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Primer Centenario, concesin del Premio Nobel Don Santiago Ramn y Cajal REAL ACADEMIA DE DOCTORES DE ESPAA 2006

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Primer Centenario,concesión del Premio Nobel

Don Santiago Ramón y Cajal

REAL ACADEMIA DE DOCTORES DE ESPAÑA

2006

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Depósito legal: M. 48.508-2006Impreso en Realigraf, S. A.Pedro Tezano, 2628039 Madrid

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ÍNDICE

Introducción ....................................................................

Dr. Alberto Portera:«Cajal en su infancia y juventud» ....................................

Dr. Antonio Bascones:«Cajal, profesor e investigador» .......................................

Dr. Gonzalo Bravo:«Trascendencia de la teoría de la neurona» ......................

Dr. Benjamín Fernández:«Cajal naturalista» ............................................................

Dr. Jesús Martínez-Falero:«Don Santiago: humanismo y su obra literaria» .............

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INTRODUCCIÓN

Dr. JESÚS MARTÍNEZ-FALERO MARTÍNEZ

Un hito fundamental en la historia de nuestra ciencia es laconcesión del Premio Nobel de Medicina a Cajal, el científicoespañol más importante que ha tenido España en el siglo XXy que alcanzó gran relieve universal.

La comunicación oficial del Real Instituto Carolino de Es-tocolmo, decía literalmente, en perfecto castellano así: «El Ins-tituto Carolino de Medicina y Cirugía está facultado pararecompensar con el premio fundado por don Alfredo Nobel,el descubrimiento científico más importante que durante losúltimos tiempos haya venido a enriquecer la Fisiología yla Medicina, ha acordado, el día de la fecha, conceder a donSantiago Ramón y Cajal la mitad del premio, correspondien-te al año 1906, en atención a sus méritos y trabajos sobrela estructura del sistema nervioso. Estocolmo, 25 de octubrede 1906».

Todos sabemos que el Premio fue compartido con CamiloGolgi, científico italiano de Pavía, pero que no tuvo el recono-cimiento internacional como don Santiago. Cada uno dotadocon veintitrés mil duros (115.000 ptas.).

Nosotros a quien vamos a glosar es a Cajal, que nació enPetilla de Aragón, pueblo de Navarra y enclave en la provinciade Zaragoza en el año 1852.

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CAJAL EN SU INFANCIA Y JUVENTUD

Dr. ALBERTO PORTERA SÁNCHEZ

Cajal inicia así su autobiografía:

� Nací el 1 de mayo de 1852 en Petilla de Aragón. Losazares de la profesión médica llevaron a mi padre Justo Ra-món, aragonés de pura cepa y modesto cirujano, a la insigni-ficante aldea en la cual transcurrieron los dos primeros años demi vida (Fig. 1 y 2).

� Fue mi padre de un carácter enérgico laborioso... llenode noble ambición. Era mi madre... joven, hermosa y robustamontañesa (Fig. 3).

A pesar de las confrontaciones que existieron entre el padrey el hijo, Cajal reconoce su enorme deuda:

� No puedo quejarme de la herencia biológica paterna.Con su sangre me legó prendas morales a las que debo todo loque soy: la voluntad soberana, la fe en el trabajo, la convicciónde que el esfuerzo perseverante es capaz de modelar y organi-zar desde el músculo hasta el cerebro...

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� De él adquirí... la hermosa ambición de ser algo... de noreparar en sacrificios para el logro de mis aspiraciones ni torcerjamás mi trayectoria por motivos segundos y causas menudas.

� Es innegable que las ideas y ejemplos paternos represen-tan normas decisivas en la educación de los hijos y causasprincipalísimas de los gustos e inclinaciones de los mismos.

A la edad de cuarenta años visitó Petilla de Aragón, dondehabía vivido los dos primeros años de su vida:

� He sentido más de una vez vehementes deseos de cono-cer la aldehuela humilde donde nací.

� Deploro no haber visto la luz en una gran ciudad...pero... debí contentarme con mi villorrio triste y humilde.

Figura 3

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Impulsado por tan naturales sentimientos emprendí... ciertoviaje a Perilla.

� Caballero en mulo... púseme en camino cierta mañanadel mes de agosto... aparecióseme la típica, la desolada, la tris-tísima tierra española... montañas desnudas de tierra vegetal(Fig. 4).

Figura 4

� Es Petilla uno de los pueblos más pobres y abandonadosdel Alto Aragón sin carreteras ni caminos vecinales. Sólo sendasásperas angostas conducen a la humilde aldehuela (Fig. 5).

� El panorama... no puede ser más romántico y, a la vez,más triste y desolado... parece ser lugar de castigo y expiación.

� Una gran montaña, áspera y peñascosa... llena con sumole casi todo el horizonte... colosales peñas... especie de mu-rallas ciclópeas surgidas allí a impulso de algún cataclismo geo-lógico.

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Cajal en su infancia y juventud

� ...recuerdo... la humilde casa en que nací, fábrica ruino-sa, casi abandonada (Figs. 6 y 7).

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A los cuatro años de edad inicia su escolaridad:

� Mi educación e instrucción comenzaron en Valpalmascuando yo tenía cuatro años de edad... en la modesta escuela...aprendí los primeros rudimentos de las letras... (Figs. 8 y 9).

Figura 8

� ...pero... mi verdadero maestro fue mi padre, quetomó... la tarea de enseñarme a leer y escribir y de inculcarmenociones... de geografía, física, aritmética y gramática... para élla ignorancia era la mayor de las desgracias, y el enseñar, el másnoble de los deberes.

� Gracias a los cuidados de mi padre... a los seis añosescribía correctamente y poseía nociones de geografía, francésy aritmética (Fig. 10).

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Cajal en su infancia y juventud

Simultáneamente surgía en él un intenso deseo de admirarel mundo que le rodeaba:

� ...era yo... entusiasta de la vida al aire libre... cultivadorde los juegos atléticos y de agilidad (Fig. 11).

� Entre mis inclinaciones naturales, dos predominaban...el curioseo y contemplación de los fenómenos naturales y cier-ta antipatía... por el trato social.

La admiración de los fenómenos naturales le producía, ade-más de una clara satisfacción, una reclusión en sí mismo:

� Durante mi niñez fui criatura díscola, excesivamentemisteriosa, retraída y antipática... Aún hoy... perdura en míalgo de esa arisca insociabilidad tan censurada por mis padresy amigos.

Figura 11

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� ...hay un egoísmo refinado en rumiar las propias ideas...Ello aporta cierto deleite... Lejos de los hombres nos hacemosla ilusión de ser completamente libres. La soledad produce algoasí como una autoposesión.

� La admiración de la naturaleza constituía... una de las ten-dencias irrefrenables de mi espíritu... los esplendores del sol, lamagia de los crepúsculos, la alternativa de la vida vegetal, la de-coración variada y pintoresca de las montañas (Fig. 11).

� Sobrevino en mí la pasión por los animales... por lospájaros de los que hacía gran colección... llegando a contar con30 ejemplares diferentes... asistí al maravilloso proceso de la in-cubación... seguir paso a paso la metamorfosis del recién nacido.

A la edad de siete años surgen sus primeros pensamientosy dudas filosófico-religiosos como consecuencia de la enor-me impresión que le produjo la muerte de un ser humano:

� Estábamos los niños reunidos en la escuela... tarde, en-capotóse rápidamente el cielo... cuando, de repente, sonó for-midable y horrísono estampido que heló la sangre en nuestrasvenas... espantados, corriendo como locos, buscábamos ansio-samente la salida.

� Una voz salida de entre el gentío nos llamó la atenciónacerca de cierta figura extraña, negruzca, colgante en el pretildel campanario... allí, bajo la campana, yacía exánime, el pobresacerdote, que murió pocos días después (Fig. 12).

� Un rayo o centella había caído en la torre fundiendoparcialmente la campana y electrocutando al párroco. Porprimera vez cruzó por mi espíritu, profundamente conmovi-do, la idea del desorden y de la inarmonía.

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� ...sabido es que para el niño la naturaleza constituyeperpetuo milagro... adquirido por las enseñanzas del catecismo,de que existe en las alturas un Dios que vigila piadosamente lamarcha del gran artículo cósmico e impone y sostiene la con-cordia entre los elementos.

� ...de improviso tan hermosa concepción, que yo habíaadoptado, se tambalea. La riente paleta del sublime Artista seentenebrece; inopinadamente, el idilio se trueca en tragedia. Miespíritu flotaba en un mar de confusiones, y las interrogacionesangustiosas se sucedían sin hallar respuesta satisfactoria.

A los ocho años su familia se traslada a Ayerbe:

� Cumplidos mis ocho años, mi padre solicitó y obtu-vo el partido médico de Ayerbe, villa importante de la pro-vincia de Huesca... su ruinoso y romántico castillo, desde lo

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alto del monte, parecía contarnos heroicas leyendas y lejanasgrandezas.

Consciente del desarrollo muscular propio de la adolescen-cia, disfrutaba de la utilización de su cuerpo:

� Merced a gimnasia incesante, mis músculos adquirieronvigor, mis articulaciones agilidad y mi vista perspicacia. Brin-caba como un saltamontes; trepaba como un mono; corríacomo un gamo. Mi habilidad en asaltar tapias y en trepar a losárboles diéronme pronto triste celebridad (Fig. 13).

Su habilidad natural por el dibujo y la pintura iba a sercausa de persistentes problemas con su padre:

� Por entonces comenzaron con gran incremento mis ins-tintos artísticos... tendría yo como ocho o nueve años.

� Una pared lisa y blanca ejercía sobre mí irresistiblefascinación... más como no podría dibujar en casa, porque mispadres consideraban la pintura distracción nefanda, salíame alcampo y copiaba carretas, caballos, aldeanos y cuantos acciden-tes del paisaje me parecían interesantes.

� Mi sistemático arrinconamiento... nació de la necesidadde sustraerme, durante mis ensayos artísticos... a la severa vi-gilancia de las personas mayores.

� Mi padre... carecía totalmente de sentido artístico... di-cha tendencia, harto positivista, no fue originaria sino adquiri-da; constituía adaptación excesiva, impuesta por el hosco am-biente moral que rodeó su juventud.

� Descontento del mundo que me rodeaba, refugiéme den-tro de mí. En el teatro de mi calenturienta fantasía sustituí los

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seres vulgares por hombres ideales, sin otra ocupación que laserena contemplación de la verdad y de la belleza...

� ...viendo la ardiente vocación demostrada hacia la pin-tura, decidióse mi padre a que yo renunciara a los devaneos deldibujo y me preparara para seguir la carrera médica... así surgióen mi padre la oposición obstinadísima contra una vocacióntan claramente afirmada y definida.

Las dificultades derivadas de sus aficiones artísticas afecta-ron su integración en la escuela:

� Asistía a la escuela, pero atendía poco y aprendía me-nos. En la escuela, mis caricaturas indignaban al maestro, quemás de una vez recurrió a la pena del calabozo, al clásicocuarto oscuro.

� Hallándome próximo a cumplir los diez años, decidiómi padre llevarme a estudiar el bachillerato a Jaca, a un colegioque gozaba de fama de enseñar muy bien y domar a maravillaa los muchachos díscolos y revoltosos (Fig. 14).

� Mi padre, intelectualista y practicista a ultranza, estabamuy lejos de ser un sentimental. En su sentir, la pintura, laescultura, la música, hasta la literatura, no constituían modosformales de vivir, sino ocupaciones propias de gandules y degente... trashumante y cuyo término no podría ser otro que lamiseria y la desconsideración social.

En 1862 se desplaza a Jaca:

� Cierta hermosa mañana de septiembre púseme en cami-no para la ciudad fronteriza. Era la primera vez que abandona-ba el hogar, y una impresión de vaga melancolía embargaba miánimo.

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� El camino, tórnase interesante. La carretera serpen-tea por las orillas del Gállego, cuyas corrientes marchan enunos puntos someras y desparramadas, en otros se concentrany precipitan tumultuosamente (Fig. 15).

� ...quedaron profundamente grabados en mi retina losgigantes mallos de Riglos, semejantes a columnatas de un pala-cio de titanes; y el sombrío y fantástico Uruel... colosal esfin-ge, que guarda la entrada del valle de Aragón.

� Llegados a Jaca, mi padre pesentóme a los reverendosEscolapios. Encargóles que vigilaran severamente mi conductay me castigaran sin contemplaciones en cuanto me desmandaraen lo más mínimo.

Se siente cada vez más atraído por el mundo del arte y,como contrapartida, se hacen más llamativos sus fracasosescolares:

� Retoñaron vigorosamente mis delirios artísticos. Cobréodio a la gramática latina, inauguróse en mí esa lucha sorda ytenaz, física y moral, entre el cerebro y el libro.

� Confieso paladinamente que del mal éxito de mis estu-dios soy el único responsable. Mi cuerpo ocupaba un lugar enlas aulas, pero mi alma vagaba continuamente por los espaciosimaginarios... la letra resbalaba en mi cabeza sin grabarse en elcerebro.

La observación del mundo natural que le rodeaba era unacontinua necesidad:

� Afortunadamente, hallaba yo en el cultivo del arte y enla contemplación de la naturaleza grandes consuelos. En pre-

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sencia de aquella decoración de ingentes montañas que rodeanla histórica ciudad del Aragón, olvidaba mis bochornos, des-alientos y tristezas.

� La ciudad misma tenía para mí inefables encantos. Gus-tábame saborear las bellezas de su vieja catedral, encaramarmeen las murallas y explorar torreones y almenas (Figs. 16-17).

� Mi aspiración suprema era remontar el río... y escalarlas cimas del Pirineo. ¿Qué habrá allí... tras esos picos gigan-tes, blancos, silenciosos e inmutables? ¿Se verá Francia quizá,con sus verdes montañas, sus fértiles valles y sus bellísimasciudades?

� No sentía la menor afición por los estudios llamadosclásicos y singularmente por el latín, la filología y la gramática.Vivía aún en esa dichosa edad en que el niño siente más admi-ración por las obras de la Naturaleza que por las del hombre.

Los castigos en la escuela se incrementan:

� Vista la inutilidad de los castigos, acordaron los dómi-nes ensayar conmigo la pena del ayuno. Cada día debía cum-plir mi condena. Al acabar la clase se me encerraba en el aulaquedándome sin comer hasta la noche. Al fin dejé de asistir aclase y escribí a mi padre lo que pasaba.

� Cuando regresé a Ayerbe mi pobre madre apenas mereconoció... seco, filamentoso, poliédrica la cara, hundidos losojos, largas y juanetudas las zancas, afilados la nariz y el men-tón, semejaba tísico en tercer grado.

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En 1864 inicia sus estudios de bachillerato en Huesca ypercibe por primera vez la sensación de independencia ylibertad:

� ...el autor de mis días gestionó mi traslación a Huesca,la antigua capital del reino de Aragón, donde me instaló enmodesta casa de huéspedes. Estaba situada cerca de la catedral,en el llamado Arco del Obispo (Fig. 19).

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� Dueño absoluto de mi voluntad, fue mi primera provi-dencia comprar papel y caja de colores, a fin de traducir a laacuarela mis novísimas impresiones artísticas.

La ciudad le impresiona como objeto de admiración y comofuente de cultura y desarrollo intelectual:

� A los doce años, la brusca inmersión en la vida ciuda-dana constituye revolucionaria lección. Todo es diferente: lascalles se alargan y asean; las casas se levan y adornan; el comer-cio se especializa; las sobrias iglesias se transforman en sustuo-sas catedrales; las librerías aparecen y con ellas se abre unaamplia ventana hacia el Universo (Fig. 18).

� Necesita el jovenzuelo habilitar territorios cerebralesantes en barbecho, la organización cerebral se enriquece yrefina; se sabe más y se juzga mejor.

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� ...la capacidad intelectual de un hombre está en relacióncon la dimensión de la ciudad donde transcurrieron su niñezy mocedad.

� ...La catedral oscense es admirable creación del arteojival: la elevada torre del reloj, que franquea la hermosa facha-da labrada en el siglo XIV por el vizcaíno Juan de Olózaga. Lamajestuosa puerta gótica, guarnecida por siete ojivas de ampli-tud decreciente, decoradas con esculturas de apóstoles, profetasy mártires (Figs. 20, 21, 22 y 23).

Sus lecturas infantiles son escasas. Como consecuencia sedesarrolla su espíritu romántico e imaginativo:

� ...en mi casa no se consentían libros de recreo. Mi padrerescatábalos de nuestra insana curiosidad, pero mi madre nosconsentía leer alguna novelilla romántica, algunas poesías de

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romanticismo. Ningún libro de Rousseau, Chateaubrian, Vic-tor Hugo, etc., había llegado a mis manos.

� Un día me asomé a la ventana de cierto desván y con-templé, ¡oh gratísima sorpresa! Variadísima colección de nove-las, versos, historia, poesías y libros de viajes... estudié un plande explotación de aquel inestimable tesoro y durante el sueñode los inquilinos, coger libros codiciados de uno en uno...saboreé las obras más interesantes de la biblioteca.

� ¡Cuántas exquisitas sensaciones de arte me trajeron aque-llas admirables novelas!

� Casi todas las novelas pertenecían a la escuela románti-ca, cuyos héroes parecen forjados expresamente para subyugara la juventud.

En el párrafo que sigue parecen existir los rudimentos desu mente analítica y de su insaciable curiosidad que le per-miten ser una gran descubridor, en solitario, como Robin-son Crusoe:

� El Robinson Crusoe revelóme el poder del hombre en-frente de la naturaleza. ¡Qué soberano triunfo debe ser �pen-saba� explorar una tierra virgen, contemplar paisajes inéditosadornados de fauna y flora originales, que parecen creadosexpresamente para el descubridor...

Ante su persistente fracaso escolar, su padre toma una de-cisión drástica:

� El 1865 interrumpí los estudios por estimar el autor demis días que su hijo carecía de madurez... durante mi tercercurso de bachillerato, curso que marcó el período más agitadoy azaroso de mi vida estudiantil.

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� Por castigo... debí acomodarme de mancebo en unabarbería... perseguía mi padre dos fines: atarme corto, priván-dome de vagar... y, además, enseñarme un oficio con que pu-diera algún día ganarme el sustento.

� A los catorce años sentí mi esclavitud como un castigoexcesivo. ¡Precisamente cuando vibraba todavía mi alma con lahonda sacudida del choque romántico!, verme forzado a empu-ñar la sucia y jabonosa brocha barberil.

A pesar de todo, su reintegración a los estudios continuóofreciendo resultado deficientes:

� Después de lo expuesto, huelga decir que mi instruccióncientífica y literaria progresó muy poco durante el curso de1866, el curso habríase salvado sin contratiempo si el catedrá-tico de griego no me hubiese convertido en blanco de su malhumor.

� Di por seguro el fracaso, y no me atreví a presentarmea examen... púsose furioso mi padre, amenazándome con ejem-plar y radical escarmiento. Antes de terminar el mes de junio,puso por obra su proyecto, asentándome de aprendiz con cier-to zapatero (Fig. 24).

� Obligóme a tragar un mal cocido, a dormir en oscuroy destartalado desván lleno de ratones y telerañas. Privada lafantasía de todo instrumento expresivo, vivió de sí misma.Jamás... soñé cosas más bellas, altas y consoladoras.

� Había transcurrido un año de mi vida zapateril cuandomi padre, satisfecho del experimento educativo, dispuso mivuelta a los estudios.

Poco después inicia la carrera de medicina en Zaragoza.

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Conclusión

Los fundamentales descubrimientos de Cajal permiten, sinlugar a dudas, otorgarle la paternidad de los conocimientos de laestructura del sistema nervioso y considerarle como uno de loscientíficos más importantes de la historia de las Neurociencias.

Teniendo en cuenta sus naturales cualidades, su tenacidady su imaginación, Cajal podría haber conseguido triunfar encualquier actividad artística o profesional. Estuvo a punto deser un aceptable barbero e, incluso, podría haber dirigido unamagnífica peluquería. Pudo también haber sido un excelentediseñador de zapatos. Estuvo muy cerca de ser un médico defamilia como su padre... pero... su encuentro con el microsco-pio cambió el rumbo de su vida. Este encuentro se puedeconsiderar como el instante más importante de las Neurocien-cias. Muchos investigadores de renombre lo habían usado parasus estudios histológicos, pero nadie había conseguido el enor-me caudal de información que acumuló Cajal (Fig. 26).

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El microscopio, utilizado como instrumento, permitió adon Santiago abrir la mágica puerta por la que su ávida mentepenetró en su propia mente para descubrir e interpretar lasmaravillosas y complejas estructuras y funciones del más per-feccionado sistema del universo hacia el que la vida ha evolu-cionado: el cerebro humano.

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CAJAL, PROFESOR E INVESTIGADOR

Dr. ANTONIO BASCONES MARTÍNEZ

Lejos quedaban ya las zalagardas y juegos de su juven-tud. Ahora tenía que poner el temple del esfuerzo y tesónen la consecución de su objetivo. Día tras día desparrama-ba por doquier su ilusión, capacidad de trabajo y observa-ción. El alma no es colágeno, ni bioquímica, ni ADN, essobretodo y ante todo el centro de nuestro yo, de nuestrosentir, de nuestro palpitar y un alma excelente es el contra-punto de un alma mediocre y mezquina y Cajal poseía la ex-celencia.

La generación del 98 dió a España grandes pensadores, es-critores y científicos, ya que los intelectuales, dispersos en losdistintos campos del saber, se debatían entre una profunda ideade España y las miras a una Europa, y Cajal, junto con Una-muno, Valle Inclán, Ganivet, Baroja, Ramiro de Maeztu, Azo-rín, los Machados, Ramón Jiménez, etc., fue un buen ejemplode esta élite cultural e intelectual.

Cajal siempre se consideró un patriota y continuamentepor su boca manifestaba el amor a su patria.

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En 1870 empieza la carrera de Medicina y allí destacan susinclinaciones a la literatura, gimnasia y filosofía.

Su padre le acomodó de mancebo en casa de don MarianoBailo, gran cirujano y hombre reputado y cabal, en palabras dedon Santiago. Tenía diecisiete años cuando su padre se trasladóa Zaragoza y ocupó la plaza de profesor interino de disección.Este entusiasmo hacia la anatomía quiso transmitir a su hijoformándolo como un hábil disector.

Ambos trabajaron, codo con codo, en la sala de disección,lo que hizo que al finalizar el segundo curso de Medicina ob-tuviera el cargo de ayudante de disección.

Su afición era tal que se dedicó con más intensidad a la Ana-tomía y Fisiología, dejando un poco las Médicas y Quirúrgicas.

En 1873 obtiene el título de Medicina a los veinte años,pero como médico militar fue destinado a Burgos y un añodespués capitán a Cuba. Regresa en 1875 de Cuba, enfermo depaludismo. Poco a poco fue recuperándose y en 1877, comoDoctor en Medicina, obtiene el puesto de Profesor auxiliarinterino en la Facultad de Medicina de Zaragoza.

Empieza su carrera profesional y científica. Para ello com-pra a plazos un microscopio, un microtomo y con reactivosapropiados monta su primer laboratorio en un desván. Su tra-bajo era de autodidacta, lo hacía en soledad, supliendo coningenio, entusiasmo y fuerza de voluntad sus carencias forma-tivas. Su curiosidad se paseaba por los glóbulos de la sangre,células epiteliales, corpúsculos musculares, nervios, dibujandoy fotografiando todo lo que veía, dejando para la posteridadgran cantidad de dibujos y fotografías.

Años después, en 1878, realiza el examen de Catedrático delas plazas de Zaragoza y Granada, en contra de su voluntad y

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Cajal, profesor e investigador

presionado por su padre. No tuvo suerte y según su juicio,junto con ciertos deficiencias en el conocimiento de la anato-mía comparada, manifestó rudeza y provincianismo en su portey dicción, aunque llamaron la atención sus dibujos en la piza-rra y su conocimiento de la anatomía descriptiva.

Sin embargo, a pesar de los resultados finales negativos,Cajal supo abrirse camino en las oposiciones, dejando su nom-bre colocado para futuros torneos. Poco después es nombradoDirector de los Museos anatómicos y se casa. En 1880 publicasu primer trabajo científico al mismo tiempo que nace su hijamayor, Fe. Los años transcurren con las publicaciones y loshijos. Así en 1882 viene al mundo su hijo Santiago. Al añosiguiente gana la cátedra de Valencia, lo que le obliga a untraslado. Aquí nace su tercera hija, Paula Vicenta, y practicaescarceos literarios en el Ateneo Valenciano, donde ingresa ytrata de formarse en este campo de la cultura, evitando laatrofia cerebral que señala en sus compañeros que sólo cono-cen la materia que practican. Vuelve a reiniciar un laboratoriode investigación, practicando la docencia y clases particulares,para sufragar los gastos que de él se derivaban, enriqueciéndolecon nuevos materiales. Merced a la redacción de un informepara la Diputación de Zaragoza obtuvo como premio un mi-croscopio Zeiss. Nace en esta época su cuarto hijo, Jorge, ynuestro hombre escribe y trabaja sin cesar. En 1887 obtiene laCátedra de Barcelona y con Simarro aprende la técnica detinción de Golgi. En este año nace su quinta hija, Enriqueta.

Ya es un investigador conocido, ya su nombre camina deboca en boca y ya sus trabajos se conocen y publican, perosólo en España. En 1888 demuestra la individualidad de lascélulas nerviosas editando la Revista de Histología Normal yPatológica. Había llegado al cénit de la madurez intelectualy científica, pero no era conocido todavía a nivel internacio-nal. Es en 1889, en el Congreso de Berlín, cuando demuestrasus descubrimientos, siendo el gran Kölliker el que le descubre

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Primer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y CajalPrimer Centenario, concesión del Premio Nobel Don Santiago Ramón y Cajal

cambiando la incredulidad y escepticismo de todos en esperan-za y admiración de algunos.

En 1890 su hermano Pedro gana la Cátedra de Cádiz, escri-be su manual de Anatomía Patológica que tuvo múltiples edicio-nes y nace su sexta hija, Pilar. En 1892 consigue la Cátedra deHistología en Madrid y nace su séptimo hijo, Luis. Es elegidomiembro de la Real Academia de Ciencias de Madrid y aquí ensu discurso sobre la investigación científica es donde se labranlos consejos y las reflexiones que hacen famoso a Cajal en estafaceta doblemente intelectual, el escritor y el investigador.

Es en 1897 cuando es elegido Académico Numerario de laReal de Medicina. Esta época es de grandes honores, no sólo enlas Academias de Roma, Viena, París, Lisboa, Berlín, sino enlos Doctorados Honoris Causa de Cambridge, entre otros. Es-cribe las reglas y consejos de investigación y da conferencias enEstados Unidos, Alemania, Inglaterra, Francia e Italia. En 1900recibe el premio Moscú por el mejor trabajo científico publi-cado en el mundo entero en los tres últimos años. Posterior-mente se crea el laboratorio de Investigaciones Biológicas, re-cibe la Gran Cruz de Isabel la Católica y escribe el famosolibro «Mi infancia y juventud». Sigue su trabajo con Tello, queentra en su laboratorio, y en 1905 recibe la medalla Helmholtzpor sus importantes descubrimientos.

Pero el culmen de su trayectoria llega un día de octubre de1906, recibe un telegrama en cinco palabras por el que se leconcedía el premio Nobel junto con el Profesor Golgi.

Los premios se suceden: Fellow de la Royal Society, Gran-des cruces, doctorados, medallas Echegaray, Plus Ultra, etc.,que harían esta lista excesivamente larga. Fundó una escuelaimportante como fueron su hermano Pedro, Tello, Lorente deNo, Río Hortega, Achúcarro, Fernando de Castro, Lafora,Leoz, etc.

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Cajal, profesor e investigador

Quiero destacar en Cajal, junto con su faceta de científicoe investigador, la de escritor de hondo pensamiento. Sus re-flexiones son importantes y cabales, impregnando múltiples ydiferentes facetas de la vida del momento, de su historia y desu ciencia.

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TRASCENDENCIA DE LA TEORÍADE LA NEURONA

Dr. GONZALO BRAVO ZABALGOITIA

Cajal no es un mito. Como no lo es Cervantes. Cajal fueun precursor cuyos hallazgos siguen vivos hasta nuestros días.Sobre ello se sustentan todos los conocimientos posteriores, alo largo del siglo XX, sobre la estructura y el funcionamientodel sistema nervioso sobre nuestro cerebro y posiblemente denuestra mente.

Citemos una de las últimas frases de Cajal: «La célula ner-viosa, la aristócrata de las células del organismo, con sus brazosgigantes prolongándose como tentáculos de un pulpo hasta lasprovincias de las fronteras del mundo exterior, para vigilarlas constantes emboscadas de las fuerzas físicas y químicas».

Esa es la célula cuya disposición, estructura y conexioneshabía perseguido Cajal, hasta su año de triunfo �como él lollama� de 1888.

En las décadas previas ya se había descrito la existencia decélulas en el sistema nervioso, usando como tinción tisular elcarmín, sobre todo a partir de la utilización del microscopio

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acromático. En algunos casos, como el de Purkinje, la descrip-ción había sido tan exacta que las células por él descubiertasaún llevan su nombre: Las células de Pukinje de la corteza delcerebelo humano. Helmoth, que después se haría famoso porsu determinación de la velocidad del impulso en las fibrasnerviosas, también describió prolongaciones poco definidas delas células cerebrales. Pero, ¿qué eran aquellos elementos cere-brales atisbados y cómo funcionaban?

Unos años antes que Cajal, un histólogo italiano, CamiloGolgi, había comunicado un método de tinción con nitrato deplata que, en ocasiones afortunadas, permitía visualizar de for-ma inconstante las células nerviosas y fragmentos de sus pro-longaciones. Golgi llegó a la conclusión de que aquellas estruc-turas eran una maraña de células y conexiones desordenadasque contituían una apretada telaraña retículo o sincitio impe-netrable.

Todos hemos oído hablar de la visita de Cajal, entoncescatedrático de histología en Barcelona, al Dr. Simarro de Ma-drid, quien le enseñó algunas preparaciones de cortes de tejidonervioso teñidas por el método de Golgi.

Dos fueron las intuiciones inmediatas de Cajal: el métodode intición podía ser perfeccionado y el estudio debía llevarsea cabo no en el complejo cerebro totalmente desarrollado yconvertido en un bosque frondoso, sino en el vivero, según suspalabras, es decir, en el sistema nervioso de los animales inma-duros y de los embriones.

Creó febrilmente, después de muchos intentos, el métododel bicromato argéntico con una segunda impregnación de ni-trato de plata y comenzó a estudiar los cerebros en desarrollo.

A partir de entonces debemos conocer al Cajal trabajadorinfatigable y también al Cajal dotado por naturaleza para llevar

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Trascendencia de la teoría de la neurona

a cabo su propósito: sus conocimientos previos de fotografía leayudaron a documentar muchos de sus hallazgos y su capaci-dad artística le permitió trasladar a dibujos precisos aquellasmaravillas celulares que le enseñaba su microscopio. Así mien-tras miraba por el ocular dibujaba a mano alzada en una lámi-na adjunta cada uno de los detalles de sus neuronas: Cuerposcelulares, dendritas y axones.

En 1889, después de intentar difundir sus hallazgos en unarevista trimestral que él mismo fundó y cuyo único contribu-yente era él mismo, Cajal decidió dar a conocer sus neuronasa los sabios extranjeros que todavía desconocían los descubri-mientos del humilde histólogo español. Acudió al Congreso deBerlín y allí, en su mal francés, trató de contar lo que estabahaciendo y sobre todo expuso las preparaciones histológicasque mostraban las células nerviosas y su incuestionable indivi-dualidad. Kölliker, el gran patrón de la histología alemana, letomó en un admirado abrazo y desde entonces se consideró así mismo como «el descubridor de Cajal».

La maraña había dejado de existir, cada célula nerviosa eraun ente individual, conectado y modulado, de tal modo querecibía impulsos químicos o quizá también eléctricos a travésde las dentritas, y después de elaborado en el cuerpo celular elimpulso era transmitido de forma centrífuga a través del axón.Ese concepto básico ha permanecido inmutable hasta hoy.

Sherrington, años más tarde, lo definía diciendo: «Cajaldemostró que cada senda nerviosa es una línea de tráfico deuna dirección. Dijo que los circuitos nerviosos eran valvulares,no continuos y fue capaz de determinar dónde se hallaban lasválvulas: allí donde una célula nerviosa se encuentra con lasiguiente». Para ese punto de contacto o de mínima aposición,separado por una hendidura de trescientos armstrongs, acuñóSherrington el término sinapsis. Es curioso que esta nomina-ción �la sinapsis� aplicado a algo que Cajal había intuido

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pero que no pudo describirse con certeza hasta la apariciónaños después del microscopio electrónico, fue algo que ha dadouna fama perdurable a Sherrington, y es curioso también queel vocablo neurona no sea una denominación de Cajal, sino deWaldeyer, como reconoció después el propio Cajal, que loconsideraba un afortunado calificativo.

Por su contribución a la anatomía microscópica del tejidonervioso, Cajal recibió el premio Nobel en 1906 juntamentecon su rival Golgi. El discurso de Golgi, que precedió a Cajalen la ceremonia, dejó consternada a la audiencia porque elhistólogo italiano se dedicó a tratar de desacreditar a Cajal paramantener su teoría del retículo o malla como estructura básicadel cerebro. Cajal se limitó a exponer con contundencia susmiles de hallazgos que indicaban la individualidad de las neu-ronas y su forma de transmitir los impulsos nerviosos.

Polarización dinámica fue el calificativo con el que Cajaldesignó la transmisión del impulso nervioso desde los recepto-res de las dendritas a la célula y desde ésta en forma centrífugaa lo largo del axón hasta los botones terminales del mismo.Este concepto, que condicionó todos los estudios de neurofi-siología de muchas décadas del siglo XX, fue inicialmente dis-putado por Von Gehuchgten, pero después confirmado por elmismo Von Gehuchgten y por Cajal en sus estudios de lamédula espinal y de la retina.

Aunque intuyó algunas de las estructuras internas, comolas vesículas sinápticas y las mitocondrias, Cajal nunca pudopenetrar en el interior de la célula, y esto quedó reservado paralos que a partir de mediados del siglo XX pudieron utilizar unnuevo instrumento: el microscopio electrónico. Otros muchosmisterios de la comunicación neuronal fueron el resultado delos descubrimientos no ya morfológicos sino físicos y quími-cos como el potencial de acción, las bombas de sodio y potasioy los transmisores sinápticos: acetilcolina, colinesterasa, nora-

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Trascendencia de la teoría de la neurona

drenalina, dopamina, serotonina o gaba. Todos los hallazgosestán unidos a nombres ilustres como De Robertis, Whitaker,Eccles y más recientemente los descubridores de la materiaviva intracelular: el ADN y el ARN.

Sería interminable citar los cientos o miles de trabajos sobreel funcionamiento del sistema nervioso sustentados en la rea-lidad de la teoría neuronal.

A Cajal le hubiera gustado formar parte de esta pléyade,participar de los hallazgos sucesivos sobre el funcionamientode sus neuronas. Él mismo había sentado las bases de cómo eray cómo debía expresarse aquella gran orquesta. Le hubieragustado conocer la melodía que entonaba cada uno de los ele-mentos que él había descrito y cómo se unían para crear lasinfonía cerebral.

Ni él llegó a tiempo, a pesar de sus ochenta años creativos,ni nosotros conocemos aún el engrama final: Cómo se crean elaprendizaje y la memoria, cómo se programan las neuronaspara hacernos sentir, sufrir y amar. Cuando estos engramas sedescubran, se analicen y se comprendan, los exploradores delcerebro podrían haber alcanzado por fin la meta señalada porCervantes: «Has de poner los ojos en quien eres, procurandoconocerte a ti mismo, que es el más difícil conocimiento quepuede imaginarse».

El gran investigador y neurocirujano Walter Penfield, quetanto contribuyó al estudio de la corteza cerebral y que escu-driñó en sus pacientes los recovecos de la memoria evocada,visitó a Cajal poco antes de morir. Él lo describe así: «Cajalestaba muy aislado por su sordera y me recibió en la cama conun chaleco gris y una boina en su cabeza. Sobre sus rodillasestaban las pruebas del último manuscrito: Neuronismo oReticularismo, una respuesta a los que aún después de cuarentaaños parecían dudar de su doctrina sobre la individualidad de

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la célula nerviosa. Dibujaba �nos dice Penfield� con una plu-ma de ganso y las paredes junto a la cama estaban salpicadas detinta».

En esos últimos días Cajal seguía fiel a su lema: el éxitodepende de la perseverancia en el trabajo.

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CAJAL NATURALISTA

Dr. BENJAMÍN FERNÁNDEZ RUIZ

Excelentísimo Señor Presidente de la Real Academia deDoctores de España, Excelentísimos componentes de la JuntaDirectiva, queridos compañeros de la Academia, respetablepúblico, señoras y señores:

Nuestro ínclito compañero el Doctor Jesús Martínez-Fale-ro, como Presidente de la Sección de Medicina, ha tenido elfeliz acierto de organizar la presente mesa redonda con motivode la concesión del Premio Nobel de Medicina a Don SantiagoRamón y Cajal hace ahora cien años. Los Doctores Portera,Bascones, Bravo, y el propio Doctor Marténez-Falero, todosellos miembros de la Sección de Medicina de esta Real Acade-mia, intervendrán abordando distintos aspectos de la vida yobra de don Santiago. Llevado de su bonhomía, el DoctorMartínez-Falero ha tenido la gentileza de invitarme a parti-cipar en dicha mesa redonda pese a mi condición de biólogoy perteneciente a la Sección de Ciencias Experimentales. Sugentil invitación me ha llenado de agradecimiento y de ilu-sión, pues hace tiempo que quería hacer pública la imagen dedon Santiago no tanto como médico, sino como auténtico na-turalista, y aquí tengo la ocasión en un ambiente de ilustres

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académicos de todas las ramas del saber. Gracias, queridoMaestro Cajaliano por tu invitación, procuraré no defraudartey mostrar al público una faceta bastante ignorada de nuestroNobel.

Para la presentación de este trabajo me ha sido de granutilidad la consulta de un trabajo presentado por mi queridoProfesor el Doctor don Dimas Fernández Galiano, que fuepublicado en 1984 en los Anales precisamente de la Real Aca-demia Nacional de Medicina y en donde don Dimas mostrabaalgunas interesantísimas facetas de Cajal como naturalista.

El Doctor Portera nos ilustrará sobre la infancia de Cajal,pero de ese período yo quiero destacar el estrecho contactoque don Santiago tuvo con la naturaleza. Era lo que conoce-mos como un niño de pueblo y por tanto el conocimiento delas distintas especies animales y vegetales le eran familiares.Particular afición sentía por los pájaros, insectos, ranas, lagar-tijas e incluso llego a coleccionar distintos huevos de aves, cuyadestrucción le produjo un fuerte disgusto. El ambiente rural desus primeros años en Petilla, Larrés, Luna, Valpalmas, Ayerbe,para acabar finalmente en Jaca y Huesca, condicionaron sobre-manera su amor al campo, su espíritu de observación de losseres y de los fenómenos naturales, unido a su gran afición porplasmar en dibujos lo que más le llamaba su atención.

Dado que otros compañeros en sus intervenciones nosharán ver la estrecha relación de don Santiago con la neuro-ciencia, voy a centrarme a continuación en su vinculación conla Real Sociedad Española de Historia Natural. Ingresó comoSocio Numerario el 1 de junio de 1892, el mismo año que seincorporó como Catedrático de Histología y Anatomía Pato-lógica a la Facultad de Medicina de Madrid. Presidía la sesiónel zoólogo don Laureano Pérez Arcas y fue propuesto para suingreso por el entomólogo don Francisco de Paula Martínez ySáenz, Catedrático de la Facultad de Ciencias.

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Dentro de la Real Sociedad de Historia Natural se encon-tró con un buen número de consocios con los que previamen-te mantenía amistad como, por ejemplo, el Doctor Odón deBuen, a quien conoció inicialmente en Barcelona y posterior-mente coincidieron en Madrid, de quien opinaba don Santiagoque «era un naturalista de mucho mérito». Sus compañeros,profesores de la Facultad de Medicina, los Doctores Letamendiy Olóriz; don Ignacio Bolívar, Director del Museo de CienciasNaturales; don Esteban López de Silva, «médico y naturalistanotable». En 1895 presentó a su hermano Pedro, igualmenteeminentísimo neurohistólogo, como socio.

Cinco años después de su ingreso, en 1897, fue elegidoPresidente de la Real Sociedad Española de Historia Natural yen el 1901 se le designa Socio Honorario, honor reservado a laspersonas «que hubieran destacado en grado sumo por su laborcientífica en el campo de las Ciencias Naturales».

En 1909, junto con otros dos consocios de renombre, elDoctor Luis Simarro y el zoólogo británico Edward P. Poul-ton, ostentó la representación de la Sociedad en las solemnida-des de la Universidad de Cambridge para conmemorar el na-cimiento de Darwin.

En 1932, con motivo de cumplir ochenta años y de lafusión de la Sociedad Española de Biología con la de Histo-ria Natural, se nombra a don Santiago Presidente de Honor dela RSEHN. Dicha distinción sólo había sido otorgada con an-terioridad al gran naturalista don Ignacio Bolívar, fundador en1871 de la Real Sociedad. Es muy probable, tal y como escribiódon Dimas Fernández Galiano, que «Cajal valorase, más que elnombramiento mismo, el compartirlo con Bolívar, a quientanto respetaba y estimaba».

Desde su incorporación como miembro de la Sociedad,don Santiago en todas las sesiones participaba con comunica-

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ciones orales que con posterioridad publicaba tanto en losAnales como en el Boletín de la Sociedad. Entre los años 1892a 1921 publicó dieciséis trabajos, que aparecen publicados trasesta exposición y en los que puede comprobarse su interés porla neurohistología de las más diversas especies tanto de inver-tebrados como de vertebrados.

Prestando atención a las diferentes especies animales estu-diadas por don Santiago, resulta fácil comprobar cómo apenasse ciñe a los que habitualmente llamamos animales de labora-torio (rata, ratón, cobaya, conejo, gato) sino que estudia infi-nidad de seres naturales desde los anélidos (lombriz, sanguijue-la), moluscos (caracol, calamar, sepia), insectos (abeja, avispa,grillo, libélula, mosca, saltamontes), crustáceos (cangrejos, bo-gavantes, pulga de mar, quisquilla), hasta el famoso Cefalocor-dado el Amphiosus. Pero es más, los hasta aquí citados perte-necen al mundo de los animales invertebrados, y don Santiago,como excelente naturalista, se ocupó igualmente de las diferen-tes especies de vertebrados que expongo a continuación: peces(torpedos, truchas), anfibios (ranas, renacuajos, gallipatos ytritones), reptiles (culebras de tierra y de agua, camaleones,lagartijas, lagartos, tortugas), aves (gallinas, pollos, ruiseñores,golondrinas, gorriones, palomas, patos, pichones, más un ejem-plar de perdiz, polla de agua, águila, lechuza, urraca y verde-rón), mamíferos (bueyes, caballos, carneros, cerdos, cobayas,conejos, gatos, humanos, monos, ratones, ratas, perros, terne-ras, toros y vacas). Como se puede constatar, nuestro admiradoPremio Nobel llevó su curiosidad científica a toda clase deanimales, mostrando siempre una preocupación especial por elsistema nervioso de cada uno de ellos.

Resulta prácticamente imposible detallar todos los aportesque don Santiago como naturalista proporcionó al desarrollode las ciencias y más concretamente de las neurociencias, porello voy a elegir algunas que considero (bajo mi particularpunto de vista) de mayor interés. Sin duda alguna la obra

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magna de Cajal en el mundo de los invertebrados es la tituladaCentros ópticos de insectos, que publicó en 1915 en colaboracióncon el Doctor Domingo Sánchez (eminente naturalista y granamigo y colaborador de don Santiago). El trabajo fue publica-do en la revista Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Bio-lógicas, tomo XIII, con ciento sesenta y siete páginas, 1-167, 85figuras y dos maravillosas láminas. La primera lámina muestrala retina y centros ópticos de la abeja, mientras que la segundase refiere a la retina y centros ópticos de la mosca azul.

Retina y centro óptico de la abeja. Retina y centro óptico de la mosca azul.

Permítanme que exponga textualmente lo que don Santia-go y don Domingo escribieron al inicio de esta insuperableobra sobre la retina y centros ópticos de los insectos: «Sorpren-de la poca atención que, durante los dos últimos decenios, tancopiosos en bibliografía neurológica, se ha concedido al sistemanervioso de los articulados y particularmente al de los insectos.

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Poseen estos animales un sistema nervioso extraordinariamen-te complejo y diferenciado, y de una finura constructiva que rayaen los límites de lo ultra-microscópico. Comparados los gangliosvisuales y cerebroide de una abeja, o de un caballito del diablo,con los de un pez o un anfibio, experimentase una sorpresa ex-traordinaria. La excelencia de la máquina psíquica no aumentacon la jerarquía zoológica; antes bien, se reconoce que, en los pecesy anfibios, los centros nerviosos han sufrido inesperada simplifica-ción. Ciertamente, la sustancia gris ha crecido considerablementeen masa; pero cuando se compara su estructura con la del cerebrode los ápidos o libelúlidos, se nos aparece como algo excesivamentegrosero, basto y rudimentario. Es como si pretendiéramos igualarel mérito de tosco reloj de pared con el de una saboneta, maravillade finura, delicadeza y precisión. Como siempre, el genio de lavida, al construir sus obras portentosas, brilla en lo pequeño muchomás aún que en lo grande».

Seis años más tarde, con motivo del cincuenta aniversario dela fundación de la Real Sociedad Española de Historia Natural,se editó un tomo especial de las Memorias de la Sociedad, en elcual escribió un sorprendente trabajo acerca de Las sensacionesde las hormigas. Curiosamente en este trabajo no hay ningunode los magníficos dibujos que don Santiago solía incluir en suspublicaciones. Sin embargo el contenido científico del estudio esde una profundidad tal, que sorprende pensar la cantidad deobservaciones precisas que don Santiago tuvo que llevar a cabosobre las hormigas. Recomiendo encarecidamente a todos uste-des que procuren leer el trabajo porque es un ejemplo de lo queun auténtico biólogo debe observar y de cómo elaborar un tra-bajo escrito. Resulta además llamativo que por lo que se deduce,sus observaciones las ha llevado a cabo sobre «las cuestionestocantes a los tropismos, datos sensoriales, percepciones, memoriaasociativa, actos reflejos, instintos superiores, etc., de esta atrayentecategoría de himenópteros...». Sin embargo líneas más tarde escri-be: «Careciendo de tiempo para dar cuenta de la totalidad de misobservaciones, me contraeré en esta primera nota a decir algo sobre

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las sensaciones de las hormigas. En otro trabajo más extenso me ocu-paré de las cautivadoras y controvertidas cuestiones relativas al su-puesto lenguaje gesticular, construcción de nidos, expediciones de re-colección y caza, y sobre todo del magno problema de la orientacióny del regreso al nido».

Uno de los libros de consulta acerca del mundo de las hor-migas que más utilizaba era el del famoso entomólogo Piéron,pero no compartía con él los criterios de clasificación de lasmismas que se basaba en el predominio de alguno de los senti-dos: visual, olfativo y táctil. Don Santiago las reparte en dosgrandes grupos: las que ven bien o regularmente (poliópsicas),cuyos ojos poseen ochocientas o más facetas, y las que ven po-quísimo o medianamente (oligópsicas), cuyas facetas corneales os-cilan entre setenta y quinientas. Y escribe a continuación: «con-tamos entre las primeras a Polyergus rufescens, Lasius Níger,Formica rufibarbis, Myrmecocystus viaticus, Formica rufa, etc.,cuyas obreras, además de ojos saltones y laterales ricos en cor-neolas, poseen tres ocelos característicos; y entre las segundasincluimos las diversas especies de Camponatus, Pheidole megace-phala, Tapinoma erraticum, Aphaenogaster barbara, Aphaenogas-ter testáceo-pilosa, etc., cuyas obreras están desprovistas de ocelosy ofrecen ojos pequeñísimos y como rudimentarios.

La capacidad de observación y de estudio que demuestraCajal es indescriptible y envidiable, pero junto a ella muestrasu sencillez y su agradecimiento a los famosos entomólogosespañoles don Ignacio y C. Bolívar, y a «los fervientes mirme-cólogos» los señores Dusmet y Mercet, por su ayuda en ladeterminación sistemática.

En su libro titulado El mundo visto a los ochenta años (Im-presiones de un arterioesclerótico), que apareció publicado en elmismo año de su muerte, 1934, al referirse a los dos años quevivió en una casa con jardín en Cuatro Caminos, decribe losiguiente: «aún recuerdo con regusto agradable mis observaciones

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de la vida de las hormigas, particularmente de la temible amazo-na (Polyergus rufescens), inventora de la explotación de esclavos;mis exploraciones de los periplos y costumbres de las avispas, abe-jas, abejorros y mariposas; mis experimentos sobre el sentido cro-mático de múscidos y lepidópteros...».

El presente artículo es la versión escrita de la exposición oralque llevé a cabo en la mesa redonda que en conmemoración delcentenario de la concesión del Premio Nobel a Ramón y Cajal,tuvo lugar en la Real Academia de Doctores de España. En laexposición oral recurría a diferentes imágenes de «power point»,que lamentablemente no puedo reproducir aquí en su totalidad.Pero a modo de resumen y para orientación del posible lectorhago saber que en tales imágenes figuraban un corte transversaldel esófago de la sanguijuela (Hirudo), en el que se podía obser-var en el dibujo de Cajal cómo las terminaciones nerviosas sen-sitivas terminaban debajo de la basal de la mucosa.

Terminaciones nerviosas sensitivas en esófago de sanguijuela.

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Igualmente mostraba en imágenes los dibujos relativos a ladistribución del llamado aparato de Golgi, tanto en célulasganglionares como en enterocitos de la lombriz de tierra (Lum-bricus).

Figura. 1. Células ganglionares del Lumbricus.

Figura. 2. Células epiteliales del intestino del Lumbricus.

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De una perfección técnica y de una pulcritud magnífica esla imagen realizada por nuestro Nobel Cajal acerca del centrocerebroide de la sepia de algunas semanas, así como la interpre-tación probable de la forma y significación biológica del quias-ma retiniano del calamar. Y aún más admirable resulta el dibu-jo de la estructura de las conexiones probables de las células dela retina de los cefalópodos.

Cajal como naturalista, como excelente naturalista, recurresiempre que puede a criterios evolucionistas basados en los estu-dios comparativos entre las distintas especies pertenecientes a losdistintos grupos zoológicos y además recurre igualmente a losestudios embriológicos, teniendo presente el principio de Haec-kel de que la ontogenia es un resumen de la filogenia.

Corte horizontal del centro cerebroide de la sepia de algunas semanas.Figura semiesquemática. A) Cordón óptico cruzado. B) Terminación de este cordón

en el foco peduncular contrapuesto. C) Vía óptica refleja nacida en el núcleo peduncular.D) Manojo de la corona óptica radiante destinada al lóbulo anterior del foco cerebroide.

E) Cordón destinado al lóbulo medio. F) Corteza del núcleo peduncular.

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Además de las doscientas sesenta y tres monografías cien-tíficas que escribió don Santiago, publicó veintitrés libros delos cuales dieciocho son de contenido científico y cincode carácter literario. De entre los tratados científicos, a mimodo de ver, destacan sobremanera por su carácter compa-rativo: Histología del sistema nervioso del hombre y los verte-brados (en dos o tres tomos según ediciones), Neurogénesis dealgunos vertebrados y la edición de 1933 acerca de la Retinade los vertebrados.

Precisamente en mi exposición proyecté imágenes del índi-ce de este magnífico libro en el que se puede constatar cómode manera sistemática estudia la retina de teleósteos, batracios,reptiles, aves y mamíferos. Y en cada uno de estos gruposzoológicos de vertebrados analiza, capa a capa, sus componen-tes celulares: células pigmentarias, conos y bastones, neuronasbipolares, neuronas ganglionares, así como sus diferentes capasplexiformes, de fibras ópticas, y las células de Müller con suparticipación en las limitantes interna y externa. Un trabajocompletísimo, admirable e insuperable.

Las imágenes de los distintos tipos de retinas son de unaperfección y de un valor pedagógico innegable, pero a mí par-ticularmente me llamaron la atención y así lo manifesté, antela correspondiente proyección, los dibujos de las células reti-nianas horizontales de una especie tan poco habitual en lasexperiencias de laboratorio como lo son las del buey.

Casi al final de mi exposición mostré una imagen en dondedon Santiago recurre a un «doble esquema donde mostramos laevolución filogénica y ontogénica de la célula psíquica o pirá-mide cerebral» y presenta sendos dibujos de una célula pirami-dal de un batracio, reptil, conejo y hombre. Al mismo tiempodibuja cuatro fases evolutivas «de la célula psíquica en el em-brión de los mamíferos».

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Retina de reptil (camaleón).

Retina de ave (verderón).

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Células retinianas horizontales en buey.

De manera sucinta hemos pretendido demostrar cómo donSantiago Ramón y Cajal era un auténtico naturalista, como loevidencia su dedicación al estudio de la estructura del sistemanervioso a lo largo de toda la escala animal.

En el Boletín de la Real Sociedad Española de HistoriaNatural, en su tomo 34 de 1934, en el que consta el acta de lasesión celebrada el 7 de noviembre de ese mismo año consta:

NECROLOGÍA

El Presidente dio cuenta del fallecimiento de don Santiago Ramón y Ca-jal, Presidente Honorario de nuestra Sociedad. La figura relevante de Cajal enel campo de las ciencias biológicas y sus relaciones constantes con nuestra Socie-dad, obligan a ésta, no solamente a rendirle un sentido recuerdo, sino tambiéna dedicarle un homenaje que de algún modo represente una perpetua conme-moración de la fecha dolorosa de su muerte.

Por esta razón el Presidente, en nombre de la Junta Directiva, propusola publicación de un número extraordinario de nuestra revista, que llevaría

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un preámbulo de don Ignacio Bolívar, y cuya finalidad no sería otra que lade expresar el sentir de los naturalistas españoles con motivo de tan irrepa-rable pérdida para la ciencia patria. Este número, cuya dirección estaríaencomendada a don Pío del Río-Hortega, habría de constar de diferentestrabajos en que se glosen o estudien aspectos distintos de la actividad científicade Ramón y Cajal por algunos de sus discípulos y por diversos investigadoresespañoles en el campo de las Ciencias Naturales. La propuesta fue aprobadapor aclamación, y al mismo tiempo se expresó unánimemente el deseo de queconstase en acta el sentimiento por la muerte del ilustre biólogo.

A don Santiago lo podemos considerar como médico, na-turalista (biólogo), filósofo, escritor, pensador, dibujante, fotó-grafo, pintor... y en cada una de estas actividades nos llamaríala atención su magistral conocimiento de la actividad desempe-ñada y es que don Santiago era un SABIO, un hombre deCIENCIA.

BIBLIOGRAFÍA (publicada por don Santiago Ramón yCajal en las publicaciones de la Real Sociedad Española deHistoria Natural)

� «Observaciones anatómicas sobre la corteza cerebral y asta de Am-mon», Actas, 21 (1892), 192-204.

� «La retina de los Teleósteos», Anales, 21 (1892), 281-305.

� «Estructura del asta de Ammon. Estructura de la corteza occipitalinferior de los pequeños mamíferos», Anales, 22 (1893), 53-114, 115-125.

� «Estructura del encéfalo de los Teleósteos», Anales, 23 (1894), 93-99.

� «Estructura del ganglio de la habénula de los mamíferos», Anales, 23(1894), 185-194.

� «Algunas contribuciones al conocimiento de los ganglios del encéfa-lo», Anales, 23 (1894), 195-237.

� «Apuntes para el estudio del bulbo raquídeo, cerebelo y origen de losnervios encefálicos», Anales, 24 (1895), 5-118.

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Cajal naturalista

� «Sobre unos corpúsculos especiales en la retina de las aves», Actas, 24(1895), 128-130.

� «Sobre la fagocitosis de las plaquetas de los vertebrados inferiores»,Anales, 25 (1896), 5-12.

� «Estructura del protoplasma nervioso», Anales, 25 (1896), 13-46.

� «Sobre la existencia en el papiloma y pólipos mucosos de cuerpossemejantes a blastomicetos», Actas, 25 (1896), 3-7.

� «Coloración por el azul de metileno de las fibras y células nerviosasde la médula de los mamíferos», Actas, 26 (1897), 33-37.

� «Sobre la existencia de un aparato tubuliforme en el protoplasma delas células nerviosas y epiteliales de la lombriz de tierra», Boletín, 3(1903), 395-398.

� «Tipos celulares de los ganglios raquídeos del hombre y mamíferos»,Boletín, 5 (1905), 138-139.

� «Notas sobre la retina de los múscidos», Boletín, 10 (1910), 92-95.

� «Las sensaciones de las hormigas», Memorias T. 50 Aniv. (1921), 555-572.

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DON SANTIAGO:HUMANISMO Y OBRA LITERARIA

Dr. JESÚS MARTÍNEZ-FALERO

Nos vamos a ocupar del humanismo y la obra literaria dedon Santiago; otra de las facetas en las que brilló la figura deCajal, que proyectó una luz y produjo resplandor en todo elmundo científico, hecho que hoy estamos conmemorando.

Es bien sabido cómo el alemán Alberto Kölliker, profesorde la Universidad de Wurzburgo en Baviera, fue el científicoque en esa época, mejor conoció a Cajal, que se fijó en sustrabajos, los valoró y le alentó para seguir en esa línea deinvestigación, al tiempo que facilitó que fueran conocidos porlos científicos de su entorno.

En don Santiago, a lo largo de su vida, siempre ha estadopresente su categoría de hombre humanista, de gran sensibili-dad, entusiasta del arte, y nos refiere cómo «el jardín de laneurología brinda al investigador espectáculos cautivadores yemociones artísticas incomparables... y cómo en el vergel de lasustancia gris veía células de formas delicadas y elegantes, lasmariposas del alma».

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La vida de don Santiago estaba presidida por la sencillez, laausteridad, sin visos de vanidad, soberbia y orgullo, a pesar delos innumerables premios científicos de relieve internacional,medallas, doctor honoris causa de múltiples universidades ycargos políticos que rechazó cuando le ofrecieron ser ministrode Instrucción Pública.

Ya catedrático de Histología y Anatomía Patológica de laFacultad de Medicina de Madrid, en 1892 con cuarenta años deedad, llevaba una vida realizada en la modestia, y vivía en unacasa en la calle Atocha, 131 duplicado, en la que pagaba unalquiler de ochenta pesetas al mes. Allí con su esposa doñaSilveria, mujer abnegada y solidaria, y con sus hijos sufrió elzarpazo de la desgracia familiar; la muerte de una hija en unanoche cuando se encontraba en su laboratorio, en la aurora desu más trascendental descubrimiento: los trabajos que perfila-ban la identificación de la neurona.

Se reunía con una peña de compañeros en el Café Suizo,a la que lo llevó el Profesor Alejandro San Martín, reunión derancio abolengo, pues en ella figuraban también políticos yliteratos. Allí, en las primeras horas de la tarde, tenía ocasiónde expresar sus criterios y en esos momentos de descanso ydistracción, creía peligroso prolongar «el diástole de la mentea expensa del sístole del trabajo», según sus frases.

En su libro Recuerdos de mi vida comenta que debemucho a la sabrosa tertulia del Suizo, donde aprendió mu-chas cosas y se corrigió de algunos defectos. Esta es una con-dición de la grandeza de su espíritu, que es una faceta queesmalta su figura humana, como también lo fue fomentar elentusiasmo a sus discípulos para ilustrar su voluntad conel respeto a las iniciativas individuales, procurando pesar lomenos posible en el cerebro de sus seguidores, tan preclaroscomo Achúcarro, Tello, Rodríguez Lafora, Río-Hortega, Cas-tro, etc., a los que guiaba infundiéndoles inquebrantable con-

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fianza en sus propias fuerzas y su fe robusta en el progresocientífico.

Un ejemplo de esto es la relación que tuvo Cajal con Río-Hortega y el incidente de la ruptura entre ambos, que vamosa comentar con un resumen de lo sucedido.

Los descubrimientos de la textura del sistema nerviosoidentificaban a la neurona como primer elemento; astrocitos, se-gundo elemento procedente de la neuroglia; microglía, tercerelemento, del que fue descubridor Río-Hortega, que motivó laruptura entre ambos científicos durante cinco años, pero apesar de ello, Cajal reconoció el valor científico de los descu-brimientos de Río-Hortega, y don Santiago, Presidente de laJunta para Ampliación de Estudios, propuso a Río-Hortegapara dirigir el Laboratorio de Histología Normal y Patológica.

En 1920, Río-Hortega hizo un magistral trabajo sobre susdescubrimientos, que impresionó a Cajal cuando lo recibió condedicatoria autógrafa de su autor. En ese momento don Santia-go dirigió una efusiva carta que don Pío leyó a sus discípulos.

Con este episodio, que relata el profesor Ortiz-Picón en unensayo, se reanudó la relación personal entre Cajal y Río-Hortega, que se ratificó en una íntima entrevista de amboshistólogos que, por iniciativa de Cajal, tuvo lugar en el café«La Elipa» en la calle de Alcalá.

Una vez más queda patente el caudal de humanismo dedon Santiago.

Como estímulo para los jóvenes, quiso dejar escrito estepárrafo, con el que acaba el libro Recuerdos de mi vida: «Atodos cuanto embelesa el hechizo de lo infinitamente pequeño,aguardan en el seno de los seres vivos millones de células pal-pitantes que sólo exigen, para entregar su secreto, una inteli-

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gencia lúcida y obstinada que las contemple, las admire y lascomprenda».

Una vez hecho este repaso de unas cuantas virtudes de supersonalidad humana, tiene muchas más sin duda, vamos apasar a glosar en mi espacio de tiempo, su obra literaria, aspec-to que no es conocido por muchos de los que se acercan acontemplar la figura de don Santiago.

Esta obra de Cajal está recogida en un volumen de 1.335páginas, de Editorial Aguilar, en su cuarta edición 1961, conlos siguientes títulos:

� Mi infancia y juventud.� El mundo visto a los ochenta años.� Reglas y consejos sobre la investigación biológica �los

tónicos de la voluntad.� Cuentos de vacaciones.� Charlas de café.� El Quijote y Quijotismo.

Para su estudio, y en orden puramente didáctico, los agru-pamos en los siguientes apartados.

Autobiografías: Mi infancia y juventud, donde narra lasvisicitudes de esa época de su vida; y El mundo visto a losochenta años, autorretrato retrospectivo de los últimos años desu existencia.

Estudio del modelo del investigador: Que lo analiza enprofundidad en Los tónicos de la voluntad.

Relación extensa de pensamientos y aforismos: Juicioscríticos de ideas o personas que desgrana en Charlas de café.

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Ensayos sobre el ideal español y sus defectos: A través deuna magnífica conferencia, El Quijote y el Quijotismo.

El trabajo de pura creación literaria, lo que estimamosla joya de su producción: Cuentos de vacaciones, que constade los siguientes:

� A secreto agravio, secreta venganza.� El fabricante de honradez.� La casa maldita.� El prestamista corregido.� El hombre natural y el hombre artificial.

No quiero ocultar que por el espacio que tenemos asignadopara esta glosa, no será posible hacer una extensa valoración deestas obras, pero sí queremos dejar patente los aspectos mássignificativos de los escritos literarios de Cajal. Empezaremosnuestro análisis por las obras autobiográficas:

Mi infancia y juventud. No la vamos a comentar porqueel doctor Alberto Portera nos ha deleitado con una síntesis deltrabajo que es primoroso.

El mundo visto a los ochenta años. Es un relato de laúltima parte de su vida, cuando ya los órganos, los sentidosy los sistemas del cuepo humano van perdiendo elasticidad ycapacidad de respuesta propia de la senectud, por eso tambiénsubtitula la obra «Impresiones de un arteriosclerótico», y estádividida en cuatro partes.

En la primera se ocupa de las tribulaciones del ancianoseñalando las decadencias sensoriales, disminución de la agude-za visual, circunstancia natural a los ochenta años cuando nosvemos en la gran dificultad de leer los libros en letra pequeña,que a veces precisan de lupas para su lectura. A este respecto

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refiere: «poseo colecciones completas de las obras de Cervantesy Quevedo, inaccesibles a la lectura para los ancianos».

Cuando se refiere a la pérdida de la audición, que puedellegar a la sordera, él nos dice: «huelga advertir que mi sorderarelativa me ha convertido en contertulio poco deseable, queme aparta de la vida social».

Sigue con el comentario y dice con resignación: «Nada seopone a un Beethoven sordo total, que hasta los cincuentaaños sigue componiendo admirables sinfonías, o a un Goya,que llegó a la sordera absoluta pintando de manera magistral».

Cajal, teniendo en cuenta estos ejemplos, argumenta a fa-vor de la supremacía intelectual de la vista, porque sin ellaestos dos genios del arte habrían sido condenados a la tristeinactividad.

Nosotros pensamos que esto es así; Cajal no hubiera podi-do realizar su ingente labor científica con disminución pro-funda de la visión; imposible mirar por el microscopio y difícildibujar lo que veía.

En cambio la perturbación de la agudeza auditiva, que ensu caso sólo se acentuó en la vejez, no le impidió en nada llevara cabo sus importantes trabajos científicos.

Sigue ocupándose de otras limitaciones orgánicas en el an-ciano: debilidad muscular, insomnio, pérdida de memoria, etc.,que no podemos detallar por falta de espacio.

En la segunda parte titulada «Los cambios del ambientefísico y moral», analiza el contacto con la sociedad cuando seestá instalado en la vejez.

Queremos destacar un aspecto de interés en la narración,cuando relata las consecuencias del desastre colonial en el no-

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Don Santiago: Humanismo y obra literaria

venta y ocho, juzgando el españolismo anterior y la tendenciaa la desintegración con sus críticas a regionalismos y naciona-lismos, cuestiones que hoy están de actualidad. Observamoscómo se encuentra dubitativo a la hora de inclinarse por laconveniencia o no de la idea separatista. Atención para quenadie se pueda confundir cuando dice: «deprime y entristece elánimo, al considerar la ingratitud de los vascos, cuya granmayoría desea separarse de la patria común... no soy adversa-rio, en principio, de la concesión y privilegios regionales, peroa condición de que no rocen en lo más mínimo, el sagradoprincipio de la unidad nacional».

Nosotros estamos convencidos, teniendo en cuenta su ca-tegoría humana, que si don Santiago hubiese podido contem-plar la actual situación social, económica y política del PaísVasco, se hubieran disipado todas sus dudas o incertidumbres,sabiendo su españolismo a ultranza y las raíces personales y desus progenitores del recio y noble Aragón.

En la tercera parte se refiere a las teorías de los científicossobre la senectud, la degradación senil con el eclipse total de laconciencia hasta llegar a la muerte, y repasa los trabajos quehabían expuesto Cazalis, Weissmann, Dastre, Minot, Metchni-coff y Voronoff, cuyos contenidos no es posible esbozar enestos momentos, sólo vamos a señalar como Cajal de todasellas, la teoría de Voronoff, proporciona al anciano algún re-medio al analizar sus criterios y sus ensayos con trasplante detejidos y órganos, como testículos de animales de experimen-tación, preferentemente monos, para mejorar la función fisio-lógica de la senectud, en la esfera sexual; quimérica esperanzaque se cifraba en los resultados que se pudieran obtener consucesivos trabajos experimentales.

Finalmente y para terminar este libro, en la cuarta parte seocupa de remedios paliativos y de la conveniencia de regímenesalimenticios adecuados, para llevar con resignación esta etapa

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del ser humano, y lo fundamenta así: «muy poca carne, unhuevo al día, uso de leche y queso, sopas, purés de legumbresy frutas. La cena se reduce a un parvo plato de sopa de ajo yun pequeño postre de fruta. No abuso del pan, bebo mediovaso de vino, rechazo el tabaco y no tomo ni café ni té».

Por nuestra especialidad nos ocupamos de la alimentaciónen mis libros y al valorar este régimen alimenticio de Cajal, loconsideranos en todo punto aconsejable para estas edades.

Reglas y consejos sobre la investigación biológica. Deja-mos el comentario para que sea leído el libro en el que diseñacómo debe ser el modelo, de tanto interés para el médico quehaya escogido el área de la investigación.

Charlas de café. Este trabajo, que tiene una extensión de353 páginas en el tomo de las obras completas, comprende unaserie de pensamientos, anécdotas, juicios críticos de ideas ypersonas, que fueron expuestos ante contertulios joviales, du-rante cuarenta años de asidua asistencia a las peñas de café ocasino.

Los pensamientos están agrupados por las ideas que se vana expresar en once capítulos: sobre la amistad; el amor y lasmujeres; la vejez y el dolor; la inmortalidad y la gloria; el genioy el talento; la conversación y la polémica; la moral y lascostumbres; pensamientos pedagógicos; la literatura y el arte;política y guerra; ideas de sabor humanístico y anecdótico.

Fácil es advertir por el sumario de las cuestiones que des-granan los más de mil quinientos pensamientos, que lo reco-mendable en este momento es que el lector acuda a las páginasde Charlas de café y disfrute del contenido.

No es necesario que la lectura tenga continuidad, puede sersalteada, escogiendo por el título de cada capítulo, las opinio-

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nes que se vierten al respecto; por eso estimamos que puede serun libro de mesilla de noche, con el que antes de dormirnospodemos reflexionar sobre las cuestiones que hemos seleccio-nado, para que después, plácidamente y relajados, conciliemosel sueño que será reparador.

El Quijote y el Quijotismo. Se ocupa Cajal en este ensayodel ideal del español y sus defectos. Se aprecia la psicología deDon Quijote y Sancho y cómo planea sobre ellos su condiciónde genios: espíritu soñador, cultura y altruismo de Don Qui-jote; serenidad, robusted y sentido práctico de Sancho. Si estascondiciones las aplicamos a Cajal podemos definir que se cum-plen en su totalidad en la figura de don Santiago, por lo quetenemos que promulgar que ha sido un genio universalmentereconocido por su humanismo y por su saber y pensar.

Cuentos de vacaciones. Son unas narraciones cortas, conel estilo literario de cuentos, en las que Cajal brilla con suprosa al nivel de los mejores escritores de esta modalidad quetiene nuestra literatura.

Naturalmente que como toda obra literaria de creación,sostiene a personajes de ficción y formula situaciones necesa-rias para el desarrollo del contenido de la narración.

En esta ocasión y por falta de tiempo sólo vamos a comen-tar el cuento El hombre natural y el hombre artificial que, segúnnuestro criterio, es el más importante.

Los protagonistas no son médicos, como ocurre en otrosde los cuentos; son dos amigos españoles que se encuentran enParís; uno Jaime Miralta, ingeniero industrial y director de unaempresa que fabrica aparatos eléctricos; otro Esperaindeo Car-cabuey, abogado, hombre gris en su trayectoria profesional yque habían sido contrincantes en sesiones culturales en el Ate-neo. Ya de inicio, Cajal, como hace en otros cuentos, pone a

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los protagonistas nombres hiperbólicos, altisonantes, definido-res de su estructura mental y psicológica, que preparan al lec-tor para que los pueda catalogar. Jaime Miralta, ingeniero congran valía y presente esplendoroso; Esperaindeo Carcabuey,abogado, mediocre y de escaso valor social.

Se establece un diálogo entre ellos en el que se perfila lapersonalidad de cada uno. Esperaindeo relata que su vida esproducto de la mala educación que ha recibido; que se creó conlactancia artificial y que su madre lo tuvo recluido durante losaños de la infancia para evitar contagios y enfermedades. Cur-só estudios de segunda enseñanza en colegios de jesuitas ydespués en la universidad, la carrera de Derecho, que desarro-lló con algún éxito en los medios religiosos, pero que fracasóen otros foros, tal vez por su estigma mística que había domi-nado en su formación.

Muere su padre, lo que produjo una pobre situación en lafamilia, y para salir de ella recurre a unirse en matrimonio conMagdalena, joven con buen peculio familiar, pero llena dehisterismo y escasa belleza.

En el ambiente matrimonial no había concordia. Las acti-vidades estaban orientadas a organizar fiestas benéficas en con-ventos y a presidir actividades religiosas. Es posible que poresta permanente ocupación entablara amistad con un devotode San Vicente de Paúl y la mística esposa, con ferviente reli-giosidad, se fugó con él, llevándose las joyas y su dinero, comoocurre en casos análogos.

Todo este relato lo oye el otro personaje del cuento, Jaime,y le dice que ha sido víctima de una educación artificial, quecontrasta con la suya que la resume comentando que él era hijode padres humildes. Que había nacido en una aldea de losPirineos, que fue a la escuela primaria al tiempo que se tuvoque ocupar como zagal con un rico ganadero para contribuir

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con su sueldo a la pobre economía familiar, y que le sirvió paraentrar en contacto con la naturaleza.

Con ayuda de una beca que le proporcionó el alcalde y elamo del rebaño, que pastoreaba Jaime, pudo cursar estudiossuperiores; un breve paso por un seminario para hacerse sacer-dote y con años de contacto con la historia, filosofía y teolo-gía, se dio cuenta que estas materias no se correspondían consus criterios intelectuales y se traslada a Madrid para seguirestudios de ingeniería y ciencias.

Con su inquietud cultural y apoyándose en sus conoci-mientos filosóficos, se inicia en la política y después de desa-rrollar sus teorías de libre pensamiento, el Gobierno lo encar-cela y, gracias a la defensa que le hizo Esperaindeo, quedó enlibertad.

Jaime abandonó la actividad política, se centró en la inge-niería industrial y como en España no encontraba apoyo pararealizar sus trabajos, emigró a Francia y allí logró poner enpráctica sus proyectos, gracias a los cuales se convirtió en uningeniero famoso y en un industrial potente.

Terminado el relato de Jaime, el texto refiere que se reanu-dó la amistad entre los dos personajes y Jaime coloca a Espe-raindeo en su empresa.

En el comentario que se puede hacer con la lectura delcuento, se establece la diferencia de los dos amigos, tomandocomo fundamento la educación recibida y el género de vida enla infancia y juventud de cada uno. Esperaindeo es el hombreartificial, Jaime es el hombre natural.

El cuento es una delicia, hay pasajes del texto donde seestablecen controversias teniendo en cuenta el modo de pensarde cada uno, relacionadas con la evolución de las especies;

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sobre la religión y laciencia; las etnias y lapolítica, que sirven alautor para definir elperfil humano y el inte-lectual y así catalogarsus diferencias.

Recomendamos lareposada lectura deCuentos de vacaciones,que es donde Cajal al-canza el cénit de su ca-pacidad literaria, crean-do personajes y situaciones de ficción que son exponentesclaros del pensamiento del autor, y para ello emplea un lengua-je exquisito del castellano, lleno de ironía, con un sentido delhumor admirable, donde queda patente su espíritu crítico y elalto nivel intelectual.

En ocasiones se lee alguna frase al enjuiciar el valor deCuentos de vacaciones, que dice: «su mente y su produccióneran producto de trasnochados lirismos».

Nosotros decimos lo contrario: su cerebro es manantial defecundas ideas, claras y luminosas, conocedoras de la psicologíahumana en todas sus vertientes, lo que lleva a exponer concep-tos bien acoplados a la realidad de un genio con su extraordi-naria fuerza intelectual, con clarividencia y que tiene una in-mensa capacidad creadora, calidad estética insuperable, que sepone de manifiesto de manera palmaria en el libro que estamoscomentando.

Si la glosa y las reflexiones que hemos apuntado sirven deestímulo para que aumenten los lectores de su obra literaria,nos damos por satisfechos de ver cumplido nuestro empeño.

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BIBLIOGRAFÍA

RAMÓN Y CAJAL, S.: Recuerdos de mi vida, 3.ª ed. Imprenta Juan Pueyo,1923, Madrid.

� Obras literarias completas, 4.ª ed., 1961, Aguilar, S. A., Madrid.

� ORTIZ PICÓN, J. M.: Cinco ensayos históricos sobre biología, EditorialGarsi, 1998, Madrid.

� FERNÁNDEZ RUIZ, B.: Discurso de ingreso en la Real Academia de Doc-tores, 2001, Madrid.

� MARTÍNEZ-FALERO, J.: Cajal y su obra literaria, Colegio Oficial deMédicos, 2003, Madrid.