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LÉXICO DE LA MUERTE EN EL ESPAÑOL HABLADO EN COLOMBIA

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lexico de la muerte en el español hablado en colombia ICyC

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LÉXICO DE LA MUERTE

EN EL ESPAÑOL

HABLADO EN COLOMBIA

Ruiz Vásquez, Néstor Fabián Léxico de la muerte en el español hablado en Colombia / Néstor Fabián Ruiz Vásquez. -- 1ª ed. --Bogotá : Instituto Caro y Cuervo. Imprenta Patriótica, 2014. 332 p. ; mapas : 20 cm. -- (Publicaciones del Instituto Caro y Cuervo. Serie mayor ; 114)

Otro título: El léxico de la muerte en el español hablado en Colombia, según el Alec. -- Incluye bibliografía, p. 315-319.

Contenido: Identi'cación de las localidades encuestadas en el ALEC. – Referentes conceptuales y metodología. – Análisis dialectológico y lexicológico. – Conclusiones.

ISBN: 978-958-611-303-8. 1. Español en Colombia - Glosarios, vocabularios. 2. Español en Colombia – Frecuencia de palabras. 3. Español en Colombia - Lexicología. 4. Dialectología - Colombia. 5. Geografía lingüística – Colombia. 6. Sociolingüística – Colombia. 7. Atlas Lingüístico Etnográ'co de Colombia. ALEC – Crítica e interpretación

SCDD 467.9861 21ª ed.

CO-BoICC

Dirección Editorial: César Buitrago Quiñones

Impresión:

Imprenta Nacional

Hecho en Colombia

Todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida ni en su todo ni en sus partes, ni registrada en o transmitida por un sistema de recuperación de información, en ninguna forma ni por ningún medio sea mecánico, fotomecánico, electrónico, magnético, electro-óptico, por fotocopia o cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.

néstor fabián ruiz vasquez

b o g o t á

2014

publicaciones del instituto caro y cuervo

serie mayor

CXIV

léxico de la muerteen el español

hablado en colombia

El léxico de la muerte en el español hablado en Colombia, según el Alec

Estudio dialectológico y lexicológico

Néstor Fabián Ruiz Vásquez

A mis padres, José Higinio Ruiz y Beatriz Vásquez, por la vida, el universo y todo lo demás…

Y a mis maestros, José Joaquín Montes y Cándido Aráus, por su inagotable inspiración y ejemplo

Conoce efectivamente una lengua quien es capaz de crear en ella hechos nuevos, de decir con ella lo que no se ha dicho nunca antes.

EUGENIO COSERIU

INTRODUCCIÓN

Aunque el hombre, sobre todo desde las ciencias humanas, puede de'-nirse como un ser eminentemente social y sociable, es ante todo un ser biológico, y como toda existencia atada a factores biológicos, su vida tiene un término de'nido. La vida eterna es un mito en casi todas las culturas del mundo, precisamente, porque no es perenne, obligatoriamente termi-na en un momento dado, de acuerdo con leyes naturales que no se pue-den modi'car y contra las que es inocuo luchar. Esa inexorabilidad de la muerte como elemento esencial de todo proceso biológico marca profun-damente la conciencia humana sobre la vida, y genera una preocupación por la existencia que se mani'esta primero en el ámbito del individuo y luego se proyecta hacia el espacio social y cultural, donde adquiere dimen-siones tangibles en términos de ritos, costumbres o imaginarios.

Al tener una dimensión individual y a la vez sociocultural, la muerte toca necesaria y profundamente el instrumento de sociabilidad e indivi-duación más efectivo y antiguo que existe: la lengua, el hablar; el hombre es un ser social porque es un ser del hablar, y en tal sentido, la lengua expresa y re\eja los individuos, las sociedades y los imaginarios que la nu-tren. Y así, sea a través de prácticas rituales especí'cas, sea a través de la actividad lingüística entendida como práctica social, la muerte adquiere una forma de expresión y explicación particular en cada grupo y cada ser humano.

A partir de la veri'cación de este hecho, y situados desde una pers-pectiva dialectológica interesada en el español hablado en Colombia, sur-gen preguntas como: ¿existe un léxico de la muerte propio del español hablado en Colombia?, y de existir, ¿cuál es la distribución dialectal de ese léxico (cuáles variantes son generales, regionales o locales)?, ¿cómo se expresa retórica y metafóricamente la muerte en el español de Colombia?, ¿ese léxico está estructurado en campos o paradigmas?, ¿de qué campos semánticos se nutre este léxico, o cuáles crea?

Para dar curso a tales interrogantes se realizó el presente estudio ba-sado en el instrumento de investigación más importante con que cuentan los lingüistas interesados en el español de Colombia: los materiales del Atlas lingüístico etnográ$co de Colombia, Alec. El objetivo fue establecer un vocabulario diferencial y contrastivo del léxico de la muerte, cuyas ca-

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racterísticas de frecuencia de uso, distribución dialectal, etimología, mor-fología, creación y derivación, permitiesen dilucidar la posible estructura del léxico, los imaginarios sociales a los que apela o los que crea, y la vitali-dad de los diferentes usos en el entramado dialectal del país.

Se eligió el concepto de la muerte no solo por su carga emocional y existencial, sino también por su presencia constante en la historia de Colombia, en coherencia con una conocida y larga cadena de con\ictos internos, armados y desarmados, cuyos orígenes algunos académicos ras-trean hasta, incluso, la Guerra de los Mil Días. Sin embargo, no se quiere argumentar que el hablante de español de Colombia, por esa razón, posea un léxico particularmente numeroso o ingenioso construido alrededor de la muerte, más bien se quiere señalar el hecho de que ese léxico tiene una identidad, y un espíritu, que lo diferencian y matizan.

Los datos de la investigación fueron tomados en su totalidad del Atlas, y se trabajó con ellos a partir de la metodología propia de los estudios dialectológicos: con ayuda de la estadística se de'nieron parámetros para asignar frecuencias de uso a las diferentes formas lingüísticas encontra-das; a partir de las propuestas de división dialectal vigentes para Colom-bia se caracterizaron las formas como pertenecientes al español nacional, o a las variedades de habla de diversas regiones; se determinó, basados en los datos sobre frecuencia de uso, la tendencia a la variabilidad o al conservadurismo de ciertas localidades o dialectos; 'nalmente, y cuando para ello hubo lugar, se propusieron isoglosas o se precisó el área geográ-'ca de un fenómeno. Además del trabajo dialectológico se llevó a cabo un análisis lexicológico de las formas encontradas en el Alec, que incluyó el examen de sus principales aspectos morfológicos y sintácticos; una re-visión de etimologías para dividir el léxico entre formas panhispánicas, americanismos y colombianismos; y una aproximación a los procesos de creación y motivación que dieron origen a las formas estudiadas.

El estudio no pretende ser concluyente, aunque es exhaustivo; trata de organizar, analizar e interpretar los datos de que se dispone a la luz de una teoría dialectológica y lexicológica, sin adentrarse en otros terrenos. Se trata, 'nalmente, de un estudio descriptivo-interpretativo, y como tal, sus conclusiones están sujetas a la necesaria revisión y debate.

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ABREVIATURAS Y CONVENCIONES UTILIZADAS

Acus. Acusativo Ge. Gerundio

Adj. Adjetivo Gr. Griego

Adv. Adverbio Gua. Guatemala

Am. América Inacus. Inacusativo

Ar.Hisp. Árabe hispánico Inf. In'nitivo

Art. Artículo Intrans. Intransitivo

Bol. Bolivia Irreg. Irregular

C.Circ. Complemento circunstancial It. Italiano

C.D. Complemento directo l. Lámina (Alec)

C.I. Complemento indirecto Lat. Latín

Cart. Cartogra'ada Lat.Tard. Latín tardío

Cel. Celta Lat.Vulg. Latín vulgar

Cent. Central m. Mapa (Alec)

Col. Colombia Masc. Masculino

Comp. Complemento Moz. Mozárabe

Compar. Comparativo N. Co. Nombre común

Con. Conjugación No cart. No cartogra'ada

Cont. Contable No.Ct. No contable

Dat. Dativo (pronombre) Nom. Nombre / Nominal

Dem. Demostrativo Or. Oración

Dvb. Deverbal Per.Ger. Perífrasis de gerundio

Et.Desc. Etimología desconocida Per.Inf. Perífrasis de in'nitivo

Eusk. Euskera (o vasco) Perif. Perífrasis

Fra.Ant. Francés antiguo Plur. Plural

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G.No. Grupo nominal

Ppn. Preposición / Preposicional

Pr.Ina. Pronombre inacentuado

Ref. Re\exivo (pronombre)

Reg. Regular

S.Co Sustantivo compuesto

s.v. Sub voce

Sal. El Salvador

Sing. Singular

Sint. Sintagma

Sint.Pp.Adj Sintagma preposicional adjetivo

Sj. Sujeto (oracional)

Subord. Subordinada (oración)

Sust. Sustantivo

t. Tomo (Alec)

Trans. Transitivo

Uru. Uruguay

Vaux. Verbo auxiliar

Ven. Venezuela

Vppl. Verbo principal

→ “Expresa”

[ ] Transcripción fonética

/ / Transcripción fonológica

{ } Transcripción morfosintáctica

< > Transcripción ortográ'ca

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IDENTIFICACIÓN DE LAS LOCALIDADES ENCUESTADAS EN EL ALEC

V63 = Robles

Cauca

Ca1 = Timbiquí

Ca10 = San Juan de Mechengue

Ca2 = Santander de Quilichao

Ca20 = Morales

Ca21 = Silvia

Ca3 = Patía

Ca30 = Bolívar

Ca4 = Popayán

Ca40 = La Sierra

Nariño

N1 = Iscuandé

N3 = Tumaco

N30 = Barbacoas

N31 = Ricaurte

N4 = La Cruz

N40 = La Florida

Chocó

Ch1 = Acandí

Ch10 = Riosucio

Ch3 = Coredó

Ch30 = Bahía Solano

Ch4 = Tutunendo

Ch5 = Arusí

Ch6 = Cértegui

Ch60 = Nóvita

Valle del Cauca

V2 = Cartago

V20 = Toro

V21 = Roldanillo

V3 = Buenaventura

V4 = Sevilla

V41 = Darién

V42 = Buga

V5 = Dagua

V6 = Ginebra

V60 = Palmira

V61 = Cali

V62 = Florida

néstor fabián ruiz18

N6 = Potosí A42 = Yarumal A43 = Amal'Putumayo A44 = Yolombó A5 = Santafe de AntioquiaP1 = Mocoa A50 = San Pedro A51 = UrraoCórdoba A52 = Heliconia A53 = ConcordiaCo1 = San Antero A54 = Montebello Co10 = Puerto Escondido A55 = BetaniaCo11 = Cereté A56 = Jardín Co2 = Sahagún A6 = Santo DomingoCo3 = Tres Palmas A60 = Puerto Berrío Co30 = Tierralta A61 = RionegroCo4 = Planeta Rica A62 = CocornáCo40 = Ayapel A63 = Sonsón Antioquia Risaralda

A1 = Turbo A2 = Nechí R1 = MistratóA20 = Caucasia R3 = SantuarioA3 = Chigorodó R6 = Pereira A30 = ItuangoA31 = Dabeiba Caldas

A32 = Frontino A4 = Cáceres C1 = Pácora A40 = Zaragoza C2 = Samaná A41 = Remedios C3 = Aranzazu C4 = Manzanares C5 = Manizales

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Quindío H30 = Nátaga H31 = GiganteQ1 = Calarcá H4 = Neiva H5 = TimanáTolima H50 = San Agustín T2 = Mariquita Caquetá

T20 = Herveo T21 = El Líbano Cq2 = San Vicente del CaguánT22 = Ambalema Cq3 = Florencia

T23 = Santa Isabel Sucre

T3 = San AntonioT4 = Ibagué Su1 = San OnofreT40 = Coello Su10 = TolúT41 = San Luis Su2 = San PedroT42 = Cunday Su3 = CorozalT43 = Ortega Su4 = San Benito AbadT44 = Puri'cación Su6 = MajagualT5 = ChaparralT50 = Planadas Atlántico

T6 = Natagaima T60 = Alpujarra At2 = Puerto Colombia At3 = LuruaciHuila At6 = Manatí H2 = Baraya Bolívar

H3 = Santa María

B1 = Villanueva B10 = La Boquilla

néstor fabián ruiz20

B11 = Turbaco S6 = SimacotaB12 = Mahates S60 = OnzagaB13 = San Basilio S61 = CharaláB14 = María La Baja B15 = San Juan Nepomuceno Boyacá B16 = El Carmen B4 = Mompós Bo2 = Güicán B40 = San Martín de Loba Bo3 = MoniquiráB6 = Simití Bo30 = Saboyá Bo31 = MuzoSantander Bo32 = Ráquira Bo4 = JericóS1 = Bocas del Rosario Bo40 = SochaS10 = Puerto Wilches Bo41 = DuitamaS11 = Sabana de Torres Bo42 = SotaquiráS2 = Suratá Bo43 = MonguíS3 = Barrancabermeja Bo44 = FiravitobaS4 = Rionegro Bo45 = LabranzagrandeS40 = Tona B046 = SiachoqueS41 = Girón Bo47 = Aquitania S42 = San Vicente de Chucurí Bo5 = Turmequé S43 = Guaca Bo50 = TenzaS44 = Aratoca Bo6 = Mira\ores S45 = Málaga Bo60 = San Luis de GacenoS5 = Cimitarra S50 = Suaita Cundinamarca

S51 = Vélez S52 = Jesús María Cu1 = Caparrapí Cu10 = Paime

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Cu2 = Simijaca Magdalena

Cu20 = UbatéCu21 = Villapinzón M1 = SitionuevoCu3 = Pacho M2 = TagangaCu30 = Guaduas M20 = CiénagaCu31 = Tenjo M21 = AracatacaCu32 = Facatativá M3 = Pivijay Cu33 = La Mesa M30 = Pedraza Cu34 = Bogotá D.C. M31 = PlatoCu4 = Nemocón M4 = El Difícil Cu40 = Manta Cu41 = Guasca La Guajira

Cu42 = Gachetá Cu43 = Gachalá G3 = RiohachaCu44 = Fómeque G30 = PalominoCu45 = Medina G31 = BarbacoasCu5 = Tocaima G4 = UribiaCu50 = Pasca G40 = CarraipíaCu51 = Pandi G5 = FonsecaCu52 = Gutiérrez Cu6 = Quetame Cesar

Meta Ce1 = Caracolí Ce2 = ValleduparMe1 = Restrepo Ce20 = CodazziMe10 = San Martín Ce3 = ChiriguanáMe2 = Puerto López Ce30 = Pailitas Ce4 = La Jagua de Ibirico Ce5 = Gamarra Ce50 = Loma de Corredor

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Norte de Santander Casanare

NS1 = Tarra Cs1 = Pore

NS10 = El Carmen Cs3 = Trinidad

NS3 = San Calixto Cs30 = Yopal

NS30 = Ocaña Cs31 = Tauramena

NS31 = Ábrego Cs5 = Maní

NS32 = Sardinata Cs6 = Orocué

NS33 = Villacaro

NS34 = Salazar de Las Palmas Amazonas

NS4 = Puerto Villamizar

NS40 = Ricaurte Am1 = Leticia

NS41 = Cúcuta

NS5 = Cáchira

NS6 = Bochalema

NS60 = Herrán

NS61 = Pamplona

NS62 = San Bernardo de Bata

NS63 = Chitagá

Arauca

Ar2 = Arauca

Ar3 = Tame

1. REFERENTES CONCEPTUALES Y METODOLOGÍA

1.1. REFERENTES CONCEPTUALES

1. Sistema, norma y habla; 2. Diferenciación, 3. Innovación y cambio, 4. Comunidad de habla, 5. Lengua histórica, 6. Variedad, 7. Dialecto - Iso-glosa, 8. Variable / Variante, 9. Unidades dialectales, 10. Unidades dialec-tales del español hablado en Colombia, 11. El atlas lingüístico – etnográ-'co de Colombia.

§ 1. La primera y más importante exigencia que se le hace a un trabajo de este tipo es la de situarse dentro de una teoría general de la lengua y el lenguaje, a la luz de la cual se puedan ubicar e interpretar sus datos y hallaz-gos. Si bien la conocida distinción saussureana entre lengua y habla sigue vigente como principio metodológico y conceptual de los estudios lingüís-ticos, diversos teóricos han puesto en cuestión la claridad o la pertinencia de tal oposición o de sus sucesivas reinterpretaciones, señalando aspectos coherentes o contradictorios de la posición de Saussure, y realizando los que consideran necesarios ajustes. Una revisión muy precisa de la dicotomía lengua-habla, tanto desde la perspectiva teórica como desde la metodoló-gica, fue la de Eugenio Coseriu con su conocido ensayo de 1952, Sistema, norma y habla1 (1973), cuyo argumento seguiremos.

Para abordar críticamente la dicotomía saussureana y sentar el norte que fundamenta su postura, Coseriu comienza por plantear una cuestión de base, que resulta ser más de método que propiamente teórica:

A nuestro entender, la lingüística, más que otras ciencias, por la natura-leza misma de su objeto, debe moverse constantemente entre los dos po-los opuestos de lo concreto y de lo abstracto: subir de la comprobación empírica de los fenómenos concretos a la abstracción de formas ideales y sistemáticas, y volver luego a los fenómenos concretos, enriquecida por los conocimientos generales adquiridos en la operación abstractiva [...]; la íntima comprensión de la realidad del lenguaje podrá alcanzarse solo en ese tercer momento de vuelta a lo concreto. (Coseriu, 1973: 16-17)

1 Y los estudios posteriores Sincronía, diacronía e historia (1988); Sincronía, diacronía y tipología (1985) y “Sistema, norma y tipo”, parte de las, así publicadas en español, Leccio-nes de lingüística general (1981) en los que desarrolló ampliamente su propuesta.

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Este énfasis en “lo concreto” de la lengua y la distinción de su relación con “lo abstracto”, constituye una crítica profunda de la lingüística estructural tradicional (y también de la gramática generativa-transformacional): para Coseriu el lingüista debe partir necesariamente de la realidad, o mejor, debe comenzar por atender la manifestación empírica, comprobable, de su objeto de trabajo (el habla o actuación), antes que enfocarse en la abs-tracción que de ello resulta (la lengua o competencia), por más provecho-sa e ineludible que esta sea, pues

concretamente, existen solo actos lingüísticos (sprechakte), existe solo el hablar (das wirkliche sprechen, das gespräch), la actividad lingüística (sprechtätigkëit); una actividad que es al mismo tiempo individual y so-cial, que es de por sí asistemática, puesto que es perpetua creación de expresiones inéditas correspondientes a intuiciones inéditas, y dentro de la cual la distinción de un sistema más o menos estable no signi'ca comprobación de otra realidad, distinta de los actos lingüísticos, sino que constituye una necesaria abstracción cientí'ca [...] Todo esto lo vio muy bien Humboldt, al a'rmar que el lenguaje es energeia (tätigket, acti-vidad) y no ergón (werk, producto). (Coseriu, 1973: 17-18)2

No sobra señalar que Coseriu comienza por plantear estas re\exiones en tanto para la lingüística estructural (y en gran medida para otras escuelas igual de importantes), el objeto de estudio es la lengua-sistema, y no la ac-tividad lingüística; así, orientado por la precedencia que para los estudios

2 Cuatro elementos centrales de su crítica se encierran aquí: en primer lugar, el lin-güista debe partir de una realidad concreta, el habla, única dimensión empíricamente comprobable de la actividad lingüística; en segundo lugar, la lengua, tal como la entien-de Saussure, tiene carta de naturaleza y constituye una realidad insoslayable del lenguaje, pero solo después de que la re\exión del cientí'co o el gramático –o el hablante– la ha abstraído: “para nosotros, la ‘lengua’ se sitúa en un momento ulterior al análisis del len-guaje como fenómeno concreto y corresponde más bien a la lingüística histórica que a la teórica” (Coseriu, 1973: 15); en tercer lugar, que el habla es al mismo tiempo individual y social, lo que implica que ambos niveles no se diferencian (como supone Saussure), sino al contrario, se complementan: “de una manera concreta, el lenguaje existe solo y exclu-sivamente como hablar, como actividad lingüística; [...] Lengua y habla no pueden ser realidades autónomas y netamente separables, dado que, por un lado, el habla es reali-zación de la lengua, y, por otro lado, la lengua es condición del habla, se constituye sobre la base del habla y se mani'esta concretamente solo en el habla” (Coseriu, 1973: 41); en cuarto y último lugar, que el lenguaje es actividad y no producto, que el cambio y la incesante dinámica constituyen su núcleo y factor explicativo, “la realidad del lenguaje es movimiento (es decir que el lenguaje es actividad, es ‘perpetua creación’) [...], por lo tanto, todo sistema sincrónico se basa en un equilibrio inestable, es necesariamente una abstracción”. (Coseriu, 1973: 15)

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lingüísticos tiene la realidad concreta de la lengua, y con los matices ya introducidos sobre esta como concreción a la vez que abstracción, Co-seriu revisa los planteamientos que le permitieron a Saussure formular la dicotomía lengua-habla (que es de suyo una dicotomía entre abstracto-concreto), y encuentra que “en realidad, se pueden distinguir en Saussure, no uno, sino tres conceptos de lengua: a) acervo lingüístico, b) institu-ción social, c) sistema funcional” (Coseriu, 1973: 45). Esto conduce a una multiplicidad de interpretaciones de la dicotomía aún dentro de los límites planteados por Saussure, pues cada concepto aludido permite es-tablecer un tipo de oposición especí'ca con el concepto habla;3 así, no es posible establecer a partir de los planteamientos plasmados en el Curso de lingüística general una de'nición coherente y distintiva de los conceptos lengua-habla, y ha de buscarse una aproximación más rigurosa, que trate de agotar el objeto de estudio, en otros autores. Para tal efecto, Coseriu contrasta los planteamientos saussureanos con el modelo propuesto por Bühler en su Teoría del lenguaje (1985) junto a las re\exiones de Hum-boldt en Sobre las diferencias de la estructura del lenguaje humano […] (1990), con lo que se permite señalar tres insu'ciencias de los plantea-mientos del Curso:

La primera insu'ciencia está en la identi'cación entre individual y con-creto, normal y formal (funcional). [...] Los fenómenos concretos pueden considerarse como desligados del sujeto o intersubjetivos, es decir, como “sociales” en la terminología saussureana [...], así como, por otra parte, los fenómenos subjetivos pueden considerarse en un plano superior de forma-lización [...].4 La segunda insu'ciencia de la dicotomía saussureana, en su forma última, es la de ser demasiado rígida, es decir, de ignorar el punto en el que “lengua” y “habla” se encuentran y se combinan, o sea, el “acto verbal”. Proviene eso de no haberse colocado Saussure en el campo concreto del lenguaje, esto es, en la primera sección de la dicotomía de Humboldt, en la energeia o acto lingüístico [...]. En tercer lugar, la dicotomía saussureana resulta demasiado rígida también por la concepción del individuo que tiene

3 A partir del concepto a), lengua sería “acervo lingüístico colectivo”, mientras habla sería “acervo lingüístico individual”; a partir del concepto b), lengua sería “institución social concreta” mientras habla sería “realización individual”; a partir del concepto c), lengua sería “sistema funcional-social” mientras habla sería “realización individual”.

4 Vale anotar que para la teoría coseriana es fundacional reconocer que el lingüista procede –y tal vez solo puede proceder– mediante sucesivos “planos de formalización” o de abstracción, que se aplican a los actos de hablar concretos registrados y considerados como “material lingüístico”.

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Saussure, un individuo completamente separado de la sociedad y que no sería él mismo “colectividad” [...]: en la parole individual no habría, según Saussure, nada de colectivo. (Coseriu, 1973: 53-56)

Coseriu le reclama a Saussure (y a muchos de sus exégetas) el plantear una distinción tajante entre dos realidades del hablar concreto que no admi-ten tal operación, y mediante ella, zanjar un abismo entre lengua y acto lingüístico, entre sociedad e individuo. Para Coseriu es necesario plan-tear una diferenciación entre aspectos concretos y abstractos del hablar, pero no lo es derivar de allí una oposición tan rígida como “individual vs. colectivo” o “social vs. individual”, pues tales aproximaciones no permi-ten, o por lo menos no consideran pertinente, evidenciar aquello social que in\uye en lo individual, lo colectivo que se mani'esta en lo subjetivo, la interacción entre abstracto, social y concreto que contiene todo acto lingüístico. Sin embargo, Coseriu no elimina o desautoriza la dicotomía de Saussure, pues en ella encuentra la distinción básica entre aspectos con-cretos y abstractos del hablar; antes bien, propone una reelaboración de la dicotomía, que tiene su punto de partida en el concepto saussureano de lengua como “sistema de oposiciones funcionales”:

sobre la base del mismo hablar concreto, única realidad investigable del lenguaje, han de elaborarse, según nosotros, los conceptos de norma y sis-tema, mediante una visión retrospectiva que tenga en cuenta las relaciones entre los actos lingüísticos considerados y sus modelos. En efecto, los actos lingüísticos son actos de creación inédita, por corresponder a intuiciones inéditas, pero son, al mismo tiempo —por la misma condición esencial del lenguaje, que es la comunicación—, actos de re-creación; no son in-venciones ex novo y totalmente arbitrarias del individuo hablante, sino que se estructuran sobre modelos precedentes, a los que los nuevos actos contienen y, al mismo tiempo, superan. Es decir que el hablante utiliza, para la expresión de sus intuiciones inéditas, modelos, formas ideales que encuentra en lo que llamamos “lengua anterior” (sistema precedente de actos lingüísticos). O sea que el individuo crea su expresión en una lengua, habla una lengua, realiza concretamente en su hablar moldes, estructuras de la lengua de su comunidad. En un primer grado de formalización, esas estructuras son simplemente normales y tradicionales en la comunidad, constituyen lo que llamamos norma; pero, en un plano de abstracción más alto, se desprenden de ellas mismas una serie de elementos esenciales e in-dispensables, de oposiciones funcionales: lo que llamamos sistema. Pero norma y sistema no son conceptos arbitrarios que nosotros aplicamos al hablar [...] vale decir que el sistema y la norma no son realidades autóno-

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mas y opuestas al hablar y tampoco “aspectos del hablar” [...] sino formas que se comprueban en el mismo hablar, abstracciones que se elaboran so-bre la base de la actividad lingüística concreta, en relación con los modelos que ella utiliza. (Coseriu, 1973: 94-95)5

Se llega así a un modelo triádico de la lengua, realizado sobre la base del modelo binario de Saussure, que integra un nuevo nivel o plano de abs-tracción a partir de los hechos concretos del hablar, intermediario entre estos y el “sistema”: la norma, que al ser un conjunto tradicionalizado y modélico de formas de uso lingüístico de una comunidad, funciona como un vínculo cohesionador e identi'cador de la misma. Esta distinción tri-partita permitió a Coseriu proponer respuestas a problemas cruciales del estudio de las lenguas, como la antinomia “sincronía vs. diacronía”, la variabilidad y la formalización de los procesos de cambio lingüístico; también, dio pie para formular conceptos más rigurosos para la descrip-ción estructural como lo son el de “lengua” como “técnica” y el de “tipo lingüístico” como máxima abstracción del sistema de una lengua. Los planteamientos y conceptos de base que articulan su propuesta se pueden delimitar y sintetizar del siguiente modo:

En primer lugar, el hablar, punto de partida de la re\exión, se en-tiende como todo acto lingüístico concreto y registrado, que corresponde siempre a la necesidad expresiva del hablante: “el habla presenta una téc-nica idiomática como técnica efectivamente realizada [...] pero, natural-mente, además de la realización de una técnica tradicional, el habla con-tiene también toda una serie de determinaciones propias que, en el fondo, la singularizan: la hacen, en cada caso, ‘inédita’ ” (Coseriu, 1981: 321). En segundo lugar, “la norma de la lengua, en cambio, contiene todo aquello que, en el habla [...], es tradicional, común y constante, aunque no necesa-riamente funcional” (Id). Es decir, la norma es una concreción del hablar como tradición de uso lingüístico de una comunidad, expresa diferencias culturales y sociales, más que oposiciones distintivas. Este concepto es de

5 “Para aclarar mejor la naturaleza de la distinción entre sistema normal y sistema funcional (en ese sentido empleamos los términos norma y sistema), podemos recurrir a la célebre analogía saussureana con el ajedrez, aunque re'riéndonos a la verdadera ‘gramáti-ca’ del juego, es decir, a sus reglas y no solo al número de las piezas. [...] Entre el ‘código’ del juego y su realización en este o aquel partido, podemos comprobar ciertos movimientos, ciertos aspectos constantes, que no modi'can las reglas, el ‘sistema’, pero que, sin embar-go, caracterizan la manera de jugar de un individuo o de un grupo de individuos más o menos amplio, constituyen rasgos normales de la realización del ‘código’ por el individuo”. (Coseriu, 1973: 60)

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crucial importancia pues su introducción le da carta de naturaleza a la existencia de dialectos, y exige su consideración para la descripción lin-güística. Finalmente, “mientras que la norma contiene todo aquello que es realización tradicional, el sistema contiene solo las oposiciones funda-mentales: aquello que, en una técnica idiomática, es distintivo”. (Coseriu, 1981: 322)

Ya en Sistema, norma y habla, Coseriu había vislumbrado que si-guiendo este modelo se podía establecer un nivel de abstracción casi “puro”, situado sobre el sistema y en relación con él. “Es posible [...] llegar a una abstracción más allá del sistema, ignorando totalmente la sustan-cia fónica:6 una abstracción a la que podríamos llamar, con un término hjelmsleviano, esquema: en el esquema nos quedaremos con las funcio-nes puras, con relaciones algebraicas de ‘cantidades vacías’” (Coseriu, 1973: 100). Este “sistema del sistema” fue introducido poco después en su teoría con el nombre de Tipo lingüístico:

Por encima del sistema, el tipo lingüístico contiene los principios funciona-les y las categorías técnicas de una lengua: los tipos de procedimientos y de funciones, las categorías de distinciones, oposiciones y estructuras que las caracterizan. Por consiguiente, el tipo lingüístico representa la coherencia y la unidad funcional de las distintas secciones de un sistema. (Coseriu, 1981: 326)

Esta concepción también ha recibido el nombre de diasistema a partir de los trabajos de Uriel Weinreich, y con la misma denominación será usada aquí. Toda esta teoría encuentra su formulación más acabada y condensa-da en el ensayo Sincronía, diacronía y tipología:

Las lenguas representan el “saber hablar” en cuanto históricamente deter-minado (perteneciente a comunidades históricas). Una lengua es, por lo tanto, un saber que se mani'esta en una actividad, un sistema de proce-dimientos o modos de hacer, o sea, un saber técnico —precisamente, una técnica histórica del hablar— [...] En los modos técnicos que constituyen una lengua, se pueden distinguir tres estratos funcionales [...]: norma, sis-tema y tipo lingüístico. La “norma” abarca lo que en el hablar de una comu-nidad lingüística es técnica históricamente realizada, lo que en ese hablar es realización común y tradicional, aun sin ser necesariamente funcional

6 Para Coseriu una teoría lingüística que niegue o no tome en cuenta la sustancia fónica, o no es real o no se sujeta a la realidad; esto, en tanto que el sonido es manifestación primaria y concreta de la lengua, además de ser factor que estructura y determina otros niveles de esta, como el morfofonológico e incluso el sintáctico.

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[...] El “sistema” representa el conjunto de las oposiciones funcionales (dis-tintivas) comprobables en el mismo hablar, las reglas distintivas en que ese hablar se realiza y, por consiguiente, los límites funcionales de su variabi-lidad; como tal, el sistema va más allá de lo históricamente realizado, pues abarca también lo que sería realizable de acuerdo con las mismas reglas ya existentes [...] Finalmente el “tipo lingüístico” abarca los principios fun-cionales, es decir, los tipos de procedimientos y categorías de oposiciones del sistema y representa, por ello, la coherencia funcional comprobable en-tre las varias secciones del sistema mismo”. (Coseriu, 1985: 194-195)

Para cerrar, Coseriu establece la relación y los contrastes entre el modelo de partida y su propia propuesta, y anota que en su modelo “el habla co-rresponde poco más o menos a la parole de F. de Saussure; la norma y el sistema de la lengua corresponden en su conjunto, aproximadamente, a la langue saussureana. En cambio el tipo lingüístico es un orden de estructu-ración no identi'cado como tal por Saussure”. (Coseriu, 1981: 317)

Es importante subrayar que la propuesta de Coseriu permite ma-yor exactitud y rigor en la aproximación a los hechos lingüísticos pues no desecha, sino que hace necesario para la descripción y el análisis, la existencia de dialectos —sociolectos, variedades del hablar...—, noción problemática para algunas teorías; de otro lado, pues conforma un mo-delo que señala el cambio lingüístico —y lo que en él hay de variación y voluntad del hablante— como factor constitutivo y explicativo de toda lengua viva; también, es un andamiaje teórico que permite integrar sin-cronía y diacronía como fundamentos necesarios para la descripción y análisis de las lenguas. La tesis coseriana es, en síntesis, mucho más coherente con las bases teóricas y procedimientos metodológicos de la dialectología y la sociolingüística, y por lo tanto más adecuada para los objetivos que aquí se persiguen.

§ 2. Con lo anterior, el concepto de partida en cualquier re\exión o apli-cación dialectológica es el de diferenciación, que ilustra uno de los modos como la lengua necesariamente cambia.7 La dialectología sostiene que la

7 El primer y más importante modo de variación de las lenguas es su evolución dia-crónica o histórica.No es necesario tener formación en lingüística para comprender –y comprobar– que el español del siglo xviii era bastante diferente del español actual, y a su vez, estos dos son muy diferentes del español que se habló en el siglo xv, o en el xi. El de-sarrollo de las lenguas a través del eje temporal es el modo de cambio y diferenciación más evidente e importante, pues se constituye en uno de los mecanismos de funcionamiento de las lenguas, sin el cual no es posible hablar de una “lengua viva”. El cambio diacrónico es

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diferenciación interna de las lenguas, el surgimiento de lo que tradicio-nalmente se conoce como “dialectos”, es un proceso que está determinado por las barreras geográ'cas —en algunos casos límites políticos— que impiden o fomentan la intercomunicación y movilidad de los hablantes dentro de un territorio dado, y con esto, su contacto con un mismo o con diferentes modos de hablar. Mediante la gradualidad de la interrelación lingüística, los hablantes conocen, construyen o emplean normas que se admiten y usan en espacios nacionales, regionales, locales, o incluso de menor escala, y que a su vez distinguen el habla de dominios geográ'cos —o humanos— de igual extensión.

Pero el surgimiento de dialectos no se debe a motivos geográ'cos úni-camente, pues se ha probado muchas veces que una cordillera o un río puede no ser al mismo tiempo un límite lingüístico;8 como sostiene Mon-tes Giraldo, la diferenciación de las lenguas responde también a factores de índole socio-económica e histórico-política, que sumados a los geográ-'cos, determinan las interrelaciones —sociales, geográ'cas, económicas, etc. — de las que se derivarán las diversas articulaciones del hablar. Pare-cido tratamiento recibe el concepto en la re\exión de Charles F. Hockett, cuando sostiene que

tanto la facilidad con que se entienden entre sí las personas, como el grado de semejanza que presentan sus hábitos lingüísticos, están en función del mucho o poco intercambio lingüístico que tiene lugar entre ellas, y esto a su vez depende parcialmente de dónde y cómo viven; vale decir, de la geo-grafía. Pero la geografía es solo uno de los factores responsables. (Hockett, 1979: 324)

En suma, las lenguas varían en el tiempo, y a lo largo del espacio geográ-'co y social, y esa variación, que convierte a las lenguas en sistemas en constante cambio (en “equilibrio inestable” en palabras de Coseriu), se alcanza mediante procesos de diferenciación.

intrínseco a cualquier sistema lingüístico, es inevitable, hace parte de la existencia de cual-quier idioma; una lengua viva es tal cosa porque está en permanente evolución y cambio a lo largo del tiempo, y funciona precisamente porque ese cambiar y modi'carse le permite adaptarse a todas las situaciones en que un hablante acude a ella y la usa. (Para una amplia exposición de esta postura, Cfr. Coseriu, 1985)

8 Piénsese, por ejemplo, en la in\uencia que durante la edad media ejerció el francés sobre la lengua catalana, sobrepasando un límite natural de importancia como son los montes Pirineos. (Véase Buesa Oliver, 1984)

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Por lo tanto, si en el plano diacrónico la lengua cambia inevitablemente, aún sin necesidad de ningún impulso externo distinto de la marcha nor-mal de la sociedad [...], la diferenciación se produce al sumarse al meca-nismo permanente del cambio, es decir, de la lengua en funcionamiento, la incomunicación total o parcial, que, por supuesto, es totalmente ajena a la lengua en sí y está determinada por el proceso histórico general. (Mon-tes, 1995: 34)

La lengua, al ser instrumento de comunicación social, cambia y se mueve históricamente con las sociedades y sus territorios físicos y simbólicos, y del mismo modo, re\eja en sus usos las diversas maneras en que los grupos humanos se constituyen, dividen e interactúan internamente.

§ 3. A partir de la idea de un sistema lingüístico siempre cambiante, aunque estructurado, se han propuesto varias teorías para formalizar, en términos de “mecanismos del cambio”, los medios de que se sirven los hablantes de una lengua para adaptarla constantemente a sus necesidades o a sus hábitos y así fomentar o frenar los cambios lingüísticos. Para Cose-riu el cambio es un proceso que involucra tres variables: el conocimiento que el hablante tiene de su sistema lingüístico, la aceptación (o descono-cimiento) de su norma de uso, y su voluntad o necesidad expresiva. El cambio surge cuando un hablante —por la razón que sea— se aparta de la norma y produce un acto lingüístico innovador, y se consolida cuando otro hablante toma ese acto innovador como norma, y lo reproduce:

El hablante tiene conciencia del sistema, y lo utiliza, y, por otro lado, co-noce o no conoce, obedece o no obedece la norma, aun manteniéndose dentro de las posibilidades del sistema. Pero la originalidad expresiva del individuo que no conoce o no obedece la norma puede ser tomada como modelo por otro individuo, puede ser imitada y volverse, por consiguiente, norma. El individuo, pues, cambia la norma. (Coseriu, 1973: 107)

De ello resulta que, primero, el cambio es motivado por la necesidad crea-tiva y expresiva del individuo, y se apoya en su conocimiento del sistema y de la norma; segundo, en esa medida, el individuo crea actos lingüísticos inéditos con referencia a una tradición normativa, pero dentro de los lí-mites de la intercomprensión, es decir, plantea su expresión con relación a la norma, no al sistema;9 ello signi'ca, a su vez, que todo cambio en

9 “Los hablantes [...], normalmente, no tienden a modi'car la técnica lingüística, sino solo a expresar de manera adecuada lo que piensan, sienten e intuyen. Los hablantes

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el sistema es previamente un cambio de norma; tercero, el cambio tiene una “dirección especí'ca”, surge en el hablar concreto, se convierte luego en norma y, si es el caso, en sistema (o diasistema), por lo tanto, se trata de un proceso que surge en el individuo y es posible proyectarlo hacia la sociedad. Montes Giraldo lo enuncia de modo más sintético, cuando sostiene que

el habla (individual) está produciendo siempre innovaciones mayores o menores [...], mientras esto sea uso individual estaremos ante una innova-ción, pero si ello se hace norma social de una comunidad (mayor o menor, no importa) estaremos ante un cambio. De manera, pues, que el proceso es siempre innovación → cambio, porque todo cambio tiene que comenzar por un acto individual. (Montes, 1995: 33)

Tal como es comprobable observando nuestras rutinas de comunicación, los hablantes usamos la lengua de acuerdo con ciertas reglas de gramatica-lidad, pero también otorgándonos ciertas libertades: cada vez que articu-lamos un discurso introducimos modi'caciones —fonéticas, morfosin-tácticas, léxico-semánticas— que pueden ser voluntarias (debido a cierto énfasis, tono o color que queremos imprimirle a lo que decimos) o involun-tarias (debido a falencias en el aparato fonoarticulador, a la categorización de los elementos del sistema lingüístico, o a otros factores no domeñables por el hablante). Esas modi'caciones reciben el nombre de innovaciones, en tanto son actos lingüísticos individuales, producto de la necesidad o intención comunicativa, y no constituyen norma. Pero, si otros hablantes deciden tomar una innovación —digamos, por razones de prestigio, iden-ti'cación, etc— como parte de sus rutinas de comunicación, estaremos ante un cambio, pues lo que pertenecía a la esfera individual ha pasado a la comunidad, y por lo tanto a hacer parte de la norma. Eventualmente, de acuerdo con la profundidad de su impacto en la estructura lingüística, una innovación que se normatiza y se convierte en acervo comunitario, puede llegar a modi'car el sistema de una lengua.

§ 4. El concepto de diferenciación, y el proceso de innovación y cambio, necesitan —o presuponen— la consideración del concepto comunidad de habla, fundacional en los estudios sociolingüísticos, además de aparente

modi'can efectivamente la lengua, pero, en general, sin proponérselo: sus tendencias no conciernen a la modi'cación del instrumento lingüístico, sino a su utilización”. (Coseriu, 1985: 187)

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en la realidad diaria del hablar: la comunidad es base de la articulación social, y en esa medida, lo es de la cohesión lingüística. Suzane Romaine lo enuncia de modo preciso, cuando sostiene que

la propia existencia de las lenguas depende decisivamente de la existencia de un grupo social que reclame como propia una variedad y la manten-ga distinta de las variedades habladas por sus vecinos. Tal grupo recibe el nombre de “comunidad de habla” y las convenciones que sus miembros comparten en relación con la variedad que usan se llaman “competencia comunicativa”. Las dos nociones son fundamentales para comprender los modos en que los grupos sociales organizan sus repertorios lingüísticos. (Romaine, 1996: 39)

Vale aclarar que Romaine usa el término “competencia comunicati-va” en relación con un modelo sociolingüístico, no uno generativo-transformacional,10 y en esa medida, es dable interpretar la competencia en términos de norma, pues ¿qué otra cosa podrían ser esas “convencio-nes” que los miembros de la comunidad comparten? Así entendida, la autora hace énfasis en la relación comunidad-norma como fundamental para aproximarse a la de'nición misma de “comunidad” y de “habla”, y a'rma que para conformar una comunidad de habla es necesario que los hablantes dominen el conocimiento de una lengua y sus normas, pero para pertenecer a ella se impone con más fuerza la posesión del conoci-miento social que le otorga sentido (Cfr. Romaine, 1996: 41). A partir de este criterio es posible distinguir incluso diversos tipos de comunidades de habla, al respecto de lo cual se cita a Francisco Moreno Fernández, quien ajusta la de'nición del concepto señalando que,

cuando en sociolingüística se maneja el concepto de “comunidad de ha-bla”, se está pensando en algo más concreto que el conjunto de hablantes de una lengua histórica —a lo que se ha llamado comunidad idiomática— o de una lengua en un momento y un territorio determinados (comunidad lingüística). Los individuos que han utilizado, utilizan y utilizarán una len-gua, como el español, en cualquiera de sus variedades geográ'cas, sociales y estilísticas, forman una comunidad idiomática; los hablantes de lengua

10 “El término ‘competencia comunicativa’ es usado por los sociolingüistas para refe-rirse al conocimiento subyacente que tiene el hablante de las reglas de la gramática (enten-dida en su más amplio sentido: fonología, morfología, sintaxis, léxico y semántica) pero también de las reglas para su uso en circunstancias socialmente apropiadas” (Romaine, 1996: 41). Se considera como “competencia” tanto el nivel puramente instrumental de uso del sistema, como su aplicación pragmática en situación y contexto.

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española forman en este momento una comunidad lingüística. Una comu-nidad de habla está formada por un conjunto de hablantes que compar-ten efectivamente, al menos, una lengua, pero que, además, comparten un conjunto de normas y valores de naturaleza sociolingüística: [...] actitudes lingüísticas, [...] reglas de uso, un mismo criterio a la hora de valorar so-cialmente los hechos lingüísticos, unos mismos patrones sociolingüísticos. Los hispanohablantes de México y España pertenecen a una misma co-munidad idiomática, pero no a una misma comunidad de habla. (Moreno, 1998: 19)

De tal modo, el cambio y la diferenciación de las lenguas está soportado sobre la existencia de conjuntos sociales que son, a su vez, comunidades de habla, y estas, justamente por ese vínculo profundo con la sociedad (expresado en la existencia y permanencia de una norma lingüística), se convierten en garantes a la vez que medios propicios para el proceso de evolución lingüística.

§ 5. El vínculo sociedad-comunidad de habla se hace evidente en sus ma-yores implicaciones cuando se examina una lengua histórica, concepto que interesa de'nir a continuación. Ya en la cita anterior de Moreno Fer-nández existe un atisbo de su formalización, pero se seguirá aquí a Montes Giraldo, quien ofrece una de'nición de lengua histórica a partir de ras-gos constitutivos. En primer lugar, Montes Giraldo realiza una distinción entre lengua-sistema y lengua-idioma: la primera es de'nida como “mera convención interindividual, concepto propio de la lingüística interna”, mientras la segunda es vista como “forma histórica del hablar, producto de las normas sociohistóricas y de sus articulaciones” (Montes, 1995: 43). Es, por lo tanto, una distinción que delimita la lengua en dos estratos dife-renciados: uno puramente funcional e interno, ajeno a consideraciones de uso, y otro, necesariamente social y externo, asociado, como se ha venido sosteniendo, al devenir de la lengua en la sociedad y a su uso como vehícu-lo de comunicación social; es este último nivel el que interesa para señalar un determinado sistema lingüístico como lengua histórica.

En ese sentido Montes Giraldo propone que toda lengua histórica cumple con una serie de rasgos constitutivos: 1) polisistematicidad,11 2)

11 “El hecho de que, como ya hemos dicho, el funcionamiento real de la lengua en el habla es un juego constante de innovación y tradición, norma social histórica e iniciativa individual, hace que ningún idioma permanezca invariable, y que en todo momento haya en él diversos subsistemas, razón por la cual se impone hoy el reconocimiento de la esen-

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normativización,12 3) dialecto literario,13 4) plenifuncionalidad,14 5) au-tonomía normativa,15 6) diasistema.16 De estos rasgos, son fundamentales la plenifuncionalidad, la capacidad que ofrece la lengua de suplir todas las necesidades comunicativas de los hablantes, y la autonomía normativa, la capacidad de conformar una norma sin atender necesariamente mo-delos o pautas presentes en otra lengua histórica; la polisistematicidad y la presencia de un diasistema son también rasgos centrales para determi-nar una lengua como “histórica”. En sus propias palabras: “Una lengua es cualquier sistema comunicativo verbal histórico usado por determinada comunidad humana y caracterizado por su plenitud funcional y su auto-nomía normativa. Toda lengua histórica tiene también algún grado de polisistematicidad”. (Montes, 1995: 45)

Así, una lengua es histórica en tanto, además de poseer los rasgos mencionados, ha sido aceptada y promovida por una comunidad idio-mática como su vehículo de comunicación propio a lo largo de la historia. De lo que se sigue que, de algún modo, toda lengua histórica también

cial polisistematicidad de la lengua histórica” (Montes, 1995: 43). Se encuentra aquí el concepto ‘diasistema’ propuesto por Coseriu.

12 “El hecho de que exista una norma modelo, patrón ideal de máximo prestigio para todos los hablantes de la lengua, parece ser rasgo de'nitorio de las lenguas nacionales en el sentido moderno, en cuanto, precisamente por su esencial polisistematicidad, por in-cluir en sus dominios muy diversas variedades, [...] deben elaborar un vínculo superior que enlace de alguna manera en un todo idiomático-normativo este conjunto heterogéneo en mayor o menor medida”. (Montes, 1995: 43-44)

13 “También para las lenguas de las naciones modernas es típica la posesión de un dialecto literario más o menos formalizado y relacionado de diversos modos con la norma prescriptiva modélica. Es obvio que las normas de este dialecto no se realizan en el habla corriente, sino que son un modelo al que se busca acercarse cuando se utiliza la lengua para la creación literaria o en situaciones particularmente formales”. (Montes, 1995: 44)

14 “La lengua histórica, como vimos, es un conjunto de subsistemas, y no solo lingüís-tico-internos (sistémicos) sino funcional-idiomáticos: variantes o diafasías coloquial, co-rriente, familiar, relajada, cuidada, formal, solemne, etc. Mediante todas sus variedades y variantes la lengua debe llenar, pues, todas las funciones comunicativas que normalmente desempeña la lengua en la sociedad”. (Montes, 1995: 44)

15 “Una lengua se diferencia de otras formas idiomáticas en que elabora sus normas modélicas con entera autonomía respecto a otros sistemas idiomáticos”. (Montes, 1995: 44)

16 “De las consideraciones anteriores, [...] se deduce la necesidad del concepto de ‘diasistema’ como el sistema de máxima generalidad que incluye todos los subsistemas par-ciales que integran la lengua”. (Montes, 1995: 44)

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tiene mucho de tradición, sin olvidar que esta es producto de la aceptación o imposición de una convención interindividual —normativa o sistémi-ca— al interior de una comunidad de habla.

§ 6. Interesa ahora de'nir el concepto de variedad (ya mencionado en apartados anteriores), tanto para completar lo dicho hasta aquí, como para situar en una perspectiva adecuada los conceptos que se verán en lo sucesivo. La noción de variedad surge dentro de los estudios sociolingüís-ticos como una alternativa para designar los “dialectos”, “acentos”, “tona-das” o formas de hablar diferenciadas, teniendo presente que términos como “dialecto” o “jerga” connotan juicios sociales que no pueden hacer parte del trabajo del lingüista, así sean parte de las estrategias de uso de los hablantes. Para su de'nición se cita la introducción a la sociolingüística del profesor Maximiliano Caicedo Heiman, quien sostiene que:

La noción de variedad lingüística o simplemente variedad se re'ere a las diferentes manifestaciones del lenguaje representadas principalmente en lenguas, dialectos y estilos. El adoptar un término general que cubre to-das estas nociones ha permitido a los lingüistas establecer distinciones y principalmente, determinar las peculiaridades que cada variedad presenta como aspecto fundamental para el análisis del lenguaje y su relación con los grupos humanos. Lo que hace que las variedades mantengan diferen-cias entre sí se debe al hecho de que cada una posee un conjunto de ele-mentos lingüísticos (lexicales, sintácticos y fonológicos) y normas o reglas sociales que son signi'cativas principalmente para los individuos del gru-po social que se identi'ca con cada variedad. (Caicedo, 1991: 19)

Además de ser un término neutro socialmente, el concepto variedad es lo su'cientemente \exible para permitir la descripción de la mayoría de arti-culaciones particulares del hablar. Ahora bien, la \exibilidad del concep-to variedad no signi'ca que no se preste para delimitaciones más o menos exactas de las articulaciones del hablar. Al respecto, Coseriu estableció desde el estructuralismo las categorías que aún siguen vigentes:

El objeto por excelencia de la descripción estructural es, de todos modos, la lengua en cuanto técnica sincrónica17 del discurso. Pero en una lengua histórica (lengua que se ha constituido históricamente como unidad ideal

17 En este punto, Coseriu se re'ere a la lengua como sistema situado en unas coorde-nadas temporales especí'cas, sin tomar en cuenta consideraciones sociales o normativas, de allí que la denomine ‘técnica’.

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e identi'cada como tal por sus propios hablantes y por los hablantes de otras lenguas, comúnmente mediante un adjetivo “propio”: lengua españo-la, lengua italiana, lengua inglesa, lengua )ancesa, etc.) esta técnica no es nunca perfectamente homogénea. Al contrario: [...] una lengua histórica presenta siempre variedad interna. En efecto, en tal lengua suelen presen-tarse diferencias internas, más o menos profundas, correspondientes a tres tipos fundamentales: a) diferencias diatópicas, es decir, diferencias en el plano geográ'co [...]; b) diferencias diastráticas, o sea, diferencias entre los estratos socioculturales de la comunidad lingüística [...]; y c) diferen-cias diafásicas, es decir, diferencias entre los diversos tipos de modalidad expresiva”.18 (Coseriu, 1981: 302-303)

Junto a estas tres categorías principales, que son de índole teórica y que pertenecen a la lengua como sistema abstraído, Coseriu, estableció tam-bién sus concreciones, sus formas de existir en la realidad concreta del hablar:

A estos tres tipos de diferencias —diafásicas, diastráticas, diatópicas— co-rresponden en sentido contrario (es decir, en el sentido de la relativa ho-mogeneidad de las tradiciones lingüísticas) tres tipos de unidades, de siste-mas lingüísticos más o menos unitarios, o sea, de “lenguas” comprendidas dentro de la lengua histórica: unidades consideradas en un solo punto del espacio o que (prácticamente) no presentan diversidad espacial, es decir, [...] dialectos [...]; unidades consideradas en un solo estrato sociocultural o que (prácticamente) no presentan diversidad desde este punto de vista: [...] niveles de lengua [...]; y unidades de modalidad expresiva, sin diferen-cias diafásicas, o sea, [...] estilos de lengua. En este sentido se puede decir que una lengua histórica no es nunca un solo sistema lingüístico, sino un diasistema, un conjunto más o menos complejo de “dialectos”, “niveles” y “estilos de lengua”. (Coseriu, 1981: 306)

Esta tripartición de las variedades del hablar en términos de “dialecto”, “nivel” y “estilo” ha sido aceptada por la sociolingüística y reelaborada en lo que toca a “nivel” y “estilo” para re\ejar mejor en los estudios variacio-nistas la in\uencia de diversos factores sociales en el uso de la lengua. Por lo que toca la dialectología, son pocas las consideraciones adicionales que

18 Los sociolingüistas seculares han criticado los términos “diastrático” y “diafásico” en tanto los consideran muy extensos y generales, en cambio, han propuesto –para el tér-mino “diastrático” por lo menos– esquemas de variación lingüística que tienen en cuenta factores puntuales de diversi'cación como el estrato social, el género, o el nivel educativo de los hablantes.

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han generado estos conceptos, y se tomarán y usarán tal como han sido aquí tratados.

§ 7. Por vía del concepto variedad se llega al controvertido y discutido con-cepto de dialecto, y a través de él, al no menos reñido concepto de isoglosa. La discusión alrededor de estas nociones, aún vigente, ha tocado puntos extremos: algunos exponentes de la escuela lingüística norteamericana por ejemplo, haciéndose eco de posturas propias de los neogramáticos o de la perspectiva generativo-transformacional, desestiman la existencia de los dialectos y desechan el concepto por considerarlo profundamente atravesado por valoraciones sociales. Adeptos de la escuela europea, por el contrario, y tomando como base la experiencia de la geografía lingüística francesa, a'rman la existencia de dialectos, pero al mismo tiempo señalan que su delimitación es posterior al estudio de los hechos lingüísticos, y en esa medida, sus límites son en cierto modo indemostrables. Aunque ambas posturas son válidas y argumentables, la existencia de dialectos es comprobable empíricamente, y todo hablante tiene experiencia directa de ellos a través de su propia actividad lingüística. Si se quiere, como Co-seriu, partir de la realidad concreta del hablar, no se puede menos que aceptar la existencia y funcionamiento dinámico de los dialectos como variedades concretas del hablar.

En lo que respecta a dialecto, Fernando Lázaro Carreter ofrece en su Diccionario una de'nición clásica desde la dialectología y la geografía lingüística, según la cual un dialecto es una “modalidad adoptada por una lengua en un cierto territorio, dentro del cual está limitada por una serie de isoglosas” (Lázaro, 1953, s.v. Dialecto), de'nición en la que él énfasis está localizado en la extensión territorial de una norma. Frente a este cri-terio puramente geográ'co, Humberto López Morales precisa el concep-to desde la lingüística general en los siguientes términos:

Debemos [...] partir de la base de que un dialecto es un sistema comuni-cativo virtual, pero realizable, circunstancia que lo aparta del concepto de lengua. Los dialectos son ‘sistemas’ y no conjuntos de fenómenos pecu-liares, y se oponen a la lengua en varios puntos: en primer lugar, tienen hablantes, de ahí que sean realizables. Luego todo hablante es un hablante dialectal; la lengua no la habla nadie. ‘Hablar’ una lengua signi'ca real-mente usar uno de sus geolectos. (López, 1998: 144)

Es decir, los dialectos son los medios concretos gracias a los cuales se pue-de usar una entidad abstracta llamada lengua. Es posible ver lo anterior

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también en la concepción de Coseriu, cuando sostiene que “una lengua histórica ‘no se habla’: no se realiza, en el hablar, en cuanto tal y de modo inmediato, sino solo a través de una u otra de sus formas determinadas en sentido diatópico, diastrático y diafásico” (Coseriu, 1981: 307). Los dialectos, entonces, son las formas principales en que se actualiza, en con-texto y situación, un sistema lingüístico histórico (diasistema) adoptado por una comunidad idiomática, y esos mismos dialectos se diferencian a través de la aceptación y 'jación de una serie de normas que pueden ser pannacionales, regionales o locales (comunidades de habla), y que mani-'estan la ubicación de un hablante en un lugar, un estrato social, o una situación comunicativa especí'ca. Con lo dicho, desde los presupuestos de la sociolingüística, Moreno Fernández de'ne dialecto a través del con-cepto comunidad de habla:

Los individuos, al hablar entre sí, son capaces de distinguir a los que pertenecen a su misma comunidad de los que son ajenos a ella. Los lí-mites de una comunidad pueden ser locales, regionales, nacionales o in-cluso supranacionales y sus miembros generalmente conocen o intuyen el alcance de la conducta lingüística que los caracteriza. Esto nos llevaría al concepto de dialecto: los hablantes pueden sentirse miembros de una comunidad dialectal, [...] un dialecto existe cuando los hablantes se consi-deran miembros de una comunidad de habla circunscrita a un determinado territorio, es decir, cuando consideran que su variedad está su'cientemente diferenciada —en el plano geográ'co— de otras. (Moreno, 1993: 15)19

Las anteriores re\exiones permiten ver que, como se dijo, no es posible negar la existencia de dialectos, antes bien, son necesarios para la descrip-ción en tanto son las formas principales de uso de una lengua; también, revelan que la entidad llamada “dialecto” está condicionada por dos ca-racterísticas, que tomamos de Montes Giraldo (1995): primera, la parcia-lidad, es decir, todo dialecto puede ser considerado como un subsistema dependiente de un diasistema; segunda, y ligada a la anterior considera-ción, la subordinación, es decir, todo dialecto puede ser considerado como subordinado —genética, histórica o funcionalmente— a un diasistema de máxima generalidad, o bien, a una norma de mayor extensión. En esa

19 De nuevo, Coseriu a'na la anterior de'nición cuando sostiene que “los modos lin-güísticos que se comprueban en el hablar concreto mani'estan [...] el ‘saber lingüístico’ de los hablantes. Para cada sujeto hablante la lengua es un saber hablar, el saber cómo se habla en una determinada comunidad y según una determinada tradición”. (Coseriu, 1988: 57)

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medida, todo dialecto mani'esta la existencia de una norma, dependiente en mayor o menor grado de otras normas.

Se entiende dialecto, 'nalmente y con atención a las restricciones anotadas por nuestros autores, siguiendo a Montes Giraldo, quien lo de-'ne en términos de una “agrupación de las formas históricas del hablar caracterizado por un conjunto de normas, funcionalmente limitado y subordinado a una entidad mayor (la lengua), de la que hace parte y de la que toma la norma modelo, su ideal de lengua y las funciones que el dialecto no cumple normalmente” (Montes, 2000: 141). Para el caso del presente trabajo la entidad mayor es la lengua española, y las agrupaciones caracterizadas por un conjunto de normas, las diferentes regiones socio-culturales y lingüísticas —comunidades de habla más o menos extensas— en que se divide Colombia.

En tal sentido, para efectos de delimitación, se usará el concepto iso-glosa en su sentido estricto, que según Lázaro Carreter se de'ne como una “línea ideal que puede trazarse en un territorio, señalando el límite de un rasgo o fenómeno lingüístico peculiar” (Lázaro, 1953, s.v. Isoglosa). Aunque se ha objetado la precisión —y con ello la utilidad— de las iso-glosas, también es comprobable empíricamente por los hablantes que las normas tienen límites geográ'cos y sociales, que aunque no sean tan claros como una frontera política, están ahí. Se debe precisar que, si bien los límites entre variedades son efectivos, a la hora de estudiarlos se com-prueba que las fronteras lingüísticas son menos 'jas y marcadas que las fronteras políticas.

Se usará el término dialecto con las restricciones comentadas, en desmedro de “variedad geográ'ca” o “geolecto”, en tanto es un término con mayor trayectoria y sentido dentro de los estudios dialectológicos; aunque es evidente el sesgo valorativo que connota el término, su uso en un estudio como el presente despeja toda duda sobre su juicio social, y se reitera que se usará como concepto para aproximarnos a las diferentes normas y comunidades de habla en que se divide por fuerza el español ha-blado en Colombia, sin pretender por ello establecer jerarquías o juicios de valor. No se puede olvidar, tampoco, que este es un trabajo sobre un atlas lingüístico, y en esa medida, el término dialecto se revela más cohe-rente con los 'nes con que fue realizado el Alec, y con el tipo de investiga-ciones que de él se pueden derivar. Es de'nitiva al respecto la acotación de Coseriu, recogida por Moreno Fernández en sus Principios, según la cual,

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Con referencia al uso de la denominación “dialecto social”, Coseriu ha señalado que es cierto que todas las unidades menores que se distinguen dentro de una lengua histórica podrían llamarse dialectos, incluidos los ni-veles y los estilos, sin embargo, cree conveniente mantener diferenciados los dialectos espaciales de los demás modos de hablar, dado que estos dia-lectos —para quienes habría que reservar en exclusiva el término dialec-to— suelen ser sistemas completos desde el punto de vista fónico, gramati-cal y léxico, mientras que los niveles y estilos de lengua son, generalmente, sistemas incompletos, que conciernen solo a aspectos parciales, aunque a veces sean muy importantes. (Moreno, 1998: 92)

§ 8. La anterior cita de Moreno Fernández introduce el problema de cómo se ha de formalizar la variabilidad de las lenguas, lo anterior par-tiendo —y esto es teoría variacionista— del hecho empíricamente com-probado de que en las lenguas existen “formas diferentes para decir lo mismo”; siguiendo a Moreno Fernández:

Alejándonos del ámbito de la coexistencia y el uso de dos o más variedades lingüísticas, comprobamos que las posibilidades de la variabilidad (ele-mentos distintos para expresar cosas distintas / elementos distintos para decir las mismas cosas) también se ofrecen dentro de una lengua natural cualquiera o de uno de sus dialectos. En efecto, el uso de ciertas unidades lingüísticas —sean del nivel que sean— en lugar de otras puede dar origen a signi'cados diferentes o, de forma más amplia, a valores semánticos di-ferentes; [...] Pero hay ocasiones en que el uso de un elemento en lugar de otro del mismo nivel no supone ningún tipo de alteración semántica: tan-to si se usa uno como si se usa otro, se está diciendo lo mismo. Esto es lo que los sociolingüistas denominan variación lingüística. [...] Al elemento, ras-go o unidad lingüística que puede manifestarse de modos diversos —esto es, de forma variable— se le da el nombre de variable lingüística. Así, una variable lingüística es un conjunto de expresiones de un mismo elemento y cada una de las manifestaciones o expresiones de una variable recibe el nombre de variante lingüística. (Moreno, 1998: 17-18)

Dos elementos hay en la cita de capital importancia. Primero, el hecho de que la variación se mani'este regulada por el nivel semántico de la lengua, lo que lleva a considerar la variabilidad de las lenguas como una cuestión de sentido antes que de forma. Segundo, el hecho de poder considerar la variabilidad en dos planos: el del elemento variable, y el de sus diferentes opciones ligadas; este desdoblamiento obliga, a priori, a pensar en la cons-titución de “campos léxicos” que permitan hacer extensiva la referencia de varias formas a un mismo sentido, de manera ordenada, no-arbitraria.

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Con lo dicho hasta aquí es posible enunciar el objeto de este traba-jo, y a'rmar que se examinó el subsistema léxico de una lengua-sistema (puntualmente del español hablado en Colombia), al cual se accedió gra-cias a una serie de hechos de habla, normativos o inéditos (innovadores), recogidos en un atlas, los cuales mani'estan la variación dialectal del es-pañol hablado en Colombia en términos de variables y variantes. El Alec denomina a las variables “conceptos” y las variantes “respuestas”, pero en lo sucesivo se usará la terminología propuesta por el variacionismo, pues es de suyo más especí'ca.

§ 9. La dialectología, en tal sentido, ha propuesto una formalización de las unidades en que típica o posiblemente se pueden dividir los dialectos de una lengua. Se adoptará la partición que aporta Montes Giraldo en su fundamentación teórica (1995: 60), así:

Superdialecto: reuniendo en un conjunto más amplio, más o me-nos extenso, variedades que comparten algunos rasgos o normas.

Dialecto: como variedad incluida dentro de un superdialecto.

Subdialecto: como división del dialecto.

Habla regional: para referirse a los más pequeños conjuntos idio-

mático-normativos.

§ 10. Con todo lo anterior, se seguirá la más reciente propuesta de cla-si'cación dialectal del español de Colombia (Mora, Lozano, Ramírez, Espejo, Duarte, 2004), que toma como punto de referencia las propuestas de Montes (1982) y Flórez (1961), resumida en la siguiente tabla,20 y en los mapas 1.1, 1.2 y 1.3:

20 Para una exposición de los criterios lingüísticos que sostienen tal división, re'érase a los citados Montes (1982, 1995), Flórez (1961) y Mora et al. (2004).

léxico de la muerte 43

Superdialectos Dialectos Subdialectos Hablas regionales

costeño

costeño atlántico

cartagenero Bolívarsamario Cesarguajiro Guajira

atlántico inte-rior

CórdobaSucre

costeño pací'co

pací'co norte -pací'co sur -

andino

andino occidental

antioqueño-caldense

AntioquiaCaldas

caucano-vallunoValle del Cauca

Caucaandino-sureño Nariño

andino oriental

santandereanoSantander

Norte de Santander

cundiboyacenseCundinamarca

Boyacátolimense-hui-

lenseTolimaHuila

andino llanerollanero norte

AraucaCasanare

llanero sur -

Tabla 1.1. Clasi'cación dialectal del español de Colombia (Mora Monroy et. al., 2004)

§ 11. Finalmente, se debe situar en este marco teórico al Atlas lingüístico etnográ$co de Colombia, la investigación más importante que hasta aho-ra se haya hecho sobre el español popular colombiano, magna obra de la dialectología hispanoamericana en palabras de algunos dialectólogos hispanoamericanos.21

El Alec es un atlas de “palabras y cosas”, metodología propuesta por la geografía lingüística alemana hacia 1930, en la que el énfasis está puesto

21 Todos los datos de esta sección (§11) fueron tomados de Flórez, (1983) y Montes, (1985, 2000a).

néstor fabián ruiz44

en la vida material —aperos para el trabajo, utensilios de la casa...— de las comunidades, y las diferentes formas de nombrar su entorno. Punto clave de esta metodología es el hecho de organizar sus cuestiones —y re-sultados— en términos de campos, lo que permite dilucidar la estructura del léxico.

El Atlas está conformado por 1.523 mapas de información lin-güística y etnográ'ca sobre dieciséis temas (Tiempo y espacio, campo [cultivos, vegetales, algunas industrias relacionadas con la agricultura, ganadería, animales domésticos, reptiles, insectos, batracios, pájaros, animales salvajes], familia, ciclo de vida, instituciones, vida religiosa, festividades y distracciones, vestido, vivienda, cuerpo humano, alimen-tación, o'cios y empleos, transportes, embarcaciones y pesca) reparti-dos en seis tomos, un suplemento y un manual. El material del atlas es básicamente léxico, y cuenta también con apartados de fonética, fono-logía y gramática. Los mapas son analíticos, y se acompañan de láminas de texto, dibujos o fotografías adicionales cuando es necesario. Cada localidad estudiada está representada por un número y cada departa-mento por las iniciales de su nombre. Las respuestas para cada concepto se representan mediante símbolos.

El Alec es una obra enfocada en el nivel de habla —o norma— po-pular, los informantes fueron seleccionados de acuerdo con los cánones de la geografía lingüística (preferencia por informantes analfabetos o con pocos grados de escolaridad, nativos de la localidad estudiada, entre 40 y 60 años de edad, y en lo posible con buena dentadura. Los investigadores discriminaron también entre informantes “principales” y “secundarios”, siendo principales aquellos que cumplieran con los requisitos ya mencio-nados), y menos de quince ciudades capitales se incluyeron dentro de las localidades estudiadas a lo largo del país. Por lo tanto, los datos se alejan obviamente de los usos urbanos, de la norma culta y de aquellos giros fre-cuentes en los medios de comunicación masiva.22

Las encuestas para el Alec se realizaron en un periodo de veinte años que va de 1958 a 1978, los datos se prepararon y cartogra'aron entre 1978 y 1981, y el Atlas mismo se publicó entre 1981 y 1983. Un total de 23 encuestadores, entre principales y auxiliares, participaron de las labores de recolección de datos. Se entrevistó a 2.234 informantes en 262 locali-

22 Así, cuando se hable del “español hablado en Colombia” deberá entenderse que se tra-ta del nivel popular de habla del español nacional, y que en la misma línea, cuando se hable de “uso regional” o “dialectal”, deberá entenderse con relación a tal nivel.

léxico de la muerte 45

dades a lo largo del país (ver mapa 1.4); de estos, el 34% fueron mujeres y el 66% hombres. Más de la mitad de los informantes (66%) estaba entre los 30 y los 60 años de edad; el 31,5% eran mayores de 60 años, y el 2,5% tenía menos de 30 años. Cifras signi'cativas: el 36% de los informantes fueron hombres campesinos y el 31% mujeres amas de casa; el 33% res-tante fueron hombres y mujeres dedicados a o'cios varios. Finalmente, el 82% de los encuestados tenía algunos años de escolaridad, mientras el 18% eran analfabetos.

Más o menos treinta años han pasado desde el momento en que se tomó la “fotografía léxica” del español nacional, algunas condiciones so-ciopolíticas y económicas del país se han modi'cado, y con ellas el mapa rural y popular de Colombia. En ese sentido, debe tenerse en cuenta que los materiales del atlas se recolectaron antes de las dos últimas décadas del siglo xx, marcadas en Colombia por la violencia del narcotrá'co, el sur-gimiento del sicariato y el recrudecimiento del con\icto armado por todo el territorio nacional. Eso signi'ca que posiblemente muchos usos nuevos para referirse a la muerte, en vigencia, no hayan sido registrados en el Alec.

Al respecto de esta última observación, lingüistas colombianos han desestimado la utilidad o pertinencia de trabajar con los materiales del Atlas aduciendo que sus datos están “desactualizados”, o que la informa-ción que ofrece “es muy vieja”. Tal argumento, que ha impedido muchas veces el aprovechamiento del Atlas, merece un breve comentario.

En primer lugar, las lenguas no evolucionan a velocidades pasmosas, o a intervalos acelerados: desde los neogramáticos, pasando por los es-tructuralistas o los 'lólogos, llegando a la sociolingüística secular, todos los académicos que han abordado el cambio y evolución de las lenguas han veri'cado que —a menos que un evento catastró'co in\uya en la densidad de población de la comunidad hablante— nunca una lengua evoluciona de modo profundo en plazos de treinta, cuarenta o cincuenta años; William Labov, por ejemplo, estima que un cambio lingüístico es veri'cable al paso de dos o tres generaciones de hablantes, lo que da un plazo de 60 a 90 años (Cfr. Labov, 1983); otros estudiosos, como Ramón Menéndez Pidal, o el mismo Coseriu, consideran que el cambio lingüís-tico es evidente después de uno o dos siglos de evolución de una lengua (Cfr. Coseriu, 1988); en esa línea, para Morris Swadesh, la divergencia de los inventarios léxicos de las lenguas se mide en siglos mínimos, y pocos estudios acometidos bajo los preceptos de la glotocronología (aún tenien-do en cuenta la polémica sobre su exactitud) han dado menos de un siglo mínimo de separación para hacer evidente un cambio lingüístico (Cfr.

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Hymes, 1960). En un extremo de esta cuestión se encuentra la postura de los neogramáticos, para quienes los cambios son evidentes a través de una ventana de varios siglos.

De tal modo, despreciar la utilidad, riqueza y vigencia de los materia-les del Alec, alegando que son muy viejos o desactualizados, es poco serio, pues es bastante improbable que en el plazo de treinta a cuarenta años el español hablado en Colombia haya cambiado tanto que los usos reco-gidos en el Atlas hayan desaparecido. Una autoridad en dialectología y geografía lingüística, Tomás Navarro Tomás, señala, re'riéndose a sus ex-periencias con el Alpi (cuyos materiales se recogieron antes de la Segunda Guerra Mundial), que la vigencia que tienen los materiales de un atlas se prolonga en el tiempo, y usos que se creían eliminados del habla aparecen décadas después, justo donde se documentaron (Cfr. Navarro Tomás, 1975). Tomando las fechas ya señaladas de recopilación y publicación de los ma-teriales, y confrontándolas con los cálculos menos conservadores, los de Labov, tenemos que los materiales del Alec estarían plenamente vigentes hasta el año 2021 o 2051. Ni que decir si nos guiamos por Menendez Pidal, o por Coseriu, cuyos planteamientos extenderían ese marco hasta los años 2100 o 2200.

De otro lado, también se han aducido razones provenientes de la situación política y económica del país durante los últimos treinta años para sustentar esa idea de “desactualización”, conjeturando que la acelera-ción de la migración campo-ciudad, la alfabetización de la población, la entrada de los medios de comunicación, el recrudecimiento del con\icto armado, han modi'cado notablemente el mapa social y lingüístico del país. Sin embargo, el fenómeno que de verdad recon'guró el mapa social de Colombia, y que profundizó la migración campo-ciudad, comenzó antes de que se recolectaran los materiales del atlas: hablamos de la llama-da época de “la Violencia”, que alcanza un pico en 1948 con el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán y que solo terminaría hacia la década de 1960, cuan-do se lograron pactos políticos duraderos que pusieron 'n a tan aciaga época, pero que no frenaron las migraciones y recomposiciones poblacio-nales y culturales desencadenadas por el choque entre liberales y conser-vadores (un examen detallado de la información sobre procedencia de los informantes, y de los padres y esposas de los informantes, consignada en el manual del Atlas, otorga testimonio elocuente de esta situación).

Si tocamos el aspecto de la alfabetización, hemos de recurrir a la so-ciolingüística y a recientes estudios de pragmática, que han demostrado que la alfabetización permite que los hablantes entren en contacto con la

léxico de la muerte 47

variedad normativa de su lengua y accedan a los usos considerados presti-giosos y correctos; pero este proceso, de ninguna manera, sepulta o causa el olvido del llamado “vernáculo”, la variedad oral en la que cualquier ha-blante aprende a hablar su lengua antes de entrar a la escuela (el estudio del Black English Vernacular de Labov es lo su'cientemente claro a este respecto, Cfr. Labov, 1972). Que hoy un alto porcentaje de la población nacional tenga educación primaria terminada, implica un mayor conoci-miento de la norma culta, pero no un abandono de las normas regionales o locales.

Para 'nalizar, el último censo nacional, llevado a cabo en el año 2005, dejó en claro que Colombia está en plena transición de lo rural hacia lo urbano, con el 57% de la población viviendo en una de las 26 ciudades principales, mientras el 43% sigue a'ncado en pueblos, veredas y caseríos. Si relacionamos estas cifras con las consideraciones hechas sobre el tiem-po que tardan en concretarse los cambios lingüísticos, podemos a'rmar que esa transición de lo rural a lo urbano está llevándose a cuestas a las ciudades los usos y normas encontrados en los hablantes campesinos. No se quiere argumentar aquí que el fenómeno de migración y urbanización no exista o no in\uya en la constitución —o abandono— de normas lin-güísticas en Colombia, lo que se quiere señalar es que, con relación a su profundidad, y al tiempo transcurrido, su impacto en la validez de los materiales del Atlas es más bien poca.

En suma, el Atlas lingüístico etnográ$co de Colombia es una herra-mienta de investigación completa, rigurosa, exhaustiva y única para los interesados en el español hablado en Colombia, y lo anterior en tanto siguen vigentes sus fundamentos teóricos y metodológicos, así como la enorme riqueza de sus materiales.

1.2. METODOLOGÍA

1.2.1. Generalidades

La presente aproximación al léxico de la muerte combina dos perspectivas diferentes de indagación y tratamiento de los datos: cualitativa y cuantita-tiva. Es un estudio cuantitativo en lo que toca a los métodos de la dialec-tología y al uso de la estadística y la aritmética para establecer frecuencias de uso, asignar distribución dialectal a las variantes, o agrupar conjuntos de rasgos o fenómenos relevantes. A la vez, es un estudio cualitativo en lo que toca a los métodos de la lexicología, al análisis de particularidades

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morfológicas o fonéticas, a la 'jación etimológica de las variantes según diccionarios, o a su clasi'cación como metáforas o sinécdoques. Ambas perspectivas son necesarias, e incluso complementarias, por lo tanto, se encuentran en el trabajo argumentos cualitativos sustentando conclusio-nes cuantitativas, y viceversa.

En esa misma medida, la presente investigación integra dos perspec-tivas de análisis de los datos: descriptiva e interpretativa. Se trata de un estudio descriptivo en tanto organiza los datos para abordar y exponer sus características fundamentales, esto a través de criterios lingüísticos sis-temáticos. También, se trata de un estudio interpretativo pues pretende determinar el origen o la causa de fenómenos especí'cos presentes en el corpus estudiado. De tal modo, la investigación no busca simplemente determinar en qué dialectos tienen vigencia ciertas variantes, sino que también se interesa por determinar su origen, estructura, y relaciones con otras variantes u otros campos semánticos.

El trabajo está dividido en tres secciones: el marco teórico y meto-dológico, el análisis dialectológico y lexicológico, y las conclusiones. En el apartado del análisis se realiza una subdivisión en cinco acápites: 1. Distribución por frecuencia, 2. Distribución dialectal, 3. Clasi'cación morfosintáctica, 4. Etimología, y 5. Motivación y creación léxica. Los da-tos obtenidos se organizaron en tablas y grá'cos y se presentan tal como aparecen en el atlas; ordenados de modo ascendente de acuerdo con el tomo y el número del mapa. Cada concepto es analizado por separado. Las numerosas variantes del concepto (se) murió, que ocupan tres mapas (t. iii, 103-105), se uni'caron en una tabla y un grá'co, y se les destinó solo una entrada dentro de la división dialectal. Se presentan a continuación los métodos que se siguieron para extraer, manejar e interpretar los datos.

1.2.2. Muestra de datos e instrumentos de investigación

El punto de partida, y a la vez instrumento de investigación de este es-tudio, es una herramienta preexistente: el Atlas lingüístico etnográ$co de Colombia. Se tomaron de él diez conceptos: moribundo (Alec, t. iii, mapa 102); murió, se murió (t. iii, 103-105); cadáver (t. iii, 106), ataúd (t. iii, 107), cementerio (t. iii, 108), enterrar (t. iii, 109), sepulturero (t. iii, 110), el pésame (t. iii, 111), fórmulas de pésame (t. iii, 112), todos contemplados bajo el tema “Ciclo de vida”; el concepto restante: matar (t. v, mapa 188), fue contemplado bajo el tema “Cuerpo humano”; todos estos aportan las variantes que conforman la muestra léxica total con que

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se trabajó, que totalizó 737 elementos, 100 de ellos cartogra'ados, y 637 no cartogra'ados, pero consignados en láminas de texto adicionales y en los apartados de “Otras respuestas”.

1.2.3. Tamaño y distribución de la muestra

La tabla 1.2 y los grá'cos 1.1 y 1.2 resumen el tamaño de la muestra, la relación entre variantes cartogra'adas y no cartogra'adas, y el aporte que cada variante hace al total de elementos léxicos recogidos y trabajados.

Relaciones entre variantes

Concepto Cartogra$adas No cartograf. % Total

Moribundo 12 36 7 %Murió, se murió 42 273 42 %Cadáver 5 5 1 %Ataúd 6 3 1 % Cementerio 4 39 6 %

Enterrar 4 11 2 %

Sepulturero 4 7 1 %El pésame 5 1 1 %Fórmulas de pésa-me 10 54 9 %

Matar 8 208 30 %Subtotales 100 637

Total 737 100 %

Tabla 1.2. Relación entre variantes cartogra'adas, no cartogra'adas y aporte al total de la muestra.

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Figura 1.1. Distribución acumulada de variantes cartogra'adas y no cartogra'adas.

Figura 1.2. Composición porcentual de la muestra según el aporte de cada concepto.

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1.2.4. Métodos usados para el análisis dialectológico

1. Distribución por frecuencia y 2. Distribución dialectal.

En esta sección se realizó una distribución de las variantes por su frecuen-cia de uso, y una distribución dialectal, cuyos objetivos fueron caracteri-zar las variantes más frecuentes, distinguir entre localidades o regiones que exhiben mayor o menor variación léxica, además de caracterizar va-riantes propias del hablar nacional, regional o local. Cada concepto ocupa un numeral aparte y su título se acompaña de la localización del mismo en el Alec.

§ 1. El criterio de base que permite acceder a la caracterización del uso es precisamente el de )ecuencia, que se de'ne como la “repetición mayor o menor de un acto o un suceso” o mejor, desde la estadística, como el “nú-mero de elementos comprendidos dentro de un intervalo en una distribu-ción determinada” (Drae, xxii, s.v. Frecuencia). Mediante este concepto y eligiendo un intervalo dado —en este caso el número de localidades cartogra'adas en el Atlas— se puede establecer el uso general o parcial de los elementos léxicos estudiados. Para tal 'n se contabilizaron los re-gistros de cada variante léxica y cada resultado se expresó en términos de un porcentaje, relacionado con un índice de frecuencia incluido en un intervalo determinado.

El índice se construyó de acuerdo con los parámetros de la estadísti-ca: se determinó en percentiles un valor mínimo P1 (1%), un valor de me-diana P50 (50%), un valor máximo P100 (100%), y se dividió el intervalo creado en cuartiles: el primer cuartil, Q1, expresa el 25% de la muestra; el segundo, Q2, expresa el 50%; y el tercero, Q3, el 25% restante. Se ve-ri'ca que P25 = Q1; P50 = Q2 = mediana; y P75 = Q3. Se determinó que el primer y el tercer cuartil fueran, respectivamente, considerados como los valores poco frecuentes (pf en los grá'cos) y muy frecuentes (mf en los grá'cos) del índice, mientras el segundo cuartil representa los valores frecuentes (f en los grá'cos).

El intervalo con que funciona este índice se estableció con referencia a las localidades cartogra'adas en el Alec: en total se encuestaron 262 pun-tos de la geografía nacional, que por razones de presentación de los datos debieron reducirse a 238, número de puntos cartogra'ados en los mapas. Así, una variante que se registre en 238 localidades, obtendrá un 100% en el índice y en consecuencia será cali'cada como muy frecuente (mf). Para

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expresar el intervalo de localidades en términos de porcentajes se usó un factor de conversión de 0,42, con un margen de error de 0,4 (de modo que 238 = 99,96%). El índice de frecuencia y el intervalo se resumen en la siguiente tabla:

Localidades Porcentaje Frecuencia Percentiles Cuartiles

1 – 60 1 – 25 % Poco frecuen-te P1 – P25 Q1 – 25 %

61 – 119 26 – 50 %Frecuente P26 – P75 Q2 – 50 %

120 – 179 51 – 75 %

180 – 238 76 – 100 % Muy frecuen-te P76 – P100 Q3 – 25 %

Tabla 1.3. Índice de frecuencia e intervalo usado para el análisis dialectal.

Dadas las características de la muestra del Alec, se hace necesario conside-rar un método estadístico que exprese la densidad de variantes por loca-lidad, o en otras palabras, que pueda determinar el número aproximado de respuestas dadas en cada localidad encuestada, que en muchos casos es mayor a una. Para tal 'n se usó un procedimiento descriptivo que es la proporción geométrica, expresada por la fórmula:

Donde: X es la proporción geométrica, f1 es el total de respuestas recogi-das para un concepto dado y f2 es el número de localidades cartogra'adas en cada mapa. La respuesta se expresa en términos de X : Y. Veámoslo con un ejemplo:

* Para el concepto moribundo se recogieron doce variantes, y estas totalizaron 294 registros (es decir, la variante 1 se recogió en 185 locali-dades; la 2, en 35; la 3, en 18, etc…). Dividiendo 294 registros sobre 238 localidades cartogra'adas, obtenemos una proporción geométrica de 1 : 1,24 con lo que podemos decir que en cada localidad encuestada se reco-gieron 1,24 respuestas.

Ahora bien, la proporción geométrica es un algoritmo de división en-tera, cuyos resultados casi siempre tienen un residuo con el que debemos operar pues, para hablar con nuestro ejemplo, no tiene mucho sentido

X=f1

f2

léxico de la muerte 53

—lingüístico— decir que en cada localidad se recogió una respuesta y 0,24 segmentos de respuesta. Más allá, en rigor, el residuo expresa que hubo localidades en las que se recogió más de una respuesta,23 y podemos usarlo como base para calcular su número; para ello usamos un proceso de inversión aritmética: multiplicamos el residuo por el divisor de la pro-porción geométrica, según la fórmula:

Y = r * F

Donde r es el residuo de la proporción geométrica, F el divisor de la pro-porción geométrica y Y el resultado, que puede leerse como número de localidades. Para seguir con nuestro ejemplo anterior:

* Para el concepto moribundo se encontró una proporción geométri-ca de 1 : 1,24. Tomamos el residuo obtenido (en este caso 0,24) y lo mul-tiplicamos por 238, con lo que obtenemos 57,12. Con todo lo anterior podemos decir que para el concepto moribundo se recogió una respuesta en todas las localidades, y en 57 se recogieron dos respuestas. El residuo obtenido en esta segunda operación es ya despreciable y no es necesario operar con él.

§ 2. Para establecer la distribución geográ'ca se siguió la propuesta de cla-si'cación dialectal del español de Colombia elaborada por Mora Monroy et al. (2004), basada en rasgos léxicos y apoyada en las propuestas anterio-res de Flórez y Montes Giraldo. Se contabilizaron las apariciones de cada variante por cada departamento y región, y se cotejaron los resultados con la propuesta de clasi'cación dialectal. Se agruparon en una sola entrada las variantes alofónicas de cada concepto —cuando las hay—, como el caso de “morimundo”, “marimundo” y “maribundo”, que se pueden consi-derar formas relacionadas con “moribundo”.

Para de'nir las áreas de concentración y de dispersión se tomó como criterio la contigüidad: una misma variante que se encuentre en míni-mo tres localidades contiguas, se considerará agrupada y conformando un área de vigencia; si la misma variante se recoge en otros puntos, pero aquellos están a una distancia de tres (o más) localidades contiguas del área de vigencia, no se consideran como ampliaciones del área, sino como

23 En efecto, el residuo es acumulativo: por ejemplo, si en cada localidad se recogieron 1,24 respuestas, quiere decir que en 5 localidades se recogieron 6,2 respuestas, lo cual, expresado en otros términos, nos permite decir que en 4 localidades se recogió una res-puesta, y en una de ellas se recogieron dos.

néstor fabián ruiz54

puntos aislados, o conformando una segunda área de vigencia. Se escogió el número tres como el mínimo de localidades para considerar agrupa-ción o desagregación, en tanto en la muestra trabajada todas las variantes cartogra'adas tuvieron como mínimo tres registros; en ninguno de los mapas examinados se cartogra'ó una variante con menos de tres regis-tros. La concentración y dispersión también se estableció con ayuda de las áreas de vigencia creadas; así, se considera que el área delimitada para un fenómeno es válida si en su interior las localidades en que no se registró tal fenómeno son un número igual o menor al de las localidades en que sí se obtuvo un registro.

La metodología usada en la recolección de materiales para el atlas prestó atención al número de respuestas dadas para cada cuestión; es así como, para un concepto dado, se encuentran en una misma localidad dos, tres y más respuestas, o en otras ocasiones, solo una. Siguiendo tal metodología, se considera aquí que una única respuesta es un índice de preferencia dialectal o fuerza normativa muy importante, y que por el contrario, múltiples respuestas evidencian una norma dialectal menos de'nida. Con lo anterior, al proceder al análisis y establecimiento de las zonas dialectales tuvieron mayor peso las localidades donde se recogie-ron únicas respuestas, sobre aquellas en las que concurrieron múltiples respuestas. En el análisis de cada variante se detalla cuándo se recogieron únicas o múltiples respuestas.

Del mismo modo, cuando concurren múltiples respuestas en una lo-calidad, el atlas las organiza de la más a la menos frecuente, o de la más vigente a la más desusada; casi siempre estas ordenaciones tienen origen en comentarios de los mismos hablantes encuestados, o en el orden en que ellos organizaron su contestación al cuestionario. En ciertos casos, también, el atlas organiza las respuestas señalando si estas fueron otor-gadas por hombres o por mujeres. Estas informaciones se tuvieron en cuenta al proceder al establecimiento de zonas de vigencia o dispersión de las variantes encontradas. Existen ciertos casos, como el de los usos hu-morísticos, o el de las numerosas variantes recogidas, por ejemplo, para el concepto matar, en los que el atlas no determina preferencias de uso, sino que otorga un inventario que por fuerza hemos de considerar localizado en el mismo nivel normativo.

Finalmente, se encuentran en el atlas cuatro tipos de respuestas: cartogra'adas, no cartogra'adas, adiciones y láminas de texto. Como se puede intuir, las variantes cartogra'adas hacen parte de los mapas ana-líticos y están representadas por convenciones grá'cas que permiten se-

léxico de la muerte 55

guir su localización precisa. Las variantes no cartogra'adas se encuentran agrupadas bajo el título “Otras respuestas” y se ubican en los márgenes de cada mapa, organizadas alfabéticamente; son contestaciones que, si bien son pertinentes, atinentes al tema o simplemente curiosas, solo tu-vieron un registro, y por ello no fueron cartogra'adas. Las adiciones son complementos a las respuestas cartogra'adas, se trata de informaciones dadas por el hablante en el momento de la encuesta, o anotaciones he-chas por el encuestador, que enriquecen la interpretación o comprensión de la variante; se ubican en la esquina inferior derecha del mapa, cuando se contemplan. Finalmente, las láminas de texto son, precisamente, lis-tas alfabéticas u organizadas por campos léxicos, en las que se reúne una gran cantidad de información no cartogra'ada; usualmente, las variantes presentadas en láminas de texto tuvieron solo un registro y la localidad en que se recogieron se indica adecuadamente. De lo anterior resulta que no todo el material del atlas es apto para todo tipo de análisis, y por ello se usó de modo diferencial en este trabajo: para el análisis dialectológico, que contempla la distribución por frecuencia y la distribución dialectal, se apeló únicamente a las variantes cartogra'adas, aptas para derivar de ellas información cuantitativa sobre frecuencia de uso y localización geo-grá'ca; para el análisis lexicológico, que incluye la clasi'cación morfosin-táctica, la de etimología, y el análisis de creación y motivación, se añadie-ron a las variantes cartogra'adas las no cartogra'adas y las contempladas en láminas de texto adicionales.

1.2.5. Métodos usados para el análisis lexicológico

1. Clasi'cación morfosintáctica, 2. Etimología, 3. Motivación y creación léxica.

El análisis lexicológico se detalla a través de tres apartados: el primero, llamado “Clasi'cación morfosintáctica”, sirvió para clasi'car el corpus se-gún las características morfológicas y combinatorias de sus elementos; en varios casos, tales atributos morfológicos y sintácticos se contrastaron con el análisis dialectológico para establecer preferencias de uso y delimitar zonas de vigencia. El segundo apartado, llamado “Etimología”, permitió establecer, a través de diccionarios y lexicones, cuáles variantes de las estu-diadas pertenecen al dominio panhispánico, cuáles son americanismos24

24 Salvando la intensa –y pertinente– discusión que existe sobre el concepto ameri-canismo, se considerará como tal a aquellas variantes que sean de'nidas así por los diccio-

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y cuáles son colombianismos,25 ello con el 'n de de'nir las variantes que serán abordadas en el tercer apartado; este, llamado “Motivación y crea-ción léxica”, es el espacio para mostrar los resultados del análisis sema-siológico de las variantes propias del español de Colombia, en el cual se proponen los procesos que motivaron su creación o re-semantización. A diferencia del análisis dialectológico, en esta sección del estudio se traba-jó con todos los lexemas y lexías recogidos para el léxico de la muerte en el Alec, es decir, se incluyó la información detallada en los apartados de “Otras respuestas” y láminas de texto adicionales.

§ 1. Para realizar la clasi'cación morfosintáctica se atendieron los con-ceptos y teorías presentes en la Gramática descriptiva de la lengua española dirigida por Bosque y Demonte (gdle, 1999); la Gramática esencial de la lengua española de Manuel Seco (gele, 1998); la Gramática de la lengua española de Emilio Alarcos Llorach (gle, 2000), —y la Nueva gramática de la lengua española (ngle, 2010) de la Real Academia Española y la Asociación de Academias de la Lengua Española. Se debe tener en cuenta que el anterior no es un cuerpo teóricamente homogéneo en tanto varios de los elementos consultados se encuentran en una y no en otra gramática, o su de'nición es más satisfactoria en uno u otro texto. De manera secun-daria se consultaron diferentes estudios de morfosintáxis del español de Colombia (ver bibliografía) y el Diccionario de la Real Academia Españo-la (Drae, xxii, 2001). Se ha seguido con mayor frecuencia a la gdle, por ser el marco de referencia más amplio, sin embargo, no en pocas ocasiones se tomó como punto de referencia la ngle y la gle. Los datos morfológicos y sintácticos se organizan en tablas y se complementan con de'niciones y referencias tomados de los trabajos ya citados.

Es necesario anotar que el análisis morfológico y sintáctico realizado es de carácter semántico antes que funcional: interesó sobre todo estudiar las características que, en la morfología o en la sintaxis de las variantes, re-velan aspectos interesantes de la representación del mundo, o de la acción y su relación con la muerte como hecho y proceso. Más que un análisis estricto de funciones y componentes, se hicieron consideraciones sobre

narios, o aquellas cuyo signi'cado o uso sea documentado como particular del dominio continental.

25 Se considerará colombianismos a aquellas variantes de'nidas como tal por los dic-cionarios, o a aquellas que muestren divergencia semántica de los materiales del Atlas con respecto a su de'nición en diccionarios, si tal de'nición existe.

léxico de la muerte 57

las categorías tradicionales: sujeto, predicado, complemento; además de examinar, como ya se dijo, sus características internas de representación.

§ 2. La clasi'cación etimológica fue realizada con base en las ediciones xix (1979) y xxii (2001) del Diccionario de la Real Academia Española,26 el Diccionario crítico-etimológico de la lengua española (1981-1991) de Corominas y Pascual, y el Diccionario de construcción y régimen de la len-gua castellana de Cuervo (1946-1993). Adicionalmente, se consultaron diversos lexicones y glosarios de colombianismos y americanismos (ver bibliografía). Los datos se detallan en tablas y contienen, de ser pertinen-te, comentarios al pie de cada una.

§ 3. El análisis semántico se apoyó en dos trabajos de referencia en el área, los libros Creación y motivación léxica en el español de Colombia (1983) de José Joaquín Montes Giraldo, y Semántica hipanoamericana (1962) de Charles E. Kany, basado el primero en los materiales del Alec, y el segundo en un extenso corpus levantado por el autor.

El estudio de Kany se basa en la propuesta de Ullman (1958), quien busca estructurar un sistema coherente del cambio semántico en el que tenga cabida no solo el examen de las relaciones internas, sistemáticas, en-tre palabras, sino que también pueda considerarse la relación del hablante con su entorno y también, en palabras de Coseriu, su “voluntad expresi-va”. Su propuesta vincula la aproximación lógico-retórica tradicional con un marco estructuralista, y en consecuencia explica el cambio semántico como resultado de la contigüidad, la similitud o la oposición de los signi-'cantes o de los signi'cados lingüísticos de una lengua dada.

Ullman divide el cambio semántico entre mecanismos (metáfora, metonimia, elipsis y etimología popular) y resultados (extensión o re-ducción del signi'cado; melioración o peyoración del signi'cado). Para introducir la voluntad expresiva del hablante en el proceso de cambio se-mántico, acoge la visión según la cual el signi'cado lingüístico se estruc-

26 Se usaron ediciones diferentes del Drae para poder contar con dos criterios a la hora de clasi'car los americanismos y colombianismos, pues es sabido que la xxii edición incorporó numerosas entradas de este tipo, de las que carecían ediciones anteriores. Se contrastaron la xxii edición, de 2001, y la xix edición, publicada en 1979, un año des-pués de haber 'nalizado las encuestas para el Alec; del mismo modo, cabe recordar aquí que los conceptos de las encuestas fueron tomados de la edición xvii, de 1957, lo que constituye una tercera, aunque indirecta, referencia en el tiempo al diccionario académi-co, de todos modos útil para la clasi'cación propuesta en estos apartados.

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tura por tres factores: la referencia al objeto, la imagen mental que del mismo tiene el hablante, y la red de signi'cados sociales y culturales en que se inserta el signo lingüístico. Bajo esta perspectiva, la contigüidad, similitud u oposición entre signos puede verse condicionada por las ca-racterísticas ecológicas, sociales y culturales de una comunidad hablante, lo que favorecería ciertos cambios semánticos en lugar de otros.

El estudio de Montes Giraldo se fundamenta en la discusión sobre la arbitrariedad o motivación del signo lingüístico, tal como ha sido tra-tada, por ejemplo, por Coseriu (1977), o Benveniste (1979). Sin em-bargo, para Montes Giraldo la oposición arbitrario-motivado se expresa mejor como una gradación entre “condicionado” y “no condicionado” sincrónicamente por la realidad lingüística o extralingüística del ha-blante. Desde esta perspectiva el léxico de una lengua se divide entre un conjunto que puede ser comprendido por el hablante en tanto el medio lingüístico, natural o social contiene los referentes necesarios que le dan sentido (como sucede con expresiones como cerebro de mosquito, cuya “mecánica de signi'cación”, cuando es aplicada a una persona, puede ser percibida por cualquier hablante de español), y otro conjunto que solo puede ser comprendido como una referencia cultural o social, sin que en el medio del hablante existan los referentes inmediatos que, en su momento, dieron sentido a las palabras (como en el caso de hecatombe o carnaval, palabras frente a las cuales un hablante puede, sí, establecer su referencia actual, otorgar signi'cados aproximados como “desastre” o “'esta”, pero no dar razón del sacri'cio de cien reses, o de tres días dentro del calendario católico durante los que es lícito satisfacer los placeres de la carne, que son los referentes en que tienen origen las palabras).

La arbitrariedad es entonces el resultado de un progresivo oscureci-miento a través del tiempo de la motivación inicial de un signo lingüís-tico, debido a la pérdida de los referentes sincrónicos con los que nació. Esta asunción tiene dos implicaciones; la primera, que en su origen toda palabra es motivada, toda creación léxica surge en unas coordenadas espe-cí'cas, en las que encuentra los elementos que le dan sentido y permiten su uso; la segunda, que el hablante que crea una nueva expresión lo hace con relación a esas coordenadas en las que se encuentra y de las que puede derivar el sentido que desea transmitir. En palabras de Montes Giraldo: “la persona que ante una nueva realidad resuelve crear una denominación, no lo hace ex nihilo sino siempre dentro de una determinada tradición […] y por la serie de circunstancias concretas que determinan el acto crea-tivo”. (Montes, 1983: 23)

léxico de la muerte 59

En su estudio, Montes Giraldo, al igual que Ullman y Kany, escoge un sistema de clasi'cación de su corpus que interpreta los mecanismos del cambio semántico en términos del sistema lógico-retórico, y expresa los resultados del proceso de cambio como reducciones, ampliaciones, tras-laciones o reinterpretaciones del signi'cado.

Hay que aclarar desde este punto que la clasi'cación propuesta es un ejercicio de aproximación al nivel semántico de las variantes encontradas, y no pretende ser la clasi'cación “correcta” o la “verdadera”; los autores mencionados coinciden en señalar, en las introducciones a sus textos, que la clasi'cación acometida por ellos bien puede tener mucho de subjetivo, y lo mismo se declara en este lugar.

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Mapa 1.1. Superdialectos del español de Colombia.

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Mapa 1.2. Dialectos del español de Colombia.

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Mapa 1.3. Subdialectos del español de Colombia.

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Mapa 1.4. Localidades encuestadas para el Alec (Cartogra'adas).

2. ANÁLISIS DIALECTOLÓGICO Y LEXICOLÓGICO

2.1. Moribundo. Tomo iii, mapa 102

2.1.1. Distribución por �ecuencia

MoribundoVariantes Registros

1 Moribundo / Morimundo / Maribundo / Marimundo 185

2 Agonizante 35

3 Estar (en estado) agónico 18

4 Estar agonizando 17

5 Estar grave 12

6 Estar de muerte 6

7 Estar en agonía 4

8 Estar en las últimas 4

9 Estar para morirse 4

10 Estar acabando 3

11 Estar boqueando 3

12 Estar esperando la hora 3

Total 294

Tabla 2.1. Variantes cartogra'adas y registros para el concepto moribundo.

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77,70

14,70

7,56

7,14

5,04

2,52

1,68

1,68

1,68

1,26

1,26

1,26

0 25 50 75 100

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

%

Va

ria

nte

s (

Ver

Ta

bla

2.1

)

MoribundoFrecuencia de uso

Figura 2.1. Frecuencia de uso de las variantes cartogra'adas para el concepto moribundo.

Para el concepto moribundo se recogieron y cartogra'aron doce varian-tes, incluyendo formas relacionadas. El total de registros con relación a las localidades encuestadas arrojó una proporción de 1 : 1,24, lo que quiere decir que se recogió una respuesta en todas las localidades, y en 57 de ellas se recogieron dos respuestas. De las doce variantes cartogra'adas, una alcanzó el rango muy frecuente (mf), y puede caracterizarse como perteneciente al español nacional; ninguna alcanzó el rango frecuente (f), 11 variantes se situaron en el rango poco frecuente (pf) y pueden ser caracterizadas como pertenecientes a dialectos, subdialectos o hablas regionales especí'cas. Se detalla en tabla y 'gura aparte la distribución de las formas relacionadas “morimundo”, “marimundo”, etc.

léxico de la muerte 67

Distribución complementaria MoribundoVariantes Registros

1 Moribundo 1582 Morimundo 203 Marimundo / Maribundo 7

Total 185

Tabla 2.2. Distribución complementaria de las formas relacionadas con el con-cepto moribundo.

158 20 7

0 40 80 120 160 200

Registros

MoribundoDistribución acumulada

Figura 2.2. Distribución acumulada de las formas alofónicas del concepto mo-ribundo.

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2.1.2. Distribución dialectal.

La variante más frecuente para este concepto es moribundo. Las variantes “morimundo” y “marimundo” son producto de analogía por etimología popular, como en “vagabundo” > “vagamundo”. Para el cambio de raíz léxica {mori-} > {mari-}, presente en las formas “marimundo” y “maribun-do”, solo existe una referencia acreditada, que es la entrada “marimundi-na” en el Lexicón del Valle de Upar, de Consuelo Araujonoguera,27 y que ubicaría el cambio como propio de los dialectos costeños, o al menos, del subdialecto samario. Se trataría igualmente de un proceso analógico motivado por etimología popular.

Morimundo se encuentra concentrada en Cundinamarca, donde fue en-contrada como única respuesta en siete localidades; se registra débilmen-te en la zona centro-sur del Tolima, y hacia el centro de Boyacá; la variante es propia del subdialecto cundiboyacense, con in\uencia fuerte hacia el Tolima y débil hacia Santander (registrada en Cimitarra) y Norte de San-tander (registrada en Puerto Villamizar y Bochalema). Por fuera de esta zona se registró también en Manatí (Atlántico), Pore (Casanare), Arusí (Chocó) y Neiva (Huila), todos ellos puntos dispersos. (Ver mapa 2.1)

Marimundo / maribundo se registró en dos poblaciones de Magdalena (Plato y El Difícil), dos de Cesar (Codazzi y Pailitas) y dos de La Guajira (Barbacoas y Carraipía), además, en San Martín de Loba (Bolívar). Esta variante se restringe al oriente del dialecto costeño atlántico, en una zona conformada por el sur del subdialecto samario, el centro del subdialecto guajiro, y la porción centro-norte del departamento del Cesar. (Ver mapa 2.1)

Agonizante es una variante propia del superdialecto andino, que alcanza puntos de frontera con el superdialecto costeño: Majagual en el atlántico; Nóvita, San Juan de Mechengue y Buenaventura en el pací'co; además de poblaciones de transición entre los rasgos costeños y andinos como El Carmen y Ocaña, en Norte de Santander. “Agonizante” ofrece una inte-resante distribución en tres zonas de'nidas. La primera está delimitada, a

27 “marimundina: (s.) Vértigo. Mareo. Malestar físico que produce desvanecimiento o desmayo y que puede ser ocasionado por causas materiales (dolor intenso, baja de presión, etc.) o por otras de índole espiritual (angustia, tristeza, desencanto, etc.)[…]”. (Araujonoguera, 1994, s.v. Marimundina)

léxico de la muerte 69

occidente y oriente, por las cuencas de los ríos Cauca y Magdalena; al nor-te por las poblaciones de Santuario (Risaralda) y Samaná (Caldas); al sur por las poblaciones de Potosí (Nariño) y Gigante (Huila). Dentro de esta zona la variante se concentra al norte, en Caldas, Risaralda y Quindío, sin penetrar en Antioquia, donde se registró una sola vez, en Santo Domin-go; pierde fuerza en el norte del Valle y el sur del Tolima, y solo se registró en una o dos localidades de Cauca, Nariño y Huila. Esta zona in\uencia hacia el occidente tres puntos del dialecto costeño pací'co: Nóvita, San Juan de Mechengue y Buenaventura.

Siguiendo hacia el oriente, parecería como si la cordillera oriental y el inicio del altiplano cundiboyacense interrumpieran el avance de la variante, pues solo se registró en dos puntos aislados: Nemocón, en Cun-dinamarca, y San Martín, en el Meta. La siguiente zona se ubica en el centro del departamento de Boyacá, delimitada, al norte, por la pobla-ción de Duitama; al sur, por la población de Aquitania; al occidente, por la población de Ráquira, y al oriente, por la localidad de Jesús María, en Santander, fronteriza con el territorio boyacense. La variante pierde fuer-za en todo el sur de Santander, pero se vuelve a concentrar en una tercera zona, al norte del departamento, en una franja que incluye el sur de Norte de Santander, delimitada, al norte, por la población de Herrán (Norte de Santander); al sur, por la población de Girón (Santander); al occidente, por la población de Puerto Wilches (Santander), y al oriente, también por Herrán. Desde allí, in\uencia al norte dos localidades: El Carmen y Ocaña, ambas de Norte de Santander. Para 'nalizar, “agonizante” se encontró siempre en compañía de “moribundo”, solo en Silvia (Cauca), Roldanillo (Valle) y Acandí (Chocó) se registró como única respuesta.

(Estar) (en estado) agónico se puede caracterizar como variante propia del dialecto costeño pací'co, pues se registró en seis de sus localidades. Su distribución en el dialecto es débil, aunque ofrece un curioso fenómeno: se registró como única respuesta en tres localidades del Chocó, además en Dagua y Cali (Valle), Santander de Quilichao (Cauca) y Chigorodó (Antioquia), localidades de mayoría o tránsito de población negra. A la vez, penetra en el subdialecto antioqueño-caldense, y en el norte del Magdalena medio, pero siguiendo poblaciones de mayoría de población mestiza: se registró en Jardín (Antioquia), Aranzazu (Caldas), Mariquita y El Líbano (Tolima), alternando con “moribundo”. Se registró en tres puntos dispersos de esta zona: Facatativá en Cundinamarca, Planeta Rica (Córdoba) y San Martín en el Meta.

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(Estar) agonizando es una variante que se concentra en el Valle del Cau-ca, registrada incluso en Cartago, localidad ya dentro de las fronteras del subdialecto antioqueño-caldense. Fuera del Valle, “(estar) agonizando” se concentra en los límites de los departamentos de Córdoba y Sucre, en la costa Atlántica, en una zona delimitada al norte por la población de San Antero (Córdoba); al sur por la población de Ayapel (Córdoba); al occidente por la población de Sahagún (Córdoba), y al oriente por la po-blación de Corozal (Sucre). También se registró en dos poblaciones de los llanos: Trinidad y Maní, en Casanare. La variante se encontró además en puntos aislados y separados entre sí: Nátaga (Huila), Leticia (Amazonas), Uribia (La Guajira), Sardinata (Norte de Santander), Bogotá (Cundina-marca) y Mahates (Bolívar). Aunque no es posible caracterizar la variante como propia del Valle del Cauca, ni del occidente del subdialecto atlán-tico interior, es interesante anotar que se registró exclusivamente en loca-lidades de tierras bajas (del nivel del mar hasta 1.000 m.s.n.m.), y como única respuesta en una localidad de Sucre, en dos de Córdoba y una del Valle. En el resto del territorio, alterna con “moribundo”.

Estar grave se registró en siete localidades de la costa Atlántica y seis del interior del país. En la costa, se concentra en tres localidades del norte del departamento de Bolívar: La Boquilla, Turbaco y María La Baja. Ha-cia el sur de esa zona se registró en San Benito Abad (Sucre), Tierralta (Córdoba) y Caucasia (Antioquia). En el interior del país, se concentra en tres localidades del centro-sur del departamento de Cundinamarca: Bogotá, Fómeque y Quetame, y en tres localidades del Huila, localiza-das a lo largo del recorrido del río Magdalena dentro del departamento: San Agustín, Timaná y Baraya; la distribución de la variante en el interior del país no permite una clasi'cación clara. “Estar grave” se registró en un punto aislado por fuera de estas zonas: Fonseca, en La Guajira, y se encon-tró como única respuesta en una localidad de Bolívar, una de Sucre y una de Huila, en el resto del territorio alterna con “moribundo”.

(Estar) de muerte tampoco ofrece una distribución clara, se registró en la costa Atlántica, en Tolú (Córdoba) y María La Baja (Bolívar), ambas den-tro del subdialecto cartagenero; hacia el sur, en Tierralta (Córdoba), hacia el nororiente en Riohacha (La Guajira), ambas localidades bastante alejadas de Tolú y María La Baja, y por fuera del subdialecto cartagenero. La varian-te se registró además en Iscuandé, en la costa Pací'ca nariñense, y en San Agustín (Huila). Como única respuesta fue encontrada en Tolú (Sucre).

léxico de la muerte 71

(Estar) para morirse, (estar) en las últimas y (estar) en agonía son varian-tes del interior del país, pero con una distribución errática: la primera se registró en Baraya (Huila), Bogotá (Cundinamarca), Buga (Valle) y Yolombó (Antioquia). La segunda en Popayán (Cauca), Bogotá (Cun-dinamarca), San Luis (Tolima) y Sardinata (Norte de Santander). La ter-cera en Popayán y Bolívar (Cauca), San Vicente del Caguán (Caquetá) y Caucasia (Antioquia).

(Estar) acabando, (estar) boqueando y (estar) esperando la hora son varian-tes de la costa Atlántica, e igualmente presentan una distribución erráti-ca: la primera se registró en Acandí (Chocó), Turbo (Antioquia) y San Onofre (Sucre), a lo largo de la costa Caribe. La segunda en San Antero (Córdoba) y Riohacha (La Guajira) —además de un punto muy alejado, Palmira (Valle)—. La tercera en Mompós y San Martín de Loba (Bolívar) y en Fonseca (La Guajira).

2.1.2.1. Caracterización dialectal

Son variantes del superdialecto andino:

Agonizante, (estar) para morirse, (estar) en las últimas, (estar) en agonía.

Son variantes del dialecto andino oriental:

Morimundo.

Son variantes del dialecto costeño atlántico:

Marimundo / maribundo, (estar) acabando, (estar) boqueando, (estar) es-perando la hora.

Son variantes registradas en ambos superdialectos, andino y costeño:

(Estar) (en estado) agónico, (estar) agonizando, estar grave, (estar) de muerte.

Los datos que ofrece el paradigma de “moribundo” permiten caracteri-zar una tendencia generalizada hacia el conservadurismo en la variación de este concepto. En general, en el 58% de las localidades encuestadas se registró “moribundo” como única respuesta. Dentro de ese marco, el superdialecto andino se muestra como el más conservador, al punto que

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“moribundo” se registró como única respuesta en el 60% de sus localida-des; a su vez, dentro de este superdialecto el dialecto más conservador es el andino oriental, con un 67% de localidades que no exhibieron varia-ción. La misma tendencia se veri'ca en los demás dominios dialectales: en el 54% de localidades del superdialecto costeño únicamente se registró la variante más frecuente, así como en el 47% de localidades del dialecto andino occidental, y el 67% de localidades del dialecto andino llanero.

Por el contrario, el occidente del dialecto costeño atlántico, el centro-sur del dialecto andino occidental y el sur del dialecto costeño pací'co, fueron las zonas dialectales en que se mostraron tendencias innovadoras, recogiéndose en ellas mayor cantidad de variantes, y siendo muy pocas las localidades en las que se encontró “moribundo” como única respuesta o alternando con otras formas; también en estas zonas fueron mayoría las localidades en las que se recogió una variante diferente a “moribundo” como única respuesta. (Ver mapa 2.3)

En La Guajira, punto septentrional de nuestra geografía, se registraron cinco variantes poco frecuentes (Estar agonizando, estar boqueando, estar grave, estar esperando la hora, estar de muerte) aisladas de sus probables zonas de vigencia. Lo anterior, si bien muestra a La Guajira integrada al conjunto del español de Colombia, también la destaca como una región de mayor variación léxica frente al resto, por lo menos, de la costa Caribe.

En Bogotá, como es de esperarse, se registró la variante más frecuente moribundo, y cuatro variantes menos frecuentes (estar agonizando, estar grave, estar para morirse, estar en las últimas). La capital hace parte de una estrecha zona en la que se concentra Estar grave como variante menos frecuente en vigencia.

léxico de la muerte 73

2.1.3. Clasi!cación morfosintáctica

Moribundo

Variantes cartogra$adas

Variantes Clase Tipo Gén. Núm #

Moribundo Adj. Dvb. Masc. Sing. -

Agonizante Adj. Dvb. Masc. Sing. -

Estar acabando Perífrasis de gerundio {Estar+Ger}

Estar agonizando Perífrasis de gerundio {Estar+Ger}

Estar boqueando Perífrasis de gerundio {Estar+Ger}

Estar esperando la horaPerífrasis de gerundio

{Estar+Ger+Comp}

Estar agónico Oración copulativa {Estar+Adj}

Estar grave Oración copulativa {Estar+Adj}

Estar de muerte Oración copulativa {Estar+{Sint.Ppn}}

Estar en agonía Oración copulativa {Estar+{Sint.Ppn}}

Estar en las últimas Oración copulativa {Estar+{Sint.Ppn}}

Estar para morirse Oración copulativa {Estar+{Sint.Ppn}}

Tabla 2.3. Clasi'cación morfosintáctica de las variantes cartogra'adas del con-

cepto moribundo.

néstor fabián ruiz74

Moribundo

Otras respuestas

Variantes Clase Tipo Gén. Núm #

Paciente Sust. N.Co. Masc. Sing. Cont.

Preagónico Adj. Dvb. Masc. Sing. -

Tiene ganas de hablar con san Pedro

Oración activa {Vppl+C.D}

Tiene irritada la fe de bautismo Oración activa {Vppl+C.D}

(Es) ta (para) morí(r) Oración copulativa {Estar+{Sint.Ppn}}

Estar dejativo Oración copulativa {Estar+Adj}

Estar desahuciado Oración copulativa {Estar+Adj}

Estar más muerto que vivo Oración copulativa {Estar+Adj.Compar}

Estar para tronar Oración copulativa {Estar+{Sint.Ppn}}

Estar para chirriar Oración copulativa {Estar+{Sint.Ppn}}

Estar para 'rmar Oración copulativa {Estar+{Sint.Ppn}}

Estar para cerrar capoteras Oración copulativa {Estar+{Sint.Ppn}}

Estar para parar las patas Oración copulativa {Estar+{Sint.Ppn}}

Esta(r) que se va para la olla Oración copulativa {Estar+{Subord.Adj}}

Estar con paroxismo Oración copulativa {Estar+{Sint.Nom}}

Estar de viaje Oración copulativa {Estar+{Sint.Nom}}

Estar de candidato para viajar Oración copulativa {Estar+{Sint.Nom}}

Estar de viaje para San Pedro Oración copulativa {Estar+{Sint.Nom}}

Estar en sus últimas Oración copulativa {Estar+{Sint.Nom}}

Estar en acabe de vida Oración copulativa {Estar+{Sint.Nom}}

Estar en el trance de la muerte Oración copulativa {Estar+{Sint.Nom}}

Estar en 'rma de papeles Oración copulativa {Estar+{Sint.Nom}}

léxico de la muerte 75

Estar en los últimos suspiros Oración copulativa {Estar+{Sint.Nom}}

Va a ajustar la pechera Perífrasis de in'nitivo {Vaux+Ppn+Inf }

Va a cerrar capotera Perífrasis de in'nitivo {Vaux+Ppn+Inf }

Va a chuliar Perífrasis de in'nitivo {Vaux+Ppn+Inf }

Va a 'rmar Perífrasis de in'nitivo {Vaux+Ppn+Inf }

Va a 'rmar el cheque Perífrasis de in'nitivo {Vaux+Ppn+Inf }

Va a pagar la estopa Perífrasis de in'nitivo {Vaux+Ppn+Inf }

Va a pasar a volar Perífrasis de in'nitivo {Vaux+Ppn+Inf }

Va a tirar cagalera Perífrasis de in'nitivo {Vaux+Ppn+Inf }

Quiere 'rmar el cheque Perífrasis de in'nitivo {Vaux+Ppn+Inf }

Estar terminando Perífrasis de gerundio {Vaux+Ger}

Estar entregando credenciales Perífrasis de gerundio {Vaux+Ger}

Se está acabando Voz media {Ref+{Perif.Ger}}

Se le va a acabar el mecho Voz media {Ref/Dat+{Perif.Inf }}

Tabla 2.4. Clasi'cación morfosintáctica de las variantes no cartogra'adas del

concepto moribundo.

El concepto moribundo, adjetivo deverbal, masculino, singular, derivado del verbo “morir” mediante su'jación con {-bundo}, presentó como se observa en las tablas 2.3 y 2.4 un paradigma de variantes no homogéneo en términos de género gramatical, tipo y clase de palabra; el paradigma se divide claramente en grupos de lexemas y lexías,28 siendo evidente la mayoría de las últimas.

28 Los términos lexema y lexía se usan para denominar las unidades léxicas en el análisis morfológico y semántico. Esta precisión terminológica surgió como iniciativa de Bernard Pottier para delimitar el uso de palabra, sobre todo, en tanto es posible señalar los elementos léxicos como palabras de suyo, o como formas de la misma palabra; así, se puede argumentar que “correr” es una palabra, y “corrió” / “corrimos” / “corrieron” formas de la misma palabra afectadas por modi'caciones morfológicas pero no léxicas. El término lexema, por lo tanto, es introducido “para indicar las unidades más ‘abstractas’ que aparecen bajo diversas ‘formas’ \exiona-

néstor fabián ruiz76

En el grupo de los lexemas, las variantes agonizante y preagónico son las únicas correspondientes morfológica y sintácticamente al concepto “mori-bundo”, en tanto comparten sus características funcionales y de estructura (ambas son adjetivos deverbales, masculinos y singulares). “Agonizante” parece provenir de un antiguo participio activo del verbo “agonizar”, el Drae la de'ne como adjetivo que admite uso como sustantivo. “Preagónico” es una variante creada por pre'jación, no contemplada por el Drae, en la que podemos ver una interesante con'guración semántica: el momento de la muerte es identi'cado con la agonía, por lo que, para señalar que se trata de la mención de un momento previo, se crea una nueva forma utilizando la pre'jación del lexema con {Pre-}, que aporta los sentidos de “anterioridad local o temporal”. La variante “paciente” es un adjetivo que puede ejercer la función de sustantivo gracias a la operación gramatical de traslación, por lo que no se considera correspondiente morfológica y sintácticamente al concepto “moribundo”, aunque sí exista correspondencia funcional.

les en función de las reglas sintácticas concernientes a la generación de oraciones” (Lyons, 1985: 204). De tal modo, el lexema expresa la continuidad de una referen-cia léxica a lo largo de diversas formas \exionadas de una misma palabra. Como su contrario, la lexía es de'nida según Dubois en estos términos: “es la unidad fun-cional signi'cativa del habla. La lexía simple puede ser una palabra. [...] La lexía compuesta puede contener varias palabras en vías de integración o integradas. [...] La lexía compleja es una secuencia estereotipada [...] (refranes, proverbios, etc.)” (Dubois, 1979, s.v. Lexía). Estos términos, entonces, permiten trabajar con el léxico de manera unitaria, sin tener que realizar una división entre palabras y oraciones, palabras \exionadas y raíces de palabras, que a la postre di'cultan integrar en una estructura coherente (como es la estructura léxica) todos los elementos analizados.

En el grupo de las lexías se distinguen cuatro tipos: oración copula-tiva,29

29 Para de'nir las oraciones copulativas, Fernández Leborans anota que “la base léxica del predicado en las oraciones copulativas es una categoría nominal, no verbal (generalmente, un sustantivo o un adjetivo; ocasionalmente un adver-bio de manera o un sintagma preposicional) denominada ‘atributo’. El verbo que presenta esta clase de oraciones es un verbo ‘cópula’, semánticamente vacío, por-tador de los morfemas que contienen el modo, tiempo y aspecto gramaticales, y de los morfemas de número y persona concordantes con el sujeto” (1999: 2.359). Las oraciones copulativas se construyen mediante un verbo cópula cualquiera, aunque preferentemente se usa ser/estar/parecer/resultar.

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oración activa,30 perífrasis verbal31 y voz media,32 con un predominio

30 Las a veces llamadas “oraciones predicativas” tienen carta de naturaleza en muy pocas gramáticas. Alarcos Llorach (2000: 301), por ejemplo, habla de la distinción predicado nominal vs. predicado verbal, antes que de una oración predicativa claramente de'nida. Por el contrario, Gili Gaya en su Curso superior de sintaxis (1989) sí establece la distinción oración atributiva vs. predicativa. En la gdle se opta por otros nombres dependiendo del autor, y así, existen múltiples criterios y nombres para la construcción de predicado verbal. Para evitar equí-vocos, en el marco de este trabajo se ha preferido usar la denominación “oración activa”, que aunque opone a las construcciones activas / pasivas, resalta el hecho de que se trata de una oración de predicado verbal, con sujeto agente, lo que lo diferencia claramente de la oración copulativa; se entiende que en una oración activa (o de “predicado verbal”), el verbo núcleo no es simple cópula, sino que se trata de un verbo semánticamente pleno, cuya base léxica es una categoría verbal completa (expresa información relacionada con el tiempo, el modo y el aspecto de una acción que ejecuta el sujeto de la oración). Es oración activa toda cons-trucción en la que, mediante el uso de un verbo con contenido léxico y gramatical se revele la relación [sujeto ← predicado] y tal relación no conduzca a la asigna-ción de características al sujeto, sino a la situación del mismo con respecto a una acción, proceso o evento en el que está inmerso, como agente de la misma.

31 Según Gómez Torrego, “una perífrasis verbal es la unión de dos o más verbos que constituyen un solo núcleo del predicado. El primer verbo llamado ‘auxiliar’, comporta las informaciones morfológicas de número y persona, y se conjuga en todas (o en parte de) las formas o tiempos de la conjugación. El se-gundo verbo, llamado ‘principal’ o ‘auxiliado’, debe aparecer en in'nitivo, gerun-dio o participio, es decir en una forma no personal. Según se trate de una u otras formas, hablamos de perífrasis verbal de in'nitivo, de gerundio y de participio”. (1999: 3.325).Yllera puntualiza que este tipo de construcciones expresan una “ac-ción vista en su desarrollo [...] se presenta una visión actualizadora del predicado, sin implicar su culminación” (1999: 3.423). Gómez Torrego de'ne las perífrasis de in'nitivo como unidades sintáctico-semánticas que cumplen con la estruc-tura típica de la perífrasis, y exigen en casi todos los casos que sus componentes sean ligados mediante preposición, en un esquema {Vbo.Auxiliar} + {Ppn.} + {Vbo.Auxiliado}. Su particularidad está en que el verbo auxiliar expresa valores de temporalidad, modalidad o aspectualidad únicamente, que modi'can al ver-bo auxiliado. La perífrasis {Ir a + Vbo. Inf } es la única que permite introducir los tres valores (1999: 3.337 y ss).

32 Se seguirá para la de'nición de la voz media el estudio que le dedica Men-dikoetxea en la gdle, donde comienza por sentar que, “si una oración activa se puede interpretar, en sentido amplísimo, como ‘alguien (o algo) opera sobre al-guien (o algo)’, y una oración pasiva como ‘alguien (o algo) sufre lo que ha hecho

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evidente de las oraciones copulativas y las perífrasis. Es notable la regula-ridad en el uso del verbo “estar”, tanto en la totalidad de oraciones copu-lativas como en las perífrasis de gerundio, siendo este comportamiento concurrente con la representación del moribundo como un sujeto que tiene u ostenta una determinada cualidad de carácter temporal; las ora-ciones copulativas son las que más claramente re'eren esa temporalidad del estado por el que atraviesa el moribundo, al incluso especi'car en sus sintagmas preposicionales o atributos información que hace evidente tal estado transitorio de cosas (como Estar en las últimas, o Estar de candi-dato para viajar, variantes que re'eren a acciones inconclusas o futuras). Este aspecto las opone a las perífrasis, bien sea de in'nitivo o de gerundio, en las que el moribundo, en vez de ser representado como un sujeto que ostenta una característica temporal, aparece como el sujeto —agente o paciente— de una acción cuya realización es inminente, en el caso de las perífrasis de in'nitivo, o imperfectiva, como en las perífrasis de gerundio.

Es importante observar que el paradigma incluye dos oraciones cuya estructura sintáctica es la de oración activa, pero su interpretación semán-tica corresponde a la predicación de una cualidad, lo que las acercaría a la tipología de la oración copulativa, se trata de: Tiene ganas de hablar con san Pedro y Tiene irritada la fe de bautismo. Se clasi'caron como oracio-nes activas al no corresponder con la estructura canónica de la oración copulativa, es decir, al no estar construidas mediante un verbo copulativo y un atributo; sin embargo, ambas oraciones son casos de complementos predicativos,33 de ahí su característica de atributo.

alguien (o algo), la voz media se interpreta como la forma de expresar que la ac-ción que denota el verbo ‘afecta’ en mayor o menor grado al sujeto (incide sobre el sujeto, interesa al sujeto, indica un cambio en el sujeto, etc.). En otras palabras, las construcciones medias se caracterizan por tener sujetos afectados […]. Si des-de un punto de vista nocional, y en un sentido amplio, la voz media expresa en español, al igual que en griego, que la acción o proceso verbal ‘afecta’ al sujeto, dentro de esta de'nición amplia, se incluirían, por ejemplo, oraciones re\exivas, oraciones pseudo-re\exivas, y las llamadas incoativas, con verbos de cambio de estado físico, cambio psicológico y verbos de cambio de posición. La presencia de un pronombre de los denominados ‘re\exivos’ constituiría la característica formal de la voz media en español al igual que en otras lenguas romances” (1999: 1.636 - 1.639).

33 Según la ngle: “los complementos predicativos (o simplemente predi-cativos) constituyen una variante del atributo […] pueden serlo del sujeto, del complemento directo y de otras funciones gramaticales. Los complementos pre-

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2.1.3.1. Observaciones sobre )ecuencia de uso y distribución dialectal

Según la clasi'cación morfosintáctica, moribundo produjo un paradigma dividido claramente en lexemas y lexías, con predominio de las últimas. Respecto a “agonizante”, el único lexema, fue la segunda variante en la frecuencia de uso y se registró en el 14,70% de las localidades únicamen-te, lo que no impidió, dada su clara distribución, de'nirla como varian-te propia del superdialecto andino, con in\uencia hacia localidades de ambos dialectos costeños. Es posible decir que el superdialecto andino se muestra aquí, frente al costeño, más conservador en términos sintác-ticos, en cuanto la forma “agonizante” como adjetivo pleno se muestra correspondiente morfológica y sintácticamente al concepto y a la variante canónica “moribundo”, mientras las lexías operan sintácticamente gracias a la traslación gramatical.

La preferencia por las lexías se hace evidente en el mayor número de estas sobre las formas adjetivas plenas: si se suman los porcentajes de todas las lexías, se obtiene que estas fueron registradas en el 31,08% del total de localidades, lo que las ubica, en conjunto, dentro del rango frecuente. Sin embargo, en rigor, y ateniéndonos a los índices de frecuencia, tal pro-fusión de formas es muestra de preferencias a nivel dialectal, si no es casi a nivel sub-dialectal. La clasi'cación, que las divide en perífrasis, voces medias, oraciones activas y oraciones copulativas, permite ver un com-portamiento coherente con tal observación.

Si tomando las variantes cartogra'adas se compara cada tipo de cons-trucción con su distribución dialectal, se obtiene que:

1. Son propias del superdialecto andino tres oraciones copulativas (Estar en agonía, Estar en las últimas y Estar para morirse), que se registraron en el 5,04% del total de localidades.

2. Son propias del dialecto costeño atlántico tres perífrasis de gerundio (Estar acabando, Estar boqueando y Estar esperando la hora), registradas en el 3,78% del total de localidades.

dicativos del sujeto se predican a través de un verbo pleno, en lugar de a través de un verbo copulativo o semicopulativo. […] Estos complementos predicativos del sujeto suelen denotar estados circunstanciales de la persona o cosa designada por él (2010: 727 - 728).

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3. Cuatro construcciones, tres oraciones copulativas (Estar agónico, Estar de muerte y Estar grave) y una perífrasis de gerundio (Estar agonizando), registradas en el 22,26% de las localidades, consti-tuyen un núcleo de lexías compartido por ambos superdialectos.

Tal comportamiento de los datos mostraría, primero, que el dialecto costeño atlántico delinea con claridad una preferencia hacia las perífra-sis y así opta por señalar al moribundo como objeto de un proceso. El superdialecto andino acusaría preferencia por las oraciones copulativas, comportamiento del que participaría el dialecto costeño pací'co, y que pre'ere señalar al moribundo como objeto de una cualidad transitoria. Esta tendencia se ve reforzada por los registros de las construcciones reco-gidas bajo el apartado de “Otras respuestas”, pues la mayoría de las perífra-sis fueron encontradas en localidades de la costa Atlántica, mientras que gran parte de oraciones copulativas se recogieron en puntos del interior del país (ver mapa 2.2). El núcleo compartido por ambos superdialectos viene a indicar que, en términos generales, las oraciones copulativas son preferidas sobre las perífrasis para expresar el concepto.

Lo anterior permite organizar la variación de las lexías de “moribun-do” en un esquema de dos niveles: la variación tendería en su primer nivel, el de mayor frecuencia de uso, a un patrón en el que primarían las oracio-nes copulativas y su sentido de “cualidad”, junto con los lexemas “mori-bundo” y “agonizante”. En un segundo nivel, de menor frecuencia de uso, todo el territorio estudiado se mostraría homogéneo en la tendencia a usar lexías, estableciéndose acusadas diferencias dialectales: preferencia por perífrasis de gerundio en la costa Atlántica, y por oraciones copulati-vas en el interior del país y la costa Pací'ca.34

El mapa 2.2. muestra también, dentro del superdialecto andino, el avance de dos cuñas dialectales que extienden el área de vigencia de las oraciones copulativas; la primera cuña avanza de occidente a oriente y comunica los dialectos andino occidental y oriental a través del Macizo

34 Aún así debe tomarse con precaución esta delimitación general del fe-nómeno, pues se encontró una zona de concentración de oraciones copulativas hacia el centro-occidente del dialecto costeño atlántico, y una zona de concentra-ción de perífrasis de gerundio en el Valle del Cauca. Junto a lo anterior, las oracio-nes copulativas constituyeron zona claramente delimitada en el dialecto andino occidental, con exclusión casi total del departamento de Antioquia, mientras en el dialecto andino oriental la zona de vigencia es mucho más reducida. (Ver mapa 2.2)

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Colombiano, proyectándose hacia los departamentos de Caquetá y Pu-tumayo; la segunda cuña, más pequeña, avanza de noroccidente hacia suroriente y comunica el dialecto andino oriental con el dialecto andino llanero a través de un eje en el que están localizadas Bogotá y Villavicen-cio (Meta). Estas cuñas muestran una vinculación directa entre los dialec-tos andinos occidentales y orientales, y las hablas llaneras, orinoquenses y amazónicas del oriente del país, vinculación que está aún por estudiar desde una perspectiva sincrónica y diacrónica.

2.1.4. Etimología

2.1.4.1. Variantes del dominio panhispánico

Moribundo

Variantes del dominio panhispánico

Variantes ÉtimoAgonizante Lat. “Agonizare”Moribundo Lat. “Moribundus”

Tabla 2.5. Etimología de las variantes para el concepto moribundo vigentes en el

dominio panhispánico.

2.1.4.2. Variantes del español de América

Ninguna variante fue caracterizada como americanismo.

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2.1.4.3. Variantes del español de Colombia

Moribundo

Variantes del español de Colombia

Variantes ÉtimoPaciente Lat. “Patiens, -entis”Preagónico N/AOración copulativa LexíaOración activa LexíaPerífrasis de gerundio LexíaPerífrasis de in'nitivo LexíaVoz media Lexía

Tabla 2.6. Etimología de las variantes para el concepto moribundo vigentes en el español de Colombia.

Paciente, aunque tiene entrada en todos los diccionarios consultados, en ninguno cuenta con una acepción que dé razón del sentido “moribundo”.

Preagónico no tiene entrada en ninguno de los diccionarios consultados.

Ninguna de las lexías tiene entrada en los diccionarios consultados, ni aparece bajo la entrada de alguno de sus componentes. Únicamente deja-tivo cuenta con entrada en el Drae xxi, con el signi'cado “perezoso, \ojo y desmayado” y con la observación “adjetivo poco usado”; sin embargo la entrada no re'ere a la lexía registrada en los materiales del Atlas y aquí analizada.

2.1.5. Motivación y creación léxica

2.1.5.1. Lexemas

|| Paciente ||

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Metáfora por rasgo parcial: similitud de estados. La variante “paciente” tie-ne la posibilidad de ser usada por “moribundo” en tanto se la entiende como referencia a una persona aquejada por una enfermedad, condición que es de suyo temporal; es aquí donde ambas variantes se acercan, pues comparten un componente de sentido que puede ser enunciado como “estado transitorio”; lo anterior, en tanto ambas variantes representan un estado de cosas “abierto”: en efecto, ni el estado de moribundo ni el de pa-ciente son de'nitivos por sí mismos, el moribundo muere o se recupera, y el paciente de una enfermedad, igualmente, o muere o se recupera. Esta similitud parcial entre ambos estados permite su comparación. También, en términos morfosintácticos, “paciente”, al ser usado como adjetivo, ad-quiere como “moribundo” la capacidad de representar estados transito-rios que afectan a un sujeto léxico.

|| Preagónico ||

Derivación a partir del adjetivo “agónico”. Pre$jación con {pre-} connotando antecedencia. Esta variante surge mediante la extensión de sentido de una forma léxica previa; el uso de {pre-} connotando antecedencia en su crea-ción revela un aspecto interesante: se identi'ca la agonía con el momento estricto de la muerte, no con los momentos que le anteceden. Como se discutió, el uso del pre'jo aporta los componentes de sentido que deno-tan antecedencia local o temporal.

2.1.5.2. Lexías

Oración copulativa. Estas variantes predican una cualidad transitoria del sujeto de la oración.

|| Estar de candidato para viajar, - de viaje, - de viaje para San Pedro, - para cerrar capoteras, - que se va para la olla ||

Metáfora global: acción / movimiento imaginario proceso vital. Las lexías de este grupo crean una serie de connotaciones que surgen de proponer una relación metafórica entre referentes distintos, comparando el proceso vital con movimientos o acciones imaginarias. Lo anterior es evidente en las variantes Estar de candidato para viajar, Estar de viaje, en las que se equipara la muerte con un desplazamiento, y por vía de esa comparación, se concibe el proceso vital como una continuidad que acontece en dos es-

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pacios de'nidos y separados: la vida, que acontece en un “aquí”, y la “otra vida”, que acontece en un “allá”; el moribundo, entonces, se enuncia como quien se apresta a realizar la marcha de un lugar a otro.

La variante Estar de viaje para San Pedro, por ejemplo, especi'ca cla-ramente, a través de una festiva ironía, ese espacio hacia el que el mori-bundo se va a trasladar, pues recordemos que “San Pedro” es el nombre popular de las 'estas patronales más importantes y concurridas del suro-riente del país; así considerada, la variante implica que el moribundo se apresta a viajar hacia otra vida que es de continua celebración y festejo.35 Apartándonos de esta posibilidad, es admisible realizar otra interpreta-ción, más general, e inferir que Estar de viaje para San Pedro enuncia el paraíso como el espacio en el que acontece la otra vida, pero evocándolo mediante una metonimia, en tanto san Pedro es concebido por los cató-licos como parte del reino de los cielos (estrictamente, como el guardián de las puertas del cielo, frente al cual toda alma debe pasar en su viaje a la vida eterna). En un polo opuesto de esta idea de viaje hacia un paraíso se situaría Estar que se va para la olla, pues enuncia el in'erno como el lugar de destino del viajero (la “olla” es representación del averno mediante una relación parte-todo, si seguimos la vieja idea del imaginario católico que visualiza el in'erno lleno de pailas y ollas donde se tortura con calor y fuego a los pecadores).

Siguiendo dentro de la idea de la muerte como un pasar a otra vida que ocurre en otro espacio, la variante Estar para cerrar capoteras sitúa al moribundo en los últimos preparativos para el comienzo de un viaje, ex-presados mediante el acto de cerrar la capotera, que es una “maleta de viaje hecha de lienzo y abierta por los extremos” (Drae, xxii, s.v., Idem), usada por los llaneros de Venezuela y Colombia.

|| Estar en $rma de papeles, - para chirriar, - para $rmar, - para tronar ||

Metáfora por rasgo parcial: similitud de procesos. Estas variantes comparan el proceso biológico con procesos sociales que tienen como protagonistas a objetos inanimados. En este grupo, más que unos componentes de sen-

35 Esta interpretación cobra mayor relevancia en tanto la variante Estar de viaje para San Pedro fue recogida en San Vicente del Caguán (Caquetá), justa-mente en el área en que la celebración de las 'estas de San Pedro y San Pablo tiene mayor vigencia y acogida.

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tido compartidos por las variantes, se encuentra la voluntad del hablante de comparar procesos que únicamente tienen en común el hecho de con-tar con un término de'nido, que es el rasgo que se toma como base de la comparación. Así, el proceso de llegar a término la vida es enunciado como una $rma de papeles, es decir, como la llegada a término de un ne-gocio o un trámite; como el sonido que producen las máquinas al fallar (chirriar); o como el estallido que pone 'n a ciertos objetos, como los motores de combustión (tronar).

|| Estar dejativo, - grave, - desahuciado, - con paroxismo, - para parar las patas, - en las últimas ||

Metáfora por caracteres intrínsecos: rasgo distintivo. Las variantes de este grupo predican una cualidad transitoria del sujeto, que es en sí misma un atributo propio, inherente de la cualidad denotada. Así, el estado por el que atraviesa el moribundo se re'ere mediante rasgos distintivos del proceso que sufre, como el rigor mortis en el caso de Estar para parar las patas; la falta de esperanza o el estado de “no-retorno” en el caso de Estar desahuciado, Estar grave y Estar en las últimas; la falta de movimiento, o de fuerza para realizarlo, en el caso de Estar dejativo, o por el contrario, los últimos esfuerzos respiratorios (llamados popularmente “boqueo”) que realiza el moribundo, en el caso de Estar con paroxismo. Sobre todo en el caso de las variantes que usan el rigor mortis como base de comparación, estaríamos más cerca de un proceso metonímico que de uno metafórico, en tanto las variantes son posibles en virtud de una relación de contigüi-dad entre signos.

|| Estar agónico, - en agonía, - en acabe de vida, - en el trance de la muerte, - de muerte, - más muerto que vivo, - para morirse ||

Pará)asis. Ampli$cación retórica. Las variantes de este grupo predican una cualidad transitoria del sujeto que se ve expresada mediante sinónimos o redundancias. Más que procesos de creación y motivación léxica apoya-dos en la referencia a otras realidades, experiencias o procesos, estas va-riantes surgen mediante la explicitación de referentes, acciones o estados que son característicos del proceso referido.

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Oración activa. Estas variantes predican una acción que ejecuta el sujeto de la oración.

|| Tiene ganas de hablar con san Pedro, - irritada la fe de bautismo ||

Metáfora global: acción / movimiento imaginario proceso vital; proceso en objeto inanimado proceso vital. Las dos variantes de este grupo, como se anotó previamente, tienen la característica sintáctica de ser construc-ciones activas, aunque se interpreten semánticamente como atributos. La primera variante, Tiene ganas de hablar con san Pedro, se ubica cerca de las consideraciones sobre la muerte como paso a otra vida y otro espacio rea-lizadas previamente a propósito de Está de viaje para San Pedro, aunque en este caso la enunciación del desplazamiento y su destino se oscurecen, y cobra realce más bien el objetivo del viaje: hablar, conversar con el guar-dián de las puertas del cielo católico; no se realiza aquí ninguna compa-ración, antes bien, la fuerza expresiva y emotiva de la variante radica en el hecho de postular al moribundo como deseoso de ejecutar una acción que de suyo no puede cumplirse en este plano de la existencia.

Situada en un ámbito muy diferente, la variante Tiene irritada la fe de bautismo establece una comparación entre la vida misma y un docu-mento de la iglesia católica, comparación dable en tanto el bautismo es el rito iniciático que hace posible la vida del creyente en el catolicismo, pero sobre todo, el paso a la otra vida; y en tanto ese rito iniciático, dentro de la tradición legalista española, tiene un soporte documental: la fe de bautismo. En esa medida, y desde una perspectiva mágica si se quiere, la variante propone que todo aquello que ocurra con el documento se verá re\ejado, o sucederá, en persona de quien él representa (ello explica el uso del adjetivo “irritada”, que usualmente no se aplica a objetos inanimados).

Perífrasis de gerundio. Estas variantes predican una acción vista en su de-sarrollo.

|| Estar acabando, - entregando credenciales, - esperando la hora, - termi-nando ||

Metáfora por rasgo parcial: similitud de procesos. Las connotaciones de este grupo de variantes surgen al comparar procesos biológicos con procesos sobre objetos inanimados, o con acciones o eventos de carácter más gene-ral, que de todas formas cuentan con un término de'nido. En el caso de

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Estar acabando y Estar terminando, ambas pueden servir para expresar el 'nal de un proceso cualquiera, no solo el vital; como se verá en el análisis de otros conceptos, casi siempre este tipo de variantes se relacionan con el 'nal de compromisos laborales o comerciales, lo que permite establecer una fuerte remisión al 'nal del día laboral como metáfora de “'nal del ciclo vital”. Es el caso de Estar entregando credenciales, donde se vuelve a encontrar, ahora de manera más clara y evidente, la comparación del tér-mino de la vida con el cierre de procesos laborales o burocráticos; aquí, la entrega de los documentos que acreditan a un empleado como apto para realizar un o'cio, o como perteneciente a una empresa, simboliza el 'n del ciclo productivo, y por esa vía, del ciclo vital.

Desde la perspectiva de análisis aquí propuesta, Estar esperando la hora es una variante muy general, aplicable a diferentes contextos o situa-ciones, en tanto no necesariamente “esperar la hora” se relaciona, estricta-mente, con “estar moribundo”; pero al mismo tiempo, se debe considerar que es una variante cuya cercanía con formas como Tener las horas con-tadas, evoca de manera más directa una relación con el hecho de morir.

|| Estar boqueando ||

Sinécdoque. Parte por todo. En este caso, la variante establece una conno-tación que surge al referir un todo, —en este caso la agonía— mediante la alusión a una de sus partes; la falta de respiración concomitante con los últimos momentos de vida.

|| Estar agonizando ||

Pará)asis. Ampli$cación retórica. En esta variante es más importante el componente sintáctico de acción que su capacidad semántica de represen-tación: se predica una acción vista en su desarrollo, y no hay connotación sino denotación, establecida mediante redundancia gracias a la estructura de la perífrasis. Se señala lo que está sucediendo, reforzando la idea de estar frente a “algo que ocurre”.

Perífrasis de in'nitivo. Estas variantes predican un valor aspectual, de in-minencia o inmediatez de la acción denotada por el verbo principal de la perífrasis.

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|| Va a ajustar la pechera, - a cerrar capotera, - a pagar la estopa, - a pasar a volar ||

Metáfora global: acción / movimiento imaginario proceso vital. Las con-notaciones propuestas por este grupo de variantes surgen, de nuevo, al comparar el proceso vital con movimientos o acciones que no ocurren en este plano de la existencia. Se encuentra una vez más el 'n de la vida enunciado como desplazamiento a otro espacio en las variantes Va a ajus-tar la pechera, Va a cerrar capotera, pues ambas representan la inminencia de la partida para un viaje, bien sea mediante el acto de cerrar la maleta de viaje, o el de ajustar la “pechera” o petral, que es un aditamento de la silla de montar. Situada en otro campo de relaciones, la variante Va a pagar la estopa compara el 'n de la vida con la acción de saldar una deuda, y en ese sentido enuncia el 'n de la vida como la cancelación de obligaciones, en este caso de índole comercial. Por su parte Va a pasar a volar, ubica al moribundo como ejecutor de una acción que no puede tener lugar en el mundo físico en el que vivimos, pero sí, tal vez, en ese otro mundo hacia el que se dirige.

|| Va a chuliar, - a $rmar, - a $rmar el cheque; Quiere $rmar el cheque ||

Metáfora por rasgo parcial: similitud de procesos. En este grupo de varian-tes la connotación se establece mediante la comparación entre el 'n del proceso vital y el de un proceso burocrático de diversa índole, como la elaboración de un contrato o de un acuerdo, en el caso de Va a $rmar; o con el 'n de un proceso comercial especí'co, como el pago de una deuda, la obtención de un préstamo, el pago de dividendos o salarios, en el caso de Va a $rmar el cheque o Quiere $rmar el cheque; se debe señalar que estas variantes implican la obtención de bene'cios, y en ese sentido, el 'n del ciclo vital viene a revestirse de un carácter positivo. La variante Va a chu-liar hace referencia al colombianismo “chuliar” verbo que tiene el sentido de “marcar una planilla” o “escribir un chulo” ( ).

|| Va a tirar cagalera ||

Metáfora por caracteres intrínsecos: rasgo distintivo. La connotación en este caso se establece al referir un rasgo distintivo —o propio— de la acción denotada. Aquí, la cualidad de “moribundo” se re'ere mediante un rasgo

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distintivo del proceso de morir como es la relajación de los esfínteres al ocurrir el deceso; y esto, en tanto Tirar cagalera tiene el sentido de “de-fecar”.

Voz media. Estas variantes predican una acción que afecta o recae sobre el sujeto de la oración sin mediar su voluntad.

|| Se le va a apagar el mecho, Se está acabando ||

Metáfora por rasgo parcial: similitud de procesos. Las connotaciones que proponen estas variantes surgen al comparar el 'n de la vida con el 'n de objetos inanimados o con el cierre de procesos de carácter general; por ejemplo, equiparando la muerte con el 'n del 'lamento luminoso (me-cho) que mantiene las lámparas de gas o petróleo.

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Mapa 2.1. Distribución de los conceptos morimundo y marimundo.

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Mapa 2.2. Distribución de oraciones copulativas y perífrasis del concepto moribundo.

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Mapa 2.3. Variabilidad por dialectos del concepto moribundo.

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CONTENIDO

Contenidos .........................................................................................................

Introducción .......................................................................................................

Abreviaturas y convenciones ...........................................................................

Identi'cación de las localidades encuestadas en el Alec ............................

1. Referentes conceptuales y metodología ...................................................

1.1. Referentes conceptuales ...........................................................................

1.2. Metodología ...............................................................................................

1.2.1. Generalidades ...................................................................................

1.2.2. Muestra de datos e instrumentos de investigación ...................

1.2.3. Tamaño y distribución de la muestra ...........................................

1.2.4. Métodos usados para el análisis dialectológico ..........................

1.2.5. Métodos usados para el análisis lexicológico ..............................

2. Análisis dialectológico y lexicológico........................................................

2.1. Moribundo. Tomo iii, mapa 102 ............................................................

2.1.1. Distribución por frecuencia ...........................................................

2.1.2. Distribución dialectal ......................................................................

2.1.2.1. Caracterización dialectal .......................................................

2.1.3. Clasi'cación morfosintáctica ........................................................

2.1.3.1. Observaciones sobre frecuencia de uso y distribución

dialectal .....................................................................................

2.1.4. Etimología .........................................................................................

Pág.

néstor fabián ruiz322

2.1.4.1. Variantes del dominio panhispánico ..................................

2.1.4.2. Variantes del español de América ........................................

2.1.4.3. Variantes del español de Colombia .....................................

2.1.5. Motivación y creación léxica .........................................................

2.1.5.1. Lexemas ....................................................................................

2.1.5.2. Lexías .........................................................................................

Oración copulativa. ..............................................................................

Oración activa. .......................................................................................

Perífrasis de gerundio. ..........................................................................

Perífrasis de in'nitivo. ..........................................................................

Voz media. ..............................................................................................

2.2. Murió, se murió. Tomo iii, mapas 103 - 105. ......................................

2.2.1. Distribución por frecuencia ...........................................................

2.2.2. Distribución dialectal .....................................................................

2.2.2.1. Caracterización dialectal .......................................................

2.2.3. Clasi'cación morfosintáctica ........................................................

2.2.3.1. Observaciones sobre frecuencia de uso y distribución

dialectal ....................................................................................

2.2.4. Etimología

2.2.4.1. Variantes del dominio panhispánico ...................................

2.2.4.2. Variantes del español de América .........................................

2.2.4.3. Variantes del español de Colombia .....................................

2.2.5. Motivación y creación léxica ..........................................................

2.2.5.1. Lexemas .....................................................................................

2.2.5.2. Lexías .........................................................................................

Oración copulativa. ...............................................................................

Pág.

léxico de la muerte 323

Oración activa ........................................................................................

Perífrasis de gerundio ...........................................................................

Perífrasis de in'nitivo ...........................................................................

Voz media ................................................................................................

Oración impersonal ..............................................................................

Frase nominal .........................................................................................

Oración re\exiva ...................................................................................

2.3. Cadáver. Tomo iii, mapa 106 .................................................................

2.3.1. Distribución por frecuencia ...........................................................

2.3.2. Distribución dialectal ......................................................................

2.3.2.1. Caracterización dialectal .......................................................

2.3.3. Clasi'cación morfosintáctica ........................................................

2.3.4. Etimología .........................................................................................

2.3.4.1. Variantes del dominio panhispánico ..................................

2.3.4.2. Variantes del español de América ........................................

2.3.4.3. Variantes del español de Colombia .....................................

2.3.5. Motivación y creación léxica .........................................................

2.3.5.1. Lexemas .....................................................................................

2.4. Ataúd. Tomo iii, mapa 107 ....................................................................

2.4.1. Distribución por frecuencia ...........................................................

2.4.2. Distribución dialectal ......................................................................

2.4.2.1. Caracterización dialectal .......................................................

2.4.3. Clasi'cación morfosintáctica ........................................................

2.4.3.1. Observaciones sobre frecuencia de uso y distribución

dialectal .....................................................................................

2.4.4. Etimología ..........................................................................................

Pág.

néstor fabián ruiz324

2.4.4.1.Variantes del dominio panhispánico ....................................

2.4.4.2. Variantes del español de América ........................................

2.4.4.3. Variantes del español de Colombia .....................................

2.4.5. Motivación y creación léxica ..........................................................

2.4.5.1. Lexemas .....................................................................................

2.4.5.2. Lexías .........................................................................................

2.5. Cementerio. Tomo iii, mapa 108 .........................................................

2.5.1. Distribución por frecuencia ...........................................................

2.5.2. Distribución dialectal ......................................................................

2.5.2.1. Caracterización dialectal .......................................................

2.5.3. Clasi'cación morfosintáctica ........................................................

2.5.4. Etimología .........................................................................................

2.5.4.1. Variantes del dominio panhispánico ..................................

2.5.4.2. Variantes del español de América ........................................

2.5.4.3. Variantes del español de Colombia .....................................

2.5.5. Motivación y creación léxica .........................................................

2.5.5.1. Lexemas .....................................................................................

2.5.5.2. Lexías ........................................................................................

2.6. Enterrar. Tomo iii, mapa 109 .................................................................

2.6.1. Distribución por frecuencia ...........................................................

2.6.2. Distribución dialectal .....................................................................

2.6.2.1. Caracterización dialectal .......................................................

2.6.3. Clasi'cación morfosintáctica ........................................................

2.6.4. Etimología .........................................................................................

2.6.4.1. Variantes del dominio panhispánico ..................................

2.6.4.2. Variantes del español de América ........................................

Pág.

léxico de la muerte 325

2.6.4.3. Variantes del español de Colombia .....................................

2.6.5. Motivación y creación léxica ..........................................................

2.6.5.1. Lexemas .....................................................................................

2.6.5.2. Lexías ........................................................................................

Oración activa (dativo). ......................................................................

2.7. Sepulturero. Tomo iii, mapa 110 ...........................................................

2.7.1. Distribución por frecuencia ...........................................................

2.7.2. Distribución dialectal ......................................................................

2.7.2.1. Caracterización dialectal .......................................................

2.7.3. Clasi'cación morfosintáctica ........................................................

2.7.4. Etimología .........................................................................................

2.7.4.1. Variantes del dominio panhispánico ...................................

2.7.4.2. Variantes del español de América ........................................

2.7.4.3. Variantes del español de Colombia .....................................

2.7.5. Motivación y creación léxica ..........................................................

2.7.5.1. Lexemas .....................................................................................

2.8. El pésame. Tomo iii, mapa 111 ...............................................................

2.8.1. Distribución por frecuencia ...........................................................

2.8.2. Distribución dialectal ......................................................................

2.8.2.1. Caracterización dialectal .......................................................

2.8.3. Clasi'cación morfosintáctica ........................................................

2.8.4. Etimología .........................................................................................

2.8.4.1. Variantes del dominio panhispánico ...................................

2.8.4.2. Variantes del español de América.........................................

2.8.4.3. Variantes del español de Colombia......................................

2.8.5. Motivación y creación léxica...........................................................

Pág.

néstor fabián ruiz326

2.9. Fórmulas de pésame. Tomo iii, mapa 112 .............................................

2.9.1. Distribución por frecuencia ...........................................................

2.9.2. Distribución dialectal ......................................................................

2.9.2.1. Caracterización dialectal .......................................................

2.9.3. Clasi'cación morfosintáctica ........................................................

2.9.3.1. Observaciones sobre frecuencia de uso y distribución

dialectal ..................................................................................................

2.10. Matar. Tomo v, mapa 188 .....................................................................

2.10.1. Distribución por frecuencia ........................................................

2.10.2. Distribución dialectal ...................................................................

2.10.2.1. Caracterización dialectal .....................................................

2.10.3. Clasi'cación morfosintáctica ......................................................

2.10.3.1. Observaciones sobre frecuencia de uso y distribución

dialectal ...................................................................................................

2.10.4. Etimología .......................................................................................

2.10.4.1. Variantes del dominio panhispánico ................................

2.10.4.2. Variantes del español de América ......................................

2.10.4.3. Variantes del español de Colombia ...................................

2.10.5. Motivación y creación léxica .......................................................

2.10.5.1. Lexemas ..................................................................................

2.10.5.2. Lexías ......................................................................................

Oración activa ........................................................................................

3. Conclusiones ..................................................................................................

3.1. Caracterización por frecuencia ...............................................................

3.2. Caracterización dialectal .........................................................................

3.3. Caracterización morfosintáctica ............................................................

Pág.

léxico de la muerte 327

3.3.1. Sustantivos .........................................................................................

3.3.2. Adjetivos / expresiones 'jas ...........................................................

3.3.3. Verbos .................................................................................................

3.4. Etimología ...................................................................................................

3.4.1. Variantes panhispánicas ..................................................................

3.4.2. Variantes del español de América .................................................

3.4.3. Variantes del español de Colombia ..............................................

3.5. Motivación y creación léxica ...................................................................

4. Bibliografía ....................................................................................................

Pág.