mecanismos neuroticos
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Mecanismos neuróticos.
Con este nombre se refería Perls a lo que Freud llamó los mecanismos de defensa y que son el gran tema del
Psicoanálisis. Son un mecanismo para permanecer inconsciente.
La psicoterapia Gestalt trabaja básicamente, con los siguientes mecanismos:
1. Introyección. Es el modo genérico de interacción entre el individuo y su ambiente. El niño acepta el alimento
en la forma en que se le ofrece o lo escupe. Al principio no puede reelaborar la sustancia para que le siente
mejor, como lo hará mas adelante cuando empiece a masticar. El mecanismo consiste pues, en incorporar,
sin ningún filtro selectivo, lo que recibimos del entorno. No llegamos a integrarlo, sino que lo tragamos
pasiva e indiscriminadamente.
Muchas veces se hace pasar al niño el alimento precipitadamente por la garganta, el pinchazo de la
inyección no duele, la caca se considera una porquería y una vergüenza etc. y así los deberías empiezan
temprano a influir en el niño, y a menudo tienen escasa congruencia con lo que realmente siente el niño que
son sus necesidades. Las autoridades externas cuyos juicios prevalecen disminuyen la confianza del niño,
erosionan su clara identidad y la abren a los conquistadores adultos, que se apoderan del territorio. La
rendición abyecta en un comienzo, es olvidada después. Así la entidad extraña rige al sujeto, manteniéndolo
incomodo, propenso a desviaciones y rebeliones inesperadas, frustrado cada vez que su sistema de valores de
segunda mano resulta incompatible con sus necesidades. La persona que se ha tragado por entero los valores
de sus padres, escuela, sociedad requiere que la vida continúe siempre igual. Cuando el mundo cambia a su
alrededor, se deja vencer por la angustia y se encierra en una actitud defensiva. El manejo de la energía opera
en apoyo de las normas introyectadas y al mismo tiempo procura mantener su conducta. lo mas integrada
posible con el sentido del bien y del mal que ha recibido de los demás (Polster & Polster. Terapia Gestáltica)
Perls ponía la metáfora de la masticación como contrapartida del introyecto engullido. si nos tragarnos una
manzana nos dañará. si la destruimos mediante la masticación podemos incorporarla al organismo y
nutrimos. La tarea primordial para deshacer la introyección consiste en establecer dentro del individuo un
sentido de las elecciones que le son accesibles y su capacidad para diferenciar el yo del tu.
2. Proyección. Es la cara inversa de la introyección es decir, colocar en los demás lo que no aceptamos de
nosotros mismos, porque yo no debería actuar o sentir así. El introyector renuncia a su sentido de identidad,
el proyector lo desperdiga. Devolverle los fragmentos de su identidad dispersa será la piedra angular del
proceso de elaboración
Cuando el proyector acepta atribuirse en una fantasía los rasgos que advierte claramente en los demás,
pero que hasta entonces ha obliterado de su auto conciencia sólo con esto afloja y expande su demasiado
rígido sentido de identidad.
La capacidad de proyectar es una reacción natural del hombre. Poder extrapolar lo que uno sabe o intuye
acerca de sí mismo como igualmente valido para los demás es un testimonio de la reciprocidad humana. De
lo contrario ¿cómo se entendería la gente?
Incluso, no puedo imaginar lo que el otro siente, sino poniéndome, mas o menos en su lugar. La proyección
solo puede ser calificada como patológica si es sistemática. si se vuelve un mecanismo de defensa habitual y
estereotipado, independiente del comportamiento real presente en otros.
3. Retroflexión. Consiste en retomar sobre sí mismo la energía movilizada. El sujeto vuelve sobre si mismo lo
que querría hacerle al otro (ej. Me muerdo los labios o aprieto los dientes para agredir) o también el sujeto
se hace a sí mismo lo que querría que otro le hiciera. El puede ser su propio blanco, su propio Santa Claus, su
propio amor, su propio lo que se le antoje.
La retroflexión pone de relieve la capacidad esencial del hombre de desdoblarse en un observado y un
observado o en uno que hace y otro que es hecho. Esto tiene diversas manifestaciones: el hombre habla
consigo mismo, el acto de pensar, el sentido del humor atestigua la escisión. También el sentido de culpa o
vergüenza supone la perspectiva del que se observa y se juzga a si mismo.
La retroflexión crónica será el origen, principalmente de somatizaciones diversas: tengo dolores de estómago
y una úlcera, a fuerza de dominar mi cólera o mi rencor.
La terapia consistirá en animar cualquier expresión de las emociones, en amplificar a estas últimas, si fuera el
caso, hasta una catarsis liberadora, gracias, eventualmente al recurso de los objetos transicionales simbólicos
que representan al padre o a la pareja, amada u odiada, a quien se podrá así expresar los sentimientos en su
máxima intensidad (ejemplo en los trabajos que se hacen con la silla vacía). El desmonte de la retroflexión
consiste en la búsqueda del otro adecuado.
4 La confluencia: Consiste en la pérdida de límites entre uno mismo y el entorno, fundiéndose con lo de afuera.
El confluente es el que se queda pegado, el que se confunde sin diferenciación con la conducta, el
sentimiento, ideología del otro o de su grupo de referencia. Confunde identidad con unión.
Así corno dos cuerpos no pueden ocupar al mismo tiempo el mismo lugar en el espacio, dos individuos
cualesquiera no pueden tener exactamente la misma mentalidad.
Dos claves de las relaciones confluentes perturbadas son los frecuentes sentimientos de culpa y de
rencor. Si una de las partes advierte que ha violado la confluencia, se siente obligada a disculparse o a pagar
una indemnización por incumplimiento del contrato. La parte contraria, la que se siente víctima, se siente
ofendida y experimenta una virtuosa resignación y amargo resentimiento.
Los antídotos de la confluencia son el contacto, la diferenciación y la enunciación clara. El sujeto debe
empezar a experimentar las elecciones, necesidades y sentimientos que son exclusivamente suyos, y que no
tienen por qué coincidir con los de otras personas. Debe aprender que puede afrontar el terror de separarse de
esas personas y seguir vivo. Trabajar sobre las fronteras del si mismo, sobre el territorio de cada uno, sobre su
especificidad.
5 La deflexión o desviación (Polster). Es una maniobra tendiente a soslayar el contacto directo con otra
persona, un medio de enfriar el contacto real. Se quita el calor al dialogo mediante el circunloquio y la
verborrea, tornando a risa lo que se dice; evitando mirar al interlocutor; hablando abstractamente en vez de
especificar, yéndose por las ramas, saliendo con ejemplos que no vienen al caso o prescindiendo de
ejemplos, prefiriendo la cortesía a la franqueza, los lugares comunes a la expresión original, las emociones
débiles a las intensas, hablando de las cosas pasadas cuando el presente es más importante, hablando sobre
alguien en vez de hablar a alguien, restando importancia a lo que uno acaba de decir. Todas estas deflexiones
destiñen la vida, no dan en el blanco.
A veces puede resultar útil deflexionar. Hay situaciones demasiado candentes para manejarlas y de las
que conviene apartarse. El conflicto empieza cuando el sujeto se habitúa a la deflexión o la usa con escaso
discernimiento. Si se puede conseguir que la energía reflexionada dé de nuevo en el blanco, el sentido de
contacto aumenta considerablemente.