pensar al borde de la tradición

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    Pensar al borde de la tradicin.

    La lectura arendtiana de Marx1

    Thinking on the Edge of Tradition.Arendts Reading of Marx

    Clara RAMASSANMIGUEL

    Universidad Complutense de Madrid

    [email protected]

    Recibido: 20/03/2014

    Aceptado: 15/12/2014

    Resumen

    El objetivo de este artculo es precisar el papel, no exento de ambigedades, que

    Karl Marx juega en el intento de Hannah Arendt de trazar un pensamiento de lo pol-

    tico no secuestrado por las categoras de la metafsica. Tan pronto pensador moderno

    del trabajo, la historia y la violencia, como ltimo lazo con la olvidada experiencia

    griega, pre-losca de lo poltico, las claves del dilogo de Arendt con Marx per-miten iluminar el propio proyecto terico de la pensadora.

    Palabras clave: Modernidad, totalitarismo, tradicin, trabajo, lo poltico.

    Abstract

    The aim of this paper is to determine the role, not always unambiguous, that Karl

    Marx plays in Hannah Arendts endeavour of outlining a thought of the political

    free from metaphysical categories. Both a modern thinker of labour, History andviolence, and at the same time the last tie to the forgotten Greek, pre-philosophical

    experience of the political, the keys of the Arendts dialogue with Marx help to

    illuminate Arendts own theoretical project.

    Keywords:Modernity, totalitarianism, tradition, labour, the political.

    1Este trabajo se ha realizado dentro del Proyecto FFI2009-12402 (subprograma FISO) Naturalezahumana y comunidad II: H. Arendt, K. Polanyi y M. Foucault. Tres recepciones de la antropologa

    poltica de Kant en el siglo XX- Ministerio de Ciencia e Innovacin (MICINN).

    Res Publica. Revista de Historia de las Ideas PolticasVol. 18 Nm. 1 (2015): 75-94

    ISSN: 1576-4184

    http://dx.doi.org/10.5209/rev_RPUB.2015.v18.n1.47658

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    1. Introduccin

    Las siguientes palabras de Simona Forti bien podran servir para caracterizar el

    proyecto terico general de Hannah Arendt:

    Salir de la metafsica, o mejor dicho, reconocer el agotamiento de la fuerza de sus

    categoras y de sus distinciones, signica tambin para Arendt volver a pensar enese originario que la losofa profesional ha olvidado; signica pues reexionar,sin el amparo de la teora, rompiendo con cualquier actitud contemplativa, sobre esa

    esfera de los asuntos humanos, cuya contingencia y fragilidad constitutivas son la

    condicin de su misma libertad. Es ste el modo arendtiano de romper con la meta-

    fsica; es ste el modo a travs del cual Arendt intenta ir ms all de Heidegger2.

    As pues, se tratara de romper con la metafsica, tambin con la que impregna

    la tradicin occidental de pensamiento poltico, para de este modo liberar un pen-

    samiento no distorsionado de lo poltico. En esta tarea de dilogo crtico con la tra-

    dicin, hay un interlocutor con el que Arendt parece que nunca termin de ajustar

    cuentas: Karl Marx.No son pocos los estudios recientes sobre la autora que se hacen cargo de esta

    complicada relacin3. Armaciones contradictorias, alusiones veladas, desplantesairados o inesperados elogios; lo primero que salta a la vista en los textos en los

    que aparece Marx es, en efecto, una enorme incoherencia, que va desde la crtica

    implacable hasta la reconocida admiracin. Y nos parece este un lugar especialmente

    fructfero desde el que abordar el pensamiento de Arendt. En este trabajo trataremos

    pues, en primer lugar, de reconstruir sistemticamente la compleja y ambivalente

    presencia del pensamiento de Marx en la obra de Arendt, centrndonos especial-

    mente en sus trabajos posteriores a los Orgenes del totalitarismo(1951); pues pre-cisamente en 1952 declara Arendt la intencin de emprender un proyecto titulado

    Karl Marx y la tradicin del pensamiento poltico occidental, en principio paracubrir la laguna terica de Orgenes: la falta de anlisis del trasfondo ideolgico

    2S. Forti, Vida del espritu y tiempo de la polis. Hannah Arendt entre losofa y poltica, Valencia,

    Ctedra, 2001, p. 102.3Cf. por ejemplo el nuevo estudio de Tama WeismanHannah Arendt and Karl Marx On Totalitarianismand the Tradition of Western Political Thought, Lanham, Lexington Books, 2013, el primer monogr-co dedicado ntegramente a analizar los manuscritos inditos de Arendt sobre Marx como parte del

    proyecto unitario al que Arendt aspiraba. Otros ttulos relevantes seran: F. Bowring,Hannah Arendt:A Critical Introduction, London, Pluto Press, 2011, cuyo cuarto captulo, Marxism, ecology and cul-ture, est explcitamente dedicado a la relacin entre ambos; C. Holma, Dialectics and distinction:Reconsidering Hannah Arendts critique of Marx, en Contemporary Political Theory10, 2011, pp.332-353; o S. Benhabib,Reluctant Modernism of Hannah Arendt (Modernity and Political Thought),

    Lanham, Rowman & Littleeld, 2003.

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    del bolchevismo4. Pero pronto se ve desbordada por la tarea, que le obliga a revisarel conjunto de la tradicin poltica occidental, y el proyecto nunca ser nalizado,quedando tan slo borradores manuscritos. Sobre este trasfondo, las obras de los 50

    y principios de los 60 (Vita Activa, Entre pasado y futuro, Sobre la revolucin, Sobrela violencia) adquieren nueva luz como desarrollos paralelos de ese trasfondo de di-logo con Marx, y a travs de l, con toda la tradicin. De ah que hayan de constituir

    la base textual para una reconstruccin sistemtica de la lectura arendtiana de Marx.

    Lo ha sealado Weisman: Los anlisis de Arendt desde al menos la poca de los

    Orgenesson en gran medida deudores de Marx. En una lnea, Arendt critica a Marx,mientras que en la siguiente se apropia de su pensamiento sin reconocimiento. Es, en

    las palabras de Hannah Pitkin, una autoridad ausente5.Asimismo, en una segunda parte del trabajo, tomaremos esta lectura de Marx

    como pista para delimitar la una postura propia que Arendt aspira a establecer, supropio proyecto terico6.

    2. El hilo de la tradicin: breve historia de nuestro mundo

    Arendt realiza una reconstruccin de la historia de nuestro mundo a partir de la

    distinta preeminencia que alcanzan en cada momento las actividades que articulan

    la vita activa(trabajo, fabricacin y accin) y la propia vita contemplativa7. Arendtatiene a qu actividad aparece en cada momento como lo ms excelente, lo huma-

    no por denicin o lo que da la medida a lo dems; tambin, lo que se considerasucientemente digno como para aparecer brillando en el espacio pblico, o lo quequeda relegado a la oscuridad de lo privado. Segn esto, incluso antes de que comen-

    zara lo que Arendt llama nuestra tradicin de pensamiento poltico, en la antiguapolis griega, se da la experiencia pre-losca de las actividades8. Como recogenHerodoto u Homero, para los antiguos griegos la accin vala como la ms alta de

    las actividades humanas, superior incluso a la contemplacin, y en el ejercicio de la

    poltica se encontraba el rasgo humano por excelencia. Lo que distingua la polis de

    otras formas de convivencia era la libertad, libertad ganada a partir de la liberacin

    4H. Arendt,Karl Marx y la tradicin del pensamiento poltico occidental, Madrid,Encuentro, 2007, p. 7.5T. Weisman, op. cit., pp. 1-2. Traduccin nuestra.6No podemos posicionarnos, en este espacio limitado, sobre la justeza o no de la lectura arendtiana

    de Marx; ya bastante trabajoso es encontrar coherencia en las armaciones dispersas y muchas vecesabruptas acerca de Marx. Un proyecto de contraste crtico en ambas direcciones podra ser objeto de

    un trabajo ms extenso.7Acerca de la traduccin: el traductor espaol de Vita Activatraduce, y no siempre sistemticamente,labor y trabajo. Creemos que trabajo, con su matiz de esfuerzo y dolor, recoge mejor el signi-cado de los trminos utilizados por Arendt labor y Arbeit; y fabricacin o produccin, el matizde traer a presencia objetos u obras del Herstellen o work.8H. Arendt, Qu es la poltica?, Barcelona, Paids, p. 69 y ss.

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    de la necesidad del trabajo y la reproduccin gracias al gobierno sobre los esclavos y

    la mujer, y ejercida por una pluralidad de hombres iguales los unos para los otros que

    regulan sus asuntos hablando y convencindose entre s. All, uno dejaba atrs la es-

    fera de lo privado, de lo propio, de autoconservacin y la supervivencia, en favor deun espacio comn donde lo que importaba era la grandeza de la accin por s misma

    y en la que uno por tanto deba estar dispuesto a dar incluso la propia vida.

    Los lsofos Platn y Aristteles desplazaron esta jerarqua de las actividadesa raz de una constelacin histrica muy determinada: el conicto entre losofa y

    poltica con ocasin del juicio de Scrates9. La Repblicade Platn, acta funda-cional de nuestra tradicin de pensamiento poltico, describe la esfera de los asuntos

    humanos en trminos de oscuridad, confusin y decepcin. El libre conversar sobre

    algo se considera que engendra engao, no realidad, y el trato con otros ha de ser re-

    gulado por criterios objetivos de aquel que sabe, el rey-lsofo que manda mientraslos dems obedecen. El lsofo se aparta de la poltica y slo se asoma a ella paradictar sus normas, emanadas de un espacio trascendente. De este modo, se invirti

    la jerarqua entre vita activay vita contemplativa, y la contemplacin pas a ser laactividad preeminente.

    Tras el cristianismo y la Edad media, que profundizan en la valoracin loscagriega de la contemplacin, el recelo de la accin y el intento de apartarse de la rea-

    lidad mundana, comienza la Edad moderna. Hay, dice Arendt, tres acontecimientos

    decisivos que iniciaron nuestra poca10:1. La Revolucin Industrial como emancipacin poltica plena de la clase traba-

    jadora. Esto signic tanto incluir en el mbito poltico a aquellos en mero estadode naturaleza, cuya actividad consiste en trabajar, como hacer de la capacidad detrabajar el rasgo diferencial del hombre. As, la emancipacin del trabajo tuvo eldoble sentido de emancipacin de una clase y de dignicacin de la actividad de esaclase. Tradicionalmente se conceba que el trabajo, como actividad inferior, animal,

    que satisfaca necesidades estrictamente biolgicas, deba permanecer como asunto

    privado. La vida pblico-poltica comenzaba donde acababa ese mbito privado.

    Pues bien: ahora el trabajo como actividad humana dej de pertenecer al espacio

    estrictamente privado de la vida: el trabajo se convirti en un hecho pblico-poltico

    de primer orden11. Como consecuencia, todos los hombres estaban llamados a con-vertirse en trabajadores, y toda actividad a ser interpretada en trminos de trabajo. Es

    decir, de nuevo se invierte la jerarqua vita activa-vita contemplativa, pero la accinno recupera el lugar que tena en la polis: dentro de la vita activa: ahora el trabajo

    pasa a ocupar el lugar superior.

    9H. Arendt, The human condition, Chicago, University of Chicago Press, 1958, p. 12.10H. Arendt,Karl Marx y la tradicin del pensamiento poltico occidental, op. cit., pp. 30-32.11Ibidem, p. 26.

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    2. Las Revoluciones Francesa y Americana como portadoras de una violenciaqueno se limit a generar matanzas, sino que, como mano auxiliar que traa a existencia

    las ideas de los lsofos del siglo XVIII, era capaz de la fundacin de un cuerpo pol-

    tico enteramente nuevo. Tradicionalmente12, el signicado de los hechos se revelabaen el discurso, como se ve en la vinculacin aristotlica de la denicin de hombrecomo animal poltico con la de poseedor de logos: el hombre es poltico en tanto escapaz de organizar su vida regida por un logosque desvela lo verdadero y lo falso,lo justo y lo injusto. Aristteles vio como una y la misma cualidad humana el vivir

    junto con otros en el modus del habla, del hablar13. Ahora, por el contrario, la his-toria, el registro de la accin poltica pasada, muestra su verdadero rostro slo en las

    guerras y revoluciones.

    3. Las Revoluciones francesa y americana como portadoras de una exigencia

    de igualdad universalextensible a todo ser humano. Antes de la poca moderna, laigualdad poltica se entenda como una cuestin de derechos iguales para personasde igual condicin: los iguales deban ser tratados igualmente, pero nunca todos eran

    iguales. La igualdad obtena su sentido a partir de la pertenencia a un grupo, y exten-

    der esto a todos los seres humanos hubiera aparecido como un sinsentido absoluto.

    Estos tres puntos suponen una cierta ruptura: cabe argir que el hilo de nuestratradicin se rompi, en el sentido de que nuestras categoras polticas tradicionales

    nunca fueron pensadas para una situacin tal14. Es decir, las categoras tradiciona-les no estaban pensadas para la nueva situacin, pero sta poda an pensarse con

    ellas: en concreto, poda pensarse la nueva situacin como inversin de la antigua

    (trabajo en lugar de contemplacin, violencia en lugar de discurso, igualdad univer-

    sal en lugar de limitada). Haba cambiado la valoracin de las parcelas de la realidad,

    pero stas seguan bsicamente estables.

    Por el contrario, Arendt seala otros ciertos acontecimientos del siglo veinte,

    aquellos acontecimientos que al nal llevaron a laforma enteramente nueva de go-bierno que conocemos como dominacin totalitaria15. Se trata de instituciones ypolticas sin precedentes que resultaron en crmenes no cabe juzgar bajo patrones

    morales tradicionales, ni castigarse dentro del marco legal de la civilizacin occiden-

    tal, erigido sobre la piedra angular del mandamiento no matars. Se trata asimismode medios de dominacin sin precedentes en la historia poltica que bien puede justi-car la caracterizacin del totalitarismo como sociedad de esclavos como sujecintotal. Esto supone, en n, ruptura total: el hilo de nuestra tradicin, en el sentidode una historia continuada, slo se rompi al emerger las instituciones y polticas

    totalitarias, que ya no podan comprenderse mediante las categoras del pensamiento

    12Ibidem, p. 39 y ss.13Ibidem, p. 40.14Ibidem, p. 19.15Ibidem, p. 21.

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    tradicional16. Es decir, esta situacin no poda pensarse en modo alguno con lascategoras de la tradicin, ni siquiera como inversin de sus jerarquas: eran lo radi-

    calmente nuevo.

    3. Marx como ltimo pensador de la tradicin

    Podemos preguntar ya: qu lugar ocupa Marx en esa tradicin, en la historia de

    nuestro mundo? Esta frmula condensa la respuesta de Arendt: Marx es el ltimo

    pensador de la tradicin de pensamiento poltico. Su lugar est al nal de la Edadmoderna, que cierra la lnea que arranca en Platn; justo entre ella y el totalitarismo,

    que rompe el hilo denitivamente. En ese sentido, es a la vezbisagra entre la Edadmoderna y el totalitarismo,yltimo vnculo con una tradicin que nace en la polis

    griega y en la cual an resuenan ecos de la experiencia pre-losca de las activida-des. Estas dos caras son exploradas por Arendt en distintos textos.

    3. 1. Marx como bisagra entre la edad moderna y el totalitarismo

    Arendt arma en su texto sobre Marx: como ideologa, el marxismo es sin dudael nico vnculo que liga la forma totalitaria de gobierno directamente a esa tradicin

    [la del pensamiento poltico occidental]17: as, de un lado, Marx tocara al nal dela tradicin occidental, esto es la edad moderna, y de otro, el nuevo comienzo que

    inaugura el hecho de la dominacin totalitaria.

    3. 1. 1. Marx como pensador de la edad moderna: trabajo, historia y violencia

    En este texto, Arendt presenta un Marx que asume y hace suyos los tres acon-

    tecimientos idiosincrsicos de la edad moderna. Marx sera as el lsofo por ex-celencia, lsofo del trabajo, la historia y la violencia, como es patente en las tres

    proposiciones con las que Arendt recoge la teora y la losofa enteras de Marx,cada una de las cuales recogen los acontecimientos denitorios de nuestra poca 18.Vemos las dos primeras, las referidas al trabajo y la violencia:

    1. El trabajo es el Creador del hombre recoge la emancipacin del trabajo a razde la Revolucin Industrial. Con esto, Marx armara, en trminos de la tradicin,que no la libertad, sino la necesidad hace humano al hombre. Se tratara por tanto

    de una gloricacin del trabajo, lo cual constituye para Arendt el lado realmenteanti-tradicional y carente de precedentes de su pensamiento (). Su interpretacin,

    o mejor, su gloricacin de la labor, en puro atenimiento al curso de los aconteci-

    16Ibidem, pp. 21-22.17Ibidem,p. 18.18Ibidem, p. 30 y ss.

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    mientos, no poda dejar de traer una completa inversin de todos los valores polticos

    tradicionales19. Con esto no solamente se dotaba de dignidad a una actividad quetradicionalmente careca de ella, sino adems, por la vinculacin de sta con la vida

    biolgica, se dotaba a esta vida de una dignidad que jams haba tenido20.La presentacin de Marx como lsofo de la vida y el trabajo es recurrente en

    varias obras. EnLa condicin humana, el captulo titulado trabajo comienza con lasiguiente lnea: en este captulo, Karl Marx va a ser criticado. Marx es reducido a unautor apologeta de las categoras propias de la Modernidad vida y trabajo, en tressentidos. En primer lugar, Marx habra cifrado la misma humanidad del hombre enel trabajo, lo cual era tan slo la formulacin ms radical y consistente de algo en lo

    que toda la edad moderna estaba de acuerdo21. Marx, dice Arendt, pretenda sustituirla denicin tradicional de animal rationale por animal laborans Con ello Marx

    no lograra arrancar al hombre de su animalidad compartida con el resto de seres vi-vos, siendo el trabajo es la actividad que realizan todos los seres vivos en tanto que

    tales para satisfacer la condicin de vida, vida biolgica animal-natural. En segundo

    lugar, Arendt arma que Marx no distingue entre la actividad del trabajo y la de lafabricacin, en parte cegado, como sus contemporneos, por la enorme productividad

    alcanzada por el trabajo en condiciones modernas, pero sobre todo por el descubri-

    miento de una cualidad de la potencia de trabajo humana, cuya fuerza no se agota en

    la produccin de sus propios medios de subsistencia. ste es el fundamento naturalde la plusvala y de la productividad del trabajo. Pero as, toda productividad seconcibe slo en trminos natural-reproductivos: Al contrario que la productividad de

    la fabricacin, que aade nuevos objetos al articio humano, la productividad de lafuerza de trabajo produce objetos slo incidentalmente y en primer lugar le concierne

    slo los medios de su propia reproduccin22. En tercer lugar, Marx tiene a la vistacomo ideal de comunidad poltica una humanidad socializada cuyo solo propsitosera la promocin del proceso vital23. Se eliminaran las barreras entre la existenciadel individuo y su existencia social en una comunidad donde vivir y trabajar seran lo

    mismo. Hay que hacer notar aqu, siquiera brevemente, que Arendt interpreta el con-

    cepto de trabajo de Marx bajo su propia lgica argumentativa, no siempre respetando

    19Ibidem, pp. 24 y 26.20En efecto, antiguamente, los prisioneros de guerra que preferan convertirse en esclavos a morir eran

    acusados dephilopsychia, amor a la vida por mor de ella misma, considerndose esto la mxima des-honra; de igual modo que se presupona que el hroe que abandonaba el hogar para enfrentarse a los

    peligros y realizar estas en la guerra o en el espacio pblico estaba en todo momento dispuesto a renun-

    ciar a su vida biolgica en favor de la inmortalidad en el recuerdo de los poetas y su pueblo (Aquiles,

    que cambi una vida corta por la fama eterna de la grandeza, era el modelo de hroe).21H. Arendt, The human condition, op. cit., p. 86.22Ibidem, p. 86.23Ibidem, p. 89.

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    las distinciones que el propio Marx elabora24. Segn Arendt, Marx reduce la mano de

    obra a puro crculo siolgico de produccin y consumo inmediato25.2. La violencia es la partera de la historia recoge el nuevo papel de la vio -

    lencia en la accin histrica a raz de las experiencias revolucionarias en Franciay Estados Unidos. Marx, segn Arendt, glorica la muda violencia de los grandes

    procesos histricos. La nica realidad, all donde la historia muestra su rostro, es la

    violencia sin discurso el desarrollo del capitalismo sera para Marx esencialmente la

    consecuencia de la violencia de la acumulacin original; y, en su teora de la ideo-

    loga, Marx armara que toda actividad que halle expresin en la palabra habladainstituciones polticas y legales, discursos loscos es un pretexto o justicacinde actos violentos de dominacin: el discurso no es ya slo menos partcipe de la

    verdad que la accin, sino un ocultador de la verdad. Ahora, en n, la verdad se haya

    en un fondo oculto de violencia, una gran corriente unvoca la lucha de clases quemoviliza y determina los mltiples fenmenos que aparecen en la supercie de losasuntos humanos, fenmenos que son meros efectos de supercie o epifenmenos

    por referencia a ese ser fundamental. Se trata aqu segn Arendt, como en el caso de

    la labor, de un asalto a la libertad, porque implica la gloricacin de la compulsiny la necesidad natural26.

    24Por ejemplo, la diferencia entre trabajo abstracto y concreto, o entre proceso de trabajo y trabajo

    de valorizacin. En esta ltima, Marx caracteriza el trabajo (Arbeit) como una actividad propiamentehumana de mediacin con la naturaleza, en la cual, y esto pertenece exclusivamente al hombre, hayuna proyeccin de la forma del objeto antes de su produccin, y cuyo objeto, resultado inmvil de la

    actividad en forma de ser, determina como ley frrea el proceso entero. Marx recoge claramente,pues, algunos aspectos de lo que Arendt denomina fabricacin (Herstellen). Cf. K. Marx,El capital.Crtica de la economa poltica, Mjico, Siglo XXI, 2009, libro primero El proceso de produccin ca-pitalista, Captulo I.2, Doble carcter del trabajo representado en la mercanca, pp. 51-58, y captuloV, Proceso de trabajo y proceso de valorizacin, pp. 215-223.25Cf. H. Pitkin, The Attack of the Blob: Hannah Arendts Concept of the Social, Chicago, Universityof Chicago Press, 1998. Cf. Asimismo la crtica de Heller, para quien los conceptos de trabajo y labor

    no constituyen dos entidades diferentes sino simplemente dos aspectos de una misma cosa, dos dimen-

    siones posibles de una misma actividad. Heller vendra a decir el trabajo, adems de permitir el man-

    tenimiento y reproduccin de la vida humana, es una actividad generadora de poltica, o al menos de

    comunidad. A. Heller, Sociologa de la vida cotidiana.Barcelona,Pennsula, 1994. Este punto de vistarecogera ms elmente el de Marx: ni separacin tajante entre dos actividades, ni reduccin de todaslas diferencias a favor de un nico proceso biolgico de reproduccin y consumo, como injustamente

    atribuye Arendt a Marx.26Esta gloricacin de la violencia desnuda de Marx es matizada en H. Arendt, Sobre la violencia, Ma-drid, Alianza, 2006, p. 20 y ss., donde Arendt arma que para Marx el motor del cambio histrico no esla violencia sino las contradicciones inherentes. Igualmente, Marx consideraba el aparato represivo de

    Estado como instrumento en manos de la clase dominante, pero el verdadero poder de esta clase no re-

    sida en ello, sino en su papel en el proceso de produccin. En ambos casos, Marx tomara los estallidos

    de violencia como sntomas o efectos, no causas. Entonces, si la violencia es la partera de la historia,

    habra que tomar aqu violencia en un sentido ms elaborado, como dominacin estructural.

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    En Sobre la revolucin, Arendtacenta muchsimo esta lectura de Marx como

    lsofo de la historia y la necesidad: Se interes mucho ms por la historia que

    por la poltica y, en consecuencia, desde casi por completo las intenciones que

    en principio animan al hombre de las revoluciones, la fundacin de la libertad, yconcentr casi exclusivamente su atencin en el curso aparentemente objetivo de

    los acontecimientos revolucionarios. Con Marx, la abdicacin de la libertad ante

    el imperio de la necesidad encontr su terico, pues fue l el que convirti la

    cuestin social, las necesidades materiales de una poblacin sumida en la pobre-

    za, en la fuerza y el contenido de la poltica por excelencia. Tras identicar la nece-

    sidad con la urgencia del proceso vital, coloc ste como la trama de toda actividad

    humana y concibi la vida como el bien ms alto. Desde una perspectiva poltica,

    este proceso condujo a Marx a una verdadera capitulacin de la libertad en brazos

    de la necesidad27

    . En esto, Marx era un cierto heredero de la Revolucin Francesa,para Arendt producto de las masas hambrientas erigidas en sujeto poltico: Bajo

    el imperio de esta necesidad, la multitud se lanz en apoyo de la Revolucin Fran-

    cesa, la inspir, la llev adelante y, llegado el da, rm su sentencia de muerte,

    debido a que se trataba de la multitud de los pobres. Cuanto stos se presentaron

    en la escena de la poltica, la necesidad se present con ellos (...): hubo que sacri-

    car la libertad y la necesidad a las urgencias del propio proceso vital28. Por ello,

    contina Arendt, no es de extraar que Marx inspirara la Revolucin Rusa: igual

    que la Francesa, pero esta vez con plena conciencia y con las armas de la compul-

    sin ideolgica y del terror, era una revolucin que fracas porque no conoca ms

    categoras que las de la necesidad.

    3. 1. 2. Marx como inspirador del totalitarismo: los bolcheviques

    Es un cargo formidable contra Marx el hecho de que una forma de dominacin

    totalitaria haga uso del marxismo, y en apariencia se haya desarrollado directa-

    mente a partir de l29, cosa que no puede decirse de ningn otro autor respecto

    del nazismo: sigue siendo un hecho que existe una conexin ms directa entre

    Marx y el bolchevismo, as como entre l y los movimientos totalitarios marxis-

    tas en pases no totalitarios, que entre el nazismo y cualquiera de sus llamadospredecesores30.

    Arendt seala que por ser el nico pensador que se tom en serio en trminos -

    loscos la emancipacin de la clase trabajadora, es decir, la elevacin del trabajo a

    27H. Arendt, Sobre la revolucin, Madrid, Alianza, 2004, p. 86.28Ibidem, p. 79.29H. Arendt,Karl Marx y la tradicin del pensamiento poltico occidental, op. cit.,p. 16.30Ibidem, p. 16.

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    actividad central, pudo resultar tan til para la dominacin totalitaria31. Sin embargo,

    esta conexin no es explorada rigurosamente por Arendt. La nica referencia a Marx

    enLos orgenes del totalitarismo que perla en algn grado este asunto est en un par

    de pginas que establecen una vinculacin entre la concepcin, propia de Marx, de laproductividad en trminos de reproduccin natural, con la concepcin de la historia

    como proceso natural, y sta con la tesis propia del totalitarismo de que todas las le-

    yes de la Naturaleza, de la Historia son leyes del movimiento de procesos. As, los

    nazis hablan de la Naturaleza o los bolcheviques sobre la Historia no como lugares de

    estabilizacin de las acciones de los hombres, sino movimientos en s mismos, regidos

    por leyes: para los bolcheviques, el proceso histrico regido por la lucha de clases que

    conduce con necesidad frrea al hombre nuevo, en el caso de los nazis, la evolucin

    de la Naturaleza en su conjunto, manifestndose en el hombre con leyes raciales. El

    terror es la realizacin de la ley del movimiento, eliminando los obstculos al libre cur-so de las fuerzas de la Naturaleza o la Historia: el terror es legalidad si la ley es la ley

    del movimiento de alguna fuerza sobrenatural, la Naturaleza o la Historia. Nazismoy bolchevismo quedan asimilados como ideologas totalitarias por la concepcin de

    Naturaleza e Historia como expresiones de procesos en evolucin: () de la misma

    manera que la creencia de los bolcheviques en la lucha de clases como expresin de la

    ley de la Historia se basa en la nocin marxista de la sociedad como producto de un gi-

    gantesco movimiento histrico que corre segn su propia ley de desplazamiento hasta

    el n de los tiempos histricos, cuando llegar a abolirse por s mismo32. Esta nocinmarxista de historia como proceso reposa, como hemos visto, en su concepto de traba-

    jo como productividad natural: la lucha de clases en Marx, por otra parte, como fuerza

    impulsora de la Historia es slo la expresin exterior de la evolucin de las fuerzas

    productivas, que a su vez tienen su origen en el poder de trabajo [labour power enel original, debera decir: fuerza de trabajo] de los hombres. El trabajo, segn Marx, no

    es una fuerza histrica, sino una fuerza natural - biolgica (...)33.

    3. 2. Marx como lsofo clsico: la poltica y la libertad

    Pero, siendo cierto todo lo anterior, al mismo tiempo, Marx hace un cierto uso de

    las categoras de la tradicin poltica. Se ha puesto de moda, dice Arendt, asumir una

    31Ibidem, p. 25.32H. Arendt,Los orgenes del totalitarismo, Madrid, Taurus, 1991, p. 562.33Ibidem, p. 563. Tambin en Sobre la violencia advierte Arendt sobre la peligrosa conjuncin entre laproductividad (Marx) y la violencia (Nietzsche) como resultado de la creatividad o sobreabundan-cia de la vida (Marx): en esta justicacin biolgica de la violencia se introduce en la esfera polticade asuntos humanos la dinmicas biolgicas, donde todo lo que no crece decae, y con ello las posibili-

    dades de la aniquilacin biolgica de la raza humana, el racismo o el exterminio. Evidentemente, estas

    temticas deberan desarrollarse no disponemos de espacio para ello al hilo de lo que han escrito

    Foucault o Agamben.

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    lnea sin rupturas entre Marx, Lenin y Stalin, acusando a Marx as de ser el padre del

    totalitarismo. Quienes realizan esta operacin, dice Arendt, deberan ser conscientes

    de que es tanto como armar que es nuestra tradicin occidental la que desemboca

    automticamente en el totalitarismo, pues quien quiera que alude a Marx alude ala tradicin de pensamiento occidental34. Lo cual no es as, pues totalitarismo esacontecimiento, ruptura. En n: Yo pienso que puede mostrarse cmo la lnea queva de Aristteles a Marx muestra a la vez menos rupturas y mucho menos decisivas

    que la lnea que va de Marx a Stalin35. Marx, lsofo del trabajo, la vida y lanecesidad, y Aristteles, el lsofo griego por excelencia, ltimo testigo de la ex-

    periencia pre-losca, genuinamente poltica, de las actividades? He aqu lo queArendt seala como la auto-contradiccin de Marx36. No se trata acaso de unamera hipocresa o incoherencia personal de Marx, sino de una contradiccin esencial

    que muestra obstculos objetivos en los valores tradicionales en el mundo contem-porneo. Se trata de lo siguiente:

    La auto-contradiccin bsica en que est atrapada la obra entera de Marx (que pue-

    de expresarse de muchas formas: que necesita la violencia para abolir la violencia,

    que la meta de la historia es acabar con la historia, que la labor es la nica actividad

    productiva del ser humano pero que el desarrollo de sus fuerzas productivas con-

    ducir a largo plazo a la abolicin de la labor, etc.), surge de su insistencia en lalibertad37.

    Aqu hay que ubicar la tercera proposicin de Marx con la que recoge un aconteci-

    miento decisivo de la Modernidad, el acontecimiento de la igualdad poltica universal:

    nadie que esclavice a otro puede ser libre. As que, a pesar de colocar el trabajo y lavida como sumo bien, Marx, al mismo tiempo, insiste en la libertad. Lo dice Arendten ms lugares: Marx construy su esquema tal como lo hizo a causa de su inters

    en la accin y la impaciencia ante la historia. l es el ltimo de esos pensadores queestn en la frontera entre el inters en la poltica ms antiguo de la era moderna y su

    posterior preocupacin por la historia38. Y en Qu es la poltica?:

    Que poltica y libertad van unidas y que la tirana es la peor de todas las formas de

    estado, la ms propiamente antipoltica, recorre como un hilo rojo el pensamiento

    y la accin de la humanidad europea hasta la poca ms reciente. Slo los estados

    34H. Arendt,Karl Marx la tradicin del pensamiento poltico occidental, op. cit., p. 17.35Ibidem, p. 17.36Sobre esta lectura de Arendt de una doble posibilidad en Marx, cf. T. Weisman, op. cit., captulo 8,DieAufhebung: as the state withers a new politics arises and philosophy fades away, pp. 143-158.37Ibidem,p. 32.38H, Arendt, El concepto de historia: antiguo y moderno, en H. Arendt, Entre el pasado y el futuro.Ocho ejercicios de reexin poltica, Barcelona, Pennsula, 1996, pp. 49-100, aqu p. 91.

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    totalitarios y sus correspondientes ideologas pero no el marxismo, que proclamaba

    el reino de la libertad y entenda la dictadura del proletariado en el sentido romano,

    como una dictadura pasajera de la revolucin, han osado cortar ese hilo; lo nuevo y

    espantoso () es la conviccin de que la libertad del hombre debe ser sacricada aldesarrollo histrico cuyo proceso puede ser obstaculizado por el hombre39.

    Marx nunca arm tal cosa: permaneca el a una tradicin que vincula polticay libertad. Esta insistencia de Marx en la libertad se encuentra en los breves prrafos

    donde esboza la sociedad ideal del futuro. stos, dice Arendt, no puede desestimarsecomo utpicos: constituyen el centro de la obra de Marx y expresan con mxima

    claridad sus impulsos originales. Adems, esta sociedad no es utpica: tiene sumodelo en el ideal de polis de la Atenas del siglo V a. C. Por eso hay que examinar

    el pensamiento de Marx a la luz de la tradicin que comenz en Grecia, y de unalosofa poltica que de acuerdo o en oposicin a ella, brot de las experiencias prin-cipales de la vida de la polis ateniense y les dio expresin40. Si en la polis no haydominio de unos hombres sobre otros entre ciudadanos libres, para Marx el Estado y

    sus aparatos polica y ejrcito tenderan a desaparecer, puesto que la polis espera

    de sus ciudadanos que realicen ellos mismos los castigos que prescriben las leyes,

    ya que no obedecen a otros que a s mismos. Si en la polis se ha expulsado a los

    esclavos, por estar sujetos a la necesidad y al trabajo, y se ha liberado tiempo para

    una sociedad dedicada a hacer poltica, discutir en el gora, ir al gimnasio o al teatro,

    Marx quiere abolir el trabajo como instancia rectora de la existencia, consciente dela contradiccin entre la libertad y el trabajo: el reino de la libertad comienza donde

    acaba el trabajo, que est condicionado por la necesidad y la utilidad exterior41.Arendt aporta una explicacin para estas perplejidades tericas derivadas de la con-

    tradiccin principal entre la asuncin del trabajo y la vida y la insistencia en la libertad.

    El problema, dice Arendt, es que Marx asume la idea moderna de igualdad universal

    en su ideal de sociedad sin clases y sin naciones, esto es, sociedad donde la igualdad

    universal hubiera arrasado con todas las delimitaciones polticas entre los hombres,

    sin darse cuenta de que esa idea es incompatible con la libertad. Ya los griegos saban

    que era necesario liberarse de la necesidad, es decir, el trabajo y la reproduccin, y lo

    hacan ejerciendo un dominio violento y pre-poltico sobre sus sometidos mujeresy esclavos: sta era la va de acceso a la libertad. Cmo arrancarse a la necesidad,

    pues, si, con la modernidad, se desecha el camino del sometimiento de otros? Arendt

    llega a decir que de ninguna manera. En condiciones de igualdad universal, todo hom-

    39H. Arendt, Qu es la poltica?, Barcelona, Paids, 1997, p. 72.40H. Arendt,Karl Marx la tradicin del pensamiento poltico occidental, op. cit., p. 37.41K. Marx, Das Kapital. Kritik der politischen konomie. Buch III: Der Gesamtproze der kapital-istischen Produktion, Hamburg, Dietz Verlag, 1978, p. 828 (idntica con el tomo 25 de Marx-Engels

    Werke). Traduccin nuestra.

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    bre sera esclavo de la necesidad, nadie podra ser libre, y esto es la consecuencia que

    no puede evitar Marx: convertir a todos los hombres en esclavos al reducir su humani-

    dad al comn denominador de la fuerza de trabajo. La igualdad universal es para Marx

    la igualdad del animal laborans, es decir, la igualdad que somete a todos por igual alimperio de la necesidad del trabajo. As, en la sociedad sin clases de Marx, con la des-

    aparicin anticipada del gobierno y la dominacin, la libertad se convierte desde luego

    en una palabra carente de signicado42.En cualquier caso, con independencia del diagnstico particular de Arendt acerca

    de las causas de la inconsistencia de Marx, puede retenerse la indicacin de una plura-

    lidad de lneas o direcciones en su pensamiento: por un lado, Marx recogera y asumi-

    ra ciertos presupuestos que conguran la faz del mundo moderno (preeminencia de lavida y el trabajo), incluso pregurando su consumacin o superacin en la cara terrible

    del totalitarismo43

    ; pero por otro, no deja de querer recuperar el impulso poltico en fa-vor de la libertad que nos retrotrae a algunas experiencias genuinamente polticas de la

    antigedad griega. Qu se juega aqu? La caracterizacin de la operacin losca deMarx como una inversin de la tradicinpermite aclarar algo ms esta encrucijada.

    4. Marx y la inversin de la tradicin

    Arendt sintetiza el gesto losco fundamental de Marx de este modo:

    Ms tarde tambin Marx iba a intervenir en esta jerarqua [la jerarqua interna de la

    vita activa], aunque explcitamente slo escribi acerca de elevar la accin respectode la contemplacin y acerca de cambiar el mundo en lugar de interpretarlo. En el

    curso de esta inversin tuvo que trastornar la jerarqua interna tradicional de la vitaactiva, situando la ms baja de las actividades humanas, la del trabajo manual, enla posicin ms elevada. La accin se mostraba as como una mera funcin de las

    relaciones productivas de la humanidad, originadas por el trabajo44.

    Es decir: Marx, acorde en esto con la Modernidad, inviertela jerarqua tradicionalentre vita activay vita contemplativa, y con ello descuida las distinciones internas de

    la vita activa. Sin embargo, a diferencia de lo caracterstico del mundo moderno, elimpulso que animaba esta inversin era, en el caso de Marx, salvaguardar de algn

    modo lo poltico, la accin, la libertad, en sus palabras, cambiar el mundo. Hay,pues, una tensin en Marx, ya que por un lado se difuminan las distinciones internas

    de la vita activa(trabajo, fabricacin) y tiende a colocarse el trabajo como actividadsuprema; pero por otro, la preeminencia de la vita activaobedecera al impulso de

    42H. Arendt,Karl Marx la tradicin del pensamiento poltico occidental, op. cit., p. 50.43De nuevo sealamos que no vamos a entrar a valorar la correccin o no de esta lectura.44H. Arednt, El concepto de historia: antiguo y moderno, op. cit., p. 93.

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    realizar la losofa prcticamente, de cambiar el mundo, de instaurar la libertad enla tierra.

    Que Marx representa y contina el desarrollo moderno por el cual se invierte la je-

    rarqua tradicional entre vita activa yvita contemplativa, lo seala Arendt claramente:la losofa marxista ms que trastocar a Hegel invirti la jerarqua tradicional de pen-samiento y accin, de contemplacin y trabajo y de losofa y poltica45. As, el sig-nicado del desafo de Marx a la tradicin consistira en una inversin, una inversinms radical que la de idealismo o materialismo: su inversin () va hasta el ncleo

    del asunto: cuestiona la jerarqua tradicional de las capacidades humanas o, para decir-

    lo de otra manera, vuelven a la pregunta sobre la cualidad especcamente humana delhombre46. En el caso de Marx, la negativa a asumir que la ratioo el pensamiento sonlo especco del hombre, y la armacin, al menos en su etapa humanista de juventud,

    del trabajo como la naturaleza del hombre. Esta elevacin de la vita activatuvo lugar apartir de una serie de fenmenos propios de la modernidad el desarrollo de la ciencia,la revolucin industrial, de los cuales Marx es testigo privilegiado: Este desarrollo

    tan real se reeja y preanuncia en el pensamiento poltico de Marx47.Ahora bien, Marx, a diferencia de la tendencia propia del mundo moderno, man-

    tiene como horizonte rector lo poltico. Esto es patente, dice Arendt, en las tesis

    sobre Feuerbach, ante todo en la famosa tesis 11: los lsofos han interpretado elmundo demasiado tiempo, ahora es tiempo de cambiarlo. Con esto llega a su n latradicin de pensamiento poltico occidental: Marx declara que la losofa y su ver-dad no estn situadas fuera de la esfera de los asuntos humanos, de la poltica sino

    dentro de ella, y slo pueden realizarse en ella. As, se coloca a la vita activade-nitivamente por encima de la vita contemplativa, pero sostenida por su eje poltico.Arendt llega a armar; lo que Marx deseaba era sostener una vez ms la dignidadde la accin humana ante la contemplacin histrica y la relativizacin modernas48,y recordemos los pasajes citados sobre la tradicional unin entre poltica y libertad,

    unin evocada tambin por Marx. A pesar de este impulso, como hemos visto, Marx

    segn Arendt acab por otro lado superponiendo la ley de la historia a la poltica y

    valorizando el trabajo por encima de las dems actividades humanas, de modo que

    termin por perder el signicado de la accin no menos que del pensamiento, de

    la poltica no menos que de la losofa, cuando insisti en que ambas eran merasfunciones de la sociedad y de la historia49.

    En suma, Marx invirti la jerarqua vita activa-contemplativallevado por un inte-rs poltico en la libertad, pero al hacerlo se dej arrastrar por las tendencias propias

    45H. Arendt, La tradicin y la poca moderna en: Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobrela reexin poltica, op. cit., pp. 23-49, aqu,p. 24.46Ibidem, p. 45.47Ibidem, p. 46.48Ibidem, p. 36.49Ibidem.

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    del mundo moderno y descuid la accin misma en favor de la elevacin, dentro de

    la vita activa, de la actividad del trabajo.Podemos iluminar algo ms esta peculiar situacin si atendemos a la operacin

    de derribo de la tradicin llevada a cabo por Nietzsche, que, tal y como Arendt laentiende, es en cierto modo equivalente a la de Marx. Lo que Nietzsche descubri

    en su transvaloracin, dice Arendt, es que lo material y sensible pierde su raznde ser cuanto se ve privado de su contrapartida ideal y trascendente: abolimos el

    mundo verdadero: qu mundo ha quedado? quizs el aparente? No! Al abolir

    el mundo verdadero, abolimos tambin el aparente. Es decir, Nietzsche compren-di que la aseveracin misma de uno de los opuestos prctica contra teora, vida

    sensual contra vida suprasensual necesariamente trae a la luz el opuesto repu-

    diado y demuestra que ambos tienen signicado e importancia slo dentro de esa

    oposicin50

    . Adems, dice Arendt que pensar en trminos de esos opuestos no esalgo que en modo alguno vaya de suyo, sino que se cimenta en una primera gran

    operacin de inversin en la cual se basan todas las dems, puesto que estableci los

    opuestos dentro de cuya tensin se mueve toda la tradicin. Se reere, naturalmente,a Platn (o mejor, la tradicin platnica) y su operacin de privacin de realidad al

    mundo sensible en que nos movemos y vivimos. Este giro platnico, formulado en

    polmica con Homero y la tradicin griega y con objetivos polticos, abri el espacio

    conceptual de posibilidades de todo el ulterior pensamiento en trminos de opuestos

    enfrentados siendo uno lo verdaderamente real: es decir, el espacio de la metafsica.

    Pues bien, lo que a luz de estas consideraciones puede Arendt armar respecto dela operacin de cuestionamiento de la tradicin de Marx, es quese trat de una msde estas inversiones:la operacin que realiz Marx puede describirse de la mejorforma, dice Arendt, con imgenes como saltar, invertir y poner los conceptos del

    revs. Inversin, por tanto, que al armar uno de los opuestos (la prctica frente ala teora, el trabajo frente al pensamiento) no deja de armar el otro como su contra-

    partida necesaria y no logra, por tanto, romper con el espacio de pensamiento de esta

    oposicin: con lo que, por tanto, permaneca preso dentro del espacio de la metafsi-

    ca occidental, entendida en este sentido dualidad de opuestos.

    Si Marx, como dice Arendt, superpone la ley de la historia a la poltica y valoriza

    el trabajo por encima de las actividades, est colocando la accin y la poltica comoefectos de supercie, apariencias, de una realidad fundamental que es lo verdadera-mente existente: la Sociedad, la Historia, en suma, el devenir de una potencia biol-

    gica (fuerza de trabajo fuerzas productivas). Es verdad que invierte la tradicin en

    el sentido de que no coloca como realidad fundamental lo que la tradicin supona

    como Mundo verdadero: las ideas, la razn, el espritu, sino aquello denostadopor ella: el mundo material y srdido del trabajo, la reproduccin de la vida. Pero no

    por ello logra romper con la estructura constitutiva de la tradicin, como metafsica:

    50Ibidem, p. 42.

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    mantiene el esquema de dos realidades, una fenomnica aparente, la otra verdadera-

    mente existente a la que se reduce lo que aparece.

    Si esto es as y la inversin de Marx permanece en el marco de la metafsica, no es

    de extraar que, pese a su genuino impulso, fuera incapaz de asentar y salvaguardarun espacio para la accin y lo poltico. En efecto, en un espacio de pensar metafsico

    es estructuralmente imposible pensar lo poltico desde s mismo: en el caso de Marx

    al menos de un cierto Marx, en el espacio de lo que podra llamarse una metafsica

    de la historia y de la vida es estructuralmente imposible dejar lugar a lo que l mis-

    mo por otro lado deseara salvar: el espacio de lo poltico y la libertad. As queda,

    quizs, algo iluminada la problemtica constitucin del planteamiento marxista, en

    su lectura por Arendt.

    Precisamente Hannah Arendt se ha dedicado a estudiar estos problemas con todo

    cuidado. Ella ha mostrado cmo la teora, que en el espacio del pensar occidental tomala forma de metafsica, ha determinado la comprensin de la praxis o lo poltico, de

    modo que en lugar de ser pensados desde s mismos han permanecidos subsidiarios de

    categoras y formas de problematizacin propiamente terico-metafsicos, siendo lite-

    ralmente subsumidos o eliminados. Y de ah que su proyecto terico de pensar la polti-

    ca suponga como tal un desmantelamiento o deconstruccin de la tradicin metafsica.Para terminar, veamos esto brevemente, de forma que podamos comprender la posicin

    que subyace a su crtica y a su momento de apropiacin de Marx, en suma, que podamos

    fundamentar la presencia compleja y ambivalente de Marx en el pensar de Arendt.

    5. Hannah Arendt: lo poltico y la destruccin de la metafsica

    Cuando, en una entrevista, preguntaban a Arendt acerca de su negativa de a ser

    considerada lsofa en vez de terica poltica, ella responda: la diferencia estrealmente en la cosa misma. La expresin losofa poltica, continuaba, est ex-tremadamente cargada por la tradicin, ya que hay una tensin entre la losofa y la

    poltica, entre el hombre como ser que losofa y como ser que acta. Ms concreta-mente, hay una suerte de hostilidad a la poltica en la mayora de los lsofos queno se trata de una cuestin personal, sino que est en la esencia de la cosa misma.

    Ella no querra participar en absoluto de esa hostilidad, y podra denir su proyectoterico del siguiente modo: yo quiero mirar a la poltica, por as decirlo con ojos no

    enturbiados por la losofa51. De qu se trata entonces en esta tensin tan relevanteentre losofa y poltica?

    En un artculo titulado Poltica y metafsica Acerca del pensamiento poltico de

    H. Arendt52, Ernst Vollrath sistematiza la idea arendtiana de un concepto metafsi-

    51H. Arendt,Ensayos de comprensin 1930-1945, Madrid,Caparrs, 2005, p. 18.52E. Vollrath, Politik und Metaphysik. Zum politischen Denken Hannah Arendts, en A. Reif (ed.), H.

    Arendt: Materialen zu ihrem Werk, Viena, Europaverlag, 1979, pp. 19-57. Traduccin nuestra.

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    co de la poltica propio de nuestra tradicin de pensamiento: El pensamiento me-tafsico est vinculado, desde antiguo a saber, desde Platn y Aristteles, con una

    metafsica de lo poltico, dice Vollrath; sta, tanto en sus conceptos claves como

    en su entero horizonte, est plagada de suposiciones que no surgen de la experienciapoltica, sino de la comprensin metafsica del ser53. As, los conceptos polticosfundamentales (dominio, Estado, soberana) tienen sus races en el corazn mismo

    de la metafsica.

    La metafsica, dice Vollrath, se caracteriza por tratar de comprender el ser me-

    diante las categoras de posibilidad y realidad de tal modo que otorga un primado a la

    presencia. Esto es, cifra lo verdaderamente existente en cada caso en aquello que se

    considera como real y presente frente a lo meramente posible o no verdaderamente

    existente. En la teora poltica, este gesto metafsico se maniesta cuando el dominio

    o gobierno se convierte en el concepto clave de la poltica. En este concepto, la ac-cin se disocia en dos partes y dos actores: el que no acta, sino que gobierna, y se

    encuentra legitimado para ello porque posee un saber acerca de lo que hay que hacer,

    y los que actan limitndose a obedecer porque no saben. Pues bien, hay un primado

    de lo real y lo presente frente a lo posible tanto en la comprensin antigua de este

    concepto como en la moderna. En la variante antigua, la realidad efectivamente exis-

    tente se cifra en el mundo de las ideas aprensible tericamente, presente a la mirada

    del sabio, en contraste con la contingencia de lo posible de la praxis aquello que

    puede ser de otro modo. En la variante moderna, la realidad se cifra en el trabajo y

    sus productos siendo por ejemplo el Estado una obra de arte fabricada por el sobe-

    rano (Hobbes), frente al mundo de la teora que abarca lo que puede ser pensado.

    Ahora, frente a eso, Arendt tratara de establecer una comprensin de lo poltico

    que se haga cargo de las experiencias que emergen originariamente en la esfera de

    la accin tal y como tienen lugar para el agente que acta, en lugar de subsumirlas

    en categoras metafsicas. Se trata de destruir el concepto heredado de lo poltico,

    determinado metafsicamente, a favor de un nuevo concepto de lo poltico. Vollrath

    caracteriza esta operacin del siguiente modo: Esta destruccin consuma para el

    pensamiento poltico lo que Heidegger haba emprendido para la metafsica54. Paraello, hay que aprehender lo que, pese a todas las diferencias, permanece constante en

    el conjunto de la teora poltica, desde Platn hasta Marx: lo que venimos llamandoel concepto metafsico de la poltica, y someterlo a una la labor de destruccin.Esta destruccin, dice Vollrath, no es una negacin: como negacin, permanecera,

    debido a su carcter dialctico, presa todava en el mismo horizonte de aquello que

    precisamente intenta negar: servira a su ms denitiva conrmacin55. En esta des-

    53Ibidem, p. 20.54Ibidem, p. 29.55Ibidem.

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    truccin de lo que se trata es de descubrir los elementos y orgenes56del conceptometafsico y aclarar a partir de qu horizonte ha podido asentar su dominio. Por lo

    tanto, el concepto que pretende destruirse debe ser reconocido en su legitimidad,

    toda vez que se trata de una legitimidad de un dominio que ha devenido tal histrica-mente, y que por tanto no va de suyo, pero dominio al n y al cabo. La destruccinno es jams abolicin negadora, sino posicin del hasta ahora incuestionado dominio

    bajo otro horizonte mediante el descubrimiento de su procedencia57.

    56Arendt precisa este punto en una nota del ensayo Comprensin y poltica a tenor del ejemplo del to-talitarismo como asunto a comprender: Los elementos del totalitarismo encierran en s sus orgenes si

    por orgenes no entendemos causas. Los elementos por s solos nunca causan nada. Se convierten

    en orgenes de acontecimientos si y cuando cristalizan repentinamente en formas jas y denidas. Es

    la luz del acontecimiento mismo la que nos permite distinguir sus propios elementos concretos dentrodel innito nmero de las posibilidades abstractas, y es esta misma luz la que ha de guiarnos retrospec -tivamente hacia el oscuro y equvoco pasado de estos mismos elementos. En este sentido es legtimo

    hablar de los orgenes del totalitarismo, o de los de cualquier otro acontecimiento histrico (H. Arendt,Ensayos de comprensin 1930-1945, op. cit., p. 387). No slo el acontecimiento trasciende cualquierconjunto de causas q pueda pensarse, contina Arendt: es que este pasado mismo slo emerge en sugura denida, como precisamente distinta del conjunto de potencialidades que encerraba, a la luz delacontecimiento mismo. El acontecimiento ilumina su pasado, no se deduce de ste. Hay historia paraArendt cuando un revoltijo de hechos queda iluminado comopasado por un hecho presente y puedepor ello contarse como relato con comienzo y n. Ese comienzo haba permanecido oculto: el aconte-cimiento no puede sino aparecer como un n de ese comienzo, y slo como n, como consumacin,podemos comprenderlo.57E. Vollrath, op. cit., p. 29. Vollrath seala que el dominio de la comprensin metafsica de lo polticoera tan incondicionado que slo un acontecimiento, una cierta experiencia de lo absolutamente inaudi-

    to, poda liberar para poder pensar un nuevo concepto de lo poltico. Para Arendt, arma Vollrath, esteacontecimiento fue el triunfo el rgimen NS en Alemania. No podemos hacernos cargo aqu de este

    asunto, pero s habra que sealar lo siguiente: la novedad del nazismo es una novedad en trminos

    polticos, no metafsicos. Es decir: se trata ciertamente de un desplome de toda la tradicin poltica, en

    el sentido de que el nazismo no se deja pensar ni como simple militarismo, ni como imperialismo, ni

    como racismo, ni como nacionalismo basta atender a la destruccin absoluta a manos de los nazis de

    las estructuras y principios del ejrcito alemn, el Estado, o simplemente de los nacionalistas conserva-

    dores , y de ah la imposibilidad, patente en Nrenberg, de juzgarlo conforme a los patrones morales,

    polticos y penales de nuestra tradicin, que presuponen individuos que inician cadenas de acciones

    (asesinatos, etc.) a partir de motivos, lo cual no era patentemente el caso. Asimismo no se deja encajar

    en categoras clsicas como la distincin kantiana forma imperii forma regiminio las nociones deMontesquieau de estructura y principio de gobierno. Ahora bien, como seala Vollrath ( ibidem, p.31 y ss.), puede aprehenderse la estructura de la accin totalitaria propia del nazismo como inversinde las categoras metafsicas fundamentales de realidad y posibilidad, a saber, como un hacer total que

    reposa en el principio de una voluntad incondicionada. Esta voluntad no se halla vinculada en modo

    alguno al mundo o limitada por alguna realidad, sino que realiza incondicionalmente cualquier posibi-

    lidad, la posibilidad en s misma; hace real todo lo posible, aleatoriamente, y su mxima es: quiero,

    porque quiero que sea hecho y llevado a cabo. Por eso, el principio de la accin totalitaria es: todoes posible, esto es, todo lo que le sobrevenga al arbitrio de la voluntad incondicionada, y esto es eldominio entero de lo posible. Es decir, el nazismo sustituye la realidad del mundo por el reino de lo

    posible en una aniquilacin incesante de la estabilidad de lo real y fctico en favor del reino cticio de

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    93 Res Publica. Revista de Historia de las Ideas PolticasVol. 18 Nm. 1 (2015): 75-94

    Tambin Simona Forti, en su libro sobre Arendt, destaca la unin estrecha entre

    los dos momentos de crtica a la metafsica y nuevo concepto de lo poltico: el

    replanteamiento de la poltica forma para H. Arendt un todo con la operacin de

    dmontageque se viene llevando a cabo con respecto a la historia de la metafsicay de la losofa poltica58. La losofa sera una perspectiva externa respecto deldiscurso tradicional con el que desmontar tal discurso, desenmascarando las din-

    micas a travs de las cuales se ha constituido como dominante nuestra tradicin de

    pensamiento. A su vez, lo poltico, por su irreductibilidad a los conceptos polticos

    heredados, se considera el asidero para poner bajo acusacin a toda la historia de la

    metafsica.

    La metafsica se comprende aqu, para Forti, como aquel conjunto de categoras

    que jan y ponen orden en el mundo de experiencias elementales, en el mundo de

    vida, en los fenmenos dados. Pues bien, en su deconstruccin se trata de, partiendode la conciencia de hallarse en el nal de una tradicin, mirar a la misma y someter alos conceptos transmitidos a nuevas preguntas. Preguntas tales como: Qu sistema-

    ticidad cabe encontrar en un discurso reiterado y asentado? Lo que hemos delimitado

    como metafsica o comprensin metafsica de lo poltico. Qu supuestos hanregido para que se considere un discurso especco, con un lugar y un momentohistrico de nacimiento, como hegemnico? La mentada primaca de la presencia y

    el pensamiento en clave de oposiciones duales, como resultado de la valoracin de la

    actividad de la contemplacin por encima de las dems. Qu tipo de experiencias se

    encuentran a su base, cmo este discurso pone orden en ellas? Arendt acomete una

    desestructuracin de las principales falacias metafsicas, mostrando la concrecin

    fsica y fenomnica de las experiencias que se hallan a la base de los conceptos lo-scos eternos e ideales y vericando como tales experiencias han sido hipostasia-das para ser transformadas en esa ciencia terrible llamada metafsica. En este caso,el aislamiento, la soledad, el fastidio respecto de todo lo que se mueve alrededor, la

    sensacin de encontrarse en un eterno presente fuera del espacio y del tiempo como

    condiciones de la experiencia del pensar. As, un yo que piensa se convierte en unares cogitansseparada del cuerpo, el mundo deviene un plido reejo de una realidadsuprasensible: en n, ser se identica con pensar. En n, qu otras experiencias han

    sido dejadas atrs, silenciadas o negadas? Ya lo hemos dicho: la losofa poltica dela tradicin puede entenderse como intento sistemtico de liberarse del autntico

    signicado del actuar poltico.

    lo posible. Con este primado de lo posible y la potencia de la voluntad de invierten la metafsica tradi-

    cional, que otorgaba un primado a la presencia, la estabilidad y la realidad; en ese sentido es novedoso

    el nazismo. Pero no lo es en tanto, como mera inversin, permanece dentro de la estructura metafsica

    como tal, al igual que segn Arendt, en suma, habra hecho Marx. Cf.supra,apartado 3.58S. Forti, op. cit., p. 52.

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    En esto reside el ensayo losco propio de Arendt, y su volverse hacia Marxcomo parte de l: en tomar lo poltico como suelo desde el que poner en jaque a la

    tradicin metafsica. As salva Arendt a Marx, como un eco, o una voz a veces silen-

    ciada, que acompaa su propio gesto: La consecuencia que Marx sac de la losofade la historia de Hegel () fue que la accin, contrariamente a la tradicin losca,estaba tan lejos de ser lo opuesto del pensamiento que ella era su verdadero vehculo,

    es decir, su vehculo real, y que la poltica, lejos de estar innitamente por debajo dela dignidad de la losofa, era la nica actividad inherentemente losca59.

    59H. Arendt,Karl Marx y la tradicin del pensamiento poltico occidental, op. cit., p. 66.

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