de su paso en el ejército; ahí está el libro de Pedro Yedra Hernández, titulado Los valores ocultos del Ejército. El suboficial, de 1983. Este militar, en algo más de cien páginas, nos ofrece una visión de su experiencia y la de otros compañeros.

El autor se centra en el período de 1931 hasta 1999 y como fuente principal y que vertebra su libro es la legislación sobre el particular, esto es: Colección Legislativa del Ejército, Boletín Oficial del Estado, Boletín Oficial del Ministerio de la Guerra, Boletín Oficial del Ministerio de la Defensa Nacional, Boletín Oficial de la Junta de Defensa Nacional, Diario Oficial del Ejército y el Boletín Oficial del Ministerio de Defensa.

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Abarca, por tanto, el período que va desde su creación como Cuerpo durante la Segunda República hasta la ley de 1999 sobre todo el personal de las Fuerzas Armadas, es decir, cuatro momentos culminantes: República, Guerra Civil, Dictadura y Democracia. Efectivamente, en 1931 la Segunda República creó el Cuerpo de Suboficiales, como herederos de la segunda clase de tropa. Una vez finalizada la Guerra Civil, la Dictadura franquista respetó su statu quo y creó, nuevos Cuerpos de Suboficiales, con diferentes misiones, por cuanto los incorporados, con mejor formación dentro del servicio militar obligatorio, podían afrontar nuevos retos. En 1974 se creó la Escala Básica de Suboficiales con el fin de simplificar todos los Cuerpos en una sola Escala, y así ganar en efectividad. Los aspirantes provenían de la sociedad civil, aunque no se suprimió la tradicional promoción interna desde la tropa. Se alargó y perfeccionó la preparación por medio de un centro de enseñanza propio: la Academia General Básica de Suboficiales. De este modo el suboficial tenía una verdadera carrera con los diversos los empleos, con posibilidad de promocionar a oficial a través de una escala ad hoc. Así se mejoró la percepción que se tenía del suboficial como verdadero profesional.

El libro está estructurado en diez capítulos, cuenta con bibliografía, a mi parecer escasa no solo por lo específico del tema, sino porque no se aproxima a los libros recientes sobre violencia y seguridad, y la relación con la Policía y la Guardia Civil. Tiene también importantes y oportunos anexos con tablas y fotografías que hacen más fácil seguir el discurso del autor. No cuenta con índice analítico, las siglas se utilizan con tanta frecuencia que resulta muy útil el desglose de las mismas en los apéndices, así como un resumen del proceso histórico en las infografías Paradigma de los suboficiales y Línea del tiempo de los suboficiales.

Versión traducida: The Army’s Non-commissioned Officers: Remembering the Forgotten, 1931-1999. What we are looking at here are the extended results of the research for a doctoral thesis by Jerónimo F. Naranjo García entitled La Escala Básica de suboficiales. Un nuevo modelo para el Ejército de Tierra [The Basic Scale of Non-commissioned Officers: A New Model for the Army], directed by Fernando Puell de la Villa and presented in 2014 at the National Distance Education University (UNED), within the General Gutiérrez Mellado Institute. This is not the first instance of NCOs being an object of study in the history of the Spanish Army. It is preceded by the works published on sergeants in the 16th and 17th centuries, although it is true that such in-depth studies on the subject have not been carried out more recently, save for those conducted by Emilio Fernández Maldonado in his Antología de ensayos sobre los suboficiales del Ejército de Tierra (1980-2000) [Anthology of Essays on Army Non-commissioned Officers], published by the Ministry of Defence in 2000, as well as other works compiled by the author of the book we are currently reviewing. There are also other, more specific studies on sergeants during the Spanish Civil War and World War II, such as that of Domingo Álvarez Aristu on Provisional Sergeants, published in 1968, and that of José Antonio de la Iglesia Hernández, Suboficiales españoles en Rusia: brigadas y sargentos en la División Azul [Spanish Non-commissioned Officers in Russia: Brigades and Sergeants in the Blue Division], published in 2015. The author of this book has aptly subtitled it La memoria de los olvidados [Remembering the Forgotten], and certainly the work of NCOs in modern times has been obscured despite their importance as components of the intermediary command structure between officers and lower-ranking personnel, entrusted with important duties—perhaps because theirs is not a linear story, but one with many twists and turns. Attempts similar to the author’s have been made by other specialists, who, as NCOs, have wanted to leave behind a record of their time in the Army; one such book is that of Pedro Yedra Hernández from 1983, entitled Los valores ocultos del Ejército. El suboficial [The Hidden Assets of the Army: The Non-

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commissioned Officer]. This serviceman, in just over 100 pages, offers us a vision of his experience and that of his comrades.

Naranjo García focuses on the period from 1931 to 1999, and uses the legislation on the matter published in the following periodicals as a primary source that gives the book its core structure: the Army’s Legislative Collection, the Official State Gazette, the Official Gazette of the Ministry of War, the Official Gazette of the Ministry of National Defence, the Official Gazette of the National Defence Board, the Official Journal of the Army, and the Official Gazette of the Ministry of Defence.

The work, therefore, spans the period from their creation as a corps during the Second Republic up to the Act of 1999 regarding all Armed Forces personnel, thus encompassing four key periods: the Republic, the Spanish Civil War, the Franco Dictatorship, and Democracy. Indeed, the NCO Corps was created by the Second Republic in 1931 as the successors to the second class of the rank and file. After the Civil War, the Franco regime respected their existing status and created new NCO Corps with different missions, given that by then their members, with better training acquired through compulsory military service, were equipped to tackle new challenges. The Base Scale for NCOs was created in 1974 to integrate all the corps into a single scale, thereby simplifying the system and making it more efficient. Applicants originated from civil society, although traditional internal promotion from among the rank and file was not abolished. Training was extended and enhanced by means of a specific training centre: the General Basic Academy for NCOs. In this way, NCOs were offered a genuine career path with a range of occupations, as well as the possibility of promotion to the rank of officer through an ad hoc scale. This improved the perception of NCOs as true professionals.

The book is structured into 10 chapters, in addition to a bibliography, which in my opinion is rather limited, not only due to the specificity of the subject matter, but also because it does not touch on recent works on violence and security, or the relationship with the Police and the Civil Guard. The book also includes crucial and pertinent appendices with tables and photographs that make the author’s narrative easier to follow. The book has no index, and acronyms are used so frequently that the breakdown included in the appendices proves very useful, as does the summary of the historical process presented in the infographics NCO Paradigm and NCO Timeline.

25.- Ortiz Sotelo, Jorge: La Real Armada en el Pacífico Sur. El Apostadero Naval del Callao, 1746-1824.

Versión larga: Jorge Ortiz Sotelo es un capitán de fragata retirado, licenciado en Historia por la Universidad Católica de Perú y doctor en Historia por la Universidad de Saint Andrews de Escocia, especializado en Historia Marítima tras sus estudios en la Universidad en Londres, y ha sido profesor tanto en Perú como en la Academia Naval de Estados Unidos. Es secretario general de la Asociación de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, y miembro del comité científico de Oceánides, un ambicioso proyecto de enciclopedia marítima francés. Es un autor prolífico, cabría resaltar trabajos previos como Perú y Gran Bretaña: política y economía (1809-1839), a través de los informes navales británicos (2005). Este libro es el resultado de una larguísima investigación que comenzó en 1991 y que sirvió para su tesis doctoral. El autor ofrece una visión completa de la misión de la Real Armada del Pacífico Sur desde su base en el Callao entre 1746 y 1824, periodo que elige porque va desde el fatídico terremoto del 28 de octubre hasta que España pierde el control del Callao, tema muy bien estudiado por Pablo Emilio Pérez-Mallaína Bueno en 2001 (Retrato de una ciudad en crisis: la sociedad limeña ante el movimiento sísmico de 1746), el cual por otro lado también había estudiado el devenir

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de esta armada en 1987 junto con Bibiano Torres Ramírez (La Armada del Mar del Sur). Está todavía presente entre los especialistas la gran exposición de finales de 2014 sobre el último viaje de la fragata Mercedes, bajo el lema “Un tesoro cultural recuperado”, por cuanto la fragata hundida en 1804 fue recuperada el 2012. En el catálogo de la exposición aportaba entonces un artículo el autor del libro que ahora se reseña. Hay que decir que aunque la introducción está firmada en diciembre de 2012, el libro se publicó abril de 2015, por lo que quizá por eso no aparece en la bibliografía aportaciones posteriores a 2012.

El libro está estructura en nueve capítulos bastante desiguales en extensión, cuenta con una breve introducción, conclusiones, cuatro anexos muy útiles, un glosario breve, fuentes y bibliografía, y tres índices de naves, nombres y lugares que podía haberse unido como un único índice analítico para ahorrar búsquedas al lector. Cuentas asimismo con una breve introducción de Gonzalo Rodríguez González-Aller, director entonces del Museo Naval de Madrid.

Tras 1746 el Callao se convirtió en apostadero naval con la misión de defender un enorme espacio (7.000 km) que iba del Cabo de Hornos hasta Panamá. Había otras bases con las que tenía relación, la de La Habana, la de Montevideo, y la de San Blas de Nayarit, que también merecerían un estudio más profundo. Desde su fundación no solo tuvo que hacer frente al típico problema del control marítimo y lucha del contrabando, o de exploración, sino sobre todo encarar los grandes retos por causa de las continuas guerras contra Inglaterra y Francia, y después ante la Gran Rebelión Andina de 1780 y luego a partir de 1810 contra los independistas que deseaban sobre todo liberarse de la excesiva fiscalización a la que se veían sometidos hasta que lo consiguieron en 1824. Por tanto, analiza unos ochenta años de historia naval en Perú. Un aspecto muy importante de la Armada fue la misión de asegurar las comunicaciones con España, pero tras la derrota de Trafalgar se perdió el control y precipitó en cierta medida la crisis de Armada hasta el punto que las fuerzas insurgentes terminaron por controlarla bien por la fuerza bien por deslealtades.

El primer capítulo Organización, logística y administración es una visión muy general sobre la organización y funcionamiento administrativo y económico de la base, pero desde un punto de vista más informativo que analítico de los retos financieros y relación de fuerzas entre los diversos actores sociales, religiosos, políticos y militares. El segundo capítulo Los años iniciales (1746-1768), donde analiza la implicación de la escasa Armada con la Guerra de Sucesión Austriaca y la Guerra de los Siete Años. El hecho de que los buques eran portadores de inmensos caudales merece un análisis económico, toda vez que en realidad los controladores de la Armada seguían siendo sobre todo los virreyes. El capítulo tercero Tensiones en el Pacífico (1768-1776) se centra sobre todo en la tensión con franceses, rusos y británicos, lo que llevó a una reorganización naval con bases interconectadas, tres en el continente (Callao, Montevideo y San Blas de Nayarit) y otra en Cuba (La Habana). Es interesante que en 1767 el navío Peruano fue quien llevó a los jesuitas expulsos hacia España. No llevaban caudales de dinero, sino sabiduría y experiencia. El capítulo cuarto La escuadra de Vacaro (1777-1786) analiza básicamente el eco de la guerra contra Gran Bretaña (1779 a 1783), cuando el brigadier Antonio Vacaro llegó al Callao en 1778 como comandante de los bajeles de la Armada del Mar del Sur, debía atacar el comercio británico. Tuvo que enfrentarse a enormes problemas económicos y tensiones de autoridad con los tres virreyes con los que trató hasta que volvió a España. Pero volvería a Perú en 1816 de nuevo como comandante del apostadero del Callao para crear de la nada una armada con buques mercantes. El capítulo quinto Una década de paz (1786-1796) trata especialmente de cómo el apostadero se encargó de evitar el contrabando y de frenar el avance de las ideas revolucionarias, así que el virreinato decidió construir dos bergantines con funciones de guardacostas para apoyar las naves que España destinaba. Es en este proceso cuando llegan las expediciones de Malaspina-Bustamante. En su línea de ir más a los datos que al análisis, hubiera venido muy bien incluir los aportes de Juan Pimentel (Viajeros científicos: Jorge Juan, Mutis y Malaspina,

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2008). Indudablemente el nombramiento del virrey Francisco Gil de Taboada, Teniente General de Marina, incentivó mucho la Armada, uniendo en una sola persona el poder de decisión y ejecución. El capítulo sexto Guerra con Gran Bretaña (1796-1802) se adentra en el conflicto bélico contra los corsarios británicos durante casi seis años, cuyo protagonista principal fue el brigadier Tomás de Ugarte y Liaño, pero su gran problema no fue tanto dirigir la Armada cuanto entenderse con las autoridades virreinales. En el capítulo séptimo Un respiro y el reinicio de la guerra (1802-1808), el autor afirma que durante este período quedó patente la debilidad del esquema defensivo ante una gran amenaza, pero pone como única prueba que una fragata británica se adentró procedente de la India. El capítulo octavo, titulado Las nuevas amenazas (1808-1816), aborda principalmente un doble reto al que se enfrenta la Armada: la escuadra naval británica en Río de Janeiro (1807) y la guerra entre Gran Bretaña y Estados Unidos iniciada en 1812. Más bien habría que pensar que la crisis del Callao se debía a problemas políticos en España, que no envió ninguna ayuda, pero pese a ello, el virrey Abascal conservó para Monarquía ese inmenso territorio con las escasas fuerzas de que disponía, lo cual demuestra el éxito del sistema. El capítulo noveno La pérdida del control del mar (1816-1824) analiza las amenazas de los fuerzas insurgentes hasta que consiguieron arrebatarles el control del Pacífico Sur hasta que se perdió el Callo debido básicamente a la falta de refuerzas de España y a que algunas naves cambiaron de bando.

En la cuanto a las fuentes utilizadas, ciertamente son muy ricas y variadas, el autor ha investigado en archivos y bibliotecas de España, Perú, Chile, Méxito, Gran Bretaña, Estados Unidos y Australia. Faltaría, quizá, un análisis del fondo Documentos de Indias del Archivo Histórico Nacional en Madrid y el de su sede Nobleza, en Toledo, donde encontraría, por ejemplo, los papeles del Teniente General José Fernández. La bibliografía es completa en general para la historiografía peruana, pero faltan estudios básicos sobre historia militar española, como las grandes aportaciones de Juan Manuel Zapatero sobre el Real Felipe (1983), las de Carmen Parrón Salas, (De las reformas borbónicas a la República: el Consulado y el comercio marítimo de Lima, 1778-1821, 1995) y otras investigaciones suyas, así como el trabajo de José Ramón García Martínez (El combate del 2 de mayo de 1866 en El Callao: (resultados y conclusiones tácticas y técnicas, 1999), y los trabajos de Carlos Martínez Shaw, Marina Alfonso y recientemente los de Antony McFarlane. El libro en general es más informativo que analítico, una maraña de datos que impiden un análisis sosegado. Resulta muy enriquecedor, no obstante, toda vez que viene completado por unas 150 páginas de información en anexos, de los que hay que resaltar, por la dificultad que entraña, haber recogidos todos los buques, también los extranjeros, en el Pacífico Sur durante el periodo propuesto. Por tanto, nos encontramos ante un libro útil, interesante y oportuno, que ayudará a nuevas investigaciones y análisis. El siguiente reto sería determinar la vinculación de la Armada con las élites locales, análisis de la mucha presencia irlandesa en la Armada, y sobre todo un análisis económico, responder a la pregunta básica de cuánto costó y si valió la pena, o si ese precio sirvió para algo más, dados los estudios sobre Fiscal Military State; esto es, si el dinero se quedó no para la Monarquía, sino para crear la nuevas Repúblicas.

Versión corta: Jorge Ortiz Sotelo es un capitán de fragata retirado, licenciado

en Historia por la Universidad Católica de Perú y doctor en Historia por la Universidad de Saint Andrews de Escocia, especializado en Historia Marítima tras sus estudios en la Universidad en Londres, y ha sido profesor tanto en Perú como en la Academia Naval de Estados Unidos. Es secretario general de la Asociación de Historia Marítima y Naval Iberoamericana, y miembro del comité científico de Oceánides, un ambicioso proyecto de enciclopedia marítima francés. Es un autor prolífico, cabría resaltar trabajos previos como Perú y Gran Bretaña: política y economía (1809-1839), a través de los informes navales británicos (2005). Este libro es el resultado de una larguísima investigación que comenzó en 1991 y que sirvió para su tesis doctoral. El autor ofrece una visión completa

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de la misión de la Real Armada del Pacífico Sur desde su base en el Callao entre 1746 y 1824, periodo que elige porque va desde el fatídico terremoto del 28 de octubre hasta que España pierde el control del Callao, tema muy bien estudiado por Pablo Emilio Pérez-Mallaína Bueno en 2001 (Retrato de una ciudad en crisis: la sociedad limeña ante el movimiento sísmico de 1746), el cual por otro lado también había estudiado el devenir de esta armada en 1987 junto con Bibiano Torres Ramírez (La Armada del Mar del Sur). Está todavía presente entre los especialistas la gran exposición de finales de 2014 sobre el último viaje de la fragata Mercedes, bajo el lema “Un tesoro cultural recuperado”, por cuanto la fragata hundida en 1804 fue recuperada el 2012. En el catálogo de la exposición aportaba entonces un artículo el autor del libro que ahora se reseña. Hay que decir que aunque la introducción está firmada en diciembre de 2012, el libro se publicó abril de 2015, por lo que quizá por eso no aparece en la bibliografía aportaciones posteriores a 2012. Por tanto, nos encontramos ante un libro útil, interesante y oportuno, que ayudará a nuevas investigaciones y análisis. El siguiente reto sería determinar la vinculación de la Armada con las élites locales, análisis de la mucha presencia irlandesa en la Armada, y sobre todo un análisis económico, responder a la pregunta básica de cuánto costó y si valió la pena, o si ese precio sirvió para algo más, dados los estudios sobre Fiscal Military State; esto es, si el dinero se quedó no para la Monarquía, sino para crear la nuevas Repúblicas.

Versión traducida: Spain’s Royal Navy in the South Pacific: The Callao Naval

Base, 1746-1824. Jorge Ortiz Sotelo is a retired frigate captain, with a degree in History from the Pontifical Catholic University of Peru and a doctorate in the same subject from the University of St Andrews in Scotland, who specialized in Maritime History following his university studies in London and who has lectured in both Peru and the United States Naval Academy. He is Secretary General of the Ibero-American Maritime and Naval History Association and a member of the Scientific Committee for Oceanides, an ambitious French maritime encyclopaedia project. Ortiz Sotelo is a prolific author, with an oeuvre that includes works such as Perú y Gran Bretaña: política y economía (1809-1839), a través de los informes navales británicos [Peru and Great Britain: Policy and Economy (1809-1839), Through British Naval Reports] (2005). This book is the result of extensive research that began in 1991 and formed the basis of his doctoral thesis. The author offers an exhaustive picture of the Spanish Royal Navy’s service in the South Pacific, operating out of the Callao Base, from 1746 to 1824. The period was chosen as it opens with the fateful earthquake of 28 October and closes with Spain losing control of Callao, a matter which was expertly studied in 2001 by Pablo Emilio Pérez-Mallaína Bueno in Retrato de una ciudad en crisis: la sociedad limeña ante el movimiento sísmico de 1746 [Portrait of a City in Crisis: Lima’s Society and the Seismic Event of 1746], who also studied the developments in this navy in 1987 alongside Bibiano Torres Ramírez in La Armada del Mar del Sur [The South Sea Navy]. Specialists are still discussing the major exhibition of late 2014 on the last voyage of the Frigate Mercedes, entitled “A cultural treasure recovered”, as the wreck of the frigate sunk in 1804 was recovered in 2012. The catalogue for the exhibition included an article by the author of the reviewed book. It is important to note that although the introduction is dated December 2012, the book was published in April 2015. Contributions subsequent to 2012 may therefore not appear in the bibliography. It is a useful, interesting and well-timed work that will assist with new research and analysis. The next challenge will be to determine the Spanish Navy’s link with the local elite, analyse the significant Irish contingent in the Navy and above all perform an economic analysis, to answer the fundamental question of how much it cost and whether it was worth it, or whether the cost had other results, given the studies on the Fiscal Military State; in other words, rather than being retained by the Spanish Monarchy, was the money used to create the new republics?.

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26.- Rafael G. Peinado Santaella: Guerra santa, cruzada y yihad en Andalucía y el reino de Granada (siglos XIII-XV).

Versión larga: Este libro de Rafael Peinado Santaella, catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Granada y presidente del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, viene a sumarse a su dilatada trayectoria como especialista en la Granada bajomedieval, en la que, entre otros diversos títulos, conviene destacar sus dos obras más recientes, Los inicios de la resistencia musulmana en el Reino de Granada (1490-1515), (Sevilla, 2011), y Cómo disfrutan los vencedores cuando se reparten el botín: el Reino de Granada tras la conquista castellana (1483-1526), (Granada, 2011), además de su codirección, junto con Manuel Barrios Aguilera, de la Historia del reino de Granada, publicada por la Editorial Universidad de Granada y la Fundación El legado andalusí (2000). Prologada por el también catedrático Manuel García Fernández, esta obra del profesor Peinado que ahora reseñamos reúne un total de seis de sus últimos trabajos, que han ido apareciendo como artículos en diferentes obras colectivas publicadas entre 2000 y 2016, artículos que aparecen bien imbricados entre sí al mantener “en todo momento el hilo conductor de una idéntica estructura conjunta justificada en el análisis de la antigua Andalucía con el emirato nazarí de Granada durante la Baja Edad Media castellana como sujeto preferente” (p. 9), según acierta a prologar el profesor García. Los artículos que ahora se presentan reunidos en esta monografía son resultado parcial de una línea investigadora que el autor inició hace algo más de veinte años cuando, después de haber centrado durante algún tiempo su interés en cuestiones como la repoblación castellana, la aristocracia nazarí y la propiedad de la tierra o los orígenes del problema morisco –estudios que conformaron una dilatada y prestigiosa trayectoria científica– decidió, como él mismo reconoce en su nota introductoria, volcarse en el estudio de “los discursos ideológicos y/o propagandísticos que suscitó la conquista del emirato nazarí” (p. XIII).

Aunque los estudios sobre la ideología y mentalidades de pueblos y sociedades en España a lo largo de los diferentes periodos de su historia conforman una línea historiográfica bien estructurada y con evidentes y destacados resultados desde hace ya varias décadas, al hilo de las propuestas de la escuela francesa de los Annales, lo cierto es que aún hoy en día permanecen silenciados los pensamientos, ideales, creencias y convicciones que enmarcaron algunos hechos históricos. Por lo que respecta a España, el conflicto hispano-musulmán que vertebró toda su historia medieval y que ha sido analizado en profundidad en lo relativo a sus facetas castrenses, políticas, económicas, sociales e incluso culturales, adolece, a juicio de Rafael Peinado, de análisis rigurosos en lo relativo a sus aspectos ideológicos, quizás como consecuencia de la compleja idiosincrasia de los bandos litigantes en el conflicto y de la evolución de su pensamiento y motivaciones a lo largo de los siglos en los que se desarrolló la contienda, o también por las reservas que ha despertado el uso extemporáneo –con evidente intencionalidad política– de algunos de los conceptos que definen parte de la mentalidad presente en el mundo de la guerra medieval peninsular entre cristiandad e islam, como pueden ser los términos de “guerra santa” o “cruzada”.

El libro se estructura en dos grandes bloques temáticos, más un apéndice. El primero de ellos, bajo el título “La frontera de Granada”, incluye dos artículos de reciente publicación (2016 y 2015, respectivamente) y, sin embargo, de contenido relativo a un período histórico más alejado de los años finales de la guerra de Granada. En el primero de ellos, “Frontera, guerra santa y cruzada en la Andalucía medieval” (pp. 3-54), se parte del análisis del uso y evolución del término “frontera” a lo largo del periodo medieval, desde su primera aparición en el testamento de Ramiro I de Aragón, en julio de 1059, cuando aún no era sinónimo de frente militar entre Estados sino de territorio desde el que progresar contra el islam. En este análisis tienen cabida las líneas historiográficas que ha generado el estudio del término y la problemática que presentan (p. 7), con la existencia de dos posturas en la interpretación del hecho fronterizo: una que habla de

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frontera como separación entre sociedades distintas y enfrentadas, y otra que resalta las relaciones pacíficas establecidas a ambos lados del limes, postura esta última “endeble teóricamente” (p. 9), según el profesor Peinado, más proclive a alinearse con la idea de “frontera caliente, guerra fría” (p. 10), es decir, con la existencia de un espacio donde el conflicto está siempre presente a través de operaciones de baja intensidad, con pocos años de guerra abierta pero continuos episodios de cautiverio (“el drama humano más lacerante de la frontera”, p. 14), robo y saqueo. Peinado prosigue su artículo con el estudio de la ideología dentro del espacio fronterizo, en el que tienen cabida tanto los conceptos de cruzada contra el infiel y guerra santa, desde el lado cristiano, como el ideal de yihad dentro del emirato nazarí, cuestión que, aun adoleciendo de escasez de fuentes, es estudiada con rigor y detenimiento, con alusiones, entre otras, a literatos granadinos que componen obras sobre el arte de la guerra (pp. 45-46), o a los epítetos de los emires nazaríes en sus tumbas, en los que se expresa su desánimo y resignación según iban perdiendo territorios frente al avance de la cristiandad (p. 47).

En el segundo de los trabajos del primer bloque, “El pastor de las Navas o la trampa ideológica de una imagen de cruzada” (pp. 55-73), se analiza cómo la interpretación de una fuente, que como tal testimonio histórico puede comportar un evidente contenido ideológico, sobre todo en el caso de las crónicas, a veces lleva al historiador a caer en “trampas” que pueden llegar a falsear la verdad del propio hecho histórico. Para explicar esta cuestión se parte del famoso tema del pastor que –aparentemente– enseñó a las tropas cristianas un paso secreto por el que atravesar el puerto del Muradal en el transcurso de la batalla de las Navas de Tolosa (1212), tema que, según ha estudiado Peinado, se menciona por primera vez en la carta que Alfonso VIII dirigió a Inocencio III poco después de la victoria frente al bando islámico. El autor menciona cronistas e ideólogos contemporáneos, como Juan de Osma o Lucas de Tuy, que recogen este hecho, frente a los escritos de la reina doña Berenguela, Blanca de Castilla o Arnaldo Amalarico, arzobispo de Narbona, en los que no se refiere este episodio, si bien fue la imagen de la existencia del campesino la que finalmente se impuso, de forma que autores destacados de la cronística del siglo XV como Alonso de Palencia se hicieron eco de ella. Tras mostrar su abierta oposición con el criterio de los historiadores que conceden veracidad a la existencia de este pastor (pp. 68-69), Peinado constata que para él se trata realmente de una imagen “fabricada” de manera consciente en la cancillería castellana que, ampliada por los obispos próximos a ella, se difundió con gran éxito en los siglos posteriores, y que ante todo buscaba exaltar el poder regio, como demuestra que a partir de 1180 esta misma cancillería comenzara a divulgar una nueva imagen del monarca como líder de la cristiandad frente al islam (p. 72), en línea con el ideal providencialista de los monarcas castellanos que se quiere transmitir al orbe cristiano.

En el segundo bloque temático, con el genérico título de “La conquista del reino de Granada” se agrupan otros tres de sus trabajos, correspondientes a los años 2000, 2008 y 2005, por tanto, con una cronología anterior a los artículos del primer bloque, que, sin embargo, se centran en la última etapa de la guerra de Granada, entre 1482 y 1492. El primero de ellos, “Christo pelea por sus castellanos. El imaginario cristiano de la guerra de Granada” (pp. 79-156) es realmente el estudio que vertebra todo el libro, no solo por su extensión, casi ochenta páginas, sino también por la riqueza de contenidos que en él se recogen y que de alguna manera aparecen referidos en los demás trabajos. Al ser cronológicamente el primero de los artículos reunidos en este volumen, es en el que el autor dejó constancia de su intención de fijar una nueva línea de investigación en su extensa labor científica, al entender que faltaban por estudiar los aspectos ideológicos de este conflicto intersecular que enfrentó a cristianos y musulmanes en la península Ibérica. Peinado fija como objetivo de este trabajo la realización de un inventario y una sistematización de las fuentes literarias que abordan el imaginario cristiano de la guerra de Granada, para entender mejor cuáles fueron

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realmente sus aportaciones y finalidades (p. 83). Tras definir la corte y sus aledaños como el verdadero epicentro de formación de imágenes que forjaron la ideología de la guerra, tanto a través de cronistas, como de músicos o poetas, el autor pasa revista con gran erudición a las crónicas cancillerescas emanadas del epicentro cortesano, las que mejor conoce y en las que se centra con mayor fruición, para llegar a la conclusión de que el modelo ideológico “cancilleresco” realizó una exitosa simbiosis entre la propaganda religiosa y la política, en la que la empresa conquistadora se presentaba como un combate sacralizado dirigido por Dios. Peinado analiza los diferentes calificativos con los que los cronistas compusieron el ideario cristiano de este conflicto, entre los que tienen cabida los de guerra santa, el ideal de la restauración del linaje y cultura godos arrasados por el islam, el providencialismo y mesianismo, junto a otros conceptos menos trascendentes “fruto del sustrato profano de la mentalidad nobiliaria” (p. 107), como son la honra, seguridad y riqueza.

El segundo estudio de este segundo bloque es un análisis breve pero muy bien documentado de la figura de la reina Isabel como paladín de la cruzada contra el islam en la segunda mitad del siglo XV. “Ferrandi Martia Coniux. Isabel la Católica y la guerra de Granada” (pp. 157-171) recoge la imagen de su formación desde niña en el ejemplo de las mujeres valerosas de la Biblia, como Judith o Esther, y cómo, al llegar al poder, la tradición aristotélica que atribuía al rey el papel de bellator y a la reina el de orator no la excluyó de su presencia en campamentos militares arengando a soldados que iban a entrar en batalla contra los musulmanes, lo que lleva a cronistas como Pomponio Leto o Paolo Pompilio a resaltar la condición viril de Isabel, mulier fortis, sin que ello suponga que la adornen con virtudes militares sino de reina piadosa, caritativa y animosa por sus anhelos de cruzada que encarna por encima de todo el más puro ideal de la guerra santa.

Si los dos trabajos anteriores están centrados en la ideología del mundo cristiano en torno a la guerra de Granada, el último de los que se incluyen en este segundo bloque, “La pérdida del emirato nazarí en las fuentes árabes: el imaginario de la derrota” (pp. 173-195), aparece como complemento sustancial a ellos al bucear en los aspectos ideológicos que definen la actuación del bando islámico a partir de 1419, año que Peinado fija como “comienzo de la larga agonía nazarí”, por la suma de la anarquía política resultado del enfrentamiento entre linajes nobiliarios y la progresiva debilidad económica consecuente. A pesar de la escasez y limitación de las fuentes árabes, el autor consigue sistematizar las pocas existentes, que él bien conoce, para extraer una imagen de división entre los musulmanes que les lleva a perder en el enfrentamiento con los cristianos. Un poder emiral disoluto y dividido se aleja cada vez más de un pueblo que mantiene su ímpetu guerrero, lo que dibuja la existencia de un “demonio” que no es el enemigo en el campo de batalla, sino que está dentro de los propios musulmanes. Ante ello, lo que muestran las fuentes, en especial la Crónica anónima de la conquista de Granada (Libro de noticias del tiempo en que se extinguió la Dinastía de los Nazaríes), –primera y hasta el momento única crónica árabe sobre la cuestión, escrita por un exiliado nazarí en el Magreb– es la dolorosa resignación y aceptación del Destino que precede a la definitiva derrota.

A modo de Apéndice se incluye un brevísimo estudio del profesor Peinado a su transcripción de los “Consejos que dio el fraile Sanzones a la reina Isabel I sobre cómo financiar la guerra de Granada (¿1482)”, en el que señala sus hipótesis sobre su posible autor y destaca los ítems del contenido de este documento procedente del Archivo General de Simancas, Sección Cámara de Castilla, texto en el que, mediante la proposición de que la riqueza eclesiástica se use para costear una guerra justa que daría la victoria a la cristiandad y ensalzaría la corona castellana, se recoge el ideario cristiano que subyace en los últimos años de la guerra de Granada y la visión que tiene la Iglesia del mundo islámico. Una exhaustiva recopilación de fuentes y bibliografía actualizada después de la publicación en su día de los artículos que reúne la obra cierran

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un libro brillante e ineluctable, basado en la erudición y el magnífico conocimiento de las fuentes, así como con un extenso aparato crítico en forma de anotaciones. Una obra, en definitiva, que pone el acento en la necesidad de centrar más la atención en los aspectos ideológicos, mentales y culturales que enmarcan el hecho bélico, a pesar de que, como en el caso concreto de la guerra peninsular entre cristiandad e islam, las fuentes en las que basar nuestro análisis procedan mayoritariamente de uno de los dos bandos en conflicto y, dentro de éste, hayan sido generadas por los órganos de poder al servicio de la corte.

Versión corta: El presente libro de Rafael Peinado Santaella, catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Granada, reúne un total de seis de sus últimos trabajos, que han ido apareciendo como artículos independientes en diferentes obras colectivas publicadas entre 2000 y 2016, resultado parcial de una línea investigadora que inició hace algo más de veinte años cuando, después de haber centrado durante algún tiempo su interés en cuestiones como la repoblación castellana, la aristocracia nazarí y la propiedad de la tierra o los orígenes del problema morisco –estudios que conformaron una dilatada y prestigiosa trayectoria científica– decidió, como él mismo reconoce en su nota introductoria, volcarse en el estudio de “los discursos ideológicos y/o propagandísticos que suscitó la conquista del emirato nazarí” (p. XIII).

El primer bloque temático, “La frontera de Granada”, reúne dos artículos de reciente publicación (2016 y 2015, respectivamente) y, sin embargo, de contenido relativo a un período histórico más alejado de los años finales de la guerra de Granada. En el primero de ellos, “Frontera, guerra santa y cruzada en la Andalucía medieval” (pp. 3-54), se parte del análisis del uso y evolución del término “frontera” a lo largo del periodo medieval, con la existencia de dos posturas en la interpretación del hecho fronterizo: una que trata la frontera como separación entre sociedades distintas y enfrentadas, y otra que resalta las relaciones pacíficas establecidas a ambos lados del limes, línea esta última “endeble teóricamente” (p. 9), según el profesor Peinado, más proclive a alinearse con la idea de “frontera caliente, guerra fría” (p. 10), es decir, con la existencia de un espacio donde el conflicto está siempre presente a través de operaciones de baja intensidad, con pocos años de guerra abierta pero continuos episodios de cautiverio, robo y saqueo. Se aborda también el estudio de la ideología dentro del espacio fronterizo, en el que tienen cabida tanto los conceptos de cruzada contra el infiel y guerra santa, desde el lado cristiano, como el ideal de yihad dentro del emirato nazarí, cuestión que, aun adoleciendo de escasez de fuentes, es estudiada con rigor y detenimiento. En “El pastor de las Navas o la trampa ideológica de una imagen de cruzada” (pp. 55-73), se analiza cómo la interpretación de una fuente a veces lleva al historiador a caer en “trampas” que pueden llegar a falsear la verdad del propio hecho histórico. Para explicar esta cuestión se parte del famoso tema del pastor que –aparentemente– enseñó a las tropas cristianas un paso secreto por el que atravesar el puerto del Muradal en el transcurso de la batalla de las Navas de Tolosa (1212). Tras mostrar su abierta oposición a historiadores contemporáneos que conceden veracidad a la existencia de este personaje, (pp. 68-69), constata que para él se trata realmente de una imagen “fabricada” de manera consciente en la cancillería castellana que, ampliada por los obispos próximos a ella, se difundió con gran éxito en los siglos posteriores, y que buscaba sobre todo exaltar el poder regio.

En el segundo bloque temático del libro, con el genérico título de “La conquista del reino de Granada”, se agrupan otros tres de sus trabajos, correspondientes a los años 2000, 2008 y 2005, centrados en la última etapa de la guerra de Granada, entre 1482 y 1492. El primero de ellos, “Christo pelea por sus castellanos. El imaginario cristiano de la guerra de Granada” (pp. 79-156) es realmente el estudio que vertebra todo el libro, no solo por su extensión, casi ochenta páginas, sino también por la riqueza de contenidos que en él se recogen, fijándose como objetivo la realización de un inventario y una sistematización de las fuentes literarias que abordan el imaginario

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cristiano de la guerra de Granada, para entender mejor cuáles fueron realmente sus aportaciones y finalidades (p. 83). Tras definir la corte y sus aledaños como el verdadero epicentro de formación de imágenes que forjaron la ideología de la guerra, tanto a través de cronistas, como de músicos o poetas, el autor pasa revista con gran erudición a las fuentes cortesanas para llegar a la conclusión de que el modelo ideológico “cancilleresco” realizó una exitosa simbiosis entre la propaganda religiosa y la política, en la que la empresa conquistadora se presentaba como un combate sacralizado dirigido por Dios, al tiempo que se analizan los diferentes calificativos con los que los cronistas compusieron el ideario cristiano de este conflicto, entre los que tienen cabida los de guerra santa, el ideal de la restauración del linaje y cultura godos arrasados por el islam, el providencialismo y mesianismo, frente a otros menos trascendentes como la honra, seguridad y riqueza. El segundo estudio, “Ferrandi Martia Coniux. Isabel la Católica y la guerra de Granada” (pp. 157-171), recoge la figura de la reina Isabel como paladín de la cruzada contra el islam en la segunda mitad del siglo XV, mujer cuyo desempeño de la tradición aristotélica que atribuía al rey el papel de bellator y a la reina el de orator no la excluyó de su presencia en campamentos militares arengando a soldados que iban a entrar en batalla contra los musulmanes, lo que lleva a cronistas como Pomponio Leto o Paolo Pompilio a resaltar la condición viril de Isabel, mulier fortis que encarna el más puro ideal de la guerra santa. El último de los trabajos de este segundo bloque, “La pérdida del emirato nazarí en las fuentes árabes: el imaginario de la derrota” (pp. 173-195), bucea en los aspectos ideológicos que definen la actuación del bando islámico como complemento sustancial a lo analizado en los dos trabajos anteriores. A pesar de la escasez de fuentes árabes, el autor consigue sistematizar las pocas existentes, que él bien conoce, para extraer una imagen de división entre los propios emires musulmanes y entre ellos y su pueblo que les llevará finalmente a perder en su largo enfrentamiento con los cristianos.

A modo de Apéndice se incluye el estudio y transcripción de los “Consejos que dio el fraile Sanzones a la reina Isabel I sobre cómo financiar la guerra de Granada (¿1482)”, documento procedente del Archivo General de Simancas, Sección Cámara de Castilla, en el que, mediante la proposición de que la riqueza eclesiástica se use para costear una guerra justa que daría la victoria a la cristiandad y ensalzaría la corona castellana, se recoge el ideario cristiano que subyace en los últimos años de la guerra de Granada y la visión que tiene la Iglesia del mundo islámico. Una exhaustiva recopilación de fuentes y bibliografía actualizada después de la publicación en su día de los artículos que reúne la obra cierran un libro brillante e ineluctable, basado en el magnífico conocimiento de las fuentes y de la historiografía sobre la guerra de Granada, así como con un extenso aparato crítico en forma de anotaciones; un libro que pone el acento en la necesidad de centrar más la atención en los aspectos ideológicos, mentales y culturales que enmarcan el hecho bélico, a pesar de que, como en el caso concreto de la guerra peninsular entre cristiandad e islam, las fuentes en las que basar el análisis procedan mayoritariamente de uno de los dos bandos en conflicto y, dentro de éste, hayan sido generadas por los órganos de poder al servicio de la corte.

27.- Gabriel Pretus: La ayuda humanitaria en la Guerra Civil española (1936-1939).

Versión larga: El autor de este libro es historiador e hizo su tesis doctoral en la Royal Holloway de la Universidad de Londres en el año 2012. El libro es básicamente su tesis doctoral, publicada en inglés en ese año, si bien incluye un largo capítulo sobre el tema de los famosos niños vascos que viene a ser la inclusión de su memoria de licenciatura en la Royal Holloway en el 2003 titulada Commander Troncoso: a Man for all season in the Northern Campagin of the Spanish Civil War 1936-39. La traducción no contiene nuevas aportaciones desde la edición inglesa.

El objetivo del autor en esta importante monografía es el estudio de las agencias humanitarias imparciales e independientes en ambos bandos de la guerra civil, en

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concreto se centra en cinco organismos: la Cruz Roja, el Save the Children Fund, la Save de Children International Union, el Servicio Civil Internacional y la Comisión Internacional para la Ayuda a los Niños Refugiados en España. Nos encontramos ante un tema poco conocido respecto principalmente a la participación de los cuáqueros británicos, porque la de los americanos había sido tratada por Farah Mendlesohn (Quaker relif work in the Spanish Civil War) en el 2002, investigadora a quien nuestro autor corrige en varios puntos. Si bien es más profundo y preciso el libro de Howard E. Kershner de 1950 que todavía sigue vigente. El gran valor del libro es que utiliza fuentes poco conocidas, como los Archivos del Comité de Servicio de los Amigos Americanos (Filadelfia), los Archivos de la Sociedad Religiosa de los Amigos (Cuáqueros, Londres), Archivos del Servicio Civil Internacional (Suiza), y los Archivos de la Union Save the Children (Ginebra). Los demás archivos visitados para este libro ya habían sido trabajados por otros autores, especialmente el referido al de la Cruz Roja en Ginebra (Javier Rubio, Asilo y Canjes durante la guerra civil española: aspectos humanitarios de una contienda fratricida, 1979; y Josep Carles Clement, El árbol de la vida. La Cruz Roja en la guerra civil española, 1989; y del mismo Tiempo de humanidad: la labor sanitaria de la Cruz Roja española, 1854-1997, 2003), toda vez que en el año 2008 se digitalizaron 30.000 documentos referidos a España que se pueden consultar en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, labor que acaba de publicar Alfonso García López (Entre el odio y la venganza. El CICR en la guerra civil española, 2017).

El tema de la ayuda humanitaria durante la guerra civil, conflicto eminentemente político y tremendamente polarizado, tuvo interés desde que en 1947 el doctor Marcel Junod, delegado de la Cruz Roja para España, publicó Le troisème combattant, y en 1950 el ya citado cuáquero Howard E. Kershner, su Quaker Service In Modern War. Spain and France, 1939-1940, (traducido al castellano en el 2011). Pero no había sido objeto de investigación profunda y sistemática hasta que salieron los libros de Pierre Marqués (La Croix Rouge pendant la guerre d´Espagne, 1936-1939. Le Missionnaires de l´Huminitaire, Paris 2000) y de Julio Clavijo (La política sobre la población refugiada durante la Guerra Civil, 1936-1939, Girona 2002), y Antonio Manuel Moral Roncal (Diplomacia, humanitarismo y espionaje en la Guerra Civil española, Madrid 2008), y del ya arriba citado sobre los cuáqueros de Farah Mendlesohn. Por otro lado, están los trabajos sobre el Auxilio Social y el papel de algunas eminentes mujeres (Mercedes Sanz Bachiller, la viuda de Onésimo Redondo), los realizados por Mónica Orduña Prada, Ángela Cenarro Laguna, Laura Sánchez Blanco, Mari Carmen Jiménez Muñoz. Por tanto, este libro viene a llenar el vacío referido sobre todo a las agencias independientes, sin bien decida más espacio a la labor de los cuáqueros americanos. El libro consta de dos prólogos, el de la edición española por el famoso hispanista Paul Presto, y el de la edición inglesa por la que había sido su directora de tesis, la también hispanista Helen Graham, especialista en la guerra civil. El autor estructura la obra en diez capítulos, en los que incluye introducción y conclusiones. Además contiene bibliografía, a mi juicio incompleta, y ocho documentos como apéndice documental. La primera impresión que produce es que nos encontramos ante una investigación concienzuda y seria, y que, dada la dimensión de la tragedia, brillan con luz propia algunos hombres buenos, recordando algo del libro de Octavio Ruiz Manjón sobre los que, en circunstancial tan difíciles, pusieron su conciencia por encima de todo lo demás, prevaleciendo el valor de la vida humana. De entre sus páginas se podría extraer un ramillete de personas merecedoras de su inclusión en los diccionarios de historia de la guerra civil y deberían pasar a la gran historia de la contienda con luz propia. Cómo no citar a Emma Cadbury,

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Pierre Ceresole, Alfred Jacob, Sylvester Jones, Junod, Jershner, Rodolfo Olgiati, Müller, Edith Pye y Howard E. Kershner, y otros más que aparecen en este libro.

El autor hace una breve introducción (5 pp) sobre los organismos de ayuda humanitaria independientes. En el capítulo segundo (7-36) debería formar parte de la introducción, porque trata del desarrollo históricos de agencias que va a tratar a lo largo del texto, esto es: Cuáqueros, Cruz Roja, Servicio Civil Internacional y Save the Children. El capítulo tercero (37-67) analiza cómo llegan las agencias apenas comenzada la sublevación, de julio de 1936 a otoño de 1937. Gracias a la documentación que utiliza sabemos que “la exclusión de la zona rebelde de la acción de ayuda no se debió al rechazo franquista, sino más bien a las impresiones de Jacob y afirmaciones en la misma línea por parte de simpatizantes de izquierda”. Dado que durante los meses de noviembre y diciembre de 1936 se produjo el asesinato de religiosos y religiosas y laicos católicos que atendían el servicio social y sanitario, la República tuvo que improvisar un método nuevo asistencial, toda vez que el presidente de la Cruz Roja Española, el general Burguete “le pusieron de rodillas y le obligaron a firmar su dimisión”. El nuevo presidente de la Cruz Roja fue el abogado Aurelio Romero, que más bien aparece difuminado a lo largo del relato, al igual que la figura del presidente de la zona nacional, el conde de Vallellano.

Los capítulos cuarto (67-86), quinto (87-106) y sexto (107-130) están centrados propiamente en la labor de la agencias, concretamente sobre los cuáqueros británicos (sobre todo las actividades de Alfred Jacob), el Comité Internacional de la Cruz Roja, el Servicio Civil Internacional, el Save the Children International Union y los cuáqueros americanos. Aquí hay que referir el gran esfuerzo que hicieron todos por salvar vidas de los dos bandos, se centra sobre todo en Madrid y Barcelona, y salen a la luz los prisioneros, los enfermos, los niños, el gran problema de la alimentación, sobre todo en la zona republicana por falta de leche para los niños. Hay algunos puntos referidos a cifras que exigirían contrastarlos, así afirma que en noviembre de 1938 había en Cataluña 700.000 refugiados del resto de España, es decir, supuso la llegada de un 25% más de población. También sostiene que en Madrid había en octubre de 1936 unos 8.000 presos y otros 8.000 refugiados en embajadas y legaciones. Interesante es el dato que nos da sobre los 3.000 militares presos en las cárceles de Madrid. Aporta los informes de Georges Henny, delegado de la Cruz Roja en Madrid, que estuvo presente en la capital, donde recoge las listas de 974 prisioneros de la Cárcel Modelo, 175 de la de San Antón, y 150 de la de Las Ventas, de los cuales en un traslado solo llegaron a Alcalá de Henares 11, 120 y 65 de las respetivas cárceles. Solo pudo localizar 196 de 1.275 prisioneros que habían salido. Finalmente Henny dice que fue a las fosas hasta Torrejón de Ardoz e hizo un informe junto con el diplomático Schlayer y Pérez de Quesada para el gobierno noruego. Henny en su informe habla de una cifra no menor a 2.000 los asesinados, ejecuciones que fueron llevadas a cabo por la Guardia de Asalto del Gobierno (Brigada de Investigación García Atadell) y no por incontrolados. El capítulo séptimo (131-162) forman una unidad propia, el mejor estructurado y el único con conclusiones propias; es el episodio de la evacuación de los niños vascos a Inglaterra en mayo de 1937. Desde el punto de vista militar, me parece remarcable el hecho de que Franco propusiera una zona de seguridad entre Bilbao y Santander que finalmente no fue aceptada. El objetivo era que los niños, mujeres y ancianos se quedaran en esa zona a salvo de la que se creía inminente toma de toda la zona norte. Ahora bien, pedía que allí la población podría estar a salvo del peligro, haciendo innecesaria la evacuación al extranjero, “siempre y cuando la Cruz Roja Internacional garantice y las autoridades vascas concuerden, que tal zona no se convierta, como ocurrió con la de Madrid, en un centro de entrenamiento militar y un almacén de

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municiones para todo tipo de actividades bélicas” (145). Se refería a que en el barrio de Salamanca, la zona de seguridad, se habían instalado unidades militares y no quería que volviera a pasar lo mismo. El autor va desgranando las distintas motivaciones a favor y en contra de la zona y de cómo se produjo finalmente la evacuación. Las agencias estaban divididas, unas a favor de la evacuación, otras no, pero lo que más llama la atención es que el presidente Aguirre rechazó la propuesta de la zona segura sin ningún argumento sólido y el autor llega a la conclusión (160) de que este asunto “revele de nuevo la falta de seriedad con que los británicos trataron la propuesta de Franco y de la ICRC de una zona segura”. El autor no duda en afirmar que algunos trabajadores humanitarios estaban polarizados (162) y dice “veremos algo parecido al analizar el final del conflicto en 1939, con algunos trabajadores humanitarios extranjeros que fueron incapaces de adaptarse a la España de Franco y decidieron abandonar la operación cuando más se les necesitaba, dándole prioridad a sus ideas políticas y olvidando a los niños”. Creo que este capítulo hubiera mejorado mucho con las aportaciones que hay sobre el papel de la Santa Sede, en especial del Delegado Apostólico Ildebrando Antoniotii, acudiendo a los fondos del Archivo Secreto Vaticano.

Los capítulos octavo (163-188) y noveno (189-204) también forman una unidad propia e independiente, porque trata más bien del final de la guerra y el gran problema del exilio. En este sentido, fue muy importante la labor la Comisión Internacional para la Ayuda a los Niños Refugiados. Sin embargo, el autor es muy crítico con el movimiento de Ayuda a España, porque una vez perdida la guerra, no quisieron ayudar a España, (182) “la magia había desaparecido. El sentimiento que había inspirado el movimiento Ayuda a España era en muchos casos Ayuda a la España Republicana… regresaron a sus respectivos países, en su mayoría EEUU y el Reino Unido para iniciar una campaña pro-republicana, acusando al gobierno de Franco de no colaborar con la Comisión Internacional…. Esto no es solo falso, sino que perjudicaba seriamente a la ayuda humanitaria”. Es estremecedor el intento de amnistía de Howard E. Kershner, respaldado por Mercedes Sanz Bachiller, cuya propuesta aparece en apéndice documental. Me parece también muy oportuno el relato magnánimo de Negrín para conseguir la amnistía (186) “a cambio de la amnistía a los republicanos, Negrín se ofreció a rendirse y a entregar una gran cantidad de dinero, oro y joyas que el gobierno republicano había depositado en México”. El ser humanitario en la victoria no resultaba políticamente rentable, pero el autor no investiga a fondo las razones del rechazo, incluso el motivo por el que Franco no llegó a recibir a Kershner. Si bien queda como testimonio cómo este quiso que 170.000 refugiados en Francia pudieran volver a España ofreciendo perdón, porque “a lo largo de la historia humana la venganza y el castigo, aun el merecido, no han servido más que para provocar nuevos odios e impedir que se alcanzar la paz y la prosperidad verdaderas”. El capítulo noveno se centra en diversos aspectos finales de la guerra, como el intercambio de prisioneros, el arte, los asilados, y las últimas actividades de las agencias hasta que toma mayor protagonismo en una sola España la Ayuda Social y Beneficencia. La atribución de una operación humanitaria ayudando a recuperar los cuadros del Museo del Prado no queda bien definida. Las conclusiones, que vienen a formar el capítulo décimo (205-214), nos dejan bien claro que la Liga de las Naciones se inhibió en el conflicto.

El libro hubiera mejorado con una introducción historiográfica y heurística, así como con un índice analítico al final y quizá algún mapa. Es una gran aportación, dentro de una línea ya existente de estudios de la labor humanitaria en la guerra civil, que valdría la pena seguir trabajando acudiendo a otros archivos, quizá personales, como el de Vallellano, o militares, como el del Aire, y sobre todo el del Archivo Vaticano, porque el papel de la Iglesia Católica está casi ausente en esta monografía.

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Quizá la conclusión más importante, pero que no llega nada más que a vislumbrar, es que, como en otros distintos campos de la guerra civil, la ayuda humanitaria, especialmente de los cuáqueros (había solo 62) sirvió de lección para ser más eficaces durante la Segunda Guerra Mundial. Un puñado de hombres y mujeres buenos, que como concluye el autor, ayudaron “no por amistad o un vínculo racial o cultura, sino por amor al prójimo”.

Versión corta: El autor de este libro es historiador e hizo su tesis doctoral en la Royal Holloway de la Universidad de Londres en el año 2012. El libro es básicamente su tesis doctoral, publicada en inglés en ese año, si bien incluye un largo capítulo sobre el tema de los famosos niños vascos que viene a ser la inclusión de su memoria de licenciatura en la Royal Holloway en el 2003 titulada Commander Troncoso: a Man for all season in the Northern Campagin of the Spanish Civil War 1936-39. La traducción no contiene nuevas aportaciones desde la edición inglesa.

El objetivo del autor en esta importante monografía es el estudio de las agencias humanitarias imparciales e independientes en ambos bandos de la guerra civil, en concreto se centra en cinco organismos: la Cruz Roja, el Save the Children Fund, la Save de Children International Union, el Servicio Civil Internacional y la Comisión Internacional para la Ayuda a los Niños Refugiados en España. Nos encontramos ante un tema poco conocido respecto principalmente a la participación de los cuáqueros británicos, porque la de los americanos había sido tratada por Farah Mendlesohn (Quaker relif work in the Spanish Civil War) en el 2002, investigadora a quien nuestro autor corrige en varios puntos. Si bien es más profundo y preciso el libro de Howard E. Kershner de 1950 que todavía sigue vigente. El gran valor del libro es que utiliza fuentes poco conocidas, como los Archivos del Comité de Servicio de los Amigos Americanos (Filadelfia), los Archivos de la Sociedad Religiosa de los Amigos (Cuáqueros, Londres), Archivos del Servicio Civil Internacional (Suiza), y los Archivos de la Union Save the Children (Ginebra). Los demás archivos visitados para este libro ya habían sido trabajados por otros autores, especialmente el referido al de la Cruz Roja en Ginebra (Javier Rubio, Asilo y Canjes durante la guerra civil española: aspectos humanitarios de una contienda fratricida, 1979; y Josep Carles Clement, El árbol de la vida. La Cruz Roja en la guerra civil española, 1989; y del mismo Tiempo de humanidad: la labor sanitaria de la Cruz Roja española, 1854-1997, 2003), toda vez que en el año 2008 se digitalizaron 30.000 documentos referidos a España que se pueden consultar en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca, labor que acaba de publicar Alfonso García López (Entre el odio y la venganza. El CICR en la guerra civil española, 2017).

El tema de la ayuda humanitaria durante la guerra civil, conflicto eminentemente político y tremendamente polararizado, tuvo interés desde que en 1947 el doctor Marcel Junod, delegado de la Cruz Roja para España, publicó Le troisème combattant, y en 1950 el ya citado cuáquero Howard E. Kershner, su Quaker Service In Modern War. Spain and France, 1939-1940, (traducido al castellano en el 2011). Pero no había sido objeto de investigación profunda y sistemática hasta que salieron los libros de Pierre Marqués (La Croix Rouge pendant la guerre d´Espagne, 1936-1939. Le Missionnaires de l´Huminitaire, Paris 2000) y de Julio Clavijo (La política sobre la población refugiada durante la Guerra Civil, 1936-1939, Girona 2002), y Antonio Manuel Moral Roncal (Diplomacia, humanitarismo y espionaje en la Guerra Civil española, Madrid 2008), y del ya arriba citado sobre los cuáqueros de Farah Mendlesohn. Por otro lado, están los trabajos sobre el Auxilio Social y el papel de algunas eminentes mujeres (Mercedes Sanz Bachiller, la viuda de Onésimo Redondo), los realizados por Mónica Orduña Prada,

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Ángela Cenarro Laguna, Laura Sánchez Blanco, Mari Carmen Jiménez Muñoz. Por tanto, este libro viene a llenar el vacío referido sobre todo a las agencias independientes, sin bien decida más espacio a la labor de los cuáqueros americanos. El libro consta de dos prólogos, el de la edición española por el famoso hispanista Paul Presto, y el de la edición inglesa por la que había sido su directora de tesis, la también hispanista Helen Graham, especialista en la guerra civil. El autor estructura la obra en diez capítulos, en los que incluye introducción y conclusiones. Además contiene bibliografía, a mi juicio incompleta, y ocho documentos como apéndice documental. La primera impresión que produce es que nos encontramos ante una investigación concienzuda y seria, y que, dada la dimensión de la tragedia, brillan con luz propia algunos hombres buenos, recordando algo del libro de Octavio Ruiz Manjón sobre los que, en circunstancial tan difíciles, pusieron su conciencia por encima de todo lo demás, prevaleciendo el valor de la vida humana. De entre sus páginas se podría extraer un ramillete de personas merecedoras de su inclusión en los diccionarios de historia de la guerra civil y deberían pasar a la gran historia de la contienda con luz propia. Cómo no citar a Emma Cadbury, Pierre Ceresole, Alfred Jacob, Sylvester Jones, Junod, Jershner, Rodolfo Olgiati, Müller, Edith Pye y Howard E. Kershner, y otros más que aparecen en este libro.

El libro hubiera mejorado con una introducción historiográfica y heurística, así como con un índice analítico al final y quizá algún mapa. Es una gran aportación, dentro de una línea ya existente de estudios de la labor humanitaria en la guerra civil, que valdría la pena seguir trabajando acudiendo a otros archivos, quizá personales, como el de Vallellano, o militares, como el del Aire, y sobre todo el del Archivo Vaticano, porque el papel de la Iglesia Católica está casi ausente en esta monografía.

Quizá la conclusión más importante, pero que no llega nada más que a vislumbrar, es que, como en otros distintos campos de la guerra civil, la ayuda humanitaria, especialmente de los cuáqueros (había solo 62) sirvió de lección para ser más eficaces durante la Segunda Guerra Mundial. Un puñado de hombres y mujeres buenos, que como concluye el autor, ayudaron “no por amistad o un vínculo racial o cultura, sino por amor al prójimo”.

Versión traducida: Humanitarian Relief in the Spanish Civil War. The author of this book is a historian who received his PhD from Royal Holloway College (University of London) in 2012. The book is essentially his doctoral thesis, published in English that year, but it also includes a long chapter on the well-known case of the Basque children, which is the Master’s dissertation he completed at Royal Holloway in 2003, entitled Commander Troncoso: A Man for all Seasons in the Northern Campaign of the Spanish Civil War 1936-39. The translation does not contain any new contributions after the original English edition.

In this significant work, the author seeks to study the independent and non-partisan humanitarian agencies on both sides of the Civil War, specifically five organizations: the Red Cross, the Save the Children Fund, the Save the Children International Union, Service Civil International, and the International Commission for the Assistance of Child Refugees in Spain. We are presented with a little-known subject, namely that of the participation of British Quakers, since the role of American Quakers had already been studied in 2002 by Farah Mendlesohn (Quaker Relief Work in the Spanish Civil War)—a researcher whom our author corrects on various points—and in 1950 by Howard E. Kershner, whose book is more in-depth and accurate, and is still relevant today. The great value of Pretus’s work is that it uses relatively unknown sources, such as the American Friends Service Committee Archives (Philadelphia), the Religious Society of Friends Archives (Quakers, London), the Service Civil International Archives

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(Switzerland), and the Save the Children Union Archives (Geneva). The other archives used for this book had already been studied by other authors, especially the Red Cross Archives of Geneva (Javier Rubio, Asilo y canjes durante la guerra civil española: aspectos humanitarios de una contienda fratricida [Asylum and Exchanges during the Spanish Civil War: Humanitarian Aspects of a Fratricidal War], 1979; and Josep Carles Clement, El árbol de la vida. La Cruz Roja en la guerra civil española [The Tree of Life: The Red Cross in the Spanish Civil War], 1989, and Tiempo de humanidad: la labor sanitaria de la Cruz Roja española 1854-1997 [Time of Humanity: The Health Work of the Spanish Red Cross 1854-1997], 2003), because in 2008, 30,000 documents referring to Spain were digitized and can be accessed at the Historical Memory Documentation Centre in Salamanca; they have recently been published by Alfonso García López (Entre el odio y la venganza. El CICR en la guerra civil española [Between Hatred and Revenge: The ICRC in the Spanish Civil War], 2017).

The theme of humanitarian relief during Spain’s Civil War—an eminently political and extremely polarized conflict—has been of interest since 1947, when Dr Marcel Junod, Red Cross delegate to Spain, published Warrior without Weapons, and when the above-mentioned Quaker Howard E. Kershner published Quaker Service in Modern War: Spain and France, 1939-1940, (translated into Spanish in 2011). However, the topic had not been thoroughly and systematically studied until the publication of the books by Pierre Marqués (La Croix Rouge pendant la guerre d’Espagne, 1936-1939. Les Missionnaires de l’Humanitaire [The Red Cross during the Spanish Civil War, 1936-1939: The Humanitarian Missionaries], Paris 2000); by Julio Clavijo (La política sobre la población refugiada durante la Guerra Civil, 1936-1939 [Policy on the Refugee Population during the Civil War, 1936-1939], Girona 2002); by Antonio Manuel Moral Roncal (Diplomacia, humanitarismo y espionaje en la Guerra Civil española [Diplomacy, Humanitarianism and Espionage in the Spanish Civil War], Madrid 2008); and by Farah Mendlesohn (her above-mentioned book on Quakers). Moreover, works have been written about Auxilio Social [Spain’s social assistance institution during and after the Civil War] and about the role of certain eminent women (Mercedes Sanz Bachiller, the widow of Onésimo Redondo), namely by Mónica Orduña Prada, Ángela Cenarro Laguna, Laura Sánchez Blanco and Mari Carmen Jiménez Muñoz. Therefore, this book fills a void, especially as regards independent agencies, although it dedicates more time to the work of the American Quakers. The book has two forewords, one by renowned Hispanist Paul Preston for the Spanish edition, and one by Hispanist Helen Graham, a Spanish Civil War specialist who directed the author’s thesis, for the English edition. The author divides the work into ten chapters, including an introduction and a conclusion. There is also a bibliography—in my opinion, incomplete—and eight documents as an appendix. The first impression given by the work is that it is a thorough and rigorous study, and that despite the magnitude of the tragedy, a few good men shine with a light of their own. This is reminiscent of Octavio Ruiz Manjón’s work, which stated that in such difficult circumstances there were some who placed their conscience above all else, putting human lives first. Pretus’s book mentions a number of people deserving inclusion in Civil War dictionaries, and who should be remembered, in their own right, in the great history of the conflict. Here, we cannot but cite Emma Cadbury, Pierre Ceresole, Alfred Jacob, Sylvester Jones, Junod, Jershner, Rodolfo Olgiati, Müller, Edith Pye and Howard E. Kershner, along with others that also appear in this book.

The book would have been better with a historiographic and heuristic introduction, as well as an analytical index at the end, and perhaps a map or two. It is a magnificent contribution to an existing line of study on humanitarian work in the Civil War, which would be worth studying further in other archives, perhaps personal archives such as the

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Vallellano archives, or military archives such as the Air Force archives, and, above all, the Vatican Archives, because the role of the Roman Catholic Church is virtually absent in this work.

Perhaps the most important conclusion, although it is only hinted at, is that as in other distinct facets of the Civil War, humanitarian relief, especially that provided by the Quakers (of whom there were only 62), served as a lesson on effectiveness that would be applied during World War Two. A handful of good men and women, who, as the author concludes, helped moved not by friendship or any cultural or racial link, but by love for their neighbour.

28.- Rodríguez Hernández, Antonio José, Breve historia de los tercios de Flandes.

Versión larga: A diferencia de lo recogido en el título de la obra que reseñamos a continuación, la historiografía sobre los tercios españoles en la Edad Moderna no es breve, como tampoco lo es el interés por este tema, al que se viene dedicando cierta atención en ámbitos académicos y universitarios en las últimas décadas, tomando como base de partida referentes bibliográficos como los establecidos en su día por R. Quatrefages y G. Parker, renovados con posterioridad en los trabajos de J. Albi de la Cuesta o, más recientemente en los de A. Esteban Estríngana, en el caso más particular de los tercios de Flandes, por citar sólo algunos autores destacados. Dentro de la historia militar de España, cuyo estudio parece resurgir en el mundo académico y científico en general en los últimos años después de una larga etapa de postergación, el análisis de los tercios, sus precedentes, su formación, reclutamiento, modos de actuación y hasta sus emblemas, uniformes, tácticas y técnicas es un tema, podríamos afirmar, tradicional y recurrente, que ha llenado las páginas de trabajos de diversa valía tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Uno de los últimos estudios en este sentido es el que presenta Antonio José Rodríguez Hernández, doctor en Historia Moderna por la Universidad de Valladolid, actualmente profesor en la UNED y destacado especialista en historia militar, autor también de títulos como España, Flandes y la Guerra de Devolución (1667-1668). Guerra, reclutamiento y movilización para el mantenimiento de los Países Bajos españoles (Premio Ejército en Investigación en Humanidades y Ciencias Sociales 2006, editado por el Ministerio de Defensa, 2007), Los tambores de Marte. El reclutamiento en Castilla durante la segunda mitad del siglo XVIII (1648-1700) (Universidad de Valladolid, 2011) y La ciudad y la guarnición de Ceuta (1640-1700). Ejército, fidelidad e integración de una ciudad portuguesa en la Monarquía Hispánica (Instituto de Estudios Ceutíes, 2013). Como el propio autor presenta en su introducción a la obra, los tercios españoles han interesado e interesan a historiadores y políticos, a literatos y cineastas, haciendo de este tema un elemento controvertido en el que han colegido los más divergentes enfoques y visiones a lo largo del tiempo, convirtiéndose de esta manera en una cuestión que aún hoy en día sigue debatiéndose entre el mito, la leyenda y la propia historia (pp. 13-14).

El libro, que ofrece también una versión digital, se inserta dentro de la colección Breve Historia, de la editorial Nowtilus, que intenta acercar al gran público las claves fundamentales de los temas abordados. Dentro de la sección Breve Historia de los Ejércitos, el ejemplar que reseñamos se centra en los tercios de Flandes, tema del que Rodríguez Hernández es uno de los grandes especialistas españoles en la actualidad, como demuestra la calidad de sus publicaciones en este sentido. La obra presenta una acertada estructura, dividida en introducción, siete capítulos y bibliografía. Con un estilo sencillo y directo, con una marcada intención divulgativa que acerque esta temática tanto a especialistas como a aficionados a la historia en general, pero sin dejar por ello a un lado el rigor histórico ni la aportación documental bien reflexionada a la que solo se llega después de una consistente y fecunda trayectoria investigadora, el autor va desgranando los múltiples aspectos y facetas de los tercios de Flandes, a modo de

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síntesis integradora, aunque sin aparato crítico, dadas las características de la colección en la que se integra la obra.

Aunque desde tiempos de Carlos V ya se habían enviado algunas tropas españolas a los Países Bajos con carácter temporal, la creación de los tercios flamencos tuvo como punto de partida el reinado de Felipe II, cuando la sublevación en los Países Bajos obligó al envío de unidades militares estables a este territorio de la Monarquía. Desde esta perspectiva, el autor nos presenta en su introducción (pp. 13-37), a los soldados de los tercios como cuestión que ha suscitado desde antiguo un marcado interés, refrendado por la propia literatura del Siglo de Oro y por la existencia de numerosos testimonios de hombres de la época que formaron parte de estas unidades militares. Sin embargo, este mismo “tradicional” interés hacia este tema lo ha situado a lo largo del tiempo en el punto de mira de usos interesados y partidistas, tanto con argumentos en exceso favorables como críticos, alejándolo de la más estricta objetividad y criterio histórico con el que debe ser analizado. El autor establece cómo la supremacía militar hispana durante el siglo XVI tuvo tres bases complementarias: el desarrollo técnico, el soporte financiero y la atención prestada a los soldados, creando un cuerpo militar profesional bien entrenado y disciplinado. También se consideran las particularidades del modelo de la guerra en Flandes y el empleo del asedio como operación militar más común en dicho teatro de operaciones, dado que se trata de una guerra en la que lo interesa es la toma o recuperación de enclaves como medio para lograr el anhelado avance territorial. Tras este preámbulo, el autor nos introduce en el universo más general de los tercios, atendiendo a criterios de estructura y organización (capítulo 1), en el que, de una forma poco novedosa pero no por ello menos necesaria ni válida, se comienzan fijando los conceptos relativos al origen del término “tercio”, para continuar con el estudio de su composición tanto a nivel cuantitativo, con el análisis del número de efectivos que lo componían, como cualitativo. En este último aspecto, se atiende tanto al estudio de la plana mayor, en el que se pasa revista a cada uno de los oficiales mayores que formaban parte de la misma (maestre de campo, sargento mayor, furrier mayor, capitán de campaña, auditor, tambor mayor, cirujano mayor y capellán), como de las compañías ordinarias (o de picas), de arcabuceros y también al servicio fuera de los tercios, es decir, en los castillos y fortalezas, con el establecimiento de guarniciones fijas. Este primer capítulo (pp. 39-97), el más largo de toda la obra dados los múltiples aspectos de presentación de los tercios a los que se atiende, se completa con sendos cuadros, de elaboración propia y muy útiles, que hubieran requerido de un mayor tamaño de reproducción y de algún estudio específico en el cuerpo de texto, sobre la “Evolución de la plana mayor de los tercios y sus sueldos” (p. 53) y la “Evolución teórica de las compañías de los tercios y sus sueldos” (p. 70).

Los capítulos que vienen a continuación complementan los aspectos más formales del tercio. El armamento empleado por estas unidades se estudia en el capítulo 2 (pp. 99-144), que se inicia con un análisis más general de la evolución desde las armas blancas a las armas de fuego en los albores de la Edad Moderna, para pasar a centrarse después en el uso esencial que los tercios hicieron de arcabuces y mosquetes, armas de las que se hace un estudio completo que atiende a génesis, características, mecanismo de disparo, municiones empleadas, incluso distancias óptimas para el mejor resultado. Los modos de combate y el fundamental y novedoso arte de escuadronar, así como la secundaria presencia de la caballería en escenario flamenco, que queda relegada a arma de apoyo a la infantería, también tienen su espacio en este mismo capítulo, en el que, por el contrario, apenas se atiende a la artillería y a la propia figura del artillero. El soldado, como integrante principal de los tercios de Flandes, es el protagonista del capítulo 3 (pp. 145-183), en el que un sugerente enfoque del tema establece cuáles eran los atractivos de la vida militar que actuaban como motivos prioritarios para el enganche (salarios, socorros, primas, botines, ascenso social, pobreza, razones religiosas...), además de analizar los requisitos del soldado para pasar

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a formar parte del entramado de los tercios de Flandes (edad, cualidades morales, estado civil...) y los rasgos del recluta típico. Este capítulo inserta además un innovador y sugestivo epígrafe sobre los criterios de procedencia de los soldados reclutados (pp. 171-179), criterios que, ya vigentes en la antigua Roma, aún seguían presentes en algunos países europeos durante los siglos modernos, y que incidía en que según la zona de origen, el recluta presentaba diferentes grados de valor y aptitud militar, lo que determinaba los lugares de preferencia para la actividad del capitán reclutador.

Definidos ya estructura, organización, armamento y figura del soldado, el libro entra en los capítulos 4-7 en una parte menos descriptiva y más dinámica, en la que ya se alcanza a ver al soldado de los tercios de Flandes “en movimiento”, en un proceso que le lleva a entrar a formar parte de las filas del ejército, a trasladarse al escenario flamenco por la vía o camino más factible en cada momento, y a mantenerse en él en activo, tomando parte en escaramuzas, choques y batallas, o en la espera intranquila del campamento militar. El capítulo 4 (pp. 185-216) se centra en análisis de las formas de reclutamiento, un tema tradicionalmente esquivado por la historiografía castrense, al que últimamente parece dedicarse mayor atención y al que Rodríguez Hernández, como buen conocedor del mismo, dedica algunas de las mejores páginas de su obra, analizando los diferentes métodos de alistamiento (comisión, asiento), su planificación, el proceso seguido, los métodos de captación, incluso el vestuario y uniformes de los recién alistados. Los siguientes capítulos establecen las etapas del viaje a Flandes por tierra (cap. 5) y por mar (cap. 6). En el capítulo 5 (pp. 217-244), el protagonista no podía ser otro que el corredor militar terrestre por el que se llevaba a cabo el traslado desde 1567, es decir, el Camino Español, que es analizado tanto en lo relativo a la “ruta oficial”, a través de Saboya, como en los caminos alternativos, a través de los valles alpinos (Valtelina y Engardina), y la ruta a través de Alsacia, el Franco Condado y Lorena, opciones que se fueron marcando a tenor de la evolución de las circunstancias políticas y militares imperantes en Europa occidental a lo largo de las primeras décadas del siglo XVII, teniendo en cuenta que en todos los casos se trataba de una ruta de ida y vuelta. En este capítulo se atiende también a las difíciles condiciones de un largo viaje que, dado que se prolongaba durante meses, había de ser llevado a cabo en varias etapas, con varios puntos fijos en la ruta, e igualmente se dedican algunas breves páginas a la diferenciación entre el soldado veterano que se buscaba enviar a Flandes por su mayor experiencia y el bisoño que empieza a ser enviado a este teatro de operaciones de forma mayoritaria a partir de los años 80, cuando el conflicto adquiere un claro matiz de estancamiento y larga duración. El itinerario por mar, cuyo análisis parece más lógico que hubiera precedido al terrestre por ser éste último alternativa al primero cuando el mar del Norte se hace demasiado inestable como para que los soldados españoles sigan llegando a Flandes en barco, es abordado en un capítulo quizás algo breve (pp. 245-270), en el que se establecen los rasgos fundamentales de esta ruta desde comienzos del siglo XVI a finales del siglo XVII, además de analizarse los puertos y barcos empleados y las características de la travesía en función de las distancias abordadas, las dificultades climatológicas y la presencia de flotas enemigas.

Ninguno de estos dos capítulos dedicado al traslado de tropas a Flandes tiene, al menos en la versión del libro impresa, mapas que ilustren el paso de los tercios por los lugares que se indican en el cuerpo de texto, lo cual hubiera contribuido a asentar de una forma más gráfica los datos que oportunamente se desgranan en el relato del autor. En cambio, toda la obra está complementada con ilustraciones diversas (óleos, grabados, láminas, documentos de archivo…), acompañadas de unos muy cuidados y completos pies de foto que, aunque reproducidas en blanco y negro en la edición impresa, motivo por el cual pierden calidad y nitidez, sirven para instruir el propio texto, en el que se integran de forma muy oportuna, y nos sitúan en una edición esmerada y meticulosa. El estudio de la vida cotidiana de los tercios es el argumento del capítulo 7 (pp. 271-302), último del libro, que atiende tanto al soldado en guarnición como en

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campaña, sus difíciles condiciones de vida cifradas en retrasos en las soldadas, alimentación escasa, alojamientos insalubres, la existencia de motines como consecuencia de todo lo anterior, y algunas pinceladas sobre la vida familiar de estos soldados. A través de estas páginas conocemos los grandes periodos de inactividad en los que se sumían las tropas, dedicados al juego casi siempre en el caso de los soldados, y a la literatura castrense en el caso de algunos oficiales más cultos, aprendemos detalles sobre cómo los soldados recibían su salario “en tabla y mano propia” (p. 283), o constatamos la fehaciente realidad de las sociedades mixtas que se crearon dados los múltiples enlaces matrimoniales de solteros con mujeres flamencas. Aunque el libro se cierra sin conclusiones ni epílogo, no deja de recoger en sus últimas páginas una bibliografía sucinta y selecta, en la que se diferencia entre fuentes o libros de la época (siglos XVI y XVII) y libros modernos.

Dejando a un lado las ficciones novelescas o cinematográficas y los ensayos pretendidamente históricos aun sin base documental tan en boga en nuestro tiempo en relación con el tema de los tercios, el libro que nos propone Antonio José Rodríguez Hernández es fruto de un extenso conocimiento histórico, muchas y rigurosas investigaciones archivísticas, y una amplia y consolidada trayectoria científica. Aun tratándose de un tema en absoluto novedoso, el de los tercios y, en concreto, el de los tercios de Flandes, es cuestión de suficiente enjundia y alcance en la historia militar española que merece una síntesis bien estructurada y argumentada como la que se reseña, que atiende a los aspectos más relevantes del tema y se ve obligada a dejar de lado otros muchos que se podrían haber abordado, ante el criterio editorial de una colección basada en los fundamentos de cada título que se presenta. En ella, con un estilo ameno, pero cuidado y preciso a la vez, se entrelazan los conocimientos más tradicionales y las aportaciones más recientes de la comunidad científica en diversos congresos y publicaciones, además de los datos originales recopilados por el propio autor merced a sus amplias pesquisas archivísticas, todos ellos interpretados en adecuada relación con las más actuales corrientes historiográficas.

Versión corta: La historiografía sobre los tercios españoles en la Edad Moderna no es en absoluto breve, como tampoco lo es el interés por este tema ya desde el siglo XIX y de forma especialmente relevante en las últimas décadas. Uno de los últimos estudios en este sentido es el que presenta Antonio José Rodríguez Hernández, doctor en Historia Moderna por la Universidad de Valladolid, actualmente profesor en la UNED y destacado especialista en historia militar, quien en la introducción de su obra indica cómo los tercios españoles han interesado e interesan a historiadores y políticos, a literatos y cineastas, haciendo de este tema un elemento controvertido en el que han colegido los más divergentes enfoques y visiones a lo largo del tiempo, convirtiéndose de esta manera en una cuestión que aún hoy en día sigue debatiéndose entre el mito, la leyenda y la propia historia (pp. 13-14).

El libro, que ofrece también una edición digital, mantiene una acertada estructura, dividida en introducción, siete capítulos y bibliografía. Con un estilo sencillo y directo, con una marcada intención divulgativa que acerque esta temática al gran público, pero sin dejar por ello a un lado el rigor histórico ni la aportación documental bien reflexionada a la que solo se llega después de una marcada y fecunda trayectoria investigadora, Rodríguez Hernández va desgranando los múltiples aspectos y facetas de los tercios de Flandes, a modo de síntesis integradora, aunque sin aparato crítico, dadas las características de la colección en la que se integra la obra. En su introducción, el autor establece cómo la supremacía militar hispana durante el siglo XVI tuvo tres bases complementarias: el desarrollo técnico, el soporte financiero y la atención prestada a los soldados, creando un cuerpo militar profesional bien entrenado y disciplinado. También se consideran las particularidades del modelo de la guerra en Flandes y el empleo del asedio como operación militar más común en dicho teatro de

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operaciones, dado que se trata de una guerra en la que lo interesa es la toma o recuperación de enclaves como medio para lograr el anhelado avance territorial. Tras este preámbulo, el autor nos introduce en el universo más general de los tercios, atendiendo a criterios de estructura y organización (capítulo 1), en el que se comienzan fijando los conceptos relativos al origen del término “tercio”, para continuar con el estudio de su composición tanto a nivel cuantitativo, con el análisis del número de efectivos que lo componían, como cualitativo. En este último aspecto, se atiende tanto al estudio de la plana mayor, en el que se pasa revista a cada uno de los oficiales mayores que formaban parte de la misma (maestre de campo, sargento mayor, furrier mayor, capitán de campaña, auditor, tambor mayor, cirujano mayor y capellán), como de las compañías ordinarias (o de picas), de arcabuceros y de servicio fuera de los tercios. Los siguientes capítulos se centran en el armamento de los tercios (capítulo 2), con el estudio de armas blancas y de fuego, el uso esencial de arcabuces y mosquetes, modos de combate y arte de escuadronar, así como la relevancia de la caballería en escenario flamenco, y en la propia figura del soldado (capítulo 3), en el que un sugerente enfoque del tema establece cuáles eran los atractivos de la vida militar que actuaban como motivos prioritarios para el enganche (salarios, socorros, primas, botines, ascenso social, pobreza, razones religiosas…), además de analizar los requisitos del soldado para pasar a formar parte del entramado de los tercios de Flandes (edad, cualidades morales, estado civil…) y los rasgos del recluta típico.

Definidos ya estructura, organización, armamento y figura del soldado, el libro entra en los capítulos 4-7 en una parte menos descriptiva y más dinámica, en la que ya se alcanza a ver al soldado de los tercios de Flandes “en movimiento”. El capítulo 4 se dedica las formas de reclutamiento (comisión, asiento), su planificación, el proceso seguido, los métodos de captación, incluso el vestuario y uniformes de los recién alistados. Los siguientes capítulos establecen las etapas del viaje a Flandes por tierra (cap. 5) y por mar (cap. 6). El corredor militar terrestre por el que se llevaba a cabo el traslado desde 1567, es decir, el Camino Español, es analizado tanto en lo relativo a la “ruta oficial”, a través de Saboya, como en los caminos alternativos, a través de los valles alpinos (Valtelina y Engardina), y la ruta a través de Alsacia, el Franco Condado y Lorena, opciones que se fueron marcando a tenor de la evolución de las circunstancias políticas y militares imperantes en Europa occidental a lo largo de las primeras décadas del siglo XVII, teniendo en cuenta que en todos los casos se trataba de una ruta de ida y vuelta. El itinerario por mar establece los rasgos fundamentales de esta ruta desde comienzos del siglo XVI a finales del siglo XVII, además de analizarse los puertos y barcos empleados y las características de la travesía en función de las distancias abordadas, las dificultades climatológicas y la presencia de flotas enemigas. Aunque la obra carece de algún mapa que ilustre estas rutas, sí se halla ilustrada con numerosas reproducciones de óleos, grabados, láminas, documentos de archivo…, acompañadas de unos muy cuidados y completos pies de foto que, aunque reproducidas en blanco y negro en la edición impresa, instruyen el propio texto, en el que se integran de forma muy oportuna, y nos sitúan en una edición esmerada y meticulosa. El estudio de la vida cotidiana de los tercios (cap. 7), tanto en guarnición como en campaña, sus difíciles condiciones de vida cifradas en retrasos en las soldadas, alimentación escasa, alojamientos insalubres, la existencia de motines como consecuencia de todo lo anterior y algunas pinceladas sobre la vida familiar de estos soldados, además de una breve referencia bibliográfica, cierran un libro sintético pero completo en términos globales, bien redactado y en el que se entrelazan los conocimientos más tradicionales y las aportaciones más recientes de la comunidad científica en diversos congresos y publicaciones, además de los datos originales recopilados por el propio autor merced a sus amplias pesquisas archivísticas, todos ellos interpretados en adecuada relación con las más actuales corrientes historiográficas.

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Versión traducida: A Short History of the Flanders Tercios. The body of writing on Spanish tercios in the Modern Era is far from concise; there has been great interest in this subject since the 19th century, and especially in the last few decades. One of the most recent studies in this area is that of Antonio José Rodríguez Hernández, Doctor of Modern History (University of Valladolid), lecturer at Spain’s National University for Distance Education and renowned specialist in military history. In the foreword to his book, Rodríguez Hernández notes that Spain’s tercios have attracted the interest of historians, politicians, scholars and filmmakers and continue to do so. As a result, it is an oft-discussed subject, bringing together a wide range of approaches and perspectives over time. What is myth, what is legend and what is actual history thus remains a matter of debate even today (pp. 13-14). This work, which is also available as an e-book, is well-structured and comprises a foreword, seven chapters and a bibliography. The style is straightforward and direct, with a clear intention to make this subject accessible to the general public without sacrificing the rigorous historical study and ability to select suitable documents that is only acquired through a notable and prolific career in research. In the book Rodríguez Hernández sifts through the multiple elements and facets of the Flanders tercios in an inclusive summary—which nonetheless lacks critical apparatus, due to the characteristics of the collection in which the work is included. In the foreword, the author sets out how Spain’s military supremacy in the 16th century was based on three complementary pillars: technological development, financial support and the attention paid to soldiers. The result was a well-trained and disciplined professional military force. The publication also considers the peculiarities of the format of the war in Flanders and the fact that sieges were the most commonly used military operation in this theatre; the interest in the war was in seizing or reclaiming territory as a means of achieving the desired territorial advances. Following this introduction, the author immerses us in the wider world of the tercios and looks at structural and organizational issues (Chapter 1). The concepts relating to the origin of the term “tercio” are first addressed, followed by a study of the tercio’s qualitative makeup, as well as its quantitative structure—analysing troop numbers. With regards to qualitative elements, the author studies the force’s top brass, reviewing each of its senior officers (maestre de campo, sargento mayor, furrier mayor, capitán de campaña, auditor, tambor mayor, cirujano mayor and capellán [field-marshal, sergeant major, quartermaster major, provost marshal, judge martial, drummer major, surgeon major and chaplain]), as well as the ordinary troops (pikemen), arquebusiers and service companies. Chapter 2 focuses on the tercio’s weaponry, including mêlée weapons and fire arms, the key use of arquebuses and muskets, combat techniques and the art of forming squadrons, the importance of the cavalry in the Flemish theatre. Chapter 3 then turns to the figure of the soldier, with a thought-provoking approach to the subject that sets out the appeals of a military life as key factors in promoting enlistment (pay, provisions, bonuses, improved social status, poverty, religious reasons, etc), as well as analysing the requirements for soldiers to form part of the Flanders tercios (age, moral attributes, marital status, etc.) and the characteristics of a typical recruit.

Having described structure, organization, weaponry and soldiers, chapters 4 to 7 of the book form a less descriptive and more dynamic section, which shows the Flanders tercios soldier “in movement”. Chapter 4 addresses means of recruitment (commissioning, contracts), planning, processes, means of attracting troops, and even the clothing and uniforms of new recruits. The ensuing chapters set out the stages of the voyage to Flanders, by land (chapter 5) and by sea (chapter 6). The military corridor used to move troops by land from 1567 onwards, known as the Camino Español, is analysed, looking at both the “official route” that passed through Savoy, as well as the alternative routes through Alpine valleys (Valtellina and Engadin) and through Alsace, Franche-Comté and Lorraine, options which were decided upon in response to the prevailing political and military situation in Western Europe in the first few decades of the 17th century. In all cases, the route was used for travel to and from Flanders. The portion

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on the sea route sets out its key features from the early 16th century to the end of the 17th century, and also analyses the ports and ships used, the distances travelled, the challenges posed by weather conditions and the presence of enemy fleets. Although the work lacks maps illustrating the routes, it is adorned with numerous prints of oil paintings, engravings, plates, archive documents and other items, accompanied by comprehensive and well thought-out captions. Although these items are printed in black and white in the print edition, they add to the text and are effectively placed, resulting in a conscientious and meticulous work. The book finishes with a study of daily life in the tercios (chapter 7), when garrisoned and also in the field, describing their difficult living conditions, as reflected by delays to pay, limited provisions, insalubrious billet and the mutinies caused by all of these factors. A broad outline of the soldiers’ family lives is also provided, as is a short bibliography. In short, this is a well-written condensed work that still manages to be exhaustive as a whole, combining traditional insight with more recent contributions from the scholarly congresses and publications, not to mention information from primary sources compiled by the author through painstaking archival research, all of which is interpreted and contrasted with the latest historiographic tendencies.

29.- Pedro Ruiz Torres (ed.), Volver a pensar el mundo de la Gran Guerra.

Versión larga: La conmemoración del centenario de la Gran Guerra ha tenido gran impacto historiográfico a escala mundial, y España, aun permaneciendo neutral durante la contienda, no ha quedado ajena este empuje de investigaciones y publicaciones, como se puede ver en la compilación realizada por Maximiliano Fuentes Codera y Carolina García Sanz en el Índice Histórico Español 128 (2015) 97-131, y hay que la destacar la obra de Álvaro Lozano, La Gran Guerra (Madrid 2014). Siempre han sido objeto de investigación las acciones bélicas de los contendientes, sobre todo por la desproporción entre medios y consecución de objetivo militares. En esta ocasión el editor de este libro, el profesor Pedro Ruiz Torres, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, ha recogido diez ponencias resultado de un ciclo de conferencias celebras en Valencia entre octubre y diciembre de 2014 que versaban sobre la Gran Guerra. El objetivo en concreto no es tanto de logística o táctica, sino analizar el proceso de elaboración y transmisión de lo vivido de una manera interdisciplinar para repensar la Gran Guerra desde una perspectiva actual. El libro cuenta con una breve introducción del autor, diez contribuciones (en su mayoría de profesores de la Universidad de Valencia) y bibliografía citada en la obra.

El primer capítulo es de Carmen García Monerris, catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, titulado ¿Por qué nos conmueve tanto la Gran Guerra? Asume que hay un nuevo descubrimiento de la Gran Guerra y la historiografía ha sido capaz de pensar de otro modo en ella, conmueve la generación perdida o desarraigada, de cuatro años, cuya experiencia fue el horror. El capítulo segundo es de Joan B. Llinares, catedrático de Filosofía de la Universidad de Valencia, titulado Antropología filosófica y literatura: en torno a las experiencias de los combatientes de la Gran Guerra, y analiza principalmente los paralelismos de dos modelos literarios, el de Céline sobre el Viaje al fin de la noche, y el de Virginia Wolf sobre La señora Dalloway. El capítulo tercero es de Mireia Llorens, doctora en Humanidades (Literatura Comparada) por la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Su trabajo lleva por título Experiencia bélica y transformación literaria: la ficción al servicio de la memoria en el relato autobiográfico de Sigfried Sassoon. Es uno de los resultados de su tesis doctoral presentada en 2005. Sassoon fue oficial de los Royal Welch Fusiliers que recibió la Cruz Militar en 1916, fue escritor pacifista, amigo de Bertrand Russell. Sassoon mezclaba realidad con ficción, a medio camino entre autobiografía y novela. El capítulo cuarto es de Nicolás Sánchez Durá, profesor de Filosofía en la Universidad de Valencia, con una aportación sobre el Combate tecnificado, distorsión de percepción, testimonio y memoria fotográfica en la Gran Guerra.

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Es una rica aportación, enriquecida con dieciséis fotografías sobre un tema verdaderamente interesante. De especial interés es su análisis de los foto-libros, no solo como memorias del conflicto, sino como vehículos de transmisión política. El capítulo quinto es de Juan Miguel Company Ramón, filósofo, profesor de la Universidad de Valencia, que trata De la imagen alegórica a la figuración siniestra. Representaciones de la Gran Guerra en el cine silente. Es una breve aportación, con catorce fotos, que analiza el papel del cine mundo durante la Gran Guerra, se centra sobre todo en J´accusse!, el recurso a la resurrección de los soldados muertos y su vuelta a casa para saber si ha valido la pena su sacrificio. El capítulo sexto es de Sergio Sevilla, catedrático de Historia de la Filosofía de la Universidad de Valencia, titulado Filosofía y belicismo: el “genio” de la guerra. Analiza brevemente la función política de la violencia, los diagnósticos de Max Scheler y Freud, y sostiene la distancia que existe entre la conciencia de los agentes históricos y los efectos duraderos de su actuación. El capítulo séptimo es de Maximiliano Fuentes Codera, doctor en Historia Contemporánea, profesor en la Universidad de Gerona, titulado El impacto de la Gran Guerra en España: una ruptura en la continuidad. El autor ya había tratado de este asunto en su libro España en la Primera Guerra Mundial. Una movilización cultural (Madrid 2014). Analiza la reacción de los intelectuales españoles ante la Gran Guerra. La mayor parte pensó que la contienda ayudaría a España a salir de la decadencia, pero la neutralidad decretada por el conservador Eduardo Dato dividió a los intelectuales. Se mantuvo neutral porque al fin y al cabo no podía hacer otra cosa. Lo más interesante es el debate que se abrió a la política nacional sobre tres opciones: la monarquía parlamentaria, la república o la monarquía militar. Los germanófilos eran las derechas, mientras que las izquierdas optaban por aliadófilas. En el ambiente se iban creando las dos Españas orteguianas, la real y la oficial. En todo caso, el debate sirvió para reflexionar sobre la regeneración y cómo los aliadófilos (Azaña, Ariquistáin, Ortega y Unamuno) cobraron protagonismo político. El capítulo octavo es de Carolina García Sanz, investigadora la de la Universidad de Sevilla, aborda el tema Repensar la neutralidad en la Gran Guerra. Una lectura en clave europea. La cuestión de los países neutrales ya ha sido investigado por Nils Orvik, Maartje Abbenhuis, Wim Kinklert y por parte española Ruiz Sánchez, Cordero Olivero y la propia autora de este capítulo. No toda directamente el caso de España, pero evidentemente la neutralidad sirvió para hacer del país un nido de espías, y concluye que la política exterior era una escala de grises, porque España de hecho no fue neutral porque no la dejaron serlo y además porque su clase dirigente no estaba segura de querer serlo, no obstante los grises de su propia contribución, lanza el reto de una mayor investigación sobre el tema en el sentido de construir una historia europea de la neutralidad. El capítulo noveno es de Pedro Ruiz Torre, el editor del volumen, cuyo título es Memorias, historiografías y usos públicos de la Gran Guerra, que por su extensión (209-265) y temática historiográfica debería haber encabezado la obra entera.

Es un verdadera síntesis de especialista en la materia, aunque se echan en falta

la publicaciones propiamente de historia militar y naval, como, por ejemplo, la importante obra editada por John D. Grainger, The Maritime Blockde of Germany in the Great War: The Northern Patrol 1914-1918 (2003), toda vez que el bloqueo llevó a complicaciones tremendas con las naciones neutrales, como fue el caso de España, por la necesidad de información y suministros. El capítulo decimo es de François Thébaud, es profesora emérita de Historia Contemporánea en la Universidad de Aviñón. Se titula Pensar las guerras de siglo XX desde las mujeres y el género. Cuarenta años de historiografía. En realidad es básicamente la traducción de un artículo publicado en 2014 en la revista Clio. Femmes, Genre, Histoire. Es un estudio bien documentado sobre la historia de las mujeres y del género, la historia cultural y la historia social de la guerra. Lamentablemente no hay ninguna referencia al papel de las mujeres españolas, como podía haber sido el caso de las intelectuales, como María de Maeztu. En su conjunto es una obra útil en los aspectos culturales, de filosofía, fotografía, cine, género,

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historiografía y política. Un estudio introductorio historiográfico y un índice analítico hubieran venido muy bien.

Versión corta: La conmemoración del centenario de la Gran Guerra ha tenido

gran impacto historiográfico a escala mundial, y España, aun permaneciendo neutral durante la contienda, no ha quedado ajena este empuje de investigaciones y publicaciones, como se puede ver en la compilación realizada por Maximiliano Fuentes Codera y Carolina García Sanz en el Índice Histórico Español 128 (2015) 97-131, y hay que la destacar la obra de Álvaro Lozano, La Gran Guerra (Madrid 2014). Siempre han sido objeto de investigación las acciones bélicas de los contendientes, sobre todo por la desproporción entre medios y consecución de objetivo militares. En esta ocasión el editor de este libro, el profesor Pedro Ruiz Torres, catedrático de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia, ha recogido diez ponencias resultado de un ciclo de conferencias celebras en Valencia entre octubre y diciembre de 2014 que versaban sobre la Gran Guerra. El objetivo en concreto no es tanto de logística o táctica, sino analizar el proceso de elaboración y transmisión de lo vivido de una manera interdisciplinar para repensar la Gran Guerra desde una perspectiva actual. El libro cuenta con una breve introducción del autor, diez contribuciones (en su mayoría de profesores de la Universidad de Valencia) y bibliografía citada en la obra. En su conjunto es una obra útil en los aspectos culturales, de filosofía, fotografía, cine, género, historiografía y política. Un estudio introductorio historiográfico y un índice analítico hubieran venido muy bien.

Versión traducida: Re-examining the Times of the Great War. Commemoration

of the centenary of the Great War has had an extraordinary historiographical impact worldwide. Although it was a neutral party during the conflict, Spain has also seen impetus in research and publications, as reflected by the compilation edited by Maximiliano Fuentes Codera and Carolina García Sanz in issue 128 of Índice Histórico Español (2015) 97-131, not to mention Álvaro Lozano's work, La Gran Guerra [The Great War] (Madrid, 2014). Research into the military campaigns of the warring parties has been continuous, above all concerning the disproportionate relationship between resources used and military goals achieved. In this case, the editor of this book, Pedro Ruiz Torres, Professor of Modern History at the University of Valencia, has compiled ten presentations given at a series of conferences held in Valencia between October and December 2014, concerning the Great War. The specific aim is neither logistical nor tactical, but rather to analyse the process of formulating and transmitting experiences by interdisciplinary means, allowing us to re-examine the Great War from our current perspective. The book includes a short foreword by the editor, ten texts (mostly by University of Valencia lecturers) and a bibliography of the works cited. As a whole, this is a useful work in terms of cultural, philosophical, photographic, cinematic, historiographical, political and gender issues. An introductory historiographical study and an index would have been appreciated.

30.- María del Carmen Saavedra (ed.), La decadencia de la monarquía hispánica en el siglo XVII. Viejas imágenes y nuevas aportaciones.

Versión larga: Este libro editado por María del Carmen Saavedra, profesora de la Universidad de Santiago de Compostela y experta en historia militar en Galicia en la edad moderna, en la Serie Historia de la editorial Biblioteca Nueva, es una magnífica aportación sobre una pregunta clave y sus nuevos enfoques, resultado de una jornada científica celebrada en noviembre de 2014 en la Universidad de Santiago de Compostela, con participación de historiadores de la economía, del arte y de la literatura. Trata principalmente sobre la decadencia española en el reinado de Carlos II (1665-1700) es aspectos militares y económicos. No es una aportación de un tema de investigación concreto, sino que es un estado de la cuestión, no desprovisto de análisis

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histórico, y las posibles nuevas aportaciones, como reza el subtítulo del libro con todo acierto. Cuanta con una breve prestación a cargo de la editora y con dos partes. Una dedicada a la Decadencia, Carlos II y su reinado, con cinco aportaciones en 93 páginas; y la otra parte sobre Guerra y Hacienda también en cinco capítulos en 91 páginas. Es un libro muy compensado en temática y extensión. Hubiera venido muy un estudio historiográfico y heurístico de la problemática así como un índice analítico al final del libro.

En libro cumple con los objetivo propuestos por la editora, analizar la “presunta” decadencia hispánica para caracterizar una situación política, y desde el principio Saavedra nos pone delante el “mito” de la decadencia y propone cómo superarlo con nuevas investigaciones. Respecto a los cinco primeros capítulos de la primera parte, el libro comienza con una aportación de profesor de La Universidad de Dundee Christopher Storrs, con el título Nuevas perspectivas sobre el reinado de Carlos II (1665-1700),el cual hace un verdadero despliegue de las investigaciones que se llevan a cabo sobre este reinado y concluye que es necesario seguir adelante con nuevas fuentes, teniendo siempre delante que es verdad que España había perdido hegemonía, pero no por eso su poder e influencia internacional como potencia relevante, de ahí la importancia que el autor da al reinado de Carlos II. La segunda aportación es de Manuel Herrero Sánchez, de la Universidad Pablo de la Olavide de Sevilla, con el título genérico El declive de la Monarquía Hispánica en el contexto internacional durante la segunda mitad del siglo XVIII (sic). El autor se centra ciertamente en Carlos II, concluye que dadas las enormes dificultades, la Monarquía debe abandonar su política religiosa y aliarse con ingleses y holandeses, y sobre todo avanzar por las reformas estructurales para evitar la división del imperio. El capítulo tercero es del profesor de la Universidad de Barcelona Joan-Lluis Palos, y aborda una importante cuestión napolitana, con el título Declinación política, ¿reactivación cultural? Una perspectiva desde Nápoles. El autor se centra en Nápoles tras la revuelta de Masaniello, cuando el virrey desarrolla una acertada política de reforzar la autoridad española que fue continuada por sus sucesores. Especialmente interesante es el uso de la opera para consolidad la autoridad dado el éxito comunicativo que entonces tenía, mostrando una España poderosa e invencible. El siguiente capítulo, el cuarto, está muy conectado con el anterior. Es del profesor Víctor Mínguez, de la Universitat Jaume I. Trata de Luca Giordano en la corte de Carlos II (1692-1700). El canto del cisne de la fabricación habsbúrgica de la imagen del rey. Se detiene con gran seguridad especialmente en el momento en que Luca Giordano llega a la corte, en 1692, al servicio del monarca. Analiza el programa iconográfico en El Escorial, Aranjuez, Buen Retiro. Considera que Giordano es un pintor esencial para la construcción simbólica del rey y que influyó sobre los pintores españoles. Termina la primera parte con el capítulo quinto escrito por el Académico de la Historia y profesor de la UNED Luis Ribot, titulado Gabriel Maura Gamazo y la Historia de España. El autor se centra en la aportación insigne del madrileño Maura (1879-1963) por su historiográfica sobre Carlos II, un pionero en estos trabajos. Hace una excelente biografía de Maura y termina con unas páginas analizando su visión de la Historia. Concluye que aunque es un autor positivista, hay que reconocerle su revisión de fuentes, el acopio documental y la línea de investigación pionera sobre la corte, y sobre todo recordarle como primer historiador que se adentró críticamente en el reinado de Carlos II.

Ya en la segunda parte del libro, dedicado a Guerra y Hacienda, el capítulo sexto

es de Davide Maffi, un gran especialista de historia militar de la Universidad de Pavía, con un trabajo titulado El gigante olvidado. El ejército de Carlos II: entre la decadencia y la conservación (1665-1700), cuyo título refleja claramente el objeto de su estudio. Va paso a pasa derribando documentalmente el mito historiográfico de la decadencia militar de España durante la segunda mitad del siglo XVII, y concluye que no obstante las deficiencias y limitaciones, los ejércitos reales seguían teniendo capacidad para movilizar recursos y además eficazmente en el combate, y de hecho Carlos II dejó una

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herencia casi intacta a Felipe V. El capítulo séptimo es de María del Carmen Saavedra, la editora del volumen, dedicado a La defensa peninsular en tiempo de Carlos II: la experiencia gallega. No diría que se encuentra en lado opuesto de Storrs o Maffi, sino complementario, porque afirma que España mantuvo su prestigio internacional a costa de descuidar las defensas de la periferia, y se sirve para ello principalmente del caso gallego. Es oportuno el análisis de la modificación de las funciones militares ejercidas por el reino y sobre todo el protagonismo que van adquiriendo las oligarquías urbanas y provinciales en la organización militar, modelo exportable a otros reinos. El capítulo octavo es de la Académica de la Historia y catedrática de la Universidad Complutense de Madrid Carmen Sanz Ayán, que analiza La evolución de los juros en el reinado de Carlos II. Parte de las manipulaciones de los juros durante los reinados de Felipe III y Felipe IV y que continuó durante los primeros años de Carlos II, y que gracias a las reformas sobre deuda pública los intereses de la deuda consolidad se redujeron significativamente. El capítulo noveno es del profesor de la UNED Juan A. Sánchez Belén, con el título Mirando hacia delante: las reformas económicas y fiscales en el reinado de Carlos II. El autor se centra en las reformas económicas para superar la crisis económica, como la reforma monetaria de 1680-86 y sobre todo la nueva política llevada a cabo a partir de 1679 de resultas de la creación de la Junta de Comercio, que considera eficaces aunque desiguales, porque fue más lenta en el centro que en la periferia. El último capítulo es de Luis Perdices de Blas, de la Universidad Complutense de Madrid, con el título La ociosidad de los castellanos del siglo XVII en los textos de los literatos y arbitristas. Es un careo necesario entre lo que decían los arbitristas sobre la ociosidad y el ambiente que transmitían los literatos en sus obras sobre este tema, concretamente de Miguel de Cervantes, Tirso de Molina y Mateo Alemán. Utiliza tres figuras: don Quijote, don Juan y el pícaro. Los literatos acuñaron una imagen negativa de los arbitristas y les tacharon de perjudiciales para la Monarquía por locos y abusivos.

Nos encontramos, pues, ante un libro muy útil, aglutinando grandes especialistas,

que lanza nuevas visiones y propone nuevas líneas de investigación especialmente en el reinado de Carlos II, al que se debe seguir prestando atención, con una vuelta a las fuentes y nueva búsqueda documental, por lo que comparto la opinión de la editora del libro, que la heterogeneidad de lecturas evidencia la necesidad de nuevas investigaciones.

Versión corta: Este libro editado por María del Carmen Saavedra, profesora de

la Universidad de Santiago de Compostela y experta en historia militar en Galicia en la edad moderna, en la Serie Historia de la editorial Biblioteca Nueva, es una magnífica aportación sobre una pregunta clave y sus nuevos enfoques, resultado de una jornada científica celebrada en noviembre de 2014 en la Universidad de Santiago de Compostela, con participación de historiadores de la economía, del arte y de la literatura. Trata principalmente sobre la decadencia española en el reinado de Carlos II (1665-1700) es aspectos militares y económicos. No es una aportación de un tema de investigación concreto, sino que es un estado de la cuestión, no desprovisto de análisis histórico, y las posibles nuevas aportaciones, como reza el subtítulo del libro con todo acierto. Cuanta con una breve prestación a cargo de la editora y con dos partes. Una dedicada a la Decadencia, Carlos II y su reinado, con cinco aportaciones en 93 páginas; y la otra parte sobre Guerra y Hacienda también en cinco capítulos en 91 páginas. Es un libro muy compensado en temática y extensión. Hubiera venido muy un estudio historiográfico y heurístico de la problemática así como un índice analítico al final del libro.

En libro cumple con los objetivo propuestos por la editora, analizar la “presunta” decadencia hispánica para caracterizar una situación política, y desde el principio Saavedra nos pone delante el “mito” de la decadencia y propone cómo superarlo con nuevas investigaciones. Nos encontramos, pues, ante un libro muy útil, aglutinando grandes especialistas, que lanza nuevas visiones y propone nuevas líneas de

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investigación especialmente en el reinado de Carlos II, al que se debe seguir prestando atención, con una vuelta a las fuentes y nueva búsqueda documental, por lo que comparto la opinión de la editora del libro, que la heterogeneidad de lecturas evidencia la necesidad de nuevas investigaciones.

Versión traducida: The Decline of the Spanish Monarchy in the 17th Century:

Old Notions and New Observations. María del Carmen Saavedra is a professor at the University of Santiago de Compostela and an expert in Galicia’s military history in the modern period. This book, of which she is editor, and which forms part of the History Series by the Biblioteca Nueva publishing house, is a magnificent offering on a key question and the new approaches to it. The work is the result of a specialized conference held in November 2014 at the University of Santiago de Compostela, attended by experts on economic, literary and art history. The main subjects of this publication are the military and economic aspects of Spain’s decline during the reign of Charles II (1665-1700). This is not a work on a specific research question, but rather a study of the state of affairs and possible new observations, as rightly suggested by the book’s title, all without overlooking historical analysis. The volume opens with a brief text from the editor, followed by two sections: the first is entitled Decadencia, Carlos II y su reinado [Decline: Charles II and His Reign], with five pieces spanning 93 pages, and the second Guerra y Hacienda [War and Wealth], also containing five chapters, running to 91 pages. This is a very balanced book in terms of the subject matter and length. A historiographical and heuristic study of the problem would have been useful, as would an alphabetic index at the end of the volume.

The work fulfils the goals set by the editor: analysing Spain’s “supposed” decline to characterize a political situation. From the outset, Saavedra presents us with the “myth” of the decline and proposes how it can be overcome through new research. In short, this is a very useful book that brings together celebrated specialists and offers new viewpoints and areas of research, above all concerning the reign of Charles II—a period that requires further attention, including a review of sources and a new search for documentation. I therefore agree with the editor that the variety of readings of the situation make new research necessary.

31.- Sánchez Saus, Rafael: Al-Ándalus y la cruz: la invasión musulmana.

Versión larga: Rafael Sánchez Saus es Académico Correspondiente de la Real Academia de la Historia y catedrático de Historia Medieval en la Universidad de Cádiz. Hizo la tesis doctoral en la Universidad Complutense de Madrid, es un especialista en la Baja Edad Media española, y su principal línea de investigación son las relaciones entre cristianos y musulmanes en la frontera hispánica, centrando sus estudios en los linajes en Sevilla. En esta ocasión el autor no afronta un libro propiamente de investigación, sino de síntesis y con vocación divulgativa, editado por la editorial Stella Marís. Sanchez Saus hizo una brillante aportación en la Historia Militar de España, en el volumen de 2010 coordinado por Miguel Angel Ladero, el capítulo dedicado a fortificación, junto a Alberto Ocaña.

La conquista árabe de España, realizada entre el 711 y el 719, es quizá uno de los acontecimientos que más ha marcado nuestra historia nacional. El autor analiza menudamente cómo fue la invasión musulmana, la creación de Al-Ándalus y las consecuencias sociales, especialmente como las relaciones entre judíos, musulmanes y cristianos, que es uno de los mitos más enraizados hoy en día: el de la convivencia igualitaria entre religiones en la España musulmana, es decir, el mito levantado a costa de la verdad histórica y llevar a una mejor comprensión de las comunidades cristianas y de la Iglesia.

El autor más allá de trazar paralelismos entre los siglos VIII, IX, X y la actualidad, porque su objetivo principal de este estudio ha sido contactar con la realidad de una época sobre la que existen demasiadas ideas preconcebidas. Así, la invasión fue posible

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no solo a problemas internos, sino que el califato era un imperio que podía permitirse enviar ejércitos a miles de kilómetros en diversas oleadas prácticamente imparables, con un contingente de 18.000 soldados imbuidos en un espíritu de yihad. El saqueo debió ser de tal calibre que, cuando las luchas internas obligaron a Musa a pagar 9000 kilos de oro puro para salvar la vida, pudo hacerlo.

El estatuto de protección no planteaba una política de integración, sino de dominio de una pequeña población musulmana sobre una mayoría cristiana y autóctona, que terminó siendo minoría. El califato de Abderramán III fue posible tras un siglo de guerra global, hasta doblegar cualquier tipo de resistencia cristiana. Solo un pequeño reducto de mártires –se detiene en la insurrección de Omar ibn Hafsún- pudo hacer reaccionar a la población cristiana ante las influencias orientalizantes y que los cristianos pudieran ejercer su fe con relativa libertad. El califato de Córdoba quiso presentarse como protector de judíos y cristianos, y de hecho estos ligaron su suerte a su existencia. Tras su desintegración, las minorías cristianas apenas resistieron un siglo. Este se habría inspirado en el precedente de la actuación del propio Mahoma con cristianos y, sobre todo, con judíos en Arabia.

El libro está estructurado en siete capítulos, cuenta con un magnífico prólogo del Académico de la Historia Miguel Angel Ladero Quesada, y con unas conclusiones muy claras. El primer capítulo es sobre la irrupción del islam en la mediterráneo occidental, el segundo sobre la conquista, el tercero se centra en el emirato y nacimiento del Al-Andalus (711-756). El capítulo cuarto es el más extenso con diferencia, le dedica casi cien páginas y se centra en las relaciones entre cristianos y musulmanes en el primer Al-Andalus. El capítulo quinto se adentra en el emirato omeya (756-929); el capítulo sexto en el Califato (929-1031); y concluye con el séptimo analizando el tránsito del fin del Califato a los inicios de los imperios norteafricanos. El libro es de fácil lectura, y aunque no cuenta con notas a pie de página hay continuas referencias a la bibliografía utilizada, que aparece recogida por orden alfabético en dos bloques, como bibliografía citada y bibliografía complementaria. Cuenta además con dos mapas sobre la conquista árabe y sobre las comunidades y revueltas mozárabes en Al-Andalus. Concluye con un exhaustivo índice onomástico que el investigador o lector agradece.

Uno de los personajes protagonistas es Abderramán III (891-961), primer califa

omeya de Córdoba, quizá debido a que reinó durante cincuenta años. Pero no se centra en cómo pudo conseguir militarmente el sometimiento, sino en cómo era la cristiandad sometida, tratando de dar respuesta a preguntas esenciales sociales, políticas y religiosas hasta el siglo XII. Ciertamente es difícil todavía explicar cómo fue posible militarmente la conquista en tan breve tiempo, ocho años, no es suficiente el colapso del reino visigodo. Hay que hacer de nuevo hincapié en el capítulo cuarto, porque es ahí donde el lector puede encontrar las claves, sobre todo porque se entiende bien la proceso de segregación cristiana a los que se les impidió el acceso al poder y sobre todo la destrucción jerárquica visigótica, creando un estado islámico al que solo podía oponerse por vía de martirio de los mozárabes. Los mozárabes fueron paulatinamente extinguidos por los dominadores norteafricanos de Al-Andalus como cautivos o deportados y no pudieron conservar su identidad. Me parece muy acertada la afirmación de que los mártires de entonces no lo eran solo del cristianismo, sino también de la “libertad de expresión y de conciencia”, porque muchos de ellos murieron no por blasfemia, sino por mantenerse en su fe cristiana a pesar de que la ley islámica les obligaba a renunciar a ella. Desde mediados del siglo XII ya no hay comunidades mozárabes de importancia, salvo en Toledo. El modelo de imposición, concluye, no fue de tolerancia entre culturas y religiones, y resalta con honestidad la aportación cristiana. La cuestión militar no la aborda de modo directo, aunque apunta que las deficiencias de la organización militar eran notables porque no hubo entre los visigodos ejército permanente ni conciencia de sus obligaciones militares, pero algunos historiadores ponen en duda ese declive. Todavía está por resolver el enigma histórico de la conquista militar, cuando todo apuntaba a que era imposible que sucediera así.

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Versión corta: La conquista árabe de España, realizada entre el 711 y el 719, es quizá uno de los acontecimientos que más ha marcado nuestra historia nacional. El autor analiza menudamente cómo fue la invasión musulmana, la creación de Al-Ándalus y las consecuencias sociales, especialmente como las relaciones entre judíos, musulmanes y cristianos, que es uno de los mitos más enraizados hoy en día: el de la convivencia igualitaria entre religiones en la España musulmana, es decir, el mito levantado a costa de la verdad histórica y llevar a una mejor comprensión de las comunidades cristianas y de la Iglesia.

El libro está estructurado en siete capítulos, cuenta con un magnífico prólogo del Académico de la Historia Miguel Angel Ladero Quesada, y con unas conclusiones muy claras. El primer capítulo es sobre la irrupción del islam en la mediterráneo occidental, el segundo sobre la conquista, el tercero se centra en el emirato y nacimiento del Al-Ándalus (711-756). El capítulo cuarto es el más extenso con diferencia, le dedica casi cien páginas y se centra en las relaciones entre cristianos y musulmanes en el primer Al-Ándalus. El capítulo quinto se adentra en el emirato omeya (756-929); el capítulo sexto en el Califato (929-1031); y concluye con el séptimo analizando el tránsito del fin del Califato a los inicios de los imperios norteafricanos. El libro es de fácil lectura, y aunque no cuenta con notas a pie de página hay continuas referencias a la bibliografía utilizada, que aparece recogida por orden alfabético en dos bloques, como bibliografía citada y bibliografía complementaria. Cuenta además con dos mapas sobre la conquista árabe y sobre las comunidades y revueltas mozárabes en Al-Ándalus. Concluye con un exhaustivo índice onomástico que el investigador o lector agradece.

Hay que hacer de nuevo hincapié en el capítulo cuarto, porque es ahí donde el lector puede encontrar las claves, sobre todo porque se entiende bien la proceso de segregación cristiana a los que se les impidió el acceso al poder y sobre todo la destrucción jerárquica visigótica, creando un estado islámico al que solo podía oponerse por vía de martirio de los mozárabes. Los mozárabes fueron paulatinamente extinguidos por los dominadores norteafricanos de Al-Ándalus como cautivos o deportados y no pudieron conservar su identidad. Me parece muy acertada la afirmación de que los mártires de entonces no lo eran solo del cristianismo, sino también de la “libertad de expresión y de conciencia”, porque muchos de ellos murieron no por blasfemia, sino por mantenerse en su fe cristiana a pesar de que la ley islámica les obligaba a renunciar a ella. Desde mediados del siglo XII ya no hay comunidades mozárabes de importancia, salvo en Toledo. El modelo de imposición, concluye, no fue de tolerancia entre culturas y religiones, y resalta con honestidad la aportación cristiana. La cuestión militar no la aborda de modo directo, aunque apunta que las deficiencias de la organización militar eran notables porque no hubo entre los visigodos ejército permanente ni conciencia de sus obligaciones militares, pero algunos historiadores ponen en duda ese declive. Todavía está por resolver el enigma histórico de la conquista militar, cuando todo apuntaba a que era imposible que sucediera así.

Versión traducida: Al-Andalus and the Cross: The Muslim Invasion. The Arab

conquest of Spain, which took place between 711 and 719, is perhaps one of the events with the greatest impact on our national history. The author analyses in detail what the Muslim invasion was like, how Al-Andalus was created, and its social consequences, especially relations among Jews, Muslims and Christians—which led to one of today’s most deeply rooted myths: that of egalitarian coexistence among religions in Muslim Spain, i.e. a myth constructed at the expense of historical truth—contributing to better understanding of Christian communities and of the Church.

The book is structured into seven chapters, it has a magnificent foreword by Miguel Ángel Ladero Quesada, a member of the Academy of History, and it offers crystal clear conclusions. The first chapter is about the irruption of Islam into the western Mediterranean; the second is about the conquest, and the third focuses on the emirate and the birth of Al-Andalus (711-756). The author dedicates nearly one hundred pages to the fourth chapter—by far the longest—focusing on relations between Christians and

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Muslims in early Al-Andalus. Chapter five delves into the Umayyad emirate (756-929); chapter six deals with the Caliphate (929-1031); and the seventh—and final—chapter analyses the transition from the end of the Caliphate to the beginning of the north African empires. The book is very readable, and even though it does not have footnotes, it makes continuous reference to the bibliography used, which appears in alphabetical order in two blocks: as quoted bibliography and supplementary bibliography. It also includes two maps of the Arab conquest and of the Mozarab communities and uprisings in Al-Andalus. The work concludes with an exhaustive index of names that will be very helpful for the researcher or reader.

It is once again necessary to emphasize chapter four, because that is where the reader can find key information, especially because the author clearly explains the process of segregation of Christians, who were prevented from accessing power, and especially the destruction of the Visigoth hierarchy, with the creation of an Islamic State that could only be opposed via the martyrdom of the Mozarabs. The Mozarabs were gradually expelled from Al-Andalus by the dominant north Africans, by being deported or made captive, and they were not able to preserve their identity. I fully agree with the author’s assertion that the martyrs of that time were not only martyred for Christianity, but also for “freedom of expression and of conscience”, because many of them died, not for blasphemy, but for maintaining their Christian faith even though Islamic law made them renounce it. After the mid-1200s, there are no longer any significant Mozarab communities, except in Toledo. The model of rule, he concludes, was not one of tolerance among cultures and religions, and he highlights, in all honesty, the Christian contribution. He does not address the military issue directly, although he does indicate that there were major flaws in military organization, because the Visigoths did not have a permanent army nor an awareness of their military obligations, but certain historians question that decline. The historical enigma of the military conquest—when everything seemed to indicate that it was impossible—has yet to be solved.

32.- Luis E. Togores: Historia de la Legión Española. La infantería legendaria. De África a Afganistán.

Versión larga: La proximidad del primer centenario de la fundación por José Millán Astray del Tercio de Extranjeros (1920), fuerza militar renombrada poco después como La Legión Española, aparece como telón de fondo de la vasta memoria que presenta Luis Eugenio Togores en su último libro, en el que se aborda la historia de esta unidad a lo largo del tiempo, y donde tienen cabida tanto el análisis escrupuloso de los hechos y misiones en los que ha estado y está presente, como el acercamiento a los hombres que protagonizaron y protagonizan en nuestros días las misiones en las que toman parte, con independencia de su graduación militar. Togores, doctor en Historia Contemporánea y profesor en la Universidad San Pablo CEU, es también autor de una relevante monografía sobre Millán Astray (Millán Astray: legionario, Planeta-De Agostini, 2006), cuestión que de alguna manera retoma y amplía en el libro que reseñamos. Su vasto conocimiento de la relevancia histórica y actividad desempeñada por esta fuerza militar en múltiples campos de batalla ha sido refrendado recientemente con su nombramiento como legionario de honor durante los actos de conmemoración del XCVI aniversario de la fundación de la unidad, el pasado 20 de septiembre de 2016. Aunque La Legión Española ya ha sido objeto de algunas monografías en los últimos años, como la de Alfonso Ruiz de Aguirre, La Legión en las campañas de Marruecos (1921-1927) (Valladolid, 2012), la obra de Togores presenta el acierto y la novedad de realizar una exhaustiva “síntesis” –de más de 800 páginas– sobre su cada vez más dilatada existencia.

A lo largo de los casi cien años transcurridos de historia de esta unidad del Ejército español, el autor distingue tres etapas fundamentales, lo que él asimila con “Tres generaciones de soldados africanistas”, bien indicadas en el primer capítulo, que arranca con un efectista relato de la acción de los legionarios en el episodio de la

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defensa del islote Perejil (2002). Una primera etapa se extendería desde la fundación de esta fuerza, bajo la denominación de Tercio de Extranjeros en 1920, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, incluyendo la importante participación legionaria en la Guerra Civil Española en defensa del bando nacional, y entre los voluntarios de la División Azul. La segunda, etapa, eminentemente africana, como los propios orígenes de la unidad, arrancaría de los años 50 y tendría su fin en la Marcha Verde (1975), coincidiendo con la muerte del general Franco. Por último, la tercera etapa abarca todas aquellas misiones internacionales, misiones de guerra en muchas ocasiones, en las que La Legión ha estado y está presente desde 1990 hasta hoy en día, y entre las que tienen cabida las operaciones desarrolladas en difíciles y arriesgados escenarios bélicos como los Balcanes, Afganistán, Irak o el Líbano. A lo largo de dieciocho capítulos de desigual extensión, y siguiendo siempre un orden cronológico, Togores ofrece sucintas y necesarias introducciones históricas a cada una de las etapas acometidas en el libro, básicas para enmarcar los hechos narrados a continuación, conjugando de forma maestra el análisis del desarrollo de la unidad, a la que define por su carácter innovador y por encarnar el anhelo de la modernidad a lo largo de los tiempos –siguiendo el espíritu inculcado por Millán Astray desde su fundación–, con los testimonios de primera mano de los propios integrantes de La Legión, lo que se consigue tanto mediante la rigurosa investigación en archivos –en especial, el de La Legión, en Viator (Almería)– y prensa de la época, como al sacar a la luz diarios personales de algunos de sus oficiales y obras escritas por ellos mismos en las que han recogido su experiencia y labor en el cuerpo.

A la primera de dichas etapas, entre 1920 y 1945, se dedican los capítulos 2 al 8, en los que el autor define los orígenes del Tercio de Extranjeros de acuerdo con el nuevo prototipo de oficial africanista (capacidad profesional, alto compromiso, gran valor, entrenado para la guerra, excepcional hoja de servicios), que es la clave misma del imparable auge de este cuerpo desde su creación. Millán Astray encarna todos estos requisitos y es quien consigue superar las dificultades iniciales tras la fundación de una unidad que acepta extranjeros entre sus filas para la defensa de la patria española, dotándola de un espíritu y de una identidad y personalidad propias e intransferibles, tomadas no por casualidad de los tercios de Flandes, fuerza de especial raigambre y relevancia en la historia militar de España durante la Edad Moderna, además de inspirarse en la forma de afrontar la vida de los samuráis japoneses (cap. 2). Creada para combatir en la guerra colonial de Marruecos con objeto de frenar el recurrente envío de soldados de reemplazo para la defensa del Protectorado español en Marruecos, se pasa revista a su decisivo papel en esta larga guerra entre 1921 y 1927 (cap. 3). El apoyo de los militares africanistas al golpe de Primo de Rivera o el ascenso de Millán Astray a general de brigada por méritos de guerra, con su obligada renuncia al mando de La Legión, dan paso al estudio de la unidad en los años 30 (cap. 4), donde se analizan, entre otros, el episodio de la sublevación de Jaca y posterior fusilamiento de Fermín Galán, el enfrentamiento entre militares africanistas y junteros, y las maniobras en Llano Amarillo, entre el 5 y el 12 de julio de 1936, en las que se fraguó el inminente golpe de Estado. El estudio de la participación de las tropas legionarias en la Guerra Civil se aborda en los capítulos 5 y 6, en los que se hace patente la relevancia del Ejército de África como pieza clave en la definitiva victoria del bando nacional, y se hace hincapié en cómo La Legión “estuvo en los combates más duros, vertió sangre a raudales e, igual que en Marruecos, se convirtió en una fuerza moral y un ejemplo para los combatientes de su propio bando y una pesadilla para sus enemigos” (p. 241), sin dejar de lado la presencia de extranjeros en la unidad durante el conflicto, entre los que cobran especial relevancia irlandeses como Peter Kemp. Esta primera etapa histórica de La Legión se cierra con un breve análisis (cap. 7) de su colaboración con las fuerzas del coronel alemán Von Thoma, en la Bandera y posterior Agrupación de Carros de Combate de La Legión, y con el capítulo 8, centrado en la presencia de tropas legionarias entre los voluntarios de la División Azul y su actividad en el frente ruso desde

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1941, una de las principales aportaciones de la obra dado el acceso a documentación inédita que ha tenido el autor a través de la consulta del Archivo Varela (vía Federico Martínez Roda). Este capítulo contiene, además, sendos instructivos cuadros sobre “Legionarios en los batallones de marcha de la División Azul” (p. 321) y “Procedencia de los combatientes de la Legión Azul (Falange, Ejército o Legión) por provincias” (p. 323).

La segunda de las etapas indicadas, entre 1950 y 1975, abarca los capítulos 9 al 13 del libro, y aborda un período crucial de la historia de esta unidad, de nuevo en escenario norteafricano. En estos años La Legión experimentó una profunda reorganización tras el final de la Guerra Civil, con una importante reducción en el número de Banderas y la creación del 2.º Tercio, para el que se construyó un nuevo cuartel en Larache. Es este capítulo 9, centrado en las hasta ahora poco conocidas tareas militares desempeñadas por La Legión en Marruecos en torno a los años de la independencia, otra de las más relevantes aportaciones de este libro, en el que tiene cabida incluso el análisis de la vida cotidiana y la sociología del legionario español en el Protectorado. Más conocidas, aunque también fundamentales en un estudio de las características de la historia global que presenta Luis E. Togores, son las misiones realizadas por esta unidad militar en la guerra de Ifni (cap. 10) y en la del desierto del Sahara (caps. 11-13). La presencia y papel desempeñado por La Legión en la guerra del Sahara adquiere, como no podía ser de otra manera, gran relevancia en la obra, atendiéndose tanto a la fundación de nuevas Banderas, disoluciones y refundaciones, como a las dificultades de la vida en los campamentos de El Aaiún ante la deficiente defensa y escasez de vestuario y suministros que llegaban desde la península, pero también se analizan los principales combates en los que tomaron parte los legionarios, como el de Edchera o la Operación Teide (cap. 12), con sendos cuadros que incluyen una “Relación cronológica de acciones y fechas en que tuvieron lugar, con expresión de las bajas habidas en cada una” (pp. 488-489) y una “Relación numérica de bajas por unidades” (p. 492). El estudio de los tercios saharianos (cap. 13) pone en valor el significado para La Legión de la entrega a Marruecos de Tarfaya (Cabo Juby) el 1 de abril de 1958 y la consecuente reestructuración de tropas, a la vez que vuelve a evidenciar las dificultades de supervivencia para los legionarios en estos territorios, en especial en los años finales de la década de los 60, ante las corrientes antimilitaristas y pacifistas que se extienden entre la sociedad española. Tras la independencia de Guinea en 1968 y la cesión de Ifni a Marruecos en 1969, la Marcha Verde en 1975 (cap. 13), pone fin a esta dilatada presencia de La Legión española en tierras de allende el Estrecho, cuestión que adquiere gran protagonismo en este libro merced a los testimonios inéditos aportados por Togores a partir del Archivo Privado del capitán Agustín Muñoz Grandes, en relación con la sucesión de acontecimientos acaecidos entre el 6 y el 14 de noviembre, y del Archivo Personal del general Fontela, entonces teniente de La Legión.

Los últimos capítulos del libro, centrados en las misiones internacionales en las que ha participado La Legión en las tres últimas décadas, demuestran la capacidad de readaptación de una fuerza militar que había sido creada por y para las guerras en el teatro de operaciones norteafricano y a la que los años de paz pronto lastraron a una situación realmente compleja. Los tercios saharianos quedan reunidos en Fuerteventura tras su salida de las tierras del continente vecino, y La Legión entra en un difícil periodo de varios años en los que la inactividad y malos usos y costumbres extendidos entre buena parte de la tropa, unidos a la campaña antilegionaria lanzada por la prensa, a punto estuvieron de hacerla desaparecer (cap. 14). En 1986 se pone fin al reclutamiento de extranjeros para La Legión, pero aún hasta 2001 se mantienen los legionarios de reemplazo, que habían empezado a llenar esta unidad a partir de la crisis de reclutamiento de finales de los años 60. Formada ya solo por profesionales, La Legión desarrolló un papel principal en los Balcanes, una “guerra en misión de paz”, como acertadamente define el autor, empresa que de alguna manera “redime” a esta fuerza militar de sus tiempos de inoperancia y excesos tras la salida del escenario norteafricano y la convierte en la unidad operativa que es hoy. Las labores acometidas en los conflictos

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de Albania, Kosovo y Macedonia (cap. 16), muchas de ellas de carácter policial, dan paso a los dos últimos capítulos (17 y 18), centrados en el prioritario papel que desempeña La Legión en los intentos de frenar y controlar el avance del Islam más radical y sanguinario en espacios como las dos guerras de Irak, y las contiendas de Afganistán y el Líbano, estos dos últimos países escenarios de combates de especial virulencia donde, sin embargo, las tareas militares desarrolladas por La Legión española se complementan con otras de carácter civil, como la fundamental contribución a la llegada de la luz eléctrica en diferentes ciudades afganas.

Una somera bibliografía y un índice de abreviaturas empleadas cierran la obra, en la que también hubiera sido de interés la inclusión de un índice analítico, ante la multitud de personajes y hechos que desfilan por sus páginas. Por el contrario, se cuenta entre los principales haberes del libro la inserción, en páginas centrales, de un destacado álbum fotográfico de numerosas páginas que recoge notables y significativas imágenes de la evolución de La Legión Española desde sus orígenes hasta nuestros días, tanto en blanco y negro como en color, muchas de ellas inéditas, procedentes tanto de los archivos privados consultados por el autor como de su propio archivo personal. Con una anotación escueta, centrada en aspectos bibliográficos y archivísticos y aclaraciones al texto, y la adición de varios mapas centrados en las contiendas africanas (pp. 409, 429 y 444), Luis E. Togores ha conseguido aunar en una misma obra un fiel repaso histórico por los casi cien años de vida de La Legión. Aun siendo esta ya una relevante aportación, este libro trasciende el relato cronológico y la historia más oficial de esta unidad para inmiscuirse en las historias personales de los legionarios, verdaderos protagonistas del libro, a través de la cita casi continua, y en más de una ocasión a través de varias páginas seguidas, de sus anécdotas, hazañas y vivencias, muchas de ellas inéditas, logradas a través de la transcripción de sus memorias, de la búsqueda en sus archivos privados o de la entrevista personal con algunos de quienes han formado y/o aún forman parte de esta fuerza militar. Estas historias particulares consiguen romper la monotonía cronológica y enriquecen un texto en el que se reúnen tantas actuaciones, hechos de armas y misiones como realmente han sido y siguen siendo las desempeñadas por esta fuerza militar desde su fundación en tantos escenarios de guerra. Togores ha conseguido articular un libro poliédrico, en el que, de forma accesible tanto para el gran público como para el lector más especializado, y de forma especialmente atractiva para los fieles seguidores de la historia militar española, se compilan las múltiples y diversas facetas –militares, políticas y sociales– de una unidad que ha sabido adaptarse al devenir de los tiempos y que, manteniendo su propia mística basada en sus característicos símbolos, canciones, espíritus y credos, y, sobre todo, su férrea disciplina y camaradería entre sus integrantes, sigue presente rindiendo al más alto nivel en los principales campos de batalla internacionales. Versión corta: La proximidad del primer centenario de la fundación por José Millán Astray del Tercio de Extranjeros (1920), fuerza militar renombrada poco después como La Legión Española, aparece como telón de fondo de la vasta memoria que presenta Luis Eugenio Togores en su último libro, en el que se aborda la historia de esta unidad a lo largo del tiempo, y donde tienen cabida tanto el análisis escrupuloso de los hechos y misiones en los que ha estado y está presente, como el acercamiento a los hombres que protagonizaron y protagonizan los hechos, con independencia de su graduación militar. Togores, doctor en Historia Contemporánea y profesor en la Universidad San Pablo CEU, es también autor de una relevante monografía sobre Millán Astray (Millán Astray: legionario, Planeta-De Agostini, 2006), cuestión que de alguna manera retoma y amplía en el libro que reseñamos.

A lo largo de dieciocho capítulos de desigual extensión, y siguiendo siempre un orden cronológico, Togores ofrece sucintas y necesarias introducciones históricas a cada una de las etapas acometidas en el libro, básicas para enmarcar los hechos narrados a continuación, conjugando de forma maestra el análisis del desarrollo de la

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unidad, a la que define por su carácter innovador y por encarnar el anhelo de la modernidad a lo largo de los tiempos, siguiendo el espíritu inculcado por Millán Astray desde su fundación, con los testimonios de primera mano de los propios integrantes de La Legión, lo que se consigue tanto mediante la rigurosa investigación en archivos –en especial, el de La Legión, en Viator (Almería)– y prensa de la época, como al sacar a la luz diarios personales de algunos de sus oficiales y obras escritas por ellos mismos en las que han recogido su experiencia y labor en el cuerpo. En estos casi cien años de historia de esta unidad del Ejército español, el autor distingue tres etapas fundamentales, lo que él asimila con “Tres generaciones de soldados africanistas”, bien indicadas en el primer capítulo, que arranca con un efectista relato de la acción de los legionarios en el episodio de la defensa del islote Perejil (2002). Una primera etapa (caps. 2 al 8) se extendería desde la fundación de esta fuerza, bajo la denominación de Tercio de Extranjeros en 1920, hasta el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945, incluyendo la importante participación legionaria en la Guerra Civil Española en defensa del bando nacional, y entre los voluntarios de la División Azul, una de las principales aportaciones de la obra dado el acceso a documentación inédita que ha tenido el autor a través de la consulta del Archivo Varela (vía Federico Martínez Roda). La segunda, etapa, eminentemente africana, como los propios orígenes de la unidad, arrancaría de los años 50 y tendría su fin en la Marcha Verde (1975), (caps. 9 al 13), cuestión que adquiere gran protagonismo en este libro merced a los testimonios inéditos aportados por Togores a partir del Archivo Privado del capitán Agustín Muñoz Grandes, en relación con la sucesión de acontecimientos acaecidos entre el 6 y el 14 de noviembre, y del Archivo Personal del general Fontela, entonces teniente de La Legión. Por último, la tercera etapa abarca todas aquellas misiones internacionales, misiones de guerra en muchas ocasiones, en las que La Legión ha estado y está presente desde 1990 hasta hoy día, y entre las que tienen cabida las operaciones desarrolladas en difíciles escenarios bélicos como los Balcanes, Afganistán, Irak o el Líbano (caps. 14 al 18), demostrando la capacidad de readaptación de una fuerza militar que había sido creada por y para las guerras en el teatro de operaciones norteafricano y a la que los años de paz lastran a una situación realmente compleja. Los tercios saharianos quedan reunidos en Fuerteventura tras su salida de las tierras del continente vecino, y La Legión entra en un difícil periodo de varios años en los que la inactividad y malos usos y costumbres extendidos entre la tropa, unidos a la campaña antilegionaria lanzada por la prensa, a punto estuvieron de hacerla desaparecer. Formada ya solo por profesionales, La Legión desarrolló un papel principal en los Balcanes, una “guerra en misión de paz”, como acertadamente define el autor, empresa que de alguna manera “redime” a esta fuerza militar de sus tiempos de inoperancia y excesos tras la salida del escenario norteafricano y la convierte en la unidad operativa que es hoy.

Una somera bibliografía y un índice de abreviaturas empleadas cierran la obra, en la que también hubiera sido de interés la inclusión de un índice analítico, ante la multitud de personajes y hechos que desfilan por sus páginas. Por el contrario, se cuenta entre los principales haberes del libro la inserción, en páginas centrales, de un destacado álbum fotográfico de numerosas páginas que recoge notables y significativas imágenes de la evolución de La Legión Española desde sus orígenes hasta nuestros días, tanto en blanco y negro como en color, muchas de ellas inéditas, procedentes tanto de los archivos privados consultados por el autor como de su propio archivo personal. Con una anotación escueta, centrada en aspectos bibliográficos y archivísticos y aclaraciones al texto, y la adición de varios mapas centrados en las contiendas africanas (pp. 409, 429 y 444), Luis E. Togores ha conseguido aunar en una misma obra un fiel repaso histórico por los casi cien años de vida de La Legión. Aun siendo esta ya una relevante aportación, este libro trasciende el relato cronológico y la historia más oficial de esta unidad para inmiscuirse en las historias personales de los legionarios, verdaderos protagonistas del libro, a través de la cita casi continua, y en más de una ocasión a través de varias páginas seguidas, de sus anécdotas, hazañas y vivencias,

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muchas de ellas inéditas, logradas a través de la transcripción de sus memorias, de la búsqueda en sus archivos privados o de la entrevista personal con algunos de quienes han formado y/o aún forman parte de esta fuerza militar. Estas historias particulares consiguen romper la monotonía cronológica y enriquecen un texto en el que se reúnen tantas actuaciones, hechos de armas y misiones como son realmente las desempeñadas por esta fuerza militar desde su fundación en tantos escenarios de guerra. Togores ha conseguido articular un libro poliédrico, en el que, de forma accesible tanto para el gran público como para el lector más especializado, y de forma especialmente atractiva para los fieles seguidores de la historia militar española, se compilan las múltiples y diversas facetas –militares, políticas y sociales– de una unidad que ha sabido adaptarse al devenir de los tiempos y que, manteniendo su propia mística basada en sus característicos símbolos, canciones, espíritus y credos, y, sobre todo, su férrea disciplina y camaradería entre sus integrantes, sigue presente rindiendo al más alto nivel en los principales campos de batalla internacionales.

Versión traducida: History of the Spanish Foreign Legion: The Legendary Infantry, from Africa to Afghanistan. The proximity of the 100th anniversary of the foundation by José Millán Astray of the Tercio de Extranjeros (1920), a military force renamed shortly afterwards as the La Legión Española, or Spanish Foreign Legion, is the backdrop to the vast history presented by Luis Eugenio Togores in his latest book. In it, he addresses the Legion’s development over time, and where possible, provides a meticulous analysis of the events and missions in which it has been and is present, as well as focusing on the men who were and are involved in these events, regardless of their military rank. Togores, Ph.D. in Contemporary History and Lecturer at the San Pablo CEU University, is also the author of an important biography of Millán Astray (Millán Astray: legionario, [Millán Astray: Legionnaire], Planeta-De Agostini, 2006), a subject that he revisits and expands upon in the book under review.

Throughout eighteen chapters of unequal length, all arranged in chronological order, Togores offers the short but necessary historical introductions to each one of the periods tackled in the book, required to frame the events narrated afterwards, masterfully combining an analysis of the unit’s development—which, through its innovative nature and by embodying the desire for keeping up with the times, has followed the spirit instilled by Millán Astray since its foundation—with first-hand accounts from members of the Foreign Legion, obtained both from rigorous research in archives (in particular, those on the Foreign Legion, in Viator, Almeria) and the press of the day and from bringing to light officers’ personal diaries and other works they wrote based on their own experience. In the almost one hundred years of this Spanish army unit’s history, the author identifies three key phases, which he associates with “three generations of Africanist soldiers”, as indicated in the first chapter, which starts with a sensational account of the action of the Legionaries in the episode of the defence of the Perejil Islet (2002). The first phase (Chapters 2 to 8) covers the foundation of this force, under the name of the Tercio de Extranjeros in 1920, until the end of the Second World War in 1945, including the important participation of legionnaires in the Spanish Civil War on the Nationalist side, and among the volunteers of the Blue Division—one of the main contributions of the work, given the access to unpublished documentation that the author has had through consultation of the Varela Archive (via Federico Martínez Roda). The second phase, eminently African, like the origins of the Legion, started in the 1950s and ended at the Green March of 1975 (Chapters 9 to 13), an issue that is extremely significant in this book thanks to the unpublished testimonies that Togores found in the personal archives of Captain Agustín Muñoz Grandes regarding the sequence of events that occurred between 6 and 14 November, and from the personal archives of General Fontela, then a lieutenant in the Spanish Foreign Legion. Lastly, the third phase covers all of the international missions, often missions of war, in which the Spanish Foreign Legion has been present since 1999 or still participates today, including operations carried out in difficult theatres of war such as the Balkans, Afghanistan, Iraq, and Lebanon (Chapters

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14 to 18), demonstrating the adaptive capacity of a military force created for and forged by wars in the North African theatre of operations. The Saharan Regiments were reunited on the Canary Island of Fuerteventura after leaving the lands of the neighbouring African continent in 1975, and the Spanish Foreign Legion entered a difficult period of several years in which inactivity, along with the spread of bad habits among legionnaires and an anti-Legion campaign in the press almost led to its demise. Composed now only by professionals, the Spanish Foreign Legion played a leading role in the Balkans, a “peacekeeping war”, as the author rightly defines it, and a task that in some way “redeemed” this military force from its times of ineffectiveness and excesses after leaving the North African theatre, making it the operational unit it is today.

A brief bibliography and an index of the abbreviations used close the work, although it would also have been of interest to have an analytical index, given the multitude of characters and events that appear throughout. One of the book’s main assets is the insertion, in the centre, of several pages featuring an outstanding photo album of remarkable and significant images of the evolution of the Spanish Foreign Legion from its origins to the present day. Both in colour and in black and white, many of these are previously unpublished, coming from personal archives which the author consulted as well as from his own private archive. With concise annotations centred on bibliographic and archival aspects, clarifications to the text, and the addition of several maps focussed on the African conflict (pp. 409, 429 and 444), Luis E. Togores has managed to craft a faithful single-volume history of almost a century of the Spanish Foreign Legion’s life. Although this is in itself a relevant contribution, this book transcends the chronological account and the unit’s more official history to engage with the personal stories of the legionnaires—the book’s true protagonists—through the almost constant citation (sometimes covering several pages in a row) of their anecdotes, feats, and experiences, many of them unpublished, including transcripts of their memoirs, documents from their personal archives, and interviews conducted by the authors with those who have been are still are members of this military force. These personal stories manage to break the chronological monotony and enrich a text that depicts many actions, armed conflicts and missions as they were truly carried out in many theatres of war by this military force since its founding. Togores has managed to construct a multifaceted book—accessible to both the general public and to more specialised readers, and especially appealing to faithful followers of Spanish military history—covering multiple and diverse facets, be they military, political, or social, of a unit which has successfully evolved and adapted over time and which, maintaining its own mystique based on its characteristic symbols, songs, creed, spirit, and, above all, its rigid discipline and camaraderie among its members, continues to perform at the highest level on the main international battlefields.

33.- Torres Sánchez, Rafael: El precio de la guerra. El Estado fiscal-militar de Carlos III (1779–1783).

Versión Larga: Rafael Torres Sánchez se ha convertido en uno de los investigadores más prolíficos e internacionales de los últimos años, ya que en un corto periodo de tiempo ha publicado tres interesantes monografías –la más reciente este mismo año: Military Entrepreneurs and the Spanish Contractor State in the Eighteenth Century, Oxford University Press, 2016– en las que profundiza en la gestión de la hacienda española durante el siglo XVIII, y la capacidad del Estado borbónico de movilizar los suficientes recursos para la guerra, desde el plano no sólo económico, sino también político y militar. Como el autor defiende con mucho criterio, ésta es la vía para comprender la naturaleza de los Estados, y corroborar como la construcción de los Estados Modernos no es sólo una cuestión de recursos económicos, sino especialmente de decisiones políticas que se toman para conseguir esos recursos; poniéndose a prueba la solidez de los mismos, y sus estructuras, cuando éstos deben hacer la guerra con otras naciones. En ese campo de observación de la guerra, la movilización de

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recursos de todo tipo, y su análisis, surge como un elemento básico para entender la construcción política de los Estados, su resistencia social, su capacidad de consenso, y sus éxitos y sus fracasos en la tarea. De hecho, por encima de todo, no debemos olvidar la conocida aseveración de que la guerra puede forjar y consolidar a unas naciones, o destruir a otras, por lo que estudiar los conflictos bélicos más allá de los mismos campos de batalla es un ejercicio de gran interés histórico.

En el año 2012 Rafael Torres publicaba La llave de todos los tesoros. La Tesorería General de Carlos III, obra en la que desgrana la capacidad de la monarquía española del siglo XVIII por gestionar sus recursos hacendísticos, al analizar en profundidad una de sus instituciones más representativas, la Tesorería General, en tiempos de Carlos III. Reinado que como debemos recordar, comienza poniendo fin a la llamada neutralidad fernandina, por lo que una de las primeras decisiones que el rey debió tomar, fue la de entrar en guerra con Inglaterra, siendo los conflictos con dicha nación una de las tónicas de dicho reinado. En esta monografía establece un punto de partida necesario para el libro que aquí reseñamos, y en el que trata también pormenorizadamente el papel de la Hacienda Militar como motor de cambio, además de las finanzas la Armada.

Partiendo de dicha base de conocimiento, en El precio de la Guerra Rafael Torres prescinde de los viejos aforismos de que el dinero es el nervio de la guerra, y va más allá en su intento de superar la propia cuestión económica para interesarse por la cuestión política que subyace en muchas de las decisiones tomadas para alcanzar una mayor movilización de recursos. Ciertamente los Estados, para hacer la guerra o mantener sistemas militares estables, necesitan de grandes cantidades de dinero, por lo que encontrar ese dinero –ese recurso esencial que abre las puertas a otros muchos: ya sean hombres, armas, barcos, alimentos,…– es la clave de la victoria en muchos conflictos. La pregunta que el autor intenta contestar, es como un Estado se enfrenta a un conflicto militar; a qué procedimientos acude para encontrar más dinero rápidamente y de forma excepcional; qué impuestos intenta subir o modificar para recaudar más; y a qué sistemas de préstamos, o deuda pública, acude para intentar encontrar todo el dinero que necesita pero que no puede obtener.

Para poder enfrentarse a esas preguntas, el autor circunscribe su análisis al reinado de Carlos III, y más concretamente a un conflicto concreto, la intervención española en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1779-1783). Una elección sin duda acertada, al ser un conflicto bastante exitoso para las armas españolas, ante la recuperación de Menorca y Florida, y ser una guerra extremadamente cara, ya que necesitó de muchos recursos, al ser eminentemente naval, requerir expediciones navales importantes, y al producirse muchos de los combates en suelo americano. Tras la delimitación temporal que permite abordar el tema con mayores garantías, el autor se plantea las preguntas que ya hemos esbozado, lo que le lleva a ir más allá de las viejas concepciones, y aproximarse a la esfera de la decisión política para intentar encontrar respuestas satisfactorias a las preguntas que formula, ya que no se trata de un estudio de carácter puramente económico, sino que en sus premisas va mucho más allá. Todas las decisiones tomadas afectaban de una manera u otra a la sociedad, y su población, por lo que no se trata simplemente de subir los impuestos o la recaudación para obtener más recursos, sino de intentar encontrar medios que no alterasen el orden social, o provocaran el descontento masivo de la población, ya que dentro del horizonte de la época estaba muy presente el Motín de Esquilache (1766).

El libro está redactado de una manera ágil y directa, en la que se prescinde de elementos decorativos superfluos que pudieran despistar al lector de los verdaderos objetivos del trabajo, muy delimitados y precisamente elaborados. Además, la metodología de trabajo empleada es tremendamente interesante por su novedad, pero

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también concienzuda y rigurosa, al estar fundamentada en la investigación original en archivos, y la bibliografía disponible. Una metodología en la que se recurre continuamente al elemento comparativo con Inglaterra, algo esencial, y que aporta frescura y unas conclusiones sobresalientes.

Tras su introducción, el libro está estructurado en tres grandes capítulos y unas conclusiones finales. La introducción sirve para enmarcar el tema a tratar, explicar las intenciones del autor y contextualizar el conjunto. El primer capítulo aborda los donativos de guerra, es decir los recursos extraordinarios que se concedieron al monarca. Muchos particulares “generosamente” destinaron al estado cuantiosas sumas, municiones, materiales o incluso se comprometieron a construir barcos de guerra, algo que implicaba el gran compromiso de algunos sectores sociales con la guerra. Además, también se intentó conseguir “donativos forzosos” de algunas regiones forales –algo que en conjunto no tendría un excesivo éxito–, y que la iglesia y los súbditos americanos contribuyesen. El segundo capítulo se centra en los impuestos que la Corona aumentó para intentar así ampliar los ingresos. En este sentido la subida de impuestos tardaría en llegar, y las modificaciones introducidas serían muy limitadas, ante el miedo a que cualquier alteración del sistema fiscal fuera una medida demasiado impopular. Por ello sólo se subieron las rentas más seguras, algunas de las cuales eran limitadas, pero muy estables –como la Sal–, otras porque eran sólidas y estaban estancadas desde hacía tiempo: Rentas Provinciales y Equivalente. Además otra renta que se subió fue la del Tabaco, una renta muy productiva, y en claro ascenso, que desde hacía tiempo se venía dedicando curiosamente a sufragar parte de los costes de la defensa de muchas regiones. Incrementos fiscales que en muchos casos no eran posibles, y que repercutirían especialmente sobre el endeudamiento de las haciendas municipales, mientras que el incremento del 25% en el precio del tabaco provocó que la venta se derrumbara. En este sentido la elección de qué impuestos tocar es un elemento clave, que ha sido analizado y comparado por el autor con el caso británico, llegando a la conclusión de que el gobierno inglés fue mucho más hábil a la hora de elegir los recursos a tocar, ya que el incremento de los impuestos aduaneros fue mucho más efectivo. El tercer capítulo aborda la deuda nacional, especialmente el nuevo sistema de papel moneda creado en este periodo. Pero de nuevo en esta faceta los ingleses fueron más prácticos. En España el desarrollo no pudo ser igual, ante la existencia de una deuda heredada, y de unas políticas de amortización que a menudo cambiaban las condiciones firmadas, e hicieron que no surgiera un mercado de deuda tan relevante con el que financiar el incremento del gasto que todo conflicto bélico generaba; algo que los ingleses sí que consiguieron.

Esta obra supone un paso más allá en el empeño por analizar el funcionamiento financiero del Estado fiscal-militar del siglo XVIII, ya que examina al detalle cómo los distintos gobiernos movilizaron los recursos necesarios para financiar los conflictos bélicos, qué recursos seleccionaron y cuáles fueron los resultados, sus limitaciones y su grado de eficacia. Un libro que gracias a su fácil lectura, es un importantísimo aporte a la historiografía militar española de la época de los Borbones, al contribuir con toda una de las claves esenciales que definen y deciden los conflictos bélicos: su capacidad de financiación. Una lectura muy recomendable para las personas realistas que saben que no todas las guerras se ganan en los campos de batalla, o en las trincheras; sino que en muchas se vence gracias a acertadas decisiones políticas y económicas –con resultados a medio y largo plazo-, tomadas desde un despacho.

Versión corta: Rafael Torres Sánchez se ha convertido en uno de los investigadores más prolíficos e internacionales de los últimos años, ya que en un corto periodo de tiempo ha publicado tres interesantes monografías –la más reciente este mismo año:

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Military Entrepreneurs and the Spanish Contractor State in the Eighteenth Century, Oxford University Press, 2016– en las que profundiza en la gestión de la hacienda española durante el siglo XVIII, y la capacidad del Estado borbónico de movilizar los suficientes recursos para la guerra, desde el plano no sólo económico, sino también político y militar. Como el autor defiende con mucho criterio, ésta es la vía para comprender la naturaleza de los Estados, y corroborar como la construcción de los Estados Modernos no es sólo una cuestión de recursos económicos, sino especialmente de decisiones políticas que se toman para conseguir esos recursos; poniéndose a prueba la solidez de los mismos, y sus estructuras, cuando éstos deben hacer la guerra con otras naciones. En ese campo de observación de la guerra, la movilización de recursos de todo tipo, y su análisis, surge como un elemento básico para entender la construcción política de los Estados, su resistencia social, su capacidad de consenso, y sus éxitos y sus fracasos en la tarea. De hecho, por encima de todo, no debemos olvidar la conocida aseveración de que la guerra puede forjar y consolidar a unas naciones, o destruir a otras, por lo que estudiar los conflictos bélicos más allá de los mismos campos de batalla es un ejercicio de gran interés histórico.

En El precio de la Guerra Rafael Torres prescinde de los viejos aforismos de que el dinero es el nervio de la guerra, y va más allá en su intento de superar la propia cuestión económica para interesarse por la cuestión política que subyace en muchas de las decisiones tomadas para alcanzar una mayor movilización de recursos. Ciertamente los Estados, para hacer la guerra o mantener sistemas militares estables, necesitan de grandes cantidades de dinero, por lo que encontrar ese dinero –ese recurso esencial que abre las puertas a otros muchos: ya sean hombres, armas, barcos, alimentos,…– es la clave de la victoria en muchos conflictos. La pregunta que el autor intenta contestar, es como un Estado se enfrenta a un conflicto militar; a qué procedimientos acude para encontrar más dinero rápidamente y de forma excepcional; qué impuestos intenta subir o modificar para recaudar más; y a qué sistemas de préstamos, o deuda pública, acude para intentar encontrar el dinero que necesita.

Para poder enfrentarse a esas preguntas, el autor circunscribe su análisis al reinado de Carlos III, y más concretamente a un conflicto concreto, la intervención española en la Guerra de Independencia de los Estados Unidos (1779-1783). Una elección sin duda acertada, al ser un conflicto bastante exitoso para las armas españolas, ante la recuperación de Menorca y Florida, y ser una guerra extremadamente cara, ya que necesitó de muchos recursos, al ser eminentemente naval, requerir expediciones navales importantes, y al producirse muchos de los combates en suelo americano. Tras la delimitación temporal que permite abordar el tema con mayores garantías, el autor se plantea las preguntas que ya hemos esbozado, lo que le lleva a ir más allá de las viejas concepciones, y aproximarse a la esfera de la decisión política para intentar encontrar respuestas satisfactorias a las preguntas que formula, ya que no se trata de un estudio de carácter puramente económico, sino que en sus premisas va mucho más allá.

El libro está redactado de una manera ágil y directa, en la que se prescinde de elementos decorativos superfluos que pudieran despistar al lector de los verdaderos objetivos del trabajo, muy delimitados y precisamente elaborados. Además, la metodología de trabajo empleada es tremendamente interesante por su novedad, pero también concienzuda y rigurosa, al estar fundamentada en la investigación original en archivos, y la bibliografía disponible. Una metodología en la que se recurre continuamente al elemento comparativo con Inglaterra, algo esencial, y que aporta frescura y unas conclusiones sobresalientes.

Esta obra supone un paso más allá en el empeño por analizar el funcionamiento financiero del Estado fiscal-militar del siglo XVIII, ya que examina al detalle cómo los distintos gobiernos movilizaron los recursos necesarios para financiar los conflictos bélicos, qué recursos seleccionaron y cuáles fueron los resultados, sus limitaciones y su grado de eficacia. Un libro que gracias a su fácil lectura, es un importantísimo aporte

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a la historiografía militar española de la época de los Borbones, al contribuir con toda una de las claves esenciales que definen y deciden los conflictos bélicos: su capacidad de financiación.

Versión traducida: The Price of War: Charles III’s Fiscal-Military State (1779-1783). In recent years, Rafael Torres Sánchez has become one of the most prolific and international of researchers. In a short period of time, he has published three interesting monographs—the latest this very year: Military Entrepreneurs and the Spanish Contractor State in the Eighteenth Century, Oxford University Press, 2016—in which he delves into the management of Spain’s treasury in the 18th century, and the Bourbon State’s capacity to mobilize sufficient resources for war, not only in economic terms, but also politically and militarily. As the author very rightly defends, this is how we can understand the nature of States, and corroborate that the construction of modern States is not only a matter of economic resources, but, most especially, of political decisions made to obtain such resources. The soundness of these States, and of their structures, are put to the test when they wage war with other nations. In that area of studying war, the mobilization of all kinds of resources, and their analysis, emerges as a basic element to understand States’ political construction, their social resilience, their capacity for consensus, and their successes and failures. In fact, above all, we must not forget the well-known assertion that war may forge and consolidate certain nations, and destroy others; therefore, studying military conflicts beyond the battlefields themselves is an exercise of great historical interest.

In this work, Rafael Torres Sánchez dispenses with the old axioms that state that money is the nerve of war, and goes further in an attempt to leave the economic issue behind and take an interest in the political issue underlying many of the decisions made in seeking greater mobilization of resources. In order to wage war or to maintain stable military systems, States undoubtedly need considerable amounts of money. Therefore, finding money—that essential resource that opens the doors to many others: whether men, weapons, ships or food—is key to victory in many conflicts. The questions that the author seeks to answer are: How does a State face a military conflict? What procedures does it resort to in order to find more money, more quickly and on an exceptional basis? Which taxes does it try to raise or modify to collect more revenue? What loan systems, or public debt, does it resort to in order to find the money it needs?

In order to address these questions, the author limits his analysis to the reign of Charles III, and, more specifically, to a concrete conflict: Spain’s participation in the United States War of Independence (1779-1783). This is an excellent choice, because the conflict was quite successful for the Spanish military, with the recovery of Minorca and Florida, and because it was an extremely expensive war, as it needed a great many resources: it was an eminently naval war, it required important naval campaigns, and many of the battles took place on American soil. Following this delimitation of the timeline, which enables the author to address the issue more thoroughly, Rafael Torres Sánchez asks himself the questions we mentioned above, and this leads him to go beyond old assumptions and inquire into the sphere of political decision-making, in the search for satisfactory answers to his questions, because his study is not purely economic in nature, but, rather, his premises go far beyond that.

The book is written in a clear and direct style: there are no superfluous decorative elements that could divert readers from the work’s true goals, which are very well-defined and drafted with precision. Moreover, the methodology used is extremely interesting in its novelty, but also thorough and rigorous, because it is based on original archival research and on the bibliography available. The methodology constantly refers to comparisons with England, which is essential, adds freshness, and offers extraordinary conclusions. This work constitutes a step forward in the endeavour to analyse the financial operation of the 18th century fiscal-military State; it examines in detail how different governments mobilized the necessary resources to fund military conflicts, which

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resources they selected, and what results were obtained, as well as the limitations of such resources and their effectiveness. Given that it is such an easy book to read, it constitutes a major contribution to Spanish military historiography of the Bourbon period, by analysing one of the key factors that define and determine military conflicts: their funding capacity.