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EVOLUCION DE LA ENSEÑANZA PRIVADA- COLEGIADA EN LA OROTAVA (1895-1943) OLEGARIO NEGRIN FAJARDO

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EVOLUCION DE LA ENSEÑANZA PRIVADA-COLEGIADA EN LA OROTA VA (1895-1943)

OLEGARIO NEGRIN FAJARDO

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1. ESTADO DE LA CUESTION. LA INVESTIGACION HISTORICO- EDUCATIVA LOCAL

Cuando el investigador se propone conocer la cantidad y la calidad de los estudios históricos realizados acerca de la Villa de La Orotava en el siglo XX, se encuentra con una realidad francamente paupérrima. A pesar del sig­nificativo número de villeros destacados en las ciencias, en las letras y en las artes, muy pocos de ellos han dedicado parte de su actividad a cooperar en el desentrañamiento del pasado histórico del lugar que les vio nacer. Si bien es verdad que, afortunadamente, las excepciones han sido de notable calidad.

Por esta razón, cuando se plantea la realización de una investigación bien delimitada, concreta y precisa, nos encontramos con que no existen puntos de referencias bien construidos, estudios previos que permitan y facili­ten el avanzar con rapidez y seguridad, y mucho menos visiones sintéticas de conjunto que nos ofrezcan el marco de la realidad histórica en uno de cuyos aspectos deseamos profundizar.

En el terreno histórico-educativo, sin embargo, se están realizando en la actualidad varias investigaciones acerca de la enseñanza en La Orotava a tra­vés de la historia, en los sectores de educación privada y pública, que, una vez finalizada, van a significar un avance bien importante en este campo, es­perando que se conviertan, a un tiempo, en desecadenante de una serie de es­tudios procedentes de ciencias o disciplinas afines, que coadyuven al conoci­miento más profundo y amplio posible de nuestra educación en el pasado.

En este sentido nos podríamos preguntar, ¿por qué no existen más inves­tigaciones acerca de la realidad educativa orotavense en la historia? En reali­dad, no es fácil, ni sería correcto, contestar de una manera simple a la pre-

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gunta explicitada. Es verdad que si la ciencia histórica en general, hasta no hace muchos años, era practicada por muy pocas personas, la especialización histérico-educativa apenas ha sido cultivada entre nosotros.

Existen, no obstante, otro tipo de razones menos objetivas, relacionadas con la cierta falta de interés que instituciones y particulares muestran hacia las investigaciones centradas en temas histórico-educativos, considerados, por algunos, como estudios de carácter menor. Es la cuota de incomprensión que de momento habrá que pagar, hasta que este tipo de estudios, siempre que se realicen con el rigor y la seriedad precisos, se vaya abriendo paso en el campo de la investigación histórica canaria. En todo caso, para ser justos, hay que decir que ya se ha avanzado bastante, aunque falte mucho aún para ocupar el lugar que corresponde a esta modalidad de investigación.

Nosotros seguimos pensando, y así lo hemos manifestado en diferentes lugares y ocasiones, que la realización de investigaciones locales, no «localis­tas» ni «pueblerinas» y regionales, resultan imprescindibles para poder reali­zar alguna vez, en el futuro, una historia de la educación canaria que no sea una mera síntesis de datos inconexos.

Es preciso, para ello, vencer la idea de otros tiempos en los que, como ha dicho Tuñón de Lara, «...se creía que las evocaciones del pasado de una ciu­dad o de una comarca eran cosas del erudito local, sin mayor relevancia. Gra­ve error, que.se explica porque, al ser entonces la investigación escasa, se so­lían dar por buenas las generalidades. Hoy, no; ya no se escriben generalida­des, sino verdaderas síntesis históricas. Y una síntesis no es posible sin apoyarse en una previa elaboración monográfica con base documental. De no ser así, la historia se reduce a la del poder central en cada uno de los niveles» (Por qué la Historia. Barcelona, Salvat Editores, 1981, pág. 3 8).

2. OBJETO DEL ESTUDIO

El título de este trabajo demanda una explicación previa, que ponga al descubierto las razones de tal acotamiento conceptual y cronológico.

En primer lugar, dejamos fuera de este estudio a toda la enseñanza esta­tal y pública, así como a la enseñanza privada y particular impartida en aca­demias y otros centros, que no hayan gozado del reconocimiento oficial de colegiado y adscrito a un centro de enseñanza de grado medio. Con esta mati- zación queda claro, por reducción, que sólo vamos a estudiar una parcela de instituciones educativas que pueden entrar dentro de la denominación de «enseñanza privada colegiada», no pública, aunque reconocida oficialmente, pero tampoco únicamente privada.

Las fechas entre las que se enmarca este trabajo quedan perfectamente definidas en función de hechos de naturaleza pedagógica, o muy relacionados

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con este terreno. La primera de las fechas citadas en el propio título, 1895, hace alusión al año en que se estableció y abrió al público el primero de los tres centros escolares de los que aquí nos ocupamos: el colegio de primera y segunda enseñanza Taoro. La segunda de las fechas, 1943, está directamente relacionada con el año en que fallece D. Manuel Farrais, director del Colegio que llevó por nombre el primer apellido del fundador, y, a partir del que el Colegio estaba llamado a su desaparición, a causa de los serios problemas de subsistencia que le acosaron, de carácter ideológico, social y económico.

Además, otros dos factores nos han ayudado a delimitar el tema. De una parte la existencia y accesibilidad de la documentación existente para cada una de las instituciones que pretendíamos estudiar; de otro lado, la limitación espacial que comporta un trabajo de estas características. Dichos factores, unidos a los expresados anteriormente, explican que no aparezca en este aná­lisis el colegio de la Milagrosa, fuertemente arraigado en La Orotava, ni otros colegios y academias de tanta solera entre nosotros como tuviera en su tiem­po, el colegio San Fernando y la academia de D. Inocencio Sosa, por sólo ci­tar dos ejemplos bien significativos.

De alguna manera puede decirse, no obstante, que las instituciones esco­lares estudiadas en esta ocasión pueden ser consideradas, entre las de su tipo, como las más representativas, sin que de ninguna de ellas pueda afirmarse su carencia de entidad o solidez. Dicho con terminología procedente del campo estadístico o matemático, estamos convencidos de que la muestra estudiada en esta investigación es representativa.

Finalmente, queremos expresar con toda claridad que en este trabajo he­mos utilizado la metodología histórica en todas sus fases, como, por otra par­te, obviamente, era obligatorio hacer. Pero en él no pretendemos en ningún caso escribir acerca de la historia de La Orotava en el siglo XX, ni describir las características de cada uno de los factores históricos que tienen lugar e in­ciden en las instituciones educativas: tal estudio está por hacer y es preciso realizarlo. Pero ese no es nuestro objetivo. En este trabajo únicamente pre­tendemos analizar, en la medida de lo posible, la evolución de la enseñanza en La Orotava en el período apuntado a través de tres centros escolares de in­dudable entidad local y comarcal,

3. ELCOLEGIODE 1.ay 2.aENSEÑANZA TAORO (1895-1902)

3.1. Antecedentes

No vamos a hacer en este caso un amplio estudio de los antecedentes del Colegio Taoro, sino, simplemente, mencionar a aquéllos que, por lo que sa­

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bemos en estos momentos, pueden ser considerados como pioneros de la en­señanza en la Villa de La Orotava.

Las instituciones de enseñanza que precedieron ál Taoro y que, en buena medida, pueden ser consideradas como antecedentes de aquél, fueron el Cole­gio de Educación y de Lenguas de Canarias, dirigido por D. Rafael Fuen­tes y abierto en La Orotava en 1823, que sería trasladado al año siguiente a Santa Cruz1 y el Lyceo de La Orotava, fundado y dirigido por D. Sabino Berthelot a partir de 18242.

Pero si tratamos el tema de los pioneros de la enseñanza en la Villa, pre­ciso es referirnos a la instrucción impartida en los conventos de religiosos abiertos en el pueblo, haciendo especial mención del prestigio que llegó a te­ner en el siglo XVIII el convento dominico, a cuyas aulas asistió como alumno Viera y Clavijo3.

Sin embargo, insistimos, antecedentes directos del colegio Taoro, que no tuvieran un marcado carácter confesional, fueron los antes citados Cole­gio de Educación y Liceo de La Orotava.

1 El Colegio de Educación y de Lenguas de Canarias se ¡legó a establecer, en el año 1823, en La Orotava, en el convento dominico bajo la denominación de «Colegio de los Angeles», ante la imposibilidad de instalarse en La Laguna como era el deseo de su fundador. Cuando, a princi­pios de 1824, se autorizó a ¡os religiosos a reclamar sus conventos, R. Fuentes se vería obligado a buscar nuevos locales para el Colegio, y, en abril de 1824, se publicaba un aviso al público anun­ciando el traslado del Colegio de Los Angeles a la Villa de Santa Cruz de Santiago. La documen­tación para profundizar en este tema puede encontrarse en la Biblioteca de la Universidad de La Laguna (en adelante: B.U.L.) Papeles Varios, 94, IV-6 y en las Acias de) Ayuntamiento de La Orotava (Archivo municipal, actualmente en proceso de catalogación).

2 Como es sabido, el Liceo fundado por S. Berthelot sería cerrado varios años más tarde porpresiones ideológicas clericales. Quien desee documentarse en este tema puede acudir a la docu­mentación existente sobre el particular en la B.U.L., Papeles Varios, 94, IV-6, y, en especial, por su interés en el documento que lleva por título, Prospecto del Lyceo de La Orotava, que contiene el plan de asignaturas que se podían cursar en el Centro, con un comentario muy sugestivo y di­dáctico a cada una de ellas, así como el método de estudio, o cursos, en que estaba dividida la en­señanza impartida. Véase, además, Concurso del Liceo de la Villa de La Orotava, celebrado en los días ocho, nueve y diez de enero de 1825. La Laguna, Imprenta de la Universidad de San Fer­nando, S. A. Nosotros lo hemos podido consultar en la Biblioteca del Vizconde del Buen Paso de La Orotava. Sobre el plan de estudios del Liceo de La Orotava y las razones de su cierre, es de consulta obligatoria el trabajo de RODRIGUEZ MESA, M.: «1820-1830, La primera época de Sabino Berthelot en Tenerife», en la obra colectiva Homenaje a Sabino Berthelot en el centenario de su fallecimiento. La Laguna, Instituto de Estudios Canarios, Litografía A. Romero, 1980, págs. 99 a 132. 1

2 RODRIGUEZ MOURE, J.: Juicio crítico del historiador de Canarias Don José de Viera y Clavijo, Arcediano de Fuerteventura. Santa Cruz de Tenerife, A. J. Benítez, 1913, págs. 6 y 7; y VIERA, J. de: Memorias que con relación a su vida literaria escribió D. José de Viera y Clavijo. La Orotava, Imprenta Orotava, S. A. (1927?), págs 4 y 5.

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3.2. Fundación del Colegio Taoro

La iniciativa en la apertura del establecimiento de primera y segunda en­señanza denominado «Taoro», la tuvo el presbítero D. Angel Castro, que, ya en otras ocasiones, había manifestado su interés por el desarrollo de la cultu­ra en La Orotava4. La idea pionera del Dr. Castro fue apoyada, desde un pri­mer momento, por el Ayuntamiento de La Orotava que, en el presupuesto de 1895, consignaba la cantidad de 800 pesetas, «como subvención para alum­nos pobres cuyos talentos exijan que no queden como diamantes ocultos o perdidos en la obscuridad; y sirva a la vez de auxilio para el sostenimiento del expresado centro de enseñanza»5.

El alcalde Antonio María Casañas convocaba a una reunión el 9 de mayo de 1895, a las «personas entusiastas por el saber y el progreso de La Orotava, en primer término los que tengan hijos a quienes educar ahora o en lo sucesivo se reunan con dichos profesores y traten de los medios de sostener el proyectado establecimiento y de lo demás que convenga para que sea hon­ra del Valle»6.

Ningún obstáculo importante parecía oponerse al desarrollo del Colegio Taoro. El 2 de agosto de 1895, el entonces alcalde accidental, Fernando Mén­dez y León, convocaba a una reunión en las Casas Consistoriales a los fir­mantes interesados desde un primer momento en la creación de una institu­ción de enseñanza primaria y secundaria en La Orotava. El motivo de la con­vocatoria se explicitaba de la manera siguiente: «...a fin de fijar definitiva­mente las asignaturas que con arreglo al nuevo plan de estudios corresponden a cada profesor de los que aceptaron tan honroso cargo en la reunión celebra­da al efecto, y tratar a la vez de otros particulares que se relacionan con la apertura del establecimiento...»7.

4 Por sólo citar un ejemplo, el Dr. D. Angel Castro Fariña fue uno de los miembros más ac­tivos que tomaron parte en el establecimiento de la biblioteca pública y municipal de La Orota­va, en tomo a septiembre de 1897. Más datos relacionados con ese acontecimiento en mi articulo «Establecimiento de la biblioteca pública y municipal de La Orotava», en El Día, Santa Cruz de Tenerife, 29 de octubre de ¡980.

5 Archivo del Ayuntamiento de La Orotava (En adelante: A.A.O.). Expediente relativo a! Colegio de primera y segunda enseñanza denominado «Taoro» de esta Villa, años 1895 y 1902. (En adelante: E.R.T.), doc. n.Q 1. Al no estar debidamente ordenados los documentos del expe­diente, nos ha parecido oportuna su numeración para facilitar su localización a través de las citas documentales que hacemos.

6 A.A.O., E.R.T., doc. n.° 1. La, reunión fue convocada para tres días después, el 11 de mayo, sábado, a las dos de la tarde, en las Salas Consistoriales. Fueron citados en primer lugar, «los señores párrocos y demás sacerdotes, los señores del Ayuntamiento, los miembros de la Jun­ta Local de primera enseñanza, los profesores y maestros de primeras letras...». Y, además, fue­ron también convocados una larga lista de vecinos y padres de familia, encabezados por el conde del Valle de Salazar, el marqués de Torrehermosa, Enrique Ascanio Estévez y 49 personas más.

7 A.A.O., E.R.T., doc. n.° 2.

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El Colegio, una vez efectivamente establecido, fue agregado al Instituto provincial de Canarias de La Laguna, único existente en esos momentos con tal carácter en el Archipiélago, convirtiéndose de esa manera el Taoro en el primer establecimiento colegiado de La Orotava en el nivel secundario.

En el mes de septiembre de 1895 tuvieron lugar toda una serie de activi­dades conducentes a la apertura oficial del Colegio Taoro. El 14 de dicho mes se hizo pública la convocatoria de alguna plazas gratuitas para niños pobres8; el 23 del mismo se solicitó del Ayuntamiento la cesión de los locales de las escuelas públicas, entonces desocupados, situados en la plaza de Viera y Cla- vijo, «...y hasta tanto esa corporación lo tenga a bien o se encuentren otros...»9. Con la misma fecha y en el mismo documento, se recuerda al Ayuntamiento la necesidad de que envíe al director del Taoro el nombre de los alumnos que subvencionará. Por fin, el 24 de septiembre, el director del Colegio solicita del Ayuntamiento nombre a un vocal de la Junta de Instruc­ción Pública y a un maestro de instrucción primaria para que formen parte, junto al director del Taoro, del tribunal de los exámenes de ingreso en dicho establecimiento10 11.

Para elegir las dos personas solicitadas, a fin de que formaran parte del tribunal de exámenes de ingreso en la segunda enseñanza del Taoro, se con­vocó a la Junta local de primera enseñanza, el 25 de septiembre de 1895, que decidió nombrar al cura párroco, licenciado marqués de Celada y al maestro de la escuela pública Francisco Alvarez y Farrais".

A finales de septiembre, el Ayuntamiento decidió ceder, con carácter de provisionalidad, la planta baja del nuevo edificio de las Casas Consistoriales, permitiendo la instalación del expresado Colegio, si bien, el director del Tao­ro se obligaba a «desalojarlo tan luego se le indique por el Ayuntamien­to...»12. En su carta de agradecimiento por tal cesión, el Dr. Castro manifesta­

8 lbidem, doc. n.° 3. El documento n.° 9 recoge las peticiones realizadas por D. Ignacio Dorta y D. Bernabé Yanes, padres de los niños Francisco Dorta y Jacinto y Eusebio Yanes y González, respectivamente, con fecha 25 de septiembre de 1895, a fin de que los estudios de sus hijos fuesen costeados por el Ayuntamiento, por carecer de recursos propios. El documento n.° 10, recoge la comunicación del director del Taoro informando que dichos alumnos han superado favorablemente el examen de ingreso.

9 A.A.O., E.R.T., doc. n.° 4.10 lbidem. Ver, también, doc. n.° 5.11 La Junta local de primera enseñanza la componían en aquellos momentos el marqués de

Celada, D. Nicolás Ascanio, D. Luis Benítez de Lugo y D. Angel Llarena y Lercaro. El maestro Alvarez Farrais formaba parte también de la comisión para el establecimiento de la biblioteca pública y municipal de La Orotava. Ver nota 4 de este mismo apartado. A.A.O., E.R.T., docs. 6 Y 7.

12 lbidem, doc. n.° 8. La copia del acta de la sesión que hemos consultado lleva fecha de 27 de septiembre de 1895.

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ba, además, que, después de haber superado el examen de ingreso, habían sido admitido en el Colegio a los niños pobres Francisco Dorta y Jacinto y Eusebio Yanes y González13.

3.3. Características de la enseñanza impartida

Se admitían tres modalidades de alumnos, teniendo en cuenta el régimen de relación que mantenían cotidianamente con el Colegio: alumnos externos, medio-internos e internos14 15.

Los medio-internos tenían un horario especialmente intenso: «Concurri­rán al Colegio a las siete y media de la mañana; irán a almorzar a las nueve y regresarán una hora después; a las cuatro volverán a sus casas a comer retor­nando al Colegio donde permanecerán hasta las siete de la noche»,5.

Los alumnos de la enseñanza primaria accedían a la secundaria después de superar efectivamente las 4 secciones en que estaba dividida la enseñanza: tres correspondientes a la elemental y una a la superior. Una vez examinados y aprobados los alumnos en la 4 sección estaban en condiciones de pasar a es­tudiar la segunda enseñanza en el mismo Colegio.

La retribución que habían de satisfacer los alumnos estaba en relación con la modalidad de alumno a la que se perteneciera y al tipo de instrucción que se recibiera. Así, los alumnos de segunda enseñanza pagaban 150 pesetas anuales si asistían al Colegio como externos y dicha cantidad más 5 pesetas de aumento por mes si eran alumnos medio-internos. Por su parte, los alum­nos de primera enseñanza externos pagaban 5 pesetas mensuales, mientras que los alumnos medio-internos satisfacían la cantidad de 10 pesetas en el mismo período de tiempo. Los alumnos internos, tanto de primera como de segunda enseñanza, pagaban 60 pesetas mensuales durante los nueve meses del curso, incluyendo manutención y servicio. Deberían satisfacer, además, el pago de las clases, al igual que el resto de los alumnos, en diez cuotas pagade­ras mensualmente, de octubre a julio, ambos inclusives16.

13 Ibidem, doc. n.° 10. Véase, además, nota 8 de este mismo apartado.14 Colegio de Taoro de primera y segunda enseñanza incorporado al Instituto Provincial

bajo la dirección del presbítero Dr. D. Angel Castro y Fariña. Villa de La Orotava, l.° de sep­tiembre de 1893, 3 hojas, Imprenta Herreros, A. A.O., E.R.T., doc. n.° 11, pág. 1.

15 Colegio de Taoro..., Ibidem, Condiciones relativas a ambas enseñanzas, pág. 2.16 En el curso 1899-1900, los alumnos internos debían satisfacer 75 pesetas mensuales,

mientras se mantenían las retribuciones que habían de satisfacer el resto de los alumnos, según aparece indicado en el prospecto informativo, Colegio Taoro de primera y segunda enseñanza, incorporado al Instituto Provincial, bajo la dirección del Sr. D. Aarón Luis Otazo. Orotava, Im- penta A. Herrero, 1899, 5 hojas.

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La disciplina se reducía a correcciones consistentes en mantener al alum­no retenido en el Colegio el tiempo que fuera necesario, incluso haciendo ex­tensiva la detención a los días festivos, bajo la inmediata supervisión del di­rector, «contando con la cooperación de los Sres. padres, pues de otra suerte se frustaría todo buen deseo»,7.

El examen de ingreso en la segunda enseñanza tenía lugar normalmente en la última semana de septiembre, y se celebraba en los locales cedidos al Colegio. El tribunal de exámenes lo componían las comisiones de profesores que con tal motivo se desplazaban desde el Instituto Provincial. Se preveía en el Reglamento del Colegio que las dietas que el traslado traía consigo fueran de cuenta de los alumnos.

3.4. Los profesores del Taoro

En el curso 1897-1898, que comenzará el I.° de octubre, estando el Cole­gio dirigido por D. Angel Castro y Fariña y siendo secretario del centro D. José de Ponte y Llarena, el cuadro de asignaturas y profesores era el siguiente:

Latín y castellano

GeografíaReligiónHistoria de España Retórica y Poética Historia UniversalFrancés l.° y 2.°

l.° curso: Dr. D. Angel Castro y Fariña

2.° curso: Dr. D. Miguel B. Espinosa Dr. D. Angel Castro y FariñaEl mismoD. Nicolás de Ponte y Urtusáustegui Dr. D. Tomás Zerolo y HerreraD. Domingo Martínez NavarroD. Tomás Llarena y Monteverde

Psicología, Lógica y Filosofía Mo­ralAritmética y AlgebraGeometría y Trigonometría Física y QuímicaHistoria Natural con Fisiología e

D. A. Luis OtazoD. José de Ponte y LlarenaEl mismoD. Ismael X. de la Guardia

HigieneAgricultura

D. A. Luis OtazoD. Ignacio Llarena y Monteverde

17 Teniendo en cuenta la normal aplicación de correctivos muchos más severos, relaciona­dos con el inhumano principio de «la letra con sangre entra» y otros semejantes, es de destacar positivamente la ausencia de sistemas represivos humillantes en dicha institución escolar.

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Clases de aplicación

Cálculo Mercantil Teneduría de Libros InglésFrancésDibujoGimnasiaMúsica

D. José de Ponte y LlarenaD. Tomás Llarena y MonteverdeEl mismoD. Nicolás Ascanio y NegrínD. Carlos Igualada y PastorD. José de Ponte y LlarenaD. Víctor Guardia y Oliva

El regente de los alumnos medio-internos era D. Antonio María Pineda y Casañas. Finalmente, los profesores encargados de impartir las clases de primera enseñanza elemental y superior eran los siguientes: Dr. D. Angel Castro y Fariña, D. José de Ponte y Llarena, D. Francisco Alvarez Farraiz, D. Pascual García y García y D. Antonio María Pineda y Casañas,8.

En el curso académico de 1899, ya fallecido el creador e impulsor del Colegio Taoro, siendo director D. A. Luis Otazo, se habían registrado una se­rie de altas y bajas en el profesorado del centro y, asimismo, algunos cambios de profesores que pasaban de un grado a otro. Los nuevos profesores del cen­tro fueron: D. Alonso Ascanio y Negrín, para explicar Latín y Castellano y Geografía; D. Jerónimo Padilla y Morales, como profesor de Religión, Psico­logía, Lógica y Etica; D. Tomás Calamita y Manteca, en las clases de aplica­ción. D. Carlos Igualada y Pastor se traslada de las clases de aplicación a im­partir las enseñanzas de Historia Natural, Gimnasia y Dibujo, sustituyendo en la primera de ellas a D. Aarón Luis Otazo, nuevo director del Taoro. Por fin, de la primera enseñanza elemental y superior se encargaban: D. Francis­co Alvarez y Farrais, D. Ramón Fernández Armas y D. Antonio Pineda y Casañas18 l9.

Los profesores eran en su totalidad vecinos del pueblo, y desarrollaban su actividad docente por una retribución ciertamente baja, incluso para aque­lla época: quince pesetas mensuales.

3.5. El cierre del Taoro

Al inaugurarse el curso académico 1899-1900, el nuevo director del Co­legio Taoro, D. Aarón Luis Otazo, abría el quinto curso ininterrumpido de

18 Colegio de Taoro de primera y segunda enseñanza..., prospecto citado en la nota 14 de este apartado, págs. 1 y 2.

19 Colegio Taoro de primera y segunda enseñanza..., prospecto citado en la nota 16.

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actividades escolares, recordando el temor sentido por el fundador y primer director Castro Fariña de que se abandonase el centro de enseñanza, que tan­to estaba contribuyendo a elevar el nivel cultural del Valle.

El acuciante problema económico empezó pronto a hacer peligrar la po­sibilidad de mantener abierto el centro, como manifestaba el entonces alcalde de La Orotava, D. Luis Llarena y Monteverde, en la petición de ayuda para el Taoro que envió al Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, a fina­les de diciembre de 190020.

Como la situación económica no se solucionaba positivamente, se plan­teó en firme la necesidad de no admitir más demora y proceder al cierre del Taoro al final del curso 1901-1902. Sin embargo, el plan de enseñanza que el jefe de telégrafos, bachiller José Ponte y el licenciado Manuel Pérez Cabrera, presentaron al Ayuntamiento en julio de 190221, hizo renacer las esperanzas.

Las bases apuntadas por los realizadores del plan de continuación del Taoro eran, resumidas por nosotros, las siguientes:

1. Hacerse cargo de la segunda enseñanza, adaptándose a la normativa legal vigente para toda la nación.

2. Impartir la enseñanza primaria y la cultura general.3. Establecer una academia de clases libres que se ocupase de la ense­

ñanza del francés, inglés, cálculo mercantil y teneduría de libros. Asi­mismo se proponía la admisión de alumnos que aspiraban a ser pro­curadores de tribunales y secretarios de juzgado.

4. Se garantizaba la supervisión del alumno durante todo el día.5. Se solicitaba la cesión de los mismos locales y los enseres que conte­

nía en aquellos momentos el Taoro, y el mantenimiento de la subven­ción de mil pesetas que también se venía pagando al mencionado Co­legio.

Entretanto, antes de que el Ayuntamiento de la Villa tomase una deci­sión en firme sobre el plan Cabrera-Ponte, Otazo manifestaba el 18 de julio al Alcalde la imposibilidad de mantener abierto el Colegio, en las condiciones en las que se encontraba22. En vista de la situación a la que se había llegado,

20 A.A.O., E.R.T., doc, n.° 12. No hemos podido encontrar la respuesta del Ministerio de Instrucción Pública, si es que llegó a existir. Da la impresión de que el Ayuntamiento de La Oro­tava aspiraba a conseguir, un tanto ingenuamente, que el entonces recién creado ministerio de asuntos educativos, resolviera directamente el problema económico del Taoro.

21 A.A.O., E.R.T., doc. n.° 13. El importante documento, por lo que significaba de esperan­za para la continuidad del Taoro, lleva fecha de 5 de julio de 1902 y fue estudiado en el Ayunta­miento en la sesión del 19 del mismo mes y año.

22 El oficio de Otazo está registrado con el n.° 308. A.A.O., E.R.T., doc. n.° 14.

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por acuerdo unánime del profesorado, se decidió instar al Ayuntamiento a que se hiciera cargo de los locales y materiales escolares en ellos existen­tes.

No obstante, en el escrito de Otazo parece advertirse la sugerencia de que no se cierre el Colegio, sino aquellas enseñanzas más gravosas, como lo revela el hecho de que pida al Ayuntamiento la custodia sólo «de los instrumentos y aparatos que por ahora no fueran necesarios para la enseñanza», y haciendo a continuación una matización que apoya nuestra suposición: «...hasta que en años sucesivos, se pueda volver a dar a esta la extensión que ha tenido en los anteriores (el texto en cursiva es nuestro).

Pero el plan Cabrera-Ponte no sería aceptado en todos sus términos. El Ayuntamiento haría una contrapropuesta de la que destacamos los puntos si­guientes:

1. No ceder toda la parte baja del edificio de las Casas Consistoriales, sino sólo una parte, aceptando su ampliación si el aumento de alum­nos lo exigiera.

2. La subvención al Colegio sería de 500 pesetas para el curso 1902-1903. En compensación a esa ayuda, el licenciado Pérez Cabre­ra se debería obligar a establecer una clase nocturna para la instruc­ción de los obreros.

3. Los enseres, mobiliario y aparatos de laboratorio se le irían conce­diendo según fueran siendo necesarios en el Colegio23.

El cierre del Colegio Taoro quedaba sentenciado, después de la postura mantenida por las autoridades locales, en la comunicación que D. Manuel P. Cabrera dirige al Alcalde: «Enterado, por su atenta comunicación, de los acuerdos tomados por el I. Ayuntamiento..., tengo el sentimiento de manifes­tarle, que, no siéndole posible al Sr. Ponte aceptar con la subvención consig­nada en dichos acuerdos, me es del todo imposible hacerme cargo del referido Colegio»24.

El último acto relacionado con el Colegio fue la elaboración de un in­ventario de «los muebles, enseres y material docente del Colegio de primera y

23 Ibidem, doc. 13 bis. La decisión tomada por el Ayuntamiento en !a sesión del 19 de julio de 1902, aún teniendo en cuenta los problemas económicos que pudieran existir en la hacienda municipal, puede ser calificada de ciertamente torpe y de atentado contra la cultura de La Orota- va y el Valle en general, al privar a la zona de la única institución de segunda enseñanza recono­cida oficialmente.

24 La comunicación de Manuel P. Cabrera llevaba fecha de 3 de agosto de 1902. A.A.O., E.R.T., doc. n.° 15.

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segunda enseñanza Taoro, al cerrarse este establecimiento»25, que lleva fecha de 29 de septiembre de 1902. Se puede decir, por lo tanto, que el Colegio Taoro de la Villa de La Orotava, que había sido abierto al público en el curso 1895-1896, fue cerrado una vez finalizado el curso escolar 1901-1902.

Una vez más el problema económico iba a impedir el mantenimiento de una institución escolar que había nacido, «con el fin de dar instrucción gra­tuita a los niños pobres de los pueblos del Valle, y por una insignificante re­tribución a los de los padres ricos...». Y ello a pesar de que, durante un tiem­po, todos los pueblos del Valle contribuyeron económicamente a su sosteni­miento, hasta que, «la escasez de recursos de varios de estos pueblos, les obli­gó a suspender desde el segundo año la retribución que se habían comprome­tido a dar...»26.

4. EL COLEGIO SAN ISIDRO DE LOS HERMANOS DE LAS ESCUELAS CRISTIANAS (1909-1941)

El nombre del patrono religioso de La Orotava fue elegido para denomi­nar al Colegio que, regentado por los Hermanos de las Escuelas Cristianas, continuaba en la Villa la impartición de la enseñanza secundaria, (además de la primera enseñanza) reconocida legalmente por el Estado que había inicia­do, como hemos estudiado, el colegio Taoro. En su primera etapa se denomi­nó siempre colegio de San Isidro, y, a partir de la Fundación Nicandro Gon­zález Borges, pasó a denominarse, finalmente, colegio de San Isidro Labrador.

Existen razones históricas, educativas y jurídicas para dividir el estudio del colegio San Isidro en tres etapas, delimitadas por los hechos siguientes: llegada de los Hermanos a La Orotava, testamento del Fundador, República y Guerra Civil españolas y salida poco airosa del instituto de los HH. de La Vi­lla.

Al margen del planteamiento científico y metodológico del tema en cuestión, la labor educativa de los Hermanos al frente del San Isidro y espe­cialmente, su salida de La Orotava, ha estado siempre envuelta en una nebu­losa de mitología, de lucha de «buenos y malos», de búsqueda del culpable,

25 A.A.O., ibidem, doc. n.° 16. El inventario encierra el interés de poder conocer por dentro las características de un centro escolar secundario a principios del siglo XX, ai ofrecer en detalle la lista de los objetos docentes y el mobiliario escolar utilizados. Además, al ser los enseres peda­gógicos propiedad del municipio, irían pasando con posterioridad y de forma sucesiva a otras ins­tituciones, escolares que se fueron creando en la Villa, de tipo público y privado, como fue el caso del colegio San Isidro o, más tarde, la Escuela graduada de La Orotava.

26 A.A.O., ibidem, doc. n.° 12 citado en la nota 20.

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del empleo de argumentos encontrados y, frecuentemente, interesados, de mucha pasión y poco estudio clarificador.

Afortunadamente, en estos momentos, después de un intenso estudio de la documentación existente en torno al tema, y aún a la espera de las reacciones de todo signo y estudios complementarios que se generen, ya estamos en condiciones de adelantar la exposición, de una manera siste­mática, de las lineas fundamentales de la historia del Colegio San Isidro, desde su inauguración en enero de 1909, a la salida de los Hermanos y consiguiente cierre temporal del Colegio en una noche del mes de julio de 1941

4.1. Inauguración y primera etapa del San Isidro (1909-1916)

Dos hechos vitales delimitan esta primera etapa del Colegio: la apertura solemne del colegio San Isidro, el 17 de enero de 1909, y el apoyo sólido y la nueva planificación escolar que trajo consigo la aplicación del testamento del Fundador, otorgado el l.° de mayo de 19161 2.

Después del cierre del colegio Taoro, era evidente la carencia existente en La Orotava de una institución educativa dedicada a impartir la enseñanza secundaria. Desde 1906 hemos podido detectar pasos concretos tendentes a implantar un colegio de segunda enseñanza en La Orotava, que tomarían cuerpo con la formación de la primera Junta Administrativa encargada de traer a la Villa al Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas. Dicha Junta estaba compuesta por los señores siguientes:

1 Desde el curso 1978-79 hemos venido elaborando una amplia investigación que lleva por título Enseñanza y sociedad en La Orotava. El Colegio San Isidro de los Hermanos de las Es­cuelas Cristianas (1909-1941), que esperamos pueda ser publicado en un espacio corto de tiem­po. Es un estudio a partir de fuentes documentales, inéditas, con el que esperamos queden contes­tadas buena parte de las incógnitas y malentendidos que, tradicionalmente, han envuelto a dicha institución escolar, así como a la salida de la congregación de las Escuelas Cristianas de La Orota­va. En dicha investigación, además, elaboramos la historia del Colegio en sus diversas etapas, mientras estuvo a cargo de los Hermanos de las EE.CC., y, al mismo tiempo, realizamos un am-' plio estudio pedagógico de la actividad educadora de éstos al frente del San Isidro. Por consi­guiente, y a la espera de dicha publicación, en esta ocasión sólo hacemos un avance de nuestra investigación que no impida considerar inédito al conjunto del trabajo que, insistimos, aspiramos dar a conocer lo más pronto que sea posible.

2 Escritura de testamento otorgada por D. Nicandro González Borges en favor del Colegio de San Isidro Labrador de esta Villa y otros, el I.° de mayo de 1916, ante D. José Romero de Castro, notario del Ilustre Colegio notarial de Las Palmas con residencia en La Orotava. Archivo del Patronato de la Fundación San Isidro Labrador (En adelante; A.F.I.L.) y A.A.O. y Archivo del Instituto de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (En adelante; A.I.E.C.).

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Presidente: D. Tomás Salazar y CóloganVice-presidente: D. Fernando Méndez y LeónTesorero: D. Juan Cullen y MachadoSecretario: Vice-secretario:

D. Lorenzo Machado y Benítez de LugoD. Ismael X. de la Guardia

Vocales: D. Manuel Martínez y RodríguezD. Serafín Celerrio y Hernández D. Juan StirlingD. Luis Llarena y Monteverde3

Después de una serie de contactos fructíferos entre la Junta Administra­tiva y los Hermanos, se llegó a la firma del contrato que obligaba a ambas partes. De preparar todo lo relacionado con el mobiliario y enseres escolares, de las habitaciones de los Hermanos, así como de la administración del Cole­gio, se encargaba la Junta; los Hermanos, por su parte, se comprometían a impartir, «una esmerada instrucción religiosa, una completa enseñanza pri­maria superior con nociones de Comercio, Ciencias, Agricultura y un idioma a elección de la Junta»4.

Aunque la fecha de apertura oficial del Colegio fue fijada, en un primer plano, para el 1.° de octubre de 1908, las tareas de la búsqueda del local apro­piado para impartir las clases y su acondicionamiento correspondiente, se re­trasaron bastante, y sólo pudo ser abierto al público después de su inaugura­ción, el 17 de enero de 1909, con un solemne acto religioso y académico, en el que pronunció un importante discurso D. Tomás Zerolo5.

En esta primera etapa del Colegio hay que resaltar que, si bien el San Isi­dro empezó siendo únicamente una institución de primera enseñanza, pronto empezaría a impartir también las asignaturas de segunda enseñanza, debido a la presión ejercida ante los Hermanos por la Junta Administrativa y otras ins­tituciones y personas significativas de la vida local.

El testamento de Nicandro González Borges que, básicamente, dejaba los medios económicos necesarios para levantar un edificio escolar de notables dimensiones para que fuese sede del San Isidro Labrador, iba a traer consigo el asentamiento de la continuidad del colegio de educación secundaria más estable de toda nuestra historia, a pesar de los numerosos problemas que fue necesario ir resolviendo.

3 A.I.E.C., Histórico de La Orotava, primer cuaderno, pág. 4 (la numeración es nuestra).4 Convenio entre la Junta de la Villa de La Orotava (Tenerife) y el Instituto de los Herma­

nos de las Escuelas Cristianas. Mss., A.I.E.C.5 ZEROLO, T.: Discurso inaugural del Colegio de San Isidro, pronunciado por T. Zerolo.

Santa Cruz de Tenerife, Imprenta de A.J. Benítez, 1909.

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4.2. La fundación del San Isidro Labrador. Segunda etapa del Colegio (1916-1936)

Aunque el testamento del Fundador no es, obviamente, un texto de in­tencionalidad pedagógica, de su lectura se desprenden algunos principios bá­sicos que debían llevarse a la práctica en el establecimiento escolar a instituir, si se deseaba cumplir la voluntad del testador. Entre dichos principios pode­mos destacar los siguientes: instrucción y educación basadas en la religión cristiana, prioridad a la enseñanza de la agricultura, relativa gratuidad a los niños pobres, administración económica absolutamente en manos del Patro­nato, asuntos educativos y régimen interno del Colegio a cargo de la Institu­ción de los Hermanos de las Escuelas Cristianas6.

Si hubiese que destacar sólo dos ideas en el testamento de D. Nicandro, de los que despertarían más polémica en el proceso de desarrollo futuro del Colegio, ellos serían, en primer lugar, el poder omnímodo que se le concede a la Junta de Patronato constituida básicamente por miembros de la aristocra­cia local, que nombraban como sustitutos siempre a personas de su mismo grupo social, y, en segundo lugar, la insistencia que se observa en la enseñan­za de la agricultura, que luego no sería adecuadamente cumplida.

El colegio San Isidro Labrador no se instaló en su nueva sede de Nican­dro González Borges hasta julio de 1919, previéndose la inauguración para octubre del curso 1919-1920. Sin embargo, las obras del edificio continuaron durante mucho tiempo aún, siendo definitivamente acabadas sólo en la etapa posterior a la salida de los Hermanos de La Orotava 7.

En este período que estamos analizando, no se registran hechos destaca- bles de primera magnitud. El colegio San Isidro Labrador se convierte en la institución de segunda enseñanza más estable y sólida del Valle de La Orota­va, reconocida oficialmente su enseñanza y dependiente del Instituto de Ca­narias y a él acudían alumnos de lugares diferentes dentro de su área geográ­fica, a pesar de la existencia de colegios no reconocidos oficialmente en el Puerto de la Cruz y en Icod, por ejemplo.

La etapa 1931-1936 iba a traer consigo dificultades importantes para la enseñanza religiosa, pero en ningún momento se produjeron incidentes gra­ves entre la administración republicana y el colegio San Isidro de La Orota-

6 Escritura de testamento..., op. cit. Las cláusulas relacionadas en mayor o menor grado con el campo de la enseñanza son las que llevan los números: 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16 y 19.

7 En el actual archivo del Patronato de la Fundación San Isidro Labrador, existen una serie de documentos y libros de registros que permiten rehacer perfectamente todo lo relacionado con la construcción del edificio colegial y las reformas que, progresivamente sufriera.

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va8. De hecho, a pesar de que los republicanos saben que los Hermanos, ves­tidos de paisano, siguen dirigiendo el Colegio e impartiendo clases, a pe­sar de la prohibición existente, aunque utilicen como pantalla a una serie de antiguos alumnos diplomados, no se produjo ninguna medida en su contra, y aquéllos permanecerían durante toda la etapa al frente del Colegio. Más aún, hemos detectado que los actos religiosos y piadosos no sólo se siguen cele­brando, sino que se aprecia un significativo aumento en su número, mientras los Hermanos seguían siendo invitados a los actos oficiales, civiles y milita­res, que se celebraban en la localidad.

Sólo en los últimos meses de la República se elaboró un plan definitivo de estrangulamiento del San Isidro, abriendo las suficientes escuelas públicas y un Instituto de Segunda enseñanza en La Orotava, que incluso llegó a ser aprobado, pero que la insurrección militar del 18 de julio de 1936 evitó que fuera llevado a la práctica.

En contra de lo que se ha dicho alguna vez, el Instituto de los Hermanos de la Escuelas Cristianas en su comunidad de La Orotava, no mantuvo nunca una posición republicana, si bien tampoco se observa en sus manifestaciones externas una actitud especialmente beligerante frente a ella. No es de extra­ñar, sin embargo, que los Hermanos tomasen inmediatamente partido por la sublevación militar, y que, incluso, se ofrecieran voluntariamente para con­tribuir a la defensa de Tenerife, si fuera atacada por la «armada roja»; «...de acuerdo con la comunidad ofrecía los servicios de los HH. en el caso que el ataque realmente se realizara»9. Al fin y al cabo, una vez más en nuestro país, se hacían realidad las palabras del poeta: «La espada y la cruz de nuevo -triste recuerdo de España- se han juntado».

4.3. Hacia el cierre del Colegio San Isidro Labrador y el abandono de los Hermanos de la comunidad de La Orotava (1936-1941)

El progresivo deterioro de las relaciones entre los Hermanos y el Patro­nato debido a la escasez económica que aquéllos soportaban y a la, segura­mente, inadecuada administración de los bienes de la Fundación, por parte de la Junta, agravado todo por la falta de personal del Instituto debido a los estragos de la Guerra y a la repatriación de miembros extranjeros, hacían pre- pre

8 En el mes de noviembre de 1932 ocurrieron los únicos ligerísimos incidentes que su­friera el colegio en la etapa republicana, consistente en la rotura de algún cristal y en e! lanza­miento de algunos cohetes, sin mayor daño para personas ni para el edificio escolar. A.I.E.C., Histórico del San Isidro de La Orotava. Cuaderno V.

9 A.I.E.C., Histórico..., ibidem, págs. 68-69.

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sumir la radicalización de posturas y un desenlace negativo para la educación y la cultura del Valle.

A comienzos del curso escolar 1936-1937, se dejaron de impartir las cla­ses correspondientes a los cursos 3.° y 5.° de bachillerato, por falta de perso­nal, aunque volverían a ser reanudadas en noviembre de 1937. Pero, de nue­vo a comienzos del curso 1939-1940, se suprimieron definitivamente varios cursos del bachillerato, lo que trajo consigo «la animadversión reinante en el pueblo contra la Junta y contra los Hermanos»i0.

A la escasez económica que sufrían los Hermanos y a la supresión de va­rios cursos del bachillerato, debido a la falta de personal, se unta el deterioro de las relaciones entre la Junta y los Hermanos: «La familia del Sr. Presidente del Patronato propala especies en disfavor de los Hermanos, con miras a sem­brar en la opinión pública... la animadversión contra nosotros. Y no ha sido un hecho aislado sino repetido»11.

Pero, el documento crucial de esta etapa fue el informe emitido el 21 de enero de 1940 por el Consejo de Comunidad de La Orotava en el que, de una forma rotunda, se aconseja dejar el San Isidro Labrador debido, fundamental­mente, a la escasez de personal y a la deficiente situación económica de los Hermanos. La decisión parece estar ya tomada, como lo revela con total cla­ridad el siguiente párrafo de la carta del Visitador al director del San Isidro Labrador: «... debiendo ser su tendencia de Vd. poner obstáculos a nuestra permanencia en La Orotava. Delicadamente, sin precipitaciones, tienda Vd. a romper el lazo...»I2.

Finalmente, el 16 de julio de 1941, se produjo la salida definitiva del Ins­tituto de los HH. de las EE. CC. de La Orotava, de una manera bastante dife­rente a como había entrado en aquella lejana fecha de enero de 1909: «Sin ruido, salió de madrugada la comunidad...»13.

Con posterioridad, en la etapa 1941-1948, se hicieron nuevos intentos por parte de particulares antiguos alumnos y la propia Junta del Patronato, conducente a la vuelta de los HH. al colegio San Isidro, sin que rindieran el resultado apetecido. A pesar de ello, cuando en el verano de 1948, los Sale- sianos estaban a punto de encargarse del San Isidro, los Hermanos de las EE. CC., sorpresivamente, manifestaban que seguían aspirando a volver a La

10 A.I.E.C., ibidem, Cuadeno VI, págs. 5 y 6.11 Ibidem, pág. 7.12 Ibidem, págs. 12 y 13. Atiéndase a la temprana fecha del documento, más de un año antes

de la definitiva salida de los Hermanos de la comunidad de La Orotava, en la que, como se puede observar, estaba ya prácticamente tomada la decisión, que sólo se efectuaría con posterioridad, cuando las medidas de presión realizadas ante el Patronato no obtuvieron el fruto apetecido.

13 Es el último apunte que aparece en el Cuaderno n.° VI de la Crónica del San Isidro. A.I.E.C.

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Orotava14. Con la intervención de los superiores generales de ambas congre­gaciones quedó zanjado el problema, llegándose a un total acuerdo para que fueran los Salesianos los que se hicieran cargo, finalmente, de llevar a la prác­tica las actividades escolares previstas por la Fundación San Isidro Labrador.

4.4. Valoración histórico-pedagógica del Colegio San Isidro (1909-1941)

No es fácil trazar en pocas líneas una valoración real y eficaz, de una ins­titución que permaneció abierta al público, impartiendo enseñanza, durante un período tan dilatado de tiempo.

La única manera de hacer un balance de la rentabilidad educativa y cul­tural del San Isidro en la etapa 1909-1941, sería el elaborar las listas de todos y cada uno de los alumnos que pasaron por el centro, estudiando la cualifíca- ción académica y la categoría social y económica alcanzada por los mismos. Aunque no nos parece éste el único camino ni, desde luego, el más idóneo (existen toda una serie de aspectos educativos de la mayor importancia, que no serían analizables de esta manera), sí que podría ser un indicador de prime­ra magnitud que nos llevaría a una evaluación fidedigna del servicio prestado a la cultura del Valle por la institución de los Hermanos de las Escuelas Cris­tianas.

De momento podemos decir que, a pesar del rigor que se observa en la conducción del proceso de enseñanza y aprendizaje, por otra parte, lógico y coherente con la práctica educativa de aquellos momentos, introdujeron en­tre nosotros actividades didácticas propias de una escuela no estrictamente tradicional, entre los que podemos destacar, la preocupación científica y di­dáctica de los Hermanos, las prácticas de laboratorio que se realizaban, la en­señanza profunda de un idioma extranjero, y la tendencia al carácter realista y práctico de toda la enseñanza impartida. Por lo demás, no resultará sor­prendente decir que la enseñanza religiosa y moral ocupaba lugar prioritario, que la disciplina era severa, y que se procuraba fomentar vocaciones religio­sas entre los alumnos mejor dotados y capacitados.

14 Esto podía indicar, al menos, dos hechos relacionados entre sí. En primer lugar, que los Hermanos se encontrasen en esos momentos con los necesarios medios personales para hacer frente a la reanudación de su vinculación con el San Isidro. Y, en segundo lugar, a que lo que po­dríamos denominar la «base» de los Hermanos seguía aspirando a volver a La Orotava, y no se hacia a la idea de perder la posibilidad de regresar que se le planteaba. En todo caso, la decisión de la superioridad tomada en Roma, iba a zanjar jurídicamente el problema, pero, por lo que he­mos podido detectar entre los miembros de la congregación testigos de aquellos hechos, la deci­sión final tomada sin consultar como era costumbre, no fue nada bien recibida por ellos, aunque, obviamente, fuera obedecida. Esta reacción de los Hermanos puede ser también detectada a tra­vés de la documentación existente en el A.F.I.L.

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En cuanto a las verdaderas causas de la salida de los Hermanos de La Orotava, los estudios de la documentación existente realizados hasta ahora nos permiten afirmar que los argumentos tradicionalmente esgrimidos son, cuando menos, bastante pobres y demagógicos. En nuestra opinión, sin des­cartar la decisiva intervención de los miembros del Patronato en el cierre del Colegio en 1941, debido a su escasa visión de futuro, y al más que discutible comportamiento que adoptaron ante los Hermanos, a los que, quisiéranlo o no, estrangularon económicamente, sin buscar soluciones alternativas, tam­bién es cierto que el Instituto se marchó de La Orotava por su propia volun­tad, debido a la escasez de personas, miembros de la congregación, que, efec­tivamente, pudiesen hacerse cargo de la comunidad villera y de la imparti­ción, especialmente, de las clases del bachillerato que exigían el contar con un personal cualificado del que, a todas luces, carecíanl5.

5. EL COLEGIO «FARRAIS»

Los tres establecimientos de enseñanza que más fuertemente han calado entre la gente sencilla del pueblo y en buena parte de las clases medias de La Orotava, han sido, según todos los indicios: el Colegio San Isidro de los Her­manos de las Escuelas Cristianas, el Colegio Farrais y la Academia de D. Ino­cencio Sosa. Las razones de la especial predilección de dichos grupos sociales hacia los citados centros escolares, son bastante complejas y no es este el lu­gar para entrar en su análisis. Baste recordar que todos ellos tuvieron un des­enlace poco feliz que, en bastantes ocasiones, actúa de catalizador de afecti­vidad hacia lo perseguido.

Aunque, a veces, se considera al Colegio Farrais como una institución que impartió únicamente la enseñanza secundaria, en realidad, se ocupaba de am­bas enseñanzas, es decir, de la primaria y de la secundaria al mismo tiempo.

5.1. El cierre temporal de San Isidro, permite el auge del «Farrais»

Cuando D. Manuel Farrais estableció el colegio que llevó de nombre su primer apellido en La Orotava, en 1940, llevaba tras de sí una larga experien-

15 En la investigación a la que nos referíamos en la nota 1.a de este apartado, utilizamos toda la documentación que, a nuestro juicio, prueba ampliamente la veracidad de nuestras afirmacio­nes. En todo caso, tanto aquella investigación como este trabajo, entran dentro de lo que se po­dría denominar un análisis científico histórico-educativo, apartado por completo, por lo tanto, de la crítica fácil y de la demagogia, y utilizando siempre fuentes bien contrastadas.

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cía como docente, y había fundado un centro escolar en la Zamora, a la en­trada de Los Realejos, de donde procedía cuando se instaló en la Villa.

M. Farrais había nacido en La Perdoma, en donde realizó sus estudios primarios, ingresando con posterioridad en el colegio de los Hermanos de las Escuelas Cristianas de La Orotava. Allí fue captado por la Institución y en­viado al noviciado de Pont’Inca, ejerciendo como profesor hasta que se pro­dujo su salida de la congregaciónl.

A pesar de haber dejado el Instituto de los HH. de las EE. CC., en unos momentos en que tales deserciones se producían de manera esporádica, las relaciones entre D. Manuel y los miembros de la congregación de La Orotava no fueron, al parecer, especialmente difíciles. Así, cuando los Hermanos deja­ron de impartir varios cursos de bachillerato, los alumnos que aspiraban a en­trar en ellos, al no poder hacerlo, pasaron al colegio Farrais, salvo los que empezaron a asistir a las clases de D. Ignacio Llarena o salieron a estudiar fuera de la Villa2.

Precisamente en el curso 1940-41, los Hermanos se vieron obligados a echar mano de un licenciado del Farrais, para poder justificar la existencia en el San Isidro de dos licenciados responsables de la enseñanza secundaria im­partida, número mínimo exigido por la ley vigente en esos momentos3 * 5.

Pero, lógicamente, el verdadero auge del Farrais se produjo al final del curso 1940-1941, con la salida de los Hermanos de La Orotava de forma defi­nitiva. Si bien hay que decir de inmediato que se trató de un auge momentá­

1 D. Angel Vilbazo, maestro del Farrais y secretario del centro a partir de la muerte de D. Manuel, ha dicho sobre este particular. «Haciendo honor a esa máxima que afirma que «el per­manecer en el error es de necios y el rectificar es de sabio», D. Manuel, no encontrando salida a sus aspiraciones en dicha comunidad, colgó los hábitos, como vulgarmente se suele decir, y aban­donó esta Institución para realizarse como enseñante en otro sitio por su propia cuenta». «La es­cuela Farrais», en El Aguijón, Boletín de la Asociación Cultural del Valle, año 2.°, n.° 7, 1979. La Orotava.

2 Hemos encontrado registrado en La crónica del San Isidro, Cuaderno VI, la mención delos éxitos de Farrais, que, según los Hermanos, «preparó muchos alumnos de este Colegio paralos exámenes de septiembre y ve muy acrecentada su matrícula de alumnos en todo el Valle». También, en la misma fuente, es posible leer la noticia de que D. Diego Llarena, «poco conforme con la coeducación del Colegio Farrais», se encargaba de recoger a los alumnos de 4.° curso en adelante, dándole clase en las propias aulas del San Isidro: «...sólo reúne diez o doce; después de mucha insistencia y contando con el apoyo de la Junta, nos arranca dos salas para poder darles clases en nuestro Colegio». A.I.E.C., Cuaderno VI.

5 El 26 de diciembre de 1940 se recibía en el San Isidro la denegación de la solicitud hecha ante el Colegio de Doctores y Licenciados, a fin de que el San Isidro Labrador funcionara con un sólo licenciado: su director, el H. Guillermo. Félix. Como solución se llegó al arreglo amistoso de que D. Alvaro Calero de Vera, antiguo alumno de los HH. en La Laguna, firmara como profesor del San Isidro y, a cambio, el H. director firmaría como profesor del Colegio Farrais. A este res­pecto, en La crónica del Colegio San Isidro, Cuaderno VI, se puede leer: «El H. Director después de superadas graves repugnancias se decide también a figurar como profesor, y a cambio del Sr. Calero, en dicho colegio Farrais». A.I.E.C.

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neo, porque las fuerzas más conservadoras y reaccionarias del pueblo no ce­sarían de luchar ni un momento por conseguir cerrar el Colegio que, en algún momento fue calificado de «masón», «rojo» y «ateo», cuando, parece confir­mado, no existían razones de peso para fundamentar tales calificativos4.

Entretanto, desde su instalación en La Orotava, D. Manuel Farrais había pedido al Ministerio de Educación Nacional la clasificación del centro que había fundado como «reconocido legalmente por el Estado», que sólo le sería concedida un año y medio después de su petición5.

5.2. Enseñanza y sociedad en La Orotava, a través de las vicisitudes del «Farrais»

Como no es difícil suponer, la enseñanza impartida en el colegio funda­do por D. Manuel era totalmente ortodoxa, adecuándose a la normativa legal vigente, y a las líneas ideológicas básicas del régimen salido de la Guerra Ci­vil. Sin embargo, existían dos características en el Farrais que lo convertirían en «francamente peligroso» para la educación de la juventud: la convivencia entre alumnos procedentes de clases sociales diferentes, y la asistencia, en un primer momento, de niños y niñas junto en las mismas aulas.

En el curso 1941-1942, fue reconocido legalmente el Colegio Farrais, pero sólo el correspondiente al sexo masculino, teniendo que tramitarse de nuevo el reconocimiento del femenino, debido a las directrices del ministro Ibáñez Martín. De esta manera, una decisión ministerial obviaba uno de los problemas a los que nos referíamos antes.

El problema social fue de más difícil solución. En realidad, sería más co­rrecto decir que no tuvo solución posible alguna y fue una de las causas fun­damentales, seguramente la más importante, que dieron al traste con el cole­gio Farrais en 1956. 4 5

4 El citado D. Angel Vilbazo, explica así la situación que el mismo viviera: «Un aristócra­ta..., indignado por la «situación epidémica» que el Colegio representaba da la orden de acabar con el Centro de una vez por todas y cueste lo que cueste. Orden que fue muy bien recibida por el Clero que ya había ocupado dede 1948 el Colegio de San Isidro y desde él lanza una octavilla, -repartida casa por casa-, alarmando a las familias en general y a las de los alumnos en particular y previniéndolas en contra de los rojos y masones que desde Farrais extendían el ateísmo y demás ismos... De nada servía el que en Farrais convivieran hombres y mujeres de distintos credos y que en concreto la Directora y la mayoría de los profesores fueran católicos». «La escuela Farrais», art. cit.

5 A.A.O. Expediente relativo al Colegio Farrais de segunda enseñanza de esta Villa. Años 1940-1956, docs. 1 y 2 (la numeración y la ordenación de los documentos de este expediente es de nuestra responsabilidad). También, «La Escuela Farrais», art. cit.

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El clasismo crónico de La Orotava no fue solucionado de manera eficaz, si es que se intentó en algún momento, por el nuevo régimen político. Los grupos más o menos numerosos que se empezaron a formar con posteriori­dad, que correspondían a un capa social situada entre la clase trabajadora y la aristocrática, cliente potencial de la enseñanza secundaria, no se mostraban demasiado dispuesto a permitir que sus hijos frecuentaran los mismos cole­gios u compartiesen las mismas aulas que los hijos de las clases trabajadoras, «llamados por su extracción social a ocupar puestos no cualificados o con es­casa cualificación6.

5.3. Los alumnos del Farrais

¿Cuál era la extracción social del alumnado del Colegio Farrais? Cuando en diciembre del año 40, Farrais intenta canjear la ayuda de ¡250 pesetas! que le ofrece el Ayuntamiento de La Orotava, por el fluido eléctrico que pudiera consumir el Colegio, informa de no recibir ayuda de ninguna otra institución, así como de la imposibilidad en la que se encuentra de elevar las cuotas men­suales de su alumnos, porque, de hacerlo «...imposibilitaría el estudio de la mayor parte de los alumnos, que casi todos son de posición económica muy poco desahogada»7.

En el.curso 1940-1941, Farrais había conseguido que cada alumno le «costase» haciendo muchas economías, unas veinte pesetas mensuales; si bien, en el curso 1942-1943, anuncia que los gastos de un alumno libre son de 700 pesetas anuales, incluyendo todos los gastos, hasta 400 pesetas anuales pagaderas en mensualidades de una décima parte cada vez. Los alumnos que hubieran solicitado y obtenido matrícula gratuita sólo abonarían 300 pesetas al año. Es decir, se observa la tendencia del fundador y director a dar facilida­des a los menos pudientes, a fin de que pudieran asistir al Colegio.

En el curso 1941-1942, al no existir ya el colegio de San Isidro Labrador, por la marcha de los Hermanos, los maestros de la escuela graduada de La Orotava solicitaron el ingreso de varios alumnos y alumnas en el colegio Fa­rrais, que fueron admitidos y «obtuvieron buenos resultados en sus estudios». De entre ellos el Ayuntamiento concedería ayuda económica a los siguientes: Félix Calzadilla Ramos, Aniana Concepción González y González, Francisca Correa Concepción, Aurora Quintero Edodey, Victoria Gutiérrez Hernández

6 En palabras de D. Angel Vilbazo, «Una nueva situación educativa se creó en el Colegio Farrais; en él convivían juntos alumnos de las clases medias y medias-altas con-chicos de las cla­ses más humildes, más desfavorecidas». «La escuela Farrais», art. cit.

7 A.A.O., Expediente... Colegio Farrais, doc. n.° 1.

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y Carmen Hernández Expósito, «en virtud de que las indagaciones que he practicado, resulta que los mencionados estudiantes son merecedores de ayu­da por su aplicación y por carecer de recursos sus padres para sufragar los gastos de sus estudios»8.

También en el curso 1941-1942, D. Manuel Farrais, siguiendo las direc­trices del Ministerio de Educación Nacional, se vio obligado, como hemos di­cho anteriormente, a separar a los alumnos de ambos sexos en dos colegios distintos, con el consiguiente aumento de gastos y multiplicación de funcio­nes. Ante tal situación, el director pone en conocimiento de la Alcaldía que, de no recibir pronta ayuda, el Colegio «se vería obligado a morir y a quedarse La Orotava sin centros de enseñanza media»9.

5 A. Situación económica insostenible

La situación socio-económica nacional después del conflicto bélico y el interés de D. Manuel por aceptar alumnos en régimen de gratuidad, además de los preceptivos, hacían que el colegio Farrais estuviese frecuentemente en «números rojos» al final de cada curso escolar.

En el curso 1941-1942, el déficit mensual se elevaba a 800 pesetas, según revelaba el director en su instancia-informe al Ayuntamiento de La Orotava solicitando una subvención económica que, al menos, lo enjugara10.

Por lo que sabemos, las personas que, sucesivamente, estuvieron al frente de los destinos del Ayuntamiento villero, nunca se mostraron generosas con el colegio Farrais, ya fuese por imposibilidad económica real, ya por hostili­dad hacia dicha institución escolar o hacia sus profesores, o> quizá, por ambas razones11.

5.5. Profesorado

En el período que en esta ocasión estudiamos, durante el que D. Manuel se encontraba dirigiendo su fundación docente, daban clase en el Colegio seis

8 Ibidem, docs. 3 y 3 bis.9 Ibidem, doc. n.°4.

10 Ibidem.11 Todos los datos que hemos podido reunir al respecto apuntan hacia una manifiesta hosti­

lidad contra el Colegio Farrais, por parte de los grupos sociales aludidos y la administración lo­cal. De hecho, baste recordar que el Ayuntamiento de La Orotava subvencionaba al Colegio Tao- ro, a finales del siglo XIX, con la cantidad de 1.000 pesetas, mientras que en los años 40 del siglo XX, se pretendía «ayudar» al Farrais con ¡250 pesetas! D. Angel Vilbazo, en el artículo tantas ve­ces mencionado en este apartado, cuenta la respuesta que recibió del entonces, interventor del Ayuntamiento de La Orotava, al solicitar ayuda económica para el Centro: «Para el Colegio Fa­rrais no hay ni un céntimo».

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licenciados, un número variable de horas cada uno: D. Alvaro Calero de Vera, D. Inocencio Font Tullot, D. Emilio González Díaz de Celis, Dña. Ma­ría Teresa Herrera Hernández, Dña. Amparo Blasco Alonso y D. Manuel Fa- rrais González, que figuraba, además, como director del Centro; dos maestros D. Angel Vilbazo de Dios y D. Alfonso Carrillo Hernández. De la dirección espiritual del Colegio y de las clases de religión correspondientes se encarga­ban el párroco de la Concepción, D. Jesús Cabrera Medina y el paúl Padre Corbato. El profesor de dibujo era D. José Perdigón Hernándezl2.

5.6. El Colegio Farrais a partir de la muerte del fundador

A la muerte del fundador se hizo cargo de la dirección del Colegio Fa­rrais, la licenciada en Ciencias Químicas Dña. María Teresa Herrera, profe­sora del Centro. La nueva directora en una instancia elevada a la Comisión Gestora del Ayuntamiento de La Orotava, en junio de 1943, vuelve a insistir en el inminente peligro de cierre que se cernía sobre el Colegio, de no pres­társele una ayuda económica inmediata: «Al hacerme cargo de dicha Direc­ción he podido comprobar que existe eminente peligro de que toda la labor realizada -fecunda labor educativa con que cuenta actualmente La Orotava- se vea anulada por falta de una ayuda económico-oficial»13. Según hace cons­tar la directora del Farrais, el déficit asciende ya a 1.300 pesetas mensuales.

Muerto D. Manuel se encargó de la regencia del Colegio el maestro D. Angel Vilbazo; pero que la enemiga de los grupos conservadores no era en es­pecial contra el fundador, lo demuestra el hecho, constatado por el propio Vilbazo, de que a partir de ese momento «...se lanzará contra el Colegio Fa­rrais, desde todos los ángulos, -oficial y extraoficial-, una campaña de des­trucción y aniquilamiento... Al abandono oficial se unieron las fuerzas de esos pilares que sustentan la explotación del hombre por el hombre, -el dine­ro y la ideología reaccionaria-, encamados en esta ocasión en la aristocracia y eidero...»14.

6. CONCLUSION

Los tres establecimientos escolares de los que hemos tratado en esta oca­sión, pueden ser ejemplo significativo de la enseñanza impartida en la Villa

12 A.A.O, Expediente... Colegio Farrais, doc. n.° 4 bis.13 Ibidem, doc. n.° 714 «La escuela Farrais», art. cit.

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de La Orotava en los últimos años del siglo XIX y los primeros cuarenta años del siglo XX. Si analizamos los contenidos allí impartidos, sabremos aproxi­madamente qué tipo de aprendizaje tuvieron los alumnos allí instruidos, que luego engrosarían los grupos socio-económicos de las «clases medias» orota- venses; si tenemos en cuenta la ideología religiosa y social enseñada y defen­dida, sabremos también, aproximadamente, qué concepción de la vida, el hombre y el mundo profesarán los alumnos que se formaron en dichas insti­tuciones; y, finalmente, si mantenemos un proceso de seguimiento de aque­llos alumnos en su vida profesional, observaremos que los colegios menciona­dos formaron a nuestra clase media y, también, a un número siempre bajo aunque significativo, de muchachos procedentes de familias humildes.

En definitiva, es imposible hacer cualquier estudio sobre la realidad oro- tavense del siglo XX, sin tener en cuenta la evolución de las instituciones es­colares que en ella han existido, y existen, impartiendo el saber, los conteni­dos ideológicos, científicos y profesionales y una actitud ante la vida.

Pero, para analizar con la necesaria e ineludible objetividad este capítulo de nuestra historia escolar, es preciso no perder de vista el resto de factores (social, económico y político) que influyen siempre y en cada momento en el hecho educativo, así como nuestra pertenencia a una nación y a una zona geográfica determinada.

Los tres colegios estudiados tienen en común el hecho de haberse dedica­do a un tiempo a la instrucción de la enseñanza primaria y secundaria. Si bien, mientras el San Isidro fue un colegio dirigido y controlado por religio­sos, y el Taoro, en su primera etapa, fundado y dirigido por un clérigo, el Fa- rrais tuvo una dirección más laica, a pesar de que las circunstancias políticas en las que surgió le hicieran conceder un lugar privilegiado a la asignatura de religión, y de que dos clérigos formaran parte del claustro de profesores.

Se aprecia en el estudio de la evolución de la enseñanza en los tres cole­gios, un aumento progresivo, aunque no masivo, del número de alumnos de segunda enseñanza, a medida que el progresivo desarrollo socio-económico permitió un cierto crecimiento de efectivos humanos, en este nivel de la ense­ñanza tradicionalmente clasista y elitista. En este aspecto, hay que mencionar que el Ayuntamiento de la Villa aportó siempre alguna cantidad de dinero para becas, a la que concurrían alumnos pobres que demostraran tener apti­tudes para el estudio, promocionando así a algunos alumnos que, de otra ma­nera, nunca hubieran podido acceder al bachillerato e, incluso, a la universi­dad. Pero, en honor a la verdad, hay que decir que tales ayudas eran escasísi­mas en número, teniendo en cuenta las necesidades populares y el principio de igualdad de oportunidades.

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