maldoror o el hombre entre el bien y el mal

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Maldoror o el hombre entre el bien y el malTorres Pia DiegoLa figura de Isidore Ducasse o mejor conocido como conde de Lautramont es oscura, escribe al principio de su prlogo a Cantos de Maldoror, Manuel Serrat. Si lo es para el traductor y prologuista; a nosotros, lectores de mi generacin, nos espera la negrura de un poeta nacido en Montevideo, pero que se expresa en la lengua francesa. El poeta no aparece en las historias de literatura francesa a las que tenemos acceso en las bibliotecas de la ciudad. No hay ejemplares con su nombre, salvo tres del libro que hoy citamos. La lectura de los Cantos deja al lector extraado de lo que tiene en sus manos: una lucha constante del ser humano sobre la luz y la oscuridad que puede llegar a desprender en la tierra. Pero estos cantos trazan un camino nuevo, onrico, articulando una poesa llena de crueldad y desesperacin para escribe el mismo Ducasse oprimir al lector y hacer que desee el bien como remedio (Lautramont, 1991: 53). Cmo guiar al hombre al bien por un camino netamente negativo? Esto va contra toda ley cristiana; sin embargo, hablar del bien y el mal es hablar de una misma entidad paradjica con diferentes perfiles: Dios o el Hombre?, o slo este ltimo en disputa consigo mismo. Este ser, acaso, el terreno de donde parte la figura de Maldoror?, personaje pienso que fue alado, en un principio bueno y que con el paso del tiempo descubre su verdadera naturaleza maligna. Maldoror hace servir su genio para representar las delicias de la crueldad del hombre (Lautrmont, 2010: 11), y en l se dar una respuesta a la paradoja: Imposible. Imposible que el mal se conjugue con el bien (Lautrmont, 2010: 11). La anterior afirmacin parece ser ms una sentencia para aquella unidad armnica que representa Dios, sin duda; la obra est atravesada por este tenor. Pero tambin est implicada la enunciacin potica de manera explcita, como agresora de la figura del Creador. Si reflexionamos sobre el espacio temporal en los que se publica los Cantos, uno puede llegar a afirma que la potencia de la imaginacin del hombre se dispara cuando su atmsfera es violenta y hostil. El siglo XIX va a ser un ao de rompimientos tanto en la literatura como en poltica y no decir de la ciencia y la religin. Ya desde la ilustracin y siguiendo con el positivismo, todo aquello que no es medible y comprobable no se puede denominar como un saber til para el progreso de la humanidad. Pero aquel progreso no es tal para los poetas franceses de este siglo, como va ser testimonio la obra de Baudelaire o Musset, no es ajeno que al comienzo de siglo la atmsfera potica de Francia se distinga un concepto como el mal del siglo que puede ser rastreado desde la obra de Chateaubriand y entendido como una crisis de creencias y valores. Pasar poco tiempo para el tpico Baudelariano del spleen entendido como el hartazgo. Este tpico va a estar presente en los Cantos, Maldoror va a ser el fiel espectador de este estado del hombre: es hermoso contemplar las ruinas de las ciudades, pero es ms hermoso contemplar las ruinas de los humanos (Lautrmont, 2010: 11). En los Cantos estamos frente a una batalla: La de Maldoror con el Creador. Sobre el ltimo, se dice: He visto al Creador acuciando su crueldad intil, provocar incendios en los que perecan ancianos y nios (Lautrmont, 2010: 46). Se entiende ahora que la paradoja del hombre, entre ser bueno y malo, tiene sus races en el Creador. La batalla ha comenzado desde hace mucho, Maldoror ahora es quien la resiste y la denuncia: Mi poesa tendr por objeto atacar por todos los medios al hombre, esa bestia salvaje, y al Creador, que no debera haber engendrado semejante carroa (Lautrmont, 2010: 48). La potica es el ataque al hombre y lo har tratndolo como una bestia garrapatuda, y resaltando sus aspectos escatolgicos. A su vez, resulta interesante que las armas con las que se enfrenta al Creador sean precisamente la lgica y las matemticas, con esa arma[s] emponzoada que me prestasteis, hice descender de su pedestal, construido por la cobarda del hombre, al Creador mismo! (Lautrmont, 2010: 68). Hasta el mismo Maldoror nos dice que leamos sus cantos bajo ese tenor que simboliza la frialdad y la prudencia de la sabidura contra la pasin del Todo poderoso o de la religin. La obra de Lautramont parece ser un viaje que recorre la evolucin del pensamiento del hombre y hasta de la misma poesa, sobre esta ltima, en el libro hay un pasaje interesantsimo en el segundo canto. Maldoror le habla a una lmpara, le cuestiona sus servicios al Creador: alumbrar su catedral. Se trata de una lmpara potica que se convertir en un ngel con el que luchar Maldoror y que tratar de besar. El ngel ya casi vencido hace reflexionar a su opresor: lo admira y siente que podra ser su amigo pero al ser un enviado del Creador, no pueden serlo. Este reconocimiento es un sntoma plenamente romntico como lo hace ver Berlin en su libro Las races del romanticismo. Al contacto con la lengua de Maldoror, la mejilla del ngel se ennegrece hasta quedar completamente como carbn. Ante esta escena, no estamos en una declaracin directa a ese desmelenamiento romntico a la que hace alusin Serrat en el prlogo de su edicin? Maldoror va representar la cada del hombre, en primera instancia bueno y despus malo. En lugar de preguntarse por el cielo y sus misterios, se pregunta ahora por la tierra y por el hombre, as le explica a un nio que se encuentra sentado en un parque. El nio dir que la gente prefiere el cielo a la tierra y su interlocutor le contesta: Pues como el cielo ha sido hecho por Dios, lo mismo que la tierra, ten por seguro que encontraras los mismos males aqu abajo (Lautrmont, 2010: 51). Si el mismo mal se encuentra tanto en el cielo y en la tierra, el hombre desconfiar de lo divino, tpico que es tratado srdidamente en el libro: levant mis prpados azorados ms arriba, an ms arriba, hasta que percib un trono formado de excrementos humanos y de oro, desde el cual ejerca el poder con orgullo idiota, el cuerpo envuelto en un sudario hecho con sbanas sin lavar de hospital, aquel que se denomina a s mismo el Creador (Lautrmont, 2010: 58). La descripcin es totalmente opuesta a la belleza, el empleo de esta manera de referirse a lo divino muestra una nueva percepcin o sensibilidad que ya se aparta del tpico romntico. Ya Baudelaire va a poetizar a figuras que no precisamente pertenezcan al buen gusto de la sociedad francesa del siglo XIX, como lo hace con las prostitutas. La crudeza de las imgenes en el libro de Lautramont nos sorprende para su poca, pero no sorprende enterarnos que la obra no alcanz a distribuirse en Francia. Lo siniestro alcanza la belleza potica, as como se nos muestra la figura de la hermafrodita, tratada como un monstruo cuando cuatro hombres encapuchados la sujetan para implementarle latigazos. Ante tal escena de crueldad, hay un contraste claro: en lugar de sufrimiento, la hermafrodita parece estar en un estado de plenitud: Al recibir los golpes empez a sonrer y hablar con tanto sentimiento e inteligencia sobre las muchas ciencias humanas que haba estudiado, demostrando conocimientos excepcionales en alguien que todava no haba franqueado el umbral de la juventud, y sobre los destinos de la humanidad, revelando all por entero la nobleza potica de su alma (Lautrmont, 2010: 55). Tenemos ante nosotros la belleza escondida en un ser cansado de la vida y que vive avergonzado de su situacin, sola porque nadie se le parece. Incluso los mismos verdugos se ponen a los pies de la hermafrodita. El hombre aqu es humillacin.Ya en canto cuarto, la figura de Maldoror se va deteriorando hasta el punto de ser parte de la naturaleza, con camaleones y sapos bajo las axilas y una vbora devorndole el miembro, un universo plenamente onrico que los surrealistas voltearan a ver. El hombre lo ha seguido, Maldoror lo confiesa: sabed que el hombre, cuando averigu que yo haba hecho votos de vivir enfermo e inmvil hasta lograr vencer al Creador, vino detrs de m de puntillas (Lautrmont, 2010: 125). Maldoror ya se nos muestra, terminando el canto, como un tipo frio que ante todo escucha los acentos serficos de su nombre, buscando su autonoma, quiere ser el nico habitante de su ntimo razonamiento. Este camino recorrido por Maldoror le deja el corazn desconcertado despus de casi diez aos de haber estado hechizado hasta el punto de no diferenciar el bien del mal.Hacia el final del libro, encontramos un fragmento que hace pensar, sin equivocarnos, que Maldoror fue un ngel en el pasado, es un arcngel el que se lo dice: Bien sabes t mismo, y no lo has olvidado, que hubo una poca en que ocupabas el primer puesto entre nosotros (Lautrmont, 2010: 192). Sin embargo, Maldoror tambin ataca a dicho arcngel y termina transformndose en un ave y va entre los cisnes blancos, con la diferencia de que l tiene un plumaje de carbn, lo que nos remite al primer canto, con la grulla vieja que emprende un nuevo camino filosfico y ms seguro que el camino impuesto por el Creador, as despus de la lucha y el camino del mal, Maldoror acaba por reconocer la virtud de sus adversarios y saber apreciar, sin que l se conmueva, la vida de los hombres.

Bibliografa Berlin, I. Las races del romanticismo. Versin electrnica sin ao de edicin. Edit. Taurus.Lautrmont, C. Los cantos de Maldoror (1991) Mxico. Edit. REI. Edicin y traduccin de Manuel Serrat.Luatramont, C. Los cantos de Maldoror (2010) Mxico. Edit. Fontamara