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N O 1 3 4 2 0 0 7 La Agencia de la ONU para los Refugiados MILLONES DE PERSONAS DESPLAZADAS POR EL CONFLICTO, LA PERSECUCIÓN Y LA VIOLENCIA Refugee All Stars UNA HISTORIA DE ÉXITO: LOS INCREÍBLES DE SIERRA LEONA

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La Agencia de la ONU para los Refugiados

MILLONES DE PERSONASDESPLAZADAS POR EL CONFLICTO, LA PERSECUCIÓN Y LA VIOLENCIA

Refugee All StarsUNA HISTORIA DE ÉXITO: LOS INCREÍBLES DE SIERRA LEONA

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Al elegir las fotografías para esta revista tuvimos

que examinar un extraordinario número de imágenes san-

grientas. No eran sólo caras, manos y ropas ensangrentadas,

sino chorros de sangre corriendo por los mercados, a lo largo de las ace-

ras. Gente de pie junto a grandes charcos de sangre, a veces incluso

dentro de ellos.

Gente comportándose de forma extraña. Una niña pequeña mi-

rando, sin muestras de asombro, un charco ensangrentado con una

sandalia boca abajo en el centro, como una pequeña isla. Un señor ma-

yor, bien vestido y con un maletín en la mano, andando a paso ligero

junto a otro charco de sangre, como si fuera camino del trabajo en un

día normal, en una ciudad normal. Y muchas otras imágenes, dema-

siado truculentas como para hacer mención de ellas.

Mirando estas imágenes (sólo las menos desagradables han llegado

hasta la prensa mundial) se comprende fácilmente por qué tantos ira-

quíes han huido de sus hogares y por qué muchos más harían lo

mismo si pudieran… y quizás acaben haciéndolo si la seguridad ciuda-

dana no aumenta sustancial y rápidamente.

Una parte considerable de los cerca de cuatro millones de iraquíes

desplazados (1,9 millones en el interior del país y al menos dos millones

en el exterior) lo estaban ya cuando empezó la más reciente guerra de

marzo de 2003. Se habían marchado silenciosamente durante las dos

décadas anteriores, escapando de las persecuciones individuales y en

masa del régimen de Saddam Hussein, del servicio militar obligatorio

durante los ocho años de criminal guerra con Irán y durante la Guerra

del Golfo de 1991, de las sanciones impuestas durante la mayor parte de

los años 90… o escapando de todo ello a la vez.

Después vino otra guerra, más bombardeos, tropas extranjeras,

más desplazados y la apertura de la caja de Pandora del sectarismo, que

tantos se temían que corriera pareja con una fuerte desestabilización

de Iraq. Los últimos dos años han sido testigos de un continuo, despia-

dado y logrado intento de disparar la violencia sectaria a gran escala, de

hacer que la sociedad iraquí se vuelva contra sí misma y se destruya. Y,

como respuesta, las constantes operaciones militares han contribuido

al ciclo de destrucción y desplazamiento.

Los iraquíes han tenido que soportar tres décadas de tormento casi

incesante de uno u otro tipo. Apenas sorprende que tantos se hayan

marchado. Quizás sea más sorprendente que tantos se hayan quedado.

Si van a seguir haciéndolo, necesitarán una gran mejoría en seguridad

ciudadana y más ayudas para el país.

Los indicadores socioeconómicos y de seguridad que llegan de Iraq

ofrecen una lectura descarnada. Se creía, al menos hasta febrero, que la

media de muertos diarios rondaba las cien personas. Dos de cada cinco

adultos están traumatizados. El 50 por ciento de la población activa

está en paro. Muchas escuelas han cerrado debido a la inseguridad.

Miles de médicos, maestros y otros profesionales han sido asesinados.

Muchos de los que quedaban han huido.

Los problemas a los que se enfrentan los vecinos de Iraq son enor-

mes: durante 2006, el silencioso pero continuo flujo de personas que

abandonaban el país se convirtió en un torrente permanente, siendo

decenas de miles las que cada mes cruzaban las fronteras de Siria y Jor-

dania.

A principios de 2007, dos millones de iraquíes, sumados a los cuatro

millones de palestinos que son refugiados desde hace tiempo, habían

convertido súbitamente a Oriente Medio en la región del mundo que

más refugiados alberga. Si se añaden los dos millones de desplazados

en el interior de Iraq, el problema alcanza proporciones gigantescas.

Por esta razón, la agencia para los refugiados de la ONU y otras or-

ganizaciones empezaron a hacer llamamientos más urgentes en el úl-

timo tercio de 2006: Jordania, Siria y otros países de la región necesitan

ayuda y la necesitan rápidamente. Los refugiados iraquíes están cada

vez más hundidos en la pobreza y la desesperación. La presión es cada

vez mayor en todos los frentes.

Resolver estos problemas requiere un enorme esfuerzo internacio-

nal y, por esa razón, tras conversaciones con los países más afectados, el

Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, Antó-

nio Guterres, convocó una conferencia al más alto nivel en Ginebra

para el 17-18 de abril. Se trata de uno de los acontecimientos humanita-

rios más importantes celebrados en esta ciudad desde las grandes con-

ferencias que centraron su atención en los Balcanes durante los años

90 y mucho es lo que depende de su resultado y de si la comunidad in-

ternacional va a unir sus esfuerzos como ha hecho en el pasado con

otras crisis importantes.

Para finalizar este editorial en un tono más optimista, y como un

grato recordatorio de que todas las guerras acaban algún día, nos gusta-

ría contarles una historia reconfortante de la guerra y de la eventual

paz en Sierra Leona. El extraordinario relato del grupo musical cono-

cido como los Refugee All Stars empieza en la página 25. Es un desta-

cado ejemplo de cómo la gente más decidida puede, con un poco de

ayuda de benévolos desconocidos, convertir la adversidad más pro-

funda en un gran éxito.

E D I T O R I A L

Éxodo silencioso

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EditorRupert Colville

ColaboradoresAbeer Etefa, Anas Al-Qa’ed, Banker White,Laurens Jolles, Mike Kappus, MutasemHayatla, Rana Sweis, Rob Breen, ShadenKhallaf, Zach Niles y personal del ACNURen todo el mundo.

Asistente editorialManuela Raffoni

Departamento fotográficoSuzy Hopper, Anne Kellner

DiseñoVincent Winter Associés, Paris

ProducciónFrançoise Jaccoud

DistribuciónJohn O’Connor, Frédéric Tissot

Reproducción fotográficaAloha Scan, Ginebra

MapasUnidad de Mapas del acnur

Documentos históricosArchivos del acnur

Comisión Coordinadora de Refugiados en espa-ñol: Agni Castro-Pita, Representante delACNUR en España. Por parte de la Secretaría deEstado de Inmigración y Emigración: EstrellaRodríguez Pardo, Directora General de Integra-ción de los Inmigrantes; Miguel Ángel AznarNieto, Subdirector General de IntervenciónSocial; Roberto Amurrio Íñigo, SubdirectorGeneral Adjunto. Responsable de la versión espa-ñola de Refugiados: Françesca Fontanini.

Refugiados es una publicación de la Sección de In-formación Pública del Alto Comisionado de lasNaciones Unidas para los Refugiados. Las opinio-nes expresadas por nuestros colaboradores nocoinciden forzosamente con las del ACNUR. Lostérminos empleados y los mapas incluidos no su-ponen una toma de posición por parte delACNUR en cuanto al estatuto jurídico de ningúnterritorio o las autoridades del mismo. Refugiadosse reserva el derecho de editar todos los artículosantes de su publicación. Los textos y fotos sincopyright puedes ser reproducidos sin autoriza-ción previa. Por favor, citen al ACNUR. Las foto-grafías, excepto las que tienen copyright, puedenobtenerse sólo para usos profesionales. Edición es-pañola: 16.200 ejemplares, financiada por el Go-bierno español a través de la Dirección General deIntegración de los Inmigrantes.

Tirada total: 121.000 ejemplares en árabe, in-glés, francés, italiano y español.

ISSN 0252-791 X

D.L.: M. 43.567-1984

Impresión en España:GRÁFICAS ARIAS MONTANO, S.A.

Portada: Una mujer herida recibe ayuda deun transeúnte.© REUTERS / M. AMEEN / IRQ•2006

Contraportada: Un niño iraquí refugiado enJordania. ACNUR / P . SANDS / JOR•2006

UNHCR-ACNUR

P.O. Box 25001211 Geneva 2, Switzerland

www.unhcr.orgwww.acnur.org

4La explosión de una bomba en la mezquita deSamarra en febrero de 2006 produjo un mortíferoincremento de la división sectaria en Iraq.

14 U N A M I S I Ó N D I F Í C I L

¿Cómo pueden las agencias humanitarias ayudar ala gente cuando ellas mismas son objeto de ataques?¿Es la «gestión a distancia» la solución?

16 P E R S P E C T I V A S R E G I O N A L E S

Gran parte de los dos millones de refugiadosiraquíes vive precariamente en dos países yasaturados: Siria y Jordania.

20¿ R E C I B E N L O S I R A Q U Í E S U NT R A T O J U S T O ?

Las estadísticas demuestran lo difícil que les resultaa los iraquíes recibir protección actualmente en lospaíses industrializados.

24 V E R G Ü E N Z A

Los doblemente desplazados palestinos de Iraq notienen quien les proteja, ni tampoco papeles, país y,aparentemente, futuro.

25 L A S C E N I C I E N T A S D E L R E G G A E

Tome un grupo musical de refugiados con talento,un poco de visión, energía y una dosis de buenasuerte. ¿Qué obtiene? Los Refugee All Stars deSierra Leona.

T E M A D E P O R T A D A

4Unos cuatro millones deiraquíes han huido de lapersecución, la guerra y

la violencia sectaria.

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16La gran mayoríapermanece en la regióny pocos se van más allá.

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25El sorprendenterelato de unostraumatizados

refugiados que dieron lacampanada.

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NOTA : Con la excepción de las principales figuras políticas,

los nombres de todos los iraquíes utilizados en esta revista han sido

modificados por motivos de seguridad, aun cuando no pidieran permanecer

en el anonimato. Del mismo modo, ninguno de los iraquíes citados

en los artículos aparece en las fotografías que los ilustran.

La Agencia de la ONU para los Refugiados

N ° 1 3 4 - 2 0 0 7

MINISTERIODE TRABAJOY ASUNTOS SOCIALES

Dirección Generalde Integraciónde los Inmigrantes

Secretaría de Estadode Inmigración yEmigración

Subvencionado por:

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Tropas iraquíesevacuando civilesdesplazados a causade los combates enFaluya durantenoviembre de 2004.

violencia El imparable ascenso de la

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P O R A S H R A F A L - K H A L I D I Y V I C T O R T A N N E R

Jamás creeré en las diferencias entre

personas —decía el joven—. Yo soy sunní y miesposa es chiíta. He recibido amenazas paraque me divorcie o pague con la vida. Noshemos ido ya de Dora [en otros tiempos, un

barrio multiétnico en el centro de Bagdad, dominadoahora por los sunníes]. Mi mujer está viviendo con su

familia en Chaab [una zona chiíta] y yo con unosamigos en Mansur [una zona sunní]. Estoy

intentando buscar otra casa, pero ahora es difí-cil encontrar un sitio que nos acepté a los dos

en Bagdad.»Este comentario de un joven artista a un

amigo en Bagdad el verano pasado resumela dolorosa paradoja que atenaza a la socie-dad iraquí casi cuatro años después delsensacional caos provocado por la guerrade 2003.

Por un lado, Iraq es una sociedad don-de los distintos grupos étnicos, culturas,religiones y sectas se han mezclado yconvivido durante siglos. Por otro, es unpaís que cada vez está más dividido poruna terrible violencia sectaria, violenciaque ha obligado a millones de iraquíes a

abandonar sus hogares, sea comorefugiados en países vecinos o comodesplazados internos dentro de Iraq.

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y el desplazamiento

ENIRAQ

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Sobre los autores: Ashraf al-Khalidi

(un investigador iraquí residente en Bagdad que escribe conseudónimo) y Victor Tanner son coautores de un informe titulado «Violencia sectaria: los gruposradicales provocan el desplazamiento interno en Iraq»,publicado por el Proyecto Instituto Brookings-Universidad deBerna sobre Desplazamiento Interno en octubre de 2006.

UN HISTORIAL DE CONVIVENCIAVivir en comunidad forma parte de la vida

en Iraq. La llanura mesopotámica es un crisol histó-rico. Los modernos iraquíes son un reflejo de ello.Sus tres grandes ciudades —Bagdad, Basora y Mosul—han sido centros cosmopolitas del comercio y la cul-tura durante siglos. Puede que no existan estadísti-cas oficiales, pero hay un gran número de matrimo-nios mixtos en Iraq; según algunos, hasta un terciodel total. De hecho, muchas de las tribus del país —entre ellas, algunas de las más poderosas— estáncompuestas tanto por sunníes como por chiítas.

Ciertamente, el régimen de Saddam Huseinexplotó las diferencias entre chiítas y sunníes, asícomo entre árabes y kurdos, agravando las tensionesque existen en cualquier sociedad multicultural.Pero cuando en 2003 los horrores de ese régimendejaron de producirse, muchos iraquíes añoraronuna vida normal: seguridad, justicia y el imperio dela ley. Eso era especialmente cierto en las comunida-des chiítas, que tanto habían sufrido bajo Saddam.

Aún hoy, son muchos los ciudadanos corrientesque siguen sin pensar en términos de guerra civil.Lo que ven no es la lucha de un vecino contra otro,sino delincuentes armados en todos los bandos dedi-cados a embrutecer a la población civil.

La gente ha intentado proteger a sus amigos y veci-nos. Los chiítas desplazados desde Mosul y Faluya,entrevistados en Diwaniya en junio de 2006, habla-ban de familias sunníes que, por intentar protegerlos,habían sido atacadas por los radicales sunníes.

Del otro bando llegaban historias parecidas: los resi-dentes de la zona de Jay Alyaamía de Bagdad contaban,por ejemplo, un incidente en el que unos delincuenteschiíes mataron a un tendero sunní, y cuando su vecinochiíta protestó, también él fue asesinado.

Pero la situación se está endureciendo. La violen-cia está calando en la sociedad. Cada vez más gentecorriente tiene conexiones con grupos radicales. Enmuchos barrios o se está con ellos o se está contraellos. En última instancia, la consecuencia es la hui-da o, a menudo, la muerte. Y en cuanto los familiares

La violencia da a los Usan a

R E C O G I D O P O R R U P E RT C O LV I L L E

«Me secuestraron en el garaje y mimujer me vio por la ventana», dice elmarido, después de escoger el seudónimoQais, mientras su esposa se decanta por elde Laila (los equivalentes en OrienteMedio a Romeo y Julieta). «Estaba tanasustada que se derrumbó. Estaba emba-razada y pensé que el susto le produciríaun aborto. Me taparon la cara y me lleva-ron en coche a un lugar alejado».

Qais (un ingeniero informático) y Laila(una licenciada en traducción) tienen 30años. Se conocieron cuando ella empezóa traducir documentos para la empresade él y se casaron el 25 de diciembre de2002, tres meses antes de que empezarala guerra en Iraq.

Qais es sunní. Laila es una kurda chiíta.Ahora resulta extraño, pero en aquellosdías —hace sólo cuatro años— sus identi-dades religiosas no eran consideradas im-portantes.

«Mis padres son chiítas, pero eso no su-ponía un problema», afirma Laila duranteuna reciente entrevista en Damasco, lacapital siria.

«Los matrimonios mixtos entre sun-níes, chiítas y cristianos eran muy comu-nes en Iraq», explica su marido. «Mimadre es chiíta y mi padre sunní y vivía-mos en un barrio mixto de sunníes y chií-tas. Nuestra sociedad no estabaestratificada en sectas religiosas».

El primer año de guerra fue «ok», co-menta Laila, «pero después se convirtióen un infierno. El barrio en el que vivía-mos ha quedado en poder de los chiítas:está a un kilómetro de Sadr City. Los sun-níes y los chiíes han intercambiado apar-tamentos y ya no ves sunníes envecindarios chiítas o chiítas en un barriosunní».

Recibieron sus primeras amenazas enmarzo de 2004: «Empezaron llamán-dome por teléfono y amenazando a mifamilia con mensajes provocativos y ate-rradores, como Nos llevaremos a tu mujer

o Haremos que te divorcies de ella», diceQais. «No sabía si era un sunní enfadadoporque me había casado con una chiíta olo contrario».

«Tras la guerra, los matrimonios mixtospasaron a ser inconcebibles. De prontotodo el mundo le decía a mis suegros:¿Cómo te atreves a dejar que tu hija secase y viva con un sunní? Un día nos levan-tamos y descubrimos un graffiti en nues-tra casa que decía Se exige su sangre».

Se quedaron demasiado tiempo y, el20 de mayo de 2004, cuatro hombres em-pujaron a Qais dentro de un coche y se lollevaron. Tuvo suerte. A muchos de losque se llevan de este modo los encuen-tran torturados y muertos unos días o se-manas después, pero sus secuestradoresse encontraban en el extremo más bajodel espectro criminal: estaban más intere-sados en el dinero que en arreglar cuentasreligiosas pendientes. De hecho, pese apermanecer cautivo 16 días, no llegó aaveriguar si se trataba de sunníes o chiítas.

«Me asustaron, pero no me torturaron.Mi familia tuvo que pagar 25.000 dólarespor mi liberación».

Después de liberarlo, Qais y Laila huye-ron a Serbia, donde un tío de él ha vivido28 años. Estando allí, Laila dio a luz a unaniña, que casi acabó siendo apátrida por-que no había una embajada iraquí dondeinscribirla. Al final, la falta de dinero lesllevó de regreso a Siria, donde no se lespermite trabajar y dependen de la pen-sión de los padres de Qais para sobrevivir.

«Tuve un sueño, construí una casa, hiceuna carrera y abrí una empresa privada,pero todo esto ha desaparecido», señalaQais. «Con todas estas tensiones secta-rias, me preocupa que la familia de mimujer la presione para dejarme».

Volver es impensable. «Si volvemos —asegura Laila—, tendríamos que pasarpor zonas sunníes y chiíes. No se sabequién nos atraparía: si un grupo sunní pormí o un grupo chiíta por mi marido».

Mira al suelo: «De pronto —dice—, notienes vida».

T E S T I M O N I O S D E R E F U G I A D O S

Qais y Laila

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y los seres queridos se unen a un grupo radical, lafamilia entera queda atrapada.

EL ALA DURADesde el bombardeo del santuario sagrado

chiíta en la Mezquita Dorada de Samarra, en febrero de2006, el país se ha visto anegado por sucesivas oleadas deatentados y represalias. Las bombas en Samarra marca-ron el fin de la moderación con la que los chiítas se habí-an enfrentado a los crecientes ataques contra su pobla-ción. Ahora la violencia viene de ambos lados. El armafavorita de los grupos militantes sunníes es el cochebomba, mientras que los escuadrones de la muerte delextremismo chiíta secuestran, torturan y asesinan.

La violencia no es ni espontánea ni popular. Tantosi se pregunta a los políticos como a los iraquíes de apie, incluida la gente desplazada por la violencia, laopinión es que los frentes religiosos más extremos sonlos causantes de la violencia y los desplazamientos.

Quienes lideran el ala dura en ambos bandos ven laviolencia y el desplazamiento como una extensión delas tendencias históricas existentes. Los líderes chiíesmencionan el historial de represiones antichiítas porparte de los líderes sunníes de Iraq. «Llevan matandochiítas desde la muerte del profeta. De hecho no encon-tramos ninguna diferencia entre los Omeya [una anti-gua dinastía árabe que consolidó el dominio sunní enlos territorios musulmanes] y Saddam o los actualeslíderes sunníes», decía un representante de uno de los

partidos políticos chiítas, entrevis-

grupos radicales su razón de ser. los desplazados como peones para sus planes.

tado en Nayaf. Del mismo modo, el representante deotro grupo chiíta del barrio de Chuala, en Bagdad,declaraba: «Vemos claro cuál es el plan. Quieren elimi-nar a los chiítas de Bagdad y Diyala para establecer suestado talibán en las zonas sunníes».

Para los sunníes del ala dura, la situación es, en su mis-ma esencia, sectaria: ellos ven el «nuevo» Iraq como unacreación de los intereses norteamericanos e iraníes, un

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Las bombas quedestruyeron elreverenciadotemplo de Samarrano produjeronvíctimas directas,pero desataron ungran aumento en laviolencia sectaria,que ha acabado conla vida de miles depersonas.

J O R D A N I AI S R A E L

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Gaza

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Damasco Bagdad

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lugar donde ya no habría sitio para los sunníes. «El plandel Federalismo del Sur […] permite a la coalición políticachiíta controlar el petróleo en el sur y deja a los sunníesaislados y en la pobreza», decía el representante de unpartido político sunní de Mosul. Para un miembro de otropartido sunní de Bagdad, los atentados contra los sunníesson «un plan organizado… Esto nos ha llevado a pregun-tarnos quién es realmente responsable del bombardeo deSamarra», un buen ejemplo de cómo, en momentos deextrema violencia, el discurso racional puede verse susti-tuido por una mezcla de paranoia y mala fe.

La violencia da a los grupos radicales su razón deser. Los desplazados son peones que utilizan para eldesarrollo de sus planes, los cuales son sorprendente-mente parecidos. Buscan consolidar «su» territoriomediante la expulsión de los «otros». Intentan mante-ner a parte de «su» gente en el territorio del «otro»para poder seguir reivindicando los recursos locales.En un contexto donde el Gobierno central se enfrentaa inmensas dificultades para afirmar su autoridadsobre el país, los grupos radicales de cualquier bandoconsiguen hacerse pasar tanto por protectores comopor fuente de ingresos de los más vulnerables.

El poder y la influencia de los grupos radicalesaumenta al mismo ritmo que su tendencia a ejercerconductas represivas. En Sadr City, los residentesdicen sentirse aliviados cuando las milicias chiítasconocidas como Ejército del Mahdi entablan opera-ciones fuera de su zona, porque, cuando no están ocu-padas en otros lugares, se dedican a acosarlos. EnWachas, una antigua zona mixta ahora bajo controlchií, todos los hogares chiítas deben hacer ondear unabandera negra para demostrar su lealtad.

Igualmente, en los barrios sunníes de Dora, Gaziliyay Alcadra, en Bagdad, las Brigadas Omar imponen unaestricta ley de la Sharia según un modelo que recuerdaal de los talibanes. Fumar está prohibido. A las mujeresse les prohíbe llevar pantalones y a los hombres, afei-tarse. Los castigos para los transgresores son brutales y,a veces, definitivos. Ambos bandos practican la típicapolítica caudillista: los moderados y quienes se mani-fiestan en contra de la violencia son elegidos como obje-tivos, intimidados y asesinados. La única forma degarantizar la supervivencia es mediante el silencio.

MODERACIÓN EN DECLIVEOtro nefasta circunstancia es que esta

visión se está transmitiendo al público en general. Elcarácter inhumano de la violencia, su omnipresen-

La violencia sectaria no es la única causa de los desplazamientos. Hay otras como la falta de seguridad yde servicios básicos, los litigios sobre propiedades y las operaciones militares que periódicamente desplazan a miles de civiles.

«Mi marido era oficial en el anti-guo ejército. Tras la invasión, losmilicianos empezaron a enviaramenazas». Unos hombres intenta-ron capturar a su hijo de diez añosen la escuela.El guarda del colegio intervino y lomataron a tiros.

«Después de eso, nos mudamosa Faluya, pero nuestra historia nosperseguía. Se publicó una lista conlos nombres de todos los que ha-bían estado en el ejército. Lo deja-mos todo y nos vinimos a Jordaniaa principios de 2005. En esa épocano había problemas para entrar enel país».

«Mi marido no podía trabajar, asíque volvió a Iraq a intentar ganaralgo de dinero. Estuvo allí 15 días.No sé qué ocurrió pero me dijo porteléfono que quería volver aJordania. Entre Abu Ghreib yRamadi se toparon con un control.Parecían fuerzas del Gobierno,pero posteriormente nos dijeronque fue el Ejército del Mahdi. Lepidieron su carnet de identidad yluego se lo llevaron».

«No tengo noticias de él desdehace 14 meses. Vivo sola con cinconiños. No tengo ingresos».

«Cuando fui al edificio delMinisterio del Interior para am-pliar mi visado, vi a una mujer a laque conocía de Iraq. Le di el nú-

mero de mi móvil. Más tarde, unhombre me llamó por teléfono.Dijo Quiero darte una carta de tumarido. Está vivo. Yo respondí Nopuedo ir ahora a por la carta. Es denoche. ¿puedo enviar a alguien? Éldijo Trae a tu hijo y ven. Quedamosen donde salen los autobuses paraIraq. Esperé 45 minutos. Luego re-cibí otra llamada y el mismo hom-bre dijo ¿Crees que por haberte idode Iraq estás a salvo? Estaba tem-blando. Agarré a mi hijo y volví acasa».

«La vida vuelve a ser como antes.No puedo mantener a mis hijos pormás tiempo. Cuando alguien llamaa la puerta, tengo miedo. Tengo unacuerdo con una vecina. Si dejosonar una vez el teléfono y luegocuelgo, viene a ver qué pasa».

A principios de 2006, su hija dedos años empezó a sufrir colapsosde manera regular y posterior-mente descubrió que sufría cáncerde riñón. La ONG Caritas ayudó aAmina con las facturas médicas.Tenía un riñón totalmente destro-zado, así que se lo extirparon.

Ahora, con tres años, sigue bajoobservación. En diciembre volvió asufrir otro colapso. «No tengo di-nero para un tratamiento médicocontinuado...», dice su madre conlágrimas en la cara. «No sé quéhacer».

T E S T I M O N I O S D E R E F U G I A D O S

Amina

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cia, está haciendo que la intolerancia y la desconfian-za se extiendan, especialmente entre los jóvenes.

Hoy en día son pocas las voces moderadas en Iraq.Uno de los pocos líderes nacionales que se ha manifesta-do contra la violencia, y específicamente contra los des-plazamientos, es el gran ayatolá Ali al-Sistani. En juliode 2006, condenó el «caos sectario» (fitna taaifiyya), la«violencia mutua» (onf mutaqaabil) y las «campañas dedesplazamiento forzoso» (hamlaat at-tahjiir al-qasri).Pero, para desesperación de muchos chiítas moderados(e iraquíes en general), su influencia parece ir en retro-ceso a medida que la de los grupos radicales chiítas y lade los líderes más jóvenes y duros aumenta.

Como respuesta a la violencia, muchas comunida-des de ambos bandos han constituido comités dedefensa y vigilancia para proteger sus zonas. Pero nocuentan con recursos: armas, generadores, combusti-ble y todo lo demás. Así que, para poder funcionar, sevinculan a los grupos más grandes como el Ejército delMahdi chiíta o las Brigadas Omar sunníes. Esto nohace más que agravar el problema, puesto que los gru-pos radicales aumentan su poder en el plano local.

Ensombreciendo este panorama, las tribus deambos bandos, que al principio brindaban un contra-punto estabilizador a la violencia urbana, especial-mente en las zonas rurales, parecen sentirse cada vezmás inquietas. Si se desata un conflicto abierto entrelos grupos tribales, la violencia adoptaría una dimen-sión organizada, popular y rural de la que hasta aho-ra, afortunadamente, ha carecido.

CRECE EL NÚMERO DE DESPLAZADOSMucho antes del conflicto de 2003,los

desplazamientos violentos eran un importante rasgodistintivo del Iraq de Saddam Husein. Los grupos radi-cales continúan actualmente con esa tendencia: la deutilizar la expulsión violenta de poblaciones enteras

Las cartas conamenazas se hanconvertido enarmas para eldesplazamiento.Esta concluye conla declaración: «Ledamos 48 horaspara dejar la zona…Recuerde, 48 horassólo desde elmomento en quereciba este papel omorirá».

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Miliciasfuertementearmadas operan enambos bandossectarios.

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generar violencia sectaria. Lugares como el norte deBabil, la provincia de Saladino, Mosul, Basora y espe-cialmente Bagdad se han mostrado excepcionalmenteviolentos. En estas zonas, las campañas para socavar losbarrios mixtos han corrido paralelas. Suele haber menosviolencia en aquellos sitios donde la autoridad localejerce sus funciones, principalmente en el norte kurdoy las ciudades chiítas del sur (a excepción de Basora).

Resulta difícil calcular el número de desplazados.Las únicas cifras oficiales provienen del Ministerio deComercio, que gestiona los racionamientos del país,pero es posible que el problema esté subestimado.Muchos desplazados no se inscriben para el raciona-miento y todas las cifras de desplazados internos sonmanipuladas, especialmente las que publican los par-tidos políticos. La cifra, generalmente aceptada, sobreel número de desplazados dentro de Iraq en el añoposterior al bombardeo de Samarra supera los700.000. Y, en marzo de 2007, el acnur calculaba quehasta dos millones de refugiados iraquíes vivían enlos países vecinos, principalmente Jordania y Siria.

La violencia sectaria no es la única causa de los des-plazamientos. Hay otras como la falta de seguridad yde servicios básicos y los atrasos en resolver los litigiossobre propiedades, así como las operaciones militaresque periódicamente desplazan a miles de civiles.

Existen distintas categorías entre los desplaza-dos. Los árabes sunníes provenientes de las zonas demayoría chiíta son el grupo que más drásticamenteha crecido desde el bombardeo de Samarra. Los chií-tas de las zonas de mayoría sunní han soportadotambién una enorme presión. Muchos árabes sunní-es y chiítas a quienes el régimen del Baaz asentó, amenudo por la fuerza, en el norte de mayoría kurdacomo parte de su agresivo programa de arabización,fueron obligados a marcharse en 2003 y 2004.

Entre las minorías obligadas a huir, tanto de zonassunníes como chiíes, hay kurdos, cristianos, turcoma-nos, sabeanos-mandeanos, gitanos y ciudadanos deotros países, sobre todo palestinos [ver artículo en lapágina 24]. Las minorías suelen ser presa de las ban-das criminales más que de las sectarias, porque se lasconsidera poco protegidas, al contrario que sunníes,kurdos y chiíes.

¿CÓMO LO SOPORTA LA GENTE? La mayoría de los desplazados viven con

la familia, los amigos o simplemente con gente de lamisma comunidad. Otros se alojan en edificios públi-cos. Hay muchos menos desplazados en los camposque viviendo con familias. La gente de los campos es laque peor está debido a las pobres condiciones devivienda y salubridad. En su mayor parte, las familiasno parecen haberse disgregado, pero un importanteefecto social del desplazamiento es el trabajo infantil.

como herramienta para afirmar su poder político. Elmotivo central del desplazamiento es la consolidacióndel territorio por parte de los grupos armados radica-les. Básicamente, la gente huye a zonas donde se sientemás segura. Los sunníes se van a las zonas sunníes, loschiíes a las chiítas. Los kurdos y algunos árabes se vana las provincias septentrionales, y los cristianos lohacen a algunas zonas de la provincia de Nínive. Y lamayor parte de quienes pueden irse del país, se van. Elresultado: los grupos radicales ejercen su dominiosobre los territorios donde se ha producido la «limpie-za» y aumentan progresivamente su poder.

Los patrones de los desplazamientos varían. Cuantomás mezclada está una ciudad, más posibilidades hay de

«Están matando a gente por sucarnet de identidad. Si me paran enun control en Bagdad, el nombre deNada no revela que soy chiíta. Pero elcarnet muestra el nombre de mi padre,que lo es claramente, por lo que enalgunos controles podrían matarme».

«Hace una semana, la policía llegó alapartamento de unos jóvenes chiítas.Los llevaron a una comisaría. Luego lostrasladaron a la frontera con Iraq.Había conductores al otro lado de lafrontera. Los jóvenes hablaron con unconductor, le dijeron que no teníandinero y le pidieron que los llevara aBagdad. Creemos que un conductorrecibe 100 dólares por cada chiíta queentrega a los grupos terroristas. A seisde ellos les cortaron la cabeza. Uno deellos era mi primo».

«Aquí, en Jordania, los iraquíesestamos unidos: sunníes, chiítas,cristianos, da igual. Pero en Iraq sematan entre ellos».

Después de hablar durante mediahora, principalmente sobre lo difícilque resulta vivir en Jordania, Nada sederrumba de pronto. Sus amigosintentan consolarla y, después dedarles permiso asintiendo con la

cabeza, cuentan el resto de su historiapor ella: a su marido lo secuestraronen Kirkuk en noviembre de 2006. Nose sabe nada de él desde entonces.Tiene cinco hijos. Su hija mayor tiene19 años; la más joven, una hija también,ocho.

Los niños no saben que hansecuestrado a su padre y nocomprenden por qué no llama porteléfono. Les dice que está viajando,pero, después de tres meses, la historiaresulta cada vez menos verosímil.

Los dos hijos de Nada, de 17 y 15años, trabajan ilegalmente en unafábrica de zapatos jordana después dela escuela. La familia vive de lo queellos ganan. «Básicamente, todo lo queme queda son mis hijos», dice,secándose las lágrimas. «Mi hijo mayorestá decidido a ir a Iraq para buscar asu padre, aunque no sabe que lo hansecuestrado. Estoy preocupado por él:ha empezado a fumar y sus amigosquieren llevarlo a una discoteca. Mepreocupa que, si empieza a fumar, a ira discotecas y a beber alcohol, deje deobedecerme y mi hijo menor haga lomismo. Luego se gastarán todo eldinero y la familia se desmoronará».

T E S T I M O N I O S D E R E F U G I A D O S

Nada

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único grupo no sectario con estructuras reales y presen-cia en todo el país. Las comunidades locales también apo-yan a los desplazados mediante comités informales enlos barrios y las mezquitas. La ayuda internacional hasido mínima en los últimos tiempos, además de pocovisible, debido a la situación de inseguridad.

PERSPECTIVAS POCO PROMETEDORASResulta difícil comprender el efecto de la

violencia sectaria. Barrios que en tiempos eran difí-ciles de deslindar se encuentran ahora separados poruna tierra de nadie hecha de calles desiertas y edifi-cios cerrados. Los transportistas deben cambiar decamión y de conductor para enviar sus productos deun territorio a otro. Las carreteras están cerradaspara uno u otro grupo. Peor aún, la élite formada de

Para obtener su racionamiento, los desplazadosdeben inscribirse en el Ministerio de Comercio. Pornumerosas razones —falta de documentos, inseguri-dad, falta de confianza, orgullo—, parece que muchosdesplazados no se inscriben. Esto es especialmentecierto para la gente que puede evitar los campos por-que tienen familiares con los que vivir o simplemen-te porque pueden permitirse vivir sin ayuda.

Las duras condiciones de vida generan mucho odiocontra el Gobierno. Las autoridades locales son enorme-mente conscientes de ello, pero su poder es relativo a nivelprovincial y de distrito. Cada provincia cuenta con uncomité de desplazados y una sala dedicada a su gestión.

La Media Luna Roja iraquí es la principal agencia deayuda encargada de los desplazados. Trabaja sobre todoen los campos y los asentamientos colectivos, siendo el

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Relativamente pocos de los 1,9 millones de desplazadosinternos iraquíes viven en campos. La mayoría vive conla familia, los amigos o simplemente con gente de lamisma comunidad. Otros se alojan en edificios públicos.

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La gente empieza a integrar la violencia en su formade vida. El miedo dicta ahora el mercado en el que haceslas compras; a qué hospital vas (si vas); si envías a tushijos a la escuela; qué pasajeros aceptas en tu taxi y has-ta dónde estás dispuesto a llevarlos; qué amigos ves…

Ahora hay un nuevo trabajo en Bagdad. Pagandouna tarifa, hay personas que registran los vertederos ylas orillas de los ríos para encontrar los cuerpos de los

Iraq se está yendo del país: muchos se han dado porvencidos y buscan reasentarse en terceros países.

Aunque parece impensable, mucha gente temeque la violencia sectaria empeore. Un reciente infor-me de International Medical Corps sacaba a relucirel fantasma del «uso de artillería y armas más pesa-das para atacar zonas aisladas, así como de… limpie-zas sectarias generalizadas». Los grupos radicales, al mismo tiempo que se vuelven más violentos,podrían estarse fragmentando, haciendo que resulteaún más difícil encontrar una solución política.

Al cierre de la edición de esta revista, las consecuen-cias del Plan de Seguridad del Gobierno y la reacción deEE.UU. seguían sin estar claras. Pero pocos de los entre-vistados eran optimistas. Un joven sunní del barrio chiíta de Chaab nos contó que el Ejército del Mahdi nose había prodigado últimamente, pero «sabemos quevolverán». Por todo el país, los desplazados, sunníes ychiíes, dicen que los desplazamientos por causas secta-rias van en aumento y sus posibilidades de regresar alhogar son, en el futuro más inmediato, escasas. «ElGobierno quiere que volvamos a nuestras casas en Bag-dad —decía un hombre—. Llamé a mis vecinos sunníes yme dijeron que los insurgentes siguen utilizando nues-tra casa para sus operaciones. ¿Cómo podemos volver?»

Hussam es sunní, su mujer Amiraes chiíta. Érase una vez una fábricade costura que les pertenecía, cercade Basora, con 13 empleados.

Hussam saca de su cartera lafotocopia de una carta ligeramentesobada y la desdobla cuidadosamente.

Carta del 20 de febrero de 2006A quien corresponda Quisiéramos informarle de que haquedado demostrado que Hussam XXXha trabajado para el régimen anterior ypor esa razón quisiéramos pedir sudirección y paradero exacto y avisarlede que no oculte ninguna informaciónen bien del interés público.

La carta la pusieron en elparabrisas del coche de uno de los

hermanos de Hussam. A otrohermano lo mataron de un tiro en lacabeza en abril de 2006.

Hussam cree que mataron a suhermano por su culpa: porquefabricaba ropa para altosfuncionarios y oficiales del ejércitoy porque su sobrina estaba casadacon un capitán. Por lo tanto, haquedado asociado para siemprecon el antiguo régimen. «En esaépoca, si el ejército te pedía quehicieses uniformes, no decías queno», comenta.

Posteriormente, en 2006, diceque le llamaron al móvil estando ensu país de asilo. «Me dijeron: Hemosmatado a tu hermano y tú vas a serel siguiente. Da igual a qué paísvayas, te encontraremos».

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Las minorías de Iraq

T E S T I M O N I O S D E R E F U G I A D O S

Hussam

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seres queridos. ¿Cuánto tiempo se puede vivir con esegrado de violencia y no quedar marcado de por vida?

«Ójala nos tirasen una bomba nuclear y nos mata-sen a todos, así podríamos descansar…«, le decía uniraquí a un reportero del New York Times, despuésde que una bomba el 3 de febrero matase en un mer-cado de Bagdad a cerca de 130 personas e hiriese amás de 300: «No podemos seguir viviendo así. Cada

día morimos un poco».Cada vez más, los desplazados ven lo que les ha ocu-

rrido como un reflejo de las arraigadas divisiones polí-ticas del país. La violencia está produciendo un cambioperdurable en la configuración social y demográfica deIraq. Eso es lo que los grupos armados radicales deambos bandos intentan conseguir.

Lo están logrando. �

Una familia de unade las minoríasreligiosas de Iraqque ha huido deBagdad para viviren un cementeriodel norte del país.

son presa fácil de extorsionadores y extremistas.

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P O R C É C I L E P O U I L LY

Hotel Canal, 19 de agosto

de 2003, 16:30 hrs.: una camio-neta cargada de explosivosaplasta la verja de alambre querodea el cuartel general de la

ONU en Bagdad y hace explosión, matando a23 personas, incluido el RepresentanteEspecial en Iraq. Varias docenas de personasresultan heridas de gravedad.

Dos meses más tarde, en el primer día delRamadán, la delegación del ComitéInternacional de la Cruz Roja en Bagdad esatacada por un coche bomba. Es el primer ata-que de este tipo contra el CICR desde su crea-ción en 1863. Mueren 35 personas y 230resultan heridas a causa de esta explosión y deotras tres que se producen en la capital iraquídurante los siguientes 45 minutos.

Estos ataques, así como el secuestro de dostrabajadoras humanitarias italianas y el asesi-nato de la representante de CARE, MargaretHassan, en septiembre y noviembre de 2004, de-jaron anonadada a la comunidad humanitaria.

«En Iraq ya no es posible ser neutral», dicePierre Gassmann, director de la delegación delCICR en Iraq durante 2003-2004 y consejerodel Programa sobre Política Humanitaria eInvestigación de Conflictos de la Universidadde Harvard. «En una situación tan polarizada,la mayor amenaza para la seguridad de las or-ganizaciones internacionales es creer que sonpercibidas como neutrales. No lo son».

Su opinión viene apoyada por una crudaestadística: según la ONG Comité deCoordinación para Iraq (NCCI, una organiza-ción paraguas con sede en Amman que repre-senta a cerca de 300 ONG internacionales ylocales), al menos 82 trabajadores humanita-rios iraquíes e internacionales han muerto enIraq entre 2003 y enero de 2007. Otros 86 hansido secuestrados, 245 heridos y 24 detenidos.

Sin duda, el hecho de haber sido objeto deataques ha afectado permanentemente almodo en que las agencias humanitarias ope-ran en las zonas conflictivas. A finales de

2003, prácticamente todas las organizacio-nes internacionales habían retirado a su per-sonal expatriado de Iraq, bien cesando suactividad indefinidamente o adoptando unnuevo modelo de trabajo.

NUEVO MODUS OPERANDIMientras que muchas agencias seguían

funcionando en el norte, la mayoría reubicó a supersonal del centro y el sur de Iraq en los paísesvecinos, al tiempo que el personal iraquí localseguía llevando a cabo un número limitado deactividades sobre el terreno.

Al principio, las agencias de ayuda solían ele-gir la opción de «mando a distancia», según lacual la toma de decisiones seguía siendo patri-monio del personal internacional evacuado. Perolas desventajas de este método se hicieron rápi-damente visibles. El resultado fue que la mayoríade las agencias pasaron —en distinto grado— deun «mando a distancia» a la «gestión a distancia».

Pierre Gassmann lo explica: «Muchas organi-zaciones internacionales… se dieron cuenta deque si querían seguir participando en una situa-ción como la de Iraq, tendrían que hacer el tra-bajo con el personal local, eligiendo trabajadoresde calidad a quienes pudieran confiar labores demayor responsabilidad».

Otra importante característica de las inter-venciones humanitarias en Iraq fue una mayordependencia de las ONG locales, especialmenteen la zona central del país, que es extremada-mente peligrosa. Muy pocas ONG extranjerassiguen trabajando en esa zona.

La Sociedad de la Media Luna Roja Iraquí, através de sus 18 sucursales y su extensa red devoluntarios, es la única agencia capaz de operarabiertamente por todo el país. Pero ni siquierala Media Luna Roja es inmune a la anarquíaque asola Iraq hoy en día: el 17 de diciembre, 30personas de su plantilla fueron secuestradas enuna de sus oficinas de Bagdad y 13 de ellas se-guían desaparecidas a mediados de marzo.

«Pero hay lugares donde puedes trabajar: ha-ciendo trabajo comunitario —señala CedricTurlan, de NCCI—. Cada vez trabajas más en tupropia comunidad y no en otros sitios». Está algo

más animado por el reciente cambio de objetivodel acnury del resto de la ONU en Iraq:«Durante meses nos hemos sentido solos porquecentrábamos nuestros esfuerzos en el interior.Ahora, con la ONU, parece haber un deseo decambiar y el impulso para hacerlo».

Andrew Harper, director de la Unidad deApoyo a Iraq del acnur, está de acuerdo en quehacen falta nuevos métodos para aliviar la situa-ción de la gente que está dentro del país.«Nuestras operaciones deben ser pragmáticas —afirma—. Eso puede significar una mayor de-pendencia de los agentes de cambio de moneda,de las operaciones fronterizas, de trabajar conagentes no estatales y de alejarnos de Bagdad ennuestras intervenciones, en zonas donde tene-mos acceso y podemos operar».

LA ÚNICA OPCIÓNEste tipo de planteamiento ha permitido alas agencias evitar que sus operaciones se veantotalmente perturbadas y podría ser el únicomodo de funcionar en el clima actual. «La ges-tión a distancia no es una opción. Es una me-dida obligatoria», asegura un trabajador de laagencia para refugiados de la ONU en Iraq:«No hay otras opciones posibles».

Desde principios de marzo, el acnur

tiene once socios desarrollando en su nom-bre programas de protección y ayuda dentrode Iraq, incluida la distribución de artículosno alimenticios, el suministro de refugios deemergencia y la gestión de centros de ayudalegal e información.

Mientras que las actividades de supervisiónlas lleva a cabo el personal nacional del acnur,según un plan mensual aprobado por las ofici-nas de la agencia en Kuwait y Amman, el con-tacto diario con los colegas internacionales semantiene sobre todo a través de correos electró-nicos y llamadas telefónicas.

«¿De qué sirve ir a Bagdad?», pregunta ungestor de programas de una ONG europeaque trabaja con el acnur en Iraq central.«Arriesgas tu vida y la de tu plantilla, porquetienen que cuidar de ti. Si tus operaciones sonsobre el terreno, no te ayuda tener que ir a la

Una misión difícilLa «gestión a distancia» de la ayuda en Iraq.

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Zona Verde. Y pedirle a tu personal que vaya ala Zona Verde puede ser peligroso para ellos».

Lo mismo ocurre en el sur: «No le veo nin-guna utilidad a tener personal internacional enBasora de momento», comenta un trabajadorhumanitario iraquí de dicha ciudad. «Tendríanque instalarse en el aeropuerto internacional oen el palacio donde está el consulado norteame-ricano, e ir a cualquiera de estos lugares es unriesgo para nosotros».

Pero transferir la responsabilidad implicatambién transferir la vulnerabilidad: «Los tra-bajadores humanitarios iraquíes se arriesganmuchísimo —señala Cedric Turlan—. En lazona central, simplemente vivir allí es unriesgo. Pero los trabajadores de ayuda correnaún mayores riesgos, porque salen cuando losdemás se quedan en casa».

No obstante, la ONG que trabaja con elacnur en el centro de Iraq sigue cumpliendocon sus actividades para reforzar la capacidadlocal de asistir y proteger a la gente de su in-cumbencia. También está perforando los tannecesitados pozos y llevando a cabo proyectosde reinserción y generación de ingresos quebenefician a los desplazados y a la poblaciónanfitriona por igual.

Algunos miembros del personal han sidoamenazados, según el director de su pro-

«No es perfecto, pero es mejor que nada —opina Cedric Turlan—. No es la implementa-ción lo que se hace a distancia, sino la gestión».

Janvier de Riedmatten, el Representantedel acnur en Iraq (que tiene su sede enJordania), señala que están explorando variasopciones para mejorar la supervisión: «Lamayoría de nuestros socios ejecutivos estáncompuestos por personal iraquí experto,cuya formación tuvo lugar antes de la gue-rra. Por lo tanto, generalmente confiamos ensu labor. Y podemos monitorizar un buennúmero de actividades a través de nuestrospropios colegas iraquíes. Sin embargo, ahoraestamos desarrollando un sistema adicionalde supervisión de compañeros que ayudará aque las ONG se monitoricen unas a otras»

Todo el mundo está de acuerdo en unacuestión clave: para evitar un mayor númerode desplazados dentro y fuera de Iraq, es pre-ciso satisfacer rápidamente las necesidades dela población iraquí, tanto las de quienes siguenen sus casas como las de quienes se hallan des-plazados en el interior del país. Para lograr esteobjetivo, puede que los trabajadores humani-tarios tengan que operar corriendo grandesriesgos hasta que los políticos cumplan con suobligación de hacer lo posible por restaurar unespacio humanitario seguro. �

grama: «Recibes un aviso de alguien. Consuerte, recibes un segundo aviso». Una de laspersonas que trabaja con desplazados inter-nos se vio obligada a abandonar la zona, con-virtiéndose ella mismo en desplazada.

La otra cara de la situación es que, en al-gunos casos, la falta de información de losgerentes externos que toman decisiones deseguridad puede traducirse en demasiadasprecauciones. «Las normas de seguridad dela ONU deberían ser más flexibles y per-mitir que nos movamos como iraquíes den-tro de Iraq», indica el funcionario delacnur en el sur. «Yo mismo evaluaría si esseguro o no salir y no tomaría riesgos inne-cesarios… pero esta gente son nuestros pri-mos, nuestros parientes: tenemos quehacer algo».

SUPERVISIÓN MUTUADado que las misiones cortas no están

permitidas, es prácticamente imposible queel personal del acnur pueda supervisar losprogramas desarrollados por sus socios eje-cutivos en algunas de las nueve gobernacio-nes sureñas, como Kut y Missan, lo que llevaa una segunda cuestión: la responsabilidad.¿Cómo se puede seguir el curso de los acon-tecimientos desde el extranjero?

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Personal de rescate buscando supervivientes después de que el cuartel general de la ONU en Iraq fuese destruido el 19 de agosto de 2003.

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P O R R U P E RT C O LV I L L E

SIRIA

La escena: un pequeño patio

interior en un centro de refugia-dos de la capital siria, Damasco, aprincipios de febrero. Unos 50refugiados están sentados en si-

llas abatibles con un aire de ansia y expecta-ción. La mayoría tiene en la mano un fajo depapeles: sus documentos, la valiosa pruebade sus vidas pasadas y de lo mermado de suscircunstanciales actuales.

Un representante de la agencia para losrefugiados de la ONU está sentado frente auna mesa de caballete delante de ellos. Unamujer de mediana edad, con un aparato or-topédico que le cubre todo el brazo, abre lasesión informativa poniéndose de pie.

Cuenta cómo su marido fue secuestradoel 11 de septiembre de 2006 camino de sutrabajo en Bagdad. No lo ha visto desde en-tonces. Encontraron a su chófer muerto.Más tarde, unos hombres fueron a su casa yle rompieron los brazos.

¿Puede el acnur ayudarla a localizar a sumarido? Se le indica que vaya al ComitéInternacional de la Cruz Roja, el organismoque se encarga normalmente de localizardesaparecidos, pero ya ha ido a verlos.

Otra mujer se pone de pie: no tiene buenasalud. El miembro del acnur la envía a una clí-nica que trata a iraquíes sin cobrarles nada.

Luego recibe una andanada de preguntassobre los permisos de residencia. Las normashan vuelto a cambiar. Los que se concedenahora son de 15 días, pudiendo luego am-pliarse a un máximo de tres meses. El funcio-nario de la ONU explica que el acnur aúnestá pidiendo que le aclaren las nuevas nor-mas (unos días más tarde se habrán relajadonotablemente) y tranquiliza a su audienciadiciéndole que, por lo que la agencia sabe, nose está deportando a nadie.

Hay voces discrepantes entre la multitud.Han oído cosas: un hombre asegura que a sushijos los han deportado, otro menciona a unafamilia que ha sido detenida. El represen-tante del acnur toma nota de todo.

Otro hombre se queja de que sus dos hijastienen varios huesos rotos. No explica cómo ha

ocurrido. «Ahora nos dicen que vayamos a lafrontera a renovar nuestros visados. ¿Cómo sepuede hacer eso teniendo huesos rotos?»

¿Y qué hay del nuevo programa de ins-cripción que el acnur empezó hace dos díasen su oficina principal de Damasco? (la agen-cia se vio prácticamente desbordada por lascerca de 5.000 personas que se presentarondiariamente a recoger formularios y pedirhora para formalizar la inscripción).

¿Para qué sirve la inscripción? ¿Valen dealgo esos papeles? ¿Ofrecen una mayor pro-tección?

El empleado del acnur anuncia que laagencia ha abierto tres teléfonos de informa-ción: pueden llamar y resolver sus dudas (unmes más tarde, las líneas de ayuda reciben almenos 100 llamadas diarias).

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Se cree que hay unos dosmillones de refugiadosiraquíes dispersos portodo Oriente Medio, loque supone el mayormovimiento de refugiados en la regióndesde el éxodo palestinoposterior a la creación deIsrael en 1948.

Miles de refugiados iraquíes se hancongregado en el distrito Zayda Sinabde Damasco, así como en otros barriospobres de las capitales siria y jordana.

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Hay muchas preguntas sobre el reasen-tamiento en otros países. El miembro delACNUR explica que hay muy pocas plazas,que sólo los más vulnerables conseguiránuna. Las palabras no consiguen tranquili-zarles. Casi todos los que han hablado hastaahora parecen vulnerables. ee.uu. acaba deanunciar que aceptará a otros 7.000 iraquíesde la región. La discusión gira con furia entorno al tema del reasentamiento. Algunosse animan bastante, otros se sumen aúnmás en la depresión.

«De pronto nos cierran todas las puertasen la cara», comenta un hombre. Su tono esplano, pero rebosante de desesperación.

Simultáneamente, en distintos lugaresde las zonas más deterioradas de esta her-mosa y antigua ciudad, otros miembros del

acnur celebran sesiones parecidas, y variosmiles más de personas desfilan por la ofi-cina principal de la agencia, dejando susnombres para volver en una fecha posteriory formalizar su inscripción.

JORDANIA

Pasamos a la capital jordana,

Amman, a unos 200 kilómetros alsur, donde un equipo del acnur

mantiene una reunión informal con ungrupo de diez intelectuales, escritores y ar-tistas iraquíes en un café del centro. Jordaniatiene unos 1.000 refugiados reconocidos ofi-cialmente (además de entre medio millón yun millón de otros iraquíes, muchos de loscuales llegaron antes de 2003). Muchos delos refugiados oficiales se encuentran en elcafé y están furiosos con el acnur.

Es la gente que se ha quedado en la cu-neta: llegaron a Jordania huyendo del Iraqde Saddam Hussein y, probablemente, ensu debido momento, habrían sido reasenta-dos en otros países. Sin embargo, después deque Saddam fuera derrocado por la guerrade 2003, el reasentamiento de iraquíes seestancó en todas partes.

Técnicamente, las razones para reasen-tarlos —las consecuencias de la persecuciónpor el régimen de Saddam Hussein— handesaparecido. Ahora necesitan demostrar suvulnerabilidad en un entorno completa-mente distinto, donde, como siempre, com-piten con miles de personas, que pueden serigual o más vulnerables que ellos, por un nú-mero limitado de plazas.

El reasentamiento no se ha reanudadohasta 2007 y las plazas disponibles —y losrecursos para hacer frente al alto númerode candidatos— están muy por debajo de lasnecesidades. El acnur pretende presentar20.000 candidatos al reasentamiento antesde acabar el año, pero, incluso si los gobier-nos aceptan un número mayor, no dejaríade suponer una pequeña parte de la cifratotal de refugiados en la región. Los refugia-

dos de preguerra temen que ahora, con lallegada de tantas personas extremada-mente vulnerables, vuelvan a quedarse enla cuneta.

«Es lógico que los refugiados se sientanconfusos —dice Hanan Hamdan, un oficialde Protección del acnur en Amman—. Lasexpectativas son grandes y las frustracionestambién». La agencia está procesando loscasos de reasentamiento por vías paralelas,para que ni los «viejos» ni los «nuevos» re-fugiados se queden tirados.

ivas regionales

EGIPTO

Incluso aunque El Cairo tenga

una población que, según algunos cálcu-los, es tres veces la de Jordania, 100.000

iraquíes son mucha gente para ser absorbidapor una ciudad. Muchos de los llegados des-pués de 2003 han gravitado hacia uno de losnuevos complejos de la periferia cairota,Ciudad 6 de Octubre, donde —con excepcio-nes— parecen estar saliendo adelante.

«Muchos de los iraquíes que vemos adiario tienen muy buena preparación y son

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Un elevado número de niños iraquíespodrían quedar traumatizados porhaber sido testigos de actos violentos.Estos niños resultaron desplazadosdurante la batalla por Faluya, ennoviembre de 2004.

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necesidad de cirugía mayor, personas en peli-gro de sufrir venganzas fronterizas y otrasque, de ser enviadas de regreso (ambos gobier-nos insisten en que no están deportando ira-quíes), correrían claramente grandes riesgos.

Muchos refugiados se encuentran en unaespecie de nebulosa, por lo general tolerada,pero sin una base legal que justifique su pre-sencia en los países vecinos. Muchos de losvisados han caducado. Los nuevos son difíci-les de conseguir. Además, los antiguos pasa-portes iraquíes dejarán de tener validez en elverano de 2007, y para mucha gente los nue-vos serán, seguramente, difíciles de obtener.

Los refugiados miran constantemente porencima del hombro, perturbados por los ru-mores de que meten a la gente en furgonetasy la mandan de vuelta. Cierto o no, este tipode historias crean una gran ansiedad.

Pese a sus temores, la mayoría de los ira-quíes admiten que su presencia causa dificul-tades a sus anfitriones. «Le estoy agradecido alGobierno por dejarnos venir», manifiestaNour, una madre de 47 años con cinco hijos yun marido desaparecido: «Y tienen leyes quedebemos respetar y cumplir. Hay un dicho ira-quí: cuando estés en casa ajena debes respe-tarla, y si un extraño viene a tu casa, debescuidar de él durante una semana. ¿Cómo sesiente uno cuando miles y miles de extraños sequedan mucho tiempo en tu país?»

Extiende las palmas de las manos: «Somosrealistas. Quienes estamos aquí desde el año2000 no podemos volver a Iraq, y tampoco po-demos quedarnos aquí por mucho tiempo.Necesitamos soluciones. Hemos enfurecido a lapoblación jordana porque hemos encarecido losprecios. Cuando vamos en taxi, nos dicen quehemos encarecido el precio de la comida, lascasas, todo. Allí donde vamos, nos dicen que lehemos hecho la vida más difícil a los jordanos».

ENORMES PRESIONES«Estamos siendo extremadamente

complacientes, comprensivos e indulgentes —comenta el portavoz gubernamental, NasserJudeh—. Disentimos con los informes que dicenque Jordania no está haciendo lo suficiente».

Y es difícil no estar de acuerdo. SiJordania, un país con una población de 5,7millones, tiene 750.000 iraquíes en su terri-torio (el cálculo más aproximado a principiosde 2007), eso equivaldría a algo menos de 8millones de refugiados en Francia o el ReinoUnido, 11 millones en Alemania y 40 millo-

grandes profesionales. Se han integradobien y algunos han abierto pequeños nego-cios», dice Arushi Ray, un oficial deServicios Comunitarios del acnur.

Pese al saturado mercado laboral, los ira-quíes con más recursos siguen encontrandooportunidades: «En cuanto llegamos a Egiptodecidimos utilizar [nuestros] pequeños aho-rros para abrir este modesto negocio», dice unpanadero iraquí, que antes trabajaba como in-

geniero en Bagdad: «Apenas llegamos a fin demes, pero estamos consiguiendo mantener anuestras familias y podemos permitirnos quenuestros hijos vayan a la escuela».

TEMOR Y EMPOBRECIMIENTOAllá donde uno mire en Siria y

Jordania, uno encuentra madres iraquíes em-pobrecidas, con maridos que han muerto odesaparecido, hijos traumatizados, gente con

Haneen tiene 42 años y ha pasado la mayorparte de su vida laboral como secretaria dediversas instituciones del Gobierno iraquí.Su marido era diplomático. Después de queel ejército de EE.UU. conquistara Bagdad,ambos fueron desposeídos de sus trabajos.Pese a su pasado, su marido trabajó tresmeses como intérprete y guarda para elejército norteamericano. Necesitaban eldinero, pero ahora se habían convertido enobjetivo de los rencorosos que pueblanambos bandos de la división política ysectaria.

Bombardearon su casa y, a finales de2003, unos milicianos capturaron a sumarido y lo retuvieron durante sietemeses, junto con varias decenas depersonas. Finalmente, fue liberado cuandoel ejército se acercaba al edificio dondeestaba retenido, ante lo cual susguardianes se esfumaron.

«Mi marido estaba enfermo del corazón—cuenta—. Al principio era un problemasencillo. Su salud empeoró después de lainvasión y el secuestro. No le dieron lamedicina que debería haber tomado adiario y lo tenían en lugares fríos y sincomida, a veces hasta tres días seguidos».

Cuando huyeron a Damasco a finales de2004, su salud se había deteriorado.Llegaron con 1.000 dólares. «En esa época,los precios no habían subido tanto, por loque el dinero nos duró siete meses», dice.Sin embargo, a mediados de 2005, teníanya problemas económicos.

El ACNUR se encargó de que su maridorecibiese su medicación, pero no disponíade fondos suficientes para pagar laoperación de corazón. «Necesitábamos unos4.500 dólares —explica Haneen—, pero elACNUR sólo podía ofrecer 1.500». Entiendeel porqué y no parece sentir animosidadcontra la agencia, a pesar de que su maridomurió debido a su enfermedad en marzo de2006 (la falta de fondos ha obligado a lasagencias médicas destinadas en Jordania apracticar un triaje similar).

Dos meses después de su muerte, ella ysus hijos de 8 y 6 años tuvieron que dejarsu diminuto apartamento por no poderseguir pagando el alquiler. Ahora van deuna familia a otra: «Me quedo cinco días,una semana. Mis hijos se están poniendomuy agresivos conmigo porque no puedocomprarles cosas y porque nos mudamosconstantemente».

Recita de un tirón otras tragediasfamiliares como si no fueran nadaexcepcionales, lo cual, en el contexto de Iraq,es desafortunada y totalmente cierto: «A unode mis hermanos lo mataron en junio de2006. A otro lo secuestraron. No sé qué hasido de él». Tiene también cinco hermanas:«Tampoco sé dónde están exactamente. Hacemucho tiempo que no sé nada de ellas».

Intenta salir adelante lo mejor quepuede. Incluso ayuda a veces al ACNUR enun centro de refugiados, sin cobrar. Y, devez en cuando, todavía se las arregla parasonreír un poco.

T E S T I M O N I O S D E R E F U G I A D O S

La historia de Haneen

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nes en Estados Unidos. En general, tantoSiria como Jordania han demostrado una ac-titud muy tolerante hacia los iraquíes.

«Los sistemas jordanos están sufriendo unafuerte presión… —señala Judeh—. Los refugiadosque llegan a Jordania no vienen con un cubo deagua. En materia de recursos hídricos, somosuno de los diez países más pobres del mundo».

Además, Jordania cuenta ya con unaenorme población —casi la mitad del total—de refugiados palestinos, cuyos campos sehan convertido en extensos suburbios alre-dedor de Amman y otras ciudades jordanas.Muchos tienen la residencia permanente yson considerados jordanos, pero siguen es-tando en la mente de todos cuando escu-chan la palabra «refugiado».

La presencia continuada de grandes masasde palestinos, décadas después de huir de losterritorios ocupados, es también caracterís-tica de Siria y el Líbano. Esa es la razón por laque ninguno de los países de la región pareceplantearse abrir campos de refugiados. Alacnur tampoco le complace la idea. «Uncampo en Jordania significa un campo en eldesierto», indica la oficial de Protección delacnur en Amman, Anne-MarieDeutschlander: «Los campos en el desiertoson lugares terribles».

Lo mismo ocurre en Siria: «Muchos ira-quíes tienen problemas», dice elRepresentante del acnur en Siria, LaurensJolles. «Hacemos lo que podemos por resolverlos problemas individuales, pero es una tareaenorme. Siria ha sido muy complaciente. Lossirios se resienten de los efectos que estaenorme avalancha de gente tiene sobre su vida

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cotidiana, pero siguen sintiendo una genuinasimpatía por los iraquíes, así como enojo y tris-teza por lo que le ha ocurrido a su país».

SIN FÁCIL SOLUCIÓNNo hay soluciones fáciles a la vista

para Siria o Jordania. Tampoco para Egipto,donde, a principios de marzo, se cree que elnúmero de iraquíes alcanzaba los 100.000;ni para el Líbano, que sigue recuperándosede la guerra del verano pasado y alberga aotros 40.000 iraquíes, ni para los estados delGolfo, que entre todos pueden estar alber-gando a cerca de 200.000.

Dada la actual situación de Iraq, la repa-triación no es inminente, pero sigue siendola única solución a largo plazo que resultafactible para la mayoría de los iraquíes. Enla mayor parte de los casos, la integraciónen otros países es claramente imposible, y elreasentamiento sólo ayudará a una canti-dad relativamente pequeña de gente.

Mientras tanto, son esenciales más in-fraestructuras (escuelas, clínicas, maestros,médicos) financiadas por la comunidad in-ternacional. Las escuelas e instalacionesmédicas jordanas y sirias no pueden pro-porcionar educación y atención sanitaria acientos de miles de nuevos clientes.

«Si hay dos millones de refugiados —ex-plica el Director del acnur para OrienteMedio, Radhouane Nouicer—, eso significaque puede haber unos 540.000 niños enedad escolar, lo que implica miles de nuevasaulas. Si calculamos un profesor por cada 60niños, eso significa 9.000 profesores y sala-rios adicionales. Luego están las pizarras,

mesas, libros y otros materiales educativos.Sólo en educación estamos hablando de de-cenas de millones de dólares. Tambiénestán la salud, los servicios sociales, los pro-yectos para generar ingresos… Todos ellosvitales, todos muy caros y cada vez más ne-cesarios a medida que pasa el tiempo y losiraquíes se quedan sin dinero. La pobrezaque vemos ahora es mucho más extremaque la de hace dos o tres años».

Diversas ONG locales e internacionalesluchan valientemente por proporcionar dis-tintos servicios a los refugiados, pero mu-chos menos de lo que sería de esperar dadosu alto número. Y quizás lo más importante–y difícil– de todo sea encontrar la manera deque los iraquíes se ganen la vida. De otromodo, la pobreza y el hambre supondrán unserio factor de inestabilidad para los iraquíesy para las sociedades que los albergan.

«Las dificultades de manejar enormespoblaciones de refugiados urbanos son in-mensas -dice Radhouane Nouicer-. Nopuedes pagar todos sus alquileres, no pue-des alimentarlos a todos, ni siquiera puedesllevar la cuenta de cuántos son. Pero puedescontribuir puntualmente, proporcionarredes de seguridad para los más vulnera-bles, ayudar a los gobiernos con infraestruc-turas y personal, intentar que otros paísescompartan la responsabilidad y los costes.Tenemos que hacer todo eso y al mismotiempo rezar para que se produzca un rá-pido final de la violencia en Iraq. Porque, endefinitiva, ésa es la única solución real». �Para más información sobre los programas parairaquíes en Oriente Medio visite www.unhcr.org

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Algunos de los iraquíes queabandonaron el país en 2003-2004 eran relativamente ricos;pero en 2007 la mayor parteeran pobres y muchos de losllegados anteriormente habíanagotado sus ahorros.

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P O R W I L L I A M S P I N D L E R

Cada día, gente de todo el mundo

contempla la escalada de violenciaen Iraq en sus pantallas de televisión

y ordenador. Sin embargo, a pesar del cons-tante derramamiento de sangre, las estadís-ticas demuestran que nunca ha sido tandifícil para los iraquíes encontrar protec-

ción en los países industrializados.Iman Ramzi*, una vivaracha iraquí que

ha vivido en Europa durante casi 20 años yque está casada con un europeo, explica al-gunas de las dificultades a las que se enfren-tan sus compatriotas cuando intentanabandonar su país: «Sacarte un pasaporteen Iraq es muy difícil: tienes que pagar unjugoso soborno. A menos que tengas un

montón de dinero, puedes olvidarte del pa-saporte», afirma.

Conseguir un pasaporte válido no esmás que el primero de los muchos obstácu-los que los iraquíes tienen que salvar parallegar a un lugar seguro y para obtenercierta tranquilidad. El solo hecho de salir deIraq es de por sí difícil, ya que atravesar lasdistintas zonas sectarias se ha vuelto muy

¿Reciben los iraquíes

Las estadísticas generan preocupación en los países industrializados.

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Una familia holandesa conoce a sus nuevos vecinos iraquíes en 2000.Los últimos llegados han tenido por lo general un recibimiento bastante más frío en muchos de los países industrializados.

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Enfrentados con tales impedimentos,muchos refugiados que no se sienten segu-ros en los países vecinos no tienen más re-medio que acudir a los traficantes que, acambio de una tarifa —que, según se dice,oscila entre 5.000 y 20.000 dólares—, seofrecen a guiarlos por una de las muchasrutas, clandestinas, y a menudo peligrosas,que llevan a Europa.

El de Abdul es un caso típico*. Miembrode base del partido Baaz —como otros cien-tos de miles de personas— trabajó en un de-partamento del Gobierno durante la épocade Saddam Hussein. Eso es suficiente comopara condenarlo a muerte ante algunas mi-licias. Cuando se produjo una escalada deviolencia en su entorno, huyó a Siria.

Temiendo desesperadamente que lo de-volvieran a Iraq, se trasladó luego, con laayuda de traficantes, a Turquía, donde le pro-porcionaron documentos falsos que le permi-tieron viajar hasta Argelia y Marruecos. Suviaje acabó en uno de los enclaves españolesdel norte de África, Melilla, donde acudió a lapolicía y pidió asilo. Después de una larga es-pera, las autoridades españolas le han conce-dido el estatuto de refugiado. «Llegué aEspaña casi por accidente», relata en un titu-beante español, añadiendo que ahora, final-mente, se siente a salvo.

Las recientes estadísticas sugieren quees un afortunado dentro de la actual gene-ración de refugiados iraquíes que intentanentrar en Europa.

El año pasado, los iraquíes presentaronunas 22.000 solicitudes de asilo en los paísesindustrializados. Aun siendo significativa,la cifra palidece en comparación con los dosmillones aproximados de iraquíes que hayen Siria, Jordania y otros países de OrienteMedio. Es, además, menos de la mitad de las52.000 peticiones de asilo presentadas poriraquíes en 2002, antes de la guerra y delposterior colapso de la seguridad ciudadanaen Iraq (ver cuadro 1).

Si la situación dentro de Iraq no puededescribirse objetivamente como mejor quela de 2002, ¿por qué sigue el número de so-licitantes de asilo iraquíes siendo tan bajo?

¿UN FALLO DEL SISTEMA?Los defensores de los refugiados

sostienen que la razón principal es que laspolíticas restrictivas de muchos países in-dustrializados están dificultando el acceso alos posibles refugiados o —cuando lo consi-guen— disuadiéndoles de pedir asilo. Comoresultado del análisis de los posibles riesgosy beneficios, puede que los refugiadoshayan optado por no seguir intentando ser

peligroso. Conseguir un visado para los paí-ses de la región se ha vuelto también cadavez más complicado y, actualmente, los per-misos de permanencia, cuando se conce-den, suelen ser para estancias muy cortas.Conseguir visados para viajar a países máslejanos es, para la mayoría de los iraquíes,algo prácticamente imposible.

Los obstáculos son formidables. No obs-tante, para algunos, conseguir asilo es unacuestión de vida o muerte.

«Incluso a una persona muy asentadacomo yo le resulta prácticamente imposibleconseguir un visado para que sus parientesmás cercanos vengan a visitarla —aseguraIman—. Ni siquiera puedo hacer que mishermanos o hermanas salgan de Iraq paraun simple viaje. Mi madre murió sin quepudiera verla».

Un funcionario de inmigración le dijorecientemente: «No queremos a iraquíespor aquí, ni siquiera de visita. Si quieres vera tu familia, queda con ellos en otro sitio».Otro funcionario le dijo: «Vosotros (los ira-quíes) sois un peligro para nuestro país».Como muchos otros refugiados entrevista-dos para este artículo, Iman no quería quese identificase el país europeo donde viveactualmente. El miedo y la ansiedad pare-cen perseguir a los iraquíes allí donde van.

un trato justo?

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2001

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2003

2004

2005

2006

12.937

18.672

27.139

43.187 41.523

36.481

47.18350.663

52.331

25.935

10.883

13.613

22.15515.20517.662

Solicitudes de asilo de iraquíes en 38 países industrializados, 1992-2006

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sueco, Tobias Billström, pidió a los demás paí-ses europeos que mostraran más solidaridad yayudaran a Suecia (que recibió 8.950 solicitu-des de asilo por parte de iraquíes en 2006) acompartir la responsabilidad de ofrecer pro-tección a los refugiados. Después de Suecia,los países que recibieron mayor número depeticiones de asilo fueron los Países Bajos(2.765), Alemania, Grecia, el Reino Unido yNoruega (ver cuadro 2).

UNAS TASAS DE RECONOCIMIENTOPOCO REALISTAS

Incluso aquellos iraquíes que

consiguen superar todos los obstáculos ypedir asilo en un país industrializado des-cubren a menudo que tienen todas las pape-letas para perder.

Pese a que cada solicitud de asilo debería serexaminada por separado, las últimas estadísti-cas señalan que, para los solicitantes de asiloiraquíes, las posibilidades de recibir protecciónen un país industrializado varían entre más del90% y cero, dependiendo del país en que se en-cuentran cuando realizan la solicitud.

Son pocos los países que reconocen a los ira-quíes como refugiados según la Convención dela ONU para los Refugiados de 1951. Cuando seconcede protección, ésta tiende a ser una «pro-tección subsidiaria» o algún otro «estatuto detipo humanitario», que incluye menos benefi-cios básicos de tipo legal, social y material.

Además, un elevado número de las solici-tudes presentadas por iraquíes quedan ar-chivadas sin que se adopte una decisión porseparado sobre ellas. Aunque eso puede seruna señal de que el solicitante se ha trasla-dado a otro lugar, también puede significarque el caso se ha cerrado por razones pura-mente formales. Igualmente, algunos paíseseuropeos declaran «desestimadas» algunassolicitudes cuando deciden que otro país esresponsable del caso en aplicación de la nor-mativa conocida como «Dublín II».

«Es un verdadero problema enviar ira-quíes de vuelta, en base a la normativa DublínII, a Grecia, que ha congelado la resolución detodas las solicitudes hechas por iraquíes desde2003, o a Eslovaquia, que en 2006 no prorrogóla protección a un solo iraquí», asegura JudithKumin, del acnur.

A la directora para Europa de la agencia,Pirkko Kourula, le angustia también que lastasas de reconocimiento hayan dejado de re-flejar la realidad de lo que ocurre en el inte-

rior de Iraq: «Dada la seriedad de la situaciónen Iraq, ciertamente son de esperar unastasas de reconocimiento mucho más eleva-das de refugiados provenientes de ese país».

Las organizaciones de derechos huma-nos han criticado a los países con presenciamilitar en Iraq, señalando que parecen estarentre los que muestran menos voluntad derecibir a los refugiados iraquíes.

«Hasta ahora, han sido muy pocos los ira-quíes desplazados por la guerra a los que seles ha permitido refugiarse en ee.uu.», afir-maba Malcolm Smart, director de AmnistíaInternacional para Oriente Medio y el Nortede África: «Las autoridades norteamerica-nas deben estar a la altura de sus obligacio-nes en esta materia y dirigir el esfuerzo aproporcionar soluciones duraderas a largoplazo a los refugiados iraquíes».

Como respuesta a estas críticas, ee.uu.

anunció recientemente que aceptaría a susprimeros 7.000 refugiados provenientes delos países vecinos de Iraq.

El gobierno del Reino Unido también ha re-cibido críticas por parte de ONG como HumanRights Watchpor su baja tasa de reconocimien-tos y la falta de programas de reasentamientopara iraquíes. Las estadísticas proporcionadaspor el Gobierno británico al acnurmuestranque, en 2006, de las 735 decisiones tomadassobre solicitudes de iraquíes, sólo 85 fueron po-sitivas: un 12 por ciento en la tasa global de reco-nocimientos comparada con el 50 por ciento decomienzos de siglo (ver cuadro 3).

«Cuando los estados europeos llegan alpunto de enviar soldados para luchar por la se-guridad, la democracia y los derechos huma-nos en Iraq, resulta paradójico que nieguenprotección a la gente de Iraq que huye del paíspor sentirse insegura y amenazada», mani-fiesta Bjarte Vandvik, secretario general delConsejo Europeo para Refugiados y Exiliados.

Periódicamente, la agencia para los refu-giados de la onu emite recomendaciones a losgobiernos respecto a las condiciones de paísesconcretos. En su última recomendación sobreIraq (diciembre de 2006), el acnur describíala situación como de «violencia generali-zada», en la que «es frecuente la violación ma-siva y planificada de los derechos humanos».

El acnur recomendaba que los solicitan-tes de asilo procedentes del sur y el centro deIraq fueran considerados refugiados según laConvención de 1951, o que, en su defecto, seles concediese una forma complementaria

reconocidos como tales. Si eso es cierto, en-tonces el sistema para refugiados, edificadocon tanto afán a raíz de la Segunda GuerraMundial, está empezando a fallar.

«Nos preocupa que los países europeos —tanto individual como colectivamente—puedan haber sacrificado algunas de las ga-rantías de protección en sus esfuerzos porreducir el número de solicitantes de asilo»,señala Judith Kumin, directora de la oficinadel acnur en Bruselas.

Según Krister Isaksson, un analista de laJunta de Migración Sueca, muchos iraquíesoptan por permanecer ilegalmente enEuropa porque creen que su solicitud deasilo será denegada. «Suecia es distinta eneste aspecto», comentaba a la agencia de no-ticias AFP: «En Suecia piden asilo porque esmuy posible que obtengan el permiso paraquedarse». El resultado es que Suecia recibiócasi la mitad de todas las solicitudes de asilopresentadas en Europa a lo largo de 2006.

Durante una reunión de los ministros deJusticia e Interior de la UE en febrero de 2007,el ministro de Políticas de Migración y Asilo

PAÍS DE ASILO

Suecia 8.950

Países Bajos 2.765

Alemania 2.065

Grecia 1.415

Reino Unido 1.305

Noruega 1.000

Suiza 815

Bélgica 695

EE.UU. 535

Dinamarca 505

Austria 380

Finlandia 225

Irlanda 215

Eslovaquia 205

Canadá 190

Australia 185

Chipre 130

Francia 115

* Sólo países con más de 100 solicitudes.

Solicitudes de asilo de

iraquíes en países

industrializados, 2006 *

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de protección (a no ser, por supuesto, que lapersona en cuestión fuera «excluible» porhaber estado involucrado en crímenes deguerra, crímenes contra la Humanidad uotros crímenes igualmente graves).

La recomendación del acnur concluía queningún ciudadano del sur o el centro de Iraqfuera devuelto por la fuerza hasta que se pro-dujera una sustancial mejora de la situación deseguridad y de derechos humanos en el país.Con respecto a las gobernaciones del norte deIraq, de carácter más estable, el acnur reco-mienda que no se haga volver a nadie a una si-tuación de desplazamiento interno.

«Todos sabemos lo que ocurre actualmenteen Iraq. Si la gente no encuentra protección enese país, entonces debemos asegurarnos deque la encuentre en su huida», manifiestaPirkko Kourula, del acnur, que añade: «Y noes razonable esperar que Jordania y Siria, queestán a reventar, lo hagan solas».

Aunque la mayoría de los países indus-trializados no han deportado hasta ahora a losiraquíes a los que han negado la condición derefugiado, el resultado es un elevado númerode personas que viven en un limbo legal. Eslo que ocurre en Alemania y Dinamarca,donde a los solicitantes de asilo iraquíes quehan sido rechazados se les ha permitido que-darse hasta ahora como «personas toleradas».

En Grecia, donde no se ha resuelto ningúncaso sobre iraquíes desde 2003, viven al díasin saber qué les deparará el mañana.

Pese al compromiso de un sistema deasilo común para la ue, los países europeosno sólo adoptan planteamientos distintosante las solicitudes de iraquíes, sino que apli-can criterios muy diferentes en el trato quese les otorga. Algunos países tienen la cos-tumbre de arrestarlos mientras se procesa susolicitud y otros no. Países como Bélgica ySuiza —que no es miembro de la ue— siguenproporcionando alojamiento a los solicitan-tes de asilo a los que se les ha denegado el es-tatuto de refugiado, pero que han apelado lasentencia, mientras que los demás no siem-pre hacen lo mismo, haciendo que muchagente tenga que vivir sin techo y sin dinero.

Incluso los iraquíes que han conseguido sal-var todos los obstáculos y que han sido recono-cidos como refugiados pueden encontrarse depronto sin protección legal. En Alemania, casi19.000 refugiados iraquíes vieron su condiciónde refugiado revocada entre 2003 y 2006, sobrela base de que habían huido del régimen deSaddam Hussein y, por tanto, las circunstan-cias para su reconocimiento habían desapare-cido. Sólo el año pasado, la Oficina Alemana deMigración y Refugiados revocó el estatuto derefugiado a 4.228 iraquíes.

En muchos casos, eso significa que estagente pierde su condición de residente legaly se la desposee de sus derechos básicos derefugiado: tienen poco o ningún acceso almercado laboral y se les excluye como candi-datos a reunificarse con su familia o a partici-par en programas de inserción social. Dadoque las personas «toleradas» están, desde unpunto de vista legal, obligadas a marcharse,apenas tienen posibilidades de obtener elpermiso para residir de manera segura ypermanente en Alemania. Para muchos, sinembargo, el regreso a Iraq es sencillamenteimposible en las circunstancias actuales.

El Alto Comisionado para los Refugiados,António Guterres, ha hecho un llamamientopara que los países de fuera de la región acep-ten iraquíes para su reasentamiento.

«Nos haría muy felices si se pudiera rea-sentar a más iraquíes en los países europeos eindustrializados», indica Judith Kumin, delacnur: «Es una manera de mostrar su solida-ridad con los países de la región y, para unascuantas personas, el reasentamiento es una so-lución absolutamente vital. Pero tenemos queaceptar la verdad de que son muchos los ira-quíes que no reciben actualmente una protec-ción adecuada en los países industrializados».

Al igual que incontables refugiados antesque ellos, la gente que huye del conflicto en Iraqsuele estar desacreditada por la violencia de laque intentan escapar. El pasado mes de marzo,frente al Consejo de Ministros de AsuntosExteriores de la Liga de Estados Árabes cele-brado en El Cairo, el Alto ComisionadoGuterres dijo: «Hasta en las sociedades más desarrolladas, vemos el resurgir del racismo, laxenofobia y la clase de populismo que siempreintenta generar confusión en la opinión públicaen torno a los refugiados, los inmigrantes e in-cluso los terroristas. Dejémoslo totalmenteclaro: los refugiados no son terroristas, sino lasprimeras víctimas del terrorismo».

La directora para Europa del acnur, PirkkoKourula, pone de manifiesto los principios fun-damentales: «Sigue habiendo una obligaciónlegal y moral de proteger a los refugiados y soli-citantes de asilo y muchos iraquíes tienen ac-tualmente una necesidad extrema de dichaprotección. La mayor parte de ellos nuncaverán Europa, o cualquier otro país industriali-zado, pero quienes sí lo hagan se merecen unrespeto. Más que eso, necesitan nuestra protec-ción de forma clara e inequívoca». �

* Nombre figurado.

Estatuto derefugiado

Otros estatutos Rechazados

Archivados porotras razones

Tasa de protecciónglobal

Austria † 35 18 18 47 74

Bélgica 8 1 61 30 13

Canadá 86 0 7 7 93

Chipre 0 43 11 47 80

Dinamarca 0 3 97 0 3

Finlandia 6 54 0 39 100

Francia 0 23 77 0 23

Alemania 7 1 68 24 11

Grecia 0 0 89 11 0

Países Bajos 1 18 56 25 25

Noruega 2 36 31 30 56

Rep. Eslovaca 0 0 32 68 0

Suecia 3 77 8 12 91

Suiza 13 0 68 19 16

Reino Unido 3 8 88 1 12

* Países que han emitido más de 100 sentencias; sólo juicios de primera instancia (cifras preliminares).† El número de estatutos de refugiado concedidos incluye sentencias en primera y segunda instancia.+ Las cifras de «otros estatutos» pueden incluir casos en los que se ha concedido estatuto de refugiado.

+ +

Tasas de reconocimiento de iraquíes en 2006 *E N P O R C E N T A J E S

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los palestinos de otras partes del mundo, in-cluida Iraq. Pero estos palestinos se encuen-tran en tierra de nadie. La cooperación entrelas agencias de la onu es buena, hacen todo loposible por conseguir una concesión aquí ypor mandar a un enfermo al hospital allá. Amediados de febrero, dentro de otra iniciativaconjunta, iban a tender cables de electricidadpor todo el campo, con dinero del acnur e in-genieros eléctricos de la unrwa.

Un miembro del comité de refugiados eselectricista, por lo que estará encargado delmantenimiento. Otro es agente inmobiliario.Luego hay un modisto, el dueño de una pe-queña fábrica de dulces, un joyero y un anti-guo ejecutivo de una de las mayores empresasde telecomunicaciones de Iraq.

El resto de la gente que vive en este in-fierno, donde las temperaturas pueden alcan-zar los 50 grados en verano y ponerse bajocero en invierno, eran, en su mayoría, profe-sionales o comerciantes urbanos.

El personal del acnur los visita tres o cua-tro veces a la semana. Son recibidos con sonri-

P O R R U P E RT C O LV I L L E

El campode Al Tanf no es un lu-gar apetecible. Según se sale de Damasco endirección Este, se entra en un interminablepaisaje llano, inhóspito y desértico que conti-núa así hasta la frontera iraquí. Entre lospuestos fronterizos de ambos países hay unoscinco kilómetros de tierra de nadie, tambiénllana e inhóspita. A un tercio del camino seextiende un desvencijado y raído asenta-miento de 100 tiendas: Al Tanf.

Grandes cantidades de tomates se pudrenjunto al campo, tirados por un camión quetuvo que esperar demasiados días en la fron-tera. Hay pedazos de tela ondeando a lo largode todo el alambre de púas tendido por detrásdel campo. Unas bolsas de plástico deshila-chadas pasan volando en el viento.

Hay serpientes y dos tipos de escorpiones;entre ambas especies, han picado 70 veces alos 350 habitantes del lugar.

No es un sitio para una familia, para quecrezcan 81 niños de entre 3 y 15 años. Anteseran 82, pero a uno lo atropelló un camiónhace unos meses.

Ahora tienen cinco tiendas grandes que sir-ven de escuela. Esta mejora —la escolarizaciónpara los niños— ha hecho maravillas en la moral(durante un tiempo, por lo menos). Los adultossonríen cuando describen el efecto que ha te-nido sobre los chavales. Éstos parecen sentirseorgullosos cuando responden a las preguntas deuno de los ocho maestros a los que las autorida-des sirias permitieron formarse en Damasco enuna iniciativa conjunta del acnur y la agenciade refugiados de Palestina (unrwa).

La unrwa tiene un mandato que cubre atodos los refugiados palestinos de los territo-rios ocupados y los países vecinos, incluido Si-ria. El acnur tiene un mandato que protege a

sas y cálidos apretones de manos, aunque nosiempre ha sido así. Durante un tiempo, losrefugiados estaban furiosos. ¿Por qué no lossacaba el acnur de Al Tanf? En otoño, se pu-sieron en huelga de hambre durante 15 días.Pero ahora se dan cuenta de que las agenciashacen todo lo que pueden.

A quienes culpan es a los estados, tanto dela región como de más lejos: desde principiosde marzo había pocas esperanzas de que al-gún país fuera a reasentarlos.

A mediados de marzo más de 800 palesti-nos se encontraban atrapados en tres camposdel desierto, entre ellos Al Tanf y el campovecino de Al Walid (situado en el lado iraquíde la frontera), en mucho peor estado.

Los refugiados palestinos, desplazados yaen dos ocasiones, constituyen uno de los gru-pos peor parados en un país lleno de gentedesesperada. Unos 15.000 permanecen atra-pados dentro de Iraq, en una situación cadavez más apurada. A mediados de marzo de2007, se sabía que al menos 186 habían sidoasesinados y muchos otros, expulsados de suscasas, secuestrados, detenidos o torturados.

No tienen un país al que ir, ni documentosválidos para poder viajar, nadie que los pro-teja en Iraq y prácticamente nadie dispuesto amantenerlos en el exterior. Sólo se ha reasen-tado a unas pocas docenas (en Canadá, prove-nientes del campo jordano de Ruweished) ySiria aceptó a un grupo de 287 personas enmayo de 2006. El ACNUR ha hecho hincapiéen que el reasentamiento debe ser visto comouna solución temporal para los palestinos yen que de ningún modo debería poner en pe-ligro su «derecho a regresar».

«Mi hijo nació en Ruweished», dice unhombre de 60 años que, como muchos de lospalestinos de Iraq, es originario de Haifa:«Ahora está en el campo de Al Tanf y no sabedónde acabará. Yo mismo nací en una tienda,en un campo de Gaza».

«Hay un cielo y un infierno», comentaotro residente de Al Tanif, que añade: «Y nospreocupa que no nos dejen entrar en ningunode los dos».

Si alguna vez ha hecho falta de verdad rea-sentar o reubicar a un grupo que se encuentraen peligro, es a los palestinos de Iraq.

Es una deshonra para todos que estos sereshumanos sigan pudriéndose en Al Tanf, enAl Walid, en Ruweished y —peor aún— enBagdad, donde al menos uno es asesinadoprácticamente todos los días. �

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Vergüenza

Una palestina de 15 años y su padremuestran las cicatrices de sus torturas.Los refugiados palestinos atrapados enIraq han sido frecuentemente objeto dematanzas, secuestros y torturas.

Cómo el mundo ha dado la espalda a los refugiadospalestinos en Iraq.

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Tome un grupo de

traumatizados

músicos de Sierra

Leona venidos de

los campos de

refugiados de

Guinea a principios

de siglo; añada

tres jóvenes y

tenaces cineastas

norteamericanos que

nunca habían hecho

una película

antes; mézclelo

con un miembro

del ACNUR movido

por la creencia de

que la música es

una forma de sanar

y de publicitar la

situación de

los refugiados;

agítelo con un

montón de ideas

locas, una

sucesión de

coincidencias

alucinantes y una

ristra de madrinas

famosas: ¿qué

es lo que obtiene?

La increíblehistoria de losRefugee All Starsde Sierra Leona

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C O R T E S Í A D E B . W H I T E / S L E

Franco toca la guitarra en Freetown,

con sus compañeros de los All Stars

Reuben, Black Nature, Grace y Niko

(de Los emperadores).

P O R R U P E RT C O LV I L L E

euben Koroma estaba enel lugar y el momentoequivocado el 2 de junio de1997. Cuando la guerra deSierra Leona, que durabaya una década, hizo una desus periódicas arremeti-das contra la capital, Free-town, su mundo cambió

para siempre. El Frente RevolucionarioUnido (ruf), dirigido por el desacreditado Fo-day Sankoh, acababa, junto con un grupo derebeldes del ejército, de derrocar al Gobiernocivil del presidente Kabbah y se encontrabaenzarzado en una lucha por el control del ae-

ropuerto internacional con el ejército de paci-ficación del África occidental, el ecomog.

Cuando acabó la batalla, las fuerzas delecomog confundieron a Reuben con un re-belde y lo detuvieron. «Llevaba trenzas ras-tafaris. Pensaron que venía de vivir en laselva», contaba a Refugiados en una re-ciente entrevista. De hecho, era el cantantede un grupo llamado Los emperadores.

Sierra Leona fue en cierto modo el Iraqde aquella época. Cuando la guerra civilllegó a su fin en 2002, habían muerto dece-nas de miles de personas y otras tantas ha-bían resultado violadas o mutiladas. Fueuna de las guerras más salvajes y absurdasde finales del siglo xx, alimentada por ladesesperación, la codicia y los diamantes.

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Te fuiste de tu país

en busca de refugio

en tierra ajena.

Te enfrentarás

a extraños dialectos

y te alimentarán

con comidas extrañas.

Tienes que dormir

en una casa de lona

donde hace mucho calor.

Tienes que dormir

sobre una esterilla de lona

que está muy fría.

La vida de un refugiado

no es fácil.

No es nada fácil.

Letra de

«LIVING LIKE A REFUGEE»

«

Grace en Texas

Los emperadores

Sin embargo, no se le prestó prácticamenteatención comparada con Iraq. La que ha recibido ha sido, en general, a través de losesfuerzos de directores de cine y de docu-mentales, como el virulento documental deSorious Samura «Cry Freetown» (2000) y,más recientemente, la película nominada alos Oscar «Diamantes de sangre».

Tras su liberación, Reuben y su mujer,Efuah Grace, decidieron que quedarse erademasiado peligroso. Incapaces de llegarhasta donde se encontraban sus dos hijaspequeñas —al otro lado del río en Free-town, con la hermana de Reuben—, cami-naron durante dos días hasta Guinea.

La estación de lluvias se encontraba ensu apogeo y los campos de Guinea eran de

lo más deprimente. «Pensé que no volveríaa hacer música. Pero esperaba algún día te-ner mi propio grupo, incluso en un campode refugiados». De momento, sin embargo,«todo lo que hacíamos Grace y yo era can-tar en casa de vez en cuando».

EL NACIMIENTO DE UN GRUPOEn febrero de 1998 les trasladaron a un

campo llamado Kalia, donde se encontraroncon Francis John Langba –conocido comoFranco– que había logrado llevarse su guita-rra al exilio. “Le conocía”, dice Reuben: “Solíaverlo tocar en un grupo cuando todavía iba alcolegio. Empezamos a tocar Franco, mi mu-jer y yo. Por pura diversión. En el campo está-bamos recluidos. Nada que hacer. En vez de

sentarnos allí todo el día y pensar en nuestrosproblemas, ¡toquemos un poco de música!”.

En el otoño de 2000, la guerra se exten-dió a Guinea cuando el ruf y sus aliadoslanzaron una serie de ataques fronterizosdesde Sierra Leona y Liberia. Un miembrodel acnur, Mensah Kpognon, resultómuerto y otro secuestrado en septiembre;un segundo miembro fue secuestradotambién en diciembre. El resultado es queprácticamente todas las agencias de ayudaabandonaron durante meses la zona sudeste de Guinea, en donde había una sucesión de campos fronterizos con unos200.000 refugiados liberianos y sierraleo-neses, muchos de los cuales fueron ataca-dos por los residentes locales, enfurecidos

el poder de sanación de la músicanunca ha sido tan evidente como enla sorprendente historia de losrefugee all stars de sierra leona.»

Chicago Sun-Times

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porque culpaban a los refugiados delas incursiones fronterizas.

Reuben recuerda este difícil pe-riodo con total claridad: «Sin el ac-

nur, sin comida, sin medicinas. Losrefugiados tenían que sobrevivirvendiendo cosas». Grace y él ven-dieron su posesión más preciada —una bicicleta—, pero Franco no seseparó de su guitarra.

En la primavera de 2001, el acnur pudo regresar al sudeste y empezóa reubicar a los refugiados lejos de esta le-tal región fronteriza, en el interior de Gui-nea. Trasladaron a Reuben, Grace yFranco a un nuevo campo, Sembakounya,donde conocieron a Abdul Rahim Kamara(conocido como Arahim), MohammedBangura (Medo) y al rapero de 15 años Al-haji Jeffrey Kamara (Black Nature). Juntosformaron los Refugee All Stars.

Los tres nuevos miembros habían su-frido terribles pérdidas personales du-rante la guerra de Sierra Leona.

Black Nature fue capturado por los re-beldes del ruf con 11 años y tuvo que vercómo quemaban a su padre vivo dentro desu coche. Los rebeldes obligaron al mucha-cho a hacer de porteador (los niños soldadosy esclavos fueron la otra modalidad de estaguerra tan abyecta). Después de unos mesesescapó a Guinea. Impresionados por el entu-siasmo de su estilo rapero, fue «adoptado»por Reuben, Grace y el resto del grupo.

A Arahim, que toca la armónica y erauno de los tres cantantes del coro original,le cortaron el brazo izquierdo a la alturadel hombro. Hombre muy religioso, semuestra filosófico con respecto a su expe-riencia: “Lo que me hicieron es en una pe-queña parte de mi cuerpo. Así que me lotomo como una cosa del destino… Al queme lo hizo, incluso… le saludaría. Le perdo-naría y me olvidaría de ello”.

Mohammed Bangura vio cómo mata-ban a sus padres delante de él y luego —como si eso no fuera suficiente— los re-

beldes le obligaron a matar a golpes a supropio bebé con el mortero familiar. Después, le cortaron una mano e intenta-ron arrancarle un ojo con un machete.«Me rompieron el corazón», dice tranqui-lamente en un momento del galardonadodocumental que se realizó posteriormentesobre el grupo.

La música fue el medio que les ayudó alevantarse de nuevo y a mirar para de-lante. «Cuando toco —señala Arahim—, meolvido de mí mismo por un instante, de loque me ha ocurrido».

La peculiar habilidad del líder delgrupo, Reuben Koroma, reside en su capa-cidad de describir la guerra y lo que sienteun refugiado con un ritmo alegre y conta-gioso y sin que resulte incongruente.

«Contar una historia triste con músicatriste sería aburrido», indica a refugiados:

«Si lo haces con alegría, la gente podráaprender algo… Cuando estábamos en loscampos de refugiados intentábamos no pen-sar en las cosas horribles que estaban ocu-rriendo. Tocábamos para sentirnos felices».

El grupo empezó a hacerse un nombreen los campos con su original mezcla deestilos, que incluía reggae, rap y la músicatradicional de Sierra Leona, el goombay.«Posteriormente, el acnur se dio cuenta

de que podíamos ser muy útiles a la comu-nidad», afirma Reuben: «Nos presentarona una ong francocanadiense, ceci, que nosproporcionó dos guitarras eléctricas, unamplificador, una mesa de mezclas, dosmicros, dos altavoces y un generador».

Fue un momento decisivo para elgrupo.

LA PELÍCULAA principios de 2002, Zach Niles

(que había sido promotor de giras de PaulMcCartney y los Rolling Stones) y un viejoamigo de la universidad, Banker White, es-taban pensando en hacer un documentalsobre África: «Algo distinto, una historiacon un lado humano». Finalmente se de-cantaron por la idea de hacer una películasobre refugiados y —puesto que eran músi-cos— quizás también sobre música.

En realidad nunca habían estado en uncampo de refugiados: «Ni siquiera sabía-mos si la gente hacía música en los camposde refugiados. Estuvimos hablando vaga-mente del proyecto durante muchotiempo».

Luego, por casualidad, oyeron hablar deAlphonse Munyaneza, un funcionario delacnur que estaba pensando en términosparecidos. Alphonse era también músico,

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«

Abdul Rahim Kamara,

Efuah Grace y Mohammed

Bangura actuando en un

campo de Guinea.

fantástico. estos músicos…han hecho algo reconfortante y hermoso.»BILL FLANAGAN de MTV en la CBS News

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mente diciendo que iban a rodarun documental.

«Utilizamos el lenguaje inter-nacional de Bob Marley», dice Ni-les, con Chris Velan como voca-lista, y él, Alphonse y BankerWhite en las guitarras y la batería:«La gente nos rodeaba y miraba alcanadiense blanco, cantando agrito pelado igual que Bob Marley;les encantaba». Los refugiados selevantaban y empezaban a cantar ylos extranjeros ponían la música.

Descubrieron muchos cantan-tes jóvenes de reggae y rap con ta-lento, así como un grupo de percu-sión compuesto por ciegos. «En uncampo nos encontramos a este libe-riano, Peewee, que llevaba tres años

sin tocar una guitarra», comenta Niles: «Ledimos una de las nuestras. Era un fenó-meno. Podías verlo reflejado en su cara, loemocionado que estaba de poder estar sos-teniendo una guitarra y tocándola. Nadieen el campo sabía que era guitarrista».

Pero fue en Sembakounya —el cuarto yúltimo campo que visitaron— donde en-contraron oro.

«Ni siquiera organizamos un concierto»,dice Niles. «Simplemente nos presentamosallí sin avisar un domingo y nos encontra-mos con este tipo que iba en bicicleta… Le di-jimos ¿Sabes si hay algún músico aquí? y élrespondió Sí, seguidme. Lo seguimos por uncamino que llevaba a una cabaña». Se lla-maba «El lugar que será un bar».

«Habíamos observado que nadie teníaguitarras en ninguno de los campos visita-dos… Y de pronto escuchamos un rasgueoque venía de dentro [de la cabaña], dondeestaban estos tipos sentados con dos o tresguitarras, tocando armónicas y cantando, yla primera canción que les oímos tocar fueLa vida de un refugiado no es fácil».

Los tres norteamericanos se miraronincrédulos: «Esta canción reflejaba tan di-rectamente sus experiencias, hablaba tandirectamente de quiénes eran, de lo que es-taban pasando y de las dificultades a las que

además de refugiado. Había cambiadoRuanda por Bélgica en 1991, incorporán-dose al acnur poco después. Unos añosmás tarde, creó la 4Refugees Artist Net-work, básicamente, una red de refugiados ymás gente que organizaba actos o activida-des culturales de arte, teatro, música, ciney escritura de distintos tipos en beneficiode los refugiados.

Zach Niles contactó con Alphonse, quepor entonces se encontraba en TimorOriental. «Le expliqué nuestra idea de cen-trarnos en un músico refugiado que utili-zara la música para salir adelante», re-cuerda Niles: «Alphonse respondió di-ciendo Me encanta, es perfecto. Me tomounas vacaciones y nos vemos en Guinea endos meses».

«Ninguno de nosotros había hecho unapelícula anteriormente», prosigue Niles:«Era una simple idea. Alphonse fue algoasí como un desafío para nosotros». Niles yWhite salieron a comprar cámaras y bille-tes de avión y reclutaron a un tercer amigode la universidad, el músico canadienseChris Velan.

Siguiendo el consejo de Alphonse, deci-dieron presentarse en los campos comomúsicos que venían a tocar y que buscabana otros músicos, en vez de entrar directa-

se enfrentaban, pero de un modo tan opti-mista… Y luego, cuando les preguntamoscómo se llamaban, dijeron: los Refugee AllStars».

Era perfecto; de hecho, era más de loque esperaban encontrar: «La sola idea dellamarse Refugee All Stars, diciendo sí, so-mos refugiados, pero somos los Refugee AllStars, y dándole ese aire tan positivo…».

Con todo el apoyo logístico del acnur,

se llevaron al grupo de gira por los demáscampos de refugiados. Los All Stars no po-nían pegas. «Siendo músicos, nos gustanlas multitudes», comenta Reuben Koromasecamente.

Después de diez días —con un preciosomaterial rodado en la mochila, pero sólouna incipiente historia—, los tres cineastasnovatos tuvieron que volverse.

«Al principio no teníamos ningúntipo de apoyo económico para el pro-yecto», cuenta Zach Niles: «Lo hicimoscon tarjetas de crédito, ahorros y ese tipode cosas. Volvimos a nuestra vida desiempre durante un año». Niles saliónuevamente de gira con Paul McCartneypara ganar algo de dinero mientras queBanker White montó un trailer de 11 mi-nutos a fin de recaudar fondos para aca-bar el documental.

Reuben Koroma retoma el relato: «En2003 nos escribieron y nos preguntaronqué queríamos hacer. Nosotros dijimos quequeríamos un estudio [para grabar un ál-bum]. Ellos ofrecieron Freetown. Eso supo-nía un auténtico problema… Para nosotrosera muy arriesgado volver a Freetown.Respondimos Vayamos a Ghana, a Costa deMarfil. Pero el único sitio disponible eraFreetown».

Conseguir que el grupo volviera a supaís en un «viaje de visita» fue idea de Al-phonse Munyaneza. La guerra de SierraLeona había acabado finalmente en enerode 2002, y decenas de miles de refugiadoshabían regresado ya, con o sin la ayuda delacnur. Pero muchos, entre ellos los Refu-gee All Stars, estaban tan marcados por susexperiencias que no creían que fuese se-guro regresar.

Las negociaciones fueron filmadas ymuestran cómo la película y las vidas per-sonales de los músicos y los cineastas que-daban inexorablemente ligadas: «Si vamosallí es sólo por vosotros», se oye decir a

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Reuben y Arahim, tras ganar en Los Ángeles el Gran Premiodel Jurado en el FestivalInternacional de Cine de la AFI celebrado en 2005.

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con ojos occidentales, mirandodesde arriba, en plan igno-rante. Lo abordaron con la filo-sofía correcta».

DESPEGUEEn 2005, en el Festival

Internacional de Cine del Ame-rican Film Institute celebrado enLos Ángeles, su extraordinariapelícula «Los Refugee All Starsde Sierra Leona» ganó el presti-gioso Premio del Gran Jurado almejor documental, recompen-sando la fe puesta en él por unaimpresionante lista de patroci-nadores, que ha llegado a in-cluir a Keith Richard, PaulMcCartney, Angelina Jolie, elproductor Steve Bing y IceCube. Desde entonces ha reci-bido otra docena de premios enfestivales de todo el mundo.

Y luego se produjo una reunión casualque tendría un enorme impacto posterior enla carrera de los All Stars. Niles decidió pro-yectar la película en su ciudad natal de Ver-mont. «Empieza la proyección y entran dostipos, Steve Tyler y Joe Perry, de Aerosmith,cuyas casas estaban a poca distancia de allí»,cuenta Niles. Las famosas estrellas de rock

vieron la película y se que-daron a la charla posterior.Después, un par de bille-tes de 100 dólares apare-cieron misteriosamenteen la caja que contenía losfondos recaudados por laventa de camisetas y CDsa la salida del cine.

La primera gira esta-dounidense del grupo, fi-nanciada por Niles yWhite, tuvo lugar enmarzo de 2006. Para orga-nizarla, contactaron conuna conocida agencia de

venta de entradas y gestión musical llamadaRosebud, dirigida por un veterano de la in-dustria, Mike Kappus, que contaba con unapequeña pero impresionante lista de artis-tas, tales como el difunto John Lee Hooker,Charlie Watts, J.J. Cale y Booker T. Jones.

En un momento de la gira, después detocar en un importante festival de Austin,

Reuben delante de la cámara: «Confiamosen vosotros».

El documental sigue su regreso y sureunificación con la familia y otros músi-cos, entre ellos los componentes del anti-guo grupo de Reuben, Los emperadores, ysu carismático primer guitarrista, AshadePearce.

Se localizó un estudio de grabación y losAll Stars y Los emperadores —que a partir deallí se fundieron más o menos en una únicay fluida entidad— cumplieron su sueño ygrabaron su primer álbum.

Finalmente, convencidos de que habíallegado la hora de repatriarse, el grupo re-gresó a los campos de Guinea y se lo comu-nicó a sus compañeros refugiados. Su parti-cipación en las reuniones comunitarias sir-vió para impulsar el proceso. «Produjo ungran efecto», afirma Alphonse Munyaneza:«Era una buena decisión para sus vidas ytambién para las operaciones del acnur».

Los miembros del grupo regresaron de-finitivamente en febrero de 2004… todosmenos Mohammed Bangura, quien, des-pués de los horrores que había vivido, se-guía sin poder enfrentarse con Sierra Leona. Se quedó en Guinea hasta que Reu-ben, Black Nature, Alphonse y otros leconvencieron con delicadeza para que vol-viera en el verano de 2006.

Texas, el grupo decidió salir a la calle y re-caudar dinero para la inminente boda deFranco en Sierra Leona. Al ponerse a tocaren la escalinata de un hotel, atrajeron a unmontón de gente que empezó a bailar, comoocurre casi siempre que suena la música delos Refugee All Stars de Sierra Leona. Quisola casualidad que un ejecutivo de una edito-rial musical pasara por allí y se quedara amirar. Habló con Kappus y, un par de horasmás tarde —a eso de la 1 de la mañana—, leenvió el borrador de un acuerdo por e-mail.

Ese verano, Rosebud organizó una girade siete semanas (35 actuaciones en total)que incluía algunos festivales importantesde ee.uu., Canadá y Japón. Para ser ungrupo que no había publicado un solo ál-bum en ninguno de esos países, la gira fueun enorme éxito. «Nadie entra a formarparte de este tipo de acontecimientos sin undisco», asegura Kappus: «Eso nunca ocurre».

Fue también durante esta gira cuandola extraordinaria relación de los All Starscon el grupo de rock norteamericano Ae-rosmith dio un paso más.

El primer guitarra Joe Perry se habíaofrecido a Niles a patrocinar una actua-ción del grupo en su ciudad natal. «No te-nían ni idea de quién era», dice Niles:«Tuve que explicarles que era una leyendaentre los guitarristas de rock-and-roll».Posteriormente, Perry se subió a un esce-nario y tocó con ellos.

La repatriación proporcionó a los cineas-tas una conclusión natural a su historia.Regresaron a ee.uu. con cerca de 400 horasde material filmado para la sala de montaje.«Es lo último en producciones precarias —observa Alphonse—, pero no lo hicieron

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San Francisco, julio de 2006.

Tocando en las calles de Miami despuésde recoger un galardón en otro festivalde cine.

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Se dio cuenta de que Ashade Pierce,que era zurdo, tocaba con una guitarrapara diestros, y unos días más tarde le en-vió una guitarra nueva de seis cuerdaspara zurdos. «Luego, a lo largo de la gira —recuerda Niles—, siguió suministrando algrupo instrumentos nuevos y equipos quepensaba que podían necesitar».

En otoño de 2006, el sello Antirecord pu-blicó el álbum del grupo, que hizo su ter-cera gira importante en seis meses. Estavez, les invitaron a ser teloneros en un granconcierto de Aerosmith en el Mohegan SunArena de Connecticut. Fue allí, por primeravez, donde realmente vieron lo que signi-fica ser una superestrella del rock-and-roll.

«Fue un cuento de hadas», comenta Al-phonse Munyaneza, recordando cómoaparcaron su pequeña y maltrecha furgo-neta junto a una fila de relucientes auto-buses, furgonetas y limusinas.

Reuben Koroma y el resto de los All Starsse quedaron atónitos cuando les informaronde que todos aquellos vehículos pertenecíana Aerosmith. «Luego fuimos entre bastido-res —dice—, donde había unas cien personas,¡y todas trabajaban para Aerosmith! Y habíacomida para todas. Un montón de comida. Ynosotros diciendo: ¿QUÉ? ¿Un músico queda trabajo a más de 100 personas? Eso sí quenos sorprendió, de verdad».

Antes del concierto, Perry, Tyler y los Re-fugee All Stars grabaron en estudio la can-

ción de John Lennon «Give Peace a Chance»para una recopilación benéfica por Darfur, y,posteriormente, Perry y los All Stars realiza-ron una versión de «Seconds», de U2, paraotra recopilación benéfica con artistas afri-canos y canciones de la banda irlandesa. Lapublicación de ambas grabaciones tendrá lu-gar a mediados de 2007.

Mientras, entre sus descansos en SierraLeona, la gira de los Refugee All Stars conti-núa: en diciembre de 2006, tanto el grupocomo el documental aparecieron en el pro-grama de Oprah Winfrey y, un mes mástarde, tuvieron dos actuaciones en el ForoEconómico Mundial de Davos, como parte desu compromiso para promocionar la cam-paña ninemillion.org del acnur a favor de losniños refugiados (ver www.ninemillion.org).

Hay prevista una minigira en Australiapara abril de 2007, y Rosebud y los siempreemprendedores cineastas tienen una seriede proyectos en cartera tanto para el grupocomo para la película.

«¿Que si hemos ganado dinero?», sepregunta Zach Niles con cierto cansancio:«Todavía no nos hemos pagado un sueldoen dos años y medio. La próxima vez lo ha-remos de otra forma: deberíamos haberconseguido el dinero antes, pero, a veces,cuando tienes tantas ganas de hacer algo,vas y lo haces. ¿Que si hemos recuperadoalgo del dinero? Sí. ¿Como para cubrirgastos? Para nada».

Lo mismo ocurre con el grupo: «Si nofuese por el merchandising [es decir, las ca-misetas y los CDs], no estaríamos cubriendogastos», asegura Kappus, de Rosebud. Perono se arrepiente de haberse metido en esto:«Llevo 38 años en el negocio de la música yesto es algo que no había visto antes».

Pero es Alphonse Munyaneza, del ac-

nur, que lleva doce años animando a losrefugiados a hacer música —y usando éstapara promocionar la causa de los refugia-dos— quien (recordando el concierto deAerosmith en Connecticut) da en elblanco al hablar de lo que es quizás el as-pecto más interesante y valioso de la expe-riencia de los Refugee All Stars:

«El grupo tocó durante 30 minutos, lagente se puso en pie. Después de eso, proyec-taron una pequeña secuencia de su docu-mental. Hubo una larga ovación antes de queAerosmith apareciese sobre el escenario».Hace una pausa. «Luego, al final, Aerosmithpidió a la gente otro aplauso para los All Stars.Se me encogió la garganta. Ser refugiado sehabía convertido en algo enrollado». �

El álbum «La vida de un refugiado» puedecomprarse online o en tiendas de música.Para conocer las últimas noticias sobre elgrupo, visite www.rosebudus.com, ywww.refugeeallstars.org si desea descubrirmás cosas sobre el documental y escucharuna muestra de su música.

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« la historia de la película es tanconmovedora que nos ha dejadohuella. es raro encontrar tantacompasión y honestidad en el mundode la música… no había tocado conun grupo así antes, pero me sentítransportado a otro lugar y lasnotas salían solas…»

JOE PERRY, de AEROSMITH,

después de tocar con los

Refugee All Stars en Nashville.

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R E F U G I A D O S I

Dieciséis años sin más horizonte que elque le proporciona la valla que rodea elcampo de refugiados de Ifo, en Dadaab(Kenya). Shamso* tenía tan sólo seisaños cuando, en 1991, la milicia entró en

su casa en Kismayo, una región del Bajo Juba (Somalia),acabó con la vida de tres de sus hermanos e hirió a supadre. Junto a la masa de gente que huía despavorida,escapó con sus hermanos mayores hacia la frontera conKenya, caminando durante largos días y noches. En laconfusión de la huida, los niños quedaron separados desu madre y se unieron a otros grupos de refugiados quese dirigían hacia el puesto fronterizo de Liboi. Aunquela experiencia le caló hondo, dada su corta edad, Sham-so no tiene apenas recuerdos de su tierra natal y deaquella vivencia.

Desde Liboi, los camiones del ACNUR trasladarona los refugiados hacia los campamentos de Dadaab, unaregión semidesértica al noreste de Kenya, que dista tansólo 80 kilómetros de la patria de Shamso, un país for-mado por un mosaico de clanes y grupos tribales, sinun Gobierno reconocido, en el que se están librando ac-tualmente fuertes combates entre la Unión de Tribu-nales Islámicos y el Gobierno Federal de Transición, alque apoya Etiopía. Desde que, en enero de 2007, el Go-bierno de Kenya decidiera cerrar la frontera, no se per-mite la entrada de más refugiados somalíes, por lo quela población se ha visto obligada a desplazarse dentrodel territorio de Somalia para ponerse a salvo, estimán-dose la cifra de desplazados internos en torno al millón.

Hasta Dadaab viajó recientemente el popular pre-sentador Jesús Vázquez, Colaborador Especial del AC-NUR en España, con un equipo de Telecinco, para re-cabar información de primera mano sobre la situación

Arrimando el hombro en los campos de DADAAB

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Visita a Kenya del popular presentador Jesús Vázquez, Colaborador Especial del ACNUR

Por Mar ía Jesús Vega

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Especial España

de los refugiados y el trabajo que desempeña la agenciade la ONU en Kenia. El propósito de esta misión erahacerse eco de las necesidades de los refugiados, con-cienciar a la opinión pública española sobre su situa-ción y recaudar fondos.

“Hablé con unos y otros, con todos los que pude. Portodas partes éramos recibidos con cantos de bienveniday cada paso nos abría los ojos a la terrible realidad deunos seres humanos condenados al sufrimiento por elsimple hecho de haber nacido en un lugar y no enotro”, comenta Jesús Vázquez, quien pudo comprobarque la historia de Shamso es muy similar a la de losmás de 40.000 jóvenes que viven en los tres camposque gestiona el ACNUR en Dadaab: Dagahaley, Ifo yHagadera. Juntos acogen a más de 170.000 refugiados,

de los que un 97% son somalíes —mayoritariamentemusulmanes— y el resto proceden de Etiopía, Sudán,Uganda, R. D. del Congo, Ruanda, Burundi y Tanzania.

En colaboración con el Programa Mundial de Ali-mentos, CARE y otras organizaciones, el ACNUR tra-baja desde hace 16 años por dar asistencia y cubrir lasnecesidades básicas de la población en el contexto deuna compleja operación que, de no ser por la nueva es-calada de violencia en Somalia, estaría ahora práctica-mente “olvidada”.

Pero el trabajo en los campamentos no está exentode dificultades. A la escasez de personal y las reduccio-nes presupuestarias anuales que afectan seriamente alos programas de alimentación, salud, distribución deleña y educación —entre otros—, se suman un entornoinhóspito y una climatología desfavorable: temperatu-

ras desérticas, tierra no cultivable, escasez de agua y,cuando llueve, lo hace de forma torrencial dos veces alaño, anegando casi por completo los campamentos ydejando inaccesibles los caminos por los que llegan losconvoyes de ayuda humanitaria. En octubre de 2006,las grandes inundaciones, que dejaron los campamen-tos incomunicados, provocaron brotes de cólera, dia-rreas y la proliferación de otras enfermedades como lafiebre del Valle del Rift.

Sin embargo, los retos a los que se enfrenta el AC-NUR no están exclusivamente relacionados con lasrestricciones presupuestarias y el entorno natural, sinotambién con la propia convivencia en el campamento yalgunos aspectos de una cultura muy arraigada entre lacomunidad de refugiados. “La tendencia a estigmatizar

a los grupos minoritarios y a las personas con cualquiertipo de discapacidad física o mental es muy fuerte”, co-menta Susana Martínez, responsable de Servicios Co-munitarios.“También nos encontramos con un alto ab-sentismo escolar en las niñas a las que sus familias lesvetan la educación; prácticas tradicionales como la mu-tilación genital femenina (MGF); mujeres que sufrende fístula —pérdidas de orina—; violencia doméstica ycasos de violaciones de mujeres, aunque últimamentetambién de niños”, añade.

Desgraciadamente, aunque la mayoría de las muje-res y niñas refugiadas conocen el protocolo a seguircuando se produce una violación (informar a la policía,no cambiarse de ropa, ir al centro médico, registrar elincidente en el ACNUR, etc.), muchos de los casos noson denunciados y son resueltos en las comunidades

Jesús Vázquez, con los refugiados del campo de

Hagadera, pendientes de registro.

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por sus propios tribunales islámicos, que se rigen por laley de la Sharia, quedando muchos delitos impunes.

Entre otras actividades de toma de contacto con eldía a día en un campo, Jesús Vázquez participa en ungrupo de discusión sobre la Violencia Sexual y de Gé-nero, en el que refugiados y refugiadas debaten sobre eltema de la ablación. Los líderes comunitarios explicanque llevan ocho años trabajando por erradicar la MGFa través de campañas de sensibilización y que el núme-ro de ablaciones ha disminuido. Los trabajadores hu-manitarios lanzan la primera pregunta: ¿cuántas de lashijas de los que estáis aquí presentes han sido circunci-dadas? Tras un prolongado silencio, interviene una jo-ven líder ataviada con un niqab (velo islámico que sólopermite ver los ojos), que se atreve a asegurar que lasfamilias que no practican la ablación a sus hijas sufrenuna seria discriminación por parte de la comunidad:“Las niñas son marginadas en el colegio, las apedreancuando van al punto de distribución de agua o al mer-cado, les dicen que no son útiles para la comunidad”.Otras mujeres se animan y alzan la voz: “Necesitamosmás ayuda para superar esta situación, medidas de se-guridad, actividades para generar ingresos o reasenta-miento en otro país”, añaden.

Al término de la discusión de grupo, Fátima*, unamujer somalí de 40 años, quiere contarle a Jesús Váz-quez su situación. Fátima padece de fístula, al igual queotras 27 mujeres de su grupo de apoyo. Sufrió mutila-ción genital con 8 años y poco después su familia la dioen matrimonio. Actualmente tiene siete hijos, pero hasido víctima de violencia doméstica y de repudio porparte de su marido cuando comenzó a tener pérdidasde orina. “Me operaron de fístula, una operación delica-da, pero después me quedé embarazada otra vez”, co-menta en voz baja. “Cuando volvía a tener hijos, la fís-tula se reproducía y, con ella, el rechazo de mi esposo yde la comunidad, porque huele y es doloroso”, explica.Después de saber que su problema se deriva de la MGF,Fátima ha decidido no circuncidar a sus dos hijas me-nores.

“Hay una enorme dignidad en los que sufren demanera tan injusta. Una especie de autoridad moralsobre el resto de nosotros”, explicaba Jesús Vázquez asu vuelta a España: “Hay dignidad en las colas inter-minables para registrarse, para conseguir una míni-ma ración de alimento, en las muchachas que han si-do horriblemente mutiladas y que, a pesar del miedo,la persecución y las secuelas a veces permanentes,juegan al voleybol entre el polvo asfixiante y los tupi-dos velos que las cubren de pies a cabeza por impera-tivo religioso”.

Shamso también participa en el Comité de Jóvenesdel campo de Ifo, donde chicos y chicas organizan cam-pañas de sensibilización dirigidas a la comunidad sobreel matrimonio forzoso a edad temprana, MGF,SIDA/VIH, etc. Se trata de jóvenes con formación, conganas de cambiar las cosas, de cuestionar tradiciones;chavales que van teniendo noticias de cómo es el mun-

do más allá del desierto en el que les ha tocado vivir yque muchos califican de “prisión abierta”; jóvenes em-prendedores que quieren que el planeta escuche suvoz; toda una generación que, a pesar de las duras con-diciones de subsistencia, ya no habla de clanes y deguerras sino de paz y de cómo contribuir a forjar un fu-turo más esperanzador.

Todos estos jóvenes con los que Jesús y el equipohan convivido durante unos días confían en que quie-nes les han escuchado y se han interesado por su vidapuedan hacer algo real por cambiarla. La misión de Je-sús Vázquez con Telecinco y todos los que quieran apo-yar no ha hecho más que empezar.

“He dejado amigos en los campos y he traído unmontón de sueños que espero materializar pronto, conla ayuda de todos, en proyectos concretos. No quieroque me recuerden como uno de tantos “blancos” quehan pasado por su vida”, comentaba el Colaborador Es-pecial: “Quiero volver allí con algo más que palabras opromesas. Se lo debo. Se lo debemos…”. �

* Shamso y Fátima son nombres ficticios para preservar la identidad de los refugiados.

María Jesús Vega es Responsable Adjunta de Información Pública y Relaciones Externas

de la Delegación del ACNUR en España

Especial España

Como Colaborador Especial del ACNUR,Jesús Vázquez abandera en junio la cam-paña de Telecinco “Por el apoyo al refu-

giado”, dentro de la iniciativa solidaria “12 meses12 causas”. La campaña tiene un doble objetivo:sensibilizar a la población acerca de la situaciónde millones de refugiados en el mundo y recau-dar fondos para el proyecto unesuvoz.com, me-diante el que se quiere dotar de una emisora deradio a los campamentos del ACNUR en Dada-ab (Kenya) con la que los refugiados puedan co-municarse entre sí y con el exterior.

Además de la presencia de Jesús Vázquez enmás de ocho programas de Telecinco para con-seguir financiación, la cadena ha trabajado parapoder descargarse en el móvil un rap que cantanlos refugiados más jóvenes de los campos de Da-daab (descargable enviando rap 12 al número7788, necesaria conexión wap).

Más información en: www.unesuvoz.com yen www.eacnur.org. �

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Especial España

En un país donde cualquiera puede con-vertirse en víctima de la violencia, lasminorías en Iraq se sienten especialmen-te amenazadas. Entre quienes se han vis-to forzados a huir se encuentra una fami-

lia que se convirtió al cristianismo y cuyos miembrosresiden actualmente como refugiados en España.

Los refugiados palestinos en Iraq han sido víctimasde ataques. Los musulmanes sunníes están siendo ex-pulsados de las áreas chiítas, los chiítas de las zonassunníes. Los kurdos han huido de las zonas árabes, losárabes de las kurdas. En este crudo entorno, los cristia-nos iraquíes —una antigua pero disminuida parte de lapoblación iraquí— han sido frecuentes objetivos de laviolencia.

En la actualidad, cerca de dos millones de iraquíes es-tán desplazados dentro de su país, mientras que más dedos millones han huido fuera. La agencia de la ONU pa-ra los refugiados invitó a los 193 estados miembros de las

Naciones Unidas a una conferencia en Ginebra, los días17 y 18 de abril, sobre las necesidades humanitarias aso-ciadas al desplazamiento en Iraq y en los países vecinos.

“Los cristianos están abandonando Bagdad y todo elcentro del país. Las iglesias están vacías”, explica Tessa,que huyó a España con su marido y sus dos hijos en2005 (los nombres han sido modificados para protegersus identidades). Teme que la comunidad cristiana ira-quí, casi tan antigua como la propia religión, pueda de-saparecer pronto por completo.

Para Tessa y Nabil la amenaza era mayor, ya que ha-bían sido musulmanes. Nabil decidió convertirse alcristianismo en 2001 y la situación empeoró dos añosdespués, cuando Tessa también se convirtió después deque casi falleciera de cáncer. La familia sunní de Tessacortó toda comunicación con ella, Nabil empezó a reci-bir amenazas y, en enero de 2005, encontró una bombaenfrente de su casa. Sus trabajadores también fueronamenazados y su negocio, quemado. Sus dos hijos, bau-tizados en 2005 con 10 y 12 años, se enfrentaban al ries-go de ser secuestrados por grupos que reclaman tribu-tos por observar su religión.

Una familia iraquí convertida al cristianismo recibe asilo en Españatras una larga huida por el interior de su país y otros cercanos.

Por F rançesca Fontan in i

Persecución en IRAQpor motivos religiosos

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Especial España

En el siglo XVI, los cristianos configuraban la mitadde la población de Iraq. En 1987 todavía había 1,4 millo-nes, pero ahora hay menos de un millón en un país de26 millones de habitantes. Tras una ola de violenciacontra las iglesias cristianas en octubre de 2004 —cincofueron bombardeadas en un solo día— la discrimina-ción aumentó con creces. Los militantes atacaban lastiendas de licores y advertían a las mujeres cristianassobre el deber de llevar atuendo islámico.

Nabil, de 48 años, y su familia estaban en una relati-va buena situación económica. Él era propietario de uncentro de estética, mientras que su mujer era profesoraen la Universidad de Agricultura de Bagdad. Pero to-maron la decisión de huir.

“Los cristianos están siendo aterrorizados en Iraq.No tienen paz ni seguridad con los escuadrones de lamuerte y los coches bomba”, explica Nabil. Con la ayu-da de su iglesia, la familia se trasladó a Dahuk, en elnorte de Iraq. Sin embargo, esta ciudad les proporcionóseguridad sólo por unos meses, antes de que comenza-ran de nuevo a recibir amenazas. Mientras tanto, sushijos no podían acudir al colegio.

Nabil y su familia se dirigieron más al norte, haciaArbil, en la región del Kurdistán, que se había conver-tido en el refugio de 20.000 desplazados de todas partesdel país. Después de dos meses, quedó claro que Arbiltampoco era un lugar seguro, ya que se propagaron ru-mores por la ciudad sobre el “peligro” que la familia re-presentaba para el Islam.

“Nuestra presencia estaba creando problemas a lagente que nos rodeaba”, cuenta Nabil. En mayo de 2005decidió abandonar el país. Disfrazado, regresó a Bagdad

solo y consiguió los visados, volvió a Arbil y la familiaemprendió el camino hacia Siria. Al día siguiente con-tinuaron a Amman y a los cuatro días volaron a Españapara solicitar asilo.

En noviembre de 2006, las autoridades españolasconcedieron a la familia de Nabil el estatuto de refu-giados bajo la Convención de Ginebra de 1951 por sutemor fundado de persecución en su país de origen acausa de su religión. Actualmente, España acoge a 45refugiados iraquíes y durante 2006 más de 42 solici-taron asilo.

“España —explica Nabil— nos dio la oportunidad deprofesar libremente nuestra religión sin sentirnos cul-pables. Mis hijos pueden ir a la escuela o jugar en elparque sin ser vigilados por gente con rifles kalashni-kov y mi mujer ya no se siente como en la cárcel, aun-que ahora no tiene trabajo”.

La familia, que vive cerca del centro de Madrid, seestá integrando poco a poco mientras supera la barreradel idioma. Nabil no siente pena por su marcha: “Cuan-do la vida está en peligro, haces lo que sea para prote-gerte a ti mismo y a tu familia”.

“No creo que la violencia y la desigualdad en mi paísdisminuyan en unos cuantos años. Todos los iraquíes —cristianos y musulmanes— están viviendo una situa-ción sin soluciones —afirma—. Encuentras tragedia trastragedia y la gente huye cada día para encontrar un lu-gar seguro en países cercanos o en otro continente”. �

Françesca Fontanini es Responsable de Información Pública y Relaciones Externas

de la Delegación del ACNUR en España

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Especial España

Llegué a México hace cinco años y medio,pero en este apartamento llevo apenasdos,” comenta Alí mientras nos preparaté y queso con miel en una muestra de latradicional hospitalidad árabe. Alí es un

iraquí de 32 años. Tuvo que abandonar su país trasagravarse los enfrentamientos entre chiítas y sunníes.En Iraq permanecen las mujeres de su familia: dos her-manas casadas, su madre y una tercera hermana que,por una enfermedad, quedó paralizada: “Me gustaríamucho —dice— poder traer a mi mamá y mi hermanaconmigo. Tengo dos hermanos en Estados Unidos. Sa-lieron de Iraq hace tiempo y viven allí desde hace 14años. Y son ellos quienes, mediante un enlace telefóni-co, me comunican con mi madre y mis hermanas, quecontinúan viviendo en Basora, porque aquí el teléfonoes muy caro”.

Aunque está a tantos miles de kilómetros de distan-cia de su patria, literalmente al otro lado del mundo, Alíha encontrado un segundo hogar en México. “Me gustamucho México. Lo encuentro muy parecido a Iraq. En lacultura, en la comida, en la gente… La cultura de Méxicoy la de Iraq son muy parecidas. La educación de la gen-te”, comenta Alí, quien también, orgulloso por sus cono-cimientos culinarios, explica: “La comida como el axioteviene de Oriente, de la India. Nosotros comemos algoparecido a la cochinita pibil, pero, en lugar de carne decerdo, lo hacemos con pollo. Los tacos al pastor son deorigen turco y los trajeron los árabes a México”.

Alí es uno de los pocos más de 3.000 refugiados dedistintas nacionalidades que viven en México. Después

de un largo recorrido por varios países, llegó a través dela frontera sur, por Tapachula (Chiapas). Como él, mu-chos otros refugiados han viajado dentro de lo que elACNUR ha denominado “movimientos migratoriosmixtos”, donde los solicitantes de asilo y refugiadospueden utilizar los mismos canales para viajar que losinmigrantes indocumentados.

Alí fue reconocido como refugiado y recibió el do-cumento de estancia legal en el país, su “FM3”, un 20de junio, coincidiendo, curiosamente, con la conme-moración del Día Mundial del Refugiado. Como ésta,tiene otra interesante coincidencia onomástica consu país de asilo: “Nací —bromea— el 20 de noviembre,Día de la Revolución Mexicana, así que soy más me-xicano que cualquier mexicano, por mi nacimiento”.Además, conoce buena parte del país, del que ha visi-tado numerosas ciudades, pero Aguascalientes es sufavorita: “Es preciosa. Me encantaría vivir allí. Lagente es muy amable. Fui una vez a la Feria de SanMarcos. El palenque es lo más bonito y mi equipo fa-vorito es el Necaxa”.

Alí se ha integrado con éxito en México. Al princi-pio, vivió tres años con otro refugiado, un albanés. “Lle-gamos al mismo tiempo y vivimos en un hotel en elcentro histórico de la capital. Luego compartimos unapartamento, hasta que él se casó con una mexicana yya están esperando su primer bebé”.

A Alí también le gustan las mexicanas: “Me gusta-ría casarme con una y tener mis hijos con ella”. Por lopronto, tiene muchos amigos del país: “Me quierenmucho los mexicanos. En una ocasión hasta me hicie-ron una fiesta sorpresa por mi cumpleaños en casa deunos amigos”.

“Mi trabajo me gusta mucho —continúa—. Llevocuatro años y cuatro meses en él. Al principio, comencéde chófer, cuando una paisana me consiguió el empleo.Luego empecé a trabajar en un depósito dental, prime-ro en el mostrador, pero aprendí rápido, me hicieronexámenes y pasé a empleado y a encargado de ventas alpor mayor. Quiero mucho a mis jefes. Al principio meayudaron con la renta y me subieron el sueldo. Sientocomo si el negocio fuera mío”.

A pesar de haber reiniciado su vida en un país nue-vo, Alí no puede olvidarse de su patria ni de su situa-ción: “Veo Iraq con mucha tristeza, porque está mu-riendo mucha gente. Queremos paz, no guerra; no que-remos conflictos entre religiones. Tenemos que avan-zar, no atrasarnos, y el país se atrasó mucho”. �

Mariana Echandi es Responsable de Relaciones Externas de la Delegación del ACNUR en México

“Me gusta mucho México, lo encuentro muy parecido a Iraq”

Fiesta sorpresa para Alí de sus

amigos mexicanos.Por Mar iana Echandi

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Especial España

Marta (nombre figuradopor motivos de seguri-dad) cumplió 16 años enabril. Un cumpleañoscon el que había soñado

muchas veces. Sin embargo, nunca imaginóque, al llegar el momento, habría perdidouna pierna por la explosión de una mina.

Marta nació en La Gabarra, en la regióndel Catatumbo, al oriente de Colombia. Susprimeros recuerdos son de violencia. Gru-pos armados irregulares perpetraron diver-sas masacres contra la población civil de LaGabarra durante los años 90. Cuando teníanueve años, vio a sus vecinos morir delantede ella. Su madre recibió amenazas demuerte y la familia entera huyó.

“No podía entender lo que sucedía —diceMarta—. Durante toda la noche, en el auto-bús, le preguntaba a mi madre: ¿por qué te-nemos que irnos, por qué no podemos que-darnos en casa? Estaba triste porque no medejó llevar mi vestido favorito: estaba sucioy no había tiempo de lavarlo”.

La familia se fue a vivir con un tío deMarta a una pequeña población hacia el sur.Creyeron que allí, finalmente, encontraríanseguridad. Sin embargo, un lunes por lamañana, en junio de 2005, su madre envió aMarta al pueblo para vender huevos y unpoco de leche. Era un día festivo, así que laniña no tenía prisa por ir a la escuela. Saliódel camino principal y, transitando por uncampo cercano, oyó la explosión. Al princi-pio no sintió nada. Pero ya había visto antesa personas pisando minas y entendió lo quehabía pasado: “Miré hacia abajo y vi que mipie estaba cubierto de sangre. Faltaban lospulgares. Todavía tenía los huevos en lasmanos, no estaban rotos. Empecé a reírme:ya no importaba que no vendiera los hue-vos, me dije. Seguía de pie y riendo”.

Sola, regresó al camino principal parabuscar ayuda. Todavía no sentía dolor, pero

la vista de la sangre comenzaba a asustarla:“Reía y rezaba al mismo tiempo: por favor,Dios, no quiero morir; mírame, soy joven,quiero tener un esposo y una familia; porfavor, no me dejes morir”.

Todo lo que el centro local de salud pudohacer fue detener la hemorragia. Cuando

Marta llegó al hospital, los doctores tuvie-ron que cortarle la pierna desde la rodilla.

El año pasado se informó de tres vícti-mas diarias de las minas en Colombia, másque las dos al día de 2004, según las estadís-ticas del Gobierno colombiano, que se basanen los partes de accidente de las autoridadessanitarias. De las 1.100 víctimas reportadas,258 murieron. De acuerdo con la organiza-ción internacional Landmine Monitor, estohace de Colombia el país con el númeromás alto de nuevas víctimas de minas te-rrestres en el mundo, por encima de Cam-boya y Afganistán.

Mientras que estas víctimas disminuyenen el mundo, en Colombia van en aumento.El 40% son civiles. En 2005, año del acci-dente de Marta, 93 niños resultaron heridospor este tipo de armamento. Muchos de es-tos hechos nunca se reportan porque ocu-rren en áreas remotas del país, con poco ac-ceso a la asistencia sanitaria y otros servi-

Por Mar ie-Hélène Verney

Ningún lugar SEGUROEl año pasado se reportaron más casos nuevos de víctimas de las minas en Co-lombia que en cualquier otra parte del mundo. Según el ACNUR, la alta inci-dencia de las minas terrestres en las zonas en conflicto es uno de los diversosfactores entrelazados que generan el desplazamiento forzoso dentro del país.

cios estatales. La presencia de minas anti-persona está muchas veces vinculada a loscombates, lo que, a su vez, hace difícil quelas víctimas busquen ayuda fuera de la zonadonde ocurre el incidente.

El Gobierno colombiano ha firmado yratificado el Tratado para el No Uso de Mi-nas Antipersona, que prohíbe tanto la utili-zación como la producción de estas armas.Sin embargo, algunos de los grupos arma-dos irregulares colombianos continúansembrando con minas las zonas de combate.

La incidencia de minas es uno de los fac-tores interrelacionados que contribuye aque las personas huyan de sus hogares envarias zonas de Colombia. Un informe delACNUR muestra que el 70% de todo el des-plazamiento forzoso en Colombia entre2004 y 2006 se originó en solamente 180

municipios (cerca del 17% de to-dos los municipios colombia-nos). El 73% de todas las minasantipersona fueron encontradasen esas mismas localidades, quetambién sufrieron una alta inci-dencia de enfrentamientos, asícomo la presencia de grupos ar-mados irregulares, cultivos ile-gales de coca y fumigación delos mismos.

Después del accidente, Mar-ta y su familia fueron obligadasa dejar su hogar una vez más.La tragedia fue la última gotaque los convenció de que no en-contrarían la paz en la pequeña

población en la cual se habían resguardadode la violencia: “Habríamos tenido que irnosen todo caso —dice la niña—. Mi hermano te-nía miedo, no quería unirse a ninguno de losgrupos. Hasta a mi hermana y a mí nos dije-ron que tendríamos que alistarnos cuandollegáramos a los 16”.

Hoy la familia reside en una gran ciudad,donde espera poder vivir en paz y dondeMarta está recibiendo tratamiento. Ha teni-do ayuda médica por intermediación del CI-REC, el centro colombiano para la rehabili-tación de las víctimas de minas, y ahora uti-liza una prótesis. También ha estado reci-biendo una muy necesaria asistencia psico-lógica para afrontar el trauma. Ya puede vol-ver a hacer planes para el futuro. Quiere ir ala universidad y convertirse en doctora. �

Marie-Hélène Verney es Responsable de Información Pública del

ACNUR para América Latina

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Especial España

Actividades previstas en España con motivo del Día Mundial del Refugiado

VIII

Además de las exposiciones fotográfi-cas, mesas redondas, obras de teatro yotras actividades que tendrán lugarcon motivo del Día Mundial del Refu-giado en distintas ciudades, el AC-

NUR en España organiza un acto conmemorativo enel Círculo de Bellas Artes de Madrid el día 20 de ju-nio, en el que se rendirá un reconocimiento especial alcapitán y la tripulación de los barcos españoles Mont-falcó y Francisco y Catalina, por sus acciones solida-rias de rescate de vidas en el mar en el último año.

En el mismo acto, recibirá un homenaje AntonioGarrigues Walter, Presidente de Honor de España

con ACNUR, por su apoyo a los refugiados durantemás de cuatro décadas.

Para los más jóvenes, el mismo 20 de junio, elCentro de Acogida a Refugiados de Vallecas (CAR)acogerá una conexión por internet entre chicas ychicos españoles y ugandeses, durante la cual po-drán chatear vía webcam y conocerse un poco me-jor, intercambiar información, ilusiones e inquietu-des. Esta iniciativa se lleva a cabo con el apoyo deMicrosoft, empresa colaboradora del ACNUR, la Di-rección General de Integración de los Inmigrantes ylos CAR, que ese mismo día celebran su “20 cumple-años”. �