los gobernadores de sinaloa ante la historia. tomo ii.pdf

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    Heriberto M. Galindo Quiñones

    , . .

    Nicolás Vidales Soto

    Héctor Alfonso Torres Galicia , . .

    Ronaldo González Valdés: Primeros gobernadores en Sinaloa, 1831-1855 Nicolás Vidales Soto: Los gobiernos liberales en Sinaloa, 1855-1911Gilberto J. López Alanís: Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968Roberto Soltero Acuña: Los gobernadores de la modernidad, 1969-2011

    L S (-)Tomo II. Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968

    Primera edición, octubre de

    Producción: Fundación para Mover y Transformar a Sinaloa, A. C.

    D. R. ©  Heriberto M. Galindo QuiñonesD. R. ©  Andraval Ediciones, S. A. de C. V.  Juan de la Barrera, Nte.  Tierra Blanca, ,

    Culiacán (Sinaloa).

    Maritza López, editora

     Portada e interiores: Fabiola Vázquez Archivos fotográficos: , , , Archivo Miguel Tamayo Espinosa de losMonteros, Andraval Ediciones y archivos particulares de Adrián García Grimaldo,

    Jesús García Rodríguez, Armando Nava y Jaime Sánchez Duarte.Videograbación de entrevistas y promoción audiovisual: Jorge Aragón Campos

     Revisión final: Jaime Sinagawa Montoya

    ISBN: ---- (Obra completa)ISBN: ---- (Tomo II. Los gobernadores de la Revolución mexicana, 1911-1968)

    Impreso en México / Printed in Mexico

    Prohibida la reproducción parcial o total de la presente publicación por cualquier medio

    sin la previa autorización por escrito de los propietarios de los derechos reservados.

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    Tomo II

    Coordinador general

    Heriberto M. Galindo Quiñones

    Los gobernadores de laRevolución mexicana, 1911-1968

    Coordinador

    Gilberto J. López Alanís

    Los    gobernadores

    de Sinaloaante la historia (1831-2011) 

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    Visualizados en su conjunto, quienes gobernaron Sinaloa de a son muestra de un ejercicio del poder marcado por las luces ysombras de cada uno de ellos, pero a la vez diverso, atractivo y plural.

    Los gobiernos que procedieron de la lucha armada de lo que co-nocemos como Revolución mexicana en Sinaloa no pudieron serajenos a las estructuras sociales, económicas y culturales del régimenanterior, conocido como porfiriato a nivel nacional y en nuestro es-tado como cañedismo.

    A partir del de mayo de , cuando el presidente PorfirioDíaz renuncia a su alta investidura y la ciudad de Culiacán es toma-da por las fuerzas revolucionarias, se perfila una nueva estructura depoder en la que los actores políticos del antiguo régimen y los caudi-llos triunfadores se enfrentaron a nuevas perspectivas; así, centralis-mo y regionalismo fueron las tendencias políticas que se dirimieron

    en la conformación del nuevo estatus.¿Cómo darle continuidad al ejercicio del poder en Sinaloa? ¿Cómo

    hacerlo atractivo a una población harta de los abusos de un grupo pri- vilegiado? A esa disyuntiva se enfrentaron los grupos triunfadores paradar institucionalidad a lo conquistado por medio de la lucha armadacontra los representantes militares de la dictadura. El fallecimiento

    P

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    del gobernador Francisco Cañedo en junio de dejó un interreg-no que quiso cubrirse con la elección de Diego Redo de la Vega enese mismo año, para terminar el período en ; sin embargo, el es-

    tallido revolucionario interrumpió aquella perspectiva neocañedis-ta y en se convocó a nuevas elecciones, de las cuales emergiócomo triunfador el viejo liberal José Rentería Félix. Aquí encontra-mos una de las originalidades de la continuidad institucional en Si-naloa: el caudillaje y dominio de los grupos armados en la geografíade la entidad reclamaron para sí la conducción política en medio deun poder Legislativo que permaneció incólume.

    Por su parte, Juan M. Banderas se mantuvo fiel a su condición decatalizador de la inconformidad de la población y se propuso convo-car a elecciones desoyendo las indicaciones centralistas que preten-dían dejar el poder en manos de un allegado a Manuel Bonilla, inte-grante del gabinete del presidente Francisco I. Madero.

    Las primeras elecciones de la Revolución mexicana en Sinaloa,suficientemente documentadas en los archivos del Congreso del Es-tado de Sinaloa, marcaron los comportamientos de los gobiernosposteriores, con diferentes modalidades hasta sucumbir al centralis-mo, pero con un alto índice de «libertad» regional.

    Es pertinente advertir al lector que en su lectura encontrará quela diversidad de los estilos de los autores que abordan este período esun valor agregado en el presente tomo: en algunos casos los autoresson tan lejanos generacionalmente a los acontecimientos que tienenque centrarse exclusivamente en lo documental, pero en otros —qui-zá desde el general Gabriel Leyva Velázquez hasta Leopoldo SánchezCelis— su experiencia vital y su conciencia de la memoria colectivalos acerca a la época o al personaje de manera casi natural, aunque

    siempre es necesario el proceso de búsqueda de documentación quecertifique lo expresado.

    Ya Hobsbawm () nos advierte sobre la muerte de la memoriahistórica y de la importancia de los historiadores en su recuperación.Quizá estamos construyendo un puente historiográfico hacia genera-ciones alejadas de la lectura de libros en papel y más ligadas a las pro-

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    PREÁMBULO | 7

    puestas electrónicas; sin embargo, aun mantener en archivos electró-nicos estos acercamientos al ejercicio del poder público en Sinaloarequiere de un esfuerzo colectivo.

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    C G RGobernador interino en

    M F S Q

    En mayo de la ciudad de Culiacán, capital del estado de Sinaloa y sede de los poderes estatales, cayó en poder de los grupos revolu-cionarios comandados por los caudillos Juan M. Banderas y RamónF. Iturbe; en los mismos días, Mazatlán fue ocupado por Justo Tira-do. Antes de la toma de la ciudad, Francisco I. Madero había enviadoa Manuel Bonilla para encabezar la revolución en estas tierras, perolos grupos guerrilleros ya habían elegido por jefe a Juan M. Banderas,oriundo de Tepuche, distrito de Culiacán, lo cual marcó la primeragran diferencia entre estos dos personajes.

    Saúl Armando Alarcón Amézquita explica cómo se dio el trasla-do del poder Ejecutivo de Sinaloa a las fuerzas insurrectas:

    El día de junio, después de la rendición del coronel Morelos,el ingeniero Bonilla propuso la organización de la Junta Militar

    del Estado de Sinaloa; para ello, se reunieron los jefes revolu-cionarios que se encontraban en Culiacán, los cuales nombrarona los siete miembros de la Junta Militar: «habiendo sido electopresidente de ella el jefe de las armas, Sr. Juan M. Banderas, vice-presidente el jefe Ramón F. Iturbe, Gregorio L. Cuevas, ZeferinoConde y Aurelio Acosta; además, fueron nombrados como auxi-liares de la Junta Militar, como secretario, Carlos S. Vega y como

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    tesorero Amado A. Zazueta. Algún tiempo después el mazatlecoTeodoro Lemmen Meyer, ocupó también el cargo de secretario».(Alarcón, : )

    Según Manuel Bonilla, la Junta Militar «quedó formada por los jefes más caracterizados del norte, centro y sur de Sinaloa, así comode dos miembros del partido antirrreeleccionista que creí indispen-sables como elemento moderador de los acuerdos de dicha Junta».( Ídem)

    Continúa Alarcón Amézquita diciendo:

    En cuanto se eligió la Junta Militar, el ingeniero Bonilla se dirigióen una circular «A los jefes, oficiales y soldados del Ejército Li-bertador de Sinaloa»: «He recomendado especialmente a dichaJunta, por encargo del señor Madero, que proteja la reparaciónde ferrocarriles y telégrafos, la seguridad personal y los interesesdel pueblo y habitantes; que forme las hojas de servicios bien de-talladas y comprobadas de los jefes, oficiales y soldados; que pro-curen trabajo a los que quieran dejar el servicio y que en todos losactos continúe dando el Ejército el ejemplo más alto de orden ymoralidad.»

    Para sustituir a Redo en la gubernatura del estado, desdeque llegó Bonilla a Sinaloa, el de mayo, propuso a los doctoresMartiniano Carbajal y Enrique González Martínez, siendo esteúltimo el secretario general de gobierno del Estado. Madero, paraatraerse el apoyo de los ricos hacendados, industriales, mineros y comerciantes porfiristas, aprobó a González Martínez para go-bernador interino y se lo propuso a su vez, el de mayo, al pre-

    sidente interino Francisco León de la Barra. Al día siguiente, portelegrama, León de la Barra, a través de Madero, desde CiudadJuárez, le indica a Redo la conveniencia de que a su renuncia losustituya González Martínez.

    Durante las negociaciones, antes de la toma de Culiacán,Bonilla y Banderas le propusieron a Redo que González Martínezlo sustituyera en la gubernatura. Cuando finalmente Culiacán fue

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    tomada por las fuerzas revolucionarias, Madero ya no creyó ne-cesario que el gobernador interino fuera González Martínez, te-legrafiándole a Bonilla, el primero de junio, a través de Martín

    Espinosa, desde Tepic, lo siguiente: «Celebro capitulación Culia-cán. Que Legislatura nombre gobernador usted indique, el cualocupárose pacificar y reorganizar estado. Usted marche Méxicolo más pronto posible».

    Con el aval de Madero, Bonilla se decide por su cuñado, CelsoGaxiola Rojo; luego de lograr el apoyo de la Junta Militar, Bonillainstruye a los diputados de la XXV Legislatura local, para que ensesión del de junio nombren gobernador interino a Celso GaxiolaRojo, de acuerdo al artículo de la Constitución de Sinaloa.

    La Legislatura estaba constituida por porfiristas nombradospor Redo, que durante el resto de su gestión se dedicaron a legiti-mar los actos del poder imperante. Más allá de lo que se firmó enel Convenio de Ciudad Juárez, hubo acuerdos no suscritos entreMadero y Carbajal, como lo deja claro Madero el de mayo deese año en su manifiesto a la nación dando a conocer el triunfode la Revolución: «he aceptado en nombre de la Revolución quesigan funcionando las Cámaras de la Unión y las Legislaturas delos Estados [...] Siempre que [...] Acepten esas cámaras al nuevorégimen». Los diputados naturalmente aceptaron todo.

    Conociendo Bonilla la visión estratégica de Madero y paraestar a tono, establece una alianza con los oligarcas regionales alnombrar a Gaxiola Rojo, quien se desempeñaba como tercer ma-gistrado propietario del Supremo Tribunal de Justicia; no perte-necía, pues, al bando de la revolución. Bonilla se convirtió en elnuevo líder que la oligarquía sinaloense necesitaba para la nueva

    época. (Alarcón, : -)

    Félix Brito sostiene que Celso Gaxiola Rojo era un respetablemiembro de las viejas familias sinaloenses:

    Nació en la Villa de Sinaloa en , avecindándose en Culia-cán desde ; casó con Beatriz Andrade, hija de Francisco M.

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    Andrade; diputado al Congreso de la Unión en ; juez de Se-gunda Instancia en Culiacán en , notario público de Culia-cán, magistrado del Supremo Tribunal de Justicia del Estado en

    - y en -. (Alarcón, : )Por su parte, Víctor Hugo Aguilar Gaxiola lo ubica como orador

    oficial en la ceremonia del de mayo de y en la Junta Patriótica en (Aguilar, : ). El tránsito de Gaxiola Rojo por el poder fueefímero, pero sus acciones revistieron una importancia sin igual parael desarrollo de los sucesos protagonizados en esos días en Sinaloa.

    El de junio de el Congreso del Estado asumió como un he-cho la renuncia de Diego Redo de la Vega y nombró a Celso Gaxio-la Rojo gobernador interino de Sinaloa; el llamó a elecciones paraconcluir el período iniciado por Francisco Cañedo en y conti-nuado por Eriberto Zazueta y Diego Redo de la Vega, que finalizaríaen . Las elecciones se realizarían el de septiembre inmediato.

    El gobernador Gaxiola enfrentó varios problemas de mayúsculasproporciones, a saber:. Las elecciones para gobernador;. la demanda de los grupos tamazuleños para ajusticiar al coronel

    Luis G. Morelos, acusado de cometer actos vandálicos en aque-lla región;

    . el desarme de las fuerzas revolucionarias; y. el desorden económico que empezó a mostrarse sobre todo por el

    ocultamiento de los productos de primera necesidad para la po-blación, como eran el maíz, frijol, café y azúcar.

    En lo que concierne al segundo asunto, Alarcón Amézquita

    (: ) sostiene que: «A las : de la noche del de junio, sepresentaron en el cuarto de Chico Quintero los jefes Agustín Bel-trán, Mariano Quiñónez y Mateo de la Rocha con una fuerte escolta,recogieron a Morelos y al mayor Agustín del Corral y los condujeronal panteón municipal». El coronel Morelos fue fusilado por los revo-lucionarios de Tamazula, cobrándose por su mano la justicia que em-pezaba a desfigurarse en esos primeros días de la revolución.

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    Ante la presencia de estos acontecimientos, Diego Redo de la Vegasintió que la inseguridad rodeaba su persona y solicitó salir del estado,obteniendo el salvoconducto y la protección de Juan Banderas, quien

    designó un tren especial con hombres armados al mando de suhermano Emilio para que lo escoltaran hasta la frontera con Nogales y, a partir de ahí, dispusiera el camino que lo llevó a París, donde seconvirtió en secretario particular del general Porfirio Díaz. El generalHiginio Aguilar, quien comandaba las tropas federales en Culiacán,fue llevado a Altata para que se trasladara a Guaymas, donde se pre-sentó al comandante federal de ese puerto.

    Respecto al tercer asunto, el de junio, Gaxiola le comunicó ala Junta Militar la orden emitida por Emilio Vázquez Gómez, secre-tario de Gobernación, donde le indicaba proceder inmediatamenteal licenciamiento de las tropas revolucionarias, anexando las órdenespara que los bancos regionales le entregaran pesos para sufra-gar los haberes y costos de viaje. Banderas, sabedor de que la entre-ga de las armas dejaría a los revolucionarios a merced de sus antiguosenemigos, «Inconforme [...] con el licenciamiento, lo retardó esperan-do que la mayor parte de sus hombres se integraran a los cuerpos deseguridad pública» ( Ibíd.: ). El día el secretario de Gobernaciónapresuró el licenciamiento, pero Banderas lo retardó y el contestóque a pesar de contar con el dinero necesario ya no licenciaría mástropas, quedando en consecuencia muchos elementos con armas enla mano —argumentando que eran de su propiedad— y tropas revo-lucionarias que, bajo el nombre de «fuerza rural» y a las órdenes dela Junta Militar, se oponían terminantemente al regreso del Ejércitofederal a Sinaloa.

    Celso Gaxiola Rojo fungió como gobernador interino del de ju-

    nio al de agosto de , fecha en que entregó el Ejecutivo a JuanBanderas. Los grupos revolucionarios integrados en la Junta Militar,desconfiaron de Gaxiola desde un principio porque mantenía rela-ciones familiares con Manuel Bonilla, antiguo gerente de la SinaloaLand Co. y funcionario del gobierno cañedista, lazos que lo ligaban alos grupos terratenientes de la entidad; a pesar de ello, Manuel Bonillahabía sido electo presidente del Club Antirreeleccionista de Culiacán

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    en la gira proselitista que inició Madero en ; esa identificación enla campaña y su capacidad profesional le permitieron que posterior-mente el presidente Francisco I. Madero lo integrara a su gabinete.

    En su breve gestión, Gaxiola convocó a elecciones, la cuales seefectuaron el de septiembre de bajo el gobierno de Juan Ban-deras. Compitieron dos candidatos: José A. Meza, impulsado por losmaderistas moderados y quien contó con el apoyo del gobierno fe-deral, y el profesor José Rentería, respetado liberal chinaco que par-ticipó en la guerra de Intervención francesa como instructor del con-tingente que comandó Rosales en la batalla de San Pedro, quien erarespaldado por los maderistas inconformes con los Tratados de Ciu-dad Juárez. Durante el proceso, los partidarios de Rentería realizaronmanifestaciones y marcharon desde el de junio por las ciudades y villas del estado exigiendo la renuncia de los diputados y magistradosdel viejo régimen.

    Por su parte, el gobernador Gaxiola Rojo, siguiendo la tradicióndel viejo régimen, convirtió a Meza en el candidato oficial y dispusola estructura gubernamental a su servicio. Los renteristas, temiendoque el gobernador efectuara un fraude electoral, se radicalizaron y apartir del de julio también exigieron la renuncia del gobernador.En la propaganda distribuida durante las manifestaciones simultá-neas en las principales ciudades del estado, explicaron sus demandas,entre ellas celebrar una solemne manifestación de protesta, pacífica yordenada, con el objeto de conseguir la renuncia de los representan-tes de los poderes gubernamentales en Sinaloa —es decir, del goberna-dor interino, los diputados y los magistrados—, uno por no llenar lasaspiraciones populares y los otros por haber pertenecido a la tiráni-ca administración anterior, de quienes evidentemente había que des-

    confiar para hacer, en su oportunidad, las debidas sustituciones porelección popular.

    Gaxiola Rojo no soportó la presión popular y renunció el deagosto; en consecuencia, el Congreso local, acatando la voluntad delpueblo ya levantado en armas y por indicaciones de la Junta Militar,nombró gobernador interino al general Juan M. Banderas. Así termi-

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    naron los días del gobierno de Gaxiola, tiempo en el que atendiólos más graves problemas que se habían presentado en Sinaloa.

    El otorgamiento del poder Ejecutivo —conquistado mediante

    una revolución— a un miembro de la oligarquía perdedora y con elpleno consentimiento de los triunfadores, a fin de que se convocarainmediatamente a las primeras elecciones para nombrar gobernadormientras se ordenaba el licenciamiento de la tropa revolucionaria,era una situación inédita en Sinaloa; sin embargo, se puede afirmarque Celso Gaxiola Rojo cumplió con la responsabilidad que el presi-dente Madero le encomendó: contener durante dos meses a los gru-pos y las demandas revolucionarias.

    B

     Ε A G, V H (). Las familias poderosas delcabildo Culiacán -. Culiacán: /Ayuntamiento de Culiacán.

     Ε A A, S A (). En la línea de fuego. Juan M. Banderas en la Revolución. Culiacán: H. Ayuntamiento de Cu-liacán.

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    J M. BSe forjó al calor de la batalla

    C E R J

    De cuna humilde, creció viendo y sintiendo las injusticias del régi-men porfiriano, al cual combatió hasta su muerte, defendiendo alpueblo con las armas y a mano limpia, como sus ideales. Estaba cons-ciente de que para lograr su objetivo, ocupaba el apoyo militar y po-lítico, mismo que poco a poco obtuvo gracias a su liderazgo popular y de su astucia.

    No se perdió en el tentador laberinto político, que fue un largo y si-nuoso camino, pero tomó decisiones algo maquiavélicas para el efecto.Lo cual le acarreó problemas con sus detractores locales como RamónF. Iturbe y Manuel Bonilla, y a nivel nacional con Francisco León de laBarra y el mismo Francisco I. Madero, a pesar de que Banderas se ini-ció como revolucionario apoyando el Plan de San Luis. Gracias al apo- yo popular, su liderazgo, sus triunfos y como gestor en la presidenciade la Junta Militar del Estado, logró la gubernatura interina sinaloense

    Único gobernador sinaloense que defendió con éxito la soberaníadel Estado, en contra del gobierno federal; logró la efectividad del su-fragio, cuando se realizaron elecciones para gobernador, apoyó al can-didato ganador, José Rentería, derrotando al grupo porfirista-redista.No se dedicó a satisfacer ambiciones personales, no entró en con-tubernio con los Científicos (porfiristas) y caciques. Encaró a los deideología convenenciera.

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    Oriundo de Tepuche, municipio de Culiacán, nació un de ju-nio de   Juan Manuel Banderas Araiza, conocido como el Aga-chado, esto por un defecto físico que lo obligaba a caminar encorva-

    do, fue un hombre corpulento y fuerte que medía . m de altura.Sus padres fueron Francisco Banderas Valenzuela y María Jesús Arai-za Castañeda. (Alarcón, : )

    Su padre lo reconoció legalmente a la edad de años, se le regis-tró como Juan, pero Banderas se anexaba Manuel. Cabe mencionarque recibió educación primaria.

    Antes de abanderar la causa revolucionaria, Banderas laboró enuna empresa minera explotada por norteamericanos. Menciona elhistoriador Antonio Nakayama que el valor personal, la reciedum-bre de su carácter y el odio a la injusticia, hicieron que la juventuddel nacido en Tepuche fuera azarosa. Claro ejemplo de esto es cuan-do en cierta ocasión miró a un minero (capataz) estadounidense quegolpeaba a un trabajador, intervino y a fuerza de puñetazos impidióque continuara castigándolo. Incluso Juan Manuel ya tenía noticiasde que trataba a los trabajadores como a bestias y ya había asesina-do a varios de ellos. Entonces el yanqui enfurecido sacó la pistola yBanderas se vio obligado a desenfundar la suya y lo mató, motivo porel cual fue perseguido por las autoridades hasta el estado de Duran-go; por su valentía y capacidad no lo aprendieron, así llegó al mineralllamado San Fernando, donde nuevamente escapó de sus persegui-dores en forma peliculesca y sin apoyo alguno hizo frente a rurales,dándose a la fuga a punta de balas (Nakayama, : ). Era un hom-bre arrojado que le hacía honores a los pantalones que traía puestos,ahora sí que éste era un Juan sin miedo, tirando balas y a mano limpiadefendió al pueblo y sobre la marcha tuvo tintes políticos.

    Para ubicarnos geográficamente es conveniente mencionar que elmineral de San Fernando, enclavado en la sierra duranguense, en loslímites con Sinaloa y Chihuahua, se encontraba a km de Culiacán(Alarcón, op. cit.: ). Posteriormente se escapa a la sierra de Badira-

    Archivo Histórico General del Estado de Sinaloa, Fondo del Registro Ci- vil, Culiacán, , Libro , Acta , Foja .

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    guato y se escondió próximo a Santiago de los Caballeros, en un lugarconocido como Los Placeres.

    Para Banderas regresa a Culiacán, y Fortunato de la Vega, ca-

    cique de una extensa zona de los altos de Culiacán y quien se signifi-có como un decisivo protector de los habitantes de la región, arreglótodo para que ya no se molestara a Banderas, lo tomó bajo su cuida-do y lo comisionó como guardián de sus fundos mineros. (Nakaya-ma, op. cit.: )

    Se fue a vivir a Eldorado, acompañado de su familia, mantuvo unarelación amistosa con la familia Redo, aunque posteriormente tuvierandiferencias políticas. Cuando Diego, sobrino de Fortunato, se convirtióen gobernador del estado, Banderas se incorporó al Cuerpo de PolicíaRural de la Federación. Como jefe de un destacamento de rurales, conel grado de cabo, se encontraba en Mazatlán, cuando sucedieron elenfrentamiento de Cabrera de Inzunza y el asesinato de Gabriel Le- yva Solano ( de junio de ) y días después recibió orden de mo- vilizarse con su destacamento a la villa de Sinaloa para resguardarla,pero afortunadamente tomó la decisión de unirse a la causa revolu-cionaria con los rurales que mandaba, la cual había iniciado el denoviembre de , con el Plan de San Luis Potosí, encabezado porMadero, en contra de la dictadura de Porfirio Díaz.

    Es conveniente mencionar la acusación que la esposa del finadoLeyva Solano, doña Anastacia Velásquez, presenta a la Junta Militar,siendo esta Junta un órgano emanado del proceso revolucionario ala huida del gobernador Diego Redo, en la primera toma militar deCuliacán. La viuda de Leyva manifiesta que su esposo fue fusilado,sin formación de causa, por delito de rebelión, siendo para ella Redoquien dio orden de fusilarlo, teniendo como cómplice a Ignacio M.

    Gastélum y Antonio Barreda, Juez de Primera Instancia y Prefectodel Distrito de Sinaloa, respectivamente.

    El de septiembre de se estableció, en el Congreso del Es-tado, la Comisión del Jurado, para estudiar la mencionada denuncia.Estando como gobernador interino Banderas, quien días después en-tregó la gubernatura a José M. Rentería, a pesar de Manuel Bonilla ydel propio Francisco I. Madero.

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    Ignacio M. Gastélum, en , publicó el dictamen de la Comi-sión de Jurado del H. Congreso del Estado de Sinaloa, para con ellohacer una justificación de carácter personal, ya que no aparece como

    culpable, pero con el afán de lavar su nombre hundió a Redo y Barre-da (López, : -), ya que a través de telegramas cifrados en clavesecreta, entre ambos, se puede deducir que Redo insinuó a Barredatal ejecución: «Recomiendo a usted que al ser aprehendido Leyva ydespués de ver si es posible que confiese los móviles que le han obli-gado a provocar estos desórdenes, no vaya a fugársele en el camino ala llegada a Sinaloa. Por tren de hoy ( de junio) le envío doce ruralesmás». Obviamente era aplicarle la famosa ley fuga.

    El historiador Gilberto López Alanís comenta que doña AnastasiaVelázquez, quien sufrió en carne propia el embate de la represión delrégimen porfirista, es una mujer que merece una atención especial porlos historiadores y cronistas regionales, por su destacado desempeñoen los prolegómenos de la Revolución mexicana en Sinaloa y en el de-sarrollo de la misma, ya que su esposo e hijo participaron directamen-te; ella tuvo el valor de combatir con las armas de la legalidad en tornoal asesinato del protomártir de la Revolución en Sinaloa.

    Enfrentar al gobierno, hechura de la dictadura porfiriana, no fuecosa fácil para esta mujer de batalla, se requiere de gran valor, comoen aquel entonces demostró Banderas. Creo que en ambos, la huellade su canto echó raíces.

    Amado A. Zazueta, apasionado maderista, avecindado en Culia-cán, originario de Sataya, llamó a Banderas para que fuera el jefe su-premo del movimiento maderista en Sinaloa, quien aceptó el cargo.

    El de enero de el intento de Banderas para secuestrar al go-bernador se vino abajo porque los conspiradores fueron delatados

    por Joaquín Valdez.Banderas se fue al monte y organizó las primeras guerrillas, así los

    revolucionarios, entre ellos Francisco Ramos Esquer, lo nombraron jefe de guerrillas. Con hombres decidió atacar Tamazula, Duran-go, iniciando las operaciones militares de estos maderistas sinaloenses.Le pide al director político, Ruperto Rodríguez, que entregue la plaza,pero no tuvo respuesta. Iturbe se incorpora con hombres a los ma-

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    deristas; en breve y reñido tiroteo Tamazula quedó en poder de los re- volucionarios el de enero. Antes del ataque, el Agachado ordenó asus hombres que si tomaban Tamazula, no se embriagaran, respetaran

    familias y hogares, evitaran saqueos y quien desobedeciera recibiría uncastigo ejemplar. En las poblaciones donde triunfaron, los maderistasnombraron autoridades y en los préstamos forzosos que hacían entre-gaban vales firmados por los jefes, prometiendo pagarlos al triunfar elmovimiento. (Alarcón, op. cit.: -.)

    Es conveniente plasmar parte de la entrevista que el investiga-dor Saúl Alarcón Amézquita, entre otros, realizaron a Francisco Ra-mos Esquer, veterano de la Revolución. Al salir de Tamazula, el deenero, con la intención de atacar Topia, Durango, Agustín Beltrán seacercó a Banderas diciéndole que Iturbe llevaba la silla muy canteadapor el lado donde cuelga un morral, entonces, Banderas le grita a ésteque se detenga y al salir del río Tamazula le quitó el morral que estabarepleto de monedas de oro y plata, regañando a Iturbe. Iniciando asíla rivalidad entre estos dos maderistas.

    Después de la acalorada discusión, los jefes revolucionarios deci-den dividirse en dos columnas, una al oriente, hacia la región de To-pia, dirigida por Iturbe y Antuna, entre otros; y la otra marcharía alsureste, por la sierra de Durango, para acercarse a la Villa de Cosalá,Sinaloa, comandada por Banderas, Francisco Ramos Obeso y RamosEsquer, entre otros.

    Salió de Tamazula con hombres, iniciando una relampaguean-te campaña guerrillera, tomando varias poblaciones en la sierra queSinaloa comparte con Durango y Chihuahua. Cuando se dirigió alnoroeste, llegó a Santiago de los Caballeros, distrito de Badiraguato.Tanto él como Iturbe eran muy famosos por sus hazañas.

    Para ilustrar el inicio del panorama revolucionario, López Alanís,en su trabajo de investigación La Revolución en Sinaloa comenta quela lucha armada en Sinaloa no empezó en las ciudades, como en Pue-bla con los hermanos Serdán, sino al estructurarse la guerrilla minero-gambusina, la guerrilla ranchero-vaquera y la guerrilla campesino-labradora, que encontraron sus bases en la población rural y que, por

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    consiguiente, la Revolución en sus orígenes incluyó y representó a losproductores directos de la riqueza sinaloense, los trabajadores.

    El de febrero, los bandos maderistas suman fuerzas, hom-

    bres atacan el mineral de Topia, defendido por porfiristas, en-cabezados por Ruperto Rodríguez, derrotado anteriormente en Ta-mazula. Los jefes revolucionarios dejaron una parte de su tropamanteniendo el cerco y se retiran a Canelas, mientras que Banderasregresó al sur a desplegar su campaña guerrillera, ocupando el Tomi-nil. Por órdenes de éste, Antonio M. Franco tomó el mineral de Gua-dalupe de los Reyes, el de marzo y el de marzo entran por segun-da vez a Guadalupe de los Reyes, ahora encabezados por Banderas.

    Los maderistas atacan nuevamente Topia el de marzo y des-pués de dos días de combate se rinden los gobiernistas. Los revo-lucionarios se apoderaron de un rico botín de armas y capturaron prisioneros. Con su columna revolucionaria se movió al sures-te, al distrito de San Ignacio y se apoderó del mineral de Ajoya y sindetenerse mucho llega el de marzo a las afueras de San Ignacio y apunta de bala se apoderan del lugar.

    Las tropas federales que venían en auxilio de San Ignacio esta-ban comandadas por el coronel Morelos, Banderas tuvo dos tiroteoscon éste, antes de romper el cerco que pretendía tenderle y aunquefue herido en una pierna, continuó su retirada hacia el Tominil, peroMorelos no se atrevió a seguirlos a la sierra de Durango y se regresóa Culiacán. ( Ibíd.: -.)

    Nakayama menciona que el combate más importante que sostuvocontra Luis G. Morelos, fue en El Aguajito, donde ninguno resultó vic-torioso. Sin embargo, el historiador Sinagawa, sostiene lo contrario afavor de Banderas.

    Posteriormente se dirigió a Culiacán, donde se reunieron los de-más grupos maderistas para poner sitio a la plaza, que fue tomadapor ellos al poner en práctica unas tácticas con las que contrarres-taron la efectividad de las armas de los federales, muy superior a lasque ellos traían. Recibió de Francisco I. Madero el grado de general y el nombramiento de jefe de la Junta Revolucionaria de Sinaloa, ypoco después, por renuncia del gobernador interino, Celso Gaxiola

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    Rojo, se hizo cargo del gobierno hasta que lo entregó a don José Ren-tería, electo Gobernador Constitucional.

    Fue acusado por sus enemigos políticos ante el gobierno federal

    como responsable del fusilamiento de Luis G. Morelos, pero la ver-sión del pueblo es que fue justo el fusilamiento.Héctor R. Olea manifiesta que Morelos, en su pasión por el ré-

    gimen porfirista, fue inhumano y cruel ejerciendo el derecho de losfuertes, los días y de abril, permitió el saqueo general de Ta-mazula, la soldadesca cometió atropellos, violaron mujeres, robaron,incluso Morelos mandó fusilar a dos maderistas y hasta dos ciegos,además ordenó fusilar a todos los vestidos de amarillo (kaki) por sieran revolucionarios. (Olea, : )

    Banderas fue a la ciudad de México a defenderse del cargo (fusila-miento), pero al llegar lo apresaron. Provocando esto una ruptura totalcon los maderistas y aunque Banderas estuviera en México no fue unimpedimento para que tuviera contacto con los sinaloenses, que ahoraserían zapatistas, ya que banderas sumó fuerzas con Emiliano Zapata,quien había enarbolado el Plan de Ayala en contra del presidente Ma-dero. Cabe mencionar que años más tarde Banderas es comisionadopor Zapata, como observador a la Convención de Aguascalientes.

    El mencionado Plan de Ayala acusaba al presidente de habersededicado a satisfacer sus ambiciones personales, violando la sobera-nía de los estados, burlando el sufragio efectivo, entrando en contu-bernio con algunos científicos (porfiristas) y caciques. Así los lealesa Banderas, se levantan en armas, en Navolato un febrero de ,figurando entre ellos Manuel Vega, Antonio M. Franco y FranciscoChico Quintero, teniendo como pretexto reunirse para una fiesta,pasando lo mismo en Eldorado.

    Aunque la rebelión se miró bien en la toma de Concordia, Cosalá, y Culiacán, no fue lo suficiente, ya que sus discordias, división y dis-persión, fueron factores que aprovecharon los maderistas como Itur-be y Ojeda, ambos generales, y el coronel Pereyra, para derrotarlos amediados de julio de .

    El de abril de Banderas sale de la cárcel, y de inmediato secomunicó con familiares y amigos para que se le reunieran en el cuartel

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    general de Zapata, en Morelia. A fines de abril inició el reclutamien-to y la organización de la brigada de la Caballería Banderas, pasan-do a formar parte del Ejército Libertador Zapatista. De esta forma se

    arranca atacando, con su brigada, las guarniciones federales de la es-tación y hacienda de San Miguel Treinta, a seis km; al norte de Zaca-tepec, en Morelos.

    Cabe mencionar el llamado de Alarcón Amézquita, historiadorregional, sobre la necesidad de investigar sobre la acción revolucio-naria de Banderas fuera de Sinaloa.

    Después tomó la causa villista y pasó a Sinaloa a operar contra losconstitucionalistas. Así, dirigidos por Banderas y Orestes Pereyra, en-tre otros generales, entran por la parte norte del estado, donde tu- vieron refuerzos de la gente que seguía al indígena cabecilla FelipeBachomo, ya que el general Enrique Estrada, jefe de la división decaballería del Noroeste, concentró sus tropas en la Villa de El Fuertepara esperar la acometida, que tuvo lugar el de noviembre de ,dos mil hombres atacaron la población que, aparte de las fuerzas deEstrada, estaba defendida por las de los generales Mateo Muñoz y Je-sús Madrigal. La lucha fue enconada durante tres horas, los villistasque resintieron fuertes pérdidas, se retiraron y en la misma noche delmismo día intentaron nuevamente la toma en cuatro ocasiones, peroal no lograr los objetivos se retiraron, dirigiéndose a Jahuara, dondefueron derrotados por los soldados de Muñoz y Sepúlveda, cayendoprisioneros los generales Pereyra y Jiménez, quienes fueron fusilados junto con jefes y oficiales.

    Los villistas se dispersaron por la región y no les quedó más querendirse, y el de diciembre en Movas, Sonora, Banderas depuso lasarmas ante el general Madrigal, siendo llevado a México en calidad

    de prisionero.A lo largo de su trayectoria revolucionaria fue prisionero en Gua-

    dalajara y en Lecumberri.En esos lugares conoció a zapatistas y villistas, incluso al mismo

    Francisco Villa, y en ambos bandos se desempeñó como general, enocasiones de Brigada o de División.

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    Al separarse de Villa, y en la cárcel, le pide a Carranza lo incorporea su ejército reconociéndole su grado militar. Así, desde octubre de, hasta su muerte, comandó una columna del Ejército Nacional

    El coronel Miguel A. Peralta que a la sazón era diputado federal,no se sabe por qué motivos lanzó graves injurias al revolucionariosinaloense desde la tribuna del Congreso, y el de febrero de ,encontrándose Juan en la pastelería El Globo, entró Peralta al esta-blecimiento, lo que hizo que aquél exclamara: «¡Aquí viene este dipu-tado... que me insultó en la Cámara». La reacción del coronel fue latípica de los que zahieren o insultan en ausencia a una persona, peroque al enfrentársele más todavía si el ofendido es hombre de la serie-dad y reciedumbre que caracterizaban a Banderas se achican y no tie-nen más recursos que «rajarse», o bien «madrugarle» al adversario, ya que el miedo inhibe para encarar la situación en forma decidida;así que, presa de pánico, sin esperar a que su enemigo hiciera ademánde empuñar arma, que no traía, sacó la pistola y la descargó sobre elsinaloense, quien quedó muerto en el sitio. En la pastelería El Globo,el miedo de un hombre epilogó la vida batalladora de Juan Banderas;nueve años más tarde, en Huitzilac, finalizó la de su victimario.

    D -

    Banderas desde el inicio fue muy claro en sus ideales revolucionarios,por ejemplo antes de tomar Tamazula, le dijo a sus hombres que él nose había lanzado a la lucha para robar ni cometer actos vandálicos yque la realización de cualquiera de esos comportamientos despresti-giaría a la causa, echándose de inmediato la persecución del gobierno

     y la del pueblo. Así pues, él no solaparía ningún acto de ésos. Pruebade ello es el caso, ya comentado de Iturbe, al quitarle el morral le gri-ta a su cara: «ya dijimos que no andábamos robando, que respetare-mos los hogares y las familias y tú te acabas de sacar este morral dedinero, no importa quién sea la víctima, lo malo es que lo hayas qui-tado». La discusión que surgió de este enfrentamiento, lo más segurohubiera terminado con balas, afortunadamente intervinieron Conrado

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    Antuna y Agustín Beltrán. Desde este momento surge la rencilla en-tre ambos revolucionarios. Y desde luego era de esperarse, Juan noamasó fortuna, pero Iturbe terminó convertido en empresario y for-

    mó parte del grupo de generales revolucionarios constitucionalistassinaloenses que se enriqueció a través del peculado y la corrupción.Por otra parte, con quien también tuvo problemas Juan, fue con

    el ingeniero Manuel Bonilla. Estas dificultades empiezan cuando Bo-nilla llegó a Sinaloa como representante de Francisco I. Madero. Elingeniero pretendió se le reconociera como cabeza del movimiento,pero los jefes de las guerrillas preferían a Banderas para el efecto, estose tornó más fuerte cuando al rendirse el coronel Morelos, no quisoentregar su espada a otro jefe que no fuera Banderas. Además la or-den de fusilar a Morelos tuvo tintes políticos en contra de Juan, au-nado a esto el problema generado con Iturbe.

    A pesar de las intrigas contra Banderas, éste logró obtener el nom-bramiento de gobernador interino, lo cual molestó más a Bonilla.

    Alberto García Granados, se hizo cargo del ministerio de gober-nación, recibió informes proporcionados por los enemigos del go-bernador Banderas, quienes estaban encabezados por Bonilla, paraque Juan renunciara a fin de que la Legislatura nombrara en su lugaral doctor Maxemín, vecino de Mazatlán, a cuya candidatura Bonillahabía palomeado; desde luego la indignación de Banderas fue muygrande.

    En este momento histórico, inolvidable de lucha soberana y valorcívico, surgió una respuesta firme, temeraria y pública del entoncesgobernador maderista, a través de un trascendente manifiesto quehizo época y aquilató la verdadera conciencia y valor de Banderascomo ciudadano revolucionario y gobernante:

    Mi gobierno ha creído de su deber no acceder a los caprichos an-tipatrióticos del señor ministro de gobernación, y creo que tam-poco accedería la H. Legislatura, ni mucho menos el patriotapueblo sinaloense, porque según los artículos y de la Cons-titución Federal, la soberanía reside esencial y originalmente enel pueblo y los estados de nuestra entidad federativa son libres y

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    soberanos en su régimen interior, de donde se deduce que el go-bierno federal no puede legalmente inmiscuirse en los asuntos in-teriores de Sinaloa, sino en los casos previstos por el mismo pacto

    federal. (Figueroa, : -) Admitir, pues, que el Ministerio de Gobernación, quite y pongagobernadores en el estado, cosa que sólo puede hacer el pueblosinaloense, por medio del voto público o del Congreso, que es surepresentante, sería dar el primer paso en el camino espinoso deuna nueva dictadura, como la del expresidente Díaz, que tantosmales causó a la nación, y por la cual se acaba de derramar la san-gre de nuestros hermanos en los campos de batalla. (Nakayama,op. cit.: )

    Banderas le advierte al Ministro de Gobernación que el pueblo si-naloense no está dispuesto a someterse a su veleidosa voluntad y quedefenderían con las armas la soberanía del estado.

    A los días de publicado el manifiesto ( de agosto de ), unconvoy con tropas federales llegó a Culiacán. Pero en la estación fe-rroviaria ya estaba Banderas y su secretario de gobierno, acompaña-dos de sus tropas leales bien fortificadas. (Figueroa, op. cit.: )

    Ante el panorama, los federales se siguieron de largo rumbo a So-nora, y desde ese instante el de Tepuche quedó significado como elúnico gobernador que impidió se violara la soberanía sinaloense.

    Cuando por segunda vez los maderistas entran a Guadalupe delos Reyes, encabezados por Banderas, tres de sus hombres se entre-garon al pillaje, estos fueron fusilados por orden de el Agachado; los jefes de la revuelta apoyaron la acción, y declararon que estaban dis-

    puestos a continuar con estos actos de justicia mayor en su gente,pues no querían ladrones a sus órdenes.

    Este tipo de ejecuciones fueron aprovechadas por sus detractoreslocales, escritores y políticos capitalinos de la época que lo descri-bían como un matón vulgar, ignorante y arbitrario, incluso lo califi-caron como una amenaza para el mundo.

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    La frase «A río revuelto ganancia de pescador», no era uno de susobjetivos, pero sus órdenes tipo Maquiavelo: «El fin justifica los me-dios», le causaron muchos problemas a Juan M. Banderas. Y entre

    otras, él no era un «agachado mental» sino un revolucionario cons-ciente y autoconsciente de su objetivo, que encaró a políticos y mili-tares que tenían una «ideología convenenciera».

    B

     Ε A A, S A (). En la línea de fuego, Juan M. Banderas en la Revolución. Culiacán: H. Ayuntamiento de Cu-liacán.

     Ε A H G E S, Fondo delRegistro Civil, Culiacán, , libro , acta , foja . 

    Ε A H S D N,Archivo de Cancelados, Exp. Gral. Juan M. Banderas, //-, f. .

    Ε F D, J M (). «Juan M. Banderas: ¿ángel o de-monio?», en Presagio, noviembre, núm. , año , Culiacán.

    Ε L A, G J. ().  La flamígera acusación de doña Anastasia Velázquez Vda. de Leyva, ra. edición, junio. Culiacán: Ar-chivo Histórico General del Estado de Sinaloa.

     Ε N A, A (). «Juan M. Banderas, la leyenda ne-gra y la realidad», en Presagio, noviembre, núm. , época , Culiacán.

     Ε O, H R. (). La Revolución en Sinaloa. Culiacán: Centrode Estudios Históricos del Noroeste, A. C. Campus Culiacán.

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    J M. BGobernador revolucionario de Sinaloa

    N V S

    Antonio Nakayama escribió las semblanzas biográficas de signifi-cativos personajes sinaloenses, que fueron publicadas en una pri-mera edición bajo el sello del Instituto Nacional de Antropologíae Historia: Sinaloa, el drama y sus actores. Uno de los biografiadospor la pluma de quien ha sido reconocido como el padre de la his-toria moderna de Sinaloa fue el general Juan M. Banderas. En élsostiene que:

    De vez en vez aparecen artículos sobre Juan M. Banderas, el jefemaderista más destacado de Sinaloa, pero siempre se insiste enque este notable revolucionario fue un vulgar matón, un tipoignorante, arbitrario, en fin, una amenaza para todo el mundo.¿Cómo y por qué nació esa siniestra leyenda que ha llenado de vilipendio al hombre que hizo posible el triunfo del maderismoen Sinaloa? Los que han escrito sobre su personalidad han veni-do repitiendo lo que se dijo desde los días en que Banderas tuvoque dejar la entidad sinaloense para ir a la ciudad de México paradefenderse de los cargos que se le hicieron por el fusilamiento del

    coronel Luis G. Morelos, pero nunca se han preocupado por in- vestigar la verdad histórica. Juan M. Banderas nació en Tepuche,municipio de Culiacán, Sinaloa, alrededor del año . Su valorpersonal, la reciedumbre de su carácter y su odio a la injusticia hi-cieron que su juventud fuera azarosa.

    En cierta ocasión en que vio que un minero norteamericano—que trataba a los peones como a bestias y ya había asesinado a

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     varios de ellos— golpeaba a un trabajador, intervino y a fuerza depuñetazos impidió que siguiera castigándolo. Enfurecido, el yan-qui sacó la pistola y Banderas se vio obligado a desenfundar la

    suya y lo mató. Por tal motivo las autoridades se lanzaron en supersecución y fueron en su busca hasta el estado de Durango. Enesta ciudad escapó de ser aprehendido y fue a parar al mineral deSan Fernando, donde nuevamente eludió a sus perseguidores enuna forma peliculesca, ya que sin ningún auxilio hizo frente a rurales y a punta de bala pudo darse a la fuga. Don Fortunato dela Vega, cacique de una extensa zona de los altos de Culiacán yquien se significó como un decisivo protector de los habitantes dela región, arregló todo para que ya no se molestara a Banderas; lotomó bajo su cuidado, lo comisionó como guardián de sus fundosmineros y cuando su sobrino Diego Redo tomó posesión del go-bierno del estado se lo impuso como guardaespaldas. Se ha dichoque fue caballerango de don Diego, pero esta versión nos parececompletamente falsa, ya que Banderas no era hombre de caba-llo, ni conocía de equinos, y tal vez empezó a montar en el cor-to tiempo en que sirvió en el Cuerpo de Rurales. Al iniciarse lacampaña de Madero, Juan hizo suyas las ideas maderistas, y el de noviembre de salió de Culiacán en compañía de algunosconjurados y se fue al monte, donde pronto reclutó gran cantidadde hombres y se convirtió en el cabecilla que más contingentepudo presentar en la lucha contra Porfirio Díaz.

    Tras de librar algunos combates, de los cuales el más impor-tante fue el que sostuvo contra el teniente coronel Luis G. Morelosen El Aguajito, en el que ninguno de los dos bandos resultó vic-torioso, marchó sobre la ciudad de Culiacán, donde se reunieron

    los demás grupos maderistas para poner sitio a la plaza, que fuetomada por ellos al poner en práctica algunas tácticas con las quecontrarrestaron la efectividad de las armas de los federales, muysuperior a la que ellos tenían. Banderas recibió de Madero el gra-do de general y el nombramiento de jefe de la Junta Revolucio-naria de Sinaloa, y poco después, por renuncia del gobernadorinterino, Lic. Celso Gaxiola Rojo, se hizo cargo del gobierno has-

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    ta que lo entregó a don José Rentería, electo gobernador consti-tucional.

    Acusado ante el gobierno federal como el responsable del fu-

    silamiento de Morelos, pasó a la ciudad de México a defendersedel cargo, mas cuando llegó al lugar de su destino fue aprisionado,permaneciendo en la cárcel hasta los días de la Decena Trágicaen que pudo huir de la capital y refugiarse con Emiliano Zapata,quien más tarde lo comisionó para que fuera como observador ala Convención de Aguascalientes. Después tomó la causa de Fran-cisco Villa y pasó a Sinaloa a operar contra los constitucionalis-tas. Jefaturadas por Banderas, Orestes Pereyra y otros generales,las fuerzas villistas invadieron la entidad sinaloense por la regiónnorte, donde recibieron el refuerzo de las chusmas que seguían alcabecilla indígena Felipe Bachomo, por lo que el general EnriqueEstrada, jefe de la División de Caballería del Noroeste, concentrósus tropas en la villa de El Fuerte para esperar la acometida, quetuvo lugar el día de noviembre de ; hombres atacaronla población, que aparte las fuerzas de Estrada, estaba defendidapor las de los generales Mateo Muñoz y Jesús Madrigal.

    La lucha fue enconada, mas al cabo de tres horas los villistas,que resintieron fuertes pérdidas, se retiraron a un lugar cercano,pero en la noche del mismo día nuevamente intentaron la toma dela plaza, lanzándose al asalto en cuatro ocasiones, mas al no lograrsu objetivo se retiraron definitivamente y se dirigieron a Jaguara,donde sufrieron una fuerte derrota que les propinaron los soldadosde Muñoz y Sepúlveda, cayendo prisioneros los generales Pereyra yJiménez, quienes fueron fusilados junto con jefes y oficiales. Los villistas se dispersaron por la región, pero acosados y ante la inuti-

    lidad de sus esfuerzos, no les quedó otro camino que el de la ren-dición, y el de diciembre siguiente, en Movas, Sonora, Banderasdepuso las armas ante el general Madrigal, siendo llevado a Méxicoen calidad de prisionero.

    Es indiscutible que todo lo que se ha dicho contra Banderasnació, por una parte, de su enemistad con el Ing. Manuel Boni-lla y, por otra parte, de los celos de más de un jefe revolucionario.

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    Bonilla, al igual que tantas personas que siguieron a Madero, ha-bía sido porfirista, pero cuando el país mostró su repudio hacia el viejo dictador, siguió el camino señalado por el apóstol y se ad-

    hirió al centro antirreeleccionista de Culiacán, culminando su ac-tuación como ministro de Comunicaciones del gabinete del Pre-sidente mártir.

    Las dificultades entre Banderas y Bonilla se iniciaron cuandoeste último estuvo en Sinaloa como representante de Madero. Tal vez su pretensión era que se le reconociera como cabeza del mo- vimiento maderista, pero se encontró con que los jefes de lasguerrillas miraban como tal al propio Banderas, y esto se robus-teció con el hecho de que al rendirse el coronel Luis G. More-los no quiso entregar su espada a otro jefe que no fuera Juan. Decualquier manera, su influencia era grande y pudo conseguir elnombramiento de gobernador interino para el Lic. Celso Gaxio-la Rojo, de quien era cuñado [...] El antecedente ya expuesto y larenuncia de Celso a la gubernatura al no poder controlar a las fuer-zas revolucionarias debido a la pugna que inició con Banderas, hi-cieron que Bonilla tomara animadversión contra éste.

    La designación del Gral. Banderas como gobernador en susti-tución de Gaxiola Rojo —que fue bien recibida— empeoró el es-tado de cosas, ya que Bonilla, dolido por la renuncia de su cuña-do, hizo lo que pudo para que se nombrara a otra persona que nofuera el revolucionario, y llegó a sugerir la persona de FranciscoM. Andrade, Papá Quico, suegro de Gaxiola y uno de los peorescaciques porfirianos, con la intención de que gobernara con manode hierro a los sinaloenses, pues de acuerdo con lo que el mismoBonilla estampó al respecto en una carta, «el que no quiera buen

    padre, que tenga mal padrastro». ( Ibíd.: -)

    Por su parte, Saúl Armando Alarcón Amézquita, en la más com-pleta y documentada investigación escrita hasta a la fecha sobre lapersonalidad, actuación política y militar del general de Tepuche, lle-gó a las siguientes conclusiones:

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    Juan Manuel Banderas fue formado en la escuela del nacionalis-mo liberal por el profesor Tito Flores, de quien recibió sus clasesde Historia Patria. En la Revolución asumió actitudes patrióticas

     y nacionalistas, destacando más como político y militar que comoagrarista; se caracterizó por ser el jefe militar más importante enSinaloa durante la revolución contra Porfirio Díaz y el sinaloensemás destacado de los que lucharon junto a Villa y Zapata.

    El liderazgo de Juan Banderas en la lucha armada de y sugestión como presidente de la Junta Militar del Estado le permi-tieron obtener el apoyo del pueblo para ocupar el cargo de gober-nador interino luego de la renuncia de Celso Gaxiola, pese a laoposición de Francisco I. Madero y del gobierno federal.

    Banderas se opuso al licenciamiento de las tropas revolucio-narias ordenado por el secretario de Gobernación, don EmilioVázquez Gómez, al gobernador Gaxiola Rojo, y si bien es ciertoque se licenció una parte de las fuerzas revolucionarias, tambiénlo es que muchos de ellos volvieron a sus hogares con las armasargumentando que eran de su propiedad; otros contingentes seincorporaron a la fuerza rural, que siguió las órdenes de la JuntaMilitar. Banderas se opuso terminantemente al regreso del Ejér-cito federal a tierras sinaloenses.

    Banderas ha sido el único gobernador sinaloense que ha de-fendido, y con éxito, la soberanía de Sinaloa, resistiendo la intro-misión en los asuntos estatales del gobierno federal, del presiden-te interino Francisco León de la Barra y sus ministros. Tampocoaceptó, de ningún modo, las «órdenes injerencistas, impositivasantidemocráticas de Madero».

    Su breve, pero sobresaliente gestión gubernamental, logran-

    do la efectividad del sufragio, garantizando el desarrollo tranqui-lo y legal de las primeras elecciones tanto para gobernador comopara los magistrados del Supremo Tribunal de Justicia del Estado,después de la caída de la dictadura, llevaría a destacados líderespolíticos maderistas a ofrecerle la candidatura a gobernador parael período -.

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    Durante su gestión, la Sra. Anastasia Velázquez, viuda de Ga-briel Leyva Solano, presentó a la Junta Militar su reclamo de jus-ticia por el asesinato de su esposo, el protomártir de la Revolu-

    ción en Sinaloa, acusando de este crimen al exgobernador DiegoRedo; al prefecto político del distrito de Sinaloa, Sr. Antonio Ba-rreda; al Lic. Ignacio M. Gastélum, juez de Primera Instancia; y alcoronel Ignacio Herrera y Cairo, jefe de los rurales y al mando dela fuerza ejecutora. El de septiembre se estableció en el Con-greso del Estado la comisión que conocería el caso, hundiendoGastélum a Redo y Barreda.

    El triunfo de la candidatura a gobernador de José Rentería,apoyado por los clubes políticos que pidieron la renovación delos poderes del Estado, constituyó la derrota electoral de la oli-garquía porfirista-redista, aliada del sector moderado de los ma-deristas sinaloenses encabezados por el Ing. Manuel Bonilla.

    Las diferencias políticas de Banderas con Madero, su des-acuerdo con los Tratados de Ciudad Juárez, haberse opuesto a lainjerencia de Madero en la política local y el respaldo popular conque contaba, que lo convertía en el más fuerte candidato a suce-der a Rentería en la gubernatura, motivaron que Madero, ya en lapresidencia de la República, en diciembre de , encarcelara algeneral de Tepuche.

    En febrero de la reclusión de Banderas fue determinante, junto con otras motivaciones, para que sus más fieles subordina-dos y amigos proclamaran el Plan de Ayala en Sinaloa.

    En y la destacada actividad militar de Banderas hizoque el general Emiliano Zapata le extendiera nombramiento de jefe de operaciones militares del Ejército Libertador en el Distrito

    Federal y en el estado de Puebla, con el grado de general de bri-gada y en el estado de Hidalgo, habiéndolo ascendido a generalde división.

    Banderas se incorporó al Cuerpo del Ejército del Norte, delEjército Convencionista, a las órdenes del general Francisco Vi-lla, porque concebía una estrategia diferente de la visión militardel zapatismo para el desarrollo de la guerra contra los constitu-

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    cionalistas, pero fue determinante en su decisión de separarse delEjército Libertador que Zapata y sus generales no hicieran su ma- yor esfuerzo por concentrar el grueso de sus fuerzas para cortar

    las líneas ferroviarias que abastecían a Obregón de los hombres ypertrechos militares enviados de Veracruz, con los que el sonoren-se logró vencer a Villa en las batallas del Bajío.

    Banderas fue el único sinaloense que alcanzó el grado másalto del escalafón del Ejército Convencionista, el de general de di- visión. En reconocimiento a su liderazgo militar, las fuerzas con- vencionistas sinaloenses de los generales Gaxiola y Riveros se pu-sieron a sus órdenes en agosto de , sumándose a la DivisiónBanderas.

    Por sus méritos militares, el general Francisco Villa le dio aBanderas el mando de varias brigadas de su ejército, incorporán-dolas a su División, para que comandara el ataque a los constitu-cionalistas en Sinaloa, simultáneamente al ataque que encabezóen Sonora, en la que fue la última ofensiva del ejército regular vi-llista antes de pasar a desarrollar una campaña guerrillera en .

    Entre los revolucionarios sinaloenses que apoyaron al gobier-no de la Convención coexistieron dos sectores: uno relativamen-te conservador, cercano al sonorense José María Maytorena, conobjetivos fundamentalmente políticos y al que pertenecían Fe-lipe Riveros, Macario Gaxiola y Rafael Buelna; y otro sector re- volucionario radical cercano a Villa y a Zapata, encabezado porlos generales Banderas y Bachomo, que tenían objetivos políticos,pero también sociales y agrarios.

    La participación de los yoremes al mando del general FelipeBachomo le dio al villismo sinaloense una faceta eminentemen-

    te agrarista.Su personalidad fue tal que siempre llevó una relación entra-

    ñable con su familia: con sus hermanos, que lo acompañaron enla guerra, con su padre, con su esposa e hijos, pero sobre todocon su madre. Estableció fidelísimas amistades con hombres pro- venientes de todas las clases sociales, amistad que mantuvo másallá de los bandos políticos, como fueron Amado A. Zazueta,

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    Francisco Chico Quintero, Antonio M. Franco, Manuel F. Vega,Rosendo R. Rodríguez, Francisco Villa, Roque González Garza,Miguel V. Laveaga, Roque Estrada y la familia Redo de la Vega.

    (Alarcón, : -)Banderas, en su defensa de la soberanía del estado, publicó un

    manifiesto al pueblo sinaloense que firmó el de agosto de jun-to con su secretario de Gobierno, Rosendo R. Rodríguez, y que fuepublicado en el Periódico Oficial del Estado de Sinaloa y en El Heral-do, órgano del Partido Democrático Durangueño, provocando un es-cándalo nacional:

    «Conciudadanos:

    »A todos nos consta que por Decreto No. , expedido por el Con-greso, fui nombrado gobernador interino del estado de Sinaloa.

    »No obstante de que dicho nombramiento mereció la apro-bación tanto del Presidente de la República, señor De la Barra,como del ministro de Gobernación, Sr. Lic. don Emilio VázquezGómez [...] Posteriormente el nuevo ministro de Gobernación,señor García Granados, engañado por los falsos informes querespecto a la situación de Sinaloa ha estado recibiendo de la ca-marilla científica que, huyendo del estado, ha ido a refugiarse ala capital de la República, me ha pedido que renuncie a mi cargo y se nombre gobernador por la Legislatura a un señor Maxemín.

    »Este gobierno ha creído de su deber no acceder a los deseosdel señor ministro de Gobernación [...] porque según los artícu-los y de la Constitución federal, la soberanía reside esencial

     y y originalmente en el pueblo, y los estados de nuestra entidadfederativa son libres y soberanos en su régimen interior, de don-de se deduce que el gobierno federal no puede legalmente inmis-cuirse en los asuntos interiores del estado de Sinaloa, sólo en loscasos previstos por el mismo pacto federal.

    »Admitir, pues, que el ministerio de Gobernación quite yponga gobernadores en el estado [...] Sería admitir la violación de

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    la soberanía del estado, sería dar el primer paso en el espinoso ca-mino de una nueva dictadura, como la del expresidente Díaz, quetantos males causó a la nación y por la cual se acaba de derramar

    la sangre de nuestros hermanos en el campo de batalla.»[...] la soberanía de los estados es un principio fundamentalen una república democrática como la nuestra, y sin él no puedehaber democracia; esto es, no puede implantarse el gobierno delpueblo por el pueblo [...]

    »Sinaloenses: si he aceptado el gobierno de Sinaloa ha sidoporque como sinaloense que soy, tanto de nacimiento como decorazón, he querido hacer un bien al estado, procurando el res-peto de nuestros principios constitucionales [...] he querido tam-bién que el sufragio sea efectivo, haciendo cuanto estuviera departe del gobierno para impedir todo fraude en las elecciones.

    »No me han guiado, pues, ambiciones de lucro personal, toda vez que sólo debía estar en el poder muy pocos días, debiendo,como debo, entregarlo a la persona que resulte electa en los comi-cios del día tres del próximo septiembre. Si, pues, no considerarano sólo como una falta al deber, sino como una mancha para elgobierno de mi cargo, admitir nuevamente el sistema porfirianode imposiciones, con gusto accedería a los deseos del ministro deGobernación, pero puesto que lo contrario sucede, debo declararque sólo me separaré del poder voluntariamente, cuando tomeposesión el gobernante que resulte electo en los próximos comi-cios, o cuando así lo ordene la voluntad del pueblo sinaloense,manifestada en cualquier otra forma.» ( Ibíd .: -)

    El de septiembre, Banderas presentó al Congreso del Esta-

    do una iniciativa de ley para la creación de la gendarmería del es-tado, no existiendo el Cuerpo de Rurales del Estado y siendo in-dispensable proceder a su organización, aumentando el personal y dotación del mismo. ( Ibíd.: )

    En la sesión del Congreso del de septiembre, «se da cuenta deloficio del Ejecutivo del estado pasándose a la Comisión de Guerra

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     y Guardia Nacional, recomendándole que dictamine desde luego».Más tarde, en el pleno del Congreso, se presenta el dictamen de dichacomisión, en el que «termina suplicando a la Cámara se sirva aprobar

    con dispensa de trámites el proyecto de ley». ( Ídem)El proceso electoral siguió su curso, registrándose dos candida-tos al gobierno sinaloense: José Rentería, viejo liberal con asiento enEl Fuerte, y José A. Meza. El cómputo de las primeras elecciones re- volucionarias en Sinaloa, celebradas el de septiembre de , dio elsiguiente resultado:

    José Rentería votosJosé Meza Juan Banderas

    Los partidarios de Meza trataron de impugnar el resultado argu-mentando diversos motivos, mas el acuerdo del Congreso del Estadofue contundente y Rentería tomó posesión del Ejecutivo estatal el día de septiembre de .

    Banderas cumplió su palabra y entregó el gobierno a la personaque había recibido el de la votación, demostrando una vez mássu inflexibilidad en la defensa de la soberanía del pueblo sinaloense,tanto en materia electoral, como en lo político y lo militar.

    Juan Banderas murió el de febrero de en la pastelería ElGlobo, en la ciudad de México, a manos del coronel Miguel A. Peral-ta, diputado en funciones, quien le había lanzado graves injurias des-de la más alta tribuna del país, y ante el reclamo del ofendido, optópor sacar el arma y, en un acto alevoso, dispararla contra él. Banderasmurió en el acto, sin poder defenderse.

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    B

     Ε A A, S A (). En la línea de fuego. Juan M. Banderas en la Revolución. Culiacán: H. Ayuntamiento de Cu-liacán.

     Ε N A, A (). Sinaloa, el drama y sus actores,da. edición. Culiacán: Creativoseditorial.

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    J R y las primeras elecciones de la Revolución

    G J. L A

     Antes de haberle visto le conocía y me figuraba que era su amigo. Me

     simpatizaba aquel hombre, digo aquel estilo tan viril y tan franco, tan

    valiente y tan honrado, tan sincero y tan sencillo, en el que los defectos

    mismos tienen el toque de la luz y la virtud a la cual le sirven de fondo.

    «José Rentería», por J F F,

    La primera contienda electoral de la Revolución mexicana en Sina-loa se llevó a cabo el de septiembre de . Era un proceso extraor-dinario, pues se buscaba al ciudadano que completaría el período degobierno que empezó el de septiembre de y terminaría el de septiembre de , lapso interrumpido por la muerte del generalFrancisco Cañedo en , quien fue sucedido por Eriberto Zazuetapara convocar a las elecciones donde triunfó Diego Redo de la Vega,después de una contienda electoral agitadísima entre los votantes

    que se agrupaban en torno a él y José Ferrel.La lucha electoral de despertó pasiones electorales premoni-

    torias para el régimen porfirista en Sinaloa. No está por demás apun-tar que la nominación interna de los grupos opositores a los científi-cos comandados por José Ives Limantour la obtuvo José Ferrel sobreJosé Rentería. Ferrel, apoyado económica y publicitariamente por losgrupos del sur del estado, se enfrentó a Diego Redo, nominado por

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    los científicos. Redo ganó las elecciones pero el régimen porfirista enSinaloa se enfrentó a una derrota política; por eso, cuando FranciscoI. Madero se presentó en Sinaloa, al iniciar en la segunda fase de

    su gira por el país, encontró signos de una violencia larvada y el ren-cor político de las tendencias antirreeleccionistas, que se integraronen clubes y desarrollaron una eficaz propaganda contra el régimen yque encontraron en el estallido revolucionario su cauce y su represa.

    Por diversas circunstancias, José Ferrel no quedó en el ánimo delos grupos revolucionarios a la derrota del porfirismo en Sinaloa.El campo político propiciado por los primeros acontecimientos fueocupado por los jefes de guerrillas que aparecieron en toda la geogra-f ía sinaloense, que además representaban fielmente al sector mayori-tario de la población y sus actividades productivas.

    En Sinaloa, la guerrilla de la Revolución mexicana fue minero gambusina, ranchero vaquera y campesina labradora; sin embargo, ala hora de elegir un jefe político, se pronunciaron por Enrique More-no Leyva, minimizando a Manuel Bonilla, el cual se integró al gabine-te del presidente Madero como ministro de Comunicaciones. Bonillahabía sido electo presidente del Club Antirreeleccionista en Culia-cán durante la visita de Madero en enero de y, antes, se habíadestacado como hombre de las confianzas de Cañedo, por lo que losgrupos guerrilleros no le tenían estimación ni confianza. Después, lareciedumbre y el valor de Juan M. Banderas lo hacen de facto el hom-bre fuerte del estado y es en su interinato cuando se desarrollaron laselecciones extraordinarias para completar el período que dejaron in-concluso Francisco Cañedo y Diego Redo.

    Banderas, en lugar de entregar el poder a otro destacado porfiris-ta como le urgían desde la ciudad de México, impulsó a Celso Gaxiola

    Rojo, gobernador interino designado por el Congreso del Estado el de junio de , a lanzar la convocatoria a elecciones extraordinarias,desobedeciendo las indicaciones que a través de Manuel Bonilla lehizo el ministro de Gobernación. Banderas se impuso y después delanzada la convocatoria se registraron dos candidatos: José Rentería y José A. Meza.

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    José Rentería había combatido a los franceses durante la guerrade Intervención, fundó un colegio en El Fuerte; su desempeño comoprefecto de dicho distrito fue satisfactorio, y como agente de minería

    tuvo contacto con empresas y gambusinos. Para esta contienda es-taba avalado por José María Ochoa y los grupos del norte; tambiénrecibió el apoyo de los grupos maderistas encabezados por EnriqueMoreno Pérez y Tomás Alvarado, de Culiacán, aparte de HeribertoFrías, desde Mazatlán. José María Meza se desempeñaba como se-cretario del Ayuntamiento de Culiacán, lo que lo ligaba a los gruposdel centro del estado y a las familias más renombradas.

    Los diez distritos organizaron las votaciones y fueron los cabil-dos, erigidos en colegios electorales, los que primeramente sancio-naron el resultado de tal acontecimiento.

    Al parecer, las elecciones tuvieron el signo de una tranquilidad no-table en relación a los momentos agitados de aquellos tiempos y, re-unidos los expedientes en el Congreso del Estado, se conformó unacomisión escrutadora de la XXV Legislatura que se abocó a la revi-sión respectiva; la comisión se integró por los diputados Faustino Díaz,Fortunato Escobar y Ramón Ponce de León, personalidades de una ex-periencia política innegable y que ya habían sorteado innumerablesacontecimientos y desempeñado destacados puestos administrativos yde elección bajo los regímenes de Francisco Cañedo y Diego Redo. Así,estos destacados políticos del antiguo régimen se asomaban al perío-do revolucionario en el marco de una institucionalidad sostenida conpinzas, ya que el poder Legislativo se mantuvo incólume en el marcorevolucionario y fue ese poder el que sancionó el nuevo orden cons-titucional, cuando menos en su inicio, ya que estas elecciones fueronde suma importancia para el futuro de la democracia sinaloense. Estas

    elecciones eran las primeras auténticamente democráticas realizadasen muchos años en el estado, de ahí que votar en el contexto revolucio-nario fue cumplir un compromiso socialmente demandado, además deponer las bases de una nueva estructura política, que no era de rupturatotal con el régimen anterior sino de transición democrática.

    La Revolución mexicana en Sinaloa no barrió con los cuadros po-líticos del porfirismo regional, sino que los superó con el concurso

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    democrático del pueblo dentro de los procesos electorales. Destaca-mos lo anterior por su significado en la idiosincrasia del sinaloenseen la conformación de su cultura política, ya que la Revolución mexi-

    cana en Sinaloa también ganó en las urnas la representación políti-ca que le habían arrebatado al pueblo en la contienda Ferrel-Redo en.

    Las votaciones de favorecieron a José Rentería con su-fragios, José A. Meza obtuvo , Juan M. Banderas y los otrosalcanzaron una votación menor. A nivel distrital, que era la divisiónpolítica de aquellos años, los resultados se muestran en el cuadro .

    C

    S:

    D R M B O

    Culiacán -

    Cosalá - -

    San Ignacio

    Concordia

    Rosario - Mazatlán

    Mocorito -

    Sinaloa - -

    Badiraguato

    El Fuerte - -

    : F:  Elecciones de gobernadores de Sinaloa, , M.S., tres tomos, Congreso delEstado de Sinaloa.

    Tomando los datos censales de tenemos que en el estadode Sinaloa existía una población de habitantes, de los cuales eran hombres —las mujeres no votaban— y menores

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    de edad, por lo que quedan ; si a éstos les restamos los hom-bres de doce años en adelante que no sabían leer ni escribir, que eran , nos quedan votantes reales. Por consiguiente, al regis-

    trarse votos, estamos ante un electorado que participa en un. de los votantes reales, lo que representó una votación acepta-ble en el contexto de tales acontecimientos.

    Por las circunstancias de las citadas elecciones y el esfuerzo de losgrupos en pugna, llama la atención las solicitudes de nulidad y de vali-dez que hicieron llegar diversos miembros a la comisión escrutadora,lo que permitió a la comisión emitir un fallo basado en preceptos cons-titucionales, además de alegatos con base documental.

    Por la parte opositora aparece el nombre de Ramón J. Corona y So-cios; en el expediente no aparecen los nombres de los socios de Coro-na, lo que sería interesante obtener para ubicar en la historia políticade Sinaloa a tales grupos. En cambio, en el alegato de validez, promo- vido fundamentalmente por José G. Heredia, aparece J. M. Almada,Becerra, Juan Francisco Vidales, Manuel J. Tavizón, J. M. Burgos, Ma-nuel C. Prieto, Francisco Moncayo, P. Güémez, Jesús M. Montene-gro, Esteban Zavala, Benigno A. Zazueta, Alfredo Castaños, JesúsLabrada, Anacleto Pérez, Pedro V. Duarte, Jesús E. Aldama, Juan Ca-ballero y muchos más de Culiacán, entre los que encontramos miem-bros del Club Antirreeleccionista de Culiacán fundado por Maderoen . De Mazatlán aparecen Santiago D. Rodríguez, Isauro Ibá-ñez, José María Velázquez, Gonzalo Arellano, Francisco Patiño Uzá-rraga, José Siordia y muchos más.

    La comisión escrutadora dio su fallo el de septiembre de ,declarando como gobernador a José Rentería, el cual tomó posesión el del mismo mes, convirtiéndose así en el primer Gobernador Cons-

    titucional por elección de la Revolución mexicana en Sinaloa, en elmarco de una intranquilidad política que invadió a los principales je-fes guerrilleros, que no estaban dispuestos a dejar las armas, como loestableció Madero. Posteriormente, Rentería fue apresado en Maza-tlán y llevado a México para dialogar con el presidente Madero paradar fin a un suceso que excedió las posibilidades democráticas y departicipación popular.

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    El tránsito de Rentería por el gobierno fue accidentado: la cons-tante intervención de las autoridades federales no lo dejaron gober-nar insistiéndole que se presentara en la ciudad de México, a lo cual

    se negó constantemente; por fin accedió, y el de febrero de pi-dió licencia al Congreso del Estado para presentar ante el presiden-te Madero un informe de la situación imperante en Sinaloa, siendosustituido desde esa fecha hasta el de marzo por Ruperto L. Paliza.

    En ese contexto se aviva el movimiento zapatista en Sinaloa conel apoyo del general Juan M. Banderas, quien no quiso licenciar sustropas ni entregar las armas, por lo que fue combatido por el generalRamón F. Iturbe.

    Rentería regresó de la ciudad de México y trasladó los poderes aMazatlán por motivos de seguridad. En el puerto lo aprehendieronde nuevo los maderistas y ya no regresó al Palacio de Gobierno.

    C

    • Las elecciones para gobernador en expresaron el reclamo delpueblo sinaloense por el fraude electoral de , perpetrado porel aparato político porfirista sinaloense.

    • El movimiento armado, con sus múltiples expresiones, garantizóal sinaloense de ese tiempo el libre ejercicio del voto.

    • Este acontecimiento reflejó algunas de las características polí-ticas de la transición del porfiriato al régimen de la Revoluciónmexicana en Sinaloa.

    • Los clubes, primero ferrelistas y después antirreeleccionistas,formados para apoyar a Madero en las elecciones nacionales, tu-

     vieron un papel relevante por medio de su inserción en cada unode los distritos que componían el espacio social sinaloense.

    • Esta transición no eliminó radicalmente a los cuadros políticos y económicos del antiguo régimen, sino que los venció política-mente en las urnas.

    • El gobernador José Rentería, para permanecer en el poder, seapoyó en los líderes de las guerrillas regionales que se negaron

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    a dejar las armas, mas su irreconciliable relación con el gabinetedel presidente Madero lo llevó al rompimiento político y posteriordesafuero, truncándose el ejercicio de la democracia en Sinaloa

    por el mismo promotor de la revolución antidictatorial: Francis-co I. Madero.

    B

     Ε A A C, actas de cabildo de, y .

     Ε Archivo personal del Dr. Ramón Ponce de León, documentos núm. ,, y . Rescate y ordenación de Gilberto J. López Alanís, .

     Ε  Diario Oficial de Sinaloa  y , Culiacán: Congreso del Estadode Sinaloa.

     Ε  Elecciones de gobernadores en Sinaloa en , en El Monitor Sinaloen- se, tres tomos. Culiacán: Congreso del Estado de Sinaloa.

     Ε  El Monitor Sinaloense, diario de la tarde, varios números de , He-meroteca del Archivo General de la Nación, Culiacán.

     Ε  Informe de la Comisión Escrutadora de las Elecciones para Gobernadorde Sinaloa en , en El Monitor Sinaloense. Culiacán: Congreso delEstado de Sinaloa.

     Ε  Presagio, revista dirigida por José María Figueroa Díaz, núm. , no- viembre de , Culiacán.

     Ε R E, F (). «Entrevista al teniente coronel dela Revolución mexicana en Sinaloa», versión magnetofónica del área deHistoria del / .

     Ε R, J (). Estudios y Recuerdos. Mazatlán: Imprenta Retes.Ε R, A A. Sinaloa - (C. Gral. José María Ochoa).

    Sucesos ocurridos en el estado de Sinaloa (edición del autor), s/f, s/l.

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    J RPrimer Gobernador Constitucionalde la Revolución mexicana en Sinaloa

    H R S

    U

    Hay un personaje desconocido, o al menos olvidado, que tuvo unadestacada actuación en tres diferentes etapas de la historia de Sina-loa: la época juarista, la guerra de Reforma y la Intervención france-sa y el Imperio; la larga dictadura porfirista, que duró más de treintaaños, y la Revolución mexicana y su cambio social.

    José Rentería, el personaje al que nos referimos, nació en Hueta-mo, Michoacán, en el año de ; estudió en Guadalajara la carrera demaestro normalista; ingresó al Colegio Militar en la ciudad de Méxi-co, pero por razones que desconocemos truncó sus estudios. En ,contando con años de edad, trabajó en la capital del país en el bu-fete de un notable abogado; ahí aprendió bastante de leyes y estudióidiomas, llegando a dominar el inglés y el francés a la perfección.

    Posteriormente se estableció un poco de tiempo en Morelia, capi-tal de su estado natal, donde, debido a sus ideas liberales, ya muy de-finidas, tuvo fuertes polémicas en un periódico local nada menos que

    con el propio obispo de Michoacán, Clemente de Jesús Munguía, loque le acarreó grandes problemas en una ciudad tan religiosa comoMorelia.

    Texto publicado en la revista Crónicas del Zuaque, núm. , Culiacán,.

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    Por las consecuencias de estas discusiones públicas, el joven Ren-tería tuvo que incursionar en el noroeste buscando un ambiente pro-picio, y así llegó a Sinaloa a mediados de , con apenas años de

    edad, casi en condición de excomulgado. No sabemos por qué cir-cunstancias Rentería fue hacia el norte, llegando a la villa de El Fuer-te, donde al ponerse de manifiesto su preparación intelectual el pre-fecto del distrito, Ramón Félix y Buelna, le encargó la dirección delInstituto Municipal Benito Juárez, la escuela primaria del lugar.

    Sinaloa era en ese tiempo terreno propicio para el desarrollo de lacausa liberal; por ello, un joven inquieto con ideas similares a las deRentería se pronunció en El Fuerte el día de agosto de levan-tándose en armas a favor de la Constitución de . Rentería se uniósin titubeos a ese movimiento, que por principio de cuentas tomó la vi-lla de El Fuerte para la causa; ese otro joven se llamó Plácido Vega, y enese primer brote de rebeldía le siguieron Adolfo Ibarra, Camilo y Ma-nuel Vega, Mariano Delgado, Jesús Vega Pacheco y varios más. A losdos o tres días el levantamiento llegó a Culiacán, desatando la guerracivil en Sinaloa.

    En , ya convertido en militar, Rentería contrajo matrimonioen El Fuerte con Refugio Rivera Vega, pero al parecer no tuvierondescendencia. Para esa época, Plácido Vega, ya general, había llega-do a la gubernatura del estado y habían arribado a Sinaloa AntonioRosales y Ramón Corona: Rentería quedó a las órdenes del primero,aunque desde el principio mantuvo sus recelos debido a las ambicio-nes que creyó ver en el zacatecano.

    La desconfianza de Rentería hacia Rosales tenía fundamento,como se verá más adelante. En enero de el gobernador PlácidoVega tuvo la necesidad de dejar su delicado y peligroso puesto en ma-

    nos del general Jesús García Morales y trasladarse a una importan-te comisión encomendada por el presidente Juárez. Cuando GarcíaMorales asumió el poder, nombró prefecto del distrito a Rentería. Lafecha exacta fue el de julio de , y Rentería ya ostentaba el gradode coronel; como se puede entender, era hombre de confianza del in-mortal sonorense, cuya estatua engalana hoy el Paseo de la Reformaen la ciudad de México.

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    Rosales siempre le tuvo respeto y hasta temor a Plácido Vega; laprueba está en que mientras él estuvo presente no movió un dedo ensu contra, pero cuando García Morales asumió el cargo de goberna-

    dor, Ramón Corona y él llevaron a cabo un golpe de Estado. GarcíaMorales no quiso ocasionar un derramamiento de sangre y no opu-so resistencia; Rosales se autonombró gobernador pasando sobre laConstitución, pues la gubernatura debió haber sido asumida por Je-sús María Gaxiola, presidente del Supremo Tribunal de Justicia. Encambio, Rosales tomó preso a Gaxiola y le colocó el uniforme kaki delos soldados castigados por corrección a la limpieza.

    El derrocamiento de García Morales ocasionó que el coronelRentería no sólo no reconociera como legítima aquella acción de suantiguo jefe, sino que, disgustado por la situación, saliera de El Fuer-te a combatirlo con un contingente compuesto por elementos.

    Por esos días, el exgobernador Francisco de la Vega y Rábago ha-bía sido derrotado en Culiacán por García Morales y hecho huir consu ejército a los límites de Durango. Ahí se reorganizó y cuando volvíaa tratar de reconquistar Culiacán, sorprendió a las fuerzas del coronelRentería, a las cuales tomó desprevenidas en un lugar llamado Mira-soles, localizado a kilómetros de la capital, en la madrugada del de octubre de . Los fuertenses que en ese momento acompaña-ban al coronel Rentería con distintos grados eran Narciso Félix, JuanB. Amarillas, Carlos y Pacífico Meneses, Paulino Soto, Tiburcio Vega,Patricio Robles, Jesús Vega Pacheco, Guillermo Vega y los hermanosRamón y Cecilio Rivera Vega —cuñados de De la Vega—, este �