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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00 L’O S S E RVATORE ROMANO EDICIÓN SEMANAL Unicuique suum EN LENGUA ESPAÑOLA Non praevalebunt Año XLIX, número 22 (2.518) Ciudad del Vaticano 2 de junio de 2017 El Papa en la Sala Clementina a la Federación Europea de las Asociaciones familiares católicas Familia levadura de la sociedad E invita a promover políticas donde prevalezca el respeto y la dignidad de la persona «Las familias no son piezas de mu- seo, sino que a través de ellas se concreta el don, en el compromiso recíproco y en la apertura generosa a los hijos, así como en el servicio a la sociedad. De esta forma, las familias son como la levadura que ayuda a hacer crecer un mundo más huma- no, más fraterno, donde nadie se sienta rechazado o abandonado». Lo indicó el Papa Francisco, en la au- diencia con los participantes en el encuentro promovido por la Federa- ción Europea de las Asociaciones fa- miliares católicas con ocasión del 20º aniversario de su fundación. Durante su discurso, el Pontífice señaló que en Amoris laetitia quiso destacar cómo a partir de la familia «podemos hacer concreto el don a través de la belleza y la alegría del amor recíproco». Desde esta pers- pectiva, indicó a los presentes que su actividad debería ser esa llamada que recuerda a todos que «no hay mejor aliada para el progreso inte- gral de la sociedad que favorecer la presencia de familias en el tejido so- cial». Y subrayó que «la familia es la re- lación interpersonal por excelencia ya que es una comunión de perso- nas». Conyugalidad, paternidad, maternidad, filiación y fraternidad —precisó Francisco— hacen posible que cada persona sea introducida en la familia humana. «Hoy más que nunca es necesaria una cultura del encuentro, en la que se valorice la unidad en la diferencia, la reciproci- dad, la solidaridad entre las genera- ciones», explicó el Papa. Por otro lado, en su discurso ase- veró que diferentes tipos de crisis es- tán aflorando actualmente en Euro- pa, incluida en la institución fami- liar. Pero las crisis —añadió— son un aliento para trabajar más y mejor con confianza y esperanza. Reconociendo la labor que reali- zan para promover políticas a favor de las familias, precisó que en ellas «debe prevalecer siempre la atención al respeto y a la dignidad de cada persona». En este sentido, «en la cultura del encuentro está siempre presente una actitud de diálogo en la que la escu- cha es siempre necesaria», indicó el Papa Francisco. En esta misma línea, observó que cuatro crisis atraviesan especialmente Europa en este momento: demográ- fica, migratoria, laboral y educativa. Así, el Pontífice indicó que «estas crisis podrían encontrar horizontes positivos precisamente en la cultura del encuentro, allí donde diferentes actores sociales, económicos y políti- cos se unen para diseñar políticas a favor de la familia». Y para hacer este arduo trabajo, «la familia no puede permanecer ais- lada como una mónada, necesita sa- lir salir de sí misma, necesita dialo- gar y encontrar a los otros para dar vida a una unidad que no sea uni- formidad y que genere el progreso y el bien común». Finalmente, animó a «desarrollar con creatividad nuevos métodos y recursos para que la familia pueda ejercitar, tanto en el ámbito eclesial como en e civil, la triple tarea de apoyo a las nuevas generaciones, de acompañamiento en los caminos tan- tas veces accidentados de la vida, y de guía que muestre referencias de valores y de significados en el cami- no de cada día».

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Número suelto € 1,00. Número atrasado € 2,00

L’O S S E RVATOR E ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Año XLIX, número 22 (2.518) Ciudad del Vaticano 2 de junio de 2017

El Papa en la Sala Clementina a la Federación Europea de las Asociaciones familiares católicas

Familia levadura de la sociedadE invita a promover políticas donde prevalezca el respeto y la dignidad de la p ersona

«Las familias no son piezas de mu-seo, sino que a través de ellas seconcreta el don, en el compromisorecíproco y en la apertura generosa alos hijos, así como en el servicio a lasociedad. De esta forma, las familiasson como la levadura que ayuda ahacer crecer un mundo más huma-no, más fraterno, donde nadie sesienta rechazado o abandonado». Loindicó el Papa Francisco, en la au-diencia con los participantes en elencuentro promovido por la Federa-ción Europea de las Asociaciones fa-miliares católicas con ocasión del20º aniversario de su fundación.

Durante su discurso, el Pontíficeseñaló que en Amoris laetitia quisodestacar cómo a partir de la familia«podemos hacer concreto el don através de la belleza y la alegría delamor recíproco». Desde esta pers-pectiva, indicó a los presentes quesu actividad debería ser esa llamadaque recuerda a todos que «no haymejor aliada para el progreso inte-gral de la sociedad que favorecer lapresencia de familias en el tejido so-cial».

Y subrayó que «la familia es la re-lación interpersonal por excelenciaya que es una comunión de perso-nas». Conyugalidad, paternidad,maternidad, filiación y fraternidad—precisó Francisco— hacen posibleque cada persona sea introducida enla familia humana. «Hoy más quenunca es necesaria una cultura delencuentro, en la que se valorice launidad en la diferencia, la reciproci-dad, la solidaridad entre las genera-ciones», explicó el Papa.

Por otro lado, en su discurso ase-veró que diferentes tipos de crisis es-tán aflorando actualmente en Euro-pa, incluida en la institución fami-liar. Pero las crisis —añadió— son unaliento para trabajar más y mejorcon confianza y esperanza.

Reconociendo la labor que reali-zan para promover políticas a favorde las familias, precisó que en ellas«debe prevalecer siempre la atenciónal respeto y a la dignidad de cadap ersona».

En este sentido, «en la cultura delencuentro está siempre presente unaactitud de diálogo en la que la escu-cha es siempre necesaria», indicó elPapa Francisco.

En esta misma línea, observó quecuatro crisis atraviesan especialmenteEuropa en este momento: demográ-fica, migratoria, laboral y educativa.Así, el Pontífice indicó que «estascrisis podrían encontrar horizontespositivos precisamente en la culturadel encuentro, allí donde diferentesactores sociales, económicos y políti-

cos se unen para diseñar políticas afavor de la familia».

Y para hacer este arduo trabajo,«la familia no puede permanecer ais-lada como una mónada, necesita sa-lir salir de sí misma, necesita dialo-gar y encontrar a los otros para dar

vida a una unidad que no sea uni-formidad y que genere el progreso yel bien común».

Finalmente, animó a «desarrollarcon creatividad nuevos métodos yrecursos para que la familia puedaejercitar, tanto en el ámbito eclesial

como en e civil, la triple tarea deapoyo a las nuevas generaciones, deacompañamiento en los caminos tan-tas veces accidentados de la vida, yde guía que muestre referencias devalores y de significados en el cami-no de cada día».

L’OSSERVATORE ROMANOEDICIÓN SEMANAL

Unicuique suum

EN LENGUA ESPAÑOLANon praevalebunt

Ciudad del Vaticanoe d . e s p a n o l a @ o s s ro m .v a

w w w. o s s e r v a t o re ro m a n o .v a

GI O VA N N I MARIA VIANd i re c t o r

Giuseppe Fiorentinosub director

Silvina Pérezjefe de la edición

Redacciónvia del Pellegrino, 00120 Ciudad del Vaticano

teléfono 39 06 698 99410

TIPO GRAFIA VAT I C A N A EDITRICEL’OS S E R VAT O R E ROMANO

don Sergio Pellini S.D.B.director general

Servicio fotográficop h o t o @ o s s ro m .v a

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página 2 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 2 de junio de 2017, número 22

El Papa recordó la masacre de los mártires coptos en Egipto y el atentando de Manchester

Dios convierta los corazonesde los terroristas

Con el pensamiento en las víctimas delas recientes masacres sucedidas enEgipto y en Inglaterra, el Papa recitóel Regina caeli del domingo 28 demayo en la plaza de San Pedro. En lameditación inicial, el Pontífice habló dela solemnidad de la Ascensión,recordando que «la Iglesia existe paraanunciar el Evangelio».

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

Hoy, en Italia y en otros países, secelebra la Ascensión de Jesús al cie-lo, que sucedió cuarenta días des-pués de la Pascua. La página evan-gélica (cf Ma t e o 28, 16-20), la queconcluye con el Evangelio de Mateo,nos presenta el momento de la des-pedida definitiva del Resucitado desus discípulos. La escena está am-bientada en Galilea, el lugar dondeJesús les había llamado para seguirley para formar el primer núcleo de sunueva comunidad. Ahora esos discí-pulos han pasado a través del “fue-go” de la pasión y de la resurrec-ción; al ver al Señor resucitado sepostrarán delante, pero algunos to-davía tienen dudas. A esta comuni-dad con miedo, Jesús deja la grantarea de evangelizar al mundo; yconcreta este encargo con la ordende enseñar y bautizar en el nombredel Padre y del Hijo y del EspírituSanto (cf v. 19).

La Ascensión de Jesús al cieloconstituye por eso el final de la mi-sión que el Hijo ha recibido del Pa-dre y el inicio de la continuación detal misión por parte de la Iglesia.Desde este momento, desde el mo-mento de la Ascensión, de hecho, lapresencia de Cristo en el mundo esmediada por sus discípulos, poraquellos que creen en Él y lo anun-cian. Esta misión durará hasta el fi-

nal de la historia y gozará cada díade la asistencia del Señor resucitado,el cual asegura: «Y he aquí que yoestoy con vosotros todos los díashasta el fin del mundo» (v. 20). Ysu presencia lleva fortaleza ante laspersecuciones, consuelo en las tribu-laciones, apoyo en las situaciones dedificultad que encuentran la misióny el anuncio del Evangelio.

La Ascensión nos recuerda estaasistencia de Jesús y de su Espírituque da confianza, da seguridad anuestro testimonio cristiano en elmundo. Nos desvela por qué existela Iglesia: la Iglesia existe para

lo, donde Cristo ha ascendido y estásentado a la derecha del Padre, re-forcemos nuestros pasos en la tierrapara proseguir con entusiasmo y va-lentía nuestro camino, nuestra mi-sión de testimoniar y vivir el Evan-gelio en todo ambiente. Somos muyconscientes de que esta no dependeen primer lugar de nuestras fuerzas,de capacidades organizativas o re-cursos humanos. Solamente con laluz y la fuerza del Espíritu Santonosotros podemos cumplir eficaz-mente nuestra misión de hacer cono-cer y experimentar cada vez más alos otros el amor y la ternura de Je-sús. Pidamos a la Virgen María que

Queridos hermanos y hermanas:

Deseo expresar nuevamente micercanía al querido hermano el PapaTeodoro II y a toda la nación egip-cia, que hace dos días sufrió otro ac-to de feroz violencia. Las víctimas,entre las cuales también niños, sonfieles que se dirigían a un santuarioa rezar, y fueron asesinados despuésde rechazar renegar de su fe cristia-na.

El Señor acoja en su paz a estosvalientes testigos, estos mártires, yconvierta los corazones de los terro-ristas.

nos ayude a contemplar los bienescelestes, que el Señor nos promete, ya convertirnos en testigos cada vezmás creíbles de su Resurrección, dela verdadera Vida.

Al finalizar la oración, el Papa recordólos atentados terroristas, habló de lajornada de las comunicaciones socialesy saludó a un grupo de trabajadores,deseando que las eleccionesempresariales no sean guiadas nuncapor el mero beneficio sino que respetenlos derechos de las personas.

Y rezamos también por las vícti-mas del horrible atentado del lunespasado en Manchester, donde tantasvidas jóvenes fueron rotas cruelmen-te. Estoy cerca de los familiares y delos que lloran la pérdida.

Hoy se celebra la Jornada Mun-dial de las Comunicaciones Sociales,sobre el tema “No temas, que yo es-toy contigo” (Is 43, 5). Los mediosde comunicación social ofrecen laposibilidad de compartir y difundiral instante las noticias de forma ge-neralizada; estas noticias pueden serbonitas o feas, verdaderas o falsas;rezamos para que la comunicación,en todas sus formas, sea efectiva-mente constructiva, al servicio de laverdad rechazando los prejuicios, ydifunda esperanza y confianza ennuestro tiempo.

Un pensamiento especial y unaliento va a los representantes de lasasociaciones de voluntariado quepromueve la donación de órganos“acto noble y meritorio” (Catecismo,n. 2296). Saludo también a los tra-bajadores de Me d i a s e t Roma, con eldeseo de que su situación laboralpueda resolverse, teniendo como fi-nalidad el verdadero bien de la em-presa, no limitándose al mero bene-ficio sino respetando los derechos detodas las personas implicadas: y elprimero es el derecho al trabajo.

Quiero concluir con un gran salu-do a los genoveses y un gran graciaspor su calurosa bienvenida que mereservaron ayer. Que el Señor lesbendiga abundantemente y la Virgende la Guardia les custodie.

Y a todos os deseo un buen do-mingo. Por favor, no os olvidéis derezar por mí.

¡Buen almuerzo y hasta pronto!

anunciar el Evangelio. ¡Solo paraeso! Y también, la alegría de la Igle-sia es anunciar el Evangelio. La Igle-sia somos todos nosotros bautizados.Hoy somos invitados a comprendermejor que Dios nos ha dado la grandignidad y la responsabilidad deanunciarlo al mundo, de hacerlo ac-cesible a la humanidad. Esta esnuestra dignidad, este es el honormás grande para cada uno de noso-tros, ¡de todos los bautizados!

En esta fiesta de la Ascensión,mientras dirigimos la mirada al cie-

número 22, viernes 2 de junio de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 3

Diálogo con en el mundo laboral

Trabajo para todos no renta para todos

Publicamos el texto del diálogo en-tre el Pontífice y los representantesdel mundo del trabajo genovés, conquienes se reunió el sábado 27 demayo, por la mañana, en la plantasiderúrgica Ilva de Cornigliano.

[Ferdinando Garré, empresario del sec-tor de reparaciones navales] En nues-tro trabajo nos encontramos que tene-mos que luchar contra tantos obstáculos—la excesiva burocracia, la lentitud delas decisiones públicas, la falta de ser-vicios e infraestructuras adecuadas—que a menudo no permiten liberar lasmejores energías de esta ciudad. Com-partimos este camino arduo con nuestrocapellán y nos anima nuestro arzobispo,el cardenal Angelo Bagnasco. Nos diri-gimos a usted, Santidad, para pedirleuna palabra de cercanía. Una palabraque nos conforte y nos anime frente alos obstáculos que cada día nosotros co-mo empresarios nos encontramos.

¡Buenos días a todos! Es la prime-ra vez que vengo a Génova, estartan cerca del puerto me recuerda dedónde salió mi padre... Esto meemociona mucho. Y gracias porvuestra acogida. El señor Ferdinan-do Garré: yo conocía las preguntas,y para algunas escribí ideas para res-ponder; y tengo también el bolígrafoen la mano para retomar cualquiercosa que me venga a la mente en elmomento, para responder. Pero enestas preguntas sobre el mundo deltrabajo he querido pensar bien pararesponder bien, porque hoy el traba-jo está en riesgo. Es un mundo don-de el trabajo no se considera con ladignidad que tiene y que da. Por es-to responderé con las cosas que hepensado y algunas las diré en el mo-mento.

Hago una premisa. La premisa es:el mundo del trabajo es una priori-dad humana. Y, por lo tanto, es unaprioridad cristiana, una prioridadnuestra, y también una prioridad delPapa. Porque viene de aquel primermandamiento que Dios dio a Abra-hán: «ve, haz crecer la tierra, trabajala tierra, domínala». Ha existidosiempre una amistad entre la Iglesiay el trabajo, comenzando por Jesústrabajador. Donde hay un trabaja-dor, ahí está el interés y la mirada

dad de las personas, de los trabaja-dores, y también del ambiente, delmar... Es importante reconocer lasvirtudes de los trabajadores y las tra-bajadoras. Sus necesidades —de lostrabajadores y las trabajadoras— tie-nen que ver con el hacer bien el tra-bajo porque el trabajo hay que ha-cerlo bien. A veces se piensa que untrabajador trabaja bien sólo porquese le paga: esta es una grave desesti-ma de los trabajadores y del trabajo,porque niega la dignidad del traba-jo, que inicia precisamente en traba-jar bien por dignidad, por honor. Elverdadero empresario —intentaré di-bujar el perfil de un buen empresa-rio— el verdadero empresario conocea sus trabajadores, porque trabajajunto a ellos, trabaja con ellos. Noolvidemos que el empresario debeser antes que nada un trabajador. Siél no tiene esta experiencia de ladignidad del trabajo, no será unbuen empresario. Comparte las fati-gas de los trabajadores y compartelas alegrías del trabajo, la soluciónde los problemas, crear algo juntos.Y si debe despedir a alguien es

Lloraba. Dijo: “he venido a pedir unfavor: estoy al límite y debo haceruna declaración de quiebra. Estosignificaría despedir unos 60 trabaja-dores, y no quiero, porque sientoque me despido a mí mismo”. Yaquel hombre lloraba. Él era unbuen empresario. Luchaba y pedíapor su gente, porque era “suya”: “Esmi familia”. Están unidos...

dores, no a los empresarios; no, nohay que temer a los empresarios por-que hay muchos muy buenos. No.Hay que temer a los especuladores.Pero paradójicamente, a veces el sis-tema político parece alentar a quienespecula sobre el trabajo y no aquien invierte y cree en el trabajo.¿Por qué? Porque crea burocracia ycontroles partiendo de la hipótesis

A veces el sistema político parece alentar aquien especula sobre el trabajo y no aquien invierte y cree en el trabajo

Quien piensa resolver el problema de suempresa despidiendo a la gente, no es unbuen empresario, es un comerciante

de amor del Señor yde la Iglesia. Piensoque esto está claro. Esmuy hermosa esta pre-gunta que proviene deun empresario, de uningeniero; de su modode hablar de la empre-sa surgen las típicasvirtudes del empresario. Y dado queesta pregunta la formula un empre-sario, hablaremos de ellos. La creati-vidad, el amor por la propia empre-sa, la pasión y el orgullo por la obrade sus manos, de su inteligencia yde los trabajadores. El e m p re s a r i o esuna figura fundamental de toda bue-na economía: no hay una buena eco-nomía sin un buen empresario. Nohay buena economía sin buenos em-presarios, sin vuestra capacidad paracrear, crear trabajo, crear productos.En sus palabras se percibe tambiénel amor por la ciudad —y se entiendeesto— por su economía, por la cuali-

siempre una decisión dolorosa y nolo haría, si pudiese. Ningún buenempresario ama despedir a su gente—no, quien piensa resolver el proble-ma de su empresa despidiendo a lagente, no es un buen empresario, esun comerciante, hoy vende a su gen-te, mañana vende la propia digni-dad—, sufre siempre, y a veces de es-te sufrimiento nacen nuevas ideaspara evitar el despido. Este es elbuen empresario. Yo recuerdo, hacecasi un año, un poco menos, en lamisa en Santa Marta a las 7 de lamañana, a la salida saludo a la genteque está ahí, y se acercó un hombre.

diversos. Al empresario no se le de-be confundir con el especulador: elespeculador es una figura semejantea la que Jesús en el Evangelio llama“m e rc e n a r i o ”, para contraponerlo alBuen Pastor. El especulador no amaa su empresa, no ama a los trabaja-dores, sino que ve a la empresa y lostrabajadores sólo como medios paraobtener provecho. Usa, usa a la em-presa y a los trabajadores para sacarprovecho. Despedir, cerrar, mover laempresa no le crea problema alguno,porque el especulador usa, instru-mentaliza, “come” personas y me-dios en favor de sus objetivos deprovecho. Cuando la economía lahabitan, en cambio, los buenos em-presarios, las empresas son amigasde la gente y también de los pobres.Cuando pasa a manos de los especu-ladores, todo se echa a perder. Conel especulador, la economía pierderostro y pierde los rostros. Es unaeconomía sin rostros. Una economíaabstracta. Detrás de las decisionesdel especulador no hay personas y,por lo tanto, no se ven las personasque hay que despedir y recortar.Cuando la economía pierde contactocon los rostros de las personas con-cretas, ella misma se convierte enuna economía sin rostro y, por lotanto, una economía despiadada.Hay que tener miedo a los especula-

de que los agentes de la economíason especuladores, y de este modoquien no lo es se ve en desventaja yquien lo es, logra encontrar los me-dios para eludir los controles y lo-grar sus objetivos. Se sabe que losreglamentos y las leyes pensadas pa-ra los deshonestos acaban por pena-lizar a los honestos. Y hoy existenmuchos verdaderos empresarios, em-presarios honestos que aman a sustrabajadores, que aman a la empresa,que trabajan junto a ellos para llevaradelante la empresa, y estos son losmás desfavorecidos por estas políti-cas que favorecen a los especulado-res. Pero los empresarios honestos yvirtuosos salen adelante, al final, noobstante todo. Me gusta citar a estepropósito, una bella frase de LuigiEinaudi, economista y presidente dela República italiana. Escribía: “Mi-les, millones de individuos trabajan,producen y ahorran, no obstante to-do lo que nosotros podemos inven-tar para molestarles, obstaculizarles,desanimarles. Es la vocación naturalla que les empuja, no sólo la sed deganancia. El gusto, el orgullo de verla propia empresa prosperar, adquirircrédito, inspirar confianza a cadavez más clientes, ampliar las instala-ciones, constituyen un motivo de

Una enfermedad dela economía es la pro-gresiva transformaciónde los empresarios ene s p e c u l a d o re s . Al em-presario no se le debeconfundir de ningunamanera con el especu-lador: son dos tipos

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página 4 L’OSSERVATORE ROMANO viernes 2 de junio de 2017, número 22

Con el mundolab oral

progreso tan potente como la ganan-cia. Si no fuera así, no se explicaríacómo hay empresarios que en el pro-pio trabajo prodigan todas sus ener-gías e invierten todos sus capitalespara retirar a menudo ganancias mu-cho más modestas de las que segura-mente y cómodamente podrían obte-ner con otros trabajos”. Tienen esamística del amor...

Le agradezco por lo que usted hadicho, porque usted es un represen-tante de estos empresarios. Vosotrosestad atentos, empresarios, y tam-bién vosotros, trabajadores: estadatentos con los especuladores. Ytambién con las reglas y las leyesque al final favorecen a los especula-dores y no a verdaderos empresarios.Y al final dejan a la gente sin traba-jo. Gracias.

[Micaela, representante sindical] Hoyse habla nuevamente de industria gra-cias a la cuarta revolución industrial oindustria 4.0. Bien: el mundo del tra-bajo está preparado para aceptar nue-vos desafíos produtcivos que aportenbienestar. Nuestra preocupación es queesta nueva frontera tecnológica y la re-montada económica y productiva queantes o después se dará, no traiganconsigo un nuevo empleo de calidad, si-no que por el contrario contribuyan aincrementar la precariedad y el males-tar social. Hoy la verdadera revoluciónen cambio sería precisamente la detransformar la palabra «trabajo» enuna forma concreta de rescate social.

Me viene a la cabeza responder, alprincipio, con un juego de pala-bras... Tú has terminado con la pala-bra “rescate social”, y me viene el“chantaje social”. Lo que digo ahoraes una cosa real, que ocurrió en Ita-lia hace un año. Había una fila degente desempleada para encontrarun trabajo, un trabajo interesante,de oficina. La chica que me lo contó—una chica culta, hablaba algunosidiomas, que eran importantes paraese puesto— y le dijeron: “Sí, puede

ir bien...; serán 10-11 horas al día...”— “¡Sí, sí!” —dijo ella enseguida,porque necesitaba trabajo— “Y se co-mienza con —creo que dijeron, noquiero equivocarme, pero no másde— 800 euros al mes”. Y ella dijo:“pero ... ¿800 solamente? ¿11 ho-ras?”. Y el señor —el especulador, noera empresario, el empleado del es-p eculador— le dijo: “Señorita, miredetrás de usted la fila: si no le gusta,váyase”. ¡Esto no es re s c a t e sinochantaje!

Ahora diré lo que había escrito,pero tu última palabra me inspiróeste recuerdo. El trabajo en negro.Otra persona me contó que trabajó,pero desde septiembre a junio, y vol-vía a comenzar en octubre, septiem-

y son llamados por Él mientras tra-bajaban a orillas del lago. Es muycierto lo que usted dice: la falta detrabajo es mucho más que la falta deuna fuente de ingresos para podervivir. El trabajo es también esto, pe-ro es mucho, mucho más. Trabajan-do nosotros nos hacemos más perso-na, nuestra humanidad florece, losjóvenes se convierten en adultos so-lamente trabajando. La Doctrina so-cial de la Iglesia ha visto siempre eltrabajo humano como participaciónen la creación que continúa cadadía, también gracias a las manos, ala mente y al corazón de los trabaja-dores. Sobre la tierra hay pocas ale-grías más grandes que las que se ex-perimentan trabajando, así como haypocos dolores más grandes que losdolores del trabajo, cuando el traba-jo explota, aplasta, humilla, mata. Eltrabajo puede hacer mucho dañoporque puede hacer mucho bien. Eltrabajo es amigo del hombre y elhombre es amigo del trabajo, y poresto no es fácil reconocerlo comoenemigo, porque se presenta comouna persona de casa, también cuan-do nos golpea y nos hiere. Los hom-bres y las mujeres se nutren del tra-bajo: con el trabajo están “ungidosde dignidad”. Por esta razón, entor-no al trabajo se edifica el entero pac-to social. Este es el núcleo del pro-blema. Porque cuando no se trabaja,o se trabaja mal, se trabaja poco ose trabaja demasiado, es la democra-cia la que entra en crisis, es todo elpacto social. Es también este el sen-tido del artículo 1 de la Constitución

na será distinto, quizás muy distinto—pensemos en la revolución indus-trial hubo un cambio, también aquíhabrá una revolución— será distintodel trabajo de ayer pero deberá sert ra b a j o no pensión, no jubilados: tra-bajo. Se jubila con la edad justa, esun acto de justicia; pero está contrala dignidad de las personas jubilar-las con 35 o 40 años, dar un subsi-dio del Estado, y arréglatelas. “Pe ro ,¿tengo para comer?”. Sí. “¿ Te n g opara sacar adelante a mi familia, coneste subsidio?” Sí. “¿Tengo digni-dad?” ¡No! ¿Por qué? Porque notengo trabajo. El trabajo de hoy serádiverso. Sin trabajo, se puede s o b re -vivir; pero para vivir, es necesario eltrabajo. La elección es entre el so-brevivir y el vivir. Y se necesita tra-bajo para todos. Para los jóvenes...¿Vosotros sabéis el porcentaje de jó-venes de 25 años para abajo, desem-pleados, que hay en Italia? Yo no lodiré: buscad las estadísticas. Y estoes una hipotéca sobre el futuro. Por-que estos jóvenes crecen sin digni-dad, porque no son “ungidos” conel trabajo que es lo que da la digni-dad. Pero el núcleo de la preguntaes este: un subsidio estatal, mensual,que te permite sacar adelante una fa-milia no resuelve el problema. Elproblema se resuelve con el trabajopara todos. Creo haber respondidomás o menos...

[Sergio, un trabajador que hace un ca-mino de formación promovido por loscapellanes] No es raro que en los am-bientes de trabajo prevalezca la compe-tición, la carrera, los aspectos económi-cos, mientras que el trabajo es una oca-sión privilegiada de testimonio y deanuncio del Evangelio, vivido adoptan-do actitudes de hermandad, colabora-ción y solidaridad. Pedimos a Su San-tidad consejos para caminar mejor ha-cia estos ideales.

Los valores del trabajo están cam-biando muy rápidamente, y muchosde estos nuevos valores de la granempresa y de la gran finanza no sonvalores en línea con la dimensiónhumana, y por lo tanto con el hu-manismo cristiano. El acento sobrela competición al interno de la em-presa, además de ser un error antro-pológico y cristiano, es también unerror económico, porque olvida quela empresa es ante todo cooperación,asistencia mutua, reciprocidad.Cuando una empresa crea científica-mente un sistema de incentivos indi-viduales que ponen a los trabajado-res en competición entre ellos, qui-zás en breve periodo puede obteneralguna ventaja, pero termina prontopor minar ese tejido de confianzaque es el alma de cada organización.Y así, cuando llega una crisis, la em-presa se deshace e implosiona, por-que no hay ninguna cuerda que lasujete. Se necesita decir con fuerza

convenciones, porque los lugares dela Iglesia son los lugares de la vida yen consecuencia también las plazas ylas fábricas. Porque alguien puededecir: “¿Pero este sacerdote, qué nosestá diciendo? ¡Váyase a la parro-quia!”. No, el mundo del trabajo esel mundo del pueblo de Dios: todossomos Iglesia, todos pueblo deDios. Muchos de nuestros encuen-tros entre Dios y los hombres, de losque nos habla la Biblia y los Evan-gelios, han ocurrido mientras laspersonas trabajaban: Moisés oye lavoz de Dios que le llama y le revelasu nombre mientras llevaba a pastarel rebaño del suegro; los primerosdiscípulos de Jesús eran pescadores

ocupan y lo han ocupado siempreprivilegios, castas, rentas. Entonceses necesario mirar sin miedo, perocon responsabilidad, a las transfor-maciones tecnológicas de la econo-mía y de la vida y no resignarse a laideología que está imponiéndose pordoquier, que imagina un mundodonde solo la mitad o quizás dostercios de los trabajadores trabaja-rán, y los demás serán mantenidospor una ayuda social. Debe quedarclaro que el objetivo verdadero quehay que alcanzar no es la “renta pa-ra todos”, sino ¡el “trabajo para to-dos”! Porque sin trabajo, sin trabajopara todos no habrá dignidad paratodos. El trabajo de hoy y de maña-

bre. Y así se juega...El trabajo en negro.

He aceptado la pro-puesta de tener esteencuentro hoy, en unlugar de trabajo y detrabajadores, porquetambién estos son lu-gares del pueblo deD ios.

Los diálogos en loslugares del trabajo noson menos importan-tes que los diálogosque hacemos dentrode las parroquias o enlas solemnes salas de

italiana, que es muybonito: “Italia es unaRepública democráti-ca, fundada en el tra-bajo”. Con base en es-to podemos decir quequitar el trabajo a lagente o explotar a lagente con trabajo in-digno o mal pagado ocome sea, es anticons-titucional. Si no estu-viera fundada en eltrabajo, la Repúblicaitaliana no sería unademocracia, porque elpuesto de trabajo lo

Trabajando nosotrosnos hacemosmás persona,nuestra humanidadflorece, los jóvenesse convierten enadultos solamentet ra b a j a n d o

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número 22, viernes 2 de junio de 2017 L’OSSERVATORE ROMANO página 5

Invitación a los jóvenes a abrir las puertas

No seáis turistasde la vida

En el santuario de la Madonna dellaGuardia el Papa saludó a los jóvenesgenoveses para concluir la mañana delsábado 27 de mayo. Al inicio del en-cuentro Francisco les dirigió esta invi-tación.

Os invito a rezar a la Virgen: cadauno le diga lo que lleva en el cora-zón. Es nuestra mamá, la Madre deJesús, nuestra Madre. En silencio,cada uno le diga lo que siente en elcorazón.

Después de la oración y el saludo delcardenal Bagnasco, cuatro jóvenes diri-gieron al Pontífice algunas preguntas.A continuación la transcripción de lasrespuestas del Papa.

[Chiara Parodi] Santidad, ¡qué boni-to es tenerle aquí! En Su exhorta-ción apostólica, Evangelii gaudium,Usted ha invitado a toda la Iglesia asalir. Con la sugerencia de nuestrocardenal, hemos comenzado la mi-sión “alegría plena”, para retomar laspalabras que Jesús dijo en el Evan-gelio de Juan: «os he dicho esto pa-ra que mi gozo esté en vosotros, yvuestro gozo sea colmado» (15, 11).Le pedimos una bendición sobre no-sotros, sobre los chicos que hemosencontrado y que encontraremos eincluso un consejo sobre cómo sermisioneros hacia nuestros coetáneosque viven situaciones difíciles de do-lor y que son víctimas de la droga,del alcohol, de la violencia y del en-gaño del Maligno. ¡Gracias! Le que-re m o s .[Luca Cianelli] Santo Padre, Ustedha querido que en el próximo año sedesarrollase el Sínodo de los Obis-pos dedicado a los jóvenes; tendráefectivamente como título “Jóvenes,Fe y discernimiento vocacional”. No-sotros pensamos que a Dios lo en-contramos en la vida de todos losdías, en la cotidianidad, en el cole-gio, con los amigos, en la vida deoración, en el silencio de la oración.Y por ello le pedimos a Usted algúnconsejo para vivir nuestra vida espi-ritual y de oración. ¡Gracias![Emanuele Santolini] Hola, PapaFrancisco. Hoy nuestras vidas tienen

ritmos altísimos, frenéticos y esto ha-ce difícil el encuentro, la escucha ysobre todo la construcción de rela-ciones verdaderas, del compartir ver-dadero. De manera que muchos denosotros jóvenes quizás no tenemostiempo o las ocasiones para encon-trar a la persona de su vida, la per-sona que Jesús ha pensado para no-sotros, para construir ese gran pro-yecto de amor que es el matrimonio.¿Puede darnos algún consejo sobrecómo conseguir una vida de pleni-tud y cómo conseguir hacerlo cons-truyendo relaciones verdaderas, ple-nas, sinceras? Gracias.[Francesca Marrollo] Santo Padre,cada día los medios de comunica-ción nos ofrecen realidades de vio-lencia y de guerra, narraciones leja-nas y cercanas de grandes sufrimien-tos. Muchos de nuestros coetáneos,migrantes provenientes de países le-janos, ensangrentados por egoísmos,viven hoy en nuestras ciudades encondiciones muy difíciles. Nosotrosestamos convencidos de que a travésde estos hermanos nuestros y estashermanas nuestras, Dios nos está ha-blando. ¿Qué nos dice? ¿Qué ges-tos, también junto a la comunidadcristiana adulta, podemos realizarpara responder a estos desafíos quela historia, habitada por el EspírituSanto, hoy nos está proponiendo?¡Gracias!

A continuación, las respuestas del PapaFra n c i s c o :

¡Buenos días! Yo estoy un pocoasustado porque Emanuel ha dichoque “somos todos frenéticos”... [ríe,ríen]. No sé cómo responder. El car-denal ha hablado de vuestro amor yha dicho que vuestro amor es unamor turbulento y a l e g re . Y esto es

bonito. Entre “f re n é t i c o s ”, “turbu-lentos” y “a l e g re s ”, hagamos una bo-nita macedonia y ¡el resultado seráb onito!

Es para mí una alegría encontrar-me con vosotros. Es un encuentroque siempre deseo: encontrar a losjóvenes. Qué piensan, qué buscan,qué desean, qué desafíos tienen ymuchas cosas. Y vosotros, que noqueréis respuestas pre-hechas, voso-tros queréis respuestas concretas pe-ro personales, no como estos trajesque se compran p r ê t - à - p o r t e r, no.Respuestas p r ê t - à - p o r t e r, vosotros nolas queréis. Queréis el diálogo, cosasque toquen el corazón.

Chiara, gracias por compartir estaexperiencia que habéis vivido duran-te este año. Sentir la invitación deJesús es siempre una alegría plena.Y el Señor dice también: “Y estaalegría plena —en el mismo pasajedel Evangelio— nadie os la podráquitar” (cf. Juan 16, 22). Nadie os laquitará. Alegría. Que no es lo mis-mo que divertirse. Sí, te hace feliz,la alegría, pero no es superficial. Laalegría que va dentro y nace del co-razón; y esta alegría es la que voso-tros habéis vivido durante este año.Te doy las gracias.

Ahora, yo querría preguntar —megustaría, pero no hay tiempo y no sepuede, pero...—: cómo habéis senti-do que esta experiencia que habéisvivido os ha transformado: ¿es ver-dad, esto, o son solo palabras? Por-que —esta es la pregunta— ¿Ir a ha-cer misión, significa dejarse transfor-mar por el Señor? Nosotros, normal-mente, cuando vivimos estas cosas,estas actividades, como Chiara hasubrayado bien, nos alegramos cuan-do las cosas van bien. Y esto es bue-no. Pero hay otra transformación,

que muchas veces no se ve, está es-condida y nace en la vida de cadauno de nosotros. La misión, el sermisioneros lleva a aprender a mirar.Escuchad bien esto: aprender a mi-rar. Aprender a mirar con ojos nuevos,porque con la misión los ojos se re-nuevan. Aprender a mirar la ciudad,nuestra vida, nuestra familia, todo loque está a nuestro alrededor. La ex-periencia misionera nos abre los ojosy el corazón: aprender a mirar inclu-so con el corazón. Y así, nosotrosdejamos de ser —permitidme la pala-bra— turistas de la vida, para conver-tirnos en hombres y mujeres, jóvenesque aman con el compromiso de lavida. “Turistas de la vida”: vosotroshabéis visto a estos que hacen foto-grafías de todo, cuando vienen deturismo, y no miran nada. No sabenmirar... ¡y luego miran las fotografíasen casa! Pero una cosa es mirar larealidad y otra es mirar la fotografía.Y si nuestra vida es de turista, noso-tros miraremos solo las fotografías olas cosas que pensamos de la reali-dad. Es una tentación, para los jóve-nes, ser turistas. No digo dar un pa-seo por aquí y por allá, no, ¡esto esbonito! Me refiero a mirar la vidacon ojos de turista, es decir, superfi-cialmente, y hacer fotografías paramirarlas más adelante. Esto quieredecir que yo no toco la realidad, nomiro las cosas que suceden. No mirolas cosas como son. La primera cosaque yo respondería, a propósito devuestra transformación, es dejar estaactitud de turistas para convertirosen jóvenes con un compromiso seriocon la vida, en serio. El tiempo de lamisión nos prepara y nos ayuda aser más sensibles, más atentos y amirar con atención. Y a tanta genteque vive con nosotros, en la vida co-tidiana, en los lugares donde noso-tros vivimos y que, por no saber mi-rar, terminamos por ignorar. Cuántagente de la cual podemos decir: “sí,sí, es eso, es aquello”, pero no sabe-mos mirar a su corazón, no sabemosqué piensan, qué sienten, porque micorazón nunca se ha acercado. Qui-zás he hablado con ellos muchas ve-

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Invitación a los jóvenes

cerrados en el “turismo”, no sirve,no ayuda. Debemos vivir en misión,lo que supone que yo escuche aAquel que me envía, que siempre esJesús, y voy a la gente, voy a los de-más a hablar de mi vida, de Jesús yde muchas cosas pero con una trans-formación de mi personalidad queme hace mirar de otra manera. Ysentir las cosas de otra manera. Pen-semos —para entender bien esto—cuando Jesús iba por la calle, siem-pre entre la gente; una vez (cf. Ma r -cos 5, 25-34) Jesús se detuvo y dijo:“alguien me ha tocado”. Y los discí-pulos: “pero, Maestro, ¿no ves quetoda la gente está a tu alrrededor?¡Todos te tocan!” — “Alguien me hato cado”. Jesús no se había acostum-brado al hecho de que le tocasen.No, no era un “turista”: Él entendíalas intenciones de la gente y habíaentendido que era una persona quele había tocado para ser sanada. Yesa mujer se decía a sí misma: “Si letoco, seré curada”. Así nosotros.

Debemos conocer a la gente comoes, porque tenemos el corazón abier-to y no somos turistas entre la gente:somos enviados y misioneros.

La misión ayuda también a mirar-nos entre nosotros, a los ojos, y re-conocer que somos hermanos entre no-s o t ro s , que no es una ciudad y ni si-quiera una Iglesia de los buenos yuna ciudad y una Iglesia de los ma-los. La misión nos ayuda a no ser“c á t a ro s ”. La misión nos purifica delpensar que hay una Iglesia de lospuros y una de los impuros: todossomos pecadores y todos necesita-mos el anuncio de Cristo, y si yo

to dentro que tiene la capacidad dehacernos santos. Tú me decías —tam-bién Emanuele ha preguntado lomismo— cómo ser misioneros hacianuestros coetáneos, especialmentehacia los que viven en situacionesdifíciles que son víctimas de la dro-ga, del alcohol, de la violencia delengaño del maligno? Creo que laprimera cosa es a m a rl e s . No pode-mos hacer nada sin amor. Un gestode amor una mirada de amor... Túpodrás hacer programas para ayu-darles, pero sin amor... Y amor esdar la vida”(cf. Juan 15, 13). Él hadado el ejemplo, ha dado la vida.Amar. Si tú no eres capaz, o al me-nos tú no has —y digo “tú” pero lodigo a todos, porque ella ha hechola pregunta, pero lo digo a todos— sitú no tienes el corazón dispuesto aamar —el Señor nos enseña a amar—no podrás realizar una buena mi-sión. La misión pasará como unaaventura, un turismo. Prepararse e ircon un corazón dispuesto a amar.Ayudarles a amar. Una de las cosasque yo pregunto, no a cada personasino cuando hay oportunidad, en elconfesionario, es: “¿pero usted ayu-da a la gente? ¿Usted da limosna? —“Sí”, dicen muchos. Sí, porque lagente es buena, la gente quiere ayu-dar. “Y dígame: ¿cuando usted da li-mosna, toca la mano de la persona ala cual da limosna, o la retira ense-guida? Y ahí, algunos no saben quédecir. Y aún más: “¿Cuando ustedda limosna, mira a los ojos del sinte-cho que le pide limosna? ¿O va de-prisa? Amar. Amar es tener la capa-cidad de estrechar la mano sucia y la

rudez de la esperanza, para llevar unmensaje a la gente con un nombre,no con adjetivos. Y cuántas vecesnuestra sociedad desprecia y clasifi-ca: “No, ¡ese es un borracho! No, yono doy limosna a este porque va acomprarse un vaso de vino y no tie-ne otra felicidad, pobre hombre, enla vida”; “Este, ese, este, ese...”.¡Nunca adjetivar a las personas! Po-ner el adjetivo a las personas puedehacerlo solo Dios, solamente el jui-cio de Dios. Y lo hará: en el Juiciofinal, definitivamente, sobre cadauno de vosotros: “Ven, bendito demi Padre, vete maldito...”. Los adje-tivos: lo hace Él, pero nosotros nodebemos nunca adjetivar: “esto” y“aquello”, “esto, aquello”. Yo voy ala misión para llevar gran amor.

Luego en aquella transformación—me he entusiasmado con tu pre-gunta, la había escrito y he hechore f l e x i o n e s — nosotros somos habi-tantes de una cultura del vacío, deuna cultura de la soledad. La gente—nosotros también— dentro estamossolos y tenemos necesidad del ruidopara no sentir este vacío, esta sole-dad. Esta es la proposición del mun-do y esto no tiene nada que ver conla alegría de la cual hemos hablado.El vacío: si hay algo que destrozanuestras ciudades es este aislamien-to. Ir de misión y ayudar a salir delos aislamientos y hacer comunidad,fraternidad. “Pero ese no me gus-ta...”. “Ese es así...”. Nunca adjeti-var: Jesús ama a todos. Si yo voy demisión debo estar dispuesto a este

alcohol, de la violencia, del engañodel Maligno? Detrás de todas estassituaciones que tú has nombrado,hay una certeza que nosotros no po-demos olvidar, una certeza que nosdebe hacer “testarudos” de la esperan-za: para hacer misión es necesarioser testarudos de la esperanza. Nosólo el amor, sino también la espe-ranza, y testarudos. En cada una deestas personas que son víctimas desituaciones difíciles, hay una imagende Dios que por diversos motivos hasido maltratada, pisoteada. Hay unahistoria de dolor, de heridas que no-sotros no podemos ignorar. Y esta esla locura de la fe. Cuando Jesús di-ce: “has ido a la cárcel y me has visi-tado” — “¡Pero tú eres un loco!”: esla locura de la fe. La locura de lacruz, de la cual habla san Pablo; lalocura del anuncio del Evangelio.Allí está Jesús, y esto significaaprender a mirar con los ojos de Je-sús: como mira Jesús, a esta gente.Si Jesús, cuando nos dice —las pre-guntas que nos harán cuando iremosa la otra parte (cf. Mateo 25, 31-46)—nos dice que Él era esa gente, esmisterio de amor en el corazón deJesús.

He tenido la ocasión, una vez —enArgentina estaba acostumbrado ya avisitar las cárceles— y en una ocasiónsaludé a uno que tenía más de 50homicidios. Y yo me quedé pensan-do: “pero tú eres Jesús”, porque Éldijo que si tú vienes a verme a lacárcel, yo estoy allí, en ese hombre.Para ser misioneros es necesaria lalocura de la cruz, esta locura delanuncio evangélico: que Jesús hace

es suicida. ¿Habéisentendido? Es suicida.

Es no dejar el cami-no del turista de la vi-da, es pasar fingiendo,y no mirar al corazónde la gente para ha-blar con autenticidad,con transparencia. Yluego, hay otra cosa:tú has dicho que lamisión es bonita y ha-béis aprendido. Perocuando yo voy de mi-sión, no es solamentedecisión mía, la queme hace ir. Hay o t roque me manda, que meinvita a ir de misión.Y no se puede ir demisión sin ser manda-do por Jesús. Es elmismo Jesús que teenvía, es Jesús que teimpulsa a la misión yestá ahí a tu lado: esprecisamente Jesúsque trabaja en tu cora-zón, cambia tu miraday te hace mirar la vidacon ojos nuevos; nocon ojos de turista.¿Habéis entendido?

Así se aprende quevivir cerrados, también

cada uno de los queencuentro en la mi-sión. ¿Entendido? Y apropósito de estos quetú has mencionado,los más descartados dela sociedad —es im-p ortante— yo he dichoque no hay que sentir-se mal por estrechar lamano sucia de un sin-techo, de esta gente,por poner un ejem-plo...

Todos nosotros es-tamos sucios. Y si Élme ha salvado, digo:gracias Señor, porquetambién yo puedo seresa persona... Si yo nohe terminado droga-do, ¿por qué Señor?Por tu voluntad. Perosi el Señor me hubieradejado la mano, tam-bién yo, todos [¿dón-de habríamos acaba-do?] y esto es el amor,la gracia, que nosotrosdebemos anunciar: Je-sús está en esas perso-nas. Por favor, ¡no ad-jetivar a las personas!Yo voy a ir de misióncon el amor, la testa-

ces, pero con superficialidad. La mi-sión puede enseñarnos a mirar conojos nuevos, nos acerca al corazónde muchas personas, y esta ¡es unacosa bellísima, es una cosa bellísima!

Y destruir la hipocresía. Encontrargente grande, adultos hipócritas esfeo, pero es gente grande, que hacede su propia vida lo que quiere, sabelo que hace... Pero encontrar un jo-ven, una joven que comienza la vidacon una actitud de hipocresía, esto

cuando anuncio en la misión a Jesu-cristo no pienso, no siento que loque digo a mí mismo, me separo dela persona y me creo —puedo creer-me— puro y al otro como impuroque tiene necesidad. La misión nosafecta a todos como pueblo de Dios,nos transforma: nos cambia el modode ir por la vida, de “turista” a com-prometido, y nos quita de la cabezaesa idea de que hay grupos, que enla Iglesia hay puros e impuros: to-dos somos hijos de Dios. Todos pe-cadores y todos con el Espíritu San-

capacidad de mirar a los ojos deaquellos que están en una situaciónde degrado y decir: “Para mí, tú eresJesús”. Y esto es el inicio de todamisión, con este amor yo debo ir ahablar. Si yo hablo a la gente pen-sando: “Ah, estos estúpidos que nosaben de religión, yo daré, les ense-ñaré cómo hacer...”. ¡Por favor! Me-jor quédate en casa y reza un Rosa-rio, te hará mejor que ir de misión.No sé si habéis entendido la cosa.

Y ¿por qué debo amar a esta gen-te? ¿Esas víctimas de la droga, del

milagros, que Jesús no es un brujocurandero que sana. Jesús está encada uno de nosotros, en cada unode nosotros. Y quizás alguno de vo-sotros en este momento está en unasituación de pecado mortal, está enuna situación de lejanía, lejano deJesús, quizás... Pero Jesús está allí,esperando. Está allí contigo. Nuncanos deja. Si yo voy con amor, no co-mo turista y esto me transforma, voycomo testarudo de la esperanza yvoy sabiendo que toco, veo, escuchoa Jesús que trabaja en el corazón de

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amar a todos. No hay esa alegríaplena, que era lo que tú decías quete daba la misión. Mientras hay mu-chos de nuestros hermanos con lamirada desfigurada por una socie-dad que se defiende solamente conla exclusión, aislando a la gente, ig-norando. Nunca, si nosotros quere-mos ser misioneros y llevar el Evan-gelio y tener esta alegría, nunca hayque excluir, nunca aislar a nadie,nunca ignorar. No sé si he respondi-do a algo.

Y gracias Lucas por tu inquietud.Génova es una ciudad de puerto,que ha sabido recibir históricamentea muchos barcos ¡Y que ha dadograndes navegantes! Para ser discí-pulo es necesario el mismo corazónde un navegante; horizonte y valor. Sitú no tienes horizonte y si eres inca-paz de verte incluso la nariz, no se-rás nunca un buen misionero. Si túno tienes valor, nunca lo serás. Es lavirtud de los navegantes: saben leerel horizonte, ir y tienen el valor parair. Pensemos en los grandes nave-gantes del siglo X V, muchos salieronde aquí. Vosotros tenéis la oportuni-dad de conocer todo con vuestrasnuevas técnicas, pero estas técnicasde información nos hacen caer enuna trampa muchas veces; porqueen lugar de informarnos nos saturan,y cuando tú estás saturado el hori-zonte se acerca, se acerca, y tienesante ti un muro, has perdido la ca-pacidad de horizonte. Estad atentos:¡mirad siempre lo que te venden! In-cluso los medios de comunicación. Lacontemplación, la capacidad de con-

templar el horizonte, de hacerse unjuicio propio, no comer lo que te sir-ven en el plato. Este es un desafío:es un desafío que creo que nos debellevar a la oración, y decir al Señor:“Señor, te pido un favor: por favor,no dejes de desafiarme”. Desafíos dehorizontes que requieren el valor.¿Tú eres genovés? Navegante: hori-zonte y valor. Y lo digo a todos losgenoveses: ¡adelante! Esa oraciónque yo os proponía: “Señor, te pidoun favor, hoy desafíame”. Sí, “Jesúspor favor, ven, incomódame, dameel valor de poder responder al desa-fío y a ti”. A mí me gusta mucho es-te Jesús que incomoda, que impor-tuna; porque es Jesús vivo, que temueve dentro con el Espíritu Santo.Y qué bonito un chico o una chicaque se deja incomodar por Jesús; yel joven o la joven que no se deja ta-par la boca con facilidad aprende a

no estar con la boca cerrada, que noestá contento de respuestas simplis-tas, que busca la verdad, busca loprofundo, va a lo ancho, va haciaadelante, adelante. Y tiene el valorde hacerse preguntas sobre la verdady muchas cosas. Debemos aprendera desafiar el presente. Una vida espi-ritual sana genera jóvenes despiertos,que ante algunas cosas que hoy nospropone esta cultura —“normal” di-cen, puede ser, no sé...— se pregun-ten: “¿Esto es normal o esto no esnormal? Y muchas veces —esto lo di-go con tristeza— los jóvenes son lasprimeras víctimas de estos vendedo-res de humo; les hacen creer muchascosas... Pero una de las primeras for-mas de valor que vosotros debéis te-ner es preguntaros: “¿Pero esto esnormal o esto no es normal?”. El va-lor de buscar la verdad. ¿Es normalque cada día crezca ese sentido de laindiferencia? No me importa lo quesucede a los demás; la indiferenciacon los amigos, los vecinos, en elbarrio, en el trabajo, en la escuela...¿Es normal —como nos invitaba a re-flexionar Francesca— que muchos denuestros coetáneos, migrantes o pro-venientes de países lejanos, difíciles,ensangrentados por egoísmos queconducen a la muerte, vivan ennuestras ciudades en condicionesverdaderamente difíciles? ¿Esto esnormal? ¿Es normal que el Medite-rráneo se haya convertido en un ce-menterio? ¿Esto es normal? ¿Es nor-mal que muchos, muchos países —yno lo digo por Italia, porque Italiaes muy generosa— muchos paísescierran las puertas a esta gente quees herida y huye del hambre, de laguerra, esta gente explotada, queviene a buscar un poco de seguri-dad... es normal? Esta pregunta: ¿es-to es normal? Si no es normal yo de-bo comprometerme para que esto nosuceda. Claro, es necesario valor pa-ra esto, es necesario valor.

Volviendo a los navegantes, Cris-tóbal Colón, que dicen que era delos vuestros —nunca se sabe, peromuchos como él o él mismo quizássalieron de aquí —, de él decían: “Es-te loco quiere llegar por aquí yendopor allí”. Pero él había hecho un ra-zonamiento sobre la “normalidad”de ciertas cosas y planteó un desafíogrande: tuvo el valor. ¿Es normalque ante el dolor de los demás nues-tra actitud sea la de cerrar las puer-

tas? Si no es normal, comprométete.Y si no tienes el valor de comprome-terte cállate y baja la cabeza y humí-llate ante el Señor, pídele valor. De-safiar el presente es tener el valor dedecir: “Hay cosas que parecen nor-males pero no son normales”. Y vo-sotros, esto debéis pensar: ¡no soncosas queridas por Dios y no debe-rán ser queridas por nosotros! ¡Y es-to decidlo con fuerza! Este es Jesús:intempestivo, que rompe nuestrossistemas, nuestros proyectos. Es Je-sús que siembra en nuestros corazo-nes la inquietud de hacernos estapregunta. Y esto es bonito: ¡esto esmuy bonito!

Yo estoy seguro de que vosotrosgenoveses sois capaces de grandeshorizontes y de mucho valor, perodepende de vosotros si queréis ha-cerlo: no depende de mí. Yo estatarde vuelvo y dejo la semilla. A vo-sotros dejo el desafío, o, como deci-mos en nuestra tierra: “Os lanzo elguante a la cara”. Vosotros veréis.

Termino con una sugerencia: cadamañana, una simple oración: “S e ñ o r,te pido por favor que hoy no dejesde desafiarme. Sí, Jesús, por favor,ven a incomodarme un poco y dameel valor de poder responderte”.

¡Gracias!Vosotros estáis aquí, sentados, en

la sombra: aquí estamos al fresco [enel Santuario]. Pero allí fuera están—¿los oís? Estos saben hacer ruido—muchos que han resistido al sol, depie... ¡Un aplauso para ellos! Yo lesveía, les veía desde aquí. Estaban to-dos callados porque escuchaban yhan seguido todo. Aquellos me pare-ce que tienen un poco de valor y dehorizontes: al menos aquellos; ¡espe-ro que también vosotros!

Ahora os daré la bendición, peroantes de recibir la bendición saluda-mos a la Virgen: ¡Dios te salve Ma-ría...!

Después de la bendición el Papa con-cluyó el encuentro con un saludo a losdetenidos.

Querría enviar un saludo y la bendi-ción también a todos los detenidosde Génova y de Liguria que han se-guido este encuentro. Daré —voso-tros en silencio— la bendición aellos.

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Con los ojosdirigidos a Jesús

No había estado nunca en Génova el Papaque inmediatamente después de su elecciónse presentó como tomado «casi desde el findel mundo». Y su primera palabra fue unaconfidencia del corazón: es decir, sentir unagran emoción por la cercanía a ese puertodesde el que partió para Argentina, precisa-mente el «final del mundo», su familia, mi-grante como hoy muchísimas otras. En unescenario que durante estos años se está reve-lando imponente, y no rara vez trágico, porla huida dramática del hambre y pobreza demillones de personas.

La confidencia del Pontífice abrió a prime-ra hora de la mañana una visita de rasgosinusuales por estar marcada, sobre todo, portres diálogos durante los cuales Francisco

gusta reflejarse a sí mismo; necesita llenar el vacío delcorazón hablando de sí mismo. Sin embargo el sacer-dote que lleva una vida de encuentro, con el Señor enla oración y con la gente hasta el final del día, está“d e s t ro z a d o ”, san Luigi Orione decía “como un tra-p o”. Y uno puede decir: “Pero, Señor, necesito otrascosas...”. ¿Estás cansando? Ve adelante. Ese cansancioes santidad, siempre que haya oración. De otra forma,podría ser también un cansancio de autorreferenciali-dad. Debéis, vosotros sacerdotes, examinaros sobreesto: ¿soy hombre de encuentro? ¿Soy hombre de ta-bernáculo? ¿Soy hombre de calle? ¿Soy hombre “deoído”, que sabe escuchar? O cuando empiezan a de-cirme las cosas, respondo enseguida: “Sí, sí, las cosasson así y así...”. ¿Me dejo cansar por la gente? Esteera Jesús. No hay fórmulas. Jesús tenía una clara con-ciencia de que su vida era para los otros: para el Pa-dre y para los otros, no para sí mismo. Se daba, sedaba: se daba a la gente, se daba al Padre en la ora-ción. Y su vida la ha vivido en clave de misión: “Yosoy enviado por el Padre para decir estas cosas...”.

Una cosa que no nos ayuda es la debilidad en ladiocesanidad. Pero de esto hablaré respondiendo aotra pregunta.

Nos hará bien, hará bien a todos los sacerdotes re-cordar que solamente Jesús es el Salvador, no hayotros salvadores. Y quizá pensar que Jesús nunca,nunca, se ha unido a las estructuras, sino que siemprese unía a las relaciones. Si un sacerdote ve que en su

imagen del sacerdote que sabe todo, no necesita quele digan nada más: “Yo sé todo, sé todo”. Hoy los ni-ños dirían: “¡Este es un sacerdote google o wikipedia!”.Sabe todo. Y esta esta una realidad que hace mal a lavida presbiterial: la autosuficiencia. Este tipo de sa-cerdote dice: “¿Por qué perder tiempo en reunio-nes?... Y cuántas veces estoy en reuniones y está ha-blando el hermano sacerdote, y yo estoy en órbita enmis pensamientos, pienso en las cosas que tengo quehacer mañana...”. Yo hago la pregunta: “¿Sabéis quedesde el próximo año crecerá la aportación del 8 pormil para los sacerdote?” entonces, “la órbita” baja en-seguida, porque ¡hay algo que ha tocado el corazón!¿Esto te interesa? ¿Y eso que dice ese sacerdote joveno ese sacerdote viejo o ese sacerdote de medianaedad, no te interesa? Una bonita pregunta para ha-cerse: en las reuniones, cuando me siento un poco le-jos de lo que está diciendo el otro, o no me interesa,preguntarme: “Pero ¿por qué no me interesa esto?

vive la tensión. Un corazón que ama, que se da,siempre vivirá así: expuesto a esta tensión. Y algunopuede también tener la fantasía de decir: “Ah, yo meharé sacerdote de clausura, monja de clausura, y asíno tendré esta tensión”. Pero también los padres deldesierto iban al desierto para luchar más. Esa lucha,esa tensión.

Y yo creo que tenemos que pensar sobre esto en al-gunos aspectos. Si miramos a Jesús, los Evangeliosnos hacen ver dos momentos, que son fuertes, queson el fundamento. Dije esto al inicio y lo repito aho-ra: el encuentro con el Padre y el encuentro con las perso-nas. La mayoría de las personas con las que se encon-traba Jesús eran gente que tenía necesidad, gente ne-cesitada —enfermos, endemoniados, pecadores—, tam-bién gente marginada, leprosos. Y el encuentro con elPadre. En el encuentro con el Padre y con los herma-nos, allí se da esta tensión: todo se debe vivir en estaclave del e n c u e n t ro . Tú, sacerdote, tú te encuentrascon Dios, con el Padre, con Jesús en la eucaristía, conlos fieles: te e n c u e n t ra s . No hay un muro que impidael encuentro; no hay una formalidad demasiado rígi-da que impida el encuentro. Por ejemplo, la oración:tú puedes estar una hora delante del Tabernáculo, pe-ro sin encontrar al Señor, rezando como un loro. ¡Pe-ro tú así pierdes el tiempo! La oración: si tú rezas, re-za y encuentra al Señor, permanece en silencio, déjatemirar por el Señor; di una palabra al Señor, pide al-go. Quédate en silencio, escucha qué dice, qué te ha-

y a veces también te harta un poco. ¡Pero es el Pue-blo de Dios! Piensa en Jesús, que lo tiraban de unaparte y de la otra. Piensa en Jesús, en esa vez en laque estaba en la calle y decía: “¿Pero quién me ha to-cado?” — “Pero Maestro, ¿qué dices? Mira cuántagente hay a tu alrededor”. “Alguien me ha tocado” —“Pero mira...”. Siempre la gente cansa. Dejarse cansarpor la gente; no defender demasiado la propia tran-quilidad. Voy al confesionario: hay fila, y después yotenía idea de salir... No la misa, sino una cosa que sepodía hacer o no hacer, eso es, entonces yo tenía enmente esto, miro el reloj y ¿qué hago? Es una opción:permanezco en el confesionario y sigo confesandohasta que termine, o digo a la gente: “Tengo otrocompromiso, lo siento, hasta pronto”. Siempre encon-trando a la gente. Pero este encuentro con la gente esmuy morficante, ¡es una cruz! Encontrar a la gente esuna cruz, quizá estarán en la parroquia una, dos, diezpersonas —ancianas— que te preparan un postre y telo llevan, buenas... ¡Pero cuántos dramas tienes quever! Y esto cansa el alma y te lleva a la oración de in-t e rc e s i ó n .

Yo diría estas dos cosas, en esta tensión. Es muyimportante. Y uno de los signos de que no se estáyendo por el buen camino es cuando el sacerdote ha-bla demasiado de sí mismo, demasiado: de las cosasque hace, que le gusta hacer... es autorreferencial. Esun signo que ese hombre no es un hombre de en-cuentro, como mucho es un hombre del espejo, le

El sábado 27 de mayo, el Papa Francisco se dirigió envisita pastoral a Génova, donde por la mañana se reunióen primer lugar con el mundo del trabajo en la fábricade Ilva de Cornigliano y sucesivamente con el clero localen la catedral de San Lorenzo. Publicamos la transcrip-ción del diálogo que el Pontífice mantuvo respondiendo alas preguntas de dos sacerdotes, de una religiosa y de unreligioso, precedido por la invitación a rezar por las vícti-mas de la masacre de cristianos coptos sucedida en Egip-to el día anterior.

Hermanos y hermanas, os invito a rezar juntos pornuestros hermanos coptos egipcios que fueron asesi-nados porque no querían renegar de la fe. Junto aellos, a sus obispos, a mi hermano Teodoro, os invitoa rezar juntos en silencio y después un avemaría. [Si-lencio - “avemaría”] Y no olvidemos que hoy los már-tires cristianos son más que en tiempos antiguos, quelos primeros tiempos de la Iglesia. Son más.

[Don Andrea Carcasole] Soy vice-párroco de la parro-quia de San Bartolomé de la Certosa aquí en Génova,que es una parroquia de 12 mil habitantes. Le pedimoshoy los criterios para vivir una intensa vida espiritual ennuestro ministerio que, en la complejidad de la vida mo-derna y de las tareas también administrativas, tiende ahacernos vivir dispersos y fragmentados.

Gracias Don Andrea por la pregunta. Yo diré quecuanto más imitemos el estilo de Jesús, mejor hare-mos nuestro trabajo de pastores. Este es el criteriofundamental: el estilo de Jesús. ¿Cómo era el estilo deJesús como pastor? Siempre en camino. Los Evange-lios, con los matices propios de cada uno, pero siem-pre nos hacen ver a Jesús en camino, en medio de lagente, la “multitud” dice el Evangelio. Distingue bienel Evangelio los discípulos, la multitud, los doctoresde la ley, los saduceos, los fariseos... Distingue elEvangelio: es interesante. Y Jesús estaba en medio dela multitud. Si nosotros imaginamos cómo era el ho-rario de la jornada de Jesús, leyendo los Evangeliospodemos decir que la mayor parte del tiempo lo pa-saba en la calle. Esto quiere decir cercanía a la gente,cercanía a los problemas. No se escondía. Después,por la noche, muchas veces se escondía para rezar,para estar con el Padre. Y estas dos cosas, esta formade ver a Jesús, en la calle y en oración, ayuda muchoa nuestra vida cotidiana, que no está en camino, estácon prisas. Son cosas diferentes. De Jesús se dice quequizá iba un poco con prisas cuando iba hacia la Pa-sión: “con decisión” fue a Jerusalén. Pero esta cos-tumbre, esta forma “enlo quecida” de vivir siempremirando el reloj —“tengo que hacer esto, esto, es-to...”— no es una forma pastoral, Jesús no hacía esto.Jesús nunca estaba parado. Y, como todos los que ca-minan, Jesús estaba expuesto a la dispersión, a ser“fragmentado”. Por eso me gusta la pregunta, porquese ve que nace de un hombre que camina y no es es-tático. No debemos tener miedo del movimiento y dela dispersión de nuestro tiempo. Pero el miedo másgrande en el que tenemos que pensar, que podemosimaginar, es una vida estática: una vida del sacerdoteque tiene todo bien resuelto, todo en orden, estructu-rado, todo está en su sitio, los horarios —a qué horase abre la secretaría, la iglesia se cierra a tal hora...—.Yo tengo miedo del sacerdote estático. Tengo miedo.También cuando es estático en la oración: yo rezo detal a tal hora. ¿Pero no te entran ganas de ir a pasarcon el Señor una hora más para mirarlo y dejarte mi-rar por Él? Esta es la pregunta que yo haría al sacer-dote estático, que tiene todo perfecto, organizado... Yodiría que una vida así, tan estructurada, no es una vi-da cristiana. Quizá ese párroco es un buen empresa-rio, pero yo me pregunto: ¿es cristiano? O al menos¿vive como cristiano? Sí, celebra la misa, ¿pero el es-tilo es un estilo cristiano? O quizá es un creyente, unbuen hombre, vive en gracia de Dios, pero con un es-tilo de empresario. Jesús siempre ha sido un hombrede calle, un hombre de camino, un hombre abierto alas sorpresas de Dios. Sin embargo, el sacerdote quetiene todo planificado, todo estructurado, general-mente está cerrado a las sorpresas de Dios y se pierdeesta alegría de la sorpresa del encuentro. El Señor tetoma cuando no te lo esperas, pero estás abierto. Unprimer criterio es no tener miedo de esta tensión que nostoca vivir: nosotros estamos en camino, el mundo esasí. Es un signo de vida, de vitalidad: un padre, unamadre, un educador está siempre expuesto a esto y

Al clero de Génova el Papa aconseja ir al encuentro de las personas

Fraternidad antes que ideología

vida su conducta está demasiado unidaa las estructuras, algo no va bien. Y Je-sús esto no lo hacía, Jesús se unía a lasrelaciones. Una vez escuché a un hom-bre de Dios —creo que introducirán lacausa de beatificación de este hombre—que decía: “En la Iglesia se debe vivirese dicho: “mínimo de estructuras porel máximo de vida, y nunca el máximode estructuras por el mínimo de vida”.Sin relaciones con Dios y con el próji-mo, nada tiene sentido en la vida de unsacerdote. Harás carrera, irás a ese lu-gar, a ese otro; a esa parroquia que tegusta o a una terna para ser obispo.Harás carrera. Pero, ¿el corazón? Per-manecerá vacío, porque tu corazón estáunido a las estructuras y no a las rela-ciones, las relaciones esenciales: con elPadre, con Dios, con Jesús y con laspersonas. Esta es un poco la respuestasobre los criterios que quiero daros.“Pero, Padre, usted no es moderno...Estos criterios son antiguos...”. ¡Así esla vida, hijo! ¡Son los viejos criterios dela Iglesia que son modernos, ultramo-dernos!

[Don Pasquale Revello] Soy un párroco.Trabajo en Recco, una bonita ciudad en elmar, en la parroquia de San Juan Bau-tista: 7.000 habitantes. Quisiéramos vivirmejor la fraternidad sacerdotal tan acon-sejada por nuestro cardenal arzobispo ypromovida con encuentros diocesanos, vica-riales, peregrinaciones, retiros y ejerciciosespirituales, semanas de comunidad. ¿Nospuede dar alguna indicación?

Gracias, don Pasquale. ¿Cuántosaños tiene usted?

[Don Pasquale] 81 cumplidos.

¡Somos de la misma edad! Pero leconfieso algo: escuchándole hablar así,¡hubiera pensado que tiene 20 añosmenos! Fraternidad: es una bonita pa-labra, pero no se cotiza en la bolsa devalores. Es una palabra que no se coti-za en la bolsa de valores. Es muy difí-cil, la fraternidad, entre nosotros. Es untrabajo de todos los días, la fraternidadpresbiteral. Quizá sin darnos cuenta,pero corremos el riesgo de crear esa

quiso improvisar largo tiem-po. Ante todo con el mun-do del trabajo, en un granestablecimiento adyacenteprecisamente al puerto, lue-go en la catedral de SanLorenzo con el clero, las re-ligiosas y religiosos, y porúltimo en el santuario de laGuardia, con los jóvenes,antes de concluir la jornadacon una visita al Gaslini yuna misa.

Diálogos distendidos yconducidos sin prisa, en es-cucha partícipe de las preo-cupaciones de las mujeres yde los hombres de hoy, deancianos y de jóvenes. Conla mirada del corazón fijaen Jesús, el Señor que man-da en misión: somos «mi-sionados» y misioneras, sin-tetizó el Papa. Y precisa-mente sobre esta dimensiónconstitutiva del cristianismo,que es también la palabraclave del pontificado, Fran-cisco se detuvo en particularcon los jóvenes. Y también

a ellos habló con la pasión que impacta acuantos le escuchan y con una eficacia refor-zada por neologismos que desde siemprepuntean vivazmente su lenguaje y fascinan.

Los encuentros durante los cuales el Papaimprovisó largamente fueron en realidad unaúnica meditación, en las entrevistas con lasintelocutoras y los interlocutores que le inter-pelaron. Meditación que continuamentecomparó la realidad de nuestro tiempo con lallamada del Evangelio. Palabras apasionadasy exigentes las del Papa, que piden que semire de verdad la realidad, en lugar de susrepresentaciones, en particular las transmiti-das por las nuevas técnicas de información,como advirtió a los jóvenes, a los cuales dejóal final una oración: «Señor, por favor, desa-fíame, incomódame, dame el valor para res-p onderte».

Jesús fue el primero en estar en la calle,nunca quieto, y de esta manera nos ayuda avivir hoy que vamos siempre deprisa, incapa-ces a menudo incluso de pasar un poco detiempo en oración, recordó Francisco en lacatedral. Subrayando que estos son «los vie-jos criterios de la Iglesia», en realidad «ultra-modernos»: como los de la hermandad sacer-dotal, la dimensión diocesana, el testimonio,incluso y sobre todo sin palabras pero con lavida.

Una enseñanza tradicional y viva, enton-ces, como la mirada sobre el mundo del tra-bajo que es una «prioridad humana», y porconsiguiente también cristiana, dijo con fuer-za el Papa. Que concluyó el primer largodiálogo genovés rezando ante los trabajado-res y empresarios la antiquísima oración delVeni sancte spiritus.

G.M.V

¿Qué es lo que me interesa? ¿Dónde está la puertapara llegar al corazón de ese hermano sacerdote queestá hablando y diciendo de su vida, que es riquezapara mí?”. ¡Es una verdadera ascesis la de la fraterni-dad sacerdotal! La fraternidad. Escucharse, rezar jun-tos...; y después una buena comida juntos, hacer fies-ta juntos... para los sacerdotes jóvenes, un partido defútbol juntos... ¡Esto hace bien! Hace bien. Hermano.La fraternidad, tan humana. Hacer con los sacerdotesdel presbiterio lo que hacía con mis hermanos: este esel secreto. Pero está el egoísmo; debemos recuperar elsentido de la fraternidad que... sí, se habla pero noha entrado todavía en el corazón de los presbíteros,no ha entrado profundamente. En algunos un poco,en algunos menos, pero debe entrar más. Lo que su-cede al otro, me afecta; lo que dice el hermano, pue-de decirlo también para ayudarme a resolver un pro-blema que yo tengo. “Pero ese piensa de forma dife-rente a mí...”. ¡Escúchalo! Y toma lo que te sirve. Loshermanos son riqueza los unos para los otros. Y estoes lo que abre el corazón: recuperar el sentido de lafraternidad. Es una cosa muy seria. Nosotros sacerdo-tes, nosotros obispos, no somos el Señor. No. El Se-ñor es Él. Nosotros somos los discípulos del Señor, ydebemos ayudarnos los unos a los otros. También pe-lear, como peleaban los discípulos cuando se pregun-taban quién era el más grande de ellos. También pe-lear. Es bonito también escuchar discusiones en lasreuniones sacerdotales, porque si hay discusión hay li-bertad, hay amor, hay confianza, ¡hay fraternidad! Notener miedo. Más bien, es necesario tener miedo de locontrario: no decir las cosas, para después, detrás:“¿Has escuchado qué ha dicho este tonto? ¿ Has es-cuchado que idea extravagante?”. La murmuración, el“desp ellejarse” el uno al otro, la rivalidad... Os diréuna cosa... He pensado tres veces si puedo decirla ono. Sí, la puedo decir. No sé si debo decirla, pero lapuedo decir. Vosotros sabéis que para hacer el nom-

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ce sentir... Encuentro. Y con lagente lo mismo. Nosotros sa-cerdotes sabemos cuánto sufrela gente cuando viene a pedir-nos un consejo o cualquier co-sa. “¿Qué pasa?... Sí, sí, peroahora no tengo tiempo, no...”.Deprisa, no en camino, depri-sa, esta es la diferencia. Esoque está parado y eso que vadeprisa nunca se encuentran.Conocí un buen sacerdote quetenía una gran genialidad: fueun profesor de literatura de al-to, altísimo nivel, porque él eraun poeta y conocía bien las le-tras. Y cuando se jubiló —esun religioso— pidió a su pro-vincial que lo mandara a unparroquia de las villas miserias,con los pobres pobres. Para te-ner esta servicio, un hombre deesa cultura, fue allí realmentecon ganas de encontrar —eraun hombre de oración—; decontinuar encontrando a Jesúsy encontrar un pueblo que noconocía: el pueblo de los po-bres; fue con mucha generosi-dad. Este hombre pertenecía ala comunidad donde yo estaba,la comunidad religiosa. Y elprovincial le dijo: “un día a lasemana ve a la comunidad”. Yél venía a menudo, hablabacon todos nosotros, se confesa-ba, aprovechaba y volvía. Undía me dijo: “Pero estos teólo-gos... les falta algo”. Yo le dije:“¿Qué les falta?”. “Por ejem-plo, el profesor de eclesiología,debe hacer dos tesis nuevas”.“¿Ah sí, cuáles?”. Y él decíaasí: “El pueblo de Dios, lagente en la parroquia, es onto-lógicamente pesada, es decirque cansa, y metafísicamente,esencialmente olímpico”. ¿Quéquiere decir “olímpico”? Quéhace lo que quiere; tú puedesdarle un consejo, pero luego severá... Y cuando tú trabajascon la gente, la gente te cansa,

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Al clerode Génova

bramiento de un obispo se pide in-formación a los sacerdotes y tambiéna los fieles, a las consagradas sobreeste sacerdote, y allí, en el cuestiona-rio que manda el nuncio, se dice:“esto es secreto”. No se puede decira nadie, pero este sacerdote es unposible candidato a convertirse enobispo. Y se piden informaciones.Algunas veces se encuentran verda-deras calumnias y opiniones que, sinser calumnias graves, devalúan al sa-cerdote; y se entiende enseguida quedetrás hay rivalidad, celos, envidia...Cuando no hay fraternidad sacerdo-tal, hay —es dura la palabra— haytraición: se traiciona al hermano. Sevende al hermano. Para ir arriba yo.Se “desp elleja” al hermano. Pensad,haced un examen de conciencia so-bre esto. Os pregunto: ¿cuántas ve-ces he hablado bien, he escuchadobien, en una reunión, hermanos sa-cerdotes que piensan distinto o queno me gustan? ¿Cuántas veces, ape-nas han empezado a hablar, he ce-rrado los oídos? ¿Y cuántas veces leshe criticado, “desplumado”, “desp e-llejado” a escondidas? El enemigogrande contra la fraternidad sacerdo-tal es este: la murmuración por envi-dia, por celos o porque no me vabien, o porque piensa de otra mane-ra. Y por tanto es más importante laideología de la fraternidad; es másimportante la ideología de la doctri-na... ¿Pero a dónde hemos llegado?Pensad. La murmuración o el juzgarmal a los hermanos es un “mal declausura”: cuanto más encerrados es-tamos en nuestros intereses, más cri-ticamos a los demás. Y nunca tenerganas de tener la última palabra: laúltima palabra será la que sale sola,o la dirá el obispo; pero yo digo lamía y escucho la de los demás.

Después cuando hay sacerdotesenfermos, físicamente enfermos, va-mos a visitarles, les ayudamos... Peropeor, cuando están enfermos psíqui-camente; y cuando están enfermosmoralmente. ¿Hago penitencia porellos? ¿Rezo por ellos? ¿Trato deacercarme para ayudar, para hacerlesver la mirada misericordiosa del Pa-dre? ¿O voy enseguida donde otroamigo mio para decirle: “¿sabes? Hesabido que aquel esto, aquel loo t ro . . . ? ”. Y lo “ensucio” to davíamás. Pero si ese pobrecito ha caídovíctima de satanás, ¿también túquieres aplastarlo? Estas cosas noson fábulas: esto sucede, esto pasa.Y además otra cosa que puede ayu-dar es saber que ninguno de noso-tros es el todo. Todos somos partede un cuerpo, del cuerpo de Cristo,de la Iglesia, de esta Iglesia particu-lar. Y quien pretende ser el todo, te-ner siempre razón o tener ese lugaro ese otro, se equivoca. Pero esto seaprende desde el seminario. Sé queaquí hay superiores de los semina-rios, formadores, padres espirituales.Esto es muy importante. Un buenarzobispo vuestro, el cardenal Ca-nestri, decía que la Iglesia es comoun río: lo importante es estar d e n t rodel río. Si estás en el centro o más ala derecha o más a la izquierda, perod e n t ro del río, esto es una variedadlícita. Lo importante es estar d e n t rodel río. Muchas veces nosotros que-remos que el río se estreche solo pornuestra parte y condenamos a losotros... esto no es fraternidad. Todosdentro del río. Todos. Esto se apren-de en el seminario. Y yo aconsejo a

los formadores: si vosotros veis unseminarista bueno, inteligente, queparece bueno, es bueno pero es unhablador [cotilla], expulsadle. Por-que después esta será una hipotecapara la fraternidad presbiteral. Si nose corrige, expulsadle. Desde el ini-cio. Hay un refrán, no sé como sedice en italiano: “Cría cuervos y tecomerán los ojos”. Si en el seminariotu crías “cuervos” que “chismo-r re a n ”, destruirán cualquier presbite-rio, cualquier fraternidad en el pres-biterio. Y después hay muchas prue-bas: el párroco y el vice-párroco, porejemplo. A veces están de acuerdode forma natural, son del mismotemperamento; pero muchas vecesson diferentes, muy diferentes, por-que en el río uno está en esta partey el otro en la otra parte: pero todosdentro del río. Haced un esfuerzopara entenderos, para amaros, parahablaros... Lo importante es estardentro del río. Y lo importante esno chismorrear del otro, y buscar launidad. Y debemos encender las lu-ces, las riquezas, los dones, los caris-mas de cada uno. Esto es importan-te. Los Padres del desierto nos ense-ñaron mucho sobre esto: sobre lafraternidad, el perdón, la ayuda.Una vez fueron a ver a Abba Pafnu-zio algunos monjes: estaban preocu-pados por un pecado que había co-metido uno de sus hermanos, y sedirigieron a él para pedir ayuda. Pe-ro, antes de ir, habían cotilleado en-tre ellos, bastante. Y Abba Pafnuzio,después de haberles escuchado, dijo:“Sí, yo he visto en la orilla del ríoun hombre que estaba en el barrohasta las rodillas. Y algunos herma-nos querían ayudarle, y le han hechoir hacia abajo hasta el cuello”. Hayalgunas “ayudas” que lo que buscanes destruir y no ayudar: están solodisfrazadas de ayuda. En la murmu-ración, siempre sucede esto. Algoque nos ayudará mucho, cuando nos

encontremos ante los pecados o co-sas feas de nuestros hermanos, cosasque buscan romper la fraternidad, eshacernos la pregunta: “¿Cuántas ve-ces yo he sido perdonado?”. Estoayuda. Gracias Don Pasquale. Ygracias por su juventud.

[Madre Rosangela Sala, presidente US-MI Ligure] Soy del Instituto de lashermanas de la Inmaculada y repre-sento la parte femenina de la vida con-sagrada de Liguria. Sabemos que ustedha vivido una larga experiencia deconsagración vivida en situaciones dife-rentes y con diferentes roles. ¿Qué puededecirnos para que podamos vivir nues-tra vida con creciente intensidad respec-to al carisma, al apostolado y en nues-tra diócesis, que es la Iglesia?

Gracias, Madre. Yo a la MadreRosangela la conozco desde haceaños... Es una buena mujer, pero tie-ne un defecto. ¿Puedo decirlo?¡Conduce a 140! [ríe, ríen]. Le gustair rápido, pero es buena. Usted hadicho una palabra que me gusta mu-cho, me gusta mucho: la diocesani-dad. Más que una palabra, es unadimensión que me gustaría unir conlas preguntas precedentes. Una di-mensión de nuestra vida de Iglesia,porque la diocesanidad es lo quenos salva de la abstracción, del no-minalismo, de una fe un poco gnós-tica o solamente que “vuela por ela i re ”. La diócesis es esa porción delPueblo de Dios que tiene un rostro.En la diócesis está el rostro del Pue-blo de Dios. La diócesis ha hecho,hace y hará historia. Todos estamosincluidos en la diócesis. Y esto nosayuda para que nuestra fe no seateórica, sino práctica. Y vosotrasconsagradas y consagrados, sois unregalo para la Iglesia, porque cadacarisma, cada uno de los carismas esun regalo para la Iglesia, para laIglesia universal. Pero siempre es in-teresantes ver cómo cada uno de los

carismas nacen en un lugar concretoy muy unido a la vida de esa dióce-sis concreta. Los carismas no nacenen el aire, sino en un lugar concreto.Después el carisma crece, crece, cre-ce y tiene un carácter muy universal;pero al principio, siempre tiene unaconcreción. Es bonito recordar cómono haya un carisma sin una expe-riencia fundadora concreta. Y quenormalmente no está unida a unamisión universal, sino a una diócesis,a un lugar concreto. Después se ha-ce universal, pero al principio, en lasraíces... Pensemos en los francisca-nos. Si uno dice: “Soy franciscano”,¿cuál es el lugar que viene a la men-te? ¡Asís! ¡Enseguida! “¡Pero somosuniversales!”. Sí, estáis por todos la-dos, es verdad, pero está el origenconcreto. Y vivir intensamente el ca-risma es querer encarnarlo en un lu-gar concreto.

El carisma debe ser encarnado:nace en un lugar concreto y despuéscrece y continúa encarnándose en lu-gares concretos. Pero siempre es ne-cesario buscar dónde ha nacido, có-mo ha nacido el carisma, en qué ciu-dad, en qué barrio, con qué funda-dor, qué fundadora, cómo se ha for-mado... Y esto nos enseña a amar ala gente de los lugares concretos,amar gente concreta, tener idealesconcretos: la concreción la da la dio-cesanidad. La concreción de la Igle-sia la da la diocesanidad. Y esto noquiere decir matar el carisma, no.Esto ayuda al carisma a hacerse másreal, más visible, más cercano. Ydespués, de vez en cuando —cadaseis años normalmente— los consa-grados se reúnen en capítulo, y pro-vienen de las diferentes “c o n c re c i o -nes”, y esto hace crecer al instituto.Pero siempre con la raíz en la dioce-sanidad: en las diferentes diócesis,donde este carisma ha nacido y don-de ha ido. Esta es la concreción.Cuando la universalidad de un insti-tuto religioso, que crece y va y va, seolvida de incluirse en los lugaresconcretos, en las diócesis concretas,esta orden religiosa al final se olvidade dónde ha nacido, del carismafundador. Se universaliza a modo dede las Naciones Unidas, por ejem-plo. “Sí, hacemos una reunión uni-versal, todos juntos...”. Pero no estáesa c o n c re c i ó n de la diocesanidad:dónde ha nacido el carisma y dóndeha ido después y si se ha incluido enesas Iglesias particulares. ¡No exis-ten institutos religiosos voladores! Ysi alguno tiene esta pretensión, ter-minará mal. Siempre las raíces en ladiócesis. Y aquí está la no fácil rela-ción entre los religiosos consagradosy los obispos. Ahora se está traba-jando en un nuevo proyecto parahacer de nuevo el documento Mutuare l a t i o n e s , que tiene 40 años, y es elmomento de revisarlo. Porque siem-pre hay conflictos, también conflic-tos de crecimiento, conflictos bue-nos, y también algunos no tan bue-nos. Pero esto es importante: un ca-risma que tenga la intención de notomar en serio el aspecto de la dio-cesanidad y se refugia solamente enlos aspectos ad intra, esto le llevará auna espiritualidad autoreferencial yno universal como la Iglesia de Jesu-cristo.

Esta palabra me ha gustado mu-cho, Madre: diocesanidad. Donde elcarisma ha nacido y donde se insertasu crecimiento.

Un segundo aspecto que me gus-taría subrayar es la disponibilidad.

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Una disponibilidad a ir donde hay más riesgo,donde hay más necesidad, donde se necesita más.No para cuidar de sí mismos: para ir a donar elcarisma e insertarse donde hay más necesidad. Lapalabra que uso a menudo es periferias, pero yodigo todas las periferias, no solo las de la pobreza,todas. También esas del pensamiento, todas. In-sertarse en ellas. Y estas periferias son el reflejode los lugares donde ha nacido el carisma primor-dial. Y cuando digo disponibilidad, digo tambiénrevisión de las obras. Es verdad, a veces se hacenrevisiones porque no hay personal y se debe ha-cer. Pero también cuando hay personal, cuandohay gente, preguntarse: ¿nuestro carisma es nece-sario en esta diócesis? ¿O será más necesario enotra parte y a este lugar podrá venir otro carismaa ayudar? Estar disponibles a ir más allá, siempremás allá: el “Deus semper maior”. Siempre ir másallá, más allá... Estar disponibles y no tener mie-do de los riesgos; con la prudencia del gobierno,pero... Esto es importarte, estas dos cosas, diría:diocesanidad y disponibilidad. Diocesanidad comoreferencia al nacimiento, y también disponibilidadpara crecer e insertarse en la diócesis. Diría esto,retomando su palabra, diocesanidad. Gracias.

[Padre Andrea Caruso, O.F.M. Cap.] Soy sacerdotede la orden de los hermanos menores capuchinos deLiguria. Esta es la pregunta: ¿cómo vivir y afrontarel descenso general de vocaciones a la vida sacerdotaly a la vida consagrada?

Se dice de los franciscanos que se reúnen siem-pre, y se dice: “Cuando no están en capítulo, es-tán en versículo”. Siempre están en alguna reu-nión, están reunidos.

Por tanto el descenso [de las vocaciones]. Hayun problema demográfico: el descenso demográfi-co en Italia. Nosotros estamos bajo cero, y si nohay chicos y chicas jóvenes, no habrá vocaciones.Era más fácil en tiempo de familias más numero-sas tener vocaciones. Hay un descenso que estambién consecuencia del descenso demográfico.No es la única razón, pero esta tenemos que te-nerla presente. Es más fácil convivir con un gatoo con un perro que con los hijos. Porque yo measeguro el amor programado, porque no son li-bres, yo les crío hasta un cierto punto, hay unarelación, me siento acompañado o acompañadacon el gato, con el perro, y no con los hijos. Unode mis asistentes, que tiene tres [hijos] me diceesto [ríe]. Sí, es verdad. En cada época, debemosver las cosas que suceden como un paso del Se-ñor: hoy el Señor pasa entre nosotros y nos plan-tea esta pregunta: “¿Qué sucede?” ¿Qué sucede?El descenso es verdad. Pero yo me hago otra pre-gunta: ¿qué nos dice o nos está pidiendo el Se-ñor, ahora? La crisis vocacional es una crisis queafecta a toda la Iglesia, todas las vocaciones: sa-cerdotales, religiosas, laicales, matrimoniales...Piensa en la vocación al matrimonio, que es tanbonita. No se casan, los jóvenes; viven juntos,prefieren eso. Es una crisis transversal, y debemospensar las cosas así. Es una crisis que toca a to-dos, también la vocación matrimonial. Una crisistransversal. Y como tal es un tiempo para pregun-

tarse, para preguntar al Señor y preguntarnos anosotros: ¿qué debemos hacer? ¿qué debemoscambiar? Afrontar los problemas es algo necesa-rio; y aprender de los problemas es algo obligato-rio. Y nosotros tenemos que aprender también delos problemas. Buscar una respuesta que no seauna respuesta reductiva, que no sea una respuesta“de conquista”.

Algo feo que ha sucedido en la Iglesia aquí enItalia —estoy hablando de los años noventa, máso menos—: algunas congregaciones que no teníancasas en Filipinas, iban y traían aquí a las chicas,las han “mimado” y las jóvenes venían. Buenaschicas, buenas... Después, la mayoría lo dejaba.Yo recuerdo, en el Sínodo de 1994, una carta pas-toral de los obispos de Filipinas que prohibíanhacer esto, y las congregaciones que no tienen ca-sas en Filipinas no pueden hacer esto. Primero.Segundo: la formación inicial se debe hacer en elpaís [de origen], después se puede ir a otro país,pero la formación inicial, en el propio país. Y re-cuerdo como si fuera hoy, creo que era en el “Co-rriere della Sera”, el gran titular: “La trata de no-vicias”. Fue un escándalo. También en algunospaíses latinoamericanos. Estoy pensando en unacongregación... Tomaban el autobús e iban a cier-tos lugares pobres, y convencían a las chicas paravenir a Buenos Aires y hacerse novicias, y venían.Y después las cosas no iban bien. Y aquí, en Ita-lia —en Roma— este es un dato de hace 15 años,he sabido de algunas congregaciones que iban alos países ex-comunistas de Europa central enbusca de vocaciones, chicas, países pobres... Ve-nían, pero no tenían vocación, pero no queríanvolver; algunas encontraban un trabajo y otras,pobrecillas, terminaban en la calle.

Es difícil el trabajo vocacional, pero se debehacer. Es un desafío. Debemos ser creativos, en eltrabajo vocacional. El otro día estuvieron en unareunión —antes de vuestro capítulo en la provinciade las Marcas, vinieron a verme. Casi todos. Ahacer una especie de pre-capítulo con el Papa.¡Muchos jóvenes! “¿Cómo tenéis tantas vocacio-nes?” — “No lo sé, tratamos de vivir la vida comola quería san Francisco”. La fidelidad al carismafundador. Y cuando hay congregaciones que sonfieles al carisma fundador, pero con ese amor quehace ver la actualidad que tiene ese carisma, labelleza, eso atrae. Y después el testimonio. Si no-sotros queremos consagrados, consagradas, sacer-dotes, debemos dar testimonio de que somos feli-ces, que estamos felices. Y que terminamos nues-tra vida felices por la elección que Jesús ha hechode nosotros. El testimonio de alegría, también enla forma de vivir. Hay consagrados, consagradas,sacerdotes, obispos cristianos, pero viven comopaganos. Un joven, una joven de hoy mira y dice:“¡No, así yo no quiero!”. Y esto empuja fuera a lagente. Después, es importante la conversión pas-toral y misionera. Una de las cosas que los jóve-nes de hoy buscan mucho es la misionariedad. Elcelo apostólico: ver en el testimonio también ungran celo apostólico, que uno no vive para sí mis-mo, que vive para los otros, que da la vida, da lavida. Una vez —lo supe apenas ordenado obispo,

en el año ‘92— supe que una congregación demonjas del lugar de donde era, en el barrio, en lazona de Buenos Aires donde yo era obispo auxi-liar, estaban reformando la casa de las hermanas.Tenían un colegio muy rico, muy rico. Tenían di-nero. Y tenían razón: la casa de las hermanas de-bía ser un poco reformada. La habían hecho bien:también con el baño privado. Está bien —p enséyo— si es una cosa austera, hoy también una co-modidad moderna es importante, no hay proble-ma... Pero al final hicieron un edificio de lujo, pa-ra las monjas. Y también —estoy hablando de1992, hoy sería más comprensible, no lo sé, no es-taría bien, pero no escandalizaría tanto— en cadauna de las habitaciones de las hermanas, una tele-visión. ¿Cuál fue el resultado? Desde las dos has-ta las cuatro de la tarde no encontrabas una mon-ja en el colegio: cada una estaba en su habitaciónviendo la telenovela. La mundanidad. La munda-nidad espiritual. Y la gente, los jóvenes piden tes-timonio de autenticidad, de celo apostólico, dearmonía con el carisma. Y también nosotros dar-nos cuenta de que con estos comportamientos so-mos nosotros mismos los que provocamos ciertascrisis vocacionales. Hemos sido nosotros mismos.Es necesaria una conversión pastoral, una conver-sión misionera. Os invito a tomar esa parte de laEvangelii gaudium que habla de esto, sobre la ne-cesaria conversión misionera, y este es un testimo-nio que atrae vocaciones.

Después, las vocaciones están, Dios las da. Pe-ro si tú —sacerdote o consagrado o monja— estássiempre ocupado, no tienes tiempo de escuchar alos jóvenes que viene, que no vienen... “Sí, sí, ma-ñana...”. ¿Por qué? Los jóvenes son “aburridos”,vienen siempre con las mismas preguntas... Si túno tienes tiempo, ve a buscar a otra persona quepueda escuchar. Escucharles. Y después, los jóve-nes están siempre en movimiento: es necesarioponerles en el camino misionero. Cuatro días devacaciones: os invito, vamos a hacer una pequeñamisión a ese lugar, a ese pueblo, o vamos a lim-piar una escuela de ese pueblo que está sucia.. Ylos jóvenes van enseguida. Y haciendo estas cosas,el Señor les habla. El testimonio. Esta es la clave.Esta es la clave.

¿Qué piensa un joven cuando ve un sacerdote,un consagrado o una consagrada? Lo primero quepiensa, si tiene algún movimiento del Espíritu:“Yo quisiera ser como esa, como ese”. Allí está lasemilla. Nace del testimonio. “¡Yo nunca quisieraser como ese!”. Es el antitestimonio. El testimoniose hace sin palabras.

Y termino con una anécdota. En la zona deBuenos Aires, donde era obispo auxiliar, hay mu-chos hospitales, pero en todos hay monjas. Y enuno, que estaba cerca de la vicaría, había tresmonjas alemanas, muy ancianas, enfermas, de unacongregación que no tenían gente para enviar. Yla madre general, con un buen sentido, las llamóde nuevo: fue una decisión prudente, tomada conla oración, hablando con el obispo... una cosabien hecha. Y un sacerdote dijo: “Yo conozco a lamadre general de un instituto coreano de Seúl, dela Sagrada Familia de Seúl. Puedo escribirla”. Es-cribió. “Vale, vale”. Al final, después de cuatromeses, llegaron tres hermanas coreanas. Llegaronun lunes —por decir— el martes arreglaron un po-co sus cosas, y el miércoles fueron a las plantasdel hospital. Coreanas, sin una palabra de espa-ñol. Algunos días después, los enfermos estabantodos felices: “¡Pero que hermanas más buenas!¡Pero que bonito, lo que dicen!” — “¿Pero cómo—digo— lo que dicen, si no hablan una palabra deespañol?” — “No, no, pero es la sonrisa, te tomande la mano, te dan una caricia...”. ¡El lenguaje delos gestos! ¡Pero sobre todo el lenguaje del testi-monio del amor! Mira, también sin palabras, túpuedes atraer a la gente. El testimonio es decisivoen las vocaciones: es decisivo.

¡Gracias por lo que hacéis! ¡Muchas gracias!Os pido rezar por mí. Os doy las gracias porvuestra vida consagrada, por vuestra vida presbi-terial. Y adelante, adelante, que ¡el Señor es gran-de y nos dará hijos y nietos en nuestras congrega-ciones y en nuestras diócesis!

Gracias.Y ahora os doy la bendición, ¡e id adelante con

valentía! Y me gustaría saludar a los cuatro quehan tenido la valentía de hacer las preguntas.

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En la misa conclusiva en Génova el Papa habla de la fuerza de la oración

Para acercar tierra y cielo

Visita al hospital pediátrico Gaslini

¿Por qué sufren los niños?

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La tarde transcurrida por el Papa en Génovacomenzó con la visita al hospital pediátrico Gaslini.Después del saludo a los pequeños pacientes y a suspadres, el Pontífice se detuvo en la unidad dereanimación y cuidados intensivos. Antes de dejar eledificio, dirigió a los presentes el siguiente discurso.

Queridos hermanos y hermanas:En mi visita a Génova no podía faltar una etapa

en este hospital donde se cura a los niños. Porqueel sufrimiento de los niños es ciertamente el másduro de aceptar; y por ello el Señor me llama paraestar, aunque brevemente, cerca de estos niños ychicos y de sus familiares. Muchas veces me hagoy me vuelvo a hacer la pregunta: ¿por qué sufrenlos niños? Y no encuentro explicación. Solo miroal crucifijo y me detengo ahí. Os saludo a todoslos que trabajáis en este prestigioso centro, quedesde hace ochenta años se dedica con pasión ycompetencia al cuidado y asistencia de la infancia,con el importante respaldo de la investigación. Ex-preso mi aprecio hacia los responsables del hospi-tal, comenzando por el presidente de la fundación,el arzobispo de Génova, los médicos, el personalparamédico, todos los colaboradores de las distin-tas especialidades, así como a los Frailes MenoresCapuchinos y a todos los que atienden y ayudan alos niños ingresados con amor y dedicación. Ellos,efectivamente necesitan también vuestros gestos deamistad, vuestra comprensión, vuestro afecto yapoyo paterno y materno.

Este Instituto surgió como un acto de amor delsenador Gerolamo Gaslini. Él, para honorar a la

hija fallecida a temprana edad, lo fundó despoján-dose de todos sus bienes: sociedades, estableci-mientos, inmuebles, dinero e incluso de su casa.Por lo tanto este hospital, conocido y apreciado enItalia y en el mundo, tiene una función especial:seguir siendo un símbolo de generosidad y solida-ridad. En el acta de fundación del hospital, Gasli-ni estableció: «es mi firme voluntad que este insti-tuto tenga como base y guía la fe católica [...] quefermente en toda actividad y conforte todo dolor».Nosotros sabemos que la fe obra sobre todo a tra-vés de la caridad y sin esta está muerta. Por eso osanimo a todos vosotros a desarrollar vuestra delica-da obra impulsados por la caridad, pensando amenudo en el “buen samaritano” del Evangelio:atentos a las necesidades de vuestros pequeños pa-cientes, inclinándoos con ternura sobre sus fragili-dades, y viendo en ellos al Señor. Quien sirve a losenfermos con amor sirve a Jesús que nos abre elReino de los cielos.

Deseo para este hospital, fiel a su misión, quepueda continuar con su apreciada obra de cura einvestigación mediante la aportación y contribu-ción generosa y desinteresada de todas las catego-rías y a todos los niveles. Por mi parte, os acompa-ño con la oración y la bendición del Señor, que decorazón invoco sobre vosotros, sobre todos los pa-cientes y sus familiares.

El momento conclusivo de la visita del PapaFrancisco en Génova fue la misa celebradadelante de los fieles reunidos en la plaza Kennedya última hora de la tarde del sábado 27 demayo. A continuación el texto de la homilíapronunciada por el Pontífice.

Hemos escuchado lo que Jesús Resucitadodice a los discípulos antes de su ascensión:«Me ha sido dado todo poder en el cielo y enla tierra» (Ma t e o 28, 18). El poder de Jesús, lafuerza de Dios. Este tema atraviesa las Lectu-ras de hoy: en la primera Jesús dice que nocorresponde a los discípulos conocer «el tiem-po y el momento que ha fijado el Padre con

su autoridad», pero les promete a ellos la«fuerza del Espíritu Santo» (Hechos de losAp ó s t o l e s 1, 7-8); en la segunda san Pablo ha-bla de la «soberana grandeza de su poder pa-ra con nosotros» y de la «eficacia de su fuerzapoderosa» (Efesios 1, 19). Pero, ¿en qué consis-te esta fuerza, este poder de Dios?

Jesús afirma que es un poder «en el cielo yen la tierra». Es sobre todo el poder de unirel cielo y la tierra. Hoy celebramos este miste-rio, porque cuando Jesús subió al Padre nues-tra carne humana cruzó el umbral del cielo:nuestra humanidad está allí, en Dios, parasiempre. Allí está nuestra confianza, porque

Dios no se separará nunca del hombre. Y nosconsuela saber que en Dios, con Jesús, estápreparado para cada uno de nosotros un lu-gar: un destino de hijos resucitados nos espe-ra y por esto vale realmente la pena vivir aquíabajo buscando las cosas de allí arriba dondese encuentra nuestro Señor (cf. Colosenses 3, 1-2). Esto es lo que ha hecho Jesús, con su po-der de unir para nosotros la tierra y el cielo.

Pero este poder suyo no terminó una vezque subió al cielo; continúa también hoy ydura para siempre. De hecho, precisamenteantes de subir al Padre, Jesús dijo: «Yo estoycon vosotros todos los días hasta el fin delmundo» (Ma t e o 28, 20). No es una forma dehablar, una simple tranquilización, comocuando antes de salir hacia un largo viaje sedice a los amigos: “pensaré en vosotros”. No,

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Jesús está realmente con nosotros y pornosotros: en el cielo muestra al Padresu humanidad, nuestra humanidad;muestra al Padre sus llagas, el precioque ha pagado por nosotros; y así «estásiempre vivo para interceder» (H e b re o s7, 25) a nuestro favor. Esta es la pala-bra-clave del poder de Jesús: interce-sión. Jesús tomado por el Padre inter-cede cada día, cada momento por no-sotros. En cada oración, en cada peti-ción nuestra de perdón, sobre todo encada misa, Jesús interviene: muestra alPadre los signos de su vida ofrecida—lo he dicho—, sus llagas, e intercede,obteniendo misericordia para nosotros.Él es nuestro “ab ogado” (cf. 1 Juan 2,1) y, cuando tenemos alguna “causa”importante, hacemos bien en encomen-dársela, en decirle: “Señor Jesús, inter-cede por mí, intercede por nosotros, in-tercede por esa persona, intercede poresa situación...”.

Después de la intercesión emerge,del Evangelio, una segunda palabra-clave que revela el poder de Jesús: elanuncio. El Señor envía a los suyos aanunciarlo con el único poder del Espí-ritu Santo: «Id, pues, y haced discípu-los a todas las gentes» (Ma t e o 28, 19).¡Id! Es un acto de extrema confianzaen los suyos: ¡Jesús se fía de nosotros,cree en nosotros más de lo que noso-tros creemos en nosotros mismos! Nosenvía a pesar de nuestras faltas; sabeque no seremos nunca perfectos y que,si esperamos convertirnos en mejorespara evangelizar, no empezaremos nun-ca.

Para Jesús es importante que desdeenseguida superemos una gran imper-fección: la cerrazón. Porque el Evange-lio no puede estar encerrado y sellado,porque el amor de Dios es dinámico yquiere alcanzar a todos. Para anunciar,entonces, es necesario ir, salir de sí mis-

Como Jesúsintercede siemprepor nosotros ante elPadre, así nosotrossus discípulos nonos cansemos nuncade rezar paraacercar la tierray el cielo.

Esta capacidad de in-tercesión, Jesús nos la hadonado también a noso-tros, a su Iglesia, que tie-ne el poder y también eldeber de interceder, derezar por todos. Pode-mos preguntarnos, cadauno de nosotros puedepreguntarse: “¿Yo rezo?Y todos, como Iglesia,como cristianos, ¿ejercita-mos este poder llevandoa Dios las personas y lassituaciones?”. El mundolo necesita. Nosotrosmismos lo necesitamos.En nuestras jornadas co-

mo. Con el Señor no sepuede estar quietos, aco-modados en el propiomundo y en los recuer-dos nostálgicos del pasa-do; con Él está prohibidoacomodarse en las seguri-dades adquiridas. La se-guridad para Jesús estáen el ir, con confianza:allí se revela su fuerza.Porque el Señor no apre-cia las comodidades y elconfort, sino que inco-moda y relanza siempre.Nos quiere en salida, li-bres de las tentaciones deconformarse cuando esta-

rremos y trabajamos mucho, nos com-prometemos con muchas cosas; perocorremos el riesgo de llegar a la nochecansados y con el alma cargada, pareci-dos a un barco cargado de mercancíaque después de un viaje cansado regre-sa al puerto con ganas solo de atracar yde apagar las luces. Viviendo siempreentre tantas carreras y cosas que hacer,nos podemos perder, encerrarnos ennosotros mismos y convertirnos en in-quietos por nada. Para no dejarnos su-mergir por este “dolor de vivir”, recor-demos cada día “lanzar el ancla aD ios”: llevemos a Él los pesos, las per-sonas y las situaciones, confiémosle to-do. Esta es la fuerza de la oración, queune cielo y tierra, que permite a Diosentrar en nuestro tiempo.

La oración cristiana no es una formapara estar un poco más en paz con unomismo o encontrar alguna armonía in-terior; nosotros rezamos para llevar to-do a Dios, para encomendarle el mun-do: la oración es intercesión. No estranquilidad, es caridad. Es pedir, bus-car, llamar (cf Ma t e o 7, 7). Es involu-crarse para interceder, insistiendo asi-duamente con Dios los unos por losotros (cf Hechos de los Apóstoles 1, 14).Interceder sin cansarse: es nuestra pri-mera responsabilidad, porque la ora-ción es la fuerza que hace ir adelante almundo; es nuestra misión, una misiónque al mismo tiempo supone cansancioy dona paz. Este es nuestro poder: noprevalecer o gritar más fuerte, según lalógica de este mundo, sino ejercitar lafuerza mansa de la oración, con la cualse pueden también parar las guerras yobtener la paz. Como Jesús intercedesiempre por nosotros ante el Padre, asínosotros sus discípulos no nos canse-mos nunca de rezar para acercar la tie-rra y el cielo.

mos bien y tenemos todo bajo control.“Id”, nos dice también hoy Jesús,

que en el Bautismo ha concedido a ca-da uno de nosotros el poder del anun-cio. Por eso ir en el mundo con el Se-ñor pertenece a la identidad del cristia-no. No es solo para los sacerdotes, lasmonjas, los consagrados: es de todoslos cristianos, es nuestra identidad. Iren el mundo con el Señor: esta es nues-tra identidad. El cristiano no está quie-to, sino en camino: con el Señor hacialos otros. Pero el cristiano no es un ve-locista que corre locamente o un con-quistador que debe llegar antes que losotros. Es un peregrino, un misionero,un “maratonista con esperanza”: mansopero decidido en el caminar; confiado yal mismo tiempo activo; creativo perosiempre respetuoso; ingenioso y abier-to, trabajador y solidario. ¡Con este es-tilo recorremos las calles del mundo!

Como para los discípulos de los orí-genes, nuestros lugares de anuncio sonlas calles del mundo: es sobre todo allíque el Señor espera ser conocido hoy.Como en los orígenes, desea que elanuncio sea llevado no con la nuestra,sino con su fuerza: no con la fuerza delmundo, sino con la fuerza límpida ymansa del testimonio alegre. Y esto esurgente, ¡hermanos y hermanas! Pida-mos al Señor la gracia de no fosilizar-nos en cuestiones no centrales, sino de-dicarnos plenamente a la urgencia de lamisión. Dejemos a otros los chismo-rreos y las falsas discusiones de quiense escucha solo a sí mismo, y trabaje-mos concretamente por el bien comúny por la paz; arriesguémonos con va-lentía, convencidos de que hay más ale-gría en el dar que en el recibir (cf He-chos de los Apóstoles 20, 35). El Señor re-sucitado y vivo, que siempre intercedepor nosotros, sea la fuerza de nuestroir, la valentía de nuestro caminar.

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Trabajo para todos no renta para todos

que esta cultura competitiva entre los trabaja-dores dentro de la empresa es un error, y portanto una visión que hay que cambiar si quere-mos el bien de una empresa, de los trabajado-res y de la economía. Otro valor que en reali-dad es un desvalor es la muy celebrada “meri-to cracia”. La meritocracia fascina mucho por-que usa una palabra bonita: “el mérito”; perocomo la instrumentaliza y la usa de maneraideológica, la desnaturaliza y pervierte. La me-ritocracia, más allá de la buena fe de los mu-chos que la invocan, está convirtiéndose enuna legitimación ética de la desigualdad. Elnuevo capitalismo a través de la meritocraciada un carácter moral a la desigualdad, porqueinterpreta los talentos de las personas como undon: el talento no es un don según esta inter-

¡Es exactamente así! Quien pierde el trabajoy no consigue encontrar otro buen trabajo,siente que pierde la dignidad, como pierde ladignidad quien está obligado por necesidad aaceptar trabajos malos y equivocados. No to-dos los trabajos son buenos: hay todavía dema-siados trabajos malos y sin dignidad, en el trá-fico ilegal de armas, en la pornografía, en losjuegos de azar y en todas esas empresas que norespetan los derechos de los trabajadores o dela naturaleza. Igual de malo es el trabajo dequien le pagan mucho para que no tenga hora-rios, límites, confines entre trabajo y vida paraque el trabajo se convierta en toda su vida.Una paradoja de nuestra sociedad es la coexis-tencia de una creciente cuota de personas quequerrían trabajar y no lo consiguen, y otrosque trabajan demasiado, que querrían trabajarmenos pero no lo consiguen porque han sido

social: no es un medio para poder consumir,no. Es el centro de cada pacto social. Entre eltrabajo y el consumo hay muchas cosas, todasimportantes y bonitas, que se llaman dignidad,respeto, honor, libertad, derechos, derechos detodos, de las mujeres, de los niños, de las ni-ñas, de los ancianos... Si malvendemos el tra-bajo al consumo, con el trabajo pronto malven-deremos también todas estas palabras herma-nas suyas: dignidad, respeto, honor, libertad.No debemos permitirlo, y debemos continuarpidiendo trabajo, generándolo, estimándolo,amándolo. También a re z á n d o l o : muchas de lasoraciones más bonitas de nuestros padres yabuelos eran oraciones de trabajo, aprendidas yrezadas antes, depués y durante el trabajo. Eltrabajo es amigo de la oración; el trabajo estápresente todos los días en la Eucaristía, cuyosdones son el fruto de la tierra y del trabajo delhombre. Un mundo que ya no conoce los va-lores y el valor del trabajo, no entiende ya nisiquiera la Eucaristía, la oración verdadera yhumilde de las trabajadoras y los trabajadores.Los campos, el mar, las fábricas han sido siem-pre “a l t a re s ” desde los cuales se han elevadooraciones bonitas y puras, que Dios ha acogido

pretación: es un mérito, determinando un siste-ma de ventajas y desventajas acumulativas. Así,si dos niños desde el nacimiento nacen diferen-tes por talentos u oportunidades sociales y eco-nómicas, el mundo económico leerá los distin-tos talentos como mérito, y les remunerará di-versamente. Y así, cuando esos dos niños se ju-bilen, la desigualdad entre ellos se habrá multi-plicado. Una segunda consecuencia de la lla-mada “merito cracia” es el cambio de la culturade la pobreza. El pobre es considerado un des-m e re c e d o r y por tanto un culpable. Y si la po-breza es culpa del pobre, los ricos son exonera-dos de hacer algo. Esta es la vieja lógica de losamigos de Job, que querían convencerle quefuese culpable de su desaventura. Pero esta noes la lógica del Evangelio, no es la lógica de lavida: la meritocracia en el Evangelio la encon-tramos en cambio en la figura del hermanomayor en la parábola del hijo pródigo. Él des-precia al hermano menor y piensa que debepermanecer como un fracasado porque se lo hamerecido; en cambio el padre piensa que nin-gún hijo se merece las bellotas de los cerdos.

[Vittoria, desempleada] Nosotros desempleadossentimos las instituciones no solo lejanas sino ma-drastras, más ocupadas por un asistencialismo pa-sivo que por trabajar para crear las condicionesque favorezcan el trabajo. Nos conforta el calorhumano con el que la Iglesia nos es cercana y laacogida que cada uno encuentra en la casa de loscapellanes. Santidad, ¿dónde podemos encontrar lafuerza para creer siempre y no tirar la toalla nun-ca no obstante todo esto?

“comprados” por las empresas. El trabajo, encambio, se convierte en “hermano trabajo”cuando junto a ello está el tiempo del no-tra-bajo, el tiempo de la fiesta. Los esclavos notienen tiempo libre: sin el tiempo de la fiesta eltrabajo se vuelve esclavista, aunque sea muybien pagado; y para poder hacer fiesta debe-mos trabajar. En las familias donde hay desem-pleados, nunca es verdaderamente domingo ylas fiestas se convierten a veces en días de tris-teza porque falta el trabajo del lunes. Para ce-lebrar la fiesta, es necesario poder celebrar eltrabajo. Uno marca el tiempo y el ritmo delotro. Van juntos.

Comparto también que el consumo es unídolo de nuestro tiempo. El consumo es el cen-tro de nuestra sociedad, y por tanto el placerque el consumo promete. Grandes tiendas,abiertas 24 horas al día, todos los días, nuevos“templos” que prometen la salvación, la vidaeterna; cultos de puro consumo y por tanto depuro placer. Es también esta la raíz de la crisisdel trabajo de nuestra sociedad: el trabajo esfatiga, sudor. La Biblia lo sabía muy bien ynos lo recuerda. Pero una sociedad hedonista,que ve y quiere solo el consumo, no entiendeel valor de la fatiga y del sudor y entonces noentiende el trabajo. Todas las idolatrías son ex-periencias de puro consumo: los ídolos no tra-bajan. El trabajo es alumbramiento: son dolo-res para poder generar luego alegría por lo quese ha generado juntos. Sin encontrar una cul-tura que estima la fatiga y el sudor, no encon-traremos una nueva relación con el trabajo ycontinuaremos soñando con el consumo de pu-ro placer. El trabajo es el centro de cada pacto

Los campos, el mar, las fábricas hansido siempre “a l t a re s ” desde los cualesse han elevado oraciones bonitas ypuras, dichas y rezadas con las manos,con el sudor, con la fatiga del trabajopor quien no sabía rezar con la boca

y guardado. Oraciones dichas y rezadas porquien sabía y quería rezar pero también dichascon las manos, con el sudor, con la fatiga deltrabajo por quien no sabía rezar con la boca.Dios ha acogido también estas y continúa aco-giéndolas también hoy.

Por esto, querría terminar este diálogo conuna oración: es una oración antigua, el “Ve n ,Espíritu Santo”, que es también una oracióndel trabajo y por el trabajo:

“Ven Espíritu Santo,envía tu luz desde el cielo.Ven Padre amoroso del pobre;Padre de los trabajadores y de las trabajadoras.Don, en tus dones espléndido;luz que penetra las almas;fuente del mayor consuelo.Ven, dulce huésped del alma,descanso de nuestro esfuerzo,tregua en el duro trabajo,brisa en las horas de fuego,gozo que enjuga las lágrimasy reconforta en los duelos.Entra hasta el fondo del alma,divina luz y enriquécenos.Lava las manchas,infunde calor de vida en el hielo,doma el espíritu indómito,guía al que tuerce el sendero.Reparte tus Siete Donessegún la fe de tus siervos.Por tu bondad y tu graciadale al esfuerzo su mérito;salva al que busca salvarsey danos tu gozo eterno.Amén”.

¡Gracias!Y ahora, pido al Señor que os bendiga a to-

dos vosotros, bendiga a todos los trabajadores,los empresarios, los desempleados. Cada unode nosotros piense en los empresarios que ha-cen de todo para dar trabajo; piense en los de-sempleados, piense en los trabajadores y traba-jadoras. Y descienda esta bendición sobre to-dos nosotros y sobre ellos.

[Bendición]¡Muchas gracias!

VIENE DE LA PÁGINA 4

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Nombramientos

INTERNACIONAL

Alepo consagradaa la Virgen de Fátima

Miles depequeños invisibles

Llegan solos a nuestras costas y después desaparecen. Sonlos menores ilocalizables, o “invisibles” como los define UNI-C E F. Pequeños migrantes no acompañados que terminan enlas manos de la criminalidad y del tráfico de seres humanos.Llegan a Italia o a Grecia, son registrados, pero después nose sabe nada. En total son 6.561 niños y jóvenes en 2016. Undato que aumenta y alarma. Basta pensar que desde 2012,cuando eran 1754, se han quintuplicado. En términos de por-centaje, han legado a la máxima incidencia en 2015, cuandoeran el 34% del total de los menores migrantes no acompa-ñados; en 2016 un pequeño descenso, que llegó a cerca del27%.

Para contar las historias de estos invisibles está el informetitulado “Pe rd i d o s ” de UNICEF y CNR-IRPPS (Instituto de in-vestigación sobre la población y las políticas sociales), pre-sentado esta semana en Roma. El 79% de los menores iloca-lizables —no registrados, desaparecidos— procede de Egipto(1513), Eritrea (1326), Somalia (1242), Afganistán (639), Nige-ria (225) y Gambia (195).

La fuga coincide también con «una precisa estrategia diri-gida a proseguir el viaje hacia otros países europeos». Aúnasí muchos —denuncia el portavoz de Unicef Italia, AndreaIacomini— «terminan en las redes de la explotación sexual,de la droga, de la prostitución y de la explotación en el cam-po». Es necesario intervenir e «informar a estos chicos desdela primera acogida».

Según datos de UNHCR, de un total de 181.436 personasdesembarcadas en Italia en 2016, los menores de edad son28.223. De estos, 25.846, el 92%, no son acompañados. Eran12.630 en 2015. En octubre de 2016, los menores de 18 noacompañados que presentaron petición de asilo eran 4.168, el48,3% de los menores (acompañados y no). En noviembre de2016 los no acompañados y no solicitantes de asilo presentesen las estructuras de acogida eran 17.245; 6.508 sin embargolos ilocalizables.

casi treinta mil personas que acompañaban la estatua de la Virgen, «fue so-lo una de las señales tangibles de las innumerables gracias sembradas ennuestros corazones», dijo el párroco, recordando que «el primer desafío vi-sible es el de la reconstrucción de Alepo, de los edificios, pero también dela economía. En contra, sabemos que nos encontramos ante una humani-dad destruida, martirizada, paralizada, que ya no consigue levantarse. Se-guramente esta visita de la Virgen nos hace esperar muchas sanaciones».

Por su parte monseñor Tobji subrayó que «para nosotros, aquí en Alepo,es algo grande saber que la Virgen de Fátima, la Madre de Dios, nos estáconsolando cada día y en todo momento, no solo en este centenario ben-decido, y también que el Señor está con nosotros y no nos deja nunca».

En las declaraciones de los fieles resaltan alegría y esperanza. «Esta visi-ta llega en el momento justo —declaró una parroquiana— porque hasta ha-ce pocos meses estábamos bajo asedio y la muerte estaba a la orden deldía. Hoy estamos intentando reconstruir nuestras vidas y nuestra ciudad».No solo las casas, añade una monja, «sino también los sueños perdidos».

Mientras el Papa Francisco estaba de peregrinación en el santuario deNuestra Señora de Fátima, la ciudad de Alepo, que sufre todavía las terri-bles consecuencias de la guerra en Siria, fue consagrada a la Virgen de Fá-tima. Se trató de una gran señal de esperanza que vio la alegre participa-ción de centenares y centenares de personas. El acto de consagración acae-ció durante una misa en la iglesia de San Francisco de Asís presidida porel párroco, el padre Ibrahim Alsabagh. En la celebración, seguida de unafestiva procesión a lo largo de las calles con la estatua de María, participótambién el arzobispo de Alepo de los maronitas, Joseph Tobji. La imagende la Virgen —indica la página web de la Custodia de Tierra Santa— llegóa Alepo desde Portugal por iniciativa del padre custodio Francesco Patton.Fue llevada por el sacerdote portugués Pedro Rodrigues, estudiante delStudium Biblicum Franciscanum de Jerusalén, que pudo ver con sus propiosojos la dramática situación de Alepo: «Podemos decir —declaró— que es unsueño hecho realidad. Esta Señora que está para la paz, esta Señora queestá para la conversión y que quiere acoger a sus hijos, llega a esta tierra, aestos cristianos que viven o han vivido durante los últimos meses tantosmomentos de sufrimiento». La procesión por las calles de la ciudad, con

El Papa ha nombrado:

Obispo de Pensacola-Tallahassee (EE.U U.)a WILLIAM A. WA C K , C.S.C., provincia esta-dounidense de Moreau, de la Congragaciónde la Santa Cruz, hasta ahora párroco de laSaint Ignatius Parish, en Austin (Texas).

Obispo prelado de la prelatura territorialde Caravelí (Perú) al padre REINHOLDNANN, del clero de la archidiócesis de Frei-burg im Breisgau (Alemania), misionero fideidonum en Perú, hasta ahora párroco de “San

Antonio de Padua” en el vicariado apostólicode San José del Amazonas en Perú.

Obispo auxiliar de la arquidiócesis de Yu-catán (México), al padre PEDRO SERGIO DEJESÚS MENA DÍAZ, del clero de la misma ar-chidióceis, vicario episcopal para el Clero ypárroco del Santuario archidiocesano de“Nuestra Señora de Guadalupe”, asignándolela sede titular episcopal de Zuglio.

Obispo de la diócesis de Uruguaiana (Bra-sil) a monseñor JOSÉ MÁRIO SCALON ANGO-

NESE, hasta ahora obispo titular de Giufi yauxiliar de la archidiócesis de Curitiba.

Secretario del Dicastero para los Laicos,Familia y Vida al padre ALEXANDRE AWI ME-L L O, I. SCH., director nacional del Movimien-tos de Schönstatt en Brasil.

Presidente de la Pontificia Academia Ma-riana Internacional al padre ST E FA N O CEC-CHIN, O.F.M., y secretario de la misma institu-ción al padre BO GUSZ STA N I S ŁAW MAT U L A ,O.F.M.

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Dedicada a Pentecostés la audiencia general

El cumpleaños de la IglesiaEn preparación a la próximasolemnidad de Pentecostés —querepresenta «el cumpleaños de laIglesia»— el Papa Francisco dedicó ala relación entre esperanza cristiana yEspíritu Santo la catequesis que tuvolugar durante la audiencia general delmiércoles 31 de mayo en la plaza deSan Pedro.

Queridos hermanos y hermanas,¡buenos días!

Ante la proximidad de la solemni-dad de Pentecostés no podemos nohablar de la relación que hay entrela esperanza cristiana y el EspírituSanto. El Espíritu es el viento quenos empuja hacia adelante, que nosmantiene en camino, nos hace sentirperegrinos y forasteros, y no nospermite acomodarnos y convertirnosen un pueblo “sedentario”. La cartaa los Hebreos compara la esperanzacon un ancla (cf 6, 18-19); y a estaimagen podemos añadir la de la ve-la. Si el ancla es lo que da a la barcala seguridad y la tiene “anclada” en-tre las olas del mar, la vela es, sinembargo, lo que la hace caminar yavanzar en las aguas. La esperanzaes realmente como una vela; esa re-coge el viento del Espíritu Santo ylo transforma en fuerza motriz queempuja la barca, según los casos, almar o a la orilla.

El apóstol Pablo concluye su Car-ta a los Romanos con este deseo: es-cuchad bien, escuchad bien que de-seo tan bonito: «El Dios de la espe-ranza os colme de todo gozo y pazen vuestra fe, hasta rebosar de espe-ranza por la fuerza del Espíritu San-to» (15, 13). Reflexionemos un pocosobre el contenido de esta bellísimapalabra. La expresión “Dios de laesp eranza” no quiere decir solamen-te que Dios es el objeto de nuestraesperanza, es decir Aquel que espe-ramos alcanzar un día en la vidaeterna; quiere decir también queDios es Aquel que ya ahora nos haceesperar, es más, nos hace «alegres enla esperanza» (Romanos 12, 12): ale-gres de esperar, y no solo esperar seralegres. Es la alegría de esperar y noesperar tener alegría, ya hoy. “Mien-tras haya vida, hay esperanza”, diceun refrán popular; y es verdad tam-bién lo contrario: mientras hay espe-ranza, hay vida. Los hombres necesi-tan esperanza para vivir y necesitandel Espíritu Santo para esperar.

San Pablo —hemos escuchado—atribuye al Espíritu Santo la capaci-dad de hacernos incluso “rebosar deesp eranza”. Rebosar de esperanzasignifica no desanimarse nunca; sig-nifica esperar «contra toda esperan-za» (Romanos 4, 18), es decir, espe-rar también cuando desaparece cual-quier motivo humano para esperar,como fue para Abraham cuandoDios le pidió sacrificar a su únicohijo, Isaac, y como fue, aún más, pa-ra la Virgen María bajo la cruz deJesús.

El Espíritu Santo hace posible es-ta esperanza invencible dándonos eltestimonio interior que somos hijosde Dios y sus herederos (cf Romanos8, 16). ¿Cómo podría Aquel que nosha dado al propio Hijo no darnoscualquier otra cosa junto a Él? (cfRomanos 8, 32). «La esperanza —her-manos y hermanas— no falla: la es-peranza no falla, porque el amor de

Dios ha sido derramado en nuestroscorazones por el Espíritu Santo quenos ha sido dado» (Romanos 5, 5).Por eso no falla, porque está el Espí-ritu Santo dentro de nosotros quenos empuja a ir adelante, ¡siempre!Y por eso la esperanza no falla.

Hay más: el Espíritu Santo no noshace solo capaces de esperar, sinotambién de ser sembradores de espe-ra n z a , de ser también nosotros —co-mo Él y gracias a Él— “p a rá c l i t o s ”, esdecir consoladores y defensores delos hermanos, sembradores de espe-ranza. Un cristiano puede sembraramarguras, puede sembrar perpleji-dad, y esto no es cristiano, y quienhace esto no es un buen cristiano.Siembra esperanza: siembra aceitede esperanza, siembra perfume deesperanza y no vinagre de amarguray de desesperanza. El beato cardenalNewman, en un discurso suyo, decíaa los fieles: «Instruidos por nuestromismo sufrimiento, nuestro mismodolor, es más, por nuestros mismospecados, tendremos la mente y el co-razón ejercitados para cualquier obrade amor hacia aquellos que lo nece-sitan. Seremos, en la medida denuestra capacidad, consoladores aimagen del paráclito —es decir delEspíritu Santo—, y en todos los sen-tidos que esta palabra conlleva: abo-gados, asistentes, portadores de con-suelo. Nuestras palabras y nuestrosconsejos, nuestra forma de hacer,

nuestra voz, nuestra mirada, serángentiles y tranquilizadores» (P a ro -chial and plain Sermons, vol. V, Lon-dres 1870, pp. 300s.). Y son sobretodo los pobres, los excluidos, y noamados quienes necesitan a alguienque se haga para ellos “paráclito”, esdecir consolador y defensor, como elEspíritu Santo hace con cada uno denosotros, que estamos aquí en laplaza, consolador y defensor. Noso-tros tenemos que hacer lo mismocon los más necesitados, con los másdescartados, con los que más lo ne-cesitan, los que sufren más. ¡Defen-sores y consoladores!

El Espíritu Santo alimenta la es-peranza y no solo el corazón de loshombres, sino también toda la crea-ción. Dice el apóstol Pablo —estoparece un poco raro, pero es verdad:que también la creación fue “someti-da en la esperanza” hacia la libera-ción y “gime y sufre” como en unparto (cf Romanos 8, 20-22). «Laenergía capaz de mover el mundono es una fuerza anónima y ciega,sino la acción del “espíritu de Diosque aleteaba por encima de lasaguas” (Génesis 1, 2) al inicio de lacreación» (Benedicto XVI, Homilía,31 mayo 2009). También esto nosempuja a respetar la creación: no sepuede manchar un cuadro sin ofen-der al artista que lo ha creado.

Hermanos y hermanas, la próximafiesta de Pentecostés —que es el

cumpleaños de la Iglesia— nos en-cuentre unánimes en la oración, conMaría, la Madre de Jesús y nuestra.Y el don del Espíritu Santo nos ha-ga abundar en la esperanza. Os dirémás: nos haga derrochar esperanzacon todos aquellos que están másnecesitados, más descartados y portodos aquellos que tienen necesidad.Gracias.

Al finalizar la catequesis, el PapaFrancisco dedicó estas palabras a losfieles de lengua española:

Queridos hermanos y hermanas:Ante la solemnidad de Pentecos-

tés, he deseado presentar hoy la rela-ción que existe entre el Espíritu San-to y la esperanza. El Espíritu Santosopla y mueve la Iglesia, camina conella, por eso, del mismo modo quela Escritura paragona la esperanza aun ancla, que asegura el barco enmedio del oleaje, también podemoscompararla con una vela que recogeese viento del Espíritu para que em-puje nuestra nave.

Cuando decimos: «Dios de la es-peranza» no significa solamente queDios es el objeto de nuestro anhelo,algo que deseamos alcanzar en la vi-da eterna; sino que también Dios esquien nos colma hoy y en cualquierlugar de su alegría y de su paz, desu esperanza.

Hermanos, estemos seguros deque nuestra esperanza no quedarádefraudada, porque el Espíritu haderramado en nuestros corazones elamor de Dios y da testimonio deque somos sus hijos. Llenos de con-fianza, seremos capaces de afrontarcualquier tribulación y de ser sem-bradores de esperanza entre nuestroshermanos, consolando, defendiendoy asistiendo a todos, como el Pará-clito nos enseña y nos guía.

Saludo cordialmente a los peregri-nos de lengua española, en particu-lar a los que han venido para parti-cipar en la Vigilia de Pentecostéscon ocasión de los 50 años de la Re-novación Carismática Católica, asícomo a los demás grupos provenien-tes de España y Latinoamérica. Losexhorto a perseverar en la oración,junto con María, Nuestra Madre, pi-diendo a Jesús que el don del Espí-ritu Santo nos haga sobreabundar enla esperanza.