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MÉXICO Y SUS INDIOS María del Carmen VELAZQUEZ CHAVEZ EL I NSTITUTO NACIONAL I NDIGENISTA publica los primeros re- sultados de la investigación que emprendió para cumplir los compromisos contraídos con el Dr. Alfred Métraux, encar- gado^deias cuestionesde^a*a-e^ de Ciencias Sociales de la UNESCO, de acuerdo con la resolución 3.22 del programa de esa institución. El volumen VI de las Memorias del Instituto, que presenta la versión española de los trabajos emprendidos, integrado como está por estudios de las auto- ridades en cada una de las épocas históricas del país, resulta muy interesante y sugestivo, y una positiva aportación para el esclarecimiento de los problemas de la población indígena, tema considerado como de vital importancia en la historia nacional.* El Dr. Alfonso Caso informa, en breve prólogo, que los estudios correspondientes al período prehispánico, colonial y el del primer siglo de vida independiente tienen por objeto servir de antecedentes históricos al estudio contemporáneo, el cual presenta el tema sólo desde los puntos de vista socioló- gico y político. Esto explica la mayor extensión del último de los estudios. Es difícil para una sola persona hacer una reseña crítica de un libro que va desde los tiempos más remotos hasta nues- tros días. Se necesitaría conocer bien todas las épocas de la historia de México y, además, ser especialista en problemas indígenas, la materia de esta obra. Más que referencias con- cretas al contenido del trabajo, se ofrecen aquí reflexiones que su lectura ha suscitado y consideraciones sobre un tema importante que ha sido tratado históricamente. (Además de los colaboradores que firman los estudios abajo reseñados, hay otros cuyos nombres no aparecen en el volumen.) * Métodos y resultados de la política indigenista en México. Edicio- nes del Instituto Nacional Indigenista, M é x i c o , 1954; 303 pp. (Memorias del I. N. t. 6).

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MÉXICO Y SUS INDIOS María del Carmen VELAZQUEZ CHAVEZ

E L I N S T I T U T O N A C I O N A L I N D I G E N I S T A p u b l i c a los primeros re-

sultados de l a investigación que emprendió para c u m p l i r los compromisos contraídos con el D r . A l f r e d Métraux, encar-gado^deias c u e s t i o n e s d e ^ a * a - e ^ de Ciencias Sociales de l a U N E S C O , de acuerdo con l a resolución 3.22 d e l p r o g r a m a de esa institución. E l v o l u m e n V I de las Memorias

d e l Inst i tuto , que presenta l a versión española de los trabajos e m p r e n d i d o s , integrado como está p o r estudios de las auto­r idades en cada u n a de las épocas históricas del país, resulta m u y interesante y sugestivo, y u n a pos i t iva aportación para e l esclarecimiento de los problemas de l a población indígena, tema considerado como de v i t a l i m p o r t a n c i a en l a h is tor ia n a c i o n a l . *

E l D r . A l f o n s o Caso i n f o r m a , en breve prólogo, que los estudios correspondientes a l período prehispánico, c o l o n i a l y e l de l p r i m e r siglo de v i d a independiente t ienen p o r objeto servir de antecedentes históricos a l estudio contemporáneo, el c u a l presenta e l tema sólo desde los puntos de vista socioló­gico y pol í t ico. Esto e x p l i c a l a mayor extensión de l últ imo de los estudios.

Es dif íci l p a r a u n a sola persona hacer u n a reseña crítica de u n l i b r o que v a desde los t iempos más remotos hasta nues­tros días. Se necesitaría conocer b i e n todas las épocas de l a h i s t o r i a de México y, además, ser especialista en problemas indígenas, l a mater ia de esta obra . Más que referencias con­cretas a l contenido d e l trabajo, se ofrecen aquí reflexiones que su lec tura h a suscitado y consideraciones sobre u n tema i m p o r t a n t e que h a sido tratado históricamente. (Además de los colaboradores que f i r m a n los estudios abajo reseñados, hay otros cuyos nombres n o aparecen en el volumen. )

* Métodos y resultados de la política indigenista en México. E d i c i o ­nes d e l I n s t i t u t o N a c i o n a l I n d i g e n i s t a , M é x i c o , 1954; 303 p p . (Memorias del I. N. t. 6).

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H e aquí , pues, las reflexiones que nos h a sugerido l a lec­t u r a de los cuatro trabajos que integran estos Métodos y resul­

tados de la política indigenista en México:

A l f o n s o C A S O , " Inst i tuciones indígenas precortesianas", p p .

15-27-

D o n A l f o n s o Caso estudia únicamente dos de los grupos importantes de Mesoamérica: los chichimecas y los aztecas. P o r este p r o c e d i m i e n t o l o g r a que el compl icado p a n o r a m a de l a h is tor ia de los pueblos indígenas del te r r i tor io mexicano se s i m p l i f i q u e y aclare, pues se refiere sólo a los pueblos que l i g a n directamente l a h is tor ia precortesiana con l a c o l o n i a l en los momentos dramáticos d e l p r i m e r contacto de culturas. R e ­salta más e l t ino con que se h izo esta selección, p o r e l hecho de que el p u e b l o azteca parece haber sido resumen de las más ricas manifestaciones sociales, políticas y económicas de las culturas indígenas, lo que lo hace aparecer como arquet ipo de l a civilización prehispánica. O t r o acierto de l autor es e l de usar los mismos nombres que emplearon los historiadores hispanoamericanistas d e l siglo x i x , y seguir los mismos trazos de l a h i s tor ia indígena a que estábamos acostumbrados, an­tes de que los recientes estudios etnológicos y arqueológicos r e v o l u c i o n a r a n las ideas que se tenían sobre l a mater ia . N o habr ía mérito en seguir esa p a u t a si no exist iera u n a diferen­c ia f u n d a m e n t a l entre e l escrito de l D r . Caso y l a l i t e ra tura histórica anter ior a este siglo: lo que antes era borroso y le­gendario , ahora es preciso y comprobado. L a l a b o r de depu­ración l l evada a cabo p o r e l autor es tanto más encomiable , cuanto que n o pretende descubrir u n nuevo m u n d o . L o que valoramos en esta introducción, es e l interés de enfocar l a atención con o b j e t i v i d a d y directamente sobre e l pasado indí­gena, hac iendo e l mejor uso de las técnicas e instrumentos de l a c iencia m o d e r n a . H u b i e r a fac i l i tado aún más l a compren­sión de l a h i s t o r i a indígena en su desarrollo, y específicamente en su paso de l a época precortesiana a l a c o l o n i a l , arreglar algunos párrafos dedicados a presentar las inst i tuciones indí­genas en l a m i s m a f o r m a y orden en que están tratadas en l a parte siguiente. S i n embargo, con esta introducción, el lector

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se i n i c i a en e l estudio d e l pasado indígena dentro de u n cua­d r o de g r a n pureza estructural .

S i l v i o Z A V A L A y José M I R A N D A , " Inst i tuciones indígenas en l a C o l o n i a " , p p . 31-112.

E n las páginas pre l iminares d e l D r . Zavala , se advierte e l deseo de que l a h is tor ia que presentan él y e l D r . M i r a n d a pro­p i c i e l a ref lexión sobre l a "pol í t i ca de i n d i o s " seguida durante

s iderar e l p r o b l e m a en todos sus aspectos; de estudiarlo abor­dándolo p o r distintas vías. E l sentido d e l trabajo, tendiente a l a presentación de u n cuadro general , casi i m p o n e esta posi­c ión, pues se quiere que lo que allí se asienta sea u n balance de esas preocupaciones que i n c i t a r o n y l l e v a r o n a l a acción, d u r a n t e tres siglos, a u n gobierno poderoso e interesado y cuyas resoluciones afectaron a l más a m p l i o sector social d e l v i r r e i n a t o de l a N u e v a España.

L a síntesis que h a n logrado los autores recoge todo lo que hasta ahora se sabe de las inst i tuciones indígenas. A l leerla p u e d e n surgir algunas dudas, como, p o r e jemplo, en el capí­t u l o de T r a b a j o . D u r a n t e e l d o m i n i o c o l o n i a l , ¿no había q u i e n traba jara vo luntar iamente o con independenc ia de cualquie­r a a u t o r i d a d tutelar (p. 50) ? ¿Acaso todos los indios pací­ficos de l v i r re ina to estaban encomendados y no había pueblos q u e no estuvieran sujetos a encomienda (p. 54) ? ¿Cada cuán­d o pagaban el t r ibuto los indios (p. 85)? Estas dudas, s in embargo, las p u e d e n d i s ipar los interesados consultando l a bibl iograf ía con que los autores h a n enr iquec ido el v o l u m e n q u e comentamos.

E l lenguaje severo de l apartado sobre P r o p i e d a d en el capí­t u l o " E s t r u c t u r a s o c i a l " (del D r . M i r a n d a ) contr ibuye a hacer comprensible este apretado escrito en que se c o m b i n a l a exper ienc ia d e l jur i s ta c o n l a d e l h is tor iador . Sólo usando e l lenguaje técnico adecuado se puede entender esta c o m p l i ­cada cuestión de l a p r o p i e d a d indígena durante l a C o l o n i a . N o s damos cuenta, p o r lo que leemos, de los problemas que este asunto p l a n t e a a l invest igador, pues, además de ser cues­t ión jur ídica especializada en el campo de l a histor ia , no se

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h a estudiado suficientemente, porque es m u y difícil averiguar l o re la t ivo a p r o p i e d a d antes de l a conquista española. L u e ­go, se enreda más e l tema p o r e l paso a t ropel lado e inespe­r a d o con que las antiguas instituciones encajan dentro de las disposiciones dictadas p o r los monarcas españoles. M u c h a s veces f u e r o n éstas de carácter exper imenta l , l o c u a l h a con-tr ihuído a c o n f u n d i r aún más e l asunto.

Se tiene l a impresión de que el apartado sobre educación indígena n o es, en e l capítulo " C a i l t x j ^ resul tado de u n a síntesis tan r igurosa como los otros. E l autor previene a l lector constantemente de que n o se conocen los resultados de algunas gestiones de l gobierno español que men­c iona , y dice que, en este aspecto educativo, menos que en c u a l q u i e r otro, no es posible f o r m u l a r asertos válidos p a r a t o d a l a sociedad indígena c o l o n i a l . Q u e d a p o r averiguar tam­b ién hasta dónde se difundió l a l abor de instrucción f o r m a l entre los indios , p o r lo que toca a extensión geográfica y a p r o f u n d i d a d de los conocimientos; hasta qué p u n t o se inte­resó l a C o r o n a española p o r seguir u n a polít ica educat iva consistente; en qué m e d i d a afectó l a acción educat iva a l a transculturación n o in tenc ionada o d i r i g i d a , que podría l l a ­marse de convivenc ia n o r m a l . E l lector fáci lmente se percata de que sólo h u b o unos cuantos educadores p a r a ejercer su i n ­f l u e n c i a sobre varios mi l lares de indios , a lo largo de tres si­glos de gobierno . L a impresión general que produce l a infor­mac ión ofrec ida en esta parte es que l a educación p a r a los ind ios , d u r a n t e e l d o m i n i o español, era sumamente cara y t u v o m u c h o de exótica. Esta presentación anal í t ica de l apar­tado sobre educación n o le resta n a d a de su f i n u r a y objeti­v i d a d a l estudio. Sólo comparado con los otros capítulos se n o t a e l d i s t i n t o método empleado.

E n l a segunda y tercera partes d e l capítulo sobre " C u l ­t u r a " , e l lector vuelve a encontrar los resúmenes maduros y concisos, t an objetivos como ricos en matices.

N o podemos menos que a d m i r a r estos capítulos sobre las inst i tuciones indígenas coloniales. A todos los requisitos que se ex igen a l a l i t e ra tura histórica de al ta ca l idad , añaden u n noble estilo que, en este caso, sirve s ingularmente a l a causa d e l i n d i o m e x i c a n o .

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Moisés G O N Z Á L E Z N A V A R R O , "Instituciones indígenas en Mé­xico independiente", pp. 115-169.

Todos los autores, con más o menos preferencia, tocan aspectos sociales, económicos, educativos y de gobierno de

.. lasÜJistitiiác!nex_.m Pero todos ellos han hecho del tema "trabajo público" o simplemente "trabajo" un capítulo especialmente importante. También han tratado con singu­lar" atención elTerña^^^ del libro atiende principalmente a la exposición y a los re­sultados de las disposiciones que los gobiernos republicanos dictaron en relación con la población indígena.

Después de leer las páginas sobre las instituciones indí­genas en el México independiente y de haber comparado la transformación de las organizaciones sociales indígenas en ins­tituciones coloniales, con la de las coloniales en independien­tes, el lector se pregunta si acaso el paso del régimen colonial al de vida independiente no fue mucho más brusco y revolu­cionario que el ocasionado por el transplante de las institu­ciones europeas a suelo americano y de su acoplamiento a los usos de los indios en el siglo xv i .

Las radicales reformas que la propia España inició en América en la segunda década del siglo x ix van a ser la ins­piración de la política seguida por los gobiernos independien­tes, al menos en su aspecto formal, como lo señala González Navarro. E l deseo apasionado de los primeros republicanos fue establecer la igualdad entre todos los miembros de la so­ciedad mexicana. E n qué medida se logró este anhelo, lo podemos entrever por la comparación entre la sociedad de principios del siglo pasado y la de principios de éste. Tene­mos el material en el último de los estudios de este volumen.

E l siglo x i x fue época de grandes discusiones sobre proble­mas raciales. E n México se manifestaron éstas en su afán de borrar la desigualdad racial, que aquí coincidía casi siempre con las diferencias sociales entre indio, mestizo y occidental. Dos corrientes poderosas afectaron a la América hispana en esta centuria: la de los derechos del hombre de la Revolución francesa y la no menos europea de las teorías sobre las razas.

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E n México , pensadores y gobernantes se de jan guiar , quizá a causa de emergencias locales, p o r los p r i n c i p i o s teóricos de l a i g u a l d a d y l i b e r t a d de l a persona, defendiendo en todas las cartas constitucionales l a i g u a l d a d jur ídica de los mexicanos. P o r otra parte , en l a práctica, solicitados también por tenden­cias ideológicas, quizá teñidas de preocupaciones raciales, per­m i t e n q u e e l i n d i o m e x i c a n o se a presa d e l " feroz íñdivldua-l i s r n o " imperante en las sociedades de esa época.

T o d a esta parte de l v o l u m e n ^ ^ Indígenas en e l México independiente , es n u e v a por l a f o r m a de síntesis de l a h is tor ia social d e l siglo x i x en que está pre­sentada, l o c u a l l a coloca en lugar preferente y especial res­pecto de todos los demás estudios históricos escritos sobre e l s ig lo pasado. M u c h a s ideas expuestas en otros l ibros y artícu­los se entrelazan y asocian aquí, d a n d o cuerpo a u n a exposi­c i ó n histórica de los destinos de los indios durante e l p r i m e r s ig lo de v i d a independiente .

S i n embargo, se n o t a n aún en e l la algunas de las d i f i c u l ­tades de l a ordenación histórica de u n tema que h a sido pro­fusamente d iscut ido con gran acaloramiento y pasión. Se des­p r e n d e d e l texto que es menester l legar a destacar e q u i l i b r a ­damente l a h i s tor ia de l siglo x i x y sus enlaces con el período anter ior y e l que le sigue. L o s cortes cronológicos de Indepen­d e n c i a y Revoluc ión de 1 9 1 0 no deben sobrepasar su condi­c ión de guías metodológicas. E l autor, en este caso, exp l i ca c ó m o se transformó el status social d e l i n d i o a l establecerse l a legislación r e p u b l i c a n a ; y luego, p r i n c i p a l m e n t e con las o p i n i o n e s de los políticos de l a época de Díaz, completa e l c u a d r o de las insti tuciones indígenas en los pr imeros cien años de v i d a independiente .

Es de desear que se l legue a l a unif icación de nombres y períodos históricos de l p r o p i o siglo x i x . H a s t a ahora, cada a u t o r que h a escrito sobre estos pr imeros c ien años de v i d a i n d e p e n d i e n t e h a usado los nombres que le h a n parecido con­v e n i r p a r a designar grupos políticos, épocas históricas o nía i n ­festaciones sociales. Pocas veces se rep i ten las mismas palabras p a r a señalar los mismos fenómenos en escritos de diferentes autores. Usados los términos s in u n a advertencia o expl ica­ción p r e v i a p u e d e n prestarse a confusión. U n o de los proble-

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mas p a r a los escritores de l a h is tor ia d e l siglo x i x es e l uso de l a p a l a b r a liberal. S u connotación ha var iado m u c h o desde l a época de l a Independenc ia hasta nuestros días. T a m b i é n cuando e l autor usa los términos ' l a t i f u n d i s t a l a i c o " y " l a t i ­f u n d i s t a la i co conservador" , o b l i g a a l lector a hacer u n a glosa de estas palabras , que en l a h is tor ia m e x i c a n a h a n sido usadas p a r a serialar banderas políticas de muchos matices. M u y re­cientemente, d o n D a n i e l Cosío Vi l legas h a encontrado y p o ­p u l a r i z a d o u n n o m b r e con e l cua l designa los t re inta años d e l g o b i e r n o ^ e n P o r r l ^ e ^ r e s a r 4 t í f e n # n t e l a idea que se tiene sobre este período de nuestro pasado. Es posible que e n l a m i s m a f o r m a se encuentren otros, general­mente aceptados, para señalar s in equívocos las épocas y los fenómenos d e l siglo pasado.

L a l ec tura de estas páginas es r i ca en matices, y l l eva a ref lexiones que p e r m i t e n considerar el p r o b l e m a de l a pob la ­ción indígena en México dentro de u n campo de trabajo de más fácil comprobación. P o r e jemplo :

A l percatarnos d e l esfuerzo de los hombres d e l siglo x i x p o r negar l a presencia de u n g r u p o social que necesitaba t ra­tamiento especial, cabe preguntarse si e l t í tulo dado a l estu­d i o , " Ins t i tuc iones indígenas en México i n d e p e n d i e n t e " , h u ­b iera gozado entonces de l a aprobación general . E l empeño de políticos y escritores en e l siglo pasado fue b o r r a r a todo trance las diferencias entre los estratos sociales de l a nación que había sacudido el yugo español. ¿Hasta qué p u n t o l a es­tratif icación social anter ior fue considerada cuestión rac ia l , o u n p r o b l e m a social , u n p r o b l e m a polít ico o cul tural? Se des­prende d e l estudio que cada g r u p o interesado en estas cuestio­nes le d i o e l sesgo a que sus preferencias profesionales o polí­ticas lo i n c l i n a b a n . L o r e n z o de Zava la necesitaba a los i n d i o s para que v o t a r a n p o r él. E l D r . M o r a , p a r a que f o r m a r a n el grupo " p o b r e " de l a sociedad mexicana . Lucas Alamán, F r a n ­cisco P i m e n t e l , Andrés M o l i n a Enríquez, Francisco B u l n e s , para señalar los opuestos intereses de dos m u n d o s culturales . L o que se desprende notor iamente de las páginas d e l autor es que todas las tentativas para borrar las diferencias raciales y sociales, así como los logros que algunas de ellas p r o d u j e r o n , c o n t r i b u y e r o n a l destazamiento d e l cuerpo de l a poblac ión

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indígena, haciendo así posible , en pequeños trozos, su as imi­lación a l resto d e l cuerpo social . S i n embargo, u n a dialéctica m u y p r o p i a de l siglo condicionó estos éxitos en lo que f u n d a ­menta lmente se proponían los patriotas d e l siglo pasado, i m ­p o n i e n d o su sello c rue l e in justo a l a transformación social q u e se buscaba.

Esta h i s tor ia hace resaltar e l proceso de secularización que se viene observando desde e l siglo x v u i en e l m u n d o occiden­t a l . E n México tuvo sus part iculares manifestaciones, consi­

d e r a d a s a veces poralgürTólTeli^^ como aportaciones originales de los reformadores de mediados d e l s ig lo . Este estudio claramente muestra que, e n rea l idad , son l a culminación de u n proceso que viene d e l siglo anterior . L a secularización, que en México se estudia p r i n c i p a l m e n t e p o r l o que toca a las propiedades d e l clero, fue u n proceso que destruyó las bases económicas de todo el andamiaje inst i tucio­n a l que l a R e p ú b l i c a heredó de l a C o l o n i a , y que afectó p o r i g u a l a l a Iglesia, a los indios , a las inst i tuciones docentes, etc. Estos fenómenos de índole tan r a d i c a l parecen haber impues­to a l a h i s tor ia de l siglo pasado ese carácter v io lento y agresivo c o n que se l a ha señalado frecuentemente. T a m b i é n contr i ­buye a lo áspero de las situaciones d e l siglo x i x l a alteración e n e l r i t m o con que se desarrol lan los acontecimientos respec­to a los siglos de d o m i n i o c o l o n i a l . S i se comparan los cambios efectuados en los tres siglos anteriores con los que h u b o d u ­rante u n o solo, e l x i x , se comprende lo angustioso y p r e c i p i ­tado de los ajustes que h u b o que hacer en todo orden de ideas. P o r e l c o n j u n t o de disposiciones que afectaron a l a p r o p i e d a d en e l proceso de secularización, e l i n d i o m e x i c a n o fue desalojado y desacomodado de su m u n d o físico y c u l t u ­r a l . H a s t a cierto p u n t o , esto era lo que se proponían los le­gisladores mexicanos. Pero n o sólo se modif icó el curso de l a v i d a de ese g r u p o social , n o sólo t u v i e r o n que buscar los i n ­dios otras formas de relación con la sociedad c r i o l l a y mestiza, s ino que, a l llevarse a cabo estas grandes mudanzas requeridas p o r u n a filosofía pol í t ica d i s t i n t a de l a que había sustentado a l gobierno c o l o n i a l , se empañaron las perspectivas tradic io­nales d e l país. F u e r a de su ámbito , e l i n d i o dejó de c u m p l i r c o n todas las cargas económicas que p r o d u j e r o n l a r iqueza de

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l a época c o l o n i a l , y como consecuencia se fue perd iendo l a fe e n la a b u n d a n c i a de México .

Este estudio nos hace pensar que p a r a los mexicanos h a s ido u n compromiso m u y grande seguir las corrientes de l a c u l t u r a europea occidental . S iempre que se les da aplicación, t o m a n aquí u n r u m b o imprevis to e insospechado. Entonces se^cae e n la^cuenta de lo importante que es l a población i n ­dígena en México , y se exp l i ca que sea e l l a q u i e n i m p r i m a sus características a l a h is tor ia de l a nación. E n cada p r o b l e m a se hace patente e l conf l ic to que entrañan los grupos cul tura­les difíciles de amalgamar. Esta h i s t o r i a d e l p r i m e r siglo de v i d a r e p u b l i c a n a refleja, p o r lo que toca directamente a l i n ­d i o , l a intrans igencia de los hombres de l a época para los casos part iculares , para las diferencias de clases consideradas acadé­micamente . R e s u l t a inclusive difícil reconstruir este período, p o r q u e l a tendencia ideológica y l a polí t ica t r iunfante querían hacer desaparecer las diferencias entre u n o y otro g r u p o étni­co. E n p r i n c i p i o , como lo señala e l autor, e l p r o b l e m a quedó resuelto en las leyes como si se tratara de u n a sociedad euro­pea, pero había u n a rea l idad social , polít ica, económica y cul ­t u r a l que ob l igaba a ocuparse de e l la constantemente.

Al lá en e l siglo x v i , e l choque de culturas, l a indígena y l a española, m u y distantes u n a de otra , tuvo gran repercu­sión. C u a n d o esos grupos de d is t in to m u n d o c u l t u r a l entra­r o n en conf l i c to polít ico i n t e r n a c i o n a l , encontraron muchos interesados que seguían los resultados d e l encuentro con gran atención. E n el caso de América y los españoles y portugue­ses h u b o , además, para enriquecer todo lo que se escribió y d i j o en a q u e l l a ocasión sobre los indios , l a disposición ibé­r i c a p a r a e l asombro, l a i n c o n f o r m i d a d , e l reto, l a audacia y los sentimientos piadosos extremos que hacían surgir toda clase de matices en este contacto de cul turas . M u y otra es l a h i s t o r i a de los problemas de indígenas y occidentalizados en e l siglo x i x . L a incorporación de los modos y usos indígenas a l a c u l t u r a occ idental está ya m u y adelantada, y los europeos se h a n hecho ya también a los usos de l a t ierra . Es u n pro­ceso n o r m a l que pasa casi i n a d v e r t i d o , y cuando i n d i v i d u o s de ambos grupos t ropiezan con él, l o consideran con emba­razo y disgusto, porque s igni f ica cierto entorpecimiento y

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atención especial a situaciones p a r a las que e l gobernante, legislador o teórico n o h a encontrado aún adecuada solución.

Es curioso observar, asimismo, cómo varía en nuestra his­t o r i a l a designación de lo i n d i o . E n u n p r i n c i p i o , l a def i ­nic ión se h i z o atendiendo solamente a l a raza, con sus carac­terísticas antropológicas y sus idiosincrasias psicológicas. Y a en el siglo x i x , el concepto se desprende de sus-rasgos físicos peculiares y se t ienen en cuenta características de o r d e n eco­nómico. E l i n d i o , para este siglo, es el mexicano pobre , es e l t rabajador agrícola, e l c á m p e s m ^ o ~ l T p e ^ ser trabajador ca l i f icado deja de ser i n d i o . E l color de l a p i e l , de los ojos o d e l pelo, l a apar iencia rac ia l más evidente, h a n dejado de señalarle su procedencia étnica. A t e n d i e n d o a este cr i ter io económico, se pensó, en el siglo x i x , que l a indus­trialización d e l país podía ser u n a manera de sacar a l i n d i o de su atraso c u l t u r a l . Pero si u n a polít ica indigenis ta de ca­rácter económico h u b i e r a p o d i d o acelerar e l proceso de homo-geneización de l a sociedad en el siglo x i x , otra también m u y r e a l y de l m i s m o t ipo, como es el endeudamiento , m a n t u v o a los indígenas en su condición servi l . Y a a fines d e l siglo, M a r t í v i o c laramente lo dudoso de esta tesis y aseguró que n o había l u c h a entre " l a civilización y l a barbar ie " , sino entre l a naturaleza y l a falsa erudición.

Se condenó a los indios en el siglo x i x p o r su fa l ta de i n ­d i v i d u a l i s m o , p o r su indi ferenc ia , por su inerc ia . S i n embar­go, en los planes indígenas que cita el autor se advierte que p o r lo menos algunos i n d i v i d u o s de este g r u p o r a c i a l tenían p l e n a conciencia de sus problemas en sus manifestaciones más constantes: mestizaje, fomento de l a producción agrícola y logro de l poder polít ico. S iempre que los indios se rebe laron contra las autoridades establecidas, rec lamaron l a repart ición o l a p r o p i e d a d de las tierras. Indudablemente e l g r u p o indí­gena se encontraba m a l o estaba desacomodado en las tierras que cul t ivaba , como lo demuestra e l poco r e n d i m i e n t o de su trabajo comparado con el que tuvo en l a era c o l o n i a l .

Siendo este siglo de especiales preocupaciones económicas, es válido preguntarse qué razones t u v i e r o n los gobernantes e ideólogos p a r a dar l a preferencia a l p r o b l e m a jur ídico de l a p r o p i e d a d de l a t ierra y n o considerar suficientemente e l me-

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j o r a m i e n t o de la producción agrícola, en manos entonces d e l g r u p o indígena. E l l ibera l i smo l iberó generosamente a l peón m e x i c a n o de u n a sumisión casi de esclavo, pero no le d i o u n n o r t e para emplear su ac t iv idad . Se renegaba de l paternalis-m o gubernamenta l y p o r e l lo se deja a l i n d i o atenido a su p r o p i a i n i c i a t i v a . A l cabo de algún t iempo, s in embargo, se empezó a pensar que"el^incHo^ m e x i c a n o estaba peor cuan­d o se le elevaba a l a categoría de c i u d a d a n o con todos sus derechos cívicos que cuando fue m e n o r de edad en tutela . L a educación como m e d i o de rápida asimilación a l a c u l t u r a o c c i d e n t a l n o hizo grandes avances en e l siglo x i x . Siempre se tropezaba con las di f icul tades que crean l a diferencia de valores culturales . S i en u n a c u l t u r a ciertos rasgos son con­siderados crueles y despiadados, en otra aparecen suaves y clementes. E n general, en esta época, l a imposición sobre los i n d i o s p o r parte de l a c u l t u r a occ idental , con sus técnicas más elaboradas, fue u n impac to b r u t a l sobre l a sensibi l idad indígena, más suave, paciente y débil .

G o n z a l o A G U I R R E B E L T R Á N y R i c a r d o P O Z A S A . , " Inst i tuc io­

nes indígenas en e l México a c t u a l " , p p . 173-268.

E l úl t imo estudio, como q u e d a advert ido, es e l de mayor extensión. Otras características lo d i s t inguen también de los trabajos que preceden. Está escrito con g r a n entusiasmo y ca­l o r , y mueve y toca los resortes de diversas disc ipl inas en busca de u n a solución pos i t iva p a r a l a explicación de los proble­mas de convivenc ia y relación con los escasos grupos indí­genas aún subsistentes en e l país.

E n este trabajo, en e l que se h a n usado pr inc ipa lmente los criterios modernos de l a etnología p a r a tratar los proble­mas indígenas, se ve cómo c a m b i a n el vocabular io , las cla­sificaciones, l a terminología, etc., con que se exp l i caron las inst i tuciones indígenas en los trabajos precedentes. E l len­guaje, apasionado, agresivo a veces, se vale de numerosas pa­labras " i n v e n t a d a s " en frases efectistas (instrumentos integra-

tivos, membrecía, compacticidad, reditivo, ladinizar, asisten-

cial, etc.). E n otros párrafos, los autores d a n , p o r momentos, u n tra-

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tamiento subjet ivo a ciertos acontecimientos, como sucede c u a n d o h a b l a n de l a Revolución, entendiendo p o r ésta l a de 1910. H a y u n mat iz o perfume místico que nace d e l amor a l i n d i o y de l a exposición de sus sufr imientos , que casi hacen obl igadas las supuestas re ivindicaciones de l a Revoluc ión m e x i c a n a de 1910. E n otras ocasiones los autores consideran e l país, l a m e d i c i n a , etc., como seres reales a l estilo román­t ico. N o es insólito este estilo o tratamiento en l a l i t e ra tura etnológica m o d e r n a ; se encuentra con frecuencia en este t ipo de ensayos, donde l a var iedad y m u l t i t u d dé urgencias, inte­reses e incitaciones p r o d u c e n gran heterogeneidad. N o es ex­traño tampoco, dentro de esta gran c o m p l e j i d a d de ideas, ob­servar en e l pensamiento de los autores cierto eclecticismo f o r m a l . Se mani f ies tan en ellos expresiones y directrices que s iguen l a ideología establecida p o r Las Casas y, p o r otra par­te, objetivos prácticos de l a filosofía r e p u b l i c a n a y a n q u i .

Repet idas veces v u e l v e n los señores A g u i r r e y Pozas sobre asuntos que ya habían sido tratados con a n t e r i o r i d a d . I n c l u ­sive dentro d e l m i s m o estudio se rep i ten ciertos temas. S i n embargo, esta segunda vuel ta a l programa, que podría haber resultado inút i l o monótona, muestra en r e a l i d a d los distintos criterios con que se puede tratar l a m i s m a mater ia . P o r ejem­p l o , los autores hacen en l a introducción u n a recapitulación de todo l o hasta allí estudiado y l legan hasta las más lejanas y p r i m i t i v a s raíces de las culturas indígenas p a r a f incar en ellas sus estudios de los grupos indios de hoy, pero todo desde e l p u n t o de vista d e l antropólogo c u l t u r a l . A s i m i s m o , usando nombres diferentes de los tradicionales o establecidos, consi­guen nuevas perspectivas y d is t in ta valoración de los proble­mas. E n general , e l estudio a p u n t a a u n tratamiento i n f o r m a l y o r i g i n a l de estos problemas.

P a r a hacer resaltar más l a d i ferenc ia de su posición con l a de los autores que les preceden, basta comparar las síntesis que hacen antes de abordar sus propias experiencias. L a ma­yor extensión de este ensayo permite i n t r o d u c i r en él descrip­ciones extensas de varios temas, que podrían parecer de se­c u n d a r i a i m p o r t a n c i a en u n estudio más compacto. P o r ser este escrito l a exposición de experiencias m u y recientes, no puede tener el carácter de síntesis que dist ingue a los ante-

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riores. E n r e a l i d a d , e l p r o g r a m a de trabajo para estudiar las inst i tuciones indígenas actuales es todo de experimentación, porque , aunque se toma en cuenta e l pasado histórico, los autores parecen p a r t i r de l a base de que cada época requiere sus propósitos, técnicas, etc. L legamos a l a conclusión de que en este trabajo se perc iben los resultados de l a exper imenta­c ión de los nuevos puntos de vista en u n sujeto vie jo de l a h is tor ia . L o que h u b i e r a convenido destacar y que es evi ­d e n t e c u a n d o se h a n leído los cuatro trabaJQST,-es..s.ubrayar_cn^ e l i n d i o y e l p r o b l e m a indígena c o l o n i a l o de los pr imeros años de v i d a independiente n o son los mismos de ahora.

Siempre h a a d m i t i d o l a sociedad indígena, dada su com­p l e j i d a d , que se l a considere desde muchos puntos de vista . P e r o es necesario, p a r a que l a m u l t i p l i c i d a d de reflexiones n o desconcierte, dejar b i e n asentado cuáles h a n de ser las ideas normativas que se a p l i q u e n a u n a específica investigación. L o s autores l o h a n hecho en e l capítulo de " M e d i c i n a y salu­b r i d a d " , pero otras veces e l lector n o se encuentra advert ido. E n ocasiones las di f icul tades de estilo se u n e n a las d e l tema, como en e l caso siguiente: " L a m e d i c i n a t r a d i c i o n a l l legó a l a m i s m a conclusión p o r los senderos de l a exper iencia mís­t ica, par t iendo de premisas indudablemente erróneas pero que , en encadenamiento lógico, l a condujeron a resultados previs ib les" (p. 233) .

C u a n d o se trata de exageraciones, vemos que p o r m e d i o de ellas podemos ver más de b u l t o ciertos problemas, pero n o hay que o l v i d a r que, si aislados de ese m o d o se ven con lente de aumento, en u n cuadro general deben quedar reducidos a sus proporciones normales .

L A L E C T U R A D E L O S C U A T R O trabajos pone de manif ies to u n rasgo de l a historiografía m e x i c a n a b i e n curioso. H a y u n a tendencia a l i g a r los grandes acontecimientos de nuestra his­t o r i a : l a Independenc ia con l a Revoluc ión de 1910, pasando sobre los c ien años de v i d a independiente , s in poner atención a los cambios habidos en ellos. Especialmente, historiadores formados en e l ambiente de consagración de l a Revoluc ión de 1910 t ienden a ver, en las condiciones sociales anteriores a l a caída d e l régimen de P o r f i r i o Díaz, las anteriores a l a

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declaración de Independencia . L a s dos épocas se consideran c o m o t iempos de negro despotismo, condenados s in m u c h a averiguación. (Ver ejemplos en las p p . 203, 209, 260.) E l tercer estudio del presente v o l u m e n rect i f ica este pre ju ic io nac iona l i s ta . Desgraciadamente, los autores de l últ imo trabajo n o p u d i e r o n aprovechar los beneficios de l a investigación de González N a v a r r o . E n el trabajo de los antropólogos se ad­vier te esa supresión i n v o l u n t a r i a de los hechos sociales d e l

^ s ig lo x ix . . O t r a - r a z ó n , de ín jdole^ckolÚ£Íc^ deformación en este caso. L o s antropólogos de ahora sienten más a f i n i d a d con el pensamiento c o l o n i a l , por lo que a l a "po l í t i ca de i n d i o s " se refiere, que con los pensadores repu­b l i canos d e l siglo x i x .

Dos cuestiones convendría dejar b i e n deslindadas en tra­bajos subsecuentes, pues e l lector fáci lmente se siente descon­certado p o r l a fal ta de c lara del imitación de los campos. H a y en e l trabajo de A g u i r r e Be l t rán y Pozas muchas observacio­nes que s i n d u d a t ienen carácter general y que pueden es­tar en c u a l q u i e r tratado de etnología. H a b r í a que precisar hasta qué p u n t o son aplicables a los grupos indígenas mexi ­canos. P o r otra parte —y esto es más del icado y difícil de def in i r—, habr ía que des l indar lo p r o p i o d e l indígena mexi ­cano y lo que es p a t r i m o n i o de todo i n d i v i d u o mexicano, sea i n d i o , mestizo o c r io l lo . T a m p o c o es posible , por l a in forma­c ión que se presenta en ese estudio, determinar hasta qué p u n t o e l contacto con l a c u l t u r a occ identa l h a m o d i f i c a d o los modos de v i d a del indígena. Y a n o podemos considerar como i n d i o sólo a l que ostenta ciertos rasgos antropológicos. Es i n ­d i o e l que vive en u n determinado ámbi to c u l t u r a l , según l a def inic ión d e l D r . Caso, en l a c u a l f u n d a m e n t a n los autores sus trabajos. ¿Cuáles son las comunidades a quienes consi­d e r a n totalmente indígenas los señores A g u i r r e y Pozas? E n las páginas de su trabajo sólo encontramos dos grupos peque­ños, los de C h i a p a s y los de l a S ierra T a r a h u m a r a , con todas las características requeridas. Pero a u n en l a v i d a de ellos es inc ie r to lo que haya de verdaderamente prehispánico. ¿Qué es l o que h a n tomado de l a c u l t u r a i n t r o d u c i d a en el N u e v o M u n d o p o r españoles y otros europeos? E n su religión, en sus ceremonias, en su organización polít ica, en su soc iabi l idad, se

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muest ran rasgos de l a c u l t u r a occidental . Éstos, cualesquiera q u e sean, los acercan a los grupos sociales considerados n o indígenas. E l p r o b l e m a es ciertamente c o m p l i c a d o . Es m u y dif íci l establecer dónde está e l l ímite entre l a c u l t u r a indí­gena y l a n a c i o n a l . Si hemos de considerar los grupos indíge­nas como ajenos a l a v i d a nac iona l , debemos reconocer que se crearía-oma-^ituacióiL-exíraña y p e r t u r b a d o r a , P e r o , ade­más, ¿cuáles son los grupos que se deben aislar? ¿Quizá los grupos que se c o m p o r t a n en l a f o r m a más ale jada de l a que se considera como conducta m e d i a d e l mexicano? C o n este rase­r o señalaríamos entonces también a esos grupos cosmopolitas q u e se horrorizarían de ser considerados como e l término m e d i o d e l m e x i c a n o y que en r e a l i d a d n o lo son. N o es posi­b le ignorar l o m u c h o que tenemos todavía los mexicanos de l a raza indígena, que en unos es l a maya, en otros l a tarasca, en otros l a azteca, etc., y lo sut i lmente que e l m e d i o físico con­serva esas fuerzas tradicionales operando en los grupos socia­les. Pero es conveniente pensar en México , no como u n país de excepción a este respecto, pues observamos e l m i s m o fenó­m e n o de supervivencias de antiguas inf luencias y costumbres e n pueblos que se considera que h a n superado esas etapas p r i m i t i v a s de l a evolución h u m a n a , como son algunos de los europeos.

L o e lus ivo de l a caracterización para lo que es el indígena autént ico se manif ies ta también cuando se trata de hacerlo p o r l o que toca a l a economía. T a m b i é n hoy, como en e l s ig lo x i x , se t o m a a l indígena como s inónimo de campesino, y asientan A g u i r r e y Pozas que " los problemas rurales se iden­t i f i c a n con los problemas de l a población ind ígena" (p. 250) .

A l u d e n as imismo a l a gran i m p o r t a n c i a de l a producción agrícola indígena en l a v i d a económica m e x i c a n a y a sus re­laciones mediatas con los destinos de l país. A p u n t a n a l cam­bio que s u f r i e r o n todas esas relaciones con l a polít ica refor­mis ta de mediados d e l siglo pasado. Pero n o atacan e l p r o b l e m a ontológico q u e se creó con e l cambio de filosofía política.

T a l e s ref lexiones nos l l e v a n a pensar que, en l a cuestión de los grupos indígenas, hay u n p r o b l e m a c u l t u r a l y otro económico ínt imamente l igados. U n a manifestación de esa trabazón económico-cultural es l a posición indigenis ta de los

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revoluc ionar ios de 1910. F u e u n a l u c h a p o r r e d i m i r a l i n d i o subyugado, o b i e n u n a revolución agraria para m o d i f i c a r l a producción indígena.

S i hemos de aceptar l a existencia de grupos extraños den­tro de l a sociedad nac iona l , entonces parece que estamos esta­b lec iendo ciertas categorías sociales que se parecen en m u c h o a - l a estmttéieagymr-áeAa-^eeieé^ e e d o n i a l . P e r o , af parecer, e l indígena mexicano , a u n e l que se considera más g e n u i n o , n o es u n a r e l i q u i a de l pasado prehispánico, es u n i n d i v i d u o que no p a r t i c i p a totalmente de l a c u l t u r a occidental , pero que n o puede considerarse como pieza de museo. H a y u n a posi­c ión paradój ica e n l a m a n e r a de considerar el p r o b l e m a indí­gena actualmente. P o r u n a parte se desearía conservar, como e n v i t r i n a , estos grupos sociales de c u l t u r a alejada de l a m e d i a d e l mexicano mestizo p a r a poder estudiarlos b i e n ; p o r otra , existe u n a pol í t ica vigente p a r a acelerar e l proceso de incor­poración de esos grupos indígenas a l a c u l t u r a n a c i o n a l . ¿No

será que después de l a crisis de 1910-1917 l a preocupación p o r lo indígena se h a convert ido en tema exótico, en cosa de laborator io , de especialización de u n a ac t i tud polí t ica pro­fesional? Este g i r o académico que h a traído como consecuen­c ia l a revalorización de l tema y nuevas perspectivas, ¿está creando u n a c iencia de lo indígena?

Los que m a n e j a n estos problemas de las relaciones con los grupos indígenas y l a posición ante ellos se d a n cuenta de que es m u y difíci l establecer bases precisas para u n a polí t ica a d m i n i s t r a t i v a . L o más a que se h a l legado en el terreno especulativo son descripciones minuciosas y presentaciones or­denadas de l a h i s tor ia polít ica de los indios . Pero ¿cómo ma­nejar los grupos indígenas p a r a equiparar los a l término m e d i o de los mexicanos? Eso está todavía p o r precisarse. C o n l a me jor b u e n a v o l u n t a d , y armado de todos los instrumentos de l a c iencia m o d e r n a , e l invest igador o e l trabajador social se acercan p a r a enlazar rápidamente esos dos mundos culturales de posiciones extremas, y p r o n t o se d a n cuenta de l a escasez de resultados posit ivos. ¿Qué es lo p r i m e r o a que se h a de aten­der? ¿Lo polít ico, lo económico, lo social o lo cul tural? ¿Y en qué f o r m a se h a de hacer? Es pos ib le que, p o r esa resistencia pasiva que presentan ios grupos indígenas, los hombres de l si-

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g l o x i x h a y a n prefer ido hacer todo lo posible p o r destruir esos grupos sociales y se hayan impac ientado tanto ante l a inef i ­cac ia de sus métodos p o r i n c o r p o r a r a l i n d i o a los usos d e l O c c i d e n t e .

C o m o m a t e r i a l histórico, pocas cosas i l u s t r a n más sobre los problemas de México que e l ocuparse de los indios . Siem­p r e es tema sugestivo, que en su tratamiento abarca m u c h o más de l o que l a enunciación escueta d e l tema haría sospe­char en u n país como, p o r e jemplo, los Estados U n i d o s . Ge-

nrieTaTrrrenteT^a^ n o s a b e b i e n si los autores hacen referencia sólo a los exóticos grupos indígenas o a l a población m e x i c a n a en general . Es difícil p a r a u n m e x i c a n o hablar sobre lo indígena s in sentirse incons­cientemente i n c l u i d o en e l g r u p o , y pensar en lo indígena c o m o parte de l a n a c i o n a l i d a d . C u a n d o señala en concreto a lgún g r u p o indígena, muchas veces sólo muestra o descubre u n p l iegue o u n mat iz d e l ser d e l mex icano . P o r esto su p a p e l de invest igador objet ivo se torna tan difícil .

E l l i b r o es valioso porque contiene muchas enseñanzas. S u m a y o r méri to consiste quizá en ser u n p a n o r a m a completo de u n p r o b l e m a nac iona l . H a y que señalar, p o r último, l a excelente Bibl iograf ía con que t e r m i n a e l v o l u m e n (pp. 271-

303), en l a c u a l se h a n recogido todas las publ icaciones i m ­portantes sobre e l tema.