lengua española clases de palabras

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Maestría en Lingüística Curso de Gramática I Semestre 02-2008 Profesora: Mercedes Sedano Tema 3. Clases de palabras 1. Introducción Una unidad gramatical importante es la oración. Gracias a ella podemos enviar mensajes, los cuales normalmente se construyen combinando palabras o grupos de palabras. El estudio de las lenguas demuestra que hay palabras que están capacitadas para ejercer determinadas funciones sintácticas dentro de la oración. La función de sujeto, por ejemplo, es ejercida por las palabras denominadas sustantivos; la función de núcleo del predicado verbal, por las palabras denominadas verbos, etc. El concepto de “clases de palabras” se asocia tradicionalmente a las posibilidades que tiene una palabra o grupo de palabras de desempeñar una determinada función dentro de la oración. A cada una de las clases de palabras se les puede denominar también “categorías gramaticales”. Para determinar a qué clase de palabras pertenece una determinada palabra o grupo de palabras, es conveniente observar: i) su FORMA (estructura), ii) su DISTRIBUCIÓN y iii) su FUNCIÓN. También conviene hacer ejercicios de SUSTITUCIÓN para establecer qué otras palabras podrían aparecer en su lugar en la oración. Forma: La forma (estructura) de una palabra está determinada por los morfemas componentes; Distribución: Es el entorno de una palabra, es decir, los elementos que la preceden y siguen en un determinado sintagma u oración (contexto); cada palabra se relaciona de una manera no arbitraria con los otros elementos de la frase u oración en la que se encuentra. Las palabras que tienen la misma distribución (pueden ser sustituidas las unas por los otras) pertenecen a la misma categoría o subcategoría. Función: Depende de la relación sintáctica de la palabra estudiada con los otros componentes de la oración: sujeto, complemento directo, etc. 1

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Maestría en LingüísticaCurso de Gramática ISemestre 02-2008Profesora: Mercedes Sedano

Tema 3. Clases de palabras

1. Introducción

Una unidad gramatical importante es la oración. Gracias a ella podemos enviar mensajes, los cuales normalmente se construyen combinando palabras o grupos de palabras. El estudio de las lenguas demuestra que hay palabras que están capacitadas para ejercer determinadas funciones sintácticas dentro de la oración. La función de sujeto, por ejemplo, es ejercida por las palabras denominadas sustantivos; la función de núcleo del predicado verbal, por las palabras denominadas verbos, etc. El concepto de “clases de palabras” se asocia tradicionalmente a las posibilidades que tiene una palabra o grupo de palabras de desempeñar una determinada función dentro de la oración. A cada una de las clases de palabras se les puede denominar también “categorías gramaticales”.

Para determinar a qué clase de palabras pertenece una determinada palabra o grupo de palabras, es conveniente observar: i) su FORMA (estructura), ii) su DISTRIBUCIÓN y iii) su FUNCIÓN. También conviene hacer ejercicios de SUSTITUCIÓN para establecer qué otras palabras podrían aparecer en su lugar en la oración.

Forma: La forma (estructura) de una palabra está determinada por los morfemas componentes; Distribución: Es el entorno de una palabra, es decir, los elementos que la preceden y siguen en un

determinado sintagma u oración (contexto); cada palabra se relaciona de una manera no arbitraria con los otros elementos de la frase u oración en la que se encuentra. Las palabras que tienen la misma distribución (pueden ser sustituidas las unas por los otras) pertenecen a la misma categoría o subcategoría.

Función: Depende de la relación sintáctica de la palabra estudiada con los otros componentes de la oración: sujeto, complemento directo, etc. Sustitución: Es una prueba que consiste en sustituir una palabra A (cuando se desconoce a qué categoría

gramatical pertenece A) por otra palabra B (si se conoce a qué categoría gramatical pertenece B). Si la sustitución es posible, y B puede sustituir a A, se tiene una prueba a favor de que A pertenece a una determinada categoría o subcategoría gramatical (la misma de B).

Si queremos establecer a qué clase de palabras pertenece, por ejemplo, la palabra hormiguero en una oración como el hormiguero está detrás del muro, conviene analizar esa palabra según su forma, distribución y función: i) por su forma: hormiguero lleva el morfema –ero, sufijo derivativo que normalmente se emplea para formar sustantivos (llav-ero, frut-ero; sal-ero); ii) por su distribución: la palabra va precedida por el artículo el, que es un determinante de los sustantivos; iii) por su función: hormiguero desempeña la función de sujeto, que también es una función propia de los sustantivos. La prueba de la sustitución (el hormiguero, el sapito, el zapato, el lirio, etc.) indica que la palabra hormiguero puede ser sustituida por sustantivos. En conclusión, las cuatro pruebas permiten concluir que hormiguero es un sustantivo.

Las categorías no son rígidas. Una palabra perteneciente a una clase puede convertirse en otra por TRANSPOSICIÓN:

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Adjetivo: pobre (él es pobre) ® Sustantivo: el pobre lucha contra el rico, Verbo: amanecer (amanece a las 6 a.m.) ® Sustantivo: fue un bellísimo amanecer, Adverbio: ayer (ayer hacía calor) ® Sustantivo: solo le interesa el ayer.

Sapir (1971: 139-140) dice lo siguiente: "... lo que se refleja en 'la parte de la oración' no es tanto nuestro análisis intuitivo de la realidad como nuestra capacidad de acomodar esa realidad en una serie de esquemas formales [...]. Cada idioma posee su propio esquema. Todo depende de las demarcaciones que conozca."

2. Clases de palabras en español

A continuación se ofrece un esquema de las clases de palabras del español:

Modificadores del sustantivo

artículo determinadodeterminantes

adjetivos determinativosSUSTANTIVOS PRONOMBRES

adjetivos calificativos

Modificadores del verbo

VERBOS adverbio

preposicionesRELACIONANTES

conjunciones

INTERJECCIONES

2.1. Sustantivos

Los sustantivos funcionan para designar entidades a las que remite el discurso. Se categorizan por:

i) Propiedades formales y semánticas (género y número):

Género: en español, el género de los sustantivos puede ser masculino o femenino. El sonido final del sustantivo puede ayudar a reconocer el género, pero no es una prueba inequívoca; suele serlo cuando el

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sustantivo se refiere a seres animados, sobre todo si son humanos o animales domésticos (niñ-o, perr-o, ‘masculino’, niñ-a, perr-a, ‘femenino’), pero no lo es en las otras oportunidades.

Para conocer el género de un sustantivo es necesario hacerlo acompañar del artículo correspondiente (el punt-o, el profet-a; el canj-e, la llav-e; la plat-a, la man-o) o, mejor todavía, de un adjetivo (punt-o negro, profet-a melancólico; canj-e rápido, llav-e metálica; plat-a labrada, man-o delicada) y observar si el artículo es masculino o femenino. El único problema de utilizar la prueba del artículo es que, por razones fonéticas, cuando se trata de una palabra de género femenino que comienza por la vocal “a” tónica, el artículo debe presentar la forma masculina: el agua, el alma, el águila. La prueba de que esas palabras son femeninas es que el adjetivo que las acompaña es femenino: agua clara, alma limpia, águila rara.

Número: las marcas que acompañan al sustantivo en español no indican inequívocamente si éste es singular o plural. Aunque por lo general el singular no lleva ninguna marca, y el plural lleva –s o –es dependiendo de la terminación del singular, hay también otras posibilidades: a) sustantivos que terminan en –s tanto en singular como en plural (crisis, jueves, martes,); b) sustantivos que presentan una forma singular aunque designen una entidad plural (gente, familia); c) sustantivos que presentan una forma plural aunque designen una entidad singular (tijeras, anteojos, pantalones).

ii) Propiedades pragmáticas (definitud).

Si un sustantivo va acompañado por un morfema definido, eso ha de interpretarse como que, según el emisor del mensaje, el receptor puede en principio identificar la entidad presentada como definida (mi casa, este libro); por el contrario, si el sustantivo va acompañado por un morfema indefinido (una casa; algunos libros), la interpretación es que no es posible la identificación. La definitud o indefinitud son muy importantes en el discurso.

iii) Funciones sintácticas.

Los sustantivos pueden cumplir las funciones sintácticas de sujeto, objeto directo, objeto indirecto y agente (cf. Barrenechea y Manacorda 1969: 21).

2.1.1. Clasificación de los sustantivos

Los sustantivos se suelen agrupar según ciertas características semánticas que tienen repercusión en la distribución y comportamiento sintáctico de los mismos:

a) concretos (cama) y abstractos (virtud); b) comunes (designan una clase: silla, niños, tortuga) y propios (designan una entidad individual: Caracas,

María, Orinoco); c) contables (gato, lápiz, mujer) y no contables (agua, azúcar, arena). El contexto puede hacer que ciertos

sustantivos no contables funcionen como contables si los acompaña un numeral. Por ejemplo, cerveza y café son no contables en oraciones como “Hay que comprar cerveza” o bien “Me gusta tomar café”, pero se interpretan como contables cuando van precedidos por un numeral porque de ello se infiere que se trata de una entidad contable. Cuando se dice Dos cervezas, por ejemplo, se infiere que se trata de dos latas, vasos, jarras de cerveza; igualmente, cuando se dice Cuatro cafés, se infiere que se trata de cuatro tazas, vasos de café.

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2.1.2. Modificadores de los sustantivos

Hay dos tipos de palabras que pueden aparecer al lado de los sustantivos para modificarlos: los determinantes y los adjetivos calificativos.

2.1.2.1. Determinantes

Están constituidos por las palabras gramaticales (gramemas independientes) que pueden acompañar a los sustantivos para modificarlos directamente y formar un sintagma nominal: LA casa, ESA casa, MI casa, DOS casas, ALGUNA casa. Suelen preceder al sustantivo (algunos libros; los dos manteles); sin embargo, el orden puede variar (la mujercita esa, el libro tuyo), sobre todo cuando en el sintagma hay más de una palabra gramatical.

2.1.2.1.1. Artículos

Son los determinantes que con mayor frecuencia acompañan directamente a los sustantivos, antecediéndolos: una casa, un alud, la nieve. Estos determinantes también pueden modificar a entidades no sustantivas, contribuyendo así a la sustantivación de las mismas; en el infeliz, el amanecer, un un ay, ay, ay, se sustantivan el infinitivo amanecer, el adverbio ayer o la interjección ¡ay! A veces, y dependiendo del contexto y/o de la situación, no se considera que se ha producido la sustantivación de un elemento no sustantivo sino que hay un sustantivo implícito. En la oración el teatro de tu ciudad es muy grande; el de mi ciudad es pequeño, el contexto permite determinar que el sustantivo implícito es teatro. En la oración la carta que trajo anteayer estaba cerrada; la que trajo ayer estaba abierta, el sustantivo implícito es carta. En la oración esos dos muchachos son inteligentes pero el alto es además encantador, el sustantivo implícito es muchacho. Cuando es el artículo indeterminado un el que antecede a un sustantivo implícito (un [diputado] de mi país) es necesario que adopte la forma uno (uno de mi país) pues si no la construcción es agramatical: *un de mi país.

Los artículos preceden a los otros determinantes del nombre (las otras dos casas), excepción hecha del indefinido todo/a/s (todos los niños). Los artículos concuerdan generalmente en género y número con el sustantivo al que acompañan: un perro, unos perros; una casa, unas casas. Por razones históricamente motivadas, cuando un sustantivo femenino en singular se inicia con una a tónica (agua, águila, alma, hada), si el emisor desea que dicho sustantivo vaya precedido por un artículo determinado en singular, éste ha de ser el y no la: el agua, el águila, el alma, el hada, pero no *el agua, *el águila, *la alma, *la hada. Sólo se coloca el/la cuando es conveniente diferenciar el sexo: el árabe, la árabe.

Los ARTÍCULOS DETERMINADOS se formaron a partir de los demostrativos del latín ĭlle, ĭlla, ĭllud. Se emplean para indicar que, a juicio del emisor, la entidad denotada por el sustantivo puede ser identificada inequívocamente por el receptor del mensaje. Las razones que justifican esta creencia del emisor pueden ser muy variadas: la entidad está presente en la situación de habla (cierra la puerta, por favor); ya ha sido mencionada en el discurso previo (compré un libro y cuando llegué a casa me di cuenta de que el libro estaba mal compaginado); es una entidad única (la luna salió tarde hoy), genérica (el perro es el mejor amigo del hombre) o inalienable (Pedro se tocó la pierna), o bien va acompañada por algún elemento que contribuye a su identificación (encontré la casa que estaba buscando). A veces la identificabilidad se basa en

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inferencias, a veces muy complejas, establecidas a partir del contexto previo (no podían dormir, así es que se dedicaron a contarse cosas; la conversación duró hasta el amanecer).

Los artículos determinados son el, la, lo, los, las, de manera que ofrecen tres géneros: masculino (el, los), femenino (la, las) y neutro (lo). De estos artículos, el neutro lo es el único que no acompaña nunca a sustantivos sino a adjetivos (lo bueno, lo divertido), a los que, naturalmente, sustantiva.

Cuando el artículo el –y el correspondiente sustantivo– va precedido por las preposiciones a o de, se amalgama obligatoriamente con dichas preposiciones: *a el gato ® al gato; *de el gato ® del gato.

Los ARTÍCULOS INDETERMINADOS se formaron a partir del numeral latino ūnus, ūna, ūnum. El origen de estos artículos, así como su parentesco diacrónico con los indefinidos, es la causa de que algunos autores no los incluyan en el grupo de los artículos sino en el de los indefinidos. Los artículos indeterminados sirven para individualizar una entidad sin que importe la identidad concreta de la misma: esa tarde se presentó un señor en mi oficina. Es frecuente que, cuando una entidad aparece por primera vez en el discurso, vaya precedida por un artículo indeterminado, y que después esa entidad se retome mediante expresiones determinadas, entre ellas, un pronombre o bien un sustantivo precedido del artículo determinado: esa tarde se presentó un señor en mi oficina pero, cuando quise hablar con él, el señor ya se había ido).

Los artículos indeterminados son un, una, unos, unas, de manera que, a diferencia de los determinados, no cuentan con ningún artículo neutro sino que se clasifican solo en dos géneros, el masculino (un, uno) y el femenino (una, unas). A pesar de su origen histórico, en la actualidad no se deben confundir los artículos indeterminados un, una con los numerales correspondientes. Es relativamente fácil establecer la diferencia: si el contexto indica que un, una se opone a dos, tres, cuatro, etc. estamos en presencia de un numeral; cuando esto no sucede, se trata de un artículo indeterminado. En una oración como Es un libro lo que necesito, la partícula que antecede al sustantivo libro puede interpretarse como artículo indeterminado si, en ese contexto, un libro se opone a un objeto distinto de un libro (cuaderno, lápiz...), y es numeral si se opone a otra cantidad de libros (dos libros, tres libros...)

2.1.2.1.2. Adjetivos determinativos

Al igual que los artículos, sirven para modificar directamente al sustantivo. Son morfemas gramaticales, es decir, pertenecen a las series gramaticales y limitadas del idioma. En esto se diferencian de los adjetivos calificativos, que son o se construyen con lexemas. Los adjetivos determinativos se clasifican en: demostrativos, posesivos, numerales, cuantitativos, indefinidos, relativos e interrogativos. Dado su paralelismo con los pronombres determinativos, algunos autores prefieren emplear términos como “demostrativos”, “posesivos”, etc. para incluir tanto los adjetivos como los pronombres pertenecientes a esa subcategoría. Sin embargo, parece preferible mantenerlos separados por cuanto los pronombres personales, así como los pronombres neutros esto y algo no tienen contraparte adjetiva.

· Demostrativos: su función es “señalar”, indicar la distancia que media entre la entidad designada y los participantes del discurso. El señalamiento puede ser deíctico (dame ese libro que tienes a tu lado) o anafórico (compré ayer un libro y después me di cuenta de que ya había leído ese libro). Los demostrativos tienen dos géneros: masculino y femenino.

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- este/os, esta/s, ‘próximo al hablante’; este libro.- ese/os, esa/s, eso/s: dos posibles interpretaciones ‘próximo al oyente’; ‘a mediana distancia del

hablante’; ese libro. - aquel/los, aquella/s: dos posibles interpretaciones: ‘lejos del hablante’; ‘lejos del hablante y del oyente’;

aquel libro.

· Posesivos: indican posesión. Los hay átonos (mi, tu , su...) y tónicos (mío, tuyo, suyo): mi casa, el libro suyo. Los átonos preceden al sustantivo y los tónico lo siguen. En el español actual, los posesivos tónicos no pueden aparecer con el artículo (*la mi casa).

· Numerales: indican el número preciso de entidades a las que se hace referencia. Pueden ser ordinales (el primer premio, el décimotercer aniversario) o cardinales (dos matas; setenta naranjas).

· Cuantitativos: señalan de manera imprecisa la cantidad de entidades a las que se hace referencia: mucho/a/s, poco/a/s, bastante/s, varios/as, etc. (bastantes niños; varios generales).

· Indefinidos: la imprecisión se refiere no ya a la cantidad sino a la identidad del referente (otro/a/s, cada, todo/a, cualquier, cierto/a/s, ningún/a, todo/a, etc. (cada vendedora; cualquier mujer).

· Relativos: Sólo hay dos en español: cuyo (el señor cuya esposa trabaja aquí es encantador) y cuanto/a/s (les pedí cuantos lápices pudieran darme). Sirven para cumplir una doble función: i) modificar al sustantivo que les sigue en el texto como lo haría un adjetivo, y ii) “representar” a ese adjetivo dentro de la proposición subordinada. En el primer ejemplo, cuya no sólo modifica a esposa, sino que ofrece una marca de posesión en la proposición subyacente (cuya = la esposa de ese señor trabaja aquí). En el segundo ejemplo, cuantos no sólo modifica a lápices sino que ofrece una marca de cuantificación en la proposición subordinada (cuantos = pedí todos los lápices que pudieran darme).

· Interrogativos: Sirven para hacer una pregunta sobre la identidad ó a la cantidad de referente/s: qué, cuál/es, cuánto/a/s. Ejs., ¿qué/cuál libro quieres?¿cuántos alumnos entregaron la tarea?

2.1.2.2. Adjetivos calificativos

Se caracterizan por asignar propiedades a una determinada entidad. Comparten con los determinantes la posibilidad de ser modificadores directos del sustantivo (gato negro). Están caracterizados por:

i) relaciones; puesto que el adjetivo modifica siempre a un sustantivo, entre ambos elementos debe establecerse la debida concordancia en género y número (la-s lind-a-s muchach-a-s); hay algunos adjetivos, no obstante, que son invariables en cuanto a género (el pueblo indígena, la palabra indígena; el hombre homicida, el arma homicida). La concordancia da cuenta de la relación que mantienen con el sustantivo al que modifican. ii) propiedades semánticas: propiedades inherentes (la blanca nieve) vs. accidentales (la casa amarilla).

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Los adjetivos calificativos cuentan al menos con un lexema, sea éste independiente ( feliz) o dependiente (caraqu-eñ-o), pero también pueden tener uno o más morfemas derivativos (des-consider-ad-a) y uno o más flexivos (caball-er-esc-o-s).

El orden de los adjetivos calificativos con respecto a los sustantivos es bastante flexible en español (la blanca sábana; la sábana blanca). Sin embargo, hay razones discursivas y semánticas que favorecen la anteposición o la posposición del adjetivo

Dependiendo de su posible comportamiento sintáctico, algunos autores dividen los adjetivos calificativos en: i) propiamente calificativos (la feliz niña) y relacionales (cólico hepático ‘cólico relacionado con el hígado). Entre las diferencias que se atribuyen a unos y otros están las siguientes: i) los propiamente calificativos pueden funcionar como atributos (la niña es feliz), los relacionales, no (*el cólico es hepático); ii) los propiamente calificativos pueden aparecer en comparaciones (esa niña es más feliz que esta), los relacionales, no (ese cólico es más hepático que éste).

. Pronombres

Son en muchos aspectos semejantes a los sustantivos, ya que ofrecen las mismas categorizaciones en cuanto a relaciones de género y número, definitud y funciones sintácticas. Hay, sin embargo, importantes diferencias: i) los sustantivos tienen al menos un morfema léxico (lexema), en tanto que los pronombres son siempre morfemas gramaticales (gramemas); ii) los sustantivos pueden tener género masculino o femenino; los pronombres también, pero hay además algunos pronombres que poseen género neutro: ello, esto, algo...; iii) mientras un determinado sustantivo ofrece características léxico-semánticas específicas que le permiten designar exclusivamente a una determinada entidad (la palabra maestra, por ejemplo, designa a “una mujer que enseña un arte, oficio o labor”), un pronombre, en cambio, carece de rasgos léxico-semánticos específicos y, gracias a ello, puede designar “provisionalmente” a los más variados referentes; el pronombre ella, por ejemplo, puede emplearse tanto para referirse a una determinada maestra como a cualquier otra entidad (madre, empleada, bailarina) con tal de que sea humana y femenina.

· Personales: son los pronombres más genuinos. Esto se debe a que, mientras el resto de los pronombres tiene una estrecha relación con los adjetivos determinativos correspondientes, ej., algún (pronombre) vs. algún rato (adjetivo), no sucede lo mismo con los personales, que no tienen una contraparte adjetiva. Se les llama “personales” porque con frecuencia designan a personas (ej., ella ‘mi hija’), pero no son raros los enunciados en que pueden designar animales domésticos (ella ‘la gata’) o incluso a entidades inanimadas o abstractas (ella ‘la soberbia’). Los pronombres personales de género neutro se emplean además con frecuencia para referirse a eventos y estados (El presidente llegó tarde y ello [i..e., que el presidente llegara tarde] afectó el desarrollo de las negociaciones).

Los pronombres personales se pueden agrupar según sus rasgos de persona, género y número, pero también según su distribución y función sintáctica. Asimismo, se pueden agrupar según su tonicidad. Desde este último punto de vista, se dividen en tónicos y átonos.

Los PRONOMBRES TÓNICOS son yo, tú, él, ella, ello, usted, ustedes, nosotros, nosotras, vosotros, vosotras, ellos, ellas, mí, ti, sí, vos, (con)migo, (con)tigo y (con)sigo). Se les llama tónicos porque tienen acento propio y no necesitan “apoyarse” en ninguna otra palabra. El uso de algunos de los anteriores pronombres está condicionado por la zona dialectal: i) en gran parte de los territorios hispanohablantes existen dos pronombres para la 2ª persona del singular: tú para el trato de confianza entre los interlocutores, y usted para el trato distante y/o respetuoso; ii) en las llamadas zonas voseantes (Argentina, Chile, algunos países de

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Centroamérica, los Andes y la región zuliana de Venezuela, etc.) el pronombre tú es sustituido por vos en el trato de confianza: vos comprás; este regalo es para vos; iii) en ciertas zonas de España hay pronombres diferenciados para la 2ª persona del plural dependiendo de la confianza entre los interlocutores: vosotros, vosotras para el trato de confianza, y ustedes para el trato distante y/o respetuoso; iv) en Hispanoamérica no se usan por lo general vosotros, vosotras, de manera que solo hay una forma para la segunda persona del plural: ustedes; v) a pesar de que el pronombre usted se refiere al interlocutor, es decir, a una entidad correspondiente a la 2ª persona, cuando usted funciona como sujeto de la oración, el verbo, por razones históricas, adopta la forma de la 3ª persona y no de la 2ª: usted cantó muy bien, pero no *usted cantaste muy bien. Es similar la situación con el pronombre ustedes (ustedes cantaron muy bien), pero no se excluye la posibilidad de que en algunas zonas hispanohablantes se diga ustedes cantáis muy bien.

Los pronombres tónicos se subdividen dependiendo de si pueden funcionar o no como término de una preposición.

PRONOMBRES TÓNICOS QUE NO PUEDEN SER TÉRMINO DE UNA PREPOSICIÓN:

1ª persona: yo.2ª persona: tú.

Los pronombres yo y tú no pueden ser términos de una preposición: yo canté, tú bailaste, pero no *de yo; *sin tú. En cualquier intercambio comunicativo, yo representa al emisor, quienquiera que este sea, y tú al receptor. Eventualmente, tú puede emplearse también para un uso impersonal en el que ese pronombre se refiere no ya al interlocutor sino a cualquier persona: tú te matas trabajando todo el día y luego los hijos no se dan cuenta del sacrificio; el empleo del tú impersonal tiene por finalidad buscar la solidaridad y complicidad del interlocutor con respecto al contenido de su enunciado.

Yo y tú pueden ejercer las funciones sintácticas de sujeto (yo compré un libro; tú trajiste la carta) y de atributo (ése que está en la foto eres tú; abre la puerta, soy yo). En el español, sobre todo en el empleado en Hispanoamerica, pueden escucharse oraciones del tipo para tú poder entrar al cine debes comprar las entradas temprano. Aunque en esos casos parecería que se viola la regla según la cual ni yo ni tú pueden ser términos de una preposición; no hay violación por cuanto en esa oración el término de la preposición para no es tú sino toda la cláusula tú poder entrar al cine. Esto se demuestra porque dicha cláusula podría ser sustituida por el pronombre eso: para eso debes comprar las entradas temprano.

PRONOMBRES TÓNICOS QUE DEBEN SER TÉRMINO DE UNA PREPOSICIÓN

1ª persona: mí, (con)migo. 2ª persona: ti, (con)tigo.3ª persona: sí, (con)sigo.

Estos pronombres han de ser obligatoriamente términos de una preposición: por mí, de ti, para sí, pero no *mí bailé, *ti cantaste, o *canté sí. No se debe confundir el pronombre tónico sí (lo alejó de sí) con el adverbio de afirmación sí (sí lo haré). Uno de los recursos para reconocer la diferencia es que el pronombre puede ir acompañado por el enfatizador mismo (lo alejó de sí mismo), cosa que no sucede con el adverbio (*sí mismo lo haré). Las formas conmigo, contigo y consigo son pronombres correspondientes a la 1ª, 2ª y 3ª persona, respectivamente, que van precedidos por la preposición con y están amalgamados con ella. No existen por lo tanto *migo, *tigo y *sigo como formas pronominales.

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PRONOMBRES TÓNICOS QUE PUEDEN SER O NO TÉRMINOS DE UNA PREPOSICIÓN

1ª persona: nosotros, nosotras.2ª persona: usted, ustedes, vos, vosotros, vosotras.3ª persona: él, ella, ello, ellos, ellas.

Estos pronombres pueden aparecer tanto precedidos de preposición como sin ella: nosotros cantamos, él llegó, pero también lo trajeron para nosotros, llegué con él. Aclaratorias: i) además de los pronombres masculinos (nosotros, él, ellos) y femeninos (nosotras, ella, ellas), así como de otros que no llevan en sí mismos marca de género (usted, ustedes, vos), hay un pronombre que pertenece al género neutro: ello.

Los PRONOMBRES ÁTONOS, también llamados CLÍTICOS, son me, te, se, le, les, la, las, lo, los, nos, os. La forma os, que corresponde a la 2ª persona de plural vosotros se emplea para el trato de confianza (os vi en la piscina) en ciertas regiones de España, pero no en Hispanoamérica. Los demás clíticos funcionan con frecuencia como complemento directo (la vi) o como complemento indirecto (le gustó). Las formas me, te, nos (os), es decir, aquellas que hacen referencia a los interlocutores, son las mismas para el CD y para el CI. Las diferencias surgen, como se verá más adelante, cuando se trata de la 3ª persona.

El hecho de que de que los pronombres átonos puedan funcionan como CD o como CI no excluye la posibilidad de que los pronombres tónicos puedan ejercer también esas mismas funciones; CD con pronombre átono: Mario me visitó ayer; CD con pronombre átono y tónico: A mí Mario me visitó ayer; CI con pronombre átono: él me entregó una carta; CI con pronombre átono y tónico: A mí él me entregó una carta.

Actualmente, los pronombres átonos ocupan la posición preverbal cuando modifican a un verbo conjugado (me lo dijo) y se comportan como sufijos cuando modifican a un verbo no conjugado (decírmelo; diciéndomelo). En caso de que haya dos clíticos presentes en una misma cláusula, el que funciona como CI precede siempre en el discurso al que funciona como CD. Cuando los dos clíticos, el de CD y el de CI, corresponden a la 3ª persona, el clítico del CI adopta la forma se en lugar de le/les: *le [a él, a ella, a ellos, a ellas] los trajo ® se los trajo.

Hay usos reflexivos en los que la acción del verbo recae sobre el sujeto ya sea directa (CD: me miré en el espejo; se miró en el espejo) o indirectamente (CI: me pinté la cara; se pintó la cara).También hay usos recíprocos en los que la entidad que funciona como sujeto ejerce una acción sobre la entidad que funciona como CD y que este la ejerce sobre el sujeto (María y yo nos ayudamos; Juan y Pedro se pelean); asimismo, la acción recíproca puede afectar a la entidad que funciona como CI (Juan y Pedro se dijeron cosas desagradables). En los usos reflexivos y recíprocos de 3ª persona, el clítico ha de ser se (se miró / se miraron en el espejo; Juan y Pedro se pelean /se dijeron cosas desagradables). Al lado de los usos propiamente reflexivos y recíprocos, hay otros llamados “seudorreflejos” y también “pronominales”, que son en realidad usos intransitivos: me caí; se durmió; ellos se disgustaron. En esos casos el pronombre no ejerce una función sintáctica específica sino que forma parte del verbo, por lo que se habla entonces de verbos pronominales. Hay verbos que pueden desempeñarse tanto como pronominales (me caí; se durmió; se disgustaron) que como no pronominales (el paquete cayó de esa ventana; la niñera durmió al niño; a Juan le disgustó el retraso de su hijo), mientras que otros exclusivamente pronominales: darse cuenta; acordarse, etc. Los verbos pronominales se reconocen porque el clítico debe concordar

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obligatoriamente con el sujeto y/o con la forma conjugada del verbo que refleja la persona y número del sujeto: tú te diste cuenta enseguida, pero no *tú te dimos cuenta enseguida; ella se acordó de hacerlo, pero no *yo me acordó de hacerlo.

Ya se ha dicho que el pronombre se se refiere siempre a la 3ª persona (singular o plural, masculino o femenino) y que puede emplearse para diversos usos: CD reflexivo: Juan se peina; CI reflexivo: los niños se lavan las manos; CD recíproco: Juan y María se quieren; CI recíproco: Juan y María se enviaron mensajes También puede emplearse se para representar a una entidad que funciona como CI si en el sintagma aparece un clítico de OD: se lo dije; se lo dijimos (no *le lo dije ni *le lo dijimos). Asimismo, puede emplearse se en las pasivas reflejas, también llamadas pasivas con se (se enviaron las cartas), en ciertos usos de dativo ético (no se me vaya) y en las oraciones impersonales (se está muy bien aquí).

Se señaló anteriormente que la forma átona de 1ª y 2ª persona es la misma para el CD y para el CD (me, te, nos, os). Con respecto a la 3ª persona e, independientemente de los usos de se a los que se hizo referencia, el empleo de la, lo, las, los, le, les depende de la zona dialectal, de manera que se puede establece la siguiente división:

a) zonas donde se da el empleo etimológico derivado del latín (gran parte de Hispanoamérica):

i) complemento directo: lo, los, para el género masculino (lo vi, los vi), la, las para el femenino (la vi, las vi) y lo para el neutro (lo supe); hay por lo tanto una forma homófona, lo, que representa tanto el género masculino como neutro.

ii) complemento indirecto: no está determinada por el género sino solo por el número: le para el singular (le di un libro a mi prima) y les para el plural (les di un libro a mis primas).

b) zonas donde no se da el empleo etimológico derivado del latín (diversas zonas de España, sobre todo en el centro-norte peninsular). En estas zonas puede darse el leísmo, el laísmo o el loísmo sin que estos fenómenos sean necesariamente excluyentes. El leísmo consiste en el empleo de le/s para el CD masculino, sobre todo referido a seres humanos o, al menos, a seres animados (a Juan le vi ayer en el cine; a mis primos les vi ayer en el cine). El laísmo hace referencia al uso de la/las para designar el CI femenino (a Juana la traje un regalo; a ellas las mandé un paquete). El loísmo remite al empleo de lo/s para el CI, sobre todo en plural (estoy seguro de que los gusta molestarnos). De los tres fenómenos, el leísmo es el más frecuente y extendido; además está aceptado por la norma. El loísmo es el más restringido y el que considera más vulgar.

Particularidades del uso de los clíticos en Venezuela.

El uso de los clíticos es el etimológico. Hay algunas excepciones, como en “Le invitamos a nuestro aniversario”, escrito en una tarjeta de invitación. El uso de le en esos casos seguramente se debe a que dicho pronombre permite hacer una invitación extensiva que no depende del sexo de la persona invitada (esta puede ser hombre o mujer), lo cual no sucedería con lo o la, ya que el primero de estos pronombres remite al sexo masculino y, el segundo, al femenino.

Es frecuente escuchar en Venezuela una oración como “Se los dije”, que es gramaticalmente inadecuada por lo siguiente: decir implica siempre decir ALGO a alguien. Puesto que ese ALGO es

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necesariamente singular ya que remite a una proposición (Les dije que llegaría tarde / que recibirían un premio, etc.), y puesto que además ejerce la función sintáctica de CD, el pronombre para representarlo ha de ser lo y no los. La justificación funcional para el uso de los es que, debido a la ambigüedad asociada a al empleo de se, que puede referirse tanto a una entidad singular como plural, los venezolanos parecen sentir la necesidad de marcar de alguna forma la pluralidad del CI en ciertas construcciones, y, como no lo pueden hacerlo mediante se, que es el verdadero CI, lo colocan indebidamente en lo, que es el CD.

Otro uso muy frecuente en Venezuela es el de le en lugar de les para referirse a un CI plural: le envié un regalo (a ellos/ellas). Puede haber dos razones para este uso, no necesariamente excluyentes: i) los usuarios consideran que es suficiente con indicar, mediante le, que se trata de un CI pues el antecedente de ese clítico ha de aparecer necesariamente en el texto con los rasgos necesarios para su identificación (le dije a mis hermanos que llegaría tarde); ii) cuando el emisor inicia la construcción y coloca el clítico en posición inicial, quizá no ha procesado aun debidamente al carácter singular o plural de la entidad a la que remite ese clítico, de manera que coloca le, que es la forma menos marcada: le dieron libros y cuadernos a todos los niños que los solicitaron).

No deja de resultar paradójico que los venezolanos se esfuercen por marcar la pluralidad en Se los dije en tanto que parecen dispuestos a eliminarla en Le dije a mis hermanos que llegaría tarde.

· Demostrativos: su función es “señalar”, indicar la distancia que media entre la entidad designada y los participantes del discurso. El señalamiento puede ser deíctico (dame eso que tienes a tu lado) o anafórico (Juan llegó tarde hoy; él hace eso todos los días). Los demostrativos tienen tres géneros: masculino, femenino y neutro. - éste/os, ésta/s, esto ‘próximo al hablante’; ¿qué es esto? - ese/os, esa/s, eso: dos posibles interpretaciones ‘próximo al oyente’; ‘a mediana distancia del hablante’;

dame eso. - áquel/los, áquella/s, aquello: dos posibles interpretaciones: ‘lejos del hablante’; ‘lejos del hablante y del

oyente’; ¿alguien sabe que es aquello que se ve allá? · Posesivos: indican posesión y son tónicos (mío, tuyo, suyo). Su hermano es muy inteligente y el mío también.

· Numerales: indican un número preciso de entidades. Pueden ser cardinales (necesito dos; esta pluma vale ochocientos) u ordinales (el segundo es muy inteligente; están en el tercero).

· Cuantitativos: se refieren de manera imprecisa a una cantidad de entidades: mucho/a/s, poco/a/s, bastante/s, varios/as, etc. (pocos saben la verdad; muchos dicen que eso es un engaño). Puesto que algunos de estos pronombres tienen adverbios homófonos, a veces es difícil establecer la distinción entre un pronombre cuantitativo y un adverbio cuantitativo. Según la RAE (1973 # 2.8.1.c), la oración Vivió mucho tiene dos posibles interpretaciones: ‘vivió muchos años’ (pronombre), ‘vivió intensamente’ (adverbio).

· Indefinidos: la imprecisión se refiere no ya a la cantidad sino a la identidad del referente (uno/s, otro/a/s,, todo/a/s, cualquiera, ninguno, etc. (uno no sabe qué hacer ante tanta injusticia; cualquiera podría haber escrito eso).

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· Relativos: cumplen una doble función sintáctica: enlazar el “antecedente” con la oración subordinada en la que aparecen y, ii) “representar” al antecedente en la oración subordinada. Los relativos del español actual son que, cual, quien y cuanto (la mesa que necesito; te daré cuanto quieras). Hay también formas que podrían considerarse de pronombres relativos compuestos (el que, el cual...). El relativo más frecuente es que.

En una oración como no consigo la mesa que necesito, la doble función del relativo que se advierte por lo siguiente: i) que enlaza el antecedente la mesa, que pertenece a la oración subordinante (no consigo la mesa), con la oración subordinada (necesito); ii) que representa a su antecedente (la mesa) en la oración subordinada (que = la mesa: necesito la mesa). Hay casos en que el pronombre relativo no tienen un antecedente explícito (quien diga eso, miente; el que quiera, que se vaya); cuando esto sucede, el relativo funciona semánticamente como si tuviera un antecedente sobreentendido, que con frecuencia equivale a ‘la persona’ (la persona que dice eso, miente; la persona que quiera que se vaya).

· Interrogativos: Sirven para marcar la pregunta en torno a la identidad ó a la cantidad de uno o más referente/s: qué, quién/es, cuál/es, cuánto/a/s. Ejs., ¿qué necesitas? ¿quién llegó tarde? ¿cuánto sabe?

2.2. Verbos

Sirven para describir situaciones (dinámicas y no dinámicas) en las que participan las entidades del discurso. Barrenechea y Manacorda (969: 20) señalan que, si bien los verbos no tienen la exclusividad de funcionar como predicado (dicha función puede ser realizada también por sustantivos, adjetivos y adverbios), lo cierto es que cuando se usan, sobre todo si está conjugados, funcionan siempre como predicado.

Los verbos están caracterizados por: i) relaciones; las relaciones se establecen mediante distintas marcas gramaticales, entre ellas las de

concordancia en persona y número: Juan dij-o eso; ellos dij-eron eso; nosotros dij-imos eso. ii) propiedades semánticas: tiempo, aspecto, modalidad. El tiempo relaciona el tiempo de la situación a la

que se hace referencia con algún otro tiempo, generalmente con el momento del habla. El aspecto refiere a las diferentes formas en que es percibida la constitución temporal interna de una situación. El aspecto no intenta relacionar el tiempo de la situación con ningún otro punto temporal. La modalidad refiere a la posición del hablante con respecto a certidumbre, volición, obligación o permiso.

iii) número de argumentos (acompañantes obligatorios del verbo): varían de uno a tres; 1) Juan duerme; 2) Juan escribió un libro; 3) Juan le dio un libro a su hermano.

Hay verbos que son de intransitividad absoluta (crecer, morir, existir) y otros de transitividad absoluta (hacer, tener, dar, descubrir). Hay otro que pueden construirse indistintamente con y sin complemento (beber, comer, escribir, leer, estudia).

Distintas clasificaciones de los verbos del español:i) Por su vocal temática (en –a: 1ª conjugación; en –e, 2ªconjugación; en –i, 3ª conjugación).ii) Por su forma: simples (bailaba, recoge) y compuestos (con el verbo haber): ha cantado, hayamos

cantado.iii) Por la regularidad del radical en la conjugación: regulares (cantar, subir) e irregulares (ser, ir).iv) Por el tipo de argumentos: transitivos (con complemento directo) e intransitivos (sin complemento

directo)v) Por la presencia obligatoria de un pronombre: pronominales (enterar-se, rendir-se, arrepentir-se) y no

pronominales (cantar, leer, escribir). Algunos verbos pueden usarse como pronominales (irse en nos

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fuimos de la fiesta; asustarse en nos asustamos mucho) y como no pronominales (ir en fuimos a la fiesta; asustar en eso nos asustó mucho ), dependiendo del contexto.

vi) Por la presencia (implícita o explícita) de un sujeto: personales (tienen un sujeto que puede pertenecer a cualquier categoría gramatical: (cantar, venir) y no personales (se considera que esos verbos no tienen sujeto y que, por lo tanto, deben conjugarse siempre en 3ª persona del singular: haber, llover).

vii) Por su forma: conjugados (todas las formas de la conjugación) y no conjugados: infinitivo (cantar), gerundio (cantando) y participio (cantado). Doble función de los verbos no conjugados.

viii) Por su significación: dinámicos (bailar, leer) y de estado (tener, constituir).ix) Por el tipo de oración que pueden integrar: copulativos (se usan para enunciar cualidades del sujeto) y

no copulativos. Los verbos copulativos por excelencia son ser y estar.

En español, hay tres modos de la conjugación: indicativo, subjuntivo e imperativo. Un autor como Alarcos Llorach (1994) añade también el condicionado, que otros incluyen en el indicativo. Los modos se asocian, al menos parcialmente, a la modalidad, que podría definirse como la forma en que un hablante expresa verbalmente su percepción o posición frente a un hecho o situación. Con los modos verbales se expresa la actitud del hablante ante la acción verbal enunciada.

i) El modo indicativo se suele considerar que es el modo de la realidad. Los verbos conjugados en indicativo presentan generalmente las situaciones o acciones a las que remiten como algo que tiene o ha tenido lugar: Juan lee; yo fui al cine; ella había estudiado canto.

ii) El modo subjuntivo se suele considerar que es el modo de los hechos pensados, de lo no real: quiero que vengas, me pidió que viniera.

iii) Condicionado (potencial, condicional). Podría considerarse que está a medio camino entre el indicativo y el subjuntivo. Incluye las formas de futuro (cantaré, habré cantado) y de condicional (cantaría, habría cantado).

iv) El modo imperativo designa una acción que el hablante presenta como una orden dada al interlocutor (ven temprano, lean este libro).

Con frecuencia el empleo de un determinado modo (y tiempo) verbal en una oración subordinada está condicionado por las características del verbo de la oración principal (me alegro de que te VAYA bien; me gustaría que HICIERAS el esfuerzo; ya sé que VIVES en París). El subjuntivo suele emplearse cuando el verbo está subordinado a otro verbo que expresa algún matiz de irrealidad; según Gili Gaya (1976 # 108), se trata de verbos de: i) duda o desconocimiento (dudo que VENGA); ii) temor y emoción (me encanta que VENGA); iii) posibilidad (puede que VENGA); iv) necesidad (le pidieron que LLEGARA temprano).

La afirmación y la negación expresadas en la oración principal también pueden condicionar el empleo del modo en el verbo subordinado. Pedro sabe que Juan volverá. Pedro cree que Juan volverá. Pedro no cree que Juan VUELVA. Pedro duda de que Juan VUELVA. Pedro no duda de que Juan VOLVERÁ.

Cuando es posible emplear tanto el indicativo como el subjuntivo, suele haber diferencias de significado (en este documento no consta que esa señora TIENE/TENGA una casa en Miami; las personas que ESTÁN/ESTÉN descontentas pueden marcharse; no sé si Juan VIENE/VENGA hoy, confío en que LO HA /HAYA HECHO bien).

El sistema verbal organiza el tiempo del español en pasado, presente y futuro. Hay tres tiempos verbales del indicativo que son deícticos, en el sentido de que enuncian una acción o situación referida al momento en que se encuentra el hablante: COMPRÉ un reloj; me DUELE la cabeza; seguro que IRÉ a la fiesta.

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Los otros tiempos se relacionan de una forma u otro con esos tres tiempos deícticos (cuando llegué a casa, la nevera no FUNCIONABA).

Las gramáticas del español suelen considerar que, en el paradigma verbal, el verbo puede aparecer solo (canté, cantaría) o acompañado del verbo haber (había cantado, haya cantado). Sin embargo, deberían considerarse dentro del paradigma de la conjugación las perífrasis progresivas construidas con estar (ESTABA leyendo, ESTÁ escribiendo, etc.) y las perífrasis de futuro construidas con ir (lo VOY a pensar, VAN a llegar tarde), que son perífrasis empleadas sistemática y recurrentemente en nuestro idioma.

Los tiempos verbales tienen significados primarios y secundarios. El presente de indicativo suele usarse en referencia a un momento que coincide con el presente del hablante (ella SABE la verdad; todos los miércoles VOY al cine; la tierra GIRA alrededor del sol), pero también puede emplearse para referirse al futuro (el mes que viene me VOY a España) o al pasado (Bello NACE en el siglo XIX). El pretérito imperfecto de indicativo, que suele relacionarse sintagmáticamente con el pretérito simple, se emplea generalmente para describir acciones imperfectivas del pasado (no vine ayer a clase porque LLOVÍA mucho). Sin embargo, puede usarse también para expresar cortesía en el presente (yo QUERÍA pedir su consejo) o bien para describir el resultado de una condición (si mi esposo me tratara así yo me IBA de la casa).

2.3. Adverbios

Son modificadores de los no sustantivos. Pueden modificar a: i) un verbo con carácter circunstancial, i.e., indican el tiempo, lugar o modo en que tiene lugar la acción verbal (llegó ayer, llegó a mi casa; llegó bien); ii) un adjetivo (muy elegante, medio cansada); iii) otro adverbio (bastante poco, muy deprisa); iv) una oración; en estos casos reflejan la actitud del emisor (desgraciadamente, quizá, en resumen).

Los adverbios son invariables en género y número (muy, sí, ayer, allí, poco, mucho). Pueden ser un morfema independiente (allí, mal, poco), pero también pueden estar formados por una raíz adjetiva + -mente (felizmente, gratuitamente) o por un conjunto de palabras que funcionan en bloque como una locución adverbial (de repente, en efecto, a propósito, tal vez, a lo mejor, al aire libre). Algunos adverbios pueden llevar morfemas apreciativos (ahor-ita; arrib-ota).

Según Seco (1972 # 12.2.3.) hay dos tipos de adverbios: i) del tipo 1; denotan circunstancias de lugar (debajo, arriba, cerca, lejos), tiempo (ahora, hoy, ayer, tarde), modo (así, bien, mal, deprisa) o intensidad (tan/to, muy/mucho, apenas, bastante); estos adverbios pueden ser informativos (ahora, siempre, mejor), interrogativos (¿dónde, cuándo?, ¿cómo? y ¿cuánto?) o relativos (donde, cuando, como, cuanto); ii) del tipo 2; se refieren “a la realidad, a la sustancia de lo significado por la palabra o grupo de palabras” a la que acompañan; se incluyen en este grupo los adverbios de afirmación (sí, claro, desde luego), de negación (no), de duda (quizá, acaso, tal vez), y de relación con lo ya dicho; esta relación puede ser de diversos tipos.

Algunos adverbios pueden adjetivarse (una niña bien), de la misma forma que los adjetivos puede adverbializarse (salí rápido, comí sabroso).

2.4. Relacionantes

Dentro de este grupo hay que mencionar en primer lugar los pronombres, adjetivos y adverbios relativos, cuya función es doble: i) unir sintagmáticamente una palabra denominada “antecedente” a una

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oración subordinada que modifica a ese antecedente; ii) “representar” al antecedente dentro de la oración subordinada.

· El estudiante al que acabo de saludar: i) El pronombre relativo (al) que une el antecedente El estudiante a la oración subordinada acabo de saludar (a alguien), la cual modifica a ese antecedente como lo haría un adjetivo; ii) al que representa al antecedente dentro de la subordinada y desempeña en ella la función de Complemento Directo (acabo de saludar AL ESTUDIANTE = al que).

· El señor cuyo hijo es alumno mío: i) El adjetivo relativo cuyo une el antecedente El señor a la oración subordinada el hijo (de alguien) es alumno mío, la cual modifica a ese antecedente como lo haría un adjetivo; ii) cuyo representa al antecedente dentro de la subordinada y desempeña en ella la función de posesivo, EL SEÑOR que tiene un hijo (= cuyo) que es alumno mío.

· La casa donde vives: i) El adverbio relativo donde une el antecedente La casa a la oración subordinada vives (en algún lugar), la cual modifica a ese antecedente como lo haría un adjetivo; ii) donde representa al antecedente dentro de la subordinada y desempeña en ella la función de Complemento Circunstancia del Lugar (vives EN LA CASA = donde).

Los relacionantes que no son relativos se dividen en preposiciones y conjunciones. Estos tipos de enlace tienen una sola función en el texto: la de funcionar como nexos.

2.4.1. Preposiciones

Son palabras o grupos de palabras que unen subordinando: i) unen una palabra del tipo que sea a otra palabra (o grupo de palabras) denominada TÉRMINO; ii) forman con el término una frase preposicional que se subordina siempre al primer elemento de la unión. Las preposiciones carecen de acento propio y se unen acentualmente a su término

El primer elemento de la unión llevada a cabo a través de una preposición puede ser un sustantivo (LIBRO de matemáticas), un pronombre (VARIOS de nosotros) un adjetivo (FELIZ de la vida), un verbo (VOLVIÓ del cine) o un adverbio (CERCA de ti). El denominado TÉRMINO ha de ser un sustantivo o un elemento o sintagma sustantivado: la casa de MADERA; la casa dEL GENERAL; la casa dEL NEURÓTICO, acaba de SALUDAR, desde AYER; la gente de ANTES; las ganas de QUE VINIERA.

Las preposiciones se clasifican en preposiciones propias y locuciones preposicionales. Las propias son las siguientes: a, ante, bajo, cabe, con, contra, de, desde, hacia, hasta, para, por según, sin, sobre y tras . Es raro encontrar dos preposiciones propias juntas, pero no es imposible: viene DE POR ahí, dame una manzana DE A 100 Bs.; llegó gente a la marcha HASTA DE Guarenas. Algunos ejemplos de locuciones preposicionales: delante de, detrás de, encima de, enfrente de; con arreglo a, de acuerdo con, al final del etc.

Las preposiciones inician un sintagma preposicional que puede: i) cumplir una función sintáctica dentro de la oración (Complemento de Régimen Preposicional en la obra consta DE UNA SERIE DE ARTÍCULOS; Complemento Circunstancial de Compañía en Juan vino CON SU AMIGA), o ii) modificar a un elemento que actúa como núcleo de un sintagma con mayor jerarquía sintáctica (compramos una casa DE MADERA; necesita una empleada CON CONOCIMIENTOS DEL INGLÉS; compró una blusa SIN BOTONES).

2.4.2. Conjunciones

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Son elementos de relación, al igual que las preposiciones. La diferencia estriba en que, mientras las preposiciones subordinan generalmente un término al elemento inicial y funcionan dentro de una misma oración, las conjunciones o unen elementos sintácticamente equivalentes dentro de la misma oración (ejs., sujeto y sujeto: Juan Y Pedro cantan; complemento directo y complemento directo: no traje flores SINO una caja de dulces), o unen oraciones diferentes (Pedro fue al cine Y María se quedó en casa; Pedro quería QUE María fuera al cine con él).

Además de las conjunciones que pueden considerarse propiamente tales (y, pero, etc.), hay varias conjunciones y locuciones conjuntivas que han sido construidas con la conjunción que (aunque, porque, con que para que, a fin de que, así que, hasta que, con tal de que, puesto que ya que, en vista de que) y asimismo hay otras locuciones conjuntivas: sin embargo, no obstante, a pesar de, etc.

Las conjunciones pueden ser coordinantes o subordinantes. Las coordinantes unen elementos que están en el mismo plano sintáctico; se dividen en: i) COPULATIVAS (y, ni); enlazan dos elementos homogéneos (Juan Y Pedro; llueve Y hace frío; NI llegué tarde NI golpeé la puerta); ii) DISYUNTIVAS (o, bien, ya, sea); ofrecen una alternativa (pueden venir Juan o Pedro; lo puedes hacer YA SEA en la mañana YA en la tarde; iii) ADVERSATIVAS (pero, sino, mas); contraponen total o parcialmente dos elementos (no tenía fama SINO dinero; no tenía dinero, PERO tampoco le importaba); la contraposición se marca porque uno de los elementos tiene un valor positivo y el otro negativo; dicho valor puede ser explícito (no le gusta la carne pero se la tuvo que comer) o implícito (es fea pero inteligente).

Las conjunciones subordinantes unen oraciones que están en distinto plano sintáctico, ya que una de esas oraciones es subordinante y la otra subordinada. Las conjunciones subordinantes que pueden considerarse propiamente tales son muy escasas (que, si, pues) pero hay otras formadas por dos palabras (porque, aunque, hasta que, a fin de que, etc.).

2.5. Interjecciones

Las interjecciones son palabras que suelen gozar de independencia sintáctica y que pueden por sí solas constituir un enunciado. Lo característico de esta clase de palabras es que tienen una entonación exclamativa que resulta particularmente apropiada para diversos fines expresivos. Por ello pueden emplearse para manifiestar emociones (¡cónchale!, ¡caramba!, ¡ay!, ¡guau!, ¡ah¡, ¡bah!, ¡huy!), saludar (¡Hola!, ¡Epa!), apelar al otro (¡Eh!), imitar sonidos (¡plas!, ¡patapún!, ¡suas!, ¡crac!), etc. El significado de una interjección varía en función de la propia interjección, pero también de la situación o del contexto. Las interjecciones pueden funcionar como auténticos enunciados en algunos contextos (¡Eh!); en otros, pueden combinarse con elementos que contribuyen a entender el porqué de la interjección (¡guau! ¡qué carro tan bonito te has comprado!;¡cónchales con esa niña!; ¡ojalá llegue!).

Hay interjecciones propiamente tales y otras que provienen de palabras pertenecientes a otras categorías gramaticales: ¡Dios santo!, ¡vaya!, ¡cuidado! ,¡ojo!

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