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PROLOGOS

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SOBRE LAS PRAXIS EXTENSIONISTAS

«P. ^Qué medios son los más eficaces para facilitarlos progresos de la Agricultura?

R. ... 3. Promover los conocimientos útiles... 8.Favorecer todas las reuniones y sociedades que se for-men, sea para hacer las especulaciones rurales que losparticulares no pueden emprender, sea para estimularpor medio de premios, experiencias, o de otro cualquiermodo los progresos de la Agricultura.

P. ^Cómo se promueven los conocimientos útiles dela Agricultura?

R. 1. Estableciendo una Dirección o Junta de Agri-cultura, con derecho de ejercer ciertos actos de autori-dad. 2. Formando casas de labor experimentales. 3. Fun-dando escuelas de Agricultura. 4. Fomentando losprogresos de la Veterinaria.»

(Catecismo de Agricultura (anónimo), publicado enLondres por R. Ackermann en 1824, 101 págs; págs.:86-87. Escrito en español y dirigido especialmente a loslectores españoles)

La era de la Ilustración, que comprende los años que vandesde el final del siglo dieciocho y el principio del diecinueve, fuetestigo de una significativa modernización en la Agriculturaeuropea. Fue éste el tiempo en el que muchos terratenientes ygrandes agricultores emprendieron la mejora agrícola en sushaciendas y explotaciones, y patrocinaron el establecimiento y laactividad de numerosas Sociedades Agrarias para promover la

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«mejora» y darse a sí mismos un marco de apoyo mutuo. Estocoincidió con un contemporáneo crecimiento de la ciencia einvestigación agrarias, en aspectos básicos del suelo, crecimientode las plantas y alimentación animal. El nuevo conocimiento y elentusiasmo por la mejora también fueron apoyados por el iniciode las publicaciones agrarias y la creación de numerosas escuelasde agricultura. Estos desarrollos se dieron, sobre todo, en lamayoría de los países de Europa y en las zonas occidentales deNorteamérica. Ello no habría sido posibie sin ŭtros preccdentesmás lejanos en el tiempo: Una lenta tendencia en csta dirección,que comenzó con el «renacimiento» en la cultura europea que sedio en el siglo catorce.

Sin embargo, a mediados del siglo diecinueve, se empezó areconocer, cada vez más, especialmente en Europa, que los avan-ces científicos y técnicos de la Agricultura habían tenido relativa-mente poco impacto en la mayoría de los agricultores -predo-minantemente, pequeños campesinos-. De este modo, se inicióun movimiento consistente en profesores itinerantes de agricul-tura, que podrían, de una manera relativamente informal, Ilevarel conocimiento de las buenas, en algunos casos nuevas, prácticasde gestión agrícola a«las puertas de los agricultores», así comoofrecerles soluciones técnicas a sus problemas. Esto marcó el ini-cio de las formas modernas de lo que ha llegado a ser común-mente conocido como «extensión agraria».

Los intentos sistemáticos de dar información y asesora-miento, relevantes, válidos y útiles, a los agricultores tienen unalarga historia. Los primeros ejemplos, que se conocen, se sitúanen Oriente Medio hace 4.000 años. Más tarde, la Grecia y laRoma antiguas recopilaron el saber acumulado sobre las buenasprácticas agrícolas en una serie de Tratados. Independiente-mente de lo anterior, aunque en el mismo período histórico, en laChina imperial, se realizaron esfuerzos similares para recoger ydiseminar el conocimiento agrario, continuándose tales prácticasdurante 1.000 años o más.

Estas tempranas experiencias tuvieron poca, si es que tuvie-ron alguna, influencia en los inicios del trabajo de Extensiónmoderno en Europa y Norteamérica, durante la segunda mitaddel siglo diecinueve. Son estos últimos desarrollos los que forman

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la base a partir de la cual ha evolucionado el trabajo de Exten-sión rural de hoy en día. Gran parte de este trabajo se ha debidoa la actividad de los gobiernos centrales y locales (o, al menos,éste ha sido ampliamente, si no enteramente, financiado porellos). En un momento, se recorioció que no se podía esperar quela organización y financiación de la investigación relativa a temasagrarios fuera llevada a cabo por los cientos de miles de agricul-tores de la mayoría de los países. Era ésta, por tanto, una esferapropia de la acción gubernamental. Pero había pocos propósitos,si se abordaba una investigación cuyos resultados no fueranadoptados en la práctica agraria. Por tanto, la diseminación entrela población agraria de los nuevos conocimientos agrarios mejo-rados, que surgieran de la investigación, también fue vista comouna actividad propia del gobierno, iniciada y protegida por lalegislación y hecha de forma gratuita para los agricultores.

A mediados del siglo pasado, la Extensión agraria llegó a ser,en todo el mundo, una institución para apoyar los esfuerzos delos agricultores en la mejora de sus producciones, eficiencia yproductividad, y, de este modo, contribuir al desarrollo globaleconómico y social del sector agrario. Esta fue la responsabilidadde varios tipos de organizaciones formales, empleando agricultu-ralistas, académica y prácticamente formados, como «agentes»,«monitores», «asesores». Para ser equipados de forma adecuadapara realizar su amplio (y ampliador) rango de funciones y pape-

les -en parte educativos y comunicacionales, en parte de diag-nóstico y solución de problemas, en parte de guía y apoyo-, y enadición a sus conocimientos técnicos, estos trabajadores deExtensión han tenido que adquirir una profunda apreciación (amenudo, necesitando formación especial) de la forma de vida delos agricultores y sus familias, y de la cultura rural, así como delos procesos y medios para una comunicación efectiva con suclientela particular. Sus propósitos han sido, primariamente, asis-tir a los agricultores para que consigan los beneficios y niveles devida a los que éstos y sus familias aspiran.

De este modo, los trabajadores de Extensión son profesio-nales cuyo ánimo es servir a la comunidad agraria. Duranteaños, especialmente en los países desarrollados más reciente-mente, las necesidades de los agricultores, y las demandas de

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ellos de la sociedad en general, han ido cambiando. La disemi-nación de información relevante y el estímulo de la difusión denuevas tecnologías apropiadas y mejoradas sigue siendo el papelmás importante del trabajador de Extensión. También se hanvisto envueltos en estimular una gestión económica y comercia-lización mejores. Gran parte de su actividad ha estado, y está,dedicada a ayudar a los agricultores a ajustarse a las circunstan-cias económicas y políticas cambiantes. Además, en una épocaen que el éxito de los avances tecnológicos y en la gestión adop-tados por los agricultores ha llevado a excedentes en las produc-ciones agrarias, los trabajadores de Extensión se han convertidoen importantes agentes de desarrollo rural. Ahora, se encuen-tran con nuevas áreas adicionales de trabajo, como la de darinformación y asesoramiento sobre prácticas agrarias aceptablespara la conservación del medio ambiente, o la de asistir a losagricultores en la obtención de rentas a partir de sus recursos deformas distintas a la producción agraria tradicional. Reciente-mente, los extensionistas se han vuelto más comerciales y, pro-gresivamente, han tenido que cobrar a los agricultores por susservicios. La medida en que estos clientes están (o estarán) dis-puestos a pagar por la información y el asesoramiento de los tra-bajadores de Extensión ofrece evidencia del valor concedido asu trabajo por aquéllos.

En cualquier ámbito, el auténtico profesional es aquel que escompetente y honrado al ofrecer un servicio a la altura de lasexpectativas de su cliente. Sin embargo, es necesario algo másque esto. La profesionalidad también implica una profunda com-prensión del lugar de uno mismo en la evolución del ámbito deen que se realiza el servicio. De este modo, se hace necesario elconocimiento de la historia de la profesión y del de la organiza-ción y actividad de otras profesiones semejantes en sociedadescomparables, así como la visión de las direcciones futuras abor-dadas, o que están siendo requeridas. Tal conocimiento compara-tivo y una consciencia de los diversos caminos culturalmentedeterminados por los que el trabajo es organizado y conducido seencuentra en el núcleo de una práctica profesional óptima.

Poco ha sido escrito sobre la evolución de la Extensión agra-ria, aunque dispongamos de numerosos trabajos sobre el desa-

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rrollo histórico de la agricultura -su estructura socioeconó-mica-, su tecnología, su política, su legislación. Por ello, noresulta sorprendente que los profesionales de la Extensión agra-ria conozcan poco acerca de las vías que han llevado a la formaactual del sistema del que son parte y a las actividades en que seven inmersos. Este libro supone un paso adelante en la rectifica-ción de esta situación. Es un estudio que rompe moldes al estarbasado en una investigación considerable, ardua y esmerada. Setrata de un trabajo comprehensivo e interpretativo, que clarificael pasado e ilumina direcciones futuras. Es único en su atención alos desarrollos ocurridos en España. Desde una amplia perspec-tiva, esta obra hace una esperada contribución, de considerablesignificación, para nuestro escaso conocimiento de la evoluciónde la organización del trabajo de Extensión en la Europa rural.

Gwyn E. JonesLa Universidad de Reading, septiembre de 1996

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SOBRE LAS TEORIAS EXTENSIONISTAS

Tras el impulso renovador de la obra de autores como Martí-nez Alier, Pérez Díaz, Ortí, Sevilla Guzmán y Pérez Yruela (entrelos más significativos), que al filo del final del franquismo ydurante la transición democrática rompieron con la seudosociolo-gía rural oficialista, la nueva sociología rural que se ha venidoproduciendo en España desde los años ochenta se ha caracteri-zado por una mayor conexión con la sociología rural internacionaly, a la vez, por una mayor integración con el corpus teórico de lasociología general, cuya desconexión (y su consiguiente pobrezateórica) había caracterizado a la producción intelectual anterior,salvo las excepciones señaladas. De tal modo, que los nuevossociólogos rurales son, ante todo, sociólogos y después rurales. Yesto es así, tanto por su formación como por la orientación de supraxis intelectual y con independencia de su titulación.

Por lo tanto, la producción sociológico-rural de estos autoresnecesariamente se revela en una «nueva mirada» de los temas deestudio y en la misma selección de éstos, latiendo en esta selec-ción no tanto (y no sólo) una preocupación por responder a losproblemas sociales de la agricultura y del mundo rural como uninterés mayor por explicar sociológicamente los fenómenos socia-les inherentes a las transformaciones de la actividad agraria y delmundo rural, ambos contemplados como componentes menores-pero no menos importantes- de las sociedades avanzadas denuestros días. Ello implica un menor carácter aplicado de estainvestigación (rasgo principal de la sociología rural «tradicional»),

si bien, en el fondo, tras toda sociología rural (^y acaso no tam-bién tras toda sociología?) late una motivación más o menosexplícita de encontrar soluciones a los retos de nuestro tiempo.

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Otro rasgo de la nueva sociología -si bien no suficiente-mente extendido- es que la atención de los sociólogos ya no selimita al ámbito local (entendido éste tanto en su expresión lite-ral como en un sentido nacional). Efectivamente, a menudo nosencontramos con investigaciones que dirigen su mirada más alláde nuestras fronteras, buscando el análisis comparado con reali-dades más o menos afines a las nuestras, superando el estrecholocalismo o particularismo de la mayor parte de nuestra investi-gación social (y no sólo rural).

Pues bien, la trayectoria intelectual de Fernando Sánchez dePuerta se ajusta fielmente a este patrón, y el libro que el lectortiene en suŭ manos es una buena muestra de ello. Y como no setrata de hacer un comentario del mismo, quiero resáltar laimportancia sociológica del tema de estudio (el desarrollo de laextensión agraria en España y su relación con modelos externos),más allá del interés «agrarista» del libro.

Pues, en efecto, el estudio de las teorías y prácticas del exten-sionismo agrario, además del interés que como hecho social pre-senta en sí mismo y en su relación con las orientaciones y organi-zación social de la actividad agraria y de la sociedad ruralcomprometida con la misma, presenta el interés adicional (y paramí más importante) de que en estas teorías y prácticas subyacendiferentes modos de relación entre la sociedad global y la activi-dad agraria y su marco social natural: la sociedad rural.

Dicho de otro modo, las teorías y prácticas del extensionismoagrario no sólo nos muestran lo que debe ser evidente: diversasconcepciones de la agricultura y de la sociedad rural, necesida-des, mitos, etc., de la sociedad global acerca de la agricultura y dela sociedad rural (y de sus espacios físicos). Cada modelo deextensionismo agrario revela lo que la sociedad global espera odemanda de la agricultura y del mundo rural, la concepción de sunaturaleza y su funcionalidad en el conjunto de la sociedad glo-bal, pero además, se pueden encontrar otras conexiones con rea-lidades o manifestaciones sociales que trascienden el ámbito delo agrario y rural y nos remiten a fenómenos, a realidades, másamplias y de muy distinta naturaleza como, por ejemplo, las ideo-logías religiosas, la mitología (y mitografía) de la nación y delcarácter nacional, doctrinas sobre la salud y la regeneración,

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sobre el orden social..., e incluso sobre los sistemas de conoci-miento, la ciencia y el método científico.

Así, en el desarrollo histórico de los modelos de extensiónagraria encontraremos por supuesto los cambios en las demandasque la sociedad global hace a la agricultura y a la sociedad ruralen cuanto productoras de alimentos y otras materias primas, enfunción de las necesidades de cada momento histórico (a su vez,determinado por los procesos de industrialización y urbaniza-ción) y de las posibilidades o requerimientos tecnológicos parasatisfacerlas. Pero además encontramos diversas concepcionesacerca de la enseñanza de la agricultura, de los métodos, medios,instrumentos y agentes de la misma, de las condiciones del pro-greso económico y social -y/o de la modernización- (ademásde las diversas concepciones del propio progreso y/o de lamodernización), de la naturaleza del conocimiento científico ydel conocimiento popular, de sus relaciones y de sus condicionesy funcionalidades respectivas, de los procesos de comunicación ytoma de decisiones, de la estructura y del orden sociales, de siste-mas de valores y creencias (morales, religiosos, políticos, etc.) yel papel en los mismos de la cultura y la sociedad agraria y rural,de la significación de éstas en la historia y cultura nacionales, etc.

Por lo tanto, el extensionismo agrario reviste siempre, comorealidad social, un interés más amplio que el de su consideracióncomo un instrumento del desarrollo y la modernización de laagricultura y del mundo rural. Con la difusión de las mejoras téc-nicas, objeto declarado y justificativo del extensionismo agrario,se difunden también valores y normas, lógicas o racionalidadesproductivas, modelos disciplinares, concepciones de lo que es unbuen agricultor, de la misma profesión agrícola, mecanismos deautonomía o de subordinación económica, social y política.

En las primeras expresiones del proto extensionismo agrariollevadas a cabo por los ilustrados, mediante los predicadores iti-nerantes, las cartillas y catecismos, los diarios para párrocos, lasgranjas-escuelas, las granjas experimentales..., las experienciasdecimonónicas, con los huertos escolares, las escuelas prácticasde agricultura, las granjas-modelo, los certámenes de laboresagrícolas..., el extensionismo franquista, de marcado carácterpropagandista, con sus campamentos rurales y sus cátedras

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ambulantes..., con la implantación del modelo extensionista ame-ricano, con su estructura de agencias comarcales, agentes profe-sionales, y su acción sobre los agricultores, sus familias (mujeresy jóvenes) y las comunidades..., a las modernas teorías del «far-ming system», «local knowledge», «knowledge interfaces» o del«desarrollo sustentable», encontramos siempre comportamien-tos, normas, valores, actitudes, objetivos, medios de acción, etc.,cuya significación «meta-agrariav es evidente y reviste enormeinterés para el sociólogo.

En consecuencia, casi siempre el extensionismo agrario haido asociado a instituciones religiosas, o laicas pero con unafuerte carga ideológica y religiosa, y esto ha sido así tanto en laEspaña franquista, como en los Estados Unidos y en otrosmuchos lugares con distintas circunstancias políticas. A menudoa los agentes de extensión se les ha presentado como los nuevosapóstoles rurales encargados de llevar hasta los últimos rinconesdel mundo rural la buena nueva del progreso y de la moderniza-ción.

Y no en vano, el extensionismo agrario, al presentarse comoun instrumento de cambio social (al mismo tiempo que en símismo forma parte del proceso de cambio) se ha apoyado en lasociología, la psicología social, la antropología..., ha utilizado ins-trumentos como la dinámica de grupos, el desarrollo comunita-rio, la teoría de la comunicación, la observación participante, laencuesta, teorías pedagógicas, etc., todos ellos instrumentosfamiliares al científico social. Por otra parte, la práctica extensio-nista también ha mostrado ser un magnífico laboratorio para lasociología del cambio social y para la sociología aplicada.

En la actualidad, las teorías y prácticas del extensionismoagrario están experimentando una profunda transformación queafecta a su propia razón de ser. No son ajenos a este proceso loscambios que se están operando no sólo en la agricultura y lasociedad rural sino en la misma sociedad global, hoy más globalque nunca. De un lado, las nuevas tecnologías de la comunica-ción y de la información proporcionan instrumentos revoluciona-rios que están modificando no sólo los medios de la extensión,sino su propia naturaleza (por ejemplo, en cuanto a su direccio-nalidad e interaccionabilidad). De otro, las nuevas demandas que

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la sociedad global hace a los espacios ruráles y a la propia activi-dad agraria, que ya no se presentan como espacios (o activida-des) exclusivos para la producción primaria, sino también comoespacios de ocio y con funciones de conservación del ambiente yde los recursos naturales. Junto a ello, la mundialización del mer-cado de productos agrarios, la crisis del productivismo, el controlsanitario y ambiental, la demanda de nuevos tipos de alimentos,etc., hace tiempo que cuestionaron el modelo extensionista clá-sico, basado en las teorías ---clásicas de corte funcionalista- dela modernización y de la difusión de innovaciones. La búsquedade nuevos modelos más interactivos, más multidireccionales, másrespetuosos no sólo con el medio natural sino también con elmedio sociocultural local, el reconocimiento del conocimientopopular tradicional, etc., no son sólo expresiones y exigencia ŭ decarácter instrumental y funcionales con las nuevas circunstanciashistóricas y las demandas derivadas de ellas, son también exigen-cias democráticas (que afectan a la participación de la poblaciónafectada, superando su instrumentalización como sujetos pasivosdel desarrollo) y de un mayor pluralismo cultural e ideológico.

El libro de Fernando Sánchez de Puerta nos proporcionaabundante evidencia del carácter multidimensional del extensio-nismo agrario, considerado como fenómeno social, tal como lohe planteado en estas páginas. No sólo constituye la primeramonografía realizada en nuestro país sobre este tema (primeranota del valor novedoso de su aportación) y no sólo su valor esde índole historiográfica. Constituye también un acercamientosociológico cuyo esfuerzo analítico, mediante las tipologías queel autor nos presenta, ha de resultar sin duda de gran fertilidad(más allá del acuerdo que dicha tipología nos merezca), para lacomprensión del extensionismo agrario, de su desarrollo histó-rico y de los retos que en la actualidad se le presentan. En estasnotas reside, a mi juicio, la mayor originalidad de este estudio,cuyo interés, como ya he apuntado, no debería reducirse al lectorde los asuntos agrarios y rurales, sino que debería incitar a su lec-tura a otros muchos profesionales de las ciencias sociales.

Cristóbal Gómez BenitoPoyales del Hoyo, agosto de 1996

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