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Migraciones en los Andes Meridionales. El caso de los atacameños en Santa María durante la segunda mitad del siglo XVIII Lorena B. Rodriguez 1 El objetivo de este artículo es abordar el fenómeno de las migraciones indígenas, a partir del caso de los atacameños asentados en Santa María (hoy provincia de Catamarca, Argentina), hacia la segunda mitad del siglo XVIII. El presente trabajo forma parte de un proyecto más amplio, cuyo propósito general es analizar tanto los procesos de continuidad como los cambios, rupturas e innovaciones que se han dado dentro de lo que es actualmente el departamento de Santa María, luego de finalizadas las guerras calchaquíes y ser "desnatu- ralizadas" gran parte de las poblaciones indígenas originarias. El tema de los atacameños en Santa María está en línea con el proyecto global que enmarca este estudio particular. Sin embargo, también se erige como una cuestión con peso propio, puesto que estos migrantes tienen, a fines del siglo XVIII, una mayoritaria presencia y son casi exclusivamente los únicos señalados en el archivo parroquial de la zona con una designación étnica tan precisa. El corregimiento colonial de Atacama, que abarcaba principalmente lo que se conoce como desierto de Atacama, se dividió eclesiásticamente en dos parroquias: Atacama La Baja, con cabecera en el pueblo de Chiu-Chiu, que agrupaba los ayllus y poblados asentados en la cuenca del río Loa; y Atacama La Alta, con cabecera en San Pedro de Atacama, que agrupaba los ayllus y pueblos instalados en los oasis de altura, al este del salar de Atacama. Lic. en Ciencias Antropológicas. Becaria de doctorado y docente de la U .B.A. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Ciencias Antropológicas, Sección Etnohistoria. Nº 39, segundo semestre del 2004 103

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Migraciones en los Andes Meridionales. El caso de los atacameños en Santa María durante la segunda mitad del siglo XVIII

Lorena B. Rodriguez1

El objetivo de este artículo es abordar el fenómeno de las migraciones indígenas, a partir del caso de los atacameños asentados en Santa María (hoy provincia de Catamarca, Argentina), hacia la segunda mitad del siglo XVIII. El presente trabajo forma parte de un proyecto más amplio, cuyo propósito general es analizar tanto los procesos de continuidad como los cambios, rupturas e innovaciones que se han dado dentro de lo que es actualmente el departamento de Santa María, luego de finalizadas las guerras calchaquíes y ser "desnatu­ralizadas" gran parte de las poblaciones indígenas originarias. El tema de los atacameños en Santa María está en línea con el proyecto global que enmarca este estudio particular. Sin embargo, también se erige como una cuestión con peso propio, puesto que estos migrantes tienen, a fines del siglo XVIII, una mayoritaria presencia y son casi exclusivamente los únicos señalados en el archivo parroquial de la zona con una designación étnica tan precisa.

El corregimiento colonial de Atacama, que abarcaba principalmente lo que se conoce como desierto de Atacama, se dividió eclesiásticamente en dos parroquias: Atacama La Baja, con cabecera en el pueblo de Chiu-Chiu, que agrupaba los ayllus y poblados asentados en la cuenca del río Loa; y Atacama La Alta, con cabecera en San Pedro de Atacama, que agrupaba los ayllus y pueblos instalados en los oasis de altura, al este del salar de Atacama.

Lic. en Ciencias Antropológicas. Becaria de doctorado y docente de la U .B.A. Facultad de Filosofía y Letras. Instituto de Ciencias Antropológicas, Sección Etnohistoria.

Nº 39, segundo semestre del 2004 103

Artículos, notas y documentos ______________________ _

La población originaria de esta región fue conocida tradicionalmente con el nombre de atacamas o atacameños y una de las características fundamentales a destacar -a fines de este estudio- fue la gran movilidad y dispersión que presentó esta población en épocas coloniales. 1

La temática de la movilidad y la dispersión de los atacameños y su instalación en diversos parajes del sur andino, incluido el noroeste argentino (NOA), ha sido estudiada por distintos autores e incluso se han generado, entre ellos, debates al respecto que aún no han sido saldados definitivamente (Difrieri 1980; Gentile 1986; Hidalgo 1978, 1984; Martínez 1988, 1990, 1998; etc.). Tal como lo han señalado Hidalgo y Manríquez ( 1992), las interpretaciones en torno a las migraciones andinas -y esto puede aplicarse al caso de los atacameños­podrían alinearse en dos ejes: a) Los traslados se deberían a los cambios ocurridos a partir de la colonización europea, lo que habría provocado un proceso de fugas y acciones individua­les que habrían llevado a la ruptura de los ayllus. b) Las migraciones no necesariamente respondieron a decisiones individuales ni implicaron el quiebre de las comunidades, sino más bien, parecen haber constituido una respuesta colectiva que buscaba asegurar la repro­ducción social del grupo.

Si bien en este trabajo exploratorio no resolveremos esta discusión , intentaremos aportar nuevos elementos de análisis que permitan, en el futuro , encontrar respuestas satis­fac torias al debate iniciado . Es necesario remarcar que, aunque nosotros retomamos varios de los puntos trabajados por algunos de los autores citados, e incluso las mismas fu entes -fundamentalmente las rev isitas de la segunda mitad siglo XVIII depositadas en e l Archivo General de la Nación Argentina (AGN)- la particularidad de este trabajo está dada por la utili zac ión de documentos inéditos del Archivo Parroquial de Santa María (APSM), el Archi­vo del Obispado de Catamarca (AOC) y el Archivo Histórico de Catamarca (AHC), lo que nos permite abordar la temática de la presencia de atacameños en el NOA desde un ángulo diferente o, en todo caso, completar la información hasta el momento disponible.

Nos proponemos, entonces, analizar las migraciones de los atacameños hacia Santa María, respondiendo a preguntas tales como: ¿desde cuándo se encuentran allí atacameños? ¿en qué sitios específicamente? ¿quiénes son? ¿a qué actividades se dedican? ¿_q ué relacio­nes establecen con otros grupos socioétnicos? ¿cuáles son las razones de la presencia de estos indígenas? ¿éstos traslados son parte de estrategias colectivas o individuales? En síntesis, buscaremos respuestas que nos permitan repensar algunos de los problemas plan­teados, presentar nuevas interpretaciones y debates e incluso resaltar la importancia de los archivos parroquiales como fuentes indispensables a la hora de comprender a las socieda­des indígenas en épocas de la colonia.

Algunas características de Santa María, su historia y el archivo parroquial

El actual departamento de Santa María se encuentra ubicado al noroeste de la provin­cia de Catamarca (ver mapa 1 ), posee una superficie territorial de 5740 km 2, su altura media es de 2000 msnm y actualmente tiene una población aproximada de 20.000 habitantes. Cuenta con dos valles paralelos: 1/ el valle de Yocavil o Santa María (sector sur del valle Calchaquí), limitado al este por la sierra del Aconquija y al oeste por la sierra del Cajón, en el que encontramos bosques de algarrobos --cuyo valor económico ha sido de gran importancia

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para las poblaciones locales- así como ti erras aptas para el cultivo de tri go, maíz, calabaza, etc. y en el que actualmente se cosechan aromáti cos, vid y noga l; 2/ e l valle del Cajón, que limita al este por la mi sma sierra del Cajón y hac ia el oeste con lo que se conoce como puna catamarqueña. Este valle, sin dudas más alto y árido que e l Yocavil , ti ene tierras aptas para el pastoreo, aunque algunos sectores del mismo ad miten el cultivo de la papa y la quinoa (Lorandi y de Hoyos 1995).

Mapa 1: E l noroeste de la Provincia de Catamarca

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Artículos, notas y documentos

En cuanto a la historia de la región, Larrouy (1921) ha señalado que luego de finalizadas las guerras calchaquíes ( 1665) y desnaturalizados todos sus habitantes origi­narios, las tierras comenzaron a ser entregadas en merced real a personajes destacados . En el sector sur del valle Yocavil por ejemplo, en lo que es hoy Punta de Balasl\(), se entregó, en 1667, tierras a don Pedro Bazán Ramírez de Velazco, las cuales recién comenzarían a ser explotadas años después cuando pasaran a manos de don Juan de Retamoso. Otras mer­cedes importantes son las entregadas a don Pedro Díaz de Loria: una correspondería a las tierras del Cajón, y otra abarcaría parte de lo que hoy es la ciudad de Santa María (Guzmán 1985). Las tierras de esta última merced fueron dadas en dote a la hija de don Pedro quien , junto a su esposo, las vendió finalmente a don Ambrocio Muñiz Cancinos en el año 1714, donde desde unos años antes ya funcionaba una capilla con enterratorio dedicada a la Virgen de la Candelaria2

En 1736 llegó a Santa María el Obispo de Salta y comprobó que ni Cancinos -muerto en 1734- ni sus herederos, habían pagado lo convenido por la compra de los terrenos, hecho que era inaceptable pues con ello debía sostenerse al cura doctrinante. Se decidió entonces que las tierras debían ser adjudicadas a la Iglesia, poniendo a cargo de las mismas a un mayordomo eclesiástico; figura que será en adelante el encargado de arrendar, vender y llevar las cuentas no sólo en lo relativo a esas tierras sino también con relación a lo que se conoce como "fábricas"'.

Desde el punto de vista jurisdiccional, Santa María perteneció a partir de 1683 a Catamarca y eclesiásticamente -como viceparroquia- al curato de Belén4, creándose recién en 1784 el curato de Santa María, cuyo primer párroco fue el Padre Victorio Fernández López. La parroquia de Nuestra Señora de la Candelaria cuenta actualmente con un archivo variado: "Libros de Fábricas y Censos", desde 1761, así como partidas de Defunciones de Naturales que comienzan también ese mismo año. A partir de 1777 y hasta el presente, la parroquia posee de forma más ordenada y en buen estado "Libros de Bautismos", "Libros de Casa­mientos" y "Libros de Defunciones", en los cuales, al menos hasta los primeros años del siglo XIX, se anotan por separado los datos de "españoles" y los datos de "naturales". Trabajaremos, mayormente, con estos documentos .

Atacameños en Santa María: espacio y tiempo

Al analizar todas las revisitas de Atacama, conocidas hasta el momento, encontramos que la primer referencia explícita de atacameños en nuestra zona de estudio se realizó en la revisita del año 1777. Se registró en "Santa María de la Provincia del Tucumán" a un tributa-

2 En un trabajo anterior (Rodríguez 2002), hemos relevado con mayor detalle los primeros propieta­rios de las tierras en cuestión.

3 " Los asientos de fábricas correspondían a todos aquellos ingresos obtenidos por la iglesia en concepto de pago por los servicios que ésta prestaba; bautismos, casamientos, entierros, etc., y además las donaciones voluntarias. Los asientos de censos se hacían con el alquiler recaudado por los arrendata­rios que usufructuaban tierras de la iglesia." Ruggeroni ( 1964: 19).

4 El curato de Belén incluía además de Belén constituida en parroquia, a Pomán, Andalgalá y Tinogasta y, a su vez, otros tres curatos completaban la jurisdicción catamarqueña: el Rectoral , el de la Concep­ción del Alto y el de Ancasti.

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rio del ayllu de Condeduque y su familia\ a un reservado del ayllu de Betere también con su familia6 y a un ausente del mismo ayllu del que se desconocía paradero, aunque su esposa e hijos seguían asentados en Santa María7• Se inscribieron, además, atacameños en Guasamayo, Uturunco, Chinucán, Chafiñán, Saladillo, Famabalasto; localidades que creemos serían las mismas que actualmente pueden ubicarse en los distritos de La Quebrada y El Cajón (ver mapa 2), las cuales estarían vinculadas -por esos momentos- a la viceparroquia de Santa María, por otra parte la única de la zona en muchos kilómetros a la redondax. En efecto, muchos de los atacameños registrados en alguna de esas localidades cumplían con sus deberes religiosos en dicha iglesia. Veamos un ejemplo.

En la revisita del 1777 Carlos Siares, su esposa Micaela Ramona y sus hijos (Pablo Clemente, María Isidora, María de la Candelaria, María Siares, María Leucadia y Luisa Siares) del ayllu de Solcor, figuraban asentados en Guasamayo9

. De esta familia podemos encontrar varios datos en los registros parroquiales. En los años 1777, 1781 y 1792 Carlos Siares fue testigo de bodas de varias parejas de atacameños 10

, también junto a su esposa fueron padrinos de bautismo 11 y, asimismo, encontramos las actas de casamiento de tres de las hijas 12 de Carlos y Micaela Ramona, así como el bautismo de un hijo "natural" de una de ellas13

Otra/s de las localidad/es que aparece/n con frecuencia en la revisita de 1777 es Cajones y/o El Cajón. Gen ti le ( 1986) señala que estos topónimos son de tal amplitud geográfica que es imposible ubicarlos con precisión. Es probable que, sin embargo, los mismos hagan referencia al actual paraje de San Antonio del Cajón o bien a algún sitio o sitios ubicados en el actual distrito de El Cajón en el departamento de Santa María. En dicha revisita se registró 19 veces el topónimo de Cajones, asociado a familias y/o individuos solos asentados en dicha localidad. En el APSM hemos podido encontrar datos precisos de 7 de las 19 familias o individuos solos registrados en ese paraje, lo que entendemos como un indicativo de que Cajones se refiere a algún lugar del distrito ya citado. Respecto del topónimo El Cajón (que aparece con menos frecuencia) , también hemos podido rastrear algunos datos en los registros parroquiales, por lo que creemos se trataría del mismo sitio que Cajones. Al respecto, es interesante el caso de Gaspar Reyes, quien en la revisita de 1777 se encontraba en El Cajón, en el padrón de 1791 en Cajones y en la revisita de Catamarca de 1792, nuevamente en El Cajón 14

5 AGN , Sala IX 7-7-1. Revisita de Atacama, año de 1777. Folio 33. 6 AGN, Sala IX 7-7-1. Revisita de Atacama, año de 1777. Folio 61. 7 AGN, Sala IX 7-7-1. Revisita de Atacama. año de 1777. Folio 76v. 8 Así lo refería el Lic. D. Miguel de Yillafañe y Guzmán en un informe sobre la situación del Curato de

Belén al Obispo del Tucumán, D. José de Zeballos. En este informe, además, solicitaba la erección de la viceparroqui a de Santa María en un nuevo Curato para poder atender mejor a los feligreses de tan extendida región. "Autos sobre el valor y distancias del curato de Belén de este obispado de Córdoba por su lltma. el Obispo mi señor D. Joseph de Zeballos año de 1736". En Larrouy y Soria 1921 , Doc. X, págs . XXV y XXVI.

9 AGN, Sala IX 7-7-1. Revisita de Atacama, año de 1777. Folio 81. I O APSM, Libro de Bautismos, Tomo l. Folios 107, 109 y 119. 1 1 APSM , llibro de Bautismos, Tomo l. Folio 76. 12 APSM, Libro de Bautismos, Tomo l. Folios 119, 120 y 121. · 13 APSM , Libro de Bautismos. Tomo l. Folio 95. 14 AGN, Sala IX 7-7-1. Revisita de Atacama, año de 1777. Folio 90; Sala IX 30-4-9. Interior. Leg. 33 -

Expte. 33. Folio 23; Sala XIII. 17-2-1. Leg 2, Libro 7. Revisita de Catamarca, año de 1792. Folio 57.

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Artículos, notas y documentos

Por otra parte, un dato que confirma que todos estos sitios que acabamos de nombrar estarían ubicados en el actual departamento de Santa María, es que en revisitas y padrones posteriores (principalmente en el padrón del año 1791 inserto en el expediente que se prepara por solicitud del cura de Calchaquí15

) cada uno de esos topónimos se señala ~orno Cajón o Cajones de Santa María, Guasamayo de Santa María, Uturunco de Santa María, Saladillo de Santa María, etc.

Ahora bien, ¿no había antes del año 1777, atacameños en Santa María? Algunos datos fragmentarios e indirectos nos confirman la presencia de algunos atacameños unos años antes de esa fecha. En el censo reali zado a toda la jurisdicción catamarqueña en el año l 77 [ 1fi (publicado por Acevedo 1965) se registraron atacameños trabajando en tierras de españoles en Santa María. En algunos casos, se expresó directamente que eran originarios de Atacama, como en el ejemplo del Maestre de Campo don Juan Gregorio de Aráoz que tenía como agregada a una "India de la Provincia de Atacama, viuda con dos hijos .. . " (Acevedo 1965: 64 ). Contamos, por otro lado, con otros casos en los que no se registró directamente el origen, aunque sabemos provenían de Atacama, puesto que así fueron inscriptos en el APSM. Un ejemplo es el de Pasqual Pachao y Petrona Purulla, agregados de Doña Antonia Seballos (Acevedo 1965: 54 ), quienes si bien en este censo no se anotaron como atacameños, los encontramos en los registros parroquiales de Santa María como tales 17•

Como ya lo hemos señalado, los documentos más antiguos depositados actualmente en el APSM son varias actas de defunciones de "naturales" que se inician en el año 1761. En esas partidas encontramos algunos datos sueltos que nos confirman que en esa década había atacameños en Santa María. Entre los años 1761 y 1767 (momento en que al cambiar el cura párroco los asientos se hacen más incompletos y, por lo tanto, es imposible determinar la presencia de atacameños puesto que no se especifican ni apellidos ni origen), se registra­ron 43 partidas de defunciones de naturales, de las cuales 6 partidas correspondían clara­mente a atacameños, es decir casi un 14% de los registrados 1K.

Otro detalle que podríamos aportar, aunque somos concientes de que es un dato aislado, es el que se refiere a los "apuntes de gastos" de la iglesia de Santa María para el año 1743, momento en que se realizaron algunas refacciones en la misma y en el que se apuntó la lista de personas que aportaron con su trabajo en tales tareas, entre las que figuraba un hombre llamado Pascual Atacama (Mena 1994) 19

1 5 En 1791, el cura de Calchaquí don Vicente Anastasio de Isasmendi pidió al Gobernador Intendente de Salta que los indios a tac amas residentes en Calchaquí fuesen empadronados y pagaran sus tributos allí. De esta forma, el cura se aseguraba el cobro del sínodo correspondiente. AGN, Sala IX, 30-4-9. Interior. Leg. 33 - Expte. 33 . Para más detalle ver Murra 1974, Hidalgo 1984 y Gentile 1986.

16 Como consecuencia de un petitorio para construir un convento de religiosos mercedarios en Catamarca, por haber pocos sacerdotes que pudieran atender las necesidades de todos los habitantes de la jurisdic­ción, Carlos lII solicitó la opinón de la Audiencia de Charcas sobre el tema, la cual pidió al Cabildo de Catamarca un informe preciso para expedirse al respecto. Es así que entre 1770 y 1771 , se llevó a cabo el censo a toda la jurisdicción.

17 APSM, Libro de Bautismos, Tomo I, 1781 . Casamiento de Pedro Pachao, indio tributario de Atacama, hijo de Pascual Pachao y Petrona Purulla con Manuela Chaile, hija de Joseph y Josepha. Testigos Dn. Mauricio Villagran y Dn. Juan Gregorio Villagran. Folio 110.

18 APSM , Libro Casados I A «Defunciones de enero de 1760 a marzo de 1828». Folios 202 a 206. 19 Ricardo Mena reproduce, en el trabajo citado, parte de un manuscrito que se encontraba en el Archivo

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Aunque hemos visto que había atacameños en Santa María antes de 1777, lo cierto es que desde la década de 1770, la cantidad de atacameños asentados en algún paraje, de lo que hoy es el departamento, fue en aumento. Por ejemplo, en la revisita de 1777 se registraron 24 tributarios, en el padrón de 1791 se encontraron 47 tributarios y en la revisita de 1792 fueron inscriptos 50 tributarios. Respecto al aumento de originarios de Atacama en la zona de estudio, contamos con dos excepciones: la revisita de 1786-87 ( 14 tributarios) y la revisita de Catamarca de 1792 (28 tributarios). En estas revisitas la cantidad de atacameños disminuye notablemente ( en particular en la del 87), aunque creemos que esto sería sólo en los papeles. Hemos encontrado gran cantidad de atacameños que en la revisita de 1777, el padrón de 1791 y la revisita de 1792 se encuentran en algún lugar de Santa María, pero que sin embargo en la revisita del 86-87 figuran como en Atacama. Evidentemente se trata de un error (involunta­rio o no)2º, puesto que muchas de las personas en esa situación fueron registradas en esos momentos cumpliendo con algún sacramento en la iglesia de Santa María. Un ejemplo es el de Gabriel Reyes del ayllu de Toconado, que en la revisita del 86-87 se registró, junto a su esposa María Manuela, como en Atacama21 • Sin embargo, tenemos datos de la pareja por esos años pero en Santa María. En 1782 se registró el acta de casamiento22

; en 1784, 1787 y 1788 el bautismo de tres hijos (Micaela, Severino y María del Carmen)23; así como la defun­ción en 1790 de otra de las hijas (María Paula)24• Respecto de la disminución de atacameños en las revisitas de Salta y Catamarca, ya Hidalgo había señalado que "existía interés en 'ocultar ' indígenas y separarlos del control fiscal" (1984: 434). Este ocultamiento es muy probable, aunque los datos del APSM son demasiado fragmentarios como para hacer un análi sis cuantitativo comparativo y, hasta el momento, tampoco contamos con otra docu­mentación que nos permita saber quién se beneficiaba con esta situación.

Por otra parte, a medida que transcurre el tiempo, nuevos sitios van incorporándose a la lista de localidades. Por ejemplo, en el padrón de 1791 encontramos atacameños en Hoyada de Santa María, Surcara de Santa María, la Quebrada de Santa María, entre otros (aunque siempre la preferencia parecen ser por lugares de los actuales di stritos de El Cajón y La Quebrada).

Hasta que nuevos documentos salgan a la luz, no podemos afi rmar la presencia masiva de atacameños en Santa María en la primera mitad del siglo XVIII, o incluso antes . Con la documentación disponible sólo podemos verificar que hacia la segunda mitad del siglo citado, los atacameños se asentaron, cada vez en mayor número, en algún lugar de nuestra zona de estudio. ¿Cuál fue la razón de esta presencia cada vez más numerosa?

del Obispado de Catamarca, que habría sido confeccionado por el padre Larrouy. Este religioso copió y transcribió documentos referidos a Santa María desde el año 1696 hasta 1767. Actualmente, dicho manuscrito se encuentra extraviado en el Archivo del Obispado y aún no hemos podido consultar la copia que obra en poder del Dr. Mena.

20 Creemos que toda la revisita de 1786-87 posee errores. En el expediente armado, a pedido del cura de Calchaquí, puede leerse un escrito presentado al Subdelegado de Atacama por don Pablo Ramos (Gobernador Principal del Repartimiento de San Pedro de Atacama) en el que se queja de "Lo mal actuada jue se halla la revicita ... " [AGN, Sala IX, 30-4-9 f. 34r], acusando directamente al Revisitador (don Jose Agustín de Arze) de haber actuado a favor de su propio interés y en perjuicio de los visitados.

21 AGN, Sala Xlll 18-10-4. Revisita de Atacama, año de 1787. Folio 74v. 22 APSM, Libro de Bautismos. Tomo l. Folio 110. 23 APSM, Libro de Bautismos. Tomo l. Folios 72v, 88v y 94. 24 APSM, Libro de Bautismos. Tomo l. Folio 145.

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Artículos, notas y documentos

Mapa 2: Departamento de Santa María (Provincia de Catamarca)

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Suriara

La Hoyada Uturunco

Guasamayo

La Quebrada

Agua Amarilla

Chinucan

Chafiflan

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Lorena B. Rodríguez: Migraciones en los Andes Meridionales

El valle Calchaquí y Santa María: una posible explicación de la presencia de atacameños

La penetración hispana en el valle Calchaquí fue muy particular, debido a la resisten­cia que, por más de 130 años, ofrecieron las poblaciones que habitaban la región. Recién en el año 1665, el Gobernador Alonso de Mercado y Villacorta pudo vencer, tras largas campa­ñas, a los últimos grupos rebeldes que sufrieron como consecuencia las desnaturalizaciones masivas hacia diversos parajes del Tucumán, e incluso, al tan alejado Buenos Aires (Lorandi y Boixadós 1987). Comenzaba así, tardíamente, la etapa de ocupación y reconfiguración del valle, la cual fue más tardía en -el sector sur, nuestra zona de estudio. Recordemos que las tierras de Santa María fueron otorgadas en merced a fines del siglo XVII y que comenzaron a ser ocupadas y usufructuadas por los españoles recién en los primeros años del siglo XVIII. En 1736, don Miguel de Villafañe, cura de Belén, en un informe presentado al entonces Obispo de Tucumán don José de Zeballo , describía el paraje de Santa María en estos térmi­nos " ... en el dicho Santa María se hallan algunas vecindades de gentes españolas, india y mestiza, aunque no hay pueblo de indios porque los que residen son agregados y conchavados y le parece por las confesiones que hizo que habrá adultos y de confesión de continua residencia ciento cincuenta personas, y que los vecinos españoles será siete y ocho ... 25

" No tenemos documentación que pueda mostrarnos quiénes eran estos "agrega­dos y conchavados" ni de dónde procedían, pero al parecer Santa María no era, por ese entonces, un destino muy elegido.

El siguiente dato poblacional surge del censo de 1771, en el que la cantidad de personas asentadas en Santa María ascendía a 914, es decir que en treinta y cinco años la población había aumentado más de cinco veces. Evidentemente, la zona se había convertido en un destino ahora sí más apetecible. Creemos, entonces, que además de la efectiva ocupa­ción de estas tierras, lo que incidió en convertirlas en un polo de atracción, fue el dinamismo económico de toda la región, impulsado, en parte, gracias a la reactivación económica del centro minero de Potosí, hacia la mitad del siglo (Tándeter 1992).

Según Mata (2000), los cambios señalados intensificaron la mercantilización del es­pacio surandino, convirtiendo al comercio mular en la actividad más importante. Dicho co­mercio, involucraba a la pampa bonaerense, el litoral y Córdoba como lugares de cría, a Salta como lugar donde se realizaban las ferias de mulas y al valle de Lerma y al de Calchaquí como lugares de invernada. Además de esta actividad motora, parece haberse desarrollado, en los valles Calchaquí, Santa María y Hualfín, la producción de harinas, vinos y frutos. La autora citada destaca que, entre los "efectos de la tierra" comercializados en la ciudad de Salta, se encontraban dos productos significativos: la coca y el palay ; este último (una suerte de masa compacta y dulce que sé hace con el fruto del algarrobo), proveniente de Santa María. A su vez, parece haberse desarrollado la actividad ganadera, cuyos productos tenían una buena acogida en los mercados peruanos y altoperuanos.

Respecto de las actividades económicas desarrolladas en nuestra zona de estudio, hemos podidb consultar unas cuantas testamentarias de gente establecida en Santa María y

25 Autos sobre el valor y distancias del curato de Belén de este obispado de Córdoba por su Iltma. el Obispo mi señor D. Joseph de Zeballos año de 17_36. En: Larrouy y Soria 1921 , Doc. X. pág. XXVI.

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Artículos, notas y documentos

lo que resalta es que muchos de los que poseían casa y/o alguna "tierra" (generalmente arrendadas a la iglesia) en el pueblo de Santa María, tenían sus potreros y estancias26 al otro lado de la sierra del Cajón, donde parecen haberse desarrollado principalmente actividades ganaderas. 1

En el censo de 1771 ya habíamos visto cómo algunos atacameños se encontraban presentes en las unidades productivas de Santa María. La revisita a Catamarca27, realizada en el año 1792, nos muestra con mayor detalle cómo se insertaban productivamente los atacameños en dicha jurisdicción, los cuales aparecían asentados en las doctrinas de Belén, Fiambalá y Santa María. Recordemos que ya desde 1791, a pedido del cura de Calchaquí, se había determinado que los atacameños instalados en algún lugar de la -por ese entonces­Intendencia de Salta se empadronaran por separado. Es así que se registró a los "indios forasteros de Atacama, sin tierras asistentes, en los Altos de la Doctrina de Santa María" . ¿En calidad de qué estaban en Santa María? ¿A qué sitios específicos refieren los "Altos de la Doctrina"?

Para responder a esta última pregunta, basta con mirar detalladamente los lugares de residencia, para determinar que mayoritariamente se trata de los actuales distritos de El Cajón y La Quebrada. Por ejemplo, encontramos atacameños en el "potrero del Cajón", en la "es­tancia del Cajón", en la "estancia de la Quebrada", etc. Ahora bien, veamos en calidad de qué se encontraban allí instalados. De las 30 familias registradas, 17 cabezas de familia (en su mayoría hombres tributarios aunque también se encuentran reservados) aparecen bajo la categoría de "agregados", 8 solo "viven" o "asisten", uno figura como "conchabado", uno como "arrendero" y, de los tres restantes no se da especificación alguna. ¿Qué significan estas categorías, particularmente las de agregado y arrendero? Es difícil saberlo puesto que los documentos coloniales no son claros al respecto y las mismas parecen superponerse continuamente. El Código Rural vigente en 1880, para la provincia de Salta, indicaba que agregado era " ... aquel que entra a ocupar en la estancia, chacra, etc. una fracción de ella con la sola condición de remunerar al dueño o patrón con su servicio personal en épocas dadas del año", mientras que arrendero era " .. . aquel que ocupa una fracción de terreno de las fincas rurales, ya como labrador, ya como criador, o de un otro modo, con la obligación de pagar al dueño de la finca una cantidad de dinero anual o mensual." (citado en Mata 2000: 279). Conocemos un ejemplo en el que el arrendamiento en Santa María parece haber sido saldado, antes que en dinero, en productos de la tierra. Así, en 1811, el cura de Santa María se quejaba de los abusos de don Florencio Villagra para con sus arrenderos: " .. . y dando en arriendo de un modo el más escandaloso, en sus contratos nada menos que yo he presenciado en la entrega del trigo que el arrendero le ha hecho, que no le alcanzaba para el entero de su compromiso, y ha tenido que golpear las granzas para llevar la cantidad de cargas a que le había precisado: este arrendero es un pobre infeliz que no es capaz de dicernir un trato de esa naturaleza de donde le ha resultado tan grande mal que no le queda para dar un pan a su

26 Por el momento no podemos precisar a qué se refieren exactamente los términos de potreros y estancias en Santa María o bien las diferencias entre uno y otro. Una discusión acerca del significado de los mismos puede encontrarse en Mata (2000).

27 AGN, Sala XIII , 17-2-1 . Leg 2, Libro 7. Revisita de Catamarca, año de 1792. Folios 55 a 59.

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familia ... 2x" . El arrendamiento implicaba entonces, aunque no llegáramos al extremo del caso citado, entregar parte de lo producido al propietario de las tierras. El hecho de insertarse como agregados , entregando servicios o tiempo de trabajo en lugar de productos, podría estar relacionado con el tipo de actividades desarrolladas en las tierras en las que se encon­traban los atacameños (básicamente ganadería), pero a la vez podría servir a los agregados para utilizar esos productos como parte del tributo, o bien para comercializarlos, obtener una ganancia en metálico y colaborar por ende con la reproducción social familiar y porqué no colectiva.

Más allá del significado preciso de cada una de estas categorías, ¿alguno de los atacameños era propietario de tierras? Muchos autores han señalado que aunque en la segunda mitad del siglo XVIII se produjo una fragmentación de las propiedades territoriales, el acceso de los indígenas a la propiedad legal de la tierra no fue demasiado extendido. Sin embargo, el Gobernador Intendente García Pizarro informaba, en 1791, acerca de los atacamas en Calchaquí que " .. . algunos se hallan ya en esta Provincia no sólo con su familia sino con tierras propias compradas con su dinero ... 29

" . En Santa María hemos encontrado, hasta el momento, dos ejemplos de propietarios de tierras. El primero es el caso de Juan Martín Chaile y su esposa María Pasquala Vellido. En el testamento de dicha mujer, se especificaron los siguientes bienes: "unas pocas vacas, el Potrero de Suriara, el del Saladillo, y dos sitios de casa en Santa María .. . 311

". El otro caso es el de Seferina, hija de Justo Marcial, registrado en las revisitas como indio atacama, quien en 1849 vendió unas tierras de pan llevar y potrero en los Nacimientos de arriba (actualmente Belén), más un potrero en la Quebrada que había heredado de su padre31

• Si bien este tema necesita aún de un estudio más profundo a la luz de nueva documentación, tal vez las siguientes palabras puedan aplicarse al caso de los atacameños instalados en Santa María: " ... el monto de los bienes de los agregados en las estancias de Trancas [Tucumán] indican que su condición no puede ser asociada con la de dependiente desposeído, y más bien sería una prueba por la cual algunos grupos campesi­nos habrían estado en condiciones de lograr una movilidad social ascendente mediante la posterior adquisición de tierras en propiedad." (López de Albornoz 2003: 150).

Ahora bien, el insertarse en esas unidades productivas ¿era parte de una decisión individual, familiar o colectiva? En el próximo apartado ensayaremos una respuesta.

¿Estrategias colectivas, familiares o individuales?

Este apartado apunta a demostrar que, si bien durante el siglo XVIII pudieron existir dificultades para mantener la cohesión grupal; la fragmentación y ruptura de los ayllus atacameños no se dio sino hasta fines del siglo XVIII. Los datos que hemos recogido sobre atacameños instalados en Santa María, nos sugieren que las migraciones fueron controladas socialmente a través de los ayllus y sus dirigentes étnicos y que, aún lo que podría leerse como uno de los síntomas de la fractura (por ejemplo la inserción de los migrantes en

28 AOC, Caja 166, Sección Parroquia de Santa María. 29 AGN , Sala IX 30-4-9. Interior. Leg. 33 - Expte. 33. 30 AHC, Protocolos. Serie 44. Años 1837 a 1862. Santa María. Folios 12 a 13v. 3 1 AHC. Protocolos. Serie 44. Años 1837 a 1862. Santa María. Folio 35.

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Artículos, notas y documentos

propiedades privadas), fue en realidad una posibilidad más que ellos encontraron para con­tinuar reproduciéndose socialmente como grupo. La pregunta clave es saber porqué, a pesar de la distancia y el tiempo, estos atacameños optaron por continuar identificándose como tales. Esto no podemos responderlo por el momento; sin embargo, podemos mostrar algunos elementos que nos indican que los movimientos se orientaban más por decisiones tendien­tes más a lo colectivo que a Jo individual.

En primer lugar, aunque no podemos hablar de un patrón de movilidad, es llamativo que, en su totalidad, los atacameños asentados en algún lugar de Santa María pertenezcan a la doctrina de Atacama La Alta y que mayoritariamente sean originarios de los ayllus de Socaire, Peine, Soncor, y, en menor medida:, de Toconado y Susques (en este caso a partir de 1787), encontrándose unos pocos procedentes de los ayllus de Condeduque, Coyo, Betere, Solo, Solcor y ninguno de Sequitur, y que sean esos mismos ayllus los que en las distintas revisitas del siglo XVIII presenten la mayor cantidad de gente fuera del Jugar de origen32 .

Un indicador de que las migraciones de los atacameños estarían orientadas por decisio­nes colectivas antes que individuales, es el extremo control de los curacas para con sus tributarios". Aunque se registraron ausentes, de los que no se sabía nada, mayoritariamente los curacas tuvieron un conocimiento detallado de aquellos que se encontraban fuera de Atacama, incluso de aquellos que nacieron fuera del origen varios años atrás. Son muchos los ejemplos que podríamos citar al respecto; por una cuestión de espacio sólo haremos referencia al caso de la familia Tarcaia, originarios del ayllu de Socaire. En la revisita de 1752 se registró a Antonio Tarcaia, su esposa Antonia Yapura y sus hijos (Pedro Nolasco, Petrona, Bacilio, Juana, Sebastiana Micaela, Atanasio Cruz y Manuela), asentados en el valle Calchaquí34. En la siguiente revisita, la de 1777, Pedro Nolasco y Atanasio Cruz, dos de los hijos de esta familia, aparecieron asentados en Cajones, casados y con sus propios hijos35. Uno de ellos, Pedro, se registró nuevamente, en 1786, en Cajones, pidiendo reserva por su edad, a la vez que comenza­ron a figurar como tributarios dos de sus hijos solteros: Jorge y Lucas Cruz36

• En el padrón de 1791 y de 1792 vuelven a aparecer como tributarios estos hermanos en Cajones de Santa María37

. El mismo análisis podríamos hacerlo con Atanasio Cruz Tarcaia, a quien podemos seguirle los pasos (y a su familia) a Jo largo de los años. Estos datos nos muestran que, a pesar de estar fuera de Atacama desde muchos años atrás, el curaca del ayllu de Socaire conocía perfectamente no sólo los lugares de destino de esta familia, sino los nombres, edades y demás detalles. En este sentido, creemos que el hecho de seguir tributando al ayllu de origen, incluso cuando por dos o tres generaciones se había permanecido afuera de Atacama, es un claro indicativo de que estos traslados no eran una decisión individual y aleatoria.

Otro aspecto relativo a Jo que creemos se trataría de formas de afianzamiento de la identidad colectiva es el que se desprende del análisis de los registros parroquiales. Quien

32 Ver la tabulación de datos realizada por Gentile 1986. 33 Este tema ya ha sido resaltado por autores como Hidalgo (1984) y Martínez (1998). 34 AGN, Sala IX 7-7-l. Revisita de Atacama, año de 1752. Folio 43v. 35 AGN, Sala IX 7-7-l. Revisita de Atacama, año de 1777. Folio 136 y 137. 36 AGN , Sala XIII 18-10-4. Revisita de Atacama, año de 1787. Folio 87. 37 AGN, Sala IX 30-4-9, Leg. 33 - Expte. 33. Folio 26r y AGN, Sala XIII 17-2-l. Leg. 2, Libro 5.

Revisita de Salta, año de 1792. Folio 102v.

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Lorena 8 . Rodríguez: Migraciones en los Andes Meridionales

reali za una rápida mirada por estas inscripciones podrá notar que aque llos indios provenien­tes de Atacama (anotados directamente como atacameños o indios de la Provincia de Atacama o de la Parcialidad de Atacama) son uno de los pocos grupos étnicos que se reg istran con bastante precisión . Veamos qué pueden dec irnos las actas matrimonia les.

Entre 1777.ix y 1793, se registraron 36 casamientos en los que uno o ambos contrayen­tes eran atacameños . En 22 casos pudimos comprobar que ambos contrayentes eran origina­ri os de Atacama. De los catorce casos restantes, se registró e l caso de Juan Cortés, indio atacama, quien en 1777 contrajo matrimonio con Simona Carrizo, inscripta como parda' 9

. En 178 1 Bias Barrante, indio natural de Perú se casó con Juana Tarcaia, india de la Provincia de Atacama. En 1785, Leonardo López, natural del Curato de los Molinos, se casó con Paula González, india atacama y el mi smo año, José Patricio Cruz, indio tributario natural de Santia­go de Cotagaita, contraj o mat rimonio con Petrona González, india atacama. Finalmente, en 1788, Roque Jacinto Vill anueva, indio libre natural de los Molinos, tomó como esposa a Isidora Inca, también india de Atacama. ¿Estos cinco casos nos muestran que los atacameños reali zaron e lecciones matrimoniales fuera de su grupo de origen? Es posible, pero de todas formas es importante aclarar que el hecho de que uno de los contrayentes figure como "natural" de algún otro sitio que no sea Atacama, no significa que étnica o identitar iamente no sea atacameño. En este sentido, en 1786 y 1789, Leonardo López y Paula González fueron registrados ambos como atacamas, cuando bauti zaron a dos de sus hijas40 Lo mismo sucede con José Patricio Cruz, quien en la defunción ele una de sus hijas en 1785 fu e anotado, junto a su esposa Petrona. am bos como indios atacamas4 1

De los nueve casos que restan , no sabemos fehacientemente si se trató de matrimo­nios entre personas de distinto ori gen soc ioétnico o geográfico, porque el cura que reali zó la inscripción no lo registró claramente en las actas matrimoniales. En algunos casos , podemos averi guarl o indirectamente cruzando algunos datos del APSM. Por ejemplo, Agustín Yapura, indio atacama, contrajo matrimonio en 1789 con Dionicia Gutiérrez, india de quien no se establec ía su origen42

. Sin embargo, en 1784 se inscribió e l acta de bauti smo de un hermano de Dionicia, cuyos padres (Santos Gutiérrez y Josefa Ibañez) fueron registrados como indios pertenecientes a la encomienda de l Curato de los Molinos43.

En líneas ge nerales, los datos nos muestran que, mayoritari amente los atacameños instalados en Santa María , se casaron con otros atacamcños y, en algunos casos , hasta con atacameños ori ginari os del mismo ay llu . En 1787, Santos Chaile, hij o legít imo de Andrés Chail e y Andrea Lera, contrajo matrimonio con María Pastrana, hij a de Juan José Pastrana y Manuela Tarca ia44

. Hac iendo un examen de las revisitas, notamos que Andrés Chail e y sus hijos fueron inscriptos como pertenecientes al ay llu de Socaire, al igual que Manue la Tarcaia, que en las rev isitas de 1777 y de 1787 apareció como solteraj unto a sus hijos , registrados

3 8 Se toma es ta fecha porque éste es e l año en que se inicia un libro aparte. más ordenado, para el registro parroquial.

39 APSM , Libro de Bautismos. Tomo l. Folio 107v. 40 APSM . Uibro de Bautismos. Tomo l. Folios 85 y 98. 41 APSM , Libro de Bauti smos. Tomo l. Folio 137v. 42 APSM . Libro de Bautismos. Tomo l. Folio 11 6. 4 3 APSM. Libro de Bautismos. Tomo l. Folio 76v. 44 APSM. Libro de Bautismos. Tomo l. Folio 11 3v.

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Artículos, notas y documentos

también, como pertenecientes al ayllu de Socaire. Un caso aún más interesante es el de los Reyes y los González. En la revisita de 1752, se registró como tributario a Pasqual Ambrosio Reyes , junto a su esposa Ursula González y sus hijos. todos asentados en Atacama y pertenecientes al ayllu de Toconado4

'. En la siguiente revisita, la de 1777, encoutramos a uno de los hijos, Gaspar Reyes, instalado en el Cajón, casado curiosamente con Dom inga González4r',

as í como a un hijo entenado del primer matrimonio de Dominga, llamado José Antonio Choque, tocios e llos registrados como pertenecientes al mismo ayllu de Toconaclo47

. Asimis­mo, en el APSM no sólo tenemos registrado el casamiento de Gaspar y Dominga, el dos ele agosto de l 7734x, sino que contamos con el acta de matrimonio de José Antonio Choque (hijo ele Agustín Choque y Dominga Gonzálcz) quien se casó con Tomasa Reyes (hija de Pasqual Ambrosio Reyes y Ursula González)49

, es decir hermana del padrastro de José Anto­nio. Por su parte, Gabriel Reyes, hermano de Gaspar, contrajo matrimonio con Manuela González en 178250

, y aunque no sabemos si Manuela tenía algún tipo de parentesco con Dominga o Úrsula González, no deja de llamar la atención la coincidencia en la repetición del apellido.

Respecto ele padrinos y testigos de bodas y padrinos de bautismo, debemos decir que no parecen ser improvisados, aunque el análisis de los mismos se torna especialmente complicado ya que en muchos casos no se especificó el origen o status socioétnico de tocios los involucrados. De todas maneras, en el caso de los testigos de casamiento, los registros nos muestran que en su mayoría fueron atacameños y/o familiares, y los mismos se repiten y entrecruzan a lo largo del tiempo. Siguen en importancia los padrinos o testigos clasificados en los registros parroquiales, como "españoles", que son justamente los dueños ele las estancias y potreros, en los cuales se encuentran viviendo los atacameños. Un ejemplo, en este sentido, es el de Justo Chachagua, quien en la revisita ele Catamarca en el año 1792, aparece instalado en la estancia de don Clemente Saciega51 • Ese mismo año, se registra en el APSM, el casamiento de Justo con María Leonarcla Siares, hija legítima de Carlos Siares y Ramona Micaela González, indios atacamas y feligreses del curato de Santa María52

. Curiosa­mente, los padrinos de la boda son don Lorenzo Rueda y su mujer doña María Mercedes Saciega, hija del dueño ele la estancia citada51. Mata (2000) ha señalado que, más allá ele la coerción directa, el compadrazgo y el clientelismo permitieron a los propietarios ele estancias y haciendas rurales ejercer vínculos verticalistas con aquellos trabajadores instalados en sus propiedades. Si bien estamos de acuerdo en que esto podría ser así, repetimos que la mayoría de los casos relativos a los atacameños nos muestran que no sólo las preferencias

45 AGN , Sala IX 7-7-1. Revisita de Atacama, año de 1752. Folio 36v. 46 El dato de que Gaspar Reyes se haya casado con una Gonólez es curioso aunque no podemos avanzar

en si tenían algún grado de parentesco o no puesto que no contamos con información al respecto. 47 AGN. Sala IX 7-7-1. Revisita de Atacama, año de 1777. Folio 90. 48 APSM , Libro IR Matrimonios 1770- 1795, folio 17. 49 APSM , Libro de Bautismos, Tomo 1, Folio 111 v. 50 APSM. Libro de Bautismos. Tomo l. Folio 110. 51 AGN Sala XIII. 17-2-1 . Leg 2. Libro 7. Revisita de Catamarca, año de 1792. Folio 56. 52 APSM . Libro de Bautismos, Tomo l. Folio 120. 53 AHC, Sucesorio. Caja 27, Expte. 1154, Causa Civil. Opto de Santa María. Actor Clemente Saciega.

Año 1823.

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matrimoniales se orientaban a la elección de otro atacameño, sino que los testigos de las bodas también eran de esa procedencia. Otro ejemplo que puede ser ilustrativo, es aquel del tipo de relaciones que establecían los alacameños con otros atacameños. Martín González contrajo matrimonio en el año 1772 con Isidora Choque, ambos originarios de Atacama54

. Los padrinos de esa boda fueron don José Palacios y doña Claudia Araoz y, al igual que en el caso citado previamente, los padrinos tienen relación con Martín y su esposa, seguramente a través de una relación laboral. En este sentido, hay que resaltar que Martín fue registrado en 1792, en Guasamayo, como "agregado de don Juan Gregorio Aráoz55

". En 1779, Martín se casó, luego de enviudar, con Petrona Chaile56

. Los padrinos fueron Antonio Catacata y su mujer Ventura Ramos y los testigos Andrés Chaile y Carlos Siares, todos registrados en el APSM como atacamas. Petrona y Martín tuvieron una hija en 1784, cuyos padrinos fueron Diego de Soto (de quien no sabemos origen) y Magdalena Ramos57 , quien curiosamente era la madre de la que sería en 1792 la tercera esposa del nuevamente viudo Martín González. Es así que María Francisca Alvarez, hija de Agustín Alvarez y María Magdalena Ramos, todos registrados en el APSM como atacamas, contrajo matrimonio con Martín en 1792 y los padrinos fueron Sebastián Vellido y Josefa Delgado. De esta última no tenemos información, pero Sebastián Vellido y su esposa Romualda Eraso fueron registrados en el APSM como atacamas. Esta pareja tuvo dos hijos, Sebastián Vellido, que se casó en 1792 con María Siares58 (hija del ya citado Carlos Siares) y Pasquala Vellido, que se casó el mismo año con Juan Martín Chaile59 (hijo del también ya citado Andrés Chaile) . Recordemos que Carlos Siares y Andrés Chaile fueron los testigos de boda de Martín González y así todo vuelve a empezar, ya que por ejemplo éste último fue a su vez testigo de casamiento de una de las hijas de Antonio Catacata y su esposa Ventura Ramos611

, quien en 1779 fue testigo de casamiento junto a Carlos Siares de Manuela Chaile (hermana de su esposa Petrona)61

Después de ver estos casos, que son sólo un ejemplo, entre muchos que podríamos desarrollar, nos preguntamos: ¿qué es lo que unía a estos atacameños? ¿por qué reforzar sus lazos a través de estos entrecruzamientos? y en todo caso ¿existía algún patrón que regulara estas relaciones? Una respuesta obvia aunque no menor, se relaciona con que todos com­parten el lugar de origen, es decir que provienen de Atacama (ellos o sus padres o abuelos, etc.) . Cosamalón Aguilar, haciendo un análisis de los expedientes matrimoniales de la parro­quia de Santa Ana (Lima) entre los años 1795-1820, llegó a la siguiente conclusión: "En el punto que acabamos de ver la explicación del matrimonio aparentemente es racial, es decir, indios con indias, blancos con blancas; etc. Pero esto no explica completamente por qué de tal comportamiento ... ¿un indio se casa con una india por el solo hecho de ser de la misma calidad? No creemos que el matrimonio endogámico, sobre todo en el caso de los indios, se produzca únicamente gracias al factor racial. .. Las parejas comparten otros aspectos no me-

54 APSM . Libro 1B Matrimonios. Folio 10. 55 AGN. Sla XIII 17-2-1. Revisita de Catamarca. año de 1792. Folio 56. 56 APSM. Libro de Bautismos, Tomo l. Folio 108. 57 APSM. Libro de Bautismos, Tomo l. Folio 76. 58 APSM. Libro de Bautismos, Tomo l. Folio 121. 59 APSM , Libro de Bauti smos. Tomo l. Folio 119v. 60 APSM , Expedientes de licencias matrimoniales. Folio 71. 61 APSM . Libro de Bautismos, Tomo l. Folio 119.

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Artículos, notas y documentos

nos importantes que el racial, entre ellos el origen geográfico se erige como un factor funda­mental. " ( 1999: 147). Un elemento que reforzaría la idea de que la procedencia debió haber jugado un papel destacado, es que en la mayoría de los casos en que se registró que los contrayentes eran originarios de lugares distintos, los testigos de bodas tail\hién parecen haber sido de orígenes diferentes. Un ejemplo en este sentido es el de Bias Barran te, natural del Perú y Juana Tarcai, de Atacama. Los testigos fueron Francisco Chaile y Matías Guánuco; del primero sabemos por los registros parroquiales que era atacameño; del segundo, aunque no se especifica claramente, podemos inferir, a través de su apellido, que sería originario de alguna zona del Perú. El autor citado agrega que el origen común juega un rol importante, no sólo porque se comparten costumbres o amistades, sino porque de esta forma los nuevos migrantes encuentran un lugar para vivir y trabajar.

Con relación al tema del trabajo, ya hemos visto cómo -a partir de 1771- se instalaron atacameños, como agregados, cada vez con mayor frecuenc ia en los potreros y estancias ubicados al otro lado de la sierra del Cajón. De los casos que acabamos de citar, es importante notar que Carlos Siares fue registrado en la revisita de 1777 en Guasamayo, es decir el mismo lugar en el que residía Martín González. Un análisis más detallado y con nuevos datos podría mostrarnos que la elección de pareja y testigos de bodas tenía que ver, en principio, con el origen común y, en segundo lugar, con el espacio laboral compartido en el que estaban insertos.

La elección de los padrinos de bautismo muestra una tendencia algo distinta a la de los testigos de bodas (hablamos de tendencias porque la falta de datos hace que seamos cautos en estos análisis). Si bien, nuevamente, encontramos que, en su mayoría, ambos padrinos fueron atacameños, se observa también una gran cantidad no sólo de padrinos españoles, sino también de otros grupos socioétnicos o combinac iones entre ellos. Martínez propuso, en sus trabajos sobre atacameños para el siglo XVII, que si bien existió un "aparato de complementariedad", éste no debe ser entendido en los términos propuestos originaria­mente por Murra ( 1975), porque en el caso por él estudiado, la complementariedad fue antes que nada humana y luego ecológica. En palabras del autor: "A diferencia de lo señalado en otros estudios sobre las sociedades andinas centrales, el acceso directo de cada grupo a los recursos situados en diferentes pisos ecológicos, habría sido reemplazado aquí por un conjunto de estrategias sociales y políticas que implicaban, ante todo, la interdigitación de poblaciones gracias a las relaciones sociales y de parentesco que ellas podían establecer. En esta situación, e l control directo no sería lo fundamental , sino que lo era el asegurar un acceso que permitiera participar de la producción local ... " ( 1998 : 196).

En el caso de los atacameños instalados en Santa María, lo que se observa es que si bien los casamientos se hicieron fundamentalmente entre atacameños , incluso entre atacameños nacidos en dos lugares distintos (por ejemplo Santa María y Molinos) ; la complementariedad humana o la interetnicidad de las que habla Martínez pudieron haberse dado entre atacamas y gente con distintos status socioétnicos -entre otras cosas- a través del compadrazgo. Ya hemos visto cómo los testigos de casamiento fueron mayoritariamente atacameños y, salvo que se tratara de matrimonios de gente originaria de lugares distintos o de los españoles dueños de las estancias o potreros, los datos no nos muestran testigos de otra procedencia o status socioétnico. En el caso de los padrinos de bautismo, si bien existe una cantidad importante de padrinos inscriptos como atacamas -algunos de los cuales incluso son parientes del niño bautizado-, se registraron pad rinos no sólo c lasificados como

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españoles, sino también como indios -en su mayoría libres- así como mestizos y pardos. Qué tipo de relación tenían con estas personas, o porqué fueron elegidos como padrinos, es un tema que por el momento no podemos abordar, más allá de pensar que, probablemente, comparti eran el espacio laboral , tuvieran algún tipo de relación económica o simplemente cierta amistad o afinidad. Es importante remarcar, tal como figura en el Libro de Autos depositado en el APSM, que el sacramento del matrimonio no causa ningún tipo de paren­tesco espiritual, mientras que el bautismo no sólo lo genera entre el padrino y el ahijado sino también para con sus padres. En síntes is, mientras a través del matrimonio se reforzaba la identidad atacameña; a través del compadrazgo se establecían lazos parentales con gente fuera del grupo de pertenenc ia.

Palabras finales

A lo largo de este trabajo, hemos abordado algunas temáticas referentes a la presen­c ia de atacameños en el actual departamento de Santa María, durante la segunda mitad del siglo XVIII. Si bien formul amos más preguntas de las que por el momento podemos respon­der, la utili zac ión de documentación inédita, combinada con otras fuentes conocidas y apli­cadas a un caso en particular, nos ha permitido avanzar en ciertas problemáticas y debates que, por supuesto, no han sido agotados aún.

Aunque para el caso de los atacameños en Santa María, los datos disponibles nos sugieren que estos trasl ados se produjeron como consecuencia de los cambios ocurridos hacia la mitad del siglo XVIII; y no podemos saber fehacientemente si la movilidad de los atacameños desde fines del siglo XVII y durante el XVIII respondió a la continuación de prácticas prehispánicas de complementariedad ecológica o humana, o bien a los cambios y presiones introducidas por los españoles en épocas coloniales, o bien a una combinación de ambas posibilidades. Saignes ( 1987) ha estudiado profundamente las migraciones surandinas durante el siglo XVII, y de él hemos retomado una preocupación que se convirtió en uno de los ejes del artículo: ¿estas migraciones respondían a decisiones colectivas o bien a respues­tas individuales? Los datos presentados indican que las migraciones de los atacameños estaban reguladas y controladas socialmente y que, aunque pudieron existir salidas indivi­duales, la fragmentación o ruptura entre los ayllus de origen y los migrantes, no se dio sino a fines del siglo XVIII, cuando los curacas perdían cada vez más poder y la administración colonial finisecular decidía que los atacamas asentados en el NOA serían empadronados por separado y como forasteros.

En el siglo XIX, los atacamas parecen haber desaparecido de los registros parroquiales, pero por supuesto se trata sólo de apariencias. Al analizar caso por caso las actas de bautis­md'2, notamos que aquellos que en las revisitas y registros anteriores habían sido clasifica­dos como atacamas ahora son sólo indios. En el padrón militar, realizado en 18126

', se registró

62 APSM . Libro 2º de Bautismos ( 1813-1817) Partidas de Bautismo de Naturales. Folios 50 a I OO. 63 AGN, Sala X 5-2-2. División Nacional, Sección Gobierno, Catamarca, Legajo 1, 1812-1818. Padrón

de Santa María publicado por Ruggeroni ( 1962-63). Por el carácter militar, en el padrón sólo fueron anotadas las personas mayores de 18 años y a la vez no se registraron algunos vecinos de Santa María que vivían en un territorio que estaba en litigio con la Pcia. de Tucumán.

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Artículos, notas y documentos

en Santa María a 726 personas (384 hombres y 342 mujeres), de las cuales sólo trece hombres y nueve mujeres fueron anotados como atacamas , una cifra bastante inferior a la cifra -ya disminuida- de la revisita de Catamarca. En el siglo XIX, la "patria64

" era el lugar de nacimien­to, y aquellos nacidos fuera de Atacama, por ejemplo en Santa María, ya no aparecían en los documentos como atacamas; habían cambiado abruptamente su identidad (al menos en los papeles consultados). La preocupación de Saignes por saber qué ocurría con las generacio­nes posteriores a la migración, si conservaban o no la memoria de sus orígenes , parece finalmente aplicab le al caso de los atacamas.

Lorena B. Rodriguez Universidad de Buenos Aires.

Instituto de Ciencias Antropológicas - Sección de Etnohistoria

64 Así es como figura en el padrón de 1812.

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