patricia san pedro - historia social o sociología histórica (usa- 2° gm)

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Sociológica, año 19, número 55, mayo-agosto de 2004, pp. 13-47 Fecha de recepción 12/01/04, fecha de aceptación 27/03/04 Historia social o sociología histórica. El debate en la academia norteamericana en el periodo de la posguerra, 1945-1970 Patricia San Pedro López* * Profesora-investigadora del Departamento de Sociología, Universidad Autónoma Metropoli- tana, Unidad Azcapotzalco, Av. San Pablo 180, col. Reynosa Tamaulipas, 02200, México, D.F. Correo electrónico: [email protected] RESUMEN RESUMEN RESUMEN RESUMEN RESUMEN En este artículo se exponen el contexto histórico y las transformaciones teóricas que dieron lugar al reencuentro de la historia y la sociología norteamericanas, durante el cuarto de siglo posterior a la Segunda Guerra Mundial. El cruce entre ambas disciplinas se dio, principalmente, en la nueva histo- ria social y la sociología histórica, que surgieron entre 1960 y 1980. En el primer apartado del trabajo abordamos el proceso de institucionalización de la historia y la sociología antes de 1940, para enten- der la rápida expansión y especialización de los dos campos de conocimiento “híbridos” en las dos décadas siguientes. En segundo lugar, narramos los cambios disciplinarios que acercaron a los histo- riadores norteamericanos a la teoría social. Por último, explicamos los intereses, visiones y problemas que orientaron históricamente a los estudios sociológicos. PALABRAS CLAVE: sociología histórica, historia social, academia norteamericana, comunidades pro- fesionales, universidades norteamericanas, estructural funcionalismo, teoría sociológica. ABSTRACT ABSTRACT ABSTRACT ABSTRACT ABSTRACT This article explains the historical context and theoretical transformations that gave rise to the coming together of U.S. history and sociology during the quarter of a century after World War II. The cross between the two disciplines occurred mainly in the new social history and historic sociology that emerged between 1960 and 1980. In the first section of this work, we look at the process of institutionalization of history and sociology before 1940 to understand the rapid expansion and specialization of the two “hybrid” fields of knowledge in the two following decades. Secondly, we narrate the discipline changes that brought U.S. historians close to social theory. Lastly, we explain the interests, visions and problems that historically oriented sociological studies. KEY WORDS: historical sociology, social history, U.S. academia, professional communities, U.S. universities, structural functionalism, sociological theory.

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Patricia San Pedro - Historia social o Sociología Histórica (USA- 2° GM)

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  • Sociolgica, ao 19, nmero 55, mayo-agosto de 2004, pp. 13-47Fecha de recepcin 12/01/04, fecha de aceptacin 27/03/04

    Historia social o sociologa histrica.El debate en la academia norteamericana

    en el periodo de la posguerra, 1945-1970Patricia San Pedro Lpez*

    * Profesora-investigadora del Departamento de Sociologa, Universidad Autnoma Metropoli-tana, Unidad Azcapotzalco, Av. San Pablo 180, col. Reynosa Tamaulipas, 02200, Mxico, D.F.Correo electrnico: [email protected]

    RESUMENRESUMENRESUMENRESUMENRESUMENEn este artculo se exponen el contexto histrico y las transformaciones tericas que dieron lugar al

    reencuentro de la historia y la sociologa norteamericanas, durante el cuarto de siglo posterior a la

    Segunda Guerra Mundial. El cruce entre ambas disciplinas se dio, principalmente, en la nueva histo-

    ria social y la sociologa histrica, que surgieron entre 1960 y 1980. En el primer apartado del trabajo

    abordamos el proceso de institucionalizacin de la historia y la sociologa antes de 1940, para enten-

    der la rpida expansin y especializacin de los dos campos de conocimiento hbridos en las dos

    dcadas siguientes. En segundo lugar, narramos los cambios disciplinarios que acercaron a los histo-

    riadores norteamericanos a la teora social. Por ltimo, explicamos los intereses, visiones y problemas

    que orientaron histricamente a los estudios sociolgicos.

    PALABRAS CLAVE: sociologa histrica, historia social, academia norteamericana, comunidades pro-

    fesionales, universidades norteamericanas, estructural funcionalismo, teora sociolgica.

    ABSTRACTABSTRACTABSTRACTABSTRACTABSTRACTThis article explains the historical context and theoretical transformations that gave rise to the coming

    together of U.S. history and sociology during the quarter of a century after World War II. The cross

    between the two disciplines occurred mainly in the new social history and historic sociology that

    emerged between 1960 and 1980. In the first section of this work, we look at the process of

    institutionalization of history and sociology before 1940 to understand the rapid expansion and

    specialization of the two hybrid fields of knowledge in the two following decades. Secondly, we

    narrate the discipline changes that brought U.S. historians close to social theory. Lastly, we explain

    the interests, visions and problems that historically oriented sociological studies.

    KEY WORDS: historical sociology, social history, U.S. academia, professional communities, U.S.

    universities, structural functionalism, sociological theory.

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    IIIIINTRODUCCINNTRODUCCINNTRODUCCINNTRODUCCINNTRODUCCIN

    EN EL PANORAMA actual de las ciencias sociales existe una granvariedad de estudios interdisciplinarios, dos de los cuales son la de-nominada nueva historia social y la sociologa histrica. Amboscampos de conocimiento surgieron en distintos escenarios acadmi-cos durante el periodo de la segunda posguerra. Con diversos gradosy matices, estas disciplinas hbridas han intentado superar el divor-cio entre la historia y la sociologa que predomin en el periodo deentreguerras del siglo XX, cuando cada una de las ciencias socialesluchaba por ganar prestigio, reconocimiento y predominio al inte-rior de los departamentos universitarios. Sin embargo, la reconcilia-cin y convergencia entre ambas empresas intelectuales no estuvo niest libre de asperezas, recriminaciones y desconfianzas mutuas, puesaunque algunos proponen una sana divisin del trabajo intelectualpara compartir tcnicas, conceptos y datos, otros slo conciben lafusin en una sola empresa como la nica manera de superar la crisisvigente de la ciencia social.

    Varios autores han dado cuenta de los cambios en la relacin entrela historia y la sociologa, desde la fundacin de la ltima a fines delsiglo XIX hasta el presente. Entre ellos podemos mencionar los dostrabajos de Burke (1980) y (1997), Abrams (1982), Skocpol (1984),Juli (1989), Smith (1991), Wallerstein (1996), Arstegui (2001) yCasanova (2003). Todos los trabajos mencionados coinciden en se-alar que en los pensadores clsicos (Marx, Weber, Tocqueville,Durkheim) no haba una separacin entre historia y sociologa, yaque sus investigaciones combinaron la teora social con una gran

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    cantidad de fuentes histricas, antiguas y contemporneas, pues comotestigos de profundos cambios provocados por el capitalismo y laindustrializacin estaban interesados en entender las causas y pro-cesos de la transicin de la sociedad feudal a la sociedad moderna.Por eso, las categoras de tiempo y espacio eran centrales para el anli-sis terico de la sociedad. Como afirma Juli, se puede decir razona-blemente que la sociologa fue en su origen historia de la sociedad yque, por tanto, entre ella y la historia no poda trazarse una fronterantida (Juli, 1989: 59).

    Sin embargo, las siguientes generaciones de socilogos e historiado-res propiciaron el divorcio de estas disciplinas en las primeras cuatrodcadas del siglo XX, debido a la bsqueda de fronteras claras queconsolidaran su profesionalizacin e identidad intelectual. Des-pus de la Segunda Guerra Mundial, el pndulo gir hacia el reencuentropaulatino, que comenz a ser visible en los aos sesenta y despusclaramente definido en los setenta, con el surgimiento de la nuevahistoria de la Escuela de los Annales en Francia, el marxismo culturalen Inglaterra, y la tambin nueva historia social y la sociologahistrica en los Estados Unidos.

    El objetivo principal de este trabajo es dar cuenta de las condicio-nes histricas y disciplinarias que posibilitaron el reencuentro de lasociologa (de una parte de ella) y la historia (tambin slo una par-te) en el vecino pas del norte, durante el periodo de la posguerra, apartir del surgimiento de la nueva historia social y de la sociologahistrica como dos campos de convergencia interdisciplinaria. En elprimer apartado se expone el proceso de institucionalizacin de lahistoria y la sociologa en la academia norteamericana; en el segun-do, abordamos el desarrollo de la nueva historia social norteameri-cana y su relacin con la nueva izquierda; en el ltimo apartadodescribimos el surgimiento de la sociologa histrica dividido endos fases desde los aos cincuenta a mediados de los setenta.

    Nuestro punto de partida es el concepto de operacin historiogr-fica del filsofo francs Michel De Certeau, segn el cual toda escri-tura histrica es una operacin, resultado de la relacin entre unlugar (un reclutamiento, un medio, un oficio, etc.), varios procedi-mientos de anlisis (una disciplina), y la construccin de un texto(una literatura) (De Certeau, 1995: 67). Dado que nuestro objetivoes historiar la relacin entre dos disciplinas humanas, nos interesaconocer el lugar social donde ellas se encuentran, se separan y se

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    vuelven a unir. En nuestro caso: la academia norteamericana demediados del siglo XX, un lugar en el cual se definen los requisitos,normas, estilos, jerarquas y privilegios de las distintas ciencias. Laacademia norteamericana es una institucin social que tiene un de-sarrollo y caractersticas propias que abordaremos a partir del surgi-miento y consolidacin de las ciencias sociales, especficamente lahistoria y la sociologa. De aqu la pertinencia de subrayar el procesode institucionalizacin1 del sistema universitario norteamericano quetuvo lugar entre 1940 y 1970.

    IIIIINSTITUCIONALIZACINNSTITUCIONALIZACINNSTITUCIONALIZACINNSTITUCIONALIZACINNSTITUCIONALIZACIN YYYYY PROFESIONALIZACINPROFESIONALIZACINPROFESIONALIZACINPROFESIONALIZACINPROFESIONALIZACINDEDEDEDEDE LALALALALA HISTORIAHISTORIAHISTORIAHISTORIAHISTORIA YYYYY DEDEDEDEDE LALALALALA SOCIOLOGASOCIOLOGASOCIOLOGASOCIOLOGASOCIOLOGA

    ENENENENEN LALALALALA ACADEMIAACADEMIAACADEMIAACADEMIAACADEMIA NORTEAMERICANANORTEAMERICANANORTEAMERICANANORTEAMERICANANORTEAMERICANA

    La etapa inmediata a la Segunda Guerra Mundial fue decisiva para elavance espectacular de la profesionalizacin de las ciencias socialesen Estados Unidos debido a varios aspectos, entre los que destacan: elingreso a la educacin superior de los baby boomers y, en conse-cuencia, la expansin acelerada del sistema universitario norteame-ricano; la multiplicacin de revistas y sociedades especializadas ennumerosos campos de estudios; el incremento notable de las plazas yde los salarios acadmicos; el aumento de becas para estudios en elextranjero; la fluida movilidad geogrfica de los investigadores dedistintas universidades que, a su vez, fortaleci lealtades institucionalespor encima de lealtades regionales, y el crecimiento sustancial de lainversin gubernamental en la educacin superior.

    Como afirm Peter Novick, los aos cincuenta anunciaban unanueva era historiogrfica, pero tambin para el conjunto de las cien-cias sociales, y la mejor prueba de ello era que cada vez con mayorfrecuencia los textos iban dirigidos a un pblico estrictamente aca-dmico, a un pblico ilustrado de estudiantes y colegas de la mismaprofesin. La produccin acadmica iba en constante aumento, aun-que la calidad de los trabajos no era la misma para todos; sin embar-go, el optimismo brillaba en lo alto porque escribir y publicar msera signo de crecimiento en la profesin (Novick, 1997: 436-445).

    1 El concepto de institucionalizacin remite a prcticas sociales lo suficientemente regulares ycontinuas como para dar vida a instituciones, es decir, a pautas establecidas de comporta-miento. Nicholas Abercrombie, Stephen Hill y Turner Bryan (1986).

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    De acuerdo con Martin Trow, en buena medida la euforia de losacadmicos se deba a la gran energa de la economa en expansin,pero sobre todo al orgullo y la confianza de pertenecer a institucio-nes reconocidas y respetadas por la sociedad (Trow, 1989: 36); sinembargo, a juicio de este autor y de otros, la gran fortaleza adquiridapor las ciencias sociales en Estados Unidos durante la posguerra nohubiera sido posible sin la base institucional del sistema universita-rio creada y desarrollada a finales del siglo XIX. Este aspecto es el quedistingue a Estados Unidos de otros pases, ya que su educacin su-perior, concebida como sistema, es la ms antigua en las nacionesdesarrolladas, pues su organizacin institucional se dio, aproxima-damente, entre 1870 y 1910. As:

    Alrededor de 1900, cuando nicamente el 4% de los norteamericanos enedad universitaria asista a los estudios, ya existan prcticamente todas lascaractersticas estructurales centrales de la educacin superior norteameri-cana: una junta directiva; un presidente fuerte, rodeado de su consejo deadministracin; la estructura bien definida de la jerarqua entre el personalacadmico y, en las instituciones selectivas, promocin a partir de la reputa-cin acadmica, ligada a la publicacin de trabajos; disponibilidad de cam-biar de institucin a institucin, en busca de una carrera acadmica (Trow,1989: 39).

    En contraste, el sistema britnico de educacin superior se cre apartir de 1945, ya que de las 44 universidades existentes, slo cincose fundaron antes de1900 y ms de la mitad aparecieron despus dela Segunda Guerra Mundial, y la unificacin de criterios de admi-sin, asignacin de becas, tabuladores de pagos, estndares para laobtencin de grados y proporcin de alumnos por maestro fue desa-rrollada posteriormente (Trow, 1989: 39).

    Otra caracterstica singular del sistema universitario norteameri-cano fue la creacin de departamentos acadmicos que abarcabantodas las reas del conocimiento, a diferencia de las escuelas y facul-tades europeas. La emergencia simultnea de las ciencias sociales (comoprofesiones acadmicas) difiere de la experiencia de Europa, en don-de el sistema universitario se cre antes del nacimiento de algunasdisciplinas, por ejemplo, la sociologa. De este modo, mientras lasociologa encontr dificultades para establecerse en Europa, en losEstados Unidos le result ms fcil debido a su nuevo y ms fluido

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    sistema universitario (Ritzer, 2001: 54); en el mismo sentidoBottomore y Nisbet sealan que en este pas no existan las trabas delas tradiciones seculares que pesaban sobre las universidades euro-peas y los jvenes estudiantes mostraron una gran receptividad alas nuevas disciplinas, especialmente a las ciencias sociales (Bottomorey Nisbet, 1988: 332).

    La sociologa norteamericana emergi como disciplina autnomaen la dcada de 1890, en la Universidad de Chicago, poca en la quehaba un profundo inters de los primeros socilogos por apoyar elmovimiento de Reforma Social, ms que en tratar cuestiones teri-cas; el rechazo a reflexiones filosficas o epistemolgicas ms gene-rales sobre los fundamentos de la disciplina (que muchos identifica-ban con la discusin historicista alemana o con el marxismodecimonnico) facilit la influencia del positivismo comteano, el en-foque spenceriano, as como la investigacin emprica.2 En 1895apareci la primera revista de la profesin, la American Journal ofSociology, y la primera asociacin profesional, la AmericanSociological Society. Hacia 1920, los socilogos haban desarrolladouna identidad y una visibilidad pblicamente reconocidas (Bottomorey Nisbet, 1988: 333).

    Es importante destacar que la gran extensin que con suma ra-pidez logr la sociologa en la academia norteamericana la coloc enuna posicin de primer orden al considerarse como la ciencia natu-ral de la sociedad, e incluso, como el modelo de ciencia norteame-ricana que servira de ejemplo a otras academias nacionales. Haciafinales de los treinta, la preocupacin principal de la disciplina so-ciolgica era consolidar su carcter cientfico, dejando en segundolugar los problemas sociales que atrajeron su atencin en la pri-mera etapa de institucionalizacin; as, la ciencia de la sociedadconvoc con gran entusiasmo a utilizar mtodos sofisticados, el an-lisis estadstico (algunos imitaban los modelos matemticos forma-

    2 Gino Germani haba sealado que en 1877 se crea en Caracas un Instituto de CienciasSociales en el que actan Hostos y otros; desde 1882 funciona una ctedra de sociologa en laUniversidad de Bogot, en 1896 en Buenos Aires, en 1900 en Asuncin del Paraguay, en1906 en Ecuador, y as en los restantes pases No obstante, Marsal considera que lainstitucionalizacin de la sociologa fue ms rpida y slida en el vecino pas del norte debidoal vaco cultural o ideolgico que permiti su florecimiento y desarrollo ascendente, ascomo a que las universidades norteamericanas vivan libres de cualquier control centraliza-do y su gobierno estaba en manos de los titulares de las disciplinas (Marsal, 1977: 179 y185).

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    les), y un lenguaje especializado cada vez ms abstracto.3 En las si-guientes dos dcadas, el liderazgo profesional se centr en la Uni-versidad de Harvard y en la Universidad de Columbia, sta ltimaconsiderada la meca de los estudios sociolgicos en Estados Unidos(Velasco, 2001: 3).

    En marcado contraste con el rpido desarrollo institucional de lasociologa, en las primeras dcadas de la institucionalizacin de lasciencias sociales en la academia norteamericana el reconocimientoprofesional de la disciplina de Clo fue ms complejo y lento, debi-do a varios factores, entre ellos el largo debate sobre la ubicacin dela historia como parte de las ciencias sociales o como una rama de laliteratura. El historiador norteamericano Oscar Handlin anot queen el siglo XVIII la palabra historia an se aplicaba ocasionalmente ala ficcin o a los relatos de viajes, o incluso a las descripciones de lanaturaleza. A pesar de que los primeros cursos de historia en las uni-versidades norteamericanas se impartieron antes de la Guerra Civil,todava hacia finales del siglo XIX sta se consideraba una prctica deamateurs, porque hasta entonces la historia haba sido diversin delos caballeros de estudio, de los periodistas y de los literatos queactuaban como individuos; slo unos cuantos, comenzando con JaredSparks, haban enseado esa materia en las universidades (Handlin,1982: 65).

    Desde la fundacin de la nacin norteamericana la historia fueuna de las primeras formas de literatura que recogi las preocupa-ciones de los primeros habitantes por su pasado, quienes desde unprincipio creyeron que su experiencia como pueblo tena un prop-sito especial, una misin divina. Durante el siglo XIX esta idea se secularizy sigui siendo el eje de los primeros relatos histricos acadmicos,por ejemplo, en History of the U.S. (1834-1882), de George Bancroft.En la literatura y en la historia la influencia romntica era predomi-nante, debido a la naturaleza pica de los personajes, reales o ficti-cios, y la narracin cronolgica era el formato para ambos tipos de

    3 En 1934, Max Horkheimer, director del Instituto de Investigacin Social de Frankfurt, Ale-mania, fue invitado por el rector de la Universidad de Columbia para que fundara un centrode teora marxista, que se mantuvo abierto hasta el regreso del pensador alemn a su pas en1949. Varias figuras asociadas a este centro abordaron el estudio de la economa y los siste-mas culturales de manera conjunta, creando lo que algunos autores denominan un marxis-mo weberiano. Pero no fue sino hasta finales de los aos sesenta cuando la Teora Crtica fuedescubierta por los socilogos norteamericanos (Ritzer, 2001: 74-75).

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    escritura. Los historiadores tenan en muy alto valor la presentacinliteraria de sus relatos porque les interesaba llegar a un pblicomuy numeroso. Por ello, constantemente los hombres de estudionorteamericanos haban luchado contra la difusin de la jerga o dela terminologa esotrica o del estilo abstruso (Handlin, 1982: 65),pero tambin cuidaban la exactitud de sus datos. Por ello revisa-ban meticulosamente todas las fuentes documentales primarias dis-ponibles. Las historias que los eruditos norteamericanos relatabaneran historias escrupulosamente verdaderas.

    Aproximadamente en la dcada de 1880 los historiadores norte-americanos vieron a la historia cientfica como una gran oportu-nidad para hacer de su disciplina una profesin a la altura de lasciencias sociales, y fue el modelo de las ciencias naturales el queinspir su quehacer profesional; as, todo conocimiento imaginadoe imaginario fue relegado a los campos de la filosofa o de la litera-tura. El noble sueo de la historiografa norteamericana era rela-tar lo que realmente sucedi, de manera objetiva y neutral me-diante el estudio exhaustivo de todas las fuentes documentalesdisponibles. Aunque este modelo historiogrfico era de origen euro-peo, en Estados Unidos:

    ... justific un pragmatismo tosco pero eficaz y un nfasis sobre la objetivi-dad de los hechos. El conocimiento del pasado era accesible por medio delestudio paciente y objetivo y slo requera industria, la supresin de opinio-nes personales, y un ejercicio sistemtico de imparcialidad. James Ford Rhodescrea que la imparcialidad, el abandono de todas las nociones preconcebi-das, la diligencia y la exactitud eran suficientes para formar un historiador.Mientras esta actitud prevaleciera, las amplias teoras de la historia que pre-tendan abarcarlo todo tendran poco efecto directo o consciente en la formaen que escriban los norteamericanos (Handlin, 1982: 92).

    Sin embargo, desde el principio no era totalmente clara la ubicacinde la historia en el conjunto de las disciplinas sociales. Para algunossu lugar debera estar junto a las ciencias sociales nomotticas (so-ciologa, economa y antropologa); para otros, la historia estara acom-paada por la filosofa y la literatura. Los partidarios de esta ltimaopinin resaltaban precisamente su origen literario y humanstico, alafirmar que por generaciones, por siglos, la historia fue sobre todouna historia para ser contada y entendida, los sucesos dependan del

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    alcance de la lnea narrativa del escritor; por eso, todo historiadorque pretendiera ser reconocido en la disciplina debera ser un exce-lente literato (Hofstadter, 1968: 3).

    Quienes aspiraban a la cientificidad abandonaron la figura lite-raria del romance que dominaba la narrativa histrica norteameri-cana; como lo seal uno de los fundadores de la historiografa mo-derna estadounidense, John Higham: La historia era para hacerseciencia, no para hacer literatura (Ross, 1995: 654). En las universi-dades de Columbia y Chicago, la historia form parte de los riguro-sos programas de estudio, al lado de la poltica, la economa, la an-tropologa y la sociologa; la tarea que se le asign fue la de poner aprueba los datos y teoras creados por las ciencias sociales. Slo cum-pliendo con este propsito, la historia podra ser considerada tam-bin como una ciencia social (Handlin, 1982: 252). La necesidadde reconocimiento profesional, segn Handlin, condujo a los histo-riadores norteamericanos a diferenciarse de los amateurs:

    Eso explicaba sus ansias por profesionalizar las tcnicas, por reducir a mto-dos precisos los recursos para verificar los datos. Los seminarios, ya introdu-cidos en las universidades de Michigan, Harvard y John Hopkins, imitando alos de Alemania, haban de ser talleres en los cuales los jvenes aspirantespodran adquirir la habilidad de la ciencia; el doctorado iba a ser la contra-sea de admisin en la cofrada; y la Asociacin de Historia Norteamericana(American Historical Association), fundada en 1884, a travs de sus juntas ypublicaciones fomentara el mantenimiento de niveles apropiados. Una mul-titud de eruditos tenaces se propuso la tarea de crear el arsenal de bibliogra-fas y guas y manuales, de los que sus sucesores podran extraer las armasque usaran en la lucha para hacer ms precisas las aproximaciones a laverdad (Handlin, 1989: 44).

    A pesar de la oposicin entre ambos tipos de historia la narrati-va y la cientfica, la divisin nunca fue tan esquemtica pueshubo historiadores para los cuales no era un dilema hacer historianarrativa y hacer ciencia; ellos siguieron escribiendo grandes narra-ciones dirigidas no slo a sus colegas en la academia, sino al pblicoms amplio, porque pensaron que la ciencia deba apuntalar el edi-ficio construido por la historia literaria, mas no derribarlo (Ross,1995: 654). Con todo, la mainstream o corriente principal de lahistoriografa norteamericana fue el modelo de historia cientfica

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    que pretenda imitar al modelo de la ciencia natural que establecaleyes cientficas; como afirma Ross:

    Fue hasta los aos veinte de nuestro siglo (siglo XX) cuando el cientificismocautiv a la corriente principal de todas las disciplinas de ciencias sociales, ystas tomaron la determinacin consciente de modelarse exclusivamente deacuerdo con las ciencias naturales, decisin que estaba basada en algunaversin de la creencia positivista de que la ciencia brindaba un acceso privi-legiado a la realidad (Ross, 1994: 121).

    En resumen, a partir de 1880 los aspectos ms importantes de lahistoria profesional o cientfica en Estados Unidos eran el apegoestricto a las fuentes originales para describir lo que realmente acon-teci en el pasado, el adiestramiento en las tcnicas y mtodos do-cumentales, la presentacin de los trabajos de investigacin en unamonografa, la especializacin en un solo campo de estudio, y laorganizacin de los historiadores en agrupaciones profesionales. Ladisciplina haba dejado de ser literaria y se haba transformado enuna de tipo cientfico.

    En el siguiente medio siglo historiadores y socilogos norteame-ricanos avanzaron en aspectos cruciales para la profesionalizacinacadmica: la investigacin era una actividad dominante respecto ala enseanza en las aulas universitarias, haba criterios universalesde evaluacin de las publicaciones, el control de los mecanismos deingreso y promocin dependa de los propios acadmicos y no de losadministradores de las instituciones de educacin superior; sin dudaalguna, el prestigio profesional de las disciplinas sociales fue mayoren el seno de la sociedad estadounidense.

    El conjunto de universidades establecidas durante la primera mi-tad del siglo XX mantuvo un espritu de competencia y de gran capa-cidad de respuesta a los mercados, especialmente el mercado de alum-nos; adems, se preocuparon por mantener un fuerte liderazgoinstitucional y la bsqueda de una gran variedad de fuentes de finan-ciamiento. Por lo anterior, Trow concluye que los Estados Unidos yatenan la estructura organizacional para un sistema de educacinsuperior a nivel masivo, mucho antes de que hubiera acceso masivo.nicamente era necesario el crecimiento (Trow, 1989: 38). El cre-cimiento vino medio siglo despus, cuando la expansin econmicade la segunda posguerra y el boom demogrfico hicieron posible el

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    ingreso masivo de miles de jvenes norteamericanos a las institucio-nes de educacin superior.4

    En 1940 la poblacin norteamericana era de 123 millones de habi-tantes y se increment a 179 millones en 1960; durante ese mismoperiodo la poblacin joven constituy casi 50% de la poblacin total.El boom demogrfico aunado al aumento de las familias de clasemedia (la mitad de las familias tuvo ingresos anuales por encima delos 6,000 dlares, y un tercio super los 7,500 dlares), explican elincremento sustantivo de estudiantes en las instituciones universita-rias (Adams, 1979: 366). Adems, la Servicemens Readjustment Actde 1944 (Ley de Reinsercin Social del Personal Militar), permiti elacceso de miles de soldados a su regreso de la guerra, y tuvo unefecto de movilidad social y democratizacin de las universidadesms elitistas de Estados Unidos (De los Ros, s/f: 3).

    Al mismo tiempo, la expansin de las universidades y disciplinassociales tuvo como resultado la creacin de nuevas revistas, como porejemplo, Comparative Studies in Society and History (1958), Journal ofSocial History (1967) y Journal of Interdisciplinary History (1970), larealizacin de numerosos congresos acadmicos y el crecimiento de lasdistintas profesiones y asociaciones de las ciencias sociales y de la histo-ria. Para el caso particular de esta ltima, Novick seala que:

    En parte, este nuevo aplomo profesional era cuestin de simple crecimiento.El nmero de miembros de la American Historical Association no era muchomayor en 1940 que antes de la primera guerra mundial, pero se incrementen ms de 60% entre 1940 y 1950, en la misma proporcin en la dcada delos cincuenta, y en los sesenta, en ms de 90%, alcanzando 1,800 miembros.El volumen general del profesorado aument cinco veces entre 1940 y 1970.Durante la dcada de 1930 se otorgaron unos 150 doctorados cada ao; trasdesplomarse durante la guerra, esta cifra pas de 350 por ao a mediadosde los cincuenta, a 600 a mediados de los sesenta, y a ms de mil para finesde esa dcada. Muchos de los que ingresaban a la profesin encontraban

    4 A pesar de la gigantesca expansin del sistema universitario norteamericano existe una pre-ocupacin constante por la calidad de la educacin que se ofrece a los estudiantes del vecinopas, especialmente la que se imparte en las 3,300 instituciones que otorgan crditos paralicenciatura. En los ltimos aos, si bien la expansin ya no es un fenmeno recurrente, lamatrcula de educacin superior ha mantenido un nmero constante de alrededor de 12.5millones de estudiantes, a pesar del notorio descenso en el nmero de egresados de prepara-toria; vase Trow (1989: 36-37).

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    trabajo en instituciones pequeas o nuevas, pero los departamentos de histo-ria de las instituciones principales tambin se expandieron significativamente,alcanzando proporciones nunca antes imaginadas (Novick, 1997: 437-438).

    Para los historiadores eruditos de la generacin anterior, el creci-miento explosivo de la academia norteamericana durante la posgue-rra tuvo efectos negativos en los cnones y estndares de la profe-sin, pues la masificacin de las universidades relaj los mecanismosde control, adiestramiento y experiencia; as, durante algn tiempo,lo ms era lo mejor, ms libros, ms peridicos, ms ensayos, msmonografas, ms gento en las convenciones (Handlin, 1982: 83).

    Ciertamente, gracias a la prosperidad econmica aumentaron anms los departamentos universitarios y centros de investigacin, sloque a partir de 1945 Estados Unidos era el lder hegemnico en elmundo, y esto tambin se reflej en el liderazgo acadmico que ejer-ci la academia norteamericana sobre sus contrapartes europeas,principalmente en el financiamiento de la investigacin, el nmerode becas otorgadas a estudiantes y profesores, y en la orientacin delos temas de investigacin. Como ha sealado Tenorio, durante laposguerra hubo un triunfo del conocimiento al estilo americano,una americanizacin de la ciencia social, cuyas caractersticas se-ran las de ser una ciencia social funcionalista, normativa, ahistricay fuertemente biologista (Tenorio, 1999: 1184). La nueva legitimidadsocial de las disciplinas sociales se deba en gran parte a su papel enla formacin y funcionamiento de los Estados modernos, a la adop-cin de lenguajes especializados (ligados a modelos matemticos oestadsticos), y a su objetividad y neutralidad, es decir, a que erauna ciencia libre de valores.

    Bajo este modelo de ciencia social, la historia y la sociologa mar-caron todava ms sus diferencias hasta el punto de alcanzar lo queDavid Zaret denomin el eclipse de la historia en la sociologa,debido a que sta fue una ciencia social aplicada predominanteque actuaba, segn Horowitz, bajo la idea de que vivimos slo en elmomento actual, y slo en este momento en el espacio (Horowitz,1980: 118). Fue en el periodo inmediato a la posguerra que la co-rriente principal de la sociologa norteamericana tuvo una ruptu-ra con la historia, tanto con la disciplina como con el sentido deltiempo y el espacio de los fenmenos sociales. Entre 1940 y 1950,la gran teora representada por Talcott Parsons y el estructural

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    funcionalismo abandon la perspectiva histrica evolucionista al es-tablecer un modelo esttico de las sociedades modernas. Por otro lado,una buena parte de los historiadores rechazaron esta teora social y supropuesta. De acuerdo con lo enunciado por uno de los ms promi-nentes historiadores de esa etapa, Richard Hofstadter, en una pocaen que tanta parte de nuestra literatura est impregnada de nihilis-mo, y otras disciplinas sociales se ven impulsadas hacia una estrechainvestigacin positivista, la historia puede seguir siendo la mshumanizadora de las artes (Hofstadter, 1968: 423).

    No obstante, el viejo debate se desarroll en un contexto social,poltico e ideolgico muy distinto al de principios del siglo XX; poreso los resultados cambiaron notablemente y ahora, en vez de propi-ciar la separacin y diferenciacin de la historia y la sociologa, ladiscusin intelectual condujo al reencuentro de ambas, o mejor di-cho al trabajo interdisciplinario de una parte de la sociologa conuna parte de la historia. En el siguiente apartado abordaremos cmose dio la aproximacin desde la historia a la sociologa (historia so-cial) y desde la sociologa a la historia (sociologa histrica).

    LLLLLAAAAA NUEVANUEVANUEVANUEVANUEVA HISTORIAHISTORIAHISTORIAHISTORIAHISTORIA SOCIALSOCIALSOCIALSOCIALSOCIAL NORTEAMERICANANORTEAMERICANANORTEAMERICANANORTEAMERICANANORTEAMERICANA,,,,,1940-19701940-19701940-19701940-19701940-1970

    A finales de la dcada de los cincuenta, los historiadores norteamerica-nos tenan suficientes razones para sentirse satisfechos por el desarrolloinstitucional de su disciplina en las principales instituciones de educa-cin superior, pero para un importante nmero de acadmicos todavano se haba avanzado lo suficiente para consolidar el estatus cientficode la historia, debido a que se careca de un ncleo intelectual slidoy autnomo. De esta manera, resurgieron los llamados a construir unanueva historia social que ya haban sido invocados durante la dcadade 1920, cuando James Harvey Robinson, de la Universidad de Colum-bia, [haba] apelado a sus colegas a hacer una historia crecientementerelevante para los problemas del presente, que observara los eventospolticos en su ambiente social y econmico; que relatara las experien-cias del hombre comn y que cooperara con las ciencias sociales(Hofstadter y Lipset, 1968: 8).

    La respuesta ms ambiciosa de la New History fue la serie de 20volmenes de la History of American Life (1927-1948), de Dixon

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    Ryan Fox y Arthur Schlesinger M. Jr., editada por la Universidad deColumbia. Sin embargo, el proyecto fue un intento fallido porque losnumerosos aspectos de la vida social (matrimonio y familia, institu-ciones religiosas y sociales, educacin, urbanizacin, etc.) aparecandesarticulados unos de otros, a la manera de fotografas de un lbumfamiliar, pero sin una teora que ordenara las relaciones existentesentre ellos, o que ofreciera la dinmica social de cambio y conti-nuidad de las distintas esferas sociales. En 1955, el historiador ThomasCochran afirmaba que la ciencia social no ha sido tomada en cuen-ta por la mayora de los historiadores en los Estados Unidos, y ochoaos ms tarde el socilogo S. N. Eisenstadt consideraba que la ac-tual orientacin subyacente en la historiografa es convencional yconservadora porque no haba un slido cimiento terico que sus-tentara sus narraciones (Hofstadter y Lipset, 1968: 9).

    La opinin de Eisenstadt reflejaba cierto prejuicio entre los soci-logos sobre el trabajo de los historiadores, pero tambin la divisindel trabajo intelectual entre ambas disciplinas, pues como afirmaLipset, la tarea de los socilogos era formular hiptesis generales,con la esperanza de desarrollar grandes marcos tericos y poder pro-barlos, mientras que los historiadores buscan comprometerse conel particular juego de los acontecimientos y procesos (Hofstadter yLipset, 1968: 22-23). A pesar de los estereotipos profesionales, huboun saludable y activo debate entre historiadores conservadores einnovadores, que orient cada vez ms la disciplina histrica ha-cia las ciencias sociales, especialmente la sociologa.

    Uno de los factores que promovieron el acercamiento entre la histo-ria y la sociologa fue el cambio de orientacin al interior de la historio-grafa norteamericana ocurrido a principios de la dcada de 1940.En esta etapa, la tesis principal de la historiografa progresista haballegado a su lmite, pues de acuerdo con su interpretacin econmi-ca de la historia, el conflicto entre los intereses de los grupos socialesla aristocracia vs. el pueblo era el eje de toda la trama histricanorteamericana.5 La crtica a esta historiografa vino de la genera-cin de los historiadores del consenso, para la cual:

    5 La corriente de pensamiento conocida como historiografa progresista tuvo su desarrolloentre 1890 y 1930, un periodo de mucha efervescencia social debido a numerosas huelgas, laactividad de grupos anarquistas y socialistas y la organizacin sindical de los obreros norte-americanos. Los historiadores de esta corriente utilizaron los conceptos marxistas de con-flicto social y clases sociales, pero su esquema fue simplista, ya que consideraba la vieja

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    El abandono de la historia basada en el conflicto fue en parte una respuestaa un nuevo ambiente poltico y a una nueva modalidad intelectual. Con ladevastacin europea, haba una disposicin a buscar una vez ms la prome-sa del futuro sobre bases nativas, una resurreccin del viejo sentimiento deque los Estados Unidos son mejores y diferentes... La Guerra Fra trajo uncierto cierre de filas, una disposicin a acentuar los objetivos comunes, unretroceso del marxismo y su tendencia a pensar en el conflicto social comoalgo llevado outrance (Hofstadter, 1968: 400).

    No slo el nuevo contexto poltico de la posguerra volvi msconservadores a los acadmicos norteamericanos, tambin la propialgica de las ideas gir en nueva direccin como reaccin aldeterminismo econmico de los historiadores progresistas. En pa-labras de Hofstadter: El pndulo tena que oscilar en la direccinopuesta: comenz a resultar claro que para que pudiramos lograralguna introvisin nueva en la historia norteamericana haba queevitar que se acentuara excesivamente el conflicto y mirar el pasadonorteamericano desde otro ngulo (Hofstadter, 1968: 401). A prin-cipios de la dcada de 1940 los historiadores comenzaron a revalo-rar el papel de las ideas y actitudes como fuerzas que tambin actuabancomo motores de la vida social; as, se reconoci que las fuerzassociolgicas, tnicas y culturales eran indispensables para una plenacomprensin de los acontecimientos de toda sociedad (Hofstadter,1968: 403).

    La interpretacin historiogrfica se torn ms compleja y pluralal reconocer la importancia de los factores econmicos pero tambinde los ideolgicos y culturales, para entender la continuidad y el cam-bio social. Los fenmenos de la inmigracin, la aculturacin, el loca-lismo, la raza, la esclavitud, la movilidad social y el estatus socialfueron reexaminados, no aisladamente (a la manera de la New Historyde los aos veinte), sino como partes integrantes de la vida social. Enbuena medida, la historia adopt una cultura sociolgica encues-tas de opinin pblica y mtodos cuantitativos; tambin el psicoa-nlisis freudiano y la sociologa del conocimiento, que mostraron la

    antinomia entre aristocracia y pueblo como el tema central de la historia norteamerica-na, pero sin una interpretacin realmente dialctica del devenir histrico. Charles Beard fueuno de los mayores exponentes de esta historiografa, cuya obra principal fue An EconomicInterpretation of the U.S. Constitution (1913). Vase Hofstadter y Lipset (1968), Arriaga(1991) y Novick (1997).

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    relevancia de los aspectos emocionales y simblicos de la conducta.Particularmente, el anlisis estructural funcionalista de Robert K.Merton influy en la agenda de investigacin de muchos historiado-res jvenes y hubo muchos ms que buscaron crear una estructuraterica general que sirviera de base a su interpretacin histrica(Hofstadter, 1968: 404-5).

    Sin embargo, a la historiografa del consenso pronto se le identi-fic con una retrica nacionalista la del excepcionalismo norte-americano que dibujaba la historia norteamericana como la sntesisde la modernidad y modelo ejemplar para la civilizacin occidental;sus crticos le reprocharon su profundo conservadurismo ideolgicoy su excesiva ingenuidad poltica.6 Hofstadter, uno de los historiado-res cercanos a este enfoque, al evaluar las fortalezas y debilidades deesta interpretacin histrica subray que su principal mrito tran-sitorio haba sido colocar la singularidad de la historia norteame-ricana en un esquema comparativo, pero la historiografa del con-senso no desarroll una explicacin acabada sobre la dinmica y elcambio social, especficamente sobre el conflicto tnico, racial, reli-gioso y moral presente en la sociedad estadounidense.

    LA NUEVA IZQUIERDA Y LA HISTORIA DESDE ABAJO

    Precisamente fueron los conflictos sociales y polticos de la siguientedcada los que terminaron con el optimismo poltico de los historia-dores norteamericanos, debido a la ola de movimientos sociales delos famosos sixties; de nuevo, surgi un sentido de crisis de la iden-tidad nacional norteamericana. De acuerdo con Robert Darnton:

    El conflicto racial, las contraculturas, el radicalismo estudiantil, la guerradel sureste de Asia, el colapso de la presidencia, destruyeron la visin de lahistoria de Estados Unidos como un consenso espiritual. Entraron los histo-riadores sociales, no a llenar el vaco sino a hacer a un lado las ruinas de la

    6 Christopher Lasch aclara que Hofstadter tuvo cuidado de no equiparar la protesta social conla patologa social. Asimismo, la aceptacin del status quo no era un indicador de la saludmental de un grupo social; sin embargo, al negar la existencia de un verdadero conflictoideolgico en la sociedad norteamericana subray el acuerdo ideolgico no slo como laprincipal caracterstica del sistema norteamericano sino como la fuente de su estabilidad(1984: 13).

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    vieja New History, no para reconstruir un pasado nico sino para lanzarseen diferentes direcciones (Darnton, 1988: 52).

    Para los jvenes historiadores de los sesenta, la historia de los gruposolvidados por la mainstream fue su principal objeto de investiga-cin: la historia de los negros, la historia urbana, la historia obrera,la historia de las mujeres, de la criminalidad, de la sexualidad, de losoprimidos, de los inarticulados, de los marginales; se abrieron tantaslneas de investigacin que la historia social pareci dominar la inves-tigacin en todos los frentes (Darnton, 1988: 52). La as denomina-da historia desde abajo fue la punta de lanza de la nueva historiogra-fa radical conocida bajo la etiqueta de New Left.

    A mediados del siglo XX, en Estados Unidos surgieron movimien-tos sociales y tendencias polticas sistemticamente opositoras al sta-tus quo y a la ideologa del consenso; el primero de ellos fue el Mo-vimiento por los Derechos Civiles que inici en 1955 y cuya demandabsica era terminar con el rgimen de segregacin racial que margi-naba a la poblacin negra, principalmente del sur del pas. Una delas primeras organizaciones de este movimiento fue el Student Non-violent Coordinating Comittee (SNCC), que cont con la participacinde un gran nmero de jvenes estudiantes, negros y blancos.

    En 1960 se fund la organizacin estudiantil ms importante dela Nueva Izquierda, denominada Students for a Democratic Society;por otra parte, el movimiento estudiantil iniciado en Berkeley en prodel Derecho a la Libre Expresin (1964)7 abri un gran debate pol-tico e intelectual al interior de las universidades ms importantes, alcriticar a las principales instituciones de la sociedad norteamerica-na, entre ellas a la propia estructura universitaria y la verdad ofi-cial de la academia establecida (Novick, 1997: 500). Los jvenesuniversitarios de la Nueva Izquierda tuvieron un gran activismo so-cial, pero hacia fines de la dcada su impacto se reflej sobre todo alinterior de las universidades, particularmente en el terreno de lasciencias sociales. Ante el recrudecimiento de la guerra en Vietnam,los estudiantes tomaron los edificios administrativos en Columbia y

    7 Jess Velasco seala que, a inicios de los sesenta, la Universidad de Berkeley era una de lasinstituciones ms progresistas y abiertas al debate y actividad polticos de diversas organiza-ciones estudiantiles troskistas, anarquistas, socialistas y comunistas, an antes de iniciarse lamovilizacin estudiantil nacional (Velasco, 2001: 6-7).

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    Harvard, en 1968 y 1969. Un ao despus sucedi el triste episodiodonde murieron asesinados cuatro estudiantes en la Universidad deKent (De los Ros, s/f: 21).

    El trmino de New Left no es lo suficientemente claro para desig-nar una ideologa o corriente de pensamiento dentro de la academianorteamericana. Ms bien ha sido utilizado para referirse a la aso-ciacin de algunos profesores universitarios con la faccin ms ex-tremista del movimiento estudiantil norteamericano de los sesenta.Novick seala que:

    Por supuesto, la nueva historiografa de izquierda y la nueva izquierda estu-diantil tenan importantes races comunes. Ambas surgieron por 1960, enun clima caracterizado por el declive del macartismo, la frustracin por laestupidez de la poltica en los aos de Eisenhower, la admiracin por elnaciente movimiento de los derechos civiles en el sur, las primeras sacudi-das de oposicin a la carrera de las armas nucleares y la agitacin en elmovimiento comunista, ocasionada por el discurso de Jruschov en el XX Con-greso del Partido Comunista Ruso y por el aplastamiento sovitico del levan-tamiento hngaro (Novick, 1997: 501).

    La historiografa de la Nueva Izquierda norteamericana se distin-gui por criticar a la historiografa del consenso centrada en el Esta-do y la identidad nacional norteamericanos; por el contrario, su ob-jeto de estudio eran los grupos excluidos por la historia oficial:obreros, campesinos, mujeres, grupos tnicos minoritarios, socieda-des tradicionales, etc. A esta nueva orientacin de los historiadoresse le conoci como historia desde abajo y el campo donde floreci talperspectiva fue la historia social. La nueva historia social norte-americana fue una triple reaccin en contra de la historiografa cen-trada en las elites, en la esfera de la poltica y alejada de las cienciassociales. Sin embargo, desde su comienzo hubo ambigedad en ladefinicin de este tipo de historia, aunque se le ha entendido princi-palmente de dos maneras: a) como un campo de estudio parcial (des-cripcin de grupos sociales), pero sin un ncleo intelectual slido; yb) como la historia de los hombres que viven en sociedad.

    Dentro de la primera definicin, la historia social aborda el estu-dio de grupos sociales o bien de la estructura social a partir de unagran variedad de conceptos que impide su agrupacin en una solacorriente o escuela de pensamiento. La diversidad de teoras de-

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    riva de las distintas formas de entender qu es la sociedad y cmopuede abordarse su historia. En este amplio rango de enfoques oapproaches coexisten historiadores que conciben a la sociedad comouna mera coleccin de individuos separados y fragmentados, al esti-lo de algunos cliometras y defensores de la historia cuantitativaemprica; otros privilegian el anlisis de la sociedad como estructu-ra, y algunos ms se interesan por estudiar la relacin dialcticaentre accin y estructura social. A pesar de las diferencias tericas esimportante subrayar que los practicantes de la nueva historia so-cial reconocieron la necesidad de utilizar explcitamente la teorasocial (particularmente de la sociologa y la antropologa) para or-ganizar y explicar los datos histricos. El uso de la teora en historiaha sido para formular preguntas, periodizar los distintos ritmos delcambio social, elaborar hiptesis causales del cambio social y crearsistemas conceptuales de comparacin (Casanova, 2003: 71).

    La otra versin de la historia social ha sido la historia desde abajo,inspirada por los marxistas britnicos de mediados del siglo XX,Christopher Hill, Rodney Hilton, George Rud, Eric Hobsbwan y E. P.Thompson; este grupo estuvo ligado al Partido Comunista britnicopero se alejaron de l despus de la invasin sovitica a Hungra en1956; las principales publicaciones de esta corriente intelectual fue-ron la New Left Review (1957) y Past and Present (1958).8 Para JulioArstegui, la contribucin ms importante de este grupo de historia-dores fue haber planteado una slida fundamentacin conceptualpara la investigacin histrica. El estudio de la historia popular eraun tema ya viejo en la disciplina, pero los historiadores marxistasbritnicos aportaron conceptos, mtodos y anlisis ms claros sobrelas prcticas populares; en contra del marxismo economicista, ellosrevalorizaron el anlisis cultural de la accin y la protesta de losgrupos populares, es decir, el papel de las ideas polticas y tradicio-

    8 Arstegui identifica dos grupos de historiadores marxistas britnicos; el primero est confor-mado por Hilton, Hill, Hobsbawn, Thompson y Vctor Kiernan y su publicacin ms impor-tante fue New Left Review (1957); el otro grupo es el de la revista History Workshop (1976),integrado por Raphael Samuel, Sheila Rowbothan y Gareth Steadman Jones. E. P. Thompsondestac entre todos ellos porque fue el que mayor originalidad y diferenciacin mantuvo alevolucionar hacia un marxismo de vocacin esencialmente cultural, antiestructural, que seocupa sobre todo de las formas de representacin y manifestacin de los contenidos de clase(Arstegui, 2001: 122).

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    nes histricas en la relacin y conflicto de clases.9 Adems de estu-diar la composicin social de los actores sociales, revisaron susintenciones, objetivos e ideologa (Arstegui, 2001: 121-24).

    El debate de la historiografa marxista anglosajona tuvo resonan-cia internacional en los aos 1950-1960, pero fue E. P. Thompsonquien lo llev directamente a los recintos universitarios norteameri-canos (tambin imparti clases en Canad), en donde fue profesorde historia y literatura. Un buen nmero de historiadores norteame-ricanos de la Nueva Izquierda recibieron la influencia del autor deThe Making of the English Working Class, porque recuperaba laexperiencia vivida y el protagonismo de las capas bajas de la so-ciedad;10 adems, su concepto de economa moral provoc nuevasinterpretaciones histricas de las luchas populares de las sociedadespreindustriales y de las modernas. A diferencia del viejo marxismoortodoxo que presentaba una imagen estrecha del movimiento obre-ro, los historiadores norteamericanos radicales se preocuparon portrazar a seres humanos de carne y hueso. Por eso sus estudios realza-ron el importante papel de las luchas polticas de los sectores popularesen el proceso histrico (Novick, 1997: 504; y Casanova, 2003: 128).11

    La notable influencia de Thompson en la historiografa anglosajonatambin se debi a su crtica del estructuralismo marxista de Althussery al idealismo anticomunista de Popper, dos tendencias que estabande moda en Francia y Estados Unidos, respectivamente; ambos pensa-

    9 Gracias al giro culturalista de los marxistas britnicos surgen nuevas investigaciones sobrela cultura popular: calendario de ritos y fiestas; el lugar de los juegos en la vida social; losdiferentes ritmos de trabajo y ocio antes y despus de la revolucin industrial; la adolescenciay el significado simblico de las formas de protesta popular, entre otras. Para Thompson, losrituales populares constituyen una rica veta para el anlisis histrico, pues permiten conocernormas implcitas en la conducta colectiva.

    10 Para Thompson, el concepto de experiencia es una categora analtica que posibilita que laestructura social se transmute en proceso y permite que el sujeto vuelva a ingresar, de estamanera, en la historia. La historia como proceso es una concepcin que se remite a Vico, peroque es retomada por Thompson en la polmica que sostuvo con el estructuralismo althusseriano,la sociologa parsoniana y el marxismo economicista, que compartan la idea de una historiacomo proceso sin sujeto (Thompson, 1994: 12-13).

    11 Vale la pena sealar que otro de los atractivos de la historia desde abajo, de inspiracinbritnica, radica en la forma narrativa imaginativa y literaria de sus relatos histricos. EricHobsbawn denomin haute vulgarisation a esta forma de escribir que combina rigor aca-dmico con belleza literaria dirigida a un publico ms amplio que el acadmico. Hofstadterpocos aos antes haba sealado que la diferencia ms importante entre sociologa e historiaquizs reside fundamentalmente en el hecho de que en la profesin histrica un estilo infe-rior es considerado un obstculo para su publicacin (Casanova, 2003: 33; y Hofstadter yLipset, 1968).

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    dores, segn Thompson, compartan un menosprecio por la historiografay un enfoque reduccionista de la ideologa popular; la sociologa y laantropologa de su poca tambin le parecan antihistricas, parti-cularmente aqullas orientadas por Radcliffe-Brown, Talcott Parsonsy Lvi-Strauss. La historia no poda imitar a la ciencia natural en subsqueda de leyes, pero s poda alcanzar cierto tipo de verdad me-diante el dilogo entre datos empricos y conceptos tericos.

    En el renovado debate sobre el estatuto de la historia (ciencia/literatura) en la academia norteamericana, Thompson consider queera poco provechoso considerarla una ciencia, pero eso no impedaque produjera conocimientos verdaderos y que la historia deba con-cebirse como la disciplina del contexto y del proceso; el inters enla teora social para el marxista britnico era explcito y profundo; sinembargo, consider que al acercarse a los conceptos (antropolgicos ysociolgicos), el historiador no busca modelos analticos ni respues-tas [] sino explicar comportamientos concretos y cambiantes enfuncin del tiempo y las circunstancias (Thompson, 1994:15).

    Es difcil resumir la riqueza del pensamiento y la obra thompsonianaen unas cuantas lneas, pero lo importante aqu es destacar que atravs de la historia orientada metodolgicamente desde abajo ypracticada por los historiadores marxistas, britnicos y norteameri-canos, hubo un reencuentro entre la historia y las ciencias sociales,principalmente la sociologa y la antropologa, y que dicha aproxi-macin se dio al compartir tcnicas, datos, conceptos y mtodos deinvestigacin. La fertilizacin cruzada entre los distintos camposde conocimiento social abri espacio para nuevos campos hbridoso interdisciplinarios, y el exhorto de los aos veinte por una historiatericamente mejor informada de nuevo tuvo eco en los historiado-res de la sexta dcada (Burke, 1980: 31-32).

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    Es de sobra conocido que el enfoque predominante en la sociologanorteamericana entre 1940 y 1960 fue el estructural funcionalismoy que su mximo exponente era Talcott Parsons. Pocos aos antes,Robert K. Merton haba propuesto un modelo de ciencia social uni-versal, imparcial y con un escepticismo organizado, en oposicin a

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    la ciencia social ideologizada de los regmenes fascista y comunis-ta. As, la sociologa deba considerarse una ciencia neutral y, porlo tanto, libre de valores. El rechazo a la injerencia de cualquiertipo de prejuicios en el quehacer cientfico tena su origen en la con-cepcin de ideologa de los estudiosos norteamericanos, pues sta seasociaba a explicaciones holistas del mundo, al estilo de Hegel o deMarx, que haban sido utilizadas por los regmenes totalitarios parajustificar un pensamiento nico y reprimir la disidencia. Para TalcottParsons, los criterios esenciales de una ideologa son desviacionesde la objetivad cientfica (Novick, 1997: 352 y 359).

    Teniendo como modelo cientfico a la ciencia natural, los socilo-gos de mediados del siglo XX consideraban que no haba diferenciasfundamentales entre ambos campos de conocimiento, debido a quesu presupuesto epistemolgico era que el investigador se enfrentabadirectamente a su objeto de estudio, es decir, que no haba ningunainterpretacin de por medio; por lo tanto, los conceptos y teoras queelaboraba sobre los fenmenos sociales eran observaciones empri-cas, del mismo tipo que las del astrnomo, fsico o bilogo (Giddensy Turner, 1991: 10). Como ha sealado Tenorio, para la sociologanorteamericana de esta poca no haba preguntas epistemolgicas,slo haba facts, facts and facts.12

    Al finalizar la Segunda Guerra Mundial el mundo haba cambia-do notablemente, porque la derrota del fascismo, la lucha contra elcomunismo y la victoria de los Aliados hicieron de la va america-na la mejor forma de democracia occidental al considerarse queestaba libre de las tensiones autoritarias de los pases europeos. Eneste contexto, socilogos como Parsons, Smelser, Eisenstadt y Lipsetestaban convencidos de que la fortaleza de la democracia norteame-ricana radicaba en el consenso social; la amplia movilidad social;el pluralismo poltico; el Estado de Bienestar, y un gobierno descen-tralizado. El consenso social respecto a valores era un elementocentral para la integracin y el equilibrio de los sistemas sociales, deacuerdo con el enfoque del estructural funcionalismo.

    En 1949, el historiador Arthur Schlesinger afirm que el pensa-miento social norteamericano haba sido netamente emprico por-que haba logrado escapar de los enfoques totalitaristas de izquierda

    12 Ciclo de conferencias impartidas por Mauricio Tenorio: Historia y sociologa: la eleccinamericana, 19 a 24 de julio de 2000, en el Departamento de Sociologa, UAM-Azcapotzalco.

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    y derecha, y ubic a la generacin de intelectuales de la poca en elcentro vital, ese espacio donde los extremismos quedan excluidos(Velasco, 2001: 6); algunos aos despus, el socilogo Daniel Bellenunciara uno de los ttulos ms famosos de su obra, El fin de laideologa. En gran medida, la cruzada de la academia norteamerica-na contra las ideologas y filosofas de la historia retras y neg undilogo terico directo con el marxismo original.

    LA PRIMERA FASE DE LA SOCIOLOGA HISTRICA

    En 1951 Parsons public The Social System y gracias a esta obra conso-lid su prestigio acadmico y el predominio del enfoque funcionalista,debido a la amplia visin terica y poder explicativo del autor, quiense apoy en los clsicos de la sociologa principalmente Durkheimy Weber para elaborar una teora sociolgica sistemtica. Comoafirma Alexander, la interpretacin parsoniana de los clsicos hizonfasis en los valores culturales y la integracin social, categorasclave para explicar el equilibrio societal (Alexander, 1991: 54).Debido a este nfasis, los crticos del terico norteamericano hanconsiderado que su gran teora tena un carcter ahistrico, puesno atenda suficientemente el problema del cambio social.13

    Sin embargo, es importante anotar que en trabajos anterioresParsons haba utilizado un enfoque histrico comparativo, por ejem-plo, en su ensayo Algunos aspectos sociales de los movimientos fas-cistas (1942).14 Poco despus colabor con y dirigi a Neil Smelseren su investigacin histrica sobre el cambio social durante la revo-lucin industrial (Social Change in the Industrial Revolution, 1959).Segn Smith, el libro de Smelser, junto con los de S. M. Lipset, PoliticalMan (1960), y S. N. Eisenstad, The Political Systems of Empires (1963)fueron los trabajos que inauguraron la primera fase de investigacio-

    13 Recientemente algunos estudiosos de la obra de Parsons consideran que tales opiniones care-cen de fundamento porque en la obra del terico norteamericano no slo existe una teora delcambio social y de la evolucin social sino que sta ocupa un lugar central. Vase Savage(1998).

    14 En la dcada de los veinte, Parsons visit Alemania y pudo observar directamente el ascensofascista entre los obreros germanos; a su regreso a la universidad, una de sus preocupacionestempranas fueron los efectos de la propaganda fascista entre los inmigrantes pobres radica-dos en Estados Unidos.

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    nes de socilogos con preocupaciones histricas, orientadas por el es-tructural funcionalismo (Smith, 1991: 17-18).

    Smelser insisti en la relacin estrecha entre el anlisis histrico y lateora, pero paradjicamente subordin los datos histricos para vali-dar su teora, ya que en su libro predomin el modelo terico (teorageneral de la accin), una secuencia de siete pasos, ocho diagramas,dos apndices tcnicos y una gran cantidad de notaciones algebricas(Smith, 1991: 16). Eisenstadt y Lipset, en cambio, s tuvieron una pers-pectiva histrica en sus indagaciones sobre el surgimiento de los impe-rios burocrticos y las condiciones indispensables para una sociedaddemocrtica; tambin usaron el mtodo comparativo y un enfoque es-tructural funcionalista. Los tres socilogos norteamericanos, no obstan-te sus diferencias, tuvieron en comn la idea de que todo sistema socialresolva los problemas generados por instituciones y grupos internosmediante ajustes tcnicos y ajustes pragmticos. Esto significaba queel acuerdo o consenso se impona sobre el conflicto.

    Otras investigaciones orientadas por el estructural funcionalismoy de ndole sociolgica-histrica fueron los trabajos de un grupo dehistoriadores y socilogos de la Universidad de Columbia, entre losque estaban Richard Hofstadter, Nathan Glazer, Seymour M. Lipset yDaniel Bell. Este grupo se dedic a estudiar, en 1954, el fenmenodel macartismo y sus consecuencias para la democracia norteameri-cana. La generacin de acadmicos norteamericanos de este periodovivi personalmente la gran depresin del 29, el New Deal, el fascis-mo, la Segunda Guerra Mundial, y el avance de la Unin Sovitica enEuropa y Asia; de ah su inters en reinterpretar la excepcionalidadhistrica de los Estados Unidos, al ser el nico pas donde no hubo nifascismo ni socialismo. Para contestar la vieja pregunta: por qu nohay socialismo en Estados Unidos?, fue necesario ubicar a la historianorteamericana en una perspectiva histrica comparativa, pues slode este modo se poda comprender la particularidad de la democra-cia ms avanzada de Occidente (Velasco, 2001: 3-6).

    El fenmeno del macartismo fue identificado por Lipset yHofstadter como un movimiento conservador extremista en la polti-ca norteamericana. Para analizarlo usaron la categora weberianade status poltico, pues las expresiones de la derecha radical eran,a su juicio, la reaccin a la prdida de status e influencia (Velasco,2001: 3-6). En la segunda mitad de los cincuenta, Lipset dedic suesfuerzo intelectual al estudio de los orgenes de la derecha norte-

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    americana desde finales del siglo XVIII hasta principios del XX. Al co-menzar la siguiente dcada, su inters central fue el desarrollo hist-rico de la nacin norteamericana, especficamente las condiciones ne-cesarias para el surgimiento y consolidacin de las institucionesdemocrticas, tanto econmicas como religiosas y culturales (enfoqueweberiano). La mayora de sus textos eran estudios comparativos sobrela democracia y la antidemocracia y mantuvieron un dilogo crticocon la teora de la modernizacin, que era uno de los enfoques pre-dominantes en la sociologa norteamericana (Velasco, 2001: 8).15

    Las investigaciones mencionadas han sido consideradas por algu-nos autores como las primeras obras de sociologa histrica, pero otrosrechazan etiquetarlas as. En parte, esta oposicin a incluir los traba-jos de socilogos funcionalistas en una lnea claramente histrica estrelacionada con las crticas externas a este paradigma terico que seencargaron de negar todo inters de Parsons, y de sus seguidores, enla historia y el problema del cambio social. De acuerdo con lo sea-lado por Dennis Smith:

    Sin embargo, la indagacin comparativa y la histrica eran secundarias enla obra de Parsons a la tarea de aclarar las responsabilidades de la Intelligentsiaen la sociedad moderna. Desde su perspectiva, este es el trabajo de hombresy mujeres profesionales, especialmente socilogos, para ayudar a mantenerun orden social integrado, racional y con valores morales (Smith, 1991: 12).

    LA SEGUNDA FASE DE LA SOCIOLOGA HISTRICA

    La tesis sobre el consenso social prevaleciente en la sociologa aca-dmica norteamericana recibi crticas opositoras desde distintascorrientes que abrieron el camino a la segunda generacin de soci-logos-historiadores, hacia finales de la sexta dcada y principios delos setenta. De acuerdo con Bendix, Parsons haba interpretado mal a

    15 Entre 1950 y 1960 las teoras de la modernizacin y del desarrollo tenan a la diferenciacinsocial como la clave principal para clasificar y ordenar en un continnum a las sociedadestradicionales y modernas. En el contexto de la Guerra Fra, dichas teoras establecieron pro-cesos lineales a travs de los cuales todas las naciones en desarrollo se moveran tarde otemprano. Los tericos de la modernizacin creyeron que mediante el crecimiento econmicocapitalista, el incremento de los niveles educativos y la pluralidad poltica, las naciones msatrasadas podan arribar a la democracia estilo americano.

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    Weber al olvidar la sociologa poltica y los escritos sobre el con-trol patrimonial del terico alemn (Alexander, 1991: 58). Por otraparte, Gouldner critic la lectura parsoniana de Durkheim y mostrque ste tena un nfasis materialista y radical opuesto al de la inter-pretacin funcionalista. Tambin Dahrendorf y Cosser acusaron a laescuela de Parsons de centrar su enfoque en la estabilidad y de haberdesatendido los problemas del conflicto, el poder y la accin contingen-te. Si bien es cierto que tales crticas ignoraron los trabajosfuncionalistas sobre el cambio social y el conflicto poltico descritosen el apartado anterior, los nuevos enfoques tericos hicieron suspropias interpretaciones de los clsicos en oposicin a las de Parsons ycontra Parsons mismo. Esta destruccin (simblica) de Parsons estabatambin simblicamente vinculada a su interpretacin de Weber yMarx (Alexander, 1991: 59-60).

    Adems de la teora del conflicto, aparecieron otras corrientes teri-cas que llevaron a cabo la desparsonificacin de los clsicos, como lateora del intercambio, el interaccionismo simblico, la etnometodologay la sociologa radical, pero no todas ejercieron igual influencia en lasegunda generacin de socilogos-historiadores, pues como ha se-alado Alexander: La reinterpretacin [de los clsicos] prepar el ca-mino para diez aos de trabajo sistemtico e historiogrfico de izquier-da, gran parte del cual apareci en [] Theory and Society, que tratabade renovar la sociologa partiendo de los clsicos de la teora delconflicto, la etnometodologa y la teora crtica de Gouldner (Alexander,1991: 61).

    Los estudiantes de sociologa de la segunda mitad de los sesenta,identificados con la Nueva Izquierda, criticaron a sus antecesorespor haber aceptado la divisin maniquea entre libertad democr-tica capitalista y tirana comunista, pues eran ms conscientes delas relaciones de poder e injusticia presentes en su propio pas ycuestionaron seriamente cualquier tipo de autoridad establecida, in-cluida la acadmica. Como ha sealado Blackburn, en Estados Uni-dos la Nueva Izquierda protestaba contra la ausencia de calidad,contra el vaco de la vida moderna, contra el medio urbano frag-mentado y carente de un sentimiento de comunidad, contra la impo-tencia de la sociedad americana, incapaz de llevar a la prctica suspromesas de igualdad y libertad y de ponerse a la altura de sus valo-res e ideales tradicionales (citado en De los Ros, s/f: 18).

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    Theda Skocpol, una de las figuras ms prominentes de la sociolo-ga histrica norteamericana, coment en una entrevista con PerryAnderson la importancia de los movimientos sociales de los sesentaen su formacin profesional y en la de su generacin, a la que elladenomina como la uppity generation :

    Tal y como intent explicrselo, quizs un poco insatisfactoriamente, a PerryAnderson ese da, la respuesta descansa en parte en el impacto que tuvieronen mi pensamiento y en el pensamiento de muchos otros que en ese enton-ces se convertan en jvenes adultos estudiosos de la sociedad los inolvida-bles acontecimientos nacionales e internacionales de los sesenta, que crea-ron una generacin inconforme, que no solamente ha causado problemasa sus mayores en todas las ms importantes instituciones de Estados Unidos,sino que tambin ha revitalizado los aspectos ms crticos y panormicos denuestras disciplinas (Skocpol citada en Smith, 1991: 54).

    En este contexto, gran parte de la teora e investigacin sociolgicase desplaz del estudio del prestigio y movilidad social al estudio delas relaciones de clase; del estudio de las actitudes polticas al estudiodel Estado, y del estudio de la desviacin irracional al estudio de lasfuentes de la accin colectiva (Smith, 1991). El programa de investi-gacin bandera de los socilogos-historiadores de fines de los se-senta y principios de los setenta mezcl las propuestas de Wright Mills,La imaginacin sociolgica (1959), Barrington Moore, Los orgenessociales de la dictadura y la democracia (1960) y E. P. Thompson,The Making of the English Working Class (1964).

    Debido a este renovado inters de los socilogos norteamericanosen el tiempo y el espacio de los fenmenos sociales, Barrington Moorefue la figura ms atrayente, ya que se apropi y combin ideas tantodel estructural funcionalismo como de Marx y Weber. El uso que ledio a la evidencia histrica fue para desarrollar argumentos genera-les (por ejemplo, sobre las distintas rutas hacia el mundo moder-no) y su libro Orgenes sociales de la dictadura y la democracia:

    ...despej las barreras que obstaculizaban el estudio de las revoluciones enese cruce de corrientes entre la sociologa y la historia. Con l se inauguruna etapa en la que socilogos y antroplogos, beneficindose de la materiaprima aportada por historiadores sobre casos particulares, profundizaronen el examen detallado de aquellos fenmenos revolucionarios donde se

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    observaban caractersticas comunes, con el objeto de explicar no slo porqu ocurran sino tambin sus diversos resultados (Casanova, 2003: 176).

    Para Casanova, la obra de Moore seal un significativo cambiode rumbo en las ciencias sociales, el inicio de los estudios histricoscomparativos del cambio macroestructural. A partir de ese mo-mento, la sociologa histrica enarbol la bandera de la lucha frentea las teoras sociolgicas que despreciaban y desprecian sistemtica-mente el tiempo histrico y reclam el retorno a la tradicin clsicade la ciencia social (Casanova, 2003: 168).

    Inspirados por Mills, Thompson y Moore, los socilogos e historia-dores norteamericanos apelaron a un marxismo menos economicista yms cultural, hicieron nuevas lecturas de los conceptos marxistas(lucha de clases, conciencia de clase, proceso histrico) y revisaronel papel de las estructuras polticas y la diversidad cultural.16 No sloMarx fue objeto de revisin terica; tambin las obras de Max Weberse leyeron con ojos distintos a los de Parsons, al poner de relieve suanlisis del cambio social y el mtodo comparativo, la diversidadsociocultural, los procesos temporales y la relacin dialctica entreacciones significativas y determinantes estructurales en la investiga-cin macrosociolgica.

    El renovado inters en la obra weberiana para algunos socilogosrepresentaba una alternativa terica a las sociologas de Durkheim yMarx; para otros, fue una oportunidad para crear un marxismoweberiano. La reinterpretacin de Marx y Weber en la academianorteamericana signific, para Skocpol, la renovacin de la tradi-cin sociolgica clsica dedicada a la comprensin de la naturalezay consecuencias de las estructuras a gran escala y de los procesosfundamentales de cambio (citada en Casanova, 2003: 69). No obs-tante, para esta autora, el deseo apremiante de la sociologa histricaera contestar preguntas basadas histricamente, ms que proponerparadigmas tericos abstractos (Skocpol, 1984: 4-5).

    En esta segunda etapa, los socilogos historiadores hicieron hin-capi en el papel de las macroestructuras sociales, pero tambin re-cordaron que los actores sociales eran de carne y hueso, cuya

    16 Segn De los Ros, adems de estas figuras, otros de los guas intelectuales de los movimien-tos sociales de la poca, principalmente el estudiantil y los de la contracultura, fueron HerbertMarcuse, Erich Fromm y Hanna Arendt (De los Ros, s/f: 5).

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    experiencia y protagonismo histricos deban ser recuperados por elinvestigador social (Thompson). Precisamente por esta visin mshumanista otros dos autores que atrajeron la atencin de los estu-diantes fueron March Bloch (1967) y Norbert Elas (1978), quieneshaban escrito sus principales obras en las dcadas anteriores, peroque fueron recuperados por la academia anglosajona slo hacia prin-cipios de los setenta. Tambin los trabajos de Bendix, Tilly y Wallersteinfueron reconocidos por su orientacin sociolgica e histrica.

    Aunque las obras de estos autores eran heterogneas, todas se dis-tinguan por su dilogo con los clsicos de la teora social y su pro-funda erudicin histrica; por comprender cmo y cules patrones ytendencias histricas del pasado haban formado nuestro presente;por haber analizado la naturaleza y consecuencia de las revolucio-nes capitalistas y democrticas de Europa, pero tambin por habercomparado el desarrollo histrico del mundo occidental y oriental.Sin embargo, el estilo de investigacin de Bendix, Moore, Thompson,Skocpol, Bloch, Elas, Tilly y Wallerstein ha sido muy difcil de imi-tar, debido a su gran habilidad para plantear grandes preguntas,mezclar la teora general con un anlisis histrico totalizante o com-parativo, y su sensibilidad a detalles contextuales y procesos tempo-rales. Por si fuera poco, la mayor parte de ellos han sido izquierdistaspolticamente comprometidos.

    En la siguiente fase, que comprende la segunda mitad de los setentay hasta finales de los ochenta, la sociologa histrica logr consolidar supresencia institucional en las universidades y, paradjicamente, se con-virti en uno ms de los mltiples campos hiperespecializados de laacademia norteamericana. En 1979 se reunieron una docena de so-cilogos e historiadores en Cambridge, quienes poco despus publi-caron el libro coordinado por Theda Skocpol, Vision and Method inHistorical Sociology, considerado el manifiesto de la disciplina. En1983, la American Sociological Association abri una seccin dedi-cada a la sociologa histrica, cuya revista se fund ese mismo ao,Comparative and Historical Sociology. Cinco aos despus aparecila revista anglosajona Journal of Historical Sociology. Usando lametfora de Skocpol, lo que en 1960 era una pequea corriente seconvirti en un caudaloso ro hacia finales de los ochenta.

    Si bien el desarrollo de esta etapa ya no es tema de este trabajo,nos parece pertinente sealar que en la primera mitad de los aossetenta la sociologa histrica se consideraba a s misma como una

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    corriente renovadora de la teora social clsica, dedicada a compren-der la naturaleza y efecto de las macroestructuras y el cambio social.Sin embargo, su intencin no era crear una escuela o paradigmaterico dominante, sino ms bien plantear y resolver preguntas te-ricas basadas histricamente. En la segunda mitad de esa dcada surgiotro proyecto ms radical que propone la fusin total entre historia ysociologa, y a la sociologa histrica como la esencia de la disci-plina (Abrams, 1982). Este proyecto, de nuevo, tiene como base otrareinterpretacin de los clsicos y la transformacin de los funda-mentos epistemolgicos de la sociologa, pero esa es otra historia.

    CCCCCONCLUSIONESONCLUSIONESONCLUSIONESONCLUSIONESONCLUSIONES

    La nueva historia social y la sociologa histrica norteamericanasfueron dos campos interdisciplinarios que surgieron en la acade-mia del vecino pas entre las dcadas de 1960 y 1980, cuya colabo-racin no siempre ha sido bien recibida entre socilogos e historia-dores. Actualmente todava existe una amplia discusin sobre culdebe ser la relacin ms recomendable, la divisin del trabajo o lafusin total; a pesar de las diferentes posiciones, es indudable que apartir de la sexta dcada del siglo XX una parte de los historiadores escada vez ms consciente de las implicaciones ideolgicas, metodolgicase interpretativas del uso de la teora social; asimismo, un buen n-mero de socilogos tienen mayor conciencia de la importancia deltiempo y el espacio como categoras centrales para estudiar la din-mica y cambio sociales.

    Aunque la nueva historia de la Escuela de los Annales francesa yla historia desde abajo del marxismo britnico surgieron antes dela dcada de los sesenta, fue en Estados Unidos donde la institucio-nalizacin y profesionalizacin de la historia y la sociologa alcanza-ron mayor rapidez y madurez, especialmente despus de la SegundaGuerra Mundial. El periodo que va de 1945 a 1975 fue uno de rpi-do crecimiento y acelerada expansin del sistema universitario nor-teamericano; la aproximacin entre las disciplinas sociales dio lugara estudios de frontera o hbridos, como son los casos de la histo-ria social y de la sociologa histrica. Ambas empresas intelectualessurgieron como respuesta crtica a la historiografa del consenso y ala sociologa estructural funcionalista.

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    Al igual que los seguidores de la nueva historia social, los miem-bros de la segunda generacin de la sociologa histrica (1965-1975),se identificaron en su mayora con la Nueva Izquierda norteameri-cana y ambos grupos demandaron una historia desde abajo y unateora sociolgica ms comprometida con el estudio del cambio so-cial, en una perspectiva histrico-comparativa. Todava pasaron al-gunos aos para que la plena institucionalizacin de la sociologahistrica lograra afianzarse en la academia norteamericana, pero lassemillas fueron cultivadas en las dos dcadas previas, que se ca-racterizaron por la gran expansin de las universidades norteameri-canas, reorientaciones de la teora social, amplia movilizacin socialy profundos cambios culturales.

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