obras maestras de méxico en parís · 2014-02-22 · las cosechas suceden a las labores y las...
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UNIVERSIDAD DE MEXICO
Obras maestras de México en París ·
ARTES PLASTICAS
• Publicamos el texto original en español delartículo de Octavio Paz aparecido en el semanario francés L'ExpTess, sobre la Exposición deArte Mexicano en París. Octavio Paz nos dice'"Me parece necesario subrayar, para los lectore~de la Revista de la Universidad, que el admirable conjunto presentado en el Petit·Palais esobra de la inteligencia, el gusto y la profundacomprensi~n estética de Fernando Gamboa ydel redUCido grupo de técnicos que trabajancon él desde hace varios años. En países comoel nuestro, de poca memoria, es bueno recordarestas cosas."
Máscam de Teotihuacán
Sería falso, sin embargo, reducir lasconcepciones religiosas de Mesoaméricaa un mero culto agrícola. Los mayas, másatentos a la historia del cielo que a lade la tierra, crearon una astronomía alservicio de una religión que, a su manera, fue también una filosofía de lahistoria; en Teotihuacán se elaboró unateología dualista y un ascetismo espiritual; entre los toltecas encontramos undios que se humaniza, reina entre loshombres, peca, se inmola voluntariamente y se transfigura en la estrella de lamañana; los huastecos tenían una diosade la confesión que era asimismo la patrona del placer carnal... Nada máscomplejo que la religión de estos pueblos. Nada más preciso. Conciben al universo como movimiento. El mundo ensu origen, es dualidad. Gemelos qu~ seenl~zan o combaten, sus abrazos y separaCIOnes engendran las cuatro direccionesdel espacio, los cuatro colores, los cuatro paraísos, los cuatro dioses, los cuatrodestinos. Cada hombre nace en una fecha que ~s también. un dios, un puntodel espacIO, un destmo. La cifra cuatroes la imagen del universo. En el centroo.I?bligo .0 sexo del cosmos, está el punt~fIJO, el cmco, sol del movimiento. Nadareposa, excepto el centro; todo regresay todo recomienza. Los dioses nacen,crecen, envejecen, perecen, renacen. Elhombre, la especie entera, es un fragmento de la realidad. Sobre sus hombrosreposa la terrible carga de alimentar sumovimiento. De ahí la necesidad de lap.en~~encia, el sacrificio y la "guerra non~a , doble terrestre de la guerra cósmIca.L~ ~eprese~tación más perfecta del
mOVImIento Circular del universo es elcalendario. La sustancia de la realidades el .tiempo. Entre los mayas cada día esun dIOS, portador de una "carga de tiempo", fasto, nefasto o indiferente. Graciasa una ingeniosa combinación del calendario, _imposib~e de explicar aquí, cada260 anos te~mmaba un ciclo y comenzaba otro (SIempre en el día Ahau: diossol). Trece divinidades regían sucesiva-
Por Octavio PAZ
Hace unos veinticinco años Toynbee reducía a seis las civilizaciones realmenteoriginales: la egipcia, la sumeria, la sínica, la minoana, la maya y la andina.Las cuatro primeras, o sus descendientes,pronto entraron en relación, al grado deque la historia de los tres Continentesen que nacieron (África, Europa y Asia)es una historia común. Sería inútilhacer un catálogo de lo que debenlos hindúes a las griegos, los chinos a loshindúes, los europeos a: los chinos. Encambio, la civilización "mesoamericana"(que Toynbee llama, con inexactitud,"maya") y la de los Andes, nacieronsolas y solas crecieron. Separados delresto del mundo por dos océanos, aislados entre ellos por desiertos, montañasy selvas, sin disponer de ninguno de losanimales domésticos de los otros Continentes, menos afortunados que Robinson, dueño de los despojos de su barco,los indios americanos tuvieron que inven~arlo todo, desde la agricultura, elvestI~o y las armas, hasta la escritura,los dIOses y la astronomía. Inclusive tuvieron que comenzar antes del comienzo:el maíz, base de su alimentación durantemilenios, no es una planta silvestre sinoun híbrido, producto del ingenio humano. Haber "inventado" el maíz es unahazaña más soprendente que la construcción de sus pirámides o la creaciónde sus mitos y poemas. No es extrañoque lo hayan divinizado. Si el destinodel hombre es adorar a sus criaturas, nada más legítimo que hacer del maíz unadivinidad. Y la maravilla mayor consisteen .que, verdaderamente, es un dios comestible.
El maíz no sólo es la semilla de lavida: es el arquetipo de las creacioneshum~nas. Las figurillas femeninas deTlatIlco son representaciones simbólicasde los granos. Por eso, a veces, brotandos caras ~onrientes de un mismo cuerpo.E?- los relIeves mayas se ve subir al jovendIOS del maíz, desde las profundidadessubterráneas, por un. árbol, una serpien-te o una escalera de pde. Su crecimientorige la sucesión de los ritos y el ritmode las imágenes del poema; sus formasy colores inspiran todas las artes, desdelas suntuarias hasta la escultura. Es ellugar de encuentro de las fuerzas naturales y sobrenaturales: está hecho de 6
agua, tierra, sangre y sustancia divina.Tiene todos los colores; en su madurezes la deidad amarilla, como el sol.
[París, marzo 25 de 1962]
.No es extraño que en semejante circunstancia 1<?S libros que tienden a reinsertar '10 novelable en una coyunturahistórica precisa, estén llamados a tenermás resonancia. Ya habíamos habladode lós libros que preparaba ]ean-LouisBory; uno de ellos, L'odeur de l'herbe,acaba de salir y ya está logrando un apreciable éxitó de crítica. ]umainville, aldeafrancesa, vive a su manera los años dela gran Revolución, del Directorio, delConsulado. .. Los nuevos propietariosque sustituyen a los señores de antaño,el alcalde astuto que juega las dos cartas(la revolucionaria y la de los realistase~igrados), los campesinos que discutenen la taberna de unos acontecimientosque penetran despacio en su aldea ymucho más lentamente ~n sus conciencias, las mujeres cuya cháchara en el lavadero y a la salida de misa es tambiéncbmo espejo cóncavo en que se reflejan19s grandes hechos... Pasan los años,las cosechas suceden a las labores y lassiembras a las cosechas; desaparecen losnobles y aparecen los nuevos ricos. Yel campesino, despacio, muy despacio, vatomando conciencia de los cambios, inmóvil él en el-ritmo cíclico de las estaciones, de sus campos. Continúan viviendo -dice Bory- a la altura de lahierba. Algo así como los campesinosespañoles de los que decía don Miguelde Unamuno que habían seguido curvados sobre la tierra de sol a sol sinenterarse de la "Gloriosa" de 1868 cuyoestruendo, anunciado por Prim, carecióde onda sonora más allá de los últimossuburbios de las grandes ciudades. Conla diferencia -esencialísima- de que loque ocurrió en Francia entre 1789 y1794 transformó todas las relaciones humanas y económicas del campo francés.
El libro de Bory es una novela ancladaen un momento! histórico, pero los librosde historia dirigidos a un público extenso siguen su progresión ascendente.Por tratarse de un tema genuinamenteamericano, tratado con inteligencia yamenidad, es indispensable mencionar ellibro de Alfred Metraux, Los Incas, publicado por las Editions du Seuil. No estan sólo una descripción de los rasgosesenciales de la sociedad incaica y de sudestrucción por los colonizadores (quehoy llamaríamos colonialistas) , sino también un haz de ideas proyectado haciael porvenir con una estimación muyd.i~na de aprecia~ por los valores espeClfIcamente amencanos.
Sobre el tema jamás agotado de lagran Revolución Francesa, se anuncia unlibro ~mporta~te de Albert Soboul que,al deCir de qUIenes han leído el manuscrito, se integrará necesariamente en esaconstelación de libros-clave para comprender el acontecimiento de orden ecuménico que se produjo en la Francia defines del siglo XVIII: los de Michelet,]aurés, Mathiez y Georges Lefebvre.
:'::n fin, otro libro de historia, ésta muyreCiente, es el de Alfred Grosser sobreLa . Cuart~ República y su política ex~tenor: seno, documentado, teniendo encuen~a la interpretación de la políticaex~en?r con. la política a secas y suspnnClpales organos... Un libro quecontará J?ara conocer ciertos aspectos dela FranCia contemporánea.
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Cabeza maya: El dios del maíz
mente los períodos de 20 años en queestaba dividido cada ciclo. Obsesionadoscon la idea del tiempo, los mayas queríansaber de dónde venía cada fecha, parautilizar su "carga" benéfica o, si era adversa, neutralizarla por medio de ritosy sacrificios. El presente y el futuro eranel fatal resultado del pasado: no el delos hombres sino el de los astros. En unaestela hay una inscripción que registrauna fecha vertiginosa: 400 millones deaños. Fue lo más lejos que llegaron ensu exploración del pasado. La tentatixano era descabellada: les parecía la únicamanera de enfrentarse al presente y apoderarse del futuro. Esta inmensa investigación magicomatemática al fin se reveló estéril: el tiempo es insondable.Por más extraña que nos parezca laconcepción del tiempo de los mayas, nodeja de tener analogía con la nuestra.También para nosotros el tiempo se havuelto substancia impregnada de sentido;también nosotros queremos fabricar elfuturo o, al menos, conjurarlo. Tiempohistórico o tiempo sagrado, filosofía dela historia o pensamiento cosmológicono son sino expresiones de una mismaobsesión. La preocupación por el "findel mundo" (o por el comienzo de otraera) es, quizá, lo que nos acerca a losantiguos mexicanos y nos hace ver conotros ojos sus creaciones. Ya no son, como hace un siglo, obras peregrinas, bárbaras o maravillosas. Son los signos deun destino. Imagen cifrada de la catástrofe, estas obras nos enseñan a mirarfrente a frente las constelaciones y sumovimiento. Pasamos del horror a lafascinación, de la fascinación a la contemplación. El arte vuelve a ser espejodel cosmos.
Un arte poseído por especulaciones deesta índole parecería estar condenado aignorar la sonrisa y la sensualidad. Loprimero que nos sorprende, en el albade esta civilización, es una serie de figurillas de muchachas, desnudas, danzantes y sonrientes. Inmersas en un presentedichoso, no les preocupa el movimientode los astros sino la plenitud de un instante. Es notable también la abundanciade enanos y otros seres disformes. Lamisma sensualidad, y el mismo realismoingenuo, se advierte en las figuras de lacosta del Pacífico. Destaco a la llamada"doncella de Occidente", desnuda comosólo están desnudas las mujeres y lasflores y, como ellas, entreabierta. Lasangre y la risa no se someten a la tiraníade las estrellas. Con mayor mesura yelegancia, las terracotas de Jaina se inspiran también en la vida diaria: un diosjoven surge entre los pétalos de una flory sonríe; sonríen la matrona sentada yla muchacha arrodillada. Entre los totonacas la sonrisa maya se vuelve risafranca. Cada figurilla agita una sonajade fertilidad; todos ríen y cada risa esdistinta. No sabíamos, ahogados por lossímbolos, que la vida fuese tan variada.Arte dichoso o triste pero que huyesiempre de la solemnidad de la religióny de la política. Más que el realismo,la naturalidad; más que el símbolo, .lafantasía. Arte simple que se prolongahasta nuestros días: los artesanos contemporáneos son sus herederos directos.Aplastado por los dioses, los hombres olos sistemas, el pueblo mexicano repitedesde hace siglos, con estas obras preciosas y frágiles, que la vida cotidianaes maravillosa.
En el otro extremo, el arte monumental: la cabeza "olmeca", el "atlante" deTula, el Chac-Mool maya-tolteca, el monumento conmemorativo de la construcción del templo mayor de Tenochtitlán.La cabeza "olmeca" parece un sol decapitado. No es una escultura: es un gigantesco fruto de piedra caído del cielo.El "atlante", para mi gusto, provoca lasorpresa, no el asombro. Es grande singrandeza. Tránsito del arte sagrado ~l
oficial. Todo lo que se me ocurre deCIres que mide cinco metros y pesa sietetoneladas. El Chac-Mool, obra de la misma tradición, nos conduce de nuevo alarte propiamente dicho: hieratismo sinpesadez. Dentro de esta línea estética,una de las piezas más impresionantes esel monumento que erigieron los aztecasen 1507 para conmemorar la edificacióndel Gran Teocalli. El signo del "aguaquemada" (lucha de los contrarios hastasu sangrante fusión) se despliega aquícon una plenitud y una ferocidad grandiosas. Imposible describirlo: no es unmonumento sino un poema. Más quecontemplarlo hay que leerlo: cada líneaposee un significado, cada figura es unmanojo de símbolos. Como en el arte"olmeca", no es escultura en piedra sinopiedra-escultura.
Para el público francés la verdaderasorpresa reside en las obras huastecas ytotonacas. '*' Es la tradición más próximaa los "olmecas" y, para mí, la más pura.Dna de las obras más hermosas de estegrupo es la llamada "lápida" de Xólotl:el dios, estrella de la tarde, conduce alsol agonizante. A su lado, la estatuade la diosa del maíz se impone con la
• Llamo "olmecas" y "totonacas" a ciertasobras, a sabiendas de que el primer término esincierto (hay unos olmecas históricos) y quese pone en tela de juicio que hayan sido lostotonacas los creadores de la llamada "culturade El Tajín". Otro término controvertido: "tolteca".
si.mplicidad todopoderosa de la presencia. Si la geometría inspira a las mejoresesculturas huastecas, en el arte totonacala línea posee una vibración que es lade la vida misma. Hachas, "yugos", "palmas", objetos rituales en piedra dura,todos admirables por la fantasía de sussímbolos y la nobleza de su hechura.Cada pieza se ofrece como un acertijo;apenas la contemplamos con atención setransforma en respuesta evidente: no había otra solución. Esas piedras estánanimadas, habitadas por un ¡:inima. Allado de las obras totonacas, habría quecolocar al pectoral "olmeca"; en la salamaya, al vaso de ofrenda (la deidad solar sale entre las fauces del monstruode la tierra y su tocado está hecho deaves y hombres, verdadera historia de lacreación), a la cabeza del guerrero decapitado de la cripta de Palenque y alrelieve del jugador de pelota; y en lasección azteca a la escultura de Quetzalcóatl-Ehécatl con la máscara bucal depico de pato, a la de Xipe revestido conla piel de un adolescente y a la de Xochipilli, sentado sobre un trono de f!oresy mariposas ... En estas obras, de ongen,época y significad? diversos, la escult~ra
indígena se despliega como un abamcosolar. Pero sería injusto olvidar, comoejemplos de geometría delirante, la máscara de turquesa (Teotihuacán) y la .dejade (zapoteca) que repre~enta a! dl~smurciélago. Artesanía precIOsa e Imaginación precisa: la orfebrería mixteca. Elvaso de pulque en piedra verde, tambiénmixteco, es otro objeto sorprendente: ensus paredes el artífice grabó un cráneodescarnado.
Todas estas obras representan apenasuna porción de la herencia artística indígena. No he hablado de la pintura(el espectador puede ver una copia delos murales de Bonampak y varios códices) ni, naturalmente, de la arquitectura. No hay que olvidar, sin embargo,que estos pueblos fueron sobre todo ar-
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Tlazoltéotl, diosa azteca de la maternidad
quitectos. Muchas de las esculturas expuestas formaban parte de templos o
",palacios. Los museos, por otra parte, sonengañosos: damos tres .paso~ y saltam?sun milenio y cuatro dmastlas. Esta CIrcunstancia aumenta la sensación de pluralidad de estilos y direcciones. La civilización mesoamericana es una, pero ¿nose dispersa esa unidad en el arte de cadapueblo y, aún, de cada ciudad? Dependede. lo que se entienda por arte. Du~ante
tres mil años muchos grupos y naCIOnesfundaron ciudades, destruyeron otras oasistieron a la destrucción de las suyas;crearon un estilo, copiaron el de otros,impusieron el sUY,o. a los venc~~os o trabajaron como artlfIces al serVICIO de susvencedores. Aunque la pirámide truncaes común a todos los grandes centros,Teotihuacán, El Tajín y Tikal no separecen entre sí. Por otra parte, todasestas obras poseen un inconfundible .airede familia. Un espíritu común las amma.No son las técnicas, por esencia impersonales, lo que distingue a una civilización de otra. Tampoco las formas artísticas, aunque ellas ~ean el lenguaje cifrado del espíritu d~ una civilización. Lacontemplación de las formas nos acercaa la comprensión del espíritu, pero ¿cómo definirlo, cómo encerrar a un hombreen una definición? La estética es tanfalaz como la filosofía. Lo más que podemos hacer es aproximarnos a esas obrasy contemplarlas. Veremos una danza sorpren~ente.
A 'la sucesión de .los días en el añocorresponde la aparición, la desaparicióny la reaparición de los dioses enmascarados. El juego de pelota (parte esencialde todo' conjunto religioso) es un arquetipo 'cósmico: los dioses juegan y esejuego, como todos, culmina en un sacrificio. La máscara del dios revela susatributos y oculta su vacío. No hay nadadetrás: el dios también es una invencióndel tiempo. Todo es una representación:la lluvia, el trueno, el rayo, la vida colectiva y la individual, el nacimientode un niño y la construcción de un templo, la llegada de la primavera y la guerra ritual. La ciencia más alta, el sabersagrado (la cuenta y el peso de los días,el calendario y la astronomía) es un rito,un baile de enmascarados. Cada fecha esun nombre y cada nombre una máscara.¿Qué hay detrás de cada máscara? Otra.y sin embargo, aquél no fue un mundode fantasmas. Las pasiones eran fuertesy terribles, la sensualidad estaba siempre despierta, el placer no era una abstracción, ni el amor, el odio o la cólera.Los mayas eran moderados, pero amaban el lujo; los huastecos libertinos,pero sus dioses eran los patronos delascetismo. Pueblo realista e iluso, tenazy apático, feroz y suave. Aunque casisiempre estas contradicciones desgarrana los hombres, hay una esfera en laque la lucha se convierte en danza, elcaos en orden, el movimiento en ritmo.El arte (o las artes) de los antiguosmexicanos nos revela que para ellos lavida se resolvía en imagen danzante: loscuatro puntos cardinales que giran entorno a un sol de vida. Si el hombre noes el centro del universo, participa enla danza de los elementos. La muertenoble lo transforma en estrella. Volvera ser sol: destino de los mejores, sinexcluir a los prisioneros inmolados enla piedra del sacrificio. Transfiguración:tal vez esta palabra concentra el sentido
de su arte y el significado que otorgaban a la vida. Si queremos juzgarlos,usemos esta medida. Es la única queconocían.
Sólo una pequeña parte de la exposicióndel Petit Palais está dedicada al arte dela Nueva España y al del México moderno. Desdeñarlos sería un error. Elarte de la época colonial posee un carácter propio. No es una mera variedaddel español, aunque sus raíces estén enEspaña. El arte del siglo XVIII mexicanoes un capítulo aparte del barroco universal. Lo más característico y brillantees, quizá, la versión popular, espontáneay directa, de un e~tilo que en Europafue más bien "cultista" y refinado. Interpretado por los artesanos mexicanos,el barroco se aligera de citas clásicas yse enriquece con hallazgos poéticos. Losfrutos vuelven a ser frutos, l()s ángelesson adolescentes fabulosos, las vírgenesríen o bailan. La erudición mitológicadel barroco se transforma en fantasíapopular. Una feria, una fiesta. Contralo que generalmente se piensa, el artede la Nueva España continúá, a su manera, el precolombino. No es una tra·
tlición que se prolonga sino una sensibilidad que reaparece y, al adaptarse alas nuevas formas, las cambia. El puenteentre los artistas contemporáneos y elbarroco son los pintores populares delsiglo pasado. Hacia 1920, durante la Revolución, los artistas mexicanos descubren .su pasado y el presente del mundo.No es necesario hablar de Rufino Tamayo, gran pintor, bien conocido enFrancia. * En cambio, es indispensabledestacar la presencia de un humilde gra;bador que es, al mismo tiempo, un granartista: José Guadalupe Posada. Perohay que citar, sobre todo, al gran creador anónimo, al pueblo que desde hace¡siglos no deja de sorprendernos contantos objetos y juguetes prodigiosos.Esas obras, cuya utilidad es más biendudosa, son una réplica viva a la fealdad del mundo moderno y sus eficacesartefactos. Y su fragilidad es una burlaa nuestros museos y colecciones.
• La limitación del espacio impidió una presentación más completa de la pintura contemporánea. Entre tantas ausencias yo lamento lade dos grandes solitarios; Carlos Mérida y JuanSoriano.
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