marc augé "sobremodernidad: del mundo tecnológico del hoy, al desafío esencial del mañana

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5 Sobremodernidad: del mundo tecnológico de hoy al desafío esencial del mañ,ana Marc Awgé Partiremos, si les parece bien, de lg*sggggeg3g3g -4S*4-g:.pg*d.gjggr' I-3 primera nos concierne a todos. Continuamente escuchamos hablar db globalización, de uniformización, hasta de homogeneizací1n; y de he- cho la interdependencia de los mercados, la rapidez, cada día más acele- rada, de los medios de transporte, la inmediarcz de las comunicaciones por teléfono, fax o correo electrónico, la velocidad de la información y también, en el ámbito cultural, la omnipresencia de las mismas imágenes o, en el ámbito ecológico, la llamada de atención sobre el aumento de la temperatura de laTierraolacapade ozono, nos pueden darlaimpresión de que el planeta se ha vuelto nuestro punto de referencia en común. gqtaplwstt:izwiésp*#s-*9"r--9-9i*d.:*d*,"l"ssÉs"J9s-í*F*sp.gllg efss:s.x l-+*gpillil d: lgl-qh:gry*-do-rp:r d-gg h"-.-tg: *t *d m9*91 9 et] Le¡r-o"-r* g9-f*o*S,S,.,dg lg,.fuq..ngd",o3,"p*.hp..hp. Por un lado, sin embargo, ve mo s multip licars e I as f eiyil#g:c:q*S_*" i4g*"qid*d.lgg *l c o n f o rmas y a escalas muy diferentes entre unas y otras: el más pequeño de nuestros pueblos ilumina su iglesia del siglo xvl y exalta sus particularidades (Thiers, capital de la cuchillería;Janzé, cuna del pollo de granja); o bicn los idiomas regionales recobran su importancia. En Europa y en otras I I9

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Page 1: Marc Augé  "Sobremodernidad: del mundo tecnológico del hoy, al desafío esencial del mañana

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Sobremodernidad: del mundo tecnológicode hoy al desafío esencial del mañ,ana

Marc Awgé

Partiremos, si les parece bien, de lg*sggggeg3g3g -4S*4-g:.pg*d.gjggr' I-3

primera nos concierne a todos. Continuamente escuchamos hablar dbglobalización, de uniformización, hasta de homogeneizací1n; y de he-

cho la interdependencia de los mercados, la rapidez, cada día más acele-

rada, de los medios de transporte, la inmediarcz de las comunicaciones

por teléfono, fax o correo electrónico, la velocidad de la información ytambién, en el ámbito cultural, la omnipresencia de las mismas imágenes

o, en el ámbito ecológico, la llamada de atención sobre el aumento de la

temperatura de laTierraolacapade ozono, nos pueden darlaimpresiónde que el planeta se ha vuelto nuestro punto de referencia en común.

gqtaplwstt:izwiésp*#s-*9"r--9-9i*d.:*d*,"l"ssÉs"J9s-í*F*sp.gllg

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ve mo s multip licars e I as f eiyil#g:c:q*S_*" i4g*"qid*d.lgg *l c o n f o rmas ya escalas muy diferentes entre unas y otras: el más pequeño de nuestros

pueblos ilumina su iglesia del siglo xvl y exalta sus particularidades(Thiers, capital de la cuchillería;Janzé, cuna del pollo de granja); o bicn

los idiomas regionales recobran su importancia. En Europa y en otras

I I9

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{\^

l"'\' I

rl()ccn cn clllr cl rtcxo c¡uc los Lulc: cs csc ncx() lo t¡uc cs sinrlltilir'o). (ics

tionirblcs porquc [()nr¿]n cucrpo crr irrstitucioncs r¡r.rc, lrrs cjccrrtrrrr (lir l;r-milia, cl Hstaclo, la lglesia y muchas otras a clistintas cscalirs).

La observación antropológica siempre está contextualizada. [-a ob-servación y el estudio de un grupo sólo tienen sentido en un contcxtodado y además se puede comentar la pertinencia de tal o tal contexto: je-fatura, reino, etnia, área cultural, red de intercambios económicos, etcé-tera. Ahora bien, [oy en día, inclufo en los grupos má9 aislados, el con-

[9X!9*.a fiq de cuental2 siemple es planetariq, L*_"goqtgxto gstá presentegn]a

-.o-'{tci_engia de t_odos, interfiere de forma desigual pero en todas par-tes de manera sensible con las configuraciones locales, lo cual modificalas condiciones de observación.

Al análisis de este cambio les invito ahora. Lo podemos localizar, me

parece, a partir de tres movimientos complementarios:'' El paso de la modernidad a lo que llamaré la sobremodernidad.

i El paso de ios lugares a lo que llamaré los no-lugares.El paso de lo real a lo virtual.

"'. Estos tres movimientos no son, propiamente dicho, distintos unos de

los otros. Pero privilegian puntos de vista diferentes; el primero poneénfasis en el tiempo, el segundo en el espacio y el tercero en la imagen.

Baudelaire, al principio de sus Tableawx parisiens [Retratos parisinos]evoca París como un ejemplo de ciudad moderna. El poeta, acodado a su

ventana, mira

[...] .l taller que canta y que charla;los rubos, los campanarios, estos mástiles de la ciudad,y los grandes cielos que hacen soñar con la eternidad.

Los tubos son las chimeneas de las fábricas

Jean Starobinski hizo notar que esta acumulacióny la adición de las dis;

6nrm temporalidades, es lo irr. .onfigura a la modernidad del luga\..fiste ideal cle acumulación corresponde a un cierto deseo de escribir o de

leer el tiempo en el espacio: el tiempo pasado que po borra del todo el

tiempo presente, f el tiempo futuro que ya se perfila\ Benjamin, lo sabe-

mos, veía, en la arquitectura de los pasajes parisinos, una prefiguraciónde la ciudad del siglo XX. En resumen, por acumulacién, esa imagen del

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csPacio corrcsponclc a una progresión, a una irnagcn dcl ticmpo colnoprogreso.

Max \ü/eber, para evocar la modernidad, hablará del desencanro deli *mundo. Ll modernidad en términos de desencanto puede definirse por

iSes características: la desaparición de los mitos de origen, de los -ito,.de fundación, de todos_ loq .qiqpq$1¡ de creencia que b,rrlrrr'.I sentido delpr-e-sente- de la so.c,i-edad ." i" p"r;$; i" d.mprririon de ;;;; la, ,.fre-sentaciones y creencias que, vinculadas

" .rtr presencia lprégnanrrj drl

pasado, hacían depender la existen cia e incluso la definiJi¿tt"¿et irráirri-duo de su entorno; el hombre del Siglo de las Luces es el individuo due-ño de sí mismo, a quien la Razén corta sus lazos supersticiosos con losdioses, con el terruño, con su familia, es el indi',riduo que afronta el por-venir y se niega a interp retar el presenre en términos j. -rgi" y d, L.r-iería. Pero- la modernidad es también la aparición d. ,r.r.rrJs mitos queno son más, esta yez, miros del pasado p.ro sí mitos {gl futurp, gt_Qarg.lógicos, utopías sociales que traen del porveni, il, ro"i.drJ sin clase, unfuturo prometedor) gf sentido $el pr.ró"t.. Eite movimiento de sustitu*ción de los mitos del pasado por los del futuro esrá anal tzado minucio-samente por Vincent Descombes en su libro Philosopbie par gros temps(1e84).

. He aquí el progreso tal y como se conceb ía, drgamos, hasta la décadade 1950, concepción evidenremente sostenida po", lr, .orrq.rirtas de laciencia y de la técnica y, en el mundo occident"l, po, l^ "rit ra de quecon el final de la Segunda Guerra Mundial las fuirzas del bien hab?anvencido definirivamenre a las fuerzas del mal.

' Pero esta idea de progreso, directamente surgida de los siglos xvllr yxIX' se va descomponiendo en la segunda mitad áel siglo xx. ias eviden-cias de la histori a y las desilusiones de la actualidad ilága rán alo que po-dríamos llamar un segundo desencanto del mundo, qrl se manifiesra entres versiones alavez contrastadas y complemerrtariás.

En la primera versión, constatamos que también los miros del fururoeran ilusiones. El fracaso político, económico y moral de los países co-munistas autorizauna lecrura retrospectiva y pesimista de la historia delsiglo y desacredita las teorías qn. pt.t.rrd.rr-.itrapolar el fururo. El filó-sofo Jean-Frangois Lyotard se refirió al tema .o-t el ..fin de los grandesrelatos".

T a segunda versión es más triunfalis ta. Corresponde al primer térmi-no de la paradoja que evocaba al principio. Es el tema d. i, ..aldea glo-

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bal", scgún cl ti'nllino clc Mcl,uh:ur, un;l rrlrlc,r glolr:rl :rtr'.lve's.ttl.t ¡rot'ttlt.tmism¿r rccl cconírmic¿r crr clorrclc sc h¿rl>l¿r cl nlisrtlo icliortt:r, cl irrglc:s, y

dentro de la cual la gente se comunica fácilmcrrtc gr:rciirs ,rl dcs¿u'roll,r tlc

l¿r_gegnología. Más recientemente, este tema consiguiti utrir tr¿duccitin

política con la noción de "fin de la historia" dcsarrollada por cl csta-

dounidense fpkllyama. É:tg ng- q-ostieqq, evidentemente, que la historia

dg gyentos esté acabada, ni que todos los países hayan llegado al rnisrno

gstado de desarrollo, sino que afirma que el acuerdo es general en cuan-

Ig afia fórmula que asocia la economía de mercado y la democracia

representativa paraun mayor bienestar de la humanidad\Esta combina-

ción es presentada en cierto modo como indiscutible, y si para Fukuya-ma marca el fin de la historia es porque él identifica la historia con lo que

tradicionalmente se denomina la historia de las ideas.

Sin discudr la filosofía que sostiene esta teoría, no obstante podemosconstatar que desde su primera formulación, condenaba a pensar la his-

toria actualde una gran parte del planeta como signos de excepción o de

retraso. En el plano cultural, los antropólogos norteamericanos de lacorriente posmodernista hicieron observar, Al contrario, que hoy.en dí1

aqi-s-tjmos avn?muldplic-idad de reivindicaciones culturales singulares, al

de-s+liegue de un v-egdadero patchwor,b qgn{ia! en el gue cada pedazo

-g.stá ocupado por una etnia o un grupo específico. Y de hecho, en el con*

tinente american o, para hacer solamente referen cia a éste, las reivindica-ciones de las poblaciones amerindias, a menudo en un gran estado de

pobreza,pasan por la afirmación de su propia cultura y de su propia his-

torta,incluso en el caso de Chiapas y de muchas otras regiones de Amé-rica Central y del Sur, cuando recurren, episódicamente o de manera

continuada, a la violencia arrtada.& La antropología llamada posmodernista propone una ideología de la

fragmentación (g! mundo es diverso y no hay más que decir). Sin duda

isfravalola los estereotipos que relarivizan la originalidad de las reivin-

dicaciones culturales particulares y su integración en el sistema de la co-

;rr-u:-ridad mundial (Chiapas es conocida hoy en día por la opinión públi-ca mundral ya que su animador, el subcomandante Marcos, domina la

urtlizaciín de los medios de comunicación y del ciberespacio). La antro-pología posmoderna tiene por lo menos el mérito de mostrar, en el ám-.tito ,,rlt.rral, los límites d.jm teorías de la uniformi zaci6n. Pero al que- \1

darse sólo en el plano cultural, talvez indebidamente separada del resto, '1

descuida todas las manipulaciones políticas, todas las violencias integris- /

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ta's u otras quc coustituycn a su nranera un rechazc-r a la aldca global libe-raI y, además, también proclama cierto final de la historia: .ifir-,, por lafragmentación dentro de la polifonía culrural, del movimiento que daba

"un sentido, una dirección, a esta historia.Los teóricos de la uniformizaciln, como los de la polifonía posmo-

derna, toman nota de hechos reales pero hacen -d, -, p areceren inscri-bir sus análisis bajo el signo del fin o d. l. muerre al fin á. h historia, pa-ra unos' fin de la modernidad, paraotros, fin de las ideologías para todos.

kj.*vsz-s^e,a,al.-r-eyés-, y hoy.en día.suf¡amas {e un g¡._q.rp, di --o.{grni;dad; más exacrame ltr, y,al hlcq1 lbs_qragqió¡l de ¡odo j"i.io J" l"r"r,"qu4á podamg"', ps{ ¡a{ug.idg.q ? pel.-qat que la- p"rrdá;, i.l *rrd9 contem_PoláI..? es gfggo no de un fin o de .rnr dif.r-itr".ior,; t.;o sí de una*p-1$pli.t.io"-y--¡"g"'oa +t¿r¿iación á. io, f".tor., constitutivos de lamodernld;á; d; ;; ";"b;;á9i.i*i"áció,, .r, .t' r.r,;i¿; il il";;;;;:pués de él ¿. Átit

"rr.r, rer*ino que "uri#ó";;;;;;ü;r, t* efecros

imprevisibles y difíciles de anll iziy d,euna super"u.rrr¿rrr'.i" dl."rrrrr.

para cvitar los cfcctos clc sllturaciíln r¡uc llltstlt los rll'tlclt,ttlol'e's ('()tl()r'('tlr

pero quc da colno rcsultaclo un ritrncl sincopirclo ¿r llr lrist<lri:r. IJrr:l('()n

tecimiento que había llamado nucstra atcrrciírn clurarttc alguttos clíir.s tlc:saparece de repente de nuestras pantallas, luego clc nucstrils rncrtlori:ts,

hasta el díaque resurge de golpe porfazones que se nos escapan utr p()c()

y que se nos exponen rápidament/Un cierto número de acontecimicrr-tos tiege así una existencia eclíptica, olvidadrza, familiar y sorprendcntcalavezital como la Guerra del Golfo, la,crisis irlandesa, los atentados e n

el País Vasco o las matanzas en ArgeliaÑo sqbemos muy bien por dón-de vamos, p€ro vamos, y cadavez más rápido)t

La velocidad de los medios de transporte y el desarrollo de las tecno-logías de comunicación nos dan la sensación de que el planeta se encoge.

!¿ aparición del ciberespacio marca la prioridad del tiempo sobre el es-

.p-acio. Estamos en la edad de la inmediat ez y áe lo instantáneo. La comu-nicación se produce a la velocidad de la luz. Así, pues, nuestro dominiodel tiempo reduce nuestro espacio. Nuestro "pequeño mundo' basta

apenas paru la expansión de las grandes empresas económicas, y el pla-neta se convierte de forma reladvamente natural en un desafío de todoslos intentos ..imperialesn.

El urbanista y filósofo Paul Virilio, en muchos de sus libros, se

preocupó por las amenazas que podían pesar sobre la democracia, en ra-

zón de la ubicuidad y la instantaneidad con las que se caracteriza el cibe-respacio. Sugirió que algunas grandes ciudades internacionales, algunas

grandes empresas interconectadas, dentro de poco, podrán decidir el

porvenir del mundo. Sin llevar necesariamente tan lejos el pesimismo,podemos ser sensibles al hecho de que en el ámbito político también los

episodios locales son presentados cadavez más como asuntos <<internos>>

que eventualmente competen al "derecho de injerencia". Queda claro

que el estrechamiento del planeta (consecuencia del desarrollo de los

medios de transporte, de las comunicaciones y de la industria espacial)

hace cada día más creíble (y a los ojos de los más poderosos más seduc-

tora) la idea de un-go,bje.r-np.mundial. Le Monde Diplomatique comenta-

ba recientemente, bajo la pluma por cierto muy crítica de un profesornorteamericano de la Universidad de San Diego, las perspectivas para el

siglo que vien e tazadas por David Rothkopf, director del gabinete de

consultorías de Henry Kissinger. Las palabras de David Rothkopf en el

diario Foreign Policy hablan por sí mismas:

La noción de sobremodernidad

{

Neologismo por neologismo, les propondré por mi parte el término desobremodernidad para intentar pensar .orrjurrtr-.rri. los dos términosde nuestra paradojainicia$ia coé"istencia áe las corrientes de uniformi-')

" zacióny d. los particularii-oJqk ril";;;" sobremoderna ampríay di-ve¡sifi-c-a el movimiento de la modernidad; es signo de una logiü dei ex-.ees-Q y, por mi parte, estaría tentado a mesura rla a partir de tres excesos:-ei

exceso de inform ación,el exceso de imágenes y.i ."..ro de individua-lismo, si bien cadauno de ellos está vincrl"do .árr lo, orros dr;."'i' El exceso de információn nos d,alasensación de que la historil ,. ,..-

,'' lera' Cada día somos informados de lo que pasa en los cuatro rinconesdel mundo. Naturalmente esta infor*r.ión-siempre es parcia I y quizátendenciosa: Pero, junto a la evidencia de que un acontecimiento lejanopuede tener consecuencias paranosotros, nos refuerza cad,adía el senti-miento de estar dentro de la historia, o más exactamente, de tenerla pi-sándonos los talones, para volver a ser alcanzad,os por ella durante el no-ticiario de las ocho o durante las noticias de la

^^ñ^n .

El corolario a esta superabundancia de información es evidentemen-te nuestra capacidad de olvidar, necesaria sin duda paranuestra salud y

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Oorltpctc irl irttcrós ccontírnico y polític,o clc hlst:rdo Unidr¡s vigilirr quc si clnruudo ()pta por un ic{iorna único, óste sea el inglés; que si se orienta fiacianormas comunes tratándose de comunicación, de seguridad o de calidad, seabajo las normas norteamericanas; que si las distintas partes se unen a travésde la televisión, la radio y la música, sea con programas norteamericanos; yque, si se elaboran valores comunes, éstos sean valores en los cuales los nor-feamericanos se reconozcan. En realidad, no hay aquí nada de extraordina-rio ya que las tentaciones imperiales no datan de hoy ni incluso de ayer, pe-ro el hecho notable es que el dominio imaginado ahora es planetario y q.relos medios de comunicación consriruyen su armaprincipal.

Ahora bien, el tercer términ-o por el cual podríamos definir la sobre-'., -.,,r' modernidad consiste en la individualización pasiva, muy distinta del in-

dividualismo conquistador del ideal -od.rno: una individualización dell "' 'nr'" ' consumidores cuya aparición tiene que ver sin ninguna duda con el de-i'' sarrollo de los medios de comunicación. Durkhei*, a principios de este

rij siglo, lamentabaya eI debilitamiento de lo que llamaba los ...rerpo, irr-termediarios": englobaba bajo este término las institucion., *.dLdorasy creadoras de lo que llamaríamos hoy en día el <1nexo social'r, tales co-mo la escuela, los sindicaros, la familia, etcétera.ú-rou, una observación

.:, del mismo tipo podríaser formulada con más irrlirt.nria, pero sin duda*g"i podríamos precisar que los medios d"e comunicación son los que sustitu*

yen a las mediaciones institucional"r\La relación con los medios de comunicación puede generar una for-

ma de pasividad en la medida en que expone cotidianamenre a los indi-viduos al espectáculo de una actualidad que se les escapa; una forma desoledad en la medida en que los invita a la navegación solitaria y en lacual toda telecomunicación abstrae la relación con el otro, sustituyendo,con el sonido o la imagen, el cuerpo a cuerpo y el cara a cara;.r, firr, .rrraforma de ilusión en la medida que deja al criterio de cada uno el poderelaborar puntos de vista, opiniones en general bastante inducidrs, peropercibidas como p.rrorr"l.r.

Por supuesto, no estoy describiendo aquí una fatalidad, una reglaineluctable, pero sí un conjunto de riesgos, de tentaciones e incluro d.tendencias. Tiempo atrás, la prensa escribió sobre una parre de la juven*rud japonesa, la cual, a través de los medios de comunicación, llegabahasta el aislamiento absoluto. Despoli ttzados,poco informados sobre lahistoria delJapón, naturalmente opuestos a la bomb a at1micay tentados

a lruir irl nru¡rtl<l virtu:rl, los otalcu (cs así c()t)l() los ll:rrrtrrrt).sc (ll'lc(l.rll clt

su casa, envucltos cntrc su telcvisor, sus vídc<ls y stls ttrtlclr,rtltlrt:s, tlctli

cándose a una pasión monomaníaca con un fonclo dc rnúsic,a itlccsatrtt:.

Un informe norteamericano muy fundamentado dio a cotloccr rccicn-

remente el senrimiento de soledad que invade aIa mayoría de los intcr-

nautas.En cuanr o aIa individualizaciín de los destinos o de los itinerarios y

|a ilusión de libre elección individual que a rreces la acompaña, éstas se

desarroll an a partir del momento en el que se debilitan las cosmologías,

las ideologías y las obligaciones intelectuales con las que están vincula-

das: el mercado ideológico se equipara entonces a un self service en el

cual cadaindividuo puede aprovisionarse con piezas sueltas Para ensam-

blar su propia cosmolo gía y tener la sensación de pensar por sí mismo.

Pasivjdad, s-olqd,ad e in-djvrd.$"ali"p*$-o-t se vuelven a encontrar tam-

biénTiliá=expansión que conocen ciertos movimientos religiosos que su-

puesramente desarrollan la meditación individual; o incluso en ciertos

movimientos sectarios. Significativamente, me parece, las sectas pueden

definirse por su doble fracaso de socialización: en ruptura con la socie-

dad dentro de la cual se encuentran (lo que basta para distinguirlas de

orros movimientos religiosos), fracasan tambi én a la hora de crear una

socialización inrerna, ya que, reemplazada ésta por la adhesión fascinada

hacia un gurú, aquélla se revela a menud o íncapaz de asegurar de forma

duradera un mínimum de cohesión entre los miembros del grupo. El

suicidio colectivo, desde esta perspectiva, es una salida previsible: el in-

dividuo que rech aza elnexo social, la relación con el otro, ya estásimbó-

licamente muerto.

Los no-lugares

Paso ahora al segundo movimiento anunciado, paralelo al primero, el

paso de los lugares a los no-lugares.i ' Para la antropología, gJ luga¡ e-q"un espacio fuertemen¡e simb olizado'

qs dggi4 qug es un espacio en el cual podemos leer en parte o en su tota-

lidad la iJentidad de los que lo ocupan, Ias relaciones.qge"mantienen y la

_.bistoria que comparte4:,Tenemos todos una idea, una intuición o un re-

cuerdo del lugar entendido de esta manera. Es, por ejemplo, el recuerdo

del pueblo familiar donde pasábamos las vacaciones o también un re-

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cucrdo litcr¿rio. [)icnso cn Conrbr:ry (Cornbray-llicrs) dc Prousr y cn clcouocimicnto que Frangoise, la sirvienta de la familia del narrador, ticnede todos sus habitantes: después de una minuciosa observación de los es-pacios prácticamente asignados a cadauno en el espacio aldeano, y has-ta en la iglesia, ella le da un sentido al más ínfimo desplazamiento decualquiera. El lugar, en este sentido, por usar una expr.rlór, del filósofoVincente Descombes en su libro sobre Proust, es también un ..territorioretórico>, es decir, un espacio en donde cadauno se reconoce en el idio-ma del otro' y hasta en los silencios: en donde nos entendemos con me-dias palabras. Ss-,, en resumen, un universo de reconocimiento, dondeeadauno- cenoce su sitio y el de los otros, un conjunto de puntos de re-

Jerencias espagiales-, sociales e históricosl todos los que ,. i.rorrocen enellos denen algo en común, comparten algo, independientemente de ladesigualdad de sus respectivas situaciones* La vida, la vida individual, noes necesariamente fácil en un lugar como ése; tiene sentido pero carecede libertad, y por eso se concibe que en distintos paíser y .tt distinrasépocas el paso de la aldea a la ciudad haya podido ser vivido como unaliberación.

_ Los antropólogos estudiaron tales lugares. ..Desde la aparición dellenguaje -escribió Lévi-Strauss- hizo faka que el universo significara.',Hizo falta, en otros términos, reconocerse en el univerro

"nt., de cono-

cer algo, ordenar y simbolízar elespacio y el tiempo paradominar las re-laciones humanas. Entre paréntesis, I á pesar de los progresos fantásti-cos de la ciencia, este diálogo entre senrido y .ono.imiento, entresimbolismo y saber no está a punto de desap arecer,ya que las relacionesentre humanos no pueden depender enteramente de la ciencia o del sa-ber. Así, pues, los antropólogos esrudiaron, en las sociedades que llama-mos tradicionales, cómo la identidad, las relaciones sociales y ia historiase inscribían en el espacio.

En Africa, como en Asia, en Ocean ía o enAmérica, ni la disribuciónde las aldeas ni las pautas de residencia, ni tampoco las fronreras entre loprofano y lo sagrado están dejadas al azar. No nacemos dondequiera, novivimos en cualquier lugar (y hemos inventado palabras sabias par^refe-rirnos a la residencia en casa del padre, de la madre, del tío, del marido ode la mujer: patrilocalidad, matrilocalidad, avuncolocalidad, virilocali-dad o uxorilocalidad). Incluso las poblaciones nómadas tienen una rela*ción muy codificada con el espacio.Asi los tuaregs no sólo tienen, naru-ralmente, itinerarios fijos y señalizados sino que también, en cada una de

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sus prrrrrclas, las ticnclas dc c,rrnpirii¿r sort distrilttlitl,rs ctl utt ol'tlctt tlt'tt'r'minado. Hsta preocupacit'rn por dar scnticlo rrl csprrcio crt tór'rtrittos soci:t

les puede también aplicarse aIa casa.Jean-Pierrc Veruant rt()s lt,r rcc,rr-

dado que los griegos de la época clásica distinguían el hogar, ccntro tlc l:r

morada y asiento femenino de Hestía, del umbral espacio dc Flcrnrcs,

zona masculin a y abierta al exterior. En algunas culturas el mismo cuer-

po está considerado como un receptáculo de ciertas presencias ancestra-

les y se divide (es el caso de ciertas culturas del sur de Togo y de Benin)

en zonas, objeto de curas especiales o de ofrendas específicas.

Así, al definir el lugar como un espacio en donde se pueden leer la

ldentidad, la relaci 6n y la historia, propuse llamar no-lugares a los espa-

cios donde esta lectura no era posible. Estos espacios, cada día más nu*

merosos, son:

-Los espacios de circulación: autopistas, áreas de servicios en las ga-

solineras, aeropuertos, vías aéreas...

-Los espacios de consumo: supermercados e hipermercados, cadenas

hoteleras...

-Los espacios de la comunicación: pantallas, cables, ondas con apa-

riencias a veces inmateriales...

Podemos pensar, por lo menos en un primer nivel de análisis, que es*

ros nuevos espacios qg san lugages donde se inscriben relaci.ones,.,soeia"-

lgg-45f3de"rap. Sería, por ejemplo, muy difícil hacer un análisis en térmi-nos durkheimianos de una sala de espera de Roissy: salvo excepción, porsuerte siempre posible, los individuos se mueven sin relacionarse ni ne-

gociar nada, pero obedecen a un determinado número de pautas y de

códigos que les permiten guiarse, cadauno por su lado. En la autopista,

sólo veo del que me adelanta un perfil impasible, una mirada paralela, yluego, cuando lo tengo delante, el pequeño intermitente rojo que encen-

dió casi sin pensarlo.Estos no-lugares se yuxtaponen, se encajan y por eso tienden a Pare*

cerse: los aeropuertos se parecen a los supermercados; vemos la televi-sión en los aviones; escuchamos las noticias llenando el depósito de

nuestro coche en unas gasolineras que Se parecen, cada vez más, a los su-

permercados; mi tarjeta de crédito me proporciona puntos que puedo

converrir en billetes de avión, etcétera. En la soledad de los no-lugares

puedo sentirme un instante liberado del peso de las relaciones, en el caso

de haber olvidado el teléfono móvil. Este paréntesis tiene un perfume de

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inocencia (en francés se puede jugar con la palabra ..no-lugaresrr), pcrono nos imaginamos que pueda prolongarse más allá de ,116 horas. Laversión negra de los no-lugares serían los espacios de tránsito donde noseternizamos, todos los campos de refugiados que reciben una asistenciahumanitaria, y donde los lugares intentan recomponerse.

Los-no*lugares, entonces, tienen una existencia empírica y algunosgeógrafos, demógrafos, urbanistas o arquirecros descriLen la extensiónurbana actual como espacios que, si se ,etiene la definición que propuse,son verdaderos no-lugares. Flerv é Le Bras, en su libro L) pknétu o,rtillage [El planeta en la aldea], destaca que vivimos una .r" dá exrensiónurbana tan desarrollada que hace estallai los límites de la anrigua ciudad:un tejido más o me_nos desorganizado se despli ega alo largJde las víasde comunicación, de los ríos y de las .ortrr. Hrbl, .r, estJcontexto de..filamentos urbanos, y toma como ejemplo la red urbana que se extien_de sin interrupción de Manches ter ala llanura del P6, y ala'cual los geó-grafos dieron el nombre de ..banana azul, para derrribi, la disperiióntan peculiar que se ve en las fotografírt to*rdas de noche por lo, satéli-tes. Augustin Berque' en su libro Dw geste á la cité [Del g.rto a la ciu-dadl, demostró cómo la ciudad de Tokio perdió su inscripli¿n en el pai-saje mientras desap arecían también sus lugares de roriaLilidad interna.FIasta hace poco' cualquiera de los ele*errios del gran paisaje (el monteFuji o el mar) se percibía siempre desde cualquier.áil.. p.ro i,

"or,rrrrr.-ción de grandes edificios suprimió estos pr'tntor de vista. Por orro lado,las últimas callejuelas o callejones sin salida que creaban lugares de en-cuentro' de intercambio y de charlas, alrededor de los talle-res y de loscolmados, desaparecían bajo el efecto de la misma transformación.

El arquitecro Rem Koolhass propuso la expresión de ..ciudad genéri-ca>> pata designar el modelo uniforme de las ciudades que se encuentranhoy en día por doquier en el planeta. La ciudad genérica, escribe, ..es loque queda una vez que unos vastos lienzos de vida urbana hayanpasadopor el ciberespacio. Un lugar donde las sensaciones fuertes están embo-tadas y difusas, las emociones enrarecidas, un lugar discreto y misterio-so como un vasto espacio iluminado por una lámpara de cabecerarr. yañade: "[... ] el aeropuerto es hoy día uno de los elementos que caracre-riza más distintivamenre a la ciudad Genérica. [...] Er, por^or* parte,r1n imperativo, ya que el aeropuerto es más o menos todo lo que un in-dividuo medio tienen la oportunidad de conocer de l" *ryoría de lasciudades [...] el aeropuerto es un condensado alavezde lo iriperlocal y

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de lo hipcrmundial: hipcrrnunctial porquc proponc lttcl'ctncíirs (lrte tt() sc

encuentran en la ciudad; hiperlocal porquc cn ól sc pr()p()rciotratt prt'o"

ductos que no existen en ninguna otra parte>.

Es necesario aclarar que la oposición entre lugares y no-lugarcs cs /.relativa. Yaría según los momentos, las funciones y los usos. Scgún los"-.

momentos, un estadio, un monumento histórico, un parque o ciertos

barrios de París no tienen ni el mismo cariz ni el mismo significado clc

día o de noche, en las horas de apertura o cuando están casi desiertos. Es

obvio. Pero observamos también que los espacios construidos con una

finalidad concreta pueden ver sus funciones cambiadas o adaptaáas. Al-gunos grandes centros comerciales de las periferias urbanas, por ejem-

plo, se han convertido en puntos de encuentro para los jóvenes, quienes

han sido atraídos, sin duda, por los tipos de productos que se pueden ver

(televisión, ordenadores, etcétera, que son el medio de acceso actual aI

vasto mundo); pero, más aún, empujados por la fuerza de la costumbre

y la necesidad de volver a encontrarse en un lugar en donde se recono-

cen. Finalmente, está claro que el uso es también lo que constituye el lu-gar o el no-lugar: el viajero de paso no tiene la misma relación con el es-

pacio del aeropuerto que el empleado que trab aia allí cada día, que

encuentra a sus colegas y pasa en él una parte importante de su vida.T . a d efinici ó n d e,!.-espasi-o_

. e-sJá,,e.n .Q ens e cu g¡rgi 4n .en función, dp l p s flu g,_-i:%

*k-p;p,er,t. éll E" u"a tesis que dio lugar a un libro , Coeur de Banliewe lCo-razónde suburbio], uno de mis antiguos estudiantes describió cómo en

Courneuve, en "la ciudad de los 4.000", los más jóvenes (entre l0 y 16

años) constituían bandas que se apropiaban del territorio de su ciudad,

lo defendían eventualmente contra otras bandas y hacían cumplir a los

nuevos miembros unos ritos iniciáticos que siempre esmban relaciona-

dos con el dominio lúdico-,6simbólico d"."1 lugar. En este caso debería'

mos hablar, más bien, doerperl ocalizactón.\En la televisión, en directo,hasta vimos a adultos llorar delante del espectáculo del derrumbamientode las ..barras,, (grandes edificios de los suburbios), en las cuales habían

vivido. Si bien estos grandes grupos de viviendapodían parecer deplora-

bles a los observadores foráneos, para otros habían sido, mal que bien,

un lugar de vida.La srgp_ggJ'o-calizací1n puede ser vinculada afenémenos de exclusión o

d. r"árginación. Sabemos que los jóvenes de los suburbios <<se precipi-tan' sobre París el sábado por la noche, y más precisamente a ciertos

barrios -la Bastille, el Forum des Halles, Les Champs Elysées- que, sin

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dr-lda, lcs parcccu condcnsar la quint;rc.sencia dcl <cs¡rcctácul9r, s¡l¡¿1¡o ydonde tienen la oportunidad de ver, y cvclltualmenre, dc cxpcrimcntarlos aparatos que dan acceso al mundo de la información y de la irnagen.Talvez vamos hoy en día a ver los escaparates de las tiendas de televi-sores y de ordenadores como íbamos antes, en mi pueblo bretón, a laorilla del mar Parasoñar con partidas y viajes. El ofuera del lugar,, de unaciudad, la capkal, de la cual solo son captados por definición sus reflejos,sería la contrap artida del ..superlugar' de la metrópoli.

*ii Al hablar del espacio estamos naturalmente inducidos ahablar de lamirada, no sin identificar, a este respecto, un peligro, un riesgo.*fodasuperloc ahzación conlleva el peligro de ignorar a los otros, los del exte-rior inmediato, de desimbolizar, en este sentido, la relación social, ¡más aún, de obviarla por tenq,r solo acceso, a través de las imágenes, a unmundo soñado o fantaseado.pejos de reservar este riesgo sólo a nues-tros suburbios, pienso que es el riesgo de todos en distintos grados. Pe-ro la aparición en algunos continentes de barrios privados, hasra de ciu-dades privadas, / €n todas las grandes ciudades del mundo de edificiossruperProtegidos con sus puentes levadizos electrónicos, demuestra que,

Para muchos, lo que llamamos lagfu_gg¿rieacié¡, corresponde a un in-

tento c-Antr.adicto¡ig, y en ciertos aspectos un poco irrisorio, de conci-liar el rgp-liggpe del cuerpo af abrigo de fronrg{e.q."_e*q'fregh.as y- el vagabun-deo de lqmirada a través de las imágenes del mundo o el -undo de lasimágenes\¿tto es ésa, después de todo, la actitud del que se duerme en elhueco de su cama paru soñar con lo vivido el día anterior?

De lo real a lo virtval

Alcanzamos aqui me parece, el punto central de nuestro tema. Más alláde nuestros interrogantes en cuanto a las mutaciones del tiempo y del es-pacio, q"e",fmt3 .de 14 re!.aciil

-q"y:,n**lqpqmas, con lo.r.eal, cgggs.Hdq-gI,m$#_o*goilR.9.p-re-b!.9.1¡1á¡ip-p, y-?,,.gue,¡19s.?lrevemos 4 hablar del paso de lg1gd, A.lo virtual. En primer lugar dos precisiones.

*"b* El término ..virtual" se uúliza hoy en día de manera poco clara. Lasirnágenes llamadas virtuales no lo son en calidad de imágenes. Por esta ra-zón, son eminentemente actuales, y algunas realidades que representanson, además, también acruales. Al contrario, todas las ficciones a las cualesdan forma, todos los ..mundos, que representan (como en los videojue-

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gos) no son forz.t)s¿ln1cntc "virtulrlcs' si no tictrcn rtittgtutlt ()p()r'turtitl.ttl,

ninguna posibilidad clc hacerse <irctuillcso o clc rc¿rliz.:rrsr,, rtticrttrils n() sc:ln

realidades <<en potencia> (pensamos aquí en la clcfinici,orr dc'l Littrí'.,,Vir-tu4l: "Que resulh sólo en potencia y sin efecto actual").,jF,n cambio, kr cluc

es virtual,y podría ser una amenaza, es el efecto de la fascinacitin absolu-

ta, de devolución recíproca de la imagen a Ia mtrad^ y de la miracla a {,r

imagen que el desarrollo de las tecnologías de la imagen puedc gencrar. ' .

En este punto, talvez sea necesariavna segunda precisión. No tcng()

ninguna intención de disertar contra la imagen y las tecnologías de la co-municación (esto no tendría sentido). Subrayar los peligros que com-portan la alienación progresiva a una tecnología, las confusiones induci-das por el peso de la pereza y de la costumbre, intentar reconocer la

fuerzay los efectos de la ilusión, es más bien recordar que la"!"m.aggn",p-p{más sofisticada que p.ueda ser, solo es una imagen, es dgci¡, un medio deii r . . 1

i[p,plración, a*Jece-s ds " exploración, a. menudo de .cornunicación, o táfir=

üil de disracción. Marx decía que las relaciones con la naturaleza"', /"

l,corresponoran en última instancia a relaciones entre los hombres; po- I t¡dríamos más evidentemente,y con más razón,decir lo mismo de las re- jlaciones con las imágenes.

Quisiera entonces enumerar rápidamente todas las ambigüedades de f ;,r,,,nuestra relación con la imagen antes de sugerir en qué condiciones pue- \ i{", , .

de no ser un obstáculo a la libre construccián d. .rrr.rtras identidtdet itt- ) h | 'r \

dividuales y colecdvas. Porque es aquí, creo yo, donde radica el desafío

esencial de nuestro futuro.La imagen recibida o percibida, sobre todo la que difunden nuestros

televisores, tiene varias cat'á.:cterísticas,:,,

-Igu.alaaconggcjmieltos:,millones de muertos en Afganistán; nuevofracaso del París Saint-Germain.

-Iguala personas; las figuras de la política, las estrellas del espectácu-

lo, del deporte y de la televisión misma, pero mmbién las muñecas yotros títeres que se pegan a la piel de los que caricaturizan, o incluso los

personajes ficticios de algunos culebrones que nos parecen más reales

que los actores. Esta igualación no es inocente en la medida en que dibu-

ia los contornos de un nuevo Olimpo, cercano pero inaccesible como unespejismo del que reconocemos los héroes y los dioses sin realmente co-nocerlos.

*IAS9 .glc-ig¡1¿.la diq"ti"pign eptrq lo real y lL.fjg,..ión, Los aconteci-mientos están concebidos y escenificados para ser vistos en la televisión.

4-

#

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[,o cltlc vcíalrlos clc l:r Gr-rcrra clcl Golfo tcnía la irprr.ricnci¿ dc uu viclc1¡-juego. E,l desembarco en Somalia se hizo a la hora anunciada, conlo cual-quier otro espectáculo, delante de centenares de periodistas. Si la vidapolítica internacional, hoy día, a menudo riene urp..ro, de oculel¡rón'es sin duda, ante todo, porque debe ser llevad a a la pantalla, por múlti-ples razones) en las cuales intervienen tanto los cálculos táctlos de losactores como las expectativas o costumbres de los espectadores.

Las mediaciones políticas están sometidas así al ejercicio mediático.Algunos ven en la televisión de hoy el equivalente del ágoragriega, peroquizás infravaloran la pasividad que conlleva la definiciór, dei.i.rdrá*rro

t9*1*g, e-sPecm$P;Otro efecto deletéreo de la poderosa presencia fttrégnancel dela ima-

gen, bien podría ser equip arylo con lo que, a ptopOriio de orras drogas

*_L* livianas, llamamos adicciótdl-^ adicción a la imagen aísla al individ"J yle propone p|g-rulaclgs del prójimg. cuanto más estoy en la i*rg.rr, *.-nos invierto en la actividad de negociación con el prójimo, qrr. ., en lareciprocidad, constitutiva de mi identidad\La relación simbólica de laque hablaba alprincipio, / Que en todas las iociedades es alavezobjetoy desafío de la actividad ritual, implica esta doble acrividad de reconoci-miento del prójimo y de la reconsrrucción de sí mismo.

Las imágenes, en esta actividad eminentemente social, pueden tenerun papel decisivo, un papel mediador; por eso se utilízaroo en las empre-sas de conquista y de colonización cuya historia nos propor.iorr" Lu-chos ejemplos. Así las órdenes mendicantes, y luego los jesui tas, paraconvertir a los indios de México empezaron a susriruir sus imágenei lasde una tradición aztecamuy rica en este ámbito, por las del barroco cris-tiano y castellano. Esta <<guerra de imágenes>>, por romar el título del li-bro del especialista en historia de México Serge Gruzinski, duró siglos,y aún hoy en día no está del todo acabada cuando desde hace ,lg.rrro,años el evangelismo protestante de origen norteamericano e-pieza, ,rosin éxito, a erradtcar todareferenci a alas imágenes católicas o paganas, yconduce, con menos ruido, a una nueva guerra de religión q.r. r. extien-de a todos los continentes, sobre todo con pantallas superpuesras, por-que, si bien denuncian la imagin ería católica o los fedches paganor, lo,evangelisras no odian ni el espe ctáculo ni la pantalla.

*&-e El hecho nuevo hoy en día,y aquíradica el problema, es que a menu-do la imagen ya no representa un papel de mediación con el orro, pero sí

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sc idcntif ic::r con ó1. l.a prarrt:rll:r n() cs t¡tt rnctli,ttlot'cntr'('y,r y lr)s (ltt('nt('

prcscnta. No crca rcciprociclacl cntrc'cllos y yo, L{)ri vco, prro r:llos uu

me ven. Esta mediación naturalfflente pucdc cxistir cn ()tril pilrtc; 1-rucrlo

tener un nexo familiar, político, amistoso o intclcctu¿rl con los rluc vc()

en la pantalla. Lq molestia emBieza cnando el simulacro sc inst:tl:r, cu¡u)-

do la ficción hace las yeces de real, cuando todo pasa como si no hubic-ra otra realidad que la de Ia imSgen,

Alioia bien, este fenómeno á. s¡¡.qtituciqn de la realidad por la ima*

gen, que inicialmente suponía representar o ilustrarla, es muy generali-zado hoy en día, y tomaré, para acabar, un ejemplo de ello que no es cli-

recta o estrictamente ni político ni mediático. El mundo es recorridohoy en día por flujos de población que esencialmente van en senticlos

contrarios: los inmigrantes a los que sus dificultades económicas preci-pitan hacia un mundo occidental, que tienden a mitificar; los turistas,

con el ojo pegado a sus cámaras )'encandilados, recorren unos países que

a menudo son aquellos de donde parten los inmigrantes. No es ciertoque, recorriendo el mundo, fotografiándolo y filmándolo, no encontre-mos esencialmente en nuestros viajes, como en el famoso albergue espa-

ñol, lo que nosotros mismos habíamos llevado allí: imágenes y sueños.

Poco tiempo atrás,Disney Corporation ganó un concurso organiza-

do por el ayuntamiento y el Esmdo de Nueva York para la edificaciónde un hostal, un centro comercial y de ocio en Times Square, así comola remodelación del barrio. Lo que más desmca en el proyecto de los ar-

quitectos de Disney es que instala el mundo de Superman, con su arqui-tectura caótica y atraves ada por rayos galácticos, en eI corazón de la

ciudad, como componente normal de ella. Algunos periodistas notaronque el nuevo Times Square era fiel a la estética de los centros de ocio yainstalados en Estados Unidos. Más aLlá de los debates sofisticados sobre

el senddo de la obra, el efecto Disney se toma en serio y se constituyeen autorreferencia para el futuro. Se riza así el rtzo: de un estado en el I

cual la ficción se nutría de la transformación imaginaria de lo real, ¿ff\hemos pasado a un estado en el cual lo real se esfuerza en reproducir la

ficción. Bajo este diluvio de imágenes, ¿queda aún sitio para la imagina-

ción?H^y que concluir, y alvez matizar o corregir, el sentimiento de pesi-

mismo un poco distante que pueda advertirse en mis palabras. No me

siento, propiamente dicho, ni distante ni pesimista; quisiera convencer-les formulando dos observaciones y contándoles una anécdota.

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*

La prirncra obscrvación es quc la sociología rcal o, si lo ¡rrcfcrimos, la

socieclad real, es más compleja que los modelos que intentan dar cuenrade ella.,

Digamos que, en Ia realidad concreta, los elementos que justifican odirigen la elaboración de modelos interpretativos no se excluyen sinoque se sobreañaden. En la realidad, tal como la podemos observar con-cretamente, nunca hubo desencanto del mundo, nunca hubo muerte delHombre, fin de grandes relatos o fin de la historia, pero hubo evolucio-nes, inflexiones, cambios y nuevas ideas, alavez que reflejor y motoresde cambios. No se debe confundir la historia de las ideas ni la de las téc-nicas con la historia a secas. Estemos tranquilos: la historia conrinúa.

Quizás incluso, en un sentido (si prestamos arención al hecho de quedesde ahora su horizonte es el planeta en su totalidad), podamos adelan-tar que sólo ahora comienza, que sólo ahora sale de la prehistoria.

Si la realidad de hoy tiene a menud ola apariencia de un espectáculo ode una película, si podemos tener la sensación de que por la extensión delos espacios de anonimato, de los espacios de la imagen y de la comuni-cación,la historia condena a muchos humanos a la soledad, y por la glo-balización de la economía a muchos tambi én (amenudo son los mismos)a la exclusión. Sin embargo, podemos sin duda sacar fruto de una lecciónque autoriza, me parece, la experiencia antropológica: el individuo sólo..: i"inr gi13lrlq y ru exisrencia- imp o sible. S al,ro

"t i.rr,.r ffióñnüíl ü;'

humanos no sé perdeián en el centelleo de los medios de comunicación.Y tanto si se corrfirma el sentimiento de déficit simbólico, de debilidadsocial que nos invade a veces (pero ya Durkheim...), podemos esrar se-

guros de que unas recomposiciones simbólicas y sociales se operaránpor vías múltiples e invisibles. Si para lo mejor y para lo menos bueno,la historia continúa.

Sin duda la histori a de mañana, com o yala de ho¡ será recorrida poruna doble tensión, entre sentido y ciencia, por un lado, soledad y solida-ridad, por el otro. La ciencia, al conrrario del mito y de la ideología, notiene nada pari- tranquilizarnos: ayanza desplazando las fronteras de lodesconocido, y está claro que hoy en día resucita vértigos pascalianos aldescubrir en la intimidad del individuo la suma de sus determinantes (es-tamos cartografiando el genoma humano), justo en el momento en elcual la astrofísica vuelve a actualizar la idea de lo infinitamenre grande.

No estamos ya en la época del totemismo y de los símbolos elemen-tales, en la época donde la naturaleza proporcionaba fácilmente un len-

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guirjc ir la 6rganiz.;rcion clc los hrxtt[rrcs. I)cro lr,ry t¡t¡c vivit', sc1¡tlil'".'tll

iiuondo ,-,r.r,r,, [ucrtorr, colrlo clccía Vtlltairc, y ptrrr cllo tlclrcltttts

afrontar la necesidad de lo social, pensar lo cotidiano A una csc,rl,r lrullrrr-

nq es decir, en algún sitio entre el individuo y 1o infinito: no reclalrortrr

1o social.La historia, de ahora en adelante (y es un hecho sin precedentes), scrá

conscientemenre la del planeta percibido como planeta, como minúscu-

lo elemento de un sistema entre una infinidad de otros sistemas. Pero

por esta misma raz1nr la aventura, mafrana, seguirá siendo una aventura

id.rrtit.ria: la relación entre unos y otros será más que nunca un desafío.

.k., Hace algún tiempo ruve la suerte detratar mucho con un grupo de in- . 1* dio, yrrrrrJp.r*é .r la frontera de Vene zuelay Colombia. Aislados, casi '- t-sin recursos, estos indios celebraban casi cadanoche una ceremonia, el I i"Tóhé, durante la cual un chamánviaja soñando ala casa de los dioses.

Por la mañana cuenta su viaje, que a menudo tiene una meta concreta

(pedir la opinión de un dios, recuperar el alma robada de un hombre o de

,rrr, *t j.i.rrf.r-os, tener noticias de un muerto), y describe el país de

los dioses.

Este país es una ciudad donde circulan coches silenciosos entre las

altas consrrucciones iluminadas. En los cruces, la comida y las bebidas

son enrregadas a discreción. En definitiva, este mundo de dioses es una

imagen magnificada de Caracas, adonde estos indios nunca han ido, Pero

de la cual hán recolecrado algunos ecos o algunas imágenes interrogando

a visitantes u hojeando revistas que han caído en sus manos.

Así, nuesrras ciudades han invadido el imaginario de estos indios.

Pero son ciudades de ensueño, en su doble sentido. En realidad, cuando

algunos de estos pumé dejan su campamento, se instalan a las puertas de

lrii.tdrd, en las chabolas donde los televisores les proponen' a todas

horas, sustitutog a las imágenes de sus sueños, ficciones abandonadas

por sus dioses. El sueño y la realidad se degradan conjuntamente. Las

.irrd"d., de los sueños indios no son más reales que los indios de los sue-

ños occidentales y juntos se desvanecen. Pero este doble malentendido

demuestra, a su manera, que nos hemos vuelto todos (trágicamente, de-

sigualmente, pero ineluctablemente) contemporáneos. La historia de es-

ta conrempoianeidad, rica en esperanzas y cargada de contradicciones,

justo hoy empieza.

10,. ''l

1_'

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Page 11: Marc Augé  "Sobremodernidad: del mundo tecnológico del hoy, al desafío esencial del mañana

D6nis de Moraes (coord.)

SOCIEDAD MEDIATIZADA

Marc Augé, Manuel Castells,Jesús Martín-Barbero' Armand Mattelart,

Dénis de Moraes,Guillermo Orozeo Gómcz¡

Lorenzo Vilches y Eduardo A. Vizer

sedM

Page 12: Marc Augé  "Sobremodernidad: del mundo tecnológico del hoy, al desafío esencial del mañana

(t ) l)[.rri.s rlt. Mt¡r.rrc.s , 2OO7

'rraducción de la "Presentación" y del capítulo 1: Luciana Fleischman. Asimismo,agradecemos a la revista Memoriade México,la cesión de la tradu.ao' a.t capítulode Marc Augé, publicado en er no r29 de noviembre de 1999.

Ilusrración de cubierra: Juan Santana

Primera edición: septiembr e de 2OAT,Barcelona

Derechos reservados para todas ras ediciones en castellano

@ Editorial Gedisa, S.A.Avda. Tibidabo, 12,3"08022 Barcelona (España)Tel. s¡ 253 Og 04Fax 93 253 09 Os

correo electrónico: [email protected] : / / www. gedisa.com

ISBN: 97 I -94 -97 g4-t 60-3Depósitcr legal: B. 29786-2007

fmpreso por Rornanyá VallsVerdaguer, 1 - Capellades (Barcelona)

Impreso en EspañaPrinted in Spain

Queda prohibida l" t.pl:g"c.ci6n parciaro torar por cuarquier mediode impresión, en fo.ma idéntica, .itrr.t.dn o ,.roiifi.,ad,a deesra versióncastellana de la obra.

Índice

I)resentación, Dénis de Moraes

Sobre los autores

PRttu¡,nR PARTE

CUTTURA TECNOLÓGICA Y MEDIATIZACIÓN

1. La tiranía de lo fugaz: mercantilización cultural y saturaciónmediática, Dénis de Moraes . . .

2. Procesos sociotécnicos y mediatización en la culturatecnológica, Eduardo A. Vizer

3. Tecnicidades, identidades, alteridades: desubicaciones yopacidades de la comunicación en el nuevo siglo,

Jesú,s Martín-Barbero4. Comunicación social y cambio tecnológico: un escenario

de múltiples desordenamientos, Gwillernlo Orozco Gómez . . .

5. Sobremodernidad: del mundo tecnológico de hoy al desafío

esencial del mañana,, Marc Augé

l1

17

21,

39

69

99

11,9

Page 13: Marc Augé  "Sobremodernidad: del mundo tecnológico del hoy, al desafío esencial del mañana

Sr,cuuoa PARTE

SOCIEDAD EN RED Y MUTACIONESCOMUNICACIONALES

6. Migraciones mediáticas y creación de valor,Lorenzo Vilches 141

-Q;:>"7. Innovación, libertad y poder en Ia era de la información,Manwel Castells 175

**¡p8. ¿FIacia qué "Nuevo Orden Mundial de la Información',?,Armand Mattelart ". ". 183