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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año LII, número 31 (2.678) Ciudad del Vaticano 31 de julio de 2020 Solo la solidaridad podrá acabar con el virus

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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año LII, número 31 (2.678) Ciudad del Vaticano 31 de julio de 2020

Sololasolidaridadp o dráacabarcon elv i ru s

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L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Ciudad del Vaticanoredazione.spagnola.or@sp c.va

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ANDREA MONDAd i re c t o r

Giuseppe Fiorentinosub director

Silvina Pérezjefe de la edición

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 31 de julio de 2020, número 31

Gestos de ternura hacia los abuelosÁngelus

En el día en el que la Iglesia recuerda a los santos Joaquín y Ana, «los “abuelos” de jesús», al finalizar elÁngelus del 26 de julio el Papa Francisco invitó a los jóvenes a gestos de atención y cuidado hacia losancianos, «sobre todo a los más solos». Asomándose a mediodía desde la ventana del estudio privado en elPalacio apostólico vaticano, antes de rezar la oración mariana con los fieles presentes en la plaza San Pedro—en el respeto de las medidas de seguridad adoptadas para evitar la difusión del contagio de covid-19— ycon cuantos lo seguían a través de los medios, el Pontífice profundizó en el Evangelio dominical dedicado alas parábolas del Reino de Dios.

El Papa habla del alto el fuego en Dombás auspiciando un desarme efectivo

Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!

El Evangelio de este domingo (cfr. Mt 13,44-52) corresponde a los últimos versícu-los del capítulo que Mateo dedica a lasparábolas del Reino de los cielos. El pa-

saje tiene tres parábolas apenas esbozadas y muybreves: la del tesoro escondido, la de la perla pre-ciosa y la de la red lanzada al mar. Me detengoen las dos primeras en las cuales el Reino de loscielos es comparado con dos realidades diferentes«preciosas», es decir el tesoro escondido en elcampo y la perla de gran valor. La reacción delque encuentra la perla o el tesoro es prácticamen-

sas superfluas que ofrece el mundo, es lo contra-rio de una vida banal: es un tesoro que renueva lavida todos los días y la expande hacia horizontesmás amplios. De hecho, quien ha encontrado estetesoro tiene un corazón creativo y buscador, queno repite sino que inventa, trazando y recorriendocaminos nuevos, que nos llevan a amar a Dios, aamar a los otros, a amarnos verdaderamente a no-sotros mismos. El signo de aquellos que caminanen este camino del Reino es la creatividad, siem-pre buscando más. Y la creatividad es la que to-ma la vida y da la vida, y da, y da, y da… Siem-pre busca muchas maneras diferentes de dar la vi-da.

En la memoria de santos Joaquín y Ana, los“abuelos” de Jesús, quisiera invitar a los jóvenes arealizar un gesto de ternura hacia los ancianos,sobre todo a los que están más solos, en las casasy en las residencias, los que desde hace muchosmeses no ven a sus seres queridos. ¡Queridos jó-venes, cada uno de estos ancianos es vuestroabuelo! ¡No les dejéis solos! Usad la fantasía delamor, haced llamadas, videollamadas, enviadmensajes, escuchadles y, donde sea posible respe-tando las normas sanitarias, id a visitarlos. Envia-dles un abrazo. Ellos son vuestras raíces. Un ár-bol separado de las raíces no crece, no da floresni frutos. Por esto es importante la unión y la co-nexión con vuestras raíces. “Lo que el árbol tienede florido, vive de lo que tiene sepultado”, diceun poeta de mi patria. Por esto os invito a dar unaplauso grande a nuestros abuelos, ¡todos!

He sabido que los miembros del Grupo deContacto Trilateral han decidido recientemente enMinsk un nuevo alto el fuego respecto a la zonade Dombás. Mientras agradezco este signo de

Jesús, Él que es el tesoro escondido y la perlade gran valor, no puede hacer otra cosa que susci-tar la alegría, toda la alegría del mundo: la alegríade descubrir un sentido para la propia vida, laalegría de sentirla comprometida en la aventurade la santidad.

La Virgen Santa nos ayude a buscar cada día eltesoro del Reino de los cielos, para que en nues-tras palabras y en nuestros gestos se manifieste elamor que Dios nos ha donado mediante Jesús.

Al finalizar el Ángelus, el Papa expresó satisfacciónpor la reciente decisión de un alto el fuego en el áreade Dombás y, rezando por la paz en esa regiónatormentada», auspició que lo acordadolleve a «unproceso efectivo de desarme».

Queridos hermanos y hermanas:

buena voluntad destinado a restaurar la paz tandeseada en esa región atormentada, rezo para quelo que se acordó finalmente se ponga en práctica,también a través de un proceso efectivo de desar-me y eliminación de las minas. Solo así se podráreconstruir la confianza y sentar las bases para lareconciliación, tan necesaria y tan esperada por lap oblación.

Os saludo de corazón a todos vosotros, roma-nos y peregrinos de diferentes países. Saludo enparticular a los fieles de Franca (Brasil), está labandera allí, a los jóvenes de la archidiócesis deMódena-Nonantola y los de la parroquia de San-tos Fabiano y Venanzio de Roma. ¡Estos son rui-dosos, se hacen oír!

Os deseo a todos un buen domingo. Por favorno os olvidéis de rezar por mí. ¡Buen almuerzo yhasta pronto!

tiéndonos también nosotros en buscadores sana-mente inquietos del Reino de los cielos. Se tratade abandonar la carga pesada de nuestras seguri-dades mundanas que nos impiden la búsqueda yla construcción del Reino: el anhelo de poseer, lased de ganancia y poder, el pensar solo en noso-tros mismos.

En nuestros días, todos lo sabemos, la vida dealgunos puede resultar mediocre y apagada por-que probablemente no han ido a la búsqueda deun verdadero tesoro: se han conformado con co-sas atractivas pero efímeras, de destellos brillantespero ilusorios porque después dejan en la oscuri-dad. Sin embargo la luz del Reino no son fuegosartificiales, es luz: los fuegos artificiales duran so-lamente un instante, la luz del Reino nos acom-paña toda la vida.

El Reino de los cielos es lo contrario de las co-

te igual: el hombre y el mercader ven-den todo para comprar lo que más lesimporta. Con estas dos similitudes, Je-sús se propone involucrarnos en la cons-trucción del Reino de los cielos, presen-tando una característica esencial de lavida cristiana: se adhieren completamen-te al Reino aquellos que están dispues-tos a jugarse todo, que son valientes.De hecho, tanto el hombre como elmercader de las dos parábolas vendentodo lo que tienen, abandonando así susseguridades materiales. De esto se en-tiende que la construcción del Reinoexige no solo la gracia de Dios, sinotambién la disponibilidad activa delhombre. ¡Todo lo hace la gracia, todo!De nuestra parte solamente la disponi-bilidad a recibirla, no la resistencia a lagracia: la gracia hace todo pero es nece-saria “mi” responsabilidad, “mi” disp o-nibilidad.

Los gestos de ese hombre y del mer-cader que van en busca, privándose delos propios bienes, para comprar reali-dades más preciosas, son gestos decisi-vos, son gestos radicales, diría solamen-te de ida, no de ida y vuelta: son gestosde ida. Y, además, realizados con alegríaporque ambos han encontrado el tesoro.Somos llamados a asumir la actitud deestos dos personajes evangélicos, convir-

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número 31, viernes 31 de julio de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

«E scuchar para re-conciliarse»: es-te deseo del Pa-pa Francisco es

el motivo conductor del nuevovideo difundido en la red porla Sección migrantes y refugia-dos del Dicasterio para el servi-cio del desarrollo humano inte-gral, en vista de la Jornadamundial dedicada a los migran-tes, programada para el 27 deseptiembre próximo sobre el te-ma «Como Jesucristo, obliga-dos a huir». Se trata del tercervídeo —el primero fue «Cono-cer para comprender» y el se-gundo «Acercarse para servir»—de una campaña de comunica-ción que inició el pasado 15 demayo con ocasión de la presen-tación anual del mensaje ponti-ficio, centrado en este 2020 enla pastoral de los desplazadosinternos. Cada uno de los tresvídeos —realizados en colabora-ción con Vatican Media— p ro -fundiza en uno de los subtemaspresentes en el documento delPapa, también con testimoniosde los protagonistas, ilustradoscon viñetas. Este último, enparticular, está enriquecido conla historia de la experiencia devida de una mujer que tuvoque huir, que explica cómo eltrabajo de equipo y la acepta-ción recíproca puedan hacer es-perar en un futuro más lumino-so y en una coexistencia pacífi-ca entre personas de diferentesreligiones. Es iraquí y se llamaSarah Hassan. Perteneciente ala minoría yazidí, tuvo queabandonar rápidamente su pue-blo cuando el llamado EstadoIslámico invadió la Llanura deNínive.

«Vivía en Dogorî, en la re-gión de Sinjar, en la zona fron-teriza; —explica— pero cuandohuímos y llegamos al Kurdistánlos musulmanes nos abrieronsus mezquitas y los cristianoshicieron lo mismo, nos abrieronlas puertas de sus iglesias. Porlo que empezamos a estar me-nos asustados». Según Sarah lapertenencia religiosa no debeser nunca un obstáculo: «Lahumanidad es más grande quetodos nosotros», dice, añadien-do que no se pueden encontrarsoluciones a los problemas re-curriendo a la violencia, espe-cialmente cuando están los ni-ños en medio, independiente-mente de que sean musulma-nes, yazidíes, kakai —otro mino-ría poco conocida pero presentedesde hace tiempo en el territo-rio— o cristianos: porque les to-cará a ellos construir «un mun-do mejor».

El video se concluye con elicono de la fuga en Egipto dela Sagrada Familia de Nazaretpara recordar cómo en el centrode la reflexión del Papa Fran-cisco y de la Iglesia este año es-té precisamente «Jesús niño,desplazado y refugiado junto asus padres».

Video del Papa

Con la escuchaes posible lare c o n c i l i a c i ó n

ALESSANDRO DE CAROLIS

Se ha publicado la noticia del nombramiento por partedel Papa Francisco del nuevo director del Fondo de asis-tencia sanitaria (FA S ) para los trabajadores de la Santa Se-de, en la persona del profesor Giovanni Battista Dogliet-to, que ya desde hace tiempo trabajaba junto al salienteStefano Loreti. El cambio de guardia representa una bue-na ocasión para recordar qué es el FA S , hablando de elloscon su presidente, monseñor Luigi Mistò.

En primer lugar, ¿qué es el FAS?

Es el ente que provee la asistencia sanitaria para el per-sonal en servicio y los jubilados, de la Curia romano, dela Gobernación del Estado de la Ciudad del Vaticano yde los entes gestionados administrativamente de formadirecta por la Santa Sede, también de los que no tienensede legal en el Estado de la Ciudad del Vaticano. El FA Sfinancia las prestaciones sanitarias de forma directa e in-d i re c t a .

¿Cómo funciona el Fondo?

Quisiera, si es posible, encuadrar ante todo un princi-pio fundamental. Me gusta utilizar una imagen recurrentedel Papa Francisco para afirmar que la enfermedad es la“periferia existencial” donde todos, antes o después, di-rectamente o a través de un ser querido, pasan. El FA S ,por eso, aun con la debida atención a los perfiles de sos-tenibilidad económica, deberá absolutamente tener siem-pre en el centro la persona del enfermo haciéndole sentirtodo el cuidado y la ternura que necesita. El Fondo res-ponde a una solicitud solidaria entre todos los trabajado-res de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vati-cano. Se trata de una solicitud que se funda sobre la doc-trina social de la Iglesia, por la cual el principio regula-dor de la vida social es una relación de amor recíproco yayuda. La Santa Sede y el Estado de la Ciudad del Vati-cano son una comunidad de trabajo que en primer lugardebe dar testimonio en la aplicación práctica de esto.

¿Qué significa concretamente lo que acaba de decir?

Significa que todos están llamados a contribuir en pro-porción a la propias posibilidades y, por tanto, un por-centaje a la propia retribución para garantizar los recursosnecesarios para hacer frente a enfermedad que puede gol-pear a cada uno de ellos o a los propios familiares. Ladevolución de los gastos médicos no está de hecho limita-da a la contribución que cada uno ha dado, sino que estágarantizado en cada caso. Significa que hay personas queno se enferman nunca y pagan igualmente. Otras, menosafortunadas, se enferman y los cuidados, en algunos ca-sos, cuestan más, también mucho más, de lo que han da-do. En tal caso se usan las contribuciones de quien, porfortuna, se enferma menos. Esta es la solidaridad. Des-pués existen correcciones al sistema: para algunas presta-ciones se pide a quien las usa que pague una parte paraevitar desequilibrios excesivos.

Un sistema utilizado no solo por la Iglesia sino más bien di-fundido...

Sí, este sistema, precisamente de la doctrina social dela Iglesia, es adoptado por muchos Estados, como testi-monio de la bondad del principio mismo. Tanto es ver-dad que la Santa Sede el 16 de junio del 2000 estipulócon la República italiana una «Convención de seguridadsocial» que interesa a sus trabajadores que en la mayorparte son ciudadanos italianos o que residen en Italia. Asíel FA S es autoridad competente para proveer a la tutela ya la seguridad sanitaria de sus trabajadores, también encaso de enfermedad profesional o accidente de trabajo.

La cuota de inscripción en el FAS se puede definir como una“tasa”?

Es impropio definir de esta manera la cuota de inscrip-ción, cuyo objetivo es la realización de la recíproca tutelay asistencia de los inscritos, fundamento del principio dela mutualidad. La cuota está unida a la solicitud solida-ria, por la que cada trabajador de la Santa Sede contribu-ye a la tutela de la salud de todos los demás.

¿Puede decirnos cuál es la situación de las cuentas del FAS?

En el 2017, al finalizar un quinquenio caracterizado pordinámicas de crecimiento de los costes no sostenibles alargo plazo, se ha iniciado por parte del nuevo Consejode administración un proceso de reforma basado en crite-rios de eficiencia, transparencia y uso virtuoso de los re-cursos económicos disponibles, con el fin de garantizar lasostenibilidad futura del Fondo sin incidir en ningún mo-do sobre la cualidad de las prestaciones erogadas a losinscritos. Gracias a esta reforma, en el mismo 2017 se ob-tuvieron ahorros de unos 3’6 millones de euros respectoal ejercicio precedente, y en 2018 un ahorro ulterior, res-pecto al 2017, de 1’4 millones de euros. Esto permitió larestitución a las administraciones de la Santa Sede y delEstado de la Ciudad del Vaticano de más de 5 millonesde euros.

¿Son ahorros obtenidos gracias al aumento del precio del tic-ket que pagan los trabajadores por las prestaciones?

Ciertamente no. La revisión de las cuotas de participa-ción al gasto, el llamado ticket, aprobada por el Consejode Administración del FAS el 25 de octubre de 2017 y envigor desde el 1 de junio de 2018 no ha influido.

De hecho, los tickets cobrados en ventanilla pasaron de302,000 euros en 2017 a 497,000 euros en 2018, con unaumento de solo 195,000 euros; frente a un gasto sanitariosuperior a 20 millones de euros.

¿El FAS posee capitales o hace inversiones?

El FA S no tiene capital patrimonial y lleva a cabo su ac-tividad en beneficio de los inscritos utilizando exclusiva-mente las contribuciones pagadas mensualmente por lasadministraciones de la Santa Sede y el Estado de la Ciu-dad del Vaticano. El balance debe necesariamente cerrar-se en equilibrio, por lo tanto, no es posible la realizacióny provisión de ganancias de balance. Todo lo ahorradorespecto al presupuesto aprobado no puede ser retenido y/ o destinado a inversiones de ningún tipo, sino que debedevolverse a las administraciones que financian el Fondo.

Monseñor Luigi Mistò subraya la lógica solidaria

La persona en el centro de un servicioEn la base de la actividad del Fondo de asistencia sanitaria para los trabajadores de la Santa Sede

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página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 31 de julio de 2020, número 31

Carta del Papa a un joven de quince años español

Un camino que poneen marcha la oración

que ha realizado el camino de Santiago a pesar de su discapacidad

«E n medio de la pandemia que nos toca vivir, con tu sencillez, alegría y simplicidad fuiste capaz deponer en movimiento la esperanza de muchas de las personas que te cruzaste en el camino»: estaspalabras valen más que la «Compostelana», el documento que certifica la realización de la pere-grinación a la tumba del apóstol Santiago, porque llegan directamente del Papa. Francisco las ha

escrito de su puño y letra en español, en una carta dirigida a Álvaro Calvente, joven de quince años de Málagacon una discapacidad intelectual. A pesar de las dificultades el joven recorrió hace unos días algunas etapas del«Camino de Santiago», saliendo desde Sarria acompañado de su padre, Ildefonso, y de un amigo de familia, Pa-co. Un testimonio de fe vivida, que ha resultado ser contagioso, ofreciendo un ejemplo positivo a imitar en estostiempo de tendencia al aislamiento a causa del covid-19. Publicada en la web w w w. d i o c e s i s m a l a g a . e s , la carta firma-da por el Pontífice es un certificado de gratitud y de aliento. «Querido Álvaro —escribió desde la Casa SantaMarta el pasado 20 de julio— recibí una carta de tu papá en la que me contaba que habían terminado de realizarel Camino de Santiago y cómo en sus mochilas no cargaban sólo vuestras intenciones y preocupaciones, sino quetambién muchas personas “se les sumaron” a la peregrinación pidiéndoles oraciones». Una unión espiritual quepara el quinceañero se ha cumplido encontrando la gente tanto «a lo largo del camino» como «a través de las re-des sociales», ya que el viaje ha sido documentado por el padre en Twitter con la cuenta @CaminodeAlvaro. Almismo tiempo, para no olvidar a los más pobres, la peregrinación ha servido para lanzar una campaña de recogi-da de fondos para apoyar el Cottolengo (Casa del Sagrado corazón) de Málaga.

Séptimo de diez hermanos, el joven vive en el barrio de Huelin y junto con su familia pertenece a una comuni-dad neocatecumenal de la parroquia de San Patricio. «Gracias Álvaro por animarte a caminar e invitar a muchosa caminar contigo» prosigue Francisco, subrayando cómo al realizar la peregrinación, Álvaro ha movido a mu-chas otras personas a ponerse en camino, alentándolos «a no tener miedo», a recuperar la alegría. Por otro lado,hace notar el Papa, «en el camino nunca vamos solos», porque —asegura— «el Señor camina siempre a nuestrolado». Desde aquí el agradecimiento conclusivo del Obispo de Roma —«por vuestro testimonio y oraciones»—acompañado por la bendición, una invocación a la Virgen del Carmelo y de la habitual invitación a rezar tam-bién por él.

Chico Mendez, defensor de la Amazonia

A pleno pulmón

SI LV I A GUSMANO

«E ste es un libro quetermina mal, el 22 dediciembre de 1988,en Xapuri: un pe-

queño pueblo de Brasil en medio dela selva amazónica. Visto desde loalto es solo un puñado de chozasnacidas donde un río con el mismonombre, el Xapuri, se funde conotro mucho más grande: el Acre. Esun lugar perdido, difícil de alcanzary de aquí es difícil escapar. Precisa-mente por esto, es un lugar donde laley no llega. Y la palabra “justicia”pierde su significado. Este es un li-bro que termina mal el 22 de di-ciembre de 1988. Pero empieza unpoco antes. Con una familia. Y untraslado a la selva».

Está dedicado a Chico Mendes(1944-1988) el nuevo volúmen de laserie «Simplemente Héroes» de Ei-naudi Ragazzi Chico Mendes, defensorde la Amazonia (Trieste, 2020, 128página, 10 euros), dedicada a histo-rias verdaderas y fuertes de mujeresy hombres, modelos de nuestra épo-ca.

La vida del sindicalista y activistabrasileño, gran paladín de la Amazo-nia y de los pueblos que allí viven,desplegado en primera línea contrala avaricia de criminales dispuestos aquemar el planeta solo para obtenerbeneficios, es contada por DavideMoronisotto, ya autor de las biogra-fías de Franco Basaglia y PeppinoImpastato.

La historia se narra a través de lavoz y la mirada de Zuza, un jovencí-simo recolector de caucho que semuda con su familia a la selva.

Y la selva es la primera gran pro-tagonista de esta historia. La selvacon sus animales y colores, con susestaciones, su vegetación, un conjun-to de vida y de vidas que sobrevivegracias y a través de la presencia ar-mónica de todos los elementos. Zu-za aprende secretos y peligros, po-tencialidades y trampas, pero sobretodo aprende el inmenso valor deesta selva que permite al mundo en-tero respirar. Son de hecho los árbo-les —descubre el niño— los que fabri-can el aire y producen oxígeno, dan-do a los hombres la posibilidad dev i v i r.

Entre los árboles de la selva, eldel caucho es el que garantiza elsustento de la familia de Zuza: laspáginas de Moronisotto ofrecen alos jóvenes lectores una visión inte-resante de cómo se obtiene un ele-mento de uso cotidiano. «“Este esun árbol del caucho, —explicó el pa-pá—. Justo debajo de la corteza fluyeel látex, que es lo que tenemos querecoger nosotros y que al final de laestación iremos a vender a Xapuri”(...). Zuza pensó en la rueda de uncamión, y miró el árbol que estabacerca de él. Era increíble que las doscosas pudieran estar unidas».

Pero el pulmón verde del planeta,tan precioso y vital, está amenazadopor hombres poderosos que para ob-tener beneficio no dudan en des-truirlo. Y a pisotear a quien vivegracias a él en el más profundo res-peto de los equilibrios de la natura-leza.

Zuza descubre la violencia sin es-crúpulos, la opresión, el odio por eldébil, pero descubre también queexisten personas que no inclinan lacabeza. Porque es en la selva que elniño conoce a un hombre, que aunhabiendo vivido en condiciones desemiesclavitud, ha aprendido a leer,a entender lo que leía, a comprenderel significado de palabras como jus-ticia y derechos, y a luchar por ver-las aplicadas.

Creando el sindicato Chico Men-des, que ha estado entre los que hanllamado la atención del mundo so-bre la Amazonia, ha dado a los ha-bitantes de la selva una dirección,

un sentido de pertenencia, un objeti-vo común, la fuerza que viene delsentirse parte de una comunidad enlucha y en camino — y junto a todoesto un ambulatorio y una escuela(«Zuza aprendió que cada garabatodel libro se correspondía con un so-nido. Y que los sonidos puestos jun-tos formaban las palabras. Era unainvención extraordinaria, una magia.Bastaba con conocer las letras paradespués crear todas las palabras delmundo. Y con las palabras llegannuevas ideas. Nuevos pensamien-tos»).

Porque lo que Mendez enseña esel valor de la responsabilidad perso-

nal hacia los propios hijos, y hacialas generaciones futuras. El deber dedefender «el derecho de crecer y tra-bajar y quedarse en la selva (…). Espor eso que estamos combatiendo,nosotros, aquí. Bien - dijo el papá -.Ahora quiero que sea también mibatalla».

El libro termina mal, Mendez—como se sabe— fue asesinado y dé-cadas después de ese 22 de diciem-bre de 1988, la Amazonia continúasiendo saqueada. Pero Chico Men-des ha sembrado mucho y bien. Subatalla por la justicia y el respeto vaen aumento, pero respira a plenopulmón.

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número 31, viernes 31 de julio de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

A un año de la muerte del cardenal cubano Jaime Lucas Ortega y Alamino

La profecía del diálogoexpresión de un espíritu innato ensu ser. No fue fácil, en un país queha conocido años muy duros de en-frentamientos y malentendidos, trasel advenimiento de la revolución de1959 que cambió el orden social deCuba y el equilibrio político de todala región del Caribe.

En palabras de Eusebio LealSpengler, famoso Historiador de laCiudad de La Habana, miembro delConsejo de Estado y amigo personaldel Cardenal Ortega, podemos decirque «el choque ideológico que seprodujo en ese momento era prácti-camente inevitable: había una grancontradicción entre los intereses deambas partes; entre la doctrina cató-lica y el vertiginoso desarrollo de losacontecimientos revolucionarios. Nosólo la curia, sino toda persona, ca-tólica o no, será víctima del despre-cio en un período de intransigenciaideológica, imbuida del ideal de li-bertad y emancipación elaboradopor el gobierno revolucionario. Jun-to con los homosexuales y disiden-tes, muchos fieles cristianos (inclui-dos los religiosos) de cualquier de-nominación serían llevados a lasUnidades Militares de Ayuda a laProducción (UMAP), es decir, a lostrabajos forzados. También le tocó alPadre Jaime Ortega, que acababa deregresar de sus estudios de teologíaen Montreal y comenzó su vida co-mo sacerdote en la diócesis de Ma-tanzas».

Las dificultades de aquellos años,el conocimiento directo de las repre-siones sufridas por la Iglesia, no os-curecieron la capacidad de Ortegade “ir más allá”, de retomar el cami-no del diálogo en la búsqueda deconvergencias que ayudaran a sinte-tizar y mejorar cualitativamente lavida del pueblo. La lógica de la

oposición a largo plazo nunca valela pena. Los anatemas utilizados enel pasado han alimentado a menudo,con odio y rencor, verdaderos con-flictos sangrientos. La historia es a lavez testigo y juez. El Padre Jaime,que ha vivido un duro trabajo, lo sa-be. Él reelabora todo a la luz de laenseñanza del Concilio que, guiadopor la sabiduría patrística, nos invitaa ver en todas partes y en todos lassemillas del Verbo. El diálogo se nu-tre entonces de respeto. El otro, elEstado, no es un enemigo. Detrás delos sistemas e ideologías hay perso-nas. Dentro de las ideologías hay se-millas de verdad que deben ser re-saltadas, fortalecidas y purificadas.El respeto no equivale a un despre-cio superficial de las diferencias ni alolvido del sufrimiento sufrido pormuchos que tal vez se vieron expro-piados de un día para otro, sin dere-cho de apelación. Pero Jaime no selimita a la denuncia y al resentimien-to. Trata de lograr el bien que esconcretamente posible, demostrandola actitud inútil y estéril del enro-que. Sin juzgar quién abandona elpaís, permanece en su amada patria.Comparte sus alegrías y sus penas.Espera con confianza los tiempos deDios, que no siempre coinciden conlos tiempos del hombre.

Su visión pastoral, su trabajo,siempre fueron muy apreciados yapoyados por la diplomacia vatica-na, que nunca interrumpió el diálo-go con el gobierno de La Habana.

La primera Conferencia EclesialNacional Cubana (ENEC), celebradaen 1986, fue decisiva. Su lema fue:«Bienaventurados sean los que co-nocen los signos de los tiempos».Después de una intensa reflexión, alfinal de esa reunión quedó abiertauna pregunta: ¿cómo aceptar la po-

sibilidad de colaboración entre laIglesia Católica y el Estado Marxis-ta, rechazando cualquier actitud deconflicto? Para buscar una respuesta,el clero cubano tuvo que repensarcríticamente su propia historia, parapoder discernir entre “grano y ciza-ña”. A su vez, había llegado el mo-mento de demostrar que no se po-dían escribir historias paralelas parala nación y la Iglesia de Cuba, por-que por razones históricas y cultura-les ambas estaban íntimamente en-trelazadas. Jaime Ortega fue enton-ces arzobispo de La Habana durantecinco años. Sus rasgos de personali-dad, sus méritos y la originalidad desu mensaje ya lo habían convertidoen el principal líder de la Iglesia cu-bana. Se dio cuenta de que la altadirección del partido y del gobierno,involucrada en un proceso de correc-ción de errores, estaba dispuesta ahacer reparación o justicia a los fie-les cristianos.

La figura de Monseñor Jaime Or-tega, que en 1994 recibirá la púrpuracardenalicia, puede considerarse deimportancia internacional, ya que seencuentra entre los principales artífi-ces de las tres visitas papales a Cu-ba: Juan Pablo II, en 1998; Benedic-to XVI, en 2012 y Francisco en 2015.Él mismo fue también un importan-te mediador para el restablecimientode las relaciones entre Cuba y losEstados Unidos.

Aunque Ortega nunca se conside-ró el protagonista de la visita deJuan Pablo II, de hecho todo elmundo en Cuba reconoce que suposición ética, su aptitud para eldiálogo y su capacidad para recono-cer en todos los signos del Espíritu,constituyó uno de los pilares que ga-

“ Las dificultades deaquellos años, elconocimientodirecto de lasre p re s i o n e ssufridas por laIglesia, nooscurecieron lacapacidad deOrtega de “ir másallá”, de retomarel camino deldiálogo en labúsqueda deconvergencias queayudaran asintetizar ym e j o ra rcualitativamentela vida del pueblo

MASSIMO NEVOLA*

El 26 de julio se celebra elprimer aniversario de lamuerte del cardenal cubanoJaime Ortega y Alamino.

Durante treinta y cinco años Arzo-bispo de La Habana, su vida y suacción pastoral marcaron de formadecisiva las relaciones entre la Iglesiay el Estado en Cuba. Creado carde-nal por el Papa Juan Pablo II en elconsistorio de noviembre de 1994, enpleno “período especial” (la difícilcrisis económica que afectó al paísdespués de la caída de la URSS), fueelegido inmediatamente después vi-cepresidente de la Conferencia Epis-copal Latinoamericana. Una perso-nalidad culta, siempre cortés, tran-quila, sonriente, Ortega y Alaminoencarnó a lo largo de su vida losgrandes valores evangélicos del diá-logo, el respeto, la expectativa tenaz,la misericordia y el fervor.

El que escribe sobre él hoy ha dis-frutado de su amistad, su confianzaen compartir sueños y luchas. Comotodo auténtico profeta, vivió éxitosincuestionables y sufrió no pocas in-comprensiones. Siempre disfrutó dela estima y el apoyo de los Papas: lafidelidad al Papa era para él un todocon la fidelidad a Cristo y a su Igle-sia. Recordar su memoria no es, sinembargo, una simple expresión degratitud, sino que anima hoy a Cubay a toda la Iglesia a recoger y hacersuyo un testimonio luminoso pararealizar las grandes perspectivas delConcilio en todas partes. Ortega erael hombre del diálogo. En él se en-carnaron en detalle las grandes ideasexpresadas por Pablo VI en Ecclesiamsuam, la primera encíclica de supontificado. No por la escrupulosaobservancia de la letra, sino por la SIGUE EN LA PÁGINA 9

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número 31, viernes 31 de julio de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO páginas 6/7

Consideraciones intempestivas sobre el renacimiento de la vida

Humana communitasen la era de la pandemia

desastre, y de que solo podemos superarlomediante los esfuerzos cooperativos de lacomunidad humana en su conjunto, estaestimulando los esfuerzos compartidos. Elestablecimiento de proyectos científicostransfronterizos es un esfuerzo que va enesa dirección. También debe demostrarseen las políticas, mediante el fortalecimien-to de las instituciones internacionales. Es-to es particularmente importante, ya quela pandemia està aumentando las desi-gualdades e injusticias ya existentes, y mu-chos países que carecen de los recursos yservicios para hacer frente adecuadamenteal Covid- 19 dependen de la asistencia dela comunidad internacional.

2. Hacia una nueva visión: Elrenacimiento de la vida y la llamada a

la conversiónLas lecciones de fragilidad, finitud y

vulnerabilidad nos llevan al umbral deuna nueva visión: fomentan un espíritu devida que requiere el compromiso de la in-teligencia y el valor de la conversión mo-ral. Aprender una lección es volverse hu-milde; significa cambiar, buscando recur-sos de significado hasta ahora desaprove-chados, tal vez repudiados. Aprender unalección es volverse consciente, una vezmás, de la bondad de la vida que se nosofrece, liberando una energía que va másallá de la inevitable experiencia de la pér-dida, que debe ser elaborada e integradaen el significado de nuestra existencia.

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Se titula La Humana Communitas en la era de lapandemia. Consideraciones intempestivas sobre elrenacimiento de la vida y es el segundo documento —elprimero con fecha del 30 de marzo de 2020— que laAcademia Pontificia para la Vida dedica a lasconsecuencias de la crisis sanitaria mundial y suinterpretación. Publicamos, a continuación, el texto.

l Covid-19 ha traído tanta desola-ción al mundo. Lo hemos vividodurante mucho tiempo, todavíaestamos en ello, y aun no ha ter-minado. Puede que se acabe yapronto. ¿Què hacer con ello? Se-guramente, estamos llamados atener valor para resistir. La bús-queda de una vacuna y de una

explicación científica completa de lo que desencadenola catástrofe habla de ello. ¿También estamos llama-dos a una mayor conciencia? Si es así, ¿cómo estaevitará que caigamos en la inercia de la complacencia,o peor aún, en la connivencia de la resignación?¿Existe un “paso atrás” reflexivo que no sea la inac-ción, un pensamiento que pueda mutarse en agradeci-miento por la vida recibida, por lo tanto, un pasajepara el renacimiento de la vida?

Covid-19 es el nombre de una crisis global (pandé-mica) con diferentes facetas y manifestaciones, porsupuesto, pero con una realidad común. Nos hemosdado cuenta, como nunca antes, de que esta extrañasituación, pronosticada desde hace tiempo, pero nun-ca abordada en serio, nos ha unido a todos. Comotantos procesos en nuestro mundo contemporáneo, elCovid-19 es la manifestación más reciente de la globa-lización. Desde una perspectiva puramente empírica,la globalización ha aportado muchos beneficios a lahumanidad: ha difundido los conocimientos científi-cos, las tecnologías medicas y las practicas sanitarias,todos ellos potencialmente disponibles en beneficiode todos. Al mismo tiempo, con el Covid-19, nos he-mos encontrado vinculados de manera diferente, com-partiendo una experiencia común de contingencia(cum- tangere): como nadie se ha podido librar deella, la pandemia nos ha hecho a todos igualmentevulnerables, todos igualmente expuestos (cfr. Pontifi-cia Academia para la Vida, Pandemia y fraternidadu n i v e rs a l , 30 de marzo 2020).

Esta toma de conciencia se ha cobrado un preciomuy alto. ¿Què lecciones hemos aprendido? Másaún, ¿què conversión de pensamiento y acción esta-mos dispuestos a experimentar en nuestra responsabi-lidad común por la familia humana? (Francisco, Hu-mana Communitas, 6 de enero 2019).

1. La dura realidad de las lecciones aprendidasLa pandemia nos ha mostrado el desolador espec-

táculo de calles vacías y ciudades fantasmagóricas, dela cercanía humana herida, del distanciamiento físico.Nos ha privado de la exuberancia de los abrazos, laamabilidad de los apretones de manos, el afecto delos besos, y ha convertido las relaciones en interaccio-nes temerosas entre extraños, un intercambio neutralde individualidades sin rostro envueltas en el anoni-mato de los equipos de protección. Las limitacionesde los contactos sociales son aterradoras; pueden con-ducir a situaciones de aislamiento, desesperación, iray abuso. En el caso de las personas de edad avanza-da, en las ultimas etapas de la vida, el sufrimiento hasido aún más pronunciado, ya que a la angustia físicase suma la disminución de la calidad de vida y la fal-ta de visitas de familiares y amigos.

1.1. Vida tomada, vida dada: la lección de lafragilidad

Las metáforas predominantes que ahora invadennuestro lenguaje ordinario enfatizan la hostilidad yun sentido penetrante de amenaza: los repetidos estí-mulos para “combatir” el virus, los comunicados deprensa que suenan como “partes de guerra”, las infor-maciones diarias del número de infectados, que pron-to se convierten en “víctimas caídas”.

En el sufrimiento y la muerte de tantos, hemosaprendido la lección de la fragilidad. En muchos paí-ses, los hospitales siguen luchando, recibiendo de-mandas abrumadoras, enfrentando la agonía del ra-cionamiento de recursos y el agotamiento del perso-nal sanitario. La inmensa e indecible miseria, y la lu-

cha por las necesidades básicas de supervivencia, hapuesto en evidencia la condición de los prisioneros,los que viven en la extrema pobreza al margen de lasociedad, especialmente en los países en desarrollo,los abandonados destinados al olvido en los camposde refugiados del infierno. Hemos sido testigos delrostro más trágico de la muerte: algunos experimen-tan la soledad de la separación tanto física como espi-ritual de todo el mundo, dejando a sus familias impo-tentes, incapaces de decirles adiós, sin ni siquiera po-der proporcionar los actos de piedad básica como porejemplo un entierro adecuado. Hemos visto la vidallegar a su fin, sin tener en cuenta la edad, el estatussocial o las condiciones de salud. Sin embargo, todossomos “frágiles”: radicalmente marcados por la expe-riencia de la finitud en la esencia de nuestra existen-cia, no solo de manera ocasional. Hemos sido visita-dos por el suave toque de una presencia pasajera, pe-ro esta nos ha dejado igual, no nos hemos inmutado,confiando en que todo continuarà según lo previsto.Salimos de una noche de orígenes misteriosos: llama-dos a ir más allá de la elección, llegamos pronto a lapresunción y a la queja, apropiándonos de lo que so-lamente nos ha sido confiado. Demasiado tardeaprendemos el consentimiento a la oscuridad de laque venimos, y a la que finalmente volvemos.

Algunos dicen que todo esto es un cuento absurdo,porque todo se queda en nada. Pero, ¿cómo podríaser esta nada la última palabra? Si es así, ¿por què lalucha? ¿Por què nos animamos unos a otros a la es-peranza de días mejores, cuando todo lo que estamosexperimentando en esta pandemia haya terminado?

La vida va y viene, dice el guardián de la pruden-cia cínica. Sin embargo, su ascenso y descenso, ahoramás evidente por la fragilidad de nuestra condiciónhumana, podría abrirnos a una sabiduría diferente, auna realización diferente (cfr. Sal. 8). Porque la dolo-rosa evidencia de la fragilidad de la vida puede tam-bién renovar nuestra conciencia de su naturaleza da-da. Volviendo a la vida, después de saborear el frutoambivalente de su contingencia, ¿no seremos más sa-bios? ¿No seremos más agradecidos, menos arrogan-tes?

1.2. El sueño imposible de la autonomía y lalección de la finitud

Con la pandemia, nuestros reclamos de autodeter-minación autónoma y control han llegado a un punto

muerto, un momento de crisis que provoca un discer-nimiento más profundo. Tenía que suceder, tarde otemprano, porque el hechizo ya había durado bastan-te.

La epidemia del Covid-19 tiene mucho que ver connuestra depredación de la tierra y el despojo de suvalor intrínseco. Es un síntoma del malestar de nues-tra tierra y de nuestra falta de atención; más aún, unsigno de nuestro propio malestar espiritual (Laudatosi’, n. 119). ¿Seremos capaces de colmar el foso quenos ha separado de nuestro mundo natural, convir-tiendo con demasiada frecuencia nuestras subjetivida-des asertivas en una amenaza para la creación, unaamenaza para los demás?

Consideremos la cadena de conexiones que unenlos siguientes fenómenos: la creciente deforestaciónempuja a los animales salvajes a aproximarse del há-bitat humano. Los virus alojados en los animales, en-tonces, se transmiten a los humanos, exacerbando asíla realidad de la zoonosis, un fenómeno bien conoci-do por los científicos como vehículo de muchas enfer-medades. La exagerada demanda de carne en los paí-ses del primer mundo da lugar a enormes complejosindustriales de cría y explotación de animales. Es fácilver cómo estas interacciones pueden, en última ins-tancia, ocasionar la propagación de un virus a travésdel transporte internacional, la movilidad masiva depersonas, los viajes de negocios, el turismo, etc.

El fenómeno del Covid-19 no es solo el resultadode acontecimientos naturales. Lo que ocurre en la na-turaleza es ya el resultado de una compleja interme-diación con el mundo humano de las opciones econó-micas y los modelos de desarrollo, a su vez “infecta-dos” con un “v i ru s ” diferente de nuestra propia crea-ción: es el resultado, más que la causa, de la avariciafinanciera, la autocomplacencia de los estilos de vidadefinidos por la indulgencia del consumo y el exceso.Hemos construido para nosotros mismos un ethos deprevaricación y desprecio por lo que se nos da, en lapromesa elemental de la creación. Por eso estamosllamados a reconsiderar nuestra relación con el hábi-tat natural. Para reconocer que vivimos en esta tierracomo administradores, no como amos y señores.

Se nos ha dado todo, pero la nuestra es solo unasoberanía otorgada, no absoluta. Consciente de suorigen, lleva la carga de la finitud y la marca de lavulnerabilidad. Nuestro destino es una libertad heri-da. Podríamos rechazarla como si fuera una maldi-ción, una condición provisional que será pronto supe-

EE rada. O podemos aprender una paciencia diferente:capaz de consentir a la finitud, de renovada permea-bilidad a la proximidad del prójimo y a la lejanía.

Cuando se compara con la situación de los paísespobres, especialmente en el llamado Sur Global, ladifícil situación del mundo “d e s a r ro l l a d o ” parece másbien un lujo: solo en los países ricos la gente puedepermitirse los requisitos de seguridad. En cambio, enlos no tan afortunados, el “distanciamiento físico” essolo una imposibilidad debido a la necesidad y al pe-so de las circunstancias extremas: los entornos abarro-tados y la falta de un distanciamiento asequible en-frentan a poblaciones enteras como un hecho insupe-rable. El contraste entre ambas situaciones pone derelieve una paradoja estridente, al relatar, una vezmás, la historia de la desproporción de la riqueza en-tre países pobres y ricos.

Aprender la finitud y aceptar los limites de nuestrapropia libertad es más que un ejercicio sobrio de rea-lismo filosófico. Implica abrir nuestros ojos a la reali-dad de los seres humanos que experimentan tales li-mites en su propia carne, por así decirlo: en el desafíodiario de sobrevivir, para asegurarse las condicionesmínimas a la subsistencia, alimentar a los niños ymiembros de la familia, superar la amenaza de enfer-medades a pesar de no tener acceso a los tratamientospor ser demasiado caros. Tengamos en cuenta la in-mensa pérdida de vidas en el Sur Global: la malaria,la tuberculosis, la falta de agua potable y de recursosbásicos siguen sembrando la destrucción de millonesde vidas por año, una situación que se conoce desdehace décadas. Todas estas dificultades podrían supe-rarse mediante esfuerzos y políticas internacionalescomprometidas. ¡Cuantas vidas podrían salvarse,cuántas enfermedades podrían ser erradicadas, cuántosufrimiento se evitaría!

1.3. El desafío de la interdependencia y la lecciónde la vulnerabilidad común

Nuestras pretensiones de soledad monàdica tienenpies de barro. Con ellos se desmoronan las falsas es-peranzas de una filosofía social atomista construidasobre la sospecha egoísta hacia lo diferente y lo nue-vo, una ética de racionalidad calculadora inclinadahacia una imagen distorsionada de la autorrealiza-ción, impermeable a la responsabilidad del bien co-mún a escala global, y no solo nacional.

Nuestra interconexión es un hecho. Nos hace a to-dos fuertes o, por el contrario, vulnerables, depen-diendo de nuestra propia actitud hacia ella. Conside-remos su relevancia a nivel nacional, para empezar.Aunque el Covid-19 puede afectar a todos, es espe-cialmente dañino para poblaciones particulares, comolos ancianos, o las personas con enfermedades asocia-das y sistemas inmunológicos comprometidos. Lasmedidas políticas se toman para todos los ciudadanospor igual. Piden la solidaridad de los jóvenes y de lossanos con los más vulnerables. Piden sacrificios a mu-chas personas que dependen de la interacción públicay la actividad económica para su vida. En los paísesmás ricos estos sacrificios pueden compensarse tem-poralmente, pero en la mayoría de los países estas po-líticas de protección son simplemente imposibles.

Sin duda, en todos los países es necesario equili-brar el bien común de la salud pública con los intere-ses económicos. Durante las primeras etapas de lapandemia, la mayoría de los países se centraron ensalvar vidas al máximo. Los hospitales, y especial-mente los servicios de cuidados intensivos, eran insu-ficientes y solo se ampliaron después de enormes lu-chas. Sorprendentemente, los servicios de atenciónsobrevivieron gracias a los impresionantes sacrificiosde médicos, enfermeras y otros profesionales de la sa-nidad, más que por la inversión tecnológica. Sin em-bargo, el enfoque en la atención hospitalaria desvió laatención de otras instituciones de cuidados. Las resi-

dencias de ancianos, por ejemplo, se vieron grave-mente afectadas por la pandemia, y solo en una etapatardía se dispuso de suficientes equipos de proteccióny test. Los debates éticos sobre la asignación de re-cursos se basaron principalmente en consideracionesutilitarias, sin prestar atención a las personas que ex-perimentaban un mayor riesgo y una mayor vulnera-bilidad. En la mayoría de los países se ignoró el pa-pel de los médicos generales, mientras que para mu-chas personas son el primer contacto en el sistema deatención. El resultado ha sido un aumento de lasmuertes y discapacidades por causas distintas del Co-vid-19. La vulnerabilidad común exige también lacooperación internacional, así como entender que nose puede resistir una pandemia sin una infraestructuramédica adecuada, accesible a todos a nivel mundial.Tampoco se puede abordar la difícil situación de unpueblo, infectado repentinamente, de manera aislada,sin forjar acuerdos internacionales, y con una multi-tud de diferentes interesados. El intercambio de infor-mación, la prestación de ayuda y la asignación de losescasos recursos deberán abordarse en una sinergia deesfuerzos. La fuerza de la cadena internacional vienedada por el eslabón más débil.

La lección recibida espera una asimilación más pro-funda. Seguro que las semillas de esperanza se hansembrado en la oscuridad de los pequeños gestos, delos actos de solidaridad demasiado numerosos paracontarlos, demasiado preciosos para difundirlos. Lascomunidades han luchado honorablemente, a pesarde todo, a veces contra la ineptitud de su liderazgopolítico, para articular protocolos éticos, forjar siste-mas normativos, recuperar vidas sobre ideales de soli-daridad y solicitud recíproca. La apreciación unánimede estos ejemplos muestra una comprensión profundadel autentico significado de la vida y una forma de-seable de realización personal.

Sin embargo, no hemos prestado suficiente aten-ción, especialmente a nivel mundial, a la interdepen-dencia humana y a la vulnerabilidad común. Si bienel virus no reconoce fronteras, los países han selladosus fronteras. A diferencia de otros desastres, la pan-demia no afecta a todos los países al mismo tiempo.Aunque esto podría ofrecer la oportunidad de apren-der de las experiencias y políticas de otros países, losprocesos de aprendizaje a nivel mundial fueron míni-mos. De hecho, algunos países han entablado a vecesun cínico juego de culpas reciprocas.

La misma falta de interconexión puede observarseen los esfuerzos por desarrollar remedios y vacunas.La falta de coordinación y cooperación se reconocecada vez más como un obstáculo para abordar el Co-vid-19. La conciencia de que estamos juntos en este

¿Puede ser esta ocasión la promesa de un nuevo co-mienzo para la humana communitas, la promesa delrenacimiento de la vida? Si es así, ¿en què condicio-nes?

2.1. Hacia una ética del riesgoDebemos llegar, en primer lugar, a una renovada

apreciación de la realidad existencial del riesgo: todosnosotros podemos sucumbir a las heridas de la enfer-medad, a la matanza de las guerras, a las abrumado-ras amenazas de los desastres. A la luz de esto, sur-gen responsabilidades éticas y políticas muy especifi-cas respecto a la vulnerabilidad de los individuos quecorren un mayor riesgo en su salud, su vida, su digni-dad. El Covid-19 podría considerarse, a primera vista,solo como un determinante natural, aunque cierta-mente sin precedentes, del riesgo mundial. Sin em-bargo, la pandemia nos obliga a examinar una seriede factores adicionales, todos los cuales entrañan unreto ético polifacético. En este contexto, las decisio-nes deben ser proporcionales a los riesgos, de acuer-do con el principio de precaución. Centrarse en la gé-nesis natural de la pandemia, sin tener en cuenta lasdesigualdades económicas, sociales y políticas entrelos países del mundo, es no entender las condicionesque hacen que su propagación sea más rápida y difí-cil de abordar. Un desastre, cualquiera que sea su ori-gen, es un desafío ético porque es una catástrofe queafecta a la vida humana y perjudica la existencia hu-mana en múltiples dimensiones.

En ausencia de una vacuna, no podemos contarcon la capacidad de derrotar permanentemente al vi-rus que causó la pandemia, salvo por agotamiento es-pontaneo de la fuerza patológica de la enfermedad.Por lo tanto, la inmunidad contra el Covid-19 siguesiendo una especie de esperanza para el futuro. Estotambién significa reconocer que vivir en una comuni-dad en riesgo exige una ética a la par de la perspecti-va de que tal situación pueda realmente convertirseen realidad.

Al mismo tiempo, es necesario dar cuerpo a unconcepto de solidaridad que vaya más allá del com-promiso genérico de ayudar a los que sufren. Unapandemia nos insta a todos a abordar y remodelar lasdimensiones estructurales de nuestra comunidadmundial que son opresivas e injustas, aquellas a lasque en términos de fe se les llama “estructuras de pe-cado”. El bien común de la comunidad humana nopuede lograrse sin una verdadera conversión de lasmentes y los corazones (Laudato si’, 217-221). El lla-

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Humana communitas en la era de la pandemia

mamiento a la conversión se dirige a nuestra res-ponsabilidad: su miopía es imputable a nuestrafalta de voluntad de mirar la vulnerabilidad de laspoblaciones más débiles a nivel mundial, y no anuestra incapacidad de ver lo que es tan obvia-mente claro. Una apertura diferente puede am-pliar el horizonte de nuestra imaginación moral,para incluir finalmente lo que ha sido descarada-mente pasado por alto y relegado al silencio.

2.2. El llamamiento a los esfuerzos mundialesy a la cooperación internacional

Los contornos básicos de una ética del riesgo,basada en un concepto más amplio de solidari-dad, implican una definición de comunidad querechaza cualquier provincialismo, la falsa distin-ción entre los que están dentro, es decir, los quepueden exhibir una pretensión de pertenecer ple-namente a la comunidad, y los que están fuera, esdecir, los que pueden esperar, en el mejor de loscasos, una supuesta participación en ella. El ladooscuro de esa separación debe ponerse de relievecomo una imposibilidad conceptual y una practi-ca discriminatoria. No se puede considerar quenadie esté simplemente “a la espera” del reconoci-miento pleno de su estatuto, como si estuviera alas puertas de la humana communitas. El acceso auna atención de salud de calidad y a los medica-mentos esenciales debe reconocerse como un de-recho humano universal (cfr. Declaración Universalsobre Bioética y Derechos Humanos, art. 14). De es-

contexto, la Organización Mundial de la Salud(OMS) ocupa un lugar privilegiado. Profundamen-te arraigada en su misión de dirigir la labor inter-nacional en materia de salud estála noción de quesolo el compromiso de los gobiernos en una siner-gia mundial puede proteger, fomentar y hacerefectivo un derecho universal al más alto nivelposible de salud. Esta crisis pone de relieve lomucho que se necesita una organización interna-cional de alcance mundial, que incluya específica-mente las necesidades y preocupaciones de lospaíses menos adelantados que se enfrentan a unacatástrofe sin precedentes. La estrechez de mirasde los intereses nacionales ha llevado a muchospaíses a reivindicar para sí mismos una política deindependencia y aislamiento del resto del mundo,como si se pudiera hacer frente a una pandemiasin una estrategia mundial coordinada. Esa acti-tud podría dar una idea de la subsidiariedad y dela importancia de una intervención estratégica ba-sada en la pretensión de que una autoridad infe-rior tenga precedencia sobre cualquier autoridadsuperior, más distante de la situación local. Lasubsidiariedad debe respetar la esfera legitima dela autonomía de las comunidades, potenciandosus capacidades y responsabilidad. En realidad, laactitud en cuestión se alimenta de una lógica deseparación que, para empezar, es menos eficazcontra el Covid-19. Además, la desventaja no soloes de facto corta de miras, sino que también dalugar a un aumento de las desigualdades y a laexacerbación de los desequilibrios de recursos en-tre los distintos países. Aunque todos, ricos y po-bres, son vulnerables al virus, estos últimos están

Como un deber, la solidaridad no viene gratis,sin costo, y es necesaria la disposición de los paí-ses ricos a pagar el precio requerido por el llama-do a la supervivencia de los pobres y la sostenibi-lidad de todo el planeta. Esto es valido tanto demanera sincrónica, con respecto a los distintossectores de la economía, como diacrónica, es de-cir, en relación con nuestra responsabilidad por elbienestar de las generaciones futuras y la medi-ción de los recursos disponibles.

Todos estamos llamados a hacer nuestra parte.Mitigar las consecuencias de la crisis implica re-nunciar a la noción de que “la ayuda vendrá delgobierno”, como si fuera un deus ex machina quedeja a todos los ciudadanos responsables fuera dela ecuación, intocables en su búsqueda de intere-ses personales. La transparencia de la política ylas estrategias políticas, junto con la integridad delos procesos democráticos, requieren un enfoquediferente. La posibilidad de una escasez catastró-fica de recursos para la atención medica (materia-les de protección, equipos de test, ventilación ycuidados intensivos en el caso del Covid-19), po-dría utilizarse como ejemplo. Ante los trágicos di-lemas, los criterios generales de intervención, ba-sados en la equidad en la distribución de los re-cursos, el respeto de la dignidad de toda personay la especial atención a los vulnerables, deben es-bozarse de antemano y articularse en su plausibi-lidad racional con el mayor cuidado posible.

La capacidad y la voluntad de equilibrar princi-pios que podrían competir entre sì es otro pilaresencial de una ética del riesgo y la solidaridad.Por supuesto, el primer deber es proteger la vida

de objetividad controlada, si no totalmente “desa-p egada”; y el ideal de libertad de investigación,especialmente la libertad de conflictos de intere-ses. En segundo lugar, está en juego la naturalezamisma del conocimiento científico como practicasocial, definida, en un contexto democrático, pornormas de igualdad, libertad y equidad. En parti-cular, la libertad de investigación científica no de-be incluir la adopción de decisiones políticas ensu esfera de influencia. La toma de decisiones po-líticas y el ámbito de la política en su conjuntomantienen su autonomía frente a la usurpacióndel poder científico, especialmente cuando este seconvierte en una manipulación de la opinión pu-blica. Por ultimo, lo que se cuestiona aquì es elcarácter esencialmente “fiduciario” del conoci-miento científico en su búsqueda de resultadossocialmente beneficiosos, especialmente cuando elconocimiento se obtiene mediante la experimenta-ción en seres humanos y la promesa de un trata-miento probado en ensayos clínicos. El bien de lasociedad y las exigencias del bien común en elámbito de la atención de la salud se anteponen acualquier preocupación por el lucro. Y esto por-que las dimensiones publicas de la investigaciónno pueden ser sacrificadas en el altar del benefi-cio privado. Cuando la vida y el bienestar de unacomunidad están en juego, el beneficio debe pa-sar a un segundo plano.

La solidaridad se extiende también a cualquieresfuerzo de cooperación internacional. En este

obligados a pagar el precio más alto y a soportarlas consecuencias a largo plazo de la falta de coo-peración. Es evidente que la pandemia está em-peorando las desigualdades que ya están asocia-das a los procesos de globalización, haciendo quemás personas sean vulnerables y estén margina-das, desprovistas de atención sanitaria, empleo yredes de seguridad social.

2.3. El equilibrio ético centrado en elprincipio de solidaridad

En última instancia, el significado moral, y nosolo estratégico, de la solidaridad es el verdaderoproblema en la actual encrucijada a la que ha dehacer frente la familia humana. La solidaridad co-nlleva la responsabilidad hacia el otro que está enuna situación de necesidad, que se basa en el re-conocimiento de que, como sujeto humano dota-do de dignidad, cada persona es un fin en sí mis-mo, no un medio. La articulación de la solidari-dad como principio de la ética social se basa en larealidad concreta de una presencia personal en lanecesidad, que clama por su reconocimiento. Asípues, la respuesta que se nos pide no es solo unareacción basada en nociones sentimentales de sim-patía; es la única respuesta adecuada a la digni-dad del otro que requiere nuestra atención, unadisposición ética basada en la aprehensión racio-nal del valor intrínseco de todo ser humano.

dad en el riesgo”. La adopción de reglas especifi-cas por una comunidad requiere una atención a laevolución de la situación en el campo, tarea quesolo puede llevarse a cabo mediante un discerni-miento fundado en la sensibilidad ética, y no soloen la obediencia a la letra de la ley. Una comuni-dad responsable es aquella en la que las cargas dela cautela y el apoyo reciproco se compartenproactivamente con miras al bienestar de todos.Las soluciones jurídicas a los conflictos en la asig-nación de la culpabilidad y la responsabilidad pormala conducta o negligencia voluntarias son a ve-ces necesarias como instrumento de justicia. Sinembargo, no pueden sustituir a la confianza comosustancia de la interacción humana. Solo esta últi-ma nos suiará a través de la crisis, ya que solo so-bre la base de la confianza puede la humana com-munitas finalmente florecer. Estamos llamados auna actitud de esperanza, más allá del efecto pa-ralizante de dos tentaciones opuestas: por un la-do, la resignación que sufre pasivamente los acon-tecimientos; por otro, la nostalgia de un retornoal pasado, solo anhelando lo que había antes. Encambio, es hora de imaginar y poner en practicaun proyecto de convivencia humana que permitaun futuro mejor para todos y cada uno. El sueñorecientemente descrito para la región amazónicapodría convertirse en un sueño universal, un sue-ño para todo el planeta que “integre y promuevaa todos sus habitantes para que puedan consoli-dar un «buen vivir»” (Querida Amazonia, 8).

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y la salud. Aunque una situaciónde riesgo cero sigue siendo unaimposibilidad, respetar el distan-ciamiento físico y frenar, si no de-tener totalmente, ciertas activida-des han producido efectos dramá-ticos y duraderos en la economía.Habrá que tener en cuenta tam-bién el costo de la vida privada ysocial. Se plantean dos cuestionescruciales. La primera se refiere alumbral de riesgo aceptable, cuyaaplicación no puede producir efec-tos discriminatorios con respecto alas condiciones de poder y rique-za. La protección básica y la dis-ponibilidad de medios de diagnos-tico deben ofrecerse a todos, deacuerdo con un principio de nodiscriminación.

La segunda aclaración decisivase refiere al concepto de “solidari-

ta premisa se desprenden lógica-mente dos conclusiones.

La primera se refiere al accesouniversal a las mejores oportuni-dades de prevención, diagnosticoy tratamiento, más allá de su res-tricción a unos pocos. La distribu-ción de una vacuna, una vez queesté disponible en el futuro, es unpunto en el caso. El único objeti-vo aceptable, coherente con unaasignación justa de la vacuna, es elacceso para todos, sin excepcio-nes.

La segunda conclusión se refierea la definición de la investigacióncientífica responsable. Está muchoen juego y los temas son comple-jos. Cabe destacar tres de ellos.Primero, con respecto a la integri-dad de la ciencia y las nocionesque impulsan su avance: el ideal

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La profecía del diálogorantizaron el pleno éxito del viaje histórico del Papa.Por primera vez, un sucesor de Pedro tocó suelo cu-bano. Los detalles de la peregrinación, el encuentrocon el Jefe de la Revolución y los actos más impor-tantes, fueron transmitidos en vivo, en su totalidad,por los medios de comunicación. La prohibición delas procesiones públicas cesó y una atmósfera de ale-gría caracterizó esos días inolvidables. Este éxito tam-bién se debió al excelente trabajo de la comisión con-junta Iglesia-Estado.

Años más tarde, en noviembre de 2005, Fidel Cas-tro participó en una reunión organizada por el Nun-cio Apostólico, los obispos cubanos y otros religiosospara celebrar el septuagésimo aniversario del estable-cimiento de relaciones con la Santa Sede. Juan PabloII había muerto el 2 de abril del mismo año y, recor-dándolo, Fidel dejó escrito en el libro de condolen-cias de la nunciatura apostólica a Cuba: «Descansaen paz, infatigable batallador por la amistad entre lospueblos, enemigo de la guerra y amigo de los pobres.Fueron vanos los esfuerzos de quienes quisieron usartu prestigio y tu enorme autoridad espiritual contrala causa justa de nuestro pueblo en su lucha contra elgigantesco imperio. Nos visitaste en tiempos difícilesy pudiste percibir la nobleza, el espíritu solidario y el

ces podríamos hacer válido el querido lema de la ge-neración anterior de la Acción Católica: «Cada vezmás, cada vez mejor. Dios, patria y justicia».

La visita del Papa Benedicto XVI significó otro mo-mento de gran valor para el Cardenal Jaime en suacercamiento al gobierno cubano y en su incansabletrabajo. A pesar de los ataques que recibió de secto-res intransigentes de la comunidad cubana en el exte-rior e incluso dentro del propio país, donde no pocoscuestionaron su liderazgo, fue recibido por el Pontífi-ce en un encuentro privado. Después de escucharatentamente lo que el Padre Jaime decía sobre las cir-cunstancias por las que pasaba el país, el Papa ledijo: «Usted ha hecho y está haciendo lo que se debehacer: la misión de la Iglesia es construir puentes».Necesitamos hombres verdaderamente santos: anima-dos por la caridad que no cede al rencor y por gran-des visiones que sepan mirar al futuro cercano y re-moto con profunda esperanza. Ortega lo era.

Con la llegada del Papa Francisco, la capacidad dediálogo del cardenal Ortega se incrementó aún más.Con la intención de invertir todo su carisma y elprestigio del Pontificado en un intento de influir enel futuro de Cuba y América Latina de la mejor ma-nera posible, Francisco le dio a Jaime Ortega la deli-cada misión de hacer todo lo posible para hacer rea-lidad el encuentro entre Raúl Castro y Barack Oba-

valor moral del pueblo que te recibió con especialrespeto y afecto porque supo apreciar la bondad y elamor por los seres humanos que impulsaron tu largoperegrinar sobre la Tierra».

Una nueva fase de diálogo entre la Iglesia y el Es-tado se inició cuando el General Raúl Castro Ruz, alasumir la presidencia en 2008, lanzó el proyecto demodernización de la sociedad cubana, adaptándose alos tiempos y circunstancias del mundo globalizado.Las conversaciones trascienden las cuestiones religio-sas. Eusebio Leal estuvo con el Presidente Raúl enreuniones con el Cardenal Jaime que precedieron a laimportante liberación de prisioneros en 2011. Los al-tos niveles de entendimiento mutuo eran claros. Or-tega, con su calma y tenaz paciencia, logró resultadosque no se habían esperado hasta unos años antes.Nada habría sucedido si su capacidad de diálogo nose hubiera alimentado de la sólida virtud evangélicade la misericordia (que no tiene en cuenta el mal re-cibido) y de la capacidad de esperar el kairós del Es-píritu. A partir de ese momento, los bienes de laIglesia comenzaron a ser restituidos; había publica-ciones periódicas y, en las principales diócesis, cien-tos de jóvenes estudiaban la doctrina social cristiana,recibiendo así conocimientos complementarios a laeducación pública. Importantes eventos litúrgicosfueron transmitidos por televisión y radio. Para mu-chos intelectuales fue finalmente posible estableceruna clara diferencia entre la fe y la ideología. Enton-

ma. El cardenal comenzó a viajar y a tener numero-sas reuniones de mediación. Así, el 17 de diciembrede 2014, los presidentes de Cuba y de los EstadosUnidos hicieron el anuncio que conmovió a la opi-nión pública mundial. Fue el primer paso hacia lanormalización que sólo se logrará cuando se levantefinalmente el bloqueo económico-financiero, que elCardenal Jaime siempre ha condenado. También de-pende en gran medida del nuevo rumbo de los Esta-dos Unidos, y del resultado de la actual pandemia,que requiere que toda la humanidad se replantee ra-dicalmente no sólo los modelos de desarrollo y laeconomía mundial, sino también las relaciones entrelos pueblos, las culturas y las religiones.

Cuando se reunieron en el aeropuerto de La Haba-na el 12 de febrero de 2016, en un acto de excepcio-nal importancia histórica para el cristianismo, el PapaFrancisco y Kirill, Patriarca de toda Rusia, expresa-ron su adhesión a la paz mundial como un deber sa-grado. Jaime Ortega estuvo presente en el evento,siendo testigo de un valor que caracterizó toda su vi-da como hombre, como creyente, como pastor: laprevalencia del diálogo sobre las diferencias. ¡El diá-logo hace la comunión!

*Superior de la comunidad jesuita de San Ignacio enRoma y asistente nacional de la Comunidad de VidaCristiana

Descansaen paz, infatigablebatallador por laamistad entre lospueblos, enemigo de laguerra y amigo de lospobres. Fueron vanoslos esfuerzos de quienesquisieron usar tuprestigio y tu enormeautoridad espiritualcontra la causa justade nuestro pueblo ensu lucha contra elgigantesco imperio

Con la llegadadel Papa Francisco,

la capacidad de diálogodel cardenal Ortega se

incrementó aún más.Con la intención de

invertir todo su carismay el prestigio del

Pontificado en unintento de influir en el

futuro de Cuba yAmérica Latina de la

mejor manera posible,Francisco le dio a Jaime

Ortega la delicadamisión de hacer todo lo

posible para hacerrealidad el encuentro

entre Raúl Castro yBarack Obama

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página 10 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 31 de julio de 2020, número 31

En un mensaje el obispo boliviano Fernando Bascopé Müller exhorta a no bajar la guardia en este momento de pandemia

La educación debe continuar«Los niños y los jóvenes deben recibir lo mejor que la sociedad puede

darles y eso se llama educación». Monseñor Fernando Bascopé Müller, pre-sidente del área de educación de la Conferencia Episcopal Boliviana (CEB),lo declaró en un mensaje de vídeo, difundido recientemente en la páginaweb del episcopado.

Una reflexión dirigida a los miembros de la comunidad educativa y a losestudiantes del país, para subrayar que la educación no debe detenerse enabsoluto, ni siquiera en tiempos de pandemia.

«No cabe duda —explicó— de que lo mejor sería una educación presen-cial y de que la educación virtual tiene sus limitaciones y hay que mejorar-la». Sin embargo, según el prelado, es mejor contentarse con lo que se tieneen este momento, que «no tener nada y desperdiciar un valioso tiempo dela vida sin hacer algo que te forme y te ayude a desarrollar tus capacida-des».

Además, Monseñor Bascopé Müller considera «afortunados a los jóvenesque pueden acceder a las clases virtuales gracias a los padres que aprecianla importancia de la educación» y a los profesores que «han hecho un es-fuerzo especial para que las clases continúen incluso durante el período dela pandemia».

Dirigiéndose a los estudiantes, el obispo les animó, a pesar de las muchasdificultades causadas por la cuarentena, a aprovechar este tiempo para acer-carse a sus seres queridos y aprender lo más posible, porque el buen Señorles ha dado muchos talentos que pueden desarrollar.

Al mismo tiempo, el prelado expresó su cercanía a quienes no tenían ac-ceso a la educación digital y se encontraban en un período de vacío educa-

tivo. «Sin duda —continuó Monseñor Bascopé Müller— te sientes frustradoy desconcertado. Las noticias y el panorama que debes ver en los medios decomunicación social, sin duda, te deben desorientar y debes sentirte al mar-gen de las decisiones que se van tomando por personas ajenas a ti y a tumundo juvenil». El obispo también aseguró que las obras educativas de laIglesia se comprometen a buscar nuevos caminos a través de diferentes yvariadas estrategias para superar la falta de educación.

«Queremos que sepas —continuó en el mensaje de vídeo— que estás en elcorazón de Dios y que el Señor te mira con ternura y preocupación en estey en todo momento. Como educadores deseamos que accedas cuanto antesa la educación virtual, que es el camino que por ahora nos lleva a lograr tuformación en este tiempo de pandemia que atraviesa en el país y el mun-do».

Por último, el prelado, apreciando el «noble esfuerzo» realizado por loseducadores en este período de pandemia, se dirigió a los padres, invitándo-les a seguir «siendo los protagonistas principales de la educación de sushijos» y les instó a «aprovechar para tomar conciencia del importantísimorol de ser la presencia atenta y amorosa que requieren nuestros niños y jóve-nes.

La buena marcha de la educación virtual —concluyó— depende en buenamedida de la coordinación entre padres y maestros, es por eso que invita-mos a ambos estamentos a apoyarse mutuamente buscando el bien denuestros niños y jóvenes». De ahí la invitación a ambas partes a apoyarsemutuamente por el bien de toda la comunidad.

Amar y mirar de frente la vida

PEDRO RA FA E L ORTIZ S. *

En cuestión de ocho días, los informes delGobierno de Puerto Rico sobre la inci-dencia —conclusiva o detectada— de co-vid-19 nos sugieren que se registraron

cerca de 2.000 casos. De manera, que al escribiresta columna, hoy, viernes 17de julio, el gran totalera 11.120 casos, mientras ocho días antes era de9.137. El aumento es de 1.983 casos, sean conpruebas concluyentes o preliminares. Por supues-to, esos cálculos se basan en las pruebas y no enlos que pueda haber sin que hayan sido docu-mentados por el Gobierno. Como era de esperar-se, el Gobierno comenzó a recoger velas y a echarhacia atrás algunas de las medidas que se habíantomado para liberalizar actividades en los ámbitoseconómicos y sociales. Además, comenzó el tam-bién esperable proceso de echar culpas y de susti-tuir el conocimiento por las supersticiones. Nadanuevo. No hemos avanzado mucho en eso debuscar culpabilidades, la mayoría de las veces,imaginarias, ante los desastres naturales y las epi-demias. Pero no olvidemos que es algo que tene-mos que superar. Se trata de ancestrales mecanis-

mos de defensa de la mente humana para buscaralguna manera de usar juicios morales o doctrina-les en lugar de «mirar de frente» las noticias difí-ciles y dolorosas y asumir la vida con alta respon-sabilidad ética.

Hasta ahora, en Puerto Rico y en muchas par-tes del mundo, la pandemia del Coronavirusse es-tá comportando bastante parecido a la Gripe Es-pañola de hace cien años, cuando muchos millo-nes de personas murieron en la segunda vuelta.Por supuesto, las cifras de decenas de millones demuertos de aquella vez no han ocurrido, al menostodavía. Podemos hacer listas de imprudencias,individuales y sociales por creer, o querer creer,que el peligro había pasado o que nunca fue tangrave como los salubristas lo pintaban.

Podemos hablar de la gente celebrando la viday compartiendo en clubes, cafetines, playas, gra-duaciones, caravanas políticas, visitas a familiaresy… sería la de no acabar. También podríamos ha-blar de los jefes del Estado y políticos dando elmalísimo ejemplo de quitarse las mascarillas y pe-garse unos a otros, de la misma manera que po-dríamos hacer una lista de cómo los amigos de loajeno se cebaron tratando de saquear los escasosfondos disponibles para atender la emergencia.

Esas listas y estilos de vida sirven de muy pocoen este momento. Lo que hay que hacer es «mirarde frente» la situación que tenemos y apecharlecon la mayor solidaridad y amor al prójimo delque sea capaz cada cual. Como parte de ese amary mirar de frente las cosas, no vendría mal mirar—también de frente— algunas realidades que, talvez nos podrían ayudar. En China, donde se ori-ginó este mal, se logró detener su avance en cercade 83.000 y sigue detenido. En Cuba, que tienemucha más población que Puerto Rico, los casosno llegan a tres mil y tienen muchas menos muer-tes que nosotros. De hecho, Puerto Rico ocupa eltriste lugar de ser el segundo en casos de covid-19en todas las islas del Caribe. ¿Qué tal si dejamosun poco al lado las falsas lealtades ideológicas ylos prejuicios fanáticos que se disfrazan de doctri-nas para ver qué cosas podemos aprender deotros y usarlas para nuestro bien sobre la base delamor y el respeto humano? Esto va para largo,pero yo apuesto por Puerto Rico; no por ilusión,sino porque ese es mi compromiso y estoy dis-puesto a amar y mirar de frente la vida.

* Sacerdote diocesano

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número 31, viernes 31 de julio de 2020 L’OSSERVATORE ROMANO página 11

Presentado el informe 2019 de Caritas Internationalis

La pandemia alimentala pobreza y el hambre

No se pueden cerrar losojos ante las dramáticassituaciones que viven laspersonas en el Líbano,

Siria y otros países de Oriente Me-dio. Los pobres son las primerasvíctimas de las sanciones económi-cas y la pandemia del covid-19 hahecho que sus vidas sean aún másprecarias. Así lo advirtió el cardenalLuis Antonio Gokim Tagle, Prefec-to de la Congregación para laEvangelización de los Pueblos, conmotivo de la presentación del infor-me anual de 2019 de Caritas Inter-nationalis, presidida por él.

Durante una conferencia de pren-sa, celebrada en la tarde del jueves16 de julio, hablaron el CardenalWilfrid Fox Napier, Presidente deCaritas Sudáfrica, el Secretario Ge-neral de Caritas Internationalis,Aloysius John, y Rita Rhayem, Di-rectora de Caritas Líbano.

El Cardenal Tagle invitó a prepa-rarse «para hacer frente a las dra-máticas consecuencias de la pande-mia de la covid-19» y «al riesgo deque millones de personas muerande hambre». De ahí la esperanza deque «los numerosos cambios quehemos experimentado y estamos ex-perimentando sean una oportuni-dad para el futuro» para construiruna «nueva conexión de solidari-dad». El cardenal se refirió a la es-peranza en el mañana que es parti-cularmente importante en un mo-mento en que la humanidad se en-frenta a una crisis de salud mun-dial. La covid-19, añadió, muestra lafragilidad de la existencia humana.Luego, el recuerdo de las palabrasdel Papa Francisco: estamos frente aun nuevo comienzo, el mundo no

puede y no debe seguir siendo elmismo.

El cardenal habló después de«una sola familia humana» y el sen-timiento de cercanía que causó lapandemia, que afecta a todos, nopuede olvidarse sin dejar huella. Senecesitan nuevas respuestas. No to-do puede limitarse a la emocionali-dad ligada a la crisis sanitaria, peroes necesario encontrar esa capaci-dad para combatir las situacionesdramáticas en las que se encuentranmiles de personas: el hambre en elmundo, las guerras, la violencia ytodo lo que atente contra la digni-dad humana. Es necesario recupe-rar, dijo el Prefecto, la mirada inclu-siva del Papa Francisco en Laudatosi’ y comprometerse en accionesconcretas como la de «un alto elfuego global».

En el informe anual de 2019 sedetallan las diversas actividades rea-lizadas en todo el mundo por Cari-tas Internationalis, que cuenta con162 entidades federadas en 200 paí-ses. En la actualidad, el organismoayuda a casi 9 millones de personasen 14 países, entre ellos el Ecuador,la India, Bangladesh, el Líbano yBurkina Faso.

Al estallar la pandemia, CaritasInternationalis había establecido unfondo de respuesta covid-19 paradar respuestas inmediatas y eficaces,empezando por el suministro de ali-mentos y productos sanitarios y si-guiendo con el apoyo económico.En particular, se han financiado 23proyectos para atender a las necesi-dades de la emergencia y se hanaprobado otros 14.

Vídeomensaje a los operadores pastorales de la Patagonia

S e r v i d o re sde los demás

«A l borde del caminode la vida, hayhombres y mujerescomo nosotros, hay

viejitos y hay chicos que están pi-diéndonos con su mirada, que lesdemos una mano»: está la paráboladel buen samaritano como telón defondo de este deseo expresado porel Papa en un mensaje de vídeo en-viado el viernes 24 de julio a losparticipantes en el cuarto curso deespiritualidad organizado por ladiócesis argentina de Comodoro-Ri-vadavia, en la región de la Patago-nia.

Celebrado en modalidad virtualcon la participación de unas seis-cientas personas, el curso estuvo de-dicado al tema “Conversión a ladiaconía social”, inspirado en el do-cumento de la Comisión TeológicaInternacional La sinodalidad en lavida y la misión de la Iglesia, en par-ticular en el cuarto capítulo. En es-ta época de la pandemia de covid-19 fue necesario un encuentro en lared: y así se conectó tanto desdegrandes centros urbanos y pequeñospueblos, como desde lugares a másde 600 kilómetros de la sede de Co-modoro, aún con dificultades de co-nexión, en algunos casos posibilita-das gracias a la solidaridad de otrosfieles que hicieron llegar el equipotecnológico e informático necesario.

La grabación con las imágenesdel Pontífice que, de pie, desde laCasa Santa Marta se dirige en espa-ñol a sus interlocutores del otro la-do del mundo, fue difundida por laIglesia local —de la que es obispoJoaquín Gimeno Lahoz— a travésde su canal de YouTube.

Definiendo el título elegido paralos trabajos como «sugestivo», el

Obispo de Roma sacó de él la ense-ñanza de cómo significa «darmecuenta de que tengo que servir a losdemás, darme cuenta de que no soyel único en el mundo, que tengoque mirar qué necesidades pasa elotro, necesidades materiales, espiri-tuales». Sin embargo, lamentable-mente, con demasiada frecuencia—observó— «estamos acostumbra-dos, por egoistas a pasar de lado, oincluso a no ver a los que sufren, oincluso mirar para otro lado». Deahí la exhortación a no olvidar que«Jesús nos pide que seamos noso-tros servidores de los demás comoel buen samaritano, cuyo nombreno conocemos: un hombre anóni-mo», subrayó el Pontífice para acontinuación sugerir la idea de unabuena obra realizada sin demasiadaostentación, por parte de quien seocupaba del que estaba al borde delcamino.

Una actitud que puede hacerserelevante, añadió el Pontífice, a tra-vés de «un proceso de conversión ala diaconía» porque «ser diáconos»significa ser «servidores de los de-más», teniendo siempre presente laconsoladora certeza que se puedeencontrar en las palabras de Jesúscuando dijo: «Ni aquel que hayadado un vaso de agua en mi nom-bre no quedará sin recompensa»(Ma t e o , 10, 42).

El mensaje concluye con palabrasde aliento del Papa —«Sólo les pidoque dejen latir su corazón, nadamás, y que te miren bien. Lo demásviene solo»— seguido de la bendi-ción, una invocación a la VirgenMaría y la una petición de oracio-nes para su ministerio.

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página 12 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 31 de julio de 2020, número 31

A un año de la muerte del cardenal cubano Jaime Lucas Ortega y Alamino

Entregado por la Iglesiay la patria

Viaje apostólicodel Papa

Benedicto XVI

a México aterrizandoen Cuba

(23-29 marzo 2012)

”Se ha prestado pocaatención a su testamentoespiritual. Unmanuscrito que elcardenal escribió de supuño y letra durante losdías de retiro que pasó,abril del 2017, en elconvento de San Juande la Cruz de los padrescarmelitas en laprovincia de Segovia(España) y que entregóen un sobre cerrado a susecretario personalNelson O. Crespo Roque.Este lo hizo público el 14de enero del 2020titulándolo «Todo esnada, sólo Dios»últimas palabras que elCardenal pronunciócuando ya era conscientede la cercanía de sudespedida de la vidat e r re n a .

consciente de la cercanía de su despedida de lavida terrena.

«Nelson —le había dicho— guárdalo como sifuera un testamento, ábrelo sólo después de mimuerte, luego haz con él lo que desees: publíca-lo, rómpelo o quémalo». Por fortuna prevalecióla idea de darlo a la luz pública. Son páginas es-critas a mano de un tirón, sin añadiduras ni co-r re c c i o n e s .

En ellas Jaime Ortega recorre los años de suvida: una infancia y primera adolescencia en laque —confiesa— «yo sentía la religión como algomuy distante de mí. Dios, la fe, la religión esta-

de tu perseverancia, yo nunca abandono la obrade mis manos. No es que tú seas amable, soy yoel que ama siempre y comprende y sostiene conel triunfo pascual de la Misericordia, soy yoquien te hace amable».

«Lo abismal —concluye el testamento— no esnuestra miseria, lo abismal es Dios que nos hacecriatura nueva».

Admirable testimonio de un hombre que se«quemó» por la Iglesia y por su patria cubana ala que prestó notabilísimos servicios de reconci-liación que la historia no podrá no reconocer.

ANTONIO PE L AY O

Se cumple estos días el primer aniversariodel fallecimiento del que fue arzobispo deLa Habana durante treinta y cinco años ycardenal durante cinco lustros. Su muerte

fue acompañada por el dolor de quienes le cono-cieron personalmente y por numerosos elogios asu fecunda labor apostólica y civil.

Se destacó, por ejemplo, que había sido el úni-co arzobispo del mundo que recibió sucesivamentea tres papas: Juan Pablo II en su histórico viaje ala isla del Caribe en enero de 1998, Benedicto XVIen el 2012 y finalmente Francisco en el 2015.

También se comentó su activa participación enel acercamiento entre los Estados Unidos y supaís. Son estos, desde luego, momentos importan-tes de su biografía pero creo ha habido una lagu-na importante al comentar el itinerario de unhombre de fe en Dios y en la Iglesia de Jesucristo.Recuerdo que en alguna de las conversaciones quetuve el privilegio de mantener con él no rechazabaresponder a las preguntas que le hacía sobre superfil «político» pero prefería siempre hablar desu labor pastoral como arzobispo y sacerdote.

Se ha prestado poca atención a su testamentoespiritual. Un manuscrito que el cardenal escribióde su puño y letra durante los días de retiro quepasó ,abril del 2017, en el convento de San Juande la Cruz de los padres carmelitas en la provinciade Segovia (España) y que entregó en un sobrecerrado a su secretario personal Nelson O. CrespoRo que.

Este lo hizo público el 14 de enero del 2020 ti-tulándolo «Todo es nada, sólo Dios» últimas pala-bras que el Cardenal pronunció cuando ya era

ban fuera del horizonte de mi vida». A los 15 añosdio un vuelco radical y después de una conversa-ción con un padre carmelita decide entrar en el se-minario de Matanzas.

Terminados sus estudios fue ordenado sacerdoteel 2 de agosto de 1964;tenía 28 años. Nombradoobispo de Pinar del Rio en 1978 tres años después—había cumplido los 45— Juan Pablo II le trasladacomo arzobispo de La Habana cargo al que re-nunciará en el 2016.

Repasando todos los avatares de su vida a lasombra del sepulcro de San Juan de la Cruz, elCardenal escribe: «Esta es la historia llena de elo-gios de algunos y de críticas amargas de otros. Enesa historia Cristo Jesús se me fue mostrando par-ticularmente bueno y misericordioso.

Me ha ayudado a llevar la Cruz de críticas, ata-ques amargos e incomprensiones de mis hermanoscubanos que viven en el exterior. De los fieles deCuba he sentido cercanía, afecto, admiración, gra-titud. Esto compensa los sufrimientos anterior-mente dichos pero aun así son muy tristes y durosde soportar pues pienso en la Iglesia que se ve im-pugnada, aún en el Santo Padre.

Cada visita de un Papa a Cuba ha sido ocasiónpara atacarlo. Estos sufrimiento y los consuelos enel desarrollo de mi ministerio no constituyen el ejede mi reflexión. Son sólo recuerdos malos y bue-nos».

En las postrimerías de su vida, en el domingode la Misericordia cuando escribe su testamento,dirige su mirada a Jesús «mi roca, mi alcázar, miliberador, el refugio donde me pongo a salvo» yescucha estas palabras de su Salvador: «Mira, misllagas te han sanado una y otra vez, he estado jun-to a ti durante estos largos años. Yo soy la razón