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1 LOS VALORES EN LA UNIVERSIDAD ManuelGonzálezÁvila Guatemala, marzode2013 I. LOS VALORES EN LAS PREGUNTAS INICIALES ¿Paraunauniversidad centroamericanacuáles son los retos queplantean elsubdesarrollo científico , técnico , socialypolíticodesuentornosocialylas nuevas ycomplejas dinámicas mundiales? ¿Cómopodemos enseñarhabilidades democráticas ycívicas en un medioqueen varias formas importantes es antidemocrático? ¿Son importantes los valores ylaéticaparadefiniracciones porpartedeindividuos e instituciones? ¿Si loson, cómooperan los mecanismos deaprendizajeyexpresión de valores? ¿Quémodalidades educativas han fracasadoen laformación universitariaparapromover actitudes yvalores en profesores yalumnos? ¿Quéhacerparasuperarlas equivocaciones delpasado? ¿Hemos planteadotodas las preguntas queson necesarias ysuficientes paratomar decisiones en tornoloquequeremos delas universidades centroamericanas eintroducir cambios reales? ¿Cuáles son los valores quesubyacen en las conductas actuales delaformación universitaria? ¿Son ellos los más coherentes con los propósitos universitarios? ¿Cuáles pueden serlos valores deunanuevauniversidad coherentecon lasociedad alaque perteneceyconsigomisma? Las reflexiones que se plantean aquí han resultado de mis experiencias como profesor, investigador y administrador académico universitario desde la década de los años 70. Algunas de las condiciones comentadas son aplica- bles en las universidades de Centro América y, probablemente, también en otras regiones. Adicionalmente, las propuestas pueden ser de valor para los interesados en temas relacionados con las innovaciones universitarias y en re- lación con los problemas de la paz, la democracia y el desarrollo de nuestros países. Algunas universidades muestran los efectos de una prolongada crisis educativa cuyos signos se manifiestan en casi toda la vida académica. En Guatemala se ha sentido la crisis y se han propuesto algunas soluciones, pero muchas de éstas tienen carácter inmediatista, tienen preocupaciones solamen- te formales o no ayudan a resolver las graves desigualdades. Además care- cen de los suficientes elementos para corregir los problemas. Hay falta de es-

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Una visión sobre los valores necesarios para apoyar el desarrollo de las universidades en relación con los retos de la vida moderna, el mercado y la globalización.

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LOS VALORES EN LA UNIVERSIDAD

ManuelGonzálezÁvilaGuatemala, marzode2013

I. LOS VALORES EN LAS PREGUNTAS INICIALES

¿Paraunauniversidadcentroamericanacuálessonlosretosqueplanteanelsubdesarrollocientífico, técnico, socialypolíticodesuentornosocialylasnuevasycomplejasdinámicasmundiales?¿Cómopodemosenseñarhabilidadesdemocráticasycívicasenunmedioqueenvariasformasimportantesesantidemocrático?¿Sonimportanteslosvaloresylaéticaparadefiniraccionesporpartedeindividuoseinstituciones? ¿Si loson, cómooperanlosmecanismosdeaprendizajeyexpresióndevalores?¿Quémodalidadeseducativashanfracasadoenlaformaciónuniversitariaparapromoveractitudesyvaloresenprofesoresyalumnos? ¿Quéhacerparasuperarlasequivocacionesdelpasado?¿Hemosplanteadotodaslaspreguntasquesonnecesariasysuficientesparatomardecisionesentornoloquequeremosdelasuniversidadescentroamericanaseintroducircambiosreales?¿Cuálessonlosvaloresquesubyacenenlasconductasactualesdelaformaciónuniversitaria? ¿Sonelloslosmáscoherentesconlospropósitosuniversitarios? ¿Cuálespuedenserlosvaloresdeunanuevauniversidadcoherenteconlasociedadalaqueperteneceyconsigomisma?

Las reflexiones que se plantean aquí han resultado de mis experienciascomo profesor, investigador y administrador académico universitario desdela década de los años 70. Algunas de las condiciones comentadas son aplica-bles en las universidades de Centro América y, probablemente, también enotras regiones. Adicionalmente, las propuestas pueden ser de valor para losinteresados en temas relacionados con las innovaciones universitarias y en re-lación con los problemas de la paz, la democracia y el desarrollo de nuestrospaíses.

Algunas universidades muestran los efectos de una prolongada crisiseducativa cuyos signos se manifiestan en casi toda la vida académica. EnGuatemala se ha sentido la crisis y se han propuesto algunas soluciones, peromuchas de éstas tienen carácter inmediatista, tienen preocupaciones solamen-te formales o no ayudan a resolver las graves desigualdades. Además care-cen de los suficientes elementos para corregir los problemas. Hay falta de es-

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pacios para deliberar sobre los propósitos universitarios y la misión que lasuniversidades tienen con respecto a la Sociedad. A menudo vemos apoyo ex-clusivo a procesos formales iniciados de arriba hacia abajo, desde la dirigen-cia, como requisitos que hay que cumplir. Esto conlleva grandes riesgos.Uno de ellos es que conduzcan a las instituciones de educación superior a de-cidir cambios superficiales cuando lo que se necesita muy obviamente soncambios profundos. También puede llevarnos al autoaplauso en la ilusión deque realizamos algo fundamental mientras sólo efectuamos modificacionescosméticas. Con el autoengaño sólo posponemos los cambios necesarios, seagrava la crisis y la universidad se expone vulnerable ante intereses particula-res y ajenos.

Es necesario un cambio de actitudes y valores en las maneras comopensamos, hablamos y actuamos. Esto se dice demasiado fácilmente, peroimplica mucho esfuerzo y mucho tiempo. Es posible, sin embargo, que me-diante el estudio y la comprensión de los aspectos morales propios de losprogramas educativos, la investigación y las relaciones interpersonales logre-mos incorporar perspectivas éticas en esas dimensiones de la vida universita-ria.

Es cierto que la universidad puede contribuir a consolidar algunos anti-valores (individualismo, mediocridad, conformismo, clientelismo, por ejem-plo) actuales; pero al contrario, también puede asumir una función críticafrente a ellos y apoyar la realización de cambios positivos en la sociedad yen la misma universidad.

Por dónde empezar si tratamos de comprender cómo los resultados deuna decisión universitaria se llegan a materializar en actos, actitudes, méto-dos, contenidos, políticas y filosofías. Es obvio que la sola emisión de un de-creto no es suficiente. Es necesario que todos los sectores afectados tenganoportunidades de expresarse con libertad y que los sujetos reconozcan la nor-ma como un objetivo personal, propio, de sí mismos. El diálogo y el debatedeben incluir a investigadores, profesores, alumnos, administradores acadé-micos, trabajadores, y organizaciones de la Sociedad.

Entonces, antes de prescribir soluciones, caben las preguntas: ¿Puedenhacerse los cambios deseados sin una participación amplia de todos los queposiblemente pueden estar interesados? ¿Hay una innovación real cuando losresultados finales del proceso de cambio son documentos y no los necesarioscambios de actitudes, nuevos procedimientos, cambios organizacionales ynuevos propósitos? ¿Se ha introducido un cambio real en el sentido deseado

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si las acciones son motivadas por la obediencia o el miedo? ¿Pueden lograrselas innovaciones sin cambio de valores? ¿Sin su búsqueda permanente?

Sin pretender dar una definición, los valores pueden entenderse comoaquellas condiciones, características o cualidades intrínsecas, reales o poten-ciales, en las sociedades y las personas, en el ambiente natural o en las cosasque pensamos que son importantes, deseables o preciosas. Existen (real o po-tencialmente) en la relación entre el objeto y el sujeto, no sólo en uno u otro.Hablamos de valores morales y éticos cuando tienden a mejorar la calidad delas personas individual y colectivamente. Son relativos y contrarios a los anti-valores.

Aquí cabe un par de aclaraciones. En primer lugar, usamos el términode antivalores para denotar los valores contrapuestos. Y segundo, la distin-ción que hacemos aquí entre valores y antivalores es con fines didácticos. Enla vida real, la mayor parte de las veces encontramos dilemas morales entredos bienes, es decir, entre dos valores, y el problema es descubrir cuál es elvalor mayor para el contexto y la circunstancia o proceso social que estamosviviendo. En otras ocasiones el problema es averiguar cuál es el peor de doso más males con el fin de decidir qué acción tomar.

Los denominados aquí como antivalores pueden ser valores que soncultivados explícitamente por algunos como algo deseable. Por ejemplo, ellucro obtenido mediante el despojo a otros, o el sufrimiento, es consideradoaquí como un antivalor, a juzgar por las consecuencias que observamos de supráctica. Pero cabalmente la concepción hegemónica actual le da un realceespecial como algo que debe prevalecer sobre otros bienes, tales como la vi-da y la dignidad de las personas. El repetido ejercicio de antivalores sólopuede sostenerse mediante la violencia, el engaño y el cinismo. Con ello sepuede comprender que no son sólo los valores los que pueden tener susopuestos y que hay conflictos de valores, también los hay en conocimientos,imaginarios, ideologías y paradigmas.

Cuando se encuentran en la universidad, los valores y los antivaloresguardan cierta correspondencia con sus contrapartes en la Sociedad porcuanto que la Universidad es parte de ella. No obstante, es necesario mencio-nar que una universidad no es un mero reflejo de su entorno social, pues gozade cierto grado de autonomía para realizar sus procesos internos, de una ma-nera análoga a la autopoiesis en los seres vivos. Con dicha autonomía la Ins-titución acepta responsabilidades para contribuir socialmente. Pero al contra-rio, dicha condición también puede ser utilizada para reproducir errores y vi-cios sin la debida supervisión social.

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Los procedimientos, los métodos y los procesos organizativos internosque aplica una institución imprimen su marca y son determinantes sobre losproductos. En el caso de las instituciones educativas, los productos son cono-cimientos, métodos e imagen pública, entre otros. En conjunto, todos ellosconstituyen la cultura institucional pues expresan consciente e inconsciente-mente las ideologías y valores subyacentes. Su discusión ayuda a explicar enalguna medida algunas de las limitaciones universitarias mencionadas antes.

II. CONTEXTO Y OPORTUNIDADES PARA LOS CAMBIOSUNIVERSITARIOS

Los procesos políticos, económicos y sociales que desde mediados de1989 han ocurrido en el mundo, han generado un contexto drásticamente dis-tinto al que estuvimos acostumbrados durante décadas. El esquema de bipo-laridad en la política mundial dio paso a una nueva época en la historia. Estaépoca se caracteriza por varios procesos nunca antes vividos: una sola hege-monía militar, multipolaridad económica manifestada en la conformación degrandes bloques en abierta disputa por megamercados transnacionales, explo-sión de la información al mismo tiempo que implosión del significado, cre-ciente control del consumo basado en el avance tecnológico de los medios decomunicación y ensanchamiento de la brecha entre países ricos y países po-bres. La conclusión de la confrontación Este-Oeste deja ver ahora la de Nor-te-Sur. A las tensiones que existen entre el capital y el trabajo, ahora se sumauna gran diversidad de conflictos derivados de las expresiones sexuales y degénero, la lucha por los recursos naturales (la energía, el agua, el aire, lossuelos, los minerales, la vida animal y la riqueza vegetal), la protección delos desvalidos, las identidades étnicas y culturales, la niñez, la lucha contra laviolencia, la trata de personas y la narcoactividad, entre otros. La conflictivi-dad humana es diversa y compleja.

Muchos de los conflictos son manifestaciones de las tensiones subya-centes entre la avaricia y la sobrevivencia, el dinero o la vida. El despojo delos recursos que sufren algunos países a manos de los poderosos externos einternos se hace por la fuerza y con violencia. Véanse los ejemplos del petró-leo, la tierra de cultivo y la minería. En consecuencia, aparecen nuevas for-mas de exclusión y apartheid. Por estos y otros procesos que vivimos hoy enel mundo, el planeta mismo sufre acelerados cambios que ponen en cuestiónla vida humana tal como la conocemos. La preocupación por el desarrollo hu-

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mano concebido como crecimiento no se pregunta cómo crecer y a qué cos-tos, una omisión que es catastrófica.

Estas y otras condiciones han modificado substancialmente las realida-des políticas de nuestros países. Pero las estructuras económicas y socialessiguen siendo las mismas. El lucro se ha instalado como un miope valor, másbien un antivalor, que se sobrepone a otros valores que son fundamentalespara nuestras sociedades. Observamos destrucción del ambiente, despreciopor la cultura y la diversidad, sensación de impotencia de las personas paracontrolar sus propios destinos, miedo a la incertidumbre.

Pero también se han producido procesos de transición que traen consi-go nuevas oportunidades. Estos quizá contienen los caminos alternativos.Los espacios de participación política se han abierto progresivamente con pe-queños pasos. La intolerancia ideológica gradualmente ha cedido paso al diá-logo y al respeto a la diversidad. Nuevos sujetos de la sociedad civil se cons-tituyen en protagonistas de movimientos políticos y sociales: los pueblos in-dígenas, los movimientos humanitarios, las organizaciones de mujeres, laprotección del ambiente e incipientes organizaciones que propugnan por unefectivo Estado de Derecho y el fin de la impunidad. Son cambios que se hanlogrado con evidentes resistencias de los privilegiados y sus cuadros.

De una manera muy explícita los pueblos y las organizaciones socialesdemandan acciones para impulsar la paz y el diálogo. Se manifiestan por laeliminación de todas las formas de conflicto armado y de las maniobras polí-ticas basadas en la demagogia, el miedo o la violencia. Pero esas acciones sedan en momentos en que las instituciones educativas, algunas universitarias,sostienen agendas aparente o falsamente democráticas, a veces claramenteantidemocráticas propugnadas por fuerzas desinteresadas en el cabal cumpli-miento de los fines universitarios, algunas con indicios de que más les intere-sa instrumentalizar a la Institución con propósitos ajenos.

III. LAS RESPUESTAS ESPERADAS

En la actualidad los aportes universitarios adquieren especial impor-tancia. Quiérase o no, los fenómenos socio económicos globales imponen ur-gentes transformaciones educativas. Las sociedades actuales dan alta priori-dad a la tecnología y muestran tendencias a cosificar o excluir a las personas.Los problemas de paz y democracia de unos países afectan a otros. Brotantensiones sociales a partir de las diferencias no resueltas entre ricos y pobres.

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La avaricia de países poderosos pone los ojos en los recursos y la ubicaciónde los más débiles. Todos estos son temas contemporáneos que caen dentrode los ámbitos de la Ciencia y las Humanidades (antropología, filosofía, cien-cia política, psicología social y clínica, biofísica, genética, agricultura, micro-biología, medicina, ética, y sociología, por ejemplo) y, por lo tanto, de lasuniversidades.

Hay entonces una clara necesidad de que las universidades busquennuevas maneras de cumplir sus funciones y ofrezcan respuestas concretas alos dilemas sociales y ecológicos. Esto debe tratarse con la consideración delas condiciones internas propias de la Universidad y algunas de las disyunti-vas actuales. Algunas de éstas son tópicos conflictivos, como por ejemplo, lacontroversia entre profesionalización y formación general, especialización y“polivalencia”, y el énfasis en contenidos o procesos educativos. También seenfrentan problemas en el crecimiento de la población estudiantil, la estre-chez financiera, la pérdida de docentes e investigadores ante el sector públi-co y el privado, la carencia de los suficientes programas de postgrado, losproblemas en el reconocimiento de las competencias y conocimientos adqui-ridos fuera de la educación escolarizada, la incoherencia de los esquemas ad-ministrativos con respecto a los propósitos académicos y otros.

Como estos son retos que debe asumir la Universidad, es necesariobuscar maneras para exponer abierta y participativamente cuáles son las ne-cesidades sociales y cuáles son las necesidades universitarias para buscar lacoherencia entre las acciones y productos universitarios con respecto al país.Sólo entonces podremos seleccionar opciones para actuar con mejor posibili-dad de responder a la demanda social. Para hacer esto, los procedimientosdecisorios y operacionales actuales no son suficientes porque son cerrados.Es importante que comprendamos los mecanismos y valores inherentes a losprocesos de la toma de decisiones para poder identificar las fallas y corregirlos valores que subyacen en ellos.

IV. UNA SÍNTESIS SOBRE LOS PROBLEMAS UNIVERSITA-RIOS

Nuestro primer esfuerzo ha de ser el de buscarnos a nosotros mismosy convencernos que el mejor desarrollo posible es el desarrollo de un movi-miento universitario capaz de ser coherente consigo mismo y su entrono so-cial, por lo que somos y por lo que estamos llamados a ser. No en compara-ción con otros movimientos o instituciones. Una universidad es una institu-

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ción de pensamiento, conocimiento y cultura. Su relación con la tecnologíano es la de la compra y la transferencia acrítica, sino crearla, desarrollarla,adecuarla y evaluarla. Pero más importante todavía es cooperar en el mediosocial para comprender dicho medio, así como también a nosotros mismos,nuestros problemas y hasta a nuestros ideales y las posibilidades de alcanzar-los.

En Guatemala, los problemas que enfrenta actualmente el movimientouniversitario son explicables como procesos históricos generados por unacomplejidad que incluye a muchos procesos. Algunos son internacionales yglobales. Otros son muy puntuales y también muy decisivos en la vida institu-cional, como la singular violencia desatada contra la Universidad estatal y losintelectuales en los años 1970 a 1990, o la violencia que actualmente vivimoscomo país. Lo real es que ahora los problemas están ahí expresados en dife-rentes formas. Es necesario abrirlos, aceptarlos como situaciones problemáti-cas y decidir colectivamente las opciones de solución. Puede demostrarse laexistencia de las siguientes condiciones.1 En forma breve describen la situa-ción actual.

EnEnseñanza-Aprendizaje. No existe un proyecto curricular que se-ñale algunos acuerdos mínimos. Esto implica que falta una teoría educativaexplícita que oriente los programas educativos institucionales y dé coheren-cia a las instituciones educativas públicas y privadas, que no existe docu-mentación, discusión ni aceptación de los principios valorativos para el pro-ceso educativo en la Sociedad en su conjunto, y que falta integración del pro-ceso educativo universitarios con la investigación y la extensión, entre otrosproblemas. Hemos sido testigos de interminables repeticiones infructuosas demodas educativas que no son aceptadas en otras sociedades y que, sin em-bargo, son impulsadas acá.

EnInvestigación. La influencia de la investigación realizada en elpaís es insuficiente. La época y el contexto demandan un mayor esfuerzo enesta área. Pero no se ha podido vencer por un lado, el poco entendimiento delos fines de la investigación y, por otro, los obstáculos burocráticos en la ge-neralidad de las instituciones relacionadas con la producción y divulgacióndel conocimiento. Las decisiones relacionadas con los programas de investi-gación tienen la marca de la arbitrariedad y la confusión. Además, hay faltade aprovechamiento de oportunidades de financiamiento externo, internacio-nal y nacional. Así, hay pocos elementos teóricos, que se articulen como unsistema de conocimientos, que puedan señalarse como aportes decisivos dela Universidad.

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EnExtensión. Hay deficiencia en el apoyo institucional para el desa-rrollo de formas alternativas de vinculación de las universidades con la So-ciedad en los órdenes de la integración académica (falta de apoyo a los pro-gramas con comunidades, EDC, EPS y EPSUM), el desarrollo cultural y lacomunicación social (folletos, televisión, comunicación gráfica, produccióneditorial). Con unas pocas excepciones, las aportaciones universitarias en losmedios de comunicación nacionales son muy pocas. Las aportaciones críticasson aun menos.

EnlosProgramasdeApoyo(MarcoJurídico, AdministraciónyFinanzas). En la universidad pública y estatal, el problema jurídico consisteen que hay incongruencia entre las normas jurídicas, por un lado, y los propó-sitos, procedimientos y formas de organización, por el otro. Algunos de losobstáculos legales son fundamentales. La burocracia administrativa y finan-ciera central realiza una actividad que, sirviéndose a sí misma, está desvincu-lada de los propósitos fundamentales universitarios. No se ejecuta una políti-ca administrativa que busque la eficiencia y eficacia de sus procesos con ple-no reconocimiento de lo que es una institución académica. Los enfoques ad-ministrativos de las empresas productivas y comerciales no son los mismosque los de una universidad porque los contenidos y los valores que manejanson distintos. Sin embargo, en la vida universitaria actual, en general, los pre-supuestos universitarios se utilizan en alto porcentaje para la administracióny relega a un plano secundario la investigación, la docencia, la extensión y lainversión para el desarrollo educativo.

V. LOS ANTIVALORES QUE DEBEN SER IDENTIFICADOS

Las pretensiones de cambio académico real deben considerar los pro-cedimientos que las universidades aplican internamente y comprometerse aexaminar la cultura institucional en el largo plazo. Los antivalores deben seridentificados, en primer lugar. Luego, su presencia debe ser aceptada comoproblemática –lo cual es difícil por cuanto que usualmente no se piensa queuno mismo practica antivalores– y corregidos o contrarrestados.

Es muy preocupante que en las últimas dos décadas, observamos muyrepetidamente las manifestaciones de grandes problemas institucionales denaturaleza moral. Estos causan insatisfacción de muchos universitarios, pro-vocan mala imagen institucional y una insuficiente contribución universitariaal país. Es necesario discutir abiertamente estos problemas dondequiera quese encuentren, identificar sus características específicas y corregir lo que sea

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necesario en cada caso particular, sin caer en la aceptación de dichos malescomo algo “normal”. Entre los problemas más graves que hay que considerarestán los siguientes. La sola sospecha de alguno de ellos justifica que promo-vamos una actitud vigilante y crítica: autoritarismo, clientelismo y servilismo,fundamentalismo y dogmatismo, mediocridad, usurpación de cargos adminis-trativos por políticos profesionales y aspirantes a políticos profesionales, sec-tarismo y rechazo a la crítica. Vemos también expresiones de sexismo, racis-mo y otros tipos de discriminación o abuso, formalismo, manipulación de laverdad, falta de sinceridad y demagogia, falta de transparencia, anomia y, enalgunas instituciones, corrupción en general institucionalizada. Las universi-dades no son inmunes a estos problemas, más bien hay destacados esfuerzospara denunciarlos, comprenderlos y erradicarlos.2 Algunos países han empe-zado a denunciar y tomar acciones ejemplares para corregir problemas comoestos3. Antes de negarlos, debemos prepararnos para reconocerlos, compren-derlos y erradicarlos. Intentaré entrar ahora en mayor detalle en algunos deellos.

El AutoritarismoLa práctica de métodos docentes y administrativos autoritarios sólo

puede ayudar a perpetuar una práctica autoritaria y arbitraria. Como puedeesperarse, cuando los estudiantes son formados con métodos autoritarios seconviertan en profesionales que también reproducen métodos autoritarios.Los ejemplos de una práctica autoritaria se encuentran cuando un administra-dor, docente o estudiante decide y ejerce acciones excluyentes, exige unamal entendida “disciplina” entre sus colaboradores y tiene o aplica la visiónvertical del “jefe.” Cuando la disciplina mal entendida y “obediente al jefe” seaplica al trabajo intelectual no toma en cuenta que las ciencias y las humanida-des son amplias, plurales y deliberativas. No son intolerantes ni subordinadasa la autoridad. Los esfuerzos educacionales que desean contribuir a una expe-riencia universitaria crítica y reflexiva no pueden ser autoritarios. El desarrollodel criterio profesional y académico no se favorece en las estructuras jerár-quicas verticalistas y sofocantes. Más bien necesitan ambientes que propi-cian el pensamiento exploratorio, reflexivo y el análisis deliberativo.

Por la cosificación de las personas que implica, el autoritarismo es in-moral. Más aún, en una universidad es elemento de corrupción e ineficiencia.Se equivoca el mandamás: el trabajo intelectual es pensamiento libre y creati-vo, algo totalmente distinto a la obediencia.

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Bajo el autoritarismo, los aportes a los procesos de paz y a la demo-cratización son necesariamente pobres, por cuanto que es escaso el sustentopolítico que pueden lograr las iniciativas verticales basadas en la dependen-cia de la autoridad o la amenaza real o simbólica. Y agregado a esto, se da-rán en un medio social guatemalteco que ya es notoriamente autoritario y ex-cluyente. El producto tenderá a reforzar las mismas características. En esaforma de entender las relaciones humanas, la Universidad no favorece al nue-vo profesional, ni a la Sociedad, ni a ella misma.

Las opciones opuestas al autoritarismo se encuentran en el cumpli-miento fiel de los fines universitarios; y ante todo en la participación y en losesfuerzos por lograr la reflexión, el terreno común y el diálogo. El cultivo delpensamiento, el conocimiento y la cultura necesitan amplios espacios de li-bertad.

El Clientelismo y el ServilismoEl clientelismo es una práctica de alguno o algunos individuos de una

institución que puede convertirse en una marca institucional más o menos ge-neralizada. Es la práctica de favorecer y proteger por parte de los funciona-rios u otras personas que tienen el control de recursos o poder, a otras. La re-lación entre las personas ubicadas a ambos lados del acto clientelar no es si-métrica. Se da en una clara relación de dominación, característicamente, consumisión, adulación, subordinación o servilismo. El subordinado gestiona unbien deseado ya sea dentro del marco de la legalidad y cumpliendo fines ins-titucionales o en provecho propio. En el intercambio del favor el cliente reci-be un bien y el funcionario –o una persona con suficiente poder para influiren él– obtiene la consolidación en su cargo o más poder. Es una forma de in-teracción entre los miembros de una institución en la cual los fines institucio-nales son relegados en favor de intereses particulares o contra aquellos queno se adhieren a esta forma de conducta. Las decisiones se toman con arbi-trariedad y muchas veces con abuso. En la medida que este vicio se generali-za, así se corrompe el sistema porque las decisiones se toman cada vez conmayor arbitrariedad y con menos disposición de dar cuentas. En una institu-ción que ha entrado ya en un avanzado sistema clientelar, los directivos sepermiten acciones que en circunstancias normales parecerían como una abe-rración, entre ellas, los castigos y las expulsiones a quienes se resisten a en-trar en la lógica de los favores. Una vez el clientelismo se ha institucionaliza-do, los miembros de la institución toleran la noción del intercambio de favo-res como parte de las costumbres, los imaginarios y las habilidades necesa-rias para funcionar en el sistema, o la aceptan en la práctica aun cuando la re-

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chacen en ambientes seguros. El realce que se da a la interacción (o interme-diación) basada en favores y el olvido de los principios y los fines institucio-nales son los resultados más funestos del clientelismo.

El Rechazo a la CríticaEl rechazo a la crítica tiene manifestaciones diversas: las contratacio-

nes hechas sólo a personas afines, la refutación falaz ante un planteamientoadverso, la ausencia de debate público y deliberación. En sus actos excluyen-tes los que rechazan a la crítica ahogan la expresión de caminos alternativospara comprender los problemas y las opciones de solución.

Este antivalor es evidente en algunos sectores universitarios. Rechazanla crítica bajo consignas y pretextos. Aunque muchos, sin embargo, conser-van su capacidad crítica y autocrítica. El rechazo a la crítica es observable enalgunos funcionarios y profesores cuando aparecen señalamientos que resul-tan incómodos, aun cuando tales señalamientos se ofrecen a la comunidadpara procurar el diálogo y la reflexión.

Tal parece que no hemos llegado a comprender suficientemente ennuestras instituciones educativas que la crítica cuando no es falaz e irrespon-sable, es positiva y signo inequívoco de esperanza. Y al revés, todas las ma-nifestaciones contra la crítica (exclusión, secretividad, silencio, intriga, com-plotismo e indiferencia) son signos inequívocos de desconfianza o despreciopor las capacidades ajenas. Por eso mismo son pesimistas, desesperanzado-ras y favorecen la corrupción institucional.

La crítica así como la generosidad y la solidaridad empiezan en casa ycon nosotros mismos. Frecuentemente se celebra la función crítica universita-ria, especialmente cuando se dirige hacia instituciones externas; pero tambiénse advierte una exagerada susceptibilidad cuando se expresan las autocríti-cas. Tal susceptibilidad contrasta con los principios universitarios porquepierde de vista que la Universidad es necesariamente heterogénea. El cultivode las habilidades intelectuales exige libertad para la discusión y la expresiónde juicios diversos.

Las universidades son instituciones que apoyan la diversidad en la ar-gumentación y los juicios. El ejercicio de una crítica responsable es un ele-mento cardinal en la construcción, reproducción y divulgación de la ciencia,la filosofía y el arte, las materias primas de la educación universitaria. El aná-lisis crítico y la atención al desarrollo de la capacidad de autocrítica debenocupar un lugar preponderante en las universidades, especialmente cuando ala par de la crítica se manifiestan opciones factibles de solución.

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El DogmatismoDogmatismo es la adhesión tenaz, irreflexiva y, a veces, doctrinaria, a

verdades supuestamente irrefutables y la negación a aceptar enfoques o solu-ciones alternativos, diferentes a los propios. Es afín al sectarismo y al funda-mentalismo. Igual que estos contiene el supuesto de infalibilidad, lo cualatenta contra la producción científica y envenena el pensamiento universita-rio. Es improbable que una persona adquiera criterios de valoración de las di-ferencias y cultive la actitud científica en un ambiente en el que aflora la rigi-dez del dogmático.

Las manifestaciones abiertamente dogmáticas son probablemente esca-sas en el ambiente universitario, pero en ocasiones sí se observan hábitos su-tiles de práctica dogmática. Los vemos en las extendidas limitaciones paraescucharnos unos a otros, por ejemplo. Las actitudes del humanista y el cien-tífico no sólo son abiertas a la deliberación y la reflexión sino que además lasvaloran y las promueven. La ciencia y la actitud universitaria son abiertas alas opciones de interpretación y decisión. Tienden a ser transparentes. Am-bos, el pensamiento universitario y la ciencia empiezan por reconocer quesus métodos y el conocimiento son falibles y perfectibles. Casi todas lasotras formas de producción y reproducción de conocimiento muestran un ras-go común: se aferran a verdades absolutas e indiscutibles.

En este punto es inevitable pensar en las semejanzas compartidas porlos enfoques, valores y procedimientos de la ciencia y la filosofía, los de laactitud universitaria y los de los métodos políticos de la democracia.

La Falta de Coherencia e IntegridadEstos dos aspectos van de la mano. Cuando las soluciones son parcia-

les y carecen de una visión integral de largo plazo, tienen un impacto socialescaso o, peor aún, son contradictorias entre sí. Por eso es impostergable re-solver las faltas de coherencia entre varios aspectos de la vida universitaria.La dedicación de un tiempo prudencial a la reflexión de este punto sería muyprovechosa. Por ejemplo, es necesario evaluar el grado de relación entre lospropósitos académicos de la Universidad y los de la Sociedad. De igual ma-nera, debe evaluarse la coherencia entre los propósitos académicos de la Uni-versidad y los de contribución social. ¿Podemos relegar unos en favor de losotros? ¿Podemos ver coherencia entre los propósitos universitarios y los pro-ductos que entrega a la Sociedad actualmente?

La búsqueda de objetivos de naturaleza diferente a la ciencia, la tecno-logía y las humanidades, como puede ser la búsqueda de objetivos políticos

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partidistas, no sólo no es función principal de la Universidad sino que inclu-so, desvirtúa a la Institución o la somete a desgastes innecesarios. Hace en-trar a la Universidad en situaciones que no le son propias, en injustificadoconflicto interno y, muchas veces, también externo.

Debemos analizar los problemas de coherencia dentro de cada una delas funciones universitarias de enseñanza-aprendizaje, investigación y exten-sión, y también entre todas ellas.

La extensión y el trabajo universitario tienen un rol central para resol-ver los problemas de incoherencia entre la Universidad y sus circunstanciashistórica, social y ambiental. La extensión universitaria puede ser vista comoun conglomerado de interacciones que busca acciones positivas, mutuamentereforzantes, entre la Universidad y la Sociedad. Por otro lado, el trabajo uni-versitario es una actividad universitaria fundamental que da sentido y valideza la docencia y la investigación. En este sentido es necesario que analicemoscómo las tres funciones se refuerzan mutuamente. A partir de ese análisispueden hacerse evidentes las oportunidades para coordinarlas en donde seaaplicable.

El trabajo universitario no tiene lugar como parte de la educación su-perior si no se ejecuta en vinculación con las otras dos funciones. El trabajouniversitario realizado por sí, como fin único, sustrae responsabilidades delas organizaciones más idóneas para hacerlo y resta esfuerzos y recursos paraefectuar las propias. De igual forma, la docencia o la investigación carecende orientación y su validez se hace cuestionable cuando se realizan sin el retoy la retroalimentación que da la realidad de las necesidades y expectativashumanas.

Esto no quiere decir que la universidad no tiene o no debe perseguirobjetivos políticos y de servicio. Son parte esencial de la vida universitaria.Sólo subrayo que cuando la universidad muestra mejor su fuerza política ypresencia social, es cuando hace coherentemente lo que debe hacer. Cuandodirige sus esfuerzos a lograr acciones positivas en su contexto natural y so-cial y lo hace por su naturaleza humanística, científica y técnica, no desvincu-lada de ella. El poder hacer de la universidad y el vigor de su presencia en elPaís se encuentra en el cumplimiento efectivo de sus funciones como institu-ción educativa y de investigación con una concepción clara sobre su compro-miso.

Una mención aparte merece la incoordinación entre las unidades aca-démicas (autónomas dentro de la autonomía). De ella no puede lograrse más

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que la repetición de los enfoques mono profesionales y aislantes en los egre-sados.

Necesitamos comprender y resolver varios ángulos del problema de laincoherencia. Más adelante se proponen algunos.

VI. UNA PROPUESTA PARA FOMENTAR VALORESUNIVERSITARIOS

En su función de re-crear la cultura, la universidad encara dificultadesconsiderables. La subjetividad individual y la colectiva no son inmediatamen-te perceptibles y sin embargo son socialmente muy dinámicas. Imaginemosun cambio universitario sin cambios en la cultura institucional y los valores.Tal vez llegue a una modificación física, organizacional o de la estructura le-gal. Pero sólo con eso no logramos un cambio importante. Esto no ayuda ennada porque no hay cambio en las mentalidades. El patrón de las interaccio-nes entre docentes y alumnos no cambia si no hay cambio de valores. Lo mis-mo sucede en las relaciones entre Universidad y Sociedad. Si las acciones novan más allá de la definición de nuevas normas, sólo pueden obtenerse ajus-tes formales.

Una transformación en los valores y en la cultura institucional requieremetodologías no tradicionales. Debemos estar en la disposición de estudiarlos valores y aprender acerca de ellos. Pero no podemos persistir en la sim-ple y sola adquisición de conocimiento sobre valores y actitudes. Veamos,por ejemplo, la didáctica usual de los programas que enseñan los DerechosHumanos. La mayoría hace énfasis en lo cognoscitivo, en adquirir contenidoseducacionales. No se puede lograr mucho con esos enfoques porque muchasdecisiones y acciones –tal vez la mayoría en nuestras vidas– no son plena-mente conscientes, lógicas y determinadas por el saber. A menudo son im-provisadas o intuitivas, a pesar de estar basadas en valores.

Aparte de ser comprendidos, y posiblemente sin una comprensión sufi-ciente de ellos, los valores son internalizados. Se conectan y se acoplan en lasubjetividad de los individuos. Entonces se ratifican, sancionan y convalidanen la práctica social cotidiana, en las interacciones con maestros, directivos,compañeros y otras personas, antes de convertirse en convicciones y conduc-tas conscientes e inconscientes en la vida práctica de cada uno. Este es unproceso largo que tiene su propia dinámica y su propio tiempo.

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Además, en el ejercicio de los valores se observa la característica delefecto potenciador o sinérgico, como sucede con respecto a los satisfactoresde las necesidades humanas4 y los elementos del proceso educativo.5 Es de-cir, que el ejercicio de un valor, como puede ser el aprecio por la verdad, serefuerza y consolida con el ejercicio de otros, como puede ser el sentido dejusticia y la búsqueda de la libertad. Hay una falacia de considerable impor-tancia que asume quien promueve la enseñanza y el aprendizaje de un solovalor con olvido o desprecio por los otros valores. Hemos visto algunas es-cuelas que hablan sólo de la importancia de la libertad como un valor aisla-do. Su lógica es errática y las consecuencias son funestas. Lo que cuenta pa-ra el desarrollo humano es la práctica reflexiva del conjunto de los valores.

Probablemente existe un tipo adicional de sinergismo cuando los valo-res se practican con reflexión por los miembros de un grupo o comunidad yno sólo por individuos solitarios. Los programas que propician cambios enlos valores deben tomar esto en cuenta.

¿Qué accionespodemos considerar para impulsar un plan que explíci-tamente atienda el cultivo de los principales valores? Algo sale a luz a partirde lo dicho. Debiera estar claro que es necesario dedicar esfuerzos a investi-garcómo aprendemos los valores, no sólo en los niños como bien lo han tra-bajado Kohlberg y Piaget, sino también en los jóvenes y los adultos. Algunasposibilidades que tenemos para explorar en este sentido son las teorías delaprendizaje social y la comunicación no verbal.

La reflexiónsobre los valores es una actividad indispensable. Losmiembros de la Universidad, especialmente los profesores, los estudiantes ylos administradores, incluyendo a los planificadores, deben involucrarse enesta actividad acompañada de estudios básicos sobre el tema, abrir espaciosy oportunidades para dialogar, debatir o intercambiar reflexiones o preocupa-ciones sobre la moral institucional, la ética y los valores. La orientación teóri-ca debe estar enfocada a impulsar una práctica renovada.

Ahora bien, la reflexión que vemos que es necesaria sólo puede ser enforma abierta, incluyente y participativa, de tal forma que fomente la mayorparticipación posible de los universitarios. La participaciónes entonces unelemento sustancial en un proceso de cambio institucional.

Entre las acciones fundamentales, la Institución debe abrir a un debatepúblico la necesidad de abrir un organismo de transparencia, llámesele Uni-dad Contra la Corrupción, Comité de Ética Institucional o de otro modo, esdecir, una unidad abierta a la participación que tenga la atribución principalde vigilar e investigar constantemente cómo se realizan las tareas universita-

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rias, con capacidad para indagar por cuenta propia las decisiones (y la mane-ra de tomarlas) de los órganos de dirección. La disposición de darcuentasde los órganos de dirección es también un requisito esencial en un plan de re-novación y cambio.

Las iniciativas que pretenden modificar los valores tendrán éxito cuan-do, entre otras medidas, los responsables del proyecto educativo practiquencoherentemente tales valores y den al aprendizaje el tiempo suficiente.

Con estas consideraciones, propongo la reflexión sobre algunos valo-res que pueden servir como ejes en la tarea de propiciar el desarrollo de valo-res en la educación universitaria. La idea en este texto no es limitar la discu-sión sobre los valores universitarios a sólo unos pocos, sino iniciar y propo-ner un ejercicio reflexivo tan inagotable como necesario.

La VerdadToda organización debe procurar el cultivo de los valores. La vida, la

salud, la paz, la verdad, la justicia, la libertad, la solidaridad, la coherencia,por ejemplo, pueden y deben ser intencionalmente cultivados en grupos e ins-tituciones. Si alguno de los grandes valores falta, sin embargo, la instituciónsufre problemas. Ciertos valores resultan particularmente importantes parainstituciones específicas. La vida y la salud lo serán para un Centro de Saludo el Ministerio de Salud Pública y Asistencia Social. La justicia debiera serconstantemente cultivada en el Ministerio Público y el Organismo Judicial.La libertad, especialmente la libertad de expresión, debiera ser cuidadosa-mente discutida, vigilada y promovida por todos, sin el monopolio pretendidode ella por las grandes empresas de los medios de comunicación.

Ahora bien, por tratarse de lo que son y lo que hacen, las universida-des tienen la responsabilidad de cultivar la verdad como un valor central, noun valor único porque eso no es posible, ni tiene sentido. Pero sí como un va-lor que se expresa en el modo de ser y hacer universitario, junto siempre convalores como la justicia, la libertad, la dignidad y otros. Las universidadescomparten con las instituciones educativas el compromiso con la verdad. Sino lo hacen se desnaturalizan porque nacieron como centros de pensamientoy conocimiento. Aunque esta atribución ha sido tomada para sí por toda unadiversidad de otras organizaciones (estatales, privadas con fines de lucro, pri-vadas y mixtas con fines de desarrollo humano y social, del ambiente, etc.),las universidades son las que por excelencia se distinguen en esa responsabi-lidad de servir como centros de pensamiento y conocimiento. No pueden des-ligarse de su compromiso con la verdad sin alterarse fundamentalmente, sin

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corromperse. Sus funciones de educación, investigación y extensión tienensentido sólo si la institución y todos sus miembros cultivan la verdad comoun valor central.

Aun cuando hay que reconocer que la noción de verdad ha adquiridomatices que ni se habían sospechado hace cincuenta años, la ciencia y la filo-sofía se han encargado de desarrollar una reflexión que ahora consolida y va-lora altamente sus expresiones. Veracidad, verosimilitud, honestidad, sinceri-dad, exactitud, precisión, autenticidad son reconocidos valores relacionados,así como también reconocemos el alto valor de la demostración, la evidencia,la argumentación fundamentada y la prueba como operaciones de la verdad.

No todos los relatos o explicaciones son igualmente creíbles. La men-tira es repudiable y no tiene ningún lugar en una universidad. En consecuen-cia, la demagogia, la falacia, el plagio, el lenguaje trivial o superficial, y la“corrección política” como expresión ligera y falsa, no comprometida, de unapostura humanizante, deben ser eliminados de la vida universitaria.

El trabajo académico, intelectual y universitario es un trabajo con com-promiso explícito con la verdad. Supone la construcción de interpretacionesde lo real y lo posible, la lucha contra la ignorancia, la búsqueda de conoci-miento. Por eso mismo implica la aceptación de la incertidumbre pues distin-gue la diferencia entre realidad y conocimiento.

Dignidad HumanaLa persona humana es un alguien, no un algo, cuya existencia y reali-

zación depende de las de los demás. En el enunciado de Fromm “el hombreno es una cosa” se expresa el problema ético central de la civilización. Lapersona sola, aislada, no existe.6 La identidad misma es relativa pues depen-de del encuentro con otro. La educación y la realización personales requie-ren, por lo tanto, la educación y realización colectivas que son complementosnecesarios. La mía y la ajena, que a la vez es propia.

Los principios universitarios se han desarrollado social e históricamen-te como respuesta a los problemas, necesidades e intereses del proceso histó-rico y social del entorno, en un marco de respeto a la dignidad humana y altavaloración del desarrollo humano integral. En la misma dirección, el desarro-llo humano como se comprende actualmente, se sustenta en la satisfacción delas necesidades humanas fundamentales, en la generación de niveles crecien-tes de autodependencia y en la articulación orgánica de los seres humanoscon la naturaleza y la tecnología, de los procesos globales con los comporta-mientos locales, de lo personal con lo social, de la planificación con la auto-

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nomía y de la Sociedad Civil con el Estado. Lograr la transformación de lapersona-objeto en persona-protagonista del desarrollo es, entre otros, un pro-blema de escala, porque no hay protagonismo posible en organizaciones je-rarquizadas de arriba hacia abajo.7

Educarse a sí mismo o a otros es un acto humano. Lo esencial en el ac-to educativo es la vivencia de individuos y grupos en procesos sociales con-cretos, en la vida cotidiana y no los lugares o los programas. Cuando la ense-ñanza se acerca más al aprendizaje es cuando se aproxima a los intereses deleducando, cuando se hace intuitivo, dinámico, complejo y fundamentalmentebasado en procesos educativos, no sólo en contenidos educativos. Sólo así escapaz de desencadenar iniciativas porque sólo así tiene sentido para el edu-cando.

Cuando la Universidad adopta mejor estas características es en losmomentos en que integra las actividades de investigación, trabajo académicoy enseñanza-aprendizaje en interacción con ambientes y sociedades concre-tas, para cooperar en la transformación institucional y la del medio social.Precisamente ésa es una definición de la extensión universitaria. De ahí tam-bién, el valor de la extensión como función prioritaria de la vida universitaria.El pensamiento, el conocimiento y la cultura tienen sentido cuando apuntan alos problemas y aspiraciones de las personas y los pueblos en concreto.

La CoherenciaLa búsqueda de la coherencia es necesaria en todos los aspectos de la

vida. Es un ideal plausible el de ser coherentes en todo. Por el momento, sóloharé destacar algunos aspectos en los que es necesario analizar y tomar deci-siones. La búsqueda de la coherencia adopta varias formas. Uno es el de lacoherencia entre el discurso y la práctica que es paso necesario para haceraportes efectivos, transparentes y confiables de la universidad al país y al in-terior mismo de la universidad. Para una comunidad es importante la cohe-rencia de la universidad con el entorno social. Además, puede resultar pro-ductiva la búsqueda de la coherencia entre los procedimientos políticos inter-nos y los administrativos con los académicos que son prioritarios. Así, puedehaber varios enfoques para analizar la coherencia.

Entre ellos me parece muy valiosa la propuesta del “postulado de lacoherencia”,8 el cual afirma que entre 1) los propósitos institucionales, 2) losmétodos para alcanzarlos y 3) las formas de organización existen relacionesy condiciones que rigen uno al otro. Aplicado a la universidad es convenienteintroducir al postulado el elemento adicional de 4) los productos.9 Es subs-

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tancial que se analice en forma participativa cómo es y cómo ha cambiado lacoherencia entre los propósitos universitarios, los métodos que aplica para al-canzarlos, las formas de organización que adopta para tales propósitos, y quérelación guardan estos tres elementos entre sí y con los productos institucio-nales. Es importante valorar altamente la coherencia entre estos elementos, aligual que la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace.

La Calidad Académica con Pertinencia SocialLos retos del contexto y la época obligan al movimiento universitario a

cultivar los valores ligados a la calidad académica con pertinencia social entodas las funciones universitarias. Como ha sido indicado con relación a ladocencia, el concepto de calidad en la educación universitaria es un conceptorelativo y evaluativo. Algo puede ser de mejor o peor calidad que otro dentrode un conjunto de elementos, o en comparación con algo que sirve de refe-rencia. El cambio en la calidad educativa con pertinencia social tiene direc-ción (la orientación teleológica y la concepción curricular), magnitud (la di-mensión del cambio que se realiza) y sentido (grado de avance o retrocesohacia la orientación teleológica).10 A partir de esta concepción puede anali-zarse el cambio educativo y su significado para la sociedad.

Los resultados de un cambio educativo pueden ser considerados positi-vos por aquellos que comparten ciertos valores, y negativos para quienes sus-tentan valores antagónicos. Esta es, entre otras, una buena razón para buscarla más amplia participación posible en un proceso de cambio educativo. Unconveniente primer paso es ponerse de acuerdo en cuál es la misión de la uni-versidad y cuáles son las estrategias para cumplirla. Para una universidad pú-blica el referente que tenemos para evaluar la calidad académica con perti-nencia social es el de los problemas y las aspiraciones legítimas del país, so-bre cualquier otro interés.

Los movimientos orientados a mejorar la calidad educativa con perti-nencia social dependen de la integración de los componentes de la accióneducativa, incluyendo los aspectos éticos.

El cambio positivo de la calidad en los procesos educativos es un va-lor que debe ser promovido continuamente. Todos los miembros de la univer-sidad deben tener poner en práctica su convicción de que es importantecontar con el reconocimiento social por la calidad académica y la pertinenciasocial de la Institución. He tratado más ampliamente este concepto dual yúnico en un documento previo.11

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La Diversidad y la DiferenciaUn modelo educativo universitario que aplica criterios de uniformidad

en la enseñanza-aprendizaje, la investigación y la extensión, aparte de sermuy rígido, está mal colocado para enfrentar la diversidad del mundo real.La diversidad contiene potencial y promesa para superar los problemas hu-manos. Consecuentemente cuando se discuten intereses y problemas, la apre-ciación y el fomento de la diversidad en la participación están en favor delprogreso humano. Su opuesto es el pensamiento único y la exclusión.

Aunque el concepto se originó en la genética, con relación a lo educa-tivo y lo social puede decirse que la vulnerabilidad de un sistema es inversa-mente proporcional a la diversidad que contiene.12 En el campo de lo social,la diversidad hace más resistente a una institución contra las fuerzas adver-sas. El reconocimiento del valor de la diversidad y la diferencia se vincula di-rectamente con la legitimidad y la justicia pues fomenta la incorporación deindividuos a procesos sociales y comunitarios como miembros de organiza-ciones y sectores sociales y facilita la equidad en la distribución de bienes yoportunidades. La diversidad es valiosa en una institución para consolidarseen el futuro y en el cumplimiento de sus fines.

Las acciones que excluyen conscientemente a hombres o mujeres, o auno o más grupos sociales tienen que recurrir al autoritarismo. La exclusióncontradice los principios del humanismo y la ciencia.

El modelo educativo que prevalece en Guatemala y en el continenteamericano, en general, tiene un enfoque excluyente, parcial y muy fuertemen-te dicotómico. Los indicadores de la educación en el país son elocuentes. Laeducación que atiende sólo a los lineamientos del pensamiento único sostienela superioridad de la razón sobre la intuición y la emoción, de la objetividadsobre la subjetividad, la independencia del dato empírico con respecto alcontexto, la existencia de verdades universales, la primacía de la tecnologíasobre creencias y significados.13 El resultado es un encapsulamiento arbitra-rio. Esto ayuda a explicar el descuido en el aprendizaje de valores que se veen las instituciones educativas.

Las limitaciones de ese modelo empiezan a romperse en muchas uni-versidades. Los programas educativos valoran la diferencia de culturas, apre-ciaciones, conocimientos y enfoques. Se integran al currículo los contenidosde género, derechos humanos, ambientales y étnicos. No obstante, estas dife-rencias todavía se tratan con perspectiva de objeto o temas de estudio. El es-tudio acerca de los derechos humanos, por ejemplo, no ha modificado susprocesos de enseñanza-aprendizaje. No ha variado los métodos docentes.

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La valoración de las diferencias lleva a reunir las diferentes capacida-des de un grupo o comunidad. De manera que cuando la tarea universitaria escrear bienes filosóficos, científicos, técnicos o políticos como puede ser elcaso de los esfuerzos para el desarrollo de paradigmas, hallazgos científicoso alternativas de decisión y acción, se hace patente la necesidad de las dife-rencias. Poca iniciativa puede crearse si todos pensamos igual. En sentidocontrario, la presión para asemejar las opiniones no logra hacer pensar a to-dos igual. Lo que sí produce es generar conflicto innecesario y pospone lassalidas democráticas. La transformación curricular implica la revisión de laspremisas fundamentales acerca del conocimiento y las formas de aprender.Para eso son necesarias todas las diferentes capacidades de una comunidad.

Si aprendemos a tener en alta estima la diversidad y la diferencia, y ac-tuamos coherentemente, podremos ver repercusiones en la educación porqueello nos llevará a la reflexión e interconexión de varios asuntos: los enfoquesmultidimensionales, la participación de colectividades en los programas edu-cativos, la entrada de la ética y la estética al proceso formativo, el trabajo enequipo y la comprensión de la misión cívica de la universidad y la escuela.

La Participación DemocráticaUrge un modelo educativo que no se postre acríticamente hacia el futu-

ro previsto por los prestidigitadores del mercado. La universidad es una opor-tunidad para construir ese modelo. Las condiciones de la verdad y las de lademocracia son similares. Ninguna de las dos concede privilegio a los argu-mentos según cómo o quién los origina; ni un individuo tiene privilegios so-bre otros según qué jerarquía tiene. La educación, la investigación y la exten-sión no florecen en medios que atentan contra la libertad y la corresponsabili-dad en el trabajo intelectual y político.

La democratización del entorno social, la creación de una democraciade palabras (ciencia y conocimiento) y una democracia de hechos (el estadodemocrático) son actividades cívicas que constituyen parte del conjunto deacciones que conforma la misión cívica de la universidad,14 la participacióndemocrática. Si los asuntos cívicos y políticos abarcan algo más que influen-ciar o censurar gobiernos, entonces la universidad debe hacer su mejor es-fuerzo para preparar a la próxima generación para la vida pública.15 La uni-versidad (profesores y estudiantes) debe establecer relaciones de coopera-ción con otros sectores de la sociedad que, en un marco de respeto mutuo,coincidan en el objetivo común de construir la sociedad y reducir las desi-gualdades. En el ambiente cotidiano, las maneras como el docente trata al o a

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la estudiante y cómo actúa frente a las diferencias individuales son puntos de-cisivos para impulsar un clima en el que todo el mundo aprenda y enseñe.Tratar al estudiante con dignidad es esencial. Sin duda existe un nexo entre elcampo de la educación y el de la participación democrática. Sus propósitos ysus métodos son muy cercanos.

Sin embargo, no es posible cultivar las capacidades necesarias para laparticipación democrática bajo la improvisación. Es necesario tener la dispo-sición favorable para comprender qué somos como sociedad y como sereshumanos, comprender lo político y la política, aprender los métodos de la de-liberación y los procesos políticos de la Sociedad Civil. Tal vez es hora dedejar la queja por los males sociales y la desesperanza por la inadecuaciónde los estudiantes. Tal vez llegó la hora de pensar en lo que significa decirque la comunidad es el principio y el fin de la educación. Y si realmente locreemos, hacer algo al respecto, de palabra y de hecho.

VII. CONCLUSIÓN

En conclusión, el contexto y la época actuales demandan esfuerzos re-novados a las universidades. Sin embargo, los cambios necesarios sólo pue-den ser impulsados eficazmente con el aprendizaje y la práctica de nuevosvalores. Por tener responsabilidades en la formación integral de personas, lasuniversidades comparten responsabilidades en el aprendizaje de los conoci-mientos, las capacidades y los valores que requiere la vida en una sociedaddemocrática, lo cual es más que una capacitación profesional.

Para aprender a practicar nuevos valores es necesario identificar y co-rregir los antivalores actuales y fomentar la práctica de valores, tales como laverdad, la dignidad humana y el respeto a dicha dignidad, la coherencia, lacalidad académica, el aprecio por la diversidad y la diferencia, la participa-ción democrática y otros.

La práctica social de los valores es parte importante de la vida de lasinstituciones, pero en las universidades adquiere una importancia mayor porsu misma naturaleza. El aprendizaje y las múltiples maneras de cultivar el de-sarrollo moral institucional son tareas centrales en la universidad actual paraenfrentar los retos del desarrollo humano y los riesgos que estamos creandocontra el ambiente y el planeta. Para ayudar a resolver las demandas impues-tas a las universidades contemporáneas, existe promesa en el cultivo de losvalores que son comunes a la ciencia y la filosofía, la educación y los proce-sos políticos de la democracia.

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VIII.REFERENCIAS

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