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Odisea Cristiana | Agosto 2015 1

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Odisea Cristiana | Agosto 2015 1

2 Comunión de Gracia Internacional

CONTENIDO EDITORIAL Pensar a nivel internacional, 3. ¿Dónde está la verdadera iglesia de Dios hoy?, 5.

¿Quién es Dios?, 9. La Oración: escuchar y respon-der a Dios, 12 REFLEXIONES TRINITARIAS Un tesoro en el campo, 16.

Contagio y Sanidad en el Contacto, 19 CONSEJOS PARA JÓVENES ¿Cuáles son tus metas?, 23.

NOTAS DE AMOR PARA PAREJAS Un juego que siempre perdemos, 24

EXPLORANDO LA BIBLIA La vida después de la caída, 26

CON FRECUENCIA NOS PREGUNTAN ¿Qué enseñan acerca de la evo-lución, 26 SALIENDO DEL LEGALISMO

Las leyes del Antiguo Testamen-to antes de Moisés, 27

Las mujeres en la Biblia, 31 EN COMUNIONDEGRACIA.ORG

Comparte el amor de Dios [Video subtitulado] La verdadera historia de Abraham [Video subtitulado]

No tengas miedo a morir

NÚMERO 54 AGOSTO 2015

Odisea Cristiana es publicada por Comunión de Gracia Internacional. Copyright©2015. Presidente: Joseph Tkach.

Directores de Misiones Hispanas: Centro y Sur América: Héctor Barrero. EEUU y México: Lorenzo Arroyo. España: Pedro Rufián. Editor: David E. Ágreda. Suscripciones son enviadas electró-nicamente por email. Suscríbase en: http://comuniondegracia.org/suscribirse CONTÁCTENOS: Argentina: Olavarría 4543, (1842) Bo Las Flores, Monte Grande- BA. email: [email protected] Tel. (011) 4295-1698. Colombia: Calle 49 #26-11 Galerías, Bogotá. Teléfono: 314 2825. Chile: Casilla 11, Correo 21, Santia-go. El Salvador: Final Senda 3 Oriente No. 23. Los Girasoles, San Tecla. Web: sansalvador.gcichurches.org/ España: Apdo. 185, 28600 Navalcarnero, Madrid. Tel. 91 813 67 05 ó 626 468 629 Web: comuniondelagracia.es Estados Unidos: P.O. Box 5005, Glendora, CA 91740-5005. Honduras: Apartado 20831, Comayagüela. México: Web:comuniongracia.org.mx Perú: Web: comuniondelagracia.pe

Resto del mundo: gci.org/churches web: http://comuniondegracia.org email: [email protected] facebook: ComuniondelaGracia twitter: @comuniongracia PORTADA: Congregación de la Co-munión de Gracia Internacional en Ezeiza, Argentina.

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Pensar a nivel internacional ee Berger dirige un ministerio conocido como Cruzando Fronteras. Todo comenzó

cuando un grupo que nunca ha-bía hecho misiones internaciona-les decidió viajar a México y ver qué podían hacer para apoyar a sus hermanos y hermanas en Cristo. La congregación de Lee está en Texas - no lejos de la frontera mexicano-estadounidense. Debido a esto, tienen una nueva forma de mi-siones internacionales: ¡el viaje de un día!

Cruzan la frontera cada día duran-te una misión de una semana de duración, permanecen en los EE.UU. por la noche apoyan a todo tipo de ministerios en México durante el día. Su pe-queño grupo, por lo general entre 12 a 25 miembros, está com-puesto por personas de diferentes edades y orígenes, y a veces in-cluye generaciones de la misma familia. Muchos ministerios internacio-nales podrían ser dema-siado intensos para una persona joven o un jubi-lado, pero el estilo inno-vador de Cruzando Fron-

teras permite a personas de todos los orígenes a participar en misio-nes de trabajo y disfrutar de una experiencia intercultural.

Para ver un vídeo sobre Cruzando Fronteras (Crossing Borders), visite: http://www.gci.org/letter/borders

Otra cosa que diferencia a este ministerio es que no tienen agen-da propia. En lugar de ello, se ase-guran de que sus esfuerzos estén siempre conectados a ministerios locales existentes. La idea es la siguiente: con frecuencia en acti-vidades de evangelización entre culturas, los que van de misión creen que saben mejor lo que hay que hacer. Pero parte del rico tapiz de la fe cristiana es que mu-chos diferentes orígenes culturales están representados, y con fre-

L

Roberta Olson comparte con un niño en Los Artistas

EDITORIAL Por Joseph Tkach

4 Comunión de Gracia Internacional

cuencia los cristianos locales sa-ben mejor lo que necesita su co-munidad.

Este grupo ha encontrado que cuando haces el ministerio trans-cultural desde una posición cen-trada en Cristo, comienzas a hacer preguntas en vez de dar órdenes. Un gran elemento de "cruzar fron-teras" en el ministerio es estar dispuestos a llenar un papel de apoyo. Como uno de los miembros del equipo lo pone: "Jesús dio el ejemplo máximo de ser siervo de corazón; este grupo sigue sus pa-sos de servicio humilde".

Lee se mantiene en contacto con los pastores locales durante todo el año para saber lo que necesitan sus comunidades. De esa manera, cuando el grupo llega a México, aportan recursos que son realmente necesarios y puede ser objeto de un uso inmediato. Cruzando Fronteras también visita orfanatos, donde juegan juegos con los niños. Desa-rrollan Escuelas Bíblicas de Vacacio-nes y cantan canciones de la Biblia en español. A pesar de que muchos de los miembros del grupo no ha-blan español con fluidez, se encuen-tran con que la risa, los abrazos, y la compasión se entienden en cual-quier idioma.

Cuando un grupo regresa a casa, se encuentran con que han recibido más de lo que han dado y dan cuen-ta de que sus vidas cambian radi-calmente y de forma positiva. Servir a los que no tienen las mismas co-modidades materiales, y la búsque-da de las riquezas de Dios en la vida de los que están en un país diferen-

te, cambia la forma en que uno ve su propia vida al regresar a casa. Los miembros del equipo suelen buscar oportunidades para el ministerio en sus propias comunidades, después de haber visto de primera mano el impacto que el servicio como el de Cristo puede tener. A través de este ministerio, los participantes tienen la facultad de seguir compartiendo lo que han aprendido y están obli-gados por la experiencia a continuar en la misión con Cristo.

Esta es una de las cosas que me gustan de la Comunión de Gracia Internacional. Así como Jesús se humilló y lavó los pies de sus discí-pulos, los miembros de nuestras congregaciones, nuestros campa-mentos y otros ministerios buscan formas creativas para amar y servir a los demás, mientras difunden el Evangelio.

Si el enfoque es nacional o interna-cional, a través de fronteras o cerca de casa, hay un sinnúmero de ma-neras en que la CGI está afectando al mundo para Cristo, y Cruzando Fronteras es sólo una de ellas. Esta-mos activos en los EE.UU. y en más de 100 países en todo el mundo. Cuando tú haces una donación a la CGI, puedes estar seguro de que estás apoyando ministerios centra-dos en Cristo orientados al servicio de todo el mundo.

Con gratitud,

Joseph Tkach Presidente Comunión de Gracia Internacional

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Por Johannes Maree

uando Jesús estuvo en la tierra, aseguró a sus discípulos que él construiría su iglesia sobre una

base sólida y que nunca moriría (Mateo 16:18).

La iglesia que Jesús estableció creció rápidamente y en pocos años ya se había extendido por todas partes. Inicialmente las personas que se-guían a Jesús eran conocidos como los que seguían 'El Camino'. Fue en Antioquía que fueron llamados por primera vez cristianos (Hechos 11:16).

Hoy, casi dos mil años después, hay muchos buscadores y cristianos que preguntan dónde está la verdadera Iglesia de Dios hoy. Esta es una pre-gunta válida. Hay cientos si no unos cuantos miles de denominaciones cristianas en todo el mundo hoy en día. Esto puede ser confuso y des-alentador para una persona que está tratando de unirse a la iglesia de Dios (la que Jesús fundó sobre una roca sólida). No es de extrañar que algunas personas han pasado

años buscando y pasan de una igle-sia a otra.

Lo que a menudo empeora las cosas es que muchas iglesias abiertamen-te predican y promueven que ellos son la verdadera Iglesia de Dios. Que tienen alguna verdad especial que ningún otro tiene. La triste realidad es que en muchos países occidentales desarrollados, la pobla-ción cristiana no está creciendo. Las iglesias cristianas en estos países que están creciendo, lo están ha-ciendo a menudo a expensas de otras iglesias. En otras palabras, la gente deja una iglesia y se une a otra, mientras que, cada vez menos nuevos conversos entran.

Sea como fuere, la pregunta sigue siendo ¿dónde está la verdadera iglesia de Dios hoy? Y se agrega la pregunta ¿por qué hay tantas de-nominaciones? ¿Pueden ser todas verdaderos iglesias de Dios?

Dos o tres reunidos

Parte de la respuesta es, posible-

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mente, que nuestras percepciones podrían no ser totalmente exactas. Jesús dijo que él construiría su igle-sia (singular). Pero ¿significa esto que hay, por tanto, sólo una iglesia (singular) en términos de denomi-naciones? Esta es a menudo la for-ma en que tendemos a pensar acer-ca de la iglesia, como una organiza-ción que tiene estructuras formales, incluyendo edificios. Sin embargo, Jesús dijo que donde dos o tres se reúnen en su nombre, allí estará con ellos (Mateo 18:20). En otras pala-bras, donde o cuando solo unas pocas personas se dan cita en el nombre de Jesús, para adorar, orar o tener un estudio bíblico, Jesús estará en medio de ellos. ¿Eso es una iglesia? Si Jesús está allí, enton-ces debe ser parte de su iglesia, ¿no es así?

Las Escrituras hablan de que la igle-sia es el cuerpo de Cristo y si somos cristianos en Cristo, entonces somos órganos de ese cuerpo. Normalmen-te tendemos a pensar en el cuerpo (en singular) como una iglesia o denominación específica (general-mente de la que somos parte). Jesu-cristo es, por supuesto, la cabeza, pero podríamos ver la boca como el pastor y la mano como el diácono y así sucesivamente, ya que cada parte del cuerpo tiene su propósito y habilidades que el otro no tiene. No hay nada malo con este punto de vista, pero ¿no podría ser también que las diferentes denominaciones podrían ser diferentes "partes del cuerpo" del mismo cuerpo de Cris-to? Lo que he llegado a ver en los últimos años es que las diferentes iglesias tienen definitivamente dife-

rentes habilidades y dones espiritua-les. Algunas iglesias tienen la capa-cidad y la pasión para hacer el traba-jo misionero, mientras que otras tienen el don de la producción de programas de televisión que cam-bian vidas. La iglesia de la que soy miembro siempre ha tenido la capa-cidad (o don espiritual) de publicar revistas de alta calidad que provo-can el pensamiento y tiene la carac-terística de ser apasionados estu-diantes de la Biblia.

Adoración diferente

Otra posibilidad es que nosotros, como personas y culturas muy dife-rentes, tendemos a querer expresar nuestra alabanza y adoración de forma diferente. Por ejemplo, algu-nos cristianos prefieren más los servicios religiosos formales y la forma de vestir formal, mientras que otros prefieren las camisetas y los pantalones vaqueros y disfrutan bailando y aplaudiendo al cantar alabanzas a Dios. ¿Quién puede decir qué está bien o mal? Posible-mente Jesús, en su gran sabiduría, nos ha permitido que los seres hu-manos expresemos nuestra adora-ción a él en una variedad de mane-ras. La mano no es el pie, tampoco puede serlo.

Parte de la respuesta es que hay muchas diferentes denominaciones y grupos religiosos actuales que forman parte de la verdadera Iglesia de Dios. Una historia en la vida del profeta Elías apoya esta idea. Cuan-do Elías huyó de la reina Jezabel y se escondió en una cueva, Dios se le apareció. Elías dice a Dios que sólo él es el único verdadero seguidor sobreviviente de Dios (1 Reyes

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19:14). No es así, le responde Dios en el versículo 18, tengo siete mil seguidores verdaderos extendidos por todo Israel, que ni siquiera co-noces. Estos eran verdaderos segui-dores de Dios (hoy podríamos lla-marlos cristianos) sin embargo, definitivamente no asistían a la misma iglesia que Elías.

Qué buscar

Sin embargo, también es seguro decir que no todas las iglesias o evangelistas que hay forman parte de la Iglesia de Dios. ¿Qué debemos tener en cuenta? Primero y princi-palmente, el enfoque central de la iglesia deben ser Jesucristo. Deben enseñar y nutrir a sus miembros. Las enseñanzas deben ser 100% basadas y apoyadas en la Biblia. Deben con-firmar que Jesucristo es plenamente Dios y plenamente humano, que murió por nuestros pecados y resu-citó para que tengamos vida eterna. La iglesia primitiva, dentro de los primeros pocos cientos de años después de Jesús, antes de que hubiera tantas denominaciones o incluso protestantes y católicos, confirmó muchas de las enseñanzas centrales. Estas se pueden encon-trar en lo que se conoce como el Credo de Nicea, escrito el año 325 DC. Una iglesia que sigue verdaderamente a Cristo (Cristiana) confirmará y defenderá este credo.

Toda la Biblia y sus escri-tores continuamente nos señalan a Jesús. Para mí una prueba de fuego, por lo tanto es, ¿a quien nos señala la iglesia o el predicador? He visto a

evangelistas de televisión que pare-cen querer traer más gloria a sí mismos que a Jesús. También ten cuidado con las denominaciones que hablan, pero nunca parecen citar o predicar de la Biblia. También ten cuidado de los que predican un evangelio de "salud y riqueza". El evangelio (la buena noticia) es que somos salvos por gracia solamente, y esto no de nosotros mismos, sino que es un don de Dios el Padre, a través de la muerte y resurrección de Jesús el Cristo (Efesios 2: 8-10). El evangelio no es que si tú eres bueno(a) y das a la iglesia un poco de dinero entonces Jesús te va a mantenerse saludable y te dará un nuevo auto deportivo de marca.

Los cristianos deben querer crecer

En primer lugar, orar y estudiar la Biblia. Pídele a Dios que te lleve a una congregación de la iglesia don-de puedas aprender más acerca de Jesús y donde le puedas servir. ¿De qué sirve la nariz al cuerpo si no está activa y hace lo que se hizo para hacer? Habla con otros cristianos y

nunca tengas miedo de hacer pre-guntas difíciles y esperar respuestas basadas en la Biblia. No te limites a buscar una iglesia que está de

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acuerdo con tu filosofía o ideas. Busca una iglesia donde puedas aprender y desarrollar una relación significativa más profunda con Je-sús. Como cristianos debemos que-rer crecer. Incluso si es difícil o dolo-roso cambiar, no hay que buscar un asiento cómodo en el que relajarse. Ten en cuenta que cualquier iglesia

está llena de seres humanos imper-fectos que te van a defraudar o dañar en algún momento, justo en la misma forma en que probable-mente lo harás tú a los demás. Eso no debería ser la señal para levan-tarte y salir, o de lo contrario salta-rás de una iglesia a otra el resto de tu vida.

Una de mis historias favoritas es sobre una persona que era el sobre-viviente de un naufragio y durante algún tiempo vivió solo en una pe-queña isla desierta, en el medio del mar en alguna parte. Un día, una nave pasó por allí y rescató al sobre-viviente. Mientras navegaban, el capitán y esta persona se inclinaban sobre la borda del buque mirando a la pequeña isla poco a poco más distante. "¿Era usted la única perso-na en la isla?", preguntó el capitán. "Sí", fue la respuesta. "Entonces,

¿por qué hay tres pequeñas cabañas en la isla?", preguntó de nuevo el capitán. "Bueno, la de la izquierda era mi casa. La de la derecha era la iglesia a la que asistía. Y la del cen-tro era la iglesia a la que solía asistir hasta que tuve un desacuerdo con ellos y me fui”. Aunque no es una historia real, es muy cierta.

Así que, ¿dónde está la verdadera Iglesia de Dios hoy? Está en todas partes. Está en grandes reunio-nes dominicales en hermosos edificios, está en casa de tu vecino cada miérco-les por la noche cuando dos o tres amigos se reúnen

para adorar a Jesús en oración y estudio de la Biblia. Es el cuerpo de Cristo, que es estar en Cristo. Sim-plemente es amar a tu prójimo co-mo a ti mismo y decirles a tus ami-gos la buena noticia acerca de cómo Jesús ha perdonado sus pecados y los ama.

Post Data. La iglesia a la que asisto produce esta maravillosa revista. Nuestra pasión es predicar a Cristo y sólo a él para ayudar a la gente a ser felices en una relación más estrecha con Jesús, no para tratar de ganar más miembros para nuestra congre-gación. Sin embargo, si deseas asis-tir a una de nuestras congregaciones para experimentarlo por ti mismo, no dudes en ponerte en contacto con cualquiera de las direcciones que figuran en la contraportada para averiguar dónde es la reunión más cercana de nuestra iglesia. †

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Por Joseph Tkach

harles Haddon Spurgeon fue el predicador mejor conocido de Inglaterra durante la mayoría

de la segunda mitad del siglo XIX. En un sermón que dio cuando tenía solo veinte años declaró que el estudio apropiado para un cris-tiano es la Divinidad. Esta cita de aquel sermón es una de mis favo-ritas:

“La ciencia más sublime, la especu-lación más elevada, la filosofía más poderosa en la que siempre puede ocuparse un hijo de Dios, es el nom-bre, la naturaleza, la persona, la obra, los hechos y la existencia del gran Dios que él llama su Padre. En la contemplación de la Divinidad hay algo que mejora extraordinariamen-te la mente. Es un tema tan basto que todos nuestros pensamientos se pierden en su inmensidad; tan pro-fundo que nuestro orgullo se ahoga en su infinidad. En todos los otros

temas que podemos abarcar y tratar de descifrar sentimos una suerte de autocomplacencia y seguir nuestro camino pensando: ‘He aquí, soy sabio’, pero cuando llegamos a esta ciencia maestra, descubriendo que nuestro plomo no puede alcanzar su fondo, y que nuestro catalejo no puede ver su altura, nos alejamos pensando: Qué hombre vano sería sabio, pero que es como el pollino de un asno salvaje, y con la solemne exclamación: ‘Soy solo de ayer, y no sé nada’. Ningún tema de contem-plación tenderá a humillar la mente más que pensar en Dios”.

Como otros muchos predicadores y maestros, Spurgeon nos recuerda que la pregunta central y mayor del cristianismo es: “¿Quién es Dios?”.

La propia respuesta de Dios se en-cuentra en una persona: El Hijo encarnado de Dios, Jesucristo. Como la revelación propia de Dios, Jesús

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es el punto central de nuestro cono-cimiento de la naturaleza de Dios. Jesús, quien nos lleva al Padre y nos envía el Espíritu, nos enseña a pre-guntar: “¿Quién es Dios?”, luego nos invita a mirarle a Él para encontrar la respuesta definitiva.

Charles Spurgeon (1834-92)

A lo largo de la historia muchos grandes pensadores sopesaron la pregunta: “¿Quién es Dios?”. Des-afortunadamente, a menudo no hacen a Jesús el centro viviente de sus investigaciones, o en ciertos casos, antes de la Encarnación, no podían hacerlo. Trabajando desde la revelación central de Dios en Jesu-cristo, se desarrolló la doctrina de la Trinidad para contestar a los falsos razonamientos y a las ideas heréti-cas sobre Dios que se habían infil-trado en la iglesia en los primeros tres siglos de su existencia. Aunque la doctrina de la Trinidad no respon-de todas las preguntas acerca de la naturaleza de Dios, nos ayuda a enfocarnos en quién es Dios sin apartarnos de la sana doctrina.

Los primeros cristianos no fueron los únicos en desarrollar errores de razonamiento a medida que ponde-

raban la naturaleza de Dios. Teólo-gos y filósofos a lo largo de los siglos cometieron errores y nuestro tiem-po no es una excepción.

Estas antiguas ideas hallan la forma de envolverse de nuevo para infil-trarse en el pensamiento contempo-ráneo. Es importante que seamos conscientes de dos errores que son prevalentes en nuestro tiempo. Ambos llevan a conclusiones erró-neas y a una imagen desfigurada de quién es Dios.

El panteísmo

El primer error es una versión mo-derna del panteísmo, la idea de que Dios es parte de su creación, en lugar de ser distinto de ella y Señor sobre la misma. Aunque la Escritura nos dice que la creación nos habla de Dios (Romanos 1:20), hay una diferencia importante entre creer que Dios está presente en todo y creer que todo es Dios.

Desafortunadamente, una creencia en la espiritualidad divina de todo, a menudo referida como “el Univer-so”, es común hoy.

Hambrientas de espiritualidad y cansadas de la religión tradicional, muchas personas están buscando “iluminación“ en ideas oscuras y marginales. Entra en alguna librería grande y encontrarás secciones completas dedicadas a la fantasía de ficción y a lo oculto. Los videojuegos están obsesionados con temas cada vez más bizarros y criaturas fantásti-cas exhibiendo poderes sobrenatu-rales. La tecnología está oscurecien-do la línea entre la fantasía y la realidad, y la escena espiritual se está llenando con ideas innovado-

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ras.

Lo mismo ocurrió en los primeros años de la iglesia. Las personas te-nían apetito por lo mágico y el mis-terio. Como resultado de ello mu-chas epístolas y evangelios no apos-tólicos entraron en circulación ofre-ciendo una mezcla de verdad e ideas bizarras sobre Dios, reflejando la cultura popular de entonces. Pablo nos recuerda lo que sucede cuando las personas pierden la moral espiri-tual:

“A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, sino que se extravia-ron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato cora-zón. Aunque afirmaban ser sabios, se volvieron necios y cambiaron la gloria del Dios inmortal por imáge-nes que eran réplicas del hombre mortal, de las aves, de los cua-drúpedos y de los reptiles” (Roma-nos 1:21-23).

Hay una diferencia importante entre creer que Dios está presente

en todo y creer que todo es Dios.

Dios como genio personal

El Segundo error prevalente hoy con respecto a la naturaleza de Dios es concebirlo como una fuerza espiri-tual que habita en cada uno indivi-dualmente. Desde esta perspectiva, Dios es visto como un genio que llevamos con nosotros, haciendo uso de él a medida que surge la necesidad. Es como si Dios fuese un teléfono cósmico inteligente con

toda clase de aplicaciones útiles.

Siguiendo esta línea de razonamien-to falso, concluimos erróneamente que cuando viajamos estamos lle-vando a Dios a alguna parte en el que él no está todavía presente. Hacemos a Dios que dependa de nosotros y lo limitamos por nuestras limitaciones. Como resultado, Dios no puede ser más fiel de lo que lo somos nosotros. Aunque esta idea falsa puede llenar nuestro sentido de importancia propia, es un falso sentido de la importancia que niega la gracia de Dios.

La verdad de la naturaleza de Dios, revelada en Jesús, es lo opuesto de este error. Como los autores del Nuevo Testamento nos recuerdan, Dios permanece fiel incluso cuando nosotros somos infieles. Nuestra verdadera importancia está relacio-na con nuestra identidad como hijos de Dios, que no solo habita en noso-tros por medio del Espíritu, sino también mucho más allá de noso-tros.

Nuestro llamado es a unirnos a lo que Dios está haciendo. Lo hacemos con gran anticipación sabiendo que él ha estado actuando antes de que nosotros llegáramos a la escena. Tenemos el gran privilegio de com-partir en lo que el Espíritu Santo está haciendo para cambiar a las personas y atraerlas a una relación reconciliada con el Padre y el Hijo.

Cuanto más claramente entenda-mos quién es Dios, mejor será nues-tra comprensión de quiénes somos nosotros y de nuestro llamado a vivir en comunión con Cristo por el Espíritu Santo. †

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La Oración: Escuchar y Responder a Dios

Parte IV

Por Wilfrido González

n las partes II y III de esta serie reflexionamos sobre los elemen-tos de la oración: Agradecimien-

to, adoración, confesión y petición. Consideremos ahora como al orar podemos escuchar a Dios, y que Dios siempre está activo en nuestras vidas – aun antes de dirigirnos a Él en oración.

La oración es para aprender a

ESCUCHAR a Dios

Bueno, ya lo mencioné en el contex-to de otros puntos pero quiero enfa-tizarlo: Dios siempre está con cada uno de nosotros “todos los días” (Mateo 28:20) y escucha todo lo que decimos (y “escucha” hasta lo que

pensamos), así que cuando venimos a Él en oración entendiendo este hecho no es para tratar de que nos escuche sino para aclarar nuestra mente y dejar que su Espíritu nos “hable”. Si le damos gracias, le adoramos y alabamos, en confesión reconocemos lo que somos (hijos suyos, pecadores perdonados y amados por Él), y de corazón le pedimos que nos ayude a entender su voluntad para nuestras vidas entonces empieza a ocurrir algo que nos puede parecer mágico (pero que en realidad es divino): Gra-dualmente, conforme nos ejercita-mos en la oración, escuchamos (percibimos, captamos, entende-mos) a Dios: Su Espíritu Santo nos

E

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recuerda pasajes de la Biblia, nos recuerda experiencias que nos en-señan alguna lección espiritual, su amor se empieza a manifestar más intensamente en nosotros (refleján-dose hacia nuestro prójimo), empe-zamos a entender mejor la “profun-didad de las riquezas y de la sabidu-ría y del conocimiento de Dios” (Ro-manos 11:33) porque “Dios nos las reveló por medio del Espíritu, porque el Espíritu todo lo escudriña, aun las profundidades de Dios” (1 Corintios 2:10), empezamos a conocer mejor a Dios, ¡aprendemos a ver las cosas desde su punto de vista!

Entonces en lugar de comenzar nuestras oraciones diciendo cosas como “¡Señor, ya no lo soporto!” “¿Por qué a mí, Señor?” o “¿Por qué no me ayudas?” más bien comenza-remos con “te agradezco”, “bendito seas” o “reconozco…” ¿Puedes ver el contraste? Y Dios dice: Y sucederá que ANTES QUE ELLOS CLAMEN, YO RESPONDERÉ; aún estarán hablan-do, y Yo habré oído (Isaías 65:24). ¿Cómo es posible que Dios responda antes de que clamemos a Él?

Así funciona: Dios quiere hacer algo en tu vida (o en la de alguien más), entonces Él te inspira a pedirle eso que Él quiere hacer (su voluntad), tú lo “escuchas” y se lo pides, ¡y Él ya tiene la respuesta porque eso era lo que Él quería hacer!

Cuando le traes un asunto a Dios en oración ya Dios estaba trabajando en el asunto ¡desde antes de que tú pensaras en orar al respecto! ¡Nun-ca le traes nada nuevo para El! ¡Eso es maravilloso y reconfortante! Y Él ya sabe lo que va a hacer, y puede ser o no ser como lo pediste pero,

como sea, será lo mejor para ti. Así que Dios inicia el proceso, si lo escu-chamos entonces RESPONDEMOS a Dios en oración.

Oramos porque creemos en Dios, y si creemos en Dios es porque Él se dio a conocer a nosotros por algún medio – El inició el proceso porque “no sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles” (Romanos 8:26). Descansemos en esa realidad – que Él fue quien nos inspiró a orarle – y no nos preocu-pemos tanto de que nuestra oración esté bien articulada; más bien des-pejemos nuestras mentes… y trate-mos de escucharle. Y “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendi-miento, guardará [nuestros] corazo-nes y [nuestras] mentes en Cristo Jesús” (Filipenses 4:7).

Dios siempre está activo en nuestras vidas

Amigo lector, Dios tiene un plan para tu vida, ¡y es algo bueno! “Por-que yo sé los planes que tengo acer-ca de vosotros”, declara el Señor, “planes de bienestar, y no de cala-midad, para darles un futuro y una esperanza” (Jeremías 29:11). Sin importar que tan “adecuada” sea tu oración Él está obrando en tu vida, en tu santificación, porque te ama y lo seguirá haciendo a pesar de tus imperfecciones. Dios ya hizo algo por ti: Te rescató por medio del sacrificio de su Hijo y te bautizó (sumergió) en Él. Pero allí no termi-na su trabajo sino que Él sigue tra-bajando en ti, en tus seres queridos, en todos sus hijos amados. Entonces ¿para qué oramos? Para sintonizar-nos con Él, para descubrir (por el

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Espíritu Santo) qué es lo que Dios está haciendo en nosotros, y traba-jar con Él, y no correr a la deriva o en contra de Él pues aunque Él tiene buenos planes para nosotros no nos va a obligar a cumplirlos. Por eso necesitamos orar para que nos ayu-de a ceder a su voluntad. Reconóce-lo en todos tus caminos, y Él endere-zará tus sendas (Proverbios 3:6).

Cristo perfecciona nuestras oraciones

En la víspera de su muerte Jesucristo llevó a Pedro, a Jacobo y a Juan al monte de los olivos y les pidió que velaran con Él mientras Él oraba en medio de su mortal angustia. Pero después de un rato ellos estaban profundamente dormidos. Jesús necesitaba el apoyo emocional de sus apóstoles pero no se lo dieron. Aun así Jesús hizo no solo su parte sino la parte que correspondía a ellos – el llevó la carga solo (bueno, digamos que llevó la mayor parte porque por lo menos sabía que Pedro, Jacobo y Juan estaban allí, y ellos intentaron velar como Jesús les pidió pero no pudieron). Jesu-cristo ora con nosotros y hace por nosotros lo que nosotros no pode-mos hacer: El ora por nosotros per-feccionando nuestras oraciones y presentándolas al Padre como nues-tro Sumo Sacerdote.

Como cuando les dijo a los discípu-los que le dieran de comer a la mul-titud pero ellos le dijeron que solo tenían cinco panes y dos peces, lo cual era inadecuado para la necesi-dad a suplir. Pero entonces Jesús tomó lo que tenían (que era inade-cuado), lo presentó al Padre y lo bendijo, y después se los regresó a

los discípulos pero ahora ya era adecuado (Mateo 14:16-21).

De la misma manera, generalmente nuestras oraciones son inadecuadas porque “no sabemos” qué debemos pedirle a Dios (Romanos 8:26) pero Jesucristo, por medio del Espíritu Santo, toma nuestras oraciones, las bendice (las perfecciona) y las pre-senta al Padre, y luego nos las re-gresa perfeccionadas y nos da la seguridad de que el Padre ha escu-chado y que tiene el asunto en sus manos.

La oración no es para convencer a Dios de que nos conceda lo que

le pedimos sino para sintonizarnos con Él, conocerle mejor y

entender su voluntad.

La oración eficaz

El apóstol Pablo menciona en San-tiago 5:16 que “la oración eficaz del justo puede lograr mucho”. Y mu-chos han interpretado eso como que si crees sin dudar nada ¡Dios te dará cualquier cosa que pidas! Pero considerando todo lo anterior en-tendemos que no se trata de eso. Una oración eficaz es aquella en la que uno se presenta a Dios con gratitud, con adoración, con confe-sión y pidiéndole que le muestre su voluntad. Ese tipo de oración con-forme uno se ejercita en ella de manera consistente ¡ciertamente puede lograr mucho! Por medio de ella Dios puede transformar tu vida y convertirte en un adorador “en espíritu y en verdad”, un adorador que está en sintonía con Dios, un adorador que conoce a Dios y cuya vida se desarrolla en torno a Él, un adorador en el que el Espíritu Santo

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fluye abundantemente y manifiesta los frutos del mismo, un adorador que refleja a Jesucristo, un adorador que toca las vidas de los que lo ro-dean y es bendición para ellos por-que les sirve, un adorador que con sus obras y con sus palabras lleva buenas noticias (Evangelio). Y si Dios no te concede algo específico que le pediste entenderás que no era su voluntad (que no fue falta de fe o que no se lo hayas pedido de mane-ra “correcta”), y aceptarás su volun-tad, tomando ese “no” como una experiencia que te ayude a conocer-le mejor, y seguirás aprendiendo a vivir conforme a su voluntad. ¡Todo eso puede lograr la oración eficaz del justo! Y aclaro que “justo” es aquel que ha sido justificado por la sangre de Jesucristo pues nadie es justo por sus propias obras.

CONCLUSION

Padre amoroso: Te agradezco de corazón el haberme permitido plasmar por escrito y publicar lo que he aprendido acerca del propósito de la oración. Gracias por mis maes-tros por medio de los cuales Jesu-cristo me da a beber de tu palabra. Bendito seas porque en tu grandeza te humillas a comunicar tu palabra a través de débiles mortales como este siervo tuyo a quien, como a todos mis hermanos, has adoptado como hijo. Te ruego que me ayudes a conocerme mejor, a conocerte mejor y a cumplir tu voluntad en mi vida.

Bendice a los lectores para que tu Espíritu les permita recibir el mensa-je filtrándolo de los errores e imper-fecciones que yo no haya detectado.

Qué sublime paz el saber que la oración no es para convencerte de que nos concedas lo que te pedimos sino para sintonizarnos contigo, conocerte mejor y entender tu vo-luntad, que oramos desde dentro de ti, dentro de tu Hijo y dentro de tu Espíritu Santo.

Cuánto me ayuda el entender que mi comunicación contigo sirve para darte gracias, para adorarte, alabar-te y bendecirte, y para humillarme en confesión de modo que mi cora-zón esté receptivo a tu presencia, y para aprender más y más a pedirte conforme a tu voluntad y no a la mía.

Qué reconfortante es saber que siempre estás activo en nuestras vidas por medio de Jesucristo vi-viendo en nosotros por tu Espíritu; que tú inicias nuestras oraciones, que Jesucristo mismo las perfeccio-na y las presenta ante ti, y que en este proceso tú nos transformas para que nuestras vidas reflejen cada vez más que somos hijos tuyos.

Te ruego que nos sigas enseñando a orar, a escucharte con humildad y a responderte viviendo de acuerdo a tu voluntad para disfrutar las bendi-ciones de tu presencia desde ahora y para siempre en tu reino. En el

nombre de Jesucristo amen. †

Este artículo es el cuarto y último de esta serie acerca de la oración.

Wilfrido González vive en Tijuana, México, es pastor asistente de las congregaciones de la Comunión de Gracia Internacional en Mexicali y Tijuana, México.

16 Comunión de Gracia Internacional

n día José quien es un agricul-tor, salió a su parcela para ver qué necesitaba la siembra; pero

al llegar al límite de su propiedad, se dio cuenta de que más allá de su lindero, había un campo que le pa-reció maravilloso. Como no había nadie que le diera permiso de pasar, pensó que podía hacerlo sin que el dueño se diera cuenta; así que se internó en un terreno lleno de her-mosos árboles de diferentes espe-cies, había un riachuelo por demás agradable a los ojos y fresco al pala-dar, también pudo ver animales silvestres que paseaban libremente.

De pronto, escondido entre las raí-ces de un árbol frondoso, vio algo que le llamó la atención; sobresalía un poco un trozo de madera que le pareció no tan común, así que se acercó y comenzó a cavar con las manos hasta que se dio cuenta de que era un cofre; con su azadón fue descubriendo la tierra hasta que pudo sacarlo; al abrirlo se quedó maravillado, el cofre estaba lleno de

joyas de diferentes formas: ágatas, rubíes, esmeraldas, perlas… Fue tanta su emoción que volvió a es-conder el cofre en la tierra, cuidan-do de que nadie pudiera descubrirlo como él lo hizo. Al terminar, regresó a su casa y platicó acerca del hallaz-go con su esposa e hicieron un plan: localizar al dueño del terreno y pro-ponerle la compra del mismo; de esa manera, se adjudicaría el te-rreno y ¡el cofre lleno de joyas!

¿Qué le pareció esta anécdota?

Si usted fuera José, ¿haría lo mis-mo?

¿Escondería nuevamente el hallazgo para poder comprar todo el te-rreno?

¿O se lo llevaría a su casa, menos-preciando la belleza del campo don-de lo encontró?

Bueno, existe una historia semejan-te que nuestro Padre celestial nos ha contado; una historia que ha trascendido el tiempo, el espacio y

U

REFLEXIONES TRINITARIAS Por Rubén Ramírez Monteclaro

Odisea Cristiana | Agosto 2015 17

la materia. Una historia de dimen-siones cósmicas.

Veamos de qué se trata: »El reino del cielo es como un tesoro escondi-do que un hombre descubrió en un campo. En medio de su entusiasmo, lo escondió nuevamente y vendió todas sus posesiones a fin de juntar el dinero suficiente para comprar el campo”. (Mateo 13:44)

A diferencia de la primera historia, ésta sí es verdadera. Veamos los detalles:

1. El reino del cielo es la vida mis-ma del Dios Trino, a la cual nos ha llevado Él mismo en Cristo.

2. El tesoro es la humanidad crea-da, engendrada y adoptada por el Padre en Cristo.

3. El tesoro fue perdido en algún lugar del tiempo y el espacio.

4. El tesoro fue descubierto porque estaba escondido entre la in-mundicia del pecado y la muerte.

5. El hombre es nuestro Padre celestial.

6. Vender todas sus propiedades es dejar su divinidad, humillarse y descender como un siervo en la humanidad de Jesús. (Filipenses 2:5-)

7. El dinero de la compra es la misma vida de Jesús hombre, pagado en la cruz del Calvario.

8. Desde el fondo de la inmundicia, Dios nos ha comprado por precio (la sangre de Jesús) para su glo-ria.

9. La sangre derramada de Jesús es suficiente para comprar (adoptar para la familia) a toda la huma-

nidad, ¡Junto con la misma crea-ción!

Dios nos habla en lenguaje humano para que podamos entenderlo me-jor: Él nos dice que encontró un tesoro; en realidad, Dios sabía dón-de estaba escondido su tesoro más valioso, pero se adjudicó la prerro-gativa de ignorar la circunstancia para regocijarse en el mismo acto del hallazgo. Desde la oscuridad de la inmundicia del pecado, emerge un pequeño vislumbre de la santi-dad de Dios porque nos hizo a su imagen y semejanza y el pecado, por ninguna circunstancia, puede man-tenerla oculta para siempre.

Pero quizá el acto más sublime y trascendente es que dejó el valioso tesoro escondido por un poco de tiempo para traerlo a casa junto con el campo; o sea, con toda la crea-ción: “Los cielos y la tierra”, para poder redimirnos junto con nuestro entorno; por eso nos dice que la intención fue comprar todo el cam-po porque en ese campo (planetas, galaxias, nebulosas, estrellas, la tierra, los animales, nuestro entorno físico) estábamos escondidos noso-tros, los humanos, que tenemos por siempre su imagen y semejanza.

La parábola nos muestra el gran amor de Papá por sus Hijos Amados y por nuestra casa, porque a esta casa (redimida, santificada y trans-formada) quiere venir a vivir para compartir por siempre su vida junto a sus joyas más valiosas: sus Hijos Amados en quienes se complace.

En el contexto de ese amor enten-demos el propósito por el cual vino a la inmundicia de un establo, a vivir

18 Comunión de Gracia Internacional

como extranjero, despreciado y rechazado socialmente, permitiendo le pusieran precio a su cabeza, a ser vituperado y exhibido en un espec-táculo público, reservado a los peo-res delincuentes; porque aquí, en este mundo, estaba escondido su tesoro.

Nos compró con el precio de la san-gre de su inocente Hijo Amado para tener toda la autoridad de acabar con los efectos del pecado y de la muerte.

Como su Hijo Amado no puede morir, nos resucitó junto con Él y nos llenó de autoridad, nos hizo herederos de su excelsa gloria.

Ahora se regocija junto a toda la creación porque ha llevado a cabo su contrato de compraventa; ahora Él es el dueño de un campo trasfor-mado y redimido; ahora ese campo ya no “gime con dolores de parto esperando la manifestación gloriosa de los Hijos de Dios” (Romanos 8:19-21); y en ese campo cada uno de nosotros, los que hemos creído y

creerán después en Jesús, disfruta-mos por siempre de la relación de amor de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Ahora, en Jesús, gozamos del amor en una dinámica de sinergia espiri-tual que trasciende la materia, el tiempo y el espacio.

Así como el Padre escondió nueva-mente el tesoro encontrado, nos ha vuelto a esconder en este campo que todavía acusa los efectos del pecado y de la muerte, para com-pletar la redención total de la hu-manidad que todavía vive y vivirá en esta tierra, en esta galaxia, esperan-do el momento supremo de comen-zar una nueva vida en unos cielos nuevos y una tierra nueva con Pa-dre, Hijo y Espíritu Santo, en santa

comunión por siempre. Amén. †

Rubén Ramírez Monteclaro es pro-fesor de Educación Primaria y Secunda-ria y Pastor Regional de la Comunión de Gracia Internacional en Veracruz, México.

Odisea Cristiana | Agosto 2015 19

Por Rubén Ramírez Monteclaro

a Palabra de Dios dice que Dios es amor, esta frase tan simple se ha hecho tan popular que

cuando la pronunciamos, gene-ralmente no reparamos en el pro-fundo significado que encierra; posteriormente se nos afirma, declara y asegura, que “ »… Dios amó tanto al mundo que dio a su único Hijo, para que todo el que crea en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él”. (Juan 3:16-17) NTV

Esta declaración nos dice que Je-sús es la manifestación más pura y plena del amor de Dios por su creación; de tal suerte que se hace necesario conocer más íntima-mente a nuestro Salvador para captar la profundidad, la altura, la anchura y la longitud del amor divino.

Cuando estamos presos y/o cautivos del pecado,

no sentimos ni nos damos cuenta del daño que nos

hacemos en el terreno espiritual y de la vida eterna, hasta que viene

Jesús, nos toca y nos sana. Lo tratado hasta ahora nos lleva disfrutar la relación de amor en la que nos ha colocado nuestro Señor y Salvador.

La Biblia está llena de las manifesta-ciones del amor de Dios, sin embar-go, hoy vamos a analizar un pasaje de las Escrituras que nos enseña aspectos vitales de la encarnación del Hijo eterno en Jesús.

Tres de los evangelios (Mateo 8:1-4, Marcos 1:40-44 y Lucas 5:12-14) nos

L

20 Comunión de Gracia Internacional

narran la siguiente anécdota:

“En una de las aldeas, Jesús conoció a un hombre que tenía una lepra muy avanzada. Cuando el hombre vio a Jesús, se inclinó rostro en tierra y le suplicó que lo sanara. —¡Señor! —le dijo—, ¡si tú quieres, puedes sanarme y dejarme limpio! Jesús extendió la mano y lo tocó: —Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano! Al instante, la lepra desapareció. En-tonces Jesús le dio instrucciones de que no dijera a nadie lo que había sucedido. Le dijo: «Preséntate ante el sacerdote y deja que te examine. Lleva contigo la ofrenda que exige la ley de Moisés a los que son sanados de lepra. Esto será un testimonio público de que has quedado lim-pio»”. (Lucas 5:12-14)

Nos podemos preguntar: ¿Qué es la lepra? ¿Qué importancia tiene dicha enfermedad?

Veamos primero la definición que nos da la OMS:

La definición de la Organización Mundial de la Salud (OMS). “La lepra es una enfermedad crónica causada por un bacilo de multiplica-ción lenta: Mycobacterium leprae. Éste se multiplica muy despacio y el periodo de incubación de la enfer-medad es de unos cinco años. Los síntomas pueden tardar hasta 20 años en aparecer. La enfermedad afecta principalmente a la piel, los nervios periféricos, la mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos. La lepra es curable. Aunque no es muy contagiosa, la lepra se transmite por gotículas nasales y orales cuando hay un contacto es-trecho y frecuente con enfermos no

tratados. Si no se trata, la lepra puede causar lesiones progresivas y permanentes en la piel, los nervios, las extremidades y los ojos”. Fuente: http://www.who.int/mediacentre/factsheets/fs101/es/

Pero, ¿qué otras características tiene la lepra para que haya queda-do registrada en las Escrituras?

Una de sus manifestaciones es que donde se presenta la lesión, hay ausencia de dolor, por eso, estos enfermos no sienten cuando algún agente externo les causa una lesión, por más leve o más severa que sea, no se dan cuenta del daño que se hacen a sí mismos. De la misma manera Jesús nos habla a través de estos ejemplos y nos dice que así como actúa la lepra, actúa el peca-do. Cuando estamos presos y/o cautivos del pecado, no sentimos ni nos damos cuenta del daño que nos hacemos en el terreno espiritual y de la vida eterna, hasta que viene Jesús, nos toca y nos sana, de tal manera que, como el leproso, po-demos decirle: “¡si tú quieres, pue-des sanarme y dejarme limpio!”. La respuesta ya la conocemos: “—Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano!”.

A través de las Sagradas Escrituras nos enteramos que quien llegaba a contagiarse de esta enfermedad tenía que alejarse de la gente y avisar acerca de su presencia con una campanita o con las palabras: ¡Inmundo, inmundo!

Desde el tiempo de la peregrinación por el desierto, Moisés dejó por escrito instrucciones precisas acerca de la lepra, las cuales seguían vigen-tes durante el ministerio terrenas de

Odisea Cristiana | Agosto 2015 21

Jesús;“Entonces el sacerdote lo mi-rará, y si pareciere la hinchazón de la llaga blanca rojiza en su calva o en su antecalva, como el parecer de la lepra de la piel del cuerpo, leproso es, es inmundo, y el sacerdote lo declarará luego inmundo; en su cabeza tiene la llaga. Y el leproso en quien hubiere llaga llevará vestidos rasgados y su cabeza descubierta, y embozado pregonará: ¡Inmundo! ¡Inmundo! Todo el tiempo que la llaga estuviere en él, será inmundo; estará impuro, y habitará solo; fuera del campamento será su morada”. (Levítico 13:43-46)

Aunque ahora sabemos que dicha enfermedad no es tan contagiosa, las instrucciones de Dios fueron precisas; y así se encontró Jesús con leprosos.

Vamos a detenernos un poco para conocer al leproso que nos está ocupando: de acuerdo con la ley de Moisés, esta persona debía vivir solo, fuera de su hogar y de su pue-blo, abandonado, discriminado, despreciado y otros adjetivos del mismo campo semántico. Como lo he dicho siempre: Dios está con las personas que sufren discriminación por cualquiera motivos; a estas personas llega Dios en la persona de Jesús para decirles: “Eres mi hijo amado” “Te amo”

De acuerdo con la ley, todo leproso es inmundo y nadie podía acercárse-les por un temor superlativo; sin embargo el leproso sintió la confian-za y la paz que nos transmite Jesús y se atrevió a decirle que lo sanara. Jesús, como nuestro Dios amoroso estuvo de acuerdo y se atrevió a hacer lo que a la gente se le prohi-

bió; la Biblia dice: “Jesús extendió la mano y lo tocó: —Sí quiero —dijo—. ¡Queda sano!”

Sabemos que Jesús participó en un acto de puro amor, porque se acer-có a un hijo de Dios menospreciado, a quien el Padre ama también y por quien Jesús murió y resucitó. Para Dios no hay acepción de personas. En Jesús fue recibido con un abrazo y la pronunciación de su nombre: “Mi Hijo Amado”.

Pero para el común de los humanos, ¿qué paso en el instante en que Jesús se atrevió a tocar al leproso?

Sucedió una comunión y una sana-ción en la santidad del abrazo de Jesús hacia un hermano amado.

Cuando el Hijo Eterno del Padre encarna en la persona humana de Jesús, toma para sí toda la maldad, los rencores, los odios, el espíritu de asesinato y de maldad que hay en el corazón humano, lo ha dejado en la cruz y ha resucitado santo, puro y humano para siempre.

Así como Jesús “se contamina” de la maldad humana, en el caso que nos ocupa, al tocar al leproso, está to-mando para sí su enfermedad con todas sus características, se pudiera decir que a propósito se estaba contaminado. De la misma manera Jesús toma en su cuerpo todas nuestras dolencias para darnos sanidad, para transmitirnos su paz, su bondad, su serenidad, de tal forma que en Él somos un solo ser en una relación de santidad y amor. Dice la versión Nueva Traducción Viviente: “le dio gran gusto hacerlo” (Efesios 1:5)

En el contacto con el leproso sucede

22 Comunión de Gracia Internacional

como una “reacción química”, Jesús toma la enfermedad y al mismo tiempo el leproso se llena de la santidad de Jesús, quedando limpio y sano para que pudiera seguir dis-frutando del amor de su familia, de su esposa, de sus hijos, de sus ami-gos, de quienes la ley lo había sepa-rado. Como en toda reacción quími-ca los resultados ya no se pueden cambiar, ya no hay retorno, el peca-do ya no puede volver a hacer daño, ha quedado clavado en la cruz.

Para Dios nada hay imposible; la “reacción química” que mencioné en líneas arriba, la comparo con la generación de la sal. La sal, como tal, es una sustancia tan vital para el ser humano porque preserva la vida, no permite la contaminación de las cosas perecederas. Además, Dios quiere que seamos la sal de la tierra, para preservar la vida y la santidad de nuestro amoroso Padre .

Pero ¿qué es la sal?, ¿Cómo se for-ma? ¿Por qué es tan benéfica para los humanos y la tierra? La respues-ta la tiene Dios y nosotros hemos disfrutado de los efectos de dicha sustancia. Pero, he aquí un misterio: la sal se forma de dos elementos químicos: el sodio y el cloro. El sodio es un sólido que por sí solo no es bueno para la salud y el cloro es un gas sumamente venenoso; así que de dos elementos que nos hacen daño, ha creado una sustancia que resulta vital para nuestra vida.

De la misma manera, en el contacto de un santo con un inmundo, resulta un hijo de Dios transformado. En el laboratorio de Dios Jesús ha combi-nado la santidad de su humanidad con la contaminada e inmunda hu-manidad del ser humano, para for-mar un Hijo Amado de Dios, hu-mano y eterno.

Para Dios todo es posible. †

Dios está con las personas que sufren discriminación por cualquier motivo; a estas personas llega Dios en la persona de Jesús para decirles:

“Eres mi hijo amado” “Te amo”.

Odisea Cristiana | Agosto 2015 23

¿Cuáles son tus metas?

por Heather Hart

ivimos en una época en que todo es posible. Si fijas tu mente en algo, se nos dice que nada

nos puede detener. En nuestros años de adolescencia nos bombar-dean con preguntas sobre cuáles son nuestras metas. ¿Qué vamos a hacer con nuestras vidas? ¿Qué carrera estudiaremos en la universi-dad? ¿Dónde queremos estar en 5 años? ¿10 años? Estas son sólo al-gunas de las preguntas que se nos pide responder a los adolescentes. Vuelve a leer Filipenses 3:14 y medi-ta en él por un minuto. Esto no suena como cualquiera de las metas sobre las que la gente pregunta. Pablo nos escribe para decirnos que prosigue a la meta. ¿Cuál es la meta de la que Pablo está hablando aquí? La meta de la que está hablando es la meta de ser como Cristo. ¿Tienes esta meta en tu vida? ¿Estás lu-chando para alcanzarla? ¿Cómo estarás en 5 o 10 años con respecto

a esta meta? ¿Afecta esta meta a tus opciones universitarias, o a lo que vas a hacer con tu vida?

REFLEXIÓN:

¿Estás luchando para lograr tus metas personales y en dirección a la meta final de Dios?

APLICACIÓN:

Dedica tiempo hoy a pensar en cuáles son tus metas personales. ¿Tus metas honran a Dios? ¿Ayudan a alcanzar la meta final?

ORACIÓN:

Padre Dios, gracias por enviar a Jesús a morir por mis pecados. ¡Ayúdame a ser más semejante a Él todos los días! Ayúdame a ordenar mi vida y mis metas en torno a Je-sús. Ayuda a que mis metas no sean de mis propios deseos carnales, sino para honrar a Cristo, y me ayuden a dirigirme adelante hacia tu meta. En

el nombre de Jesús oro, Amén. †

V

CONSEJOS PARA JÓVENES

24 Comunión de Gracia Internacional

Un juego que siempre perdemos

uando nos comparamos con los demás, siempre perde-mos. Nunca eres lo suficien-

temente bonito, lo suficiente-mente inteligente, lo suficiente-mente rico, lo suficientemente exitoso, lo suficientemente po-pular, lo suficientemente reco-nocido. El juego de las compara-ciones trae a nuestra mente la ansiedad y el dolor en nuestro corazón.

Hay un juego de las comparacio-nes que muchas personas juegan en su matrimonio. Sus intenciones

pueden empezar bien, pero al final siempre es una pérdida. Cuando jugamos el juego de las compara-ciones en nuestro matrimonio... siempre perdemos.

No lo decimos en voz alta con mucha frecuencia, pero tenemos pensamientos como los siguientes:

Me gustaría que mi esposo fuera tan romántico como el esposo de ella.

Me gustaría que mi esposa me agradeciera como le agradece la esposa de él.

Me gustaría que mi esposo pasa-

C

NOTAS DE AMOR PARA PAREJAS

Odisea Cristiana | Agosto 2015 25

ra tanto tiempo con nuestros hi-jos como lo hace el esposo de ella.

Me gustaría que mi esposa se vistiera y se peinara como ella.

Me gustaría que mi esposo fuera tan escuchador como el esposo de ella.

Me gustaría que mi esposa pu-diera cocinar como ella cocina.

Me gustaría que mi esposo pu-diera arreglar cosas como él.

Esta es la primera etapa de com-paración. Pero si seguimos hacien-do comparaciones, estos senti-mientos pueden pasar rápidamen-te a la siguiente etapa.

Me gustaría que mi esposa me respetara como mi secretaria lo hace.

Me gustaría que mi esposo me felicitara al igual que mi compa-ñero de trabajo lo hace.

Me gustaría que mi esposa estu-viera tan en forma como la seño-ra en mi clase de spinning.

Me gustaría que mi esposo fuera tan amable conmigo como mi jefe.

El momento en que comenzamos a comparar que nuestra pareja no es lo que otra persona es, abrimos la puerta para la desconexión y la ruptura de la intimidad. Incluso si nuestra comparación no es segui-da por sentimientos románticos, hay un aspecto de nuestro corazón que está retenido de nuestro cón-yuge.

La realidad es que cuando quere-mos que nuestro cónyuge fuera más como alguien que no es Jesu-cristo, colocamos una expectativa sobre ellos para ser algo que ellos nunca fueron diseñados para ser.

Una de las cosas prácticas que pueden hacer para proteger su corazón contra la comparación es decirse uno al otro lo que les gusta del otro. En lugar de comparar lo que no somos, nos ensalzamos por lo que sí somos. Esto cambia drás-ticamente tu relación. En lugar de resentir lo que no tenemos en nuestra relación, celebramos todo lo que sí tenemos.

Tal vez tú te encuentres en esa situación hoy.

Si tu esposa pudiera ser sólo más como _______________________.

Si tu esposo pudiera simplemente ser más como ______________________.

Vivir con esos pensamientos ero-sionará tu matrimonio y permitirá que tu corazón se llene de resen-timiento.

Compararnos nunca nos traerá vida. Vivirás con envidia del cón-yuge de otra persona y orgulloso de todo lo que tú eres y todo lo que tu cónyuge no es.

¿Qué te gusta de tu pareja? Díselo, textéaselo, escríbeselo en el espe-jo del baño, envíaselo por correo electrónico, hazle una llamada a su teléfono móvil para decírselo. A ver si eso no cambia tu fin de se-mana. †

26 Comunión de Gracia Internacional

La vida después de la Caída

Período de tiempo bíblico: Mundo Temprano.

En el principio, tú creaste los cielos y la Tierra y probaste a Adán y Eva en el jardín del Edén. Ayúdame hoy para elegir la vida que ofreces.

Reflexión

En la lección anterior leímos acerca de la caída en desgracia de nuestros primeros padres. El pecado de Adán y Eva tuvo un efecto permanente en todas las personas futuras en que su naturaleza caída fue transmitida a sus hijos, y la de ellos a sus hijos, y así sucesivamente hasta tú y yo. Como resultado, todos tenemos una naturaleza caída y hemos desobe-decido a Dios. Nuestras almas están

heridas. Nuestras voluntades se debilitan. Estamos sujetos al dolor y la muerte. Nos inclinamos a pecar. Mira cómo funciona este sistema en el mundo al leer acerca de la vida después de la Caída.

Lectura Bíblica: Génesis capítulos

5 al 8

Pregunta para meditar

Busca diferencias en el patrón utili-zado en la genealogía en el Capítulo 5 para describir cada nueva genera-ción. ¿Quién se destaca y por qué?

Comparte tus comentarios. ¡Únete a la conversación en nuestro sitio

web! comuniondegracia.org †

¿Qué enseñan acerca de

la evolución? Enseñamos que el Dios de la Biblia es el Creador.

Creemos en la declaración inspirada de Génesis 1:1: “En el principio Dios creó los cielos y la tierra”.

Creemos que Dios ha dado el regis-tro científico para la instrucción y el conocimiento humano y que no existe conflicto entre la Biblia y la ciencia.

Creemos que cuando la Biblia y los descubrimientos científicos aparen-tan estar en conflicto, una o la otra

ha sido malentendida.

Por lo tanto, no negamos la eviden-cia científica que indica una larga historia de vida en este planeta, tampoco negamos que Dios pudiera haber creado un proceso evolutivo para el desarrollo de las especies.

Creemos que sólo Dios puede crear vida, y que la Biblia no ha revelado exactamente cómo lo hizo.

En consecuencia, si la evolución es verídica, creemos que Dios es el

autor de ella. †

CON FRECUENCIA NOS PREGUNTAN

EXPLORANDO LA BIBLIA

Odisea Cristiana | Agosto 2015 27

Las Leyes del Antiguo Testamento

Antes de Moisés

Aunque las leyes de Moisés son en realidad el centro de la con-troversia, la historia no comienza con Moisés. Ésta empieza en el Jardín del Edén. Este estudio tiene que ver con leyes que exis-tieron antes de Moisés.

1. ¿Existía el pecado antes de que se le diera la ley a Moisés? Roma-nos 5:13. Puesto que el pecado implica la existencia de la ley, ¿se podría concluir que había ley antes de Moisés? Mismo versículo.

COMENTARIO: En los versículos 12 al 14, Pablo está hablando acerca del tiempo que había pasado entre Adán y Moisés. El pecado entró al mundo por medio de un hombre,

Adán. La paga del pecado es la muerte, y Pablo nos dice que la muerte entró al mundo por medio de Adán. Todos los humanos, con excepción de Jesús, hemos pecado (Romanos 3:23), y por lo tanto, la muerte tiene poder sobre todos.

En el versículo 13, Pablo usa la pala-bra ley en dos sentidos diferentes. Una ley fue dada por medio de Moi-sés, pero antes de que se diera esa ley en particular, ya existía una ley más básica.

Durante el tiempo que transcurrió entre Adán y Moisés, todo el mundo pecó. Todos hacían cosas que Dios no quería que hicieran. La ley de Dios existía, aunque no se había dado por escrito, y todo mundo

SALIENDO DEL LEGALISMO

28 Comunión de Gracia Internacional

estaba transgrediendo esa ley que no había sido escrita. La muerte, por lo tanto, pendía sobre todas esas personas aunque no quebrantaran un mandamiento específico, como en el caso de Adán. No trataban a los demás de la manera en que debían hacerlo.

2. ¿Qué mandamiento específico les dio Dios a Adán y Eva? Génesis 2:16-17. ¿Qué otros mandamientos les dio? Génesis 1:26-30.

COMENTARIO: Como Creador, Dios tenía ciertos derechos. Tenía el derecho de decirles a Adán y Eva qué hacer. También tenía la sabidu-ría de saber lo que necesitaban. Adán y Eva debieron haber obedeci-do, pero actuaron en forma egoísta, y pecaron. Querían sabiduría, pero trataron de obtenerla por sus pro-pios medios en lugar de recibirla en forma legítima. El resultado fue muerte para ellos y para todos sus descendientes. Todos los seres hu-manos tienen un egoísmo que los predispone a pecar. Todo el mundo peca, y por lo tanto, todos necesitan el sacrificio redentor de Jesucristo, como lo explica Pablo en Romanos 5.

3. ¿Cómo le advirtió Dios a Caín acerca de la tentación de pecar? Génesis 4:6-7. ¿Qué pecado come-tió Caín? Versículos 8-11.

COMENTARIO: Caín tenía su propia definición de lo bueno y lo malo. Sabía que su actitud hacia su her-mano era mala. Dios le dijo a Caín que resistiera su naturaleza pecami-nosa, pero, en lugar de hacerlo, permitió que su naturaleza lo domi-nara, y mató a su hermano. Esto fue

un pecado aunque no hubiera ley escrita que lo dijera.

Todos los seres humanos normales tienen una conciencia, un sentido innato de lo bueno y lo malo. A esto es a lo que se refiere Pablo en Ro-manos 2:14-15. Por naturaleza, Dios ha escrito un sentido moral, una ley, en los corazones de los seres huma-nos. Su entendimiento de lo correc-to y lo incorrecto no es perfecto, pero toda persona en su sano juicio tiene al menos un concepto básico de lo que es correcto y lo que es incorrecto, de amor y de egoísmo. Aunque todo el mundo falla, algunas personas en realidad tienen buena conducta cuando ésta se compara con otras. Por naturaleza, hacen cosas que exige la ley de Dios —no nos referimos a los rituales de Moi-sés, sino a requisitos más generales de la ley, los cuales existían aun antes de Moisés.

Aunque muchos se esfuerzan por hacer lo que ellos creen que es co-rrecto, nadie es perfecto. Muchos otros escogen vivir en forma egoís-ta, violando las normas de la socie-dad. La historia bíblica nos cuenta que la gente se volvió cada vez más violenta y que Dios los destruyó con un diluvio (Génesis 6:11-13). Des-pués del diluvio, dio una advertencia adicional con respecto al manda-miento de no matar (Génesis 9:5-6). También estableció un pacto o acuerdo con Noé, prometiéndole que no destruiría más la tierra con un diluvio (v. 8-11).

4. Antes del tiempo de Moisés, ¿era pecado el adulterio? Génesis 20:1-7; 39:9. ¿Era también incorrecto que Abraham engañara a Abime-

Odisea Cristiana | Agosto 2015 29

lec? Génesis 20:9. ¿Consideraba la gente que la honestidad era buena y que el robar no era bueno? Géne-sis 30:33.

5. ¿Qué mandamientos adicionales le dio Dios a Abraham? Génesis 12:1. ¿Qué bendiciones le prometió Dios si Abraham obedecía? Versícu-los 2-3. ¿Obedeció Abraham? Ver-sículo 4. Más adelante, ¿qué pro-mesas adicionales le hizo Dios a Abraham? Génesis 15:5. ¿Cuál fue la respuesta de Abraham a estas promesas? Versículo 6. ¿Cuál fue el resultado de la fe de Abraham? Mismo versículo.

COMENTARIO: Abraham le creyó a Dios y, por lo tanto, se consideró que tenía una relación correcta con Dios aun sin ser perfecto. Abraham creyó la sorprendente promesa de Dios, y también tuvo suficiente fe para hacer lo que Dios le pidió que hiciera. Aunque el mandato de Dios parecía contradecir su promesa, Abraham estuvo dispuesto a obede-cer. Pero fue la fe y no la obediencia lo que le fue contado como justicia. La actitud del corazón, la cual da cuenta de la conducta, fue conside-rada más importante que el resulta-do.

También vemos esto en la historia de Abimelec. Abimelec apeló a su conciencia (Génesis 20:5). Era inocente no porque sus acciones eran inocentes, sino debido a que sus motivaciones sí eran inocentes. Había actuado de buena fe, de acuerdo con su conciencia, y Dios honró esa actitud (v. 6).

Pero volvamos a la historia de Abraham en Génesis 15. Después de

que la fe de Abraham le fue contada por justicia, Dios hizo un pacto es-pecial con Abraham, en el que se enfatizaba la promesa de Dios de bendecirlo con muchos descendien-tes (v. 8-20). No se estipularon con-diciones en este pacto. Sencillamen-te le fue dado a Abraham como promesa. Dios ya sabía que Abraham sería fiel.

6. Varios años después, Dios re-afirmó su pacto con Abraham (Gé-nesis 17:1-8). De ahí en adelante, ¿qué costumbre iba a servir como señal del pacto? Versículos 9-14. ¿Fue obediente Abraham? Versícu-lo 23.

7. Después de muchos años, Dios una vez más le dio un mandamien-to especial a Abraham. ¿Cuál fue ese mandamiento? Génesis 22:1-2. ¿Obedeció Abraham? Versículos 3-10. ¿Continuó obedeciendo Abraham durante toda su vida? Génesis 26:5.

COMENTARIO: Abraham obedeció todos los mandamientos de Dios. Pero como ya hemos visto, Abraham no era perfecto. Se rió de la prome-sa de Dios (Génesis 17:17). Engañó a Abimelec transigiendo la fidelidad conyugal de su esposa. Tampoco le fue fiel a su esposa, porque ante la insistencia de Sara, Abraham tuvo relaciones con Agar, la sierva de su esposa (Génesis 16:1-4), lo cual pronto condujo a celos y a otros problemas familiares. En ocasiones, Abraham mostró debilidad en su fe, pero en todo tiempo confió en Dios, y su fe le fue contada por justicia (Génesis 15:6).

La fe de Abraham se demostró dra-

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máticamente cuando Dios le pidió que sacrificara a su hijo. Abraham obedeció, aunque pareciera que al sacrificar a su hijo no se iba a cum-plir la promesa de Dios. Tenía fe en que Dios de alguna manera la cum-pliría —y Dios la cumplió. Esto tam-bién ilustra la importancia de la fe, porque el sacrificio que Dios le pidió a Abraham no habría sido permitido bajo la ley de Moisés. Abraham fue contado como justo por medio de la fe, no mediante lo que ahora se llama la ley de Moisés.

Los mandamientos específicos de Dios para una persona o para un pueblo en determinado tiempo no son siempre exactamente iguales a los mandamientos de otro tiempo y para otras personas. A nosotros no se nos exige obedecer los manda-mientos que Dios le dio a Adán. El mandamiento que Dios le dio a Noé de que construyera un arca tampo-co se aplica. El mandamiento que Dios le dio a Abraham de que ofre-ciera a su hijo como sacrificio hu-mano está expresamente prohibido hoy en día. Los mandamientos espe-cíficos pueden cambiar de época en época, aunque el principio funda-mental, la lealtad a Dios, sigue sien-do igual. Todos deben obedecerle a Dios según los mandamientos que Dios les dé. Abraham obedeció to-das las leyes, requisitos y decretos que Dios le dio.

Si Abraham hubiera obedecido la ley de Moisés, hubiera sido infiel, por-que hubiera rehusado sacrificar a su hijo. Por otra parte, si Moisés hubie-ra tratado de obedecer el mandato que Dios le dio a Abraham, entonces también hubiera sido infiel. Las

formas específicas de obediencia cambian, pero lo que sigue siendo constante es que Dios requiere un corazón de fe.

Esto se puede ilustrar con una situa-ción moderna: Si una persona pien-sa que bailar es pecado, entonces no debe bailar. ¿Por qué? No por-que la ley así lo estipule, sino por-que su fe así lo dice. Cualquier cosa que no sea de fe, es pecado (Roma-nos 14:23). Si una persona bailara creyendo que a Dios no le gusta que baile, entonces estaría siendo des-leal y rebelde —no por fallar en la letra de la ley, sino por fallar en una ley aún más básica: la lealtad para con Dios. Cada cual tiene que actuar de acuerdo con la manera en que entiende los mandamientos de Dios y de acuerdo con su conciencia. Ésta es la ley de la fe.

Pero la fe no significa insensatez. No significa que tengamos que obede-cer reglas que Dios les dio a otros. No significa que tengamos que evi-tar bailar cuando la Biblia no exige tal restricción. Por el contrario, la fe significa que obedecemos las reglas que Dios en realidad nos dio. Ésta es la razón por la cual es importante discernir cuáles reglas se aplican a nosotros hoy en día y cuáles no. Éste es el tema de esta serie de estudios bíblicos.

Como veremos en siguientes leccio-nes, muchas leyes bíblicas fueron dadas sólo para la antigua nación de Israel y no se aplican a nosotros. Si queremos ser fieles, necesitamos entender por qué estas leyes ya no se aplican en la actualidad, y tam-bién cuáles leyes sí se aplican para

los cristianos de hoy. †

Odisea Cristiana | Agosto 2015 31

Las mujeres en la Biblia os acontecimientos bíblicos no tienen diferencias de sexo. Mu-jeres y hombres participan de los

momentos más significativos de la historia de la salvación. Cuando nos proponemos conocer a las figuras bíblicas para aprender de los éxitos o errores de nuestros predecesores en la fe, nos damos cuenta que tenemos mucho que aprender del testimonio de las mujeres bíblicas.

Las dos partes de la Biblia –Antiguo y Nuevo Testamento- nos presentan la participación de la humanidad en la elección y la redención del Señor, mostrando la dignidad de cada per-sona en el proyecto de Dios.

La elección

La elección y preparación del pueblo elegido por Dios es tanto una histo-ria sobre Sara, Rebeca y Raquel como sobre Abraham, Isaac y Jacob. El llamado inicial a Abraham (Gén. 12:1-3) no es hecho a un individuo solamente sino a un hombre casado (Gén 11:29). Así Sara es depositaria integral de la promesa del Señor de bendecir a Abraham, su progenie y su tierra.

Es a Rebeca, no a Isaac, a quien Dios revela la naturaleza que lucha en su vientre, que el menor usurpará al mayor (Gén 25:23). La preferencia de Isaac por Esaú no favorece el plan de Dios, pero el amor de Rebe-ca por Jacob es recompensado con la venta de la primogenitura de Esaú.

Raquel y Jacob se convierten en los padres de las tribus que forman el pueblo hebreo. Es a través del pri-

mer hijo de Raquel, José, que la bendición, la progenie y la tierra alcanzarán un cumplimiento parcial, en Egipto. Raquel es la esposa de Jacob, aquella que él desea y ama más, y la madre de José y Benjamín.

A partir de Sara, Rebeca y Raquel se constituye y prospera todo un pue-blo. Cuando es oprimido y esclaviza-do aquel pueblo, son las mujeres, las parteras Sifrá y Puá, la hija del Faraón, Miriam y Jocabed, hermana y madre de Moisés, y su misma esposa madianita, Séfora, quienes protegen la vida del futuro líder de los hebreos, Moisés, a quien Dios escoge para guiar a su pueblo a la plenitud de la vida en la tierra pro-metida, porque “Dios ha oído el grito de sus súplicas” (Éx 3:7). Dios ha preparado toda la gran epopeya de la liberación y de la vida plena, con un concierto de mujeres de su elección, para que Israel pueda convertirse en “un reino de sacerdo-tes, una nación santa” (Éx 19:6).

El Antiguo Testamento proclama un principio divino que coloca a cada persona (mujer u hombre) en una relación íntima con Él, que es el autor de la vida.

La redención

También en la redención, tanto los hombres como las mujeres, son instrumentos privilegiados por el Señor. En el centro de la redención está el Redentor, Jesucristo, uno con el Padre y el Espíritu Santo. Hablar de cualquier persona, des-pués de la venida del Verbo encar-nado, es hablar de él o de ella en

L

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relación con dicho Verbo.

Específicamente, los evangelios hablan de una serie de hombres y mujeres en la vida y obra de Jesús.

Hay mujeres en los momentos más significativos de la vida de Jesús. Isabel, es la primera mujer (además de María) en adorarlo y en reconocer el cumpli-miento de la promesa de Dios a María (Lc 1:42-45). En los evan-gelios hay muchas mujeres discípulas de Jesús, que viajan junto a Él (Lc 8:1-3).

Juan recuerda el respe-tuoso encuentro de Jesús con una mujer samaritana y a través de ella muchos samari-tanos llegaron a creer (Juan 4:7-42).

Jesús pone también de relieve la generosidad y ejemplo de una pobre viuda (Mc 12:41-44). Quizás el texto más llamativo del respeto de Jesús por las mujeres es aquel en que pone a una prostituta como un ejemplo (Lc 7:36-50). En la cena en la casa de un fariseo, una prostituta limpia los pies de Jesús con sus cabellos y lágrimas y los unge con aceite. Lucas indica que es el fariseo el que cuestiona a Jesús en su interior, pero es a Simón a quien se dirige la lección sobre el pecado y el perdón. Jesús levanta a la hija de Jairo de la muerte (Mt 9:18-19, 23-26;) y se compadece de la viuda de Naín (Lc 7:11-17). Al ver a una mujer doblada por la enfermedad, no

puede dejarla sin curar (Lc 13:10-13). Lo mismo hace con la hija de una mujer sirofenicia (Mt 15:21-28). Cuando los escribas y fariseos le llevan a Jesús una mujer que había sido sorprendida en adulterio, insis-tiendo que fuera apedreada según

la ley de Moisés, pocas son las palabras de Jesús: “Aquel de uste-des que esté sin peca-do, que le arroje la primera piedra”. A sus palabras, todos se fueron, entonces Jesús le dice: “Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más”. En los evange-lios está el recuerdo vivo de la presencia de Jesús en la casa de Marta y María, como un recuerdo de gran amistad y fidelidad (Lc 10: 38-42; Jn 11:1). Hay más mujeres que

hombres a los pies de la cruz, y ellas son las primeras testigos de la Resu-rrección.

Las mujeres están presentes de manera sustancial en la Encarnación y en la Redención.

Conclusión

La bondad del Señor para su pueblo ejemplifica la realidad de la dignidad humana de cada ser humano. Desde el principio, mujeres y hombres fueron hechos a “imagen de Dios”, y gracias a la Encarnación todas las mujeres y hombres están invitados a participar de la vida trinitaria de

Padre, Hijo y Espíritu Santo. †