malaka y las ciudades fenicias en el occidente mediterráneo

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  • 8/2/2019 Malaka y las ciudades fenicias en el Occidente mediterrneo

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    MALAKAY LAS CIUDADES FENICIASEN EL OCCIDENTE MEDITERRNEO.

    SIGLOS VI a.C. - I d.C.

    Jos Luis Lpez CastroUniversidad de Almera

    Bartolom Mora SerranoUniversidad de Mlaga

    RESUMEN

    La larga historia de la Mlaga antigua tiene uno de sus principales captulos en la etapa fenicio-pnica que

    aqu se analiza desde sus orgenes hasta principios de la poca altoimperial. La revisin de las fuentes literariasantiguas y de la documentacin arqueolgica, acrecentada en los ltimos aos, contribuye a un mejor conoci-miento de aspectos sociopolticos, econmicos y religiosos de esta ciudad fenicia occidental, cuya clara vocacinmartima se completa con una temprana e intensa relacin con el interior de la actual Andaluca.

    PALABRAS CLAVE

    Malaca, Mlaga, Hispania, Ulterior-Baetica, arqueologa, epigrafa, numismtica, perodos fenicio-pnicoy romano, economa, religin.

    ABSTRACT

    The history of the Ancient Mlaga offers one of its main chapters throughout the Phoenician and Punicperiod of the city, which is analyzed in this article from its origins until the beginning of the Roman Imperial

    times. The revision of old literary sources as well as archaeological remains, increased during the last years, con-tributes to a better knowledge of sociopolitical, economic and religious aspects of this Phoenician Western citywhose long maritime connection is completed with its early and intense relationship with the inside of Anda-lusia.

    KEYWORDS

    Malaca, Mlaga, Hispania, Ulterior-Baetica, Archaeology, Epigraphy, Numismatic, Phoenician-Punic andRoman Periods, Economy, Religion.

    Una de las ms importantes ciudades fenicias del Extremo Occidente del mundo medite-rrneo antiguo fue, sin duda, Malaka. Los recientes descubrimientos arqueolgicos es-tnponiendo de manifiesto las evidencias materiales que as lo atestiguan. En esta aportacin con-templamos la historia de la ciudad fenicia en toda su larga trayectoria, desde su fundacin hastaque comenz a integrarse en el Imperio romano.

    Se plantea tambin en ests lneas la posibilidad de reconocer en la Malakade poca pni-ca1 es decir, coincidiendo con las transformaciones del mundo fenicio-occidental a lo largo

    M

    ainake,XXIV/2002

    1 El trmino pnico contiene una serie de connotaciones negativas y despectivas heredadas de una historiografa romanade corte propagandstico anticartagins, que suelen reproducirse de forma acrtica por una tradicin investigadora roma-nocntrica, como ponen de manifiesto trabajos como los de G.F. FRANKO, The Use of Poenus and CarthaginiensisinEarly Latin Literature, CPh, 89, 2 (1994) 153-158. Aun cuando se ha llamado suficientemente la atencin al respecto,insistiendo en la preferencia de usar el trmino de fenicios occidentales (vid. J.L. LPEZ CASTRO, Fenicios y carta-gineses en el Extremo Occidente: algunas cuestiones terminolgicas y de periodizacin, Homenaje a Elena Pezzi, Gra-

    nada, 1992, pgs. 343-348; Cartago y la Pennsula Ibrica en la historiografa espaola. Aportaciones recientes y ultimas

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    del siglo VI a.C. y que culminan en las dos

    centurias siguientes la creacin de un reade influencia econmica propia con implica-ciones territoriales y posiblemente tambinpolticas y religiosas, pero al mismo tiempovinculada al llamado modelo gaditano cuyaarticulacin geopoltica, econmica y reli-giosa se concreta en el Crculo del Estre-cho2.

    El carcter costero y la clara vocacinmarinera de los asentamientos fenicio-pnicosmalagueos, algunos de ellos importantes

    centros portuarios, va ms all de su valora-cin como meras escalas en la navegacin delEstrecho, aunque hayan desempeado, y loseguirn haciendo, un papel destacado en unade las principales vas comerciales del Medite-rrneo occidental, aquella que conduca aGadircomo principal emporio en el comerciocon Tartessosy, en la poca que nos ocupa, ala ruta del Atlntico, igualmente capitalizadapor la ciudad fenicia.

    1. La fundacin de Malaka

    Las distintas excavaciones y exploracionesurbanas en la actual Mlaga, llevadas a caboen los ltimos treinta aos nos permiten irconociendo cada vez ms aspectos de la anti-gua ciudad fenicia y sus relaciones con elentorno autctono. El emplazamiento de la

    ciudad se sita en la margen izquierda del

    Guadalmedina, en un rea en la que se habaasentado desde antiguo poblacin autctona,como atestigua el poblado del Cerro Cabello,situado en las proximidades de Malaka enuna amplia meseta. Las cermicas reconocidasen superficie muestran la presencia de impor-taciones fenicias3.

    En la margen derecha del ro, excavacio-nes urbanas en la zona de la Plaza de SanPablo, exhumaron los restos de un pequeopoblado autctono datado en los siglos

    VIII-VII a.C., encuadrado en la tradicindel Bronce Final. Situado en una suave ele- vacin sobre el ro, por la dispersin dehallazgos localizados en las excavaciones deurgencia efectuadas en distintos solares delrea urbana actual, el poblado tendra unaextensin aproximada de unas 5 hectreas4.El rea estara posiblemente ocupada porcabaas distribuidas de manera dispersa, delas que se excav un fondo en la plaza deSan Pablo, rodeado de silos. La cabaa esta-ra construida con adobes y elementos org-nicos vegetales, presentaba planta oval y ensu interior conservaba restos de combus-tin, restos faunsticos, elementos metalr-gicos de fundicin de cobre y abundantecermica a mano, fundamentalmente decocina (85, 5%) con importaciones fenicias atorno (14,5%) consistentes en nforas, pla-

    tendencias (1980-1992), Hispania AntiquaXVIII (1994), pgs. 519-532; Introduccin a Hispania Poena. Los feniciosen la Hispania romana, Barcelona, 1995, pgs. 9-10; Debate de la cuarta sesin, en J. Fernndez Jurado, P. Rufete &C. Garca (eds.), La Andaluca ibero-turdetana (siglos VI-IV a.C.) Actas de las Jornadas de La Rbida (Palos de la Fronte-ra, Huelva), 1994= Huelva ArqueolgicaXIV, pgs. 407-409) es difcil sustituir un trmino ampliamente extendido, porlo que aunque no renunciamos a una posicin crtica al respecto del contenido del trmino, seguiremos utilizando el tr-mino pnico a efectos de periodizacin y en ocasiones desde el punto de vista paleogrfico.

    2 Una puesta al da del concepto de Crculo del Estrecho y su significado en A. NIVEAU DE VILLEDARY, El espaciogeopoltico gaditano en poca pnica. Revisin y puesta al da del concepto de Crculo del Estrecho, Gerin, 19 (2001)313-354.

    3 Cf. Sobre este asentamiento A. RECIO, Iberos en Mlaga, en F. Wulff Alonso & G. Cruz Andreotti (eds.), HistoriaAntigua de Mlaga y su provincia, Mlaga, 1996, pg. 60; Vestigios materiales cermicos de ascendencia fenicio-pnicaen la provincia de Mlaga, MDAI(M), 34 (1993) 127-141; J. SUREZ PADILLA et al., Consideraciones acerca de losprocesos de interaccin entre indgenas, fenicios y griegos en Mlaga. Aportaciones de la arqueologa de urgencia, en F.Wulff Alonso, G. Cruz Andreotti & C. Martnez Maza (eds.), Comercio y comerciantes en la Historia Antigua de Mlaga(siglo VIII a.C. 711 d.C). Actas del II Congreso de Historia Antigua de Mlaga, Mlaga, 2001, pg. 113.

    4 J. SUREZ, et al., Consideraciones ..., pg. 107.

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    tos y cuencos de barniz rojo, pithoi, urnas,

    lucernas y ampollas5

    .Estos poblados se encuadran dentro de laspautas del poblamiento autctono que inicial-mente se distribua en las serranas prelitoralesde Mlaga, conocido a travs de pobladoscomo Alcorrn, Los Castillejos, y La Era, obien otros situados ms al interior comoAci-nipo6, y que parece modificarse con ocasinde la presencia fenicia en el litoral, como suce-de en el entorno malacitano, en un fenmenosimilar al observado en Almera en el Bajo

    Almanzora, al que podra quizs adscribirse lafundacin de sitios como Cerca Niebla en elrea de Toscanos7.

    La localizacin de Malaka, junto a ladesembocadura de un ro, responde plena-mente al patrn de asentamiento ampliamen-te utilizado por los fenicios al establecer susasentamientos coloniales en el Extremo Occi-dente8. Sin embargo, muy poco sabemos delpoblamiento fenicio colonial de Malaka,anterior a la ciudad: aunque hay noticias dehallazgos de cermicas fenicias del siglo VIIIa.C. en el rea baja de la Alcazaba que po-dran indicar la existencia de alguna fundacincolonial anterior9, no han sido confirmadaspor el momento en excavaciones urbanas.

    Otros hallazgos aislados de piezas de poca

    arcaica, como una palmeta de un jarro debronce procedente de la Alcazaba, fechada enlos siglos VII-VI a.C., o un medalln de orocon representaciones de tipo egipcio, de fina-les del siglo VII a.C.10 aportan indicios sobrela existencia de poblacin en Malakaduranteel periodo colonial.

    Igualmente, sondeos efectuados porIsserlin en 1974 en el rea del teatro roma-no11 documentaron la existencia de algunasestructuras y cermicas en estratos revueltos

    en poca romana que aportaban indicios de laexistencia de reas de habitacin en la laderade la Alcazaba que se podran remontar alsiglo VII a.C. atendiendo a los materialescermicos12, entre los que se pueden recono-cer fragmentos de cuencos y platos de barnizrojo, cermicas pintadas a bandas bcromas,as como urnas decoradas, nforas de sacotipo Ramn 10 y cermica gris, que puedenencuadrarse hacia la segunda mitad del sigloVII a.C.

    Los resultados de estos sondeos y loshallazgos aislados han pasado ms bien desa-percibidos entre los investigadores, lo cual hacondicionado las hiptesis que actualmenteestn en discusin sobre el origen de Malaka:

    5 L. E. FERNNDEZ RODRGUEZ, et al., Un poblado indgena del siglo VIII en la Baha de Mlaga. La intervencinde urgencia en la Plaza de San Pablo, en M.E. Aubet (coord.), Los fenicios en Mlaga, Mlaga, 1997, pgs. 215-251.

    6 Para estos poblados vid. J. SUREZ, et al., Consideraciones ..., pgs. 102-103, 110-111, con la bibliografa oportuna;M. CARRILERO & P. AGUAYO, Indgenas en el periodo orientalizante en Mlaga, en F. Wulff Alonso & G. CruzAndreotti (eds.), Historia Antigua de Mlaga ..., pgs. 41-57.

    7 J.L. LPEZ CASTRO, Fenicios e iberos en la Depresin de Vera: territorio y recursos, en A. Gonzlez Prats (ed.),Fenicios y territorio,Alicante, 2000, pgs. 99-119; J.M.J. GRAN AYMERICH et al., Cerca Niebla-El Vado 1972, Noti-ciario Arqueolgico Hispano,Arqueologa, 3 (1975) 141-190; E. MARTN CRDOBAet al., Aproximacin al anlisishistrico de las comunidades indgenas del Bronce Final en la provincia de Mlaga, Mainake, XXIII (2001) 176.

    8 M.E. AUBET, Tiro y las colonias fenicias de Occidente. Segunda edicin revisada y puesta al da, Barcelona, 1994, pg.265 ss.; vinculacin que refuerzan las citas a la ciudad en fuentes literarias tardas como es le caso de Plinio (NH, 3,8):Malaca cum fluvio foederatorum.

    9 O. ARTEAGA, Perspectivas espacio-temporales de la colonizacin fenicia occidental. Ensayo de aproximacin, Iberos.Actas de las I Jornadas Arqueolgicas sobre el Mundo Ibrico, Jan, 1985, Jan 1987, pgs 213-214.

    10 Cf. J.M.J GRAN AYMERICH, Mlaga fenicia y pnica, en G. del Olmo & M.E. Aubet (eds.), Los fenicios en la Penn-sula Ibrica, Sabadell, 1986, pgs. 132 ss.

    11 B.S. J. ISSERLIN, Informe sobre las excavaciones arqueolgicas en Mlaga-1974, Jbega, 12 (1975) 6-11.; Reporton archaeological trial excavations undertaken at Mlaga, II Congreso Internacional de estudios sobre las culturas del Medi-terrneo occidental, Barcelona, 1978, pgs. 65 ss.

    12 B.S.J. ISSERLIN, Informe ..., pgs. 9-10; J. MUOZ GAMBERO, Inventario del material arqueolgico aparecido

    en las excavaciones del teatro romano de Mlaga, Jbega, 12 (1975) 12-27.

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    por parte de investigadores como Gran

    Aymerich y Aubet, la fundacin de la ciudadse hace depender del abandono de otros asen-tamientos fenicios como El Cerro del Villarcon la mediacin de factores externos comosera la influencia cartaginesa13. Este enclavecolonial, situado en una isla en la desemboca-dura del ro Guadalhorce hacia finales delsiglo VIII a.C., fue abandonado haciacomienzos del siglo VI a.C., coincidiendocon los inicios de Malaka, para despus alber-gar un taller alfarero durante todo el siglo V

    a.C.14 Estas hiptesis estn siendo asumidaspor muchos investigadores que trabajan en laciudad de Mlaga que siguen en lo esencialestos planteamientos15.

    Alternativamente, para investigadorescomo Arteaga, la fundacin de la ciudad se harelacionado con el crecimiento de un ncleohabitado a partir de un asentamiento colonialsituado en la margen izquierda del Guadal-medina, como evolucin de las poblacionesfenicias occidentales a las que habra que aa-dir poblacin autctona integrada en el mbi-to colonial. Un asentamiento que ya desdeantiguo habra concentrado funciones deorganizacin y control territoriales de la zonacomo ncleo de uno de los crculos colonia-

    les y del que el Cerro del Villar sera un lugar

    de produccin e intercambio dependiente deMalaka16.Por nuestra parte pensamos que es nece-

    saria una visin de conjunto de todo el litoralfenicio andaluz para tratar de explicar fen-menos urbanos concretos como el de Mala-ka. Desde el Cerro del Prado en el ro Gua-darranque hasta la isla de Ibiza, la formacinde ciudades es un proceso generalizado en elque los datos que conocemos parecen apuntarms en la direccin del crecimiento de algu-

    nos ncleos coloniales preexistentes, que a unsinecismo protagonizado por varios asenta-mientos coloniales puestos de acuerdo al un-sono. Las causas por las que se produce estefenmeno de concentracin de la poblacincolonial y de formacin de ciudades son com-plejas y responden a una serie de factoresinternos y externos en la sociedad colonialque hemos expuesto en otros trabajos17.

    Sin nimo de extendernos, estas causasremiten al crecimiento de la produccincolonial y del comercio mediterrneo, alaumento de la poblacin colonial y de sudivisin social del trabajo, que supuso unanueva reestructuracin social en los asenta-mientos fenicios occidentales, as como a la

    13 M.E. AUBET, La necrpolis de Villaricos en el mbito del mundo pnico peninsular, en O. Arteaga (ed.), Actas delCongreso Homenaje a Luis Siret. Cuevas del Almanzora 1984, Sevilla, pgs. 612-623; Die phnizische Niederlassung vonCerro del Villar (Guadalhorce, Mlaga). Die Ausgrabungen von 1986-89, MDAI(M), 32 (1991) 29-51; From TradingPost to town in the Phoenician-Punic World, en B. Cunliffe & S. Keay (eds.), Social Complexity and the Development of

    Towns in Iberia. From the Copper Age to the Second Century AD, London, 1995 = Proceedings of the British Academy, 86,pgs. 47-65. J. GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne et punique, Paris, 1991, pgs. 167-168.14 A. ARRIBAS, O. ARTEAGA, El yacimiento fenicio de la desembocadura del ro Guadalhorce (Mlaga), Granada, 1975;

    M.E. AUBET et al., Cerro del Villar I. El asentamiento fenicio en la desembocadura del ro Guadalhorce y su interaccincon el hinterland, Sevilla, 1999, pgs. 128 ss., 147.

    15 J. SUREZ PADILLAet. al., Aproximacin a la dinmica poblacional del litoral occidental malagueo durante la Anti-gedad: Protohistoria, en F. Wulff Alonso & G. Cruz Andreotti (eds.), Historia Antigua de Mlaga..., pgs. 183 ss.

    16 O. ARTEAGA, Lapolismalacitana. Una aproximacin desde la economa poltica, las relaciones intertnicas, y la polti-ca econmica referida al intercambio comercial, en F. Wulff Alonso, G. Cruz Andreotti & C. Martnez Maza (eds.),Comercio y comerciantes ..., pgs. 252 ss.

    17 J.L. LPEZ CASTRO, Hispania Poena..., pgs. 60 ss.; Formas de intercambio de los fenicios occidentales en pocaarcaica, en P. Fernndez Uriel, C. G. Wagner & F. Lpez Pardo (eds.), Intercambio y comercio preclsico en el Medite-rrneo. Actas del I Coloquio Internacional del Centro de Estudios Fenicios y Pnicos, Madrid, 2000, pgs. 123-136; Lasciudades fenicias occidentales y Cartago (c. 650-348 a.C), Os Punicos no Extremo Ocidente.Actas do Colquio Interna-cional (Lisboa, 27 e 28 de Outubro de 2000), Lisboa, 2001, pgs. 57-68; Las ciudades fenicias occidentales, en J.L. Jim-

    nez Salvador y A. Ribera (eds.), Valencia y las primeras ciudades romanas de Hispania, Valencia, 2002, pgs. 61-72.

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    presin externa, marcada por una redefini-

    cin de las relaciones con las nuevas entida-des polticas del mbito autctono, la pre-sencia cartaginesa y griega en elMediterrneo Occidental y las posibles prc-ticas pirticas. El resultado sera la confor-macin de comunidades cvicas con dere-chos y obligaciones que se manifiestanar-queolgicamente en una reestructuracingeneralizada del antiguo poblamiento colo-nial, concentrado desde finales del siglo VIIa.C. en ciudades; en el levantamiento demurallas para la defensa comn y en la apari-cin de necrpolis como espacios cvicos, enlugar de los espacios de diferenciacin socialprivilegiada que haban sido los cementeriosdurante el periodo colonial18.

    Por lo que respecta a la costa malaguea,el proceso de cambios de finales del siglo VIIa.C. y comienzos del VI dio como resultado

    la fundacin de ciudades cuyos nombres nos

    han sido transmitidos por las fuentes griegas ylatinas: Mainoba, posiblemente identificablecon Toscanos en la desembocadura del roVlez19; Suel, en Fuengirola20; probablemen-te Salduba, en Estepona21, a la que quizshabra que aadir Barbesula, junto al ro Gua-diaro22. Caso aparte es el problema de Mai-nake, identificada tanto con Toscanos23,como ms recientemente con Cerro delVillar24, o con la propia Malaka25. Esta lti-ma hiptesis debida a Olmos propone, a par-tir de los hallazgos cermicos griegos, quehabra un barrio de la ciudad, quizs prximoal puerto, que concentrara a los habitantesgriegos, permanentes o temporales, en la esta-cin no apta para la navegacin26, recibiendoentonces el nombre de Mainakeen las fuen-tes, como un emporio diferenciado por losgriegos de la Malakafenicia.

    18 Remitimos a los trabajos citados en la nota precedente. Adems, en general, vid. J.L. LPEZ CASTRO, La formacin

    de las ciudades fenicias occidentales (en prensa). Sobre el papel las necrpolis como indicador de cambios urbanos vid.asimismo H. SCHUBART & O. ARTEAGA, La colonizacin fenicia y pnica, en Historia de Espaa dirigida por M.Domnguez Ortiz, vol. I, De la prehistoria a la conquista romana (s. III a.C.), Barcelona, 1990, pgs. 463 ss. Sobre elcarcter aristocrtico de las tumbas fenicias del periodo colonial vid. J.L. LPEZ CASTRO, La aristocracia fenicia occi-dental, V Congresso Internazionale di Studi Fenici e Punici, Marsala-Palermo 2000(en prensa).

    19 Una valoracin de conjunto de estas ciudades en E. FERRER ALBELDA, Suplemento al mapa paleoetnolgico de laPennsula Ibrica: los pnicos de Iberia, RStudFen, XXVI (1998) 31-54; A. TOVAR, Iberische landeskunde. I. Baetica,Baden-Baden, 1974, pgs. 78-79; H.G. NIEMEYER, El yacimiento de Toscanos: urbanstica y funcin, en G. DelOlmo & M.E. Aubet (eds.), Los fenicios ..., vol. I, pgs. 109-126; O. ARTEAGA, El puerto fenicio de Toscanos. Inves-tigacin geoarqueolgica en la costa de la Axarqua (Vlez-Mlaga-1983/84), en M.E. Aubet (coord.), Los fenicios enMlaga..., pgs. 87-154.

    20 A. TOVAR, Iberische..., pg. 75; R.F. HIRALDO AGUILERA & A. RIONES CARRANZA, Informe preliminar dela excavacin arqueolgica de urgencia efectuada en el Castillo de Fuengirola (Mlaga). Sondeos A, B y H, Anuario

    Arqueolgico de Andaluca III, 1989, pgs. 343-350; R.F. HIRALDO AGUILERA, A. RECIO RUIZ & A. RIONESCARRANZA, Informe preliminar de la excavacin arqueolgica de urgencia realizada en el Castillo de Fuengirola (Mla-

    ga),Anuario Arqueolgico de Andaluca III, 1990, pgs. 313-320; R. OLMOS, Cermica griega del Castillo de Fuen-girola (Mlaga), Mainake, XV-XVI (1993-94) 109-114; J.A. MARTN RUIZ, J.M. MARTN RUIZ & J.R. GARCACARRETERO, Las copas tipo Cstulo del Cerro del Castillo (Fuengirola, Mlaga). Una aportacin al estudio de su dis-tribucin en el rea del Estrecho, Actas del II Congreso Internacional El Estrecho de Gibraltar, Ceuta, 1994, Madrid,1995, vol. II, pgs. 273-286.

    21 A. TOVAR, Iberische..., pgs. 75-76; en Estepona se han localizado los asentamientos fenicios de los siglos V-II a.C. deParque Antena y El Torren: vid. L. SOTO Y JIMNEZ ARANAZ, Descubrimiento de Salduba en Estepona,Jbega,13 (1976) 47-56; J. SUREZ et al., Consideraciones ..., pgs. 124-125.

    22 A. TOVAR, Iberische..., pg. 74; para los testimonios arqueolgicos vid. J. SUREZ et al., Aproximacin ..., pg. 184.23 A. TOVAR, Iberische..., pgs. 79-80; H.G. NIEMEYER, A la bsqueda de Mainake. El conflicto entre los testimonios

    arqueolgicos y escritos, Habis, 10-11 (1979-80) 279-302.24 M.E. AUBET, Mainake, la primera Malaka, Tuvixeddu. La necropoli occidentale di Karales, 27-41.25 R. OLMOS, Los hallazgos recientes de Mlaga en su enmarque del Sur peninsular. Discusin al estudio de J. Gran Ayme-

    rich, AespA, 61 (1988) 222-225; O. ARTEAGA, Paradigmas historicistas de la civilizacin occidental. Los fenicios enlas costas mediterrneas de Andaluca, Spal, 4 (1995) 161.

    26 R. OLMOS, Los hallazgos ..., pg. 225.

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    Uno de los factores determinantes en

    este proceso de formacin de ciudades es lapresencia de templos de Melqart y Astartque actuaran como santuarios empricos ycomo elementos cohesionadores desde elpunto de vista ideolgico. Adems de Sexsy

    Abdera, donde se documenta el culto a Mel-qart, contamos con Baria, un centro polticoy econmico que se consolidara como puer-to abierto, organizador de la salida del mine-ral explotado en las vecinas minas de Herrer-as y Sierra Almagrera y de la entrada deproductos mediterrneos hacia la Alta Anda-luca. Un lugar de comercio maqomque, nopor casualidad, albergaba un santuario de

    Astart y un ncleo de poblacin ibera que se

    entierra en su propia necrpolis situada en elmismo espacio sagrado de las necrpolis feni-cia27. Otro tanto parece suceder en Iboshim,donde el asentamiento de Sa Caleta se aban-dona hacia el 600 al tiempo que se consolidael emergente ncleo urbano ibicenco situadoen el mejor puerto, en el que se ubicaba desdeel siglo VI a.C. el santuario de Illa Plana28.

    En el caso malacitano, en apoyo de lahiptesis antes definida de que las ciudades seconstituyeran en colonias con funciones eco-nmicas de intercambio, viene la etimologadel topnimo Malaka, mlk, que ha sido ana-lizado por diferentes investigadores. Una de

    Unidad de Malaca, anv. procedente del Cerro del Aljibe, Con

    27 J.L. LPEZ CASTRO, Hispania Poena..., pg. 94; Astart en Baria: espacio real y espacio simblico, (en prensa); T.CHAPA, Modes of interaction between Punic colonies and Iberian land: the funerary evidence, Encounters and Trans-

    formations. The Archaeology of Iberia in Transition, Sheffield, 1991, pgs. 141-150.28 J. RAMN TORRES, El nacimiento de la ciudad fenicia de la baha de Ibiza, en A. Gonzlez Blanco, J.L. Cunchillos

    & M. Molina (coords.), El mundo pnico. Historia, sociedad y cultura, Coloquios de Cartagena, I, Cartagena 1990, Mur-cia, 1994, pgs. 325-367; La cermica fenicia a torno de Sa Caleta (Eivissa), en A. Gonzlez Prats (ed.), Cermica feni-cia en Occidente. Centros de produccin y comercio. Actas del I Seminario Internacional sobre temas Fenicios, Guardamardel Segura, 1997,Alicante, 1999, pgs. 149-214; E. HACHUEL & V. MAR, El santuario de Illa Plana (Ibiza). Una

    propuesta de anlisis, Ibiza, 1988 = Trabajos del Museo de Ibiza18.

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    Malakay las ciudades fenicias en el occidente mediterrneo. Siglos VI a.C.-I d.C. 187

    las propuestas ms plausibles es que mhlk, sig-nifique ma|hlakat, emporio29, mientras queotra posible tambin sera la de traducirmahalak como lugar de pasaje, etapa,escala, emparentndolo con el trminoacadio malaku, corredor30. Conviene

    recordar aqu que una de las leyendas mone-tales de las acuaciones malacitanas, aquellaque aparece en los reversos de los cuadrantescon el templo tetrstilo, acuados en la pri-mera mitad del siglo I a.C.31: s]ms] ha sidoemparentada con la leyenda monetal de la

    Leyenda SMS en los reversos de los cuadrantes de Malaca (segn Campo & Mora, 1995)

    29 Esta es la opinin de autores como J.M. MILLS VALLICROSA, De toponimia pnico-espaola, Sefarad, 1 (1941)316, seguido por A. GARCA Y BELLIDO, Colonizacin pnica, en Historia de Espaa dirigida por R. MenndezPidal, vol. I, t. 2, pg. 418; cf. asimismo la discusin en J. SANMARTN, Toponimia y antroponimia. Fuentes par elestudio de la cultura pnica en Espaa, en A. Gonzlez Blanco, J.L. Cunchillos & M. Molina (coords.), El mundo pni-co. ..., pgs. 236-237, quien da como posible esta interpretacin, aunque se inclina ms por un origen no semita para eltopnimo, siguiendo la opinin de M. SZNYCER, Note sur ltmologie du toponyme Malaka, en J. Gran Aymerich,Mlaga phnicienne ..., pgs. 125-127. Un resumen de las distintas interpretaciones sobre el topnimo en M. CAMPO &B. MORA, Las monedas de Malaca, Madrid, 1995, pgs. 116-117. Una reciente visin de conjunto de los topnimosmonetales hispano-pnicos en C. ALFARO ASINS, Epigrafa monetal pnica y neopnica en Hispania. Ensayo de sn-tesis, Ermanno A. Arslan Dicata, I (Glaux, 7), Miln, 1991, pgs. 109-150.

    30 Contrariamente al origen prerromano de los topnimos monetales de GadirySexs(J. Sanmartn, Toponimia ..., pgs.235-235; 237-238; C. Alfaro Asins, Epigrafa monetal ..., pgs. 115-116, 119-121), la aparicin de los de Malaka, y

    la cercanaAbdera, coincide con el control efectivo de los territorios costeros de la Ulteriorpor parte de Roma. A pesarpues de su importancia como nicos testimonios epigrficos del nombre fenicio de la ciudad (en grafa neopnica en estecaso cf. C. ALFARO ASINS, Epigrafa monetal ..., pgs. 121-124), debe resaltarse que su condicin de documentostardos admite la posibilidad de alteraciones morfolgicas en los mismos, fruto de una previa y paulatina adaptacin a lasestructuras lingsticas de los nuevos conquistadores. Si el caso de `bdr(`)t abderase considera ... una simple trans-cripcin del topnimo [fenicio] tal como queda fijado en la tradicin grecolatina (J. SANMARTN, Toponimia ...,pgs. 231), el de Malakapodra explicarse de un modo similar, considerando probable, como propone E. Lipinski (Gua-dalhorce. Une inscription du roi dqron?,AO, 4 (1986) 85-86) que en un momento avanzado como es el siglo II a.C.se hubiera producido la cada del t final as como la prdida de la aspiracin del h. En todo caso, la fijacin del top-nimo neopnico en las monedas m(w)lk se muestra tan cercano a la forma latina Malaca, que cabe preguntarse si nopuede ser la primera una consecuencia de la lectura del antiguo topnimo fenicio llevada a cabo por los romanos, juntoa otros muchos del medioda hispano, a partir de la conquista y posterior organizacin de estos territorios. Cf. J. UNTER-MANN, La latinizacin de Hispania a travs del documento monetal, en M. P. Garca-Bellido & M.R. Sobral Cente-no, La moneda hispnica. Ciudad y territorio (Anejos de AespA XIV), Madrid, 1995, pg. 311-312, donde adems plan-tea la posibilidad de explicar la leyenda florentiacomo la traduccin latina del topnimo ibrico.

    31 M. CAMPO, B. MORA, Las monedas de Malaca..., pgs. 120-121.

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    188 Jos Luis Lpez Castro, Bartolom Mora Serrano

    acuaciones norteafricanas de mqm s]ms], pues

    en ambos casos s]ms

    ]alude al dios Shamash, elSol, o Helios. La inscripcin de las monedas

    atribuidas, no sin problemas, a la serie lixitanapodra traducirse como mercado del Sol, esdecir mercado de Occidente32; una lecturaque podra permitirnos interpretar por analo-ga la combinacin de las inscripciones mala-citanas de los anversos y la documentada enlos reversos de los cuadrantes como m(h)?lk s]ms] emporio de Occidente, y que indirec-tamente aparece reforzada en el comentario

    de Estrabn (III, 4, 2), al considerarla comomercado (emporeion) para los nmadas de lacosta opuesta33. En apoyo de una comnconcepcin mtico-religiosa de ambas costasdel Estrecho como espacio liminar primero y, ya ms tarde, como lmite occidental de laecmene, pueden considerarse tambin nopocas iconografas monetarias hispano-norte-africanas entre las que sobresalen las represen-taciones solares como la identificada en algu-

    nos cuos de reverso de las primerasemisiones de Malaka34.

    La combinacin de referencias literarias yde la documentacin arqueolgica, en algu-nos casos acertadamente reinterpretada, per-mite reconocer la existencia de santuarios

    empricos en las principales ciudades feni-

    cio-pnicas de la pennsula Ibrica y en estesentido, creemos, Malakano debi ser unaexcepcin. Sin embargo, la identidad detales cultos y su posible localizacin en latodava insuficiente informacin que posee-mos sobre la topografa de la ciudad prerro-mana es un tema en el que, contrariamente aotros como el de las necrpolis y sistemasdefensivos de la ciudad, se ha avanzado muypoco en los ltimos aos, a pesar de que,como puede apreciarse en un repaso a la

    bibliografa arqueolgica sobre la Mlagaantigua, las divinidades malacitanas y el lugaren el que stas recibiran culto ha desperta-do un tradicional inters35. El hallazgo enlas inmediaciones del teatro romano de capi-teles, fustes y otros materiales arquitectni-cos aliment, ya desde finales del XVIII ysobre todo en la centuria siguiente, todotipo de conjeturas a propsito de su identifi-cacin con alguno de los edificios religiososde la ciudad y, especialmente, con el ya cita-do templo tetrstilo que aparece las monedasde Malaka36.

    Considerado como el arx de la ciudadantigua, la parte alta de la colina de la Alcaza-ba debi albergar un considerable nmero de

    32 Cf. L.I. MANFREDI, LKSe MQM SMS: nuovi dati dal convegno su Lixus 1989, RStudFen, XXI (1993), Suppl., 95-102; Monete puniche. Repertorio epigrafico e numismatico delle legende puniche, Roma, 1995, pgs. 122-123; una nuevaatribucin para esta serie en L CALLEGARIN, F.-Z. EL HARRIF, Ateliers et changes montaires dans le `Circuit duDtroit, en M.P. Garca-Bellido & L. Callegarin (coords.), Los cartagineses y la monetizacin del Mediterrneo occi-dental (Anejos de AespA, XXII), Madrid, 2000, pgs. 27-31.

    33 La ciudad ms importante de esta costa es Mlaca, distante de Calpe lo mismo que Gdira; es un emporio para los nmadasde la costa de enfrente y tiene grandes salazones, J. Garca Blanco (ed.), Estrabn. Geografa, Libros III-IV, Madrid, 1992,trad. y notas al libro III de M J. Meana Cubero. Para las clsicas traducciones y aparato crtico cf., A. GARCA y BELLI-DO, Espaa y los espaoles hace dos mil aos, segn la geografa de Estrabn, Madrid, 1945, pg. 128 y A. Schulten. (Estra-bn. Geografa de Iberia. Fontes Hispaniae Antiquae, VI, Barcelona, 1952, pgs. 67, 223-224. Una interesante puesta alda de la geografa estraboniana en G. CRUZ ANDREOTTI (coord.), Estrabn e Iberia: Nuevas perspectivas de estudio,Mlaga, 1999.

    34 M. CAMPO & B. MORA, Aspectos de la poltica monetaria de Malacadurante la segunda guerra pnica, en M. P.Garca-Bellido & R.M. Sobral Centeno (eds.), La moneda hispnica..., pgs. 105-110; B. MORA SERRANO, Notassobre representaciones solares en la numismtica pnica, V Congresso Internazionale di Studi Fenici e Punici, Marsala-Palermo 2000(en prensa).

    35 Un buen ejemplo lo constituye la interesante recopilacin de M. Rodrguez de Berlanga (Monumentos histricos del Muni-cipio Flavio malacitano, Mlaga 1864), felizmente reeditada por el Servicio de Publicaciones de la Excma. Diputacin deMlaga; M. CAMPO & B. MORA, Las monedas de Malaca..., pgs. 16-26.

    36 Cf. P. RODRGUEZ OLIVA, Malaca, ciudad romana, Symposion de ciudades augusteas, II, Zaragoza, 1976, pgs. 58,

    60; B. MORA SERRANO, Sobre el templo de las acuaciones malacitanas, Jbega, 35 (1981) 37-42.

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    Malakay las ciudades fenicias en el occidente mediterrneo. Siglos VI a.C.-I d.C. 189

    construcciones cuya monumentalizacin, al

    menos desde poca altoimperial, no descartala ubicacin all de edificios pblicos a los quepodran corresponder algunos de los materia-les arquitectnicos antes citados37, que, encualquier caso, resultan claramente posterio-res a la poca que aqu nos ocupa. Por el con-trario conviene llamar la atencin sobre elhallazgo, en las excavaciones de principios delos aos setenta en el teatro romano, de ele-mentos arquitectnicos singulares como uncapitel lotiforme y el fragmento de una corni-sa de gola egipcia38. Desgraciadamente se tra-ta, como en los casos anteriormente referidos,de hallazgos fuera de contexto que, adems,han pasado prcticamente desapercibidos enla investigacin reciente39, ms interesada enla reconstruccin de otras etapas del urbanis-mo antiguo de la ciudad.

    La profunda remodelacin urbansticaque sufre este solar desde poca tardorrepu-blicana y que culmina, hacia el cambio de Era,

    con la construccin del teatro, verdaderoemblema de la Mlaga antigua, justifica laausencia de construcciones prerromanas enuna zona como la ladera occidental de la Alca-zaba que, sin embargo, rene buenas condi-ciones para ello. En este sentido creemosconveniente llamar la atencin sobre una delas estructuras ms llamativas documentadasen el rea del teatro romano, concretamenteen el sector noroccidental del mismo, como

    es el pozo aparecido en las excavaciones de

    Gran Aymerich y que, con acierto, su excava-dor califica de monumental, no slo por susdimensiones y recia construccin, sino por lasingular estructura de los muros que le sirvende cierre de forma lanceolada pero interrum-pida por sendos bsides que flanquean laentrada.40

    La datacin propuesta de finales del sigloI a.C. y su uso y amortizacin entre lossiglos II y III d.C. contemporneo al teatrocondicionan su interpretacin como pozo dedrenaje de la orchestra, que contrasta con laindudable tradicin fenicio-pnica que reco-noce su excavador en esta construccin y en laque nos apoyamos, al margen de la continui-dad en el uso del pozo en poca romana, paraproponer una data y funcin diferentes para elmismo.

    Si la construccin de pozos o cisternascomo medio de obtencin o almacenamientode agua dulce resulta, con independencia de

    su documentacin concreta, una prctica fre-cuente en los asentamientos antiguos41, laexistencia de un cierre monumental y la pro-pia estructura del mismo, hacen del pozo deMalakaun monumento singular en la topo-grafa de la ciudad que cabra vincular con unposible uso cultual, conocida la importanciadel agua en los cultos fenicio-pnicos y la pre-sencia de pozos o cisternas en templos y san-tuarios42. Ciertamente, no se nos escapan los

    37 Cf. P. RODRGUEZ OLIVA, Malaca ..., pg. 56.38 J. LECLANT, Elementos arquitectnicos fenicios de estilo egiptizante, en B.S.J. ISSERLIN, Informe ..., pg. 28.39 J.M. GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ..., pg. 32 que considera de problemtica interpretacin.40 J.M. GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ...., pgs. 49-52, figs. 15, 21.41 J.M. GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ..., pg. 51. La existencia de un potente nivel fretico en la orchestray

    scaenadel teatro procedente de la colina de la Alcazaba, fue resuelta con un efectivo sistema de drenaje del que es testi-monio la canalizacin, todava en uso, que discurre por el hyposcaenium. Cf. M. CORRALES AGUILAR, El teatro roma-no de calle Alcazabilla: encuentro con Dionisios para la creacin de un nuevo espacio cultural en la Mlaga del siglo XXI,

    Ateneo del Nuevo Siglo, 2 (2001) 66; La ubicacin de unas termas tardorrepublicanas, en parte reconocibles bajo la estruc-tura del teatro romano quiz se beneficiaran de esta agua subterrneas, como las altoimperiales localizadas muy cerca, enla calle Alcazabilla, cf. L. E. FERNNDEZ RODRGUEZ et al., Intervencin en la Abada del Cster (Mlaga). El edi-ficio termal. Informe preliminar, Mainake, XXII (2001) 207-217.

    42 Cisternas para contener agua en instalaciones cultuales fenicias se documentan en el santuario ibicenco de Es Cuiram:

    M.E. AUBET, El santuario de Es Cuiram, Ibiza, 1982, pg. 45; en el santuario tambin ibicenco de Illa Plana,

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    190 Jos Luis Lpez Castro, Bartolom Mora Serrano

    inconvenientes que plantea esta interpreta-cin, como la ausencia de materiales antiguosen el interior del pozo o directamente rela-cionados con esta construccin, as comootros recuperados en sus inmediaciones como

    la conocida placa de marfil egiptizante asocia-da a material cermico muy fragmentado ycalcinado que su excavador relaciona con la

    destruccin de estructuras situadas en la parte

    superior de la colina de la Alcazaba43

    .Sin embargo, el hallazgo en la zona delteatro romano, durante los primeros trabajosde limpieza que se suceden tras su descubri-miento en los aos 1959 y 1960, de dos pebe-teros con forma de cabeza femenina44, a losque hay que aadir el procedente de calle Alca-zabilla45por detrs de la escena del teatro y,consecuentemente, vinculable al resto dehallazgos, insisten en la localizacin en laladera de la colina de la Alcazaba de un espa-

    cio de culto de carcter urbano que, por la pre-sencia de estas terracotas datables entre lossiglos IV y II a.C.46, debera relacionarse conel culto a una divinidad femenina que, comoen otros casos similares, podra tratarse deAstart o Tinnit. Pero a la escasez e insegurainterpretacin de los datos arqueolgicos quemanejamos se suma, en este caso, la existenciade uno de los pasajes literarios ms atractivos yal mismo tiempo problemticos de la historiaantigua de los territorios malacitanos, como esel del culto a Noctilucay su vinculacin a Mai-nake(Avieno, OM428-429). La identificacinque proponemos del topnimo griego con la

    E. HACHUEL & V. MAR, El santuario ..., pg. 26; y en Baria, J.L. LPEZ CASTRO, Astart ... (en prensa); enMalta tenemos el caso del santuario de ras El Wardija, P. MINGAZZINI, Sulla natura e sullo scopo del santuario puni-co di Ras El Wardija sullisola di Gozo presso Malta, RStudFen, 4 (1976) 164, con dos cisternas destinadas a usos ritua-les, mientras en Lixusla forma absidal del templo H se asocia a una gran cisterna dividida en tres compartimientos quesu excavador data por los contextos arqueolgicos y cermicos entre los siglos VII y VI a.C., cf. M. PONSICH, Lixus: lequartier des temples, Rabat, 1981, pgs. 65 ss., fig. 37, 99 ss., y los paralelos apuntados para los pozos del Herakleiongaditano, cf. A. GARCA-BELLIDO, Hercules Gaditanus, AEspA, 36 (1963) 108-110; C. BONNET, Melqart. Cul-tes et mythes de lHeracls Tyrien en Mditerrane(Studia Phoenicia, 8), Lovaina-Namur, 1988, pg. 209.

    43 J.M.GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ..., pg. 77 y n. 131.44 M. CASAMAR, Actividades arqueolgicas en la provincia de Mlaga, VII Congreso Nacional de Arqueologa, Zarago-za, 1962, pg. 77; El teatro romano y la Alcazaba, Mlaga, 1963, pg. 5 ... con seales evidentes de su uso... comen-tario que puede aplicarse tanto a la parte interior del kalathosque corona la figura, confirmado en este caso su uso comothymateria, como a otras partes de la superficie de las piezas, implicando quiz la inutilizacin ritual de estos objetos. Unareconstruccin de los primeros descubrimientos y actuaciones arqueolgicas en el teatro romano en P. RODRGUEZOLIVA, Teatro romano: Medio siglo de su descubrimiento. Una importante efemride en la arqueologa clsica deMlaga,Ateneo del Nuevo Siglo, 2 (2001) 47-59.

    45 L. BAENA DEL ALCZAR, Pebeteros pnicos de arte helnico hallados en Mlaga, Jbega, 20 (1977) 7-8.46 La problemtica de estos objetos y su vinculacin al mundo pnico en M. C. MARN CEBALLOS, La religin feni-

    cio-pnica en Espaa (1980-1993), Estado actual de la bibliografa de la Hispania antigua, HAnt, XVIII (1994) 533-568; Observaciones en torno a los pebeteros en forma de cabeza femenina, II Congreso Internacional del Mundo Pni-co, Cartagena, 2000, (en prensa); para su aparicin frecuente en lugares de culto hispanos de ambiente pnico, Cf. E.FERRER ALBELDA, Topografa Sagrada del Extremo Occidente: santuarios, templos y lugares de culto en la Iberiapnica, en E. Ferrer Albelda (ed.), Ex Oriente Lux: Las religiones orientales antiguas en la Pennsula Ibrica, Sevilla, 2002,

    pgs. 201 ss.

    El pozo monumental del teatro romano (segn GranAymerich, 1991) y uno de los pebeteros hallados en sus

    inmediaciones (Museo de Mlaga. Sec. Arq.)

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    Malakay las ciudades fenicias en el occidente mediterrneo. Siglos VI a.C.-I d.C. 191

    Malakapnica, siguiendo a Olmos, no impi-

    de admitir como defiende Aubet47

    la asun-cin por parte de la nueva ciudad pnica deantiguos cultos, en cualquier caso vinculablesa la topografa religiosa de la Baha de Mla-ga, una de las escalas obligadas en la ruta delEstrecho. Una herencia religiosa que encon-trara un tardo eco en una interesante ins-cripcin aparecida a principios del siglo XX enlos derribos de las murallas de la alcazabamalaguea dedicada a Luna Augusta48, ascomo en los ms tempranos y recurrentes

    motivos astrales presentes en las acuacionesde Malaka49.

    La posibilidad que planteamos en estaslneas de la existencia en la Malakapnica deun santuario emprico y estrechamente liga-do al puerto de la ciudad parece encajar en elpanorama religioso fenicio-pnico que em-pieza dibujarse, y en el que las nuevas aporta-ciones de Carteiao Baria ocupan un lugardestacado50. El caso de la actual Villaricosreviste un doble inters para nosotros al cons-tatarse la presencia de dos santuarios vincula-dos a la ciudad: uno urbano, de carcteremprico y ubicado en la acrpolis de Baria,al que ya hemos hecho referencia51, y otrorural, en el cerro de Montroy52, a escasa dis-

    tancia de la ciudad. El papel jugado por este

    ltimo en las relaciones con el mundo indge-na del entorno de la ciudad pnica puedehaber sido semejante al desempeado por eldel Cerro de la Tortuga53, a unos tres kil-metros al noroeste de Mlaga. La data pro-puesta para su fundacin, a partir de la segun-da mitad del siglo VI a.C., lo relacionaclaramente con la Malakapnica, mientras suestratgica ubicacin, dominando los accesosa los valles del Guadalmedina y del Guadal-horce sobre todo, pone de manifiesto el

    renovado inters de la ciudad en garantizar lafluidez y seguridad de los contactos comercia-les entre la costa y el interior btico, cada vezms intensos.

    2. La ciudad fenicia en los siglos VI-III a.C.

    Nuestro conocimiento de la ciudad feni-cia de Malaka comenz a tomar carta denaturaleza con la publicacin de los resulta-dos del sondeo arqueolgico efectuado en1986 en el antiguo colegio de San Agustn,posterior Facultad de Filosofa y Letras. Elsondeo, abierto en el patio inferior del cole-gio, ofreci dos fases constructivas superpues-tas fenicias datables en el siglo VI a.C., ambas

    47 M. E. AUBET, Mainake ..., pg. 38.48 En este sentido los comentarios de P. RODRGUEZ OLIVA, Sobre el culto de la dea Lunaen Malaca, Jbega, 21

    (1978) 49-54; M. E. AUBET, Mainake ..., pg. 38.49 Cultos o alusiones astrales que encajan bien en la tipologa monetaria de una ciudad marinera como Malaca, Cf. F. CHA-

    VES & M. C. MARN CEBALLOS, Linfluence phnico-punique sur liconographie des frappes locales de la Pnin-

    sule Ibrique, Numismatique et histoire conomique phniciennes et puniques (Studia Phoenicia IX), Louvain-La-Neuve,1992, pgs. 183-185; M. CAMPO & B. MORA, Las monedas de Malaca ..., pgs. 85-93, 107-113.50 E. FERRER ALBELDA, Topografa Sagrada ..., pgs. 202-203, 207-211.51 Ibid, pgs. 207-208; J.L. LPEZ CASTRO, Astart ....52 J.L. LPEZ CASTRO, Un santuario rural en Baria (Villaricos, Almera), II Congreso Internacional del Mundo Pnico,

    Cartagena, 2000 (en prensa).53 Acertadamente valorado por E. FERRER ALBELDA, Topografa Sagrada ..., pgs. 206-207. La presencia entre los

    abundantes materiales registrados en los diferentes sectores del yacimiento, entre los que sobresalen tres cisternas posi-blemente utilizadas comofauissae, de dos terracotas femeninas, insina un culto a Astart o a Tinnit.

    54 A. RECIO, La cermica fenicio-pnica, griega y etrusca del sondeo de San Agustn (Mlaga), Mlaga, 1990; Le secteurde Saint-Augustin prs de la Cathdrale. Description gnrale de la stratigraphie et des materiaux, en J. Gran Aymerich,Mlaga phnicienne ...., pgs. 121-123.

    55 J. SUREZ PADILLAet al., Consideraciones ..., pgs. 118-119; D. RUIZ MATA, C. J. PREZ, El poblado feniciodel Castillo de Doa Blanca (El Puerto de Santa Mara, Cdiz), El Puerto de Santa Mara, 1995, pgs. 100-101.

    56 J. SUREZ PADILLAet al., Consideraciones ..., pg. 119.

    57 Cf. Ibid, pg. 113.

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    192 Jos Luis Lpez Castro, Bartolom Mora Serrano

    respectivamente en la primera mitad y en la

    segunda mitad del siglo, formadas por murosde fbrica de mampostera, que fueron identi-ficados por su excavador con la muralla de laciudad. La muralla empleara la tcnica decasetones formados por muros perpendicula-res a dos grandes muros paralelos, teniendouna anchura total de unos 3,50 metros. Estaobra defensiva de gran envergadura limitabala ciudad por el Oeste. Asociados a estas cons-trucciones se documentaron dos estratos conabundante cermica fenicia y algunos frag-

    mentos griegos y etruscos54.En los ltimos aos, nuevas excavaciones

    en el Palacio de Buenavista, situado tambinen el centro histrico de Mlaga, y prximo alcolegio de San Agustn, han permitido locali-zar dos recintos amurallados correspondien-tes a la Malakafenicia, que marcaran el lmi-te septentrional de la ciudad. De ambosrecintos, el ms antiguo se ha datado en laprimera mitad del siglo VI a.C. y tipolgica-mente responde tambin al tipo de muralla decasamatas, similar al que conocemos en Casti-llo de Doa Blanca55. La muralla est cons-truida en mampostera con una anchura dedos metros y conserva en algunos tramos unalzado de tres, abandonndose en el tercercuarto del siglo VI a.C.

    El segundo recinto de muralla documen-tado en las excavaciones del Palacio de Bue-navista se construira posiblemente tambinen el siglo VI a.C., tras el abandono del pri-

    mer recinto amurallado y presumiblementeestara en uso hasta el III a.C. En este caso latipologa constructiva cambi respecto a lautilizada en el anterior, erigindose unamuralla con torres huecas y bastiones. Lastcnicas constructivas utilizan tambin ahorala mampostera con ripios en los huecos56,

    una fbrica tpicamente fenicia documentada

    en Doa Blanca, Cerro de Montecristo yVillaricos.Recientes excavaciones, todava inditas,

    efectuadas en el antiguo edificio de Correos,situado entre la antigua lnea de costa y el piede la Alcazaba, han exhumado tambin restosde la fortificacin del siglo VI a.C., sobreestratos con materiales cermicos fenicios delsiglo VII a.C.57. La topografa resultante de laantigua Malaka fenicia podra ofrecer unaextensin de unas 6 o 7 hectreas segn algu-

    nas estimaciones58, o unas 16 o 17 hectreasentre la ciudad baja, situada en el rea SanAgustn-Catedral, ms la ciudad alta, situadasobre la Alcazaba y su ladera y Gibralfaro,segn otros clculos59, El esquema urbansti-co malacitano ha sido equiparado al queconocemos en Cartago, reproduciendo unaplanta tpicamente fenicia, que desarrolla elespacio urbano siguiendo un eje longitudinalal mar, con calles estrechas que suben perpen-diculares hacia las cotas altas desde el mar, porcontraste con un desarrollo de ciudad clsica,a partir de un ncleo concntrico60.

    Las excavaciones de Gran Aymerich en elrea del teatro romano y la ladera occidentalde la Alcazaba efectuadas durante los aos80, pusieron de manifiesto una estratificacinfenicia que se iniciaba hacia 600 a.C., conti-nuando hasta poca altoimperial. Salvo el yacitado pozo monumental situado a medialadera y datado en un momento muy avanza-

    do del siglo I a.C., en la excavacin no seregistraron estructuras fenicias. La estratifica-cin se form a partir de la acumulacinprogresiva sobre la pendiente de los restos deelementos constructivos, cermicas y lodosvenidos de la parte superior de la colina de laAlcazaba, ocupada por un rea de habitacin

    58 Cf. A. RECIO, Le secteur ..., pg. 123; Consideraciones acerca del urbanismo de Malaka fenicio-pnica, Mainake,X (1988) 81.

    59 J. GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ..., pgs. 161-162.

    60 Ibid, pgs. 161-162.

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    Malakay las ciudades fenicias en el occidente mediterrneo. Siglos VI a.C.-I d.C. 193

    fenicia. Tras la fase ms antigua de deposicio-

    nes, Mlaga IA, datada en el primer terciodel siglo VI a.C., se superpuso la fase deno-minada Mlaga IB, datada entre 525 y 475a.C., que contena abundantes restos cons-tructivos como adobes y carbones, indicati-vos segn su excavador de alguna remodela-cin urbanstica ocurrida en la cima e lacolina d la Alcazaba. La fase Mlaga IIcorrespondera al periodo situado entre fina-les del siglo V y finales del III a.C., mientrasque la fase Mlaga III cubrira el periodo

    comprendido entre finales del siglo III y fina-les del I a.C.61.

    Las excavaciones del Palacio de Buenavis-ta han documentado el uso del segundorecinto amurallado hasta el siglo III a.C., ascomo una importante estratificacin entre lossiglos VI y III a.C.62 actualmente en curso deinvestigacin. Esta informacin, junto con losmateriales arqueolgicos de las fases estrati-grficas de la Alcazaba son los que nos permi-ten ir conociendo aspectos relacionados conla produccin y el comercio malacitanos a lolargo de la vida de la ciudad fenicia.

    Un aspecto urbano que viene a completarnuestro conocimiento topogrfico de laMalaka fenicia son sus necrpolis, que hoyda podemos aventurar en nmero de dos:una primera situada en la zona de la calleAndrs Prez, donde se localiza el hallazgo deuna tumba fenicia en el siglo pasado, y unasegunda necrpolis en la ladera meridional de

    Gibralfaro, continuando ambas en funciona-

    miento tras la conquista romana63

    .La necrpolis del rea de la calle AndrsPrez es conocida por el hallazgo en 1875 deuna tumba efectuada en una fosa delimitadapor bloques de piedra, que contena tres dis-cos de oro y fragmentos de charnelas dehueso correspondientes a los goznes de uncofre o arqueta, datados en el siglo VI o Va.C64. De la existencia de la necrpolis deGibralfaro ya haba indicios por el hallazgo depiezas como una figurilla egipcia de pasta

    vtrea datada en la segunda mitad del siglo Va.C. y algunos enterramientos de inhumacinen los que se hallaron anillos y pendientes deoro y plata, lucernas y ungentarios, as comouna curiosa impronta de un rostro femeninoen el yeso que sellaba un enterramiento 65.

    La necrpolis de Gibralfaro debi teneruna gran extensin, aunque slo ha sido obje-to de dos campaas de excavaciones arqueo-lgicas de urgencia en 1997, habindosedocumentado 23 tumbas de las que 3 datandel siglo VI a.C. y las 14 restantes de los siglosII y I a.C. Las tumbas ms antiguas, 13, 14 y15, se efectuaron en fosas delimitadas por pie-dras, y muy posiblemente revocadas con mor-tero al interior; en un caso la fosa estabacubierta por lajas de piedra. Los materialesrelacionados con esta fase antigua de enterra-mientos son, adems de un anillo de bronce,cermicas fenicias de barniz rojo como unalucerna y fragmentos de cuencos y platos, as

    61 Ibid pgs. 49-52 y 53 ss.62 M.I. CISNEROS et al., Cermicas griegas arcaicas en la baha de Mlaga, en P. Cabrera Bonet & M. Santos Retolaza

    (eds.), Cermiques jnies dpoca arcaica: centres de producci i comercialitzaci al Mediterrani occidental, Barcelona, 2000,pg. 192.

    63 J. GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ..., pg. 161; J.A. MARTN RUIZ & A. PREZ-MALUMBRES, La necr-polis de poca tardo-pnica de los Campos Elseos (Gibralfaro, Mlaga), MDAI(M), 40 (1999) 158.

    64 Sobre esta tumba vid. M. RODRGUEZ DE BERLANGA, Catlogo del Museo Loringiano, Mlaga, 1903 (Mlaga, ed.,facsmil, 1995), pgs. 139, 160; J. GRAN AYMERICH, Mlaga fenicia ..., pgs. 131-132. Aunque recientemente latumba de la calle Andrs Prez ha sido reinterpretada como romana. Cf. P. RODRGUEZ OLIVA, Sobre algunos tiposde urnas cinerarias de laprovincia Baeticay notas a propsito de la necrpolis de la calle Andrs Prez de Mlaga, Mai-nake, XV-XVI (1993-1994) 223-242.

    65 M. RODRGUEZ DE BERLANGA, Catlogo ...., pg. 121; J.M. GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ..., pgs.131-132; J.A. MARTN RUIZ & A. PREZ-MALUMBRES, La necrpolis de los Campos Elseos, en F. Wulff Alon-

    so, G. Cruz Andreotti & C. Martnez Maza (eds.), Comercio y comerciantes..., pg. 300.

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    194 Jos Luis Lpez Castro, Bartolom Mora Serrano

    como cermicas pintadas, nforas Ramn 10

    ypithoi, y cermicas grises; en algn casoestn presentes las ollas de cermica a mano yconchas marinas. Las tumbas eran de inhuma-cin y presentaban el cadver en posicindecbito lateral derecho, con el rostro orien-tado hacia el mar66. El reciente hallazgo deun hipogeo en las obras de construccin delaparcamiento subterrneo de Mundo Nue-vo, en la ladera noroeste del monte Gibralfa-ro67, es de una gran importancia al ampliar lazona de enterramientos de la Malakafenicio-

    pnica y confirmar la cronologa propuestapara la cercana necrpolis de los Campos El-seos, con la que posiblemente est relaciona-da esta singular tumba de la que cabe desta-car, a la espera de su publicacin detallada, laexistencia de cuatro enterramientos en suinterior as como interesantes ajuares entre losque destacan cinco pendientes de oro.

    Las necrpolis en las ciudades feniciasoccidentales son autnticas ciudades de losmuertos, algo que no se puede decir de losgrupos de enterramientos conocidos porahora de la etapa colonial, que podemos con-siderar cementerios familiares de linajes aris-tocrticos. Ya hemos resaltado en otro lugar elpapel urbano y cvico que desempea lanecrpolis en la ciudad como espacio donderesiden los antepasados, los rephaim, y donde

    los individuos de condicin libre tienen el

    derecho de ser enterrados, como uno ms delos derechos jurdicos propios de su condicinde ciudadanos68. Esto nos lleva a la cuestininstitucional, de la que no tenemos ningntipo de informacin concreta para Malaka,aunque podemos suponer a falta de datos quemuy posiblemente tendra una organizacininstitucional similar a la observada en otrasciudades fenicias: una Asamblea popular, unConsejo y sufetes o magistrados supremos69.Ello no deja de ser una suposicin que slo

    futuros hallazgos epigrficos podran hipot-ticamente corroborar.

    3. Poblamiento fenicio, produccin ycomercio en las costas malagueas durante lossiglos VI-III a.C.

    Los lentos pero continuados avances enel conocimiento arqueolgico de esta partedel litoral andaluz, gracias a prospecciones ysondeos y, en menor medida, a excavacionessistemticas, permiten desechar la vieja tesisde una crisis generalizada del poblamientofenicio en la zona. Un buen ejemplo de ellonos lo proporciona el litoral occidental mala-gueo, en el que se documentan los asenta-mientos del Torren del Guadalmansa (Este-pona)70, de la Torre del Ro Real71 y Cerro

    66 Para esta necrpolis vid. J.A. MARTN RUIZ & A. PREZ-MALUMBRES, La necrpolis de poca ...; La necrpo-lis ...; La necrpolis fenicia de Campos Elseos (Gibralfaro, Mlaga). Segunda campaa de excavaciones arqueolgicas,

    Anuario Arqueolgico de Andaluca1997, vol. III,Actividades de urgencia, pgs. 216-221; Malaca fenicia y romana. Lanecrpolis de Campos Elseos. Catlogo de la exposicin, Mlaga, 1999; A. PREZ-MALUMBRES & J.A. MARTN RUIZ,La necrpolis fenicia de Campos Elseos (Gibralfaro, Mlaga). Primera campaa de excavaciones arqueolgicas,Anua-rio Arqueolgico de Andaluca1997, vol. III,Actividades de urgencia, pgs. 208-214.

    67 Noticia publicada en el Diario Surde Mlaga (13 de abril de 2001). Cf. J.A. MARTN RUIZ, A. PREZ MALUMBRESet al, Tumba de cmara de la necrpolis fenicia de Gibralfaro (Mlaga, Espaa), RStudFen(2000), en prensa.

    68 Cf. J.L. LPEZ CASTRO, Las ciudades ...; La formacin ...; La aristocracia ....69 Asunto en el que la epigrafa de la moneda hispano-pnica proporciona interesantes datos, Cf. M. P. GARCA-BELLI-

    DO & C. BLZQUEZ, Formas y usos de las magistraturas en las monedas hispnicas, M. P. Garca-Bellido & M.R.Sobral Centeno, La moneda hispnica..., pgs. 381-428.

    70 S. BRAVO JIMNEZ, Un nuevo asentamiento feno-pnico en la costa malaguea, Mainake, XIII-XIV (1991-1992)79-88.

    71 J.A. MARTN RUIZ & A. PREZ MALUMBRES, Hallazgos fenicios procedentes de la Torre del Ro Real (Marbella,Mlaga), Mainake, XVII-XVIII (1995-1996) 91-103; P. SNCHEZ BANDERA, A. CUMPIN RODRGUEZ & A.SOTO IBORRA, Intervencin arqueolgica de urgencia en el yacimiento del Ro real (Marbella, Mlaga), Anuario

    Arqueolgico de Andaluca, 1998, vol. III, pgs. 589-598

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    Malakay las ciudades fenicias en el occidente mediterrneo. Siglos VI a.C.-I d.C. 195

    Colorado72 en Marbella o Roza de Aguado

    en Mijas-Costa73 a los que cabra aadir la msque probable existencia de asentamientos feni-cio-pnicos en las desembocaduras del RoVerde (Marbella)74 y en Benalmdena-Costa,como parece desprenderse de la presencia dematerial fenicio, aunque descontextualizado, ode la existencia de asentamientos indgenas ensus inmediaciones como los de Cerro Torrn(Marbella) o las Eras de Benalmdena75.

    Aun reconociendo la existencia de mate-riales ms antiguos, en su mayor parte sin un

    contexto arqueolgico bien definido, losdatos disponibles apuntan a un horizonte delsiglo VI a.C., sobre todo a partir de su segun-da mitad, para estos enclaves costeros fenicioscuya dilatada ocupacin, en algunos casos concambios de emplazamiento, creemos est jus-tificada por el aprovechamiento de los recur-sos agrcolas, mineros y pesqueros del reacostera y su hinterland. La actividad pesqueraexperimenta en este periodo un llamativo

    incremento que resulta difcil no poner endirecta relacin con el desarrollo de la indus-tria de fabricacin de salazones y salsas de pes-cado, cuyo principal centro productor ycomercializador hay que situar en Gadiry suentorno.

    En la baha de Cdiz se han excavado

    algunas factoras de produccin de salazonesdatadas en los siglos VI y IV-III a.C., entre uncentenar de factoras catalogadas, que docu-mentan la importancia de esta actividad en elperiodo que nos ocupa76. La importanciaeconmica de estos productos para las reasproductoras nos la marca su amplia distribu-cin, no slo por el Extremo Occidente, sinopor el Mediterrneo Central y el Egeo comoatestiguan los hallazgos de nforas Ma-Pas-cual A-4 o Ramn 11.2.1.3, y las referencias

    a estos productos en la literatura griegadurante los siglos V y IV a.C.77. En Malakayreas prximas del litoral mediterrneo existitambin una importante industria de salazo-nes de pescado bien documentada en pocaromana, pero poco conocida en periodosanteriores, de los que no obstante tenemostestimonios como piletas de produccin en elCerro del Mar y Almucar78, datables en elsiglo II a.C., por lo que es posible que futu-ras excavaciones pudieran documentar hallaz-gos similares a los de la baha gaditana.

    En este sentido, resulta de un gran intersel descubrimiento, en el antiguo asentamien-to colonial del Cerro del Villar, a principiosdel siglo V a.C. de un complejo alfarero de

    72 J. MAYORGA MAYORGAet al., Informe de la prospeccin arqueolgica de urgencia sobre el trazado de la autopistade la Costa del Sol. Tramos Fuengirola-Marbella y Marbella-Estepona Anuario Arqueolgico de Andaluca, 1996, vol.III, pgs. 365, 369, situado en la desembocadura del ro Guadaiza.

    73 J. SUREZ et al., Informe preliminar de los resultados de la inter vencin de urgencia en el asentamiento fenicio de Rozade Aguado (Mijas),Anuario Arqueolgico de Andaluca, 1998, vol. III, pg. 625-632.

    74 A. RECIO, Vestigios ..., pg. 132.75 J. SUREZ et al., Consideraciones ..., pgs. 117ss., 122 ss.76 J.A. RUIZ GIL, Cronologa de las factoras de salazones pnicas de Cdiz,Atti del II Congresso Internazionale di Studi

    Fenici e Punici, Roma, 1991, vol. III, pgs. 1211-1214; A. MUOZ, G. DE FRUTOS, N. BERRIATUA, Contribu-cin a los orgenes y difusin comercial de la industria pesquera y conservera gaditana a travs de las recientes aportacio-nes de las factoras de salazones de la baha de Cdiz,Actas del I Congreso Internacional: El Estrecho de Gibraltar, Ceuta,1987, Madrid, 1988, vol. 1, pgs. 487-508; J.M. GUTIRREZ LPEZ, La factora de salazones pnico-gaditanaPuerto 19 de Pinar Hondo (El Puerto de Santa Mara, Cdiz),Anuario Arqueolgico de Andaluca1997, vol. III, pgs.77-87.

    77 Cf. en este sentido J.L. LPEZ CASTRO, La produccin de salazones de pescado en las ciudades fenicias del Sur de laPennsula Ibrica, II Congresso Peninsular de Histria Antiga. Coimbra 1990. Actas, Coimbra, 1993, pgs. 353-362;Los fenicios occidentales y Grecia, Homenaje al profesor Fernando Gasc, Sevilla, 1995, Sevilla, 1997, pgs. 95-105.

    78 O. ARTEAGA, Excavaciones arqueolgicas en el Cerro del Mar (Campaa de 1982).Una aportacin preliminar al estu-dio estratigrfico de las nforas pnicas y romanas del yacimiento, Noticiario Arqueolgico Hispano, 23 (1985) 196-233;F. MOLINA FAJARDO, C. HUERTAS JIMNEZ & J.L. LPEZ CASTRO, Hallazgos pnicos de El Majuelo, en F.

    Molina (dir.),Almucar, Arqueologa e Historia II, Granada 1984, pgs. 275-291.

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    196 Jos Luis Lpez Castro, Bartolom Mora Serrano

    poca pnica en el que las nforas salsariasque venimos comentando centraban buenaparte de su produccin79. Sin descartar su

    posible relacin con los cercanos asentamien-tos fenicios de San Julin y la Loma del Aero-puerto, parece probable la dependencia deeste importante centro alfarero con Malaka80

    y, por ende, con la actividad pesquera y sala-zonera de sus costas.

    Por lo que respecta a otros sectores pro-ductivos, apenas tenemos alguna informacin.La produccin subsistencial ha sido documen-tada parcialmente en las excavaciones de San Agustn mediante la presencia de restos seosdel ganado y fauna salvaje consumida por losfenicios malacitanos. Una corta muestra arque-ozoolgica registraba el consumo mayoritariode ovicpridos, y en menor medida de suidossemidomesticados y bvidos, as como ciervos ycorzos como especies cazadas. Las valvas demoluscos como las ostras completaban el apor-te protenico de la poblacin. Por lo que serefiere a la explotacin agrcola, nos falta infor-macin relativa a las especies cultivadas, que

    debieron existir al igual que en otras ciudadesfenicias como Baria, de donde s contamos con

    anlisis carpolgicos y antracolgicos que docu-

    mentan el cultivo de cereales, leguminosas, vid,olivo y frutales entre los siglos VI y II a.C81. Lasexcavaciones en curso en el casco urbano deMlaga, debern documentar este importanteaspecto del conocimiento de las actividadesproductivas del pasado fenicio de los que tene-mos algunos indicios, como los testimonios demetalurgia de cobre, consistentes en un hornode fundicin y restos de mineral y escorias,documentados en las excavaciones del Palaciode Buenavista, o los restos de toberas y otros

    elementos de arcilla con trazas de vitrificacinpor las altas temperaturas experimentadas en losprocesos de fundicin de metales o coccin decermicas, hallados en las excavaciones del readel teatro romano82.

    Un aspecto mejor documentado es el delas relaciones de intercambio. La presencia decermicas y otros objetos de distintos puntosdel Mediterrneo en las excavaciones urbanasde Mlaga pueden contribuir al conocimientode las relaciones comerciales de la antiguaMalakaa partir del siglo VI a.C., que conti-nan mostrando la presencia de objetos grie-gos y etruscos ya conocida en el siglo VII a.C.en los asentamientos coloniales de Toscanos yel Cerro del Villar83. La ltima fase de ocupa-cin de Toscanos, fechada a partir de 620 a.C.en el asentamiento, as como el abandono delpuerto del Manganeto, junto a Toscanos,datado a comienzos del siglo VI a.C.84, enla-zan con la secuencia de importaciones medi-

    terrneas documentada en Malaka, iniciada acomienzos del VI a.C.

    79 M.E. AUBET et al., Cerro del Villar ..., pgs. 79, 129, 131.80 M.E. AUBET et al., Cerro del Villar ..., pgs. 47, 128.81 J.L. LPEZ CASTRO, Baria y la agricultura ..., Agricultura fenicio-pnica, (en prensa).82 M.I. CISNEROS et. al., Cermicas griegas ..., pg. 192; J. SUREZ et al. Consideraciones ..., pgs 118-119; J.

    GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ...., pgs. 79-80.83 H.G. NIEMEYER, Cermica griega en factoras fenicias. Un anlisis de los materiales de la campaa de 1967 en Tosca-

    nos (Mlaga), Cermiques gregues i helenstiques a la Pennsula Ibrica, Empries 1983, Barcelona, 1985, pgs 27-36; R.F. DOCTER, Kartagische Amphoren aus Toscanos, MDAI(M), 35 (1994) 123-139; East Greek fine wares and trans-port amphorae of the 8th 5th century BC from Carthage and Toscanos, en P. Cabrera Bonet & M. Santos Retolaza(eds.), Cermiques jnies ..., pgs. 63-88; M.E. AUBET et al., Cerro del Villar ..., pgs. 136 s.

    84 O. ARTEAGA, H.D. SCHULZ, El puerto fenicio de Toscanos. Investigacin geoarqueolgica en la Axarqua (Vlez-

    Mlaga), en M.E. Aubet (coord.), Los fenicios en Mlaga ...., pgs. 87-154.

    Borde de nfora de tipo Ma-Pascual A-4 (Ramn11.2.1.3) procedente del alfar pnico del Cerro del

    Villar (segn Aubet et al. 1999)

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    Malakay las ciudades fenicias en el occidente mediterrneo. Siglos VI a.C.-I d.C. 197

    El horizonte de importaciones griegasest marcado por el predominio de las nforasy cermicas finas originarias de la Grecia del

    Este (71% en el teatro romano) sobre las pro-cedentes de los centros de produccin deGrecia continental. Las nforas de transporteconstituyen los principales indicadores decomercio, mucho ms que las cermicas finas,pues eran los nicos contenedores aptos paratransportar a larga distancia productos ali-menticios, mientras que las cermicas finasdifcilmente constituan por s mismas objetosde comercio, sino que iran rellenando espa-cios de estiba de los productos que realmentese transportaban en el trfico comercial mar-timo: metales, producciones artesanales degran valor -ya fueran metlicos como el bron-ce o de otras materias primas- y productos ali-menticios85 como el grano, el vino, el aceite oel pescado conservado en salazn.

    Las excavaciones de Gran Aymerich en elteatro de Mlaga y las de Recio en el patio deSan Agustn, as como algn dato aislado de

    excavaciones en Gibralfaro, nos proporcio-nan informacin sobre las importacionesmediterrneas de la primera mitad del siglo VI a.C., consistentes en nforas de Quos,Samos y jonias (40% en el teatro y 34% enSan Agustn) y cermicas finas como copassamias y copas jonias B1 y B2 decoradas conbandas, y otros tipos de vasos como dinos,hidrias y lucernas. Estn presentes tambinalgunas piezas corintias de pequeo tamaocomo aryballos y alabastrones, destinados acontener perfumes, desde luego en una pro-porcin sensiblemente menor a la que supo-ne la cermica grecooriental, al igual que laescasa cermica tica, representada por algu-nos fragmentos de figuras negras o barniznegro86.

    Detalle de las excavaciones del Palacio de Buenavista y nfora corintia (segn Cisneros et al. 2001)

    85 D. GILL, Pots and Trade: Spacefillers or objets dart?, JHS, CXI (1991) 29-47; Positivism, pots and long-distancetrade, en Ian Morrison (ed.), Classical Greece. Ancient Histories and Modern Archaeologies, Cambridge, 1994, pgs. 99-107.

    86 A. RECIO, La cermica fenicio-pnica ..., pgs. 138 ss.; J. GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ..., pgs. 72 ss., 129

    ss.; M.I. CISNEROS et. al., Cermicas griegas ..., pg. 192.

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    198 Jos Luis Lpez Castro, Bartolom Mora Serrano

    En la primera mitad del siglo VI a.C. se

    registra tambin en Malakaun conjunto muypequeo pero apreciable de piezas etruscasformado por cuatro fragmentos de nforas enSan Agustn y dos fragmentos de nfora ykantharos, respectivamente, en el sector delteatro romano87, al que hay que aadir unfragmento de asa de bronce formada por larepresentacin de un efebo sosteniendo untoro con cabeza humana, que descansa sobredos sirenas y una palmeta, hallado en el reade la Alcazaba en 1906 e identificado como

    produccin de Vulci del 500 a.C88. Loshallazgos de Mlaga vienen a completar elelenco de materiales etruscos del Sur peninsu-lar en Huelva, Toscanos y Cerro del Villar, enmuchos casos datados ya en el siglo VII a.C.con la salvedad de que junto a EmporionyHuelva, en Malaka se documentan nforas,asociadas a cermicas finas y bronces etruscos,abriendo la hiptesis de que pudiera haberseestablecido un comercio directo con Etru-ria89.

    El horizonte de importaciones de media-dos y la segunda mitad del siglo VI a.C. sedocumenta escasamente en las excavacionesde San Agustn con algn material comofragmentos de copas de bandas ticas, aunquees la excavacin del Palacio de Buenavista laque aporta el conjunto de importaciones msnumeroso, seguido de los materiales del sec-tor del teatro romano. En el primer conjuntoque se data por sus excavadores en el segun-

    do tercio del siglo VI a.C., las cermicas grie-gas son el 8,8% del total. Estn presentes las

    nforas samias, lesbias, clazomenias, nforas

    la brosse, jonias indeterminadas, as comonforas del continente corintias tipo A y SOSticas. Las nforas de la Grecia del Este son un12% del conjunto, mientras que las nforasticas y corintias suponen un 23% del conjun-to. Por lo que respecta a los contenidos, el60% de las nforas estaban destinadas al trans-porte de aceite y el 40% al de vino. Entre lacermica fina destacan las copas para beber deproduccin samia, que sumadas a otros frag-mentos de vasos jonios como aryballos, cuen-

    cos, hidrias o jarritos y a las nforas, otorganun 54,34% de importaciones jonias sobre eltotal del conjunto. Otras producciones pre-sentes son las ticas, con fragmentos de oino-choes, leknidesy copas de figuras negras, ascomo algunos fragmentos de produccinmassaliota90. Por su parte, el conjunto delsector del teatro, correspondiente a la faseMlaga IB de las excavaciones de Gran Aymerich, comprende un periodo situadoentre el ltimo tercio del siglo VI a.C. y el pri-mer cuarto del V y presenta diferencias acusa-das respecto del horizonte de importacionesprecedente. En primer lugar destaca el predo-minio de las producciones ticas, tanto ennforas como en cermicas finas, entre las quese encuentran copas de bandas, de barniznegro y de figuras negras91.

    Las explicaciones que durante muchotiempo han predominado sobre la llegada alas costas de Iberia de importaciones griegas

    desde finales del siglo VII a.C. relacionan estehecho con el comercio foceo en el Mediterr-

    87 J. GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ..., pgs. 71-72 y 131; A. RECIO, La cermica fenicio-pnica ..., pgs. 150-151.

    88 J. GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ..., pg. 25 y pl. III.89 J. FERNNDEZ JURADO, Presencia de cermicas etruscas en Huelva, Huelva Arqueolgica, X-XI, vol. 3 (1988-89)

    101-120; H.G. NIEMEYER, Cermica griega ..., pg. 32; I. CASADEVALLet al, El bucchero etrusco del Cerro delVillar (Guadalhorce, Mlaga), en J. Remesal, O. Musso(coords.), La presencia de material etrusco en la Pennsula Ibri-ca, Barcelona, 1991, pgs. 383-398; J. GRAN AYMERICH, La presencia etrusca en la Pennsula Ibrica: origen y desa-rrollo de un tema controvertido; nuevas perspectivas a partir de los hallazgos recientes, en J. Remesal & O. Musso(coords.), La presencia ..., pgs. 625-632.

    90 M.I. CISNEROS et al., Cermicas griegas ..., pgs. 193 ss.

    91 J. GRAN AYMERICH, Mlaga phnicienne ..., pgs. 73-74 y 131.

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    Malakay las ciudades fenicias en el occidente mediterrneo. Siglos VI a.C.-I d.C. 199

    neo occidental y la fundacin de la colonia de

    Massalia92

    , mientras que la diversidad de lascermicas griegas halladas en Huelva sugeranuna presencia comercial focea en Tartessos,apoyada en los textos clsicos (Herod. I, 163,165; IV, 152) que aprovechara la crisis delas colonias fenicias en el siglo VI a.C. paraobtener la plata tartsica. Las importacionesetruscas encajan en este esquema como otroobjeto de comercio foceo93. La intervencinde Cartago, en conflicto con los foceos, y lacrisis de Tartessosatribuidas como causas del

    final de las importaciones griegas arcaicas enIberia94 han dado paso a otros propuestasexplicativas que sitan el final de estas relacio-nes comerciales en la reestructuracin del sis-tema-mundo mediterrneo, en la que todavala cada de Tiro se sigue alegando comohecho relevante95.

    Sin embargo, los conjuntos de cermicasimportadas de Malaka, en el contexto de lasimportaciones arcaicas en el mbito feniciodel Mediterrneo central y occidental apuntana otras posibles explicaciones. En primerlugar, la observacin de las importaciones

    griegas arcaicas en Cartago proporciona un

    horizonte de producciones muy similar alobservado en el Extremo Occidente, con unmximo desarrollo en el siglo VII y el primercuarto del VI a.C., que decrece en la segundamitad de ese siglo96. Podra interpretarse,alternativamente, que no slo los foceos esta-blecieron relaciones comerciales con Cartagoy con las ciudades fenicias del Sur de Iberia yTartessos, sino tambin y de forma paralela,que los propios cartagineses transportaronnforas y vasos griegos y etruscos por el

    Mediterrneo Central y Occidental, asociadosa nforas cartaginesas, bien documentadas enel siglo VII a.C. y primer tercio del VI en losasentamientos fenicios occidentales, que desa-parecen coincidiendo con el decrecimiento delas importaciones griegas arcaicas, aunqueuna explicacin posible a este vaco habra quebuscarla en la falta de contextos del VI a.C.publicados por falta de investigacin97.

    De hecho, se ha propuesto por distintosinvestigadores una va de distribucin cartagi-nesa o fenicia occidental para los materialesetruscos de la pennsula e Ibiza98 que consti-

    92 B.B. SHEFTON, Greeks and greek imports in the South of the Iberian Peninsula, en H.G. Niemeyer (ed.), Phnizierim Westen, Mainz, 1982, pgs. 346-347; R. OLMOS, Tartessos y el comercio mediterrneo: siglos VIII al VI a. de C.,La Magna Grecia e il lontano Occidente. Atti del XXIX Convegno di Studi sulla Magna Grecia, Taranto 1989, Taranto,1990, pgs. 428 ss.; P. CABRERA, Greek trade in Iberia: the extent of interaction, OJA, 17, 2, (1998) 194; El comer-cio jonio arcaico en la Pennsula Ibrica, en P. Cabrera Bonet & M. Santos Retolaza (eds.), Cermiques jnies ..., pgs.165-175.

    93 R. OLMOS, Tartessos ..., pgs. 435-436; A. DOMNGUEZ MONEDERO, El enfrentamiento etrusco-foceo en Ala-lia y su repercusin en el comercio con la Pennsula Ibrica, en J. Remesal & O. Musso, (coords.), La presencia..., pg.264.

    94 P. CABRERA, La presencia griega en Andaluca (siglos VI al IV a.C.), en J. Fernndez Jurado, P. Rufete & C. Garca(eds.), La Andaluca ibero-turdetana ..., pgs. 373-374; Greek Trade ..., pg. 197.95 P. CABRERA, El comercio jonio ..., pgs. 172 ss.96 M. VEGAS, Archaische und mittelpunische Keramik aus Karthago. Grabungen 1987/88, MDAI (RA), 96 (1989)

    209-259; Der Keramikimport in Karthago whrend der archaischen Zeit, MDAI (RA), 104 (1997) 351-357; Nou-velles donnees sur le commerce de Carthage punique entre le VIIe sicle et le IIe sicle avant J.-C., IVe Colloque Inter-national sur lhistoire et larchologie de lAfrique du Nord. Carthage et son territoire dans lAntiquit, t.1, Pars, 1990,pgs. 67-100; R. DOCTER, East Greek ..., pgs. 66 ss.

    97 J.L. LPEZ CASTRO, Carthage and mediterranean Trade in the Far West, Rivista di Studi Punici, 1 (2000) 128 ss.98 B. COSTA & C. GMEZ BELLARD, Las importaciones cermicas griegas y etruscas en Ibiza, MCV, XXIII (1987)

    31-56; J. ALVAR, El trfico comercial etrusco hacia el Extremo Occidente, en T. Hackens (ed.), Flotte e commercio grecocartaginese ed etrusco nel Mar Tirreno. Atti del Simposio europeo tenuto a Ravello, 1987, PACT20, Strasbourg, 1988, pg.384; I. CASADEVALLet al., El bucchero etrusco del Cerro del Villar (Guadalhorce, Mlaga), en J. Remesal & O.Musso, (coords.), La presencia..., pgs. 387-388; J. GRAN AYMERICH, La presencia etrusca en la Pennsula Ibrica:origen y desarrollo de un tema controvertido; nuevas perspectivas a partir de los hallazgos recientes, en J. Remesal & O.

    Musso (coords.), La presencia..., pg. 628.

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    Malakay las ciudades fenicias en el occidente mediterrneo. Siglos VI a.C.-I d.C. 201

    Conviene destacar que tanto en Malaka

    como en otras ciudades de la costa malague-a como Suel103, se registran importacionesticas durante los aos finales del siglo VIa.C. y la primera mitad del siglo V a.C., con-tradiciendo la extendida idea de la existenciade un vaco de importaciones griegas en laprimera mitad del V a.C., excepto en Empo-rion, que poco a poco se va llenando connuevas investigaciones. Desde una perspecti-va de larga duracin hay una continuidad enlas importaciones griegas desde finales del

    VI hasta mediados del V a.C. Este argumen-to, junto con el hecho de ser la nica colo-nia griega en la Pennsula Ibrica, ha sidoutilizado para otorgar a Emporion un papelcasi exclusivo en la distribucin de cermicasgriegas, y ticas en particular en la PennsulaIbrica durante los siglos V y IV a.C., en elque ciudades fenicias como Gadirejerceranun papel secundario como redistribuidoresdentro de las redes de comercio emporita-no104.

    En nuestra opinin, el aumento conside-rable de importaciones griegas en el Sur de laPennsula Ibrica durante la segunda mitaddel siglo V y la primera del IV a.C. viene acoincidir con el periodo de mxima distribu-cin de los productos de salazones de pesca-do fenicios occidentales en Grecia y en elMediterrneo Central. Los hallazgos arqueo-lgicos de nforas Ma-Pascual A-4 y las

    referencias a las salazones gaditanas en las

    fuentes literarias griegas atestiguan unas rela-ciones comerciales directas entre Gdir yGrecia, que desde luego no conocemos paraEmporion, en las cuales debemos situar la lle-gada de productos griegos con independenciay paralelamente a otras redes de intercambioen las que participaran Emporion o Cartago,donde se documenta un horizonte de impor-taciones griegas muy parecido al del Surpeninsular105.

    Algunos argumentos adicionales avalan

    esta hiptesis: en primer lugar, el hecho deque sean las ciudades fenicias occidentales loslugares donde se registran junto con Empo-rion ms nforas griegas de este periodo, enconcreto nforas chiotas, samias, jonias, gre-coitlicas y massaliotas. En segundo lugar, elhecho de que las cermicas griegas se extien-dan tambin en este periodo de mxima difu-sin a la fachada atlntica peninsular y alNorte de frica, utilizando Gdircomo pun-to de partida. En tercer lugar, este periodo demxima difusin de cermicas griegas coinci-de tambin, y no casualmente, con un perio-do en el que se documentan con cierta abun-dancia nforas cartaginesas en la PennsulaIbrica106. No hay que olvidar que estamosen un periodo poco investigado en las reascosteras del Sur peninsular, y que en generallas importaciones cartaginesas estn por ana-lizar, por lo que en un futuro esta tendencia

    103 R. OLMOS, Cermica griega del castillo de Fuengirola (Mlaga), Mainake, XV-XVI (1993-94) 109-114; J.A.MARTN RUIZ, J.M. MARTN RUIZ & J.R. GARCA CANTERO, Las copas tipo Castulo ..., pgs. 273-286; Cf.las caractersticas de estas copas con las expuestas por C. SNCHEZ, Las copas tipo Cstulo en la Pennsula Ibrica,Trabajos de Prehistoria, 49 (1992) 331 para definir las Castulo cups de la primera mitad del V a.C. Cf. asimismo loexpresado por B.B. SHEFTON, The castulo Cup: an Attic Shape in Black Glaze of special Significance in Sicily, en Ivasi attici ed altre ceramiche coeve in Sicilia, Catania, 1996, pgs. 85-98.

    104 P. ROUILLARD, Les grecs et la Peninsule Ibrique du VIII au VI sicle a. J.-C. , Paris, 1991, pgs. 110-113; C.SNCHEZ, El comercio de productos griegos en Andaluca Oriental en los siglos V y IV a.C.: estudios tipolgico e icono-

    grfico de la cermica, Tesis doctoral reprografiada, Madrid, Universidad Complutense, 1992, pgs. 283 ss.; B.B. SHEF-TON, Greek imports at the extremities of the Mediterranean, West and East: reflecctions on the case of Iberia in thefifth century BC, en B. Cunliffe, S. Keay (eds.), Social Complexity..., 1995, pgs. 127-155. P. CABRERA, Cdiz y elcomercio de productos griegos en Andaluca Occidental durante los siglos V y IV a.C., Trabajos de Prehistoria, 51(1994) 89-101; La presencia griega ..., pgs. 374 ss.; Greek Trade ..., pg. 201.

    105 J.L. LPEZ CASTRO, Los fenicios occidentales ..., pgs. 102 ss. ; Carthage ..., pg. 134-135.

    106 J.L. LPEZ CASTRO, Carthage ..., pgs.133 ss.

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    202 Jos Luis Lpez Castro, Bartolom Mora Serrano

    podra confirmarse. Recordemos tambin,

    por ltimo, que el conjunto cerrado quemejor testimonia estas relaciones comercialeses el pecio de El Sec, un barco cartagins quese hundi hacia mediados del siglo IV a.C.con una carga llena de nforas griegas, gre-coitlicas y cartaginesas y cermicas finas grie-gas pertenecientes a la principales clases ytalleres ticos que en esos momentos se distri-buan en la Pennsula Ibrica y en el Occiden-te cartagins, como crteras del pintor delTirso Negro, kylikesdel Pintor de Viena 116,

    skyphoi del Fat Boy y vasos de barniznegro107.

    En 348 a.C. el Sur de la Pennsula Ibricaes mencionado en el segundo tratado entreCartago y Roma (Plb. III, 24), lo que tradi-cionalmente se interpret con connotacionesapocalpticas para el comercio griego, porcuanto que se habra establecido un dominiodel Sur de Iberia por Cartago, con un blo-queo del Estrecho de Gibraltar. Este paradig-ma explicativo es hoy da puesto en duda trasla revisin de la documentacin literaria y dela historiografa moderna sobre el tema108.Lejos de ver en esta clusula una prueba delbloqueo cartagins del Extremo Occidentedebido a su conquista para establecer unmonopolio comercial, pensamos que loms probable es que estuviera destinada a

    contener la piratera de los aliados de Roma

    en los territorios de los aliados de Cartago,quienes son mencionados en el tratado comoaquellos que mantenan con ella una pazescrita. Entre estos aliados cabe situar a lasciudades fenicias occidentales, que muy posi-blemente sean esos tiriosque firman el trata-do junto a Cartago y Utica109.

    La inclusin de los fenicios occidentalesen el tratado, ms que testimoniar una ligagaditana supuso que Cartago representaba alas ciudades fenicias occidentales, que entra-

    ban bajo la hegemona poltica cartaginesasitundolas en un nuevo marco de relacionesde progresiva dependencia poltica y econ-mica de Cartago, siguiendo el modelo deimperialismo cartagins propuesto hace aospor Whittaker110. Con todo, es imposible enel estado actual de nuestra investigacinencontrar un correlato claro de estos cambiospolticos en el registro arqueolgico, debidoal desconocimiento bastante generalizado deeste periodo, poco definido adems desde elpunto de vista de los materiales arqueolgi-cos, en los que faltan los fsiles guas quesuponen las cermicas griegas. Aunque tradi-cionalmente se haba esgrimido el final de lasimportaciones de cermicas griegas comoconsecuencia del tratado romano-cartagins yla hegemona cartaginesa, lo cierto es que esas

    107 A. ARRIBAS, G. TRAS, D. CERD & J. DE HOZ, El barco de El Sec (Costa de Calvi, Mallorca). Estudio de los mate-

    riales, Palma de Mallorca, 1987.108 Cf. en este sentido C. G. WAGNER, The Carthaginians in Ancient Spain. From Administrative Trade to TerritorialAnnexation, en A. Devijver (ed.), Punic Wars= Studia PhoeniciaX, Lovaina, 1989, pgs. 145-186; El auge de Carta-go (s. VI-IV) y su manifestacin en la Pennsula Ibrica, enActas de las VIII Jornadas de Arqueologa fenicio-pnica deIbiza, Cartago, Gadir, Ebusus y la influencia pnica en los territorios hispanos, Ibiza, 1993, Ibiza, 1994, pgs. 7-22; P.A.BARCEL, Karthago und die Iberische Halbinsel vor der Barkiden, Bonn, 1988; J.L. LPEZ CASTRO, Cartago y laPennsula Ibrica: imperialismo o hegemona?, en Actas de las V Jornadas de Arqueologa Fenicio-pnica de Ibiza: Lacada de Tiro y el auge de Cartago, Ibiza 1990, Ibiza, 1991, pgs. 73-84; El imperialismo cartagins y las ciudades feni-cias de la Pennsula Ibrica entre los siglos VI-III a.C., Studi di Egittologia e Antichit Puniche, 9 (1991) 87-107; Car-tago y la Pennsula Ibrica en la historiografa espaola. Aportaciones recientes y ultimas tendencias (1980-1992),HAnt, XVIII (1994) 519-532; . Fenicios y cartagineses en la obra de A. Schulten: una aproxima-cin historiogrfica, Gerin, 14 (1996) 133-169.

    109 J.L. LPEZ CASTRO, El imperialismo , pgs. 97-98; Tyrion demos. Los fenicios occidentales en el segundo tra-tado entre Cartago y Roma (Pol. III, 24) (en prensa).

    110 C. R. WHITTAKER, Carthaginian imperialism in the fifth and fourth centuries, en P.D.A. Garnsey & C.R. Whitta-

    ker (eds.), Imperialism in the Ancient World, Cambridge, 1978, pags. 59-90.

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    Malakay las ciudades fenicias en el occidente mediterrneo. Siglos VI a.C.-I d.C. 203

    importaciones disminuyeron paulatinamente

    a lo largo de la segunda mitad del siglo IVa.C. sin que hubiera un cambio brusco111,mientras que las importaciones cartaginesas oen todo caso centromediterrneas son bastan-te escasas, debido seguramente al vaco deinvestigacin aludido.

    Con la paulatina desaparicin de lasimportaciones griegas en la segunda mitad delsiglo IV a.C. se abre un periodo en el que dis-tintas cermicas finas sustituyen a las ticas.Una de la documentadas en Malaka en las

    excavaciones del teatro son los barnices rojosgaditanos, similares a las producidas en Kuass,en Marruecos, recientemente sistematizadas.En la fase Malaga IIestas producciones estnpresentes desde un momento temprano quepodemos situar hacia finales del siglo IV o yaa comienzos del III a.C., con las formas mscomunes del taller gaditano: copas, bolsales,lucernas, de las formas VII, VIII, XVI y XVIIde la clasificacin de Niveau, documentndo-se tambin en el Palacio de Buenavista y enMorro de Mezquitilla112.

    Futuras investigaciones y la publicacinde las excavaciones urbanas recientes o encurso permitirn profundizar en este periodomal conocido de la historia de Malakay lasdems ciudades fenicias occidentales, en elque resulta obligado tomar en consideracinlas relaciones cada vez ms estrechas e inten-sas con su entorno geogrfico, reconocibles atravs de diferentes testimonios arqueolgicos

    entre los que, naturalmente, los cermicosocupan un puesto de privilegio.En este sentido, e insistiendo de nuevo en

    el caso de Malaka, debe destacarse como con-trariamente a la distribucin eminentemente

    costera de las cermicas griegas ms antiguas,

    a lo largo de los siglos V y primera mitad delIV a.C. una mayor penetracin de estos pro-ductos hacia el interior, a travs de antiguasrutas frecuentadas ya en poca arcaica, peroque ahora todo parece indicar que experimen-tan un considerable desarrollo que cabe rela-cionar con el ya comentado proceso de terri-torializacin de laspoleisfenicias occidentales apartir del siglo VI a.C.; siendo una de sus con-secuencias la bsqueda de nuevos mercados ola consolidacin de los ya existentes.

    Activo puerto en unas rutas de navega-cin cada vez ms diversificadas, en las que loscontactos con las vecinas costas norteafricanasdebieron hacerse cada vez ms intensos yregulares, Malakaes tambin cabecera de laprincipal va terrestre del sureste hispano,aquella que atravesando el valle del