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CONCURSOS

Se han celebrado algunos concursos de a rquitectura en estos úl timos meses. Pu­blicamos hoy, en otras pági­nas, el correspondiente a la sede del Colegio de Galicia en Santiago.

Asimismo, se ha celebra­do el d e Adaptación del Pa­lacio de los Ríos y Salcedos en Soria para la sede de la Delegación del Colegio de Arquitectos y para el Archi­vo provincial. Fueron jura­dos los a rqui tectos señores García Bod ega, presidente nombrad o po r la d elega­ción; Manzano Monís Ló­pez-Chicherri, Vidaurre J o­fre, en representación de los concursantes, y Coronado Castillo que actuó de secre­ta rio. Formó parte asimismo don J esús Gaite Pastor, del Archivo Provincial.

El primer premio lo gana­ron los arquitectos sorianos Francisco Ceña Jodra y Francisco de Gracia Soria.

El segundo se otorgó al arquitecto, también soriano, Juan Donato E sc rib a no Bombín.

En Paredes de Nava, el jurado d ecla ró d esierto el primer premio de arreglo de la Plaza de España, pero otorgó el segundo, recomen­dando al Municipio el en­cargo del proyecto a sus au­tores. Se trataba de dar lu­gar también al monumento q ue se construirá en honor d e Jorge Manrique, hij o ilustre de Paredes, y que, tal vez, realice el escultor Julio López H ernández, aunque este ex tremo está aún pen­diente de la decisión defini­tiva entre varios escultores.

Los premiados fueron los j ovenc ísimos arquit ec tos madrileños J ulián Manza­no-Monís Caruncho e Igna­c io Ll iso Aranguren, de quienes publicamos, como muestra, una planta .

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Concurso en Paredes de Nava. Premio

Debido a la condición lo­cal d e algunos concursos, nos llegan dificilmen te las noticias sobre ellos. Por ello rogamos que los jurados, y sobre tod o los ganadores, nos lo comuniquen , tanto para dar la noticia como pa­ra su posible publicación.

AULA DE ARQUITECTURA DEL COLEGIO MAYOR SAN JUAN EVANGELISTA Y SU PROLONGACION EN EL COLEGIO DE ARQU ITECTOS

En el Oolegio Mayor San Juan Evangelis ta continúa este año el Aula y la T utoría de Arquitectura que preside el arquitecto Sáenz de Oíza y que llevan adelante los a r­quitectos López Peláez y Frechilla.

En el curso actua l expli­can la obra una serie de a r­quitectos españoles de la lla­mada «generación j oven»: Víctor López Cotelo y Car­los Puente; J osé Carlos Ve­lasco y M .' Luisa López Sa rdá; .José Ramón Sierra

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(Sevilla); Alfonso Casares y Reinaldo Ruiz Yébenes; Al­berto Campo y Guillermo Vázquez (Sevill a); J avier Vellés; J erónimo Junquera y Estanislao Pérez Pita; J osé Ignacio Linazasoro y Mi­guel G a ray (País Vasco); Alberto Viaplana (Barcelo­na), Manuel e Ignacio de las Casas; Jua n N ava rro Baldeweg. El curso fue pre­cedido de una lección del profesor Rafael Moneo y ac­túan como comentaristas de las obras personas ligadas ahora a la redacción y direc­ción de esta revista.

La Comisión de Cultura del Colegio ha tenido la idea d e continuar por su cuenta estas sesiones, aumentando así el número de las mis­mas, que ya no tenían cabi­d a temporal en el Colegio M ayor. Sin confirmar aún por nuestra parte, irán a l Colegio, a l menos, los arqui­tectos Alvaro Aritio y Pedro Herrero, Francisco R. Par­tear royo, Sebastián Araújo y J a ime Nada! y Fernando Fauquié.

Con todo ello, y con los demás nombres que la co­misión incorpore, el panora­ma de exposición de «obra joven» será en este curso es­pecialmente rico.

PREMIO C. O. A. M. DE PERIODISMO

H a sido concedido el pre­mio colegial de este año al escritor y crítico de arte pro­fesor Francisco Calvo Serre­ller, colaborador habitual de ARQU ITECT U RA, por su a rtículo «Premios naciona­les de restauración», en re­lación con las obras de res­tauración y de actuación en edificios históricos que han merec ido e l premio qu e otorga el Minis terio d e Cul­tura y q ue publicaba «El País» con fecha 4-10-1980. El jurado estaba compuesto por los señores arquitectos Larrodera, Serra Gesta, Es­tevas-G uilmain, V isus, Be­rriochoa (Valen tín), N u ere y por doña Raquel H eredia Scasso y Luis Prados de la Plaza.

EXPOSICION «LA ARQUITECTURA DEGUNNAR ASPLUND»

En colaboración con la Embajada de Suecia, se ha mostrado en la Sala del Co­legio la citada exposición, montada por el Museo de Ar te M od ern o d e N ueva York y conseguida por la Comisión de C ultura .

La muestra, una antolo­gía de planos y fotografias muy cuidada y expresiva de l a interesante o b ra d e l maestro sueco, ha es tado abierta desde el 4 de marzo al 28 del mismo mes.

Cuando el lector tenga es­te número en sus manos se habrá celebrado una confe­rencia sobre «La ampliación del Palacio Comunal de Go­teborg» por el profesor a r­quitecto J osé Manuel López Peláez y una sesión de colo­quio introducida y dirigida por el profesor arquitecto Rafael Moneo Va llés. Existe un catálogo editado por la Comisión df' Cult ura.

(Sigue en la pág. 82)

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SEMANA CULTURAL EN LA ESCUELA DE BARCELONA DEDICADA A ALVAR AALTO

I .

«Por ello, con sorpre­sa y angustia, me pregunto: Aalto ¿era y_a para nosotros un extraiio? Al dejarnos, al morir, Aalto, tal vez para nuestra desgracia, era lo que siempre le hubiese gustado ser: un eterno outsider.»

El genio aislado de /\alto

He querido transcribir estas lí­neas, porque reflejan perfectamente la forma en que aparecía la figura de Aalto en su última época. Su lu­gar sobre un pedestal, como figura indiscutible dentro del movimiento moderno, rodeado del aura de la ge­nialidad, imposibilitaba su posible acercamiento en términos analíticos y sólo pennitía una cierta comprensión desde términos existenciales.

Esta primera historia ortodoxa de Aalto empezaba en 1928, a sus treinta años, con el edificio para el rotativo « Turun Sanomat» y tenía a continuación otros dos hitos dentro del movimiento moderno, el sanatorio antituberculoso de Paimio (1929-33) y la Biblioteca Municipal de Viipu­ri, terminada en 1935. La ajustada y correcta utilización de los términos en que se movía la canonicidad com­positiva de los CIAM permitió a Aalto ingresar en el restrictivo club de Los grandes maestros del movi­miento moderno, a través de sus pro­pios definidores.

En 1936 y en 1938, Aalto gana los concursos para los pabellones fi­neses en las ferias de París y Nueva York , que se realizan en 1937 y 1939, respectivamente. En ellos, to­dos los elementos se pro ponen dentro de la ética del movimiento moderno, pero no en su forma canónica, y así empieza a formarse el cúmulo de si­tuaciones que le alejarán, empuján­dole sobre su pedestal, de la posibi­lidad de ejercer un contacto verdade­ramente vivificador en la cultura de los años posteriores. La propia nece­sidad de unas reglas precisas, que /Jermitieran la rábida difusión de lo

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Entre los días 2 y 6 de fe­brero se ha celebrado en la Escuela de Barcelona una semana de conferencias y debates en torno a la obra del fallecido maestro Alvar Aalto.

Pronunciaron conferen-

cías K en neth Frampton, Colín St. John W ilson, Ra­fae l M oneo, Demetri Por­phirios, J umani Pallasma y J osé María Sastres.

A la espera de, tal vez, poder ofrecer a nuestros lec­tores alguna de las interven-

El milagro de Venturi: La resurrección de Aalto Víctor Brossa

que se entiende hoy en día como esti­lo internacional, 1w podía admitir en su interior la labor de una figura inde pendendiente desde su profundo conocimiento, y así, el único lugar que puede ocupar es éste, asignado, de «genio» y, por lo tanto, de «out­sider».

La arquitectura de los CIAM te­nía como fin una arquitectura para todos y para todo, y debía proponer por lo tanto una idea de arquitectura basada en presupuestos simples, co­mo única posibilidad de transmitir claramente su mensaje, haciéndolo comprensible y asimilable por todos. Para acabar con los anteriores cien años de arquitectura, debía pro poner sus leyes como única salvación posi­ble para la sociedad «moderna». En este contexto se hallaba Aalto, y él escribió en 1944 un artículo titulado « El huevo del pez y el salmón» don­de se comprendía con una mayor am­plitud la complejidad de la arquitec­tura. Decía allí: « .. . la arquittctura y sus partes y detalles, son una espe­cie de biología y su nacimiento tiene lugar en circunstancias muy compli­cadas. Uno puede comparar la ar­quitectura con un salmón adulto. No nace adulto, tampoco nace en el mar donde nada, sino muy lejos, allí don­de los ríos se estrechan dividiéndose en torrentes y manantiales, debajo de las primeras gotas de agua que go­tean de los glaciares. (. .. ) Y, así como hace falta tiempo para que los diminutos huevos del pez crezcan hasta convertirse en un gran salmón, así se necesita tiempo para permitir desarrollar lo que nace espiritual­mente en el hombre. Y la arquitectu­ra necesita más tiempo que cualquier otra cosa.»

Sin embargo, a pesar de sus quejas, no le queda a Aalto otra so­lución, dent_ro del mundo mesiánico y existencial en que había quedado in­merso, que dejarse encerrar en sus redes, quizá incapaz desde un am­plio análisis crítico, que no desde su obra, de romperlas.

Debió lleear otra eeneración ca-

paz de trabajar desde presupuestos más amplios que los del movimiento moderno, con sus rígidos y excluyen­tes «teoremas» lógicamente lineales, para que la obra de Aalto pudiera llegar a interpretarse con una mayor amplitud.

Ausencia-presencia de Venturi

Estos días, la semana cultural or­ganizada por la Escuela de A rqui­tectura ha dado la o por/unidad de reflexionar sobre muchos de estos as­pectos de su obra. Al igual que en las últimas publicaciones sobre.el te­ma, la figura de Aalto ya no nace con el Turun Sanomat, sino se re­monta al club de trabajadores o a la casa Lauren, o a las iglesias de Toolo y Muurame y su figura queda por lo tanto inmersa en un estudio más amplio, que va de su utilización de constantes proyectuales a su in­mersión en el mundo del «clasicismo de los veintes» ji.nis, cuyas formas derivaban a menudo de la arquitec­tura vernácula, y donde el único cri­terio básico compositivo fue la buena proporción, sobre la que se añadían detalles clásicos.

Un personaje, sin embargo, ha faltado a la cita que alrededor de la figura de Aalto se ha tejido estos días, y éste es Robert Venturi.

Y esta ausencia es lamentable, porque la recuperación de Aalto tie­ne su clave más aparente en los es­critos y en la obra de este arquitecto americano. Ya desde su libro básico «Complejidad y contradicción en la arquitectura» , escrito en 1962, la fi­gura de Aalto se ve reflejada no sólo a través de los mismos comentarios a su obra, sino, tanto más, en el pro­pio concepto de la misma. Desde su propia titulación, el libro de Ventu­ri, en lo más sustancial, se transfor­ma en el libro que de alguna forma Aalto debió escribir.

Y es lógico que, al transformarse el libro de Venturi en uno de los

ciones en forma de artículo, reproducimos hoy el texto del profesor de Proyectos de la E. T. S. A. B . Vícto r Brossa y publicado en «El Noticiero Universal» el día 10-2-81.

pilares sobre los que se ha desarro­llado la arquitectura de los últimos quince años, se haya podido releer la arquitectura de Aalto y comprender­la desde lugares donde antes no ha­bía sido posible. Algunos de estos lugares pueden ser el compromiso con el co,yunto, el reconocimiento de la cultura tradicional popular, la no aceptación de la simplificación o el propio tema de la ambigüedad.

En este sentido, la arquitectura de Aalto ha tenido una reinterpretación y una nueva puesta en valor a través de su nuevo sentido más amplio. Asi debería verse cuánto deben las refe­rencias de Venturi a la «main street» o al «strip» de la tradición americana, a la comunión que Aalto encontró con su país. Desgraciada­mente también en este caso. la obra de Venturi ha quedado r~/nenciada por sus anécdotas -el Pop A rt o el carrito de Hamburguesas- cuyo único sentido es explicar la existen­cia de una cierta retórica y no mues­tra sus presupuestos de diseño, que le permiten componer a través de ele­mentos virtuales o incompletos, pro­venientes del maestro finés y su obra.

Es necesario, para todo aquel que no lo haya hecho, la revisión de Ven­turi en clave de Aalto. El Humani­ties Building y el Social Sciences Building de la Universidad estatal de Nueva York, el Yate Mathema­tics Building, el Art Centre de Ber­keley, o la Guild House; todos ellos se encuentran llenos de elementos y conceptos provenientes directamente del maestro.

Este nuevo acercamiento a la obra de Aalto, desde otro conocimiento, permite que de nuevo su labor reviva entre nosotros. De alguna manera Alvar Aalto ha resucitado y nos ha dado un posible camino en el que la arquitectura pueda tener lugar.