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DE LA MARGINALIDAD A LA EXCLUSIÓN SOCIAL

CUANDO EL EMPLEO DESAPARECE

Marcos Supervielle y Mariela Quiñones1

1.- DE LA MARGINALIDAD A LA EXCLUSIÓN SOCIAL (UN RECORRIDO TEÓRICO). 1.1.- El contexto teórico de la marginalidad. En 1969 José Nun crea el concepto de masa marginal 2. La creación de este concepto se inscribe en la creciente preocupación de los cientistas sociales latinoamericanos por la situación de un importante segmento de la población que no parece adaptarse en su conducta a lo esperado y deseado por dichos cientistas. A otro nivel, esta preocupación aparece como la resultante de los primeros síntomas de agotamiento del desarrollo que tuvo América Latina en la posguerra. Esta doble preocupación genera análisis y propuestas para acciones de distinto tipo, con fundamentos y orientaciones contradictorias, que toman forma de polémicas muchas veces encendidas. En efecto, a la salida de la segunda guerra mundial y en las dos décadas que le siguen, el paradigma de la modernización se convirtió en uno de los puntos de referencia centrales del pensamiento social latinoamericano, sea que se estuviese a favor o en contra de sus postulados. Se partía de la idea que Estados Unidos era la sociedad moderna por excelencia y todos los países debían medirse con el parámetro del desarrollo de este país. ¿Ahora, cómo lograrlo? El economista Ragnar Nurkse3, centrado en lo atinente a la formación del capital en los países subdesarrollados, señalaba que era imposible alcanzar la modernización sin inversión. ¿Sin embargo, cómo invertir si por definición los países subdesarrollados tenían un muy bajo nivel de ingreso y, por lo tanto, era imposible pedirles que no consumiesen los mismos, es decir, se pusiesen a ahorrar? Este fenómeno que el autor describió como “círculo vicioso de la pobreza”, solamente podía romperse a partir de tres maneras: atrayendo inversiones extranjeras, obteniendo préstamos en el exterior y/o asistencia técnica, tanto de otros gobiernos como de organismos internacionales4. Esta era la principal estrategia para sacar a los países subdesarrollados de su atraso. Más aún, se pensaba que a través de estos mecanismos se lograría implantar un polo desarrollado dentro de las sociedades latinoamericanas que arrastraría al resto de la sociedad, tradicional y atrasada, a su modernización. Las críticas al paradigma de la modernización, en particular a sus principales premisas, eran muy fuertes y provenían de múltiples lados. La Cepal ya a los fines de la década del 40, a través del economista

1 Investigadores del Departamento de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales (Universidad de la República): www.fcs.edu.uy; Mails: [email protected] y [email protected] . 2 Ver Nun José Marginalidad y Exclusión Social. Fondo de Cultura Económica. 2000. En este trabajo se presentan los principales documentos teóricos de la década del 60, en particular del autor con F. H. Cardoso, actual presidente del Brasil, y una actualización contemporánea del concepto. En esta primera parte nos basamos ampliamente en este trabajo. 3 Nurske Ragnar Problems of Capital Formation in unerveloped Coutries, London Blackwell. 1963. Citado por Nun op.cit. 4 ¿La fórmula, no sigue siendo la misma en la actualidad, para la inmensa mayoría de los países latinoamericanos?

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Prebisch, razonaba a partir de dos ejes centrales, la existencia de un sistema centro periferia y la necesidad de la industrialización para combatir el atraso. Otros, señalaban que las economías desarrolladas se convertían en las beneficiarias directas de una división internacional de trabajo que le era favorable y que ponía en sus manos los beneficios del progreso técnico mientras que la periferia se veía condenada a desequilibrios permanentes en sus cuentas externas, a sufrir los vaivenes de una demanda errática de sus productos primarios y a tener que soportar una “evolución desfavorable o mezquina de los términos de intercambio”5. De los campos marxistas se hablaba de una cadena imperialista mundial o “sistema capitalista mundial”, como lo denominaba Gunder Franck, o “economía mundo”, como lo denominaba Immanuel Wallerstein, todos anticipando el concepto de globalización que se impone hoy en día. Pero de hecho, lo que todas estas teorías concordaban era que era imposible que los países subdesarrollados pudiesen alcanzar alguna vez a los desarrollados siguiendo el mismo camino que – supuestamente – estos habían seguido. En la medida en que el movimiento social se hace cada vez más presente, el paradigma de la modernización pierde plausibilidad. Pero se agrega a ello que Estados Unidos comienza a dejar de aparecer al mundo y a América Latina como el país idílico que parecía ser luego de la segunda guerra mundial. Aparecen los movimientos anti racistas y por los derechos civiles, las revueltas estudiantiles, el movimiento hippie, la guerra del Vietnam y sus resistencias a ella y se descubre la pobreza y la miseria en medio de la abundancia, etc. Ahora bien, si por un lado Estados Unidos se salía de un largo letargo en materia de luchas sociales, en las esferas dirigentes también se consideraba que la etapa se había agotado y tomaba hegemonía la política neoliberal promovida por los “Chicago Boys” de Milton Friedmann. Las nuevas consignas eran del achicamiento del Estado (con privatizaciones y reducción del gasto público como estandartes) orientadas a mantener la estabilidad macro económica a través del equilibrio y disciplina fiscal, un decidido combate a la inflación, desregulación de los mercados - dándole a la inversión privada un papel absolutamente protagónico- y una apertura de las economías al comercio internacional como no se dio en ninguna otra parte del mundo.6 Es en este contexto de confrontación de miradas sobre América Latina que aparece el tema de la marginalidad. Y en este período, en particular por el autoritarismo reinante, no aparece en América Latina una auténtica respuesta teórica alternativa. La teoría de la Dependencia parece agotarse y es abandonada por uno de sus principales expositores, F.H.Cardoso, que luego será presidente del Brasil. Las miradas alternativas se orientan a dar cuenta de fenómenos sectoriales pero sin la capacidad de incorporarlos a una teoría general. En el terreno específico que analizamos, se desarrolla la teoría del sector informal urbano pero, como se verá, desde una perspectiva muy empírica. Superado el trauma de la crisis del Socialismo real y tomando en consideración la evolución de la economía mundial y los procesos de globalización, quizás se pueda nuevamente elaborar una teoría general alternativa que oriente políticas que reviertan la situación en términos de crecimiento económico, políticas activas de promoción de ahorro nacional, de desarrollo de la capacidad científica y

5 Pinto Anibal Centro – periferia e industrialización. Vigencia y cambios en el pensamiento de la CEPAL En El Trimestre económico núm 198 abril – junio 1983. Citado por Nun op.cit. 6 Es interesante señalar que en los países asiáticos dicha apertura comercial y financiera se dio luego que la economía hubiese absorbido la mano de obra excedente y tampoco se expuso a la a sectores específicos del mercado local a la competencia internacional hasta que éstos no hubiesen alcanzado un aumento significativo de la productividad y de los procesos de aprendizaje. Ver Informe de UNCTAD Trade Union Report 1997.También es interesante señalar que la apertura comercial se inicia en Uruguay en 1973 con la dictadura y si bien se desarrolla en varias fases, se mantiene y aún se profundiza al retorno a la democracia. Ver Desarrollo Humano en Uruguay 2001. Inserción internacional, empleo y desarrollo humano. CEPAL PNUD.

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tecnológica, de educación y capacitación de la fuerza de trabajo, de una reforma fiscal más equitativa, de redistribución progresiva del ingreso, de inserción de los excluidos, etc.

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1.2.- El concepto de masa marginal. Uno de los problemas que señala Nun7 es que el concepto de marginalidad es un concepto relativo, se es marginal con respecto a “algo”. Y si ese “algo” cambia, también cambia la marginalidad de la que estamos hablando. En su inicio el concepto de marginalidad estuvo vinculado a un fenómeno que comienza a percibirse con cada vez más notoriedad en América Latina y que tiene que ver con la construcción de barrios muy pobres y marginales en las grandes ciudades. Un fenómeno que se escapa al trazado típicamente colonial de nuestra herencia común pero que aparece en toda América Latina. Su emergencia si bien no tiene una herencia común, si aparece de forma relativamente simultánea y por ello adquiere, según los países, nombres distintos: villas miserias, favelas, rancheríos, callampas etc. En Uruguay, aparecen a los inicios de los años 50 y se denominan cantegriles en alusión irónica al barrio que se ponía de moda en ese entonces para los sectores de la alta burguesía en Punta del Este en el entorno del Country Club de su mismo nombre. Pero si ese fue el origen rápidamente se extendió a otros barrios, ya no en la periferia de las ciudades, sino en barrios céntricos tugurizados. De este referente urbanístico, rápidamente se pasó a calificar de marginales a los habitantes de estos barrios. Y se pasó a reconocer elementos de desintegración interna de los grupos sociales que tenían estas características haciendo hincapié en la desorganización familiar, anomia, bajo nivel de escolarización, etc. Luego también se asimiló a la denominación de marginal a sectores de la población rural que tenían similares características que la población descripta. Se llegó al absurdo de sostener que la población marginal era la mayoría de la población. Se sostenía teóricamente que era ésta la causa principal que impedía a estos grupos participar en las decisiones colectivas y que esta falta de participación activa a su vez era la causa de la poca recepción de los bienes constitutivos de la sociedad global. Como puede percibirse, la mirada sobre estos sectores reproducía la mirada de la sociedad tradicional / moderna que propugnaba la teoría de la modernización.8 Es en este contexto que Nun propone el concepto de masa marginal. Para hacerlo, recurre a la conceptualización de Marx, a partir de la lectura de varios textos de este autor. Los conceptos claves que intenta utilizar en su propuesta teórica son los de sobrepoblación relativa, entendiendo por tal el exceso de oferta de fuerza de trabajo para un modelo capitalista dado, el ejército industrial de reserva, que fue específicamente estudiado por Marx y del cual concluye que éste es funcional a la fase del capitalismo que él estudió. Y, la masa marginal, y en ello radica la originalidad de la propuesta de Nun, que él considera que es la parte de la superpoblación relativa que no provoca efectos funcionales porque nunca entra en contacto con el sector productivo. En otros términos, la masa marginal está compuesta por aquellos que nunca trabajarán en empleos de tipo regular de la esfera capitalista de la sociedad. El giro que Nun le da a la problemática de la marginalidad creando el concepto de masa marginal se orientaba a “poner en evidencia la relación estructural que existía entre los procesos latinoamericanos de acumulación capitalista y los fenómenos de pobreza y de desigualdad social”9. Pero a su vez, plantear una alternativa conceptual a la concepción que hacía recaer las responsabilidades sobre las propias víctimas de la marginación y propugnaban políticas de promoción popular, señalando los lastres de la cultura de la pobreza. También el marcar la heterogeneidad y la fragmentación crecientes de la estructura ocupacional con las consecuentes dificultades de la construcción de identidades sociales. Se parte de la hipótesis que, si la sobrepoblación relativa sería solamente el ejército industrial de reserva, en la medida en que mantuviese, aunque de forma intermitente, relación con la clase obrera, se identificaría con ella. Y finalmente, llamar la atención acerca de los modos en que incidía sobre la

7 Nun, Op.cit. 8 Para un desarrollo de esta primera teorización de la margnalidad ver a Vekemans, Roger. Doctrina , ideología y política, Desal – Troquel , Buenos Aires y Santiago de Chile, 1970. 9 Op.cit.

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integración al sistema la necesidad de a-funcionalizar los excedentes de población, a través de políticas sociales por ejemplo, para evitar que se volviesen disfuncionales, aumentasen la violencia y la delincuencia, etc. Las tesis de Nun fueron muy criticadas en la época. Las críticas de la derecha, debido a la fundamentación en base a Marx -recordemos que dichas tesis se realizan justo antes del inicio, a mediados de los 60 del último ciclo de las dictaduras latinoamericanas; por parte de la izquierda, debido a que, en parte el financiamiento de las investigaciones de Nun y de su equipo fue realizado por la Fundación Ford, lo que para la ética de un sector de la izquierda en ese período, descalificaba todo aporte teórico. Pero además un amplio sector de la izquierda marxista o no, muy radicalizada, no admitía que la sobrepoblación relativa no fuese otra cosa que ejercito industrial de reserva, que hasta el último campesino de América Latina sirviese a la reproducción de la explotación capitalista. Todo ello llevó a que se abandonase durante más de treinta años la teoría de la masa marginal, y poco a poco la referencia a la marginalidad fue perdiendo vigencia. 1.3.- La teoría del sector informal urbano. Las crisis políticas parecen dejar de lado la preocupación y la reflexión sobre un importante contingente humano de nuestras sociedades que no se ajusta a las categorías tradicionales con que describimos a la sociedad. Sin embargo, no es así, en pleno período de auge de las dictaduras en América Latina reaparece el tema pero con nuevos ropajes y con orígenes teóricos distintos. Aparece el concepto de informalidad como referente y como campo de reflexión en torno a los segmentos de la población referidos. Dentro del marco institucional de la OIT a partir de un informe sobre Kenia, aparece el concepto de informalidad por primera vez.10 El concepto de informalidad hacía referencia al sector de población que quedaba afuera de las tradicionales categorías estadísticas de la época para describir la actividad económica. De allí su descripción en términos de informalidad, es decir, una población que no se adaptaba a las categorías estadísticas formales. Y a pesar de las debilidades teóricas que el concepto tenía, constituye una categorización – sector informal urbano en ante posición de sector formal de la economía – que muestra ser extraordinariamente fértil en la teorización en América Latina. Hay con todo diferencias sustantivas en cuanto a las teorizaciones sobre la marginalidad. Por un lado, se parte de la constatación empírica de la existencia de una sobre oferta de mano de obra que el sector formal de la economía no puede incorporar11 y no intenta explicar porque se da este fenómeno como intentaba hacerlo la teoría de la masa marginal. Más bien se pregunta cuales son las actividades económicas que realiza este sector informal de la población para poder subsistir. Es decir, la informalidad se centra en la dimensión económica, en las actividades económicas y, tangencialmente, aborda aspectos sociales o políticos: “Las actividades económicas que constituyen el sector informal de las economías de América Latina se generan por la confluencia del crecimiento natural de la población de las ciudades y del flujo migratorio hacia ellas que sigue el diferencial de ingresos entre el sector de subsistencia y el sector capitalista”12

10 OIT. Empoyement, incomes and inequalit. A strategyfor increasing productive empoyement in Kenia,OIT, Ginebra,1972 11 Victor Tockman. Dinámica del trabajo urbano. En Fuerza de Trabajo y Movimientos laborales en América latina. Rubén Kaztman y José Luis Reyna (Compiladores) Colmex 1979. 12 Fernando Cortes. La metamorfosis de los marginales: La polémica sobre el sector informal de América latina. En el Tratado Latinoamericano de Sociología de Trabajo. Enrique de la Garza Toledo (coordinador) Colmex – Flacso – Uam – F.C.E. México 2000.

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Una vez reconocida la existencia y permanencia de un sector informal, la temática a investigar se centró en las características del sector y su funcionamiento. Las características que aparecieron como más notables son: a) La facilidad de entrada al sector. Dicha facilidad está proporcionada principalmente por la ausencia de barreras administrativas y, en especial, por los escasos requerimientos de capital, tanto físico como humano. Esto no significa que no existan barreras informales para la inserción ni que el grado de las mismas sea homogéneo para todas las actividades informales. A veces, las redes de inserción estructuradas en torno a las relaciones de parentesco y amistad son importantes, otras veces existe cierto grado de organización, como en el caso de los cuida coches, etc. En este sentido, los elementos determinantes de la inserción en el sector informal serán más fácilmente alcanzables que los requeridos para entrar en el sector capitalista; b) De allí que en el sector informal se utilicen tecnologías simples y que la mano de obra sea poco calificada; c) Las unidades productivas son de tamaño reducido y existe escasa separación entre el trabajo y el Capital. Algunos autores consideran que ésta es la característica definitoria del sector informal urbano13; d) Admitiría la posibilidad de coexistencia de relaciones de producción diferentes en el interior del sector.; e) La facilidad de entrada depende también de la estructura en que se inserta la actividad en cuestión. Por ello el sector informal se restringe a aquellos mercados donde existe fuerte competencia o bien en algunos mercados de tipo oligopólico concentrado.14 La informalidad urbana ha concitado una enorme cantidad de investigación empírica a nivel nacional y de tipo comparativa entre países. Ello ha permitido entender la dinámica del sector informal en relación al sector formal, en particular en períodos de crisis pero, simultáneamente, por su carácter muy fuertemente empírico ha permitido su apropiación por diversos enfoques teóricos. De ahí que existan múltiples tipologías acerca de las teorizaciones en torno a las características básicas del sector informal. Raczynski15 señala que existen tres connotaciones básicas distintas. Aquellas que ven a este sector como un conjunto de empresas con determinadas características en cuanto a tecnología, recursos humanos, tamaño etc. Otras que lo ven desde el ángulo del mercado laboral, es decir, un segmento de la PEA. con rasgos específicos. Y, finalmente, aquellos que ven al sector informal como un segmento de población que se encuentra por debajo de cierto nivel básico. Este último sector corresponde a la emergencia de la conceptualización de la Pobreza que también se pone en boga en este período. Otra tipología es la de Cartaya16, que señala como interpretaciones dominantes las de la OIT, que reseñábamos anteriormente, y que centra la explicación en la sobreoferta de mano de obra. La orientación neomarxista que hace hincapié en la relación la indisoluble relación entre el sector formal y el informal. Autores como Moser17 insisten sobre la funcionalidad del sector informal como medio para reducir los costos de producción y para evitar los riesgos inherentes a determinados mercados. En una similar orientación se encontraría Portes, Benton y Castells18 que definen la economía informal no como una condición individualizada, sino como un proceso de generación de ingresos signada por una característica central, la no regulación por las instituciones de la sociedad de un segmento de actividades económicas en un entorno legal y social en el cual actividades similares, sí están reguladas.

13 PREALC. La sustitución de mano de obra urbana en países subdesarrollados. PREALC, Santiago, 1974. 14 Victor Tockman op.cit. 15 Dagmar Raczynski. El sector informal urbano: interrogantes y controversias. En Investigaciones sobre el Empleo, nº3 PREALC. Santiago de Chile 1977. 16 Vanesa Cartaya El confuso mundo del sector informal. En Nueva sociedad (julio – agosto) 1987 17 C.Moser Informal Sector or Petty Production: Dualism or Dependence in Urban Development en World Development, vol. 6, nº 9 –10. 1978 18 Alejandro Portes, Manuel Castells y Lauren A. Benton, The Informal Economy. Baltimore, The John Hopkins University Press.1995

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En términos generales se coincide en lo básico se trata de una noción de sentido común más que una teoría y ha nacido de la observación empírica del fenómeno. La unidad de análisis son las actividades económicas que se realizan al margen de la ley, en comparación con otras que sí la cumplen y tienen límites borrosos que la diferencian de lo formal. El caso más notorio es el del investigador peruano Hernán De Soto19 que explica que el sector informal se explica en parte por el abigarrado conjunto de normas legales establecidas por el Estado, características más bien de un Estado mercantilista, pero no de un Estado capitalista moderno: “La tesis es clara. Hay que reducir la trama burocrática estatal para aumentar la eficiencia y dejar en libertad al potencial creativo de las actividades del sector informal”20 Para otros, el problema que representa el sector informal no se debe a la regulación gubernamental excesiva, sino a su naturaleza ineficaz. Sería el empleo informal el sustituto de un Estado de Bienestar inadecuado y su crecimiento es el resultado de las presiones de la pobreza urbana. Estas presiones han aumentado porque tanto el Estado como el mercado no han podido proporcionar empleo estable, salarios suficientes para satisfacer niveles mínimos de bienestar, viviendas adecuadas y otras comodidades urbanas.21 La OIT – PREALC, que fue en la década de los 80 el principal impulsor de las investigaciones sobre el sector informal urbano, inscribía estos estudios en uno de los objetivos mayores que era la búsqueda del pleno empleo. Señala con todo que el impacto de la crisis de los inicios de la década del los 80 – el período de la ruptura de la “tablita” en Uruguay - generó una notable disminución de los puestos de trabajo en el continente del orden de los cuatro millones. Señala que el sector informal es parte de una economía heterogénea y de un mercado laboral segmentado. Y ello es completamente distinto a una imagen “dualista” en el cual hay dos sectores, cuya única relación es que el sector moderno busca sus trabajadores en el sector tradicional22 Sin embargo, es a partir de la teoría de la informalidad que se opera un cambio sutil con respecto a la teoría de la marginalidad. Esta primera es considerada a partir de una analogía con una “economía de la empresa” y es abordada a partir de conceptos que provienen de ella. Esto se da en un período en América Latina en donde comienza a ponerse muy fuertemente de relieve la empresa y a los empresarios como los verdaderos “héroes” del desarrollo. En este contexto, como veíamos, se hablaba de “entradas” al sector informal como característica más notable, se denominan a las unidades del sector informal, empresas informales o del sector informal y, luego, micro empresas, hablándose de microempresarios. Estas analogías parecen excesivas y no tienen ningún “enraizamiento” en el sector. Los informales, que tampoco se reconocen en este término, no se reconocen en estas categorías aún hoy a pesar de todos los cursos que la OIT dio a “microempresarios” del sector. También todo ello se inscribe en una mirada sesgada del sector, de corte muy fuertemente economicista que inhibe otras perspectivas de las Ciencias Sociales. Parecería además que es la falta de adecuación a una teoría más general comprensiva lo que ha ido debilitando poco a poco al enfoque del sector informal urbano para dar cuenta de los fenómenos de marginación social. No obstante ello, este concepto forma parte del acervo cultural de las Ciencias

19 Hernán De Soto. El otro sendero:La revolución informal, La Oveja Negra Bogotá 1987. 20 Ibid. 21 Orlandina De Oliveira y Roberts Bryan, La informalidad urbana en años de expansión., crisis y restructuración económica. Estudios sociológicos (Mexico) vol XL núm 31. Enero – abril 1993. 22 Jaime Mezzera. Abundancia como efecto de la escasez. Nueva sociedad. Caracas Núm 90. Julio – agosto 1987.

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Sociales de América Latina en la década de los 70 y 80 y es recién hoy que se le comienza a mirar con cierta atención en Europa23 1.4.- La Exclusión social. A diferencia de la marginalidad y de la masa marginal que son conceptos que nacen y se desarrollan en América Latina; del sector informal urbano, que si bien nace en Africa rápidamente es apropiado y desarrollado también en América Latina, el concepto de Exclusión (y su alter Inclusión) es un concepto que nace y se desarrolla en Europa y luego se incorpora a América Latina. En efecto, como señala Nun24 es Pierre Massé y luego René Lenoir25 que crean la categoría de exclusión social. Sólo que al vivir en épocas de gran prosperidad, con muy bajas tasas de desocupación, empleos estables, buenos salarios y protección que brindaba el Estado de Bienestar, esta categoría no tuvo gran relevancia. Se refería a un pequeño grupo numérico que por distintas razones no lograba beneficiarse del período tan auspicioso. Eran los inadaptados que quedaban afuera y que no lograban entrar. Su reaparición es en la década de los noventa, cuando la situación en Francia había cambiado radicalmente, ya habían superado los tres millones de desocupados y el contingente de los extranjeros “sin papeles” había crecido notablemente, que el concepto de exclusión social toma real importancia. En efecto en el prólogo de su monumental investigación, Robert Castel26, señala: “Han sido necesarios largos siglos de sacrificios sufrimientos y presiones continua para que el trabajador haya podido, primero, implicarse directamente en su tarea y, después, conservar sus derechos con respecto a ella hasta el punto de definir un estatuto constitutivo de su identidad social. Sin embargo, en el momento mismo que la “civilización del trabajo” fruto de este proceso secular y con garantía del Estado social, el Edificio así construido ha empezado a resquebrajarse, haciendo que resurja la vieja obsesión popular de “vivir al día”: en adelante el futuro está marcado por el sello de lo aleatorio. En la actualidad la cuestión social parte del centro de producción y distribución de las riquezas, es decir de la empresa y atraviesa el reino omnímodo del mercado. Por lo tanto no se basa, como se cree comúnmente en la exclusión, sino se traduce en la erosión de las protecciones y la cada vez mayor vulnerabilidad de los estatutos. La onda expansiva producida por el derrumbe de la sociedad salarial atraviesa la totalidad de la estructura social y la conmueve de extremo a extremo. ¿Cuáles son, entonces, los recursos que deben movilizarse para hacer frente a esta hemorragia y salvar a los náufragos de la sociedad salarial?”. Puede verse en los distintos autores franceses que hablan de la exclusión la fuerte vinculación teórica con la problemática de Durkheim de la cohesión social. En el caso particular de Castel, intenta evadir el concepto de exclusión por considerarlo un concepto demasiado abarcativo, que permite bajo ese vocablo dar cuenta de situaciones excesivamente heterogéneas. Prefiere hablar de vulnerabilidad, de precariedad, de anomia, de desafiliación, etc., todas categorías durkheimianas.

23 Ulrich Beck en Un mundo feliz hace un aproximación al sector informal como posible escenario para Europa hablando en forma más bien periodística de “brasilerización” del mercado de trabajo. 24 Nun op. Cit. 25 Serge Paugam L’Exclusion: l’état des savoirs. La Decouverte. Paris 1996. 26 Robert Castel. La metamorfosis de la cuestión social. Una crónica del salariado. Paidós Buenos Aires, Barcelona y Mexico 1997.

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Los aportes más importantes del libro radican a nuestro entender en la importancia de su tesis sobre el hecho que la precarización de las relaciones de trabajo desestabilizan profundamente la sociedad. “Si hay crisis”, señala27, “es sobretodo una crisis de regulación de la sociedad, precisamente de una dinámica regulada de desigualdades por la negociación colectiva, la movilidad ascendente intra y transgeneracional, la posibilidad de invertir en el futuro porque se domina el presente a una dinámica desregulada de las desigualdades bajo la amenaza de desempleo y la degradación de las protecciones atadas al trabajo. Porque si el zócalo sólido del presente se quiebra,” sostiene, “la sociedad pierde su mañana y la creencia en el progreso social se fractura. Porque esta creencia no es una proyección vaga en un futuro indeterminado, ella se instrumentaliza en actos concretos que imponen su marca en el presente: inversión en bienes durables, el desarrollo de estrategias promocionales, etc., estas transformaciones no se perciben a través de indicadores cuantitativos ni por una mirada laboralista estrecha.” Creemos que las preocupaciones de Castel, salvando las distancias, tienen vigencia particularmente en un país como Uruguay, que supo tener también una “sociedad salarial” floreciente. En un trabajo nuestro28 señalábamos algunas cuestiones centrales en esta década de los noventa, en resumen, la tendencia creciente a la desregulación y/o flexibilización de las relaciones de trabajo a través de distintos mecanismos y que ello significaba desanclar múltiples institutos de la actividad laboral que, eventualmente, eran sustituidos por políticas sociales, éstas no vinculadas orgánicamente al trabajo. Esto último Castel lo denominaría pasaje de políticas de integración a políticas de inserción, prefiriendo las primeras a las segundas, porque estas últimas, generarían una dependencia endémica de los beneficiarios de las mismas. Por otro, señalábamos que el trabajador se veía constreñido constantemente a optar en cada una y en todas las dimensiones de su reproducción social (alimentación, salud, educación, vivienda, etc.) por soluciones más complejas y, por lo tanto, menos estandarizadas que en el pasado. A su vez estas soluciones implicaban un equilibrio difícil, que cualquier error de cálculo en las decisiones tomadas podía arrastrar al trabajador y a su familia a un desastre. A esta nueva situación llena de riesgo e incertidumbre que viven los trabajadores la denominábamos la “flexibilidad instalada” porque conforma una forma distinta de “pararse en la vida” que en el pasado29. Nuestras preocupaciones son similares a las de Castel pero en el marco de una sociedad en donde la desregulación, la precarización y exclusión creciente y prolongada genera un sentimiento de fragilidad y de crisis de identidad nacional de difícil superación, es necesario buscar caminos para ello. Es por ello que más allá de las distintas consideraciones antes señaladas creemos que la categoría exclusión aporta una perspectiva metodológica nueva a las teorizaciones sobre la marginalidad y a la informalidad. Y, aunque provenga de una raigambre Durkhemniana, que señala que “hay que tratar los hechos sociales como cosas” incorpora la subjetividad de los actores en la reflexión de sus conductas, da cuenta de las acciones individuales o colectivas para intentar no caer en esta exclusión o, si se cayó, para salir de ella. Se abandona entonces, por un lado, una mirada de tipo economicista de estos fenómenos y, por otro, sin ser contradictorio, una mirada excesivamente estructuralista y empirista. Creemos que en el pasado se pecó excesivamente de estos excesos.

27 Robert Castel. La reponse de Castel. Dares Travail et Emploi N68. 3/ 06 28 Marcos Supervielle y Mariela Quiñones. La instalación de la flexibilidad en Uruguay. Sociologias Porto Alegre año 2. Nº 4 julio diciembre 2000. 29 Esta artículo fue mal comprendido por algunos abogados que entendieron que se estaba de acuerdo con las flexibilizaciones en curso.

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En América Latina Robles 30 en un estudio sobre la modernidad y la globalización señala que la “segunda modernidad” en que estamos viviendo es en la que “la razón” no se hace más responsable de los daños de los efectos colaterales que provoca. Donde estos peligros dejan de ser residuales y pasan a ser centrales para nuestras sociedades. Se avanza entonces desde una “sociedad de riesgo residual” a una “sociedad de riesgo” sin otros adjetivos. En fin, el riesgo pasa a ser el aspecto definitorio de nuestras sociedades actuales. En esta segunda modernidad señala tres procesos concretos de peligros globalizados: a) Las destrucciones ecológicas condicionadas por la riqueza. Riesgos de origen técnico industrial (el hoyo de ozono, el efecto invernadero, las consecuencias de la genética y de la medicina de reproducción). b) Los riesgos derivados de armamentos destructivos de masas (como las armas ABC y el armamento nuclear, etc.) c) La destrucción ecológica y social condicionada por, y vinculada a la pobreza y que es característica de la situación de los países de capitalismo periférico. Estas sociedades dominadas por el capitalismo periférico no solamente se encuentran bajo los riesgos internacionalizados y provenientes de los países ricos sino, también, por los efectos de las restricciones y prohibiciones que existen en éstos (pesticidas contaminantes o alimentos genéticamente manipulados) en los laboratorios de experimentación preferidos de los científicos. Ahora bien, ¿qué significa vivir en las sociedades de riesgo de la periferia globalizada? Se pregunta Robles. Encuentra cuatro características centrales: a) La vida en los países de la periferia globalizada se caracteriza porque, tal como en el resto del mundo, los espacios cerrados han desaparecido definitivamente. b) La vida en la periferia capitalista globalizada, como un resultado directo del cálculo extraparlamentrio (banca mundial, etc.) de las localizaciones de la inversión, producción y tributación sumado al capital bursátil, el depredador más brutal de puestos de empleo, ha hecho que los ricos ya no necesiten a los pobres y que el ejército de industrial de reserva se haya transformado en la actualidad en una masa de sobrantes, los que incrementan la existencia del trabajo precario, con lo que retoma la tesis de Nun de hace treinta años. Pero a diferencia de los países industrializados, dotados de un Estado de Bienestar, que de una u otra forma se ocupa de sus desempleados, los marginados del empleo en la periferia se incorporan solos, individuados, haciendo del trabajo temporal, del trabajo estacional, del trabajo de subcontratación, del trabajo a domicilio y del trabajo clandestino, la forma forzosa de subsistencia. c) El debilitamiento crónico de la acción de reglamentación a los daños ambientales en los países de la periferia, hecho que se le atribuye erróneamente al subdesarrollo de una consciencia ecológica, se debe en realidad a un componente de la ideología neoliberal ciega en su estrategia de expansión de mercados. d) Existiría hoy un cierto consenso en que la nueva sensibilidad que desata y legitima la segunda modernidad, peculiar y aún más capitalista que la primera de la sociedad industrial de clases, han dejado atrás a la solidaridad de clase, en la medida en que los mismos conflictos de clase han asumido un carácter distinto. Citando a Touraine31 señala: “la integración social no se realiza más a través de la participación de todos en valores y reglas institucionales comunes, sino más bien de manera opuesta a través de la individualización de cada actor social y de su capacidad de combinar sus fines culturales y personales con los medios instrumentales de la sociedad de masas”. Esta nueva sensibilidad es la del individuo, del sujeto interesado en modelar su propia existencia, no porque quiera sino porque debe. Tarea en la cual muchas veces se encuentra solo. Ello, agregamos

30 Fernando Robles, El desaliento inesperado de la modernidad. Molestias irritaciones y frutos amargos de la sociedad de Riesgo. Ed. Sociales hoy y Dirección de Investigación Universidad de Concepción. Concepción Chile 2000. 31 Alain Touraine, El concepto de dearrollo “revisited”, en Emir Sader (ed.):Democracia sin exclusiones ni excluidos, Nueva Sociedad, Caracas.

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nosotros, no quiere decir necesariamente individualismo en el sentido de egoísmo, sino consciencia de su individualidad. Algunos autores europeros contemporáneos (Beck, Sennett, Bauman) la individualización a la que refiere esta segunda modernidad no contradice a las peculiaridades de estos excluidos, sino que lo explica. En las condiciones de la individualización los seres humanos han de cargar con la exclusión como un destino personal. Los seres humanos ya no son afectados por el desempleo y la exclusión desde una manera socialmente visible y colectiva, sino especifica a las fases de la vida: “Los afectados tienen que cargar por si mismos con aquello para lo que los nexos de la vida con experiencia de pobreza y sello de clase procuraban contrainterpretaciones de descarga, formas de defensa y apoyo” (Beck, 1998: 117). En tales situaciones de vida, carentes de nexo de clase, individualizadas, el destino colectivo se convierte en destino personal, en destino individual con sociedad que ya sólo es percibida estadísticamente, sociedad que sólo podría ser compuesta como destino colectivo desde esta fragmentación en lo personal. La unidad de referencia en que golpea el rayo del desempleo y la pobreza ya no es el grupo marginal o la clase sino el individuo en el mercado, en sus circunstancias especiales. La sociedad se escinde en una minoría de incluidos, propietarios de puestos de trabajo y una mayoría creciente de excluidos, desempleados, jubilados anticipados, trabajadores ocasionales y aquellos que no consiguen entrar en el mercado de trabajo. En este contexto de transformación de la sociedad, Robles sostiene que en las sociedades de la periferia capitalista la exclusión ha pasado a ser la resultante de una política suficientemente legitimada que conduce a la ruptura de las reciprocidades. Por ello, muchas veces se dice que para sacar a los excluidos de su condición es “educarlos” darles “cultura” que deben “progresar” para ser dignos de ser incluidos. Esta claramente es la mirada desde los incluidos. Pero el abismo entre los incluidos y los excluidos es tal que hoy podría estar asumiendo la función primaria de la diferenciación social pasando a ser el nuevo eje de las sociedades periféricas. Lo que significa que una parte de la población es excluida de los sistemas funcionales de la sociedad, o que sea posible acceder solo a algunos de ellos (pueda votar, pueda tener una educación básica, puede acceder a los hospitales, etc.) pero no a otros que puedan poner en peligro los mecanismos de exclusión, (salud especializada, educación superior, etc.). Esto que se ha definido un obstáculo al desarrollo, en realidad parece ser una condición para el desarrollo capitalista en la periferia: empleo precario, mano de obra siempre disponible, no organizada y barata. Ello replantea una relación compleja entre el sector formal (de los incluidos) y el sector informal (de los excluidos). Esta forma de exclusión se denominaría según Robles, exclusión primaria y, por tal se entiende entonces que no se puede acceder a los sistemas funcionales ( empleo formal por ejemplo) que puedan significar inclusión a prestaciones y servicios elementales. Pero paralelamente a la diferenciación funcional de las sociedades que delimita los contornos de la excusión/inclusión primaria, funcionan pequeñas y grandes redes de inclusión. Otros, siguiendo a Bourdieu32, de forma más aséptica, hablarían de capital social. Estas son redes de favores, de ventas de ventajas, de intercambios de influencias, de actividades parasitarias, cuyo recurso básico es conocer a alguien que conozca a alguien y que el intercambio de favores y acciones imponga relaciones cara a cara. Estas formas de inclusión generan sus propios mecanismos de exclusión. Por exclusión secundaria se entiende entonces que no se puede acceder a las redes interaccionales de influencia. La inclusión y la exclusión no sólo se reproducen y se sedimentan, sino que además de condicionarse originan formas

32 Pierre Bourdieu, La distinction. Critique du jugement social. Ed. de Minuit Francia 1979.

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propias de conectividad. La situación más común de la exclusión es deambular entre lapsos de inclusión seguidos de otros períodos de exclusión. Una situación que Ulrich Beck describe perfectamente para la situación de desempleo masivo a través de la imagen que le dio Schumpeter33. Esta es la de “un autobús del desempleo masivo que esta ocupado por un grupo habitual de parados que ha cristalizado al quedarse sentados. Por lo demás, reina un ir y venir general. Suben y bajan continuamente personas nuevas. Desde un punto de vista exterior (la perspectiva de un pájaro) “se podría constatar en este movimiento general algunos rasgos y las acumulaciones de grupos correspondientes. Para los implicados en la percepción inmediata se trata de una multitud heterogénea de casos individuales que están sentados fugazmente y que esperan a bajar. Como en el metro: subo en una estación, bajo unas estaciones después. Al subir estoy pensando en bajar. Los seres humanos se encuentran unos con otros en perplejidad. La voluntad de bajar que cada uno lleva consigo (igual que cada uno tiene en los labios su historia especial de subir) no une. Solo por la noche, cuando el tren esta parado, quienes no han encontrado la salida en la jungla de las puertas que se cierran rápidamente comienzan a acercarse unos a otros y a hablarse con unas manos extendidas prudentemente a través de los barrotes de la propia asignación de culpa”. Esta existencia nómada específica de las fases de la vida es el tipo de vida que Beck señala para el desempleado bajo las condiciones de individualización y al mismo tiempo lo que hace posible la contradicción masividad e individualización del destino: “un destino humano triturado, girando hacia adentro, que es acritud intacta oculta al individuo con la voz del fracaso personal y carga individualmente su conciencia (Beck, ídem). Referido a las estadísticas de desempleados el caso es que éstas no pueden hacer inferencias sobre las personas, por un lado, porque el desempleo puede afectar pasajeramente a muchas mas personas que las que cuentan las estadísticas, por otro, porque las mismas personas pueden haber entrado y salido del paro varias veces en el periodo que cubre la estadística. Transferido al lenguaje del ómnibus: el número de plazas no coincide con el número de personas. Por otro lado, las estadísticas oficiales deberían tener en cuenta la importancia de muchas zonas grises que quedan entre el estudio del desempleo registrado y no registrado, donde se ubican indicadores como número de migrantes, de amas de casa, de quienes se encuentran realizando cursos de capacitación para el empleo, etc.). A veces las cifras están y no se sabe de gente, hay pistas: el teléfono dado de baja, el sorprendente abandono del club. No obstante, estas pistas remiten solo a los muros de lo aparentemente provisional con lo que se rodea la nueva pobreza allí donde se ha vuelto definitiva. Por esta labilidad de las fronteras entre exclusión e inclusión y las consideraciones de la exclusión primaria y secundaria y sus consecuentes tipos de inclusión es que Robles establece una tipología que toma en cuenta la distintos tipos de inclusión y de exclusión, las capacidades de integración social a la sociedad concreta en que se vive, el riesgo e incertidumbre de ser excluido y el tipo de construcción de identidad. Presentamos la tipología con algunos ajustes que creemos permiten su utilización en Uruguay: - El primer tipo. De la Inclusión en la Inclusión es la que usualmente se denomina integración al sistema social. No está presente ni la exclusión primaria ni la secundaria. Supuestamente los que están en esta situación “pueden acceder a todo”. El riesgo de incertidumbre es bajo. Es el caso característico de las clases altas de la sociedad que no sólo por sus ingresos altos sino por su red de conexiones sociales construidas, no solamente en el mundo de sus actividades económicas, sino también por los barrios en que viven, por

33 U.Beck, La sociedad del riesgo, Ed. Alianza, 1998.

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los clubes que frecuentan, por la redes de compañeros que se forjaron en las instituciones que estudiaron, etc. se encuentran muy protegidos de cualquier riesgo. El segundo tipo. Nos encontramos frente a la Exclusión en la Inclusión que es el sector de la sociedad en donde se accede al empleo formal, educación completa, salud, recreación, remuneración aceptable etc. pero que no incluye redes de favores, influencias y reciprocidades de conveniencia. Este carácter híbrido de la situación permite actitudes contradictorias. Por un lado, denunciar la integración secundaria de los que se encuentran en el primer tipo pero, simultáneamente, intentar incorporarse a este sector. También en este sector a nuestro entender es que se conforman instituciones (sindicatos por ejemplo) o redes que intentan contrabalancear políticas o de acciones económicas que pueden excluirlos, haciéndoles perder su condición de incluidos. Pero también luchan para neutralizar o contener la exclusión que suponen las redes de influencia de los que pertenecen al primer tipo. El riesgo de incertidumbre fluctúa entre ser alto y bajo. El tercer tipo. En este caso nos encontramos en situaciones de Inclusión dentro de la Exclusión en donde a pesar de no poder acceder a muchos de los sistemas básicos de bienestar social, existe acceso a redes de interacción y autoayuda que configuran a veces un verdadero sistema alternativo. Las redes de apoyo vecinal, familiar, de género, de amistad o estrictamente solidarias, conforman un tejido que permite paliar de alguna forma la exclusión primaria. No es que en este sector no se acceda al trabajo, sino que éste sea inestable y precario con permanentes incertidumbres en la entrada y salida de las fuentes de remuneración, de salud, etc. El cuarto tipo. Este cuarto grupo de Excluidos en la Exclusión comprende a aquellos que se encuentran en una situación límite. O bien en las denominadas instituciones totales tipo las cárceles o instituciones psiquiátricas, en algunas asilos de ancianos y las situaciones de auto exclusión voluntaria. Este grupo no es mayoritario y puede tener pocos casos reales en sentido estricto, pero es importante que exista y hay sectores de la sociedad que pueden estar muy cercanos a estas situaciones y, por lo tanto, no debe ser desechado ni olvidado. La exclusión por la OIT También la OIT se ha preocupado por la exclusión social desde los mediados de la década del 199034. Y en el 2000 realiza una investigación sobre la exclusión social y el mercado de trabajo en el Mercosur y Chile35. La motivación central se señala en este último trabajo explícitamente: ...“ Durante las últimas décadas, el análisis que más prioridad ha tenido en términos de políticas públicas ha sido el relacionado con la pobreza. Tanto organismos nacionales como internacionales han dedicado significativos recursos y esfuerzos para especificar sus dimensiones, causas y posibles soluciones. Ello ha ido acompañado de la evidente importancia que la discusión netamente económica

34 OIT, Cómo superar la exclusión en América latina. OIT. Ginebra. 1994, La exclusión social en América Latina, OIT Lima 1995. Ver también G. Rodgers, C. Gore, J,B, Figueredo. Social exclusion: Rhetoric, reality, responses. OIT. Ginebra 1995. 35 Jaime Ruiz Tagle (coordinador) Exclusión social en el Mercado de Trabajo en Mercosur y Chile. OIT y Fundación Ford, Chile 2000.

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ha adquirido, no sólo en el desarrollo de las ciencias sociales sino también en el ámbito del discurso y las políticas públicas. En cierta medida los problemas de la sociedad han adquirido si no una unidimensionalidad, una desbalalanceada preponderancia de sus aspectos económicos por sobre las demás áreas que conforman las estructuras y procesos sociales (…) En este contexto es que la OIT comenzó a reflexionar sobre la necesidad de abarcar aspectos relacionados con la constitución de la sociedad que fueran más allá del problema de los bajos ingresos, que es la referencia a la pobreza. Estos aspectos se relacionan de manera más amplia con la integración social, con la participación de los individuos y las instituciones en las estructuras y procesos que acaecen en las sociedades”36 La idea básica de la investigación sobre la exclusión parte pues de una lógica distinta que los estudios que se realizaron sobre desigualdad. En estos últimos se hacía hincapié en los recursos para superar una “línea” basada en los ingresos monetarios que permitían satisfacer las necesidades básicas o directamente la satisfacción de esas necesidades, según parámetros mínimos culturalmente aceptados. En cambio, la reflexión sobre la exclusión social, hace énfasis de entrada en la desigualdad social: para que haya personas excluidas tiene que haber otras incluidas, tienen que existir estructuras y fuerzas de exclusión. Los análisis de la exclusión se orientan más a las causas de la misma, de los procesos, de las instituciones y de los actores. El análisis de la Exclusión hace hincapié en la multidimensionalidad de las desventajas sociales, considerando aspectos económicos, jurídicos, culturales etc. Pero para evitar las críticas de ser excesivamente vago este carácter multidimensional, la OIT distingue, la exclusión permanente, en la que históricamente algunos grupos se mantienen al margen de la sociedad, que coincide con el clásico concepto de marginalidad visto anteriormente, de otra, que es creada y recreada por las fuerzas económicas y sociales actuales. Esta última forma de exclusión es sobre lo que OIT ha centrado su interés. También señala que metodológicamente no se deben estudiar los procesos de exclusión independientemente de los procesos de inclusión, de integración social. Como estrategia los estudios sobre la exclusión se orientan a demostrar que la misma tiene un alto costo y que incluye un alto riesgo. La tendencia a excluir lleva a la fragmentación de las relaciones sociales, a la emergencia de nuevos dualismos y a la ruptura de la cohesión social. Este término, “cohesión”, es relevante ya que, a diferencia del término “integración”, no sugiere la incorporación de los marginados a una sociedad ya construida sino, la adhesión entre los distintos elementos que constituyen el sistema social. Los grupos marginados no deben simplemente integrarse a las estructuras sociales y sistemas de valores dominantes sino que deben conservar su identidad específica. Lo anterior lleva a la consideración de los actores sociales. Ellos pueden, según la OIT, cooperar para que la exclusión sea superada, pero también pueden oponer resistencia. Las empresas son las principales fuentes de creación de empleo y en ese sentido incluyen, pero también son fuente de exclusión, en la medida en que pierden empleos e incrementan la inseguridad del mercado de trabajo. Por otro lado, los sindicatos excluyen a muchos trabajadores de una representación efectiva. Muchas veces deben defender intereses de los incluidos en contradicción de los intereses de los excluidos. No obstante ello, los actores pueden ir más allá de la defensa de sus intereses, pueden también promover cambios sociales que contribuyen a una mayor integración social. Pero aún así, la exclusión puede favorecer en algunos casos a los incluidos, por ello es necesario favorecer que los excluidos formen sus propias organizaciones y movimientos y que ello, les permita ejercer presión sobre las organizaciones tradicionales. Los procesos de exclusión social, señala la OIT, operan también a través de las instituciones sociales. Ellas son instrumentos de inclusión, pero también de exclusión social. Los sistemas de seguridad social por ejemplo, incluyen a algunos y excluyen a otros. Los procesos de

36 Op cit. Prólogo de Victor Tockman Director Regional.

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exclusión pueden regirse por las reglas formales de las instituciones o por las reglas informales. Por ejemplo, las discriminaciones en el mercado laboral son ilegales, informales, pero suelen ocurrir en la práctica. Ahora bien, dentro de las políticas para combatir la exclusión social se considera que el empleo ocupa un rol central (aunque no exclusivo) porque contiene elementos integrativos fundamentales: es la principal fuente de ingreso, proporciona identidad social, conlleva legitimidad y reconocimiento social, facilita contactos e integración a redes. Existe la no participación involuntaria al mercado de trabajo, que es la forma más radical de exclusión social. Luego sigue la exclusión del empleo que se manifiesta a través de la tasa de desocupación. Pero, por último, existe una forma más sutil que se refiere a la calidad del empleo, los empleos mal pagados y de baja calidad. La OIT señala con respecto a estos últimos que se está produciendo una auténtica dualización del mercado de Trabajo, en la cual algunos acceden a buenos empleos y otros a empleos que, aunque relativamente formales, están muy mal pagados, con escaso o nulo acceso a los beneficios de la seguridad social. También constata que existe una discriminación con respecto a la mujer en el mercado de trabajo que asume formas diferentes y acumulativas. Finalmente, que la exclusión social vinculada al mercado del trabajo también está asociado a la debilidad de “capital social”. Por ello es importante el mejoramiento del hábitat, del equipamiento comunitario y la participación en redes sociales es fundamental en el proceso de integración laboral. En cuanto a la orientación de políticas, la OIT propone orientaciones que trascienden lo atinente al mercado de trabajo para superar la exclusión social. Estas grandes orientaciones son: a) La participación social de los excluidos. Dándole particular importancia al papel que pueden jugar los sindicatos para organizar a los marginados y a los excluidos. Pero más en general se enfatiza la organización social como un medio eficaz para luchar contra la exclusión social. b) Vinculada a esta primera política, se plantea una segunda vinculada a la “poderización” (empowerment) de los excluidos. Es decir, buscar mejorar su participación en el poder, que es una de las características que carecen, tener mayor acceso a los medios de comunicación por ejemplo, y a las autoridades. c) En un plano más aplicado, las políticas para incrementar la integración social deberían dar prioridad al empleo, tanto desde el punto de vista de la oferta como la demanda. En este plano, es necesario realizar una discriminación positiva para favorecer a aquellos que tienen mayores problemas de empleo. d) También el género es un concepto básico para diseñar e implementar políticas antiexclusión. e) También considera que las políticas deben situarse en el contexto internacional. En el debate actual se debe tener en cuenta el concepto de exclusión en relación a los efectos de la globalización y los cambios en el rol del Estado. Para la OIT sería un error considerar los procesos de exclusión social al interior de los países sin tomar en cuenta el contexto internacional de la globalización. El crecimiento económico ya no garantiza el crecimiento del empleo, por lo contrario, el desempleo ya no es cíclico, sino se ha convertido en una característica estructural del nuevo modelo de desarrollo. Las reestructuraciones que provoca la globalización, tanto en los países desarrollados, como en los que no lo están, generan vulnerabilidad e inseguridad en los puestos de trabajo y un creciente riesgo de exclusión social. Estos procesos de reestructuración han ocurrido simultáneamente con el retiro del Estado de las actividades productivas y con una disminución de los funcionarios públicos, lo que ha acentuado los procesos de exclusión social en el mercado de trabajo. En torno a la precariedad: Por último, junto al concepto de exclusión comienza a manejarse también el concepto de precariedad. Este concepto también tiene un origen europeo y se acuña en los inicios de la década del los ochenta en

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la órbita de la OIT.37 En América Latina este concepto comienza a tomar cuerpo algunos años después y se le opone al concepto de empleo “típico” en referencia a lo estipulado por las normas que regulan el trabajo. De hecho como señala el documento del PIT CNT38, el concepto se amplía conceptualmente a través de cuatro vertientes: La inestabilidad, cuyos aspectos más característicos son: la ausencia de contrato laboral, contratos temporales y el trabajo en sectores vulnerables de la economía. La inseguridad que hace referencia a la ausencia de cobertura, facilidades para el despido, autonomía encubierta (empresas unipersonales), violación de los derechos sindicales, subempleo etc. La Insuficiencia que aparece bajo la forma de subempleo y salarios muy bajos y, por último, Las (malas) Condiciones de trabajo en donde tiene relevancia la discrecionalidad empresarial y la desregulación.39 Pero más allá de las precisiones conceptuales y los intentos de cuantificación a partir de las encuestas continuas de hogares, de difícil éxito debido a que la información recabada en las encuestas no cubren cabalmente las necesidades de información a partir de las vertientes antes señaladas, el concepto aparece en contrapunto con los procesos de desregulación y de flexibilización que se produce en casi toda América Latina en la década de los noventa. Ello en particular en Uruguay en donde hasta 1998 creció el PBI y, no obstante, por ello creció el empleo denominado típico sino, por el contrario, creció el empleo precario fortaleciendo una dualización de la sociedad. Algo similar sucede en Argentina en donde también se intenta cuantificarlo.40 La precariedad es un concepto que se aplica fundamentalmente a trabajadores en relaciones de dependencia, en particular en el sector privado, aunque también en el sector público, sector que no es tenido en cuenta en los intentos de cuantificación. Pero en el documento del PIT – CNT se le amplía el contenido trascendiendo el campo del empleo y planteándolo en el campo social. Se sostiene que la precarización de los empleos termina por precarizar al conjunto de las actividades sociales. En este plano, con la ampliación y la hipótesis de causalidad que encierra esta conceptualización de la precariedad, creemos que se alcanza una significación casi idéntica a la de Exclusión Social. Ambos conceptos son similares también en la idea que tanto en la precariedad como en la exclusión se amalgaman aspectos objetivos con aspectos subjetivos. En ello estos dos conceptos pertenecen a la misma generación y rompen con las formas de conceptualización de la marginalidad y de la informalidad, ambos conceptualizados en la tradición estructuralista. Conclusiones parciales El transcurso histórico de las preocupaciones de las Ciencias Sociales en América Latina por este sector de la población denominada, marginal o masa marginal, informal o excluida ha mostrado ser extraordinariamente constante. Ello a pesar de la evolución de los enfoques teóricos o empíricos, en gran medida influenciados por la producción teórica americana y europea, con los que fueron abordados. Y a pesar de las distintas convulsiones políticas que tuvo el continente, en particular las instalaciones de

37 Ver Caire G. Précarisation des emplois et regulation du marché du travail, Socioogie du Trabail Nº 2 1982. Citado por Pablo Guerra en Empleo precario y empleo atípico. Revisión bibliográfica y propuestas para el debate. Doc. De Trabajo 105. PET, Santiago de Chile 1994. y también Precariedad laboral Instituto Cuesta –Duarte PIT CNT (Doc. Elaborado por Daniel Olesker, Pablo Guerra y Paola Azar), 2002. 38 Op.cit. 39 Pablo Guerra op.cit. 40 Pedro Galin en Marta Novick El empleo precario en Argentina, CIAT –OIT Buenos Aires 1986

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las dictaduras en los últimos cincuenta años, que sin lugar a dudas determinaron el contexto y las opciones teóricas y empíricas con que fueron abordados y que recién mencionábamos. Pero pese a ello, a la fragilidad de la continuidad de la reflexión en Ciencias Sociales en América Latina, sobre este tópico encontramos una sorprendente persistencia. Ello a nuestro entender por la particularidad de la modernización de nuestras sociedades que sistemáticamente postergan a sectores bien importantes de este proceso. Más bien parecería que esta preocupación se vuelve mas álgida en cuanto a que, cuando el fenómeno se percibía como marginalidad, se trataba de como estos sectores de población que no habían alcanzado la modernidad lo hicieran. Y hoy, cuando se habla de exclusión, en general se reflexiona en términos que esta categoría se conforma con poblaciones que recientemente formaban parte de los "incluidos". Es decir, que la categoría de excluidos es creciente. Por otro lado, también nos parece que la reflexión ha ido evolucionando desde una perspectiva funcionalista o estructuralista, pero "exterior" a los individuos involucrados en estos procesos, a una reflexión que incorpora la dimisión del "sentido" que estos últimos le dan a los procesos en los que están inmersos y al papel que pueden jugar los actores sociales, individuales y colectivos, así como las instituciones y las normas, o la falta de ellas, que participan en la configuración de estos procesos sociales. Todo ello, nos parece, presupone un creciente reconocimiento de la individuación, concebido como autonomía de los sujetos de las estructuras que los enmarcan, de los distintos protagonistas de estos procesos sociales. 2. CUANDO EL EMPLEO DESAPARECE: ANÁLISIS DE RELATOS DE VIDA “Cuando el empleo desaparece” son un conjunto de fotografías e historias orales recogidas por un conjunto de investigadores en ciencias sociales y apoyados por el sindicato de los bancarios (AEBU) con el objetivo de comprender mejor la experiencia de personas afectadas por problemas de trabajo, ya sea porque lo perdieron, porque vieron rebajadas sus condiciones laborales o porque, siendo aún jóvenes, nunca accedieron de manera estable a un empleo formal41. Se entrevistaron trabajadores rurales, ex obreros fabriles o de los servicios (estatales y no estatales), cuidacoches, limpiaparabrisas, hurgadores, etc. Para este fin AEBU se propuso publicar estas historias de vida no sin antes solicitarnos a nosotros, como asesores e investigadores del sindicato, un marco sociológico que permita contextualizar estas microhistorias en una realidad de tipo macrosocial. A continuación brindamos las grandes líneas de interpretación que nosotros creímos encontrar a lo largo de estos documentos. El método biográfico al que pertenece la historia oral, ha constituido desde siempre el instrumento privilegiado con que los cientistas sociales logramos mediar lo individual con lo social, hacer emerger simultáneamente el yo y las estructuras sociales, lo público y lo privado, lo singular y lo universal. Al interior de estas mediaciones entre biografía y estructura social, otorgamos una importancia crucial como pivote entre ambas a lo que llamamos el “mundo social”42 -el mundo obrero-fabril, el mundo del

41 Tanto las grabaciones - en su registro original o escrito - como las fotografías realizadas están disponibles en la Asociación de empleados bancarios del Uruguay para todas aquellas instituciones o personas que se interesen en ellas con fines de investigación o difusión de la problemática del desempleo. Secretaría de prensa y propaganda de Aebu, Camacuá 575, Montevideo, Uruguay. Teléfonos (598 2) 9161060 / interno 143. E-mail: [email protected]. 42 Shibutani define mundo social como “un universo de respuestas recíprocas regularizadas, (...) una arena donde existe una suerte de organización (...) un aire cultural donde las fronteras no son delimitadas ni por un terrritorio, ni por su pertenencia formal pero sí por los límites de una comunicación eficaz”. La idea de mundo social implica esencialmente la idea de universo de discurso o formas de comunicación o de simbolización, aunque no se limite

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trabajador rural, el mundo de los servicios y dentro de éste, el mundo de los improvisados servicios callejeros de los cuida coches o los limpia parabrisas, etc- tanto como praxis, tanto como percepciones colectivas, que median y trasladan activamente la totalidad social a sus micro estructuras formales e informales, a sus líneas de fuerza y comunicación, a sus modalidades y nudos de interacciones afectivas. Es por estos motivos que con el uso del método biográfico los sociólogos nos proponemos recuperar la lectura que cada miembro realiza de su mundo social y la interpretación particular que de él hace a partir de su propia perspectiva. Partimos de considerar que cada individuo construye un sentido del yo sobre la base de su propia lectura de su mundo social, algo que vuelca en la entrevista biográfica. Es de esta forma como el mundo social se revela a si mismo como una mediación fundamental entre lo social y lo individual y se auto define como el campo social en el cual la totalización de su contexto social y la totalización de lo que los miembros individuales hacen de ella coexisten indisolublemente (Ferrarotti, F.; 1983)43. Desde este punto de vista las biografías aquí recopiladas adquieren unidad conformando un único relato que nos acerca a través de sus protagonistas a la experiencia de la exclusión no sólo como experiencia biográfica individual o como experiencia de un colectivo particular sino, también, como rasgo estructural de una sociedad. Esta es la perspectiva que adoptamos al disponernos a comprender estas experiencias de relacionamiento con el empleo. Y al intentarlo, comienza la búsqueda de distinciones y similaridades que nos permitan elaborar los conceptos desde los cuales rescatar las conexiones entre estas dos instancias de la vida cotidiana de todas las personas: lo individual y lo social. En este sentido la primera distinción que surge de las entrevistas es entre la exclusión como permanencia y la exclusión como novedad. La exclusión se vive de muy diversas maneras de acuerdo al momento vital en que llega, el carácter sorpresivo o rutinario de su irrupción, el tiempo que ha pasado desde que se instala en la experiencia individual y, algo muy importante, la capacidad de que disponga el individuo y su contexto para sobrellevarlo y, en algún plazo, superarlo. Es en este sentido que una primera dimensión que abordaremos para la comprensión de estos relatos es el tiempo. Cuando el desempleo se ha hecho, por decirlo de alguna manera, un rasgo “incorporado” de la vida cotidiana, los afectados parecen estar “excluidos” de una manera mucho mas visible y su experiencia es vivida desde una posición mucho más colectiva, surgiendo fácilmente de ellos una interpretación de su condición como experiencia de grupo o de clase; lo que facilita incluso comprender que se trata de una condición fácilmente reproducible de padres a hijos y de éstos a sus descendientes. Es mi padre, está ahí también laburando, correteando. (…) Y tengo un tío que también trabaja acá con nosotros, un primo y los demás son todos amigos. Compañeros de antes de este trabajo. Todos vecinos, compañeros de barrio ...Porque desde chicos empezamos a trabajar todos juntos en el centro. Todos lustrábamos zapatos. Unos lustraban zapatos y cuidaban los autos. Siempre nos tiramos por ese lado y ahí quedamos... (trabajadores de frontera) Mi familia es muy humilde. Vivíamos a la orilla del arroyo Miguelete con mil carencias. Prácticamente no terminé la escuela porque yo repetí sexto y me fui sin terminar la escuela y me puse a trabajar. (Santa Catalina, Gabriel)

a ella, pues también se orienta a hechos palpables tales como actividades, pertenencias, sitios, tecnologías, organizaciones específicas a cada mundo social particular. 43 Ferrarotti, Franco (1983) “Sobre la autonomía del método biográfico”. En: La Historia Oral: métodos y experiencias de J.M. Marinas y C. Santamarina. Debate. Madrid. 1993.

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(Su hija) tiene actualmente diecisiete años (dice Sergio) … quisiera estudiar pintura y cocina, pero no puedo darle dinero para pagar los boletos y comprar los materiales (Pinar Norte, Sergio). Esta experiencia claramente es contrapuesta a la de quienes se ven abruptamente afectados por el desempleo y tienden a visualizar su experiencia como una nueva fase de la vida, acontecimiento aislado en su historia biográfica personal, sin ningún nexo colectivo, por tanto, al margen de cualquier interpretación en términos de grupo o clase. Aunque estas personas suelen mostrarse concientes que la experiencia del desempleo afecta hoy día a cada vez más número de personas, incluso cercanas, la suya tiende a ser experiencia individualizada y se convierte en un hecho que, aunque para quedarse o a pesar de la inminente sensación de fracaso, de deterioro personal, entra con la ilusión de lo pasajero en la biografía individual. “(¿Cómo sentís que te está afectando la pérdida del empleo?) De momento todavía no lo estamos viviendo porque estoy viviendo del despido. Entonces, económicamente no me está afectando, todavía, porque lo que me pagaron me da para vivir un año sin trabajar. .... … Trato de no pensar, me hago una trampa y no pienso, no recuerdo, medio que lo borro, vivo el momento. Pero cuando salgo a la calle - que estoy saliendo, estoy buscando [trabajo] - no encuentro nada. Entonces es bastante desmoralizante”.(Bancarios, Inés) (la cooperativa) “Está marchando con muchas dificultades, no hay trabajo para la totalidad del grupo. Y los que tenemos algo tratamos de sobrevivir por otro lado para dejar lugar a que esos compañeros la sigan llevando adelante. Algún día se dará para que podamos ocupar todos un puesto de trabajo”. (Cristalerias, Jose) Y esto habla de las dificultades que tiene cualquier individuo para poder reconocerse en su actual posición de exclusión: acostumbrados a ubicar al excluido en la posición del “otro”, insistentemente aparece el recurso a definir su propia posición en oposición a la condición del excluido (u otras formas de exclusión) 44. Este punto nos acerca como sociólogos a estos relatos de exclusión desde lo que nosotros los sociólogos denominamos el problema de la forma: las dos caras con las que se puede definir cualquier acontecimiento, el adentro y el afuera, lo exterior y lo interior, el ego y el alter. Por eso ese “otro” es percibido de distintas maneras por cada uno de nuestros protagonistas y se revela en forma distinta en el relato particular que cada uno de ellos construye dependiendo de donde se pare para dar forma a su exclusión: como proyección de un futuro o como definición del presente o como realiza la conexión de estos dos momentos (exclusión-inclusión presente-futura) con los acontecimientos del pasado (de inclusión o exclusión). Es a través de estas conexiones que en esta dimensión temporal desde la cual estamos abordando la exclusión podemos rescatar la heterogeneidad propia de la experiencia de exclusión, tanto como forma de permanencia, tanto como forma de transitoriedad, tanto como transitoriedad a la inclusión o a nuevas formas (más dignas, menos opresivas) de exclusión. Es por eso que a partir de aquí empezamos a distinguir posiciones al interior de la exclusión, a medir distancias (subjetivas) a descubrir límites, elementos que nos permiten distinguir algo así como un mapa de la exclusión, una dimensión espacial al interior de estas historias, dimensión que nos guiará junto a la dimensión temporal en la interpretación de estas historias orales. La exclusión en la exclusión:

44 Zygmund Bauman, desarrolla esta idea en su libro “La sociedad individualizada”, Ed. Cátedra, 2001, cuando afirma: “El excluido siempre es el otro, aquel que siempre de una manera mucho mas tangible y con toda convicción es total y verdaderamente el temor del incluido”.

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“Quizás lo más duro de su condición sea la imposibilidad de imaginarse un futuro….” A lo largo de las entrevistas observamos que sólo algunos protagonistas, aquellos quienes viven la exclusión como algo permanente, son los que suelen reconocerse en el lugar del otro. Paradójicamente esto es lo que a unas vidas llenas de miserias las convierte en unas vidas también llenas de certidumbres. Y esto lo decimos sin querer caer en la visión del incluido. Sus biografías se han convertido en algo terriblemente certero. Para Pablo, el Pingüino, Lucas, Esteban, el grupo de muchachos que limpian parabrisas en la zona de Tres Cruces, su certeza es la incertidumbre, pero no la incertidumbre del mañana, que podría ser la inseguridad de cualquier otro excluido sino la incertidumbre del hoy, de unas horas después. La certidumbre de estos muchachos es la certidumbre de la cárcel, la falta de higiene personal, la enfermedad, las drogas, la violencia de la policía, la mendicidad. La exclusión como permanencia es una certidumbre que clama por dejar de ser. En cambio, el excluido en situación de provisoriedad vive la incertidumbre de “llegar a ser…” y siempre tiene un mañana al que temer. “…Una vez paró una mujer, le habían roto el vidrio del auto otros limpiadores, me relajó todo. … Me dijo que me iba a mandar preso. Al rato llegó la policía, me querían llevar, me pusieron las esposas…” (Limpia parabrisas, Tres Cruces) De alguna manera su propia desconsideración desde todo punto de vista, incluso desde los derechos humanos, su falta de acceso a la comida, al techo, a la higiene, los hace hoy por hoy unos excluidos en la exclusión.

KE TENGAMOS TODOS NUESTROS MIS MOS DERECHOS EL PAN NUESTRO DE CADA DIA TODOS NUESTRA VIVIENDA

KE PUEDAMOS KAMINAR POR LA KALLE SIN KE NADIE NOS GRITE …

(poema)

Empezando a tomar distancias… Como decíamos, la segunda distinción que surge de las entrevistas es en la propia definición que el entrevistado realiza de la exclusión, lo que esta íntimamente ligado a su definición de la inclusión. Es por eso que a partir de aquí, si hay que distinguir al interior de estas trayectorias de desempleo un criterio que marque el inicio y el devenir de estas historias esta marca se puede establecer en la forma como el entrevistado encara la pregunta: “excluido ¿de qué?”. Desde tal punto de vista la exclusión adopta múltiples formas pues es en la representación que hace del otro, del excluido, como alter, donde fija su propia definición de la exclusión. Esto es un poco lo que les pasa al resto de los personajes. Tratan todo el tiempo de “tomar distancia”, incluso de la certidumbre, si la que ellos conocen son solo las certezas de las que hablábamos antes. Para algunos es no perder la dignidad, para otros es no terminar en un cantegril o en la mendicidad, o no tener que migrar, abandonar los afectos, que están en el país. aunque esto signifique perpetuar unas vidas de incertidumbre. Y esta toma de distancia les apremia a tolerar o soportar con resignación la imparable “flexibilización” del mundo y la creciente precariedad de su condición. “Uno necesita trabajar y trabaja. …” Y se llevan gente de acá para trabajar, no se les respeta el horario ni nada, pero no podés patear, uno necesita trabajar y trabaja. … En la empresa nos declaraban trabajador eventual y nosotros no conocíamos cómo era la

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cosa hasta que uno se informa. Se trabajaba todo el año redondo y éramos zafreros, trabajadores eventuales sin derecho a nada….. “Es una violación a los derechos humanos lo que se le hace a los trabajadores asalariados y zafrales… (¿Ud. se siente así a veces?) Yo y otros tantos porque terminan en un cantegril en Montevideo. Yo tengo una hija en un cantegril en Montevideo porque no tienen vida en el interior. El otro día tuve que ir a buscar a un hijo con 20 años, buscarlo en Montevideo durmiendo tirado en un mercado”(Segundo Rodríguez, Trabajadores del campo) “Yo no me doy a dejar abatir, yo no me siento de esa forma… Mirá, todavía no tengo planificado dentro de mi proyecto de vida ir juntando chapas para engrosar el cantegril” (Winston Plá, Cristalerías del Uruguay) “Te cambian el proceso de querer ser vos independiente a no sólo ser dependiente, sino hasta casi perder la dignidad, porque el gran tema hoy en día es ese, no perder la dignidad porque no tenés trabajo, que es lo que está haciendo hoy todo el mundo: pierde la dignidad por un trabajo de 1200 pesos por mes. No tienen más remedio, yo los entiendo, si todos nos reveláramos sería otra cosa, no tenés opción” (Sergio Martinez, El Pinar). “Yo tengo compañeros que estaban pagando su vivienda y hoy están viviendo en un asentamiento. ¿Cómo se tiene que sentir ese muchacho que perdió la casa, que está viviendo en un asentamiento, medio separado de la mujer, los gurises andan unos por un lado y otros por otro, que con una abuela, con la tía....? A mí, en esa situación me dicen “ah, robó un banco”, ¡y era la que le quedaba! Si vas honestamente a todos lados y te dicen que no, nadie se preocupa por vos. Se preocupan por vos nada más que mientras estás en el seguro de paro, después que terminaste con el seguro de paro - están deseando que termines - ya ahí dejaste de existir por completo. Ya no sos más gente. ¡No sos gente! A mí, si me dicen ahora “¿querés trabajar por tres mil pesos?”, ¿sabés por qué agarro? ¡Pa sentirme bien!” Por esto la exclusión es percibida siempre como una cuestión de grados y cada uno la vive y la soporta desde diferentes oportunidades de movimiento dentro siempre de la exclusión, adoptando distintas posiciones, moviendo sus propios límites con la ilusión de volver a recuperar la seguridad perdida, adoptando desde las posiciones más individualistas, en el sentido de egoístas, que a veces constan en las entrevistas, hasta aquellas de quienes estando conscientes de la individualidad a las que les somete la situación de paro adoptan posiciones solidarias y altruistas con sus compañeros y que, incluso, les permite desarrollar acciones colectivas disciplinadamente. Para el trabajador rural es sobre todo y más que nada una exclusión de los derechos, por desprotección laboral, por inestabilidad, en fin, por precariedad: “Sí, y se trabajaba sin régimen horario. Y algunos hasta el día de hoy, como la Asociación Rural o la Federación Rural, siguen diciendo que nosotros nos debemos a la madre naturaleza, que por eso tenemos que trabajar de sol a sol y a la hora que nos requieran los animales de ellos, que a veces están durmiendo en mejores condiciones que nosotros”. “Hay que ver cómo está uno de estos animales de cabaña al lado de cómo duerme a veces un peón. Y cuando empezamos a ver si era cierto que teníamos derechos, estas organizaciones salieron también a darnos. Hasta el día de hoy siguen negando la información de legislación laboral para sus propios afiliados. Y siguen diciendo que ellos son los verdaderos representantes de los trabajadores porque dicen que nadie más que ellos conocen el tema. ¿Por qué no les dicen a sus afiliados que tienen que cumplir con las leyes?”

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“Terminó la zafra y yo justo me accidenté, estaba en el seguro y ya después no me dieron reintegro porque era zafrero. Yo no le quise armar pleito ni nada porque tenía la esperanza de que me retomaran en esta zafra. Igual ahí había gente que hacía seis años que estaba trabajando y no figuraba en ningún lado y si le pasaba algo tenía que ir al hospital, pero en el hospital no atienden así nomás si uno es trabajador”. Para otros es la exclusión por carencia de capacitación: Vivo con mi compañera que tiene 54 años que es de acá, de Libertad. Tengo tres hijos con ella, y dos nietos que criamos nosotros. Lamentablemente a veces no sabemos cómo enseñarles porque nosotros tampoco pudimos terminar la enseñanza, no supimos aprender. Tengo una hija en Montevideo que es de otra compañera, que termina siendo marginada en un lugar que no tiene trabajo, no tiene nada. Las mujeres acá en la zona no tienen nada. ¿Fuiste a la escuela?. Hasta segundo, después dejé. Tenía hermano chico para mantener. (No son pocos lo que no saben leer. Pablo tiene 26 años y no lee. El Pingüino se acerca a los 20, dice que fue hasta segundo de escuela, no lee, nunca consiguió aprender. Lucas lee con dificultad, aprendió en la carcel…) (Tres Cruces/Jóvenes que limpian parabrisas). Para otros es la exclusión por ingresos: “… lo que sea que pueda ganar por lo menos cuatro mil pesos líquidos y que me quede, no digo a mano, pero cerca de casa. Cuatro mil pesos es bastante menos de lo que ganabas... Sí, ni que hablar. Ni comparación. Pero por lo menos para que no se me vaya todo el despido. Voy corriendo contra el tiempo. (Inés, Banca) “Siete meses que no hacía nada y no quiero mentir: en el mes de diciembre hice una planchada por 300 pesos y una de 200. Te vienen a buscar: “dame una mano con la planchada, 200 pesos y el asado” (Sergio, El Pinar). O la exclusión a un grupo de edad: “Hay una competencia muy desleal, hay mucha juventud, hay mucha explotación según veo yo. Escúchame: si hay una fuente de trabajo hay cincuenta, y si diez exigen una cosa, treinta te trabajan por menos, y los toman y los usan, basurean a la gente. Son empleos, porque trabajo productivo acá no lo veo, son trabajos todos de servicios, en un supermercado... Quizás el muchacho de treinta años puede ser que lleve mejor que uno [la pérdida del trabajo], tiene tiempo de empatar. Pero ya con más de cincuenta años no empatás más, no llegás más. Es como si tuvieras que llegar a diez y no llegás hasta cinco, a cuatro, no te da la fuerza, no te da la edad. (...) ¿Qué me voy a poner a pensar en empatar, en volver a tener todo? Y las respuestas varían siempre. Unas veces es la salida individual “La inmediatez de las necesidades disuelve lo colectivo… Cuando empezamos a crear los microemprendimientos empieza a aparecer un fenómeno, la antropofagia local: nos comíamos unos a otros. Con tal de hacerse de un servicio que ha sido tercerizado se pierde la ética. Mi compañero ahora es mi competidor y la inmediatez de las necesidades disuelve lo colectivo. Es una de las cosas que más me cuesta asumir”(Julio Pica, Textiles) “Entonces, por decantamiento propio, muchos compañeros se fueron alejando

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porque fueron consiguiendo sus changuitas. Otros compañeros que se fueron alejando, alejando, alejando. Otros agarraron de una la plata de la indemnización y se fueron al país de las maravillas, se fueron al norte” (Winston Pla, Cristalerias del Uruguay) “Se dio una situación, también, de compañeros de muchos años que estaban a uno o dos años de jubilarse. Ellos estaban muy seguros: “bueno, me queda un mes para jubilarme, me quedan dos”. Un buen día, a las once de la mañana, la fábrica cierra y ¡chau! Todavía hay compañeros que están luchando por sacar adelante su jubilación, porque se enredó toda la historia, ya les costó acumular los promedios y todas esas cosas” (Winston Pla, Cristalerias del Uruguay Otras veces, es el duro aprendizaje de un colectivo que intenta resolver colectivamente los problemas y en ello parece radicar las posibilidades del futuro individual. Son por ejemplo los casos de los ex – trabajadores de Campomar o de Cristalerías del Uruguay. “Acá todavía sigue existiendo la solidaridad, muy grande. Porque [si] de una barra que son seis trabajan dos, esos dos lo comparten con los amigos y eso no se ve en todos lados. …. Yo trabajé‚ en un barco - hacíamos línea de La Plata a Juan Lacaze, en el Ciudad de Panamá. Éramos seis uruguayos y los demás argentinos. Seis uruguayos de Juan Lacaze, y nada que ver con los argentinos. Ellos, la gran mayoría, hacía la suya y nada m s. Para ellos la solidaridad es dar lo que les sobra. Pero acá entendemos otra cosa, para m¡. Es compartir lo poco que tenemos y eso en Juan Lacaze todavía existe. Y gracias a Dios existe en la juventud”. Son todos estos rasgos los que hacen el mundo social del desempleado. Un mundo complejo, donde se cruza lo colectivo y lo individual, la vivencia intima, privada y la vivencia pública, social. Donde se entrecruzan distintos pasados (de inclusión o de exclusión) y diferentes maneras de pararse en el presente e imaginar el futuro. La exclusión después de la inserción Ciertas particularidades nos llevan a observar las entrevistas de los trabajadores de Cristalerías del Uruguay y Campomar, como a las del sector bancario, con cierta similaridad. Se trata en estos casos de trabajadores que viven la transición hacia la exclusión y, en particular, trabajadores que parten de una situación de inserción en el sector fabril (industria del vidrio y textil) o en los servicios (finanzas), es decir, que parten de una situación de estabilidad o por lo menos así lo creían, que en la mayoría de los casos han vivido el despido como una ruptura abrupta de su biografía que los fuerza a encarar el presente desde una actitud reflexiva, una toma de conciencia de su precariedad, de la inseguridad que les rodea, encontrándose hoy con el desafío de o bien, superar, o bien, aceptar, esta situación. En definitiva, enfrentar el problema de como organizar ahora, después del cierre de la fábrica, de su despido, una narrativa vital. Algo que se aclara en parte sondeando como los entrevistados ven su futuro, que en algunos casos es también, el futuro de su comunidad. Y en este sentido la ruptura puede ser vivida de diferentes maneras. Dos temas surgen a partir de sus historias de transición con nitidez, una, la estrategia, con que el ex – incluido intenta incorporarse desde el mundo de la exclusión. Individualmente, la exclusión siempre es un corte biográfico. Colectivamente puede ser interpretado como un mecanismo de diferenciación social. En segundo lugar, la iniciación, que refiere al momento en que el ex – incluido empieza a comprender el mundo de la exclusión, un mundo, que como veremos más adelante, nos revela que “no todo es exclusión en la exclusión”. “Creo que, como trabajador, unidos se pueden lograr muchas cosas…

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Cristalerías y Campomar son dos empresas de tradición en el Uruguay. Cristalerías del Uruguay, fundada en 1912 y cerrada definitivamente por sus dueños en 1999, y muy ligada al barrio del Buceo donde estaba instalada. Campomar, fundada en 1906, fue durante muchas generaciones fuente de empleo para las familias de Juan Lacaze, lo cual liga, en ambos casos, fuertemente los avatares y destino de la fábrica con los de estos pobladores. Esta identidad que le otorga el lugar deja vislumbrar en las entrevistas el duro aprendizaje de un colectivo que intenta resolver colectivamente los problemas y en ello, como decíamos antes, parece radicar hoy, para los entrevistados, las posibilidades del futuro individual. Acciones que muchas veces orientan los líderes sindicales, de fuerte presencia en el sector fabril. En el caso de Cristalerías, son intentos de buscar reorganizar al colectivo, de mantener el sindicato, de buscar otras formas de unificarlos, proyectos de reinserción: “Fue una idea que fue surgiendo de nosotros. Hubo un momento [que fue] como si dijeras "vencedores y vencidos, y el campo de batalla, por limpiar." Nosotros en ese momento, cuando hicimos el abandono de la fabrica, vinimos todos para acá en una procesión, una marcha con todos los vecinos, grandioso aquello, todo el mundo llorando, una cosa muy emotiva. Pero al otro día dijimos: "¿adónde nos nucleamos?" Teníamos este espacio [se refiere al local sindical, donde tiene lugar la entrevista], este va a ser nuestro centro de operaciones. Pasado el tiempo, muchos compañeros veníamos acá, nos reuníamos, todavía teníamos insumos, comestible … (Cristalerías, Winston) Por otro lado, “estamos abocados en este proyecto de reciclaje, conjuntamente con la Intendencia [de Montevideo]. Las autoridades de la Intendencia nos pidieron concretamente que hiciéramos una carta de que cosas materiales son las que precisamos, y estamos en eso. El proyecto de trabajo ya está terminado, lo hizo el compañero Daniel Olesker. La Intendencia nos otorgarla el local, nos da camiones, los insumos, es decir el gasto del agua, la luz, el combustible por un período. Ya tenemos una carta de intención de los bodegueros. Y hay otros proyectos, que estan también relacionados con lo nuestro, pero vamos a dejarlos por ahí. Yo en este momento estoy jugado a eso. …” (Cristalerías, Winston) En Juan Lacaze la institucionalización de "lo colectivo" se siente forma parte de las vivencias cotidianas de esta comunidad y les hace decir que “Acá todavía sigue existiendo la solidaridad, muy grande …” En los bancarios, a pesar de contar con uno de los sindicatos más fuertes del país, sus experiencias están marcadas por una marginación de las redes de cooperación colectiva que lo podrían sostener ante un eventual desastre como el que vivieron estos trabajadores de Surinvest. Sucede que particularmente este Banco es caracterizado por los entrevistados por una fuerte persecución sindical: “El tema es que ahí, en el banco, no nos amenazaban con un revólver pero se sentía bastante la amenaza de “no te afilies”. Además, primero que nada – no sé si se estila así, o no – pero no me vinieron a decir “¿te querés afiliar?” Nadie. Porque tal vez, si me lo hubieran ofrecido, de repente, hubiera tenido oportunidad de charlar: “Bueno, ¿y cómo es?. Porque acá te presionan horrible...” O sea, nadie me lo ofreció. Tampoco consulté, es una realidad. Pero el gerente de personal me dijo: “mire que yo me estoy jugando por usted y...” - ¿cómo fue que me dijo? - ... “no me vaya a dejar mal, acá nada de afiliarse, nada de gremio, no se qué, no se cuánto...” “Sí, sí” – le dije. ”No hay problema”. Y ta, ahora todo el mundo dice: “mirá de qué te sirvió.” En su momento me sirvió. ¿Por qué? Porque a los que estaban agremiados los perseguían mucho. Es una realidad”. (Inés, bancarios)

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Algo que los deja, aun en la inclusión, excluidos de una institución que pueda contrabalancear de algún modo las políticas empresariales que los dejen vulnerables ante cualquier acción que pueda hacerles perder su condición de inclusión. No todo es exclusión en la exclusión Pero siempre llega el momento en que el reciente desempleado se reconoce inmerso en el mundo de la exclusión y es entonces cuando empieza a comprender el mundo del excluido, un mundo que pronto nos deja ver que “no todo es exclusión en la exclusión”. Las más de las veces, casi naturalmente, trascendiendo los muros de la fábrica o la empresa, empiezan a emerger los mecanismos de autoayuda en la exclusión, de apoyo vecinal, de parentesco, de amistad, que comienzan a conforman un tejido, una red que empieza a funcionar como mecanismo social alternativo de sostén, de inclusión en la exclusión. Es gracias a estas experiencias que en todos los casos de transición de la inclusión a la exclusión los protagonistas pueden vivir este periodo como un resurgir espontáneo de mecanismos de solidaridad, colaboración y cooperación social no estrictamente ligadas al mundo laboral, que vienen a integrarlo en estructuras horizontales, redes de ayuda mutua que funcionan como verdaderos sistemas sustitutos de seguridad social informal, a los que se acude ante la pérdida de trabajo u otras situaciones de emergencia asociadas a esta pérdida: enfermedad, crisis de vivienda, crisis de afectos, etc. A veces el destino tiene cosas... “(Y contás con apoyo familiar) Sí, me lo expresaron.... lo quiere dejar como un último recurso. Si no me pudiera pagar la sociedad [médica] mía o de mi hija. De momento no lo he necesitado, por suerte… Mis padres son gallegos y está toda la familia de mi madre allá. Yo ya fui, conozco y tengo posibilidades. Incluso yo hablé con ellos, que me reciban allá, me den un lugar para vivir en un principio”(Inés, bancarios) “... en este ínterin he conocido una persona, una vecina, una mujer con la cual nos relacionamos últimamente. Está separada hace un buen tiempo. Comentándole esto me dijo: “sabes que mi casa está abierta, agarrá tus cosas y venite para casa, ningún problema, te quedás hasta que consigas”. Están mis padres, que tienen un cuarto vacío y me dijeron “m’hijo - viste cómo te dicen los padres – usted venga para casa, no se haga problema”. Pero uno con cincuenta años ya tiene su vida propia”(Industria del Vidrio) Estas redes que sostienen hoy a los nuevos desocupados son las que han permitido sobrevivir a Solange, a Acosta, a los cuidacoches de las zonas fronterizas y a muchos otros de estos protagonistas en la exclusión. … Solange vincula a un conjunto de trabajadoras, vecinas del barrio, a quienes distribuye parte del trabajo que recibe, instruye en la confección de las bolsas, supervisa y paga. Si no repartiera el trabajo de esta manera no podría cumplir con los plazos que le fijan…(Barrio Maracaná) (...) Hay cinco hermanos que trabajan conmigo en la Zona Azul. Y el sexto, que es el mayor, trabaja en [la calle] Sarandí. Es camelot, vende medias donde era el cine. (Y un señor que está por Sarandí, por la confitería City) es mi padre, está ahí también laburando, correteando. Está jubilado, pero como es un trabajo informal, él igual puede. Lo que pasa es que está brava la cosa. Y tengo un tío que también trabaja acá con nosotros, un primo y los demás son todos amigos. Compañeros de antes de este trabajo. Todos vecinos, compañeros de barrio (trabajadores de frontera) Quedarse quieto equivale a quedar fuera de juego, por eso cualquier decisión, incluso la decisión misma de marcharse (del país) o pasar a la inactividad se parece a haber llegado a algún sitio, pues lo que

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importa es tomar una decisión. Lo único que estas opciones no siempre están disponibles y en los más de los casos el desempleo es una instancia que viene a interrumpir una narración que no tenía o no debía terminar ahí. “Sos viejo para trabajar, sos joven para jubilarte… En el caso de Cristalerías sucede que esta empresa de tanta tradición en la fabricación de vidrio en Uruguay se conducía al ritmo de un proceso gradual de reestructuración técnico-productiva y reducción de personal que condujo a que desde hacia muchísimos años no se tomaba personal. En consecuencia, la mayoría abrumadora de los operarios que se vieron abruptamente privados de su empleo trabajaba en la empresa desde hacía muchos años. Esto configura una situación particularmente crítica de los desocupados de Cristalerías pues pierden su empleo a pocos años de la jubilación, a la vez que tienen por delante aun una importante expectativa de vida (Graña, 2001)45. Este es el sesgo que se imprime en las entrevistas de este conjunto de trabajadores. Me cuesta adaptarme a la idea de que cerró porque era algo imposible de pensar. Imaginate que a mí me faltaban tres años de trabajo para jubilarme. Hoy con 53 años no trabajo en ningún lado: sos viejo para trabajar, sos joven para jubilarte (Héctor Rico, Cristalerías del Uruguay) La afirmación de Héctor señala un modo brutal y a la vez simple de sentirse en situación de riesgo, algo que deriva del hecho de entrar en la madurez: las actuales condiciones de vida empresarial están llenas de prejuicios contra esa edad y niegan el valor de la experiencia pasada de una persona. La cultura empresarial trata a la gente de esa edad como reacios al riesgo (a los cambios). Son prejuicios difíciles de combatir. Cincuenta años señala un tiempo que no es tanto de madurez biológica para el trabajador como de madurez social. Un obrero de cincuenta y tres años que le quitan su trabajo y que ve como se lo dan a un joven pasa por la experiencia de ver como le quitan sus capacidades, una modalidad de “descualificación”. 46 “En mi sector [Ramón manejaba el swift] éramos dos personas. Entonces la gerencia de ese departamento quería que alguien más supiera el trabajo, que les diéramos las claves a otras personas. Incluso, a ese gerente le dijeron que nosotros teníamos que proporcionarle las claves. Yo le dije que no había inconvenientes, pero no entendía para qué lo quería porque para manejar el swift tenía que saber todo el funcionamiento, no era solamente tener claves, pero él quería tener claves. Yo no tenía ningún inconveniente, si eran órdenes nosotros las cumplíamos. Decían: “en el caso que uno se enferma va a estar una persona que los cubra”. Y mi compañero empezaba a sospechar: “para mí que hay algo malo acá, algo va a pasar acá, a mí me van a sacar de acá" (risas). Yo le decía: “no, no, quedate tranquilo que eso no va a ser así, quieren preparar a alguien porque es lógico, si alguien se enferma tiene que haber alguien que nos cubra.” Pero este no es el caso de Héctor o de Winston, su compañero de fábrica, y posiblemente ellos difícilmente se vean como desposeídos de cualquier capacidad para definirse a sí mismo, hoy por hoy son “vidrieros”, e intentaran devolver el valor (material) a su profesión. Hoy día algunos de ellos se encuentran abocados a un proyecto cooperativo como posibilidad de alcanzar unos aportes jubilatorios que les permita aspirar en un futuro próximo a una jubilación: “(¿Y por ahora cómo está pintando el trabajo de la Cooperativa?)Está marchando con muchas dificultades, no hay trabajo para la totalidad del grupo. Y los que tenemos algo tratamos de sobrevivir por otro lado para dejar

45 Comentarios a entrevistas “Cuando el empleo desaparece”. 46 Una idea similar desarrolla Richard Sennett en La corrosión del carácter, Anagrama, 2000.

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lugar a que esos compañeros la sigan llevando adelante. Algún día se dará para que podamos ocupar todos un puesto de trabajo. Ha sido bastante dura la mano. Y más que nada el despegue, hasta que podamos lograr un ahorro. Pienso que con el tiempo puede surgir algún otro tipo de cosas, como el lavado [de envases] a los bodegueros que hasta el momento no se ha dado pero capaz que en algún momento se da. Más el envase que recogemos de los come vidrios, pienso que puede llegar a sacarse un jornal de 2.500 pesos, 3.000 pesos. Otra cosa no hay y por lo menos estás haciendo algo tuyo, estás haciendo algo en bien del país, salvando algo del vidrio que prácticamente se perdió todo, que era la única fábrica de vidrio que había en el Uruguay” (trabajadores del vidrio) Esto a pesar que sin lugar a dudas ellos reconocen que el cierre de la fábrica los deja en cuanto a su competencia, en tanto que vidrieros, definitivamente fuera del juego empresarial actual. “Mi oficio es vidriero, hacer botellas… … hacer botellas, trabajar específicamente en una máquina. Yo, por ejemplo, cómo voy a ir a un supermercado o a una fábrica de fideos, "y ¿usted qué sabe hacer?" Y... botellas". No sirve para nada. Yo me aboqué a aprender eso. Tardíamente, porque voy a cumplir cincuenta años, y el oficio que tengo, que lo conozco hace quince o dieciséis, es ese. Pero antes hacía trabajos diversos, nunca tuve un oficio concreto, siempre trabajé en lo que hubiese. Mi preparación fue hasta 6to. año, no tengo computación, soy un dinosaurio del siglo de las máquinas como dice Zitarrosa”. (Winston Pla, Cristalerias) “El obrero era obrero, hijo de obrero y ahí se genera una identidad, toda una forma de pararse en la sociedad, de relacionarse con los compañeros. Cuando deja de ser obrero tiene que ganarse la vida de otra manera, los vínculos son distintos” (Julio Pica, Campomar). “Acá es más para la fábrica. Todavía seguir creyendo que su futuro es la fábrica. Mucha gente de acá se fue a trabajar a Montevideo, a fábricas. A Phuasa fueron una cantidad de acá, hasta que cerró. Salían a buscar trabajo pero del mismo tipo. Que era muy calificada esta mano de obra. Era una tradición, de toda la vida” (William Filgueiras, Campomar) No lejos de estas experiencias están las de los trabajadores bancarios despedidos de Surinvest. Inés, Mariela y Ramón trabajaban en el banco y fueron despedidos el 31 de agosto de 2001 junto con otros cuarenta trabajadores. “Ese viernes, a última hora, la dirección del banco distribuyó un sobre a cada empleado. La mitad contenía cartas de despido”: A Ramón le faltaban sólo cuatro años para acceder a la jubilación y, a igual que William, Winston y Julio, Ramón había obtenido su puesto únicamente en base a su experiencia y carecía de los vínculos sociales capaces de facilitar su reinserción laboral. La juventud de Inés y Mariela las lleva a enfrentar el futuro con otras expectativas y otra experiencia. Si hasta el presente casi ninguno de nuestros personajes se planteaba migrar, esto no es así en Inés. Para esta joven migrar se ha convertido en una de las decisiones más difíciles que ha tomado, pero aún así, la que más claramente es aceptada como el único paso posible antes de aceptar el fracaso. “Lo primero que pensé - que lo dijo [Juan José] Ramos, lo escuché en un reportaje - es irme de acá [del país] y lo tengo encaminado. No se si lo voy a hacer cuando tenga todo pronto porque hay que tener mucha fuerza para eso.(¿Lo pensaste inmediatamente que te despidieron?)Lo pensé inmediatamente, como lo dijo él [Ramos]. Cuando terminé de leer la carta [donde le comunicaban el despido] dije: “ta, me voy”. "Sí, me voy". Fue lo

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primero que me vino a la cabeza. Después de las deudas. Primero pensé: “ay, todo lo que debo”. Y después, dije: “me voy". Fue así. “El fracaso es el gran tabú moderno… Aunque la visión del desposeído, del marginado, casi nos rodea a todos, parece que debemos estar en el lugar del otro para que éste nos recuerde de que hasta la vida mas prospera es insegura y el éxito de hoy no es garantía del mañana: “En lo personal, creo que me hizo reconocer cosas que quizás antes estaba ajeno a ellas… Por ejemplo, de no darme cuenta que había trabajadores alrededor de uno, vecinos, familiares, que estaban peor que uno, que ganaban menos que uno. Como trabajador no me di cuenta que lo que nosotros ganábamos era, dentro de cómo estaba el país, una cosa razonable. Eso fue una cosa que me pasó, que me di cuenta después. El sueldo de Cristalerías, comparado con otros, era bueno. Después, en otro sentido, trato de ser solidario como lo fueron conmigo. A nosotros nos dio una lección la gente. De lo que recibimos de amigos, de vecinos, de instituciones como AEBU, como otra gente que se acercó a darnos ánimo, a darnos una ayuda económica. Entonces uno como que se abre un poco la mente”( Cristalerias, Winston) Y hasta el más sensato de ellos insiste en que aun dentro de la posibilidad, el día en que se defraudaran sus expectativas de seguridad parecía no estar cerca. (¿Cómo fue el momento en que recibiste la carta?) (breve silencio).Fue... es indescriptible. Fue terrible, terrible. Primero pensé que era una broma. Me empecé a reír. Dije: “esto es una broma”. No podía creer. Y cuando miro alrededor, que todos estaban leyendo la carta... Tampoco pensé que era un despido, como decía en la carta. Pensé: “cierra el banco”. Pensé eso. Como una negación…. Fue lo primero que dije. Pensé eso. Es que es un lugar [donde] uno tenía mucha seguridad. Yo sabía que las cosas no andaban bien, que algo podía pasar. Pero nunca imaginé eso, un despido”. [Cristalerías] era relativamente seguro. A mi el hecho de que la fabrica cerrara no me impacta tanto en comparación a otros compañeros. No se‚ si era visión u otro tipo de entender las cosas, o más conciencia, no sé. Había compañeros que ahora estan compartiendo esta etapa tan jodida de estar sin trabajo, de mi edad y algunos mayores, que creían que la fabrica Cristalerías era una panacea, que era el reinado de lo que no se termina nunca. Estaban totalmente enceguecidos y muy seguros de su trabajo. Se sentían omnipotentes, imprescindibles”. Esto nos permite entender que el esfuerzo de estos desocupados por verle un sentido a lo ocurrido se viva como un proceso de transición. En primera instancia, se sienten sorprendidos por la decisión abrupta y víctimas pasivas de la empresa o la sociedad, aunque cuando avanzan en sus relatos los despedidos tienden a poner el énfasis en su propio comportamiento, en la necesidad de empezar de cero. “Por más que la culpa sea del Estado, o la política, o de todo, el que no trabaja es uno. Yo no puedo ir a decirle a Batlle “vos tenés la culpa de lo que me pasa”: no me dejan entrar”.(Hector, cristalerias) Y en el carácter individual que adopta la situación, la disolución, no sólo de lo material, también de lo familiar, la pérdida de confort, el aislamiento, la autodestrucción aceptada en silencio. Aquí radica la enorme paradoja de las nuevas experiencias de desempleo y exclusión. Por un lado, porque a pesar de ser un fenómeno cada vez más extendido, masificado, se vive casi exclusivamente como una experiencia biográfica individual. Por otro, porque esto sucede a pesar que muchos de los entrevistados insisten en mostrarnos que el cese del trabajo no sólo se comprende a través de un proceso de deterioro moral y psicológico individual, sino en el contexto global de vida social y, particularmente, la vida

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familiar. Aquí se hace muy claro nuevamente, que para los trabajadores un punto central de sus vidas reside en los grupos de pertenencia, fundamentalmente, la familia y en su contacto con estos ámbitos, el disponer/no disponer de un trabajo es un mediador fundamental. “empezás a sufrir un proceso en el cual tenés que ir suprimiendo cosas … “Hambre no paso, pero ni comparación de cómo se vivía antes. Vos empezás a sufrir un proceso en el cual tenés que ir suprimiendo cosas que supuestamente son superfluas, pero no son superfluas …Una vez por año me iba con un hijo para afuera a cazar, íbamos siempre a cazar y a pescar. Eso marchó también. Desde los doce años que me voy para afuera a acampar, hasta los cincuenta años que me quedé sin laburo, y ahí ya se terminó”. (hector, bancarios) “A veces te sentís poco hombre porque... Teóricamente, te preparás, tenés experiencia en trabajos, hacés las cosas bien, hacés los deberes. No robo, no me drogo, no me mamo, no fumo, no soy de andar gastando con mujeres. Y no puedo solventar los gastos de una casa ni de mí mismo. Imaginate que no puedo pasarle la pensión a mi gurisa, no puedo ni pasarle quinientos pesos por mes. La semana pasada me pinché de los cables de la UTE para tener menos gastos de luz y gastos de OSE no tengo, pinchamos el caño de la OSE. Tengo el teléfono celular, son ciento ochenta pesos por mes. Pero es, como quien dice, el punto de conexión entre los trabajos y yo. Para hablar tengo que ir hasta la terminal [de ómnibus de Santa Catalina] que a veces anda o no anda y son cinco cuadras”. “Vas perdiendo comodidades y vas perdiendo cosas elementales para la vida. Aparte del tiempo, que se te va. Tengo treinta y seis años y hasta los cuarenta años, más o menos, pienso que puedo conseguir un laburo como la gente”. “No sólo suprimís cosas, sino que también entrás a suprimir sentimientos, … porque entrás a vivir de otra manera. Te sentís desplazado, te sentís como que mucha gente piensa “éste no trabaja porque no quiere”. A mi me ofrecieron ocho pesos por hora. Por cincuenta pesos por día me quedo en mi casa” (hector, bancarios) “Y el factor económico, como en todo matrimonio, por más afianzado que esté, por más firme que sea la relación, es difícil. Las relaciones no son iguales, existen malhumores por problemas económicos que no los podés solucionar en ese momento. Entonces, como vos no podés solucionarlos, tienen que salir a solucionarlos mis hijos, mi señora. Y a vos te choca. Dentro de tu casa vas perdiendo lugar, el protagonismo que tenías. Venían los viernes: “papá dame cien pesos”, o “para tal fecha preciso quinientos pesos” Ahora es: “mamá, dame dos pesos para una fotocopia”. A papá no le piden. Por lógica, si yo sé que no tenés, ¿por qué te voy a pedir a vos? Tengo que ir a pedir al que sé que pueda tener”. “Actualmente, el que no tiene trabajo NO ES NADA… “Antiguamente, a mí me venían y me pedían referencias para créditos: “mirá, una muchacha – amiga de mi señora - quiere comprar un lavarropas...” - “Sí, sí, decile nomás, que me diga dónde hay que firmar” - “Ah sí, Rico no tiene problema... a ver, a ver: ah no, pero está sin trabajar”. Porque estaba en seguro de paro. Ya no vale que vos hasta ese momento... ya no te sirve como garantía, porque estás sin trabajar. ¿Ves?, no existís, no sos nada. Actualmente, el que no tiene trabajo NO ES NADA. A mí me costó darme cuenta. El día que se me terminen las esperanzas, cazo el chumbo y entonces sí, ese día me pego un tiro, pero mientras tenga esperanzas estoy vivo, mientras tenga sueños y esperanzas estoy vivo”. “Al no poder cumplir con tus obligaciones vos ya te empezás a encerrar, te empezás a volver como un solitario…

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“A pesar de que estás rodeado de tu familia, te sentís solo. Sentís que nadie te comprende, aunque te comprendan. Sentís que tu gente piensa que vos no querés nada. Vos tenés miedo de que piensen eso, que vos no querés nada, que vos estás entregado. Es que por momentos te sentís entregado, hay momentos que te sentís con una impotencia tal, los problemas se te vienen encima y vos no sabés cómo solucionarlos. Entonces entendés a muchos que vos decías “mirá, qué ladrón” o “este ratero robando una radio”. “Respecto a la dignidad, pasa que la gente decidió ya no luchar… “A mi a veces me pasa, que decido dejar de luchar por un montón de razones. Por ejemplo, hace como cuatro o cinco meses que no milito... porque no me siento bien. …Anímicamente no estoy en condiciones de participar en una reunión donde hay que discutir temas políticos, sociales, o gremiales por lo cuales intentemos encontrar soluciones. Entonces, si vos anímicamente estás mal, no podés ir a discutir con la Junta Departamental de Canelones, o con los ediles de Canelones. …Si vos vas a representar a alguien, o te piden que vayas vos a esa reunión, y tu ánimo está mal, porque en tu casa no hay un peso, porque te cortan la luz, porque se te quemó la bomba de agua, ¿cómo defendés a los demás?, que tienen los mismos derechos que vos, las mismas necesidades que vos, y tenés que defenderlos. Lo mismo le pasa a otro compañero” (Sergio, El Pinar Norte) “La gente no cree en nada … “Yo creo lo que veo, la gente también. A la gente le entra el desánimo...No creen en la política, no creen en el dirigente, no creen en el ser humano, no creen en ellos mismos. El desánimo es tan grande que la gente no quiere nada” (Sergio, El Pinar Norte). A la experiencia del fracaso de los protagonistas siempre la acompaña una irresistible necesidad de volver las cosas a su orden. En alguna medida esto nos dice que el orden importa cuando se pierde o durante el proceso de su pérdida. En este momento es que se reconoce que nuestro principal enemigo es la incertidumbre, la imprevisibilidad y la inestabilidad. Para quien el éxito no es un modelo a ser alcanzado, para aquel que esta instalado en el fracaso del otro, los acontecimientos por sí mismos configuran un orden, un devenir que los obliga a seguir, seguir vivo, seguir adelante, a pesar de la situación evidente de marginalidad. “Estamos convencidos de que seguir hay que seguir, … el tema ahora es tratar de seguir vivo “Tengo 47 años y no soy un anciano. Mi señora tiene 45, que tampoco es una anciana. Mi hija tiene 17 y es muy inteligente, con mucho futuro, lo más importante es no perder la dignidad. …la esperanza que nos queda es buscarnos el futurito nosotros, porque jubilación no tenemos, y ya lo sabemos. Yo tengo 16 años de aporte del puerto, el resto todo en negro. No voy a pagar los 20 años que quedan, a no ser que algún día algún gobierno haga alguna ley especial para los que no pudimos aportar, porque esa es otra cosa muy importante que está pasando hoy. ¿Qué pasa con la gente de mi edad, entre 30 y 50 años, que hace 10, 15 años que no aportan? ¿Qué va a pasar con esa gente cuando tengan 60, 65 años? El tema ahora es tratar de seguir vivo, lo mejor posible, no metiéndote con nadie, que nadie se meta contigo” (Sergio, el Pinar Norte). “La cuestión es salir a caminar, acá la bicicleta es fundamental… “Mira, es bien sencillo. Una de las cosas que hago es salir en la bicicleta. Recorro todos los puestos de fruta y verdura que hay … Entonces buscás la forma de buscar precios. Cómo hacer para mantenerte gordo, para decirlo más clarito … Comprás una falda gorda de trece pesos el kilo y te hacés unos buenos guisos aunque haga cuarenta grados de calor. La lenteja cuesta doce pesos, con un kilo de lenteja hacés cuatro guisos. Por eso nos rinde más. Comemos mucha verdura, mucha lechuga, mucho tomate, mucha cebolla, mucha papa. Lo que menos

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consumimos es carne y la poca carne que consumimos es esa o, por ejemplo, ahora que hay un supermercado que ofrece a 12.50 el kilo de oveja congelada. No deja de ser carne, no es ni rica ni fea pero no es tan desagradable. La cuestión es salir a caminar, acá la bicicleta es fundamental”. No todo es inclusión en la inclusión Pero si en cierta forma podemos ver que “no todo es exclusión en la exclusión” también podemos reconocer que “no todo es inclusión en la inclusión”. A través del relato de Solange, de los trabajadores del campo, los trabajadores de frontera, el trabajo inestable, inseguro, sin acceso a una larga lista de derechos, es decir, la precariedad, parten las más de las veces de fuertes mecanismos de articulación con el trabajo formal: "Yo soy un sándwiche y Mariela [la mujer que le “da” trabajo] también es un sándwiche", dice Solange para explicar que se encuentra en medio de una estructura que se despliega como un árbol…” “Soy hurgador, reciclamos material para vender. Todo por cuenta nuestra. Habían hablado de poner una cooperativa...(¿Qué cosas sacan del basurero?)Botellas de vidrio, de plástico, latas, latones.(¿Y a quién le venden?)A los brasileros.(¿Alguna fábrica en Sant´Ana.?) No, vienen a comprar, viene una camioneta; todos los días, viene.(¿Y qué hacen ellos con eso?) Ellos van a Porto Alegre.(¿A reciclar allá) A reciclar no sé. A otra fábrica… Viene una camioneta. Yo tengo ahí [se refiere al fondo de la casa] latas, cartones... desde la semana pasada. Yo lo veo [al de la camioneta] y me dice “mañana vengo”. Y pasa mañana y le digo de nuevo y me dice: “mañana vuelvo a eso de las tres de la tarde”. Hoy quedó de pasar a las tres de la tarde y son las cinco y todavía no apareció” Lo que nos dice que muchas veces, la informalidad puede ser entendida como demanda del sector formal, que su crecimiento es una función de la dinámica del sector formal. Y que muchas veces esto sólo se puede entender comprendiendo los fuertes quiebres en la cadena de producción en el sector formal. Este es el espacio de reflexión que nos abre el entrevistador cuando en su diario de observación anota: (Dejo la casa de Carlos y Solange en dirección a Punta Carretas. El traslado veloz a través de los accesos me hace consciente de la contradictoria simultaneidad de la ciudad: parado frente a la tienda para la cual Solange está plegando bolsas de satinado papel fucsia siento que la distancia entre Maracaná y el shopping construido con pedazos de la vieja cárcel es, a la vez, mucho más corta y mucho más larga que los veinte minutos de viaje en automóvil”. Conclusiones parciales Durante el análisis hemos visto que las grandes categorías que las Ciencias Sociales han ido elaborando para abordar el problema del desempleo aparecen como pertinentes. Marginalidad, informalidad, exclusión, demuestran ser situaciones sociales fácilmente visualizables en las distintas trayectorias biográficas de cada uno de estos entrevistados. Cuando observamos las vidas de aquellos muchachos limpiaparabrisas en Tres Cruces claramente estamos describiendo fuertes situaciones de marginalidad, en el sentido que nos enfrentamos a unas biografías llenas de carencias y limitaciones de toda índole que los distancia drásticamente de cualquier participación en el sector productivo. Aún en coyunturas hipotéticas en que el empleo formal creciera notablemente, vemos dificultades evidentes para que estos muchachos se integren a este mercado de trabajo.

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Dijimos también que la marginalidad es una cuestión de grados y esto nos permitió definir estas biografías desde la perspectiva de “la toma de distancia” de unos límites que muchas veces traza el trabajador: se trata a veces de “no terminar en un cantegril”o “aceptar un empleo por apenas cuatro mil pesos que me permita seguir acumulando derechos para una jubilación”. Pero si en muchos casos se trata de límites subjetivos en muchos otros – un caso es el de los limpiaparabrisas- se trata de unos límites que se imponen desde situaciones ajenas a la voluntad del trabajador, límites que pueden moverse antojadizamente de acuerdo a las reglas que impone el mercado. Este puede ser también el caso, por ejemplo, de los trabajadores rurales. Aún insertos en el sector productivo, la participación de estos trabajadores se encuentra limitada por el no acceso a un conjunto de derechos que normalmente corresponden a quienes están “incluidos”, siendo su entrada al sector productivo temporal, algo que los deja permanentemente en una situación de “reserva” respecto a éste. La distancia entre los primeros, los “limpia parabrisas” y los “trabajadores rurales”, marca una diferenciación entre dos situaciones que deben ser abordadas desde diferentes categorías y marca un debate al interior del propio concepto de marginalidad: entre el concepto más genérico de marginalidad y el de “masa marginal” que acuñó José Nun. La informalidad, que de alguna manera aparece como la forma más apropiada para dar cuenta de las mujeres, Solange y sus amigas, que “arman bolsas” en el barrio Maracaná. Se trata obviamente de biografías ligadas a la historia de una pequeña organización económica de subsistencia. Y decíamos que criticábamos la extrapolación excesiva de categorías acuñadas por la Economía a partir del sector formal: nos negamos a definir esta actividad y organización productiva como una empresa del sector informal y a los entrevistados como empresarios o microempresarios del mismo. Pero obviamente no se trata de trabajadoras del sector formal y su distancia muchas veces no es tan grande con respecto a este sector. Por un lado, es interesante señalar que aún las “relaciones de clase” que se dan en esta organización no son las que comúnmente concebimos en el sector formal. En realidad, por un lado, la dimensión se oculta a las autoridades públicas en función de no pagar impuestos o de regularización de los contratos de trabajo; situación que es querida tanto por los organizadores de la red como por los empleados de la misma. Es más, es imprescindible una cierta complicidad de todos los participantes porque cualquier denuncia de alguno de los involucrados implica seguramente la desaparición de la red. Porque la informalidad aparece como una necesidad imprescindible para poder mantener esta actividad productiva. Esta situación muy particular en que se desarrolla esta organización explica en parte que las relaciones entre los miembros de la misma no sean relaciones estrictamente económicas, tales como las que se dan en el sector formal, en donde las relaciones económicas se traducen en contratos con derechos y deberes con mecanismos para procesar los incumplimientos de las partes. En el mundo informal casi por definición no existen contratos pero, además, el requerimiento de complicidad y de discreción compartida lleva a que las relaciones sean de otra naturaleza, implican necesariamente una confianza que se logra a través de redes de amistad o de solidaridad previamente constituidas y aún generan situaciones que aparecen como extraordinarias: la organizadora de la red cobra lo mismo que algunas de sus trabajadoras, ello porque son sus amigas más íntimas. Aparece como más apropiada la categoría de “exclusión” para describir aquellos entrevistados dentro de cuyas biografías se ha dado una pérdida reciente de sus empleos. Pero particularmente si estos trabajadores habían constituido en torno a sus trabajos una auténtica identidad laboral como el caso de los obreros del vidrio y los obreros textiles.

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Creemos que en estos casos nos encontramos frente a auténticos procesos de exclusión y que en estos procesos podemos identificar tres momentos de la exclusión en sentido estricto. El primero es el de la “exclusión en el trabajo”. No se trata de la exclusión solamente del empleo, se trata que junto a su pérdida se sabe que se está perdiendo la identidad profesional que se ha ido construyendo durante toda o gran parte de la vida laboral. Y a partir de la cual el individuo se proyectaba en la vida social. Construía su auto referencia de respetabilidad social en la medida en que le encontraba un sentido a su vida a partir de esta identidad profesional. No todo trabajador alcanza esta identidad profesional y, por lo tanto, la pérdida del empleo no necesariamente implica exclusión o, tampoco la precariedad necesariamente implica exclusión, en el sentido que lo percibimos en estos casos. Sin embargo, estas situaciones de exclusión en el trabajo y de percepción de dicha exclusión las hemos visto en muchos trabajadores, ha sido una situación relativamente generalizada en la última década. Además de las entrevistas que estamos analizando, nos vienen a la memoria dos casos que nos parecen paradigmáticos en estas situaciones. Una vez, hace pocos años, uno de los que suscribe este trabajo asesoraba junto a abogados laboralistas a distintos sindicatos. Y, una mañana de un cálido día de verano, en las vísperas de Navidad, se les llamó desde el pueblo Juan Lacaze para decirles que la empresa papelera, una de las únicas del ramo y la única en la región, había despedido a 130 trabajadores. Se les pedía que fueran a asesorar, a decirles que se podía hacer. Pero, llegando al local del sindicato, donde se aglutinaban los trabajadores, lo que impactó a todo el equipo fue la expresión de uno de ellos que le dice a uno del equipo totalmente desolado: “¿Te das cuenta? Ya no soy más papelero. Mi abuelo y mi padre fueron papeleros y conmigo se corta la tradición”. En el caso del obrero del vidrio y en cierta medida de los trabajadores textiles de Juan Lacaze, la exclusión tiene un carácter de fin de época, su identidad profesional desaparece porque ya no se requiere su competencia, ni siquiera el rubro en que se trabajan. Esto les genera un sentimiento de “ser del pasado”. En el caso que relatamos del papelero, es a la inversa, la producción del papel sigue, pero el yo no. La otra anécdota se refiere a una entrevista grabada en video para una encuesta sobre desempleo en el marco de una investigación realizada por la Facultad de Psicología bajo la dirección de Ana María Araujo. Se entrevistaba a una serie de trabajadores gastronómicos desempleados. En ella ninguno hablaba de sí mismo en términos de desempleado sino en términos que no tenían trabajo. E incluso uno de ellos sostuvo que hacía como doce años que no trabajaba. Cuando la entrevistadora se manifestó sorprendida el trabajador le contestó: “Hago otras cosas, changas, “laburitos”, pero eso no es trabajo” refiriéndose a que para él, trabajo era el que realizaba en las cocinas. Es en este sentido que pensamos que la idea de exclusión en el trabajo toma toda su pertinencia y se diferencia de otras situaciones de desocupación o de precariedad. El segundo momento de la exclusión es la “exclusión del nivel de vida” y que es consecuencia de la exclusión en el trabajo. Significa la pérdida del acceso a ciertas instituciones (no necesariamente a todas) constituidas en la lógica del Estado de Bienestar (jubilaciones, seguro de paro al poco tiempo, seguro de salud etc.), de otras directamente vinculadas a la existencia de un salario regular, tales como acceso a los servicios públicos (luz agua teléfono) o a bienes de consumo duradero (vivienda, auto, moto, etc.). El reajuste de los presupuestos familiares y el aprender a vivir con menos dinero y que llegue irregularmente implica un complejo proceso en el cual el sentimiento de exclusión es constante. El tercer momento de este proceso es la “exclusión de la jefatura del hogar”. En efecto, en muchas de las entrevistas hemos visto que una de las consecuencias de la pérdida del empleo y los procesos de exclusión que conllevan, más otros que suponemos, de orden psicológico, de tipo depresivo y/o de

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tensión en las relaciones de pareja, etc., concluyen en muchas biografías en separaciones o divorcios. En un caso, sin embargo, en que no culmina en divorcio, el entrevistado expresa su sentimiento de pérdida del rol de jefe del hogar en el sentido sustantivo del término: ya no le piden dinero los hijos porque saben que no lo tiene, cuando quiere ofrecerles algo lo rechazan porque saben las restricciones que suponen para él, etc. Esta exclusión de la jefatura del hogar no implica que estos desempleados no puedan reconstruir una vida de pareja o de familia pero si que esto lo harán bajo el supuesto que no serán jefes del hogar. Finalmente, aunque no tenemos entrevistas en este sentido, existe un cuarto paso de exclusión en este proceso de descenso a los infiernos. Que es el de la “exclusión en la exclusión”. Es decir, el que queda totalmente aislado, que pierde sus redes de relación, que no puede recurrir a ningún tipo de solidaridad, ni de los ex compañeros, ni barrial, ni familiar, ni de ningún tipo. Este cuarto paso en la exclusión aparece como un caso hipotético aunque se percibe en las entrevistas una creciente reducción de las redes en torno a los desocupados. Esta revisión de la pertinencia de los conceptos teóricos nos muestra también que las tres grandes categorías tienen diferencias fundamentalmente de énfasis en un universo, multidimensional. Son en realidad “núcleos conceptuales” que se vinculan entre sí y tienen límites muy lábiles entre ellos. El informal puede ser a su vez marginal, e incluso un excluido. Aparece además una complejidad vinculada en parte a la dimensión temporal, un excluido puede caer en marginalidad o en el sector informal. Pero también debido a una creciente complejización de las relaciones sociales y laborales que se dan en las sociedades nacionales, en donde los procesos de flexibilización, desregulación, globalización (en el sentido de debilitamiento de los Estados), de los procesos de individuación y de la transformación de la acción colectiva, generan situaciones inéditas que hacen perder precisión a los conceptos usualmente utilizados para describir el mundo del trabajo. Todo ello llama a la reflexión y, ¿por qué no?, a la necesidad de creación de nuevos conceptos para dar cuenta de estas nuevas realidades. Pero para abordar esta nueva realidad que se presenta creemos que es necesario dar cuenta de ella desde una perspectiva metodológica que tenga en cuenta dos supuestos básicos. En primer lugar que rescatar un fenómeno que es estrictamente estructural de la sociedad latinoamericana no puede ser separado de la subjetividad del individuo que transita por esa experiencia. Y en la mediación de estas dos instancias el método biográfico es una herramienta metodológica inigualable como mecanismo para hacer surgir el mundo social como conjunto de prácticas, comprendiendo éstas formas de hacer, pensar, que permiten desarrollar formas de pertenencia, de identidad, de organización y comunicación dentro de un espacio que es de simbolización (el mundo de la fábrica, el mundo de los trabajadores rurales) más que territorial. En segundo lugar, la pertinencia de abordar el problema desde lo que hemos dado a llamar desde un punto de vista sociológico: el problema de la forma. El desempleo como forma de exclusión nos remite a la complejidad de una situación que deja ver facetas muy distintas, no sólo si se le observa desde la inclusión o la exclusión sino a partir de la misma experiencia de exclusión. O a partir de sus conexiones con distintas formas de individuación e individualización. Pero mas allá de las herramientas sociológicas que nos permitan observar, el sociólogo no puede olvidar que no hay observación tal sin los observadores de primer orden de esta realidad. La observación del sociólogo es siempre “observación de segundo orden”. Aunque traducida en términos teóricos estas teorías no surgen por la mera acumulación, ésta podrá ser contrastada después, surge de las mismas experiencias de estos desocupados, surge del reconocimiento que han hecho estos protagonistas de su problema social, como problema suyo pero también de otros, de su propio reconocimiento de la exclusión como instancia que con cada vez más probabilidad prosigue o se antepone a la inclusión, de su reconocimiento de que hay exclusión aún en la exclusión o que hay formas de exclusión en la inclusión, o inclusión en la inclusión y, también, de que no todo es inclusión en la inclusión, que son muchas las

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formas de conectar con el sector formal, no siendo siempre desde dentro de éste que se puede realizar esta conexión. Por último, es fundamental ver como a lo largo de sus relatos surge el trabajo como categoría central que articula los acontecimientos de su biografía vital. El trabajo como mediador entre lo individual y lo social. Porque el no trabajo puede llevar a las más duras situaciones de decaimiento moral y psicológico como de aislamiento social. Porque además, el cese del trabajo no sólo se comprende a través de un proceso de deterioro individual, sino en el contexto global de la vida social del desocupado y, particularmente, la vida familiar. Aquí se hace muy claro nuevamente, que para los trabajadores un punto central de sus vidas reside en los grupos de pertenencia, fundamentalmente, la familia y en su contacto con éstos ámbitos, el disponer/no disponer de un trabajo es un mediador fundamental. A partir de aquí los protagonistas nos han mostrado las situaciones más paradójicas; en algunos momentos pasa que el destino nos guarda cosas y ante la falta de trabajo resurgen espontáneos mecanismos de colaboración, solidaridad y cooperación social, ligadas fundamentalmente a este orden familiar. Por otro, la misma experiencia puede venir acompañada de crisis de afectos, de deterioro que muchas veces pueden terminar en la desintegración del núcleo familiar. La otra paradoja de las nuevas experiencias de desempleo y exclusión es que a pesar de ser un fenómeno cada vez más extendido, masificado, se vive las más de las veces casi exclusivamente como una experiencia biográfica individual, como destino individual, lo que muchas veces retrae al individuo ante las posibilidades de ensayar formas de salida más colectivas, menos individualizadas. Y para potenciar esta idea de centralidad del trabajo aparece con fuerza la idea de su capacidad. El historiador Edward Thompson, citado por Sennett47, señala que en el SXIX incluso los trabajadores menos favorecidos, mal pagados, desempleados o que iban buscando un empleo tras otro intentaban definirse a si mismos como tejedores, obreros metalúrgicos o campesinos. El deseo de prestigio en el trabajo alcanzaba a estos trabajadores y también a los empleados domésticos de la categoría superior, era intenso en los empleados de la clase media de las nuevas empresas, todos intentando definir lo que hacían en términos de carrera, profesión, oficio, intentando dignificar su trabajo como actividades semejantes a la de un médico o un ingeniero. Así Sennett describe el deseo de prestigio que brinda una profesión y la sensación de que son las carreras mas que los trabajos concretos las que desarrollan nuestro carácter diciendo: “la persona que desarrolla una profesión se plantea propósitos a largo plazo, criterios de comportamientos profesional y no profesional, y un sentido de la responsabilidad para su conducta”. Con este repaso Sennett nos acerca a la realidad de nuestros personajes, quienes intentan rescatar una identidad que no está tan centrada en el trabajo en la fábrica o en el Banco, como en las competencias, demostrando con ello un imponente acto de fe en sí mismos, en la posibilidad de hacer algo de ellos mismos. 3.- Conclusiones finales: cómo derrotar al desempleo.- Hemos visto teóricamente y a través de las entrevistas como el desempleo es la manifestación y el mecanismo más relevante, aunque no único, en el pasaje de la inclusión a la exclusión. Hemos visto además también teóricamente y también prácticamente cómo la exclusión aparece “sin salida”, a veces por sorpresa y a veces luego de un largo proceso de maduración, pero como algo inexorable. Hemos también visto, más allá de conductas positivas, de ganas de “salir” de la exclusión, de la gran mayoría de los entrevistados, de la fuerza de sus “raíces” para continuar la lucha, que los esfuerzos tienen pocas posibilidades de realmente recobrar el bienestar perdido. No solamente el íntimo, las parejas rotas, sino

47 Richard Sennett, La corrosión del carácter, Alianza, 2000.

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el que le correspondería a cualquier ciudadano que legítimamente desea vivir, ganarse la vida desempeñando un trabajo digno y útil para la sociedad. Hemos visto también a jóvenes, ya “instalados” en la exclusión, en trabajos en los que el servicio que brindan es casi nimio y se confunde su remuneración con un acto de solidaridad. ¿Necesitamos realmente que nos limpien los vidrios, que nos cuiden el coche, que nos ayuden a estacionar o a salir del estacionamiento? En este plano podemos leer las entrevistas con una mezcla de compasión y simpatía por un lado, y una sensación de impotencia por otro. ¿Pero esto es así, debemos doblegarnos ante un fatalismo que nos invade? ¿No hay nada por hacer? Salvo, quizás solidarizarnos (intelectualmente) con estos excluidos, pero sabiendo que no podemos realmente hacer nada por ellos, que nada se puede hacer por ellos. Esta actitud es doblemente peligrosa, porque sabemos desde Rousseau, Jefferson y Tocqueville que la democracia exige participación de personas dotadas de autonomía moral, sin lo cual no es posible una elección consciente y responsable48 y los excluidos tiene obvias dificultades para tener dicha autonomía moral. Y además, como señalábamos citando a Castel, que la sociedad puede invertir, que el ciudadano puede comprometerse en una sociedad llena de incertidumbre y con un riesgo continuo de caer en la exclusión, donde su sacrificio si se requiere no es para mejorar en el futuro o para asegurarle a sus descendientes un mejor vivir sino para no caer en la exclusión o salirse de ella.49 Este recorrido teórico y la constatación del potencial de resistencia a este estado de situación que se entrevé en las entrevistas nos llevan a rebelarnos ante esta situación de hecho y proponer una batería de propuestas de salidas. Por de pronto, sabemos que el problema de exclusión implica una lucha que trasciende las fronteras nacionales, que implica una lucha contra la forma que el capitalismo hace uso de la globalización, de la irresponsabilidad con que hace uso de la misma. En este plano es necesario apoyar movimientos como Green Peace, Attac, el Foro de Porto Alegre, e incluso ir más allá participando en un tejido de luchas y de manifestaciones antiglobalización o anti la globalización que se está construyendo en esta fase del capitalismo. En lo atinente al sector financiero, que atañe particularmente al Uruguay, el cooperar y participar dinámicamente en cuanto foro o red o estructura sindical internacional, regional, o sectorial bancaria se presente, para aportar un granito de arena contra la arbitrariedad del capital bursátil y financiero principal generador de exclusión. Denunciar las implicancias antidemocráticas de los fondos de ayuda, tipo el FMI cuyas condiciones son generadoras de exclusión y ahora más recientemente de los dictámenes de las calculadoras de riesgos50, que en realidad nadie sabe como realizan dichos cálculos. En el plano de nuestra sociedad concreta y en relación a los Estados, luchar para que el empleo se transforme en una dimensión central de la política económica del país. En un estudio realizado en 1986

48 Ver Nun op.cit. 49 Es en este sentido que uno no se reconoce en el diagnóstico de la Cepal y el Pnud de Desarrollo Humano en Uruguay 2001 op. cit. , que sostiene: “En primer lugar, se mantiene una posición elevada en términos de desarrollo humano en la comparación internacional. Uruguay registra los menores porcentajes de hogares y población en situación de pobreza entre los países del América latina y, además, en las últimas décadas redujo aceleradamente estos niveles.” Y si bien luego matiza estas afirmaciones muy contundentes, estas primeras no corresponden al sentir generalizado. 50 Ver el impacto de sus dictámenes sobre las elecciones en Brasil en este año 2002. Ver también Manuel Castells. Tecnología de la información y capitalismo global. En Anthony Guiddens y Will Hutton (eds.) En el límite. La vida en el capitalismo global. Kriterios Tusquets. 2001.

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Goran Therborn51 señala con relación a las causas del desempleo de los países más avanzados del mundo entre 1974 y 1984, que frente a la gran crisis económica de la década del setenta, hubieron aquellos que tuvieron desempleo masivo y hubieron aquellos que lo tuvieron muy alto pero, sin embargo, hubo cinco países que lograron sortear la crisis sin elevar sus tasas de desempleo. Estos países fueron Suecia, Noruega, Austria, Suiza y Japón. ¿Cómo lograron estos países mantener baja la desocupación? : “La existencia o no de un compromiso institucionalizado con el pleno empleo constituye la explicación básica del impacto diferencial de la crisis”, es la explicación que encuentra el sociólogo sueco. Ello es difícil pero como se ve en el ejemplo no imposible. Por de pronto es necesario que el empleo se incorpore como un eje a la problemática de la construcción de la política económica del Uruguay. Ello implica abandonar la invocación del empleo en las campañas electorales y darle un lugar privilegiado en la construcción institucional del Estado. En Chile, el ministerio de Trabajo está incorporado al Gabinete económico, en Francia, en el último gobierno socialista, se constituyó un muy importante Ministerio de Asuntos Sociales, que comprendía al Ministerio de Trabajo, y que por su peso contrarrestaba de igual a igual al Ministerio de Economía y Finanzas. Así en algo más de tres años se construyeron aproximadamente setecientos mil empleos. Sin embargo, si bien estas medidas son necesarias parecen no ser suficientes. En Austria, país de los estudiados por Goran Therborn, culmina con un gobierno declaradamente fascista, el primero después de la segunda guerra mundial. Y en Francia, la izquierda cae derrotada aún después de haber reducido notablemente el desempleo y Le Pen, el candidato de la ultraderecha, logra su mejor votación superando incluso a los Socialistas en la contienda electoral. Sin caer en explicaciones simplistas, un elemento en común de la retórica de la ultraderecha europea es el de la inclusión pero excluyente, en particular a los extranjeros. Lo triste es que aún extranjeros los han votado, aquellos que han logrado estar entre los incluidos pero quieren que “la puerta se cierre” detrás de ellos. Posiblemente con la ilusión que así nunca más sean excluidos. La lucha por el pleno empleo, por lo tanto, no puede concebirse como un fin en sí mismo sino como un medio para luchar contra la exclusión social, y en ello se complementa la necesidad de concebir la exclusión desde una perspectiva de solidaridad internacional, en contra de la concepción de la globalización que excluye y en solidaridad con los excluidos. A su vez, es necesario luchar por la incorporación de los actores en la lucha en particular en Uruguay a los sindicatos. Hoy parecería que una de las tareas centrales de la actividad sindical es la lucha contra la exclusión. Lucha que orienta tanto la lucha por las fuentes de trabajo, como por los salarios y aún define la orientación en contra de cómo abordar las propuestas de flexibilizaciones negociadas. Es cierto que en ocasiones los sindicatos se encuentran en disyuntivas complejas, defendiendo derechos adquiridos que en sí excluyen, pero aún así en sus programas definen una orientación solidaria con los excluidos. De hecho, a pesar de la crisis de afiliaciones que tienen por múltiples causas, en Uruguay se sigue percibiendo a la Central Sindical como más legítimada para cierto tipo de reivindicaciones y para movilizar a la población. De esta percepción se puede dar cuenta a través de las entrevistas realizadas en este libro, del tipo de población que se unió, por ejemplo, a la marcha a Punta del Este, o de los carritos recolectores de desperdicios participando en el primero de mayo. A diferencia de lo que sucede en otros lugares de América Latina, los sindicatos son percibidos en Uruguay como un referente, aún para los excluidos.

51 Goran Therborn. Why some people are more unemployed than others. Londres verso. 1986. Citado por Nun op.cit.

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Dicho esto, también es necesario decir que los sindicatos no han tenido ni la capacidad ni quizás la fuerza de organizar o apoyar la organización de los excluidos. Y esta sí aparece como una carencia. Por otro lado, la organización de los propios excluidos puede realizarse autónomamente de los sindicatos. Si bien en este plano hay muy poca investigación en Uruguay, la investigación internacional52. Señala: “Los tipos de organizaciones en los que se agrupan tiene perfiles propios de cada país, conectados con los marcos regulatorios en los que se desarrollaron, en especial las regulaciones sobre la sindicalización (incluye sobre las organizaciones de interés de autónomos y empleadores) y la negociación colectiva. En este sentido, han sido condiciones relevantes, la legitimación social de la sindicalización, así como se accede a ella. Al mismo tiempo en contraste, las condiciones para su organización se han visto afectadas por regulaciones o políticas públicas que imponen restricciones a la sindicalización de asalariados de pequeños establecimientos, tienden a inhibir o dificultar la negociación colectiva multiempresarial o para un ámbito territorial dado), o consideran la inclusión de trabajadores no asalariados o de organizaciones en los que se nuclea, como un elemento para desestimar el reconocimiento sindical o la inscripción a confederaciones o centrales sindicales.” Se señala en el informe, que: “Estas organizaciones están en particulares condiciones de vulnerabilidad, al mismo tiempo que ponen de relieve la importancia de las políticas públicas para el desarrollo de las organizaciones en las que se nuclean quienes desarrollan actividades en el sector informal, otorgan especial significación a la difundida presencia y actividades de las organizaciones no gubernamentales, en las asistencias y apoyos para el mejor desarrollo de las actividades del sector informal, y a lo esfuerzos de cooperación y organización de quienes las realizan.” Para derrotar al desempleo, en una política de terminar con la exclusión necesariamente, tenemos que dar cuenta de políticas orientadas a transformar el modelo de globalización que hoy se nos impone, reorientar las políticas económicas, sociales y culturales donde el componente de lucha contra la exclusión debe transformarse en un aspecto central, y como garantía de ello, lograr que los actores, participen activamente, sea como actores sindicales o como actores propios del sector de excluidos.

52 Ver en Silvio Feldman y Miguel Murmis. Diversidad y organización de sectores informales.El trabajo de Silvio Feldman. La organización y Representación de quienes desarrollan actividades en el sector informal en Argentina, Brasil y Perú. Policopiado Universidad Nacional de General Sarmiento. 2002.