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" 1. Montserrat Galceran Huguet, La invencion del marxismo, Madrid, Iepala, 1997. En ElABC del comunismo, que uso en la edici6n de Barcelona, Editorial Marxista, 1937, puede verse la habitual reivindicaci6n del «caracter cientlfico de nuestro programa» (p.ll). A. G.,Lowy, El comunismo de Bujarin, Barcelona, Grijalbo, 1973; Stephen F. Cohen, Bukharin and the bolshevik revolution. A political biography 1888-1938, Nueva York,Vintage Books, 1975. La cita de Gramsci es de Il materialismo storico e lafilosofia di Benedetto Croce, Turin, Einaudi, 1955, p. 126 (a la cri~lIinua1» se dedican las pp. 117-168). . Lo que se ha denominado la «invenci6n del marxismo», que se produjo en el transite del siglo XIX al.xx, consistio en la transformacion de 10que era un metodo de investigaci6n en un corpus de doctrina, con serios riesgos de sim- . plificaci6n y de dogmatismo, que seagtayarian con el triunfo de la revOIud6~" bol~h~".!~~=~~.)~~I?:La:·iiecesidad 'de difWidir entre el conjunto de los ciuda- druios.los principios que fundamentaban el nuevo modelo de sociedad obli- gaba apreparar exposiciones pedag_6gi,casdel marxismo, como EI ABC del eo- munismo, de Bu}iiiUi'(Hf88:i93'7) y Preobrazhenski (1886-1937) 0 La teoria del materialismo historico: Manual popular de sociologia marxista tambien de Bujarin, un libro que Gramsci denunciaria energicamente diciendo: «La reduc- ci6n de la filosofia de la praxis a una sociologia ha representado la cristalizacion de la nefasta tendencia a (...) reducir una concepci6n del mundo a un formulario mecanico, que da la impresion de tener toda la historia en el bolsillo».' Los dos rasgos caracteristicos de esta literatura -simgJiJj_9!!,P!.9ncatequis- tica y «defensa dela revolucion», 0 sea del nuevo orden establecido- se refle- jaran enei"irabaj'o'de los'hlstorlitdores rusos, muy especialmente despues de la crisis de 1927 a 1929 cuando surge 10 que acostumbramos a Hamar el estali- .!!!~!!!~ ..En este contexto el «marxismo-leninismo» seria usado como ideolog[a de legitimaci6n que habia de ayudar a subordinarlo todo a las necesidades poHticas coyunturales, es decir, aJ~ ..Q!re~i~~~4~!.E~ido. Esta obligaci6n de adaptarse a una poHtica cambiante seria la causa de la condena del unico historiador academico de prestigio con que contaban los bolcheviques, Mikhail Pokrovski (1868-1932), que se habia afiliado a los bol- -cheviques ~ 1905 Yhabia tomado parte en la revoluci6n de octubre de 1917, escribi6 una Historia de Rusia en cinco vohimenes, donde daba una vision «mar- xista», en e1sentido mas ortodoxo de 1apalabra, y sostenia que la evolucion de 11. LOS MARXISMOS ....

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1. Montserrat Galceran Huguet, La invencion del marxismo, Madrid, Iepala, 1997. En El ABCdel comunismo, que uso en la edici6n de Barcelona, Editorial Marxista, 1937, puede verse lahabitual reivindicaci6n del «caracter cientlfico de nuestro programa» (p.ll). A. G.,Lowy, Elcomunismo de Bujarin, Barcelona, Grijalbo, 1973; Stephen F.Cohen, Bukharin and the bolshevikrevolution. A political biography 1888-1938, Nueva York,Vintage Books, 1975. La cita de Gramscies de Il materialismo storico e lafilosofia di Benedetto Croce, Turin, Einaudi, 1955, p. 126 (a lacri~lIinua1» se dedican las pp. 117-168). .

Lo que se ha denominado la «invenci6n del marxismo», que se produjo enel transite del siglo XIX al.xx, consistio en la transformacion de 10que era unmetodo de investigaci6n en un corpus de doctrina, con serios riesgos de sim- .plificaci6n y de dogmatismo, que seagtayarian con el triunfo de la revOIud6~"bol~h~".!~~=~~.)~~I?:La:·iiecesidad'de difWidir entre el conjunto de los ciuda­druios .los principios que fundamentaban el nuevo modelo de sociedad obli­gaba a preparar exposiciones pedag_6gi,casdel marxismo, como EI ABC del eo­munismo, de Bu}iiiUi'(Hf88:i93'7) y Preobrazhenski (1886-1937) 0 La teoriadel materialismo historico: Manual popular de sociologia marxista tambien deBujarin, un libro que Gramsci denunciaria energicamente diciendo: «La reduc­ci6n de la filosofia de la praxis a una sociologia ha representado la cristalizacionde la nefasta tendencia a (...) reducir una concepci6n del mundo a un formulariomecanico, que da la impresion de tener toda la historia en el bolsillo».'

Los dos rasgos caracteristicos de esta literatura -simgJiJj_9!!,P!.9ncatequis­tica y «defensa dela revolucion», 0 sea del nuevo orden establecido- se refle­jaran enei"irabaj'o'de los'hlstorlitdores rusos, muy especialmente despues de lacrisis de 1927 a 1929 cuando surge 10 que acostumbramos a Hamar el estali­.!!!~!!!~..En este contexto el «marxismo-leninismo» seria usado como ideolog[ade legitimaci6n que habia de ayudar a subordinarlo todo a las necesidadespoHticas coyunturales, es decir, aJ~ ..Q!re~i~~~4~!.E~ido.

Esta obligaci6n de adaptarse a una poHtica cambiante seria la causa de lacondena del unico historiador academico de prestigio con que contaban losbolcheviques, Mikhail Pokrovski (1868-1932), que se habia afiliado a los bol­-cheviques ~ 1905 Yhabia tomado parte en la revoluci6n de octubre de 1917,escribi6 unaHistoria de Rusia en cinco vohimenes, donde daba una vision «mar­xista», en e1sentido mas ortodoxo de 1apalabra, y sostenia que la evolucion de

11. LOS MARXISMOS....

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3. Sobre la cuesti6n de China: Rudolf Schlesinger, L'Internazionale comunista e la ques­tione coloniale, Bari, De Donato, 1971; M. N. Roy, Revolucion y contrarrevolucion en ChinaMexico, Roca, 1972; Alexander Pantsov, the Bolsheviks and the chinese revolution, 1919-1927:Richmond, Surrey, CUTZon,2000, etc. Sobre el modo de producci6n asiatico, Centre d'Etudes etRecherches Marxistes, Sur Ie «mode de production asiatique», Paris, Editions Sociales, 1969;Roger Bartra, ed., $1 modo de produccion astatico. Problemas de la historia de los paises colo­niales, Mexico, Era, 1975: Stephen P. Dunn, Thefal1andrise of the Asiatic mode of production,Londres, Routledge and Kegan Paul, 1982; Brendan O'Leary, The Asiatic mode of produc­tion. Oriental despotism, historical materialism and Indian history, Oxford, Blackwell, 1989. Lanecesidad de acomodar la historia conocida al esquema stalinista llev6, en el caso de Cuba, a que,identificando el esclavismo antiguo con la plantacion esclavista, se echase de menos el feuda­lismo. A alguiensele ocurri6 que la soluci6n era calificar de feudalismo el periodo de muy pocosaiios en que, at producirse la abolici6n, los esclavos quedaban en un regimen de patronazgo.

«,~ •

sociedades hidraulicss de Asia. El tema tom6 una nueva dimension con moti­vo de las discusiones respecto de la politica que se debia seguir en China. Losque pensaban que la sociedad china estaba en una fase feudal propugnaban faalianza de los comunistas con la burguesia nacional para hacer la revoluci6nburguesa como etapa previa a la socialista; los que suponian, como Trotski,que ya estaba en pleno capitalismo, no veian otra salida que la hegemoniadel proletariado. Pensar, en cambio, que China se pudiera hallar en el transite delmodo de producci6n asiatico al capitalismo dejaba a los te6ricos sin recetaspara formular una linea de actuaci6n. El resultado de la confusi6n fue elcaos de la politica china, que acab6 con un desastre a costa de muchas vidashumanas.

Se entendera, por 10 tanto, que en las reuniones que tuvieron lugar en Tiflisy Leningrado en 1930 y 1931 los historiadores rusos decidiesen desembara­zarse del modo de producci6n «asiatico -renegando de un elemento queestaba en el texto mismo del «simbolo de la fe» del marxismo ortodoxo- conel argumento 'de que no era mas que una variante peculiar, oriental, del feuda­lismo. De esta manera se pudo reconfigurar el esquema cerrado de cinco eta­pas -con el modo de produccion antiguo de Marx convertido en «esclavis­mo», por influencia de Struve-, que Stalin consagr6 en 1938, diciendo: «Lahistoria conoce cinco tipos fundamentales de relaciones de producci6n: la co­munidad primitiva, la esclavitud, el regimen feudal, el regimen capitalista yel regimen socialista», Con esto teniamosun «esguema unico y necesario por el 7Qualhan de pasar todas las sociedades», que ellllstOnaaor'nablide-lliiiitarse a (rellenar e ilustrar con hechos. El materialismo hist6rico habia acabado convir- \tiendose en 10 que Marx combatia: una filosofia de la historia.' _!

Se ha podido decir, por esta raz6n, que los historiadores rusos habiandejado el ~arxismo _porel «marxiismo», es decir, por-~~~Ia.~1~#-dellenguajemarxista SIn demasiada relaci6n con los metodos de Marx: «Siendoun len­"guaje"'coii-poca'-suosfaiiCia'teonca;el "marxlismo" ieIiia una maleabilidad casiilimitada que podia adaptarse a las demandas politicas en cualquier momentadado. La investigaci6n marxista seria podia de hecho resultar peligrosa. Laproclamaci6n de lealtad a la linea del partido se convirti6 en la orden del dia»,

233LOS MARXISMOS '

"2: .Buena parte de esto se basa en el excelente libro de John Barber, Soviet historians in cri­'1928-1932; Londres, Macmillan, 1981. El articulo de Stalin en Obras, 13, Madrid, Ediciones

<.••..: .'. '. Obrera, 1984, pp .. 89-108. El caso de Camboya puede servir para ilustrar el pro-. , blerna: el Partido Comunista de Camboya se fund6 el 1951 como una seccion del Partido Cornu­

nista de Indochina, dominado por los vietnamitas, hasta que en 1960 se estableci6 un Partido Co­munista deCamboyaaut6nomo. Mientras los comunistas camboyanos necesitaban del apoyo delos vietnamitas, su historia oficial, escrita por Keo Meas, celebraba el 30 de septiembre del 1951como fecha de fundaci6n. Pero en 1976 los khmers rojos se sentian 10bastante fuertes para des­hacerse de la tutela vietnamita y pasaron a'reescribir su historia, fijando como fecha fundacionalel 30 de septiembre de 1960. La unica forma de explicar este cambio sin reconocer los motivosde oportunismo que habian llevado a aceptar la soluci6n anterior, fue inventar una conspiraci6n:Keo Meas fue detenido y torturado para hacerle confesar que todo habia sido una malvada con­jura dirigida pot: los vietnamitas (Slavoj Zizek, «When the party commits suicide», en New LeftReview, n." 238 [1999], pp. 27;:8). '

LA HISTORIA DE LOS HOMBRES

""..".....,_.•.deotros paises europeos y que habia lle_caPita­msecuencia natural de este proceso, en la linea. de 10 que Lenin

iriiclo':,CU2lIldopolemizaba con los populistas en El desarrollo deltesis estarla de acuerdo con las necesidades del par­

de .Trotski, .ya que servia para dar respaldo al programa,;.....'-.~..,- solo pais. Pero al llegar las dificultades del primer plan

k':CUaIldo10 que convenia era poner de relieve el atraso de la RusiailU.;~io,fui:riaen contraste con los avances que habia aportado la planifi­

intemretacion de Pokrovski resultaba inoportuna. Por suerte para el,dena tener que ver c6mo su obra era condenada en 1936 por

Io acusaria de pequefio burgues.Stalin habia decidido desde octubre de 1931, con motivo de los

tomo a la actitud de los bolcheviques respecto de la :Segunda Inter­trabajo de los historiadores se habia de.acomodar.a.las cl.4:~_~!ti,:.

~rt",Ln,,""'irtn encada momenta. En una carta titulada «Algunas cuestiones de~~t6~~~i1;~:I6iie~i;~~~;f'~6iiia~I~~~a las «ratas de bibliotecax que pretendian

umentar -sobre la base de la inexistencia de documentos que demostrasen~._ ' .. .yatacaba, sobre todo, la idea misma de pretender «seguii: estudiando»." ........ri·....ii~ el partido habia decidido y que habia que considerar como «axiomas»,

la reelaboracion de la historia a fin de 1egitimar en cada momenta lalinc~a:l:iOlitlc:adelpartido,seria un elemento clave del estalinismo.'

Ma.s:gra'V'e·r,esulltaria,por su alcance general, el tema del «modo de produc-en.asianco». En el texto can6nico de la Contribucion a la critica de la eco-

. ·'politico; Marx habia hab1ado de «los modos de producci6n asiatico,1I1LJLJ;<:I.lU.feudal y burgues modemo como de epocas progresivas de la forma­:101[]: sociar economica». Afiadiendole el comunismo primitivo .al principio, y elJ,_lC111i)UJU al final, se obtenia un conjunto de seis etapas; pero mientras cinco de

podian enlazar en una secuencia y convertirse en una pauta explicativa"'-,-'~--, de la historia, el modo-de producci6n asiatico no solamente quedabaescorgaco, sino que no se veia el modo de introducir en un esquema esencial­

eurocentrico unafase que habia sido elaborada sobre el modelo de las

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6. Sobre la «escuela polaca de investigaci6n hist6rica» vease Andrze .F. Grabski «Poland»en G. G. Iggers y H. T. Parker, eds., International handbook of historical ~tudies. Co~tempora";'research and theory, Londres, Methuen, 1979, pp. 301~324. De Kula se ha usado Problemas ymet~dos de la historia economica, Barcelona, Peninsula; 1973 (citas de laspp.78-80 y 46, res­pectiv~ente), y Teoria economica del sistema feudal, BuenosAires, Siglo XXI, 1974. DeTopolski, Metodologia della ricerca storica, Bolonia, II Mulino, 1975. .

7. Serban Papacostea, «Captive Clio: Romanian historiography under communist rule», en_ History, 26 (1996), n." 2, pp. 181-208. ',,' ",

:Kula (1916-1988) y de sus Problemas y metoaos de la historia eC01tomica,quedecoraba un texto eclectico, totalmente ajeno a cualquier manera de, concebire~ m~i~m?,. con jaculatorias sin ningun sentido como la de decir que «lac~~nclahistorica polaca de la postguerra tiene cada vez mas en cuenta la opi­mon de las masas populares»: ~as masas ~opulares que obviamente no figu­raban entre los lectores potenciales de su hbro. Una cosa parecida se podriadecir de la escuela de Poznan, y mas en concreto de la Metodologia de lainvestigacion historica de Jerzy Topolski, un producto escolastico donde la~~ ~lasifica~o?a, l~ reto~ca empalagosa y la pretension de establecer leyeshistoricas se situan bien lejos.de laherencia de Marx." ., En algunos casos, ademas, se podia mezclar la exigencia de acomodacion

al catecismo con la de aceptar mitos nacionalistas locales. En el caso de Ruma­ni~,por ejemplo, la imposicion de pautas interpretativas desde arriba condujo,pnmero, al establecimiento de listas de libros prohibidos y a una segregaciontotal respecto de 10que hacia «la historiografia burguesa»; despues, con Ceau­cescu, a la fabricacion .de mitos como el «protocronismo» -la idea de queRumania se habia adelantado en diversos aspectos a la civilizacion.europea=-y la «tracomania», que exaltaba a los tracios.? " ;. Por mas que este academicismo oportunista haya sido dominante, cabe de­

cir que, pasados los momentos agudos del estalinismo, se dio en la Union So­vietica y en los paises de su area una investigacion historica derc:aIidad;,dema­siado ignorada fuera de sus fronteras:'que"fue-iealizadaj;or"hiv~sngado~es queno dudaban en enfrent~se a)os representantes del escolasticismo oficial, Este 'poreJeiiiP1o~es'er-c'iis'o"de'Ios'arque6iogos:o"eI'de'Ios-liisionadores'Qe'la anti~giiedad de formacion orientalista que, en torno a Igor M. Diakonoff (nacido en1915), defenderian que «es necesaria una revision radical de la vision sobre lasantiguas sociedades orientales para superar el peligro de la esq1.l,~m~!izaci6nydel dogmatismo», La necesidad de revisi6n surgia en el .0l6entalismo.comoconsecuencia del hecho de que, al haber de incluir el mundo -extraeiirop~o ensus' ~aIisis, el£,~~~~~~,,~~<?~~l!!!icodel esquema de los modos de produccionestahnista, con la secuencia esclaVlsmo,:reudhliifttlO=C·!lJ5ttaIismo;·i;"¢"sjj}t8.bii"di-_ftt;:Jlm.ent~~mlic~le.Mientras los estudiosos de la antigiiedad roroan.a;comoShtaerman, discutian si el trabajo esclavo habia sido fundamental, los orienta­listas retomaban la discusi6n del «modo de produccion asiatico» en los mos'sesenta, conscientes de que ni esclavismo ni feudalismo eran para, ellos con­ceptos validos, Seri~ tambien el contacto con la historia: de, los pueblo~'del

I

235LOS MARXISMOS

\'I,

4". Slav~ G~ovitch, «Writing history in the present tense: Cold war-era discursive strategiesof S~et historians of SCIenceand technology» en Christopher Simpson, ed., Universities andempire. The Cold war and the production of knowledge, Nueva York, The New Press, 1998,pp. 189-228, cita de p. 193. Amy Knight, Who killed Kirov? The Kremlin sgreatest mistery, NuevaYork, HiU and Wang, 1999, p.181.

5. Las citas de manual proceden de S. V. Sychov, EI objeto del materialismo historico. Lafd~cio~ econor:zico social, Bogota, Ediciones Suramerica, 1969, pp. 38-39 y 66. El foUetocontiene instrucciones para los propagandistas que tienen que hacer conferencias en auditoriospopulares y se parece a los sermonarios cat6licos. Por 10que se refiere a las historias 'oficiales dela revoluc~6n, su .cara~ter positivista es tan visible en la vieja Historia de la revolucion' rusa, pre­para~ bajo la direccion de M. Gorki, V. Molotof, K.,Vorochilof, S. Kirof, A. Chdanof (sic) yJ. S~~n (tomo I, Barcelona, .Europa America, 1938), como en la Historia de la gran revolucions?clallsta de octubre (Madrid, Castellote, 1976), presentada como un trabajo colectivo de loscientificos del «Instituto de Historia de la Academia de Ciencias de la URSS» (p. 7). La cita finales de ~ V. Vya~n y S. L. ~ikhvinsky, «Some Questions of Histori~ Science in the ChinesePe~ple s Repubhc», reproducido en Albert Feuerwerker, ed., History in Communist China, Cam­bridge (Mass.), MIT, 1969, pp. 331-335. Una visi6n interesante de la ensefumza de la historia enla escuela, y de su fracaso, se puede enoontrar en Sirkk Ahonen, Clio sans uniform. A study of thepost-marxist transformation of the history curricula in East Germany and 'Estonia 1986-1991Helsinki, Suomalainen Tiedeakatemia, 1992. \.. ".."",

Esto facilito que en 1934, cuando estaba consolidando su poder personal auto­cratico, Stalin decidiese «dejar su huella en el modo de escribir la historia enla Union Sovietica, con el proposito de legitimar su regimen»."

En la Union Sovietica, y en los paises que seguian su modelo, se consolidola separacion entre una teoria e.§2!~roticay una practica de investigacion que,pese a revestirse con citasde Maci:era puramente positivista. Un escolasti­cismo que producia catecismos con los que se intentaba convencer a los fielesde que «los filosofos'n'fifrXistasunen las palabras a los hechos, la teoria conlapractica, la filosofia con la politica del Partido Comunista y del Estado So­vietico». Y donde la vision de la historia se reducia a simplificaciones ele­_ro.~~~es. Mientras los trabajos politicamente mas compioIne1Idos,-como lash~stonas.oficiales de la revolucion bolchevique, si bien eran productos positi­vI~tas, SImples relatos de hechos, podian tener que modificarse en cualquiermomenta para ponerlos de acuerdo con las consignas vigentes. Esta dependen-

"I cia de la c~~tura litica podia llevar a aberraciones como la de ver ados[>; • b -miem ros e a ' cademia de Ciencias proclamando, en 1964, que «en los ulti-

mos afios han aparecido en la esfera de la ciencia historica de la Republica Po­pular de China algunas tendencias equivocadas que estan estrechamente vin­culadas al curso politico, generalmente incorrecto, de la direccion del Partido~omunista de China», 10que mostraba, simplemente, que las tendencias «teo­ncas» de la pretendida «ciencia historica» se acomodaban en cada momenta al«curso politico» que seiialaban los dirigentes del partido.'

Uno de los ejemplos mas claros de esta dualidad entre practica historiogra­fica y legitimacion «teorica» es el de Polonia donde muchos historiadores seacomodaron a la situacion dedicandose a practicar el mas tradicional de losec1ecticismos adornado con terminologia marxista. Este seria el caso deWitold

LA HISTORIA DE LOS HOMBRES234

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'-

10. V~remos mas adelante, sin embargo,. que este mismoteoricismo sin base empirica, consu pretension de resolver los problemas con la invenci6n de un vocabulario que, en todo caso, loshace mas oscuros e impide verificar que con la nueva formulaci6n no se ha ido mas alla delpunto de partida, se manifiesta en las ciencias sociales francesas al margen del marxismo, y enlas obras del antimarxismo de los conversos, que se han limitado a cambiar las viejas fuentes dellexico (Marx, Engels, Mao, Althusser) por otras nuevas (Derrida, de Certeau, Deleuze, etc.), pero. siguen practicando el mismojuego,

11. Marta Harnecker, Los conceptos elementales del materialismo historico, Mexico, Si­glo XXI, 1969. Marta Harnecker era discipula de Althusser, que escribio en 1971 una presenta­ci6n para la sexta edici6n de este libro, que acaba diciendo: «Como dice Mao: "No olvidemosnunca la lucha de clases"». La obra acababa con una recomendaci6n de Iecturas de textos can6ni­cos en que se mezclaban Marx y-Engels, con Lenin, Stalin y Mao.

12. Barry Hindess y Paul Q. Hirst, Pre-capitalist modes od production, Londres, Routledgeand Kegan Paul,1975 (cita de pp. 310-311). Dos aiios mas tarde los propios autores se criticabana si mismos hasta el punto de negar la utilidad del concepto de modo de producci6n en Mode ofproduction and social formation. An auto-critique of «Pre-capitalist modes of production», Lon­dres, Macmillan, 1977. No me parece interesante seguir sus piruetas posteriores.

13. Como me explicaban en Ayacucho quienes habian sido disclpulos de las clases de filo­sofia de Abimael Guzman, antes de que se convirtiera en el «presidente Gonzalo»' de «Sendero

lismo marxista'i la frances a, amparado por una c<;l-"-~rtY!:q.JilQsQficade apa­riencia respetable, se convirti6 en la forma dominante de difusi6n del marxis­mo. La cobertura filos6fica la darla sobre todoAlthusser, quien, criticando «laconfUsionque'reiifli'en"elconceptode historia», 'se deCidi6areestructurar la dis­ciplina desds la p'~_,r~flexi6n filos6fica, en un ejercicio de metitieoria. :EimodoCIiq>fOaucci6Ji'sedividio en. estructuras regionales y' se--estableCi6todo un jue­go de relaciones entre estas, con el que se queria resolver verbalmente todaslas contradicciones. La euforia verbalista estimu16 la creaci6n de toda suertede nuevos «modos de producci6n especializados» --domestico, tributario,parcelario, etc.- cayendo en la vieja trampa de «resolver» los problemas re­formulandolos verbalmente. En este tipo de planteamientos la teorizacion semantiene en un terreno de maxima abstracci6n y s6lo se acude'!llareaiidad, a

'.posteriori, para buscar en ella ejemplos que ilustren los resultados previstos(es bien sabido que, encajada de manera adecuada en esquemas prefabricadosla realidad nunca desmiente la teoria)." '

No se trata;: sin embargo, de desmontar la maquina verbal del althusse­rismo, que lleg6 a concretarse en un catecismo como el de Marta Harnecker IIo que llev6 ados sociologos britanicos a escribir que, estando la historia «con­denada por la naturaleza de.su objeto al empirismo», era necesario construirun materialismo hist6rico reducido a «una teoria general de los modos de pro­duccion»." Al triste final de Althusser, con su confesion.de que en realidadtenia un conocimiento muy superficial de los textos .de Marx, cabe aiiadir laevidencia de que no ha dejado nada tras de si, si no es un legado tan ambiguocomo para que un miembro de la «nueva derecha» como Bernard-Henri Levy10reivindique como su maestro.

~~:t:l!J:l:l:1.~~1:r!Wrtormaci6n.del$l::napq~IJlQ~_.~n.:!,1!l_!!:,~n.terpretaci6n<l~l}p',lJ.l1do~~!~.!'.~,:~i.~~)',..cerrgda, .~ll...!l!l.a.«~,2~!glogi_lI»,().en una, te.Orlii. de .Ja.historia.qued~_?~X,~_,!~~~~_..!~~~~~Pl:1~.st~s,13 fueron muchos los que quisieron seguir una li-

237LOS MARXISMOS

Leo'S. Klejn, La arqueologia sovietica. Historia y t~oria 1e una es~uel~ desconO_cida,arcelona, Critica, 1993; I.M. Diakonoff, ed., Early antiquity, Chicago, University of Chicago

pi~ss;JQ91 (cita lie p. 9) y, sobretodo, la introducci6n a su libro mas reciente The paths_of his­,,~'~c"'rS~b.ridge,Cambridge University Press, 1999 (con un prefacio ~e Ge~~ey Hosling. que

ica'lil vida Y la carrera de Diakonoff), Para el caso de Lev N. Gunulev, hijo de Anna Ajma­'""!:t()'l{iUlo'muchomas por citar que mi propia introducci6n a la traducci6n castellana de La~ileda,deun reino imaginario, Barcelona, Critica, 1994, un libro que todavla esta esperandoII)descubran, .'9::Es dificil dar informaci6n sobre estos historiadores y su obra, ya que los repertonos aca-,:~p~a,nglosajones,como los diccionarios de historiadores dirigidos por D. ~ Woolf (1998) y

, .. lly Boyd (1999), los ignoran. Sobre el marco general del ~ebate de la «tranSiCi?~) puede verse,,,?~\it;'R:Qdiiey;Hilton ed., La. transicion del feudalismo al capitalismo, Barcelona, ~~tlca, 197.1.Una'":)~f\';'bibliografia:comentada de los trabajos de JOshistoriadores checos sobre I.acrisis d~ la baja edad, ,,:' media en Frantisek Graus; Das Spatmittelalter als Krisenzeit, Mediaevalia Boh~rmca, 1 (1969).':, 'Lamayoria de ellos no han sido traducidos a lenguas «occidenta~es)~,a excepc16n.de.J; Macek,:':c<;,,,(Larevolucion husita, Madrid, Siglo XXI, 1975; II Rinascime~to Italiano, Rom~, Riuniti, 1972)."'- "De Lublinskaya puede verse La crisis del siglo XVII y la sO~I.edadd~l absolutismo, Barcelona,'.' .Critica, 1979, donde propone abandonar la visi6n de la «crisis del siglo ~VII»como una lucha

,:" "entre el feudalismo y el capitalismo, vistos como formas puras, para estudiar.la naturaleza de las'~'"relaciones sociales propias de la societad del absolutismo. La unica traduccion que conozco de, ..los trabajos sobre las revoluciones del grupo de L~i~zig es Manfred ~s~ok et al., Las revolucio-.neslJ;lrguesas. Problemas teoricos, Barcelona, Critica, 1983 (para histona~ores como ~ossok, elestudio .de las revoluciones era una forma de combate contra el dogmatismo «marxista» y enfavor de la democratizacion del «socialismo real»). Podemos conocer ahora el gran libro de Ana­

,.. toli Ado gracias a su traducci6n francesa (Paysans et revolution. Terre, pouv~ir et jacquerie1789-1794, Paris, Societe des Etudes Robespierristes, 1996), donde puede advertirse que el autorse ve obligado a, sefialar sus diferencias con la «interpretaci6n marxista 0r:odoxa» d~l papel. delos campesinos en la Revoluci6n francesa. En Cuba, Manuel Moreno Fragmals se VlO excluidode la universidad -una funcionaria del regimen me 10justificaba dicendo que «es poco mar­xista»- y tan s610 pudover publicada su obra cumbre, El ingenio, gracias a una carta de reco­mendaci6n explicita de Emesto «Che» Guevara.

LA HISTORlA DE LOS HOMBRES

10que llevaria a Lev N. Gumilev a planteam~obales in­

de renovaci6n se puede encontrar en algunos <camposde lastona moderna, mas delicados desde un punto de vista politico. Esto es 10que

obra de investigadores como Boris P6rshnev, Alexandra Lublins­Dalin 0 Anatoli Ado en la Uni6n Sovietica; de Frantisek Graus,

. 0 Josef Macek en Checoslovaquia; el del grupode Leipzig,....,.".-.""",' 'Walter Markov y Manfred Kossok, en la Republica Democratica'''''''",''1."n" 0 el de Manuel Moreno Fraginals en Cuba. Estos historiadores re-.:pl;mteru:oD'de manera original y nada dogmatica -habiendose de enfrentar amenudo -ailos: vigilantes de la ortodoxia academica de sus paises- temas

los 'de la transici6n del feudalismo al capitalismo (con el acento en lasdo;' grandes crisis: la de la baja edad media y la del siglo XV\I), la naturaleza delhs'enfrentanuentos sociales durante la Revoluci6n francesa, las llamadas «re- -,. volitciones burguesas», etc,? . . . .'/.iLombJamentable fue que los vicios del escolasticlsmo estalinista llegaran. a paises del-oeste de ,~~~p_~_~~erica~~ donde el estructura-

.........,.--.~'.."

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14. Sobre la «escuela de Frankfurt», Martin Jay, La imaginacion dialectica. Una historia dela Escuela de Frankturt, Madrid, Taurus, 1974 y, sobre todo, RolfWiggershaus, The 'Frim!ifurtschool, 'Cambridge, Polity Press, 1995. Max Horkheimer y Theodor W. Adorno, Dialectic ojenlightenment, Londres, AIlen Lane, 1973 (libro que ya hemos comentado en el capitulo sobre laIlustraci6n; el nombre del segundo de los autores era en realidad Wiesengrund-Adorno, perc 10simplific6 en los Estados Unidos), Sobre los problemas de Adorno en la Alemania de postguerra,Noah Isenberg, «Critical theory at the barricades», Lingualfriznca, noviembre 1998, pp. 19-22;Esther Leslie «Introduction to AdomolMarcusse corespondence on the German student move­menD>(seguida de la transcripci6n de la correspondencia) en New left review, 233 (enero-febrero1999), pp. 118-123 (y 123-1361a correspond.). Lo que no impidi6 que mas. adelante, en la etapade feroz persecuci6n de la izquierda, se quisiese hacer de la escuela de Frankfurt la inspirado­ra del terrorismo aleman (vease Wiggershaus, pp. 656-659).·De Siegfried Kracauer se han usadoThe Mass ornament. Weimar essays, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1995; Thesalaried masses, Londres, Verso, 1998 y History. The las things beJore.thdast, Princeton, Mar­kus Wiener, 1995, los tres con interesantes estudios introductonos'sobre elautor, y ellibro deEnzo~. ,SSigfried Kracauer. ltinerario de un intelectual nomada, Valencia, Edicions AI.fonsel Ma~'"""iP998. Perry Anderson, Sur Ie marxisme occidental, Paris, Maspero, 1977.. j"

versidad de Frankfurt que, decepcionados por el caracter abstracto y mandari­nesco de sus ensefianzas, ocuparon su instituto en abril de 1969, hasta queAd'Om'OlIam6 ala policfa para desalojarlos." .

Los intentos mas .importantes de renovaci6n durante el periodo de. entreguerras serian obra de cuatro grandes te6ricos marxianos: Lukacs, Karl Korsch,Antonio Gramsci y Walter Benjamin. Los planteamientos de l'OSd'OSprimerosfueron conocidos, y condenados, muy tempranamente por l'OSmarxistas orto­doxos, a consecuencia de la publicaci6n de Historia y conciencia de clase, deLukacs, y de Marxismo y filosofia, de Kersch, d'OSlibros aparecidos el mismo 'afio, en 1923. L'OSplanteamientos de Gramsci, desarrollados en la prisi6n enque 1'0encerr6 el fascismo, no se difundieron hasta despues de la SegundaGuerra Mundial, en momentos en que encontraron un clima politico e intelec­tual favorable a su recepci6n, y aun mucho mas tardia, y con frecuencia equi- .voca, ha sido la difusi6n de Benjamin, ;

Geyorgy Lukacs (1885-1971), que habia sido comisario de Cultura y Edu­caci6n durante la fugaz Republica sovietica lnmgara de 1919, pas6 un largo ydificil exilio en Berlin y en el Moscti del terror estalinista, volvi6 a Hungria en1945, donde se vio atacado P'Orsu «cosmopolitismo burgues» -hizo entoncestodas las rectificaciones que se le pedian y public6 La destruccion de la razon(1954), que algunos han calificado de «panfleto estalinistas-e- y tom6 parte enelmovimiento revolucionario hungaro de 1956. AI ser estederrctado, se neg6esta vez a rectificar y a renegar de 1'0que habfa hecho, En estos momentos fi­nales explicaba asi el sentido de 10 que habian querido hacer los. «hetero­d'OX'Os»:«En los afios veinte, Korsch, Gramsci y yo intentamos, cada uno denosotros a su manera, enfrenta:mos al problema de la necesidad social y a lainterpretaci6n mecanicista que era la herencia de la Segunda Internacional.Heredamos este problema, pero ninguno de nosotros -ni siquiera Gramsci,que era tal vez el mejor de los tres- 1'0resolvio». Esta afirmaci6n, hecha enuna entrevista que no habria de publicarse hasta despues de su muerte, iba

239LOS MARXISMOS

•• If'

luminoso», este les enseii~ba que en las obras de Marx, Engels, ~enin, Stalin y~~o podianencontrarse las resptiestas a todas laspreguntas, desde las de la cien~a a las de las declSlones queera necesario tomar en la vida cotidiana. . ~~"

nea dejt:l.spi).:l:l.cion.marxian~:-no «marxista», en el sentido de adhe~i?~ a uncanon doctrinal:- _us!l9.QQj~~j_c!~~~~eMarx. como i,rl.~~~PtQ..<i~@StJ.!~!~<?n

~ ftsei l~~~~~~g~fari~~~~~~~~~~nOmiCista» y «cientifista» delmarxismo se produjo tanto en el area de influencia d~ los partidos marxistas delos paises «de Occidente» -para decirlo en la terminologia de la guerra fria­como en la Rusia sovietica y en los paises que despues de la Segunda Gue~aMundial tuvieron gobiemos de predominio comunista, aunque de fon:na dis-

. tinta, ya que la condena de heterodoxia impli~a?a en el C~'O~e l~ Union S'O­vietica y del resto de l'OSpaises llamados «socialistas» el si1encl~ent'O, comominimo, y tal ve~ la perdida de la libertad. Esto hace.aun ma~ .yalI'Osala t_areade-quienes en estas cgp.dici'Onesbicj~rC:>D.:~~$.fuerzQ-q'~_~!l~~'c?J_9Pque no siem­pre ha sido valorado adecuadamente, ya que, C'O~?se ha dicho, l~ 'O~rade l'OS«heterodoxos» de l'OS«paises del este» no ha recibido nunca la atencion que seha prestado a las propuestas de 10 que Perry Anderson llama el «marxismo'Occidental».. .

Propuestas como las de la etapa inicial del Instituto de investigacion s~clalde FranIqurt, que, fundado en 1923 como ~ ce~tr'Ode investigacion marxIst~,se dedic6 'durante l'OSprimeros an'Osa la bistoria del socialismo y del ~'OVI­miento obrero, hasta que en 1930 pas6 a dirigirlo el filosofo Max Horkheimer(1895-1973), que impulsarla la linea de la <~..9.ri.3...~00£a», que ~'Om~basobretodo del marxismo la idea de im'~!l.!ig!!IJ.!lQJ!n.~_~~u.fJa.~~C1encla·7ra de­~pniU.a.411.P.Qf_l!t..e~iatencia..s.o.QjaJpara hacer un analisis critico .emanclpad'Or.Pese a que el nombre que mas habitualmente se as?c.ia a H~rkhexme: sea el deTheodor W. Ad'Om'O(1903-1969), con quien escribio un libro tan influyen~ecomo Dialectica de la Ilustracion (1947), y en segundo lugar con l'OSde EncFromm y Herbert Marcuse, cuya obra ha de situarse mas bien en el terreno dela filosofia, d'OSde las figuras que influyeron mas intensamente ~n el pensa­miento de la escuela fueron Walter Benj~ ..(1892-1940), de quien hablare­mos mas adelante, y Siegfried Kraca~i885-1966), que escribi6 interesantesanalisis del cine y de las f'Ormas-mrs diversas de la c1ilm:a de masas -:-~Ir­maba que era sobre todo a traves de elIas que podia dete~arse «la P'OSICI6~>que una epoca ocupa en el proceso hi~t6ric~ y qu~ de]? ma~aba~ una ~~bl­ciosa, e ignorada, contribucion a la filosofia de la historia, l!zs~ona. Lo ultzmoantes de 10 ultimo (1969), que arranca de las «tesis» de Ben]~ p~a plantearsu rechazo del «historicismo y de las visiones lineales de la historia». La lIe­gada del nazism'Oal P'Oder'Oblig6a l'OSmiembr'Osde la escuela de Frankfurt aproseguir su 'Obraen l'OSEstad'OsUnid'Os.En 10s,an.'Ossesenta, ~uand'O~d'O~'Ovolvi6 a Alemania para ensenar <<unamezcla eclectica de m~smo, pSlc~ana­lisis y S'Oci'OI'Ogia»,que corresP'Ondia a a:quelI'Oen que se ~a~la c'Onvertld'Ol.a«teoria critica» en su etapa californiana, choc6 con los estUdiAntesde la Um-

LA mSTORIA DE LOS HOMBRES238

Ill!

I

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,

E. Subirats, ed., Karl Korsch 0 el nacimiento de una nueva epoca, Barcelona, Anagrama, 1973 yla entrevista con su mujer Hedda Korsch, «Memories of Karl Korsch», en New Left Review, 76(nov-die. 1972), pp. 35-45. Lubomir Sochor, «Lukacs e Korsch: la discussione filosofica deglianniventi», en Storia del marxismo, 3: II marxismo nell'eta della terza internazionale (1), Turin,Einaudi, 1980, pp. 697-752 (en especial, 741-752) .

, "-

Muy diferente es el'iaso de Antonio Gramsci (1891-1937), dirigente delpartido Comunista italiano, que fue encarcelado en 1925 por el regimen fas­cista y vio confirmada su sentencia en 1928, a petici6n de un fiscal que queria«impedir que este cerebro funcione durante los pr6ximos veinte afios», Si bienla prisi6n acelerd su'muerte, que se produjo en 1937, no solamente no le impi­di6 pensar, sino que estimu16 su reflexi6n, que cuajaria en los Cuadernos de laprision, public ados postumamente, de 1948 a 1951.

Uno de los meritos importantes de G!_ru:g§.cj,para quien el materialismohist6rico era esencialmente «una teoria de la historia», fue el de entender queel metodo de interpretaci6n de la historia de Marx no podia deducirse de losprincipios elementales expuestos en obras de caracter general, como se haciahabitualmente, sino que era necesario extraerlo de aqueUas obras suyas queanalizaban situaciones concretas, como El 18Brumario: «un analisis de estasobras permite fijar mejor la metodologia hist6rica marxista, integrando, ilumi­nando e interpretando las afirmaciones te6ricas desperdigadas por todas lasdemas obras. Se podiia ver cuantas cautelas reales introduce Marx en sus in­vestigaciones concretas, cautelas que no podian encontrar lugar en las obrasgenerales». Esto Ie llevaba, en primer termino, 1t.r~Qhl!Z..~_~!..~R.C?nomicis_vlOele,~~E.!.~_q1:l~.~~._~~~~~."a,.~9~fu!!4i!_~.Q!l.._I:)L~~~smoort?,~9.xo.Cabedistin­gUll-, decia, aquellas modificaciones econ6micas que-afectan profundamente ala estructura misma de la sociedad, que son relativamente permanentes y quetienen repercusiones sobre los intereses de clases sociales enteras, de las que sonsimples variaciones coyunturales que no afectan mas que a pequefios grupos.S610 respecto de las primeras tiene sentido la afirmaci6n de Marx de que loshombres toman conciencia en el terreno de la ideologia de los conflictos quese manifiestan en la estructura econ6mica. Una estnictura que para Gramscino es un concepto especulativo, sino una realidad que se puede analizar conlos metodos de las ciencias naturales, pero que no debe estudiarse separa­damente, porque «la estructura y las superestructuras forman un bloque histo­rico. Esto es: el conjunto complejo, contradictorio y discordante de las super-] i'estructuras es el reflejo del conjunto de las relaciones sociales de producci6n».VLas contradicciones de estas relaciones sociales se pueden percibir «en l~ exis­tencia de conciencias hist6ricas de grupo (con la existencia de estratificacionescorrespondientes a diversas fases del desarrollo hist6rico de la civilizaci6n ycon antitesis entre los grupos que' corresponden a un mismo nivel historico),y se manifiestan en los individuos aislados como reflejo de esta disgregaci6nvertical y horizontal». \ .. -,

Gramsci rechazaba, en consecuencia, la reducci6n del materialismo hist6-rico a una especie de sociologia abstracta: un .cuerpo te6rico preparado para

241LOS MARXISMOS

Serge Bricianer, «Karl Korsch (1886-1961). Un itineraire marxiste»,amulugl<' de escritos politicos Marxisme et contrerevolution, Paris, Seuil, 1975;

•1;~;';o,··..l"Gian Enrico Rusconi en II materialismo storico, Bari, Laterza, 1971;

Georg Lukacs. Vida,pensamiento y politica, Valencia, Edicions AlfonsOA",(_,, __ ,, __ ,_ 702 y 730); H. H. Hoiz, L. Kofler y W.Abendroth, Conversacio- ..Vl<.WllL·"".mu""".1969; Istvan Meszaros, ed., Aspectos de la historia y la con­

Universidad Nacional Autonoma, 1973; George Steiner et al., Lukacs,1969, y la entrevista pubJicada postumamente, «Lukacs on his Life

Review, 68 (julio-agosto 1971), pp. 49-58 (la cita de p. 51). He usado"~.~..~.._..__.clase.ea la edici6n de Barcelona, Grijalbo, 1975 (con el pr61ogo critico

e la democrazia, a cargo de Alberto Scarponi, Roma, Lucarini, 1988,

,m,e;W;;lon.aeque se dejase de hablar de una vez de'"'U'"''',Vi) de la herejia» que habian escrito ellos en los

;)CUlparse los problemas reales del presente. Habria sido .~"""""''"''~~,'',~.hubiese desarrollado, a la vez que su Ontologia del ser

el. problema de la relaci6n entre la libertad y la"'."_""'"'1"""'01"1;< hacia entre un «marxismo vulgar» que ve la rea­

j9.~,q~jtep::qitladlapor unas leyes objetivas que estan mas alla del al­'W/JL,VlJLlUJ,,,,".y un «marxismo autentico», que la ve como abierta a la~!~',S;'!~ruPO~LYde los individuos; pero su gran drama fue la ambigue..'.-:loobligo.elmedio politico en que vivi6, como 10confesaria despues

la revoluci6n hungara de 1956, cuando decia: «Ya noquierocon .miedoy fingir valentia, mantenerme callado y subordinar }

eXi.gen.cias de la supervivencia». En las fluctuaciones de su obra, .conciencia de clase a La destruccion de la razon, hay ideasconcesiones a estas «exigencias de la supervivencia»."

'S;lmt)Ortalltepor 10que se refiere a su influencia directa sobre los his­Korsch (1886-1961), comunista radical, autor ademas del

taarxtsmo y filosofia, de Karl Marx (1938), que criticaba la transfor-marxismo en una «vision-del mundo» desligada de las luchas socia­

vision de la historia transformada err6neamente en «evolucio­haber entendido que Marx no contemplaba una secuencia de.por unas leyes de la evoluci6n social, sino un desarrollola ',evoluci6n «se convierte en un principio de busqueda a veri­

vias empiricas». Las tesis sobre la historia que se en­de Marx, afirma Korsch, se aplican exclusivamente «al

del capitalismo en la Europa occidental» y no tienen vali­en el sentido en «que todo conocimiento profundo de las

hist6ricas se aplica a otros casos»; pero Engels, primero, ylas.transformaron en ley etema del desarrollo. La muerte'.jrabajando en un intento de actualizaci6n del pensamiento

(Iwrw,,'''' :rLLfJ de aboliciones- por el doble camino de extenderlo"'''1'''''''''' almundial y de adaptarlo a los cambios que se habian,,'1.,1\,.........capitalista y al progreso de las ciencias."

LA HISTORIA DE LOS HOMBRES

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1(I.") •

243

I~. Ottavio Cecchi, ~d.,0 ricerca storica marxista in Italia, Roma, Riuniti, 1974 (y enespecl~, R~nato Zangher:r, «Rinnovamento storiografico e prospettiva socialista», pp. 137 y 143;S. Zarunelh, ed., La storzografia ec~nomica italiana degli ultimi vent'anni, Milan, Celuc, 1972.Hay que tener en cuenta, ademas, la influencia.de Gramsci en el grupo de los Subaltern studies, yen concreto en Guha, y un fen6meno mas recreate y que permite reflexiones interesantes: en laCuba .actual, despues del h~dimiento sovietico, .Ia desintoxicaci6n del marxismo o~odoxo, yuna Cler:mreonentacl6~ politica, se estan produciendo COIlla ayuda de una' reconsidiraci6n deGramsci, que era prac.ttcamente un autor prohibido en los tiempos de la ortodoxia (Manuel Vaz­quez Montal~an, Y?zos entro en.La Habana, Madrid, EI Pais-Aguilar, 1998, pp. 382f383). Por10que se refiere a .clerta «gramsciologia» que usa y abnsa del lexico de los cuadernos de prision,convrene leer la biografia de Lepre para prevenirse de las interpretaciones parciales y erroneasque se h~cen a menud~ de un. Gramsci sacado del contexto hist6rico en que escribia, y para elcU.,.e~.c..n..•.b.•..ia, y d~1?eh~o de Jugar con su terminologia (<nueva»,que rio tenia otra finalidad quela ". la vlgtlancla de Ia censura a que estaba sometido en la cm-eel.

.,toria, ni una unidad dogmatics de.l pensar y del hacer, que siempre ha subordi­n~do ~l pensar, a la manera estalinista, a la accion cotidiana, sino que da res­piro historico y cultural a un proyecto politico. 18 .

Dejando a ~ lado el caso italiano, se puede decir que se salvaron sobre .to~o del dogmatismo, y de la fosilizacion a que este condenaba, aquellos his­tonad?res que pudieron hacer su obra al margen de los condicionamientos dela soclaldemocr~cla, por un lad~, y de la Tercera IntemaCional, por otto, bienporqu~ los partidos correspondientes fuesen debiles (como pasaria en GranBretafia), bien porque hubiera una. tradicion de cultura socialista anterior(como en Fr~cia), 0 bien porque escogieran de una u otra manera los caminosde heterodoxia apuntados por los predecesores que hemos citado.

~n el, ca:'0 de. Francia hem?s. visto, al hablar de la historia economica ysocial, la existencia de una tr~diclon de raices marxianas, con Jaures, que con­fluye en el mo~en~o mas bnllante de Annales, con Labrousse. Discipulo deFebvre ymuy influido por Labrousse, al cual sucederia al frente del Institutode ~storia economica y social fundado por Marc Bloch, seria Pierre Vilar(nacido en ~9?6)! que ha tra~ajado dentro de la tradicion marxista ~p'ei;;-armru.,:gen d~ la disciplina del Partido Comunista y que ha elaborado una sintesis de10mejor de la escuela de Annales y de la tradicion socialista francesa comofundame.nt~ de una v!~,i.QP.,_gJ_<l.~~!~de_.!!EJ!«h.i§.!.~~~!?), que tiene su base enel conocnmento de la economia, pero que no se limita a ella, de acuerdo con elprog_r~a.que .formul6 por vez primera en 1960 en «Crecimiento economico yanalisis historico», y ~ue ?~sarrollru:Iaposteriormente en otros trabajos te6ri­cos donde esta globalizacion se define en terminos de la relacion que existeentre ~os «h~~~~~~A~~::l_~.~~!~._(~~!:t~.q8!:.~t!.l!-]..~_c.~!!9.!!!!a,pero tambien IJs mani­festaciones colectivas de pensamientos y creencias), unos «hechos institucio­nales» (d~r~cho civil! C?~stituciones politicas, relaciones mtema:Ci"onalesrVlos~~~_~qQ:nt~C.unt~!!t.Q~histoncos puntuales en.los que intervienenlos individuos yel azar. ~s, como se.~e, un esquema tripartito, como el de Braudel, pero que riose orgaruz.aen funcion del tiempo, sino de un prograrna de articulacion social.. Para Vilar, como para todo historiador que proviene de 1atradicion del mar-'

xismo, los metodos de investigacion se definen por su capacidad para explicar

LOS MARXISMOS

17. Antonio Gramsci, Quaderni del carcere, edici6n critica de Valentino Gerratana, Einaudi,Turin, 1975,4 volumenes (citas de II, pp. 871-872, 1051 y 1448, y ill, pp. 1589-1597). Hay tam­bien otras citas sacadas de la edici6n anterior de los Quaderni, que corresponden a Il materia­lismo storico e lafilosofia di Benedetto Croce, Turin, Einaudi, 1955, Pl~:3-20 y 39, y a Passato epresente, Turin, Einaudi, 1954, pp. 175,201 y 59. Aurelio Lepre, Il prigio:'iero. Vita diAntonioGramsci, Roma, Laterza, 1998; Giuseppe Fiori, Vida de Antonio Gramsci, Barcelona; Peninsula,1968, etc.; F. Fernandez Buey, Ensayos sobre Gramsci,Barcelona, Materiales, 1978; ManuelSacristan; El orden y el tiempo, Madrid, Trotta, 1998. Renuncio a sintetizar la extensisima biblio­grafia dedicada a Gramsci ya su pensamiento. Hay una Bibliow.afia gromsciana, 1922-1988 pre­parada por John Cammett,.con un Supplement updated to 1993. "',

interpretar directarnente la realidad. El investigador de la historia no va de lateoria a la realidad, a la busqueda de especimenes puros que correspondan aaquello que ha sido previsto con anterioridad: «La realidad es rica en las com­binaciones mas extrafias y es el te6rico el que esta obligado a buscar la pruebadecisiva de su teoria en esta misma extrafieza; a traducir allenguaje te6rico loselementos de la vida hist6rica, y no, al reves, que sea la realidad la que debapresentarse segun el esquema abstracto». .

En sus reflexiones hay, ademas, consideraciones muy innovadoras sobre lahegemonia, que muestran los procesos por los cuales una clase puede ejercerla.domjnacion sobre las otras, estableciendo su superioridad no solarnente por la

(~oerci6~ sino' mediante el(C'ensenso!)transformando su ideologia de grupo en\..iirnmi:ij~to de verdades qU~"""su:pbnen validas para todo el mundo y que lasclases subalternas aceptan, hasta que llegue el momenta en el que, habiendo

, carnbiado las condiciones, la hegemonia se agrieta, las clases subaltemas to­man conciencia de sus intereses particulares y de las contradicciones que lasenfrentan a los grupos que dominan el aparato del estado, y formulan unosnuevos principios que han de permitir avanzar hacia una nueva etapa de creci­miento, con otra situaci6n de hegemonia y unas nuevas relaciones de produc­ci6n. Hay tambien sugerencias muy innovadoras respecto: a la formacion de lasideas de los grupos subaltemos, que analizan, por ejemplo, «por que y comose difunden, haciendose populares, las nuevas concepciones del mundox.!?

La influenciadel.pensamiento de Gramsci fue decisiva para la aparicion y'-y.:, desarrollo enltaita, despues dela Segunda Guerra Mundial, de unas corrientes de, ilistoriografia marxista vivas y abiertas, no dogmaticas, que contrastaban conla esterilidad del marxismo escolastico. Repasando los temas en los que se ha­bia dejado sentir mas la lecci6n de Grarnsci, Renato Zangheri sefialaba eles­fuerzo por «repensar criticarnente la formaci6n de la sociedad moderna y delestado unitario» italiano, que se ha manifestado en una fertil reconsideracion.,de las relaciones entre el norte y el sur de Italia, y ha conducido a estudiar conuna nueva optica el Risorgimento, 0 a analizar objetivarnente el trasfondo delfascismo. Pero la influencia va mas alla aun; la experiencia de estos afios depostguerra consolid6 en Italia la idea grarnsciana de la historia como instru­mento de analisis y comprensi6n del presente, como condici6n de una pros-

r pectiva de transformacion social, en que la critica del pasado se transforma en1 superacion de este. No es la contemporaneidad crociana, tautologica, de la his-

LA HISTORIA DE LOS HOMBRES242

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durante la Segunda Guerra Mundial, destacado en Oriente Pr6ximo, 10que le puso por primeravez en contacto con las culturas del mundo antiguo. Acabada la guerra, a los treinta y seis aiios,abandona su actividad de abogado y empieza a estudiar en la Universidad de Londres, parainiciar una nueva y brillante carrera de historiador del mundo clasico, y sorprende al mundo aca­demico en 1981, con mas de setenta aiios de edad, con una obra maestra de inspiraci6n marxiana,La lucha de clases en el mundo griego antiguo (Barcelona, Critica, '1988). Sobre Ste. Croix, suvida y su obra, P. A. Cartridge y F. D. Harvey, eds.,' Crux. Essays in Greek history presented toG. E. M. de Ste. Croix on his 75th brithday, Londres, Duckworth, 1985.

21. Hay una bibliografia inmensa sobre estos historiadores, que resultaria imposible sinteti­zar aqui. En terminos generales, Harvey J. Kaye, Los historiadores marxistas britdnicos, .Zara­goza, Universidad, 1989 y Dennis Dworkin, Cultural marxism inpostwar Britain, Durham, DukeUniversity Press, 1997, que es la mejor «historia politica» del grupo; de menos interes, P. Schle­singer et al., Los marxistas ingleses de los aiios 30, Madrid, Fundaci6n de investigaciones mar­xistas, 1988 y el nUmero de Radical History Review «Marxism and history; the British contribu­tion» (19, winter 1978-79). Uso mi propia colecci6n de los panfletos de Our history y Marxismtoday. Por 10 que se refiere a Past and present, hayque recordar que el 1958, en momentos enque la revista «manchada a ojos del "stablishment" historiografico por sus origenes marxistas,estaba teniendo grandes dificultades», se integraron enJa direcci6n Lawrence Stone, Trevor Astony J. H. Elliott (J. H. Elliott, «Lawrence Stone», en Past and present, 164 -agosto 1999-, pp. 3-5).Pueden encontrarse estudios individuales sobre estos autores en los numerosos vohimenes dehomenaje que les han side dedicados: por ejemplo, para Hill, D. Pennington y K. Thomas, Puri­tans and revolutionaries, Oxford, Oxford University Press, 1978 (en contraste puede verse el re­trato condescendiente y miserable que Ie dedica A. L.Rowse en Historians I have known, Londres,Duckworth, 1995, pp. 105-110); para Hilton, T. H. Aston et al., eds., Social relations and ideas:

Estos hombres c6!'aboraron en publicaciones comunistas de un alto nivelintelectual y de una gran independencia, como la revista Marxism today y lacoleccion de folletos Our history, y participaron en defensa de las posicionesprogresistas en los grandes debates. historiograficos de su tiempo, como el delpapel de la «gentry» en la revolucion inglesa del siglo xvn 0 el de las conse­cuencias sociales de la revolucion industrial (el «debate del nivel de vida»).Estaban, por otro lado, en las antipodas del economicismo del marxismo orto­doxo, con una preocupacion dominante por la cultura, y muy en especial por laliteratura, que es evidente en Hill, Kiernan 0 Thompson. Tuvieron, ademas,parte decisiva en la fundacion de una de las revistas de historia mas importan­tes del siglo xx, f'!§tand present, que comenzo en 1952 con el propositodeconvertirse en punto de encuentro de historiadores avanzados de muy diversa.orientaci6n politica, que pudiese llegar a un publico mas amplio que el queestos historiadores podian conseguir en las publicaciones del partido y Iescompensara por las dificultades que hallaban para acceder a la universidad,donde eran sistematicamente vetados por su condici6n de comunistas. Pese aque en este grupo se encontraran algunos de los historiadores mas importantes.de su epoca, con una proyecci6n internacional que desborda elcampo estricta-]mente academico, ninguno de ellos consigui611egar a catedratico de alguna de:las grandes universidades britanicas (la verdadera naturaleza del problema la]revelaria el hecho de que siguiesen siendo vetados cuando, despues de la crisis \de 1956, muchos de ellos abandonaron el Partido Comunista, pero no sus con-'cepciones politicas. progresistas). 21

245LOS MARXISMOS

.bibliografia de Pierre Vilar, compilada par Rosa Congost y NUria Sales,:l,\1.~.":,,uRecerques, 23 (1990); sobre la formaci6n de su pensamiento, Pierre Vilar,~iJi~:aml~nt'~..Reflexiones y recuerdos, Barcelona, Critica, 1997 (hay una edicion en

':,' , textos te6ricos mas importantes pueden encontrarse en Creci-, Ariel, 1974 (en especial «Crecimiento econ6mico y analisis his-, 05); Iniciacion al vocabulario del andlisis historico, Barcelona, Critica, 1980 y-construction, Paris, Gallimard-Seuil, 1982. Su obra fundamental, La Catalognemoderne se publico en frances en 1962 y en catalan del 1964 al1968 (Barcelona,

, , , Hay una versi6n castellana abreviada; Barcelona, Critica, 1978-1988,sobre su obra y las entrevistas en que habla de su metodo son numero­

.mas interesantes esta la entrevista que se incluye en Marcia Mansor d' A­meJCOe.11 soore 0 saber.historico, Sao Paulo, UNESp, 1997, pp. 27-82.

en Macao, se instal6 en Inglaterra en 1914 y' desempeii6 duranteacnvioaa de abogado, a la vez que jugaba al tenis, y llegaba ala pista central de

Hombre educado en ideas de la derecha conservadora, hizo un giro radicalpor el auge del fascismo y por la guerra civil espaiiola. Sirvi6 en la R.A.F.

reales de los hombres, de ayer y de hoy, y de ayud"lloNo los hace validos la coloracion politica, sino la eficaciayrrac-

cartaescrita en febrero de 1957 decia: «Si yo no creyese ala cien­capaz .de explicaci6n y de evocacion ante la desgracia humana y

111:1'5'''''U,e:'~lhumana (teniendo, como perspectiva, lagran esperanza de aliviarala otra), no pasaria mi vida en medio de cifras y legajos. Ahora

ifiles:erriOsen busqueda del hombre con vagos sentimientos de bondaduna.mtencron de literatura, afiadiriamos ala inutilidad pretensiones antipati­

'ciencia frialoque queremos, pero es una ciencia»,'::s'i:t~nletC)aOglobalizador, ambicioso y complejo, 10 aplic6 Vilar a su gran

llH";;'''''5'~''''~f''''Cataluiia en LaEspana moderna, que es un estudio dedamentos econ6micos de las estructuras nacionales»: un intento de ir"consideraci6n del medio natural hasta la aparici6n de la qoncienciade ungrupo humano. Este libro fundamental cambi6 por completo la

historia de la Catalufia moderna y contemporanea, pero tal vez nomnuencia cluehubiera debido en una Francia dominada primero por

«estructuransmo marxista», responsable de que no haya habidoL~Lruist4)ria:legitilnam4;)n1temarxiana, y, despues, por la caotica desinte­

,«nouvelle histoire».'?Partido Comunista, y la existencia previa de una fuerte tra­

IfOJl:tre:Slsta;de-la que ya hemos hablado antes, representada por historia­~~'UW.J..lvuu,G. D. H. Cole 0 Tawney;pueden explicar el caso de

de 10 que se acostumbra a denominar «los his­marxistas britanicoss.surge despues de la SegundaGuerra Mundial,

"""I'U"""'V ,de " ,', " , :P_!lljido"::COm~~~~tit!~iico»;-fundado-de la extraordinaria calidad de Rodney Hilton, Christopher

.Hobsbawm, Victor Kiernan, George Rude, E. P. Thompson 0, que habria que afiadir, entre otros, los nombres del eco-

'." , del arqueologo australiano Gordon Childe 0 de esaque-es Geoffrey E. M. de Ste, Croix (nacido en 1910).20

LA HISTORIA DE LOS HOMBRES

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prehistoric Europe. Changing perspectives, Edimburgo, Edinburgh University Press, 1997, pp. 490-505. David R. Harris, ed., The archaeology of V. Gordon Childe. Contemporary perspectives,Londres, UC.L., 1992. La larga cita flnal es de «The past, the present, and the future», publicadoen Past and present ti" 10 (noviembre 1956), poco antes de su muerte, segun parece por suicidio.

23. Studies in the development of-capitalism; Londres, Routledge and Kegan Paul, 1973(segunda edici6n ampliada; cita de p. Vll). '

24. Sobre esto veanse la compilaci6n preparada por Rodney Hilton, La transicion del feu­dalismo at capitalismo, Barcelona, Critica, 1987, H. Kohachiro Takahashi, Del feudalismo al ca­pitalismo. Problemas de la transicion, Barcelona, Critica, 1986, etc. Una buena siJ;!.!.esis,en elvolumen colectivo preparado por Juan Trias, Carlos Estepa y Domingo Placido, Transiciones enla antigiiedad y feudalismo, Madrid, Fundaci6n de Investigaciones Marxistas, 1998. E$ imposibledar aqui la bibliografla del lIamado «debate Dobb-Sweezy», con todas las implicaciones quetiene sobre el caso de America Latina con SlI traducci6n en el debate Gunder Frank-Laclau, Unaslntesis de la cuesti6n en Kaye, Los historiadores marxistas brittinicos, pp. 25-63.

25. E. J. Hobsbawm, «The Crisis of the Seventeenth Century», en Past and present, n," 5(mayo 1954), pp. 33-53, y n.· 6 (noviembre 1954), pp. #65. Trevor Aston, ed., Crisis in Europe,1560-1660, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1965;A. D. Lublinskaya, La crisis del siglo XVII,citado antes; Geoffrey Parker y Lesley M. Smith, eds., The general crisis of the seventeenth cen­tury, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1978 (hay una segunda edici6n revisada y ampliada deesta obra, Londres, Routledge, 1997). T. H. Aston y C. H. E. Philpin,' eds, El debate Brenner,Barcelona, Critica, .1988. Un estado de la cuesti6n actual sobre el tema de la crisis «general», queel_sidera «demode» y relnterpreta en clave polftica, en Francesco Benigno, Espejosdela . ". '_". n, Barcelona, Critica, 2000, pp. 47-70.

En su primera etapa los miembros del grupo de los <driStoriadores'·barxistasbritanicos» coincidieron en discutir conjuntamente algunos grandes temas quetenian imI_>licacionesmetodo16gicas importantes, en especial el de la~!9!§ndel feudallsmo al C.!lP!!_ali~~9,que Maurice Dobb (1900-1976) habia replanteadoen sus Estudios sobre el desarrollo del capitalismo (1946), donde sostenia queera necesario estudiar los origenes hist6ricos del capitalismo a fin de comprendermejor su naturaleza como sistema y poder actuar sobre el--«el economista preo­cupado por los problemas actua1es tiene preguntas propias que formular a losdatos historicosx-e-," pero 10hacia rechazando el analisis habitual que se basabaen la esfera de la circulaci6n y que sostenia que habia sido el comercio el quehabia llevado a Ia crisis de la economia natural y al ascenso de la burguesia. Con­tra una manera de ver el problema que consideraba que el motor principal delcambio era el desarrollo de las fuerzas productivas, proponia otra basada en lasrelaciones de producci6n, es decir en las relaciones que se establecen entre loshombres, y en la lucha de elases, donde el motor inicial de la transici6n era lapugna de los campesinos contra la explotacion feudal." El debate de la «transi­ci6n del feudalismo al capitalismo», en el cual intervendria Rodney Hilton(nacido en 1916) desde su perspectiva de medievalista, tom6 una nueva dimen­si6n en 1954, cuando Eric Hobsbawm le afiadiria el tema de la «crisis generaldel siglo xvn», que habria de dar lugar a un nuevo nivel de discusiones, que serenov6 en 1976 con Robert Brenner y su insistencia en dar un papel esencial ala «estructura agricola.de-elases», frente al neomalthusianismo dominante."

La crisispolitica d¢,l~?§,:con la intervencion sovietica en Hungria, alej6 abuena parte de-·estosnombres de la disciplina del Partido Comunista y los dis-

247LOS MARXISMOS:.'1.:

Essays in honour of R. H. Hilton, Cambridge, Cambridge University Press, 1983; para Ki.emanen las compilaciones Imperialism and its contradictions, Londres, Routl.edge, 1995 e History;classes and nation-states. Selected writings ofV. G. Kiernan, Oxford, Polity ~ess, 1988, en lo~dos casos con introducciones de Harvey J. Kaye; para Rude, F. Krantz, ed., filStOryfrom below.Studies in popular prosiest and popular ideology in honour of George R~e, .Montreal, Concor­dia University, 1985, etc. Mencionaremos·por separado lo~ casos con una.blbliografia mas nume-rosa, como son Childe, Hobsbawm y Thompson. .. ..

122. Bruce C. Trigger, Gordon Childe. Revolutions in archaeology, ~ndres, ~es ~dH ds ·1980' Barbara McNairn The method and theory ofV. Gordon Childe. Economic, socialu on" ' '. b h U' ity Pr 1980'and cultural interpretations of prehistory, Edimb~o, Edin ur~· mverst ess, ,

Andrew Sherratt, «v. Gordon Childe: archaeology and IDtellec~ history», en Past and P~sen.t,125 (nov. 1989), pp. 151-185 y «Gordon Childe: right or wron~~), en Economy and society In

Hay que hablar por separado de Vere Gor~o~ Childe (1~~2~1.957),que revo­lucion6 una arqueologia reducida con anterioridad al. posl~Vlsmo, ~e,maneraque el mismo dijo que su mayor contribucion a la arqueologta.no residia en !osnuevos datos 0 en los esquemas cronologicos que hubiera po~do ~~ortar «~tnOsobre todo en conceptos interpretativos Y metodos d~ exph~a~l~m». Chtldepropuso una imagen global del desarrollo de la humanidad primitiva c?mo unascenso hacia la «revoluci6n neolitica», un fen6meno que, pese a ser di~ere~teen diversos lugares, presentaba unos rasgo com~es, ya que <<pordoquier sig­nific6 la aglomeraci6n de la poblaci6n en las c1U~des; la diferenciacion enestas entre productcres primarios (pescadores, agncult.ores,. etc.), artesanosespecializados con plena dedicaci6n, comerciantes, funcI~nanos, s~~erdotes ygobemantes; una concentraci6n efectiva de poder e~on6rmco y PO~I~CO;~l usode simbolos convencionales (la escritura) para registrar y transmmr l~ mfor­macion; y de patrones tambien convencionales de· p~sos y de .medidas detiempo y de espacio que condujo ala ciencia matematica». Los libros en q~edesarro1l6 estas teorias, como Man makes himself(~9~6) YWhat happened z,nhistory (1942) tuvieron una influencia ~iversal ~ ~1~leron que la ar~ueolo~ano volviera a ser nunca mas la misma, smo que miciase ~ ~?mpleJo c~node evoluci6n te6rica. Childe, que se habia apartado de la vision ~o~atiCa ~elos prehistoriadores sovieticos y de los esqu~mas l~eales de la histona ~Stall­nista, estaba evolucionando al final de su VIdabacia una plena superacl6~ delas concepciones tradicionales del progreso. Conden~ba, en c.on.creto,la Ideaque 10presentaba como «un simple camino lineal bacia un objetivo preconce­bide y predeterminado, un "bien" que constituye una no~~ ~ la luz de la c~aldeben juzgarse los acontecimientos hist6ricos». Este prejuicio 10 comparnanmuchos, incluso marxistas, pero no se hallaba en Marx. «Eran preconc~~clO­nes especiales que estallaron en 1946 y 1956 [esto es, durante las dos cnSISdelos regimenes de democracia popular del este de Europa] y con ellas .habria dedesaparecer la idea misma de la historia como un proceso predeterrmnado queconduce inevitablemente hacia un final previsto por adel~ta~o. No es la ta:eadel historiador imaginar un valor absoluto, cuya aproximacion se denomma"progreso", sino mas bien la de descubrir en la historia los valores a los cuales

.. 1 22se aproxima e progreso.»

LA mSTORIA DE LOS HOMBRES246

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29. Se pueden encontrar estudios sobre Hobsbawm en los diversos volumenes de homenajeque se Ie handedicado. En Pat Thane, G. Crossick y R.F1oud, eds., The power of the past. Essaysfor Eric Hobsbawm, Cambridge, Cambridge University Press, 1984 hay, por ejemplo, un trabajode Eugene Genovese, «The politics of class struggle in the history of society: an appraisal of thework of Eric Hobsbawn», pp. 13-36. En Raphael Samuel Y.G. Stedman Jones, eds., Culture,ideology and politics, essays for Eric Hobsbawm, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1982, hayuna buena bib1iografia de su obra, hasta 1982, preparada por Keith McClelland (pp. 332-363).Vease tambien e1numero especial que le ha dedicado la revista Historia social, n." 25 (1996):«La obra de un historiador: E. J. Hobsbawm» 0 1a entrevista con Daniel Snowman en Historytoday, 49 (1999), n." 1, pp. 16-18. Buena parte de sus reflexiones sobre la historia han sido reuni­das en e1 volumen Sobre Ia historia, Barcelona, Critica, 1998 y sus opiniones politicas masrecientes en Entrevista sobre el siglo XXI,Barcelona, Critica, 2000. .

30. Se han usado directamente tanto la revista como los volumenes co1ectivos, en especialRaphael Samuel, ed., People s history and socialist theory, Londres, Routledge, 1981 (hay unatraducci6n parcial, Historia popular y teoria socialista, Barcelona, Critica,1984). La mejor fuen­te de inforrnaciones biograficas sobre Samuel ha sido la 1arga entrevista publicada en L'avenc,n." 89 (1986), pp. 56-68.

'--con Rebeldes ~initivos (1959) y Bandidos (1969)-, los de historia delmovimiento ob~ero -Trabajadores (1964), El mundo del trabajo (1984)- y,a la vez, la sene de las «eras», que compondran una historia global de lostiempos contemporaneos, desde La era de la revolucion (1962) a su Historiadel siglo Jd (The age of extremes, 1994). Contribuyo, ademas, a la renovacionteorica de la historiografia marxista, no solamente con el planteamiento deltema de «la crisis general del siglo XVII», sino con la publicacion, en 1964, delfragmento de las Grundrisse de Marx dedicado a las formaciones econ6micasprecapitalistas, con una introduccion provoeativa donde sostenia que «la teoriadel materialismo historico requiere solamente la existencia de una sucesion demodos de produccion, pero no que deban ser uno u otro en particular, ni tal veztampoco predeterminados en el orden de sucesion»."

Aparecerian tambien ahora lineas de trabajo diferenciadas como la protago­nizada por Perry Anderson, de quien hablaremos a continuaci6n, 0 el desarrollode un pO..Q!l!i~!!l~_~qcialistaque se expresaria a traves de la revista HistoryJfqt_/ghpp, inspirada por Raphael Samuel (1938-1996), y de un conjimto devohimenes monograficos, generalmente de caracter colectivo, dedicados a estu­diar la vida y el trabajo de los obreros, 0 a cuestiones teoricas diversas, que ten­drian su culminacion en.!j_i.S_!f!.!i.fl:p?pu[ary teoria socialista (1981) y en los tresvolumenes de Patriotismo: el hacerse ydeshacerse deTa identidad nacionalbritanica (1989), un tema entomo al cual tambien se orientarian las ultimasobras personales de Samuel, Theatres of memory (1994), sobre los usos delpasado en el mundo contemporaneo, y el p6stumo Island stories (1998), quehaee referencia especial a la identidad britanica." Un hecho nuevo seria la apa­ricion en los Estados Unidos, en los afios setenta, de una corriente de historiafuertemente influida por marxistas britanicos como Hobsbawm y E. P.Thomp­son, que tendra como organo de expresion RadicalHistory Review.

Edward P. Thompson (1924-1993) se haria famoso por un libro que inicial­mente estaba pensado como una sintesis de historia del movimiento obrero

249LOS MARXISMOS

Ellibro de·Dworkin analiza (pp. 45-78) la forrnaci6n entre 1956 y 1959 de esta «nueva.con publicaciones como Reasoner y New reasoner, inspiradas por Thompson, y el grupo

'Iniversitiesand Left review. En otros casos, la respuesta tamara un caracter mas personal: Kier-10c:xp~esru':a'con estas palabras: «Permaneci tres afios inactivo en el partido y luego decidi ser

partido de un solo hombre, de principios marxistas-liberales» (Y. G. Kiernan,unrewarded end», en London review of books, 17 septiembre 1998, pp. 13-15).

dificil escoger algun titulo en la extensa obra de Christopher Hill sobre la revoluci6n .su contexto intelectual. Tal vez la mejor manera de aproximarse a el sea ir a los tresde The collected essays, Brighton, Harvester, 1985-1986, donde se encontraran, de

'reflexiones sobre la historia como «History and denominational history» (II, pp. 3-10)l.volumentercero (pp. 3-18), «Partial historians and total history» (de donde procede, p. 7,

mas arriba) y «Answers and questions» (donde se hacen afirrnaciones como queseria,:me parece, trata de preguntas; las respuestas, la narrativa, son conocidas»,

.tocare en este caso la batalla revisionista de las interpretaciones izquierdistas de lainglesa», encabezada por lord Conrad Russell (hijo de Bertrand; observese que la n6-historiadores elevados a «lords» es netamente derechista: Russell, Trevor-Roper,

pero en la «edici6n revisada- de Change and continuity in seventeenth-centuryYale University Press, 1991) Hill podia anunciar que «los J6venes turcos

se han convertido en los Turcos de media edad de los afios noventas, y unamas j6venes esta restableciendo e1equilibrio que incorpora algunas de las

los historiadores "revisionistas", como Conrad Russell y John Morrill, mien-fantasias locas de sus epigonos» (p. IX). -

..L<m'llOnLJ~ como The crowd in the French revolution (1959), La multitud en la historia,Aires.ssigio XXI, 1971; Protesta popular y revolucion en el siglo XVIII, Barcelona, Ariel,

popular y conciencia de clase, Barcelona, Critica, 1981, Ideology and popularhay reedici6n de Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1995, con unaH. J. Kaye) 0, encolaboracion con Hobsbawm, Captain Swing (1969). Vease

compilado pot H. J. Kaye, The faces of the crowd. Studies in revolution,popular protest, Selected essays of George Rude, Hemel Hempstead, Harvester1988.

LA HISTORIA DE LOS HOMBRES

a difereneia de 10 que ocurriria en otros paises, nin_ ellosc!uhpo de una politiea progresista -estos son los afios del. naci-. •.. '. izquierda» que defiende un humanismo soeialista e ini-

!llrloi.ililzacicmcontra las armas micleares-, ni abandon6 en su trabajoltelectual una-linea que, si bien con mas libertad, eonservaba 10esencial de su~;;'ii"""~1n.nmarxista." Tal vez ahora se acentuaria en la mayor parte de ellos

pI'eocupaci6n dominante pOTlos elementos culturales -Hill dira «toda.> IJl1l)LUIJ·..,.·.deberia ser historia de la cultura, y la mejor historia 10es»-, con una

"~"'~",i'fil",,'r-t',po de pensadores cercanos a ellos como Raymond Williams. Es..'de este ¥I0mento, por otro lado, cuando la mayor parte. de estos ho:r_n­

~.U'~C111L"'"sus obras mas importantes, como sucede con los libros de Chris-. (naeido en 1912) sobre la revoluci6n inglesa del siglo XVII y su

27 con George Rude (1910-1993) y sus estudios «de histo­...".~~•.deabajo», marcados pOT la preocupacion de reeuperar «los rostros de lallUIILl1l:1.. ",28 0 con Thompson y con Hobsbawm.

Hobsbawm, nacido en Alejandria en 1917 y educado en Viena y enhasta que el nazismo forzo a su familia, de origen judio, a establecerse

iniciaria en estos afios sus grandes estudios de historia social

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,~

33. John Brewer, «Voice of the labouring poor», Times Literary Supplement, 13marzo 1992, .pp. 14-15, que empezaba con estas palabras: «Ningun otro bistoriador vivo de GraIl Bretaiia hatenido un impacto tan profundo en el estudio de la historia como Edward ThompSOID).La pruebade su falta de interes por «institucionalizarse» la tenemos en el hecho de que publicase tan pocosarticulos en «revistas cientificas» de las que sirven para hacer curriculum: no pasan de cinco,entre 1967 y 1978. Quien quiera entender la forma en que Thompson ejerci6 su magisterio ha de leerel trabajo colectivo: «Edward Thompson as a teacher; Yorksbire and Warwicio>,en John Rule andRobert Malcolmson, eds., Protest and survival. The historical experience. Essays for E. P. Thomp­son, pp. 1-23. Quien quiera hacerse idea de su calidad humana, que el autor de este libra tuvoocasi6n de valorar, puede leer, por ejemplo, Harvey J.Kaye, <<Atribute to E. P. Thompson, mar­xist historian and radical democrat (1924-1993)>>,en Why do ruling classes fear history?, Lon­dres, Macmillan, 1996, pp. 199-217.

34. E. J.Hobsbawm, <<E.P. ThompSOID)en The Independent, 30 agosto 1993; reproducido enRadical History Review, n.· 58 (1994), pp. 157-159. En el mundo academico, diria John Brewer,«me ha sorprendido ver que muchos de los que 10 atacan darian un brazo por haber escrito un!ibro como los suyos»,

35. En la resefia de «Customs in common» publicada en Economic history review, XLVI,n." 4 (noviembre 1993), pp. 824~825. Puede resultar revelador que en un libro de tema tan cer-

. cano a las preocupaciones de Thompson como el de Richard H.Trainor, Black country elites. Theexercise of authority in an industrialized area, 1830-1900, Oxford, Clarendon Press, 1993, nosea ni tan siquiera mencionado (10cual puede tener que ver con la larga lista de ayud8s econ6mi-cas que el autor reconoce haber recibido de nueve instituciones distintas). . . ~~rsi6n castellana, Costumbres en comun, Barcelona, Critica, 1995. Elultimo libro quep~n vida fue posiblemente Alien homage. Edward Thompson and Rabindranath Tagore,

nalizado»." Permaneceria al margen inc1uso de los mismos historiadores mar­xistas britanicos, como un caso aparte y peculiar, desligado de cualquiergrupo. Lo revela, de algun modo, una valoracion tan positiva como la deHobsbawm que ha escrito que «tenia la capacidad de producir algo que eracualitativamente distinto de 10 que escribiamos los demas y que es imposiblemedir en la misma escala. Llamemosle simp1emente genic»." .

Despues de Whigs and hunters (1975) y de su participaci6n en Albion ~fataltree (1975), hizo un largo parentesis en su obra de investigacion que dio paso aPoverty of theory (1978) -su ajuste de cuentas con Althusser y el estructura­lismo marxista a la francesa-, sus libros de tema inmediatamente politico:Writing by candlelight (1980), Zero option (1982), Double exposure (1985) yThe heavy dancers (1985) y, sobre todo, a su implicaci6n personal ell el movi­miento por la paz. Su ausencia del campo de batalla de la historia en mementosen que se producia el gran giro a la derecha permiti6 que se le fuera olvidando.Como ha dicho Pat.Hudson: «E1clima ideo16gico e investigador de los alios delthatcherismo ha hecho mucho por disminuir la importancia de E. P.Thompsona los ojos de los estudiantes de hoy». Los historiadores, por su lado, ~(~eencar­garon de situar su obra en una coyuntura social y politic a concretas 'que ya hapasado: de verla como formando parte de una tradici6n romantica y comprome­tida con 10que se estudia, que ya ha dejado de tener vigencia»."

El «retorno» de Thompson con Customs in common, en 1991 ---,seguido,casi en los mismos mas de su muerte, por Witness against the 'Beast. WilliamBlake and the moral law (1993)-,36 inquiet6 al mundo academico, sobre todo

~251LOS MARXISMOS

31. Laprimera edici6n la public6 en 1963 Victor Gollancz; la se~da, can un nuevo «Postscriptum», la edit6 Penguin en 1968 (versi6n castellana, La formacion de la clase. obrera ~nInglaterra, Barcelona, Critica, 1989). En la obra anterior de Thomp~on s610habia un li~r? de bi~­toria __;_WilliamMorris: Romantic to revolutionary, 1955, del que bizo una segunda edic~6n revi­sada en 1977 (versi6n castellana publicada en Valencia P?r el ~I)-,. y ~ articulopublicado enPast and present en 1967 --«Time, work-dicipline and mdustnal capitalisms-e- mIenn:as que lamayor parte de sus escritos eran de naturaleza «polltica» y consisti~ en articulos p~bhcados enOur time The reasoner The new reasoner, Universities and left revIew, New left revIew, etc.

32 Los estudios s~bre Thompson son muy numerosos, Limitemonos a seiialar, entr~ loslibros, Harvey J.Kaye and K. McClelland, eds., E. P. Thompson, criticall!erspectiv~, C~mbndge,Polity, 1990; John Rule and Robert Malcomson, eds., Protest and survival. The historical expe­rience. Essays/or E. P. Thompson, Londres, Merlin Press, 1993 y Bryan D. Palmer, E. P. Thomp­son. Objections and oppositions, Londres, Verso, 1994. En castellan~ 10mejor es el nnmero especialque le dedic6 la revista Historia social (18, invi~o 1.994),pn;f~nblemen~ a Pedro Benitez Mar:tin, E. P. Thompson y la historia. Un compromise etico y poll~~o, Madrid, ~alasa, 1996. Un ~pecto importante, y demasiado olvidado, de su vida es su relacion co~ la,India, en bue~ medidaa traves de su padre (Sumit Sarkar, «Edward. Thomp.son :rod India: 'The other SIde ~f ~emedal"», en Writing social history, Delbi, Oxford University Pre~s, 1998, pp. 1?9-158, criti­camente, Robert Cregg, «The empire and Mr. Thompson: Themakin~ of ~dian pnnces and theEnglish working class», en Inside out, outside in. Essays in c~mparative. history, Londres, Mac­millan, 2000, pp. 39-80). Los articulos sobre su obra han seguido a~areclendo regularmente des­pues de su muerte. Porejemplo los reunidos en History Workshop, n. 39 (1?95) pp. 71:135, con eltitulo generico de «E. P. Thompson and the uses of history» con trabajos de Manlyn Butler,David Eastwood, Mark Pbilp, Barbara Taylor, etc., 0 trabajos aislados ~omo <<Rog:rWells, ~; P.Thompson, Customs in common and moral-economy- (Journal of-Peasant Stud!es, 21,~. 2,enero 1994, pp. 263-307), el debate con Marc W. Steinberg, «Culturally spe~g: finding acommons between poststnictura1ism and the Thompsonian persp~tive» y ~et~ King, <<Edwar~Thompson's contribution to eighteenth-century studies. The patriCIan-plebeIan model re~exarru­ned» (los dos en Social History, 21, n.· 2, mayo 1996, pp. 19\:214 y 215-228, respectivamen­te), etc. He utilizado tambien la entrevista publicada en L'aven~!1.· 74 (1984), pp. 73-78.

britanico, The making of the English working class." y que despert6 e1 e?tu­siasmo de j6venes historiadores inconformistas d~l mundo ente~o. E1}l1:~.r?.resultaba profundamente innovador .en su ptanteemrento de la nocl~n d~:.~las~.')como una relaci6n yen su interes por los ~ecaIl!~m.Q~A~.J~~~~16~..d~.~aconciencia colectiva; pero 10era, sobre todo, por su rechazo explicito a e~ten;:.-··-(fer el mai.x:ismocomo «un cuefpo autosuficiente de ~octrina completa, ~nter­namente consistente y plenamente r.ealizado en un conJunto de text?s escntos».Thompson defenderia mas adelante, en Poverty oftheory_,queeel dl~9urso delademostracion de la disciplina hist6rica consiste en un dialogo entre concepto'ydato ..e!IlpIri.,¢(»), Ysostendria que el pensan?~nto de M~ ~ede~vo en la largatarea de hacerla critica de 1aeconomia politica del capitalismo sin poder com­pletar el proyecto mas ambicioso de construir e1materialismo ~ist~rico, cuyoobjetivo no era dar cuenta del funcionamiento de ~. economia, smo de ~asociedad entera, que contiene, ademas de las econ6rmcas, muchas otras actrvi-dadesy relaciones.F .. .

Los medios academic os miraron con recelo a Thompson y se: s~t1eronaliviados cuando no mostr6 ninguna voluntad de «hacer carrera»,. SlI~O 'l:ue·opt6, como diria John Brewer, por mantenerse «resue1tamente no institucio-

LA mSTORIA DE LOS HOMBRES250

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..._.~_~~_M_~,~ _~--.-"" __ .'.-=--.'._'~.-~~'-~~~~~~~"..----,........,...,,~~~~-~~~-...,c--~ ..--~_.

39. Las citas de Costumbres en comun, Barcelona, Critica, 1995, pp. 31-32.40. Witness against the Beast, pp. 228-229. .. .41. La obra «historica» de Anderson se limita a estos dos titulos. Un nuevo libro, The ends

of history, esta anunciado para publicarse por Verso, sucesor de la vieja New Left Books. EricHobsbawm hizo una critica a fondo de los dos libros, severa en el analisis pero amistosa en eltono, en Feudalism, capitalism and the absolute state (Our history, Pamphlet 66 verano 1976).Gerard Noiriel acierta al decir que Anderson 0 Gary-Stedman Jones «se basan en la lectura deMarx propuesta por Althusser para rechazar el empirismo de sus antecesores» (Sur la «crise» de

nante recup~raci6n .de'{ilvo~ sil~nciada de los pobres, esforzandose por preser­var sus medios de VIday su identidad contra una sociedad patricia dominante»."

La muerte de Thompson se produjo cuando aun no se habian sedimentadolos juicios que habia suscitado Customs in common -cuando apenas si habiacom~n2ado !a.batalla que se in~ia. que podia librarse cO.ntraellibro- y estoexplica el alivio del mundo academico al poderlo convertir en un gran historia­dor que habia brillado en los quince afios que van desde 1963 hasta 1978 entrela publicaci6n de The making of the English working class y la de The p~vertyof theory, como representante de unas tendencias historiograficas y de unosproyectos politicos de «socialismo humanista» que habian caducado haciamucho tiempo. Muchos de sus celebradores p6stumos se apresuraban asi adespedir un testigo inc6modo de su propio pasado, que pretendia ponerlos enevidencia con su voluntad de negarse a renunciar a los viejos principios 0 ahacer penitencia por sus errores. Que sus temores no eran en vane 10 demos­trarian las palabras de Thompson al final de su libro sobre William Blakedonde reivin~icaba a un hombre que nunca mostr6 «ningun tipo de complici­dad con el remo de la bestia» frente a «los activos perfeccionistas y benevolosracionalistas de 1791-1796», que acabaron casi todos en el desencanto pocosafios mas tarde, alegando que «la naturaleza humana les habia fallado, y sehabia mostrado obstinada en su resistencia a la Ilustracion»." ,

En una posici6n especial, debatiendo con los historiadores en el terreno dela teoria, pero sin compartir con ellos los metodos de trabajo -y enfrentadopoliticamente a Thompson-, tenemos a Perry Anderson (nacido en 1938),uno de los principales animadores de la New Left Review entre 1962 y los pri­meros afios ochenta, y que vuelve a serlo, como director, de la nueva etapa ini­ciada en e12000. En sus debates politicos con Thompson, en su busqueda deun modelo adecuado de «revolucion» burguesa» que mostrase los diversoscarninos por los cuales habia surgido el capitalismo en Occidente y permitieseteorizar el caso ingles, public6 en 1974 las dos primeras partes de las cuatroque habia de tener una especie de gran tratado de sociologia historica compa­rada, Passages from antiquity to feudalism y Lineages of the absolutist state.Nunca salieron las dos partes finales que habian de dedicarse a las revolucio­nes burguesas y al .sistema contemporaneo del estado, posiblemente porqueentre tanto los intereses intelectuales de Anderson habian cambiado. Este mon­taje sociol6gico comparativo, mas cercano aWeber que a Marx, suscit6 fuertesdiscusiones, pero no ha tenido demasiada influencia eli el trabajo posterior delos historiadores." . .

253LOS MARXISMOS

, 1993, sobre las relaciones de su padre con el poeta bengali (citoPostumamente se han publicado una colecci6n de ensayos aparecida

c;.,lllWI,u,;--:-ners,onsand polemics. Historical essays, Londres, Merlin Press, 1994 yon history and culture, Nueva York, The Free Press, 1994 (traducci6nhistoria radical, Barcelona, Critica, 2000), que en e1articulo que se le

enciclopedia dirigida por Kelly Boyd se presentan como dos 1ibros distintos (1)- yleS;j~f.Y,onathefrontier. The politics of afailed mission: Bulgaria 1944, Londres, Mer­~'l?,:dt:dic:adoa la dramatica historia de su hermano, y The romantics. England in a

Nueva York, The Free Press, 1997, que recoge temas que le habian interesadoafios (ya en 1969 habia anunciado «un estudio proximo sobre jacobinosingleses» ).respuesta a una critica de Samuel, donde decia que «escribir historia requiereevidencias s6lidas y no es tan sencillo como algunos posmodemos piensan»,35 (1993), pp. 274-275; la frase citada despues es de «Agenda for a radicalpolemics. Historical essays, Londres, Merlin, 1994, p. 366..

expresion procede de 1areseiia de Johnn Brewer, de la cual ya se han 'heche otrasof the labouring poor», en Times Literary Supplement, 13 marzo 1992, pp. 14-15.

}.~

LA HISTORIA DE LOS HOMBRES

que reafinnaba sus puntos de vista. Un Tho_ue....pJl>U.... ' Samuel, ,insistiendo en la exigencia de rigor en la

«la .teoria y la evidencia han de mantener un dialogo,~""~"'J'UU con 10 que habia afirmado en un plantearniento progra­

.requiere el nivel mas exigente de la disciplina his­... L .. ~LL ... '''. ha de ser buena historia. Ha de ser tan buena historia

que, al mismo tiempo, ponia en evidencia las «evo­"~'j,,~~u"', u,", los que en el pasado, cuando «estaban de moda», pre­~,aJ;t!t;)sus"preocupaciones y sus metodos de trabajo. El malestar de

las quejas de quienes interpretaban su actitud como"I,,+~,,u.,,... aL"" como si estuviera «defendiendo las tierras de su cer­'\':~~:;:.:-:'~"'''''''de intrusos»."

, Thompson atacaba la falsificaci6n que habia con-. ','ingles en una «sociedad de consumidores», poblada por

.comercrai», ocultando que «este fue el siglo en que la gente.9,·.~!t:~1~11tIvlrmen1tesu tierra; en que el mimero de delitos castigados

multiplico, en que miles de malhechores fueron deporta-de vidas se perdieron en guerras imperiales», Su objetivo,alla de esta critica de la vision apologetica de las trans­del siglo XVIII. Combatia explicitamente la pretensi6n delexico derivado del conflicto social, con terminos como

'0 burgues, por otsos como preindustrial, tradicional, pater­:p.q!g~fIll.,2:aC).on,que son tan ambiguos como aquellos y que no tie­ento-oue elde sugerir «un orden sociologico autorregulado», elimi­

~,...~.,.~..~, Quien valoraria esta obra con mas lucidez seria tal. «Aqui hay "socialismo humanista" en su mejor expre-

~l',~,,..,~,~.~..."narraci6n que equilibra esperanza y pesimismo, unahombre que hace su propia historia aunque no en sus

hay tambien, y no es 10 menos importante, una emocio-

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,

. 43. EI relato d~ la.vida ~ Benjamin en estos afios finales puede seguirs~ en Momme Bro-dersen, Walter Benjamin. A biography Londres Verso 1996 pp 250 262 '1 . ; fi1 '1' . ."', . - y, por 0 que se re rerea os ~ timos moment~s, en LlS~ Fittko, De Berlin a los Pirineos. Evocacion de UlItZ milltanciaMadrid, Anaya & ~~o Mucbnik, 1997, pp. 258-271 (cita literal de p. 261), Mois6s de PablO'«La memoria de I oblidat: les darreres hores de Benjamin», en Revista de Girona; 195 (julio­agosto, 1999), pp. 26-33 (374-381) y «La mort d'un filosof; Benjamin a Portbou» en Serrad'or~' ~.23-27. Las cartas d~ los U1timosdfas en Theodor W.Adorno yW~ter Benjamin:" ',t_,' enaa, 1928-1940, Madrid, Trotta, 1998, pp. 323-325. :,

.,~

que paso, pero ~n un~ carta a Heny Gurlan~ de 2.5 de septiembre, decia: «En~a SI~CI?n sm salida, no tengo 0t:a elecci6n ~~e poner aqui un punto yfmal. MI VIda acabara en un pueblecito de los Pirineos donde nadie me _noce», Parece qu~ se suicid6. Lisa Fittko piensa ,que, exhausto como estab~,crey6 que no podria correr de nuevo el riesgo de la fuga. Pese a que en el regis­tro de de~cIones se inscribi6 una cartera con «unos papeles de conteniddesconocido», estos papeles iamas han sido hallados.v :. 0

Las «tesis ~obre la historia», sin embargo, se habian salvado y se publica­ron por ve~ pnmera en 1942,.en una edici6n de escasa difusi6n, en 6omentose~ que habian de.resultar poco menos que incomprensibles. Y 10han seguidosiendo durant~ muc~os afio~, ~o~ mas que se hayan traducido a muchas len­guas y hayan sido objeto de mt:Inldad de comentarios. No es, sin embargo, esteel .lug:rr en que ca~e hablar m de las «tesis» ni de la obra inacabada de los«~asaJes)~,porque siguen siendo todavia hoy, al cabo de sesenta afios de habersido escnto~, ~omo un programa para el futuro, algunos de cuyos elementossera necesano mtegrar entre las propuestas finales de este libro.

\.

25SLOS MARXISMO~.IV.' (

; ---__......- ._---_

I 'histoire, Paris, Belin, 1996, p. 107). La comp1eja trayectoria politico-ideol6gica de Anderson -que va de su condici6n inicial de disclpulo de Deutscher, a la influencia de Gramsci, una etapa degalo-marxismo althusseriano, otra de trotskista (despues de 1968) y e1alejamiento posterior de latradici6n revo1ucionaria marxista- puede seguirse en Gregory Elli~ 'Ppry Anderson. The mer­ciless laboratory of history, Minneapolis, University of Minnesota Press, 1998. E1Perry Ander­son que escribe el «manifiesto» inicial de la nueva New Left Review es consciente del triunfo dela derecba y del neoliberalismo (aliado con las «terceras vias») y propone una actitud de realismosin acomodaciones, aunque tiene claro que las izquierdas no 1\enen ahora un programa concreto .que oponer. . ~..

42. Perry Anderson, «Renewals» en New Left Review, 1 (enero-febrero de 2000), p. 18.

Resulta parad6jico que hoy veamos reivindicados, plenamente vigentes,estos historiadores que los medios academicos de su tiempo intentaron silenciar.Perry Anderson ha escrito recientemeiite: «Se podria decir que la historiografiamarxista britanica ha conseguido hoy tener lectores en todo el mundo -10 queno sucedia antes- con la Historia del siglo xx de Hobsbawm, que parece va aquedar como la interpretacion mas influyente del siglo pasado, como la historiacompleta de una victoria desde el punto de vista de los vencidos»." .

Desde elcampo del marxismo, entendido este termino en su sentido mascreativo, el mensaje renovador con mas trascendencia de cara al futuro tal vezsea el de Walter Benjamin (1892-1940), que en la fase final de una obra com­pleja y muy diver'sa,aparentemente dominada por su preocupaci6n por la este­tica, nos dej6 como legado p6stumo unas tesis sobre la concepcion de la histo-ria, hasta hoy mas celebradas que entendidas. •

Benjamin se habia exiliado de AIemania al llegar los nazis al poder, y alcomenzar la Segunda Guerra Mundial, en 1939, residia en Francia. Estuvo in­temado un tiempo y volvi6 despues a Paris donde en el inviemo de 1940 escri­birla Ias tesis «Sobre el concepto de la historia»: una especie de testamentoque recogia «la totalidad de las experiencias de su generaci6n», clarificadasfinalmente por esta guerra: una teoria de la historia quehabria de hacer posi­ble, por ejemplo, estudiar objetivamente el fascismo. AI producirse la derrotade Francia huy6 hacia el sur, primero a Lourdes, y despues a Marsella, dondetrat6 imitilmente de enibarcarse. Decidi6 entonces pasar a Espana, para en­caminarse a Ios Estados Unidos. El 25 de septiembre de 1940 lleg6 a Port­Vendres y pidi6 a Lisa Fittko que le ayudara a pasar la frontera. La tinicaruta valida en aquellos momentos, que obligaba a subir los Pirineos, era la «rutaLister», un antiguo camino de contrabandistas, que Benjamin habria de recorrerlentamente, ya que tenia problemas cardiacos. Hicieron un paseo de prueba, enel que Benjamin llevaba una cartera que contenia su ultimo manuscrito, y 10justifico diciendo: ·-«Esta cartera es para mi 10mas importante que hay. No lapuedo perder; es necesario que este manuscrito se salve. Es mas importanteque yo mismo», Arriesgaba su vida a fin de que el manuscrito se salvara decaer en manos de la Gestapo.

Consigui6 llegar a Port Bou, pero alli encontr6 una orden de Madrid queprohibia entrar en Espafia a todo aquel que no dispusiera de un visado francesde salida -una orden que mas adelante se derog6. No sabemos exactamente

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