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471 RESUMEN En el siguiente trabajo, se estudia el papel de las presas de embal- se en los abastecimientos de agua a las ciudades romanas, justifi- cando su necesidad en países como el nuestro y describiendo las realizaciones romanas conocidas en este campo. Seguidamente, nos centramos en el caso de las presas de Mérida, estudiando en detalle estas estructuras en el marco de los sistemas hidráulicos de los que formaban parte, analizando sus posibilidades cuanti- tativas de garantizar un suministro de agua acorde con el de otras ciudades romanas, y comprobando que la calidad de sus aguas sería adecuada para ello. Concluyendo finalmente que ambas presas son sin duda de época romana. SUMMARY In this paper, we study the role of dams in the water supply sys- tems to the roman cities, justifying its necessity in countries as Spain, and describing the known roman realizations in this field. Afterwards, we deal with the case of Mérida dams, studying these constructions within the water supply systems which they belong to, analyzing the ability of those systems to guarantee a water supply similar as the roman cities standards, and verifying that the quality of water would be right. Finally, we will conclude that the two ancients dams in Mérida, Proserpina and Cornalbo, are really roman constructions. Las presas de abastecimiento en el marco de la ingeniería hidráulica romana. Los casos de Proserpina y Cornalbo FERNANDO ARANDA GUTIÉRREZ JOSÉ LUIS SÁNCHEZ CARCABOSO ESPERANZA ANDRÉS DÍAZ GERMÁN RODRÍGUEZ MARTÍN Mª EUGENIA POLO GARCÍA RAFAEL SÁNCHEZ CRESPO JOSÉ ANTONIO GUTIÉRREZ GALLEGO

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RESUMEN

En el siguiente trabajo, se estudia el papel de las presas de embal-se en los abastecimientos de agua a las ciudades romanas, justifi-cando su necesidad en países como el nuestro y describiendo lasrealizaciones romanas conocidas en este campo. Seguidamente,nos centramos en el caso de las presas de Mérida, estudiando endetalle estas estructuras en el marco de los sistemas hidráulicosde los que formaban parte, analizando sus posibilidades cuanti-tativas de garantizar un suministro de agua acorde con el de otrasciudades romanas, y comprobando que la calidad de sus aguassería adecuada para ello. Concluyendo finalmente que ambaspresas son sin duda de época romana.

SUMMARY

In this paper, we study the role of dams in the water supply sys-tems to the roman cities, justifying its necessity in countries asSpain, and describing the known roman realizations in this field.Afterwards, we deal with the case of Mérida dams, studyingthese constructions within the water supply systems which theybelong to, analyzing the ability of those systems to guarantee awater supply similar as the roman cities standards, and verifyingthat the quality of water would be right. Finally, we will concludethat the two ancients dams in Mérida, Proserpina and Cornalbo,are really roman constructions.

Las presas de abastecimiento en el marco de la ingeniería hidráulica romana.

Los casos de Proserpina y Cornalbo

FERNANDO ARANDA GUTIÉRREZJOSÉ LUIS SÁNCHEZ CARCABOSO

ESPERANZA ANDRÉS DÍAZGERMÁN RODRÍGUEZ MARTÍN

Mª EUGENIA POLO GARCÍARAFAEL SÁNCHEZ CRESPO

JOSÉ ANTONIO GUTIÉRREZ GALLEGO

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INTRODUCCIÓN

La situación de sequía que se vive en nuestro paísdesde el pasado año 2005, ha traído al primer planode la actualidad el estado de las reservas de aguaalmacenadas en nuestros embalses, siguiéndose congran preocupación e interés la evolución de las mis-mas. Esta circunstancia climatológica, que se repitede forma cíclica, y está provocada por la enorme irre-gularidad de precipitaciones típica de nuestro clima,pone de manifiesto la gran importancia de la necesi-dad de almacenar el agua de los periodos lluviosospara tener una cierta garantía de suministro en losperiodos secos, es decir, la necesidad de regular lasaportaciones naturales de agua.

Esta necesidad de regulación es muy evidente enzonas como España donde la regulación natural nollega ni al 10% de la aportación media total, y esmucho más acusada en cuencas como la del ríoGuadiana, donde esta regulación natural es del 1%.

Esta circunstancia es histórica, por lo que las diferen-tes civilizaciones que se han desarrollado en nuestrosuelo han tenido la necesidad de resolver este proble-ma mediante la realización de muy diversos tipos deobras hidráulicas.

La más compleja y costosa de todas ellas, pero tam-bién la más eficaz, es la construcción de una presa deembalse, que aún hoy en día requiere la movilizaciónde un enorme número de recursos técnicos, huma-nos y económicos. Son pues fácilmente comprensi-bles las enormes dificultades que supondría la reali-zación de una obra de esta envergadura en la anti-güedad, por lo que su ejecución sólo sería posiblecuando concurriesen las siguientes circunstancias:

. Una sociedad bien desarrollada política, técnica yeconómicamente.

. La satisfacción de una necesidad muy básica dedicha sociedad.

Creemos firmemente que la civilización romana,básicamente urbana, fue la única de las que se desa-rrollaron en la antigüedad hispana hasta la edad

moderna, que reunió las dos premisas anteriores, porlo que es bastante consecuente que procedan de esaépoca los mayores y mejores ejemplos de presas quehan llegado hasta nuestros días. Entre ellas destacanpor su envergadura y complejidad las que se destina-ron al abastecimiento de algunas de las ciudadesromanas más importantes de la Península, comodetallaremos más adelante.

El caso de Mérida, la antigua Augusta Emerita, creemosque es paradigmático, ya que en su entorno se da lamayor concentración de presas de origen romano detoda la antigua Hispania. Estas presas son de muy diver-sos tipos, fábricas, y destinos. Desde las grandes presasde Proserpina y Cornalbo utilizadas para el abasteci-miento de la ciudad romana, y de las que trataremos enprofundidad en los capítulos siguientes, hasta las másmodestas destinadas al abastecimiento y uso agrícola devillae y asentamientos rurales (Esparragalejo, Araya, LasTiendas, Vega de Santa María…).

En fechas recientes han surgido nuevas interpreta-ciones acerca de la utilidad de las presas como origendel abastecimiento a las ciudades en época romana(Feijoo 2005) basándose en la no potabilidad de lasaguas embalsadas, lo que llega a cuestionar el origende las presas de Proserpina y Cornalbo.

En las páginas que siguen trataremos de exponer lasrazones y argumentos que, tras un detallado análisis delos estudios realizados por múltiples instituciones einvestigadores, creemos que justifican plenamente lanecesidad de la construcción de presas como un medioeficaz (a veces el único posible) de garantizar el sumi-nistro de agua en cantidad adecuada y de calidad acep-table para el abastecimiento de algunas ciudades roma-nas, Mérida entre ellas. Así mismo creemos que existendatos suficientes, y que se exponen en este trabajo, quepermiten establecer con gran fiabilidad el origen roma-no de las presas emeritenses de Proserpina y Cornalbo.

Estas dos magníficas realizaciones de ingenieríahidráulica romana son un fiel exponente del genioconstructor de la civilización romana y que quedamagníficamente reflejado en las palabras que la escri-tora Marguerite Yourcenar puso en boca del granemperador Adriano:

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“Construir es colaborar con la tierra, imprimir una marcahumana en un paisaje que se modificará así para siempre; estambién contribuir a ese lento cambio que constituye la vida delas ciudades”.

LA NECESIDAD DE LAS PRESAS EN ESPAÑA, REALIZACIONES ROMANAS Y MEDIEVALES

La construcción de una presa, aunque sea de peque-ño tamaño o incluso un simple azud de derivación,representa una lucha contra las fuerzas elementalesde la naturaleza, lo que siempre es una labor costosay compleja.

El estudio y proyecto de una presa requiere avanza-dos conocimientos en materias como la hidrología,hidráulica, geología y geotecnia, y el cálculo deestructuras, de los que, por supuesto, no se disponíaen la época romana. De hecho, hasta la segundamitad del siglo XIX no se comienzan a aplicar losprincipios de la mecánica racional al diseño de laspresas (Díez-Cascón Sagrado y Bueno Hernández2001).

Asimismo, se requiere una maquinaria y medios auxi-liares de enorme importancia, que evidentementetampoco han existido hasta fechas relativamente pró-ximas en la historia.

Por lo tanto, la construcción de presas en la épocapreindustrial debía ser una auténtica epopeya, unalucha posible sólo a costa de enormes esfuerzos,tanto físicos como económicos, lucha por otra parteque muchas veces se saldaría con la derrota…

Y sin embargo, a lo largo de la historia siempre sehan construido presas, ya que el hombre siempre hanecesitado agua para diversos usos, desde los másprimarios hasta los más sofisticados, por lo que lascivilizaciones que se desarrollaban en ámbitos geo-gráficos donde la naturaleza la proporciona irregular-mente, no tuvieron más remedio que construirlaspara satisfacer esas necesidades.

Las primeras presas conocidas, Jawa en Jordania ySadd-el–Kaffara en Egipto, pueden datarse a principiosdel tercer milenio antes de Cristo (Schnitter 1994) y a

partir de ellas existe cierta continuidad en las realiza-ciones de estas estructuras hasta llegar a la épocaromana, en la que se produce un esfuerzo en la cons-trucción de infraestructuras de enorme magnitud,incluyendo la construcción de numerosas presas.

Este esfuerzo fue posible en gran medida gracias alos largos siglos de predominio general de condicio-nes de relativa estabilidad política y militar, la famosapax romana, con lo que las condiciones económicasgenerales serían bastante más favorables que otrasépocas posteriores.

Sin embargo, en el campo concreto de las presas, esteesfuerzo constructor tuvo lógicamente importanteslimitaciones, derivadas tanto del nivel de conocimien-tos científicos como de los medios constructivos aemplear, que en ambos casos no tienen nada que vercon los actuales, razón por la que ese gran Ingenieroque fue D. Carlos Fernández Casado afirmaba que“no fue precisamente en esta rama de la ingeniería hidráulica,que son las presas, donde los ingenieros romanos tuvieron susmayores éxitos, y es donde nuestras realizaciones actuales supe-ran mucho a las suyas ” (Fernández Casado 1985).

Una consecuencia importante de lo anterior es quelas presas romanas no suelen ubicarse en ríos impor-tantes, sino en arroyos o vaguadas, y cuando lo hacenen algún cauce de mayor entidad, es en cabecera delmismo, donde la cuenca de aportación es reducida,complementando a veces ésta mediante trasvases.

Como es lógico, la necesidad de realizar una regula-ción mediante el almacenamiento de agua, o al menosuna derivación de los cauces mediante la elevación desu nivel, sería máxima en las zonas áridas o semiári-das que constituyen una parte importante de la cuen-ca mediterránea y su entorno, por donde se extendióel Imperio Romano.

Por tanto, aunque contamos con algún ejemplo depresas romanas en la Galia e Italia (presa de Glanumy presas de Subiaco, respectivamente) la máxima con-centración de presas romanas se produce en estaszonas, fundamentalmente en las provincias del Este(Asia Menor y Siria) Norte de África, y sobre todo enHispania.

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Efectivamente, la Hispania romana (actuales España yPortugal) fue, de manera singular, la provincia romanadonde tuvo lugar la mayor actividad constructiva enmateria de presas. Parece que los romanos ya se dieroncuenta de la problemática hidrológica existente en laPenínsula Ibérica, y de las grandes posibilidades queofrece la regulación de sus cauces, aunque por supues-to ellos solo pudieron realizarla en los más pequeños,no acometiéndose hasta el siglo XX una regulaciónamplia de nuestros ríos, tarea que aunque bastanteavanzada, no puede considerarse todavía completada.

Seguidamente, trataremos de ver a grandes rasgoscuáles son esas condiciones hidrológicas de nuestroterritorio que hacen imprescindible utilizar presaspara poder hacer un uso racional de sus aguas, ycómo se dio respuesta a esa necesidad en las épocasromana y medieval.

LA NECESIDAD DE LAS PRESAS EN ESPAÑA

La precipitación en España, además de ser en térmi-nos absolutos inferior a la de la mayor parte de los

países de Europa, está muy mal repartida, tanto espa-cial como temporalmente. Esta circunstancia no esnueva, sino que como veremos, en líneas generales seha venido manteniendo a través de la historia. Así,hace dos milenios, Estrabón en su Geografía, ya decíaque Iberia era un país desigualmente regado.

Como media, el territorio español recibe anualmenteunas precipitaciones del orden de los 346.000 hm3,que provocan unas escorrentías de unos 111.000hm3, es decir, únicamente algo menos de la terceraparte del agua precipitada acaba circulando por loscauces.

Sin embargo, esto son tan sólo las cifras globales. Siestudiamos la distribución geográfica de estas esco-rrentías, resulta que la del conjunto de las cuencasatlánticas representa casi un 74% del total, y a su vezde esta cantidad, algo más del 50% se produce en lascuencas de la cornisa cantábrica y Galicia, es decir enla España “húmeda”. Entre las cuencas atlánticas, lasde menores aportaciones son precisamente las delGuadiana, con un 6,6% del total, seguida del

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FIGURA 1Precipitación media en España (fuente: Atlas Nacional de España).

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Guadalquivir y Tajo, con el 10,4% y el 13,1% respec-tivamente (Arenillas Parra 2002).

Pero además de este desequilibrio entre grandescuencas, existen también patentes desequilibriosinternos dentro de cada cuenca. El caso mas eviden-te es el del Ebro, con una marcada asimetría entre lasaportaciones de su margen derecha, procedentes delSistema Ibérico, y las de la izquierda, originadas enlos ríos pirenaicos, por supuesto a favor de estos últi-mos. Es el caso también del Tajo, donde las aporta-ciones de su margen derecha, con origen en elSistema Central, superan con mucho las de la izquier-da, procedentes de los Montes de Toledo.

Si pasamos a considerar ahora los desequilibrios tem-porales, estos resultan tener una enorme importancia.Evidentemente, existe una alternancia anual entreestaciones secas y húmedas, pero además una enor-me irregularidad en cuanto a las precipitaciones, ypor tanto aportaciones, que pueden producirse entre

unos años y otros, irregularidad además que tiende aser mayor en las áreas más secas, pudiendo llegar atener años de aportación prácticamente nula inclusoen ríos de considerable tamaño.

No obstante, en algunas zonas del Levante y Sur deEspaña, este factor negativo queda parcialmentecompensado por las características geológicas deestos terrenos, que al estar constituido en gran partepor roca caliza, posibilita una regulación natural delas aguas, al infiltrarse gran parte de las aguas precipi-tadas, y posteriormente, tras un recorrido mucho máslento que en superficie, surgir hacia los cauces (esco-rrentía subterránea) posibilitando la existencia enestos de cierto flujo base, lo que supone la circulaciónde ciertos caudales, más o menos continuos, enausencia de precipitaciones.

En cambio, las cuencas atlánticas en las que predo-minan los materiales arcillosos y silíceos, este fenó-meno de la regulación natural tiene efectos poco

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FIGURA 2Precipitación y aportación media por cuencas hidrográficas (fuente: Atlas Nacional de España).

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apreciables, alcanzándose mínimos en este sentido enlas cuencas del Tajo, Guadiana y Guadalquivir. Loscauces de estas cuencas llevan agua cuando ha llovi-do apreciablemente, pero en largas ausencias de pre-cipitaciones sus caudales se reducen drásticamentepudiendo llegar, algunos de ellos, a quedarse en seco.

Estas irregularidades tan enormes hacen que el apro-vechamiento de estos ríos en su régimen natural seamuy ineficaz, pudiendo aprovecharse tan solo unamínima parte de los caudales circulantes. Este aspec-to ha sido objeto de estudio por la Administraciónhidráulica española durante la redacción del “Libroblanco del agua”, obteniéndose los resultados quefiguran en la tabla adjunta, destacando por su bajoporcentaje de regulación natural las cuencas del Tajo,Guadalquivir y especialmente Guadiana, donde úni-camente se podría utilizar en régimen natural un 1%de la aportación media anual.

Sin embargo, los consumos actuales de agua son, en lamayor parte de las cuencas, enormemente superiores aestas posibilidades de los ríos en régimen natural, y enconcreto en la del Guadiana, con unos consumosactuales de casi 2.500 hm3/año y unas posibilidades deregulación natural de tan solo 51 hm3/año, suponenmultiplicar éstas nada menos que por cincuenta.

Evidentemente esto sólo es posible gracias a la regu-lación que proporcionan los embalses, que permiten

acumular agua cuando esta circula, para ir proporcio-nándola después a medida que se necesita.

Seguidamente se incluye una tabla obtenida de laponencia “Hidrología e hidráulica del solar hispano,las presas en España” (Arenillas Parra 2002) donde seaprecia cuantitativamente todo lo comentado.

Desde luego, a la vista de estas cifras podemos afir-mar que nuestro país no sería en absoluto lo que essin las presas, no siendo precisos más comentarios.Sin embargo, resulta lamentable que en los últimostiempos estemos asistiendo a una “demonización” delas presas, basada la mayor parte de las veces en unasafecciones ambientales negativas (las positivas suelenolvidarse) estimadas casi siempre con muy poca basecientífica y una información muy manipulada, o loque es casi peor, identificando las presas con deter-minados regímenes políticos o etapas históricas con-cretas, cuando la propia Historia demuestra que lanecesidad de regular las aguas de España ha sido sen-tida por todos los que hemos pasado por nuestra tie-rra.

En el caso de la cuenca del Guadiana, que cuenta convarios embalses muy hiperanuales, es decir, que per-miten guardar varias veces la aportación media anual,éstos constituyen importantísimas reservas de aguafrente a periodos de sequía como el actual, por lo quea fecha de redacción de estas líneas (marzo de 2006)

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TABLA 1Datos hidrológicos de las cuencas peninsulares (fuente: Arenillas Parra, 2002)

ÁMBITO SUPERFICIE (km2)

PRECIPITACIÓN MEDIA

(mm/año)

APORTACIÓN MEDIA

(hm3/año)

REGULADO RÉGIMEN NATURAL DEMANDA UNIFORME (hm3/año)

CONSUMOS ACTUALES (hm3/año)

NORTE Y GALICIA 53.780 1.429 44.157 3.119 (9% A.M.) 2.511 DUERO 78.960 625 13.660 892 (7% A.M.) 3.860

TAJO 55.810 655 10.883 605 (6% A.M.) 4.065 GUADIANA 60.210 537 5.475 51 (1% A.M.) 2.531

GUADALQUIVIR 63.240 591 8.601 132 (2% A.M.) 3.760 TOTAL C. ATLÁNTICAS 312.000 745 82.776 4.789 (7% A.M.) 16.727

SUR 17.950 530 2.351 16 (1% A.M.) 1.350 SEGURA 19.120 383 803 225 (30% A.M.) 1.834

JÚCAR 42.900 504 3.432 924 (34% A.M.) 2.962 EBRO 85.560 682 17.967 2.795 (16% A.M.) 10.378

CUENCAS INT. CATALUÑA 16.490 734 2.787 177 (10% A.M.) 1.357 TOTAL C. MEDITERRÁNEAS 182.020 598 27.340 4.137 (17% A.M.) 17.881

TOTAL PENÍNSULA 494.020 691 110.116 8.926 (9% A.M.) 34.608

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en la cuenca media del Guadiana, que se correspon-de aproximadamente con la parte extremeña de lacuenca, existen reservas en los grandes sistemas paracasi tres años a los consumos normales.

Pensamos sinceramente que deberíamos estar agra-decidos a todos los que, a través de la historia, conci-bieron y ejecutaron estas obras de regulación, estas“pirámides útiles” como se las ha calificado(Schnitter 1994) reconociendo su carácter de obras“faraónicas” pero frente a ello, añadiéndoles inme-diatamente el concepto, tan fundamental y, si nos lopermiten, tan “romano” de la utilidad.

PRESAS EN ESPAÑA EN LAS ÉPOCAS ROMANA Y

MEDIEVAL

Los conocimientos sobre historia de la climatologíapermiten afirmar que entre los siglos I a.C. y V d.C.se desarrolló un periodo de clima similar al actual,

con temperaturas algo superiores y precipitacionesligeramente inferiores, aunque tal vez más regulares,periodo climático al que se conoce como “Episodiocálido romano” (Font Tullot 1988). Por tanto, elmarco hidrológico general de la península sería bas-tante aproximado al antes esbozado.

Evidentemente los consumos globales de agua en laépoca romana serían muy inferiores a los actuales,por lo que en principio cabría pensar que los roma-nos podrían haberse conformado con utilizar loscaudales fluyentes en régimen natural, y de hecho asídebió ser en gran parte del territorio peninsular,sobre todo en el Levante y Sur, zonas donde, comose ha dicho, la regulación natural es importante.

Para tomar aguas de un río que fluye con cierta regu-laridad, basta con construir una pequeña presa, deno-minada “azud” que eleve el nivel de las aguas y per-mita su entrada en la conducción. Estos azudes son

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FIGURA 3Presa de la Virgen del Pilar (fuente: Miguel Arenillas).

FIGURA 4Presa de Muel (fuente: Miguel Arenillas).

FIGURA 5Presa de la Pared de los Moros (fuente: Miguel Arenillas).

FIGURA 6Presa de Consuegra (fuente: Miguel Arenillas).

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rebasables por el río, y aunque crean un pequeñoembalse, su efecto regulador es muy limitado.

Sin embargo, en determinadas zonas la respuestaromana a la baja regulación natural de sus cauces fuela construcción de gran número de presas. Los estu-dios más actualizados que conocemos sobre el tema(Castillo Barranco 2001; Castillo Barranco y ArenillasParra 2002) señalan la existencia de 73 presas o azu-des de origen romano en territorio español, a las quehay que añadir al menos otras 26 en territorio portu-gués (Schnitter 1994).

La mayor parte de las presas citadas son pequeñas, yalgunas son simples azudes de derivación, aunqueentre ellas se encuentran ocho presas de dimensionesimportantes, que podríamos denominar “presasromanas principales”, que serían las de Almonacid dela Cuba, Muel, Virgen del Pilar y Pared de los Moros,todas ellas en la cuenca del Ebro (provincias deZaragoza y Teruel) la Alcantarilla y Consuegra,ambas en la provincia de Toledo, la primera en lacuenca del Tajo y la segunda en la del Guadiana, y las

de Proserpina y Cornalbo, en provincia de Badajoz ycuenca del Guadiana.

Esta ubicación de las presas romanas de mayor tama-ño ya nos está marcando los tres núcleos geográficosprincipales en torno a los cuales se agrupan la mayorparte de las presas romanas en la Península:Zaragoza, Toledo y Mérida.

La ubicación de estos tres núcleos es muy significati-va desde el punto de vista hidrológico, según vimosanteriormente, situándose en zonas con regulaciónnatural muy baja, lo cual es claro en las presas delnúcleo emeritense, y se aclara más en las zaragozanasy toledanas si especificamos que las primeras se sitú-an básicamente en la margen derecha del Ebro, y lassegundas en la izquierda del Tajo, o en algún casoincluso en la cuenca del Guadiana.

En el núcleo emeritense tenemos por un lado unaserie de presas bastante próximas a la ciudad (ÁlvarezMartínez, Nogales Basarrate et al. 2002) y por otro,otras presas más dispersas por lo que fue la provincia

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FIGURA 7Distribución geográfica de las principales presas romanas en España (fuente: J.C. Castillo).

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romana de Lusitania, entre las que debemos incluirlas 21 presas romanas portuguesas situadas al Sur delTajo (Quintela, Cardoso et al. 1988; Schnitter 1994)que a su vez se agrupan en general en torno a las ciu-dades de Évora, Beja y Lisboa.

En definitiva, las presas romanas en Hispania se ubi-can precisamente donde más falta hace, con ciertaanomalía, quizá, en la cuenca del Guadalquivir, dondetan solo se conocen 4 presas romanas (6% del total)ninguna de ellas de importancia.

Evidentemente, todas estas presas fueron construi-das con la finalidad de disponer de agua para uno ovarios usos concretos, entre los que destaca el abas-tecimiento urbano. En la Tesis Doctoral Tipología ymateriales de las presas romanas en España (CastilloBarranco 2001) tan citada en este artículo, se analizanen detalle 49 de las presas romanas, concluyéndoseque 19 de ellas tenían esta finalidad primordial, mien-tras que de las otras 21 su uso se califica como“rural”, término que puede comprender desde usosclaramente agrícolas, como el regadío y el abrevade-ro de ganado, hasta usos de abastecimiento de peque-ños asentamientos rurales o incluso de villas y com-plejos termales asociados a las mismas.

Resulta también significativo que 5 de las 8 presasromanas “principales” (Muel, Alcantarilla, Con-suegra, Proserpina y Cornalbo) tengan como finali-dad principal el abastecimiento urbano, mientras queen las otras tres no pueda descartarse el uso de abas-tecimiento, bien a una población o con mayor proba-bilidad a un asentamiento rural.

En el siguiente capítulo, trataremos de las presasromanas en el marco de los abastecimientos urbanos,tanto en Hispania como en el resto de lo que fue elImperio Romano.

La evidencia del uso de una presa viene dada, normal-mente, por los restos arqueológicos existentes de lasconducciones asociadas a la misma, o del asentamientou explotación abastecido. No obstante, tenemos lasuerte de contar con al menos una referencia docu-mental a la relación entre una presa y su conducción, el“Bronce de Agón”, de la época de Adriano, en el que

se expone una ley relativa a la explotación y manteni-miento de un sistema hidráulico compuesto por unapresa y un canal, que servirían agua para usos agrícolasa varias aldeas (pagi) en una zona próxima a Mallén(Zaragoza) donde se conservan varias presas muy anti-guas, alguna de las cuales podría ser la aludida.

Se da la circunstancia de que dicho bronce, habitual-mente expuesto en el Museo de Zaragoza, pudo sercontemplado durante el pasado verano (2005) en elMuseo Nacional de Arte Romano de Mérida en elmarco de la exposición AQVA ROMANA (FundacióAgbar 2004).

Dado el gran interés que consideramos que tiene eltema, como única referencia epigráfica conocida auna presa romana en Hispania, hemos contactado conel Dr. D. Francisco Beltrán Lloris, autor de un exten-so artículo de próxima aparición sobre el tema(Beltran Lloris 2006) que nos precisa que la citada leyestablece las obligaciones de limpieza del canal deriego (riuus) entre las diversas aldeas abastecidasdesde su “parte superior en la presa” (ad molem imam).Aprovechamos estas líneas para manifestar nuestroagradecimiento a su colaboración.

Sobre el fascinante tema de las presas romanas enHispania se podrían seguir diciendo muchas cosas,sobre las que no hemos tratado (tipologías construc-tivas, materiales, órganos de desagüe y tomas…) pero

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FIGURA 8Bronce de Agón, en el museo de Zaragoza (fuente: Fundació

Agbar, 2004).

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con ello se sobrepasaría nuestro objetivo, que no esotro que el de apuntar datos útiles para determinar lafuncionalidad y datación cronológica de las presasemeritenses.

Sin embargo, sí que resulta de gran interés, a dichosefectos, relatar sucintamente la evolución histórica dela construcción de las presas romanas, y posterior-mente medievales, en España.

Significativamente, parece que todas las presas roma-nas “principales” se construyen en la época altoim-perial, y como 5 de ellas tienen por uso principal elabastecimiento urbano, este hecho está sin duda rela-cionado con el auge de los municipios, que precisanunos abastecimientos con importantes consumos deagua. Así, la datación habitualmente aceptada para laspresas de Almonacid de la Cuba y Muel (y también lade la Virgen del Pilar, aunque ésta no tuviera comouso principal el abastecimiento) es el siglo I d.C.;mientras que en el siglo siguiente se datarían laAlcantarilla, Proserpina y Cornalbo.

A finales del periodo altoimperial, entre los siglos IIIy IV d.C.; se datarían tan solo Consuegra y la Paredde los Moros.

Sin embargo, desde mediados del siglo III y sobretodo en el siglo IV d.C. van siendo cada vez más fre-cuentes las pequeñas presas rurales, hecho sin dudaasociado al fenómeno bien conocido por los histo-riadores de decaimiento de la vida urbana y floreci-miento de las villas rurales, mientras que ya no volve-mos a tener ejemplos de la construcción de presas degrandes dimensiones, debiéndose esperar para ellohasta el Renacimiento.

Efectivamente, parece que al igual que en otrosaspectos, la Edad Media supuso un paréntesis en laconstrucción de presas en España, que si bien no seinterrumpió totalmente, si que se redujo drástica-mente, tanto en el número de realizaciones como enla importancia de las mismas (Aguiló Alonso 2002) lo

cual no deja de ser lógico si se tiene en cuenta que lascondiciones de cierta inestabilidad tanto en lo políti-co-militar como en lo económico que caracterizaneste periodo no son, desde luego, las más adecuadaspara acometer el enorme esfuerzo que suponía laconstrucción de una obra de este tipo.

En este sentido es significativo que de dos “grandes”presas que tradicionalmente se consideraban medieva-les se haya demostrado su adscripción a otras épocas.

Uno de los casos es la ya citada presa de Almonacidde la Cuba, a la que la tradición atribuía un origenmedieval, incluso concretado en la época del reyJaime I el Conquistador (Smith 1970) pero los estu-dios, relativamente recientes, llevados a cabo sobre lamisma (Arenillas Parra, Cortés Gimeno et al. 2001)han demostrado sin lugar a dudas no solo su origenromano, sino también su probable datación en elsiglo I d.C.; como antes se comentó.

El otro es el de la presa de Almansa (Albacete) que tra-dicionalmente se databa en el siglo XIV por la erróneainterpretación de una inscripción en la misma presa enla que se leía el año “1384” pero que parece claro queen realidad se refiere a “1584” es decir plena épocarenacentista, que es cuando se vuelve a acometer laconstrucción de presas “grandes” en España.

En sentido contrario tenemos que reconocer quetambién se habían atribuido a la época romana algu-nas presas que luego han resultado no serlo, comopor ejemplo las presas de Melque (Toledo) con laposible excepción de una de ellas (Melque VI) cuyoorigen sí pudiera sea romano (Castillo Barranco2001). No obstante, se trata de presas por lo general“rurales” y de reducidas dimensiones.

Aunque efectivamente puede resultar relativamentefácil confundir fábricas romanas y medievales, en laspresas romanas existe casi siempre, de una u otraforma, el “hormigón romano” u opus caementitium1,muchas veces designado como “calicanto”. Estos

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1 De caementa, que designa a los trozos de piedra que, junto con el mortero de cal, constituían estos hormigones, lo que actualmentedesignaríamos como "árido grueso". Sin embargo, esta voz ha dado lugar a la actual "cemento", que designa al conglomerante delhormigón.

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hormigones romanos han sido muy bien estudiadospor H.O. Lamprecht, que en su obra cita, comoejemplos de aplicación de este material en presasromanas, las de Proserpina, Cornalbo, Esparragalejo(también cerca de Mérida) y la Alcantarilla(Lamprecht 1996).

Algunas fábricas medievales se pueden asemejar,hasta cierto punto, al hormigón romano, pero ladiferencia fundamental es la calidad, en generalmucho mayor de éste. Esta calidad deriva no tantode la mayor pureza de los materiales, o de adicionesde carácter puzolánico a la cal (que conferirían unacierta hidraulicidad a estos hormigones) como deuna puesta en obra muy cuidadosa, mediante tongadas horizontales, unidas a veces con finascapas de conglomerante y sobre todo adecuada-mente compactadas (Adam 1996) lo que redundaen una mayor resistencia, durabilidad e impermea-bilidad.

En cambio, los calicantos medievales, en general, pre-sentan una calidad inferior, debido por un lado a unacompactación deficiente, y por otro probablemente aunas peores características del mortero, tema esteúltimo que ya fue puesto de manifiesto por el arqui-tecto francés del siglo XIX, estudioso de la construc-ción medieval, Viollet le Duc.

Finalmente, al hablar de realizaciones hidráulicasmedievales, no debemos olvidar el importantísimolegado que en esta materia nos dejaron los árabes,auténticos impulsores del regadío sobre todo en el

Levante y Sur de España. Sin embargo, la obrahidráulica árabe por excelencia es la derivación de cauces para riegos (u otros usos) mediante unazud (el origen árabe de la palabra es claro) lo cuales acorde, como ya comentábamos, con el aprecia-ble grado de regulación natural de los ríos levanti-nos.

Así, los árabes realizan gran cantidad de infraestruc-turas de regadío, con su toma en azudes en los ríoslevantinos y andaluces, incluso en ríos de importan-cia como el Segura o el Guadalquivir, si bien enmuchos casos se ha atestiguado un origen anterior(romano) de estas obras.

En principio, no conocemos en nuestro país grandesobras hidráulicas de regulación atribuibles al periodode dominación árabe, aunque esta civilización sí quelas produjo en otras áreas geográficas (Schnitter1994). De hecho, por lo que a España se refiere, hayautores que afirman taxativamente que “en ningunaparte de la ingeniería civil árabe figura el embalse”(Aguiló Alonso 2002).

Como conclusión general de todo lo expuesto, cree-mos que podemos afirmar que la datación hastaahora atribuida a las presas emeritenses encaja bas-tante bien con el marco general de lo que se conocesobre las presas romanas en España, mientras quedesde luego, una datación altomedieval plantearíaserios problemas con relación a los conocimientosactuales sobre realizaciones en materia de presas endicha época.

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FIGURA 9Presa de Almonacid de la Cuba (fuente: Miguel Arenillas).

FIGURA 10Presa de Almansa (fuente: Aguiló Alonso, 2002).

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LAS PRESAS EN EL MARCO DE LOS ABASTECIMIENTOS

URBANOS EN LA ÉPOCA ROMANA

La realización de infraestructuras destinadas a resol-ver necesidades concretas fue un rasgo característicode la civilización romana, extendido por todo suImperio.

Cuando se contempla globalmente, pero con ciertodetalle, toda esta actividad constructora, se pone demanifiesto la existencia de un equilibrio entre, por unlado, la fidelidad a determinados principios fundamen-tales, y por otro, una asombrosa capacidad a las cir-cunstancias locales, enormemente variables de unaszonas a otras, y esto es particularmente cierto respec-to de las obras hidráulicas, que están supeditadas a lascondiciones climatológicas e hidrológicas.

Uno de los primeros y más importantes problemas a

los que se enfrenta el hombre es conseguir agua, ele-mento absolutamente fundamental para la vida, pri-mero en cantidad y luego en calidad suficiente, y con-ducirla hasta sus asentamientos. En este sentido, lacivilización romana, predominantemente urbana, rea-lizó un esfuerzo sin precedentes en la historia (y queno sería igualado hasta muchos siglos después) paradotar de agua a sus ciudades.

En función de la climatología e hidrología la capta-ción del agua puede ser más o menos complicada. Enla propia ciudad de Roma, estas circunstancias son,en principio, bastante favorables, al tener unas preci-pitaciones medias (en la actualidad) entre los 800-1.000 mm, presencia de terrenos calizos y relieve concierto desnivel, todo lo cual favorece enormemente laexistencia de afloramientos de agua desde el terrenoa la superficie, en formas de fuentes o manantiales, ypor supuesto de una red hidrográfica bien desarrolla-

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FIGURA 11Presa de la Alcantarilla (restos del estribo izquierdo) mostrando el opus caementitium que en gran parte la constituye.

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da con cauces de caudales importantes. Es decir, esta-ba asegurada la cantidad de agua.

En cuanto a la calidad de la misma, es evidente que elagua de una fuente o manantial, captada lo más cercaposible de su afloramiento, suele tener, por lo general,una calidad superior a la del agua de un río o un lago.Y decimos “suele tener” porque existen casos en quelas aguas de este origen tienen una contaminación deorigen natural, al haber incorporado sales disueltasprocedentes de los terrenos que ha atravesado desdesu precipitación e infiltración hasta su afloramiento.

En España, donde abundan los terrenos salinos fácil-mente solubles (yesos, etc.) se da esta circunstancia enalguna ocasión, siendo quizá el caso más conocido elde los manantiales salinos de la zona de los embalsesdel Guadalorce y Guadalteba (Málaga) que tienen queser recogidos y trasvasados aguas abajo de los embal-ses, de forma que no deterioren la calidad de las aguasde éstos, destinada al abastecimiento urbano.

En Roma no parece que se diera este problema con lasfuentes y manantiales, y por lo tanto, se tomaba agua,en la medida de lo posible, de esta procedencia, quesuele ser un agua clara y limpia, debido al filtrado natu-ral que ha experimentado, mientras que las aguas deríos y lagos pueden ir turbias, sobre todo en épocas defuertes lluvias, y son fácilmente contaminables pordiversas causas, en especial las de origen antrópico.

Este era un principio general que, efectivamente, erahabitualmente aplicado, o intentado aplicar, en losabastecimientos romanos, pero muchas veces ello noera posible, debiendo recurrirse a otros orígenes delagua. Es decir, había que garantizar la cantidad, inclu-so a costa de perder algo en la calidad del recurso.

Un suministro alternativo bastante evidente son lasaguas superficiales, procedentes de ríos o arroyos, eincluso lagos, caso de existir estos. Los romanos utili-zaron estos orígenes del agua, incluso en el abasteci-miento a su capital como luego veremos. Por supues-to, se intentaba preservar la calidad del agua todo loposible, por lo que en los cauces naturales la tomasolía realizarse por regla general bastante aguas arribade los mismos, incluso cerca de su nacimiento, siem-

pre que hubiera caudales suficientes y relativamentecontinuos.

Para captar agua de un río por gravedad resulta precisorealizar una pequeña presa que eleve algo el nivel delagua de forma que una parte de la misma pueda serderivada, por gravedad, a la conducción. Estas peque-ñas presas se denominan “azudes” (los romanos lasdenominaban, en ocasiones, saepta) son rebasables porel río (es decir, éste salta habitualmente sobre ellas) yembalsan una cantidad de agua relativamente pequeña,ya que su función no es la regulación, sino la derivación.

Y finalmente, como vimos anteriormente, en las regio-nes de clima semiárido o árido en las que los caucesnaturales son muy irregulares en cuanto a sus caudalescirculantes, transportando a veces agua solo de formaocasional, se hace preciso acumular y guardar el aguaque circula, cuando lo hace, para poder utilizarla pos-teriormente, y para ello hay que recurrir a las presasque crean un embalse.

Este agua embalsada puede servir para varios usos,pero en ausencia de otra de mayor calidad en canti-dades suficientes, lo prioritario es lógicamente elabastecimiento. Seguidamente vamos a exponer losprincipales casos conocidos de abastecimientosromanos desde azudes o presas.

EL CASO DEL ABASTECIMIENTO DE ROMA

El sistema de abastecimiento romano más conocido esel de la propia Roma, gracias a la obra de Sexto JulioFrontino. Este personaje, de rango senatorial, vivió alfinal del siglo I e inicios del II d.C. y disfrutó de unaimportante carrera política (cursus honorum) siendonombrado por el emperador Nerva Curator aquorum,cargo que implicaba la responsabilidad sobre el siste-ma de abastecimiento de agua a la ciudad de Roma.

Nos legó una obra sobre dicho sistema, titulada De aqua-ductibus urbis Romae (Frontino s. II), que constituye nues-tra principal fuente de conocimientos sobre los abaste-cimientos de agua a las ciudades en la época romana.

La urbe llegó a contar con 11 acueductos, 9 de loscuales existían ya en la época de Frontino. Las aguas

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captadas por los mismos procedían, por lo general,de fuentes o manantiales, excepto en tres casos; elAqua Alsietina que tomaba del lago Alsietino (actual-mente Martignano) y los acueductos conocidoscomo Anio Vetus, (época republicana, hacia el 272a.C.) y Anio Novus (comenzado bajo Calígula y termi-nado bajo Claudio, hacia el 50 d.C.) cuyo origen era,en ambos casos, el río Anio (actualmente Anniene).

La calidad de las aguas del Aqua Alsietina era, al pare-cer, bastante deficiente, lo que le hace decir aFrontino (cap. XI) que no entiende que razón pudotener un emperador tan previsor como Augusto pararealizarla. Esta cita se ha utilizado en algún artículoreciente como apoyo de un argumento según el cual,las aguas procedentes de lagos o embalses no podrí-an ser potables.

Sin embargo, inmediatamente a continuación,Frontino reconoce que, aunque el destino principal deesta conducción es abastecer a la naumaquia, jardines yriegos, en ocasiones había que recurrir a ella para abas-tecer a las fuentes públicas del barrio del Trastevere(cuando, por reparaciones en los puentes sobre elTíber, se cortaban las aguas procedentes de los otrosacueductos, situados todos ellos en la otra margen del

río). Luego, a pesar de todo, estas aguas se usaban paraabastecimiento cuando no había otro remedio.

A título anecdótico, citaremos que la solución defini-tiva al abastecimiento del Trastévere fue la ejecución,bajo Trajano, de otro acueducto en la margen derechadel Tíber, el Aqua Traiana, penúltimo de los grandesacueductos de la Roma antigua.

Respecto a las dos tomas en el río Anio, hay que desta-car que la cuenca de este río, y en concreto su cuencaalta, fue el origen de cuatro de los acueductos de Roma,ya que además de estos dos, el Aqua Marcia y el AquaClaudia tomaban de manantiales afluentes al mismo ensu cabecera, encontrándonos aquí una característicaque se repite en muchos sistemas de abastecimientoromanos: tomar las aguas lo más arriba posible, en arasde garantizar la mejor calidad de las mismas, aunqueello implicara conducciones de bastante longitud.

Centrándonos en las dos tomas en el propio río Anio,cabe destacar que resulta significativo que, a pesar deluso preferente del agua de manantial antes de que lasmismas se hubieran incorporado a los cauces natura-les, en dos ocasiones históricas fuera preciso recurrir ala toma en uno de dichos cauces para el abastecimien-

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FIGURA 12Los acueductos de Roma en la época de Frontino (fuente: Fernández Casado, 1985).

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to de Roma, lo cual indica que las necesidades hidráu-licas de la ciudad llegaron a superar, en ambos casos,las posibilidades consideradas viables en ese momentode utilización de fuentes y manantiales.

Como expusimos anteriormente, se trataba de asegurarla cantidad de agua, aún a costa de perder algo en cuan-to a su calidad, lo que está perfectamente expresado porFrontino en su capítulo XCI: “…el Anio Novus contami-naba a los demás porque, al llegar a un nivel muy alto y sobre todocon mucho caudal, remedia la insuficiencia de los otros”.

En ambos Anios la cabecera inicial del acueducto debíaestar constituida por un azud de derivación (CastilloBarranco 2001) según comentamos anteriormente.También comentábamos que un azud no crea un granembalse, por lo que el agua no es retenida el tiemposuficiente como para que se produzca el principal delos efectos autodepuradores de un embalse: la decan-tación de los sedimentos arrastrados. Y de ahí la malacalidad de las aguas así captadas, en particular tras épo-cas de grandes lluvias, que provocan arrastres de mate-rial sólido por las aguas del río.

Por ello, en el caso del Anio Novus, Trajano ordenó eltraslado de su toma hasta un embalse que sí cumplie-ra esta condición, lo que nos narra Frontino en sucapítulo XCIII: “…nuestro Emperador…también entrevióla posibilidad de eliminar las deficiencias del Anio Novus. Asídio la orden de abandonar el agua procedente del río y buscar-la a partir del lago situado encima de la villa de Nerón, enSubiaco, donde el agua es mas clara” .

El citado “lago situado encima de la villa de Nerón”no era, en realidad, un lago natural. Se trataba de tresembalses de apreciable tamaño sobre el río Anio, crea-

dos por otras tantas presas, conocidas como las presasde Subiaco (Fernández Casado 1985; Schnitter 1994;Malissard 1996).

La construcción de estas presas había sido ordenadapor el emperador Nerón, propietario de una granfinca en la zona, para utilizar los embalses con finesmeramente recreativos. La construcción de presaspara el recreo de monarcas y sus cortes tiene otroejemplo en España, unos mil quinientos años mástarde, cuando el rey Felipe II ordenó construir la presade Ontígola (Toledo) por encima de Aranjuez, conesta misma finalidad, proyecto en el que intervino elfamoso ingeniero italiano al servicio de los reyes deEspaña, Juanelo Turriano.

Volviendo a nuestro tema, cabe resaltar que nosencontramos ya con la toma de un acueducto roma-no en una presa de gran tamaño, toma que se realizaprecisamente para mejorar la calidad de las aguas dedicho acueducto. Creemos que las implicaciones deeste hecho respecto del tema general tratado en esteartículo no precisan mayores comentarios.

Las presas de Subiaco se emplazaban en cerradas bas-tante estrechas, por lo que eran estructuras relativa-mente cortas y altas, alcanzando la mayor de ellas entorno a los 40 metros de altura, lo que la convierte enla presa romana más alta de la que hay noticias. Las trespresas subsistieron, al parecer, hasta el siglo XIV enque fueron destruidas por una riada, quedando escasosrestos arqueológicos, y conservándose en el monaste-rio de Sacro Speco, sito en las proximidades, una pintura

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FIGURA 13Planta del río Anio en la zona de Subiaco (fuente: Fernández

Casado, 1985).

FIGURA 14Pintura medieval del monasterio de Sacro Speco (fuente: Fernández

Casado, 1985).

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en la que aparece representado San Benito de Nursia,pescando en el embalse desde la coronación de una delas presas.

ABASTECIMIENTOS URBANOS DESDE PRESAS EN LAS

PROVINCIAS DEL IMPERIO

Dejando aparte a Hispania, de la que trataremos en elsiguiente apartado, tanto en las provincias del Estecomo en las del Norte de África nos encontramoscon varios casos de presas romanas sobre las queexiste un consenso generalizado entre los investiga-dores del tema en el sentido de que, entre otros posi-bles usos, estaba indudablemente el del abastecimien-to a poblaciones (Fernández Casado 1985; Schnitter1994).

En el Este podemos citar el suministro de agua aMisli, cerca de Nigde (Turquía) desde la presa deBoget, el de Mardin (Turquía) desde la presa de DaraOeste, el de la famosa ciudad de Palmira (Siria) desde

la gran presa de Harbaqua (aunque parece que ésta seutilizaba principalmente para el riego) el de Risafe(Siria) desde la presa de Sele, y el de la importanteciudad de Cesarea (Israel) capital de la provincia deJudea, que tomaba el agua desde las dos presas deMaagan mediante un acueducto de unos 5 km.

Cabe comentar que los dos últimos casos citadoscorresponden a realizaciones que pueden datarsesobre los siglos V a VI, es decir, al final del periodoromano e inicios del bizantino. De hecho, parece quebajo el gran emperador bizantino Justiniano se des-arrolló la construcción de numerosas presas en lazona.

Además de los abastecimientos citados a ciudades decierta importancia, existe constancia de la utilizaciónde presas para garantizar los abastecimientos de for-talezas fronterizas de la zona. Este sería el caso de lasdos presas de Lejjun (Jordania) y de las cuatro deDimona (Israel).

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FIGURA 15Presas romanas de abastecimiento en Oriente Próximo (fuente: elaboración propia a partir de los datos de N. Schnitter).

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En el Norte de África, granero del ImperioRomano, la mayor parte de las presas tenían comodestino principal el riego, aunque existen varioscasos de abastecimientos desde presas, debiéndosecitar en primer lugar el de la importante ciudad deLeptis Magna, cuna del emperador Septimio Severo(actual Labadh, en Libia) en cuyo entorno se halocalizado gran número de presas romanas, dos delas cuales, las de Wadi Lebda y Wadi Caam, abaste-cían a la ciudad. Además, podemos citar el abasteci-miento de Barika (Argelia) desde la presa del mismonombre, y el de Ighil-Izane (Argelia) desde la deDjidioua.

ABASTECIMIENTOS URBANOS DESDE PRESAS EN

HISPANIA

Como vimos anteriormente, en la Hispania romanaexistían numerosas presas, gran parte de las cualesparecen estar asociadas al abastecimiento, tanto deciudades como de pequeños asentamientos rurales,en este último caso compartiendo este uso con elagrícola.

Citaremos seguidamente los casos que consideramosmás importantes de abastecimientos romanos desdepresas, dividiéndolos en cuatro apartados. Aunque ladistinción entre azud de derivación y presa de embal-se pueda ser imprecisa en algunos casos, establecere-mos un primer apartado para los suministros urbanosdesde azudes de derivación y un segundo para losabastecimientos urbanos desde presas de embalse,con apartados específicos para los casos de Mérida yToledo. Por último, dedicaremos un quinto apartadoa los suministros rurales desde pequeñas presas.

Abastecimientos urbanos desde azudes de deri-vación

Comenzaremos con el que quizá sea el más famosoacueducto romano en España, el acueducto deSegovia. Su toma se realizaba mediante el azud deno-minado “de Riofrío”, o “del arroyo Acebeda” en lavertiente norte de la sierra de Guadarrama (CastilloBarranco 2001; González Tascón 2002) y desde allí,en un recorrido de unos 15 km llega a la espectaculararquería de la plaza del Azoguejo.

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FIGURA 16Presas romanas de abastecimiento en el Norte de África (fuente: elaboración propia a partir de los datos de N. Schnitter).

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En este sistema hidráulico se pone claramente derelieve una de las tendencias generales que comentá-bamos anteriormente, la de captar el agua muy encabecera de los cauces, buscando seguramente unamayor pureza de las mismas. En efecto, el abasteci-miento se podría haber resuelto con una conducciónbastante más corta, y todavía con cota suficiente parallegar a la ciudad, tomando desde aguas abajo, porejemplo en la zona donde actualmente se ubica elembalse de Revenga, que abastece a la actual Segovia.

Tarraco, la actual Tarragona, una de las capitales pro-vinciales romanas de Hispania, llegó a contar con dosacueductos, siendo el más conocido el del Francolí,del que forma parte el famoso “Puente del Diablo”.Parece que dicho acueducto no abastecía, por cota, atoda la ciudad, por lo que se realizó una segunda con-ducción cuya toma, con casi total seguridad, era unazud sobre el río Gaiá, la presa de Pont d´Armentera(Castillo Barranco 2001).

Podemos citar otros dos menos conocidos, como losdel abastecimiento de la antigua Pineda de Mar(Barcelona) desde el azud de Ca´La Verda, o el de lamansio de Los Bañales, cerca de Sádaba (Zaragoza)desde los azudes del Puente del Diablo y de PuyForadado (Castillo Barranco 2001).

Otra forma en la que nos encontramos los azudesasociados a abastecimientos urbanos es cuando estos

derivan agua de un arroyo y la conducen mediante uncanal alimentador a un embalse de mayor tamaño,creado por una presa en otro cauce distinto. Estoscanales alimentadores, además, recogen las aportacio-nes de la parte superior de la ladera por la que circu-lan. Se trata de un auténtico trasvase de una cuenca aotra, aumentando así las aportaciones al embalse.Dos ejemplos claros de este caso son el sistemahidráulico de Cornalbo, en Mérida, donde el canal ali-mentador del embalse tiene su origen en un azudsobre el arroyo de las Muelas, y el de Toledo, dondeeste origen se sitúa en un azud sobre el arroyo de SanMartín de la Montiña.

Además de lo anterior, cabe suponer que el caputaquae u origen de gran parte de los acueductos hispa-nos fuera un azud, aunque muchas veces no quedenapenas restos arqueológicos que permitan confirmar-lo, situación que puede ser debida a la destrucción deestas estructuras, que por su naturaleza tienen untamaño relativamente pequeño, por riadas u otrascausas, a la ocultación de sus restos por aterramien-tos o incluso a la sustitución de la obra original roma-na por otra posterior, que aprovecha las favorablescondiciones de ubicación de aquella.

En la tesis de J. C. Castillo se apunta esta posibilidad(toma en azud, o incluso en presa de mayor tamaño)al menos para los acueductos de Barcelona, Chelva,Sagunto y Cádiz (pp. 63 a 77) y se da por segura para

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FIGURA 17Azud de toma del acueducto de Segovia (fuente: Miguel Arenillas).

FIGURA 18Acueducto de Segovia, arquería de la plaza del Azoguejo.

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los dos acueductos de Corduba (Córdoba, otra de lascapitales provinciales romanas) muy bien estudiadospor Ángel Ventura (Ventura Villanueva 1996) queestablece los puntos de toma principales en cada unode ellos en sendos arroyos, el arroyo Bejarano y elarroyo Pedroche.

Finalmente, cabe comentar que la toma de un acue-ducto mediante azud en un cauce podía también serutilizada en conducciones cuya finalidad fuera dis-tinta del abastecimiento urbano, pudiendo citarsecomo ejemplo el acueducto de Albarracín a Cella(Teruel) que tomaba de un azud en el ríoGuadalaviar, cuyo uso se desconoce a ciencia cierta,aunque pudiera haber servido para proporcionarfuerza motriz para el movimiento de molinos(Almagro Gorbea 2002).

Abastecimientos urbanos desde presas deembalse

Parece obligado comenzar citando las conduccio-nes emeritenses asociadas a las presas deProserpina y Cornalbo, y el abastecimiento romanode Toledo, desde la presa de la Alcantarilla, sistemasde abastecimiento que se tratarán en apartadosespecíficos.

Otros abastecimientos romanos con origen en pre-sas de cierto tamaño, donde además de facilitarse laderivación del cauce sería apreciable el efecto deregulación originado por el embalse, son los deAndelos (Navarra) desde la presa de Iturranduz(Fernández Casado 1985; Castillo Barranco 2001)Consuegra (la antigua Consaburum, en la provinciade Toledo) desde la presa del mismo nombre(García-Diego, Díaz Marta et al. 1980; FernándezCasado 1985; Castillo Barranco 2001) o Arevalillo(Ávila) desde la presa del Arévalo (CastilloBarranco 2001).

Gran interés tiene, a nuestros efectos, el abasteci-miento de Olisipo, la Lisboa romana, que se efectua-ba desde los manantiales actualmente conocidoscomo “Aguas Libres”, con una regulación en cabe-cera realizada mediante la presa de Olisipo (AlmeidaD. 1969; Fernández Casado 1985). Resulta muy sig-

nificativo que se considerara necesaria esta regula-ción de los caudales aportados por los manantiales,antes de su entrada en el acueducto, aún a costa deperder, quizá, algo de calidad original del agua.

Se da la circunstancia de que en época de Felipe IIde España, Rey también de Portugal, se estudió lareconstrucción integral del sistema hidráulico, paravolver a abastecer a Lisboa. Nuevamente se consi-deró precisa la regulación, pues las obras comenza-ron por la rehabilitación de la presa, proyecto en elque también trabajó Juanelo Turriano. Sin embargo,se abandonó esta por excesivamente costosa,optándose por renunciar a la regulación en cabece-ra y captar los manantiales directamente. Pero tam-poco entonces llegaron los trabajos a buen fin, norestituyéndose finalmente el servicio hasta el sigloXVIII.

Finalmente, citaremos los sistemas de abastecimien-to urbano a Cesaraugusta (Zaragoza). Se tiene cons-tancia de la aparición de tuberías romanas de plomoen el lecho del río Ebro (Gonzalez Tascón,Vázquez de la Cueva et al. 1994) durante una de lasreparaciones del “puente de piedra” a comienzosdel XIX, lo que indudablemente indica que el cita-do puente, de origen romano, era también el venterdel sifón mediante el cual entraba en la ciudad de unacueducto procedente del río Gállego, cuya capta-ción probablemente fuera un azud, antecesor delexistente “azud del Rabal” actualmente dedicado alriego (González Tascón, Vázquez de la Cueva et al.1994).

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FIGURA 19Diferente orientación del conjunto del aljibe respecto a la Alcazaba.

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No obstante se considera bastante probable la exis-tencia de al menos dos conducciones más, proceden-tes de la margen derecha del Ebro (Abadía Doñaque1997) la toma de alguna de las cuales podría estarrelacionada con las presas de Muel e incluso, aunqueesto parece bastante menos probable, con la deAlmonacid de la Cuba (Arenillas Parra, CortésGimeno et al. 2001; Castillo Barranco 2001).

Los abastecimientos a Mérida desde Proserpinay Cornalbo

Aunque posteriormente expondremos una serie dedatos y argumentos que confirman tanto el uso paraabastecimiento urbano como el origen romano deestas presas, expondremos ya brevemente su fun-ción dentro de los sistemas de abastecimiento aAugusta Emerita.

La Mérida romana llegó a contar con tres sistemashidráulicos de abastecimiento. El primero de ellosdebió ser el de Cornalbo, pero todavía sin el embalse,

obteniendo el agua del subálveo del Albarregas (enotro capítulo se explicará este concepto).Posteriormente se debió realizar la presa para garan-tizar un mayor caudal en esta conducción.

También se realizaron otros dos sistemas, el conoci-do como “Rabo de Buey-San Lázaro”, de caracte-rísticas similares al inicial de Cornalbo, es decir, cap-tación de aguas subalveas, y el de Proserpina. Lasconducciones de estos sistemas, al provenir de lamargen derecha del arroyo Albarregas, tenían quesalvar el valle de éste sin perder cota, para lo que serecurrió a los monumentales acueductos de SanLázaro y Los Milagros.

Las presas de Proserpina y Cornalbo fueron objetode una rehabilitación funcional en la primera mitaddel siglo XX por los Servicios Hidráulicos delEstado, antecesores de la actual ConfederaciónHidrográfica del Guadiana, estando actualmente enservicio aunque el abastecimiento de Mérida seresuelve ahora desde otro embalse, el de Alange.

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FIGURA 20Los sistemas hidráulicos de abastecimiento a la Mérida romana (fuente: Miguel Arenillas).

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El abastecimiento de Toledo desde la presa de laAlcantarilla

Dedicaremos este apartado a tratar el abastecimientourbano a Toletum, la Toledo romana, desde la presa dela Alcantarilla, por una razón fundamental: la presade la Alcantarilla presenta enormes similitudes con lade Proserpina (Fernández Casado 1985; ArandaGutiérrez, Carrobles Santos et al. 1997) de formaque, si se nos permite la expresión, casi podríamoshablar de presas “hermanas”. Por tanto, no podemostratar sobre una de ellas olvidando a la otra.

Que el origen del acueducto de Toledo es la presa dela Alcantarilla es algo indiscutible, no solo por que

esta es la postura mayoritaria de los autores que desdeel siglo XVIII hasta nuestros días han tratado sobreel tema (Aranda Gutiérrez, Carrobles Santos et al.1997) sino por que los restos existentes permitenestablecer, sin que pueda caber la menor duda, que latoma del acueducto se situaba en la presa.

Al igual que Proserpina, la Alcantarilla contaba condos torres de toma, una cuyos restos son claramentevisibles en el estribo derecho de la presa, y otra másprofunda, situada en la parte central de la misma. Elnivel de destrucción de esta zona central, que ademáses por donde discurre el cauce del río Guajaraz, haceque la presencia de esta torre profunda no sea eviden-te (algunos autores no la citan) pero el reconocimiento

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FIGURA 21Presa de Proserpina desde aguas arriba a embalse vacío (1995).

FIGURA 22Acueducto de Los Milagros, en la conducción procedente de la presa

de Proserpina.

FIGURA 23El sistema hidráulico romano de abastecimiento a Toledo, según los autores del Proyecto de abastecimiento de aguas a Toledo desde el embal-

se del Torcón (fuente: M.O.P. 1948).

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detallado de la zona pone de relieve su existencia concasi total seguridad.

En Proserpina, el acueducto debía partir de la torrede la toma alta (en este caso en la margen izquierda)pero por desgracia los primeros restos del mismo noaparecen hasta unos 500 m aproximadamente aguasabajo de la presa. En cambio, en la Alcantarilla losprimeros restos de la conducción aparecen muchomás próximos a la torre de la toma alta, y claramenteenfilados hacia esta. De hecho, a 180 m aproximada-mente de la torre nos encontramos con los restos dedos arcos de una pequeña obra de paso de la con-ducción sobre una vaguada.

La conducción de Toledo tendría una longitudimportante, de entre 30 y 40 kilómetros, y en el extre-mo final de la misma tenía que salvar el estrecho yprofundo valle del río Tajo, mediante lo que se con-sideraba un acueducto, aunque con total seguridadera realmente un gran sifón cuyas tuberías se apoya-ban en un monumental puente (venter) de unos 40metros de altura (Smith 1978; Fernández Casado1985; Aranda Gutiérrez, Carrobles Santos et al.1997).

Hay que citar que, desde la puesta fuera de serviciodel sistema romano, la ciudad de Toledo padeció degraves problemas para su suministro de agua, que nose resolverían adecuadamente hasta después de 1948

con la entrada en servicio del sistema Torcón(Ministerio de Obras Públicas 1948; ConfederaciónHidrográfica del Tajo 1999) que toma el agua delembalse de dicho nombre, situado también en lazona de los Montes de Toledo. En 1975 se reforzó elsistema con el embalse de Argés (C.H.T 1999) situa-do en el mismo río Guajaraz donde se situaba laAlcantarilla, aunque bastante aguas abajo.

Esta situación de la presa de la Alcantarilla en cabe-cera del Guajaraz hace que tengamos que evocar nue-vamente la tendencia romana a captar el agua lo másalta posible. La datación que resulta más probablepara el conjunto del sistema hidráulico romano deToledo sitúa su construcción hacia mediados del sigloI d.C. (Aranda Gutiérrez, Carrobles Santos et al.1997) y desde luego pensamos que su adscripción ala época romana no puede ponerse en duda.

Finalizaremos este apartado sobre el abastecimientode Toledo con lo que consideramos que es una exce-lente noticia. En el primer Congreso de Historia delas Presas, celebrado en Mérida el año 2000 ya pusi-mos de manifiesto lo lamentable que nos parecía quesobre algunas de las presas romanas más importan-tes, como era el caso de la Alcantarilla y Cornalbo, nose hubieran desarrollado estudios en profundidad(Aranda Gutiérrez y Sánchez Carcaboso 2002).Como veremos posteriormente, en el caso deCornalbo los estudios citados ya están en realización,y ahora tenemos la enorme satisfacción de querecientemente (enero de 2006) la Confederación

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FIGURA 24Reconstrucción de la presa de la Alcantarilla desde aguas abajo

(fuente: F. Aranda Alonso).

FIGURA 25Restos de la torre de toma y estribo derecho de la presa de

La Alcantarilla.

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Hidrográfica del Tajo ha adjudicado la “Asistencia téc-nica para el estudio y documentación del abasteci-miento de agua a Toledo en la época romana”, siendoel adjudicatario la empresa Ingeniería 75, la mismaque realizó para la Confederación Hidrográfica delGuadiana los estudios sobre el sistema hidráulico deProserpina y las otras conducciones emeritenses a losque luego nos referiremos con detalle.

Es de esperar que la realización de dichos estudiosarroje nueva luz sobre este importantísimo sistemahidráulico romano y su presa de cabecera, y que demanera indirecta, se mejore además el conocimientoque se tiene sobre los sistemas emeritenses.

Abastecimientos a asentamientos rurales desdepequeñas presas

Muchas de las presas romanas de Hispania no estánasociadas a una ciudad, sino a pequeños asentamientosrurales. Dichas presas tendrían un uso agrícola, pero esmuy probable que también sirvieran para garantizar elabastecimiento de dichos asentamientos.

En efecto, el abastecimiento humano resulta priorita-rio a cualquier otro uso del agua, y así lo recoge ennuestros días la legislación española al respecto. Por loque es totalmente lógico que si se disponía de aguapara otros usos, se hubieran cubierto antes las necesi-dades humanas.

Por otra parte, los asentamientos rurales tipo villaecontaban con frecuencia con lujos tales como esta-blecimientos termales, e incluso fuentes ornamenta-les en los edificios principales. Todo lo cual originaríaun importante consumo de agua, por lo que la garan-tía de dicho suministro tendría que ser resuelta, enmuchos casos, por un embalse.

Como ejemplos bastante interesantes de villas roma-nas con embalses asociados podemos destacar loscasos de la villa del Hinojal, en la dehesa de LasTiendas, cerca de Mérida (Álvarez Martínez 1976) yde la villa de Materno en Carranque (Toledo)(Fernández-Galiano 1998). En ambos casos el edifi-cio principal debió ser sumamente lujoso, con exce-lentes pavimentos de mosaico, y en el caso de

Carranque una fuente ornamental con un mosaico deOceanus, dios de las aguas.

Podemos citar también el caso de la presa deEsparragalejo (Badajoz) que sin duda abastecía a unavilla situada a 1,5 km aguas abajo, que tenía un com-plejo termal adosado (Gorges y Rico 1999; CastilloBarranco 2001) o el excepcional complejo hidráulicode la villa de Correio Mor (Portugal) en las cercaníasde Elvas, que contó con una importante presa (demuro pantalla y terraplén) dedicada al riego y usopecuario, y un gran depósito a cielo abierto que,mediante arcuationes, abastecía de agua a la villa (ter-mas, fuentes, jardines, etc.).

Mención aparte merece el caso de la presa de LasTomas, muy cerca de la actual ciudad de Badajoz (a laentrada desde Mérida por la antigua Nacional V, detrásde las naves de “Hierros Díaz”). Esta presa está rela-cionada con la villa del mismo nombre, datada en elsiglo IV d.C. (Serra Rafols 1945; Gorges y Rico 1999).

La presa, aunque de un tamaño mucho mas pequeño,presenta importantes similitudes con la de Proserpina,hasta el punto de que si en el caso de la Alcantarillanos permitimos hablar de una presa “hermana”,ahora habría que hablar de una “hermana pequeña”,donde el adjetivo significa tanto “de menores dimen-siones” como “más joven”, ya que la datación de estapresa parece corresponderse con la de su yacimientoasociado (Castillo Barranco 2001).

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FIGURA 26Fuente de Oceanus, en la villa de Materno en Carranque (Toledo).

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En la presa de las Tomas nos encontramos una únicatorre de toma adosada al muro de presa, pero a dife-rencia de Proserpina y la Alcantarilla, no se sitúaembebida en el terraplén, sino hacia aguas arriba.

Sin embargo, existe un detalle constructivo en dichatorre de toma que encontramos exactamente igual enla torre de la toma profunda de Proserpina, que es elrefuerzo de los muros de la torre, algo por encima delnivel de su solera, mediante grandes sillares de grani-to colocados en las esquinas a modo de chaflanes,formando ángulos de 45º con ambos muros.

En cualquier caso, todo parece indicar que la tecno-logía básicamente aplicada en ambas presas es lamisma, por lo demás bastante similar a la de lamayor parte de las presas romanas conocidas en laprovincia de Lusitania, tanto en actual territorioespañol como portugués (Quintela, Cardoso et al.1988; Castillo Barranco 2001).

LA NECESIDAD DE REGULACIÓN EN LOS ABASTECIMIENTOS

DE AUGUSTA EMERITA

Como vimos anteriormente, la cuenca del Guadiana,en la que se encuentra Mérida, tiene el menor por-centaje de regulación natural de todas las cuencaspeninsulares, lo que significa que es la cuenca donderesulta más difícil aprovechar los caudales circulantespor sus cauces sin recurrir a una regulación artificialde los mismos.

Pero además, la zona de Mérida presenta unas carac-terísticas geológicas y geomorfológicas que hacenque las fuentes y manantiales sean de caudales bas-tante escasos, con lo cual el abastecimiento desde losmismos resulta muy problemático en cuanto a garan-tizar suficientemente los caudales precisos.

Por otra parte, la ciudad de Mérida llegó a contar conun enorme esplendor en la época romana, hasta el

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FIGURA 27Restos de la presa de “Las Tomas” (Badajoz) zona central y torre de toma.

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punto de llegar a situarse entre las diez primeras ciu-dades del Imperio, siendo no sólo la capital provin-cial de la Lusitania, sino probablemente la capital dela Diocesis Hispaniarum a partir de la reordenación pro-vincial de Diocleciano (Arce 1986).

Es evidente que una ciudad de este esplendor debiótener su abastecimiento de agua asegurado, de ahíque llegara a contar con tres sistemas hidráulicos, endos de los cuales se tuvo que recurrir a una regula-ción con presas de embalse.

Seguidamente analizaremos por un lado la demandahídrica, los consumos probables de agua de la ciudad,y por otro las posibilidades de suministro que ofreceel territorio sobre el que se asienta la ciudad, compa-rando ambas y concluyendo que, al igual que ocurreen nuestros días, sin una adecuada regulación no seríaposible proporcionar los caudales precisos.

ESTIMACIÓN DE LAS NECESIDADES HÍDRICAS EN LA

MÉRIDA ROMANA

La estimación de los consumos de agua en las ciuda-des de la Antigüedad es un problema bastante com-plejo, pues hay pocos datos documentales, y los queexisten no son en absoluto fiables. En efecto, losromanos establecían una asociación directa entre lasuperficie mojada de una conducción y el caudal, sinconsiderar el efecto de la variación de la velocidad.

Así por ejemplo, Frontino en su obra sobre los acue-ductos de Roma nos da unas cifras de caudal, que tra-ducidas a unidades del sistema métrico nos resultanrealmente exageradas, pero que hay que tomar tan solocomo meramente orientativas por la razón antes citada.

Según estas cifras, los nueve acueductos de Romaexistentes en su época transportarían cada día cercade 1 hm3 de agua (un millón de metros cúbicos) aun-que algunos autores actuales hablan de entre 700.000m3 y 1 hm3 (Trevor Hodge 1985) y otros afirman queno puede cuantificarse nada al respecto (Smith 1978).Cuando existen restos arqueológicos suficientes paraestablecer una sección tipo y obtener la pendiente dela conducción, lo que es relativamente frecuente, sepuede calcular la capacidad de trasporte de los acue-

ductos en unas hipótesis medias de funcionamiento,pero asumir sin más que este era el caudal habitual-mente aportado por la conducción a la ciudad, comosuele hacerse, presupone una disponibilidad continuadel recurso que en ocasiones podría no darse.

La estimación de la población de las ciudades tam-bién plantea graves problemas, pues cuando existenreferencias, estas suelen aludir a los “ciudadanos” enel sentido jurídico del término, olvidando a la granmasa de esclavos y peregrini (personas libres sin la ciu-dadanía) que evidentemente también consumíanagua. De hecho, a veces se ha propuesto la utilizaciónprecisamente de la capacidad de los acueductos parasacar conclusiones demográficas. Con mayor fre-cuencia, estas estimaciones se realizan a partir de unestudio de las superficies ocupadas por las ciudades,o incluso de los aforos de los edificios destinados aespectáculos públicos.

Finalmente, la estimación de la dotación por habitan-te y día, que relaciona los dos datos antes comenta-dos, también resulta muy problemática, pues lógica-mente su cálculo precisaría conocer los datos de con-sumo y población. Con los escasos datos disponibles,y hechas todas las salvedades antes citadas, se obtie-nen dotaciones realmente muy elevadas, casi exorbi-tantes, de acuerdo a las normas actuales.

Ante este hecho cabe hacer algunos importantescomentarios. En primer lugar señalar que el uso que sehace del agua viene condicionado, lógicamente, por lamayor o menor disponibilidad del recurso. Si éste estáasegurado, su empleo va siendo cada vez mayor,pasándose de la satisfacción de las necesidades prima-rias al disfrute de lo que podríamos llegar a considerar“lujos”, tales como establecimientos de baños, fuentesornamentales, riego de huertos y jardines urbanos, etc.Y es bien conocido que las grandes urbes romanasdisfrutaron, desde luego, de dichos lujos.

En segundo lugar, la naturaleza de las conduccionesromanas, básicamente conducciones en lámina libre(salvo en los sifones, en caso de existir estos) impli-ca un sistema de explotación bastante rígido, encuanto a que la modificación de los caudales circu-lantes es compleja, pues supone tener que actuar en

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la cabeza de la conducción, que podía estar situadaa una gran distancia de la ciudad. Por lo que lo nor-mal sería que el caudal circulante fuera más o menosconstante.

De hecho, para la mentalidad romana primitiva, unaconducción de agua no debía ser sino el traslado deun manantial desde su situación natural hasta la ciu-dad. Buena prueba de ello es que el término ninfeodesigna tanto el edificio destinado a albergar la cap-tación de un manantial en su origen, como los depó-sitos terminales, con fuentes asociadas, de una con-ducción. Los manantiales fluyen libremente, luego lomismo debía ocurrir con los acueductos, inclusocuando el origen de estos ya no eran manantiales.

Por supuesto, los depósitos terminales de las con-ducciones, donde se hacía una regulación antes de ladistribución urbana, y probablemente en muchasocasiones otros depósitos auxiliares más pequeñospara el abastecimiento de barrios o zonas concretas,flexibilizarían en cierta medida la explotación del sis-tema y disminuirían la cantidad de agua no utilizada.

No obstante, esta debía alcanzar un porcentajeimportante de la aportada por la conducción, siendobuena prueba de ello la prescripción que haceVitrubio (Vitruvio Polión s. I) de que el agua sobran-te de los depósitos destinados a termas y a particula-res revirtiera al depósito que alimentaba las fuentespúblicas. Suponemos que a su vez éste tambiénpodría rebosar, o que lo haría a través de las propiasfuentes, que en muchos casos debían ser de funcio-namiento libre, es decir, que el agua manaba siemprede ellas, se utilizase o no. En cualquier caso el aguasobrante aqua caduca se incorporaría al sistema desaneamiento, contribuyendo al mejor funcionamien-to de éste.

Finalmente, no debemos olvidar que dado el estadode la tecnología y materiales con los que contaban losromanos, las pérdidas por filtraciones, roturas, etc. enlas conducciones y redes de distribución debíanalcanzar cifras importantes (Smith 1978) como nosconfirma Frontino. De hecho en nuestros días lalucha contra tales pérdidas mediante un adecuadomantenimiento de las redes es uno de los empeños

principales de los encargados de suministros hidráu-licos, sean para abastecimiento o para otros usos.

En el caso de Roma, su población se estima que pudollegar al millón de habitantes (Smith 1978) lo que conlos datos de caudal antes citados, supondría una cifrade entre 700 y 1.000 litros por habitante y día (l/h-d)cuando para grandes ciudades del tamaño de Madrid,en la actualidad se manejan dotaciones en torno a los400 l/h-d.

En el caso de Toletum, Rey Pastor estimó la población enunos 20.000 habitantes a partir de los restos arqueoló-gicos de los edificios de espectáculos (circo y anfiteatro)y dado que la capacidad de la conducción se estima en100 litros por segundo (l/s) que podrían ser habitual-mente proporcionados sin problemas por la presa de laAlcantarilla (Aranda Gutiérrez, Carrobles Santos et al.1997). Suponiendo un funcionamiento continuo de lamisma, la dotación resultante es de 432 l/h-d.

Recientes estudios realizados sobre el acueducto deNimes (Fabre, Fiches et al. 2005) del que forma parteel famoso Pont du Gard, estiman su capacidad en 400l/s, que en este caso coincide con el caudal medio delos manantiales captados, y puesto que la población seestima en 50.000 habitantes, resulta una dotación de690 l/h-d.

La capacidad media de los acueductos de Corduba hasido evaluada por Ventura (Ventura Villanueva 1996) enun total de aproximadamente 380 l/s y la población,según el mismo autor, podría ser de entre 23.000 y50.000 habitantes, resultando dotaciones de entre 1.400y 660 l/h-d. Sin embargo, en este caso dudamos muchode que los acueductos pudieran proporcionar en conti-nuo los caudales indicados en muchas ocasiones, nodesde luego por su capacidad, sino por la falta del recur-so hidráulico en épocas de escasez de precipitaciones.

De hecho, el propio Ventura recoge en su obra que elaño 1905, al parecer extremadamente seco, tan solo seaforaron un total de 22,15 l/s entre el arroyoBejarano, origen como vimos de uno de los acueduc-tos cordobeses, y otros manantiales afluentes a estaconducción, cuya capacidad media se cifra sin embar-go en 250 l/s.

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Respecto a otras ciudades romanas, podemos señalarque Ventura cita en su obra un estudio sobre el acue-ducto de Pompeya de Eschebach (Eschebach 1983)que atribuye a Pompeya 8.000 habitantes y a su acue-ducto 75 l/s, con lo que resultarían estrictamente 810l/h-d, aunque luego se reduce esta dotación hasta los500 l/h-d.

No se habla de dotación, aunque sí de caudal en otrasciudades, entre las que podemos destacar Lugdunum(Lyon) capital provincial abastecida por cuatroimportantes acueductos, que en conjunto podríanaportar hasta 760 l/s, Cherchell (Argelia) con 460 l/so Treveris (actual Trier, en Alemania) con casi 300 l/s.

La conducción de Cornalbo, o “AQVA AVGVS-TA” presenta una importante sección, con dimensio-nes medias de 0,7 x 1,2 m2 (ancho x alto) y una pen-diente media del 3 por mil, por lo que inicialmenteparece que podría tener una capacidad2 muy conside-rable, incluso superior a un metro cúbico por segun-do (1.000 l/s).

Sin embargo, cabe hacer dos precisiones de impor-tancia. La primera de ellas es que del inventarioarqueológico realizado con ocasión del estudio de

caracterización de las conducciones realizado por laConfederación Hidrográfica del Guadiana (C.H.G. eIngeniería 75 1997) se deduce que el revestimiento deopus signinum no supera los 0,6 metros de altura en losrestos encontrados, por lo que normalmente el aguano debía superar dicho calado.

La segunda es que aunque la pendiente total de la con-ducción es la indicada, la misma presenta dos tramos

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2 Los cálculos de capacidad hidráulica de las conducciones se han realizado aplicando la fórmula de Manning, con un coeficienten=0,017 (revestimiento de opus signinum con algo de deterioro) y considerando cierto resguardo, estimado en un 10% del caladomáximo.

CIUDAD Nº HABITANTES

Nº ACUE-DUCTOS

CAUDAL (l/s)

CAUDAL (m3/día)

DOTACIÓN (l/h-d)

ROMA (hip.1) 1.000.000 9 11.574 1.000.000 1.000

ROMA (hip.2) 1.000.000 9 8.102 700.000 700

TOLEDO 20.000 1 100 8.640 432

CORDOBA (hip.1) 23.000 2 380 32.832 1.400

CORDOBA (hip.2) 50.000 2 380 32.832 660

POMPEYA 8.000 1 75 6.480 810 - 500

NIMES 50.000 1 400 35.000 690

LYON - 4 760 76.000 -

CHERCHELL - 1 460 40.000 -

TRIER - 1 300 25.450 -

TABLA 2Capacidad de las conducciones de diversas ciudades romanas y dotación teórica resultante.

FIGURA 28Restos de la conducción de Cornalbo en Mérida, junto a la travesía

de la N-V.

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de pendientes diferenciadas, una primera en que lapendiente es mayor, mientras la conducción vasiguiendo el cauce del Albarregas, y seguramente dre-nando su subálveo (hasta Trujillanos, aproximadamen-te) y otra inferior en adelante, que lógicamente resulta-ría limitativa en cuanto a capacidad, y que dado que enel estudio citado se estima de “entre el tres y el uno pormil” podemos adoptar para el cálculo un valor de 1,5milésimas. Con todo ello resulta un caudal de 300 l/s,que desde luego consideramos una cifra bastante másaproximada a la capacidad real de esta conducción.

Respecto de la conducción de Rabo de Buey-SanLázaro, su tramo final entre los arcos de la Godina yel acueducto de San Lázaro, por donde debían circu-lar todas las aportaciones recogidas por sus ramales(Las Arquitas y Casa Herrera) tiene unas dimensionesmedias de 0,6 x 0,6 m2 (ancho x alto) y una pendien-te media del 2 por mil, por lo que puede estimarse uncaudal de 280 l/s, siempre y cuando, la conducciónpudiera captar este agua.

Finalmente, la conducción de Proserpina presentaunas dimensiones medias de 0,6 x 0,8 m2 (ancho xalto) y una pendiente media, bastante baja, de tansolo el 0,35 por mil, por lo que puede estimarse uncaudal de 150 l/s.

La población máxima de Augusta Emerita se estimapor parte de diversos autores que pudo alcanzar unos30.000 habitantes, valor que consideraremos para elcálculo de dotaciones.

Teniendo en cuenta que la conducción de Cornalbose considera, de forma unánime, la primera de todas,y desde luego, por su cota de entrada, es la únicacapaz de abastecer a todas las zonas de la ciudad,parece que debemos considerar la posibilidad, almenos inicial, de un abastecimiento con esta únicaconducción, con la que ya se conseguiría una dota-ción de 864 l/h-d, que aunque elevada, encaja en losórdenes de magnitud antes citados, pero ello siemprey cuando, insistimos, existiera agua en cantidad sufi-ciente para poder ser captada.

Con los otros dos acueductos en funcionamiento a sucapacidad teórica antes indicada, se alcanzarían los

730 l/s, o en dotación 2.102 l/h-d, cifra absoluta-mente desorbitada, que duplica el límite superior delas antes citadas, pero que adelantamos ya que no sepudo dar nunca, al no haber agua disponible nadamas que para aproximadamente un 14% de este cau-dal, como veremos en el siguiente apartado, lo cualnos está indicando que las dos conducciones poste-riores a la de Cornalbo, así como la presa de cabece-ra de ésta, no constituyen sino intentos de asegurarunas disponibilidades mínimas de agua, que estaríalimitada no por la capacidad de transporte de las con-ducciones, sino por la dificultad de su obtención, enparticular en años secos.

EL ORIGEN DEL AGUA DE SUMINISTRO DE LA MÉRIDA

ROMANA

Para evaluar las posibilidades de suministro hidráuli-co a Augusta Emerita, debemos comenzar por estudiarlas condiciones en cuanto a hidrología superficial ysubterránea de su entorno, que a su vez son conse-cuencia fundamentalmente de la climatología, la geo-logía y la topografía del terreno.

Según la clasificación de Koppen, el clima de Méridapuede calificarse en el grupo Cs, cuya descripción es“mesotermal templado húmedo, con verano seco einvierno lluvioso”. Según la clasificación deMartonne sería “Mediterraneo seco” y según el índi-ce termopluviométrico de Cereceda y Carbonell, lazona debe calificarse como “árida”.

En cuanto a precipitaciones medias anuales, el entor-no de Mérida se sitúa básicamente entre las isoyetascorrespondientes a 500 y 600 mm, más cerca de la pri-mera. La media histórica registrada en las estacionesmeteorológicas de las presas de Montijo, Proserpina yCornalbo es respectivamente de 505, 532 y 525 mm.La evaporación en lámina libre en los embalses citadosalcanza valores importantes, cercanos a los 1.200 mmanuales. Los valores extremos alcanzados en las serieshistóricas de precipitación de las presas citadas son demáximos algo inferiores a los 900 mm, y mínimos algosuperiores a los 200 mm.

Este último dato ya nos está dando una idea de laenorme irregularidad de las lluvias que pueden caer

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sobre la zona de unos años a otros, irregularidadinteranual que se superpone a la importante diferen-cia existente dentro de un mismo año entre la esta-ción húmeda y la seca.

Si las formaciones geológicas que constituyen la basedel terreno sobre el que se producen estas precipita-ciones tuvieran una permeabilidad suficiente, la esco-rrentía subterránea podría tener cierta importancia, ycompensar de alguna forma estas irregularidades,gracias a la acción reguladora del propio terreno. Sinembargo, ya vimos que con carácter general en lacuenca del Guadiana no era así, y como veremos, lazona de Mérida no es una excepción.

Efectivamente, desde un punto de vista geológicopodemos afirmar que en la zona sur del occidente

peninsular, el dominio de las formaciones delPaleozoico Inferior es casi completo, estando estasconstituidas fundamentalmente por extensos pizarra-les, alineaciones de cuarcitas, batolitos graníticos ogranitoides por lo general bastante arrasados, y úni-camente algunas calizas. Sobre dicha base rocosa, sedisponen con frecuencia sedimentos terciarios for-mados por materiales detríticos, arcillosos, arcósicosy a veces margosos, y finalmente los cuaternarios,fundamentalmente aluviones en los cauces y vegas delos ríos importantes.

En definitiva, se trata de materiales bastante imper-meables, como las pizarras, granitos y dioritas, quetan solo ofrecen paso al agua por sus diaclasas o frac-turas, o como las arcillas, que se saturan de agua conmucha lentitud. Cuando estas arcillas alcanzan poten-cias de cierta importancia, como en la vecina comar-ca de Tierra de Barros, sí pueden tener un cierto efec-to de regulación natural con ciclos de saturación yposterior drenaje, pero la velocidad de circulación delagua en las mismas es tan reducida que los caudalesaportados son siempre muy pequeños.

Las calizas constituyen una excepción, pero su pre-sencia en la zona es reducida, pudiendo citarse en lasproximidades de Mérida tan solo el área de la sierrade Carija y su continuación hacia el Lácara.

Otra excepción la constituyen los sedimentos detríti-cos, que al estar constituidos muchas veces por tama-ños relativamente gruesos, sí pueden ser bastantepermeables, generando acuíferos de cierta importan-cia. Pero dada la situación de estos sedimentos, casisiempre asociados a cauces fluviales, estos acuíferosson en realidad subálveos, es decir, están comunica-dos con las aguas superficiales del cauce.

Por tanto, nuestros ríos presentan enormes diferen-cias de caudales circulantes, no solo entre los meseshúmedos y los secos, sino de unos años a otros. Unejemplo cercano y significativo de esta situación lotenemos en la cuenca del río Matachel, afluente delGuadiana por su margen izquierda, regulado cerca desu desembocadura en éste por la presa de Alange,con unos 2.500 km2 de cuenca. La aportación mediaresultante de los casi quince años de explotación del

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FIGURA 29Precipitaciones medias anuales en Extremadura (fuente: Gran

Atlas de España).

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embalse es de unos 180 hm3, con máximos de cercade 500 hm3 el año hidrológico3 1997-1998 y mínimosde aportación prácticamente nula el 1994-1995.

La naturaleza bastante impermeable de la mayorparte de las formaciones que constituyen el terrenodel área de Mérida tiene asimismo como consecuen-cia la no existencia de manantiales caudalosos en lazona. Por supuesto, existen numerosas fuentes ymanantiales que corresponden a puntos de drenajenatural de las aguas previamente infiltradas en elterreno, pero su caudal es pequeño, por la razónantes indicada de la impermeabilidad y además porque la configuración geomorfológica del terreno, conpendientes por lo general suaves y desniveles mode-rados, no favorece tampoco la existencia de grandescuencas subterráneas cuyas aguas confluyan en unazona para aflorar al terreno.

De hecho, en su mayor parte, el drenaje de los terre-nos debe producirse en forma difusa a los subálveos,de donde, una vez rellenos estos, pasaría en su caso,a los cauces superficiales.

Cerca de Mérida pero en la margen izquierda delGuadiana se sitúa la localidad de Alange, donde se

ubican los manantiales mas célebres en la zona, quetambién son quizá los más caudalosos, uno de ellosda origen al famoso balneario, en el que se conservandos piscinas originales romanas, y el otro a la “fuen-te de la Jarilla” cuyas aguas son apreciadas por losvecinos de la comarca como de gran calidad.

Pues bien, el caudal del manantial del balneario es tansolo de 5,3 l/s, y el de la fuente de la Jarilla de 2 l/s,lo que ilustra perfectamente nuestra aseveración deque no existen manantiales caudalosos en la zona.

En un reciente artículo sobre estos temas, se cita lafuente de la Jarilla, comentándose que aún en laactualidad la gente hace cola para llenar recipientescon sus aguas, y afirmándose que sin duda los roma-nos no la condujeron a Mérida al estar en la otra mar-gen del Guadiana.

Este último razonamiento contrasta desde luego conmuchas realizaciones romanas que conocemos,donde la presencia de ríos o valles importantes no fueobstáculo para pasar las conducciones al otro lado,como en los casos que antes citamos del cruce delTíber para abastecimiento del barrio del Trastevereen Roma, el del Ebro en Zaragoza o del Tajo enToledo. En Mérida el cruce del Guadiana se hubieraresuelto con facilidad utilizando como “venter” elmonumental puente sobre el Guadiana, sin más quedisponer en el mismo unas tuberías de plomo.

Por lo tanto, lo que evitó el empleo de este manantialpara abastecimiento de Mérida fue lo escaso de sucaudal, que por cierto es lo que motiva las colas degente para coger agua en la fuente a las que se refie-re el citado artículo.

Volviendo a Mérida, en lo que no cabe pensar enabsoluto es que los caudales teóricos de las conduc-ciones de Proserpina y Cornalbo (sobre todo el deesta última) ni tan siquiera una fracción importantede los mismos, pudiera ser proporcionada pormanantiales, manantiales por otra parte cuya existen-

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3 En hidrología se utiliza en vez del año natural el año hidrológico, comprendido entre el 1 de octubre de un año y el 30 de setiem-bre del siguiente.

FIGURA 30Principales acuíferos en Extremadura, apreciándose que la zona de

Mérida carece de estos (fuente: Atlas Nacional de España).

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cia es desconocida, no apareciendo ninguno cuandoambos embalses han estado vacíos (año 1995). Podríaobjetarse que era una época de prolongada sequía,por lo que los manantiales podrían haberse secado,pero ello nos daría la razón de que es imprescindibleuna regulación de las aguas.

Tenemos que concluir que el abastecimiento desdemanantiales, aunque fuera la solución más deseable,sencillamente no era posible en la Mérida romana, nilo es en la actual, debido a la población y a sus nece-sidades.

Sí era posible, en cambio, utilizar las aguas de lossubálveos. Para poder aprovechar el agua de éstos enla época romana, se realizó el sistema hidráulico deRabo de Buey-San Lázaro, compuesto por una seriede galerías subterráneas dispuestas sensiblementebajo cauces superficiales, que van drenando el subál-veo de estos, y a la vez transportando las aguas reco-gidas. Merece la pena que dediquemos algún espacioa este interesante sistema hidráulico, pues nos apor-tará datos determinantes para estimar los caudalessuministrados a la Mérida romana.

El sistema constaba de dos ramales, conocidoscomo “las Arquitas”, así llamado por los brocalesde los pozos de registro (spiramina luminaria) de laconducción (también se conoce a este ramal como“las Tomas”) y “Casa Herrera”, existiendo ciertasdudas sobre la posible existencia de un tercer ramal,“Valhondo”, aunque parece que éste es del sigloXIX4. Estos ramales finalmente se reunían y salíana la superficie en la zona conocida como los “arcosde la Godina”, entrando en la ciudad para lo cualdebía salvarse el valle del Albarregas mediante elantiguo acueducto romano de San Lázaro. La longi-tud total de todos los ramales era de unos 13 kiló-metros.

Este sistema ha permanecido en funcionamientohasta nuestros días. A principios del siglo XVI fuepreciso realizar un nuevo acueducto para cruzar el

Albarregas en sustitución del romano, cruce que enrealidad no se realizaba en lámina libre sino en pre-sión, no siendo el acueducto sino un soporte de lastuberías de un sifón (lo que los romanos denomina-ban venter). Estas tuberías, embebidas en la fábricadel acueducto, no solo discurrían por la parte supe-rior del mismo, sobre el nivel de las arcadas, sinopor la inferior, como ha podido comprobarserecientemente (febrero de 2006) en los trabajos deapertura de un paso peatonal en el acueducto lleva-dos a cabo por la Confederación Hidrográfica delGuadiana, lo que a nuestro juicio evidencia la nece-sidad de restituir lo mas rápidamente posible el ser-vicio de abastecimiento, durante las obras del acue-ducto-sifón.

En el siglo XIX se realiza una limpieza y acondicio-namiento del ramal de las Arquitas, así como unnuevo depósito terminal (depósito de Rabo de Buey)que abastecerá a las fuentes públicas de Mérida hastamediados del siglo XX. Los aforos efectuados enton-ces arrojan unos 600.000 litros de agua diarios, quecorresponden a un caudal continuo de 7 l/s.

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4 A nuestros efectos esta cuestión carece realmente de importancia, pues la parte de la cuenca del arroyo Valhondo situada por enci-ma del nivel del ramal de Casa Herrera debía ser captada por éste.

FIGURA 31Galería del ramal de “las Arquitas” o “las Tomas”.

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En el año 2003, dentro del marco de las obras dedefensa contra avenidas del arroyo Albarregas, laConfederación Hidrográfica del Guadiana rehabilitael depósito terminal del siglo XIX y lo conecta con lared de riego de los grandes parques realizados conestas mismas obras en las márgenes del tramo urba-no del arroyo.

Durante esta última operación se manejan aforos rea-lizados en la conducción, que cifran su caudal máxi-mo en unos 3-4 l/s, muy constantes gracias a la regu-lación natural proporcionada por el terreno.Evidentemente, el estado actual del sistema no es elóptimo, presentando diversas fugas (algunas de ellasaprovechadas por la población para usos como ellavado de coches) y siendo probablemente las apor-taciones del ramal de Casa Herrera casi nulas, dado elgran deterioro del mismo.

Estos datos nos pueden servir para realizar unasestimaciones aproximadas, pero de gran interés alser los únicos datos cuantitativos disponibles, sobrelas aportaciones de los sistemas hidráulicos roma-nos. A la vista de los aforos actuales, cabe fijar laaportación del ramal de las Arquitas en 5 l/s, supo-

niendo que los otros 2 l/s de aportación del sistemaen el siglo XIX provenían del ramal de CasaHerrera, que estaría en una situación de deterioroavanzado, aunque todavía no total, y que no se res-tauró.

Se ha calculado la superficie de la cuenca del arroyode las Arquitas, que resulta ser de 5,20 km2, con loque obtenemos una aportación específica cercana a1 l/s por km2. Igualmente se han calculado las cuen-cas susceptibles de ser captadas por el ramal de CasaHerrera (corresponden a partes de los arroyos deValhondo, La Magdalena y pequeñas vaguadasafluentes al arroyo Casa Herrera) resultando unasuperficie total de 11,21 km2, que con la aportaciónespecífica antes citada, representarían 10,78 l/s.

Por tanto, cabe pensar en un caudal total para el sis-tema Rabo de Buey-San Lázaro de casi 16 l/s, querepresenta una fracción de tan solo un 6% aproxima-damente de su capacidad máxima teórica, que comovimos era de 280 l/s.

La importante magnitud de la obra realizada paraconseguir tan solo unos pocos litros por segundo, yel hecho de que estos exiguos caudales hayan sidoobjeto de un uso permanente en la historia ya nosestán indicando claramente las dificultades que ofre-ce el obtener agua adecuada para abastecimiento enel área de Mérida.

Esta solución de drenaje de los subálveos mediantegalerías fue adoptada también en el origen de laconducción de Cornalbo, probablemente antes de laconstrucción de la presa, existiendo todavía unramal (el Borbollón) que se conecta a la conducciónprincipal, y especulándose con la posibilidad de quebajo lo que luego fue el embalse existiera previa-mente otro (Martín Morales, Arenillas Parra et al.2000) así como que esta conducción, al ir en un pri-mer tramo subterránea y siguiendo aproximada-mente el cauce del Albarregas, captase el subálveo yposibles aportaciones de éste. (C.H.G. e Ingeniería75 1997).

Suponiendo que fuera así, que nos parece los másprobable, dada la proximidad geográfica, podemos

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FIGURA 32Tuberías encontradas en el acueducto moderno (S. XVI) de

San Lázaro durante las obras de apertura de un paso peatonal en el mismo.

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extrapolar los datos de aportación específica antesmanejados para la conducción de Rabo de Buey-SanLázaro a la de Cornalbo.

Aproximadamente hasta Trujillanos, esta discurresubterránea y próxima al Albarregas, por lo queconsideraremos como cuenca de aportación de lamisma la del Albarregas en esta localidad, que es de32,00 km2 (aquí se incluye la aportación delBorbollón).

Desde este punto hasta Mérida, la conducción siguebásicamente enterrada (excepto en las vaguadas,como la del Hospital Psiquiátrico) pero a media lade-ra, por lo que solo podría recibir aportaciones de lazona superior, estimada en otros 7,00 km2. Por tanto,cabe pensar en una superficie de aportación total deunos 39 km2 para toda la conducción, que aportaríanun caudal de 37,5 l/s, lo que no supone más que un13,4 % de la capacidad de la conducción, que comovimos llegaba a los 280 l/s.

Estando, como vemos, muy limitado el abastecimien-to con aguas subálveas, no quedaba otro remedio querecurrir a las superficiales.

Sin embargo, el empleo de éstas no era fácil. El pro-pio Guadiana o sus afluentes principales no debieronser considerados, pues presentaban problemas devarios tipos: de calidad, ya que sus aguas en avenidasdebían venir muy turbias, de cota, ya que habría quecaptar sus aguas muy aguas arriba de la ciudad paradominar totalmente ésta, y constructivos, ya que seríapreciso construir un azud para la derivación, y yavimos que, en general, se evitaba la construcción deestas obras en ríos caudalosos.

Por tanto, se recurrió a arroyos mucho más modes-tos, como el Albarregas en su cabecera, donde ya sehabían obtenido aguas subálveas, y sin duda compro-bado su insuficiencia, y el arroyo de las Pardillas,arroyos con caudales pequeños y que sin duda buenaparte del año llegarían a ir secos, pero que veces lle-varían bastante agua, que sí podía ser retenida y alma-cenada, luego podría ir siendo aportada a la conduc-ción para su uso en la ciudad.

Además, en ambos casos, la superficie de las cuencasde aportación de ambos embalses fueron aumentadasen gran medida mediante el empleo de canales de ali-mentación que trasvasaban agua de otras cuencas

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FIGURA 33Depósito de Rabo de Buey. Lápida conmemorativa de la rehabilitación

del ramal de Las Arquitas en el siglo XIX.

FIGURA 34epósito de Rabo de Buey. Caudal aportado actualmente por el

ramal de Las Arquitas (3-4 l/s).

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colindantes. Así, Proserpina tiene una cuenca propiade 9,81 km2, a la que hay que añadir otros 15,24 km2

de cuenca trasvasada, cifras que en Cornalbo son de6,7 y 19,8 km2, respectivamente.

Dado que ambas presas de Cornalbo y Proserpinallevan más de cincuenta años en explotación por laConfederación Hidrográfica del Guadiana, existenseries históricas de datos que nos permiten examinar,aunque sea a muy grandes rasgos, y desde luegohablando siempre de valores medios, la hidrología yposibilidades de cada uno de estos dos sistemas.

La aportación media anual de Proserpina viene a serde unos 1,5 hm3, con unos gastos propios en elembalse por evaporación y pérdidas en torno a los0,6 hm3. La capacidad de embalse en la época roma-na debía ser similar a la actual, alrededor de los 5 hm3

de los que 4 hm3 serían útiles, por lo que el embalsefuncionaría como hiperanual. Con este volumen deembalse sería posible habitualmente derivar la dife-rencia entre las aportaciones y el gasto propio, resul-tando un volumen anual aprovechable de 0,9 hm3, loque supone un caudal continuo de unos 28 l/s, quecorresponde a un 19% de la capacidad teórica de laconducción.

El embalse de Cornalbo ofrece valores bastantesimilares. La aportación igualmente está en el entor-no de los 1,5 hm3, mientras que el gasto propio el

embalse por evaporación y pérdidas es superior alde Proserpina, pero ello es debido fundamental-mente a las importantes filtraciones de la presa ensu estado actual. Hay que tener en cuenta que, conla configuración romana del sistema hidráulico deCornalbo, incluso dichas filtraciones serían aprove-chables, ya que las mismas terminan en definitiva enel cauce o el subálveo del Albarregas, que comohemos dicho, eran drenados por la propia conduc-ción, con lo cual el agua inicialmente retenida por lapresa y luego escapada de la misma, era tambiénaprovechada.

Por tanto, a efectos de nuestros cálculos considerare-mos un valor similar al de Proserpina. La capacidadde embalse en la época romana nos es, en principio,desconocida, pero a la vista de la altura de la torre detoma, la altura máxima del embalse podría estar delorden de un metro por debajo de la coronaciónactual de la presa, por lo que dicha capacidad seríapróxima a los 8-10 hm3, con lo cual el grado de hipe-ranualidad es bastante alto. Por tanto, se obtendríanunas posibilidades medias también de unos 0,90 hm3

anuales, lo que corresponde a un caudal continuo deunos 29 l/s, que incrementados con las aportacionesdel drenaje del subálveo del Albarregas antes estima-das (disminuidas en la parte de cuenca interceptadapor la presa, que es de 6,7 km2, pues su aportación seincluye en la del embalse) llegarían a los 60 l/s, esdecir, un 20% de la capacidad teórica de la conduc-ción.

En la actualidad el embalse de Cornalbo abastece auna serie de localidades agrupadas en unaMancomunidad (Trujillanos, Mirandilla, San Pedrode Mérida, Aljucén y El Carrascalejo) con unos 5.000habitantes, que con el embalse limitado actualmentea un nivel máximo de llenado de unos 3 hm3, por losproblemas de filtraciones antes citados, pueden sufrirfallos de suministro de presentarse varios años secosseguidos, fallos que las simulaciones realizadasdemuestran que no se presentarían aumentando elnivel de llenado hasta 5 hm3, por lo que se está estu-diando la realización de dicha actuación, para la cualse deben realizar determinadas actuaciones en lapresa, que están en proceso de Evaluación deImpacto Ambiental.

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FIGURA 35Pozo de registro de la conducción del Borbollón, tributaria de la de

Cornalbo.

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Sumando las aportaciones medias comentadas delas tres conducciones, obtendríamos una cifra entorno a los 104 l/s que para los 30.000 habitantesrepresentaría una dotación cercana a los 300 l/h-d,tan solo un 14% de la dotación teórica que resulta-ba de considerar exclusivamente las capacidadesmáximas de las conducciones, y desde luego bastan-te inferior a las teóricamente consideradas para laépoca romana, como vimos anteriormente, peroaun así bastante adecuada con relación a los pará-metros actuales, superior a la que disfrutó Mérida encualquier época entre la romana y la actual, y, lo quees más importante, con alta garantía de suministrogracias a la combinación de la regulación natural delterreno por un lado, y la artificial de los embalsespor otro.

Y esto es así ya que, aunque se trata de datos medios,que no contemplan incidencias como sequías operiodos muy húmedos, precisamente el carácterhiperanual de ambos embalses (bastante considerable

en el caso de Cornalbo) posibilitaría que, en ciertamedida, se compensaran los años húmedos y lossecos.

Se observa que sin las presas, caudales y dotación sereducen prácticamente a la mitad, quedándonos tansolo unos 16 l/s de Rabo de Buey-San Lázaro yunos 37 l/s de Cornalbo, en total 53 l/s, que supo-nen 153 l/h-d, es decir, un 51% de la dotacióntotal.

Como puede apreciarse en la tabla 4-2, la captacióndesde los embalses ofrece una relación entre el aguatotal caída sobre su cuenca y el agua aportada lige-ramente superior al 10%, que es el coeficiente deescorrentía habitualmente adoptado para el cálculode aportaciones medias en la España seca. Esta rela-ción es del orden de casi el doble de la que ofrecenlas tomas de agua subálvea, evidenciando la induda-ble eficacia de los embalses como elementos regula-dores, aunque luego en estos haya que pagar un

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DATOS MEDIOS ANUALES

CUENCA SUPERFICIE (km2)

AGUA TOTAL PRECIPITADA

(*) (hm3)

APORTACIÓN ANUAL

CAPTABLE(hm3)

RATIO AGUA CAPTABLE/

PRECIPITADA

APORTACIÓN ANUAL

APROVECHABLE (hm3)

CAUDAL

(l/s)

1. CAPTACIÓN EN EMBALSE

PROSERPINA 25,05 13,15 1,46 11,10% 0,89 28,22

CORNALBO 26,50 13,91 1,49 10,71% 0,92 29,17

T. EMBALSES 51,55 27,06 3,00 11,08% 1,81 57,39

2. CAPTACIONES SUBÁLVEAS

CORNALBO 32,30 16,96 0,98 5,78% 0,98 31,06

R.BUEY-S.L. 16,41 8,62 0,50 5,78% 0,50 15,78

T. SUBALVS. 48,71 25,57 1,48 5,78% 1,48 46,84

3. CONJUNTO

TOTAL 100,26 52,64 4,43 8,41 % 3,29 104,23

(*) Considerando una precipitación media anual de 525 mm.

TABLA 3El origen del agua de abastecimiento en Augusta Emerita, datos cuantitativos.

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inevitable tributo en forma de evaporación y pérdi-das, que reducen a las dos terceras partes la aporta-ción utilizable respecto de la total.

Como resumen, podemos afirmar que los romanosutilizaron para el abastecimiento de Mérida unos 100km2 de terreno, en las cuencas del Albarregas,Fresnedas y Aljucén, repartidos a partes casi igualesentre aportación a embalses y a subálveos, aportandolos primeros casi 2 hm3 anuales, y los segundos lastres cuartas partes de dicho número.

Estas cifras demuestran además, como ya apuntába-mos, que la existencia de los tres sistemas de abaste-cimiento en absoluto es gratuita o redundante, sinoque venían motivados por una auténtica necesidad,como era la búsqueda por todos los medios técnicosentonces existentes de un agua adecuada, por calidad,cota y garantía, para el abastecimiento de la ciudad,en un entorno no demasiado propicio para ello.

Con los tres sistemas de abastecimiento y sus dospresas, se consigue por tanto una dotación que se

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0,98 hm3; 30%0,92 hm3; 28%

0,89 hm3; 27%0,50 hm3; 15%

CAPTACIÓN SUBÁLVEA DECORNALBO

CAPTACIÓN SUBÁLVEA DE RABODE BUEY-SAN LÁZARO

TOMA EN EMBALSE DEPROSERPINA

TOMA EN EMBALSE DECORNALBO

GRÁFICO 1El origen del agua de abastecimiento en Augusta Emerita.

CIUDAD Nº HABS. Nº ACUE-DUCTOS

CAUDAL (l/s) CAUDAL (m3/día)

DOTACIÓN

(l/h-d)

ROMA (hip.2) 1.000.000 9 8.102 700.000 700

TOLEDO 20.000 1 100 8.640 432

CORDOBA (hip. 2) 50.000 2 380 32.832 660

POMPEYA 8.000 1 75 6.480 500 - 800

NIMES 50.000 1 400 35.000 690

MÉRIDA Cornalbo sin presa 30.000 1 31 2.700 90

MÉRIDA Cornalbo sin presa+ Rabo de Buey

30.000 2 47 4.000 135

MÉRIDA- Los 3 acueductos con las dos presas

30.000 3 104 9.000 300

TABLA 4Dotación de diversas ciudades romanas y comparación con los resultados para Augusta Emerita en las tres situaciones de suministro indicadas.

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aproxima ya a los órdenes de magnitud de los de lasciudades romanas que se comentaron anteriormente:

Queda por tanto patente el importantísimo papel des-empeñado por las presas de regulación en los abaste-cimientos a la Mérida romana, resultando claro que sirealmente los romanos hicieron a los emeritenses“millonarios en agua” según la afortunada expresiónde ese gran arqueólogo que fue D. José Álvarez Sáenzde Buruaga, ello fue en gran medida posible gracias alos embalses creados por nuestras presas.

LA CALIDAD DE LAS AGUAS EMBALSADAS Y SU APTITUD

PARA EL CONSUMO HUMANO. SITUACIÓN EN

PROSERPINA Y CORNALBO

Es evidente que en la actualidad existen técnicas quepermiten realizar una depuración del agua consi-

guiendo que estas sean potables, aunque la calidadinicial de las mismas sea bastante deficiente.

En la época romana, y prácticamente hasta la segun-da mitad del siglo XIX, el único tratamiento queprácticamente cabía dar a las aguas era un tratamien-to puramente físico, consistente en la decantación yfiltración. Evidentemente, esto no era suficiente paraeliminar los gérmenes patógenos que eventualmentepodían acompañar al agua con desastrosos efectos,aunque a veces se intuían los efectos desinfectantesde los iones metálicos, lo que justifica la frecuentepresencia de monedas y otros elementos metálicos encisternas y depósitos.

En cualquier caso, los problemas sanitarios más serioscausados por las aguas de abastecimiento se dan fun-damentalmente en las ciudades que experimentan un

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FIGURA 36Placa conmemorativa de la inauguración de la presa de “Peña del Águila”, para abastecimiento a Badajoz, en la que se lee (9ª y 10ª líneas)“…DOTARON A BADAJOZ DE AGUA SANA Y ABUNDANTE EL AÑO 1880”. Mas abajo (18ª línea) se especificaque lo que se hizo fue “…DETENER LAS AGUAS DE ESTE RÍO RESERVÁNDOLAS AQUÍ PARA ABASTECER

A BADAJOZ”.

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crecimiento muy rápido y descontrolado en la épocade la Revolución Industrial, careciendo de infraes-tructuras adecuadas de saneamiento y abastecimien-to, de forma que las aguas residuales contaminan lospozos, fuentes y manantiales utilizados.

En este sentido, el pasar a tomar de un embalserepresentó una mejora trascendental, por el merohecho de que se pasaba a captar el agua alejada de lafuente de contaminación, aunque esta circunstanciaha quedado hasta cierto punto enmascarada por elhecho de que esta vuelta a los embalses como fuen-tes de suministro del agua de abastecimiento urbanoviene a coincidir aproximadamente en el tiempo conla aparición de sistemas de desinfección (cloración)que pasan a utilizarse sistemáticamente.

Un ejemplo de la mejora que representó la toma en unembalse lo tenemos en la ciudad de Badajoz, que trasla construcción en 1880 de la presa de la “Peña delÁguila”, que abastecía a la ciudad mediante el “Canal

del Gévora”, pasó a tener un suministro de agua “sanay abundante”, como atestigua la placa conmemorativa(Salas Martínez y Martín Morales 2006).

La cuestión que se plantea, por tanto, es si en ausen-cia de esta desinfección y de tratamientos avanzadosde depuración, las aguas embalsadas podrían ser uti-lizadas para el suministro urbano. A demostrar que larespuesta a esta cuestión puede ser afirmativa esta-bleciendo unas precauciones elementales dedicare-mos el presente capítulo, realizando en primer lugarunas consideraciones generales sobre la calidad delagua de los embalses.

En segundo lugar veremos la situación actual de losembalses de Proserpina y Cornalbo, ya que comodecíamos en el capítulo anterior, la circunstancia deque ambas presas lleven bastante tiempo en explota-ción por la Confederación Hidrográfica delGuadiana, permite que se cuente con abundantesdatos de calidad de sus aguas.

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FIGURA 37Presa y embalse de Cornalbo, mostrando el importante valor medioambiental de su entorno.

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Evidentemente, el caso de ambos embalses es muydiferente, pues mientras en el de Proserpina la pre-sión urbanística descontrolada hace que la influenciaantrópica sea muy grande, el de Cornalbo cuenta conun entorno realmente privilegiado, hasta el punto deque ha sido declarado Parque Natural por la Junta deExtremadura, situación que en este caso sí sería bas-tante extrapolable a la que pudiera darse en la épocaromana.

GENERALIDADES SOBRE LA CALIDAD DEL AGUA DE LOS

EMBALSES

Una masa de agua retenida constituye, con caráctergeneral, un tipo de ecosistema denominado “lenti-co”. Sin embargo existen grandes diferencias en fun-ción de la profundidad de las aguas, ya que si estasalcanzan una profundidad de varios metros, su iner-cia térmica es muy considerable, y los efectos de laestratificación, sobre todo en lo relativo a la distri-bución de la temperatura y la luz, son muy impor-tantes.

Las variaciones de la temperatura del agua debidas ala climatología se amortiguan rápidamente con laprofundidad, siendo esta amortiguación práctica-mente total a partir de los 10 metros. Como es cono-cido, a mayor temperatura corresponde una menordensidad, por lo que las aguas más cálidas tienden aestar en la superficie.

Por tanto, durante el verano, en el que la superficiedel embalse se calienta por efecto de la radiaciónsolar, las aguas del embalse se estratifican en una capasuperior templada, llamada “epilimnio”, una zonaintermedia llamada “mesolimnio”, donde se produceun cambio rápido de temperatura (a la curva que rela-ciona la profundidad y la temperatura en esta zona sele denomina “termoclina”) y una zona inferior fría,denominada “hipolimnio”.

El agua del hipolimnio está prácticamente aislada delos procesos superficiales, por lo que mantiene unascaracterísticas bastante constantes, siendo las reaccio-nes biológicas y bioquímicas que se desarrollan en elmismo relativamente lentas y de efectos acumulati-vos, dado su aislamiento.

En invierno, la capa superior pierde temperatura,ganado densidad y haciendo posible su mezcla, por loque la temperatura del agua tiende a homogeneizarseen valores en torno a los 4º, y sólo en inviernosexcepcionalmente fríos y largos la temperatura llega aser creciente con la profundidad. En estas circuns-tancias, factores externos como aportaciones y sali-das de agua, viento, corrientes… pueden produciruna mezcla de las aguas, homogeneizando así tam-bién su calidad.

Como las aportaciones de agua se suelen producirprecisamente en la estación fría, y suelen ser aguas debuena calidad aunque ocasionalmente de cierta turbi-dez (al ser procedentes de la escorrentía generada porlas precipitaciones) estas aguas de nueva entrada en elembalse se reparten por el mismo, entrando en juegodiversos mecanismos de autodepuración.

La acción autodepurativa de los ríos, mediante la acti-vidad metabólica de los organismos presentes en susaguas, que realizan la descomposición de la materiaorgánica, proceso en el que es fundamental el aportede oxígeno, es bien conocida (Hernández Muñoz1987).

En los embalses, esta acción autodepurativa se vepotenciada por otros fenómenos, entre los que cabecitar la dilución, por mezcla de aguas de diversa cali-dad, y la “dilución equivalente”, que consiste en unaserie de fenómenos que actúan de forma análoga a ladilución, mejorando la calidad de las aguas embalsa-das.

Uno de los fenómenos que causa esta dilución-equi-valente es la decantación, es decir, la precipitación delas materias sedimentables, que además de restar tur-bidez al agua, produce un descenso del número debacterias presentes, ya que estas también son en granmedida arrastradas al fondo conjuntamente con laspartículas sedimentables.

Otro fenómeno responsable de la dilución equivalen-te en un embalse es la radiación solar, que tiene unimportante efecto bactericida, que se estima hasta 6,5veces superior al debido a la decantación. Así se hademostrado por R. Mitchel y C. Chamberlin, de la

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Universidad de Harvard, que 0,6 horas de insolaciónbastan para reducir en un 90% la concentración de labacteria Escherichia coli, (indicador de la presencia derestos fecales humanos).

Todo ello nos indica que si la carga contaminanteaportada a un embalse es moderada, el efecto auto-depurador del mismo es capaz de preservar unascondiciones de calidad adecuadas en sus aguas.

LA CALIDAD DE LAS AGUAS DE PROSERPINA Y

CORNALBO

Es evidente que en la actualidad las aguas embalsadasen Proserpina y Cornalbo, como las de cualquier otroembalse, no cumplen los requisitos establecidos en lalegislación vigente en España para considerarlascomo aguas potables en su estado natural. Pero estasituación no ha sido siempre igual ya que, al margende las contaminaciones de tipo natural debidas a lascaracterísticas de los terrenos sobre los que se asien-tan los embalses o de las cuencas vertientes a los mis-mos, la contaminación de origen físico-químico obiológico debida a la acción humana, ya sea por laacción directa (vertidos industriales, fecales…) o poractividades agrícolas o ganaderas no ha tenido lamisma intensidad a lo largo de los años.

En la actualidad tenemos medios para analizar unamultitud de parámetros indicadores del estado decalidad del agua, pudiendo distinguir claramente losdiferentes compuestos contaminantes presentes en elagua y su origen, ya sean contaminantes naturales, ocontaminantes debidos a la acción del ser humano ysus actividades. Generalmente, es ésta última la másfrecuente y también la más peligrosa.

Conocer la situación, en este aspecto, de los embalsesde Proserpina y Cornalbo en época romana es impo-sible, pero no es demasiado descabellado decir quedebería ser más parecida a la situación actual deCornalbo que a la de Proserpina.

En efecto, mientras que Cornalbo se ha visto relati-vamente libre de la presión humana directa y sola-mente se ve afectada por las actividades agrícolas, ysobre todo ganaderas, existentes en su entorno más

inmediato, el caso de Proserpina es un ejemplo vivode lo que la actividad humana descontrolada puedellegar a producir en un embalse. Pero incluso en elcaso de Proserpina, esta actividad es relativamentereciente (desde la segunda mitad del pasado siglo) porlo que no es difícil encontrar en la zona personas quehan conocido una calidad de sus aguas radicalmentediferente a la actual (incluso la mitología popular lesha llegado a atribuir ciertas propiedades curativas).

La normativa legal vigente en materia de aguasprepotables

En España, la Ley de Aguas y el Reglamento de laAdministración Pública del Agua y de la PlanificaciónHidrológica, aprobado por el Real Decreto 927/88,de 29 de julio y modificado por Real Decreto1541/94, de 8 de julio, en desarrollo de los títulos IIy III de la Ley de Aguas, son las normas que regulanlas características exigibles a las aguas superficialesdestinadas a la producción de agua potable, que debe-rán cumplir al menos las condiciones que, de acuer-do con las Directivas de la Unión Europea, se esta-blecen en sus anexos.

A este efecto, el anexo número 1 del Reglamento, cla-sifica las aguas superficiales susceptibles de ser desti-nadas al consumo humano en tres grupos, según elgrado de tratamiento que deben recibir para su pota-bilización, determinando que los niveles de calidadpara cada uno de esos grupos no podrán ser menosestrictos que los que figuran en la tabla que incluye,salvo que se prevea para las aguas un tratamientoespecial que las haga potables.

La norma comunitaria, y por lo tanto la española,permite que dichos niveles se superen, con caráctergeneral, en caso de inundaciones o catástrofes natu-rales y, con carácter restrictivo para determinadosparámetros, por razones meteorológicas o geográfi-cas o en el caso de aguas superficiales de lagos deescasa profundidad y con aguas casi estancadas. Enconcreto hace referencia a lagos de profundidad nosuperior a 20 metros cuya renovación hídrica necesi-ta más de un año y que no reciban vertidos directosde aguas residuales. Esta situación se da de formahabitual en Proserpina y especialmente en Cornalbo.

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Los parámetros para los que se permite la excepciónson: nitratos, fosfatos, DQO, DBO5 y oxígenodisuelto.

La clasificación de aguas prepotables y el tratamientoapropiado para cada una de ellas que establece elReglamento español es la siguiente:

.Tipo A1. Tratamiento físico simple y desinfección.

. Tipo A2. Tratamiento físico normal, tratamientoquímico y desinfección.

. Tipo A3. Tratamiento físico y químicos intensivos,afino y desinfección.

Además de la desinfección por cloro, obligatoria entodos los casos y de la que después hablaremos, eltratamiento físico simple puede estar formado senci-llamente por una decantación y filtración del aguaantes de su consumo, técnicas estas que sabemos queconocían y usaban los romanos. Por ello utilizaremoslos valores de referencia de las aguas prepotables A1para comprobar el estado actual de calidad de lasaguas de Proserpina y Cornalbo. Todo ello teniendoen cuenta que estamos hablando de características decalidad ambiental y sanitaria del siglo XXI, con unagarantía de seguridad acordes con las exigencias deuna sociedad desarrollada, tal y como la entendemoshoy en día. A este respecto, baste señalar las encare-cidas recomendaciones de beber solamente aguaembotellada y nunca la del grifo que realizan las agen-cias de viaje y las autoridades sanitarias de nuestropaís cuando una persona se dispone a emprenderviaje a la mayoría de los países subdesarrollados oincluso en vías de desarrollo. Los efectos que el aguaque allí se consume de forma habitual en la poblaciónautóctona sin mayores problemas, tendría unos efec-tos devastadores en nuestros organismos, en los quela flora bacteriana interna e incluso los sistemasinmunes están adaptados a otros parámetros.

En la tabla siguiente se reproducen a título de ejem-plo, los resultados de los controles de verano e invier-no, que suelen dar los valores más extremos, realiza-dos en Proserpina y Cornalbo el pasado año 2005por el Laboratorio de Calidad del Agua de la

Confederación Hidrográfica del Guadiana, conside-rado uno de los mejores de España en su género.Recordemos que ese año se caracterizó por unaextremada sequía, en el que las aportaciones a losembalses fueron mínimas y por lo tanto, los volúme-nes de agua en los embalses con consumos impor-tantes en relación a sus aportaciones, caso deCornalbo, disminuyeron de forma considerable; loque conlleva que la concentración de los elementoscontaminantes presentes en sus aguas aumenten pro-porcionalmente.

Como podemos observar en el caso de Cornalbo losúnicos parámetros cuyos valores están fuera de loslímites para considerar sus aguas como prepotablesdel tipo A1 son los bacteriológicos y, en determina-das épocas del año, la temperatura. Por el contrario,en Proserpina existen además de los anteriores, otraserie de valores generalmente asociados a una conta-minación fecal de las aguas (amonio, fosfatos yDBO5) o a un exceso de materia orgánica (pH,Materia en suspensión…) que superan los valorespermitidos. En el siguiente apartado profundizare-mos un poco más en ellos.

Análisis de los contaminantes presentes en lasaguas de Proserpina y Cornalbo.

Temperatura: La temperatura del agua no es un indi-cador de contaminación en sí misma, su inclusión enel listado obedece a que al superar determinadosumbrales, actúa como catalizador de múltiples reac-ciones químicas y biológicas. Generalmente es un fac-tor externo a los embalses, salvo que el aumento estéprovocado por vertidos de algún proceso industrial.Evidentemente este no es el caso de Proserpina yCornalbo, ni en la actualidad ni menos aún en épocaromana. Por lo tanto la temperatura del agua en estosembalses está directamente ligada al clima de la zona,con veranos muy cálidos. Esta circunstancia la con-vierte en un factor de una variabilidad enorme no sólode unas estaciones a otras, sino también de unas horasdel día a otras, e incluso es función como hemos vistode la profundidad del agua. En las presas deProserpina y Cornalbo en las que las tomas se sitúana varios metros de profundidad, y probablemente pordebajo de la termoclina, es prácticamente seguro que

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AÑO 2005

PARÁMETROS

PREPOTABLES A1

JUNIO DICIEMBRE

LÍMITE UD. PROSERPINA CORNALBO PROSERPINA CORNALBO

Temperatura Agua 25 ºC 27,2 28,3 10,6 9,7

CARACTERISTICAS ORGANOLEPTICAS

Color 20 U.Pt 10 7 11 7

CARACTERISTICAS FISICO -QUIMICAS

Conductividad 20ºC 1000 µS/cm 265 138 292 173

pH 6,5-8,5 pH 8,8 7,8 7,9 7,6

Materias en Suspensión 25 mg/L 2 6 31 20

CARACTERISTICAS QUIMICAS

Cloruros 200 mg/L Cl- 20,3 13,7 22,5 17,3

Sulfatos 250 mg/L 14,8 9,2 15 10,9

Nitratos 50 mg/L < 0,5 <0,5 < 0,5 <0,5

Fosfatos 0,4 mg/L 3,33 0,03 < 0,01 <0,01

Fluoruros 1,5 mg/L F- 0,36 0,12 0,46 0,17

Boro 1 mg/L B <0,05 <0,05

Cianuros 0,05 mg/L CN- < 0,01 <0,01 < 0,01 <0,01

Cromo 0,05 mg/L Cr < 0,02 <0,020 < 0,02 <0,020

Manganeso 0,05 mg/L Mn < 0,05 <0,05 < 0,05 <0,05

Hierro 0,3 mg/L Fe < 0,05 0,05 < 0,05 0,05

Cobre 0,05 mg/L Cu < 0,02 <0,02 < 0,02 <0,02

Cinc 3 mg/L Zn < 0,05 <0,05 < 0,05 <0,05

Arsénico 0,05 mg/L As < 0,02 <0,02 < 0,02 <0,02

Cadmio 0,005 mg/L Cd < 0,02 <0,020 < 0,02 <0,020

Mercurio 0,001 mg/L Hg < 0,00002 <0,00002 0,00004 <0,00002

Bario 0,1 mg/L Ba <0,05 0,05

Plomo 0,05 mg/L Pb < 0,02 <0,02 < 0,02 <0,02

Selenio 0,01 mg/L Se <0,03 <0,03

CARACTERISTICAS QUIMICO -BIOLOGICAS

Ox.Dto % >70 % Satur. 118 114,6 82,6 94,1

D.B.O. 5d 3 mg/L O2 1,3 1,1 7,6 1,3

Fenoles 0,001 mg/L < 0,001 0,001 < 0,001 <0,001

H.A.P. 0,0002 mg/L <0,00002 <0,00002

Plaguicidas totales 0,001 mg/L <0,0001 <0,0001

Amonio 0,05 mg/L 0,01 0,01 0,32 0,01

CARACTERISTICAS BACTERIOLOGICAS

Coliformes totales 50 UFC/100 1.000 7.900 5.600.000 11.000

Coliformes fecales 20 UFC/100 3 0

Estreptococos fecales 20 UFC/100 24 650

Salmonellas AUSENTE ml AUSENTE AUSENTE

TABLA 5Resultados de los controles de calidad de las aguas de los embalses de Proserpina y Cornalbo y su comparación con los límites para aguas

prepotables A1. En rojo los valores que sobrepasan dichos límites.

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nunca se superaría el umbral de referencia de 25º C, nien los días y horas más calurosos del año.

Indicadores químicos: Los indicadores químicos decontaminación fecal que han sido considerados clási-camente son: cloruros, nitratos, nitritos y amonio.Aunque también se utilizan diversas sustancias talescomo fosfatos, clorofila, turbidez, etc.

A los cloruros se les ha dado el carácter de indicadordebido a que se encuentran en gran cantidad en laorina del hombre y animales, no obstante han perdi-do valor como indicador de contaminación fecaldebido a que se encuentran presentes en todo tipo deaguas. El amonio, es el principal indicador químicode contaminación fecal, pues el cuerpo los expulsa enesta forma, lo que supone que indica una contamina-ción reciente. Los nitritos, en cambio, constituyen

un paso intermedio en el proceso de oxidación, porlo que son indicadores de contaminación fecal amedio-corto plazo, ya que desde que se produce lacontaminación hasta que aparecen los nitritos debepasar un tiempo no excesivamente largo. En cuanto alos nitratos, debido a su amplia utilización comoabono agrícola, también se pueden encontrar, sobretodo en las aguas subterráneas, en concentracionesexcesivas, por lo que han perdido gran parte de suvalor como indicadores. Aún así, se consideran comoindicadores de contaminación fecal a largo plazo,pues es el estado más oxidado del amonio, lo quehace pensar que un agua con nitratos es un agua quefue contaminada hace tiempo y en la que no se harepetido el vertido.

En el caso de Cornalbo ninguno de estos indicadoressupera los límites permitidos, aunque sí varios de

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GRÁFICO 2Indicadores químicos de calidad de las aguas del embalse de Cornalbo, entre los años 1994 y 2004. Los valores elevados de cloruros y

sulfatos al inicio de la serie, corresponden a la gran sequía de los años 1991-1996.

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ellos en Proserpina, lo que nuevamente pone demanifiesto cómo la acción humana mucho más inten-sa en éste último, ha deteriorado fuertemente la cali-dad de sus aguas.

Indicadores biológicos: La contaminación fecal hasido, y sigue siendo, el principal riesgo sanitario en elagua, ya que supone la incorporación de microorga-nismos patógenos procedentes de enfermos y porta-dores, y la transmisión hídrica a la población suscep-tible. Por ello el control sanitario de riesgos micro-biológicos es tan importante, y constituye una medi-da sanitaria básica para mantener un grado de saludadecuado en la población. De ahí la obligatoriedad deun tratamiento de desinfección (generalmente a basede la adición de cloro) a las aguas destinadas a serpotabilizadas con independencia del tratamiento pre-vio a que vayan a ser sometidas.

Los grupos de microorganismos más habituales enheces humanas son coliformes totales y fecales,EEsscchheerriicchhiiaa ccoollii y estreptococos fecales. Muchos deestos microorganismos no son exclusivos del intesti-no humano, sino que forman parte también de laflora intestinal de diversos animales de sangre calien-te. Esto es importante, ya que la contaminación fecalcausada por animales puede entrañar riesgos sanita-rios, por lo que hay que considerar los microorganis-mos más abundantes y frecuentes en las heces de losanimales, sobre todo en los de ganadería extensivamás habituales en la zona (vaca, cerdo, oveja…). Entodos ellos encontramos coliformes y estreptococosfecales, aunque su abundancia relativa es mayor enlos estreptococos fecales. Los coliformes fecales sonun subgrupo de los coliformes totales, capaz de fer-mentar la lactosa a 44,5º C. Ya que los coliformesfecales se encuentran casi exclusivamente en las hecesde los animales de sangre caliente, se considera quereflejan mejor la presencia de contaminación fecal.Los coliformes fecales se denominan termotoleran-tes por su capacidad de soportar temperaturas máselevadas. Esta es la característica que diferencia a coli-formes totales y fecales.

El empleo de la relación CF/EF (ColiformesFecales/Estreptococos Fecales) puede ser de granutilidad para la determinación del origen humano o

animal de la contaminación. Cuando el cocienteCF/EF es mayor de 4 se trataría de una contamina-ción fecal de origen humano; cuando CF/EF esmenor de 0,7 la contaminación es de origen animal;y en el intervalo entre 4 y 0,7 no se puede interpre-tar el origen de la contaminación, e incluso puedetratarse de una contaminación mixta humana-ani-mal.

Como podemos observar en los resultados de la tablaexpuesta anteriormente, el coeficiente CF/EF deCornalbo se encuentra en valores del orden de unadécima (0,1) en el peor de los casos, lo que demues-tra claramente una contaminación provocada por lasactividades ganaderas de la zona. La enorme diferen-cia entre el número de coliformes totales entre lasmuestras de verano e invierno abunda en esta hipó-tesis ya que es en invierno cuando la abundancia depastos hace que el ganado pastoree libremente por elcampo, produciéndose así el mayor número de verti-dos fecales.

Lamentablemente, al no estar destinadas en la actua-lidad las aguas de Proserpina al consumo humano, nose analizan los datos de coliformes fecales ni deestreptococos fecales, aunque sí de coliformes tota-les. La enorme diferencia entre los datos de verano einvierno en estos últimos hacen suponer también unamayor componente de la contaminación fecal prove-niente de actividades ganaderas.

En cualquier caso, se observan índices superiores enProserpina respecto a Cornalbo, de la mayoría de losindicadores físicos, químicos, biólogos y bacteriológi-cos, lo que indica un mayor grado de contaminacióndel primero de los embalses. Esta circunstancia no esnueva pues ya se puso de manifiesto con ocasión delos análisis realizados a las aguas de Proserpina yCornalbo en 1991 por el CEDEX recogidos en el tra-bajo denominado “Estudio de las condiciones de eutrofiadel embalse de Proserpina y de las posibles medidas para sucontrol: estudio comparativo con el embalse de Cornalbo”(CEDEX 1992).

Las conclusiones de este estudio revelaban un esta-do de fuerte eutrofización del embalse deProserpina, achacada tanto a la intensa actividad

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humana en el entorno del embalse, con vertidos afosas sépticas que inevitablemente terminan infil-trándose en las aguas del embalse, como a la activi-dad ganadera de los terrenos situados en la cuencade aportación.

Como resumen de todo lo antedicho, podemos con-cluir que si eliminamos la contaminación fecal proce-dente de las actividades ganaderas existentes en elentorno del embalse de Cornalbo, sus aguas podríanser perfectamente potabilizables mediante un simpletratamiento físico (decantación y filtración), factible yconocido en época romana.

No es difícil suponer que las fuentes de suministrode agua a la población debían estar sometidas a unimportante control y vigilancia, por lo que las acti-vidades ganaderas (fuente de contaminación delagua conocida en todas las épocas) en caso de exis-tir, deberían estar totalmente prohibidas en laszonas vertientes a los embalses. Por supuesto, lascondiciones del embalse de Proserpina en épocaromana deberían ser muy similares a las deCornalbo, y por lo tanto, sus aguas podrían usarsecon las mismas garantías para el abastecimiento aAugusta Emerita.

CONSIDERACIONES Y ACLARACIONES SOBRE LOS ESTU-DIOS REALIZADOS SOBRE LAS PRESAS DE PROSERPINA Y

CORNALBO

PRESA DE PROSERPINA

Las reseñas históricas acerca del sistema deProserpina (o “La Albuera”, como ha sido conocidode forma tradicional) son bastante numerosas a par-tir del Siglo XVI. En todas estas referencias, se aso-cia la presa con la conducción de Los Milagros, loque da una idea de lo asumido que ha estado históri-camente la relación entre ambas.

Esta situación no solo es evidente desde un punto devista ingenieril, sino que además nos parece queambas construcciones son totalmente inseparables.De forma que en nuestra opinión, como ya ha que-dado de manifiesto en otros apartados del presenteartículo, no se justifica la una sin la otra.

Interrelación del sistema hidráulico CanalAlimentador-Presa-Conducción

El sistema hidráulico de Proserpina está compuestopor tres elementos diferenciados, el canal alimenta-dor, la presa y la conducción a Mérida. No nos exten-deremos aquí en la descripción de cada uno de ellosya que es suficientemente conocida, pero sí queremosapuntar dos razones que creemos importantes parajustificar la necesidad de una presa intermedia entreel canal alimentador y la conducción.

La primera razón es relativa a la calidad del aguacaptada. El canal alimentador recoge aguas de esco-rrentía superficial de diversos arroyos situados alnorte de Mérida, fundamentalmente el arroyo de LasAdelfas, por lo tanto son aguas que pueden venir bas-tante turbias. Además, no se conserva ningún indicioen los restos de fábricas del canal que nos hicieranpensar que éste estuviera cubierto, condición que síse cumple en las conducciones romanas de abasteci-miento humano y que sí se cumple en la conducciónde Los Milagros. Por lo tanto era necesaria la exis-tencia de un depósito intermedio que hiciese las fun-ciones de decantador para eliminar la turbidez delagua en los periodos de avenidas. Este depósitoentendemos que no es otro que la presa deProserpina.

La segunda razón que justifica la necesidad de laconstrucción de la presa dentro del sistema de abas-tecimiento a Augusta Emerita es la necesidad hidro-lógica de su existencia, tema sobre el que ya se tratóen el capítulo 4. Los 4 hm3 de capacidad de que dis-pone la presa por encima de la cota de la toma delbocín de la margen izquierda aseguran una disponibi-lidad de agua de forma continua que no sería posiblesin su existencia.

Por otra parte, la conducción de Proserpina a dife-rencia de la de Rabo de Buey-San Lázaro e incluso lade Cornalbo (ramal del Borbollón) no tiene ningúnvestigio de conducciones subterráneas que permitie-ran suponer la captación de aguas provenientes delsubálveo de los arroyos que conforman la cuenca deaportación. Además la geología del terreno, como yase ha comentado en apartados anteriores, no permite

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la existencia de manantiales que pudieran alimentar laconducción de forma suficiente.

Cuestiones topográficas

Los estudios realizados por el Centro Universitariode Mérida (E.U. de Ingenieros Técnicos enTopografía) han permitido la caracterización topo-gráfica completa de la traza de la conducción deProserpina a Mérida, incluso han permitido la locali-zación, ayudándose de métodos geofísicos, de algúntramo en túnel cuyo trazado era desconocido. Estosestudios corroboran la posibilidad topográfica de queel canal de alimentación y la conducción estuvieranconectados sin necesidad de la existencia de la presa,pero queremos analizar un poco más esta cuestión.

La cota de entrada del canal alimentador al embalsees la 249,50 y la de la posible toma de inicio de la con-ducción en el bocín es la 236,01; teniendo en cuentaque la distancia aproximada entre ambos puntos sesitúa en torno a 3.500 m nos da una pendiente mediade 3,85 milésimas para este supuesto canal de cone-xión, algo superior a la del propio canal alimentador,3,2 milésimas, pero del orden de 10 veces mayor queel de la conducción, que entre la toma del bocín y elacueducto de Los Milagros es de 0,35 milésimas, bas-tante reducida e inferior a las recomendaciones al res-pecto de Vitrubio (5 milésimas) pero dentro del lími-te marcado por Plinio el Viejo (0,2 milésimas) (PoloGarcía, Gutiérrez Gallego et al. 1999) y del mismoorden de magnitud de las adoptadas en la conducciónde Nîmes (Fabre, Fiches et al. 2005).

Esta diferencia no parece muy lógica si estamoshablando de una única conducción. Además iría encontra de una regla básica en las conducciones enlámina libre, que es mantener la carga hidráulica lomás alta posible, con el fin de contar con margensuficiente para sortear obstáculos inesperados o pun-tos complicados. La pérdida de carga hidráulica seproduciría lo más cerca posible del final de la con-ducción, cuando ya se está seguro de que se llega concota suficiente al punto de suministro.

No parece por tanto razonable que se pierda inicial-mente la mayor parte de la cota disponible, para des-

pués obligar a unas pendientes realmente reducidas.Por lo tanto, nos inclinamos más a pensar que elcanal alimentador y la conducción de Los Milagrosson obras independientes, con fines totalmente dife-rentes y que necesariamente obligan a la existencia deun depósito entre ambas, la presa de Proserpina.

Además, la hidráulica nos permite conocer de formaaproximada las capacidades de cada una de las con-ducciones. Como ya se ha mencionado en apartadosanteriores la capacidad del canal alimentador, dadassus dimensiones y pendiente, debería estar compren-dida entre 3 y 4 m3/s. como máximo, muy superior ala de la conducción de Los Milagros que no pasaríaen el mejor de los casos de unos 150 l/seg., lo quenos vuelve a plantear una cuestión de lógica, ¿paraqué captar una cantidad de agua tan grande, si la tene-mos que verter sin poderla transportar hasta la ciu-dad?

Parece más adecuado pensar que la capacidad delcanal alimentador estaba relacionada con la capaci-dad de regulación de la presa, y la de la conduccióncon las necesidades de abastecimiento de la ciudad, loque de nuevo nos conduce a la necesaria existencia deun depósito regulador intermedio.

Llegados a este punto, queremos hacer constar unerror que hemos detectado en un artículo respecto alposible punto de toma de la conducción de LosMilagros en la presa, motivado por la equivocaciónen la identificación de las márgenes en el esquema detomas de la presa de Proserpina, denominado mar-gen norte a la que en realidad es la sur y viceversa. Elesquema real es el que se acompaña a continuación.

Por tanto, es perfectamente lógico que al discurrir laconducción por la ladera Sur, entronque en el bocínde la margen izquierda o sur (el más próximo aMérida) que es el que tiene una toma con cota sufi-ciente para llevar el agua hasta la ciudad. Todo ellocon independencia de que las tomas que se conser-van en la actualidad probablemente tengan poco quever con las tomas primitivas de la presa, salvo lastomas profundas de plomo del bocín de margenderecha (Norte) que por razones tanto constructivas,como de tipología del material (como ya se verá mas

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adelante), como por haber quedado inutilizadas yocultas por los sedimentos en época muy temprana,muy probablemente se correspondan con tomas ori-ginales.

Estudios efectuados sobre los materiales de lapresa y embalse

En el caso de Proserpina, la mayoría de los estudiosde materiales realizados, y sus resultados, están reco-gidos en el estudio denominado “Caracterización his-tórica, funcional y constructiva del sistema hidráulicode Proserpina”, redactado por la ConfederaciónHidrográfica del Guadiana (C.H.G.) con la asistenciatécnica de la empresa Ingeniería 75, en 1996 (C.H.G.e Ingeniería 75 1996).

Este estudio, al no estar publicado editorialmente, esmuy poco conocido, y del mismo solo han trascendi-do de forma muy parcial, resúmenes publicados endiversas revistas científicas, técnicas, y en diversoscongresos. En este artículo nos referiremos conti-nuamente a los datos del citado estudio (a todos ellos,y no solo a los que corroboran la hipótesis de la

romanidad de la presa). Estos estudios se realizaroncon ocasión de las importantes labores de vaciado ylimpieza del embalse que se efectuaron en el periodo1992-93 y que condujeron al descubrimiento de laestructura completa de la presa y sus tomas.

Además, tanto el CEHOPU (Centro de EstudiosHistóricos de Obras Públicas y Urbanismo), como elLaboratorio de Geotécnica adscrito al CEDEX(Centro de Estudios y Experimentación de ObrasPúblicas), realizaron en esa misma época diversascatas, sondeos y estudios para conocer las caracterís-ticas geotécnicas, constructivas y morfológicas, tantode la fábrica de la presa, del terraplén adosado a lamisma, como de los sedimentos existentes en elembalse.

Por último, en 1999 con motivo de los trabajos derehabilitación de la torre de toma de margen derecha,se realizó una completísima campaña de testificacióngeofísica tanto del muro como del terraplén de lapresa que en líneas generales confirmó lo antedichopor el laboratorio de geotecnia del CEDEX. En estesentido cabe hablar de una gran homogeneidad en el

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FIGURA 38Alzado de la presa con esquema de tomas (fuente: C.H.G. e Ingeniería 75, 1996).

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calicanto (opus caementitium) de la presa y no tanto enel terraplén, donde se aprecian capas con distintogrado de compactación y con materiales de origenprobablemente diferente, fruto posiblemente de lassucesivas reparaciones efectuadas en la presa a lolargo de su historia.

En el marco de estas actuaciones se procedió a labúsqueda y rehabilitación de la galería de desagüeoriginal de la presa, que se encontraba totalmentecegada y cuya salida, aguas abajo del terraplén, eradesconocida al encontrarse por debajo del nivel

actual del terreno. El aparejo de la parte de galeríaque se encuentra mejor conservada, nos vuelve aseñalar un origen muy posiblemente romano, al estarformado por grandes sillares de granito con una dis-posición constructiva de una gran calidad (MartínMorales, Aranda Gutiérrez et al. 2001).

Esta galería, que entendemos puede ser una piezafundamental en el estudio global de la presa, no estáasociada, por su cota, a la conducción de LosMilagros, y probablemente cumpliría funciones dedesagüe de la presa, asociada o no a posibles usossituados aguas debajo de la misma. En cualquier caso,creemos que sería muy interesante la realización deestudios arqueológicos detallados acerca de la misma,aunque su ubicación en terrenos privados puede jus-tificar parcialmente el olvido al que hasta ahora haestado sometida.

En lo que respecta a la fábrica de la presa, las catas ysondeos del CEHOPU comprobaron que la mismaestá compuesta por un núcleo de calicanto (opus cae-mentitium) revestido exteriormente por una pantalla desillares y sillarejos en contacto con el agua (paramentovisible) y otra pantalla interna de mampostería que

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FIGURA 39Interior de la galería de desagüe del bocín profundo.

FIGURA 40Esquema de salidas del bocín profundo, a partir de los descubrimientos realizados en 1999.

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separaba el calicanto del terraplén, disposición bastan-te parecida a la de la presa de la Alcantarilla.

La sillería y mampostería está compuesta por mate-riales graníticos y grano-dioríticos principalmente,muy abundantes en la zona, aunque hay diversashipótesis respecto a la ubicación de las canteras,encontrándose trazas de grandes extracciones en lasinmediaciones de la presa de La Vega de Santa María,a 5-6 km de Proserpina.

El calicanto se fabricaría con los restos de sillares ymampuestos unidos con la cal obtenida en las cante-ras próximas del cerro de Carija. En cuanto al apare-jo del revestimiento de aguas arriba (el de sillería), esevidente que está muy transformado por las diversasreparaciones que ha sufrido la presa a lo largo de lahistoria, por lo que en la actualidad es muy difícil ase-gurar si lo que vemos es original.

A este respecto, la realización de nuevas catas pro-fundas en el trasdós de la presa podría arrojar algunaluz en esta cuestión, también serviría para completarel conocimiento de los contrafuertes de aguas abajo,cuya existencia se descubrió con ocasión de las catasefectuadas en el terraplén.

En el momento actual, el revestimiento de sillaresdel paramento de aguas arriba, plantea más pregun-tas que respuestas, ¿Por qué la forma semicircularde la parte inferior de los contrafuertes? Esta formahidráulica es más propia del tajamar de un puenteque de una presa en la que no hay velocidad de pasodel agua. ¿Por qué zonas con una disposición desillares muy regular están seguidas de otras demucha mayor heterogeneidad? Finalmente, ¿Por quéla labra y disposición de los sillares de los contra-fuertes semicirculares no guarda relación alguna conlos del paramento adyacente?

En cualquier caso creemos que es un campo deestudio que todavía no ha aportado todo lo quepuede dar de sí, y en el que el completo alzadofotogramétrico que realizó la CHG en 1995 puederesultar una herramienta útil, frente a estudios par-ciales que pueden llevar a interpretaciones aventu-radas.

En cuanto al terraplén, los estudios demostraronque junto a unas capas superiores formadas por are-nas gruesas con algunos contenidos de arcillas, en lazona más profunda existe un nivel de limos con altocontenido en materia orgánica, y de características

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FIGURA 41Paramento inferior de la presa, en la zona de los contrafuertes centrales.

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muy similares a las capas más profundas de lossedimentos hallados en el embalse. ¿Posible vertidosobre la presa más antigua?

Por lo que respecta a los sedimentos del embalse, sehan realizado estudios palinológicos y geotécnicos.Los primeros, efectuados por el CEDEX y laUniversidad de Alcalá de Henares, se realizaronsobre dos cortes de la columna de fangos en la fasefinal de su extracción, ambos situados en la zona

más próxima a las tomas profundas de la presa.Además el CEDEX extrajo también muestras inalte-radas, mediante sondeos mecánicos, de toda lacolumna de limos para el estudio de sus propiedadesgeotécnicas.

El estudio estratigráfico de estos cortes puso de mani-fiesto la existencia de diversos periodos de tiempo enlos que la presa estuvo fuera de servicio y posterioresreconstrucciones. La aparición de restos de sillares

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FIGURA 42Estratigrafía del corte estudiado por la Universidad de Alcalá de Henares.

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intercalados junto a los depósitos en niveles muy defi-nidos, es un elemento que apoya esta hipótesis.

Datación cronológica

La cuestión de la datación cronológica de una fábricaantigua, a falta de referencias documentales sobre suconstrucción, es una tarea generalmente muy compli-cada y sujeta a importantes limitaciones desde unpunto de vista científico. Los métodos de dataciónque generalmente se emplean intentan datar la fábri-ca por comparación tipológica o constructiva conotras estructuras similares de las que se tenga unacerteza en cuanto a su cronología.

También se puede ubicar en el tiempo por su relaciónfuncional con otras construcciones fechadas en unaépoca concreta. Además existen métodos de caracte-rización de materiales que forman parte de una cons-trucción y de los que se sabe su origen por su forma,su composición o manufactura. Por último, existenmétodos de laboratorio que nos permiten conocercon bastante exactitud la cronología de materialesorgánicos, los dos más conocidos y utilizados son ladendrocronología y la datación por radiación de isó-topos del carbono, más concretamente el carbono 14.

La relación completa de ensayos y estudios realizadoscon este fin en la presa de Proserpina es la siguiente:

-Estudio palinológico5 de los sedimentos del embalse.

-Estudio analítico de muestras de las tuberías deplomo originales.

-Caracterización química y metalográfica de las tube-rías de plomo.

-Estudio por radiocarbono 14 de diversas muestrasde madera.

-Estudio dendrocronológico6 de las mismas muestras.

-Estudio bacteriológico de las maderas.

Estudio palinológico de los sedimentos

De uno de los cortes mencionados en el apartadoanterior, el CEDEX extrajo una serie de muestrascon la finalidad de analizar e interpretar histórica-mente la secuencia polínica. Estas muestras fuerontomadas manualmente, en diversos estratos hori-zontales con un tubo de acero inoxidable y bordeafilado, con la finalidad de tener suficiente mate-rial con la mínima mezcla de horizontes en cadapunto.

Pese a que se disponía de las muestras tomadasmediante sondeos mecánicos verticales para lacaracterización geotécnica de los sedimentos, sedesecharon para este estudio, ya que el método deextracción supone una mayor probabilidad de con-taminación entre los diferentes estratos. Así se reco-noce en el informe de resultados donde se dice que“La oportunidad de tomar las muestras directamente en lostaludes de la excavación en curso apoyó la elección de estemétodo, con preferencia sobre los sondeos mecánicos efectuadoscon fines diversos. Las muestras así tomadas evitan contami-naciones, tienen una mayor precisión temporal que las extra-ídas con sonda y permiten reconocer fácilmente los cambiosverticales y horizontales.” (Ruiz del Castillo y PeñaMartínez 1997).

En estas muestras se realizaron dataciones por elmétodo del carbono 14, en concreto sobre cinco deellas pertenecientes a diferentes niveles que fueronenviadas al Laboratorio ISO Trace de la Universidadde Toronto para su datación por el método de espec-trometría de masas con acelerador de partículas. Losresultados obtenidos, que se muestran en la tablaadjunta, presentan una secuencia lógica con su dis-posición en el corte y por su espectro polínico,excepto para la muestra situada en el nivel superior(el más próximo a la superficie) que dio una edadclaramente inferior a la que le correspondería por susituación. Esta discrepancia la explican los autoresen relación a una posible contaminación con partí-culas de carbono, ya observada al describir el cortede la excavación.

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5 La palinología es el estudio de los pólenes, en este caso los que quedaron "atrapados" en los fangos del embalse.6 La dendrocronología es el estudio de la edad de las maderas, a partir de sus anillos.

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Con respecto a las muestras de los sondeos mecáni-cos se dice literalmente: “Las dataciones obtenidas de lasmuestras de los sondeos mecánicos presentan, en general,mayores discordancias, incluso cifras que sobrepasan envarios milenios a la edad de la presa. Esto y su más difícilcorrelación con las muestras del sondeo manual, sobre las quehemos efectuado los análisis polínicos, aconseja desecharlas eneste estudio”.

Por lo que al análisis polínico se refiere, se concluyeque la tipología de vegetación existente en la zona hatenido una cierta continuidad a lo largo del tiempo,las variaciones en las proporciones de las mismas seasocian a variaciones conocidas de la climatología dela zona (Font Tullot 1988) que por otra parte secorrelacionan de forma muy aproximada con lasdataciones obtenidas para los diferentes estratos depólenes.

En las conclusiones del estudio se afirma que “ladatación de la base de los sedimentos confirma una antigüe-dad próxima a la estimada de la construcción de la presa”.Por lo tanto, no es que solo una de las cinco mues-tras se date en época romana, sino que es la mues-tra basal (la del fondo) la que así se data. El conjun-to completo de muestras, obtenidas a diferentes

niveles estratigráficos, nos permite conocer la evo-lución de toda la secuencia histórica de los sedi-mentos del embalse.

El estudio palinológico realizado a su vez por laUniversidad de Alcalá de Henares, confirmó la tipo-logía de vegetación del estudio del CEDEX y laestabilidad climatológica a lo largo del tiempo. Esteestudio no efectuó dataciones de las muestras obte-nidas.

Estudios realizados en las tuberías de plomohalladas en el paramento

Se extrajeron muestras de las tuberías de plomo halla-das al retirar los limos del embalse, sobre las que seefectuó un estudio analítico (D. Salvador RoviraLloréns, Museo de América) y una caracterizaciónquímica y metalográfica (D. Antonio Ballester Pérez,Catedrático de la UCM, Facultad de CienciasQuímicas). Tanto los espesores como los diámetrosde los tubos se ajustan a los calibres “oficiales” roma-nos, concretamente al “Tubo de 125” (fistula centenumvicenum), o bien al “Tubo de 100” (centenaria), segúnlos calibres de uso por los fontaneros romanos(Frontino S. II). Por otra parte, la forma de unión,

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REFERENCIA EDAD BRUTA FECHAS CALIBRADAS

LABORATORIO

PROFUNDIDAD (cm)

AÑOS A HOY 100% INT. CONF.

68,3% INT. CONF.

95%

- 0 - 1992 - - - -

TO-5826 (P7) 58 730±50 1285 1275 1295 1225 1310

TO-5827 (P6) 88 240±50 1660 1645 1675 1625 1690

TO-5828 (P4F) 128 620±50 1345 1300 1405 1285 1420

TO-5829 (P4C) 263 1.430±50 640 605 660 545 675

TO-5830 (B) 379 1.880±50 130 70 235 0 260

TABLA 6Dataciones de las muestras. Las sucesivas columnas se refieren a: Referencia del laboratorio, profundidad a la que se ha extraído

(±1cm) y edades brutas y calibradas, expresadas estas en años d.C. (100% de probabilidad) e intervalos de variación ( 68,3% y 95% respectivamente).

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mediante soldadura longitudinal con rebaba exterior,también es típica de las tuberías de plomo romanas.Algunos datos de la caracterización química y meta-lográfica (elevados contenidos de cobre y antimonio)apuntan hacia una purificación incompleta del metalde plomo, típica de la época imperial romana (C.H.G.e Ingeniería 75 1996).

Estudios realizados en las muestras de maderaencontradas

En el transcurso de las labores de limpieza y los son-deos posteriores aparecieron diversas piezas demadera, una pieza cónica (posible tapón) enterradaen los limos junto a las tuberías de plomo profundas.Otra de forma parecida pero de dimensiones másreducidas, encontrada en el fondo del bocín de mar-gen derecha (profundo), una pieza cuadrada y largaencontrada en el interior de uno de los tubos deplomo y que presumiblemente se utilizó como des-atascador desde el interior del bocín. Y una esquirlade madera que estaba embebida en el interior del cali-canto del muro, y que apareció en uno de los sonde-os realizados por el CEHOPU situado muy próximoa las tomas de plomo.

La aparición de estos restos orgánicos abría un aba-nico enorme de posibilidades de cara a establecer unaposible datación exacta de la Presa, sobre todo con laúltima de las piezas aparecidas, ya que por su situa-ción, en el interior del muro de la presa, es evidente

que corresponde al momento de construcción de lamisma.

Sobre dos de las muestras, el tapón que llamaremos“antiguo” y que apareció enterrado en los limos y lapieza larga del interior de la tubería de plomo, sehicieron análisis bacteriológicos que no aportaronnada significativo para el trabajo que nos ocupa. Susresultados pueden consultarse en el ya citado estudiode caracterización de Proserpina (C.H.G. e Ingeniería75 1996).

En el Laboratorio de Dendrocronología del Centrode Investigación Forestal del INIA (InstitutoNacional de Investigaciones Agronómicas) sesometieron a análisis dendrocronológico, tresmuestras de dos piezas, dos del tapón antiguo y unade la pieza larga, desgraciadamente las secuenciasde anillos presentes en la madera no eran estadísti-camente suficientes para estimar con precisión laantigüedad de las piezas (aunque de la pieza larga seapunta una fecha post quem 1609), por otra parte noexisten patrones de referencia para el tapón anti-guo, por lo que parece improbable su datación porestos métodos en el futuro (C.H.G. e Ingeniería 751996).

Por último se realizó el análisis por radiocarbono14 de las cuatro piezas encontradas. Las tres prime-ras, en las que había material suficiente, fueron ana-lizadas por el Laboratorio de Geocronología

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FIGURA 43Detalle de las tuberías de plomo originales.

FIGURA 44Tapón “antiguo”, hallado entre los fangos del pié de presa.

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del Instituto de Química-Física “Rocasolano” delCSIC, y la muestra encontrada en el sondeo delcalicanto, al ser muy pequeña, no era posible suanálisis por métodos convencionales por lo que seenvió para su datación al Centre for Isotope Research dela Universidad de Groningen (Holanda). Los resultados obtenidos en las muestras correspon-dientes al tapón “antiguo” y la esquirla del calican-to confirman su origen en época romana, ademásestas dos muestras resultaron ser estadísticamentesemejantes para un 95%, de acuerdo con la distri-bución de Student, por lo que se pudieron calibrarconjuntamente, resultando como edad más proba-ble finales del Siglo I o primera mitad del Siglo II(52-147 D.C.) (C.H.G. e Ingeniería 75 1996).Los datos obtenidos se reflejan en el cuadrosiguiente:

Sobre el método de datación por radiocarbono 14cabe plantearse una reflexión acerca de su bondad.Es evidente que tiene sus limitaciones, pero estasapuntan sobre todo hacia la posible “contaminación”de las muestras en el proceso de toma de las mismasy su exposición a los cambios de concentración delcarbono 14 atmosférico, como ya apuntábamos alexplicar el proceso de selección de muestras del estu-dio palinológico efectuado por el CEDEX. Dada la

ubicación de las dos muestras de madera que fuerondatadas como de origen romano, una embebida en elcalicanto del muro, y la otra enterrada en los fangosdel fondo, esta contaminación es muy poco probable,por lo que la precisión de los métodos utilizados esmuy alta, estimándose que el error máximo de data-ción es de unos 50 años (C.H.G. e Ingeniería 751996).

Además, considerando que la datación se ha realiza-do sobre muestras de dos piezas diferentes, halladasen la misma zona pero en ubicaciones distintas, sinrelación entre sí, datadas por dos métodos diferentesen dos laboratorios distintos y que además al ser esta-dísticamente semejantes en un 95% han permitidouna calibración conjunta, obteniéndose los mismosresultados que en la datación efectuada individual-

mente por cada laboratorio, se pone de manifiesto laprecisión de la datación y confirma el origen romanode los materiales analizados.

Podría pensarse que aun siendo las piezas de origenromano, éstas podrían haber sido reutilizadas enépoca posterior, no pudiendo asegurar el origenromano de la presa. En nuestra opinión esta hipóte-sis, que en cualquier caso solo sería aplicable al tapón

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MUESTRA EDAD C-14

CONVENCIONAL (AÑO REF.: 1950)

EDAD CALIBRADA

EDAD MÁS PROBABLE*

Tapón antiguo*

1940 ± 30 años BP

8-134 d.C.

(100%) Muestra del interior de la presa*

1850 ± 50 años BP

70-261 d.C.

(94%)

52-147 d.C

(90%)

Pieza larga

230 ± 30 años BP

1635-1680 d.C.

(44%) 1741-1803 d.C.

(43%)

Tapón moderno

Moderna

* Las dos muestras son estadísticamente semejantes para un 95%, de acuerdo con la distribución de Student. Se pueden, por tanto, calibrar conjuntamente.

TABLA 7Resultados de la datación por Carbono-14 de las muestras de madera encontradas en la presa de Proserpina.

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antiguo, carece de lógica ya que no tiene sentido reu-tilizar varios cientos de años después un material quehabría sufrido una gran degradación, existiendoabundante madera en la zona en cualquier época paraconfeccionar ese mismo tipo de pieza, lo que quedademostrado con el hallazgo en la propia presa deotras dos piezas de características similares, pero deépoca moderna.

PRESA DE CORNALBO

Como se comentó anteriormente, el Sistema hidráu-lico de Cornalbo, era otro de los que abastecían a lacolonia Augusta Emerita, junto al de Proserpina yRabo de Buey-San Lázaro. Está compuesto, análo-gamente al de Proserpina, por un canal alimentador,la presa y la conducción desde la presa hasta Mérida.En este caso existe una singularidad consistente enque la conducción debió ser anterior a la presa, ali-mentándose inicialmente tan solo de las aguassubálveas de la cuenca del Albarregas. Al inicio de laconducción entre la presa y Mérida se le une por lamargen derecha una segunda conducción, denomi-nada del Borbollón, que captaba las aguas del subál-veo de este arroyo incorporándolas a la conducciónprincipal.

Reseñas históricas

La conducción romana de Cornalbo es quizás,la menos estudiada de las tres que abastecíanEmerita Augusta, aunque es la única de la que sabe-mos su nombre original “AQVA AVGVSTA”, gra-cias al descubrimiento de una placa de mármol apa-recida en la misma, junto al estadio municipal deMérida.

El estudio de la conducción se ve dificultado ademáspor la escasa presencia de restos de la misma que hanllegado a nuestros días. Limitándose los mismos a lasproximidades de la presa, el ramal de Borbollón y lascercanías de Mérida, habiendo desaparecido casi porcompleto en la zona intermedia.

En lo que respecta a la presa propiamente dicha, noaparecen referencias escritas de la misma hasta

1633, año en el que Moreno de Vargas hace unaleve referencia a ella (comparándola conProserpina) en su libro Historia de la ciudad de Mérida.En aquel momento, la presa estaba en uso paramoliendas y abrevadero de ganado. Posteriormenteen el siglo XVIII, existe una petición de concesiónpara la construcción de una fábrica de papel por elConde de Campomanes, a la sazón ministro deCarlos III.

Por algunos autores (Martín Morales, Arenillas Parraet al. 2000) se ha planteado la posibilidad de que laestructura reticular de esta presa se deba a esta épocaya que existen otros ejemplos coetáneos de presasrealizadas en España con la misma estructura (presadel Gasco, en la provincia de Madrid).

Cabe destacar aquí que para intentar sustentar estahipótesis, se realizó una importante labor de investi-gación histórica en los archivos del Conde deCampomanes por parte de la empresa Ingeniería 75,y en especial de Dª Carmen Díaz-Guerra Jaén, granestudiosa de la presa de Cornalbo, en búsqueda decualquier dato que permitiera documentar dichaposible reparación, búsqueda que resultó totalmenteinfructuosa, aunque sí aparecieron documentadasotras actuaciones en la zona, como la reparación dela conducción del Borbollón.

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FIGURA 45Lápida de mármol de la conducción de Cornalbo, en el MuseoNacional de Arte Romano (fuente: “Los bronces romanos en

España”, Ministerio Cultura 1990).

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“El presente diseño es la charca antiquísima de los Romanos llamada del vulgo Cornalvo, distantes tres Leguasde esta ciudad de Mérida y en los montes del mismo nombre. El muro que contiene el asombroso Lago de Aguases de estraña y escelente inbención, por ser en forma teatral por donde refiere servía de placeres o Juegos Navales.La torre o pozo donde está la llave para soltar las Aguas a un dilatado y ameno valle, se haya vien conservadacon llave que en el día da Agua al Molino de papel del Conde de Campo Manes, que se halla contiguo. Esta torrehueca con escalera de sillería para bajar a su profundidad está tan cuidadosamente construida y tan juntas sus pie-dras que aunque suben las Aguas a su alto por lo exterior, no impide su uso ni se adbierte filtración alguna porestar enbetunadas las juntas de los sillares por lo exterior de ella desde el tiempo de Romanos con perfecta seguri-dad. La fábrica del muro es de fuerte argamasa de piedra incierta de poco grueso y mezcla de Cal y Arena grue-sa de mucha consistencia”

AUTOR Mérida excav. arqueol. 2003, 9 (2006)

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FIGURA 46Plano de la presa de Cornalbo, realizado en 1797 por Fernando Rodríguez para la Real Academia de Bellas Artes de

San Fernando y transcripción de su leyenda (fuente: Arbaiza Blanco-Soler y Heras Casas 1998).

Sin embargo, a finales del siglo XVIII la presa pareceencontrarse en un estado de conservación adecuado,según el plano de Fernando Rodríguez de 1797(Arbaiza Blanco-Soler y Heras Casas 1998) quereproducimos, transcribiendo también por su interéslas anotaciones del mismo, en las que sí se habla de lafábrica (molino) de papel de Campomanes. Este esta-do de la presa contrasta con el estado de ruina en quese encontraba en 1910, cuando el Estado empieza ainteresarse en la posible rehabilitación de la presa,que se aprecia en la fotografía adjunta.

En cualquier caso, es esta gran reparación de princi-pios del pasado siglo XX (1926) realizada por losServicios Hidráulicos del Estado, la que determina lafisonomía actual de la presa. Por lo tanto, a lo largode la historia la presa ha sufrido múltiples reparacio-nes y abandonos, por lo que su aspecto actual podríadiferir mucho del original romano. Únicamente latorre de toma conserva clarísimos rasgos en su apa-rejo que nos llevan a afirmar su indudable origenromano, cuestión esta además compartida por todoslos autores que han estudiado la presa.

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Estudios recientes

En 1997, la Confederación Hidrográfica delGuadiana, con la colaboración de la empresaIngeniería 75, acometió la redacción del “Estudio decaracterización del sistema hidráulico de las conduccionesromanas a la ciudad de Mérida” (C.H.G. e Ingeniería 751997). Este estudio se realizó con la finalidad decomplementar los trabajos previos realizados en elsistema hidráulico de Proserpina, a los que noshemos referido exhaustivamente en los anterioresapartados, con la intención de tener un estudio globalde los tres sistemas de abastecimiento romanos a lacolonia Emérita Augusta, incidiendo de forma espe-cial en el estudio de los otros dos: Cornalbo-Borbollón y Rabo de Buey-San Lázaro.

El carácter de este estudio, en lo que a Cornalbo res-pecta, estuvo más centrado en el conocimiento, his-tórico-arqueológico, hidráulico y funcional de lasconducciones, que en la propia estructura de la presa

de Cornalbo. En la actualidad, y por motivos deadaptación a la normativa vigente de seguridad depresas en España, la Confederación Hidrográfica delGuadiana, con la colaboración de la empresa consul-tora TYPSA, está desarrollando los trabajos com-prendidos en el “Pliego de bases de estudios de caracteriza-ción estructural, estabilidad y mejora de las condiciones de segu-ridad de la presa de Cornalbo”. Aunque en la fecha deredacción del presente artículo ya se conocen algunosdatos interesantes sobre la estructura interna de lapresa, no es posible establecer conclusiones definiti-vas hasta la completa finalización de los trabajos.

Cabe señalar, no obstante que los métodos utilizadoshan sido por un lado la prospección geofísica (geo-radar, sísmica de reflexión y refracción, microgravi-metría…) y por otro la realización de sondeos, con ysin recuperación de testigos, y también testificadospor métodos geofísicos, complementado todo ellocon otras labores de investigación en campo y labo-ratorio.

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FIGURA 47Fotografía de 1910 de la torre de toma (antes de la reparación de 1926).

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Los resultados obtenidos son de enorme interés decara al conocimiento real de las condiciones de segu-ridad de la presa y el diseño de actuaciones de mejo-ra de estas, realmente imprescindibles, sin embargoaportan muy poco, por desgracia, a una posible iden-tificación y datación de las diversas fases constructi-vas de la presa. Un resumen de los estudios realiza-dos y los resultados preliminares obtenidos fue pre-sentado en septiembre del pasado año al II Congresode Historia de las Presas (Aranda Gutiérrez, SánchezCarcaboso et al. 2006).

Comparación con el sistema de Proserpina

La semejanza tan importante entre los sistemas deProserpina, Cornalbo y la Alcantarilla (CanalAlimentador-Presa-Conducción) en cuanto a suconcepción global, nos llevan a afirmar que su cons-trucción es producto de una misma “escuela”(Martín Morales, Arenillas Parra et al. 2002) y quepor las mismas razones que en los otros dos siste-mas, la presa de Cornalbo es parte inseparable de susistema de abastecimiento, si bien en este caso laconducción también captara aguas subálveas, lo que

parece indicar un origen anterior de la misma.

Esta prelación de la conducción respecto a la presa,apuntada por la mayor parte de los autores, como sedijo, se sustenta por un lado en la atribución a laépoca fundacional de la conducción (Hiernard yÁlvarez Martínez 1982) y por otro en la complejidadconstructiva de la presa, con soluciones de ingenieríamás evolucionadas que en Proserpina o laAlcantarilla, especialmente relevantes en la ubicaciónexenta de la torre de toma o en la estructura reticulardel paramento de aguas arriba.

En nuestra opinión, por las razones de garantía y dis-ponibilidad de recursos hídricos apuntadas en aparta-dos anteriores, pensamos que la presa no debió sermuy posterior al resto de la conducción. En cualquiercaso caben pocas dudas de que la torre de toma queconocemos (por supuesto, junto con la galería que leda salida aguas abajo de la presa) solo se justifica porla existencia de una presa situada aguas abajo, por loque dado que el origen de la torre y galería de tomaes claramente romano, la presa asociada a ella eraigualmente de este origen.

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FIGURA 48Secciones de las presas de Proserpina, Cornalbo y La Alcantarilla (fuente: Miguel Arenillas).

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REFLEXIONES HISTÓRICAS

Pensamos que hay suficientes argumentos parademostrar que las presas de Proserpina y Cornalbofueron construidas en época romana.

A lo largo de este trabajo hemos venido argumentan-do las distintas cuestiones que hicieron necesaria laconstrucción de dichos embalses; entre los que debe-mos resaltar por un lado la escasa disponibilidad delrecurso hídrico en la zona, y por otro las importantesnecesidades de la Colonia (industrias, termas, fuentesy jardines –públicos o privados-, etc.) a todas lucesimposibles de atender con las escasas aguas prove-nientes de los manantiales de este área.

El primer abastecimiento de agua con que contóAugusta Emerita, según opinión de la gran mayoría deautores que han trabajado sobre el tema ( FernándezCasado 1972; Jiménez 1976, Hiernard-ÁlvarezMartínez 1982; Castillo 2001; Álvarez Martínez 1997;2002) fue la conducción de Cornalbo (Aqua Augusta)sin la presa. Esta captación, no excesivamente abun-dante en agua, procedía directamente de manantialessubálveos, y mediante conducción cerrada llegaba a laciudad, y en concreto a uno de los puntos más eleva-dos de la urbe. En un principio, dado el tamaño de laciudad y sus necesidades, debió cumplir sus objeti-vos; sin embargo, con el paso del tiempo, las necesi-dades de agua de la Colonia tuvieron que ir adaptán-dose al crecimiento poblacional y a los menesteresque la urbe requería. En palabras de Jiménez(Jiménez 1976b) el crecimiento poblacional deEmerita fue progresivo.

En un segundo momento, cuando la ciudad cuenta yacon una población estable importante, y los proble-mas del agua van siendo cada vez más graves, sobretodo en los meses de estío, en los que el río Ana fluíaa duras penas, el Barraeca estaba seco en la mayorparte de su curso, los pozos muy bajos, y los aljibesde las casas adineradas como única reserva, seríacuando se alzaran voces para solventar ese gran pro-blema. La única solución factible que pudieronencontrar fue la construcción de dos grandes presas,cuyos embalses sin duda podrían paliar tan endémicasituación: Proserpina y Cornalbo.

Tras un estudio de los alrededores de Augusta Emerita,valoraron las distintas posibilidades que les ofrecía elterreno, comprobando que contaban con muy pocasfuentes en los alrededores que les proporcionasen uncaudal abundante de agua; de ahí que tuviesen querecurrir a las aguas superficiales. Los sitios adecuadospara poder establecer embalses ya eran conocidospor los romanos de antiguo, se trataba de las vagua-das del arroyo de las Pardillas y del nacimiento delAlbarregas. Ambas zonas podían proporcionarles,mediante la adecuada regulación, un volumen consi-derable de agua. Posiblemente la precisa para resolverlas necesidades de la Colonia.

En la zona de Proserpina, en las proximidades delarroyo de las Pardillas, se habían explotado canterasde granito, cuyos huecos probablemente eran reser-vorios de las aguas de lluvia, no manantiales. En eselugar, aprovechando el curso estacional del arroyo,parece muy probable que se hubiera construido yauna primera presa cuya finalidad en estos momen-tos se nos escapa, pero que a todas luces no se eje-cutó para abastecer del líquido elemento a la ciudad.Decimos esto, como ya expusimos en el apartadocorrespondiente, pues la cota de este embalse nopermitiría el aporte a la conducción de LosMilagros, lo cual invalida la posibilidad del abasteci-miento de agua a Emerita desde este primer embal-se.

Como se comentó, la cronología de los sedimentosdepositados cerca del fondo del embalse nos llevaaproximadamente a los inicios del siglo II d.C.; fechasimilar a la aportada por los análisis de carbono-14para el tapón de madera descubierto en las inmedia-ciones del desagüe de fondo. El proceso de depósitode estos sedimentos iniciales llevaría varias decenasde años, y dado que dicho proceso comenzaría con lapuesta en servicio de la primera presa, cabe suponerque ésta debió realizarse posiblemente en épocaFlavia.

La existencia de esta primera presa, mucho máspequeña, debió ser valorada convenientemente porlos romanos, tanto por conocer ya las aportacionesque su cuenca les podía proporcionar, como por elabaratamiento que les suponía de la nueva obra.

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La construcción de la nueva presa requeriría sin dudael vaciado de la primitiva durante su ejecución, quedebió durar varios años a tenor de la envergadura dela obra y de los medios con que en esos momentoscontaban, lo que probablemente quedara plasmadoen los sedimentos, en los que se aprecia una capa dearena (profundidad entre los 6,25 y 6,30 metros) quecorresponde a un periodo de vaciado del embalse,relativamente temprano, que bien pudiera haber sidodebido a dicho motivo.

El nuevo embalse, ya con cota y agua embalsada sufi-ciente, contó con un desagüe de fondo que vertíadirectamente al arroyo (en siglos posteriores se des-vió para otros fines) y una salida a media altura quellevaba el agua a través de la conducción de LosMilagros a la ciudad. Esta salida sí tiene cota sufi-ciente para que discurra el agua según los parámetrosrequeridos.

En un reciente trabajo de Feijoo (Feijoo 2005) seapuntaba la posibilidad que el acueducto tomasedirectamente el agua de los manantiales allí existen-tes; sin embargo, este planteamiento no nos pareceposible por varios motivos:

1 – Los manantiales en zonas graníticas (estamos enun batolito granítico) son escasos, y en el caso quenos ocupa prácticamente inexistentes. Lo que hayson “remanadizos”, no verdaderos manantiales, queen verano se secan.

2 – Caso de existir manantiales, el caudal que daríansería mínimo para una obra del coste y la envergadu-ra de la conducción de Los Milagros. Obra que másde la mitad del año estaría sin uso, limitándose a losmeses de pluviosidad abundante. Algo inconcebiblepara la mentalidad romana.

3 – Se plantea además un problema de cotas que haceinviable ese planteamiento, ya que el lecho originariode ese arroyo está en torno a la cota 225, quedandopor tanto, el canal muy por encima de la zona de aflo-ramiento de las posibles aguas subterráneas, que nopodría estar muy alejada del cauce. Además, cuandose produjo el vaciado de la presa no apareció ningúnresto que pudiese inducir a plantear la presencia de

alguna antigua galería subterránea, como sí ocurre enCornalbo.

La nueva presa de Proserpina se levantó, probable-mente, según se desprende de las tres dataciones porcarbono-14 realizadas, en un arco cronológico quecomprende el gobierno de los emperadores hispanos.Este embalse, atendiendo a la argumentación plante-ada, se construyó para suplir la importante carenciade agua que debió sufrir la ciudad en esa época. Estesegundo embalse y la conducción de Los Milagrosvan íntima e indisolublemente unidos, independien-temente del uso que del líquido elemento hiciesen ala llegada a la ciudad.

Lo que sí está claro es que, en época romana, sin laspresas de Proserpina y Cornalbo la urbe no podíaabastecerse convenientemente, y en los meses deestío se presentarían graves problemas. Como ocu-rrió en etapas posteriores con mucha menor pobla-ción, donde las autoridades buscaron las más diversassoluciones para paliar la carencia de agua. Situaciónque hoy día está resuelta gracias al gran embalse deAlange.

En el caso de la presa de Cornalbo, se repite elmismo esquema que en Proserpina, aunque cambianalgunos parámetros: un amplio vaso de embalse(Gijón, et al. 2003) que puede albergar un volumenconsiderable de agua, y la presencia de unas canaliza-ciones anteriores que llevaban el agua a la ciudad, elAqua Augusta.

Esta primitiva conducción recogía el agua, en estecaso directamente de los manantiales subálveos, y através de canalización cerrada discurría hasta la ciu-dad (Jiménez 1976). Siguiendo las recomendacionesvitrubianas cumplía perfectamente los requisitosnecesarios para el consumo humano. El agua llegabaa las inmediaciones del teatro, escuela Giner de losRíos, donde se bifurcaba: un ramal se dirigía hacia losedificios de espectáculos y otro hacia el cerro de SanAlbín. No sabemos si esta ramificación es de lamisma época o se realiza en una etapa posterior. Loque si parece claro, al igual que ocurrió enProserpina, es que en un segundo momento, ante lascarencias continuadas de agua que sufría Emerita y el

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escaso caudal que proporcionaba la conducción deCornalbo, decidieron construir una gran presa; eneste caso aprovechando la infraestructura ya existen-te. Con los dos embalses, y a través de sus respectivascanalizaciones, llevaban el agua a los puntos más altosy extremos de la urbe, desde donde, por gravedad,podía repartirse por toda la Colonia.

Mención aparte es el uso que se dio al agua a la lle-gada a la ciudad. Si nos atenemos a las recomenda-ciones de Vitrubio, el agua de los embalses no sería lamás aconsejable para el consumo humano, aunque ensituaciones de necesidad, y en aquellas zonas dondehabía escasez, está claro que recurrían a estas aguaspara abastecerse.

Además, como vimos anteriormente, en el caso de laconducción de Cornalbo, el agua procedente delembalse vendría normalmente mezclada, a partesiguales, con la de los manantiales subálveos, con loque su calidad sería intermedia entre la de ambostipos de agua.

Y por otra parte, ya vimos que las aguas de los embal-ses emeritenses podrían ser consumidas con ciertasgarantías, en particular si se ejercía un control sobrelos usos del suelo de las cuencas vertientes a losembalses (evitando o limitando la ganadería y otrosvertidos) circunstancia que consideramos que debíadarse con casi total seguridad.

Sin embargo, el consumo humano directo no era elúnico uso que se le daba al agua en Emerita. Si reto-mamos los argumentos esbozados al principio deeste capítulo, vemos que la ciudad se encuentra ubi-cada en una zona de baja pluviosidad, con estíos acu-sados, donde las aguas son poco abundantes, por loque la necesidad del líquido elemento era fundamen-tal, no sólo para beber, sino para muchos otros usos,como el abastecimiento de las industrias, las termaspúblicas (que consumían abundante agua) las fuentesornamentales y los jardines públicos, etc; así comopara uso doméstico de las viviendas acomodadas (ter-mas privadas, jardines, etc.).

Pensamos que las presas de Proserpina y Cornalbofueron las encargadas de aportar gran parte del agua

precisa para todo ello. De hecho, cada una de ellascanalizó sus aguas hacia los puntos más elevados dela ciudad: uno al oeste y otro hacia el este, cerro delCalvario, el primero, y cerro del teatro-San Albín, elsegundo. Casualmente, o no, las zonas donde se hanlocalizado los grandes conjuntos artesanales e indus-trias (Méndez 2004; Palma 1998; Sánchez-Alba1998). Tampoco podemos olvidar los 20 conjuntostermales (entre públicos y privados) que se han docu-mentado hasta estos momentos en la ciudad(Barrientos 1997). Complejos que no podían serabastecidos únicamente por pozos o aljibes, sobretodo en los meses de verano.

Volviendo a la problemática de la romanidad o no delas presas de Cornalbo y Proserpina, Feijoo en el yareferido artículo, plantea que la construcción de lasmismas se pudo producir en época medieval, cues-tión en la que discrepamos abiertamente, por variosmotivos:

1 – Es imposible concebir el acueducto de losMilagros sin la presa de Proserpina, ya que, como rei-teradamente venimos exponiendo, la zona carece demanantiales suficientes que puedan abastecerlo, ade-más de otros problemas ya comentados.

2 – La capacidad económica para afrontar obras deesa envergadura en la época medieval era mínima.Como vimos, en este periodo no conocemos la cons-trucción de embalses de esta magnitud. Sí a partir delsiglo XVI. De hecho, las grandes reformas que sehicieron en estas presas se llevan a cabo a partir deesas fechas, como lo atestiguan las pruebas docu-mentales.

La ciudad de Mérida quedó reducida tras el dominiosarraceno prácticamente al actual centro urbano,como lo demuestran las pruebas arqueológicas(Alba 2004). En los planos del siglo XVIII se apre-cia como el área del Calvario eran tierras de labor,al igual que la zona del teatro-Cerro de San Albín,desde la plaza de Santo Domingo. Con este retran-queo tan importante de la ciudad, para los emeri-tenses era inviable acometer unas obras de tal volu-men; y más aún si no era para un uso tan funda-mental como el abastecimiento público, que seguiría

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resultando problemático, sino que su uso iba a serde tipo agrícola-industrial (riego de campos, moli-nos, lavadero de lana, etc.).

3 – El lugar elegido para el emplazamiento de las pre-sas. ¿En terreno público o privado? Sabemos por lasreferencias del siglo XVI, en adelante, que la corpo-ración municipal emeritense reseña las actuacionesque se hacen en ambas presas, fundamentalmente enProserpina. Esto nos lleva a plantearnos que las pre-sas se debieron levantar en terreno público. Ahorabien, siguiendo con la argumentación expuesta porFeijoo, mientras estuvieron en funcionamiento losacueductos, la zona de los manantiales de los que seabastecía debían estar en terreno público (tambiénpodrían haber estado en terrenos privados, aunqueesto no era lo normal). En cualquier caso, una vezque los acueductos dejan de funcionar, fecha quepensamos puede establecerse en torno al siglo VIIId.C.; esas tierras debieron pasar a dominio privado. Sifue así, estarían formando parte de las grandeshaciendas medievales, por lo que la construcción delos embalses hubiera sido acometida por los respecti-vos dueños de las tierras, que eran los beneficiariosinmediatos, y no parece probable que un particularcontara con los medios necesarios para acometerobras de tal magnitud.

Ahora bien, si nos encontramos en terreno públicosería el municipio el que se haría cargo de la cons-trucción, y como hemos visto la reducida ciudad deMérida, en esos tiempos, tampoco contaba ni con losmedios ni con la economía necesaria. Pero hay más,aunque los terrenos que supuestamente iban a ocuparlas presas fuesen públicos y contasen con los mediosnecesarios para su construcción, las tierras que bor-deaban el embalse eran privadas, con lo que los bene-ficios que podían obtenerse de ese agua embalsadarepercutían ampliamente en particulares y no en lacomunidad, ya que las tierras aledañas no eran comu-nales. Y si lo llegaron a ser, cuestión que no parecefactible a tenor del reparto de fincas, sería descabe-llado pensar en la construcción de esas grandes pre-sas únicamente para dar agua al ganado (cuando conuna más pequeña era suficiente), ya que las tierras pordebajo de la presa, las más aptas para el cultivo, síeran particulares, y eran las que se podían regar.

En definitiva, no vemos antes del siglo XVII ningúncolectivo capaz de levantar las presas de Proserpina yCornalbo que no sean los romanos, independiente-mente de las razones expuestas con anterioridad.Pensamos que es más factible, atendiendo al nivel devida y las necesidades de agua que tenía la sociedadromana, que estos construyesen ambos embalses,con sus respectivas conducciones para abastecer deagua a Augusta Emerita. Lo que se realizó a partir dela Edad Media fue utilizar esas grandes construccio-nes ya existentes para fines distintos a los originales(riego, molinos, etc.).

Augusta Emerita, en época romana contó con tresabastecimientos hidráulicos: Proserpina, Cornalbo yRabo de Buey-San Lázaro. Bien es cierto que notodas fueron levantadas a la vez, sino que se fueronejecutando a medida que las necesidades de lapoblación lo fueron requiriendo, obedeciendo a pla-nes perfectamente orquestados. Lo que sí parececierto es que con las tres construcciones quedógarantizado el suministro de agua a la urbe en lasetapas de estío, sin que con ello queramos ignorarque sin duda se darían periodos de sequía en los queestos suministros fuesen insuficientes y se padecie-sen restricciones.

CONCLUSIONES

En los capítulos anteriores hemos tratado de ir apro-ximándonos cada vez más a los casos concretos delas presas de Proserpina y Cornalbo, comenzandopor fijar el marco general, técnico e histórico dondepuede encuadrarse a las mismas, comprobando sunecesidad por razones cuantitativas para abastecer ala Mérida romana y demostrando la viabilidad cuali-tativa de dicho abastecimiento, para finalmente expo-ner los diversos estudios y trabajos, en particularsobre la presa de Proserpina.

Como resultado y resumen de todo lo anterior,podemos extraer las siguientes conclusiones:

. Dadas nuestras condiciones hidrológicas, la cons-trucción de presas, aunque costosa y compleja, es unanecesidad imprescindible en nuestro país si se quieredisponer de agua en cantidad suficiente. Esta necesi-

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dad es más perentoria en cuencas de baja regulaciónnatural, como la del Guadiana.

. La construcción de presas en España en épocaromana y concretamente en el periodo altoimperialalcanzó un nivel muy elevado, tanto en lo relativo anúmero de realizaciones como en cuanto a impor-tancia de algunas de ellas, nivel que se va perdiendoen ambos aspectos en la etapa bajoimperial, alcan-zando un mínimo durante el periodo medieval, y norecuperándose hasta el Renacimiento. Por tanto, unadatación romana de Proserpina y Cornalbo encajamuy bien con lo que se conoce sobre presas romanasen España, mientras que una cronología posteriorplantearía serios problemas.

. Aunque el abastecimiento de agua más habitual a lasciudades romanas era preferentemente desde manan-tiales, el uso de azudes de derivación y de embalsescreados por presas se utilizaba cuando era preciso,existiendo numerosos casos, algunos de ellos muybien documentados.

. En el área de Mérida no existen manantiales cauda-losos, por lo que para garantizar el abastecimiento deagua a la ciudad romana tuvieron que recurrir a cap-tar aguas subálveas, mediante largas conducciones, yaguas superficiales previa regulación de las mismas enlos embalses creados por las presas de Proserpina yCornalbo.

. Estos embalses aportaban más de la mitad del aguatotal conducida a la ciudad, que por otra parte no eramucha según los estándares romanos, por lo que eraimposible garantizar el abastecimiento de la Méridaromana sin contar con los mismos.

. Un embalse tiene cierto efecto autodepurador desus aguas, mediante los fenómenos de dilución y dilu-ción-equivalente, por lo que si no existen aportes decontaminación importantes, debidos a actividadeshumanas y ganaderas, las aguas del mismo puedentener una calidad adecuada.

. La calidad del agua embalsada en la actualidad enCornalbo es bastante alta, lo que permitiría suempleo para abastecimiento en la época romana si se

eliminara la contaminación de origen ganadero. En elcaso de Proserpina, la calidad actual es algo peor,pero ello se debe a la intensa presión antrópica a queestá sometido dicho embalse, circunstancia que no sedaba en la época romana.

. Sobre la presa de Proserpina se han realizado unaamplia serie de estudios con todo rigor científico, yaunque persisten algunos grandes interrogantes, losresultados obtenidos en cuanto a una posible data-ción, y en concreto las pruebas del carbono 14 (reali-zadas por tres Instituciones distintas) son concor-dantes, confirmando todos ellos el origen romano dela misma.

. Sobre la presa de Cornalbo, la ConfederaciónHidrográfica del Guadiana está realizando una seriede estudios, todavía no finalizados, que se esperapuedan aportar datos de interés sobre la misma, asícomo servir de base al diseño de unas necesariasactuaciones de rehabilitación de la presa.

Por lo tanto, entendemos que no existen razones deimportancia para dudar de lo que, por otra parte,siempre se había sabido, que las presas de Proserpinay Cornalbo son de origen romano y eran parteimprescindible de los sistemas hidráulicos romanosde abastecimiento a Augusta Emerita.

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