lectura la historia es una

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  • 8/19/2019 Lectura La Historia Es Una

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    Desacatos

    ISSN: 1607-050X

    [email protected]

    Centro de Investigaciones y Estudios

    Superiores en Antropología Social

    México

    Romero Frizzi, María de los Ángeles

    La historia es una

    Desacatos, núm. 7, otoño, 2001, pp. 49-64Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social

    Distrito Federal, México

    Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=13900704

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    disciplinas fueran claramente distintas. Pensemos en lahistoria como la ciencia del pasado,aquella que constru-

     ye su conocimiento a partir del análisis de las llamadasfuentes históricas situándolas en el contexto en que fue-ron producidas.Digamos que la etnohistoria es el estudioque combina las herramientas de la historia y la antropo-

    logía para conocer el pasado de los pueblos de tradicióndiferente a la occidental. Esta división es momentánea,al final de este trabajo volveré sobre ella.

    En efecto, también los historiadores se han preocupa-do por meditar sobre su materia de estudio y muchas ve-ces se han cuestionado: ¿Por qué es relevante la historia?¿Para qué mirar al pasado? ¿Cuál es la relación entre lahistoria y las otras ciencias sociales? Es más, unos de losmás prominentes historiadores, aquellos que han dejadouna huella profunda en los anales de su disciplina, hanrespondido a estas inquietudes con obras maestras. Qui-zás mis favoritos sigan siendo, a pesar de los años, MarcBloch2 y Lucien Febvre,3 en especial el primero con su li-

     bro publicado después de su muerte, Apologie pour l’His-toire ou Métier d’Historien [ Apología para la historia o el oficio del historiador , ]. Ambos historiadores, comoes bien sabido fueron promotores de la Escuela Francesade los Annales, escuela que iniciara un fructífero campo enlos estudios históricos y una crítica seria a la historia co-mo había venido desempeñándose, influida por las ideaspositivistas de Auguste Comte.

    Tanto Bloch como Febvre vivieron la crisis de la socie-dad y del pensamiento occidental frente a las dos gue-rras mundiales.Antes de ellos, la historia de los hechos,los acontecimientos y los héroes: la historia del progreso,

    había dominado en la academia europea; ellos vivieronla destrucción de Europa,situación que planteaba la im-periosa necesidad de mirar al pasado desde una nueva

    óptica, desde una posición más crítica. Bloch y Febvrequerían una historia comprometida, una historia que nomarcara una división con las demás disciplinas sociales,sino que se nutriera de ellas y a la vez las alimentara y 

    enriqueciera desde la ventaja que da el tiempo. De estamanera podrían entender mejor las complejidades deldevenir humano.

    En sus trabajos, Bloch y Febvre nos permitieron co-nocer sus preocupaciones como historiadores, sus com-promisos marcados por su tiempo y por la materia de suoficio. Ambos cuestionaron la relación entre la historia,las ciencias sociales y los problemas de su sociedad y am-

     bos hablaron también de los aspectos metodológicos quetodo historiador debe resolver al situarse frente a las evi-dencias del pasado. Debemos recordar que eran medie-

     valistas y que sus principales obras se refieren a aquellos

    2 La primera edición del libro de Bloch es de ; para se habíanrealizado diez reimpresiones. En México, el FCE lo publicó con elpoco atinado título de Introducción a la Historia, tal vez los editoresdel Fondo pensaron que una apología no es algo importante. Sobreesta reflexión, sobre la historia, su método y su compromiso con sutiempo puede verse el prólogo de Felipe Ruiz Martín al libro de Fer-nand Braudel, La historia y las ciencias sociales ().3 Lucien Febvre escribió en  el prólogo a su libro, en se reali-zó la primera edición en español que también fue seguida de nume-rosas reimpresiones.

    Espíritu Santo, Tamazulapan, Vittorio D’Onofri,  

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    distantes años, sin embargo, eso no los desvinculó de sumomento histórico,por el contrario, creían que entenderel origen del estado, las razones que guiaron a Lutero, ladiversidad de la sociedad europea frente al pensamientounificador del Vaticano eran, entre otros temas, impor-tantes para entender a Europa y la crisis que vivía.

    Se podrá argumentar que estos historiadores francesesno son los únicos que se han preocupado por su momen-to histórico. Es cierto, sin embargo, he querido traerlosa la discusión porque ejemplifican muy bien la posiciónque todo científico social debe tener. Una postura quecombine un compromiso con su momento histórico,unapostura analítica y crítica de su sociedad y sus antece-dentes, y una práctica seria de la disciplina. El libro deBloch es una constante consideración en la que se cru-zan la discusión del status de la historia como disciplinacientíficamente construida, con una reflexión del méto-do histórico y una crítica a la Europa de aquellos años.

    Es imposible entender a Bloch y a Febvre y valoraradecuadamente sus aportes a la historia sin tomar encuenta el momento en que vivieron. El primero escribiósu libro en la prisión durante los años de la ocupación ale-mana en Francia, durante la segunda guerra mundial.Bloch era judío, formó parte de la resistencia, estuvo enprisión y fue fusilado. Nunca llegó a ver su libro  Apo-logie… publicado, pero hoy nos inquieta pensar que élconsiderara importante escribir sobre la historia y sumétodo en esos difíciles años. Si lo hizo fue porque creíaque romper con la vieja tradición positivista que habíaprivado en los estudios históricos podía aportar algo a lamejor comprensión del pasado de Europa y que esa com-

    prensión era una crítica profunda de su presente.Otros muchos autores han escrito sobre la historia

    desde una posición crítica, otros más sobre el métodohistórico, pero pocos han logrado un equilibrio entresus compromisos políticos y el buen desarrollo de un mé-todo.Unos prefieren usar a la historia para cuestionar a lasociedad,pensemos en los historiadores influidos por elmaterialismo histórico. Ellos se preocupaban profunda-mente por las injusticias y las desigualdades de su sociedad

     y no obstante sus innegables aportes al mejor conocimien-to del capitalismo y la situación de las clases trabajadoras,en muchos casos, su método fue empobrecedor y reduc-

    cionista, se cerraba a un diálogo fecundo con otras disci-plinas y, en ocasiones, con la misma realidad.Otros his-toriadores, por el contrario, han elaborado importantesmanuales referidos al método histórico pero han dejadode lado la reflexión filosófica sobre sus compromisos.

    Si aquellos historiadores que nos antecedieron legaron

    a la posteridad sus inquietudes y sus reflexiones en im-portantes libros, por qué no hacerlo nosotros también,los etnohistoriadores,pero no en artículos breves como lohemos hecho la mayoría de las veces, sino en obras quetrasciendan nuestro tiempo. Porque a pesar de los im-portantes y muy numerosos libros escritos desde la ópti-ca etnohistórica,aún falta una reflexión profunda sobreel método etnohistórico y sobre la forma como esta dis-ciplina puede arrojar luz a la mejor comprensión delpresente de los pueblos de tradición no occidental.4 De-

     bemos desmenuzar analíticamente cada uno de los pa-sos de la famosa relación entre el método histórico y elantropológico, es intrascendente que sigamos repitien-do que etnohistoria es la antropología aplicada al pasadomientras no reflexionemos qué implica exactamente es-ta combinación.Porque, al fin y al cabo, sin un cuidadosomanejo de las fuentes históricas, sin nuevas preguntasque guíen nuestro camino por el bosque de los documen-tos, sin buenas técnicas de análisis, no hay buena etno-historia. El método con el que nos aproximamos a losescritos antiguos debe de vivir en un constante enrique-cimiento con nuevas aproximaciones desde el presente,con nuevas dudas, sin perder de vista el compromisocon la construcción de un mundo plural que viva en elrespeto y no en la intolerancia, en la interrelación y no

    en el exclusivismo.

    4 En las últimas décadas del siglo XX , la relación entre la historia y elpresente de los pueblos indígenas se vio influida por la simpatía queantropólogos y etnohistoriadores tenían por los indígenas con quie-nes trabajaban.A menudo cayeron en una simplificación de la historia

     y en idealizaciones que en nada ayudaron a la buena comprensiónde la historia y de las raíces, muy complejas, de la situación presente.Un ejemplo concreto:en el estado de Oaxaca se dice que los problemasque las comunidades indígenas enfrentan entre sí por límites de tie-rras y las dificultades políticas a su interior se deben a las presionesde la sociedad externa, antes colonial y ahora neoliberal, cuando enrealidad tienen su origen en un complejo entramado entre factoresexternos e internos.

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    Nuestras búsquedas deben enriquecerse, alimentarse,con los escritos históricos, la literatura, la filosofía y losavances de las ciencias contemporáneas del mismo modocomo Bloch, Febvre y sus seguidores, personas de la tallade Fernand Braudel, se nutrieron en las obras de Goethe,Pirenne, Durkheim, Michelet, Leibniz y muchos más.

    Ahora tenemos los trabajos de gente como Michael Fou-cault, Mijail Bajtín, Jack Goody, Hayden White, IsaiahBerlin y tantos otros pensadores de la segunda mitad delsiglo XX , cuyas obras, en ocasiones difíciles de leer, sonuna guía en la búsqueda de un nuevo método que nosacerque a la cabal comprensión de que hay muchas ma-neras de pensar y de vivir, y que muchas veces nuestrapropia manera de pensar y de ver el devenir histórico, la

     vida y las relaciones sociales, oscurecen nuestra visiónde otras sociedades, ya sean distintas en cultura o en lamisma tradición occidental pero distintas en tiempo.Tenemos la tarea pendiente de aprender de las filosofías

    de la posmodernidad una nueva manera de pensar y re-flexionar, de buscar conocer el pensamiento y la filosofíade otros pueblos y después escribir una obra que rivalicecon los escritos de los historiadores franceses de media-dos del siglo XX . Una obra que combine nuestros com-promisos políticos con un análisis serio y profundo del

    método etnohistórico.

    EN EL TERRENO DE LA ETNOHISTORIA

    Dentro de lo que podemos llamar etnohistoria hay librosque son un aporte al saber universal y al conocimientode la humanidad en sus intrincadas relaciones étnicas,políticas, religiosas y económicas. Libros que rebasanel ámbito mesoamericano porque han tratado de descu-

     brir a las sociedades nativas de Mesoamérica antes y después de su encuentro con occidente; se han esforzado

     Miguel Covarrubias, 

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    por comprender cómo se organizaba la sociedad nativa,cuál era su técnica y sus relaciones con su ambiente,cómo vivían y cómo pensaban aquellas personas antesde  y después de esa fecha. Acá sólo quiero mencio-nar a mis favoritos, recordar por ejemplo a Ángel Palerm(,  y ) y a Pedro Carrasco (,  y );

    los libros de Alfredo López Austin, en particular Hom-bre-Dios () y Cuerpo humano e ideología ().Paralas sociedades indígenas bajo el poder colonial, los librosde Charles Gibson y Nancy M. Farriss, desde mi punto de

     vista,son los clásicos entre los clásicos.El libro de Gibson,Tlaxcala en el siglo XVI (), recupera más la capacidadde respuesta de los indígenas que su obra magna, Los az-tecas bajo el dominio español  (). En ésta última, apesar de estudiar con maestría la continuidad y las adap-taciones de la sociedad mexica, termina por mostrarlaabatida, reducida al silencio y al final de todo al alcoho-lismo (: -). El libro que en los últimos años hatenido un fuerte impacto es el de Nancy M.Farriss ()sobre los mayas de Yucatán bajo el dominio colonial; lomás valioso del libro es el esfuerzo realizado por la auto-ra para entender la lucha de los mayas para reconstituirel orden del cosmos en momentos en que eso era apa-rentemente imposible. Existen para México infinidad delibros que han realizado un esfuerzo para descubrir la

     voz indígena, trabajos como los innumerables de Mi-guel León Portilla, Luis Reyes, Serge Gruzinski, JamesLockhart y otros más. No pretendo hacer una larga re-

     visión bibliográfica, sino mencionar algunos de los tra- bajos que han destacado por el manejo de una técnicaque saca de los papeles la capacidad de decisión de los

    pueblos nativos.Lo importante desde mi punto de vista, pensando en

    los futuros etnohistoriadores, será, además de nutrirsede los aportes de estos trabajos,analizar y estudiar el mé-todo que los guió.No se trata de trasladar mecánicamen-te las conclusiones de cada uno de ellos a otras regiones

     y otros momentos,sino de estudiar su método,enrique-cerlo e innovarlo con nuevos aportes y reflexiones. Por-que el método con el que manejamos nuestros datos noes un paso en el proceso de investigar, es la investigaciónmisma, es el corazón del trabajo del etnohistoriador y condiciona en gran parte sus resultados finales.

    El estudio del pasado se ha enriquecido conforme he-mos sido más conscientes de que existen diferentes mane-ras de entender el mundo, su historia, sus sociedades, la

     vida y los hechos que la rodean.5 Esto debía de ser evi-dente, pues solemos decir que la etnohistoria es, precisa-mente, el estudio de las sociedades y su cultura, o conotras palabras: el estudio de las sociedades combinandotécnicas históricas y antropológicas. Si consideramos quecultura es una forma de ver el mundo,de interpretarlo y 

     vivirlo, entonces hacer etnohistoria por fuerza deberíaimplicar entender al otro, su sociedad, su tiempo y supensamiento, pero en la práctica no siempre es así.Exis-ten colegas que continúan acercándose a los pueblos in-dígenas del pasado como si su pensamiento, su manerade interpretar su realidad y su contexto, fuera igual alnuestro. Como ejemplo de esta problemática debemos verla reflexión contenida en el artículo de Federico Navarre-te, “Las fuentes históricas más allá de la dicotomía entre

    historia y mito”(), sobre la forma como los historia-dores concebimos la filosofía que guiaba la construcciónde la historia mesoamericana. Para unos estudiosos, lasfuentes históricas escritas por los indígenas contienendatos reales,sujetos a comprobación,a criterios de verdad(ibid : ). Para estos colegas, los mesoamericanos en-tendían su historia, reconstruían su pasado y guardaban

    5 Varios autores contemporáneos se han ocupado de estudiar los pro-cesos cognitivos de las sociedades; por ejemplo, Jack Goody (),todo el libro se ocupa de esta reflexión pero puede verse una afirma-ción interesante en la p. . Véase también Clifford Geertz ().

    Desacatos

    Códice Selden

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    su memoria en forma semejante a la nuestra, y cuandoeste criterio no corresponde con lo que encuentran en loscódices o en los escritos alfabéticos de los indígenaslos califican de falsos, como ha ocurrido con el grupo decódices Techialoyan. Para otros colegas, los mesoame-ricanos entendían la historia en términos míticos, con

    un contenido simbólico (ibidem). Como correctamenteseñala Federico Navarrete, no se trata de ver si los hechoshistóricos en las fuentes indígenas son reales o míticos,sino de entender cómo construyeron los mesoamerica-nos su historia, cómo explicaron el paso de los tiempos

     y la posición del género humano en ellos.Puedo citar otro caso, pensar, por ejemplo, en los nu-

    merosos escritos que se han realizado sobre los códicesprehispánicos y coloniales desde el escritorio y que nohan considerado como algo central tratar de conocer alas personas cuyos antepasados escribieron esos códices.Los avances más notables en la comprensión de las pági-nas de los códices de tradición mesoamericana —pre-hispánicos y coloniales— se han logrado gracias a lacombinación de trabajo en gabinete,con días agradables

     y en ocasiones difíciles, visitando y acercándonos a laspersonas que descienden de aquella tradición y que hoy la mantienen viva; claro, con los cambios que, en mayoro menor medida, afectan a cualquier sociedad.6

    Descubrir el pensamiento ajeno encerrado en los gli-fos o en las letras no es fácil, por fuerza tratamos de en-tender al otro a partir de nuestros esquemas y conceptosmentales. Muchas veces lo que hacemos es hablar sobrelos indígenas pero desde nuestro punto de vista, desdenuestros conceptos, desde nuestros prejuicios o nuestras

    idealizaciones. Romper este acercamiento construidodesde una óptica para tratar de elaborar aproximacio-nes desde otros puntos de vista no es sencillo.Debemosconcebir la pluralidad de las sociedades como un dia-mante formado por múltiples facetas que se unen y en-trelazan formando al género humano. Describir otrasociedad y su cultura desde nuestro pensamiento sinhacer un esfuerzo por entender sus ideas, equivale adescribir ese diamante como si fuera un triángulo.Es ne-

    cesario intentar conocer la forma ajena de leer la realidad,de entenderla y construirla. Desde mi punto de vista, losclásicos de la etnohistoria lo han sido porque se han es-forzado por comprender a la otra sociedad, no sólo des-cribir lo que a ella le ocurrió. Más bien, entender cómoesa sociedad vio lo que ocurrió en su historia, cómo in-

    fluyó su pensamiento en sus decisiones, sus acciones y cómo todo se entretejió con la historia universal de suépoca. No pretendo,de ninguna manera,construir barre-ras infranqueables entre el pensamiento de los pueblos detradición no occidental y nosotros, herederos lejanosde los griegos y los romanos. Hoy, más que nunca, hay que reforzar la unidad del género humano,entender nues-tras analogías, nuestras semejanzas, porque si fuéramostan diferentes no podríamos comunicarnos, sería impo-sible escribir la historia de otros pueblos distintos al nues-tro. Es cierto que pueden haber malos entendidos, peroéstos se superan si hay voluntad de conocerse, de dialo-gar en la comprensión y el mutuo entendimiento (Vi-lloro, ; Beuchot, ).

    Si nos centramos en la investigación etnohistórica re-ferida a los años coloniales de México, el trabajo futurotiene un campo prometedor si trata de encontrar entrelos miles de legajos surgidos del poder y la burocracia no-

     vohispana, la voz de los indígenas.Porque el pensamien-to mesoamericano no desapareció con la conquista,comoa menudo se cree, ni con el establecimiento del poder co-lonial,por el contrario, los indígenas con sus ideas expli-caron esos sucesos y tomaron decisiones que influyeronen su futuro. La búsqueda de la visión indígena,de su voz,de su sentir, debe mantenerse frente a los códices y los

    lienzos, en los escritos en lenguas indígenas y en todosaquellos escritos que son fruto del encuentro entre Occi-dente y los pueblos nativos.

    ENTRE LOS ESCRITOS Y LOS PAPELES

    Hacia , estando en el exilio, el poeta uruguayo Ma-rio Benedetti, escribió un poema que, por alguna razónextraña, me hace pensar en el impacto del mundo colo-nial novohispano sobre el mesoamericano. El poema setitula “Ceremonias”(), y uno de sus fragmentos dice:

    6 Unos notables ejemplos son los trabajos de Maarten Jansen (s/f.),Carrera González y Geert Bastiaan Van Doesburg (), entre otros.

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    Pero una madrugada forzaron las puertasNos allanaron el desván y la memoriaDecidieron por nosotros en mitad de la dudaNos quitaron los fantasmas y los papelesLevantaron un cepo de palabras

    Si pensamos en el mundo colonial,en el gobierno que seestableció sobre el antiguo orden mesoamericano, el poe-ma parece cobrar vida. El mundo indígena quedó ocul-to entre papeles, entre procesos y palabras legales que seconvirtieron en un verdadero instrumento de torturapara los naturales de esta tierra. La jerga legal, las pala-

     bras desconocidas que debían encabezar las solicitudes y demandas que los indígenas presentaban ante los jueceso tribunales fueron un cepo que los agobió y un pode-roso elemento de cambio cultural.

    Para los antropólogos y los etnohistoriadores es evi-dente que la sociedad indígena no desapareció con la

    conquista; basta visitar una comunidad cercana para es-cuchar un idioma mesoamericano, basta conversar conun anciano para reconocer las historias que explican laspáginas de los códices. Pero aquellos estudiosos que nolevantan la mirada del papel y no dirigen sus pasos másallá de su escritorio o del archivo, jamás reconocerán que

    los pueblos mesoamericanos continuaron reproducien-do su cultura en los siglos coloniales,sólo que sus ideas y su forma de vida están escondidas atrás de la palabreríalegal de los documentos de la época. En una gran pro-porción, el trabajo del etnohistoriador y del historiadordepende de documentos de carácter judicial,que eviden-temente no son nuestras únicas fuentes. Podemos y de-

     bemos usar la arquitectura, la pintura, la escultura, lamúsica,que son fuentes de información; también obser-

     var el paisaje, trabajar las cifras estadísticas,pero aun asídebemos pasar horas leyendo formularios repetitivos einnumerables términos legales.

    San Pedro Yolox, chinanteca, Vittorio D’Onofri, 

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    Los pasos de los procesos judiciales en los siglos XVI alXVIII, eran desconocidos por muchos de los mismos es-pañoles y cuánto más por los indígenas. Debido a esto,las autoridades indígenas y todas las personas que pre-sentaron una demanda o una solicitud ante la autoridad,en la mayoría de los casos, tuvieron que recurrir a un

    abogado o a un procurador.Además muchos no sabíanescribir, tampoco hablar español, por eso existían escri-

     banos e intérpretes españoles que tradujeron sus ideas y sus palabras a los términos que los jueces entendían y aceptaban. En esta manera su pensamiento fue ocultán-dose tras la traducción, tras los términos judiciales.

    El pleno ejercicio del poder colonial no se logró sóloen las batallas, o en los esfuerzos de los frailes, fue dán-dose en los tribunales, en las leyes y la burocracia, consus interminables e incomprensibles argumentos legales(Greenleaf, ; Borah, ; Kellogg, ; Ruiz Medra-no,). Los indígenas pocos años después de la guerra

     y con más vigor después de mediados del siglo XVI,aba-rrotaban las salas de la audiencia buscando solución asus conflictos internos y a las numerosas dificultades oca-sionadas por los españoles y por otros indígenas, pensarque lo hacían porque eran los vencidos es simplificar lasrazones que los guiaron.Las respuestas en la historia noson sencillas, lo que parece obvio no lo es, en especialcuando indagamos la confrontación entre mundos confilosofías y culturas diferentes. Es fácil probar que recu-rrieron a los jueces y a los tribunales, es difícil saber porqué lo hicieron, pero la respuesta debemos buscarla nosólo en la fuerza de las armas sino en las concepcionesnativas del poder (Gruzinski, ; López Austin, ),

    en las dudas indígenas cuando se cuestionaron de dóndehabían venido los españoles y en las respuestas que en-contraron (Romero Frizzi, ).

    Conforme los indígenas acudieron a los tribunales fue-ron ahogándose en un mundo que no comprendían ple-namente,con un sentido de justicia diferente al suyo, conprocesos, penas y concepciones legales también distintas,eso sin hablar de las diferencias contenidas en los idio-mas que se enfrentaban en los procesos a través de tra-ductores, intérpretes y escribanos; además cada idiomaencerraba un pensamiento distinto aunque en continuainteracción con el otro y con su entorno.Y si tomamos en

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    Chalchiuhtlicue; Códice Florentino

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    cuenta otros factores que estuvieron presentes en losasuntos legales de los indígenas, como el paso de los ar-gumentos indígenas (que ellos acostumbraban plasmaren pictografías) a la escritura alfabética,en procesos quetenían injerencia en una sociedad donde muy pocossabían escribir y donde era importante la transmisión del

    conocimiento por medios orales como la recitación, elcanto, el teatro y la danza, entonces, si pensamos todoesto, podemos imaginar la gran confusión que creó laconfrontación entre la sociedad nativa y el poder legal

    novohispano.Esto también nos hace pensar que los do-cumentos que tenemos en nuestras manos y en losque ponemos toda nuestra esperanza cuando escribimosnuestra versión de la historia, son apenas un pequeñopedazo de aquella inmensa realidad, la que debemos in-tuir e imaginar a través de minuciosos procedimientosde acercamiento al mundo de aquellos años.

    El conocimiento de la sociedad nativa y la lectura casientre líneas de los documentos buscando las ideas indí-genas y sus sentires implica pasos sutiles, difíciles de des-cribir; trataré de esbozarlos. El primero y tal vez el más

    obvio es sencillamente conocer a los descendientes con-temporáneos de aquellos pueblos de antaño. El trabajode campo en la etnohistoria no es un paso evitable en elproceso de conocer, es central; no se trata de visitar unacomunidad y describir lo que vemos, se trata de ir másallá, de esforzarnos por entender a las personas y su lógi-

    ca,su manera de pensar y su modo de organizarse o sim-plemente de vivir la vida. Indudablemente que el tiempoha pasado,pero, en contra de lo que algunos piensan,mu-cho podemos conocer actualmente de aquel pensamientoantiguo. Nuestro trabajo también puede enriquecerse y mucho con la lectura de trabajos etnográficos sobre laspersonas cuya historia nos inquieta. Del presente y delconocimiento etnográfico debemos marchar cuidadosa-mente hacia el pasado, hacia los textos de los cronistas, losescritos en lenguas indígenas y las páginas de los códices;finalmente volveremos a los expedientes legales con mássensibilidad para descubrir entre su palabrería y formula-rios legales, las intensiones ocultas de los indígenas.7

    Otro paso más, evidentemente,es el estudio del idiomade las personas cuyo pasado queremos conocer, pensan-do que el idioma contiene no sólo el pensamiento indí-gena, sino su pensamiento en constante interacción conel mundo que lo rodea. Afortunadamente los sabios in-dígenas escribieron su visión de la historia, lo hicieronen su propio sistema de escritura, con sus pictografías, y también con el alfabeto. Por eso tenemos cientos de có-dices que los pueblos de tradición mesoamericana reali-zaron en el curso del mundo colonial para preservar sumanera de pensar, para adecuar las antiguas razones alpresente y también para hacer saber a los españoles sus

    preocupaciones centrales. En esos intentos la escrituraantigua fue conviviendo con los escritos alfabéticos reali-zados por los nobles indígenas cuando aprendieron a es-cribir con el alfabeto latino a través de su relación conlos frailes, los curas y los miembros de la burocracia.Ge-neraron códices en técnicas mixtas que son la mejorprueba de aquellos mundos en contacto,obras que com-

     binaban las letras y los pictogramas como La historia

    Preparando el sacrificio; Códice Florentino

    7 Sobre el método de intertextualidad, puede verse Todorov (: cap.V). Sobre su aplicación en los documentos coloniales, Farriss ().

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    tolteca chichimeca (nahua), el Códice Sierra (chocholtecode Tejupan, Oaxaca),el Lienzo de San Miguel Tequiciste-

     peque (chocholteco de Oaxaca), el Lienzo de Tiltepec (za-poteco de la sierra) y muchos más. Respecto al alfabeto,del centro de México tenemos infinidad de textos escritosen náhuatl, que han sido materia de innumerables libros

    que nos han permitido conocer ese mundo en su pasadoprehispánico y en sus cambios coloniales. Sabemos tam-

     bién de los mayas con sus notables libros: los libros delChilam Balam y el Popol Vuh, los Anales de los cakchique-les, entre otros escritos de ese pueblo. Tenemos ademásde los cantos y las historias escritas por los nahuas y losmayas, textos en mixteco, zapoteco, p’urhépecha, chon-tal de Tabasco,naua de Oaxaca y Guerrero,kiche,chochol-teco, y conforme avanzamos en la investigación nuevosescritos van apareciendo mostrando una increíble litera-tura indígena que no habíamos imaginado.8

    Algunos de estos documentos fueron presentados antelas autoridades novohispanas como prueba de una parteinvolucrada en un conflicto, es difícil saber qué entendie-ron los abogados de la audiencia cuando vieron los códi-ces y los lienzos, o alguien les tradujo un texto en idiomaindígena.Es posible pensar que los nobles indígenas queacudieron a los tribunales a presentar sus demandas por-tando sus códices pintados y sus lienzos fueron testigos

    de las dificultades de la traducción, vieron cómo lo queellos argumentaban era vertido al alfabeto, que lo que ex-plicaban en su idioma era traducido al castellano y con-

     vertido en argumentos legales.9 Ante esa realidad, undoble lenguaje debió producirse en los pueblos: uno ha-cia el interior de su comunidad para preservar lo que les

    era propio, lo que era sagrado e importante, como suscalendarios y libros sagrados, los títulos de sus tierras y sus historias de origen.Otro en su relación con los pode-res novohispanos, como las solicitudes de mercedes,títulos de composición, demandas por conflictos en laselecciones de las autoridades de los cabildos, o por lí-mites de tierras con el poblado vecino. Entre ambos noexistió una barrera infranqueable, los documentos cru-zaron de un mundo al otro produciendo un diálogo con-fuso (Todorov, ; White, ), y al final, a través deldiscurso escrito y legal, un proceso de cambio afectóprácticamente todos los ámbitos de la vida indígena,como su relación con la tierra, su concepción del espa-cio y del poder, la relación con los poblados cercanos, elsistema de parentesco, su identidad (Kellogg, ). Endiálogos que no se han conservado pero que segura-mente tuvieron lugar antes y durante cada proceso legalque involucró indígenas, se fue dando una traducciónde unos principios legales a otros. Las autoridades indí-genas se dieron cuenta del poder del alfabeto y fuerontraduciendo sus códices antiguos a documentos escritosconletras, se fue creando un nuevo género de documen-tos que combinaban las razones indígenas,su concepcióndel tiempo, del espacio y de la historia con términos le-gales españoles y con una nueva visión de la realidad que

    los nobles nativos iban forjando.Estos documentos cum-plían al interior de los pueblos la misma función que loscódices antiguos, mantener su historia, definir su tierra

    8 Ejemplos de los textos escritos en sus idiomas por los indígenas pue-den verse en los apéndices documentales de varios de los volúmenesque integran la colección Historia de los pueblos indígenas de Méxi-co, coordinada por Teresa Rojas y Mario Humberto Ruz, por ejemplo:La genealogía de los señores chontales, escrita en en chontal (Ruz,: -); Título de Tanjoveltic , ; Mandamiento en náhuatl ,

    Chiapas (De Vos, : -, -); Composición de tierras de Ixca-teopan, Guerrero, , en náhuatl; Adivinación con maíz , siglo XVII,náhuatl de Guerrero (Dehouve, :  y ); Conflicto por tierrasentre comunidades, maya de Yucatán (Quezada, : -). Nume-rosos documentos escritos en zapoteco, mixteco, chocholteco y ná-huatl existen en el ramo de Tierras del AGN, y en el Archivo del PoderJudicial de Oaxaca. Oudijk () y Romero Frizzi () han loca-lizado varios documentos en zapoteco.Documentos escritos en cho-cholteco, Oaxaca, han sido localizados en los archivos municipales porGeert Bastian van Doesburg, en un proyecto actualmente en curso.James Lockhart lleva años trabajando sobre los nahuas a través de susdocumentos (). Kevin Terraciano basa su libro en la traducción denumerosos textos en mixteco, de Oaxaca (en prensa);Terraciano y Sou-sa () han traducido documentos en mixteco y náhuatl de Oaxaca(manuscrito en preparación). La revista Estudios de Cultura Náhuatl también ha publicado numerosos documentos en distintas lenguasindígenas.

    9 Existe evidencia de que en muchos tratos entre conquistadores y señores indígenas, estos últimos presentaban sus lienzos pintados co-mo prueba. Puede verse: Queja de los principales de Uchichila sobre loque le habían traído al Lic. Albares de Castañeda, corregidor de la ciu-dad , todo lo cual trajeron pintado en dos mantas y la pintura fue de-clarada por lenguas de intérpretes que estuvieron presentes [],AGI, México, . El alcalde mayor de Teposcolula (Mixteca, Oaxaca)le pidió al cacique de Yanhuitlán que presentara la memoria de sustierras, el cacique trajo una pintura. La pintura fue traducida por elintérprete de mexicano a español [], AGN, Tierras, : 

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    con sus linderos, legitimar a sus gobernantes, conservar lamemoria de la fundación del reino (altepetl en náhuatl,

     yetze en zapoteco, ñuu en mixteco, etcétera) y la cons-trucción de su templo.Unos textos fueron escritos total-mente con letras,como la Memoria del pueblo de Juquilaen la sierra zapoteca de Oaxaca (Romero Frizzi, );elLienzo de Tabaá, también en la sierra, estuvo formadopor un lienzo que a la vez era genealogía y mapa y un es-crito alfabético (Oudijk, ). En otros casos realizaron

    códices con figuras humanas muy influenciadas por laconcepción española, como en el grupo de códices lla-mados Techialoyan (Galarza, ; Robertson, : ;Noguez, : -; Béligan, ). A todos estos docu-mentos se les llamó en el siglo XX , a raíz de la reformaagraria, Títulos primordiales.

    Los Títulos primordiales son uno de los mejores ejem-plos que tenemos para mostrar las dificultades que en-traña entender otra manera de pensar, así mismo sonprueba de los tremendos errores que los historiadorespodemos cometer cuando nos acercamos a la historia depueblos con mentalidad distinta a la nuestra. Por unos

    años, los historiadores tacharon a los Títulos de viles fal-sificaciones, de falta de historicidad, todavía hoy varioshistoriadores piensan así, pero, poco a poco, a través dedécadas de trabajo,desde aproximadamente,nos he-mos ido acercando paulatinamente a la idea que original-mente debió guiar a sus autores (Gruzinski, ; Wood,; Florescano, en preparación).10 Los Títulos son muy extraños,como dijera Serge Gruzinski; parecen falsifica-ciones, desde nuestro punto de vista consignan hechos

    históricos inexactos o inventados totalmente, no siguenun orden lógico, incurren en errores, dan fechas de fun-daciones de pueblos imposibles, como ,  y otrascercanas (Gruzinski, : ; Romero Frizzi, ; Te-rraciano, ; Terraciano y Sousa, ). Sin embargo,ellos contienen la forma mesoamericana de entender lahistoria, pero es una forma que a la vez muestra cómola concepción del tiempo, del espacio y del poder de la

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     Mujer de Cosoleacaque; Miguel Covarrubias,  

    10 Veáse el comentario sobre este problema en Menegus, : ,notas  y .

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    sociedad indígena fue cambiando en el contacto con elespañol y su empeño por organizar la política de los pue-

     blos, su tierra, su religión, toda su vida.Los Títulos son una nueva puerta que nos permitirá

    adentrarnos en la vida indígena de la época colonial, suspotencialidades para una versión nueva de la historia

    son infinitas por la gran variedad de Títulos que existen,por la mezcla en sus estilos: en códices tradicionales, enlienzos de increíble calidad artística o de pobre manu-factura,en códices de estilo mixto: pintura y glosas,o enalfabeto y en muy distintas lenguas mesoamericanas.Podríamos pensar, por ejemplo, que un Título escrito to-talmente con el alfabeto y en zapoteco presenta un ma-

     yor grado de occidentalización que uno realizado en unestilo mixto de pictografías y alfabeto, pero no es así. La

     Memoria de Juquila, poblado zapoteco serrano, parececontener los cantos o las recitaciones antiguas,en cambio,los códices del grupo Techialoyan muestran en sus figu-

    ras humanas nuevas concepciones de carácter más occi-dental.El análisis y estudio de cada uno de los detalles delos Títulos, relacionando su forma y su contenido, estu-diando el idioma en que fueron escritos, la vinculacióncon su contexto, mostrarán nuevos procesos de cambiosocial y cultural, sobre todo lo mostrará desde el punto

    de vista indígena.A través de los Títulos nos hemos dado cuenta de lo

    que preocupaba profundamente a los pueblos indios: lafundación de su pueblo y de su templo, la confirmaciónde su tierra, la demarcación de sus linderos y el derecho desus señores a gobernar,pero contienen información de in-finidad de temas como la identidad local, la visión de losextraños, las migraciones, el concepto de poder, entreotros.El análisis comparativo de los Títulos arrojará unanueva versión de la historia y además su estudio enrique-cerá otros campos de la ciencia como la lingüística. Suestudio permitirá entender mejor los procesos de frag-

    San Juan Teitipac, zapoteca del Valle, Vittorio D’Onofri, 

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    mentación lingüística y niveles de inteligibilidad existenteentre las localidades indígenas dentro de una mismafamilia lingüística, como por ejemplo el mixteco, el za-poteco, el chocholteco en el estado de Oaxaca, pero lomismo se puede realizar en otras regiones.

    El estudio del idioma en estos documentos será como

    una puerta hacia la mente de sus creadores. Aunque hay que tener presente que el lenguaje es un ser vivo y reflejalos cambios que sus portadores vivieron. El estudio debemantenerse abierto a la comprensión de múltiples pro-cesos de cambios en diferentes regiones de la Nueva Es-paña, en los valles fértiles acosados por las haciendas oen las serranías inhóspitas, sujetas o no a los procesos delas congregaciones,y víctimas del repartimiento de los al-caldes mayores. Todos estos campos, apenas exploradospor la investigación, se han abierto porque cambiamosnuestra manera de pensar,porque dejamos de ver a estosdocumentos como simples falsificaciones, para tratar deentenderlos en su propia lógica.El cuestionamiento de lasfuentes no termina acá, hay que tener en cuenta que silas ideas y las decisiones indígenas estuvieron presentesen estos documentos salidos de la mano del anónimoescribano indígena, ¿qué no estarían presentes también?,sólo que más ocultas, en todos los documentos en queellos se vieron involucrados,como las mercedes reales desitios de tierra, las composiciones, las compras de tierra,los testamentos y los largos expedientes del ramo de Tie-rras, para citar un ejemplo. Porque las palabras indias nose conservaron únicamente en aquellos documentos enlos que vertieron las ideas de los códices, también debie-ron de impulsar la escritura de documentos que encier-

    ran una apariencia muy fuerte de hispanidad.Al menos, metodológicamente debemos cuidarnos de

    los terrenos llanos y firmes porque pueden ocultar áreasresbaladizas. Porque la ciencia, en este caso la etnohisto-ria, es una constante pregunta, una eterna búsqueda.Almenos debemos de preguntarnos si los documentos le-gales que parecen cumplir a la letra el espíritu de la ley es-pañola no eran usados y manipulados por las autoridadesindígenas para sus propios intereses. Quisiera mencionaraquí un ejemplo. Está actualmente en marcha y se tratadel proyecto de tesis de Alonso Barros sobre los conflictospor la tierra y el uso del derecho colonial y nacional en la

    zona baja de los mixes, en el Istmo de Tehuantepec.11

    Alonso Barros propone (a través de trabajo de archivo,numerosas visitas a la región y conversaciones con ancia-nos y autoridades mixes) que cuando un conflicto por latierra surge entre dos comunidades vecinas, las autorida-des echan mano de todos los recursos a su alcance, desde

    la manipulación de fuerzas sagradas como la lucha entrenahuales, la aplicación de su sistema legal consuetudina-rio,y el uso de las leyes nacionales.Para las comunidadesindígenas las resoluciones legales de los tribunales sonhoy en día un arma para defender su tierra, junto con lasluchas entre sus nahuales. Si esto ocurre actualmente,cuánto no sería en la época colonial, sólo que continua-mos leyendo los expedientes únicamente desde nuestraóptica occidental y cuando por nuestra vista cruza undestello mesoamericano no lo vemos.Por ejemplo, en losexpedientes legales, los nahuales aparecen veladamentecomo el rayo que incendió el templo enemigo, y el rayoes el más poderoso sobrenatural.Y los innumerables do-cumentos legales que se acumulan en los tribunales for-mando pilas inmensas imposibles de leer en su totalidadson la prueba de esa lucha constante,de ese esfuerzo portener un arma más, pero no la última, por defender sutierra. Frecuentemente leer cada uno de los expedientespor tierras nos cansa y nos confunde, no podemos des-cubrir la lógica interna, pero siempre hay que buscarla,hay que descubrir la otra mirada de la realidad.

    CONSIDERACIONES FINALES

    En una ocasión Lucien Febvre escribió: Concluir es dete-nerse . Por eso creo que este breve ensayo no debe llevaruna conclusión, la reflexión sobre la etnohistoria y sumétodo debe continuar.Pero sí quiero terminar con unasreflexiones. Si recordamos bien, al inicio de este trabajodije que hablaría de la diferencia entre la historia y laetnohistoria como si fuera clara y nítida, como si ambas

    11 La tesis de doctorado actualmente en proceso de redacción se titu-la Alonso Barros van Hövell, Negotiating Rules: Territorial Dynamics inthe Mixe Isthmus, Departamento de Antropología, Universidad deCambridge, Reino Unido.

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    fueran disciplinas diferentes y existieran dos campos deestudio. Ahora volveré sobre esta separación que era só-lo operativa. Es cierto que quienes nos pensamos etno-historiadores nos sentimos diferentes, podríamos decirque tenemos una identidad propia que nace de nuestraformación antropológica y de nuestra cercanía con los

    pueblos indígenas contemporáneos. Es verdad que mu-chos historiadores difícilmente penetran en la sierra y duermen en un petate buscando otra manera de pensar,pero afortunadamente sí hay quienes lo hacen, entoncesla barrera se vuelve confusa.

    Querer marcar una línea precisa entre historia y etno-historia no es adecuado, la realidad presente y pasada escompleja y debemos emplear métodos complejos —nu-tridos por innumerables ciencias— para entenderla (Mo-rin, ). Por fuerza, el método que trata de entender elpasado de los pueblos de tradición diferente a la del his-toriador que escribe debe de ser más complejo de aquelque estudia a su propio pueblo, pero todas las aproxima-ciones al pasado conforman la historia. Entenderemosmejor estas ideas, si sacamos la discusión sobre historia

     y etnohistoria del ámbito mesoamericano y la coloca-mos en un plano mundial, entonces la separación entreambas se vuelve aún más difusa. Trataré de explicarme:la historia como nosotros la practicamos proviene de latradición occidental, es fruto de la ilustración, del racio-nalismo, del pensamiento europeo,es heredera de pensa-dores como Descartes (siglo XVII) y de otros muchos que

     vivieron después de él, pero Occidente es sólo una pe-queña parte del mundo,de un mundo plural e inmenso.Pensemos en África negra y árabe, en Oceanía, en el

    lejano Oriente y sus innumerables pueblos y culturas,enlos quechuas, los aymaras y todos los demás de Américadel Sur; ni siquiera Europa es homogénea o, ¿qué ya ol-

     vidamos a los vascos,a los católicos y a los protestantes,a los irlandeses y a los gitanos? Entonces resulta difícildecir que la historia es la gran ciencia del pasado y la et-nohistoria es la rama de aquella que se especializa en co-nocer, no sólo la tradición mesoamericana, sino todas lastradiciones de la humanidad.Si pensamos así, los pape-les parecen invertirse, pero no creo que convenga rom-per la tradición. La historia debe de seguir siendo el es-tudio de todos los pueblos del mundo y la etnohistoria

    es el método que nos permite entender la riqueza y lapluralidad del género humano. Como dijera LucienFebvre, no hay una historia social, ni una historia eco-nómica,hay una historia de la humanidad.

    Para terminar quisiera recordar las palabras de Mar-shall Sahlins contenidas en las conclusiones de un traba-

     jo que publicó en . Hablaba precisamente de la his-toria del pueblo maorí, de Nueva Zelanda, y de cómo,para tratar de entenderla, las aproximaciones de los an-tropólogos tenían que acercarse a las de los historiadores

     y viceversa. En ese contexto escribió:

    De aquí en adelante la oscura historia de unas islas remo-tas merece un lugar al lado del autocomplaciente pasadoeuropeo… por sus importantes contribuciones al conoci-miento histórico.

    La historia de la humanidad ha sido construida por to-dos los pueblos, por los habitantes de unas pequeñas is-las en el Pacífico, por los pueblos mesoamericanos, porlos quechuas, los mayas,los europeos y todos los demás.Entre todos hemos forjado la historia, en sus logros y ensus dramas: para entenderla, para conocerla en su diver-sidad,necesitamos técnicas sutiles e imaginativas.En es-ta búsqueda se ubica la etnohistoria.

    San Miguel Panixtlahuaca, chatina, Vittorio D’Onofri, 

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