PRÓLOGO ESCRITO PARA UNA MUESTRA DE NORA PATRICH

La iconografía peronista es amplia, diversa y rica en expresiones corporales que remiten a la pasión, los sentimientos y las necesidades del pueblo argentino. En la misma, Evita Perón y las mujeres de nuestra tierra ocupan un espacio destacado en el universo político y social. Hago referencia a los millares de mujeres de rostros anónimos que fueron hilvanando y construyendo nuestra historia reciente desde aquella recordada jornada del día 9 de septiembre de 1947 en que se aprueba la ley que da el voto a las mujeres y cuando dos años más tarde, el 26 de julio de 1949, también a instancias de Evita se crea el Partido Peronista Femenino, un órgano de masas que será baluarte del gobierno constitucional hasta su derrocamiento por la fuerza de las armas en 1955. Esas mujeres seguirán en la lucha acompañando a sus maridos, hijos y hermanos cuando estos fueron despedidos, encarcelados o perseguidos por la canalla dictatorial de turno. Y asumirán como propia, la lucha por el retorno de Perón a la Argentina, dejando muchas veces hasta la vida para lograr dicho propósito, como lo confirman los casos de Hilda Guerrero, Mirta Misetich, Liliana Raquel Gelin, Susana Graciela Lesgart y María

Angélica Sabelli, todas asesinadas antes de 1973. También, la última dictadura militar que asoló nuestra patria, muy a pesar suyo, con sus acciones genocidas, contribuyó a plasmar un estigma que la perseguirá por siempre: las Madres de Plaza de Mayo. El caso de Nora Patrich bien puede considerarse como un paradigma de la generación de los ’70, aquella que se comprometió con la lucha para tratar de cambiar el injusto modelo social imperante por entonces. Con 24 años, viuda y con dos hijos a cuestas de 2 años y dos meses respectivamente, partió al exilio en 1977, para continuar desde allí sin interrupciones ni desfallecimientos, la resistencia a la opresión instrumentada en nuestro país, por un gobierno cívico-militar de facto. Tiene entonces Nora Patrich valederas razones para presentar esta muestra que hoy se inaugura: porque estuvo involucrada desde el campo nacional y popular en nuestra historia reciente, porque venera a Evita, porque aún en sus ojos se vislumbra esa rebeldía femenina ante la injusticia y porque es una excelente artista que a sus dotes naturales creativos le ha agregado valores propios. Si se me permite una licencia atemporal, un juego de mente, podría afirmar sin lugar a dudas, que Nora Patrich, estuvo presente y se sintió depositaria de aquellas míticas palabras, lanzadas 17 de octubre de 1951 por Eva Perón cuando habló en Plaza de Mayo a una multitud reunida, diciendo: “Yo se que ustedes recogerán mi nombre y lo llevarán como bandera a la victoria”. La mayoría de estos cuadros con Evita y sus mujeres van en tal sentido.

Roberto Baschetti Historiador