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NACIDOS PARA LUCHAR escritos inspirados en la experiencia del cáncer NACIDOS PARA LUCHAR CAMINO DEL CIEGO EDICIONES

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Nacidos para lucharescritos inspirados en la experiencia del cáncer

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CAMINO DEL CIEGO EDICIONES

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Nacidos para lucharescritos inspirados en la experiencia del cáncer

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Nacidos para luchar

© Servicio de Salud Biobío

Primera edición, diciembre 2018

Edición general y dirección de arte: Cristián Fuica Carrasco.

Diseño y diagramación: Mauricio Alvarado Rebolledo.

Ilustración de la portada: Obra del artista Mario Sánchez Rodríguez.

Todos los derechos reservados.

Queda prohibida la reproducción total o parcial

de la obra mediante cualquier sistema de

recuperación de información, sea mecánico,

electrónico, magnético, reprográfico o cualquier otro,

sin la autorización escrita del autor.

Camino del Ciego Proyectos

Condell 542 Los Ángeles de Chile.

www.caminodelciego.cl

Impreso en Dimacofi, Santiago de Chile.

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estimados usuarios y usuarias de la red asistencial

Una de las pr incipales tareas a la que se encuen-ta abocada nuestra red asistencial es a la detección precoz y al tratamiento de los distintos tipos de cán-ceres que afectan a las personas, esforzándonos para contar con los recursos humanos, de infraestructu-ra y técnicos, requer idos para entregar una aten-ción óptima a nuestras pacientes, en la que se con-juguen la calidad técnica y la calidez personal, tan impor tante en el abordaje de este tipo de patologías.Pero el cáncer, tiene una multiplicidad de var iables, que van más allá de los aspectos biomédicos, en espe-cial en los ámbitos, sociales, sicológ icos y espir itua-les, los cuales son determinantes para el pronóstico de la enfermedad y que como red asistencial aborda-mos desde nuestra misión de entregar una atención integral a nuestros usuar ios, usuar ias y sus familias.Por eso nos parece tan impor tante continuar con la publicación de este l ibro, porque creemos que es un excelente medio de comunicación, para que tanto los pacientes, como los equipos tratantes, puedan expre-sar sus sensaciones y sentimientos respecto a esta en-fermedad; la que a pesar de sus aspectos negativos, también permite que afloren actitudes tan gratif ican-tes como la solidar idad, la empatía, la amistad; por eso esperamos que todo esto contr ibuya a dar sentido al difícil paso que es l idiar con este problema de salud.Quisiéramos agradecer a todos quienes par ticiparon y contr ibuyeron con sus textos para esta obra y dejamos a todos y todas invitados para seguir trabajando en el abordaje de esta enfermedad, que a pesar de lo que con-lleva, también puede constituirse en un mensaje de vida.

Dr. Fernando Vergara UrrutiaDirector (s) del Ser vicio de Salud Biobío.

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cuáNto más

silvana Bustos catalán

primer lugar, categoría poesía.

Sin aviso, sin alertascomo me gustaría una bolita de cristal, una que me dijera en un susurrouna que me despertará y me diera cinco minutitos máscomo las estaciones del añocomo la caída de las hojas nos advierten, que el invierno se encuentra cerca,que la lluvia comenzarácomo las hormigas ya lo saben, saben cuándo deben comen-zar a recolectar.Como sería tener un presagio,pero no, la vida a veces e brutal,impredecible, dolorosa, sorprendente,pero no es su culpa, no es la culpa de nadie. Aprendamos a amar,no solo a fechas, no solo a ratos,no por miedos, no nos restrinjamos,demos amor a cada momento, vivamos a cada momento,seamos libres y auténticos a cada momento, que la vida es una, que las oportunidades son ahoray los que nos acompañan…Nadie sabe por cuánto más lo harán.

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coN el cáNcer volví a reNacer

andrea aceitón

Septiembre del 2013. Casada, con 2 hijos: Luis de de 8 años, Camila, de 2 años y mi tercer embarazo de 5 meses, pero no fue un embarazo como todos, este ya venía con una pena en mi corazón, mi esposo estaba raro, algo venía mal… recuerdo que lloré mucho, tenía todas las noches mucha pena porque más lejano lo encontraba ya que él es-taba entusiasmado con otra mujer de cerca de su trabajo. Pasaron los meses y él buscó a un doctor para que atienda mi parto. Gracias a Dios, llegó dónde Manuel Toso. Muy contento programamos la fecha de parto y luego de ver a Andreita en una ecografía, todo bien. Le digo: doctor, sabe, tengo una pelotita al lado del pezón, pero he ido a 3 ginecó-logos y me dicen que es un quiste, que es normal a mi edad (28 años) y que las mamografías son a partir de los 35 años. El arrugó su frente y me dice “a ver”, y empieza a tocar esta pelotita que era del porte de una bolita y me dice: “te man-daré a hacer una eco mamaria urgente, ningún bulto o dolor es normal en una pechuga, no importa la edad”. Se acercaba el 18 de septiembre, así que pronto estaría todo cerrado por los feriados, entonces decidí hacerla el mismo día para que después de las fiestas estuviera el resultado. Al día si-guiente me llaman para retirar el resultado, tuve miedo, fui a mostrar a mi doctor, me mira y dice: “necesitaremos una mamografía y biopsia urgente”, yo asustada no sabía qué pa-saba, me dijo: “tranquila, es solo para descartar. Dios sabe

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porque lo puso en mi camino ese día, jamás me dejó sola, me mandó donde la matrona Nora, un amor de persona, me consiguió todo rápido: exámenes, mamografía, biopsia. Hay qué dolor la biopsia. Pasaron unos días, el resultado estaba listo, me llama la matrona para que fuera y leyéra-mos el resultado, fui con Luis, seguíamos juntos, me mira la matrona y me dice: “bueno, la biopsia arrojó cáncer”… ella me hablaba y hablaba, yo quedé sorda, no quería escuchar, solo pensaba en mi bebé que estaba en mi vientre y mis dos hijos, no quería llorar ni mirar a Luis, hasta que salí de la consulta con la mirada perdida, solo quería estar sola y que nadie me viera llorar. Llegué a casa y sola encerrada en el baño me puse a llorar y pedía a Dios que solo me dejara ver crecer a mis hijos, luego mi doctor adelantó el parto, ma-duraron los pulmones de mi bebé y a las 36 semanas nació Andreita, era tan chiquitita. Ahí viene otro dolor, la dejan en mi pecho y ella buscaba la tetita y yo no podía darle pe-cho, ella solo tomó relleno esos 3 días que quedé hospitali-zada, me hicieron escáner y exámenes para poder operar la mama derecha, fuimos dadas de alta, pero yo debí ingresar a operar mi mama. Otro dolor, me iban a sacar pezón y aureola, me anestesié, pensando que así sería. Cuando des-perté y pasó la anestesia, qué dolor más fuerte sentí, solo la morfina lo pudo sacar. Luego el doctor me dice que no fue necesario sacar el pezón; sacaron el tumor y 25 ganglios. La recuperación no fue tan fácil, pero con el apoyo de mis hermanas y amigas fue un poco más fácil, ya que Andreita solo tenía días de nacida, yo operada de la mama, más ce-

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sárea… era difícil hacer las cosas solas y era difícil atender a mis 2 hijos, ya que mamá estaba enferma. Llegó ese día que todos tememos: la quimioterapia. Dicen tantas cosas y te pones a leer Internet, que más te asustas. Recuerdo que llevé agua de apio y un pan de molde con jamón de pavo, que hasta el día de hoy no puedo volver a comer, porque me recuerda ese día. Luego llegué cansada, con dolor de cabeza y asco, mucha nausea. Dormí mucho, pasaron los días, me fui sintiendo mejor hasta que el día 14, me empieza a doler el casco y en la noche, se me cae un mechón de pelo, y llegó ese día que toda mujer teme: la caída del pelo, ahí recién la gente sabría que tengo cáncer, me rapé junto a mi esposo, creí que con eso él estaba perdonado de todas las veces que me engañó y que yo sabía en 12 años, fueron 4 veces, pensé, nunca más volverá a hacerlo. Me conseguí un pañuelo para cubrir mi cabeza, era tan incómodo y caluroso, me sentía incómoda, no sabía a quién contarle lo me pasaba, no sabía con quién hablar, hasta que empecé a buscar por Facebook: cáncer, personas con cáncer. Y entre búsqueda y búsqueda, encontré a Magaly Bonilla, ella era venezolana, testigo de Jehová. Pasaba por lo mismo, le pregunté tantas cosas, ella con una paciencia única, respondía todos mis miedos, me decía qué comer, me hablaba de Dios, me hizo acercarme a él, todos los días le hablaba, ella me calmaba mucho, era muy linda y usaba distintas pelucas y me encantaba ver sus fotos, luego encontré en Chile una página Corporación Yo Mujer, les escribí y me dieron una hora, iba feliz, llegué, me senté y al lado mío estaba una niña tímida, de mirada

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perdida igual que yo, no la quise ni saludar por vergüenza y la niña que pedía nuestros datos dijo: vuelvo altiro, saluden porque de ahora en adelante serán amigas, yo la miré y reí, fue solo eso. Al salir de la charla quedé feliz, me regalaron 2 turbantes y recuerdo que les dije “¿qué valor tienen?”, son hermosos y ella me dijo: “son muy caros”, con una voz de lamento y me quedé con eso. Luego, con Arely, nos fuimos caminando al metro y cuando nos despedimos nos dimos los números, ella me habló altiro por whatsapp y yo feliz le contesté, nos programamos para ir juntas a los talleres, le llegué a contar a mi amiga Magaly, ella reía y se alegraba por mí. Luego me alejé de todos mis amigos, les decía que me sentía mal y no fueron más. Quien nunca dejó de ir, fue mi amiga Johana, tenía su día libre y siempre me fue a ver, a veces me sentía muy mal con las quimios, fueron 16 quimioterapias, 18 Herceptin y 35 radioterapias, 10 años de tamoxifeno. Cuando iba a mis quimioterapias, todas me preguntaban dónde comprar el turbante y yo les contaba, mucha gen-te encontraban lindo el turbante y no lo conocían. Decidí averiguar los precios y eran muy caros así que decidí fabri-carlos yo, con precios bajos, al alcance de todos. Pero cómo lo haría, si no sabía coser, ni enhebrar una aguja. Pero me compré las máquinas y recorrí todas las tiendas de telas con el turbante, no sabía ni cómo se llamaba la tela, hasta que di con una parecida; no aprendía ni a coser y ya me habían encargado 5 turbantes en el hospital, mis compañeras de quimioterapia que iban. Hasta que Luis, con una voz cada

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vez más alejada de mí, me dice: “tú puedes, tú lo lograrás”, con una palmada en el hombro. Decidí sacar todos los hilos y logré coser, estaba muy contenta, feliz, después fue cómo armar el turbante, jijiji, cada vez se ponen las cosas más di-fíciles, hasta que lo logré, por fin, estaba feliz, me quedaron hermosos los 5 turbantes. Después de como 50 intentos, le escribí a mi amiga Magaly, pero ella se sentía mal. Llevaba mucho resfriada, estaba asustada, el cáncer había vuelto, yo le di las mismas energías positivas que me dio ella, le dije: “vamos, esto no nos ganará, tú puedes, eres joven, tienes 29 años, ¡vamos, amiga por favor!, ella solo me dijo: ora por mí, tengo mucho miedo, amiga. Al otro día, Magaly murió de un paro respiratorio, tenía miedo y pena, porque la vida era así como se lo contaba Arely, para que no le afectara, se lo conté pero de otra forma. Tenía miedo, lloré todo el día y la noche, oré por ella, me despedí a distancia, le escribí a su esposo dándole mi pésame y seguí adelante, tenía 3 hijos por quien estar bien y clientas, que al ver mi trabajo quedaron conformes, me hice una página en Facebook y tarjetas de presentación, comencé a repartir en la clínicas y a crear modelos únicos, la gente se daba el dato yo feliz le contaba a Arely, ella estaba cansada se sentía mal. Pero se alegraba por mi trabajo, le conté que fui a hacer una dona-ción y que habían muchos niños con cáncer, eso le daba más ganas de seguir, Arely no estaba bien, el cáncer había vuelto con metástasis a la cabeza y a la espalda. Ella estaba cansada, mi mundo se volvió a caer, ella era a quien le contaba lo sola que me sentía, las cosas lindas que me pasaban, y ella

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a mí, nos dábamos fuerza. El día antes de morir, lo mis-mo, “Arely, por favor, no te rindas, tú puedes”; ella “estoy cansada”... “Arely por favor, vamos, tú vas a salir de esto”. En la madrugada me escribe su pololo. Arely falleció, no lo podía creer, quería desaparecer, tenía mucha pena, ella iba a ser velada en Cahuil, donde sus padres, yo necesitaba ir a verla, necesitaba decirle adiós. Luis me llevó solo a darle un besito, su familia, un amor; nos recibieron bien, estuvimos solo un ratito y le dije: “nunca olvidaré lo que me dijiste, para delante siempre que para tras no cunde”. Aléjate de lo que hace mal. Y así seguí mi vida, preocupada de mis hijos, de hacer di-seños nuevos para que mis clientas estuvieran hermosas, luego de 2 años de quimio y penas. Llega un mensaje a mi Facebook, no era una clienta, era la mujer con la que Luis me engaño durante todo mi embarazo, y que Luis nunca dejó, llevaban 3 años juntos. Qué dolor sentí, pero si el cán-cer no me mató, menos esto. Volví a renacer, me separé. Por muchos altos y bajos él no lo podía creer, me lloró, se enfermó de diabetes, pero nada me frenó, me separé y empecé desde cero con mis hijos y con el cuerpo cansado de tantos químicos, una neumonitis actínica que dejaron las radioterapias, casi me muero, pero seguí adelante haciendo diseños hermosos, voy a domicilio y cuando a las clientas se les cae el pelito, yo estoy ahí para raparlas, llevo mi maleta con una variedad de colores y diseños; les doy ánimo, les digo: “vamos, que sí se puede, el cáncer es solo una etapa”. Estudié Flores de Bach, Reiki, he hecho grandes amigas que

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hasta el día de hoy nos juntamos y reímos de la vida. Hoy en día estoy feliz, me costó volver a creer en los hombres, salí, lo pasé bien, siempre con miedo, porque mi cuerpo ya no era lo mismo; llevaba una cicatriz enorme de mi cáncer en la mama derecha, pero aprendí que era una cicatriz de una batalla ganada y entonces me volví a enamorar de un hombre bueno, respetuoso, adora a mis hijos, me cuida, me da amor, me ayuda a combinar mis turbantes, le cuento mis cosas… me hace muy feliz. Es el príncipe azul que toda mujer soñó, tengo mis hijos sanos, felices y todo los días, veo una sonrisa de mis clientas. El momento más difícil de la caída del pelo se lo hago más feliz y tranquilo, se ven her-mosas con turbantes. Hago muchas donaciones, llegó a las familias más pobres como también a las más ricas y siempre les digo: “vamos que se puede…”, por eso, con el cáncer, volví a renacer y llevo cada caída y cada dolor guardado en mi corazón y cada caída me ha dado más impulso en seguir haciendo felices a cada cliente con cáncer, no importa ra-zón económica ni social al frente de un cáncer, todos somos iguales y debemos curar el alma para poder sanar por com-pleto.

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la mejor oportuNidad y regalo que me dio dios

el cáNcer sacó lo mejor de mí

Brenda contreras

Todo comenzó un domingo, cuando al examinarme noté un pequeño bulto en mi seno izquierdo, lo observé y dejé por algunos días, pensando ingenuamente que desaparece-ría. A la semana comprendí que eso no sucedería y empecé a buscar horas de ecografía mamaria y yo no sé Uds. en su ciudad, pero en la mía es un caos conseguir esas horas, fue así como pasó otra semana, hasta que decidí ser más drás-tica y me tomé una mamografía. Cabe destacar que por mi edad y antecedentes, no correspondía realizar este tipo de exámenes, pero la verdad es que moría de miedo al pensar que haría si era cáncer. Justo cuando estaba bastante bien en mi trabajo, familia y amigos.En fin, me tomé la mamografía un viernes y ya el miércoles tenía el resultado que hablaba de “nódulos densos y adeno-patía axilar”, por lo cual el médico me citó de forma ur-gente a realizarme la tan esperada ecografía mamaria. Fue en ese instante en que supe que esto era cáncer y que debía enfrentar nuevamente esta patología en mi vida.El día viernes de esa semana me tomé la ecografía y con todo en mano el Dr. me dice Brenda, lo lamento, pero por mis años de experiencia, esto es cáncer y está avanzado, así que muévete y pide ayuda. Fue el balde de agua fría más helada de mi vida, estaba sola y no sabía bien qué hacer. De inmediato fui hacia el hospital, intentado calmarme y

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esperando conseguir algo de alguna forma. Fue así como me encontré con viejas conocidas y un Dr. quien confirma el diagnóstico con la ecografía y mamografía.Sentí como el mundo se me venía encima, qué haría con mi vida, cuánto me quedaría de vida, quien cuidaría a mi hija, mi trabajo, ¿qué pasaría con él? Tenía mil interrogantes sin responder, hasta que suena mi teléfono y era mi hermano, le comento lo que sucede y en unos minutos, él llega y pue-do al fin llorar y soltar todo lo que tenía contenido en ese momento.Fue así como se activó una interconsulta para el AUGE y debía estar atenta al celular porque llamarían pronto. A su vez, yo tenía por la empresa, un seguro oncológico con la Fundación Arturo López Pérez, en Santiago, así que ya para el miércoles de la siguiente semana ya tenía control con una Oncoplástica.El día martes acudo al hospital, me realiza la entrevista una matrona en conjunto de una Dra. Quien me examina y pre-tende tomar biopsia de inmediato, les explico que tengo un seguro oncológico y la matrona me dice ándate tranquila, te irás a un excelente lugar, debo admitir que eso me devolvió un poco más de calma al cuerpo.Ya el miércoles me encontraba en Santiago en FALP, a la espera que me recibiera la Oncoplástica, pero esta vez ya no me encontraba sola, vino una prima a sumarse a este camino y en ningún momento de todo este proceso se ha separado más de mí, ha sido un gran apoyo en todo este caos de camino que hemos recorrido juntas, paso a paso.

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Me entrevista la Dra., evalúa mis exámenes, realiza palpa-ción y de forma urgente me pide el examen de biopsia. In-tento tomarla en FALP, pero no hay hora disponible luego, así que empezó nuevamente la angustia, pero como empecé a comprender desde ese instante siempre tuve ángeles que abrieron mil puertas a mi favor y logré tomarme la biopsia al otro día. En resumidas cuentas desde que me palpé ese bulto hasta que me solicitan la biopsia pasaron solo 20 días.Llegó al día de la biopsia, rogando que no fuera tan dolo-rosa. Tenía más que claro que dolería, porque sabía cómo se tomaba, pero debo asegurar que nunca pensé lo que su-cedería. Nuevamente acudo acompañada por mi prima in-condicional a la toma de biopsia. Me hacen pasar y veo de inmediato instrumental quirúrgico, un ecógrafo y otras co-sas que me parecían familiares. La Dra. me evalúa y explica el procedimiento, debo admitir que ya la posición de tomar la biopsia es bastante incomoda, pero cuando comienza a colocar el anestésico local comenzó la tortura, luego sien-to un poco de dolor y después tres mini disparos directos al ganglio axilar, mientras se realiza todo esto yo pensaba “maldito cáncer estabas cómodo, ahora te aguantas, porque esta batalla no la ganas y yo te daré pelea”. Hasta ese mo-mento no íbamos tan mal, luego procede la Dra. a colocar anestesia en el seno y fue ahí donde comienza algo de dolor, luego realiza estos mini disparos y es cuando yo grito “no me tomó la anestesia Dra.”, intento no moverme, mientras comienzan a caer lágrimas por mi rostro. Rápidamente me aplican más anestesia y proceden a tomar el resto de las

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muestras. Debo admitir que ver burros verdes fue poco a lo que realmente sentí. Termina el procedimiento, me deja paracetamol en caso de dolor y me informa que el resultado estaría en 15 días, me dan el número de contacto y ya con eso solo debía confirmar lo que yo ya sospechaba.Como se imaginaran frente a un procedimiento un tanto traumático como fue la toma de biopsia conmigo, a los días tenía el seno inflamado y bien morado.A los 5 días ya tenía el resultado de la biopsia y concerté otra cita, pero esta vez con otro oncoplástico de FALP, ya que la Dra. que me vio al principio saldría de vacaciones, y obvio yo no esperaría a que volviera. Fue así como caí en manos de un excelente médico que a su vez me mostró su lado más humano cuando más yo lo necesitaba.Me presento con biopsia en mano con esté nuevo médico, ve mis exámenes y me informa: “Brenda, lamento decirlo pero esto es cáncer de mama en grado tres, continúa di-ciendo, lamento darte esta noticia y me extraña tanto que tan joven tengas esto, pero no te preocupes, el cáncer es tratable y lucharemos por ti”, se levanta y me da un abrazo tan afectuoso que nunca olvidaré. Prosiguió, dándome mil exámenes nuevos que debía tomar, además de sacar hora con la oncóloga y otros papeleos. De esta forma, ese mismo día, me tomé escáner de cerebro, tórax, abdomen y pelvis, después le siguió el cintigrama óseo, resonancia mamaria, marcación con clip; ecocardiograma y el famoso PET/CT. Todos estos exámenes de un alto costo y gracias a Dios, todos normales, lo que significaba que no había metástasis y

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que el cáncer solo se situaba en el seno y ganglio izquierdo.Había pasado solo una semana y yo tenía todos los exámenes en mano para que me evaluara la oncóloga. Fue así como me presento con ella, examina cada uno de estos resultados y me dice: “es tan extraño ver cáncer en mujeres jóvenes, pero no te preocupes, si bien tu tipo de cáncer crece muy rápido, la quimioterapia lo afectará rápido y podremos ver resultados en corto plazo”.Pensé ¿quimioterapia?, nooo, yo no quiero eso, es tan tóxi-co, no discrimina, moriré si me hacen eso, mil dudas en mi mente. Escuché y aclaré dudas la Dra., fue así como me mandó a colocarme el dichoso catéter para poder pasar las quimios a través de él.En ese instante decidí cortar mi cabello, bien corto, cosa que después no doliera tanto el tema de verlo caer, así tam-bién sería más fácil para mi familia. La verdad es que ese fue el primer golpe al ego que me dio el cáncer. Yo me declara-ba fanática en el cuidado del pelo y cortarlo tan extremo no fue fácil, lloré y me sentí horrible, fue así como me costó desprenderme de cosas tan poco importantes ahora para mí.Llega el día que me instalan el catéter y sin duda ha sido lo más doloroso que he sentido en este camino. Fue más que traumático, doloroso e incómodo, pero a estas alturas lo quiero y se ha convertido en un amigo que no me abandona en las quimios.De esta forma al día siguiente de instalado el catéter, estoy citada temprano en FALP para recibir mi primera quimio-

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terapia un día 24 de julio. Asisto acompañada, me explican que dolerá el pinchazo del catéter al estar reciente la cica-triz. Yo comienzo a encomendar a la colega que me pincha-ría a lo Florence Nightingale, para que tuviera livianita la mano y terminé gritando igual, pensando ¡qué más quieres de mí!Pasan la premedicación y me conectan la primera droga de color naranja, pasa sin problemas, me dicen que esa es la culpable que se caiga el pelo, yo pienso que más da, ya no importa. A los minutos comienzan a pasar otra droga y me dicen “esta es la lacrimógena” y yo miro a la enfermera, con susto y le digo ¿cómo es eso?, ella me mira y explica que es como las bombas lacrimógenas, que me dolerán los ojos, se me apretará la garganta y esas cosas. Yo la miro y pienso ¡qué diablos sucede, no es suficiente todo lo que ya he pasa-do que me bombardean con una lacrimógena ahora!Bueno de esa forma recibí mi primera quimioterapia roja.Yo tenía 16 quimios, quedan 8.No han sido fáciles y estas últimas llenas de reacciones alér-gicas, pero ¿por qué estar triste?Yo estoy feliz, ganando pequeñas batallas a diario. Llevo la mitad ya, cuando pensé que sería tan terrible, No sé si fue que siempre las recibo con amor y les digo ya “queridas va-yan a hacer su magia que las necesito”, viste que la actitud es primordial en esta vida.Un amigo me preguntaba el otro día, ¿qué has aprendido? Lo miré y pensé cómo te explico.... son tantas cosas, que escribir un libro sería poco del tema.

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Si tan solo pudiéramos hacer un ejercicio sencillo entende-ríamos de qué hablan los guerreros como nosotros.Pero inténtenlo: busquen un frasco de vidrio vacío, por 7 días en ese frasco anotarán en un papel algo que vieron que les pareció hermoso (pequeño milagro para mí), se darán cuenta que al término de esa semana tendrán el frasco lleno de esos pequeños momentos que antes eran insignificantes, pero que ahora los ven y valoran.Así es nuestra enfermedad nos enseña a valorar las cosas más pequeñas como grandes milagros. Todos los días miro el cielo y cada vez me parece más azul hermoso, cada día agradezco a Dios por darme la oportunidad de estar vivía y disfrutar de mi hija y las personas que amo.Disfrutemos de las cosas simples y sencillas que a diario se presentan en nuestras vidas, sean felices y si esta enferme-dad te enseña a ser mejor persona yo me declaro una fan de estas enseñanzas.Mi meta de mañana es seguir creciendo, valorando lo bue-no y lo malo, no dejarme vencer, reírme lo que más pue-da, amar a mi familia lo máximo posible, andar en bicicleta aunque me canse y por sobre todo Ser buena persona, por-que este mundo necesita más gente buena y aunque sea de las pocas que crea en esto, espero que a alguien le haga click para que seamos dos, ayudando a este mundo tan loco.Después de poder haber recibido la quimio sin más RAM, solo queda ser agradecida de un día hermoso, sin dolor, náuseas ni vómitos. Disfrutando al máximo cada momento, viviendo cada día como si fuera el último y queriendo de-

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mostrarles a todo que somos “NACIDAS PARA LUCHAR” y que cada vez estamos más comprometidas con la causa.Que no queremos que otra guerrera pase por esto sola, que queremos dar apoyo, consejo y amistad ante todo, porque somos mujeres y por qué Dios solo nos coloca a prueba para sacar lo más hermoso de cada una.Me encanta ver cómo somos capaces de inspirar al resto, como las redes son tan potentes que ellos nos ven como guerreras sin saber muy bien nosotras mismas en qué mo-mento nos convertimos en ellas. Yo creo que después del primer shock, que fue corroborar lo que pensaba con la biopsia y después de llorar a solas un rato, asumí que esta batalla yo la ganaba, no le iba a dar ni el lujo a esta enferme-dad de vencerme, que tenía toda una familia detrás angus-tiados y que yo, por sobre todo, quería brindarles calma. Si ellos me veían tranquila, siempre pensando positivo, ellos estarían bien y fue así como el optimismo se volvió mi me-jor arma contra esta enfermedad y es, en ese instante, que me volví una guerrera.

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escudos rotos

constanza acuña

De espalda al pudor,porque de frente los escudos de mi corazón

se entristecieron con mi cáncer.Aunque mis pechos marchitados

y en esta profunda oscuridad, cuatro destellos de luz pude divisar en este mar de dolor.

Junto a ellos mil batallas, luché y la guerra gané,

hoy me pides la revancha, pero junto a mis destellos,

lucharemos nuevamente contra ti, cáncer.

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me acuerdo

Joaquín escudero Fernández

primer lugar, categoría cuento.

Me acuerdo que el 21 de mayo del 2013, estábamos en la Caleta Tumbes, comiendo mariscos, con los papás y la tía Tole, cuando la mamá decidió llevarte al día siguiente al doctor, porque no comías nada y estabas muy pálida. Me acuerdo que al día siguiente llegué del colegio y solo estaba la Vero en la casa, me dijo que estabas internada en la clínica y que el tío Claus me iba a llevar, y así lo hizo.Me acuerdo que llegué al Sanatorio Alemán, como a las 5 de la tarde, y que nuestro hermano Rodrigo me habló por WhatsApp, preguntándome “qué onda”, qué te había pasa-do. Yo le mandé una foto tuya, haciéndote la muerta y me dijo que era un idiota. Me acuerdo que en la noche, tipo 9, ya sabíamos tu diagnóstico, que el Doctor Fernández y el Doctor Broitman, primero, le dijeron a los papás y después nos dijeron a ti, a la Anto y a mí. Todos empezaron a llorar, pero yo no pude, porque no quería que nadie me viera. Me acuerdo que salimos con la Anto, la acompañé a fumarse un pucho y a llamar a Rodrigo y que mientras salíamos una enfermera que no conocíamos la abrazó.Me acuerdo que me fui con el papá a la casa, y que la Anto con la mamá se quedaron contigo en la clínica. Obvio que todos los vecinos, amigos y familiares ya sabían que estabas internada, pero no sabían tu diagnóstico. Yo seguía sin llo-rar. Me acuerdo que cuando llegamos a la casa llegó todo el condominio a la cocina, y yo subí a mi pieza a hacer la

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mochila para ir al colegio al día siguiente. Bajé a dejarla al primer piso y cuando los vi a todos no pude aguantarme, me puse a llorar y me fui a mi pieza. Me acuerdo que Rodri-go llegó esa misma noche, faltando a su trabajo en Santiago.Me acuerdo que al día siguiente llegué súper tarde al cole-gio, porque en la casa todos nos quedamos dormidos y que cuando llegué a clases el profe de matemáticas me preguntó por qué llegué tarde. Cuando le conté, lo único que me respondió fue “hay que rezar”.Me acuerdo que al día siguiente fui a la clínica y te dijeron “Leucemia linfoblástica tipo B”. Hasta el día que hoy no en-tiendo qué es, pero me dijeron que era súper sanable así que estábamos todos felices.Me acuerdo que después te cambiaron a la UCI para niños, donde las enfermeras eran súper simpáticas y que todas te querían mucho. Me acuerdo que de repente te tenían tan drogada que no sabías dónde estabas ni quiénes éramos no-sotros, que de repente empezabas a gritar porque te dolía todo el cuerpo, que yo me sentía inútil y que cada vez veía menos a la mamá y a la Antonia, porque pasaban todo el día en la clínica.Me acuerdo que con el papá ya teníamos una rutina: yo lle-gaba del colegio a la casa y lo esperaba hasta las 7. A esa hora comíamos y después, a las 8, nos íbamos a la clínica, pasá-bamos una hora allá y volvíamos. Me acuerdo que cuando pasábamos por ahí camino al colegio siempre mirábamos a ver si se veía tu pieza, sabiendo que no se veía pero que una vez tú nos viste porque por teléfono nos dijiste que pren-diéramos las luces, bajaramos las ventanas y pusiéramos las

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intermitentes, y que nos viste y te emocionaste harto, al menos por el tono de tu voz.Me acuerdo que tuvimos que cambiar todo el piso de la casa, porque la alfombra tenía muchas bacterias, así que hubo que poner piso flotante y llenar la casa de maestros porque había que hacerlo rápido, ya que te habían dejado estar un fin de semana en la casa. Me acuerdo que cuando llegaste estábamos todos felices, que estabas tan débil que no podías subir la escalera hacia el segundo piso y teníamos que ayudarte, que Rodrigo vino, que tú querías que te pre-pararan lentejas, porque las echabas de menos, y que él no entendía cómo ibas a querer comer eso. Me acuerdo que, pasado un tiempo,lo raro ya no era que te dejaran venir a la casa, sino que lo raro era irte a ver a la clínica y que cada vez te daban más tiempo libre.Me acuerdo de los momentos malos, cuando llorábamos, cuando te tuvieron que operar, cuando yo me sentía solo y no quería decirle a los papás porque la prioridad eras tú, pero la verdad es que prefiero acordarme de los momentos buenos, como cuando nos dijeron que tenías una alta proba-bilidad de salvarte, que te hicieron pasar de curso para que estuvieras con tus amigas, cuando la Anto, la mamá y tú se reían de puras tonteras juntas, cuando Rodrigo, mientras tú estabas con Demerol, te puso Bob Marley y tú empezaste a bailar, pero de lo que más me acuerdo es que como familia nos unimos por ti, que nos tuviste a todos asustados y que ahora miro hacia atrás y me doy cuenta de la suerte que tuvimos, y también pienso en la suerte que van a tener los niños que tú cuides, cuando termines tu carrera de enfer-mería.

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tu batalla tambiéN es mía

macarena muñoz muñoz

Todo comenzó una noche oscura, donde en realidad, fue la luz para lo que venía. Sí, el camino fue duro y complejo. Incertidumbre, miedo, tristeza, preocupación fueron las primeras emociones para cuando nos diagnosti-caron cáncer de mama.Todo se derrumbó, pero ahí estuve fuerte para ella, quien siempre ha estado para mí. ¡Mi madre! La acompañé en todo momento desde el primer examen, la entrada al pabellón, entregando mi mejor sonrisa, pero sintiendo que no la vol-vería a ver. Luego volvió, pero algo no andaba bien, logré darme cuen-ta y ponerla a salvo ¡Pabellón de urgencia!, gritaron y sentí que la volvía a perder. Pero su destino no era ese. Luchó por su vida y salió adelante. Luego vinieron las quimioterapias, mareos, vómitos, desgano, días en cama, pero siguió luchando.Después vinieron los turbantes, cortes de pelo y pelucas, que para mí solo eran accesorios. Su valentía y su sonrisa fueron sus mejores armas, aprovechando el calor de sus seres queridos

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y que flameara la esperanza.Un mes fuera de casa para dar rienda a las radioterapias en una ciudad desconocida, sin familia ni amigos cerca, pero junto a su pilar:¡Yo! Después de un año y medio de este proceso llegó el día que nos dieron el alta con buen pronóstico y seguimiento permanente. Hoy estamos bien, listas para dar una nueva pelea ya que en su primer seguimiento nos informaron de otra sospecha...

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NuNca pieNsas que te tocara a ti,pero el cáNcer No discrimiNa

yasna medel inostroza

Estaba en la oficina, cuando sentí un dolor en el pecho, agu-do, por lo que al llegar a la casa y al ver que esa punzada persistía, me palpe la mama (lo que no hacia nunca), noté algo duro y extraño en mi mama izquierda, tomé la pri-mera hora para realizarme el chequeo, ese día fui sola al examen a nadie le conté, nunca se me pasó por la mente lo que estaba por comenzar, cuando vi correr a los doctores con mi examen y reunirse supe que no era bueno. ¡Cáncer de mama!, ¡muerte!, ¡sufrimiento!, ¿y mi trabajo?, ¿Quién cuidará a mi mamá?, ¿qué será de mi hija aún le hago falta?, fueron las preocupaciones que vinieron a mi mente, nunca lloré, los días posteriores mi mente se bloqueó, seguí tra-bajando hasta que tuve el resultado de la biopsia. Y fue un día de mayo que comenzó el resto de mi vida, primero, pensar que el cáncer ya estaba conmigo, debía sa-carlo, pero a la vez tendría que vivir con él hasta que des-apareciera, por lo que sentí que esto me prepararía para una nueva vida, esta enfermedad te hace nacer nuevamente, vives un surtido de emociones: lloras, reniegas, te hundes y luego te levantas y sigues caminando, tus prioridades cam-bian, la familia cambia, los amigos cambian o quedan los que realmente son verdaderos, aparecen ángeles en forma de personas en tu camino, personas que jamás creíste se cruzarían en tu vida, ángeles que te acompañan, te dan fuer-

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zas para seguir, he conocido la bondad del ser humano, te das cuenta que Dios existe y que esto no es un castigo sino un aprendizaje, y saca de ti la fuerza que no conocías y ni siquiera imaginaste tener.Jamás pensé que el cáncer fuera parte de mi vida, por favor hace el chequeo anual y autopalpación, yo no lo hice, mira que “tener una nueva vida es muy doloroso e incierto, nun-ca se sabe si llegarás al final del camino o te quedarás a la mitad de él”. DATE UN TIEMPO PARA TI.

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pequeña

anónimo

Y sigo aquí… no sin resabios de dolor y temor, pero agra-decida por cada día. Una pequeña reina…, saboreando co-lores y olores. Como la brisa que acaricia mi rostro con sus aromas cuando corro…Con mi pecho distinto y más consciente ahora, abrigando mi corazón que late con más fuerza sin soltar la mano de mis amores.

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mi eNemigo yasna medel inostroza

Te quieres enraizar en mi cuerpo,estás intentando apoderarte de mi sangre,pero no sabes quién soy,no te has dado cuenta que soy una guerrera,ganaste la primera batalla: “¡Positivo, cáncer de mama!”,pero la guerra la gano yo,no permitiré que me aplastes;me has hecho llorar, me has visto hundida,me has tenido en tus manos, ¡has tratado de arrebatarme todo!:mi sonrisa, mis fuerzas,mi fortaleza, mi fe,mis amistades,pero no mis ganas de vivir ni mi alma, lucharé en tu contra hasta el último aliento.

¿Qué me arruinarás? Tal vez…pero, ¿no sabes acaso que cuando tú llegasla generosidad del hombre florece?¡no será fácil!,ha sido una pelea dura, un tobogán de emociones,pero saldré victoriosa,porque tengo el alma y la fe intacta,después de la última batalla dormiré y descansaré.

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resilieNcia

soFía poBlete

Nací y me crié en Concepción, soy la menor de dos herma-nos: Leo y Pablo.Mis papás son Jimena “con J” y Luis. Mi abuela “la mama” y la Cloy, mi perra o mejor conocida como la bestia.Como toda niña, crecí rodeada de amor y felicidad plena; era chica y flaca, pero feliz junto a toda mi familia, hasta que cumplí tres años. Desde ahí creo que mi historia comenzó a cambiar.Me diagnosticaron “cáncer”; sí, cáncer, la enfermedad que más asusta la gente, la tuve a mi corta edad de tres años. Obviamente no entendía nada, solo sabía que había días en los que tenía que quedarme en la clínica, donde recibía in-yecciones y me sentía mal. En ocasiones teníamos que viajar a Santiago y dormir en las clínicas de allá, veía poco a mi papá y a mis hermanos, no tengo muchos recuerdos con ellos cuando estaba en esos lugares, pero sí con mis abue-los y a la abuelita Olga, quien me llevaba la comida que yo quisiera.En las distintas clínicas conocí a mis primeros amigos, de los cuales solo quedamos dos. No recuerdo sus nombres y en realidad, no mucho de este proceso en mi vida, pero de una cosa estoy segura, mis amigos fueron los “guerreros” más fe-roces que pudieron haber pisado la tierra, porque pelearon hasta el último aliento de sus almas.Al cabo de dos años me dieron de alta, suponiendo que todo

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estaría bien, mi pelo comenzaba a crecer y me fortalecía cada día, pero como toda flor renaciente y fuerte, es obvio que cae ante nuevas tormentas.Recuerdo esta historia siempre, fue un 9 de septiembre del año 2009, ese día llegaba como de costumbre a la casa de mis abuelos, luego del liceo.Al cabo de un rato, el papato (mi abuelo), me fue a dejar a mi casa, donde me esperaba mi mamá. Este episodio lo recuerdo de esta forma: Llegué a mi casa, mamá solo dice, “nos vamos a Santiago, tus exámenes no están buenos”. Te juro, que no pude reaccionar a nada, solo recuerdo cuando llegamos a la clínica en Santiago y me dijeron “mañana te operas”. ¿Cómo se sentirían si todo esto pasara en 24 horas?Sin aún ver la gravedad de las cosas, desperté de la opera-ción a medias, vi a mis papás unos segundos y se fueron, luego dormí.Al día siguiente estaba en la UCI, repleta de niños recién operados, de los cuales podías sentir su dolor. Este proceso lo viví con toda mi familia, pero esta vez quie-nes estuvieron más presentes en todo, fueron mis papás. Esta vez mi mamá no estaba sola.Mi tratamiento lo recibía semana por medio, tres dosis de quimio, digamos que era una suave, una mediana y una fuerte, o sea, al final del día terminaba más muerta que viva. Una semana reposaba tranquila en mi casa y la semana siguiente tenía que volver al matadero.Las semanas pasaban y me sentía cada vez más débil, más pálida y con la piel más quebrada.

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En ese tiempo, me entregué a la vida, ya no veía salida y lo que menos quería era que todos los que me conocían me vieran demacrada y fea, porque así estaba y si llegaba a bus-carme la muerte, no quería que esa fuera la última imagen que tuvieran de mí.Finalmente salí triunfante y aun no sé cómo, pero según mi médico soy uno de los pocos casos que logra sobrevivir a una recaída.A mis veintiún años, veo la vida de distinta forma, ateso-rándola como lo más grande del mundo, porque uno nunca sabe en qué momento te la pueden arrebatar, porque aún que no lo crean, sigo mirando a los ojos a la sombra que atormenta mi vida.

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s.o.s.víctor pedrero

mención de honor, categoría poesía.

En mi recorrido diario al patio de mi casa, enciendo un cigarrillo, queriendo tener la iniciativa a una invitación simple con mis hijospara contarles una historia de un padre con cáncer y luego decirles, que en realidad, no es solo un cuento.

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seguNda oportuNidad

silvana Bustos catalán

Despierto, puedo ver que ya ha amanecido, unos rayos de luz se cuelan por mis cortinas, dejando al descubierto lo deshecha que se encuentra mi habitación. Me acomodo de costado, abrazando mi almohada y tratando de saborear este dulce momento, este momento tan mío en silencio de mis pensamientos, en que dejo mi rutina para solo contemplar, solo estar presente. Suena el despertador y ya es hora de levantarse, de partir. Mientras me ducho escucho esa voz diciendo: “se debe rea-lizar más exámenes, aun el resultado es inconcluso”. Me agito y estremezco, mientras continuo enjuagándome el pelo para salir de la ducha. Tomo una toalla, secándome cuidadosamente el cabello: “mañana pasará a pabellón, lue-go del examen”, retumban las palabras en el eco de la casa. Enciendo el secador para disiparlas en la lluvia de imágenes que me abruman. Tras vestirme saco cuentas y realizo men-talmente mi rutina para que los tiempos calcen, será un día agitado, observo por la ventana. -“Al menos nos tocará buen día, sin lluvia”, comento en voz alta. Al salir de casa, reviso dos veces si llevo mis llaves, una nue-va rutina que deberé comenzar a integrar en mi vida. Es-cucho: “Se hizo lo que pudo, pero llegamos tarde”, siento como se me aprieta el corazón, tomo un suspiro grande y emprendo camino.

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Al llegar a mi destino, un camino que ya conozco casi de memoria, con los olores y pasillos que me han acompañado estas últimas semanas, emprendo el recorrido observando a cada una de las personas que se me cruzan, me pregunto: “Sabrán cuan afortunados son, ¿habrán apreciado el poder de despertar un día más, un abrazo al despedirse en su casa, un te quiero al marchar? Creo que son lecciones que uno solo aprende con la vida, algunos las aprenden antes, otros después. El aprecio por la vida y la salud es algo que lamentablemente ocurre en momentos de crisis, en donde el mantener este aprecio es un trabajo constante para no dejarnos llevar por preocupa-ciones como las deudas, el trabajo, el ahorro para el auto de lujo que vimos en TV. Casi sin darme cuenta ya he llegado a la habitación, ahí está él. Con la mirada perdida, observando a sus compañeros de camilla. Mi padre. -“No pudimos erradicar todo el cáncer, ya hizo metásta-sis… solo podemos dejar un tratamiento para el dolor”, dictaminó el doctor tras la cirugía. Sus ojos me encuentran, veo felicidad y tristeza en sus ojos, su deseo tan solo es volver a casa y descansar. Mi deseo es que él pueda tener lo que quiere, lo que le haga feliz.Mentiría si no dijera que por dentro me encuentro destrui-da, que la fortaleza que emano es por él, para que él pueda estar tranquilo. Sé que en cualquier momento llegará la fac-tura, que en cualquier momento se me va. Pero, ¿y quién

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tiene la vida comprada? Hoy es un gran día, hoy siento que la vida me da una nueva oportunidad, que me enseña una lección de amor tan gran-de, que por mucho que las voces me invadan, la angustia me acongoje y la depresión está a la vuelta de la esquina. Sé que tengo una ficha extra que me permite disfrutar de él por una última vez, no se cuánto más lo tendré conmigo, no sé qué viene después. Pero si sé que esta vez puedo enmen-dar tanto y entregarle tanto amor en sus últimos días, que puedo a través de mi apoyo hacer estos días más como una última oportunidad que como una cuenta regresiva.

Porque está aquí aun, porque estará en su hogar, porque me tiene a mí y tiene amor.

Y eso, esto lo que importa.

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siempre supe ser priNcesa

marilú Bruno urBina.paciente oncológico cáncer de mama her2+

Siempre supe ser una princesa, no sé por qué, pero la vida mundana me parecía tan ajena a mí, yo debía tener sangre azul, un largo abolengo familiar con cargos rimbombantes; historias e intrigas de poder, rodeada de gente linda y ama-ble.Como toda princesa que se respeta, ese idílico pasar se vio truncado por un hechicero de alma negra que, envidioso de mi familia, me raptó y me tuvo prisionera en una torre oscura, alejada de quienes me pudieran reconocer y res-guardada por un temible dragón.Claramente, cuando yo nací ya no había torres oscuras dis-ponibles para hospedar princesas, así que me ocultaron en una familia numerosa, de esta forma pasaría desapercibida. Tuve una infancia hermosa y rodeada del cariño que mere-cía tener una princesa, seguro que eso no le vino en gracia al hechicero.El dragón siempre estuvo ahí, merodeando y esperando pa-cientemente que llegara el príncipe azul a rescatarme de mi anonimato, el príncipe se demoró tanto en llegar, que pensé que se había deshecho fácilmente del dragón, ya cansado y aburrido de la larga espera.Así pasé gran parte de mi vida en una familia feliz, soñando ser princesa, luego haciendo mi familia, hasta que se me agotaron las energías, el cansancio venía a mí en cualquier

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momento. Como si me llamara Rapunzel y mi destino fuese dormir, con esas máquinas modernas los doctores buscaron la causa sin encontrarla por mucho tiempo, hasta que fue tan evidente que todos nos dimos cuenta.El dragón no se había dormido, no se había ido a otro lugar, nadie lo había vencido, el dragón estaba dentro de mí, cum-pliendo la consigna de aquel hechicero de no dejarme bri-llar; el dragón había cambiado de forma y se llamaba cáncer, aprendió a vivir en mí, primero de a poco, luego se sintió cómodo y se quedó indefinidamente adentro.Mi dragón es especial, de aquellos inteligentes, más inteli-gentes del resto, más agresivo del resto, eso dicen los doc-tores, hasta mi dragón es especial, como todo lo que rodea una princesa de mi clase. Me imagino que debe ser de todos los colores, pero de ninguno, que escupe fuego, con ojos inquietantes, grandes alas y conversación aguda.Cuando descubrimos que era el dragón quien me causaba cansancio, desarrollamos una estrategia, llamamos genera-les de vasta experiencia, solicitamos las mejores armas y comenzó la campaña para erradicarlo. Fue duro, nunca me había sentido tan cansada, tan vulnerable, tan poco atractiva y tan incomprendida, esa lucha fue larga, en el camino perdí cosas importantes: mi pelo, ¿se imaginan una princesa sin cabellera larga?, me hirieron, mi cuerpo cambió, pero tenía un propósito claro, las princesas no se rinden y siguen afe-rradas a las cosas lindas de la vida, siguen sonriendo aunque su reino caiga a pedazos. No estaba sola en aquella lucha, recibí mucha ayuda de mi gente, mis generales, mis paladi-

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nes, de reinos lejanos mandaron ayuda y nunca me soltaron la mano, qué bueno es saber que había un ejército a mi lado, subiendo las cuestas empinadas me empujaban, me anima-ban, me tomaron en brazos. El mejor ejército del reino.Celebramos haber derrotado el dragón, hubo banquetes y flores y nuevos sueños, descubrir nuevos horizontes y co-menzar donde había dejado mi vida en pausa. Pero el dra-gón, como ya dijimos, es muy inteligente y se escondió para volver a apoderarse de mí a los pocos meses, ¿cómo lo haces para volver a pelear cuando ya no te queda fuerza?, ¿cómo sigues sonriendo si el dragón no se va?¿Por qué ese hechicero me quitaba nuevamente mi libertad?No sé cómo lo hice, las princesas debemos tener más fuerza y más coraje del que suponen al vernos frágiles en nuestras sonrisas, los generales dieron con otra estrategia, esta vez íbamos a ser una guerrilla, en forma continua iríamos ata-cando al dragón, ya no con ejércitos poderosos, si no con ataques frecuentes, permanentes, para tener al dragón con-trolado, cansado y disminuido.Es una lucha para siempre, acá no habrá banderas blancas de rendición, ni del dragón ni de la princesa, es una conviven-cia poco amistosa, pero quizás de a poco, el dragón aprenda a amarme, porque todos terminan amando a las princesas. Por mi parte nunca amaré al dragón, pero si aprenderé a vi-vir llevándolo conmigo, he tenido que cambiar mis sueños, entender que mi vida no estaba en pausa hasta volver a mi antigua realidad, mi reino cambió y debo estar a la altura de los cambios, debo aprender a vivir con el miedo adentro y

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transformarlo en alegría y esperanza.Voy adelante con mi ejército que tampoco de rinde, su ca-riño me llena todas las venas y me siento plena, tranquila, sonrío a la vida que me regalan, las flores, el viento; los amaneceres son hermosos con colores que nunca antes ha-bía visto, pero más hermoso de todo es ver las sonrisas de mis niñas, en ellas tengo la certeza de que mi reino está a salvo y es un reino maravilloso y feliz.

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tardes de sol

dr. luis correa devia

mención de honor, categoría cuento.

Sus ojos se empañaron mientras intentaba esbozar una pe-queña sonrisa al contemplarse en el espejo… había sido hermosa, parecía recordar, pero todo eso le parecía muy lejano, su realidad ahora era la de un ser deformado, con dolores en su cabeza que no querían remitir, su rostro mos-traba un cráneo con una gran cicatriz y sus ojos parecían querer salirse de sus órbitas, le daban la apariencia de es-tar permanentemente asustada, pero quizás esa era la ver-dad. En otro tiempo, cada minuto más lejano, todo su ser irradiaba alegría y ganas de vivir, hasta el momento en que todo comenzó; afloró una pequeña mancha en la piel de su hombro, que antes no estaba allí, aquella piel de la cual esta-ba orgullosa, blanca como la nieve, que provocaba miradas de admiración en los hombres y envidia de las mujeres, cuando tomaba largas tardes de sol en el verano. Al princi-pio solo pareció elevar un poco y provocarle dolor, luego una pequeña costra… y finalmente una herida que sangró; aquello la asustó y decidió consultar un médico, cuando se extrajo la lesión, el informe fue lapidario, melanoma ma-ligno invasor. Ella no sabía qué significaba eso, solo que era muy grave, no podía entender como un pequeño lunar pu-diese ser tan grave, la sometieron a diversos estudios que demostraron que tenía invasión en pulmones y cerebro, fue llevada a Concepción para diversos tratamientos pero el

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tumor siguió extendiéndose, ensañándose en aquella niña de 29 años, que parecía cada vez más pequeña, sus ojos se hundían en su rostro demacrado y el dolor fue apagando sus fuerzas hasta dejarla en su cama ya sin poder levantarse.Esta joven llegó a la Unidad de Cuidados Paliativos de nues-tro hospital, con una historia de abandono familiar, siendo criada por su abuela desde sus primeros meses de vida, ella fue su apoyo y la alentó para estudiar peluquería, cuando se instaló con una amiga en el centro de la ciudad sintió que cumplía sus sueños. Era conocida tanto por su belleza como por su simpatía, su pelo rojo, su piel blanca y ojos de un intenso color verde, destacaban en la Galería España. Tanto hombres como mujeres eran atendidos con cariño y dedica-ción. Su sonrisa afloraba ante todos quienes saludaban; era la expresión de las ganas de vivir y salir adelante ante una vida que le había negado sus posibilidades al nacer, pero la resiliencia era la palabra que definía su existencia.A medida que avanzaba su enfermedad sus fuerzas la aban-donaron paulatinamente, junto con su pareja y amistades, todos se alejaron, quizás para recordarla como era antes o tal vez para olvidar su presente, pues en forma instintiva evitamos enfrentarnos a la muerte, ya sea en nosotros mis-mos o reflejada en el otro. Así, regresó la soledad a su lado, como la porfiada amante que la acompañó desde su naci-miento, permaneciendo solo su abuela junto a ella. Su casa estaba a espaldas de la Parroquia Nuestra Señora de Fátima; su abuela nos llamó cuando la trajeron de regreso del tratamiento de Radioterapia en Concepción, que le ha-

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bían aplicado solo buscando reducir el tamaño del tumor invasor de su cerebro como una última y desesperada tera-pia paliativa, pero ya no podía levantar su cabeza. Su abuela nos dijo que no tenía dolor, pero sí una gran angustia… se sentía sola. Aquella soledad que le atenazó al nacer, sumién-dola en el abandono, se arrojaba nuevamente sobre ella en esos últimos instantes de su vida.Al entrar en su hogar, una modesta vivienda de madera, las cortinas estaban cerradas, porque la luz lastimaba sus ojos, entramos al dormitorio en silencio, estaba recostada sobre almohadas y respiraba con dificultad, pidió que nos acer-cáramos y me tomó la mano, sus ojos volvieron a mirarme y vi en ellos un signo de reconocimiento, junto al padre Tomás, la enfermera Greta y las voluntarias de la Unidad, le rodeamos mientras le hablábamos, nada en especial, solo queríamos que nos sintiera cerca. Cuando nos pudo ver, aunque sea borrosamente, su rostro volvió a sonreír porque ya nunca más volvería a estar sola, antes de cerrar sus ojos por última vez.

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uN camiNo pedregoso

natacha garrido hernández

El relato bíblico nos ha enseñado que la fuerza y fortaleza sobrehumana del mítico Sansón, radicaba en su larga y fron-dosa cabellera. Y yo simplemente un día perdí mi pelo. El poco esperado y predecible momento había llegado. Sa-bía que era un proceso que se acercaba a mí con pasos agi-gantados, un espada de Damocles, que me acompañaba día tras día y que inexorablemente terminaría cayendo sobre mí. Fue un momento triste…, allí estaba, un manojo de mi cabello enredado en mis manos, una parte de mí estaba allí, desprendiéndose, dejándome, no provocaba dolor físico, pero si un desgarrador sentimiento de indefensión, que me hirió profundamente. No había explicación que me hiciera entender y soportar, y lloré, con una pena inmensa desde lo más hondo de mi alma. Ese día no estaba sola. y hubo un abrazo y una voz cercana que simplemente dijo: “sabías que esto iba a pasar”; palabras simples, llenas de verdad, de fuer-za, de amor y en un momento casi mágico, la pena disminu-yo y una nueva y renovadora fuerza comenzaba lentamente a llenar mi espíritu.Mi historia había partido unos meses antes, cuando el in-vierno comenzaba a quedar atrás y la primavera con su promesa de días cálidos y renacer de la vida, se apoderaba lentamente de los días. Estaba optimista, a pesar de que me habían diagnosticado un tumor en una de mis mamas, no tenía miedo, estaba confiada, tenía la certeza de que todo

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iría bien, nada podía salir mal.Un día de octubre todo cambio y para mí la primavera tomó un rumbo desconocido, fue como una prolongación del os-curo y sombrío invierno. El lapidario diagnóstico, aquel del cual me había auto convencido que no llegaría, estaba allí, en mis manos, esas palabras que muchas veces en mi vida temí escuchar o leer, estaban allí: Carcinoma…, mis ojos se nublaron y en ese momento estaba sola, no sabía si correr o quedarme allí paralizada, necesité desesperadamente que alguien tomara mis manos y las apretara, así, sin palabras, solo con la fuerza de las emociones trasmitidas piel a piel, con ese silencio cómplice y vigorizante, que lo dice todo. Mis lágrimas ya no podían ser contenidas y se dejaban caer por mis mejillas, como mudos testigos del miedo inmenso y desolador que me invadía. Los siguientes fueron días inten-sos, había que levantarse, buscar caminos, impregnarse de energías positivas. Los días de lágrimas debían quedar atrás, era tiempo de avanzar, de ser fuerte, de vivir y aprender.Y así, con la velocidad con que se desplaza una estrella fu-gaz, todo pasó y hoy, mirando en la perspectiva del tiem-po transcurrido, creo que nada fue casualidad, entendí que la vida está repleta de piedras en el camino, pero son solo eso, piedras, lo importante es saber caminar sobre ellas, lo importante son aquellos que toman tú mano y te ayudan a avanzar sobre esas piedras, haciendo sentir con su compañía que caminas por un terreno llano, lo importante es darse cuenta que vivir, no es estar sano, no es tener una familia, no son los bienes materiales que podamos tener, no, vivir

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es disfrutar lo que tenemos, sea mucho o sea poco, vivir es disfrutar, un amanecer o un atardecer, la lluvia o un caluro-so día de verano. La esperanza, la felicidad, los buenos momentos, aquellos que se atesoran por siempre, llegan de improviso, cuando no los esperamos, llegan vestidos de una forma que a otros les puede parecer una simple rutina y como tal ni siquiera son advertidos. De esa forma un día, como era rutina, pasé mis manos por mi calva cabeza y note con sorpresa que mi pelo comenzaba a crecer, fue un estallido de alegría y emo-ción, allí estaba, mi pelo, cual brote que nace a la vida, un símbolo que hacía la esperanza tangible. Sí, mi cabello que meses antes me había abandonado, ahora venía nuevamente por mí y me hablaba, susurraba que ya todo estaba pasando, que podía despertar de la pesadilla que se había llevado mi querido cabello, ahora nuevamente podría disfrutar de él, lo podría dejar largo o corto, ondulado o liso, la diferencia estaba en que ahora las decisiones las tomaría yo, y eso me hacía inmensamente feliz. Desde ahora en adelante ya no necesitaba nada más, estaba viva, sana, y con mi pelo. Se me había dado la oportunidad de disfrutar y amar mi vida, con todo lo grande y lo pequeño que hay en ella.A diferencia de Sansón, mi fuerza no estaba en mi cabellera, a pesar de que sentí que con mi pelo se iban también mis fuerzas, pero no, mi fuerza estaba dentro de mí, en todo lo que soy, en lo que fui en el pasado y fundamentalmente en lo que soy después de haber transitado un pedregoso cami-no.

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cuánto más 05con el cáncer volví a renacer 06la meJor oportunidad y regalo que me dio dios el cáncer sacó lo meJor de mí 13escudos rotos 21me acuerdo 22tu Batalla tamBién es mía 25nunca piensas que te tocara a ti,pero el cáncer no discrimina 27pequeña 29mi enemigo 30resil iencia 31s.o.s. 34segunda oportunidad 35siempre supe ser princesa 38tardes de sol 42un camino pedregoso 4 5

Í N D I C E

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