los anticuerpos. la depuración ideológica del tercer gobierno de perón

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1 Diego Gabriel Dolgopol Los anticuerpos La depuración ideológica del tercer gobierno de Perón, 1973- 1974

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Page 1: Los anticuerpos. la depuración ideológica del tercer gobierno de Perón

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Diego Gabriel Dolgopol

Los anticuerpos

La depuración ideológica del tercer gobierno de Perón, 1973- 1974

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Para Myriam, mi compañera de siempre.

Para mis hijos, Julieta, Tomás y Mateo. Para todos los que aportaron a mi formación.

A quienes bregaron por otro mundo, en su memoria.

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El material que esta a punto de leer es de libre circulación. Si así lo desea, compártalo, imprímalo y distribúyalo. Sólo se solicita que se

cite la fuente.

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Índice

Introducción………………………………………………………………………………4

Capítulo I: El peronismo en el poder: ¿fin del empate?..................................9

Capitulo II: Soñar y despertar. Perón en la Argentina. De Ezeiza a la renuncia

de Cámpora. ………………………………………………………………………………………14

Capítulo III: La escalada del macartismo. Brevísimo estado de la

cuestión…………………………………………………………………………………………….32

Capítulo IV: Julio- setiembre de 1973. La JP, el cerco y la reorganización del

movimiento………………………………………………………………………………………..39

Capitulo V: Hacia la tercera presidencia: los refugiados chilenos, el

“Documento Reservado” y la cacería.. ……………………………..…………………..55

Capitulo VI: Noviembre – Diciembre de 1973…………………………………………62

Capitulo VII: Enero- marzo de 1974………………………………………………………84

Capitulo VIII: Marzo- Julio de 1974…………………………………………………….116

Epílogo. Por mencionar su nombre………………………………………………………162

Bibliografía………………………………………………………………………………………164

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Introducción.

“la Juventud Sindical Peronista es el brazo político que decide crear

los anticuerpos necesarios para defender el movimiento” (El Caudillo,

23-11-1973).

Dos cuestiones vienen a mi mente al intentar explicar porqué me puse a

trabajar en este libro. Allá, a mediados de los noventas, vi por primera vez

el documental “Cazadores de Utopías”, de David Blaustein. Por supuesto

abunda en críticas hacia Perón, pero la que llamó más mi atención fue la

intervención de Martín Caparrós, cuando decía:

Perón era algo que había que soportar porque bueno, porque era así.

Estaba todo el tiempo semi cagándote. Entonces vos tenías que salir a

explicar que te había dado una palmada en la espalda cuando en realidad te

había dado terrible patada en el orto.

Luego, en 2011, me encontraba haciendo un seminario de Historia

Argentina del siglo XX en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, con un

conocido historiador de la “Izquierda Nacional”. Daba esa clase uno de los

profesores que colaboraba con él, y llegó, lógicamente, la cuestión de la

violencia en el tercer gobierno de Perón: Villar, Margaride, López Rega, etc.

Entonces pregunté si podían darse semejantes niveles de violencia desde el

Estado sin conocimiento y consentimiento de Perón. Un fuerte murmullo

recorrió el aula. El profesor –por otra parte, un muy buen profesor- dio

considerables rodeos para terminar admitiendo que “no podían darse ese

tipo de sucesos sin el conocimiento de las más altas autoridades”. Me llamó

la atención cuánto le costó decirlo. El “no jodan con Perón” con el cual el

sindicato La Fraternidad había empapelado Buenos Aires había pasado hacía

rato; se suponía que venía de sectores más ortodoxos. Sin embargo, desde

el “progresismo” peronista, en ese momento supuestamente encarnado en

el kirchnerismo, el tema también producía una fuerte incomodidad.

Es que se ha impuesto una forma de pensar absolutamente inmovilizadora.

Si planteo que durante el tercer mandato de Perón de cometieron crímenes

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aberrantes que él no podía desconocer, y que además los avaló, me puedo

encontrar con:

a- La indiferencia.

b- Que se me acuse de “ser funcional a la derecha”.

c- Que se me acuse de “gorila”.

d- Que se me enrostre la mejora en las condiciones de vida en la clase

trabajadora en los dos primeros gobiernos peronistas, como si uno lo

negase y como si una cosa justificase la otra.

e- Que se me iguale con quienes sentían desprecio por las clases

subalternas de 1946 en adelante, con mitos tales como que

levantaban el parquet para hacer asado, etc.

Nada de eso. Se trata de salir de la imagen del líder infalible. Este libro

pretende modestamente hacer visible una verdad que ya creemos

irrefutable: Perón consintió e impulsó crímenes aberrantes contra la

izquierda en general, contra la de su Movimiento en particular, y a veces

contra simples opositores, como el caso de Hipólito Solari Yrigoyen.

Tampoco estuvieron exentos quienes escapaban de furiosas dictaduras de

países limítrofes. Este accionar fue el germen del genocidio del 76.

Esto nos introduce en otro problema, que no podremos dejar aquí resuelto,

pero sí planteado: ¿puede considerarse al período 73- 76 como

democrático? Si bien la llegada al poder de Perón por tercera vez es

incuestionable ¿basta con el sólo funcionamiento formal de las instituciones

para hablar de democracia? ¿Puede revisarse este concepto, cuando un

gobierno elegido en comicios limpios echa mano a métodos ilegales de

represión, y a legislación de una dictadura anterior? Queremos entonces,

con el relato que sigue, poner en cuestión este punto: la inclusión del tercer

gobierno de Perón y de su esposa como parte de los gobiernos

democráticos de la Argentina del siglo XX. No sólo por los aspectos

represivos más concretos –torturas, asesinatos, etc.- sino también por

impulsar –aunque no eran una novedad- conceptos como el de infiltrado,

subversivo, apátrida, que serían ampliamente utilizados por los golpistas del

76. Y no para quienes, en última instancia, violaban el código penal, sino

para la simple oposición ideológica.

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No puede hablarse de “desbordes”. Ningún gobernante puede garantizar

que sus fuerzas de seguridad no los cometan. Pero aquí entran a jugar dos

cuestiones. Una: que actitud toma ese gobernante frente a ellos. Dos: si

bien en la derecha fascista del peronismo en el período que estudiamos

actuaron fuerzas policiales, actuaron también numerosos grupos que venían

del sindicalismo o, directamente, de la delincuencia, y fueron reclutados

para tal fin. Y se articularon entre sí.

Tampoco se pretende cargar las tintas sobre Perón para exculpar a las

organizaciones armadas. Simplemente no son ellas el objeto de estudio de

este libro. Pero, en todo caso, sufrieron la violencia fascista entre el 12 de

octubre de 1973 y el 1 de julio de 1974 muchas otras personas de la

política, del sindicalismo y de la cultura, que simpatizaban, que colaboraban

de forma absolutamente periférica, o que nada tenían que ver con ellas. Lo

cual no justifica, de todos modos, el accionar para estatal y terrorista contra

quienes si integraban organizaciones armadas.

Somos también de la idea de que no se trata únicamente de algún tipo de

perversión personal del viejo Líder o de algún integrante de su entorno más

cercano. Entendemos que había una clase social que reclamaba orden, y

que estaba dispuesta a ir cada vez más lejos para conseguirlo.

Por supuesto somos conscientes que la violencia para- estatal no nació con

Perón. La burguesía argentina ha echado mano a ella siempre que fue

necesario, e incluye también al otro gran caudillo popular del siglo XX,

Hipólito Yrigoyen. Basta mencionar solamente a la Liga Patriótica, actuando

en verdaderos pogroms durante Semana Trágica, o los fusilamientos de la

Patagonia. Cuando Kurt Wilckens atenta contra el Coronel Varela, éste no

estaba ni encarcelado, ni siendo juzgado ni degradado.

También fue dura la policía en los dos primeros gobiernos de Perón, y

también fue usual el uso de la picana eléctrica, entre otras sutilezas. Pero –

como señala Verbitsky- es uno de sus ejecutores, el Teniente Coronel

Osinde, quien viene junto a Perón en el 73. ¿Podía Perón desconocer estos

antecedentes de dicho personaje?

Por otro lado, veremos cómo el general se recuesta en el sindicalismo que

negoció con la dictadura, que lo traicionó y que hizo muy poco por su

regreso. Lo hará también en notorios criminales que habían sido expulsados

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de las fuerzas policiales, y, en general, en un lumpenaje de todo calibre.

Toda la que fue la plana mayor de la Triple A fue nombrada por él.

El 18 de octubre de 2006, los restos de Perón son trasladados a la quinta 17

de octubre, en San Vicente. Más allá de la bochornosa batalla campal entre

sectores del sindicalismo que precedió al acto, recuerdo que a la vera del

camino, un hombre de avanzada edad, sostenía una pancarta. En ella se

leía: “General, gracias por el Estatuto del Peón de Campo”. ¿Pretendemos

desconocer o minusvalorar los avances en materia social que se verificaron

durante el período 1943- 1955? Nada más lejos de ello. Pero creemos

valioso poner en cuestión el hecho de que una figura de la importancia de

Perón, que efectivamente significó un mejoramiento en las condiciones de

vida de tantos argentinos, puede quedar intocada cuando se trata de su

responsabilidad en torturas y asesinatos.

¿Justifican los años dorados de la clase trabajadora bajo el peronismo una

muerte? ¿Justifican los beneficios sociales –sin duda inéditos en la Argentina

de pos- guerra- la picana eléctrica en los testículos de un detenido?

Mas que traer certezas –lo cual sería un poco soberbio de nuestra parte- se

pretende generar preguntas para pensar el rol que jugó entre setiembre de

1973 y julio de 1974, nada más y nada menos que el hombre que partió en

dos la historia argentina del siglo XX.

Nos adentraremos en estas cuestiones entonces. El texto que el lector tiene

en sus manos, fue pensado para una lectura ágil, que brinde un panorama

claro del tema en cuestión, pero evitando en lo posible notas al pie y

excesivas llamadas que entorpezcan el recorrido. No es, por lo tanto, -como

se notará fácilmente- un texto académico, ni en su forma ni en sus

pretensiones. Sin embargo, hemos sido muy respetuosos con las fuentes, y

hemos consultado, sobre todo, la prensa de la época, como la mejor forma

–a nuestro entender- de brindar de alguna manera una visión del espíritu

del período que abordamos.

Este trabajo fue realizado por alguien que vive de dar clases en enseñanza

media y superior no universitaria. Por lo tanto, forman parte de su

elaboración momentos de descanso en una sala de profesores, viajes en

colectivo, visitas a bibliotecas públicas, etc. Esa forma de trabajo le da un

sabor especial, ya que me ha implicado un esfuerzo extra. Pero creo que ha

valido la pena.

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Ojala el ocasional lector opine lo mismo.

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Capítulo I

“el General Perón puede estar tranquilo, porque mientras nosotros

tengamos la Juventud Sindical Peronista que tenemos, jamás

entrarán en nuestro gremio los bichos colorados” Felix Cuello,

vicegobernador de la provincia de Santa Fe. (Noticias, 17-12-1973).

El peronismo en el poder: ¿fin del empate?

Los años que van desde 1955 a 1973 son planteados, desde el peronismo,

como los años del “empate”, en los cuales esta fuerza política no puede

recobrar el poder, pero tampoco permite que se consolide. Por otra parte,

cualquier partido que accediese al gobierno en esas condiciones, iba a ser

irremediablemente ilegítimo con el partido mayoritario proscripto.

Este punto de vista ha ganado terreno en la historiografía sobre el tema.

Sin embargo, podemos plantear –y sostener- otra visión: la burguesía

argentina ya ha probado diversas fórmulas para disciplinar al movimiento

obrero y a sectores revolucionarios; ninguna ha sido exitosa. Sólo resta

permitir el regreso de quien, con su prestigio y su autoridad dentro del

peronismo, podía recrear las condiciones de “normalidad” para relanzar la

acumulación capitalista.

Las características del movimiento que vuelve al gobierno en 1973 no eran

las anteriores al derrocamiento de Perón. Habían transcurrido dieciocho

años de proscripción en el marco de la Guerra Fría y se ponía de manifiesto

la radicalización de una parte importante de la sociedad, que percibía al

capitalismo como esencialmente injusto y pensaba que debía y podía ser

reemplazado. La variedad de vías y proyectos para ese cambio y sus

características eran muchas y variadas.

Por lo demás, podemos decir que el peronismo, fuera del poder, sea por la

retórica del líder, o por las posiciones que van ganando esos sectores

propensos al cambio –y que abrevaron en otras tradiciones ideológicas- se

había corrido a la izquierda. Y el intento de eliminarlo de un plumazo de la

vida política argentina se había mostrado del todo ineficaz.

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Uno de los caminos adoptados por quienes impugnaban el capitalismo era la

lucha armada. Algunos creían que esta transformación era imposible sin el

movimiento mayoritario. Otros, fuera del peronismo, desconfiaban

profundamente de su conductor.

Tampoco todos los sectores –los que optaron por la violencia y los que no-

coincidían en la profundidad del cambio. Unos, planteaban iniciar un

proceso que finalmente llegase a “barajar y dar de nuevo”, ante estructuras

sociales que consideraban caducas. Otros, apostaban a lo paulatino, y a que

el itinerario de este cambio generase mejores condiciones de vida pero sin

transformar radicalmente el lugar que cada uno ocupaba en la sociedad. Y

otros –finalmente- detentaban posiciones de privilegio, que aspiraban a

conservar y/o aumentar.

Estos últimos se encontraban, por lo general, fuera del peronismo, oscilando

sus sentimientos desde la preocupación hasta el pánico. Los más lúcidos,

sin embargo, estaban resignados a tolerarlo, si esto significaba encauzar

este verdadero hervidero que significaba el amplio abanico de expectativas

y demandas insatisfechas, para que se desplegase sin poner en cuestión el

orden social existente.

Y es justamente esa amplitud uno de los pilares del problema. El Perón del

exilio los necesitaba a todos –se hablaba jocosamente de su “abrazo

eléctrico”, en referencia a la instantaneidad con que los prodigaba a

personajes del más diverso pelaje ideológico- para que su movimiento

retomase el poder. El tiempo demostraría que jugó con fuego de forma al

menos irresponsable, teniendo una desmedida confianza en su autoridad. Y

que, además, su objetivo era reencauzar el orden que la burguesía

reclamaba.

El general había explotado, en el exilio, el concepto “socialismo nacional”.

Qué entendía Perón por eso, y qué interpretaban los demás, fue tema de

interminables confrontaciones y debates. Richard Gillespie señala, con

razón, que fue en este terreno, deliberada y prolijamente ambiguo. José

Pablo Feinmann afirma que, en la película de Getino y Solanas

“Actualización doctrinaria para la toma del poder”, hay enormes esfuerzos

por arrancarle una definición revolucionaria que Perón no les da. Solamente

lanza el famoso “para el enemigo ni justicia”, que utilizará luego para

aplastar toda disidencia, sobre todo en su movimiento.

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En otro reportaje, realizado por Tomás Eloy Martínez, había dicho:

Así fui parar en los años treinta a Italia. Elegí Italia porque allí,

indudablemente, se estaba produciendo un… digamos, un ensayo de un

socialismo nuevo en el mundo. Hasta entonces el socialismo había sido el

socialismo dogmático, marxista. Allí, en Italia, se estaba produciendo un

socialismo sui géneris, un socialismo nacional, un socialismo italiano, que

era el fascismo. Ese mismo fenómeno se producía también en Alemania.

Con esta cita no pretendemos caer en el reduccionismo de simplificar a

Perón como un fascista. Creemos que no lo era; el peronismo no reunía

todas las características de dicho movimiento. Aunque no tenía

inconveniente en codearse de fascistas de todo pelaje, si eso sumaba. Pero

es evidente que de allí, a un proceso que pusiese en cuestión la propiedad

privada de los medios de producción y diera el poder a la clase trabajadora,

había distancias enormes.

Tal vez quien planteó una definición más cercana, por oposición, fue Vicente

Solano Lima, compañero de fórmula de Cámpora. Curioso: lo hace en plena

euforia, con Dorticós y Allende flanqueando a Cámpora el día de la

asunción:

Con la expresión “socialismo nacional” salimos al cruce a otra cosa: salimos

al cruce al socialismo marxista. Entre lo que el socialismo nacional es, está

lo que no es: socialismo marxista.

Imaginamos que esta definición de Solano Lima, en un clima de euforia

como el del 25 de mayo del 73, no debe haber tenido amplia audiencia. Lo

cierto es que, habiendo jugado con esta ambigüedad, Perón castigará

duramente a quienes se aparten de la doctrina justicialista.

Entonces, será éste un problema fundamental. Para decirlo en pocas

palabras: para el sector más ortodoxo del peronismo, el objetivo de máxima

era retornar a los años gloriosos. Un nacionalismo que redistribuya, un

capitalismo con cierta tendencia a la autonomía, una alianza de clases

donde la fuerte presencia del Estado fuese a conciliar y/o laudar en las

inevitables contradicciones. Y allá, por encima de todos, un conductor, que

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ejercía una “conducción pendular”, es decir, inclinándose tanto a derecha

como a izquierda, de acuerdo a las necesidades del momento, para

mantener el frente unificado, con la burocracia manteniendo sus posiciones

de privilegio. Recordemos, aunque no es objeto del presente trabajo

analizar este punto, que es el esquema que hace eclosión entre 1954-55.

Por otro lado, los sectores que – también desde el peronismo- apostaban al

cambio más profundo, que se oponían a la derecha del movimiento, y que

se habían visto alentados por las referencias del propio Perón en lo relativo

a que el mundo marchaba inevitablemente a la liquidación de un capitalismo

caduco, tomaban el esquema que describimos antes como la base, como la

plataforma desde la cual partir para avanzar hacia el socialismo. ¿Por qué?

Porque, entre otras cosas, este cambio radical no podía encararse desde

afuera del movimiento mayoritario.

Ahora bien, vemos que esta radicalización dentro del peronismo se da en la

confluencia de una serie de organizaciones conocidas en conjunto como la

“Tendencia”, por representar una tendencia revolucionaria dentro del

movimiento. Estas organizaciones fueron creadas por Montoneros, de

acuerdo con el sector social al que pretendían abarcar. Eran ellas la JP

(Juventud Peronista, que ya había conocido una fundación anterior, a

principios de los sesentas), la JTP (Juventud Trabajadores Peronistas), la

JUP (Juventud Universitaria Peronista), el MVP (Movimiento Villero

Peronista), el MIP (Movimiento de Inquilinos Peronistas), y la UES (Unión de

Estudiantes Secundarios).

Una de las características de la Tendencia era su gran poder de

movilización, que venía con un gran impulso desde la campaña electoral, y,

si vamos más atrás, desde el Cordobazo y el ciclo de luchas contra la

dictadura del cuál éste forma parte. En el período que estudiamos, como

veremos, tuvieron oportunidad de demostrar dicho poder de convocatoria

en reiteradas oportunidades.

Sin llegar a este grado de masividad, otros sectores de izquierda, desde

afuera del peronismo, planteaban también la impostergable necesidad de

terminar con el sistema capitalista y avanzar hacia el socialismo. El PRT

(Partido Revolucionario de los Trabajadores) y su brazo armado, el ERP

(Ejército Revolucionario del Pueblo) constituyeron los intentos más

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acabados del momento. Aunque no puede soslayarse a la OCPO

(Organización Comunista Poder Obrero).

La Tendencia fue un problema para Perón. Mejor dicho, se constituyó en un

problema que él mismo impulsó. Indócil, cuestionadora, con poder de

convocatoria, y con elementos ideológicos que pretendían remozar la

doctrina peronista, cuando vio que no podía manejarla, optó por eliminarla.

Este era el panorama, a grandes rasgos, hacia setiembre de 1973.

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Capìtulo II.

Soñar y despertar. Perón en la Argentina. De Ezeiza a la renuncia

de Cámpora.

Perón regresó el 20 de junio de 1973 y a los sucesos de violencia de Ezeiza,

al día siguiente, no los mencionó, ni los impugnó, ni los investigó. Nadie fue

preso por la matanza. Desde el Estado aseguró la impunidad de un sector

del peronismo e inició una ofensiva para desplazar a los sectores

radicalizados del movimiento. Así se produjeron las intervenciones

federales. La expulsión de los Montoneros debe verse en ese proceso; llega

el momento en que Perón se define claramente a favor de los sindicalistas.

Alicia Servetto, LA VOZ DEL INTERIOR, 24/10/2010

Ezeiza –se suele afirmar- ha sido el verdadero comienzo del tercer gobierno

de Perón. De todos modos, el clima se fue gestando con anterioridad. Una

semana antes de la Masacre, El Descamisado denunciaba un clima

macartista que de alguna manera anticipaba lo que iba a venir.

Pero bastó la primera chispa de macartismo lanzada al aire por alguien,

para que rápidamente esos hechos les fuesen atribuidos a infiltrados y

provocadores.

Luego, se quejaban sobre cómo la gran prensa comercial tomó el tema y

avanzó en titulares planteando el enfrentamiento entre peronistas y

trotskistas. Denunciaban la reaparición del Movimiento Federal, la Alianza

Libertadora Nacionalista, la Confederación Nacionalista Universitaria, un

autodenominado Consejo de Seguridad del Movimiento Peronista, etc.,

todas agrupaciones de ultraderecha. Así, los condimentos necesarios ya

estaban presentes. Pero un elemento tan importante como la mayor

movilización de masas de la historia argentina fue determinante para que,

creada la atmósfera, se desarrollase el drama. Y en lo ideológico, la

publicación planteaba el proyecto de la Tendencia, que sería durísimamente

desmentido por el mismo Perón días después:

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Y nadie ignora que hace años que él (Perón, n/a) viene hablando de que la

única posibilidad de avanzar es reemplazando este sistema caduco y

explotador por un socialismo que respete nuestras características

particulares. Es decir, el socialismo que construye el pueblo.

El 20 de junio de 1973, la sangre que regó el suelo de Ezeiza mostró de

manera descarnada cuál era el viraje que se había producido. Los hechos

son bien conocidos, y el libro de Horacio Verbitsky los explican muy bien.

Cabe consignar, simplemente –siguiendo a este autor- de quiénes vino

rodeado Perón, en manos de quiénes dejó la organización del acto de masas

más grande de la historia argentina.

El teniente coronel Jorge Osinde tenía un largo recorrido como torturador,

que venía de los primeros gobiernos del general. El uso de la picana

eléctrica no fue excepción en ningún gobierno democrático. Tampoco entre

el 46 y el 55.

Utilizando este artefacto y todo tipo de golpizas a sus detenidos, Osinde los

conminaba a que firmasen su culpabilidad ante atentados, actos opositores,

etc. Luego de Ezeiza, será señalado por la tendencia como responsable,

desde una pseudo secretaría de deportes. Pero se dejaba pasar por alto por

pedido de quien pudo obtener ese cargo el ex jefe de la custodia del líder

del justicialismo.

José Ignacio Rucci ostentaba dos cualidades que corrían parejas: su

peronismo y su macartismo, ambos a ultranza. Era muy firme en él, la idea

de que el peronismo era la mejor barrera contra el comunismo. En realidad,

si nos atenemos a las primeras manifestaciones de Perón entre el 43 y el

46, no estaba para nada equivocado.

Con él –dice Verbitsky- se instala el macartismo como práctica diaria y

decisiva en la conducción sindical. Ongaro y Tosco le parecen

¨provocadores” o “bonetes”, Rodolfo Walsh “un sucio marxista”.

Se rodeó de lo peor del matonaje sindical fascista, a quienes protegió y

entrenó.

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Formaba parte del entorno también el general Iñiguez, de larga trayectoria

golpista, incluso contra el mismo Perón, en 1951. Junto con ellos, veremos

a otros personajes que saldrán a nuestro encuentro en estas páginas.

Veinticinco años después de la masacre, un militante de la derecha sindical,

recordaba para el diario Los Andes:

Periodista: ¿Quién cree que disparaba desde los árboles?

Raúl Bartolomé: En ese momento pensé que eran comunistas.

P.: ¿Usted era anticomunista?

R.B.: Si, si era anticomunista.

P.: ¿Consideraba que Montoneros eran comunistas?

R.B.: No sé si los veía como comunistas, sino como una oposición que había

que limpiar… (…) Quiero que quede claro que Montoneros no fue el que

abrió el fuego.

Pensemos entonces en el grado de macartismo que estamos describiendo.

Desde El Descamisado se denuncia que fueron torturados Victor Raúl

Mendoza, Luis Ernesto Pollizón, José Britos, Juan Duarte, Alberto Formigo,

Dardo Jose Gonzalez, Juan José Pedraza y José Almada. Se pretendía

hacerles confesar su presunta relación con “el ERP, los bolches y Agustín

Tosco”. Y estamos en el 20 de junio: aún no había sido asesinado Rucci,

aún no había sido atacado el cuartel de la localidad bonaerense de Azul, que

son dos hitos fundamentales en el despliegue de la furia olímpica de Perón.

Semanas después, el secretario general de la CGT dirá que “yo pienso que

no podemos imputar a la gente que estaba en el palco ninguna

responsabilidad en los hechos”. Este tipo de declaraciones eran, además,

una provocación.

Pero la acusación de infiltrado –justo es decirlo- no era exclusividad de la

derecha, También desde la izquierda del movimiento –con menos

intensidad- se profería este agravio, que tan dramáticas consecuencias

tendría luego. Escribía Dardo Cabo, luego del frustrado retorno triunfal:

Porque ellos son los infiltrados con sus fusiles y su salvajismo.

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Se percibe, de todos modos, que está respondiendo a acusaciones previas.

Pero no eran infiltrados. Estaban avalados por el propio Perón.

Tomemos uno de los testimonios de los torturados. Se trata de Alberto

Formigo, integrante de la JP. Cuenta que luego de los cadenazos de rigor:

Me quisieron hacer firmar el papel, que decía que yo era comunista y que

había llevado una ametralladora casera. Pero no lo firmé. (…) habían roto

un velador con el que me querían aplicar picana. Es decir, hacerla completa.

A Formigo lo salva la intervención de Leonardo Fabio, muy discutida de

todos modos. Luego, comienza a recibir llamadas intimidatorias en su casa.

Como vemos, el método Osinde: torturar para que la víctima firme su

culpabilidad. Como dijimos y diremos varias veces: ¿Podía desconocer Perón

estos procedimientos, que se remontaban a sus primeros gobiernos?

Cuando –como dice Abal Medina- le llegó la información que quien provocó

los disturbios fue la tendencia: ¿No se le generó la más mínima duda sobre

la veracidad de dicha información, y sobre cómo fue obtenida? Perón no era

precisamente un iniciado o un ingenuo en política. Todo lo contario. Tal vez

el político más astuto del siglo XX argentino, estaba, además, muy bien

informado, y conocía al dedillo las prácticas policíacas y del lumpenaje

sindical para hacer hablar a alguien.

Una vez sucedida la masacre, desde el Descamisado, por ejemplo, se

sostuvo un discurso que tendía a señalar a los grupos fascistas que no

permitieron el reencuentro de Perón con su pueblo. Es decir, el líder

justicialista era ajeno a esto. Sin embargo, ya desde ese momento, en el

mensaje que el general dio luego de Ezeiza, comenzaba a plantear su

posición con absoluta claridad.

Los peronistas tenemos que retomar la conducción de nuestro Movimiento,

ponerlo en marcha y neutralizar a los que pretenden deformarlo desde

abajo y desde arriba. Nosotros somos justicialistas, levantamos una

bandera tan distante de uno como de otro de los imperialismos dominantes.

No creo que haya un argentino que no sepa lo que ello significa. No hay

nuevos rótulos que califiquen nuestra doctrina y a nuestra ideología.

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Es decir, se terminó eso del Socialismo Nacional, de que el mundo marcha

al socialismo, etc. Es el retorno a la ortodoxia, a las “veinte verdades

peronistas”. Y la señal de largada para que actúen los “anticuerpos”.

(…) Los que ingenuamente piensan que pueden copar nuestro Movimiento o

tomar el poder que el pueblo ha reconquistado se equivocan. Ninguna

simulación o encubrimiento por ingeniosos que sean podrán engañar a un

pueblo que ha sufrido lo que el nuestro y que está animado por una firme

voluntad de vencer”.

“Por eso deseo advertir a los que tratan de infiltrarse en los estamentos

populares o estatales que por ese camino van mal (…)

Comenzaba, como ya señalamos, la utilización más profusa de un término

de nefastas consecuencias en el período que se abría: el de infiltrados. El

Descamisado, por citar un ejemplo, asimiló el golpe. Dijo que el discurso de

Perón fue “claro. Preciso. Y sereno”.

La CGT, que tuvo el rol principal en la masacre, dio a conocer luego un

comunicado firmado por José Ignacio Rucci. Acusaba a un “minúsculo grupo

de genuinos representantes de las fuerzas anti-nacionales, exponentes de la

sinarquía internacional”, etc.

A nivel regional, ya comenzaba a verificarse un giro hacia la derecha. Esto

vehiculizaba una lectura diferente y más amplia desde la izquierda no-

peronista, concretamente desde el PRT. En su periódico El Combatiente,

vinculaba los hechos de Ezeiza con el golpe de Estado en Uruguay, un

intento de golpe contra Allende en Chile, y la articulación de la CIA. Es

decir: Perón no era ajeno a este giro regional. Era un elemento activo más

de la derechización en sudamerica.

Lo que puede verificarse, revisando la prensa peronista de la época, es que

Ezeiza fue un bocado imposible de digerir, por lo cual, una correcta lectura

de lo allí sucedido no fue posible. Es razonable, si miramos con comprensión

el asunto, que para quienes durante muchos años habían puesto en la

figura de Perón y en su retorno tantas expectativas, la idea de que Ezeiza

representaba el giro que el mismo Perón quería darle a las cosas fuese

intolerable. El retorno parecía el final de un largo ciclo de frustraciones, y

un camino hacia la liberación social, ya impostergable.

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20

Y de repente, Ezeiza. ¿Cómo procesarlo? Desde el editorial de Militancia, se

señala como responsables de no permitir el reencuentro de Perón con su

pueblo a la burocracia sindical y a Osinde. Dan cuenta de las duras palabras

hacia la Tendencia que citamos más arriba, pero en un malabarismo

increíble, creen ver un nuevo volantazo del estratega genial:

Pero un análisis más frío, más definido, con la comprobación de los hechos

posteriores que produjo el general Perón, permite comprender la estrategia

global del Conductor del Movimiento y del Pueblo.

Le corresponde a Perón la responsabilidad de velar por el conjunto del

Pueblo, sea este o no peronista, sea o no revolucionario. Es una

responsabilidad que nadie le endilgó, pero que el General asume, por propia

decisión, porque comprende que o se salva todo el Pueblo o no se salva

nadie. Así, no es que deje abandonados a los revolucionarios1, sino

que desde su inmensa influencia, que hace que hasta sus hasta ayer (sic)

enemigos más violentos se aferren al liderazgo de Perón para que los

proteja, comienza un duro trabajo para ordenar al Estado argentino y

reorganizar el Movimiento Peronista.

Además –agregaba- el tono y el lenguaje utilizado por Perón, tenía como fin

tranquilizar a todos los sectores, incluso los no peronistas, y abrir la

instancia de una investigación sobre lo sucedido. Que, por otra parte, no se

producirá nunca.

La JP entendió que la derecha del Movimiento había sobre todo intentado

evitar el contacto de Perón con el pueblo porque de allí saldría un proceso

revolucionario. Es curioso: al repasar las numerosas fotos de esa

impresionante movilización, se nota algo extraño en las imágenes de Perón

que portaba la tendencia. La mayoría son de un Perón ya mayor, con ese

aire algo más refinado que trajo de Europa, más delgado, charlando

distendido, de traje. Se podría pensar que para quienes creían que era un

líder revolucionario, encajaba más la imagen de un Perón de la década del

cincuenta, en mangas de camisa, arengando al pueblo. Más cercano a Evita.

1 El destacado es nuestro.

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21

Pero no. Por algún extraño motivo elegían una iconografía muy alejada de

un proceso que se radicalizaría.

¿Estaba realmente desinformado el general? ¿Reaccionó como lo hizo

porque estaba convencido de que en Ezeiza se lo quiso asesinar? Es difícil

responder con certeza estos interrogantes, aunque ya reflexionamos sobre

ellos más arriba. Pero, en todo caso su malestar hacia Cámpora y su

gobierno venían desde el mismo 25 de mayo de 1973.

Así lo relata el Dr. Pedro Ramón Cossio, hijo del médico de cabecera de

Perón, y que a su vez realizaba guardias médicas en Gaspar Campos:

Advierto que había una cierta desconfianza del medio y del general Perón

hacia Cámpora. Porque estaba muy insatisfecho de dos o tres aspectos que

habían ocurrido en la Argentina. Primero: la amnistía del 25 de mayo de

1973, cómo había sido llevada a cabo.

La segunda: la presencia en el gabinete del Dr. Cámpora de dos figuras que

él no aprobaba, que era el Dr. Esteban Righi y el Dr. Puig. Y la tercera

situación que se mencionaba en esos días, fue de la manera, de cómo se

organizó el acto del 20 de junio de 1973, donde se permitió, o pudo

permitirse, que entraran infiltrados que pudieran haber matado al general

Perón.

Nosotros pensamos que la tesis de que Perón podía ser asesinado en Ezeiza

es absurda. No se trataba de terminar con su vida, sino de que se incline

hacia uno de los sectores del movimiento, como efectivamente hizo.

También relata Cossio los desaires que Perón le hacía a Cámpora; cómo

este anunciaba al país que salía a visitar al general, ingresaba a Gaspar

Campos, y luego de un par de horas salía hablando a la prensa sobre el

encuentro. La verdad era otra: Cámpora esperaba en vano, ya que Perón no

salía de su habitación, mientras seguía todo el periplo por televisión.

El Dr. Seara –otro de los médicos personales del líder justicialista-, narra

esta conversación con Perón, el día que lo conoció:

Perón: La verdad –dijo el general- es que yo le prestaba mucha atención a

Evita. Mucha atención. Yo escuchaba mucho lo que Evita me decía acerca

de la política. Y Evita me dijo que mi más fiel colaborador era el Dr.

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Cámpora. Y yo le hice caso, entonces lo puse a Cámpora como presidente…

¡Y fíjese lo que pasó!

Seara: ¿Qué pasó general?

P.: Y… fíjese. Se dejó copar por los comunistas. Pero además de los

comunistas, ¡Por el hijo! Que es una persona… tiene costumbres

desagradables… Y mire doctor, ¡mire con lo que me encontré! ¡Mire en el

quilombo que me metieron!

Juan Manuel Abal Medina, en ese momento secretario general del

Movimiento, da su interpretación de los hechos. Pero no recurre a la teoría

de la genialidad del estratega, sino que, solapadamente, adscribe a la del

cerco:

“Periodista: -Ya se preparaba el regreso definitivo de Perón y la tragedia:

Ezeiza.

Abal Medina: -Si. Después de la asunción de Cámpora, se armó el

comando del “Operativo retorno”. Formaron una banda con Jorge

Osinde, un hombre mediocre, una bestia, Norma Kennedy y Brito

Lima2. Yo sostenía que no debía existir la comisión: el gobierno era

peronista y debía ser el Estado el que preparase el regreso. Después

sucedió lo que ya sabemos. Fue una provocación de la ultraderecha pero

también de una estupidez de los Montoneros que se dejaron llevar a ese

terreno. También muchos sectores sindicales se prestaron a la provocación.

Hasta el 25 de mayo habíamos podido mantener un equilibrio interno, pero

después el asunto se iba de las manos. Se lo dije al general antes del 20 de

junio: el movimiento, con esos grupos sueltos, era incontrolable. ¿Cuáles

grupos? me preguntó. Su secretario López Rega, concretamente, le dije…

P: -¿Qué respondió Perón?

A.M. – Me dijo: “Pero no doctor, son las locuras de siempre de Lopecito, no

se preocupe”. Sin ese factor loco, Ezeiza no hubiese sido posible. Ezeiza fue

2 El destacado en nuestro. ¿Pudo armarse ese comando sin el visto bueno de Perón?

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un quiebre del cual no logramos reponernos. Yo logré juntar en mi casa a

Lorenzo Miguel con Roberto Perdía (de Montoneros). Logramos parar a

Rucci y a la CGT y que Montoneros enfriasen un poco el clima. Pactamos

para desplazar a Osinde y a López Rega: conseguimos lo de Osinde y no

juntamos fuerza política para echar a López Rega. Con Cámpora fuera de

carrera, el proceso se encaminaba a nombrar a Isabel como vice…

P: -Después de la masacre Perón le echó la culpa a la izquierda.

A.M.: - La información que le llegaba era esa.

P: -¿Todavía cree en la teoría de que Perón estaba aislado por López Rega?

A.M.: -Por un lado el entorno tenía enorme influencia. Pero además los

montoneros lo desafiaban. Me hace acordar a la famosa marcha a Olivos:

ellos empeoraban las cosas cada vez más, le cuestionaban el liderazgo.

Pero luego, al finalizar la entrevista, Abal Medina esboza una autocrítica:

(…) tendríamos que haber sido más enérgicos en el uso del poder cuando

fuimos gobierno con Cámpora: de haber evitado Ezeiza muchas de las cosas

que pasaron después no hubiesen ocurrido.

María Antonia Berger, sobreviviente de la Masacre de Trelew, hacía un

paralelo con Ezeiza. Los militares, al no poder resolver una situación

políticamente, la controlan militarmente, es decir, a través de la violencia.

Desde el palco, habría sucedido lo mismo.

Ahora bien: decíamos más arriba que desde algunos sectores de la

izquierda –concretamente el PRT- se vincularon los sucesos de Ezeiza con

un giro a la derecha de carácter regional, por supuesto, impulsado por

Estados Unidos.

El 22 de junio, en la OEA, el subsecretario de Relaciones Exteriores

argentino, Jorge Vázquez, da un discurso de fuerte tono antiimperialista,

señalado por la prensa como el más radical de los allí escuchados. Hizo un

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vehemente llamado a la unión latinoamericana, pero que incluya a Cuba y

excluya a Estados Unidos.

Basta de ingerencias en nuestros asuntos internos –dijo Vázquez. Y

propugnó por la abolición definitiva de todo tipo de instrumento que excluya

a Cuba de la hermandad latinoamericana.

Atacó, además, a las empresas multinacionales, puntualmente a la ITT.

Como sabemos, esta empresa jugó un rol clave en la caída de Salvador

Allende. ¿Se puede vincular el giro de Perón a la derecha con el hecho de

desandar la política exterior de Cámpora? Sabemos, hoy, que uno de los

grandes cuestionamientos de Perón era, justamente, a la cancillería.

Al desastre de Ezeiza, le siguió una fuerte campaña antiizquierdista desde

diversos sectores. Quedó de manifiesto que el gobierno no controlaba

totalmente a sus servicios de inteligencia. Tal es así que se filtró a la prensa

–no por casualidad- un informe que acusaba a FAR, FAP, ERP y Montoneros

de ser quienes iniciaron el ataque contra el palco desde el que debía hablar

Perón. Pero además, acusaba a Righi de haber ordenado el repliegue de la

policía federal cuando los pobres muchachos de Osinde pedían ayuda para

enfrentar a “los troskos”. Este informe fue desmentido por el mismo Righi,

pero circuló, sin embargo, y desde el mismo gobierno. Es decir, se

conspiraba contra Cámpora desde adentro.

Repercusiones del discurso de Perón

El discurso anti juvenil y macartista de Perón fue entusiastamente saludado

por Balbín, sobre todo en lo referente a la “infiltración”. Alende lo apoyó en

general, sin referirse a ese punto, lo mismo que Álvaro Alsogaray.

El 23 de junio, Perón visitó a Balbín. Según el líder radical, más allá de las

obvias expresiones sobre lo fructífero de sostener un diálogo, coincidieron –

y lo harán muchas veces más-, en la necesidad de “pacificar el país”.

Veremos más adelante que entendían por esto.

Desde el justicialismo, en muchos casos las declaraciones eran una carrera

por la obsecuencia. Deolindo Bittel –gobernador del Chaco, luego candidato

a vicepresidente en el retorno democrático de 1983-, dijo que el discurso

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25

“disipa cualquier duda” –lo cual era cierto- y que Perón “se tutea con los

más grandes héroes de nuestra República”. Por supuesto, recibió también el

apoyo de fuerzas políticas de centro y de derecha, de la UOM y de la Iglesia.

Mientras tanto, la presión en la región se hacía sentir cada día más. El 26

de junio, el presidente de Uruguay, Bordaberry, disuelve el parlamento, en

un acto más del drama hacia el que se encaminaba el Cono Sur. Pocos días

después, Salvador Allende enfrentaría un alzamiento militar, conocido como

“El Tanquetazo”, que si bien fue sofocado, sirvió para medir la reacción

popular en defensa del gobierno. El mismo ensayo se daría en nuestro país

unos años después.

Como dijimos, sería ingenuo pensar que la CIA era ajena a estos

movimientos, y la presión comienza a hacerse sentir con más fuerza, en el

sentido de “poner orden”. La burguesía latinoamericana reclama otras

condiciones para su acumulación. Incluso esto se tradujo en acciones del

mismo gobierno de Cámpora. Se convocó a la prensa para exhortarla a no

publicar solicitadas de organizaciones armadas; Cámpora se reunió con el

jefe de la SIDE, Righi pidió a la ciudadanía que denuncie “actos de

intimidación pública por parte de individuos o grupos armados” y se dispuso

a terminar con las numerosas ocupaciones de lugares de trabajo,

universidades y colegios, que se venían dando. En tanto, desde medios

vinculados al nacionalismo de derecha –como el diario Mayoría, publicación

oficial- se hacía ya circular la versión de que el general Iñiguez reemplazaría

a Righi. (Falta la ley de asociaciones sindicales)

Preocupaba también la ola de secuestros, aunque nada se sabía sobre los

verdaderos culpables de la Masacre de Ezeiza. Mientras desde distintos

medios ligados a la Tendencia se ocupaban de López Rega, Osinde, Rucci,

etc., desde el gobierno se hacían vagos señalamientos hacia el

“imperialismo”, pero sin ir más allá. Otro clásico del peronismo: el concepto

“imperialismo” como forma de poner todas las culpas afuera.

Este grado de movilización y de acción directa, será presentado por la

derecha del Movimiento como un caos generado por la incompetencia de

Cámpora y su elenco, y como muestra de que se iba muy a la izquierda.

No nace allí la idea de un alejamiento del presidente: esta fue siempre una

posibilidad. La cuestión era presentarla como un desplazamiento forzado,

no voluntario.

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26

El ex delegado, ya el 6 de julio, luego de reunirse con Perón, declaraba que

los cargos de ministros

Están siempre a disposición del presidente en lo que hace a dejar su tarea

cuando este así lo considere conveniente. Esto comprende a todos los

hombres del movimiento, incluyendo al presidente.

Cabe la aclaración: cuando Cámpora habla de la disponibilidad de los cargos

hacia “el presidente”, esta hablando de Perón.

El 12 de julio, los rumores de renuncia ya son fuertes, y Rucci anuncia

“hechos importantes”. Finalmente, todo se consuma el día 13.

¿Cómo interpretar la renuncia de Cámpora?

¿Era Cámpora el gobierno de La Tendencia? Dice la historiadora Ana

Costilla:

“Cámpora no encabezó un gobierno de la Tendencia Revolucionaria, ni se

radicalizó hacia la izquierda, obligando al propio Perón a recuperar el poder

mediante un golpe de “palacio”. Fue su administración la que puso en

marcha el corazón de la estrategia reformista de Perón para contener el

proceso revolucionario abierto en 1969.”

Las principales tesis que plantea esta historiadora son:

a- La visión que se ha impuesto de Cámpora como un gobierno de La

Tendencia viene sobre todo del exitoso libro de Miguel Bonasso sobre

el tema.

b- La Tendencia logra el 18% de los cargos, cuando le correspondía el

25.

c- Perón da “libertad” a Cámpora para las designaciones, pero se

reserva tres puestos claves: Bienestar Social (López Rega) Trabajo

(Ricardo Otero) y Economía (Ber Gelbard)

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27

d- Los cargos que sí pudo elegir Cámpora, no pertenecían a la

Tendencia y su “progresismo” podía ponerse en cuestión: Righi, que

no provenía específicamente de la izquierda peronista, y puso como

intendente de Buenos Aires a Leopoldo Frenkel, proveniente de la

derecha; Ricardo Puig, de discursos antiimperialistas, había dado

clases en la Escuela Superior de Conducción Peronista, un órgano de

la ortodoxia; Jorge Taiana, al frente de Educación, promovió una Ley

Universitaria con el fin de “poner orden” en los claustros. Robledo

(Defensa) Benítez (Justicia) y Carcagno (Comandante del Ejército) no

descollaban por sus antecedentes hacia la izquierda precisamente.

e- En el caso de los “gobernadores montoneros”, ninguno lo fue. Perón

había ordenado para gobernador de provincia un político y para vice

un sindicalista. En ningún caso hay nadie con ligazón hacia la

Tendencia, más allá de algún gesto de simpatía que pudo haberse

dado después, pero que no modificó la sustancia del asunto.

Por lo demás, su breve gobierno combina medidas que pudieron

presentarse como progresistas, con otras que buscan frenar la movilización

popular y reencauzar el orden. El restablecimiento de las relaciones con

Cuba, por ejemplo, suele ser presentado como un gesto antiimperialista;

pero es la burguesía argentina la que está interesada en hacer negocios

explotando mano de obra argentina. Y el “Pacto Social”, también se inicia

en su gobierno, buscando disciplinar a la clase obrera, conteniendo y

postergando sus demandas, incluso las reformistas.

Finaliza Costilla:

Como acabamos de ver, Cámpora no encabezó un gobierno copado por la

Tendencia Revolucionaria, ni se radicalizó hacia la izquierda propiciando un

golpe interno por el propio Perón. El grueso de su personal político

pertenecía a la llamada “ortodoxia” peronista y a lo más granado de la

burocracia sindical. El elenco político más útil a Perón y a la burguesía en la

etapa (Celestino Rodrigo, Lopez Rega, Otero, Osinde, etc.) llegó al gobierno

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28

con Cámpora, y no contra él. Más aún, fue su administración la que ejecutó

la puesta en marcha del corazón de la estrategia reformista de Perón, el

Pacto Social, para reencauzar dentro de los marcos institucionales una

situación social que comenzaba a desbordarlos.

Veamos ahora la versión que el mismo Cámpora dejó de su renuncia:

Yo conservaba siempre la intención de culminar el mandato recibido: así me

lo requerían las aspiraciones del pueblo argentino que permanentemente

quiso verlo (a Perón n/a) en la primera magistratura del país. Pero debí

postergar la adopción de medidas tendientes a posibilitar el traspaso del

gobierno, porque lamentablemente padeció un trastorno bronco- pulmonar

del que tardó varios días en recuperarse. Finalmente, el 4 de Julio, una vez

mejorado de su enfermedad pasajera, tuvimos una entrevista a solas. En

ella le expresé: “Señor, sé que si la ciudadanía argentina el 11 de marzo, en

lugar de haber visto en las boletas electorales mi modesto nombre hubiera

visto su dignísimo nombre, hubiera votado con más cariño, con más fe y,

por ende, con más esperanza”. A lo que me respondió: “Yo, doctor

Cámpora, siempre he estado a disposición de mi pueblo”

(…) Algún amago irresponsable de medrar y colocarme en la cresta de un

proceso que no les pertenecía, pretendiendo así empañar mi cristalina

decisión con arteras sospechas de que ella respondía a otras presiones que

no fueran las de mi conducta moral.

Esteban Righi, citado por Jorge Bernetti, habla en el mismo sentido:

Cámpora no se fue empujado por nadie, sino por su propia voluntad. Señala

que estuvo con Lorenzo Miguel, y que no vio en él intenciones de sacar

ventaja de la situación. Es que para eso estaba Rucci.

Entonces, vemos cómo desde el camporismo se nos presenta la renuncia

como una decisión voluntaria. Desde el sindicalismo, por el contrario, crecía

el cuestionamiento y la intención de empujar al presidente hacia una salida

forzada. El vice- gobernador de la provincia de Buenos Aires, Victorio

Calabró, declaraba:

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29

(…) con Perón se solucionaría un gran problema político- ideológico. Negar y

dudar de que nuestro gobierno necesita una limpieza profunda sería un

problema de tontos.

Rucci había declarado: “se acabó la joda”.

Sin embargo, con la brutalidad acostumbrada, quien más claras dejaría las

cosas sería Luis Barrionuevo, Secretario de Prensa de la CGT. Retengamos

estas declaraciones, porque echan luz sobre las verdaderas motivaciones de

esta movida política:

Los que tienen la torta quieren que Perón garantice que no habrá desborde

por izquierda. (…) los hechos posteriores al 11 de marzo y al 25 de mayo de

1973 demuestran la necesidad de que el movimiento obrero asuma un

papel protagónico y nosotros vamos a motorizarlos (…) Nadie discute que el

único que puede poner orden en el país es Juan Domingo Perón.

Paradójicamente, es lo que se planteaba desde la izquierda: Perón vino a

poner orden y a salvar al capitalismo argentino.

La renuncia de Cámpora puede ser vista, entonces, como una señal de

largada para la derecha del movimiento, cumplida una primera etapa de

reacomodamiento y “orden”. El partido justicialista de Córdoba se pronunció

inmediatamente pidiendo la renuncia de Obregón Cano y de Atilio López

“para facilitar la histórica gestión a emprender por el teniente general Juan

Domingo Perón”. No explicaba, de todos modos, en que la dificultaba.

Obregón Cano, días después, tuvo que negar que en su gobierno hubiese

infiltración marxista.

Ya es conocida la maniobra realizada: una vez producida la renuncia del

presidente y del vice, correspondía que asumiese el presidente provisional

del Senado, Díaz Bialet. Pero se lo envía en comisión al extranjero,

nombrándolo embajador extraordinario y plenipotenciario en una misión de

exploración para fijar la posición argentina en la IV Conferencia de los

Países no- alineados, a realizarse en Argel. Esto facilitó el nombramiento de

Raúl Lastiri, descripto por Miguel Bonasso como “un personaje de la

picaresca, un hombre de cabaret, de voz aguardentosa…” Un personaje

absolutamente menor, pero eficiente sin embargo para la depuración.

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Perón, que declaraba permanentemente respetar la institucionalidad

democrática, permitió, al menos, esta maniobra.

FAR y Montoneros lanzaron sendos comunicados, reforzando la teoría del

cerco a Perón por parte del imperialismo y su agente, López Rega. Lo

curioso es que esperaban que quien detuviese esta conspiración fuese el

mismo Perón. Señalaban:

Estos conspiradores, agentes del imperialismo, son –entre otros- el ministro

de Bienestar Social, José López Rega, que fue responsable de la comisión

organizadora del acto del día 20 de junio y que logró ubicar a su yerno,

diputado Lastiri, en el cargo de presidente provisional, desplazando a quien

le correspondía legalmente, el Senador Díaz Bialet.

Mencionaban también a Rucci, Osinde, Norma Kennedy y Alberto Brito Lima.

Olvidaban consignar que, para el Ministerio del Interior, puesto clave debido

al manejo de la Policía Federal, era designado Benito Llambí, militar de

larga trayectoria golpista y anti- peronista.

Decíamos más arriba que para la derecha había sonado una señal de

largada. Y vimos también cómo el gobernador de Córdoba comenzaba a

sufrir las primeras embestidas, acusado de tolerar una supuesta “infiltración

marxista”. Pero también el sindicalismo combativo fue blanco de la

avanzada fascista: la noche del 16 de julio fue tiroteado el edificio de Luz y

Fuerza cordobés. Hombres parapetados en tres vehículos, tiradores desde

techos cercanos, un gran despliegue de fusiles FAL, metralletas, pistolas y

granadas, conformaron la modalidad del ataque. Luego serian ocupados los

edificios del SMATA, ATSA (Sanidad) y la CGT local. En el caso de Luz y

Fuerza, el ataque fue contestado desde el interior.

Los retrocesos eran verificados también por la JP. Dante Gullo, delegado por

la regional I, señalaba:

Indudablemente en estos tres días de gobierno provisional ya han pasado

algunas cosas que no estaban en el libreto.

Se refería a la detención de ocho integrantes de la JP, y a la misma

asunción de Lastiri. Y, en otro documento, señalaban que la única garantía

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de que los “gorilas infiltrados” en el movimiento no avanzasen era con

Perón presidente cuanto antes. Imaginamos que no podían faltar,

seguramente, especulaciones sobre el hecho de que estos cambios “fuera

de libreto”, no podían producirse sin la anuencia de Perón que llevaba

adelante el programa de la burguesía. Pero se estaba aún lejos de

proclamarlo con claridad.

Rodolfo Ortega Peña y Luis Eduardo Duhalde se manifestaban en el mismo

sentido:

La toma del poder por el general Perón es un hecho revolucionario que

sintetiza todas las aspiraciones del Pueblo. El acceso al gobierno por parte

del conductor, no es más que una jugada táctica a la que debe apelar ante

el avance incontrolable de los sectores traidores y burocráticos que rodean

Gaspar Campos.

Vemos aquí otro argumento, que se va a presentar asiduamente en paralelo

con la “teoría del cerco”: la del Conductor Genial, el gran estratega que

realiza movimientos que, si bien no se comprenden en el momento, serán

indudablemente revolucionarios más adelante.

Sin embargo, en la misma publicación, arremetían contra el Pacto Social

que, como dijimos, era una herramienta fundamental para Perón ¿Se

esperaba que criticando el plan económico, el general rectificase el rumbo?

¿Cómo entender, de otro modo, esta actitud luego de levantar la consigna

“Perón al poder”? Evidentemente, se abrigaba la esperanza que, en algún

momento, Perón fuese el revolucionario que dijo que sería. Desde el PRT, y

en las páginas de El Combatiente, Mario Roberto Santucho, en tono

fraternal, escribía:

Los compañeros de la izquierda peronista, principalmente de las

organizaciones hermanas FAR y Montoneros, sostienen la tesis de que el

General Perón es en realidad un líder revolucionario, que en estos

momentos es ajeno al autogolpe apoyado por la CIA, que los verdaderos

responsables de la eliminación de Cámpora, Righi, etc., de los hechos de

Ezeiza, en una palabra, de la actual ofensiva contrarrevolucionaria, son

López Rega, Osinde y Rucci que tienen rodeado y engañado, desinformado

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al general, que lo han encarcelado y lo obligan a avalar una política

reaccionaria que él no comparte. Amplios sectores de las masas que quieren

al general Perón, que lo consideran un genuino defensor de los intereses

obreros, piensan también que el jefe del justicialismo no tiene nada que ver

con lo que está pasando (…)

(…) Y no porque él sea un traidor, sino porque es un consecuente defensor

de su clase, la burguesía, a la que permanece completamente fiel a pesar

de no haber sido comprendido en su tiempo por gran parte de sus

hermanos de clase, por sectores de los capitalistas nacionales y extranjeros.

Cuando la burguesía podía y necesitaba hacer concesiones a las masas

Perón materializó generosamente esas concesiones. Hoy que la burguesía

se encuentra en una profunda crisis necesita reprimir duramente al pueblo y

Perón materializó y materializará sin vacilaciones esa represión.

Desde la izquierda revolucionaria, se ubicaba al mismo Perón en el centro

de esta política represiva, mientras desde la Tendencia –generalizando- se

lo hacía víctima de una trama que sólo su acceso al gobierno y al poder

podría romper. Otra publicación de Duhalde y Ortega Peña se titulaba: “El

Pacto Social, los planes de la burocracia y otras intoxicaciones”. La

argumentación era como sigue: hechos como el de Ezeiza se explicarían

como parte de la necesidad de disciplinamiento de los sectores que podían

resistir al Pacto, la disolución del contenido revolucionario del peronismo y

hasta el liderazgo del propio Perón.

Como vemos, la izquierda del movimiento no quería aún despegarse

inculpando abiertamente al general por la política represiva. También es

cierto que seguramente evaluaban –correctamente- que hacerlo implicaría,

irremediablemente, alejarse de las masas.

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Capítulo III.

Los mecánicos hemos estado siempre en la defensa del país y nuestra

organización (…) nosotros no vamos a esperar más sentados que la

traición y la contrarrevolución marxista destruya nuestro pueblo.

Estamos dispuestos a darles batalla en todo el país, estén donde

estén, en las fábricas, seccionales, talleres, y con la movilización

activa de los mecánicos auténticos, que sólo reconocen una bandera,

la Azul y Blanca, y un Líder, el Teniente General Juan Domingo Perón

y una doctrina, la Justicialista. SMATA eliminará para siempre de

nuestras filas a quienes han actuado y actúan al servicio de la

sinarquía internacional, con apoyo de adentro y de afuera. (…) La

guerra está declarada contra los agentes del odio y la desunión

(Noticias, 22-1-1974).

La escalada del macartismo. Brevísimo estado de la cuestión.

Veremos brevemente, apelando a algunos autores –selección por supuesto

siempre arbitraria- cómo ha sido caracterizado el tercer gobierno de Perón

desde distintas miradas historiográficas.

Un elemento que llama la atención a quien se adentre en este período es el

enorme esfuerzo justificatorio –que ya vimos cuando los hechos de Ezeiza-

realizados por la Tendencia. Como dijimos, la manifiesta intención de Perón

de excluirlos –en el mejor de los casos- del Movimiento resultaba muy difícil

de deglutir. Alejandro Guerrero en su libro El Peronismo Armado, señala la

fantasía creada por FAR y Montoneros: Perón, que había tomado el poder

con el objetivo nunca disimulado de echar a la izquierda del movimiento de

todos los espacios, en realidad, venía a liquidar a la derecha.

Ya vimos en el reportaje a Abal Medina cómo funcionaba la “teoría del

cerco”, tal vez el producto más acabado de este esfuerzo intelectual. En la

marcha de la JP a Olivos –que ya veremos más adelante-, y en el desaire de

Perón a la hora de negarse a hablar con las ochenta mil almas allí

congregadas, dejaba claro que no existía tal cerco, sino que era esta su

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voluntad. En una burla macabra, designó como contacto de la JP al mismo

López Rega.

Por supuesto que no todo se redujo a gestos políticos, sino a medidas

concretas. Algunas de estas fueron el desplazamiento de funcionarios

cercanos a la JP y Montoneros. Durante su interinato, Lastiri echa a Righi y

a Puig, y los reemplaza por Llambí y Vignes. Guerrero señala que las

“formaciones especiales” tenían margen de acción con Perón exiliado y una

dictadura, pero

No estaban ni podían estar preparadas para la presencia física en la

Argentina de un Perón abiertamente hostil. No tenían manera de explicar el

fenómeno.3

Hay un primer ensayo en Córdoba, para tantear que resistencias podían

darse en el avance de la derecha. El 15 de julio son baleados los locales de

Luz y Fuerza y Smata. Obregón Cano y Atilio López declaran que estaban

dispuestos a renunciar. El poder quedaría en manos de gente vinculada a

Obregón, pero, lo principal, es que no estaban dispuestos a oponer

resistencia popular. Dice Guerrero: “No hacía falta saber más”.

Obregón y López lograron un acuerdo momentáneo de paz con Lastiri,

Llambí y Rucci. Era poner el primer pie en el centro de la rebeldía popular

iniciada en el 69.

Estos malabarismos justificatorios, sin embargo, no eran unánimes.

Guerrero nos trae un ejemplo de la recientemente creada columna Sabino

Navarro, que declaraba:

Ninguno de los auténticos grupos revolucionarios ha sido recibido en Gaspar

Campos y sólo la juventud, después de una concentración de 70 mil

compañeros, es atendida breves minutos para luego designar representante

de la juventud peronista a un tal Yessi, secretario privado de López Rega”.

En lugar de la patria socialista, bajo cuyas consignas se reunieron

multitudes y millones de votos, se proclama el Pacto Social, proyecto

3 Guerrero se refiere al fenómeno de que se los quisiera expulsar del movimiento.

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35

burgués caduco, inferior en forma absoluta a las relaciones nacionalistas y

antiimperialistas de 1945.

El ejército que nos subyugó con una tremenda dictadura es hoy elogiado

por Lastiri y López Rega

Luego pedía a Perón una rectificación de rumbo, a todas luces imposible.

El 8 de setiembre de 1973 se realizó una reunión de una supuesta JP

unificada, con sectores revolucionarios y fascistas. Fue allí (según Guerrero)

que a las FAR se les ocurrió forzar la negociación con Perón mediante el

cadáver de Rucci.

En su velatorio declaró el Ministro de Trabajo perteneciente a la UOM,

Ricardo Otero:

Has muerto para que la patria sea peronista. Has luchado contra el

zurdismo apátrida (…) Juramos sobre esta tumba que jamás ningún trapo

rojo reemplazará a la bandera celeste y blanca.

Veremos cómo pondrán en esto todo su empeño.

Automáticamente, se lanza la cacería, y su primera víctima será Enrique

Grinberg. El 26 de setiembre es tomada la casa de gobierno de Salta por la

burocracia cegetista.

Inés Izaguirre, en Lucha de clases, guerra civil y genocidio en la Argentina,

1973- 1983, hace un breve recuento de lo que fue sólo el inicio de la

escalada de violencia:

Tan sólo entre el 26 de setiembre y el 31 de diciembre de 1973, son

ejecutados o hechos prisioneros por estas bandas 23 militantes en distintos

puntos del país, además de la realización de numerosos atentados: en

Mendoza, contra el profesor de filosofía Enrique Dusell, que debió exiliarse;

en Córdoba, contra una asamblea de obreros de la construcción realizada en

la CGT local y contra el Banco Social de esa provincia; en Capital federal y

el conurbano contra la Regional I de la Juventud Peronista (JP) y contra la

Unidad Básica Mártires de Trelew.

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36

Para esta autora, la ofensiva contra los gobernadores permeables a la

Tendencia había comenzado con la renuncia misma de Cámpora. Es clave el

rol de los vice- gobernadores en algunas provincias (eran sindicalistas

burócratas) y de la CGT en general. Esto prueba que la decisión de la purga

estaba tomada antes de lo de Rucci.

Si bien la curva de muertos sube vertiginosamente a partir del fallecimiento

de Perón, durante su mandato se verifica el lanzamiento del accionar de la

Triple A. No es el objeto de este trabajo –que llega hasta el 1 de julio de

1974- pero justo es decir que, según Izaguirre, a partir de esta fecha “las

bajas se multiplican por 25: los muertos por 17; los desaparecidos por 49”.

Es interesante observar que las bandas nacionalistas de Argentina que en

conjunto llamamos Triple A resultaron una vez más –como todos los

nacionalismos burgueses y su versión extrema fascista- funcionales al

capitalismo. Tenían el mismo enemigo que las Fuerzas Armadas estatales:

el anticapitalismo.

Las bajas en los meses en los que gobernó Perón, fueron, sobre todo,

pertenecientes al mismo movimiento. La multiplicación en el campo

marxista, vendrá después.

En lo referente al desplazamiento de gobernadores cercanos a la tendencia,

Alicia Servetto ha realizado uno de los estudios más completos. Señala que,

además de la depuración ideológica, los objetivos eran “la desmovilización

política y el disciplinamiento de los actores sociales”.

Los gobernadores desplazados, en orden cronológico son: Antenor Gauna

(Formosa), noviembre de 1973; Oscar Bidegain (Buenos Aires), enero de

1974; Obregón Cano y Atilio López (Córdoba), marzo de 1974. Esta autora,

sin embargo, señala que la actividad de la triple A se inicia en los últimos

meses de la vida de Perón. Nosotros la veremos accionar mucho antes.

Las características comunes que habrían tenido estas embestidas contra los

gobernadores, son:

a- Dejar claro que, en cuanto a cargos públicos, primero estaba la

voluntad del partido y luego la voluntad popular;

b- Modificar las situaciones políticas provinciales para poner un límite a

la movilización popular;

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37

c- Llevar adelante la “limpieza ideológica” y terminar con los

“infiltrados”;

d- Defensa de los sectores sindicales de su autonomía frente al poder

político provincial.

Marina Franco, por su parte, señala al período que comienza en 1973

como de estallido de los conflictos internos del peronismo, de la

interpretación de cada sector sobre la naturaleza del movimiento como

la verdadera, y del tironeo de la figura de Perón tanto para la derecha

como para la izquierda. La falencia y la responsabilidad de Perón en este

conflicto, es que no medió o arbitró previamente entre los distintos

sectores.

En el discurso post- Ezeiza, Perón traza una línea muy marcada de qué

es el orden y qué el desorden. Y allí –señala también Sergio Bufano-, se

pone punto final a la ilusión de que desde el peronismo se apuntaría a

una salida al capitalismo.

Franco entrevistó a Luis Aranda, asesor de Perón en defensa. Según él,

ya en 1972, desde Puerta de Hierro

El general había manifestado su intención de “poner orden” dentro del

peronismo en referencia a la izquierda juvenil, así como había expresado

su seguridad de que podría “controlar” tanto a López Rega como a los

“muchachos”. Afirma que no rompió con Montoneros porque, en las

elecciones4, había que llegar al 50%. Después se vería.

Perón también participó de la visión que se expresaba en la Doctrina de

la Seguridad Nacional, planteada antes por la Revolución Argentina y

luego por el Proceso de Reorganización Nacional, sobre la defensa del

modo de vida “occidental y cristiano”, al declarar que:

“Todos estamos bajo una amenaza común y tenemos enemigos

comunes”. No es ilógico pensar que este concepto fue compartido con

Pinochet, en la entrevista entre ambos.

4 Se refiere a las del 11 de marzo de 1973.

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38

Las herramientas, entonces, con las que se llevó adelante esta purga

fueron:

a- Constitucionales: intervenciones federales, a universidades y

sindicatos, leyes y decretos, represión policial;

b- Intrapartidarios: reestructuración del movimiento, intervenciones en

los partidos justicialistas provinciales;

c- Violencia para- estatal.

Como organismos que actuaron en la violencia para- estatal podemos

mencionar: patotas de la UOM; el Comando de Organización (C de O); la

Concertación Nacional Universitaria (CNU); la Juventud Sindical Peronista

(JSP); la Juventud Peronista de la República Argentina (JPRA); la Alianza

Libertadora Nacionalista (ALN); el Comando Libertadores de América (CLA);

-según Franco vinculado al tercer cuerpo de Ejército con asiento en

Córdoba- el Comando Nacionalista del Norte de Tucumán; el Comando

Moralizador Pío XIII o el Comando Anticomunista de Mendoza.

Un día antes de que Perón asuma por tercera vez, son reincorporados a la

Policía federal y a la custodia de López Rega, Rodolfo Almirón y Juan Ramón

Morales, importantes engranajes de la Triple A.

La autora cita una declaración de Perón en la cual puede verse con claridad

su deliberada ambigüedad. Mientras actuaban todas las organizaciones

antes mencionadas, decía:

Hay una ley y hay una justicia y quien delinca se enfrentará a esa ley y a

esa justicia por la vía natural que toda democracia asegura a la ciudadanía.

Creer lo contrario sería asegurar la injusticia y andaríamos matando gente

en la calle que ni merece ni tiene por qué morir. Yo no he de entrar por el

camino de la violencia porque si a la violencia de esos elementos le agrego

la violencia del Estado no llegaremos a ninguna solución.

Son los hechos de Azul los que –para Franco- parecen haber terminado con

cierta tolerancia hacia la guerrilla, y significaron una profundización de la

depuración interna. La primera víctima sería Bidegain, y luego otros

gobernadores.

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Guillermo Caviasca tiene una visión contraria: el ataque a la guarnición de

Azul por parte del ERP no puede tomarse como determinante para la salida

de Bidegain de la gobernación de la provincia de Buenos Aires; en todo

caso, su gobierno –como el de otras provincias, de corte progresista- venía

siendo desgastado por la derecha desde Ezeiza. Las permanentes

embestidas contra “los zurdos”, “los infiltrados”, “los comunistas”, así lo

prueban. Creemos que ambos autores están en lo cierto, simplemente hay

una diferencia en la intensidad de la embestida antes del ataque a la

guarnición y después de él.

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Capítulo IV.

Julio- setiembre de 1973. La JP, el cerco y la reorganización del

movimiento.

Al cumplirse un mes de la Masacre de Ezeiza, la JPRA, a través de una

solicitada, caldeaba aún más el ambiente macartista:

Nunca olvidaremos la masacre de nuestros hermanos, realizada desde las

sombras por los infiltrados en nuestras filas: ERP, FAR, Montoneros, con sus

drogadictos, homosexuales, mercenarios vernáculos y extranjeros, todos

protegidos desde arriba por la debilidad consciente y por la traición siniestra

Este tipo de declaraciones, muy abundantes en la época, muestras otra

tendencia del momento: la transformación del adversario político en otro

absoluto, lo siniestro, lo infiltrado, lo extranjero. Por lo tanto, merece ser

eliminado. Estas manifestaciones irán in crescendo con el tiempo, y

preludian la dictadura militar.

El ministro Taiana, en un libro que escribirá luego de algunos años “El

último Perón”, citado por María Sáenz Quesada, también, al igual que la

Tendencia, va a adherir a la teoría del cerco. Veamos, sin embargo, cómo

Perón no necesitaba de la influencia de su entorno para realizar una broma

macabra.

El 21 de julio, una gran columna de la JP marcha a Olivos para, justamente,

“romper el cerco”, es decir, restablecer el diálogo directo con Perón. Las

estimaciones van de 30 mil a 80 mil personas, según la fuente. Sabemos

que la JP tenía un gran poder de movilización. El Descamisado, titulaba

triunfante: “Se rompió el cerco del brujo López Rega”. En tapa, Perón, con

su eterna sonrisa, esta parado en el medio, flanqueado por Dante Gullo,

Lizaso, Añón y Ahumada. Allí, el general les dice que son los primeros a los

que recibe –había estado varios días en reposo por indicación médica- y

promete asistir al acto de la JP para hablar personalmente a la juventud. Y

–siempre según esta fuente- ordenó tener contacto con la juventud “sin

intermediarios”.

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Esto no fue cierto. Perón, que los recibió por breves minutos, designó como

enlace entre él y la JP al mismísimo López Rega. Este desprecio por la

enorme cantidad de jóvenes que se movilizaron –una vez más- y que tenían

cifradas esperanzas tan grandes en su persona, no podía provenir de un

senil, al que llevaban de aquí para allá como un mueble. Por el contrario,

estos gestos muestran gran lucidez a la hora de enviar inequívocas señales.

Desde el radicalismo también las percibían, sólo que con matices: Balbín las

saludaba, Alfonsín advertía el peligro de ellas.

Mucho me temo que de aquí en adelante se pretenda marginar a los

sectores más progresistas y más populares (…) Por otra parte, creo que se

va a afirmar ostensiblemente la burocracia sindical. (…) las propias

designaciones que se han hecho hablan también a las claras, juntamente

con algunas renuncias aceptadas, de que el signo que se pretende imponer

es marcadamente de derecha.

Esta etapa del interinato de Lastiri puede interpretarse como de

reacomodamiento de la tropa para una batalla importante. El 28 de junio,

son reorganizados todos los organismos del Movimiento. Veamos algunos

de los tenientes y coroneles que se preparaban para el combate:

Rama política: José Humberto Martiarena. Nombrado por la Revolución

Libertadora interventor de Tucumán en 1955, fundador del Partido Blanco

de los Trabajadores, de orientación neoperonista.

Ferdinando Pedrini: del peronismo ortodoxo, futuro interventor de Salta,

cuando sea apartado el gobernador Miguel Ragone.

José Manuel Camus: también ortodoxo, hoy desvincula a Perón de toda

responsabilidad en la violencia de derecha desatada entre el 73 y el 74,

minimiza el papel de López Rega y reduce todo a la “infiltración militar”

Francisco Julián Licastro: Teniente Coronel, del círculo de mayor fidelidad a

Perón.

Rama Sindical: José Ignacio Rucci –ya hablamos de él en el apartado

referido a Ezeiza- ortodoxo y profundamente macartista.

Lorenzo Miguel: histórico de la UOM, continuador del vandorismo, será,

unos años después, protegido por Massera para no caer en las garras de los

grupos de tareas.

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Casildo Herrera: de las 62 Organizaciones, también proveniente del

vandorismo.

Rama Femenina: Silvana Roth, actriz, del peronismo histórico.

Hilda Castiñeira: otra peronista histórica, incondicional de Evita.

Rama Juvenil: Julio Yessi: dirigente de la “Juventud Peronista de la

República Argentina”, denominación esta que tenía el evidente propósito de

marcar el carácter estrictamente nacional de la organización, ajeno a “ideas

foráneas”, como si lo sería la JP. Muy cercano a López Rega, y detenido en

2012 por su vinculación con crímenes de la triple A.

En la constitución de estos organismos, la cual no pudo de ninguna manera

ser ajeno Perón, vemos entonces cómo se privilegia a la ortodoxia

peronista, a la influencia de López Rega, a la burocracia sindical.

Este nuevo organigrama responde de alguna manera a la pregunta que se

hacía Jorge Abelardo Ramos desde el periódico “Izquierda Popular”, en un

editorial cuyo título era “Perón: ¿con quien piensa gobernar?”

¿Y Perón?, preguntará el lector. Bien sabemos que la historia universal no

se agota en la historia menuda que complace a los periodistas burgueses.

Perón, en camino de su tercera presidencia, deberá decidir si respalda las

repugnantes acrecencias nacidas en los grandes sindicatos durante su largo

exilio, bajo la protección de los regímenes oligárquicos. Del mismo modo el

futuro gobierno de Perón deberá definirse ante peronistas liberales como

Gomez Morales, que teme a la “inflación” pero no al hambre del pueblo, o

ministros como Gelbard, que congela salarios como Krieger Vasena (…)

Si bien es acertada la pregunta de Ramos, sobre con quienes gobernará

Perón, en lo relativo al aspecto económico razonaba igual que la Tendencia.

¿Podía Gelbard plantear el Pacto Social, que efectivamente, congelaba

salarios por dos años, sin la confianza de Perón?

En julio de 1973, la revista El Peronista - cordobesa- denunciaba una

avanzada de la derecha nacional e internacional al poco de asumir

Cámpora. Las fotos de Rucci y Brito Lima ilustran la nota.

En primer lugar se trataba de una ofensiva latinoamericana: hostilidad hacia

Chile y disolución del Parlamento uruguayo. En el ámbito nacional, ya se

contaba con el poderoso antecedente de la masacre en Ezeiza –que según

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43

un informe presentado en el Senado nacional por esos días daba un saldo

de 114 muertos y más de 900 heridos-; y en el sindical, la conducción de la

CGT intenta intervenir todas las seccionales, con el objetivo primordial de

tener el control de la cordobesa, por su tinte antiburocrático. Pero, además,

ya se daba cuenta de toda una avanzada que trascendía lo sindical y se

insertaba dentro del peronismo: bien conocidos eran las solidaridades entre

Rucci, el Secretario de deportes Osinde, el mencionado Lima y otros. Es

paradójico que desde ambas fracciones se utilice la palabra infiltración:

desde la derecha, obviamente infiltración de izquierdistas que en realidad

no serían peronistas; desde la izquierda, serían “continuistas”, es decir,

continuadores de la política pro- imperialista detentada por la Revolución

Argentina.

El objetivo era Córdoba, porque allí tenían enorme influencia nada menos

que las figuras de Agustín Tosco y Atilio López, centrales en el Cordobazo,

ícono de la resistencia a la dictadura. Y desde allí se respondió dando

precisiones sobre el continuismo. Los sindicalistas de la conducción de la

CGT habían colaborado con los militares.

Un referente de la Tendencia Revolucionaria era Juan José Hernández

Arregui; su teorización sobre el ser nacional, la cultura y la violencia bajo el

imperialismo era ineludible para este sector. Decía por entonces:

La lucha política y la lucha cultural son inseparables, cualesquiera sean las

diferencias de los pueblos de Asia, África e Iberoamérica –o América Latina,

como nos llaman los conquistadores-. A saber, ruptura con el imperialismo

por medios pacíficos o violentos, pues en toda lucha de liberación, como ya

he escrito alguna vez, la violencia es la respuesta patriótica de la conciencia

nacional agredida por el colonialismo. Y ésta es una definición estricta de la

violencia, no su apología. Son los agresores internos y externos quienes

imponen la violencia económica y cultural no deseada por los pueblos. Con

relación a otro aspecto del problema, dejando de lado las contradicciones de

clase del peronismo, y apuntando a su carácter de movimiento nacional de

masas, la lucha cultural se define, entonces, como exigencia de construir el

Estado- Nación. Una vez conquistado el poder, ya vendrá –y recién

entonces- la educación de las masas. Educación que no debe confundirse

con cultura colectiva. Un provinciano analfabeto filiado a la tierra de sus

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antepasados es más culto que un universitario embobado por el tiranismo

de EE.UU.

Son interesantes aquí las reflexiones de Hernández Arregui para

comprender mejor el clima de época, que es lo que pretendemos. Es lícito

utilizar la violencia –una violencia no deseada, impuesta por la violencia de

arriba- para romper con el colonialismo, que es violento por definición. A la

violencia, sólo se la puede derrotar con una violencia mayor. Respira

también aquí el espíritu de Franz Fannon. Y aclara que no hace apología,

sino que esta violencia, cuando impera el colonialismo, surgirá aunque no lo

queramos, implícita en el orden natural de las cosas.

Otro hito del giro hacia la derecha del peronismo en el gobierno fue la

proclamación de Isabel Perón como candidata a vice presidenta, el 2 de

agosto. Huelga profundizar sobre las enormes carencias personales de la

tercera esposa del general. Ya en ese momento, la sorpresa se tornó

estupor. Tal es así, que el número inmediatamente posterior a este hecho

de El Descamisado no abordó el tema, sino que debieron pasar dos números

para reaccionar.

La semana pasada nos quedamos mudos. (…) Aún no sabemos si hicimos

bien o mal en callarnos. Pero la sorpresa nos enmudeció. Preferimos pensar,

reflexionar junto al movimiento, participar también del estupor. Y hoy

íbamos a preguntar, a fijar nuestra posición frente a una candidatura que

no entendimos ni entendemos.

Pero, líneas abajo, aclaran: cualquier resolución del jefe será acatada. De

todos modos, no ocultaban su desdén por lo que había sido un congreso del

partido justicialista absolutamente libretado y orquestado para las cámaras

de televisión. Quien proclamó a Isabel como vice fue Norma Kennedy.

Pero antes hizo uso de la palabra Torcuato Fino, apoderado del Partido

Justicialista, quien con razón hubiese sido condenado al eterno olvido de no

haber sido por pronunciar la siguiente frase, diciendo que Perón

representaba:

Una bácula señera con ubérrimas frondosidades.

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45

Luego, por si alguien lo dudaba, aclaró que el general era un homo sapiens.

Todo esto sería gracioso si no hubiese sido trágico. En estos personajes

depositaba el hombre más votado de la historia argentina su confianza.

Kennedy, que venía de la más rancia ortodoxia peronista, fue la única

oradora que pudo hablar. La orden ya estaba dada; discutir más no tenía

sentido.

Según Juan Manuel Abal Medina, la real intención de Perón era integrar la

fórmula con Balbín. Pero, si bien este veía la posibilidad con obvio

entusiasmo, las resistencias dentro de la UCR se hicieron sentir. Así, -

coinciden varias fuentes- un Perón fatigado, manejado por su entorno,

habría optado por Isabel.

El terreno que se abre es el de las conjeturas. Creemos que cualquier otra

opción que Perón hubiese tomado, inevitablemente hubiese sido hacia la

derecha; nunca Cámpora, impulsado por la Tendencia.

Como es sabido, la vicepresidencia de María Estela Martínez de Perón

resultó trágica, y allanó el camino represivo para el genocidio que se

iniciaría en 1976.

La muerte de Rucci y sus derivaciones

Todavía hacia el 1 de setiembre, Perón sostenía en parte su discurso del

exilio, en lo referente al socialismo. Declaraba:

Hemos sido feudales, demoliberales, hoy socialistas porque el mundo,

indudablemente, va en esa dirección.

En la prensa, ocupaba un importante lugar la confluencia de la tendencia y

de la burocracia sindical en el desfile ante Perón en la CGT. Sin embargo, un

detalle no debe haber escapado a los ojos del líder justicialista: el grado de

movilización juvenil fue superior al del sindicalismo tradicional, medido este

por los minutos que tardaba cada columna en desfilar frente al líder. De

todos modos se buscaba, en ese momento, una mínima convivencia.

Lorenzo Miguel se había entrevistado con líderes juveniles, buscando lo que

el diario La Opinión denominaba “pacto de tolerancia”.

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Rucci, caracterizado por un discurso desbordado cuando de mostrar su

macartismo se trataba, también exhibió prudencia:

Los jóvenes y no jóvenes, unidos por lazos de indestructible solidaridad de

hermanos, rodeamos a nuestro líder. Sin trampas, sin mentiras.

Hasta Isabel Perón, de gira electoral por el interior, destacaba el rol de la

juventud.

Pero este aparente clima de concordia, no podía esconder proyectos que

estaban enfrentados. Para la Tendencia, Perón debía ser el líder

revolucionario que elevase el país al socialismo con ellos como vanguardia.

El general, sin embargo, tenía otros planes. En un encuentro programado

entre el líder y los dirigentes de la JP, les plantearía, en primer término,

“quien es el dirigente”, y si fue elegido por las bases. Es decir, plantearía la

cuestión de la legitimidad. Para señalar luego:

Voy a tener contacto directo con todos los jóvenes y también voy a darles

las directivas sobre las funciones que a ellos les corresponde y también

luego, en el plano del gobierno, el rol que le corresponderá a la juventud en

función de gobierno. En la acción, dentro de lo que podemos llamar

escalafón generacional del país, los muchachos deben empezar de abajo,

como se empiezan todas las cosas. Cuando tengan la capacidad, el aplomo,

los años y la experiencia que se necesitan, entonces ellos tendrán que

hacerse cargo de la cosa pública, como pasa en todas partes.

¿Escalafón? ¿Empezar de abajo? ¿Después de la lucha contra la dictadura,

ahora había que hacer “la experiencia”? Algo empezaba a no encajar para la

los sectores juveniles.

El 6 de setiembre se produce el ataque al Comando de Sanidad del Ejército,

por parte del ERP. En la acción, mueren dos soldados y un teniente coronel,

Raúl Duarte Ardoy. Aclara el diario La Opinión que

(…) recibió medalla de mérito del gobierno de los Estados Unidos y realizó el

curso de Comando y Estado Mayor en la Escuela de las Américas, en la zona

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del canal de Panamá. En dicho instituto se instruye a los jefes militares en

la utilización de armamento moderno y en la acción antiguerrillera.

Es decir, capacitación en inteligencia y tortura que tan ampliamente sería

utilizada después. En general, todo el arco político fustigó el hecho. Todos

proclamaban llegada la hora de la “unión nacional”, y veían esta acción

conspirando contra ella. Las voces que entenderían la caída de Cámpora, el

interinato de Lastiri y el gobierno de Perón como un fuerte giro hacia la

derecha, se harían oír después.

El ataque era presentado como “antinacional”, no así las Fuerzas Armadas

que, hasta ayer nomás, habían comandado una dictadura cuyo resultado

fue la extranjerización de la economía desde 1966 en adelante.

El mismo Perón decía:

Intenta (el ERP) también vanamente herir a las Fuerzas Armadas, en este

caso particular al Ejército, sin comprender que aquellas instituciones se han

incorporado al afecto popular y al proceso nacional.

Inclusive Montoneros cuestionó esta acción. Se encontraban embarcados en

un proceso de diálogo con Perón, que los instaba, como vimos, a realizar

elecciones internas en la JP. Por otro lado, manifestaban que su accionar,

en tanto no fuese blanco el pueblo y ellos mismos de la violencia de arriba,

se concentraría en lo político. Estaban a dos meses y veinte días de los

hechos de Ezeiza, y algo menos de la caída de Cámpora. Decía Firmenich

sobre los sucesos de Sanidad:

Periodista: ¿Qué manifiestan ustedes con respecto a lo ocurrido en la

Unidad Sanitaria militar?

Firmenich: La opinión mía es que se trata de un hecho que no corresponde

al momento. El accionar de una organización político militar tiene sentido en

la medida en que está ligada a la acción y al proyecto que tienen las masas.

Nosotros decimos, sin entrar a cuestionar más profundamente la política, y

sobre esto vamos a dar un documento a publicidad, que el hecho en si

cumple un rol contrarrevolucionario.

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Es decir: caracterizaban el retorno de Perón a la presidencia como una

revolución. Y entendían que ya no podía ser el Estado un enemigo, porque

se hallaba en manos del pueblo. El tiempo demostraría con crueldad cuán

equivocados estaban.

Su líder esgrimía ante ellos el argumento de usar el tiempo para ahorrar

sangre, cuando en realidad era su propio entorno el que estaba bien

dispuesto a derramarla.

Los otros días me encontré con unos muchachos y me dijeron: “Hay que

hacer esto”, “Hay que hacer lo otro”… y entonces les dije: “Si ustedes

quieren hacer igual que Allende en Chile, miren cómo le va a Allende en

Chile” Entonces, hay que andar con calma. No se puede jugar con eso,

porque la reacción interna, y apoyada desde afuera, es sumamente

poderosa (…)

Visto a la distancia, y con la enorme ventaja de saber el final de la historia,

se puede reflexionar sobre esta cuestión que planteaba Perón. Se puede

incluso decir que el argumento prudente tenía sustento, y que,

efectivamente, se veía un accionar reaccionario apoyado por la gran

burguesía local y estadounidense en gran parte de América Latina. Y que

tenía su lógica plantear, en términos futbolísticos, “parar la pelota” y

pensar. Lo grave, es que la reacción a la que el general decía temer,

anidaba en su propio movimiento, en su entorno más cercano, avalada por

él mismo.

Un personaje del elenco estable del neoliberalismo reaparecía en escena:

Álvaro Alsogaray. Su prédica de un Estado mínimo, apertura económica

irrestricta y subordinación a los organismos internacionales de crédito venía

de larga data. Cuando celebraba que Menem aplicase recetas económicas

que él venía predicando desde hacía treinta años, no mentía.

En esos días, intuía que el momento de volver a actuar se acercaba. Y no se

equivocaba:

Estamos seguros que muy pocos se sentirán dispuestos por ahora a

escucharnos y que la mayoría reaccionará en esta etapa en contra nuestra.

Pero tenemos que cumplir un deber y queremos cumplirlo.

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Esa prédica, incomprendida en ese momento, se convertirá, diecisiete años

después, en una devastadora realidad.

Pero no era, lógicamente, la única manifestación reaccionaria. El Partido

Demócrata Conservador aseguraba seguir “su tradición fiel a la línea de

Mayo, Caseros y la Revolución Libertadora”.

El 12 de setiembre, se leía en la tapa de La Nación: “Triunfó la revolución

en Chile y ha muerto Salvador Allende”. Este diario, supuesto defensor de

las tradiciones democráticas, habla de “Junta militar de gobierno”, no de

dictadura. Al golpe lo llama sólo “revolución”, y reproduce testimonios de

chilenos “esperanzados” con el cambio. A la experiencia socialista la llama

“aventura”. Es decir, todo intento de modificar el orden social existente, y

de poner las principales fuentes de riqueza en manos del pueblo es

aventurerismo que sólo puede tener ese final. Un mensaje para quienes

pensasen en alterar el “orden natural de las cosas” de este lado de la

cordillera.

En nuestro país, la Cámara de Diputados de la Nación aprobó una

declaración de repudio al golpe y un homenaje a Allende. Mientras tanto,

Lastiri presenciaba un ejercicio militar. Perón, salió a dar un paseo en auto

por Vicente López; consultado por los periodistas sobre los sucesos de

Chile, se limitó a declarar que había que esperar la confirmación de los

hechos. Los cuales ya estaban suficientemente confirmados: Allende estaba

muerto. Quien si condenó el golpe fue Rucci, y la CGT a través de un

comunicado. También manifestaron su repudio Obregón Cano y el

gobernador tucumano, Amado Juri. La JP, a través de Jorge Obeid, si bien

condenó el golpe, lo hizo con cautela y citando siempre las enseñanzas de

Perón. Pero miles de jóvenes peronistas y otros sectores de izquierda se

lanzaron a las calles y manifestaron su repudio.

Tenemos, en este caso, el editorial de La Nación, como la voz de la

burguesía argentina:

La obstinación del sectarismo ideológico de llevar a cualquier precio

adelante una política social y económica desestimada por una parte

sustancial del pueblo chileno ha pagado su moneda cara. Nada habría que

lamentar si el resultado de esa conducción equivocada de los destinos de

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50

Chile hubiera quedado reducido a la verificación de un fracaso, por vías que

le fueran señaladas de antemano, de los sectores más radicalizados de la

izquierda allí operante. En su propia miopía deben encontrar estos

marxistas a ultranza la explicación del final abrupto al que ha sido sometida

la experiencia fundada en bases tan restringidas como las de suponer haber

sido nada más que la primera minoría del país.

(…) Esto es lo que hay que lamentar de los sucesos del lunes: la quiebra al

menos formal, de una continuidad constitucional admirable en América

Latina (…)

(…) Es un hecho objetivo que la insensibilidad sectaria llevó a Chile a la

anarquía económica, fomentó el odio de clases y abrió las puertas a la

arbitrariedad colectiva (…) Si este proceso, el que sus protagonistas

prefirieron no calificar de marxista, sino como “una vía al socialismo” llegó

hasta donde todos sabemos, nada digamos de lo que habría sido de Chile si

el marxismo ortodoxo hubiera gobernado de cuerpo entero.

Condenar la posición ideológica de este editorial sería absurdo porque no

cabe esperar otra cosa de este diario. Sí señalar cómo, tres años después,

no encontraremos allí, en referencia a nuestro país, la misma preocupación

por la ruptura de la continuidad constitucional.

Perón también hizo declaraciones. Condenó el golpe, diciendo que es una

fatalidad para América Latina, sobre todo por haber sido ejecutado, una vez

más, por fuerzas militares. Planteó que, si bien no lo podía demostrar,

estaba seguro que allí había participado Estados Unidos. Pero, consultado a

que se debió “el fracaso” de Allende, no dejará pasar la oportunidad para

vincularlo con la situación local. Allende no fracasó, lo hicieron fracasar “los

apurados de siempre”. Días después, tomó una prudente distancia, al decir

que la Argentina debía mantener “absoluta prescindencia” ante el golpe en

Chile. Más adelante, habrá gestos que negarán esa prescindencia.

Las declaraciones de Balbín, días después, van en el mismo sentido. Al

proclamarse la fórmula con De la Rúa como candidato a vicepresidente, en

La Plata, dijo:

Lo de Chile es una desgracia Latinoamericana, fruto de las incomprensiones,

las rivalidades, incluso del propio frente que había llegado al gobierno. La

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51

impaciencia de los extremos infantilizados que perturban los que cantan al

odio de los ingenuos y son nada más que destructores de la propia causa

que ayudaron a llevar.

Más allá de lo acontecido en Chile, los dos viejos líderes coincidían en enviar

mensajes hacia los sectores de la política local que planteaban cambios

sociales más de fondo. “Apurados”, “infantiles”, son adjetivaciones que, en

poco tiempo más, darán lugar a otras que señalarán la creación de un

enemigo interno, como bien señala Marina Franco. Es evidente al menos

uno de los puntos de acuerdo entre Perón y Balbín: hay que parar la

movilización popular iniciada en 1969, y alejar del horizonte todo peligro de

impugnación al sistema capitalista.

El 19, el gobierno argentino reconoce oficialmente a la dictadura chilena, al

responder a la nota donde se informaba sobre el derrocamiento de Allende

y la constitución de nuevas autoridades.

Los sectores juveniles con militancia política, tenían otra visión. El 16 de

setiembre, las Juventudes Políticas Argentinas organizaron una importante

manifestación –entre 100 mil y 200 mil personas, varía según la fuente-

bajo el lema “Marcha de la liberación latinoamericana y solidaridad con la

resistencia del pueblo chileno y en repudio del golpe gorila del 16 de

setiembre de 1955”.

En tanto, ya se preparaban los comicios del 23. Una encuesta, daba a Perón

alrededor del 64% de los votos. Un día antes, el general habla para todo el

país por radio y televisión. Allí repite varias de sus fórmulas conocidas –“tan

lejos de uno como de otro de los imperialismos”, etc.- pero también

plantea, en tono amenazante, que hay que terminar con la “subversión”.

Por supuesto, puede encontrarse una lógica en el hecho de que un gobierno

constitucional pretenda que la lucha armada ha terminado, porque

justamente las organizaciones podrán moverse en la legalidad, y porque ha

desaparecido el móvil principal, que era luchar contra la dictadura. Lo

curioso es que sea el mismo Perón el que renuncie a mencionar siquiera los

orígenes de esa violencia. Además, llama a la colaboración de toda la

población, es decir, a la delación.

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Si, como ya hemos dicho, cada argentino tiene el derecho de vivir en

seguridad y pacíficamente y el gobierno tiene el irrenunciable deber de

asegurarlo, no es menos cierto que la ciudadanía ha de cooperar, en lo que

de ella dependa, para que tales circunstancias puedan cumplirse en orden y

tranquilidad. Por eso ni es concebible, ni puede aceptarse como natural, la

existencia de fuerzas organizadas para imponer designios de sectores

extraños por medios violentos, en tanto el resto de la ciudadanía

desarmada debe asistir inerme al atropello y al delito en su perjuicio. En

tales casos, no puede esperarse de la acción gubernamental sino la

imposición de la ley por el medio que sea. De ello se infiere que tales

organizaciones han de colocarse cuanto antes dentro de la ley o han de

someterse, aunque sea por la fuerza, como deber ineludible del gobierno.

Da la sensación, como dijimos, que esta violencia hubiese surgido de la

nada. Por otro lado ¿cómo pedirle a la izquierda peronista que se desarme

luego de Ezeiza, para no abundar en otros hechos? Evidentemente, si bien

las organizaciones armadas cometieron delitos y graves errores políticos en

el período constitucional, durante el tercer gobierno de Perón –tomando

como una unidad desde mayo del 73 hasta julio del 74- no podían confiar

que, incorporándose a la legalidad, no fuesen atacadas por la derecha

fascista que rodeaba al general.

Perón obtuvo en esa elección, casi un 62% de los votos. Decía, consultado

por los periodistas, no tener aún en mente cambios en el gabinete. Sin

embargo, ya se daban algunos movimientos estratégicos: renunciaba el jefe

de la policía federal para ocupar el cargo el general Iñiguez, cuyos hombres

estuvieron a cargo de los móviles del Automóvil Club Argentino el día de la

masacre de Ezeiza.

El martes 25, la portada de todos los diarios del país trae la noticia del

asesinato de José Ignacio Rucci. El carácter criminal de la acción y la

enorme torpeza política de la misma, cuarenta y ocho horas después de que

Perón obtuviese un apoyo popular de una contundencia fenomenal, quedan,

para nosotros, fuera de toda duda. La reacción que provocó confirma este

juicio. Inmediatamente se declara ilegal al ERP, a quien, en primera

instancia, se le adjudicará el asesinato. Horas después, Perón y la militancia

montonera, se enterarán de que fue esta organización. En el entierro, ya se

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53

escuchaban consignas como “Bolches, mazorcas, todos a la horca” y

“vamos a reventar, a los del ERP y a los de FAR”.

Un Rambler estaciona en la calle Blanco Escalada al 3400. Bajan de él

cuatro hombres. No es inverosímil pensar que están armados. Al llegar al

número 3422, tocan el portero eléctrico: tercero B. Cuando el dueño de

casa sale, recibe, sin más, una lluvia de balas. Quien cae es Enrique

Grinberg, dirigente de la JP, y primera víctima de la venganza que se desata

tras a muerte de Rucci.

Julián Licastro, secretario político del general, decía:

Estamos en guerra contra el Ejército Revolucionario del Pueblo, no le

tenemos miedo ni a ese ni a ningún otro, pues estamos armados de las

sólidas verdades del justicialismo, de la ortodoxia y de la lealtad que

nosotros le debemos al jefe de ese justicialismo, el general Perón.

En Salta, una columna de manifestantes convocados por la CGT local, en el

marco del paro en repudio al asesinato de Rucci, se desprende y ocupa la

casa de gobierno, para manifestar su repudio al gobernador Miguel Ragone,

al grito de “el gobierno esta lleno de comunistas”. En el Congreso se sesionó

en homenaje a Rucci. Transformado en un héroe de la clase trabajadora,

abundaron los discursos condenando la violencia, pero sin hacer mención ni

a Ezeiza ni a la violencia sindical. Tal vez siempre sean pocos quienes son

capaces de tales valentías en momentos como ese; tal vez sea injusto

exigirles actitudes de ese tipo a todos. Sólo unas pocas voces, en diputados

y en el senado, se animaron a mencionar también a Grinberg, o a extender

el repudio a los muertos “por todo tipo de violencia”.

En el sepelio de Grinberg, Dante Gullo dijo que “no hemos perdido un

compañero, sino ganado una experiencia”, frase que debió sonar insólita

ante la esposa y los familiares del muerto. Y luego continuó con el autismo:

los asesinos serían sectores que “no quieren a Perón”; extraña conclusión

cuando Perón se manifestaba profundamente dolorido por la muerte de

Rucci –no por la de Grinberg- y cuando sus asesinos provenían del

lumpenaje sindical, pertenecientes al sector en el que el general había dado

muestras de apoyarse con más fuerza.

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Como reacción al asesinato de Rucci, el Justicialismo convoca a una reunión

de gobernadores. Cada uno tendrá que elaborar informes sobre la situación

de su provincia para la futura gestión del general. En realidad, se trata de

un movimiento para cohesionar tropas, preparándose para la batalla que

viene. Ya el 29 de setiembre, comienza a hablarse de la reforma al Código

Penal, para endurecer las penas hacia el accionar armado en particular y

hacia la protesta social en general. Así también, Perón se reunió con los

máximos dirigentes del justicialismo. Según el senador Martiarena, se trató

de una reunión de camaradería. El rostro de Perón en las fotos indica otra

cosa.

Allí, el general expresó los siguientes lineamientos básicos a seguir, que

luego serán confirmados en otros documentos:

1- El crimen de Rucci es un ataque alevoso al peronismo y al país todo;

2- Es necesario trabajar en todas las organizaciones del movimiento, en

todas las ramas y en todos los niveles para cumplir una tarea de

depuración ideológica;

3- Para que se sepa quiénes son peronistas y quienes no lo son, los

dirigentes y afiliados deben definirse públicamente y con claridad. No

hay manera de eludir una definición: esta debe producirse en

términos que no admitan ambigüedad. “Yo soy peronista, por lo tanto

no soy marxista” y, consecuentemente, en este terreno no es válido

ampararse en un rótulo dudoso como el de “socialismo nacional”. Se

es o no se es justicialista.

4- La reorganización del partido y del Movimiento Justicialista es una

tarea imperiosa, pero no se puede realizar si el movimiento no

depura sus filas. En consecuencia la depuración es la tarea prioritaria.

No nos podemos organizar con los nuestros y con quienes no lo son;

5- El peronismo ha sido objeto de un ataque frontal de la izquierda que

ataca en el pueblo argentino. El pueblo argentino no es marxista;

6- Es necesario trabajar dentro del movimiento cara a cara en una tarea

que, necesariamente, debe efectuarse de persona a persona y en la

que dejan de ser válidas las declaraciones por escrito y los slogans.

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Perón traza aquí, con absoluta claridad, los lineamientos de la acción futura.

No podemos afirmar que la idea de la depuración interna no estuviese ya

rondando, o realizándose en forma paulatina. Lo que podemos decir es que

aquí, en esta reunión con dirigentes del movimiento, el 28 de setiembre de

1973, tiene origen como política prioritaria, a llevar a cabo

implacablemente.

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Capìtulo V.

Hacia la tercera presidencia: los refugiados chilenos, el “Documento

Reservado” y la cacería.

Quinientos veinte refugiados chilenos obtuvieron su salvoconducto para

pasar a nuestro país. Es lo lógico y razonable que un país con un gobierno

constitucional ofrezca asilo a quienes huyen de una dictadura. Pero veremos

más adelante, cómo el paso por la Argentina se transformará en algunos

casos, para estos refugiados, en una verdadera odisea.

Llegados a Ezeiza, se encontraron con un operativo policial que los rodeó,

los condujo al Hotel y no les permitió tomar contacto con familiares. Luego

de arduas tareas de identificación, ya que muchos carecían de documentos,

algunos fueron saliendo. Un periodista argentino que llegó entre los

refugiados, Luis Di Paola dijo:

Lo sucedido sobrepasa los límites normales de comprensión. Fusilaron a

niños y mujeres embarazadas. En el estadio nacional hay todavía más de

10.000 presos hacinados.

No hubo mayores comentarios oficiales sobre esto, desde el gobierno

argentino que había reconocido a la dictadura chilena. De todos modos,

estaban ocupados en cosas más urgentes. Aquellos lineamientos que vimos

más arriba, van a plasmarse en un documento de amplias consecuencias,

conocido como el “Documento Reservado” que ya tuvimos oportunidad de

ver. Allí estarán las directivas sobre cómo llevar adelante la depuración

ideológica planteada por Perón. El peronismo ortodoxo y el sindicalismo se

pondrán manos a la obra, con particular entusiasmo. El asesinato de Rucci

les brindó la excusa perfecta para llevar adelante algo que ansiaban desde

hacía tiempo: una cruzada contra el marxismo –o todo lo que van a

englobar arbitrariamente en este concepto- al interior del movimiento.

El 1 de octubre es la fecha oficial del comienzo de la purga. Ese día, se da a

conocer dicho documento –que de reservado tuvo poco- del Comando

Superior Peronista, que lanza la persecución hacia la infiltración marxista en

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57

todos los ámbitos, sean partidarios o estatales, y por todos los métodos. La

Historiadora Marina Franco da el ejemplo del sindicato de municipales de

Río Negro, que envía un telegrama al ministerio del Interior denunciando

“infiltración ideológica” en Cipolletti.

El diario La Opinión, en su portada del martes 2 de octubre de 1973, decía:

Drásticas instrucciones a los dirigentes del Movimiento para que excluyan

todo atisbo de heterodoxia marxista.

En la reunión convocada ayer por el presidente provisional, señor Raúl

Lastiri, y el ministro del Interior, embajador Benito Llambí, a la que

asistieron todos los gobernadores, fue dada a conocer una “orden

reservada” para los delegados del Movimiento Nacional Justicialista en las

provincias y que está suscripta por el Consejo Superior peronista.

El propio general Perón –que asistió en su carácter de Presidente electo-

anunció el documento, que fue leído por el senador José Humberto

Martiarena, miembro del Consejo y luego repartido a los mandatarios

provinciales.

La Opinión pudo acceder a una copia del mismo, que transcribimos más

abajo. Comienza con un cuadro de situación, que se caracteriza como de

“guerra contra nuestra organización y nuestros dirigentes, llevada adelante

por grupos marxistas terroristas y subversivos”.

Juntamente con el pedido de renuncia, por parte del ministro de Educación,

doctor Jorge Taiana, el Rector interventor en la Universidad Nacional de

Buenos Aires, doctor Rodolfo Puigross –que se conociera indirectamente

ayer-. Constituye el punto más alto de la radicalización del proceso de

depuración ideológica iniciado por el justicialismo luego del asesinato del ex

secretario general de la CGT, José Rucci.

El documento comienza con un racconto de los ataques que venían

sufriendo los dirigentes del movimiento: ridiculización, acusaciones de

traición, amenazas, atentados, etc. Es la “infiltración marxista” la

responsable. Por lo tanto, en sus directivas, expresa:

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58

1- Movilización: el Movimiento Nacional Justicialista entra en un estado de

movilización de todos sus elementos humanos y materiales para afrontar

esta guerra. Quien rehúya su colaboración para esta lucha, será separado

del Movimiento.

2- Reafirmación doctrinaria: Debe realizarse una intensa campaña para

difundir y reafirmar los principios doctrinarios del Movimiento, esclareciendo

sus diferencias fundamentalmente con el marxismo. En esta campaña no se

admitirá intromisión alguna de elementos pro marxistas, con pretexto de

polémica u otro similar, y se les excluirá de toda reunión y del acceso a

todos los medios de difusión del Movimiento.

3- Información: Se debe hacer saber a los dirigentes de todos los niveles y

a la masa peronista la posición que toma el Movimiento en relación a los

grupos marxistas, explicando las circunstancias determinantes llevando a su

convicción la necesidad de participar en forma activa en la lucha contra

nuestros enemigos.

4- Definiciones: Los grupos o sectores que en cada lugar actúan invocando

adhesión al peronismo y al general Perón, deberán definirse públicamente

en esta situación de guerra contra los grupos marxistas y deberán participar

activamente en las acciones que se planifiquen para llevar adelante esta

lucha. Asimismo, deberán acatar las directivas.

5- Se prestará apoyo solidario a todo compañero o grupo que pueda ser

afectado a raíz de actos de lucha cumplidos en razón de la campaña que se

inicia.

6- Inteligencia: En todos los distritos se organizará un sistema de

inteligencia al servicio de esta lucha, que estará vinculado con el organismo

central que se creará.

7- Propaganda: Se impedirá toda propaganda de los grupos marxistas

máxime cuando se presenten como si fueran peronistas, para confundir. Se

impedirá la difusión por todos los medios.

8- Participación popular: Se esclarecerá ante la población de cada lugar cuál

es la posición del Movimiento y las motivaciones y sentido de esta lucha;

todo ellos para suscitar el apoyo y la participación de todos en la misma.

9- Medios de lucha: Se utilizarán todos los que se consideren eficientes, en

cada lugar y oportunidad. La necesidad de los medios que se propongan,

será apreciada por los dirigentes de cada distrito.

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10- Acción de gobierno: La actuación de los compañeros peronistas en los

gobiernos nacionales o provinciales o municipales, sin perjuicio de sus

funciones específicas, deben ajustarse a los propósitos y desenvolvimiento

de esta lucha, ya que a ellos compete la principal responsabilidad de

resguardar la paz social. En tal sentido:

a- Deberán impulsar de inmediato el cumplimiento de medidas tendientes a

dar vigencia a los principios del justicialismo.

b- Deberán actuar en permanente comunicación con los sectores populares

y velando por la solución de los problemas.

c- Deberán participar en la lucha iniciada, haciendo actuar todos los

elementos de que dispone el Estado para impedir los planes del enemigo y

para reprimirlo con todo rigor.

d- Deberán prestar la mayor colaboración a los organismos del Movimiento

movilizados en esta lucha.

11- Sanciones: La defección en esta lucha, la falta de colaboración en la

misma, la participación de cualquier clase en actos favorables al enemigo y

aun la tolerancia con ellos, así como la falta de ejecución de estas

directivas, se considerará falta gravísima, que dará lugar a la expulsión del

Movimiento, con todas sus consecuencias.

El lenguaje deja entrever a un general movilizando sus tropas para una

pronta batalla a muerte. No deja lugar a dudas, porque hasta la duda será

sancionada, como sucede en la guerra con quienes vacilan.

Y la tropa obedece. Ya veremos cómo.

El mismo 1 de octubre se le solicita la renuncia a Rodolfo Puigross, rector

interventor de la UBA desde el 31 de mayo del 73. Es evidente que se da en

el marco de la depuración interna planteada por el Documento Reservado.

Sin embargo, para la Revista Militancia, era parte del

Ataque sostenido por parte de la derecha infiltrada en el Movimiento, en

combinación con “La Nación” y “La Prensa” y elementos continuistas y

reaccionarios desplazados (…)

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Vemos de que manera se hace un enorme esfuerzo para ocultar lo que ya

era evidente: que Perón impulsaba una política de derecha, que por otra

parte, no se tomaba el trabajo de disimular.

El día 2, Atilio López debe salir a desmentir los rumores sobre una posible

intervención a Córdoba. Lo cual indica que ya desde temprano era vista

como un nido de marxistas.

El 4, matones fuertemente armados irrumpen en una asamblea de

trabajadores de la construcción. Abren fuego y es asesinado el obrero Juan

Ávila. El 5 es un día de furia: explotan bombas en un local del Partido

Comunista, en la unidad básica “Héroes de Trelew” – o “Mártires de

Trelew”, según la fuente, ambas en Buenos Aires- y en los domicilios de dos

diputados en Córdoba.

“López los va a organizar”

El nacimiento de la Triple A tiene fecha precisa. Es el 8 de octubre de 1973,

cumpleaños de Perón. La casa de Gaspar Campos rebalsa de gente. Osinde

se ha encargado de todos los detalles: el general está a cuatro días de

asumir la presidencia por tercera vez. Están presentes, sobre todo,

suboficiales del ejército, cerca de quinientos5. Las crónicas periodisticas

hablan de un grupo numeroso, denominado “Suboficiales con Perón”.

También hay civiles. Perón habla para todos, y les dice que va a precisar de

sus servicios, para tareas “que el momento exige”. Es un general arengando

a la tropa. Y dice también que hay alguien que se va a ocupar de

organizarlos, que es López Rega. No todos acceden, muchos se retiran, y

quedan alrededor de doscientos, que pasan a un salón aparte. “Daniel” y

Osinde les hablan. Necesitan gente, les dicen. Necesitan grupos para

custodiar a Isabel, para resguardarla de la izquierda, de los zurdos.

Dos testimonios sobre estos hechos coinciden. Y desde campos bien

opuestos. Uno, el de Jorge Castro militante del ERP e hijo de un suboficial

del ejército presente esa noche, al historiador Carlos del Frade, El otro, de

Horacio Salvador Paino, teniente primero y uno de quienes serían los

5 Hay disparidad en este dato. La agencia Télam habla de 5000.

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fundadores del Comando Libertadores de América, antecedente directo de la

Triple A.

Aislada, esta hipótesis podría cuestionarse. Pero, en el contexto que

venimos viendo, en el cual, siguiendo las directivas del Documento

Reservado, se organiza un verdadero ejército para dar batalla a la

izquierda, el dato cobra sentido. Veamos el raíd alucinante que desde aquí

se inicia.

El mismo 8 de octubre, es hallado Oscar Arca, delegado de Costera Criolla,

con las manos atadas en la espalda y quemaduras en todo el cuerpo. Las

fuentes señalan que balbuceaba incoherencias. Cuando se realice una

marcha en repudio a este hecho, varios periodistas serán secuestrados y

conducidos al Ministerio de Bienestar Social por custodios de López Rega. Al

día siguiente, una poderosa bomba explotará en la redacción de Militancia,

dejando varios heridos.

El 10 es interrogado y torturado en una comisaría de San Miguel Alberto

Casariego. Es acusado de tener militancia sindical en la municipalidad. El 11

aparece el cadáver de Nemesio Aquino, miembro de la JP y dirigente villero

de General Pacheco.

La cultura también fue objeto de persecución, en este período que suele ser

considerado por los historiadores como “democrático”. Mediante un decreto,

el presidente interino Raúl Lastiri prohíbe la venta y distribución de unos

500 libros. La excusa para esta medida antidemocrática es que estos títulos,

supuestamente, atentaban contra el sistema republicano. Además de los

secuestros, la tortura, la desaparición y el asesinato, tenemos aquí otro

elemento en germen de la dictadura: la censura.

El mismo día de la asunción de Perón por tercera vez, el 12, en Buenos

Aires son durísimamente reprimidos obreros de la recolección de basura

que, ante el cierre de la empresa, habían ocupado un basural. Se encarga

de la tarea la guardia de Infantería. En Rosario, es asesinado el dirigente de

la JP Constantino Ruzzetti.

El 22 explota una bomba en el mismo despacho del gobernador de

Mendoza, Martínez Baca, que era apoyado por la JP.

Hemos hecho aquí un recorte, donde citamos los hechos que consideramos

más graves. Casi en forma diaria, se registran atentados contra unidades

básicas ligadas a la Tendencia y agresiones contra trabajadores, incluso de

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62

la prensa. Volvemos a la pregunta de la Introducción: ¿puede considerarse

democrático este período?

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Capitulo VI.

Noviembre – Diciembre de 1973

El 17 de noviembre, Fidel Castro reflexionaba sobre los escollos que se le

presentaban a la Revolución, no sin recordar el sufrimiento de miles de

latinoamericanos que huían de sus países acosados por dictaduras. Ofreció

destinar una vivienda de cada edificio obrero que se construía, para una

familia latinoamericana que se encontrase huyendo.

No tenemos mucho pero lo poco que tenemos lo compartimos gustosa y

revolucionariamente con nuestros hermanos latinoamericanos perseguidos.

Aquí, como vimos, la actitud hacia quienes huían de las dictaduras

latinoamericanas era bien distinta.

Se cumplía un año del retorno de Perón al país, luego de 18 años de exilio.

Se pretendía, en ámbitos cercanos a la Tendencia Revolucionaria, equiparar

la fecha a la otra de carácter esencial: el 17 de octubre de 1945. Sin

embargo, el contexto es bien diferente.

La junta de comandantes presidida por Lanusse buscaba una retirada

ordenada y una institucionalización en la que participasen los elementos

más digeribles del peronismo; y esto con el aval de Perón, a quien se le

saldarían todas las deudas: salariales, devolución de su grado, del cadáver

de Evita, etc. El país estaba atravesado por un grado de movilización

popular nunca visto en la historia argentina, y Perón dejaba de conducir

todas las contradicciones desde la distancia y se insertaba en ellas.

También conmemoraba esta fecha la JPRA (Juventud Peronista República

Argentina), intento de contrapesar a la JP desde la derecha. Realizaban un

acto en el estadio de Ferrocarril Oeste, en el que sólo se habrían

congregado algo más de seis mil personas. El único orador, Juan Muciacia,

dijo:

Vivimos la etapa dogmática del proceso revolucionario; el enemigo es el

neoperonismo de izquierda que se autotitula “tendencia”. La función de la

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Juventud Peronista de la República Argentina es construir el nuevo hombre

sin el cual no habrá de lograrse el continentalismo

.

Según este orador, en esta revolución se estaba entrando entonces a la

etapa de las purgas. Pero esta “revolución” confunde la contradicción

principal, y el enemigo está dentro del Movimiento y no fuera. De todos

modos es el lugar común de muchas revoluciones. El enemigo ya no es la

oligarquía el capitalismo o el imperialismo y sus aliados internos en

cualquiera de sus variantes. El enemigo es la izquierda. Es la doctrina de la

Seguridad Nacional, fuera de los ámbitos castrenses. Más lógico era el

temor al peronismo en círculos históricamente antiperonistas. Una

integrante del directorio del Fondo Nacional de las Artes, renuncia ante la

incertidumbre que le producen “los tiempos venideros”. Este hecho no

tendría mayor relevancia si no se tratase de la fundadora de la revista Sur,

la escritora y ferviente antiperonista Victoria Ocampo.

Perón sufriría una recaída de su “problema bronquial” de junio. Isabel

informaba que pronto estaría nuevamente en la Casa Rosada, y López Rega

sobreactuaba: “bastante nos cuesta ahora mantenerlo en su residencia”. El

diario La Nación mencionaba una gran improvisación en torno al cuidado de

la salud del General:

Se ha tomado conciencia de que el Presidente no puede ser sometido a la

intensidad del trabajo acometido por él en los últimos 10 o 15 días” (…) “se

cometieron algunas ligerezas de magnitud insospechable (…) desde una

línea de valor vital desconectada hasta el hecho de recurrir a centros

asistenciales no sólo alejados de Vicente López, sino carentes de los

recursos más aptos existentes en Buenos Aires para tratar a Perón en estas

circunstancias.

Pero, aclarando, habla de “errores de buena fe”.

Hacia el día 19, Perón visitaba el Uruguay. Se cancelaría, en esa

oportunidad, el único conflicto limítrofe que quedaba con ese país, por la

demarcación política sobre el Río de la Plata. La crónica señala las

características de ese Uruguay: con Bordaberry como presidente de una

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65

dictadura cívico militar, en crisis económica y bajo la órbita brasilera,

bastión de los intereses norteamericanos en el Cono Sur.

El 20, una protesta contra promesas incumplidas de López Rega golpeaba la

misma Plaza de Mayo. Alguien lanzó premonitorio:”el gobierno está lleno de

gorilas”. Evidentemente esta consigna ya flotaba en el ambiente antes del 1

de Mayo de 1974. Octavio Getino, de 37 años, e interventor del Ente de

Calificación Cinematográfica, corría peligro de ser procesado por permitir la

proyección de “Ultimo tango en París”, de Bertolucci. El film –según los

acusadores- transgredía del artículo 128 del Código Penal. Esa semana se

estrenaban “El hombre que burló a la mafia”; “El primer círculo”; “Pozo de

odio” y “Confesiones de una azafata sueca”. La censura, que ya vimos en

los libros, también llegaba al cine.

El 21 de noviembre explota una bomba en el auto del senador Hipólito

Solari Yrigoyen, que lo hiere gravemente en una pierna. Del sector

“Renovación y cambio”, liderado por Raúl Alfonsín, Solari Yrigoyen se

destacó, ya desde la época de la Revolución Argentina, (1966 en adelante)

por la defensa de los presos políticos, sin anteponer jamás la tendencia

ideológica a la cual perteneciesen. Abogado entre otros de Agustín Tosco, se

había trasladado personalmente a Rawson una vez acaecido el fusilamiento

de los guerrilleros, el 22 de agosto de 1972. Un año después, pronuncia un

encendido discurso a modo de homenaje, que no cae bien en los sectores

del radicalismo ligados a Ricardo Balbín. Al fin y al cabo, el ministro del

Interior de Lanusse, en el momento de la masacre, era un radical, Arturo

Mor Roig. Cuestionó también, desde el recinto, el proyecto de ley de

Asociaciones Profesionales, que favorecía a la CGT y aislaba a los sindicatos

no alineados con la burocracia.

Era evidente de donde podía venir el atentado, aunque aún no se conocía

con certeza la denominación exacta de la organización que la produjo.

Alfonsín advertía que “todos tenemos que estar muy atentos ante los brotes

de fascismo que puede haber en el país”. Días después, Yrigoyen sería

visitado por la vicepresidenta Isabel Martínez y el mismísimo López Rega.

En la ocasión, el senador manifestó no tener elementos para levantar

sospechas contra nadie, pero no le cabían dudas que se trataba de sectores

fascistas. Tosco, en declaraciones al diario El Mundo –perteneciente al PRT-

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66

por supuesto repudiaba el hecho y, de paso, la embestía contra la Ley de

Asociaciones Profesionales y el Pacto Social.

En Córdoba, en la fábrica “Imeco”, un grupo de izquierda ingresa armado, y

realiza pintadas, volantea y arenga a los trabajadores; una bomba estalla

frente a un local del Partido Comunista en el barrio porteño de Belgrano; la

policía detiene a once guerrilleros en La Pampa; el ERP manifestaba

intenciones de canjear al coronel secuestrado Florencio Crespo por el

conscripto Hernán Invernizzi, preso por el copamiento del Comando de

Sanidad. El clima de violencia va creciendo.

Perón se reintegraba a sus tareas. Una ola de rumores y preocupación

recorría el país, lo que indicaba una fuerte intuición sobre el verdadero

estado de su salud. Ya con anterioridad, sus médicos personales, Taiana,

Cossio y Liotta, le habían aconsejado reducir sus horas de actividad.

En Córdoba, es asesinado el gerente de la empresa norteamericana

Transax, John Swint. Dicha empresa fabricaba diferenciales, cajas de

cambio y otros componentes con los que abastecía entre otros a Ika Renault

y General Motors Argentina. El móvil habría sido el secuestro, pero el final

fue el asesinato de Swint y sus tres custodios. Por otro lado, desaparecía un

sindicalista de la Unión Tranviarios Automotor (UTA) Miguel Mars. Era

dirigente de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP), ligada a la Juventud

Peronista (JP)

Ya en varias oportunidades, en la crónica, se sucedían voladuras de

Unidades Básicas con explosivos plásticos, que no se fabricaban en el país.

El Ministro de Economía, José Bel Gelbard, líder de la Confederación General

Económica (CGE) –firmante del Pacto Social junto con la CGT-

absolutamente respaldado por Perón, daba una conferencia de prensa. El

Pacto Social exigía congelamiento de sueldos y salarios por dos años; en

palabras de Perón “para repartir primero hay que juntar”. Este Pacto era

resistido desde los trabajadores, y desde la Tendencia, porque quienes lo

firmaron en nombre de la clase trabajadora no eran representativos. Pero a

estas alturas, y respaldado por el Presidente, tenía el ministro margen de

maniobra. Decía:

Cuando recibimos el país, los argentinos no podíamos siquiera decidir que

debíamos hacer dentro de nuestro territorio porque el poder de decisión

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67

estaba en otras manos. Vivíamos en la estructura de la dependencia, que se

sentía tanto en lo económico, como en lo social y lo cultural.

Comenzamos un ataque a fondo contra las viejas estructuras y lo hicimos

en paz y en orden, a pesar de todos aquellos que, empujados por el dolor y

la frustración de tantos años de dependencia, nos exigían cambios violentos

y transformaciones cruentas.

Esta “revolución” “no podía hacerse cargando sobre las espaldas de los

trabajadores el alto precio de la transformación. Esta vez el esfuerzo

principal debió ser soportado por los sectores que más tienen y que más

ganan”. Los trabajadores, afirmaba Gelbard, ya habían realizado bastante

esfuerzo. Sólo les quedaba contribuir con su vida, y eso es lo que se

pretendía evitar. Asimismo, mostraba como logros haber contenido la

inflación y haber bajado el desempleo.

En La Rioja, el obispo Angelelli recibía el apoyo del Papa Pablo VI a su labor

orientada hacia los pobres. Como suele suceder, cuando se pretende

favorecer a los que menos tienen resulta inevitable tocar a los sectores del

privilegio, y esto le estaba sucediendo al obispo. Esta tendencia –le decía el

Papa- era la de la iglesia universal.

Es que Angelelli tenía ya un amplio frente de enemigos: quienes explotaban

el juego en la provincia y que también eran dueños del diario El Sol, por la

oposición del obispo a los juegos de azar; y los terratenientes, por su

exigencia de reparto de tierras. Ya se lo acusaba de tráfico de drogas y de

liderar una conjura marxista en la provincia, e incluso había sido agredido

por familiares del gobernador Menem.

La verticalidad era una virtud esgrimida por los sectores ortodoxos.

Justamente, les era constitutiva, en oposición a la Tendencia, que si bien

manifestaba adherir con fervor a la conducción de Perón, se permitía

críticas y plantear modificaciones del rumbo. Lo grave es que se fomentaba,

desde la ortodoxia, la teoría de la infiltración, que debía ser eliminada.

Perón, muy afecto a comparar al Movimiento con un organismo vivo,

gustaba decir que contra el “virus” de la infiltración, se activaban

“anticuerpos” que tendían a exterminarlos. La cuestión de los métodos no

era un asunto relevante en la época, y tampoco para el general, cuyas

aclaraciones sobre el modo en que actuaban estas “defensas” eran

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68

inexistentes. El ministro de trabajo Otero –de la Unión Obrera Metalúrgica

(UOM)- decía en la Escuela de Adoctrinamiento Peronista:

Hemos soportado muchas cosas: volver de Madrid con instrucciones de no

hacer nada, enfrentarnos con las bases de nuestro gremio, con los

congresos de delegados y explicarles que si, que tenemos razón, pero que

Perón dice no y es no.

Tanto Otero como Lorenzo Miguel, se refirieron en términos muy duros a la

juventud. Al salir del evento, se coreó por las calles “Rucci, leal, te vamos a

vengar”; “Ni yanquis ni marxistas, peronistas” y “si Evita viviera, sería

peronista”.

Era asesinado a golpes Miguel Ángel Miño, integrante del Movimiento Villero

Peronista. En la facultad de Arquitectura de La Plata, se produce un tiroteo,

cuando integrantes de la Concertación Nacional Universitaria (CNU)

irrumpen en la elección para el centro de estudiantes de la Facultad. Desde

la recuperación de la democracia, al asumir Cámpora, no se había dado una

elección estudiantil. Se da por sentado que la Juventud Universitaria

Peronista (JUP) desplazará a los comunistas. Pero el péndulo está

decididamente hacia la derecha, y una patota daba a entender que siempre

estaba ahí, observando, con pitadas como “Ojo Bolches, CNU vigila”. A la

tarde, una patota ingresa y comienza a los tiros y la emprenden a hachazos

contra un retrato del Che Guevara. Pese al miedo por lo ocurrido, los

estudiantes, en señal de repudio, toman la facultad.

El diario El Día de La Plata atribuye el hecho “a un entredicho” entre la CNU

y agrupaciones de izquierda, y luego reproduce un comunicado de la

agrupación de extrema derecha que acusa a la izquierda peronista y al ERP

de tener tomada la facultad desde dos meses atrás.

El 27 de noviembre, en la estación de San Miguel, Antonio “Tito” Deleroni,

abogado de presos políticos y militante del Peronismo de Base, es

acribillado junto a su esposa. El asesino es Julio Ricardo Villanueva, ex

custodio del Ministerio de Bienestar Social y miembro de la JPRA. Ante el

juez manifiesta ser “un depurador de marxistas dentro del Movimiento”

actuando “según las directivas del Documento Reservado”.

Page 69: Los anticuerpos. la depuración ideológica del tercer gobierno de Perón

69

El día anterior, los trabajadores de la Petroquímica Mosconi logran desarmar

a cuatro matones. La Federación Universitaria de Buenos Aires (FUBA),

advertía proféticamente que estos hechos de violencia tenían la intención de

provocar una sensación de caos que propiciase un golpe. Los culpables eran

“el Imperialismo, la oligarquía y la CÏA (que) aceleran sus planes para

derrocar al gobierno”. Es que, como vemos, la violencia de la derecha era

cotidiana: el 28 de noviembre moría asesinado el abogado José Antonio

Pastor Deleroni y su esposa Nélida Florentina Arana, de 30 y 26 años

respectivamente. El asesino dio como domicilio el de la Escuela Superior de

Conducción Política del Movimiento Justicialista. La policía, a escasos metros

del lugar, nunca se haría presente, lo cual da la pauta de que conocían la

intención de matar a Deleroni y que liberaron la zona.

La situación chilena prefiguraba el horror argentino. La crónica del diario

Noticias decía:

Fusilamientos. Torturas. Campos de concentración. La persecución del

enemigo derrotado. Todo un catálogo de violaciones a los derechos

humanos. Porque no basta, según la Junta Militar, con haber derrocado al

gobierno de Salvador Allende, disolver los partidos de izquierda, suspender

a los de centro o derecha y prohibir las actividades sindicales. Se trata de la

eliminación física de los opositores, a los que se acosa hasta en los refugios

diplomáticos convertidos en prisioneros desde que no se otorga

salvoconducto a centenares de asilados.

La Ley de Asociaciones Profesionales seguía levantando revuelo. Raúl

Alfonsín la criticaba, señalando que todo el poder iba a quedar en manos de

las burocracias sindicales. Refiriéndose a la explotación que sufrían los

trabajadores argentinos, y tratando de sumar sectores juveniles, declaraba

que “el capitalismo es un sistema agotado”.

La Junta militar encabezada por Pinochet en Chile, rechazaba el

nombramiento de un agregado militar norteamericano en ese país. ¿La

razón? ¿Se plantaba ahora el dictador chileno ante el país del Norte? No, el

problema era de pigmentación: el agregado era negro. En tanto, un Comité

para una Sociedad Abierta denunciaba que el pinochetazo era utilizado por

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70

las derechas para presionar a gobiernos progresistas de la región. El

panorama internacional no era alentador.

El día anterior, 30 de noviembre, Perón se reintegraba a sus funciones,

anunciando un aumento para los jubilados de un 30% a partir de enero de

1974. Retomando lo mejor de su bagaje redistributivo, y recordando su

llegada a la Secretaría de Trabajo y Previsión, allá por 1943, decía que

Los obreros, especialmente los de campaña, atravesaban una situación

dolorosa. El salario real era, término medio, de treinta pesos por mes” Los

peones, explicaba Perón, estaban “peor que en la época de la esclavitud”.

El objetivo entonces era que

(…) en la comunidad nadie quedara abandonado a su propia suerte y que un

sentido de solidaridad social permitiera que todos los hombres que

trabajaban para la grandeza del país pudieran, en un momento de

infortunio, tener cubiertos los riesgos para poder seguir viviendo dentro de

un margen de felicidad y tranquilidad que es consustancial a la vida

humana.

Luego de esto, explicaba Perón, ya no veíamos a alguien pidiendo limosna.

Recordamos a Discépolo y su Mordisquito, cuando nos contaba que ya no se

estiraba la mano para pedir un acto de caridad sino para ver si llovía. Pero

luego vino la Libertadora, y el saqueo de todo lo construido por el

peronismo.

Y naturalmente, después de este asalto, los pobres jubilados comenzaron a

sufrir las consecuencias de una inflación que no podía paliar ningún salario

ni ninguna jubilación.

Este decreto, decía, era un complemento del Pacto Social.

Ese mismo día, el Presidente recibía a Cámpora. Si bien se negó a que su ex

delegado fuese expulsado del Movimiento, hacía un mes que no tenían

contacto. Como forma elegante de sacárselo de encima, Perón lo había

nombrado embajador en México. Iba a despedirse.

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71

El estado de salud del General mostraba debilidad. Al día siguiente, aún

convaleciente de su problema bronquial –y cardíaco- , se limita a pasear

media hora por los jardines de Olivos, mientras Isabel y López Rega se

ocupan de las cuestiones de Estado, retornando él a Gaspar Campos. Su

médico personal le recomienda reducir las tareas presidenciales en Casa

Rosada a tres horas diarias. ¿Pudo esto constituir una especie de

aislamiento del General con la realidad? Dice la crónica: “La recomendación

médica habría llevado a Perón a descargar cada vez más en la

vicepresidenta Isabel Martínez los asuntos presidenciales”

También en ese mes de diciembre del 73, y con los informes de Taiana, que

daban poca vida a Perón, Montoneros tuvo una importante reunión con el

Estado Mayor de las FF.AA. Allí, teniendo en cuenta la lucha que se vendría

con la derecha del movimiento tras la muerte del general, se acordó buscar

mayores apoyos con los países del Tercer Mundo en lo exterior, y

profundizar la relación con el Ejército en lo interno.

La reunión llegó a oídos de Perón, que se enfureció, lo que demuestra que

no estaba tan aislado. Poco después, Carcagno pedía su paso a retiro. Perón

se deshacía, así, de un integrante de la cúpula del Ejército que había

adoptado posiciones progresistas.

No recibían tantas buenas noticias como los jubilados los emigrados

chilenos; confinados en Corrientes por el gobierno de Perón, sufrían

constante asedio, de la Gendarmería por un lado, y la desatención de los

abogados defensores por el otro. Dos de ellos habitaban su celda con presos

comunes, y se les denegó la excarcelación; sus letrados no apelaron ni lo

primero ni lo segundo. ¿Sentía Perón que realmente éste era el trato que

merecían quienes habían acompañado a Salvador Allende, los asimilaba con

las organizaciones armadas argentinas y era un guiño hacia las dictaduras

del exterior? Es evidente que si. Sergio Bufano transcribe declaraciones

suyas al diario italiano Domenica dell´Corriere. Consultado sobre si brindará

o no asilo a los emigrados chilenos, dice:

Por supuesto, obraremos de acuerdo con el derecho internacional. Pero

también es cierto que serán confinados en Misiones, en el norte y en el

medio de la selva.

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72

Perón se inclinaba cada vez más a la derecha. ¿Era para evitar un posible

golpe, o se expresaba el anticomunismo del general? Bufano adhiere a esta

segunda hipótesis.

Como ya sabemos de sobra, detrás de estas dictaduras estaba el gran

capital. Otra señal internacional es el nombramiento de Adalbert Krieger

Vassena, aquel ministro de economía de Onganía que iniciara la

extranjerización de la industria argentina, al frente del Banco Mundial. En el

ámbito académico hay estupor.

En relación a los exiliados chilenos, otros abogados se preocupaban por su

suerte, pero no sería gratis para ellos. Al letrado Viaggio, le balean la casa y

producen una explosión con un elemento plástico. La crónica aclara que se

trata de un material importado, no hallable en el mercado local. Se daba a

entender que sólo alguien muy poderoso -¿el Ministerio de Bienestar

Social?- podía haberlo conseguido. Viaggio había solicitado judicialmente

que los exiliados no quedasen confinados en el Litoral, sino que pudieran

moverse libremente por el territorio nacional. Las sospechas recaen

entonces en la Triple A y en la Juventud Sindical Peronista.

Así, el gobierno toma medidas cada vez más reaccionarias: se aprueba una

nueva Ley de Asociaciones Profesionales, que beneficiaba a los sindicatos

tradicionales y perjudicaba a los combativos. Los diputados de la JP, por

disciplina partidaria y con cara de circunstancia, votaron la medida.

El 28 de noviembre, es detenido y torturado en periodista cordobés Roberto

Raúl Reyna.

El 2 de diciembre cae el avión en el que viajaba el gobernador de Misiones,

Juan Manuel Irrazábal. Su colega chaqueño Deolindo Bittel señala que tiene

la firme sospecha de que se trata de un sabotaje, y, por otra parte, el

gobernador misionero había recibido amenazas. Irrazábal había detectado

contrabando de harina y soja a Brasil, descubrió irregularidades en la

empresa de Papel Misionero y se negó a entregar créditos a sectores de la

especulación. Perón sería representado en el velatorio por el Secretario de

la Presidencia, Solano Lima. El General no estaba para esos trotes.

Entretanto, Balbín aportaba su grano de arena al abonar aún más la teoría

de la infiltración ideológica. Se preguntaba:

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73

¿Qué derecho tiene una infiltración absurda a dividirnos ahora que estamos

encontrando la República? (…) hemos hecho el esfuerzo moral de vencer

muchas circunstancias dolorosas para proyectar el rumbo de una nueva

Argentina (…) Ahora, en nombre de lo nuevo, cuando Rusia regresa,

Yugoeslavia medita, Mao Tse Tung conversa con Nixon y en Medio Oriente

está todo el mundo buscando la paz, puede ser que todo esto sea, pueda

ser, malogrado por hombres que vienen levantando banderas de una

revolución cultural… De una infiltración extraña. (…) No sabemos quienes

son, de dónde vienen, pero lo que está perdido allá lo quieren importar

aquí.

Con este discurso se acercaba entonces Balbín a la derecha peronista –de

Perón ya estaba cerca- y a los sectores del ejército que ya rumiaban sus

planes para salir a la defensa del modo de vida “Occidental y cristiano”. El

pasado de violencia en el que había crecido la juventud argentina, y el

hecho de que, tanto como él, era genuinamente argentina, no entraba en

los cálculos del inveterado Chino. Por otra parte, sorprende que hablase de

“encontrar la República”, cuando a Solari Yrigoyen casi lo matan en un

atentado.

En tanto el ERP, sufría la detención del contador Juan Manuel Carrizo,

militante de la organización; la negativa del ejército a canjear al coronel

Ernesto Crespo por el conscripto Hernán Invernizzi, que había participado

del asalto al Comando de Sanidad. Recordamos que el ERP había sido

declarado ilegal: los diarios se referían a él no por su nombre, sino “una

organización guerrillera declarada fuera de la ley”, y otros eufemismos.

Además del golpe en Chile, también en Uruguay, el 27 de junio de 1973,

había caído el sistema democrático. Juan María Bordaberry, había

clausurado el Congreso y resultaba la fachada civil de una dictadura militar.

Pero habría de avanzar más: finalizando el mismo año, disuelve

organizaciones políticas –Partido Comunista, Socialista, Revolucionario

Obrero entre otros- y estudiantiles, y clausura los diarios Crónica y El

Popular, además de prohibir el derecho de reunión y toda actividad política.

Como mencionamos más arriba, estaban de moda las bombas plásticas. Ese

1º de diciembre, explotaba la tercera.

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74

En reemplazo del Almirante Carlos Alvarez, asume la conducción de la

Armada el contralmirante Emilio Eduardo Massera. La situación chilena, la

asunción de Massera y las muertes que diariamente registraban las crónicas

periodísticas –sobre todo de los periódicos de las organizaciones- de

militantes populares cercanos a la Tendencia, bien pueden relacionarse con

la denuncia que realizaba Amnesty International, sobre la existencia de

tortura a opositores políticos en 14 países latinoamericanos. Donde la

tortura se ejercía sistemáticamente era en Bolivia, Brasil, Paraguay,

Nicaragua y Uruguay. Sobre Chile no se contaban aún con los últimos datos.

De todos modos, Amnesty no hacía mención sobre cuál era el país que

impulsaba estas prácticas en América latina.

Cuando estas líneas se escriben, buena parte del mundo tiene una pobre

opinión sobre la entrega de los Premios Nobel de la Paz, ya que

últimamente fueron distinguidos Barack Obama y la Unión Europea. Pero la

cosa no es nueva: en diciembre de 1973, el premio es entregado a Henry

Kissinger, criminal de guerra y siniestro secretario de Estado

norteamericano. Que también tiene relación con la ola de violencia de

derecha que sacudía a América latina.

El 2 de diciembre, como ya señalamos, Héctor J. Cámpora partía como

embajador a México. Es una muestra del vértigo político de esos años:

hacía poco más de 24 meses que había arribado, en otro avión, junto a

Perón en el retorno. La revolución y el socialismo parecían estar al alcance

de la mano –así lo pensaban al menos la izquierda del movimiento- en

aquel ya lejano noviembre de 1972, con la dictadura en plena retirada. A

fines de 1974, el panorama era diferente. No es que Perón no plantease

transformaciones; pero como ya veremos, una de las diferencias estaba en

los tiempos. Esta diferencia –en cuanto a la cercanía o no de las

transformaciones deseadas- no sólo obedecía a causas internas, sino

también externas. Y si bien el fracaso de la “vía pacífica” al socialismo

intentada por Allende no parecía, en general, provocar grandes replanteos

en el país –por lo menos que tuvieran que ver con algún tipo de “reflujo”-,

sí influía y pesaba en otras latitudes. Por ejemplo en Italia, donde el Partido

Comunista, de una estructura muy importante, planteaba una alianza con

su tradicional contendiente: el partido Demócrata Cristiano. Es decir,

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75

católicos y comunistas en una coalición de gobierno, con la finalidad de

aglutinar entre ambos un 80 % del electorado y aislar a la extrema derecha.

Esa derecha, que se gestaba como nunca, no crecía por generación

espontánea. La revista española Actualidad Política Extranjera señalaba el

enojo de militares argentinos con una misión militar norteamericana, debido

a que esta impulsó y financió la creación de grupos paramilitares destinados

a combatir a la guerrilla. Combate del cual las fuerzas armadas pretendían

ostentar el monopolio. Decía la publicación:

(…) fuentes muy responsables sostienen que deja (la misión militar) en

Buenos Aires a los C.I.D.G. (Grupos Civiles e Irregulares de

Contrainsurgencia) por ella reclutados y adiestrados, y toda la estructura

logística necesaria para apoyarlos. Esto constituye una seria preocupación

para las autoridades nacionales, empeñadas en una tarea de pacificación

nacional, y que no ignoran la existencia de un sector muy influyente que

quiere activar la lucha contra la subversión de izquierdas.

Este artículo revela entonces dos cosas: que los militares argentinos

custodiaban celosamente su derecho a la represión, formados como estaban

en la Doctrina de la Seguridad Nacional (tan celosamente que llegaban a

ofenderse incluso con una misión norteamericana) y que la represión de la

incipiente triple A venía de un sector “muy influyente”. Esto reafirma los

vínculos entre López Rega y la C.I.A., y se liga con el artículo comentado

más arriba de la revista El peronista, con Brito Lima, Rucci y Miguel como

personajes centrales de la avanzada de la derecha.

El jueves 6 de diciembre era secuestrado en la localidad de Campana el

gerente administrativo de la ESSO, Víctor Samuelsson. Con gran prolijidad y

celeridad, doce integrantes del ERP lo raptan mientras almorzaba en el

comedor del Club ESSO. Ni Samuelsson ni la custodia tuvieron tiempo de

reaccionar. La madre del gerente norteamericano, señalaba que le daba

tranquilidad saber que el secuestro había sido llevado a cabo por gente

profesional.

En este contexto de la vida nacional, en el que casi todo el vaivén político

esta marcado por el enfrentamiento entre los dos sectores en pugna del

peronismo, algunas de las valoraciones más ajustadas a la realidad no

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76

provenían –en las declaraciones públicas- ni de la JP ni de Montoneros, que

seguían hasta ese momento sosteniendo la lealtad a Perón, sino del

alfonsinismo. En Mendoza, el líder de Renovación y Cambio señalaba que

En el peronismo, como en otros partidos, se está produciendo una

concentración de la derecha, que desplaza a los grupos progresistas.

Solía coincidir en general, con este análisis, el diario El Combatiente y más

concretamente, Mario Roberto Santucho desde sus editoriales.

El 12 de diciembre, el presidente norteamericano Richard Nixon nombra

embajador en la Argetnina a Robert Hill. Sus antecedentes no eran

alentadores ni para nosotros ni para la región: toda su carrera estuvo

vinculada a la CIA. En 1953 fue embajador en Costa Rica, donde desarrolló

todo tipo de actividades para favorecer a la United Fruit & Co., y trabajó

para el golpe que derrocó a Jacobo Arbenz en 1954.

Luego de algunos cargos en Estados Unidos –desde los cuales siempre

favoreció sus negocios privados-, fue nombrado embajador en México en

1957. Hacia el 58 ya andaba por allí Fidel Castro y sus compañeros

tramando la revolución contra Batista: Hill fue muy activo en la persecución

de Fidel. Ya derrocado Batista, en 1960 Hill aconseja a EE.UU. que no

compre más azúcar cubana. Permanentemente se involucra en los asuntos

latinoamericanos: impulsa la creación de sindicatos anti- comunistas, e

interviene indirectamente en el golpe de Brasil (1964) y la invasión a

república Dominicana (abril de 1965) . En 1969 fue nombrado embajador

en España, con el fin de lograr la instalación de bases militares. Y para

finalizar, fue Secretario de Defensa para Asuntos de Seguridad

Internacional, donde trabajó para el derrocamiento de Allende. Kissinger

decía que “su nombramiento es el símbolo de la importancia que la

Argentina tiene para nosotros”. No había dudas.

De las pocas voces que se levantaban del peronismo, destacaba la de

Rodolfo Ortega Peña, a quien el giro a la derecha iba desplazando. Fue

declarado “prescindible” como profesor en la Facultad de Filosofía y Letras

de la UBA, al amparo de la Ley de prescindibilidad, creada supuestamente

para depurar de administración estatal de agentes provenientes de la

anterior dictadura, pero utilizada, en realidad, para la persecución

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ideológica. Lo mismo sucedía a Eduardo Luis Duhalde. En noviembre, en la

revista Militancia, decían:

A partir del 25 de Mayo comenzó una nueva etapa en la lucha

revolucionaria de la clase obrera y el pueblo peronista por el poder. Hoy la

marcha del proceso nos impone la necesidad de analizar también al

enemigo enquistado dentro del movimiento, al peronismo de arriba (…).

Identificaban dos formas que se estaban dando de aislar a la Tendencia:

(…) por un lado, los que conscientes del estado de conciencia masivo y de la

fuerza o poder desarrollado por los sectores de la tendencia, buscan

instrumentar una canalización´ de esa rebeldía juvenil o impulsos

revolucionarios dentro de marcos institucionales, encuadrándola dentro de

la verticalidad del movimiento y reduciéndola a una rama del mismo. Así,

sin obstaculizar cierta verborragia revolucionaria, encauzar sus esfuerzos

hacia la tan mentada e impulsada “Reconstrucción Nacional”. Las relaciones,

diálogos, pactos de no agresión etc., con los sectores de la tendencia se

plantean como una forma de comprometerla y a la vez de encorsetarla

dentro de un “juego limpio” (o dentro de reglas de juego determinadas),

donde la burocracia mantendría su hegemonía en lo superestructural y a la

tendencia sólo le quedaría la posibilidad de funcionar como su “ala

izquierda” radicalizada. (…)

Si uno lee estas líneas con atención no parecen estar refiriéndose a otra

persona que no sea el mismo Perón. ¿No era él acaso el que había

planteado que la juventud tenía que ser la cuarta rama del movimiento, que

les daría el manejo de la Fundación Evita, y que luego de hacer esa

experiencia política “tendrían la manija”?. Sin embargo Militancia no llegaba

a tanto en ese momento –por la indudable dificultad de las condiciones del

momento- y señalaba a otros responsables: Lorenzo Miguel en primera

línea, y toda la llamada burocracia detrás. Eran señalados por este editorial

como los responsables de

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78

(…) el cierre de Unidades Básicas, Ezeiza y los demás asesinatos y

atentados (…) Este sector derechista de la burocracia es el gestor y ejecutor

principal del golpe del 13 de julio que impuso al yerno en la Presidencia y

que coherentemente hoy impulsa la “depuración”, documento reservado

mediante, que de llevarse a cabo terminaría con la expulsión de la clase

obrera y del pueblo del Movimiento.

Tampoco se menciona aquí a López Rega, incluso se habla “del yerno” sin

decir el yerno de quién. Puede haber sido un error involuntario o una

omisión voluntaria, para no profundizar el enfrentamiento y rozar al mismo

Perón. Aunque, obviamente, todos sabían a quién se referían. Lo mismo

vemos, por ejemplo, en la revista quincenal cordobesa El peronista. En el

editorial de la 1º quincena, hablaba del susto por la salud del General, que

esta ocasión había sido aprovechada por la burocracia para avanzar, y

titulaba con un expresivo “¡Viva Perón, carajo!”.

Perón, entonces, que no era rozado públicamente por estos

cuestionamientos, se encontraba abocado, hacia el final de ese año 1973, a

una reforma constitucional. Ésta daría cuerpo institucional a las políticas de

“liberación” por él planteadas. Para ello, se proponía el diálogo con todos los

sectores políticos. La primera reunión, lógicamente, sería con Balbín. Pero

también la marcha del Pacto Social lo ocupaba, y en esta oportunidad,

hablando en la CGT, ponía todo el peso de su autoridad para contener los

reclamos de los trabajadores. Primero recordó a los líderes sindicales –

parafraseando al cómico Fidel Pintos- que “las paritarias las inventé yo”,

para luego agregar que

En un período de abundancia, aseguran justicia, pero en un período de

miseria provocan lucha, que a nadie le sirve. No es posible dar pasos más

largos que lo que permiten los pantalones.

Era evidente que estaba pidiendo a los trabajadores esfuerzo, y que éste

era mayor que el que haría el empresariado. Pero también tenía que dar

una esperanza:

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79

Los trabajadores tienen mi palabra. Yo les aseguro que volveremos a los

tiempos en que todos estábamos felices y tranquilos, cuando el pueblo tenía

sueldos para vivir en tranquilidad y felicidad.

Aquí Perón interpretaba el sentir de un sector muy importante de la clase

trabajadora argentina. Lo repetimos: que no quería tomar el poder. Quería

dárselo a Perón para que vuelvan “los días felices”. La consigna era

Trabajar tranquilos y sin apuro. Trabajar despacio, sin sacrificar a una

generación para que otra pueda disfrutarlo (…) como dice el tango, para

juntar chirolas hay que laburar.

Y dejaba claras sus ideas con respecto a los sindicalistas que no se

sometían a adoptar este ritmo moderado, y a la juventud:

(tengamos) fe en nosotros, fe en el gobierno y en los dirigentes sindicales,

que siempre han mostrado un cumplimiento honesto y capacitado de su

misión (…) Si alteráramos esto, haciéndole el gusto a los que quieren Lola,

no tendríamos mucho que agradecer.

Al día siguiente profundizaba más sobre el asunto. Antes de 1972, Perón

hablaba del “trasvasamiento generacional”, mediante el cual los jóvenes

tendrían “la manija”. Pero ahora hablaba más de la “generación

intermedia”.

Los muchachos están verdes y los viejos demasiado maduros. En estas

circunstancias se necesita una capa media, que es la equilibradora de todos

los procesos y fenómenos de este tipo (…) no puede ser (el trasvasamiento)

de un hombre de 78 años a un muchacho de 20, porque se va a caer en el

vacío. El trasvasamiento generacional debe realizarse de a poco y

normalmente.

Esta claro entonces que hay una cuestión de tiempos: despacio, la

acumulación necesaria para luego repartir; despacio, la llegada al poder de

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80

la juventud; despacio, el proceso de liberación. En un reportaje había

señalado que

Todos queremos la revolución, pero no se puede hacer tirando todos los

días un viejo por la ventana.

En la anunciada reunión con Balbín, se tocaron temas referentes a la

reforma constitucional y a la violencia entre otros. La nota de color la puso

el dirigente radical, al aclarar, por si Perón no lo sabía, que “Le ratifiqué al

Señor Presidente que el radicalismo es reformista”. Luego de esta

imprescindible aclaración, señalaba que coincidieron en el hecho de

encontrarse falencias en la legislación penal para juzgar a la guerrilla. Más

adelante surgirá con fuerza este tema, y veremos repetidas veces a Balbín,

desde su lugar, agitar la purga.

El ministro de trabajo Otero, de la UOM, proseguía con su catarata

verborrágica, que no podía producirse sin conocimiento y autorización de

Perón. En Rosario, señalaba que

No usamos la estrella roja, los distintivos que usa una juventud que no sabe

lo que hace, mal aconsejada y mal conducida por ideólogos que prefieren el

retrato del Che Guevara al de Perón, como si fuera posible reemplazar a

Perón por un renegado.

Este tipo de declaraciones aportaba poco para la “evolución en paz” que

tanto proclamaba Perón; en la atmósfera cargada de esos días; expresiones

de este violento tenor poco podían contribuir a la supuesta pacificación que

el gobierno decía buscar. Caracterizar al Che como un “renegado”, y que lo

haga alguien que en su momento apoyó a Vandor en contra del mismo

General, debía resultar, a los oídos de la juventud, doblemente insultante.

Perón, que al conocer la muerte de Guevara habría escrito que “ha muerto

uno de los nuestros, quizás el mejor” no lo desautorizó. Nótese como. En

un encuentro con los partidos políticos, el general decía que “no queremos

reprimir violentamente porque sería agregarle una violencia a otra

violencia.” Sin embargo, un acto en el que iban a estar presentes Agustín

Tosco, sectores alfonsinistas, el FAS (Frente Antiimperialista por el

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81

Socialismo) y el Partido Comunista debe ser levantado por amenazas. Dos

días antes, también Tosco había advertido sobre un avance fascista que se

venía verificando.

Perón negaba por supuesto que esto se impulsase desde el gobierno.

Todavía mantenía al menos la sutileza del doble discurso. Ya veremos cómo

la dejará de lado. El 20 de diciembre, con una sorprendente liviandad, decía

que

Muchas veces me han dicho que creemos un batallón de la muerte como el

que tienen los brasileños, o que formemos una organización parapolicial

para hacerle la guerrilla a la guerrilla. Pienso que eso no es posible ni

conveniente.

Llama la atención la seguridad que tenía el General de no ser cuestionado,

al reconocer que tenía cerca suyo o prestaba oído a colaboradores que le

daban semejantes recomendaciones. ¿O eran ideas propias?

Mientras, otro ejecutivo, esta vez inglés, era secuestrado en La Plata, donde

también era quemada una Unidad Básica que se utilizaba para dar clases de

apoyo a los niños. En sus paredes aparecen pintadas de la JPRA. En Capital,

era secuestrado un militante comunista, aparentemente por personas

pertenecientes al Sindicato de Sanidad.

En la revista Estrella Roja –órgano de difusión del ERP, mientras que El

Combatiente lo era del PRT- se entregaba una crónica detallada de las

acciones que iban realizando. Veamos las más destacadas de diciembre:

3- Córdoba. Comando copa la fábrica ILASA PBC, subsidiaria de la IKA

Renault, después de desarmar a la guardia. Se lee una proclama dirigida a

los obreros que están en conflicto con la patronal.”

(…)

4- Santa Fe. Un Comando del ERP copa un ómnibus del ejército

contrarrevolucionario, desarma a sus tres ocupantes y lo incendia.”

(…)

6- Campana. Un Comando del ERP secuestra al ejecutivo yanqui Victor

Samuelsson, gerente de operaciones de la empresa imperialista ESSO.”

(…)

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82

16- Lomas de Zamora. Bs. As. ERP. El Comando Clarisa Lea Place expropia

mil doscientos pollos de la empresa San Sebastían y los reparte en barrios

humildes.

Santa Fé. ERP. Los Comandos Maderiyc, Silva y Tettamanti, copan dos

camiones de la empresa Sancor, expropiando leche y distribuyendo en

barrios pobres, etc.

El ERP señalaba que la tregua planteada a Cámpora –no atacar a fuerzas

policiales, sólo al ejército y a las multinacionales- fue rota por el asesinato

de militantes, por lo cual comienzan las represalias. Por otra parte, advierte

a los legisladores que voten leyes que reformen el Código Penal –aquellas

sobre las cuales coincidieron Perón y Balbín- “se los considerará reos de la

justicia popular”

El 22 de diciembre, Perón anunciaba el Plan Trienal, con el cual pensaba

encarar la reconstrucción nacional. Ambicioso y optimista, preveía un

crecimiento del PBI cercano al 8%, gran cantidad de obras públicas y

viviendas, y un fuerte aumento de las exportaciones. Para 1977, se

esperaba que los trabajadores participasen en un 47,7% del ingreso

nacional. Era la vuelta al fitfty- fifty. Esto acompañado de un incremento en

la producción siderúrgica, petroquímica, maderera, celulosa, etc. Todo en

un marco de mejora del nivel de vida, alta participación política y

recuperación de la independencia económica. Era un capitalismo

redistributivo, con tendencia a la independencia económica, pero siempre

asentado en la exportación de materias primas, aunque también las había

industriales. No estaba mal para el deterioro que se venía verificando luego

de 1955. Pero era también un desafío: el contexto económico internacional

no era el de 1946, y el panorama político latinoamericano era difícil.

Pero si era ambicioso el Plan en el terreno de la economía, comenzaban a

plantearse incertidumbres en lo político: se hablaba ya en la prensa qué

sucedería si moría Perón. En el diario “Noticias”, se reproducía un artículo

de Mariano Grondona en La Opinión, en éstos términos:

Una emergencia sucesoria podría llevarnos a una troika argentina: Isabel,

presidente en nombre del sistema de partidos y las instituciones; cúpula

militar y cúpula sindical como triunviros colectivos”, afirmó ayer el ganadero

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83

Mariano Grondona con un editorial publicado por el matutino La Opinión, de

la ciudad de Buenos Aires.

El ex subsecretario de Interior del gobierno militar que presidió el senador

José María Guido señaló que esta troika que comparó con el sistema

soviético de gobierno, era imaginable “sin que se nos imponga como antes,

la visión del caos total”.

Indicó Grondona que el poder adquirido por Isabel Martínez en los últimos

meses eliminaba “el vacío absoluto de una eventual enfermedad de Perón”.

El periodista, a quien se sindica como autor de la proclama militar del

general Juan Carlos Onganía en 1962, alega que mientras Evita era “el

corazón de Perón”, Isabel es “su sombra” y señala como una paradoja que

“el poder de la sombra sea comparable en algunos aspectos superior al

poder del corazón”.

Según Grondona ello es así porque en 1951 Perón tenía 56 años y Evita

nunca tuvo lo que tiene ahora Isabel: “una dimensión sucesoria”.

La sonada reforma del Código Penal logra sancionarse en el Senado. Se

aumentaban las penas por secuestros, amenazas, tenencia de explosivos y

asociación ilícita. Pero las FAL (Fuerzas Armadas de Liberación) secuestran

a Miguel Ángel De Bonis, acusándolo de ser proveedor de armas para el CO

(Comando de Organización), la CNU, La Juventud Sindical Peronista y otros

grupos de extrema derecha. Entretanto, la derecha internacional mostraba

sin tapujos su alineamiento. El Bank of América estimaba como positivo el

giro producido en Chile. “Murió gente”, señalaban, “pero prácticamente son

extremistas que no quisieron rendirse”. Ante la claridad que brinda la

distancia en el tiempo, se puede observar un cerco que se va cerrando:

aumento de la actividad de extrema derecha en lo interno, dictaduras y el

gran capital, más la CIA, actuando con gran celeridad en lo externo.

Como contraste, el Gobernador de Santa Cruz, Jorge Cepernic, esperaba

que el Parlamento de su provincia le aprobase la expropiación de 650 mil

hectáreas de tierra en la Patagonia, hasta ese momento en manos de

compañías inglesas.

Hacia el día 30, se conoce que los diputados de la JP se oponen al

tratamiento de las reformas al Código Penal. Un gobierno popular no podía

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proponer una legislación similar a la de la dictadura, y no se solucionaba la

violencia con medidas represivas sino atacando sus causas.

Así terminaba ese año fundamental que fue 1973. Sin el más mínimo

diálogo entre Perón y la Tendencia, con el ERP de realizando nuevamente

operaciones, con un enfrentamiento sangriento entre la derecha y la

izquierda del Movimiento peronista, con el Pacto Social muy cuestionado y

sostenido solamente por la enorme autoridad de Perón, y con un clima de

violencia verbal y física alarmante. La salud de Perón preocupaba a todos, y

comenzaban a tejerse todo tipo de elucubraciones –como ya vimos-

referentes a la sucesión. Se estaba lejos del clima de euforia de Mayo, y

Perón estaba dispuesto –tanto dentro del Movimiento como fuera de él- a

poner orden.

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85

Capitulo VII.

Enero- marzo de 1974

Desde la Habana, el secretario general del Partido Socialista de Chile, Carlos

Altamirano, alertaba con gran lucidez, sobre la voluntad de Estados Unidos

de seguir desestabilizando la región. Decía:

Transitoriamente nadie duda que el triunfo del golpe militar fascista importa

una gravísima derrota para el movimiento popular chileno y revela un

retroceso momentáneo de las fuerzas revolucionarias latinoamericanas en

relación con la estrategia continental del imperialismo. Esta estrategia ha

logrado otros éxitos transitorios. Además de Chile, en Brasil, Uruguay,

Bolivia, y se propone como objetivos inmediatos derrocar a los gobiernos de

Argentina, Perú y Panamá.

La grave crisis que afronta Estados Unidos, crisis que se expresa en los

planos político, militar y también moral: Watergate, Vietnam, la guerra del

Medio Oriente, la crisis de la energía, la crisis monetaria, la crisis de la

sociedad de consumo, las contradicciones crecientes entre las grandes

potencias capitalistas occidentales, han obligado a los Estados Unidos a

replegarse sobre su ´patio trasero´. Pretenden conservar su poder a través

de regímenes dictatoriales. La forma más extrema la constituye la dictadura

fascista de Chile, puesto que allí también se encontraba el eslabón más

débil de su cadena, dado el alto grado de desarrollo y conciencia de las

fuerzas populares y revolucionarias.

El principal error del socialismo chileno, decía Altamirano, fue creer que la

burguesía podía moverse por carriles democráticos, que el ejército se

mantendría en una posición profesional y que el imperialismo sería neutral.

Y agrega profético: “la reacción chilena y el imperialismo norteamericano

han dado una nueva lección a las fuerzas progresistas, democráticas y

revolucionarias del mundo. Estas han de recordarla y valorarla en toda su

inmensa proyección histórica”.

Podemos conjeturar que Perón quería “parar la mano”, teniendo en cuenta

esta avanzada imperialista en Chile. Pero lo imperdonable es que haya

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querido hacerlo apoyándose en lo peor de la derecha del peronismo y en

métodos ilegales.

La revista El Descamisado, hacía un balance de ese vertiginoso año 73.

Señalaba las contradicciones –por decirlo livianamente- que en los últimos

meses se habían dado con respecto al proceso iniciado el 25 de mayo de

1973, en que asumió Cámpora. Algunas revelaban, en efecto, que el

peronismo se estaba yendo a la derecha. Por ejemplo, la designación del

General Alberto Cáceres al frente de la Gendarmería Nacional. Cáceres

había sido, durante el gobierno de Levingston, director de la “Coordinación

federal”, una sección de la Policía federal dedicada a la persecución de

“elementos disolventes”, eufemismo con el que solía caracterizarse a toda

postura opuesta a la Doctrina de la Seguridad Nacional y a la entrega de la

economía al gran capital transnacional. Luego fue nombrado jefe de la

Policía federal, pródiga en el arte de torturar.

Y Pomar, nombrado jefe segundo del Estado Mayor Conjunto, fue el

responsable de la represión del 17 de noviembre de 1972, que tenía como

finalidad impedir un contacto masivo del pueblo con Perón. Por supuesto, se

incluye también en esta lista las modificaciones al Código Penal que

restablecía penas de la época de la dictadura.

Y estos tres elementos eran unidos, en el editorial que comentamos, por la

necesidad de control social ante la apertura a los capitales extranjeros que

buscaba el ministro de economía José Bel Gelbard.

El Descamisado no deja de mencionar un acto organizado por la burocracia

sindical, destinado a la rama femenina, en la que dio un discurso “hueco”

Isabel Martínez –nunca esta revista la llamará Isabel Perón, ya que para los

Montoneros, y para la tendencia en general, esposa de Perón hubo una

sola- ante escasa concurrencia. Y se denunciaba que el Consejo Superior del

Movimiento pretendía eliminar del peronismo unidades básicas y

representantes de la JP.

Lo curioso, es que este cuadro francamente desalentador para la tendencia,

no se roza –en forma pública- a Perón. Ya lo señalamos, y con el correr de

los meses, seguimos verificándolo. Es como si el Líder fuese ajeno a estas

decisiones. Como señalaron Ivancich y Wainfeld “, la duplicidad no tiene

mucha sobrevida cuando se intenta una política de masas.”

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87

En ese mismo número, un artículo es revelador de la postura de los años

subsiguientes. Habla de Chile y se titula: “Una dramática lección: no hay vía

pacífica sin combate”. El argumento entonces es claro: la llamada “vía

chilena” o la “vía pacífica al socialismo” era inviable para enfrentar al

imperialismo y a sus socios locales, capaces de recurrir a la más cruda

violencia. Sólo podía enfrentarse a estos enemigos, con otra violencia.

Ni bien llegado al gobierno, Allende había aplicado sin vacilaciones su

programa: nacionalización de los recursos naturales, reparto de la tierra,

dignificación del trabajador. También desde el primer momento, marchaba

la conspiración.

Se hace hincapié, entonces, en la falta de una conducción unificada para

presentarse a la lucha desde los sectores populares, contra los militares

golpistas. Ante una oleada inaudita de represión, el pueblo debe retroceder

en una situación de evidente desigualdad.

Son muchas las voces que plantean el interrogante de cómo las

organizaciones armadas no tomaron nota del ejemplo chileno y no bajaron

la intensidad de sus acciones hasta ver mejor cómo venía la avanzada

derechista. José Pablo Feinmann afirma en una entrevista que

Estábamos en un momento en que Perón podía haber hecho un país, si los

Montoneros hubieran entendido que tenían que retroceder. Incluso ya se

había producido el golpe en Chile, sinceramente no se que mierda tenían en

la cabeza.

Lo que Feinmann no dice es que a la Tendencia se la atacó ya en Ezeiza,

antes de que Perón volviese al poder. Daba, en ese entonces, muestras de

absoluto alineamiento. ¿Qué significa retroceder? ¿No buscar espacios de

poder, cuando se palpitaba una transformación significativa y se salía de

una dictadura?

Hoy sabemos que el corolario fue, para nosotros, un gobierno dictatorial –el

del 76- que llevó adelante un nivel de represión inaudito, pero nadie podía

preverlo entonces. Tanto miembros de las conducciones como militantes

manifiestan que se conversaba la posibilidad de un golpe si Perón moría,

pero se lo esperaba, como mucho, un poco más represivo que los

anteriores. Nadie imaginó las palabras que Harguindegui le dijo a Roberto

Page 88: Los anticuerpos. la depuración ideológica del tercer gobierno de Perón

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Perdía “las anteriores fueron dictablandas”. En la dinámica de la época,

luego de un año como el 73, y con la enorme movilización popular que

venía experimentando nuestro pueblo, consideramos lógico que no se halla

pensado en un reflujo, en un “desensillar hasta que aclare”. Al contrario, se

pensó en profundizar el accionar y organizarse cada vez mejor para afrontar

esta posibilidad.

En La Plata, era descubierto un arsenal de la CNU. En tanto, los últimos días

de diciembre, Perón había enviado un sentido saludo al general Stroessner,

feroz dictador paraguayo. Llama la atención como “el general herbívoro”,

que planteaba reformas en un estricto marco institucional, repartía elogios y

abrazos con dictadores latinoamericanos.

Mi esposa se une a mi para valorar y agradecer los buenos augurios que

nos han hecho llegar con motivo de las festividades de fin de año. Al

retribuirlos muy especialmente, les renovamos las seguridades de nuestro

mayor aprecio y afecto, con los mejores votos por la prosperidad y

bienestar de la hermana nación paraguaya, un abrazo, Juan Perón,

presidente de la Argentina.

La ciudad de Córdoba experimentaba un fuerte crecimiento del accionar

represivo por parte de la policía provincial, que se independizaba incluso de

la autoridad del gobernador Obregón Cano. A esto se sumaba un conflicto

con la municipalidad de Córdoba y con los empresarios del transporte, con

clara finalidad desestabilizadora, como ya veremos. Además, se

aprovechaba la ocasión en que el gobernador se encontraba en Buenos

Aires por una internación de su hija.

Los empresarios se negaban a pagar los aumentos salariales acordados; la

provincia amenazaba con tomar medidas enérgicas –incautación de

colectivos, quita de permisos- mientras la Municipalidad hacía tiempo –con

la evidente intención de que la situación se deteriore aún más-, y el

intendente Ávalos no se hacía presente en la negociación entre los

trabajadores del transporte y los empresarios. Era evidente que se

pretendía utilizar este conflicto para desgastar al gobierno de Obregón Cano

y Atilio López.

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89

De esta intención de erosionar solía participar también la CGT, orientando

sus baterías hacia los gobernadores ligados a la Tendencia –o simplemente

progresistas, lo cual era sinónimo de marxismo-, en el marco de la disputa

que sostenían ambos sectores, muy fogoneada por el asesinato de Rucci.

Habíamos visto cómo el gobernador de Santa Cruz, Jorge Cepernic,

planteaba la expropiación de 650 mil hectáreas a grandes propietarios

ingleses. La regional de la central obrera se oponía, con el insólito

argumento de que

Se caería en el gravísimo error de tratar de enfrentar al imperialismo inglés

para caer en el imperialismo estatal.

Pero al clima de violencia se sumaba, como una dificultad al planteo

económico de Perón, la crisis internacional desatada por la cuestión del

petróleo árabe.

Es que estos países, luego de la Guerra de Yom Kippur, enfrentamiento

entre Israel contra Egipto y Siria, del que salió victorioso el primero.

Decidieron no exportar más petróleo a los países que apoyaron al estado

israelí, es decir, Estados Unidos y sus aliados. En un mundo fuertemente

industrializado –veníamos de lo que Hobsbawm llamó “los años dorados”-

esta medida trajo fuertes efectos inflacionarios. En la Argentina –seguimos

aquí a Mario Rapoport- las consecuencias fueron un incremento del

porcentaje que las importaciones de petróleo representaban en el PBI, que

pasa del 3,1 al 15%. La producción local era insuficiente, había que

desembolsar más divisas y subían los costos empresariales. Generalmente

los empresarios suelen trasladar estos incrementos de los costos a los

precios, pero por el Pacto Social estos estaban congelados.

Actualmente vivimos una avanzada norteamericana sobre los países donde

hay petróleo. Pero esto no es nuevo: ya en esos años, 73- 74, Estados

Unidos amenazaba con tomar por la fuerza lo que se les negaba en uso de

la soberanía. El secretario de defensa, James Schlesinger, decía que los

países árabes corrían el riesgo de sufrir una intervención armada, si la

opinión pública norteamericana así lo exigía. Se explica, ante esta

agresividad, la necesidad de muchos países del tercer mundo de vivir a la

defensiva. Es el caso de Cuba, que en enero del 74 realizaba una

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90

importante exhibición militar en el desfile del XV aniversario de la

revolución, y daba a conocer que contaba con 300 mil soldados y el pueblo

organizado y armado, lo que podía llevar a una movilización de 4 millones.

Estados Unidos no solamente atravesaba una crisis económica, sino política.

El caso Watergate ponía en jaque a su presidente Richard Nixon, y 44 de

cada 100 norteamericanos pensaba que debía ser destituido.

Pero, más allá de las dificultades del contexto internacional, la avanzada del

macartismo peronista seguía a paso sostenido. El 8 de enero, a la

madrugada, sufría un atentado la imprenta Cogtal, donde entre otras

publicaciones se imprimía el diario El Mundo, perteneciente al PRT. Ese

mismo día, publicaban una solicitada en Noticias, en estos términos.

El fascismo contra EL MUNDO: el pueblo y EL MUNDO contra el fascismo

En la madrugada del día de la fecha, una banda fascista ocupó la imprenta

de Cogtal, en la que se imprime nuestro Diario, destruyendo la rotativa, y

poniendo en serio riesgo la vida del personal de la referida imprenta y de

nuestro vespertino.

Este atentado forma parte de una campaña desatada contra EL MUNDO, y

que se expresó en las solicitadas de la llamada JPRA y de la dirección

pactista del SUPA y en el último número de EL CAUDILLO.

Cuando EL MUNDO ganó la calle se planteó ser el órgano de expresión de

las luchas de la clase obrera y del Pueblo, combatiendo con energía al

imperialismo, a los monopolios, a las empresas multinacionales, a la

dependencia cultural y política, a la burocracia política y sindical, al

macartismo y al fascismo.

En los cuatro meses de vida, desde nuestras páginas hicimos conocer los

reclamos de nuestro Pueblo, contra una sociedad de injusticia y explotación.

Esta prédica consecuente con los principios y las movilizaciones de las

masas populares, determinó una injustificada e ilegal clausura dispuesta por

el entonces presidente Lastiri, la decisión del equipo económico de

ahogarnos financieramente, no otorgándonos la publicidad que legalmente

nos corresponde, y las continuas amenazas y agresiones por parte de las

bandas armadas de la burocracia sindical y política.

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91

Es que el fascismo es irreconciliable con la clase obrera y con toda opinión

democrática. Constituye la forma de expresión de la política del capital

financiero e internacional para América Latina, como lo demuestran las

experiencias de las naciones hermanas de Chile, Brasil, Uruguay y Bolivia.

En nuestra Patria, esta corriente hegemoniza el proyecto oficial, promueve

la “depuración ideológica”, impulsa el Pacto Social y se asienta en

invocaciones pretendidamente “nacionalistas”, como las de “Argentina

Potencia”, “Reconstrucción Nacional”, que ocultan el real objetivo de

mantener la dependencia y la explotación.

También preparan las bandas armadas que intentan frenar el avance del

Pueblo mediante el asesinato de militantes populares como los casos de

Colombo, Fredes, Aquino, Razzetti, Delleroni, etc., los atentados

dinamiteros a los Sindicatos, Unidades Básicas, Comités de Bases Vecinales.

Por otro lado, tratan de obtener los instrumentos legales para agudizar la

represión, como por ejemplo la pretendida Reforma del Código Penal.

Frente a esta escalada, el Pueblo responde con la intensificación de sus

luchas, el repudio a los asesinos.

A su vez, EL MUNDO ante este atentado ratifica su decisión de combatir los

planes fascistas, siendo un instrumento consciente de la lucha

antiimperialista y por la PATRIA SOCIALISTA.

Dr. Manuel j. Gaggero

Director interino

Gaggero señalaba, además, que la policía acudió al llamado con absoluta

displicencia, que se limitó a llamar a los bomberos, y que estos arrojaron

mucha más agua de la necesaria arruinando, de paso, todo el papel.

De la solicitada se desprenden varios aspectos. En primer lugar, que esta

avanzada de la derecha no podía ser ajena a Perón. Sobre este particular

nos vemos obligados a volver con frecuencia.

Otro, es el cuestionamiento al Pacto Social. Más allá de los resultados de

éste, de la gestión de Gelbard, etc., tengamos en cuenta que siempre,

desde el marxismo, en cualquiera de sus variantes, si es consecuente,

habrá oposición a todo lo que pueda significar conciliación de clases. Y es

justamente la bandera que siempre levantó Perón.

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92

Sin embargo, el calificativo “fascista”, que en el terreno político se utiliza

muchas veces como un epíteto, consideramos que, en la solicitada, es

ajustado. Para comprobarlo, sólo hace falta consultar la revista El Caudillo

de la tercera posición.

Como venimos viendo, en esta época de violencia, el lenguaje utilizado está

a tono con los tiempos. Sin embargo, la exacerbación de esta revista de la

derecha peronista no deja de sorprender.

Ahora quieren (la izquierda) hacer fracasar el proyecto de Perón, no nos

asustan. Al contrario, nos afirman en la lucha. Que tengan por cómplices a

toda la maffia periodística del país no nos desespera (…) Todos tendrán su

merecido. Primero será la guerrilla antipopular y antiargentina, luego el

exterminio frío y sistemático de todos los medios de difusión que

constantemente se prestan a la prédica de la destrucción y que sabotean –

desde 1810- todos los proyectos de patria que florecieron en el país.

(…) Tenga claro el enemigo que nuestra lucha no es una mera afirmación

doctrinaria, tiene también la implicancia práctica de una guerra llevada

hasta el exterminio contra todos los que atentan contra las verdades del

pueblo y de la patria. Porque somos machos y porque Perón manda.

Así, con esta aterradora simpleza se amenazaba con el exterminio final a –

otra vez- quienes están con los enemigos del pueblo.

Hacia el 9 de enero se produce el tercer secuestro de 1974. Esta vez le tocó

al industrial Francisco Ventura, en manos de las FAP. Y se iba dibujando

más definidamente la figura de la triple A. Los legisladores de la JP que se

negaban a votar el proyecto de ley de Reforma del Código Penal, recibieron

una carta de esta organización –en ese momento se pensaba que las siglas

significaban “Alianza Antiimperialista Argentina” –que les advertía que

Comenzaremos a actuar en consecuencia, lo que será muy lamentable para

ustedes” (…) “creíamos haber sido claros con nuestra anterior advertencia y

la experiencia del bolche Solari Yrigoyen les indica que no hablamos en

vano, pero por lo visto ustedes no conocen el refrán que dice que un botón

para muestra basta.

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93

Recordemos que esta amenaza, al cumplirse en caso de que los legisladores

no votasen dicha ley, se sumaba a la del ERP, en caso de que la votasen.

Entretanto, la ofensiva contra Córdoba seguía avanzando: el día 10 a la

noche, Perón convocó una imprevista reunión de gabinete, donde ya se

habría hablado de intervenir la provincia. Si bien desmentida unos días

después –Perón habría aconsejado “no tomar medidas enérgicas ni

apresuradas”- la idea estaba en danza. El conflicto del transporte se

prolongaba y las empresas del sector estaban intervenidas.

Varios hechos políticos tuvieron al general en el centro de la escena en esos

días: una reunión con empresarios de la CGE donde expresó que el Pacto

Social era inamovible; laudos del gobierno a favor de los trabajadores en

varios conflictos, el avance por las reformas al Código Penal, y el

tratamiento –expectante- del conflicto cordobés. En tanto, las 62

Organizaciones peronistas de la provincia mediterránea expulsaban a Atilio

López.

Luego Perón hablaría por radio y televisión. En el mismo sentido en el que

se dirigió a la CGE, lo hizo esta vez para volver a defender el Pacto Social.

Denunció a algunos “agentes que desde el gobierno y las organizaciones

gremiales atentan contra el Pacto Social”. Este había permitido

Establecer las bases indispensables para un lanzamiento coherente y

racional. La crisis del petróleo que ha provocado el problema del

combustible en el mundo, ha sido el comienzo de una nueva etapa en la

lucha mundial por la subsistencia y el desarrollo. Su continuación llegará

también a amenazar decisivamente el futuro de una humanidad encaminada

a su destrucción mediante sistemas que ya no coinciden con las

necesidades creadas por la evolución. En consecuencia, se trata de un

problema de fondo, que no ha de solucionarse con aspirinas. Es que los que

no han tenido buena cabeza para prever, necesitan ahora buenas espaldas

para aguantar.

Y agregaba en tono profético:

Esta crisis ha sido el primer aviso que la providencia ha hecho al mundo.

Dudo que todos lo comprendan y dudo todavía más que los poderosos

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94

comiencen a comprenderlo en forma que los influya como para entrar en la

buena senda. Si como sospecho, el mundo no se pone de acuerdo en la

defensa común de la humanidad, nos espera una etapa de nuevas luchas

cruentas cuyas consecuencias son difíciles de prever.

En tanto, la escasez de algunos productos alimenticios básicos –carne,

pollo, aceite- ya se hacía sentir. Numerosos comercios eran sancionados por

no cumplir con los precios máximos. Donde más irregularidades se

detectarán es en la comercialización de carne.

Siguiendo la línea independiente que caracterizó a los gobiernos de Perón

en relación a la política exterior, la Argentina rompe el bloqueo de Estados

Unidos hacia Cuba y vende a ese país material ferroviario fabricado en

Córdoba, por un monto de 81 millones de dólares. Dicha venta se suma a

otra anterior de camiones, por 120 millones de dólares.

En esta misma línea, nos visitaba en esa primera quincena de enero, el líder

de la revolución panameña Omar Torrijós, muy apreciado por la izquierda

por su impronta antiimperialista. Calurosamente recibido por la JP,

declaraba que

Cuando anoche vi al pueblo argentino apoyando nuestra lucha, se me hacía

muy difícil mantener la calma y no romper el cordón de seguridad y las

reglas del protocolo.

Pidió dar un mensaje “a los militantes de la Juventud Peronista (de) lo

agradecidos que estamos”. En tanto, referido al reclamo de Panamá para

ejercer la soberanía sobre el canal, Perón afirmaba:

Panamá tiene todo el derecho de reclamar la soberanía absoluta y total del

Canal y disponer de él, porque es parte de su territorio (…) Pensamos que

América Latina debe tener conciencia de sus responsabilidades frente a lo

futuro. Irse integrando en forma de hacer frente al destino, unidos y

solidarios. En cuanto al Canal decía: “es un territorio que hay que

descolonizar (…) Latinoamérica debe estar unida, organizada y lista para

defenderse, porque si no, nos van a quitar todo por teléfono.

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95

El 20 de enero el país amanece con la noticia del intento de copamiento de

la guarnición de la localidad de Azul, por parte del ERP. En tres camiones,

entre 60 y 70 hombres vestidos de militares, comenzaron el ataque

alrededor de las 23, 45 horas. Pero el operativo había comenzado antes,

cerca de las 22, a través de copamientos de puestos de guardia. El cuartel

general que utilizó el ERP, fue la casa del doctor Miguel Angel Inza, también

tomada por la fuerza. En la calle Guaminí, roban un fiat 800 coupé. Iniciado

el tiroteo, la guarnición comienza a recibir refuerzos y hacia las 2 de la

madrugada el intento de copamiento era ya una derrota. Mueren el coronel

Camilo Gay y su esposa.

A las 21 horas, Perón habló al país. En su discurso, responsabilizó por el

hecho al ejecutivo de la provincia de Buenos Aires:

(…) Hechos de esta naturaleza evidencian elocuentemente el grado de

peligrosidad y audacia de los grupos terroristas que vienen operando en la

provincia de Buenos Aires, ante la evidente desaprensión de sus

autoridades.

Luego vuelca todo su apoyo al ejército, al mismo que torturaba y fusilaba

peronistas sólo unos años atrás. Se percibe aquí que Perón habla de “su”

institución:

Nuestro ejército, como el resto de las fuerzas armadas, que han

demostrado su acatamiento a la Constitución y a la ley en provecho de una

institucionalización, no merecen sino el agradecimiento del pueblo argentino

que, frente a lo ocurrido, debe sentirse herido en lo más profundo de sus

sentimientos patrióticos.

¿Merecían las fuerzas armadas el agradecimiento del pueblo argentino por

acatar la Constitución? Pero hay más. Perón repitió en esa oportunidad un

argumento erróneo que alguien le había dado y que sostenía desde tiempo

atrás: la conducción del ERP era “foránea”. Y por si no había quedado clara

su acusación hacia Bidegain:

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96

No es casualidad que estas acciones se produzcan en determinadas

jurisdicciones. Es indudable que ello obedece a una impunidad en la que la

desaprensión e incapacidad lo hacen posible. O lo que sería aún peor, si

mediara como se sospecha, una tolerancia culposa.

Las gobernaciones habían sido armadas con un esquema tal que donde

había un gobernador ligado a la Tendencia, o a sectores progresistas del

peronismo, y el vice estaba ligada a la burocracia sindical. En el caso de

Buenos Aires el vicegobernador era Victorio Calabró, hombre de la UOM,

que le habría acercado a Perón la versión de que el copamiento se produjo

con complicidad de Bidegain. Este, ahora, era acusado de cómplice e

incapaz en unos pocos renglones y por cadena nacional.

Y para finalizar, condicionaba su permanencia en el cargo al apoyo del

pueblo argentino. “Ha pasado la hora de gritar Perón, ha llegado la hora de

defenderlo”.

Perón daba este discurso ante las cámaras con uniforme militar. Decíamos

que buscaba hacer notorio el apoyo a la institución. Pero viendo el contexto

regional, la designación de Hill como embajador –un experto en golpes- y

los problemas económicos, también es probable que no quisiera “rifar” al

ejército a los planes estadounidenses. También cabe remarcar cómo se

sube a este hecho para forzar la salida de Bidegain y hacerle perder a la

tendencia su influencia en la provincia más importante del país.

Es ineludible, así mismo, señalar el profundo error del ERP. Daban pie a que

las reformas al Código Penal lograran consenso y enfrentaban a un gobierno

que, gustase o no, había sido votado por 7 millones de argentinos. Esta

acción aportó mucho más al deterioro general y –en todo caso- alejó más

las posibilidades de condiciones revolucionarias buscadas por el ERP. Si bien

es cierto que la consigna de la hora era acumular armamento para el

“pinochetazo” que se creía ineludible –lo cual fue cierto- el sentir general no

los acompañó. Decía Noticias:

(…) para hoy o mañana estaba previsto un encuentro de los legisladores de

la Juventud Peronista con el Líder. Es claro que el golpe de Azul puede

frustrar ese diálogo”.

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97

Ya veremos hasta donde esto fue cierto. Las repercusiones fueron amplias.

La CGT declaró estado de alerta y movilización permanentes, las 62

Organizaciones llamaron a estrechar filas en torno a Perón, la JTP repudió el

intento de copamiento, al igual que SMATA y los telegrafistas. La UBA,

Balbín, el resto de los partidos de oposición, todos repudiaron. Veinte mil

ejemplares del diario El Mundo fueron quemados por la policía federal.

Veamos cómo se explicaba el asalto desde las páginas de El Combatiente:

La primera exigencia que nos planteó esta lucha fue la resistencia, el

señalar que era posible enfrentar militarmente al enemigo, iniciando una

guerra que se desarrollaría de lo pequeño a lo grande, de una manera

ininterrumpida y creciente, hasta culminar con la victoria final.

La exigencia de la hora actual es pasar a una nueva etapa para iniciar el

choque abierto con las fuerzas armadas enemigas, atacarlas en sus propios

reductos. ¿Por qué? Porque ante la repulsa total que recibiera la Dictadura

Militar, estos peligrosos enemigos se plantearon dar un paso atrás táctico,

replegarse a sus cuarteles, para preparar cuidadosamente el momento en

que se lanzarán a un nuevo y más feroz ataque contra el pueblo. El deber

de la guerrilla –núcleo de acero de las fuerzas populares- es tratar estos

planes, atacar al enemigo cuando no esta preparado, mantener la iniciativa

de la guerra en manos del pueblo.

La argumentación es clara, y no era errada en cuanto a las previsiones del

futuro. Pero es indudable que, además de que no se sopesó la reacción

popular, se subestimó el poder de fuego del ejército.

Durante el copamiento fue hecho prisionero el Teniente coronel Irarzábal.

En ese número del Estrella… se reproducía una declaración suya de puño y

letra que decía:

Al Pueblo

Con relación al copamiento de que fue objeto la Guarnición de Azul por

parte del ERP la noche del 19 de enero de 1974, pongo en conocimiento del

Pueblo lo siguiente:

Page 98: Los anticuerpos. la depuración ideológica del tercer gobierno de Perón

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1- Que durante los sucesos fui hecho prisionero conjuntamente con la

señora esposa del coronel Gay, una hija y un hijo de éste, un joven

amigo del hijo del coronel y dos soldados. Así permanecimos hasta

que se produjo la retirada, período en el cual fuimos tratados

correctamente.

2- Con posterioridad, fui trasladado a la cárcel del Pueblo en calidad de

prisionero de Guerra de un ejército enemigo y sujeto a las normas

establecidas en Ginebra para estos casos.

3- En la cárcel del Pueblo me tratan con corrección y mi estado de salud

actual es bueno.

Jorge R. Ibarzábal.

T.cnel.

Las consecuencias de estos hechos no se harán esperar. La JP había

decidido un acto para el 23 de enero frente al Congreso, pero deberá

levantarlo al ser prohibido por la policía federal. El día anterior los diputados

que se negaban a votar las leyes represivas acudieron a la reunión

acordada con Perón, encontrándose con la artera sorpresa de que ésta iba a

ser televisada. Perón fue categórico:

Si no tenemos ley, el camino será otro, y les aseguro que puestos a

enfrentar la violencia, nosotros tenemos más medios posibles para

aplastarla, y lo haremos a cualquier precio, porque no estamos aquí de

monigotes.

Luego de esta escalofriante amenaza, se refirió a la disciplina partidaria:

No es el objeto mío conversar sobre estas cosas, porque no corresponde a

mí. Toda discusión debe hacerse en el bloque. Y cuando el mismo decida

por votación lo que fuere, esta debe ser palabra santa para todos los que

forman parte de él; de lo contrario, se van del bloque. Esta es la solución.

(…) En esto se debe actuar de la misma manera que actuamos en el orden

político. Nadie está obligado a permanecer en una fracción política. El que

no está contento, se va. En este sentido, nosotros no vamos a poner el

Page 99: Los anticuerpos. la depuración ideológica del tercer gobierno de Perón

99

menor inconveniente. Quien esté en otra tendencia diferente a la peronista,

lo que debe hacer es irse. En este aspecto hemos sido muy tolerantes con

todo el mundo. El que no está de acuerdo o al que no le conviene, se va. Lo

que no es lícito, diría, es estar defendiendo otra causa y usar la camiseta

peronista.

Veamos el diálogo que se produjo entre Perón y los diputados:

D: Nosotros estamos resueltos a acatar lo que el bloque decida. Lo que si

queremos es que podamos hacer un aporte a ese proyecto de ley, que va a

resultar en su mejoramiento en el orden técnico y en el orden político

P: ¿Y que dice el bloque?

D: No hemos tenido la oportunidad concreta de poderlo discutir, no hemos

tenido tiempo; porque el bloque, en su conjunto, decidió cerrar la discusión.

P: Entones, hijo, ¿Qué quiere que yo le haga? Yo no soy el presidente del

bloque, ni represento al bloque, ni puedo ordenarle al bloque, como

tampoco puedo ordenarles a ustedes, porque tienen una tarea específica.

Yo puedo ordenarle a ustedes como hombres del Movimiento, pero no como

hombres del bloque… porque allí ustedes…

D: Nosotros estamos convencidos, señor, que con unos retoques el proyecto

de ley…

P: ¿Pero se lo ha dicho al bloque?

D: Si, señor

P: ¿Y que ha dicho el bloque?

D: Ha decidido no discutir más el tema

P: ¿Se ha votado, ha habido una mayoría? ¿Qué quiere que yo le haga? El

individualismo en los cuerpos colegiados tiene un valor comparativo y

proporcional: uno frente a todos los demás. No hay más remedio (…) Yo

estoy totalmente de acuerdo con el bloque que ha resuelto eso. Ahora, lo

que hay que hacer después eso sólo ustedes lo deben resolver.

Decíamos que Perón solía incurrir en un error al referirse al origen y la

conducción del ERP. En esa oportunidad:

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Ese movimiento se dirige desde Francia, precisamente, desde París, y la

persona que lo dirige se llama Posadas, de seudónimo. El verdadero nombre

es italiano. Lo he conocido naranja, como dice el cuento del cura. Sé que

persiguen y que buscan.

He hablado con muchísimos de ellos en la época en que nosotros también

estábamos en la delincuencia, diremos así. Pero jamás pensé que esa gente

podría estar aliada con nosotros, por los fines que persigue. Esto ustedes no

lo van a poder parar de ninguna manera, porque es un movimiento

organizado en todo el mundo (…) Y ellos son los culpables de lo que le ha

pasado a Allende (…) Para nosotros es un problema bien claro. Queremos

seguir actuando dentro de la ley y para no salir de ella necesitamos que la

ley sea tan fuerte como para impedir esos males. Si no contamos con la ley,

entonces tendremos también nosotros que salirnos de la ley y sancionar en

forma directa como hacen ellos.

¿Y nos vamos a dejar matar? Lo mataron al secretario general de la

Confederación General del Trabajo, están asesinando alevosamente y

nosotros con los brazos cruzados, porque no tenemos ley para reprimirlos.

¿No ven que eso es angelical? (…) Nosotros no somos dictadores de golpes

de Estado. No nos han pegado con saliva. Nosotros vamos a proceder de

acuerdo con la necesidad, cualquiera sean los medios. Si no hay ley, fuera

de la ley también lo vamos a hacer y lo vamos a hacer violentamente.

Los diputados renunciaron. Luego fueron expulsados del Justicialismo.

Perón estaba decidido a poner orden. En realidad, estaba proclamando a los

cuatro vientos que estaba dispuesto a utilizar eso que hoy llamamos

terrorismo de Estado. Cosa que, de todos modos, ya se venía produciendo,

como vimos. De todos modos, puede entenderse hasta dónde el impacto de

la acción de Azul fue negativo. Los curas tercermundistas manifestaban en

un comunicado que “lo que podía ser heroísmo frente a la dictadura, hoy en

hechos como este, supone un desprecio de la voluntad del pueblo”. Los

militares manifestaban su preocupación por el hecho de que Perón utilizaba

este conflicto para saldar cuentas dentro del justicialismo, lo cual agudizaría

el enfrentamiento de la izquierda y la derecha del movimiento. También

mostraba preocupación Balbín: ante la renuncia de Bidegain, le parecía un

remedio peor el ascenso de Calabró. El alfonsinismo coincidía. Al día

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siguiente, como para que se entienda que Perón estaba decidido, son

allanadas las oficinas de la revista El Descamisado. Desde su editorial, el

semanario se quejaba de pagar los golpes del ERP, y de ser el blanco de la

derecha en vez de apuntar sus cañones hacia el imperialismo. Lo firmaba

Dardo Cabo.

Luego del discurso televisado de Perón, se suceden una serie de atentados

contra locales de la JP. Diecinueve dirán desde la Tendencia. Desde un

comunicado, la JPRA amenazaba con

Volver a la clandestinidad en todo el territorio de la provincia de Buenos

Aires e iniciar todo tipo de hostilidades hasta derrumbar a la camarilla

marxista del títere Bidegain.

El dirigente gremial Armando Jaime –entrevistado por Caviasca- señala un

aspecto que sí fue muy negativo, en cuanto a la intentona de Azul. Se

produjo pocos días antes de la entrevista que los diputados de la JP

tuvieron con Perón, esperando frenar –o al menos atemperar- el paquete de

leyes represivas que impulsaba el justicialismo. El efecto es imaginable: un

Perón más enfurecido y con más argumentos es el que esperó para estar

públicamente a los diputados.

El día 24, era descubierta una cárcel del pueblo. Según la información dada

por la policía federal, pertenecía al ERP. En tanto, el 25 de enero de 1974,

Perón convoca a las Fuerzas Armadas a combatir la subversión. ¿Desconocía

la gravedad de incluir a los militares en la seguridad interna? Evaluamos

esto como imposible. Perón tenía que conocer perfectamente el hecho de

que los franceses habían adoctrinado a las Fuerzas Armadas en métodos de

tortura para obtener información. Al manifestar que “contra el enemigo

público, todo hombre es beligerante”, Perón convocaba al terrorismo de

Estado. Prometió exterminar “uno por uno” a quienes llamó “psicópatas”.

Luego de varias idas y venidas, el 26 asume la Gobernación de la Provincia

de Buenos Aires, Victorio Calabró. La derecha avanzaba en el primer Estado

argentino. En este contexto eran sancionadas las leyes represivas, y ya se

barajaba el reemplazante del jefe de policía Iñíguez por Villar y Margaride,

dos reconocidos represores. En tanto, eran atacadas con fusiles FAL,

metralletas y bazokas –así lo consignó el Diario “Noticias”- 18 Unidades

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Básicas de la J.P. y la J.T.P. La pregunta que surgía era la siguiente: si

Perón deja fuera del Movimiento a la J.P. ¿a quién recurrirá cuando necesite

movilización popular? Ante un contexto latinoamericano de avance de la

derecha ¿Podría esperar esta movilización exclusivamente de la CGT?

Sin embargo, la situación no parecía tener retorno. Mas allá de que se

pueda discutir el mayor o menor grado de progresismo de Perón, el giro a la

derecha de un proceso que se había iniciado ocho meses antes era

espectacular. El 29 de enero eran, efectivamente, nombrados los comisarios

Alberto Villar como subjefe de policía y Luis Margaride como

superintendente de seguridad de la Policía Federal ¿Quiénes eran?

Dice Sergio Bufano:

El 29 de enero de ese año el presidente designó subjefe de la Policía Federal

y Superintendente de la misma fuerza a los comisarios Alberto Villar y Luis

Margaride respectivamente. Ambos eran responsables de la represión

durante la anterior dictadura militar, y autores de gravísimas violaciones a

los derechos humanos.

En agosto de 2007, en el marco de la causa sobre la triple A, declaraba

Antonio Viana Acosta, ciudadano uruguayo. Su testimonio es contundente a

la hora de sostener nuestra afirmación de que el terrorismo de Estado –en

el período que analizamos- comenzó durante el gobierno peronista y con

Perón presidente. Dice:

Hacía varios días que percibía que me estaban siguiendo. Eran las tres y

media de la mañana cuando me desperté con el ruido de vidrios de las

ventanas que se quebraban y vi que estaban empujando la puerta de mi

habitación. Me encañonó el comisario (Juan Ramón) Morales. Con él

estaban (Alberto) Villar y (Luis) Margaride. Me sacaron a la fuerza y la lluvia

de puntapiés no terminaba más. Como yo tenía un taller de reparaciones de

radios para hacerme un manguito, ahí mismo agarraron la punta de los

cables y me picanearon. Me llevaron a Coordinación Federal y me siguieron

picaneando durante dos semanas.

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103

La patota le gritaba: “¡Sos tupa, sabemos que sos Tupamaro y te venimos a

llevar!”

El 29 de enero la J.P. se entrevista con Perón. Se trataba de una reunión en

la cual la juventud esperaba plantear sus inquietudes y su preocupación por

los atentados de la derecha de su gobierno. Perón, luego de nombrar a

Villar y Margaride y de pedir a las Fuerzas Armadas que intervengan, les

dice que estos hechos son producto de grupos de derecha,

desentendiéndose del asunto. Cuando Dante Gullo le dice que el peronismo

es el socialismo nacional, Perón responde que quienes gustaban del

socialismo, podían irse a los cinco partidos socialistas existentes. Lo mismo

hacia el partido Comunista. Es decir, seguía abonando la teoría de los

infiltrados.

Siguiendo la crónica de esos días puede apreciarse que la depuración

encabezada por Perón venía por varios frentes. El primero era él mismo,

afirmando la ortodoxia ideológica e insistiendo, cada vez que se le ponía un

micrófono, que quienes pugnara por el socialismo debían irse del

Movimiento.

Luego, como vimos, el frente represivo. Y en tercer lugar, el sindical,

creándoles situaciones caóticas a los gobernadores cercanos a la tendencia.

Si bien el caso de Bidegain puede parecer diferente –se aprovechó el ataque

a la Guarnición de Azul- a sus espaldas, listo para el reemplazo, estaba

Calabró, hombre de la UOM. Pero vimos las dificultades que debieron

afrontar Obregón Cano y Atilio López. Nótese que esta es la única provincia

en que el vice gobernador, si bien es sindicalista, no es de derecha. Y tiene

que ver con el hecho de que estamos hablando de la provincia del

Cordobazo, donde era muy fuerte el clasismo.

Hacia los primeros días de febrero era el turno de Martínez Baca,

gobernador de Mendoza. Con un condimento más: la policía salía a pedir un

urgente aumento salarial. Si bien se intentaba matizar las críticas a Perón,

desde el PB (Peronismo de Base) se hablaba con más claridad. En una

conferencia de prensa, la agrupación decía que: “la actual política del

gobierno es la implementación del proyecto corporativista desarrollista de

renegociación de la dependencia”. Cuestionaban el Pacto Social, la Ley de

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Asociaciones Profesionales, la ley de Prescindibilidad –que costó más de 700

puestos de trabajo-, y las leyes represivas.

En nombre del peronismo se están desvirtuando 18 años de lucha de los

trabajadores y el pueblo peronista (…) no hay gobierno popular aún con

Perón presidente, cuando la manija la tienen los burócratas y los

explotadores, con el auxilio de los verdugos Margaride (represor de la

huelga del frigorífico Lisandro de la Torre) y Villar (apaleador de obreros

durante la dictadura militar).

Y estaban en lo cierto: comenzaban a sucederse las detenciones de

militantes de la J.P. y a desconocerse su paradero.

Incluso desde el radicalismo manifestaban preocupación. Antonio Tróccoli,

señalaba que si a la juventud le cerraban los caminos habituales para hacer

política, se corría el peligro de que se recurriera a otros. Y no hablaba sólo

de la J.P., sino que temía también por la juventud radical.

En el P.J., algunos sectores también mostraban inquietud. Raúl Matera, el

“neuroperonista”, a decir de Perón, en un reportaje radial, decía:

Necesitamos a la Juventud Peronista como vanguardia revolucionaria del

Movimiento porque no quiero que pase lo que ocurrió en 1955, cuando los

dirigentes se aburguesaron y, como decía un amigo mío, tenían la mina, la

boiserie, el auto y la quinta

.

Hasta Claudio Escribano y Mariano Grondona advertían sobre el peligro de

aislar a la juventud.

El acorralamiento alcanzaba también a otros sectores de la Tendencia, como

por ejemplo el Movimiento Villero Peronista. Persecuciones, ingresos

intempestivos a sus domicilios, amenazas con armas, estaban a la orden del

día. Los curas tercermundistas de Rosario advertían:

atentados contra unidades básicas, secuestros de obreros peronistas,

torturas y ensañamientos inauditos en algunos casos, incontables

asesinatos, y todo cuando el Movimiento Peronista está en pleno vigor y ha

dado muestras, más que nunca en nuestra historia, de una disciplina,

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adhesión y acatamiento sin límites a un líder. Y se preguntaban: por que el

blanco de esos golpes brutales e inhumanos son precisamente aquellos

sectores que desempeñan un papel decisivo en la lucha por la liberación,

que provocó el derrocamiento de la dictadura militar y el advenimiento del

gobierno popular.

Pero Perón, en un mensaje en cadena nacional, el 4 de febrero, volvió a

hacer observaciones sobre la juventud. Antecedido por la ya recurrente

condena a la violencia de izquierda y de derecha –a estas alturas, difícil de

creer en esa condena en el caso de la derecha- decía que: “tanto vale el

número en que se congreguen como la calidad de los dirigentes que los

encuadren”. Luego insiste en los consabidos elogios a las Fuerzas Armadas,

pero a la vez, trata de comprometerlos: “las Fuerzas Armadas son y serán

puntal de la institucionalización nacional. Así lo afirma su deber y lo

garantiza su honor”. Y por supuesto, elogiaba a la dirigencia sindical.

Es que, como dijimos, el sindicalismo era parte importante en la depuración

que Perón pretende llevar adelante. Ahora era el turno de Miguel Ragone,

gobernador de Salta. La CGT local lanzaba paros generales en “repudio al

gobierno provincial”. Las 62 organizaciones lo acusaban, sin más, de

marxista. En Córdoba, el sindicato de Luz y Fuerza recibía amenazas. Era

una gran purga.

El 8 de febrero, el general da una conferencia de prensa. En ella se

encontraba la periodista del diario “El Mundo”, perteneciente al PRT, Ana

Guzzetti. El Presidente se explayaba con su consabido argumento de la

amplitud del Movimiento y de la infiltración. Entonces la periodista dijo:

P: En dos semanas hubo exactamente veinticinco unidades básicas voladas,

que no pertenecen precisamente (se refiere a las acciones) a la

ultraizquierda; hubo doce militantes muertos, y ayer, se descubrió el

asesinato de un fotógrafo. Evidentemente, todo esto está hecho por grupos

parapoliciales de ultraderecha

Perón, visiblemente irritado, le contestó:

¿Usted se hace responsable de lo que dice? Eso de parapoliciales lo tiene

que probar. Se dirige a su edecán: Tomen los datos necesarios para que el

Ministerio de Justicia inicie una causa contra esta señorita

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106

P: Quiero saber que medidas va a tomar el Gobierno para investigar tantos

atentados fascistas

Perón: Las que está tomando; éstos son asuntos policiales que están

provocados por la ultraizquierda, que son ustedes (señala con el dedo) y la

ultraderecha, que son los otros. De manera que arréglense entre ustedes;

la policía procederá y la justicia también. Indudablemente que el Poder

Ejecutivo lo único que puede hacer es detenerlos a ustedes y entregarlos a

la justicia; a ustedes y a los otros. Lo que nosotros queremos es paz. Y lo

que ustedes no quieren es paz.

P: Le aclaro que soy militante del movimiento peronista desde hace trece

años…

Perón: ¡Hombre, lo disimula muy bien!

Según la periodista Laura Di Marco, Guzetti tuvo luego otro encuentro cara

a cara con Perón, que le habría dicho “mientras yo viva, no te va a pasar

nada”. Consultada por mí a fin de saber de dónde proviene ese dato, Di

Marco nunca tuvo la deferencia de contestar. Ana Guzetti pagó cara su

pregunta. Fue secuestrada, torturada y liberada más tarde. La experiencia

le dejó marcas anímicas para toda la vida. Murió el 26 de mayo de 2012.

Es que los periodistas también padecían la violencia desatada. Pocos días

antes, había aparecido muerto de 28 balazos, en los bosques de Ezeiza,

Julio César Fumarola6, fotógrafo. Asimismo, se intentó secuestrar al

delegado de la Asociación de Periodistas en La Razón.

Perón recibiría al dictador uruguayo Juan M. Bordaberry. Como dato puede

decirse que ambos mandatarios estaban embarcados en una lucha contra la

izquierda. En el caso de Uruguay, las detenciones, torturas y asesinatos

estaban a la orden del día. El 10 de febrero de 2010, Bordaberry sería

condenado por la justicia uruguaya a treinta años de prisión por violar la

Constitución de su país, pero también por haber dado el puntapié de un

proceso que terminó con cerca de 200 desapariciones en Uruguay.

En ese contexto, era detenido el escritor Juan Carlos Onetti, por haber

integrado un jurado de un concurso de cuentos organizado por el semanario

Marcha, y por haber premiado uno considerado “pornográfico” y

6 En 2008, se le rindió homenaje, y se le puso su nombre a una plazoleta, en Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Queda en Jean Jaurés y –paradójicamente- Juan Domingo Perón.

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“decadente” por la dictadura. El cuento relataba la muerte de un inspector

de policía en manos de los Tupamaros.

En nuestro país, el comisario Margaride acusó a Carlos Caride, uno de los

fundadores de la J.P., con Envar El Kadri y Jorge Rulli, de complotar para

matar a Perón, a Bordaberry, a Isabel Martínez y a López Rega. Como en el

cuento de Onetti, este supuesto complot pertenecía al terreno de la ciencia

ficción. Con el correr de las horas, pasaron a formar parte de la conjura,

además de Caride, Esteban Righi, los hijos de Cámpora, ex funcionarios de

Bidegain, etc. La maniobra era evidente: tratar de presentar a todo lo que

tuviese que ver con la tendencia en contra de Perón. Desde la J.P.R.A.,

justamente, abonaban esta tesis: Caride y la J.P. se oponían al proceso de

liberación, eran instrumentos de la sinarquía internacional, y todo sucedía

por el “desgobierno” de Cámpora.

En una conferencia de prensa, Envar el Kadri denunciaba que Caride estaba

en Coordinación Federal incomunicado, y que no se le brindaba atención

médica por una dolencia cardíaca, fruto de las torturas sufridas en 1969. En

esa conferencia estaba Julio Troxler. Luego, más dirigentes saldrían a

desmentir este supuesto complot.

En Mar del Plata desaparecen cinco militantes de la J.T.P., J.P. y J.U.P. Dos

mochileros demorados en una celda contigua a la de uno de ellos pudieron

escuchar cómo era golpeado. Pocos días después, la víctima apareció. Era

José Rosemberg, trabajador bancario y militante de la J.T.P. Dirá:

Allí (en el lugar de detención) varias personas de civil me interrogaron y me

golpearon brutalmente. Después me encerraron en una celda hasta la

madrugada del jueves. Me sacaron esposado y con los ojos vendados, me

introdujeron en otro coche y me llevaron a un lugar del que no puedo dar

referencias precisas. Recuerdo, en cambio, que me encerraron en un cuarto

chico, similar a una celda, ya que tenía una puerta metálica con un visor

pequeño que sólo podía abrirse desde afuera. Después de un tiempo entró

en el cuarto una persona con la cara tapada por una polera y con anteojos

oscuros. Luego entraron otros: me vendaron fuertemente los ojos, me

desvistieron, me ataron los pies y las manos a los elásticos de una cama y

me empezaron a meter picana por todo el cuerpo. En un momento, uno de

ellos me retorció los testículos. No sé bien cuánto duró ese interrogatorio. Al

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108

terminar me vistieron, me dijeron que íbamos a dar un paseo y me

volvieron a meter en un coche boca abajo en el piso de la parte de atrás.

Mientras el coche circulaba, me seguían interrogando y me golpearon con

algo muy duro en la cabeza, al compás de la música de la radio. Yo los

escuchaba comentar entre ellos que no había órdenes, que no podían

encontrar a los jefes. En determinado momento, después de haber viajado

creo varias horas, me cambiaron de vehículo. Yo seguía con los ojos

vendados, pero pude darme cuenta que en ese coche viajaban 3 personas

adelante y otras 2 conmigo.

La depuración avanzaba y seguía haciendo foco en la juventud. Se trataba

de dejar fuera del movimiento a sectores juveniles, universitarios y villeros,

pero cercanos de forma directa o indirecta a alguno de los grupos armados

que cuestionaba el rumbo del gobierno, o a toda orientación progresista,

que ya era incluida en una gran bolsa llamada comunismo o marxismo. O

un término muy usado en esos días por el fascismo peronista: “bolche”. Y,

por otra parte, de solidificar la ortodoxia justicialista, lo que Perón llamaba

“la etapa dogmática”, en desmedro de cualquier planteo orientado al

socialismo nacional. Perón apuntaba a un tipo de joven: trabajador,

insertado en un sindicato y atrincherado en la ortodoxia.

Otro tema del que yo quería conversar –decía hacia el 20 de febrero ante

gremialistas- con ustedes es sobre el problema de la juventud. La juventud

trabajadora es sin duda la juventud más poderosa que hay en el país, por

eso hace cuatro o cinco años les decía a los dirigentes que formasen en los

sindicatos a su juventud. Nunca olvido que el 17 de octubre lo hizo la

juventud de los sindicatos; otros chicos que gritaban en las calles estaban

contra nosotros, estaban del otro lado. El 17 de octubre fue obra

exclusivamente de la juventud trabajadora. Fueron los trabajadores los que

lo hicieron posible. No fue la clase media ni la oligárquica. De modo que

esto hay que pensarlo también, porque hay un proceso dentro del país, y

todo el mundo está tratando de atraerse a la juventud. Esto nos debe hacer

pensar en la necesidad de que esa juventud trabajadora se debe cristalizar

dentro de los sindicatos para que no ande desorientada.

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109

Es llamativa la distinción que hace aquí Perón sobre la juventud. De ella se

trasluce que la juventud de clase media, del sector estudiantil, o militantes

de organizaciones de base –villeros, desocupados, etc.- es la que está

desorientada.

Los interlocutores de la juventud eran los que Perón desea escuchar, es

decir, quienes actuaban la ortodoxia. En una reunión, el representante de la

J.P.R.A. de Córdoba, Carlos Cassone, dijo: “la Juventud Peronista cordobesa

vive una realidad: vive inserta en una provincia dominada por un grupo, yo

diría un grupo de gorilas y marxistas”.

Así iba terminando ese febrero de 1974, por un lado, con atentados a

locales de la J.P., con un dirigente montonero preso, con desbordes

represivos permanentes sin ninguna condena por parte de Perón. Y por

otro, el gobierno estrechando relaciones con Cuba y rompiendo el bloqueo.

Y era el mismo gobierno que maltrataba a los exiliados chilenos y ejercía el

macartismo dentro del Movimiento.

Cuando estas líneas se escriben, se debate fuertemente en el país y en

América Latina el rol del periodismo. Aquí, dos medios de comunicación, el

grupo Clarín y el diario La Nación, son fuertemente cuestionados por su

apoyo a las clases dominantes y a las potencias extranjeras –sobre todo

EEUU- en desmedro de “los populismos”. Pero no es nuevo. En su edición

del 28 de febrero de 1974, en su página 10, el diario “Noticias” titulaba:

“Cada cual atiende su juego. “La Prensa” ignoró la misión argentina en

Cuba. “Clarín” defiende las inversiones norteamericanas…”. La nota

consigna cómo el Buenos Aires Herald y La Prensa ignoraron olímpicamente

el viaje a la Habana del ministro de economía José Bel Gelbard. Clarín

dedica “32 centímetros de las 48 páginas de su edición”. Su visión era, al

menos, curiosa: crítica al gobierno norteamericano –por permitir estos

acuerdos comerciales- y “defiende a las empresas multinacionales alegando

que incurren en esas prácticas “contra sus propios intereses…

episódicamente y contra su voluntad” (¡?)

La Nación, sin recurrir a imbricadas interpretaciones, hace una breve

crónica de esta importante visita de sólo 38 centímetros.

Pero en el último día de este mes de febrero, se inicia una de las más

impresionantes avanzadas de la derecha avalada por Perón: el Navarrazo.

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110

El 27 de febrero, en horas de la tarde, el jefe de policía de Córdoba,

teniente coronel retirado Domingo Antonio Navarro es exonerado. Con el

correr de las horas comienza a hablarse de un autoacuartelamiento. Por

supuesto el hecho tenía su historia: se vinculaba a Navarro en varios

atentados y hechos represivos –entre ellos al domicilio de Atilio López,

como así también de mantener reuniones con sectores de ultra- derecha.

Luego, miembros de las 62 Organizaciones sacan una solicitada apoyando al

jefe de policía saliente. A eso de las 20 horas., Navarro ofrecía una

conferencia de prensa y la policía tomó una radio y transmitió una

proclama. Otras que se transmitirían después, tenían como fondo musical la

Marcha Peronista. La CGT local, con las firmas de Roberto Tapia y Agustín

Tosco, convocaba a defender al gobierno provincial.

Pero era tarde. A las 23 horas, Ricardo Obregón Cano y Atilio López son

detenidos a punta de metralleta. Con las manos en alto, el Gobernador

pregunta al policía que lo apunta quién es el jefe del operativo. “Usted se

calla, en su momento se le informará”, fue toda la respuesta. Luego, son

conducidos al comando Radioeléctrico, siendo alojados más tarde en la

Guardia de Infantería. La acción estuvo coordinada por un grupo llamado

“Comando Peronista de Rebelión Civil de Córdoba”, que fue reponiendo, con

el correr de las horas, el suministro eléctrico necesario para transmitir

diversas proclamas y órdenes a otros grupos. En un mensaje a los

trabajadores de la electricidad, dijeron que “vuestro valiente jefe Agustín

Tosco se ha fugado a Tucumán”. En sucesivas proclamas exhortaban al

pueblo a “evitar otra Hungría, otra Siberia, otra Rusia”, que era el destino

que, según ellos, les hubiese reservado Obregón Cano y López a los

cordobeses. “Aquí flameará la bandera azul y blanca y no el asqueroso

trapo rojo de los bolches”.

Tanto el radicalismo cordobés como su Comité Nacional, a través de Ricardo

Balbín, manifestaron su apoyo al gobierno legítimamente electo. En tanto

Julio Troxler, Envar el Kadri, Dante Gullo, Jorge Obeid y Raimundo Ongaro,

entre otros, entregan una nota en Presidencia de la Nación, manifestando

su preocupación por la “escalada de violencia”, manifestada, por un lado, en

las detenciones de Caride y Quieto, y por otro, en los sucesos de Córdoba.

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El complot existe –decía El Kadri-, es el de la subversión de la policía de

Córdoba, que atenta contra el Teniente General Perón en la medida que

viola el orden constitucional.

Ongaro, en tanto, caracterizó el navarrazo como “el anticordobazo”.

Lo que parecía estar prefigurándose, es lo que luego conoceríamos como

Plan Cóndor. No todavía en la forma de una colaboración tan sistemática y

estrecha, pero sí en un espíritu de extrema derecha, macartista y terrorista

desde el mismo Estado, que se va apoderando de toda la región. En Chile,

moría a causa de la tortura el líder del MIR, Bautista Van Showen. En

Buenos Aires, una importante manifestación juvenil que pedía por la

libertad de Quieto y Caride fue reprimida, con cerca de trescientos

detenidos.

La ciudad de Córdoba era una ciudad tomada. El coche en el que se

trasladaba Obregón Cano fue tiroteado, y se intercambiaban disparos entre

simpatizantes de éste y fascistas de Navarro. El calificativo no es

caprichoso: ya veremos porqué. El sábado 2 de marzo, el gobernador

depuesto y López reasumen en algún lugar de la sierra cordobesa, y desde

allí solicitan el auxilio del gobierno nacional. Perón, al conocer este hecho,

envía al Congreso un pedido de intervención. Pero quien asumió luego del

alzamiento, Mario Dante Agodino, devuelve la jefatura policial a Navarro. La

cuestión debía dirimirse, en primera instancia, en el Senado.

Veamos la repercusión, desde distintos sectores, de este hecho. El arco

político ajeno a la ortodoxia peronista respaldaba a Obregón Cano y López.

Frondizi dice que “las únicas autoridades de Córdoba son las que emanaron

de la consulta popular…”. Una mirada mucho más global, y si se quiere

profética, tuvo Oscar Alende, del Partido Intransigente:

Lo troncal en esta coyuntura es que, frente a la solidaridad que evidencian

entre sí los representantes del cerco pro- imperialista, cuyos máximos

exponentes se reunirán en el acto de asunción del nuevo presidente

brasileño, en nuestro país se producen estos hechos, que evidentemente

forman parte de una escalada, que intentan empujar hacia un golpe militar,

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112

frente a los cuales las fuerzas populares se muestran sin poder superar su

desunión…

Desde la Izquierda Popular, ligada a Jorge Abelardo Ramos, se señalaba que

el movimiento sedicioso cordobés fue impulsado por la ortodoxia sindical,

en la pretensión de barrer con todo resto de “camporismo”, o lo que

llamaban “jacobinismo democrático”. Pero también se señalan errores de

Obregón Cano. Late, en todo esto, un error conceptual fundamental:

plantear al peronismo como socialista cuando se trata de un movimiento

nacionalista burgués, que jamás planteó salir del capitalismo.

Desde “El Descamisado” se habla del accionar de Navarro como pieza de

una maniobra más amplia, básicamente encarada por el “vandorismo”,

encarnado en el ministro de Trabajo Otero y Lorenzo Miguel. Es el sector

que viene impulsando la caída de los gobiernos de Buenos Aires, Mendoza,

San Luis, Santa Cruz, Salta. Y, por otra parte, señala una abierta

contradicción entre lo que sería una política internacional independiente –

marcada sobre todo por la ruptura del bloqueo a Cuba- y por otro lado, el

maltrato a los refugiados chilenos y la purga interna.

Y la contradicción era cierta. Perón envía una carta a Fidel donde le dice:

La responsabilidad que pesa sobre nuestros hombros no es ya la de realizar

la revolución que cada uno de nuestros ideales concibe como lo mejor para

su pueblo, sino enseñar a nuestros descendientes a consolidarla. Para ello

tenemos dos caminos: tiempo o sangre.

En la carta lo llama “mi amigo Fidel”, y la misión de Gelbard puede

catalogarse como muy importante para los cubanos.

En tanto, los golpistas cordobeses que proclamaban la ortodoxia mientras

se hacía buenas migas con Cuba, señalaban:

(…) Sepa porqué el marxismo internacional trata de hacer una cabecera de

puente en Argentina. Porque Argentina tiene petróleo. Porque Argentina

tiene uranio. Porque Argentina tiene energía hidráulica. Porque Argentina

tiene hierro. Porque Argentina tiene carbón. Porque Argentina tiene trigo.

Porque Argentina tiene carne… ¡Argentina! La sinarquía internacional quiere

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todo lo que Argentina tiene. Para ello se dedica a destruir sistemáticamente

el Ser Nacional fomentando el odio y el desencuentro y se vale para eso de

mercenarios apátridas, resentidos sociales que son el caldo de cultivo propio

para desarrollar y transmitir el virus marxista. Hoy el alma argentina

encarna en el pueblo cordobés y en el heroico accionar de su policía ha

logrado desbaratar los planes de quienes pretendían mantener esclavizada

a la provincia encabezada por los marxistas Obregón Cano y Atilio López.

Si al leer estas líneas recordamos aquella publicidad de la dictadura

instalada en 1976, en la cual la Argentina estaba representada como una

vaca a la cual la subversión hacía enflaquecer, notaremos pocas diferencias.

¿No pudo este texto estar, con pocos matices, en boca del mismo Videla?

¿No es entonces la derecha peronista respaldada por el mismo Perón un

adelanto de la mentalidad procesista?

Sin embargo, en muy pocos ambientes se ligaba a Perón con su ala

derecha. En marzo de 1974, se realizaba el Congreso Villero Peronista, y se

expulsaba a un miembro de la conducción nacional por su verticalidad. “Que

sepa el compañero –se le responde- que a Perón lo seguimos hasta la

muerte, pero no seguimos a burócrtas, traidores y oportunistas. Lo acuso al

señor Vidal de oportunismo político en esta coyuntura”.

Pero era difícil desligar al general de los sucesos cordobeses. Un militar

retirado, enviado por el Ministerio del Interior, había estado haciendo

inteligencia en las semanas previas, al igual que el Teniente Coronel Osinde,

como sabemos, muy cercano a Perón.

Finalmente, para Córdoba, se vota la intervención en Diputados. En el

Senado, son los radicales los que cuestionan la purga. Por el PJ, culpan a

Obregón Cano y a López; entre ellos, Ítalo Lúder. Alfonsín, por ejemplo, era

bastante claro a la hora de distribuir responsabilidades. Le reprochaba al

Gobierno Nacional haber instigado el Navarrazo, ante la imposibilidad de

una acción de semejante envergadura en forma inconsulta; no haber

reprimido la sublevación y no reponer en su cargo a las autoridades

elegidas por el pueblo. También le reprochaba a Balbín su cercanía con

Perón, desdibujando así su rol opositor.

En el marco de esta purga, y sin resolver la situación cordobesa, el Consejo

Superior del Movimiento Peronista contempla la posibilidad de expulsar a

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Obregón Cano y López. Córdoba –decía Humberto Martiarena- “va a

reencontrar sus programas de progreso”.

Desde la revista “Córdoba acusa”, editada por el Partido Comunista, se hace

una ajustada descripción de los hechos.

Contra el gobierno de Obregón Cano y Atilio López se organizó una

instrumentada campaña, en la cual se utilizó la misma metodología

empleada en Chile. Desabastecimiento, especialmente de carne, conflictos

con los empresarios del transporte, campañas psicológicas, etc. La

culminación fue un hecho insólito: el jefe de la policía, Teniente Coronel

Navarro, destituye mediante un golpe de mano al gobierno y lo encarcela.

Maltrata y golpea a las autoridades prisioneras, el tableteo de las armas de

fuego cubre la ciudad. Bandas de civiles armados actúan junto a policías

uniformados -¿se trata de las tres A?-; se detiene y golpea brutalmente a

militantes peronistas, comunistas, radicales y de otras tendencias.

Los métodos estaban ya consolidados dentro del peronismo. Un metalúrgico

integrante de la Agrupación Felipe Vallese, perteneciente a la JTP, es

secuestrado por matones de Lorenzo Miguel y sometido a una larga sesión

de picana eléctrica.

En Mendoza, en tanto, se conoce que un matutino chileno da a publicidad

declaraciones del delegado nacional del justicialismo, Eleuterio Cardozo, que

manifiesta su intención de “neutralizar la infiltración ideológica y los

contactos entre marxistas de uno y otro lado de la cordillera”.

El 8 de marzo se aprueba la Ley Universitaria. En ese ámbito, quedaba

prohibida la actividad político partidaria “contraria al sistema democrático”.

Es evidente la intención de coartar la actividad juvenil y estudiantil. El

mismo Perón, hablando de la democracia argentina ante una delegación

paraguaya decía:

En la Argentina todo marcha bien en base a una democracia política donde

quedó plenamente integrada la oposición. En este momento tengo más

problemas con mis muchachos que con los otros.

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Seguramente quienes atravesaban la experiencia de largas sesiones de

picana eléctrica y golpes en nombre de la ortodoxia peronista no sentían

ese trato paternal que implicaba ser “mis muchachos”. Luego, prometió ir a

matear con su “gran amigo” Stroessner.

En la semana en la cual se cumplía el año del triunfo de Cámpora explotó

una bomba en la redacción del diario Noticias. En varios puntos del país, sin

embargo, la juventud celebró el aniversario. Imaginamos que no sin un dejo

de nostalgia.

El escenario central fue el Estadio de Atlanta, y básicamente nucleó a lo

más representativo de la JP, más algunos legendarios de la Resistencia,

como Andrés Framini y Sebastián Borro. Cerca de 40 mil personas corearon

consignas como: “A la lata, a latero/ sindicatos peronistas/ sindicatos

montoneros”. “Vamos a hacer la patria peronista/ vamos a hacerla

montonera y socialista” y “Rucci, traidor/ saludos a Vandor”. Ya en ese acto

se cantaba el “que pasa, que pasa general/ que está lleno de gorilas el

gobierno popular”.

Rodolfo Galimberti, orador en el acto, afirmó que “no puedo olvidarme de lo

que sucedió el 20 de junio en Ezeiza”. A lo que el público respondió: “Cinco

por uno, no va a quedar ninguno”. Continuó: “nosotros, cuando teníamos

que luchar contra la dictadura, éramos la juventud maravillosa. Ahora

somos infiltrados”

Como cierre, habló Mario Eduardo Firmenich.

El 20 de junio nos cortaron el chorro los agentes de la antipatria (…) la

conspiración de los vicegobernadores vandoristas, que cuando no pudieron

seguir adelante dejaron paso a la conspiración de los policías.

Luego, se manifestó en contra de cómo se venía llevando adelante el Pacto

Social.

El día 13 de marzo, ante la renuncia como diputado nacional por la Capital

Federal de Diego Muñiz Barreto, se incorpora Rodolfo Ortega Peña. En el

juramento, respondió: “si, juro, y que la sangre derramada no será

negociada”. Luego, en rueda de prensa, aclara que no se incorpora al

bloque del FREJULI, ya que esta estructura impedía la realización del

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programa votado el 11 de marzo. El diputado Brito Lima, en tanto,

reconocía que “paramos el 20 de junio a esos tigres de cartón que se dicen

Montoneros, (y) estamos dispuestos a pararlos en cualquier momento”.

Lorenzo Miguel afirmaba: “Parece mentira que en el año 74, haya alguien

que quiera conducir a Perón, como si él fuera un improvisado. Están

equivocados”. En tanto, Otero tomó el guante de las consignas de Atlanta:

Lanzaron ataques contra nuestra organización, profirieron insultos e

hicieron mención que a Lorenzo Miguel le iba a pasar lo mismo que a Rucci.

Nosotros los invitamos a que vengan por Miguel que nos van a encontrar.

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Capitulo VIII.

Marzo- Julio de 1974

Finalmente el 14 de marzo, es liberado el gerente de la ESSO Víctor

Samuelsson, tras 97 días de cautiverio, pagando al ERP un rescate de 14

millones 200 mil dólares. Nada se sabía aún de los coroneles Crespo e

Irarzábal.

El diario del PRT- ERP, “El Mundo”, dirigido por Mario Gaggero, es

clausurado por orden de Perón, afirmando que alentaba el accionar

subversivo. En él editorializaba a veces Santucho, con el seudónimo de A.

Bompla.

Los ánimos en Córdoba estaban lejos de aquietarse. Ya asumida la

intervención, el 17 de marzo vuelan “LV”, radio vocera del levantamiento de

Navarro. Otras siete explosiones se produjeron en puntos estratégicos para

la reacción. Pero, a su vez, la JP denunciaba que Navarro había destruido

numerosos locales peronistas.

En Villa Constitución, los obreros de Acindar, tras cinco días de ocupación,

lograron la victoria, celebrada en la localidad. El conflicto había estallado

cuando la UOM a nivel nacional no convocó a elecciones a la seccional de

Villa Constitución. Allí, a quien se pretendía dejar de lado era Alberto

Piccinini, y lo que se reclamaba era la normalización de la comisión interna.

Las crónicas resaltan el alto grado de organización alcanzado por los

obreros, que rondaban los 6 mil. En el directorio de Acindar estaba José

Alfredo Martínez de Hoz. Retengamos este detalle.

El 19 de marzo se detiene sin motivo a Firmenich.

Esto es una aberración –decía el diputado Bettanin- Firmenich ocupa un

lugar de privilegio dentro del Movimiento y se ha jugado en este proceso,

pero ahora se nos va a acabar la paciencia.

Es que en la Argentina del 74 la paciencia era un bien escaso, y las

amenazas provenían tanto de uno como de otro sector, o inclusive dentro

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mismo del peronismo de izquierda. Esto ni los iguala ni desmiente el hecho

de que es la Tendencia la que esta a la defensiva.

Por lo pronto, desde la burocracia, Lorenzo Miguel prometía escarmiento.

Pero desde las páginas de Militancia, hay un duro ataque hacia el Padre

Mugica. La revista tenía una sección llamada “Cárcel del Pueblo”, donde,

supuestamente, iba a parar algún traidor, gorila, torturador, militar, etc. Allí

se decía:

Dos mil años de política terrena ha enseñado mucho a la Iglesia Católica.

Una institución que es la negación del democratismo interno, sin embargo,

comprendió hace muchos siglos, las ventajas de tolerar las distintas

corrientes que se forman en su seno. A un ala conservadora y retrógada se

opone siempre un ala liberal y progresista. Una jerarquía pro oligárquica,

convive con sacerdotes del pueblo. Están los curas humildes y silenciosos, y

están las estrellas publicitadas. A esta última especie pertenece Carlos

Mugica super star.

El “Padre Carlos” (como lo conocen las feligresas de su antigua parroquia de

Santa Elena), o el “Cura Mugica” (como le dicen en los ambientes políticos)

o “Carlitos” (como lo llaman los vecinos de Copérnico y Gelly Obes, corazón

del barrio norte), siempre ha sido un movimientista nato. Como

queriendo resumir en su persona todas las corrientes internas de la Iglesia,

trata de ser al mismo tiempo un conservador progresista, un oligarca

popular, un cura humilde y bien publicitado, un revolucionario y defensor

del Sistema. Y así le va con el resultado.

Lo dicho no es una acusación gratuita. Con su defensa apasionada del

celibato eclesiástico y del acatamiento sin protesta a la jerarquía, es

tolerado por los pre- conciliares como un “muchacho rescatable”. Su

pertenencia al Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, lo refiere a

los sectores avanzados. Su habitat en el barrio norte y sus amistades le

permiten no romper los lazos creados en su carácter de Mugica Echague. Su

labor religiosa, en la Villa Comunicaciones lo emparenta con el pueblo. Su

condición de colaborador de Bernardo Neustadt en la revista Extra, le abre

las puertas de la contrarrevolución, avalado por su círculo de relaciones

(aunque ha perdido algunos amigos como Hermes Quijada) Todo

mezclado, como en el programa de Guillén. La Biblia y el calefón, diría

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Discépolo. Ayer, una misa por Carlos Ramus, luego un responso a Bianculli,

guardaespaldas de la UOM y hoy un oficio religioso para Isabelita. (Siempre

queda la excusa que la religión no hace distingos políticos, como si él fuera

el único cura de la aldea)

Como si fuera un corcho siempre flotando aunque cambie la corriente.

Montonereando en el pasado reciente, lopezregueando sin empacho

después del 20 de junio. Carlitos Mugica, cruzado del oportunismo, ha

devenido en: ¡depurador ideológico! Desde las páginas de “Mayoría”,

órgano de los ultramontanos Jacovella, con el mismo desparpajo con que

escribía en “Cristianismo y Revolución”, pontifica sobre la alienación

ideologista” de nuestra juventud. Con citas a Pascal y del burócrata Zorila,

rebate en cuatro líneas a todo pensamiento revolucionario y termina

preconizando “la reconstrucción del hombre argentino”.

Y si esto fuera poco, tiene la osadía de negar el aporte de una juventud que

desde hace muchos años riega a diario con su sangre el suelo de nuestra

patria, dándole el siguiente consejo de pavo infautado: que “renuncie a

buscar la revolución en los libros (con el peligro de morirse de un error de

imprenta) y ascienda al pueblo asumiendo sus problemas reales (…)

(Mayoría, 19- III- 1974)

Por todo lo expuesto, quede Carlos Mugica preso en la Cárcel del Pueblo,

aunque se quede sin asistir al casamiento de la hija de LLambí con Sergio

Patrón Uriburu”.

Varios son aquí los cuestionamientos a Mugica. Pero sobre todo su

colaboración como asesor en el Ministerio de Bienestar Social, -a la que más

tarde iba a renunciar- y otra a estar ligado o compartir opiniones con la JP

Lealtad, desprendimiento de la JP que no acordaba con enfrentar

directamente a Perón. La revista que se menciona más arriba, Mayoría, es

justamente perteneciente a este sector.

Finalmente, Mario Eduardo Firmenich es liberado, aunque continúa preso

Carlos Caride. Ya ese día 21 de marzo, plantea ir el 1º de mayo a la Plaza;

las consignas son por un movimiento peronista, montonero y socialista.

Tanto en sus palabras como en las de Roberto Quieto, se trasluce el hecho

de la movilización de masas como herramienta fundamental para disputar

espacios en el Movimiento.

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Las purgas, que continuaban sin tregua, no ocultaban, en absoluto, el hecho

de tratarse de una cruzada ideológica, tal como se había planteado en aquel

documento del Consejo Superior del Movimiento Peronista. Se realizaban

detenciones que eran declaradas por la policía cuatro o cinco días después,

lo cual motivó un pedido de informe de un grupo de diputados. La policía

justificaba estas detenciones diciendo que se trataba de la “prosecución de

la lucha contra las agrupaciones ideológicas ilegales”. Los diputados se

preguntaban ¿quién facultó a la policía para esta lucha? ¿Quién califica de

ilegales a agrupaciones de determinada ideología? ¿Existen ideologías

ilegales?

La Policía argumentaba, en el caso de uno de los detenidos que:

Viajó a Brasil trabando vinculaciones con estudiantes izquierdistas de San

Pablo y Río de Janeiro, (que) integró el Instituto de Psicología de tendencia

izquierdista de Rosario, el Movimiento de Solidaridad con la Revolución

Cubana y el Movimiento de Reafirmación y Progreso de la Cultura, de origen

izquierdista.

Los diputados se preguntaban: ¿Desde cuándo es delito pertenecer a

asociaciones culturales de origen izquierdista?

El 23 de marzo es asesinado el sindicalista Rogelio Coria. De relación

conflictiva con Perón, había sido expulsado del Movimiento en 1967,

presionado para que renuncie a la Secretaría General de las 62

Organizaciones en 1973, en ambos casos por ir a contra mano en

cuestiones centrales para el peronismo. En el primer caso, aceptar un

convenio a la baja, en el segundo, por negarse a la candidatura de

Cámpora.

Coria era el paradigma del sindicalista que trepa exprimiendo su cargo, que

se eterniza en la conducción, que vive en el lujo de la clase dominante y

que antepone estos privilegios a cualquier ideología. Dice Gillespie:

Durante su decenio en la cumbre, mientras según él representaba a los

obreros de la construcción, se había convertido en un magnate de aquel

ramo y en terrateniente, adquiriendo un fabuloso apartamento en el

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elegante Barrio Norte y gastando parte de su dinero en un coche a prueba

de balas, guardaespaldas y otras medidas de seguridad.

Es decir, el estilo de vida que era profundamente repudiado por los sectores

revolucionarios.

El Descamisado, en su editorial “Porqué murió Coria”, señala no sólo dicho

estilo de vida, sino el desvío del programa votado el 11 de marzo de 1973:

justicia social y castigo a burócratas y participacionistas. Si el gobierno de

Perón se desviaba de ese programa, el pueblo debía aplicar sus

“correctivos” –como había dicho Firmenich- por su cuenta. Aquí vemos que

no sólo se pone en cuestión el rumbo elegido por Perón, sino también su

autoridad para decir sobre quién sí debían recaer los anticuerpos y sobre

quien no. El general, al haber planteado que los muchachos debían esperar

cuatro años para “tener la manija”, señalaba su falta de fogueo en la

política, causada sobre todo por los años de dictaduras y proscripciones.

Pensaría no solamente que estando él en vida nadie más tenía derecho a

aplicar correctivos, sino que a los muchachos les habían sacudido la rama

estando aún verdes para estos menesteres.

En el mismo número de dicha revista, hay una nota sobre el sindicato de los

mecánicos SMATA, y su conductor, José Rodriguez. En ese momento había

surgido una lista opositora para las elecciones de la organización. Allí se

decía:

La conducción del sindicato - encabezada, desde la muerte de Dirk

Koosterman, por José Rodríguez- estará representada, en los próximos

comicios, por la Lista Verde, que desde hace cuatro años, y gracias a los

consabidos manejos fraudulentos, no ha tenido oposición electoral alguna.

Consecuentemente “oficialista” –son conocidos los sucesivos idilios con

Onganía, Levingston y Lanusse- la directiva del SMATA, erigida ahora en

árbitro y modelo de ortodoxia peronista, ha sabido convertirse en blanco del

repudio generalizado de los trabajadores mecánicos.

También los bancarios, muchos en huelga de hambre, reclamaban por

despidos. Quienes quedaron fuera del Banco Nación fueron calificados por

sus autoridades como “agentes perturbadores”. Estuvieron, entre otros,

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para solidarizarse con los huelguistas, los legisladores Hipólito Solari

Yrigoyen y Mario Amaya.

Ya a esta altura varios sectores políticos comienzan a pronunciarse sobre la

purga interna. El Partido Revolucionario Cristiano, liderado por Horacio

Sueldo, en un documento señalaba que

En los últimos tiempos se ha acelerado el deterioro del clima de convivencia

política que se iniciara con el infausto episodio de Ezeiza, y que alcanzara su

más grave exteriorización en Córdoba (…)

Oscar Alende califica a Navarro como “delincuente”; Balbín como

subversivo, y la JP se congraciaba de que

Haya un conjunto de fuerzas políticas que tomen conciencia de lo que

nosotros hemos denunciado: el avance de la ultra- derecha –y la derecha

en general- que se registra en el país, y que pretende desvirtuar las

aspiraciones populares de liberación

Los provocadores señalados por la JP eran Alberto Brito Lima y Alejandro

Giovenco, que había muerto accidentalmente al explotarle una bomba que

trasladaba en su portafolios.

En la madrugada del 23 de marzo es ametrallado desde un automóvil el ex

secretario general del Movimiento Nacional Justicialista, Juan Manuel Abal

Medina. Por obvias razones no permanecía siempre en el mismo domicilio, y

fue interceptado cuando llegaba a la casa de Julio Mera Figueroa, legislador

salteño. Los disparos se efectuaron desde un Falcon verde, y cuando Abal

Medina, herido, logra ingresar al domicilio, le arrojaron dos granadas.

En el aspecto económico, la marcha del Pacto Social se mostraba

dificultosa. La CGT no estaba dispuesta a aceptar el 12 % ofrecido por el

empresariado, planteando un piso del 15%. Sin embargo, el gobierno

parecía decidido a imponer ese aumento y no otro, razón por la cual la CGT

apelaría ante Perón. En tanto, numerosas fábricas y organismos estatales

iban al paro por su cuenta. Los delegados que no aceptaban la ortodoxia

cegetista, sufrían amenazas, en el mejor de los casos. Como condimento a

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esta coyuntura, debía tratarse en el Senado la prórroga de la Ley de

Prescindibilidad. En una solicitada en el diario Noticias, trabajadores de

PAMI, Correos, Bancos Nación, Galicia, etc., entre otros, presentaban el

siguiente balance de tres meses de aplicación de esta ley:

150 despidos en IME Córdoba. Entre ellos, la Comisión Gremial

Interna;

90 cesanteados en el Banco Nación, Casa Central;

3 despidos en el Instituto de Ayuda Financiera;

4000 despedidos en Santiago del Estero y 1000 en Corrientes;

Listas negras y amenazas de cesantías en masa en varios organismos

estatales y provinciales.

En algunos casos los cesanteados son activistas, delegados y miembros de

Comisiones internas que han estado en la primera línea de combate contra

las dictaduras militares de Onganía, Levingston y Lanusse. En otros casos la

inmensa mayoría de los despedidos se trata de TRABAJADORES.

Vemos cómo la purga no alcanzaba solamente a la “infiltración” en la JP, o a

los “troskos” de otras organizaciones armadas, sino también a sectores del

mundo del trabajo. Lo mismo denunciaba Gonzalo Chávez, miembro de la

Mesa Nacional de la Juventud Trabajadora Peronista: intimidaciones,

persecuciones, suspensiones y cesantías a trabajadores de la administración

pública de la provincia de Buenos Aires, por parte de Calabró. Civiles

armados recorriendo los pasillos, amenazando a los militantes y ex

detenidos durante la dictadura por Villar y Margaride. Era el caso de Haydeé

Díaz Nieto.

Además, este escenario de amedrentamientos y persecuciones se traducía

en abierta represión. La noche del 25 de marzo de 1974, una manifestación

de habitantes de diversas villas, que pretendían elevar un petitorio

expresando disconformidad sobre un plan de erradicación, es violentamente

reprimida. Resulta muerto Alberto Oscar Chacolán, de 22 años de edad.7

Patrulleros y carros de asalto fueron dispuestos para dispersar a la multitud.

Un itacazo a dos metros de distancia, terminaría con su vida. La policía

7 Al día siguiente, el Diario Noticias le daría 33 años.

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afirmó que se trataba de “un villero borracho que fue atropellado por un

automóvil”. Su hermano Roque, ahijado del propio Perón, fue detenido.

Evidentemente, todos estos aspectos –purga interna, amenazas, despidos,

etc.- confirmaban una conducción del movimiento hacia la derecha que

buscaba imponer por la fuerza el Pacto Social y la ortodoxia. Ello explica las

leyes represivas y las designaciones de Villar y Margaride: no sólo para

combatir a los sectores armados, sino a toda resistencia social.

En este contexto, otro aspecto que era la embestida contra los

gobernadores, continúa. Perón, como buen militar y estratega, no

descuidaba ningún frente en la batalla. En Salta, varias organizaciones

sindicales –aunque no la CGT local en su totalidad- lanzaban una ola de

huelgas por tiempo indeterminado. En Mendoza, distintos sectores

comenzaban a exigir la renuncia de Martínez Baca. En Córdoba, no había

fecha –ni apuro- para llamar a elecciones. En tanto, desde el exterior

llegaban rumores de un posible golpe de Estado –caracterizado en esos días

como “pinochetazo”- esta vez, desde el diario Pravda, órgano oficial del

Partido Comunista Soviético. No debía ignorar Perón estos rumores, y por

supuesto no era ajeno al cerco que se iba perfilando alrededor de la

Argentina, de gobiernos militares. Querría, seguramente, dar una imagen

de energía ante la izquierda –en el marco de la Guerra Fría- y aventar toda

sospecha de posible radicalización de su gobierno. Pero ¿a que costo?

El presidente peruano, general Juan Velazco Alvarado señalaba que: “el

golpe de Estado de Chile ha modificado la relación de fuerzas en América

Latina”. Se refería a la presión que se hacía sentir con más fuerza sobre el

Perú, luego de la caída de Allende y del pseudogolpe uruguayo. De hecho,

Pinochet estaba reforzando las fronteras y adquiriendo armamento, el cual

Washington, por ejemplo, le negaba al Perú, pero sí le vendía a Chile.

Velazco Alvarado, por su parte, debió volcarse a adquirir armamentos en la

Unión Soviética. Desde la Moneda, se contaba, además, con la segura

neutralidad del gobierno boliviano, presidido por el General Banzer, con

quien, por supuesto, Pinochet tenía afinidades ideológicas.

Volviendo a la política doméstica, - aunque íntimamente relacionada con la

latinoamericana- hacia el 29 de marzo, la izquierda del peronismo –JP,

Montoneros, JUP- hacían llegar, por intermedio del Secretario Militar de

gobierno, coronel Damasco, un documento a Perón. Ante las quejas sobre

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125

las persecuciones –según Dante Gullo- Damasco guardó silencio. Vale la

pena una cita extensa para apreciar mejor los señalamientos que la

Tendencia le hacía a Perón.

Enumera, en primer lugar, la “ofensiva vandorista”:

Bandas armadas, masacre de Ezeiza, persecución de trabajadores en

general, ubicación en puestos claves del Estado de elementos reaccionarios,

como por ejemplo “el mayor del Ejército Benito Pedro Llambí, que en junio

de 1955 proponía “liquidar inexorablemente” a Perón y sus colaboradores, y

desatar una guerra civil como en España, fue designado Ministro del Interior

Que Margaride, proveniente de la UDELPA de Aramburu, fuese designado

Superintendente de Seguridad Federal, que Villar, que asaltó con tanquetas

la sede del justicialismo donde se velaban a los muertos de Trelew, fue

designado a la Subprefectura de Policía; el General Cáceres, que había

dirigido la policía en tiempos de Lanusse –con las consiguientes torturas-

dirigía ahora la Gendarmería Nacional; que Otero “que en 1965 se burlaba

de Isabel Martínez de Perón y hacía proselitismo a favor de los candidatos

de Vandor en Mendoza” ahora era Ministro de Trabajo; que Miguel y el

senador Martiarena, “quien en 1965 pedía a la justicia la ilegalización del

Partido justicialista porque recibía órdenes del exterior”; la forzada renuncia

de Bidegain, el Navarrazo, el Pacto Social firmado por el vandorismo y la

burguesía desertora en 1955; la ley de Asociaciones Profesionales,

elecciones fraudulentas e intervenciones en distintos sindicatos,

allanamientos en locales de la JTP, ley de Prescindibilidad, negociados de

López Rega, etc. Por supuesto, los firmantes del documento piden la

remoción de los personajes antes mencionados.

Fue acertada y valiente la denuncia de este documento dirigido al

mismísimo Perón. Es de imaginar el profundo malestar que le habrá

causado este cuestionamiento tan exhaustivo, en momentos en que el

general se recostaba e intercambiaba puntos de vista solamente con

quienes, en alguna medida –no sabemos cuánto- consideraba sus pares, es

decir, los políticos profesionales dirigentes de los partidos de oposición. Pero

la cuestión es: ¿albergaba aún alguna esperanza la juventud, de que con

ese panorama, fuese él mismo a modificar el rumbo?

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126

En Mendoza, con sus matices, se repetía el panorama de acoso y desgaste

ya visto en otras provincias hacia el gobernador Martínez Baca., que habían

padecido Obregón Cano y Bidegain. Esta vez es a través del juicio político

que se pretendía llevar adelante por un supuesto negociado con la bodega

estatal Giol. La cosa quedaba en suspenso, pero sólo momentáneamente.

En Santa Fé se daba un panorama similar. El punto conflictivo era la

aprobación del presupuesto provincial. Lorenzo Miguel y el vice- gobernador

–también de la UOM- plantearon el rechazo al proyecto presentado por el

Gobernador Sylvestre Begnis. La excusa del rechazo era que violaba el

Pacto Social. Montoneros reclamaba el respeto por las autoridades que el

pueblo había elegido el 11 de marzo de 1973.

En Salta, las 62 Organizaciones declaraba “persona no grata” al Gobernador

Ragone “en vista que el gobernador no depuró ideológicamente a su equipo

de gobierno. Su accionar está en contra de la doctrina justicialista”. Y –

faltaba agregar- del “Documento Reservado”.

Balbín, bregando por la pacificación y la concordia, aportaba su granito de

arena a la purga:

No nos van a venir a enseñar ahora –afirmaba en un acto en Caseros- los

portadores de libros extraños, los universitarios que rompen los laboratorios

que construyó el esfuerzo de los argentinos, portando filosofías de distintas

ideas.

Otro de los focos donde apuntaba la purga eran las Universidades, y la

punta de lanza era el Comando de Organización. El 31 de marzo, un

estudiante que se dirigía a la toma de la Universidad de Lomas de Zamora,

que repudiaba al rector normalizador designado fue baleado. Otras trece

ocupaciones de facultades se sucedían en la Universidad Tecnológica, por el

mismo motivo.

Al día siguiente era enterrado el estudiante Hugo Hanssen, y el rector

normalizador de Lomas renunciaba. La JUP acusaba al senador Alberto

Ponrouge por el crimen. Jorge Todesca, de la Regional I, denunciaba

además que dicho rector –Dr. Bezzi- formó parte del plantel de Francisco

Imaz, Ministro del Interior de Onganía. También se tomaba el rectorado de

la Universidad del Litoral.

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127

Es llamativo como Perón, en esta tercera presidencia, echó mano a buena

parte del elenco de segunda y tercera línea que actuó en las dictaduras que

se sucedieron desde 1955. Y lo más doloroso seguramente para quienes

realmente creían que con la vuelta de Perón al poder se iniciaba un proceso

transformador, es que ese elenco estable se había destacado, justamente,

por su extrema dureza hacia el peronismo perseguido. Es como si Perón

quisiese enviar un mensaje a esos sectores políticos, como si quisiese

hacerles notar que, pese a ciertos toques reformistas del peronismo, no

debían asustarse, que era uno de ellos, y que frente al enemigo común –la

“infiltración marxista”- las diferencias se diluían.

Pero volvamos a aquel documento que la Tendencia entregara a Damasco.

Las crónicas señalan el profundo desagrado que causó en Perón. El

“Secretario de Prensa y Adoctrinamiento del Consejo Superior Justicialista”,

Eloy Camus, se sintió autorizado a decir que

La Tendencia no integra el peronismo, como tampoco ninguno de sus

líderes, en cuyo caso las negociaciones con Damasco constituyen sólo una

tratativa más con otra organización política.

Ya no se trataba de que los querían echar: nunca estuvieron adentro.

El 2 de abril, finalmente, salía en libertad Carlos Caride. Pero no apuntó

contra Perón por su detención, sino contra una difusa “ofensiva pro-

imperialista”, y denostó a Villar y a Margaride. Nada sobre quien los

nombró. Al día siguiente, es detenido el hermano de Chejolán, aquel villero

muerto en una manifestación. Incomunicado, había sido llevado por la

policía mientras recolectaba basura.

Pese a estos hechos, Alfonsín declaraba que

En el marco de la democracia y dentro de un gobierno elegido por un amplio

margen de votos por el pueblo, resulta absurdo seguir el camino de la

subversión.

Puede decirse que se refería al ERP, que continuaba con su política de

secuestros a empresarios, pero nada decía sobre la violencia que emanaba

del seno mismo del Estado.

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128

El día 4, Perón anunciaba por cadena nacional, un aumento para los

jubilados. Hablando del esfuerzo y la honestidad en el manejo de los fondos

previsionales, el general se emocionó. “Perdonen –dijo- pero cuando nos

ponemos viejos nos ponemos llorones”. Luego se despachó con una serie de

elogios hacia José López Rega, que estaba a su lado. Recordemos: en el

documento a que hicimos referencia, la JP lo cuestionaba por corrupción.

Villar y Margaride seguían actuando con total impunidad. Sin orden judicial,

allanaron una sede de la JTP, con un despliegue de cien efectivos y

deteniendo a quienes encontraron en el camino. El dato curioso de esos días

lo da Carlos Saúl Menem, en ese momento Gobernador de La Rioja. Como

fiel reencarnación de Facundo Quiroga, impulsa la idea de quitar de su

provincia la sombra terrible de Sarmiento, para así comprender mejor las

convulsiones internas que desgarraban al pueblo riojano. Su idea es quitar

el nombre del temible sanjuanino de toda avenida, plaza o paseo público.

Años después, y siendo un presidente de patillas recortadas, se abrazará

con el máximo perseguidor de la “barbarie”: el Almirante Rojas.

Sabido es que, a la hora de crear consenso para la eliminación de un

determinado sector, una de las herramientas a las que se suele recurrir es a

la extrema simplificación y a la estigmatización del otro, que crean sentido

común. Una vez más Balbín; ya a esta altura podemos afirmar que, más no

sea desde el aspecto ideológico, era un estrecho colaborador de Perón en la

purga. Lo vemos llevar adelante esta tarea una y otra vez, sabiendo que era

visto –y así quería presentarse- junto a Perón como los patriarcas de la

política argentina. Y como tal también era escuchado. Al referirse a una

juventud que –bien sabía él- no había conocido la democracia, y con su

lenguaje siempre florido, la describía diciendo:

Está armado el brazo de una minoría alocada. ¿Qué desean, a que aspiran,

quién les ha dado el derecho de perturbar la mente y el razonamiento de

nuestra juventud? Son destructores sin convicciones, y yo los invito a

exponer sus argumentos antes de arrojar la bomba asesina. Debe

enseñarse con el ejemplo de arriba para abajo, para que la juventud recoja

basamentos sólidos.

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¿El ejemplo que debía recoger la juventud era el de dirigentes que en su

momento apoyaron persecuciones y fusilamientos hacia sectores populares?

Además, puede verse como aquí Balbín ensaya una defensa de las

jerarquías: de arriba hacia abajo.

De quien sí fueron sorpresivas las declaraciones fue del Gobernador de la

provincia de Buenos Aires Victorio Calabró. Así respondió a la revista

Cuestionario, dirigida por Rodolfo Terragno.

Cámpora es un peronista. Lo del marxismo de Cámpora es un cuento.

Cuando yo pedí que renunciara fue porque, estando Perón en la Argentina,

nadie podía achacarle (sic) la presidencia. Además, eso fue lo que se pactó

en España, y yo fui testigo: Cámpora tenía que abrirse para que subiera

Perón. Eso era lo convenido y era lo lógico. ¿O ustedes creen que con Perón

en la Argentina puede gobernar otro? Pero eso no significa que Cámpora

sea un infiltrado.

Lo de Córdoba no debió hacerse, y además, se hizo mal

Eso de la infiltración es un cuento. Siempre hubo, en el peronismo,

izquierda y derecha. Ahora no nos podemos asustar de eso.

Yo no voy atrás de las viejas vizcachas. La caza de brujas no es para mí.

(…)

Hay que parar la mano con la violencia. Aquí hay gente de los dos lados que

siguen dando manija y esto puede terminar en una guerra (…)

Según el diario de Terragno, Calabró buscaba congraciarse con la izquierda,

afirmación que nos genera ciertas dudas. ¿Por qué esa necesidad, ante un

sector que estaba sufriendo un brutal embate y se hallaba –dentro del

peronismo- en franco retroceso?

En Córdoba, la salida de Obregón Cano había dejado secuelas. Hacia el 6 de

abril, aún había presos políticos, detenidos durante el Navarrazo. Se

hallaban en huelga de hambre, y denunciaban que “quien ahora nos detiene

y acusa, es la policía brava de Navarro, que se levantó contra las

autoridades constitucionales de Córdoba”. El titular del bloque del FREJULI,

Héctor Bruno, decía al salir del penal donde fue a visitar a los presos que

“nunca nos hubiéramos imaginado que bajo un gobierno popular tendríamos

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130

presos políticos”. Un dirigente de la JP, como si Perón no hubiese avalado el

Navarrazo, exhortaba a recuperar el gobierno “para el pueblo y para Perón”.

El día anterior, el general apela a un asado en Olivos para estrechar filas

con los políticos profesionales y, de alguna manera, buscar apoyos para

aislar a sus muchachos díscolos en particular, y a la izquierda en general.

Allí adelantó un plan para erradicar la violencia (¿toda violencia?) y su

intención de avanzar en una ley de Prescindibilidad, que le daría luz verde

para una depuración en la administración pública. Todos los asistentes

pidieron que no se reitere el proyecto presidencial de esta Ley. Pero Perón

insistió. Rodolfo Ghioldi, del Partido Comunista, planteó a Perón su

preocupación por la “escalada fascista”. Es decir, el tema llegaba a oídos de

Perón; queda descartada la posibilidad de alegar desconocimiento sobre la

cuestión.

El día 7 de abril, podía verse en Noticias una solicitada de los bancarios,

titulada: “106 trabajadores bancarios esperan el pronunciamiento

comprometido por el gobierno de la Nación”. Allí expresaban que:

El Congreso Nacional sancionó la Ley 20549 de Prescindibilidad, para

desterrar el continuismo gorila de la Administración Pública según se dijera.

En abierto desacato a esos fundamentos de la ley, Juan Carlos Paz y sus

funcionarios en el Banco Nación la aplicaron a los trabajadores, aduciendo

motivaciones de índole gremial, sumadas a un conjunto de acusaciones

calumniosas, y a referencias a “pruebas secretas” nunca demostradas ni

demostrables (…) en el octavo día de conflicto, con los prescindibles en la

calle o detenidos, armaron un operativo dentro del Banco, por el cual,

mediante el señalamiento a dedo de venales funcionarios, algunos

compañeros eran separados y detenidos por la policía, quedando el libertad

al siguiente día, porque el Banco ningún cargo tenía para hacerles.

Así se castigaba a quienes no acordaban con el Pacto Social.

Ya para esa fecha, se venía hablando de la organización del tradicional acto

cooptado para la liturgia peronista, el del 1 de mayo. No se sabía si

hablaría o no Perón, pero ya trascendía que la organización correría por

cuenta de la CGT y de la UOM, junto con el Ministro de Trabajo Otero. Ante

el asesinato del titular de la Central Obrera de San Nicolás, Antonio Magaldi,

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131

ocurrido días antes, el consejo nacional de la CGT señalaba el peligro de

“una escalada de terror y violencia destinada a convertir en un Primero de

Mayo “rojo” la tradicional fiesta de los trabajadores”. La Juventud Sindical

Peronista textil, advertía sobre quienes “pretenden sustituir nuestras

banderas y nuestra Doctrina, les haremos tronar el escarmiento”.

Magaldi fue muerto la noche del 4 de abril, por el Comando Columbo- Elena

del ERP. En el comunicado decían que:

Ha sido uno de los principales responsables del permanente ataque,

persecución y vejámenes que sufrieron los trabajadores y sectores

populares de San Nicolás por parte de las bandas de matones fascistas,

armados por la burocracia sindical, por los directivos y dueños de las

grandes empresas, en especial SOMISA, por el ejército y la policía federal.

Lo acusaban, a su vez, de haber instigado el asesinato de José Domingo

Colombo, jefe de redacción del matutino El Norte; fue ultimado en la misma

redacción, por negarse a publicar un manifiesto de la CGT de San Nicolás.

Según El Descamisado, fueron comprobados matones a sueldo de la UOM y

de la UOCRA, y pertenecían al “Comando de Resistencia Peronista”.

En todo caso, lo que señalaba el comunicado del ERP es que Colombo no

pertenecía a la organización. Pero también denunciaba que el 16 de mayo

había sido baleado el Dr. Rogelio Elena, radical y hermano de un militante

del PRT- ERP. Vemos entonces en que clima y desde cuándo se venía

gestando lo que luego sucedió el 1 de mayo.

Más arriba habíamos hablado de la situación de los presos políticos. En otra

solicitada, sus familiares explicaban el motivo de la huelga de hambre:

1- Se encuentran alojados en un pabellón totalmente insalubre, carente de

la más elemental higiene, plagado de chinches y otros insectos.

2- El techo del pabellón está constituido por un enrejado, desde dónde son

permanentemente vigilados por guardias armados, este aspecto implica un

estado de intranquilidad y nerviosismo que no encuentra explicación alguna,

como no ser la de estar sometidos a una intimidación constante.

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3- Esta intranquilidad ha sido agravada por un tiroteo producido dentro del

penal, en la madrugada del día 30, sobre el que nadie ha proporcionado

explicación alguna.

4- Permanecen en un estado de casi total incomunicación, sólo pueden ser

visitados por sus defensores, salvo el sábado 30 que se permitió una visita

de excepción a familiares, que previa entrada y salida fueron objeto de una

requisa vejatoria. No se les concede el recreo diario, no reciben diarios, ni

revistas, ni material de lectura alguno.

5- No les han sido entregados los efectos personales, que les fueron

requisados durante el arbitrario traslado.

6- El Director del Penal se niega a entrevistarse con los familiares, pese ha

habérselo solicitado reiteradamente.

7- A consecuencia de la huelga de hambre, dos detenidos se encuentran

internados en la enfermería del penal, sin que se haya permitido la visita de

familiares, no conociendo el estado en que se hallan.

Este tipo de violencia a erradicar no figuraba en los planes de Perón. Él se

refería –trascendió luego- exclusivamente al accionar guerrillero. Y

concretamente a la JP, donde –pensaba- había muchos marxistas

infiltrados.

Yo les dije que se vayan a alguno de los partidos marxistas y que si quieren

les puedo presentar a los del partido comunista, que son amigos míos.

Los comunistas –como vimos- plantearon su preocupación por la violencia

emanada desde el mismo Estado. Luego, la información sobre el plan de

Perón para erradicar la violencia fue desmentida por un comunicado del

Partido Intransigente.

En la Universidad del Sur, de Bahía Blanca, se da un hecho que se va a

reproducir en otras: el ingreso violento de integrantes de la CNU y la JSP,

amenazando a los estudiantes con armas y destrozando instalaciones.

Formaba parte de las directivas del “Documento Reservado”.

El 9 de abril trasciende la voz de alarma sobre la violencia que se cernía

sobre América Latina. En Roma, se leen las conclusiones del “Segundo

Tribunal Russell”.

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Recordemos que el tribunal Russell surge hacia 1966-67, con el fin de

denunciar los crímenes de lesa humanidad cometidos por Estados Unidos en

Vietnam. En 1973, surge el Segundo tribunal, ante la escalada golpista en

América Latina. Al leer las conclusiones, su presidente, el senador Lelio

Basso decía:

Hemos visto levantarse la sombra de un Leviatán sin precedentes en la

historia. Ni las viejas dictaduras militares de caudillos, ni el fascismo

italiano, ni el mismo nazismo alemán, sino algo que podría ser todavía peor:

la tentativa de someter a los pueblos de todo un continente a la explotación

de algunas sociedades multinacionales, de transformar a todos los hombres

en esclavos de un aparato todo poderoso, misterioso y lejano, se someter

sus conciencias y reducirlas a mecanismos insignificantes del sistema

implacable del beneficio.

Luego de tan proféticas palabras, condenaron por violaciones a los derechos

humanos a los gobiernos de Chile, Brasil, Uruguay y Bolivia, y se planteaba

por un lado la difusión por todos los medios posibles de lo que acontecía en

esos países, y por otro, ayuda a refugiados, pedidos de salvonconductos a

presos políticos y boicots para que pudiesen adquirir armas. Entre otros

formaban parte del Tribunal Julio Cortázar y Gabriel García Márquez.

En la Argentina, que aún no llegaba a los niveles de brutalidad que

expresaba el informe –en cuanto plan sistemático como veremos luego en

la dictadura del 76, aunque había habido muestras de ella –existía también

preocupación por la libertad de prensa. Una larguísima lista de sindicatos y

organizaciones cercanas a la Tendencia, pedían la reapertura del diario El

Mundo y el cese de la represión fascista.

Y justamente, en relación con la libertad de prensa, en la noche del 8 de

abril es clausurada la revista “El Descamisado” en forma definitiva,

mediante el decreto 1100 del Poder Ejecutivo.

El diputado Leonardo Bettanin decía que:

Cuando suceden estas cosas siempre me encuentro con las mismas caras:

los gorilas enquistados en el gobierno peronista.

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Tal vez Bettanin veía siempre las mismas caras, pero el decreto venía

directamente de Perón. Lo que planteaba el director de la revista, Dardo

Cabo, es que la clausura era un paso más en el camino de enrarecer el

clima para el 1 de mayo. ¿Buscaban Perón y la derecha otro Ezeiza?

En tanto, hacia el 10 de abril se reclamaba por una desaparición. El titular

del diario Noticias dice así: “Reclaman por un desaparecido”. Teniendo en

cuenta que hablamos de 1974, seguramente nadie imaginaba las

connotaciones que el término tendría años después. Era el caso de

Francisco Reynaldo Alvero, por quien se presentó un hábeas corpus. Alvero

era militante de la JTP, y se encontraba detenido en Villa Devoto a causa de

un allanamiento a un local de esa agrupación. El lunes 8 se dispone su

libertad, y se lo traslada a la Superintendencia de Seguridad Federal, donde

se le pierde el rastro. Además, un militante de la Vanguardia Comunista,

Antonio Iglesias, es secuestrado, golpeado y sufre luego un simulacro de

fusilamiento en el Parque Pereyra Iraola.

Otro hábeas corpus fue presentado, pero esta vez por los periodistas

Enrique Nosiglia y Susana Viau, a favor de Juan Eduardo Gómez, periodista

uruguayo.

Cabe destacar la renuncia de Iñíguez, Jefe de la Policía Federal, y su

reemplazo por Villar, hasta la asunción del General Cáceres. Todo indicaba

que se trataba de un reordenamiento de piezas a favor del ala más dura,

que luego cristalizaría formalmente en la triple A, aunque, como vemos, ya

venía actuando. Iñiguez había sido cuestionado por “moderado” frente a la

“subversión”.

Un dato de color, es que hacia el 17 de abril es detenido el diputado Carlos

Kunkel, por averiguación de antecedentes. Era una mas de las detenciones

que se venían dando contra militantes de la izquierda del movimiento, sin

que Perón jamás dijese una palabra de desaprobación a estos

procedimientos. Sin embargo, ya durante el gobierno kirchnerista, Kunkel

desestimó que Perón, e incluso Isabel tuviesen algo que ver con la triple A,

o que supiesen algo. La nota se titula “Perón ni remotamente tuvo que ver

con la Triple A; Isabel, no creo”. El artículo es de la época de los carteles

“no jodan con Perón”. Allí, si bien decía que no iban a frenar las

investigaciones sobre el tema, remarcaba que “Está absolutamente claro

que para nosotros es perjudicial que se debatan este tipo de cuestiones”.

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135

Luego, increíblemente, dice que “ese tipo de estructuras empezaron a

operar después de la muerte de Perón”, refiriéndose a la Triple A. Sobre el

Documento reservado del Comando Superior Justicialista, Kunkel dice “no lo

conozco, no lo leí”. Puede que la organización haya adquirido otra

dimensión y otra dinámica luego de la muerte del general, pero que ya

operaba con su conocimiento queda absolutamente claro en las páginas que

anteceden. Vemos aquí cuánto cuesta aún revisar la figura de Juan

Domingo Perón.

Volviendo a 1974, Kunkel quedó en libertad al día siguiente.

Aquí encontramos una frase que puede ilustrarnos muy bien sobre el

enorme abismo que se abría entre quienes querían, por la vía del

peronismo, un cambio radical de la sociedad –es decir, una sociedad sin

clases- y la concepción de Perón. El general agradece los mensajes de

reconocimiento que recibió por el aumento a los jubilados y pensionados.

Entonces expresa en una frase su filosofía política: “justicia social, en la

medida armoniosa que permitan las circunstancias”.

En los aspectos doctrinarios su posición era más dura. Volvió a reiterar

ideas que venía expresando desde hacía varios años –“el mundo marcha al

continentalismo”- pero obvió, esta vez, señalar como lo había hecho, por

ejemplo, en la película de Getino y Solanas, que “el mundo marcha al

socialismo”. Por supuesto, una mirada al contexto latinoamericano bastaba

para desestimar esta idea, pero el general va más allá: “todas esas

excrecencias políticas que han nacido en el seno del peronismo…” No pudo

terminar, ya que el auditorio –sindical- estalló en un “ni yanquis ni

marxistas, peronistas”. Luego, prosiguió, diciendo que al crearse el

Movimiento

Pensamos en ponerle socialista, pero hubo repulsa general. Desde que nació

el socialismo en la Argentina, fue siempre un partido intrascendente e

inoperante. Yo no expulsé jamás a nadie, y jamás reté nadie, porque los

movimientos populares como el nuestro sólo se enriquecen con las nuevas

ideas sino que crean autodefensas.

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136

Aquí está el núcleo ideológico de la purga. Perón quiere minusvalorar al

socialismo como ideología, y no específicamente al partido de Juan B. Justo,

aunque lo mencione. Dos ideas centrales:

1- el socialismo es una idea ajena al peronismo, que es auténticamente

nacional. El socialismo no es nacional. Luego, el socialismo es

repudiable;

2- la violencia que se ejerció desde el Estado o con su anuencia, era

análogo a un proceso orgánico, el de los anticuerpos actuando. Había

que dejarlos actuar, para que el cuerpo se inmunice de esos

elementos extraños y “exerecientes”.

Y los anticuerpos actuaban, cómo no. El 19 de abril desaparecen el hermano

de Juan Pablo Maestre –asesinado durante la Revolución Argentina, en

1971- y Alberto Camps, sobreviviente de la masacre de Trelew. Todos estos

arrestos, en los cuales luego se desconocía el paradero de los detenidos,

eran llevados adelante por la Superintendencia de Seguridad Federal, que

luego sería conocido como centro clandestino de torturas. Se lo llamaba

comúnmente “Coordinación Federal”, o “coordina”, y será uno de los

centros del terror.

Volviendo a Maestre, al día siguiente se le entrega a su madre la camisa

ensangrentada de éste, con la lógica reacción de desesperación. Se inician

gestiones de todo tipo, incluso ante Solano Lima.

Los anticuerpos actuaban también desde lo simbólico. El Superintendente

de Seguridad Federal, Luis Margaride, rindió homenaje y colocó una corona

de flores a los cinco años de la muerte del Oficial Principal Jorge Alfredo

Mato, experto represor y torturador de militantes peronistas. En un intento

de allanamiento, en 1969, fue recibido a balazos por Carlos Caride, que

luego fue detenido y salvajemente torturado. Recordemos que Perón, en

ese entonces, enviaba calurosos saludos a quienes estaban presos por

peronistas.

Dijo la madre de Maestre:

Yo creo que ya es suficiente el baño de sangre que ha caído sobre mi

familia, mi otro hijo fue asesinado por la dictadura del general Lanusse, mis

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137

hijos han luchado para que Perón vuelva, no me explico cómo los pueden

perseguir si luchan por él.

Por otra parte, numerosos locales de la JP seguían volando por los aires. Y

en ciertos sectores de la oposición había un silencio cómplice ante estos

hechos: no se escuchaba, por ejemplo, con la misma vehemencia, la verba

florida de Balbín contra la “bomba asesina”.

El hecho de que Maestre había recibido torturas era ya una certeza, al igual

que Luisa Galli –que trabajaba en el diario Noticias- ;se libraba una orden

de captura contra Envar El Kadri, y se presentaba un nuevo recurso de

hábeas corpus, esta vez por Adriana Lesgart, dirigente de la Agrupación

Evita y hermana de Susana Lesgart, fusilada en Trelew. El ciudadano

uruguayo Carlos Antonio Rodríguez era raptado de su lugar de trabajo

desconociéndose luego su paradero. Otros uruguayos eran detenidos, sin

que la policía aclarase de qué juez emanó la orden. Así mismo, refugiados

chilenos y de otros países latinoamericanos, alojados en un hospital de

Buenos Aires, fueron notificados por la policía que serían expulsados del

país. Evidentemente había una concepción macartista amplia, que excedía

el marco del enfrentamiento de Perón con la izquierda de su Movimiento.

El 25 de abril Perón recibe a la Juventud. En la reunión defendió la Ley de

Prescindibilidad, habló sobre su heredero -el pueblo, es decir “no ustedes”-

y sobre el acto del 1º de mayo, un tema muy abordado tanto en el ámbito

político como en la prensa de esos días. El diario Noticias, reproduce lo

expresado por el dirigente montonero Alberto Molinas en la reunión:

Hemos asistido a esta reunión por la necesidad de aportar criterios positivos

para la organización del acto del 1º de mayo. Este es el motivo por el cual

hemos revisado nuestra actitud de no concurrir a estas reuniones. El pueblo

argentino ha sido cortado constantemente en los intentos de dialogar con su

jefe, nuestros enemigos no quieren el diálogo de Perón y su pueblo, que es

el único modo de que el pueblo pueda exponerle lo que piensa de su

gobierno.

La demostración más elocuente sucedió el 20 de junio, cuando un banda de

delincuentes entre quienes estaba el diputado nacional Brito Lima masacró

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138

al pueblo que había ido a recibir al líder y de lo que el mismo Brito Lima se

ufanó según sus propias declaraciones en la UOM.

La JP y la JTP deben participar en la comisión organizadora del acto, como

forma de la intervención de organizaciones representativas del pueblo.

Nosotros deseamos tener parte para aportar criterios constructivos.

Según el matutino, Perón le respondió escuetamente que debía remitirse a

“las comisiones organizadoras del acto”. Estas eran la CGT, la UOM y el

Ministro Otero. En cuanto a dicha organización, dijo simplemente que éste

debía correr por parte de la policía. Continuó entonces Molinas:

Desde hace tiempo el pueblo peronista viene aguantando las arteras

provocaciones de grupos no representativos y de gente que encaramada en

cargos oficiales como Villar y Margaride de neta trayectoria gorila y asesina,

que nos somete a persecuciones, cárcel y malos tratos.

Villar y Margaride son la penetración del continuismo imperialista dentro del

aparato policial. No es casual que hayan detenido y torturado a militantes

de pública trayectoria.

Perón –siempre escueto- habría respondido que:

La policía es un aparato del gobierno y debe defenderlo. Villar y Margaride

no son más que policías que cumplen con esa función, por lo tanto todo

aquel que ande armado que se cuide. Mientras los demás no cambien de

actitud la policía no va a cambiar la suya.

No solamente Perón defiende el accionar policial, sino que incluye una

amenaza: más aprietes, más torturas. Molinas continuó denunciándolas,

con el agregado del procedimiento de plantar armas, etc. Increíblemente,

Perón expresó:

Los que hemos sido delincuentes sabemos que muchas veces se las inflan

(a las torturas) para llamar la atención.

Page 139: Los anticuerpos. la depuración ideológica del tercer gobierno de Perón

139

Es realmente difícil afirmar, luego de este diálogo, que Perón no estaba al

tanto del accionar represivo y que no lo avalaba.

Hemos sabido algo de Maestre. Pero hay más: además de aplicarle picana

eléctrica se violó a su esposa en su presencia. ¿Qué sucedía con Alberto

Camps? También se le realizarían simulacros de fusilamiento. Mientras se lo

torturaba, contó que lo increpaban sobre porqué se atacaba tanto a López

Rega. Quienes los detuvieron, mientras los sometían a todo tipo de

vejaciones, les decían que podían hacer con ellos lo que quisieran, porque

tenían “tiempo de sobra”. Aquí ya hay un concepto que luego denunciará

Walsh: la tortura sin límite en el tiempo. El relato de Maestre es un tour por

el horror que prefigura el 76 en el 74.

Al mismo tiempo, el Comando de Organización, secuestra, tortura y asesina

de dos balazos a María Liliana Ivanoff. Tenía 20 años y realizaba una

pintada invitando al acto del 1º de mayo. Pertenecía a la Agrupación Evita.

A medida que pasaban los días, la cuestión del acto del 1º de mayo, como

dijimos, ocupaba cada vez más espacio en la prensa. Montoneros seguía en

la misma línea que venimos viendo; es decir, reconocer la conducción de

Perón, asistir al acto, pero plantear allí la disconformidad por los “gorilas

infiltrados” en el gobierno, como si éstos hubiesen entrado por la ventana.

Montoneros decidió tomar en serio las tradicionales palabras de Perón de

que el 1º de mayo era una gran asamblea –cosa que nunca fue- y

aprovecharlo. Sin embargo, otra agrupación, el Peronismo de Base 17 de

octubre –agrupación a la que estaba ligado Envar El Kadri –difunde un texto

en el que explica por que no va a concurrir a la plaza el 1º de mayo.

(…) porque la política que está llevando a cabo este Gobierno peronista, con

Perón presidente, no es la política por la que votamos los trabajadores el 11

de marzo y el 23 de setiembre.

En cuanto al acto, señalaban:

(…) estarán presentes nuestros enemigos de estos 18 años: los patrones,

las FFAA, represores, los políticos gorilas, los burócratas políticos y

sindicales y sus matones y asesinos.

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140

Asimismo, Rodolfo Ortega Peña, declaraba a la revista Movimiento –revista

de la JP Lealtad- que:

La rendición de cuentas del 1º de mayo se presenta totalmente

insatisfactoria. Las moderadas “pautas programáticas” del FREJULI de

marzo de 1973 surgen como incumplidas. El proyecto que se ejecuta desde

el gobierno es el del capital monopolista, por lo que el pueblo peronista se

siente, ya, a esta altura de los acontecimientos, enteramente defraudado. A

partir de la continuación del proyecto económico del sistema, es lógico el

avance de la derecha y la pérdida de las libertades democráticas. Las clases

sociales opresoras se sienten reconocidas en la acción de gobierno, se

vuelven “peronistas” y asisten alborozadas al llamado de la “unidad”.

UNIDAD que ha comenzado a practicar la CGE con la UIA. La hegemonía de

la política del gobierno recae, principalmente, en cuanto a poder

superestructural, en la burocracia sindical, que se presenta al acto del 1º de

mayo con las banderas de la Patria Metalúrgica desplegadas a todo vuelo.

Carlos Flaskamp señala que, independientemente de si Perón echó de la

Plaza a la Juventud, o si esta se fue sola, pudo ver a dirigentes de columnas

montoneras, muy respetados y muy acostumbrados a dirigir a la gente en

las manifestaciones, en una llamativa pasividad mientras gruesas columnas

se retiraban. Es el caso de Arturo Lewinger, que ante la sorpresa de

Flaskamp le dijo

¿Y qué le vamos a hacer, flaco? Si la gente se va, tenemos que irnos

también. No nos podemos despegar.

Pero otra dirigente, estaba alborozada, y le dijo “¡Lo hicimos ,flaco!”

Creemos que, más allá de lo sucedido el 1º de mayo en la Plaza, la ruptura

ya estaba consumada para amplios sectores, esa fue solamente su puesta

en escena, y su fecha simbólica.

Días más tarde, desde el Peronismo Auténtico Andrés Framini, Sebastián

Borro y Armando Cabo entre otros, hacen pública una carta abierta a Perón,

“De sus viejos amigos y leales soldados peronistas”, donde expresaban:

Page 141: Los anticuerpos. la depuración ideológica del tercer gobierno de Perón

141

La mayoría de los que concurrimos a la Plaza de Mayo el día de los

Trabajadores, fuimos respondiendo a la convocatoria formulada por usted,

General, el día 12 de Octubre pasado, cuando asumió, por tercera vez la

Presidencia de la Nación. Nos citó para que dijéramos “si estábamos

conformes con su gobierno”. No nos invitó solamente a ver números

artísticos. Esa fue la invitación y esas las reglas del juego.

Pidió públicamente que fuéramos a decirle nuestra verdad. A eso fuimos y

cuando comenzamos a exteriorizar nuestras convicciones al respecto,

recibimos como respuesta calificativos injustificados.

Escuchamos además con estupor, que aquellos que negociaron, pactaron,

fueron colaboracionistas, participacionistas o dialoguistas con los gobiernos

de turno, especialmente los alcahuetes de la dictadura militar, esos que

convirtieron al Movimiento Obrero Organizado en instrumento a su servicio

personal, ésos eran, ahora, “dirigentes sabios y prudentes” grandes

patriotas. Entonces no pudimos evitar, que volviera a nuestra memoria el

contenido de aquella carta que usted nos enviara General, donde decía de

estos mismos dirigentes que, comprometidos hasta los tuétanos con la

Dictadura Militar, dejaron sin efecto un paro general desoyendo sus

expresas directivas, que eran “traidores a la clase trabajadora” y que “había

que tirarles por la ventana del cuarto piso de la C.G.T.”. También

recordamos a su vez y volvimos a escuchar la cinta magnetofónica que

certificando su carta nos enviara desde Madrid.

Parece que ahora, por el retorno de Perón, que ellos sabotearon

consecuentemente, se ha producido el milagro de convertir traición en

lealtad y los usurpadores de cargos, en dirigentes representativos. Fíjese

cómo serán de representativos esos dirigentes que precisamente en el día

de los Trabajadores, ninguno de los que ocupan la cúpula sindical se atrevió

a presentarse en la Plaza para hablarle a los trabajadores.

Conviene aclarar que no sólo eran jóvenes los que fueron a decirle su

verdad al General Perón en la Plaza de Mayo. Habíamos millares de

hombres y mujeres ya maduros que también pensamos como los jóvenes.

Que no estamos conformes con muchas cosas que están pasando. Íbamos a

decirlo, a pedir una respuesta que nos esclareciera, que nos permitiera

mantener la fe.

Lo que sucedió, no sólo no nos dio una respuesta, sino que nos aumentó la

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142

confusión y nos desalentó profundamente.

Quienes le escriben esta carta, General, hemos sido protagonistas de la

historia de estos casi treinta años de lucha peronista; nuestros nombres los

conoce el pueblo y también los conoce usted General porque juntos hemos

estado en las buenas y en las malas y estamos ligados al sacrificio, la fe y la

resistencia del pueblo peronista.

Si nos quedáramos callados frente a todo esto que ocurre no sólo

traicionaríamos nuestra lucha sino la responsabilidad que tenemos de hablar

por muchos compañeros que sienten como nosotros que no sólo se desvía

el rumbo, sino “que está lleno de gorilas el gobierno popular” y que los

traidores manejan la cúpula del Movimiento Peronista. Este 1 de Mayo será

considerado uno de los más tristes para los trabajadores. Porque no es

cierto que, como dice el aparato de difusión oficial, se hayan ido de la Plaza

unos pocos o que sólo fueran jóvenes. Se fue, General, más de la mitad de

la gente que allí estaba mientras usted hablaba. Se fue la gente que no fue

llevada allí por el fabuloso aparato de los burócratas sindicales protegidos

por la policía y apoyados por grandes cantidades de dinero. Esta gente que

se fue, había ido a preguntarle a su líder que pasaba, y quería una

asamblea, quería el reencuentro con Perón y el diálogo peronista.

Cuando preguntaron, fueron calificados con sorpresiva dureza y su

entusiasmo y su fe, se convirtió en dolor, porque habían ido allí a expresarle

a usted sus angustias y sus preocupaciones para que se les respondiera y

se los tranquilizara.

Pero cuando llegamos a la Plaza, una enorme bandera nos tapaba el sitio

desde donde usted iba a hablar; además servía como excusa y telón de

fondo para que los enfoques de las cámaras de televisión no pudieran

abarcar más allá, y que se viera lo que los burócratas querían mostrarle.

Vimos un 1 de Mayo donde una mediocre Comisión Organizadora quería

ocultarle con escenografía la expresión del pueblo. Habían prohibido ir con

carteles; y no se podían cantar las consignas populares; no se podía entrar

encolumnados.

Este escenario no se monta para recibir al pueblo, para preguntarle si está

conforme o no. La gente que venía del interior, fue trabada durante todo el

camino. Infinidad de compañeros fueron parados por la policía y hechos

regresar. Llegaron las columnas más numerosas, pero sufriendo horas de

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143

manoseo antes de poder entrar en la Plaza. Los burócratas encargados de la

organización, crearon tal ánimo en la multitud que la predispusieron para

cualquier reacción. Los “pesados” de los sindicatos hacían guardia junto a la

policía; los matones de Bienestar Social pretendían esconderse detrás de los

sachéts de leche que sólo contenían agua. Todo un dispositivo intimidatorio

hizo que sólo los más decididos llegaran a la Plaza.

Cuando abrimos la boca para decir lo que pensábamos, recibimos una

respuesta tan insólita como injusta.

Íbamos a decir lo que pensábamos del gobierno. Que aprobábamos la

política exterior del gobierno, porque es consecuente con la posición del

peronismo de hacer respetar la autodeterminación de los pueblos y

defender la hermandad continental. Y también íbamos a decir que no

estábamos conformes con la política económica. Porque no es cierto que la

inflación esté controlada. Es inexacto que haya desaparecido o disminuido

notoriamente la desocupación. Los salarios siguen siendo insuficientes y no

alcanzan para cubrir las necesidades más mínimas. No se ha avanzado en el

cuidado y la atención de la salud. Se ha agravado el problema de la

vivienda, porque la propiedad sigue concentrada en unos pocos que regulan

especulando los alquileres por encima de las leyes. El índice de mortandad

de nuestros chicos sigue siendo alarmante. La especulación con los artículos

de primera necesidad que hacen las grandes fábricas no es controlada ni

castigada. Las empresas monopólicas y multinacionales siguen vaciando el

país.

Pero este no es el problema principal, porque sabemos que de un día para

otro no se puede hacer milagros. Nosotros los trabajadores, estamos

dispuestos a dar salarios, sacrificios y privaciones para la reconstrucción.

Este era el estado de conciencia cuando asumió el gobierno el peronismo

luego de dieciocho años. Pero el pueblo ha sido rechazado del gobierno. Su

participación cerrada y en su lugar hay una gran mayoría de burócratas,

hay viejos traidores y conocidos represores de la causa popular. Y nadie nos

dice porqué las cosas no cambian y por qué tenemos que aguantar todo

esto, quedándonos callados.

Odiados represores y torturadores durante la dictadura neo-colonial, han

sido llamados a conducir los organismos de seguridad, han sido ascendidos

en vez de pedirles cuentas por sus crímenes.

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En las Cámaras Legislativas con maniobras ya insoportables hasta por

condescendiente oposición se eluden sin vergüenza las denuncias por

torturas.

En cuanto al Movimiento Peronista, pretende ser conducido por personeros

sin representatividad. Algunos de ellos traicionaron abiertamente al Pueblo

y a su Líder, negaron su peronismo durante los años duros de la Resistencia

y pactaron con cuanto enemigo de turno hemos tenido. Otros, que han sido

puestos a dedo, no tienen más mérito militante que el de tener un papá

gobernador. Nunca han estado en la lucha ni al lado del Pueblo. Han

parado, sistemáticamente todo intento de organización para llevar la

participación popular al gobierno que no sólo ha sido desechada sino

reprimida. Se ha ordenado descabelladamente el cierre de Unidades Básicas

donde el pueblo concurre a organizarse, se ha suspendido la afiliación y se

trata de demoler con terrorismo cualquier condición para que el gobierno

tenga una organización popular que lo sustente.

Y todo esto no nos gusta.

Con respecto a los “entupidos”, “imberbes” y “mercenarios” es necesario

recordar que no nacieron por generación espontánea. Son nuestros hijos.

Los hijos de los trabajadores, muchos de los cuales estudian y trabajan. Los

hijos de los hombres leales y combatientes que durante dieciocho años no

escatimaron esfuerzos ni sacrificios para rescatar al país de las manos de la

antipatria. Y saben más de peronismo que la mayoría de esos personajes

arribistas que hoy lo rodean, General. Y esto, porque han mamado el

peronismo desde chicos. Lo aprendieron con lágrimas y privaciones, cuando

siendo niños los despertó bruscamente el allanamiento de los comandos

civiles, militares o policiales que los encañonaban mientras arrestaban al

padre, al hermano o la madre; que luego serían encarcelados, torturados o

fusilados. Son los que durante años los días domingos tenían un sólo paseo:

la cárcel donde estaba el ser querido preso.

Son los que aprendieron de nosotros lo que era el peronismo y qué significa

para el país. A los que les inculcamos a toda hora y todos los días que el

Líder es un hombre sabio, prudente, ecuánime, comprensivo, humano, justo

y patriota.

Son los que arriesgaron la vida peleando contra la dictadura. Son los

torturados, los perseguidos de todos estos años, los sobrevivientes de la

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masacre de Trelew. Son a los que apaleaba la policía de la dictadura cuando

salían a la calle a gritar “Viva Perón”, “Perón Vuelve”. Son los amigos, los

padres, las novias, los compañeros de los que murieron por la patria y por

su regreso, General.

Son, General, como usted mismo lo dijo, el futuro, la esperanza y “la

juventud maravillosa”. Son los que el 1º de Mayo llegaron a la Plaza

gritando “Perón o Muerte”.

Son los que no aflojan, los que no se entregan, los que no claudican.

Argentinos orgullosos de su estirpe que ya han aprendido a diferenciar la

paja del trigo. Son los que están seguros que no hay liberación sin

revolución y que la revolución no se hará jamás con traidores, cipayos y

gorilas. Son los que se retiraron de la Plaza llorando su amargura y su

frustración. Los que nos preguntaban con lágrimas en los ojos porque el

Líder los había abandonado y prefería a los burócratas, a los traidores, a los

agentes del antipueblo.

Los viejos y auténticos peronistas estamos al lado de ellos. Porque son

honestos, son leales, auténticos, desinteresados y sobretodo, como lo han

demostrado, peronistas hasta la muerte. Que podrán equivocarse, pero que

son incapaces de una traición y una deslealtad.

Estamos al lado de ellos y con ellos en el Movimiento Peronista. Porque ser

peronista no es una filiación ni una patente que da un burócrata, no es una

adherencia. Es un compromiso, un estilo de vida, algo que como la

honestidad sólo se pierde cuando se delinque. Ser peronista es servir al

pueblo y hacer lo que el pueblo quiere.

General, como viejos soldados, hemos querido decirle estas cosas. Porque

hemos peleado duro para recuperar el gobierno. Porque seguiremos

peleando para que el peronismo logre el poder y pueda hacer de esta patria

una gran Nación con un Pueblo feliz. Porque derrotaremos de una vez por

todas a los enemigos de afuera y de adentro, esos que al servicio de

intereses antinacionales pretenden impedir que el peronismo sea la

vanguardia de la gran revolución nacional que concrete la liberación

definitiva de nuestra Argentina.

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AGRUPACIÓN DEL PERONISMO AUTENTICO

Andrés FRAMINI – Sebastián BORRO – Armando CABO – Dante VIEL –

Arnaldo LIZASO”

Según Juan Manuel Abal Medina, vio a Perón dos días después y estaba con

la idea de que en el acto “se le había ido la mano”. Pero al mismo tiempo

señalaba: “son insoportables”. La silbatina intensa a Isabel y el “no rompan

más las bolas, Evita hay una sola”, parece ser lo que lo sacó de quicio. Es

probable, pero como vimos, la invitación a que la juventud o parte de ella

se fuera del Movimiento venía de mucho antes. Sólo basta recordar aquel

discurso luego de la Masacre de Ezeiza.

En ese acto Perón también hizo una defensa de los dirigentes sindicales

“sabios y prudentes”, que habían sabido sostener las organizaciones

sindicales durante los dieciocho años de proscripción. En noviembre de

1973, al año del regreso de Perón, El Descamisado publica una nota

realizada al general en su vuelta a Madrid después de su primera estadía en

el país. Al planteársele que la Juventud venía acusando de burócratas a los

dirigentes sindicales, decía:

Si bueno pero hace treinta años que yo vengo notándolo hijo. En la acción

sindical hay mucha burocracia. Por otra parte, nadie tiene una experiencia

más dolorosa que yo sobre eso. Porque yo los he visto defeccionar a

muchos en el momento más decisivo de toda nuestra historia política, los he

visto defeccionar a ellos, a los dirigentes sindicales.

Para contemporizar luego elogia a Rucci. Pero de todos modos, vale ver la

diferencia de conceptos entre una y otra oportunidad.

En la plaza, los sectores de izquierda del movimiento eran infiltrados que

trabajaban adentro y que traidoramente son más peligrosos que los que

trabajan desde afuera. Sin contar que la mayoría de ellos son mercenarios

pagados por el dinero extranjero.

El hecho de identificarlos con fuerzas o intereses extranjeros, y de una

agresión tan encendida marca el grado de irresponsabilidad con que Perón

manejó la jornada. Puede verse el video del acto, puede percibirse el clima

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tenso de una plaza partida en dos. Evidentemente, esa dialéctica Perón-

masas que había señalado Cooke,, si es que alguna vez había existido, ya

no existía. Pese al enorme poder de movilización de los sectores

revolucionarios, Perón había optado decididamente por la derecha del

movimiento y legitimaba la depuración. Lentamente –señala Gillespie-

Montoneros va entendiendo que ya no puede seguir poniendo los muertos,

mientras Perón da semejante giro, y que se impone algún tipo de

resistencia.

Trascendieron luego opiniones de otros dirigentes políticos sobre la ruptura

el 1º de mayo. Oscar Alende evitó pronunciarse sobre lo que consideró una

cuestión interna del justicialismo, pero reveló que Perón, con respecto al

problema de la juventud, le habría dicho que “a veces es necesario lavarles

la cabeza”. Ortega Peña, señaló que notó, en la plaza, “un marco de

ausencia total de la clase trabajadora” en contraposición con la “presencia

cuestionante de la organización peronista montoneros”.

Perón perdió el control de su mensaje y mostró que la lucha que recorre el

país se manifiesta de una manera inconciliable, entre el proyecto de la

patria metalúrgica y el proyecto peronista revolucionario de la patria

socialista.

Una cuestión que tomaba cuerpo y comenzaba a trascender en la prensa

era la de las torturas. El Ministerio del Interior, en tanto –y de alguna

manera contradiciendo a Perón, que había dicho que eran exageraciones- se

compromete a investigar, hasta las últimas consecuencias, las denuncias

por tormentos que, como vimos, eran ya más que evidentes.

Pero todo eran declaraciones altisonantes. Los diputados justicialistas

dejaron sin quórum la sesión en la que debía ser interpelado el Ministro del

Interior Benito LLambí. Al levantarse la sesión, los legisladores opositores

reaccionaron y la cosa terminó en un escándalo. Fue así que dieron una

declaración que expresaba:

Particularmente grave, es la insensibilidad (del bloque oficialista. N.A.) ante

las torturas como sistema de represión, no sólo anti- jurídico sino

fundamentalmente antihumano. Esto implica un agravio a una función

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irrenunciable del Congreso y, por otro lado, ubica a la mayoría en la

apariencia de una solidaridad con esos abusos o de un temor a afrontar el

esclarecimiento de las responsabilidades consiguientes.

El texto contiene un elemento gravísimo: ya en ese momento se habla de

las torturas “como sistema”, como método planificado y coordinado por las

fuerzas represivas. Ya no se está pensando en simples desbordes, o en

vaguedades como “agentes del imperialismo, del continuismo”, etc.

Pero cabe una observación más. En el hecho de que el bloque justicialista

decidiera no dar quórum en esa sesión: ¿pudo estar ausente el

conocimiento y la voluntad de Perón, teniendo en cuenta su enorme

autoridad?

Nos estaba faltando, por supuesto, el análisis de Balbín. Curiosamente, no

se hacía eco de esta preocupación por la utilización de torturas, e insistía

con su obsesión referente a que los jóvenes buscaban ideas foráneas. Se

evidencia entonces una abierta complicidad del líder radical, que si bien no

estaba con responsabilidades de gobierno, sí las tenía como opositor. Una

semana después, Perón recibe a Pinochet y declara que las relaciones con

Chile son excelentes. Del otro lado de la cordillera, los obispos chilenos

manifestaron su preocupación por el salvajismo del régimen. Un general

respondió:

Tengo gran respeto por la Iglesia, pero como muchos hombres, sin darse

cuenta, ellos son vehículos del marxismo.

Se pueden observar similitudes en el lenguaje, en el macartismo, entre los

militares chilenos y la derecha peronista. Es el contexto de la Guerra Fría, y

de la Doctrina de la Seguridad Nacional.

Así como encontramos –como apunta Verbitsky- el gérmen del horror del 76

a partir de Ezeiza, nos parece que también puede verse el gérmen del Plan

Cóndor. Los diarios del 8 de mayo dan cuenta de la expulsión de cuatro

uruguayos a su país de origen. La denuncia surge de diputados opositores y

de abogados. En los dos roles se encontraba Ortega Peña. Antes de la

expulsión habían sido detenidos en Villa Devoto, donde uno de ellos

enfermó. Un observador de Naciones Unidas se presentó allí, preocupado

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149

por la situación de los detenidos. Sin embargo, lisa y llanamente, se negó

que los uruguayos se encontrasen en dicha cárcel. Luego fueron subidos a

un avión y enviados a Montevideo. Allí, la dictadura de Bordaberry y las

torturas de su policía los estarían esperando.

Para asegurar la estructura represiva, y seguir dando forma a lo que luego

sería conocido como Triple A, mediante un decreto del Poder Ejecutivo, se

reforma el Estatuto de la Policía Federal. Ésta permitía la designación en la

jefatura de alguien que no fuese militar de carrera. El objetivo evidente era

–como luego trascendió- dejar el camino libre para el encumbramiento de

Villar. Pero tal vez el aspecto que además de trágico, resulta grotesco, fue

el ascenso a comisario general de “Daniel”: José López Rega. En 1962 se

había retirado de la fuerza como sub oficial. De un plumazo, y como mérito

–dice el decreto – “a la brillante carrera policial”, Daniel asciende trece

grados en el escalafón. Evidentemente Perón tenía la sensación de que

podía hacer lo que se antojase sin que esto repercutiese en su apoyo

popular. Hay un componente de profundo desprecio por el pueblo en esta

medida, al afirmar, sin que se le mueva un músculo, que López Rega había

realizado una brillante carrera. Al mismo tiempo, tenía una reunión de

gabinete donde se trataría un reordenamiento del servicio civil de la Nación.

La reunión tuvo la inusitada duración de tres horas – poco frecuente

teniendo en cuenta el nivel de actividad presidencial en ese momento- lo

que evidencia la importancia que tenía la depuración ideológica en la

Administración Pública.

El mismo día 10 de mayo, trasciende el pedido de pase a retiro del general

de Brigada Manuel Haroldo Pomar. Era, en ese momento, jefe de

Inteligencia del Estado Mayor conjunto. Los motivos parecían ser

desinteligencias con el Ministro de defensa, Ángel Federico Robledo. Según

circulaba entonces, había disgustado la presencia de Pomar en un acto

sindical en el SUPE, y cómo fue aplaudido allí. Miguel Bonasso relata un

encuentro con él. Pomar estaba preocupado por si el diario Noticias –que

dirigía Bonasso- pensaba linchar periodísticamente a Diego Ibáñez,

Secretario General del SUPE. Despejado este punto, Bonasso transcribe el

diálogo que sigue:

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150

-Se viene algo terrible acá. Algo terrible. Una verdadera carnicería. Va a

morir mucha gente Bonasso. Le aseguro que va a morir mucha gente. Y lo

peor es que nadie va a saber quién empezó ni cómo va a terminar. Y yo no

quiero estar cuando ocurra. ¿Me entiende? No quiero hacerme cargo de lo

que viene, porque no tengo nada que ver. ¿Me sigue?

Me agarra un hombro y me escruta, -dice Bonasso- quiere asegurarse de

que he copiado puntualmente sus palabras, que no hay confusión.

-No quiero estar cuando ocurra –insiste-. Me voy. No sé si soy claro: yo me

voy.

Pese a que el agobiante clima represivo que impuso Perón pretende ser

silenciado por historiadores, que en la actualidad militan en el campo

“nacional y popular”, hemos visto que, poco a poco, políticos que actuaban

en aquel momento señalaban el peligro que implicaba el ala fascista.

Un ejemplo son estas declaraciones del diputado nacional del Partido

Revolucionario Cristiano, Horacio Sueldo, que señalaba prudentemente

“cierta involución” en el programa del gobierno, y la consiguiente

insatisfacción popular. Uno de los motivos era

El incremento de una política represiva, encabezada por funcionarios que

adquirieron esa misma notoriedad durante la última dictadura militar.

Indudablemente se refería a Villar y Margaride.

Confirmando las apreciaciones de Sueldo, Villar y Margaride son nombrados

Jefe y Subjefe de la Policía federal. La Triple A se seguía delineando.

El 11 de mayo el país se conmueve con el asesinato del Padre Mugica. Salía

de dar misa en la Parroquia de San Francisco Solano, en Mataderos. Una

ráfaga de ametralladora lo sorprendió, y junto a él, fue herido el padre

Ricardo Capelli. Mugica sobrevivió dos horas, en las que alcanzó a darle

palabras de aliento a Capelli: “Fuerza Ricardo que salimos”.

Mugica había estado colaborando en el Ministerio de Bienestar Social de

López Rega, creyendo que desde allí, y pese a lo nefasto de esta

repartición, podía lograr avances para los sectores más desposeídos.

Capelli, en el documental sobre Mugica, relata una reunión con López Rega:

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“Yo me acuerdo en una reunión, que estaba José (López Rega) justamente,

era un grupo de gente, y empezó a hablar de una manera muy terminante,

López Rega. Una mesa larga, con un cristal arriba. Y… yo lo que no me

olvido más, que dice: “está todo claro, ¿no? Porque ¡ojo aquel que se haga

contra porque hago “así”, y desaparece!”

Su ruptura con Bienestar Social fue en malos términos. Fue muerto por la

triple A, en pleno gobierno de Perón. Durante mucho tiempo –y aún- se

instaló la idea de que Mugica había quedado “entre dos fuegos”, por sus

desacuerdos con Montoneros, por un lado, y con López Rega, por otro.

Incluso se alimentó la teoría de que fueron los Montoneros: Antonio Cafiero

llegó a afirmarlo en televisión. Como sea, nunca se presentó a la justicia a

incriminar a nadie. En el documental “Padre Mugica”, su hermano Alejandro

desmiente terminantemente esta tesis, señalando que el cura le había

pedido que, si le pasaba algo, él saliera a denunciar que había sido

responsabilidad de López Rega, porque tenía la plena certeza que era quien

quería asesinarlo.

Veamos este testimonio, en la reunión Nº 11, 9na sesión Ordinaria de la

Cámara de Diputados de la Nación, el 12 de mayo de 2004. Decía Inés

Pérez Suárez, Diputada por la Capital federal:

“Como señalé, nadie se atribuyó la muerte del padre Mugica. Recuerdo que

se hicieron muchas suposiciones, hasta que en 1984 el señor Juan Carlos

Juncos –ex custodio de López Rega- confesó ante el juez Eduardo

Hernández Agramonte que él había realizado ese operativo por orden de

José López Rega, quien le había entregado diez millones de pesos ley

18.188, ya que según sus propias palabras “este curita lo estaba

molestando políticamente”.

El autor de los disparos habría sido Rodolfo Almirón.

Cafiero coincide con la versión que se dio en su momento en la revista El

Caudillo.

Mugica estaba amenazado de muerte por los Montoneros. Y esto no lo

decimos nosotros, sino que lo afirmaron personas cuyo pensamiento político

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152

está diametralmente opuesto al nuestro. Este bárbaro crimen tiene otras

connotaciones paralelas a los conflictos internos de la tendencia. La

escalada de violencia desatada contra el Gobierno Justicialista no es

improvisación. Desde antes del 25 de mayo empezó a articularse un frente

de oposición a Perón, por parte de las organizaciones guerrilleras de ultra

izquierda.

En el Nº 5 de El Peronista –que vino a reemplazar a la clausurada El

Descamisado- Firmenich confirmaba que Mugica había recibido amenazas

de muerte a nombre de Montoneros. En una solicitada en la misma revista,

la organización señalaba que sus diferencias políticas con Mugica eran

públicas, pero el hecho de que el último gesto político del cura hubiese sido

oficiar misa ante el cuerpo de Alberto Chejolán –recordemos, muerto en una

manifestación villera por la Policía federal- demostraba de qué lado estaba

Mugica y de que lado sus enemigos.

En la revista De frente, de Duhalde y Ortega Peña –que reemplazó a la

clausurada Militancia- si bien no negaban las críticas a Mugica, compartidas

en general en la tendencia, de ninguna manera se lo podía ubicar entre los

enemigos. Y deslindaban de responsabilidades a Montoneros. Una cosa –

decían- era la mala práctica de no firmar una operación –cosa sucedida con

Rucci-, pero nunca las organizaciones armadas tuvieron la actitud de

realizarlas y luego desmentirlas tajantemente.

Mugica ya había sufrido atentados. El 2 de junio estalló una bomba en su

domicilio, y al mismo tiempo, cuatro hombres entraron a la Villa 31, sin

encontrarlo. Luego dos personas subieron al edificio donde vivía, pero, por

error, ingresaron a la vivienda del encargado, al que casi arrojan al vacío.

Lo que me duele –dijo Mugica en esa oportunidad- y en cierto modo me

escandaliza es que altas personalidades de la Iglesia, quienes

sistemáticamente han condenado toda forma de violencia, pero sobre todo

la violencia insurreccional, hayan guardado silencio.

La misma actitud tendrá Perón luego de su muerte. Lo mantenían más

preocupado, en esos días, “minúsculos sectores con sistemas ajenos al

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153

sentir argentino”, mientras diputados de diferentes sectores manifestaban

su repudio por la muerte del cura.

El 16 de mayo llega a la Argentina, en escala hacia Chile, el dictador

Pinochet. Perón, con Isabel y toda una comitiva lo esperó para saludarlo al

pie de la escalera del avión, lo invitó luego a pasar revista a las tropas, para

después trasladarse a conferenciar al casino de oficiales. Según el

embajador chileno, Perón había accedido gustoso a la entrevista.

Recordemos que hemos hecho referencia varias veces a la situación de los

refugiados chilenos. Hacinamientos, malos tratos y expulsiones del país fue

la respuesta.

Señala Sergio Bufano, que Perón fue el único presidente constitucional

latinoamericano que accedió a entrevistarse con Pinochet. La excusa eran

los hielos antárticos

Pero es poco creíble que dos militares anticomunistas que afrontaban

problemas con la izquierda en cada uno de sus países, se juntaran para

hablar de cuestiones territoriales. En ambos lados de la cordillera la guerrilla

y la represión para- estatal cobraba numerosas víctimas y el clima de

violencia se acrecentaba día tras día.

Perón no era afecto a desairar a dictadores por cuestiones que tuvieran que

ver con sus crímenes. Vimos cómo había recibido a Bordaberry antes, y

veremos luego, en el viaje que le será fatal, irá a encontrarse con toda la

pompa con Stroessner. Cuesta no pensar en un gérmen del Plan Cóndor.

En este sentido – no lo desarrollaremos aquí, ya que sería tema para otra

investigación, aunque bien vale plantearlo- llama poderosamente la

atención el enorme descuido que había en torno a la salud de Perón. Se

puede especular que, si bien el general inició una feroz campaña contra la

izquierda para preservar el capitalismo argentino, cuesta imaginárselo

aplicando un neoliberalismo feroz, como el que ya se perfilaba en Chile.

Pareciera ser un viaje por etapas: la burguesía acepta traer a Perón para

que haga el trabajo sucio contra la izquierda, y luego acelerar su muerte

para que el tándem Isabel- López Rega comience a torcer el rumbo

económico hacia políticas neoliberales. De acuerdo con el grado de

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154

resistencia, se vería si hacía falta algo más, como finalmente sucedió. Pero

es sólo una hipótesis.

Volviendo a la entrevista con Pinochet, Perón era conciente de la mala

impresión que ella causaría. Él siguió sosteniendo que dicho encuentro se

debió a una escala técnica. Fue Pinochet quien reveló que se debió a la

“gentil invitación del General Perón”.

Según un funcionario chileno, uno de los temas que Perón quería tratar con

Pinochet era “la normalización de las relaciones con el presidente boliviano

Hugo Banzer, que es un gran patriota”. No queda del todo claro si lo de

gran patriota corrió por cuenta del chileno o de Perón. Pero recordemos

que, también en Bolivia, se registraban asesinatos, torturas y

desapariciones.

El canciller argentino Alberto Vignes, condecoró a su par de la sangrienta

dictadura chilena con la Gran Cruz de la Orden del Libertador San Martín.

El diario Noticias reproduce parte del editorial de La Nación, referido a esta

visita. No podemos privarnos de estos párrafos:

La presencia del general Pinochet no debe ser dimensionada más allá de su

verdadero significado. Es un miembro del gobierno y representante de un

país hermano, reconocido por la Argentina. Quienes quieran darle otro

alcance yerran, a veces por escasa hondura en el análisis o excesiva

simplificación de los hechos, sus causas y consecuencias; por la ceguera de

la pasión partidista, entre otras.

Es de imaginar, para quienes pocos meses antes pensaban que la vuelta de

Perón significaba el camino a la revolución, y que habían sufrido por la

muerte de Allende, lo difícil que habrá sido intentar digerir el recibimiento a

Pinochet. O tal vez todo estaba ya mucho más claro.

Hacia el 20 de mayo, se dan a conocer operaciones en Tucumán, donde se

ha detectado un foco guerrillero en el Monte. Ya en ese momento,

desvirtuando su rol natural, interviene el Ejército, en apoyo a la Policía

Federal, lo cual constituye también un antecedente del Operativo

Independencia, aunque en menor magnitud. Pocos días antes, es detenido

Martín Guevara, hermano del Che. Se lo acusa de utilizar documentos falsos

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y de asociación ilícita. La policía –una tradición de siempre- acostumbraba a

plantar las pruebas.

El jueves 30 de mayo son asesinados a balazos tres militantes Partido

Socialista de los Trabajadores. Mientras se realizaba una reunión partidaria

en El Talar, irrumpieron al local 15 personas con sacos de cuero negro y

brazaletes blancos. Sin más trámite, dispararon varias ráfagas de

ametralladoras. Llegaron en automóviles con radiotransmisores, provocaron

destrozos y secuestraron a otros militantes, a los que luego de golpearlos

dejaron en libertad. En cambio, Antonio Moses, Mario Zida y Oscar Dalmacio

Mesa son introducidos en los baúles de varios coches, para luego ser

ejecutados. Pero ya este partido había sufrido atentados anteriormente en

los locales de Córdoba y Mar del Plata, y el asesinato de Inocencio

Fernández, delegado de la empresa metalúrgica Comarsa.

El 1 de junio la JUP denunciaba en un comunicado agresiones por parte del

Comando de Organización, la Confederación Nacionalista Universitaria y la

Alianza Libertadora Nacionalista, siendo asesinados Dalmacio Mesa, obrero

de Astarsa, Carlos Zita, de Alfa y Antonio Moser, obrero metalúrgico de

Wobron.

Pero recordemos: el documento reservado ordenaba utilizar todos los

medios posibles contra la izquierda. Si bien era utilizado el peor de todos,

que era el terror, no se escatimaba de otros, como la censura. El 5 de junio

la policía secuestra los ejemplares próximos a salir de la revista El

Peronista, vocero de la JP y que reemplazaba a El Descamisado. Censura,

terror, leyes represivas y de persecución laboral… ¿podemos hablar, por el

sólo hecho de que funciona el Congreso, de un gobierno democrático? ¿No

sería calificado hoy, por cualquiera, como dictadura?

En tanto, el Diario Noticias denuncia “Ola de atentados” contra la juventud

peronista. Estos se produjeron en Río Negro: se ametralló el local del

Sindicato del Personal de Industrias Químicas, el frente a la casa de un

dirigente de la JP, una bomba en una Unidad Básica y en el domicilio de

otro militante. En Capital y Gran Buenos Aires, en la madrugada del jueves

16 de junio, explotaron cinco bombas. Lo mismo que antes: domicilios

particulares y Unidades Básicas.

Pero además, en un acto más de este proto- Plan Cóndor, la Policía organiza

una redada espectacular en la que detienen a 98 uruguayos que preparaban

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156

un acto en un local. El lógico primer destino fue la Superintendencia de

Seguridad Federal. También es acribillado a balazos Ruben Poggioni, joven

de 20 años perteneciente a la federación Juvenil Comunista, mientras

pegaba carteles de propaganda partidaria. El Ministro Llambí esgrimió la

fantástica hipótesis de que fueron “agentes provenientes del exterior”. Dos

días después, estalla una bomba en la Facultad de Derecho.

Da la sensación de que el asesinato de Mugica hubiese sido una señal de

largada para una segunda etapa de la represión, más profunda aún.

También las grandes fábricas eran objetivos, lo cual prefiguraba la

madrugada del 24 de marzo de 1976. Fueron asesinados trabajadores del

Astillero Río Santiago, y otros amenazados. Deciden, entonces, solicitar una

entrevista con el Ministro Llambí. Éste la concede pero, como suele suceder,

luego los atiende el secretario del secretario. Con inusitada franqueza, les

recomienda no iniciar acciones legales porque los demandados recuperarían

pronto su libertad y “les van a hacer la boleta”.

El 5 de junio es suspendido, por juicio político, el gobernador de Mendoza,

Martínez Baca. Igual que en la provincia de Buenos Aires, asume su

vicegobernador, de la Unión Obrera Metalúrgica.

Lo que sorprende es con la meticulosidad con la que se va cumpliendo lo

indicado por el Documento Reservado. Con la meticulosidad de un general

que ha planificado el ataque, y va en varios frentes hacia su enemigo, para

no permitirle concentrar fuerzas en ninguno.

Y en esta batalla, Perón crea un nuevo organismo, que si bien tendrá sus

marchas y contramarchas, revela su voluntad de ir a fondo y cercar aún

más al enemigo: es el Comité de Seguridad. Presidido por el mismo Perón,

tendrá a su cargo una secretaría de seguridad el general Alberto Cáceres,

jefe de la policía federal en la dictadura de Lanusse. El Comité, además, lo

integrarían el Ministro del Interior Llambí, de defensa Robledo, de justicia

Benítez, el general Anaya por el ejército, el brigadier Fautario por la

aeronáutica y Emilio Eduardo Massera, ya en ese momento en el rango más

alto en la marina. Esas fuerzas armadas que se habían retirado de la

represión el 25 de mayo de 1973, son convocadas a ella por el mismo

gobierno peronista en 1974, y no como se afirma, en 1975. Por supuesto

que en este último año las facultades son amplísimas, pero no deja de ser

el mismo el objetivo: la aniquilación del enemigo.

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El terror se expandía. Gloria Moroni, estudiante de medicina y militante de

la Juventudes por el Socialismo, fue secuestrada, torturada y violada. Su

relato prefiguran los centros clandestinos de detención de la dictadura del

76.

Al llegar a la estación de Once me tomaron fuertemente de los dos brazos,

me apuntaron con un arma y me obligaron a subir a un auto que esperaba

en la calle, y a tirarme en el piso.

Después de una hora y media de recorrido, me bajaron del auto a

empujones y me hicieron entrar en una vivienda donde esperaban otras

personas. Allí empezó un interrogatorio sobre mis actividades y sobre mi

supuesta participación en el ERP. Mientras me sometían a vejámenes

escuchaba los gritos de otra mujer que estaba en la habitación contigua.

Después fui obligada a desvestirme y me violaron dos de los que me

interrogaban, hasta que me desmayé. Cuando recobré el conocimiento,

continuó el interrogatorio durante el cual me quemaban con cigarrillos y me

amenazaban con que si no hablaba le iba a pasar algo a mi hermano. Más

tarde, me dieron mi ropa para que me vistiera, me vendaron los ojos, me

introdujeron en el mismo coche y me abandonaron en un lugar donde había

un puerto.

El diario Noticias, en su edición del día 9 de junio, publica una foto titulada

“Así viven los refugiados chilenos.” Allí denunciaban que, en el barrio de

Constitución, viven 160 personas en 12 habitaciones con sólo tres baños

para todos. Pero más allá de la precariedad, producida por la ausencia de

ayuda del gobierno argentino, los asilados contaron al diario cómo eran

hostigados por la policía, cómo se los detenía hasta 24 horas sin motivo, y

lo peor, cómo los policías chilenos, brasileños y uruguayos operaban con

total libertad en el país.

En Córdoba, intervenida por el gobierno nacional luego del Navarrazo, a los

hechos de violencia y eliminación de opositores le siguió una vasta

depuración en la administración pública. Sólo en el Ministerio de Bienestar

Social de esa provincia se produjeron 2000 cesantías. Según se informaba,

la presión para que se efectivicen los despidos se había originado en el

Consejo Asesor del Partido Justicialista. Desde los sindicatos, manifestaban

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158

que “esta drástica medida respondía a una depuración de tipo político que

afectaría principalmente a las designaciones hechas durante la gestión del

gobernador Obregón Cano”.

Fruto de la fuerte reacción gremial, la medida quedó en suspenso, pero

sería evaluada para implementarse más adelante. Sin embargo, la voluntad

de una depuración de carácter ideológico estaba intacta.

En el Arroyo de Las Piedras, en Quilmes, es hallado flotando el cadáver del

sindicalista Remo Crotta, perteneciente al Sindicato de Obreros del Papel.

Presentaba signos de salvajes castigos, entre ellos picana eléctrica. Se

puede constatar, entonces, una violencia fascista absolutamente desatada

en este gobierno de Perón. Si los muertos, o quienes sobrevivieron a

torturas, fueron trasladados a casas –y no exclusivamente a comisarías-,

ya tenemos, también en gérmen, los futuros centros clandestinos de

detención, el infierno por donde pasarían miles de argentinos a partir de

1975 en Tucumán, y luego del 76 en todo el país. Tengamos en cuenta que

gran parte del “personal” dedicado a estas actividades, pasarían a formar,

en 1976, parte de los grupos de tareas de la dictadura.

En el camino a Punta Lara, entre La Plata y Ensenada, es hallado el cadáver

del militante de la JP, Francisco Oscar Martínez, con un tiro en el pecho.

El martes 12 de junio, Perón recibe, sin reservas, el apoyo de la Iglesia

Católica. Uno de los que estuvo allí fue el arzobispo de Paraná, Adolfo

Tórtolo, quien luego de 1976, bendecía las armas de los militares para la

represión y visitaba centros clandestinos de detención. Un testigo de uno de

estos centros clandestinos, recuerda:

Recuerdo una noche de tortura, que fue corta. Me llevaron a los calabozos y

sentí muchas voces en el trayecto. Era algo normal (…) Vi cómo sacaban a

un muchacho que estaba a la izquierda de mi calabozo. A los 15 o 20

minutos lo trajeron y le pregunté: “¿Qué pasa que hay tanto revuelo, para

que te sacaron?.” “Vino Tórtolo a verme” Y le pregunté: “¿Vos denunciaste

lo que está pasando acá?” Me respondió que no, me dijo solamente: “Si

estás acá, por algo será”. Al día siguiente el muchacho desapareció.

Dijo que, si alguien deseaba hablar con él, podía hacerlo. Yo le conté lo que

sucedía y le pregunté porqué mataban gente. Tórtolo me dijo: “Si ellos

matan gente, las armas están bendecidas. Ustedes matan con armas sin

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bendecir”. Le aclaré que no había matado a nadie, y me dio dos cachetadas

porque no había dicho la verdad. Si alguien recibía una cachetada, era

porque había dicho la verdad.”

Viendo la medida de este personaje, entendemos que era absolutamente

imposible que tuviesen algún reparo en la ola de terror desatada por Perón.

También estaba allí el cardenal Primatesta, que sería parte de la dictadura

con igual fervor. Lo mismo puede decirse del entonces arzobispo de La

Plata, Antonio Plaza.

El 12 de junio, Perón, ante las inocultables dificultades que afrontaba el

Pacto Social, da un discurso en cadena nacional. Por primera vez en mucho

tiempo, apuntó sus cuestionamientos en mayor medida hacia el

empresariado y sectores de su propio partido, que a la izquierda. No habló

de infiltrados, ni de marxistas movidos por la Cuarta Internacional, ni de

que había cinco partidos socialistas a los que podían irse, etc. Amenazó con

renunciar.

Tanto el sindicalismo, como la JP llamaron a movilizar. Una multitud

escuchó a Perón desde el balcón de la Casa Rosada decir que no se dejaría

tironear ni por la derecha ni por la izquierda. Es que la derecha no lo había

tironeado. Había sido organizada y protegida por él.

Escuchando el audio de ese discurso, se puede asegurar, de acuerdo a las

consignas que se oyen del público, que había una mayoría del movimiento

obrero ortodoxo. Incluso hubo vivas para Isabel, y el clásico “ni yanquis ni

marxistas, peronistas.”

¿Qué lecturas se hicieron del discurso? En general se coincide en que allí

Perón buscó rectificar el rumbo y no confrontar tan abiertamente con la

izquierda, sino atacar a los enemigos de siempre: el imperialismo y la

oligarquía. Es cierto también que en este discurso no volvió a atrincherarse

en cuestiones doctrinarias, como las veinte verdades peronistas, etc.

El problema es que una vez que se soltó a una jauría a ejercer la represión

indiscriminada y con garantía de impunidad, es difícil que estos defensores

de la ortodoxia peronista capten las sutilezas de un hipotéctico giro

discursivo y táctico. Las torturas y los secuestros no cesaron. El 14 sufren

un raíd similar a otros ya descriptos Mercedes Albariños y Rafael Cifaldi. A

Albariños, por ejemplo, mientras la picaneaban le preguntaban “cuando fue

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160

la última vez que te acostaste con Firmenich.” En tanto, seguía habiendo

presos políticos, como el caso de Alberto Camps.

Sin embargo, Firmenich leyó un documento firmado por toda la tendencia

en el que apoyaban al “gobierno popular”, contra las maniobras

especulativas que dificultaban el Pacto Social, denunciadas por Perón.

El 18 de junio, Perón se reúne con la cúpula de la CGT. Toca allí diversos

temas económicos, para luego llegar al de la violencia. Si bien es ambiguo,

y habla de violencia “de bandas de un lado y bandas del otro”, afirmó:

Tenemos que erradicarlo de una u otra manera, e intentamos hacerlo

pacíficamente con la ley, pero si esto no fuese suficiente, tendríamos que

aplicar una represión un poco más fuerte y más violenta también.

A continuación, y luego de las clausuras de El Mundo, El Descamisado y El

Peronista, entregó a la CGT el diario Democracia.

Veamos cómo ya no había ninguna probabilidad de controlar el uso de esos

medios “un poco más violentos”. En esos días, custodios del Sindicato del

Calzado asesinan a José María Herrera y Juan Carlos Pereyra, ambos

estudiantes de escuelas técnicas. El crimen fue, simplemente, por nada. Los

jóvenes se acercaron al sindicato donde había un baile, y al no alcanzarles

el dinero se retiraban. Uno de los custodios los detuvo, los subieron a una

camioneta y luego de golpearlos los balearon. Uno de los asesinos tenía el

carnet de Secretario de Movilización del Sindicato del Calzado, y luego se

supo que estaba ebrio y que había sido internado dos años en un

neuropsiquiátrico.

Aquí no hay móviles políticos. Sin embargo, lo que podemos apreciar es el

perfil general de los matones que pululaban en los sindicatos en esos días, a

qué tipos de personajes se les proveían armas para la lucha contra el

marxismo, y la absoluta impunidad de la que gozaban. Esa era parte de la

mano de obra que debía cumplir con el Documento reservado del Comando

Superior Justicialista.

La violencia cotidiana, y ya sin control, no alcanzaba solamente a activistas,

guerrilleros o militantes juveniles. Iba –por el mismo hecho de estar

desatada- extendiéndose a todos los ámbitos de la sociedad. Veamos un

ejemplo de gente anónima y común, con simples inquietudes sociales, como

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defender sus derechos como inquilinos, o luchar contra el

desabastecimiento.

El lugar es un hotel, el “Libertad” -paradojalmente-, los damnificados: los

inquilinos. Sólo por estas actividades, sufrían el permanente acoso policial.

Después de amenazarnos de diversos modos, se llevaron preso a un

compañero. Lo llevaron a la Superintendencia de Seguridad federal, donde

también fue sometido a un interrogatorio. Nos movilizamos de inmediato y

por medio de abogados logramos que finalmente fuera puesto en libertad.

Otra inquilina relataba:

Entran a cualquier hora del día o de la noche en las piezas, armados con

fusiles y ametralladoras. Revuelven todo sin motivo ninguno. Yo tengo seis

chicos, imagínese el estado de pánico en que se encuentran al ver entrar a

cada poco (sic), a hombres armados hasta los dientes

He aquí, entonces, otro elemento que se profundizará en la dictadura:

cualquier persona con algún tipo de inquietud social, es ya un subversivo.

Todos son culpables.

Otro hecho policial, el mismo día, nos ilustra el grado de impunidad con el

que la derecha fascista se movía en esos últimos días de vida de Perón.

Un automóvil Torino circula a 180 kilómetros por hora por las calles de

Palermo. Son las 20. 30 horas del jueves 20 de junio de 1974. El conductor

pierde el control del vehículo y el auto vuelca. ¿Un accidente más? Podría

ser, pero hay un detalle. En el vehículo iba Patricio Fernández Rivero,

integrante de la Concertación Nacionalista Universitaria (CNU). A causa del

accidente, pierde su brazo derecho. Pero hay más. Según la agencia Télam,

se hallaron en el interior del auto “armas largas, granadas y una escopeta

Itaka, según un vocero policial”.

Daniel Cecchini y Alberto Elizalde Leal, en sus investigaciones sobre la CNU,

dan cuenta del encubrimiento de la Policía federal sobre el hecho, más

concretamente, del propio Villar. La CNU –afirman los autores- pasarían a

ser un engranaje más del terrorismo de Estado. En varias fotos aparece

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abrazado a José Ignacio Rucci. El 18 de noviembre de 2010, fue detenido en

Alta Gracia, imputado por delitos de Lesa Humanidad.

En Mataderos, dos jóvenes, Mario Peña y Oscar Gonzalez, son acribillados a

balazos por la policía. El detalle es que Margaride había sido comisario de la

zona. Según los vecinos, vivían en un clima de terror generado por la

policía.

El 28 de junio Noticias titulaba: “Una nube misteriosa cubre la Argentina”.

Era una información meteorológica, pero en tapa y con grandes letras.

¿Señal de los tiempos por venir? Lo cierto es que era difícil imaginar una

nube más negra que la que cubría al país en ese momento. Los rumores

sobre el agravamiento de la salud de Perón crecían pese a que se intentaba

minimizarlos. En tanto, se intentaba el desafuero de Rodolfo Ortega Peña

por “desacato” hacia el ministro de trabajo Otero. Pero ya todo lo domina la

certidumbre de lo que se viene: mientras el país contiene el aliento, Isabel

Martínez asume la presidencia el 30, con el respaldo de todo el arco político,

y con continuidad en lo referente a la violencia fascista.

El final.

Basta un recorrido por cualquiera de los diarios y revistas de la época,

cualquiera sea su orientación política, -salvo La Prensa- para tomar

dimensión del enorme dolor popular por la muerte de Perón, el 1º de julio.

Pero es indudable que, más allá del apoyo generalizado a la figura de Isabel

en un primer momento, subyacía la incertidumbre. El futuro se presentaba

enormemente incierto para el país.

Pero Walsh lo dejó traslucir en una línea “(…) Más allá del fragor de la lucha

política que lo envolvió, la Argentina llora a un líder excepcional”. Y era

cierto que lo envolvió una lucha política. Que lo desbordó, y que eligió

resolver de la peor manera.

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Epílogo.

Por mencionar su nombre.

-Rodolfo, estuvimos pensando que habría que reforzar tu seguridad.

-¿Y en qué pensaron?

-Conseguir un departamento frente al Congreso para evitar que te sigan,

que uses algún tipo de disfraz, gorras…

-Muchachos, les agradezco en el alma la preocupación, pero no va a pasar

nada, así que déjense de joder…

-No es joda, Rodolfo, van a atentar contra vos en cualquier momento. Ya lo

intentaron y zafaste de casualidad. Tenés que entender que no es joda.

-Ustedes tienen que entender que nos quieren empujar a la ilegalidad. No

voy a renunciar a la banca, no les voy a hacer el juego. Retroceder es

autoderrotarnos. Cada uno debe estar a la altura de sus responsabilidades y

si me matan no es lo más grave que puede pasar. La muerte no duele.

Luis Eduardo Duhalde relató a Waisberg y Celesia, cómo, luego del

asesinato de Mugica, Antonio Benítez, Ministro de Justicia, organizó una

reunión casi clandestina con Ortega Peña y Duhalde, cómo les contó, con

enorme preocupación, que López Rega le había presentado a Perón un “Plan

de eliminación del enemigo” y cómo en las diapositivas que le proyectaron

estaban los dos abogados. Perón se limitó a guardar silencio. Ese silencio

pudo ser o no una aprobación. Lo que inclina por la primera tesis, es que si

no fue una aprobación, y fue mal interpretado, el general no hizo nada para

frenar lo que se desató.

El perfil de Ortega Peña fue único, y para el fascismo, imperdonable. “Era

un hinchapelota profesional”, dice Marcelo Stubrin. “Pedía la palabra, se

metía, molestaba, era un tipo muy activo y de una inteligencia única”.

Eduardo Paredes, cronista parlamentario de “La Opinión” lo caracteriza

como “el hombre más culto y talentoso en la izquierda peronista”.

Era muy irónico y no se repetía nunca. Cuando tomaba la palabra, sus

fundamentos eran políticos, no técnicos. Tenía un gran coraje para meterse

en aquella cámara con treinta por ciento de diputados de extracción sindical

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164

.

En una sesión, por ejemplo, se refiere a Ramón Falcón como “el Margaride

de aquella época”.

En la matanza de militantes del PST que señalamos más arriba, Ortega

Peña va a fondo en sus conceptos: pide que los sectores populares se

armen para la autodefensa, y luego dispara:

Señalo al responsable directo de esta política… que ha abandonado las

pautas programáticas, que ha dejado de ser peronista y que es el general

Perón.

Sin ánimo de concentrar lo que sucedió con Ortega Peña en un solo suceso,

es tentador pensar que estas palabras le costaron la vida.

Pero la misma Triple A involucra a Perón. En el comunicado en el que

adjudican la muerte del abogado, decían:

La AAA se había mantenido inactiva, como organización de acción directa,

desde el atentado intimidatorio contra el seudo radical Solari Yrigoyen,

hasta el día 31 de julio, en que se ejecutó al agente del imperialismo ruso

castrista, Ortega Peña (…) Habiendo cesado la poderosa fuerza de

contención constituida por el caudillo (Perón), la AAA ha reiniciado las

operaciones consciente de que el acuerdo amplio concertado en la reunión

multipartidaria del 29 de julio, tras la figura de Isabel de Perón, no basta.

Este no era el inicio del accionar de la Triple A, como a veces se afirma. Es

el cambio de pasar de una acción embozada, dirigida principalmente a

militantes populares, a una a la luz pública, y con más cantidad de objetivos

que tenían mayor reconocimiento. Pero es sólo un cambio de calidad. La

semilla del árbol que Perón cobijo, daba ya numerosos frutos.

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165

Bibliografía.

Diarios, Revistas y Documentos:

Apuntes del peronismo Auténtico

Clarín

De Frente

Diario Noticias

Diario El Litoral

El Aromo

El Peronista

Estrella Roja

Izquierda Popular

Las 3 A y la CIA. ¡Córdoba acusa! Testimonios y documentos gráficos.

Los hechos ocurridos el 9- 10- 74.

Mayoría

Miradas Al Sur

Movimiento

Página 12

Panorama.

Sesión ORDINARIA de la Cámara de Diputados de la Nación,

celebrada el 12/05/2004.

Reportajes:

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Jacobo Timerman, el 2 de setiembre de 1973.

Reportaje a Juan Manuel Abal Medina, por Sergio Moreno, en El

Ortiba.org. Cuadernos de la Memoria, en .…….

Reportaje a Carlos Kunkel, realizado por Alberto Amato y Walter

Curia en Clarín.com.

Reportaje a José Manuel Camus, “El sanjuanino que escuchaba

Perón”. En

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Reportaje a Antonio Cafiero en “Tiene la Palabra”, el 17 de octubre de

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Reportaje: La Masacre de Ezeiza según sus protagonistas. Por Martín

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Reportaje a los doctores Cossio y Seara, realizados por el periodista

Nelson Castro, para el documental “Así murió Perón”, en el canal de

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