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    Este documento est disponible para su consulta y descarga en

    Memoria Acadmica,el repositorio institucional de la Facultad de

    Humanidades y Ciencias de la Educacin de la Universidad

    Nacional de La Plata, que procura la reunin, el registro, la difusin yla preservacin de la produccin cientfico-acadmica dita e indita

    de los miembros de su comunidad acadmica. Para ms informacin,

    visite el sitio

    www.memoria.fahce.unlp.edu.ar

    Esta iniciativa est a cargo de BIBHUMA, la Biblioteca de la Facultad,

    que lleva adelante las tareas de gestin y coordinacin para la concre-

    cin de los objetivos planteados. Para ms informacin, visite el sitio

    www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar

    LicenciamientoEsta obra est bajo una licencia Atribucin-No comercial-Sin obras derivadas 2.5

    Argentina de Creative Commons.

    Para ver una copia breve de esta licencia, visite

    http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/.

    Para ver la licencia completa en cdigo legal, visite

    http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcode.

    O enve una carta a Creative Commons, 559 Nathan Abbott Way, Stanford, California

    94305, USA.

    8, 9 y 10 de agosto de 2011.

    Migliavacca, Adriana; Vilario, Gabriela

    VIII Encuentro de Ctedras de Pedagogade Universidades Nacionales Argentinas

    Cita sugeridaMigliavacca, A.; Vilario, G. (2011) Pedagogas crticas, produccin deconocimiento y praxis emancipatoria [En lnea]. VIII Encuentro de Ctedrasde Pedagoga de Universidades Nacionales Argentinas , 8, 9 y 10 deagosto de 2011, La Plata. Disponible en Memoria Acadmica:http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/trab_eventos/ev.984/ev.984.pdf

    Pedagogas crticas,produccin de conocimiento

    y praxis emancipatoria

    http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/legalcodehttp://creativecommons.org/licenses/by-nc-nd/2.5/ar/http://www.bibhuma.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/
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    Departamento de Ciencias de la Educacin

    Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educacin - Universidad Nacional de La Plata

    VIII Encuentro de Ctedras de Pedagoga de Universidades Nacionales Argentinas

    Teora, formacin e intervencin en Pedagoga

    Pedagogas crticas, produccin de conocimiento y praxis emancipatoria

    Migliavacca, Adriana

    Vilario, Gabriela

    [email protected]

    Universidad Nacional de Lujn

    El problema de la conexin entre la teora y la prctica poltica revolucionaria ha sido constituti-

    vo de la reflexin epistemolgica inaugurada por el marxismo a mediados del siglo XIX y desarrollado

    por diversas corrientes tericas contemporneas que, referenciadas en este paradigma, se han interrogado

    acerca del sentido que la produccin de teora adquiere en un determinado campo disciplinar. Este proble-

    ma, que sin duda se deriva de un posicionamiento cr tico frente a la realidad social dada, es lo que ha lle-

    vado a asumir a la ideologa como un aspecto inherente del propio quehacer cientfico, diferencindose de

    otras perspectivas epistemolgicas para las que la neutralidad es condicin de objetividad (el positivis-

    mo es un claro ejemplo de ello). En este trabajo, nos proponemos desarrollar algunas reflexiones acerca

    de los sentidos polticos y culturales que atraviesan a la produccin del conocimiento en el mbito educa-

    cional y que involucran a la tarea que, como pedagogos, desarrollamos en el espacio acadmico. En este

    sentido, recuperamos algunas contribuciones tericas procedentes de la filosofa poltica y del campo pe-

    daggico, con el propsito de abrir la discusin en torno a ciertos desafos con los que hoy se enfrenta la

    labor terica en el campo de las Pedagogas Crticas. En primer lugar, nos centramos en las consideracio-

    nes epistemolgicas del marxismo que permiten dimensionar el carcter intrnseco del papel que en la

    produccin de la teora ha desplegado el compromiso tico/prctico del investigador. Nos detenemos en

    las contribuciones del marxismo clsico y de dos perspectivas del siglo XX que brindan herramientas

    analticas relevantes para pensar el problema de la praxis. Consideramos especialmente algunos de los

    aportes de Antonio Gramsci y de la Escuela de Frankfurt. Ponderamos el reconocimiento de la naturaleza

    pedaggica de la accin poltica en el legado filosfico marxista y su carcter coextensivo a la idea de

    praxis. En segundo lugar, retomamos algunas de las problemticas ya formuladas por Paulo Freire y Peter

    McLaren, quienes a partir de la asuncin de un compromiso poltico en favor de los oprimidos, nos invi-

    tan a reflexionar en torno a los desafos polticos con los que hoy se enfrenta la construccin de una pra-

    xis pedaggica emancipatoria.

    Palabras claves: Teora - Praxis - Conocimiento - Pedagogas crticas

    La Plata, 8, 9 y 10 de agosto de 2011

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    Introduccin

    El problema de la conexin entre la teora y la prctica poltica revolucionaria ha sido

    constitutivo de la reflexin epistemolgica inaugurada por el marxismo a mediados del

    siglo XIX y desarrollado por diversas corrientes tericas contemporneas que,

    referenciadas en este paradigma, se han interrogado acerca del sentido que la

    produccin de teora adquiere en un determinado campo disciplinar. Este problema, que

    sin duda se deriva de un posicionamiento crtico frente a la realidad social dada, es lo

    que ha llevado a asumir a la ideologa como un aspecto inherente del propio quehacer

    cientfico, diferencindose de otras perspectivas epistemolgicas para las que la

    neutralidad es condicin de objetividad (el positivismo es un claro ejemplo de ello).

    En este trabajo, nos proponemos desarrollar algunas reflexiones acerca de los sentidos

    polticos y culturales que atraviesan a la produccin del conocimiento en el mbito

    educacional y que involucran a la tarea que, como pedagogos, desarrollamos en elespacio acadmico. En este sentido, recuperamos algunas contribuciones tericas

    procedentes de la filosofa poltica y del campo pedaggico, con el propsito de abrir la

    discusin en torno a ciertos desafos con los que hoy se enfrenta la labor terica en el

    campo de las Pedagogas Crticas.

    El artculo comprende dos apartados. En el primero, nos centramos en las

    consideraciones epistemolgicas del marxismo que permiten dimensionar el carcter

    intrnseco del papel que en la produccin de la teora ha desplegado el compromiso

    tico/prctico del investigador (Dussel, 1999; 2000). Nos detenemos en las

    contribuciones del marxismo clsico y de dos perspectivas del siglo XX que brindan

    herramientas analticas relevantes para pensar el problema de lapraxis. Consideramosespecialmente algunos de los aportes de Antonio Gramsci y de la Escuela de Frankfurt.

    En el segundo apartado, retomamos algunas de las problemticas ya formuladas por

    Paulo Freire y Peter McLaren, quienes a partir de la asuncin de un compromiso

    poltico en favor de los oprimidos, nos invitan a reflexionar en torno a los desafos con

    los que hoy se enfrenta la construccin de una praxis pedaggica emancipatoria. Por

    ltimo, y a modo de cierre, presentamos una recapitulacin de las discusiones que

    desarrollamos a lo largo del artculo.

    1. La relacin teora/prctica como problema epistemolgico. Definiciones enel seno del marxismo

    1. a. El marxismo clsico

    El pensamiento de Karl Marx, que se enriqueci de las reflexiones que junto a l

    desarroll su compaero Friedrich Engels, es reconocido por haber demarcado un

    cambio sustancial en la interpretacin del proceso histrico, a partir de su crtica de la

    idea de dialctica esbozada por Hegel y de su reformulacin y concomitante inscripcin

    en un anlisis materialista de la historia. En efecto, fue la toma de conciencia sobre la

    inversin en la que incurra el idealismo alemn lo que condujo al desarrollo del

    materialismo, cuando la interpretacin de ciertos hechos revelaba la necesidad de

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    imprimir un viraje en el modo de enfocar la historia. 1La lucha de clases entre el

    proletariado y la burguesa vena a desmitificar la supuesta conciliacin de intereses que

    las filosofas idealistas le atribuan a las instituciones de la modernidad. El concepto de

    plusvala descubra lo que el modo de produccin capitalista tena de oculto, revelando

    a la explotacin del obrero como apropiacin de trabajo no retribuido (Engels, 1974).

    La explicacin de esta contradiccin, que polticamente se revela como antagonismo, es

    lo que permite situar al programa cientfico de Marx en el plano de la crtica y de la

    praxis. El descubrimiento de lo que para la teora poltica clsica no era observable (la

    plusvala en su condicin de extraccin de trabajo impago), que es ejercicio del

    pensamiento crtico, es tambin la toma de una posicin tico-poltica que se define a

    favor de los oprimidos (Dussel, 1999; 2000). La labor de la teora crtica se configura a

    partir de la necesidad de explicar pero tambin de actuar contra aquello que niega la

    humanidad del proletariado.

    En su Tesis sobre Feuerbach, escrita en 1845, Marx se distanciaba del materialismo

    mecanicista, incluyendo al del propio Feuerbach, a quin le reconoc

    a, sin embargo, elmrito de haber invertido el idealismo hegeliano y buscado la explicacin cientfica en

    la relacin social del hombre al hombre (Marx, 1999: 184. Las comillas son del

    original). Marx criticaba el carcter contemplativo de este materialismo, que conceba a

    la realidad bajo la forma de objeto escindido de la actividad sensorial humana, de la

    prctica y, por lo tanto, del sujeto (Marx, 1970).

    La produccin del conocimiento cientfico adquiere aquun sentido prctico, pues el

    desafo del filsofo es demostrar en la prctica la verdad la terrenalidad- de su

    pensamiento. Si su labor se define como una mera cuestin terica, deca Marx, queda

    confinada al mbito de la especulacin escolstica. As, en la onceava tesis, afirmaba:

    Los filsofos no han hecho ms que interpretar de diversos modos el mundo, pero delo que se trata es de transformarlo (Marx, 1970: 12. Las cursivas son del original). Las

    circunstancias objetivas que conducen a la clase obrera a la alienacin, slo podrn ser

    transformadas por una actividad humana comprometida con la prctica revolucionaria.

    Es en la interseccin entre la labor terica y la lucha revolucionaria donde emerge el

    carcter pedaggico de una prctica cientfica que se propone desenmascarar las

    contradicciones de la moral burguesa:

    La teora materialista de que los hombres son producto de las circunstancias y de la

    educacin, y de que, por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias

    distintas y de una educacin distinta, olvida que las circunstancias se hacen cambiar

    precisamente por los hombres y que el propio educador necesita ser educado (Marx,1970: 10).

    La accin poltica de Marx entraa un compromiso de naturaleza pedaggica que se

    sita en la disputa contra un Estado burgus que ha sabido desarrollar, a travs de sus

    instituciones, una calibrada capacidad de reproduccin de la sociedad de clases a partir

    de la formacin de ideologa. Pero la educacin del educador es tambin la

    participacin en un movimiento poltico que se proponga transformar de raz al orden

    1Nos referimos a ciertas experiencias que, como en el caso de la primera insurreccin obrera de Lyon en

    1831 o el apogeo del movimiento cartista entre 1838 y 1842, expresan el poder de organizacin poltico-

    sindical de la clase trabajadora (Engels, 1974).

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    existente, que Marx inscribe en el proceso de lucha por la construccin del comunismo,

    y cuyo motor es la organizacin de la clase trabajadora. El desenmascaramiento de la

    ideologa burguesa no es entonces la produccin de conocimiento que se encierra en

    una torre de marfil acadmica (Dussel, 1999) sino que es una apuesta por la

    construccin de un vnculo entre una lectura cientfica de la realidad y una experiencia

    de organizacin poltica que se encamine a transformarla. La participacin que tantoMarx como Engels han tenido en diferentes experiencias organizativas de la clase

    trabajadora es una muestra clara de ello, pues -como recuerda Perry Anderson (1987)-

    an en el exilio y en la pobreza, mantuvieron el contacto con las principales luchas del

    proletariado de su tiempo2.

    1. b. El pensamiento marxista del siglo XX. La perspectiva de Antonio

    Gramsci y la Escuela de Frankfurt

    1. b. 1. Hegemona y filosofa de la praxis en Gramsci

    Como seala Perry Anderson (1987), la generacin de tericos que sucedia Marx y

    Engels asumiel desafo de completar la herencia dejada por estos autores, a partir de la

    sistematizacin del materialismo histrico como teora general del hombre y la

    naturaleza, capaz de reemplazar a las disciplinas burguesas rivales y de brindar al

    movimiento obrero una visin amplia y coherente del mundo que pudiera ser captada

    fcilmente por sus militantes. Dentro de la generacin de autores que continan esta

    tradicin y que inscriben su labor en Europa Occidental, pueden recuperarse los aportes

    de Antonio Gramsci (1891-1937), que desempeun papel sustantivo en las luchas de

    masas que se desataron en el escenario posterior a la Primera Guerra Mundial.3

    El problema principal que se plantea en la reflexin de los Cuadernos (sus escritoscarcelarios), es el de cmo intervenir polticamente para hacer posible la revolucin

    socialista, a partir de la construccin de una nueva hegemona, sustentada en el accionar

    histrico del proletariado (Kohan, 2006). La lucha por la hegemona, que es una disputa

    por la conquista de posiciones en el campo de co-relacin de las fuerzas polticas,

    supone el desarrollo de una relacin pedaggica comprometida con la formacin del

    proletariado como clase autoconsciente. De este modo, los aportes de Gramsci permiten

    profundizar la reflexin en torno a la compleja relacin entre poltica y educacin,

    continuando con una tradicin ya instalada por Marx, que en su tercera tesis sobre

    Feuerbach ya haba planteado que el propio educador necesitaba ser educado (Kohan,

    2006).2 Escribieron juntos el Manifiesto Comunista en vsperas de la insurreccin continental de 1848 y

    lucharon en las revueltas internacionales de ese ao por la causa del socialismo revolucionario. Marx

    participen 1864 en la fundacin de la I Asociacin Internacional de trabajadores y Engels fue el espritu

    rector de la II Internacional (Anderson, 1987).3Se comprometien la organizacin de los consejos de fbrica de Turn durante el llamado Bienio Rojo

    (1919-1920), dirigiLOrdine Nuovo, el rgano de prensa de los consejos, y fue uno de los fundadores

    del Partido Comunista Italiano (PCI), llegando a desenvolverse como el principal dirigente del partido en

    1924, cuando ste libraba una difcil batalla defensiva contra la consolidacin del fascismo en Italia.

    Asimismo, fue arrestado en 1926 por orden de Mussolini, y confinado a unas condiciones de prisin que

    le ocasionaron la muerte. Sus experiencias polticas constituyeron las fuentes creadoras de su

    pensamiento durante sus once aos de c

    rcel (Anderson, 1987).

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    Podramos afirmar, recuperando a Eagleton (2003), que el valor de la concepcin

    gramsciana de hegemona reside precisamente en su potencial para extender y

    enriquecer la nocin de ideologa, dimensionando el lugar preponderante que, como

    prctica social habitual y vivida, despliega en la poltica4.Lafilosofa de la praxis se

    define por su compromiso con la superacin del modo de pensar concreto existente y

    por la naturaleza pedaggica de una accin intelectual/militante que como sealaGramsci- no puede prescindir del contacto con los sencillos, que se afirma como una

    condicin de posibilidad parala construccin de un bloque-moral- intelectual en el que

    las masas tengan una participacin activa (Gramsci, 2009).

    El objetivo de una prctica revolucionaria que se sita en esta relacin es elaborar y

    hacer explcitos los principios potencialmente creativos que estn implcitos en la

    comprensin prctica de los oprimidos para forjar una filosofa coherente, esto es,

    combatir aquello que Gramsci llama sentido comn y que es definido como un

    conglomerado catico de concepciones dispares (Eagleton, 2003: 222). El dilogo

    entre filosofa cientfica y filosofa popular supone la construccin de una nueva

    concepcin del mundo que se enraza en la conciencia popular, con la misma solidez y

    la misma cualidad imperativa que las creencias tradicionales (Eagleton, 2003). La

    comprensin crtica de s, que se inscribe en un proceso concreto e histrico de lucha de

    hegemonas polticas, (de direcciones contradictorias), y que tambin implica

    concientizar el sentido de pertenencia a una de las fuerzas polticas en disputa, es el

    primer estadio del desarrollo de una autoconciencia capaz de conquistar la unidad entre

    teora y prctica (Gramsci, 2009).

    La conquista de la unidad entre la teora y la prctica es intrnseca al problema de la

    accin de los intelectuales que han tomado la decisin poltica de participar en la

    organizacin y direccin de la construccin de una concepcin del mundo

    contrahegemnica. Este problema instala una pregunta sustancial para el campo

    cientfico que se asume como crtico, y que involucra a quienes trabajamos en el mbito

    acadmico: Cmo encarar, desde este espacio, una accin que permita avanzar en la

    construccin de un vnculo orgnico con los sectores subalternos y con un proyecto de

    transformacin radical de la sociedad?

    1. b. 2. La Escuela de Frankfurt y la crtica de la racionalidad burguesa.

    Interrogantes y desafos para pensar a la praxis revolucionaria

    La pregunta con la que cerramos el sub-apartado anterior nos invita a colocar nuestra

    atencin en algunas de las reflexiones aportadas por Perry Anderson (1987) en un

    trabajo que ya hemos citado, Consideraciones sobre el Marxismo Occidental. En este

    trabajo, Anderson marca la diferencia entre un grupo de tericos, considerados como los

    creadores del marxismo occidental Gyorgy Lukcs (1885-1971), Karl Korsch (1886-

    1961) y Antonio Gramsci- cuya labor intelectual se inscribe en una prctica de

    militancia y participacin directa de los movimientos polticos de su poca, y otras

    4En esta concepcin, la ideologa es algo ms que un sistema de ideas, pues incluye tambin a las

    dimensiones inconscientes y no articuladas de la experiencia social. Por otra parte, se trata de una

    concepcin que mantiene una estrecha vinculacin con la nocin de hegemona, que es relacional,

    prctica y din

    mica, e inseparable de las alusiones a la lucha (Eagleton, 2003).

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    generaciones de autores que circunscribieron su actividad en el mbito acadmico,

    alejndose de las experiencias de organizacin poltica del proletariado de sus pases5.

    En este sentido, subraya el autor, el divorcio estructural entre la teor a y la prctica

    poltica ha sido uno de los problemas constitutivos del marxismo occidental, pues la

    unidad orgnica entre teora y prctica caracterstica de la generacin clsica de

    marxistas anterior a la primera guerra mundial, se habra deteriorado lenta yprogresivamente como consecuencia de las presiones histricas que atravesaron a los

    cincuenta aos comprendidos entre 1918 y 1968.6

    De acuerdo con la hiptesis de Anderson, esta configuracin adoptada por el marxismo

    occidental debe leerse como el producto de las sucesivas derrotas del movimiento

    obrero en las formas del capitalismo avanzado de Europa continental, tras la primera

    ruptura llevada a cabo por la revolucin bolchevique de 1917. El autor encuentra que,

    en este perodo, el discurso marxista se fue desplazando gradualmente de los sindicatos

    y partidos polticos a los institutos de investigacin y los departamentos de universidad.

    Este cambio se habra inaugurado con el desarrollo de la Escuela de Frankfurt, en elmarco del Instituto de Investigacin Social creado en esa misma ciudad en 1923, con el

    propsito de promover los estudios marxistas dentro de un mbito acadmico. En 1930,

    Max Horkheimer tom a su cargo la direccin de este centro y reuni un grupo de

    jvenes intelectuales, entre los que se destacaban autores como Herbert Marcuse y

    Theodor Adorno7. Ante la victoria nazi de 1933, sus integrantes debieron exiliarse y el

    Instituto se transfiri en 1934 a los Estados Unidos, un pas que careca de un

    movimiento obrero formalmente adherido al socialismo, as como de toda tradicin

    marxista sustancial. Seala Anderson que este cambio habra favorecido una dislocacin

    entre el marxismo y la prctica del movimiento obrero (Anderson, 1987).

    Como sealan Schuster y Pecheny (2002), la novedad que la escuela de Frankfurt traedentro de la tradicin del marxismo occidentales la aparicin de lo que podra llamarse

    marxismo acadmico. En efecto, y en consonancia con el anlisis de Anderson, los

    autores identifican un conjunto de fenmenos polticos entre ellos, el fracaso de la

    revolucin y la crisis del marxismo alemn- que permiten explicar por quHorkheimer

    5Como seala Anderson, la soledad y la muerte de Gramsci en Italia, el aislamiento y el exilio de Korsch

    y Lukcs en los Estados Unidos y en la Unin Sovitica respectivamente (la victoria del nazismo en

    Alemania los confinal exilio), marcaron el fin de un per odo en el que el marxismo occidental an tena

    arraigo entre las masas. De allen adelante adoptara un lenguaje crptico que se distanciara cada vez ms

    de la clase a cuyos destinos trataba formalmente de servir o articular (Anderson, 1987).6

    La relacin entre teora y prctica que representaban los intelectuales que formaron parte de estageneracin Anderson incluye, entre otros, a Luxemburgo, Hilferding y Lenin-, era incompatible, desde

    su perspectiva, con cualquier posicin acadmica. En cambio, era habitual que ensearan en escuelas de

    partido o voluntarias para obreros, como parte de su actividad de militancia. Al final de la segunda guerra

    mundial, la teora marxista habra emigrado de manera prcticamente total a las universidades, que

    pasaron a constituirse en lugares de refugio y exilio de las luchas pol ticas del mundo exterior (Anderson,

    1987).7Consigna Anderson (1987) que su concepcin como centro acadmico para la investigacin marxista

    dentro de un Estado capitalista era algo nuevo en la historia del socialismo. En los aos 20, el instituto se

    haba dedicado a problemas tradicionales del movimiento obrero, combinando una slida labor emprica

    con un anlisis terico serio. Por entonces, su equipo incluymiembros activos de los partidos proletarios

    de la Repblica de Weimar, especialmente del KDP. En 1929, Grnberg, el historiador austromarxista

    que lo haba dirigido desde su fundaci

    n, se retir

    .

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    y Adorno redefinieron el espacio del marxismo como un espacio de crtica intelectual e

    investigacin. La experiencia de la segunda guerra mundial acentuaba este panorama de

    escepticismo.

    La reconstruccin histrica realizada por Anderson (1986, 1987), quien describe con

    gran exhaustividad los procesos que condujeron a esta suerte de dislocacin entre el

    marxismo en su condicin de tradicin de pensamiento intelectual- y la prctica

    poltica, nos plantea la insoslayable necesidad de reflexionar acerca de los interrogantes

    y desafos que atraviesan a la unidad entre la teora y la prctica, cuando sta es asumida

    como un problema poltico en el propio contexto del trabajo acadmico que se

    desarrolla en el mbito de la universidad.

    En este contexto, y an sopesando las advertencias acerca de los correlatos regresivos

    del repliegue academicista repliegue que, tal como indica Anderson, puede explicarse

    por las circunstancias histricas que atravesesta generacin de pensadores marxistas-,

    nos detenemos a puntualizar algunos aportes que han ofrecido estos autores y que

    permiten profundizar la reflexin en torno a los sentidos que adopta la producci

    n de unconocimiento que se reconoce crtico.

    Nos interesa considerar la crtica que los pensadores de Frankfurt realizan a la

    racionalidad dominante en la sociedad burguesa, dimensionando an circunscriptos a

    los lmites de las fronteras del mundo acadmico-el divorcio entre teora y prctica

    que en ella subyace que es donde la teora se dota de un sentido instrumental-, en

    vistas de que la produccin de conocimiento pueda ponerse al servicio de una

    prospectiva emancipatoria. El llamado a unir al proceso de produccin terica con

    metas de emancipacin poltica y social, que supone el reconocimiento de la relacin

    que se entreteje entre conocimiento e inters poltico, conlleva la crtica de la idea de

    racionalidadacuada por el legado de la Ilustracin y los desarrollos posteriores que seimbricaron en la configuracin del paradigma positivista. Como consigna JosPablo

    Feinmann (2008), en Dialctica del Iluminismo, Adorno y Horkheimer develan el

    carcter incumplido de las promesas de liberacin humana que haban sido tributarias de

    la razn iluminista, e identifican en la propia matriz de ese pensamiento un carcter

    destructor que, al igual que las formas histricas concretas y las instituciones sociales a

    las que se halla estrechamente ligado, implican ya el germen de la represin que hoy

    se verifica por doquier(Adorno y Horkheimer en: Feinmann, 2008: 401).

    La crtica de la sociedad burguesa y del marxismo dogmtico encarnado en el rgimen

    stalinista- se centra en el problema de la relacin entre el hombre y la naturaleza, y en la

    superioridad que los grupos sociales que disponen del aparato tcnico detentan sobre elresto de la poblacin. El concepto de crtica viene aqu a revalorizar la capacidad

    develadora que posee el conocimiento, que debe mantenerse intransigente frente a la

    inconsciencia en que la sociedad se ha sumido como resultado de la reificacin

    instrumental (Feinmann, 2008)8.

    Llegados a este punto, queda pendiente profundizar la reflexin en torno al problema de

    cmo concebir a la praxis emancipatoria, cuando sta es asumida como principio

    orientador del quehacer terico que se desarrolla en el mbito universitario. Si

    8La experiencia de los campos de exterminio haba constituido la mayor expresin racional de ese patrn

    de dominacin (Feinmann, 2008).

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    reconocemos que la unidad entre la teora y la prctica constituye un imperativo

    epistemolgico, ya planteado por el propio marxismo clsico, y asumimos que ciertas

    experiencias histricas de repliegue en el entorno acadmico han operado como una

    fuente de dislocacin de esa unidad, cabe la pregunta acerca de si es posible apostar a la

    reconstruccin del nexo entre teora y prctica poltica revolucionaria, an cuando esa

    empresa es emprendida desde dentro de la universidad.

    Cmo dotar de bases de sustento material a esta pretensin, esbozada por Horkheimer,

    de que el esfuerzo intelectual sea tambin un esfuerzo prctico? Cmo hacer de la

    teora una accin capaz de entretejer, como se propona Gramsci, un vnculo orgnico

    con las experiencias de organizacin poltica de los sectores subalternos? En el siguiente

    apartado, recuperamos algunas experiencias y reflexiones que, desde el campo de la

    pedagoga, se han comprometido con esa construccin.

    2. La relacin teora/prctica en las pedagogas crticas

    2. a. La praxis pedaggica en la perspectiva de Paulo Freire

    La pregunta recin planteada nos conduce a reflexionar en torno al entramado de

    filiaciones epistemolgicas que la pedagoga crtica entreteje con la perspectiva

    marxista, y al anlisis casi obligado- de la contribucin del pedagogo brasileo Paulo

    Freire (1921-1997). Como ya es conocido, los aportes tericos de este autor se

    respaldan en experiencias educativas de una vida dedicada a la alfabetizacin de los

    oprimidos en distintos pases de Latinoam

    rica y en los procesos de liberaci

    n de lascolonias africanas en la dcada de 1970. Durante su exilio en Chile, Freire escribe

    Pedagoga del oprimido9, obra en la que el autor asume explcitamente los aportes

    tericos del marxismo e imprime un viraje sustancial a su idea de transformacin, que

    pasa a sustentarse en un proyecto de cambio social revolucionario. Como seala Heinz-

    Peter Gerhardt (1999), la comparacin entre esta obra yLa educacin como prctica de

    la libertad10, posibilita constatar la envergadura que este cambio adopta en sus

    concepciones vinculadas con el papel que se le asigna a la ciencia y a la educacin.

    Este horizonte de revolucin poltica, que cobra sentido a partir de la opcin por los

    oprimidos, permite pensar a la pedagoga freiriana como una praxis, donde pensamiento

    y accin se unen para dar cauce a un proyecto poltico emancipador. La praxispedaggica asume aqula necesidad de arribar a una comprensin socio-histrica de la

    realidad que, diferencindose de la tradicional alfabetizacin tcnica y reconocindose

    como alfabetizacin poltica (Aguirre, 2009), se constituye en la plataforma desde

    donde impulsar la crtica y lucha por la superacin de la opresin de la clase

    trabajadora.

    9Es editada en portugus en 1968 y en 1970 se traduce al espaol.10Freire tambin escribe esta obra en Chile, durante el exilio. En ella, el autor sistematiza un conjunto de

    ideas ya expuestas en diversos artculos producidos en el transcurso de sus experiencias de alfabetizacin

    en Brasil y en su tesis doctoral de 1959 (Gerhardt, 1999).

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    Sin lugar a dudas, la pedagoga freiriana ha sido tributaria de la profunda crtica que,

    desde diversas perspectivas, se le han planteado a las prcticas educativas tradicionales

    que reproducen las diferencias de clases e inculcan el sentido comn hegemnico que

    contribuye a perpetuar el sojuzgamiento que padecen las masas explotadas. Sin

    embargo, los aportes del autor permiten complejizar las visiones mecanicistas que

    analticamente reducen a las instituciones educativas a su condicin de espacios dereproduccin econmica, social y cultural. Al igual que otras sistematizaciones tericas,

    las reflexiones de Freire nos invitan a pensar a las prcticas educativas

    institucionalizadas a partir de su contradiccin, esto es -recuperando a Gramsci-, como

    espacios de construccin de hegemonas que adquieren direcciones contrastantes y que,

    por eso, se disputan tambin los sentidos que producen las instituciones.

    En tanto sujeto comprometido con el acto de conocer, el educador no puede eludir la

    pregunta sobre el para qu, cmo, con quines, a favor de quines y contra

    quines conocer (Freire en: Torres, 1988: 60). La educacin popular se configura como

    un espacio de resistencia dentro del amplio campo de disputa por la hegemona,

    comprometindose con la batalla ideolgica que apuesta a desarticular una visin del

    mundo que naturaliza en la conciencia de los oprimidos su lugar de subordinacin y que

    los confina a la resignacin, a desplegar un papel de espectadores pasivos de los pesares

    de su vida cotidiana.

    La impronta del legado filosfico de Marx y Gramsci, para quienes el reconocimiento

    de la naturaleza pedaggica de la accin poltica era coextensivo de la idea de la praxis

    esto es de la unidad entre la teora y la prctica revolucionaria-, se hace presente en el

    campo de la pedagoga crtica, afirmando como contrapartida- la naturaleza poltica de

    la accin educativa. La pedagoga de la liberacin se define como una contribucin a la

    formacin de las clases subalternas en tanto sujetos activos de la revolucin.

    Pero el reconocimiento de las consecuencias polticas potenciales de la tarea

    pedaggica debe mantener la alerta frente a la tentacin de caer en una mirada

    voluntarista y posibilista. En este sentido, y retornando a la pregunta que estamos

    intentando responder, cabe admitir que tal reconocimiento no constituye una condicin

    suficiente para que nuestra tarea adquiera la cualidad de praxis emancipatoria. El

    conocimiento crtico de la realidad representa, sin lugar a dudas, un punto de partida

    necesario, pero el carcter emancipatorio de la praxis slo deviene cuando sta se

    muestra capaz de construir lazos con las disputas sociales que comprometen a la vida

    cotidiana de los oprimidos, transcendiendo la frontera de los muros universitarios, pero

    tambin superando un criticismo polticamente correcto que puede hacer de la crtica

    una prctica autocomplaciente. A continuacin recuperamos algunos sealamientos que,

    emparentados con este problema, vienen siendo enunciados por el pedagogo Peter

    McLaren.

    2. b. Peter McLaren y la Pedagoga revolucionaria. Aportes para pensar los

    desafos de la praxis emancipatoria

    Dentro del universo de pedagogos contemporneos que se inscriben en el campo de las

    Pedagogas crticas, Peter McLaren se ha destacado por haber sealado la necesidad

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    de explicitar los supuestos, consideraciones e interrogantes, que hoy permitiran

    sostener una praxis consistente con la lucha revolucionaria por el socialismo. En sus

    reflexiones ms recientes, el autor se ocupa de restituir el protagonismo de aquellas

    experiencias y aquellos sistemas de pensamiento que permiten esclarecer y desanudar la

    trama de filiaciones tericas y epistemolgicas que le dan coherencia a su perspectiva

    emancipatoria. En este contexto, tanto los aportes del marxismo, as como la reflexinen torno a la trayectoria de personajes contemporneos como Paulo Freire o el Che

    Guevara -ambos comprometidos con una transformacin radical de la sociedad- se

    constituyen en insumos sustanciales para resituar a la pedagoga crtica en la lucha por

    la construccin de una universalidad alternativa a la que ha instalado el capital

    (McLaren en: Moraes, 2004)11.

    Las preocupaciones epistemolgicas planteadas por el autor se muestran sugerentes para

    profundizar la reflexin en torno a la praxis pedaggica y delinear, a partir de all, los

    interrogantes y desafos con los que hoy se tropieza la produccin de conocimiento con

    sentido poltico/prctico en el mbito acadmico. Su apuesta por liberar el pensamiento

    y las propias prcticas cotidianas de su enraizamiento a las condiciones materiales de

    opresin conduce a considerar crticamente un fenmeno que parece haberse

    generalizado en el campo del pensamiento educacional en la actualidad y que se

    relaciona con una banalizacin o en trminos del propio McLaren- domesticacin de

    la idea de pedagoga crtica, que soslaya el compromiso de clase con las luchas

    polticas del proletariado, que constituyla marca distintiva de su momento fundacional

    (McLaren en: Moraes, 2004. McLaren en: lvarez, s/d).

    McLaren seala la necesidad de recuperar la tradicin del anlisis dialctico, aquella

    que se inscribe en el marxismo humanista y que proporciona ciertas claves tericas que

    permiten trascender el dualismo que atraviesa a la relacin teora/prctica, sujeto/objeto.

    Es desde la superacin de este dualismo que el autor propone comprender a la sociedad

    en su conflictividad, cuestionando aquellos sentidos hegemnicos que hoy contribuyen

    a ocultar la dominacin y la imposicin del capitalismo como sistema nico y

    universal, y comprometer a esta mirada terica con una praxis revolucionaria. El

    desafo es aportar a la construccin de una visin del mundo capaz de sortear las

    limitaciones de las explicaciones post-estructuralistas, que la moda acadmica supo

    instalar tanto en el campo de las ideas de derecha como en el de las de izquierda. Estas

    explicaciones han contribuido, entre otras cosas, a disociar los derechos econmicos de

    los derechos humanos, al pretender que la lucha contra el sexismo y el racismo puede

    prescindir de su articulacin con la lucha contra el capitalismo (McLaren en: Moraes,

    2004).

    El autor enfatiza la pertinencia del marxismo para dar cuenta de las especificidades que

    el problema de la dominacin asume en el capitalismo bajo su forma actual, ascomo el

    papel ejercido por el imperialismo de Estados Unidos y su condicin de gendarme del

    mundo. En este contexto, el marxismo constituye un marco de referencia ineludible en

    11 Desde una posicin crtica de los anlisis postmodernos, que se muestran reticentes a emplear

    categoras que apelan a lo universal, el autor sostiene la necesidad de reemplazar a la universalidad

    capitalista por una universalidad socialista, puesto que la importancia de las luchas locales reside

    precisamente en la posibilidad de extender la idea de que podemos localizarlas en una matriz de luchas,

    derechos e ideas universales (Mc Laren en: Moraes, 2004).

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    la problematizacin de la emergencia de la diferencia en el espacio educacional y en

    la pugna por hacer de l un espacio crtico y revolucionario (McLaren y Scatamburlo-

    D'Annibale, 2002).

    A pesar de la proliferacin de discursos que se pronuncian a favor de la igualdad, es

    evidente que la sociedad actual es cada vez ms desigual y que la fuente de esa

    desigualdad tiene su origen estructural en los crecientes niveles de explotacin del

    sistema capitalista, an cuando esta explotacin coexiste y se intersecta con otras

    diferencias, asociadas por ejemplo- a la discriminacin por raza y sexo. Para

    McLaren, el avance en las luchas anti-patriarcal y anti-racista no podr

    consolidarse, mientras no se reconozcan los condicionamientos de clase y se

    combinen sus esfuerzos con la lucha de clases (McLaren en: Leban, 2010b).

    La pedagoga crtica revolucionaria se enfrenta con la tarea de arribar a la construccin

    de un marco referencial capaz de desafiar al capitalismo y, al mismo tiempo, a los

    antagonismos mltiples que en l tienen lugar (como el caso de los antagonismos

    culturales y de gnero). El autor se

    ala la necesidad de imaginar un nuevo comienzo,a partir de una renovada comprensin de lo que para la dialctica es la negacin de la

    negacin, que toma cuerpo en el concepto de negatividad absoluta y que permite

    trascender el objeto de la crtica, para hacer posible la emergencia de una sociedad

    nueva, mediando el convencimiento de la humanidad de que es posible resolver la

    contradiccin entre alienacin y libertad (McLaren en: Leban, 2010b)12.

    La imaginacin de este nuevo comienzo tiene que partir de la identificacin de los

    ncleos problemticos que atraviesan a la praxis pedaggica que se expresan en el

    plano de la poltica educacional nacional, en la poltica curricular y en la misma

    cotidianeidad de las prcticas- pero que inextricablemente se hallan conectados con las

    luchas polticas de la sociedad contempornea. Es en la conexin con estas luchas dondeel pedagogo se ve doblemente interpelado, por la necesidad de construir una conciencia

    crtica y por actuar en consecuencia.

    La propuesta pedaggica de denuncia y construccin -denuncia del capitalismo y

    construccin del socialismo- es formulada como una pedagoga anticapitalista

    descolonizante, consustanciada entre otras cosas- con la defensa de la educacin

    pblica, en la medida en que representa una conquista histrica de las luchas populares,

    ascomo un terreno frtil desde donde dar la batalla ideolgica por la construccin de

    una nueva hegemona (McLaren en: Leban, 2010a).

    Los sealamientos y las posiciones precedentes sin duda se muestran sugerentes para

    profundizar la reflexin en torno al problema de la construccin de una prospectiva

    contrahegemnica, que site a la praxis pedaggica en la complejidad del contexto

    poltico contemporneo, atravesado por la profundizacin del carcter omnmodo de la

    dominacin del capital y por la emergencia y consolidacin de un discurso crtico

    domesticado que contribuye a opacar a la tradicin clasista de la que histricamente

    ha sido tributario el campo de las pedagogas crticas.

    12El autor se referencia en la obra de Raya Dunayesvskaya y Peter Hudis, ambos identificados con el

    marxismo humanista.

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    Recapitulando

    La discusin sobre los interrogantes y desafos que hoy atraviesan a la produccin del

    conocimiento en el mbito educacional, amerita una reflexin en torno a la trama de

    filiaciones epistemolgicas que se entretejen entre la filosofa poltica marxista y la

    pedagoga cr

    tica. Se

    albamos que el poder explicativo del programa cient

    fico deMarx reside precisamente en haber develado las contradicciones y antagonismos sobre

    los que se edifica la sociedad capitalista, y que la crtica que emerge de esta explicacin

    conlleva la toma de posicin poltica en favor de los oprimidos. Veamos, de esta forma,

    que la produccin de conocimiento no puede pensarse escindida de su sentido

    prctico/poltico. Asimismo, la naturaleza pedaggica de esta prctica cientfica, que se

    propone desenmascarar las contradicciones de la moral burguesa, emerge justo all

    donde la labor terica y la lucha revolucionaria se intersectan.

    Dentro de las generaciones de autores que le dan continuidad a la tradicin del

    pensamiento marxista en el siglo XX, recuperamos los aportes de Antonio Gramsci y de

    los pensadores que han pertenecido a la Escuela de Frankfurt. Respecto de lascontribuciones de Gramsci, remarcbamos el potencial de su concepcin de hegemona

    que pensada como un campo de disputa que se complejiza a la luz de las batallas

    ideolgicas que se suscitan en el terreno de la construccin de significados

    poltico/culturales- se muestra sugerente para profundizar la reflexin en torno a la

    relacin entre poltica y educacin. La filosofa de la praxis se define a partir de una

    accin intelectual/militante que, en el contacto con los oprimidos, se compromete con la

    superacin del modo de pensar concreto existente que reifica la dominacin. La

    pregunta que se instala con esta tradicin y que, entendemos es absolutamente

    pertinente para problematizar la accin que, como pedagogos, desempeamos en el

    mbito acadmico, es entonces la de cmo encarar una accin que permita avanzar en

    la construccin de un vnculo orgnico con los sectores subalternos y con un proyecto

    de transformacin radical de la sociedad? Sin lugar a dudas, el anlisis histrico de

    Anderson, que identifica los procesos que intervinieron en la dislocacin de la unidad

    entre teora y prctica en el seno del marxismo occidental, constituye una seal de

    alerta ms que sustantiva para mirar reflexivamente a nuestra propia prctica

    universitaria y sopesar los correlatos regresivos del repliegue de la labor terica en el

    mbito acadmico, que el autor atribuye a los pensadores de Frankfurt, en un momento

    signado por las derrotas que por entonces azotaban a las luchas del proletariado.

    No obstante, y an dimensionando las crticas al academicismo que se derivan del

    anlisis de Anderson, recuperamos de los autores de Frankfurt su cr

    tica a laracionalidad dominante en la sociedad burguesa y la denuncia del carcter instrumental

    que la teora adopta en este marco referencial, pues es alldonde cobra cuerpo la

    necesidad de transformar a la produccin del conocimiento en una praxis

    emancipatoria.

    A partir de la pregunta por la praxis emancipatoria, que es la pregunta por cmo hacer

    que el esfuerzo intelectual sea tambin un esfuerzo prctico, hemos considerado las

    contribuciones de Paulo Freire, que se respaldan en una experiencia pedaggica

    comprometida con los sectores subalternos, que busc problematizar de raz a las

    causas de la opresin, para imaginar y edificar, desde all, la conquista de escenarios

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    alternativos. En consonancia con la tradicin gramsciana, la pedagoga de Freire se

    anclen la construccin de un vnculo con los oprimidos, entendiendo que el acto de

    conocer que se nutre del dilogo con sus prcticas culturales habituales- constituye un

    punto de partida insoslayable en la restitucin de su lugar de sujetos activos de la

    historia. En este contexto, problematizamos al criticismo polticamente correcto que,

    como sugiere McLaren, hoy es tributario de una pedagoga crtica domesticada ypresa de un conformismo que ha desplazado de su eje al problema de la lucha de clases.

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