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1 LITURGIA La palabra liturgia es de uso reciente en la Iglesia. Antiguamente se hablaba sólo de culto divino, sacramentos o misterios. Liturgia proviene de dos palabras griegas, que significan “público” y “trabajo”, o sea, trabajo público. Se realiza no en forma personal ni para beneficio propio, sino en bien de la comunidad. Como toda realidad viva es casi indefinible, pero trataremos de darle alguna explicación. Liturgia es el conjunto de signos y símbolos con los que la Iglesia rinde culto a Dios y se santifica. La Liturgia es el culto santificante de la Iglesia. ESPIRITUALIDAD LITÚRGICA La espiritualidad puede entenderse de dos maneras: como ciencia y como vida. Como Ciencia, la espiritualidad es la parte de la Teología que estudia en qué consiste la unión del hombre con Dios y los medios para lograrla mejor. Como vida, es la actitud de la persona que busca progresar lo más posible en la unión con Dios. Así llegamos a la conclusión que, a nivel teórico, la espiritualidad es el estudio de cómo progresar en el amor a Dios y al prójimo y, a nivel práctico, es la vivencia del amor que busca siempre crecer. La unión con Dios, el amor, la perfección o la santidad no son conquista nuestra, sino obra de Dios en nosotros. Claro que se necesita de nuestra colaboración, porque Dios nos transforma si nosotros nos dejamos transformar, si nos abrimos a Él. Nuestra acción debe disponernos, abrirnos a la acción de Dios en nosotros, que somos seres libres a quienes Dios no fuerza. Existen varias espiritualidades, pero todas persiguen el mismo fin: estudiar y realizar la unión del hombre con Dios, por ejemplo: monacal, laical, franciscana, misionera, etc. Si la finalidad es la misma lo único que varía son los medios para lograrla. ¿Qué caracteriza a la espiritualidad litúrgica? La espiritualidad Litúrgica es la espiritualidad de la Iglesia. Cada una de las otras espiritualidades centra su atención en un aspecto particular del Misterio de Cristo. La espiritualidad litúrgica abarca la totalidad del misterio cristiano. La Iglesia expresa y vive su espiritualidad en la Liturgia. La espiritualidad litúrgica se caracteriza por estar plenamente centrada en la oración y celebración de la Iglesia y, además, porque la mentalidad litúrgica impregna y regula los demás medios empleados para llegar a Dios. Características de la espiritualidad litúrgica Una espiritualidad no puede limitarse a algunos momentos, como serían los actos litúrgicos, sino que es un modo de vivir, el modo de concebir a Dios y caminar hacia Él. Por tanto, las características que vamos a señalar se aprenden en la Liturgia y se transforman en un modo de ser y de actuar. 1. La espiritualidad litúrgica es eclesial o comunitaria. Eclesial o comunitaria significa que valora y vive el espíritu de caridad; que la persona se interesa por los demás; que se siente a sí misma y siente a los otros como parte del mismo cuerpo que es la Iglesia. 2. Teocéntrica y cristocéntrica. La oración de la Iglesia está impregnada del sentido de Dios y de la mediación de Cristo. Todo en la Liturgia va al Padre por Cristo en el

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LITURGIA La palabra liturgia es de uso reciente en la Iglesia. Antiguamente se hablaba sólo de culto divino, sacramentos o misterios. Liturgia proviene de dos palabras griegas, que significan “público” y “trabajo”, o sea, trabajo público. Se realiza no en forma personal ni para beneficio propio, sino en bien de la comunidad. Como toda realidad viva es casi indefinible, pero trataremos de darle alguna explicación.

• Liturgia es el conjunto de signos y símbolos con los que la Iglesia rinde culto a Dios y se santifica.

• La Liturgia es el culto santificante de la Iglesia. ESPIRITUALIDAD LITÚRGICA La espiritualidad puede entenderse de dos maneras: como ciencia y como vida. Como Ciencia, la espiritualidad es la parte de la Teología que estudia en qué consiste la unión del hombre con Dios y los medios para lograrla mejor. Como vida, es la actitud de la persona que busca progresar lo más posible en la unión con Dios.

Así llegamos a la conclusión que, a nivel teórico, la espiritualidad es el estudio de cómo progresar en el amor a Dios y al prójimo y, a nivel práctico, es la vivencia del amor que busca siempre crecer.

La unión con Dios, el amor, la perfección o la santidad no son conquista nuestra, sino obra de Dios en nosotros. Claro que se necesita de nuestra colaboración, porque Dios nos transforma si nosotros nos dejamos transformar, si nos abrimos a Él. Nuestra acción debe disponernos, abrirnos a la acción de Dios en nosotros, que somos seres libres a quienes Dios no fuerza.

Existen varias espiritualidades, pero todas persiguen el mismo fin: estudiar y realizar la unión del hombre con Dios, por ejemplo: monacal, laical, franciscana, misionera, etc. Si la finalidad es la misma lo único que varía son los medios para lograrla.

¿Qué caracteriza a la espiritualidad litúrgica?

La espiritualidad Litúrgica es la espiritualidad de la Iglesia. Cada una de las otras

espiritualidades centra su atención en un aspecto particular del Misterio de Cristo. La espiritualidad litúrgica abarca la totalidad del misterio cristiano. La Iglesia expresa y vive su espiritualidad en la Liturgia. La espiritualidad litúrgica se caracteriza por estar plenamente centrada en la oración y celebración de la Iglesia y, además, porque la mentalidad litúrgica impregna y regula los demás medios empleados para llegar a Dios. Características de la espiritualidad litúrgica

Una espiritualidad no puede limitarse a algunos momentos, como serían los actos litúrgicos, sino que es un modo de vivir, el modo de concebir a Dios y caminar hacia Él. Por tanto, las características que vamos a señalar se aprenden en la Liturgia y se transforman en un modo de ser y de actuar.

1. La espiritualidad litúrgica es eclesial o comunitaria. Eclesial o comunitaria

significa que valora y vive el espíritu de caridad; que la persona se interesa por los demás; que se siente a sí misma y siente a los otros como parte del mismo cuerpo que es la Iglesia.

2. Teocéntrica y cristocéntrica. La oración de la Iglesia está impregnada del

sentido de Dios y de la mediación de Cristo. Todo en la Liturgia va al Padre por Cristo en el

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Espíritu Santo. La gran mayoría de las oraciones van dirigidas a Dios Padre, siguiendo el axioma litúrgico: que la oración se dirija siempre al Padre.

3. Bíblica. La Liturgia, no sólo emplea abundantemente las Sagradas Escrituras, sino que incluso los textos no bíblicos encierran una mentalidad bíblica. Lectura, cantos, etc. todo se sumerge en la Palabra de Dios.

Lo que da valor a esta espiritualidad es poder obrar la caridad en la verdad. La Iglesia en su oración es la mejor guía para vivir la verdad, y la celebración de la Iglesia está impregnada de caridad, de modo que quien vive en su verdadero espíritu, crece en La caridad. La espiritualidad litúrgica para ser verdaderamente buena debe pasar de la teoría a la práctica, es decir: debe vivirse.

Vive la Liturgia quien está impregnado de profundo sentido de comunión eclesial; quien participa de ella con sentido comunitario, no quien simplemente reza bien los ritos. La vive quien, al escuchar la Palabra de Dios proclamada y hacer suyas las oraciones compuestas por la Iglesia, se deja embeber profundamente del sentido de Dios. La vive quien, dentro y fuera de las celebraciones, se esfuerza por tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús. Viviendo así, experimentamos la riqueza de ser miembros de la Iglesia y entramos de lleno y con seguridad en lo que Dios espera de nosotros: que seamos hijos en el Hijo. SIGNOS Y SÍMBOLOS

Los humanos somos seres compuestos por cuerpo y espíritu, de elementos externos y elementos internos. Por consiguiente nuestra actividad litúrgica también ha de ser externa e interna. Empleamos signos, palabras, gestos y diversas acciones como expresión de actitudes interiores. La concurrencia entre lo externo con lo espiritual ayuda a captar mejor la realidad y a enriquecer la vivencia. Un mismo gesto o una misma palabra pueden significar realidades y sentidos distintos. Signo y símbolo son dos realidades distintas. Hay signos naturales y signos convencionales.

1. Los signos naturales: llevan su significado en lo que son. Por ejemplo: el humo que indica fuego, la sonrisa que expresa alegría.

2. Los signos convencionales: significan lo que las personas hemos convenido que signifiquen. Ejemplo: las señales de auxilio, las palabras tanto orales como escritas, también son signos convencionales.

El motivo por el cual la realidad simbolizada no es percibida con precisión por la razón, es que esa realidad afecta a lo más profundo y significativo de nuestra persona o a algo trascendente; y

SIGNO: El signo es una señal sensible que nos trae a la mente otra definida, clara y comprensible, tal como ocurre con las señales de tránsito.

SÍMBOLO: El símbolo es un elemento sensible que hace presente una realidad de otro orden, más allá de lo que la razón alcanza a dominar. Están compuestos por elementos como el agua, la luz, el fuego, la ceniza, el ramo, la sal y el incienso y por gestos como imposición de manos, unciones y procesiones.

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lo más significativo, profundo y/o trascendente escapa a nuestro raciocinio. Esas realidades son sentidas, experimentadas, vividas, pero no razonadas.

Al no estar situado en el plano ordinario de la razón, el símbolo no emplea el lenguaje corriente, sino un lenguaje figurado: el lenguaje simbólico.

Signo y símbolo se complementan, uniendo el mundo de la razón con el de los sentimientos.

Riqueza del símbolo

El símbolo nos hace presentes realidades que no alcanzamos a razonar, pero que intuimos o expresamos. El mundo del misterio es mucho más amplio de lo que podemos dominar con la razón. Quien no emplea símbolos se ve empobrecido en su capacidad de comunicación.

En el campo de la fe y de la religión, su importancia es trascendental, ya que limitarse a lo racional es desconocer lo sobrenatural. Alguien escribió una vez: "la belleza del mundo es casi la única vía para el hombre actual de llegar a una creencia en Dios".

Los símbolos son un lenguaje. La finalidad del lenguaje es comunicarse. Todo el lenguaje es comunitario: no existe para uno solo, sino para las relaciones entre muchos. Los símbolos responden a algo que siente una comunidad. Los símbolos se heredan. Nacen espontáneamente en una comunidad y la gente se acostumbra a ellos, las personas nuevas que se integran en esa comunidad sintonizan ese lenguaje gestual y lo utilizan. La gente usa lo símbolos sin pensar siquiera que lo está haciendo, simplemente los vive. Es un lenguaje más intuitivo y más afectivo, más poético. Nos introducen en el Misterio, nos hacen experimentarlo.

Todos los pueblos poseen símbolos relacionados con lo más significativo de la vida: nacimiento, matrimonio, muerte, etc.

Todos los símbolos tiene su historia: nacen, viven, se modifican, mueren, son reemplazados por otros. No es fácil crear símbolos nuevos. Signos, sí, porque no dificulta ponerse de acuerdo en el significado de algo, como una señal de tránsito. Pero con los símbolos no sucede lo mismo, pues ellos expresan el sentir profundo del pueblo.

Símbolos en la Liturgia

Puesto que el símbolo es el lenguaje propio de las experiencias profundas y de lo trascendente, la Liturgia necesita de los símbolos. Sin ellos no se podría experimentar ni vivir los más profundo, la vivencia quedaría en lo superficial.

Cuando en la Liturgia se quiere explicar o razonar todo, se pierde la mayor riqueza: la profundidad, la celebración se queda en lo superficial. Hay que permitir que el símbolo se exprese por sí mismo. Si se explica se perjudica la vivencia litúrgica.

Por eso si bien es necesario entender la Liturgia no se debe pretender racionalizarla o dominarla intelectualmente, puesto que su fondo es sobrenatural. Se explican ciertos elementos, ciertos significados naturales, el modo como se ha estructurado, su historia, etc.; y se señala su ámbito propio, el ámbito del misterio, así como las disposiciones adecuadas para sintetizar con él. Nunca se podrá explicar racionalmente la presencia de Dios en la comunidad que celebra, ni el modo cómo el Misterio se hace presente.

Las explicaciones en Liturgia buscan iniciar en el Misterio más que instruir. Estas explicaciones deben hacerse antes o después de la Celebración, pero jamás durante la Celebración. Durante la misma caben algunas explicaciones muy breves y discretas para hacer vivir a toda la

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asamblea al unísono (comunitariamente) lo que se está realizando, hacer vivir la celebración con toda el alma.

Elementos naturales empleados en la Liturgia

Todo lo creado es Epifanía o manifestación del Señor de alguna manera. La Iglesia en su Liturgia muestra el sentido de misterio que envuelve a toda la creación; en los elementos naturales ve el reflejo de Dios y a través de los mismos expresa su actitud ante las tres Personas de la Santísima Trinidad.

Luz: La luz es uno de los elementos simbólicos más importantes en el ámbito religioso. Expresa la realidad de las cosas, que son como recreadas al pasar de la oscuridad a la luz. Simboliza al mismo Cristo y a la luz. La Liturgia emplea constantemente la luz: Cirio Pascual, las velas, otras lámparas como la del Sagrario, etc.

Fuego: El fuego habla de lo que consume (sacrificio), del calor que saca la pesadez (acción del Espíritu Santo) y se relaciona con la luz.

Agua: Simboliza ante todo la fecundidad y la limpieza. La Liturgia la emplea en el Bautismo, en la Eucaristía, en el oficio de los difuntos, en bendiciones y en aspersiones.

Incienso: Es una resina que al caer sobre el fuego (ascuas) despide olor agradable y humo. Se emplea en Misas solemnes incensando el Altar, las ofrendas, el Santísimo, a los ministros, a la asamblea, a algunas imágenes religiosas, el Cirio Pascual, los cuerpos de los difuntos, la cruz. Es signo de honor y de oración que se eleva a Dios. Significa la adoración debida a Dios, la oración que se eleva y la Gracia que Dios da al alma, cuyo símbolo es el olor agradable que invade el Templo.

Ceniza: Es signo de la caducidad de las cosas y por lo mismo, invitación a la penitencia. Recuerda lo que queda de la quema. Se usa el Miércoles de ceniza al principio de la Cuaresma. Se hace quemando las ramas de olivo bendecidas el año anterior.

Ramos: Expresan alegría y triunfo, vida y resurrección Se bendicen el domingo de Ramos.

Sal: Sazona los alimentos y los conserva. De ahí que se la considere expresión de hospitalidad y recibimiento y sobre todo de fidelidad. Por eso se emplea al pactar las alianzas.

CULTO SANTIFICANTE DE LA IGLESIA

Esta es la otra manera de definir a la Liturgia. La Liturgia es el culto santificante de la Iglesia (nos referimos al culto auténtico, al bien practicado).

El culto

Culto es la actitud de respeto y veneración hacia una persona. La actitud de admiración hacia

una persona es un culto natural. A esa persona la sentimos superior, en el aspecto que sea, y eso que sentimos lo expresamos con palabras, con gestos, con actitudes. La actitud interna se expresa corporalmente. Generalmente a esta actitud no se la llama culto pero nos sirve para aclarar su significado.

Culto: es el reconocimiento y la manifestación de aprecio y respeto ante un ser superior.

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Si el motivo de tal veneración es religioso, tenemos el culto religioso. Ese culto si se dirige al Ser Supremo (Dios), se llama culto de adoración (latría). Si lo dirigimos a los santos se llama culto de veneración (dulía). Si lo dirigimos a la Virgen María, por ser la más santa entre los santos se le debe un culto de veneración especial llamado hiperdulía y a San José, en cuanto padre adoptivo de Dios se le debe el culto de protodulía. A Dios lo adoramos. A la Virgen y a los santos los veneramos.

Cuando el culto de latría o dulía lo manifestamos no a Dios o los santos o a la Virgen sino a

algo relacionado con ellos (como imágenes, la cruz, estatuas de santos), el culto no es absoluto, sino relativo, pues no se dirige a los objetos sino a las personas que esos objetos nos recuerdan (como darle un beso a una foto de un ser querido).

Santificante El culto auténtico, que es expresión de amor, me identifica con Dios, me hace similar a Él (uno se identifica con la persona a quien ama), es decir me Santifica, me hace santo por el parecido con Dios: el culto es santificante. Al ser Dios el Sumo Bien nos produce alegría estar en su Presencia. Si, por el contrario nos produce temor es porque nuestra conciencia nos acusa o porque tenemos una idea deformada de Él. A sí mismo, cumplir con un deber religioso por temor o por otro motivo ajeno, que no sea el mismo Dios (como ir a Misa para ver a alguien), no es culto auténtico. Es pura exterioridad. “Para los que creen en el Dios que se revela en Jesucristo, el culto no es un problema, sino un privilegio, ya que permite al hombre participar en el gozo, la paz y en el amor de Dios. Es el mismo Dios quien reúne a su pueblo en la adoración, es Él quien inspira su respuesta.” De la Iglesia Existen dos formas de practicar el culto o la oración (que es la expresión del culto): la privada y la litúrgica. La oración es privada cuando la persona ora por su cuenta, no en la forma establecida por la Iglesia, es decir, con sus palabras o con fórmulas; ya lo haga sola o con un grupo. Si está bien hecha es buena. “La oración es trato de amistad con Dios, estando a menudo a solas con quien sabemos que nos ama.” (Santa Teresa). Hay un modo de orar o de rendir culto a Dios establecido por la Iglesia: el culto litúrgico o la oración litúrgica. Si la oración privada es buena, la litúrgica es, de por sí, mejor. La litúrgica es correcta porque ofrece mayor seguridad de expresar lo correcto y de llevar en sí el espíritu eclesial. Si es de la Iglesia, el culto es eclesial. La Liturgia es culto eclesial en dos sentidos:

1. Es establecido y regulado por la Iglesia: Al ser establecido por la Iglesia, tenemos la garantía de que es doctrinalmente seguro. La oración de la Iglesia reproduce lo que la Iglesia conoce de Dios.

2. Se caracteriza por el espíritu comunitario o eclesial: Eclesial significa con espíritu de Iglesia, espíritu de comunidad. Esto es fundamental porque espíritu de comunidad es espíritu de caridad.

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LITURGIA COMO CUMBRE Y FUENTE Según el Concilio Vaticano II, en la Constitución Sacrosanctum Concilium, no existe nada más valioso que la Liturgia para que asimilemos y vivamos el misterio de Cristo y lo que es la Iglesia. Es decir, que nada nos ayuda tanto como la Liturgia a progresar en hacernos semejantes a Cristo. (SC 2) La Liturgia celebra la perfecta glorificación del Padre que Cristo realizó con su Misterio Pascual. (SC 6). Cristo está de un modo particular e intenso en la Liturgia (SC 7) para la glorificación de Dios y santificación de los hombres. De modo que la Liturgia no es fundamentalmente obra de la Iglesia sino del mismo Cristo, y junto con Él está la Iglesia. Por eso la Liturgia es tan excelente. La Iglesia no sólo se dedica a la Liturgia, también están el apostolado, la conversión, la predicación del Evangelio, las obras de caridad, etc. Sin embargo la Liturgia nos fortalece para hacer todo esto y nos impulsa a hacerlo. “La Liturgia es la cumbre a la cual tiende toda la actividad de la Iglesia y al mismo tiempo la fuente de donde emana su fuerza”. SC 10. La liturgia es cumbre, es decir lo más elevado, porque en ella se vive con mayor intensidad el amor a Dios y al prójimo, o sea la caridad. La Liturgia está llena de alabanza a Dios y la alabanza sincera y gozosa es amor. Cuando toda la comunidad se une en alabanza, ésta se incrementa. La auténtica celebración litúrgica es también ejercicio de caridad fraterna. VALIDEZ DE LOS EJERCICOS DE PIEDAD La Liturgia es la cumbre, pero los demás ejercicios de piedad (meditación, rezo del rosario, mes de María, devoción de los santos, Ángelus, etc.), los no litúrgicos, son muy buenos, sobre todos aquellos que han recomendado la Santa Sede y los Obispos. (SC 13). El concilio no dice que todos los ejercicios deben ser litúrgicos, pero afirma que todos deben ir en armonía con la Liturgia. (SC 13). Para ello hay que ir viviendo los tiempos litúrgicos y las demás celebraciones, así nos vamos empapando del espíritu eclesial. La Liturgia nos proporciona una espiritualidad sólida. Si en los ejercicios no litúrgicos existe la verdad o corrección doctrinal respecto de Dios y de nosotros mismos, y si se hacen con espíritu eclesial o de caridad, esos ejercicios tiene valor semejante al de la Liturgia. La Liturgia es una espiritualidad en acto, es una acción, es el modo como la Iglesia nos introduce en la unión con Dios y entre nosotros mismos. CELEBRACIÓN COMO FIESTA La fiesta es una celebración. Celebrar es destacar. La fiesta no es individual ni interior sino que es comunitaria y necesita de manifestaciones externas. Es celebración alegre, porque está en relación con la vida, con algo bueno. La fiesta habla de alegría de mucha gente, no es un simple gozo interior. Es celebración ritualizada, es decir, en la fiesta hay ritos, hay símbolos, hay elementos que están más allá de la razón. Esos ritos perpetúan la tradición, hacen que todos sientan lo que se hace como algo familiar.

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La fiesta es exuberante. En la fiesta se utiliza lo mejor en vestimenta, en comida, en adornos, en música, esa exuberancia, es expresión de generosidad porque el hombre alegre es generoso, comparte su alegría y sus bienes. La fiesta es comunitaria. La fiesta no se celebra a solas. Responde a algo que afecta a toda la comunidad, y todos ponen en común su alegría. Por eso en la fiesta se comparte, se disfruta en común. En la fiesta se celebra el sentido positivo de la vida, recibida como don. La persona en fiesta se siente feliz de vivir. De hecho percibimos que ese inmenso don de vivir no nos lo hemos dado nosotros mismos. La vida es un misterio en el que por la fe descubrimos que el origen de la vida está en Dios. Él es el dador de toda vida. Sentimos que vivir es un don, un regalo, y lo celebramos. Celebrar la vida es sentirse agradecido de haberla recibido. El hecho de experimentar sufrimientos, por intensos que sean, no anula la alegría de vivir, sobre todo la alegría del sentido de la vida. El sufrimiento es un paréntesis, pasará, y permanecerá lo positivo, lo bueno. Vemos hoy que las fiestas están en decadencia. El hombre se entretiene con diversiones pero no celebra profundamente los acontecimientos. Esto se debe a que hoy es muy pobre el sentido de trascendencia; son muchos los que carecen de fe o la tiene muy débil. Se da importancia a lo material, al gozar por gozar (hedonismo). Muchos viven sin esperanzas, vacíos de ideales. Hay poco espíritu comunitario, se vive al lado unos de otros sin conocerse, sin compartir. En estas condiciones no es posible celebrar el sentido último de la vida. La fiesta se celebra en la medida en que tenemos fe para percibir el sentido pleno de la vida y en la medida en que tenemos caridad para vivir la verdad en nuestras relaciones con Dios y con el prójimo. Al celebrar en forma comunitaria es nuestro deber ayudar a los otros a celebrar con genuino espíritu festivo. Como cristianos, estar alegres es un deber: es apreciar el don recibido. (Flp. 4, 4-5; 1 Tes. 5, 16). LA PASCUA CORAZÓN DE LA FIESTA En la fiesta celebramos el sentido positivo de la vida. Ese sentido lo descubrimos en la Resurrección de Cristo, que nos muestra hacia donde caminamos. En la Pascua llega a cumplimiento pleno el Misterio de Cristo. Y Él mismo estando ya en estado glorioso, sin limitaciones de tiempo ni espacio, se hace presente en nuestras celebraciones. En la Liturgia siempre celebramos ese misterio de Cristo, aunque le demos otros nombres y lo realicemos de diversas formas, en el fondo, siempre es el Misterio Pascual de Cristo lo que la Iglesia celebra en la Liturgia. Ese Misterio se celebra en la forma más solemne en el Triduo Pascual, desde la tarde del Jueves Santo al Domingo de Resurrección y cada semana en el Domingo, Pascua Dominical. El Domingo es la fiesta semanal del Señor y una fiesta no es comprensible sino en la alegría, en el amor manifestado en el sentido comunitario, en la esperanza de la Pascua eterna. Las demás fiestas son algún aspecto del mismo Misterio Pascual. SACERDOCIO

Sacerdote, es la persona que tiene la capacidad de llegar a Dios para ofrecerle sacrificios y para interceder por sí mismo y por otros.

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Cristo es el único sacerdote por naturaleza. Es sacerdote en cuanto Hombre, no en cuanto Dios. Porque como Hombre es perfecto, no tiene pecados, por eso es plenamente agradable a Dios. Todo otro sacrificio es participación del sacerdocio de Cristo. Cristo comunica su sacerdocio en dos formas, o dicho de otra forma, existen dos clases de sacerdocio cristiano: el sacerdocio común o regio y el sacerdocio ministerial o jerárquico. Sacerdocio común El sacerdocio común es una semejanza con Cristo que hace a la persona capaz de llegar a Dios para ofrecerle sacrificios y para interceder o mediar. Esa semejanza con Cristo se adquiere por la gracia o amistad con Dios, que coincide con la incorporación a la Iglesia en el Bautismo. A este sacerdocio se lo llama también sacerdocio bautismal. Muchas personas no conocen bien a Cristo ni a la Iglesia, sin embargo, son amigos de Dios porque siguen con rectitud lo que les dicta su conciencia. A ellos a veces se los llama cristianos anónimos. Estas personas rectas también poseen la capacidad de llegar a Dios, también son sacerdotes con este sacerdocio común, porque en su infinita Misericordia, Dios salva a toda la humanidad. Sacerdocio ministerial El sacerdocio ministerial es una semejanza con Cristo, adquirida por el Sacramento del Orden Sagrado, que hace a la persona capaz de llegar a Dios para ofrecerle sacrificios y para mediar en nombre de Cristo y de la Iglesia. El presbítero, en la Persona de Cristo, ofrece el sacrificio y preside la asamblea. Ambos sacerdocios son iguales en su semejanza con Cristo y en la capacidad de llegar a Dios para ofrecer sacrificios y para mediar. Pero entre ellos se dan diferencias:

1. El sacerdocio ministerial se adquiere por el Sacramento del Orden. A diferencia del Sacramento del Bautismo y del sacerdocio común, que puede ser suplido por la rectitud de conciencia en quienes no conocen a Cristo ni a su Iglesia, el Sacramento del Orden no puede ser suplido por el deseo o la rectitud de intención.

2. El sacerdocio ministerial “actúa en nombre de Cristo y la Iglesia”, es decir, este sacerdocio

afecta a la persona en cuanto su función. Por eso sus actos son válidos aunque él mismo sea indigno.

El sacerdocio común afecta tan radicalmente a la persona, es decir a toda la persona en cuanto a su ser, que no es concebible que uno pueda llegar a Dios para ofrecer o mediar no estando en gracia, o sea, estando en pecado grave. En cambio el sacerdote ministerial realiza actos válidos aunque él personalmente esté en pecado grave, porque no actúa por sí mismo, sino en nombre de otro. El presbítero, aunque no esté en gracia, administra en forma válida los sacramentos, pero su misma misión le está pidiendo el amor verdadero a Dios y a quien sirve: la comunidad.

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DIGNIDAD SACERDOTAL Al penetrar mejor el sentido de Iglesia, en la cual todos somos miembros activos y responsables, se revaloriza el carácter sacerdotal de todos los fieles. (1 Pe 2, 5.9). Nosotros somos sacerdotes para siempre por el Bautismo. Este es el sentido escatológico del sacerdocio regio (escatológico: del fin, la esperanza en el Reino de los Cielos). (Ap 1, 5-6; Ap 5, 6-10; Ap 20, 6). Este sacerdocio durará para siempre. Del sacerdocio de todos los fieles se desprende que éstos tienen el derecho y el deber de participar activamente en la Liturgia. Al sacerdote ministerial, por ser representante de Cristo, le corresponde en forma exclusiva el presidir y el realizar algunos actos, como consagrar y las fórmulas centrales de los demás Sacramentos. Pero en el conjunto de la Misa y de las otras celebraciones todos los componentes de la asamblea deben ser miembros activos. Nadie debe considerarse asistente pasivo que presencian lo que hace el Presbítero y los otros ministros. Las celebraciones no son para la asamblea, sino de la asamblea. La asamblea ofrece, alaba, suplica, canta, etc. Los presbíteros poseen también el sacerdocio común pero además asumen el ministerio para servir (ministerio = servicio), y renuncian a muchos valores humanos para entregarse a servir. Servicio es caridad y caridad es el único valor definitivo. Participar es tomar parte. En la Liturgia es equivalente a vivir la celebración. No existe participación activa cuando la asamblea simplemente está en la Iglesia durante las celebraciones, pero ni las entiende, ni sintoniza con lo que realizan los ministros. La asamblea es el sujeto de la celebración. No celebran los ministros para la asamblea, sino que es la misma asamblea quien celebra, el ministro preside. Para explicar el por qué de esta afirmación el Concilio Vaticano II expone dos razones:

1. La Liturgia es por sí misma (por naturaleza) acción de la comunidad (SC 26).

2. El carácter sacerdotal del pueblo pide su participación. El Concilio nos ha dicho que el pueblo cristiano tiene derecho y deber de participar. Forma un solo Cuerpo con Cristo, por eso participa de su sacerdocio y tiene llegada al Padre para ofrecerle el sacrificio e interceder por sí mismo y por los demás.

La participación ha de ser interna y consciente y también activa y externa. Participa más aquél que se adhiere internamente a lo que se celebra y lo expresa externamente. Lo propio de los miembros de la asamblea es:

• Escuchar con recta actitud interior, estando dispuestos a vivir conforme a lo que Dios pide. • Responder en los diálogos y hacerlo con interés. Ponerle vida a las aclamaciones. (Amén,

Aleluya, Anunciamos...) • Cantar con piedad y entusiasmo. • Tomar las composturas adecuadas, junto a los demás miembros de la asamblea como signo

de unión interna. • Algunos miembros de la asamblea deben colaborar como lectores, salmistas, guías, acólitos,

etc.

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La participación como sacerdotes la ejercitamos en distintos momentos, pero de manera muy especial lo hacemos en dos momentos de la Eucaristía:

• La capacidad de súplica y de mediación en la Oración universal o de los fieles, en la cual oramos por las necesidades del mundo entero. Por nuestra respuesta, la petición se convierte en oración y en el conjunto de la comunidad toma fuerzas y se eleva al Padre.

• La capacidad de ofrecer el único sacrificio que ahora existe, la cumplimos especialmente en la oración que sigue inmediatamente a la Consagración:

“Por eso, Señor, al celebrar ahora el memorial de la Muerte y Resurrección de Jesucristo, te ofrecemos el pan de vida y el cáliz de salvación, dándote gracias, porque nos haces dignos de servir en tu presencia”. (Plegaria Eucarística II)

“Por eso, nosotros, Señor al celebrar ahora el memorial de nuestra redención, Recordamos la Muerte de Cristo y su Descenso al lugar de los muertos, proclamamos su Resurrección y su Ascensión a tu derecha y, mientras esperamos su Venida gloriosa, te ofrecemos su Cuerpo y su Sangre, el sacrificio agradable a Ti y de salvación para todo el mundo. (Plegaria Eucarística IV)

De este modo nos unimos a Cristo, que está presente ofreciéndose en sacrificio al Padre. ACTITUDES: POSTURAS Y GESTOS La actitud es la disposición interior con que se vive o realiza un acto. Tal actitud se traduce espontáneamente en el cuerpo. Estas actitudes se logran por medio de la postura que se toma o de la expresión del conjunto del cuerpo o de gestos, como elevar las manos, inclinar la cabeza, bajar o elevar los ojos, etc. El ser humano por su misma constitución espiritual y corporal, sólo se expresa plenamente cuando a la actitud interna se une el gesto externo. Pero las posturas y los gestos no sólo expresan actitudes, también las fomentan. El gesto que expresa una actitud es lenguaje simbólico. Dice otra cosa, dice algo que está más allá de lo racional, más allá de lo expresable con palabras. En Liturgia, lo primero que ha de tenerse en cuenta es que todas las posturas señaladas para la asamblea, significan y fomentan el sentido de comunidad y unidad de todos los participantes. Las posturas o actitudes, como integrantes de la acción sagrada, son expresión significativa y simbólica que expresa una relación con Dios.

• Estar de pie: es la actitud más normal de la Liturgia. Expresa la naturalidad y confianza del hijo ante su padre, respeto, atención y escucha, disponibilidad para responder. (Ez 2, 1-3).

Trabajo práctico

En pareja, analizar las plegarias eucarísticas. Descubrir en ellas nuestra participación como sacerdotes. Buscar las diferencias entre ambas.

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• Estar sentado: expresa sosiego, recogimiento y contemplación, atención a lo que se lee o escucha. La comodidad del cuerpo ayuda a la concentración en lo que se lee o lo que se hace. (Lc 10, 39).

• Estar de rodillas: expresa humildad y dependencia, arrepentimiento y petición de perdón, súplica intensa. (Lc 22,41; Hch 21, 25; Mc 1, 40; Hch 9, 40; Hch 20, 36).

• Postrarse: es decir tenderse por el suelo con el rostro contra la tierra, expresa profundo sentimiento de indignidad, de humildad, de súplica. Es decir, estar de rodillas, llevado a grado máximo. (Mc 5,6; Mt, 18, 26; Mt 2, 11; Mc 14, 35; Lc 17, 16; Jn 9,38; Ap. 15, 4). La Liturgia prevé esta postura para el Viernes Santo, al comienzo de la Celebración de la Pasión, en la Ordenación sacerdotal, en la profesión de religiosas y en la consagración de vírgenes.

• Inclinar el cuerpo: corresponde a una actitud intermedia entre arrodillarse y estar de pie. Por Ej.: al recibir la bendición o en caso de imposibilidad física se hace en la consagración o en lugar de la genuflexión.

• Inclinar la cabeza: Es expresar reverencia.

• Hacer la señal de la cruz: Se hace como recuerdo respetuoso del Señor crucificado y si va acompañado de las palabras es recuerdo de la Santísima Trinidad. Se hace sobre sí mismo o lo hace el ministro sobre las personas u objetos que bendice. Significa también aceptar la redención que Nuestro Señor nos hiciera en la cruz, por la cruz hemos sido redimidos y también la aceptación de la cruz como forma de vida del cristiano que espera la gloria futura.

• Elevar los ojos: Expresa adhesión, ternura, recogimiento, admiración. En la Liturgia está prevista para el presidente en ciertas oraciones y para la asamblea, por ejemplo en la exposición de la Hostia consagrada, de la cruz, en la exposición del Santísimo. El hecho de exponer imágenes implica que se las mire.

• Elevar las manos: Indica anhelo de unirse, actitud de ofrenda, súplica intensa. En el Padrenuestro, corresponde al presidente.

• Darse la mano: Expresa unidad, fraternidad. Es una de las formas de darse la paz.

• Lavarse las manos: En Misa tiene el sentido de la purificación.

• Juntar las manos: Es expresión de recogimiento y oración.

• Abrir las manos: Expresa al mismo tiempo petición y acogida.

• Imponer las manos: indica transmisión de gracia, don de poder espiritual, a una persona o a la asamblea completa. Se realiza en la bendición final de la Misa, durante la absolución de la confesión, en las ordenaciones sacerdotales, A veces va unida a la unción como en la Confirmación. También los padres pueden imponer sus manos para bendecir a sus hijos.

• Mostrar – elevar: Es proponer la adoración o la veneración. Por ej.: la Hostia, la Cruz

• Golpearse el pecho: Es expresión de dolor o de contrición por el pecado.

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• Besar: El beso expresa afecto y gratitud. En Liturgia también indica respeto. Se encuentra en el momento de la paz, se besa el Altar, el Evangelio, la Cruz, el Niño, u otras imágenes.

• Caminar en procesión: Significa sentirse Iglesia peregrina hacia la Patria del Cielo: somos un pueblo que camina al encuentro del Señor.

• Sumergir, lavar: La inmersión y la ablución (sumergir en agua o derramarla sobre alguien) realizadas en el Bautismo, significa que la persona se sumerge en Cristo, se incorpora a Él.

• Asperjar: (echar agua sobre alguien o algo) con el hisopo, con una ramita, con la mano. Es un gesto que recuerda el Bautismo. Se hace en lugar del rito penitencial sobre todo el domingo de Resurrección, la Vigilia Pascual, el día del Bautismo del Señor, la Bendición de Ramos.

• Lavar los pies: Expresa caridad y espíritu de servicio.

• Ungir: Aplicar un líquido sobre una persona o un elemento. Significa vigorización o consagración. La Liturgia lo prevé para el Bautismo, el Orden Sagrado, la Confirmación, la Unción de los enfermos, en la dedicación de los templos la consagración de los Altares.

• Signar: es hacer una señal sobre alguien o algo. Nosotros nos signamos y santiguamos haciendo la señal de la cruz sobre nuestro cuerpo. La señal de la cruz es el sello de Cristo y signo de que se le pertenece. Los padres pueden signar a sus hijos cuando los bendicen, de hecho lo hacen ellos y los padrinos en el Bautismo.

COLORES LITÚRGICOS La finalidad de los distintos colores en las vestimentas y ornamentos litúrgicos es expresar el sentido propio de cada fiesta o celebración. Así es posible incluirlos en los elementos simbólicos.

• Blanco: Expresa alegría festiva. Se utiliza en el tiempo de Navidad y en el de Pascua, en las fiestas del Señor (excepto las de la Pasión), en las de la Virgen, en las de los ángeles, de los santos no mártires y en algunas otras. Es el color más empleado en la Liturgia.

• Rojo: Habla del fuego del Espíritu y de la sangre o entrega de sí mismo. Se utiliza el domingo de Ramos, el Viernes Santo, el día de Pentecostés, en la Pasión del Señor, en las fiestas de la muerte de los Apóstoles y de los mártires.

• Verde: Tiene sentido de esperanza. Se emplea en el tiempo llamado Durante el año.

• Morado: Es una conjunción de rojo y negro y expresa sentido penitencial. Es propio de Adviento y Cuaresma.

• Negro: color del luto. Está en desuso.

• Rosado: puede substituir al morado los domingos 3º de Adviento y 4º de Cuaresma, como expresión de alegría moderada.

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CANTO Y MÚSICA La música y el canto se cuentan entre las actividades humanas más universales y más valiosas, son expresión profunda y trascendente, porque son arte y por lo tanto son un lenguaje, una expresión y una comunicación más completa, global y profunda que el lenguaje ordinario, encerrado en la razón. Si en el culto se prescindiera del canto, la expresión sería menos completa, pues al ser expresión de lo profundo y trascendente, tiene una especial sintonía con lo religioso. Por ser la más inmaterial de las artes, la música es el camino privilegiado para elevarse a Dios. La música como expresión tiene como finalidad básica estar íntimamente unida a la acción litúrgica. El canto litúrgico es Liturgia porque:

� Confiere a la oración una mayor delicadeza. � Fomenta la unanimidad. � Confiere mayor solemnidad al rito. � Posee espíritu festivo.

Una expresión cantada dice más, expresa con mayor profundidad lo que puede decir la palabra corriente. Formas del canto en la Liturgia

� Formas breves: aclamaciones, diálogos, respuestas. � Cantilación: es un recitativo cantado para destacar un texto.

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� Canto propiamente dicho: se despliega la melodía en forma variada, sujeta a ritmo y medida.

El canto y la música en Liturgia deben ser:

� Elegante o inspirado: Debe ser sobrio, bello y el autor debe haber recibido la inspiración para expresar la vivencia personal que se refleje en la de la comunidad.

� Relativamente fácil. � Vigorosa: no debe ser meloso ni sensiblero. El auténtico sentido religioso es de por sí fuerte,

no se refugia en el sentimentalismo, posee fuerza intrínseca, en sí mismo. � Actual: No debe estar sujeto a la moda. Ha de buscar el equilibrio para poder expresar lo que

sienten todas las generaciones. � Adaptada a la Liturgia.

LUGARES PARA EL CULTO Antiguamente, los primeros cristianos se reunían en casas para escuchar la Palabra y celebrar la Eucaristía, Más tarde fueron apareciendo lugares dedicados exclusivamente al culto, dando origen a los primeros templos cristianos, que con el correr del tiempo crecieron en diseño arquitectónico y belleza hasta las hermosas basílicas de hoy. El templo debe ser adecuado para permitir la celebración: acción litúrgica y participación activa de la asamblea. Conocer los distintos lugares del templo y los objetos que se emplean en el culto ayuda a percibir el sentido de lo que se celebra. Iglesia: Edificio sagrado destinado al culto divino, al que los fieles tienen derecho de entrar para la celebración del culto divino o para actos de piedad pública y privados. Catedral: Es la Iglesia en la cual está la Cátedra o sede del Obispo. Es la Iglesia principal de la Diócesis. Basílica: El nombre viene de basileus = rey, en griego. Se da ese nombre a algunas iglesias de mayor importancia. Hay cuatro basílicas mayores, que están en Roma: San Juan de Letrán, San Pedro del Vaticano, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros. Hay otras basílicas menores que están en Roma y en otras partes del mundo, a las que la Santa Sede les da ese título y que están íntimamente unidas a Roma. Parroquia: Es la iglesia de la vecindad. Está regida por el Párroco. Santuario: Es un iglesia u otro lugar sagrado dedicado al Señor, a la Virgen, a algún santo, al que por autorización del Obispo, acuden los fieles en peregrinación. Capilla: Iglesia o lugar de culto destinado a un grupo particular de fieles.

Cantar la Liturgia es una forma superior de orar. Cantar es orar con mayor profundidad y mayor altura. Es orar mejor. Siempre que no se cante por cantar sino que sea una genuina oración cantada.

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En un templo encontramos sitios o espacios dedicados a diferentes acciones litúrgicas y lugares relacionados con la iglesia. Presbiterio: Este el lugar es de los presbíteros. Está reservado a ellos y a las personas que los ayudan o acompañan en la celebración. Está bien diferenciado en la distribución del edificio, ocupa un lugar principal, está elevado y posee una estructura particular. El presbiterio debe estar diferenciado de la nave pero no separado, pues esto atentaría contra la unidad de la asamblea, de la cual los ministros forman parte. Nave: Es el lugar destinado a los fieles. Los fieles han de poder oír bien, ver bien, participar. Altar: El Altar es Ara y Mesa. Ara en cuanto lugar del sacrificio y mesa en cuanto lugar de convite del Banquete Eucarístico. Por eso debe ocupar un lugar que sea de verdad el centro hacia el que converja la atención de toda la asamblea. Puede ser fijo o móvil. En casos especiales puede usarse una mesa decente (de material sólido y noble) siempre que se utilicen el mantel y el corporal. El Altar mayor debe construirse alejado de la pared para que se lo pueda rodear y la celebración pueda hacerse de cara a los fieles. En lo posible de piedra natural. Debajo del Altar, en el piso, se colocan reliquias de santos como expresión de la comunión con los santos. El Altar sólo se dedica a Dios, no a los Santos. Relacionados con el altar encontramos:

� Credencia: Es un accesorio del Altar. Es la mesita en la cual se colocan el cáliz, la patena, las vinajeras u otros elemento que se van a necesitar durante la celebración; éstos deben llevarse al altar en el momento oportuno y deben retirarse de él cuando no son necesarios.

� Mesa para las ofrendas: mesita en la cual se colocan el pan y el vino del sacrificio que son llevados en el momento de la Presentación de las Ofrendas al Altar.

Ha de evitarse colocar cualquier elemento sobre el altar. En él pueden ir sólo el pan, el agua y el vino para el sacrificio, el Misal. Las velas y los floreros es mejor que esté fuera del altar. Pues el Altar es Cristo. Ambón: El Ambón es el lugar destinado a la proclamación de la Palabra de Dios. Debe ser ocupado exclusivamente para ello, evitando hacer desde allí la homilía (aunque esta es la Palabra explicada y se relaciona con la Palabra proclamada), la guía, los cantos, etc. La Homilía tampoco debe hacerse desde el Altar sino que ha de hacerse desde la sede. El Ambón es la Mesa de la Palabra. Sede del presidente: Sede significa asiento. Es el lugar adecuado al presidente, desde la cual preside. Debe estar al fondo del presbiterio, de cara al pueblo, a no ser que la estructura del edificio o alguna otra circunstancia no lo permita, en ese caso, conviene ponerla más adelante, con cierta simetría con el Ambón, de cara a los fieles, nunca de perfil. Lo esencial es que el lugar se preste para una buena comunicación con la gente. Cátedra: Es la sede del Obispo. Cátedra significa el lugar donde enseña el que sabe más. De ahí que a los templos principales de una diócesis de lo llame Catedral. La Cátedra debe ubicarse en un lugar elevado, al fondo del Presbiterio, y detrás del Altar. En las Catedrales la sede del Párroco está a un costado del Altar y se suprime cuando el que preside es el Obispo. Sagrario: Es un mueble precioso donde se guarda el Santísimo, es aconsejable que esté en una capilla aparte. Durante la Celebración Eucarística la atención se centra en el Altar y en lo que en él. Si el Sagrario está arriba o atrás del Altar, distrae la atención de la asamblea. La finalidad de la

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Reserva, es en primer lugar, poder llevar la comunión a los enfermos, y en segundo, venerarla en un lugar apto de oración. Cerca del Sagrario se coloca la Lámpara del Santísimo, que encendida indica la presencia del Señor Sacramentado. Atrio: Es el espacio por el que se accede al templo. Es un espacio que favorece el paso gradual de la calle al lugar sagrado. Baptisterio o bautisterio: (Fuente bautismal; o una Pila Bautismal). Es el lugar destinado a los bautismos. Puede tener agua corriente. Ábside: Es la parte del templo situado en el extremo opuesto a la fachada. A menudo es semicircular y en él se colocan el Altar y el presbiterio. Cripta: Es un estancia subterránea que suele usarse para enterrar a personas importantes. Coro: Es el espacio en el que se ubica el grupo que anima el canto de la asamblea. Su lugar es al lado de la asamblea en la nave. Sacristía: Es el lugar anexo a la iglesia en la cual los ministros se revisten para la celebración y se guardan los ornamentos y objetos utilizados para el culto. Confesionario: Es el lugar destinado para las confesiones. Pila de agua bendita: Es una pequeña pila con agua bendita colocada en la entrada del templo, para que quienes lo deseen puedan mojar la punta de los dedos y hacer sobre sí mismos la señal de la cruz. Imágenes: Son imágenes pictóricas o esculturas dedicadas al Señor, a las Advocaciones de la Virgen o a los santos.

Celebraciones transmitidas por radio o TV Ha de tenerse en cuenta que la participación en una celebración a distancia no sustituye a una celebración en presencia física en cuanto a lo que la Iglesia exige como precepto. La Misa por radio o TV no sirve para cumplir el precepto de los Domingos u otros días prescritos. El motivo es que la Iglesia debe reunirse, debe congregarse; además la comunión sacramental puede tenerse sólo si estamos presentes. Si bien como precepto no vale, sí vale como acto religioso. Quienes estén impedidos de acudir al templo hacen muy bien en participar en un celebración a distancia, siempre que se procure vivirla unidos a la asamblea que está participando en el lugar de transmisión. OBJETOS LITÚRGICOS Vestiduras Litúrgicas La vestidura litúrgica tiene una gran importancia en la celebración ya que distingue al ministro de la asamblea y reviste a la celebración de clima festivo. El origen de la mayoría de ellas es muy antiguo y muchas veces su uso en la antigüedad fue pagano, que con el correr del tiempo fue adoptado por la cristiandad por su significación.

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� Alba: Es la túnica blanca (alba = blanca) que cubre el cuerpo desde el cuello hasta los tobillos. Es la vestidura más común y la más significativa. Hace referencia a Cristo en la Transfiguración y a los relatos bíblicos que dicen que los ángeles, los santos y hasta los mártires están de blanco en el Cielo.

� Cíngulo: Es un cordón, por lo general, blanco o del color correspondiente al tiempo litúrgico. Se usa para sujetar la estola y ciñe el cuerpo como símbolo de la sumisión a la autoridad del Obispo, tal como lo hiciera Juan el Bautista a la Persona de Jesús.

� Estola: Es un banda larga de tela que emplean los ministros ordenados. El Obispo y el presbítero se la colocan sobre los hombros y el cuello, de modo que las alas caigan sobre el pecho. El Diácono la viste en forma cruzada, desde el hombro izquierdo. Es del color que corresponde al tiempo litúrgico que se vive. Es símbolo de la dignidad sacerdotal. Sin ella los presbíteros no pueden oficiar.

� Casulla: Es la vestidura en forma de manto o capa que utilizan los obispos y presbíteros en

la celebración Eucarística, su color es el que indica el tiempo litúrgico. En las concelebraciones, basta que la use el que preside. Parecida a la casulla es la dalmática, tiene mangas cortas y la usa el diácono en celebraciones solemnes.

� Capa pluvial: Es una capa larga, abierta adelante cerrada con un broche en el cuello.

� Humeral: es un velo de unos dos metros de largo por metro y medio de ancho que cubre los

hombros y brazos. Es utilizado por los ministros ordenados para tomar con sus extremos el ostensorio o custodia en procesiones, exposición del Santísimo o la bendición con el Santísimo.

� Solideo: Es una pieza de tela de diferentes colores según la jerarquía, en forma de casquete,

utilizado por el Obispo, el Papa y otros prelados. Significa “Sólo tuyo”.

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Insignias Episcopales

� Báculo: Es el cayado que utiliza el obispo como símbolo de su carácter de pastor.

� Mitra: Especie de sombrero alto terminado en dos puntas, una delantera y otra trasera, con dos bandas de tela que caen por detrás (ínfulas). Es símbolo de la dignidad como obispo.

� Anillo: Es signo de la unión del obispo con su diócesis. Se usa en la mano derecha.

� Pectoral: Es la cruz que los obispos occidentales llevan colgada en el pecho.

Vasos sagrados y accesorios.

� Cáliz: es la copa o vaso metálico que se emplea en la Misa para colocar el vino.

� Patena: es el plato metálico en el que colocan las hostias durante la Misa.

� Copón: es el vaso destinado a colocar las hostias cuando se utilizan en gran número.

� Ostensorio o custodia: es una pieza, generalmente de metal precioso, en la que se coloca la Hostia consagrada para ser expuesta a la adoración de los fieles o llevada en procesión.

� Viril o luneta: es el receptáculo en el cual se pone la Hostia para ser colocado en el ostensorio.

� Corporal: es el lienzo cuadrado que se extiende en el centro del altar para colocar sobre él los vasos que contienen el pan y el vino dispuestos para la consagración o ya consagrados.

� Purificador: es el pequeño paño blanco que se utiliza para limpiar el cáliz, la patena y el copón, así como los labios de quien comulga con la especie del vino.

� Palia: es un paño o lienzo almidonado para que quede rígido y se coloca a modo de tapa sobre la patena o el cáliz para evitar que caiga sobre ellos suciedad o se posen insectos.

� Manutergio: es el pequeño paño con que el ministro se seca las manos después de lavárselas.

� Cruz del Altar: durante la Misa debe haber sobre el Altar, o mejor en las cercanías, un crucifijo.

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� Cruz procesional: es la que llevada por un ministro encabeza las procesiones.

� Candeleros: son utensilios que sostienen las velas. Preferentemente deben colocarse fuera del Altar.

� Velas: Deben ser de cera y significan a Cristo, Luz del mundo.

� Crismeras: son los vasos en los que se colocan los santos óleos.

� Santos óleos: Son los aceites consagrados. Son tres:

� Óleo de los catecúmenos: se utiliza en el Sacramento del Bautismo. � Óleo de los enfermos: se utiliza en la Unción de los enfermos. � Santo Crisma: Aceite de oliva más perfume. Crisma significa ungido. Expresa

cristificación o configuración con Cristo. Se utiliza en el Bautismo, la Confirmación y el Orden Sagrado y en la dedicación de las iglesias.

� Vinajeras: son los recipientes destinados al vino y al agua que van a ser empleados en la

Misa.

� Acetre: es el recipiente en que se lleva el agua bendita para las bendiciones o aspersiones.

� Hisopo: es una pelotilla hueca y agujereada, provista de mango. Sumergido en el Acetre, recibe el agua bendita que luego es asperjada.

� Incensario o turíbulo: es un recipiente cubierto con una tapa elevable, sostenido por unas cadenas que permiten moverlo para mantener vivas las ascuas sobre las cuales se echa el incienso.

� Naveta: recipiente en el que se lleva el incienso.

� Campanas y campanillas: Las campanas colocadas en las torres llamadas campanarios, sirven para convocar a los fieles a los actos de culto. Las campanillas son utilizadas dentro del templo para destacar algunos momentos como el Gloria en la Vigilia Pascual y la Consagración.

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Libros litúrgicos más usuales:

� Libro de Altar o Misal: es el libro que contiene lo que en la Misa corresponde al presidente.

� Leccionario: es el libro que contiene las Lecturas bíblicas para la Misa y para otros Sacramentos.

� Evangeliario: a veces los Evangelios de los domingos se colocan en un libro especial para destacar la Palabra de Jesús.

� Libro del salmista: es el libro que contiene los salmos responsoriales, los que se cantan o se leen después de la primera lectura en la Misa.

� Rituales: son los libros que contiene el desarrollo de las celebraciones de los Sacramentos. Comienzan con una sección que resume la teología, la espiritualidad, la pastoral y las normas prácticas. Luego viene la celebración del Sacramento y por último un leccionario con las lecturas correspondientes.

� Libro de la liturgia de las horas: es el libro que contiene la celebración del mismo nombre, también llamada “Oficio Divino”.

AÑO LITÚRGICO El Misterio de Cristo puede verse como una unidad o se lo puede considerar en las distintas etapas de su desarrollo histórico. El Año litúrgico no es un círculo cerrado en el que la vivencia del tiempo se vuelve rutinaria, como en el tiempo pagano, en el que siempre se vuelve a vivir lo mismo, un eterno retorno al punto de partida. Sino que en él celebramos los distintos momentos de ese único misterio que es el de Cristo, año tras año vamos reviviéndolo y entrando cada vez más en él. Por eso a diferencia del círculo cerrado, éste es un espiral que se ensancha a la par que crecemos espiritualmente y avanzamos hacia la plenitud.

El Año Litúrgico es la celebración del Misterio de Cristo que la Iglesia realiza a lo largo del año

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Cristo vivió en su existencia terrena su Misterio, que fue su Muerte y su Resurrección. Hasta allí su condición humana, sujeta a leyes terrenales, no le habría permitido estar presente hoy en su Iglesia. Pero Cristo, al resucitar glorioso, libre de las ataduras del tiempo y del espacio, puede ser Presencia permanente hoy entre nosotros. La Muerte, Resurrección y Ascensión al Cielo constituyen el Misterio Pascual de Cristo y eso es lo que nosotros celebramos en el año. Ahora bien, la Iglesia nos hace prestar atención a momentos particulares de ese mismo misterio. El Año Litúrgico nos hace revivir, pedagógicamente presentados, los distintos momentos de todo el Misterio Pascual. Al celebrar cada momento en particular, hacemos el recorrido de toda su vida, atendiendo particularmente a cada uno de ellos. Así es más fácil profundizar el Misterio que si prestáramos atención siempre a la totalidad. En los orígenes de la Iglesia no existía el Año Litúrgico. Simplemente se celebraba al Señor, muerto y glorificado. Lo primero que se destacó, ya desde la época de los Apóstoles, fue la celebración del Domingo. Luego vino la celebración anual de la Pascua. De esa celebración de la Pascua Semanal (Domingo) y de la Pascua Anual, surgió el Año Litúrgico. El Triduo Pascual es el centro del Año Litúrgico. Va desde la Misa vespertina del Jueves Santo, Misa de la Cena del Señor, hasta la tarde del Domingo de Resurrección. Esos días son los más importantes del año y dentro de ellos, el centro o núcleo es la Vigilia Pascual. En la Vigilia celebramos la Resurrección de Cristo, su paso a la vida nueva. La disposición de las celebraciones durante el año litúrgico es fijada por un calendario, que puede ser general o particular. El calendario general comprende el total de las celebraciones litúrgicas del año para la Iglesia universal. El particular es elaborado por las Diócesis, naciones, órdenes religiosas, etc. y comprende además de las normas del calendario general otras fiestas propias, de quien lo elabora. El Año Litúrgico se divide en tres ciclos; A, B, C, que son consecutivos, se suceden unos a otros. Entre ellos varían las lecturas y los Evangelios, excepto los de algunas Solemnidades. Las celebraciones se dividen según su importancia en: Solemnidades, fiestas y memorias. Solemnidades: Es el grado máximo de la fiesta y corresponde a los días principales cuya preparación comienza en la víspera del día anterior. Fiestas: Se celebran dentro de la naturalidad del día. NO poseen vísperas. Memorias: Se celebran durante los días de la semana (ferias). Las memorias obligatorias que coinciden con el tiempo de Cuaresma pueden celebrarse como memorias libres. A partir de la Pascua, se estructuran los diversos tiempos litúrgicos.

“La preeminencia que tiene el Domingo en la semana, la tiene la Pascua en el Año

Litúrgico.”

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Tiempo Pascual o Cincuentena Pascual Es el tiempo dedicado a la celebración de la Resurrección del Señor durante los cincuenta días desde el Domingo de Resurrección hasta Pentecostés. Es un triunfo de gran alegría por el triunfo del Señor. Se caracteriza por el canto del aleluya. A los cuarenta días de Pascua (Domingo VII de Pascua) se celebra la Ascensión del Señor. La Cincuentena pascual culmina en la solemnidad de Pentecostés, en la que hacemos memoria de la Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles y María y celebramos el nacimiento de la Iglesia. Los ocho primeros días después de la Resurrección constituyen la octava de Pascua y se celebran como Solemnidades del Señor. La Pascua se celebra el domingo posterior al plenilunio (luna llena) que sigue al 21 de marzo o sea, el equinoccio de primavera en el hemisferio norte. Por tal motivo puede caer entre el 22 de marzo y el 25 de abril. Cuaresma Cuaresma significa cuarenta días. Están ordenados en memoria de los cuarenta días que, según el Evangelio, ayunó Jesús en el desierto preparándose para comenzar su vida pública. Va desde el Miércoles de Ceniza al Jueves Santo; Misa de la Cena del Señor. Se caracteriza por la ausencia del Aleluya y del gloria hasta la Vigilia Pascual y por la abstinencia de carne el Miércoles de Ceniza y todos los viernes y por el ayuno del Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo. Durante este tiempo tiene lugar la Semana Santa que comienza con el Domingo de Ramos. Esta semana está dedicada a la Pasión del Señor. El Jueves Santo en la mañana tiene lugar la Misa Crismal. La cuaresma es el tiempo de preparación para la Pascua. Es tiempo de conversión en penitencia. Morir para resucitar con Cristo. Adviento Adviento significa venida. Es el tiempo litúrgico dedicado a la preparación en espera de la Venida del Señor. Esta espera tiene dos matices: por un lado esperamos el nacimiento del Señor, su primera venida; y por el otro tiene un tinte escatológico, esperamos la Próxima venida del Señor, en la Parusía, al final de los tiempos. Esto hace del Adviento un tiempo de conversión gozosa, llena de esperanza. Nos invita claramente a la conversión de nuestra vida en forma perdurable, hasta el final de los tiempos. Su duración comprende las cuatro semanas que preceden a la Navidad. Hasta el 17 de diciembre, centramos la atención en la futura venida del Señor y desde ese día, comienzan las ferias que están dedicadas a la venida histórica. Es un tiempo de alegre esperanza. Navidad Es el dedicado a celebrar el Nacimiento del Señor. Se extiende desde la Vigilia de Navidad, Nochebuena, hasta el domingo posterior a la Epifanía, en este domingo se celebra el Bautismo del Señor. Epifanía significa manifestación, la manifestación del Señor a los Reyes. Tanto Navidad como Epifanía son la manifestación del Señor a los hombres. El domingo posterior a la Navidad se celebra la fiesta de la Sagrada Familia y el 1 de enero celebramos la solemnidad de Santa María, Madre de Dios.

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Tiempo ordinario o tiempo durante el año Está constituido por las 33 o 34 semanas en las cuales no se celebran aspectos particulares del Misterio del Señor, sino a Cristo en su plenitud. Este tiempo está dividido en dos partes: Primera parte: comprende un mínimo de cuatro semanas y un máximo de nueve, según cuando se celebre la Pascua. El primer domingo de este tiempo celebramos el Bautismo del Señor. Segunda parte: va desde el lunes que sigue a Pentecostés hasta el sábado anterior al 1er domingo de Adviento. El último domingo de este tiempo celebramos la solemnidad de Cristo Rey. Esta solemnidad expresa la soberanía de Cristo sobre el universo y tiene el carácter de culminación del Año Litúrgico y de la historia. Fiestas del Señor Aunque todo el año se celebra el Misterio del Señor, además de las fiestas principales, se celebran otras, de carácter universal:

− Anunciación del Señor: 25 de marzo. Es solemnidad por tratarse del momento en que Dios se hace hombre. Se celebra al Señor junto a su Madre.

− Presentación del Señor: 2 de febrero. Es memoria conjunta del Hijo y de su Madre. − Santísima Trinidad: Domingo después de Pentecostés − Corpus Christi: Solemnidad del Santísimo Sacramento, del Cuerpo y Sangre del Señor. − Sagrado Corazón de Jesús: Expresión de devoción al Corazón de Jesús como símbolo de su

Amor. Solemnidad. − Transfiguración del Señor: 6 de agosto. − Exaltación de la Santa Cruz: 14 de setiembre.

La Virgen María en el Año Litúrgico María no es venerada independientemente o por sí misma, sino en la celebración de los Misterios de su Hijo. Su culto es especial. La razón por la cual María está presente en el culto es que como Madre de Dios, está unida con un lazo indisoluble a la obra salvadora de su Hijo. Es Corredentora. Solemnidades marianas

− Inmaculada concepción: 8 de diciembre. − Anunciación del Señor: 25 de marzo. − Santa María, Madre de Dios: 1 de enero. − Asunción: 15 de agosto.

Culto a los santos Además de la Virgen María, la Iglesia rinde culto a los santos en cuanto estas celebraciones están unidas al Misterio de Cristo, pues éste se ha cumplido en los santos. Es a Dios a quien va la honra que tributamos a los santos.