nos vemos en el k'ullku vida mia

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Gobierno Autónomo Municipal de Cochabamba Oficialía Superior de Cultura Nos vemos en el k’ullku vida mía Relatos de la Llarqay Plazuela

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Título: Nos vemos en el K'ullku vida mia - relatos de la Llarqay Plazuela Autor: Varios País: Bolivia Tipo: Narrativa Año: 2011

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Gobierno Autónomo Municipal de Cochabamba Oficialía Superior de Cultura

Nos vemos en el k’ullku vida mía

Relatos de la Llarqay Plazuela

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© Nos vemos en el k’ullku vida mía. Relatos de la Llarqay Plazuela 2011 © Editorial Yerba Mala Cartonera 2011. Proyecto social cultural y comunitario sin fines de lucro. [email protected] http://yerbamalacartonera.blogspot.com Proyectos análogos: Eloísa Cartonera (Argentina), Sarita Cartonera (Perú), Ediciones la Cartonera (México), Animita Cartonera (Chile), Dulcinéia Catadora (Brasil) y muchos más en casi 20 países. ______________________________________________________ Impreso en: Imprenta “Magda I” Av. Oquendo 371 Cochabamba Derechos exclusivos en Bolivia Impreso en Bolivia ______________________________________________________

Esta publicaciónha sido posible gracias a la colaboración de los vecinos del K’ullku, Pasaje Tarapacá, Plazuela Osorio y Villa Coronilla. Compiladoras: Nona Martinez, Lourdes Saavedra Colaboración:Jhulissa Michelle Cardozo, Alfredo Coca y Mario Soto

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En memoria de Don Casimiro Vargas Beltrán

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INDICE

Introducción Epifanio Mérida Entre toros y boxeadores............................................................................13 María Salomé Cáceres Pereira Nos vemos a las cinco en el k’ullku vida mía.......................................15 Don Filipo Al borde del Rio Rocha..................................................................................21 Franz Omonte Vera Todos trabajaban como chinos.................................................................23 Elsa Vargas Barahona

Relatos de la llarqay plazuela........................ ……………………………...25 Lidia Marzana La casa de los espíritus.................................................................................29 Gladys Bernal K’ullkito lugar de encuentro de las parejitas......................................32 Tania Cardozo de Nogales Lap’aq Lap’aq jugando con el viento……...........................................36 Irene Luján ¡Salud en nombre de Melgarejo!..............................................................37 . Igor Quiroga Apuntes sobre la fundación de la Villa de Oropesa y Bolivia un país de tuberculosos............................................................42

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Joven Anónimo Los llarqeñitos.................................................................................................50 Doña Victoria La cholita carga borrachos........................................................................ 52 Niñas: Katerine, Paola, Malena La fiesta del Perpetuo Socorro................................................................53 Blanca Lara Entre Héroes y fantasmas.............................. ………………………………54 Diccioario de Términos en Quechua…………………………….……….56

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Nos Vemos en el k’ullku

Escribir es dejar huella, pero a veces el lado B de la historia,

aquella que suele ser escrita con minúscula, ha sido

subvalorada, solo basta ver a los “don palabras” que hacen

palpitar la vida cotidiana en los relatos vecinales, o

solamente dedicarnos a caminar por las plazuelas, mercados

y los parques que se alargan al sentir las risas de los niños o

el partido de fútbol barrial. Quién no ha escuchado de la

cholita condenada que asusta borrachos que sucumben ante

su seducción o compartido el gusto de los comensales que

disfrutan las rangas sillicas y calditos mañaneros en la

Llarqay Plazuela Osorio y aunque vivimos en una ciudad que

arquitectónicamente no es “ni chola ni señorita”,

compartimos un espacio, un pedazo de mundo, un cosmos

común.

Cuando empezamos los talleres del CONART, el colectivo

artístico de Basurama nos retó a pensar la intervención

urbana desde la convivencia con el otro, pasaron dos días y

varios de los proyectos presentados al mArtadero fueron

sufriendo una especie de metamorfosis. Una de las ideas que

parecía el hilo conductor del equipo era el “hacer visible lo

invisible”, no solo demostrar un arte decorativo y vacio de

sentidos, en este proceso siguiendo la lógica de las

localizaciones de Herbert Mazurek, se trazó un mapa mental

que no sirvió de mucho, entonces decidimos dejar llevarnos

por los t’inkasos, y caminamos por todo el barrio hasta

detenernos en un lugar con poder magnético que nos

transportaba a otra época, a otras experiencias y el poder

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observar esos hilos invisibles que animan la voluntad del

mundo vecinal. Ese lugar era: el k’ullku.

Más allá del comercio de autopartes, de las relleneras, las

imprentas y el mundanal ruido ingresamos a este pasaje-

pasadizo y conocimos a una abuelita que nos contó algunos

relatos de su juventud y la época de oro del “Pasaje

Tarapacá”, con su dedo índice señalaba las casas de los

antiguos habitantes del k’ullku, que entre silpancherias,

chicherias y zapaterías, eran un testimonio espacial de un

pasado desconocido por las nuevas generaciones. Semanas

después nos enteramos que esta señora era la esposa de Don

Casimiro, legendario deportista y guardián del barrio.

Una vez identificado el lugar decidimos realizar una

intervención urbana y realizando una investigación previa

de los antecedentes del k’ullkito, gracias al testimonio de

Gladys Bernal y otros vecinos, nos enteramos que el nombre

del pasaje Tarapacá estaba relacionado con la obra de teatro

que Adolfo Mier Rivas escribió en honor a este pasaje, “Nos

vemos en el k’ullku a las cinco vida mía”. Entonces una tarde

del once de julio, decidimos escuchar historias de los

vecinos y a medida que avanzaban los relatos, una máquina

de escribir registraba la oralidad barrial que siempre tenía

mucho que decir.

Entre un k’allu y refresco de canela escuchamos historias de

cholitas condenadas, los oficios que dominaban el barrio

como lugar de zapateros, carniceros y al son del charanguito

de Alfredo Coca y encontrarnos con el nieto de la legendaria

silpanchera del pasaje Tarapacá, fuimos colgando cada uno

de los relatos transcritos en la máquina de escribir en un

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tendedero, buscando el efecto de compartir los “trapitos al

sol” de la colectividad.

Intervención Urbana CONART

Pasaron varias semanas después del momento de

interacción y nos pareció que el pasaje del k’ullku

misteriosamente se había apoderado de nuestra carnívora

ansiedad por conocer más relatos, la inquietud de escuchar

historias se trasladó a varios sectores del barrio con el

apoyo del Proyecto mArtadero y se fueron recolectando

algunos datos muy interesantes como el nombre popular de

la Plazuela Osorio: la “Llarqay Plazuela” por ser un lugar

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donde la gente va a comer los platitos matutinos, un joven

anónimo nos dijo que de niño a los vecinos de ese lugar los

llamaban llarqueñitos y que todos respetaban a Don

Casimiro, porque no dejaba que ultrajen o maltraten a la

Plazuela incluso podía usar una flecha ante los intrusos que

osaban destruir este espacio. Otras vecinas volvían a

mencionar que este señor no permitía que los jóvenes se

vuelvan wistuvidas, porque los incentivaba a practicar

deportes especialmente el básquet.

Cada día fuimos sumando esfuerzos y relatos, algunos de

habitantes que vivieron cuarenta años en el barrio, otros

que aun recuerdan las carreras de toros o los boxeadores;

también escuchamos a los sibaritas que insistían en que se

entreviste a la propietaria del Melgarejo I; otros en cambio recordaban

permanentemente a las “dos gordas” y el sazón de su bistec

que luego se transformó en el tradicional silpancho, también

estaban los narradores que alguna vez amanecieron en la

chichería de “el Tabladito”. Entre el goce de los borrachos

solares como diría Ramón Rocha Monroy, o los artistas

nacionales e internacionales que actuaban en el Cine Teatro

Opera la década de los sesenta y que venían al k’ullku, a

degustar su buen silpancho después de las actuaciones. Los

relatos mencionados fueron transcritos respetando la

oralidad y el énfasis que imprimían los vecinos al recordar el

pasado, como una fotografía fidedigna de sus vidas.

La población entrevistada fluctúa generacionalmente

porque concebimos que la historia, esa que nos interesa

escuchar, se encuentra también en las voces juveniles e

infantiles o los nuevos habitantes que viven en este barrio y

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nos abrieron la puerta de su hogar. Este libro comprende

trece relatos, cuya cifra impar no es casualidad ya que no

alcanzamos a realizar la última entrevista dedicada a

Casimiro Vargas ya que falleció en el proceso; en varios

relatos continuamente se evoca su presencia y este libro

también busca rendir homenaje a este ilustre personaje.

Gracias a todos los vecinos, las constantes gestiones del

mArtadero, la Oficialia Superior de Cultura y todos los

presuntos implicados el hilo conductor de nuestro

tendedero de historias se fue alargando y pretende seguirse

expandiendo en el imaginario del lector de este libro

cartonero.

Equipo Yerba Mala Cartonero

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Epifanio Mérida

Entre toros y boxeadores

Yo soy de la ciudad de Oruro, pero pasé gran parte de mi vida en este barrio. En el año 1955 entré en los campeonatos de boxeo y salí campeón por Cochabamba en dos ocasiones. También recuerdo que llegaban toreros de España para las corridas de toro que llamábamos “Acho”, donde ahora es el coliseo, antes era de puro adobe. Después traían a los toros al matadero, no desperdiciaban nada. En el matadero los trabajadores tomaban chicha tempranito en la mañana, luego a las diez y al medio día otra vez. Decían que no podían trabajar sin chicha. Como antes no había ni protectores, ni botas, tenían que tomar para hacer su trabajo y por eso el barrio estaba lleno de chicherías. Al frente del matadero había una que se llamaba “Las Chunchulas”, al lado estaba la del “Loco Felipe”. También me acuerdo que cuando era chico, salíamos a bañarnos al río, que no era como es ahora. Pasaba más cerca de la Av. 27 de Agosto, pero lo desviaron además el agua era limpiecita, nos metíamos pelados, las chicas con su bombachita, pero nosotros así nomas como Dios nos trajo al mundo, antes no había malicia. Después de bañarnos y jugar nos sacábamos frutos de los arboles de la orilla. Había huertos de uva, higo, durazno, de todo, nadie te decía nada, la fruta era en tal cantidad,

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como para botar. También sabíamos jugar en la canchita que le decíamos “El Ch´iki” todo era de tierra, jugábamos futbol. De ahí también sacaron ese cuento “El Ch´iki de mi barrio”.

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María Salomé Cáceres Pereira Hija de la dueña Silpanchera del k’ullku

Nos vemos a las cinco en el k’ullku vida mía Mi abuelita ha sido una de las primeras que ha hecho el bistec en forma de Silpancho, era una señora bien pobre de Cliza que se vino a vivir a Cochabamba junto con mi mamá y mi tía. Mi papá trabajaba en la Prefectura como portero y de día trabajaba sacando fotos en la Plaza Principal. Él murió por ser político, el 9 de abril cuando estaban peleando los de la Falange y el MNR, atrás de la Luz y Fuerza lo han matado. Para esas veces yo tendría como cinco años, mi mamá se quedó viuda. Mi papá era emenerrista, los del MNR estaban por la Luz y Fuerza y los de la Falange por el Rio Rocha abajo en lo que ahora se llama Av. Blanco Galindo. Recuerdo que el rio era como un límite que partía a los dos bandos. Al otro lado del rio huecos, huecos han hecho los Falangistas y los emenerristas del otro lado (tambien) y de ahí se disparaban. Yo iba llevando café a mi papá para que no se duerma pum!pum! se daban y yo agachándome me tenía que ir, así me salía y le llevaba también comida a mi papá. Yo he nacido en este k’ullku de la calle Tarapacá, en ahí toditos han vivido: primero mi abuelita que se vendía té y luego empezó a hacerse el bistec, porque lleno de zapateros era el barrio. En la esquina de la calle Tarapacá tenían sus negocios “Los Gamboa”; en la otra esquina estaban “Los Lazartes”; atrás había una

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carpintería también y para estos zapateros mi abuelita hacía su té y su bistec, que consistía el arroz, la papa, su carne bien amortajada con pan, ahora le dicen el famoso Silpancho.

Mi mami y mi tía se fueron a trabajar a la Fábrica Dillman y después como ya no les dieron trabajo, las dos empezaron a hacer el Silpancho, ya mi abuelita estaba cansada. Eso ha debido ser ya para la década de los sesenta, mi prima hermana era la que hacía y yo la que servía, mi tía y mi mamá eran las que amartajaban el Silpancho. Todos venían a comer al local de doña Catalina Pereira y mi tía se llama Teófila Pereira, también era conocido porque ¡Vamos ande las dos gordas decían! Mi tía Teófila era más gordita que mi mamá, las dos ya han fallecido. Cuando llegaron a Cochabamba eran flaquitas y luego han engordado cuando trabajaban en la Fábrica Dillman.

Catalina y Teófila

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En esa época sabíamos abrir desde las siete de la noche hasta la siete de la mañana, de todos lados venían, por la Santivañez se daban la vuelta, hasta la calle Jordán hacían la cola para el famoso Silpancho; primero ese lugar donde estábamos no era nuestra casa era alquilado no más, después con el tiempo hemos agarrado platita y en anticrético ya hemos agarrado en ese k’ullku que es en la calle Tarapacá, era una callecita bien estrecha.

Algo que me acuerdo bien es cuando hemos ido al Teatro Achá, como ciegos con ojos vendados nos han llevado, hemos tenido que cerrar el local. Cuando estábamos adentro nos han mostrado actores vestidos igualito que nosotras —que teníamos el vestido escotado con nuestro mandil— como mi mamá y como mi tía la otra gordita, igualito han sacado los actores en el teatro. “Aquí está la Martita, doña Cata” a la que vende huevos igual le hemos mirado; de ahí ha sido la obra: “Nos vemos a las 5 en el k’ullku vida mía” así han inaugurado ese nombre, en ese momento hemos sido las famosas silpancheras del k’ullku. Cuando empezaba a anochecer todos afanados venían a esa hora choferes, artistas; luego sabíamos amanecer, ellos venían del Cine Teatro Ópera a las cinco de la mañana recién se estaban yendo Habían muchos que venían, me acuerdo que había uno con barbita que tocaba charango y guitarra, el Compadre Palenque era. Venían conjuntos de México y Argentina, ha venido hasta la Libertad la Marque, todos los artistas venían al K’ullku, también vino el alcalde

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Humberto Coronel Rivas. Mi mamá y mi tía han hecho la tradición del Silpancho, con el tiempo se llamó así por el apanado, solo vendíamos Silpancho ahora hacen de todo pero no es igual, hasta de carne molida hacen, de carne dura. Nosotros sabíamos hacer bien con el morok’o. La carne era especial de las mañasas que venden en el mercado. No había otras sillpancherias por el barrio, solo la chichería “El Tabladito” de doña Asunta —que ha muerto al igual que su esposo— solo se quedaron sus dos hijos que ya lo cerraron esta chichería. Esas veces en este pasajito las casitas eran bajas ahora se ha llenado de negocios. Nosotros hemos vivido en el k’ullku hasta que nos hemos casado, justo al k’ullku venía a comer el papá de mis hijos, todas las noches nos enamoraban. Todos los días venían a comer la gente, no solo fines de semana. Los domingos íbamos a pasear con los vecinos a Paucarpata, siempre sabíamos ir al señorcito de Exaltación. Iban: el carnicero, el que vendía api y la que vendía tripas en el Mercado Osorio, la que traía huevos de Cliza y de todo lado para que nosotros hagamos el Silpancho, eran huevos criollos. Nos íbamos de parranda un domingo al mes, pero también se trabajaba harto mi abuela no dormía, a las seis ya estaba bien parada con su café y su bistec preparando cosas para que vayan a trabajar.

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Paseo dominical vecinos del barrio

Toditas mis primas y yo nos hemos casado y ya no abrimos ningún otro local, a mi edad de 65 años no lo haría; además que no solo era cocinar sino también atender bien a la gente, darle su buen Silpancho con su cerveza o su chicha. Recuerdo que la comadre de mi tía era la que elaboraba la chicha, era por donde una señora que prestaba bicicletas, cerca al sindicato de los trabajadores de la alcaldía cerca al Rio Rocha; también los Hilera sabían hacer chicha, justo a una de ellas le hemos enseñado a hacer el Silpancho; después había otro local que le llamaban la reina Isabel en la calle Jordán. Habían muchas chicherías, los Hileras tenían hasta concertina y pianos, mi abuela y mi tía iban a bailar en un costado, era clásico ver a las cholitas que bailaban bien, de un costado nomás y yo iba a buscarle a mi papá.

Me acuerdo muy bien que de donde sea teníamos que

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llegar a atender sino nos reñían, abríamos la puerta y a trabajar hasta el amanecer y nos esperaba la gente. No tenemos fotos del local, eso me dicen estos mis hijos: “¿Por qué no te has hecho dar autógrafos?”, nosotros nunca hemos tratado de hacer eso, más era el lugar de trabajo de nosotros. No teníamos tiempo ni para enamorar. Nuestra mamá puso un espejo grande en la pared del local, era celosa, yo estaba amartajando la carne y por el espejo ella me miraba cuando estaba agarrándome la mano mi esposo, “que están haciendo nos decía”, como cuete tenía que escapar el que luego fue mi esposo. Cuando nos hemos casado lo hemos cerrado, porque la calle se ha ensanchado y ya no teníamos donde agarrar la clientela y buscamos una casa grande para atender el local pero no habían, la mayoría de las casas eran chiquititas; pero voy siempre por el barrio: paseo, de visita, a recibir mi pago de la rentita que me dan de mi esposo, creo que negocios se han aumentado como choricerías, imprentas y repuestos de auto hacia la calle santivañez. Yo quisiera que este k’ullku lo arreglen bien bonito con faroles y banquitos.

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Don Filipo

Al borde del Rio Rocha

Yo fui uno de los primeros en habitar el barrio. Cuando recién llegue no había casas, solamente el parque de “Los Incas” con bastante pasto verde y sembradíos de maíz hasta el matadero que era lo único que había por la zona. Recuerdo que el rio pasaba hasta por transito. Antes rebalsaba el rio y todo esto se inundaba se hacía como un pequeño lago. Había el tren rodeado de sembradíos que llegaba hasta el aeropuerto. Para entretenernos jugábamos futbol hasta la una de la mañana, teníamos nuestra canchita, acá en el mismo parque, nos gustaba tanto que todos los amigos del barrio jugábamos. Aprovechábamos la luz de luna en las noches pues por la zona no había luz, solo la luna nos alumbraba. Entre dos vecinos hicimos traer la luz para el barrio. Era bonito el barrio, hasta ahora sigue siendo. Nos reuníamos todos los vecinos en carnavales, hacían fiesta, salían a las calles cantando entre todos, recuerdo siempre a alguien con un acordeón, todos jugaban con huevo relleno y se arrojaban. Como no había globos

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sabíamos jugar así, todos se mojaban, bailaban con serpentinas y misturas hacían rondas y rondas en comparsa. No salíamos al centro, solo por acá por la casa.

Rio Rocha

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Franz Omonte Vera

Todos trabajaban como chinos

Recuerdo que cuando era chico había que cruzar un puente de madera, llamado el puente del “Topater” que se ubicaba en la Av. Huayna Kapac, por debajo pasaba la serpiente negra, así se llegaba de la cuidad a lo que se conocía como el “Barrio Chino”, porque todos trabajaban como chinos, en todo esto que ahora es nuestro barrio. En el camino se podía observar talleres de calzados, curtiembres y muchos cultivos de todo tipo, como ser durazneros, maizales y distintas verduras. Por la que ahora es la Av. 27 de Agosto, antes era una calle angosta, habían muy pocas viviendas, humildes y precarias, con un piso de tierra. Pasando por todo esto se llegaba a la plazuelita de los arrieros, donde se podían ver pinos, rosas blancas y pasto, era una plazuelita muy bonita. Tal vez la plazuelita más bonita de Cochabamba. El barrio es cuna de grandes deportistas, tales como Orlando Vera, Ricardo Meruvia y Luis Canedo, campeones bolivarianos de box. Además de los muchos futbolistas criados en el barrio, que llegaron a ser jugadores de Aurora y Willsterman. Nuestro barrio tenía su propio equipo, era conocido con el nombre de “Ladislao Cabrera” una fuente de muy buenos futbolistas. Llegamos a la “B” y pudimos llegar a

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la “A” pero por malos entendidos no lo logramos. Este barrio a un principio era de “Los Veras”, ellos fueron una de las primeras familias que habitaron este lugar. Una de mis tías que se caso con un Vera tenía una pista que alquilaba a la fuerza armada. Si mal no recuerdo el surtidor aun sigue siendo de su propiedad, de sus descendientes, claro.

Pasaje del k’ullku

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Elsa Vargas Barahona Profesora y Abarrotera del Mercado Osorio

Relatos de la Llarqay Plazuela

Yo trabajo hace 10 años en el mercadito Osorio; pero he nacido hace 68 años aquí en la Calle Santivañez, casi esquina Falsuri. Mi mami vendía en este mercado que antes le llamaban la Llarqay Plazuela, hace casi 52 años vendía abarrotes, transitaba bastante los dos k’ullkus, porque el Mercadito Osorio era allí al frente, yo recuerdo que donde antes vendía mi mami era como un mercado baldío no mas, luego hicieron trabajar esté mercado alrededor de hace cinco años y por eso nos sacaron afuera cerca de lo que después fue esta construcción, moderna. Soy maestra jubilada, cuando mi mamá quedó viuda y me pidió que la colaborara en la venta de su puestito en el Mercado Osorio, entonces ella decidió darme su puesto, mi trabajo era pesado porque era repostera también, entonces fui a la intendencia con mi mami y me dieron su puesto, de esa manera me quedé vendiendo abarrotes.

Elsa Vargas Barahona

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Yo conocí lo que se llamaba el k’ullku, que eran los dos pasajes, no eran calles nada, debe ser unos treinta o cuarenta y cinco años que lo ensancharon, creo que fue cuando Humberto Coronel Rivas estaba de alcalde, en el primer k’ullku que da de la Jordán a la Santivañez, me acuerdo que había una silpancheria de Doña Catalina que tenía una hija que se llamaba Martha. Amanecían atendiendo a la gente. Había una chichera, la doña Isabel; también otra chichería de Doña Natica, la señora que más atendía a las personas mayores, pasada la media noche ya los botaba a todos; también había otra chichería en la calle Santivañez casi frente al k’ullku de doña Isaura. Conocía estos lugares porque mi papito alguna vez nos mandaba a comprar chichita a donde Doña Natica. Al k’ullkito lo conocían porque venían muchas parejitas a pasear, generalmente en las tardes no tanto en las noches, era gente bien nunca se escuchaba ni de robos ni de asaltos, entre vecinos se conocían y respetaban, nunca se escuchaba que los han asaltado, en ninguno de los dos k’ullkus, eran muy bonitos para entonces. Una característica de la Plazuela Osorio era que la gente se dedicaba al deporte, muchos grandes futbolistas salieron de este barrio, los hijos de las señoras que venden en el mercadito siempre estaban jugando el fútbol, también habían jóvenes zapateros que hacían trabajo para llevarlo a la Fábrica Zamora, habían hartos coleros que vendían colas para los carpinteros que amarraban en watos, como rosóncitos los ponían parecían como patitas de cabra que tocan, chunchus, también en tablas y esos vendían más a las carpinterías

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y ferreterías. Lo que me acuerdo del barrio es que nosotros teníamos una tienda de abarrotes muy bien formada, que se llamaba “La Potosina” allí realmente nos hemos criado y hemos hecho vida, compartíamos con mucha gente para ir a traer el pan, mi hermano mayor iba a una tienda de Klixman, nosotros a la Av San Martín, o de la calle Jordán o de Villarroel; teníamos unas diez clases de pan para vender. Uhhh en nuestra tienda “La Potosina” vendíamos grandes cantidades; mi papi cerca a la Falsuri también tenía su taller, era ebanista era todo un artista. Todos nos conocían del barrio por la tienda y los trabajos que hacía mi papá, el continúa vivo. Tiene casi 100 años. La mayoría de sus amigos ya están muertos, el mismo dice “caramba el amigo se había ido, el otro también” ahora yo prefiero no comunicarle para que no se ponga triste. Las nuevas calles que se han abierto como la Tarapaca, y la continuación hasta la General Achá, así ya el k’ullku se ensanchó, solo queda el otro k’ullkito que es uno de los pasajes más antiguos, los que sobreviven son los Garavito, los Antezana y los Quiroga. Este barrio estaba compuesto por varias familias como los Lopez que era de una familia de los militares; esta parte donde está la Plazuela era como un morro, y justo por la esquina había una señora con la nariz lora que era conocida por ser una de las barzolas del MNR, también siguiendo la calle del mercado estaban unas personas que hacían Silpanchos y Apis; en la tienda venían a comentar que una de esas veces alguien había ido a tomar Api y decía “pensé que era clavo de olor y había sido vinchuca”.

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De otros lugares como el Matadero no se mucho, porque más trabajaba en la tienda. Con el tiempo también se fue silenciando y por eso mi mami decide venir a vender sus abarrotes en el mercado, esas veces solo era un galpón algo sencillo, eso sería hace unos sesenta años; esta placita era como un lugar baldío, también habían algunas palmeras y un árbol grande de molle, era bien lindo, cuando a la gente le dolía su cabeza sacaba una rama y se ponía en el zapato y con eso se les pasaba o se ponían ramitas alrededor de la frente y se les calmaba el dolor, también curaba los arrebatos. Ahora los cambios son enormes desde que se inauguró el mercadito, alrededor de la placita han puesto los monumentos, los árboles todo. Ese cambio ha venido muy tarde, hace diez años nomás, no había tantos edificios, pero tampoco había tantos habitantes, todos nos conocíamos; por ejemplo en la Santivañez, Suipacha y Abaroa, esa curva es de casas antiguas muy bonita ahora creo que la están queriendo mantener sin tocar nada, pero pienso que siempre tiene que haber estas reformas aunque el progreso nos llegó muy tarde. Desearía que este barrio prospere más, porque las autoridades que entran se olvidan del barrio si no serian los de la OTB o los mismos vecinos que sería de nosotros, en su aniversario no más vienen aquí a celebrar un rato y eso es algo que recién nomás se ha dado también. Yo he nacido en este barrio y he vivido gran parte de mi juventud en él, por eso quisiera que mejore porque me une la añoranza.

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Lidia Marzana

La casa de los espíritus

El año 79 el Barrio Villa Coronilla es desde la (colina de) San Sebastián hasta las rieles, donde era antes el aeropuerto. Pasabas las rieles había una acequia que era angustura con hartos pastos y chillkas, cruzabas y era el aeropuerto donde había unas huertas inmensas de alfa y de durazno, se llamaban “Los durazneros”, también había bastantes molles, por donde pasaban las rieles era todo molle y había mucho sembradío de maíz también, todos los estudiantes iban a estudiar a “Los Durazneros”. El puente del rio que pasaba el tren venia desde la avenida hasta donde termina el colegio Italo Boliviano, por ahí pasaban las vías del tren. La casa de mi abuelita es en la Comuneros esquina Siles y me decía anda comprar alfa a la tranca y yo iba hasta la tranca a las rieles y el alfa venia en burros, las cholitas cargadas de su mercadería que llegaban desde “La Maica” Un día me acuerdo que fui caminando por las rieles pasando por el cementerio que era tan chiquitito —donde no había mausoleos no había murallas y puertas— los muertitos estaban enterrados en el suelo y los molles a ambos lados del camino todas las rieles. Yo tenía 7 años y recuerdo que andaba como walaycha, cuando veo el molle y estaba colgada una mujer ahorcada con sus trenzas y su lengua salía hasta su

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cuello, colgada la cholita batiéndose del molle, tan pequeña yo vi eso y me asuste y me escape a mi casa asustada. Sabia entrarme a jugar al cementerio, corriendo iba todo era pampa, arboles, maíces y charcos de agua; en el cementerio los floreros cambiaba, las fotos de un nicho a otro, era divertido jugar en el cementerio. En mi casa mi mamá le alquiló un cuarto a una señora que decían que era bruja porque tenía calaveras de personas en su cuarto, cada calavera estaba amarrada con una pañoleta negra y tenían unas cosas en sus bocas. Había también velas encendidas y hacia cosas extrañas. Cuando se fue esa mujer no se podía entrar a ese cuarto, porque los espíritus se habían quedado ahí, caminaban y golpeaban la puerta. Al final hicimos bendecir la casa con el padre Dardy de la parroquia pero todo seguía. Recuerdo que antes lo que era el parque “Los Incas” era solamente un canchón donde todos jugábamos; (era) de pura lama y pasto y cuando llovía se inundaba de tal manera, y había rococos —sapos de un tamaño enorme— nadie podía cruzar de la acera norte a la acera sur. Llegaba las seis de la tarde y los rococos lloraban como perros, eran de un medio metro de color amarillo verdusco. Era un miedo terrible, todos los niños corrían y gritaban. También recuerdo que había un tanque de agua que íbamos a recibir en latas de alcohol, en baldes de agua para llevar para toda la semana; nuestros baldes no eran de plástico, se usaba todo de cerámica de barro y

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las latas de alcohol que le ponían una madera de agarrador y ahí llevaban el agua. Teníamos que cruzar por encima de los nichos para cruzar al otro lado, íbamos al cerro a traer tuna, y para pasar debíamos cruzar entre los muertos. Cuando yo tenía unos siete u ocho años como era todo pampa y éramos cuatro casitas, y se veía al tren pasar, porque no había casas. Yo viví ahí desde 1954.

Desde lo que son las rieles hasta “Jaihuaico” no había ni una sola casa, y donde ahora es el avión solo había una especie de morro, y cuando llovía y llegaba la angustura desde el valle alto, y todo se inundaba. Ahí vivía mi tío Eloy. Recuerdo que mi tía Victoria me llevaba al kínder en su bicicleta donde ahora es la plaza del templo de “Jaihuaico”. Yo lloraba grave porque no quería quedarme, como tenia cabellos largos los niños me jalaban de mis rozones y lloraba. Así se inundaba grave y la gente se inventaba canoas para cruzar todo eso, hacían canoas de bateas, de turriles. Las rieles actuaban como dique de contención.

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Gladys Bernal Fernandez Especialista en belleza

El k’ulkito lugar de encuentro de las parejitas

Vivo en el barrio alrededor de 25 años, más o menos la edad de mi hijo mayor que ya tiene veinte seis años, cuando tenía un añito me he venido. Yo vivo en la Plazuela Osorio, ahí han nacido también mis otros dos hijos. Soy de Oruro

El barrio no ha cambiado mucho, pero sin embargo me han contado los vecinos que había un pasajito que se llamaba “k’ullku vida mia” y no siempre era ese pedacito que ve, sino que era hasta la Tarapacá que era angostito que tenía un codito, pero ahora como la Tarapacá lo han abierto solo quedó en una cuadrita y en esa cuadrita habían dos chicherias y se citaban las parejas; más que todo jóvenes porque como era oculto y medio oscurito, ahí se veían los enamorados a las cinco así para que no les pesquen. También había una Silpancheria en ese pasajito, su nombre no me acuerdo. Creo que una de las chicherias era de doña Margarita en la Tarapaca. Venían músicos y jugadores famosos, había un caballero que se llama “Don Casimiro” ayudaba mucho a la juventud, los ayudaba a jugar básquet para que la juventud no se vaya por otros lados. Todas las mañanas yo me acuerdo también recién casadita iba a compartir con ellos porque a mí me gusta el deporte, un montón de muchachos iban al ESM la Escuela de militares, hasta

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las diez por ahí jugábamos y todos a sus casas después. El caballero tenía buena voluntad para enseñar, sin ningún beneficio ni nada, él colaboraba de esa forma al deporte; también cuidaba la Plazuela Osorio para que los muchachos no la ultrajen, pero ahora el señor ya está viejito, un poco delicado, no sale ya de su casa.

En este barrio había muchos zapateros, los “Gamboa” y los guitarreros también, que hacían instrumentos. Toda esta zona era por partes de artesanos, también las curtiembres. Esta zona también era zona roja, me consta, cuando yo tenía mi peluquería por la Plazuela pasaban hartos cleferos, gente de mal vivir atracaban a quien pasaba Había un sectorcito abundante de árboles y en las noches era oscurito, ahí también los atracaban.

Antes este barrio era como una pampa y por lado de “La Maica” llegaban las personas, las campesinitas y

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llevaban sus verduras al Mercadito Osorio y vendían hasta el medio día, dice que todo se terminaba porque era fresquito. Ese mercadito antes era una construcción como una pampita no mas, en el suelito todos estaban con su llantuchita, bien rústico, las lecheras también venían de “La Maica”, en burro se traían choclos, papita, queso, todo hasta el medio día desaparecía porque todo fresquito compraban, por eso también la llaman la “Llarquay Plazuela” porque hasta el medio día todo desaparecía, también lleva ese nombre porque hay suculentos platitos, como las rangas de doña Emma, que vende sillica también y es muy sabrosa su comida, muy poca gente mayor ya hay aquí. De la gente mayor que ha vivido, algunas cosas que estoy diciendo me han contado, ando indagando también, me he comprado un libro que se llama “La larga marcha de los cochabambinos de la Villa de Oropesa a la Metropolización” de Humberto Solares. Este barrio es un lugar histórico porque aquí por la Plazuela ha sido una de las fundaciones de Cochabamba, en la Plazuela Osorio se ha fundado, podía ser más bien aquí la Plaza Principal pienso yo. En la actualidad hay más comercio de repuestos, pero no entiendo muy bien porque esta calle Jordán está un tanto en silencio, desde la calle Tarapacá hasta el puente Huayna Kapac es silencio, nadie quiere poner aquí comercio, les parece que no es comercial este lado del barrio piensan que no les va a ir bien. Un punto de referencia es la famosa chichería “El tabladito” todos alguna vez han caído para matar la sed,

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ahora lastimosamente ya lo han cerrado; otro punto de referencia sería la cárcel, que está en la Plazuela San Sebastián, y la Plazuela Osorio, que son tres puntos de referencia para ubicar a las personas que no conocen el barrio. Otro lugar que puedo agregar como importante para el barrio es el “Restaurant Melgarejo” es un punto de referencia porque han llegado importantes personajes, hasta el Evo Morales estaba allí. Una vez entré allí a comer y he visto colgado varias fotos de personajes colgadas con su gran copa, la k’ala le habían sabido llamar, el dueño del local tiene fotos importantes, la pena es que el señor Gregorio Lujan ya murió hace un año.

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Tania Cardozo de Nogales

Lap’aq Lap’aq jugando con el viento

Cuando era pequeña recuerdo que salíamos a jugar a la “pampa” éramos muy chicos, entre cinco a siete años. Llegaba agosto y hacia unos ventarrones terribles por la tierra de la pampa que ahora le dicen “Parque Los Incas” pero siempre le decían la pampa, construíamos nuestros voladores afuera, con paja y papel seda, hilo, ¡hacíamos volar alto! Toda la tarde jugábamos ahí. También recuerdo que había un poste en una esquina donde amarrábamos una pita larga con muchos pedazos de calcetines viejos los juntábamos y los amarrábamos al extremo de la pita y jugábamos a lanzarlo y el otro tenía que contestar…y ganaba el que envolvía todo y ya no podía desenvolver, (el juego) se llamaba “Lap’aq, Lap’aq” En la misma pampa como es lama, hacia la Avenida Manko Kapac hacíamos coscojas, rayando con sunchos el piso hasta perforar el suelo, y no se borraba aunque llovía, hacia viento o pasaba una semana. Lanzábamos las piedritas y jugábamos. Esos tiempos eran otra cosa, una vida más simple más comunitaria.

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Irené Luján Propietaria del “Melgarejo I”

¡Salud en nombre de Melgarejo!

Este local está aquí desde hace veinte años, pero hace muchos años atrás ya funcionábamos en Cliza, los platos que eran populares en Cliza y los trajimos para este barrio, esos platos eran el pichón plato original de Cliza. Mi papi ha iniciado con este plato bien conocido, luego lo han ido imitando porque esta comida es tradición de Cliza, nosotros cuando nos hemos venido a este barrio seguíamos con el negocio de este restaurant. Cuando vinimos a establecernos con el local aquí nos hemos iniciado con el “Pato a la brasa” porque los pichones que nosotros disponíamos y comprábamos de nuestras vendedoras de confianza de Cliza eran muy pequeñitos y cuando entraban a la olla más pequeñitos se volvían, entonces la gente protestaba y hemos dejado de hacer, si la gente preguntaba por el pichón les mandábamos a Cliza. Mi papá era Gregorio Luján, mi mamá era Domitila Guillén de Guzmán mi madre era la del negocio, porque lo heredó de sus papas. Cuando llegamos al barrio era una casita de adobe, era pequeña, luego lo refaccionamos en este edificio nuevo que está un poco más amplio.

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Irene Lujan Guillén Propietaria Melgarjo I

Este local creció y venían personajes muy importantes, como mi papá era fanático de las fotos ponía en la pared cada foto con los personajes que venían, antes las cámaras eran a blanco y negro no mas; él tiene por eso fotos antiguas con el Gral. Barrientos que era el primer personaje de la colección de fotos de mi papá. Le encantaba cuando llegaban políticos a Cliza siempre sacaba las fotos, siempre llegan a mi casa porque era un restaurant bien conocido como aquí, entonces llegaban a mi casa y mi papi aprovechaba para sacar las fotos con la famosa copa de Melgarejo, esta es la copa original que tenía para tomar sus garapiñas, entonces esta copa se quedó en un santuario de la familia de mi mami, entonces así, cuando se estaba dando las herencias ella optó por agarrar esta copa porque le encantaba. Las personalidades que he conocido cuando era pequeña eran el presidente García Meza, a Víctor Paz

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Estenssoro en Cliza, aquí en este local ha venido Evo Morales, tiene su foto por aquí y vino cuando era sindicalista todavía, mi papi le apoyaba era bien Masista. Nosotras las hijas ya jóvenes no queríamos estar en Cliza porque Cliza ya estaba bien silencio, entonces la convencimos diciendo: “vamos a Cochabamba mami, allí vamos a abrir nuestro negocio” entonces las hijas nos hemos movido y hemos buscado casas para mis papis, entonces no se Dios nos habrá traído a este barrio desde hace unos veinte años atrás desde que hemos llegado aquí a Cochabamba y hemos iniciado el restaurant, como desde Cliza ya éramos famosos, toda Cochabamba conocía el restaurante en Cliza. Porque mi papi era muy conocido aquí cuando hacían esas ferias de comida tradicional en “La Coronilla” el Día de la Madre; entonces venían de todas las provincias y ganaba todos los primeros puestos mi papá, entonces pasábamos por este barrio, la gente lo conocía cuando venía y seguramente por la radio ya lo nombraban como el mejor plato típico de pichón, entonces eso mismo cuando nosotras ya éramos mayorcitas pasábamos por la Osorio y así se animó a comprar esta casita que era de adobe sencilla y nos hemos instalado. Yo me acuerdo que esta calle, la 27 de Agosto, era bien muerta cuando nosotros hemos llegado, no había ni muchos autos que pasaban, mi mami decía “a esta calle me han traído ahora que voy a hacer, ahora no vamos a vender nuestras comidas”. No mami le respondíamos,

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nosotros vamos a vender las comidas porque somos conocidos, aquí en las puertas no habían comercios, ahora hay más negocios de autopartes. Antes había seis restaurantes, éramos cinco hermanos que fueron abriendo sus locales, pero hay hermanos que han aprendido a cocinar y otros que no han aprendido, ahora estamos con dos y un local estamos por abrir de nuevo en la zona del Hipódromo, ese restaurant esta en anticrético porque mi hermana se fue de viaje. Yo he conocido a muchos vecinos, como el doctor del frente, pero que ya ha muerto, los viejitos se fueron muriendo ahora hay gente que viene más en la mañana y tarde pero por sus negocios. El mercadito Osorio no era así, solo estaban casitas viejas y todo se reformó y reconstruyó hace cinco años, hasta ahora al Mercadito sigue viniendo gente campesina de la Maica y vende leche y queso; a veces les compro. Esta gente que ahora tiene sus negocios ya no es conocida son personas que solo vienen un rato y luego se van. A mí me gustaría que cuiden más la Plazuelita que se llama “Reforma Agraria” para un progreso del barrio deberían reformarla porque allí se ha firmado la reforma agraria, según los comentarios de los vecinos, esa plazuelita es histórica y el día que se recuerda la Revolución Nacional de 1952 nadie hace nada, eso deberían de ponerlo bien, hace poco la han arreglado pero a nadie le importa mucho, yo quisiera que le pongan un monumento al indio allí. Todos están invitados al Melgarejo a comer Pato a la

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Brasa, Pique a lo macho, Planchitas y Charke, esa es nuestra especialidad con su típica garapiña de Cliza.

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Igor Quiroga Poeta residente del k’ullku

Apuntes sobre la fundación de la Villa de Oropesa y Bolivia un país de tuberculosos

La ciudad, una comunidad se arma en base a intereses de acumulación de la focalización de sistemas migratorios, por ejemplo toda la gente que es migrante del Barrio Sebastián Pagador que son de Oruro y Potosí, no solamente por los costos de la tierra y el sistema habitacional sino también por su imaginario que traen de sus ciudades de origen es una tierra árida porque no tienen costumbre por las plantas, por el verde, las políticas municipales que tradicionalmente se han basado en la dotación de los servicios básicos, la infraestructura municipal, pero no ha estado coherente con una política municipal, porque la migración no ha estado acompañada por un sistema de re-validación, volver a renovar o mantenerlos valores tradicionales, una tradición no es algo que per se sea bueno, se supone que mantener una tradición es algo bueno, que mantiene la identidad, lo cual no es tan así porque las identidades son activas, se mueven y una revalidación tendría que ver con un carácter de inclusión de esos imaginarios, el comportamiento colectivo en el uso del espacio público las calles, las plazas, Cochabamba tiene una característica interesante a mi modo de ver, es que se pueden dar muy buenas clases de historia no encerrados en las aulas, porque las calles son hechos históricos y personajes históricos. La toponimia estricta urbana hay la superposición de la historia oficial, es de un mestizaje cholo, blancoide,

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Cochabamba comprende tres formas lingüísticas, como formas las cosas con la realidad originalmente es una región aymara, no quechua porque el primer nombre es Kanata, antes de ser Villa de Oropesa ese es un nombre aymara, los nombres de los ríos conforman Misicuni el Titiri, Serqueta mayu son aymaras como Quillacollo, los indios kanas estaban por acá Garci Ruiz de Orrellana que es uno de los más visibles terratenientes previos a la fundación de Cochabamba, porque hay esa confusión de que ha habido dos fundaciones, la fundación es una 15 de agosto de 1571, la del 1 de enero de 1574 es una ratificación hecha por Barba de Padilla porque hay este lapso de los tres años, porque en esa época los mismos españoles, ya que a los indígenas no les interesaba de que se tratara el ordenamiento jurídico, se acata pero no se cumple, la Villa de Oropeza fue fundada con su sistema administrativo típicamente español, más de criollos y mestizos se realizó esta segunda fundación, es un tanto ridículo hablar de una segunda fundación porque obviamente se funda o no se funda.

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Que no haya habido impacto en el sistema administrativo, eso es lo que llevó a una ratificación importante del poder español, pero hubo solo una fundación y está ratificada en el libro de José Macedonio Urquidi en la fundación de Cochabamba, Humberto solares y Gustavo Rodriguez Ostria tienen estudios interesantes al respecto y no es que sus conclusiones sean determinativas por una línea de pensamiento que puede lograr articular una comprensión del asunto de Cochabamba. Gustavo Rodriguez a producido otras investigaciones recientes como “Vivir Divididos” respecto a sus aportes sobre la segmentación y como se cruzan las identidades, porque Cochabamba es a pesar que se dice “la tierra de la integración” es una sociedad bastante ukhuruna, los cochabambinos no son personas abiertas y permeables al diálogo, a la imbrincación, entonces por eso resulta necesario las políticas barriales que se puedan generar para la convivencia en la comunidad, las Otb’s, municipio, proyectos culturales como el proyecto mArtadero, la gobernación deberían confluir en generar un contacto del barrio con el barrio, una manera para que exista seguridad ciudadana es saber quién es el vecino, el que vive al frente de tu casa, salvo gente que ha vivido treinta o cuarenta años que conoce a la otra gente, porque la gente que nueva que llega a los vecindarios se superpone en el grupillo edificativo, entonces hay una distancia de superposición espacial física que conlleva a una carga del uso simbólico del espacio y también como lugar donde el cuerpo humano se mueve y fluctúa allí, y nos sabemos quién diablos es el vecino que hace a qué se dedica, este desinterés

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proviene desde el sistema educativo, porque se tiene un pensum pensado en solamente lo laboral, conocer de historia ¿para qué? ¿De los vecinos para qué? Eso es algo tan contradictorio y característico de nuestro país que lo puedes detectar también en los nombres de las ciudad des, por ejemplo la ciudad de La Paz, es la ciudad menos pacífica que hay, o Santa Cruz, cruces habrán pero de santa nada. Lo que era Kanata, luego Villa de Oropesa, después una castellanización del quechua qhucha=lago y pampa=planicie y no hay agua. Esta superposición estructural de los nombres. Cochabamba como centro urbano hasta 1952 aproximadamente era pensada como una colonia de vacaciones, porque en realidad los terratenientes vivían en el campo, en las casas de hacienda, las casas de control administrativo de la ciudad eran casas de descanso porque vivían al centro por asuntos impositivos, las fiestas patrias o ese tipo de asuntos, y entre ellos se reconocían. Cochabamba no fue fundada como un espacio habitacional, sino más bien como una colonia de vacaciones, es por eso que como lo analiza Solares la estructura urbana no creció ni se destapó, no explosionó de la manera que lo ha hecho hasta mediados de los setenta, por este sector de la ciudad era un lugar olvidado, porque además la Plazuela Osorio, no tengo entendido en que gestión municipal se fundó, fue como una idea de que bueno le pondremos una placita por aquí, porque la verdadera fundación de Cochabamba no fue aquí tampoco en la Plaza de Armas, lo más probable es que fue en el Pueblito de la Zona Muyurina.

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Es interesante saber cómo se daban las fundaciones, primero se buscaba un árbol más o menos alto se lo cavaba y acuérdate que el descubrimiento de América por la Península es un asunto náutico y el palo mayor se llamaba verga, entonces se introducía en la tierra este palo mayor en la tierra que era como un elemento femenino hasta cierta profundidad, para que se pueda divisar el escudo de armas de los que apadrinaban, el patronazgo de la corona española, en el caso de aquí los condes de Oropeza, la casa de Oropeza que eran españoles, el escudo de armas de la familia y eso se hacía más o menos a las cinco de la tarde que era la hora del degüello de los toros que era una tradición ibérica propiamente, que en las zonas al sur de Francia que estaban cerca de España Altamira esta la prueba que los bisontes, lo cual tiene una representación imaginaria de ligar de ligar al hombre con Dios y con la tierra por un sacrificio, se degollaba a los toros al pie del poste para que chorree la sangre ibérica y humedezca la tierra, se realizaba un redoble de tambor y el fundador cabalgando su caballo leía a nombre de quién se estaba realizando la fundación a nombre del rey, virreyes y notario de Fe Pública y el escribano en presencia de los notables ciudadanos, y demás ciudadanos se procedía al rito de la fundación al degüello del toro, la tierra caliente por el sol como el poema de Lorca o la frase nos vemos en el k’ullku vida mía de Adolfo Mier Rivas, porque también esta relación seminal, y el encuentro del hombre y la mujer era a partir del ocaso del sol.

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Pasaje del k’ullku

No me extraña que por eso las cinco de la tarde sea una hora que denota parte del ritual, y este lugar que se llama el k’ullku, que era una zona donde estaban establecidas las chicherías con piano, que eran bien interesantes, hay que tener en cuenta que el maíz era un pan americano, y por supuesto sus variantes combinadas con el alcohol, porqué el alcohol tiene la propiedad de ser parte de los rituales, como el vino tiene el color de la sangre no solo por el color sino, porque la religión católica es antropofágica, tiene la idea de un dios comestible, que se incorpore el cuerpo, no solo es un significado espiritual, sino también físico, porque el alcohol disuelve el yo individual y genera el contagio. Cochabamba es una ciudad ventral. Bolivia es un país de tuberculosos nos alimentamos de papa en los andes y yuca en el oriente al margen de lo que quieran las raíces de los tubérculos son las que amarran nuestro vientre con la tierra, más que lo histórico, la memoria esos son elementos importantes pero primero hay que comer, fagocitar, incorporar la tierra féculas oscuras. De este análisis se generan en las ciudades ciertos espacios que son conocidos como la recova, por ejemplo

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el impuesto a la chicha que se pagaba de este tipo de barrios era lo que mantenía a Cochabamba y hasta a la universidad, esta tendencia de prohibición es uno de los factores de a violencia ciudadana y es la falta de la interacción del conocerse con el otro, el contacto es indudablemente algo físico más que esta cuestión del imaginario, la espiritualidad es el contacto con el otro es decir lo que existe, lo físico, más allá de materialismo histérico y dialéctico, tendríamos que analizar más que es lo que pasa con las edificaciones, como la gente se aglomera en los espacios y la manera en la cual la mancha urbana de Cochabamba se fue extendiendo, los espacios públicos están confiscados por el estado.

Plaza 14 de septiembre

La catedral de Cochabamba por ejemplo está edificada

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en nombre de un santo, San Sebastián que es un santo amarrado y torturado, y en su cuerpo tiene varias flechas que lo atraviesan, el es el patrono de Cochabamba, no es casual entonces que las cárceles tengan nombre de santos y se superponen los nombre religiosos a los nombres de personajes históricos, nadie conoce la Plazuela Guzmán Quitón con ese nombre, la conocen más como corazonistas o la Plaza Esteban arce todos la llaman la Plazuela de San Sebastián, esta anomalía en la sindéresis que es la propiedad de no corresponder las palabras a los hechos, en Bolivia casi todo es asinderético, empezando por el mismo nombre del país de Bolívar se le pone Bolivia al país, o también la Guerra del pacífico que es una contradicción a todo lo que se indica. Aquí se llama amor a la mujer en pegarla, esta relación a-sinderética del lenguaje es la que se da en este país. La fundación de Bolivia por ejemplo fue un 11 de Agosto, la firma que consta el documento en Chuquisaca establece esto, pero en esta misma acta de fundación se establece que se celebrará el 6 de agosto el Día de la Patria en recuerdo a la batalla de Ayacucho. Lo mismo sucede en aquí con el 15 de agosto que en realidad es la Fiesta de Asunción, esto origina que en América abunden los villorrios con las patronas maternales, como la ciudad de asunción del Paraguay, La virgen del Carmen como patrona del ejército o como la Virgen de Guadalupe en México. Entonces la sumatoria de la fundación, la mujer, el palo, la sangre del toro, las cinco de la tarde tiene mucho que ver con el nudo para que después nos pase de todo el día de hoy, eso más que verlo como sistemas simbólicos del estructuralismo de Claude Leví Strauss, tienen más bien relación con la apropiación poética del espacio.

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Joven anónimo

Los llarqueñitos

Yo vivo aquí en el pasaje y dicen que por las noches pasa el fantasma de una cholita, no es una rubia, otros se confunden al contar, es una cholita que trabajaba en la chichería y que fue encontrada muerta. Por eso pasa por este lugar. Otra historia es la del farol de la esquina del k’ullku, no es una instalación colonial, lo que pasó es que el que compró el terreno en la esquina puso el farol en medio de la calle justo al inicio del pasaje para que no pasaran autos, así es que este k’ullkito ahora es un pasaje cerrado. Yo vivo en el k’ullku toda mi vida, allá donde está el poste de cemento ahí, en la casa amarilla, recuerdo que en la Plazuela Osorio jugábamos hartos chicos y chicas. El mercado siempre ha sido ahí, solamente que cuando han demolido el mercado la vendedoras se han pasado a la plazuela, para que armen ahí cuando uno estaba de hambre venia a comer harto y baratito en la llarqay Plazuela Osorio, o sea la plazuela para mi hambre. Hay distintose grupos que viven en el barrio, los rayados de la Jordán nos dicen a los que vivimos aquí llarqueños, dicen que este era un barrio de zapateros yo conocía una familia, aquí a la vuelta en la Méndez Arcos, hacían zapatos de todo tipo y eran proveedores mayores de botas por ejemplo para los caporales, para todas las fraternidades, para el corso, para Urkupiña

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desfilaban por ahí todos los bailarines, ahora creo que esa familia se ha ido a otro lado.

Pasaje del k’ullku

En este barrio ya no hay tantas chicherias, “El Tabladito” me acuerdo que era muy famoso, decían que jugaban a la ruleta rusa y justo un tipo se mató, yo nunca he entrado a esa chichería. Alguien que es bien querido en el barrio y es como una leyenda es Don Casimiro nos bajaba de los arboles con flecha, nos correteaba si queríamos hacer algún daño a la Plazuela Osorio, él era un personaje fomentaba y se dedicaba al deporte aquí en Cochabamba, era el fundador de la escuela de básquet de Bolivia llamada EBOL

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Doña Victoria

La cholita carga borrachos Hay leyendas de este barrio, yo vi y escuche que los borrachitos que pasean por este barrio y ven a una mujer rubia por este pasaje, es un alma y no son solo cuentos, mi hijo ha llegado mareadito el otro día y al abrir la puerta ha visto a esa mujer que es un espíritu. Este pasaje es un poco pesadito, esta almita se los lleva a los borrachitos al rio, por eso ya no quieren venir en la noche por aquí además que está oscuro. Es importante también tener en cuenta la cantidad de cleferos de este sector, pero antes no era así porque los jóvenes hace unos cuarenta años eran románticos en el k’ullku enamoraban y venían a dar serenatas a sus novias en la chichería de doña Domitila aquí en la esquina. Es lindo que este pasaje antiguo continúe en la ciudad, no quisiera que cambie tal vez que se vuelva en un paseo con faroles y sigua el piso con empedrado y se lo declare un sector histórico de la ciudad.

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Niñas: Katerine, Paola, Malena

La fiesta del Perpetuo Socorro Nos gusta el barrio, lo que más nos acordamos es de la Fiesta del Perpetuo Socorro, allí una de nosotras fue monaguillo y habían dulces, cuetes, altares bien bonitos; varias vivimos por la Plazuela Osorio y no es peligroso caminar por aquí, tiene estatuas bien bonitas. Dicen que antes habían resbalines, ya no hay ahora. Nos encantaría conservar nuestro barrio antiguo.

Imagen del Perpetuo Socorro

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Blanca Lara

Entre Héroes y Fantasmas Vivo en el barrio desde hace cuarenta y cinco años, toda mi familia vivía aquí cuando era niña, recuerdo que las calles eran angostas, que al mercadito de la Plazuela Osorio le llamaban la Llarqay Plazuela; poco queda de esas casas y la gente que vivía por aquí. Antes le llamaban a este sector el “Barrio Chino” tal vez, por la cantidad de zapateros que vivían por este sector, además que eran hábiles con la navaja y eso infundía miedo y respeto. Un local famoso era “La Rosa Bomba” famosa por su comida y su chicha que venían de todos lados. También estaba la chichería “El Tabladito” habían muchas peleas en este local que era una tradición cochabambina, murieron los dueños y gracias a Dios se cerró ese local. Otra cosa importante es que aquí se originó el auténtico Silpancho, en mis épocas le llamaban bistec, y el k’ullku era famosos por sus silpancherias. Un gran personaje del barrio era Don Casimiro Vargas, dedicado hombre del deporte, maestro de adolescentes y niños, importante bastión de costumbres sanas y actividades productivas que encarrilaba a los jóvenes y niños por el buen camino. Antes la gente se reunía en sus puertas a compartir charlas, se servían un poco de chicha, ahora la gente que viene a este barrio es muy extraña, dedicada más al comercio. La gente antigua va muriendo, quedamos

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pocos. Nuestro barrio está cambiando se está volviendo muy comercial ya de lo que era antes la gente se está olvidando.

Intervención urbana en el k’ullku 11-06-2011

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DICCIONARIO DE TÉRMINOS EN QUECHUA Cala (quech. q'ala ´desnudo´) s. Copa grande de cristal con la forma del torso desnudo de una mujer. Ch´iti s. Niño. Ch´iki s. Pasto silvestre. Espacio de Tierra cubierto con pasto silvestre. Ch´unchu s. Persona que vive en una región selvática. Ch'illka. s. Variedad de arbusto o árbol resinoso que crece hasta 5 m de altura. Tiene hojas simples y alternas, flores blancas y crece en matorrales de valles interandinos y se emplea generalmente como leña. Lap’aq interj. Onomatopeya que imita un golpe dado a un objeto flexibe o blando. K'allu: Ensalada de cebolla en cortes grandes, tomate y locoto K’ullku s. adj. Espacio estrecho. Llanthucha s. Artefacto que proporciona sombra. Está construido con tela sujeta a un armazón de varas entrecruzadas y fijadas en un palo de madera empleado como soporte. Moroco (quech. muruq'u) s. Piedra esférica pequeña empleada para moler o aplastar condimentos o cereales sobre una piedra.

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T’inkazo: Actuar por intuición Wato (quech. watu) s. cuerda. Walaycho: Alegre Wistuvida: Conjugación de dos palabras, una en quechua: "Wistu" (chueco, torcido), y la otra en español: "Vida". Personas de vida desordenada

Yarqhay s. Hambre.

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Ediciones Yerba Mala Cartonera

Para no desesperar en las trancaderas, para dejar pasar las propagandas de la TV, para aguantar las marchas, para caminar subidas sin darse cuenta, para bailar al ritmo de la cumbia del minibús o para cuando tengas simplemente

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Otros títulos: Crispín Portugal, Almha, la vengadora

Vadik Barrón, iPoem

Bruno Morales, Bolivia Construcciones

Carolina León, Las mujeres invisibles

Rodrigo Hasbún, Familia y otros cuentos

Jonathan Guillén, Urbana siniestra

Christian Jiménez, El mareo

Claudia Michel, Juego de ensarte

Juan Pablo Piñeiro, El bolero triunfal de Sara

Jessica Freudenthal, Poemas ocultos

Beto Cáceres, Línea 257

Yaxkin Melchi, Nada en contra

Héctor Hernández Montecinos, La escalera

Darío Manuel Luna, Khari-khari

Santiago Roncagliolo, El arte nazi

Fernando Iwasaki, Mi poncho es un kimono flamenco