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Matthew Green 24159204
El discurso imperialista y el intento de eliminarlo a través de las crónicas del viaje por José María Albiñana Sanz y Maruja Torres
José María Albiñana Sanz con su libro Bajo el cielo mejicano y Maruja Torres y su obra Amor América
presentan puntos de vistas muy diferentes en que abordan, en maneras diferentes, el viaje desde
España hacia las Américas. Según Paul Smethurst, la obra de Albiñana forma parte del discurso
imperialista mientras la obra de Torres es un texto que intenta eliminar “the ‘taint’ of imperalism,”
(Smethurst 1-2). En orden de estas ideas, los dos textos contienen aspectos de perspectivos
opuestos entre el “civilised/savage, scientific/superstitious,” y “observer/observed,” (Smethurst 1-2).
El camino que toma Albiñana se puede evaluar en las palabras de José Martí: de “pensar a
Hispanoamérica en términos de lucha entre civilización y barbarie es una estrategia legitimadora del
discurso de colonización,” (citado por Alzate, 18). Él no gasta ningunas palabras en articular su amor
por y la glorificación de “nuestra España querida,” (231) a pesar del hecho de que el libro está
preocupado con las circunstancias de su vivencia en México. Una prueba de esta continuación de la
dominación imperialista europea es cuando él compra una siembra de plátano (9), y se convierte ser
un dueño de tierra mexicana. Esto sigue la historia imperialista de la posesión de México por España
en los siglos antecedentes. Otra prueba explicita de este sentimiento es cuando dice que él “mucho
quier[e] a Méjico, pero am[a] más a España,” (8). Después esto, dice que el nacionalismo mexicano
(que es “morboso,” 8 y “grotesco,” 194-195) no va a “menoscabar la gloria,” (8) de España. A pesar
de los adjetivos mal intencionados del nacionalismo mexicano, al final, el foco no es la nación
mexicana pero el impacto a España y el orgullo español. Mientras él conoce que los indígenas
forman la mayoría de la población, Albiñana está resistente al nacionalismo mexicano en lugar de
estar en favor de que los valores europeos, que incluyen los valores españoles, persistieran en los
sistemas políticos de la nación. (Lo fue estas críticas del nacionalismo mexicano que, en el fin, resultó
en la expulsión de Albiñana de México en 1927 por las autoridades mexicanas). Porque de eso, uno
diría que para Albiñana “staying at home would have been the better option,” (Metz 254) que indica
que sufre de la condición de “travel scepticism,” como él “infuse[s his] work…with cynicism, [and]
shrewdness,” como Metz dice (254). Metz continúa decir que “the aim of these travels consists in
confirming their own political system [en su patria],” (258) que es consistente en la obra de Albiñana
en la depreciación de la revolución mexicana en contraste con la luz que brilla en lo que ha hecho la
colonización del país por España. Se queja que México, y especialmente la gente indígena, “malogró
la generosa obra de España,” (196) en la misión de la colonización de la nación por incitar y apoyar la
Revolución mexicana. Esta oración glorifica la colonización de México por España, y lamenta la
pérdida del imperio español. En todo el texto de Albiñana pinta una pintura muy negativa de los
mexicanos, sus procesos políticos y de sus raíces indígenas desde el punto de vista imperialista. Sus
crónicas del viaje a México reflejan ellas de los “grandes exploradores… [que sirvieron] reforzar la
imagen imperialista que estaba en el fondo del periodismo occidental,” (Smith citado por Nieto,
155).
Smethurst destaca la manera en la que los escritores del viaje construir este discurso imperialista es
a través los contrastes entre el autor como “civilised…scientific… [y como el] observer,” y la gente
nativa como “savage…superstitious… [y] observed,” (1-2). En los dos textos ambos escritores hacen
comentarios científicos y comentarios en las costumbres locales como observadores. Albiñana
considera el viaje como “un estudio,” (231) de las condiciones étnicas del país como observador
científico en lugar de intentando asimilar a la vida mexicana y vivir como viven los mexicanos. Él
parece tener un conocimiento estadístico de los indígenas, incluyendo el número de las varias
lenguas que estuvieron hablados por las varias tribus en todo de México al tiempo (234). De igual
modo, Torres escribe de las niveles del empleo informal en Bolivia y cuanto porcentaje de la
población es indígena (104). Albiñana, también, continúa la línea de los viajadores antiguos que
describieron las características físicas de la gente indígena en países lejanos como una manera de
colocarles dentro de parámetros biológicos. Albiñana describe estas características físicas en un
párrafo en capitulo XII (232) y aunque él dice que estos “caracteres antropométricos,” (232) son
desconocidos en el mundo europeo (y supongo que esto es su intento de documentarles para el bien
de la gente europea) esto parece como una excusa muy débil al lector moderno unos 85 años
después. Este tipo de generalización no está utilizado mucho en los libros modernos porque de la
historia de utilizando esta información como una excusa de dominar y conquistar los pueblos
africanos y más. Sin embargo, Torres no es una excepción a este fenómeno; utiliza este modo de
descripción de los nativos también cuando describe las características de un hombre indígena que
tiene “ojos de almendra y la nariz alta,” (108) y demás. Estos comentarios científicos muestran
momentos en los que los dos escritores son observadores de la cultura y la gente nativa.
En el caso de Albiñana existen en su obra muchos comentarios que muestran las indígenas como
personas salvajes. Se queja que las tribus indígenas son “rebeldes a la civilización,” son primitivas y
que están viviendo fuera del “progreso humano,” (232). Igualmente lamenta que, con respecto a la
religión indígena, que los indígenas “[sustituirá] el culto de los santos católicos por el culto de las
cebollas, de las montañas, de los ríos y hasta de los bichos más asquerosos y repugnantes,” (203). Él
está ridiculizando la religión de los nativos de la tierra, ‘lo otro,’ a Albiñana. Llama la civilización de
los Aztecas “primitiva,” (203), un “culto semisalvaje,” (202), y que sus mitos contienen “el
primitivismo,” (202). Él continúa decir que para la juventud mexicana él no tiene ninguna esperanza
de que sean intelectuales ni haga obras académicas para el bien de la humanidad (195). Dicho de
otro modo, en sus palabras propias, para Albiñana, la gente indígena “no sabe nada,” (196). Aún
personas como Pancho Villa y Emiliano Zapato, quienes son héroes de la Revolución Mexicana, la
que trajo más libertades y derechos a la clase obrera de la nación, no son seguros de los insultos de
Albiñana. Describe como la prensa mundial ha ignorado “algunos horrores,” (12) cometido por los
dos héroes sin menciona por lo que lucharon Villa y Zapato o sus actos valientes en el nombre de la
revolución y la libertad de sus pueblos.
Por el contrario Torres intenta absolver la distinción entre el observador y la gente que observa en
su deseo de entender la vida americana y sus costumbres en una proximidad físicamente y
emocionalmente. Aunque ella intenta tener una mente abierta hacia sus juicios propios hacia los
americanos, a veces está muy honesta en articulando sus primeros pensamientos de cada americano
que le conoce. Estos primeros pensamientos revelan sus prejuicios que había formado en toda la
vida antes que había empezado el viaje. Parece describe los americanos como gente simpática y
generosa pero en el mismo momento les representa como víctimas impotentes que están
destinados de vivir en pobreza. Por ejemplo, en un momento ella describe un hombre indígena
como un “monumento a la paciencia,” pero en la misma frase, también, a “la resignación,” (94).
Además en otro momento describe otro hombre indígena que “ve pasar la vida, y, desganadamente,
hace hijos sin futuro,” (109) a pesar, o quizás por causa, del hecho de que es indígena. Más aún, en
su prólogo, “Para Empezar,” dice de “hijos del agobio,” (13) que había visto, una referencia a la vida
difícil que ella percibe que viven todos los ‘pobres americanos.’ Una observación más explícita de la
referencia a la vida difícil, es cuando ella describe la vida en América como una que está llena de
“conflictos y…ilusiones, dolores y esperanzas,” (336). Estas observaciones dan un tipo de humanidad
a la gente hispanoamericana (algo que falta en el libro de Albiñana) pero también le retrata como
una gente con destino desesperado. Aunque a veces, Torres impone una distancia entre la gente
indígena y ella misma cuando hace comentarios del sentido que la gente indígena no es civilizada. En
una descripción de un hombre indígena, Torres dice que él “habla quechua y conoce los secretos de
los pájaros,” (109) y demás. Esta descripción no coloca el hombre indígena (la esencia de ‘lo otro’ en
este párrafo) en un puesto de no ser exactamente salvaje pero al mismo momento no es civilizado.
Pero en todo Torres intenta colocar América y el pueblo americano como el protagonista del libro
suyo mientras Albiñana, para utilizar las palabras de uno de los críticos suyos, es “el primer
protagonista,” (10) en su obra propia.
El intento de Torres para absolver la distinción entre el observador y la gente que observa tiene el
impacto de eliminar la mancha del imperialismo español en las Américas. Reconozca el pasado
colonialista impuesto por España mientras intenta forzar vínculos transnacionales entre España y sus
colonias antiguas a través de las relaciones personales. Mejor dicho, Torres, en su obra Amor
América relega a lugar secundario “su visión del gobierno [de los países hispanoamericanos] y la vida
política, la economía o la actividad intelectual,” en lugar “de sus comentarios acerca de las
costumbres, la sociabilidad y la existencia cotidiana,” (Peruga 257). Este cambio en la manera de
mostrar, principalmente, la gente y las costumbres extranjeras, en lugar de describir lo que pasa en
la escena política, fue un cambio positivo en la opinión de mucha gente en años recientes,
incluyendo Nieto (155, 156). Para Torres, los países hispanoamericanos representaban “una frontera
cultural…que ocupaba en el imaginario de la ilustración el espacio de una transición cultural entre el
mundo europeo,” (o más específica el mundo español) y el mundo indígena / mezclada de
Latinoamérica (Peruga 263). Nieto ha notado que en la obra de Torres, lo es el acto de documentar
el viaje sobre las condiciones “sociales y no políticos porque en [este tipo de crónica] interesa más la
vida cotidiana que las instituciones políticas, el régimen, o la forma de estado (Rivas citado por
Nieto, 155) que es importante en un libro del viaje.
En Amor América existen ejemplos de este intento de Torres para eliminar la mancha del
imperialismo. Interactúa con los nativos sin actuar superior, por ejemplo coquea las hojas de coca
con una mujer indígena (99) y habla con un conductor de tren sobre quien conoce su nombre, edad
y otros detalles de su vida (102). El rito de coquear la hoja de coca es una parte integral de la cultura
de la gente de la cordillera de los Andes y un aspecto de la cultura en el que Torres participa e
intenta tomar parte en la cultura local. El viaje de Torres fue tratado, como dice sí misma, como un
descubrimiento de la gente y su espíritu; un viaje “a través de las personas,” (Torres 333; Nieto 156)
y un viaje “interior,” (Torres 16). Además, llama la gente que le conoció en las Américas como
amigos mientras intenta recuperar los vínculos entre los dos espacios geográficos, o en sus palabras
propias, el libro trata de “se tejió el puente,” (17) de relaciones mejoradas. Por la otra mano,
Albiñana no parece tener relaciones con la gente mexicana, y en lugar de esto, comunica con otros
extranjeros (“alemanes y yanquis,” 9) que son dueños de tierra mexicana también.
Sin embargo Torres sólo puede interactuar hasta cierto punto, porque nunca podría entender
completamente la gente americana porque ella no pertenece a la sociedad. Está sólo viajando a
través del continente y no está viviendo en varios sitios por mucho tiempo. Así es discutible que es
teoréticamente imposible de conocer íntimamente todo lo que es la esencia y el espíritu
hispanoamericano, especialmente para una extranjera quien sólo visita, brevemente, cada país.
Además muchos de los americanos no tienen trabajo concreto, legal o tiempo completo y deben
soñar de la vida mejorada al otro lado de la frontera entre México y los Estados Unidos, pero Torres
tiene el tiempo y el dinero de viajar en estos países mientras alguien en España le está pagando para
reproducir sus recuerdos y pensamientos del viaje. Es más que Torres está auto consciente de este
hecho cuando articula “la frustración de [una] visita incompleta [le] acompañaba,” (330) por causa
de la falta de entender todo del continente y su gente. En este aspecto Albiñana Sanz tiene el
beneficio de haber vivido en Veracruz, México por mucho tiempo pero rechaza, por la parte
mayoría, la oportunidad de conocer y comprender la gente local en una nivel más alta que la
sociopolítica. Al cabo, Torres elimina, hasta cierto punto, “the ‘taint’ of imperialism,” a través sus
maneras de cambiar la relación entre el autor y la gente indígena.
El problema con la literatura de viaje como un perspectivo de un país es que los pensamientos del
autor siempre van a reflejar la cultura desde que viene el autor. Muchas de las obras de los viajes no
están escritas para el país que visita el autor pero para el país maternal del autor y eso es verdad en
los casos de las obras de Torres y Albiñana. Un académico, Murphey ha articulado como las crónicas
del viaje de los viajadores ingleses hacia España en los siglos XVII y XVIII proveen un punto de vista
de la mente colectiva de los ingleses, y no de los españoles – el foco de sus crónicas (Murphey 292).
Las obras de Torres y Albiñana realizan el mismo fenómeno. Por ejemplo Albiñana, en el prólogo de
Bajo el cielo mejicano, refiere el rechazo del lector español de lo que pasa en sus obras anteriores de
su tiempo en México (10-11). El foco aquí no es el lector mexicano pero el lector español. Otra
académica, Peruga, en la misma oración hace dos observaciones de las crónicas del viaje, una que
aplica a la crónica de Torres y la otra que aplica a Albiñana. Peruga dice que la imagen de un país de
un autor que es del extranjero puede ser que el país es “arcaico y poco civilizado… [pero] por ello
mismo, de cierta aura romántica,” (291). De verdad, la imagen de Albiñana de México es una de una
sociedad arcaica y poca civilizada (especialmente con respecto a la cultura indígena), y Torres, con
sus pasajes literarios de la belleza de la naturaleza y la amabilidad de la gente, la imagen de los
países hispanoamericanos está absorta en un aura romántica. Un aspecto más considerar es la
relación entre España y los países que Albiñana y Torres visitaron al tiempo que visitaron. Una idea
predominante en la literatura del siglo XIX y los principios del siglo XX es que para España, las
colonias antiguas eran “hijos,” (Rojas 17) de España, en el contexto que estuvieron colonizadas por
España. Esta mentalidad persistió bajo del deseo de los países para reconectar y desarrollar sus
identidades propias después las varias emancipaciones de cada país. Para muchos escritores
hispanohablantes (Alzate nota el autor José María Samper en su artículo) las Américas siempre
sienten un “acercamiento a Europa, espacial y conceptualmente,” (Alzate 15-16) por causa de una
historia entrelazada. Estas relaciones entre naciones influyeron los prejuicios de los escritores
españoles que tenían una mentalidad de los colonizadores. Pero cada escritor tenía una mentalidad
poca diferente. Albiñana vi sí mismo como es de una raza superior que los mexicanos, o por lo
menos de una cultura más definida, unida y antigua que la cultura de México. Para Torres, había un
sentido de culpa (“yo nací en el país que colonizó América,” 16) de que es la culpa de que los
colonizadores españoles habían destruido la manera indígena de la vida americana y esto es
lamentable. Para ella, “no era fácil creer… que la irrupción del europeo les [la gente americana]
había ayudado gran cosa a mejorar,” (98). Además las condiciones actuales de los países
hispanoamericanos y en particular México (el foco de la obra de Albiñana y una parte significa del
texto de Torres) habían cambiado desde el viaje de Albiñana y el viaje de Torres. En la época del
viaje de Albiñana, las Américas estaban lleno de países relativamente nuevos y con una escena
política muy animada (eso es no decir que cuando Torres estaba en México la escena política era
estática pero no existieron las emociones que la Revolución Mexicana provocó). Durante el viaje de
Torres, los países hispanoamericanos no estuvieron en un puesto alto de seguridad económico
relativa al resto del mundo (y especialmente relativa al tiempo del viaje de Albiñana) así que es un
mundo diferente que Torres descubrió en comparación al mundo que Albiñana vi. Como Murphey
dice, las condiciones políticas del país maternal del escritor deben examinado así que uno pueda
“recapture the “moral geography” of his or her country of origin,” (292) al tiempo de escribir. Este
“moral geography,” (292) influye como los dos escritores percibieron la gente nativa y sus
experiencias en los países hispanoamericanos.
Torres y Albiñana tienen formaciones muy diferentes y esto es algo para considerar cuando
examinando los textos. Para empezar, Torres fue periodista mientras Albiñana tuvo experiencia
médica. Torres había viajado mucho más, como periodista, antes del viaje de Amor América (Torres
17) que había hecho Albiñana antes de su viaje a México. Un aspecto fascinante de la diferencia
entre los dos textos para explorar es si exista alguna diferencia por causa de la brecha generacional
entre los dos escritores en las maneras en las que ambos tratan de ‘lo otro.’ Albiñana crió en una
España que estaba perdiendo su poder e influencia mundial y, cuando Albiñana tenía 15 años,
perdió las últimas colonias de las Américas que señaló el fin de España imperialista. Albiñana escribió
Bajo el cielo mejicano en una época tumultuosa para no sólo España pero para todo el mundo, entre
las guerras mundiales y poco antes de la guerra civil de España. También la xenofobia estaba más
aceptada durante esta época. Torres fue nacido en España Francoista pero escribió Amor América en
un mundo más globalizado que el mundo de Albiñana. Durante el tiempo que Torres escribió Amor
América, existía un verdadero sentido de la xenofobia en España, pero es posible que sus tareas
extranjeras como periodista hubieran abierto su mente con respecto a las culturas diferentes.
Además Las creencias y las actitudes prevalentes del tiempo en el que cada escritor crió hubieran
influidos la socialización de cada escritor y su formación de las ideas preconcebidas. Sin embargo la
socialización y las actitudes de la sociedad en la que uno cría no pueden ser culpable para todas las
opiniones que tiene una persona.
El texto de Albiñana es un ejemplo de los textos que continuaron el discurso imperialista y
contribuyeron a la “formation of [the Spanish] empire,” (Smethurst 1-2). Su puesto propio como
“civilised…scientific… [y] observer,” está en contraste a la gente que él ve como “savage…
superstitious… [y] observed,” (Smethurst 1-2). Por el contrario, Torres intentaba eliminar este
“‘taint’ of imperialism,” (Smethurst 1-2) a través de la crónica del viaje en crear vínculos más
espirituales entre la gente americana y ella misma, un española. Su intento fue un éxito, hasta cierto
punto, con respecto al hecho que es un texto desviado a los textos del pasado que contribuyeron al
discurso imperialista, y que trata de la gente indígena con un sentido de humanidad.
Obras Citadas:
Albiñana Sanz, José María. Bajo el Cielo Mejicano (Sensaciones y Comentos). Madrid: Compañía Ibero-America de Publicaciones, 1930.
Alzate, Carolina. “¿Comunidad de Fieles o comunidad de ciudadanos? Dos relatos de viaje del siglo XIX colombiano.” Revista Chilena de Literatura 72 (2010): 5-27
Bolufer Peruga, Mónica. “Civilización, Costumbres y Política en la literatura de Viaje a España en el Siglo XVIII.” Estudis 29 (2003): 255-300.
Metz, Bernhard. “Travel Scepticism: On a Certain Critical Tone in Travel Literature.” Arcadia 46.2 (2012): 253-271.
Murphy, Rhoads. “Bigots or Informed Observers? A Periodization of pre-colonial English and European Writing on the Middle East.” Journal of the American Oriental Society 110.2 (1990): 291-303.
Rivas Nieto, Pedro. “Miseria, explotación y barbarie en Iberoamérica al finales del siglo XX.” Comunicación y Pluralismo 1 (2006): 153-170.
Rojas, Ricardo. Retablo Español. Buenos Aires: Editorial Losada SA, 1948.
Smethurst, Paul. “Introduction.” Travel Writing, Form, and Empire: The Poetics and Politics of Mobility. Ed. Julia Kuehn and Paul Smethurst. New York: Routledge, 2009: 1-18
Torres, Maruja. Amor América: Un viaje sentimental por América Latina. España: Punto de Lectura, 1993.