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N-20160326

IRIS GRACE CARTER JOHNSON

La niña con autismo que pinta… y la gata que le enseñó hablar

Tiene problemas para hablar, para hacer amigos, para establecer contacto visual ... una artista impresionista También le resulta difícil quedarse dormida y decide a su madre cómo se siente. Le incomoda la presencia de personas desconocidas, las ropas apretadas, los

ruidos... Iris, que vive con sus padres +Arabella y Peter Johnson- en un pueblo del condado inglés de Northamptonshire, padece trastorno del espectro autista. Muchos de sus síntomas son habituales en las personas diagnosticadas como autistas. Pero Iris tiene algunas peculiaridades. Se suele considerar que el autismo dificulta la capacidad para expresar sentimientos. Iris, en cambio, da cariñosos abrazos a su madre, que dejó su trabajo como fotógrafa para dedicarse por entero a ella. Sin embargo, la niña tan solo ha verbalizado ese afecto con algún que otro “te quiero” ocasional. A veces canturrea un poco, pero lo normal es que guarde silencio o hable con monosílabos. El genio oculto. Iris tiene otra peculiaridad. De vez en cuando surgen individuos con autismo que dejan su impronta por su peculiar forma de contemplar el mundo, por su excepcionalidad. Un ejemplo es Matt Savage, el pianista de jazz con un talento prodigioso, y

otro ejemplo es Iris Grace Carter-Johnson, que desde los tres años pinta unos cuadros luminosos y sofisticados que recuerdan a Monet y cuyos originales se

Iris, iniciando su labor de pintar un cuadro.

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venden por cifras con cuatro ceros (aunque la familia prefiere no dar cifras exactas). Unos de los últimos compradores han sido Angelina Jolie y Brad Pitt. Los beneficios de los cuadros y las copias, calendarios y tarjetas que se venden en Internet sirven para costear las terapias de Iris, y lo que sobra se guarda en una cuenta bancaria para cuando sea mayor. Estoy sentada con la madre de esta niña en el salón de su casa, recordando los primeros meses de la pequeña, “Costaba muchísimo que se durmiera y, cuando lo conseguíamos, lo normal era que descansara un par de horas como mucho. No le gustaba que la cogiéramos en brazos. Cuando le daba de mamar, tan solo lo hacía del pecho izquierdo. Nunca me miraba a los ojos. No era más que un bebé, pero no le gustaba la compañía de otros niños. Se mostraba distante o angustiada y lloraba de forma incontrolable”.

Una mañana, su madre estaba ocupada en la edición de unas fotos y se dio

cuenta de que había pasado la hora de darle el pecho a su hija. “Iris llevaba horas absorta jugando con sus libros infantiles en el suelo. Al principio me sentí orgullosa de que mi hijita tuviera esa capacidad de concentración, hasta que comprendí que parecía darle lo mismo que yo estuviera o no”.

A los ocho meses, Iris empezó a decir “dadá” y sus padres creyeron que estaba

aprendiendo a hablar. Pero poco después su capacidad para la comunicación

Iris pintando un cuadro con la atenta mirada de Thula.

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disminuyó. Si algo llamaba su atención, movía las manos y canturreaba, pero no hablaba. Ponía toda su atención en los patrones abstractos: la forma del agua al caer, los dibujos de la arena, los tornillos de un tobogán. Su madre sentía cómo, poco a poco, su hija estaba encerrándose en sí misma.

“No dormía más de dos horas, no le gustaba que la cogieran en brazos y lloraba

de forma incontrolable”

Cuando le entraba un berrinche, por cosas tan nimias como el ruido de los platos al ser sacados del lavavajillas, la rabieta le duraba horas. “No lo hacía para llamar la atención o pedir ayuda; - simplemente no tenía control sobre sí misma”. La madre se sentía “como si me hubiera atropellado un camión”. Lo peor era que su hija no podía verbalizar qué le sucedía…

Una de sus obras que se venden con cuatro ceros

El matrimonio empezó a resentirse, en parte porque la niña rechazaba a su padre. “Lo llevaba a la puerta, lo empujaba para que saliese y cerraba. Era horroroso. A la vez, yo estaba tan cansada que no tenía energías para ir a su lado y consolarlo -recuerda Arabella-. Me resultaba imposible ser cariñosa con los dos a la vez”.

Arabella también recuerda la frialdad del médico que finalmente diagnosticó a su hija cuando esta tenía dos años. Les hizo saber que su hija era autista, que era una enfermedad para toda la vida cuyas causas eran muy poco conocidas y para la que no había curación. A continuación les explicó que había niños autistas graves

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y otros que sufrían de Asperger. Y que Iris pertenecía al primer grupo. Arabella renunció a seguir llevando a Iris a la guardería. Sus labios mordisqueados y la visible pérdida de peso dejaban claro el sufrimiento de la pequeña allí. Arabella aprendió que la mejor forma de ayudar a su hija era seguirle la corriente. “Pronto resultó evidente que le gustaba pintar. Como si fuera algo que hubiera hecho desde siempre”. Iris solía dibujar con el pincel sobre el papel haciendo unos movimientos similares a las olas del mar, creando patrones; a continuación se trasladaba al otro lado de la mesa e iba dibujando puntos con la punta del pincel. Una vez que los colores se habían secado, la pequeña añadía otra capa. Una capa tras otra. Cambiando de pinceles. A veces volvía a la misma pintura durante semanas seguidas. “A diferencia de lo que pasaba con otras actividades, que no quería compartir conmigo, insistía en que estuviera a su lado en la cocina cuando pintaba”, dice Arabella. Y la pequeña empezó a hacer algo hasta entonces muy poco frecuente: mirar a su madre a los ojos.

La armonía feliz

Peter Jon, su padre, que trabaja para varios fondos de inversión, tuvo la idea de

colgar las pinturas en una web para concienciar a la gente sobre el autismo. Los periodistas empezaron a llamarlo. La CNN grabó un pequeño reportaje sobre “la impresionista de tres años”. “y la situación no tardó en salirse de madre”, recuerda el padre, sin ocultar cierta satisfacción.

La gata.

Pero lo que realmente cambió la vida de esta familia no fue el arte, sino Thula. Diversos estudios sobre el autismo sugieren que los perros son beneficiosos para

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los niños con autismo. El animal actúa como «objeto de transición», ayuda a los niños como Iris a hacer lo que les resulta más difícil: interactuar. Pero cuando Arabella compró un perro para Iris, la cosa no funcionó. Así que probaron con una gata de raza Maine llamada Thula, y la gata se convirtió desde el primer momento en su mejor amiga... y ahora en un fenómeno en Facebook. Thula ha logrado que Iris hable. O al menos que exprese sus deseos. Un día, la gata estaba sentada a su lado mientras pintaba y, de repente y por sorpresa, la niña dijo: “Siéntate, gatita”. Era la primera vez que verbalizaba lo que quería. Empezó a decir “hola” y “adiós” a Thula. La cuestión del aseo en la bañera, que hasta entonces resultaba poco menos que misión imposible, se solventó de un plumazo cuando la gata otro buen día decidió que ella iba a meterse en el agua también.

Ser prudentes.

Con todo, Arabella quiere ser muy clara y cautelosa con todo lo relacionado con el autismo. Por eso ha escrito un libro, Iris Grace (ed. Penguin Random House) para ayudar a padres con problemas similares. A pesar de la alegría que la pintura y la gata le han proporcionado a Arabella, no hay que olvidar que Iris todavía es incapaz de jugar con otros niños y que es improbable que pueda llevar una vida independiente. A través de la web, a Arabella le llegan mensajes sobre lo que hay que hacer para “curar” a Iris. “Los mensajes así suelen irritarme +afirma+. No creo en el concepto de “curación”. Hay que trabajar con tu hijo para ayudarlo a salir adelante, pero no estoy segura de que sea posible liberarlo del autismo. En el caso de Iris, siempre va a formar parte de su existencia”.

Arabella añade, incluso con timidez, que “si el libro consigue que algunas personas se hagan una idea de las dificultades que van a tener que pasar y a la vez les sirve de inspiración, entonces me daré por satisfecha” ¿Has pensado en tener más hijos? “Mucha gente asegura que sería lo mejor para Iris. Pero eso es pedirme demasiado –responde-. Soy optimista en lo referente al autismo, pero también tengo claro que nos ha quitado muchísimas cosas”. XL Semanal.com

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Worldwide impression !

Iris Grace, a child with an extraordinary talent to express herself through

painting. We wanted to share her art to inspire and raise awareness of her

condition, she is on the Autistic Spectrum. Her story was published Globally and

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she has sold paintings to private art collectors here in the UK and all over the world

including Angelina Jolie. Profits from the sales of her art go

towards her therapies, education and future. Iris met Thula,

a Maine coon cat in 2014 and life at home started to change.

They had an immediate affinity, Iris started to open up and

communicate with Thula in a way that she hadn’t done

before.

Arabella Carter-Johnson is Iris Grace’s mother and a

professional photographer. She has documented their

journey through diary entries and photographs and now

tells Iris’s story in her first book. Illustrated in full colour

with photographs and of course Iris’s paintings. ‘Iris Grace’

has been published in Hardcover by Penguin. ----------------------------------ooo0ooo----------------------------------… Tema de divulgación por su interés especial.

Traza especial del comportamiento por trastornos de espectro autista Oviedo, 26 de Marzo de 2016 // Víctor Manuel Cortijo Rubín de Celis

Un blog de “Rubín de Celis (CANTABRIA)” (z)

Iris´s story