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  • 5/22/2018 Poder Estatus Social Fines Periodo Formativo

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    FACULTAD DELETRAS Y CIENCIAS

    HUMANAS

    ESPECIALIDAD DE ARQUEOLOGA

    Poder y estatus social a fines del Periodo Formativo:los cementerios del valle bajo de Lurn1

    Krzysztof Makowski

    IntroduccinLa poca entre el ocaso de Chavn y Cupisnique, y el surgimiento de las denominadasculturas regionales en los Andes Centrales (alrededor de 200 a. de C.-200 d. de C.) estuvo

    caracterizada por profundas transformaciones. Basta comparar las tcnicas y los diseos enarquitectura, metalurgia, cermica y textilera que se desarrollaron durante los periodosInicial y Horizonte Temprano con las que gozaban de popularidad en el Periodo IntermedioTemprano y en el Horizonte Medio, para percibir fuertes rupturas en la continuidad cultural.El colapso de las tradiciones de arquitectura ceremonial e iconografa religiosa compleja,luego de un periodo en el que los motivos, las formas y los objetos se desplazaban en todoel rea de los Andes Centrales con relativa facilidad (vase la discusin sobre el HorizonteTemprano en Burger 1992, 1993b y tambin Tellenbach 1999), sugiere asimismo unacompleta reestructuracin del orden poltico.

    La direccin y la naturaleza de estas transformaciones no estn claras. Las hiptesis de

    mayor aceptacin se fundamentan en el seguimiento de los patrones de asentamiento. Seha sugerido, entre otros, que la construccin de una red de canales de riego habracontribuido con el aumento de la densidad poblacional (Collier 1955), crendose condicionespropicias para el proceso de nucleamiento (Schaedel 1966, 1978, 1980) y para elsurgimiento de centros urbanos (Rowe 1963; Williams 1980; Brennan 1980, 1982; Wallace1986; Canziani 1987, 1992). La rpida diferenciacin social en trminos econmicos(estratificacin e incluso la formacin de clases antagnicas, Lumbreras 1986) habra sidoconsecuencia lgica e inevitable de este proceso. Otros autores (p. ej. Wilson 1987, 1997)han insistido en las caractersticas aldeanas de los asentamientos y han enfatizado, encambio, en el incremento de las enemistades y la formacin de lites guerreras; este ltimo

    fenmeno se refleja, segn ellos, en la presencia de sitios fortificados en las cimas, alejadosdel fondo del valle, y en la presencia constante de armas en los ajuares funerarios.

    Ambas hiptesis complementan en buen grado los planteamientos tericos concernientes alorigen del Estado y la sociedad compleja en los Andes Centrales, puesto que las evidenciasempricas son limitadas y proceden esencialmente de prospecciones en cinco vallescosteos: Vir, Santa, Chincha, Ica, y Nazca, Los datos publicados de Lurn (Patterson1966, Patterson et al. 1982), Rmac y Chilln (Silva et al. 1983, Palacios 1987-88, Silva yGarca 1997, Silva 1998), Huarmey (Bonavia 1982), Moche, Jequetepeque y Lambayeque(Shimada y Maguia 1994) aparecen incompletos. Se ha puesto en tela de juicio laimportancia de la guerra generalizada (vase Topic y Topic 1996) y los procesos urbanos

    1Una versin de este artculo fue publicada en Isbell y Helaine Silverman 2002: 89-120.

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    (p. ej. Silverman 1988, 1993; Makowski 1996a, 1998, 2002b) en la prehistoria andina. Lacrtica se basa en los resultados de excavaciones y anlisis iconogrficos, y conduce a unainterpretacin alternativa. Segn esta, las confederaciones religiosas de los cacicazgos oseoros (chiefdomso complexchiefdoms) cuya existencia se desprende de la difusin delos estilos de cermica y textiles ceremoniales, as como su compleja iconografa pudieron

    haber garantizado condiciones relativamente pacficas de convivencia, salvo las temporadasde combates rituales con reglas preestablecidas. Algunos de los supuestos centros urbanos,como Cahuachi en el valle de Nazca, tendran en realidad carcter de centros ceremoniales;estos parecen haber sido habitados por un grupo reducido de personal encargado delmantenimiento y eventualmente de la produccin de la parafernalia de culto. La granextensin y la notable cantidad de estructuras en estos centros ceremoniales tendran suexplicacin en la actividad piadosa de varias comunidades; es de suponer que cada una deellas haya edificado un recinto propio en el lugar sagrado (Silverman op. cit.). El caso deaquellos asentamientos cuyo carcter urbano ha sido comprobado mediante excavacionesen rea de manera fehaciente es diferente; como ejemplo citamos el extenso complejo dearquitectura pblica, residencial y talleres al pie de Huaca de la Luna (Chapdelaine et al.

    1995, Chapdelaine 1997). La estrecha relacin cronolgica entre su construccin y laconsolidacin de las estructuras de poder nos lleva a pensar que el urbanismo andino suigneris tiene carcter compulsivo (Morris 1972, Hagen y Morris 1998); no precede nicondiciona a la formacin de estados, sino ms bien constituye una de las expresionesmateriales tangibles de su estructura administrativa e ideolgica (Makowski 2002b). Lasaglomeraciones urbanas del Periodo Intermedio Temprano nacieron y colapsaron junto conlos organismos polticos cuyos centros constituan: p. ej. Pampa Grande, Galindo,Cajamarquilla, Maranga, etc.

    La polmica esbozada lneas arriba ha puesto en evidencia que las inferencias sobre la

    estructura social prehistrica y la naturaleza de los mecanismos de poder poseen seriaslimitaciones cuando estn basadas exclusivamente en la comparacin transcultural deformas arquitectnicas y estructuras de organizacin espacial de los sitios. La discusin delos cambios sociales requiere de fundamentos de mayor amplitud, y debe partir del anlisisde las evidencias funerarias, eventualmente iconogrficas, as como del reconocimiento dela funcin de los espacios arquitectnicos (Wason 1994).

    El valle bajo de LurnLas evidencias concernientes al valle bajo de Lurn en el periodo crucial que antecede a laconsolidacin de la cultura Lima cumplen en buena parte con los requisitos mencionados.

    Cabe resaltar ante todo la abundancia de las investigaciones, tanto en la modalidad derescate (Stothert y Ravines 1977, Stothert et al. 1992, Vradenburg et al. ms.) como deproyectos de excavacin sistemtica a largo plazo (Crdenas 1981, 1986, 1989, 1999;Makowski y Cornejo 1993; Makowski 1994a, b,1996b, 1999), que se llevaron a cabo en loscementerios prehispnicos de la margen derecha del ro Lurn. La cantidad de contextosfunerarios intactos registrados en aquellos cementerios, que se extienden en las laderas deelevados tablazos arenosos entre el famoso sitio de Pachacamac y la quebrada deAtocongo, es incomparablemente mayor a la de cualquier otro valle de la costa, puesto quesupera 1500 entierros. Por otro lado, gracias a la prospeccin sistemtica de Patterson(1966) y los reconocimientos de Engel (1987), se tiene una idea aproximada de la

    distribucin y las caractersticas de los asentamientos. Desafortunadamente, salvo latrinchera de Strong (Strong y Corbett 1943) en Pachacamac y nuestros trabajos en Limay,ninguno de estos sitios fue excavado, y ms del 50% de ellos ha desaparecido por causa de

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    la expansin urbana o de la habilitacin agrcola.

    Desde 1991 se realizan bajo nuestra direccin (loc. cit.), excavaciones sistemticas en elcomponente oriental del conjunto de cementerios conocido como San Francisco de Tabladao Tablada de Lurn (Proyecto Arqueolgico-Taller de Campo Lomas de Lurn, convenio

    PUCP-Cementos Lima S.A.; Fig. 1). Hasta la fecha se han excavado 437 entierros en pozode cmara lateral y 4 cmaras subterrneas con entierros mltiples, denominadas cistasen la literatura de lengua espaola. La superficie del cementerio prehispnico que ha sidoexpuesta comprende 2220 metros cuadrados, de los cuales 1700 metros cuadrados fueronexcavados hasta el suelo estril. Los sectores excavados por Ramos de Cox (Crdenas1981) y Crdenas (1986, 1989, 1999) entre 1958 y 1988, con metodologa distinta de lanuestra, suman aproximadamente 3000 metros cuadrados. Por consiguiente, el rea totalreconocida supera media hectrea, es decir 3,13% del rea mnima estimada delcementerio. Gracias a ello disponemos de informacin suficiente no solo para abordar eltema de la diferenciacin social y su representacin simblica en el ritual de enterramiento,sino tambin para intentar entender los principios de la organizacin del espacio destinado

    exclusivamente para uso funerario. Cabe destacar que los cementerios quedaronabandonados en la poca marcada por la aparicin del estilo Interlocking, y la caractersticaarquitectura pblica de adobitos, ntimamente relacionada con la cultura Lima. Su estudio yla posterior comparacin con los comportamientos funerarios lima debera, por ende,aportar al entendimiento del carcter de cambios sociales y polticos en la costa centraldurante el Periodo Intermedio Temprano.

    Caractersticas y cronologa de los entierros en pozoLa excavacin estratigrfica en rea, realizada en varias unidades mediante decapage,ha

    demostrado que hay dos ocupaciones funerarias sucesivas en Tablada de Lurn. La msantigua corresponde al cementerio de entierros en pozo (Makowski y Cornejo 1993;Makowski 1994a, 1994b; Makowski y Castro de la Mata 2000). Los pozos de profundidad dehasta 3,40 metros fueron cavados en arena. El espacio destinado para enterramiento seencuentra en el fondo de cada pozo. Por lo general, el hoyo se estrecha en este lugar, y lacmara est parcialmente cavada en una de las paredes, de tal manera que se forma uncmodo descanso que ayudaba a depositar el fardo y el ajuar en su interior. No obstante, amenudo el descanso desapareca a raz de sucesivas ampliaciones hechas con el fin depoder sepultar a otros individuos, luego de la reapertura intencional del pozo. En losentierros individuales, la cmara suele recibir un sello de lajas dispuestas de manerahorizontal u oblicua. Los textiles no se conservan en Tablada de Lurn, pero las improntas

    sobre artefactos de cobre y la distribucin de los objetos que originalmente estaban en elcontacto directo con el cuerpo sugieren que ste estuvo originalmente protegido porenvoltorios, como un fardo. Salvo casos atpicos, los cuerpos sentados, con los miembrosfuertemente doblados, las manos hacia la cara o hacia los hombros, adoptan la mismaorientacin +-20 Este, en todas las categoras de sexo y de edad. Los elementos de ajuarse distribuyen de ambos lados y frente al individuo. En contados casos, las ofrendas ocupantambin el espacio de la antecmara, por encima del sello. En los entierros de infantes dehasta un ao de edad algunos objetos suelen ser depositados en la boca del pozo (Tomasto1998). Muy a menudo sellos de lajas o piedras tradas ex profeso de las laderas de cerrosaledaos y depositados en la cima del tumulillo, marcan la ubicacin del entierro. Junto a

    este sello se encuentra frecuentemente un cntaro sin cuello, con tapa de cermica o delaja, parcialmente enterrado (Fig. 2).

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    Todos los entierros que poseen las caractersticas expuestas comparten la misma ubicacinestratigrfica (Fig. 3). Sus bocas se encuentran en el interface de las capas C y D, y los tmulos conmarcadores forman parte del nivel inferior de la capa C. Varios contextos domsticos del Periodo Inicial y

    del Horizonte Temprano se encuentran asociados con la capa Dsuperior (Makowski 1994b, Jimnez ms y

    su artculo en este volumen), mientras que campamentos del Precermico Medio fueron documentados en

    los niveles de Dinferior(ibid., Len 1999, Salcedo 1997). El estilo cermico ms recurrente en los ajuaresde los entierros en pozo merecera el nombre de estilo Tablada puesto que posee caractersticas propias, en

    comparacin con otros estilos de su poca, como Baos de Boza (Chancay: Willey 1943, Patterson 1966),

    Miramar (Ancn: Lanning 1963; Tabo 1965, 1972; Patterson 1966), Pinazo y Huayco Inicial en el valle

    de Rmac y en Huachipa (Palacios 1987-88, Silva et al. 1983, Silva 1998). Entre los rasgos particulares

    del estilo Tablada se encuentran la decoracin estrictamente moncroma, escultrica, por modelado, con

    detalles aplicados e impresos, la ausencia de la diagnstica pintura blanca, y un nmero de formas

    particulares, como botellas de cuerpo alargado elipsoide (llamadas frejoloides o cantimploras), platos

    de paredes gruesas o platos de alfarero, as como diseos de un animal fantstico, de cuerpo hbrido y

    boca llena de dientes (Fig. 4 y Crdenas 1999, lams. 40, 45, 46, p. 80, foto 35). Muy particular

    es tambin la pasta con inclusiones gruesas, producto de la mezcla de varios tipos dearcillas y la tcnica de confeccin, una especie de paleteado (beating) en el que la manoreemplaza a la paleta. El estirado y el anillado se usan con menor frecuencia, en particularcomo tcnicas secundarias, para iniciar o finalizar la construccin de la vasija. La pastagranular, poco compacta y con alto porcentaje de inclusiones de tamao mediano (30-40%,con predominio de cuarzos, esquistos, feldespatos y material orgnico), fue probablementehecha mediante la mezcla de varias arcillas locales (alfar 1: Amaro ms., Curay ms.). Elparentesco entre la cermica tablada y los estilos enumerados arriba fue observado, entreotros, por Crdenas (1999) y Stothert (1980,Stothert y Ravines 1977). Sin embargo no esun parentesco cercano. El nmero de rasgos realmente compartidos por todas estastradiciones es limitado y se relaciona con formas domsticas de ollas y cntaros: p. ej.

    cuello corto con borde engrosado y biselado o cntaro mamiforme (Crdenas 1999: 112-113, foto 70). La relacin ms estrecha, aunque inesperada, vincula al estilo Tablada con elestilo Higueras del Alto Huallaga, en la vertiente oriental de los Andes. Ambos estiloscomparten no solo las formas utilitarias, como ollas de reborde biselado y asas-cintashorizontales, sino tambin formas complejas decoradas; vase por ejemplo el cntaro cara-cuello y el cntaro zoomorfo con dos protomas de felinos (cf. Izumi 1971: Fig. 4 y Crdenas1999: lm.36, foto 31, lm. 45, fotos 52-59).

    La ubicacin del cementerio dentro de la cronologa relativa de la costa central y sur puedeprecisarse gracias a la presencia de estilos y elementos de diseo forneos (formas y

    motivos). Dos conjuntos corresponden a piezas tradas al cementerio desde los valles deLurn y Rmac. En ambos casos, las caractersticas de la pasta y de la coccin permitendiferenciarlas a primera vista de la cermica de estilo Tablada. Muy recurrentes son tambinlas huellas de uso. En cambio, en las vasijas tablada, stas son poco frecuentes, salvo enlos platos de alfarero (Curay op. cit.). No descartamos la posibilidad de que la cermica deestilo Tablada tuviese funcin esencialmente funeraria, lo que explicara, por un lado, lamala coccin y, por otro, la ausencia de la mayora de formas diagnsticas en las muestrasrecogidas de los asentamientos en el valle. El grupo mayoritario, entre las piezas tradasdesde los valles vecinos, est constituido por cermica muy bien cocida en ambienteoxidante y, por lo general, cubierta de engobe naranja. La pasta es fina y compacta, conpoca cantidad de desgrasantes (20-25%, con predominio de feldespatos, esquistos y mica;

    alfar 2, Amaro op. cit.). Las piezas encuentran cercanos paralelos estilsticos en Villa ElSalvador p. ej. botellas ornifomorfas con asa-puente y ollas de cuello corto con serpientes

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    aplicadas y en Topar pues los cuencos de paredes carenadas, con recurrente decoracinrojo sobre crema en el borde, y diseos bruidos en el fondo son muy parecidos a lasvasijas publicadas por Wallace (1986, ms.; vase tambin Massey 1986, 1992; Peters s.f.;y el artculo de Carrillo en este volumen). Esta clase de cuencos aumenta de popularidad apartir de la fase Jahuay 3. Llama la atencin que las botellas con una especie de tapa en la

    base del asa-puente, encima del cuerpo fitomorfo (lagenaria) o cilndrico, tan caractersticaspara la fase Chongos (Wallace 1986: 39), estn ausentes en Tablada; en cambio s estnpresentes en Villa El Salvador (Konvalinova 1976b, Delgado comunicacinpersonal) y enHuachipa (Palacios 1987-88: fig. 14). Tampoco se perciben en Tablada influencias de losestilos Campana, Carmen o Nazca, como s ocurre en los sitios anteriormente citados(Stohert y Ravines op. cit.: lam. 4.3, Palacios op. cit.: Figs. 19-21). Solo los tocados decobre dorado guardan cierto parecido con las diademas Paracas-Necrpolis (Topar) yNazca (Crdenas 1993: lms.3, 6-8; Castro de la Mata 1999: Fig. 5, CF SE143-Me1). Lasbotellas con asa-puente y doble pico de aspecto sureo se asemejan en cambio a las piezasJahuay y Paracas (Fig. 5; Crdenas 1999: foto 72). El estilo que predomina numricamenteen la categora formal de botellas asa-puente tiene origen local. Los cuerpos escultricos

    (modelados) de estas botellas adoptan formas de aves, camlidos y monos. Los detalles ylos motivos geomtricos (p. ej. chevrones) son pintados en rojo sobre crema, y blancosobre rojo (Crdenas 1999: lam.43, foto 38-44). La serie de piezas recuperadas en Villa ElSalvador, que incluye ejemplares similares a los de Tablada, permite seguir la evolucin deeste estilo hacia Lima Temprano (p. ej. las colecciones inditas de los Museos de Sitio enVilla El Salvador y Pachacamac).

    Las piezas pertenecientes a la tradicin alfarera del Rmac (Pinazo, Huayco Inicial yTemprano) son por supuesto menos recurrentes en el cementerio de Tablada que aquellasque provienen del valle aledao. Las figurinas conforman el grupo ms numeroso (Fig. 6;

    Crdenas 1999: fotos 6, 632; Palacios 1987-88: fig. 13-16, 40), seguidas por cntarosantropomorfos (Fig. 7; Crdenas 1999: foto 31, Palacios op. cit.: Figs. 41, 47, 49). Laspiezas de estilo Huachipa difieren de las que fueron ejecutadas en el estilo Tablada tantopor la pasta granular, medianamente porosa, con inclusiones gruesas (35-40%, conpredominancia de un elemento sin identificacin segura, probable glaucofana (inosilicatoanfibole), feldespatos y epidota; alfar 3, Amaro op. cit., Curay op. cit.), como por losdetalles de acabado impresos o pintados postcoccin sobre el fondo crema (Fig. 8).

    Un aspecto que merece nfasis particular son las influencias de la iconografa recuay, cuyoimpacto es directo, sin mediacin del estilo Interlocking-Lima, dado que no se repiten ni lastcnicas decorativas, ni los soportes habituales de este ltimo estilo. En la cermica, las

    cabezas triangulares de las serpientes entrelazadas interlocking estn por ejemplo,reproducidas en negativo (p. ej. vasos, Crdenas 1999: foto 68; vase tambin la botellade Limay en Makowski 1999). El motivo aparece tambin sobre artefactos de hueso y demetal. Los caractersticos felinos rampantes estn tambin presentes. Sus figuras fueronmodeladas y acopladas en la base del asa puente de una botella engobada naranja, dediseo por lo dems tpicamente costeo. La cara frontal recuay con apndices en forma deserpientes enroscadas est reproducida solo sobre piezas de cobre dorado (Crdenas 1999:foto 80). Las tcnicas de dorado carecen de paralelos costeos salvo el alejado Alto Piura(Diez Canseco 1994, Makowski y Velarde 1996, Centeno et al. 1998). Recientemente,Castro de la Mata (1999) ha demostrado mediante el estudio metalogrfico y demicroscopa electrnica de barrido (SEM), con anlisis espectrogrfico semicuantitativo(EDS) que se usaba tanto el dorado por reduccin (pluma CF. SE-35-Me3 y nariguera CFSE-35-Me5), como el dorado por fusin (gancho de estlica CF SE-188-Me1). Este podra

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    ser tambin un indicador de relaciones directas con la sierra, dado el sofisticado grado dedesarrollo de la metalurgia recuay, pero hacen falta investigaciones sistemticas sobre eltema.

    Solo una pieza se sita fuera del contexto cronolgico descrito. Se trata de una botella asa-

    estribo (Crdenas 1999: 112-113, foto 71) cuya forma y diseo de la serpiente enroscadacon cabeza felnica remite al Horizonte Temprano. La pieza fue encontrada junto con otrasocho vasijas tpicas de estilo Tablada (ibid.: 271, lam. 95; comprese con lam. 88, entierro62, piezas 00210 y 00211, decoradas con interlocking, y lam. 96, entierro 133, con la vasija00216, decorada con el motivo recuay), y es nica tanto desde el punto de vista formalcomo tecnolgico, tratndose de coccin en ambiente reductor. Creemos que ste es uncaso de reutilizacin de una vasija antigua, hallada fortuitamente en los alrededores delcementerio. Se ha reportado la existencia de sitios del Horizonte Temprano tanto enTablada de Lurn como en las quebradas vecinas: La Capilla en la quebrada de Atocongo(Crdenas 1999: fotos 91-94) y Pampa Chica en la quebrada de Manchay (vase artculo deDulanto en este volumen).

    En 1998, al finalizar la ltima temporada de trabajos, excavamos un entierro en pozo concaractersticas particulares puesto que, a diferencia de los dems, cortaba y destruaparcialmente otro entierro en pozo (CF SE-188) que contena vasijas de estilo Tablada. Laboca de este contexto se encontraba en el nivel Cinferior y su cmara contena una botellaasa-puente con la imagen escultrica del mono y decoracin tricolor (Fig. 9).Estilsticamente esta pieza guarda relacin con las primeras fases del estilo Lima (Tricolor yLima 1: Patterson 1966). Cabe observar que, si bien los entierros en pozo forman a menudodensas concentraciones en las que las bocas de entierros cavados secuencialmente sesobreponen unas a otras, se percibe siempre salvo la excepcin mencionada arriba la

    intencin de evitar cualquier dao involuntario de las cmaras vecinas y sus contenidos.

    Caractersticas y cronologa de las cmaras subterrneas de piedraA partir del estrato Cinferior fueron cavadas tambin amplias y profundas fosas (hasta 2metros de profundidad aproximadamente), en cuyo fondo se construyeron estructurasfunerarias de piedra. Estas fosas de forma ovalada o subrectangular estaban provistas deuna especie de rampa que facilitaba el acceso a la cmara. El material de construccin, lajasy bloques semicanteados de andesita, proceda de canteras localizadas en las laderas de loscerros aledaos, Tres Maras y El Mirador. Los muros de las estructuras revisten las paredesde la fosa: las piedras usadas para levantarlas estn incrustadas con la parte puntiaguda en

    la pared de arena, mientras que la cara plana, canteada, da hacia el interior de la cmara.Los intersticios fueron rellenados con grava y argamasa de arcilla. La profundidad de la fosaest en buena parte supeditada a la intencin de colocar a las mnsulas de los techosdentro del estrato de arena consolidada con carbonatos (capa F). Las formas de lasestructuras son variadas. La mayora es cuadrangular (20 sobre un total de 34, incluyendoa los que tienen un bside en la pared del fondo); otras son poligonales (5) y ovaladas ocirculares (9). De igual modo varan tamaos y sistemas de acceso. Algunas estructurastienen puertas de acceso con vestbulos externos, otras poseen vestbulos con peldaos ytambin se observan simples aperturas en los techos. La forma de estos ltimos estcondicionada por el tamao de las estructuras y por el sistema de acceso. En las estructuras

    medianas cuyo ancho no sobrepasa 1,30 metros, el techo es soportado por una o dos vigastransversales de piedra. En las estructuras mayores, el techo conforma una falsa bveda ose convierte en una especie de sello monumental con las vigas dispuestas radialmente

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    (Ramos de Cox 1969, Crdenas 1999: lm. 29-32, Balbuena 1996).

    Las 34 tumbas subterrneas excavadas hasta el presente contenan entre 3 y 20 individuosen diferente estado de articulacin y conservacin, y un nmero variable de individuosadultos y subadultos. Hemos excavado cuatro de estas estructuras con el fin de reunir

    evidencias para poder reconstruir el ritual funerario. Para Crdenas (1981, 1999:35) setrataba de entierros secundarios, pero su hiptesis no pareca convincente por la recurrentemencin de individuos completamente articulados. Estos fueron hallados por Ramos de Coxy Crdenas dentro de cmaras intactas y con poco uso, a juzgar por el nmero deesqueletos menor de 5 (Crdenas op. cit.). Gracias a la excavacin meticulosa y el registrofotogramtrico de cada fragmento seo, el objetivo que nos trazamos pudo cumplirse.Basndose en los resultados obtenidos, Balbuena (1996) demostr que las estructuras eranconstruidas antes del primer entierro y permanecan sin techar hasta que los primeroscuerpos fuesen sepultados en su interior. Los individuos eran colocados sobre una esterilla odentro de un cesto, sentados y con la espalda apoyada contra la pared de fondo. Laposicin del cuerpo no difera de la que caracterizaba a los entierros en pozo. Las improntas

    del coxis, la esterilla y los pies dentro de la capa constituida por la argamasa de arcilla quecay sobre el piso en el momento de techar la estructura ayudaron a reconstruir la posicinoriginal de los primeros cuerpos. Algn tiempo despus, la tumba reciba un nuevo grupo decuerpos. Se reabra el techo o puerta de acceso. En las estructuras amplias, los encargadosdel entierro desplazaban los esqueletos anteriormente depositados hacia los ladosprovocando su desarticulacin parcial o completa. Cuando la tumba tena dimensionesreducidas (p. ej. estructuras redondas) era necesario sacar los osamentas antiguas, yvolver a acomodarlas en los espacios vacos, luego de haber depositado a los nuevosocupantes de la cmara. El acto de enterramiento poda involucrar a ms de un difunto. Elnmero de reaperturas es difcil de precisar pero por lo general superaba a cuatro eventos

    consecutivos, como en la EF NE-3 (Balbuena 1996: 121). Existe tambin la posibilidad deun nmero limitado de entierros secundarios. Sin embargo, la apariencia de osario esresultado de la remocin intencional de los esqueletos. Por ello, en las cmaras con pocouso, la mayora de restos seos aparecen articulados (Crdenas 1981); mientras tanto en lacmaras amplias como EF-NE-1 y NE-2 (Balbuena 1996) que contenan los restos de msde 10 individuos existen numerosas evidencias de reacomodo de partes de esqueleto, y dedestruccin de osamentas debido a pisadas.

    La mayora de los cuerpos carecan de ofrendas acompaantes; tampoco eran frecuenteslos adornos, como elementos de tocado y placas de cobre dorado, collares de cuentas, y lospiruros o las agujas de hueso. Hay premisas para pensar en rituales de ofrenda

    relacionados, por un lado, con la fundacin, y por el otro, con la ltima sepultura. En latumba EF NE-3 (Balbuena op. cit.) la ofrenda de fundacin estaba compuesta por un crneode venado y un par de antaras de terracota. En todas las estructuras funerarias que hemosexcavado, fue posible registrar las ofrendas relacionadas con los individuos depositados alfinal, antes del cierre definitivo de la cmara. Las ofrendas incluan vasijas ceremoniales outilitarias, vasijas-miniatura, a veces tambin porras, cuernos de venado o sus sustitutos enarcilla. En algunos casos otras actividades rituales acompaaron la ceremonia durante lacual fosa se rellenaba y se cubra con un sello de lajas, una de las cuales se colocabaverticalmente y serva de marcador. Por ejemplo, en la tumba EF NE-6, un cntaro quecontena carne trozada de venado y lobo marino fue depositado dentro del relleno de lafosa, encima del techo.

    El fechado de las tumbas subterrneas fue materia de polmica. Ramos de Cox (1960) ha

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    observado correctamente que varias estructuras destruyen parcial o totalmente a losentierros en pozo (Crdenas 1999: 32-33, lam. 27). En efecto, no solo hemos encontrado(Makowski 1996b) varios de estos entierros cortados por muros de las tumbas, sino quepartes de esqueletos humanos y de cermica, correspondientes a contextos disturbados,estaban diseminados en los rellenos, dentro y fuera de las cmaras. Asimismo, hemos

    comprobado la reutilizacin de algunas vasijas provenientes de entierros parcialmentedestruidos (Balbuena 1996). La coincidencia fortuita entre el nivel de la cima de los techos ylos estratos precermicos, as como la migracin del material ltico por las grietas naturalesque se forman en el suelo de la loma (vase nuestro artculo en este volumen), haninducido a un posterior error de apreciacin: Ramos de Cox (1969) cambi de opinin yasign las estructuras al Periodo Precermico; la arqueloga plante asimismo que stasfueron reutilizadas para fines funerarios durante el Periodo Intermedio Temprano y elHorizonte Medio. El error se hizo evidente en el transcurso de nuestras excavaciones (loc.cit.) de las tumbas localizadas en el Sector NE de Tablada, donde no hay evidencias deocupacin precermica previa. Por su parte, Crdenas (1981, 1999: 32-33) siguesosteniendo que las tumbas subterrneas de piedra y los entierros en pozo corresponden a

    dos tradiciones ceremoniales coetneas, basndose en el hallazgo de fragmentera tabladadentro de la argamasa del techo de una de las estructuras. Desde nuestro punto de vista,dicho hallazgo determina solo un terminus postquempara la construccin de la cmara, ylas evidencias estratigrficas expuestas arriba son suficientemente contundentes paraplantear la posterioridad de las cmaras subterrneas de piedra respecto de la tradicin deentierros en pozo. Sin embargo, cabe la posibilidad de que los ltimos entierros en pozo concermica de Lima Temprano sean contemporneos con las tumbas de cmara, dada laubicacin estratigrfica de ambas categoras de contextos. Nos llama tambin la atencinque en ambos casos se comprueba una descomunal falta de respeto que implica ladestruccin intencional de entierros ms antiguos, cuyos ajuares contienen piezas

    cermicas correspondientes a los estilos vigentes al inicio del Periodo Intermedio Temprano.

    Para definir correctamente la cronologas de las cmaras es menester descartar vasijasprovenientes de entierros en pozo destruidos, tanto las reutilizadas como las que fueronsimplemente depositadas por casualidad junto con la tierra del relleno. El conjunto restanteposee varias caractersticas singulares que lo distancian del material de Tablada, Villa elSalvador B/R y Huachipa, a pesar de indudables lazos de continuidad en el repertorio deformas alfareras. Adems de las caractersticas de la pasta, es interesante la presenciarecurrente de engobe rojizo o ante. Es tambin frecuente la presencia de diseosgeomtricos simples (lneas verticales) pintados en rojo encendido sobre el engobe (Fig.10). Entre las formas ms diagnsticas encontramos las botellas-cantimplorasde un solo

    pico (Crdenas 1999: lm. 190, 000027), platos ovalados con base anular, cuencos condecoracin en relieve (ibid.: lm. 195, 09134, 09142) y vasijas-miniatura. La nica botellaasa-puente recuperada (ibid: lm. 195, 09134; foto 40, izquierda) se asemeja a las botellasornitomorfas decoradas con pintura roja con fondo claro de Villa El Salvador, pero el fondode una rara tonalidad amarilla est aplicado sobre una superficie bruida y el diseo del aveest esquematizado. Las formas de los cntaros de cuello alto con asas laterales (ibid.: lm.195, 09143) encuentran paralelos en los ncleos funerarios de El Panel, que probablementeformaban parte del complejo de cementerios de Villa El Salvador (Paredes 1984, 1986;vase tambin el artculo de Maguia y Paredes en este volumen). En resumen, lasevidencias estratigrficas y estilsticas son coincidentes. Los cementerios de Tablada deLurn estuvieron en uso intensivo antes de que la cermica ceremonial del valle adoptediseos y tcnicas decorativas propias del estilo Playa Grande o Lima Temprano, por unlado, y Carmen o Nazca, por el otro (vase, por ejemplo, Lapa Lapa de Chilca, Engel 1966b,

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    Stothert y Ravines 1977).

    Cuadro 1. Cronologa relativa para los sitios del Periodo Intermedio Tempranoen la costa central

    Fechado Valle de Lurn Valle del Rmac Cronologa estilstica700 d. deC.

    Nievera,Maranga, Cajamarquilla Lima 8-9

    600 d. deC.

    500 d. deC.

    Huaca Pucllana Lima 6-7

    Pachacamac400 d. deC.

    Cerro Culebra Lima 2-5

    300 d. deC.

    Tablada (cmaras).

    200 d. deC.

    Limay Lima 1

    Panel Huachipa (Huayco) Tricolor100 d.deC.

    Villa El Salvador II Miramar-Urbanizacin

    Huaca Huallamarca0 Tablada (pozos) Miramar-Polvorn

    100 a. deC.

    Huachipa (Pinazo) Miramar-Base Area

    200 a. deC.

    Villa El Salvador I Huachipa (Cerro)

    300 a. de

    C.

    400 a. deC.

    Pampa Chica

    Cronologa absolutaLos tres fechados de las excavaciones de Ramos de Cox y Crdenas corresponden amuestras de material seo y arrojan resultados ms tardos de lo esperado (vase cuadro2, calibraciones segn Ziolkowski, Pazdur et al. 1994; el primer resultado calibrado es paraun valor de la desviacin standard, el segundo para dos) y poco verosmiles.

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    Cuadro 2. Cronologa absoluta para los sitios del Periodo Intermedio Tempranoen la costa central

    Tablada de LurnEntierro 8

    GAK-2247

    1370 240 a. del p. 426 949 d. de C.157 1167 d. de C.

    Tablada de LurnEntierro 172PUCP-13

    1530 90 a. del. p.. 444 612 d. de C.315 669 d. de C.

    Tablada de LurnEntierro 166UGA-1451

    1590 120 a. del. p..

    Playa Grande (PV46-78)GX-455(cermica Lima 1)

    1485 100 a. del. p.. 452 - 657 d. de C.380 - 772 d. de C.

    Cerro Culebras (PV46-3)LJ-1348(cermica Lima 3)

    1630 150 a. del. p.. 257 599 d. de C.78 678 d. de C.

    Cerro Culebras (Engel)

    I-1562(cermica Playa Grande)

    1500 120 a. del. p.. 439 - 654 d. de C.260 - 779 d. de C.

    Cerro Media Luna (Quilter)I-12713

    1220 80 a. del. p.. 706 - 891 d. de C.669- 976 d. de C.

    Cerro Media Luna (Quilter)I-12714

    1510 80 a. del. p.. 453 - 636 d. de C.417 - 667 d. de C.

    Cajamarquilla (Taschini)R-301(cermica Maranga)

    1100 100 a. del. p.. 815 - 1076 d. de C.706 - 1162 d. de C.

    Cajamarquilla (Taschini)R-302(cermica Maranga)

    1160 50 a. del. p.. 821 - 967 d. de C.777 - 994 d. de C.

    El cementerio y los asentamientos

    Desde 1958 hasta la fecha se ha podido comprobar que el cementerio de entierros en pozotiene una extensin no menor de 16 hectreas, sin contar ncleos aislados de entierrosdispersos sobre 52 hectreas del rea arqueolgica delimitada y tambin fuera de ella. Sitomamos como promedio la densidad de la ocupacin funeraria observada en nuestraUnidad A del Sector SE de 1500 metros cuadrados (Fig. 11): 382 entierros individuales ymltiples (569 individuos) es decir un contexto en promedio por 3,93 metros cuadrados(0,38 individuo cada metro cuadrado), podra haber en Tablada un total de 40.712contextos con 60.800 individuos. Cabe mencionar que la densidad de entierros en el SectorPrimero excavado por Ramos de Cox y Crdenas (1999) podra ser mayor que la citada,pero la estimacin precisa es imposible, dado que no se exploraron hasta el final todos lospozos funerarios cuyas bocas estuvieron expuestas. La densidad observada en dos amplios

    sondeos realizados por nosotros en el Sector NE, ubicados 300 metros al Norte de la UnidadSE-A sobre la inclinada ladera de la quebrada de Atocongo, fue tambin mayor a la del

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    Sector SE: un contexto por cada 2,88 metros cuadrados (52 contextos sobre 150 metroscuadrados). Las evidencias crean una buena base para estimaciones tentativas de ordendemogrfico. Los adultos de ambos sexos (284) constituyen un 39,1% de la poblacin ennuestra muestra (vase Tomasto 1998). A juzgar por la reducida variabilidad estilstica delas ofrendas, el cementerio de entierros en pozo estuvo en uso por un lapso no mayor de

    300 aos. El estimado de 20.672 de adultos de ambos sexos se distribuira, por ende, entreno ms de 15 generaciones, es decir, aproximadamente 1378 individuos adultos porgeneracin como mnimo. De ah que resulta claro que si el cementerio no estuvo asociadoa un asentamiento grande de caractersticas protourbanas, debi haber sido utilizado porhabitantes de varias aldeas.

    Durante un intenso programa de prospecciones de nuestro proyecto a cargo de JalhDulanto, Krzysztof Makowski y Hernn Carrillo, no se registraron evidencias deasentamientos anteriores al Periodo Intermedio Tardo en las lomas de Atocongo,incluyendo al elevado tablazo arenoso de Tablada de Lurn. En cambio el valle de Lurn,incluyendo las laderas y las desembocaduras de las quebradas laterales, estuvo

    densamente poblado a fines del Horizonte Temprano e inicios del Periodo IntermedioTemprano. Desafortunadamente la mayora de los sitios ubicados por Patterson (et al.1982) y Engel (1987 inter alia) han desaparecido debido bsicamente a la expansinurbana. Patterson (op. cit.) localiz dos concentraciones de sitios correspondientes alPeriodo Intermedio Temprano 1-3 en la parte baja y ancha del valle entre el litoral yCieneguilla: en la desembocadura de la quebrada de Atocongo y sus inmediaciones (Sitios150, 208, 209, 217, 223, 224, 254, 240) sobre la margen izquierda, y al pie del CerroManzano (Sitios 116, 118, 318). Dos concentraciones ms se encuentran en las laderas delvalle que se estrecha, arriba de Manchay y Cieneguilla respectivamente, sobre la margenderecha (Sitios 24, 27, 46, 47, 64, 68, 175) e izquierda (Sitios 51, 55 63, 73, 75, 91,92,

    96, 98; Patterson et al. 1982: 74, 77, Fig. 2-4). Cabe mencionar que los sitios mencionadosson conchales, terrazas habitacionales y concentraciones de cermica en la superficie, conextensin promedio menor de media hectrea (Patterson ms.).

    Basndose en las caractersticas de las pastas de la fragmentera recogida en superficie,Patterson y sus colegas (1982: 66) establecieron diferencias entre los sitios: aquellosocupados por las poblaciones serranas y aquellos correspondientes a pobladores costeos.En Tablada de Lurn, en los cementerios de Villa El Salvador y en el asentamiento Limay(Cceres en Makowski 1999), ambos grupos de alfares se encuentran directamenteasociados en un gran nmero de contextos funerarios as como en los espacios domsticos,predominando numricamente la fragmentera y las piezas enteras que corresponderan a

    los alfares del valle alto en la terminologa de Patterson (ibid.) Los supuestos alfares delvalle bajo de Patterson agrupan probablemente a juzgar por su escueta descripcin yalgunas menciones en las notas de campo a botellas, cntaros de tamao reducido ycuencos de los estilos Topar, Huachipa-Pinazo y Huachipa-Huayco. Por consiguiente nosparece muy probable que los cementerios de Tablada de Lurn hayan sido utilizados por loshabitantes de las aldeas dispersas entre Atocongo y Cieneguilla, y sus inmediaciones. Encambio, no cabe duda que los habitantes del litoral entre Pachacamac y Lomo de Corvina sesepultaban en un lugar diferente. En los ncleos funerarios de El Panel (Paredes 1984,1986), Las Esteras y Ferrocarril (Stothert 1980, Stothert y Ravines 1977, Konvalinova1976b, Delgado ms.) que probablemente conforman un nico y extenso cementerio sehan encontrado grupos de entierros contemporneos con los de Tablada. La posicin delcuerpo, varias formas de cermica (Crdenas 1999) y los utensilios de hueso y metal sonmuy similares en ambos cementerios. En cambio, las formas de la matriz (en Lomo de

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    Corvina es una fosa de poca profundidad cavada en la arena), algunas costumbres comopor ejemplo depositar un adobe cerca del cuerpo o cubrir la superficie de un ncleo deentierros con un sello de arcilla (Paredes op. cit.), y sobre todo las orientaciones sondistintas en ambos casos. Los individuos encontrados in situ en Lomo de Corvina estabansiempre orientados al Oeste, hacia el mar y no hacia el Este (hacia la sierra). La popularidad

    del estilo Huachipa, los motivos ornitomorfos y la frecuencia de restos marinos en el ajuarllaman tambin nuestra atencin puesto que en Tablada predominan ofrendas de grandesmamferos, camlidos y crvidos, y el motivo del felino es ms frecuente que el del ave;asimismo el estilo Huachipa es poco representado.

    El caso del cementerio de estructuras subterrneas de piedra es algo diferente. En primerlugar, tanto la arquitectura como la cermica evocan paralelos del valle medio y alto, eincluso de la vertiente oriental (cf. supra). Por otro lado, hay varios indicios para pensar quelos muertos enfardelados y sentados dentro de canastas fueron transportados al lugar delentierro definitivo desde distancias considerables. Lo indican, entre otros, la pirmidedemogrfica completamente invertida, con predominio absoluto de adultos de ambos sexos

    y ausencia de infantes menores de 1 ao; el nmero muy reducido de ofrendas, salvopiezas que podran caber dentro del fardo, entre adornos, armas y recipientes-miniatura decermica; y varios casos comprobados de entierros secundarios que acompaan a losprimarios (Balbuena 1996). Es una lstima que, salvo el trabajo de Earle (1972), lasituacin cultural en el valle alto y en la sierra de Yauyos durante el Periodo IntermedioTemprano no haya sido investigada. Por ello, la localizacin de aldeas de donde provendranlos difuntos en la porcin media y alta del valle de Lurn, arriba de Chontay, debe quedarcomo una propuesta an imposible de contrastar.

    La organizacin espacial del cementerioEl cementerio de entierros en pozoVarias premisas nos hacen pensar que la localizacin de cada entierro estaba normada poruna serie de reglas y no dependa exclusivamente de la voluntad de los deudos u oficiantesencargados del ritual funerario. Los entierros posean marcadores o se organizaban engrupos alrededor de un amontonamiento de lajas (Fig. 12). Hay adems indiciosinequvocos de que los marcadores permitan efectivamente ubicar la tumba algunos meseso aos despus del primer entierro. El 8,5% de todos los pozos fue reabierto una o variasveces consecutivas. Las reaperturas dejaron huellas claras: rellenos parcialmenteevacuados en el ducto, restos seos desplazados o completamente desarticulados por habersido reubicados para dar cabida a otro(s) individuo(s) completamente articulado(s), enalgunos casos cmaras ampliadas y ajuares alterados. Por otro lado, las vasijas-ofrendadepositadas en la superficie entre marcadores y tumulillos sugieren la existencia de algntipo de culto posterior al entierro y a la clausura del pozo. Asimismo los entierros no sedistribuyen de manera aleatoria ni ordenada equidistante. Al contrario, los entierrosindividuales tpicos conforman agrupaciones que a su vez se distribuyen alrededor de losespacios relativamente libres de entierros. En estos espacios hemos encontrado soloalgunos entierros atpicos que corresponden a tres categoras. La ms frecuente es la depozos vacos o vaciados ex profeso, lo que se desprende del hallazgo de falanges y enalgunos casos de fragmentera cermica en la cmara, con ausencia de otros elementos delcuerpo. La segunda categora comprende entierros de individuos mutilados, cuyos cuerpos

    fueron depositados decbito ventral en una fosa de profundidad menor de 1 metro.Finalmente, ofrendas de batracios dentro de una matriz similar a la de un entierro humano

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    conforman la tercera categora de contextos atpicos. Como lo sugiere la descripcin, losespacios mencionados fueron aparentemente considerados inadecuados para entierrosnormales.

    Las agrupaciones de entierros tpicos tambin revelan posibles rasgos de organizacin

    premeditada. Los entierros individuales de nios menores de un ao parecen delimitarespacios de forma circular u oval. Al interior de cada uno de estos espacios se percibenvarias densas concentraciones de entierros de adultos de ambos sexos, entierros mltiplesy entierros con reaperturas. Desafortunadamente los lmites de cada agrupacin son pocoprecisos debido al crecimiento de los ncleos vecinos durante el tiempo en que elcementerio estuvo en uso. A pesar de ello, resulta claro que la distribucin respectiva deentierros de infantes, nios y subadultos en relacin con los adultos de ambos sexos notiene las caractersticas que se esperaran si la pertenencia a una familia nucleardeterminase la localizacin de cada sepultura. Varios adultos de ambos sexos comparten elmismo espacio funerario sugiriendo que este fue asignado ms bien a una familia extendidacompuesta por veinte a treinta miembros en promedio. En los entierros mltiples los

    subadultos, nios e infantes comparten la misma tumba con los adultos de ambos sexos.No existe, por ende, una asociacin preferente de los nios con sus madres potenciales.Adems, la composicin demogrfica de cada agrupacin se aproxima, en trminos deporcentajes por cada categora de sexo/edad, a la composicin demogrfica de la totalidadde la muestra. Hemos sugerido anteriormente (Makowski 1994b, Makowski y Castro de laMata 2000), a partir de los resultados de las excavaciones en la unidad A del Sector SE (Fig.11), que las concentraciones se agrupaban en anillos alrededor de espacios semivacos conentierros atpicos. Las imprecisiones del croquis de Crdenas (1999) no permiten contrastaresta hiptesis de manera completamente satisfactoria. Por otro lado, no cabe duda que elcementerio comprende extensos sectores compuestos cada uno de ellos por varios miles de

    entierros contemporneos, y que hay amplios espacios sin uso que separan estos sectores,adems de espacios internos en cada uno que albergan solo ofrendas y entierros atpicos.Por ello seguimos sosteniendo que en la organizacin del cementerio se refleja la estructurapoltica normada por reglas de parentesco y de territorialidad, idea planteada al principiocomo hiptesis de trabajo.

    No existen diferencias en el estilo de las ofrendas, ni en los comportamientos funerariosentre una y otra agrupacin; tampoco entre sectores diferentes del cementerio. La mayorade entierros contiene cermica de estilo Tablada cuyas caractersticas (mala coccin,permeabilidad, friabilidad) y falta de huellas de uso a excepcin de los platos de alfarerosugieren que fue confeccionada exclusivamente como ofrenda funeraria, utilizando para ello

    el paleteado (beating) de una mezcla de arcillas locales procedentes de la quebrada deAtocongo (Amaro ms., Curay ms.). Pequeas diferencias en los detalles de morfologa yprofundidad de las cmaras, y en los porcentajes de recurrencia de algunas clases deobjetos (p. ej. adornos de metal, cermica trada del valle y extica) se percibencomparando entre s a las agrupaciones. Por estas razones, pensamos que el cementerio deTablada puede ser entendido como un espacio ceremonial, en donde la unidad de un grupotnico asentado en el valle bajo y medio consolidaba su unidad mediante el esfuerzomancomunado de produccin de bienes funerarios y mediante la participacin en losrituales de entierro. Cada comunidad territorial (sectores) y cada familia extensa(agrupacin) tuvieron asignado su propio espacio. Es significativo que las comunidadesasentadas en el litoral y dedicadas a la pesca probablemente no tuvieron acceso alcementerio y eran sepultadas cerca de su lugar de residencia.

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    En el caso del cementerio de cmaras subterrneas, claramente posterior al cementerio deentierros en pozo, las tumbas tambin conforman agrupaciones de dos a seis estructuras(p. ej. Sector NE, Makowski 1996b). Hemos podido comprobar en el caso de uno de losncleos excavados por nosotros (ibid.) que tres cmaras subterrneas fueron construidasuna despus de la otra. La variacin de la cantidad de individuos en el interior de las

    estructuras intactas (entre 2 y 20 entierros primarios) sugiere que cada una de ellas fueconstruida por un grupo familiar, y utilizada hasta la muerte del fundador para sepultar asus parientes. Las reaperturas y reacomodos consecutivos y la recurrente relacin de lasofrendas con los ltimos enterramientos merecen ser citados tambin como argumentos enfavor de esta hiptesis. Los ncleos de las cmaras subterrneas conforman una o dos filasparalelas, alineadas en eje Este-Oeste.

    Los datos a nuestra disposicin sugieren, por lo tanto, que en ambos casos analizados ellugar de sepultura era determinado por la pertenencia a un grupo territorial y de parentescoequiparable en lneas generales con el ayllu de las fuentes coloniales (Isbell 1997). Sinembargo, ni los entierros en pozo ni las cmaras subterrneas tenan un acceso fcil como

    las chullpas, y no hay evidencias de atenciones permanentes al difunto. Cuando el ltimoindividuo con derecho de sepultura en el lugar era depositado dentro de la cmara, esta sesellaba definitivamente.

    Rango, estatus e identidad en vida y despus de la muerteLos ajuares de Tablada contienen a menudo objetos que tradicionalmente fueronconsiderados en la arqueologa como indicadores de un alto estatus social (p. ej.Carmichael 1988, 1995; con reservas Rowe 1995; vase tambin Brown 1981, Wason 1994): tocados y armas de cobre dorado, adornos de sodalita y Spondylus princeps,

    orejeras y lminas de oro, botellas escultricas, etc. Por otro lado, los anlisis (Castro de laMata 1999, Makowski y Castro de la Mata 2000) han demostrado un sorprendenteconocimiento de tcnicas metalrgicas para la poca, incluyendo mtodos de dorados porfusin y reduccin, los mismos que fueron usados por los metalurgistas moche de LomaNegra (Diez Canseco 1994, Centeno et al. 1998, Makowski y Velarde 1998). Consideramosque el seguimiento de la distribucin de estos objetos en el cementerio es una de lasmaneras ms precisas de definir el lugar de los individuos privilegiados dentro de lasociedad. La base de datos que maneja nuestro proyecto, elaborada por Castro de la Matay Tomasto, permite crear una matriz escalonada de incidencia de elementos del ajuar enrelacin con el tipo de entierro, sexo y edad, y posteriormente seguir la distribucin de lascategoras de entierros o los rasgos relevantes con el programa Mapinfo.

    Sexo Edad

    1 Femenino 0 Fetal2 Probablemente

    femenino1 Perinatal

    3 Indeterminado 2 2-4 aos4 Probablemente

    masculino3 5-9 aos

    5 Masculino 4 10-14 aos5 15-19 aos6 20-29 aos

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    7 30-39 aos8 40-49 aos9 Ms de 50 aos0 Adulto< Menor de

    > Mayor de

    Hemos analizado una serie de 125 entierros individuales del Sector SE. En esta muestra28% de los entierros masculinos y el 57% de los entierros femeninos podran serconsiderados como contextos pobres puesto que o carecan de ofrendas o estas selimitaban a menos de dos tems incluyendo adornos [categoras A y B del cuadrosiguiente]. Aproximadamente una tercera parte (38% de entierros masculinos y 27% defemeninos) contena de 2 a 4 tems (categora C). Un grupo de contextos menor an,34% de masculinos y 16% de femeninos, podra ser considerado como entierros de litesi no fuese por la distribucin. Este ltimo grupo de contextos funerarios (categora D)

    se caracteriza por contener armas entre cabezas de porra y ganchos de estlica,aplicaciones de cobre dorado, platos hondos finos en estilo forneo (Topar), adornoscon sodalita y tocados complejos de metal. El nmero de tems asociados vara entre 4 y22.

    Caractersticas de lasasociaciones

    Cantidaddeentierros

    masculinos

    Porcentaje Cantidaddeentierrosfemeninos

    Porcentaje

    A. Sinasociaciones 11 17% 10 17%

    B. Menos de 2tems;asociacionescomunes yadornos

    07 11% 24 40%

    C. Ms de 2tems;asociacionestpicas paracada sexo

    25 38% 16 27%

    D. De 4 a 22tems;asociacionestpicas paracadasexo yexcepcionales

    22 34% 10 16%

    Es significativo que estas cuatro categoras tan diferenciadas no creen agrupaciones

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    separadas. Todo lo contrario; cada uno de los ncleos correspondientes probablemente allugar de entierro de los miembros de una familia extendida contiene indistintamentecontextos funerarios de las cuatro categoras, unos junto a otros y en proporcionesparecidas de un ncleo a otro. Estas proporciones son cercanas a los promedios quehemos presentado arriba. Los entierros de la categora D tienden a concentrarse en la

    parte media de cada ncleo. Sorprendentemente encontramos tambin un nmeroconsiderable de adornos de cobre dorado, sodalita y Spondylus sp.en los entierros conajuares limitados de la categora B y en los entierros de edad perinatal as como de nios(Tomasto 1998). Ello parece indicar que la distribucin de objetos, posible indicador derango y estatus social, ha sido uniforme entre las unidades de parentesco y laseventuales desigualdades en el tratamiento funerario se manifestaban dentro del grupo.Tomasto (op. cit.) ha demostrado que los nios a partir de 1 ao de edad reciban lasmismas atenciones durante la ceremonia fnebre que los adultos. En la larga serie de140 entierros de subadultos de 1 a 14 aos estn representadas las cuatro categorasdescritas arriba, si bien el porcentaje de entierros ricos de la categora D es muchoms restringido que en el caso de adultos. Ello conlleva a la conclusin que el estatus fue

    adscrito a los integrantes del mismo grupo de parentesco a partir de un ao de edad,quizs en relacin con el orden de nacimiento (primognito, segundo hijo/hija). El bajoestatus en el caso de los adultos (categora A) podra relacionarse, por ejemplo, con lafalta de progenie o la prdida de todos los hijos.

    La gran variabilidad de ajuares permite entrever posibles roles sociales y quizs tambinnuevas identidades adquiridas durante la ceremonia fnebre. Los fetos y los individuosmenores de 1 ao reciben un tratamiento especial: carecen de ajuar salvo algunos casoscon conchas marinas, o adornos como pulseras y aretes. Sin embargo, diversos objetoscomo vasijas, adornos e incluso armas se depositan en la boca de estos entierros

    (Tomasto 1998; vase artculo de Vega-Centeno en este volumen). Los individuos de lascategoras C y D reciben como ofrenda una serie de objetos diferenciados de acuerdo alsexo. En el caso de las mujeres se trata de botellas cantimploras, llamadas tambinfrejoloides (Fig. 4), y de implementos de alfarera como platos de alfarero con elcaracterstico desgaste, pulidores, alisadores, desbastadores de conchas y bolas dearcilla. En el caso de los hombres el repertorio es mucho ms variado y deja entreveruna posible clasificacin por roles, reales y/o simblicos (Binford 1971, Pader 1982). Enprimera instancia los instrumentos musicales, antaras y tambores de terracota(Makowski 1999a) y flautas de hueso (Rodrguez 1998, 1999), son exclusivos de losentierros masculinos y aparecen con mucha frecuencia. Igualmente frecuentes son lascucharetas posiblemente relacionadas con el consumo de alucingenos (Elera 1994),

    tabletas de rap y tubos. En muy pocos casos estos implementos se asocian a objetosconsiderados parafernalia de shamanes, tal es el caso del calero, espejo de antracita,minerales raros, piedras de forma especial o los crneos de venados con toda sucornamenta. Otros conjuntos de asociaciones como las armas y posibles implementos detextilera y peletera son ms escasos. Diversos tipos de agujas e instrumentostrabajados en metapodios de camlidos, parecidos a los que se usan actualmente en eltrabajo de telar (wichuas o alwias) se encuentran en Tablada exclusivamente enentierros masculinos. Las escpulas trabajadas de llamas (Rofes ms., Rodrguez op. cit.),minerales como limonita y hematita, restos de ceniza y alisadores rectangulares depiedra son tambin recurrentes en los entierros masculinos y parecen corresponder atiles para el trabajo de pieles. tiles similares fueron sometidos a anlisis traceolgicosy comparativos por Lavalle (et al. 1995). Un grupo de entierros masculinos destacafinalmente por la presencia de crneos y cornamentas de venados (Rofes op. cit.,

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    Rodrguez op. cit.). Cabe mencionar que solo los entierros de las categoras C y D,incluyendo sepulturas de nios a partir de 1 ao de edad, contenan objetos distintivosdel sexo. Estos ltimos se caracterizan adems por la presencia de estatuillas, silbatos yalgunos tipos de adornos en ausencia de objetos posiblemente relacionados con el uso dealucingenos. Salvo la categora A, en todos los entierros restantes suelen encontrarse

    ofrendas alimenticias de conchas, aves, roedores o reptiles, as como vasijas de cermica(ollas, cntaros, botellas).

    Estructura social y relaciones de poderEl cuadro que se esboza a partir del anlisis de la variabilidad de los ajuares y la distribucinde las categoras de entierros en el espacio organizado del cementerio parece correspondera una sociedad cuya organizacin est cimentada por lazos de parentesco y por laconciencia de pertenecer a una sola etnia. El ritual y el estilo de la cermica ceremonial deuso funerario son compartidos por casi todos los miembros de la sociedad a partir de unao de edad. El ajuar enfatiza los roles relacionados con el gnero (mujeres-alfareras,hombres-oficiantes-msicos) y con las actividades bsicas de caza, guerra, produccin detextiles y pieles. Los dirigentes, con atributos respectivos de guerreros y oficiantes oshamanes, son sepultados juntos con los miembros de su extensa familia y dentro de loslmites del espacio funerario asignado a su unidad territorial y de parentesco. A pesar de laausencia de arquitectura monumental y el patrn disperso de asentamiento no cabe duda,creemos, que se trata de una sociedad organizada, probablemente del tipo de jefaturasuperior (complex chiefdom), capaz de controlar un valle e incluso quizs someter a lapoblacin del litoral. Para evaluar el alcance de nuestras inferencias resultara til una brevereflexin diacrnica. Un gran cambio se percibe en el valle de Lurn a partir de la pocadefinida en el tiempo por la aparicin del estilo Lima Temprano (fases 3, 4 de Patterson

    1966). El cambio no se limita a la introduccin de cermica ceremonial y de lite coniconografa fornea, inspirada en motivos de la sierra norte (Recuay). En primer lugaraparece arquitectura monumental en Pachacamac y Huaca Colorada. Adems, en lascumbres, en los lugares defensivos, incluyendo el espectacular Pan de Azcar cerca deManchay y Cardal se construyen grandes asentamientos aglutinados. La distribucin delestilo Lima (Patterson et al. 1982) sugiere que los mecanismos polticos integraron el vallebajo, el valle medio, e incluso el valle alto (Earle 1972). En este contexto ocurre tambin uncambio en los comportamientos funerarios. Los grandes cementerios caen en desuso. A

    juzgar por las evidencias de superficie y paralelos del Rmac, Chilln y Chancay, la poblacines enterrada cerca del lugar de residencia, como en el rea mochica. Es muy probable queen la costa central como en la costa norte el estatus del grupo se relacionase directamente

    con el lugar de residencia. Nosotros hemos excavado en Limay uno de estos asentamientosde la poca Lima 1, correspondiente a poblacin especializada en marisqueo (Makowski1999b). A la luz de las evidencias presentadas habra que reformular las interpretacionesdel fenmeno lima vertidas en los trabajos de Earle y Patterson. No cabe duda que el vallefue habitado al inicio del Periodo Intermedio Temprano por poblaciones diferenciadas encuya cultura se perciban rasgos predominantes de la sierra y de la costa respectivamente,como ha sugerido Patterson (et al. 1982). Sin embargo la presencia del mosaico de estiloscermicos no indica necesariamente una fragmentacin poltica y organizacin espacial detipo archipilago. Nos parece ms probable que un complejo sistema basado en parentescosdirectos e indirectos y una conciencia de origen comn permita a un grupo tnico

    cohesionado dominar el valle. Es tambin probable, siguiendo la tesis de Earle (op. cit.),que la difusin del estilo Lima a lo largo de la costa y hacia las cabeceras de valles seexplicase por una nueva organizacin poltica correspondiente a un estado. Sin embargo

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    esta nueva organizacin se crea relativamente tarde en la secuencia cronolgica y tiene porcausa probable el mecanismo de conquista. Las lites del estado lima se identificarn con elestilo y ritual funerario forneos.

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